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Full text of "Historia de la lengua y literatura castellana"

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HISTORIA  DE  LA  LENGUA 


Literatura  castellana 

COMPRENDIDOS  LOS  AUTORES  HISPANO-AMERICANOS 

(ÉPOCA  REGIONAL  Y  MODERNISTA:  1888-1907.) 
(ÚLTIMA  parte) 


POR 


D.   JULIO   CEJADOR  Y  FRAUCA 

CATEDRÁTICO   DE    LENGUA    T     LITERATURA   LATINAS 
DB    LA    UNIVERSIDAD   CENTRAL 


TOMO  XIÍ 


lo-S    ^' 


MADRID 

TIP.  BS  LA  «REVISTA  DE  APCH.  BIBL.Y  MUSEOS 

0/ó^fl^a,  i.~Te¡éfono  S.  1.385. 


?Q 


AL   GRAN    NOVELISTA    Y    CRÍTICO    ARGENTINO 

DON  MANUEL  GALVEZ 

COMO  LIVIANO  RECUERDO   DEL  MUCHO  CARIÑO 
QUE  LE  TIENE  SU  AMIGO 

Julio  Cejador. 


ÉPOCA  REGIONAL  Y  MODERNISTA 

(1888-1907) 

(fin) 

150.  Año  ipoi.  José  María  Gabriel  y  Galán  (1870- 
1905),  tal  vez  el  poeta  popular  lírico-épico  más  grande  nacido  en 
Castilla,  trazó  con  estos  breves  rasgos  la  historia  de  su  vida  en 
carta  escrita  poco  antes  de  fallecer  á  la  condesa  de  Pardo  Bazán : 
"Nací,  de  padres  labradores,  en  Frades  de  la  Sierra,  pueblecillo 
de  la  provincia  de  Salamanca.  Cursé  en  ésta  y  en  Madrid  la 
carrera  de  maestro  de  primera  enseñanza.  A  los  diez  y  siete 
años  de  edad  obtuve,  por  oposición,  la  escuela  de  Guijuelo  (Sa- 
lamanca), donde  viví  cuatro  años,  y  después,  por  oposición  tam- 
bién, la  de  Piedrahita  (Avila),  que  regenté  otros  cuatro  años. 
Contraje  matrimonio  con  una  joven  extremeña;  dimití  el  car- 
go que  desempeñaba,  porque  mis  aficiones  todas  estaban  en  el 
campo,  y  en  él  vivo,  consagrado  al  cultivo  de  unas  tierras  y  al 
cuidado  y  al  cariño  de  mi  gente :  mi  mujer  y  mis  tres  niños. 
Tengo  treinta  y  cuatro  años  y  a  escribir  coplas  dedico  el  poco 
tiempo  que  puedo  robar  á  mis  tareas  del  campo.  Comencé  á 
escribir  poesías  para  Juegos  Florales,  y  me  dieron  la  flor  na- 
tural en  los  de  Salamanca,  Zaragoza  y  Béjar,  y  otros  premios 
en  Zaragoza,  Murcia  y  Lugo.  Y  nada  más,  si  es  que  todo  ello 
es  algo.  Mis  paisanos,  los  salamanquinos,  y  lo  mismo  los  ex- 
tremeños, me  quieren  mucho,  me  mim.an.  Yo  también  les  quie- 
ro con  toda  mi  alma,  y  con  ella  les  hago  coplas,  que  sa'ben,  me- 
jor que  yo,  de  memoria,  porque  las  recitan  en  todas  partes,  y 
hasta  las  oigo  cantar  diariamente  á  los  gañanes  en  la  arada." 
Para  que  cantase  un  poeta  como  Gabriel  y  Galán  era  me- 
nester que  la  moda  del  clasicismo  español  de  los  siglos  xvi 


2  ÉPOCA   REGIONAL  Y  MODERNISTA   (1888-I907) 

y  XVII  pasase,  que  pasase  el  romanticismo  del  siglo  xix  y  que 
no  llegasen  a  la  tierra  donde  había  de  nacer  ninguno  de  esos 
sones  franceses,  parnasianos,  naturalistas,  simbolistas  ni  mo- 
dernistas. No  se  parece,  pues,  ni  a  fray  Luis  de  León  ni  a  Me- 
léndez  Valdés;  tiene  una  más  honda  sinceridad  que  ellos,  por- 
que no  mira,  como  eños,  ni  á  Horacio  ni  á  Anacreonte,  sino 
al  terruño  y  á  su  corazón  de  padre  y  de  esposo,  fuentes  harto 
más  puras  que  Anacreonte  y  Horacio,  únicas  fuentes  de  popu- 
lar y  verdadera  poesía.  El  huerto  que  por  su  mano  tenía  plan- 
tado fray  Luis  era,  al  cabo,  huerto;  Galán  vive  en  la  besanaj 
en  la  ancha  Castilla.  En  el  huerto  de  fray  Luis  soplaba  un  ce- 
firillo  agradable  de  renacimiento,  de  remozado  clasicismo,  de 
fantasía  mística  y  de  recuerdo  añejo,  platónico;  la  besana 
de  Galán  oréanla  los  vientos  castellanos,  puros  y  limpios  de 
todo  viejo  recuerdo,  de  toda  fantasía  mística,  de  todo  extraño 
aroma.  Gabriel  y  Galán  es,  pues,  más  español  que  los  clásicos 
de  todos  los  tiempos  y  que  los  románticos;  es  enteramente  na- 
cional. Su  realismo  es  el  del  Mío  Cid  y  el  de  los  viejos  roman- 
ces; la  profundidad  y  verdad  de  sentimientos  es  la  de  las  co- 
plas populares  españolas.  En  los  tiempos  primitivos,  de  incons- 
ciencia, no  se  da  la  lírica,  sino  la  épica,  y  en  los  tiempos  refle- 
xivos no  se  da  la  épica,  sino  la  lírica.  Pero  la  épica  de  Home- 
ro, ó  de  nuestras  gestas  y  romances,  encierra  sentimientos  lí- 
licos  en  lo  más  hondo  de  la  narración;  y  la  lírica  moderna,  si 
es  española  sobre  todo,  por  el  realismo  de  nuestro  carácter, 
arrastra  muchos  elementos  épicos.  Homero  no  podía  ser  más 
que  épico;  Gabriel  y  Galán  sólo  pudo  ser  lírico.  Mas  el  li- 
rismo español,  á  fuerza  de  ser  realista  y  descriptivo,  es  lirismo 
épico.  Por  eso  le  he  llamado  poeta  lírico-épico,  como  nuestras 
gestas  y  romances  son  épico-líricos.  El  aprendió,  como  dice, 
"de  las  guapas  |  tonas  de  mi  tierra,  [  continas  y  dulcís,  |  que 
paecen  zumbíos  de  abeja" ;  aprendió  de  Los  pastores  de  mi 
abuelo,  "buscando  en  sus  sentires  algo  bello  que  decir",  y  todo 
lo  que  canta  en  aquella  composición,  donde  declara  su  criterio 
estético  enteramente  popular,  el  mismo  de  aquellos  campesinos 
"que  la  vida  buena  vieron  y  rimaron  el  vivir".  Y  mientras  este 
poeta,  alegre  y  sano,  veía  tan  risueña  la  vida,  andaban  por 
Francia,  lamentando  sus  decadentes  desesperaciones,  otros  abu- 
rridos poetas.  Y  nuestra  juventud  se  pasmaba  ante  ellos  y  los 


S.  XX,   I9OI.  JOSÉ  M.^  GABRIEL  Y  GALÁN 

imitaba,  sin  saber  que  dentro  de  la  misma  España,  donde  ellos 
decían  que  jamás  se  había  dado  verdadera  poesía  lírica,  vivía 
y  cantaba  Gabriel  y  Galán.  ¡  Tanto  puede  y  ciega  la  moda !  Hay, 
sin  embargo,  en  muchas  composiciones  de  este  poeta  popular 
bastante  elemento  literario,  que  huele  á  erudición  de  maestro, 
y  las  pone  más  abajo  de  las  que  inspiró  la  familia  y  el  campo 
puramente.  Gabriel  y  Galán  leyó  mucho,  y  de  sus  lecturas  se 
le  pegaron  no  pocas  cosas,  que  al  punto  se  distinguen  de  la  ins- 
piración popular.  Pero  pueden  escogerse  media  docena  de  poe- 
sías que  alcanzan  la  cima  poética  y  sufren  el  cotejo^  con  las 
mejores  de  los  más  excelsos  vates. 

El  Cristu  henditu,  El  Embargo,  Cara  al  cielo,  entre  las  Ex- 
tremeñas; El  Ama,  Castellana,  El  poema  del  gañán,  entre  las 
Castellanas;  Las  Sementeras,  Los  Pastores  de  mi  abuelo,  El 
Himno  al  Trabajo,  entre  las  Nuevas  Castellanas,  son  las  mejo- 
res poesías  de  Gabriel  y  Galán,  y  de  ellas  las  regionales  escri- 
tas en  el  dialecto  extrempño,  por  saber  más  al  terruño  y  ser 
más  poptilares. 
» 

151.  Nació  el  28  de  junio  de  1870  y  falleció  en  Guijo  de  Grana- 
dilla el  6  de  enero  de  1905.  Su  padre,  Narciso  Gabriel,  labrador  acomo- 
dado de  lo  más  riquillo  del  pueblo;  su  madre,  Bernarda  Galán.  En  Pie- 
drahita  es  donde  se  formó,  de  los  diez  y  seis  á  los  diez  y  nueve  años,  en 
la  escuela,  que  estaba  en  una  dependencia  del  palacio  del  Duque  de  Alba. 
Carteábase  en  verso  con  su  madre,  mujer  muy  castellana,  que  le  formó 
en  sus  primeros  pasos  poéticos,  escribiencío  en  verso  á  sus  dos  hijos.  Pu- 
blicó desde  allí  sus  primeras  composiciones  en  el  periódico  d^e  Avila.  Al- 
ma delicada  entre  los  brutos  de  Piedraliita,  que  le  llamaban  hipócrita,  que 
para  ellos  era  lo  que  católico  creyente  y  práctico.  Premiáronle  en  Za- 
ragoza unos  versos  al  amor  en  1896  ó  97,  y  de  aquí  se  lanzó  á  escribir 
El  Ama,  pensando  en  su  madre  y  apoyado  por  el  Obispo  de  Salamanca. 
La  Montaraza  representa  á  su  mujer,  Desideria  García  Gascón,  con 
quien  casó  en  Guijo  de  Granadilla  (Cáceres)  el  año  1898,  mujer  tra- 
bajadora, honrada,  cristiana,  cariñosa  y  seria,  sobrina  de  un  su  tío,  cu- 
yos bienes  se  fué  á  administrar.  En  aquel  idilio  doméstico  tuvo  cuatro 
hijos  de  su  esposa  y  dióse  con  más  ardor  á  la  poesía.  Escribió  El  Cristu 
henditu  al  nacerle  el  hijo  primero.  Envió  á  El  Lábaro  la  llamada  Cas- 
tellana. Fué  premiado  en  los  Juegos  Florales  de  Salamanca  (1901)  por 
El  Ama,  escrita  á  la  muerte  de  su  madure.  El  padre  Cámara  recogió 
(1902)  ésta,  con  otras  poesías,  en  un  folleto.  Publicó  después  Castellaa 
ñas,  con  prólogo  de  Villegas  {Zeda),  Extremeñas  y  Campesinas,  mien- 
tras ganaba  premios  en  Salamanca  (1901),  Zaragoza  (1902),  Lugo, 
Béjar  (1903),  Sevilla,  Buenos  Aires  (1905).  Publicó  poesías  en  la  Re-. 


4  ÉPOCA   REGIONAL  Y  MODERNISTA   (1888-I907) 

vista  de  Extremadura.  Una  de  sus  aficiones  fué  la  caza,  y  distinguióse 
como  tirador.  Cuando  maestro,  era  á  la  vez  amigo  de  sus  discípulos. 
En  su  conversación  mostrábase  ameno,  satírico,  bonachón  y  chispeante. 
Leyó  á  Balmes,  al  padre  Ceferino,  fray  Luis  de  León,  Zorrilla,  Núñez 
de  Arce  y  Vicente  Medina,  con  cuya  Cansera  le  ocurrió  escribir  en  jerga 
extremeña  dialectal.  Dejó  al  morir  en  Guijo  tres  criaturas.  Su  her- 
mano Luis  conserva  todas  las  cartas  que  le  escribió  y  copia  de  cuanto 
compuso.  Don  José  González  Castro  (Crotontilo),  médico  de  Béjar, 
redactor  de  El  Adelanto,  de  Salamanca,  publicó  una  serie  de  cartas  de 
Gabriel  y  Galán  y  posee  una  colección  muy  extensa.  También  guardan 
cartas  la  familia  del  señor  Méndez  Polo,  que  fué  bibliotecario  de  la 
Universidad  de  Salamanca;  su  hermano  dton  Baldomcro  Gabriel  y  Ga- 
lán (Ferraz,  1-3,  Madrid),  don  Miguel  de  Unamuno,  don  José  Sánchez 
Rojas  (Alba  de  Tormes).  Su  discípulo  don  Mariano  de  Santiago  Ci- 
vidlades  ha  publicado  un  Epistolario  de  G.  y  G.,  Madrid,  1918,  y  desea- 
ría continuarlo  en  otros  tomos.  Don  Mariano  de  Santiago,  su  discípulo, 
en  cartas  al  autor:  "Don  José  María  G.  y  Galán  nació  el  año  1870  en 
Frades  de  la  Sierra,  particfo  de  Sequeros.  Sus  padres  eran  acomodadas 
labradores,  de  lo  más  riquillo  del  pueblo,  teniendo  dos  hermanas  casadas 
y  tres  hermanos,  el  mayor,  Baldomcro,  es  abogado  del  Estado  en  Ma- 
drid, y  el  pequeño,  Luis,  fué  siempre  labrador;  ya  no  está  en  Fradts;  li 
hermana  que  vive  ha  sido  desgraciada  en  su  matrimonio  con  id  medico 
del  pueblo,  del  que  se  separó  después  de  tener  varios  hijos.'Es-os  disgus- 
tos hicieron  gran  mella  en  la  vida  del  poeta,  ya  muy  propenso  a  disgus- 
tarse por  cualquier  cosa,  y  en  sus  cartas  también  hace  referencia  á  ello. 
A  los  doce  años  de  edad  vino  á  Salamanca  y  entró  como  dependiente  en 
un  comercio.  Un  día  me  contó  que  vendieron  en  el  comercio  una  man- 
tilla y  dijo  uno  de  los  dependientes :  "Ya  sacamos  para  el  almuerzo", 
y  su  alma  delicada  le  impidió  seguir  en  esa  profesión,  creyéndola  incom- 
patible con  su  honradez.  Comenzó  la  carrera  de  maestro,  que  hizo  con 
gran  provecho;  á  los  diez  y  siete  años  ganó  la  escuela  de  Guijuelo,  y 
allí  practicó  por  vez  primera.  Siempre  fué  la  religiosidad  lo  distintiva 
de  sus  enseñanzas,  pues  su  lema  era  educar  el  corazón  antes  que  la 
inteligencia.  El  exceso  de  trabajo  en  estas  oposiciones  minó  su  salud, 
y  estuvo  muy  delicado,  padeciendo  siempre  fuertes  dolores  de  cabeza, 
corno  su  madre,  que  fui  muy  guapa  e  inteligente,  y  también  tenía  afi- 
ciones poéticas.  Su  padre,  á  quien  llamaban  el  montaraz,  casi  siempre 
vistió  de  calzón;  era  bajito  y  nervioso,  bien  relacionado  con  los  políti- 
cos del  partido,  y  con  tanto  amor  propio,  que  al  casarse  Baldomcro 
con  una  señorita  de  Zamora,  parece  que  la  familia  de  ella,  emparen- 
tada con  la  aristocracia,  se  sentía  algo  humillada  con  la  boda,  y  al  ele- 
gir reina  de  los  Juegos  Florales  de  Salamanca,  dijo  al  poeta:  '-Elige  á 
tu  cuñada."  Y  con  el  traje  de  reina  la  dijo:  "No  se  te  olvide  que  si 
eres  reina  es  por  un  charro."  Siendo  maestro  normal  hizo  oposicio- 
nes, y  el  primer  lugar  estaba  indeciso  entre  el  hoy  sacerdote  don 
Manuel  Marín  Rojo,  maestro  de  Cantalapiedra,  y  él;  el  presidente  del 
Tribunal  hizo  que  el  ejercicio  oral  durara  doble  que  lo  acostumbrado^ 


JOSÉ  MARÍA  GABRIEL  Y  GALÁN 


S.  XX,  I90I.  JOSÉ  M.^  GABRIEL  Y  GALÁN  5 

por  oírle  hablar,  y  esto  decidió  el  triunfo.  Para  hablar,  su  mímica  era 
expresiva,  y  su  temperamento  nervioso  hacía  matizar  muy  bien  sus 
donaires  y  frases  chispeantes.  Imitaba  muy  bien  á  cualquiera,  y  como  á 
los  chicos  los  quería  como  amigos,  llevábalos  consigo  de  paseo  y  le  que- 
ríamos más  que  á  la  familia,  influyendo  mucho  sobre  nuestra  manera 
de  ser.  Tendría  veintitrés  años  cuando  fué  á  Piedrahita;  allí  vivió  con 
patrona,  quedándose  siempre  hasta  altas  horas  de  la  noche  leyendo; 
leía  la  Biblia,  á  Balmes  y  los  clásicos.  Zorrilla  era  su  poeta  predilecto, 
y  Núñez  de  Arce.  Cuando  publicó  versos.  La  Cansera,  de  don  Vicente 
Medina,  le  gustó  tanto,  que  me  dijo:  "Daría  mis  composiciones  por 
esa  sola."  En  Madrid  me  dijo  después  que  él  valía  más  que  Medina, 
y  no  le  gustaba  al  decirle  que  él  le  había  imitado.  Había  conocido  una 
chica  extremeña  en  un  viaje  que  hicieron  á  Castillos  sus  tíos,  y  ésta  De- 
sideria  García,  fué  su  mujer,  de  Granadilla,  que  era  sobrina  de  la  mu- 
jer de  su  tío,  á  quienes  han  heredado  los  hijos  del  poeta.  De  seis  á  siete 
años  estuvo  en  Piedrahita,  y  un  curso  después  de  casado  se  marchó 
con  sus  tíos  al  Guijo  de  Granadilla,  como  administrador  de  los  tíos  de 
ambos,"  Epistolario :  "Perduran  las  impresiones  cuando  el  espíritu  que 
las  recibe  está  puro,  cuando  es  ingenuo  y  fresco...  En  ese  mismo  Ma- 
drid, por  ejemplo,  tan  magnífico  y  brillante,  me  ha  sido  siempre  imposi- 
ble sentir  una  emoción  pura,  de  las  que  quedan.  Nos  pagamos  con  la  mis- 
ma moneda,  que  es  brillante,  pero  es  falsa.  Me  muestra  él  sus  gran- 
dezas inmensas  y  yo  se  las  contemplo  con  inmensas  admiraciones...  de 
la  propia  clase  que  sus  grandezas.  Así  se  explica  que  en  medio  de  Ma- 
drid recuerde  con  ansia  el  pueblo  y  no  me  acuerde  de  Madrid  en  la 
tremenda  monotonía  del  lugar.  No  son  estas  cosas  cosas  de  tempera- 
mento, sino  más  bien  estados  de  alma^'  (pág.  72).  "Unos  hombres  muy 
brutos,  disfrazados  de  personas  durante  el  resto  del  año,  se  pusieron 
esos  días  (de  Carnaval)  trajes  muy  en  armonía  con  sus  respectivas  in- 
clinaciones." "Me  río  ahora  mismo  al  pensar  que  á  lo  mejor  me  estaba 
hablando  el  vaquero  de  un  choto  que  se  ha  quedado  pellejnino  y  na 
relamhio,  ó  el  porquero  me  hablaba  de  algún  garrapo  zamarrio  y  arreco- 
gío,  mientras  yo  hacía  tres  oficios  á  un  mismo  tiempo :  oír  al  que  habla- 
ba, mirar  al  choto  ó  al  cerdo  y  componer  y  escribir  en  la  cartera  una  re- 
dondilla. Y  claro,  así  saldría  ello.  Pero  así  se  lo  envié"  (pág.  126). 
"De  teatro,  nada;  ni  pienso  en  ello,  por  falta  de  tiempo  y  de  humor 
para  meterme  en  ese  género  de  aventuras  que,  por  otra  parte,  no  se 
han  hecho  para  mí.  No  cifro  mis  aspiraciones,  como  crees,  en  que  se 
me  conozca  en  Madrid.  Tiro  á  otro  blanco"  (pág.  161).  "Si  algún  día 
oyera  usted  que  en  el  teatro  se  decía  o  se  cantaba  algo  mío,  puede  ase- 
gurar dos  cosas:  que  yo  había  perdido  algo  muy  bueno  y  que  el  arte 
no  había  ganado  absolutamente  nada.  Mucho  me  place  hacer  coplas; 
pero  no  son  de  ese  género  las  que  yo  hago  con  el  alma.  Y  bien  sabe  que 
no  podrá  hacer  cosa  buena  el  que  no  pone  algo  del  alma  en  esas  cosas" 
(pág.  219).  "¡Escribir  yo  una  novela!  Menester  será  decirle  á  usted 
quién  soy  yo,  literariamente,  para  que  no  vuelva  usted  á  darme  sustos 
como  ése.  Nada,  no;  no  soy  ningún...  (iba  á  decir  Unamuno)"  (página 


6  ÉPOCA   REGIONAL  Y  MODERNISTA   (1888-I907) 

221).  Fernando  Iscar  Peyra,  Vestigios,  pág.  12:  "El  Ama  es  la  cumbre 
de  la  obra  poética  de  Galán,  "escrita  de  un  tirón"  (según  confesaba  el 
mismo) ;  influido  por  la  muerte  de  su  madre,  llegó  al  Jurado  de  los 
Juegos  Florales  que  se  preparaban  en  Salamanca,  y  era  de  tal  fuerza 
y  de  tan  extraordinario  valor,  que  á  los  pocos  dias,  mucho  antes  de 
celebrarse  la  fiesta  del  certamen,  estaban  propagados  entre  la  gente 
de  la  ciudad  los  magistrales  versos  del  poema,  que  se  recitaban  con 
gozoso  asombro.  Memorable  fecha  la  de  aquellos  Juegos  Florales,  ett 
que,  por  si  no  bastara  para  señalarla  en  el  recuerdo  de  todos  la  reve- 
lación de  tan  excelso  poeta,  aún  tuvimos,  para  que  fueran  colmados 
los  más  ambiciosos  anhelos,  el  discurso  de  Joaquín  Costa,  donde  el  por- 
tentoso talento  dijo  con  voz  de  emoción,  temblona  y  llorosa,  sus  deses- 
peranzas y  temores  en  palabras  (i  que  ojalá  no  sean  proféticas !)  sobre 
el  negro  destino  de  la  Patria.  Galán  es  único  en  la  lírica  española,  y 
no  se  le  encontrarán  parentescos  ni  filiaciones,  por  mucho  que  se  es- 
fuercen en  hallar  vínculos  y  descubrir  influencias  los  tenaces  investi- 
gadores de  estirpes  y  linajes.  Los  poetas  con  quienes  se  le  pretende 
emparejar  cantaron  el  campo  más  por  hastío  y  queja  de  la  ciudad  que 
por  apasionado  amor  á  la  naturaleza.  Versos  de  convalecientes,  en  los 
que  parecen  verter  su  agradecimiento  al  tónico  consuelo  de  la  campiña 
que  suaviza  el  dolor  del  alma  y  alivia  el  padecer  del  cuerpo;  A^ersos  de 
descanso,  alto  en  la  lucha,  remanso  de  quietud!,  tregua  en  la  pelea, 
cuando  el  ánimo  caído  y  tronchado  por  el  vendaval  de  la  batalla  se 
adormece  y  se  entumece  en  el  "nirvana"  con  las  brisas  que  son  calma 
y  paz  y  sosiego  interior.  Versos  remilgados  y  pulidos  de  égloga,  con 
zagales  rubios  y  corderos  de  Belén,  con  paisajes  candidos  y  figurillas 
ingenuas;  versos  d^e  blandujería  y  artificio,  sin  olor  de  heno,  perfuma- 
dos con  femeninas  esencias;  versos  de  turismo  ó  de  jira  campestre, 
de  filosofías  librescas  injertadas  en  los  árboles,  colocadas  al  margen  de 
los  senderos  ó  sembradas  por  la  sabiduría  de  los  poetas  cultos,  que  lleva- 
ron á  los  campos  libres  la  impresión  literaria  de  los  párrafos,  donde  la 
naturaleza  disecada  está  entre  las  palabras,  como  una  flor  marchita  en- 
tre las  páginas  de  un  libro.  Ni  el  maestro  fray  Luis,  que  fué  hombre 
muy  de  ciudad,  según  me  han  enseñado  los  libros  claustrales  de  aquella 
Universidad  salmantina,  favorecida  por  su  brío  y  sus  pasiones ;  ni  fray 
Luis,  que  por  ser  muy  generoso  de  sus  ímpetus  en  las  polémicas  de  la  es- 
cuela sintió  crecer  con  bello  egoísmo  su  alma  en  las  soledades  de  la  Fle- 
cha ;  ni  mucho  menos  Meléndez  Valdés,  en  el  que  la  ilustre  Condesa  de 
Pardo  Bazán  ha  creído  ver  un  ascendiente  de  nuestro  poeta,  están  en  el 
plano  de  José  María  Galán,  porque  fueron  muy  otros  los  rumbos  de  su 
inspiración.  Galán  es  Castilla,  y  de  él  se  puede  decir  con  el  romancero 
que  la  tierra  llana  se  va  ensanchando  delante  de  su  lira,  que  todo  lo  abar- 
ca. En  él,  el  amor  es  fecundidad,  hacer  y  criar  hijos,  sembrar  cosecha, 
para  que  rebosen  los  graneros  y  paneras;  amor  creador,  varonil,  po- 
tente, que  le  lleva  a  veces  hasta  los  bordes  del  realismo  más  atrevido 
— sobre  todo  en  sus  admirables  trabajos  en  prosa — ,  sin  que  pueda  re- 
frenar su  vehemencia  y  sin  que  quiera  buscar  hipócritas  tapujos  y  ho- 


S.  XX,  I90I.  JOSÉ  M.^  GABRIEL  Y  GALÁN  7 

jas  de  viña  para  cubrir  la  bella  honestidad  del  desnudo.  Las  poesías 
extremeñas  de  Gabriel  y  Galán  tienen  menos  paisaje,  pero  más  emo- 
ción que  muchas  de  las  castellanas.  Ese  lenguaje  que  llamó  Maragall 
"desarrapado",  temado  al  oído  con  todas  sus  corrupciones  y  destem- 
planzas, es  lenguaje  que  parece  hecho  para  expresar  dolores  y  angus- 
tias del  pueblo  aldeano,  porque  su  música  arrastrada,  gutural,  áspera, 
honda,  como  si  fuera  el  hervor  del  alma,  que  en  torpe  y  primitiva  ex- 
presión se  traduce  y  expansiona,  suena  en  los  trances  dramáticos  como 
aullido  ó  lamento  de  fiera  castigada  y  sabe  en  los  episodios  entrañables 
á  bondad  de  gentes  infantiles  para  quienes  la  suerte  de  sus  hijos  y  de  sus 
ganacíos  — todo  revuelto — ,  la  muerte  de  la  compañera  ó  la  desdicha  de 
los  negocios,  les  daña  el  corazón,  produciendo  esos  ayes  de  trágica  so- 
briedad ó  esas  ingenuas  cavilaciones  con  que  los  espíritus  rudos  mues- 
tran la  viveza  y  malicia  más  ó  menos  despierta  de  su  instinto."  Mar- 
tín D.  Berrueta  (El  Lábaro^  núm.  extraord.)  :  "Galán  ha  amontonado 
tesoro  de  palabras  para  la  poesía,  ha  traído  al  sabor  y  deleite  expre- 
siones y  términos  no  manoseados,  de  vigoroso  sentido,  cargados  de 
dulzura...  El  realismo  de  Galán  es  espiritualista,  y  es  realismo  verda- 
dero :  ha  logrado  decir  con  palabras  lo  que  Dios  ha  criado  para  recreo 
del  alma,  embeleso  del  sentimiento  y  bendición  de  su  Providencia.  Es- 
cribía Galán  en  el  campo,  á  la  vista  de  sus  encantos,  presenciando  las 
magníficas  escenas  de  la  vida  campesina,  pacífica  y  amable.  Se  han  re- 
cogido todos  sus  cuadernos^  los  que  él  llevaba  al  campo  y  llenaba  de 
sus  hermosas  canciones  mientras  presidía  desde  el  repecho  la  semen- 
tera y  encauzaba  las  labores  de  sus  cuidados  y  fatigas.  En  el  campo 
lo  escribió  todo,  y  salían  aquellas  estrofas  esculturales  de  una  tirada, 
sin  enmienda.  Cuando  volvía  á  casa,  en  el  austero  cuarto  de  su  escri- 
torio ponía  en  limpio  las  cuartillas  y  contestaba  á  sus  amigos  y  admi- 
radores... En  esos  cuadernos  quedan  inéditas  muchas  composiciones: 
ensa3'os  también  de  mayores  empresas,  pues  no  eran  poco  insistentes 
los  ruegos  de  amigos  y  literatos  ilustres  para  que  Galán  dedicase  su 
inspiración  á  la  leyenda  y  al  teatro.  Se  ha  encontrado  el  plan  y  varios 
fragmentos  de  un  poema  titulado  Ana  María,  pintura  de  los  campos 
castellanos  y  del  alma  de  sus  moradores,  dividido  en  cuatro  cantos,  con 
el  título  de  las  cuatro  estaciones,  y  los  comienzos  también  de  otro  poema 
titulado  El  Avio.  Un  libro  de  poesías,  preparado  ya  para  la  imprenta, 
compuesto,  entre  otras,  de  las  siguientes,  inéditas:  Las  Repúblicas,  Los 
Sedientos,  Treno,  El  Barbecho,  Noche  fecunda,  /  Trisca,  vaquerillo !,  Las 
Sementeras,  La  Barada  de  los  tres,  ¿Qué  tendrá?,  y  algunas  más;  Can- 
to al  trabajo  y  A  la  montaña,  premiados  en  Buenos  Aires,  y  Las  Se- 
quías, El  Cantar  de  la  chicharra  y  otras  ya  publicadas  en  revistas  y 
periódicos.  Como  prosista  esmeradísimo  también  ha  de  ser  conside- 
rado Galán:  el  difícil  estilo  epistolar  fué  fácil  y  llano  para  nuestro 
poeta,  y  varios  son  los  afortunados  que  guardan  coleccionadas  las  car- 
tas de  Galán,  y  algunas  han  sido  publicadas  en  estos  días  de  su  muerte. 
Escribió  en  prosa  bellísimas  historietas;  en  la  Revista  de  Extrema- 
dura he  leído  Quijotada,  Majada  blanca,  El  Vaquerillo  y  otras,  y  en 


8  ÉPOCA  REGIONAL  Y  MODERNISTA   (1888-I9O7) 

El  Adelanto  publicó  la  sabrosísima  del  Tío  Gorio.  Lo  último  que  com- 
puso parece  averiguado  fué  la  Canción,  que  ha  corrido  por  toda  la 
Prensa."  Juan  Marr.gall,  pról.  á  Extremeñas;  "Lector:  He  aquí  un  li- 
bro de  poesía.  Y  no  sería  menester  más  prólogo  que  estas  seis  palabras, 
si  los  que  solemos  llamarnos  poetas  ó  críticos  no  profanáramos  cien  ve- 
ces al  día  el  santo  nombre  de  Poesía  y  no  te  hubiéramos  hecho  perder 
con  ello  el  sentido  de  esta  palabra  tan  grande.  Te  ofrecemos  á  cada 
paso  el  juego  de  unas  cuantas  palabras  muertas,  arregladas  con  arti- 
ficio de  embalsamadores  de  cadáveres  en  un  determinado  ritmo  de  so- 
noridad exterior,  y  te  decimos:  Ahí  tienes  poesía.  ¡Mentira!...  Tú 
lees  ú  oyes  recitar  juegos  de  palabras  que  halagan  más  ó  menos  tu 
sentido  musical  y  hasta  á  veces  tu  sentido  ideal ;  este  superficial  halago 
te  entretiene  un  rato  y,  si  no  dura  demasiad!o,  te  hace  prorrumpir  en 
exclamaciones  de  aplauso.  Pero  en  seguida  que  ha  cesado  la  cantilena, 
sientes  como  una  liberación,  te  parece  que  has  recobrado  la  libertad  de 
tu  vida,  y  vuelves  á  tus  pensamientos,  al  hilo  de  tus  preocupaciones,  á 
tus  quehaceres  ordinarios,  sin  que  aquella  cantilena  haya  dejado  en 
ellos  ni  en  ti  mismo  otro  rastro  que  el  de  un  vago  entretenimiento  ó 
gusto  de  los  sentidos;  como  si  hubieras  jugado  á  un  juego  ameno  ó 
hubieras  tomado  un  helado...  Todo  el  libro  es  así,  vivo;  todo  él  escrito 
en  ese  lenguaje  desarrapado,  es  decir,  vivo;  escrito  en  dialecto,  como  La 
Ilíada  y  la  Divina  Comedia;  porque  no  son  las  lenguas  las  que  hacen  las 
obras,  sino  las  obras  las  que  hacen  las  lenguas.  Y  la  poesía  grande,  la 
viva,  la  única,  gusta  mucho  de  brotar  en  dialectos... ;  dialecto  es  la  cons- 
tante germinación  de  las  lenguas  en  boca  del  pueblo,  que  es,  como  si 
dijéramos,  la  madre  tierra  de  las  palabras:  todas  salen  de  ella  y  todas 
vuelven  á  ella;  allí  nacen,  allí  mueren,  allí  se  transforman,  se  modu- 
lan, se  combinan  y  renacen,  y  se  mueven,  en  fin,  en  toda  la  libertad  de 
su  naturaleza.  El  pueblo  siempre  habla  en  dialecto,  es  decir,  en  liber- 
tad, en  perpetuo  movimiento;  y  cuando  una  lengua  quiere  definirse  en 
una  fijeza  de  perfección  y  desecha  la  compenetración  con  sus  dialec- 
tos, con  el  pueblo,  aquella  lengua  muere  momificada  en  su  perfección. 
Pues  bien,  la  poesía  no  es  otra  cosa  que  la  palabra  viva,  la  palabra 
palpitando  todavía  el  misterioso  ritmo  de  su  origen  divino  en  la  boca 
del  pueblo,  que  es  su  madre  tierra.  ¿Qué  irá  á  buscar  el  poeta  en  las 
hojas  de  herbario  de  un  Diccionario  de  Academia?  ¿Flores  secas  bien 
clasificadas?  No;  el  poeta  va  á  la  vivacidad  de  los  campos,  á  la  boca 
del  pueblo,  á  su  dialecto,  rural  ó  ciudadano,  porque  la  vivacidad  de  éste 
es  la  condición  de  la  verdadera  poesía,  de  la  palabra  palpitante  de  sen- 
tido... La  pasión  humana,  sincera  y  viva,  él  la  sentía  brotar  en  el  am- 
biente popular  que  respiraba,  en  esa  lengua  extremeña  de  las  gentes 
sencillas  que  le  rodeaban,  de  cuya  vida  él  participaba  con  amor,  que  es 
el  alma  de  la  expresión  humana ;  de  esas  gentes  para  las  que  él  era  un 
padre,  que  le  contaban  sus  cuitas,  que  le  sometían  sus  conflictos,  que 
le  pedían  coplas  para  sus  cantares,  que  le  adoraban  en  vida,  y  que 
después  de  su  muerte  vigilaron  la  tumba  por  temor  á  que  les  arreba- 
taran su  cadáver  para  darle  otra  sepultura  de  más  gloriosa  apariencia. 


S.   XX,    I9OI.   JOSÉ  M.^  GABRIEL  Y  GALÁN  9 

Estas  buenas  gentes  presintieron  bien  que  aquel  hombre  era  suyo  aun 
después  de  muerto,  que  era  su  verbo,  la  voz  de  su  alma  extremeña." 
Miguel  Unamuno,  Pról.  á  El  Poema  de  la  tierra,  de  C.  Rodríguez  Pi- 
nilla:  "Quisieron  hacer  creer  á  los  ingenuos  y  los  incautos  que  Galán 
era  una  especie  de  flor  bravia  silvestre,  casi  sin  cultivo  y  que  sintió  y 
vio  el  campo  en  sentimiento  y  visión  inmediatos  y  como  si  él  lo  hubiese 
estéticamente  descubierto.  Nada  más  lejos  d'e  la  verdad.  Galán,  que  fué 
maestro  de  escuela  y  estudiante  de  magisterio,  leyó  mucho,  mucho 
más  de  lo  que  quieren  hacernos  creer  esos  sus  inconsiderados  incensa- 
dores, y  su  sentimiento  del  campo  tiene,  afortunadamente  para  él  y 
para  su  obra,  mucho  de  culto,  de  cultural,  de  literario.  La  literatur" 
nuestra  clásica  literatura,  fray  Luis  sobre  todo,  y  no  pocos  poetas  con- 
temporáneos, ya  españoles,  ya  extranjeros,  le  enseñaron  á  ver  y  á  sentir 
el  campo."  Pardo  Bazán,  Pról.  á.  Nuev.  Castellanas:  "Este  poeta  tan  es- 
pañol, pero  tan  del  terruño,  Gabriel  y  Galán,  consiguió  lo  que  no  han  lo- 
grado otros  de  tronido  y  campanillas,  qne  han  sido  ministros,  grandes 
cruces  y  académicos  de  todas  las  Academias,  pero  á  quienes  al  morir  no 
les  llora  más  que  su  familia...,  pertenece  al  número  de  los  que  encarnan 
el  país  en  que  nacieron.  Lo  encarna,  lo  representa,  no  porque  sean 
tema  de  su  poesía  las  costumbres,  las  descripciones  del  paisaje,  la  vida 
exterior  castellana,  en  suma,  sino  por  algo  más  entrañable,  más  del  es- 
píritu, por  la  esencia  tradicional,  penetrante  como  un  perfume  antiguo, 
que  emana  de  sus  versos.  Lo  tradicional  es  lo  íntimo  de  un  pueblo,  lo 
que  un  observador  y  sentidor  delicado  aprecia,  desdeñando  tal  vez  lo 
pintoresco,  el  color  local,  elemento  secundario...  No  es  menos  curioso 
relacionar  la  impresión  directa  del  campo  en  el  maestro  León,  en  Me- 
léndez  Valdés,  en  Gabriel  y  Galán.  El  aristocrático,  el  estético,  el  ar- 
tista, es  el  Maestro;  el  razonador,  y,  por  consiguiente,  el  prosaico,  Me- 
léndez ;  pero  el  espontáneo,  el  que  trasciende  á  terrón  removido,  el  ver- 
dadero campesino,  es  el  poeta  charro."  Conrado  Muíños,  Gabriel  y 
Calan,  1905  (en  Ciudad  de  Dios,  LXVT :  En  1901  fué  cuando)  "salió 
una  voz  robusta  y  vibrante  que  entonaba  un  canto  antiguo  y  nuevo, 
conocido  y  desusado...  y  cuando  se  abominaba  de  la  meseta  central 
en  que  se  elaboró  nuestra  Historia,  se  levantaba  á  vindicarla  brioso 
hasta  en  aquello  que  ya  se  tenía  por  inconcuso:  su  absoluta,  su  irre- 
mediable falta  de  toda  belleza  y  de  toda  poesía". 

Gabriel  y  Galán:  Cuentos,  1901  (en  Rev.  de  Extremadura).  El 
Cristu  hcnditu,  1902  (en  Esp.  Mod.,  mayo).  Poesías,  Salamanca,  1902. 
Extremeñas,  ibid.,  1902,  1905  (3.'  ed.).  En  fahla  del  lugarejo,  1903  (en 
Esp.  Mod.,  marzo).  Campesinas,  Salamanca,  1904,  1906  (3."  ed.).  Can- 
ción, 1905  (en  Esp.  Mod.,  febr.).  Nuevas  Castellanas,  Salamanca,  1905. 
Religiosas,  ibid.,  1906.  Obras  completas,  Madrid-Sevilla,  1909,  2  vols. ; 
Madrid,  1912,  1917.  Epistolario  de  G.  y  G.,  por  Mariano  de  Santiago, 
Madrid,  1918.  Cartas  y  poesías  inéd.,  ed.  Castro  Blanco  Cabeza,  Ma- 
drid, 1919.  Consúltense :  E.  Pardo  Bazán,  Retratos  y  apuntes  literarios 
{Obras  compl.,  t.  XXXII,  págs.  82-116).  Conrado  Muíños,  G.  y  Galán, 
en  La  Ciudad  de  Dios,  LXVI,  págs,  177-187,  265-279,  400-408,  485-494, 


10  ÉPOCA   REGIONAL  Y  MODERNISTA   (1888-I907) 

574-583.  B.  Rodríguez,  Memorias  sobre  J.  M,  G.  y  G.,  París,  1913  (en 
Revite  Celtique).  J.  Sánchez  Rojas,  Elogio  de  G.  y  G.,  1913  (en  Nues- 
tro Tiempo).  Las  Dos  joyas  de  G.  G.,  1905  (en  Ciudad  de  Dios,  LXVI, 
210-220).  Hipólito  González  Rebollar,  El  Poeta  de  Castilla,  á  la  me- 
moria del  malogrado  don  J.  G.  y  G.,  Salamanca,  1905.  E.  Pardo  Bazán, 
Discurso,  Salamanca,  1905.  Ángel  Guerra,  G.  y  G.,  1905  (en  Nuestro 
Tiempo  (V.  336-345).  El  Lábaro,  número  extraord..  Salamanca,  20  en. 
1905.  Francisco  Moran,  Por  Gabriel  y  Galán,  conf.,  1905.  Alberto  y 
Arturo  García  Carrafa,  G.  y  G.,  Madrid,  1918.  Juan  Neira  Cancela, 
Confer.  á  la  memor.  del  poeta  J.  M.  G.  y  G.,  IMadrid,  1905.  Padre  Luis 
Herrera,  G.  y  G.,  1910  (en  Razón  y  Fe).  En  Plasencia  (1913)  fueron 
premiados  dos  trabajos  en  certamen  literario,  uno  de  La  Fuente,  otro 
de  Santiago  Cividad'es.  F.  García,  Gabriel  y  Galán,  1918-19  (en  Ciudad 
de  Dios). 


152.  Año  igoi.  Juan  Ramón  Jiménez  (n.  1881-),  de  Mo- 
guer  (Huelva),  uno  de  los  fundadores  de  Helios  (1903),  cola- 
borador de  Electra  (1901)  y  de  otras  revistas,  es  el  poeta  más 
modernista  de  España  y  el  miejor  en  España  de  los  poetas  mo- 
dernistas ;  es  una  clara  prueba  de  lo  descaminado  de  aquella  es- 
cuela decadente  y  fué  en  la  primera  mitad  de  su  vida  literaria 
triste  y  dolorosa  víctima  de  ella.  Por  propio  temperamento  es  poe- 
ta sencillo  y  sentimental,  quiere  decir  becqueriano.  Enamorado 
de  la  infantil  poesía  se  halló  al  nacer.  En  las  flores  becqueria- 
ñas  libaba  con  ansia,  cuando  los  brillantes  destellos  del  moder- 
nismo le  arrastraron,  deslumbrado  cual  inexperta  mariposa. 
Al  desaparecer  aquellas  artificiosas  fosforescencias,  que  dura- 
ron lo  que  la  breve  fulguración  del  rayo,  volvió  á  sii  propio 
ser.  Echó  de  sobre  los  hombros  de  su  Musa  la  deslumbrante 
vestimenta,  cargada  de  falsa  pedrería,  y  cayó  de  rodillas,  es- 
pantado de  la  no  vista  antes  hermosura  que  ofrecía  su  natural 
desnudez.  El  mismo  nos  lo  ha  dicho  galanamente : 

"Vino,  primero^  pura, 
vestida  de  inocencia; 
y  la  amé  como  un  niño. 
Luego  se  fué  vistiendo 
de  no  sé  qué  ropajes; 
y  la  fui  ocíiando,  sin  saberlo. 
Llegó  a  ser  una  reina^ 
fastuosa  de  tesoros... 
¡Qué  iracundia  de  hiél  y  sin  sentido! 


S.    XX,    I90I.   JUAN   RAMOX  JIMÉNEZ  !!■ 

...Mas  se  fué  desnudando, 
y  yo  le  sonreía. 

Se  quedó  con  la  túnica 
de  su  inocencia  antigua. 
Creí  de  nuevo  en  ella. 

Y  se  quitó  la  túnica, 
y  apareció  desnuda  toda... 
¡  Oh  pasión  de  mi  vida,  poesía 
desnuda,  mía  para  siempre !" 

Encarémonos  con  el  poeta  modernista  que  fué.  De  sensi- 
bilidad delicada  y  hasta  enfermiza,  de  vaga  visión,  conforme  á 
los  cánones  de  la  escuela,  bordó  con  palabras  bonitas  y  epíte- 
tos de  color  y  de  olor  un  tisú,  visto  á  tan  poca  luz  que  no  se 
distinguen  bien  los  dibujos,  notándose  tan  sólo  el  chispear  de 
luces  y  el  rasguear  de  líneas,  alguna  linda  frase,  algún  verso 
halagador,  sonando  luego  otros  no  tan  bien  sonantes  versos  y 
otras  harto  descosidas  frases.  Sensaciones  vagas  del  campo,  de 
las  estaciones,  del  amanecer,  del  caer  de  la  tarde.  Crepuscular- 
y  otoñal  poeta,  juega  mucho  de  los  colores,  acopla  sensaciones 
y  epítetos  que  no  casan  bien,  menudea  algunas  palabras  que- 
evocan  cosas  ricas  ó  delicadas,  oro,  rosas,  lirios,  color  malva, 
y  las  mezcla  en  todas  partes,  con  lo  que  las  varias  impresiónen- 
se confunden  y  son  tan  generales  que  no  dejan  mella  en  el  re- 
cuerdo. Tiene  metáforas  atrevidas,  gongorinas;  epítetos  im- 
propios y  enigmáticos.  Algunos  versos  suenan  á  desvencijados. 
Hay  que  poner  á  veces  muchísima  atención  y  fatigarse  para 
entender  y  á  veces  no  se  alcanza  la  idea  del  poeta.  En  suma, 
insinuar,  como  los  modernistas  decían,  con  vaguedad  y  oscu- 
ridad y  hasta  con  indescifrable  logogrifo.  Y,  sin  embargo, 
entre  el  desgrane  de  lindas  palabras  y  las  irisaciones  de  un  de- 
cir calidoscópico'  casi  sin  ideas,  trasparentase  algo  de  sensa- 
ción delicada  y  finamente  poética,  que  pregona  ser  verdadero 
poeta  el  que  nos  habla.  Tiene  visiones  deliciosas  y  sentimien- 
tos sutiles.  "El  campo  duen-ne,  temblando  |  en  su  celeste  tris- 
teza." ¿Qué  significa  aquí  celeste?  ¿Y  qué  en  "Hay  una  ti- 
bia pradera  |  celeste,  de  luna  pálida"?  "Y  en  un  remanso  hay 
un  sapo  I  extático  y  mudo,  que  ama,  1  tristemente,  desde  le- 
jos I  á  no  sé  qué  estrella  blanca."  Pase  que  el  poeta  sepa  que 
ese  sapo  ama  á  una  estrella  blanca,  y  no  á  su  sapa ;  pero  siendo 
de  noche  y  estando  mudo,  ¿cómo  ve  que  hay  en  el  remanso  taK 


I  a  ÉPOCA   REGIONAL  Y   MODERNISTA   (1888-I907) 

sapo  y  que  está  extático?  Los  antiguos  dirían  que  eso  es  una 
tontería,  y...  lo  imismo  decimios  los  niiodernos.  "Y  el  cielo  es 
violeta  y  triste,  |  un  cielo  de  abril,  un  bello  cielo  violeta." 
¿No  hay  impropiedad  en  que  el  cielo  sea  triste,  violeta  y  de 
abril,  bello  á  la  vez  ?  Abril  y  triste  no  casan  bien.  "  Sueñan  y  la- 
ten los  pájaros."  El  latir  es  del  perro  ó  del  pulso;  de  los  pá- 
jaros no  se  entiende.  "Cuando  mayo  |  pone  al  alma  de  los  ár- 
boles I  un  oro  tibio  y  romántico."  ¿Qué  alma  será  ésa  y  qué 
oro  ese  romántico?  "Fragancia  cruda  y  mojada"  :  este  juntar 
cosas  que  nada  tienen  que  ver  se  llama  en  romance  disparatar. 
¿Qué  es  una  fragancia  cruda F  ¿Qué  una  fragancia  mojada? 
"El  mundo  es  un  confín  |  con  tres  verdores  vagos  y  una  rosa 
de  seda."  Diríase  acertijo  por  descifrar,  ¿Qué  significa  "el 
sol  en  flor",  "la  brisa  azul",  "color  de  elegía",  "jardín  de  oro, 
espectral,  amarillo",  "lívida  soledad",  "húmeda  calma",  "ver- 
dor con  ritmo",  "paz  doliente  y  de  míúsica",  "perfume  do- 
liente", "auroras  de  poniente",  "sur  de  nieve",  "perfume  de 
distancia",  "cristalinas  flores",  "nostálgica  azucena",  "sueño 
de  plata",  "áurea  fragancia"?  O  son  adivinanzas  ó  cubileteo 
de  epítetos  que  pasan  de  una  mano  á  otra  y  se  arriman  al  azar 
á  los  nombres.  Y  con  todo  eso  este  poeta  hizo  en  su  primera 
época  algunas  composiciones,  en  las  que  se  olvidó  del  moder- 
nismo y  se  acordó  de  lo  popular.  ¡  Ay !,  entonces  venios  al 
poeta : 

"Ya  estaba  la  noche  azul  > 

sobre  los  campos  de  trigo... 
i  qué  olor  más  bueno  traía 
la  noche  por  los  caminos ! 

Andábamos  monte  arriba, 
bañados  de  luna...  Tú 
me  diste,  Blanca,  ¿te  acuerdas? 
un  ramo  de  almoraduj." 

Increíble  parece  sea  el  mismo  poeta  el  que  compuso  "A  mi 
mejor  amigo",  que  puede  verse  en  la  página  136  de  la  magní- 
fica edición  de  sus  Poesías  escogidas  (1917),  y  que  yo  no  he  lle- 
gado á  descifrar  por  más  que  me  he  puesto  á  discurrir.  Pasó 
la  época  y  la  racha  modernista;  hízose  el  poeta  más  traspa- 
rente cada  vez,  jugueteó  menos  con  palabritas,  ahondó  en  las 
ideas,  allegóse  en  tono  y  metros  no  pocas  veces  á  la  poesía  po- 


JUAN    RAMÓN   JIMÉNEZ 


S.    XX,    I90I.   JUAN   RAMÓN  JIMÉNEZ  1 3 

pular  y  fué  poeta  sencillo,  hondamiente  sentido  y  humanO',  sin 
dejar  de  ser  imlpresionista  y  delicado;  bien  que  siempre  exqui- 
sito, aristocrático  y  con  alguna  vaguedad.  Si  no  fuera  por  es- 
tas huellas  que  del  modernismo  le  quedaron,  ó  que  con  él  re- 
nacieron, tendriamos  en  él  á  uno  de  los  continuadores  de  Béc- 
quer,  en  lo  sencillo  y  sentimental.  Que  á  esto  han  vuelto  tras 
el  modernismo  todos  los  verdaderos  poetas.  Realmente,  para 
volver  á  lo  becqueriano,  que  era  su  propia  manera,  no  había 
para  qué  haberse  andado  varios  años  tras  los  mlodemistas  y 
decadendistas  franceses,  cantando  lindamente  vaciedades  y  lo- 
gomaquias. Aiños  miserablemente  perdidos  para  el  arte.  Véase 
esta  sencilla  y  admirable  composición  (pág.  305) : 

"Limpio  iré  a  tí, 
como  la  piedra  del  arroyo, 
lavacío  en  el  torrente  de  mi  llanto. 
Espérame  tú,  limpia 
cual  una  estrella  tras  la  lluvia 
— la  lluvia  de  tus  lágrimas — ." 

"De  lo  íntimo  que,  aparte  de  los  verso?,  puede  interesane. 
— >me  escribía  el  autor  hará  dos  años — ,  no  le  diré  más  sino  que 
toda  mi  vida  marcha  hacia  lo  que  considero  la  belleza  y  la 
verdad,  sin  trabas  que  dependan  de  mí.  Todo  lo  resuelvo  con 
estas  tres  normas:  Amor,  Belleza  y  Verdad."  Así  es.  Tal  fué 
siempre  Ramón  Jiménez  como  verdadero  poeta.  Sino  que  du- 
rante unos  años  le  deslumhró  el  decadentismo  modernista,  cual 
si  fuese  la  Belleza  y  la  Verdad,  influyendo  acaso  algunos  des- 
arreglos fisiológicos  disculpables.  Aquello  pasó ;  ahora  bien  pue- 
de decir: 

"i  Oh  pasión  de  mi  vida,  poesía 
desnuda,  mía  para  siempre." 

Platero  y  yo,  libro'  en  prosa  de  candorosa  é  infantil  naturali- 
dad, veteada  de  fino  y  elegante  humorismo,  es  una  de  sus  me- 
jores obras.  Ramón  Jiménez,  repitamos,  el  poeta  más  moder- 
nista de  España  y  el  mejor  en  España  de  los  poetas  modernis- 
tas, es  una  clara  prueba  de  lo  descaminado  de  aquella  escuela- 
decadente  y  fué  en  la  primera  mitad  de  su  vida  literaria  triste- 
y  dolorosa  víctima  de  ella. 


14  ÉPOCA   REGIONAL  Y  MODERNISTA   (1888-I907) 

153.  Arturo  Marasso  Rocca,  en  Nosotros,  febr.,  1916:  "Jiménez, 
.autor  de  algunas  preciosas  composiciones  en  medio  de  una  floresta 
.artificiosa  de  amoríos  irreales  y  rimados."  Cansinos  Assens,  Los  Her- 
tnes,  1916,  pág.  155:  "De  los"  moradores  en  la  torre  de  marfil,  este 
fino  y  doliente  Juan  Ramón,  cantor  de  las  ninfas  sutiles,  es  acaso  el 
más  puro...,  su  aposento  es  el  más  alto  y  recóndito...  y  los  jardines 
en  que  su  leve  sombra  vaga  no  son  visitados  sino  de  la  luna...,  perma- 
nece siempre  retraído  y  lejano  y  solo...,  no  ama  sino  á  la  dulce  luna: 
y  de  las  mujeres,  nada,  sino  la  sombra  tenue...  Las  virtudes  esenciales 
del  nuevo  poeta :  el  amor  ingénito  á  la  sencillez,  tanto  en  el  fondo  como 
en  la  forma...,  la  melancolía  noble  y  casta,  el  sentimiento  de  la  égloga 
y  de  la  pastoral...  Este  horror  al  profano  ruido  le  hizo  recluir  su  es- 
píritu en  la  torre  de  marfil;  y  su  cuerpo,  en  que  su  alma  está  enferma 
de  un  mal  de  selección,  en  blancos  y  quietos  sanatorios...  Su  rareza 
está  toda  en  el  espíritu...  Vamos  á  verle...  á  aquel  Sanatorio  del  Rosa- 
rio... J.  R.  es  quieto  y  frío  como  una  sombra,  impasible  hasta  cuando 
nos  muestra  el  retrato  de  Verlaine.  Y  pulcro  como  un  mármol-  Lleva 
ya  la  barbilla  faunesca,  á  lo  Rubén;  viste  de  oscuro,  con  la  elegancia 
de  un  dandy  y  es  como  un  Musset  juvenil,  pálido  y  fino...  Todo  es 
pulcro  en  él  y  á  su  alrededor.  Todo,  hasta  las  cuartillas  que  nos  mues- 
tra, de  un  noble  papel  rígido,  en  que  él  escribe  sus  versos  con  una  fina 
letra  vertical...,  la  firma,  con  una  simple  raya  por  toda  rúbrica...  J.  R. 
está  poseído  por  el  anhelo  de  lo  sutil,  de  lo  exquisito,  de  lo  raro.  Este 
anhelo  será  el  que  determine  sus  mayores  extravagancias  líricas,  que 
vendrán  después  de  Rimas  y  de  Arias  tristes  y  de  Jardines  lejanos  en 
aquellas  primavclerías  con  que  saluda  á  Rubén,  duque  de  melancolía,  y 
en  aquellos  libros  publicados  descíe  la  provincia.  Hojas  verdes.  Ele- 
gías lamentables  (1908),  Baladas  de  primavera  (1910),  y  este  anhxlo 
es  el  que  determina  ya  en  Rimas,  libro  sencillo  y  claro,  la  aspiración  á 
dar  sensaciones  cromáticas  tenuísimas  y  á  reproducir  diluidos  matices 
celestes  de  ocasos  y  nocturnos.  Este  anhelo  suyo  de  lo  exquisito,  que  re- 
fina en  un  tono  más  menor,  aprendido  acaso  de  Samain  y  Guerin  y 
Verlaine;  la  voz  algo  bronca  que  trajo  del  Mediodía  y  cubre  de  una 
niebla  del  Norte  sus  luces  de  sol,  le  hace  amar...  los  tenues  colores  y 
el  lunático  silencio  del  otoño,  la  serenidad  y  limpidez  de  los  ponientes 
y  esa  vaguedad  septentrional  que  tienen  sus  paisajes,  apenas  florecidos 
de  nacientes  violetas...  J.  R.  ha  sido  el  poeta  del  otoño...  De  1900  á 
1908,  Rimas  (¡oh,  el  recuerdo  de  Bécquer!),  Arias  tristes.  Jardines 
lejanos,  son  los  libros  en  que  se  explaya  con  profusión  y  acaso  con  mo- 
notonía, esa  ternura  melancólica  del  poeta...  En  el  fondo,  toda  esta 
ternura  sin  objeto  preciso,  este  místico  retraimiento,  este  miedo  del  mun- 
do y  de  la  vida,  esta  aprensión  de  la  muerte,  tocio  esto  por  lo  cual  J.  R.  es 
considerado  como  un  ultradecadente. . .  no  es  sino  una  crisis  de  la  puber- 
tad, la  congoja  con  que  un  corazón  joven,  delicado  y  sutil,  aguarda  la 
llegada,  fatalmente  segura,  de  la  mujer...  En  Arias  tristes  ya  la  esperadla 
ha  hecho  su  aparición.  Hacia  908  J.  R.  retorna  á  la  provincia,  y  desde 
;allí  publica  Las  Hojas  verdes.  Elegías  intern%edias,  Elegías  puras,  etc. 


S.  XX.  190 1.  CASILDA  DE  ANTÓN  DEL  OLMET         1 5 

La  visión  de  la  aldea...  Baladas  de  primavera,  lleno  de  ingeniosidades 
aldeanas...,  se  hace  aquí  aún  más  sencillo...,  se  hace  también  más  con- 
ceptuoso y  alambicado.  En  los  libros  de  esta  época  es  donde  está  lo  ver- 
daderamente raro  de  J.  R.,  las  expresiones  ultragongorinas,  las  visio- 
nes estrábicas...  Pero  de  esta  época  es  también  Melancolía  (1912), 
■donde  está  esa  admirable  sinfonía  En  tren,  en  que  el  poeta,  por  la  pri- 
mera vez,  se  encara  resueltamente  con  la  realidad...  Y...  ese  humo- 
rismo fino  y  afectuoso...  en  que,  en  Platero  y  yo,  cuaja  aquella  sonrisa 
irónica...,  ese  humorismo  benévolo  de  los  místicos  al  referirse  al  cuer- 
po, al  asnillo..."  Obras  de  J.  R.  Jiménez:  verso:  Almas  de  violeta^ 
1900.  Ninfeas,  1900.  Penumbra,  1901.  Rimas  de  sombra,  J902.  Arias 
tristes,  1903.  Jardines  lejanos,  1904.  Pastorales,  1905.  Olvidanzas,  1907. 
Elegías,  1908.  La  Soledad  sonora,  1908.  Poemas  mágicos  y  dolientes, 
1909.  Arte  menor,  1909.  Laberinto,  1911.  Poemas  agrestes,  191 1.  Me- 
lancolía, 191 1.  Poemas  impersonales,  191 1.  Libros  de  amor,  igi2.  El 
Dolor  solitario,  1912.  Domingos,  1912.  El  Silencio  de  oro,  1912.  La 
Frente  pensativa,  igi2-  Bonanza,  1912.  Pureza,  1912.  Unidad,  1913. 
Estío  (1915),  1917.  Sonetos  espirituales  (1914-15),  1917.  Poesías  esco- 
gidas (1899-1917),  Madrid,  1917  (600  ejempl.).  Eternidades,  1918.  Um- 
brales, 1918.  Piedra  y  cielo,  1919.  Prosa:  P'ulabras  románticas,  1906. 
Comentario  sentimental,  1908.  Ideas  líricas,  1908.  Paisajes  líricos,  1908. 
Recuerdos,  1911.  Insomnio,  1912.  Pensamientos,  1912.  Odas  libres,  1913. 
Platero  y  yo,  elegía,  andaluza,  1914,  1417.  Los  Ojos  abiertos,  1916.  Dia- 
rio de  un  poeta  recién  casado  (1916),  1917.  Verso  y  prosa:  Baladas  de 
primavera,  1907.  Baladas  para  después,  1908.  Diálogos,  191 1.  Esto,  191 1. 

154.  Año  igoi.  Sixto  Celorrio  y  Guillen  (n.  1870-), 
de  Calatayud,  abogado  y  diputado  en  Zaragoza,  gobernador  de 
Granada,  es  tenido  por  el  prim-er  coplero  aragonés  gracias  al 
ingenio  y  sabor  baturro  de  sus  cantares,  ó  cantas,  verdaderas 
cantas,  de  las  que  llegan  al  pueblo  y,  olvidado  el  autor,  corren 
á  poco  como  populares  y  anónimas.  De  pocas  ternezas  en  la 
expresión  amorosa,  como  suelen  ser  las  que  en  Aragón  se  can- 
tan; pero,  como  ellas,  de  honda  y  sincera  verdad,  con  sus  pun- 
tas de  socarronería,  tan  inocentona,  al  parecer,  como  fina  é 
ingeniosa. 

José  Ortiz  de  Pinedo  (n.  1881-),  de  Jaén,  colaborador 
de  la  Rev.  de  Arte  y  át  A  B  C  (1903),  etc.,  prosista  natural,  cas- 
tizo y  ameno,  siempre  agradable  y  que  retrata  la  realidad  bien 
condensada;  poeta  bien  sentido. 

Casilda  de  Antón  del  Olmet  (n.  1871-),  sevillana,  hija 
de  don  Fernando  de  Antón  del  Olmet  y  hemiana  de  los  dos 
escritores  de  este  apellido,  mujer  varonil  y  desengañadamente 


l6  ÉPOCA  REGIONAL  Y  MODERNISTA   (1888-I907) 

serena,  pero  que  encubre  hondos  sentires  en  su  alma,  estrena 
En  conciencia,  comedia,  1901,  y  publicó  Cancionero  de  mi  tie- 
rra, Madrid,  191 7.  Son  del  tono  popular  en  lo  escueto,  natu- 
ral y  sobrio  de  la  fomia,  en  lo  sentido  del  fondo  y  hasta  en  la 
sencillez  del  ritmo,  que  á  veces  di j érase  poco  apretado,  suelto 
al  desgaire,  todo  lo  cual  enaltece  sobremanera  á  la  poetisa  po- 
pular. La  mayor  parte  de  ellos  son  dolientes  y  desengañados^ 
como  los  del  pueblo  andaluz,  y  á  veces  atina  por  tan  acabada 
manera,  que  parecen  cantares  realmente  populares. 

José  de  Maturana  (f  191 7),  argentino,  mediano  sainete- 
ro, pero  poeta  hrico  que  ganó  mucho  con  su  viaje  á  España, 
como  se  ve  en  Naranjos  en  flor,  en  La  Canción  del  molino,. 
melancólico  recuerdo  del  pasado  castellano,  y  otras  poesías. 

155.  Eusebio  Blasco:  "Lo  que  más  me  ha  chocao  á  mí  es  lo  bien 
que  hace  usté  las  canciones  pa  cántalas  á  la  guitarra.  En  eso,  que  no 
se  cansen  ni  se  den  tozoladas  los  otros,  que  paice  que  ha  nacido  usté 
cantando.  ¡  Rediez,  qué  cancioncicas !  ¡  Si  me  se  figura  que  hi  vuelto 
á  cuando  era  estudiante  y  salía  de  ronda !"  Los  Quinteros,  Pról.  á 
Jotas:  "Libro  de  jotas  sano,  fuerte  y  sabroso,  como  fruto  de  su  país..., 
eco  de  cien  rondallas,  en  que  dos  poetas  cultos,  al  imitar  los  cantares 
diel  pueblo,  no  han  hecho  sino  regalarle  algunos  más  con  que  enrique- 
cer su  vario  tesoro...;  libro  de  gotas  de  sangre,  de  tragos  de  vino,  de 
granos  de  sal,  de  flores  de  los  campos...  Lo  que  no  hallarás  en  nin- 
guna jota  verdadera  es  nada  que  trascienda  á  malsano  sentimentalis- 
mo, á  flaqueza,  debilidad  ó  cobardía  de  ánimo,  á  enfermizas  torturas 
del  corazón;  pero  noble  pasión,  ternura  honda  y  serena,  lágrimas  que 
queman  el  rostro,  dolor  intenso,  ¿cómo  ha  de  discutirse  que  se  en- 
cuentran en  muchas  jotas  dignas  de  tal  nombre?...  Otro  interesante 
aspecto  de  la  jota,  acaso  en  el  que  estriba  su  más  fuerte  é  indiscutible 
originalidad,  se  refiere  á  las  creaciones  de  la  musa  burlesca,  satírica, 
maliciosa  á  ratos,  á  veces  candorosa,  pero  siempre  chistosa  é  inespe- 
rada en  sus  o.nanaup?  y  salieras  de  tono."  J.  Celorrio:  Paella  aragonesa, 
cantares,  cantos,  etc.,  Zaragoza,  1901.  Jotas,  cantares  aragoneses  (con- 
Alberto  Casañal),  ibid.,  1912. 

Emiliano  Ramírez,  en  Helios,  t.  III,  pág.  367:  "En  Dolorosos,  úl- 
timo libro  del  poeta  Ortiz  de  Pinedo,  he  visto  fielmente  transparentarse 
su  alma.  Y  ella  tiene  grande  semejanza  con  la  mía,  porque  es  un  alma 
sin  oriente  y  sin  consolación,  que  duda,  rebusca,  implora,  solloza,  aco- 
metida de  un  vago  anhelo,  quintaesencia  de  todas  las  nostalgias  y  de 
todos  los  presentimientos...;  cada  poesía  suya  es  una  gota  de  su  alma 
y  de  su  sangre...,  es  la  poesía  efe  la  pesadumbre,  la  poesía  del  llanto... 
Pinedo  piensa  como  Lamartine,  y  piensa  bien...;  sueña  mucho  y  sue- 
ña con  todo...,  espera  el  amor...,  y  también  sueña  con  mayo...  Pero...,. 


SIXTO  CELORRIO. — ALBERTO  CASAXAt 


S.  XX_,   I90I.  JOSÉ  DE  MATURANA  1 7 

siente  ¡más  la  amargura  del  vivir...,  es  la  confesión  intensa  y  sencilla 
de  un  alma."  Ortiz  de  Pinedo,  en  carta  al  autor:  ''Reproducir  la  vida 
con  toda  fidelidad...  y  sin  retórica;  tal  debe  ser  — en  mi  opinión —  el 
ideal  del  arte ;  pero  — aquí  de  la  misión  artística —  copiando  de  la  rea- 
lidad solamente  aquello  digno  de  copia,  esto  es,  excluyendo  lo  feo  y 
lo  avieso,  que  de  ambas  cosas  no  puede  el  arte,  por  buena  voluntad  que 
tenga,  extraer  algún  placer  estético.  Decir,  sí,  toda  la  verdad  de  la 
vida,  pero  cuidando  de  poner  un  poco  de  luz  sobre  sus  miserias  y  do- 
lores; porque  pintar  por  pintar  lo  feo  y  repugnante  es  convertir  el 
arte  de  señor  en  esclavo,  y  el  arte  debe  ser  soberanía."  J.  Ortiz  de  Pi- 
nedo: Poesía:  Canciones  juveniles,  Madrid,  1901.  Poemas  breves, 
ibid.,  1902.  Dolorosas,  ibid.,  1903.  Huerto  humilde,  ibid.,  1907.  La 
Jornada,  ibid.,  1910.  Prosa:  Las  Feas,  com.,  1909.  De  la  realidad  y 
del  ensueño,  Madrid,  19 10.  EL  Pobre  amor.  La  Dulce  mentira  y  Con 
el  corazón  no  se  juega,  ibid.,  191 1  (t.  LXXV  de  Bibl.  Patita).  Farsas 
de  amor,  ibid.,  1913. 

Pedro  Novo  y  Colson,  Pról.  al  Cancionero :  "Predominan  en  su 
alma  (de  Casilda)  la  sinceridad  y  una  delicadeza  de  sentimientos  con- 
movedora..., nunca  asiente  con  una  palabra  á  femeniles  maledicen- 
cias... Yo  presencié  las  sátiras  y  saña  imponderables  con  que  accgió 
este  drama  un  público  taurino.  Y  luego  diescubrí  en  el  rostro  demu- 
dado de  la  joven  autora  tal  mezcla  de  estupor,  amargura  3^  altivez, 
que  pude  vaticinar  sus  propósitos :  Casilda  no  volvería  nunca  á  es- 
cribir para  el  teatro.  Las  desi.usiones,  tan  crueles  en  la  juventud,  im- 
pusiéronla desde  entonces  un  silencio  absoluto.  Pero  algo  superior  á 
la  voluntad  más  firme  le  hizo  al  fin  coger  la  pluma  de  cuando  en  cuan- 
do, cada  vez  por  breves  mementos,  hasta  encontrarse  escrita  insen- 
siblemente esta  colección  de  cantares...  Dice  Rosalía  en  Amores  catí- 
tivos : 

"Era  dolor  y  era  cólera, 

era  miedo  y  aversión, 

era  un  amor  sin  medida, 

era  un  castigo  de  Dios." 

Estos  versos  podrím  servir  de  epígrafe  sentimental  á  los  que  con- 
tiene el  presente  libro,  pues  casi  todos  parecen  condensadcs  en  tan 
amarga  estrofa...  Su  temperamento  es  tranquilo,  hasta  el  punto  de 
no  haber  amado  nunca...  Yo  dudo  un  poco  de  la  insensibilidad  amoros?» 
de  Casilda  y  vislumbro  algo  de  sacrificio  hecho  en  aras  de  una  in- 
mensa ternura  filial." 

Roberto  F.  Giusti,  Nuestros  poetas  jóv.,  1912,  pág.  116:  "Si  Ma- 
tur  na  sólo  hulñese  e^c•.■ito  las  colecciones  dj  sonetos,  Cromos  (1901) 
y  Poemas  de  color  (1902),  y  las  composiciones  de  Lucila  (1902)  — ¿y 
hubo  quienes  las  aplaudieron? — ,  en  verdad  que  no  merecería  que  se  hi- 
ciese mención  de  su  nombre.  Son  sonetos  y  poemas  que  están...  más 
allá  del  bien  y  del  mal.  En  ellos  Clío  escribe  rondeles,  el  piso  se  llama 
(plafón  y  todo  anda  de  la  misma  manera:  cabeza  abajo.  Hacen  una 

Ti   Mü    XII.  —  2 


l8  ÉPOCA   REGIONAL  Y  MODERNISTA   (1888-I907) 

algarabía  tal  de  neologismos,  ripios  y  monstruosos  acoplamientos  de 
palabras  y  de  imágenes  que  acabarían  por  trastornar  el  seso  al  más  im- 
penitente lector  de  vcrs.ficadores  decade. ;tes  y  analfabetos.  Doblemos 
la  hoja.  Posteriormente  un  cierto  progreso  ha  habido  en  su  manera  de 
expresarse.  Se  advierte  en  su  último  libro,  Las  Fuentes  dA  Cüinnj, 
en  el  cual  reunió,  en  1909,  todos  los  "poemas  de  combate,  de  esperanza 
"y  de  amor",  escritos  en  el  correr  de  unos  cuantos  años.  No  demues- 
tra, es  cierto,  haberse  corregido  completamente  de  la  hueca  fraseología 
de  antaño,  ni  que  aiin  haya  alcanzado  la  debida  propiedad  del  len- 
guaje y  la  estricia  coherencia  de  las  imá^^cnes;  sin  embargo,  no  es 
corta  la  distancia  que  media  entre  los  Poemas  de  color  y  las  más  acer- 
tadas poesías  de  Las  Fuentes  del  camino.  Es  difuso,  no  sabe  ceñirse; 
de  ahí  su  inhabilicíad  en  el  soneto,  que  inútilmente  se  esfuerza  por 
dominar;  al  contrario  suele  portarse,  si  no  ccn  gloria,  al  menos  sin 
mengua,  en  los  versos  sueltos  ó  simplemente  asonantados,  por  los  cua- 
les su  caudaloso  estro  se  expande  con  1  bertad.  Su  musa  más  inspi- 
rada es  la  que  le  sostiene  en  el  combate;  donde  Maturana  suelta  mejor 
la  voz  es  en  las  imprecaciones,  en  sus  cantos  de  rebeldía,  si  bien  más 
enfáticos  que  vigorosos.  Cantos  monótonos,  ya  lo  he  dicho,  que  giran 
continuamente  en  el  mismo  círculo  de  tropos  y  de  ideas,  que  adolecen, 
además,  de  todos  los  defectos  de  la  poesía  de  circunstancias ;  pero  que 
siquiera  le  dan  im  carácter  á  su  autor:  el  de  poeta  social."  José  de 
Maturana:  Cromos,  sonetos,  B.  Aires,  1901.  Poemas  de  co^or,  ibid., 
1902.  Lucila,  1502.  Las  Fuentes  del  camino,  poemas  de  comíate,  de 
esperanza  y  de  amor,  1909.  Naranjo  en  flor,  Madrid,  1912;  B.  Aires, 
1918.  Canción  de  primavera,  poema  rústico,  Valencia  (1913),  obra  de 
teatro  bien  recibida.  La  Vuelta  de  Sócrates  (poema  sin  acabar),  1918 
(en  Nosotros,  jun.). 

156.  Año  I  por.  Felipe  Trigo  (i  864-1916),  de  Villanue- 
va  de  la  Serena,  estudió  Medicina  en  Madrid,  retratando  des- 
ptiés  su  vida  de  estudiante  en  su  novela  En  la  carrera.  Dióse  á 
conocer  como  escritor  en  El  Globo  y  en  El  Imparcial,  como  mé- 
dico en  Trujillana,  cuya  vida  puede  verse  en  El  Medico  rural. 
Logró  entrar  en  Sanidad  Militar  y  fué  destinado  á  la  fábrica 
de  Trubia;  luego,  como  voluntario,  pasó  a  Filipinas,  donde 
hizo  actos  verdaderamente  heroicos  y  le  machetearon,  dejándole 
por  muerto,  mutilándole  la  mano  izquierda  é  hiriéndole  en 
otras  partes,  como  trágicamente  cuenta  en  La>s  Ingenuas.  Vuel- 
to á  España,  hizo  una  campaña  periodística  en  pro  del  gene- 
ral Blanco,  lo  que  le  valió  la  amistad  de  Cánovas  y  entrar  en 
Inválidos  con  la  categoría  de  teniente  coronel.  Fuese  á  Extre- 
madura y  allí  escribió  Las  Ingenuas  (1901),  obra  que  le  dio 
100.000  pesetas.  Fué  durante  su  vida  el  autor  más  leído  en  Es- 


S.   XX,    I9OI.   FELIPE  TRIGO  1 9 

paña,  llegando  á  ganar  con  sus  novelas  60.000  pesetas  al  año; 
pero  había  tiempo  que  se  hallaba  neurasténico  y  una  mañana 
sorprendió  á  todo  el  mundo  la  noticia  de  que  en  su  propia  casa 
se  había  suicidado  descerrajándose  un  tiro  de  pistola.  Médico 
y  gran  observador  de  la  vida  y  de  los  hombres,  habíase  for- 
mulado científicamente  un  sistema  sociológico  acerca  del  amor 
como  clave   de   regeneración   de   la  humanidad.    Profesaba   el 
naturalismo  ético  de  los  autores  del  Román  de  la  Rose,  de 
Rabelais  y  de  Rousseau.  El  mundo  es  bueno,  los  hombres  son 
buenos,  la  madre  naturaleza  manifiesta  el  bien  al  hombre  y  lo 
que  le  conviene  por  la  voz  de  sus  naturales  instintos.  No  tiene 
más  que  seguirlos ;  pero  la  educación  cristiana  de  diez  y  nue- 
ve siglos  le  ha  hecho  creer  que  el  instinto  y  la  naturaleza  son 
malos  y  van  contra  la  razón,  glorificando  á  ésta  y  glorifican- 
do la  castidad  y  abatiendo  en  cambio  y  anatematizando  el  na- 
tural instinto.  La  pasión  y  la  lujuria  son  formas  patológicas 
del  amor  que  el  hombre  debe  refrenar:  pero  el  amor,  puramen- 
te sensual  en  la  antigüedad,  ha  de  espiritualizarse  por  el  cris- 
tianismo, en  vez  de  condenarse  y  reprimirse,  como  se  ha  hecho 
durante  diez  y  nueve  siglos.  Armonizado  ese  amor  sensual  con 
e!  espiritual,  idealizada  Venus  por  el  místico  resplandor  de  la 
Oncf'p-cióii  mrra'^ula'^a,  será  el  amor  \.\  potencia  civilizadora 
de  la  humanidad  futura,  en  vez  de  ser  el  azote  del  mundo  y  de 
las  almas.  Todas  las  regiones  y  filosofías,  desde  la  dualista  irania 
hasta  la  de  Schopenhauer,  parten  del  principio  innegable  de  la 
lucha  entre  el  instinto  natural,  propio  de  la  animalidad,  y  la 
parte  superior  del  alma,  entre  la  carne  y  el  espíritu  que  con- 
viven en  el  hombre,  y  han  proclamado  las  doctrinas  de  la  éti- 
ca natural,  que  dicta  desde  la  conciencia  las  leyes  por  las  cua- 
les la  razón,  señora  de  este  "animal  político"  llamado  hombre, 
ha  de  refrenar  y  tener  á  raya  los  instintos  desbocados  de  la 
bestia.  La  doctrina  del  pecado  original,  desconocida  por  Trigo, 
es  para  el  mismo  Schopenhauer  la  explicación  más  satisfacto- 
ria de  esta  dualidad  del  bien  y  del  mal,  irreconciliable  para  to- 
dos menos  para  Felipe  Trigo.  Acaso  vio  al  fin  él  mismo  esta 
verdad,  ya  que  al  suicidarse  dejó  escrito  un  papel  en  que  re- 
conocía su  fracaso  y  engaño.  De  todos  modos,  sus  generosos 
intentos  quiso  ponerlos  en  práctica  en  sus  novelas:  en  las  de 
la  primera  época  estudiando  el  amor  condenable,  el  amor  de 


20  ÉPOCA   REGIONAL  Y   MODERNISTA   (1S8S-I907) 

las  mujeres  españolas,  para  él  Ingenuas,  que  tienen  que  luchar 
entre  el  instinto  y  la  educación  y  costumbres  sociales,  que  lle- 
van á  ocultarlo ;  en  las  segundas,  proponiendo  modelos  del  amor 
futuro,  glorificación  del  amor  libre.  Pensaba  y  repensaba,  tra- 
maba, discutía,  perfilaba  con  mucho  estudio  y  vagar  cada  una 
de  sus  obras.  Entregábase  á  la  observación  de  la  realidad.  Des- 
pués, con  toda  la  franqueza,  sinceridad  y  valentía  de  quien 
estaba  persuadido  de  la  verdad  y  bondad  de  su  sistema,  descri- 
bía el  amor  y  las  relaciones  sexuales  entre  hombres  y  muje- 
res, sin  veladuras  ni  miramientos  de  ningún  género.  De  hecho 
es  el  novelista  que  más  vivamente  comunica  al  lector  el  fue- 
*5"o  de  sus  enardecidos  afectos,  no  sólo  del  amor,  sino  del  odio, 
del  horror,  del  miedo,  de  lo  noble,  de  lo  asqueroso.  Toda  la 
escala  afectiva,  de  lo  más  fuerte  á  lo  más  tierno,  la  tiene  en  su 
mano.  Sentía  recio  y  sabía  hacer  sentir  recio :  no  hay  en  Espa- 
ña quien  en  este  punto  le  aventaje.  Trama  de  la  acción,  perso- 
najes, situaciones,  todo  está  despaciosamente  pensado  y  dis- 
puesto, y  todo  es  real,  humano.  Cierto,  en  el  mundo  hay  más ; 
no  todos  son  monstruos  de  lujuria,  la  honestidad  todavía  no 
ha  desaparecido  de  sobre  la  haz  de  la  tierra;  pero  en  el  fondo 
asístele  á  Trigo  la  razón,  por  desgracia,  sobre  todo  en  la  vida 
urbana  y  moderna  que  él  describe,  y  de  todos  modos  él  tenía 
que  atenerse  á  eso,  al  amor  lascivo  y  feo  en  sus  primeras  nove- 
las, al  amor  libre  en  las  segundas,  porque  de  eso  trataba,  á  ese 
viso  quería  mirar  la  vida  y  los  hombres.  Puédesele  achacar  el 
no  ver  en  personas  eclesiásticas  y  cosas  religiosas  más  que  lu- 
juria también,  fanatismo  é  hipocresía,  como  si  no  fuera  Cristo 
el  que  trajo  al  mundo  la  guerra  contra  la  hipocresía,  el  fanatis- 
mo y  la  lujuria,  y  no  hubiese  florecido  la  honestidad  entre  cris- 
tianos como  en  ninguna  otra  sociedad  de  hombres.  Pero  Trigo 
no  pintaba  el  cristianismo  ideal,  sino  el  pueblo  cristiano  y  aun 
para  él,  conforme  á  su  sistema,  el  cristianismo  había  venido  á 
deformar  el  amor,  á  abrir  más  honda  brecha  entre  la  razón  y  el 
instinto.  El  cristianismo  tenía  que  ser  el  adversario  nato  de  su 
sistema.  Siendo  éste  filosóficamente  falso,  sus  doctrinas  tenían 
necesariamente  que  fallar,  y  sus  novelas,  quieras  que  no,  tenían 
que  ser  eróticas  y  desmoralizadoras  para  la  gente  común,  que  no 
se  alzaba  á  la  altura  de  sus  intentos.  El  amor  sin  cortapisas  ni  ve- 
laduras, con  toda  la  verdad,  tal  como  brota  y  tiende  á  maní  fes- 


S.   XX,    I9OI.   FELIPE  TRIGO  21 

tarse  en  el  estado  de  naturaleza;  la  fuerza  del  pincel,  el  realis- 
mo, lo  humano  de  las  novelas,  que  en  otros  asuntos  las  harían 
admirables,  despertando,  por  lo  frágil  de  la  humana  naturaleza, 
los  más  bajos  instintos  y  encendiendo  el  fuego  sensual  y  fisio- 
lógico, sofocan  las  más  ^"eces  el  efecto  estético,  dando  por  resul- 
tado todo  lo  contrario  de  lo  que  el  arte  y  probablemente  el  mis- 
mo autor  se  proponía,  convirtiendo  sus  obras,  de  artísticas  que 
son  técnicamente,  en  estéticamente  malas  y  reprobables.  Bueno 
y  laudable  poner  en  la  picota  los  vicios  sociales;  pero  no  meter 
€n  sus  novelas  más  que  hombres  viciosos  y  regodearse  en  des- 
cubrir el  vicio  en  las  personas  religiosas  parece  exageración 
sectaria  contra  la  religión  más  casta  que  hubo  jamás,  y  con  in- 
tento de  poner  en  el  padrón  de  ignominia  la  lascivia,  diríase  abrir 
■escuela  donde  se  enseñen  las  más  soeces  porquerías  y  se  encien- 
dan los  fuegos  de  la  más  desapoderada  lujuria.  Tal  vez  no  sea 
eso  describir  la  sociedad,  sino  reducirla  á  un  manicomio  de  fre- 
néticos y  de  sátiros,  con  la  coleta  de  achacar  solapadamente  esa 
satiríasis  frenética  y  loca  á  la  religión  cristiana,  la  única  que 
cabalmente  predicó  en  el  mundo  la  castidad  y  pureza  de  cos- 
tumbres. Las  ideas  que  tan  vivamente  supo  exponer  Trigo  las 
creía  sinceramente  el  autor  moralizadoras.  La  ética  moderna 
sobre  el  amor,  la  ética  del  amor  libre,  en  el  fondo  le  hacía  ver 
con  malos  ojos  á  la  mujer  española,  no  dejándole  penetrar  en 
los  tesoros  de  nobleza  que  encierra,  convirtiendo  en  vicios  hasta 
algunas  de  sus  virtudes,  descubriendo  con  sutil  sagacidad  y  exa- 
gerando los  vicios,  é  interpretando  las  virtudes  aviesamente,  con 
su  doctrinarismo  sectario.  De  aquí  también  que,  sin  querer  ser 
inmoral,  lo  sea  de  hecho,  llevando  la  descripción  realista  del  amor 
más  allá  de  donde  el  arte  parece  debiera  contenerle,  si  el  arte 
ha  de  ser  decoroso  y  ha  de  atemperarse  á  los  gustos  sociales, 
que,  séanse  como  sean,  han  de  dar  la  norma  ética  al  obrar,  al 
hablar  y  al  escribir  para  el  público.  Saltar  por  esos  gustos  y 
esa  ética  social,  sea  cual  fuere,  es  indecoroso  y,  por  consiguien- 
te, parece  feo  y  antiartístico.  Con  sólo  borrar  un  par  de  esce- 
nas quedaban,  por  ejemplo,  libres  Las  Ingenuas  de  esta  tacha 
de  pornografía,  que  justamente  se  le  critica,  y  sin  perder  nada 
la  obra,  campearía  harto  más  esplendoroso  el  noble  intento  que 
la  alienta.  La  sinceridad  y  la  valentía  no  han  de  estar  reñidas 
con  la  discreción;  la  prudencia  ha  de  señorear  las  demás  vir- 


22  ÉPOCA  REGIONAL  Y   MODERNISTA   (1888-T907) 

tudes,  SO  pena  de  convertirse  en  vicios.  El  respeto  á  la  ética  so- 
cial de  un  pueblo  debe  exigirse  en  las  obras  de  arte.  Si  un  pen- 
sador tiene  algo  contra  ella,  escriba  una  obra  científicofilosófica 
para  pensadores,  no  obra  artística  para  el  común  de  las  gentes. 
Tal  exigen,  no  sólo  la  dignidad  del  escritor  y  el  respeto  al  pú- 
blico, sino  el  mismo  arte,  que  busca  bellezas  que  agraden  y  huye 
de  doctrinas  que  repugnen  al  buen  gusto  de  la  sociedad. 

Técnicamente  sólo  tiene  Trigo  una  tacha:  la  de  descuidar 
el  castellano,  sobre  todo  la  sintaxis,  escribiendo  oscuramente, 
por  tanto.  Ese  descuido  no  lo  fué  para  él.  Parece  ser  que  fué 
un  descuido  harto  cuidado,  que  él  escribía  así  de  propósito  para 
tener  estilo  personal  y  para  que  su  sinceridad  de  escritor  se 
manifestase  más  palpablemente.  Engañóse  si  tal  liizo.  Cuesta 
trabajo  entenderle  á  veces  y  siempre  hay  que  leerle  despacio  y 
aunque  releer  algunos  párrafos  y  hasta  va  uno  saltando  por 
ellos  sin  acabar  de  saber  lo  que  quiso  decir.  Es  una  genialidad 
suya  de  la  que  no  era  fácil  se  curase,  si  la  creía  necesaria  para 
parecer  sincero.  Cierto  que  á  la  sinceridad  ha  de  sacrificarse 
todo;  pero  lo  primero  que  ha  de  sacrificarse  á  la  sinceridad  es 
el  rebuscamiento  y  afectación  de  parecer  sincero.  Si  para  serlo 
tenía  que  escribir  oscuro,  sin  rebuscarlo  ni  afectarlo,  señal  de 
que  adolecía  su  cabeza  de  alguna  dificultad  elocutiva.  Algunos 
tornillos  ó  algunos  artejos  estarían  roñosos,  oxidados.  Reme- 
dio hay  para  los  más  de  tales  defectos  y  médico  se  era  él  que  los 
sabría.  Tanto  peor  para  su  arte,  si,  pudiendo,  no  quiso  reme- 
diarlos. 

15  7.  En  carta  al  autor:  "En  el  prólogo  de  Las  Ingenuas  escribí 
esta  frase  como  lema  de  toAis  mis  ideales  visiones  de  porvenir:  Ve- 
nus con  el  místico  resplandor  de  la  Conepcijn  Inmaculada.  En  La 
Sed  de  amar  escribí:  El  término  de  la  civilización  será  el  retorno  á  un 
salvajismo  sin  barbarie.  Ambas  cosas,  que  parece  que  no  tienen  conexión 
una  con  otra,  son  idénticas.  En  efecto,  Venus,  la  griega,  y  la  de  hoy, 
que  continúa  desnuda  cfebajo  de  sus  ropas,  son  unas  salvajes  que  ha- 
bían de  ennoblecerse  por  la  divina  inteligencia.  El  salva jinij  infe- 
lectuado,  por  cuyas  fases  vamos  pasando  en  la  penosa  marcha  de 
los  siglos,  será  la  fórmula  de  verdad  y  de  armonía  en  donde  se  en- 
cuentren al  fin  el  hombre  primitivo  y  el  hombre-dios.  Manando  esta 
duplicidad  humana,  que  llegará  á  unidad,  el  sabio  y  el  bruto,  el  místico 
y  el  sensual  se  han  perpetuado  paralelamente  por  la  Historia.  Cerrar 
los  ojos  ante  la  histórica  tenacidad  de  esa  brutalidad  humana  en  la 
misma  civilización,  para  no  considerarla  esencialmente  propia  del  hu- 


S.  XX,    I9OI.  FELIPE  TRIGO  2  3 

mano  ser,  con  tanto  derecho  como  su  intelectualidad!  y  su  misticismo, 
sena  m^ensato.  \o  la  he  recogido  en  mi  ñlosolia  y  en  mis  novelas  á 
guisa  de  trascendental  elemento  antitético,  con  el  cual  amasada  la  su- 
prema intelectualidad,  dará  por  resultado  la  única  y  gran  síntesis  de 
todas  las  civilizaciones  futuras.  Recogiéndola,  armonizándola,  no  he 
hecho  mas  que  recogerme  y  armonizarme  á  mi  mismo;  porque  en  mí 
también,  como  en  todos,  está  constantemente  debajo  del  hipermistico 
el  hipubestia.  Y  esto  quise  expresar  en  el  dicho  prólogo  de  Las  In~ 
genuaSj  cuando  añadi:  "Los  cuarenta  siglos  de  civilización  pagana 
"fundidos  á  los  veinte  siglos  de  c.viliz.aciun  cristiana,  darán  la  lógica 
"é  inevitable  continuación  de  la  Historia  en  que  se  haga  la  humanidad 
"completamente  digna  de  Dios,  del  universo."  Felipe  Trigo  se  suicidó 
con  un  tiro  de  revolver.  Había  tiempo  que  andaba  neurasténico  y  no 
muy  cabal,  á  ratos,  de  la  razón.  Dejó  esta  carta:  "Perdonadme  todos. 
Yo  estoy  seguro  de  que  nada  os  serviría  más  que  para  prolongar  algu- 
nos meses  vuestra  angustia  viéndome  morir.  Pencad  que  en  esta  ca- 
tástrofe fué  el  motivo  el  ansia  loca  de  crearos  alguna  posición  más 
firme.  Perdonadme,  perdonadme.  Consuelo  (su  esposa),  mártir  mía; 
hijos  de  mi  alma.  Si  mi  vida  fué  una  equivocación,  fué  generosa.  Con 
la  única  preocupación  vuestra  por  encima  de  todos  mis  errores.  Que 
sirva  esta  de  mi  voluntad  de  testador  para  declararos  herederos  míos 
de  todos  mis  derechos.  Perdón.  Felipe  Trigo."  La  Esfera,  año  II,  nú- 
mero 82:  " — Tú  rechazas  el  juicio  que  sobre  ti  tiene  parte  de  la  crí- 
tica, calificándote  de  escritor  pornográfico. —  Felipe  sonrió,  amargado. 
— ¡Bah!...  Pero  ¿es  que  aquí  hay  ciítica...  de  nacía?  No  cunfundamos 
los  revisteros  con  los  críticos  cultos  y  serenos,  que  desaparecieron  con 
Clarín...  Poco  caso  he  hecho  yo^  como  podrás  ver,  de  esa  crítica... 
Sigo  caminando  por  el  mismo  terreno  que  empecé  y  tengo  para  mis 
consejeros  y  críticos  el  más  piadoso  de  mis  desdenes.  "Hombre,  Trigo, 
" — me  dicen  los  amigos  con  frecuencia — ;  ¡qué  lástima  que  su  último 
"libro  no  lo  pueda  leer  mi  hija!"  "Lo  siento  por  ella  — respondo 
"siempre — .  Yo  no  escribo  para  niñas  sin  entendimiento,  sino  para 
"mujeres  con  cerebro,  ¿sabes?...  Mis  hijas  son  las  primeras  lectoras 
"de  mis  novelas.  A  ellas  las  tengo  dedicados  mis  mejores  libros...  Ya 
"ves."  — Caso  raro.  Al  mismo  tiempo  que  el  novelista  español  contem- 
poráneo más  leído,  eres  también  el  más  discutido,  el  más  combatido. 
— Ciertamente,  junto  á  los  juicios  que  muchos  críticos  de  España  y  de 
fuera  de  España  han  emitido  acerca  de  mi  obra,  tan  encomiásticos, 
que  difícilmente  puedan  sobrepasar  los  que  jamás  hayan  dedicack)  á 
no  importa  qué  otros  escritores,  algunos,  en  Madrid  exclusivamente, 
me  han  hecho  objeto  de  la  más  rabiosa  obsesión  de  sus  ataques.  Y 
entre  otros  lugares  comunes  repiten  que  yo  escribo  como  escribo, 
"pornográficamente",  "adulando  las  bestiales  pasiones",  "por  ganar  di- 
"nero",  "por  vender"...  — ¿Y  tú  qué  dices  de  eso?  — ...Figúrate.  Me 
produce  el  más  absoluto  desprecio,  ese  desprecio  que  merecen  quienes 
sistemáticamente  afirman  una  falsedad  sin  demostrarla...  Que  prueben 
ó  intenten,  siquiera,  probar  que  una  sola  frase,  que  un  solo  concepto  de 


»4  ÉPOCA   REGIONAL   Y  MODERNISTA   (1888-I907) 

mis  libros,  no  encierra  lo  que  encierra,  es  decir,  tocio  lo  contrario;  un 
odio  mortal  á  la  pornografía  y  al  vicio  y  á  las  bajas  y  groseras  pasiones; 
que  prueben  que  hay  una  sola  línea  en  mis  no\elas  donde  nj  palpite 
el  ansia  de  la  dignificación  de  la  mujer,  y  entonces  ya  discuiiríamos. 
Pero  esos  revisteros  rehuyen  la  discusión  á  que  yo  les  he  dado  propicias 
ocasiones  en  varias  de  mis  novelas,  y  especialmente  en  la  conferencia 
autocrítica  que  leí  en  el  Ateneo,  y  juzgando  idiota  al  público,  dan 
rienda  suelta  á  sus  vaciedades,  sin  comprender  que  el  público  nos  lee 
á  ellos  y  á  mí,  y  rebelde  á  las  tutv.las  dogmatxas,  tiene  el  sobrado  cri- 
terio para  otorgarle  el  ridiculo  á  los  que  intentan  volverle  negro  lo 
blanco,  por  la  sola  fe  de  sus  palabras.  Como  no  es  cosa  de  salir  á  cada 
momento  protestando,  y,  además,  no  me  interesa  la  protesta,  yo  me 
callo.  Y,  ó  yo  no  sé  lo  que  me  pesco  ó  si  me  guiase  el  escribir  un  espíritu 
comercial,  ganaría  más  suprimiendo  en  mis  novelas  algunos  pasajes 
vivamente  apasionados  y  adaptando  mi  "manera"  al  gusto  general. 
¿No?...  Pues  bien:  como  en  mi  obra  todo  eso  constituye  su  esencia, 
yo,  antes  que  abdicar  d¿  mi  personalidad,  por  miras  comerciales,  doy 
de  lado  á  todos  los  éxitos  de  crítica  y  de  traducciones  extranjeras  y 
sigo  mi  marcha.  — ¿Cual  es  tu  ideal  estético,  Felipe?  — Te  lo  con- 
cretaré en  pocas  palabras.  Es  el  de  la  glorificación  de  la  integridací 
de  la  Vida  — espiritual  y  maternal — ,  el  de  la  divinización  del  Amor, 
clave  única  de  todas  las  sociologías  del  porvenir;  el  de  la  redención 
de  la  mujer,  hoy  esclava  de  todas  las  hipocresías  y  de  todas  las  con- 
cupiscencias y  vicios  bárbaros  del  hombre.  En  el  prólogo  de  Las  In- 
genuas tracé  mi  camino  literario,  recuerdo  que  con  estas  frases,  que 
no  se  borrarán  jamás:  "El  amor,  como  ideal  supremo,  el  amor  Todo, 
"el  amor  integrado  por  la  fusión  de  los  des  grandes  sentimientos, 
"pagano  y  cristiano,  que  se  han  repartido  el  imperio  de  los  siglos,  pre- 
"tendiendo  también  partir  el  ser  humano,  ó  absorberle,  mejor  dicho, 
"unas  veces  la  intelectualidad  y  otras  la  animalidad.  El  cielo  bajando 
"á  la  tierra  con  su  azul.  Venus  ennoblecida  por  el  místico  resplandor 
"de  la  Concepción  Inmaculada"...  Esto  es  todo.  Yo  creo,  en  suma, 
que  no  pueden  ser  perdidos  los  cuarenta  siglos  de  civilización  pagana 
y  los  veinte  siglos  de  civilización  cristiana.  >  que  fundidos  pasarán  al 
porvenir...  La  intelectualidad  de  este  pensamiento,  nuevo  en  litera- 
tura, cuando  menos,  tal  vez  sea  la  de  vía  especie  de  dinamita  que  en 
el  lago  social  donde  nos  vamos  ahogando  no  puede  manejarse  sin  pe- 
ligro; pero  la  dinamita  misma,  ¿ha  de  dejar  de  emplearse  en  las  mi- 
nas y  trabajos  capaces  de  beneficiar  la  tierra,  porque  también  la  tor- 
peza ó  la  maldad  de  algunas  gentes  no  vean  en  ésta  más  que  la  vio- 
lenta fuerza  utiiizable  para  el  daño  ó  para  el  crimen?...  Si  este  pro- 
pósito me  impone  el  estudio  del  amor  y  la  pasión  para  ir  aclarando 
lo  que  contenga  de  divino  ó  despreciable,  no  es  culpa  mía  que  por 
verlo  del  revés  vean  en  mis  novelas  "pornografías  comerciales"  algu- 
nos miopes  de  inteligencia  ó  ciegos  de  voluntad.  El  Caballero  Andas.'* 
El  amor,  como  raíz  que  es  de  todas  las  pasiones,  se  había  tratado 
siempre  en  la  literatura;  pero  como  de  soslayo,  en  sus  manifestacio- 


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lies  y  consecuencias.  Hasta  los  paganos,  entre  cuyas  adoraciones  la 
más  vieja  y  honda  era  la  de  la  fecundidad,  simbolizada  en  la  Diana  de 
Efeso,  toda  mamas,  en  los  mitos  de  Júp  ter  ó  cielo  fecundador  de 
Hera,  la  madre  tierra,  etc.,  etc.,  detuviéronse,  en  la  época  de  su  ma- 
yor cultura,  en  la  superficie,  adorando  la  hermosura  corporal  de  Ve- 
nus, dejando  para  los  misterios  y  para  sus  iniciados  las  reconditeces 
más  sin  velos  de  las  más  añejas  y  orientales  doctrinas  religiosas  to- 
cantes á  la  fecundación.  Frases  más  ó  menos  amorosas  en  Safo,  des- 
cripciones más  ó  menos  escabrosas  en  Petrcnio,  humorísticos  versos 
priapeyos,  cual  rastros  del  viejo  culto,  es  lo  más  que  puede  citarse 
entre  griegos  y  romanos.  El  amor  entre  hombre  y  mujer,  represen- 
tado en  todos  sus  grados  y  maneras,  con  todos  sus  matices,  en  toda  su 
desgarrada  desnudez,  sólo  fué  llevado  últ  mámente  á  la  literatura  por 
los  franceses.  La  llamada  novela  pornográfica,  la  literatura  de  alcoba, 
es  moderna  y  francesa  de  origen,  hija  de  la  filosofía  sensualista  del 
siglo  XVIII.  Por  principio  estático  no  pensaron  en  ella  ni  los  mismos 
paganos ;  el  cristianismo,  que  tiene  á  la  carne  por  uno  de  los  tres  ene- 
migos del  alma,  contuvo  no  menos  á  los  escritores  de  la  cristiandad. 
El  renacimiento  pagano  de  Florencia  fué,  en  esta  parte,  más  libre  y 
descocado  que  el  propio  paganismo,  por  haber  sido  un  paganismo  ar- 
tificial, de  pega,  imitado,  no  espontáneo,  y  como  de  reacción  contra 
la  modestia  y  pudor  cristiano.  Pero  hasta  estos  tiempos  jamás  se  es- 
cribió de  propósito  sobre  las  relaciones  sexuales,  como  asunto  litera- 
rio. Pedro  Aretino  es  una  caricatura  de  Luciano  en  sus  Diálogos  de 
las  meretrices  y  de  los  demás  autores  paganos ;  y  con  todo,  no  llega 
-adoncía  han  llegado  los  modernos.  El  naturalismo  francés  llevó  como 
por  la  mano  á  los  noveladores  franceses  á  la  novela  pornográfica.  Si 
todas  las  fealdades,  si  las  heces  sociales  todas  eran  dignas  de  estudio 
documentado  y  de  representarse  tal  cual  se  hallan  en  la  vida  real  por 
medio  de  la  novela  naturalista,  de  su  peso  se  caía  que  el  amor,  en 
cuanto  tiene  de  más  feo,  bestial  y  natural,  como  unión  de  los  sexos 
con  todas  las  reales  manifestaciones  de  los  instintos  bestiales  en  las 
gentes  desvergonzadas  de  la  sociedad  francesa,  podía  y  debía  de  ser 
asunto  importantísimo  de  la  novela.  Algunos  atisbos  de  este  género  li- 
terario se  atrevió  á  poner  ya  en  las  suyas  Pardo  Bazán,  á  pesar  de 
""Ser  señora  y  aristocrática  y  de  escribir  para  e-pañoles,  que  no  habían 
llegado  á  ese  nauseabundo  estado  social  que  se  huele  y  apesta  en 
Franc'a.  Felipe  Trigo,  médico  y  seguidor  de  las  doctrinas  científicas 
modernas,  que  no  ven  en  el  hombre  más  que  un  animal  evolucionado, 
por  consiguiente,  enteramente  terrestre,  sin  un  más  allá  antes  de  ve- 
nir al  mundo  ni  después  da  caer  en  la  huesa,  sin  alma  espiritual  de 
otro  más  elevado  origen  y  destino,  trajo  á  E'-pafía  este  género  fran- 
cés de  novela  erótica  pornográfica,  con  toda  la  valentía  y  libertad  de 
que  es  capaz  un  español  cuando  tiene  bien  asentado  su  juicio  en  una 
doctrina.  En  la  obra  del  jesuíta  Sánchez  pudimos  leer  las  porquerías 
más  puercas  que  puedan  fantasearse  acerca  de  este  asunto;  pero 
como  están  tratadas  científica  y   fríamente,  á  lo  moralista,  para  des- 


26  ÉPOCA   REGIONAL  Y  MODERNISTA   (1888-I907) 

lindar  la  licitud  ó  ilicitud  de  los  casos  que  puedan  ocurrir  en  los  actos 
naturales  de  los  cónyuges,  el  alma  del  lector  no  se  empaña  y  hasta 
asquea  de  lo  que  va  leyendo.  Algo  de  esto  les  pasará  á  algunos  lecto- 
res de  las  novelas  de  Trigo,  ya  por  su  frialdad  fisiológica,  ó  por  lo 
machucho  de  su  edad  ó  firmeza  de  hábitos  y  virtudes  contrarias;  pero 
lo  común  y  casi  universal  es  que  la  mayoría  de  los  lectores  de  tales 
novelas  se  dejen  arrebatar  de  la  conmoción  sensual,  del  instinto  bes- 
tial de  la  carne,  y  se  regodeen,  y  se  refocilen,  y  se  recalienten  en  sen- 
timientos que  nada  tienen  de  estéticos.  Si  esto  no  es  así,  confieso  que 
voy  errado  en  cuanto  voy  discurriendo;  pero,  puesta  la  mano  en  el 
pecho,  dígame  el  lector  si  no  cree  que  la  lectura  de  tales  novelas  no 
enciende  en  los  más  los  espíritus  carnales  y  al  fuego  dievorador  de 
esta  terrible  é  indomeñable  pasión  del  instinto  sexual,  la  más  fuerte 
del  hombre,  la  raíz  de  todo  su  ser  fisiológico,  como  lo  es  de  la  especie 
humana,  todo  otro  afecto  más  levantado  y  espiritual  no  queda  sofo- 
cado y  desaparece  sin  dejar  rastro  de  sí.  El  efecto  estético  que  la  her- 
mosura artística  representativa  pudiera  llevar  al  alma  del  lector, 
cuanto  más  es  de  delicado,  levantado  y  sublime,  tanto  más  fácilmente 
se  borra  del  alma,  oscurecido  por  la  negra  humareda  del  instinto  se- 
xual. Por  algo  nuestros  ascetas,  á  quienes  se  les  entendía  harto  de 
este  menester,  proclamaban  con  todo  acierto  que  si  las  demás  tenta- 
ciones se  habían  de  combatir  haciéndoles  rostro,  yendo  contra  ellas 
Cara  á  cara,  sólo  la  tentación  de  la  carne  se  podía  vencer  huyendo, 
d&ndo  la  espalda.  Este  enemigo  halagüeño  comienza  desarmándole  á 
uno,  haciendo  con  su  dulcedumbre  que  se  le  caiga  la  espada  de  la  ma- 
no y  el  broquel  del  brazo,  y  atrae  y  arrastra  como  el  imán  al  hierro, 
quieras  que  no.  La  fiereza  de  esta  pasión,  que  arraiga  en  lo  más  hon- 
do de  la  especie,  es  tal,  que  señorea  al  triste  individuo  y  le  lleva  y 
trae  como  el  vendaval  arrastra  una  pajuela  de  la  era  y  le  oscurece  y 
ciega  la  razón,  robándole  lo  que  le  hace  hombre  y  dejándole  tan  sólo 
en  su  ser  de  puro  animal,  que  con  todas  sus  fuerzas  fisiológicas  y  sus 
instintos  mañosos  requiere  y  busca,  loca  y  d'esapoderadamente,  la  satis- 
facción d^el  apetito  brutal  y  fisiológico.  Esto  lo  proclama  hoy  la  cien- 
cia, y  con  sus  hechos  lo  pregonó  siempre  la  historia  y  nos  lo  grita  la 
experiencia  de  la  vida.  El  arte,  que  pretende  la  elevada  conmoción  es- 
tética, no  puede  caer  en  el  lazo  que  este  bajo  instinto  le  tiende.  He 
aquí  por  qué  los  artistas  griegos  de  la  buena  época,  más  sueltos  en 
todo  género  de  lujuria  que  los  cristianos,  jamás  pensaron  en  mirar 
cara  á  cara  á  esta  pasión,  como  los  modernos;  j?más  trataron  el  amor 
sino  de  soslayo  y  en  sus  consecuencias  y  manifestaciones,  nunca  en 
su  misma  raíz  de  amor  sexual  y  en  las  relaciones  francas  y  desembo- 
zadas entre  hombre  y  mujer,  tales  como  realmente  se  desenvuelven 
y  sobre  todo  en  el  fin  que  tienen,  en  el  acto  mismo  sexual  y  sus  in- 
mediatos pasos.  Porque  eran  ante  todo  artistas.  Los  modernos  bus- 
can tan  sólo  la  fuerte  conmoción,  sin  pararse  á  deslindar  si  es  esté- 
tica ó  puramente  sensual,  ás:  carnal  lujuria,  que  son  tan  encontradas 
como  el  ángel  y  la  bestia,  el  espíritu  y  la  materia,  la  belleza,  ofijeto 


S.   XX,    I9OI.   FELIPE  TRIGO  27 

del  arte,  y  la  utilidad,  objeto  de  los  instintos  animales  y  fuerzas  de 
la  naturaleza.  ¿  Quién  me  podrá  hacer  creer  á  mi  que  Safo  no  tenía 
facultades  para  pintar  esas  cosas  con  el  mismo  realismo  con  que  en 
un  par  de  estrofas,  conocidas  de  todos,  pinta  los  efectos  del  amor  en 
el  semblante  y  gestos  del  que  ama?  Pero  los  griegos  buscaban  la 
conmoción  estética,  que  es  puramente  humana  y  está  sobre  la  parte 
animal  del  hombre;  que  es  fruto  de  la  razón,  que  hace  hombre  al 
hombre;  y  no  iban  á  mover  esos  instintos  puramente  animales,  que 
ciegan  la  razón  y  señorean  al  hombre,  convirtiéndole  en  pura  bestia. 
Las  novelas  de  Felipe  Trigo  son  técnicamente  artísticas :  el  realismo, 
el  desmenuzamiento  de  los  afectos,  la  fuerza  de  pincel,  la  verdad  sin- 
cera que  chorrea  por  todas  partes,  la  viveza  del  diálogo,  hasta  el  mis- 
mo descuido  del  lenguaje,  todo  contribuye  a  que  sean  novelas  admi- 
rables de  vigor,  color  y  verdad.  Pero  por  lo  mismo  son  malas,  horri- 
blemente malas  novelas.  No  ya  moralmente,  que  eso  no  es  de  nues- 
tra incumbencia,  sino  literariamente  malas  de  remate.  Jamás  la  pa- 
radoja más  paradoja  fué  menos  paradoja.  Lo  que  suelta  la  paradoja 
de  ser  ninlas  á  fuerza  de  ser  buenas,  lo  que  da  la  razón  de  no  ser 
obras  artísticas  por  serlo  tanto,  queda  ya  harto  declarado.  Porque  por 
el  asunto,  la  conmoción  sensual,  animal,  fisiológica,  sofoca  el  efec- 
to estético,  y  el  fin  del  arte  es  el  efecto  estético ;  porque  la  bestia 
señorea  al  hombre,  y  el  arte  es  goce  del  hombre  y  no  de  la  bestia. 
Cualquiera  diría  que  Trigo  se  hizo  estas  reflexiones :  Sólo  en  Fran- 
cia han  tenido  valor  los  novelistas  para  descubrirnos  el  amor  tal  cual 
es;  en  España  jamás  se  atrevieron  á  entrar  en  la  alcoba;  han  sido  unos 
cobardes  los  novelistas  españoles,  y  los  franceses  han  sido  los  úni- 
cos novelistas  sinceros.  Con  ellos  me  voy.  Y  se  fué,  efectivamente,  y 
como  tenía  el  don  de  expresar  reciamente  la  realidad,  la  expresó  como 
pocos.  Permítaseme  que  salga  por  los  escritores  españoles  y  de  todos 
los  pueblos  que  han  pensado  de  otra  manera,  pues  en  valer  y  en  nú- 
mero tienen  más  derecho  que  los  franceses  para  mantener  su  contra- 
ria opinión.  No  está  la  sinceridad  en  decir  todo  lo  que  se  siente,  sino 
en  decir  con  sinceridad!  y  como  se  siente  lo  qU3  es  decoroso  y  conve- 
niente decir.  Decirlo  todo  puede  ser  desvergüenza,  impudor;  callar  a 
veces  no  es  falta  de  sinceridad  ni  cobardía.  No  es  punto  de  sinceridad 
d^esvergonzada  ni  de  desvergonzado  atrevimiento  este  del  arte,  sino  de 
la  prudencia,  que  está  entronizada  sobre  el  mundo  moral  v  estético  de  la 
belleza  en  la  expresión  que  eleva  el  ánimo.  ¿  Eleva  el  ánimo,  moviéndolo 
estéticamente,  la  literatura  de  alcoba?  Por  estéticamente  hecha  que  esté 
la  de  Trigo  y  la  de  cualquier  otro  erótico,  de  los  desvergonzados,  á 
lo  que  mueve  es  á  sensualidad,  á  lujuria,  movimiento  enteramente 
opuesto  al  estético  que  levanta  y  serena  el  ánimo.  Dígase  que  esa  li-- 
teratura  halaga  á  las  pasiones,  que  bon  los  movimienos  brutales,  ani- 
males del  hombre ;  pero  no  que  eleva  halagando  la  parte  más  noble, 
la  inteligencia  y  el  corazón  del  hombre,  en  cuanto  hombre  ó  ser  ra- 
cional, intento  único  del  arte.  Ni  se  diga  que  toda  realidad  es  fuente 
artística  de  belleza,  porque  lo  será  si  está  vivamente  expresada ;  perc 


•28  ÉPOCA   REGIOXAL  Y  MODERNISTA   (1888-I907) 

■si  como  en  nuestro  caso,  lo  bajo  del  apetito  animal  se  sobrepone  á  lo  ra- 
cional y  la  lujuria  á  la  serenidad  estética,  el  efecto  total  no  seta  esté- 
tico, sino  animal,  ni  la  obra  de  arte  que  tal  efecto  produzca  será  bella 
y  artística,  sino  antiartística  y  fea.  Aun  suponiendo  que  el  amor  no 
sea  esencialmente  y  en  su  raíz  otra  cosa  más  que  la  inclinación  fisio- 
lógica sexual,  si  pertenece  al  arte  es  en  cuanto  el  hombre  idealiza  esa 
animal  inclinación,  mirándola  como  fuente  de  penas  y  deleites  del 
alma  no  como  deleites  y  (iolores  del  cuerpo.  Que  al  alma,  no  al  cuer- 
po, tira  la  estética  del  arte.  Por  eso  también  son  fuentes  artísticas  las 
demás  pasiones  fisiológicas,  apetitos  v  operaciones  naturales:  la  ven- 
ganza, el  miedo,  el  dolor,  el  hambre,  etc.,  etc.  ¿  Qué  artista  se  ceñiría 
€n  una  novela  á  tan  feas  operaciones  como  la  del  regoldar,  del  vo- 
mitar, del  descomer?  ¿Por  qué,  pues,  hay  literatura  cíe  alcoba  y  no  la 
hay  de  letrina?  Porque  aquélla  halaga  á  la  lujuria  y  ésta  no  halaga 
á  cosa  que  de  apetecer  sea.  No  es,  pues,  con  intento  alguno  estct'co 
Tii.  humano,  sino  puramente  lujurioso  y  animal,  por  lo  que  hay  litera- 
tura de  alcoba.  Los  tipos  degenerados,  casos  teratológicos  de  neuro- 
patía y  psicopatía,  podrán  caber  en  una  obra,  como  todo  personaje 
feo,  como  las  sombras  que  hacen  resaltar  más  los  personajes  hermo- 
sos y  nobles,  siéndolo  los  mismos  feos  por  la  manera  viva  de  pintar- 
los: pero  reducir  una  obra  artíst'ca  á  un  rebaño  de  semejantes  ti- 
pos degenerados  ni  es  cosa  que  agrade,  entretenga  y  levante  el  ánimo, 
aunque  sea  Zola  su  autor,  ni  lo  ha  hecho,  fuera  de  él,  ningún  artista 
sano  en  tiempo  alguno.  Sólo  tratándose  de  tipos  degenerados,  cuanto 
á  la  lujuria,  ha  habido  toda  una  legión  de  novelistas  franceses :  por- 
que á  la  fealdad  teratológica  se  sobrepcne  el  halago  de  la  sensuali- 
dad. Los  hombres  y  mujeres  que  Trigo  pinta  en  Las  Ingenuas  y  en 
Sed  de  amar  pertenecen  al  tipo  degenerado,  á  la  neuropatía  ó  psico- 
-patía;  son  machos  v  hembras  insaciables,  cuyo  único  anhelo  es  co- 
habitar, cosa  puramente  animal  y  tan  fea,  por  el  consiguiente,  como 
el  regoldar,  el  vomitar  y  el  descomer;  sino  que,  aunque  no  serene  el 
ánimo  ni  lleve  á  la  conciencia  del  lector  la  persuasión  de  su  grandeza  y 
dignidad,  pero  irrita,  en  camb'o.  su  sensualidad,  moviéndola  con  ape- 
titosos cosquilieos  de  ciega  y  furiosa  bestia.  ¡  Fin,  por  cierto,  dieno 
del  arte,  que  si  para  algo  se  inventó  fué  para  idealizar  la  vida  y  en- 
noblecer y  hacer  más  hombre  al  hombre,  haciéndole  olvidar,  en  cuan- 
to cabe,  que  es  animal  y  que  tiene  que  emplearse  a  sus  tiempos  en 
acciones  puramente  animales!  Fruto  el  arte  materialista  moderno  del 
-materialismo  filosófico  y  del  vivir  material  y  del  material  gozar.  Pero 
arte  y  materialismo  cosas  son  que  se  dan  de  cachetes.  No  sé  cuánto 
se  deleitaría  Felipe  Trigo  con  la  lectura  de  Santa  Teresa  ó  de  San 
Agustín;  lo  que  sé  es  que,  las  cocotas,  ingenuas  ó  no  ingenuas,  no 
arrostran  con  tan  para  ellas  sosas  lecturas.  Bien  se  me  alcanza  que 
si,  como  quiere  Croce  y  supone  Zola,  el  arte  consiste  solamente  en 
exi^resar,  sin  el  antiguo  aditamento  helénico  de  que  sea  belleza  lo  que 
exprese,  el  arte  de  Zola  y  de  Trigo  es  verdaderísimo  arte.  Pero  el 
-arte,  el  expresar,  está  sometidio,  como  todo  en  lo  humano,  á  otra  más 


S.   XX,    1901.   FELIPE   TRIGO  29 

soberana  y  universal  categoría,  que  es  la  prudencia,  reina  entronizadac- 
sobre  todas  las  virtudes,  la  cual  señala  en  cada  época  los  límites  de 
lo  decoroso,  acotando  de  esta  manera  el  campo  del  arte,  y  siempre  y 
eternamente  dirá  á  todo  hombre  que  el  arte  es,  ciertamente,  expre^ 
sión,  pero  expresión  humana,  de  hombres  y  para  hombres,  y  ser  hom- 
bre es  saber  domeñar  los  desapoderados  instintos  de  la  bestia  que  en 
sí  lleva,  enderezándolos  conforme  á  los  dictámenes  de  la  razón,  que 
es  la  que  en  el  hombre  ha  de  legislar,  y  que  hacer  arte  que  desenf  re- - 
ne  esos  instintos  animales  y  arrollen  y  cieguen  a  la  razón,  no  es  ha- 
cer arte  hnviano,  es  hacer  obra  de  bestias.  He  oído  por  ahí  que  la 
obra  de  Trigo  no  pasará,  que  ha  sido  moda  efímera.  Yo  soy  de  muy 
contrario  parecer.  Claro  es  que  ya  no  volverá  á  ser  de  actualidad  ni 
á  estar  de  moda:  el  agua  que  corre  jamás  vuelve  en  el  río  á  subir. 
Las  modas  vuelven,  se  dice,  pero  no  son  enteramente  las  mismas  que 
pasaron.  Lo  que  hubo  en  ellas  de  eternamente  bello,  volverá  y  volve- 
rá una  y  mil  veces  y  flotará  siempre  scbre  lo  puramente  efímero  de 
las  modas.  Yo  entiendo  que  cabalmente  la  obra  de  Trigo  tiene  más 
de  eterno  que  de  efímero.  Lo  efímero  de  ella  fué  lo  que  tenía  de 
literatura  de  alcoba,  que  de  moda  estuvo  acá  y  aún  sigue  estando;  pero 
hay  algo  más  en  Trigo,  que  si  no  habría  muchos  Trigos  en  la  hora 
de  ahora,  que  los  alcobistas  andan  por  ahí  á  puntapiés.  Hay  en  Trigo 
un  grito  de  la  naturaleza  bruta  que  sale  por  sus  fueros,  contra  la  ra- 
zón de  la  moral  de  hoy,  que  la  tiene  á  raya.  Ese  grito  de  la  natura- 
leza quiere  llegar  á  ser  una  moral  social,  oficial,  admitida  por  todos. 
¿  Quién  nos  asegura  de  que  no  llegará  á  serlo  ?  Entonces  volverá  á 
estar  Trigo  de  moda,  por  ese  eterno  grito  de  la  naturaleza  brutal  que- 
sale  de  su  obra.  ¿  Que  no  llegará  á  admitirse  esa  moral,  ó  inmorali- 
dad, si  se  quiere?  Pues  la  lucha  entre  el  bruto  y  la  razón  seguirá  erv 
las  almas  humanas  dando  astmtos  trágicos  á  los  poetas,  y  como  esa 
lucha  es  la  que  pinta  Trigo,  volverá  á  estar  de  moda ;  seguirá,  mejor 
dicho,  estand'o  de  moda.  ¿  Que  no  será  del  gusto  de  todos  la  novela  de 
Trigo?  Ni  hay  escritor  que  á  todos  agrade.  Pero  dentro  del  arte, 
dentro  de  la  fuerte  expresión  de  la  viva  realidad,  quedará  Trigo  para. 
los  lectores  sensibles  á  toda  belleza  estética  como  uno  de  los  exce- 
lentes novelistas,  que,  dadas  sus  doctrinas  filosóficas,  equivocadas  ó 
no,  supieron  aprisionarla  entre  los  hilos  de  oro  de  sus  novelas.  Las 
filosofías,  las  doctrinas,  los  asuntos,  son  poca  cosa  en  el  arte,  donde 
sólo  priva  la  verdad  expresiva,  la  certera  expresión  de  la  realidad. 
Y  ésa  está  en  las  novelas  de  Trigo  para  darles  vida  artística  impere- 
cedera. No  hay  que  confundir  su  arte  con  la  chabacanería  de  escri- 
tores eróticos  mercachifles  ó  ignorantes.  El  intento  de  que  se  den  es- 
trecho abrazo  Venus  y  la  Inmaculada,  débese  á  un  hondo  pensamiento 
y  á  un  generoso  anhelo  de  Felipe  Trigo.  Dios,  autor  de  la  carne  como 
del  espíritu  y  que  puso  en  la  unión  de  los  sexos  la  fuente  de  la  vida- 
y  la  conservac'ón  del  universo,  no  puede  ser  enemigo  de  la  carne  ni 
de  la  unión  sexual.  Ni  el  cristianismo  pensó  jamás  en  tamaño  dispa- 
rate. Lo  que  sí  condenó  siempre  fué  la  carne  rebelada  contra  el  es- 


3o  ÉPOCA  REGIONAL  Y  MODERNISTA   (1888-I907) 

píritu,  que  en  tal  sentido  la  llama  pecado  San  Pablo:  y  siendo  esa 
carne  rebelada  contra  el  espíritu  lo  que  el  paganismo  llamó  Venus, 
y  siendo  la  Irunaculada  símbolo  de  la  pureza  espiritual  y  camal,  del 
señorío  de  la  razón  sobre  la  carne,  pretender  que  Venus  y  la  Inmacu- 
lada se  den  amistoso  abrazo  es  pretender  que  se  lo  den  la  luz  y  las 
tinieblas,  lo  blanco  y  lo  negro,  la  verjad  y  el  error;  es  pretender  lo 
metafísicamente  imposible.  Con  toda  sana  intención,  erró  manifiesta- 
mente Trigo  en  este  su  intento.  Lo  que  él  de  hecho  pretendía  era  des- 
esclavizar á  la  mujer  española  del  pudior,  que,  según  él,  era  velo  hipó- 
crita con  el  cual  ocultaba  las  mayores  lascivias.  Pero  el  velo  ese  del 
pudor  lo  puso  la  naturaleza  con  la  conciencia  humana,  á  manera  de 
tabú,  para  enfrenar  la  concupiscencia  y  como  palanca  de  la  cual  la 
razón  se  valiese  para   reglar  los  instintos  sexuales.  Querer  aTancar 

•ese  velo  es  ir  contra  la  misma  naturaleza.  Que  la  lascivia  señorea 
entre  cristianos,  ¿quién  lo  duda,  si  lo  proclama  la  Iglesia  misma?  Pero 
¿no  señorea  más  entre  los  neopaganos,  doctrinarios  del  amor  libre 
y  no  señoreó  en  el  paganismo  muchísimo  más,  hasta  el  punto  de  que 

.  apenas  podemos  formarnos  hoy  idea  ?  Vea  el  gabinete  secreto  del 
museo  de  Ñapóles  el  que  quiera  conocer  el  cieno  universal  Jo  aque- 
lla civilización  y  no  podrá  menos  de  dar  gracias  al  crisC'anismo  que 
de  ella  supo  sacar  el  mundo.  Entonces  se  comprenderá  cuánto  va  de 
la  pagana  Venus  á  la  cristiana  Inmaculada.  Felipe  Trigo  se  engañó 
en  sus  generosos  intentos.  "£ra  un  aire  suave..."  Podcmo:,  decirlo 
hasta  de  Felipe  Trigo.  El  sátiro  brutal  hase  refinado...  merced,  según 
creo,  a  ese  aire  suave  de  poesía  soñadora  que  cual  impalpable  polvi- 
llo de  oro  vuela  por  entre  los  escritos  de  nuestros  literatos  de  estos 
últimos  años.  El  polvillo  ese  dt  oro  sopló  del  Norte.  Es  algo  ideal, 
fantástico,  evocativo,  que  en  poetas  menos  realistas,  como  Valle-In- 
clán,  da  el  tono  y  señorea  las  obras;  en  escritores  de  estirpe  m:''s  es- 
pañola solamente  orea  y  aroma  la  superficie,  sin  idealizar  ni  eva- 
porar la  reciura  castiza  del  fondo.  Tal  sucede  en  la  novela  de  Trigo 
Sí  sé  por  qué,  más  poética,  más  delicada  que  las  anteriores.  Siempre 
adivinábase  en  Trigo  algo  poético,  bien  que  raras  veces  flotase  afue- 
ra, y  no  era  el  menor  obstáculo  el  menosprecio  que  afectaba  cuanto  á 

Ta  pureza  del  idioma.  A  pesar  de  este  defecto  de  lenguaje  ha  sacado 
afuera  en  la  última  novela  bastante  más  poesía  que  en  las  anteriores. 
Hay  otra  novedad  en  ella.  La  psicología  vence  a  la  fisiología,  que 
antes  señoreaba.  Trigo  se  ha  espiritualizado  más  y  ha  hecho  más  psi- 
cológica su  manera  de  novelar.  Erotismo  agudo  y  enfermizo  en  hom- 
bres y  mujeres  era  siempre  el  asunto  de  sus  obras.  El  mundo  para  él 
dij érase  un  lupanar.  En  el  nacimiento  y  crec'miento  del  amor  había 
más  de  material  fisiología  que  de  psicología  humana.  Realmente  más 
que  hombres  y  mujeres  parecían  bestias :  eran  faunos  y  ninfas  de  los 

'bosques  traídos  á  la  vida  moderna.  En  la  pr-mcra  parte  de  la  nueva 
novela.  Adamar,  personaje  neurasténico,  y  Rocío,  entablan  un  poéti- 
co idilio,  verdadero  idilio  de  inocencia  y  candnr,  de  naturalidad  y  hon- 

«da  psicología.   La   vida   bonaerense  está   pintada   á   maravilla   en   la 


S.   XX,    I9OI.  FELIPE  TRIGO  3 1 

segunda  parte  y  el  antiguo  anagnorisis  de  dramas  y  novelas,  recurso 
eterno  del  arte,  porque  lo  es  de  la  naturaleza,  alza  de  nuevo  su  ca- 
beza con  modernos  atavíos,  sensaciones  nuevas.  Otro  idilio  de  armo- 
nía de  amores,  de  la  sociedad  campestre,  de  la  naturaleza,  acaba  en  la 
tercera  parte  la  obra,  entonando  el  autor  un  himno  á  la  piedad,  con- 
vencido de  que  ella  es  la  única  clave  de  la  felicidad  y  el  lazo  armó- 
nico de  los  contrapuestos  adversarios  que  rigen  la  vida,  despeñando 
á  los  hombres  en  la  desgracia:  el  amor  sensual  y  la  inteligencia.  Sí  sé 
por  qué  la  humana  piedad  será  la  red^ención  de  la  humanidad.  No  el 
amor,  no  la  inteligencia.  Pero  sí  el  sentimiento,  que  sólo  puede  nacer 
de  la  inteligencia  y  del  amor  cuando  se  funden.  Esta  novela  corona 
el  intento  de  las  suyas  anteriores,  declarado  en  el  prólogo  de  Las  In- 
genuas: la  dignificación  de  la  mujer,  la  glorificación  de  la  integridad 
de  la  vida,  espiritual  y  maternal ;  la  divinización  del  amor,  clave  úni- 
ca de  todas  las  sociologías  o'el  porvenir;  la  redención  de  la  mujer  hoy 
esclava  de  todas  las  hipocresías  y  de  todas  las  concupiscencias  y  vi- 
cios bárbaros  del  hombre.  En  suma:  "El  amor,  como  ideal  supremo,  el 
amor  todo,  el  amor  integrado  por  la  fusión  de  los  dos  grandes  sen- 
timientos, pagano  y  cristiano,  que  se  han  repartido  el  imperio  de  los 
síítIos,  pretendiendo  también  partir  el  ser  humano  ó  absorberle,  mejor 
dicho,  unas  veces  la  intelectualidad  y  otras  la  animalidad.  El  cielo  ba- 
jando á  la  tierra  con  su  azul.  Venus  ennoblecida  por  el  místico  res- 
plandor de  la  Concepción  Inmaculada."  Dii;^na  de  estudio  particular 
sería  esta  unidad  de  las  novelas  todas  de  Trigo,  de  este  pensamiento, 
verdaderamente  sociológico,  filosófico,  hnmano,  que  habrá  desenvuel- 
to en  sus  obras  con  mayor  ó  menor  maestría,  más  ó  menos  sofística- 
mente á  veces  (ignorante  é  inconscientemente,  diría  yo  mejor),  á  ve- 
ces con  más  fisiología  y  ardores  lascivos  que  psicológica  espiritualidad, 
pero  que  es  pensamiento  grande  y  hondo,  verdadera  clave  del  vivir 
humano,  individual  y  socialmente  considerado.  Los  que  con  las  otras 
novelas  suyas  sentían  acaso  bascas  ó  se  rebujaban  pudorosos  tirándo- 
las al  fuego,  pueden  leer  la  última  novela  de  Trigo  sin  temor  de  que 
sus  pudores,  farisaicos  ó  sinceros,  que  de  todo  hay,  se  perturben  en 
lo  más  mínimo.  H.  Peseux-Richard,  Felipe  Trigo :  "Es  preciso  recono- 
cer, en  efecto,  que  las  (teorías)  de  que  él  espera  la  regeneración  del 
mundo,  nos  llevan  á  un  porvenir  terriblemente  alejado.  Antes  efe  llegar 
á  esta  v'da  nueva  es  preciso  que  la  Humanidad  se  vaya  transformando, 
que  olvide  la  mayor  parte  de  sus  vicios,  que  quede  toda  entera  armoni- 
zada en  la  práctica  del  bien  y  en  el  ideal  de  una  belleza  universal- 
mente  reconocida.  Cek.brnndo  así  las  delicias  de  la  edad  futura,  Fe-» 
upe  Trigo  se  arroga  el  derecho  de  flagelar  las  ignominias  del  pre- 
sente ;  pero  al  mismo  tiempo  extiéndese  sobre  ellas  con  interés,  si  no 
con  complacencia;  se  ampara  bajo  un  pabellón  que  puede  cubrir  así 
toda  clase  de  mercancías ;  en  buena  lid  puede  de  esta  manera  no  de- 
tenerse ante  ningún  horror,  y  manifestar  al  desnudo  las  más  sanio- 
sas plagas  sociales...  No  le  consideremos,  pues,  únicamente  como  el 
novelista  erótico  por  excelencia,  como  el  introductor  en  España,  se- 


32  ÉPOCA   REGIONAL  Y  MODERNISTA   (188S-1907) 

gún  se  le  acusa,  del  género  sicaptilico ;  tomémosle,  si  no  por  lo  que 
él  es,  por  aquello  que  quiere  ser;  es  decir,  ante  todo,  un  sociólogo, 
un  hombre  de  sistema.  No  olvidemos  tami^oco  que  fué  médico,  y  com- 
prenderemos sus  hábitos  d¿  vigor  científico,  su  preocupación  de  la  te- 
sis, sus  cualidades  de  composición  y  de  receta  que  llaman  la  atención 
desde  luego...  Combate  enérgicamente  las  teorías  hereditarias  de  los 
antropólogos  italianos  que  se  oponen  á  su  causa;  con  Rousseau,  es  par- 
tidario de  la  bondad  nativa  del  hombre  y  le  atribuye  á  la  educación  un 
poder  ab:3oluto  y  bienhechor...  Una  sola  fuerza  es  irresistible  é  irre- 
formable :  el  amor.  Por  fortuna,  no  se  trata  de  reformarla,  sino  de 
no  empeñarse  más  en  deformarla.  Hasta  ahora  se  la  ha  comprendido 
mal,  se  la  ha  confundido  con  la  pasión  ó  con  la  lujuria.  La  una  y  la. 
otra  no  son  más  que  formas  patológicas  del  amor...  El  amor...,  pura- 
mente sensual  en  la  antigüedad,  se  espiritualiza  con  el  cristianismo. 
La  fusión  de  estos  dos  elementos  dará  la  característica  del  amor  fu- 
turo. "Venus  idealizada  por  el  místico  resplandor  de  la  Concepción 
"Inmaculada."  El  amor  concebido  así  constituye  la  potencia  civiliza- 
dora por  excelencia,  lejos  de  ser  el  azole  del  mundo,  según  la  exe- 
crable locura  de  los  románticos,  y  se  le  aparece  á  Felipe  Trigo  como 
el  más  perfecto  de  los  lazos  sociales...  La  infidelidad  cesará  de  ser 
una  traición  amorosa  desde  que  se  haya  acordado  que  no  se  la  con- 
sidera como  tal.  Hecho  esto,  se  pondría  fin  á  una  farsa  indigna,  ya 
que  es  contada  la  mujer  que  en  el  fondo  de  su  alma  permanece,  sin 
desfallecimiento,  fiel  á  un  solo  hombre...  En  cuanto  á  la  despropor- 
ción de  la  falta  dt  la  mujer  y  la  del  hombre,  puros  sofismas...  Des- 
pués del  triunfo  del  socialismo,  importaría  poco  que  los  hijos  fueran 
de  tal  padre  ó  de  tal  madre,  puesto  que,  suprimida  la  herencia,  el 
hogar  sería  distinto  en  absoluto  al  que  ahora  conocemos...  Los  celos 
son  un  resto  de  barbarie...,  hermanos  de  la  vanidad...;  no  conocen 
el  verdadero  amor;  sufren,  no  del  abandono  de  la  amada,  sino  de  su 
propia  desconfianza...  No  habría  ya  más  sitio  en  el  mundo  para  lo 
obsceno  el  día  que,  gracias  á  una  educación  común...,  todas  las  mu- 
jeres fuesen  bellas  y  amables...  Divídense  (sus  obras)  en  dos  partes: 
la  una  estudia  esta  forma  imperfecta  y  condenable  del  amor  que  nos 
es  familiar,  procedente,  sobre  todo,  de  la  observación;  la  otra  propó- 
nese  iniciarnos  en  los  arcanos  del  amor  futuro,  verdadera  llave  <íe 
nuestra  redención...  Alma  en  los  labios,  La  Altísima,  Del  frió  al  fue- 
go.... Las  Posadas  del  amor.  Las  Evas  del  Paraíso...,  La  Bruta...  La 
obra  de  Trigo  no  acompaña  á  una  evolución  de.  sus  ideas :  su  tesis 
es  anterior  á  sus  escritos,  y  éstos  no  son  otra  cosa  que  su  desarrollo... 
Su  deseo  de  crearse  un  estilo  personal  le  ha  desconcertado:  cuando- 
«u  fuerte  individualidad  se  habría  claramente  afirmado  sin  ciertas  ex- 
travagancias y  ciertas  incorrecciones...  Parécenos  alta  y  noble  su  con- 
cepción del  amor;  la  osadía  de  sus  procedimientos  sobrepasa  un  tanto 
la  medida."  Vargas  Vila,  en  Cervantes,  t.  ITI,  pág.  9:  "Les  faltaba  la 
gracia  y  la  belleza  del  Estilo...  y  Trigo  no  era  un  Artista,  en  el  Esti- 
lo... y  acaso  d!e  ese  defecto  nacía  su  máxima  cualidad;  la  de  tener,  comc^ 


S.  XX,  I90I.  PEDRO  DE  REPIDE 


33 


los  grandes  y  muy  raros  escritores,  un  estilo  propio,  un  estilo  personal 
exclusivamente  suyo;  abrupto,  violento,  guijarroso,  de  difícil  domi- 
nio, pero  suyo,  exclusivamente  suyo;  él  había  forjado  el  instrumento 
para  su  labor,  ese  cincel  tubalcainesco,  con  el  cual  cincelaba  sus  crea- 
ciones, extrañas,  monstruosas,  como  hechas  en  una  roca  virgen,  pero 
de  una  Vida  Interior  Relampagueante...  La  literatura  de  Trigo  es 
una  literatura  clínica  que  merece  y  ocupa  un  lugar  aparte  en  la  Li- 
teratura española;  no  fué  una  literatura  de  liberación  espiritual,  con 
tendencias  á  un  Idealismo  fecundo,  ó  á  un  ensueño  ermobleced'or  y 
visionario,  ¡  no ! ;  ;  fué  una  literatura  d'e  reflexión  experimental,  de  emo- 
ción sensual,  cuya  repercusión  nerviosa  no  sube  más  allá  de  la  cin- 
tura y  llega  penosamente  al  corazón...  esa  literatura,  á  base  patoló- 
gica, no  se  ejerció  sino  en  un  solo  radio  de  acción:  los  nervios  de  las 
mujeres;  era  un  admirable  neurólogo  ese  novelista;  él  sabía  que  la 
mujer  tiene  el  alma  en  el  sexo,  y  pintaba  á  maravilla  las  luchas  del 
Alma  de  la  Mujer;  por  eso  fué  el  autor  preferido  de  ella...  El  Médico 
no  murió  nunca  en  él ;  cada  una  de  las  protagonistas  de  sus  libros 
fué  un  caso  clínico...  Fué  un  realista;  un  enorme  y  opulento  escritor 
realista." 

Felipe  Trigo,  ediciones  de  Madrid:  La  Campaña  filipina,  1897.  Las 
Ingenuas,  1901.  La  Sed  de  amor,  1902.  Alma  en  los  labios,  1902.  La 
Altísima,  1903.  Del  frío  al  fuego,  1903.  La  Bruta,  1904.  La  de  los 
ojos  de  color  de  uva,  1905.  Sor  Demonio,  1905.  En  la  carrera,  1906. 
Socialismo  individualista,  estudio,  1906,  La  Llave,  1907.  El  Amor  en 
la  vida  y  en  los  libros,  estudio,  1908,  Las  Evas  del  Paraiso,  1909.  Las 
Posadas  del  amor,  1909.  Cuentos  ingenuos,  1910.  Los  Abismos,  1911. 
El  Médico  rural,  1912.  Jarrapellejos,  1914.  La  Crisis  de  la  civiliza- 
ción, estudio,  1915.  Sí  sé  por  qué,  1916.  Las  Sonatas  del  diablo  en  ca- 
misa rosa  (póst),  1916.  En  mi  castillo  de  luz,  igiy,  salió  á  su  nombre, 
pero  es  obra  de  su  hija  Julia.  Consúltese  H.  Peseux-Richard,  M.  F.  Tri- 
go, en  Revue  Hisp.,  XXVIII,  págs.  317-389;  traducido  al  castellano 
En  mi  castillo  de  luz,  1917.  El  Amor  en  los  libros  de  F.  Trigo,  Haba- 
na, 1916.  Manuel  Abril,  F.  Trigo,  su  vida,  su  obra,  ^u  moral,  Madrid. 
1917.  Julio  Cejador,  F.  Trigo  (en  La  Tribuna,  sep.,  6,  10,  14  y  18). 

158.  Año  igoi.  Pedro  de  Répide  (n.  1882-),  de  Madrid, 
bautizado  en  El  Escorial,  estudió  en  la  Central  hasta  los  diez  y 
siete,  logró  un  premio  en  El  Liberal  (1906)  con  su  primera  no- 
vela La  Enamorada  indiscreta  y  se  hizo  popular  con  la  Del  Ras= 
tro  á  Maravillas  (1907).  Grande  erudición  y  mucha  lectura  su- 
ponen los  conocimientos  que  muestra  de  la  historia  de  España 
y  particularmente  de  la  historia  de  Madrid;  pero  su  poderosa 
fantasía  le  permitió  recoger  de  la  historia  lo  que  no  suelen  ver 
los  eruditos  y  lectores  comunes :  lo  típico,  lo  pintoresco  y  todos 
los  elementos  artísticos,  con  que  de  la  historia  española  y  de  la 

TOMO    XIl. — 3E 


34        S.  XX,    I9OI.  ÁNCEL  CARNEVALI  MONRREAL. 

madrileña  en  particular  ha  sabido  fraguar  sus  novelas,  cuentos 
y  anécdotas.  Es,  sobre  todo,  el  novelador  del  Madrid  histórico. 
No  hay  rincón  en  la  villa  y  corte  cuya  historia  no  conozca  y 
del  cual  no  nos  haya  contado  algún  acaecimiento  novelesco.  De 
la  misma  lectura  ha  sacado  su  estilo  y  lenguaje,  que  no  es  otro 
que  el  castizo  de  antaño,  como  hoy  lo  emplearían  nuestros  anti- 
guos novelistas,  con  sabor  rancio  y  á  la  vez  moderno,  sin  la 
menor  afectación  de  antigüedad  y  sin  perder  por  eso  el  espíritu 
del  habla  antigua.  Del  Madrid  viejo  pasó  luego  á  describirnos 
el  Madrid  moderno,  mayormente  el  de  los  barrios  bajos,  que 
tiene  recorrido  y  frecuentado,  exprimiendo  en  sus  novelas  el 
espíritu  de  las  gentes  que  lo  habitan,  sin  falsear  la  realidad, 
pero  con  un  cariño  tan  entrañable  que  diríase  considerarlas 
como  de  su  familia  ó  de  su  íntima  amistad.  Por  esta  nota  de 
intimidad  y  de  cariño  distínguense  sus  narraciones  de  las  de 
los  demás  noveladores  madrileños.  Pasan  por  ellas  lo  apicaradoi 
lo  pizmiento,  lo  chillón  del  pueblo  bajo,  los  tugurios,  cafetines, 
tascas  y  tabernas,  donde  la  gente  del  bronce  traga  vino  y  es- 
cupe dicharachos,  donde  se  fraguan  crímenes,  se  sacian  vicios, 
se  cuaja  la  carne  de  presidio;  y  con  todo  eso  deja  entrever 
siempre  el  autor  en  el  fondo  de  aquellas  almas  un  no  sé  qué  de 
alteza  moral  envuelta  en  lodo,  algo  de  bondad  ingénita,  á  la 
par  que  del  garbo  y  elegancia  en  porte  y  modales,  dotes  todas 
que  caracterizan  á  las  más  bajas  gentes  de  nuestro  pueblo.  Su 
estilo,  siempre  suelto  j  castizo,  ameno  y  colorista,  señoril  y 
ahidalgado. 

Gabriel  Miró  Ferrer  (n.  1879-),  alicantino,  es  cultiva- 
dor de  la  prosa  de  los  que  podemos  llamar  impresionistas,  que 
saben  comunicar  impresiones  sugiriendo;  escuela  derivada  del 
simbolismo  francés.  No  sugiere,  sin  embargo,  mediante  los  so- 
nidos, musical  ó  instrumentalmente,  como  los  simbolistas,  sino 
pictóricamente.  Es  pintor  impresionista  en  prosa,  solazándose, 
por  consiguiente,  en  la  descripción  del  paisaje,  menudeando  epí- 
tetos y  usando  vocablos  pintorescos,  escogidos  y  raros,  de  color 
local  y  de  provincia.  El  realismo  de  que  sería  capaz  tan  vivo 
pintor  queda  abrumado  en  sus  libros  por  la  tendencia,  más  que 
simbólica,  idealista,  que  le  lleva  á  evaporar  en  brumas,  bonita- 
mente matizadas  y  de  sosegados  sentimientos,  personajes  y 
escenas,  algo  así  á  lo  Valle-Inclán  y  Maeterlink;  pero  que  pa- 


PEDRO    DE    REPIDE 


S.  XX,    1 90 1.   LUIS  ESTESO  35 

recen  despegarse  de  las  tierras  levantinas,  adonde  se  echan  y 
donde  el  sol  las  deshace  en  un  punto.  Este  tinte  de  impresión 
ideal,  vaga,  tenue  y  placentera,  ribeteada  de  misterios,  falsea 
no  poco  los  personajes,  dejándolos  medio  á  oscuras,  sin  diseño 
bien  perfilado,  y  la  acción  no  menos,  haciéndola  floja  y  tramada 
de  casos,  ó  poco  verisímiles  ó  de  ningún  relieve.  Pero  esta 
escuela  sólo  parece  pretender  dar  cierta  impresión  general  más 
ó  menos  simbólica,  con  sus  puntas  y  ribetes  de  misterio,  sin 
bien  tramada  acción,  con  escenas  y  sensaciones  fragmentarias, 
y  esto  lo  consigue,  ciertamente,  el  autor,  aunque  perdiendo  en 
vigor  y  realismo  castizo.  Su  prosa  es  muy  exquisita,  demasiado 
exquisita,  hasta  rebuscada  y  artificiosamente  infantil;  muy  re- 
pulida, variada  y  musical,  como  de  parnasiano  francés,  bien  que 
casta  y  limpiamente  española.  Es  Miró  un  cincelador  de  la 
frase  más  que  otra  cosa,  que  toma  pie  del  paisaje  y  de  algunas 
almas,  bien  metidas  en  él,  para  despertar  sensaciones  suaves  y 
vagas,  como  las  que  la  música  despierta.  Lírico  en  prosa,  y  como 
lírico  poco  atado  á  la  acción  una,  á  los  caracteres,  á  los  grandes 
afectos,  sólo  mira  á  comunicar  estados  de  su  propia  alma. 

Francisco  Acebal  Labiada  (n.  1866-),  de  Gijón,  compuso 
cuentos  y  novelas  psicológicas,  de  la  escuela  realista  española, 
descubriendo  las  almas  y  el  vivir  de  la  gente  humilde  y  menuda. 
Fundó  La  Lectura  (1901)  y  a  poco  se  retiró  casi  de  las  letras. 

Luis  Esteso  y  López  de  Haro  (n.  1881-),  actor  y  autor 
cómico,  que  compone  y  representa  en  varietés,  es  en  sus  piezas, 
todas  gordas,  bastante  bvrdo  y  verde,  como  para  su  público; 
pero  no  carece  de  gracejo,  de  sal  y  pimienta  y  aun  pimentón. 
El  buen  humor  y  chocarrería,  el  chiste,  comúnmente  de  concepto 
5  contraste,  más  bien  que  de  palabras,  aunque  de  palabras  otras 
veces  y  puro  retruécano,  hicieron  asiento  en  su  ingenio  burles- 
co, reidor  y  bohemio,  como  su  vida,  que  se  la  ha  pasado  reco- 
rriendo el  murdo  y  haciendo  reír  al  mundo  tpdo.  Cualidad  ésta 
del  buen  humor,  de  la  chunga  y  del  chiste,  tan  de  España,  que 
hasta  no  parece  vinculada  á  la  raza,  puesto  que,  por  lo  común, 
no  se  trasparenta  en  los  escritores  americanos,  demasiadamente 
seriotes  y  empaquetados.  Esteso  es  un  escritor  sin  hueras  ufa- 
nías, que  ha  logrado  su  propósito  de  escritor :  hacer  reír :  Podrán 
decir  que  llega  en  el  chiste  hasta  la  necedad;  pero  los  mismos 
que  lo  digan  no  leerán  dos  párrafos  suyos  sin  reír  franca  y 


36  ÉPOCA  REGIONAL  Y  MODERNISTA   (iSSS-IQO?) 

desahcgadameilíe.  Agradezcamos  á  \m  autor  libros  que  nos  des- 
ahogan, nos  ponen  la  risa  en  los  labios  y  nos  hacen  pensar  que 
no  todo  es  tristeza  y  melancolía  en  el  mundo.  Esteso  es  cómico 
de  pies  á  cabeza,  hombre  y  escritor  amasado  con  elementos  có- 
micos ;  y  lo  cómico  és  un  ingrediente  del  arte  literario.  A  nadie 
hace  daño,  á  todos  hace  bien  y  los  hace  más  hombres,  puesto 
que  sólo  de  los  hombres  es  el  reír. 

159.     Répide  en  carta  al  autor:  "Mi  género  preferido  es  las  nove- 
las. Creo  que  es  el  más  artístico  y  el  más  verdad.  La  historia  también 
me  interesa,  porque  toda  mi  atención  está  en  el  espíritu  del  pueblo  y 
en  la  marcha  de  la  raza,  que  va  bastante  diespacio,  la  pobre.  Mi  ideal  es 
hacer  novela  española,  no  con  un  falso  y  acantonado  casticismo,  sino 
con  el  verdadero  del  nervio  y  de  la  sangre  de  la  variadísima  familia 
hispana.  Lo  pintoresco  de  las  costumbres  populares  y  la  extraña  pi- 
caresca que  perdura  en  el  alma  de  la  raza,  atraen  mi  interés.  Quiero 
un  mejoramiento,  no  sólo  material,  sino  moral  para  el  pueblo,  y  con 
un  ideal  de  amor,  de  justicia,  y  de  bien,  creo  que  el  libro  debe  ser 
eco  de  necesarias  rebeldías,  y  recoger  las  crudezas  y  los  dolores  jun- 
to á  las  bellezas  y  escasas  dulzuras  de  la  vida;"  Andrés   González 
Blanco,  Hist.   nov.,  pág.   870:  "Pedro  de   Répide,   el   exhumador  (íel 
arcaísmo  sonoro  y  musical,  el  desenterrador  de  los  preciosos  cachi- 
vaches de  antaño,  el  idólatra  de   chisperos  y  manólas,  el  conocedor 
del  Madrid  viejo,  desentrañadlor  de  su  alma,  mejor  que  muchos  ar- 
chiveros y  cronistas  con  estipendio  oficial,  el  adorador  de  toda  mo- 
dernidad perversa  y  amable,  el   que   vierte  el  vino  nuevo   en   odres 
viejos."  Cansinos  Assens,  Las  escuelas  literarias,  1916,  pág.  108:  "Pe- 
dro de  Répide,  que  ha  escrito  Las  Canciones  de  la  sombra,  lleno  de  su- 
tileza  ultramoderna,  se  nos  revela  como  un  clasizante   en  un  libro, 
Agua  en  cestillo...;  es  un  resuelto  arcaizante...,  se  hace  desde  enton- 
ces el  cantor  de  lo  antiguo...  Pero  Répide,  lleno  de  espíritu  y  de  buen 
gusto...  es  más  moderno  en  lo  antiguo;  y  galante  y  fino,  su  corte  so- 
ñada es  la  corte  dieciochesca...,  está  mentalmente  en  el  siglo  xviii  y 
es  un  galano  abate  rasurado,  de  finos  hábitos  sutiles  y  de  rosadas  ma- 
nos...; su  estilo,  no  contorsionad*o  ni  enrevesado  como  el  de  otros  ar- 
caizantes, no  tan  primitivo   é   ingenuo   como  el  del  maestro   (Valle- 
Inclán),  es  el  estilo  sempiterno  de  los  buenos  escritores,  llano  y  pul- 
cro, de  un  clasicismo  convenido,  de  siglo  xviii,  ya  rejuvenecido  en  sus 
leños  severos  por  la  primavera  de  las  rosas  de  Francia...,  un  clasicis- 
mo de  buen  tono,  elegante  y  sencillo...  En  la  moda  arcaizante  él  pone 
un  paréntesis  lleno  de  gracia  hacia  la  sutileza  moderna;  y  en  él  se 
hace  nuevo  lo  antiguo  y  lo  nuevo  se  ennoblece  con  una  e^.egancia  an- 
tigua, ya  sutil  y  moderna,  como  devanada  en  los  finos  husos  de  gracia 
del  siglo  XVIII...  P.  de  R.,  el  creador  de  la  moderna  novela  madrile- 
ña..., el  cantor  de  las  cosas  antiguas  y  cercanas."  Pág.  133:  "La  es- 


S.  XX,  I9OI.  GABRIEL  MIRÓ  FERRER  Sj 

cuela  madrileñista  ha  surgido  en  nuestros  días  como  una  rectificación, 
con  más  pura  gracia  é  intención  más  fina  de  los  antiguos  cuadros  de 
costumbres,  á  lo  Mesonero  Romanos  y  á  lo  Ricardo  Sepúlveda.  Inicia 
este  renacimiento...  Pedro  de  Répide  con  su  admirable  novela  DqI 
Rastro  á  Maravillas,  que  perdurará  como  un  dechado  de  la  novela  de 
ambiente  y  de  costumbres...  P.  de  R.  ha  puesto  en  ella  su  fina  gracia 
castiza,  su  sentido  estético  de  lo  antiguo  y  su  percepción  sutil  de  lo 
moderno."  P.  Répide,  ediciones  de  Madrid:  Libertad,  poema,  1901. 
Las  Canciones  de  la  sombra,  1903.  Novelas;  La  Enamorada  indiscreta. 
Agua  en  cestillo.  No  hay  fuerza  como  el  amor  (1907).  Del  Rastro  á 
Maravillas  (1907).  El  Solar  de  la  Bolera  (1908).  El  Madrid  de  los  abue- 
los (1908).  Noche  perdida  (1908.)  Paquita  Candil  (1909).  Del  rancio 
solar  (1910).  Los  Cohetes  de  la  verbena  (1910).  Cuentos  de  viejas 
(1910).  El  Duende  de  la  corte  (1910).  Las  Cartas  de  la  azafata  Cloe 
(1911).  Un  conspirador  de  ayer  (1911).  La  Buena  fama  (1911).  La 
Corte  de  las  Españas  (1913).  El  Puesto  sereno  (1913).  Chamberí  por 
Fuencarral,  La  Venganza  de  Julia,  La  Torre  sin  puerta,  Noche  per- 
dida (1913).  La  Desazón  de  la  Angustias  (1914).  Costumbres  y  devo- 
ciones madrileñas  (1914).  La  Negra  (1915).  El  Regalo  de  la  madrina 
(1916).  Los  Espejos  de  Clío  (1918).  El  Maleficio  de  la  U  (1920).  La 
Lámpara  de  la  fama,  cuestiones  ¡históricas  (1920).  Para  el  teatro:  Los 
Majos  de  plante,  saín.  (1908).  La  Llave  de  la  Araceli,  com.  (1908). 
La  Casa  de  todos,  dr-  (1908).  Cadenas  de  rosas  (1909).  Veteranos, 
cuadro  dram.  (1917). 

En  una  carta  de  Miró  á  A.  González  Blanco,  en  Los  Co)itemporá- 
neos.  I.''  ser.:  "Amo  el  paisaje  desde  muy  niño.  No  olvido  nunca  mis 
largas  temporadas  pasadas  en  la  enfermería  de  un  colegio  de  jesuítas, 
desde  cuyas  ventanas  he  sentido  las  primeras  tristezas  estéticas,  vien- 
do en  los  crepúsculos  los  valies  apagados  y  las  cumbres  de  las  sie- 
rras aún  encendidas  de  sol.  Después,  á  los  diez  y  seis  ó  diez  y  ocho 
años,  sin  atender  las  voces  de  mi  alma,  me  casi  mezclé  en  la  compañía 
de  señoritos  insustanciales  ó  de  mozos  divertidos;  fui  estudiante  de 
leyes  en  \^alencia  y  Granada.  Pero  pronto  supe  que  no  servía  para  eso 
ni  era  mi  vocación.  Fui  reconcentrándome  en  mí  mismo,  escuchándo- 
me, y  comencé  á  saber  que  sentía  lo  que  antes  sentía  sin  saberlo.  Pa- 
sablemente yo  sería  pintor,  si  no  hubiera  muerto  el  maestro  Lorenzo 
Casanova...  Sin  barruntos  de  condiciones  para  la  música,  ha  sido  este 
arte  de  los  que  más  emociones  me  han  dado.  Oyendo  á  Kuhllik  me  han 
conmovido  celos  feroces.  A  los  diez  años,  cuando  ya  conocía  muchos 
autores  griegos  y  latinos  (traducidos,  pues  olvid'é  estas  lenguas)  y  ha- 
bía leído  á  nuestros  clásicos,  hice  un  volumen  de  artículos;  en  uno  de 
los  cuales  me  detuve  tanto,  que  me  salió  un  libro :  La  Mujer  de  Ojeda 
(1900).  ]\Iuchos  remordimientos  artísticos  me  cuesta.  Lo  escribí  li- 
vianam  nte.  Luego  he  visto  que  de  mis  líneas  postreras  he  podido  ex- 
traer la  verdadera  novela.  De  las  obras  anunciadas,  sólo  he  hecho  una 
mitad  de  Las  Cerezas  del  Cementerio  (mi  primera  novela)  (1910),  aun- 
que la  sepa  toda.  Hilván  de  escenas  (1901)  y  Del  vivir  (1903)  las  debo 


38  ÉPOCA   REGIONAL  Y  MODERNISTA   (188S-I907) 

á  dos  viajes  por  algunos  pueblos  de  esta  provincia.  La  región  leprosa 
la  visité  dos  veces...  Ocre,  apenas  comenzado,  renuncié  á  publicarlo;  no 
me  gus'.aba...  Al  empezar  un  libro  no  me  propongo  nada.  Quiero  ex- 
presar ideales.  Tendencias,  no  las  tengo  ni  las  inicio,  por  antiartísticas. 
Proceden  de  conveniencias  ó  de  teorías  profesadas  más  ó  menos  seria- 
mente; pero  ¿no  pudieran  estar  todos  completamente  equivocados?... 
Ansié  siempre  viajar.  Grecia  y  Atenas  han  sido  los  pueblos  en  que 
con  más  veneración  y  amor  he  pensado.  No  los  he  visto  nunca;  no  los 
visitaré.  La  idea  de  visitarlos  como  turista  me  ha  repugnado,  por  irres- 
petuosa... Detesto  piadosamente  á  los  escritores  pomposos,  fatuos  y 
brillantes.  No  me  arrepentiré  nunca  de  haber  fingido  sensibilidad.  Ya 
tengo  veintiséis  años.  Nunca  he  escrito  ni  verso  ni  una  comedia..," 
Esta  manera  de  escribir  dista  mucho  de  la  que  emplea  Miró  en  sus  li- 
bros, donde  la  naturalidad  y  llaneza  están  ausentes  y  han  tomado  su 
lugar  lo  rebuscado  y  artificiosamente  infantil.  Es  Miró  pesimista  de- 
cad'ente,  digamos,  en  los  asuntos  y  manera  de  tratarlos:  El  Abuelo  del 
rey  presenta  caracteres  tan  abúlicos,  que  dicen,  tan  fracasados,  tan 
sin  voluntad,  como  La  Voluntad,  de  A::orin,  y  no  lo  son  menos  las  de- 
más de  sus  novelas.  Desconsolada  manera  de  ver  á  la  raza  hispana,  que 
responde  en  parte  á  la  realidad  de  hoy  y  en  parte  la  exagera.  Es  de 
los  escritores  á  quienes  por  su  afeminada  educación  a  la  francesa  des- 
alentaron los  acontecimientos  de  1898.  Leída  una  de  sus  novelas  queda 
uno  desconsolado,  desmayado:  sale  de  ellas  un  vaho  de  desaliento 
maléfico  y  dañino.  Nuestros  escritores  decadentes  enflaquecen  la  fibra 
nacional,  en  vez  de  vigorizarla  y  alentarla.  Es  fruto  del  arte  literario 
francés,  que  ha  hecho  mucho  daño.  Los  personajes  de  El  Abuelo  del 
rey  no  tienen,  además,  realidad  ninguna;  son  muñecos  ideales  fragua- 
dos en  la  fantasía;  no  son  españoles,  ni  creo  que  de  ninguna  nación... 
¿No  es  hora  ya  de  volver  al  realismo  español  y  de  esperanzar  á  la 
raza,  dejándose  los  escritores  de  lloriqueos  y  de  idealismos  decadentes 
y  ñoños?  Los  más  así  lo  han  entendido;  Miró  sigue  atrasado,  llori- 
queando poéticamente.  Lástima  grande  en  tan  gran  poeta.  En  su  úl- 
tima obra,  Figuras  de  la  Pasión  del  Señor,  ya  no  se  nota  el  pesimismo; 
antes  bien,  un  aire  suave  de  sanidad  sopla  por  doquier.  Las  escenas 
evangélicas  en  tierras  de  Palestina,  caldeadas  por  el  sol  y  alumbradas 
tan  esplendorosamente,  son  asunto  muy  apropiado  para  que  IMiró  luzca 
su  rica  paleta  levantina,  que  chorrea  colores,  brillos  orientales  y  sua- 
vidades aromáticas.  La  vaguedad  en  el  tono  de  las  palabras  evangéli- 
cas, como  de  tan  remota  lengua  y  espíritu,  cuadra  al  justo  al  estilo  de 
Miró.  El  Rabí  Jesús  resulta  delicadamente  esbozado,  y  no  menos  los 
demás  personajes;  pero,  sobre  todo,  el  paisaje  toma  gran  relicA-e  mer- 
ced á  las  voces  propias,  á  los  epítetos  pintorescos  y  á  las  menucíencias 
en  que  se  entretiene.  Echa  mano  de  cuanto  pueda  impresionar  los  cin- 
co sentidos,  como  fino  impresionista;  así  que,  no  solamente  se  ven,  sino 
que  se  huelen,  se  gustan  y  se  tocan  las  cosas.  Es  un  poema  vago,  lírico- 
descriptivo,  en  prosa,  con  todos  los  matices  de  la  poesía.  Sin  embargo, 
nótase  al  punto  la  manera  decadente,  rebuscada  y  extrañamente  ex- 


S.  XX,  I9OI.  GABRIEL  MIRO  FERRER  39 

quisita  del  modernista  escritor.  Trasparentase  el  prurito  de  ser  origi- 
nal y  de  parecer  infantil  y  primitivo.  Ramón  María  Tenreiro,  La 
Lectura,  set,  1915:  "Gabriel  Miró...  caracterízase,  en  lo  interno,  por 
su  amarga  inclin?xión  á  historiar  caducidades  y  decadencias;  sus  hé- 
roes son  siempre  fracasados,  y  lo  que  de  ellos  se  nos  cuenta  son  sus 
pasos  cara  á  la  ruina.  El  mundo  es  como  un  molino  cruel,  en  cuya  tolva 
van  cayendo  los  más  selectos  y  exquisitos  espíritus...,  una  maquinaria, 
despiadada  y  estéril,  que  destruye  sólo  por  destruir.  Caracterizase  el 
arte  de  Miró,  en  lo  externo,  por  un  lenguaje  rico  en  vocablos;  lírico, 
sencillo,  altamente  emotivo,  florecicío  en  imágenes,  personal,  apartado, 
sin  escándalo,  de  las  tradicionales  formas  literarias;  imo  de  los  más 
insignes  instrumentos  expresivos  que  poseen  nuestras  letras  de  hoy. 
En  ambos  sentidos :  por  la  desconsolada  visión  del  imiverso  como  so- 
lar de  ruinas,  y  por  el  ansia  de  vigorizar  el  poder  emocional  de  las 
palabras,  huyendo  de  la  petrificación  que  deja  en  ellas  el  uso  de  los 
siglos,  Gabriel  Miró  es  el  Benjamín  de  la  generación  literaria  de  1898. 
Bien  patente  está  ello  en  las  páginas  de  El  Abuelo  del  rey...,  obra 
hermana  de  las  de  la  juventud  de  Azor'm  y  Baroja,  el  último  libro,  en 
orden  cronológico,  no  en  méritos,  de  la  memorable  serie  de  la  amarga 
literatura  del  desastre.  Enlaza  con  el  Azorin  de  La  Voluntad  por  la 
irónica  pintura  de  un  vulgar  ambiente  d;  pueblo,  en  el  que  languide- 
ce, falto  de  aire,  el  protagonista;  por  las  resignadas  y  tristes  figuras 
femeninas  que  pasan  por  el  libro,  sin  revelar  el  misterio  del  silencio. 
Enlaza  con  el  Baroja  de  Camino  de  perfección  y  de  Silvestre  Paradox 
por  el  desequilibrio  psicológico  de  sus  héroes,  dotados  de  grandes  cua- 
lidades, pero  incapaces  de  todo  perseverante  y  lógico  esfuerzo;  propios 
para  pudrirse  de  fastidio  en  el  panteón  de  un  casino  de  pueblo  ó  lan- 
zarse locamente  por  el  mundo  creando  y  derrocando  imperios.  El  secu- 
lar carácter  nacional,  tal  como  lo  definieron  los  hombres  de  1898  en 
sus  estudios  patrióticos...  El  escaso  asunto  es  lo  de  menos.  Lo  que  im- 
porta es  la  poesía  melancólica  que  envuelve  al  episodio  más  pequeño, 
la  suavidad  y  delicadeza  con  que  están  trazados  los  retratos  de  mujer, 
y,  sobre  todo,  el  carácter  personal  y  vivo  de  la  prosa  en  que  está  na- 
rrado el  libro,  sus  evocadoras  imágenes,  la  fuerza  emocional  que  cada 
frase  contiene,  por  la  cual,  acabada  la  lectura,  quedamos  por  mucho 
tiempo  impregnados  en  la  blanda  tristeza  del  espectáculo  de  la  cadu- 
cidad! y  perecimiento  de  tantas  cosas  que,  por  sus  virtudes,  debieran 
haber  sido  eternas."  ídem,  ibid.,  set.,  1918:  "Gabriel  Miró  es  el  último 
de  los  escritores  de  la  generación  del  98;  el  último  en  orden  á  la  edad, 
no  á  los  méritos.  Tiene  de  común  con  ellos  el  interés  por  las  vidas  os- 
curas, fracasadas,  inútiles;  por  los  estados  crepusculares  de  concien- 
cia, por  los  pueblos  semimuertos.  Además,  escribe  como  ellos  en  modo 
menor,  huyendo  por  sistema  de  los  esplendorosos,  amplios  y  sonoros 
párrafos  de  la  tradicional  elocuencia  castellana,  en  una  prosa  muy  per- 
sonal, muy  delicada,  muy  expresiva,  rica  en  vocablos  y  en  giros,  insu- 
perable para  encarnar  la  clase  de  emociones  que  el  autor  ha  querido 
verter  en  ella.  Sigüenza  es  como  un  hermano  menor  del  Antonio  Azo- 


40  ÉPOCA   REGIONAL  Y  MODERNISTA   (1888-I907) 

rín  de  la  primera  época  y  del  protagonista  barojiano  de  Camino  de 
perfección...  Un  héroe  romántico,  sin  fuerza  para  romper  las  innume- 
rables pequeñas  ligaduras  que  en  el  mundo  de  fuera  y  en  el  de  su 
débil  espíritu  le  prenden  á  una  vana  existencia  adocenada.  Yo  no  sé 
qué  nuevas  realidades  nos  traerán  tiempos  ya  próximos,  cuyos  pri- 
meros vagidos  á  estas  horas  suenan  en  nuestro  oído.  Mas  en  la  Es- 
paña de  la  Restauración  el  tipo  superior  nacional  fué  este  Sigüenza, 
este  Antonio  Azorín,  de  quienes  hemos  conocido  miles  de  encarnacio- 
nes en  la  oscura  languidez  de  las  salas  de  todos  los  casinos  de  pueblo; 
almas  semiparalíticas,  incapaces  de  acción,  pero  que,  desdeñosas  de 
la  miseria  que  las  rodea,  guardan  celosamente  un  ideal  de  gloria  en 
el  fondo  de  su  estéril  y  triste  vivir.  ¿No  será  tiempo  de  gritarles: 
¡Arriba  los  dormidos!?"  G.  Miró:  La  Mujer  de  Ojeda,  Alicante,  1901. 
Hilván  de  escenas,  1903.  Del  vivir,  1904.  La  Novela  de  mi  amigo, 
1908.  Las  Cerezas  del  cementerio,  1910-11.  El  Huerto  provinciano, 
1912.  El  Abuelo  del  rey,  1915.  Los  Amigos,  los  amantes  y  la  muerte, 
1915.  Dentro  del  cercado,  1916.  Figuras  de  la  Pasión  del  Señor, 
1916-1917,  2  vols.  El  Libro  de  Sigüenza,  1917.  El  Libro  de  amores, 
1917.  Consúltense:  Andrés  González  Blanco,  Los  Contemporáneos,  i." 
serie,  París;  J.  Cejador,  Valle-Inclán  y  Gabriel  Miró,  1919  (en  Nuevo 
Mundo,  abril). 

Acebal,  Huellas  de  almas,  proem, :  "Mi  confesión  de  ideal  estético, 
un  poco  frío,  sin  golpes  de  color,  nebuloso  y  opaco,  la  confesión  de 
ese  ideal  de  hombre  del  Norte  que  ha  de  trabajar,  sin  embargo,  para 
un  pueblo  meridional,  la  hallé  al  frente  de  Fierre  et  de  Jean,  no  obs- 
tante las  brillanteces  levantinas  que  impregnan  los  hermosos  libros  de 
Maupassant.  Estaba  allí  tan  clara,  tan  sencilla,  mi  confesión,  que,  al 
releerla  me  pareció  leer  uno  de  esos  manuales  de  examen  de  concien- 
cia, que  todo  nos  lo  dan  cocidito  y  amasado.  Con  traducir  bastó.  ¿  Era 
preciso  añadir  algo  á  esto?  El  novelista  que  transforma  la  verdad  bru- 
tal, desagradable,  para  conseguir  una  aventura  excepcional  y  seduc- 
tora, debe,  sin  cuidarse  demasiado  de  la  verosimilitud,  manejar  los  su- 
cesos á  su  antojo,  prepararlos  y  combinarlos  para  agradar  al  lector, 
conmoverle  ó  enternecerle...  Por  el  contrario,  el  novelista  que  pretende 
darnos  una  imaeen  exacta  de  la  vida  debe  evitar  con  cuidado  todo 
encadenamiento  de  sucesos  que  parezcan  excepcionales.  Su  fin  no  es 
contarnos  una  historia,  divertirnos  y  enternecernos,  sino  forzarnos  á 
pensar,  á  comprender  el  sentido  profundo  y  oculto  de  los  sucesos.  A 
fuerza  de  haber  visto  y  meditado,  mira  el  universo,  los  hechos  y  los 
hombres  de  un  cierto  -mocío  que  le  es  peculiar  y  que  resulta  del  con- 
junto de  observación.  Esta  visión  personal  del  mundo  es  la  que  in- 
tenta comunicarnos,  reproduciéndola  en  un  libro...  La  habilidad  de  su 
plan  no  consistía  en  la  emoción  ó  en  el  encanto,  en  un  principio  atrac- 
tivo, ó  en  una  catástrofe  conmovedora,  sino  en  el  agrupamiento  sagaz 
de  hechos  menudos,  de  donde  se  desprenda  el  sentido  definitivo  de  la 
obra...;  tales  son  los  hilos  sutiles,  casi  invisibles,  empleados  por  cier- 
tos artistas  modernos,  en  vez  del   cable  único  que  tenía  por  nombre 


S.  XX_,   1 90 1.   LUIS  ESTESO  4 1 

La  Intriga.  En  suma :  el  novelista  de  ayer  escogía  la  crisis  de  la  vida, 
los  estados  agitados  del  alma  y  del  corazón ;  el  novelista  de  hoy  escribe 
la  historia  del  corazón  y  del  alma  en  su  estado  normal."  Memento 
autobiográfico,  en  A.  Gonz.  Blanco.  Los  Contemporáneos,  i.^  serie: 
"Nací,  hace  muchísimos  años,  en  un  pueblo  costeño  del  Cantábrico. 
Recuerdo  mi  infancia  y  mi  adolescencia  como  dos  edades  tristes.  Fui 
un  infante  seriecito,  formalote  y  aplicado,  con  lo  cual  me  preparé  una 
juventud  sin  alegría.  Sólo  en  la  virilidad  me  percato  de  que  la  vida 
es  una  obra  nuestra,  una  novela  más  que  nosotros  hacemos,  algo  á 
nuestro  gusto,  algo  al  gusto  ajeno:  al  gusto  de  la  mujer  que  se  inter- 
pone. Yo  hallé  una.  Otra  mejor  no  pude  hallarla,  porque  es  el  equi- 
librio de  mis  sueños  de  poeta.  Soy,  naturalmente,  inclinado  á  la  vida 
plácida.  Esquivo  por  igual  á  la  burguesía  y  á  la  bohemia;  creo,  como 
Porto-Riche,  que  esta  última  es  la  forma  social  del  raté.  Tengo  una 
idea  turbia  de  haber  cursado  las  aulas  universitarias,  unas  aulas  sucias, 
polvorientas  y  embrutecedoras.  En  literatura  obtuve  la  honrosa  cali- 
ficación de  suspenso,  que  me  adjudicó  un  señor  que  llamaban  Moguel. 
Mi  vida  de  escritor  comenzó  en  periódicos  provincianos,  hasta  que 
Sánchez  Guerra  me  llevó  á  escribir  en  El  Español,  no  como  redactor, 
ni  de  plantilla,  sino  como  cronista.  Probé  mi  pluma  de  novelista  en  un 
concurso  de  Blanco  y  Negro,  y  en  vista  de  que  no  me  suspendieron, 
seguí  escribiendo.  Seguiré  escribiendo,  porque  sólo  escribiendo  vivo." 
Francisco  Acebal:  Huella  de  almas,  nov.,  Madrid,  1901.  Aires  de  mar, 
ídem,  1901.  De  buena  cepa,  id.,  1902.  De  mi  rincón,  id.,  1902.  Doloro- 
sa,  id.,  1904.  Cuentos.  El  Calvario,  nov.,  1905.  Nunca,  com.,  1905.  Re- 
belde, id.  A  la  moderna,  id.,  1914.  El  Amigo  Manso  (de  Galdós),  dra- 
ma, 1917. 

Luis  Esteso:  Madrid  Cómico,  1901.  El  Cantor  de  los  amores,  poe- 
mas, Villena,  1904.  Reír  que  alegra,  poesías,  1906.  La  Influencia  del 
tango,  entremés,  1907.  La  Pobre  Dolores,  saín.,  1907.  Diálogos  de  tea- 
tro, 1908,  1913,  1919.  La  Loca,  zarz.,  1908.  El  Asesinato  de  la  cupletista 
Ombligúete,  nov.,  1910.  Monólogos  excitantes,  1910.  Monólogos  pica- 
rescos, 1910,  1913.  La  Reata  humana,  alaridos  plebeyos  en  aleves  ro- 
mances, 191 1.  Chistes,  191 1.  Monólogos  picantes,  191 1.  Monólogos  ale- 
gres, 191 1,  El  Palacio  de  las  musas,  191 1.  Quince  romances  en  chufla, 
191 1,  1917,  3.*  ed.  Lecherías,  diálogos  y  monólogos,  191 1.  La  Bella 
Pendonccte,  nov.,  1911-12.  Cartas  para  todos,  1912.  Alaridos  eróticos, 
obras  completas,  1912.  Viaje  cómico  por  España,  1913.  Entremeses, 
1913.  Chascarrillos  y  epigramas,  1913.  Joselito  tiene  miedo,  1913.  La 
Vida  de  Belmente  y  algo  más,  1913.  Los  Caminos  del  amor,  poemas, 
1913.  Para  que  rían  las  mujeres,  1913,  1918.  Cartas  amorosas,  1913.  Ma- 
lagueñas y  cantares,  1913.  Rebuznos,  lecherías,  alegres  y  excitantes, 
50  monólogos  verdes,  1914.  El  Rival  de  Belmente,  1914.  Monólogos 
nuevos,  1914.  La  Vida  cachonda,  memorias  de  una  cupletista,  1914.  El 
Turbión  de  la  risa,  1914.  Para  que  rían  los  curas,  1914.  Consulta  gra- 
t^'^,  jug.,  1914.  El  Señor  catalán,  juguete  (con  Ignacio  Muñoz),  1915. 
Pancho  y  Mendrugo,  sain.,  1915.  La  Mujer  del  primo,  jug.,   1915.  Al 


42  ÉPOCA   REGIONAL  Y  MODERNISTA   (1888-I907) 

volver  de  las  capeas,  entr.,  1915.  Examen  de  chistes,  entr.,  1915.  Los 
Mejores  monólogos,  1916.  Conferencias  cursilonas.  Monomanía  to- 
rera y  la  Cateta.  1916,  Receta  para  casarse.  Los  Matones,  1917.  No  hay 
dicha  sin  amor,  1917.  Monólogos  picarescos,  1917.  La  Madre  Señora, 
sain.,  1917.  Una  conquista  militar,  entr.,  1917.  Nuevo  viaje  al  Parnaso, 

1917.  Oigan  las  mujeres  guapas,  1918.  Cartas   de    novias  y  amantes, 

1918.  El  Nieto  de  don  Quijote,  1918.  El  Pequeño  derecho,  1918.  Cartas 
amorosas  y  cartas  para  todos,  1918.  Cancionero  de  chistes,  1918.  No- 
velas picarescas.  Alaridos  eróticos,  Monólogos  escogidos,  1919.  Ani- 
males caseros,  1919.  Nuevas  cartas  amorosas,  1919.  Para  que  rían  las 
mujeres.  Los  Caminos  del  amor,   1919.   Teatro  ligero,  2.!"  ed.,   1919. 

160.  Año  igoi.  Carlos  Octavio  Bunge  (1874-1918),  ar- 
gentino, abogado,  catedrático  de  la  Universidad  de  Buenos  Ai- 
res, tradicionalista  y  aristócrata  por  carácter,  amplio  y  liberal 
en  ideas,  sociólogo  que  estudió  la  conciencia  de  la  educación, 
historiador  del  Derecho  de  su  tierra,  pensador  genial,  infa- 
tigable lector  y  trabajador  continuo,  mezcla  de  alemán  y  de 
español  en  sangre  y  espíritu,  pero  más  español  que  alemán 
en  ambas  cosas;  compositor  de  música,  crítico,  dramaturgo, 
novelista,  gran  conocedor  de  nuestra  literatura,  cuyo  espíri- 
tu de  la  época  clásica  se  había  apropiado  y  cuyo  casticismo 
fué  cada  día  en  él  creciendo.  Su  estilo  es  de  añeja  estirpe  caste- 
llana, trasparente  y  sencillo,  sobresaliendo  en  la  narración,  en 
la  cual  muéstrase  ameno,  movido,  suelto  y  elegante.  Fué  uno 
de  los  más  serios  literatos  y  escritores  americanos,  polígrafo  y 
muy  erudito  en  varias  disciplinas, 

Claudio  González  Rucavado  (n.  1882-),  de  Heredia  (Cos- 
ta Rica),  profesor  de  Derecho  en  el  Liceo  de  Costa  Rica  (1904- 
12),  diputado  (1912),  co fundador  del  Ateneo,  es  uno  de  los  me- 
jores escritores  y  novelistas  de  su  tierra,  de  tonalidad  regional 
en  el  pintar  de  las  costumbres,  en  el  empleo  del  idioma  y  en  el 
poner  de  manifiesto  el  espíritu  de  ciudadanos  y  campesinos. 
Hay  en  Escenas  costarricenses  "un  poema,  cuyo  protagonista, 
Quirco,  es  una  creación  llena  de  vigor  y  de  intensidad",  como 
escribió  Zorrilla  de  San  Martín. 

Manuel  Ugarte,  argentino  que  vive  en  París,  colaboró  en 
periódicos  madrileños  y  se  apropió  la  manera  francesa  y  el  es- 
tilo modernista ;  es  prosista  de  color  y  vida,  ligero  y  superficial ; 
ha  cultivado  el  cuento,  la  poesía,  la  crónica,  la  novela,  dándonos 
la  sensación  del  París  galante  y  liviano. 


S.  XX,  I9OI.  CARLOS  OCTAVIO  LUNGE  43 

161.  Andrés  González  Blanco,  Escritor,  repres.  de  América^ 
igiy,  pág.  219:  "La  Novela  de  la  sangre,...  como  una  epopeya  sar- 
cástica  de  aquella  época  terroríficamente  sanguinaria  (de  Rosasj.  Diré 
mejor:  más  que  novela,  es  resumen  elegante  y  ameno  de  históricos 
episodios,  con  el  aditamento  d'e  una  fabulación  no  muy  intrincada... 
Su  estilo  es  visiblemente  tacitiano.  Al  modo  de  Tácito  y  de  Carlyle, 
Bunge  escribe  en  un  estilo  cortado,  rudo  ó  ligero,  según  conviene,  y 
sobre  todo  resonante.  Por  medio  de  sabias  y  oportunas  aliteraciones, 
sus  periodos  toman  á  veces  la  forma  incisiva  y  enérgica  de  los  versos 
heroicos  y  homéricos."  Ern.  Quesada,  Nosotros,  191S  (jul.)  :  "Mezcla 
singular  de  atavismo  germánico  y  éuscaro,  criollo  hasta  la  medula  de 
los  huesos,  heleno  por  el  singular  refinamiento  de  sus  gustos,  erudito 
profundo  y  trabajador  infatigable,  "superhombre"  en  el  concepto 
nietzschiano,  en  cuanto  desenvolvió  su  existencia  con  absoluta  pres- 
cindencia  de  la  tiranía  hipócrita  del  "qué  dirán"  social :  Bunge  era  en 
realidad  un  soñador  con  ojos  despiertos,  que  andaba  siempre  pensa-- 
tivo  y  elevado,  y  discurría  fantásticamente  durmiendo  en  lo  que  pen- 
saba velando.  Tenía  cabal  conocimiento  y  plena  posesión  de  su  valer : 
seguro  de  sus  fuerzas,  exento  de  prejuicios,  dedicó  su  vida  al  estudio 
constante,  incansable  siempre  en  una  labor  cuasi  hercúlea;  nunca 
airado,  sino  risueño,  lleno  de  fe  y  placidez,  sin  envidias  ni  rencores, 
salió  con  lo  que  pretendía  y  realizó  el  ideal  de  su  existencia  tal  cual  se 
lo  puso  en  la  imaginación,  sin  que  jamás  le  erizara  los  cabellos  el  pen- 
sar en  el  aplauso  ó  la  crítica  de  los  demás...  No  concertaba  pactos  in- 
dignos coa  lo  que  consideraba  un  error,  y  no  temía  hacer  campo  uno 
solo  contra  todos,  y  estuvo  valiente  á  todos  los  asaltos.  Pero,  sea  en 
defensa  de  sus  propios  ideales  ó  en  lucha  con  los  ajenos,  si  bien  su 
palabra,  hablada  ó  escrita,  era  neta  y  enérgica,  sin  desfallecimientos 
ni  salvedades,  había  heredado  la  nobleza  con  la  sangre  y  jamás  des- 
cendió al  terreno  del  personalismo :  combatía  exclusivamente  por  ideas, 
y  la  persona  del  adversario,  sobre  todo  cuando  era  visiblemente  sin- 
cero, le  daba  derecho  riguroso  á  toda  su  consideración  y  respeto... 
Tenía  echada  en  su  vida  tan  hondas  raíces  la  conciencia  de  lo  sagrado 
de  la  producción  intelectual,  que  consideraba  á  ésta  como  un  culto, 
con  sus  ritos  y  sus  dogmas:  era  un  cuasi  iluminado,  un  místico,  un  be- 
nedictino laico.  No  comprendía  cómo  otros  podían  en  esto  obrar  con 
indiferencia,  pues  para  él  era  un  bien  donde  se  encierran  todos  los 
bienes;  ni  vadeando  un  piélago  profundo  alcanzaba  á  entender  la  sin- 
gular elasticidad  de  aquellos  retóricos  de  la  decadencia,  de  quienes  el 
satírico  latino  ha  dicho  que  eran  maestros  eximios  en  exponer  con 
igual  eficacia  el  pro  y  el  contra  de  todas  las  cosas.  Bunge  se  erguía 
todo  entero  y  le  centelleaban  los  ojos  cuando  de  tal  cosa  se  hablaba, 
y  manifestaba  sin  ambages,  en  términos  que  hacían  escocer  las  orejas, 
su  desdén  profundo  por  la  producción  careciente  de  sinceridad.  Esta 
cualidad  era,  á  sus  ojos,  la  más  esencial  y  típica  de  toda  obra...  Como 
todo  hombre  consciente  de  su  propio  valer,  era  bueno,  fundamental- 
mente bueno,  porque  no  le  hacía  sombra  nadie  y  creía  á  macha  mar-- 


44  ÉPOCA  REGIONAL  Y  MODERNISTA  (1888-I907) 

tillo  que  había  lugar  para  todos  á  la  luz  del  sol:  su  exterioridad  algo 
brusca  á  veces,  y  su  incorregible  sinceridad,  que  le  impedía  d'isimular 
sus  impresiones  ó  fingir  lo  que  no  está  en  el  ánimo,  posiblemente  le 
conciliaron  poca  benevolencia  en  algunos  ó  aun  le  atrajeron  la  ani- 
mosidad de  otros,  quienes  lo  proclamaron  orgulloso  ó  malo...  Prefirió 
la  triple  modesta  semioscuridad  del  tribunal,  de  la  cátedra  y  del  libro, 
que  tienen  sólo  un  círculo  limitado  de  personas  como  auditorio  ó  apre- 
ciadores." Man.  Gálvez,  Nosotros  (1918,  jul.)  :  "De  los  cuatro  abue- 
los de  Octavio,  tres  eran  argentinos,  y  uno,  el  de  su  apellido,  belga, 
el  cual  desempeñó  durante  muchos  años  el  cargo  de  encargado  de  Ne- 
gocios de  los  Países  Bajos  en  Buenos  Aires...  Por  su  espíritu,  Oc- 
tavio era  profundamente  latino.  Amaba  á  España  y  á  su  arte  y  á  su 
literatura.  En  el  Ateneo  Hispanoamericano  pronunció  una  conferen- 
cia del  más  sincero  españolismo...  Nuestra  América  es,  sin  disputa, 
un  libro  genial.  Hay  en  sus  páginas  ciertas  observaciones  de  una  rara 
novedad,  de  una  penetración  profunda.  Su  valer  fué  reconocido  en 
la  época  de  aparición...  Su  voluntad  para  el  trabajo  era  única.  No  he 
conocido  nada  comparable.  Ha  muerto  á  los  cuarenta  y  tres  años,  de- 
jando veintidós  tomos...  En  diciembre,  hallándose  en  mi  casa,  aseguró 
que  se  confesaría,  y  no  sé  si  fué  en  ese  mismo  día  ó  una  ó  dos  sema- 
nas después,  que  afirmó  no  haber  nunca  dejado  de  creer.  Solía  decir 
que  todas  las  noches,  antes  de  dormirse,  rezó  siempre  un  Avemaria  y 
varios  meses  antes  de  morir  confesó  que  también  rezaba  el  Credo... 
Un  mes  antes  de  morir,  y  sin  que  nadie  se  lo  pidiera,  hizo  llamar  á 
monseñor  Terrero,  pariente  suyo,  y  quien  le  preparó,  hacía  treinta  y 
cinco  años,  más  ó  menos,  para  la  primera  comunión.  En  la  segunda  vi- 
sita de  Terrero,  se  confesó  y  comulgó.  El  acto  de  recibir  los  santos  Sa- 
cramentos fué  un  espectáculo  emocionante  y  de  una  augusta  solem- 
nidad... Durante  un  mes,  desde  el  día  que  habló  con  monseñor  Te- 
rrero, sus  palabras,  su  actitud,  sus  sentimientos,  fueron  los  de  un  ad- 
mirable cristiano.  Había  una  gran  bondad  en  todo  lo  que  decía.  Es- 
peraba la  muerte  con  absoluta  resignación,  sin  temor  ni  protesta... 
Los  postreros  días  del  maestro  que  escribió  Nuestra  América  y  El 
Derecho,  fueron  dignos  de  sus  libros.  Fueron  dignos  de  su  alto  es- 
píritu y  de  su  sano  y  fuerte  cerebro."  C.  O.  Bunge :  El  Federalismo 
argentino  (tesis),  Buenos  Aires,  1897.  El  Espíritu  de  la  educación, 
ibid,  1901 ;  Madrid,  1902  (con  título  de  La  Educación),  1903  (3  vols.,  con 
título  de  Principios  de  Psicología  individual  y  social)  ;  Buenos  Aires, 
1907;  Valencia,  1909.  Nuestra  América,  ensayo  de  psicología  social, 
Barcelona,  1903;  Buenos  Aires,  1905,  1911  (4.^  ed.).  Principios  de 
psicología  individual  y  social  (extractado  de  La  Educación),  Madrid, 
1903.  Xarcas  Silenciario,  nov.,  Barcelona,  1903.  Educación  de  la  m,u- 
jer,  ibid.,  1904.  La  Novela  de  la  sangre,  Buenos  Aires,  1904;  Valencia 
(1904)  1907;  Madrid,  1913.  Teoría  del  Derecho,  Buenos  Aires,  1905, 
1907  (con  título  de  El  Derecho),  1909,  1915-16,  2  vols.  Thespis,  no- 
velitas  y  cuentos,  Buenos  Aires,  1907.  Los  Colegas,  dr.,  1908  (en 
Nosotros) ;  Buenos  Aires,   1909.   Viaje  a  través  de  la  estirpe  y  otras 


S.   XX,    I9OI.  MANUEL  UGARTE  43 

narraciones,  ibid.,  1908,  191 1,  Historia  del  Derecho  Argentino,  2  vo- 
lúmenes, ibid.,  1912-13.  El  Derecho  en  la  literatura  gauchesca,  disc.^ 
Í913.  Vicente  G.  Quesada,  1914.  Obras  completas  preparadas,  de  ellas 
antes  publicadas :  Estudios  filosóficos,  Estudios  pedagógicos  (2  vols.), 
Draynas  (2  vols.);  inéditas:  Los  Envenenados,  noy.)  El  Capitán  Pérez,. 
narraciones  vulgares  (2  vols.).  La  Sirena,  narraciones  fantásticas  (2  vo- 
lúmenes). El  Sabio  y  la  horca,  narraciones  ejemplares  (2  vols.) ;  Versos 
Sarmiento,  Memorias  autobiográficas.  Consúltese:  Nosotros  (núm,  ex- 
traordinario, julio,  1918). 

C.  González  Rucavado:  El  Hijo  de  un  Gamonal,  nov.,  1901.  Esce- 
nas costarricenses,  nov.,  1906,  1907,  1913.  De  Ayer,  cuentos,  1907.  £»- 
sayos  sobre  Moral  y  Política,  191 1.  Egoísmo,  nov.,   1914. 

Romerto   F.  Giusti,  Nuestros  poetas  jóv.,   1912,  pág.   124:  "Poeta- 
muy  simpático  es  Manuel  ügarte.  Este  convencido  creyente  en  la  mi- 
sión social  de  la  literatura,  idea  á  cuya  defensa  ha  consagrado  gran 
parte  de  sus  escritos,  es,  por  contradicción  no  rara,  cuando  escribe, 
uno   de  los   literatos   menos  trascendentales   que   darse   puedan.   Ahí 
están  para  atestiguarlo  sus  novelas,  ó  lo  que  sean,  y  sus  versos.  Este 
soñador,  con  ribetes  de   sociólogo,  de  un  futuro  mejor,  es  en  poesía 
sobre  todo  un  galante  madrigalista,  y  acaso  nada  más  que  eso.  En  vano 
ha  intentado  hacer  resonar  en  sus  versos  las  protestas  y  los  ensue- 
ños del  pueblo.  Su  musa  no  conoce  el  acento  de  la  rebelión;  se  siente 
á  sus  anchas  en  los  salones,  no  en  las  barricadas.  Más  que  para  dis- 
parar tiros  á  los  burgueses,  Ugarte  ha  nacido  para  ofrecer  flores  á  las 
damas;  más  que  para  vomitar  la  injuria  que  latiguea,  para  susurrar 
el  requiebro  que  acaricia.  Razones  estas  de  su  triunfo  en  el  madrigal. 
Es  inútil  que  le  declare  á  su  marquesa  que  no  lo  fascina  al  referirle 
las  aventuras  de  sus  ascendientes  las  que  pecaron  en  Versalles  y  mu- 
rieron en  el  cadalso.  ¡  Oh,  también  ellas  leían   á  Rousseau,  de  quien 
él  se  ampara,  y  sin  embargo  pecaban  lo  mismo,  á  despecho  de  las 
virtudes  domésticas   de  Julia.  La  marquesa,  si  era  despierta,  le  ha- 
brá contestado  de  seguro:  "En  Versalles,  amigo  mío,  usted  hubiera 
"sido    mi    abate."    Bueno;    estamos;    un    abate   madrigalista    del    si- 
glo xviiij  lleno  de  lecturas  filantrópicas,  caído  en  el  bulevar  en  pleno 
siglo  XX.  Eso  es  Manuel  Ugarte.  No  ha  escrito  muchos  versos,  y  en- 
tre los  mismos  que  ha  escrito  ha  escogido  con  bastante  cuidado  los  de 
su  único  libro.  Vendimias  juveniles  (1907).  En  la  graciosa  "Dedica- 
toria á  la  primavera"  de  que  los  ha  precedido,  Ugarte,  al  damos  una 
feliz  caracterización  de  su  obra,  nos  advierte :  "Son  en  realidad  los 
"primeros  y  probablemente  los  últimos  versos  que  publico.   Con  ellos 
"mato  mi  primera  juventud,  y  echo  la  llave  á  los  cuentos  imposibles. 
"Porque  estas  vendimias  juveniles  no  marcan  en  mi  vida  literaria  más 
"que  un  intermedio  de  la  acción,  un  á  cote.  En  los  tiempos  de  lucha 
"por  que  atravesamos,  el  hombre  se  debe  casi  más  á  la  justicia  y  á 
"la  verdad,  que  al  ensueño  y  á  la  belleza.  Su  arma  es  la  prosa  fle- 
"xible  y  ágil..."  ¿No  ven  ustedes?  El  abate,  sintiendo  escrúpulos  de 
haber  escrito  versos  en  los  abanicos,  quiere  volver  á  sus  disertacio- 


46  ÉPOCA  REGIONAL  Y  MODERNISTA  (1888-I907) 

nes  sobre  la  desigualdad  del  género  humano.  Recuerdo  ahora  que  al- 
guna vez  lo  reprendí  á  ligarte  — ¡y  hasta  en  latín! —  de  semejante 
declaración.  Puede  diarnos  otro  ó  cote,  que  no  se  lo  reprocharemos. 
Se  leen  siempre  con  deleite  tales  versos  de  primavera,  claros,  frescos, 
ligeramente  tiernos,  amablemente  ingeniosos,  que  tienen  el  frivolo  en- 
canto de  la  espuma  ó  el  encaje."  Andrés  González  Blanco,  Hist.  nov., 
pág.  872 :  "Manuel  Ugarte,  espíritu  alto  y  vigoroso,  con  talento  robus- 
to de  sociólogo,  fantasía  de  creador  artístico  y  rebusca  inquieta  de  un 
estilo  propio  y  seguro."  Amadeo  Almada,  Vidas  y  obras,  1912,  pági- 
na 140:  "Escritor  y  novelista...,  prosista  vigoroso...,  elegante,  narrador 
admirable  y  observador  delicado  y  sutil  de  todos  los  múltiples  ma- 
tices de  pasión  y  sentimiento  que  caracterizan  el  alma  trabajada  y 
compleja  de  las  modernas  sociedades...  En  cuanto  al  estilo,  es  claro, 
fluido  y  elegante ;  en  cuanto  al  lenguaje,  es  rico  en  imágenes,  muchas 
de  ellas  originales  y  casi  todas  apropiadas."  Man,  Ugarte :  Paisajes 
parisienses,  París,  1901.  Cuentos  de  la  Pampa,  ibid.,  1902.  Crónicas  del 
bulevar,  ibid.,  1903.  La  Novela  de  las  horas  y  de  los  días,  ibid.,  1903. 
Visiones  de  España,  Valencia,  1904.  El  Arte  y  la  democracia,  ibid., 
1905.  Las  Mujeres  de  París,  1905.  La  Joven  literatura  hispanoameri- 
cana, antología,  París,  1906,  1912.  Vendimias  juveniles,  poesías,  ibid„ 
1907.  Las  Nuevas  tendencias  literarias.  Valencia,  1909.  Los  Estudian- 
tes de  París,  Barcelona,  1911.  El  Porvenir  de  la  América  latiría,  la 
ra:a,  etc.,  Valencia,  1911.  Tarde  de  Otoño,  sinfonía  sentimental,  cuen- 
tos. Burbujas  de  la  vida.  América  Latina  para  los  latinoamericanos, 
conferencia,  Lima,  1913.  Una  Carta  sensacional  al  Presidente  de  los 
Estados  Unidos,  ibid.,  1913.  El  Porvenir  de  la  América  Latina,  Mé- 
jico, 1918.  En  Esp.  Mod.:  Dos  Sonetos  (1900,  jul.).  Sol  de  saugre  (1901, 
julio).  La  Cautiva  (1903,  maxo). 

163.  Año  1901.  Joaquín  López  Barbadillo^  de  Sanlúcar  de 
Barrameda,  redactor  de  El  Imparcial,  croniquefo  ameno  é  ingenioso, 
crítico  de  toros  autorizado  y  chispeante;  pero  se  ciñó  después  á  edi- 
tar y  traducir  las  obras  eróticas  y  verdes  más  celebradas.  El  Fin  del 
mundo,  juguete,  1901.  Camino  de  flores,  zarzuela,  1907.  El  Mirlo,  en- 
tremés (con  Dióg.  Ferrand),  1908.  Comedia  del  Herrador,  de  Pedro 
Aretino,  trad.,  1908.  Romance  pastoril,  com.,  1908.  El  Traje  de  Ve- 
nus, com.  (con  A.  Custodio),  1909.  Piel  de  oso,  nov.  escénica  (con  A. 
Custodio),  1909.  La  Danza  de  la  muerte,  (con  id.),  1911.  El  Hongo 
de  Pérez,  juguete  cómico  (con  Antonio  F.  Lepina),  1911.  La  Perra 
gorda,  jug.  (con  id.),  1912.  Los  Caprichosos  diálogos  del  divino  Pe- 
dro Aretino,  trad.,  3  vols.,  Madrid,  1914.  Cancionero  de  amor  y  de 
risa,  recogido  por...,  Madrid,  1917.  Nicolás  Chorier,  La  Academia  de 
las  damas  llamada  "Sátira  sotádica  de  Luisa  Sigeá",  trad.,  1917.  Al- 
fredo de  Musset,  Gamiani  ó  dos  noches  de  pasión,  1918.  La  Tercera 
Celestina,  tragedia  de  Lisandro  y  Roselia,  1918.  Las  Delicias  de  los 
(Césares,  trad,  1919.  El  Culto  secreto  de  las  matronas  romanas,  1919. 
Pedro  Jara  Carrillo  (n.  1876-),  de  Alcantarilla  (Murcia),  redac- 


S.   XX,    I9OI.  JENARO  garcía  47 

tor  de  El  Correo  de  Murcia  (1902),  director  de  El  Liberal  de  la  misma 
ciudad,  fué  poeta  laureado  en  Murcia  (1907)  y  en  otros  muchos  cer- 
támenes; compuso  acabados  sonetos,  hermosos  y  castizos  cuentos  y 
algunas  obras  teatrales.  Siemprevivas,  versos,  Murcia,  1901.  Relátn- 
pagos.  Gérmenes,  cuentos  y  versos,  pról.  de  Rueda,  ibid.,  1903.  Co- 
cuyos. El  Libro  de  las  canciones,  ibid.,  1910.  Besos  del  sol,  ibid., 
1912.  Palabras  y  cuentos  viejos,  ibid.,  1918. 

Leónidas  N.  Yerovi  (1881-1917),  peruano,  poeta  festivo  y  humo- 
rístico, comediógrafo  y  periodista,  de  los  escritores  más  genuinamen- 
te  nacionales  por  su  chispa  criolla,  su  sentido  de  lo  cómico  y  su  vena 
regocijada;  en  verso,  ágil,  travieso  y  alado,  mariposea  sacando  de 
cualquier  tema  algo  burlesco.  Escribió  mucho  en  periódicos  y  revis- 
tas, sobre  todo  en  La  Prensa,  con  seud.  El  joven  X.  La  de  cuatro 
mil,  comedia  de  costumbres  (1904).  Salsa  roja.  Álbum  Lima,  Domingo 
siete,  saínetes  y  zarzuelas.  La  Gente  loca,  comedia  estrenadla  en  Bue- 
nos Aires.  Inéditas  y  picarescas  son  las  comedias  La  Casa  de  tantos 
y  La  Pícara  suerte.  Murió  trágicamente,  asesinado  por  un  desconocido 
en  una  reyerta,  frente  á  las  puertas  de  La  Prensa.  "Olvida  delibera- 
damente las  melodías  aprendidas  á  Rubén",  para  retozar  en  disloca- 
cios  versos.  Su  facilidad  para  el  saínete,  para  la  copla  leve,  es  prodi- 
giosa... continúa  la  vena  de  Caviedes,  de  Fuentes,  de  Ricardo  Palma". 
(Vent.  García  Calderón.) 

Ramón  de  Godoy  y  Sala  (1867-1917),  coruñés,  colaborador  de  Vidd 
Nueva  (1902)  y  La  Correspondencia  (1903),  robusto  y  armoniso  poe- 
ta, publicó  Aspiraciones,  poemas,  Madrid,  1901.  El  Eterno  burlador, 
drama,  1915.  La  Tirona,  dr.  (con  López  Alarcón),  1915.  En  el  cami- 
no, com.  1917.  Los  Jácaros,  comedia  premiada  por  el  Ayuntamiento 
(con  José  Ignacio  Alberti),  1917.  El  Viaje  entretenido.  La  Canción 
sin  esperanza,  com.  (con  Navarro).  La  Quimera,  dr.  (con  López  Alar- 
cón). 

Jaime  Fitzmaurice-Kelly,  inglés,  profesor  de  literatura  caste- 
llana en  Londres,  gran  hispanista,  publicó  The  Ufe  of  Miguel  de  Cer- 
vantes, Londres,  1892;  ó  Miguel  de  Cervantes  Saavedra,  a  metnoir, 
Oxford,  1913;  traducción  española,  1917.  Don  Quixote,  trad.  inglesa 
íie  Shelton,  con  introducciones,  4  vols.,  Londres,  1896.  Historia  de  la 
Literatura  española,  trad.  por  A.  Bonilla,  Madrid,  1901,  1913,  1916, 
1919.  Chapters  on  Spanish  literature,  Londres,  1908.  Lecciones  de  Li- 
teratura Española,  traducción  por  Diego  Mendoza,  Madrid,  1910.  Bi- 
hliographie  de  l'hisfoire  de  la  littcrature  cspagnole,  París,  1913.  The 
Oxford  Book  of  Spanish  verse,  Oxford,  1913.  Editó  las  obras  de  Cer- 
vantes y  publicó  en  revistas  artículos  muy  celebradlos. 

Jenaro  García,  mejicano,  díirector  del  Museo  Nacional,  muy  erudito, 
publicó  Carácter  de  la  conquista  española  en  América...,  según  los  tex- 
tos de  los  historiadores  primitivos,  Méjico,  1901.  Dos  antiguas  rela- 
ciones de  la  Florida,  ibid.,  1902.  Documentos  inéditos  ó  muy  raros 
para  la  historia  de  México  (con  Carlos  Pere3'ra),  36  vols.,  ibid.,  1902- 
05-11.  Porfirio  Días,  ibid.,  1906.  Don  Juan  de  Palafox  y  Mendoza,  su 


48  ÉPOCA   REGIONAL  Y  MODERNISTA   (1888-IO07) 

virreinato  en  Nueva  España,  ibid.,  1906.  Leona  Vicario,  heroína  in- 
surgente, ibid.,  1910.  Documentos  históricos  mexicanos,  obra  conme- 
morativa del  primer  centenario  de  la  Independencia,  6  vols.,  ibid., 
19 10.  Los  Periódicos  insurgentes,  reprod.  facsimile.  Crónica  oficial 
de  las  fiestas  del  primer  centenario  de  la  Independencia,  ibid.,  1911. 
Documentos  inéditos  del  siglo  xvi  para  la  historia  de  México,  ibid., 
1914. 

163.  Año  ipoi.  Academia  de  la  Historia,  fundada  en  Bogotá,  1901. 
Ha  editado:  Los  Comuneros.  Recopilación  historial.  Relaciones  de 
mando.  Certas  de  Caldas,  por  E.  Posada.  Obra  de  Caldas,  por  id.  El 
Tribuno  de  1810,  por  A.  León  Gómez,  La  Convención  de  Ocaña,  por 
J.  J.  Guerra.  Cronología  de  Colombia  (en  preparación).  Vida  de 
José  I  de  Múrqiiez,  por  C.  Cuervo  Márquez,  3  vols.  Páginas  de  Histor. 
Diplomática,  por  Francisco  J.  Urrutia.  Francisco  de  Miranda,  por 
Robertson,  traducción  de  D.  Mendoza.  Epistolario  de  Rufino  Cuer- 
vo, por  L,  A.  Cuervo  (en  prepar.),  Archivo  Santander,  18  vols.  (con- 
tinuará). 

Isidoro  Aguilar  publicó  La  Tarjeta,  comedia,  ,1901.  La  Cuarta 
plana,  pasatiempo  novelesco,  Irún,  1909.  Anhelos  y  rutinas,   iiovelas, 
IQ14. — ^Aurelio  Aguirre  publicó  Poesías  selectas,    Coruña,     1901. — 
José  Aguirre  Acha  (1875-),  boliviano,  cónsul  en  New-York,  publicó 
De  los  Andes  al  Amazonas,  historia  (1901),  y  es  autor  de  los  saínetes 
La  Lira  y  la  Vara  y  La  Capital  disputada,  y  del  monólogo  El  Centi- 
nela de  Riosinho. — Roberto  Alarcón  Lobos^  por  seud.    Galo-Pando, 
Cuquin,   De  Brik,   chileno,   pintor  de   escenas   nacionales  que  revela 
buenos  conocimientos   folklóricos  ó  demosóficos,   retratando  el  habla 
y  natural  dicharachero    y    alegre  de  los  rotos,   escribió  en   Comedia 
Humana,  en  el  género  jocoserio,  humorístico,  con  gracia  fina  y  natu- 
ral, y  publicó  La  Fruta  prohibida,  nov.,  Santiago,  1901.  Horas  festivas 
de  un  hombre  grave,  cuentos  nacionales,  anécd.,  epigr.,  etc.,  1902,    3  vo- 
lúmenes. Gente  alegre,  cuentos,  ibid.,  1912.  Bilbao  y  su  tiempo,  1913. — 
R.  Albornoz  publicó  Por  Electro...,  novela,    Barcelona,     1901. — Ál- 
bum de  Javier,  recuerdo  de  la  inauguración  de  la  iglesia  elevada  en 
honor  de  S.  F.  Javier,  Madrid,  1901. — La  Vida  de  Alburquerque  (vi- 
lla), Badajoz,   1901.  —  Antonio  Miguel  Alcover  y  Beltrán  (1875- 
191 5),  de  Sagua  (Cuba),  publicó  El  Periodismo    en    Sagua,  Habana, 
(1901,  191  i).  Bayamo,  1902.  Historia  de  la  villa  de  Sagua,  ibid.,  1905. 
La  Rep-ública  de  Nicaragua,  Guatemala,  1910.  Los  Libros  de  produc- 
ción latinoamericano,    Habana,    191 1. — Enrique    Allende    Ríos,    mé- 
dico chileno,  publicó  Amor,  copas  y  sangre,  nov.,  Santiago.   1901.  El 
Subterráneo    del    crucificado,  ibid.,   1906. — Federico  Andrés  y   Sal- 
vador Gisbert  publicaron  Leyendas  y  tradiciones  turolenses,  Teruel, 
ic^oi. — Jesús    Aramburu    publicó    Corleaduras    y    Pavones    (1901). — 
Orestes  Araujo  (1854-1916),  de  Menorca,  que  vivió  en  Montevideo 
dado  á  la  educación  popular  según  la  reforma  de  José  Pedro  Várela, 
inspector,  cated'rático  de  la  Universidad,  director  de  la  Escuela  Ñor- 


S.    XX,    1 90 1.    ÁNGEL    CARNEVALI    MONREAL  49 

mal,  publicó  Diccionario  geográfico  del  Uruguay,  Montevideo,  1901, 
1912,  3  vols.  Nuestro  país,  cuadros  descriptivos  por  autores  naciona~ 
les  y  extranjeros.  La  Batalla  de  Sarandí,  foll.  Dicción,  pop.  de  His- 
toria de  la  Rep.  Or.  del  Uruguay,  Montevideo,  3  vols.,  1903.  Histoiia 
compend.  de  la  civilización  uruguaya,  2  vols.,  ib  id.,  1907.  Nueva  His- 
toria del  Uruguay,  2  vols.,  ibid.,  1909.  Geografía  económ.  d^l  Uru- 
guay, ibid.,  1910.  Historia  de  los  charrúas,  Barcelona,  191 1. — Juan 
E.  Arcia  (n.  1864?),  venezolano,  poeta  de  corrección  preciosa  y  cier- 
to color  muy  marcado  de  idealidad.  Su  mejor  poesía.  La  Canción  de 
la  bruma,  y  su  mejor  obra  poemática,  Sangre  del  Trópico.  Hizo  tra- 
ducciones, que  publicó  en  periód.cos,  y  dos  discursos  en  la  Academia. 
Vestigios,  poes.  orig.  y  trad.,  Caracas,  1901.  Sangre  del  Trópico,  poe- 
ma, ibid.,  1904.  Almas  en  ruina,  poema,  ibid.,  1907.  Discurso  en  el 
ceíitenario  de  Fermín  Toro  (mediano),  1907. — Manuel  Areu  estre- 
nó Episodios  de  la  vida  de  un  actor,  gloria  y  miseria,  boc.  dram.,  Ha- 
bana, 1901. — Serafín  Arroyo  y  Fernández  publicó  Un  Crimen  venga- 
do drama,  1901. — Arte  y  Letras,  rev.,  Madrid,  1901. — Joaquín  Báguena 
Y  Lacárcel  (n.  1866-),  murciano,  publicó  Aledo,  su  descripción  é  historia; 
Madrid,  1901. — Bardos  cubanos  antología,  Boston,  1901. — Basurto  :  El 
Arzobispado  de  Méjico,  ibid.,  1901. — Daniel  Eerjano  Escobar  publicó 
Poetas  placentinos  contemporáneos  de  Lope  de  Vega,  Cáceres,  1901.— 
Bibliografía  Española,  rev.  gen.  de  la  Librería,  Madrid,  desde  1901  obra 
útilísima,  aunque  deficiente. — Pascu.-\l  Boronat  y  Barrachina  publicó 
Los  Moriscos  españoles  y  su  expulsión.  Valencia,  1901,  2  vols.  El  Beato 
Juan  de  Ribera  y  el  R.  Colegio  de  Corpus  Christi,  ibid.,  1904. — Joa- 
quín Bravo  Rial  publicó  Titania,  poema  bárbaro,  Madrid,  1901.  Olínt- 
pida,  poema,  1902. — Juan  de  la  Brete,  chileno,  publicó  Mi  tío  y  mi 
cura,  nov.,  Santiago,  1901.  Regina  de  Lavalle,  ibid.,  1901. — José  Car- 
los Bruna,  malagueño,  autor  de  novelas,  obras  dramáticas  y  poesías, 
director  de  El  Fvlletín,  de  Málaga,  publicó  La  Virgen  de  carne,  Má- 
laga, 1901.  Cantares  del  campamento,  ibid.,  1909.  Cincuenta  canta- 
res de  la  guerra,  ibid.,  1914-15. — Joaquín  Buitrago  y  Hernándb-z 
publicó  Las  Ordenes  religiosas  y  los  religiosos,  estudio  jurídico 
sobre  su  existencia  legal  y  capacidad  civil  en  España,  Madrid,  iqui. 
— Juan  Esteban  Caicedo,  colombiano,  publicó  la  novela  Julia,  de  cos- 
tumbres de  Tolima,  1901. — Jerónimo  de  la  Cal,  poeta  y  periodiistíi 
de  Jaén,  publicó  Cantares,  Jaén,  1901. — Cantos  de  la  montaña...,  ar- 
monizados por  el  M.  Rafael  Calleja,  Madrid,  1909.  El  Statu  quo, 
sain.,  1914. — José  María  Campo  y  García  publicó  Narraciones  lor- 
quin-as,  tradiciones  y  leyendas,  Lorca,  looi. — José  de  Campos  publi- 
có Ella,  novela,  Madrid,  1901.  Ilusión,  ibid.,  1902.  Represalias,  1906. 
Lo  que  el  dinero  no  compra,  zarz.,  1909.  Un  caso  extraordinario, 
1910.  —  Agustín  Cannobio  G.,  chileno,  publicó  Refranes  cIiiLv.os, 
Santiago,  1901. — Cantos  de  la  Moníaña,  canciones  popidares  de  San- 
tander, Madrid,  1901. — Andrés  P.  Car;  em\l  publicó  Oro  y  barro, 
¿cuentos?,  Bilbao,  K  01.  — ■  Ángel  Carnevali  Monreal  (n.  1858?-), 
venezolano,  publicó  Bolivita  en  El  Correo  de  Aragua  (La  Victoria, 


5o  ÉPOCA   REGIONAL  Y  MODERNISTA   (1888-IO07) 

1901),  novclita  corta  de  espíritu  criollo,  muy  sincera  y  realista,  na- 
tural, de  bien  delineados  caracteres.  Es  orador  tribunicio,  ad.más, 
vehemente,  pomposo  y  sonante,  periodista  y  escritor  amigo  de  nues- 
tros clásicos.  Publicó  también  dos  discursos  apologéticos  del  general 
Antonio  José  de  Sucre,  otro  sobre  el  poeta  Pcrcz  Bonalde,  otro  soi.re 
el  Libertador,  que  dicen  por  allá,  y  varios  de  política,  siendo  presidente 
del  Congreso,  y  varios  folletos  de  política  y  polémica  ardiente.  Escri- 
tor de  buen  gusto,  de  fantasía  y  muy  correcto.  Imita  en  el  estilo  á 
Montalvo.  Lástima  que  no  se  dedique  más  á  obras  literarias. — José 
María  Carre  publicó  De  Castilleda,  novela,  Madrid,  1901. — Pablo 
Cases  estrenó  Aguanieve,  monólogo,  1900.  La  Huelga,  drama  social, 
1901.  El  Número  XIII,  1902.  Emigrantes,  1905.  El  Cristo  de  la  Luz, 
zarz.,  1910. — Catálogo  de  documentos  del  Archivo  de  Indias  en  Se- 
villa, referentes  á  la  historia  de  la  Rep.  Argentina  (1514-1810),  Bue- 
nos Aires,  1901,  3  vols. — José  M.  Collantes  (n.  1877-),  de  San  Cris- 
tóbal (Cuba),  abogado  y  periodista  en  Santander  (1902),  publicó  Re- 
jas y  pálidas,  Habana,  1901.  Un  vucltabajero  ilustre,  conf.,  iro2.  Ju- 
lián de  Casal. — Juan  Luis  Cordero,  poeta  ecuatoriano,  publicó  Eró- 
ticas, poesías,  Cáceres,  1909.  Mi  patria  y  mi  dama,  poesías,  Barcelo- 
na (1913).  Cosas  de  la  vida,  Madrid,  1917.  En  Esp.  Mod.-.  poesía  á 
Olegario  V.  Andrade  (1901,  jun.). — Isidoro  Corzo  y  Príncipe,  ma- 
drileño, publicó  Cervera  y  su  escuadra,  Habana,  1901.  El  Bloqueo  de 
la  Habana,  1905.  Mi  proceso,  1905.  La  Locura  de  Maupassant,  inji. 
Entre  sorbo  y  sorbo,  novelas,  1914. — Armando  Chirveches  (n.  1880-), 
boliviano,  hizo  primero  poesías  modernistas,  más  bien  parnasianas: 
después,  novelas  regionales.  Lili.,  La  Paz,  1901.  Cantos  de  Primavera. 
Noche  estiva,  1904.  Celeste,  nov.,  1905.  La  Candidatura  de  Rojas, 
ídem,  1908.  Casa  solariega,  id.,  1917. — Diógenes  Decoud  publicó  Atlán- 
tida,  estiidio  de  historia  americana,  B.  Aires,  1901  (2.^  ed.). — José  De- 
leito y  Piñuela  (n.  1879-),  madrileño,  catedrático  de  la  Universidad  d^e 
Valencia,  sagaz  crítico  en  La  Lectura,  desde  1906,  escribió  prosas  y 
versos  en  periódicos  desde  los  doce  de  su  edad.  Publicó  La  Sociedad 
española  en  tiempo  de  Felipe  IV,  iqoi-2  (en  Rev.  Contemp.).  La  Mu- 
jer moderna  no  existe,  diisc,  Valencia,  1908.  La  Tristeza  de  la  lite- 
ratura contemporánea,  Madrid,  191 1.  Fernando  VII  en  Valencia  el 
año  1814,  ibid.,  191 1.  El  Aislamiento  de  España  en  el  pasado  y  en  el 
presente,  conf.,  Valencia,  1915.  Historia  universal,  resumen  por  E.  La- 
visse,  trad.,  Madrid,  1916.  La  Vida  y  las  doctrinas  de  Sócrates  (traduc. 
de  Memorias,  Apología  y  El  Banquete,  de  Jenofonte),  Valencia,  1918. 
La  Enseñanza  de  la  Historia  en  la  Universidad  esp.,  disc,  Valencia, 
1918.  La  Emigración  política  en  España  durante  el  reinado  de  Fer- 
nando VII,  disc,  1919:  con  este  título  prepara  una  obra  lata,  además, 
unas  Lecturas  americanas,  de  critica. — El  Desastre  nacional  y  los  ti- 
cios  de  nuestras  instituciones  militares,  por  Efeele,  Madrid,  1901. — 
Francisco  Díaz  Silveira^  habanero,  publicó  Fugitivas,  poesías.  Ha- 
bana, 1901. — Domingo  Diez,  presbítero,  publicó  Escala  del  pulpito,  ó 
sea  colección  de  sermones  para  todas  las  dominicas  y  festividades  del 


S.    XX,    190 1.    JUSTO    GARCÍA    SORIAXO  5l 

año,    Madrid,   1901. — Manuel    Domínguez^  paraguayo,  abogado,    vice- 
pres-dv;nte  de  la  República,  historiador  y  escritor  d.is.tinguido,  publicó 
Estudio  sobre  '•'La  Atiántida  '  del  doctor  Diógenes  Decoud,  Asunción, 
1901.  El  Algodón...  en  el  Paraguay,  ibid.,   1903.  La  Sierra  dj  Ij,  Pla- 
ta^ primeros  pasos  de  la  Conquista,  ibid.,  1904.  La  Constitución  del  Pa- 
raguay, ibid.,  1909.  2  vols.  EL  Alma  de  la  raza,  ibid.,  1914.  Paraguay. 
Bolivia.  Cuestión  de  límites.  El  Derecho  de  descubrir  y  conquistar  el 
Paraguay  ó  Río  de  la  Plata.  Ruina  de  la  segunda  tesis  boliviana,  2.^ 
conf.,  ibid.,  1918. — Mariano  Domínguez  Berrueta  (n.  1873-),  de  Sala- 
manca, catedrático  de  Ciencias  íisicoquimicas  de  los  Institutos  de  Cuen- 
ca y  León,  redactor  de  El  Lábaro  (1901)  y  colaborador  de  la  Rev.  Con- 
temporánea (1897-99),  novelista  regional  salmantino,  alabado  d¿  Pereda 
*'por  el  amor  que  siente  á  la  tierra  nativa,  por  lo  certero  de  la  mirada 
con  que  descubre  su  lado  pintoresco,  así  como  el  de  sus  habitantes,  y  por 
la  soltura  y  verdad  con  que  traslada  sus  impresiones  al  lienzo,  madera 
de  los  buenos  pintores  de  costumbres  regionales".  Publicó  Crónicas  del 
campo  (ios  dos  cuentos  El  Carro  y  El  Misterioso),  Salamanca,   icoi. 
V  aldejimena,  cuento  novelesco  y  de  costumbres,  ibid.,   1908-1909.  Por 
los  suelos,  com.,    1909.   Tierra  salamanquina.  Semblanzas  ¿a.amanqui- 
nas.  El  P.  Manovel  y  El  Conde  de  Francos,  biografías.  Historias  de 
don   Qaijote,   Burgos,   1913. — Luis  Doreste  publicó  Primeras  estro- 
fas, Madrid,  1901. — Fenelon  Eguino  publicó  El  Manchay-Puitv  {Nu- 
bes de  tempestad),  áv.,  B.  Airts,   1901.  Ragas  biográficos  del  docor 
José  M.   Escalier,   discurso,   1904. — Abelardo   Farrés   (f    1906),   ma- 
tancero,  publicó   Guajiras,  Habana,    1901. — Enrique   Fernández   Gu- 
tiérrez,  colaborador   de  Madrid   Cómico,  Misceláneas    (1900),     etc., 
estrenó  La  Modelo,  diálogo  (con  E,  Gómez  Gereda),   1901.  La  An.i- 
gua  Roma,  sonetos,  1903. — Jesús  Fernández  González  publicó  Prosa 
de  la  vida,  Orense,   1901.  Senda  de  am,:.rgura,  nov.   (1911). — LÁ  aro 
Floro  publicó  De  Valencia  á  Cádiz,  apuntes  de  mi  cartera,  Valer.cia, 
1901. — Esteban  Foncueva  (n.   i88i-),  habanero,  poeta  de  la  tristeza, 
publicó  Penas  y  alegrías.  Habana,   1901.  Melancolías,  1902,  Sentimen- 
tales,  1903.  Horas  de  olvido,  1907.  Quimeras,  1910.  Laurel,   191 1.  La 
Huérfana,  mon.,   1912.  El  Cancionero  cubano,  por  un  Guajiro  de  la 
Habana  (décimas    originales),    191 5.    Victoria   de  las   Tunis,    1916.» — ■ 
María  Gabriela  (seud.),  publicó  Mi  libro ^  miscelánea  en  pro^a  y  zer- 
so,  México  (s.  XX). — Rafael  Galváx  y  Candela,  colaborador  de  El 
Descanso  Dominical  (1903),  estrenó  Gonzalito,  monólogo,   1901.  Leso 
de  unión,  comedia  (con  E.   G.  del  Castillo),    1904. — Eduardo  García 
publicó    Versos  viejos    (con    G.    Ou;ja:'a),    Sevilla,    1901. — JUA.v   Pío 
García  y  Pérez  publicó  Indicador  de  varias  crónicas  religiosas  y  mi- 
litares de  España,  Madrid.   1901. — Justo  García  Soriano  (n.   1884-), 
de   Orihuela,   redactor   de  El  Parlamentario   (1914-15),   publicó   Espe- 
ranza, poema,  Orihuela,  looi.  Orihuela  diirai'.e  la  guerra  de  la  Inde- 
pendencia,  1908  (en  La  Hiieta).  El  Colegio   de  Predicaiores  y  la 
Universidad  de  Orihuela,  Murcia,  1908.  El  Humanista  Francisco  Cas- 
cales,  su  vida  y  su  obra,  Madrid,   1918-19  (está  saliendo  en  Rev.  de 


52  ÉPOCA   REGIONAL  Y   MODERNISTA   ( 1 888- 1  (JO/) 

Filosofía  y  Letras  y  aparte. — Miguel  García  y  Teijeiro  publicó 
Sor  Ana  María  de  la  Concepción,  Luarca,  18S4.  Casa-solar  de  Villa- 
mil,  Barcelona,  1898.  El  Patronato  de  Barres,  Ribadeo,  1899.  Monu- 
mentos niegalíticos  de  Porcia,  Lugo,  1900.  Apuntes  históricos  de  Fi- 
gueras  de  Asturias,  t.  I,  Lugo,  1903.  Notas  descriptivo-arqueológicas 
de  la  Catedral  de  Lugo,  ibid.,  1905.  Hijos  ilustres  del  Occidente  de 
Asturias,  2  vols.,  ibid.,  1906.  Lugo,  ibid.,  1906.  Tol  y  su  convenio,  Ma- 
drid, 1907.  Alzamiento  del  principado  de  Asturias  en  1808  y  memo- 
rias del  regimiento  de  Infantería  de  Castropol,  Castropol,  1908.  Ri- 
badeo, Lugo,  1914.  Castroverde,  Lugoi,  1918. — Vulgaridades,  diccio- 
nario cómico  satirio  o,  por  Manolita  Gázqucz  y  el  Abogado  Ache,  Al- 
mería, 190 1. — Ernesto  Gisbert  y  Ballesteros  publicó  Historia  de 
Orihuela,  ibid.,  1901-1903,  3  vols. — L.  Gómez  Solano  publicó  Perfiles 
sociales,  Sevilla,  1901. — Román  Gómez  Villafranca,  archivero,  cola- 
borador del  Nuevo  Diario  de  Badajoz  (1902),  publicó  Historia  y  bi- 
bliografía de  la  Prensa  de  Badajoz,  ibid.,  1901,  Extremadura  en  la 
guerra  de  la  Independencia,  ibid.,  190S-09. — El  padre  Vicente  Gó- 
mez Bravo,  jesuíta,  publicó  Noche-Buena  en  familia,  poesías  y  diálo- 
gos, Madrid,  1901.  Tesoro  poético  castellano  de  los  siglos  xii  á  xv, 
191  i.  Tesoro  poético  castellano  del  siglo  xix,  Madrid,  1902,  6  vols. — 
Luisa  González  Téllez  y  Ruiz_,  de  Villaclara  (Cuba),  publicó  Flores 
secas,  Cartagena,  1901. — Matías  González  Lafuente  publicó  Guzmán 
el  Bueno,  dechado  de  regeneradores,  Madrid,  1901. — Mario  Graells 
DE  Ramos  publicó  Secretario  galante  y  consejero  de  enamorados, 
Barcelona,  1901. — Eernando  G.  y  Grave  de  Peralta,  cubano,  publi- 
có La  Toma  de  Tunas,  canto,  Gibara,  1901.  Tiempos  preJ¡istó,icos  de 
Cuba,  1903.  Sarina,  cuento,  Puerto  Padre,  1909. — Ángel  D.  Guerra 
publicó  Bocetos,  Zamora,  1901. — Juan  Héctor  Picabia  publicó  La 
Leyenda  andaluza,  cuentos  y  crónicas,  Sevilla,  1901.  La  Mano  del 
doctor  X,  Madrid,  1914. — León  Ichaso  (n.  1869-),  de  Durango,  pe- 
riodista y  profesor  en  Cuba,  adonde  fué  en  1896,  publicó  Desde  el 
alma,  Habana,  1901.  Notas  y  vibraciones,  artíc.  crít.,  191 1.  Los  Abu- 
rridos, com.  El  Am,or  libre,  dr.  La  Escuela  del  periodismo,  dr.  (con 
Manuel  Pinos,  1905).  La  Real  moza,  zarz.  (con  Julián  Sanz,  19 10). 
El  Cacique,  id.  (con  id.,  1909).  La  Flor  del  camino,  dr.  (con  id.,  1914). 
Amar  á  ciegas,  com.  (con  id.,  1914).  La  Reina  de  los  cantares.  El  Co- 
meta de  Halley,  Tragedia  feliz,  Premio  y  castigo.  Día  de  recibo  (todas 
piezas  teatrales,  con  id.).  Rosalba,  com.,  1916  (con  J.  Sanz). — Tomás 
Lama  publicó  Colección  de  artículos  sobre  la  batalla  de  Ayacucho, 
Lima,  1901. — Tristán  Larios  estrenó  Coplas  y  vino,  pieza  andaluza, 
1901  (mús.  de  Serrano). — Fernando  José  de  Larra  y  Larr\  (n.  1882-), 
madrileño,  estrenó  Los  Dos  charlatanes  (1901).  ¿Cuál  de  las  dos?  El 
Secreto  (1902).  El  Lunes  de  Carnaval  (1908).  Invocación  á  Shake- 
speare (1910). — La  Lectura,  revista,  dirigida  por  Erancisco  Acebal, 
Madrid,  desde  1901  (continúa). — Serapio  Liso  y  Estrada,  presbítero,, 
publicó  Leyenda  de  Nuestra  Señora  de  Valverde,  Madrid.  1901. — Er- 
nestina A.  López  publicó  ¿Existe  una  literatura  americana?  B.  Aires, 


S.   XX,    I9OI.    FR.   JERÓNIMO   MONTES 


53 


1901. — Juan  José  López  Serrano,  colaborador  de  Los  Madriles  (1903), 
publicó  L'n  Libro  más,  cuentos,  Valladolid,  1901.  Fábulas  p.na  un  Rey, 
ibid,  1902. — Carlos  de  Luque  estrenó  La  Noche  de  boda,  entremés 
(ccn  J.  Cuesta  Villaseca),  Má  aga,  1901. — Ricardo  Luque  y  Fernán- 
dez publicó  Peripecias,  juguete  cómico.  Jerez,  1901. — José  Marco  é 
Hidalgo,  de  Villalengua  (Zaragoza),  ya  fallecido,  Registrador  de  la 
propiedad  en  Alcaraz,  escribió  la  historia  de  esta  ciudad,  premiada  por 
la  Academia  de  la  Historia,  en  cuya  Biblioteca  se  conserva,  y  descu- 
brió documentos  sobre  doña  Oliva  Sabuco  ci'e  Nantes.  Doñi  OH:  a  de 
Sabuco  no  fué  escritora  1903  (Revista  de  Archivos,  tomo  VK,  1-13). 
Biografía  de  doña  Oliva  de  Sabuco,  Madridl,  1900.  —  Fernando  L, 
Marcos,  matancero,  publicó  Vibraciones,  poesías,  Matanzas,  1901. 
El  Gladiador,  poema,  1906.  —  Fray  Plácido  María  del  Pilar,  car- 
melita descalzo,  publicó  Aromas  del  Ciármelo.  Floredllas  del  Car- 
melo, Madrid,  1901.  Y  otras  obras  piadosas. — Rafael  Marot,  director 
de  Madrid  Satírico,  estrenó  ¿Se  lo  doy?,  monólogo,  1901, — Pedro  Pa- 
blo Martín  publicó  Adelina,  nov.  hist.  Habana,  1901,  1903. — José 
Luciano  Martínez,  montevideano,  abogado  y  militar,  teniente  coro- 
nel (1916),  escribió  artículos  y  biografías  militares,  y  sobre  todo  la 
vida  militar  d'e  los  generales  Enrique  y  Gregorio  Castro  (1901). 
Hombres  y  batallas,  Madrid,  1912.  Teniente  general  Lorenzo  Batlle, 
1918. — Juan  Martínez  Liso  publicó  La  Virgen  de  la  Llana  y  el  cau- 
tivo de  Peroniel,  leyenda...,  Madrid,  1901. — Joaquín  Mas  y  Guindal 
publicó  Memorándum  de  sinonimias,  procedencias,  nombres  científi- 
cos y  vidgares  de  los  productos  químicos,  vegetales  ó  animales...  de 
aplicación  á  la  Farmacia,  Madrid,  1901. — Juan  Cancio  de  Mena,  funda- 
dor, con  J.  Nombela,  de  El  País  Vasconavarro  (1870),  estrenó  Casa 
de  dormir,  juguete,  1901.  El  Testamento  de  don  Sisebuto,  1901.  Un 
hijo  de  Sínger,  1901.  El  Ama  de  huéspedes,  1901.  Para  medicina,  un 
palo,  1904.  El  Monaguillo  de  Guadalupe  (con  C.  Guerrero),  i'"04. 
Agencia  matrimonial,  zarz.,  1907. — Méndez  Alvarez  estrenó  B  ndera 
blanca,  zarz.,  1901. — Luís  G.  de  Mendoza  publicó  Cyrano  de  B:rgerac, 
novela,  Barcelona  (1901). — José  Menéndez  Agusty  (1875-1901),  ma- 
drileño, por  seud.  Tyagiis,  director  varias  veces  de  El  País,  colaborador 
de  Vida  Galante,  publicó  La  Hija  de  don  Quijote,  novela,  Barcelona, 
1901.  Las  Ligas  de  Juanita,  1903.  El  Cazador  de  doncellas,  1903.  La 
Viuda  inconsolable,  1903.  Marín  de  Abreda,  1905. — Fernando  Mira- 
LLEs  Meseguer,  presbítero,  publicó  Tortosa  y  su  comarca,  geografía, 
historia...,  Tortosa,  1901.  Tortosa  y  sus  arrabales,  1901. — IManuel 
Miranda  y  Marrón  publicó  La  Reconquista  de  Sevilla,  canto  épico, 
Méjico,  1901. — Fray  Jerónimo  Montes  (n.  1865-),  de  Matanza  (León), 
agustino,  entendido  penalista,  publicó  La  Justicia  humana,  nov.,  Ma- 
drid, 1901.  Estudios  fisonómicos  de  antiguos  escritores  españoles  en 
relación  con  el  tipo  criminal  de  la  escuela  antropológica,  Madrid, 
1904.  El  Alma  de  don  Quijote,  nov..  Mndr'd.  1904,  191 1.  E^  Destino, 
recuerdos  de  la  guerra,  2  vols.,  nov.,  ibid.,  1904,  191 1.  El  Desastre 
nacional,  ibid,   1904.  Estudios  de  antiguos  escritores  españoles  sobre 


54  ÉPOCA   REGIONAL  Y  MODERNISTA   (188S-I907) 

los  agentes  del  delito,  ibid.,  1907.  Precursores  de  la  ciencia  penal  en 
España,  ibid.,  1911.  Derecho  penal  español,  Madrid,  1917,  2  vols.  En 
Ciudad  de  Dios:  El  Japón  y  los  jaj  oncscs  ddcritos  por  los  españoles 
del  siglo  .vvj  (LXVI),  y  otros  artículos. — Vidal  Morales  y  Mora- 
les (1848-1904),  cubano,  publicó  Iniciadores  y  primeros  mártires  de 
la  Revolución  cubana.  Habana,  1901.  Nociones  de  Historia  de  Cu- 
ba, 1903,  1906.— Silvestre  Moreno  (n.  1837-),  de  Orizaba  (Méjico), 
escribió  estudios  literarios  y  biográficos,  que  se  publicaron  en  Obras, 
t.  I.  Opúsculos\'arios,  México,  1901  (t.  XXXII  de  la  Bibl.  Autor. 
Mexic).  La  Crítica  literaria  en  México,  Orizaba,  1908. — Pedro 
J.  Naon,  poeta  argentino,  ya  fallecido  en  plena  mocedad,  cinceló  pa- 
cientemente sus  estrofas  de  versos  largos,  modernistas;  fué  paisajista 
miniaturista  de  álbumes  y  publicó  Siemprevivas,  1894.  Eglaatinas,  1901. 
Trovas  breves,  1909.  Marfiles  (inéd.). — Adolfo  Navarrete,  de  la 
Armada,  a'irector  de  La  Vida  Marítima  (1902),  colaborador  del  Mundo 
Naval  (1897-99).  ■^^^-  Gen.  de  Marina  (1898),  publicó  Historia 
marítima  militar  de  España,  Madrid,  1901,  1907,  2.'  ed.,  aumentada 
(1492-1700). — Eloy  Navarro  Tar^^zona  publicó  Lecciones  de  Histo- 
ria primitiva,  Zaragoza,  1901. — Novelas  cortas  de  varios  autores,  t.  I, 
de  José  Joaquín  Pesado,  Ignacio  Rodríguez  Galván.  J.  M.  Lafragua, 
J.  R.  Pacheco,  M.  Navarro,  etc..  México,  1901 ;  t.  II,  de  Félix  M. 
Escalante,  Ramón  de  la  Sierra,  M.  Treio,  Eufemio  Romero.  Luciano 
Muñoz,  Miguel  Martel,  etc.,  1901.  —  Nuestro  Tiempo,  reiista  men- 
sual, Madrid',  d=sde  igor  feo  tinúa).  —  Rafael  Ochoa^  asturiano,  es- 
cribió Poesías,  Segovia,  1901,  póst. — Orlos  Luis  Olmedo_,  revistero 
taurino,  por  seud.  Farolillo,  en  El  Noticiero  Sevillano  (1898,  etc.), 
estrenó  ¡A  los  toros  de  Sevilla!,  saínete^  1901.  Los  Arrepentidos,  co- 
media, 1901.  Maldición  gitana  (con  Greg.  Escolar),  1902,  1903. — Da- 
niel Ortiz  (-j-  1903),  montañés,  por  seud.  Doys  y  S.  O.  Elidan,  re- 
dactor en  Barcelona  de  La  Publicidad  (1887-905),  fundador  de  El 
Busilis  (1884),  colaborador  de  Barcelona  Cómica  (1895-96),  El  Gato 
Negro  (1898),  publicó  Chirigotas,  Barcelona,  1901.  Chirigotas  y  epi- 
gramas, 1902. — Tomás  Orts-Ramos,  escritor  taurino,  por  seud.  El  Niño 
de  Dios,  colaborador  de  La  Lidia,  publicó  La  Alegría  de  amar,  Bar- 
celona, 1901.  Confusiones  de  mujeres,  1904.  Eróticos  y  sentimentales, 
1905. — Antonio  Osete  y  Férez_,  poeta  murciano,  premiado  en  Juegos 
florales,  colaborador  de  La  Ilustr.  Esp.,  publicó  Flores  de  octubre, 
Murcia,  1901.  Los  Huertanos,  zarzuela,  1905.  Aires  de  la  sierra,  zar- 
zuela, 1909.  El  Poder  de  la  ilusión,  nov.,  1909.  La  Crus  de  Mayo, 
zarzuela,  1909.  Casa  prohibida,  191 1.  La  Bola  de  Mariquita,  jug.,  1912. 
Lo  Bello  y  lo  útil,  1912.  La  Cola  de  la  marquesita,  jug.,  1912.  En 
Tranvía,  cuentos  dramáticos,  1913.  Contra  la  corriente,  poesías,  1914. 
— José  Otero  y  Gómi?z  (-j-  1910),  español,  publicó  Filosofía  moral, 
aforismos,  proverbios,  pensamientos,  escogidos  de  autores  ilustres. 
Habana,  1901.  Opiniones  sobre  el  libro  Filosofía  moral,  1909. — Eede- 
Eico  Pastor  y  Lluis^  publicó  Narraciones  tortosinas,  páginas  de  His- 
toria y  Biografía,  Tortosa,  1901. — Fray  Elvirq  J.  Pérez^  agustino,  pu- 


S.   XX,    I9OI,  JOSÉ  M.^  RUANO  Y  CORBO  55 

blicó  Catálogo  biobibliográfico  de  los  religiosos  agustinos  de  la  pro- 
vincia del  Santísimo  Nombre  de  Jesiis  de  Filipinas,  Manila,  1901. — 
Francisco  Pérez  Fuentes,  cubano,  canciller  en  Barcelona,  por  seu- 
dónimo Saint  Louis,  publicó  Leyendas  sentimentales,  Gibara,  1901  (en 
prosa).  Elegías  en  prosa,  Barcelona,  1905.  —  Andrés  Piles  Ibars 
publicó  Valencia  árabe,  ibid,  1901.  —  Adolfo  Pons  ümbert  (na- 
ció 1873-),  barcelonés,  colaborador  de  periódicos,  publicó  Cánovas, 
Madrid,  1901.  Vagando,  ibid.  1903.  —  Pedro  Portillo,  coronel  pe- 
ruano, publicó  Las  Montañas  de  Ayacucho...,  Lima,  1901.  —  Miguel 
Portóles,  redactor  del  Diario  Universal  (1903),  estrenó  ¡Me  gustan 
todas!,  juguete,  1901.  La  Tentación,  1909.  La  del  alba  seria,  entr.,  1918. 
— Eduardo  Posada,  bogotano,  investigador  histórico,  publicó  con  Pe- 
dro María  Ibánez:  La  Patria  Boba,  Bogotá,  1901.  El  Precursor,  ibid,, 
1903.  Vida  de  Herrón,  capitidos  para  una  historia  de  Bogotá,  ibid., 
1905.  De  por  si :  Narraciones,  ibid.,  1906.  Peregrinación  de  Omega, 
ibid.,  1908.  Discursos  y  conferencias,  París,  1908.  El  20  de  julio,  Bo- 
gotá, 1914.  Biografía  de  Córdova,  ibid.,  1914.  La  Imprenta  en  Santa 
Fe  de  Bogotá  en  el  siglo  xviii,  Bogotá-Madrid,  1917.  Bibliografía 
Bogotana,  t.  I,  Bogotá,  1917;  t.  II,  en  preparación.  Apostillas  á  la 
Historia  Colombiana,  Madrid,  1918. — Razón  y  Fé,  revista  de  los  pa- 
dres de  la  Compañía  de  Jesús,  Madrid,  desde  1901.  índice  de  los 
quince  tomos  de  1906  á  1911,  Madrid,  1913. — César  Real  y  Rodrí- 
guez, residente  en  Salamanca,  estrenó  Un  Hombre  corrido,  saínete, 
Salamanca,  1901.  Frivolidades,  ib:d.,  1902. — Diego  B.  Regidor,  publi- 
có Melancolías,  versos,  Cáceres,  1901. — Revista  Española  de  Litera- 
tura, Historia  y  Arte,  dirigida  por  Emilio  Cotarelo,  1901. — Orlando 
Ribero,  montevideano,  publicó  Recuerdos  de  Paysandú,  apuntes  his- 
tóricos (1864-65),  iQOí.  Azares,  episodios  de  la  guerra  civil. — Fray  José 
Rodríguez  de  Prada,  agustino,  publicó  Memorias  de  un  prisionero  du- 
rante la  revolución  filipina,  Madrid,  1901.  —  El  Romancero  esjañol, 
poema  regenerador  con  introducción  y  epílogos  simbólicos...,  Gijón, 
1901. — Bernabé  Romeo  y  Belloc,  publicó  Patria  con  honra,  origen  de 
las  palabras  castellanas,  Madrid,  1901.  Patria  con  honra,  origen  de  las 
lenguas,  leyes,  usos  y  costumbres  españolas,  1902. — Águila  Antonio 
Ro.<;ales,  de  Sagua  (Cuba),  publicó  Apuntes  para  la  historia  de  las  le- 
tras villaclareñas,  1901  (Cuba  y  América).  Siluetas  políiico-^ociales, 
Sagua,  1901.  Idilio  y  tragedia,  nov.,  ibid.,  1903.  El  Salto  atrás,  jug. 
— Jerónimo  Roselló,  publicó  Ramón  LuU,  obras  y  textos  orijinales 
con  notas  y  variantes,  Palma  de  Mallorca,  1501-1903,  3  vo'úmenes. 
— Fray  Agustín  Roulin,  francés,  benedictino  de  Silos,  publicó  L'An- 
cien  trésor  de  l'abbaye  de  Silos,  París,  iroi. — José  María  Ruano  y 
CoRBO  (n.  1870-),  salmantino,  catedrático  (1902)  de  los  Institutos  de 
Santiago  y  Badajoz  (1915),  publicó  El  Alma,  est.  metaf.,  1901.  Estu- 
dio de  la  Poesía  dramática  en  el  teatro  Ayala,  Consuelo,  1902.  La 
Fe,  la  Patria  y  el  amor  en  el  Q'uijote,  1905.  San  Francisco  de  Asís 
como  poeta,  1909.  Palmes  apologista,  1910.  Estudio  bibliográfico  de 
las  obras  de  Santa  Teresa,  1914.  Albores  de  la  vida,  lecturas,  1915, 


56  ÉPOCA   REGIONAL  Y   MODERNISTA   (1888-T907) 

1917,  1919.  Preceptiva  literaria,  1917.  Historia  general  de  la  Litera- 
tura, 1918  (4.'  ed.).  Obtuvo  la  flor  natural  en  los  Juegos  florales  de 
Ciudad  Rodrigo  con  una  poesía.  Ha  publicado  ya  de  las  Obras  del 
padre  Estanislao  de  la  Virgen  del  Carmen,  su  hermano,  2  vols. — Jaimb 
Salvador  estrenó  La  Conquista  del  vizconde,  zarz.,  1901. — Eugenio 
SÁNCHEZ  DE  Fuentes  y  Peláez  (n.  1865-),  de  Puerto  Rico,  publicó  El 
Primo  Basilio,  dr..  Habana,  1901.  Matrimonios  modernistas,  com., 
1909.  Cnha  monumental,  1916. — Fray  Bertoldo  Ignacio  de  Santa  Ana, 
carmelita,  publicó  Vida  de  la  madre  Ana  de  Jesús,  coadjutora  de  Santa 
Teresa  en  la  reforma  del  Carmelo  y  fundadora  de  la  Orden  en  Francia 
y  en  Bélgica,  Burgos,  1^01,  2  vols. — Emilio  Santacana  y  Men-ayas 
publicó  Antiguo  y  moderno  AIgcciras,  ibid..  iqoí. —  Juan  Sieiro,  pu- 
blicó en  Esp.  Mod.  (1501,  marzo)  El  Panentheismo. — Eugexio  Sierra 
estrenó  El  Código  penal,  zarzuela  (con  J.  Abati),  1901. — Siluetas  con- 
temporáneas, por  varios,  Mad.id,  1901. — Fedro  Socci  y  Marcos  Gon- 
zález Caballero,  Memorias  históricas  de  la  ciudad  de  Arcos  de  la 
Frontera,  ibid.,  1901.  —  -Sociedad  de  autores  dramáticos  y  maestros 
compositores,  para  la  defen-a  de  sus  derechos  y  administración  de 
sus  obras  se  formó  este  año  de  1901  por  Sinesio  Delgado,  promove- 
dor de  ella,  con  Ramos  Carrión,  Vital  Aza,  López  Silva,  Selles,  Ar- 
niches,  Sierra,  Francos  Rodríguez,  hermanos  Quinteros,  Chapí,  Val- 
verde  y  Torrcgrosa.  Cada  año  sale  un  Almanaque  compuesto  por  los 
dramáticos  de  la  sociedad. — Francisco  de  Asís  Soler  (f  1903),  falle- 
cido joven,  fundador  en  Barcelona  de  la  revista  artística  Luz  y  en 
Madrid  de  Arte  joven,  redactor  jefe  de  La  Música  Ilustrada,  compuso 
Carne,  boceto  dramático,  Madrid  (1901).  El  Hogar  frío,  id.,  1902. — 
B.  Tavera  Agosta,  de  Ciudiad  Bolívar  (Venezuela),  publicó  allí  Amazo- 
nas, memoria  de  igoo-igoi.  Impresiones  y  recuerdos,  poesías.  Apun- 
te; i'Ora  la  Historia,  Revolución  de  ipo2-ipos.  En  el  Sur  (dialectos 
indígenas  de  Venezuela),  1907.  El  Libro  de  mi  Alba,  Cartagena,  1908, 
La  Monarquía  Colombiana,  Ciudad  Bolívar,  1912.  A  Través  de  la 
Historia  de  Venezuela,  1913.  Anales  de  Guayana,  t.  I,  1914. — Benigno 
Teijeiro  Martínez  publicó  Gallegos  ilustres  en  América  durante  el 
descubrimiento  y  conquista.  Buenos  Aires,  icoi. — Eduardo  Tejerina 
Gat/.arra,  colaborador  de  Pluma  y  Lápiz  (1902),  publicó  Primaverales, 
poesías,  Valladolid,  1901.  Juan  José,  el  explorador,  aprop.,  1917. — El 
Duque  de  Tetuán  publicó  Responsabilidades  del  desastre  colonial,  Ma- 
drid, 1901.  Apuntes  del  ex  Ministro  de  Estado...,  1902,  2  vols. — Al- 
berto J.  DE  Thous  Moncho,  director  en  Badajoz  de  El  Águila  Ex- 
tremeña (1899),  publicó  Badajoz  á  través  de  la  historia  patria,  ibid., 
1901. — Julio  Víctor  Toncey,  por  seud.  León  Fogoso,  director  en  Bar- 
celona de  una  Agencia  periodística,  publicó  Cosas  baturras,  Barcelo- 
na, 1901.  Alegría  en  conserva,  1004.  Prosica  baturra,  ibid.,  1904.  Es- 
cenas aragonesas,  ibid..  1906. — Miguel  Toro  y  Gómez,  residente  en 
París,  publicó  Nuevo  Diccionario  enciclopédico  ilustrado  de  la  len- 
gua castellana,  París,  1901.  La  lengua  de  Cervantes,  1916  (Rev.  Univ. 
B.  Aires). — Francisco  de  Torres  publicó  La  Mosquita  muerta,  no- 


S.  XX,   1902.  xMAXUEL  MACHADO  Y  RUIZ  Sy 

vela,  Sevilla,  1901.  Nube  de  verano,  entremés,  1903.  Se  le  gratifi- 
cará, diálogo  (con  D.  Ferrand),  1903.  La  Capa,  1903.  El  Campeón  (con 
R.  Pérez  del  Castillo),  1904.  La  Boca  del  león  (con  J.  López  Barba- 
dillo),  1905.  El  Amigo  del  alma  (con  C.  Cruselles),  1905.  Las  Suegras, 
1907.  Blanca,  nov.  Renglones,  artículos.  El  Ciirita.  Fonocromofoio- 
gras.  Certamen  de  bellezas.  Dos  Palabras.  El  Tres  de  mayo.  Cuadros 
al  fresco.  La  Ola  verde.  La  Chántense.  La  Antorcha  de  Himeneo.  La 
Suerte  de  la  fea.  Lo  más  serio  es  reír,  páginas  humorísticas,  Madrid, 
1913. — Manuel  Torres  y  Torres,  obispo  de  Plasencia,  publicó  Tierra 
Santa,  ecos  de  viaje,  Córdoba,  1901.  Palcstini,  ecos  de  viaje,  Madrid, 
1914. — El  Marqués  de  Torres  Cabrera  publicó  Villanueva  de  la  Se- 
rena, Badajoz,  1901. — Gabriel  Vázquez  compuso  Micaela,  tragedia, 
Palma,  1901.  —  Primo  F.  Velázquez  (n.  1860-),  mejicano,  publicó 
Opúsculos  varios  para  la  Historia  de  San  Luis  de  Potosí,  México, 
1901  (t.  XXXIV  de  la  Bibl.  Autor.  Aícxic.) — J.  Veral  García  publicó 
¡Pobre  Carmen!,  novela,  Madrid,  1901. — Juan  Antonio  Vicente  Bajo, 
chantre  de  Salamanca,  publicó  Episcopologio  salmantino.  Salamanca, 
1901. — El  padre  Remigio  Vilariño  Ugarte  (n.  1865-),  de  Bilbao,  je- 
suíta, escribió  poesías  y  artículos  en  el  Mensajero.  Intenciones,  Bil- 
bao, 1901-05.  Curiosidades,  ibid.,  1905  y  sig.  Vida  de  Nuestro  Señor 
Jesucristo,  ibid.,  1910,  1912.  De  Broma  y  de  veras,  ibid.,  191 1.  El  Caba- 
llero cristiano,  devocionario,  ibid.,  1915. — La  Duquesa  de  Villaher- 
MOSA  publicó  Álbum  de  Javier,  Madrid,  1901.  Álbum  cervantino  ara- 
gonés de  los  trabajos  literarios  y  artísticos  con  que  se  ha  celebrado  en 
Zaragoza  y  Pedrola  el  HI  centcna-io  del  Quijote,  M-'drid.  IC05-09. 
— Manuel  Vivas  Tavero  pu' licó  Glorias  de  Zafra,  Madrid,  1901. — 
J.  Williams  Rebolledo  publicó  Guerra  del  Pacífico  (1865-66),  San- 
tiago de  Chile,  1901. 

164.  Año  IQ02.  Manuel  Machado  y  Ruiz  (n.  1874-), 
hermano  del  poeta  Antonio,  nació  en  Sevilla;  á  los  nueve  de 
su  edad  vino  á  Madrid  con  sus  padres,  donde  estudió  hasta  los 
diez  y  ocho;  después  Letras  en  Sevilla,  hasta  licenciarse  (1896). 
Estuvo  en  París,  luego  en  Madrid  (1902),  y  es  ahora  oficial  del 
Cuerpo  de  Archiveros  en  la  Biblioteca  Nacional.  Desde  1898  se 
dio  á  la  literatura;  fundó,  con  otros,  Electra  (1901),  Renaci- 
miento, Rev.  Ibérica,  Rev.  Latina  y  colaboró  en  muchas  revis- 
tas y  periódicos.  Manuel  Machado  es  menos  poeta  que  su  hermano 
Antonio  y  su  reverso  en  el  tono  general :  Antonio,  grave  y  hondo, 
súmese  en  lo  misterioso  y  de  trascendental  raigambre ;  Manuel, 
ligero  }'■  superficial,  revolotea  de  flor  en  flor.  En  los  demás,  es 
como  él,  un  temperamento  poético  sevillano,  brillante  y  colorista, 
que  afinó  en  París  su  ya  delicada  é  impresionable  sensibilidad, 
el  esmero  en  cincelar  sobriamente  la  estrofa,  buscando  las  voces 


58 


ÉPOCA   REGIONAL  Y  MODERNISTA   (188S-I907) 


propias  para  la  impresión  que  pretende  dar,  y  la  moda  del  versa 
libre  modernista.  Cada  vez  se  le  vio  tender  más  al  canto  popular, 
como  su  hermano,  y  ha  compuesto  coplas  excelentes.  Heredó  este 
gusto  de  su  padre  y  aún  piensa  dar  á  luz  notables  trabajos  de- 
mosóficos,  para  los  cuales  está  muy  capacitado,  por  sentir  hon- 
damente la  poesía  del  pueblo  andaluz. 

María  Enriqueta  Camarillo  de  Pereyra  (n.  1875-),  de 
Coatepec  (Mié jico),  colaboró  en  Revista  Azul,  El  Mundo  Ilus- 
trado, Revista  Moderna,  Argos,  Nosotros  y  Revista  de  Re- 
vistas, y  sin  literaturas  ni  compadrazgos,  publicó  poesías  en 
estilo  llano,  castizo  lenguaje,  sin  afectación  de  ning-ún  géne- 
ro, sobre  asuntos  comunes  de  la  vida,  pero  con  frescura,  rea- 
lismo pictórico  y  sus  ribetes  de  filosofía  sencilla  y  seria.  Vive 
años  ha  en  Madrid. 

Emilio  Frugoni  (n.  1881-),  montevideano,  abogado  (1909), 
catedrático  de  Literatura  en  la  Universidad,  diputado'  (1911-14), 
crítico  teatral  de  El  Diario  Nuevo,  La  Prensa,  El  Día,  con 
seud.  Urgonif,  articulista  de  La  Razón  con  título  de  Pido  la 
palabra;  fué  poeta  socialista  al  principio,  después  poeta  de  in- 
timidades, confidencias  y  recogimiento  en  la  propia  alma;  can- 
tó en  tonos  suaves  y  de  crepúsculo,  con  melancolía  y  delica- 
deza de  expresión,  con  verdadero  sentimiento  y  decir  correcto 
y  elegante,  El  eterno  cantar,  De  lo  más  hondo.  Más  tarde  si- 
guió á  Verhaeren,  ensalzando  la  fuerza  y  la  vida  en  El  Mensaje 
de  Mayo,  y  finalmente  á  Ghil,  cuanto  á  la  técnica  del  verso,  en 
El  Rancho. 

Luis  Rosado  Vega  (n.  1876-),  de  ValladoHd  (Méjico), 
poeta  de  honda  tristeza  y  descorazonamiento  filosófico,  cantó 
con  delicada  sencillez,  elegante  dejo  y  firmes  expresiones  las 
cosas  comunes  de  la  vida. 

Eduardo  de  Ory  y  Sevilla  (n.  1884-),  gaditano,  gran 
colaborador  de  periódicos  y  revistas,  entre  ellas  La  Alhamhra 
(Granada,  1903),  discípulo  de  Manuel  Reina,  como  poeta,  ar- 
monioso y  galano  cantor  de  amoríos  y  de  la  tierra  andaluza. 
Manuel  Magallanes  Moure,  chileno,  hizo  teatro  poético 
en  La  Batalla,  Santiago,  1911.  Es  poeta  modernista,  de  limpia 
forma,  rompe  los  ritmos,  conforme  a  la  escuela,  y  suena  á  re- 


S.  XX,   I9O12.  MANUEL  MACHADO  Y  RUIZ  Sg 

ñuscado;  á  veces  es  ininteligible,  como  en  Maese  Salomón,  que 
:ada  cual'  interpretará  á  su  modo,  y  Madre  mía,  que  nadie  inter- 
)i  etará,  porque  no  se  entiende. 

16  5.  No  puede  negarse  que  la  copla  popular  tiene  mucha  sol- 
ura  en  el  ritmo,  es  menos  atada  que  la  erudita;  acaso  esto  contribu- 
'^era  en  Machado  para  que  aceptase  el  verso  libre.  Pero  abusó  de  esta, 
endencia  modernista.  De  ella  dijo  nada  menos  que  Verlaine :  "De 
non  temps  on  appelait  cela  de  la  prose."  Y  prosa  hizo  á  veces  Ma^ 
luel  Machado  queriendo  hacer  versos :  "Sueña  un  león,  junto  á  las 
;res  palmeras  se  amansa  el  sol,  existe  agua  y  Dios  deja  un  momento  ■ 
jue  los  pobres  camellos  se  arrodillen  junto  á  las  tres  palmeras.  El 
irabe  tendido  al  fin  sonríe  y  suspira.  Damasco,  lejos  aún,  le  aguar- 
la..." Si  esos  son  versos  de  ninguna  especie,  venga  el  árabe  ese  y  lo 
v^ea,  ó  el  león,  ó  los  camellos:  que  lo  mismo  da  para  lo  que  han  de 
ver.  Gracias  que  d'espués  no  abusó,  y  en  las  coplas  copió  muy  bien 
;1  suelto  ritmo  popular.  Como  crítico  impresionista  es  excelente :  su 
Drosa  da  la  impresión  que  él  pretende,  acaso  mejor  que  sus  versos. 
Manuel  Machado,  La  guerra  liter.,  1914,  pág.  118:  "Los  talentos  poé- 
;icos  que  más  me  asimilo  son  Poe,  Heine,  Verlaine,  nuestro  Bécquer, 
iventureros  del  ideal  á  través  de  las  pasiones  amargas  y  de  la  vida 
"Ota.  Congenio  con  ellos,  pero  no  los  amo.  Mi  gusto  sería  vivir  y  es- 
cribir las  serenidades  bucólicas  de  un  Virgilio...;  en  todo  caso,  ser  un 
Horacio  á  lo  fray  Luis.  ¡  Cuan  lejos  de  todo  eso  me  veo  yo  mismo  en 
El  mal  poema  y  cuánta  vergüenza  me  causa,  en  el  fondo,  haber  dado 
3.  la  estampa  algo  que  pueden  parecer  cinismos  de  un  libertino,  no 
5Íendo  en  realidad  más  que  impresiones  de  un  ingenuo  archisensible !"' 
Cansinos-Assens,  Los  Hermes,  1916,  pág.  185 :  "En  la  pléyade  de 
poetas  que  han  reformado  nuestra  métrica,  M.  M.  descuella  por  su 
sutil  inspiración,  por  el  aristocratismo  de  su  léxico  y  por  la  insupe- 
rable elegancia  de  la  forma.  M.  M.  es  el  poeta  de  la  gracia...  Cante 
la  noche  ó  la  mañana,  una  gracia  alada  resalta  en  los  versos  de  este 
sxtraordinario  poeta,  que  hace  rimas  pequeñitas,  infantiles,  de  las 
cosas  más  graves  y  tenebrosas.  La  pena  más  negra  y  atormentada  se 
convierte,  al  pasar  por  su  alma,  en  una  elegante  melancolía,  esa  me- 
lancolía que  sienta  bien  á  un  espíritu  ligero.  Tristeza  de  copla  an-- 
íaluza,  esa  es  la  tristeza  de  M.  M.,  que  por  eso  las  ha  hecho  tan  her- 
mosas y  populares.  M.  M.  es  un  poeta  sevillano  en  el  que  se  encar- 
nan cuantas  cosas  bellas  y  finas  contiene  ese  nombre  de  Sevilla :  cie- 
lo azul,  vino  de  oro,  aire  sutil  y  perfumado.  Y,  sobre  todo,  esa  divina 
ligereza  que  en  Sevilla  pone  alas  aun  al  alma  alada  de  Andalucía... 
M.  M.,  fino  y  sonoro...  desdeña  en  sus  versos  cuanto  pudiera  ser  una 
ampliación  retórica.  La  emoción  y  nada  más  que  la  emoción  es  lo  que 
hay  en  ellos.  La  emoción  reducida  á  sus  rasgos  más  elementales  y 
más  certeros,  como  en  una  copla  andaluza  ó  en  una  rima  verlainia- 
na.  Y  ved  por  dónde  este  poeta  sevillano  parece  á  veces,  sin  remi- 


6o  ÉPOCA   REGIONAL  Y  MODERNISTA   (1888-I907) 

-niscencias  ajenas  y  sin  el  menor  propósito  imitativo,  un  poeta  del 
sutil  París.  En  el  sutil  Paris  de  los  Moreas  y  los  La  Jeunesse...  re- 
finó  M.  M.  su  fina  sensibilidad  andaluza...  M.  M.  nos  trae  de  Pa- 
rís el  impresionismo  poético,  ese  arte  de  describir  las  cosas  con  sus 
rasgos  más  esenciales,  que  nadie  ha  dominado  entre  nosotros  como 
él  y  que  en  vano  ha  sido  imitado.  El  nos  trae  la  pura  gracia  verlainia- 
na...,  el  encanto  de  la  rima  breve  y  alada.  De  él  han  aprendido  su 
técnica  los  que  luego  se  han  llamado  detallistas,  los  poetas  realistas, 
sentimentales  á  lo  Carrére...  Su  mejor  libro.  Alma,  está  lleno  de 
gérmenes  que  tienen  su  primavera  florida  y  su  agosto  colmado  en 
múltiples  obras  imitativas.  Con  su  Romance  del  Cid  afirma  y  robus- 
tece la  orientación  hacia  Castilla  que  han  iniciado  los  escritores  del 
98.  Con  sus  evocaciones  del  París  finamente  bohemio,  de  los  poetas 
y  los  pintores  y  las  mimís  rubias  y  las  locas  Colombinas  y  el  cham- 
pagne, influye  en  la  formación  de  la  escuela  bohemia  que  acaudilla 
-Garriré.  Su  segundo  libro,  Apolo,  inicia  el  guíto  por  las  semblanzas 
.poéticas  efe  los  personajes  representativos  del  siglo  xvii...  De  este 
modo,  cada  momento  de  nuestra  lírica  ha  recibido  su  incitación  de 
este  poeta,  tan  contenido  y  parco...  El  mal  poema,  libro  singular  lleno 
<ie  mala  tristeza...,  que  tanto  recuerda  á  Sagesse,  ha  dado  M.  su 
nota  más  seria,  aproximándose  á  la  gravedad  fundamental  de  su  her- 
«lano  Antonio,  aunque  sin  llegar  á  sus  solemnes  orquestaciones.  La 
virtud  predominante  de  M.  M.  ha  sido  siempre  la  brevedad  y  la  li- 
gereza. Su  risa  se  qieda  en  sonrisa,  y  sus  lágrimas  no  llegan  á  rom- 
per la  nube  de  emoción...  Canciones  y  dedicatorias,  en  que  su  lira  se 
muestra  aún  más  afinada,  más  sobria..."  Man.  Machado  en  Próloj^o 
á  Cante  hondo:  "Manes  del  Filio,  del  Perote  y  de  la  Andonda... 
Sacratísimas  sombras  de  Silverio  y  el  Chato  de  Jerez...  y  vosotros, 
felices  continuadores  de  la  verdadera  tradición  del  cante...  Provecto 
Juan  Breva,  insuperable  Chacón,  celebérrima  Antequerana.  Nombres 
gloriosos  de  la  Trini  y  la  Paloma,  de  el  Canario,  el  Pollo  Santa  Ma- 
ría, Andrés  el  Mellizo,  Temas  el  Papelista,  por  no  despertar  á  toda 
la  ilustre  legión  de  los  muertos...  Pastora  la  de  los  tientos,  Revuelta, 
Manolo  Torres,  Fosforito,  Niña  de  Cabra.  Ramón  el  de  Triana,  Mo- 
chuelo, Prada,  entre  los  vivos.  Por  vosotros  y  para  vosotros  se  ha 
eácrito  este  libro.  Y  también  para  ti.  sobre  todo  para  ti,  hermano  Juan 
-del  pueblo,  Juan  andaluz,  Juan  sevillano,  por  excelencia.  Mal  digo  que 
se  ha  escrito,  porque  las  coplas  no  se  escriben:  se  cantan  y  se  sien- 
ten; nacen  del  corazón,  no  de  la  inteligencia,  y  están  más  hechas  de 
gritos  que  de  palabras...  Sólo  la  costumbre  de  llorar  cantando,  propia 
de  nuestro  pueblo,  es  capaz  de  encerrar  tanta  pena  y  tantos  amores 
en  los  tercios  de  una  malagueña  ó  en  el  canto  llano  de  una  seguiriya. 
No,  no  se  escriben  las  coplas  ni  son  tales  coplas  verdaderas  hasta  que 
no  se  sabe  el  nombre  del  autor,  i  Y  este  glorioso  anónimo  es  el  pre- 
mio supremo  de  los  que  tal  género  de  poemas  componen !  Yo  he  oído 
en  boca  del  pueblo  los  cantares  de  Ferrán,  de  Trueba,  de  Montoto, 
los  de  Alfonso  Tovar  y  Enrique  Paradas,  sin  que  el  pueblo  conociese 


S.   XX,   1902.   EMILIO  FRUGONI  6r 

estos  nombres,  honor  de  nuestra  literatura...  Yo  mismo,  andaluz,  se- 
villano hasta  la  médula  (de  allí  soy,  de  alli  mis  padres  y  mis  abuelos),  . 
canto  al  estilo  de  mi  tierra  los  sentimientos  propios,  sin  otra  idea  que 
la  de  aliviarlos  ó  exaltarlos,  según  me  duelen  ó  me  complacen...  Si 
estos  sentimientos,  por  humanos,  son  á  veces  los  de  todos  ó  los  de 
muchos,  y  la  expresión  les  acomoda  para  cantarlos  como  suyos,  ahí 
quedan  mis  coplas,  suspiros  en  el  viento,  gotas  de  agua  en  el  mar 
de  la  Poesía  del  Pueblo...  Cantadlas.  Y  no  hayáis  miedo  de  que  yo 
reivindique  la  propiedad.  Un  día  que  escuché  alguna  de  mis  soleares 
en  boca  de  cierta  flamenquilla  en  una  juerga  andaluza,  donde  nadie 
sabía  leer  ni  me  conocía,  sentí  la  noción  de  esta  gloria  paradójica 
que  consiste  en  ser  perfectamente  ignorado  y  admirablemente  sentido 
y  comprendido,  y  no  quiero  más."  Man.  Machado:  Alma,  poesías,  1902. 
Caprichos,  id.,  1905.  La  Fiesta  nacional,  poema,  1906.  Alma-Museo 
y  los  Cantares,  1907.  El  Mal  poema,  1909.  Apolo,  poesías,  1911.  Cante 
hondo,  igi2,  1916.  Trofeos,  1913.  El  Amor  y  la  muerte,  novelas,  1913. 
La  Guerra  literaria  (1898-1914),  prosa,  1914.  Canciones  y  dedicato- 
rias, poesías,  1915.  Un  Año  de  teatro,  1918.  Sevilla  y  otros  poemas, 
1918.  Día  por  día,  de  mi  calendario,  1918.  Verlaine,  Obras,  trad.,  1919. 
Consúltese:  Andrés  González  Blanco,  Los  Contemporáneos,  i.^  serie,. 
París. 

"No  me  he  ded'icado  á  estudio  de  literatura  de  ningún  género",  dijo 
María  Enriqueta.  Victoriano  Salado  Alvarez :  "Años  ha  que  me  lla- 
maron la  atención  en  un  periódico  de  provincia  unos  versos  que  di- 
puté por  femeninos;  no  adolecían,  en  verdad,  de  la  sensiblería  que 
se  ha  dado  en  creer  propia  de  las  poetisas ;  pero  en  la  forma  se  no- 
taba no  sé  qué  rebeldía  contra  los  cánones  prosódicos  que  les  comu- 
nicaba algo  de  frescura  femenina,  y  en  el  fondeo  una  vaga  tristeza, 
una  unción  sincera  y  profunda,  una  serena  y  mansa  conformidad  y 
grandes  toques  de  color  que  denunciaban  que  la  autora  poseía  el  don 
divino  de  la  vista...  ¿Y  qué  era  lo  que  inspiraba  á  la  poetisa?  Lo 
que  está  á  la  vista  de  todos...:  un  atardecer  melancólico,  un  chicuelo 
que  pasa,  el  presentimiento  de  la  fatalidad,  el  viento  que  brama,  el 
perro  que  late  asustado  á  med'ia  noche...  Lee,  toca  el  piano,  borda 
y  atiende  á  las  cosas  de  su  estado  como  cualquiera  otra  ama  de  casa, 
y  jamás  se  las  ha  echado  de  ser  no  comprendido..."  Publicó:  Las  Con- 
secuencias de  nn  sueño,  poema,  Méjico,  1902.  Rumores  de  mi  huerto, 
1908.  Rosas  de  la  infancia  (lectura  escolar),  París,  1914,  4  vols.  Mir- 
litón,  el  compañero  de  Juan,  Madrid,  1917  (1918  en  la  cubierta).  Sainte- 
Beuve,  La  Mujer  y  el  amor  en  la  literatura  francesa  del  siglo  xvii,. 
trad.,  1918.  Jirón  del  mundo,  Madrid*,  1919.  El  Teatro  clásico  francés, 
de  Sainte-Beuve,  trad.,  ibid.,  1919.  Los  Canfores  de  la  naturaleza, 
ibid.,   1919. 

Raúl  Montero  Bustamante,  El  Parnaso  Oriental,  IQ05 :  "Existen 
los  descendientes  de  la  lírica  italiana  moderna,  presididos  por  Emilio 
Frugoni,  el  poeta  más  correcto  de  la  actual  generación...  realiza  una 
forma  de  arte  noble  y  sereno."  Carlos  Rexlo,  Hist.  Liter.   Uruguay,. 


62  ÉPOCA   REGIONAL  Y  MODERNISTA   (1888-1907) 

t.  V^ll,  pág.  116:  "La  lir¿i  del  amor  resuena,  entre  sus  manos,  como 
un  salterio  pródigo  en  melodías  arrobadoras.  Es  ardiente,  melancó- 
lico, suplicante,  siempre  correcto,  siempre  castizo,  tan  feliz  en  la  oda 
como  en  el  madrigal...  En  la  hora  actual  ác  nuestro  parnaso  ninguno 
le  supera  ni  en  la  ideación  ni  en  el  metrizar."  Em.  Frugoni :  Bajo  tu 
ventana,  poema.  De  lo  más  hondo,  versos,  1902.  El  Eterno  cantar,  ver- 
sos, 1907  (3.*  ed.).  Los  Himnos,  versos,  1916.  El  Mensaje  de  mayo.  EL 
Rancho.  El  Deber  de  amar  (teatro). 

Sixto  Osuna,  A  propósito  de  un  libro,  Mocorito,  1907:  "Un  sen- 
timiento pesimista  informa  la  poesía  de  Ros:ido  Vega.  Su  concepción 
del  mundo  puede  resumirse  así:  la  vida  es  un  mal  irremediable...,  abdi- 
cación de  la  voluntad...  Tiende  siempre  á  la  sencillez  de  expresión, 
rehuye  el  énfasis  declamatorio  y  los  contrastes  bruscos ;  sus  versos  ge- 
neralmente son  firmes,  compactos  y  dejan  una  expresión  de  suavi- 
dad; tienen  cortes  inesperados  y  elegantes  que  alejan  del  libro  cual- 
quiera sensación  monótona;  las  palabras  en  ellos  se  buscan,  se  fun- 
den y  cantan  una  delicada  armonía...  Sentimiento  de  profunda  tris- 
teza, expresado  en  exquisita'  sencillez,  al  que  sirve  de  motivo  no  un 
hecho  extraordinario  ó  recóndito,  sino  un  meteoro  que  todos  hemos 
podido  observar:  esa  lluvia  pertinaz  y  monótona  de  los  días  inverna- 
les." L.  Rosado:  Sensaciones,  versos,  Méjico,  1902.  Alma  y  Sangre 
{Las  Peregrinaciones,  Del  Amor  y  del  ensueño,  Otras  visiones  y  otras 
ansias,  Los  Poemas),  poesías,  Mérida,  1906.  Libro  de  ensueño  y  de 
dolor  {El  Alma  de  la  tarde,  En  el  misterio  y  en  el  dolor.  Del  Camino), 
poesías,  ibid.,   1907.  Consúliese  Jenaro  Estrada,  Poetas  nuevos^    1916. 

Ed.  de  Ory:  Plumaditas,  cuentos,  Cádiz,  1902.  Aires  de  AndaUícía, 
poesías,  Cádiz,  1904.  Laureles  rosas,  íd.,  ibid.,  1905.  El  Pájaro  amil, 
id.,  París,  1906.  La  Primavera  canta,  id.,  ibid.,  1907.  Bouquet  de  asic- 
ccnas,  sonetos,  Zaragoza,  1908.  La  Musa  Nueva,  antología  española, 
ibid.,  1908.  Gómez  Carrillo,  París,  1908,  Mariposas  de  oro,  poesiías, 
ibid.,  1908.  Alma  de  luz,  poesías,  ibid.,  1909.  Lo  que  dicen  las  campa- 
nas, id.,  Cádiz,  1909.  Desfile  de  almas,  prosa,  ibid.,  1909.  El  Regi- 
miento infantil,  zarz.,  1910.  Caraz'aiia  de  ensueño,  poesías,  Valencia, 
1911.  Mármoles  líricos,  sonetos,  191 1.  Parnaso  Colombiano,  Cádiz, 
1914.  Hacia  las  cumbres,  ibid.,  1916.  Manuel  Reina,  ibid.,  1916.  Rubén 
Darío,  ibid.,  1917.  Amado  Ñervo,  ibid.,  19 18. 

Madre  mía:  "^:  Eres  la  madre  mía?  |  digo  á  cada  mujer.  |  Y  unas 
suspiran  y  otras  |  ríen  sin  comprender.^'  Y  no  veo  por  qué  las  imaíj 
suspiran.  La  pregunta  d^el  primer  verso,  donde  parece  está  la  clave  de 
la  composición,  me  suena  á  despropropósito.  Véase  la  primera  estrofa: 
"Me  siento  como  un  niño  |  extraviado  en  la  fiesta.  |  ¿  Dónde  estás,  ma- 
dre mía?  I  No  eres  ésa  ni  ésta."  ¿Cómo  ha  podido  brotar  afecto  de  lo 
que  no  se  entiende?  Rodolfo  Polanco  Casanova,  Ojeada  crít.,  1913, 
pág,  40:  "Man.  Magallanes  Moure...  no  es  un  poeta  lírico,  sino  todo 
lo  contrario,  descriptor  paisajista  i  en  el  último  tiempo  posta  sugesti- 
vo, que  así  se  ha  revelado  en  su  libro  La  Jornada.  Hai  en  este  libro 
;.poesías  magníficas,  como  la  que  lleva  por  título  Viaje  de  ensueño,  can- 


S.  XX,   19O12.  ENRIQUE  GARCÍA  VELLOSO  63 

ción  de  fondo  i  forma  heinianos...  Tiene,  en  cambio,  otras  que  ado- 
lecen de  graves  defectos,  cual  Macse  Salomón...  en  el  fondo  i  la  su- 
perficie, las  ideas  i  el  estilo,  que  es  forzado  i  antirrítmico.  En  la  tarea 
modernista,  á  que  se  entrega  con  ardor  el  poeta,  díe  ensamblar  los 
dísticos,  cortando  el  epíteto  del  nombre  que  caracteriza,  al  fin  de  cada 
renglón,  en  el  afán  de  rehuir  los  acentos  hasta  convertir  las  estrofas 
en  prosa  rimad'a,  Magallanes  se  nos  presenta  artificial  i  poco  espon- 
táneo. Pierc^e  las  más  valiosas  i  salientes  características  de  su  poética: 
la  naturalidad  i  sinceridad,  la  encantadora  sencillez  de  otras  páginas, 
escritas  á  toda  alma,  á  todo  sentir...  Por  lo  demás,  bard'o  es  Maga- 
llanes que  ocupará  siempre  distinguidísimo  lugar  en  el  Parnaso  chi- 
leno." Facetas,  versos,  S:intiago.  1902.  Matices,  versos,  1904.  La  Jor- 
nada, versos,  1910.  ¿Q^uc  es  amor?,  novelas  cortas,  1914.  La  Casa 
junto  al  mar,  versos,  1918. 

166.  Año  1902.  Ramón  Asensio  Mas  (1878-1917),  de 
Crevillente  (Alicante),  á  los  pocos  meses  en  Madrid,  donde  es- 
tudió el  bachillerato,  dióse  al  periodismo  y  á  publicar  versos, 
hasta  que  para  poder  vivir  hizo  obras  teatrales,  que  fueron  des- 
atendidas por  los  empresarios.  Con  Fernández  Shaw  estrenó, 
al  cabo,  El  Tirador  de  palomas  (1902)  y  luego  otras  propias  del 
todo,  logrando  entrada  en  los  teatros  y  alcanzando  su  mayor 
triunfo,  que  le  sacó  de  apuros,  con  El  Piiñao  de  rosas,  compues- 
to con  Arniches  y  estrenado  el  mismo  año.  Desde  entonces 
estrenó  de  setenta  á  ochenta  actos,  los  más  hechos  en  colabora- 
ción. Los  últimos  años  fué  con  Cadenas  empresario  de  Eslava 
y  del  teatro  Reina  Victoria,  que  edificaron  con  el  propósito  de 
ensanchar  el  negocio  de  los  arreglos  que  venían  haciendo  de 
operetas  austríacas,  tan  gustadas  por  el  público  ligero  y  ham- 
briento de  alimentos  verdes,  vistosos  y  musiqueros.  Ellos  in- 
trodujeron el  género  en  España  y  con  él  la  desgana  del  públi- 
co por  otras  obras  más  serias  y  españolas.  Estaba  casado  Asen- 
sio Mas  con  la  tiple  Julia  Mesa.  La  necesidad  luchando  con  el 
amor  de  la  gloria  y  venciéndola  al  cabo,  explican  la  carrera  tea- 
tral de  este  autor  del  género  chico  y  género  ínfimo,  que  no  ca- 
recía de  dotes  para  brillar  de  por  sí  en  el  puro  arte,  como  pue- 
de verse  en  La  Prosa  de  la  vida,  comedia  de  fina  observación, 
estilo  expresivo,  ligero  y  realismo  tan  verdadero  como  de  quien 
lo  ha  vivido  y  es  un  trasunto  de  sus  pasadas  penalidades  en 
la  carrera  teatral. 

Enrique  García  Velloso,  argentino,  catedrático  de  Lite- 
ratura en  el  Colegio  Nacional  de  Buenos  Aires,  compuso  el 


64  ÉPOCA   REGIONAL  Y  MODERNISTA   (1888-I907) 

drama  criollo,  con  notas  simbolistas,  Jesús  Nazareno  (1902)  y 
otras,  más  de  cincuenta,  piezas  teatrales.  Bien  documentado  en 
la  historia  de  su  tierra,  publicó  el  primer  tomo  de  una  Historia 
de  la  Literatura  Argentina,  con  imparcialidad,  elevada  crítica, 
fácil  y  castizo  lenguaje. 

16  7.     Asensio  Más  en  carta  al  autor:  '"Xací  ó  me  nacieron,  como 
dijo  Fígaro,  en  la  villa  de  Crevillente  (Alicante),  y  si  la  memoria  de 
mi  madre  no  falla,  debió  ser  el  acontecimiento  allá  para  fines  de  no- 
viembre de  187S.  Meses  más  tarde  rm  trajeron  á  Madrid,  donde  crecí 
como  tock)  el  mundo;  cursé  el  bachillerato,  y  en  vista  de  que  mis  pa- 
dres se  nesgaron  á  que  ingresase  en  la  Armada  (pues  toda  mi  aspira- 
ción consistía  en  pertenecer  á  la  Marina  de  guerra),  adopté  la  pere- 
grina determinación  de  dedicarme  al  periodismo,  y  durante  cuatro  ó 
cinco  años  sembré  de  artículos  5-  versos  la  Prensa  madrileña  y  gran 
parte  de  la  provinciana.  Murió  mi  padre,  llevándose  la  llave  de  la  (des- 
pensa, y  entonces  tuve  que  trabajar  de  veras  para  vivir  y  para  sacar 
adelante  á  los  míos.  Viendo  que  los  versos  no  daban  para  ello,  apunté 
al  teatro;  pero  tan  inútilmente,  que  todos  los  disparos  me   fallaban; 
esto  quiere  decir  que  ninguna  empresa  quería  tomarse  el  trabajo  de 
leer  mis  comedias  con  propósito  de  representarlas,  y  así  continuaría, 
seguramente,   si  mi  querido  amigo  Carlos   Fernández   Shaw,   que   co- 
nocía mi  situación  y  leía  todos  mis  trabajos,  no  se  hubiera  erigicío  en 
protector  mío  y   amantísimo   padre   literario.   Honróme   asociando  su 
firma  á  la  mía,  y  estrenamos  juntos  en  Apolo  El  Tirador  de  palomas. 
Aquello  me  abrió  de  par  en  par  las  puertas  del  teatro,  y  á  partir  de  en- 
tonces el  porvenir  se  me  presentó  menos  negro.  Aquel  mismo  verano 
de  1902  estrené  en  el  teatro  Eldorado  Las  Grandes  cortesanas,  tam- 
bién con  ¿xito.  y  á  principios  de  invierno,  en  Apolo.  El  Punzo  de  ro- 
sas, que  vino  á  resolverlo  todo  para  mí.  Habré  estrenado  desde  en- 
tonces unos  70  ú  So  actos."  Escribió  en  La  Lidia  (1895),  BarccLona- 
Cómica  (1806),  La  Correspondencia  (1CO3).  Publicó  De  telón  adentro,, 
novela.  La  Tierra  madre,  nov.  escénica.  La  Afrancesada,  opereta  (con 
Miguel   Chapí,  mus.  de  Vicente   Zurrón),    1900.  El  Tirador  de  palo- 
vías,  zarz.  (con  Carlos  Fernández  Fhaw.  mus.  de  Am.adeo  Vives),  1902. 
Las  Grandes  cortesanas,  opereta    (con    id.,    mus.    de   Valverdte.   hijo),. 
1902.  El  Puñao  de  rosas,  zarz.  (con  Carlos  x\rniches.  mus.  de  Ruper- 
to Chapí),  1902.  ¡Viva  Córdoba!,  sain.  (con  Carlos  Fernández  Shaw, 
mus.  de  Valverde  hijo),  1903.  Recuerdos  de  tiempo  viejo,  dial.,  1903. 
El  Pelotón  de  los  torpes  (con  Paso,  mus.  de  Rubio  y  Serrano).  1903. 
La  Torería  (con  Paso,  mus.  de  Serrano).  1904.  Género  chico,  humo- 
rada (con  José  Juan  Cadenas,  mus.  de  Chapí  y  Valverde.  hijo^i.   1004. 
Lluvia  menuda,  dial.,   1904.  La  Tragedia  de  Pierrot,  zarz.  (con  José- 
Juan   Cadenas,   mus.   de   Ruperto   Chapí),    1904.   La  Noche  del  Pilar, 
zarz.  (mus.  de  Cassadó),   1906.  La  Edad  de  hierro,  pasatiempo  (con 
Carlos  AmJches  y  Enrique  García  Alvarez,  mus.  de  Hermoso  y  Gar- 


S.  XX^   1902.  ENRIQUE  GARCÍA  VELLOSO  65 

cía  Alvarez),  1907.  La  Antorcha  de  himeneo,  humorada  (con  Francis- 
co de  Torres,  mus.  de  Giménez),  1907.  La  Eterna  revista,  huniora». 
da  (con  Jacinto  Capella,  mus.  de  Chapí  y  Giménez),  1908.  El  Trust 
de  las  mujeres,  humorada  (con  id.,  mus.  de  Giménez),  1908.  El  Ga- 
rrotín, entrem.  (con  id.  mus.  de  FogHetti),  1908.  Los  Dos  rivales,  zarz. 
(con  id,  mus.  de  Giménez),  1908.  La  Tribu  gitana,  farsa  lirica  (con 
Paso,  mus.  de  Mariani),  190S.  Biscnit-Glacé,  entremés  lírico-bailable 
(con  Jacinto  Capella,  mus.  de  Foglietti),  1909.  Tropa  ligera,  zarz. 
(continuación  de  Los  Granujas)  (con  José  Jackson  Veyán,  mus.  de 
Saco  del  Valle),  1909.  Abanicos  japoneses,  humoradia  (mus.  de  Ca- 
lleja), 1909.  La  Pajarera  nacional,  revista  (con  Joaquín  González 
Pastor,  mus.  de  Foglietti  y  Córdoba),  1909.  El  Dios  del  Éxito,  fan- 
tasía (con  íd.j  mus.  de  Rafael  Calleja),  1910.  Las  Romanas  capricho- 
sas, opereta  bufa  (con  José  López  Silva,  mus.  de  Manuel  Penella), 
1910.  El  Género  alegre,  humorad'a  lírico-fantástica  (con  Carlos  Ar- 
niches,  mus.  de  Penella  y  García  Alvarez),  1910.  El  Ronierito,  com. 
(mus.  de  Calleja  y  Luna),  191 1.  Los  Juglares,  poema  escénico  (con 
Carlos  Fernández  Shaw,  mus.  de  Giménez),  191 1.  La  Noche  de  las 
hogueras,  zar.  (mus.  de  Córdoba),  1912.  Poca  Pena,  ¿ain.  (mus.  de 
Torregrosa  y  Alonso),  19 12.  Los  Molinos  cantan...,  opereta  holande- 
sa (del  maestro  Van  Oost,  versión,  con  José  Juan  Cadenas),  1912.  La 
Prosa  de  la  vida,  com.,  1913.  La  Misa  del  Gallo,  melodr.,  1913.  El  Bue- 
no de  Guzmán,  zarz.,  1913.  Los  Hombres  de  genio,  saín,  (con  Miguel 
Chapí),  1913.  La  Alegría  del  amor,  fantasía.  La  Señorita  Capricho, 
vodevil,  arreglo.  El  Millón,  com.,  arreglo.  Las  Pildoras  de  Hércides, 
opereta  arreglo.  La  Modista  de  mi  mujer,  vodevil,  arreglo.  ¡A  ver  si 
cuidas  de  Amelia!,  vodevil,  arreglo.  El  Príncipe  Carnaval,  fantasía. 
Colombina  se  salva,  zarz.  Mi  amiga,  humorada.  El  Genio  de  Vela:!' 
ques,  humorada  (1915).  El  Capricho  de  las  damas,  vodevil,  1915.  La 
Invitación  al  vals,  opereta,  1915.  La  Mujer  ideal,  opereta,  1915.  Los 
Trovadores,  com.,  191 5.  El  Abanico  de  la  Pompadonr,  opereta,  1916. 
La  Reina  del  cine,  1916. 

Jean  Paul,  Teatro  argent.,  T917.  pág.  81 :  "Pero  si  considerada  en 
conjunto  la  obra  del  señor  García  Velloso  se  resiente  de  falta  de  equi- 
librio, mirada  en  el  detalle  es  la  producción  de  un  hombre  de  teatro 
extremadamente  experto,  cuya  observación  burlesca  se  halla  impreg- 
nada de  la  más  franca  alacridad."  Pág.  115:  "A  quien  la  dramaturgia 
nacional  le  debe  algunas  de  las  piezas  que  quedaron  y  constituyen  tal 
vez  el  mejor  éxito  de  la  temporada."  Pág.  117:  "Son  de  alabarse  la 
laboriosidad  y  el  entusiasmo  d'e  este  escritor,  cuya  tenaz  dedicación 
á  las  cosas  del  espíritu  no  cesa  de  manifestarse...  en  las  brillantes  y 
fecundas  actividades  del  period'ismo,  del  escenario  y  de  la  cátedra." 
Alfredo  A.  Bianchi,  en  Nosotros,  dic,  1917:  "Cuando  en  1902  — hace 
sólo  quince  años —  se  inició  con  el  drama  del  señor  Enrique  García 
Velloso,  Jesús  Nazareno,  la  segunda  época  de  nuestro  teatro  nacio- 
nal, la  era  ciudadana,  como  en  otra  oportunidad  la  he  calificado,  en 
contraposición  á  la  era  gaucha,  que  agonizaba  ante  la  indiferencia  de 


66  KPOCA   REGIONAL  Y   MODERNISTA   (1888-I907) 

públicos  que  no  sentían  ya  como  cosa  propia  mocíalidades  que  no  les 
pertenecían,  nadie  hubiera  creído  que  una  evolución  que  empezaba  tan 
moci'estamente,  con  una  compañía  de  artistas  en  formación  y  en  un 
teatro,  aunque  central,  de  tercer  orden  entonces,  llegaría  en  tan  poco 
tiempo  al  resultacl'o  que  hoy  anotamos,  esto  es,  á  que  los  teatros  que 
cultivan  la  producción  nacional  en  toda  la  República  hayan  alcanzado 
este  año  á  recaudar  la  gruesa  suma  de  tres  millones  de  pesos.  Sin  em- 
bargo, este  innegable  progreso  material  no  creo  que  esté  de  acuerdo 
con  el  adelanto  de  nuestro  teatro,  en  cuanto  á  obras  se  refiere.  En 
realidad,  de  diez  años  á  esta  parte  el  teatro  rioplatense  no  ha  hecho 
otra  cosa  que  retrogradar.  No  quiere  diecir  esto  qua  durante  este 
tiempo  no  se  hayan  escrito  comedias  dignas  de  consideración,  algunas 
quizás  notables;  pero,  en  conjunto,  puede  afirmarse  categóricamente 
que  este  largo  período  ha  sido  muy  inferior  en  su  producción  al  que 
comprende  los  primeros  cinco  años  que  corren  desde  1902  á  1907." 
Enr.  García  Velloso:  Jesús  Nazareno,  dr.,  1902.  Marta  Zibelina,  com., 
1913.  El  Tango  en  París,  1913-  Los  Amores  de  la  Virreina,  dr.,  1914. 
Fruta  picada,  El  Zapato  de  cristal,  com.,  1915.  Mamá  cnlepina,  1916. 
Veinticuatro  horas  de  dictador,  1916.  El  Casamiento  de  Laucha,  igiy. 
La  Victoria  de  Samotracia,  dr.,  1917;  Madrid,  1918.  El  Mascotón,  1917. 
Instituto  Internacional  de  Señoritas,  1917.  La  Loca  del  Azul,  1918. 
En  la  tierra  de  la  paz  y  del  amor,  191 8.  Historia  de  la  Literatura  Ar- 
gentina, t.  I,  B.  Aires,  1914. 

168.  Año  ipo2.  Mauricio  López  Roberts  (n.  1873-), 
nacido  en  Niza  (Francia),  diplomático  (1896)  en  París,  Ber- 
na (1907),  Lisboa  (1908),  Constantinopla  y  Tánger^  hasta 
•.1918,  novelador  realista,  psicólogo,  de  los  mejores  que  en  su 
tiempo  se  dieron  á  conocer.  Desentrañó  almas  al  parecer  vul- 
gares, pero  que  encierran  su  propia  poesía,  que  el  arte  saca 
afuera  ó  que  acaso  les  metió  dentro,  ya  que  la  poesía  no  parece 
estar  en  las  cosas  ni  en  las  almas  descritas  por  el  poeta,  sino  en 
el  alma  del  poeta  mismo  que  se  la  comunica,  valiéndose  de 
ellas  como  de  espejo  donde  deja  caer  y  reflejar  la  belleza  de 
la  propia  alma :  bien  así  como  los  colores  de  las  cosas  no  están 
en  las  casas  por  la  luz  pintadas,  sino  en  la  luz  que  en  ellas  los 
pone  al  reflejarse  generosa  y  hermosamente.  Fué  más  cuida- 
doso del  estilo  en  sus  principios,  pero  más  hondo  psicólogo  des- 
pués, sobresaliendo  en  La  Familia  de  Hita. 

Luis  Valera,  marqués  de  Villasinda,  hijo  del  insigne  es- 
critor don  Juan,  es  un  claro  trasunto  de  su  padre.  Hale  bebido 
su  espíritu  sutil  y  fino,  su  exquisito  gusto,  su  discreción  y  cor- 
tesanía en  el  conversar  como  en  el  escribir.  Tan  sólo  le  falta 


S.   XX,    1902.    FRANCISCO    DE  SALES   PÉEEZ  67 

aquella  buena  sombra  que  en  sus  niñeces  y  mocedades  tomó  de 
Andalucía  el  padre  y  de  la  cual  no  pudo  gozar  el  hijo,  criado 
en  otras  diversas  ciudades  de  Europa  y  América.  Su  cultura  es 
grande;  sus  aficiones,  muy  castizas.  Siempre  hay  hondo  pensa- 
miento y  originalidad  amena  de  fomia  en  sus  obras.  Desde 
la  primera  llegó  hecho  y  maduro  á  las  letras,  con  un  estilo  tan 
castizo  y  galano  y  muy  parecido  al  de  su  padre.  Lástima  que 
ocupado  en  sus  viajes  y  tareas  diplomáticas  haya  dejado,  tiem- 
po ha,  de  escribir.  Sus  viajes  á  Oriente  dieron  cierto  tinte  mis- 
terioso, del  que  no  menos  participó  la  labor  de  su  padre,  y  co- 
lor de  flores,  resonar  de  florestas  y  gorgoritear  de  aves,  á  sus 
novelas  fantásticas,  en  que  nos  pintó  á  maravilla  aquellas  re- 
giones. 

Jesús  Castellanos  y  Villagelici  (1878-1912),  de  la  Ha- 
bana, abogado,  cultivador  del  cuento  y  la  novela  corta,  realis- 
ta y  analítico,  de  costumbres  cubanas,  crítico  artístico  y  litera- 
rio. Estuvo  en  Méjico  (1896-98),  fué  periodista  en  La  Discu- 
sión (1901),  donde  escribió  Una  semana  menos  y  Patria  (1901), 
donde  publicó  Cabezas  de  estudio,  siluetas  políticas,  publicadas 
las  cincuenta  y  dos  mejores  en  1902. 

Emilio  Constantino  Guerrero,  de  La  Grita  (Venezue- 
la), escritor  ilustrado  y  conocedor  de  nuestros  clásicos,  de  ele- 
vado pensamiento,  pujante  fantasía,  estilo  brioso,  galano  y 
atildado,  fácil  de  expresión  y  diestro  manejador  del  cas- 
tellano, se  apropió  bastante  bien  el  tono  de  Lamartine,  sin 
imitarle  servilmente;  pero  sobresalió  más  por  sus  novelas.  En 
Lucía  hay  recuerdos  de  la  María,  de  Isaacs;  es  novela  de  sen- 
timentalismo delicado,  sin  demasiados  lirismos,  con  atisbos  filo- 
sóficos, en  estilo  brillante  y  señoril.  Vale  todavía  más,  por  la 
viva  descripción  de  costumbres  regionales  andinas.  El  Táchira, 
que  es  su  mejor  obra. 

Francisco  de  Sales  Pérez  (n.  1836-),  de  Caracas  (Vene- 
zuela), académico  y  bien  enterado  del  castellano,  de  su  natural 
espontáneamente  chistoso,  criollo  en  el  fondo  filosófico,  más 
bien  que  en  la  expresión,  de  estilo  llano,  claro,  insinuante  y 
ameno,  gran  observador,  crítico  sincero  de  lacras  sociales;  es- 
critor de  costumbres,  en  suma,  de  los  más  originales  de  su  tie- 
rra. Publicó  Ratos  perdidos,  costum,hres  venezolanas,  Cara- 
iras, 1902,  1908. 


68  ÉPOCA  REGIONAL  Y  MODERNISTA  (1888-I907) 

Efrén  Rebolledo  (n.  1877-),  de  Actopam  (Méjico),  abo- 
gado y  diplomático  en  Guatemala  y  el  Japón,  colaborador  de  la 
Rev.  Moderna,  El  Mundo  Ilustrado,  Rev.  de  Revistas,  Vida 
Moderna,  escritor  rico  en  colores,  suntuoso  y  musical,  ha  pu- 
blicado cuentos  muy  celebrados  y,  como  poeta,  poesías  esme- 
radamente cinceladas,  armoniosas  y  cargadas  de  color,  pero 
algo  frías  y  de  poco  original  inspiración. 

Martín  Aldao  (Luis  Vila  y  Chaves),  argentino,  excelen- 
te novelador,  nada  psicológico,  pero  sí  objetivamente  descrip- 
tivo al  menudeo,  bastante  relamido  en  el  decir. 

Emilio  Carrére  (n.  1880-),  madrileño,  escritor  de  vida 
bohemia  y  ninguna  cultura  literaria,  lírico  y  novelista,  de 
privilegiado  ingenio  para  saberse  inspirar  en  las  obras  de  los 
maestros,  tomándoles  asuntos,  maneras  y  hasta  expresiones, 
yendo,  por  consiguiente,  a  la  zaga  de  ellos,  bien  que  compo- 
niendo buenas  misceláneas  propias.  En  la  lírica  siguió  á  los 
modernistas,  con  dejos  añejos  todavía  y  cierto  htmiorismo  pri- 
mero, después  más  conforme  á  la  moda,  que  iba  ya  pasando. 
Menudea,  pues,  tanto  ideas  como  frases  y  palabras  manidas,  que 
han  perdido  su  lustre  por  el  continuo  roce  y  no  dan  otra  im- 
presión que  la  del  recuerdo  de  haberse  ya  oído,  cual  eco  que 
retiñe  de  vieja  cantilena.  Como  novelista,  pinta  el  hampa  ma- 
drileña y  regodéase  en  escenas  de  lupanar  con  todo  el  realismo 
de  la  vieja  picaresca  española,  aunque  sin  pizca  de  aquella  ho- 
nestidad, de  aquella  paciencia  estoica  y  hasta  alegría  sana,  tan 
de  alabar  en  los  antiguos.  El  estilo,  suelto  y  vibrante;  el  ha- 
bla, la  propia  de  tal  gentuza.  Todo  es  triste  y  amargo  en  estas 
novelas,  en  que  el  autor  ha  ido  a  recoger  las  heces  de  la  so- 
ciedad madrileña  en  las  cloacas  de  figones,  sotabancos,  bohar- 
dillas, lupanares  y  hospitales. 

16  9.  López  Roberts  en  carta  al  autor:  "La  novela  ha  de  ser,  an- 
tes que  nada,  entretenida,  leíble,  grata.  Todas  las  otras  condiciones  vie- 
nen después,  y  la  novela  puede  instruir,  moralizar,  filosofar,  regene- 
rar, etc„  etc.,  á  condición  de  que,  como  ciertas  medicinas,  oculte  el 
amargor  con  algfo  de  dulce,  que  en  la  novela  es  el  interés.  En  princi- 
pio, el  primer  lector  á  quien  la  novela  entretenga  ha  de  ser  el  autor 
mismo.  Si  no  sucede  esto,  la  novela  casi  seguramente  se  caerá  de  las 
manos."  Andrés  González  Blanco,  Hist.  nov.,  pág.  876:  "Ha  escrito 
novelas  sangrantes  de  viáa,  intensas  de  emoción,  que  no  tienen  pre- 
cedentes en  la  literatura  española  contemporánea.  Uniendo  á  lo  paté- 


S.   XX,    1902.   LUIS   VALERA  69 

tico  la  sobriedad  realista,  sus  novelas  son  dramas  con  exclusión  de 
todo  artificialismo,  es  decir,  son  dramas  con  todo  lo  mejor  que  tiene 
el  arte  escénico,  y  sin  sus  cualidades  depresivas.  Dramas  vulgares, 
porque  lo  que  le  interesan  son  esos  seres  oscuros  que  pasan  por  la 
vida  desapercibidos,  como  transeúntes  nocturnos  por  callejón  sólita^ 
rio...  L.  R,  no  les  da  proporciones  terribles  ni  grotescas:  los  presenta 
en  su  abrumadora  vulgaricíad,  sin  nada  que  pueda  realzarles...  Los 
seres  insignificantes  de  la  vida,  al  pasar  á  la  novela  se  agrandan,  to- 
mando proporciones  epopéyicas  cuando  un  fiel  observador,  como 
L.  R.,  nos  dice  sus  vicisitudes  y,  sobre  todo,  nos  hace  penetrar  en  su 
interior...,  el  triunfo  del  psicologismo...  sobre  el  naturalismo  escueto 
consiste  en  esto:  que,  reproduciendo  fielmente  los  actos  reales,  escru- 
ta, sin  embargo,  sus  móviles  íntimos...  La  obra  de  L.  R.  que  mejor 
realiza  el  destino  señalado  á  la  novela  realista  es  su  último  libro,  don- 
de hay  más  vicía,  aunque  menos  estilo,  que  en  Las  de  García  Triz... 
Descendió  un  grado  en  la  escala  de  los  estilistas  con  El  Porvenir  de 
Paco  Tudela,  verdadero  desacierto  en  cuanto  al  estilo...  En  La  No- 
vela de  Lino  Arnáh  hay  ciertos  retoques  en  la  dicción:  pero  ésta  no 
se  restaura  en  su  primitiva  exquisitez...  L.  R.  es,  ante  todo,  novelista 
psicólogo...  En  esto,  su  última  novela  es  la  más  notable...  La  novela 
más  intensa  del  volumen  y  que  más  estudio  supone  es  La  Familia  de 
Hita...,  lo  más  completo  que  ha  hecho  L.  R.  Nunca  llegó  á  tan  alto 
grado  su  poder  de  observación,  su  fino  instinto  humorístico,  su  len- 
guaje expresivo,  sin  retorcimientos...  En  El  Porvenir  de  Paco  Tu- 
dela L.  R.  sacrifica  el  estilo  á  la  exposición  dramática.  La  obra  es  más 
m.oviíía  y  menos  cuidada...  En  La  Novela  de  Lino  Arnáiz  hay  más 
psicología."  Las  de  García  Triz,  ]Madrid^  1002.  El  Porvenir  de  Paco 
Tudela,  IMadrid,  1903.  La  Novela  de  Lino  Amáiz,  Madrid,  1905.  Doña 
Martirio,  Madrid,  1906.  Las  Infanzonas,  Madridí,  1907.  Noche  de 
Animas,  Madrid,  1907.  La  Esfinge  sonríe,  Aladrid,  1908.  El  Wagón 
de  Tespis,  Madrid,  1908.  El  Verdadero  hogar,  1917.  Cuentos  de  vie- 
jas, 1 91 7. 

Andrés  González  Blanco,  Hist.  nov.,  pág.  996 :  "Reflorece  en  sus 
obras  (de  Valera)  aquella  galanía  de  dicción  que  orna  las  inmortales 
novelas  y  los  imperecederos  estudies  d^e  su  padre...  Con  planta  fija  y 
sólida  guió  sus  pasos  desde  un  principio  por  una  ruta  ya  prevista.,., 
entró  en  la  palestra  literaria  ya  formado  y  hecho.  Pronto  se  alzó  con 
el  crédito,  bien  merecido,  de  galano  estilista  y  exquisito  novelador...; 
digno  émulo  de  su  padre  en  esto  de  acordar  los  períodos  con  armonía 
y  soltura  y  en  lo  de  engarzar  los  enjoyados  conceptos  en  estuche  dte 
rico  y  numeroso  lenguaje."  L.  Valera:  Sombras  chinescas,  recuerdos 
de  un  viaje  al  Celeste  Imperio,  Madrid,  1902.  Visto  y  soñado,  nov., 
ibid.,  1903.  Del  antaño  quimérico,  ibid..  1905.  Un  alma  de  Dios,  1906. 
El  Filósofo  y  la  tiple,  ibid.,  1908.  De  la  muerte  al  amor,  ibid.,  1910. 

Jesús  Castellanos,  Los  Optimistas,  pág,  283:  "Cuando  se  ve  que 
hemos  dado  lugar  de  dioses  mayores  á  ese  anémico  y  soporífero  Va- 
lle-Inclán,  á  ese  cómico  malabarista  Martínez  Sierra,  á  ese  vacuo  é 


yo  ÉPOCA  REGIONAL  Y  MODERNISTA  (1888-I907) 

insoportable  poseur  Asorín,  á  ese  grotesco  fauno  Felipe  Trigo,  á  ese 
popular  trompetero  Dicenta,  á  todos  esos  juglares  dte  la  literatura  que 
han  envenenado  el  gusto  de  la  juventud,  es  cuando  se  advierte  la  ne- 
cesidad urgente  de  imponer  los  buenos  modelos  presentando  de  una 
vez  al  Maestro...,  á  Fray  Candil.''^  Rodó:  "Castellanos  es  uno  de  los 
narradores  de  más  fina  sensibilidací  y  más  hermoso  estilo  entre  cuan- 
tos cultivan  en  América  la  pintura  de  la  naturaleza  y  las  costumbres 
de  estas  tierras."  J.  Castellanos:  Cabezas  de  estudio,  Habana,  1902. 
'De  tierra  adentro,  cuentos,  ibid.,  1906.  La  Conjura,  novelas  cortas, 
ibid.,  1909;  Madrid,  1917,  su  mejor  libro,  premiado.  Motivos  de  Pro- 
teo, de  Rodó,  conf.,  Habana,  1910.  La  Manigua  sentimental  nov.  de 
costumbres,  Madrid,  19 10  (en  El  Cuento  Seman.).  El  Norte  y  el  Sur 
1911  (en  El  Fígaro).  Obras  póst.,  t.  I,  Los  Optimistas,  Habana,  1915; 
Madrid,  1919';  t.  II,  Los  Argonautas,  La  Manigua  sentimental,  cuen- 
tos, 1916;  t.  III,  De  la  vida  internacional,  1916.  Consúltese  Max  Hen- 
ríquez  Ureña,  La  Vida  y  las  obras  de  Jesús  Castellanos,  1912  (en 
Rev.  Bini.  Ctib.). 

E.  C.  Guerrero:  Campaña  heroica  (1902),  en  que  parafraseó  los 
Episodios,  de  Jerónimo  Maldlonado.  Sangre  patria  (1903).  Lucía,  nov. 
(1904).  El  Táchira  físico,  político  é  ilustrado  (1905).  En  torno  á  la 
cuna  (1910),  su  mejor  poesía,  lamartiniana.  La  Despedida,  poema. 
Poesías,  Sao  Paolo  (Brasil),  1918,  con  prólogo  de  Jerónimo  Maldo- 
nado  y  notas  de  Félix  Díaz  y  Aguiar.  Además,  trabajos  sobre  His- 
toria, Filosofía,   Gramática  y  Derecho  civil. 

Amado  Ñervo,  sobre  Cuarzos  (Rev.  Mod.,  1902)  :  "Yo  le  llamaría 
más  bien  alto  artífice  que  alto  poeta.  Fríamente  cincela,  funde,  pule, 
labra.  Disloca,  ductiliza,  engarza.  Conoce  muchos  hondos  secretos  del 
ritmo  y  de  la  rima.  El  verso  es  su  esclavo.  Paciente  obrero,  tenaz 
obrero,  Rebolledo  persigue  días  y  noches  una  cadencia  nueva,  y  cuan- 
do la  ha  encontrado,  hallamos  todos  que  es  buena,  la  amamos  por  bien 
pergeñada ;  pero  le  falta  acaso  la  santa  melancolía,  la  aureola  <íe  la 
honda  emoción,  lá  excelsa  nobleza  de  la  pena.  Rebolledo  es  casi  siem- 
pre un  modernista  de  alma  parnasiana...  De  los  poetas  novísimos  es  el 
más  artista."  José  Juan  Tablada,  en  El  Mundo  Ilustrado,  1914:  "Des- 
pués de  una  crisis  romántica  exteriorizada  en  Heder  de  ingenuo  ero- 
tismo y  en  rondeles  indecisos  y  tímidos,  E.  R.  se  reveló  bruscamente 
como  un  vigoroso  poeta  artista,  dueño  de  sutil  virtuosidad  y  de  técnicas 
triunfadoras.  Rebolledo  entró  á  la  literatura  por  la  puerta  gótico- 
flamante  que  Huysman  erigió  como  arco  monumental  de  triunfo,  y 
por  eso  su  numen  fraterniza  con  Des  Esseintes  en  dilecciones,  ama 
lo  extraño,  lo  impoluto,  lo  virginal,  así  lo  encuentre  en  el  nectario  de 
una  flor  maldita  ó  en  el  carapacho  rutilante  del  quelonio  gemado.  bestia 
familiar  en  el  larariiim  del  héroe  paradójico...  Hasta  hoy  E.  R.  se  ha 
revelado  como  un  acímirable  poeta  artista.  Su  estudio,  su  labor  obsti- 
nada, han  hecho  de  su  numen  el  de  un  alquimista  transmutador,  que 
con  un  puñado  de  arcilla  ha  hecho,  al  fuego  de  sus  crisoles,  el  lapis 
'philosophonim,  el  oro  espléndido  y  triunfante."  Efrén  Rebolledo:  Cuar- 


S.  XX,   I9Q2.  MARTIN  ALDAO  7 1 

scs,  versos^  Guatemala,  1902.  Más  allá  de  las  nubes,  ibid.,  1903.  Hilo 
de  corales,  versos,  ibid.,  1904.  Joyeles,  versos,  París,  1907.  Estela,  pro- 
sa y  verso,  Méjico,  1907.  El  Enemigo,  nov.  corta,  ibid.,  1908.  Rimas 
japonesas,  Tokio,  1909,  Nikko,  Méjico,  1910.  Hojas  de  Bambú,  nov., 
ibid.,  1910.  Libro  de  loco  amor,  versos,  ibid.,  1916.  El  Desencanto  de 
Dulcinea,  cuentos,  ibid.,  1916.  Águila  que  cae,  trag.,  ibid.,  1916.  Tra- 
dujo de  Osear  Wilde:  Intenciones,  Méjico,  1916.  El  Crimen  de  lord 
'Arturo  Saville,  ibid.,  1916.  Consúltese  Jenaro  Estrada,  Poetas  Nuevos, 
1916,  donde  cita  los  artículos  que  de  él  tratan. 

Man.  Gálvez,  La  Vida  múltiple,  1916,  pág.  229:  "Juzgando  el  libro 
{La  Novela  de  Torcuato  Méndez)  por  lo  que  contiene,  hay  que  con- 
venir en  que  es  casi  perfecto.  Está  sabiamente  compuesto;  no  se  halla 
en  él  una  palabra  innecesaria.  Todo  lo  que  hay  allí  está  bien.  Pero 
si  observamos  lo  que  le  falta,  el  juicio  ya  no  puede  ser  tan  benévolo. 
Los  personajes,  salvo  uno,  el  de  Manequito,  no  están  suficientemente 
individualizados,  y  en  las  primeras  páginas  especialmente,  el  lector 
los  confunde  unos  con  otros.  Tal  vez  contribuya  á  ello  el  exceso  de 
personajes  secundarios,  sobre  todo  si  se  tiene  en  cuenta  la  relativa- 
mente reducida  extensión  del  libro.  Estos  personajes  secundarios  lle- 
nan la  novela.  En  Buenos  Aires  ó  en  Mar  del  Plata  conversan  en  pe- 
queños diálogos,  no  (dejando  lugar  para  el  desarrollo  del  asunto.  Po- 
dría decirse  que  lo  que  falta  en  esta  novela  es  precisamente  la  no- 
vela. Las  escenas  culminantes  han  sido  suprimidas  ó  tratadas  con  de- 
masiada brevedad.  En  esto  no  veo  sino  una  prudencia  ó  un  temor 
quizá  excesivos  de  parte  del  autor.  Claro  es  que  un  novelista  incipien- 
te debe  tener  gran  prudencia,  pero  no  hasta  el  punto  de  reducir  tan- 
to los  pasajes  difíciles  d?e  la  acción.  El  mayor  defecto  de  esta  novela 
reside,  a  mi  entender,  en  algo  que  debiera  ser  una  virtud:  su  exce- 
siva objetividad...  Aldao  reproduce,  con  objetividad  casi  fotográfica, 
una  sociedad  harto  insignificante  y  superficial.  Los  personajes  son  me- 
diocres; y  mediocres  son  sus  conversaciones.  Si  la  novela  tuviera  un 
asunto  característico,  nada  habría  que  objetar.  Aldao  pudo  haber  re- 
tratadlo esas  gentes  tan  banales  burlándose  de  sus  aficiones,  de  sus  ne- 
cedades, de  su  criterio.  La  ironía  es  un  gran  recurso  para  levantar  la 
condición  vulgar  de  la  novela  demasiado  objetiva.  Aldao  refiere  los 
diálogos  mediocres  de  la  sociedad  distinguida  con  toda  minuciosidad, 
exactitud  y  seriedad;  jamás  tiene  una  palabra  de  ironía  para  sus  su- 
perficiales personajes...  Aldao  no  ha  creado  almas  ni  ha  escrito  un 
libro  realmente  humano.  Con  todo,  el  valor  literario  de  La  Novela  de 
Torcuato  Méndea,  me  parece  considlerable.  He  alabado  ya  su  compo- 
sición y  ahora  quiero  alabar  su  estilo.  Aldao  ha  logrado  resolver  un 
problema  que  muchos  escritores  jóvenes  argentinos  persiguen  sin  ha- 
berlo conseguido  sino  en  parte :  reunir  el  más  puro  casticismo  á  la  ele- 
gancia, la  precisión  y  la  armonía  francesas.  Se  dirá  que  en  el  libro 
de  Aldao  no  hay  en  realidad  estilo,  que  su  prosa  no  tiene  carácter  ni 
personalidad.  No  importa.  Aldao  ha  prestado  un  verdadero  servicio 
á  la  literatura  americana,  demostrando  cómo  se  puede  poner  las  cuali- 


72  ÉPOCA  REGIONAL  Y  MODERNISTA   (1888-I907) 

dades  francesas  al  servicio  de  un  buen  castellano."  Escenas  y  perfi- 
les, colecc.  de  escritos  sueltosj  de  agudo  ingenio,  Buenos  Aires,  1902. 
Reseña  histórica  de  los  guerreros  de  la  independencia,  ibid.,  19 10.  La 
Novela  de  Torcuafo  Méndez,  de  costumbres  bonaerenses,  su  mejor 
obra,  ibid.,  1912;  Madrid,  1913.  El  Caso  de  "La  Gloria  de  don  Rami- 
ro", ibid.,  1913.  Durante  la  tragedia,  1917.  Consúltese  Alvaro  Mellan 
Lafinur,  Literatura  contcmpor.,  1918. 

Cansinos  Assen,  Las  Escuelas  liter.,  1916,  pág.  145 :  "Con  Emilio 
Carrére...  entra  en  la  novela  madrileñista  la  visión  de  los  figones  in- 
mundos, en  que  se  consumen  los  manjares  indescriptibles  de  los  tugu- 
rios epitalámicos,  en  que  se  ama  una  sombra  sobre  un  esqueleto;  de  los 
dormitorios  promiscuos,  en  que  se  sueña  con  la  muerte,  y  de  las  salas 
de  hospitales  en  que  la  ve  llegar  al  fin...  Carrére  es  exaltador  die 
toda  esta  miseria  evangélica,  de  toda  esta  inocente  negrura,  de  este 
dolor  sin  belleza  ni  esperanza  y  lo  atavía  con  las  preseas  de  su  estilo 
y  lo  ilumina  con  la  sonrisa  de  la  ironía,  que  es  como  el  sol  de  invier- 
no de  esta  escuela  bohemia,  de  la  que  Carrére  es  el  pontífice  entre 
nosotros.  Las  grisetas  se  han  convertido  en  francas  rameras...  y  los 
poetas  y  pintores  ha  tiempo  que  olvidaron  todo  anhelo  de  arte  para 
pensar  sólo  en  vivir.  Y  nunca  truena  la  alegría  bohemia.  Esta  es  la 
compañía  de  la  gallofa,  la  hermandad  de  la  pirueta...;  el  estilo  del 
autor,  de  un  preciosismo  arcaico...  Ironía  bohemia,  donaire  picaresco, 
demagogia  moderna  se  amalgaman  en  estas  novelas  madrileñistas  en 
que  E.  C.  ha  recogido  la  tristeza  más  negra  de  Madrid,  la  amargura, 
no  ya  de  la  bohemia,  sino  de  la  hampería  literaria..."  Em.  Carrére: 
Románticas,  poes.,  Madrid,  1902.  El  Caballero  de  la  muerte,  poemas, 
1909.  El  Encanto  de  la  bohemia,  1911,  3."  ed.  Los  Ojos  de  la  Diablesa, 
leyenda  madrileña,  1913.  La  Tristeza  del  burdel,  1913.  La  Madre  ca- 
sualidad, 1913.  Del  Amor,  del  dolor  y  del  misterio,  poemas,  1915.  El 
Reloj  del  amor  y  de  la  muerte,  ley.  madrileña,  191 5.  Elvira  la  espiri- 
tual, 1916.  Dietario  sentimental,  ]\Iadrid,  1916.  La  Corte  de  los  poetas, 
antología  de  poesías  hispanoamericanas,  con  prólogo.  La  Voz  de  la 
conseja,  colección  de  novelas  breves  y  cuentos  de  varios,  1917.  Flo- 
res de  meretricio,  1917.  La  Rosa  de  Alhaicin,  nov.,  Madrid,  1917.  Edgar 
Poe,  trad.,  1918.  La  Copa  de  Verlaine,  1919.  Almas  brujas  y  espectros 
grotescos,  1919. 

170.  Año  1Q02.  Julio  Puyol  y  Alonso  (n.  1865-),  de  León,  doctor 
en  leyes  (1S90),  secretario  del  Instituto  de  Reformas  Sociales  (1903), 
académico  de  la  Historia  (1914)  y  de  Ciencias  Morales  y  Políticas 
(1918),  erudito  de  grande  autorid'ad  y  escritor  castizo,  de  estilo  recio  é 
irónico,  escribió  con  Adolfo  Bonilla  San  Martín  con  el  seudónimo,  co- 
mún á  entrambos,  de  El  Bachiller  Alonso  de  San  Martin,  la  hermosa  no- 
vela histórica  La  Hostería  de  Cantillana  (1902)  y  Silva  de  varia  lec- 
ción (1909),  Sepan  cuantos  (1910).  De  por  sí  publicó:  Cantos  populares 
leoneses,  Nueva  York,  1905.  Estado  social  que  refleja  el  "Quijote",  dis- 
curso, Madrid,  1905.  El  Arcipreste  de  Hita,  ibid.,  1906.  Una  Puebla  en 


S.  XX^   1902,  CRISTÓBAL  DE  CASTRO  yS 

el  siglo  XIII,  estudio  histórico  sobre  las  Cartas  de  población  de  'El^ 
Espinar.  Égloga  trovada  por  Juan  del  Encina  á  la  Natividad  de  Je- 
sucristo, arreglo.  Glosario  de  algunos  vocablos  usados  en  León.  Cantar 
de  gesta  de  don  Sancho  II  de  Castilla,  Madrid,  191 1.  La  Crónica  po- 
pular del  Cid,  ibid.,  191 1.  El  "Cid"  de  Dozy,  La  Pícara  Justina,  texto 
y  estudio,  3  vols.,  Madrid,  1912.  Las  Hermandades  de  Castilla  y  León, 
con  las  Orden-ansas  de  Castronuño  de  1467,  ibid.,  1913.  Vida  y  aven- 
turas de  don  Tiburcio  de  Redín,  ibid.,  1913.  Un  Álbum  romántico,  1915 
(en  Rev.  CHt.  Hisp.-Amer.).  El  Abadengo  de  Sahagún,  ibid.,  1915. 
El  Supuesto  retrato  de  Cervantes,  ibid.,  1915  {R^v.  Crit.  Hisp.-Amer., 
1915,  I,  157-168;  1916,  II,  137-174);  ídem.  Resumen  y  conclusiones, 
1917.  Elogio  de  Cervantes,  disc,  1916.  La  Vida  Política  en  España. 
Elogio  de  la  estulticia,  trad.  de  Erasmo,  1917. 

Cristóbal  de  Castro  (n.  1880-),  de  Iznajar  (Córdoba),  por  seudó- 
nimos Zacarías  de  Uceda  y  Abate  Marchena,  redactor  de  La  Corres- 
pondencia y  Heraldo,  imitador  de  Garcilaso  y  aún  algo  más  que  imi- 
tador de  Castillejo,  publicó  Las  Niñas  del  regidor,  nov.,  1902.  El  Amor 
que  pasa,  poesías,  1903.  Rusia  por  dentro,  1904,  1905.  Gerineldo,  obra 
teatral  (con  Enr.  López  Alarcón),  190S.  Luna  lunera,  poesías,  1908. 
Las  Insaciables,  nov.,  1909.  La  Luna  de  la  sierra,  refundición  de  Vé- 
lez  de  Guevara,   1909.  Las  Manos  largas  (con  Enr.  López  Alarcón), 

1909.  La  Bonita  y  la  fea,  nov.,  1910.  Antología  de  las  Cortes  de  1820, 

1910.  Cancionero  galante,  París,  1910.  Antología  de  las  Cortes  de  18 ¿p 
á  iSóSj  191  i.  Antología  de  las  Cortes  de  1888,  1912.  Antología  de  las 
Cortes  de  ipoj,  1913.  El  Anzuelo  de  Fenisa,  refundición  de  Lope, 
1913.  Cortesanos  y  cortijeras,  Barcelona,   1915.  Catálogo  monumental 

y  artístico  de  España,  Álava,  1915.  Biografía  política  y  parlamentaria 
de  don  Nicolás  María  Rivera,  1915.  Las  Mujeres,  1917.  El  Abanico 
de  lady  Windermore,  com.  de  Osear  Wilde,  trad,  1919.  Cansinos 
Assens,  Las  Escuel.  liter.,  1916,  pág.  72:  "En  C.  de  C.  brilla  el  genio 
legítimo  del  periodismo,  con  todas  sus  amplitudes  y  con  todas  sus  li- 
-mitaciones :  con  todo  su  sentido  efímero  de  h'mno  fugitivo  y  de  ver- 
dad provisional,  con  todo  su  sentido  restrictivo  del  momento.  Y  bri- 
lla en  él  sobre  todo  el  genio  del  aturdimiento  periodístico,  el  brillo 
de  los  vanos  fuegos  fatuos,  de  la  lírica  circunstancial  y  de  la  ciencia 
improvisada,  sin  libros  ni  documentos.  C.  de  C.  se  ha  formado  úni- 
camente en  la  escuela  del  periodismo,  es  un  hijo  del  periódico.  Aquí, 
en  esta  escuela  del  conocimiento  "parcial,  sucesivo  y  fragmentario", 
según  decía  Pascal ;  en  esta  escuela  de  la  ciencia  del  momento,  de  la 
intuición  y  del  ardor  imaginativo,  se  ha  formado  casi  únicamente  este 
cronista  y  poeta  y  novelista  y  pensador.  Sus  primeras  obras  cotidianas 
son  el  triunfo  de  lo  nativo,  la  floración  de  la  primera  savia  natural,  la 
gran  eclosión  del  germen  rústico.  Más  adelante,  C.  de  C,  después  de 
haber  leído  sólo  periódicos,  leerá  libros,  se  hará  una  cultura,  se  for- 
mará un  gusto,  procurará  orientarse.  Pero  por  el  pronto,  sólo  periódi- 
cos lee;  y  de  esas  hojas  diarias  que  ha  de  nutrir  con  su  espíritu,  toma 
•él  su  nutrimiento.  Pero  toda  su  vida  guardará  los  resabios  de  esta 


74  ÉPOCA  REGIONAL  Y  MODERNISTA   (1888-I907) 

formación  espiritual,  sin  métocío  ni  ordenaciones  intermedias...;  pri- 
mero en  El  Evangelio  y  después  en  La  Correspondencia...,  C.  de  C. 
lo  saca  todo  de  si  mismo  y  sigue  la  moda  del  instante.  Y  es  un  poco 
republicano  y  otro  poco  arcaizante :  y  escribe  la  crónica  frivola  y  la 
crónica  de  reivindicaciones  sociales...,  los  madrigales  á  Flérida  y  los 
cromáticos  cuadros  andaluces,  según  el  gusto  de  Rueda...  Será  siem- 
pre un  espontáneo,  un  naturalmente  fervoroso,  un  hijo  del  periodismo, 
algo  embastecido  por  el  diario  contacto  con  las  muchedumbres,  como 
los  hombres  que  viven  en  los  arrabales,  todo  lo  contrario  cíe  un  ex- 
quisito. Y  del  periodismo  tendrá  siempre  la  nota  ambigua  de  la  mul- 
tiplicidad y  el  abigarramiento...  Funámbulo  sobre  todas  las  cuerdas  de 
la  divina  lira,  no  único  y  extático  en  ninguna.  Pese  á  elegancias  poste- 
riores, este  escritor  poliforme  conservará  siempre  un  rudo  fermento 
democrático.  Y  cuando,  sustentado  con  posteriores  lecturas,  en  esa 
época  en  que  sus  artículos  están  llenos  de  citas,  quiera  elevarse  á  las 
cátedras  sociológicas,  no  podrá  alzarse  de  su  pupitre  de  periodista  y 
no  escribirá  sino  artículos." 

Elias  Tormo  y  Monzó  (n.  1869-),  valenciano,  catedrático  en  las 
Universidades  de  Salamanca  (1902),  Granada  y  Madrid,  muy  erudito 
en  Historia  del  Arte,  cuya  cátedra  desempeña,  publicó  Del  Conven- 
cionalisr/to  en  las  Artes  y  en  las  Letras,  Madrid,  1902.  Desarrollo  de  la 
pintura  española  en  el  siglo  xvj;  Las  pinturas  de  Goya  y  su  clasifica- 
ción cronológica,  ibid.,  1902.  La  Escultura  antigua  y  moderna,  Barce- 
lona, 1903.  Álbum  cromolitográfico  de  la  decoración  de  las  salas  re- 
gias del  Alcázar  de  Segovia,  Madrid,  1905.  El  Monasterio  de  Guada- 
lupe y  los  cuadros  de  Zurharán,  ibid.,  1905.  Las  Tapicerías  de  la  Co- 
rona de  España,  1."  parte,  ibid.,  1906.  La  Pintura  de  la  Escuela  fla- 
menca del  siglo  xv  en  Castilla  la  Vieja,  Valladolid,  1906.  Las  Bellas 
Artes,  Madrid,  1909.  Villacis,  ibid.,  1911.  Catálogos  de  las  tablas  de 
primitivos  españoles  de  la  colección  ¡turbe,  ibid.,  1911.  Vélazquez  y  el 
Salón  de  Reinos  del  Palacio  del  Buen  Retiro,  ibid.,  1911.  Gaspar  Be- 
cerra (no  ultimada).  De  la  suprema  intimidad,  singularidad  estética  de 
la  Música  pura,  disc,  1913.  Un  Museo  de  primitivos:  las  tablas  de  las 
iglesias  de  Játiva,  1912.  La  Inmaculada  y  el  Arte  Español,  1913.  Jaco- 
mart  y  el  arte  hispanoflamenco  cuatrocentista,  1913-14.  Don  Vicente  Ló- 
pez y  la  Universidad  de  Valencia,  1914.  Monasterio  de  Guadalupe :  el 
Arte  en  España,  Barcelona,  1915.  Datos  documentales  para  la  Histo- 
ria del  Arte  español  (van  publicados  3  vols.),  Madricí,  1914-16.  Un 
gran  pintor  valisoletano :  Antonio  de  Pereda,  Valladolid,  1916.  Las  Vie- 
jcbs  series  Icónicas  de  los  Reyes  de  España,  IMadrid,  1916-17.  En  las 
Descalzas  Reales,  estud.  hist.,  iconográficos  y  artísticos,  fase.  1.°,  1915- 
17.  Trabajos  de  investigación  elaborados  por  los  alumnos  en  ¡a  clase  de 
Historia  del  Arte^  19 18. 

José  Augusto  Escoto  (n.  1864-),  de  Matanzas,  publicó  La  Instruc- 
ción pública  en  Cuba  en  el  s,  xvi.  Habana,  1902.  Ensayo  de  una  Biblio- 


S.   XX,    1902.   VICENTE  BORRAS   Y  ANTOLI  75 

teca  Herediana,  1904.  La  Conspiración  de  1844,  1909.  G.  Gomes  de. 
Avellaneda,  cartas  inéd.  y  documentos.  Matanzas,  1912.  Revista  hist.,. 
crít.  y  bibliográf.  de  la  Literatura  cubana,  ibid.,  1916. 

171.  A  fio  1902. — Pascual  Abellán  ]\íartínez  publicó  Rarezas  de 
la  lengua  española,  Madrid,  1902. — Max  d'Abrantes,  seud.  de  un  ura- 
guayo,  publicó  Tarsila  Verr'átherherz,  leyenda  oriental,  Santiago  de 
Chile,  1902. — Pedro  Joaquín  Acacio  Duarte  estrenó  ¡Sin  mujeres!, 
'zarzuela,  1902. — Fernando  y  Manuel  Acedo  escribieron  Gástalo,  estu- 
dio histórico,  Madlrid,  1902. — R.  Acevedo  G.  estrenó  Gaupolican,  ópe- 
ra-baile, Santiago,  1902. — ^Juan  Agosta  estrenó  Los  Sentimientos  de 
una  cubana  en  Sevilla  y  su  regreso  á  Cuba,  com..  Cárdenas,  1902. — 
A.  Aguilar  y  Mora  publicó  Tres  verdades  fin  de  siglo,  Madrid,  1902. — 
Daniel  Aguilera  Camacho,  por  seud.  Morsamor,  director  de  El  De- 
fensor de  Córdoba  (1903),  publicó  S.  Eulogio,  vida  y  obras,  Córdoba, 
1902. — El  Alano,  poema  anónimo  del  s.  xvii,  Sevilla,  1902. — Juan  Al- 
calde (n.  1864-),  de  San  Sebastián,  catedirático  del  Instituto  de  Cama- 
güey  (Cuba)  y  músico  notable,  publicó  Lolita,  nov..  Puerto  Príncipe, 
1902.  Nena,  nov.,  Camagüey,  1903.  Haz  bien  sin  mirar  á  quién,  jug.. 
1907.  Pro  Patria,  nov.,  1910.  La  Señorita  inconveniente,  jug.,  1915. — 
Antonio  Alonso  García  estrenó  jA  las  tablas  ó  á  la  iablaf,  monólogo 
1902. — Enrique  Altamirano  y  Salcedo,  gobemadior  de  Cagayán,  pu- 
blicó Relato  histórico  de  actos  y  hechos  realizados  en  los  últimos  días 
de  nuestra  dominación,  Madrid,  1902. — Antonio  Alvaro  de  Morales 
estrenó  Agencia  de  negocios,  comedia  (con  F.  Páez  Serrano),  Segovia, 
1902. — Jaime  Andreu  y  Pont  (f  1904),  catalán,  director  en  Barcelona 
de  El  Suplemento  (1894),  La  Opinión  (1896)  y  La  Opinión  Independien- 
te (1898),  publicó  Catálogo  de  una  colección  de  impresos  referentes  á 
Cataluña,  s.  xvi  á  xix,  Barcelona,  1902. — Apuntes  históricos  del  Peni, 
Lima,  1902. — Antonio  Arévalo  (n.  1876-),  de  Buj  alance  (Córdoba), 
poeta  elegiaco  tan  hondamente  dolorido  como  modesto,  publicó  Mis 
canciones,  1902.  Para  el  teatro:  La  Fuga,  Trabajar  por  lo  contrario  y 
El  Rosal  del  sentimiento,  zarzuelas.  Mis  canciones,  Madrid,  1912. — 
Santos  L.  Asensio  Navarro  estrenó  El  Ajuar,  diálogo,  1902.  El  Orde- 
nanza (con  L.  Pérez  Giralde),  1904.  La  Pastora,  sainete  (con  id.),  1905. 
— D1ÓGENES  F.  Barrera  (-j-  1904),  novelista  chileno  contemporáneo-, 
muerto  trágicamente  en  un  crimen  pasional,  publicó  Amor  y  lágrimas, 
nov..  Chillan,  1902. — Juan  Barriobero  y  Armas  publicó  La  Nobleza  es- 
pañola, Madrid,  1902.  Aristocracias,  notas  y  observaciones,  1915. — Juan 
Manuel  Bellido  Carbayo,  presbítero,  publicó  Colección  de  homilías.... 
Salamanca,  1902. — Juan  Bautista  Bernabeu  publicó  Ecos  manchegos, 
poesías,  Ciud-ad  Real,  1902. — Saturnino  Blanco  publicó  Poesías  (con 
Juan  Illescas),  Madrid,  1902. — M.  Bolaños  Cacho^  mejicano,  publico 
Ritmos,  2.*  ed.,  1902.  Sonetos  y  sonatas,  1918. — Boletín  de  Historia  y 
Antigüedades,  órgano  de  la  Academia  Nacional  de  Historia,  Bogotá, 
desde  1902. — Boletín  del  Instituto  Bibliográfico  Mexicano,  Aléjico, 
1902-07,  3  vols. — Vicente  Borras  y  Antolí  estrenó  El  Juramento,  1902^. 


76  ÉPOCA  REGIONAL  Y  MODERNISTA  (1888-I907) 

— Carolina  B.  Bourland,  norteamericana,  profesora  de  Smith  College, 
publicó  Comedía  muy  exemplar  de  la  Marquesa  de  Saliisia,  llamada 
Griselda,  por  Navarro,  1902  (en  Rev.  Hisp.).  Boccaccio  and  the  Deca- 
meron  in  Castilian  and  Catalán  Literature,  1905  (ibid.).  An  Unknown 
Manuscript  of  the  Calda  de  Principes,  1908  (ibid.).  The  Unprinted 
Poems  of  the  Spanish  Canciuneros  in  the  Bibliotheque  Natioiíale  (Pa- 
rís), 1909  (ibid.).  La  Doctrina  que  dieron  á  Sarra.  Poema  de  Fernán 
Pérez  de  Gtizmán,  1910  (ibid.).  Las  Paredes  oyen,  de  Alarcón,  N.  York, 
1914, — Ricardo  Calvo,  hijo  de  Rafael  Calvo,  sobrino  d'e  Ricardo  Cal- 
vo y  nieto  de  José  Calvo,  tres  grancíes  actores  y  gran  actor  como  ellos, 
publicó,  antes  de  darse  al  teatro,  el  libro  de  poesías  Evocaciones,  Ma- 
drid, 1902. — Rubén  M.  Campos  (n.  187Ó-),  de  Guanajuato  (Méjico),  es- 
cribió  en  El  Demócrata  (1895),  de  Méjico;  en  la  Rev.  Moderna,  Gaceta 
Musical;  fué  profesor  de  Literatura  en  la  Escuela  Nacional  y  muy  en< 
amorado  de  la  música,  poeta  modernista  y  cuentista  y  novelador  nota^ 
ble.  Publicó  Zulema,  libreto  de  ópera,  México,  1902.  Claudio  Oronoz, 
nov.,  1906.  Los  Conciertos  del  cuarteto  Bruselas,  1907.  En  preparación: 
La  Flauta  de  Pan,  versos  (véase  Poetas  Nuevos,  1916).  El  Bar,  nov.; 
Cuentos  mexicanos.  Consúltese  Jenaro  Estrada,  Poetas  Nuevos,  1916. — 
Joaquín  Cansino  estrenó  Trinidad,  comedia,  1902. — Alfredo  Carmo- 
NA  (Martes),  del  arma  de  Infantería,  redactor  de  El  Liberal  d'e  Sevi- 
lla (1902),  estrenó  El  Conquistador,  comedia,  Sevilla,  1902.  Apolo,  sá- 
tiro, nov.  arqueológica  para  andar  por  casa-,  ibid.,  1916. — ^José  M.  Car- 
penter  publicó  Ensayos  poéticos  juveniles,  Madrid,  1902. — JosÉ  Carré 
Alvarelles  (1884-1904),  de  La  Coruña,  publicó  M-acias  O  Namorado, 
por  Hugo  Albert  Rennert,  traducido  y  anotado  por...,  Lugo,  1902;  Co- 
ruña, 1904. — Fray  Raimundo  Castaño  publicó  El  Orador  sagrado.  Ver- 
gara,  1902,  2  vols.  (preceptiva). — F.  Norberto  Castilla^  seudónimo  de 
Francisco  Navarro  y  Calvo  (véase  año  i?84),  tradujo  Los  Doce  Césa- 
res, por  Cayo  Suctonio  Tranquilo,  Madrid,  1902,  1912  (Bibl.  Ciás.). 
Cartas  de  Cicerón  á  Ático,  1885  (ibid.). — Juan  de  Castro  publicó  Epi- 
sodios militares,  Toledo,  1902.  La  Novatada,  comedia,  1905.  Los  Hijos 
del  aire,  zarz.,  1911. — ]\Ianuel  Cidrón^  subjefe  de  la  cárcel  de  Segovia, 
publicó  La  Mala  sombra,  novela,  Mad'rid,  1902  (?).  Los  Escribientes, 
pasillo,  1915. — Benito  Coll  y  Altabas,  L.  V.  López  Puyóles  y  J.  Va- 
LENZUELA  La  Rosa  ;  El  Diccionario  aragonés,  vocabularios  premiados 
en  los  Juegos  Florales,  Zaragoza,  1902-3. — Antonio  Correa  Fernán- 
dez, médico,  publicó  Historia  fin  de  siglo,  descripción  histórico -geo- 
gráfica de  la  provincia  de  Lugo,  con  las  biografías...,  Lugo,  1902,  2  ve- 
lúmenes. — Costa  Rica  en  el  s.  xix,  por  varios,  San  José,  1902. — David 
M.  Chu>l\ceiro  publicó  Adelfas  (1898),  poesías,  Curacao,  1902. — En- 
RiQUE  d'Almonte  publicó  Someras  notas  para  contribuir  á  la  descrip- 
ción física,  geológica,  etc.,  de  la  isla  de  Fernando  Póo  y  de  la  Guinea 
continental  española,  Mad'rid,  1902. — Laureano  del  Monte  (f  1908),  cu- 
bano, escribió  unas  cien  obras  bufas.  Artilleros  y  colegiales,  zarz.,  Haba- 
na, 1902. — Diego  Díaz  estrenó  El  Bufete,  sainete  (con  J.  Moyrón),  1902. 
-■ — Emilio  Dují,  periodista,  estrenó  Los  Amores  de  la  Inés,  sainete,  1902. 


S.    XX,    1902.   ALFREDO   GARCÍA   SÁNCHEZ  77 

— ^JUAN  Pablo  Echagüe,  por  seud.  Jean  Paid,  argentino,  de  la  provin- 
cia de  San  Juan,  revistero  teatral  en  El  País  de  B.  Aires  desde  1902^ 
durante  cinco  años,  publicó  Puntos  de  vista,  crónicas  de  biografía  y. 
teatro,  Barcelona  (1905).  Prosa  de  combate  (crón.  teatral,  1905-07), 
1910.  Teatro  Argentino,  impresiones  de  teatro  (1912-15),  Madrid,  1917. 
— Gabriel  Enciso  y  Núñez  publicó  A  la  libertad,  oda  patriótica,  1902. 
La  Corte  del  pecado,  versos,  Madrid',  1912.  Poemas  de  la  democra- 
cia, 1919. — Enrique  y  Silva  publicó  Ensayo  de  una  Bibliografía  Iiistór, 
y  geográfica  de  Chile,  Santiago,  1902. — Rafael  Errázuriz  Urmeneta 
(n.  1861-),  de  Santiago  de  Chile,  abogado  (1881),  diplomático  y  minis-- 
tro  del  Gobierno,  orador  y  escritor  castizo,  publicó  Escandinavia,  San- 
tiago, 1902.  Mi  vida  en  Dresde,  1902.  Rmna,  1904-06,  2  vols.  La  Ciudad 
de  los  Dux,  Roma,  1907,  2  vols.  Florencia,  Roma,  1909-10,  3  vols. — ' 
Miguel  Escalada  publicó  Pensamientos  de  Alberdi,  B,  Aires,  1902. 
Las  Epopeyas,  crítica,  Genova,  1915. — Federico  Escobar  (1861-1912), 
de  Panamá,  carpintero  y  poeta  premiado  (1889)  por  su  oda  al  28  de  no- 
viembre, colaborador  de  El  Lápiz,  El  Heraldo  del  Istmo  y  Nuez  os  Ri- 
tos; publicó,  además,  El  Renacimiento  de  un  pueblo,  oda  á  Cuba,  Pana-- 
má,  1902.  Patrióticas.  Madre,  poema. — Juan  Fábregas  Sinter  compu- 
so Corona  de  espinas,  Mahón,  1902.  El  Tenorio  y  el  poeta,  drama, 
1902.  Quien  á  buen  árbol  se  arrima...,  1904. — Fray  Benigno  Fer- 
nández Alvarez  (n.  1866-),  de  Santa  Eulalia  de  Manzaneda  (Asturias), 
agustino  (1882),  bibliotecario  del  Escorial  (1895),  publicó  Antigua  lista 
de  mss.  lat.  y  griegos  inéditos  del  Escorial,  Madrid,  1902.  D.  Fr.  Ber- 
nardo Oliver  (en  Ciudad  de  Dios,  ts.  LXIX-tLXXII).  Tipografía  y  bi- 
bliografía españolas  del  s.  xv,  1909  (ibid.,  t.  LXXVII...).  Incunables 
españoles  de  la  Bibl.  del  Escorial,  1911-12  (ibid.).  Impresos  de  A' cala 
de  la  Bibl.  del  Escorial,  1916.  La  M.  Cándida  de  San  Agustín  y  la 
guerra  europea,  1918. — Carlos  Fernández  Ortuño,  colaborador  de 
La  Correspondencia  (1903),  publicó  La  Corona  de  espinas,  Madrid, 
1902, — Guillermo  Fernández  y  González  estrenó  Tragaldabas,  jugue- 
te, 1902.  El  Número  lOO,  1903. — Jesús  l  ernández  Martínez  (n.  1869-), 
de  Gijón,  publicó  Orígenes  y  estado  actual  de  la  Biblioteca  del  Insti- 
tuto de  Jovellanos  de  Gijón,  Gijón,  1902. — José  Luis  Fernández,  cola- 
borador de  la  Rev.  de  los  Tribunales  (1902-03),  publicó  El  Mulahacen, 
poema,  Madrid,  1902. — Pascual  Ferreiro,  gallego,  publicó  Mesa  re- 
vuelta ó  Las  Fiestas  de  Alacranes  en  1901,  Habana,  1902. — Flores  á  la 
Virgen  María,  himnos,  letrillas...,  por  un  sacerdote  de  las  Escuelas 
Pías,  Madrid*,  1902. — Elias  Gago  Rabanal,  leonés,  ha  publicado  Estu- 
dios de  Arqueología  protohistórica  y  etnográfica  de  los  Astures  Lancien- 
ses  (hoy  Leoneses),  León,  1902. — Emilio  Gallegos  del  Campo,  poeta 
ecuatoriano  modernista,  poco  ha  fallecido  en  su  juventud,  publicó  Ma- 
nuel Gutiérrez  Nájera,  poesía  (en  Esp.  Mod.,  1902,  en.).  Honra  de  obre- 
ro, dr.,  Guayaquil,  191 1.  Almas  errantes,  poesías,  ibid.,  1913.  Algo  de 
Literatura,  ibid.,  1914. — Alfredo  García  Sánchez,  colaborador  en  El 
Gato  Negro  (1898),  publicó  ...y  pocas  nueces,  versos,  Macírid,  1902. 
...3;  salir  trasquilado,  jug.,  1908.    La    Vuelta,  zarz.,   1908. — Clemente. 


78  ÉPOCA   REGIONAL  Y  MODERNISTA  (1888-I907) 

"García  Machado  compuso  El  Carbonero  de  Salamanca,  comedia,  Bur- 
gos, 1902.  Los  Países  prósperos,  id.,  1903. — Laura  García  de  Giner, 
colaboradora  de  La  Mujer  Moderna  (Tarrasa,  1904),  publicó  La  Sa- 
tnaritana,  novela,  Barcelona  (1902).  Valentina,  id.,  1904. — Luis  García 
Guijarro  publicó  Teorías  acerca  del  origen  de  la  sociedad,  Valencia, 
1902.  El  Socialismo  católico,  ibid,  1902.  Escuela  valenciana  del  si- 
glo XVIII,  Agustín  Sales,  Madrid,  1908.  La  Guerra  de  la  Independen- 
cia y  el  guerrillero  Romeu,  ibid.,  1908.  Bases  del  Derecho  iiimjbiliario 
en  la  legislación  comparada,  ibid.,  191 1.  Notas  americanas  (viajes), 
ibid.,  1913. — Concepción  Godo  y  de  Martínez,  cubana,  publicó  Espe- 
ranza, nov.,  Santiago  de  Cuba,  1902. — Eduardo  Gómez  Gereda,  redac- 
tor artístico  del  Heraldo  (1903),  colaboradior  út  A  B  C  (1903),  estrenó 
Los  Hombres  serios,  juguete  (con  Antonio  Soler),  1902.  Los  Sabios  de 
Grecia  (con  id.),  1903.  M' hacéis  de  reír,  don  Gonzalo  (con  id.),  1904, 

1906.  El  Corsé  de  Venus  (con  id..),  1907.  Imposible  l'hais  dejado  (con  id".), 

1907.  Los  Gatos,  sain.  (con  id.),  1908. — Luciano  Gisbert  y  Hóel^  cate- 
drático del  Instituto  de  Córdoba,  publicó  Teoría  y  análisis  de  la  oración 
gramatical,  Madrid,  1902. — Félix  Gómez  Pombo  publicó  Colmenar  Vie- 
jo en  la  antigüedad,  perfiles  históricos  y  estudios  del  ganado  bravo,  Ma- 
drid, 1902. — Antonio  González  Rojas  Falencia  publicó  La  Heroína 
de  Scgovia,  narración  histórica,  Madrid,  1902. — Federico  A.  Gutié- 
rrez, argentino,  poeta  anarquista,  bastante  sencillo,  publicó  en  Ideas 
y  Figuras,  que  dirig-ía  Ghiraldo,  unas  poesías  tituladas  Entre  el  pue- 
blo, bien  sentidas,  tiernas  y  que  llegan  al  alma,  con  no  poco  de  humo- 
rismo y  aun  de  amarga  burla.  Gérmenes,  B.  Aires,  1902,  obra  de  com- 
bate, "rebelde,  audaz,  irónica,  sombría."  Barreda:  "Musa  feroz,  con 
ojos  muy  buenos,  dice  cosas  terribles  en  versos  por  lo  general  impe- 
cables y  en  imágenes  de  una  encantadora  originalidad." — Simón  Gu- 
tiérrez DE  LA  Higuera  estrenó  La  Confesión  de  don  Tiynoteo,  drama, 
1902. — T0AL\s  Gutiérrez  Perrín  (n.  1881-),  poeta  vallisoletano,  cate- 
drático de  Histología  en  Méjico,  ha  publicado  Trébol,  poesías  (en  cola- 
boración), 1902.  ¡Lo  mismo!,  entremés,  1906.  El  Cabo  Noval,  1910. — 
Fernando  Halcón  S.  de  Tejada  publicó  Sonetos,  Sevilla,  1902. — Ho- 
jas Selectas,  revista,  Barcelona,  desde  1902. — Fray  Bonifacio  Hom- 
PANERA  (n.  1 868-),  de  Muñeca  (Falencia),  agustino,  publicó  Píndaro  y 
la  lírica  griega,  disc,  Madrid,  1902.  El  Helenismo  en  España  durante 
la  Edad  Antigua,  disc,  1905.  Líricos  griegos  y  su  influencia  en  Es- 
paña (en  Ciudad  de  Dios,  ts.  LXI-LXVHI).  La  Fábula  griega  y  sus 
imitadores  en  España  (ibid.,  LXV).  El  Helenismo  en  España  (ibid., 
ex,  CXII).  La  Novela  en  Grecia  y  sus  imitadores  en  España  (ibid., 
CXIV). — Miguel  Hoyos  Julia  publicó  Variedades,  verso  y  prosa  (con 
E,  B.  Pardo),  Valladolid,  1902. — Fernando  Iglesias  Calderón,  me- 
jicano, pul^licó  Rectificaciones  históricas,  Méjico,  1901.  La  Traición 
de  Maximiliano  y  la  capilla  propiciatoria,  ibid.,  1902.  Rectificaciones 
históricas,  ibid.,  1906-07.  Supuestas  traiciones  de  Juárez.  Cesión  de 
^territorio.  Generalísimo  americano.  Antón  Lisardo.  El  Estado,  ibid., 
'5907. — Juan  José  Illa  Moreno,  uruguayo,  poeta  modernista,  publicó 


S,    XX,    1902.    LAURA    MÉNDEZ    DE    CUENCA  79 

Rubíes  y  amatistas  (1902  ?). — Jesús  Alfredo  Iniesta  Díaz  del  Casti- 
llo publicó  Los  Alfonsos,  poema,  Madrid,  1902.  De  otros  tiempos,  le- 
yendas, Inclusero,  dr.,  1909. — Alfonso  Jara  publicó  Naderías,  cuentos 
y  artículos  de  historia  y  arte,  Madrid,  1902.  De  Madrid  á  Tetuán,  1903. 
Fuente  Ovejuna,  1908.  Don  Gil  de  Albornos,  1913  (en  Rev.  de  Hist.  y 
Genealog.  Esp.).  Albornoz  en  Castilla,  1914. — Publio  Latino  publicó 
Patria,  en  pos  de  una  raza,  B.  Aires,  1902. — Narciso  José  Liñán  y 
Herrera  (n.  1881-),  madrileño,  hijo  de  los  condes  d!e  Doña-Marina,  ar- 
chivero y  jurisconsulto,  publicó  Baltasar  Gradan,  Madrid,  1902.  El 
Tercer  Duque  de  Rivas  y  un  crítico  apasionado,  1904.  Significación 
arqueológica  del  arte  heteo,  1905.  Los  Duques  de  Rivas...  como  poetas, 
1905.  Manifestaciones  políticas  del  Quijote,  1905.  Los  Mosaicos  de 
Fernán  Núñes,  1908.  Bibliografía  del  padre  Alejandro  Fanel,  1913. 
Monedas  inéditas,  1914. — Pedro  Lira  publicó  Diccionario  biográfico 
dajoz,  publicó  Extremadura  y  España^  Badlajoz,  1902.  El  Genio  litera- 
de  pintores,  Santiago  de  Chile,  1902. — José  López  Prudencio^  de  Ba- 
ño de  Extremadura,  ibid.,  1912.  Diego  Sánchez  de  Badajoz,  Madrid, 
1915. — Ramón  Losada  Rodríguez  publicó  Cuentos  pedagógicos,  Cáce- 
res,  1902. — Federico  Luceño  estrenó  El  Mixto  de  Alicante,  jug.,  1902. 
— Francisco  María  Martínez  Marín  publicó  Breve  noticia  histórica  y 
descriptiva  de  las  imágenes  de  la  Santísima  Virgen  veneradas  en  Gita~ 
dalajara,  ibid.,  1902. — Gustavo  A.  Martínez  Zuviría,  por  seud.  Hugo 
Wast,  novelista  argentino,  algo  folletinesco,  político  y  periodista,  cam- 
peón del  catolicismo  criollo,  fecundo  escritor,  de  estilo  bastante  des- 
cuidado, pero  que  sabe  interesar  con  la  trama  é  intriga  de  sus  novelas, 
y  que  con  poca  descripción  lo  encomienda  todo  al  diálogo,  publicó  Los 
Dos  grumetes,  artículos  de  polémica  (1902).  El  Naturalismo  y  Zola, 
conferencias  (1902).  Fantasías  y  leyendas,  cuentos  (1903).  La  Creación 
ante  la  Pseudo-Ciencia  (1903),  Rimas  de  am,or,  poesías  (1905),  Alegre, 
nov.  (1905-1909),  2  vols.  Golondrinas  de  presidio,  cuentos  (1908),  Flor 
de  Durazno,  nov.  El  Perfume  de  la  dama  vestida  de  negro,  nov.  (en 
La  Nación).  La  Casa  de  los  cuervos,  nov.  Fuente  sellada,  nov.  El 
Enigma  de  la  vida  (1913).  Ciudad  turbulenta,  nov.  (1919). — Alejan- 
dro Bhér  (n.  1864-),  de  Sepúlveda  (Segovia),  por  nombre  propio 
Mariano  de  Mazas,  escritor  de  ciencias  matemáticas,  colaborador 
con  su  esposa  en  muchas  obras  literarias,  publicó  Abrígame,  novela, 
cuentos  exóticos  y  semicuentos,  Macírid,  1902.  Fracasados,  trilogía: 
i.°.  El  mismo  drama  que...;  2.°,  Labora  (1910) ;  3.°,  La  Pintaíca.  El 
Bobo,  com.  (1912).  Dostoieusky,  Humillados  y  ofendidos,  trad.,  1917. 
— Antonio  Mediz  Eolio  (n.  1884-),  de  Mérida  (Yucatán),  publicó 
Invocaciones,  versos,  Mérida,  1902.  Alma  bohemia,  dr.,  1905.  Rayo 
de  sol,  com.,  1906.  La  Guerra,  1906.  El  Derecho  de  huelga,  Mérida, 
1907.  La  Suerte  perra,  zarz.,  1907.  El  Verdugo,  comedia,  1910.  Vien- 
tos de  montaña,  dr.,  1910.  El  Sueño  de  Iturhide,  poema  escénico,  1910. 
Mirza,  opereta,  1911.  Palabras  al  viento,  versos,  Mérida,  1915.  El 
Marqucsito  enamorado,  opereta,  1916.  La  Flecha  del  Sol,  dr.  En  mi- 
tad del  camino,  versos,  Méjico,  1919. — Laura  Méndez  de  Cuenca  (na- 


8o  ÉPOCA   REGIONAL  Y  MODERNISTA   (1888-IQO7) 

cida  1853-),  poetisa  mejicana,  publicó  Simplezas,  Ligugé  (1910).  En 
Esp.  Mod.,  Invierno  (1902,  mayo). — Guillermo  de  Montagú  y  Vi- 
vero (n.  1882),  dte  San  Juan  y  Aíartínez  (Cuba),  publicó  A  Cuba, 
poes.,  Pinar  del  Río,  1902,  A  la  pairia,  oda,  ibid.,  1908.  Iris,  versos, 
1909.  Martín  Peres,  el  soñador,  novela  cubana,  1912. — Luis  Monte- 
mar,  redactor  de  Vida  Galante  (1903),  publicó  Treinta  noches  de  amor, 
Barcelona  (1902).  Semana  de  amor  (1903).  El  Misterio  de  Lucia,  1903. 
La  Señora  del  entresuelo,  1903. — Carlos  Moreno  publicó  Ocios,  León, 
1902. — Antonio  Muñoz  del  Portillo  publicó  El  Toque  de  Ángelus, 
Salamanca,  1902. — José  Muñoz  Escámez^  redactor  de  El  Movimiento 
Católico  y  La  Correspondencia,  colaborador  de  El  Mundo  de  los  Ni- 
ños (1890),  Blanco  y  Negro,  La  Ilustración  Católica,  La  Naturaleza, 
director  de  El  Médico  Práctico  (1902),  publicó  Cuentos  azules,  Madrid, 
1902.  Azul  celeste,  cuentos  morales,  1902.  Cuentos  infantiles,  1902.  El 
Recreo  de  mis  hijos,  cuentos  morales,  1902, — Julián  Navarro  com- 
puso La  Mujer  del  obrero,  comedia,  Madrid,  1902. — Luis  Nevé  Gar- 
cía DE  LA  Mata^  colaborador  de  El  Noticiero  Salmantino  (1901),  estre- 
nó Entre  estudiantes,  diálogo  (con  A,  de  la  Villa),  Salamanca,  1901. 
La  Romería  de  Miravalles,  1902. — Aurelio  Noboa  publicó  Rep.  del 
Ecuador,  colección  de  Tratados,  Guayaquil,  1902,  2  vols. — Fray  Ber- 
nardo OcAMPo  (1850-1913),  franciscano  de  Sonsón  (Colombia),  publicó 
'Apuniaciones  biográficas  sobre  el  general  Braulio  Henao,  ]\Iedellín, 
1902.  Informe  de  la  provincia  de  San  Juan  B.  de  Santa  Fe  de  Bogotá^ 
ibid.,  1902.  Conferencias  y  disertaciones,  ibid.,  1905. — Joaquín  A. 
Olivan  de  Garcés,  mécíico  de  la  Armada,  colaborador  de  La  Ilustra^ 
ción  Española  y  Boletín  de  Medicina  Naval  (1897),  publicó  Merced, 
novela  histórica  argentina,  Valencia,  1902. — Pedro  Pacheco  Muñot 
estrenó  Del  Cielo  al  Manicomio,  juguete,  1902. — IManuel  de  Palacios 
Olmedo,  colaborador  de  El  Liberal  (1903),  publicó  En  las  alturas,  poe- 
sías, Madrid,  1902.  Rielar  de  ideas,  Madrid,  1912. — Federico  Parreño 
Ballesteros,  médico  español,  publicó  En  columna  de  camino,  recuer- 
dos, notas  y  perfiles  de  la  guerra  de  Cuba,  Alicante,  1902. — Partes 
oficiales  y  documentos  referentes  a  la  guerra  de  la  Independencia  Ar- 
gentina, B.  Aires,  1902. — Eloy  Pedrajas  y  Núñez-Romero  (f  1913),. 
de  Cabeza  del  Buey  (Badajoz),  presbítero,  publicó  Guadalupe,  im- 
presiones artísticas  y  literarias,  Badajoz,  1902. — Emilio  Pedrero  pu- 
blicó La  Chulomaquia,  romance  heroico  en  varios  cantos  y  algunos 
ripios,  1902. — Vicente  Pedromingo,  red'actor  de  El  Atalaya  de  Gua- 
dalajara  (1896),  Flores  y  Abejas  (1897...),  -^^  Colmena  (1902),  es- 
trenó El  Primer  ensayo  (con  M.  Rueda),  1902.  Esbozos  literarios,  Gua- 
dalajara,  1905. — Rafael  Pera  y  Peralta  publicó  Ensayo  geográfico 
e  histórico  de  Santa  Cruz  del  Sur,  1902.  ídem  del  término  municipal 
de  Sania  Cruz  del  Sur,  2."  ed  aum,.  Habana,  1913. — Manuel  Pereira 
Y  Medina,  matancero,  periodista,  publicó  Chismes  y  carcajadas,  ar- 
tículos de  costumbres,  Matanzas,  1902. — Fray  Ángel  Pérez,  agustino, 
publicó  Igorrotes,  Manila,  1902.  Relaciones  agustinianas  de  las  razas 
del  Norte  de  Lu'zón,  ibid!.,  1904.  Adiciones  y  continuación  de  "La  Im- 


s.  XX,  igo2.  JOSÉ  no  sagastume  bf 

prenta  en  Manila",  de  D.  J.  T.  Medina...,  Manila,  1905  (con  fray  Ce- 
cilio Güemes). — G.  Pérez  Arroyo  publicó  Cuentos  e  historias.  Valen- 
cia, 1902. — Ismael  Pérez  Giralde  estrenó  Un  día  felia,  comedia,  Se- 
villa, 1902.  Mala  semilla,  id.  (con  J.  A.  Vázquez  Pérez),  ibid.,  1907. — 
José  Ramón  Pérez  publicó  Verdades  amargas  a  Platt  con  sus  carbo- 
neras, décimas  cubanas.  Ciego  de  Avila,  1902. — M.  Pérez  de  la  Manga, 
colaborador  de  Blanco  y  Negro,  publicó  El  Azahar  de  l-a  boda...,  cuen- 
tos amorosos,  Madrid,  1902. — Rogelio  Pérez  Olivares,  colaborador 
ác  la  prensa  sevillana  (1903),  estrenó  Ustedes  dirán,  monólogo,  Bar- 
celona, 1902.  Marujilla,  zarzuela,  Sevilla,  1903.  El  Sino  perro  (con 
P.  Pérez  Fernández),  1906.  La  Corte  de  Jiípiter,  1906.  Los  Celosos, 
jug.,  1907.  La  Canción  de  la  vida,  com.,  1908.  Me  dijiste  que  era  fea..., 
comedia-saiuete  (con  P.  Pérez  Fernandez),  1912. — Valeriano  Perier 
publicó  Fruslerías,  Albacete,  1902. — Poptdus.  ¡Cantos  de  España!,  con- 
memoración de  la  historia  de  diez  y  seis  años  de  regencia  (i88¿-ipo2), 
Madrid,  1902. — Enrique  Povedano,  colaborador  áe  Germinal  (1903), 
publicó  Albores,  poesías,  Madrid,  1902.  Salón  Moderno,  aprop.,  1910. 
Diccionario  epigramático,  1912. — José  Quesada  Martínez  puljlicó  Con- 
fidencias, versos,  Almería,  1902. — Ambrosio  Luis  Ramasso  (n.  1873-), 
montevideano,  abogado  (1898),  vicepresidente  de  la  Cámara  de  repre- 
sentantes, publicó  Nuestra  política,  Montevideo,  1902.  La  Unificación 
colorada,  1903.  El  Licenciado  Aldabón,  novelita,  1905.  El  Estadista, 
1905. — Fernando  Ramos  Navarro  publicó  Ernestina,  nov.  (con  Marce- 
lino Bravo  González),  Vigo,  1902.  Alma  y  carne,  nov.  (con  id.),  Bad'ajoz, 
1906.  Albuera,  boceto  lírico  dramático  (con  id.),  1907. — Fernando  Mar- 
tín Redondo  {F .  M.  D'Ornedo)  publicó  Fábulas  cuasi  morales,  Madrid 
(1902). — Revista  de  Costa  Rica  en  el  siglo  xix  (bibliografía,  obras 
frtiblicadas  en  el  extranjero  acerca  de  Costa  Rica),  San  José,  1902.— 
Justo  Pastor  Ríos  (n.  1870-),  colombiano,  colaborador  de  El  Fígaro, 
publicó  Brotes,  poesías.  Habana,  1902. — Luis  Romano,  poeta  salman- 
tino contemporáneo,  ha  publicado  Horas  grises.  Salamanca,  1902.  De 
la  Vida,  Tardes  de  Otoño,  poesías,  ibid.,  1908. — Federico  Rubio,  ga- 
ditano, célebre  médico,  escribió  además  de  obras  profesionales,  La 
Mujer  gaditana,  póst.,  Madrid.  10,02.  Memorias  de  mi  niñee  y  juven- 
tud, ibid.,  1912  (póst.). — José  Miguel  Ruiz  publicó  Sucesos  y  cuentos. 
Ciudad  Real,  1902.  Poesías  (1908). — Pedro  Ruiz  Aldea,  chileno,  publicó 
Los  Araucanos  y  sus  costumbres,  Santiago,  1902. — Rafael  RuIz  Ló- 
pez, redactor  de  Vida  Galante,  Pluma  y  Lápiz  (1902),  etc.,  publicó  El 
Burro  del  tío  Antón,  nov.,  Barcelona,  1902.  Historias  de  amor,  Bar- 
celona, 1907.  Amor  heroico,  Madrid,  1912.  Guía  espiritual  del  Inge- 
nioso Hidalgo  Don  Quijote  de  la  Mancha,  Buenos  Aires,  19 16.  Sone- 
tos y  rimas,  ibid.,  1917. — Ai-ítonio  Sáenz  y  Sáenz  estrenó  Piquito  de 
oro,  cuadro  de  costumbres  andaluzas,  iq02.  La  Virgen  de  Utrera,  zar- 
zuela, 1907.  Adiós,  Málaga  la  bella,  zarz.,  1908.  Un  consejo  de  amigo, 
entr.,  1914. — Cesáreo  Sáenz  Balmaseda,  riojano,  publicó  Ecos  de  R  0- 
ja,  poesías,  Logroño,  1902.  Riojanas,  poesías,  ibid.,  IQ06 — José  Pío 
Sagastuke  publicó  Bocetos  criollos.  La  Plata,   1902.  Benjamín,  mis- 

TOMO    XII   —6 


82  ÉPOCA   REGIONAL  Y  MODERNISTA   (1888-I907) 

celánea,  ibid.,  191 1.  Ráfagas  de  la  Pampa,  cuentos,  ibid.,  1913.  Raza 
que  viuere^  cuentos  en  estilo  criollo,  Buenos  Aires,  1913. — Felipe 
SÁNCHEZ  Calvo,  redactor  di  El  Imparcial  (1901-04),  estrenó  Hacer 
bien  por  carambola,  juguete  (con  E.  Luque),  1902.  Que  viene  el  coco 
(con  id.),  1904. — Juan  Gaspar  Sánchez  Muñoz  publicó  Diario  Turo- 
lense  de  la  primera  mitad  del  siglo  xvi,  Madrid,  1902. — Manuel  Sán- 
chez MÁRMOL,  mejicano,  publicó  Las  Letras  patrias,  México,  ifpa. — 
Mariano  Sánchez  de  Enciso  publicó  El  Balcón  de  la  Alpujarra,  Cá- 
diz, 1902.  Don  Quijote  en  América,  escenas  de  la  andante  españolería, 
Madrid,  1913.  Zarpa  de  hiena,  novela,  1915. — Javier  Santamaría  pu- 
blicó Poesías  escogidas,  París,  1902. — José  de  Santiago  publicó  Bayona 
(de  Galicia)  antigua  y  moderna,  Madrid,  1902.  Linaje  de  los  Polo  de 
Bernabé,  Huesca,  1913. — Claudio  Sanz  y  Arizmendi  (n.  1879-),  sevi- 
llano, catedrático  de  aquella  Universidad,  publicó  Organización  social 
de  Sevilla  en  el  reinado  de  Alfonso  XI,  Sevilla.  1902. — Raimundo  Se- 
bunde  publicó  Joyas  de  la  mística  española,  Madrid,  1902.  —  Ramón 
Sempau  publicó  Esclavas  del  oro,  novela,  Barcelona,  1902. — Francisco 
Serrano  Anguita,  por  seud.  Tartarín,  colaborador  de  Pluma  y  Lápiz 
(1902)  y  Los  Teatros  (1903),  publicó  Primicias,  Jaén,  1902.  Canalejcts, 
su  vida  y  sus  obras,  Habana,  1912.  La  Alegría  de  los  otros,  estr.  en 
1919  (con  Maximiliano  Clavo). — Carlos  Servert  Fortuny,  redactor 
dte  Las  Dos  Provincias  (1892),  publicó  Leyendas   toledanas,  Madrid, 

1902.  Cruz,  égloga  dramática  (con  R.  Ginard  de  la  Rosa),  1902.  El  Co- 
llar de  perlas,  1906.  Una  Lección  provechosa,  1906.  Noche  de  nieve, 
zarz.,  1910. — Manuel  Sevilla  R.  de  Matas  publicó  Desde  la  Atalaya, 
cuentos,  Madrid,  1902.  Eslabones  de  carne,  novela,  1904. — C.  Sigüenza 
Y  Góngora,  Infortunios  de' Alonso  Ramírez  Hennepin,  relación  de  la 
América  Septentrional,  Madrid,  1902  (Libr.  rar.  de  Amér.). — Luis  Igna- 
cio Silva  Arriagada,  chileno,  publicó  Bibliografía  Iiist.  y  geogr.  de 
Chile,  Santiago,  1902.  Cristóbal  Colón  en  Chile,  1902.  La  Isla  de  Pascua, 

1903.  El  Camino  de  Vuriloche,  1904.  El  Sargento  Candelaria,  1904.  Es- 
tudios geogr.  é  hist.  de  don  Francisco  Vidal  Gormaz,  1905.  Revista 
Nacional,  1906-07.  La  Novela  en  Chile,  1910  [Biblioteca  de  Escritores 
de  Chile). — Oriol  Solé  Rodríguez  (n.  1860-),  montevideano,  médico 
y  diplomático,  publicó  Leyendas  guaraníes,  pról.  de  Samuel  Blixen, 
Montevideo,  1902. — José  M.*  Tatay,  español,  estrenó  La  Mano  de  Dios 
o  Román  el  Enmascarado ,  dr.,  Habana,  1502. — Augusto  Thomson,  no- 
velista chileno,  cuentista  muy  moderno,  amigo  de  lo  enigmático  e  in- 
cierto y  del  estilo  evocador,  que  ha  influido  en  otros  jóvenes,  publicó 
Juana  Lucero,  Santiago,  1902.  La  Lámpara  en  el  molino,  ibid.,  1915.—- 
Francisco  Tristán  y  Larios  estrenó  La  Mazorca  roja,  zarzuela,  1902. 
Los  Ojos  verdes,  191 1. — El  padre  Luis  LTbeda  y  Gallardo,  escolapio, 
publicó  La  Redención  de  un  padre  ó  un  rasgo  de  amor  filial,  cuadro 
Itricodraniático,  Madrid,  ico?.  Bautismo  de-  sangre  ó  Martirio  de  los 
niños  Justo  y  Pastor,  1907.  Una  vara  de  castigo,  jug,,  1908.  Telegrafía 
sin  hilos,  zarz.  1912. — Urquidi  publicó  Compendio  de  la  Historia  de 
Bolivia,  1902. — Juan  Miguel  Vargas  Martel,  abogado  en  Utrera,  pu- 


S.    XX,    1903.   ANTONIO   MACHADO   Y   RUIZ  83 

blicó  CLarita  Mártir,  novela,  Madrid,  1902.  —  Carlos  Vaz  Ferreira 
(n.  1873-),  montevideano,  profesor  d¿  la  Universidad,  abogado,  emi- 
nente pensador,  publicó  Cuestiones  escolares,  1902.  Ideas  y  obserzct- 
ciones,  1905.  Los  Problemas  de  la  libertad,  1907,  1913.  Conocimiento  y 
acción,  1908.  La  Exageración  y  el  simplismo  en  pedagogía,  1908.  Mo- 
ral para  intelectuales,  igog,  1910.  El  Pragmatismo,  1909.  Elementos  de 
psicología  experimental. — Adelardo  C.  Vázquez  estrenó  Portfolio  del 
desnudo  (con  M.  Bezares),  1902. — Pedro  Nolasco  Vázquez,  chileno, 
publicó  Voces  de  mi  tierra,  Santiago,  1902. — Vicente  Ver.v  y  López, 
por  seud.  Doctor  Hispanus,  catedrático  de  San  Isidro,  director  de  Los 
Vinos  y  Aceites,  colaborador  sobre  todto  de  El  Impar cial,  á  quién  re- 
presentó en  la  guerra  del  Transvaal  (1900-1901)  y  rusojaponesa  (1904), 
y  de  La  Ilustración  Artística,  de  Barcelona,  ha  publicado  un  hermoso 
libro  titulado  Un  Viaje  al  Transvaal  durante  la  guerra,  Madrid,  1902. 
Con  Saturnino  Huerta  Rodrigo:  Cataluña,  sin  a.  (1907).  Amenidades 
científicas,  1914.  Viajes  y  recuerdos,  1918. — José  F.  Vergez  publicó 
Recuerdos  de  Méjico,  Barcelona,  1902. — Antonio  Vico^  célebre  cómi- 
co, escribió  Mis  memorias,  cuarenta  años  de  cómico,  Madrid  (1902). — 
Ernesto  de  Vilches  y  Marín,  colaboracíor  de  La  Alcarria  Ilustrada 
{Jadraque,  1901)  y  Nuevo  Mundo,  publicó  Libro  de  oro  de  los  apellidos 
españoles,  su  etimología,  genealogía  y  heradica,  Madrid,  1902,  Cer- 
vantes, apuntes  históricos  de  este  apellido,  ibid.,  1905. — Raimundo  F. 
Villaverde,  político,  publicó  La  Escuela  didáctica  y  la  poes'a  polí.ica 
ne  Castilla  durante  el  siglo  xv,  Madirid,  1902  fdisc.  rec.  Acad.  Esp.). — 
Fernando  Zayas  publicó  Amorosas,  versos.  Habana,  1902.  Sueños  de 
Rosa,  id.,  ibid.,  1906.  Prosa  y  versos,  1909. 

172.  Año  1907.  Antonio  Machado  y  Ruiz  (n.  1875-), 
de  Sevilla,  vivió  en  Madrid  de  los  ocho  á  los  treinta  de  su 
edad,  dos  en  París  y  en  1907  ganó  por  oposición  la  cátedra  de 
Francés  del  Instituto  de  Soria,  donde  se  casó  y  perdió  a  su  mujer; 
de  allí  pasó  en  19 12  á  desempeñar  la  de  Baeza  y  Segovia  (1920). 
Su  padre  Antonio  Machado  y  Alvarez  trajo  á  España  los  estudios 
folklóricos  y  su  abuelo  Antonio  Machado  y  Núñez  fué  rector  de 
la  Universidad  de  Sevilla  y  murió  siendo  catedrático  de  la  Cen- 
tral. Es  hermano  nuestro  poeta  de  Manuel,  también  poeta  y 
crítico.  Antonio  Machado,  de  su  natural  grave  y  serio,  recon- 
centrado y  taciturno,  amigo  de  la  soledad  y  del  silencio, 
había  nacido  poeta  de  tan  recio  y  particular  temple,  que 
su  voz  se  distinguió  al  punto  cuando  entre  la  parloteado- 
ra  garrulería  de  los  livianos  y  mariposeadores  poetas  que 
ños  atronaban  los  oídos  en  los  días  de  la  mayor  borra- 
chera modernista,  publicó  su  libro  Soledades  (1903).  Era  aqué- 
iJa  una  poesía  seria  y  grave,  de  hondo  y  trascendental  pensa- 


84  ÉPOCA   REGIONAL   Y   MODERNISTA   (1888-I9O7) 

miento,  sincera  y  sencilla,  que  chocaba  con  el  gorgoriteo  aflau- 
tado, soberbioso  y  falso  de  los  demás.  De  su  estancia  en  Paris 
tomó  una  cierta  como  veladura  simbolista  que  cuadraba  con  el 
pensar  hondo  y  la  afición  al  misterio  á  que  su  natural  concen- 
trado y  silencioso  propende;  y  no  menos  el  gusto  exquisito  de 
la  fonna,  propia  de  los  parnasianos,  que  igualmente  entalla  á  su 
íi.idole  de  sobriedad,  grave  ponderación  y  escasez  avara  en  lo 
poco  que  habla  ó  escribe.  Escasas  han  sido  sus  obras,  graves  en 
el  fondo,  sobrias  tn  la  forma.  Apenas  se  le  puede  considerar 
como  modernista,  fuera  de  algunas  poesías  sueltas  y  de  suelto 
ritmo  que  ha  publicado  en  revistas,  cabalmente  después  de  pa- 
sada la  época  de  aquella  escuela.  Lo  que  de  ella  tomó  venía  tan 
al  justo  con  su  propio  temperamento  que  no  hizo  más  que  afir- 
marlo y  robustecerlo.  Más  tarde  publicó  su  segundo  libro  Cam- 
pos de  Castilla  (191 2),  viviendo  en  Soria,  y  este  su  tempera- 
mento,  grave  y  concentrado,   sobrio  y  ceñido,   hallóse  encu'a- 
drado  en  el  marco  del  ambiente  más  apropiado  y  justo  que  pu- 
diera desear.  Entonces  brotaron  espontáneamente  las  cualidades 
de  raza  del  poeta  y  no  parece  sino  que  revivió  en  él  la  demosofia 
de  su  padre.  Es  poeta  becqueriano  de  suyo,  sin  haber,  acaso,  pre- 
tendido imitar  a  Bécquer.  Efectivamente,  sus  mejores  piezas  son 
las  hechas  en  romances  y  demás  versos  octosílabos  ó  versos  cor- 
tos ;  busca  la  sencillez  en  la  expresión  y  la  profundidad  en  el  sen- 
tir. Difiere  de  Bécquer  en  los  asuntos,  no  ya  del  amor  desenga- 
ñado, sino  de  otras  ideas  sobre  la  vida,  aunque  trate  también  por 
lo  mismo,  como  Bécquer,  el  tema  de  la  muerte;  además  diferen- 
ciase por  mirar  más  al  campo,  á  la  naturaleza  y  al  ambiente,  ar- 
riTonizando  el  exterior  que  se  ve  con  su  íntimo  sentir,  al  modo 
de  Martínez  Sierra.  Es  Antonio  Machado  el  poeta  contempo- 
ráneo que  más  lindamente  ha  sabido  apropiarse  en  Campos  de 
Castilla  el  espíritu  de  los  romances  populares  que  siempre  se 
componen  en  España,  escribiendo  La  tierra  de  Alvargonzálea  casi 
con  el  mismo  castizo  aliento  y  arte  consumado  de  los  inconscien- 
t?es  juglares  del  romancero.  Es  igualmente  de  los  que  mejor  com- 
prendieron la  lírica  popular,  escribiendo  cantares.  Por  algo  es 
hijo  de  quien    fué   nuestro   mejor    folklorista.    Épico   y   lírico 
á  la  par,  tiene  una  delicadeza  y  melancolía  propias  de  poeta  que 
sabe  lo  que  es  pasar  por  estrecheces,  dormir  al  sereno  y  sin  des- 
ayunarse y  que  al  propio  tiempo  resbala  sobre  estas  impurezas 


S.   XX,    1903.   ANTONIO   MACHADO   Y   RUIZ 


85 


del  vivir  casi  sin  sentirlas,  enajenado  en  sus  pensamientos.  Na- 
tural, sencillo,  esmerado  y  castizo  en  estilo  y  lenguaje,  es  un  ver- 
dadero discípulo  de  las  gracias  helénicas  sin  haber  estudiado  otro 
arte  griego  del  que  encierra  el  alma  popular  castellana. 

Luis  de  Tapia  (n.  1871-),  de  Madrid,  por  seud.  David,  re- 
dactor de  El  Evangelio,  El  Nuevo  Evangelio,  Nuevo  Mundo 
(1903),  El  Imparcial  (1916),  es  el  mejor  satírico  de  nuestro  tiem- 
po, en  prosa  y  verso,  popular  y  enteramente  castizo  en  espíritu, 
tono  y  lenguaje.  Rebosando  gracejo,  desenfado  y  bravosía,  en 
estilo  picante  y  galano,  con  un  gusto  purísimo,  helénico,  echa  á 
broma  nuestras  lacras  y  las  miserias  humanas,  porque  no  hay 
mejor  manera  de  sobi  elle  varias,  satirizándolas  festiva  y  bené- 
volamente. 

173.  Ant.  Machado,  Páginas  escogidas,  igiy,  pág.  15:  "Las  com- 
posiciones (de  Soledades)...  fueron  escritas  entre  1899  y  1902.  Por 
aquellos  años,  Rubén  Darío,  combatido  hasta  el  escarnio  por  la  críti- 
ca al  uso,  era  el  ídolo  de  una  selecta  minoría.  Yo  también  admiraba 
al  autor  de  Prosas  profanas,  al  maestro  incomparable  de  la  forma  y 
de  la  sensación,  que  más  tarde  nos  reveló  la  hondura  de  su  alma  en 
Cantos  de  vida  y  esperanza.  Pero  yo  pretendí  (y  reparad  en  que  no 
me  jacto  de  éxitos,  sino  de  propósitos)  seguir  camino  bien  distinto. 
Pensaba  yo  que  el  elemento  poético  no  era  la  palabra  por  su  valor  fó- 
nico, ni  el  color,  ni  la  línea,  ni  un  complejo  de  sensaciones,  sino  una 
honda  palpitación  del  espíritu;  lo  que  pone  el  alma,  si  es  que  algo 
pone,  ó  lo  que  dice,  si  es  que  algo  dice,  con  voz  propia,  en  respuesta 
animada  al  contacto  del  mundo.  Y  aun  pensaba  que  el  hombre  puecíe 
sorprender  algunas  palabras  de  un  íntimo  monólogo,  distinguiendo 
!a  voz  viva  de  los  ecos  inertes;  que  puedte  también,  mirando  hacia  den- 
tro, vislumbrar  las  ideas  cordiales,  los  universales  del  sentimiento.  No 
fué  mi  libro  la  realización  sistemática  de  este  propósito;  mas  tal  era 
mi  estética  de  entonces."  Pág.  149:  "Cinco  años  en  la  tierra  de  So- 
ria, hoy  para  mí  sagrada  — allí  me  casé;  allí  perdí  á  mi  esposa,  á 
■quien  adoraba — ,  orientaron  mis  ojos  y  mi  corazón  hacia  lo  esencial 
castellano.  Ya  era,  además,  muy  otra  mi  ideología...  Me  pareció  el 
romance  la  suprema  expresión  de  la  poesía  y  quise  escribir  un  nuevo 
Romancero.  A  este  propósito  responde  La  Tierra  de  Alvar gonzálcz...; 
mis  romances  no  emanan  de  las  heroicas  gestas,  sino  del  pueblo  que 
las  compuso  y  de  la  tierra  d'onde  se  cantaron ;  mis  romances  miran  á 
lo  elemental  humano,  al  campo  de  Castilla  y  al  Libro  primero  de  Moi- 
sés, llamado  Génesis."  G.  Martínez  Sierra,  Helios,  I,  pág.  499: 


86  ÉPOCA   REGIONAL  Y   MODERNISTA   (l888-'.Q07) 

"Dije  á  la  noche:  Amada  mentirosa, 
tú  sabes  mi  secreto, 
tú  has  visto  la  honda  gruta 
donde  fabrica  su  cristal  mi  sueño." 

Y  esto  es  todo  el  libro  (Soledades)  de  A-  Machado.  Un  sueño  de  cris- 
tal. Claro,  fresco,  lleno  de  sol,  pero  cuajado  en  lágrimas.  Rebosante 
de  un  dolor  viejo,  viejo  como  el  muñeco,  el  dolor  inefable  del  vivir, 
pero  alentado  por  brisas  de  abril :  "Abril  florecía  frente  á  mi  ventana" ; 
y  rimado  en  el  verso  diáfano  que  enseñó  al  poeta  el  rumor  de  una 
fuente...  ''Graciosa  musa  y  fresca."  Cansinos  Assens,  Los  Hernies,  1916, 
pág.  140:  "El  ha  sido  entre  nosotros  el  silencio  y  sólo  en  sus  versos 
ha  cantado.  Con  ese  gesto  grave  que  hoy  le  veis  y  que  le  daba  ya  un 
aire  de  primogénito  en  nuestro  coro  juvenil,  él  ha  subrayado  nuestras 
palabras  y  les  ha  da(ío  su  ponderación  y  como  una  salvaguardia  pater- 
nal ante  el  porvenir.  Pero  á  nuestro  gárru'o  verbo  rara  vez  le  dio  her- 
manos efímeros.  Así  nada  trivial  ni  liviano  recordamos  en  él,  y  pa- 
rece un  poeta  que  siempre  hubiese  hablado  con  la  dignidad  del  verso. 
Silencioso  y  soñador,  voluntariamente  desvanecido,  borroso  como  un 
sueño,  con  su  aire  antiguo  y  noble,  distraído  y  lento,  con  ceniza  sobre 
las  solapas,  con  líneas  antiguas  en  el  traje,  con  el  aire  de  un  hombre 
que  no  ha  dormido  nunca  ó  duerme  todavía...;  mientras  los  demás  ha- 
blan ruidosamente...,  calla  y  sueña...  Este  poeta  meditativo  y  sereno 
es  un  poeta  clásico,  cuyos  versos  florecen  con  la  cuajada  dulzura  de 
los  frutos  tempranos  de  primavera  fuerte...  Soledades  — ¿no  hay  que 
pensar  en  Góngora? —  es  un  libro  algo  extraordinario  en  aquella  épo- 
ca (1903)  ;  un  libro  sin  retorcimientos  ni  extravagancias,  con  todas  sus 
partes  vaciadas  en  los  nobles  moldes  clásicos,  con  hipérbaton  y  con 
el  clásico  anhelo  sintético,  tan  distinto  de  ese  afán  de  análisis  que  con- 
sume á  la  nueva  generación  y  disloca  sus  formas  líricas...  Es  un  li- 
bro clásico  por  su  sobriedad  y  perfección  de  formas,  por  la  belleza  apo- 
línea, por  la  seriecíad  de  la  voz  que  canta  en  sus  versos...  Misterio  es 
el  alma  de  este  libro,  en  el  que  cada  estrofa  tiene  un  sentido  evoca- 
dor y  una  resonancia  d'el  otro  país,  como  voces  dadas  en  el  confín  de 
los  dos  mundos...  Con  este  primer  libro  se  reveló  A.  Machado  como  un 
poeta  simbolista,  que  posee  también  la  perfección  parnasiana;  como 
un  romántico  que  sigue  la  última  evolución  de  la  escuela...  Es  el  poeta 
hombre  que  habla  en  el  tono  admonitorio  d'e  nuestra  conciencia  y  no 
canta  en  las  gárrulas  fiestas  de  la  poesía...;  ha  sido  desde  el  primer 
momento  un  poeta  adulto,  cíe  voz  grave  y  de  rostro  serio.  Por  eso  sus 
formas  líricas  son  tan  sobrias  y  parcas,  y  tienen  ima  concentración  tan 
absoluta  y  un  sosiego  tan  clásico.  Y  por  eso  cada  una  de  sus  palabras 
tiene  un  sentido  tan  profundo  y  tan  largo  poder  evocador...;  nos  ini- 
cia en  los  más  inquietantes  y  trágicos  misterios  de  la  vida  y  de  la 
muerte  y  rasga  para  nosotros,  más  de  una  vez,  los  velos  de  la  ilusión 
eterna...  Desde  1903  hasta  1908  este  gran  poeta  guarda  un  noble  silen- 


S.   XX,    1903.   ANTONIO   MACHADO   Y   RUIZ  87 

cío...,  se  ha  hecho  catedrático...  y  está  allá  en  Soria...,  encuentra  el 
paisaje  propio  para  su  alma  meditativa...  y  escribe  ese  libro  Catnpos 
de  Castilla...  Con  este  libro...  colabora  en  el  movimiento  de  renaci- 
miento castellanista...  Ningún  poeta  contemporáneo,  excepto  acaso 
Unamuno  y  JMaragall,  tan  serio  y  humano  como  este  poeta  que  nun- 
ca se  dejó  vencer  por  el  amor  al  preciosismo  de  los  poetas  de  su  época 
ni  alzó  la  voz  para  decir  nada  nuevo.  En  la  pléyade  modernista,  tan 
frívo!a  y  aturdida  algunas  veces,  él  representa  el  anhelo  de  sinceridad, 
que  fué  uno  de  sus  aspectos.  Verdad  y  sencillez  son  las  condic'oncs 
fundamentales  del  autor  de  Soledades."  Azorín,  Clásicos  y  Modernos, 
pág.  118:  ^'■Campos  de  Castilla,  Una  colección  de  paisajes  castellanos 
son  los  poemas  recientes  de  Machado.  El  paisaje  adquiere  su  plenitud, 
su  cabal  desenvolvimiento  en  el  nuevo  libro  del  poeta...  En  Campos  de 
Castilla  se  halla  todo  su  espíritu  y  del  libro  entero  lo  más  representa- 
tivo, lo  más  característico...  Campos  de  Soria.  No  otra  cosa  que  una 
serie  de  breves  paisajes  es  esa  poesía:  breves  é  intensas  visiones  de 
unos  lomazos  pardos,  de...  La  característica  de  Machado,  lo  que  mar- 
ca y  define  su  obra  es  la  objetivación  del  poeta  en  el  paisaje  que  des- 
cribe... Paisaje  y  sentimiento,  modalidad  psicológica,  son  una  misma 
cosa;  el  poeta  se  traslada  al  objeto  descrito,  y  en  la  manera  de  des- 
cribirlo nos  da  su  propio  espíritu.  Se  ha  dicho  que  "todo  paisaje  es 
un  estado  de  alma",  y  á  esta  objetivización  del  lírico  se  alude  en  di- 
cha frase.  Al  grado  máximo  de  esa  objetivización  llega  A.  M.  en  sus 
poemas.  Nada  de  reflexiones  ó  incisos  é  intromisiones  personales  hay 
en  esos  versos;  el  poeta  describe  minuciosa  é  impersonalmente  la  Na- 
turaleza. Sus  paisajes  no  son  más  que  una  colección  de  detalles.  Y, 
sin  embargo,  en  esos  versos  sentimos  palpitar,  vibrar  todo  el  espíritu 
del  poeta.  Rubén  Darío,  en  su  retrato  de  Machado...  no  nos  dice  es, 
sino  era:  era  misterioso  y  silencioso;  tenia  la  miradla  penetrante,  pro- 
funda; se  veía  arder  en  él  la  luz  de  sus  pensamientos...  Rubén  está  ha- 
ciendo el  retrato  de  un  hombre  que  fué.  Sí,  fué;  de  su  envoltura  te- 
rrenal no  queda  nada.  Y  estos  versos  de  ahora,  estas  visiones  de  los 
campos  de  Soria,  no  están  trazados  por  una  mano  carnal,  sino  que  son 
tan  sutiles,  tan  aladas,  tan  etéreas,  y  al  mismo  tiempo  tan  reales  y  tan- 
gibles, que  diríase  que  es  el  propio  espíritu  del  poeta,  no  su  cuerpo,  el 
que  alienta  en  esos  paisajes."    Ant.    Machado,   Campos  de    Castilla: 

"Mi  infancia  son  recuerdos  die  un  patio  de  Sevilla, 
y  un  huerto  claro  donde  madura  el  limonero; 
mi  juventud,  veinte  años  en  tierra  de  Castilla; 
mi  historia,  algunos  casos  que  recordar  no  quiero. 

Ni  un  seductor  Manara,  ni  un  Bradomín  herido 
— ya  conocéis  mi  torpe  aliño  indumentario — ; 
mas  recibí  la  flecha  que  me  asignó  Cupido, 
y  amé  cuanto  ellas  pueden  tener  de  hospitalario. 


88  ÉPOCA   REGIONAL   Y  MODERNISTA   (1888-IQO7) 

Hay  en  mis  venas  gotas  de  sangre  jacobina; 
pero  mi  verso  brota  de  manantial  sereno ; 
y,  más  que  un  hombre  al  uso  que  sabe  su  doctrina, 
soy,  en  el  buen  sentido  áe  la  palabra,  bueno. 

Adoro  la  hermosura,  y  en  la  moderna  estética 
corte  las  viejas  rosas  del  huerto  de  Ronsard; 
mas  no  amo  los  afeites  de  la  actual  cosmética, 
ni  soy  un  ave  de  esas  del  nuevo  gay  trinar. 

Desdeño  las  romanzas  de  los  tenores  huecos 
y  el  coro  de  los  grillos  que  cantan  á  la  luna, 
A  distinguir  me  paro  las  voces  de  los  ecos, 
y  escucho  solamente  entre  las  voces,  una. 

¿Soy  clásico  ó  romántico?  No  í-^  Dejar  quisiera 
mi  verso,  como  deja  el  capitán  su  espad'a, 
famosa  por  la  mano  viril  que  la  blandiera, 
no  por  el  docto  oficio  del   for'ador  preciada. 

Converso  con  el  hombre  que  siempre  va  conmigo 
— quien  habla  solo,  espera  hablar  á  Dios  un  día — ; 
mi  soliloquio  es  plática  con  este  buen  amigo 
que  me  enseñó  el  secreto  de  la  filantropía. 

Y  al  cabo,  nada  os  debo;  debéisme  cuanto  he  escrito. 
A  mi  trabajo  acudo,  con  mi  dinero  pago 

el  traje  que  me  cubre  y  la  mansión  que  habito, 
el  pan  que  me  alimenuí  y  el  lecho  en  donde  yago. 

Y  cuando  llegue  el  día  del  último  viaje 

y  esté  al  partir  la  nave  que  nunca  ha  cíe  tornar, 
me  encontraréis  á  bordo,  lisero  de  equipaje, 
casi  desnudo,  como  los  hijos  de  la  mar." 

Ant.  Machado  fué  colaborador  de  Helios,  Helectra,  Germinal,  etc. 
Soledades,  Madrid,  1903  (poesías  compuestas  de  1899  á  1902)  ;  aumen- 
tado en  Soledades,  Galerías  y  otros  poemas,  ibid.,  1907.  Artículos  va- 
rios, 1904.  Campos  de  Castilla,  ibid',  1912.  Canciones  y  dedicatorias, 
1914.  Páginas  escogidas,  1917.  Poesías  completas,  1917.  Soledades,  Ga- 
lerías y  otros  poemas,  1919. 

Tapia,  en  carta  al  autor:  "Encerrar  en  fórmulas  poéticas  fáciles, 
breves,  sintéticas  y  populares  (jamás  groseras  ni  chabacanas)  un  fondo 
ético,  un  contenido  de  justicia  social,  es,  á  mi  entender,  el  ideal  que  en 
arte  ha  de  perseguir  el  poeta  satírico.  Nace  la  sátira  de  un  desequili- 
brio entre  lo  que  las  cosas  son  y  lo  que  debieran  ser.  Del  contraste 
entre  un  mundo  ético  ideal  y  un  bajo  mundo  de  mezquinas  realidades, 
brota  una  lágrima.  Esa  lágrima,  dulce  ó  amarga,  resignad'a  ó  rebelde, 
candente  á  las  veces  y  á  las  veces  abrasadora,  es  siempre  el  fondo  de 
toda  composición  satírica.  El  pueblo  ha  sentido,  en  todos  los  tiempos, 
la  inquietud  que  emana  del  eterno  divorcio  en  que  se  hallan  la  moral  y 
la  vida.  Concretar  ese  sentimiento  popular  en  formas  de  llana  cota- 


S.    XX,     1903.    ENRIQUE    GONZÁLEZ    MARTÍNEZ  09 

prensión,  gráciles  y  concisas,  mordaces  ó  agresivas,  es  la  misión  del 
poeta  satirice.  Si,  además,  consigue  el  fin  dinámico  de  mover  al  pueblo 
€n  contra  de  esas  eternas  injusticias  y  en  dirección  al  bien,  el  ideal 
artístico  del  poeta  se  hallará  cercano  á  su  realización.  El  fondo,  pues,  de 
la  sátira  es  altamente  moral.  La  forma  ha  de  ser  revulsiva,  cáustica, 
mordaz  y  casi  siempre  incorrecta.  La  incorrección  en  poesía  satírica  es 
lógica.  Cuando  el  acero  se  emplea  en  fabricar  dardos  no  puede  dedicár- 
sele á  construir  limas."  Galdós,  Pról.  á  Bombones  y  caramelos-,  "Ocho 
años  ha^  si  mal  no  recuerdo,  el  soberano  cronista  Mariano  de  Cavia 
trazó  el  perfil  crítico  de  un  poeta  de  inspiración  risueña,  de  estilo  pi- 
cante y  frescachón  como  el  aire  que  nos  besa  la  frente  en  las  alegres 
mañanas  de  abril  y  mayo.  Era  Luis  de  Tapia;  un  joven  que  por  aque- 
llos días  nos  dio  recopilados  los  Salmos  que  publicara  en  El  Evange- 
lio, composiciones  breves,  epgramáticas,  remedand'o  la  labor  de  las 
menudas  abejas,  que  simbolizan  el  picor  y  la  dulzura...  Con  su  desen- 
vuelta ligereza  y  su  donaire  garboso,  el  moderno  David  nos  resultó  un 
gran  satírico,  con  sus  miajas  de  profeta.  El  encanto  mayor  de  los  Sal- 
mos, así  como  el  de  los  Bombones  y  caramelos...  consiste  en  la  fragan- 
cia de  actualidad  que  despiden  estos  versos  juguetones,  reflejando  la 
inflexión  cómica  de  nuestra  política,  día  por  <íía...  Al  nacer  á  la  vida 
del  arte,  Luis  de  Tapia  trajo  en  su  talento  la  marca  de  las  visceras  de 
la  madre  España.  Bien  claro  lo  dice  su  gracejo,  su  desenfado,  su  bra- 
via sinceridad  y  el  contento  inefable  con  que  ablandaron  las  durezas 
de  la  vida  los  grandes  ingenios,  el  Arcipreste  de  Hita,  Quevedo,  (ion 
llamón  de  la  Cruz.  En  Tapia  no  caben  las  melancolías  deprimentes  ni 
la  eterna  visión  de  los  tonos  grises  ó  de  las  imágenes  desmayadas  y 
lloriconas.  Español  es  por  su  sangre,  por  la  pasmosa  agilidad"  de  su 
entendimiento ;  español,  por  la  picardía  de  su  mirada  y  por  el  centelleo 
de  sus  rimas  donosas.  No  se  ha  dejado  inyectar  el  suero  de  ninguna 
de  las  modas  literarias  traídas  por  los  innovadores  pálidos...  Tapia 
•consagra  su  ingenio  vivaracho  á  los  casos  y  personas  de  su  tiempo, 
persiguiendo  la  ridiculez  allí  donde  la  presunción  ó  la  incapac'dad  le 
ponen  constantemente  d!e  relieve...  En  los  lindos  versos,  reidores  j 
saltarines,  de  nuestro  popular  poeta,  he  visto  siempre  una  fiel  repro- 
ducción de  figuras  de  Tanagra,  helénicas  por  la  armonía  de  las  he- 
churas, de  castizo  españolismo  por  su  indumento."  Luis  de  Tapia:  Sal- 
mos, Madrid,  1903;  2.*  serie,  1904.  Bombones  y  caramelos,  1911.  Co- 
plas, 1914.  Poesías  escogidas  de  Quevedo,  1914.  Así  vivimos,  en  prosa, 
cuadros  satíricos,  1916.  Coplas  del  año,  1917.  En  casa  y  en  la  calle, 
1917.  Coplas  del  año  (1918),  1919. 

174.  Año  190^.  Enrique  González  Martínez  (n.  1871-), 
de  Guadalajara  (Méjico),  estudió  en  el  seminario  é  hizo  versos 
desde  niño;  fué  médico  (1893)  y  ejerció  su  profesión  quince  años 
en  Sinaloa,  dirigiendo  en  Mocorito  la  revista  Arte;  afincóse  en 


90  ÉPOCA  REGIONAL  Y  MODERNISTA   (1888-I907) 

Méjico  (1911),  donde  fundó  Argos  (1912),  colaboró  en  El  Im^ 
parcial  (1912),  fué  presidente  del  Ateneo  (1912),  secretario  del 
Gobierno  en  Puebla  y  profesor  de  Literatura  en  la  Escuela  Pre- 
paratoria. Es  el  mejor  poeta  mejicano  de  estos  últimos  tiempos, 
con  mayor  seriedad,  mayor  castidad  artística  en  ritmos  y  ler- 
guaje  que  los  pasados  modernistas;  en  la  técnica,  colorista  y 
armonioso,  y  va  por  días  mejorando  en  lo  denso,  sobrio,  hondo 
y  caliente.  Es  poeta  del  silencio,  que  canta  la  muerte  del  cisne, 
dando  la  espalda  á  las  lentejuelas  rubenianas  de  esplendorosas 
y  sonantes  lejanías  aparenciales,  para  meterse  silencioso  dentro 
del  alma  de  las  cosas  hasta  llegar  á  lo  hondo  de  la  propia  ahiia 
y  en  ella  ver  espejado  el  mundo  convertido  en  metáforas  y  tra- 
bado por  reconcentración  panteística  en  un  todo.  Desde  191 5 
que  llegó  á  Méjico,  con  sus  cuatro  libros,  desde  las  provincias 
donde  había  pasado  su  mocedad,  es  en  la  capital  el  dechado  de 
los  poetas  jóvenes,  acatado  por  la  Academia  y  el  Ateneo.  Puede 
tenérsele  por  simbolista  y  por  místico  á  la  moderna ;  pero  el  enig- 
ma, la  oscuridad,  la  vaguedad  no  empañan  su  poesía,  trasparente 
como  un  rayo  de  luz  y  su  forma  parnasiana  y  helénica.  El  pensa- 
miento poético  se  nutre  en  él  del  "ocio  atento",  del  "silencio 
dulce".  Oye  á  las  cosas  que  le  hablan,  "busca  en  todos  los  seres- 
una  blanda  sonrisa,  un  dolor  inefable  ó  un  misterio  sombrío".. 
Logra  entender  su  lenguaje  y  se  baña  en  la  sosegada  embriaguez 
del  panteísmo:  "En  el  santo  abandono  de  un  éxtasis  pro- 
fundo, palpitaré  al  unísono  con  el  alma  del  mundo  y  me 
hundiré  en  el  sueño  inefable  y  profundo."  Cada  vez  se 
nota  en  este  poeta  mayor  serenidad,  mayor  sinceridad  y 
más  severo  y  hondo  concepto  de  la  vida :  por  estas  tres  co- 
sas sigue  opuesto  camino  del  de  Rubén,  en  el  que  hay  "dema- 
siados cisnes,  demasiado -artificio,  demasiada  superficialidad "  = 
"Tuércele  el  cuello  al  cisne  de  engañoso  plumaje...  Mira  al  buho 
sapiente. . .  El  no  tiene  la  gracia  del  cisne,  mas  su  inquieta  pupila, 
que  se  clava  en  la  sombra,  interpreta  el  misterioso  libro  del  si- 
lencio nocturno."  El  espíritu,  verdaderamente  mejicano,  del 
autor,  ha  hecho  salir  á  flote  de  las  influencias  extrañas  con  que 
se  educó  como  poeta,  esa  melancolía  serena  y  ese  como  despo-- 
sorio  poético  con  la  naturaleza  y  la  humanidad  entera,  que  son 
notas  del  arte  de  su  tierra  y  suenan  á  no  sé  qué  de  teosófico,  de 
misticismo  naturalista,  de  melancólico  soñar  ultramundano. 


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S.    XX,     1903.    ENRIQUE    GONZÁLEZ    MARTÍNEZ  QI 

Ernesto  Mario  Barreda  (n.  1883-),  de  Buenos  Aires,  ex- 
celente poeta  que  sabe  como  pocos  comunicar  las  impresiones 
que  en  su  alma  despierta  la  naturaleza  americana,  valiéndose 
de  todos  los  sentidos,  con  metáforas  fuertes,  sensacionales  y 
estilo  á  la  vez  amplio,  brioso  y  conciso.  Canta  con  sano  empuje 
nobles  y  educadores  pensamientos  que  las  cosas  le  sugieren.  Su 
lenguaje  es  casto  y  muy  rico. 

Ismael  Parraguez,  chileno,  por  seud.  Misad  Guerra  P., 
K.aestro,  prosista  y  poeta,  junta  la  música  con  la  pintura,  lo 
plástico  con  lo  psicológico,  en  sus  poesías ;  de  recia  hebra  y 
íirme  aseveración  en  U-rbe;  de  gran  discreción  en  las  difíciles 
Poesías  infantiles,  género  en  el  cual  pocos  le  igualarán  en  len- 
gua castellana.  Maneja  no  menos  magistralmente  la  pro'sa  que  el 
verso,  aunque  en  éste  sobresale  más. 

Ricardo  Miró  (n.  1883-),  de  Panamá,  es  de  los  poetas  jó- 
venes americanos  que  más  prometen.  Contempla  la  naturaleza 
y  sin  detenerse  á  describirla  despierta  cualquier  cosa  en  su  alma 
un  pensamiento  trascendental  relativo  á  la  vida,  á  la  muerte,  al 
destino,  al  misterio.  Sobresale  en  la  forma  por  su  fantasía  audi- 
tiva, aunque  por  la  visual  y  metafórica  no  sea  menos  admira- 
ble. Sonoro  y  elegante,  es  sencillo  á  la  par.  Posee  sensibilidad 
exquisita  no  menos  que  inteligencia  comprensiva  y  elevada.  Los 
Segundos  preludios,  1916.  Los  primeros  Prehidios  publicólos 
siendo  todavía  un  niño.  Véase  Antonio  Burgos,  en  Nuevo  Mun- 
do, 10  mayo,  191 8. 

Alberto  Mauret  Caamaño,  chileno,  poeta  erótico  y  hasta 
sensual,  de  subido  color,  tiene  calor  y  fantasía;  pero  en  saliendo 
del  amor  decae,  como  en  Héroes  y  Patricios,  libro  que  publicó 
con  motivo  del  Centenario.  En  la  forma  ha  sido  cada  vez  más 
suelto,  sonoro,  esmerado  y  parnasiano. 


•'  175.  Sixto  Osuna,  Prólogo  á  Silcntcr:  "Aquí,  en  este  retiro  pa- 
triarcal, donde  tranquilamente  puedien  observarse  hombres  y  cosas,  dé- 
jase guiar  por  su  instinto  creador,  tiende  su  oído  por  diversos  rumbos 
y  sacia  su  retina  ávida  de  todos  los  colores.  Y  así,  pacientemente,  sin 
más  esfuerzos  que  el  árbol  que  produce  frutos,  va  enhebrando  versos  y 
forma  un  poema,  reúne  sus  poemas  y  concluye  un  libro.  Su  inspiración 
no  es  atormentada,  ni  premiosa,  ni  difícil.  Es  su  señor  y  la  domina;  la 
llama  y  acude  como  las  aves  al  reclamo.  Es  una  dicha  la  producción. 
sin  dolor...  Su  obra  corresponde  á  una  concepción  hedonista  de  la  vida^. 


92  ÉPOCA   REGIONAL   Y  MODERNISTA   (1888-I907) 

_A.  veces,  una  débil  queja  se  escapa  de  sus  labios;  pero  este  estado  de 

-ulma  pasará  pronto...  Vivere  vitam,  que  es  una  confesión  franca  de  su 
manera  de  entender  la  vida...   G.  M.  ha  franqueado  el  período  de  la 

-imitación.  En  este  l.bro  es  donde  ha  pue.'^tj  más  de  sí  mismo,  más  de 

;su  yo  íntimo.  Ha  elaborado  sus  propias  sensaciones  fundidas  en  imá- 
genes, y  ha  percibido  y  cantado  algo  de  la  armonía  infinita  de  los  mun- 
dos. Sfn  ser  un  practicante  rabioso  de  las  nuevas  doctrinas,  trabaja  en 
el  campo  conquistado  por  la  revolución  métrica  de  nuestros  días.  Se- 
guro de  sí  mismo,  artífice  por  convicción,  recorre  todos  los  ritmos  con 
igual  maestría...  Las  palabras  se  suceden  como  perlas  hermanas  uni- 
das por  el  hilo  de  oro  de  la  inspiración.  No  puedte  decirse  que  sea  inte- 
riorista  ó  exteriorista  exclusivamente,  porque  á  veces  es  lo  uno  y  á 
veces  es  lo  otro,   con  preferencias  quizás  á  la  segunda    manera,    por 

•adonde  le  guía  su  espíritu  imaginativo,  que  pertenece  al  tipo  vi.mal... 
Vase  también  por  el  campo  de  las  ideas  generales,  para  producir  esos 

■  efectos  vagos  é  imprecisos,  en  que,  al  arrullo  de  la  música  del  v.rso,  se 

; sugieren  estados  de  alma  emocionales,  á  la  manera  de  los  -imholistas. 
Irás  sobre  la  vida  de  las  cosas  es  de  este  género."  Alfonso  Reyes,  Pró- 
■logo  á  Los  Senderos  ocultos:  ''Rafael  López  y  González  Martínez  son 
•el  tránsito  entre  la  generación  pasada  y  la  venidera;  ó,  más  brevemen- 
te, son  la  generación  actual:  de  los  pasados,  de  Ñervo,  Tablada,  Ur- 
l)ina,  Urueta,  tienen  las  excelentes  facultades  literarias,  las  virtudes 
técnicas,  las  facilidades,  que  en  la  nueva  legión,  la  que  hoy  apenas  se 
nutre  y  alista,  parecen  un  tanto  adormecklis.  De  ésta,  en  cambio, 
.anuncian  ciertas  condiciones  de  seriedad,  de  castidad  artística,  que  no 

-supieron  mantener  los  pasados...  Casi  tod'as  las  poesías  vuelven  como 
á  su  centro,  á  esta  fuente  mística  que  canta  apenas  y  refresca  el  aire 

'de  los  senderos  ocultos.  El  poeta,  por  instantes,  anhela  cierta  miste- 
riosa compenetración  con  el  mundo...  El  alma,  en  la  soledad,  se  derra- 
ma en  amor,  y,  á  veces,  preservado  de  todo  frío  ascetismo,  por  su  con- 

-dición  de  poeta,  sus  acentos  cobran  una  piadosa  dulzura  franciscana... 
Cuando  su  pensamiento  se  vuelve  á  las  cosas  humanas,  se  le  oye  ja- 
dear entre  sus  hermanos...  Este  poeta  pone  música  á  todos  los  instan- 
tes de  la  suya,  y  sobre  la  escala  d'e  sus  notas  los  hace  deslizarse  hacia 

-ese  misticismo  central  que  los  coordina."  Pedro  Henríquez  Üreña.  Pró- 
logo á  Jardines  de  Francia:  "Imagino  así  la  ruta  espiritual  de  este 
poeta.  Parte  de  la  múltiple  visión  de  las  cosas,  de  la  riqueza  de  imá- 
genes necesarias  al  hombre  de  arte,  y,  camino  adentro,  llega  á  su  filo- 
sofía de  la  viaVa  imiversal.  Su  poesía  adquiere  doble  carácter:  de  indi- 
-vid  ali=mo  y  panteísmo  á  la  vez."  Ernesto  A.  Guzmán,  en  Nosotros, 
nov.  1917:  "La  Muerte  del  cisne  es  una  sana  protesta  contra  todo  exa- 
ger-^do  forma''s-i^o  de  retórica  reciente  y  antigua;  denuncia  un  pro- 
pós'to  y  una  realización  de  ^abor  fecunda  y  viva;  tiende  á  hacer  de  la 
■p' labra  lo  aue  la  pal  ibra  debe   ser:  envoltura  palpitante  y  cálida  de 
■una  individualidad  que  goza  y  sufre,  que  siente  y  piensa,  siempre  como 
sí  misma,  y  con  originalidiad  diferenciada  y  potente...  Este  libro  me- 
ritorio nos  habla  de  un  poeta  íntimo,  intenso  y  fuerte;  de  un  hombrt 


S.    XX,    1903.    ERNESTO    MARIO    BARREDA  93 

«que  expresa  serenamente  su  visión  y  su  sentir,  sin  complicaciones  de- 
ninguna  especie  y  en  una  frase  sencilla  y  espontánea.  Un  melancóLco 
tinte  ilota  en  el  ambiente  de  sus  estrofas,  á  que  sirve  de  unión  intima- 
*in  apacible  pensamiento  panteista  lleno  de  resignación  y  de  suave  con- 
formidad. Nada  hay  en  ellas  de  aparatoso  y  ficticio;  antes  están  satu- 
radas de  una  interna  bondad  humana,  que  las  encamina  á  presentarse- 
cálidas  de  emoción  en  la  mansedumbre   d'e  su  armoniosa  f acuidad.. ,- 
Este  poeta  se  ha  sumergido  en  la  vida...   Se  identifica  con  todas  las 
cosas  exicriores  y  nada  le  parece  desdieñable :  su  corazón  se  acerca  al. 
imperceptible  latido  de  las  pequeñas  existencias  inferiores,  y  con  in- 
genua sabiduría  descubre  la  similitud  de  sus  propios  afanes  y  aspira- 
ciones con  los  de  ellas...   Lleno   entonces  de  apacible  unción,   conmo-- 
yido  por  las  palpitaciones  de  la  vida  humilde  y  hasta  entonces  ignorada^ 
convierte  su  piedad  á  la  aspiración  nazarena,  de  una  enorme  caridad^ 
que  llegue  hasta  la  fuente  y  la  nube,  y  gozar  asi  de  lo  que  el  pensa- 
miento humano   tiene  de   eternidad,   de    majestuosid'ad."    E.    González 
Martínez:  Preludios,  versos,  Mazatlan,  1903.  Lirismos,  Mocorito,  lyo/;. 
Silenter,  ibid.,  1909,  pról.   de  Sixto  Osuna;  Méjico,    1916.  Los  Sende- 
ros  ocultos,  Mocorito,   1911;    Méjico,    1916,    pról.   dt   Alfonso   Reyes;: 
ibid.,  1918.  La  Muerte  del  cisne,  Méjico,  1915.  La  Hora  inútil  (poemas-, 
escogidos  de  Preludios  y  Lirismos),  ibid.,   1916.  Jardines  de  Francia,. 
traducciones,  Méjico,  1915,  pról.  de  Ped'ro  Heniíquez  U^eña.  El  Libro 
de  la  fuerza,  de  la  bondad  y  del  ensueño,  igiy.  Parchólas  y  otros  poe- 
mas, Méjico,  1918.  Poemas  de  ayer  y  de  hoy,  1918.  Prologó  las  Lámpa- 
ras en  agonía,  de  L.  G.  Urbina,  1914.  Consúltese  Jenaro  Estrada,  Poetas.- 
nuevos,  1916,  donde  se  hallarán  los  artículos  sobre  G.  Martínez. 

Roberto  F.  Giusti,  Nuestros  poetas  jóv.,  1912,  pág.  97:  "Solicitare- 
mos del  autor  (de  Ern.  M.  Barreda)  que  haga  un  sacrificio,  que   arda 
sus  (dos)  primeros  libros...  Hacia  Oriente  no  es  un  libro  detestable... 
Pero  es  indigno  de  Barreda:  carece  de  carácter,  de  mesura,  d^e  emo- 
ción; es  frío,  desigual  é  insincero;  está  hecho,  como  mil  otros,  según 
la  receta  decadente...  El  poeta  siente  intensamente  el  campo,  lo  ab- 
sorbe por  todos  sus  sentidos.  Aun  á  riesgo  de  pedantear,  obser  /aré  que 
Barreda  nos  presenta  el  caso  poco  común  de  una  igual  vivacidad   de- 
la  imaginación  visual,  la  auditiva  y  la  olfativa,  con  lo  que  ganan  en  ple- 
nitud sus  evocaciones...   Surge  el   campo  de  la  evocación,  palpitante,, 
luminoso,  oloroso,  sonoro...  Y  no  sólo  eso,  que  también  se  siente   en- 
estas  estrofas  la  presencia  del  poeta,  gozando  de  su  exuberante  salud,, 
respirando  á  plenos  pulmones,  viviendo  la  vida,  según  su  propia  expre- 
sión, como  se  bebe  un  vaso  de  leche...  El  poeta  es  feliz,  ¿quién  lo  duda? 
Un  sano  optimismo,  una  robusta  confianza  alientan  en  su  canto.   Na* 
siempre   fué  así.  Tiempo  hubo,  y  no  muy  lejano,,  en  que  su  alma  era- 
presa  del  desaliento.  Era  la  época  de   Talismanes...   Su  ansia  de  be- 
lleza, su  amor  á  la  natura  lo  han  salvado,  debían  salvarlo ;  sólo  nece- 
sitábase que  las  circun.'^tancias  favoreciesen  la  transformación.  ¿  Cuá- 
les  circunstancias?   ¡Líbreme   Dios   de    contrahacerlo   á   Sainte-Beuve 
metiéndome  en  indiscretas  averiguaciones !  Señalaré :  ¿  Acaso  la  salud- 


94  ÉPOCA   REGIONAL   Y   MODERNISTA   (1888-I907) 

recobrada?  ¿Acaso  la  mujer,  alma  del  mundo?...  Barreda  es  sincero  y 
tiene,  adem.ás.  las  necesarias  cond. clones  del  artista:  de  ahí  mi  aplau- 
so. Versiíica  con  seguridad;  es  sobrio  y  exacto;  describe  con  fuerzi» 
y  riqueza  de  detalles;  acuña  siempre  sus  ideas,  poéticamente,  en  el  tro- 
quel elegante  del  tropo ;  aunque  llano  en  la  expresión  por  lo  común, 
sabe  remontarse  cuando  quiere  en  alas  cíel  entusiasmo;  es,  para  con- 
cretar, uno  de  nuestros  más  completos  y  simpáticos  poetas."  ídem, 
Nosotros,  dic.  1916:  "Su  poesía  (de  Barreda),  profundamente  humana, 
es,  ante  todo,  como  debe  serlo  la  lírica,  expresión  de  sus  ansias,  de  sus 
ternuras,  de  sus  odios,  efe  sus  amores;  pero  también  de  los  nuestros... 
Usted  alirma  que  "la  Poesía  es  obra  de  bien",  y  como  poeta  convierte 
su  ensueño  en  esta  enseñanza:  Trabajar  y  amar.  Ante  el  dolor  del 
mundo  usted  tiene  la  convicción  que  él  pudo  ser  más  hermoso  y  mejor. 
Pues  lo  será.  Lo  harán  tal  los  sembradores  de  granos  y  de  ideas :  todos 
hermanos  sobre  la  tierra  redimida,  en  la  libertad  y  la  democracia... 
Este  es  el  valor  de  su  libro  Un  camino  en  la  selva,  que  no  abre  hori- 
zontes insospechados  al  arte,  enseñándole  la  ruta  de  lo  futuro;  pero 
que  traduce  d'ignamente  los  afanes,  las  inquietudes,  los  anhelos  del 
alma  argentina...  Igual  vivacidad  de  la  imaginación  visual,  auditiva  y 
olfativa,  con  lo  que  ganan  en  plenitud  sus  evocaciones,  de  las  cuales 
surge  el  campo  palpitante,  luminoso,  oloroso,  sonoro...  El  tono  de  su 
libro,  de  un  realismo  completo."  Nicolás  Coronado,  ibidem:  "No  quie- 
re decir  que  sus  estrofas  son  simples  y  vulgares,  sino  que  todo  su  es- 
píritu está  en  ellas  y  que  ese  espíritu  es  franco,  vigoroso,  sin  compli- 
caciones, fácil  á  la  emoción  de  las  cosas  externas  é  incapaz  de  perse- 
guir en  sí  mismo  el  complejo  mecanismo  de  un  estado  de  alma...  Sus 
versos  diescubren  siempre  las  impresiones  que  le  han  producido  las  co- 
sas del  ambiente."  E.  M.  Barreda:  Prismas  líricos,  B.  Aires,  1903.  Hn- 
cia  el  Oriente,  ibid..  1905.  Talismanes,  ibid.,  1908.  La  Canción  de  un 
hombre  que  pasa,  ibid.,  191 1.  Nuestro  Parnaso,  colección  de  poesías  ar- 
gentinas, 4  vols.,  con  apuntes  críticos  y  biográficos,  ibid.,  1913.  Un  ca- 
mino en  la  selva,  ibid.,  loió.  Las  Rosas  del  mantón,  1917. 

Rodolfo  Polanco  Casanova,  Ojeada  crit.,  1913,  pág.  41 :  "Creemos 
que  á  Ismael  Parraguez  no  se  le  ha  hecho  justicia  completa  todavía. 
Tenérnosle  por  uno  de  los  más  talentosos  poetas  de  la  actual  generación. 
Sus  puntos  de  vista  son  orijinales  i  sus  sentidos  mui  refinados...  Pone 
á  contribución  todas  las  bellas  artes  i  en  sus  poesías  suele  enlazarlas  ar- 
moniosamente, juntando  el  panorama  con  el  sonido,  la  plasticidad  con 
la  sicolojía...  Pero  donde  Parraguez  se  eleva  á  mayor  altura,  ocupando 
el  primer  puesto  entre  sus  colegas  de  Chile  y  Sud-América,  es  como 
poeta  de  la  infancia.  En  este  punto  los  que  han  querido  seguir  sus  aguas 
se  han  quedado  mui  atrás  del  que  escribió  Poesías  infantiles.  Es  este 
tm  admirable  libro,  en  que  á  cada  paso  tropezamos  con  fidelísimos  cua- 
óritos  que  trasparentan  las  índoles,  idiosincrasias  ó  sicolojías  de  la  ni- 
ñez, estudiadas  prolijamente  i  exteriorizadas  con  majistral  sencillez." 
ídem,  pág.  65:  "Es  un  estilista  elegante,  orijinal  y  discreto.  Sus  chistes 
son  de  buena  leí;  sus  caricaturas,  placenteras  i  picarescas,  nos  hacen 


S.  XX,  1903.  MANUEL  LINARES  RIVAS  Y  ASTRAY  qS 

reír  con  franqueza  i  saludable  risa,  porque  son  hechas  sin  dañada  in- 
tención ni  malevolencias  personales."  Ism.  Parraguez:  Un  iailio  me- 
nos, poema,  Santiago,  1903.  Poesías  infantiles^  1907.  Cantos  infantu 
les,  1907.  Cantos,  1908.  Flora  chilena,  poesías,  1908.  Metodología  del 
canto,  1908,  1912.  De  dulce  i  de  grasa,  cuentos  i  versos  festivos,  1909. 
Flora  exótica,  poesías,  1910.  Musicolojía,  literatura  musical,  1912. 
Historia  de  la  música,  1912.  Cancionero  del  Scoiit,  1914.  Urbe,  poema, 
1915.  La  Araña,  nov.,  1915.  Esperanza,  nov.,  1916. 

Rodlolfo  Polanco  Casanova,  Ojeada  crít.,  1913,  pág.  51:  "Imajina- 
ción  florida  i  fogosa  (la  de  Mauret),  que  se  ha  distinguido  en  el  jénero 
erótico,  su  especialidad.  Criticable  es  que  el  erotismo  se  torne  en  va- 
rias de  sus  poesías  en  sensualismo  subido  de  color.  Escitar  la  lujuria 
no  nos  parece  que  sea  la  misión  del  poeta.  Últimamente,  con  motivo 
del  Centenario,  quiso  Mauret  pulsar  otra  cuerda;  pero  produjo  un  so- 
nido destemplado  i  chillón.  Su  libro  Héroes  i  patricios  ha  sido  un  fra- 
caso." Alma,  poesías,  Valparaíso,  1903.  Notas  críticas,  estud.  literario. 
Héroes  y  patricios,  sonetos.  En  el  regazo  de  Venus,  poesías,  Santiago, 
1914.  Por  el  azul,  poesías,  ibid.,  1917. 

176.  Año  100^.  Manuel  Linares  Rivas  y  Astray 
(n.  18Ó7-),  de  Santiago  de  Galicia,  hijo  del  político  y  ministi-o 
don  Aureliano,  dejó  la  carrera  judicial  por  las  letras  y  la  polí- 
tica, siendo  diputado  y  senador,  pero  ante  todo  dramaturgo  sa- 
tírico, de  ironía  indulgente  y  de  sales  y  buenos  dichos,  que  me- 
nudea en  sus  diálogos,  como  si  su  principal  intento  fuese  entre- 
tener á  los  espectadores  en  culta  y  agradable  conversación.  Plan- 
tea siempre  en  sus  dramas  problemas  morales  serios,  sin  resol- 
verlos con  sangre  ni...  de  otra  manera.  Es  discípulo  de  Bena- 
vente,  aunque  con  independencia,  aventajándole  en  la  técnica 
teatral,  en  la  trama  y  acción  dramática,  ya  que  no  en  la  alteza 
-de  pensamiento,  ingenio  y  paleta  variadísima.  Estrenó  desde 
J903  bastantes  comedias,  con  asunto,  comúnmente,  de  la  clase 
media  urbana.  Mantiénese  en  su  nivel  medio  y  discreto,  á  lo 
Moratín,  sin  grandes  efectos  cómicos,  peí  o  también  sin  aba- 
tirse. Distingüese  por  el  tino  en  engarzar  las  partes  y 
episodios  de  la  fábula,  haciéndola  interesante;  por  el  rea- 
lismo sano  de  cosa  vivida,  más  bien  que  aéreamente  fanta- 
seada, en  escenas  y  figuras ;  por  el  ingenioso,  fino,  suavemente 
irónico  y  siempre  ameno  dialogado,  recargado  tal  vez  de  chis- 
tes, bien  que  ingeniosos  y  cultos,  que  hacen  festivos  á  la  mayor 
parte  de  los  personajes,  y  por  el  castizo,  esmerado  y  nada  rebus- 
cado lenguaje.  Sus  defectos  principales,  un  cierto  amaneramiento 


gÓ  ÉPOCA   REGIONAL   Y   MODERXISTA   (1888-I9O7) 

en  los  personajes,  que  todos  son  ocurrentes,  satíricos  y  de  buea 
humor,  pareciendo  de  hecho  ser  el  autor  el  que  por  todos  ellos, 
habla  sin  esconderse  ni  trasvestirse  de  ninguna  manera;  y 
mía  cierta  timidez  ó  falta  de  valentía  en  no  chocar  con  las 
opiniones  y  rutinas  sociales  de  su  público,  contento  con  entre- 
tenerle sin  levantar  el  vuelo  á  mayores  audacias ;  aunque  últi- 
D.amente  quiso  mostrarse  audaz,  por  ejeniplo  en  La  Garra,  y 
faltó  verisimilitud  y  cimiento  sólido  á  la  obra,  además  de  resul- 
tar doctrinaria  ó  de  tesis  en  demasía.  La  Casa  de  la  Troya,  ins- 
pirada en  la  novela  de  Pérez  Lugín,  es  la  obra  acaso  mejor  de. 
Linares  Rivas,  por  el  sabor  regional,  el  movimiento,  vida  y 
color. 

Florencio  Sánchez  (1875-1910),  de  Montevideo  (Uru- 
guay), vivió  en  Buenos  Aires  desde  1903  y  fué  de  los  más  aplau- 
didos dramáticos  del  Plata.  No  tuvo  estudios  ni  aprendió  á  es- 
cribir, fué  periodista  y  leyó  poco  y  mal.  Su  teatro  es  de  tesis^ 
de  ideas  anárquicas  é  inmorales,  destructoras  de  la  familia. 
Pero,  aunque  acumulaba  las  situaciones  á  su  talante  algo  falsea- 
das para  llegar  al  propósito  doctrinario  que  se  proponía,  tuvo  el 
instinto  natural  de  nutrirse  de  realidades  criollas,  bajunas,  bien 
tomadas  y  mejor  sentidas,  como  en  Un  buen  negocio  (1909),. 
Moneda  falsa,  M'hijo  el  Dotor,  Los  Muertos,  Nuestros  hijos. 
Cuando  sube  á  clases  miás  elevadas  alcanza  tan  sólo  á  pintar 
caricaturas.  Sombrío,  hondo,  algo  ibseniano,  real  y  recio,  rebel- 
de y  bohemio  incorregible.  Es  uno  de  los  mejores  dramáticos. 
am.ericanos,  el  primero  que  saca  ^1  teatro  ríoplatense  de  la  bar- 
barie y  bajeza  en  que  yacía,  entregado  todo  él  á  un  género, 
gauchesco  bastante  falso  y  tremebundo. 

m-  Su  propio  nombre  es  Manuel  Linares  Astray,  sino  que,  á. 
poco  de  firmarse  así,  mudó  la  firma  en  la  de  Linares  Rivas,  apellido  de 
su  padre,  más  conocido.  Produce  efecto  en  el  público  este  autor  por 
la  espontaneidad,  frescura,  gracia  é  ironía  en  el  diálogo,  en  lo  que 
gana  mucho  á  Benavente,  el  cual  deja  demasiado  trasparentar  el  in- 
genio y  aun  lo  quiebra  de  sutil.  Pero  incurre  Linares  Rivas  en  un  de- 
fecto, á  Benavente  bien  ajeno,  y  en  que  cayó  siempre  Enrique  Gas- 
par, en  ser  todos  sus  personajes  uno  mismo,  esto  es,  el  autor,  en  lo 
ocurrentes  y  .'■a'  íricos  en  el  estilo  y  lenguaje.  El  mérito  del  autor  está  en 
quedarse  á  espalda-  di  sus  personajes,  qu:  n:)  se  le  vea  en  ellos.  Pera 
gana  también  á  Benavente  en  la  trama  y  desenvolvimiento  del  asunto 
y  aun  en  el  pensamiento  en  que  arraiga.  Comedias  docentes  las  llama. 


LUIS    DE   TAPIA 


LINARES    KIVAS 


S.  XX,  1903.  MANUEL  LINARES  RIVAS  Y  ASTRAY  97 

el  autor,  como  hubiera  podido  llamarlas  Moratín  y  Bretón,  por  en- 
trañar una  moralidad.  Mas  no  lo  son  en  el  mal  sentido;  no  son  come- 
dias predicadoras,  ni  discursivas,  como  la  mayor  parte  de  las  de  Be- 
navente,  sino  obras  en  que  el  pensamiento  moral  se  ha  hecho  carne  en 
acción  cómica  y  personajes  reales.  Abolengo  es  una  díe  las  mejores.  Es 
notable  el  parecido  que  ofrece  Linares  Rivas  con  Campoamor  en  la 
mezcla,  verdaderamente  peregrina  y  extraña,  de  doctrinas  y  conducta. 
Entrambos  conservadores,  burgueses  pacatos  en  la  vida,  y,  sin  em- 
bargo, en  el  pensamiento  de  sus  escritos  revolucionarios  y  disolven- 
tes. Esta  nota  de  osadía  ha  llevadlo  Linares  Rivas  á  sus  dos  últimas 
obras,  La  Garra  y  Los  Fantasmas,  no  con  la  fina  discreción  é  ironía 
de  Campoamor,  sino  con  un  descaro,  llamativo,  sí,  pero  de  descocado 
sofista.  Persona  honradísima  y  bienintencionada,  es  lástima  se  haya 
cegado  esta  vez,  mancillando  su  obra  literaria.  Un  marqués  español 
se  casa  canónicamente  en  América;  divorciase  á  instancias  de  su  mu- 
jer, que  se  casa  con  otro  y  vuelve  a  la  patria,  viviendo  retraído  y  des- 
consolado, hasta  que,  por  consejos  de  un  amigo,  desecha  la  tristeza  y 
pide  la  mano  de  esposa  á  ¿"oña  Sol,  la  sobrina  de  un  cardenal,  come- 
tiendo la  infamia  de  encubrir  á  todos  que  su  primera  esposa  vive,  de 
lo  cual  tampoco  se  enteran,  según  el  autor,  ni  el  cardenal  ni  la  Curia 
eclesiástica,  cosa  que  no  suele  suceder,  dadas  las  pesquisas  que  se  ha- 
cen en  estos  casos  y  la  notoriedad  de  la  persona  del  marqués.  Sobre  tan 
flacos  fundamentos  construye  el  autor  la  acción  de  La  Garra,  que  se 
reduce  á  que,  años  después  del  segundo  matrimonio,  siendo  felices  y 
con  hijos,  en  una  discusión  filosófica  de  familia,  dice  uno,  sin  saberse 
cómo  ha  sabido  lo  que  la  Curia  no  pudo  averiguar,  que  el  mg,rqués  se 
casó  en  América ;  pregúntaselo  la  sobresaltaba  esposa,  y  él  se  lo  confie- 
sa de  plano,  á  pesar  de  estar  enamoradísimo  de  ella.  No  parece  que 
haya  hombre  que  pueda  cometer  tamaña  necedad  en  el  mundo,  mani- 
festando de  buenas  á  primeras,  sin  el  menor  apremio  y  tan  tontamente, 
lo  que  tan  fementidamente  tuvo  que  negar  cuando  al  casarse  hubieron 
de  preguntárselo  cien  veces.  Sobre  un  tan  necio  como  fementidío  caba- 
llero recae,  por  consiguiente,  toda  la  honda  pena  y  terrible  dolor  de  la 
desventurada  esposa,  que,  no  ya  como  cristiana,  que  sabe  que  "lo  que 
Dios  juntó  el  hombre  no  puede  apartar",  sino  como  señora  honrada, 
que  se  llama  á  engaño,  y  como  amante,  que  se  entregó  á  un  desleal  ca- 
nalla, razonable  y  cristianamente  pensand'o  debe  apartarse  de  él;  y 
no  menos  cae  sobre  tan  mal  bicho  la  deshonra  de  la  familia  y  de  cuan- 
tos intervinieron  en  la  bocía,  por  no  haberse  enterado  de  cosa  que 
tanta  obligación  les  corría  y  tan  fácil  era  de  saber.  El  autor,  sin  em- 
bargo, achaca  toda  la  culpa  á  la  indisolubilidad  del  matrimonio  cristia- 
no, que  echa  su  garra  sobre  la  familia,  y  clavando  en  ella  sus  uñas,  la 
hund'e  en  la  desgracia.  No  hay  apenas  acción;  todo  es  un  sermoneo  y 
un  alegato  en  favor  del  amor  libre  y  contra  la  santidad  del  matrimonio, 
que,  no  el  Concilio  de  Trento  solamente,  como  el  autor  le  hace  decir 
nada  menos  que  al  Lectoral,  sino  Cristo  terminantemente  y  Dios  al 
crear  á  Ad^án  y  Eva,  proclamaron  fuese  indisoluble.  Pero  es  lo  bueno. 


gS  ÉPOCA  REGIONAL  Y   MODERNISTA   (1888-I907) 

quiero  decir  lo  más  contra  todo  derecho  natural,  que  no  se  insinúa  ni  la 
menor  de  las  razones  que  asisten  al  derecho  divino  que  tal  legisló,  sino 
que,  dejándole  sin  abogado,  lo  es  el  autor  en  todo  el  drama  de  los  apeti- 
tos brutales,  tejiendo  un  alegato  cite  sofismas  y  creyendo  quedar  vence- 
dora tan  perdida  causa  con  el  argumento  Aquiles  que  el  marqués  expo- 
ne á  su  esposa  de  que  la  quiso  y  la  quiere,  poniendo  así  los  derechos  de 
la  pasión  animal  sobre  los  de  la  razón,  que  hace  al  hombre  hombre  y 
señor  de  los  animales,  y  sobre  los  del  derecho  divino  y  áe  la  revelación, 
que  encumbra  al  hombre  hasta  hacerle  hijo  de  Dios,  según  la  cristiana 
doctrina.  Cuanto  atañe  á  personas  y  cosas  religiosas  lo  afea  el  autor; 
aunque  no  logre  hermosear  ni  hacer  agradable  siquiera  el  amor  y  la  pa- 
sión, cosa  tan  fácil  de  lograr  para  la  bien  dispuesta  concupiscencia  de 
los  espectadores.  El  marqués,  abogado  del  amor  libre,  no  siente  amor; 
es  frío  como  un  témpano,  tan  frío  como  Alvaro,  otro  enamoradlo  del 
drama.  Las  supersticiones  de  una  vieja  criada  gallega  pónense  á  la 
cuenta  de  la  religión,  como  si  no  fuese  la  religión  católica  la  única  que 
las  ha  anatematizado  y  perseguido  con  todas  sus  fuerzas.  Y  el  autor, 
con  todo  eso,  dase  por  cristiano  y  católico  y  hasta  somete  á  la  censura 
eclesiástica  su  drama.  En  suma:  un  d^ramón  de  café  cantante,  que  pre- 
tende deshacer  la  familia  cristiana;  que  ensalza  el  brutal  apetito  y  le 
pone  sobre  la  conciencia  religiosa  y  sobre  la  razón  humana ;  un  alegato 
contra  toda  la  filosofía  de  todos  los  tiempos,  contra  Cristo  y  contra 
Dios;  pero  un  alegato  ó  dramón  tejido  de  sofismas  y  que  no  permite 
defensa  alguna  al  reo,  y,  finalmente,  fondado  en  hechos  que  común- 
mente no  suceden  y  en  im  carácter  de  marqués  que  en  el  mundo  no 
se  da.  Es  lo  que  tiene  querer  supeditar  el  arte  á  la  enseñanza,  ha- 
cerlo didáctico,  conforme  á  lo  que  fuera  de  España  se  hace  hoy  en 
el  teatro  y  nunca  se  hizo  acá  por  nuestros  castizos  dramaturgos. 
No  es  plantear,  siquiera,  un  problema,  sino  darlo  por  resuelto  con 
la  más  brutal,  antifilosófica  y  anticristiana  solución,  lo  que  el  autor 
ha  hecho  en  La  Garra.  Los  problemas  filosóficos  y  religiosos  no  tie- 
nen que  ver  con  el  arte,  y  menos  con  el  teatro,  el  arte  más  popular. 
Pero,  además,  está  muy  mal  tramado  el  drama,  técnicamente.  No 
hay  acción,  sino  diiscusión  y  pura  crítica  de  sofistas ;  los  fundamen- 
tos son  falsos,  como  el  que  la  Curia  eclesiástica  no  se  entere  de  que 
un  marqués  de  arraigo  en  un  pueblo  español  y  persona  de  tanto  viso 
se  haya  casado  y  divorciado  en  América  y  su  americana  esposa  se 
haya  vuelto  á  casar  con  otro;  los  caracteres,  inauditos,  como  el  de  un 
marqués  español,  que  no  sabe  que  el  matrimonio  es  indisoluble  de 
derecho  divino,  y  que  engaña  á  una  muchacha  y  á  una  familia  por  ca- 
sarse, y  luego,  sin  más  ni  más,  confiesa  á  la  primera  lo  que  antes  tanto 
ocultó;  la  expresión  cíe  los  sentimientos  amorosos,  única  palanca  qu« 
el  autor  tenía  que  mover  para  hacer  buena  su  tesis,  no  parece  por 
ninguna  parte.  Contra  La  Garra  vive  y  vivirá  siempre  El  Juez  de  los 
divorcios,  de  Cervantes,  que  acaba  cantando:  "Más  vale  el  peor  con- 
cierto ¡  que  no  el  divorcio  mejor."  Malas  lenguas  dicen  por  ahí  que  Li- 
nares Rivas  ha  pretendido  siempre  seguir  como  la  sombra  á  Bena- 


S.  XX,  1903.  MANUEL  LINARES  RIVAS  Y  ASTRAY  Ql 

vente.  Conviene,  efectivamente,  con  él  cuanto  al  sistema  de  descender 
<ie  las  ideas  á  los  hechos ;  pero  es  todavía  más  rectilíneo.  Si  Benavente 
•es  un  sofista  disertante.  Linares  es  á  veces  un  matemático  demostrador 
de  un  teorema.  Y  el  teorema  está  encerrado  en  el  título  de  cada  una  de 
sus  obras  dramáticas.  Los  buenos  dramaturgos  han  solido  buscar  el  título 
después  de  acabada  la  obra,  y  comúnmente  alude  á  cualquier  cosa  se- 
cundaria, como  Las  Nubes,  Las  Ranas,  de  Aristófanes.  Linares,  al  re- 
vés, propone  el  título  como  teorema  á  demostrar.  Los  personajes  que 
lian  de  demostrarlo  andan  al  puñete  con  las  fórmulas  y  xned'ios  de  de- 
mostración, y  así  suelen  ser  parecidos  en  el  modo  de  discurrir  y  de  ha- 
blar: son  letras  algebraicas  ó  guarismos  por  quienes  siempre  habla  el 
autor.  Del  teatro  cíe  Linares  y  del  de  Benavente  no  sale  uno  nunca 
enamorado  de  alma  alguna  que  en  las  tablas  se  haya  atraíd'o  las  aficiones 
de  los  espectadores,  por  su  nobleza  y  sus  reveses.  Ahora  bien,  drama,  y 
aun  arte  en  general,  es  eso,  simpatizar  con  alguien  y  sufrir  con  él,  por 
haberle  llegado  al  alma  su  grandeza  y  sus  desgracias;  todo  lo  demás 
serán  conferencias  ingeniosas  ó  exactas  matemáticas,  no  drama  ni  arte. 
Andrés  González  Blanco,  Hist.  nov.,  pág.  870:  "El  curioso  y  entrete- 
nido dramaturgo  cómico-lírico-bailable,  con  decoraciones  á  lo  Bena- 
vente, marid'os  á  lo  Paul  de  Koch,  señoras  á  la  última  moda  de  París; 
el  gran  mercero  de  la  escena,  que  tiene  un  surtido  inagotable  y  varia- 
dísimo de  frases  mejor  o  peor  hechas  y  chistes  de  ocasión...  Linares 
Rivas.''  ídem,  Los  Dramát,  cspañ.,  1917,  pág.  189:  "No  se  anunció  como 
tal,  vaudevillista  divertido  y  trapalón  L.  R.,  sino  como  comediógrafo 
fino  y  culto,  que  á  veces  acudía  á  la  frase  de  ingenio,  al  chisporroteo 
meridional  del  piropo  y  del  madrigal,  del  cual  se  contagian  hasta  los 
extranjeros  que  vienen  á  España,  ó  que  la  anhelan  desde  lejos...  El 
diálogo  de  L.  R.  es  incomparable  y  sólo  un  Tristán  Eernard  en  Fran- 
cia puede  superarle  en  gracia,  fluidez  y  viveza;  tiene  en  derredor 
esa  aureola,  ese  no  sé  qué  tan  característico  de  sus  comedias,  que 
se  reconocieran  sin  su  firma...  María  Victoria,  obra  intensamente  dra- 
mática... consolidó  el  crédito  del  autor...  Una  de  las  obras  que  pro- 
dujeron más  emoción,  tuvieron  éxito  más  discutido  y  suscitaron  po- 
lémicas de  prensa,  fué  El  Caballero  Lobo...,  á  propósito  del  cual  se 
diiscutió  la  prioridad  del  argumento  sobre  Chantecler  de  Rostand.  Evi- 
dentemente, anterior  es  la  obra  de  Linares,  una  de  sus  obras  más  fuer- 
tes é  intensas...  En  el  género  de  la  comedia  fina  y  aristocrática  ha 
obtenido  grandes  éxitos  L.  R.  y  es  donde  su  individualidad  se  afir- 
ma... Ha  seguido  ese  camino  de  la  comedia  de  sociedacJ,  la  comedia 
que  aspira  al  aplauso  sincero  y  grave  de  los  espectadores  sin  preten- 
siones de  dogmatizar  ni  teorizar...  La  antinomia  paradójica  de  este 
senador  conservador  que  en  sus  dramas  propaga  tesis  avanzadas,  ha 
chocado  la  atención  de  muchos.  Este  representante  de  las  clases  de 
orden  es  un  demoledor...  Un  gran  éxito  de  L.  R.  ha  sido  pintar  mara- 
villosas figuras  de  mujeres...  L.  R.  ha  conseguido  alcanzar  el  desi- 
derátum áél  drama  moderno;  un  drama  ingenioso  en  sus  datos  y  com- 
binaciones, picante  y  fino  en  su  diálogo  y  sin  carecer  de  estas  tres 


100  ÉPOCA   REGIONAL  Y  MODERNISTA   (1888-I907) 

características  cíe  un  temperamento  cómico:  la  jovialidad,  la  indul- 
gencia y  el  optimismo.  Jamás  ha  introducido  en  sus  comedias  esa 
falsa  sensiblería  que  afea  otras  muchas  producciones  contemporá- 
neas... Tampoco  es  una  de  esas  organizaciones  turbulentas,  impreca- 
torias y  espumeantes  que  predican  desde  la  escena...  Es  una  orga- 
nización de  mundano  escéptico,  propia  de  quien  ha  vivido  la  vida 
intensamente  y  que  hoy,  ya  fatigacío,  con  una  sonrisa  de  hombre  sa- 
tisfecho y  desencantado  á  la  par,  contempla  el  espectáculo  del  mun- 
do... Ha  viajado  mucho,  conoce  idiomas,  ha  vivido  intensamente,  ha 
tenido  pasiones  y  borrascas  de  juventud,  ha  vivido  la  vida  intensa- 
mente, ha  sido  un  hombre  pleno  y  perfecto,  conoce  los  resortes  escé- 
nicos como  pocos  y  depurado  de  tales  ó  cuales  abusos  de  la  ingenio- 
sidad, de  cierto  excesivo  discreteo  en  el  diálogo,  de  una  renuncia  á 
la  constante  tensión  de  sonrisa  del  auditorio,  de  una  mayor  penetra- 
ción en  la  dramaturgia  honda,  puedle  llegar  á  ser...  el  más  perfecta 
hombre  de  teatro  y  el  dramaturgo  para  los  hombres  y  las  mujeres 
de  mundo,  cuyas  vidas,  entre  frivolas  y  dolorosas,  él  sabe  interpretar 
tan  admirablemente."  Aire  de  fuera,  com.,  1903.  El  Abolengo,  come- 
dia, 1904.  María  Victoria,  com.,  1904.  Porque  sí,  jug.,  1904.  La  Es- 
tirpe de  Jiipitcr,  com.,  1904.  La  Divina  palabra,  com.  dram.,  1904.  La 
Cizaña,  com.,  1905.  Lo  Posible,  jug.,  1905.  En  Cuarto  creciente,  ju- 
guete, 1905.  El  ídolo,  com.,  1906.  Bodas  de  plata,  com.,  1906.  Año- 
ranzas, com.,  1906.  La  Fragxia  de  Vidcano,  zarz.,  música  del  maes- 
tro Chapí,  1906.  El  misino  amor,  com.,  1907.  El  ídolo,  com.  (refundi- 
ción). Nido  de  águilas,  com.,  1907.  Santos  e  Melgas,  zarz.,  música  de 
los  maestros  Lleó  y  Baldomir,  1908.  Cuando  ellas  quieren...,  come- 
dia, 1908.  Lo  que  engaña  la  verdad,  paso  de  comediia,  1909.  El  Caba- 
llero Lobo,  1910.  La  Magia  de  la  vida,  comedia  lírica,  música  del 
maestro  Ruperto  Chapí,  1910.  La  Fuente  amarga,  com.,  1910.  Clavito, 
paso  de  comedia,  1910.  El  Buen  demonio,  com.,  1911.  La  Raza,  co- 
media, 1911.  Lady  Godiva,  com.,  1912.  Doña  Desdenes,  com.,  1912. 
Flor  de  los  Pazos,  com.,  1912.  Camino  adelante,  com.,  1913.  La  Ra- 
zón de  la  sin  razón,  1913.  Como  buitres,  com.,  1913.  La  Fuerza  del 
mal,  com.,  1914.  La  Garra,  dr.,  1914.  Toninadas,  com.,  1915.  Fantas- 
mas, 1915.  Lo  Difícil  que  es  ir  al  Cielo,  nov.,  1915.  El  Señor  Sócra- 
hs,  saín.,  1917.  Como  hormigas,  com.,  1917.  Las  Zarzas  del  ca- 
mino, 1917.  El  Conde  de  Valmoreda,  1917.  En  cuerpo  y  alma,  com., 
1918.  Cada  uno  á  lo  suyo,  1918.  Cobardías,  com.,  1918.  Cuentos  de  amor 
y  de  amores,  1918,  Porque  sí,  1918.  La  Casa  de  la  Troya,  1919.  Los 
Aventureros,  novela  infantil^  1919-  El  Caballero  Lobo^  1919- 

En  M'hijo  el  Dotor,  obra  desmesuradamente  alabada,  el  primer 
acto  es  una  acabada  pintura  á^  costumbres;  pero  en  los  otros  dos  se 
falsean  los  caracteres  mirando  á  efectos  teatrales  por  manera  des- 
atinada. Jesusa  es  mujer  incomprensible  para  nosotros  los  españoles, 
y  mucho  más  paha  las  españolas.  Es  un  muñeco  falso  que  no  creo 
pueda  hallarse  en  la  mujer  argentina,  so  pena  de  que  allí  no  haya 
mujeres  que  merezcan  así  llamarse.  Eso  no  es  mujer,  es  una  borrega 


FLORENCIO    SÁNCHEZ 


S.    XX,    1903.    FLORENCIO    SÁNCHEZ  10 1 

sin  corazón  ni  seso.  Julio  es  de  una  perversidad  inconcebible  y  sus 
doctrinas  frisan  en  lo  bufo.  Eloy  no  es  de  este  mundo  y  menos  de 
nuestra  raza.  Los  cambios  de  ideas  en  Julio  y  Jesusa,  en  el  tercer 
acto,  son  falsos  y  nada  naturales.  Los  Muertos  es  drama  de  más  re- 
cia construcción  y  de  situaciones  menos  falsas  merced  al  tipo  del 
borracho,  de  la  mujer  casquivana  y  del  joven  bohemio,  que  son  los 
principales  personajes,  anómalos,  en  los  que  cuadran  bien  los  desati- 
nos y  desplantes.  Hay  mucho  movimiento  y  vida  y  el  habla  es  el  de 
la  sociedad  rioplatense.  Amadleo  Almada,  Vidas  y  obras,  1912,  pági- 
na III :  "No  es  un  hábil,  no  es  simplemente  un  técnico,  no  es  un 
manipulador  de  muñecos  escénicos  y  d'e  sorpresas  impresionantes.  Es 
sencillamente  un  maestro,  cuya  ascendencia  intelectual,  por  decirlo 
asi,  no  debe  buscarse  en  Scribe  ni  en  Sardou,  sino  más  bien  en  Sud- 
derman,  con  quien  tiene  algunos  puntos  de  contacto...  Lo  mejor,  lo 
más  fuerte...  es  el  primer  acto  de  M'hijo  el  Dotor,  acto  verdadera- 
mente magistral,  de  una  concepción  y  ejecución  admirables  con  su 
reproducción  tan  exacta  como  poética  del  ambiente,  con  la  concisión  y 
armonía  de  los  parlamentos,  con  el  dibujo  vigorosísimo  de  los  carac- 
teres, con  la  verdad  y  la  lógica  de  las  situaciones  y  con  el  vivo  con- 
traste que  forman  allí  la  sencillez  de  los  procedimientos  y  la  fuerza 
dramática  en  creciente  tensión,  hasta  llegar,  en  el  final,  á  la  suprema 
emoción  artística."  Raúl  Montero  Bustamante,  El  Uruguay  á  través 
de  un  siglo,  pág.  437:  "Sólo  han  superado  el  éxito  de  Demarchi  las 
obras  de  Florencio  Sánchez.  Es  verdaderamente  interesante  la  evo- 
lución de  este  temperamento  excepcional,  que  va  desde  la  tentativa 
de  la  comedia  plebeya  hasta  el  drama  de  caracteres  y  pasiones,  orien- 
tado hacia  las  grandes  literaturas  extranjeras.  Sánchez  posee  en  alto 
grado  el  sentimiento  de  la  realidad  y  de  lo  dramático.  Sus  dos  con- 
diciones madres  son  la  intensicíad  y  la  eficacia.  Toda  la  primera  eta- 
pa de  su  brillante  carrera,  realizada  en  la  observación  de  un  medio 
inferior  y  acaso  poco  estético,  está  saturada  de  este  salvaje  deseo  de 
llevar  á  las  tablas  la  vida  real  con  procedimientos  sumarios,  inge- 
nuos á  veces  á  fuerza  de  ser  espontáneos  y  sinceros.  Después  de  un 
largo  noviciado  en  un  género  que  sin  duda  no  está  díe  acuerdo  con 
su  temperamento,  el  autor  de  M'hijo  el  Dotor,  Canillita,  La  Gringa  y 
algunas  otras  piezas  de  suburbio,  ha  hallado  en  Los  Muertos,  Nuestros 
hijos  y  Los  Derechos  de  la  salud  la  nota  honda  y  humana  que  antes 
que  él  hizo  vibrar  Samuel  Blixen.  Como  en  Agena,  de  Blixen,  vuelve 
á  cuajar  el  espíritu  de  la  época  en  estas  obras,  donde  de  nuevo  se 
proponen  los  mismos  problemas  morales,  idénticas  inquietudes  y  pa- 
siones, el  mismo  feroz  y  casi  sanguinario  egoísmo  que  parece  ser  el 
rasgo  característico  de  este  siglo  violentamente  ind^ividualista."  Vi- 
cente A.  Salaverri,  Flor.  Sánchez,  Obras,  1918:  "Era  un  sentimental, 
por  encima  de  todo.  Fué  rebelde  á  impulsos  de  su  corazón,  un  sano, 
tin  enorme  corazón  de  niño.  Aniñadas  eran  sus  facciones:  grandes  y 
extáticos  los  ojos;  meditabunda  la  frente;  amargo  el  rictus  que  sus 
labios  dibujaban.  Bohemio  de  alma,  incorregible,  lleno  de  peculiarida- 


102  ÉPOCA   REGIONAL  Y  MODERNISTA   (1888-I907) 

des.  Vivía  con  tremendos  apremios.  Tras  el  éxito  del  estreno,  vendlía 
la  obra  por  un  miserable  puñadlo  de  pesos,  que  se  iban  de  sus  manos 
con  la  celeridad  con  que  los  cobrara.  Como  Verlaine,  Sánchez  canta- 
ba las  excelencias  del  ajenjo...  No  fué,  sin  embargo,  un  bebedor  con- 
suetudinario... Comenzó  por  exhibir  un  panorama  de  la  existencia 
rural.  Las  más  típicas  manifestaciones  de  la  vida  en  la  campaña  há- 
Uanse  presentadas  en  M'hijo  el  Dotor,  La  Gringa  y  Barranca  abajo. 
La  pintura  es  exacta,  de  una  maravillosa  precisión.  Luego,  el  dramatur- 
go nos  conduce  á  través  d!e  la  ciudad,  y  como  hace  notar  uno  de  los 
escritores  uruguayos  dotado  de  más  fino  instinto  crítico,  don  Emilio 
Frugoni,  esas  obras  "nos  franquean  los  interiores  domésticos  de  la 
urbe  civilizada  ó  instálannos  en  los  centros  del  vicio  y  en  los  bajos 
fondos  miserables..."  Vinieron  luego  las  obras  de  tesis:  Nuestros  hi- 
jos. Los  Derechos  de  la  salud...  Antes  que  nada,  un  fotógrafo  estupendo. 
Sus  escenas  quedan,  para  las  generaciones  de  mañana,  como  un  conjun- 
to de  documentos  gráficos  maravillosos,  en  los  que  se  ve  hasta  qué  pun- 
to clavó  su  fiero  arpón  la  vida  en  el  alma  de  nuestros  contemporáneos. 
Al  hablar  de  Orosman  Moratorio  (año  1885)  tratamos  algo  de  la 
primera  era  gauchesca  del  teatro  argentino.  Consúltese  Vic.  A.  Sala- 
verri,  Del  picadero  al  proscenio,  Montevideo,  1913.  José  Podestá,  con. 
toda  su  familia  de  payasos,  pusieron  mímicamente  en  los  circos  Juan 
Moreira,  de  Gutiérrez.  Gustó  tanto,  que  la  estrenaron  con  palabras 
en  Chivilcoy  el  año  1886,  en  Montevideo  el  1889,  en  Buenos  Aires  el 
1890.  A  poco  representaron  Martin  Fierro,  de  Elias  Regules,  y  la 
adaptación  de  Juan  Cuello;  en  1892,  Julián  J imenes,  de  Aroztegui,  y 
después  El  Entenado,  de  Regules,  con  el  que  el  género  gauchesco  sal- 
vaje tradicional,  se  suavizaba  algún  tanto.  Moratorio  les  dio  Juan 
Soldao;  Pérez  Petit,  Cobarde  y  Tribulaciones  de  un  criollo;  Marti- 
/niano  Leguizamón,  Calandria,  de  extraordinario  buen  suceso.  De- 
María y  Trejo  les  proporcionaron  piezas  en  un  acto.  Al  fijarse  en  Bue- 
nos Aires  necesitaron  todo  este  variado  repertorio.  En  191 1  represen- 
taban de  Velloso,  Pacheco,  Castillo  y  Cayol  obras  que  distaban  ya 
bastante  del  primitivo  género  gauchesco.  Pablo  Podestá  y  Blanca  Po- 
destá trabajaron  con  José  Podestá,  creando  prácticamente  el  teatro 
criollo  ríoplatense.  Con  ellos  brillaron  Luis  Vittone,  Florencio  Parra- 
vicini,  actores  cómicos,  y  Orfilia  Rico,  acabaAi  artista  criolla.  Tales 
fueron  los  comienzos  del  teatro  criollo.  Con  M'hijo  el  Dotor  (1905),  de 
Florencio  Sánchez,  tomó  el  teatro  criollo  nuevos  rumbos,  pasando  de 
lo  gauchesco  primitivo  á  lo  criollo  presente.  Alfredo  Bianchi,  en  El 
Teatro  argentino  en  el  año  igij  (Cine-Mundial,  pág.  124),  pone  el  co- 
mienzo de  la  era  ciudadana,  segunda  del  teatro  argentino,  en  1902, 
con  Jesiís  Nazareno,  de  Enrique  García  Velloso.  Forencio  Sánchez  es- 
trenó de  1903  a  1907  obras  que  le  dieron  fama  de  primer  dramaturgo  de 
su  tierra;  de  ellas,  unas  seis  bastante  buenas.  Según  el  mismo  autor,  esta 
segunda  era  gloriosa  abarca  de  1902  á  1907,  y  desde  entonces  no  hizo 
más  que  decaer.  Suponiéndole  bien  enterado,  mejor  que  nosotros  los  es- 
pañoles, seguiré  extractándole ;  pero  he  de  hacer  una  excepción  para  Er- 


S.    XX,    1903.    FLOREXCIO    SÁNCHEZ  I03 

nesto  Herrera,  el  mejor  dramaturgo,  en  mi  opinión,  del  Río  de  la  Plata, 
aunque  fué  montevideano.  Brilló  desde  1910.  En  la  Argentina,  realmen- 
te, la  época  de  1902  á  1907  es  la  más  gloriosa  para  el  teatro.  Además  de 
Florencio  Sánchez,  Roberto  J.  Payró  estrenó  Sobre  las  ruinas  y  Marco 
Severi;  Enrique  García  Velloso,  La  Cadena;  Otto  Miguel  Cione,  El  Ar- 
lequín; David  Peña,  Facundo;  Alberto  del  Solar,  El  Faro  y  Chacabuco; 
Alberto  Ghiraldo,  Ahua  gaucha;  Nicolás  Granada,  Al  campo  y  La  Ga- 
viota; Alfredo  Méndez  Caldeira,  Sacrificio  y  El  Fruto  sano;  Arturo  Ji- 
ménez Pastor,  La  Rendición;  José  León  Pagano,  Almas  que  luchan; 
Víctor  Pérez  Petit,  La  Rondalla;  Gregorio  de  Leferrere,  Las  de  Ba- 
rranco; Martín  Coronado,  La  Piedra  de  escándalo.  En  estos  cinco  años, 
desde  Jesús  Nazareno  hasta  Los  Derechos  de  la  salud,  se  escribieron 
muchedumbre  de  obras,  muchas  malas  y  otras  mediocres ;  pero  con  todo, 
añadiendo  a  las  dichas  unas  cinco  ó  seis  de  Florencio  Sánchez  y  alguna 
de  jNIartín  Coronado,  tenemos  una  veintena  de  buenas  obras.  En  los 
cinco  años  siguientes,  hasta  el  estreno  d'e  La  Montaña  de  las  brujas,  de 
Julio  Sánchez  Gardel,  la  mejor,  después  de  fallecido  Sánchez,  sólo  unas 
seis  merecen  tenerse  en  cuenta;  los  mejores  autores  fueron  Alfredo 
Duhau,  Roberto  Cayol,  Vicente  Martínez  Cuitiño,  Camilo  Muniagu- 
rria,  Pedro  E.  Pico,  César  Iglesias  Paz.  Después  de  La  Montaña  de 
las  brujas  comienza  la  decadencia,  los  géneros  híbridos  y  falsos,  el 
"de  gran  espectáculo",  á  base  de  escenografía  y  cinematógrafo.  Las 
compañías  se  dividen  y  derraman  por  los  cafés  cantantes.  A  pesar 
de  los  directores  artísticos,  escogidos  entre  autores  y  críticos  de 
nombre,  los  que  decidían,  sin  contar  con  ellos,  eran  los  cómicos.  Luis 
Bayón  Herrera  y  Carlos  Schaefer  Gallo  comenzaron  bien  estos  últi- 
mos años,  con  Santos  Vega  y  Siripa  el  primero,  el  segundo,  con  La 
Novia  de  Ziipay  y  La  Leyenda  del  Kacuy;  pero  presto  se  dejaron 
arrastrar  dte  la  corriente.  Reina  gran  desorientación,  triunfa  el  "teatro 
para  reír"  y  las  revistas,  como  en  España,  ó  se  vuelve  al  gauchaje. 
Exceptuánse  Roberto  Gaché,  autor  de  El  Error  de  San  Antonio  y 
Nuestras  dueñas;  Samuel  Linning,  de  La  Túnica  de  fuego,  y  Alberto 
E.  Uriburu,  de  Rejas  de  oro.  Algunas  piezas  cómicas  hay,  de  chiste 
discreto  y  argumento  no  disparatado:  Las  Curas  milagrosas  (1914), 
de  Diego  Ortiz  Grognet;  El  Distinguido  ciudadano  (1915),  de  Casa- 
riego y  Saldías ;  El  Movimiento  continuo  (1916),  de  Discépolo  y  De 
Rosa;  El  Tío  soltero  (1917),  de  Ricardo  Hicken,  e  Instituto  interna- 
cional de  señoritas  (1917),  de  E.  García  Velloso.  Todas  eilas  se  hicie- 
ron para  Casaux  y  Parravicini. 

Otras  obras  de  F.  Sánchez :  Pobre  gente.  Moneda  falsa.  El  Pasado. 
Canillita.  La  Hora.  La  Tigra.  Cédulas  de  San  Juan.  Nuestros  hijos. 
M'hijo  el  Dotor  (1905).  Los  Derechos  de  la  salud.  Barranca  abajo.  Mar- 
ta Gruni,  sain.  La  Gringa  (1909).  En  Familia.  Los  Muertos  (1913).  Pu- 
blicáronse las  más  en  La  Revista  Teatral  de  Buenos  Aires.  El  Teatro 
Uruguayo.  Florencio  Sánchez,  tres  de  sus  mejores  obras  (M'hijo  el 
Dotor,  Los  Muertos,  Nuestros  hijos),  Valencia,  1917.  Barranca  abajo  y 
Los  Muertos,  19 18. 


104  ÉPOCA   REGIONAL  Y  MODERNISTA   (1888-IOO7) 

178.  Año  190S.  Concha  Espina  de  Serna  (n.  1877-), 
ele  Santander,  estuvo  en  Chile,  casóse  y  enviudó ;  volvió  á  su  tie- 
rra, donde  se  dio  á  conocer  por  unos  artículos  cuando  el  vuelo  del 
MachicJiaco,  colaboró  en  revistas  y  periódicos  en  Santander  y  Ala' 
drid,  donde  ahora  vive.  Modesta  y  muy  cristiana,  amante  de  la 
casa  3^  de  sus  hijos,  es  Concha  Espina  señora  muy  á  la  an- 
tigua española  y  muy  n'xoderna  á  la  vez ;  de  arraigadas  creencias, 
de  nobles  sentimientos,  observadora  de  las  almas,  talento  fina- 
lícente artístico.  Ha  publicado  novelas  henchidas  de  vida  y  em- 
papadas de  un  cierto  sentimiento  melancólico  y  como  de  desen- 
gaño filosófico,  nada  duro,  antes  suavemente  tierno  y  compa- 
sivo. Son  obras  psicológicas  que  ahondan  en  las  almas  y  obras 
de  mujer.  El  tono  muy  personal  y  característico,  la  discreción  y 
dignidad,  admirablemente  casadas  con  la  valentía  de  las  pince- 
ladas; el  color  y  el  sentir,  la  fuerza  de  impresión  del  medio,  de 
los  lugares,  del  espíritu  de  cuanto  fomia  las  escenas,  lo  vivo  y 
humano  de  personajes  y  situaciones,  el  estilo  elegante,  el  habla 
castiza,  son  en  ella  dotes  de  sobresaliente  novelista. 

Antonio  de  Hoyos  y  Vinent  (n.  1.885-),  madrileño,  hijo 
de  don  Isidoro,  Marqués  de  Hoyos,  grande  de  España,  direc- 
tor de  Gran  Mundo  y  Sport,  crítico  en  El  Día,  trajo  á  la  nove- 
la castellana  la  pintura  naturalista  y  atrevida  de  la  lujuria  fre- 
1. etica  con  todos  sus  horrores,  crueldades  y  amarguras;  con  sus 
monstruosidades  psiquiátricas,  desatada  locura,  sanguinario  sa- 
dismo, canallesco  afeminamiento  y  brutal  trato,  encarnada  en 
todo  linaje  de  hembras  perdidas  y  de  hombres  viciosos,  corte- 
sanas de  alto  y  bajo  bordo,  podridos  amantes  y  cínicos  favorece- 
dores, que  viven  tanto  en  la  molicie  de  los  salones  como  en  la  peci- 
na de  los  lupanares,  y  con  gran  fondo  negro  en  el  cuadro,  entre  la 
que  se  vislumbra  inisteriosaimente  la  muerte,  sobre  la  cual  se  atre- 
ve á  saltar  y  triunfar  el  amor  lascivo,  arrastrado  de  las  furias 
todas  del  infierno.  Es  Hoyos  en  la  novela  lo  que  Goya  en  sus 
horripilantes  aguas  fuertes  y  Zuloaga  en  sus  terribles  pinturas 
de  la  hez  bajuna  de  harapientos  y  monstruosos  tipos  castellanos. 
Gusta  de  todo  lo  horroroso  y  feo,  de  lo  más  crujiente  y  chillón 
que  cabe  en  los  bajos  fondos  sociales,  atráele  lo  típico  nausea- 
bundo, encántanle  los  contrastes  de  la  más  desaforada  lujuria 
con  la  más  refinada  crueldad.  No  es  la  sociedad  general  y  común, 
la  que  pinta,  ni  de  ordinario  la  sociedad  española  ni  madrileña. 


CONCHA    ESPINA 


S.    XX,    1903.    ANTONIO    DE    HOYOS    Y   VINENT  I05 

aunque  en  España  y  en  Madrid  ponga  sus  escenas;  es  un  pe- 
dazo  de  esa  sociedad,  de  esa  suciedad  mejor  diremos,  porque 
es  el  pedazo  más  puerco  y  feo,  el  harapo,  las  cazcarrias,  la  pa- 
dre, ya  habite  en  palacios,  ya  en  mazmorras,  asi  en  casinos  ele- 
gantes y  estancias  de  exquisito  placer,  como'  en  cafetuchos,  tascas 
y  buhardas  de  mal  vivir.  Su  Madrid  es  un  Madrid  en  parte  quimé- 
rico, de  pura  fantasía,  que  desgraciadamente  lo  será  con  el  tiem- 
po, pero  que  todavía  no  lo  es,  con  todas  las  perversidades  exóti- 
cas y  refinados  goces  lascivos,  revueltas  las  personas  de  extre- 
1»  adas  clases  sociales,  asi  como  el  lujo  con  la  miseria,  los  tugu- 
rios con  los  palacios.  Sus  héroes  y  heroínas  comienzan  á  lle- 
gar acá,  con  todo  el  matalotaje  de  la  refinada  perversi- 
dad de  las  glandes  y  podridas  ciudades  europeas  que  el 
autor  fantasea,  trasplantadas  á  nuestro'  Madrid  alegre  y 
frivolo,  cortesano  y  bohemio,  bien  que  sólo  por  excep- 
ción mancillado  de  esa  modernísima  lepra  de  obscenidad 
refinada  y  canallesca.  Pero  ese  retazo,  el  más  feo  retazo 
de  la  sociedad,  c^ue  Hoyos  retrata  condensando  lo  más  típico  y 
extremado  y  generalizándolo  y  aumentándolo  con  el  anteojo  de 
su  fantasía  y  el  empuje  desaforado  de  su  temperamento  vigo- 
roso, lo  lleva  á  sus  novelas  con  tal  fuerza  de  colorido,  con  tan  bri- 
llante pincel,  que  toda  alabanza  parece  corta  para  ensalzar  su  va- 
ler expresivo  y  artístico.  Sus  cuadros  frisan  las  más  veces  en  cari- 
caturas :  los  personajes,  las  pasiones  que  en  sus  almas  hierven, 
los  excesos  á  que  ellas  les  arrastran  son  cosas  monstruosas,  ca- 
ricaturas del  vicio,  carátulas  de  lo  más  feo  y  horrible  que  tanto 
en  lo  físico  como  en  lo  moral  alcanza  á  fantasear  la  osada  ima- 
g'nación  del  autor;  pero  la  fuerza  del  trazo  que  eso  pinta,  lo 
denso  de  la  visión  calentiurienta,  que  se  estampa  entera  en  la 
cuartilla  cual  en  la  imaginación  se  nació,  la  intensidad  del  horror 
que  al  lector  sobrecoge,  es  innegable  triunfo  del  arte.  Son  obs- 
cenas las  más  de  esas  pinturas,  porque  el  pintor  pone  al  desnudo 
las  cosas  como  son,  y  esas  cosas,  obscenas  son  de  suyo;  pero  el 
autor  no  encomia  el  vicio  que  pinta;  las  pinturas  no  encienden  la 
lascivia,  antes  provocan  náuseas  en  los  lectores  de  paladar  deli- 
cado. En  el  fondo  de  tanta  maldad  yacen  ansias  de  alma  ator^ 
mentada,  aunque  lectores  habrá  que  lean  tales  libros  tan  sólo 
para  alimentar  con  la  evocación  de  lo  obsceno  el  hervidero  gu- 
saniento de  su  corrompida  sensualidad.  No  es,  pues,  autor  in- 


106  ÉPOCA  REGIONAL  Y  MODERNISTA   (1888-I907) 

njoral  de  suyo,  puesto  que  sus  obras  antes  bien  ponen  al  vivo  la 
íealdad  del  vicio  para  que  la  conciencia  del  lector  se  alce  contra 
ella  y  se  desengañe  de  la  vida,  mostrando  lo  huero  de  los  pla- 
ceres, el  término  hediondo  de  las  pasiones  mal  reprimidas  y  le  lle- 
\e  con  ellos  al  recuerdo  de  la  muerte  y  de  la  nada  de  este 
mundo.  Efectivamente,  junto  al  placer  pone  siempre  Hoyos  el 
dolor;  junto  al  frenesí  de  la  vida,  la  fatalidad  de  la  muerte: 
tales  son  los  dos  quicios  sobre  los  cuales  se  mueven  y  rodean 
sus  novelas  y  cuya  cifra  está  en  la  titulada  El  Horror  de  morir, 
que  puede  pasar  por  obra  mística  de  cartujo,  del  Morir  habe- 
rnos. Sus  últimas  novelas  cortas,  con  título  de  Llamarada,  son 
mejores  que  las  largas,  entre  las  c[ue  llevan  la  prima  La  Vejez 
de  Heliogáhalo  y  El  Árbol  genealógico.  Suele  en  las  largas  can- 
saf ,  por  el  hacinamiento  de  horrores ;  en  las  cortas  es  más  fuer- 
te, por  único,  el  efecto  intenso,  por  más  que  la  crítica  eche  presta 
de  ver  el  procedimiento  caricaturesco  y  extremadamente  con- 
densad© del  autor.  Descuidado  y  poco  correcto  en  sus  primeras 
obras'  por  atender  solamente  á  las  cosas  y  no  al  modo  de  de- 
cirlas, ha  ido  ganando  el  escritor  cada  vez  más  en  propiedad 
y  brío,  en  limpieza  y  soltura  castiza  de  lenguaje.  Cuatro  pin- 
celadas le  bastan  para  plantar  de  cuerpo  entero  un  personaje. 
El  dialogado  es  más  de  maravillar  por  su  naturalidad,  si  se  tiene 
en  cuenta  que  el  escritor  ha  debido  adivinarlo,  ya  que  desde  sus 
primeros  años  perdió  enteramente  el  oído  y  sólo  dispone  del 
órgano  de  la  vista  para  observar  la  realidad  y  su  gran  talento 
para  suplir  lo  demás. 

José  Francés  (n.  1883-),  por  seud.  Silvio  Lago,  de  Madrid, 
novelista  y  crítico,  ha  publicado  bastantes  obras  y  muchos  ar- 
tículos en  revistas  y  periódicos.  Discípulo  de  Blasco  Itóñez,  por 
el  natural  mismo,  que  le  lleva  á  lo  recio  y  colorista,  enamoróse 
al  principio  de  los  naturalistas  y  aun  decadentistas  franceses; 
pero  ese  mismo  natural  de  recia  hebra  le  volvió  presto  y  ente- 
ramente al  realismo  sano  y  á  la  sinceridad  española.  Fué  ganan- 
do en  sobriedad  y  condensación  y  hoy  es  de  los  escritores  espa- 
ñoles de  más  brío,  color  y  soltura  de  estilo,  de  los  más  inafec- 
tados, con  un  tono  varonil  y  de  verdad  que  contrasta  con  los 
melindres  de  otros  escritores  afrancesados,  que  no  han  tenido 
bastante  nervio  personal  y  aun  coraje  de  hombres  de  pelo  en 
pecho  para  despedir  extraños  andadores  y  caminar  de  por  sí 


S.  XX,    1903.  CONCHA  ESPINA  DE  SERNA         IO7 

y  á  pie  firme.  Sus  aficiones  al  dibujo  y  á  la  pintura  le  han  lle- 
vado á  emprender  la  crítica  artística,  que  redacta  con  tino  y 
gusto  cada  año  en  un  tomo,  y  á  trabajar  en  la  historia  de  la  ca- 
ricatura en  España,  sobre  la  cual  adelantó  un  esbozo  en  hermo- 
sa conferencia  leída  en  el  Ateneo. 

M.  CiGEs  Aparicio  (n.  1873-),  de  Enguera  (Valencia),  di- 
rector de  El  Progreso  en  Zaragoza,  corresponsal  de  El  Impar"^ 
cial  en  París,  soldado  en  la  guerra  de  Cuba,  fué  preso  (1896). 
por  una  correspondencia  que  escribió  relatando  las  operaciones 
de  Weyler  y  encerrado  en  la  Cabana  dos  años,  lo  que  le  dio  pie- 
para  escribir  dos  obras  de  recio  impresionista,  que  llega  hasta, 
sacudir  demasiado  los  nervios,  algo  así  como  las  Mié  Prigioni 
de  Silvio  Pellico.  Admirable  por  la  impresión  que  brota  de  las 
descripciones  y  por  el  brío  de  algunos  episodios,  flaquea  en 
los  caracteres,  situaciones  y  acción.  El  lenguaje  es  esmerado, 
poético,  con  epítetos  é  imágenes,  hasta  pecar  por  sobradamente, 
estufado  y  retóricamente  pomposo,  merced  á  la  fuerza  de  fan- 
tasía, aunque  le  falte  la  blandura  de  los  poetas. 

179.  Concha  Espina,  en  carta  al  autor:  "Mi  ideal  artístico,  en  la. 
Literatura,  es  hacer,  d'entro  de  la  novela,  una  labor  realista  y  firme,  á 
la  española,  tomando  de  la  misma  cantera  humana  personajes  que  en 
mis  libros  vivan  con  el  alma  y  el  cuerpo  una  existencia  merecedora  de 
llamarse  real,  porque  en  ella  palpiten  la  carne  y  el  espíritu,  y  artística, 
porque  abunde  en  nobleza  y  salud  propias  de  una  pluma  reciamente  cris- 
tiana. Creo  que  el  arte  literario  debe  ser  limpio  y  fuerte,  labrado  con  el 
sentimiento  y  el  idealismo  que  son  realidad  lo  mismo  que  la  pasión,  y 
encaminada  á  dejar  en  las  almas  una  huella  de  ternura  y  de  luz,"  Posee, 
extraña  inventiva  para  tramar  acciones  interesantes  y  no  menor  para 
redondear  caracteres  complejos  ó  que  complejos  parecen,  siendo  tipos 
bien  definidos  de  psicopatía,  generalmente  hereditaria.  Con  esto  su 
penetración  halla  rico  minero  de  afectos  é  instintos  humanos,  que  sa- 
gazmente descubre  en  las  almas  y  saca  á  luz,  no  sin  sus  puntas  y  co- 
llares de  honda  filosofía  de  la  vida,  con  que  avalora  sus  novelas.  La 
Niña  de  Luzynela  fué  el  primer  tipo  de  este  género,  que  esbozó;  pero- 
Regina  en  Agua  de  nieve  pasa  de  esbozada  y  llega  á  personaje  de 
gran  relieve,  tallado  con  fina  maestría.  La  tercera  y  última  parte  de 
esta  novela  es  fruto  de  gran  madurez  filosófica  y  de  no  menor  senci- 
llez de  recursos  novelescos  y  de  expresión.  El  defecto  de  entrambas 
novelas  está  en  ser  parto  de  la  imaginación  cuanto  á  la  trama,  si  ya. 
no  cuanto  á  los  personajes,  que  están  tomados  del  natural.  De  aquí 
ciertos  recursos  de  sueños,  de  ilusiones,  y  otros  fantásticamente  no- 
velescos y  por  consiguiente  alguna  falta  de  realismo,  de  cosa  vivida. 


I08  ÉPOCA   REGIONAL  Y  ^MODERNISTA   (1888-I9O7) 

'Ó  vista  en  estas  dos  novelas;  mientras  que  en  La  Esfinge  Maragata  la 
jealicíad  del  terruño,  de  los  tipos,  de  su  habla,  libraron  á  la  autora 
de  caer  en  semejantes  defectos.  La  musa  de  la  novela  provinciana  y 
local,  ataviada  de  su  basquina  colorada,  su  dengue  airoso,  su  pañuelo 
floreado  sobre  la  rica  mata  de  pelo,  ha  intimado  y  acompaña  a  Cen- 
cha Espina.  Ella  ha  recogido  la  herencia  de  la  Fernán  Caballero,  ro- 
busteciendo su  manera;  la  herencia  de  Pereda,  suavizando  sus  tonali- 
dades. Más  varonil  que  aquélla,  más  mujeril  que  éste,  tiene  un  tér- 
mino medio,  pinta  con  vigoroso  trazo,  sin  dureza  de  líneas;  siente  con 
alma  de  hembra  delicada.  La  Esfinge  Maragata  le  ha  descubierto  toda 
su  alma  y  ella  nos  la  ha  dado  á  conocer,  como  Pereda  el  alma  monta- 
-ñesa  y  la  Fernán  Caballero  el  alma  andaluza.  La  Rosa  de  los  vientos 
es  novela  de  fina  psicología,  que  saca  del  fondo  de  las  almas  nobilísi- 
mos sentimientos  con  delicadeza  verdaderamente  femenina,  y  que  en- 
cierran en  el  fondo  terribles  tragedias,  silenciosas  las  más,  de  esas 
que  pasan  en  las  almas  sin  llegar  al  público.  Concha  Espina :  Mis  Flo- 
res, versos,  Valladolid,  1903.  Tronos  de  vida,  cuentos,  Madrid,  1906. 
La  Ronda  de  los  Galanes,  nov.  corta,  ibid.,  1909  (en  El  Cuento  Sema- 
nal). La  Niña  de  Luzmela,  nov.,  ibid.,  1909.  Despertar  para  morir,  no- 
vela, ibid.,  1910.  ^gua  de  nieve,  nov.,  ibid.,  1911.  La  Esfinge  Maraga- 
ta, id.,  ibid.,  1913  (premiada  por  la  Acad.  Esp.).  La  Rosa  de  los  vien- 
ios,  id.,  ibid.,  1915.  Cuentos  de  Patria  (con  otros),  ibid.,  1915.  El  Amor 
de  lus  estrellas,  ibid.,  1916.  Ruecas  de  marfil,  ibid.,  1917.  El  Jayón, 
drama,  191 8. 

Ant.  Hoyos,  en  La  Esfera,  5  febr.  1916:  "Mi  sordera  tiene  in- 
ñuencia,  naturalmente,  en  mi  arte...  ¿Qué  es  lo  que  más  te  inquieta  é 
interesa  de  la  vida?...  El  pecacío  y  la  noche...  Y  tú  habrás  visto  que  es 
el  leimotif  de  casi  todos  mis  libros.  ¡  Vagar  por  las  calles  extraviadas 
á  las  altas  horas  de  la  madrugada,  curiosear  todos  los  rincones,  aso- 
marse a  los  antros!...  Novelas  vividas  casi  todas...  Hay  tres  cosas  que 
en  literatura  me  han  apasionado  infinitamente:  el  misterio,  la  lujuria  y 
el  misticismo...  En  mis  libros  el  amor  es  una  cosa  horrenda  y  esca- 
lofriante." ídem,  pról.  al  Oscuro  dominio:  "He  aquí  un  libro  amargo 
como  la  hiél,  ácido  como  el  zumo  del  limón.  Es  un  libro  abominable 
y  triste.  No  es  inmoral,  porque  el  dolor  no  es  inmoral  nunca.  Inmo- 
rales pueden  ser  las  lecturas  livianas  que  loan  el  amor  y  la  voluptuosi- 
dad; pero  jamás  los  horrendos  calvarios  de  la  pasión  y  el  vicio.  Este 
libro  es  casi  una  obra  de  penitencia  y  de  espiritual  maceración ;  es  como 
esas  santas  de  la  vieja  leyenda,  todas  perfumadas  de  amor,  que  para 
convertir  á  los  pecadores  salaces  rasgaban  sus  vestiduras  y  mostraban 
-el  pecho  roíd^o  de  lepra.  Es  el  libro  del  vicio,  del  pecado  y  del  dolor." 
J.  Benavente,  Pról.  á  El  Martirio  de  S.  Seb.;  "Es  un  fuerte  escritor... 
•atormentado  como  los  místicos,  como  los  santos  penitentes.  Como 
ellos,  él  sabe  cuánta  es  la  pesadumbre  del  pecado  sobre  la  luz  espiri- 
tual, que  en  el  más  bajo  y  despreciable  barro  humano  palpita  tem- 
blorosa, con  ansias  de  rasgar  espesores  y  sombras.  Como  ellos,  él  sabe 
<ñe  nuestro  divino  origen  espiritual  y  de  nuestra  miserable  condición 


S.    XX_,    1903.    ANTONIO    DE    HOYOS    Y    VINENT  IO9 

humana.  Como  ellos,  él  sabe  de  celestiales  asmiciones,  en  que  la  más  ■ 
baja  criatura  llega  á  confundirse  con  Dios,  y  de  caídas  abismadoras,  ea 
que  los  ángeles  de  luz  se  hundlen  en  las  negruras  del  infierno.  El  sabe, 
de  todos  los  desfallecimientos  y  de  todas  las  sublimidades,  de  todos  los. 
egoísmos  y  de  todos  los  sacrificios...  Antonio  de  Hoyos,  á  pesar  d'e  sa 
público,  tal  vez  — yo  no  lo  creo — ■,  á  pesar  suyo,  es  un  escritor  místico, 
de  un  misterioso  é  intenso  misticismo."  Cansinos  Assens,  Las  Escuela 
liter.,  19 16,  pág.  141  •  "Es  ya  el  Madrid  del  Palace  y  del  Ritz,  elegante 
con  nueva  elegancia,  que  ya  presiente  el  próximo  arribo  del  nuevo  cor- 
tejo de  la  perversidad,  en  el  que  llegan  esas  mujeres  estilizadas  por 
las  finas  plumas  de  los  Marín,  de  los  Zamora  y  los  Penagos,  Esta  per- 
versicíad  nueva  Antonio  de  Hoyos  y  Vinent  la  descubre  y  la  canta  en  sus- 
novelas  de  ambiente  madrileño.  Es  ya  la  perversidad  nueva  y  cosmo- 
polita introducida  en  el  cuadro  tradicional  de  las  ligeras  sensaciones  - 
eróticas...  Las  heroínas  de  Hoyos  y  Vinent,  las  rubias  y  aristocráticas 
damitas  que  se  apasionan  de  los  toreros  morenos  y  ofician  con  vinos 
andaluces  en  las  orgías  flamencas... ;  se  muestra  fiel  á  sus  principios  de 
autor  de  la  novela  <íe  escándalo  aristocrático  á  lo  padre  Coloma.  Sólo 
por  la  intención  más  acre  de  gozar  sensaciones  nuevas ;  sólo  por  la  vo- 
luntad consciente  de  degradarse  y  sucumbir;  sólo  por  esta  voluntad 
masoquista  de  hundirse  en  los  densos  lodos  de  las  últimas  capas  socia- 
les y  esta  curiosidad  resulta  de  los  enlaces  íntimos  y  afrentosos;  por 
este  elemento  psíquico  que  se  ha  dado  en  llamar  perversidad*  y  que  ca- 
racteriza fijamente  á  una  variedad  de  la  novela  erótica,  con  un  matiz 
nuevo  y  más  vivo  de  la  antigua  y  sencilla  voluptuosidad;  sólo  por  este 
nuevo  elemento  emotivo,  tomado  de  las  últimas  obras  del  género  — de 
Lorraine  y  Willy  Rachilde —  que  las  impulsa  á  descender  á  los  ba- 
rrios bajos  de  la  ciudad  y  á  franquear  todos  los  tugurios  del  amor, 
diferéncianse  estas  heroínas  de  Hoyos  de  sus  antecesoras  las  incons- 
cientes y  alocad!as  duquesitas  de  otro  tiempo...  En  estas  páginas 
perversas  muéstrasenos  la  faz  más  cínica  y  dura  de  la  ciudad,  olvidada- 
de  su  ligereza  y  frivola  sonrisa  antigua...;  muéstrasenos  la  riiáscara 
tenebrosa  de  una  gran  ciudad!  moderna,  con  barrios  para  el  vicio  y 
para  la  miseria,  llenos  de  sombras  dolorosas  y  de  larvas  siniestras  que 
en  la  noche  forman  otra  ciudad  distinta,  quimérica  y  fantasmagórica... 
Nos  revela  el  vicio  ínfimo  de  la  ciudad,  el  vicio  vergonzoso  y  obsceno, 
que  une  á  los  seres  más  extraños  en  afrentosos  racimos  copulativos." ' 
Pág.  182:  "En  el  autor  de  El  Crimen  de  un  fauno  aparece  el  elemento 
anormal  de  lo  morboso  y  lo  raro;  el  hechizo  demoníaco  de  los  instin- 
tos, la  fatalidad  mágica  d'e  los  emblemas  sensuales  idolátricos,  apa- 
rece la  idea  fija  perturbadora  que  tuerce  el  haz  de  los  deseos  y  lo  des- 
vía de  su  término  claro  para  hundirlo  en  las  zonas  tenebrosas  de  la 
aberración.  Pasan  por  sus  libros  la  sombra  del  señor  de  Focas  y  todos 
los  fantasmas  taciturnos  de  Lorrain...  A.  de  H.  trae  á  la  literatura 
erótica  la  manía  pasional,  el  fetichismo  voluptuoso,  las  adoraciones 
parciales  de  la  carne  estéril.  El  antiguo  hechizo  tenebroso  de  las  viola- 
ciones bajo  las  frondas  negras  de  las  florestas :  el  dem&nismo  de  las  mu-- 


no  ÉPOCA   REGIONAL  Y  MODERNISTA   (1888-I907) 

sas  negras,  sobre  carnales  aras  profanadas;  la  atracción  fatal  de  los 
abismos  sensuales  más  hondos  é  hirvicntes  de  los  negros  templos  eróti- 
cos, en  los  cuales  se  practican  en  secreto  ritos  infamantes,  cuya  nefanda 
alegría,  saboreada  bajo  velos  de  misterio,  nubla  de  llanto  los  ojos  de  los 
oficiantes;  tocia  esta  parte  negra  de  la  liturgia  sexual  tiene  su  expre- 
sión literaria  en  las  novelas  de  este  singular  escritor,  tan  inquietantes, 
en  las  que  se  agitan  con  gesto  djlroso,  pidiendo  su  parte  en  el  placer 
de  los  hombres  y  las  mujeres  las  pobres  larvas  humanas,  los  ex  hom- 
-bres  y  las  protomujeres.  Un  ambiente  de  pesadilla  eimegrece  las  pá- 
ginas eróticas  ác  estos  libros  tristes  y  tenebrosos  que  se  llaman  EL 
Crimen  del  fauno.  El  Martirio  de  San  Sebastián."  Ramón  Maria  Ten- 
reiro,  en  La  Lectura,  enero,  1914:  "Su  creciente  señorío  sobre  los 
medios  expresivos  de  la  lengua  castellana  y  el  progresivo  ensancha- 
miento del  orbe  de  sus  representaciones.  Esto  no  obstante,  tampoco  el 
más  entusiasta  admirador  de  Hoyos  podrá  pretender,  con  justicia,  que 
la  prosa  de  este  autor  sea  puesta  al  lado  de  la  de  los  contadisimos  cro- 
nistas que  pueden  decirse  hoy  maestros  cfel  idioma,  ni  dejará  de  encon- 
trar cierta  uniforme  deformación  caricaturesca,  de  segunda  mano,  en 
cuantas  figuras  y  situaciones  el  narrador  inventa...  Pero  escriba  como 
quiera...,  vengan  de  donde  vinieren  sus  inspiraciones  (de  la  vida  ó  de 
^Monsienr  de  Phocas),  peque  de  más  ó  menos  unilateral,  rígida  y  te- 
nebrosa, la  visión  de  esta  pobrecita  humanidad,  que  baila  el  tango  ar- 
gentino con  enojo  d'e  los  grandes  amos  del  cotarro  celestial  y  terreno, 
del  Kaiser  ó  San  Pedro,  el  caso  es  que,  si  los  relatos  largos  de  Hoyos 
suelen  pecar  por  la  cuasi  identidad  de  personajes  y  escenas  y  por  el 
invariable  tono  catastrófico  en  que  el  cuento  va  contado,  capaz  de  eri- 
zarle de  terror  la  melena  á  uno  de  los  leones  de  la  Cibeles,  entre  sus 
historias  breves  no  faltan  extrañas,  intensas  y  emocionantes  narra- 
ciones. Por  la  estrechez  del  escenario,  no  hay  lugar  en  ellas  para  que 
asome  la  habitual  monotonía  del  novelista,  y  los  trompetazos  del  Jui- 
cio final  que  el  autor  adora,  en  una  corta  historia,  en  vez  de  aturdir 
y  marear,  d'an  fuerza  trágica  á  lo  velado...  No  cada  español  es  capaz 
de  gozar  en  las  ediciones  del  Mercure  de  las  ultraselectas  y  decaden- 
tes sensaciones  europeas,  que  Hoyos  ofrece  adaptadas  á  nuestra  tos- 
quedad nacional  en  sus  opiados  electuarios."  Ant.  de  Hoyos:  Cnieslióri 
■de  ambiente,  nov.,  1903.  Mors  in  vita,  nov.,  1904.  Frivolidad,  nov.,  1905. 
'A  flor  de  piel,  nov.,  1906.  Los  Emigrantes,  nov.,  1908.  Del  Huerto  del 
pecado,  cuentos,  1909.  La  Vejes  de  Heliogábalo,  nov.,  1912.  El  Pecado 
y  la  noche,  cuentos,  1913.  El  Horror  de  morir,  nov.,  1914.  Oro.  seda, 
sangre  y  sol,  novelas,  1914.  El  Momento  crítico,  nov.,  1915.  El  Mons- 
truo, nov.,  1915.  La  Casa  de  modas,  nov.,  1916.  El  Oscuro  dominio, 
1916.  Las  Hetairas  sabias,  nov.,  1916.  Los  Cascabeles  de  madama  Lo- 
cura, cuentos,  1917.  Novelas  aristocráticas,  novelas,  1917.  Meditacio- 
■nes,  1918.  El  Pasado,  1918.  El  Árbol  genealógico,  1918.  El  Secreto  de' 
la  ruleta,  1919.  La,  Zarpa  de  la  esfinge,  1919.  Del  huerto  del  pecado, 
cuentos,  1919.  El  Crimen  del  fauno,  1919.  La  Trayectoria  de  las  re- 
'.voluciones,   1919.  El  Pasado,  nov,,   1919.  La  "Colección   Llamarada": 


S.    XX,    1903.    JOSÉ    FRANCÉS  I  I  I 

I,  El  Caso  clínico,  prólogo  del  doctor  Gimeno,  1917;  II,  La  Procesión 
del  Santo  Entierro,  prólogo  del  Caballero  Andas,  1917.  III,  Los  Toreros 
íde  invierno,  prólogo  de  Vicente  Blasco  Ibáñez,  1917.  IV,  La  Dolor  osa  pa- 
sión, prólogo  de  Manuel  Linares  Rivas,  1917.  V,  El  Martirio  de  San 
Sebastián,  prólogo  de  Jacinto  Benavente,  1918.  VI,  La  Atroz  aventura, 
prólogo  de  la  Condesa  de  Pardo  Bazán,  1918.  VII,  El  Hombre  que  vendió 
su  cuerpo  al  Diablo,  prólogo  de  Unamuno,  1918,  VIII,  El  Retorno,  prólo- 
go de  Julio  Cejador.  Colabora  en  las  principales  revistas  de  España  y 
América.  Ha  dirigido  Gran  Mundo  y  Sport  y  es  en  la  actualidad  crítico 
de  Arte  y  Literatura  en  El  Día.  Obras  teatrales :  Frivolidad,  comedia  en 
tres  actos.  Una  cosa  es  el  amor...,  en  dos  actos  y  colaboración  con  Mel- 
chor Almagro.  Un  alto  en  la  vida  encanta,  comedia  en  tres  actos,  en 
colaboración  con  Ramón  Pérez  de  Ayala.  El  Fantasma,  drama  gran 
Guiñol  en  nn  acto  (1912).  Novelas  cortas  publicó  muchas  en  El  Cuento 
Semanal,  Los  Contemporáneos,  La  Novela  Corta,  La  Novela  de  Bol- 
sillo. Las  principales :  Bohemia  triste.  Mandragora,  La  Torería,  Las 
Cortes  de  la  muerte.  Los  Héroes  de  la  Puerta  del  Sol,  Bestezuela  de 
■amor.  Una  aventura  de  la  Condesa,  La  Zarpa  de  la  esfinge,  La  Recon- 
quista, Mi  alma  era  cautiva.  La  Estocada  de  la  tarde,  San  Sebastián, 
Citerca,  El  Capricho  de  Estrella,  Las  Memorias  de  un  neurasténico. 
La  Hora  de  la  caída,  La  Primera  de  abono.  El  Retorno,  La  Paz  del 
■alma.  Los  ladrones  y  el  amor.  La  Marquesa  y  el  bandolero. 

Andrés  González  Blanco,  Hist.  nov.,  pág.  869:  "José  Francés,  el 
joven  más  hecho,  más  descollante  entre  los  de  la  nueva  generación,  el 
que  ha  sabido  encontrar  su  estilo :  un  estilo  inquietante  y  extraño,  mez- 
cla atrevida  de  las  impetuosidades  naturalistas  y  de  las  alucinaciones 
■decadentes;  un  estilo  que  combina  en  sabia  fusión  la  vehemencia  de 
tm  Zola  ó  un  Blasco  Ibáñez  con  las  dulzuras  de  un  Regnier,  novelista, 
ó  de  un  Martínez  Sierra;  un  estilo  que  da  la  sensación  precisa  de  la 
vida,  de  la  vida  de  los  seres  innominados,  de  la  vida  oscura  y  áspera  á 
ras  de  tierra,  de  la  vida  gris  que  llevan  la  mayoría  de  los  tristes  hu- 
manos, i  de  la  vida  que  es  tan  cotidiana,  como  pensaba  el  inmortal  La~ 
forgue!..."  José  Francés:  Dos  cegueras,  nov.,  Madrid,  1903.  Abrazo 
mortal,  id.,  Barcelona,  1903.  El  Alma  viajera,  nov.  corta,  1907  (Cuento 
Seman.).  Miedo,  cuentos,  Valencia,  1908.  Mientras  las  horas  duermen, 
nov.  corta,  1908  {Cuento  Seman.).  El  Alma  cansada,  nov.  corta,  1908 
(Los  Contempor.).  El  Redactor,  id.,  1909  (Cuento  Scm.).  El  Teatro 
.asturiano,  conf.,  Madrid.,  1909.  Bilitis,  las  canciones  eróticas  pucstai 
en  prosa  castellana.  Valencia,  1909.  La  Venganza  del  río,  nov.  corta. 
1910  (Cuento  Sem.).  La  Guarida,  nov.,  Mad^rid,  191 1.  Sulamita,  nov.  cor- 
ta, 191 1  (Cuento  Galante).  En  busca  del  amor,  ion  (ibid.).  El  Hombre 
que  veía  Iq,  muerte,  191 1  (Cuento  Seman.).  El  Crimen  del  Kursaal,  191 1 
{ibid.).  Páginas  de  amor,  cuentos,  Madrid,  1912.  La  Ruta  del  sol,  ídem, 
1912.  El  Delito  de  soñar,  nov.  corta.  1912  (Cuento  Ilustrado).  El  Hijo 
de  sí  mismo,  íd,,  1912  (Los  Contempor.).  El  Sabor  de  la  sangre,  ídem, 
1912  (El  Libro  Popular).  La  Débil  fortaleza,  nov.,  Madrid,  1913.  La 
Tragedia  errante,  nov.  corta,  1913  (El  Cuento  Levantino).  Su  Majestad, 


112  ÉPOCA  REGIONAL  Y  MODERNISTA   (1888-I907) 

ídem,  1913  {El  Libro  Fop.).  La  Danza  del  corazón,  nov.,  Valencia,  1914, 
El  Círculo  vicioso,  nov.  corta,  19 14  (La  Novela  de  Bolsillo).  La  Es- 
tatua de  carne,  nov.,  Madrid,  1915.  El  Hijo  de  sí  mismo,  id.,  Barcelona, 
1915.  La  Mujer  de  nadie,  id.,  Madrid,  1915.  La  Telefonista,  nov.  corta, 
J915  {Los  Contempor.).  La  Caricatura  esp.  contemp.,  conf.,  191 5.  El 
Misterio  del  Kursaal,  nov.,  Madrid,  1916.  La  Mmerte  danza,  ibid.,  1916. 
El  Alma  viajera,  nov.,  1917.  La  Peregrina  enamorada  1917.  Mientras 
el  mundo  rueda,  glosario  sentimental,  id.,  1917.  El  Libro  del  mes,  el 
espejo  del  diablo,  1917.  Como  los  pájaros  de  bronce,  nov.,  1918.  La 
Danza  del  corazón,  1918.  Edgar  Fve,  Historia  extraord.,  un  tomo  trad., 
1918.  El  Splecn  de  París,  trad.,  1919.  Para  el  teatro:  Giiignol,  teatra 
para  leer,  1909.  Más  allá  del  honor,  dr.  La  Bondad  en  el  engaño,  co- 
med*ia,  1909,  Cuando  las  hojas  caen,  com.,  1909.  La  Moral  del  mar,  co- 
media, 1909.  La  Doble  vida,  dr.,  1910.  Libro  de  estampas,  1910.  El 
Corazón  despierta,  com.,  1911.  Lista  de  Correos,  sain.,  1914.  Teatro 
de  amor,  obras  escogidas,  Valencia,  1913.  El  Año  artístico,  1915-19, 
5  vols.  Prepara  Historia  de  la  caricatura  española  desde  sus  orígenes. 
Consúltese  Andr.  González  Blanco,  Los  Contemporáneos,  2."  serie. 
París. 

Andrés  González  Blanco,  Hist.  nov.,  pág.  831:  "Las  propiedades 
intelectuales  que  nos  dan  la  génesis  del  perfecto  novelista...:  a),  visión 
poética  del  mundo  exterior  (común  con  el  poeta  lírico);  b),  habilidad, 
para  encontrar  la  acbecuada  proporción  de  figuras  y  escenario  (co- 
mún con  el  poeta  épico) ;  c),  el  manejo  del  diálogo  (común  con  el  drama- 
turgo), y  d),  de  los  recursos  patéticos  (ídem).  El  señor  Ciges  Apa- 
ricio... las  que  son  comunes  al  dramaturgo  y  al  novelista  no  las  posee 
este  laborioso  estilista...  Es  un  buen  impresionista...,  es  un  gran  es- 
critor fragmentario,  para  impresiones,  como  las  de  su  hermoso  libro 
Del  cautiverio,  admirablemente  escrito  y  trabajado...,  consigue  con- 
mover con  lo  patético  de  los  relatos;  pero  como  aquí  nunca  necesita 
apelar  á  la  mecánica  teatral,  se  salva  del  reproche  de  mal  armador^ 
que  podría  hacérsele  en  esta  otra  obra:  El  Vicario.  El  estilo  del  señor 
Ciges,  mezcla  de  valleinclanismo  modernísimo,  tan  influyente  en  Es- 
paña, y  de  la  severidad  de  los  periódicos  usados  en  el  año  50,  no  podría 
definirse  con  exactitud...  Con  frases  rápidas,  punzantes,  se  obtiene  una 
intensa  sensación  de  encogimiento,  de  terror  presidiario...  La  origi- 
nalidíad  más  prestigiosa  de  Ciges...  es,  pues,  la  de  un  novelista  de  gé- 
nero; !a  de  haber  sabido  dar  hechas  dos  novelas  de  una  clase  determi- 
nada: la  novela  de  la  prisión  militar  y  la  novela  del  clérigo.  Otra  ori- 
ginalidad... es  la  introducción  de  lo  malsano  y  de  lo  macabro  en  el 
arte,  cosas  aquí  poco  cultivadas.  El  señor  Ciges  exacerba  á  veces  sus 
sensaciones  hasta  llegar  á  la  hiperestesia,  meta  suspirada  de  todo  sus- 
pirante artista.  Llega  un  momento  en  que  no  se  pueden  leer  sin  ti- 
rantez de  nervios  algunas  páginas  de  este  elegante  prosadlor.  Las  cons- 
trucciones se  entrelazan;  los  adjetivos  ayudan  á  la  fuerza  del  período;, 
las  cláusulas  concurren  con  tal  vigor  al  relieve  de  la  idea;  en  fin,  todos 
los  efectos  están  tan  maravillosamente  combinados,  que  no  pueden  se- 


JOSÉ  FRANCÉS 


S.    XX_,    1903.   RODOLFO    SCHÉVILL  Ii3 

pararse,  y  al  final  el  lector  experimenta  una  fugitiva  sensación  de  tris- 
teza ó  de  amargura,  ó  hasta  de  revulsión...  Es  un  impresionista;  un 
cultivador  de  la  novela  episódica  y  fragmentaria,  proAxcto  reciente 
del  arte  literario,  pero  no  un  novelista  que  cree  personajes  y  maneje 
las  situaciones."  M.  Ciges  Aparicio:  El  Libro  de  la  vida  trágica.  Del 
Cmitiverio,  Madrid,  1903,  1906.  El  Vicario,  ibid,  1905.  El  Libro  de  la 
crueldad,  Del  Cuartel  y  de  la  guerra,  ibid.,  1906.  El  Libro  de  la  vida 
doliente.  Del  Hospital,  ibid.,  1906,  El  Libro  de  la  decadencia,  Del  Pe- 
riodismo y  de  la  política,  ibid.,  1907.  Las  Luchas  de  nuestros  días.  Los 
Vencedores,  ibid.,  1908.  Los  Vencidos,  nov.,  ibid.,  1910.  La  Romería, 
nov.,  Valencia,  1912.  Entre  dos  compañías,  Madrid,  1912.  Los  Dioses  y 
los  héroes  (con  F.  Peyró  Garrió),  Madrid?,  1912.  Villavieja,  id.,  1914. 
Consúltese  Andr.  González  Blanco,  Los  Contemporáneos,  i."  serie, 
París. 

180.    Año  1903. — Julián  Juderías  y  Loyot  (1877-1918),   madri- 
leño, redactor  jefe  de  La  Lectura,  colaborador  dfe  Nuestro  Tiempo,  La 
Esp,  Moderna,  etc.;  diplomático,  discípulo  de  Menéndez  y  Pelayo,  eru- 
dito sociólogo  é  historiador,  publicó  El  Obrero  y  la  ley  obrera  en  Ru- 
sia, Madrid,   1903.  Rusia  contemporánea,  ihid.,  1904.  La  Miseria  y  l<í 
criminalidad  en  las  grandes  ciudades  de  Europa,  ibid.,  1906.  Un  pro- 
ceso político  en  tiempos  de  Felipe  IIL  Don  Rodrigo  Calderón,  su  vida, 
su  proceso  y  su  muerte,  ibid.,  1906.  La  Protección  a  la  infancia  en  el 
extranjero,  ibid.,  1908.  El  Problema  de  ¡a  mendicidad  en  los  grandes 
centros  de  población,  ibid.,  1909.  Los  Hombres  inferiores,  ibid.,  1909. 
Don  Pedro  Franqueza,  conde  de  Villalonga,  ibid.,   1909.  La  Higiene, 
ibid,   1910.  La  Infancia  abandonada,  ibid.,   191 1.   La  Juventud  delin- 
cuente, ibid.,  191 1.  España  en  tic/upo  de  Carlos  H,  ibid.,  1912.  Páginas 
eslavas,  cuentos,  ibid.,   1912.  Don  Gaspar  Melchor  de  Jovellanos,  su 
vida,  su  tiempo,    sus    obras,    sa   influencia  social,  ibid.,  1912.  La  Le- 
yenda negra  y  la  verdad  histórica,   ibid.,   1914,   1918.  Gibraltar,  ibid., 
1915.  La  Reconstrucción  de  la  Hist.  de  España  desde  el  punto  de  vista 
nacional,  1918  (disc.  Acad.  Hist.).  Gonsúltese  J.  Bécker,  Don  Jitl.  Ju- 
derías, 1918.  (en  Bol.  Acad.  Hist.). 

Rodolfo  Schévilí,,  catedrático  de  la  Universidad  de  Galifornia, 
humanista,  hispanófilo  y  de  los  más  insignes  cervantistas,  publicó  El 
Niño  de  la  bola,  de  P.  Alarcón,  ed.,  N.  York,  1903.  The  Comedias  of 
Diego  Ximencz  de  Enciso,  1903  (en  Piiblications  of  Modern  Layigua- 
jes  Assoc.  of  Am.).  An  Impression  of  the  Condition  of  Spanish-Anie. 
rican  Libraries,  1905  (en  Mod.  Lang.  Notes).  On  the  Bibliography  of 
the  Spanish  Comedia,  1907  (en  Román.  Forschungen).  Studies  in  Cer- 
vantes Pcrsiles  y  Sigismundo,  1908  (en  Pnblications  of  Yah  Uníver- 
sity).  A  Note  on  El  Curioso  impertinente,  1910  (en  R<ev.  Hisp.'^.  El 
B^en  aviso  y  portacuentos  de  J.  Timoneda,  191 1  (ibid.).  Ovid  and  the 
Renascence  in  Spain,  Berkeley,  1913.  Three  Centuries  of  don  Qui- 
xote,  1913  (en  University  of  California  Chronicle).  The  Dramatic  art 
of  Lope  de  Vega  together  with  La  Dame  boba,  Berkeley,  1918.  M.  Fe- 

TO.MO   XII. —  8 


114  ÉPOCA   REGIONAL  Y   MODERNISTA   (1888-I907) 

layo  y  el  estudio  de  la  cultura  esp.  en  los  Estados  Unidos^  disc,  19 19. 
Cervantes,  N,  York,  1919.  Con  Bonilla  está  publicando  la  admirable 
edición  d?e  las  obras  de  Cervantes,  desde  1914. 

Alejandro  Andrade  Coello,  de  Quilo  (Ecuador),  fundador  de  La 
Rev.  Nao.  (Quito,  1913),  escritor  de  obras  didácticas  gramaticales,  ati- 
nado critico,  correcto  f/rosista,  poeta  delicado,  publicó  Rodó,  Motivos 
de  Proteo,  Quito,  1903,  1913,  1917  (4."  ecR).  Maldonado,  Mejía,  Mon- 
talvo,  Quito,  19 II.  La  Tentación,  versos  en  agraz,  ibid.,  1912.  Vargas 
Vila,  1912,  1918.  Vulgata  Higiénica,  1913  (2."  ed.),  1915.  Las  Brumas 
de  Antonio  C.  Toledo,  cstud.  crit.,  1913.  El  Viacrucis  del  orador,  1913. 
Nociones  de  Literatura  general,  Quito,  1914  (2."  ed.,  refund.).  El 
Ecuador  intelectual.  Muerte  de  Mcntalvo.  Nociones  de  oratoria.  Al- 
gunas ideas  acerca  de  educación,  191 5  (2,"  ed.).  Bellezas  de  los  siete 
tratados.  Federico  González  Suárez,  19 17.  Tragedia  floral,  Quito, 
1918.  Don  Manuel  J.  Calle,  Quito,  1918.  Antonio  Zozaya,  ibid.,  1918. 
El  Doctor  Man.  Benigno  Cueva,  1918.  Al  margen  de  '^El  Camino  de 
Paros^',  1919.  índice  intelectual  (sobre  la  presente  literatura  ecuatoria- 
na), B.  Aires,  1919  (en  Rev.  del  Ateneo  y  en  El  Magisterio  Ecuato- 
riano). 

José  Antonio  Román  (n.  1873-),  de  Iquique  (Chile),  abogado,  que 
viajó  mucho  y  es  narrador  de  paleta  colorista  é  imaginación  viva,  algo 
inclinado  á  lo  ideal  y  soñador,  sin  dejar  por  eso  de  ser  realista.  Publi- 
có Hojas  de  mi  álbum,  cuentos,  Madrid,  1903.  Almas  inquietas,  1915. 
Sensaciones  de  Oriente,  1917.  Fracaso,  nov.  peruana,  Barcelona,  1919. 
Horacio  Olivos  y  Carrasco^  uno  de  loá  primeros  poetas  que  lle- 
garon al  modernismo  en  Chile,  de  versos  puros,  sentidos  y  ardorosos, 
de  numen  imaginativo  y  soñador,  aficionado,  como  Rubén  Darío,  á 
voces  extrañas  y  aun  estrafalarias,  y  más  que  nada  á  la  mitología  grie- 
ga, anda  entre  ninfas  y  sátiros,  tras  Venus  y  Diana,  como  si  en  el  mun- 
do de  hoy  no  hubiera  luchas,  problemas  y  cosas  más  graves  que  aque- 
llos vejestorios  tan  lindos.  Publicó  Neuróticas,  Valparaíso,  1903.  Fale- 
ñas.  Cromos  helenos,  Afrodisias,  Inflorescencias,  De  la  tierra,  Ritos, 
ed.  póst.,  Valparaíso,  1917. 

Antonio  Sánchez  Ruiz,  por  seudónimo  Hamlet-Gómcz,  granadino, 
original  pensador  y  valiente  en  expresar  cuanto  piensa,  caluroso  dia- 
logador,  varón  corrido,  que  ha  viajado  por  Europa  y  América,  cola- 
borador de  El  País  (1903),  publicó  hacia  1908  la  novela  Misterios  del 
anarquismo  en  Caras  y  Caretas;  además,  Inri  y  El  Pantano,  juntas  en  un 
tomo  (1908).  Cosas  de  Hamlet-Gómez,  novela  primera,  Madrid,  1903.  Del 
alma  de  Andalucía,  novela  y  cuentos,  ibid.,  1909.  Verdes,  negros,  azules, 
rojos,  cuentos,  ibid.,  1910.  Por  un  corazón,  monól.,  1916, 

Arturo  R.  Carricarte  y  de  Armas  (n.  1880-),  de  la  Habana,  edu- 
cado por  Esteban  Borrero  Echevarría,  bachiller  (1894),  estudió  tres 
años  Medicina  y  ganó  el  grado  de  maestro  (1900)  ;  pero  partióse  á  Mé- 
jico (1912),  estuvo  como  diplomático  (1909)  en  Montevideo;  y  en  la 
secretaría  de  Gobernación  (1911-13)  y  en  el  despacho  dú  Senado 
desde  1916.  Fundó  á  los  diez  y  seis  de  su  edad  la  Rev.  Habanera,  des- 


I 


S.    XX,    1903.    EDUARDO    ACEVEDO  Il5 

pues  Helios  (1904)  en  Marianao,  y  Rev.  Critica  (1906)  en  Veracruz; 
fué  redactor  y  colaboracíor  de  periódicos.  Fundó  (1906)  la  Asociación 
Luterana  Internacional  Americana,  que  presidió.  Es  novelista  vigoroso 
y  vivo.  Publicó  Siluetas  pedagógicas,  Habana,  1903.  Noche  trágica, 
nov.,  ibid.,  1903.  La  Novela  en  Cuba,  1907  (en  América).  El  Naciona^ 
lismo  en  América,  Montevideo,  1909.  La  Novela  en  Cuba,  bibliografía, 
1912  (en  La  Prensa),  Un  centenario.  Habana,  1914.  Historia  de  un 
vencido,  nov.,  ibid.,  1914.  Nuestro  año  intelectual,  ipi^  (en  Heraldo 
de  Cuba,  1°  ener.  1915).  Balance  literario  de  Cuba  en  ipi¿  (ibid.,  1916). 

Eugenio  Carré  Aldao  (n.  1859-),  de  La  Coruña,  redactor  de  la 
Rev.  Gallega,  secretario  de  la  Academia  Gallega,  publicó  Efemérides 
comerciales  coruñesas,  1888.  Apuntes  para  la  historia  de  la  im- 
prenta y  el  periodismo  en  La  Coruña,  Coruña,  1901.  La  Literatura 
gallega  en  el  siglo  xix,  Coruña,  1903.  Páginas  del  periodismo  ga- 
llego {1820-182^),  Coruña,  1907.  Idioma  y  Literatura  de  Galicia,  Coru- 
ña, 1908.  Alzamientos  de  La  Coruña  {un  siglo  de  historia  local,  1808- 
1908),  Coruña,  1908.  La  Literatura  gallega,  Barcelona,  191 1.  Influen- 
cias de  la  literatura  gallega  en  la  castellana  (estudios  críticos  y  biblio- 
gráficos), Madrid,  1915.  Guerra  de  l-a  Independencia:  El  Alzamiento 
contra  los  franceses  en  Galicia  (1808-1809),  Coruña,  1915. 

José  Ingenieros  (n.  1877-),  de  Buenos  Aires,  publicó  desde  1896  al- 
gunos estudios  de  sociología  y  antropología  criminal ;  se  graduó  en  Me- 
(íicina  (1900),  de  la  que  escribió  obras  desde  1897  ^  1908;  después  pu- 
blicó obras  filosóficas  (1908-18) ;  es  profesor  de  la  Universidad*  de  Bue- 
nos Aires,  director,  desde  1915,  de  la  Rev.  de  Filosofía,  editor  de  Cultu- 
ra Argentina;  filósofo  y  literato,  que  con  su  gran  talento  ha  sabido 
apropiarse  la  sustancia  dte  los  antropólogos  italianos  y  posee  vasta  cul- 
tura filosófica.  La  Psicología  en  el  arte-,  1903.  Al  margen  de  la  ciencia, 
1906,  El  Hombre  mediocre,  Madrid,  1913.  Principios  de  Psicología 
biológica,  ibid.,  1913.  Sociología  argentina,  ibid.,  1913.  La  Envidia,  1914. 
La  Filosofía  científica  en  la  organización  de  las  Universidades,  Wash- 
ington, 191 5.  La  Cultura  filosófica  en  la  España  medioeval,  conf.,  1916 
(en  Rev.  FU.).  La  Cultura  filosófica  en  la  España  teocrática,  id.  (ibid.). 
La  Renovación  de  la  cultura  filosófica  española,  id.  (ibid.).  La  Cultura 
filosófica  en  España,  1916.  Ciencia  y  Filosofía  (seis  ensayos),  Madrid, 
1918.  Proposiciones  relativas  al  porvenir  de  la  Filosofía,  B.  Aires,  1918. 
La  Evolución  de  las  ideas  argentinas,  t.  I,  La  Revolución,  1918.  Ideales 
viejos  é  ideales  nuevos,  1918,  Simulación  de  la  locura,  8."  ed,  1918.  La 
Moral  de  Ulises,  1919.  Las  Doctrinas  de  Ameghino,  B.  Aires,  1919. 

181,  Año  1903.  Manuel  R.  Abella  estrenó  La  Deshonra  del  lu- 
gar, drama,  1903. — Mariano  Abril  publicó  Sensaciones  de  un  cronis- 
ta, literatura,  viajes,  semblanzas,  cuentos.  Puerto  Rico,  1903. — Eduar- 
do Acevedo  (n.  1858-),  de  Buenos  Aires,  abogado,  rector  de  la  Univer- 
sidad d!e  Montevideo  (1904-6),  ministro  de  Industrias  (1911-12),  pu- 
blicó Economía  Política  y  Finanzas,  Montevideo,  1903.  Historia  eco-- 
nómica  de  la  República  Or.  del  Uruguay,  2  vols.,  ibid.,  1903.  La  En- 


Il6  ÉPOCA   REGIONAL  Y  MODERNISTA   (1888-I907) 

señanza  universitaria  en  ipo¿,  ibid,  1906.  El  Libro  del  pequeño  ciuda- 
dano, igoy.  Artigas,  1909.  Manual  de  historia  uruguaya,  i<)iy. — La 
Condesa  de  Agramonte  publicó  La  Cara  ajada,  novela,  Madrid,  1903. — 
Adriano  M.  Aguinar  publicó  Varia,  cuentos,  Montevideo,  1903. — El 
Padre  José  Manuel  Aicardo  (1861-),  de  Jerez  de  la  Frontera,  jesuita, 
publicó  Autos  anteriores  á  Lope,  1903  (en  Razón  y  Fe).  En  tomo  á  Lope, 
1904-07  (ibidem).  De  literatura  contemporánea,  Madirid,  1905.  Pala- 
bras y  acepciones  castellanas  omitidas  en  el  Diccionario  académico, 
ibid.,  1906.  El  Corazón  de  Jesús  y  el  Modernismo,  sermones,  ibid.,  1909. 
El  Poder  de  Dios  y  el  poder  de  los  hombres,  discursos,  ibid.,  1914. 
Comentarios  á  las  Constituciones  de  la  Compañía  de  Jesús,  t.  I,  1919. — 
Octavio  P,  Alais,  argentino,  amigo  de  lo  criollo,  publicó  Libro  Criollo, 
1903.  Vida  del  campo,  1904. — Germán  Aliaga  publicó  Compendio  de 
la  Historia  de  Bolivia,  La  Paz,  1903. — María  Alicia  publicó  Sin  Pró- 
logo, versos  y  prosa.  Habana,  1903. — Alma  Española,  semanario,  Ma- 
drid, 1903. — Melchor  Almagro  publicó  Sombras  de  la  vida,  Madrid, 
1903,  pról.  de  Valle-Inclán, — Fernando  Almansa  y  Láinez  publicó 
La  Patraña  del  regimiento,  zarzuela,  Sevilla,  1903. — Alfredo  C.  Al- 
TAMiRANO,  uruguayo,  publicó  Reseña  histórica  de  Sud-Amcrica,  t.  I, 
Santiago,  1903. — Ángel  Altolaguirre  y  Duvale  publicó  Cristóbal 
Colón  y  Piablo  del  Pozzo  Toscanclli,  Madrid,  1903.  Relaciones  geo- 
gráficas de  la  Gobernación  de  Venezuela  {iy6y-68),  ibid.,  1909.  Vasco 
Niiñez  de  Balboa,  1914. — Alejandro  Alvarez  Quirós  (n.  1876-),  de 
San  José  de  Costa  Rica,  abogado,  presidente  del  Ateneo,  literato 
muy  culto  y  buen  critico,  publicó  Piedras  preciosas,  traducciones, 
1903.  Lilas  y  resedas,  cuentos  franceses  traducidos,  San  José,  1912. 
Bric-á-brac,  artículos,  ibid.,  1914.  Bocetos  (artistas  y  hombres  de  le- 
tras), 1917. — Manuel  Alvarez  Naya  estrenó  Balcón  corrido,  juguete, 
1903.  El  Ultimo  recurso,  com.  (con  L.  de  Olive  y  Lafuente),  1906. — José 
Amstller  y  Viñas  (f  1902),  médico,  compuso  Alfonso  de  Aragón  en 
Italia  y  la  crisis  religiosa  del  siglo  xv,  póst.,  Gerona,  1903. — Francisco 
Ariño  estreno  Los  Viejos,  juguete  (con  R.  Sanjuán),  Zaragoza,  1903. 
— Alfonso  de  Armiñán  publicó  Narraciones,  Madrid,  1903.  El  Cuento 
de  la  esclava  Rexana,  cuento,  1916. — Enrique  Arroyo  y  Lamarca^  me- 
diano autor,  estrenó  Viaje  de  novios,  diálogo  (1903).  Fotografías  de 
exposición,  juguete  (1904).  ¡Hide !  (1904).  Cartas  de  novios  (1907).  Flo- 
res de  la  huerta  (con  Vic.  Castilla,  1908).  La  Babucha  de  Mahoma, 
café-concert  (con  Eug.  Rodríguez  Arias),  1911.  Lo  que  debe  saber  la 
mujer,  monól.  (1912).  La  Mujer  de  goma  (con  Carlos  Dotesio,  1914). — 
Francisco  de  Aynat  publicó  Pequeñas  novelas,  Almería,  1903,  2  vo- 
lúmenes.— Cecilio  Báez  publicó  La  Tiranía  en  el  Paraguay,  Asunción, 
1903.  Resumen  de  la  Historia  del  Paraguay  desde  la  época  de  la  con^ 
quista  hasta  el  año  1880,  ibid.,  1910.  Ensayo  sobre  el  Doctor  Francia  y  la 
dictadura  en  Sud-Amcrica,  ibid.,  1910. — Pedro  Baños  y  Fernández  (na- 
ció 1874-),  de  Villanueva  de  la  Serena  (Badajoz),  archivero,  estrenó 
Guillermo  Tell,  1903.  El  Trono  de  Vesta,  1904.  Películas  madrileñas, 
1907.  Cosas  del  querer,  1908. — Luis  Barthe  y  Zelayeta  publicó  Unas 


S.    XX,    1903,    JOSÉ    CIURANA    MAIJO  II7 

cuantas  páginas^  Madrid,  1903. — José  Betancourt  y  Cabrera,  de  Lan- 
zarote  (Canarias),   diputado  (1912),  por  seud.  Ángel  Guerra,  publicó 
Al  sol,  nov.  canaria,  Barcelona  (1903).  Literatos  extranjeros.  Valencia 
(1903).  La  Hermana  fea,  nov.  Carnios,  nov.  (1905).  Agua  mansa  (1906). 
Polvo  del  camino  (1907).  Mar  afuera  (1907).  En  Esp.  Mod.:  Cancione- 
ros de  amor,    1906   (CCXI).   Evolución  de  la   moral   en  nuestro   tea- 
tro (CCVI). — Andrés  Blanco  y  García,  director  de  El  Criterio  Mur- 
ciano, publicó  El  Tesoro    de   la   reina,  novela.  Murcia  (1903). — Fray 
Gilberto  Blanco  Alvarez  (n.  1872-),  de  Valencia  de  Don  Juan,  ag^Js- 
tino,  publicó  Flores  de  mayo,  Madrid,   1903.  El  Cinturón  de  Morid', 
191 1. — ^DoMiNGO  Blasco  estrenó  La  Enfermedad  de  Anita,  juguete^ 
1903. — Boletín  de  la  Biblioteca  Nacional  de  Santiago   de  Chile,  ibid., 
1903-05. — Marcelino  Bravo  y  González,  extremeño,  estrenó  Prome- 
sa cumplida,  episod.  dram.,  Badajoz,  1903-04.  El  Espejo  de  la  juven- 
tud, com.,  1904.  Ley  y  Nieves,  nov.,  ibid.,  1904  (con  Fernando  Ramos). 
Sacrificio  estéril,  nov.  dram.,  Madrid,  1914.  Nolo  y  Nardo,  1916. — Ni- 
canor F.  Brochado  estrenó  Por  fin  me  caso,  juguete,  San  Sebastián, 
1903. — Manuel  Caba  estrenó  El  Arte  lírico  ó  géneros  de  uso,  Barce- 
lona, 1903.  A.  S.,  dispar,  (con  José  Alba),  1915.  El  Bastón  de  alcalde 
(con  id.,  1916).  La  Trápala  (con   id.),  1918. — José  C.   Calón  estrenó 
Llorar  riendo,  monólogo,  Salamanca,    1903. — Félix  Callejas,   de  Bo- 
gotá, premiado  en  1904,  publicó    Vibraciones,    versos,    Habana,   1903. 
Vox  patriae,  1908.  Arreglando  el  mundo,  1914,  artículos  festivos.  Ama 
de  casa,  com. — Pedro  Erasmo  Callorda  (n.  1879-),  de  San  José  (Uru- 
guay), abogado,  diputado  (1910-13),  diplomático,  poeta  campoamoriano 
en  el  poema  Marta  (1903).  Ha  cultivadlo    el    género  erótico    bastante 
sensual.  Cantares  de  aldea.  El  Testamento  del  Quijote,  Méjico,  1918. 
El  Marqués  de    Campo   publicó   Cantares,   1903.    Alma  glauca,   1904. 
Estampas ,  Orientales,   Helénica,   etc.,    1907. — Caras     y    caretas,    sem- 
blanzas en  verso,  por  Tres  Ingenios  de  esta  corte,  Madrid.  1903 ;  2.^ 
serie,  1904;  2)-''  serie,  1904. — Miguel  Carrión  (n.  1875-),  habanero,  ha 
publicado    El    Milagro,    Habana,    1903,  novela  psicológica  de  la  vida 
religiosa,  de  las  mejores  escritas  en  Cuba.  La  Ultima  voluntad,   1903, 
cuentos.  El  Principio  de  autoridad,  nov..  Las  Honradas,  nov.,   1917, 
1919. — Santiago  M.  del  C.  Casanova  y  Patrón  (f  1914),  gaditano,  re- 
dactor del  Diario  de  Cádiz,  colaborador  de  Revista  Teatral  (1898)  y  Dia- 
rio de  la  Marina  (1903),  premiadlo  por  un  estudio  sobre  el  pintor  Anto- 
nio del  Castillo  (1903),  publicó  Anales  gaditanos...  desde  los  tiempos  más 
remotos  á  1905,  Cádiz,  1905.  El  Oratorio  de  San  Felipe  Ncri,  Pala- 
cio de  las  Cortes,  1812,  ibid.,   1911.  —  Manuel  Castellanos  Abreu 
(f  1914).  director  de  un  periódico  en  Guantánamo  (Cuba),  publicó  Brisas 
del  Guaso,   poesías,   Guantánamo,   1903.  —  Aureliano  del   Castillo 
(n.   1873-),  de  Granadla,  catedrático  del   Seminario  de   Guadix,  luego 
pasó  a  Madrid!,  y  en  1905  fué  nombrado  archivero  de  la  Biblioteca  Uni- 
versitaria de  Granada.  Es  poeta,  novelista,  crítico  y  ha  ganado  premios 
en  certámenes  (1907-1911),  publicó  Mari-Gracia,  novela,  Macírid,  1903. 
— José  Ciurana  Maijó,  colaborador  del  Semanario  Católico,  de  Reus 


Il8  ÉPOCA  REGIONAL  Y  MODERNISTA   (1888-I907) 

(1903),  publicó  Una  penitencia,  novela,  Reus,  1903;  Madrid,  1908.  El 
Debut  de  un  juez...,  novelas,  1908.  Las  Románticas,  nov.,  1911.  Gratitud, 
nov.,  1912. — José  Contreras  publicó  A  orillas  del  Genil,  bosquejos.  Mur- 
cia, 1903. — María  del  Pilar  Contreras  de  Rodríguez,  sevillana,  delica- 
da poetisa,  directora  de  El  Amigo  del  Hogar  (1890),  publicó  Páginas 
sueltas,  poesías,  Madridí,  1903.  Entre  mis  muros,  id.,  ibid.,  1907.  Roman- 
ce, 1909.  Obra  poética,  mis  distracciones,  1910.  El  Ensayo  general,  saí- 
nete, 191 1.  Teatro  para  niños,  t.  I,  191 1;  t.  II,  1912;  t.  III,  1915;  t  IV, 
1917  (con  Carolina  de  Soto  y  Corro).  La  Caja  dotal,  com.,  1912,  A  través 
de  mis  lentes,  versos  y  prosa,  1912.  Niños  y  flores,  zarz.,  19 14.  Los  Pi- 
caros intereses,  sain.,  19 14.  Muñecos  y  muñecas,  zarz,,  1917.  Domés- 
ticas... y  sin  domesticar,  sain.,  1917,  ¡Qué  cosas  tienes,  Benita!,  1917. 
Los  Caprichos  de  doña  Casimira,  com.,  1917. — ^V.  Cortés  y  Cortés 
publicó  Jaras,  novela,  Badajoz,  1903. — Juan  Cruz  Busto  publicó  Glo- 
rias riojanas  ó  Compendio  geográficohistórico  de  la  Rioja,  Logroño, 
1903,  1906. — Bonifacio  Chamorro  de  Luis,  colaborador  de  El  Diario 
de  Avila  (1903),  publicó  Aleteos,  poesías,  Talayera,  1903.  Nubecillas, 
colección  de  plumadas,  cantares  y  madrigales,  Avila,  1904. — Virgilio 
DÁviLA  (n.  18Ó9-),  poeta  portorriqueño,  ha  publicado  Patria,  poesías 
(1903).  Aroma  del  terruño,  poesías  (1916). — Diccionario  de  Arquitec- 
tura, Madrid,  1903. — José  Domínguez  Manresa  estrenó  Morirse  á 
tiempo,  juguete,  1903.  Los  Mendigos,  1903.— Alfonso  Duran  (naci- 
do 1883-),  sacerdote  y  poeta  argentino,  ha  publicado  Hojas  del  cora- 
zón y  páginas  del  alma,  2.*  ed.,  Buenos  Aires,  1913. — Alberto  Edwards 
publicó  Bosquejo  histór.  de  los  partidos  políticos  chilenos,  Santiago, 
1903. — Fray  Samuel  Eijan^  O.  J.  M.,  publicó  Poesías  religiosas,  Bar- 
celona, 1903.  La  Cuestión  de  los  Santos  Lugares^  escenas  palestinianas, 
ibid.,  1905.  Narraciones  y  leyendas  de  Oriente.  Segunda  serie.  Flores 
y  espinas,  ibid.,  1909.  Pensamientos  de  San  Francisco  de  Asís,  Madrid, 
1910.  España  en  Tierra  Santa,  1910,  191 5.  España  y  el  Santuario  del 
Cenácido,  Madrid,  1914. — Joaquín  Espín  Rael,  de  Lorca,  publicó  Es- 
tudio históricodescriptivo  de  los  edificios  de  Lorca,  ibid.,  1903. — Aure- 
lio M.  Espinosa,  nacido  d*e  padres  españoles  en  los  Estados  Unidos, 
publicó  El  Gran  galeoto,  áe  Echegaray,  ed.  crít.,  Boston,  1903.  El  Po- 
der de  la  impotencia,  áe  id.,  ibid.,  1906.  Los  Conianches  a  spanish  hc- 
roic  play  of  1780,  1907  (en  Bull.  of  the  University  of  New  México). 
Studies  in  New  Mexican  Spanish,  1910-14  (en  Rev.  de  Dialectologie 
Romane,  tres  partes).  New  Mexican  Spanish  Folklore,  1910-15  (en 
Journal  of  American  Folklore).  Consuelo,  de  Ayala,  N.  York,  191 1. 
The  Spanish  Language  in  New  México...,  191 1  (en  Bndl.  of  N.  México 
Historical  Society).  Cuentitos  populares  nuevoniejicanos,  1912  (en 
'Rev.  Dialectol.  Romane).  Nombres  de  bautismo  nuevoniejicanos,  1913 
(ibid.).  Comparative  Notes  on  Mexican  and  New  Mexicam  Spanish 
Folktales,  1914  (en  Jornal  of  Amer.  Folklore).  Elementary  Span.  Gram- 
mar  (con  C.  G.  Alien),  N.  York,  1915.  Notes  en  the  Versification  of  El 
Misterio  de  los  Reyes  Magos,  191 5  (en  Rom.  Review).  Romancero 
nuevomejicano,  191 5  (en  Rev.  Hisp.).  Traditional  Ballads  from  An- 


S.     XX,     1903.    ANTONIO    FERNANDEZ    LEPINA  I  ÍQ 

dalucia,  1916  (en  The  Flügel  Memorial  Volnme). — Luis  Falcato,  co- 
laborador de  Madrid  Cómico,  Misceláneas  (.1900),  El  Iris  (1903),  Ac- 
tualidades (1903),  ha  escrito  para  el  teatro   y    publicó  Para  damas  y 
galanes,  prosa  rimada,  Madrid,    1903. — Josefa  María   Parnés,  catala- 
na, por  seuA  Miguel  Alcántara,  Camelia,  Sorel,  Román,  Demonfield, 
Doctor  Lokanal,  escribió  en  periódicos  y  publicó  La  Fnmilia  del  ajus- 
ticiado, novela,  Madrid,  1903. — Luis  Fernán  Cisneros  (n.  1883-),  nacido 
en  París,,  periodista,  poeta  y  escritor  satíricopolítico,  colaboró  en  El 
Tiempo  y  El  País,  fué  cofundador  de  La  Prensa,  que  dirigió  en  1908; 
director  y  fundador  de  Actualidades,  haciendo  notable  su  sección  Ex-ca- 
tJiedra,  director  de  la  Empresa  Periodística,  El  Perú,  Don  Lunes,  Excel- 
sior;  compuso  hermosos  sonetos,  como  Véspero  y  otras  poesías  líricas, 
elegantes  y  tiernas,  como  la  Elegía  á  Jorge  Chaves  (191 1).  En  La  Prensa 
escribió  Ecos  satíricos  de  buena  vis  cómica.  En  Esp.  Moa.:  Mi  alma 
en  el  mar  (1901,  oct.).  Gonzalo  Zaldumbide,  Letras,  enero,  1913 :  "Pro- 
duce poco...  No  practica  el  narcisismo,  familiar  á  los  líricos  de  oficio... 
Risueño  para  observar  á  los  demás,  grave  sólo  para  cantar,  sus  versos 
son  el  contraste  de  sus  Ecos...  Su  risa  es  un  perdón,  cuando  no  una 
escéptica  condescendencia...  Pero  su  alma  secreta  sólo    se  delata  en  sus 
versos;  sin  duda  le  vienen  de  lo  hondo  y  traen  de  la  profundidad  en- 
trañable de  donde  brotan  un   inconfundible  sabor    de    sinceridad.  Ni 
verbal  ni  imagfinoso  su  verso  conserva  cierta  heredada  amplitud  clá- 
sica." Vent.  García  Calderón,  La  Liter.  Peruancí,  1914,  pág.  89:  "Ar- 
diente, hiriente,  cuando  en  sus  ágiles  maledicencias  le  periocüsta  se 
burla  de  la  comedia  política,  olvida  su  sonrisa  en  la  casta  melancolía 
del  verso.  Poesía  es  la  suya  y  nunca  huraña,  pero  altiva  y  reticente, 
que  conserva  la  nobleza,  la  sobriedad  de  Aurora  Amor.  Para  las  más 
altas  latitudes  tiene  pulmón  y  ala.  Su  Elegía  á  la  muerte  de  Jorge  Cha- 
ves es  admirable." — Antonio  Fernández  Lepina,  director  de  Los  Ma- 
driles  (1903),  redactor  de  El  Impar cial,  estrenó  Estrella,  jug,,  1903.  La 
Mujer  de  cartón,  humor,  (con  Ant.  Plañiol),  1905.  Hilvanes,  entr.  (con 
ídem),  1906.  La  Fea  del  ole,  sain.  (con  id,),  1907.  Don  Gregorio  el  Em- 
plazado  (con  id.),  1907.  Chiquita  y  bonita,  entr.   (con  id.),  1908.  Los 
Cuatro  trapos,  saint.  (con  id.),  1908.  Suspiros  de  fraile,  opereta  (con 
ídem),  1908.  El  Mantón  de  la  China,  saín,  (con  id.),  1909.  La  Corte  de 
los  milagros,  zarz.  (con  id),  1909.  Los  Envidiosos,  zarz.  (con  id.)  1909. 
La  señora  Barba-Azul  (con  id.),   1909.  El  Hongo  de  Pérez,  del  franc. 
(con  López  Barbadillo),  1910.  La  Loca  fortuna  (con  A.  Plañiol),  1911. 
Pathé,  Frcres  (con  id.),  191 1.  El  Jipijapa  (con  id.),  191 1.  La  Perra  gorda 
(con  López   Barbadillo),    191 1.   La  vocación  de   Pepito    (con   Antonio 
Plañiol),  1913,  El  Nuevo  testamento  (con  id.),  1913.  El  Caballo  de  Espar- 
tero (con  ídem),  1913.  El  Servicio  domestico  (con  ídtem),  1913.  Las  Sa- 
gradas bay aderas  (con  ídem),  1914.  Los  Chicos  de  la  calle  (con  íd'em  y 
Enrique  García  Alvarez),   1914.  El  Señor  Duque,   1914.   Una  Buena 
Miichacha,  comedia   (del  italiano,    con    Enrique  Tedeschi),    1915.   La 
Ultima  opereta,  zarzuela  (con  Ricardo  G.  del  Toro),   1915.  La  Maja 
de  los  Madríles  Ccon  Antonio  Plañiol),  1915.  Lxilti,  com.  (del  italiano). 


120  ÉPOCA   REGIONAL  Y  MODERNISTA   (1888-I907) 

191 5.  La  Rosario  (id.),  1915.  Cl  Valiente  capitán  (con  R.  G.  del  Toro), 

1916.  Mario  y  María  (dtel  ¡tal.),  1916.  La  Eva  ideal  (con  id.),  1916,  La 
Embajadora,  zarz.  (con  id.),  1916,  El  Palacio  de  la  marquesa  (del  ita- 
liano), 1917.  La  Aventura  del  coche  (id.),  1917.  Mariposa,  com.,  1917. 
Un  lío  del  otro  mundo,  1918.  El  Drama  de  la  botica,  com.,  1920. — 
'Fernando  Fernández  de  Córdoba  escribió  Mis  memorias  íntimas, 
Madrid,  1899- 1903,  tres  vols. — Fernando  Fernández  Ruiz  estrenó 
El  Portero  del  7,  juguete,  Sevilla,  1903. — José  Fernández  y  García 
estrenó  El  Señor  nos  libre,  Sevilla,  1903. — Ansemo  Fletes  Bolaños 
publicó  Ajiaco,  Barcelona,  1903.  Cuentos  del  tío  Doña,  Nicaragua, 
1913.  Recuerdos  de  los  treinta  años,  ibid,  1904. — Ventura  Fraga,  no- 
velista chilenno  de  exquisito  refinamiento  y  crítico  musical,  vació 
los  recuerdos  de  su  vida  artística  en  la  novela  Krach,  Valparaíso, 
1903- — Francisco  Galindo  Torres  publicó  La-Quauktemoida,  poema 
épico.  Zapotlan,  1903;  Guad^alajara,  1912. — Alberto  Gallego  García 
publicó  Placeres  y  penas,  novelas  cortas,  Madrid,  1903.— Eugenio  García 
Barbarín,  maestro  en  Madrid,  colaborador  de  La  Escuela  Moderna 
(1897),  publicó  Historia  de  la  Pedagogía  española,  Madrid,  1903. 
Prosa  y  verso,  tronos  escogidos,  1904.  Gloria  á  Cervantes,  1905. 
Cuentos  de  la  maestra,  1907.  Veladas  de  la  maestra,  1908,  Veladas 
del  padre  Lorenzo,  cuentos  orientales  antiguos,  1911.  Historia  ge- 
neral contemporánea,  Gerona,  1916. — ^TsidOro  García  Flores  publicó 
Reseña  histórica  de  la  villa  de  Torre  de  Esteban  Hambrón  (con 
Juan  Manuel,  su  hermano),  Madrid,  1903.  —  Benjamín  Garrido  estre- 
nó Abismos,  drama  (con  Rogelio  Hermida),  1903. — Alberto  Gayé  pu- 
blicó Santander  y  su  provincia,  ibid.,  1903. — Alberto  Gómez  é  Iz- 
quierdo (n.  1870),  presbítero,  de  Zaragoza,  catedrático  de  la  Univer- 
sidad de  Granada,  publicó  Historia  de  la  Filosofía  del  siglo  xix,  Za- 
ragoza, 1903.  Nuevas  direcciones  de  la  Lógica,  Madrid,  1907. — J.  Gó- 
mez LÓPEZ  publicó  Letras  rimadas,  Madrid,  1903, — Aurelio  Gonzá- 
lez Rendón  estrenó  El  Señorito  Pepe,  monól.,  1903.  Rusia  y  Japón, 
1905.  La  Partida  del  Vivillo,  1906,  La  Niña  mimada,  opereta,  1910. 
Los  Apaches,  melodrama,  loii.  Chumbos  entre  jazmines,  1911.  España 
pintoresca,  1912.  El  Plombre  que  hace  llorar,  cuasi  monól.,  1912.  Y 
llegué  á  ministro,  novela  picaresca,  1912.  Los  Amos  del  mundo,  revis- 
ta, 1918. — Eduardo  González  Hurtebise,  archivero,  publicó  El  Arte 
tipográfico  en  Tarragona  durante  los  siglos  xv  y  xvi,  Tarragona,  1903. 
Libros  de  tesorería  de  la  Casa  Real  de  Aragón,  2  vols.,  Barcelona, 
1911-1912. — Lidio  González  publicó  Flores  de  cardo,  poesías,  Cripta- 
na,  1903. — Nicolás  Augusto  González  publicó  Nuestros  héroes,  epi- 
sodios de  la  guerra  del  Pacífico  (1879-83),  Lima,  1903.  Desde  el  llano, 
Guatemala,  1912. — Santos  González  de  Villazón  compuso  Caridad, 
tragedia,  Logroño,  1903. — José  Guzmán  Guallart  estrenó  Alboradas, 
drama  lírico.  Valencia,  1903. — Helios,  revista  modernista,  1903-04,  4 
tomos.  Firmaron  la  presentación  Pecfro  González  Blanco,  Juan  R.  Ji- 
ménez, G.  Martínez  Sierra,  Carlos  Navarro  Lamarca  y  Ramón  Pérez 
Ayala. — Tomás  Herrero  y  Herrero,  prebítero,  publicó  Literatura,  cío- 


S.     XX,     1903.     LEÓN    MARTIN     SÁNCHEZ  121 

•cuencia  y  oratoria,  con  doce  discursos  complementarios,  Logroño,  19OJ, 
— Teodoro  de  Iriarte   Reinoso  publicó  Pal  guitarrico,  colección  de 
cantares  baturros  y  poesías,  Zaragoza,   1903.  Pepitoria,  poesías,  ibid., 
1903.  Los  de  Parálete  en  Zaragoza,  cuentos  baturros,  Zaragoza,  1913. 
Cuadros  baturros,  2.^  tanda,  I\íadri,d  (1913).  Viajeros  de  alforja...  pa- 
ginas htimoristicas  de  costumbres  aragonesas,   Zaragoza,   1913. — José 
A.  Jara  López  compuso  El  Condenado  á  muerte,  monólogo.  Murcia, 
1903.  Pnces  del  alma,  poesías,  ibid.,  1907. — Luis  Lagomasino  (n.  1865-), 
de  Sancti  Spiritus  (Cuba),  publicó  Mujeres  de  la  Historia,  Cienfuegos, 
1903-04.  Espirituanos  ilustres,  S.  Spiritus,  1907.  —  Isidoro  Lagunilla 
publicó  La  Peor  obra  de  Dios,  apuntes  novelescos,  Madrid,   1903. — 
Manuel  Lastra  estrenó  La  Mocita  de  Triana,  saínete,  Barcelona,  1903. 
C'olillita,  1905. — Carlos  Alberto  Leumann,  argentino,  periodista,  crí- 
tico, poeta  romántico  rezagado  y  todavía  en  formación  cuando  publi- 
có El  Idilio  del  valle,  1903  y  El  Libro  de  la  duda  y  los  cantos  inge- 
nuos, 1903.  Tiene  cierta  frescura  infantil  y  retozona  en  los  últimos, 
asi  como  escepticismo  lúgubre  en  el  primero.  "Leumann  — dijo  Gius- 
ti —  tiene  trazada  su  senda  en  la  poesía  ligera  y  sentimental."  El  Novi- 
cío,  com.,   1918. — Rafael  Leyda  publicó   Valle  de  lágrimas,  Madrid, 
1903.  Tirano  amor,  1906.  Los  Paldones  dé  Mexia,  nov.,  1908.  De  siete 
á  ocho,  com.,   1910.  Andrés   González   Blanco.  H'ist.   nov.,  pág.  872: 
^'Rafael  Leyda,  cuentista  ya  acreditado  en  su  bello  libro  Valle  de  lá- 
grimas, obra  de  un  espíritu  artista,  que  sabe  ver  la  vida  en  su  reali- 
dad."— Nicolás  de  Leyva  publicó  Cuentos  en  papel  de  oficio,  Madrid, 
1903.  —  Antonio    López    Carb.^lleira,    canónigo    de    Toledo,    publicó 
León  XIII  restaurador  de  los  estudios  teológicos  y  de  los  estudios 
históricos,    1903.  Mujeres  cervantinas,   1905.  Jidiano  apóstata,   1907. 
Misterio  de  la  Trinidad,  disc,  1908.  San  Rosendo,  Santiago,  1909.  Car- 
denal Martín  de  Herrera,  1909.  La  Mujer,  1910.  Esbozo  biográfico  de 
Antonio  López  Perreiro,  Compostela,  1911.  Religión  comparada,  1918. 
— J.  D.  LÓPEZ  publicó  Colección  de  poesías,  Sevilla,   1903. — Perfecto 
LÓPEZ  Campaña  (n.  1881-),  de  San  José  (Uruguay),  periodista,  publicó 
Nerviosismos,  páginas  y  estudios,  Montevideo,  1903.  Panf arria  de  pre- 
juicios, ibid.,  1907.  El  Triunfo  del  sol,  com. — Fray  Tirso  López  Bar- 
üÓN  publicó  Monastici  Augustiniani  R.  P.  Pr.  Nicolai  Crusenii  conti- 
nuatio  atque  ad  illud  additamenta,  sive  Bibliotheca  manualis  augusti- 
niana  (1620-1700),  2  vols..  Vallad*olid,  1903. — Andrés  Luera  Fernán- 
dez, matancero,  publicó  Ensayos  poéticos.  Matanzas,   1903. — Anasta- 
sio Machuca  Diez  publicó  Los  sacros,   ecumén.   Concilios  de  Trcnto 
y  Vaticano,  Madrid,  1903. — Malditos  sean  los  hombres,  novela,  Barce- 
lona,  1903. — Rafael  Martí   publicó  Sueño  de  primavera,  comedia   de 
magia,  ]\Iadrid.  1904. — Rafael  Martí  Orberá    (n.    1881-),  valenciano, 
excelente  dramaturgo  en  su  lengua  y  en  castellano,  publicó  Sueño  de 
provincia,  poema  fantástico,  Madric?.  1003.  Vida,  versos,  Toledo,   1904. 
En  pro  del  arte  regional,  confer.,  1908.  Teatro,  3  vols..  Valencia,  1914- 
19.  La  Oveja  perdida,  Madrid,   1917.  La  Deuda,  ibid,,   1917. — León 
Martín  Sánchez  estrenó  Tres  bodas  en  una  hora,  juguete,   1903. — 


122  ÉPOCA   REGIONAL  Y  MODERNISTA  (188S-I907) 

José  M.'  Medina  y  García  publicó  Reflejos  del  alma,  cien  sonetos, 
Madrid,  1903.  Romancero  español-cristiano ,  la  conquista  de  Granada, 
1904. — Pablo  Minelli  González    (n.    1883-),   montevideano,  dii)lomá- 
tico,  poeta  verleiniano,  publicó  Mujeres  flacas,  Montevideo,   1903.  El 
Alma  del  rapsoda,  poema,   i<;;o5.  Canto  otoñal,  Roma,   1909. — Ramón 
MiQUEL  Y  Planas  (n.  1874-),  barcelonés,  erudito  editor  catalán,  inspi- 
ró la  publicación  de  la  Rev.  Ibérica  de  Exlibris,  1903-1906  y  publicó 
la  Biblioteca  Catalana  (11  vols.)  de  obras  antiguas,  diesde  1908,  Biblio- 
teca Folklórica  catalana   1909.  Bibliofilia,  t.  I,  1911-14.  Cangoner  sa- 
tirich  valencia  deis  scgles  xv  y  xvi,  Barcelona,   191 1.  Obres  de  Roig 
de  Corella,  1913.  Editó  otras  varias  obras  antiguas  catalanas. — Nica- 
nor MoLiNARE  Gallardo,  chileno,  por  seud.  Nemegé,  publicó  Apuntes 
para  la  historia  del  Ejército  y  la  Marina  de  Chile,  Santiago,  i<y02,.  Los 
Colegios  militares  de  Chile,  191 1.  Batalla  de  Tarapacá,  191 1.  Asalto  y 
toma  de  Arica,  191 1.  Asalto  y  toma  de  Pisagua,  191 1.  En  revistas  véa- 
se Rev.  de  Bibliogr.  chilena,  abril  1914,  pág.  148. — Francisco  Bautis- 
ta MoNSERRAT,  corrcsponsal  de  El  Imparcial  en  Murcia  (1903),  publi- 
có Cantos  en  prosa.  Murcia,   1903. — Eugenio  Montello  y  Rizot  es- 
trenó Los  Mineros,  melodrama,  1903. — Julio  ]\.íonteschi.  Obras,  dra- 
mas, Madrid,  1903. — ^Carlos  Morla  Vicuña,  chileno,  publicó  Estudio 
histórico  sobre  el  descubrimiento  y  conquista  de  la  Patagonia  y  la  Tie- 
rra del  Fuego,  Santiago,   1903. — P.  Mudarra  y   Párraga  catedrático 
en  Madrid,  publicó  Lecciones  de  Liter.  gral.  y  española^  Madrid,  1903. 
2  vols. — Miguel  Nieto  publicó  Historia  general  de  la  villa  de  Navas 
de  San  Juan  (Jaén),  Madrid,  1903.  Los  Castizos,  entr.,   Madrid,  1917. 
— La  Nueva  lira  criolla,  guarachas,  canciones,  etc.,  Habana,   1903. — ; 
Pedro  S.   Ocaña  y  Acedo-Rico  publicó  El  Robledal  de  Ruidías,  no- 
vela, Plasencia,  1903. — José  María  Octavio  de  Toledo  (f  1890),  ma- 
drileño,  archivero  (1854),  redactó  el  Catálogo  de   la  librería  del  Ca- 
bildo   Toledano,    manuscritos,    2    vols.,    Madrid,     1903-1906. — A.    Or- 
tega Martínez  publicó  El   Tren  mixto,  poema  en   dos  cantos,  Reus, 
1903. — Hermenegildo  Ortega  compuso  Amantes  verdaderos.   Burgos, 
1903. — G.  Ortiz  publicó  Un  cuento   que  podría  ser  historia,  novela... 
de  G.  O.  M.,  Sevilla,   1903. — Juan    Ortiz    del    Barco  publicó  Cartas 
marítimas,  Covadonga,  1903.  Crónicas  motrileñas.    Los    Franciscanos, 
San  Fernando,  1908.  Los  Moreno  de  Salcedo,    ibid.,    1910.  Batiborrillo 
motrileño,  Cádiz,  1912. — Luis  de  Oteyza  (n.    1883-),  de  Zafra,   cola- 
borador  de   La   Nación  (1903),    Cálínez   (1904),    director  de  Madrid 
Cómico   (1904),   redactor   de  El  Liberal  (1915-19),   publicó  Flores  de 
almendro,    poesías,    INIadrid,    1903.   Brumas,    id.,    ibid.,    1905.   En    tal 
día...,  crónicas,  ibid.,  1915;  2.'  serie,  1919.  Galería  de  obras  famosas, 
ibid.,  1916.  Las  Mujeres  de  la  literatura,  ibid.,  1917.  Frases  históricas, 
ibid.,   1918.  Animales  célebres,  1919.  Anécdotas  picantes,  1919. — José 
Parada  y  Santín  (n.  1857-),  madrileño,  médico  y  pintor  de  historia, 
director  de  Para  Todos  (1903),  publicó  Las  Pintoras  españolas,  Ma- 
<írid,  1903.  Mujeres  judías  escritoras  castellanas,  1905  (Ilustración  es- 
pañola, LXXX). — Pedro  París,   francés,  publicó  Essai  sur  l'Art   et 


S.    XX,     1903.    TOMAS    THAYER    OJEDA 

l'industrie  de  l'Espagne  primitive,  2  vols.,  París,  1903-04.  L'archéologie 
en  Esp.  et  en  Port.,  1913  {BiM.  Hisp.) — David  Peña,  argentino,  fun- 
dador de  Atlántida  y  diel  Ateneo  Nacional,  estrenó  Próspera,  comedia 
sociológico-política,  1903.  Facundo,  dr.  hist.,  1912.  Linicrs,  dr.  histó- 
rico, 1917.  ¿Qiíe  dirá  la  sociedad?  Las  dos  últimas  obras  se  atribuyen, 
por  errata,  á  Olegario  Víctor  Andrade,  en  el  t.  VIII,  pág.  272. — Dio- 
nisio PÉREZ  publicó  Ensayo  de  Bibliografía  y  tipografía  gaditanas, 
Madrid,  1903.  Los  Precursores  españoles  del  Canal  Interoceánico  (con 
Pablo  Nougués),  Madrid,  1915. — Ítalo  Eduardo  Perotti  (n.  1883-), 
montevideano,  periodista,  publicó  Las  Horas  suspensas,  poesías.  Rodó 
y  su  obra.  Aspectos  sociales  norteamericanos. — Escritos  sobre  Puerto 
Rico,  noticias  históricas,  poesías,  artículos,  Barcelona,  1903.  —  José 
PuiGDOLLERs  Maciá  publicó  PoT  los  Pirineos,  impresiones  de  un  viaje, 
1903.  —  Jenaro  Ramos  Hernández,  extremeño,  por  seud.  Hipócrates, 
escribió  en  la  Rev.  de  Extremadura  (1903)  y  publicó  Las  Siete  plagas^ 
poesías,  Torrejoncillo  (1903).  Saetazos  y...  lágrimas,  poesías,  ibiA, 
1906. — CoALiNA  Recio  y  Agüero  estrenó  Declaración  de  amor,  dial., 
Puerto  Príncipe,  1903. — R'elación  de  las  ceremonias  y  ritos  y  pobla- 
ción y  gobernación  de  los  indios  de  la  provincia  de  MecJmacan  hecha 
al  ilustrísimo  señor  don  Antonio  de  Mendoza,  virrey  y  gobernador  de 
esta  Nueva  España,  por  S.  M.  (?)  G.,  Madrid,  1875;  Morelia,  1903  (ma- 
nuscrito autógrafo  del  Escorial). — Revista  ibérica  de  Ex  libris,  Barcelo- 
na, 1903. — Atanasio  Rivero,  asturiano,  periodista  en  Cuba,  publicó  Due- 
los y  quebrantos.  Habana  (1905).  El  Mallorazgo  de  Villahueca,  nov.,. 
ibid!.,  1904.  Pollinería  andante,  cuento,  1905.  El  Secreto  de  Cervantes, 
artículos  en  El  Imparcial,  de  Madrid,  1916  (rebatido,  véase  J.  Ruiz  Cas- 
tillo) ;  ó  sea  El  Crimen  de  Avellaneda,  memorias  maravillosas  de  Cer- 
vantes, i9i6j — Francisco  Rodríguez  Benavente  publicó  Sanos  con- 
sejos á  los  adultos,  colección  de  cuentos  para  las  escuelas  rurales,  Ma- 
drid, 1903. — Manuel  Rovira  y  Serra,  abogado,  estrenó  El  Parador  de 
las  golondrinas,  zarz.,  1903.  Lucrecia,  zarz..  1907.  La  Fe  que  muere, 
drama,  1909.  Cómo  deben  ser,  com,,  1909.  Río  abajo,  dr.,  1909.  La 
Venus  negra,  com.,  1909. — Eduardo  Soler  y  Pérez  publicó  Sierra  Ne- 
vada, las  Alpujarras  y  Guadix,  notas  de  viajes,  Madrid,  1903.  Por  el 
Júcar,  notas  y  apuntes  de  viaje,  Barcelona,  1905. — Fernando  SomOza 
Vivas  publicó  Historia  de  la  guerra  legitimista  de  Honduras  en  1903, 
Tegucigalpa,  1903.  Guía  de  Honduras,  ibid.,  1905. — 'Víctor  Suárez 
Capalleja  (f  1903),  médico  y  archivero,  publicó  Odas  religiosas,  Ovie- 
do, 1903. — Tesoro  del  Parnaso  Americano,  Barcelona,  1903,  2  vols. — 
Toms  Thayer  Ojeda^  chileno,  archivero  é  historiador,  publicó  Memo- 
ria hist.  sobre  la  familia  Alvarez  de  Toledo  en  Chile,  Santiago,  1903. 
Santiago  durante  el  s.  xvi,  1905.  Los  Conquistadores  de  Chile,  3  vols., 
1908-13.  Las  Antiguas  ciudades  de  Chile.  Diario  del  doctor  don  Fer- 
nando Antonio  de  los  Rios,  1913.  Observaciones  acerca  del  viaje  de 
don  García  Hurtado  de  Mendoza  á  las  provincias  de  Los  Coronados 
y  Ancud,  1913.  Las  Bibliotecas  coloniales  de  Chile,  1913  {en  Rev.  de 
Bibliografía  chilena).  Los  Archivos  históricos  chilenos  en  ipis  (ibid.. 


124  ÉPOCA   REGIONAL   Y   MODERNISTA   (1888-I907) 

iiiarzo,  1914).  Artículos,  véanse  en  Ricv.  Bibl.  Chil.,  dic,  1913,  pág.  406. 
— C.  Torres  Fornes  publicó  Sobre  voces  aragonesas  usadas  en  Se- 
gorbe.  Valencia,  1903. — Rafael  Ángel  Trovo  (f  1910),  de  Cartago 
^Costa  Rica),  publicó  Terracotas,  cuentos.  Ortos,  estados  del  alma,  San 
José  de  Costa  Rica,  1903.  Poemas  del  alma,  1906,  Topacios,  cuentos 
y  fantasías,  1907.  Corazón  joven,  nov.  psicológica. — Pedro  Trujillo 
Y  Miranda  (n.  1875-),  de  La  Laguna  (Canarias),  periodista,  publicó 
.  Alma  cubana.  Habana,  1903.  Cepas  y  tripas,  cuentos  de  tabaquerías, 
ibid.  (1903).  Caridad  del  cobre,  nov.,  1912.  Una  Noche  de  los  mil  y 
.  un  cuentos,  1916.  La  Novela  del  viajero,  1916. — AIariano  Urbano  La- 
.  NASPA  publicó  La  R<ibalera,  novela  regional,  Zaragoza,  1903. — Pedro 
Urbano  González  de  la  Calle,  catedrático  en  Salamanca,  publicó  Se- 
bastián Fox  Morcillo,  Madrid,  1903.  Varia,  notas  y  apuntes  sobre  te- 
mas de  literaturas  clásicas,  ibid.,  19 16. — Gustavo  Valledor  Sánchez, 
poeta  chileno,  sencillo  y  sentimental,  publicó  Cantos  sencillos  y  poe- 
mas, Santiago,  1903,  cíe  las  primeras  obras  modernistas  de  Chile. — 
Benigno  Várela  (n.  1882 -),  zaragozano,  infortunado  periodista.  Qui- 
jote en  tiempos  harto  sanchopancescos,  director  de  La  Monarquía, 
novelista  descuidado,  pero  que  escribe  con  toda  el  alma;  precipitado 
y  sin  estudios,  pero  espontáneo  y  recio,  publicó  Novelitas,  estrellas 
xon  rabo,  IMadrid,  1903.  El  Sacrificio  de  Margara,  1909.  Senda  de 
íortiira,  1909.  Yo  acuso  ante  S.  M.,  1910.  Isabel,  distinguida  coronela, 

1910.  Volcanes  de  amor,  cuentos,  1910.  Corazones  locos^  1910.  Los  que 
conspiran  contra  el  Rey,  1910.  Mi  Evangelio,  1910.  Fiebres  amorosas, 

191 1.  Cuartillas  para  mi  Rey,  191 1.  Mujeres  vencidas,  París,  1912.  Por 
algo  es  Rey,  1913.  Horas  trágicas  de  vivir,  cuentos  de  guara,  1915. 

Xo  perdonaron  Dios  y  el  Rey.  Así  es  nuestro  Rey. — M.  Nemesio  Var- 
gas publicó  Historia  del  Perú  independiente,  7  vols.,  Lima,  1903-16. — 
Gabino  de  J.  Vázquez  publicó  El  Buscapié  cervantino,  Mérida  de  Yu- 

• -catán,  1903. — Salvador  Viada  y  Vilaseca  (1843-1904),  cubano,  pu- 
blicó Diccionario  de  la  lengua  española,  Madrid,  1903. — Miguel  Vi- 
CIANA,  sargento  de  carabineros,  publicó  Leonor  ó  una  víctima  del  hip- 
notismo, novela  dramática,  Almería,  1903. — Benjamín  Vicuña  Su- 
BERCASEAUX,  fallecido  hacia  191 1,  joven  chileno  malogrado,  generoso 
y  noble,  hijo  cí.l  famoso  historiador  B.  Vicuña  Mackenna,  pero  no 
conservador  como  él,  sino  liberal  avanzado  y  ecléctico,  de  estilo  cas- 
tizo y  recio,  publicó  Un  país  nuevo,  cartas  sobre  Chile,  París,  1903. 
La  Ciudad  de  las  ciudades,  correspondencia  de  París,  Santiago,  1905. 
■  Gobernantes  y  literatos,  ibid.,  1907.  La  Producción  intelectual  de  Chi- 
le, para  la  exposición  de  Quito.  El  Socialismo  revolucionario  y  ¡a  cues-- 
tión  social  en  Europa  y  en  Chile.  Crónicas  del  Centenario,  visión  his- 
tórica, 1910.  Días  de  campo,  cuentos.  1914.  Recopilación  de  artículos 
sueltos,  1918. — PANFILO  DE  ViLLABOBA  publicó  Vibracioncs,  ecos  anda- 
luces, etc.,  Madrid,  1903. — Pío  Viquez  (1850-1899),  de  Cartago  (Costa 
Rica),  profesor  de  Gramática  y  de  Derecho,  subsecretario  de  Relacio- 
nes exteriores,  dirigió  diez  años  El  Heraldo  de  Costa  Rica,  publicó 
Miscelánea,  prosa  y  verso.  San  José  de  Costa  Rica,   1903. — Carlos 


S.    XX,    IQ04.    FR.    PEDRO   FABO    DEL   CORAZÓN    DE    MARTA  12^ 

P.  Wagner,  de  la  Universidad  de  Michigan  (Estados  Unidos),  publico 
The  Sources  of  El  Cavallcro  Cifar,  1903  (en  Rev.  Hisp.). — Alfredo 
Weber  publicó  Chiloej  Santiago  de  Chile,  1903. — Miguel  de  Zárraga 
(n.  1882-),  mackileño,  redactor  del  Diario  de  Avisos,  El  Adelantado,  La 
Tempestad,  de  Segovia,  publicó  Gérmenes  malditos,  Segovia,  1903.  Eva, 
comedia,  1906.  El  Compañero  de  viaje,  1907.  El  Germen,  dr.,  1910.  EL 
Coto  real,  com.,  1910.  Faldas  y  pantalones,  com.,  191 1. 

182.  Afio  1904.  José  de  Diego  (f  1918),  portorriqueño;, 
presidente  de  la  Cámara  de  Delegados  de  Puerto  Rico,  el  hom- 
bre más  notable  de  la  isla  por  su  clara  inteligencia,  vasto  saber, 
entereza  de  carácter  y  actividad  emprendedora,  grande  amigo 
de  España,  propulsor  de  la  unidad  antillana  y  de  la  independen- 
cia de  la  isla  contra  el  nefasto  protectorado  norteamericano,  pu- 
blicó poesías  de  su  mocedad,  compuestas  de  estudiante  en  Barce- 
lona y  que  habían  salido  en  los  periódicos,  titulándolas  J ovillos, 
co pullas  de  estudiante,  Barcelona,  1916.  Tienen  la  soltura  y  gra- 
cia de  las  mejores  del  Madrid  Cómico  y  La  Semana  Cómica.  En 
Puerto  Rico  había  publicado  otras  añejas  propias,  tituladas  Po" 
mar  rosas  j  1904;  Barcelona,  1916.  Últimamente  Cantos  de  re^ 
hcldía,  ibid.,  191 6,  de  estro  patriótico  y  sociológico,  en  que  vierte 
sus  nobles  ideas  con  brío  poco  común,  arranques  fogosos,  en  es- 
merada fonna,  ritmo  suelto  y  castizo  lenguaje.  No  menos  que 
en  el  verso,  distingüese  en  la  prosa  por  el  aliento  elocuentísimo 
y  de  acerada  fuerza,  en  defensa  de  las  mismas  ideas:  Nuevas 
campañas,  independencia  de  Puerto  Rico,  unión  antillana,  soli= 
daridad  iberoamericana,  Barcelona,  1916.  El  plebiscito  porto=- 
rriqueño,  191 7. 

Francisco  García  Calderón  (n.  1883-),  peruano, 'adalid 
de  los  jóvenes  escritores  de  su  tierra,  de  espíritu  curioso,  sin  lle- 
gar a  inquieto,  grave  y  entendido  que  huye  de  fáciles  literaturas 
de  adorno  y  del  dilettantismo,  peste  de  América,  vive  en  París, 
entregado  á  la  filosofía  manual,  sociológica  y  del  día,  que  sabe 
aderezar  en  artículos  y  libros,  en  críticas  y  estudios,  de  variado 
tono  y  movimiento,  con  arte  ameno,  algo  medio  entre  Sainte- 
Beuve  y  Taine,  y  tendiendo  siempre  á  generalizar  en  grandes 
cuadros,  sin  dogmatismos  ni  pedanterías.  Su  obra  El  Perú  con- 
temporáneo, de  encendido  patriotismo  y  de  abierta  esperanza,- 
fué  premiada  por  la  Academia  Francesa. 

Fray  Pedro  Fabo  del  Corazón  de  María  (n.  1873-),  de 


3  26  ÉPOCA  REGIONAL  Y  MODERNISTA   (1888-I907) 

Marcilla  (Navarra),  agustino  (1SS9),  en  Colombia  desde  1895, 
donde  fué  misionero  de  Casanare  (1896),  prior  en  Bogotá 
(1904),  director  de  la  misión  de  Chameza  (1906-10);  volvió  á 
España  y  es  vicario-prior  del  colegio  de  Sos,  Definidor  general 
(1914)  y  cronista  de  la  Orden.  Poeta  excelente  de  variadas  tonali- 
dades ;  novelador,  filólogo  americanista  y,  sobre  todo,  historiador 
muy  erudito,  que  trae  entre  manos  obras  importantes,  á  más  de 
las  ya  publicadas. 

183.  J.  de  la  Riva  Agüero,  Pról.  á  Bajo  la  luna,  de  J.  Gálvez: 
'  "Los  García  Calderón  y  José  Gálvez  son  los  más  altos  y  genuínos  repre- 
sentantes de  la  nueva  generación...  Francisco  G.  Calderón,  con  sus 
artículos  y  crónicas  de  tan  rica  variedad,  de  tan  fecunda  levadura,  que 
traen  á  nuestro  pesado  y  monótono  ambiente  los  vivos  ecos  del  movi- 
miento intelectutl  europeo,  y  sobre  todo  con  El  Perú  contemporáneo, 
obra  át  encendido  patriotismo,  de  inquebrantable  fe  en  los  destinos 
nacionales,  comparable  por  el  espíritu  que  le  anima  y  los  ideales  que 
encarna  á  aquellas  de  Balbo  y  Gioberti,  precursores  del  Risorgimiento 
italiano."  F.  García  Godoy,  La  Litcr.  av.ier.,  1915,  pág.  96:  "En  este 
volumen  {Profesores  de  idealismo)  están  magistralmente  tratados,  sin 
asomos  de  pedantería,  sin  pretensiones  de  alta  sapiencia,  con  muy  apre- 
ciables  condiciones  de  claridad  y  galanura  de  expresión,  asuntos  filo- 
sóficos, sociales,  artísticos  y  literarios  de  indiscutible  y  permanente  im- 
portancia. Su  distinguido  autor  conoce  hasta  en  sus  más  leves  y  cu- 
riosos detalles  la  marcha  evolutiva  del  movimiento  filosófico  moderno... 
Hombres  e  ideas  de  nuestro  tiempo,  con  prólogo  muy  expresivo  del 
insig'ne  E.  Boutroux,  es  el  más  importante  por  los  asuntos  á  que  se 
^^ontrae  y  por  la  serenidad  y  firmeza  de  los  juicios...  La  inteligencia 
de  García  CaFderón,  amplia,  serena,  independiente,  abierta  á  tocios  los 
vientos  del  espíritu,  desprovista  por  completo  de  ataduras  escolásticas 
ó  de  dogmatismos  sectaristas,  se  pasea,  á  guisa  de  viajero  que  sólo  pre- 
tende reflejar  simple  y  sinceramente  sus  impresiones,  por  el  vasto  cam- 
po de  la  filosofía  moderna."  Rodó,  El  Mirador  de  Próspero  (1913, 
pág.  324)  :  "García  Calderón  empieza  manifestando  cualidades  del  jui- 
cio, ó  más  generalmente  de  la  personalidfad,  que  suelen  ser  el  premio 
de  largas  batallas  interiores,  el  resultado  de  una  penosa  disciplina  del 
espíritu.  Este  escritor  nuevo,  sin  dejar  de  ser  muy  juvenil  por  su  her- 
moso y  noble  entusiasmo,  nos  da  anticipados  sabores  de  madurez.  Su- 
ple con  su  talento  firme  la  obra  del  tiempo,  sin  las  inferioridades  que 
éste  suele  traer  como  reverso  de  sus  dones.  Y  además  de  la  aptitud 
cierta,  manifiesta  lo  que  es  aún  menos  frecuente  en  tierras,  como  las 
nuestras,  inhospitalarias  para  las  cosas  desinteresada»  del  espíritu : 
ese  hondo  arraigo  del  amor  á  las  letras,  por  el  cual  puede  afirmarse 
que  el  entusiasmo  que  ha  engendlrado  estas  primeras  páginas  no  ser? 
pasajera  nube  de  la  juventud.  Yo  veo  en  él  una  de  las  mejores  es- 


S.  XX,  1904.  RAMÓN  PÉREZ  DE  AYALA  1 27 

peranzas  de  la  crítica  americana.  Es  á  la  crítica  adonde  le  destinan, 
claramente,  las  disposiciones  de  su  espíritu."  Francisco  García  Calde- 
rón: De  Litteris  (crítica),  con  prólogo  de  Rodó,  Lima,  1904.  Le  Pérou 
contemporain,  París,  1907.  Hombres  é  ideas  de  nuestro  tiempo,  prólogo 
de  Emile  "Boutroux,  Valencia,  1907.  Les  conrants  philosopíiiqucs  dans 
i'Amcrique  latine,  París,  1908,  Profesores  de  idealismo,  ibid.,  1910.  Les 
■démocraties  latines  de  l'Amérique,  pról.  de  Raymond  Poincaré,  París, 
1912;  trad.  al  inglés  (1915)  y  alemán  (1913).  La  Creación  de  un  conti- 
nente, París,  1914.  Consúltense:  F.  García  God'oy,  Americanismo  lite- 
rario, Madrid,  1918.  Alvaro  Mellan  Lafinur,  Literatura  contemporá- . 
nea,  1918. 

Fray  Pedro  Fabo:  El  doctor  Navascués,  novela  de  costumbres  ca- 
sanareñas,  Bogotá,  1904;  ]\Iadrid,  1917.  Septenario  de  la  Virgen  de 
.los  Dolores,  de  Manare,  ibid.,  19 19.  Discursos  sobre  la  Virgen  del  Ro- 
sario, Tunja,  1910.  Discurso  sobre  Nuestra  Señora  del  Sagrado  Cora- 
zón, Bogotá,  1910.  Restauración  de  la  Provincia  de  la  Candelaria,  Bo- 
gotá, 191 1.  Idiomas  y  Etnografía  de  la  región  oriental  de  Colombia, 
Barcelona,  191 1.  Novena  al  Patriarca  de  la  Iglesia  San  Agustín,  Ma- 
-nizales,  1912.  Ejercicio  del  beato  Querubín  de  Aviliana,  ibid.,  1912. 
Novela  á  la  Virgen  de  la  Consolación,  ibid.,  1912.  Rufino  José  Cuervo 
y  la  Lengua  castellana,  3  vols.,  Bogotá,  1912.  Historia  de  la  Provincia 
de  la  Candelaria,  2  vols.,  INIadrid,  1914.  Corazón  de  oro,  novela  de  cos- 
tumbres americanas,  Madrid,  1914.  Los  Aborrecidos  ó  en  defensa  de 
la  vida  religiosa,  Madrid,  1914.  Liheraladas  de  una  revolución.  Pam- 
plona, 1914.  Ruiseñores,  poesías,  Barcelona,  1914.  El  Convento  de  San 
Millón,  Cádiz,  191 5.  Los  Agustinos  recoletos  y  la  Francesada,  Grana- 
da, 1915.  Un  Sabio  del  siglo  xix,  Madrid  1915.  Novena  á  la  Virgen 
del  Plu,  Pamplona,  1916.  Olor  de  santidad  (datos  para  el  tomo  II  de 
la  biografía  del  padre  Ezequiel  Moreno),  Madrid,  1916;  tomo  II,  1917. 
La  Autora  de  la  mística  Ciudad  de  Dios,  estudio  crítico  de  la  V.  Ma- 
dre de  Agreda,  Madrid,  1917.  Historia  de  Marcilla,  Madrid,  1918. 
Historia  general  de  la  Orden  de  Agustinos  Recoletos,  t.  V,  Madrid, 
1918.  (Los  cuatro  tomos  anteriores,  que  abarcan  de  1588  á  1688,  se 
publicaron  ha  más  de  v.n  siglo,  el  último  en  1756.) 

184.  Alio  i()04.  Ramón  Pérez  de  Ayala  (n.  1880-),  de 
Oviedo,  estudió  con  los  jesuítas  en  Carrión,  después  Leyes  en 
la  Universidad  de  Oviedo,  cultivando  á  la  par  el  trato  y  ma- 
gisterio de  Clarín;  estuvo  algún  tiempo  en  Inglaterra  y  se  de- 
dicó en  Madrid  á  escribir  en  revistas  y  periódicos,  desde  Helios 
hasta  El  Imparcial  y  El  Sol.  Fundó  con  Enrique  de  ]\íesa  la 
casa  editorial  de  la  Biblioteca  Corona.  Bien  enterado  de  las 
literaturas  modernas  extranjeras  y  leído  en  nuestros  clásicos, 
•de  quienes  tomó  riqueza  y  propiedad  de  lenguaje,  es  Pérez  de 


128  ÉPOCA   REGIONAL   Y  MODERNISTA   (1888-I907) 

Ayala  de  temperamento  sensiblemente  artístico,   que  se   dejó 
arrastrar  algo  en  sus  primeros  pasos  por  el  modernismo,  bien 
que  sin  perder  su  natural  y  propio  carácter,  y  después  ha  bri- 
llado libre  de  ajenos  influjos  en  sus  novelas  por  la  expresión 
sincera  de  su  exquisita  sensibilidad  poética,  el  fino  humorismo 
y  la  castiza  elegancia  de  dicción.   Crítico  bien  razonado  y  de 
elevadas  miras,  va  poco  á  poco  logrando  la  serena  imparciali- 
dad y  el  tono  frío  y  severo  de  los  grandes  maestros,  á  pesar  de 
su  natural  algún  tanto  jactancioso  y  apasionado,  que  á  veces 
se  trasluce  en  artículos  efímeros  y  de  poco  empeño.  Poeta  en 
parte  modernista,  sobre  todo  por  la  afición  al  verso  libre  y  por 
alguna  que  otra  rareza  y  afectación  en  su  primer  libro  Paz  del 
sendero  (1904)  y  por  la  oscuridad  del  simbolismo  y  misticismo 
en  el  último,  El  sendero  innumerable  (1916),  que  tomó  de  la 
estética  de  su  amigo  Valle  Inclán;  pero  de  temperamento  ver- 
daderamente poético,  de  sensibilidad  exquisita  y  muy  perso- 
nal, que  trasciende  de  sus  versos  con  un  cierto  aroma  de  can- 
dor y  de  frescura,  entreverado  graciosamente  de  sutil  humo- 
rismo á  la  inglesa,  en  parte  filosófico  y  grave  en  el  fondo ;  pero 
no  menos  castizo  por  lo  jovial,  juguetón  y  ligero  en  la  forma. 
Novelista  de  buena  cepa  castellana,  serio  en  el  intento,  realista, 
bien  colorido  y  variadamente  matizado  en  la  manera,  de  es- 
tilo galano,  lenguaje  rico  y  castizo,  sobresaliendo  por  el  humo- 
rismo, que  campea,  más  todavía  en  ellas  que  en  sus  poesías, 
y   sin   el    menor   dejo   de    ese    amargo   descorazonamiento   ó 
de  esa  comezón  por  lo  anormal,  psiquiátrico  y  feo  con  que  el 
naturalismo  y  el  pesimismo  han  mancillado  las  más  de  las  no- 
velas contemporáneas  españolas.   Hay  sana  robustez  de  ideas 
y  fresca  naturaHdad  de  estilo  y  expresión,  hay  castizo  y  ele- 
gante decir  en  cuantas  obras  ha  escrito  Pérez  de  Ayala.  Sobre 
todo  sus  últimas  novelas  cortas  Prometeo,  Luz  de  domingo. 
La  Caída  de  los  limones  (1916),  son  tres  poemas  en  prosa,  tres 
dijes  de  sutil  humorismo,  de  narración  suelta  y  donairosa,  de 
elegantísimo  lenguaje,  en  donde  campean  las  grandes  cualidades 
del  escritor  como  llegadas  ya  á  perfecta  madurez.  Descuella  Pé- 
rez de  Ayala  entre  los  escritores  contemporáneos,  como  ameno, 
delicado,  sensible  y,  sobre  todo,  humorista  narrador. 


KAMO.X     PÉREZ     DE    AVALA 


S.   XX,    1904.   ALVARO  ARMANDO  VASSEUR  I  29 

Ramón  de  Solano  Polanco^  santanderino,  abogado,  pu- 
blicó muchedumbre  de  cuentos  y  de  poesías  en  revistas,  sobre 
todo  en  Los  Contemporáneos,  según  la  manera  castiza  en  pen- 
samientos, estilo  y  knguaje,  de  verdadera  inspiración  poética 
é  intachable  hechura.  Dos  solas  novelas  ha  publicado,  premiadas 
ambas  y  admirables :  La  Tonta  (1994)  y  Amor  de  pobre  (1907). 
La  segunda,  sobre  todo,  es  de  las  mejores  que  en  castellano  se 
han  escrito,  por  lo  profundo  del  pensamiento,  por  lo  bien  trama- 
da, por  la  pintura  de  caracteres  y,  sobre  todo,  por  la  intensa  afec- 
ción y  el  decisivo  convencimiento,  que  lleva  al  alma,  de  la  farsa 
social.  Verdadero  Onijote  en  pequeño.  Pintura  real,  viva  y  en 
estilo  y  lenguaje  llano,  natural,  sin  la  menor  afectación.  Mane- 
ja diestramente  el  dificultosísimo  y,  al  parecer,  fápil  romance. 

Manuel  Pérez  Curis  (n.  1884-),  montevideano,  librero  y 
laborioso  publicista,  fundador  de  La  Aurora,  Frou-Frou,  Apolo 
y  El  Sagitario;  poeta  muy  sensible  y  exquisito  de  forma,  autor 
en  prosa  y  verso,  vigoroso,  sueltO'  y  muy  personal;  maleado,  des- 
graciadamente, por  un  sectarismo  furioso  contra  la  religión  y  la 
tradición  española.  De  los  Poemas  de  la  carne  dijo  Vicente  Gar- 
cía Calderón  que  era  poema  "sanguíneo  y  retador".  La  Can- 
ción de  las  crisálidas  es  sentimental  y  de  égloga.  Sincero  y  re- 
cio escritor  cuyos  desaciertos,  muy  lamentabas,  débense  á  prin- 
cipios sectarios,  profesados  de  buena  fe. 

Alvaro  Armando  Vasseur  (n.  1878-),  montevideano,  por 
seudónimo  América  Llanos,  hijo  de  franceses,  colaborador  á  los 
veinte  de  su  edad  en  el  Mercurio  de  América  (Buenos  Aires), 
cónsul  en  Bilbao,  fué  de  los  que  con  Darío  y  Lugones  introdu- 
jeron el  simbolismo  en  aquella  República.  Escribió  en  El  Tiempo 
(1898)  semblanzas  de  Roberto  de  las  Carreras  y  de  Daniel  Mar- 
tínez Vigil,  respondiéndole  agriamente  el  primero.  Tradujo  muy 
bien  á  Walt  Whitman,  y  en  él  se  inspiró  en  sus  últimas  obras 
épicas,  no  menos  que  en  Verhaeren.  Cuentista,  novelador  y  poe- 
ta, al  principio  superficial  y  ligero,  modernista  de  educación,  que 
gustaba  de  versos  ó  muy  largos  ó  muy  cortos,  ligeramente  rít- 
micos, lindantes  con  la  prosa,  con  salidas  de  tono  extravagan- 
tes, inesperadas,  y  como  románticas  en  pensamientos,  palabras 
y  frases,  en  que  el  brillar  desusado  gana  á  la  fuerza  expresiva  y 
propia. 


1 3o  ÉPOCA  REGIONAL  Y  MODERNISTA   (1888-I907) 

18  5.  Memento  autobiográfico,  en  A.  Gonz.  Blanco,  Los  Contem- 
poráneos^ serie  1.°:  "He  nacido,  si  no  me  engañan,  el  año  de  1881.  De 
donde  se  deduce  que  tengo  veinticinco  años,  es  decir,  que  estoy  en 
camino  de  perd^er  la  juventud,  esc  divino  tesoro  que  ha  llorado  nues- 
tro divino  Maestro.  Lo  que  no  sabe  usted,  y  es  muy  importante,  es 
que  he  perdido  hace  algún  tiempo  otro  divino  tesoro,  que  es  la  fe. 
Pero  en  cuanto  le  diga  que  estudié  seis  años  con  jesuítas  ((ios  en  Ca- 
rrión  de  los  Condes  y  cuatro  en  Gijón),  se  explicará  usted  fácilmente 
esta  segunda  pérdida.  He  escrito  algunas  vagas  ideologías  en  revistas 
y  periódicos,  las  cuales  no  gustaron  cosa  á  mis  enemigos  (que  tengo 
algunos,  aunque  pocos,  por  mi  desgracia),  y  muchísimo  menos  4  mis 
amigos.  He  publicado  un  librito  de  versos,  titulado  La-  Paz  del  sen- 
dero, que  ha  tenido  el  honor  de  que  se  propalara  subrepticiamente  que 
estaba  robado  de  Francis  Jamnies.  Quizá  no  escriba  más  versos,  por- 
que no  los  hallo  suficientemente  hermosos  en  ningún  autor  para  apro- 
piármelos. Tengo  en  preparación  unas  novelas,  que  acaso  no  publique 
porque  no  merece  la  pena  — fíjese  que  se  lo  digo  en  singular — .  Soy 
hombre  que  se  acomoda  bien  con  la  vida,  aunque  se  aburre  en  todas 
partes.  Ordinariamente  estoy  alegre  por  fuera.  Las  únicas  grandes 
tristezas  que  he  experimentado  en  mi  vida  han  sido  con  ocasión  de  la 
muerte  de  mi  madre,  la  de  Clarín  y  la  de  Maoliyo,  el  Espartero.''  Fué 
colaborador  de  La  Lectura,  Hojas  Selectas  (1903),  Alma  Española 
(1903),  Helios  (1903),  Blanco  y  Negro  (1903))  ABC  (1903),  El  Im- 
parcial,  España,  etc.  Conocíle  yo  á  Ramonín  en  Carrión,  viví  una  tem- 
porada en  su  casa  de  Oviedo,  donde  estuve  dos  años  recién  salido  de 
la  Compañía,  y  sigo  en  estrecha  relación  con  él  en  Madrid.  El  cariño 
como  de  padre  que  le  tengo  no  me  ciega  al  juzgarle,  y  así  diré  lo 
mismo  sus  vicios  como  sus  virtudes.  Aquel  niño,  escuchimizado  de  cuer- 
po y  amarillo  d'e  rostro,  estudiaba  siempre,  deseando  ser  el  primero  de 
su  clase,  como  de  hecho  lo  era.  Había  dentro  de  aquel  corpezuelo  una 
ambición  grande  de  sobresalir,  que  se  le  leía  en  los  ojos  vivos  y  cen- 
telleantes. A  poco  se  desenvolvieron  sus  aficiones  artísticas;  en  Ovie- 
do pintaba;  me  hablaba  admirado  de  una  puesta  de  sol,  del  verde  de 
las  praderas,  de  la  vaca  que  pastaba  filosóficamente ;  tocábamos  el  pia- 
no y  gozaba  él  comprendiendo  á  Chopín,  Mozart  y  Beethoven.  Por 
entonces  andaba  enfrascado  en  la  literatura  francesa  y  recitaba  los 
'últimos  versos  de  Rubén  con  fruición  admirativa.  El  me  llevó  á  casa 
de  Clarín,  cuyo  humorismo  educó  el  suyo  nativo  y  que  luego  acabó  de 
perfeccionar  en  Inglaterra,  donde  aprendió  á  maravilla  el  inglés,  y 
su  literatura  ha  sido  desde  entonces  la  que  más  ha  gustado.  Una  te- 
rrible desgracia  tronchó  en  flor  muchas  esperanzas,  haciéndole  volver 
precipitadamente  á  España.  Su  padre,  honradísimo  castellano,  no  supo 
sobrellevar  un  percance  comercial  de  la  casa,  una  de  las  más  nombra- 
das de  Oviedo,  en  el  cual  no  tuvo  la  menor  culpa,  y  se  suicidó.  Ra- 
món quedó  á  merced  de  los  recursos  de  su  propio  ingenio,  él,  que  es- 
taba hecho  á  vivir  á  lo  grande.  Sus  luchas  en  Madrid  por  la  vida  le 
Uan  impedido  trabajar  en  la  literatura  como  él  hubiera  deseado;  pero 


S.  XX,  1904.  RAMÓxN  PÉREZ  DE  AVALA  l3l 

ni  la  abandonó  ni  hubiera  servido  para  cosas  más  prosaicas.  Casó  con 
una  gentil  doncella  norteamericana,  á  quien  conoció  en  un  viaje  á 
Italia  en  Florencia,  idilio  que  él  cuenta  en  La  Pata  de  la  raposa.  Ra- 
món es  de  un  temperamento  artístico  exquisito  y  sensible;  tiene  las 
grandes  ambiciones  del  artista  y  es  un  lector  infatigable.  Conoce  muy 
á  fondo  las  literaturas  francesa,  italiana,  española  y,  sobre  todo,  la 
inglesa.  De  todas  ellas  ha  tomado  notables  elementos  artísticos:  de  la 
francesa,  la  sensibilidad  modernista,  juntamente  con  la  demasiada  li- 
bertad métrica;  de  la  italiana,  la  elegancia  florentina  del  Renacimien- 
to; de  la  inglesa,  el  humorismo  y  la  seriedad  de  fondo  que  hay  en 
cuanto  escribe;  de  la  castellana,  la  riqueza  y  galanura  cíel  decir  y  el 
aire  picaresco  y  zumbón  que  hace  que  si  su  humorismo  tiene  mucho 
de  inglés,  no  tenga  menos  de  castellano.  Su  defecto  capital  es  cierta 
jactancia,  nacida  óe  sus  altas  aspiraciones  y  juveniles  fervores,  y  el 
consiguiente  menosprecio  de  lo  que  otros  escriben,  si  íio  es  muy  bue- 
no. Hasta  conmigo  se  sobrepasó  á  veces  en  discusiones  estéticas  ó  de 
otro  jaez,  creyéndose  más  enterado  que  yo.  Esta  especie  de  soberbia 
se  debe,  en  parte,  al  espíritu  pedante  de  la  generación  del  98,  áe  aque- 
llos jóvenes  que  creían  no  había  habido  nada  bueno  en  España  hasta 
que  ellos  nacieron.  Es,  además,  descreído,  abandonó  y  despreció  la  Fe 
que  le  enseñaron  sus  padres  y  maestros,  por  un  acto  de  rebeldía  in- 
consciente, arrastrado  d'e  lecturas  frivolas  en  edad  en  que  sólo  hala- 
gan ideas  de  soltura  y  libertad  mal  entendida.  De  estos  dos  vicios,  so- 
berbia desmedida  y  falta  de  respeto  á  la  Religión,  el  tiempo  y  los  des- 
engaños se  cuidarán  acaso  de  curarle.  En  sus  críticas  se  mete  á  in- 
ventar originales  filosofías  estéticas,  en  las  que  á  veces  acierta  y  des- 
barra á  veces;  pero,  sobre  todo,  suele  mostrarse  apasionado  y  ligero 
en  demasía.  Es  lo  más  flaco  de  su  labor  literaria.  La  Faz  del  sendero 
fué  la  primera  obra  de  Pérez  de  Avala  y  la  primera  en  verso.  Yo  creo 
que  debiera  haber  seguido  por  ese  sendero,  pues  para  mí  es  más  poeta 
que  novelista.  Retraído  en  una  casa  de  campo  en  Asturias,  llena  la  ca- 
beza de  lecturas  modernistas  francesas,  quiso  hacer  poesías  modela- 
das en  este  extraño  troquel  de  versificación  poco  rítmica  y  que  re- 
meda artificiosamente  los  desmaños  de  nuestros  versificadores  medie- 
vales, sobre  todo  de  Berceo.  Torneemos,  como  lo  escogió  el  poeta,  el 
artificioso  troquel :  en  él  vació  el  poeta  verdadera  poesía,  poesía  sin- 
cera, que  hace  hablar  á  las  cosas,  al  campo,  á  los  animales,  á  las  vie- 
jas casas,  á  los  muebles  viejos,  poniendo  en  las  cosas  las  delicadezas 
de  sentimiento  que  el  recuerdo  de  tiempos  mejores,  de  doctrinas  y 
filosofías,  de  afectos  antiguos,  trae  al  alma  del  poeta.  Es  tanta  su 
sinceridad  afectiva,  que  parece  sencillez  berceana  lo  que,  cuanto  á 
la  forma,  es  sólo  imitación  erudita: 

"Con  sayal  de  amarguras,  de  la  vida  romero, 
Topé  tras  luenga  andanza  con  la  paz  del  sendero. 
•  Fenecía  del  día  el  resplandor  postrero.  , 

En  la  cima  de  un  álamo  sollozaba  un  jilguero.** 


l32  ÉPOCA   REGIONAL   Y  MODERNISTA   (iSSS-IQO/) 

El  pareado  suena  á  sencillez;  pero  es  monótono,  tanto  que  en  Es- 
paña sólo  se  usa  en  aleluyas,  poesía  de  niños  y  de  burlas.  Berceo  y  los 
demás  de  antaño  tomaron  el  alejandrino  con  su  machaqueo  del  pa- 
reado de  los  franceses;  los  metros  españoles  prefieren  la  rima  alter- 
nada. Va  en  la  diferencia  musical  cíe  los  idiomas:  el  castellano  es  de- 
masiado musical  para  que  nos  venga  á  martillar  el  oído  el  enfadoso 
pareado,  que  al  poco  musical  francés  le  viene  de  perlas.  Luego  las 
disonancias  buscadas  á  drede  por  los  modernistas,  á  imitación  de  los 
franceses,  en  cuya  lengua  se  dan  como  nacidas,  pueden  pasar  en  los 
viejos  y  poco  duchos  versificadores ;  en  los  modernos  saben  á  chochez 
de  viejos  que  vuelven  á  ser  niños.  Véase  esta  estrofa,  donde  la  deli- 
cadleza  del  sentir  y  la  hondura  del  pensar  corren  parejas  con  la  ñoñez 
del  cojitranquear  de  los  versos: 

"Aún  albea  su  estela,  y  es  un  resplandor  vago, 
lechoso:  diríase  el  camino  de  Santiago. 
Bajo  la  luna  en  las  praderas  sin  reproche 
las  vacas  graves  son  los  genios  de  la  noche.'' 

Lo  de  "sin  reproche"  será  una  salida  muy  mo<íernista,  que  llama  la 
atención;  pero  prosaica,  compensada,  á  Dios  gracias,  por  el  verso  final, 
que  con  su  olor  á  panteísmo  indiano,  vale  cualquier  cosa.  Poesía  ver- 
daderísima  se  halla  por  dondequiera  que  el  libro  se  abra: 

"La  parra  es  una  de  esas  pobres  parras  ancianas 
Que  pueden  verse  en  todas  las  casas  aldeanas ; 
Son  seniles,  caducas,  y  su  tronco  rugoso 
Parece   retorcerse  con  esfuerzo  penoso 
Para  tomar  el  sol;  se  acurrucan  temblonas 
Bajo  el  alero  de  las  casas  infanzonas. 
Son  viejas  frioleras,  tiritan  ateridas. 
Si  los  lobos  del  viento  salen  de  sus  guaridas." 

Por  más  que  digan,  eso  de  poner  el  acento  en  la  preposición  ^e : 
"Bajo  el  alero  dé  |  las  casas  infanzonas",  echa  á  perder  el  verso, 
porque  va  contra  el  idioma,  en  el  cual  el  acento  de  las  casas  está  en  la 
sílaba  cá;  lo  demás  es  desquiciarlo,  y  todo  desquiciamiento  es  feo,  más 
que  piensen  ó  digan  los  modernistas.  Con  versos  del  todo  españoles  y 
sin  esas  extravagancias  modernistas  hubiera  hecho  Pérez  de  Ayala  poe- 
sías maravillosas,  porque  su  sensibilidad  poética  es  grande  y  tan  gran- 
de la  generosidad  con  que  sabe  comunicarla  á  los  demás: 

"Y  así  mis  versos,  vasos  pulidos,  muy  bellos, 
ó  cántaras  de  barro,  yo  me  derramo  cu  ellos.'' 

La  hermosura  del  segundo  verso  nos  hace  olvidar  el  desgarbo  del 
primero.  En  £Z  Sendero  innumerable  falta  la  ingenuidad  de  niño,  la 
frescura  de  sentimiento  y  el  realismo  de  cosas  vistas  y  sentidas,  que 


S.  XX,  1904.  RAMÓN  PÉREZ  DE  AYALA  I  33 

inspiraron  La  Paz  del  sendero.  En  cambio,  hay  en  la  nueva  obra  más 
simbolismo,  más  idealismo,  algo  de  trascendente,  propio  de  quien  es 
más  filósofo  que  poeta.  En  su  primera  obra  fué  poeta,  con  la  más 
honda  filosofía  que  en  la  poesía  se  encierra ;  en  la  segunda  ha  sido 
filósofo  poético  ó  poeta  filósofo :  ha  querido  sacar  aquella  filosofía  en- 
cerrada en  la  poesía,  discutirla  más,  ponerla  en  primera  línea,  y  así  la 
filosofía  sobrepuja  á  la  poesía.  Lo  cual  sucede  siempre  que  el  arte  deja 
el  realismo  para  hacerse  trascendental,  idleológico,  simbólico.  Rubén 
Darío  (1913)  :  "Don  R.  P.  de  Ayala  es  un  poeta  asturiano,  pero  que 
es  castellano,  pero  que  es  cosmopolita,  joven,  luego  rico  en  primavera, 
luego  sonriente,  luego  ágil  de  pensamiento,  luego  amador  de  la  liber- 
tad, luego  soñador.  Don  Ramón  Pérez  de  Ayala  tiene  un  nombre  que 
trasciende  á  líricas  vejeces,  á  pergaminos  venerandos,  á  flores  secas 
halladas  en  un  breviario  de  arcipreste  enamoradlo  de  las  musas.  Don 
Ramón  Pérez  de  Ayala  es  un  poeta  absolutamente  del  siglo  xx,  con 
igual  educación  estética  que  nuestros  mejores  poetas  hispanoamerica- 
nos actuales,  y  con  una  hermosa  independencia  de  espíritu  que  le  hace 
decir  lo  que  quiere,  cantar  de  la  manera  más  sencillamente  posible. 
Mas  hay  que  ad'vertir  que  la  sencillez  es  en  este  caso  lo  más  dificul- 
toso. Ahora  todos  queremos  ser  sencillos...  Todos  nos  comemos  nues- 
tro cordero  al  asador  después  que  lo  hemos  tenido  encintado  en  el 
harnean  de  Versalles.  El  señor  Pérez  de  Ayala  se  expresa,  a  veces, 
con  reminiscencias  clásicas,  arando  en  el  antiguo  y  fecundo  campo  con 
los  apacibles  bueyes  de  Berceo  y  dfe  Juan  Ruiz;  y  su  arado,  de  mo- 
dernísima fábrica,  hiere  la  tierra  con  igual  virtud  que  los  venerables  y 
rudos  hierros  viejos.  He  leído  La  Paz  del  sendero,  manifestación  primi- 
genia de  esta  fragante  alma.  Tiene  el  autor  demasiado  talento  para  que 
sonriamos  ante  la  premura  de  un  dolor  fatal,  apenas  entrevisto.  Desde 
esos  primaverales  años  clama  una  voz  de  hondo  y  meditabundo  poeta, 
animado  por  el  infuso  saber,  amargo  don  del  destino.  Es  una  prima- 
vera sentimental  color  de  otoño.  Hay  después  sensaciones  rurales  y 
familiares  que  tan  solamente  pueden  compararse  á  las  de  Francis 
Jammes.  Son  cíe  una  modernidad  intensa,  y  en  su  manera  clara  y  en 
su  ingenuidad  desnuda  hay  mucho  de  lo  que  complica  en  nuestro  es- 
píritu el  acendrado  cultivo  mental.  \  Cuan  extraordinario  es  encontrar 
en  las  almas  nuevas  de  todos  los  puntos  del  mundo  la  alegría !  Pérez 
éo.  Ayala  no  es  una  excepción.  He  de  señalar,  sobre  todo,  una  cosa : 
Pérez  de  Ayala,  de  abolengo  literario  que  obliga,  es,  en  la  generación 
á  que  pertenece,  de  los  poetas  que  piensan."  R.  Pérez  de  Ayala :  La 
Paz  del  sendero,  poemas,  1904.  Tinieblas  en  las  cumbres,  nov.  1907. 
A.  M.  D.  G.,  nov.,  1910.  La  Pata  de  la  raposa,  nov.,  1912,  1917.  Tro- 
teras y  danzaderas,  nov.,  1913.  La  Paz  del  sendero  y  El  Sendero  in- 
numerable, poema  sobre  el  mar,  191Ó.  Prometeo,  Luz  de  domingo,  La 
Caída  de  los  limones,  novelas  cortas,  1916.  Las  Máscaras,  crítica  tea- 
tral, 1917.  Hernán  encadenado,  notas  de  un  viaje  á  los  frentes  del 
Isonzo,  La  Carnia  y  El  Trentino,  1917.  Política    y   toros,    1918.   Las 


1 54  ÉPOCA  REGIONAL  Y  MODERNISTA   (1888-I907) 

Máscaras,  t.  II,  1919.  Consúltese  Andr,  González  Blanco,  Los  Con- 
temporáneos, I.*  serie.  Paris. 

Solano  y  Polanco:  La  Tonta^  novela,  Madrid,  1904,  1917.  Amor  de 
pobre,  id.,  1906.  Las  Domadoras,  comedia,  1910.  VíarCrucis,  en  verso, 
y  otras  poesías  en  periódicos.  Romancero  de  Cervantes,  premiadb,  19 16. 

Es  Pérez  Curis  im  temperamento  fuertemente  artístico,  un  gran 
talento  y  un  incansable  trabajador.  Tres  cualidades  que  hubieran  he- 
cho de  él  un  enorme  literato  y  un  artista  notable.  Pero  es  el  tipo  del 
americano  que,  por  inquina  á  la  tradición  española  y  á  la  Religión,  se 
entrega  en  cuerpo  y  alma  ai  espíritu  literario  francés,  queriendo  ha- 
cer literatura  castellana.  Es  discípulo  de  Vargas  Vila,  como  él  ateo  y 
tal  se  proclama,  sin  venir  á  cuento,  en  El  Marqués  de  Santillana,  cíon- 
de,  cegado  de  su  inquina  á  lo  español  y  católico,  da  palos  de  ciego  á 
Menéndez  y  Pelayo,  Amador  de  los  Ríos,  Cejador,  etc.,  é  interpreta 
por  manera  extravasante  el  carácter  del  Marqués.  Es  obra  escrita  en 
buen  castellano  y  tiene  observaciones  minuciosas,  mayormente  sobre 
técnica  métrica,  asunto  en  el  cual  es  verdadtera  autoridad.  Tiene  Pérez 
Curis  fama  de  poeta  muy  decadente  y  afrancesado,  que  cree  aristo- 
cratizarse huyendo  de  las  voces  castizas  y  familiares,  de  los  metros 
castellanos  tradicionales,  de  la  claridad,  naturalidad  y  sencillez  y 
busca  lo  afectado,  lo  precioso,  lo  extraño,  lo  francés,  lo  del  hastío  y 
malhumor  de  que  hacen  gala  las  musas  de  Francia.  Sobre  El  Marqués 
de  Santillana  véase  el  juicio  crítico  de  J.  Juderías  en  La  Lectura,  1917, 
405-410,  que  contrasta  con  el  de  R.  Menéndez  Pidal,  en  la  siguiente 
carta  á  Pérez  Curis  (2  abr.  1917),  por  éste  publicadfa:  "Muy  distin- 
guido señor  mío :  Perdone  usted  no  le  haya  agradecido  antes  el  envío 
de  su  excelente  obra  acerca  del  Marqués  de  Santillana.  La  falta  de 
tiempo  me  pone  en  el  trágico  dilema  de  escoger  entre  proseguir  mis 
largos  trabajos  ó  cimiplir  con  mi  correspondiencia,  y  ésta  casi  siempre 
es  la  preterida.  Sólo  ahora,  en  estas  vacaciones  de  Semana  Santa, 
hallo  alfifo  de  tiempo  para  despacharla.  Eso,  claro  es,  que  no  quita  que 
haya  leído  con  mucho  gusto  y  provecho  su  libro  en  cuanto  lo  recibí, 
saboreando  en  él  el  buen  gusto  constante  y  la  erudición  guiadora.  Muy 
bien  venido  es  su  trabajo,  enderezador  cíe  los  tuertos  de  varios  que  se 
llaman  críticos.  Largamente  hablé  de  usted  con  Enrique  de  Mesa  en  uno 
de  nuestros  frecuentes  paseos  por  la  Sierra  de  las  Serranillas.  Le  da 
enhorabuena  muj^  cordial  y  se  ofrece  de  usted  atento  servidor  y  amigo." 

Francisco  Contreras,  Mercure  de  France,  núm.  481,  año  1918: 
"M.  Pérez  y  Curis,  uruguayo,  es  un  letrado  inquieto  y  vehemente,  de 
una  fogosidad  que  llega  algunas  veces  á  la  improvisación,  y  de  un  ar- 
dor que  confina  á  menudo  con  la  violencia.  Se  ha  manifestado  como 
poeta  vibrante  y  flúicío,  aunque,  por  momentos,  poco  intenso  y  des- 
colorido; y  como  comentador  cíe  la  producción  literaria,  entusiasta  y 
bien  intencionado,  aunque  frecuentemente  apasionado  y  poco  justo. 
Enemigo  del  clasicismo,  ha  dicho  que  "el  culto  de  la  tradición"  es 
"absurdo",  y  que,  por  consiguiente,  "no  debe  aconsejarse  á  nuestros 
"jóvenes  que  necesitan  un  campo  ilimitado  donde  desarrollar  sus  facul- 


S.  XX,    1904.  MANUEL  PÉREZ  CURIS  135 

"tades";   mientras  que,  adversario  de  toda  crítica  severa,  ha  escrito 
que  nadie  tiene  el  derecho  de  censurar,  porque  eso  significa  "matar  en 
"flor   las  nobilísimas  aspiraciones  de  la  juventud  que    sueña".    Muy 
laborioso,  ha  sostenido  cíurante  varios  años  una  revista  pequeña,  pero 
selecta,  Apolo,  publicación  de  vanguardia,  que  defendía  la  noble  causa 
de  la  libertad  del  arte  y  del  pensamiento.  A  la  vez  ha  publicado  algu- 
nas colecciones  de  poemas,  La  Canción  de  las  crisálidas,  El  Poema  de 
la  carne,  Heliotropos,  Alma  de  idilio,  expansiones  líricas   fáciles,  ar- 
moniosas, de  su  alma  tierna  y  violenta,  ó,  como  él  diría,  de  su  "corazón 
"de  pájaro  zahareño".  Ha  formadlo  una  colección  de  impresiones  crí- 
ticas, Por  jardines  ajenos,  fulminantes  diatribas  contra  los  que  él  llam.a 
"los  neocríticos"  de  su  país,  y  loas  entusiastas  de  ciertos  nuevos  es- 
critores sudamericanos  ó  españoles  de  méritos    relativos    y  muy   di- 
ferentes.  Pero  he  aquí  que  este  escritor  revolucionario  y  apasionado 
acaba  de  publicar  un  libro  sobre  una  de  las  más  altas  figuras  de  la 
vieja  literatura  castellana,  trabajo  sólido,  concienzudo,  que  le  ha  colo- 
cado de  golpe  en  la  primera  fila  de  nuestros  verdaderos  críticos  nuevos. 
Esto  no  nos  ha  sorprendido,  porque  si  este  escritor "d'e  real  talento  ha 
incurrido  en  excesos,  fué  por  horror  de  todo  lo  que  significa  traba  y  por 
fervor  hacia  todo  lo  que   es  estimulante   para  los  esfuerzos   sinceros 
de  los  jóvenes.  Su  nuevo  libro.  El  Marqués  de  Santillana,  Iñigo  López 
de  Mendosa,  es  un  estudio  profundizado  y  completo,  en  el   cual  nos 
presenta  al  gran  poeta  castellano  del  siglo  xv  como  hombre  en  su  vida 
individual  (biografía),  en  sus  relaciones  con  la  sociedad  (medio  y  épo- 
ca), y  como  escritor  bajo  su  triple  aspecto  de  creador  (poeta  original), 
de  renovador  (ad'aptante  de  nuevas  formas  en  la  poesía  castellana)  y 
de  reproductor  (imitador  del  alegorismo  italiano).  Y  todo  esto  con  un 
método  riguroso,  extendido  á  los  más  sutiles  aspectos,  v  una  minucio- 
sidad escrupulosa,  llevada  á  los  detalles  más  mínimos.  Pero  él  va  más 
lejos  aún.  Al  mismo  tiempo  que  juzga  por  su  propia  cuenta,  comenta 
los  juicios  de  todos  los  críticos  que  escribieron  sobre  su  autor:  A.  de 
los  Ríos,  B.  Sanvisenti,  Menéndez  y  Pelayo,  J.   Cejador,  Fitzmaurice 
Kelly,  Ticknor,  etc.  De  manera  que  su  obra  es,  además  de  un  acabado 
estudio  sobre  el  ilustre  autor  de  las  Serranillas,  un  comentario  com- 
pleto de  su  vasta  bibliografía ;  lo  que  la  hace  preciosa  para  quien  hoy 
desee   ocuparse   de  aquella   persona.  Por  desgracia,  su  temperamento 
apasionado  hace  incurrir  á  las  veces  á  M.  Pérez  y  Curis,  no  diremos 
en  errores,  en  exageraciones  de  juicio  que  perjudican  sus  conclusiones 
generales.  Así  se   esfuerza  en  diemostrarnos   que   López  de  Mendoza 
introdujo  el  endecasílabo  en  nuestra  literatura  y  que  fué  hábil,  si  no 
extraordinario,  sonetista.  Es  verdad  que  fué  el  primero  en  hacer  en 
castellano  ese  verso;  pero  si  el  título  de  iniciador  debe  darse  á  aquel' 
que  ha  sabido  adaptar  y  generalizar  una  forma  nueva,  él  corresponda 
á  Boscán.  Es  igualmente  exacto  que  dejó  algunos  bellos  sonetos;  pero 
hizo  más  desmañados,   introduciendo,   además  de  versos  imperfectos, 
endecasílabos  llamados   provcnzales,  juzgados,   con  razón   ó  sin   ella, 
impropios  y  dactilicos,  que  el  mismo  Pérez  y  Curis  considera  como  ta- 


1 36  ÉPOCA  REGIONAL  Y  MODERNISTA   (1888-I907) 

les,  Ó  rimando  separadamente  dos  versos  del  segundo  cuarteto  según 
el  esquema  ABBA-ACCA,  que  ciertamente  no  constituye  una  inno- 
vación sino  un  relajamiento.  Asimismo  M.  Pérez  y  Curis  emplea  en 
el  comentario  de  los  críticos  de  su  autor  un  tono  violento,  mordaz  ó, 
por  lo  menos,  incivil,  inconveniente  en  un  trabajo  que,  como  es  natu- 
ral, debiera  ser  sereno.  Además,  hace  ostentación,  entre  otras  ideas 
extremas,  de  un  antipatriotismo  que  lo  induce  en  error."  Man.  Pérez 
Curis :  La  Canción  de  las  crisálidas.  El  Poema  de  la  carne,  Monte- 
video, 1905.  Heliotropos,  poesías,  ibid.,  1906.  Rosa  Ígnea,  cuentos,  ibid, 
1906.  Alma  de  idilio  y  Rimas  sentimentales,  ibid.,  1909.  Por  jardines 
ajenos  {Letras  hispanoamericanas),  -Barcelona,  191 1.  El  Poema  de  los 
besos,  París,  1912.  Páginas  de  estética:  I,  Arquitectura  del  verso,  Pa- 
rís, 1913.  El  Gesto  contemplativo,  poesías,  París,  1914.  Etica  del  Pan- 
fletismo,  1914.  El  Marques  de  Santillana,  estudio  crítico,  1916.  La  Epo- 
peya de  la  vida  (en  prensa). 

Véase  esta  composición  de  Armando  Vasseur :  "Si  |  dentro  de  Ti  | 
irradia  algún  sol  |  de  CoU  |  y  Vehí  |  no  admitas  la  col  |  ni  |  la  i !  |  — Y  |: 
si  I  alguien  protesta?  |  — Le  riegas  la  cresta.  |  — Con?  |  — Perdón. —  ¡ 
Pi,  I  Pü..."  Por  supuesto,  que  para  que  versos  haya  debiera  escribii- 
se:  "Si  dentro  de  Ti  |  irradia  algún  sol  de  Coll  y  Vehí,  |  no  admitas 
la  col  ni  la  i !  |  Y  si  alguien  protesta?  |  — Le  riegas  la  cresta.  |  — Con? 
— Perdón. —  Pi,  Pi!"  Léanse  en  El  Vino  de  la  sombra  (!)  las  páginas 
37-38,  135-147,  etc.  "Evocar"  dicen  los  modernistas.  ¿  Qué  evoca  este 
verso? :  "Imagen  peregrina,  digna  de  un  nuevo  cul !"  Raúl  Montero  Bus- 
tamante,  El  Parnaso  Oriental,  1905 :  "Su  inspiración  dual  ha  cantado 
con  igual  originalidad  las  mórbidas  sutilezas  de  su  refinada  psicología 
ó  los  tonos  objetivos,  amplios  y  universales.  Su  musa  sentimental  co- 
noce el  secreto  de  exteriorizar  con  arte  las  vagas  sensaciones  de  las 
almas  inquietas.  Empezó  su  carrera  literaria  en  la  Prensa  argentina. 
Sus  versos  se  hallan  dispersos  en  diarios  y  revistas  del  Continente.  Es 
un  escritor  de  estilo,  que  también  se  ha  preocupado  de  los  grandes 
problemas  sociales."  Arm.  Vasseur:  Cantos  augúrales,  Montevideo, 
1904.  Cantos  del  Nuevo  Mundo,  ibid.,  1907;  Valencia,  1912.  A  flor  de 
alma,  1908.  El  Memorial,  prosas  rítmicas,  Madrid,  1908.  Cantos  del 
Otro  y  Yo,  1909.  El  Libro  de  las  Horas,  cuentos.  Nuestra  Señora  de 
la  Tentación,  nov.  Atlántida,  poema.  El  Vino  de  la  sombra,  Madrid, 
1918.  Prosas,  de  Soren  Kierkegaard,  trad.,  Madrid,  1918.  Fantasmas 
de  la  China  y  del  Japón,  de  Lafcadiio  Hearn,  trad.,  1918.  Estudios  de 
liter.  ingl.  é  ital.,  de  Federico  Olivero,  trad.,  1918.  Gloria,  aventuras 
peregrinas,  Madrid,  i9if.  De  profundis.  El  Alma  del  hombre,  Máximas, 
Madrid,  1919. 

186.  Año  1P04.  Pedro  Mata  y  Domínguez  (n.  1875-), 
madrileño,  nieto  del*  doctor  Pedro  Mata,  fué  redactor  de  El  Es- 
pañol (1901),  Agencia  Fabra  (1902),  El  Nacional  (1903);  es- 
cribió novelas  y  estrenó  algunas  piezas  dramáticas.  Culto  escri- 


S.    XX,    1904.   PEDRO   MATA  Y   DOMÍNGUEZ  1 3/ 

tor,  que  conoce  bien  las  tierras,  costumbres  y  habla  popular, 
como  agudo  observador;  sabe  mover  los  afectos  y  maneja  el 
idioma  con  corrección,  facilidad  y  elegancia,  sin  efectismos  ni 
melindres.  Es  de  la  sana  escuela  de  Palacio  Valdés,  á  quien 
más  se  parece,  sin  llegarle  en  el  nei'vio  y  color  de  caracteres  y 
situaciones;  pero  es  joven  todavía  y  puede  hacer  mucho  por  ir 
muy  bien  encaminado.  La  Goya  es  bonito  drama,  de  realidad  y 
sentido. 

Ramón  Gómez  de  la  Serna^  espíritu  inquieto,  curioso  y 
siempre  á  caza  de  novedades  y  maneras  artísticas  desusadas  y 
raras,  muy  amigo  de  Silverio  Lanza,  cuyas  obras  editó  y  estu- 
dió con  honda  penetración ;  fué  el  último  modernista  dirigiendo 
Prometeo,  cuando  todos  habían  ya  abandonado  sus  teres  de 
marfil.  Hoy  es  excelente  escritor,  suelto,  humorístico,  que  des- 
cribe aspectos  madrileños  con  novedad  y  gracia  original.  Di- 
ríase poseer  un  microscopio  particular  para  agrandar,  dar  re- 
lieve y  llamar  la  atención  sobre  las  menudencias  en  que  los  de- 
más no  reparan,  hacer  sutiles  observaciones  sobre  ellas  y  edi- 
ficar una  filosofía  amena  é  instructiva  sobre  nonadas.  Colabora 
con  Variaciones  ú  obserA- aciones  candorosas  acerca  de  Madrid 
al  día  en  La  Tribuna,  desde  1919. 

Isaac  Muñoz  Llórente  (n.  1885-),  malagueño,  estudió  en 
el  vSacro-Monte  y  en  la  Universidad  Central  Filosofía  y  Letras, 
después  en  la  Escuela  Superior  de  Argel  y  en  la  Universidad 
del  Cairo ;  archivero,  redactor  del  Heraldo  de  Madrid,  donde  es- 
cribió crónicas  sobre  Marruecos.  Tiene  exaltación  lírica,  en 
prosa,  del  alma  castellana,  es  adorador  de  la  imagen,  oriental  por 
educación  y  enamorado  de  todo  lo  semítico,  de  estilo  pintado 
de  arabescos  y  fuerte  colorido. 

18  7,  Ramón  María  Tenreiro,  La  Lectura,  1913  (nov.) :  "Pedro 
!M.'\ta  es  uno  de  los  escritores  mozos  que  con  mayor  garbo  rasguean 
hoy  con  la  pluma  por  los  ámbitos  de  la  prosa  castellana;  sabe,  además, 
traducir  en  sus  diálogos,  con  muy  viva  justeza,  los  giros  y  maneras 
del  habla  popular  de  los  Madriles  y  conoce  á  maravilla  la  vida  y  cos- 
tumbres d!e  ciertas  alimañas  de  la  baja  fauna  social  cortesana.  Con  es- 
tos elementos,  en  Cuesta  ahajo,  y  más  aún  en  La  Catorce  (su  mejor 
obra  en  cuanto  yo  conozco),  ha  acertado  á  componer  un  relato  palpi- 
tante de  realidad,  d'enso  de  ambiente,  hasta  el  punto  de  que  muy  pocos 
de   los  escritos  novelescos  publicados  recientemente   merecen   compa- 


1 38  ÉPOCA   REGIONAL   Y  MODERNISTA   (1888-IQO7) 

rársele:  á  las  mejores  narraciones  chulas  de  Pedro  de  Rtpide  habría- 
mos de  ascender  para  encontrarle  pareja.  Semejantes  condiciones  ha- 
cen que  Pedro  Mata  sea  hoy  el  más  fiel  discípulo  (salvo  en  fecundi- 
dad) de  la  escuela  artística  de  don  Benito  Pérez  Galdós,  tal  como  se 
manifestó  en  Tormento,  Fortunata  y  Jacinta  y  otras  Novelas  españo- 
las contemporáneas  de  la  época  puramente  realista  del  venerado  maes- 
tro." "Mi  ideal  (dice  en  carta  al  autor)  es  de  una  simplicidad  primitiva. 
Creo  en  la  juventud,  en  el  amor,  en  el  bien  y,  sobre  todo,  en  la  alegría 
de  vivir.  Creo  en  la  justicia  inmanente  é  inexorable  de  la  vida.  Creo 
que  toda  la  filosofía  de  la  humanidad  se  puede  compendiar  en  dos  as- 
piraciones: perfeccionar  la  moral  y  mejorar  el  bien  vivir:  hacernos 
más  felices  y  más  buenos.  Este  es  mi  ideal  artístico  como  "finalidad". 
Como  procedimiento,  también  es  muy  sencillo :  interés,  ingenuidad,  sin- 
ceridad, emoción...  Nada  más."  P.  Mata:  Ganarás  el  pan,  nov.  premia- 
da, Barcelona,  1904,  1919.  La  Catorce,  Madrid,  1913.  Corazones  sin  rum- 
bo, nov.,  1916.  Un  grito  en  la  noche,  nov.,  1918.  Cigarrillos  del  Duque, 
nov.,  1918.  Para  ella  y  para  ellas,  versos,  1919.  Novelas  cortas :  Ni  amor 
ni  arte,  1907.  Cuesta  abajo,  1908.  La  Celada  de  Alonso  Quijano,  1909.  El 
Misterio  de  los  ojos  claros,  1912.  Los  Cigarrillos  del  Duque,  1913.  Tea- 
tro: El  Deber,  com.  (con  Ricardo  J.  Catarineu),  1906.  La  Otra,  comedia, 
(con  id.),  1907.  En  la  boca  del  lobo,  dr.,  1909.  La  Coya,  dr.,  1910.  La 
Sombra,  dr.  (con  Catarineu),  191 1.  Uno  menos,  dr.,  1912.  El  Torren- 
te, com.,  1913. 

Gómez  de  la  Serna,  en  carta  al  autor:  "No  me  acuercío  cuándo 
nací,  ni  lo  he  podido  encontrar.  Ideal  artístico,  ninguno.  (Ninguno,  por 
no  incurrir  en  uno.)  Quizás  nace  todas  las  mañanas  y  muere  todas  las 
noches.  Un  respeto  que  me  enmudece  he  recogido  en  mí  ante  este  ideal 
tan  repentino  y  tan  mortal,  no  consintiendo  en  perpetuar  el  cíe  hoy  so- 
bre el  de  ayer  ó  el  de  mañana."  Cansinos  Assens,  Las  Esciiel.  liter., 
1916,  pág.  292:  "Después  de  1900  no  hay  otra  verdadera  noved'ad  li- 
teraria sino  la  aparición  de  este  joven.  Con  Ramón  Gómez  de  la  Serna 
vuelve  á  encenderse  una  nueva  antorcha  de  entusiasmo  puro  y  á  mani- 
festarse una  nueva  voluntad  de  arte.  Ramón  Gómez  de  la  Serna  es 
el  continuador  auténtico  de  las  intenciones  modlernistas,  el  joven  en 
quien  esas  intenciones  ya  cansadas  vuelven  á  hacerse  prolíficas  con 
nuevo  y  acrecido  vigfor  y  en  cuya  obra,  de  entrelazadas  y  audaces  lí- 
neas, se  entrevén  nuevas  buenas  venturas  artísticas.  Con  Ramón  Gó- 
mez de  la  Serna  se  anuncian  las  nuevas  promesas  y  presagios.  El  sen- 
tidío  estético  en  que  se  aquietan  los  primeros  furores  de  los  noveten- 
tistas  se  enriquece  en  la  obra  de  este  escritor  con  nuevas  voluntades. 
El  nos  anuncia  las  últimas  veleidades  literarias,  el  nuevo  anhelo 
de  los  futuristas  de  Marinetti.  Su  obra  literaria  se  corresponde  con  las 
nuevas  tendencias  pictóricas  de  cubistas  é  integrales.  Es  algo  que  su- 
pera ya  nuestra  más  alta  ambición  estética,  y  hasta  podría  decirse  nues- 
tra más  amplia  facultad  de  comprender.  Es  ima  obra  verd*aderamente 
pánica,  de  cuyo  afán  de  representación  nada  queda  excluido  y  en  que 
ningún  aspecto  de  las  cosas  es  olvidado  por  el  artista.  Gómez  de  la. 


S.    XX,    1904.   RAMÓN    GÓMEZ    DE    LA  SERNA  I  Sg 

Serna  tiene  la  miracía  de  los  cubistas  frente  al  modelo.  Aspira  á  in- 
terpretar el  dinamismo  de  la  vida  y  á  reflejar  la  vida  como  un  torbelli- 
no de  átomos  materiales  ó  sentimentales.  Su  mundo  de  la  representa- 
ción es  asi  un  mundo  abigarrado  é  inquieto,  en  el  que  todas  las  cosas 
se  manifiestan  casi  simultáneas,  casi  como  se  ofrecerían  á  la  vista  de 
los  nautas  aéreos.  Su  obra  es  como  una  ciudad  en  la  que  todas  las  ave- 
nidas pudiesen  verse  con  una  sola  mirada  y  el  transeúnte  no  tuviese 
nunca  delante  un  muro  aislador.  La  visión  parcial,  embellecida  por  la 
intención  y  expresada  en  formas  extáticas  de  perfección  absoluta ;  la 
visión  parcial  que  creó  los  géneros  literarios  y  las  especies  zoológicas, 
es  sustituida  aquí  por  una  visión  total  en  que  los  fenómenos  efímeros 
no  son  retenidos  por  una  predilección  que  los  elige  para  dar  su  peren- 
ne sentido  al  momento,  sino  fijados  un  instante  para  lanzarlos  de  nue- 
vo, con  su  interpretación  literaria  — tal  las  moscas  que  los  niños  cazan 
y  sueltan  luego  con  una  banderita  de  papel —  al  torbellino  de  la  vidla, 
que  nunca  descansa,  según  la  representación  epicúrea.  Alcánzase  así 
una  literatura  que  tiene  la  simultaneidad  de  la  cinta  cinematográfica. 
Pero  las  palabras  no  pued^en  proyectarse  al  mismo  tiempo,  como  las 
imágenes,  sino  que  se  coordinan  sucesivamente,  en  teorías  que  han  de 
guardar  el  sosiego  obligado  dfe  los  cortejos.  No  pueden  mostrársenos 
al  mismo  tiempo  como  se  muestran  las  figuras  de  una  danza.  Nuestra 
atención  es  serial,  y  no  simultánea.  Así,  esa  variedad  de  aspectos  é 
instantes  que  se  nos  manifiestan  al  mismo  tiempo,  como  granados  en 
enormes  racimos,  y  no  sucesivamente,  fatigan  y  desorientan  nuestra 
atención,  y  la  obtención  de  la  síntesis  se  malogra  y  frustra  en  tan  pro- 
fusa variedad  efe  detalles.  Gómez  de  la  Serna  ha  llevado  hasta  su  ultimo- 
límite  el  gusto  del  análisis,  que  se  manifestó  en  la  generación  del  900, 
como  consecuencia  del  espíritu  escéptico  de  los  escritores  del  98.  Su 
estilo,  cortado  por  tantos  incisos,  cortado  por  tantas  intenciones  sinuo- 
sas, prolongacío  en  tantas  direcciones  opuestas,  que  recuerda  los  planos 
de  las  modernas  ciudades,  cansa  las  atenciones  más  ágiles  y  se  hace 
fatigoso  y  árido.  Habría  que  verlo  también  desde  un  aeroplano.  Su  obra 
supera,  por  esto  mismo,  en  muchos  momentos,  los  límites  de  una  obra 
estética,  para  confundirse  en  una  rara  nebulosa  de  intenciones.  Es 
como  un  árido  cúmulo  de  mazorcas  que  será  preciso  tuncíir  y  desgra- 
nar, antes  de  gustarlas.  Algo  de  esto  ya  lo  ha  hecho  el  autor  mismo, 
creando  esas  greguerías,  en  que  las  estrellas  de  su  nebulosa  brillan  ais- 
ladas, claras  y  distintas,  como  las  primeras  estrellas  vespertinas.  Coin- 
cidencia notable  que  este  estilo  profuso  y  difuso,  que  por  el  ansia  del 
análisis,  y  quizá,  mejor  dicho,  por  un  anhelo  extraviado  de  una  ab- 
soluta síntesis,  se  fructifica  en  largas  y  entralazadas  marañas  verbales, 
sea  la  última  forma  literaria  la  que  deba  corresponder,  como  expre- 
sión representativa,  al  vértigo  con  que  en  nustros  días  se  ama  y  se 
vive  y  se  muere,  y  la  que  haya,  de  ofrecer  sus  líneas  estéticas  á  ese 
anhelo  de  brevedad  en  todo,  que  ya  en  1900,  con  Manolo  Machado.  rr<ó 
entre  nosotros  el  impresionismo  literario,  cuya  aspiración  era  descri- 
bir las  cosas  con  palabras   efímeras  y  breves  como   gestos."  Azorín, 


140  ÉPOCA  REGIONAL  Y  MODERNISTA  (1888-1907) 

A  B  C,  ag.  1917:  "Ramón  Gómez  de  la  Serna  pudiera  titularse  psicó- 
logo de  las  cosas.  Una  greguería  abarca  una  página,  media  página, 
ocho  líneas,  dos  líneas.  La  base  de  la  greguería  es  la  observación  es- 
crupulosa, fina,  delicada,  de  la  realidatí.  Enamorado  Gómez  de  la  Ser- 
na de  los  escritores  raros  (como  Silverio  Lanza,  Santos  Alvarez,  Ros 
de  Olano,  etc.),  se  a])arta  (íe  sus  procedimientos  en  este  rasgo  funda- 
crupulosa,  fina,  delicada,  de  la  realidad.  Enamorado  Gómez  de  la  Ser- 
na quiere  hacer  algo  distinto  de  los  géneros  literarios  creados;  pero 
si  ellos  principian  por  deformar  la  realidad,  Gómez  de  la  Serna  se 
apoya  precisamente  en  la  observación  escrupulosa  de  las  cosas  y  dte 
la  vida.  Todas  las  cosas  imaginal)lcs,  en  efecto,  todos  los  tipos,  todos 
los  aspectos  del  vivir  diario  pasan  por  la  pluma  de  nuestro  autor;  y 
sobre  los  detalles  exactos,  fidelísimos,  de  ese  panorama  del  mundfo,  Gó- 
mez de  la  Serna,  interpretándolos,  haciéndonos  ver  su  espíritu,  fabri- 
ca su  original  y  sutil  greguería."  R.  Gómez  de  la  Serna:  Entrando  en 
fuego,  santas  inquietudes  de  un  colegial,  Mad'rid,  1904.  Morbideces, 
vivisección  espiritual,  1907.  El  Concepto  de  la  nueva  literatura,  confe- 
rencia, 1909.  La  Utopía,  dr.,  1909.  Cuento  de  Calleja,  dr.,  1909.  El  Co- 
frccifo  encantado,  1900.  El  Drama  del  palacio  deshabitado,  1909.  Mis 
siete  palabras,  1910.  El  Laberinto,  1910.  La  Bailarina,  pantomima.  191  t. 
El  Libro  mudo,  191 1.  El  Teatro  en  soledad,  dr.,  1912.  El  Lunático,  dr., 
1912.  El  Ruso,  1913.  Ruskin  el  apasionado,  1913.  Tapices.  1913.  El  Doc- 
tor Inverosímil.  1914.  El  Rastro^  191 5-  Primera  proclama  de  Pombo, 
1915.  Segunda  proclama  de  Pombo,  1916.  La  Viuda  blanca  y  negra, 
1917.  Greguerías,  1917.  Senos,  1917.  Pombo,  1917.  El  Circo,  1917.  Sil- 
veris  Lanza,  Páginas  escogidas  é  inéditas,  1918.  Muestrario,  1918.  Nue- 
vas historias  extraordinarias,  de  Edgar  Poe,  trad.,  1918.  El  Crimen  de 
lord  Arturo  Saville,  Anécdotas  de  (Osear)  Wilde,  1919.  Consúltese 
A.  Reyes,  R.  G.  de  la  Serna,  1918  (en  Hispania). 

Cansinos  Assens,  Las  Escnel.  liter.,  1916,  pág.  156:  "Lsaac  Muñoz 
fué  entre  nosotros,  desde  el  primer  instante,  el  príncipe  oriental,  so- 
ñador y  fastuoso...  Pero  este  príncipe  oriental,  que  venía  cíel  Oriente 
y  traía  la  nostalgia  de  su  luz,  de  sus  fragancias  y  de  sus  veladas  be- 
llezas, había  pasado  antes  por  Grecia  divina  y  por  Roma  heroica.  Ha- 
bíase iniciado  en  los  ritos  bellos  y  crueles  que  comparten  el  Oriente 
semita  y  el  Oriente  ario  y  habíase  adoctrinado  en  las  escuelas  de  Pla- 
tón. Y  bajo  el  arco  del  Triunfo  romano  había  hablad'o  largamente  con 
D'Annunzio.  Su  mentalidad  era  la  de  un  ario...,  se  adhiere  desde  lue- 
go á  la  legión  de  los  preciosistas,  que  acaudilla  don  Ramón  cíel  Valle- 
Tncllán,  y  toma  de  ellos  su  amor  á  la  palabra  bella,  á  los  sabios  en- 
garces de  gemas...,  el  gusto  por  las  decoraciones  antiguas,  por  los 
neologismos,  por  la  Edad  Media  enorme  y  delicada,  y  también  acaso 
algo  de  la  aridez  y  sequedad  de  sus  damasquinados  verbales.  Así  en 
Alma  infanzona  y  en  Morena  trágica,  obras  acerbas,  llenas  d'e  diabo- 
lismo,  de  altivez  y  de  noble  aire  antiguo.  Y  al  Biismo  tiempo  rinde  su 
tributo  circunstancial  al  erotismo  de  los  Zamacois  y  los  Trigo,  á  la 
voluptuosidad  moderna...  Suntuosidad  y  erotismo  son  las  virtudes  pre- 


S.    XX,    1904.    RAFAEL   PAMPLONA   Y   ESCUDERO  I4Í 

dominantes  de  este  escritor,  que  en  cada  uno  de  sus  libros  supera  los  más 
tendidos  y  fructuosos  esfuerzos  de  los  preciosistas...  Pocos  escritores 
modernos  tan  ricos  de  imágenes,  de  metáforas,  de  toda  clase  de  sun- 
tuosas figuras  retóricas...  Sus  bengalas,  sus  gemas,  sus  fuegos  no  se 
agotan  nunca...  Por  esta  condición  es,  efectivamente,  un  oriental.  Pero- 
este  oriental  posee  también  la  nobleza  d'e  la  línea,  la  mesura  lati»a,  y 
es  un  latino,  en  suma.  La  inquietud  d'annunziana,  el  rinnovarsi  o  mo- 
riré, la  teoría  de  la  superación,  aprendida  por  D'Annunzio  de  Nietz- 
sche  y  tracíucida  en  versos  claros,  es  la  inquietud  que  alienta  estas  obras 
de  decorado  oriental  y  semita,  en  esta  literatura  que  recuercki  la  de 
los  gnósticos...  En  libros  como  La  Fiesta  de  la  sangre  canta  el  placer 
y  la  belleza  de  la  crueldad,  y  en  cuyos  libros  amatorios,  como  Lejana 
y  perdida,  se  exalta  el  amor  en  sus  formas  más  desgarradoras  y  tor- 
turantes... Ese  anhelo  de  tragedia  por  la  belleza  de  las  víctimas  inmo- 
ladas no  puede  ser  nunca  oriental,  aunque  se  le  exprese  con  versículos 
coránicos...  Libro  de  las  victorias,  evangelio  de  energías  occidentales  y 
modernas,  no  obstante  su  lema  coránico  y  su  consagración  á  la  fatali- 
dad islámica."  Isaac  Muñoz :  Vida,  nov.,  1904.  Voluptuosidad,  nov., 
1905.  Libro  de  las  victorias,  diálogo  sobre  las  cosas  y  sobre  el  más  allá- 
de  las  cosas,  1908  (de  donde  parece  haber  sacado  Ricardo  León  su  Es- 
cuela de  los  sofistas).  Morena  y  trágica,  nov.,  1909.  Alma  infanzona,  no- 
vela, 1910.  La  Fiesta  de  la  sangre,  nov.,  1912.  Ambigua  y  cruel,  nov.  si- 
ria, 1912.  La  Agonía  del  Mogrcb,  1912.  En  el  país  de  los  cherifes,  191.3. 
En  tierras  de  Yebala,  1913.  La  Corte  de  Teluán,  1913.  Lejana  y  perdi- 
da, nov.,  1914.  Esmeralda  de  Oriente,  nov.  ynogrcbí,  1914.  El  Jardín  de 
los  deseos,  poesías  de  Sid  Mojand,  trad.,  1914.  Los  Ojos  de  Astartc.  La 
Sombra  de  una  Infanta. 

188.  Año  ipo4.  Rafael  Pamplona  y  Escudero  (n.  1865-), 
zaragozano,  abogado,  político  y  vicepresidente  del  Ateneo  de 
Zaragoza,  publicó  excelentes  novelas,  harto  más  de  estimar  que 
muchas  de  las  que,  por  escribirse  en  Madrid  por  jóvenes  ó  se- 
ñores arrimados  á  la  prensa  ó  pertenecientes  á  las  sociedades  de 
bombos  mutuos,  han  sido  trompeteadas  á  todo  viento.  Novelis- 
ta de  robusto  temple  y  sano  realismo,  cual  suelen  ser  los  escri- 
tores aragoneses,  más  empeñados  en  ejy^resar  con  ahinco  la  ver- 
dad que  en  barnizarla  y  a*n  disfrazarla  á  poder  de  fantásticos 
adornos,  descripciones  interminables,  idealismos  nebulosos  y 
floripondios  poéticos,  ha  sido,  como  los  demás  de  su  tierra  y 
comúnmente  los  escritores  de  provincias,  tan  poco  conocido  en 
la  Corte  cuan  digno  de  serlo.  Sobrio  en  el  describir,  va  derecho 
al  desenlace,  aunque  sin  precipitaciones,  antes  con  la  calma  que 
supone  la  vida  provinciana  de  los  personajes  que  describe  y  del 


I4S  ÉPOCA   REGIONAL  Y  MODERNISTA   (1888-I907) 

íjue  los  describe;  pintando  de  paso  las  costumbres  regionales 
y  apuntando  consideraciones  sociológicas  nada  intempestivas. 
El  intento,  sano,  sin  pretensiones  didácticas;  el  estilo,  natural 
y  llano;  el  lenguaje,  castizo  y  regional,  cuando  hace  hablar  á 
las  gentes  del  pueblo.  Los  aires  afectados  del  modernismo  y  de 
lo  extranjero  no  han  llegado  á  estos  escritores  alejados  de  Ma- 
drid, que  siguen  la  tradición  literaria  nacional,  perfeccionando 
los  procedimientos  y  afinando  el  gusto  estético  sin  alharacas  ni 
aspavientos,  sin  extravagancias  en  la  forma  ni  monstruosida- 
des éticas  en  el  fondo,  antes  dejándose  correr  por  los  carriles 
naturales  del  tradicional  realismo  español  y  empapando  sus  obras 
en  la  sana  moral  del  cristianismo,  la  cual  les  hace  descubrir  la 
hipocresía  y  demás  lacras  morales  del  vivir  en  los  pueblos,  que 
conservando  las  superficiales  prácticas  de  la  religión  llevan  den- 
tro la  podre  de  todos  los  vicios  propios  del  abandono,  la  miseria 
y  la  decadencia  de  la  nación. 

Baldomero  Lillo  (n.  1867-),  de  Lota  (Chile),  enfermizo, 
criado  en  las  minas  de  carbón  de  piedra,  leyó  después  novelas 
europeas  y  comenzó  á  escribir  viviendo  ya  en  Santiago  (1899) 
como  empleado  de  una  Compañía  de  seguros.  Es  hermano  de 
Samuel,  con  quien  frecuentó  la  bohemia  y  las  tertulias  litera- 
rias, adonde  acudían  Dublé  Urrutia,  Brenes,  Mesen,  Bórquez 
Sclar,  Gana,  Labarca  Hubertson,  Prieto  Molina,  Pezoa  Velis, 
García  Monje,  Gamboa,  Pérez  Kallens,  Cabrera,  Pedro  Antonio 
González.  Escribió  sus  primeros  cuentos  Casa  mayor,  Juan  Fa^ 
riña  (premiado)  y  publicó  su  primer  libro  sobre  los  sufrimien- 
tos de  los  mineros,  Suh  térra.  Supo  de  penalidades  por  sí  y  por 
los  que  le  rodeaban,  y  vivió  lo  que  contó.  Pasó  por  desengaños  y 
amarguras  y  amargóse  su  natural,  haciéndose  escéptico ;  pero  no 
tanto  que  mancillase  la  serenidad  y  sano  humor  de  su  tempera- 
mento artístico,  merced  á  lo  férreo  y  sufrido  de  su  voluntad, 
bien  que  á  veces  estalle  con  el  fervor  de  un  compasivo  apóstol 
de  corazón  magnánimo  que  defiende  á  los  humildes.  En  algunos 
pocos  cuentos,  como  en  el  casi  autobiográfico  Tienda  y  trastien" 
da,  es  regocijado,  fresco,  agudo  y  humorista  á  lo  Dickens ;  en 
Mis  vecinos  llega  á  mordaz  satírico  y  maneja  el  cómico  fino. 
Ensayóse  en  lo  alegórico  con  Juan  Fariña  y  El  rapto  del  soL 
Lillo  fué,  en  suma,  el  primero,  y  es  uno  de  los  mejores  cuentis- 


S.   XX,    1904.   LUIS  MARTÍNEZ    KLEISER  I /[3 

tas  sudamericanos,  sobrio  y  realista,  honrado  y  sincero,  puntual 
obsen^ador  y  narrador  sentido  de  las  miserias  humanas. 

Juan  Blas  y  Ubide  (n.  1852-),  de  Calatayud,  estudió  Dere- 
cho y  Filosofía  y  Letras  en  Zaragoza  y  Madrid,  dióse  á  la  abo- 
gacía y  á  la  enseñanza  privada  en  su  ciudad  natal.  A  los  cin- 
<:.uenta  de  su  edad  publicó  Sarica  la  Borda,  en  la  Revista  de  Ara- 
gón, Zaragoza,  1903-04,  1904;  después  El  Licenciado  de  Esco* 
bar,  ibid.,  1905 ;  posteriormente  una  colección  de  cuentos  ara- 
goneses titulada,  del  primero  de  ellos,  Las  Caracolas,  Zarago- 
za, 1909.  Si  hubiera  continuado  cultivando  la  novela,  no  hay 
duda  que  Aragón  tendría  en  Blas  y  Ubide  su  gran  novelista  re- 
gional; de  todos  modos,  las  muestras  que  dio  bastan  para  apre- 
ciar su  temperamento  realista,  sano,  sencillo  y  candoroso,  ene- 
migo de  complicar  la  trama  con  artificios  y  episodios.  Clara  y 
limpia  visión  de  la  realidad,  puntual  pintura  de  paisajes,  tipos  y 
costumbres  de  los  pueblos  ribereños  del  Jalón,  no  sin  su  punta 
de  ironía,  en  estilo  llano  y  lenguaje  regional. 

Antonio  Velasco  Zazo  (n.  1884-),  madrileño,  pintor  y  no- 
velista de  costumbres  de  la  gente  del  bronce  y  chulapona  de  Ma- 
drid antes  de  Répide,  escribe  en  estilo  y  lenguaje  llano,  con 
poca-  complicación  de  trama,  á  brochazos,  describiendo  lugares  y 
tipos  generales  más  bien  que  tallando  caracteres.  Ha  escrito  tam- 
l)ién  para  el  teatro.  Si  no  trabajara  tan  de  prisa,  sino  conden- 
sando y  desmenuzando  las  almas,  sería  un  gran  novelista;  pero 
sólo  rasguña  la  superficie. 

José  Fabio  Garnier  (n.  1884-),  de  Esparta  (Costa  Rica)» 
estudió  en  el  Liceo  Humanidades,  Ingeniería  y  Arquitectura  en 
Bolonia  (1904-10),  y  antes  (1905)  había  publicado  en  su  tierra 
su  primera  novela  La  Primera  sonrisa  (1904).  Luego,  La  Escla' 
va  (1905),  y  en  Italia  se  dio  á  la  crítica  Hteraria  y  al  teatro  del 
género  ibseniano.  Dirigía  en  19 12,  en  San  José,  la  revista  Cor- 
delia,  de  cultura  femenina,  y  colaboró  en  Nosotros.  Es  profesor 
de  Matemáticas  en  el  Liceo  de  Heredia  y  miembro  del  Ateneo  de 
■Costa  Rica.  Vale,  sobre  todo,  por  su  crítica  perspicaz  y  honda, 
fundada  en  vastos  conocimientos  literarios.  Su  prosa  es  castiza, 
natural,  propia  y  digna. 

Luis  Martínez  Kleiser  (n.  1883-),  madrileño,  poeta  del 
gusto  antiguo,  de  pasmosa  habilidad  en  la  métrica,  sobre  todo 


144  ÉPOCA   REGIONAL  Y  MODERNISTA   (18S8-I907) 

del  soneto,  ha  publicado  novelas  de  estilo  natural,  descriptivas 
al  menudeo  y  no  sin  alguna  chispa  de  humorismo,  aunque  acaso 
con  demasiada  charla  del  autor,  que  embaraza  el  paso  con  con- 
sideraciones filosóficas. 

Carlos  González  Peña,  mejicano,  excelente  novelista,  ob- 
servador puntual  y  certero,  de  estilo  acicalado. 

189.  No  sé  que  la  crítica  madrileña  haya  hablado  de  Pamplona: 
no  vive  en  Madrid,  y  esa  es  la  razón,  ó  digamos  sinrazón,  de  la  crí- 
tica cominera  madrileña.  Sin  embargo,  hubo  en  1903  un  concurso  de 
novelas  en  la  casa  Henrich.  Del  Jurad'o  fué  Galdós.  Salieron  premia- 
dos:  i.°,  Pedro  Mata;  2.°,  Mariano  Turmo  Baselga;  3.°  Rafael  Pam- 
plona ;  4°,  Ricardo  Carreras ;  5.°,  Martínez  Sierra ;  6.°,  Magdalena  San- 
tiago Fuentes,  etc.  Fundó  la  Biblioteca  Argensola.  Fantasio  ha  escrito  : 
"Don  Rafael  Pamplona  Escudero  es  un  narrador  vigoroso,  sobrio,  cla- 
ro. La  personalidad  del  señor  Pamplona  es  en  extremo  interesante. 
En  esta  época,  en  que  con  todo  amor  se  cultiva  en  literatura  la  fili- 
grana, es  encantador  tropezar  con  una  obra  fuerte,  con  acción  y  con 
interés,  en  que  el  id'ioraa  se  cuida  solamente  lo  preciso  para  que  no 
suene  mal,  en  que  el  estilo  no  está  hecho  á  fuerza  de  palabras,  sino  á 
fuerza  de  espíritu.  Tal  es  el  caso  del  señor  Pamplona,  escritor,  en 
este  aspecto  de  lo  narrativo,  muy  á  la  manera  de  Maupassant,  que 
cuenta  con  singular  soltura  graves  y  menudos  acontecimientos,  y  que 
en  su  cuento  sabe  poner  todos  los  atractivos  de  la  amenidad  y  el  inte- 
rés." R.  Pamplona :  Cuarí^  de  inválidos,  Barcelona,  1904.  Engracia, 
Mad'rid,  1905.  Tierra  prometida,  ibid.,  1906.  El  Camino  de  los  ciegos,^ 
Zaragoza,  1908.  Boda  y  mortaja,  INIadrid.  1909.  Juegos  de  damas,  ibid., 
1910.  Los  Pueblos  dormidos,  Zaragoza,  1911.  El  Hijo  de  Parsifal,  Ma- 
drid, 1912.  El  Asalto  de  Fuerte  Aventin,  ibid.,  1912.  El  Cura  de  misa 
y  olla,  ibid.,  1916.  Don  Martín  el  Humano,  ibid.,  1918. 

Armando  Donoso,  Los  Nuevos,  1912,  pág.  34:  "Sus  cualidades 
(de  Baldomcro  Lillo)  sobresalientes :  observación  constante,  emoción 
humana  hasta  el  dolor  y  sobriedad'  descriptiva...  Es  un  milagro  de 
sinceridad  y  de  estudio  austero.  Este  hombre,  que  sabe  del  sabor  amar- 
go de  la  vida,  pues  ha  vivido  intensamente  el  dolor  ajeno  y  el  propio 
dolor,  escribe  más  por  desahogo  sentimental  que  no  por  necesidad  li- 
teraria... Después  de  los  treinta  años  comenzó  á  rehacer  en  sus  cuen- 
tos el  recuerdo  de  su  vida,  con  la  tranquila  sobriedad  de  quien  se  dis- 
pone á  narrar  una  historia  ajena  á  toda  pretensión  de  supervivencia 
literaria.  Hay  en  cierta  época  ¿e  la  vidia  de  Lillo  un  paréntesis  dolo- 
roso, del  cual  data  un  escepticismo  reposado  y  la  franca  amargura  de 
su  carácter...  Sin  embargo,  en  abierta  lucha  contra  todos  sus  dolores, 
ha  mantenido  su  virilicíad  intelectual  enhiesta  sobre  una  voluntad  fé- 
rrea... A  pesar  del  sano  humor  que  campea  en  sus  cuentos  y  de  cier- 
tos arranques  bizarros  de  su  vida,  B.  L.  es  un  estoico  á  su  manera.... 


S.    XX,    1904^,    AXTONIO    VELASCO   ZAZO  14^ 

En  cierta  manera,  los  ejemplos  de  Tourgueneff  y  de  Tolstoi  orientaron 
á  Lillo  hacia  el  naturalismo  glorificador  del  dolor  humilde  y  de  la  tra- 
geá'ia.  de  la  vida  cotidiana...  Lillo  no  es,  en  verdad,  un  rebelde,  como 
pud'ieran  acusarlo  las  apariencias,  sino  un  compasivo,  dueño  de  un 
gran  corazón.  Por  eso  el  dolor  del  sufrimiento  ajeno  ha  echado  tan 
hondas  raíces  en  su  espíritu,  encontrando  en  su  pluma  un  medio  de 
propalarlo  á  los  cuatro  vientos  con  la  energía  de  un  canto  de  bronce 
imperecedero.  En  contraposición  con  el  literato  doloroso  que  se  com- 
place en  evocar  todas  las  más  negras  miserias  de  la  tierra,  está  en  Li- 
llo el  humorista  regocijado,  fresco  y  oportuno...  Sus  descripciones  de 
paisajes  están  encuadradas  en  el  marco  de  una  sencillez  maupassantiana, 
exenta  de  todo  artificio  y  complicación. . . ;  su  sello  de  sinceridad!  úni- 
ca..., la  sobriedad  descriptiva  de  sus  cuentes...,  en  su  afán  de  ser  real 
y  vigoroso  hasta  la  máxima  simplicidad,  Lillo  no  ha  cuidado  el  estilo.'* 
S'tib  térra,  Santiago,  1904,  1917.  Sub  solé,  ibid.,  1907.  Consúltese  Ar- 
mando Donoso,  pról.  á  Sub  térra,  1917. 

Andrés  González  Blanco,  Hist.  nov.,  pág.  847:  ^^Sarica  la  Borda... 
(de  Blas  y  Ubide)  es  una  novela  verdaderamente  realista  en  el  trazo 
de  las  figuras,  en  las  situaciones,  en  el  (íesenlace,  hasta  en  el  diálogo, 
que  es  fonográfico  y  muy  conmovedor...  Se  siente  un  hálito  de  pro- 
vincia, el  surco  que  dejan  muchos  años  de  trabajo  y  de  quietud  anti- 
cortesana. Hasta  en  el  desenvolvimiento  de  la  acción  hay  placidez  y 
sosiego.  En  El  Licenciado  Escobar...  el  principal  defecto  es.  á  mi  ver.» 
el  lenguaje  hasta  cíesaliñado  y  antiliterario...  Otro  pequeño  defecto 
es  la  ironía,  que  pretende  ser  fuerte  y  nunca  llega,  ni  con  mucho,  al 
strong  htmiour  de  im  Thakéray...  Mas  ¿qué  significan  estos  levísimos 
defectos  frente  á  las  resultantes  bellezas  del  libro?...  Se  caracteriza 
este  novelista  por  la  honrada  y  simple  anotación  de  la  verdad,  por  el 
realismo  estricto...  ese  arte  de  los  que  ven  el  mundo  exterior  y  lo 
transcriben  fielmente,  sin  agregarle  ni  modificarle  en  nada...  Sólo  los 
picarescos  y  los  que,  como  Pereda,  y  ahora  este  nuevo  novelista,  les 
suceden,  pueden  llamarse  con  verdad  realistas...,  exclusión  de  todo  lo 
que  sea  idea,  lirismo,  simbolismo...  Escribe  en  lenguaje  castizo...,  rae- 
nos  arcaico  (que  Pereda)...,  más  desaliñado...  Es  psicólogo  de  los  que 
penetran  en  lo  más  recóndito...  Tiene...  el  d^on  de  lo  patético..." 

Velasco  Zazo:  Sangre  joven,  novela,  1904.  El  Teatro  por  dentro, 
artículos  y  biografías,  1906,  Mujer  de  teatro,  nov.,  1908.  La  Esencia 
de  lo  chulo,  ley.,  1908.  Las  Chulas  de  Morería,  ley.,  191 1.  Del  barrio, 
moro,  ley.,  191 1.  Espejo  de  picaros,  nov.,  1912.  La  Rubia  de  Naranje- 
ros, nov.,  1913.  La  Villa  de  Manzanares,  artículos  de  otro  tiempo,  1913. 
La  Flor  de  la  corte,  artículos  de  otro  tiempo,  T9T4.  La  Majeza  de  mi 
tiempo,  nov.,  1915.  A  tontas  y  a  locas,  nov.,  1916.  El  Madrid  de  Alfon- 
so XIII,  memorias,  1917,  1918.  Anales  y  rutinas  de  Madrid,  1919.  Aquel 
Madrid  y  aquellos  días,  1919.  Teatro:  Andrés,  cuadro  dramático,  1902. 
Hacia  la  cumbre,  impresión  dramática,  1906.  La  Reina  de  los  Mayos, 
zarzuela,  191 1.  Mal  vivir,  drama,  1912.  Vidas  sombrías,  drama,  1912. 

TOMO   XII.  — 10 


146  ÉPOCA  REGIONAL   Y   MODERNISTA   (1888-I907) 

El  Chavalillo,  saínete  lírico,  1914.  El  Saínete  y  don  Ramón  de  la  Cruz, 
conferencia,  1914.  Tonadillas  y  comediantes,  conferencia,  1915. 

J.  Fabio  Garníer:  La  Primera  sonrisa,  nov.  (1904).  La  Esclava,  no- 
vela (1905).  Perfume  de  belleza,  crítica  literaria,  Valencia,  1909.  Lite- 
ratura patria,  1914.  La  Vida  inútil,  artíc.  liten,  1909;  París,  1915.  Mor- 
nuel  ligarte,  crítica,  1909.  Parábolas  (s,  a.).  Para  el  teatro:  El  Re- 
torno, dr.  (trad.  del  ital.).  La  Ultima  escena,  com.  La  Renuncia,  dr.  La 
Sombra  de  la  hermana,  com.  La  Enemiga,  dr, ;  todos  del  género  ibse- 
niano.  Teatro,  t.  I,  Costa  Rica,  1912.  Pasa  el  ideal,  dial.,  1918.  Boccac- 
cesca,  1918. 

Martínez  Kleiser,  en  carta  al  autor:  "Me  hace  usted  la  bond'ad  de 
rogarme  que  en  breves  y  publicables  párrafos  le  describa  lo  que  yo 
entiendo  por  ideal  artístico,  y  á  la  verdad  que  es  forzoso  encerrarse 
en  la  morada  del  espíritu  para  poder  satisfacer  cumplidiamente  á  su 
demanda,  en  medio  de  tan  encontradas  tendencias  y  pretendidas  for- 
mas de  arte  como  fatigan  la  edad  en  que  alcanzamos  la  gracia  de  la 
vida.  La  mayoría  de  ellas  me  parecen  desprovistas  de  ideal  artístico, 
aunque  nutridas  ricamente  de  ideales  menos  nobles  y  más  positivos. 
Parece  arte  artificial  ese  que  se  fabrica  á  espaldas  de  la  realidad,  bus- 
cando preconcebidamente  en  la  extravagancia  el  estilo  propio,  sustitu- 
yendo la  inspiración  por  el  estudio,  ensuciando  á  sabiendias  los  timbres 
de  sus  glorias  con  los  humos  de  la  ind'ustria  y  avergonzando  con  rui- 
nes procederes  artísticos  la  clara  prosapia  de  su  estirpe.  Para  mí  el  ideal 
artístico  surge  del  amor  al  arte  por  el  arte,  del  culto  á  la  verdad  y  á 
la  belleza,  de  la  abstracción  de  todas  las  escuelas  y  de  la  concentra- 
ción de  todos  los  sentimientos ;  para  mí,  el  ideal  artístico  es  crear  á  solas 
con  las  musas,  como  colaborando  con  los  ángeles,  á  distancia  de  la 
imitación  y  de  la  copia,  en  un  semiolvido  de  la  teoría  y  con  una  no  per- 
dida ó  reconquistada  virginidad  espiritual,  obras  que  al  pisar  los  um- 
brales del  mundo  arrastren  consigo  el  título  de  su  propia  soberanía. 
El  arte  es  un  ideal;  el  ideal  artístico  es,  por  tanto,  ideal  de  ideales, 
que  sólo  se  engendra  en  la  región  de  los  sueños.  Devolver  á  la  vida 
real  una  realidlad  después  de  asimilada  por  el  espíritu  y  refundida  en 
el  crisol  de  una  visión  artística,  es,  en  resumen,  para  mí  el  ideal  del 
arte."  L.  Martínez  Kleiser:  Rarezas,  tiovela  (1904),  Esteban  Rampa, 
novela  (1905).  El  Vil  metal,  novela  (1906).  La  Obispilla,  novela.  El 
mundo  novelado  de  Pereda,  conferencia  (1907).  De  hondos  sentires, 
poesías  (1915).  Cantares  que  lloran,  comedia  (1915).  Petición  difícil, 
monól.  (1917).  Cuartillas  de  antaño   (1917). 

Alfonso  Reyes,  Rubén  Darío  en  México,  1916:  "Apenas  la  novela 
tradicional  tiene  un  campeón  en  González  Peña,  hombre  de  férrea 
voluntad,  trabajador  infatigable,  que  intenta  reflejar  las  inquietudes 
contemporáneas  en  una  novela  concebida  según  la  manera  de  Flau- 
bert."  pstrenó  El  Huerto,  dr.,  Méjico,  1904.  De  noche,  nov.,  ibid.,  1905. 
La  Chiquilla,  nov.,  ibid.,  1906;  Madirid,  1909.  La  Musa  bohemia,  nov.. 
Valencia,  1910.  Conferencia  sobre  Lizardi,  en  Conferencias,  Méjico, 
1910.  El  Hidalgo  del  amor,  nov.,  Méjico,  1918. 


I 


S.  XX,   1904.  PEDRO  MUÑOZ  SECA  1 47 

190.  'Año  IP04.  Pedro  Muñoz  Seca  (n.  1881-),  del  Puerto 
de  Santa  María  (Cádiz),  autor  del  género  chico,  á  menudo  del 
andaluz,  escribe  bien  y  tiene  verdadera  gracia,  sobresaliendo  en 
la  pintura  de  costumbres.  Los  que  fueron  (1916)  es  diálogo  pre- 
cioso; El  roble  de  La  jarosa,  hermosa  comedia,  con  atisbos  trá- 
gicos. Ha  compuesto,  además,  un  sinfín  de  obrillas  disparata- 
das, de  astracán,  que  llaman,  que  dan  dinero  y  están  fuera  del 
arte;  pero  puede  esperarse  mucho  de  su  despierto  ingenio,  por- 
que en  ellas  lo  hay  y  muy  envidiable,  bien  que  medianamente 
administrado.  En  la  parodia  hace  portoitos,  como  La  Vengan- 
za de  Don  Mendo,  donde,  además,  la  riqueza  de  versificación  es 
admirable. 

José  León  Pagano,  argentino,  verdadero  hombre  de  letras 
y  trabajador  serio,  pintor,  crítico  literario,  de  arte  y  de  teatro, 
en  que  sobresalió  principalmente,  se  dio  después  a  escribir  dra- 
mas con  menos  fortuna ;  algo  ibsenianos  y  oscuros  los  primeros, 
con  no  pocas  inverisimilitudes  ó  escaso  interés  los  más.  Es,  con 
todo,  de  los  que  más  han  hecho  adelantar  la  dramaturgia  ar- 
gentina. 

191-  P.  Muñoz  Seca:  El  Contrabando,  saín.,  1904.  De  halcón  á 
balcón,  entr.,  1905.  La  Casa  de  la  juerga,  sain.  lír.,  1906.  Una  lectura, 
entr.,  1906.  Celos,  entr.,  1907.  Las  Tres  cosas  de  Jerez,  zarz.,  1907.  El 
Lagar,  zarz.,  1907.  A  prima  fija,  entr.,  1907.  El  Niño  de  San  Antonio, 
sain.  lír.,  1907.  Floriona,  jug.,  1907  (del  fr.).  Los  Apuros  de  don  Cleto, 
jug.,  1907.  Mentir  á  tiempo,  entr.,  1908.  El  Naranjal,  zarz.,  1908.  Don 
Pedro  el  Cruel,  zarz.,  1908.  El  Fotógrafo,  jug.,  1909.  El  Jilguerillo  de 
los  Parrales,  sain.,  1910.  La  Neurastenia  de  Satanás,  zarz.,  1910.  Mari 
Nieves,  zarz.,  191 1.  Tentaruja  y  compañía,  pasillo,  191 1.  Por  petene- 
ras, sain.  lír.,  191 1.  La  Canción  húngara,  zarz.,  1911.  El  Medio  am- 
biente, com.,  19 12.  Coba  fina,  sain.,  19 12.  Las  Cosas  de  la  vida,  juguete, 
1912.  La  Nicotina,  sain..  1912.  Trampa  y  cartón,  jug.,  1912.  La  Cucaña 
de  Solarillo.  zarz.,  1913.  El  Modelo  de  virtudes,  jug.,  1913.  Lopes  de 
Coria,  jug.,  1914.  El  Bien  público,  sátira,  1914.  El  Incendio  de  Roma. 
jug.,  1914.  El  Pajarito,  com.,  1914.  El  Paño  de  lágrimas,  jug.,  1914. 
Fúcar  XXI,  dispar,  cóm.,  1914.  Pastor  y  borrego,  jug.,  1915.  La  Niña 
de  las  planchas,  entr.  lír.,  1915.  Cachibache,  sain.  lír,,  1915.  Naide  es 
ná,  sain.  lír.,   1915.  El  Roble  de  Lajarosa,  com.,   1915.  Lolita  Tenorio, 

1916.  Los  que  fueron,   1916.  Doña  María  Coronel,  1916.  El  Príncipe 
Juanón,   i()iy.  El   Ultimo  Bravo,  1917.  Hugo    de   Montreux,  melodr.. 

1917.  El  Marido  de  Engracia,  sain.  (con  Pérez  Fernández),  1917.  Trai- 
ción,  igiy.  El  Rayo,  jug.  (con  López  Núñez),  1917.  El  Sueño  de  Val- 


148  ÉPOCA  REGIONAL  Y   MODERNISTA   (1888-I907) 

divÍQ,  1917.  Albi-Melen  (con  Pérez  y  Fernández),  1917.  Jhon  y  Thum^ 
1917.  El  Ul'timo  pecado,  1917.  Adán  y  Evans,  monól,,  1917.  Aires  de 
campo,  zarz.  (con  Pérez  Fernández),  19 18.  El  Voto  de  Santiago,  com. 
(con  id.),  1918.  Los  Pergaminos,  com.,  1918.  Garabito,  1918.  Im  Barba 
de  Carrillo,  1918.  La  Fórmula  3  K  ',  1918.  La  Verdad  de  ¡q  mentira, 
com.  (con  Pérez  Fernández),  1918.  De  rodillas  y  a  tus  pies,  entr.  (con 
id.,  1918).  Los  Rífenos,  entr.  (con  id.,  1918).  El  Teniente  alcalde  de 
Zalamea,  jug.  (con  id.,  1918).  El  último  pecado,  com.  1918.  La  Vengan- 
za de  don  Alendo,  parod.,  1918.  Trianerías,  sain.  (con  Pérez  Fernández 
y  \'ives),  1919.  La  Casona,,  tragicom.,  1919.  Las  Verónicas,  opereta  (con 
Pérez  Fernández),  1919.  El  Mal  rato,  entr.  (con  Pérez  Fernández),  1919. 
Faustino,  com.,  1919.  La  Razón  de  la  locura,  1919.  Los  Amigos  del 
alma,  1919.  Ei  Colmillo  de  Buda,  com.,  1919. 

J.  León  Pagano:  Al  través  de  la  España  literaria,  Barcelona,  1904, 
2  vols.  El  Parnaso  Argentino,  ibid.,  1904.  Federico  Nietzsche,  1905.  Más 
allá  de  la  vida,  dr.,  1906,  El  Dominador,  id.  La  balada  de  los  sueños, 
id.,  1906.  Nirvana,  com.,  1906.  Almas  que  luchan,  com.,  1906.  Más  allá 
de  la  vida,  dr.,  1906.  Cómo  estren-an  los  autores,  crónicas  de  teatro, 
Barcelona,  1908.  Los  Astros,  dr.,  1916.  La  Ofrenda,  dr.,  El  Halcón,  dr., 
1916.  El  Secreto  de  los  otros,  dr.,  1917.  El  Sobrino  de  Malbrán,  1918. 
El  Santo,  el  filósofo  y  el  artista,  1918. 

192.  Año  1904.  The  Spanic  Society  of  America  fué  fundada  en  18 
de  mayo  de  1904  por  Archer  Milton  Huntington,  en  el  Parque  Audu- 
bon,  de  Nueva  York,  con  350.000  dólares  como  fondos  de  la  institución, 
cuyo  fin  es  el  establecimiento  de  una  Biblioteca  pública  y  un  Museo  é 
institución  cultural,  destinados  á  difundir  el  estudio  de  los  idiomas,  lite- 
ratura é  historia  de  España  y  Portugal,  editar  publicaciones  y  fomentar 
el  conocimiento  de  los  países  de  origen  ibérico.  Consta  la  Sociedad  His- 
pánica de  cien  socios  ordinarios,  elegidos  entre  norteamericanos  ó  ex- 
tranjeros que  se  hayan  distinguido  por  sus  servicios  á  España  ó  Portu- 
gal en  el  campo  de  las  letras,  de  las  ciencias  ó  de  las  artes.  Los  socios 
correspondientes  y  honorarios  son  en  número  ilimitado.  El  edificio  se 
inauguró  en  1908.  La  Sociedad  edita  Bibliographie  Hispanique,  anual; 
Bibliotheca  Hispánica,  obras,  y  Revue  Hispanique,  trimestral;  las  tres 
dirigidas  por  Foulché-Delbosc. 

Jorge  Cirot,  francés,  hispanófilo  el  más  entendido  en  Historia  ác 
España,  cuyos  trabajos  son  de  ineludible  consulta,  publicó  Les  His- 
toires  genérales  d'Espagne  entre  Alphonse  X  et  Philippe  H,  Burdeos. 
1904.  Mariana  historien,  ibid.,  1904.  La  Chronique  Léonaisc,  1909  y 
1911,  1914  y  1916  (en  Bullet.  Hispan.).  Chronique  latine  des  rois  de 
Castille,  1912-13  (en  Bullet.  Hispan.),  Burcteos.  1913.  Apéndices,  1917- 
18  (en  Bullet.  Hisp.).  De  operibus  historiéis  lohannis  Aegidii  Zamo- 
rensis  (fase.  I  de  la  Bibliotheca  latina  medii  aevi),  Burdeos,  1913.  Ar- 
tículos sobre  Mariana  (Bullet.  Hispan.,  1904,  1912,  1917),  Higuera 
(1906),  Alfonso  de  Falencia  (1909),  Ocampo  (1914),  Berreras  (1918), 
Gil  de  Zamora  (1914).  Artículos  sobre  ser  y  estar  (Mélangcs  Brunot), 


S.  XX,  1904.  ARTURO  AMBLARD  I49 

París,  1904,  sobre  los  arcaísmos  de  Mariana  (Mélanges  Chabaneau, 
Romanische  Forschungen,  1907,  y  Bullet.  Hisp.,  191 1).  Recherches  sur 
les  Juifs  espagnols  et  portugais  á  Bordeaux,  1906-1909  (B-ullet.  Hisp.), 
Burdeos,  1909.  Les  Juifs  de  Bordeaux  leurs  situations  niorale  et  sociale 
de  j¿5o  á  la  Révolution,  1909-1918  {Rev.  historique  de  Bordeaux).  Ar- 
tículos en  la  Revue  Pédagogique  sobre  l'enseignement  primaire  en  Es- 
pagne  (1910),  sobre  le  role  des  professeurs  de  langues  vivantes  dans 
l'enseignement  du  frangais  et  sur  la  néccessité  du  latin  (191 1).  Biblio- 
graphies  et  comptes  rendtis  en  el  Bullet.  Hispan.,  1899-1918. 

Alberto  María  Carreño,  mejicano,  eruditísimo  escritor  en  asuntos 
económicos  é  históricos,  publicó  muchas  obras  de  este  género  desde 
1904,  biografías  sueltas  y  trabajos  filológicos,  todos  los  cuales  puedfen 
verse  en  el  hermoso  libro  Fray  Miguel  de  Guevara  y  el  célebre  sánelo 
castellano  '^No  me  mueve^  mi  Dios,  para  quererte",  Méjico,  1915,  en 
donde  sostiene  ser  su  autor  aquel  fraile  agustino.  Don  Victoriano 
Agüeros  y  mis  primeros  ensayos  de  escritor,  1912.  Documentos  relacio- 
nados con  la  Historia  de  México  existentes  en  la  nueva  Biblioteca  pú~ 
Mica  de  Nueva  York,  1912.  Compendio  de  la  historia  de  la  Real  Ha- 
cienda de  N.  España,  escrito  en  el  año  d'e  1794  por  J.  Maniau,  Méjico, 
1914.  Los  Jefes  del  Ejercito  mejicano  en  184/,  ibid.,  1914.  Vocabulario 
de  la  lengua  Mame,  Méjico,  1916.  Clearco  Meonio.  Breves  noticias  acer- 
ca del  ilustrísimo  señor  don  Joaquín  Arcadia  Pagaza,  1919. 

193.  Año  1904.  Abul-Bagi,  argentino,  publicó  Armonías  y  reben- 
cazos, 1904.  Reincidencias,  1905-09. — José  Acebal  González  publicó 
Roja  y  pinta,  novela,  Madrid,  1904. — R.  Aguirre  publicó  Los  Innomi- 
nados, nov.,  Barcelona,  1904. — Abel  Alarcón  (n.  1881-),  boliviano, 
publicó  Pupilas  y  cabelleras.  La  Paz,  1904.  Insomnio,  prosa,  ibid.,  1905. 
Litigio  paraguayo-boliviano,  ibid.,  1905,  De  mi  tierra  y  de  mi  alm'O, 
cuencos,  ibid.,  1906.  El  Imperio  del  Sol,  poesías,  ibid.,  1909.  En  la  corte 
de  Yahvar-Huacac,  nov.  incásica,  Valparaíso,  1916.  La  Literatura  bo- 
liviana (i 545-1916),  N.  York,  1917  {Rev.  Hisp.).  Gitanjali,  trad.  de  Ra- 
bindra  Nath  Tagore,  Madrid,  1917  {Calece.  Cervantes). — Lino  Alonso 
Alda  estrenó  El  Huérfano  de  Madrid,  dr.,  Santiago  de  Chile,  1904. — 
Adolfo  Alegret  publicó  El  Monasterio  de  Poblet,  Barcelona  (1904). — 
Enrique  Alvarez  Henao,  colombiano,  poeta  del  desengaño,  escribe  con 
soltura  y  donaire,  con  cierta  sonrisa  en  los  labios  al  contemplar  la  va- 
nidad de  todo,  porque  todo  pasa.  Acabados  son  sus  sonetos  La  Abeja 
y  Los  Tres  ladrones.  Publicáronse  sus  poesías  en  Biblioteca  Apolo,  nú- 
meros II,  31,  34;  una  fechada  en  1904. — Rafael  Alvarez  García  es- 
trenó La  Ventana  del  jazmín,  boceto,  Sevilla,  1904. — Sabino  F.  Alva- 
rez publicó  Ante  Dios  y  el  hombre,  lamentos  del  trabajo,  poema  en  dos 
libros  y  catorce  cantos,  Madrid,  1.  I,  1904;  1.  II,  1906. — Ricardo  Allué, 
de  Valladolid,  abogado,  redactor  d^  periódicos  de  provincias,  como  El 
Norte  de  Castilla,  de  Valladolid,  publicó  Junto  al  camino,  crónicas, 
1904. — Arturo  Amblard,  senador  en  Madrid  (1915),  publicó  Notas 
colonialci,    Madrid,    1904,    obra    imparcial    y   elocuente. — Juan    Julio 


1 5o  ÉPOCA   REGIONAL  Y  MODERNISTA   (l888-iq07) 

Amor  Calzas  publicó  Curiosidades  históricas  de  la  ciudad  de  Huete, 
Madrid,  1904.  Faldas,  aprop.,  1909. — José  Antich  publicó  Andrógino, 
poema,  Barcelona,  1904.  Egoísmo  y  alttutsmo,  1906. — Postales  de  An- 
TÓFiLO,  poesías,  Cáceres,  1904. — Francisco  Antón  y  Casaseca^  zamo- 
rano,  red'actor  de  El  Correo  de  Zamora  (1899...),  gran  conocedor  del 
arte  castellano,  prosista  ameno,  fluido  y  castizo,  publicó  los  cuadros 
regionales,  pintados  con  brío,  Llanura,  novelita;  El  Nidal  de  la  raza  y 
'De  la  vida  de  un  segundón.  Además,  El  Coro  de  la  Catedral  de  Zamo- 
ra,  1904.  El  Arte  rotnánico  en  Zamora,  Valladolid,  1918. — Fr;\ncisco 
Arce,  gloriosamente  herido,  con  once  heridas,  en  Santiago  de   Cuba, 
publicó,  además  de  sobre  Jurisprudencia,  Pasionales,  cuentos,  Madrid, 
1904;  Habana,  1914.  La  Calatrava,  nov.,  1905.  Impresiones  sobre  Gua- 
temala,  Guatemala,   1907. — Mariano   Armengol,  por  seud.   Verdugui- 
llo, en  El  Toreo  (Barcelona,  1889),  publicó  Secreto  punible,  drama,  Lo- 
groño,   1904. — Arpas  cubanas,  poetas  contemporáneos.  Habana,    1904, 
pról.  de  Conde  Kostia,  de  29  poetas. — Alfredo  Arvelo  Larriva,   de 
Barinitas  (Venezuela),  poeta  de  los  mejores  de  su  tierra,  descriptivo, 
colorista  y  vivo,  publicó  Enjambre  de  ruinas.  Ciudad  dt  Bolívar,  1904, 
Sones  y  Canciones,  Caracas,  1912. — La  Marquesa  de  Ayerbe  publicó 
El  Castillo  del  Marqués  de  Mos  en  Sotomayor,  Madrid,  1904;  Ponte- 
vedíra,  1905. — José   Bañares    y   Magán    publicó   Napoleón  I  y  Napo- 
león III,  Soria,    1904.  Cisneros  y  Richelieu,  Pontevedra,   191 1. — Leo- 
poldo Basa,  gallego,  buen   novelista,  veloz  en  el   desenvolvimiento  y 
bastante  psicólogo,  de  lenguaje  limpio    y    expresivo,    publicó  Espigas 
sueltas,  1904.  La  Leña  de  la  vida,  dr.,  1914.  El  Premio,  nov.,  Madrid, 
191 5. — FÉLIX  B.  Basterra  publicó  Leyendas  de  la  humildad,  Montevi- 
deo, 1904. — El  Beso  de  San  Silvestre,  entremés,  por  L.  S.  y  A.,  1904. — 
G.  de  Beugny  d'Hagerne.  chileno,  publicó  La  Novela  de  un  espía  je- 
suíta,   Santiago,     1904. — Biblioteca   Mejicana    histórica    y    lingüística 
(Anales  del  Musco  Nac),  ]\Iéjico,  desde  1904. — José  María  Blázquez 
DE  Pedro,  director  en  Béjar  áe  El  Joven  Patriota  (1895),  -^^  Dinamita, 
El  Caballero  Andante  (Panamá,   1918),  publicó  Latidos,  200  cantares. 
Ideas  y  sentimientos,  poesías,  Madrid,  1904.  Rebeldías  cantadas.  Pen- 
sares. La  Agonía  del  soldado,  poema  monólogo.  El  Derecho  á  los  pla- 
ceres, conf.  Himnos  anarquistas.  La  Ciencia  del  dolor,  poes.,  Panamá, 
1917. — Mariano  G.  Bosch  publicó   Teatro  antiguo   de  Buenos  Aires 
(piezas  del  s.   xviii),  B.   Aires.   1904.  Misericordiei,  dr.  trágico,    1907. 
Historia  del  teatro  en  Buenos  Aires,  ibid.,  1910. — Luis  Roberto  Boza, 
chileno,  publicó  Rosas  de  Pasión,  Santiago,  1904.  La   Urbe,  nov.,  Val- 
paraíso,   19 1 7. — Francisco  Bulnes  publicó  Las   Grandes  mentiras  de 
nuestra  Historia.  La  Nación  y  el  ejército  en  las  naciones  extranjeras, 
París,  1904.  El  Verdadero  Juárez  y  l-a  verdad  sobre  la  Intervención  y  el 
Imperio,  ibid.,  1904.   La  Guerra  de  Independencia,  Hidalgo,  Iturbide, 
México,  1910. — Eduardo  Caballero  de  Puga  (n.  1847-).  madrileño,  fun- 
dador de  El  Criterio  Hispano  y  El  Vigilante,  redactor  de  La  Discu- 
sión, La  Iberia,  La  Prensa,  publicó  Flores  al  viento,  poesías,  Madrid, 
1904.  Centellas  filosóficas  y  morales,  sociales  y  políticas,  ibid.,    1916. 


S.  XX,  1904,  LUIS  G.  COSTI  l5l 

— Arturo  Cabrera,  diplomático  chileno,  por  seud.  Sir  Arthur,  Quito- 
Chile,  Vizconde  Chinda,  publicó  Prosa  sencilla,  cuentos,  Santiago,  1904. 
El  Ramo  de  prisiones,  1907.  Hacia  la  ciudad  de  Shiris,  Valparaíso,  191 1. 
El  Doctor  Hipólito  Villegas,  Santiago,  1912. — Canciones  patrióticas, 
Madrid,  1904. — Ricardo  Carreras  publicó  Doña  Abtdia,  Barcelona, 
1904. — Manuel  del  Castillo,  director  de  El  Renacimiento,  en  Cádiz 
(1896),  publicó  Recuerdos  de  ayer,  poesías,  Cádiz,  1904. — Manuel  Cas- 
tro Alonso,  obispo  de  Jaca,  director  de  la  R^ev.  Eclesiástica  (Vallado- 
lid,  1896-1902),  publicó  Episcologio  vallisoletano  (1904),  La  Moralidad 
del  Quijote  (1906),  etc.  Sermonario  Marial  (1909),  Sermonario  de  Ani- 
mas (191  i). — ^Los  Padres  Federico  Cervós  y  Juan  M."  iSolá,  jesuí- 
tas, publicaron  El  Palacio  ducal  de  Gandía,  Barcelona,  1904. — Colec- 
ción de  documentos  para  el  estudio  de  la  Historia  de  Aragón,  diri- 
gida por  Eduardo  Ibarra  y  Rodríguez  para  editar  documentos  que  sean 
fuentes  de  monografías,  sobre  las  cuales  se  redacte  la  Historia  de  Ara- 
gón. Serie  i/:  Documentos  eclesiásticos,  reales  y  particulares  hasta  la 
Unión  de  Aragón  y  C^italuña :  I.  Documentos  correspondientes  al  rei~ 
nado  de  Ramiro  I  (1034-1063),  por  E.  Ibarra,  Zaragoza,  1904.  II.  Do- 
cumentos correspondientes  al  reinado  de  Sancho  Ramírez,  t.  I  (1068- 
1094),  por  José  SalarruUana  de  Dios,  Zaragoza,  1903.  Están  dispuestos 
los  originales  para  los  documentos  de  los  restantes  monarcas.  Don 
Juan  Martínez  de  la  Vega  publicará  los  de  Sancho  Ramírez  que  fal- 
tan ;  el  señor  Sinués,  los  de  Pedro  I ;  el  señor  Galindo,  el  señor  Mora  y 
el  señor  Ramos  Loscertales,  los  de  Alfonso  I;  el  señor  don  Pedro  Lon- 
gás,  los  de  Ramiro  II.  Serie  2.^:  Ordenanzas  de  ciudades.  I.  Forum  Tn- 
roli,  por  Francisco  Aznar  Navarro,  Zaragoza,  1905.  II  y  III.  Orde- 
nanzas de  la  ciudad  de  Zaragoza  en  la  Edad  Media,  por  Manuel  Mora 
y  Gaudo,  2  vols.,  ibid.,  1908.  IV.  Ordenanzas  de  Santa  María  de  Alba- 
rracín,  por  Carlos  Riba  García,  ibid.,  191 5.  El  señor  Mora  prepara  otras 
Ordenanzas.  Serie  3.^:  Documentos  referentes  al  desarrollo  material 
é  intelectual:  I.  Antiguos  gremios  de  Huesca,  por  Ricardo  del  Arco,  Za- 
ragoza, 19 II.  II  y  III.  Memorias  de  la  Universidad  de  Huesca,  por  id., 
ibid.,  1912-16.  Serie  4.° :  Varia :  I.  La  Representación  aragonesa  en  la 
Junta  Central  Suprema,  por  Pedro  Longás  Bartibás,  Zaragoza,  1912.  Se- 
rie 5." :  Jurídica.  Preparan  Ureña  y  Bonilla  el  Código  de  Huesca  de  don 
Vidal  Cañellas. — Colección  de  Libros  y  Documentos  referentes  á  la  His- 
toria de  América,  ed.  Victoriano  Suárez,  Madrid,  1904-13,  15  vols. — Co- 
lección escogida  de  canciones,  décimas  y  guarachas.  Habana,  1904. — Isi- 
doro Coloma  Quevedo  (n.  1864-),  de  Cevico  de  la  Torre  (Falencia),  por 
seud.  Ángel  Guerra  desde  1890,  escribiendo  en  El  Eco  de  Castilla,  des- 
pués añadido  El  Mayor  (1902)  para  distinguirse  de  Bethencourt,  que 
había  tomado  el  mismo  seudónimo;  fué  celebrado  periodista  (1887-96) 
en  los  periódicos  de  Valladolid,  redactó  El  Norte  de  Castilla  (1895), 
es  presidente  de  la  Audiencia  de  Logroño  y  publicó  Espuma,  1904. — 
J.  Conangla  Fontanilles  (n.  1875-),  de  Montblanch  (Cataluña),  pu- 
blicó Elegía  de  la  guerra,  poesías,  Barcelona,  1904.  La  Ciudadanía 
adoptiva,  1916. — Luis  G.  Costi,  cordobés,   periodista,  publicó   Un  ca- 


521  ÉPOCA   REGIONAL  Y  MODERNISTA   (1888-I907) 

bildo  de  altura,  instantáneos,  Habana.  Plumas  gratuitas  y  mercenarias, 
Guanajay,    1904.   Tres   conferencias,  Cienfuegos,    1910. — Juan  Cuísta 
Y  DÍAZ  publicó  Colección  de  frases  y  refranes,  Madrid,  1904,  5  vols. — 
Eduardo  L.    Chavarri,  poeta  A'alenciano,  á  quien    delicadamente  ha- 
blan las  cosas  manuales  de  la  vida,  las  menudencias  mudas,  los  rinco- 
nes   solitarios,   publicó  Cuentos   líricos,   Valencia.    Armónica,   Madrid 
(1904). — LisiMAco  CiiAvARRÍA  (1877-1913),  de  San  Ramón  (Costa  Rica), 
artista,  escultor  en  madera  y  muy  culto  literato,  que  salió  del  pueblo  y 
labró  su  fama  á  fuerza  áe  afanes,  empleado  en  la  Biblioteca  Nacional, 
ingenuo  y  humilde,  poeta  demasiado  fecundo,  aunque  "casi  no  hay  com- 
posición suya  en  donde  no  brille  la  chispa  del  numen  verdadero",  como 
dijo  Alejandro  Alvarado  (Bocetos,  1917)  ;  "su  nota  característica  fué 
la  dte  reflejar  como  en  paleta  de  pintor  bucólico  la  vida  de  los  campos 
de  su  país,  la  dulzura  de  las  chozas,  los  vigores  de  los  aldeanos,  todlo 
eso  en  el  cuadro  de   nuestra  exuberante  naturaleza  tropical...;  podía 
decirse  que  estaba  obsesionado  por  la  idea  de  hacer  poesía  regional". 
Escribió  mucho  en  revistas  y  periódicos  y  publicó  Orquídeas,  poesías, 
1904.  Nómadas,  id.,   1905.  Desde  los  Andes,  id.,  1907.  Añoranzas  líri- 
cas, id.  Manojo  de  guarios,  id.,  1913. — Los  Hampones  de  la  literatura, 
por  Chiquiznaque,  Madrid,  1904. — Pedro  Dávalos  y  Lisson,  peruano. 
cónsul  en  Cuba,  publicó  La  Ciudad  de  los  Reyes,  nov.,  Habana,  1904, 
1906,  obra  excelente.  Después  escribió  las  novelas  históricas  Leguía  y 
Manuel  Pardo. — Alfonso  Delgado  Castilla  estrenó  Los  Ministros,  ju- 
guete (con  E.  Oláiz),   1904. — Ramón  Detell  estrenó    Los    Tejedores, 
drama  lírico^  1904.   Colasín,  zarz.  (con  Federico  Riera),   1908. — Juan 
Pedro  Didapp  publicó  Gobiernos  militares  de  México...,  Méjico,  1904. 
— Marcelino  Domingo  (n.  1884-),  die  Tarragona,  director  de  La  Saeta 
(Tortosa,  1904),  publicó  A  punta  de  pluma.  El  vivir  de  un  alma.  Per- 
files y  semblanzas.  Yo  acuso,  discursos,  Tortosa,  1918.  Para  el  teatro: 
La  Gaviota.  Flores  de  almendro.  Táctica  nueva.  Vidas  enfermas,  com., 
Tortosa,    1909.    La    Misma    senda.   Esperanza. — Ramón    Domingo    de 
Ibarra,   coronel,  de  Guantánamo  (Cuba),   publicó  Fusilados,  recuerdo 
hist.,  Madrid,  1904.  Cuentos  históricos,  Santa  Cruz  de  Tenerife,  1905. — 
Antonio  Domínguez  Fernández  (n.  1880-),  de   Santa  Cruz  de  Tene- 
rife, juez  municipal  de  IMadrid,  buen  escritor,  estrenó  El  Bateo,  saín, 
^música  de  Chueca).  El  Ciego  de  Buenavista,  1904.  El  Seductor  (músi- 
ca de  Chapí),  1905.  Relatos,  novelas,  Madrid!,  1905.  Los  Viejos,  zarz., 
1909.  Ahajo  los  consumos.  El  Mayor  éxito,  com.,   1909.  ¡Solos  al  fin! 
La  Nueva  ley,  1910.  Yo  soy  un  hombre.  Colgar  los  hábitos,  sain.,  1910. 
Gloria  al  vencedor,  trag.  El  Fresco  de  Coya.  La  Buena  voluntad,  com., 
1913.  El  Buen  español,  com.,  1914.  Recuerdo,  com.  (con  Pío  Arias  Car- 
vajal), 1917.  Juan  el  tonto,  com.,  1918.  Gloria  y  familia,  com.,  1918. — 
Raimundo  Domínguez  García  (n.  1884-),  granadino,  ha  publicado  Ca- 
llejerías,  diálogos  andaluces,  y  para  el  teatro,  La  Niña  de  los  Cantares, 
zarzuela ;  El  Piropo,  entremés  cómico ;  La  Competencia,  id. ;  El  En- 
carguito,  entremés  lírico.  En  siete  minutos  (1908). — Manuel  Escuder 
publicó  Ratos  de  ocio,  poesía  y  prosa,  B.  Aires,  1904.' — José  Esteva  y 


S.    XX,    1904.    EMILIANO    GUILLEN  1 53 

González  estrenó  ¡Muerta!,  novela,   Madrid,   1904. — Gerardo  Farfán 
DE  LOS  Godos,  colaborador  de  Madrid  Cómico,  publicó  Pavesas,  poesías, 
Madrid,  1904.  La  Tía  Javicra,  jug.  (con  Ricardo  Juvera,  1907).  El  Gri- 
to de  la  Independencia  (con  Javier  do.  Burgos),  1908.  La  Cruz  del  can- 
chal, zarz.  (con  Gabino   Peraita),  1908.  Rosiña,  zarz.  (con  José  Pérez 
López),  1909.  La  Fundición,  zarz.  (con  Gabino  Peraita),  1909.  Los  Gra- 
jos, zarz.  (con  Gabino  Peraita),  1910. — Alejandro  Fernández  Garcí\, 
venezolano,   publicó   Oro   de  alquimia,  poesías   preciosistas,   Caracas, 
1904. — Antonio  Fernández  de  Heredia  publicó  Doctrinal  fauróm-aco 
de  "Hache",  Madrid,   1904. — Juan    de    Dios  Fernández    estrenó   Los 
Amores  de  un  soldado.  Habana,  1904. — Manuel  Fernández  Palomero 
(•j-  1914),  llamado  Palomero  el  Malo,  para  distinguirle  de  Antonio  Pa- 
lomero, de  quien  dista  infinito,  escribió  para  el  teatro  obrillas  del  género 
ínfimo:  La  Regeneración  (1904).   Viva  la  niña  (1904).  Perico  el  Joro- 
beta (con  A.  López  Laredo,  1905).  Academia  modelo  (con  E.  Córdoba, 
1905).  El  Crimen  pasional  (con  J.  Moyrón,  1905).  Lu  Casa  de  Socorro 
(con  id.,  1906).  El  Pobrecito  príncipe  (con  Javier  de  Burgos,  1908).  La 
Penetración  pacífica  (con  Pedro  Pérez  Fernández,  1908).  A.  C.  y  T.,  que 
se  va  el  tío  (1909).  La  Alegre  doña  Juanita,  opereta  (1910).  Madrid  ale~ 
gre  (191 1).  Malas  pulgas,  sain.  (1912).  El  Banderín  de  la  cuarta,  zarz. 
(1912).  De  padre  y  muy  señor  mío  (con  M.  Cambra  Sanz,  1913).  La 
Oración  de  la  vida,  com.  (1916).  Ojito  con  las  mujeres  (1917). — Pedro 
Lautaro  Ferrer,  chileno,  publicó  Historia  general  de  la  Medicina  en 
Chile,  Talca,   1904  (sólo   un  tomo).  Los   Brujos  de  Chiloc,   Santiago, 
1908. — Luis  Ricardo  Fors,  director  de  la  Biblioteca  Pública  de  La  Pla- 
ta, publicó  índice  cronológico   de  los  trabajos  ejecutados  en    la  Im- 
prenta de  los  Niños  Expósitos  de  B.  Aires  durante  los  siglos  xviii 
y  XIX,  y  que  existen  en  la  Bibl.  Pi'ibl.  Prov.  de  La  Plata,   La   Plata, 
1904.  Espíritu  del  "Quijote",  2."  ed.,  B.  Aires,  1916.  Vida  de  Cervantes, 
ibid.,  1916. — Manuel  José  García  publicó  Celeste,  poema,  Madrid,  1904. 
Estudio  crítico  acerca  de  "El  Vizcaíno  fingido"  de  Cervantes,  premia- 
dlo, 1905. — Antonio  González  Villa-Amil  (n.  1842-),  de  Cáceres,  abo- 
gado, director  de  La  Reforma  (1903),  publicó  Colección  de  cuatro  mil 
epigramas,  Barcelona,  1904,  4  vols. ;  Madrid,  1914,  2  vols. — Jenaro  Lu- 
cas González^  presbítero,  publicó  Granitos  de  incienso  ó  Colección  de 
cuentos    morales.    Avila,    1904,     1906.  —  Lino    González    Ansótegui 
(■f-  1918),  poeta  palentino,  premiado  en  varios   Juegos  Florales,  cola- 
borador de  El  Mundo  de  los  Niños  (1891),  redactor  de  El  Día  de  Fa- 
lencia, colaborador  de  Blanco  y  Negro,  publicó    Efímeras,    Falencia, 
1904.  Cancionero  de  la  Infancia,  Burgos,    1907. — Francisco    Gras    y 
Elías  publicó  El  Periodismo    en    Reus  desde  el  año  18 13,  Tarragona, 
1904. — Isidoro  R.  de  la  Guardia  (f  1912),  matancero,  publicó  Crisá- 
lidas, poesías,  Cienfuegos,  1904. — Fray  Cecilio  Güemes  (n.  1870-),  de 
Burgos,  agustino,  publicó  Adiciones  y  continuación  de  "La  Imprenta 
en  Manila",  de  don  J.  T.  Medina,   Manila,   1904.  Filipinerías ,  Hoilo, 
1913. — Emiliano  Guillen  publicó  Risas  y    lágrimas,  versos,  Madrid, 
1904.  La  Real  moza,  entremés  (con  J.  del  Pino),  1905. — León  Felipe 


154  ÉPOCA   REGIONAL  Y  MODERNISTA   (1888-T907) 

GxJTiÉRREZ  publicó  Victorino^  memorias  de  un  loco,  novela,  Santan- 
der, 1904. — Heraldo  del  Istmo,  Panamá,  1904,  rev.  liter. — Isidoro  Ho- 
yos y  DE  LA  Torre,  marqués  de  Hoyos,  publicó  Los  Judíos  españoles 
en  el  Imperio  austríaco  y  en  los  Balkanes,  Madrid,  1904. — Juan  del 
Huerto  publicó  Dos  horas  en  coche,  comedia,  1904.  La  Hija  de  la  por- 
tera, novela,  1904. — Carlos  Lamarca  Bello,  chileno,  estrenó  El  que 
menos  corre,  com.,  Santiago,  1904.  El  Fiacre  n.  13,  com.,  1908,  La  Con- 
quista de  la  dicha,  nov.,  1910.  Los  Horizontes  del  bien,  nov.,  1911.  El 
Bien  y  la  galanura,  com.,  igi2. — El  padre  Lucio  Lapalma  (n.  1864-), 
de  Salto  (Argentina),  jesuíta  (1884),  publicó  Musa  cristiana,  poesías. 
Buenos  Aires,  1904.  Tradujo  en  octavas  los  seis  primeros  cantos  de  La 
litada, — Celestino  León  publicó  Mesa  revuelta,  Madrid,  1904.  Con- 
sueliyo,  zarzuela  (con  M.  Falcón),  1905.  El  Barón  de  la  Chiripa,  zarz. 
(con  Man.  L.  Cumbreras),  1907.  Nubes  de  paso,  jug.,  1908. — S.  Liva- 
ciCH  publicó  Historia  de  los  Incas,  B.  Aires,  1904. — Julián  López  Pi- 
neda (n,  1879-),  de  Sensentí  (Cofran,  Honduras),  teniente  general, 
fundador  en  San  Salvador  de  una  Academia  literaria  (1904),  doctor  en 
Leyes  (1905),  profesor  de  Literatura  castellana  (1908),  después  abo- 
gado (1910)  y  periodista,  publicó  Marina,  nov.  Cosas  sin  alma.  Vida 
y  dolor,  poesías.  Verdadera  libertad.  Matrimonio.  Lecciones  de  Gra- 
mática castellana. — Manuel  Lozano  Casado,  andaluz,  por  seud.  Bra- 
vonel^ publicó  Claros  de  luna,  poes.,  Habana,  1904.  La  Canción  de  los 
recuerdos,  id.,  1906.  Del  amor  y  del  recuerdo,  nov.  cortas,  1907.  Cova- 
donga,  1907.  Tiempos  de  leyenda,  poes.,  1909.  La  Novela  de  la  vida,. 
1913. — A.  Mallo  Herrera  publicó  Sombras  de  mi  patria,  novela,  Ma- 
d!rid,  1904. — Fray  Luis  Mansilla  publicó  Las  Misiones  franciscanas  ae 
la  Araucania,  Angol  (Chile),  1904. — Manuel  Mañas  estrenó  La  Caja 
de  mazapán,  juguete,  1904.  El  Mejor  caballo  blanco,  1908.  El  Leñador, 
zarz.,  1912. — Nicolás  Mariscal,  mejicano,  profesor  de  Bellas  Artes, 
publicó  La  Crisis  artística  y  literaria  en  la  época  moderna,  1904,  etc. — 
Jerónimo  Martell  estrenó  El  Serrano^  zarzuela,  1904. — Saturnino 
IM^RTÍN  Cerezo,  capitán  de  Infantería,  publicó  El  Sitio  de  Baler,  no- 
tas y  recuerdos,  Guadalajara,  1904;  Madrid,  191 1. — Fray  Víctor  Matu- 
rano  (n.  1862),  de  Colchagua  (Chile),  publicó  Historia  de  los  Agustinos 
en  Chile,  dos  vols.,  Santiago,  1904.  Vida  de  Santo  Tomás  de  Villanueva, 
1908.  Historia  general  de  los  Ermitaños  de  San  Agustín,  Santiago,  1912- 
14,  5  vols. — Sergio  Medina,  poeta  venezolano,  de  La  Victoria,  de  los  me- 
jores de  sil  tierra,  egloguista  motíerno,  publicó  Églogas  aragüeñas  (de 
Aragua),  sonetos,  1914.  Poemas  de  sol  y  soledad,  1913. — Santiago  de 
Mena  y  Aristeguieta  estrenó  Jordano  Bruno,  drama,  1904.  Domiciano. 
tragedia,  1904.  El  Novísimo  don  Juan,  juguete,  1904.  Los  Primeros 
hermanos,  drama.  1904.  Luchas  de  abnegación,  id..  1904.  Buen  padre 
y  mala  hija,  poema,  1904.  Mentira,  poema,  1904.  Decir  la  verdad  min- 
tiendo, 1905.  El  Rico  nuevo,  1905.  Notas  del  alma,  poesías,  Madrid, 
1905.  Cuentos  en  prosa,  1905.  Cuentos  y  leyendas,  poesías,  1905.  El 
Avaro,  zarz.,  1913.  Hacer  por  deshacer,  com.,  1913. — Mario  Méndez 
Y  Bejarano  (n.  1857-),  de  Sevilla,  catedrático  de  Francés  del  Instituto 


S.  XX,  1904.  VICENTE  DEL  OLMO  1 55 

de  Granada  (1887),  y  por  concurso,  de  Literatura  en  Madrid  (1899),. 
publicó  La  Ciencia  del  verso,  1904,  1908.  Vida  y  obras  de  don  José 
Blanco  y  Crespo,  Madrid,  1905.  Crónica  de  los  Juegos  Florales  en  Se- 
villa en  igoQ.  Instituciones  de  historia  literaria.  Analectas,  1909.  His- 
toria política  de  los  afrancesados,  1912.  Biohibliografla  hispálica  de 
Ultramar,  1912,  1916.  Conferencias  sobre  filosofía  del  arte,  1916. — 
Ramón  María  Menéndez  (f  1913),  de  Matanzas,  educado  en  España, 
juez  en  Puerto  Rico,  publicó  A  Martí,  poesías,  1904.  Cuba,  Habana, 
1907.  Turbonada,  cuento,  1908.  Morir  habernos,  nov.,  1912.  Ocaso,  no- 
vela, 1913. — Benjamín  Merchán  estrenó  El  B-alcón,  entremés  (con 
F.  R.  Zaragoza.),  Sevilla,  1904. — Ramiro  Manuel  Merino  publicó  Ratos 
perdidos;  poesías  festivas,  Madrid,  1904.  Poesías  de  un  burgués,  1915. 
— César  Miranda  (n.  1884-),  de  El  Salto  (Uruguay),  por  seud.  Pablo 
de  Grecia,  jurisconsulto  (1908),  diputado  (1916),  redactor  de  La  Razón  y 
El  Tiempo  (1916-17),  poeta  modernista,  artificioso  y  rebuscado,  publicó 
Letanías  simbólicas,  1904.  Las  Leyendas  del  alma  1907.  Prosas,  1916. — 
Manuel  Monterrey  (n.  1879-),  de  Badajoz,  poeta  modernista,  pero  no 
raro,  publicó  Mis  primeros  versos,  Badajoz,  1904.  Mariposas  azules, 
poesías,  íbid.,  1907.  Madrigales  floridos.  Lira  provinciana,  ibid.,  1910. — 
Ramón  Montero  Brown,  uruguayo,  salesiano,  revelóse  poeta  en  el 
concurso  de  La  Plata  de  1904,  premiado  por  su  Excelsior:  correcto,  de 
hondo  pensar  y  sentir. — Fulgencio  R.  Moreno  publicó  Diplomacia  para- 
guayoboliviana,  Asunción,  1904.  Estudio  sobre  la  independencia  del  Pa- 
raguay, Asunción,  191 1. — El  padre  Esteban  IMoreu  (n.  1863-),  de  Rq- 
bres  (Huesca),  jesuíta,  publicó  La  Ciiez'a  de  Hércules,  leyenda,  Barce- 
lona, 1904.  La  Nave  Victoria,  Friburgo,  1904.  Historia  de  un  ángel, 
Barcelona,  1905.  De  color  de  cielo,  narraciones,  ibid.,  1905.  Fundamen- 
tos de  cultura  literaria,  ibid.,  1912,  1915. — Armando  Muñoz  y  Marre- 
RO,  matancero,  publicó  Azucenas,  7Jcrsos,  Matanzas,  1904. — Diedo  José 
Muñoz  y  López  de  Haro  estrenó  Regeneración,  comedia,  1904. — Par- 
naso Michoacano,  ]\Iorelia,  1905  (de  35  poetas). — Marcelino  Navarro 
Allué  estrenó  La  Escalera  de  los  duendes,  juguete,  1904.  Miserias  hu- 
manas, comedia,  Bilbao,  1913. — Carmen  Nevado,  delicada  poetisa,  re- 
traída en  Badajoz,  colaboró  en  la  Rev.  de  Extremadura  (1904). — Gas- 
tón A,  NiN,  uruguayo,  publicó  Las  Sonatas  modernistas,  Montevideo, 
1904. — Félix  F.  Noriega  publicó  Diccionario  Geográfico  de  Costa  Ri- 
ca, San  José,  1904. — 'Luís  de  Olive  y  Lafuente  estrenó  Un  aviso,  bo- 
ceto, 1904.  El  Certificado,  jug.,  1908.  No  hay  prenda  como  la  vista, 
jug.  (con  Emilio  G.  del  Castillo),  1910. — Vicente  del  Olmo  (n.  1880-), 
de  Puerto  Rico,  estrenó  Matrimonio,  jug.,  Gijón  (1904).  Las  Fiestas  de 
Somaeu,  zarz.  1906.  Morir  viviendo,  monól.  (1909).  El  Mozo  de  tren 
(ídem).  Dos  jóvenes  agraciados  desean  protección,  entr.  El  Tango  de 
la  castaña,  entr.,  Madrid  (1910).  Los  Amores  de  Marta  Luisa,  dr.,  To- 
rrelavega  (1913).  El  Travieso  don  Canuto,  entr.,  Madrid  (1914)-  ^^ 
mozo  sin  labranza,  entr.  (1916).  El  Crimen  de  Cercedilla,  pasillo  (con 
Justo  Fornovi,  1917).  El  Calvario  de  Cristo,  jirón  de  la  bohemia,  no- 
vela,   1917.    La    Política   de   don    Eduardo    Dato,    1917. — Sinforiano 


156  ÉPOCA   REGIONAL   Y  MODERNISTA   (1888-I907) 

Omaña  de  León  compuso  Elisa  y  Gerardo,  drama,  1904. — Ramón  Orts- 
Ramos  publicó  Los  Mayorazgos  de  Bcneloja,  Barcelona,  1904. — Ak- 
TONio  Otero  y  Novo  (f  1913),  gallego,  publicó  Bromas  y  veras...,  ver- 
sos cubanos,  cuentos  criollos,  Ferrol,  1904. — Nicolás  í'alacios,  chi- 
leno, publicó  La  Raza  chilena,  Valparaíso,  1904. — Federico  de  Palo- 
mera estrenó  Tempestad  y  calma,  1904.  La  Niña  del  organillo,  melo- 
drama, 1905.  Siei'Hpre  el  dinero  (con  J.  Salas  Pont),  1905.  Hermanos 
gemelos,  1906.  Choque  de  automóviles,  1907.  Piensa  el  ladrón...,  com., 
1909. — Claudio  Peñaranda  (n.  1884-),  poeta  boliviano,  publicó  Líricas. 
— José  Manuel  Pérez  Sarmiento  (n.  1882-),  de  Bogotá  (Colombia),  pe- 
riodista, diplomático,  hoy  en  Cádiz,  culto  y  erudito,  ameno  y  castizo  es- 
critor, publicó  La  Guerra  de  Tolima,  Bogotá,  1904.  Apuntes  sobre  asun- 
tos colombianos,  Caracas,  1908.  Colombia  contemporánea,  ibid.,  1909.  La 
República  de  Colombia,  Cádiz,  1913.  Sobre  fronteras  y  consulados  de 
Colombia,  ibid.,  1914.  Manual  consular  colombiano,  ibid.,  1915.  Enfer- 
medades tropicales,  ibid.,  191 5.  De  fenomenología  mágica  en  la  Amé-^ 
rica  prehistórica,  disc,  ibid.,  1916.  La  Mujer  en  el  descubrimiento  y 
civilización  de  America,  disc,  ibid.,  1916.  El  Proceso  de  Nariño,  ibid., 
1916.  Recuperación  de  Gibraltar,  disc,  ibid.,  1917.  Fiesta  de  la  raza,  dis- 
curso, ibid.,  1917.  Colombia  (17^9-1918),  ibid.,  1918.  Colombia,  revista 
(siete  años). — Luis  Pérez-Rubín,  archivero,  colaborador  de  La  Niñez, 
La  Ilustr.  Cat..  El  Porvenir,  de  Valladolid  (1902),  publicó  Vamba-Si- 
mancas,  Valladolid,  1904.  La  Flor  de  la  vida,  Valladolid,  1914.  La  Li- 
teratura del  "Quijote'',  ibid.,  1916, — Jesús  Pernas  estrenó  El  Anar- 
quista, juguete,  1904.  El  Hijo  del  general,  jug.  (con  Gaspar  Rivas), 
1910,  Sangre  castiza,  sain.,  1910.  Los  Cándidos  pretendientes,  1914. — 
Paco  Pico  publicó  Una  doncella  en  peligro,  novela,  Barcelona,  1904. — 
Próspero  Picíiardo  y  Arredondo,  villareño  (Cuba),  por  seud.  Flori- 
mel,  publicó  Párrafos  y  estrofas,  cuentos,  poesías,  Habana,  1904.  Arte 
y  vida,  sonetos,  crónicas,  1907. — Francisco  S.  Piedra,  de  Cárdenas 
(Cuba),  publicó  Crepusculares,  décimas.  Cárdenas,  1904. — Carlos 
Pietsch,  profesor  de  la  Universidad  de  Chicago,  publicó  The  Spanish 
Particle  he,  1904-05  (en  Modern  Philology).  Notes  on  Spanish  Folklo- 
re, 1907-08  (ibid.).  Spanish  Etimologies,  1909-10  (ibid!.).  Duecho,  191 1- 
12  (ibid.).  Znr  Spanischen  Grammatik,  1912-13  (ibid.).  Preliminary  No- 
tes on  Tzvo  Oíd  Spanish  Versions  of  the  Disticha  Catonis,  Chicago, 
1912.  Concerning  Ms  2-G-5  of  the  Palacc  Library  at  Madrid,  1913-14 
(ibid.).  On  the  Spanish  Grail  Fragments,  1915-16  (ibid'.). — Ángel  Pu- 
lido Fernández,  madrileño,  médico,  por  seud.  U.  P.  Lido;  en  El  Siglo 
Médico  (1881),  El  Bachiller  Triaca,  publicó  Los  Israelitas  españoles  y 
el  idioma  castellano,  Madrid,  1904.  Cartas  escandinavas,  191 1. — Puna- 
ditos  de  sal,  chistes,  Barcelona,  1904. — Pelayo  Quintero  y  Atauri, 
de  Uclés,  pintor  paisajista,  publicó  Uclés,  Madrid,  t.  I,  1904;  Cádiz, 
t.  II,  1913;  ibid.,  t.  III,  1915.  Sillas  de  coro,  Madrid,  1908.  Los  Asuntos 
profanos  en  las  esculturas  de  las  iglesias  españolas,  1912  (en  Museum, 
abril).  Necrópolis  anterromana  de  Cádiz,  191 5.  Cádiz,  primeros  poblado=^ 
res,   hallazgos  arqueológicos,   Cádiz,    1917. — Teodoro   Quirós   Blanco 


S.  XX,    1904.  FEDERICO  SANTANDER  RUIZ  ibj 

(1876- 1 902),  de  San  José  de  Costa  Rica,  dejó  Artículos  escogidos,  publi- 
cados en  1904. — Inocencio  Rkdondo  publicó  Iglesias  primitivas  de  Astu= 
rias,  Oviedo,  1904. — Revista  de  la  Universidad  de  Buenos  Aires,  direc- 
tor Rodolfo  Rivarola,  desde  1904. — Eduardo  Rmítes  Prósper  (n.  18Ó0-), 
valenciano,  ayudante  de  Ciencias  por  oposición  (1887)  y  áú  Jardín  Bo- 
tánico (1893),  catedrático  át  Fitografía  en  la  Central  (1902),  gran  bo- 
tánico, publicó  Fauna  y  flora  de  In  numismática  española,  Barcelona^ 
1904.  Las  Carofitas  de  España,  IMacírid,  1910.  Plantas  curiosas  de  Ca- 
vanilles,  ibid.,  1912.  Claveles  y  clavellinas  de  España,  1914.  El  Silphio 
maravilloso,  1915.  Las  Estepas  de  España  y  su  vegetación,  1915.  Dos 
noticias  históricas  de  don  A.  J .  Cavanilles  y  de  Cavanilles  y  Centi,  igiy. 
— Francisco  de  Reynoso,  colaborador  de  La  Ilustr.  Esp.,  publicó  La 
Corte  del  Mikado,  bocetos  japoneses,  Madrid,  1904. — Manuel  F.  Río 
publicó  Geografía  de  la  provincia  de  Córdoba  (con  L.  Achával).  B.  Ai- 
res, 1904-05,  2  vols. — 'Cecilio  A.  Róbelo^  mejicano,  publicó  Diccionario 
de  aztcquismos  (del  castellano),  Méjico,  1904. — Pedro  Roca  publicó  Ca=. 
tálogo  de  los  manuscritos  que  pertenecieron  á  don  Pascual  de  Gayangos, 
Madrid,  1904. — Armando  Víctor  Roxlo  y  Miralles  (1884-1912),  i^onte- 
videano,  hijo  de  catalanes,  estudió  en  Buenos  Aires,  fué  redactor  de  Le 
Razón  (1906-12)  y  escribió  poesías  elegantes  y  sinceramente  sentidas,, 
como  Carnavalesca,  La  Manzanilla,  Vuelve,  Canción  isleña^— huís  Sáinz 
Montero  publicó  Un  tninistro  en  Apcarsus,  novela,  Madrid,  1904. — José 
Salgado  (n.  1875-),  montevideano,  abogado  (1901),  diputado,  historiador^ 
catedrático  de  la  Universidad,  publicó  Canto  á  la  paz,  1904.  Historia  de 
la.  Rep.  Or.  del  Uruguay,  h^sta.  hoy  5  vols.  Los  Cabildos  colonieiles,  1910. 
— .Galo  Salinas  Rodríguez,  poeta  laureado  gallego,  fundador  en  La  Co- 
ruña  de  la  Rev.  Gallega  (1896-900),  estrenó  Gloriosa  derrota,  Coruña, 
1904. — Alfredo  G.  Sánchez  Ruidosam  estrenó  No  hay  remedio^  me  sui- 
cido, monólogo,  1904. — Marqués  de  San  Kmilio  (¿Emilio  Villaverde?) 
publicó  Novelas  cortas.  Habana,  1904. — Federico  Sangrador  Mingúe- 
la publicó  La  Iglesia  de  San  Benito  el  Real  de  ValladoUd,  ibid.,  1904. — 
Sangre  de  hermanos,  crónica  de  la  última  guerra  civil  de  la  Rep.  Or. 
del  Uruguay,  1904. — Pedro  Sangro  y  Ros  de  Olano  publicó  obras  de 
Sociología  desde  1904.  La  Sombra  de  Ferrer,  de  la  semana  trágica  á 
la  guerra  europea,  Madrid,  1917. — Miguel  de  S.  Román  (n.  1883-),  lau- 
reado poeta  vallisoletano,  obtuvo  la  flor  natural  en  su  ciudad  natal  y 
es  periodista  en  Madrid.  Estrenó  Ilusiones  de  niña^  nionól.,  Valladoli<í, . 
1904.  Almas  vídgares,  boceto,  1907.  Almas  vulgares,  comedia.  Las  Alon- 
dras, id.  La  Décima  musa,  poema  en  un  acto.  La  Abuelita  Ltilú,  comedia. 
La  Señora  no  quiere  comer  sola,  id.  El  Pájaro  verde,  zarzuela.  El  Dia- 
mante azul,  comedia.  El  Bululú,  saínete.  Flor  de  vida,  poesías. — Pascual 
Santacruz,  colaborador  de  La  Provincia  (Huelva,  1903),  publicó  Clíni- 
cas de  la  Historia  {psicología  nacional).  Ciencia  antigua  y  nueva.  Noble- 
za obliga,  novela.  Plagas  contemporáneas,  crítica  y  sátira  (1908).  Del 
teatro  de  la  vida,  novelas  cortas.  Relámpagos  de  pensamientos,  Málaga, 
1910.  En  Esp.  Mod. :  El  Carácter  del  pueblo  español  (1904,  jul.).  El  Siglo 
de  los  marimachos  (1907,  nov.),  etc. — Federico  Santander  Ruiz  Jimé- 


158  ÉPOCA   REGIONAL  Y   MODERNISTA   (1888-I907) 

NEZ  publicó  varias  novelas  en  la  biblioteca  Patria,  como  Epistolario ,  1904. 
Alma  mater,  1907.  Por  el  nombre,  nov.  (1907).  La  Casa  de  Balsain,  1910. 
Por  Francia  y  por  Suiza,  apuntes  de  viaje,  1913. — Manuel  de  Sara- 
LEGUi  Y  Medina,  marino  y  académico  no  se  sabe  por  qué,  publicó  Un 
negocio  escandaloso  en  tiempos  de  Fernando  VII,  1904.  Los  Consejos 
del  "Quijote",  Madrid,  1905.  Disquisiciones  nicotianas,  ibid.,  1905.  Re- 
cuerdos y  rectificaciones  históricas,  ibid.,  1907.  Cuadros  de  la  Historia, 
ibid.,  1908.  El  Corregidor  Ponfejos,  ibid.,  1909.  Silueta  del  almirante 
de  Castilla  don  Alfonso  Jofre  de  Tenorio,  1910.  Una  sorpresa  en  tierra 
y  su  desquite  en  el  mar,  igi2.  Lo  siento  amicho,  consideraciones  y  do- 
cumentos relativos  ó...  Blasco  de  Caray,  1913.  Alonso  de  S.  Crus,  disc. 
recep.  Acad.  Esp.,  1914.  Las  Trombas  marinas,  1915.  Refranero  espa- 
ñol náutico  y  meteorológico,  Barcelona,  1917.  Menudencias  históricas, 
jgiy.  Los  Monumentos  megalíticos  de  España,  1918. — Alfonso  de 
Sawa  y  Salazar  publicó  Sin  madre,  ensayo  de  novela,  Madrid,  1904. 
A  través  de  la  vida,  bocetos  sociales,  Madrid  (1910). — Fernando  Se- 
gundo Brieva  y  Salvatierra,  catedrático  de  la  Central,  publicó  Dis~ 
curso  de  inaug.,  Madrid.  1904.  La  Mujer  española  de  la  Historia,  Gra- 
nada, 1914.— Francisco  E.  de  Silva,  cubano,  publicó  La  Canalla  dorada 
ó  La  Herencia  de  Martina,  novela.  Habana,  1904,  2  vols. — Luis  Silva 
Lezaeta,  chileno,  obispo  titular  de  Oleno,  publicó  El  Conquistador 
Francisco  de  Aguirre,  Santiago,  1904. — Javier  A.  Silvestre  publicó 
El  Tirano  Juan  Manuel  de  Rosas,  anécdotas...,  1904. — Antonio  C.  Tay- 
BO,  cubano,  publicó  Poemas  cortos.  Polos  opuestos.  Habana,  1904. 
Amor  de  artista,  1906. — Nicolás  Tello  López  publicó  Leyendas  infan- 
tiles, Madrid,  1904. — Maximiliano  de  Thous,  valenciano,  autor  dra- 
mático y  desde  1901  actor,  estrenó  La  Casita  blanca,  zarzuela  (con 
Elias  Cerda),  1904.  Moros  y  cristianos  (con  id.),  1905.  La  Feliz  pareja, 
1907.  El  Pecado  venial,  com.  lír.  (con  id.),  1908.  Episodios  nacionales 
(con  id.),  1908.  Botón  de  rosa,  posat.,  1909.  Los  Tres  embuste- 
ros, zarz.,  1909.  Las  Molineras,  z  arz,  (con  Elias  Cerda),  1909.  El 
Carro  del  sol,  zarz.,  191 1. — Tomás  Tornero  Pedrosa  estrenó  Por 
iin  legado,  juguete,  1904. — Domingo  Torres  Frías,  arg-entino.  pu- 
blicó Nicasio  Oroño,  su  biografía,  1904.  Argentinas,  prosa  y  verso, 
B.  Aires,  1908.  French  y  Beruti,  páginas  de  Historia  argentina,  B,  Ai- 
res, 191 1. — Mariano  Turmo  Baselga,  de  Barbastro,  director  en  Zarago- 
za del  Diario  Mercantil,  empleado  en  Filipinas,  á  su  vuelta  publicó  la 
novela  baturra  Miguelón,  con  soltura,  facilidad  y  gran  fuerza  realista, 
Barcelona,  1904..  Está  escrita  en  habla  del  montañés  ribereño  del  Cinca, 
mezcla  extraña  de  baturro  y  catalán  con  gotas  de  francés.  Un  drama  en 
Antigua,  ibid.,  1904.  La  Sed,  nov.  postuma. — ^Luis  del  Valle  y  Pascual 
publicó  Alma  triste,  Madrid,  1904. — Honorato  Vázquez,  de  Cuenca 
(Ecuador),  diplomático,  publicó  unos  villancicos  en  castellano  viejo,  en 
Cuenca.  Memoria  histór.  jurid.  sobre  los  límites  ecuatoriano-peruanos, 
Quito,  1904.  Exposición  ante  S.  M.  C.  don  Alfonso  XIII  en  demanda  de 
la  Rep.  del  Ecuador  contra  la  del  Perú,  Madrid,  1906.  El  Epílogo  pe- 
ruano, ibid.,  1907.  Litigio  de  límites  entre  el  Ecuador  y  el  Perú,  ibid., 


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S.    XX,    1905.   ENRIQUE  DE  MESA  Y  ROSALES  1  ^9 

1909. — Rafael  Vega^  cubano,  por  seud.  El  Villarcño,  publicó  Lirismos 
y  lirazos,  Santa  Clara,  1904. — Leopoldo  Velasco,  de  Córdoba  (Ar- 
gentina), poeta  romántico  rezagado,  oscuraño,  lagrimoso  y  desenga- 
ñado antes  de  tiempo,  publicó  El  Poema  eterno,  1904.  Luego  hízo- 
se  algo  parnasiano  en  los  sonetos  que  tituló  Semblanzas  de  la  tie- 
rra, 1908  (en  Nosotros). — Antonio  de  Vilasalba  tradujo  de  Shake- 
speare La  Fiere cilla  domada,  Barcelona,  1904.  Ótelo,  ibid.,  1904. — Ma- 
nuel María  Villaverde_,  cubano,  deportado  en  191 1,  estrenó  El  Deber 
de  amar,  boceto,  1904.  Celos  vencidos  de  amor,  sain.,  Gijón,  1906.  Pu- 
nta Rosal,  nov..  Habana,  1912.  La  Política  en  Cuba,  1913.  La  Rumba, 
nov.,  1915. — L.  Williams  publicó  Algunos  intérpretes  ingleses  de  Ham- 
let  y  el  verdadero  espíritu  de  don  Quijote,  dos  ensayos,  Madirid,  1904. 
■Castilla,  ibid.,  1904. 

194.  Año  1905.  Antonio  Rey  y  Soto  (n.  1879-),  de  Santa 
Cruz  de  xArrabaldo  (Orense),  presbítero,  cantor  trágico  román- 
tico en  asuntos  y  manera,  pero  con  un  gusto  exquisito,  funda- 
mento real  y  cuanto  basta  de  idealismo  para  sazonarlo  y  hacer 
poética  y  aérea  la  obra.  Como  poeta  es  castizo,  brioso  y  colo- 
rista, robusto  en  el  decir  y  elegantísimo  en  el  versificar.  Como 
-dramático  se  estrenó  con  envidiable  suceso :  acción  rápida,  con- 
traste de  caracteres,  situaciones  francas,  desarrollo  claro  y  ve- 
loz, mucha  poesía,  sana  y  sincera,  y  admirable  versificación.  Es 
>de  los  dramáticos  que  más  prometen.  La  Loba  es  novela  de  cos- 
tumbres gallegas,  en  lenguaje  regionalizado,  á  lo  Valle-lnclán, 
con  puntas  de  recia  tragedia  y  espíritu  gallego. 

Enrique  de  Mesa  y  Rosales  (n.  1879-),  madrileño,  cola- 
borador de  La  Correspondencia  (1901-)  y  Helios,  es  el  moderno 
continuador,  no  poco  afortunado,  del  Arcipreste  de  Hita  y  del 
Marqués  de  Santillana;  autores  de  los  cuales  muéstrase  muy 
enamorado,  así  como  del  Paular  y  del  Guadarraina,  que  han  ins- 
pirado sus  libros.  Aristocrático  en  gustos  y  exquisito  en  la  for- 
ma, parece  un  parnasiano,  tanto  en  prosa  como  en  verso,  el  me- 
jor de  los  parnasianos  españoles;  pero  tan  sólc  puede  conside- 
rársele como  tal  por  lo  refinado  en  lo  escultural  y  pictórico  de  la 
expresión,  siendo  de  suyo  de  rancia  estirpe  española,  sin  afecta- 
ción alguna,  en  asuntos  y  lenguaje  muy  castizo.  Ha  cantado  la 
sierra  del  Guadarrama,  llevando  al  arte  muchas  voces  serranas, 
"hoy  vivas  y  que  tienen  añejo  abolengo  y  gran  fuerza  pictórica, 
lo  cual  da  á  sus  poesías  cierto  tinte  de  literatura  regional.  Pero 
casi  es  un  puro  poeta  descriptivo.  No  se  entraña  en  las  almas. 


lÓO  ÉPOCA   REGIOXAL   Y   MODERNISTA   (1888-I907) 

no  toma  parte  en  sus  luchas.  Ni  siquiera  los  acontecimientos  le 
atraen,  ni  nos  cuenta  historias  pasadas  ó  hechos  presentes.  La  na- 
turaleza sola  le  trae  embebecido  en  sus  paseos  veraniegos  por 
la  sierra.  A  lo  más  alude  de  paso  á  serranas  y  mocetones  que 
van  y  vienen  harto  callados,  sin  descubrirnos  apenas  lo  que  lle- 
van bien  guardado  en  su  pecho.  Algo  frío  parece,  por  lo  mismo, 
este  objetivo  pintar  de  la  naturaleza,  apuntándose  no  más  y  de 
soslayo  á  la  vida.  Bien  que  un  cierto  dejo  de  soledad  no  poco 
humana  y  de  grandezas  pretéritas  fenecidas  se  desprenda,  suave 
y  melancólico  como  olor  á  tomillo,  acre  y  dulce  á  la  vez,  deí 
conjunto,  y  la  al  parecer  objetiva  serenidad  y  aun  sequedad  fría 
siente  bien  al  carácter  castellano,  semejando  en  estos  cantares 
á  la  Cjue  se  siente  recorriendo  la  tierra  y  al  leer  el  romancero. 
Es  la  sobriedad  y  como  adustez  castellana,  quo.  encierra  soterra- 
do, bajo  la  serena  objetividad,  un  fondo  preñado  de  afectos, 
que,  tanto  en  las  personas  como  en  la  poesía  popular  castiza,  no 
revientan  y  salen  afuera  con  estrtiendos  y  pueriles  pasmarota- 
das. La  musa  popular  castellana  es  modesta  cual  aldeana  de 
corpino  y  castamente  retraída;  y  retraída  y  modesta  es  la  musa 
del  moderno  autor  de  las  serranillas.  Ese  soplo  de  soledad  añeja 
y  melancólicamente  sonora,  que  á  la  callada  orea  la  pura  des- 
cripción en  las  poesías  de  Enrique  de  Mesa,  hállase  en  el  tí- 
tulo de  su  libro  El  silencio  de  la  Cartuja,  donde  el  poeta  dejó  pe- 
gada más  alma  á  las  puras  descripciones  serraniegas,  bien  que 
del  moderno  autor  de  las  serranillas.  Ese  soplo  de  soledad  añeja 
de  la  Cartuja  y  de  la  sierra  cuentan  las  cosas,  más  bien  diríase 
C[ue  lo  cuentan  en  silencio  y  como  por  señas. 

María  Eugenia  Vaz  Ferreira,  poetisa  uruguaya,  medita- 
bunda y  soñadora,  nacida  poco  después  de  1880,  arrebató  la 
atención  del  público  con  sus  primeros  versos,  correctos,  de  ritmo 
original  y  muy  ajustados  al  fondo,  en  que  yace  cierta  filosofía 
rayana  con  el  esceptismo,  envuelta  en  resignada  tristeza  ima- 
ginativa. Tal  en  Meditación,  A  una  golondrina,  La  Eterna  can-' 
ción,  Era  de  noche,  Una  herceuse  de  Chopin.  Distingüese  en- 
tre las  poetisas  americanas  por  el  gusto  artístico,  que  no  la  deja 
caer  en  prosaísmos  y  vulgaridades ;  pero  sobre  todo  por  la  hon- 
dura de  sentimiento.  Ningún  poeta  americano  se  le  allega  más 


S.    XX,    1905.   ENRIQUE   DE  MESA  Y   ROSALES 


161 


á  Bécquer,  de  cuya  escuela,  queriéndolo  ó  sin  quererlo,  es  se- 
guidora. Como  él  en  España,  es  acaso  Vaz  Ferreira  la  poetisa 
más  trasparente  y  sencilla  en  la  forma  de  la  América  española. 
VÍCTOR  Domingo  Silva_,  de  Coquimbo  (Chile),  por  seudó- 
nimo Cristóbal  de  Zarate  en  El  Mercurio  de  Valparaíso,  del 
cual  fué  corresponsal  al  pasar  á  Buenos  Aires.  Publicó  en  San- 
tiago su  primer  libro  Hacia  allá  (1905),  poemas  humanitarios 
como  los  de  Dublé  Urrutia  y  Alberto  Ghiraldo,  con  notas  anár- 
quicas atrevidas,  tan  opuestas  al  modernismo  que  acababa  de 
pasar  de  moda:  "pero  antes  que  poeta,  soy  revolucionario". 
Obra  revolucionaria  y  tumultuosa  aquella  primera,  que  corría 
parejas  con  su  natural  fogoso  y  turbulento  y  con  su  vida  bo- 
hemia adrede  y  por  mor  del  arte.  Después  mostró  sus  dotes  de 
poeta  colorista  y  prosopopéico  que  se  bizarrea  arrastrando  ro- 
zagantes y  joyantes  vestes,  á  lo  Chocano  y  Rueda,  dando  rien- 
da suelta  á  su  rica  imaginación,  plasmadora  de  imágenes  gran- 
diosas y  derrochadora  de  tesoros  de  palabras,  sin  amaneramien- 
tos, pero  también  sin  gran  esmero  ni  corrección.  Finalmente, 
asentados  estos  bullidores  elementos  algo  románticos  y  juve- 
niles, hanse  ido  aclarando  pensamiento  y  forma,  y  sus  poesías 
son  serenas  y  delicadas,  sueltas  y  fáciles,  festivas  y  jugueto- 
nas. Estrenó  con  aplauso  altas  comedias  y  es  el  primer  autor 
dramático  de  su  generación. 

195-  Rey  Soto:  Falenas,  versos,  Orense,  1905.  N'ido  de  áspides, 
versos,  Madrid,  1911.  Remanso  de  pas,  impresiones  de  viaje^  en  prosa, 
ibid.,  1915.  Amor  que  vence  el  amor,  dr.,  1917.  Cuento  del  lar,  trag., 
1918.  La  Loba,  nov.,  1918.  Consúltese  Antonio  Valero  de  Bernabé,  El 
Poeta  de  Galicia^  Madrid,  1919. 

Ramón  Pérez  de  Ayala,  Ensayo  en  Cancionero,  1917:  "La  poesía  de 
E.  de  Mesa  se  caracteriza,  como  la  añeja  poesía  castellana,  por  el  vo- 
cabulario, compuesto  de  voces  concretas.  En  ella  cada  cosa  está  desig- 
nada con  su  nombre.  Lo  cual  demuestra  que  el  vocabulario  ha  sido  adí- 
quirido  orahnente...  Quizás  E.  de  M.  es  el  poeta  contemporáneo  que 
ha  dado  estado  lírico  á  mayor  número  de  voces  orales  de  nombres  de 
cosas...,  emoción  directa  de  naturaleza,  emoción  pictórica  y  de  rea- 
lidad sintética...  El  romance  añejo  y  la  poesía  moderna  de  E.  de  M. 
pertenecen,  en  su  aspecto  plástico,  á  la  escuela  de  pintura  castellana, 
la  pintura  realista...  La  poesía  de  E.  M.  abunda  en  cuadros  plásti- 
cos...; el  sentimiento  es  recóndito  y  pudibundo,  y  acaso  por  esto  mis- 
mo singularmente  intenso.  Bajo  la  traza  áspera  y  casi  impersonal  de 

TCMO   XM.— II 


1 62  ÉPOCA  REGIONAL  Y  MODERNISTA   (1888-I907) 

esta  lírica,  cada  objeto  de  naturaleza  está  vivificado  y  animado  de  la 
sensibilidad  del  propio  corazón  del  poeta...  La  perfección  de  la  poesía 
de  E.  de  M.  refleja  la  perfección  de.  aquello?  tres  viejos  maestros  de  la 
poesía  castellana  (Berceo,  Hita,  Santillana)."  E,  de  Mesa:  Flor  pagana, 
prosa,  Madrid,  1905.  Tierra  y  alma,  poesías,  1906.  Tragicomedia,  prosa, 

1910.  Andanzas  serranas,  prosa,    1910.  Cancionero   castellano,  poesías, 

1911,  1917  (aumentado).  El  Silencio  de  ia  Cartuja,  poesías,  1916  (con 
intr.  de  R.  Pérez  de  Ayala).  Stendhal,  Rojo  y  Negro,  trad.,  1919.  His- 
toria de  Manon  Lescaut  y  el  caballero  Des  Grieux,  trad.,  1919.  La  Cor' 
te  poética  de  los  Trastamaras  (en  prensa).  Consúltese  J.  Cejador  en 
Nuevo  Mundo,  8  marzo  1918. 

Vaz  Ferreira  no  ha  coleccionado  sus  versos.  Es  también  notable 
compositora.  Véanse  algunas  poesías  en  El  Parnaso  Oriental,  1905;  en 
Hebe,  19 18  (núm.  4).  Raúl  Montero  Bustamante  en  El  Parnaso  Orien- 
tal (1905,  pág.  308)  :  "Es,  sin  disputa,  la  primer  poetisa  Jfe  América,  la 
uiás  grande  que  ha  tenido  el  país.  Su  personalidad  artística  sólo  puede 
equipararse  á  la  de  Zorrilla  de  San  Martín,  por  la  intensidad  del  sen- 
timiento, lo  hondo  de  la  emoción  y  lo  exquisitamente  delicado  de  su 
arte.  Es  discípula  de  Heine  y  ha  formado  su  estilo  en  el  oscuro  ger- 
manismo del  poeta  de  Dusseldori,  que  ella  ha  sutilizado  al  reflejarlo  en 
su  exquisito  temperamento.  Pertenece  á  la  raza  de  los  sensitivos,  y,  sin 
duda,  en  su  emotividad  de  apasionada  hay  una  mórbida  aspiración  de 
"más  allá".  Escribe  desdie  niña,  3^  en  todas  sus  composiciones  está  el 
sello  de  su  alma  poderosa  e  inquieta."  Lo  de  Heine  creo  yo  que  debe  de 
ser  tan  erróneo  como  tratándose  de  Bécquer, 

V.  D.  Silva,  Hacia  allá:  "Mis  versos  no  son  prismas  para  el  kalei- 
doscopio,  I  ni  se  pulen  á  lima.  Quizás  puedan  ser  opio  |  para  los  bellos 
ojos  que  gustan  madrigales  ¡  ó  becquerianas  puestas  en  tarjetas  pos- 
tales. I  ¿  Qué  hacer  ?  Yo  no  he  nacido  para  bordar  misivas  ¡  que  con 
palabras  muertas  mienten  angustias  vivas...  |  mis  versos  son  violentos  | 
y  revolucionarios  como  mis  pensamientos."  Rodolfo  Polanco  Casanova, 
Ojeada  crit.,  1913,  pág.  38:  "£Z  Viernes  Santo  y  don  Quijote:  su  lec- 
tura nos  impresionó  dilatadamente  i  nos  dijimos:  Este  es  un  gran  poeta 
que  irá  mui  lejos.  El  Derrotero  i  otras  obras  posteriores  no  han  hecho 
sino  confirmar  nuestra  creencia.  Hoi  la  fama  pregona  su  talento 
más  allá  de  las  fronteras  patrias.  Sus  dramas  representados  en  Bue- 
nos Aires  con  todo  éxito...  En  su  estreno,  la  poesía  de  este  joven  era 
de  combate  i  tendía  á  un  avanzado  socialismo;  pero  un  Mecenas...  le 
atrajo  á  su  grata  sombra  i  hoi  su  vuelo  lírico  se  espacia  en  más  sere- 
nos horizontes."  Armando  Donoso,  Los  Nuevos,  1912,  pág.  103:  "Co- 
laboracíor  de  todas  las  revistas,  mantenedor  de  Juegos  Florales  en  Val- 
paraíso, corresponsal  de  El  Mercurio  en  el  extranjero,  propagandista 
entusiasta  de  la  literatura  argentina  y  poeta  en  todas  partes...  Los  ver- 
sos florecen  en  su  espíritu  como  las  rosas  del  rosal  silvestre;  son  una 
modalidad  del  pensamiento;  nacen  hechos  con  la  emoción  que  les  dio 
origen;  del  tal  modo  la  gimnástica  del  ritmo  ha  creacío  en  el  poeta  es- 
tados de  sensibilidad  cadenciosa,  habituales  en  fuerza  de  ser  fáciles... 


S.    XX^    1905.    PEDRO    HENRÍQUEZ    UREÑA  163 

Silva  ha  abusado,  por  cierto,  de  su  facilidad...,  es  un  pródigo  de  su 
tesoro...  Sólo  así  se  comprende  esa  fecund'idad  extraordinaria  que  va 
más  allá  de  todos  los  lirismos,  puesto  que  abarca  hasta  los  géneros 
más  opuestos,  desde  la  crítica  de  arte  hasta  el  cuento  y  la  novela 
psicológica...  Silva  ha  hecho  alarde,  en  sus  versos  de  juventud  y  ma- 
cedad,  de  sus  preocupaciones  sociales  y  humanitarias,  volviendio  los 
ojos  hacia  el  arroyo,  hacia  la  vida  humilde  y  el  dolor  vulgar...  El 
poeta  hacía  vida  bohemia  por  razón  de  arte  y  de  independencia  es- 
piritual, lo  cual  le  llevó  á  observar  de  cerca  la  miseria  del  suburbio, 
que  ha  evocado  en  algunos  de  sus  mejores  poemas,  como  ese  triste 
Desde  los  conventillos,  preñado  de  santa  ira  y  de  horror  humano... 
Aparte  del  poeta  humanitario,  con  vistas  al  idealismo  anarquista,  hay 
en  la  obra  de  V.  D.  S-  im  aspecto  sentimental  y  bizarro,  con  mucho 
de  romántico  y  de  metafórico,  por  oposición  al  pesimismo  naturalista 
<ie  sus  versos,  anunciadores  de  tempestades.  Sin  ser  imitadlor  de  Cho- 
cano,  como  buena  y  desacertadamente  ha  creído  Juan  Mas  y  Pl,  hay 
algo  en  algunos  de  sus  mejores  poemas  que  responde  á  la  técnica  vi- 
ril del  lirismo  creado  por  Díaz  Mirón  y  por  el  autor  de  Alma  Amé- 
rica. Bastaría  recordar  tan  sólo  ciertos  fragmentos  de  Bajo  el  sol 
■de  la  Pampa  ó  de  El  Derrotero  para  advertir  ese  generoso  afán  por 
exaltar  el  verso  hasta  una  luminosidad  escultórica,  mediante  la  imagen 
atrevida,  hasta  la  prosopopeya  y  la  rima  suntuosa,  que  en  Silva  ha  en- 
contrado un  cultor  entusiasta  y  apasionado...  Silva  es,  ante  todo,  un 
poeta  sencillo  hasta  el  descuido,  enemigo  de  amaneramientos  y  amante 
de  la  riqueza  léxica  hasta  la  incorrección...  El  derrotero  marca  per- 
fectamente un  instante  de  la  evolución  de  su  verso  hacia  un  mayor  co- 
lorido y  hacia  una  exaltación  de  la  poesía  sentimental,  que  tiene  cier- 
tos puntos  de  contacto  con  los  poemas  románticos...  Más  tarde...  sa- 
crificará la  tiranía  verbal  en  holocausto  del  ritmo  interior...,  el  valor 
trascendental  que  en  el  verso  le  atribuye  á  la  emoción  comunicativa,  á  la 
sensación  de  realidad  inmanente  que  va  de  un  corazón  á  otro  como 
im  fluido  imponderable  y  sutil  hasta  lo  inconsciente  y  lo  inesperado...: 
esta  su  última  manera...  que  traduce  el  verdadero  exponente  creador  de 
los  grandes  líricos:  capacidad  y  poder  emotivo  para  hacer  sentir  la  be- 
lleza propia  en  el  espíritu  de  los  demás."  V.  D.  Silva:  Hacia  allá,  poe- 
mas orijinales,  Santiago,  1905.  El  Derrotero,  dr.,  Valparaíso,  1908.  Go- 
londrina de  invierno,  Santiago,  191 1,  1917.  Poesías,  Iquique,  1914.  Las 
Mejores  poesías,  Santiago,  1918.  Comedias,  como  El  Pago  de  una 
deuda,  Santiago,  1908;  Como  la  ráfaga.  Dramas:  Los  Cuervos  y  Nues- 
tras víctimas,  ibid.,  1912.  Obras  todas  estrenadas  en  Buenos  Aires, 

196.  Año  ipo¿.  Pedro  Henríouez  Ureña  (n.  1884-),  de 
Santo  Domingo,  hijo  de  Salomé  Ureña,  de  los  más  cultos,  eru- 
ditos y  de  acendrado  gusto  entre  los  literatos  y  críticos  de  Amé- 
rica en  nuestros  días,  conocedor  del  griego,  profesor  de  Litera- 


164  ÉPOCA   REGIONAL  Y  MODERNISTA   (1888-I907) 

tura  en  la  Universidad  de  Méjico,  excelente  crítico.  Escribió  un 
ensayo  de  primitiva  tragedia  griega,  El  Nacimiento  de  Dioni= 
sos,  en  donde  se  echa  de  ver  su  erudición  humanística  y  refina- 
do'gusto  estético,  faltando  tan  sólo  el  que  lo  hubiera  escrito  en 
verso,  como  convenía  á  la  índole  del  trabajo, 

Ismael  López^  por  seud.  Cornelio  Hispano^  nacido  en  el 
Valle  del  Cauca  (Colombia),  doctoróse  en  Derecho  (1905)  é  imi- 
tando el  Centauro,  de  Maurice  de  Guerin,  tiró  hacia  el  tono  clá- 
sico, que  ha  ido  acendrando  más  y  más,  bien  que  con  dejos  del 
cálido  y  paradisíaco  valle  del  Cauca.  Inspiróse  en  Grecia  para 
su  colección  de  poesías  El  Jardín  de  las  Hespérides;  en  el  cris- 
tianismo, para  la  vida  de  San  Jerónimo  de  su  Leyenda  de  oro, 
y  en  la  patria  presente,  para  sus  Elegías  Cancanas:  especie  de 
tríptico  poético.  Distingüese  en  el  estilo  y  lenguaje  por  lo  casti- 
zo, esmerado  y  elegantemente  sencillo,  conforme  á  la  tradicio- 
nal manera  de  los  grandes  escritores  colombianos. 

José  de  la  Riva  Agüero  (n.  1885-),  peruano,  biznieto  del 
famoso  Riva  Agüero,  primer  presidente  de  la  República  perua- 
na, célebre  por  su  períianismo,  contra  la  absorbente  hegemonía, 
que  por  tiranía  tienen  algunos,  instaurada  por  Bolívar  en  Colom- 
bia, ha  heredado  de  su  bisabuelo  algo  de  esta  doctrina,  juzgando 
severamente  al  vencedor  de  Junin,  siendo,  por  lo  demás,  aboga- 
do, catedrático  en  la  Universidad,  historiador  imparcial,  sereno 
y  justo  apreciador  de  los  historiadores  de  aquella  tierra,  agudo 
crítico  y  erudito,  discípulo  de  ]\I.  Relavo,  de  maciza  cultura  his- 
tórica y  segura  probidad  literaria. 

19  7.  Pedro  Henr.  Ureña,  El  Nac.  de  Dionisos:  "En  este  ensayo 
de  tragedia  antigua  se  ha  tratado  de  imitar  la  forma  trágica  en  usa 
durante  el  período  inmediatamente  anterior  á  Esquilo:  la  forma  que... 
empleó  el  poeta  Frínico  y  cuyas  características  son  el  predominio  abso- 
luto del  coro  y  la  intervención  de  un  solo  actor  en  cada  episodio.  Na 
se  lia  omitido  ningima  de  las  partes  esenciales  de  la  tragedia  griega: 
el  parados,  la  entrada  del  coro ;  los  episodios,  que  contienen  la  acción 
(forma  primitiva  díe  nuestros  Actos)  ;  los  stasima,  cantos  del  coro  que 
separan  los  episodios ;  en  cuanto  al  éxodo,  el  final,  he  adoptado,  no  la 
forma  en  uso  desde  Esquilo,  en  la  que  se  (desechaba  generalmente  la 
forma  lírica  en  favor  de  la  dialogada,  sino  una  de  las  formas  primiti- 
vas, que  subsiste  todavía,  por  ejemplo,  en  Los  Persas,  del  propio  Es- 
quilo: las  voces  alternas  del  coro  y  el  actor.  He  introAicido  también  eí 
commos,  lamento  alternado  ciel  coro  y  el  actor...  He  preferido  la  pro- 


S.    XX,    1905.    PEDRO    HENRÍQUEZ    UREÑA  l65 

sa...  En  el  lenguaje  he  tratado  de  seguir  principalmente  las  formas  de 
los  trágicos."  F.  García  Godoy,  La  Liter.  Amer.,  1915,  pág.  128:  "La 
característica  principal,  á  mi  ver,  de  la  clara  inteligencia  de  Pedro 
Henríquez  Ureña  consiste  en  su  facilidad  para  descubrir  y  precisar  los 
puntos  de  enlace  cíe  las  ideas  filosóficas,  las  analogías  que  las  aproximan 
y  las  diferencias  que  más  o  menos  realmente  las  separan...  El  toque 
«striba  en  poder  percibir,  bajo  apariencias,  muchas  veces  engañosas,  el 
hilo  finísimo  y  casi  invisible  que  corre  al  través  de  esos  sistemas,  esta- 
bleciendo entre  ellos  nexos  y  conexiones  de  mayor  ó  menor  importan- 
cia filosófica...  Pedro  Henríquez  Ureña  ha  visto,  y  creo  que  ha  visto 
bien,  las  conexiones  que  existen  entre  el  bergsonismo  y  el  dinamismo 
psicológico  de  Rodó."  ídem,  pág.  177:  "Estas  sinceras  y  expresivas  pá- 
ginas, nutridas  die  sana  y  noble  filosofía  y  de  discretas  y  luminosas 
.apreciaciones  críticas  (Horas  de  estudio).  Son  frutos  hermosos  y  sa- 
zonados de  un  intelectual,  todavía  muy  joven,  que  no  ha  malgastado 
lastimosamente  su  tiempo  en  producir  prosas  vacuas  y  puerilidades  ri- 
madas... Casi  en  la  adolescencia  ha  tendido  constantemente  á  avizorar 
cosas  de  verdadera  enjundia  ideológica,  penetrando  con  pie  firme  y  se- 
guro por  la  vasta  selva  para  muchos  inextricable  de  los  más  altos  y 
fundamentales  conocimientos  humanos."  Enrique  Rodó  (cart.  part.) : 
*'JLeí  El  Nacimiento  de  Dionisos,  y  la  impresión  d!e  mi  lectura  se  con- 
cretó desde  el  primer  momento  en  este  juicio :  Es  lo  más  hermoso  que 
ha  salido  de  la  pluma  de  usted  y  es  una  de  las  cosas  más  bellas  de  la 
nueva  literatura  hispanoamericana.  El  hondo  y  personal  sentido  del 
mito  encarna  en  una  noble  belleza,  díe  estirpe  muy  superior  á  la  que 
deslumhra  los  ojos  del  vulgo  literario."  Pedro  Henríquez  Ureña:  En- 
sayos críticos  (D'Annunzio,  Bernard  Shau,  Richard  Strauss,  Wagner, 
Rodó,  etc.).  Habana,  1905.  Estudios  griegos  (trad.  del  ingl.  de  Walter 
Pater),  Méjico,  1908.  Horas  de  estudio  (estudf.  crít.  sobre  Hostos,  Ru- 
bén Darío,  Gabriel  y  Galán,  etc.),  París,  1910.  La  Obra  de  J.  E.  Rodó, 
conf.,  Méjico,  1916  (en  Conferencias  del  Ateneo).  Antología  del  Cen- 
tenario ■  (1^00-1821)  (con  Luis  G.  Urbina  y  Nic.  Rangel),  ibid.,  1910,  2 
vols.  La  Enseñanza  de  la  literatura^  ibid.,  1913.  Tablas  cronológicas  de 
la  liter.  españ.,  ibid.,  1913.  Romances  en  América,  1913  (en  Cuba  Con- 
tempor.).  Traducciones  y  paráfrasis  en  la  liter.  mexicana  de  la  época 
de  la  Independencia,  1913  (en  Anal.  Museo  Mexic).  Don  Juan  Ruiz  de 
Alarcón,  ibid.,  1914;  Habana,  1915.  El  M.  Hernán  Pérez  de  Oliva,  Ha- 
bana, 1914.  El  Nacimiento  de  Dionisos,  esbor:o  de  tragedia  á  la  manera 
antigua,  N.  York,  1916.  De  la  Nueva  interpretación  del  ^^Q>iiijote^\  San 
José,  1916  (en  Ariel).  Rubén  Darío,  N.  York,  1916  (en  Eleven  Poems 
of  R,  Dorio).  El  Primer  libro  de  escritor  americano,  ibid.,  1917  (en 
Román.  Review).  Literatura  dominicana  (hasta  1844),  París,  1917 
{Rev.  Hisp.).  Antología  de  la  versificación  rítmica,  S.  José,  1918  (en 
Convivio).  Campoamor,  1918  (en  Rev.  Hisp.).  Las  Nuevas  estrellas  de 
Heredia,  N.  York,  1908  (en  Román.  Reviezv).  La  versificación  irregular 
en  la  poesía  castellana  (en  prensa).  Antología  dominicana  (poetas,  con 
Manuel  F.  Cestero,  en  prensa). 


l66  ÉPOCA   REGIONAL  Y  MODERNISTA   (1888-I907) 

Marco  Fidel  Suárez,  Pról.  á  Colombia  en  la  guerra,  de  la  Indep., 
1914:  "El  estilo  de  usted  es  reflejo  de  un  entendiimiento  reposado,  pro- 
fundo y  cultivado  esmeradamente  por  medio  de  estudios  serios  y  ame- 
nos. El  fondo  de  sus  escritos  está  inspirado  por  una  crítica  genuína  que, 
aplicada  especialmente  á  la  narración  histórica,  practica  constante- 
mente aquello  que  dijo  un  autor  antiguo  hablandfo  de  otra  materia,  que 
no  pasa  partida  si  no  muestra  quitanza,  es  decir,  que  apoya  en  pruebas 
y  documentos  sus  afirmaciones.  Admiro  su  labor  artística  y  el  tesón 
con  que  busca  usted  modelos  de  sencillez  y  aticismo  en  el  acervo  in- 
menso de  la  vieja  literatura  para  acendrar  más  su  bella  manera  de  es- 
cribir. Nada  d'e  amaneramiento,  espontaneidad  deleitosa,  forma  con- 
versada en  cierta  manera,  y  al  mismo  tiempo  capaz  de  sentimiento  y 
energía,  escrupulosa  corrección,  modos  de  decir  sacados  á  veces  de 
urnas  antiguas,  pero  graciosos  y  claros  é  inteligibles  para  todo  lector: 
esas  son  las  dotes  de  su  tersa  y  delgacía  pluma." 

Corn.  Hispano:  Régimen  internacional  de  los  ríos  navegables,  tesis 
doctoral,  Bogotá,  1905.  El  Centauro^  poema  antiguo,  imitación  del  cé- 
lebre fragmento  de  Maurice  de  Guerin,  ibid.,  1906.  El  Jardín  de  las 
Hespérides  (La  Madre  Grecia),  ibid.,  1910  (colección  de  poesías).  Le- 
yenda de  oro  (El  Cristiani-mo),  Caracas,  1911  (es  la  vida  cíe  San  Jeró- 
nimo en  alejandrinos).  L.  Perú  de  Lacroix,  Diario  de  Bucaramanga  6 
Vida  íntima  del  Libertador  Simón  Bolívar,  publicado  por  primera  ves, 
con  una  introd.  y  ñolas,  París,  1912.  Elegías  cancanas  (La  Patria),  ibid., 
1912.  De  París  al  Amazonas,  las  fieras  del  Putumayo,  Bogotá,  1914. 
Colombia  en  la  guerra  de  la  Independencia,  Bogotá,  1914.  Bolívar, 
ibid.,  1917. 

Gonzalo  Zaldumbide,  Letras,  enero,  191 3  :  "No  es  precisamente  (Riva 
Agüero)  un  arrumbador  de  inteligencias :  sería  más  bien  un  modelador 
de  hechos  y  resultados.  Curioso  también  (como  Francisco  García  Calde- 
rón), pero  menos  por  el  placer  de  saber  que  por  el  imperioso  deseo  de  ser- 
vir :  su  erudición  es  vasta  y  de  las  m'ás  utilizables  y  genuínas ;  pero  con- 
fina sus  preferencias,  que  de  día  en  día  irán  siendo  más  unilaterales,  a  la 
realidad  circunstante  y  á  la  historia  patria.  Profundamente  arraigado  en 
este  suelo,  nutriéndose,  mediante  el  estudio  asiduo  de  sus  anales,  del  alma 
y  la  experiencia  de  los  mxiertos...,  debe  al  pasado  lo  que  el  árbol  al  te- 
rreno que  le  sustenta;  así  la  fuerte  ramazón  de  su  espíritu  crece  en  el 
sentido  de  la  historia."  En  el  Congreso  histórico  ríe  Sevilla  (1914)  pre- 
sentó dos  Memorias  come  delegad'o  del  Perú :  Diego  Mexia  de  Fernan- 
gíl,  poeta  sevillano  del  siglo  xvi,  avecindado  en  el  Perú,  y  la  Segunda 
parte  de  su  Parnaso  Antartico  y  Descripción  anónima  del  Perú,  com- 
piiesta  á  principios  del  siglo  xvii  por  un  judío  portugués  y  existente 
en  la  sección  de  Manuscritos  de  la  Biblioteca  Nacional  de  Paris.  Cola- 
boró en  la  Revista  Histórica  del  Instituto  Histórico  del  Perú,  y  en  la 
del  Ateneo  de  Lima.  En  la  primera  sostuvo  larga  polémica  con  Manuel 
González  de  la  Rosa  ('el  que  acusó  d'e  plagiario  a  Jiménez  de  la  Espada) 
acerca  de  la  biografía  y  autenticidad  de  los  escritos  del  Inca  Garcilaso. 
En  preparación:  Per  la  sierra,  de  paisajes  andinos  del  Perú.  En  la  En~ 


S.  XX,    1905.  ENRIQUE  LÓPEZ  ALARCÓN         1 67 

ciclopcdia  Americana  hay  un  artículo  suyo  sobre  ¡as  Influencias  imita- 
tivas cu  la  literatura  del  Perú;  otros  sobre  el  movimiento  Utera-io  del 
Perú  en  los  años  1909  y  1910  y  sobre  la  Sociología  cíe  Mariano  Cornejo, 
y  se  tradujeron  al  francés  en  Bulletin  du  Groupement  des  Universités  de 
France  et  de  l'Amérique  Latine,  dirigido  por  Ernesto  Martinenche, 
J.  Riva  Agüero:  Carácter  de  la  literatura  del  Perú  independiente,  tesis, 
Lima,  1905,  que  aprovechó  M.  Pelayo  para  su  Hist.  poesía  lúsp.-araer. 
Don  José  Baquijano  y  Carrillo  de  Córdoba,  190Ó  {Ateneo  de  Lima,  nú- 
meros 38-39).  La  Historia  en  el  Perú,  Lima,  1910.  Fundamento  de  los 
interdictos  posesorios,  tesis,  ibid.,  191 1.  Concepto  del  Derecho,  ibid., 
1912.  Declaración  de  principios  del  Partido  nacional,  1915.  Elogio  del 
Inca  Garcilaso,  19 16.  E:l  Genio  de  la  lengua  y  de  la  liter.  cast.  y  sus 
caracteres  en  la  historia  intelectual  del  Perú,  Lima,  1918. 

198.  Año  ipo¿.  Antonio  Ramos  Martín  (n.  1885-),  ma- 
drileño, hijo  del  famoso  Ramos  Carrión,  estudió  Filosofía  y 
Letras  en  la  Central  y  estrenó  desde  1905,  en  colaboración  con 
su  padre.  Tiene  grandes  cualidades  dramáticas,  saca  de  la  rea- 
lidad cuanto  lleva  a  las  tablas,  tipos  vivos  y  diálogo  animado; 
sino  que  se  ciñe  á  lo  tradicional  ^^el  género  de  su  padre,  ó  por 
falta  de  fuerza  creadora  ó  por  gusto  estético.  Debiera  buscar 
alguna  mayor  originalidad. 

Luis  Linares  Becerra  (n.  18S7-),  madrileño,  estudió  en  la 
Universidad  Central,  entró  por  oposición  en  la  Escuela  de  Es- 
tudios Superiores  del  Magisterio  (191 3),  donde  tomó  el  titu- 
lo de  catedrático  de  Escuelas  Normales  (1916);  fué  director  de 
Estudios  en  ia  Asociación  de  Autores  (191 3),  de  La  Razón,  de 
La  Puhliciáad  y  de  otros  periódicos;  cronista  de  El  País,  re- 
dactor del  Diario  Universal.  Es  estudioso,  sabe  mucho  de  teatro 
y  de  otras  cosas,  escribe  bastante  bien,  tiene  buen  gusto,  y  aun- 
que ha  escrito  más  de  90  obras  teatrales,  todavía  no  ha  llegado 
á  la  madurez  del  arte,  pudiéndose  esperar  bastante  de  él.  Sus 
más  aplaudidas  obras  son  Alma  negra  (10  edic).  Como  las  flo- 
res. El  Cuento  del  dragón,  La  Escuela  de  las  cortesanas,  El  Poco 
juicio.  Ha  traducido  de  Brieux,  Richepin  y  Mirbeau.  A  sus  poe- 
sías Canciones  rebeldes,  acompaña  un  prólogo  de  Rueda. 

Enrique  López  Alarcón  (n.  1S91-),  malagueño,  en  Ma- 
drid desde  1903,  redactor  de  El  Nuevo  Evangelio,  El  Intransi" 
gente,  El  Mundo,  (1907-11),  La  Mañana,  La  Época;  redactor 
jefe  de  La  Tribuna,  fundador  de  la  Gacetilla  de  Madrid,  es  versi- 
ficador brioso  y  castizo,  poeta  lírico  y  dramático  inclinado  á  ic 


1 68  ÉPOCA   REGIONAL  Y   MODERNISTA   (1888-I907) 

romántico  con  toques  de  idealismo  moderno,  de  modo  que  su 
teatro  tiene  sobra  de  lirismo  y  aun  de  simbolismo  y  mengua  de 
acción,  trama  y  caracteres  reales. 

199.     Tomás  Borras,  La  Tribuna,  16  febr.  1917:  "De  él  (su  padre) 
ha  heredado  (Ramos  Martín)  el  buen  gusto,  la  habilidad  para  componer 
y  el  estro  regocijado  y  apacible...  La  pasión  está  ausente,  el  latido  dra- 
mático no  existe,  la  imaginación  es  escasa,  y  la  ironía,  la  poesía  y  tantos 
otros  elementos  aprovechados  por  el  arte,  apenas  rozan  la  sensibilidad 
de  los  personajes.  Ramos  Martín  (Antonio)  y  Ramos  Martín  (José,  su 
hennano)  son,  en  cambio,  buenos  observadores  y  conocen  el  escribir  en 
lo  que  tiene  de  oficio.  Saben  su  obligación.  Y  no  fracasan  nunca.  Sin 
embargo,  Antonio,  buscando  los  ambientes  populares,   parece  anunciar 
un  gran  sainetero...  Nos  complace  ver...  el  horror  del  astracán,  la  fide- 
lidad de  la  verdad!  y  una  tendencia  moralizadora  que,  si  no  es   nece- 
saria en  el  género,  en  cambio  le  avalora  cuando  no  predomina  hasta  el 
punto  de  convertir  el  sainete,  de  cuadro  pintoresco  de  costumbres,  en 
ejemplo  didáctico."  José   áe.    Laserna,  El  Imparcial,    27    marzo  1919: 
"Entre  nuestros  jóvenes  comediógrafos,  que  se  pueden  contar  por  los 
dedos,   y   sobrarán    dedos,   destacóse   ya   notablemente   Antonio  Ramos 
desde  sus  primeros  tanteos  escénicos.  Cosas  para  el  teatro,  más  ó  menos 
ingeniosas,  y  más  bien  menos  que  más,  hay  muchos  que  las  hacen ;  pero 
de  esas  obras  inspiradlas  en  un  noble  y  honrado  propósito  de  arte  caen 
pocas  en  libra.  Abundan  en  mayor  número  los  industriales  que  los  ver- 
daderos artistas,  y  para  un  sacerdote  hay  en  el  templo  de  Talía  cien  mer- 
caderes. Esto  parece  mitología,  pero,  desgraciadamente,  no  es  un  mito. 
Es  una  verdad  como  un  templo.  Ramos  Martín  se  ha  inhibido  volun- 
tariamente de  las  pornografías,  astracanadas  y  los  fusilamientos,  dis- 
frazados de  arreglos,  adaptaciones,  versiones  y  otras  caretas,  ó  franca 
y  denodadamente  ejecutados  por  los  truchimanes  que  firman  y  cobran 
lo  que  escriben  otros,  y  ha  procurado  seguir  la  tracíición  de  la  escena 
española  en  sus  comedias   y  saínetes  y,  sin  estancarse,  conservar   las 
esencias  y  hermanar  los  procedimientos  al  compás  de  los  tiempos.  Aun- 
que  sólo  fuese  por  la   intención,  sería  eso  plausible  y  digno  de  estí- 
anulo;  acompañado,  como  suele  ir,  en  las  introducciones  todas  de  Antonio 
Ramos  por  muy  relevantes  aciertos,  el  persistente  esfuerzo  del  joven 
autor  y  su  satisfactorio  resultado  merecen  justamente  la  consideración 
literaria  y  el  favor  del  público.  La  nueva  obra,  que  se  estrenó  anoche  en 
Lara  con  éxito  excelente,  no  se  desvía  de  las  norm.as  precedentes  y  se- 
ñala una  nueva  conquista,  no  sólo  en  los  principios  fundamentales  de 
la  técnica  — imprescindibles  en  todo  arte,  digan  lo  que  quieran  los  pe- 
dantes y  los  impotentes —  sino  también  en  la  (iinámica  interior  de  los 
espíritus  y  los  caracteres.  Lo  que  se  desea  es  lo  que  no  se  tiene ;  verdiad 
axiomática  y  que,  por  lo  tanto,  no  necesita  demostración...  ni  aun  en  una 
comedia.  Pero  la  vulgaridad  del  tema  — los  temas  están  agotados  y  son 
siempre  los  mismos —  no   excluye  las  variaciones.  Una  variación    en 


S.   XX,    1905.   LUIS  LINARES  BECERRA  169 

lo  cómico  y  algún  tanto  en  lo  sentimental,  es  Lo  que  no  se  tiene.  Mari- 
dos que  inútilmente  buscan  fuera  la  felicidad  que  tienen  en  casa,  hemos 
visto  muchos  en  el  teatro  y  en  la  vida.  Pero  éste  de  Ramos  Martín 
€s  uno  más,  y  siendo  el  mismo  es  diferente,  y  en  eso  está  el  toque  y 
la  gracia.  La  sonata  es  igual,  la  variación  es  nueva.  El  riesgo  de  la  aven- 
tura es  peligroso,  más  que  para  el  propio  marido,  para  el  autor.  Ya 
presentimos  que,  al  fin  y  al  cabo,  la  oveja,  ó  mejor  dicho,  el  cordero 
descarriado,  volverá  al  redil,  y  esta  será  la  moral  de  la  comedia,  en 
este  respecto  de  cierto  cariz  moratiniano.  El  compromiso  del  autor  era 
sortear  con  discreción,  con  tacto,  con  buen  gusto,  la  situación  esca- 
brosa á  la  que  lleva  al  marido,  ó  á  la  que  le  lleva  el  marido  á  él.  El  autor 
lo  ha  hecho  asi  y  también  se  ha  salvado.  Por  eso  el  público  celebró  su 
ingenio  y  su  habilidad,  le  aplaudió  y  llamó  al  final  de  los  actos,  entre  los 
que  el  mejor  es  el  segundo,  y  salió  complacido  de  la  obra  y  de  los  in- 
térpretes." Calabazas,  entr.,  1905.  El  Incierto  porvenir,  com.,  1918.  Los 
Niños  de  Tetuán,  1908.  El  Sexo  débil,  sain.,  1912.  La  Cocina,  sain.,  1912. 
La  Redacción,  sain.,  1913.  El  Mejor  de  los  mundos,  entr.,  1914.  Que  nos 
entierren  juntos,  id.,  1914.  La  Afición,  sain.,  19J5.  La  Real  gana,  id., 

1915.  El  Entierro  de  la  sardina,  id.,  1915.  Hormiguita,  1916.  ¡¡¡Puní!!!, 

1916.  Mantequilla  de  Soria,  1917.  La  Gran  familia,  1917.  Tras  Tristón, 
1918.  Lo  que  no  se  tiene,  1919.  Soleares,   1919. 

L.  Linares  Becerra:  Los  Dos  cienos,  dv.,  1905.  Gloria  á  Cervantes, 
aprop.,  1906.  Gránete,  jug.,  1906.  La  Canción  de  la  bruja,  com.  lír.,  1906. 
Alma  negra,  dr.,  1907.  El  Calor  del  nido,  sain.,  1908.  El  Belén  nacional, 
rev.,  1908.  Corazón  serrano,  dr.  lír.,  1908.  Entre  tejas,  entr.,  1909.  La 
Nubecita,  com.  (con  Jav.  Burgos),  1909.  El  Castillo  de  las  águilas,  dr. 
lír.,  1909.  Como  las  flores,  com.  (con  J.  Burgos),  1909.  Los  Ojos  va- 
cíos, episodio  histór.,  1909.  ¡A  ver  si  va  á  poder  ser!,  rev.,  1909.  Las 
Estrellitas  del  cielo,  sain.,  1909.  El  Clown  bebé,  com.  lír.,  1910.  El  Pueblo 
soberano,  ár.,  1910.  El  Amor  al  prójimo,  sain.,  1910.  Sor  Angélica,  com. 
lír.  (con  J.  Burgos),  1910.  ¡Qué  te  quieres  apostar!,  rev.,  1910.  Sobre 
todas  las  cosas,  com.  lír.,  1910.  ¡Y  sigue  la  vida!...,  dr.,  1910.  La  Noche 
del  rompimiento,  entr.  (con  J.  Burgos),  1910.  Los  Ojos  vacíos,  epis.  (con 
J.  Burgos),  1910.  Los  Angeles  mandan,  com.  lír.,  1911.  El  Cuento  dd 
dragón,  com.  lír.,  1912.  Los  Lugareños,  opereta  (del  alemán),  1912.  El 
Amigo  de  la  casa,  sain.,  1912.  Los  Pantalones  de  mi  mujer,  vaudeville 
(con  José  M.  Martín  de  Eugenio),  1913.  El  Buen  amor,  com.,  1914. 
Los  Marinos  de  papel,  jug.,  1914.  El  Poco  juicio,  saín.,  1914.  El  Gran 
simulacro,  zarz.  (con  J.  Burgos),  1915.  La  Escuela  de  las  cortesanas, 
poema  erótico,  1915.  La  Casa  del  Sultán,  com.  lír.,  1915.  El  Barrio  la- 
tino, opereta,  1915.  La  Gente  baja,  1915.  El  Ángel  bueno,  1916.  El 
Puente  de  los  crímenes,  1916.  La  Desertara  (de  Brieux),  1916.  La  Ben- 
jamina  (de  Tristán  Bemard),  1916.  Los  Cinco,  1916.  El  Secreto  de  la 
biblioteca,  1916.  El  Hombre  invisible,  melodi.,  1918.  Secretaría  particu- 
lar, com.  (con  Antonio  Estremera,  1919.  Además :  Canciones  rebeldes, 
poesías,  prólogo  de  Salvador  Ruecía,  1908.  Estudio  económico  de  la  isla 
de  Cuba,  1914.  Cómo  se  hacen  las  cosas,  1914.  La  Bondad  en  la  ense- 


lyO  ÉPOCA  REGIONAL  Y  MODERNISTA   (1888-I907) 

ñanza  y  en  el  arte,  conf.,  1915.  El  Teatro  de  policías,  conf.,  1916.  Can- 
ciones y  cantores,  estudio  de  la  canción  en  España,  1916,  Tierra  de  mo- 
ros, estudio  geográfico  é  histórico  de  la  ciudad!  de  Osma,  1916. 

La  Tirjona,  19 14  (de  López  Alarcón,  con  Ramón  Gocíoy),  tiene  tro- 
zos de  hermosa  versificación  castiza  y  épica;  pero  poca  acción  dramá- 
tica y  sobra  de  simbolismo,  y  aun  de  lírica;  bastantes  cosas  inverisími- 
les que  atan  mal  la  fábula,  y  ningún  carácter,  fuera  del  protagonista, 
que  '^n  vez  de  valiente  resulta  fanfarrón.  Publicó  Constelaciones,  poe- 
sías. Málaga,  1905.  Melilla  en  ipop,  Madrid,  1911.  Melilla  en  ipop, 
crónica  de  un  testigo,  1913.  Fara  el  teatro:  Golondrinas  (1905).  Con 
mujer  y  sin  mujer  (1908).  Gerineldo  (con  Cristóbal  de  Castro,  1908). 
Las  Manos  largas  (1909). 'Loj  Insaciables,  comedia  de  mucho  parlamen- 
to y  poca  acción  (con  Crist.  de  Castro).  La  Mano  de  la  reacción  (1909). 
La  Tizona  (con  Ramón  Godoy,  1914).  Fígaro,  barbero  de  Sevilla  (191 5). 
Sebastián  el  Bufanda  (con  Ignacio  Alberti,  1916).  La  Madre  Quime- 
ra, farsa  (con  Ramón  Godoy,  1918).  El  barbero  de  Sevilla,  com.  de 
Beaumarchais,  trad.,  1919. 

2  00.  Año  1905.  Enrique  A.  Carrillo  (n.  1876?-),  peruano  escritor 
humorista  y  de  costumbres  y  crítico  en  El  Comercio,  La  Prensa,  El  Dia- 
rio, Prisma,  Actualidades,  juntó  algunos  artículos  de  crítica  social  en  el 
libro  Viendo  pasar  las  cosas,  Lima,  1915.  Publicó  las  novelitas  Sábado 
de  Gloria  y  Pereza  sentimental;  tradujo  poesías  francesas.  Pero,  sobre 
todo,  escrib'ó  la  lindísima  novela  Cartas  á  una  turista,  Lima,  1905.  don- 
de por  primera  vez,  aclimatada  la  leve  y  femenina  literatura  de  Francia, 
se  cuenta  en  estilo  de  Prevost,  con  bruscos  desfallecimientos  de  soltero- 
na, la  fiesta  amable  de  la  ciudad. 

Mariano  -Miguel  de  Val  (1874-1912),  zaragozano,  poeta  exquisito, 
castizo,  ciacelad'or  del  verso,  publicó  Edad  dorada,  versos,  Madrid,  1905. 
Las  Dos  luces,  dial.,  ibid.,  1905.  La  Poesía  del  "Quijote^',  ibid.,  1905. 
Los  Novelistas  en  el  teatro,  ibid.,  1906,  De  lo  bueno  y  lo  malo,  críticas, 
1909.  Policromías.  Los  Amantes  de  Teruel.  Alfredo  Viccnti,  poeta.  En 
la  conmemoración  de  los  Sitios,  1910.  Romancero  de  los  Sitios  de  Zara- 
goza. Les  Sitios  de  Zaragoza,  homenaje  de  los  generales  franceses  y 
españoles.  Teatro  de  Martín  de  Santos  (con  A.  Bonilla).  El  Barbero  de 
Sevilla,  óp.  cóm.  El  Burlador  de  Salamanca,  ley.  de  Espronccda  adap= 
tada  á  la  escena. 

Juan  Mas  y  Pí  (f  19 16),  catalán,  redactor  de  La  Reforma  (La  Pla- 
ta), El  Diario  Español  (B.  Aires),  Renacimiento,  que  dirigió;  La  Ra- 
zón (Montevideo),  Nosotros  (R.  Aires),  excelente  cronista  y  crítico, 
publicó  Canciones  de  la  vida,  poemas,  1905.  Cuentos  extraños,  1907. 
Almaftierte,  1907.  Ideaciones,  crít.  liter.,  1908.  Alberto  Ghiraldo,  crít. 
liter.,  1909,  1916.  Las  Tragedias  de  la  vida  vulgar,  cuentos,  1910.  Le- 
tras españolas,  crít.  liter.,  191 1,  1916.  La  Educación  del  peligro,  crít. 
social,  1911.  Leopoldo  Lugones  y  su  obra,  1911.  Artículos  en  Nosotros 
(1916,  marzo). 

Emilio  Cuervo  Márquez,  bogotano,  brillante  prosista,  publicó  Tic- 


S.   XX,    1905.   CAMILO   MAR^A  ABAD  I7I 

rras  lejanas,  3."  ed.,  Bogotá,  1905:  recuerdos  de  viaje,  con  honda 
impresión  evocadora,  que  lleva  al  lector  adonde  el  autor  quiere  y 
le  mete  en  la  realidad,  y  no  menos  le  llena  el  alma  de  trascendentales 
pensamientos  empapados  de  hondo  sentir.  Phinées,  trarjedia  de  los  tiem-^ 
pos  de  Cristo,  ibid.,  1909.  Estudios  críticos. 

Udón  Pérez^  venezolano,  de  pura  raza  india,  culto  y  lírico  objetivo 
á  lo  Chocano,  publicó  Ánfora  cñolla,  ]\!aracaibo,  1913.  El  Gordo,  dr., 
Maracaibo,  T916.  Gonz,  Picón-Febres,  La  Liter.,  V'mez.,  1906,  pág-.  337: 
"Udon  Pérez  pisa  con  firmeza  y  dignidad  sobre  las  huellas  de  su  con- 
terráneo Yepes  y  procura  dar  á  su  obra  el  colorido  humano  y  también 
el  regional.  Posee  para  expresarse  facilid'ad  sorprendente,  y  por  poseer 
facilidad  tan  difícil  y  envidiable  no  siempre  la  castiga  con  el  cuidado 
que  merece,  para  que  la  expr-esión  no  tenga  m.anchas  ni  defectos.  Tanto 
en  sus  poesías  líricas  como  en  sus  poemas  y  en  su  interesante  drama 
Frutos  naturales,  representado  con  éxito  en  Caracas,  lo  que  primero 
se  ve  es  la  irradiación  ardiente  del  verdadero  numen.  En  teda  la  ex- 
tensión (¡  óigase  bien  !)  de  la  obra  que  ha  compuesto  es  superior  á  Ye- 
pes, por  la  elegancia  de  la  forma,  siendo  él  mismo  más  notable  que  en 
sus  odas  en  algunas  de  sus  composiciones  líricas  y  en  sus  poemas.  Los 
titulados  La  Venganza  de  Yaurepara  y  Vencida  (me  refiero  al  que  se 
publicó  en  El  Cojo  Iluaradc  correspondiente  al  i.°  de  enero  de  1905), 
son  dos  obras  hermosas.'' 

Manuel  Romero  de  Terrero',  y  Vinent^  marqués  de  San  Francisco, 
entre  los  Arcades  de  Rom.a  Gliconte  Tirio,  estudioso  erudito,  publicó 
Aldos  y  Elzevirios,  apuntes  bibliográficos,  Méjico,  1905  (en  El  Tiempo 
Ilustrado,  16  abr.).  Sinopsis  del  Blasón,  ibid,  1906.  Apuntes  biográf.  del 
ilustrísimo  señor  don  Juan  Gómez  de  Parada,  obispo  de  Yucatán,  Gua- 
temala y  Guadalajara,  ibid.,  1908.  Los  Condes  de  Regla,  apuntes  biográf., 
ibid.,  1909.  Las  Ordenes  militares  en  Méjico,  ibid.,  1913  (en  Anal.  Mu- 
seo Nac.  de  Arqneol.,  Hist.  y  Etnolog.,  t.  IV,.  La  Casa  Colonial,  ibid., 
1913  (ibidem,  t.  V,  núm.  3).  Viaje  de  la  Marquesa  de  las  Amarillas,  des- 
crito en  verso  por  don  Antonio  Joaquín  de  Rivadencyra  Barrientos,  im- 
preso en  Méjico  en  IJ^J  y  ahora  reimpreso,  ibid.,  1914  (ibidem,  t.  "^7", 
núm.  4).  La  Orden  de  Carlos  III  en  Méjico,  ibid.,  19 15  (en  Rev.  de  Re- 
vistas, domingos  14  nov.,  21  y  5  dic).  Del  antiguo  Méjico,  los  jardines 
del  Virreinato,  ]\Iadrid,  1915  (en  La  Esfera,  27  nov.).  Arte  colonial, 
Méjico,  1916.  Floréenlas  de  S.  Felipe  de  Jesi'is,  ibid.,  1916.  Los  Corre- 
gidores de  Méjico.  Madrid,  1917  (en  Rev.  Histór.  y  Gcneál.  Española, 
año  VI,  núm.  i).  Torneos,  mascaradas  y  fiestas  reales  en  la  Nueva  Es- 
paña, 1919  (en  Cultura,  de  Méjico).  Inédito:  Los  Grabadores  de  Méjico 
durante  la  época  colonial.  Próximos  á  publicarse;  La  Corte  de  Agus- 
tín I.  La  Vida  social  en  la  Nueva  España.  Tresguerras,  su  vida  y  sus 
obras.  La  Ci':a  de  Parada. 

201.  Año  iQOj.  Camilo  María  Abad  publicó  El  Culto  de  la  Inmacu- 
lada Concepción  en  la  ciudad  de  Burgos,  Madrid,  1905. — A  B  C,  desde 
1905,  periódico  fundado  por  Torcuato  Luca  de  Tena. — Álbum  cervan- 


172  ÉPOCA   REGIONAL  Y  MODERNISTA   (1888-I907) 

tino  aragonés  de  los  trabajos  literarios  y  artísticos  con  que  se  ha  cele- 
brado en  Zaragoza  y  Pcdrola  el  tercer  Centenario...  del  ''Quijote^\  Ma- 
drid, 1905. — Álbum  de  los  Sitios  de  Zaragoza,  ibid.,  1905. — Alfonso 
Benito  Alfaro  estrenó  Frasco=Lnis,  zarzuela,  1905.  Ya  se  van  los  quin- 
tos, madre,  zarz.,  1908.  El  Hijo  de  la  Patria,  dr.,  1909. — Antonio  Alo- 
MiA  publicó  Mis  alboradas,  poesías,  París,  1905. — Fernando  Alonso  es- 
treno  ¡Zapatero...  á  tus  zapatos!,  entremés,  1905. — Francisco  Alvarez 
RoDRÍGUEZ-ViLLAMiL  publicó  Crónica  de  un  reinado,  Carlos  III...,  Ma- 
drid, 1905.  Solaces,  ibid.,  1906.  Adelfas  (1909). — Anales  de  la  Universi- 
dad de  Oviedo,  ibid.,  t.  III  (1903-05),  1905. — Julio  César  Arce,  bogota- 
no, publicó  Búcaros,  Bogotá,  1905. — Abel  Antonio  Arellano  R.  (na- 
cido 1880-),  presbítero  y  poeta  chileno,  castizo,  cristiano  y  patriótico, 
acabado  en  los  metros,  ardiente,  movido  y  robusto,  publicó  Los  Héroes 
de  Rancagua,  canto  épico,  Santiago,  1905.  Recuerdos  del  Centenario 
ecos  de  gloria  (1810-ipio),  1910.  Oda  á  Pío  X,  191 1.  A  ti,  1913. — César 
DEL  Arenal  y  Garen  estrenó  Una  obra  de  caridad,  Cienfuegos,  1905. — 
Luis  Armando^  elegante  poeta,  autor  de  Flor  de  lis,  poesías,  Madrid, 
1905. — Joaquín  Arnedo  compuso  El  Niño  travieso,  zarzuela,  Valencia, 
1905. — El  Ateneo  de  Madrid  en  el  III  Centenario...  del  "Quijote",  1905. 

^^Ramón  Ayguavives  y  Moy  publicó  La  Condesa  de  Lima,  Madrid,  1905. 

— Resurrección  María  de  Azkue,  bilbaíno,  presbítero,  publicó  el  mag- 
nífico Diccionario  vascoespañolfranccs,  2  vols.,  Bilbao,  1905-06.  Diccio- 
nario español  y  vasco,  Bilbao,  1916 — Francisco  Aznar  Navarro^  eru- 
dito aragonés,  publicó  Régimen  municipal  aragonés  (Rev.  Arag.)  y  Za- 
ragoza, 1905.  Forum  Turolii,  Zaragoza,   1905.  Los  Solariegos  en  León 

■y  Castilla,  1906.  El  Cabildo  de  Zaragoza  en  1808  y  i8op:  Enlaces  anglo- 
cspañoles,  1906  (en  Ateneo,  I). — El  Doctor  Bacteria  publicó  Cuentos  de 
vacaciones,  narraciones  pseudocienttficas,  IMadrid,  1905. — Pedro  Ba- 
llester  y  Pons  publicó  Costumbres  popidares  de  Menorca,  Mahón,  1905. 

— Ema  de  la  Barra,  por  seud.  César  Duayen,  nieta  de  Eduardo  d'e  la  Ba- 
rra, chilena,  residente  en  la  Argentina,  publicó  novelas  sobre  la  aristo- 
cracia de  esta  República,  distinguiéndose  por  la  fina  observación  y  por 
el  velo  de  ensueño  de  que  hablaba  Eqa  de  Queiroz,  con  el  cual  envuelve 
la  realidad  de  los  episodios.  Stella,  novela  de  costumbres  argentinas, 
1905  (4."  ed.),  1906;  Barcelona,  1909.  Mecha  Iturbe,  B.  Aires,  1906.  El 
Manantial,  nov.,  B.  Aires,  1908.  Cartas  maternales,  Madrid,  1917. — 
Eugenio  Bartolomé  Mingo  publicó  Cantos  escolares  (con  música),  Ma- 
drid. 1905. — Lorenzo  Piñeiro  y  Fernández  de  Villavicencio,  marqués 
de  Bendaña,  publicó  Dos  siglos  de  nuestra  historia  (1469  á  1668),  Ma- 
drid, 1905. — Valentín  Benedicto  publicó  Sonrisas  y  lágrimas.  Las  Pal- 
mas, 1905. — Enrique  de  Benito  publicó  Criminología  del  "Quijote^*, 
Zaragoza,  1905.  Partenón,  lances  y  ensueños  de  amor  de  don  Demetrio 
de  Herreros  y  Figneroa,  Oviedo,  1909.  A  ratos  perdidos,  1914- — Rodol= 
Fo  Bergés,  dominicano,  publicó  Cuba  y  Santo  Domingo,  de  mi  diario  en 
campaña  (1895-98),  Habana,  1905. — Evelio  Bernal,  español,  publicó 
Ráfagas,  poesías.  Habana,  1905. — Constancio  Bernaldo  de  Quirós,  re- 
•dactor  de  la  Revista  de  Legislación  (1903),  publicó  Peñalara,  Madrid, 


S.  XX,   1905.  JACINTO  CAPELLA  Ijd 

1905.  El  Doble  suicidio  por  amor,  1910.  La  Cargante  del  Espinar;. 
1913.  Guadarrama,  1915. — Bihliographie  Hispanique,  N.  York  (The  His-- 
panic  Society  of  America),  1905-17,  13  vols. — José  Luis  Blasio  publicó 
Maximiliano  íntimo...,  memorias  de  un  secretario,  París,  1905. — Luis-. 
BoTTARO^  chileno,  publicó  La  Espada  y  la  Cruz,  episodios  de  los  primeros 
siglos  cristianos,  Santiago,  1905. — Emilio  Bravo  publicó  Las  Batallas- 
del  amor,  de  distinta  cuna,  nov.,  Madrid,  1905.  Sueños  y  realidades,  ibid., 
1908. — A.  Briceño  Valero  publicó  Factores  étnicos  de  la  raza  hispano-^ 
americana,  Valera  (Venezuela),  1905. — Milton  A.  Buchanan,  biblió- 
grafo y  crítico  hispanista  norteamericano,  perspicaz  y  sereno,  profesor 
de  la  Universidad  de  Toronto,  escribió  resúmenes  bibliográficos  y  crí- 
ticas en  Kritischcr  Jahrcshcricht  über  die  Fortschritte  der  Romani- 
scJien  Philologie  (1911-13),  trabajos  muy  originales  sobre  Cervantes  y 
Calderón,  cuya  comedia  La  Vida  es  sueño  editó,  Toronto,  1909,  así  como 
la  de  Mira  Esclavo  del  demonio,  Baltimore,  1905.  Otros  artículos  en 
varias  revistas. — Javier  de  Burgos_,  sobrino  del  autor  del  mismo  nom- 
bre, estrenó  Gloria  á  Cervantes,  aprop.,  1905.  Maese  Elí^  opereta  (con 
Ángel  Cuéllar),  1910.  El  Clown  bebé,  com.  (con  Linares  Becerra),  1910. 
Los  Hijos  de  Hungría  (con  José  Carmena),  1911.  Los  Dos  amores,  zar-i- 
zuela,  191 1.  Las  Gentes  de  rompe  y  rasga,  zarz.,  191 1,  El  Niño  castizo, 
saín,  (con  Silvio  Figarelo),  1913.  Y  otras  con  otros  colaboradores. — 
P.  BusTAMANTE  publicó  Peregrina,  nov.,  1905. — José  Antonio  Caba- 
llero publicó  Guia  de  Sanlúcar  de  Barrameda,  Jerez,  1905. — Domingo 
Cabré  y  Estany  publicó  Cladio,  el  tenedor  de  libros...,  novela,  Barce- 
lona, 1905. — Caireles  y  León  Fogoso  publicó  Chascarrillos  baturros,.. 
1905.  Nuevos  chascarrillos  baturros,  1909.  5  vols.;  2.*  serie,  1910,  1912. 
Chascarrillos  taurinos,  1909-  Chascarrillos  estudiantiles,  1910.  Chasca- 
rrillos teatrales,  1911.  Chascarrillos  aragoneses  (1912). — Manuel  J.  Ca-. 
LLE  (n.  1866?-),  de  Cuenca  (Ecuador),  admirable  period'ista,  ejerce  ca- 
prichosamente, y  á  veces  con  despiadado  regocijo,  la  policía  crítica  de 
las  Letras;  publicó  Leyendas  del  tiempo  histórico,  episodios  de  la  gue- 
rra de  la  Independencia,  Guayaquil,  1905 ;  Madrid*,  1918.  Leyendas  his- 
tóricas, Guayaquil,  1909.  Leyendas  del  tiempo  heroico,  1918. — Francisco 
DE  Camba,  gallego,  publicó  Camino  adelante,  novela,  Madrid,  1905.  Los 
Nietos  de  I  caro,  nov.,  191 1.  A  través  de  Galicia,  por  el  hidalgo  de  Tor, 
notas  de  viaje.  El  Amigo  Chirel,  nov-,  1918.  La  Revolución  de  Laiño, 
nov.,  1919. — Cancionero  de  la  Academia  de  los  Nocturnos  de  Valencia 
(del  s.  xvi),  ibid.,  1905-12,  4  vols. — Antonio  Cañas  Cantero,  de  Tzna-- 
jar  (Andialucía),  dirigió  en  Madrid  Vida  Literaria  y  publicó  Pétalos 
sueltos,  poesías.  Los  dos  cienos,  drama  (con  L.  Linares  Becerra),  1905. 
— Jacinto  Capéela  (n.  1880-),  barcelonés,  redactor  de  La  Aurora,  de 
Barcelona  (1897),  La  Renaixensa  (1903),  colaborador  de  Hispania 
(1903),  estrenó  en  Madrid,  g-eneralmente  en  colaboración  con  Joaquín 
González  Pastor  y  otros,  obras  del  género  libre  en  su  mayoría,  y,  por 
consiguiente,  de  muchas  representaciones,  para  regodeo  de  la  crasa 
plebe  y  duelo  del  arte.  La  Boleta  de  alojamiento.  A  ras  de  tierra,  1905. 
Casa  propia,  1905.  La  Gatita  blanca.  El  Recluta.  La  Machaquito.  El 


174  ÉPOCA   REGIONAL  Y   MODERNISTA   (1888-1 9O7) 

Guante  amariUo.  El  Palacio  de  cristal.  La  Vida  alegre,  1907.  La  Brocha 
gorda,  1907.  La  Gran  noche,  1907.  Granito  de  sal,  1908,  Yo,  gallardo  y 
calavera,  1908.  Ki-tha  y  Pohn,  1908.  La  Boda  roja,  1908.  La  Mujer  es- 
pañola, 1908.  La  Eterna  revista.  El  Trust  de  las  mujeres.  El  Garrotín. 
Biscuit  glacé.  El  Becerro  de  oro,  1909.  La  Ciudad  iranguíla.  1916.  La 
Habana  alegre.  De  la  Habana  á  la  luna.  Intimas,  poesías, — Ignacio  Ca- 
KRANZA  publicó  Mis  Tccuerdos,  prosa  y  verso,  Madrid,  1905. — Neftalí 
Carranza  publicó  Oratoria  argentina,  recopilación  cronológica  (1810- 
1904),  La  Plata,  1905,  5  vols. — Manuel  Martín  Carrascal  publicó  Ma- 
riposas, jSIadrid,  1905. — Francisco  Carrera  Justiz,  cubano,  entre  otras 
obras,  publicó  Introducción  á  la  Historia  de  las  In^tiii'.ciones  locales  de 
Cuba,  Habana,  1905,  2  vols.  Estudios  polit.-soc,  ibid.,  1911.  Orientacio- 
nes necesarias:  Cuba  y  Panamá,  ibid.,  1913. — Tomás  Carreras  y  /VrtAu 
publicó  La  Filosofía  del  Derecho  en  el  ^^Quijote",  Gerona  (1905). — 
Eduardo  Carrió,  redactor  de  Actualidades  (1902),  estrenó  La  Fuen- 
tecica,  zarzuela  (con  L.  Ibáñez),  1905.  Los  Corrigendos  (con  L.  Porta), 
1906. — Catalanes  ilustres...  por  varios  autores,  Barcelona,  1905. — Ca- 
tálogo de  la  Exposición  celebrada  en  la  Bibl.  Nac.  en  el  HI  Cente- 
nario... del  "Quijote",  1905. — Centenario  de  la  aparición  del  '■^Quijote" 
en  el  Bolct.  Soc.  Geog: .  de  Madrid,  1905.  Cen'mario  del  "Quijote"  en 
Galicia,  Con\ña,  1903.  Centenario  del  "Quijote"  en  I^ev.  Penitenciaria; 
1905.  Centenario...  en  el  Teatro  Real,  1905.  Ídem,  Acad.  de  Mecíicina, 
1905. — G0DOFREDO  D.  Coca,  argentino,  publicó  ruegos  fatuos,  poesías, 
1905. — Francisco  Comes  estrenó  Tres  en  una,  juguete,  1905.  Zapatero  y 
Detective  ó  la  Banda  del  Dedo  Gordo,  sain.  (con  Enrique  Arroyo,  1917). 
— Luis  Cornéela  publicó  Se^ñlla  pura,  Madrid,  1905. — León  de  Corral  y 
Maestre  (n.  1855-),  zamorano,  catedrático  de  Medicina  en  la  Universidad 
de  Valladolid,  publicó  Don  Diego  de  Corral  y  Arellano  y  los  Corrales  de 
VaUadolid,  Madrid,  1905.  Don  Alvaro  de  Luna  según  testimonios  inéditos 
de  la  época,  Valli-dolid,  1915. — Deusdedit  Criado,  colaborador  de  La  Li-= 
dia  (1890...),  Barcelona  Cómica  (1896),  El  Correo  Ilustrado  (1S97),  Plu- 
rna  y  Lápiz  (1902),  estrenó  La  Tirana,  zarzuela,  1905. — Crónica  del  Cen- 
tenario del  "Don  Quijote",  Madrid,  1905. — Crónicas  de  los  cervantistas, 
historia  del  Centenario,  1905. — Lorenzo  Cruz  de  Fuentes  (n.  1855-). 
de  Ahnonte  (Huelva),  catedrático  auxiliar  del  Instituto  de  Jerez  (1881), 
y  en  propiedad  de  Retórica  en  el  de  Cabra  (1893),  y  de  Lengua  y  Li- 
teratura castellana  en  el  de  Huelva  (1898),  director  del  mismo  Institu- 
to, publicó  obras  de  texto  y  Discurso  sobre  el  "Quijote",  Huelva,  1905, 
Gertrudis  Gómez  de  Avellaneda,  Autobiografía  y  Cartas,  Madrid,  1907, 
1914.  Abnonte,  documentos  de  las  fundaciones  religiosas  y  benéficas  de 
Ja  villa,  Huelva,  1908. — Manuel  Cruzado,  mejicano,  publicó  Bibliogra- 
fía jundica  mexicana,  México,  1905.  Memoria  para  la  ídem,  ibid.,  1894. 
— \'.  M.  Chiapa.  chileno,  publicó  Noticias  bibliográficas  sobre  la  colec- 
ción de  historiadores  de  Chile  y  documentos  relativos  á  la  hist.  nac., 
Santiago,  1905. — Jorge  Dawton,  joven  dramático  chileno,  que  promete, 
estrenó  Poetas  y  campesinos,  Buin,  1905. — Jacinto  María  Delgado 
publicó  Adiciones  á  la  historia  del  ingenioso  hidalgo  don  Quijote  de  la 


S.  XX,  1905.  EL  PADRE  JUAN  GARCÍA  1 75 

Mancha...,  escritas  en  arábigo  por  Cide-Hamete  Benengeli,  Barcelona, 
1905. — Manuel  Díaz  Caro  publicó  Cosas  de  la  vida,  novelas  cortas,  Se- 
villa. 1905.  Abandonado,  novela,  Sevilla,  1907.  Las  Apariencias,  novela, 
Madlrid,  191 1. — Documentos  inéditos  ó  muy  raros  para  la  Historia  de 
México,  México,  1905-11,  36  vols. — Guillermo  Domínguez  Roldan, 
catedrático  de  la  Universidad  de  la  Habana,  publicó  Lugar  que  ocupa 
Cervantes  en  las  letras  castellanas,  confer..  Habana,  1905.  Estudio  com- 
parativo de  Cervantes  en  reí.  con  los  literatos  de  su  época,  1905.  Ocios, 
cuentos,  etc.,  1909.  La  Literatura  cubana,  confer.,  191 5.  La  Refor^na 
constitucional  y  el  cambio  de  régimen,  confer.,  1918.  La  Guerra  actual, 
ídem.,  1918.  Elogio  del  doctor  Luis  Padro,  id".,  1918. — Juan  Pablo 
Echagüe  publicó  P'untos  de  vista^  crónicas  de  bibliografía  y  teatro, 
Barcelona,  1905. — Enciclopedia  Universal  Europeo-Americana,  José  Es- 
pasa, Barcelona,  desde  1905  (?). — Alfonso  Espejo  Morales,  de  Lorca, 
publicó  Consejas  de  guerra  y  amor,  Lorca,  1905. — Francisco  Tomás 
Estruch  (n.  1860?-),  uruguayo,  residente  en  España,  buen  dibujante  y 
poeta  muy  romántico,  publicó  Vándalo,  poema,  Barcelona,  1905. — Luis 
Fació  estrenó  Lq  Venida  del  Mesías,  juguete,  1905.  Cosas  de  novios, 
1905. — Francisco  Falcón  y  Cercos  publicó  Apuntes  críticohistóricos  de 
la  villa  de  Gelsa,  Zaragoza,  1905. — Eleuterio  Fernández  Torres  pu- 
blicó Historia  de  Tordesillas,  Valladolid,  1905,  1914.  Sor  Angela,  dr., 
1909.  Con  flores  á  María,  1914.  A  ofrecerte  venimos,  1914. — Justo 
Fernández  y  González  estrenó  Deshonra  y  venganza,  drama,  Logro- 
ño, 1905. — Manltel  Fernández  Villamarzo  Cánovas  publicó  Estudios 
geogr.-Jiisfór.  de  Cartagena  desde  los  tiempos  prehistóricos  hasta  Ux 
expulsión  de  los  árabes,  Cartagena,  1905. — 'Ovidio  Fernández  Ríos, 
montevideano,  director  de  La  Semana,  redactor  de  El  Día,  diputado, 
publicó  Sueños  de  media  noche,  1905.  Por  los  jardines  del  alma,  1908. 
JEl  Alma  de  la  casa,  com.,  1911.  El  Fracaso,  com.,  1912.  Las  Leyendas 
•milagrosas,  1912.  Horizontes  de  luz,  B.  Aires. — Fiestas  en  Honduras  por 
«1  Quijote,  Tegucigalpa,  1905.  ídem  en  Oran,  Oran,  1905. — Emilio  Finot 
(n.  1886-),  poeta  boliviano,  ha  publicado  Breves.  Rosas.  Gabriel  Rene. 
Moreno  y  sus  obras,  Bolivia,  1910. — Floresta  cómica,  colecc.  de  cuentos, 
agudezas  y  descripciones  de  los  graciosos  de  nuestras  comedias,  Madrid, 
1905. — José  María  Folch  y  Torres  publico  Cataluña  pintoresca,  Bar- 
celona, 1905.  Las  novelitas  Bondad  y  alegría,  Cleto  y  Mariana,  Dios 
premia  á  los  buenos.  El  Retrato  de  Juana,  La  Fuerza  de  voluntad.  La 
Verdadera  felicidad,  Una  vida,  cada  una  aparte,  Barcelona,  1910.  El 
Pirineo,  nuevos  cuentos  del  Ampurdán,  Barcelona,  1912.  Aventuras 
extraordinarias  de  Noteapures  (con  Juan  Junceda),  ibid.,  1912.  La  Fa- 
milia del  capitán  Delmar,  nov.,  1917. — Manuel  Formoso  Llamas  publicó 
Apuntes  para  la  historia  de  Chantada,  Madrid,  1905. — Gaceta  Médica 
de  Granada  y  del  Sur  de  España,  en  el  Cent.  HI  del  ^'Quijote",  Gra- 
nada, 1905. — A.  Galdo  López  publicó  Recuerdos  del  tiempo  viejo,  tea= 
tros,  autores,  actores  y  músicos^  Alicante,  1905. — Manuel  José  Gan- 
DARiLLAs  publicó  Don  Bernardo  O'Higgins,  Santiago  de  Chile,  1905. — 
El  Padre  Juan  García,   iiiisionero    del    Corazón    de    María,    publicó 


176  ÉPOCA   REGIONAL  Y  MODERNISTA   (1888-I907) 

Sermones  en  honor  del  Snw.  Corazón  de  Jesús,  Madrid',  1905. — Pe- 
dro DE  Alcántara  García  publicó  La  Patria  española,  su  formación..., 
orografía...,  hechos  históricos...,  momimentos...,  productos,  Madrid, 
1905- — VÍCTOR  García  Olalla  publicó  Lepanto  y  Cervantes,  romance 
heroico,  Madrid"  (1905). — Victoriano  García  Martí,  por  seud.  Los  Du- 
ques de  El,  red'actor  de  El  Liberal,  estrenó  Fidelidad,  drama,  Vigo,  1905- 
La  Sonrisa  de  un  espíritu,  novela  (191 1).  Del  mundo  interior,  medita- 
ciones (191  i).  Del  vivir  heroico,  medit.  (1915).  Don  Severo  Carballo, 
nov,  de  cost.  gallegas  (1917). — Manuel  Garrido  (-j-  1917),  redactor  del 
Heraldo  y  La  Tribuna,  estrenó  La  Estatua  de  don  Tancredo  (con  R.  Re- 
yes), 1905.  Y  decías  que  me  amabas,  dial.,  1910.  Ei  Ultimo  juguete,  1914. 
Arriba,  caballo  moro,  entr.,  1915.  El  Sastre  del  Campillo,  sain.,  191 5. 
La  Buena  estrella,  1916.  El  Gitanillo,  zarz. — Pablo  Gaulot  publicó 
Sueño  de  Imperio,  México,  1905. — Vicente  Gay  y  Forner  (naci- 
do 1876-),  valenciano,  catedrático  en  la  Universidad  de  Valladolid,  pu- 
blicó Constitución  y  vida  del  pueblo  español,  Madrid,  1905,  y  otras  obras 
de  política.  Los  Trovadores  en  la  vida  del  pueblo,  1913.  El  Imperialisma 
y  la  guerra  europea,  1915.  El  Pensamiento  y  la  actividad  alemana  en 
la  guerra  europea,  1916.  En  Esp.  Mod.:  La  América  moderna  (1910). — ■ 
Gener  Gener  é  Hilario  B.  Omedes  estrenaron  El  Señor  ministro,  com., 
Barcelona,  1905. — Geografía  de  la  Rep.  de  Bolivia,  edic.  oficial,  La  Paz, 
1905. — Salvador  Gestal  Rueda  publicó  Trozos  literarios.  Málaga,  1905. 
— Antonio  Gil  Basagoitia  estrenó  Generosa^  diálogo,  1905. — Isidro 
Gil  Gavilondo  (f  1916),  burgalés,  estuvo  algún  tiempo  en  Portugal  y 
publicó  en  El  Laberinto  y  el  Semanario  Pintoresco  narraciones  cortas, 
inspiradas  en  Alejandro  Herculano  cuando  este  autor  portugués  estaba 
en  el  apogeo  de  su  gloria;  trabajos  históricos  en  Arte  Español  (1913), 
y  El  Castillo  de  Loarre  y  el  alcázar  de  Segovia,  Burgos,  1905.  El  Bar- 
bero de  un  privado.  Memorias  históricas  de  Burgos  y  su  provincia. 
Burgos,  1913. — Pedro  Giralt  publicó  Bellezas  del  "Quijote^\  Habana, 
1905.  Soledad,  nov.,  1907.  Estética  de  la  figura  humana,  1910.  Una 
dama  entre  dos  fuegos,  com.,  1911.  Destellos  de  arte  y  de  crítica,  1916. 
— Francisco  Gómez  Hioalgo  y  Alvarez  (n.  1886-),  de  Val  de  Santo 
Domingo  (Toledb),  publicó  Papel  y  tinta,  artículos  y  cuentos,  Talavera, 
1905.  El  Pecado  de  Adán,  cuentos,  Madrid,  1909.  Belnionte,  el  miste- 
rioso, Barcelona,  1912.  Historia  política  y  parlamentaria  del  señor  Po- 
sada Herrera,  Madrid,  1916.  ¿Cuándo  y  cómo  ganó  usted  su  primera  pe- 
seta?, recopilación,  etc.,  1916. — Juan  Gómez  Renovales  estrenó  El  So- 
brino del  autor,  comedia  (1905).  Lo  Eterno,  com.  (1907).  Mujeres  co- 
nocidas, nov.,  Madrid,  1919. — Juan  González  y  Sánchez  publicó  His- 
toria de  la  ciudad  de  Arjona,  Madrid,  1905. — Rafael  González  Mer- 
chant  publicó  La  Divina  Eucaristía,  conferencias,  Madrid  (1905).  Re- 
volución y  Cristianismo,  conferencias,  Sevilla,  1907. — Luis  Gonzalvo 
publicó  Avance  para  un  estudio  de  las  poetisas  musulmanas  en  España, 
Madrid,  1905. — Alta  poesía.  Floríctdas  cariátides  rimadas  libertaria- 
mente por  el  condolido  poeta  don  Ópalo  Gorbéuches;  hay  un  zaguán  de 
Furcio  Fúrciez,  Madrid,   1905. — Ángel  de  Gorostidi  y  Gulbenzu  pu- 


S.  XX,  1905.  JULIO  LERENA  JUANICO  1 77 

blicó  artículos  eruditos  en  Euskal-Erria,  1905-06. — Fortunato  Gran- 
des publicó  Apuntes  históricos  de  Salvatierra,  Vitoria,  1905. — Juan 
Guerra  Núñez,  de  Camagüey  (Cuba),  publicó  Vae  Soli,  novela-poema. 
Habana,  1905. — Clodoaldo  Guerrero  compuso  Montiel,  drama  (1905). 
B<ailcn,  zarz.  (1907). — Teófilo  Guiard  y  Larrauri  publicó  Historia 
de...  Bilbao,  ibid.,  1905-08,  3  vols.  Historia  del  Consulado  y  Casa  de 
Contratación  de  Bilbao  y  del  comercio  de  la  villa,  ibid.,  1913;  t.  II,  1916. 
— Manuel  Guisado  Sánchez,  presbítero,  publicó  Sermones  varios,  Se- 
villa, 1905,  1909. — Francisco  José  Herboso,  abogado  chileno,  publicó 
Estudios  penitenciarios,  Santiago,  1892.  Reminiscencias  de  viajes,  t.  I, 
Caracas,  1905;  t.  II,  ibid.,  1905;  t.  III,  Santiago,  1906. — Luis  Herrera 
Y  Robles  publicó  La  Eneida,  irad.  en  verso,  Madrid,  1905. — Homenaje 
á  Cervantes,  Mérida  de  Yucatán,  1905. — Homenaje  á  Cervantes,  Ma- 
drid, 1905  (por  la  Rcv.  General  de  Marina). — Ramón  Domingo  de  Iba- 
rra  publicó  Cuentos  históricos,  Santa  Cruz  de  Tenerife,  1905. — Ignacio 
Iglesias,  catalán,  estrenó  Las  Urracas,  comedia  (1905).  Los  Emigran- 
tes, trag.  (1916).  La  Señora  Marieta  (1919). — Francisco  Jardiel,  canó- 
nigo en  Zaragoza,  publicó  Elogio  fiinehre  en  honor  de  M.  de  Cervantes, 
Zaragoza,  1905. — Andrés  Jiménez  Soler  publicó  Caballeros  españoles 
en  África  y  africanos  en  España,  1905-07  (en  Rev.  Hisp.,  ts.  XII  y  XVI), 
Un  autógrafo  de  don  Juan  Manuel  (ibid.,  t.  XIV).  La  Expedición  á 
Granada...  en  1319,  MacSrid,  1905  (  y  en  Rev.  Arch.,  t.  XII,  1905).  Epi- 
sodios de  loy  historia  de  las  relaciones  entre  la  Corona  de  Aragón  y  Tú- 
nez, 1907  (en  Instituí  d'Estudis  Catalans,  Anuari  MCMCH,  págs.  195- 
224),  Retrato  histór.  de  Alfonso  V  de  Aragón,  1907  (en  Rev.  Aragone- 
sa). La  Corona  de  Aragón  y  Granada,  Barcelona,  1908.  Itinerario  del 
rey  don  Alonso  de  Aragón,  el  que  ganó  á  Ñapóles,  Zaragoza,  1909.  La 
España  primitiva  según  la  filología,  ibid.,  1913.  Estudio  de  historia  ara- 
gonesa, siglos  XVI  y  xvii,  t.  I,  ibid.,  1916. — Epigramas  de  El  Bachiller 
Kataclá,  Madrid,  1905.  Cantes  gitanos,  Logroño,  1907. — Guillermo 
Labarca  Hubertson,  chileno,  profesor,  restaurador  del  cuento  criollo, 
pintoresco  narrador  que  sabe  describir  acknirablemente  el  paisaje,  pu- 
blicó Al  amor  de  la  tierra,  Santiago,  1905.  Mirando  al  océano,  ibid., 
1911. — Joaquín  Labios  González  de  Rojas  estrenó  Toros  en  sombra, 
entremés  (con  E.  Lacuix),  Sevilla,  1905. — Isidoro  Lapuente  Sáez  pu- 
blicó Estudio  crítico  de  nuestro  libro  rey  (el  Quijote),  Madrid,  1905. — ■ 
Justo'  de  Lara  publicó  Cervantes  y  el  "Quijote",  Habana,  1905. — Ángel 
de  Larra  y  Cerezo,  médico  militar,  director  de  la  Rev.  de  Terap.  y 
FarmacoluQia,  La  Medicina  Militar  Esp.  (1903),  fundador  del  Diario 
Médico  (1882),  por  seud.  A.  Dickter,  Doctor  Veritas  y  Licenciado  Ba- 
doret  y  García,  publicó  Historia  resumida  del  periodismo  médico  en 
España,  Madrid,  1905. — Eduardo  León  y  Ortiz  publicó  Tiempos  y 
tiempos,  ensueño  con  motivo  del  "Don  Quijote",  Madrid,  1905. — Julio 
Lerena  Juanicó,  artificioso  poeta  modernista  del  Uruguay,  hombre  de 
letras,  dilcttante  á  veces,  escaso  en  escritos,  pero  fino,  penetrante  y  aris- 
tocrático en  sus  versos.  Dirigió  Los  Debates  y  Vida  Moderna.  Publicó 
en  diarios  y  revistas  y  en  el  Parnaso,  de  Montero  Bustamante,  poemas 

TOMO  XII.— 12 


178  ÉPOCA  REGIONAL  Y  MODERNISTA   (1888-I907) 

breves  delicados.  Parques  amigos  y  Baladas  del  viento  (en  Almanaque 
Ilustrado).  Gesta  del  silencio  (en  la  rev,  Apolo). — Letras,  rev.  quincenal. 
Habana,  1905-14,  10  vols.,  dirigida  por  Néstor  Carbonell,  José  M.  Car- 
bonell. — Caklos  López  Rocha,  argentino,  publicó  Palideces  i  Púrpuras^ 
versos,  B.  Aires,  1905. — F.  López-Alen  publicó  sobre  erudición  vascon- 
gada en  Euskal-Erria  (1905-06). — Sarah  Lorenzana  publicó  Acuare- 
las, cuentos  y  poesías,  Madrid,  1905.  La  Quinta  de  los  lagos,  cuentos  y 
máximas  morales  para  lectura  de  los  niños,  Aladlrid,  1907.  Al  amor  de 
la  lumbre,  lecturas,  1908.  Las  Aventuras  de  Hugo,  3  partes.,  1908,  1909. 
Villa  Rosalba,  1909.  Lis,  1910.  Cuentos  de  color  de  oro,  191 1.  Las  Aven- 
turas de  Hugo,  1913.  Bosquejos,  cuentos,  1913.  Las  Aventuras  de  Hu- 
go, VIH,  1914.  Cuentos  de  color  de  amatista,  1914. — Adrián  de  Loyar- 
TE  publicó  Pinceladas  de  Basconia,  t.  I,  Tolosa,  1905;  t.  11,  Tolosa,  1907. 
Ideas  de  nuestro  tiempo,  1912.  Donostiarras  del  s.  xix,  San  Sebastián, 
1913.  Eduardo  Dato,  ibid.,  1914.  El  Genio  vasco  en  las  épocas  modernas, 
ibid.,  1917. — Federico  Lozano  Gutiérrez  publicó  Historia  de  Ronda, 
ibid.,  1905. — Feliciano  Luengo  González  publicó  Triste  realidad,  Ma- 
drid, 1905. — José  Mariano  Llórente  y  Llórente  publicó  Algunas  ideas 
del  "Quijote^'  aplicadas  á  la  doctrina  fundamental  de  la  administración, 
Vallacíolid,  1905. — Estanislao  Maestre,  colaborador  de  Barcelona  Có- 
mica (1895-96)  y  Azul  y  Rosa  (1903),  publicó  La  Hija  del  usurero,  no- 
vela, Madrid,  1905,  1917.  Almas  rústicas,  1906.  Los  Vividores,  nov., 
1910.  El  Mantón  de  Manila,  nov.,  1910. — Luis  Maffiote  y  La  Roche 
(n.  1862-),  de  Las  Palmas  (Canarias),  empleado  del  Estado,  publicó  Los 
Periódicos  de  las  islas  Canarias,  apuntes  para  un  catálogo  (1898-1905), 
Madrid,  1905-06,  3  vols. — Lucas  Mallada  y  Pueyo  (n.  1841-),  de  Hues- 
ca, ingeniero  de  Minas,  autor  de  obras  geológicas,  publicó  Cartas  ara- 
gonesas dedicadas  á  S.  M.,  Madrid,  1905. — José  María  Mariscal  y 
Luis  publicó  El  Gobierno  de  Sancho,  Valladolid,  1905  (con  Ramón  Ee- 
rreiro  Lago). — Manuel  Martín  Carrascal,  colaborador  de  Madrid 
Cómico,  Vida  Galante,  La  Ccrresp.  Militar  (1903),  ABC  (1904).  pu- 
blicó Mariposas,  Madrid,  1905. — N.  Martín  Mateos  publicó  Recuera 
dos  gloriosos  de  Aragón,  Madrid,  1905.  Gloria  á  dos  sabios,  1905. 
— E.  Martínez  Gomar  estrenó  El  Capitán  Robinsón,  zarzuela.  1905. — 
Manuel  Martínez  Domínguez,  médico  matancero,  publicó  Cabrilleos, 
versos.  Habana,  1905. — Salvador  Martínez  publicó  Nieves,  París,  1905. 
— Gabriel  Maura  Gamazo  (n.  1879-),  madrileño,  colaborador  de  La 
Lectura  y  Alma  Española  (1903),  publicó  La  Cuestión  de  Marruecos, 
Madrid,  1905.  Rincones  de  la  Historia,  ibid.,  1910.  La  Historia  y  la  mi- 
sión de  España,  según  M.  Pelayo,  ibid.,  1913.  Carlos  II  y  su  corte,  ibid., 
1911;  t.  II,  1915. — Atanasio  Melantuche,  aragonés,  redactor  de  El. 
País  (1892-1902),  escribió  para  el  teatro  piezas  regionales  aragonesas: 
La  Vara  de  alcalde,  carz.  de  costumbres  aragonesas  (1905)-  Idcícas,  zar- 
miela  baturra  (1905).  El  Golpe  de  Estado  (con  S.  Oria,  1906).  La  Taja- 
dera, zarz.  baturra  (1909).  La  Pirula,  zarz.  (1913)-  ^""^o.,  opereta  (1915). 
— Santiago  de  Mena  y  Aristeguieta  publicó  Notas  del  alma,  poesías, 
Madrid,  1905. — Pajareras,  poesías.  Bnen  padre  y  mala  hija,  poema.  Men- 


s.  XX,  1905.  LUIS  parís  y  cadexas  179 

tira,  poema.  Cuentos  y  leyendas,  poesías,  Madrid,  1905.  Cuentos  en  pro- 
sa. Domici-ano,  tragedia.  Luchas  de  abnegación,  dr.  El  Novísimo  don 
Juan,  com.  Los  Primeros  hermanos,  ár.  Jordano  Bruno,  dr.  El  Rico 
nuevo.  Decir  la  verdad  mintiendo  (arreglo). — Mil  y  una  curiosidades, 
archivo  de  cosas  raras...,  Barcelona  (1905,  4  vols.). — A.  Minguexs  Pa- 
rpado publicó  Poesías,  Córdoba  (Argentina),  1905.  Evocaciones,  1910. 
Canto  secular,  Córdoba,  1913. — Juan  Moneva  y  Puyol  (n.  1871),  cate- 
drático en  la  Universidad  de  Zaragoza,  publicó  El  Clero  en  el  "Quijo- 
te", Zaragoza,  1905. — Manuel  Mora  y  Gaudó  (n.  1874-),  zaragozano, 
catecírático  interino  de  Arqueología  en  la  Universidad  de  Zaragoza, 
auxiliar  de  la  de  Barcelona,  publicó  Tapicería  de  la  Catedral  de  Alha- 
rracín,  1905  (en  Rev.  Arch.).  Ordinaciones  municipales  de  Zaragoza  en 
la  Edad  Media,  2  vols.,  Zaragoza,  1908.  La  R€mendona,  saín,  (con  José 
Camero),  1908.  Cabezudos,  zarz.  (con  id.),  1909. — Juan  José  Morato 
publicó  Don  Quijote  y  los  oprimidos,  1905  (en  El  Ateneo,  351-360). — 
Francisco  Moret  Pérez  (n.  1863-),  de  Bolondrón  (Cuba),  farmacéu- 
tico, estrenó  Perdón  que  redime,  dr..  Matanzas,  1905. — Mario  Muñoz 
BusTAiMANTE  (n.  1881-),  habanero,  poeta  y  más  pensador  que  poeta,  pu- 
blicó Crónicas  humanas,  Habana  (1905).  El  Pantano,  de  crítica  social, 
1905.  Ideas  y  colores,  1907.  Rimas  de  gozo,  191 5,  libro  doliente  y  amar- 
gamente apasionado. — José  Nieto  publicó  Cervantes  y  el  autor  del  falso 
^'Quijote",  Madrid,  1905.  La  Familia  de  Bambolla,  Valladolid,  1912. — 
Nueva  historia  y  monografías  geográficas  de  las  provincias  de  España. 
Galicia,  1905;  Barcelona,  1907,  etc. — Federico  Obanos  Alcalá  d^l 
Olmo  publicó  La  Marina  en  el  bloqueo  de  la  isla  de  León  (1810-12), 
Madrid,  1905.  España,  cuadros  históricomarítimos ^  Aíadrid,  1908. — Fe- 
derico Olóriz  Aguilera  (1855-1912).  granadino,  célebre  médico,  pu- 
blicó Caracteres  físicos  de  los  personajes  del  "Quijote",  Madrid,  1905. — 
Luciérnagas,  por  Omega,  Cádiz,  1905. — Ramón  Orbea  publicó  La  Re- 
conquista de  América,  Madrid,  1905. — Ordenanzas  del  Consulado  de 
Burgos  de  1538,  Burgos,  1905. — Fernando  Ortiz  Fernández  (n.  18S1-), 
de  la  Habana,  catedrático  auxiliar  de  la  Universidad,  publicó  Las  Sirn^ 
patíos  de  Italia  por  los  mambises  cubanos,  Marsella,  1905.  Hampa  Afro= 
Cubana,  los  negros  brujos,  Madrid,  1906,  1916.  Para  la  agonografía 
española.  Habana,  1908.  Los  Mambises  italianos,  apuntes  para  la  histo- 
ria cubana,  Habana,  1909.  La  Reconquista  de  America,  París,  191 1. 
Entre  cubanos,  París  (1913). — Salvador  Padilla  publicó  Gramática 
Jíístór.  de  la  lengua  cast.,  Madrid,  1905  (2."  ed.),  191 1.  Gloria  á  Cervan- 
tes, Orense,  1905. — Vicente  G.  Paesa  estrenó  El  Asistente,  juguete, 
1905,  1908.  E\  Cierre  dominical,  1908.  Cómo  está  el  mundo,  191 1.  El  De- 
cir de  las  flores,  entr.,  191 5. — Matías  Pallares  publicó  La  Caja  de 
Valderrobres  ó  Peña  de  Aznar  la  Gaya...,  Alcañiz,  1905. — Leopoldo 
Pardo  é  Irureta  estrenó  El  Serzñcio,  juguete,  Santander,  1905.  El 
Nuevo  gobernador,  1906.  La  Previa  censura,  entr.,  1909.  Femina,  co- 
anedia,  1914.  La  Guerra  de  los  treinta  años,  com.,  Madrid,  1917. — Luns 
París  y  Cadenas,  empresario  teatral,  redactor  de  La  Nación,  cíirector 
de  Militares  y  Soldados  (1896),  estrenó  El  Trágala  (con  J.  J.  Cadenas), 


l8o  ÉPOCA   REGIONAL  Y  MODERNISTA   (1888-I907) 

1905.  Donde  las  dan...,  1906. — Onofre  Peligro  y  Valle  publicó  Nueva 
Ortografía  del  idioma  castellano,  Badajoz,  1905. — M.  Peña  publicó  En- 
sayo para  un  estudio  histór.-crít.  comparado  del  Fuero  de  Salamanca, 
ibid.,  1905. — Emilio  Pérez  Egea  publicó  Cantares,  Madrid,  1905. — 
Fidel  Pérez  Mínguez  publicó  La  Casa  de  Cervantes  en  l^alladolid, 
Madrid,  1905.  Entre  pinares,  1916.  El  Maestro  López  'Je  Hoyos,  Ma- 
drid, 1916. — J.  PÉREZ  Y  Pando  publicó  Historia  de  la  imagen  y  santua- 
rio de  Nuestra  Señora  de  Montesclaros,  Vergara,  1905. — Marcial  Pé- 
KEZ  Cordero,  chileno,  publicó  Amor  y  muerte,  poesías,  Santiago,  1915. 
— Pedro  Pérez  Fernández  publicó  Las  Mannoñas,  saínete  (con  G. 
Jiménez  Athy),  1905.  Niña  de  Lunares,  novela  andaluza,  Sevilla,  1907. 
A  la  vera  der  queré,  sain.  (con  José  Camero),  1909.  Para  pescar  un 
novio,  1910.  El  Alma  del  querer^  sain.,  1910.  Del  alma  de  Sevilla, 
París,  191 1.  Los  Últimos  frescos  (con  Fernando  Luque,  1917).  El 
Señor  Pandolfo,  fars.  (con  Fernández  Ardavín),  1907.  El  Oro  del 
moro,  sain.,  1918, — Manuel  Pinos,  nacido  en  España,  rec>actor  del 
Diario  Español  (1915),  publicó  Ropa  ligera,  prosa  y  verso  (s.  1.  n.  a.). 
La  Escuela  del  periodismo,  1905. — Antonio  Plañiol  estrenó  La  Mujer 
de  cartón  (con  F.  Lepina  y  J.  Villarreal),  1905.  Todo  corazón,^  jug,, 
1917.  Colaboró  con  otros. — A.  Poblete  Garín,  poeta  chileno,  publicó 
Poemas  del  amor  y  de  la  muerte,  Santiago,  1905. — Poetas  guajiros,  por 
un  vueltabajero.  Habana  (1905). — José  Pontes  estrenó  La  Peseta  en- 
ferma  (con  Femando  Pontes),  1905.  Cosas  del  querer,  sain.  (con  Pedro 
Baños),  1908. — Por  esos  Mundos,  rev.,  desde  1905,  ]\Iadi  id. — La  Prensa 
de  Buenos  Aires,  Corbeil,  1905. — Estado  de  la  Provincia  Agustiniana 
del  Santísimo  Nombre  de  Jesús,  de  Filipinas...,  Madrid,  1905. — Sera- 
fín Puertas,  buen  cuentista  regional  vasco,  publicó  La  Virgen  de  la 
Casita,  patraña  de  Alacjos,  colección  de  poesías,  Medina  del  Campo,. 
1905  (con  Daniel  H.  Galán).  Asmodeo,  novela  (1914?).  El  Pastor  ciego, 
cuento,  Barcelona,  1916.  Los  Pequeñuelos,  cuento,  1916.  Adelina,  cuen- 
to, 1916.  Pierdechivos,  cuento,  1916.  La  Desgana  de  vivir,  nov.,  Madrid, 
1917.  El  Sátiro  Priapo  y  la  diosa  Hebe,  nov.,  Barcelona,  1917.  La  Bribo- 
na,  nov.,  Madrid,  1919. — Nicanor  Puga  y  Sancho  estrenó  ...  Y  callar 
es  bueno,  proverbio  (con  F.  Cabana),  1905.  El  Triunfo  en  la  derrota 
(con  José  Rincón  Lazcano),  1912. — José  Quilis  Pastor,  redactor  de 
La  Idea,  Toledo  (1903),  publicó  Alborada^  nov,,  Madrid,  1905.  Luciana, 
zarz.,  1908.  Leyendas  hispanoamericanas  escritas  en  verso,  Madrid,  1908. 
Estaba  escrito,  entr.,  190S.  La  Fuente  del  zarzal,  cuentos  de  aldea,  Ma- 
drid, 1909.  La  Infanta,  1909.  La  Alujer,  conf.,  1910.  La  Cigarra,  zarz., 
1910.  A  Roma  se  va  por  todo,  1910.  El  Suplicio  de  Tántalo,  191 1.  La 
Isla  verde,  191 1.  El  Ladrón  misterioso,  dr.,  1915. — Jaime  Ouiroga  Par- 
do Bazán,  hijo  de  doña  Emilia,  publicó  Aventuras  de  un  francés,  un 
alemán  y  un  inglés  en  el  s.  xix,  t.  II  de  Obras  completas,  Madrid  (1905). 
— José  Oberto  Ramírez  de  Arellano,  mestizo  de  Santiago  de  Cuba, 
director  del  Álbum  Literario,  de  Camagüey,  publicó  Arpa  cubana,  Ca- 
magüey,  1905.  Idealidad,  poema  en  dos  cantos,  1905. — Santiago  Ramón 
Y  Cajal,  famoso  histólogo  aragonés,  publicó  Psicología  de  don  Quijote  y 


S.  XX_,  1905.  JOSÉ  MIGUEL  KOSALES  181 

el  quijotismo,  disc,  1905.  Cuentos  de  vacaciones,  1905.  Reglas  y  consejos 
sobre  investigación  biológica,  Madrid,  1916.  Recuerdos  de  mi  vida,  2  vo- 
lúmenes, Madrid  (1901-1915),  1915,  1917. — Lola  Ramos  de  la  Vega  es- 
trenó La  Estoca  de  la  tarde,  zarzuela,  1905-1908.  La  Buñolá,  entre- 
més, 1905.  Dc¡  valle...  al  monte,  1906.  Un  cordobés,  1907.  El  Niño  de 
Brenes,  zarz.,  1908.  Canñito  ciego,  entr.,  1908,  El  Caserón  de  las  flo- 
res, 1909.  La  Calderada,  zarz.  (con  Luis  Ibáñez  Villaescusa),  1910. 
El  Califa,  dial.,  1912. — Federico  Heparaz,  rediactor  de  La  Corres- 
pondencia, estrenó  El  Cinematógrafo,  juguete,  Bilbao,  1905.  La  Fn- 
mosa  Teodora,  com.,  1908.  Veinte  días  á  la  sombra,  jug.,  1909.  La 
Princesa  de  los  Balkanes,  com.,  191 1.  El  Enemigo  de  las  mujeres, 
jug.,  1912.  Lluvia  de  hijos,  1914.  Los  Maridos  alegres,  farsa,  Madrid, 
1917. — Reseña  del  homenaje  que  á  M.  de  Cervantes...  dedicó  el  exce- 
lentísimo ayuntamiento  de  Sevilla,  ibid.,  1905. — Revista  de  la  Facul- 
tad de  letras  y  Ciencias,  Habana,  desde  1905,  dirigida  por  Evelio  Ro- 
dríguez Lendián. — Gabriel  M.  del  Río_,  archivero  en  la  Biblioteca  Na- 
cional, redactó  el  Catálogo  de  la  Exposición  celebrada  en  la  Bibl.  Nac. 
en  el  tercer  Centenario  de  la  pitblicación  del  "Q<uijote^\  Madrid,  1905. 
— Juan  Rivero,  de  Oviedo,  publicó  Galicia,  con  prólogo  de  M.  Curros 
Enríquez,  Habana,  1905. — Felipe  Robles  Decano^  presbítero,  de  Avila, 
publicó  Ortología  clásica  de  la  lengua  castellana,  1905.  Filosofía  del 
verbo,  1910.  Los  Disparates  gramaticales  de  la  R.  Academia  Española, 
1912. — Pío  Roca  estrenó  La  Cachunda,  entremés,  1905.  El  Pañuelo  ver- 
de, 1906. — Miguel  A.  Rodenas,  colaborador  del  Mercurio  (1904),  publicó 
Tierras  de  paz,  Madrid,  1905.  Romeros  del  dolor,  novela,  ibid.,  1907. 
De  las  viajadas  al  otero,  novela  (1913).  Jacobo  de  Vorágine,  La  Leyen- 
da dorada.  Vida  de  Sanios,  trad.,  2  vols.,  Madrid,  1914. — Francisco 
Rodríguez  del  Busto  publicó  Impresiones,  Córdoba  (Argentina),  1905. 
— Julián  Rodríguez  Ferra,  de  Lorca,  publicó  Pensamientos  y  siem- 
previvas, poesías,  Lorca,  1905. — ^L.  Rodríguez  Embil  publicó  Pecado 
Murtal,  nov.  corta,  premiada  en  los  Juegos  Florales  de  Salamanca,  1905. 
Gil  Luna,  artista,  Madrid,  1908  (14  cuentos).  Observaciones,  ibid.,  1908. 
Almas  oscuras,  nov.  (1906?).  La  Insurrección,  nov.,  París,  1911.  De 
paso  por  la  vida,  nov.,  ibid.,  1913. — José  Romeo  y  Sanz  estrenó  Gas- 
pacho  gitano,  entremés,  1905.  Artista  en  crímenes,  dr.,  1908.  Almas  bo- 
hemias, com.,  1911.  El  Gran  Carracedo,  1911.  El  Ciego  del  barrio,  saín., 
1911.  La  Filarmónica,  saín,  (con  Jav.  Palacios),  1912.  La  Venus  mo- 
derna, 1913.  El  Primer  fresco,  jug.,  1914.  La  Conquistadora,  1915. — 
Rodolfo  Romero  (n.  1880-),  de  Las  Piedras  (Uruguay),  que  vive  en 
Buenos  Aires,  fué  periodista  en  La  Prensa,  Caras  y  Caretas,  Fray 
Mocho,  y  escribió  cuentos  en  gallarda  prosa,  como  El  Imperio  del 
'músado.  La  Rubia  de  las  medias  violetas.  El  Destino  de  Juan  Lanas,  La 
Progenie  de  Adán,  La  Herencia  del  tío.  El  Soborno  de  San  Pedro,  El 
Negocio  del  día. — José  Miguel  Rosales,  colombiano,  publicó  Los  Con- 
quistadores españoles  del  siglo  xvi,  1905  (en  Ilustr.  Esp.,  LXXIX,  154- 
55).  Construcciones  españolas  en  América  (ibid.,  LXXX).  Costumbres 
de  tierra  caliente  (ibid.,  LXXX).  Historias  y  paisajes,  Barcelona,  1909. 


l82  ÉPOCA   REGIONAL  Y  MODERNISTA   (1888-T907) 

— J.  RoviRALTA  BoRRELL  publicó  Hamlct,  trad.,  Barcelona,  1905.  Ro- 
meo y  Julieta,  trad.,  Barcelona,  1908. — Ángel  Royo  Villanova  publicó 
Cervantes  y  el  derecho  de  gentes,  Zaragoza,  1905. — José  Victoriano 
Rubio  y  Cardona  publicó  El  "Quijote^'  como  obra  literaria,  Zaragoza, 
1905.  Compendio  de  Gramática  castellana,  191 1. — El  Ruiseñor,  caucione^ 
ro...  de  vates  americanos,  París,  1905. — Luís  Salado^  zamorano,  ha 
publicado  la  acertada  novela  regional  En  marcha,  Madrid,  1905. — 
Julio  C.  Salas^  venezolano,  profesor  de  Sociología  en  la  Universidad 
de  Mérida,  publicó  una  carta  impresa  en  Mérida,  hacia  1905,  de  Etnolo- 
gía c  Historia  de  Tierra-Firme  (Venezuela  y  Colombia),  2."  ed.,  Ma- 
drid, 1916. — Salvador  Salas  Garrido,  director  dfe  La  Libertad  (Málaga, 
1903),  publicó  Exposición  de  las  ideas  estéticas  de  Miguel  de  Cervan- 
tes, Málaga,  1905. — Honorato  de  Saleta  y  Cruxent  (-j-  191 5),  general 
de  Ingenieros,  publicó  Las  dos  docenas,  Zaragoza.  Un  libro  más,  que  es 
la  historia  de  otros  veinticuatro  libros,  ibid.,  1905.  Estudio  histórico  so- 
bre el  primer  duque  de  Villahcrmosa  don  Alonso  de  Aragón,  1912. — 
Adelakdo  Sánchez  Arévalo,  colaborador  de  Vida  Galante,  publicó  A 
orillas  del  Ebro,  cuentos  en  prosa  y  verso,  historietas  y  cantares  batu- 
rros, Barcelona,  1905. — Cristino  Sánchez  Arévalo,  periodista  en  la 
Habana  (1889-97),  estrenó  La  Gran  huelga  (con  S.  Vaurell),  1905. — 
Simón  Sánchez  publicó  Cartas  amorosas  satíricoliterarias,  Madrid, 
1905. — Fernando  A.  Santibáñez  Puga,  chileno,  por  seud.  Fernando 
Santiván  y  Fernando  Arauco,  novelista  de  temperamento  cerebral  y 
ardiente,  que  se  distingue  por  el  brío  y  el  amor  á  la  vercíad  y  por  su 
prosa  elocuente  y  sobria,  publicó  Palpitaciones  de  vida,  cuentos  y  nov. 
cortas,  Santiago,  1905,  1909.  Ansia,  nov.,  1907,  1910.  El  Crisol,  nov., 
1913.  La  Hechizada,  nov.,  1916. — Carlos  María  Santigosa  y  Rautens- 
TRAUCH  (n.  1846-),  sevillano,  publicó  El  Río  de  la,  Plata,  Sevilla,  1905. — 
Julián  Sanz  y  García  (n.  1886-),  de  Cienfuegos,  residente  en  la  Ha- 
bana, estrenó  Dar  de  comer  al  hambriento,  monól.,  Cienfuegos,  1905. 
El  Abuelito,  entr.,  1906.  Los  Líos  del  entresuelo,  com.,  1907.  Los  Her= 
manos  Quintero,  jug..  Santa  Cruz  de  Tenerife,  1909.  Susanita,  entr.  La 
Risa,  entr.  Por  primo,  entr.  andaluz,  1910.  Rosalba,  com.,  1916.  Mi 
novio.  De  acá  y  de  allá,  jug.  (con  Jacinto  Ca pella).  Villa  Margarita, 
com.  (con  N.  Lugo  Viña).  La  Historia  de  Adán,  com.  (con  Gustavo 
Sánchez  Galarraga,  1914).  Rosalía,  com.  (con  León  Ichaso,  1916).  La 
Flor  del  camino,  dr.  (con  id.,  1918). — B.  Sarmiento  publicó  Sarmiento 
anecdótico,  B.  Aires,  1905. — José  Segarra,  valenciano,  redactor  de  El 
Heraldo  de  Guadalajara  (1899),  El  Radical,  de  Valencia  (1903),  publicó 
Vocación,  novela,  Mach-id,  1905.  Excursión  por  América  (con  Joaquín 
Julia),  San  José  de  Costa  Rica,  1906-1907;  2.^  parte.  Recorriendo  la  isla. 
La  Ruta  de  Hernán  Cortés,  Madrid,  1910  (con  J.  Julia). — G.  Sela  pu- 
blicó Política  internacional  de  los  Reyes  Católicos,  Madrid,  1905. — Ra- 
món Seoane  y  Ferrer,  marqués  de  Seoane,  publicó  Correspondencia 
epistolar  entre  don  José  de  Vargas  Ponce  y  don  Juan  Agustín  Ceán 
Bermúdes,  Madrid,  1905.  Navegantes  guipuzcoanos,  Madrid,  1908. — 
Antonio  Serra  Orts,  coronel  español  que  militó  en  las  dos  guerras  de 


S.  XX^  1905.  CARLOS  MARÍA  URIEN  1 83 

Cuba,  publicó  Recuerdos  de  las  guerras  de  Ciiba  (1868-98),  Santa  Cruz 
de  Tenerife,  1906.  Para  el  teatro:  Angela,  monól.,  Cárdenas  (Cuba), 
1905.  Instantáneas,  monól..  Habana,  1907.  El  Juez,  jug.  Por  los  astros, 
jug.  ¡Vaya  un  chasco!,  jug. — Fray  Luciano  Ildefonso  Serrano  y  Pi- 
neda (n.  1879-),  de  Castroceniza,  cerca  de  Silos,  en  cuyo  Monasterio 
estudió  y  profesó  de  benedictino  (1897) ;  descíe  1917  es  abad;  archivero 
de  la  Embajada  en  Roma,  publicó  ¿Qué  es  canto  gregoriano t,  Barce- 
lona, 1905,  Música  religiosa,  ibid.,  1906.  Fttentes  para  la  historia  de 
Castilla,  Valladolicí,  1906-07-10,  3  vols.  Correspondencia  de  los  Reyes 
Católicos  con  el  Gran  Capitán  durante  las  campañas  de  Italia,  1909-11 
(en  Rev.  Arch.,  XX-XXV).  Becerro  gótico  de  Cárdena,  Madrid,  1910. 
Correspondencia  diplomática  entre  España  y  la  Santa  Sede  durante  el 
pontificado  de  San  Pío  V,  Roma,  1914-18,  4  vols.  Archivo  de  la  Em- 
bajada de  España  cerca  de  la  Santa  Sede.  I,  índice  analítico  de  los  do- 
cumentos del  s.  XVI,  Roma,  1915.  Alfonso  XI  y  el  Papa  Clemente  IV. 
durante  el  cerco  de  Algeciras,  Madrid',  1915.  Primeras  negociaciones  de 
Carlos  V  con  la  Santa  Sede  (1516-1518).  Causas  de  la  guerra  entre  el 
papa  Paulo  IV  y  Felipe  II.  La  Liga  de  Lepanto,  t.  I,  Madrid,  1918. — Vi- 
cente Serrano  Puente  publicó  Relaciones  por  el  Océano  Atlántico  del 
mundo  antiguo  con  la  América  precolomhiana,  Gijón,  1905. — Sesión  so- 
lemne que  el  Colegio  de  Médicos  de...  Madrid  dedica  al  inm.  M.  de  Cer^ 
vantes,  1905. — Eugenio  Silvela^  director  de  la  Rev.  de  las  Prisiones 
(1902),  alcalde  de  Madrid,  publicó  Cervantes  poeta,  1905.  Vida  picaresca 
Madrid,  1910.  Aventuras  contemporáneas,  1912. — Manuel  G.  Simancas 
publicó  Artistas  castellanos  del  s.  xiii,  1905  (en  Soc.  Esp.  Exc,  XIII). 
— Solemne  sesión...  R.  Academia  de  San  Fernando...  para  conmemo- 
ran... "Quijote",  1905. — Isidro  Soler  estrenó  La  Bohcme,  comedia  (con 
Ángel  Custodio),  1905.  La  Cuna  de  Jesús,  1905.  Los  Tientos,  1906,  El 
Cortijo  (con  Ángel  C.  Pintado),  1908,  La  Alegría  de  triunfar,  com.  (con 
A.  Custodio),  1909.  Choque  de  pasiones  (con  Alfonso  Jorge),  191 1. — ■ 
Juan  Ramón  Somoza^  gallego,  publicó  Horas  de  ocio,  art.  liten,  Haba- 
na, 1905. — Antonio  Sotillo  estrenó  La  Corte  de  Transmania,  zarzuela 
(con  J.  B.  Pont),  1905.  Un  negocio  de  oro,  com.  (con  Sinibaldo  Gutié- 
rrez), 1913. — León  A.  Soto  (1874-1902),  de  Panamá,  poeta  delicado, 
trasparente  y  suelto,  escribió  Eclécticas,  sonetos  (póst.),  1905. — David 
Federico  Strauss  publicó  Estudios  literarios  y  religiosos.  Valencia 
(1905). — Juan  Ta vares  estrenó  El  Trianero,  zarzuela  (con  Antonio  Ló- 
pez), 1905.  Copla  gitana,  zarz.,  1909.  Sebastián  el  Marquesita,  sain.  (con 
Carlos  Díaz  Valero,  1919). — Alberto  Tena,  argentino,  escritor  de  cos- 
tumbres y  crítico  de  arte,  de  estilo  fácil  y  colorido,  publicó  mucho  en 
periódicos,  y  Buscando  el  sol,  B.  Aires,  1905.  La  otra  Alemania,  1915. 
El  Pájaro  sin  alas,  novela  llena  de  afecto  y  sencillez,  1916.  Narra= 
dones  literarias  y  de  tierra  adentro,  1917. — Raimundo  Tirado  estrenó 
Chirivita,  saínete,  1905.  Las  Capeas,  sain.,  1912. — Mauricio  Torres  es- 
trenó ¡Honradez .',  diálogo,  1905. — Miguel  Torroella  Plaja  publicó 
Cientos  que  son  historias,  Gerona,  1905.  Margarideta,  nov.,  ibid.,  1907. 
— Carlos  María  Urien,  historiador  argentino,  publicó  Revolución  cu- 


184  ÉPOCA   REGIONAL   Y  MODERNISTA   (1888-I907) 

bana^  B.  Aires,  1896.  Esteban  Echeverría,  ibid.,  1905.  Quiroga.  ibid., 
1907.  Lq.  Carga  de  Junin,  ibid.,  1909.  La  Rep.  Argentina  en  ipio.  La 
Victoria  de  Maipú.  Soberana  Asamblea  general  Constituyente  de  181^, 
1913.  El  General  Lucio  Victorio  Mansilla.  1914.  Paso  de  los  Andes  y 
batalla  de  Chacabuco,  1917. — La  Resurrección  de  don  Quijote...  por  el 
padre  Valbuena,  Barcelona  (1Q05). — Santiago  Yanrell,  mallorquín,  co- 
laborador de  El  Correo  Ilustrado  (1897),  estrenó  Especialista  en  divor^ 
cioSj  juguete  (con  L.  Bxiceta),  1905. — Eduardo  Várela  Zequeira,  ca- 
magüeyano  (Cuba),  hermano  de  José,  publicó  Los  Bandidos  de  Cuba, 
documentos,  1891.  La  Policía  de  la  Habana,  1895,  La  Política  en  ipo^. 
Habana,  1905.  Expiación,  ár.,  1907.  Hogar  y  patria,  dr.,  1908.  La  Re- 
conquista,  com.,  1910. — Pedro  Vela  de  Almazán  publicó  Relación  de 
los  Caballeros  Maestrantes  de  Ronda,  Sevilla.  Granada.  Valencia  y  Za- 
ragoza, desde  la  creación  de  estos  Cnierpos,  Madrid,  1905. — Velada  que 
la  R.  Sociedad  Económ.  Matrit...  "Quijote".  1905. — María  E.  Veláz- 
QUEZ  DE  Olózaga  compuso  Las  Cucharetas,  cuadro  cómico,  Bilbao, 
1905. — Manuel  Verdugo  Bartlett  (n.  1879),  de  Manila,  publicó  Hojas, 
poesías,  Madrid,  1905. — Fray  Luis  Villalba  Muñoz,  agustino,  cola- 
borador de  La  Ciudad  de  Dios  (1898-1903),  publicó  Costumbres  musi- 
cales españolas  en  tiempo  de  Cervantes.  1905  (en  Ciudad  de 
Dios,  LXVII).  Las  "ensaladas"  de  flecha  (ibicí).  Cuentos  de  Navidad, 
Madrid,  1913.  Antología  de  organistas  clásic'^s,  traducción  del  texto 
musical  antiguo,  recopilación  y  notas  biográficas  y  críticas,  ibid,,  1914. 
Últimos  músicos  españoles  del  s.  xix,  ibid.,  1914. — Emilio  K.  del  Vi- 
llar publicó  España  y  América,  monografías  populares,  redactadas  por 
distinguidos  publicistas,  Madrid,  1905.  Las  Repúblicas  hispanoamerica- 
nas, Barcelona,  1907,  2  vols.  Geografía  general,  Barcelona  (s.  a.).  Ar- 
chivo geográfico  de  la  Península  ibérica,  Barcelona.   1916. 

201.  Aíio  ipoó.  Emiliano  Ramírez  Ángel  (n.  1883-),  de 
Toledo,  es  el  cronista  de  la  clase  media  de  Madrid,  el  Meso- 
nero Romanos  de  hoy,  acrecentado  en  tercio  y  quinto ;  por- 
que es  el  cronista  del  intimo  vivir,  de  las  delicadezas  que  en- 
cierran las  almas  burgesas  ó  que  como  artista  cj[ue  las  lleva 
dentro  de  sí,  las  ve  en  ellas  y  se  las  presta  para  que  nos  sola- 
cemos contemplándolas.  Las  menudencias  que  se  nos  pasan 
á  los  demás  por  alto  abrillántanse  al  pasar  por  la  coloreadora 
fantasía  de  Ramírez  An¡gel,  y  destellan,  no  como  brillantes 
sino  como  rubíes  y  zafiros,  comió  esmieraldas  y  topacios,  quie- 
ro decir  con  todos  los  colores  y  matices  de  colores  que  nos 
atraen  los  ojos,  hacen  que  en  ellas  reparemos  y  que  descan- 
semos diciendo :  "  ¡  Cuiánta  hermosura  hay  en  la  vida  ordinaria 
para  el  que  sabe  cribarla  de  la  prosaica  realidad!"  Para  ello 
hay  que  ser  niño,  mirando  las  cosas  como  frescas,  digo  con  la 


N 


S.  XX,  1905.  MAX  ENRÍQUEZ  UREÑA  1 85 

frescura  del  primier  mirar  del  niño,  y  hay  que  ser  sincero,  no 
pretendiendo  hacer  literatura,  pretensión  en  la  cual  toda  afec- 
tación anida.  Por  eso  Ramirez  Ángel,  no  sé  si  sin  querer  y 
sin  saber  o  si  queriéndolo  y  sabiéndolo,  ello  es  que  escribe 
en  suelto,  variado  y  expresivo  castellano.  Su  ingenio  humorís- 
tico salpimienta  toda  narración.  En  la  elección  de  epítetos, 
€n  el  forjar  de  frases  tiene  un  acierto  y  novedad  de  poeta 
que  sólo  pueden  brotar  de  una  rica  fantasía  y  de  un  pecho 
tierno  y  sensible  a  cualquiera  ondullación  del  aire.  Sus  obser- 
vaciones y  salidas  brotan  tan  naturales  como  hondas  á  veces 
y  siempre  á  punto,  nuevas,  mariposeadoras  y  que  hacen  un 
muy  agradable  tilín.  Es  uno  de  nuestros  grandes  escritores 
que  saben  leer  en  las  cosas  y  comunicarnos  á  todos  los  deli- 
cados sentimientos  que  en  ellas  leen. 

Carlos  Arturo  Torres  (1867- 19 i 2),  colombiano,  de  San- 
ta Rosa  de  Viterbo,  académico  desde  19 10  en  Bogotá,  inglés  por 
educación  y  gran  viajero,  fué  ecléctico,  transigente  con  todos 
y  templado  en  sus  juicios.  Crítico  serio  y  poeta  de  ideas,  aman- 
te de  todo  elevado  pensamiento,  independiente  en  arte,  de  tono 
lírico  épico,  más  pensador  que  poeta,  descuella  harto  más  por  la 
inteligencia  que  por  la  fantasía  ni  el  sentimiento.  Simbolista,  pero 
á  lo  Vigny,  claro  y  clásico  en  la  hechura  y  tono  general  de  sus 
versos.  ''Adimiremos  en  buena  hora  á  Sthephane  Hallarme 
— dice — ;  pero  que  esa  admiración  no  nos  haga  olvidar  á  André 
Chénier. "  El  Cali:;  y  La  Abadía  de  Westininstcr  son  sus  más  ce- 
lebradas poesías.  En  la  prosa  vSeñorea  la  inteligencia  á  la  fan- 
tasía y  es  demasiado  abstracto  y  hasta  oscuro. 

Max  Henríquez  Ureña  (n.  1885-),  de  Santo  Domingo, 
hermano  de  Pedro  é  hijo  de  Salomé  Ureña,  fué  á  la  Habana 
en  1903,  donde  fundó  con  Jesús  Castellanos  la  Sociedad  de  Con- 
ferencias. Escritor  de  varia  cultura,  sereno  y  correcto,  de  abierto 
criterio,  quie  sabe  amenizar  cuanto  itoca  y  revestirlo  de  muy 
personal  y  apropiado  colorido.  Clásico  por  temperamento  y  por 
sus  aficiones  eruditas,  emplea  en  sus  versos  demasiadas  voces 
exóticas,  grecolatinas,  que  les  dan  un  tinte  erudito,  del  cual  hu- 
yen los  ojos  y  que  no  vibran  en  los  oídos,  y  no  menos  esdrú- 
julos, que  refuerzan  el  ritmo,  pero  á  costa  de  atiesar  los  versos, 
como  si  estuviesen  almidonados.  Son,  pues,  poesías  eruditas,  de 
hechura  elegantísima,  cual  de  ánfora  griega,  esmeradamiente 


1 86  ÉPOCA  REGIOXAL  Y  MODERNISTA   (188S-I907) 

contorneadas,  clásicas  en  la  hechura  y  llenas  de  sentimiento 
motivado  por  el  recuerdo  ó  por  la  descripción  suave  y  lángui- 
da de  las  cosas. 

Luis  María  Jordán  (n.  1883-),  de  Buenos  Aires,  colabo- 
rador de  El  País,  El  Gladiador,  La  Nación,  Ideas,  director 
del  Museo  y  Biblioteca  Pedagógica  por  cuatro  años,  des- 
de 1907,  catedrático  de  Historia,  director  del  Museo  esco- 
lar Sarmiento;  escribió  primero  cuentos  fantásticos,  después 
otros  más  realistas  pero  orlados  de  un  nimbo  ideal  y  aun  filo- 
sófico, finalmente  la  novela  erótica  y  urbana  Los  Atormen= 
tados,  con  fuerte  visión  de  la  realidad  y  soltura  de  gran  no- 
velista. En  estilo  y  lenguaje  es  correcto,  castizo  y  expresivo. 
Más  recuerda  todavía  á  los  clásicos  castellanos  en  sus  libros 
de  poesías,  donde  hay  riqueza  de  variados  tonos  y  de  metros. 
De  inspiración  es  clásico,  distinguiéndose  entre  los  poetas  mo- 
dernos de  su  tierra  por  la  sinceridad,  sin  efectismos,  y  por  el 
discreto  buen  gusto,  sin  rarezas  modernistas.  No  es  ameri- 
cano en  asuntos  sino  cosmopolita;  pero  maneja  castizamente 
y  con  maestría  el  habla  castellana  en  prosa  y  en  verso  y  eleva 
con  ideas  trascendentales  la  realidad  bien  observada. 

Ángel  Falco  (n,  1885-),  de  Montevideo,  soldado  (1904),- 
ácrata  en  doctrinas  y  muy  humanitario,  batallador  periodista 
después  en  favor  del  proletariado,  encarcelado,  arengador,. 
poeta,  escribió  sobre  todo  en  el  Diario  del  Plata,  dirigió  Pro^ 
tea  (1916-17),  La  Raza  (19 17);  compuso  novelas,  dramas  y 
versos.  De  estirpe  épica,  es  pomposo  y  abundante;  pero,  como 
improvisador  y  hecho  á  las  lides  periodísticas,  fogoso  y  algo- 
declamatorio.  Sobresale  en  cantar  líricamente  proezas  épicas 
con  boato  sonoro  y  elocuencia  tropical,  en  tomo  de  pensa- 
mientos macizos  que  sirven  de  motivos  centrales,  sobre  doc- 
trinas libertarias... 


202.  Ramírez  Ang:el,  en  carta  al  autor:  "Frivolidad,  optimismo^ 
cierta  leve  zumbonería,  piedad,  amor  á  Madrid  — el  Madrid  actual,  hu- 
milde y  joven —  y  ternura  para  pintar  la  clase  medía,  entre  la  que  vivo... 
He  hablado  de  las  modistas,  de  los  estudiantes,  de  los  empleados,  de 
las  muchachas  solteras  que  viven  en  los  pisos  terceros;  de  la  vida  de 
siempre,  de  la  gloria  que  no  Ilesa,  y  del  tranvía  que  se  retrasa ;  de  las. 
barcas  del  Retiro  y  de  las  hondonadas  de  la  Moncloa...  He  querido  co- 
municar la  tristeza  de  lo  cotidiano,  de  lo  vulgar  y  manso  que  nos  ro- 


S.  XX,  1905.  EMILIANO  RAMÍEEZ  ÁNGEL         187 

dea;  del  pobre  hombre  que,  muy  á  menudo  y  á  pesar  suyo,  lleva  en  sí  todo 
vanidoso,  todo  farsante,  todo  ilustre...  Quisiera  lograr  del  lector,  no 
una  lágrima,  ni  una  carcajada,  sino  una  sonrisa.  Sonreír:  he  aquí  la 
honra,  la  victoria  mayor  que,  á  mi  juicio,  puede  satisfacer  más  á  un 
pintor  de  costumbres.  Por  pesimista,  propendo  al  humorismo.  Me  se- 
ducen, aun  sin  quererlo,  los  detalles,  las  cosas  menucfas,  el  gesto,  la 
frase,  el  minuto;  y  frivolamente  unas  veces,  emocionadamente  siem- 
pre, las  describí,  elogié  ó  glosé.  A  Azorin,  el  de  antaño,  debo  estos  pla- 
ceres míos.  Me  agradaría  repujar,  enriquecer  la  prosa;  pero  me  con- 
tento con  ser  sencillo  y  atrapar  — si  tengo  esa  fortuna —  el  matiz.  Creo 
que  la  sinceridiad,  en  arte,  es  lo  que  salva.  A  ella  vivo  gustosamente 
esclavizado.  Mis  ocupaciones,  ajenas  á  la  literatura  hasta  hace  cuatra 
ó  cinco  años,  me  impidieron  leer  lo  debido.  No  pudte,  como  deseaba, 
entrar  en  las  Bibliotecas,  y  me  quedé,  paseando,  á  la  puerta.  Amigos 
bondadosos  me  llaman  "cronista  de  Madrid,  cronista  de  la  clase  media". 
No  sé  si  lo  soy;  pero  reconozco  que  no  podría  ser  otra  cosa.  Sinceridad, 
fervor  y  observación  del  natural :  eso  busco.  Y,  á  propósito,  y  para 
concluir  esta  confesión:  con  motivo  de  mis  obras  se  recuerda,  para 
honra  mía,  á  Larra,  á  Mesonero  Romanos,  á  Galdós...  Lealmente  de- 
claro que,  cuando  escribí  estos  libros,  apenas  conocía  sino  muy  poco  de 
estos  españoles.  Ni  quise,  pues,  imitarlos,  ni  seguirles  en  nada,  como  no- 
fuera  en  lo  expresivo  de  la  prosa  ó  en  lo  genial  de  la  observación.  Aun 
sin  existir  tales  literatos  — á  los  que  admiro  de  veras,  especialmente  á 
Larra  y  á  Don  Benito —  yo  hubiese  pensado,  sentidb  y  escrito  como  lo 
hago.  En  cuanto  á  autores  extranjeros,  no  sé  si  habrán  influido  poco  ó- 
mucho  en  mí  Flaubert  (Madame  Bovary,  Bouvard  ct  Pecnchet) ;  Zola, 
Daudet  — más  que  Zola,  ¡ya  lo  creo! — ;  Maupassant,  Balzac  y  el  por- 
tugués Eqa  de  Oueiroz...  Resumen:  mi  temperamento  no  me  llevará 
nunca  — y  lo  siento  de  veras —  á  las  tragedias,  á  los  conflictos  alboro- 
tados, al  realismo  áspero,  acre  y  parcial...  Media  tinta,  placidez,  amar- 
gura que  corre  por  dentro ;  una  sonrisa  y  un  suspiro.  Lo  épico  de  todos 
los  días:  dramas  sin  sangre,  sin  relumbrón,  sin  retórica...  ¿Cómo  no 
declarar  fervorosamente  que  el  Quijote  me  maravilla  y  consterna? 
Luego  de  ver'cómo  hablan  el  hidalgo  y  el  rústico,  cómo  reflexionan  y  ' 
sienten,  yo  rompería  la  pluma.  Pero..."  Cansinos  Assens,  Los  Mermes, 
1916,  pág.  224:  "Desde  el  primer  momento,  Emiliano  ha  tomado  para 
sí  la  belleza  humild^e.  popular,  de  lo  visto  por  todos :  la  belleza  de  los 
arco  iris,  die  los  domingos  con  sol,  de  los  jardines  públicos  y  de  los 
balcones  con  macetas ;  todo  eso  que  sólo  puede  magnificarse  por  la  con- 
templación afectuosa...  Su  Cabalgata  de  horas,  La  Vida  de  siempre. 
El  Perfecto  casado,  son  el  diario  sentimental  de  un  buen  muchacho 
provinciano  en  medio  de  la  corte,  que  trabaja  y  sueña  y  ama  el  buen 
domingo.  Y  un  día  ha  dicho:  "La  verdad  está  en  unos  ojos  negros,  y 
"todo  lo  demás  es  literatura."  ¡  Qué  lejos  está  todo  esto  de  los  precio- 
sismos de  los  antecesores,  de  la  fastuosidad  verbal  de  los  jóvenes  maes- 
tros ya  célebres!  ¡Qué  lejos  del  arte  por  el  arte!  La  rebeldía  estética 
está  aquí,  en  el  desaliño  de  la  frase,  en  el  desgaire  con  que  se  maní- 


1 88  ÉPOCA   REGIONAL  Y  MODERNISTA   (188S-I907) 

üesta  un  sentimentalismo  pródigo;  está  en  la  inexperiencia  juvenil  del 
escritor  y  en  su  sencillez  evangélica.  Emiliano,  bajito  y  moreno,  modesto 
y  laborioso,  aparece  rebelde  como  un  San  Pablo  artesano,  en  el  círculo 
literario  de  los  olímpicos  decadentes.  Una  rebeldía  de  golondrina  y  de 
alondra  alborotadora.  Imposible  desconocer  lo  que  de  aquellos  maes- 
tros ha  tomado:  de  Martínez  Sierra  ha  aprendido  la  pulcritud  en  el 
decir  y  ese  humorismo  humilde  y  teresiano  que  sonríe  al  través  de  su 
emoción;  de  Martínez  Ruiz.  ese  sentido  diminutivo  de  ias  cosas  que 
tan  bien  sienta  á  su  prosa  ingenua,  un  poco  trivial,  un  poco  loca;  de 
Man.  Machado,  seriecfed  y  sencillez,  y  de  todos,  en  fin,  laconismo  y  mo- 
dernidad. Entre  todos  han  vestido  á  este  niño;  pero  de  sí  mismo  ha  sa- 
cado él  su  cordialidad  simpática  y  su  modestia  de  diácono.  Su  labor  es 
sencilla  y  diáfana,  cual  la  de  un  Trueba...  Se  hace  el  cronista  román- 
tico de  ^ladrid  y  fija  de  una  vez  su  carácter  de  escritor  realista  y  sen- 
timental..., cantor  del  medio  ambiente,  pintor  de  cuadros  de  costum- 
bres madrileñas."  Andrés  González  Blanco.  Hist.  nov.,  pág.  871 :  "Al 
joven  prosador  Ramírez  Ángel,  que,  en  las  encantadoras  páginas  de 
sus  novelas  ha  sabido  cifrar  la  vida  cotidiana  au  jottr  le  jotir,  con  to- 
das sus  mezquindades  y  sus  grandezas ;  el  épico  de  las  modistas  madri- 
leñas, y  de  los  estudiantes  locos  y  livianos,  y  de  las  muchachitas  alegres 
que  nos  han  encantado  al  pasar  con  sus  estelas  perfumadas  y  sus  sem- 
blantes risueños  y  bonitos,  y  de  los  empleados  de  seis  mil  reales,  y  de 
la  existencia  de  los  hijos  de  familia  bajo  la  luz  doméstica  de  un  quin- 
qué ;  el  creador  de  una  nueva  fórmula  y  de  una  prosa  que  responde  con 
exactitud  á  su  temperamento  de  artista;  una  prosa  matizada  y  fina,  á 
veces  doliente,  como  los  íntimos  sollozos  de  un  alma  que  no  encuentra 
lo  que  anhelaba,  á  veces  jovial  y  loca  como  la  risa  de  las  nenas  esbeltas 
y  rubias  que  van  á  los  bailes  de  la  Bombilla;  una  prosa  que  quedará 
como  documento  histórico,  como  expresión  del  sentir  de  una  genera- 
ción entera ;  una  prosa  rubia  y  alada,  frágil,  dulce  y  mimosa,  como  las 
niñas  bonitas,  como  los  caramelos  de  los  Alpes,  como  los  besos  de  los 
enamorados  en  una  calle  obscura,  como  las  orquestas  de  los  teatros  re- 
fulgentes." ídem,  pág.  1008:  "La  Tirana,  llena  de  vitalidad,  aunque  en 
más  incorrecto  estilo  que  sus  obras  posteriores,  en  las  cuales  ha  lle- 
gado á  crearse  una  prosa  repujada  y  nielada  como  hay  pocas  entre  sus 
contemporáneos.  La  conclusión  de  su  obra  es  tremendamente  pesimista, 
como  la  de  todas  las  novelas  del  naturalismo;  pero  en  el  curso  de  ella 
sucédcnsc  las  escenas  de  amor  y  de  alegría,  que  abren  horizontes  claros 
frente  á  la  vida  plena  y  libre."  Ramírez  Ángel:  La  Tirana,  novela  de 
costum.bres  (1906).  Madrid  sentimental  (1908).  El  Príncipe  sin  novia 
(1909).  La  Vida  de  siempre  (1909).  Cabalgata  de  horas  (1909).  Después 
de  la  siega  (1910).  Beethoven  (1913).  Haendel  (1913).  La  Voz  lejana 
(1915).  Biografía  anecdótica  de  José  Zorrilla  (1915).  Penumbra,  no- 
velas de  setitimentalismos  y  zumbonerias  (1915).  Bombilla,  Sol  v 
Ventas,  peligros  y  seducciones  de  esta  coronada  villa  (1915).  La  Tra- 
gedia del  amor  (1916).  La  Tragedia  del  comedor  (1916).  Los  Ojos 
abiertos,  nov.  (1916).  Egdar  Poe,  historias  extraordinarias,  trad.,  1918. 


S.  XX^  1906.  CARLOS  ARTURO  TORRES  1 89 

En  El  Cuento  Semanal:  De  corazón  en  corazón  (1907).  Juventud,. 
Ilusión  y  Compañía  (1910).  Historia  sin  desenlace  (191 1).  La  Prima- 
vera y  la  política  (1911).  En  Los  Contemporáneos:  El  Duende  (1909). 
Al  borde  de  la  vida  (1910).  Santiago  el  Verde  (191 1).  El  Rincón  de 
los  suspiros  (1912).  La  Invasión  de  los  bárbaros  (1915).  En  El  Libro 
Fopidar:  Todos,  gorriones  (1913).  Cambio  de  conversión  (1914).  En 
Los  Cuentistas:  Donde  nace  el  amor  (1910).  En  El  Cuento  Ilustrado: 
El  Alma  del  abuelo  (1911).  En  La  Novela  de  Bolsillo:  Alas  y  pezu- 
ñas (1914). 

En  el  estilo  de  Arturo  Torres  abundan  demasiado  los  abstractos  y 
voces  generales  que  lo  oscurecen  algpjn  tanto:  la  inteligencia  sobrepuja 
á  la  fantasía.  Ejemplo:  "Pero  voy  más  lejos  aún.  No  ya  la  evolutiva 
transformación  sino  la  misma  repudiación  de  lo  anterior,  el  absoluto 
cambio  de  frente,  si  obra  de  sinceridad  irreductible,  lejos  de  disminuir, 
constituye  á  las  veces  el  alimento  esencial,  la  surgente  milagrosa  de  la 
grandeza  y  del  valor  de  un  esfuerzo.  Llega  para  ciertas  almas  férvidas 
un  momento  de  crisis  profunda,  en  que  lanzan  el  Everlasfing  NO  de 
Carlyle :  deponen  para  siempre  el  fardo  y  pesadumbre  de  los  errores 
y  pretéritas  esclavitudes  de  la  mente ;  es  entonces  el  erguirse  del  in- 
tegral en  su  majestad*  nativa,  porque  la  repudiación  del  prejuicio  con- 
substancial constituye  el  acto  más  valeroso  de  autonomía  humana  y  la 
liberación  áél  espíritu  es  la  más  augusta  de  todas  las  liberaciones."  Esta 
oscurísima  logomaquia  la  topo  abriendo  al  azar  Los  ídolos  del  Foro 
(19 16,  pág.  43).  Lo  que  sigue  es  todavía  más  oscuro  y  abstracto,  y  puede 
verlo  el  curioso  lector.  Andrés  González  Blanco,  Escrit.  repres.  de  Ame- 
rica, 1917,  pág.  165:  "Un  ejemplo  de  las  organizaciones  á  la  vez  refi- 
nad^amente  intelectuales  y  curiosamente  artistas  es  la  personalidad  emi- 
nente de  don  Carlos  Arturo  Torres...  Nunca  fué  un  profesional,  sino  un 
dilettante...  Hombre  de  buena  alcurnia,  magníficamente  instalado  en  la 
vida,  viviendo  en  continuo  roce  con  las  grandes  corrientes  del  pensa- 
miento europeo,  viajero  incansable  y  aprovechado,  avecindado  en  Lon- 
dres... Se  ha  asimilado  mucho  del  espíritu  inglés...  Tiene  el  señor  To- 
rres también  del  genio  inglés  la  misantropía  agria,  que  á  veces  se  tra- 
duce, por  ironías  díe  la  realidad,  en  altruismo  fecundo...,  serio  y  macizo, 
como  las  construcciones  inglesas;  algo  bronco,  como  su  idioma,  y  casi 
siempre  fértil  y  ubérrimo,  como  sus  praderías...  Limpia,  de  trazos  fir- 
mes y  seguros  su  escritura...,  la  figttra  de  C.  A.  T.,  como  estatista,  se 
muestra  serena,  inmóvil,  sin  una  mancha  de  linaje...,  culto  crítico  y  ele- 
gante poeta...,  fantasía  amplificadora,  sensibilid'ad  intensa,  sin  dejo 
alguno  de  sensibilismo  meloso...  En  sus  opiniones  jamás  es  excesivo  ni 
violento...,  la  moderación  de  sus  juicios  y  la  templanza  de  sus  censuras. 
Jamás  es  violento  ni  mordaz;  correcto,  pulido...,  poeta  elegante  y  clá- 
sico..., sin  desdeñar  la  manera  nueva.  Su  escuela  poética  podría  deno- 
minarse la  del  buen  sentido...,  lóricoépico...,  sobriamente  emotivo."  An- 
tonio Gómez  Restrepo,  Antol.  Colomb.,  Cádiiz,  1915,  pág.  15:  "Carlos 
Arturo  Torres  es  muy  coftocidb  como  artista  ,v  literato.  Sus  Estudios  in- 


igO  ÉPOCA   REGIONAL   Y  MODERNISTA   (1888-IQO7) 

__gleses  hacen  honor  á  las  letras  colombianas.  Pero  él  habría  muerto  in- 
conforme,  si  hubiera  creído  que  la  posteridad  prescindía  de  sus  versos. 
Y  no  ha  ocurrido  esto:  porque  Torres  tuvo  la  ambición  de  la  poesía 
trascendental  y  filosófica,  y  d'ejó  pruebas  suficientes  para  demostrar  que 
su  vigoroso  talento  era  capaz  de  vencer  las  asperezas  del  género  y  con- 
quistar la  palma  del  triunfo.  Fué  un  poeta  de  la  escuela  de  Vigny,  á 
quien  rendía  culto  fervoroso  y  de  quien  tradujo  estrofas  admirables;  es 
decir,  era  poeta  simbolista;  pero  sus  símbolos,  como  los  del  autor  de 
Eloa,  fueron  claros  y  traslúcidos ;  y  contribuye  á  darles  relieve  la  ener- 
gía del  estilo  y  el  vigor  quintanesco  de  la  expresión.  Su  poesía  no  es 
■popular,  porque  es  más  intelectual  que  imaginativa  ó  de  sentimiento; 
-porque  no  se  olvidarán  en  nuestra  historia  literaria  cantos  como  la  me- 
■ciitación  En  la  Abadía  de  Westminster,  en  que  el  poeta,  con  inspiración 
vigorosa,  canta  la  grandeza  de  Inglaterra,  simbolizada  en  ese  panteón 
■de  sus  grandes  hombres..."  Publicó  en  un  mismo  tomo  Estudios  ingle- 
ses y  Estudios  varios,  Madrid,  1906.  Obras  poéticas,  Madirid,  1906,  que 
contiene  Poesías  varias,  En  la  arena.  Poemas  filosóficos.  Poemas  cre- 
pusculares y  Poemas  simbólicos.  Idola  Fori,  1910;  Madridí,  1916.  Dis- 
curso recepc.  en  la  Academia  Colombiana  {Anuario,  t.  II,  1911,  pág.  14). 
Literatura  de  ideas,  discursos  y  conferencias,  Caracas.  1911.  Estudios 
de  crítica  moderna,  estudios  ingleses,  estud.  amer.,  estud.  varios,  Ma- 
drid, 1917.  Consúltese:  Andrés  González  Blanco,  Contemporáneos, 
2.^   serie,   París. 

Max  H.  Ureña,  Preliminar  á  Ánforas:  "Estos  versos  que  ahora  pu- 
blico son  la  cosecha  de  mi  edad  juvenil.  Vida  de  ensueños  y  peregrina- 
ciones ha  sido  hasta  ayer  la  mía.  Por  eso,  en  estas  páginas  tan  sólo  á 
ratos  se  manifiesta  un  pesimismo  ocasional  y  prematuro.  Es  el  otoño 
que  se  anticipa.  No  sólo  mi  credo  artístico  ha  variado..."  Max  Enrí- 
quez  Ureña:  Whistler  y  Rodin,  conf.,  Habana,  1906.  La  Vida  y  las  obras 
de  Jesús  Castellanos,  1912  (en  Rev.  Bim.  Cub-).  Martí  en  Santo  Do- 
mingo^ 1913  (en  Cuba  Contemp.).  Caracteres  del  teatro  francés  con- 
temporáneo, 1914.  E.  J.  Varona,  París,  1913  (en  Rev.  Amer.).  Diego  Vi' 
tente  Tejera,  conf.  Ánforas,  poesías,  Valladolid-Habana,  1914.  Tres 
poetas  de  la  música.  Habana,  1915.  La  Combinación  diplomática,  com., 
ibid.,  1916.  José  Enr.  Rodó  y  Rubén  Darío,  conf.,  ibid.,  1918.  El  Ocaso 
del  dogmatismo  literario,  conf.,  Santiago  d'e  Cuba,  1919.  Los  Estados 
Unidos  y  la  República  Dominicana,  Habana,  1919. 

Ángel  de  Estrada,  Pról.  á  La  Tthiica,  de  Jordán :  "Estos  cuentos, 
que  empiezan  con  la  evocación  de  una  Túnica  de  Sol  y  acaban  con  las 
bodas  de  Psiquis,  son  de  esencia  puramente  imaginativa.  Aun  cuando  la 
materia...  encierre  un  dolor  íntimo,  predomina  siempre  el  golpe  de  ala 
que  trae  de  los  jardines  y  de  los  cielos  su  perfume  de  flores  y  su  luz  de 
estrellas.  Jordán  ha  escrito  acariciado  por  sus  propias  ideas...  Y  sus 
cuentos  vibran  con  la  realidad  que  la  imaginación  alucinada  comunica 
á  las  cosas  y  que  vale  tanto  como  la  otra...,  vibran  tanto  como  los  toma- 
dos del  natural...  Quien  ha  escrito  este  volumen  es  un  temperamento. 
'En  las  más  deficientes  de  sus  páginas,  aun  en  aquellas  en  que  se  ve  más 


S.  XX,  1906.  ÁNGEL  FALCO  I9I 

tina  mano  de  muchacho,  hay  siempre  una  sensación,  una  imagen,  una 
idea  salvadora.  El  autor  revela,  sin  esfuerzo,  gran  savia,  presta  á  trans- 
formarse en  hojas.  Demuestra,  además,  instinto  de  artista,  cazando  á 
menudo  al  vuelo  el  detalle  pintoresco  que  realza  el  conjunto...;  en  las 
entrañas  del  volumen  se  agita  el  manantial  de  una  mente  de  poeta...  Se 
siente  en  su  pluma  el  cuidado  alerta  de  perseguir  una  bella  forma...  y 
-eso,  que  significa  una  comprensión,  es  el  principio  de  un  futuro  triunfo." 
Roberto  F.  Giusti,  Nuestros  poct.  jóv.,  1912,  pág.  129:  "Esta  Ofrenda 
que  encabeza  el  libro  (de  Jordán,  Los  Jard.  gal.),  es  sentida,  lo  confieso... 
Su  arte  es  muy  europeo  y  muy  moderno,  con  mucho  de  francés,  con  nada 
■de  argentino  — si  se  exceptúa  le  lengua — ...  Hay,  además,  en  él  su  po- 
quito de  m.itología  y  lo  cruza  una  que  otra  figura  prerrafaelista,  y  por 
todas  sus  páginas  se  difunde  un  ambiguo  y  refinado  espíritu  entre  mís- 
tico y  erótico."  Luis  María  Jordán :  La  Tiinica  del  Sol,  cuentos,  Bue- 
nos Aires,  1906;  Barcelona,  1910.  Cavalcanti,  cuentos,  B.  Aires,  1907. 
Los  Jardines  galantes,  poesías,  ibid.,  191 1.  La  Copa  de  oro,  poesías,  ibid., 
1914.  Los  Atormentados,  nov.  escrita  años  atrás,  Aíadrid,  1917.  La  Evo- 
lución de  los  Museos,  B,  Aires,  1918.  Un  idilio,  1918  (en  La  Novela  de 
Hoy).  Museos  escolares,  B,  Aires,  1919.  Preparados:  La  Bamhina,  no- 
vela. Don  Mida,  nov.  Nuevos  poemas  (ya  publicados  en  la  prensa). 

Amadeo  Almada,  Vidas  y  obras,  1912,  pág.  45:  "Hay  en  él  (en  Án- 
gel Falco),  por  lo  pronto,  un  agitador,  un  filósofo  revolucionario;  un 
■hombre  de  partido,  en  fin ;  pero  hay  también  im  poeta  y  un  grande  y  de- 
licado poeta...  El  pensamiento  fundamental,  que  corre  viboreando  co- 
mo un  torrente  de  fuego,  deslumbrador  de  puro  claro,  al  través  del  bos- 
caje opulento  de  imágenes  é  ideas  por  donde  pasa  y  repasa  igual  á  un 
vértigo,  aunque  sin  salir  de  sus  inquietos  dominios,  la  inspiración  del 
poeta...  No  es  un  colorista  al  modo  de  Papini...,  no  es  tampoco  un  can- 
tor de  cosas  sentimentales  como  Roxlo...;  es  un  poeta  quintanesco,  que 
vuela  en  un  pegaso  macizo  todo  de  pensamiento  y  de  cerebro,  con  gran- 
•des  alas,  como  los  ensimismados  toros  simbólicos  de  Persépolis.  Su  ins- 
piración no  es  la  de  un  paj  arillo  que  canta,  sino  la  de  un  cóndor  que 
A'^uela.  Tormentosa  y  crujiente,  parece  nacer,  más  bien  que  de  la  gar- 
■ganta,  del  roce  de  las  alas  y  de  las  ansias  nunca  satisfechas  del  vuelo, 
al  través  del  viento  desencadenado.  Su  poesía  es  música,  pero  es  idea; 
es  color,  pero,  ante  todío,  pensamiento;  es  brillo  deslumbrador,  pero  es 
•filosofía...  Su  poesía,  que  participa  en  algo  del  desarrollo  atropellado 
de  las  ideas  revolucionarias  del  poeta,  con  sus  excesos  de  expresión  y 
la  hipérbole  de  sus  comparaciones,  podría  compararse  más  bien  á  la 
■música  de  Wagner,  tocada  á  toda  orquesta.  Su  poesía  es  guerrera,  tal 
«cual  suele  serlo  en  nuestra  época,  palenque  abierto  á  los  rudos  y  á  ve- 
ces cruentos  combates  del  pensamiento."  Ángel  Falco :  Ave,  Francia, 
canto,  Montevideo,  1906.  Garibaldi,  poema,  ibid.  1907.  Vida  que  canta 
(más  de  160  sonetos),  ibid.,  1908.  Cantos  rojos,  1908.  Breviario  galante, 
1909.  El  Paso  de  los  Andes.  El  Alma  de  la  raza,  poema,  1910.  El  Hon%~ 


.'92  ÉPOCA   REGIONAL  Y  MODERNISTA   (1888-I907) 

bre  quimera,  igii.  Auroras  atlánticas.  La  Leyenda  del  patriarca,  poe~ 
ma  (á  Artigas),  1911.  La  Tragedia  de  las  alas,  1914.  Troquel  de  fuego, 
sonetos,  19^7. 


204.  Año  1906.  Manuel  Abril  (n.  1884-),  madrileño,  poeta  senti- 
mental y  elegante,  publicó  Canciones  del  corazón  y  de  la  vida,  Ma- 
drid, 1906,  libro  de  ternura  y  sentimiento.  Hacia  la  lus  lejana,  Madrid, 
1914,  versos  cariñosos  en  metros  levemente  rítmicos,  que  remed'an  el 
asunto  con  armonía  imitativa.  La  Filosofía  de  Parsifal,  conf.,  1914.  Fe- 
lipe Trigo,  síí  vida,  su  obra,  sti  moral,  ipi?.  Ta  Princesa  que  se  chu- 
paba el  dedo,  comedia  á  modo  de  linda  y  filosófica  farsa,  1917.  Leve 
discusión  con  una  momia,  de  E.  Poe,  trad..  1918.  Margot,  nov.,  trad., 
Madrid,  1918. 

J,  P.  WiCKERsiiAM  Crawford,  norteamericano,  profesor  de  la  Uni- 
versidad de  Pensilvania,  hispanista  infatigable  en  editar  y  comentar 
autores,  publicó  The  Spanish  Pastoral  Drama,  Philadelphia,  1915.  Life 
and  Works  of  Cristóbal  Suárcz  de  Figneroa,  ibid.,  1907;  trad.  por 
N.  Alonso  Cortés,  Valladolid,  191 1.  Textos  anotados:  ^^Representación 
de  los  mártires  Jtisto  y  Pastor",  de  Francisco  de  las  Cuebas,  en  Reviie 
Hispanique,  1908,  vol.  XIX;  '^Tragedia  de  Narciso",  de  Francisco  de  la 
Cueva  y  Silva,  Philadelphia,  1909;  "El  Hijo  que  negó  á  su  padre",  en- 
tremés del  siglo  xvi,  en  Ptthlications  of  Modern  Languages  of  America, 
1910,  vol.  XXV;  Comedia  á  lo  pastoril  para  la  noche  de  Navidad,  en 
•Revue  Hispanique,  191 1,  vol.  XXIV;  Tercera  jornada  de  "Las  Fulle- 
rías de  amor",  de  Gaspar  de  Avila,  ídem,  id. ;  La  Quinta  angustia  de 
Nuestra  Señora,  en  Romanic  Rcviczv,  1912,  vol.  III.  Artículos :  Notes  on 
"La  Constante  Amarilis"  of  Cristóbal  Suáres  de  Figueroa,  en  Modern 
Lafiguages  Notes,  1906,  vol.  XXI ;  A  Rare  collection  of  spanish  "En- 
tremeses", ídem,  1907,  vol.  XXII;  "El  Principe  don  Carlos",  of  Ximénez 
de  Enciso,  ídem,  id. ;  A  Letter  from  Medinilla  to  Lope  de  Vega,  ídem, 
1908,  vol.  XXIII;  Analogues  to  the  story  of  Sclvagia  in  Montcmayo/s 
"Diana",  ídem,  1914,  vol.  XXIX :  The  Sevcn  Liberal  Arts  in  Lope  de 
Vega's  "Arcadia",  ídem,  1915,  vol  XXX;  The  Source  of  the  Third 
Eclogue  of  Francisco  de  la  Torre,  ídem,  id.;  The  Catalán  Mascarón 
cnd  an  Episode  in  Jacob  van  Macrlant's  "Merlijn",  en  Pubh'cJtions  of 
The  Modern  Languages  Association  of  America,  191 1,  vol.  XXVI: 
Teófilo  Folcngo's  "Moschaea"  and  José  de  Villaviciosa's  "La  Mos- 
quea", ídem,  1912,  vol.  XXVII;  The  "Vision  Delectable"  of  Alfonso 
de  la  Torre  and  Maimonide's  "Cuide  of  the  Perplexed" ,  ídem,  1913, 
vol.  XXÍVriI:  Ineditcd  Letters  of  Fulvio  Orsini  to  Antonio  Agustín. 
ídem,  id.;  The  Inflnence  of  Séneca' s  Tragedles  upon  Perrera' s  "Cas- 
tro" and  Gerónimo  Bermúdes's  "Nise  Lastimosa"  and  "Nise  Laurea- 
da", en  Modern  Philology,  1914,  vol.  XII;  Some  Unpublished  Verses  of 
Lope  de  Vega,  en  Revue  Hispanique,  1908,  vol.  XIX;  The  Source  of 
Encina's  "Égloga  de  tres  pastores",  ídem,  1914,  vol.  XXX;  The  Devil 
as  a  Dramatic  Figure  in  the  Spanish  Religious  Drama  befare  Lope  de 


S.  XX^  1906.  CARLOS  PEREYRA  IqS 

Vega,  en  Romanic  Review,  1910,  vol.  I ;  The  Braggart  Soldier  and  Ru- 
fián in  the  Spanish  Drama  of  the  Sixteenth  Cenhiry,  ídem,  191 1,  vo- 
lumen II;  The  Pastor  and  Bobo  in  the  Spanish  Religions  Drama  of  the 
Sixteenth  Ccntury,  ídem,  id.;  The  Seven  Liberal  Arts  in  the  "Visión 
Delectable"  of  Alfonso  de  /-o  Torre,  ídem,  1913,  vol.  IV;  Siiárez  de  Fi- 
gueroa's  ^'España   defendida"    and    Tosso's    "Gerusalemrne   Liberata'^ 
ídem,  id.;  Notes  on  the  Tragedies  of  Lupercio  Leonardo  de  Argensola, 
ídem,  id.;  "Echarse  Pullas",  a  Popular  Form  of  Tenzone,  ídem,  1915, 
vol.  VI ;  Notes  on  Three  Sonnets  attributed  to  Francisco  de  Figue- 
roa,  en  Modern  Languages  Review,  1907,  vol.  II ;  Notes  on  the  Amphi- 
trion  and  "Los  meneemos" ,  of  Juan  de  Timoneda,  ídem,  1914,  vol.  IX. 
Eloy  Díaz  Jiménez  y  Molleda  (n.  1885-),  de  León,  catedrático  en 
el  Instituto  (ie  Pontevedra  (1913)  y  León  (1913),  estudioso  erudito,  pu- 
blicó La,  Casa  de  los  Guzmanes,  León,    1906.  Una  leonesa  ilustre    (la 
condesa  doña  Sancha),  Madrid,  1908  (en  Patria  y  Letras,  set.).  Ethe- 
ria,  1908  (ibid.,  set.).  El  i?.  Monasterio  de  Carr acedo,  1909  (ibid,  ene- 
ro). Juan  del  Encina  en  León,  Madrid,  1909.  F'clix  Mendelssohn,  su  vida 
y  sus  obras,  León,  1910.  El  Castillo  de  Ponf errada,  Valladolid,  191 5  (en 
Rev.  Castellana).  El  Renacimiento  leonés  y  Juan  de  Badajoz,  1915  (en 
Ateneo).  Enrique  de  Arfe,  Valladolid,  1916  (en  Rev.  Cast.).  Fray  Ber- 
nardina de  Sahagún,  ibid.,  1916  (ibid.).  Historia  de  los  Comuneros  de 
León,  Madrid,  1916  (premio  de  la  Acad.  Hist.).  Fray  Diego  de  Valen- 
cia, su  vida  y  sus  obras,  1917  (en  Castilla).  Nuevos  datos  para  la  His- 
toria de  la  Herrajería:  Las  Rejas  leonesas,  1917  (en  Rev.  Castellana). 
Fray  Cipriano  de  la  H-uerga,  su  vida  y  sus  obras,  1918  (ibiA).  Don  Lu- 
cas de  Túy,  su  vida  y  sus  obras,  1918  (ibid.).  La  Vuelta  del  caballero, 
1918  (Castilla).  Historia  del  R.  Monasterio  Benedictino  de  San  Claudio 
de  León,  reprod.  de  un  ms.  incd.  del  s.  xvii.  El  Arte  del  s.  xvi  en  León. 
San  Isidoro  de  León,  1917.  Sampiro,  1919  (en  Rev.  Castellana,  mayo). 
Fray  Diego  de  Valencia,  1919  (ibid.,  jun.).  Preparados:  Santo  Marti- 
no.  Clemente  Sánchez  de  Verdal.  R.  Moseh  Ben  Sem  Toh.  R.  Joseph 
Ben  Chabib.  R.  luhaquob  lehudah. 

Carlos  Pereyra  (n.  187 1-),  del  Saltillo  (Méjico),  doctor  en  Leyes, 
abogado  fiscal  en  aquella  capital,  profesor  de  Sociología  é  Historia  en 
su  Universidad,  diputado  y  agente  diplomático  hoy  en  Madrid,  publicó 
obras  históricosociológicas  de  grande  erudición  y  de  no  menor  originali- 
dad y  valentía  en  sus  juicios.  Polémica  historial,  Méjico,  1906.  La  Doc- 
trina de  Monroe,  el  destino  manifiesto  y  el  imperialismo,  Barcelona, 
1908.  Historia  del  pueblo  mejicano,  2  vols.,  Barcelona,  1908.  Juárez,  su 
obra  y  su  tiempo  (con  Justo  Sierra),  ibid.,  1909.  La  Conquista  del  Aná- 
huac,  ibid.,  1909.  El  Crimen  de  Woodrow  Wilson,  Madrid,  191 5,  1917.  El 
Mito  de  Monroe,  ibid.,  1916.  Hernán  Cortés  y  la  epopeya  del  Anáhuac, 
2.*  ed.,  ibid.,  1916.  Francisco  Pizarra  y  el  Tesoro  de  Atahiialpa,  ibid., 

1916.  Humboldt  en  América,  ibid.,   1917.  Bolívar  y   Washington,  ibid., 

1917.  El  General  Sucre,  ibid.,  1917.  Tejas,  la  primera  desmembración 
de  Méjico,  ibid.,  1917.  La  Constitución  de  los  Estados  Unidos  coma  ins- 
trumento de  dominación  plutocrática,  ibid.,  1917.  La  Disolución  de  Rn- 

TOMO  xn. — 13 


194  ÉPOCA  REGIONAL  Y  MODERNISTA   (1888-I907) 

sia,  ibicí.,  1917.  La  Discusión,  cuestiones  púhl.  eiirop.  y  amer.,  1918.  El 
Pensamiento  político  de  Alberdi,  ibid.,  1918.  Francisco  Solano  López  y 
la  guerra  del  Paraguay,  ibid.,  1919.  Rosas  y  Thicrs,  ibid.,  1919.  En  pre- 
paración: Descubrimiento  y  exploración  del  Nuevo  Mundo.  El  Impe- 
rio español. 

Ceferino  Rodríguez  Avecilla  (n.  18S0-),  de  Valladolid,  redactor  de 
Diario  Universal  (1903),  Excelsior  (1912)  y  España  Libre;  director  de 
El  Gran  Bufón,  Nuevo  Mundo,  Castilla  (Alcalá),  publicó  Los  Crepúscu- 
los, nov.,  Madrid,  1906,  Rincón  de  humildes,  id.,  ibid.,  1908.  La  Princesa 
de  los  ojos  verdes,  id  La  Vida  eterna,  id.  Para  el  teatro :  Silencio,  com. 
(1913).  Tupi-Palace,  .sain.  (1914).  Su  afectísimo  amigo,  com.  (1914).  En 
colaboración  con  Manuel  Alerino:  El  Enemigo  malo,  com.  (1915).  La 
Mala  tarde,  zarz.  (1915).  Las  Alegres  chicas  de  Berlín,  opereta  (1916). 
La  Máscara  de  don  Juan,  dr.  (1917).  El  Estudiante  de  Salamanca,  zarz. 
(19 17).  Los  Caminos  de  Roma,  com,  (1917).  La  Máscara  de  don  Juan 
(con  Manuel  Merino)  es  comedia  dramática,  muy  bien  planeada,  realis- 
ta y  viva,  d'e  fino  gusto  y  final  idealista,  simbólico  y  trágico. 

José  Antonio  Ramos,  cubano,  estrenó  Almas  rebeldes,  dr.,  Barcelo- 
na, 1906.  Una  bala  perdida,  dr.,  ibid.,  1907.  Im  Hidra,  dr.,  Habana,  1908. 
Nanda,  alta  comedia,  ibid.,  1908.  Humberto  Fabra,  nov.,  2  vols.,  París, 
1909.  Hacia  el  ideal,  dr.  De  las  Villas  á  la  Habana,  sain.,  1910,  A  la  Ha- 
bana me  voy,  sátir.  lir.-bufa.  Liberta,  nov.  esccn.,  Madrid,  191 1,  con 
pról.  de  Benavente.  Entreactos,  artículos,  Madrid,  1913.  Satanás,  dr., 
ibid.,  1913.  Cuando  el  amor  muere,  com,  (al  final  de  Liberta).  Caliban 
Rex,  dr.  pol.,  1914.  El  Hombre  fuerte,  dr.,  Madrid^,  1915.  Manual  del 
perfecto  Frdanista,  Habana,  1916.  Tembladera,  dr.,  1916.  Max  Hen- 
ríquez,  sobre  Liberta:  "Es  un  drama  intenso  y  fuerte.  Es  obra  fuerte 
y  bella,  y  por  eso  debo  decirle  que  el  único  reparo  esencial  que  ella  me 
sugiere  se  halla  en  el  cuarto  acto...  Liberta  representa  para  mí  uno  de 
los  empeños  más  valientes  y  una  de  las  concepciones  más  vigorosas  que 
en  estos  últimos  tiempos  se  han  escrito  en  lengua  española."  José  de 
Armas,  sobre  Satanás:  "F's  un  gran  cuadro  de  caracteres,  en  que  cada 
personaje  surge  con  relieve  asombroso;  una  serie  de  retratos  que  el 
lector  ve  con  todos  los  colores  de  la  verdad,  y  que  aparecen  en  el 
transcurso  de  una  trama  llena  de  interés...,  una  gran  obra,  original,  pro- 
funda y  nueva  en  el  fondo  y  en  la  forma." 

Francisco  Herrera  Concha^  chileno,  por  seud.  F.  H-,  Doctor  Franc, 
Franc  Huise,  Julián  del  Clavo,  médico-cirujano,  escritor  de  fina  obser- 
vación y  de  los  mejores  dramáticos  contemporáneos  de  su  tierra;  como 
novelista,  describió  las  costumbres  de  una  ciudad  provinciana.  Los  Ma- 
les del  alcohol,  Talca,  1906.  Consejos  á  las  madres,  1907.  El  Tapete  ver- 
de, nov.,  1910.  ¡Vencido!,  dr.,  y  Gregorito,  dr.,  entrambos  Talca,  1912. 
¡Gané,  gané!,  dr..  1913.  Alma  nostra,  cuentos,  ibid.,  1914.  Teatro  {Los 
Sacrificados,  Estilo  moderno,  Five  O'Clok  Tea,  Talca),  191 8. 

Hugo  D.  Barbagelata  (n.  1887-),  montevideano,  director  de  Revista 
Estudiantil  (1903-05),  Razón  (1907),   corresponsal  en  París  de  varias 


S.  XX,  1906.  ERNESTO  ARNALDO  GUZMAN         igS 

revistas,  publicó  El  Centenario  de  la  Reconquista,  Montevideo,  1906. 
Páginas  sudamericanas,  ensayo  de  hist.  y  liter.,  Barcelona,  1909.  Bolt- 
var  y  San  Martín,  París,  191 1.  Hombres  de  América,  1913.  Artigas  y 
la  revolución  americana,  pról.  de  RoAS,  París,  1914.  La  Literatura 
uruguaya  (con  V.  García  Calderón,  Rev.  Hisp.),  París,  1917.  L'Infhíen- 
ce  des  idees  frangaises  dans  la  Revohition  et  dans  l'Evolution  de  l'Amé- 
rique  Espagnole,  ibid.,  1917.  Pages  choisies  de  J.  Enrique  Rodó,  Pa- 
rís, 1918. 

José  García  Mercadal  (n.  1883-),  zaragozano,  doctor  en  Leyes,  fun- 
dador y  director  en  Zaragoza  de  Rev.  Aragonesa  (1907-08),  Aragón 
{1910-11),  La  Correspondencia  de  Aragón,  La  Crónica  de  Aragón  (1911- 
16),  redactor  de  La  Corresp.  de  España,  publicó  Del  jardín  de  las  dolo- 
ras,  impresiones,  Z'iragoza.  1906.  Frente  á  la  vida,  id.,  ibid.,  1908.  Zara- 
goza en  tranvía,  crónicas,  ibid.,  1908.  Ante  el  centenario,  id.,  ibid.,  1908, 
Los  que  esperan,  cuentos,  ibid.,  1910.  Cuentistas  aragoneses  en  prosa, 
antología,  ibid.,  1910.  El  Viajero  del  siete,  nov.,  191 1  (en  Los  Contem- 
poráneos). Remanso  de  dolor,  nov.,  Zaragoza,  1912.  Los  Cachorros  del 
león,  nov.,  ibid.,  19 12.  Vida  y  tnilagros  de  N.  S.  D.  Miguel  de  Cervan- 
tes, ibid.,  1916.  España  vista  por  los  extranjeros,  t.  I.,  Madrid,  1918; 
t.  II,  1919.  Ideariiim  español,  Costa,  1919.  Los  Grandes  cuentistas  hún- 
garos, 19 19  (con  Andrés  Revesz). 

Federico  García  Sanchiz  (n.  1886-),  valenciano,  conferenciante  y 
escritor  pictórico  y  preciosista  en  prosa  y  verso,  que  escribe  para  da- 
mas, publicó  Por  tierra  fragosa,  Madrid,  1906.  Las  Siestas  del  Cañave- 
ral, ibid.,  1907.  Historia  romántica,  1908  (en  Cuento  Seman.).  La  Come- 
dieta  de  las  venganzas.  1909.  Nuevo  descubrimiento  de  Canarias,  1910. 
Pastorela,  191 1  (en  Cuento  Sem.).  El  Barrio  Latino,  19 14.  El  Delito, 
■ár.  (con  Fernándiez  Ardavín),  1915.  Al  son  de  la  guitarra,  1916.  El  Arte 
de  Anglada,  1916.  Champagne,  diario  de  un  bohemio  mundano,  1917.  La 
Sulamita,  nov.,  1918.  Color,  sensaciones  de  Tánger  y  Tetuán,  19 19. 
Cansinos-Assens,  Los  Hermes,  1916,  pág.  229:  "Como  un  joven  fauno, 
■henchido  hasta  reventar  de  la  alegría  de  vivir...,  audaz  y  jovial,  festivo 
y  saltante...,  ebrio  de  alegría  y  de  buena  sensualid'ad...,  arrojando  bra- 
zados de  flores  y  puñados  de  frutos  levantinos  y  tornasoladas  f>omnas 
•de  jabón  y  chiribitas  solares...  Por  tierra  fragosa.  Las  Siestas  del  Ca- 
ñaveral..., tencíencia  al  preciosismo,  al  cromatismo  bizantino...,  la  ga- 
lanura provenzal...,  pincelada  sutil  y  fina." 

Ernesto  Arnaldo  Guzmán,  profesor  chileno,  poeta  á  lo  Unamuno,  á 
quien  ad'mira  y  sigue  y  se  parece  casi  en  todo.  Hay  á  veces  en  él  chis- 
pazos de  ideas  hermosas,  aunque  en  esto  Unamuno  le  gana.  Por  lo  de- 
más, son  uno  y  otro  poetas  prosaicos;  esto  es,  prosistas  que  versifican 
ideas  filosóficas  en  versos  bastante  libres  y  alargados  párrafos,  sin 
fantasía  visual  ni  auditiva.  Quiere  d'ecir  que  falta  color  y  música,  lag 
dos  alas  de  la  poesía.  Pero  fáltales  no  menos  el  alma  de  ella,  que  es  el 
sentimiento.  Son  secos,  fríos,  austeros,  cerebrales.  A  veces  resulta  Guz- 
mán  enrevesado  y  palabrero  en  demasía.  En  pos,  versos,  Santiago,  1906. 
Vida  interna,  versos,  1910.  Albores,  versos,  1912.  Los  Poemas  de  la  seré- 


196  ÉPOCA   REGIONAL  Y  MODERNISTA   (1888-I907) 

fiidad,  1914.  El  Árbol  ilusionado,  1916.  Sus  artículos  en  Rev.  de  Biblio- 
grafía Chilena,  set.,  1913,  pág.  187.  Consúltese  Armando  Donoso,  Los 
Nuevos,  191 2. 


205.  Año  igoó.  El.  Doctor  Aeella  publicó  Pitorreos  médicoqui- 
rúrgidcofarmacéuticos,  equívocos,  agudezas,  chocarrerías,  genialidades, 
sátiras,  etc.,  Madrid  (1906). — Ángel  Alarcón  publicó  De  mi  tierra  y  de 
mi  alma.  La  Paz,  1906. — Fray  Domingo  de  Guzmán  María  de  Albora- 
YK,  capuchino,  publicó  Historia  del  Monasterio  de  Yuste,  Madrid,  1906, 
— Hermilio  Alcalde  del  Río^  santanderino,  publicó  Las  Pinturas  y 
grabados  de  las  cavernas  prehistóricas  en  la  prov.  de  Santander,  Alta- 
tamira,  Covalanas,  Hornos  de  la  Peña,  Castillo,  Santander,  igo6.  So- 
bre lo  mismo  en  Portugalia  (1908,  11,  págs.  137-178).  Escenas  cántabras, 
Torrelavega,  1914  (en  dialecto  montañés). — José  B.  Alfonso,  de 
San  Antonio  de  los  Baños  (Cuba),  publicó  Manía  poética.  Habana,  1906. 
— Augusto  de  Altozanos  publicó  El  Nuevo  Pascual  ó  La  Prostitución, 
novela,  Barcelona,  1906. — Julio  Alvarez  Arazuri  estrenó  La  Rogativa, 
boceto  líricodramático  de  costumbres  aragonesas,  1906. — Eloy  Luis 
André,  catedrático  de  Filosofía  en  los  Institutos  de  Soria  (1904), 
Orense  (1904),  Toledo  (1914)  y  Madrid  (1919),  de  la  escuela  de 
Wundt,  pero  de  dioctrinas  propias,  publicó  El  Histrionismo  español, 
ensayo  de  psicología  social  del  pueblo  español,  Barcelona,  1906.  Harol- 
do  Hoffding^  Filósofos  contemporáneos,  trad.,  Madrid,  1909.  Etica  es- 
pañola, ibid.,  1910.  Alejo  Bertrand,  Léxico  de  Filosofía,  trad.,  París, 
1910.  Rodolfo  Eucken,  La  vida,  su  valor  y  su  significación,  trad.,  Ma- 
drid, 1912.  Guillermo  Wundt,  Introducción  á  la  Filosofía,  trad.,  2  vols,, 
Madrid  1913.  Mentalidad  alemana,  ibid.,  1914.  La  Cultura  alemana, 
ibid.,  1916.  Educación  de  la  adolescencia,  ibid.,  1916.  Mentalidad  espa- 
ñola (en  revistas).  Estudios  de  Etica  social  (ibid.).  Sistema  de  Filosofía 
de  los  valores,  t.  I,  La  Etica,  Mad*rid,  1919.  Estudios  y  problemas  de 
Economía  Nacional  y  Política  (en  revistas).  Dos  idearios  y  dos  demo- 
cracias, 1919. — El  padre  Cándido  Arbeloa  (n.  1867-),  de  Caseda  (Na- 
varra), jesuíta  (1884),  publicó  Conferencias  científicorreligiosas.  Ha- 
bana, 1906. — Gonzalo  de  Arcos,  español,  predicador  de  S.  M.  Católica, 
publicó  Jesucristo,  sermones,  Trinidad  (Cuba),  1906. — Juan  Arenas 
Alonso  publicó  Cuentos  sencillos,  Madrid,  1906.  El  Sueño  de  Calixto, 
novela,  1907.  El  Puente  de  los  fantasmas,  cuento  1909. — Aniceto  Areta 
Larrea  estrenó  María  Soledad,  drama,  1906. — Pedro  Arizmendi  Brito 
publicó  Parnaso  venezolano,  Barcelona,  1906. — Ateneo,  rev.,  Madrid!^, 
1906-11. — Aventuras  del  cabo  Lopes  en  el  Transvaal  y  en  Inglaterra, 
contadas  por  el  mismo  López;  contiene  más  de  200  chistes...,  2.*  ed.,  au- 
mentada, Madrid,  1906. — Severino  Aznar  Embid  (n.  1870-),  zaragoza- 
no, catedrático  de  la  Central,  publicó  obras  de  sociología  y  Los  Estrenos 
en  Madrid,  1906  (en  Cultura  Española^  409-23,  732-43,  112-134).  Las 
Grandes  instituciones  del  catolicismo,  órdenes  monásticas,  institutos 
misioneros,  Madlrid,  1912.  Conferencias,  3  vols.,   1916-17-18. — Joaquín 


S.  XX,  1906.  ALFRED  COESTER  1 97 

Barrionuevo  (n.  1884-),  de  Alajuela  (Costa  Rica),  publicó  Albores,  ver- 
sos, 1906. — Enrique  Barrios  de  los  Ríos,  mejicano,  por  seud.  Duralis 
Estars  ó  Almavis  Estars,  excelente  paisajista,  publicó  Pompillas,  poesías 
festivas,  México,  1906.  Océano,  versos,  1907.  El  País  de  las  perlas,  cuen- 
tos californios,  1908.  Paisajes  de  Occidente,  Sombrerete,  1908. — Anto- 
nio Berasategue  publicó  Amor  que  enseña^  Santander,  1906. — Daniel 
Blanco  (n.  1859-),  poeta  de  Medina  de  Ríoseco,  ha  escrito  poesías  líricas, 
zarzuelas  y  el  monólogo  dramático  El  Ultimo  adiós  de  mi  hijo,  1906. — 
Francisco  Blanco  Sánchez  publicó  Abortos  literarios,  Cád!iz,  1906. — 
Fray  Martín  Blanco  García  (n.  1869-),  de  Astorga,  agustino  (1893), 
fué  á  Colombia  (1898)  y  Lima  (1903),  Habana,  Nueva  York,  Morelia 
(1910)  y  Puebla  (1912),  escribió  con  acerada  pluma  y  no  sin  donaire, 
Ripios  colombianos,  por  Antonio  Valmala  (seud.),  Bogotá,  1906.  Los 
Voceros  del  modernismo,  Barcelona,  1908.  Además,  muchos  artículos  y 
versos  en  revistas. — Claudio  Boutelou  y  Soldevilla  publicó  Estudio 
de  la  miniatura  española  desde  el  siglo  x  al  xix,  1906  (en  Bol.  de  la  Soc. 
Esp.  de  Exc,  XIV). — Augusto  Briga,  brillante  y  galano  poeta  contem- 
poráneo, ha  publicada  Mundanas,  canto  al  paganismo,  Madrid,  1906. — 
Enrique  A.  Butti  estrenó  Tras  el  placer,  dr.,  Barcelona,  1906. — José 
M.  Camacho  publicó  Historia  de  Solivia,  La  Paz,  1906. — Tomás  Felipe 
Camacho  (n.  1887-),  de  Santa  Cruz  de  la  Palma  (Canarias),  publicó 
Ritmos  y  notas.  Habana,  1906.  Novelas  cortas,  1910. — Miguel  Ángel 
Campa  (n.  1883-),  habanero,  abogado,  fué  galante  autor  de  Novelas  de 
espumas,  y  amores  y  risas,  Habana,  1906.  Amores  y  risas,  nueva  calece. 
de  cuentos  y  novelifas,  1906. — Juan  Canales  Carazo,  de  Puerto  Rico,  de 
la  raza  de  color,  publicó  Cuba  por  dentro  (1898-1906),  San  Juan.  Amar- 
guras y  realidades.  Habana,  1910. — Carcajadas,  archivo  de  la  alegría, 
cátedra  del  buen  humor,  enciclopedia  de  la  risa,  Barcelona  (1906). — Ju- 
lio Carrasco,  cubano,  publicó  Dolorosos,  poesías.  Habana,  1906. — Án- 
gel DEL  Castillo  López  (n.  1886-),  de  La  Coruña,  publicó  La  Arquifec- 
tura  cristiana  en  Galicia,  Lugo,  1906;  Coruña,  1907.  Protohistoria,  los 
castros  gallegos,  Coruña,  1908.  Burgo  del  Faro,  ibid.,  1915. — Vicente 
Castro  Legua,  maestro,  director  de  El  Criterio  (1896)  y  El  Movimiento 
Escolar,  publicó  El  Travieso  Pititi,  aventura  de  un  niño  aldeano,  Ma- 
drid!, 1906.  Grandezas  de  España,  1909,  12  vols.  Geografía  de  la  Penín- 
sida  Ibérica,  1910. — Francisco  Javier  Cavada  y  Contreras,  chileno, 
canónigo  en  Ancud,  por  seud.  Davierco  y  Francacon,  fundó  varios  pe- 
riódicos y  publicó  Oraciones  fimebres,  varias,  1906-08.  Vocabulario  de 
provincialismos,  Ancud,  1910.  Chiloé  y  los  chilotes,  estudios  de  folklore 
y  lingüística,  Santiago,  1914. — Enrique  María  Cerrillo  y  Peres,  pres- 
bítero, colaborador  de  El  Universo  (1903),  publicó  El  Socialismo  agra- 
rio en  Andalucía,  Córdoba,  1906.  Tempestad  y  calma,  novela,  1913.^ 
Alfred  Coester,  hispanista  norteamericano,  publicó  Compression  in  the 
Voema  del  Cid,  1906  (en  Rev.  Hisp.).  A  Bibliography  of  Spanish-Ame- 
rican  Litcratitre,  1912  (en  The  Romanic  Revicrv).  Spanish  Grammar, 
Boston,  1912.  The  literary  history  of  Spanish  America,  N.  York,  1916. — 
La  Corte  de  los  poetas,  Madrid,  1906,  florilegio  de  poetas,  los  más  mo- 


198  ÉPOCA  REGIONAL  Y  MODERNISTA   (1888-I907) 

dernistas,  los  de  los  "suspirillos  germánicos  y  vuelos  de  gallina",  que  de- 
cía Núñez  de  Arce.  Afrancesados,  más  ó  menos,  en  fondo  y  forma,  sólo 
respetan  de  los  españoles  á  Góngora,  por  sus  extravagancias. — Fran- 
cisco DE  Cossío,  por  seud.  Pedro  Lacor,  poeta  y  novelista,  publicó  La 
Casa  de  los  linajes^  nov.,  Valladolid,  1906.  Macbeth,  trad.,  1913.  Del 
sentimiento  castellanista,  ibid.,  1914.  En  el  limpio  solar^  dr.,  1917. — Al- 
fonso Cravioto,  mejicano,  prosista  fluido,  musical,  lleno  de  vida  y  co- 
lor, fundó  Savia  Moderna,  México,  1906,  con  Luis  Castillo  Ledón,  cuya 
"redacción  era  pequeña  como  jaula.  Algunas  aves  comenzaron  allí  á 
cantar".  Así  Rafael  López,  y  de  hecho  se  agruparon  allí  los  nuevos  es- 
critores. Cicentos  de  Anatole  France,  trad.  y  pról.,  Méjico,  1918. — F.  R. 
Cros  publicó  Tipos  de  mi  lugar,  Zaragoza  (1906). — Cultura  Española, 
rev.,  JMí-drid,  1906-09,  14  vols. — Curiosidades  históricas,  i.  II,  Madrid, 
1906. — Chascarrillos  andaluces,  contados  por  Curro  Venenito,  Madrid, 
1906. — Alfredo  Deulofeu  publicó  Alrededor  del  mundo  sin  un  centavo. 
Habana,  1906. — Belisario  Díaz  Romero  publicó  Tiahuanacu,  estud.  de 
prchist.  americana,  La  Paz,  1906. — Novísimo  Diccionario  de  la  lengua 
castellana...,  por  una  Sociedad  de  escritores,  París,  1906. — Enrique 
DÍAZ  Cañedo  (n.  1879-),  de  Badajoz,  poeta  modernista,  descosido  en  fra- 
ses, descolorido  y  opaco,  publicó  Versos  de  las  horas,  Madrid,  1906. 
La  Visita  del  sol,  ibid.,  1907.  Del  cercado  ajeno,  traducciones,  ibid.,  1907, 
Imágenes,  versiones,  París,  1910.  La  Sombra  del  ensueño,  ibid.,  1910, 
La  Poesía  francesa  moderna,  Madrid,  1912.  E.  Lleine,  páginas  escogidas, 
trad.,  1918. — Facundo  Dorado^  colaborador  de  los  periócíicos  republi- 
canos, publicó  Renacimiento,  novela,  Madrid,  1906. — G.  Droz  publicó 
Tristezas  y  sonrisas,  Barcelona,  1906. — Juan  D'Sola  (-j-  1908),  venezo- 
lano, publicó  La  Parroquia,  nov..  Habana,  1906. — María  de  Echarri^ 
colaboradora  en  Barcelona  del  diario  madrileño  El  Universo  (1903), 
publicó  Fvvor  por  favor,  novela,  Santander,  1906.  Los  Misericordio- 
sos, nov.,  Madrid  (1909).  Narraciones  para  niños,  1909.  La  Terciaria 
según  el  espíritu  de  San  Francisco,  1914.  El  Lago  azul  y  otras  narra- 
ciones, 1915.  Las  Vacaciones  de  Elena  y  otras  narraciones,  Barcelona, 
1915. — Ricardo  Espí  Luengo  publicó  Efemérides  militares  de  España, 
1906. — Salustiano  Esquerro  publicó  Los  Viajantes  de  comercio,  come- 
dia, Oviecío,  1906. — José  Faraldo  (1859-1910),  madrileño,  conocido  por 
José  de  la  Corte,  publicó  Corregidores  y  alcaldes  de  Madrid  desde  I2ip 
á  ipoó,  ibid.,  1906.  Relación  de  todo  lo  sucedido  en  la  lucha  de  los  fran- 
ceses con  el  pueblo  de  Madrid,  ibid.,  1908.  El  Año  1808  en  Madrid,  ibid., 
1908. — Alfonso  Feijóo  y  Cazañas  publicó  Magdalena  ó  La  Regenera- 
ción de  un  nihilista,  novela  históricofilosófica,  Guadalajara,  1906. — 
Esteban  Fernández  y  González^  poeta  zorrillesco  contemporáneo,  de 
Valladolid,  ha  sido  laureado  en  muchos  certámenes.  En  el  "certamen 
público  celebrado  con  motivo  del  concurso  de  premios  decílcado  á  Nues- 
tra Señora  de  Aránzazu.  Segunda  parte",  por  la  Academia  Bibliográfi- 
co-Mariana,  Lérida,  1906,  hay,  entre  otras  obras,  la  siguiente :  El  Esca- 
pulario, por  don  Esteban  Fernández  y  González. — Manuel  Fernández 


S.  XX^  1906.  DOMINGO  HERGUETA  Y  MARTIN       1 99 

Valdés  (n.  1870-),  de  Güines  (Cuba),  abogado,  redactor  en  jefe  en  la 
Habana  de  La  Instrucción  Primaria,  redactor  de  La  Discusión,  El 
Triunfo^  Cuba  y  América,  La  Escuela  Moderna,  La  Escuela  Cubana; 
inspector  de  escuelas,  publicó  Espigando,  buenos  artículos.  Habana, 
1906.  Motivos  escolares,  1906.  Efluvios,  versos  lánguidos.  1909.  Poe- 
sías selectas,  1911  (de  otros  poetas).  Biografía  de  Francisco  Cal- 
cagno,  191 5. — Ramón  Font  y  Jiménez  (n.  1885-),  poeta  matancero, 
publicó  Preludios,  Habana,  1906. — Eduardo  Gaffarot  publicó  Comen,' 
tartos  á  Civilización  y  barbarie,  ó  sea  compadres  y  gauchos,  por  un 
nieto  de  Quiroga,  Buenos  Aires,  1906. — Luis  Gai.dames,  chileno,  pu- 
blicó Estudio  de  la  historia  de  Chile^  Santia§:o,  1906,  191 1,  1914.  Jeo- 
grafía  económica  de  Chile,  1911. — Francisco  García  de  las  Bayonas 
publicó  Multicolores,  versos,  Alicante,  1906. — José  García  CASrjuLr.ÓN 
estrenó  El  Poeta  y  su  labor,  diálogo,  1906. — José  García  del  Morat^ 
publicó  Galería  de  escritores  médicos  montañeses,  Santander,  1906. — • 
José  Benigno  García^  por  seud.  Marcos  del  Torniello,  poeta  bable,  es- 
trenó La  Esfoyeta^  boceto  de  costumbres  asturianas,  Madrid,  1906.^ 
Rafael  García  Rodríguez  estrenó  Jarabe  de  pico,  entremés,  1906, 
1915,  bonito  y  gracioso.-— Salvador  García  DacaRreto  publicó  Diccio- 
nario de  los  verbos  irregulares  y  defectivos  castellanos.  Avila,  1906. — • 
Antonio  Garrido  estrenó  La  Segunda  mujer,  drama,  1906. — Ramón 
B.  Girón  publicó  Historia  general  de  España,  7  vols.,  Barcelona,  1906. 
— Carmen  González  Trigueros,  poetisa  de  la  Normal  de  Falencia, 
fué  premiada  en  los  Juegos  Florales  de  Lérida,  1906,  por  su  leyenda 
La  Bella  de  Castejón. — Eloy  Guillermo  González,  cíe  Guanare  (Ve- 
nezuela), historiador  serio,  crítico  excelente,  de  abundoso  decir,  brio- 
so y  conciso,  aunque  últimamente  diera  en  la  ampulosidad  y  retor- 
cimiento de  la  frase,  publicó  Al  margen  de  la  epopeya,  Caracas,  1906. 
Dentro  de  la  Cociata,  ibid.,  1907.  La  Ración  del  boa,  ibid,  iqoS.  El 
Banquete  llanero.  El  Hastío  del  Libertador.  Conferencias. — José  Gonzá- 
lez Llana  (f  1898),  padre  de  Félix,  el  dramático,  coronel,  redactor  en 
Oviedo  de  El  Trabajo,  El  Carbayón,  etc.,  estrenó  Torrijas,  episodio 
melodramático  (con  A.  Martínez  Olmedilla),  iqoiS. — Juan  José  Gonzá- 
lez Y  Gómez  publicó  Epítome  histórico  de  Mérida,  Madrid,  1906. — Jus- 
to González  Garrido,  de  Ríoseco,  allí  colaborador  de  La  Crónica  de 
Campos  (1902),  publicó  Del  Ródano  al  Vesubio,  viajes,  1906. — Vicente 
González  de  Castro  (n.  1886-),  de  Figueras  (Asturias),  viajó  por 
América,  fué  orador  fogoso  y  poético,  compuso  dramas  como  Al  fon- 
do, Alma  sajona.  Final  de  una  tragedia.  El  Crepúsculo,  El  Idilio  de 
las  sombras,  El  Niño,  La  Bestia  humana.  Bajo  la  nieve  (1913)-  No- 
velas :  Triste  infancia^  Amor  á  pedazos,  Las  Notas  de  una  reina.  Fun- 
dó en  la  Argentina  España  en  el  Plata.  Consúltese  Alejandro  Andra- 
de.  El  Via  crucis  del  orador,  Quito,  1913. — Valeriano  G.  Gutiérrez 
publicó  Desde  el  Zanjón  hasta  nuestros  días.  Cárdenas,  1904,  1905; 
Habana,  1906.  Cuba  y  España,  impresiones  histór.  y  descrip..  Haba- 
na,   1909  (2."  ed,    corregida),   1910. — Domingo  Hergueta  y    Martín 


200  ÉPOCA   REGIONAL  Y  MODERNISTA   (1888-I907) 

(n,    1855-),   de  Aguilar   (Navarra),    inspector   técnico  del   Timbre  en 
Burgos,  publicó  Noticias  históricas  de...   Haro,  ibid.,   1906.  Fuero  de 
Cuevacardiel  y  V illalmnndar ,  1907  (en  Rev.  Arch.,  XVI,  págs.  417-22). 
El  Fuero  de  Logroño,  1907  (en  Bol.  Acad.  Hist.,  L).  Noticias  hist.  de 
don  Jerónimo  Aznar,   1907  (en  Rev.  Arch.,  XVII).  Cantos  y  poesías 
populares  de  la  guerra  de  la  Independencia,  recopilados,  Burgos,  1908. 
Rememhranms  de  la  batalla  de  las  Navas  de  Tolosa,  ibid.,  1912.  Con- 
súltese: La  Labor    histórica  de  don   N.   Hergueta,   1907  (en  Rev.  Ar^ 
chivos,  XVII,  págs.    272-75). — Alvaro  de  Holguera,  La  Viudita,  co- 
media,   Logroño,    1006. — Los   Hombres   de  la  Restauración,  Madrid^, 
1906. — Luis   IbAñez  Villaescusa    estrenó    La    Sardinera,   1906.   Chi- 
nita,   1906. — Fernando  Iglesias   Calderón,  mejicano,    publicó  Recti- 
ficaciones históricas,  Méjico,   1906-07. — César  Jago  de  Salvador  (na- 
cido  1893-)    madrileño,  por  seud.   Fray  Galán,   pintor,  publicó  De  la 
primera   cosecha,   1906.   Fatal  regreso^    drama   romántico,   Barcelona, 
1910.  El  Misterio  de  un  robo,  nov.  La  Muerta  viva,  nov.  Laura,  dra- 
ma   premiado,    1912.    La    Trigueña    bruta,    nov.    Barcelona,    1913. — 
F.  Jiménez  Ruiz   publicó  Mis  flores^  poesías.  Murcia,   1906. — Sebas- 
tián Jodar  Pérez,  d^e  Lorca,  publicó  El  Meteoro,  poema,  Loica,  1906. 
— Valentín  Letelier  publicó  Ensayo  de  onomatoloaía   ó   Estudio  de 
los  nombres  propios  y   hereditarios,  Madrid,    1906. — O.  Ltmk  publicó 
Novela  histórica^  i.'  parte.  Equivocación;  2.*  parte.  Historia  de  una 
Cubana^  B.  Aires,  1906. — Manuel  Linares  (f  1909),  de  Tenerife  (Ca- 
narias), en  Cuba  desde  los  diez  y  siete  de  su  edad,  periodista,  publicó 
Un  libro   más,  fragmentos  de  188 1  á  ipoó,   Habana,    1906. — Logroño 
íntimo,    por    varios,    ibid.,   1906. — Ramón    López    Montenegro    y    de 
Frías-Salazar  (n.    1877-),   zaragozano,  por  seud.  Cyrano,  caricaturis- 
ta,  compositor,  periodista  en  el  Heraldo    de  Aragón,   El  Liberal,  de 
Bilbao  (1903);  El  Liberal,  de  Macírid  (1903-11),  A  B  C,  ha  estrenado 
más  de  50  obritas  de  teatro:  El  Corral  ajeno,  jug.  (1906).  El  Suceso 
del  día,  sain.  (1910).  El  Primer  espada,  saín,  (con  Julio  Martínez  Le- 
cha, 191 1).  Las  Hermanas  Frescales,  opereta  (1912).  Yo  amo,  tú  amas, 
monól.  (1914).  Los  de  la  cola,  entr.  (1915).  El  Señor  Ulpiano,  monól. 
(191 5).  Los  Gabrieles  (con  Ramón  Peña,  1916).  La  Concha  (con  id., 
1916).  ¡¡El  autor!!  ¡¡El  autor!!,  monól.,  Madrid,   1916.  La  Línea  de 
fuego,  entr.  (1917).  Los  de  Alcañiz,  sain.  (con  id.,  1917).  El  Ascensor 
(ron  id..  1917).  El  Trancazo  (con  id.,  1918).  El  Niño  perdido,  com.  (con 
ídem,   1919). — Zacarías  Llera  (n,   1877-),  poeta  vallisoletano,   publicó 
Iris,  cuentos,  1906.  Amapolas,  versos,  1907.  Nido  sin  aves,  novela,  1908. 
De  la  vida  á  la  estrofa,  versos,  1913. — Miguel  A.  Macau  (n.  1886-),  de 
Matanzas  (Cuba),  publicó  Arpas  amigas,  poesías  (con  José  G.  Villa), 
1906.  Influencia  de  la  literatura  en  las  costumbres,  conf.,  1909.  La  Jus- 
ticia en  la  inconsciencia,  dr.,  1910.  Julián,  monól.,  1910.  Impresiones  del 
camino,  prosa,  artíc.  crít.,  191 1.  Lírica  saturnal,  poes.,  Barcelona,  1912. 
La  Partida,  dr.  (con  los  otros  dos  publicados),  1913.  El  Triunfo  de  la 
vida,  dr.,  1914. — Juan  Maluquer  y  Viladot  (n.  1856),  jurisconsulto  bar- 


S.  XX,  1906.  PEDRO  NAVARRO  BADALS  201 

celonés  y  literato  catalán,  publicó  Recuerdos  de  un  viaje  á  Canarias, 
Barcelona,  1906.  Recuerdos  de  una  excursión  á  Dinamarca  y  Suecia, 
1907.  En  pro  de  Cataluña,  191 1, — Bernabé  de  María  publicó  Obras  li- 
terarias, B.  Aires,  1906. — Vicente  Marín,  de  Rioseco,  publicó  El  Men- 
tidero,  artículos,  1906. — León  AIartí  Granizo  (n.  1886-),  leonés,  aboga- 
<Ío  y  viajero  perpetuo  desde  los  veinte  años,  publicó  Prosa  y  verso,  León, 
1906.  Abelardo,  nov.  histór.-filos.  del  s.  xii  francés,  Milán,  1908.  De 
lo  que  vio  un  castellano  en  Suiza,  León,  1909.  Impresiones  de  Italia, 
ibid.,  1914.  Mis  viajes  por  España,  conf.,  Valladolid,  1916.  Portugal, 
Madrid,  1917.  —  Evaristo  Martínez  Alonso  publicó  Ascuas  entre 
flores,  cuentos,  Habana,  1906.  —  Gustavo  Martínez  Alomía,  meji- 
cano, publicó  Historiadores  de  Yucatán,  Campeche,  1906. — R,  J.  Mar- 
tínez Medina  publicó  Espinas  sin  rosas,  cantares,  Madrid,  1906. — 
Emilio  Martini  Ponzoa  publicó  Nebulosas,  poesías.  Murcia,  1906.  Al 
asar,  poesías,  ibid.,  1907. — Víctor  M.  Maurtua  publicó  Antecedentes 
de  la  Recopilación  de  Indias,  IMadrid,  1906. — Carlos  F.  Meló,  argen- 
tino, doctor  y  poeta  correcto,  pero  pobre  de  fantasía  y  de  sentimiento, 
publicó  Espuma  (1906),  de  asuntos  biológicos  y  cosmológicos. — José 
Mariano  Milego  (n.  1859-),  de  Alicante,  fundador  del  Álbum  Poé- 
tico, en  Alicante  de  El  Republicano,  en  Granada  de  El  Universal,  pu- 
blicó Alicantinos  ilustres,  Alicante,  1906  (con  A.  Galdó  López). — Ju- 
lio Milego  y  Díaz  (n.  1884-),  de  Toledo,  catedrático  de  Artes 
é  Industrias  en  Valencia,  redactor  áe  España  Nueva,  El  Radical, 
Nuevo  Mundo,  España,  publicó  Emilio  Castelar,  su  vida  y  su  obra, 
Valencia,  1906.  El  Teatro  en  Toledo  durante  los  siglos  xvi  y  xvii, 
ibid.,  1909.  La  Retirada  de  Jenofonte,  comedia,  1914.  El  General  Cu- 
dorna,  Madrid!,  1915.  Lord  Kitchener,  ibid.,  1915.  Hombres  y  cosas. 
Valencia,  191 5.  El  Problema  catalán.  ¿Separatismo  ó  regionalismo f, 
Madrid,  1917. — Carlos  Miranda  (1870-191S),  de  La  Coruña,  redac- 
tor de  El  Liberal  desde  1902,  colaborador  de  otros  periódicos,  Madrid 
Cómico,  etc.,  fundador  de  Madrid  Alegre,  popularizó  los  versos  pro- 
saicos; escritor  festivo,  poeta  fácil,  rico  en  lenguaje  y,  cuando  que- 
ría, pomposo,  publicó  Cosas  de  la  calle,  versos  festivos,  Madrid,  1906. 
Mi  niña,  nov.  corta.,  19 10.  El  Crimen  de  la  calle  de  Tudescos,  ídem, 
1912.  Mi  Dulcinea,  id.,  1913.  Rosas  de  Pasión,  poesías,  1914.  La  Caída 
de  Isabel  II,  nov.  corta,  1914.  Juegos  malabares,  prosa  rimada,  1915. 
Bergantín,  nov.  corta,  191 5. — Francisco  Molla  tradujo  La  Descrip- 
ción de  España^  de  Ibrahim  Abulfeda,  Madrid,  1906. — Pedro  Mon- 
cayo,  ecuatoriano,  publicó  El  Ecuador  de  182^  á  iS^j,  Quito,  1906 
(2.*  ed.,  correg.). — Francisco  Montesino  publicó  Enigma,  nov..  Ha- 
bana, 1906.— Luis  Morales  García-Goyena  publicó  Documentos  his- 
tóricos de  Málaga,  Granada,  1906-07,  2  vols. — Nadie:  Horóscopo^  nov. 
hist.  del  tiempo  de  Constancio,  1906. — Pedro  Navarro  Badals  estre- 
nó Amor  eléctrico,  entremés,  Toledo,  1906.  Los  Novatos  (con  M.  F. 
Abaytua),  1906.  La  Primera  jornada  (con  Abelardo  Rivera),  1907. 
La  Batería,  191 1.  Un  ladrón  y  un  detective,  com..   1911.  La  Caja  de 


202  ÉPOCA   REGIONAL  Y  MODERNISTA   (1888-I907) 

soldados,  com.,  1912. — José  María  Niño^  montevideano,  publicó  His- 
toria del  general  Mitre,  2  vols.  Apéndice,  Montevideo,  1906. — Juah 
Oliva  Bridgman,  barcelonés,  redactor  de  periódicos  de  aquella  ciu- 
diad  (1902),  colaborador  de  Madrid  Cómico  y  Pluma  y  Lápiz  (1903), 
publicó  Jovenesa,  poesías,  Barcelona  (1906). — Pablo  Ordás  Sabau 
(f  1904),  lírico  particularmente  religioso,  premiado  en  Juegos  Flo- 
rales, colaborador  de  La  Ilustr.  Esp.  (1885)  y  La  Ilustr.  Cat.,  publicó 
Cien  sonetos.  Madrid,  1906. — Fray  Ángel  Ortega,  O.  F.  M.,  publicó 
Cancionero  de  San  Antonio  de  Padua.  Sevilla.  1906.  Vida...  de  la  il. 
sevillana  doña  Juana  Manuela  de  Solís  y  Fedengui,  Estepa,  1911. 
Historia  documentada  de  la  imajjen  y  santuario  de  Nuestra  Señora 
del  Rosario,  Patrona  de  Cádiz^  Lérida.  19 17.  La  Tradición  concepcio- 
nista  en  Sevilla,  siglos  xvi-xvii,  Sevilla,  1917. — Simón  Ortega  (Fer- 
nando de  Ayala)  publicó  Fragmentos  de  alma,  Valencia  (Venezuela), 
1906.  Rosas  del  Espíritu  Santo,  poema  del  Sol,  ibid..  1912.  El  Palacio 
de  diamante,  poema,  ibid.,  1914.  Arminio  y  Débora,  ibid.,  1916. — Gui- 
llermo Osma  publicó  Apuntes  sobre  cerámica  morisca,  3  vols.,  Ma- 
drid, 1906-0S-09.  La  Industria  de  los  alfareros  españoles,  ibid..  1909. 
Azulejos  sevillanos  del  siglo  xni,  ibid..  1909.  Los  Letreros  ornamen- 
tales en  la  cerám.  morisca  del  s.  xv,  ibid  (s.  a.). — El  Pájaro  azul. 
Resplandores,  Fantásticas,  Galantes,  Zaragoza,  1906. — 'Lisí^l\co  Pa- 
LAU_,  colombiano,  publicó  Colombia  en  la  mano,  Bogotá.  1906.  50  poe- 
sías selectas  de  autores  colombianos,  1912. — Erasmo  Pellés,  cubano 
publicó  Primicias,  versos.  Habana,  1906. — Ramón  María  Pereda  es- 
trenó El  Abrazo  de  Maroto,  juguete,  1906.  El  Edil,  pas.,  1908.  Querer 
baturro,  zarz.  (con  Pedro  Ortiz  Montijano),  1909.  Lotería  internacio- 
nal, entr.  (con  Ant.  R.  Ferrándiz),  1909.  Estrellas  fugaces,  entr  (con 
Pedro  Ortiz  de  Montijano),  1910.  Para  ese  viaje...,  jug..,  191 1.  La 
Cruz  de  los  rosales,  zarz.  (con  Pedro  Ortiz  Montijano),  19 18. — Igna- 
cio Pérez  Kallens,  escritor  chileno,  muy  discutido,  de  la  escuela  mae- 
terlinckiana,  con  bastante  de  D'Annunzio,  por  seud.  Leonardo  Pena,  ha 
escrito  Las  Puertas,  Santiago,  1913,  tres  piezas  buenas  para  leídas. 
Además,  novelas:  Yo,  ibid.,  1906.  Las  Siete  locuras  del  amor, 
ibid.,  1908.  El  Alma  perdida  de  la  princesa,  ibid.,  1912. — José  Pérez 
Y  PÉREZ  publicó  Flores  de  Alcarria,  Guadalajara,  1906. — Fernando 
Periouet  estrenó  El  Tío  del  gabán,  monól.,  1906.  La  Conquista  del 
marido  (con  José  Camero),  1907.  Naufragio  y  salvamento,  nov.,  1913 
(en  Los  Contempor.).  Exhausta,  nov.,  1914  (ibid.).  Pepe  Zorrilla,  co- 
media, 1914  (ibid.).  Apuntes  para  la  historia  de  la  tonadilla  y  de  las 
tonadilleras  de  antaño,  Barcelona  (1914).  Después  de  la  batalla,  epi- 
sodio de  la  guerra  francoprusiana  de  i8yo  ( con  J.  Octavio  Picón), 
1915  (en  Los  Contempor.).  Exposición  nacional  de  1915,  Madrid,  1915. 
La  Fornarina,  cancionista  (1884-1915),  ibid,  1915.  Goyesca  (teatro), 
1917. — Ramón  Peris,  redactor  de  El  Imparcial,  estrenó  El  Barbero  de 
S.  E.,  juguete  (con  R.  Solís),  1906. — Eliodoro  Pichardo  B.,  camagüe- 
yano  (Cuba),  publicó  Un  padre  como  hay  muchos,  pasillo  cóm.-lír.,  Ca- 


S.  XX,   1906.  FR.  MANUEL  SANCHO  2o5 

maguey,  1906. — Federico  Pita,  director  de  El  Progreso  de  Mclilla- 
(1902),  publicó  Derrotados,  novela,  Madrid,  1906. — Antonio  PovedA;.. 
pardo  de  Santiago  de  Cuba  y  representante  ó  dliputado,  publicó  Pórfi- 
dos, poesías.  Habana,  1906. — Juan  de  la  Cruz  Puig,  crítico  argentino, 
ha  publicado  Critica  literaria,  1906.  Antología  de  poetas  argentinos, 
1910. — Renacimiento,  rev.  liter.  fundada  por  Martínez  Sierra,  Ramón 
Jiménez,  Machado  y  otros,  Madrid,  1906. — Revista  histórica,  órgano 
del  Instituto  del  Perú,  de  Lima,  desde  1906,  5  tomos. — Luís  Reyna 
Altvundos  (n.  1874-),  argentino,  abo,gado  (1900),  asesor  del  gobierno, 
profesor  en  La  Plata  (1910-15),  poeta  premiado  por  el  poema  Invoca- 
ción (1903),  noblemente  clásico,  sin  mitologías  ni  imitaciones,  cantó  ele- 
gantemente las  bellezas  de  la  naturaleza  y  el  amor,  en  estilo  bien  figura- 
do y  fluido.  Poesías,  La  Plata,  1906;  Barcelona,  1908.  Dactiloscopia  ar-. 
gcntina,  La  Plata,  1909.  Origen  é  influencia  jurídicosocial  del  sistema 
dactilográfico  argentino,  ibid.,  1912.  El  Ultimo  señor  feudal,  poema, 
ibid.,  1917.  Rama  florida,  B.  Aires,  1918.  Hacia  la  anarquía,  ibid.,  1918, 
191 9. — C.  Ricci  publicó  La  Invasión  inglesa  (i8o6-ipo6),  ensayo  de  so^ 
ciología  americana,  B.  Aires,  1906.  Dios  en  la  Historia...,  1913.  Un  pu- 
ritano argentino  (Francisco  Ramos  Mexía),  1913.  El  Texto  del  Nuevo 
Testamento,  1913. — Martín  Rico  publicó  Recuerdos  de  mi  vida,  Madrid, 
1906. — Federico  Riera  estrenó  La  Taberna,  sainete  (con  Rosendo  Ro- 
dríguez), 1906.  Los  Esclavos,  com.  (con  Joaquín  Prats  Peralta),  1910. 
El  Aventurero,  zarz.,  1912. — Camilo  Riquer  y  Zabecoe  escribió  sobre- 
marinos  vascos  en  Euskal-Erria  (1906). — Francisco  Aníbal  Ríu, 
poeta  argentino,  publicó  Silex,  versos,  B.  Aires,  1906.  La  Musa  erran- 
te, versos,  B.  Aires,  191 1.  Gritos  de  combate,  1912. — Manuel  Rochina 
estrenó  A  los  pies  de  usted,  entremés  (con  S.  Figarelo),  1906. — José 
María  Rodríguez  Alcalá  publicó  Camino  de  abrojos,  novela,  Madrid, 
1906. — Fermín  Rojas,  boliviano,  publicó  Antología  boliviana  (con  su 
hijo),  t.  I,  Cochabamba,  1906;  La  Paz,  1914.  Constará  de  6  vols.  de 
escritores  de  Cochabamba,  según  promesa  de  los  editores.  La  Trai- 
nera, zarz.,  1910.  Astucias  de  amor,  1912. — Fray  Casiano  Rojo  (na- 
cido 1877-),  de  Acinas,  benedictino  de  Silos,  enseñó  música  sagrada 
en  varios  seminarios  y  publicó  Método  de  canto  gregoriano,  Valla- 
dolid,  1906. — Juan  Román  y  Calvet  publicó  Los  Hombres  y  la  impor- 
tancia arqueológica  de  las  islas  Pythiiisas,  Barcelona,  1906. — Sofía 
Romero  estrenó  Fifí,  diálogo.  Málaga,  1906. — Ángel  Ruiz  Pablo,  pu- 
blicó Episodios  ribereños,  Menorca,  1906.  El  Ultimo  hidalgo,  Barce- 
lona, 1912.  Poesías,  Mahón,  1911-12.  La  Nevatilla,  nov.,  1912.  Clara 
Sombra,  nov.,  Barcelona,  1915.  La  Metamorfosis  de  un  erudito,  Bar- 
celona, 1918. — Horas  de  lectura.  Panquijote,  por  M.  Saavedra  de  Cer~ 
vantes,  Madrid,  1906. — Fermín  Sacristán,  escritor  castizo,  publicó 
Refranes  sociales  leídos  en  la  velada  celebrada  en  6  de  mayo  de  ipoó 
en  el  Centro  de  Defensa  Social,  Madrid.  1906.  Doctrinal  de  Juan  del 
Pueblo  (refranes),  Madrid,  1907  y  1912.  2  vols.  Regalo  de  boda,  Bar- 
celona, 1910.  Estudianterías,  amasijo  literario,  1910.  De  mi  banasta, 
1913. — Fray  Manuel  Sancho^   mercedario,    publicó    Pascualico  ó    El' 


204  ÉPOCA   REGIONAL  Y  MODERNISTA   (1888-I907) 

'Trovero  de  las  Bochas,  novela  de  costumbres  aragonesas,  Zaragoza, 
1906.  Cuentos  y  fantasías,  Barcelona,  1910.  Elecciones,  zarzuela,  1912, 
La  Envidiosa,  zarz.,  1912.  La  Manía  literata,  com.,  1912.  Las  Menti- 
:rosillas,  com,,  1912.  Las  Muñecas,  zarz.,  1912.  Los  Reclutas,  zarz.,  1912. 
— Ramón  Sanjuán  y  Cazorla  estrenó  Gente  de  alforja,  zarzuela  (con 
J.  Roques),  Zaragoza,  1906.  Camino  de  la  Vicaría  (id.),  1908.  Neta, 
com.,  1909. — E.  DE  Sandoval  publicó  Seis  meses  entre  salvajes,  Bar- 
celona (1906). — Juan  B.  Selva,  argentino,  publicó  El  Castellano  en 
América,  su  evolución.  La  Plata,  1906.  Porvenir  del  habla  castellana 
en  América,  Madrid,  1910  (en  Esp.  Mod.,  dic).  Acepciones  nuevas, 
B.  Aires,  1914.  Algunos  cambios  de  acepción,  Madrid",  1914  (en  El 
Lenguaje).  Guía  del  buen  decir,  \h\d.,  1916.  Crecimiento  del  habla, 
acción  de  los  sufijos,  B.  Aires,  1916  (en  R^v.  Universidad). — Romero 
Seris  de  Latorre  (n.  1879-),  granadino,  publicó  Ecos  del  Hudson,  im- 
presiones de  un  cronista,  Habana,  1906.  Gradualidad  de  la  conciencia, 
tesis  doctoral,  ibid.,  1908. — Agustín  P.  Soriano  estrenó  La  Miguela, 
boceto  (con  M.  R.  Gómez  Salcedo),  1906. — Francisco  Ulloa,  chileno, 
novelista  folletinesco,  publicó  Astucias  de  Pancho  Falcato. — Fray 
Agustín  Urcey  y  Prado  publicó  Breve  historia  de  Valvanera,  Lo- 
groño, 1906. — El  Marqués  de  Valero  de  Urria,  de  familia  cubana, 
vino  á  Asturias  (1890),  ¿"onde  casó  y  volvió  á  Cuba,  publicó  Crímenes 
literarios  y  meras  tentativas  escritúrales  y  delictuosas  perpetradas  por 
el  profesor  D.  Iscariotes  Val  de  Ur...,  precedidos  de  una  biografía 
del  mismo,  por  Rafael  Urdeval  (todos  seudónimos  de  su  persona), 
Oviedo,  1906. — Javir  Vales  Failde,  gallego,  vicario  en  Madrid,  de 
la  Rota,  publicó  Rosalía  de  Castro,  Madrid,  1906.  El  Autor  de  la 
Salve,  S.  Pedro  Mezonzo,  Madrid,  1907.  Ernestina  Manuel  de  Villena, 
1908.  Un  sociólogo  purpurado,  1909.  La  Emperatriz  Isabel,  1918. — ■ 
Armando  de  Valle,  cubano,  publicó  Lo  que  puede  un  choffer^  nov., 
Habana,  1906.  Catalina,  nov.,  1908. — León  Varney,  colombiano,  pu- 
blicó El  Sentido  de  una  vida,  1906.  El  Internado. — Veladas  del  Ate- 
neo, prosa  y  verso,  Santiago  de  Chile,  1906. — Manuel  F.  Villegas 
(■j-  1918),  hermano  de  Francisco,  publicó  El  Palacio  de  las  brujas,  Ma- 
drid, 1906.  Flevit  super  illam,  novelas  cortas,  1908. — Heraclio  S.  Vi- 
TERi  publicó  Bagatelas,  Segovia  (1906).  La  Aguja  hueca,  com.  (con 
Enrique  Guzmán  de  Mauro),  1912. — Luis  Zurdo  Olivares,  director 
(íe  la  Rev.  de  Tracción  Ferroviaria  (1902),  publicó  Esperanza,  la  cau- 
tiva del  Mediterráneo,  Barcelona,  1906. 


206.  Año  iQoy.  Enrique  J.  Banchs,  argentino,  poeta  que 
■se  distingue  por  la  ingenuidad,  la  sencillez  en  la  expresión  de 
sus  sentimientos  íntimos,  primero  alegre  é  infantil  en  sus  dos 
primeros  libros,  más  tarde  melancólico  y  doliente,  de  más  hon- 
do lirismo.  Muy  aficionado  al  tono  popular  y  aim  á  la  poesía 
•-erudita  de  la  antigua  España,  imitador  del  espíritu  de  Berceo, 


S.  XX,   1907.  JOSÉ  LÓPEZ  PiNILLOS  203 

MÍO  Cid  y  del  siglo  xvi;  pero  sin  afectación,  con  llaneza  y  na--, 
turalidad.   También  tiene  poesías  algo  modernistas,   bien  que: 
sin  rarezas,  mirando  a  los  primitivos.  Es  de  los  mejores  poe- 
tas de  este  siglo  en  la  Argentina. 

José  López  Pinillos  (n.   1875-),  por  seud.  Panneno,  de 
Sevilla,  donde  estudió  Leyes,  aunque  al  irse  á  licenciar  acabó- 
de  arruinarse  su  familia  y  se  vino  á  Madrid  (1900)  con  diez 
duros  prestados,  y  con  el  primer  acto  de  un  drama,  que  estre- 
nó á  los  seis  meses  con  tan  buena  suerte,  que  Romero  Robledo 
le  dio  un  destinillo.  Racha  de  la  suerte  fué  no  menos  el  que  á 
los  tres  meses,  venteando  del  lado  siniestro,  le  quitó  el  desti- 
nillo de  las  manos  y  hasta  sopló  á  los  empresarios  de  teatro 
que  no  le  aceptasen  obra  alguna.  Tuvo  que  engancharse  como 
un  pobrete  en  el   periodismo,   entrando   en  el    Globo   (1902) 
con  35  sabrosas  pesetas  de  sueldo;  luego  en  España  con  200, 
después  en  El  Liberal  de  Bilbao,  que  dirigió,  en  El  Liberal  de- 
Madrid,  y  en  el  Heraldo,  donde  hoy  escribe.  Como  novelis- 
ta se  señala  por  el  empleo  hábil  del  rico  léxico  castellano,  por 
la  creación  de  recios  "personajes  algún  tanto  caricaturescos  a 
fuerza  de  arreciarlos,  y  por  la  ironía  caliente,  digamos,  que  no- 
excluye  el   sentimiento.    Sentimientos   y  caracteres  pecan,   sin 
em'bargo,   por  exclusivamente  varoniles,   duros   á  veces   hasta 
el  extremo,  perversos  los  más.  Lo  bondadoso,  lo  tierno,  lo  fe- 
menino  están   ausentes  en   los    sentimientos   y  personajes   de- 
Pinillos.  Es  en  esto  lo  opuesto  de  Martínez  Sierra  y  débese  á 
su  propio  natural  y  al  dechado  de  todos  sus  cariños,  Echega— 
ray.   Como  dramaturgo   fracasó  al  principio  por  este  exclusi- 
vismo de  lo  echegarayesco  y  de  su  natural  duro.   Propúsose- 
hacer  teatro  valiente,  contra  el  afeminamiento  y  blandengue- 
ría  que  hallaba  en  el  teatro  contemporáneo;  pero  una  cosa  es 
la  valentía  y  otra  la  dureza  y  tiesura  de  caracteres  aviesos  y 
sobradamente  perversos  y  la  falta  de  ternura.   El  amor  y  la 
mujer,  elementos  importantísimos  de  la  vida  y  del   arte,  no- 
parece  sentirlos  ni  quererlos  Pinillos.  Tiende  á  enfrascarse  en 
acciones  violentas,  de  gran  turbación  trágica  y  en  problemas 
sociales,  al  igual  que  Echegaray.  Con  su  fiereza  de  buril  se  rego- 
dea en  modelar  personajes  odiosos,   á  quienes  echa  desnudos 
á  las  taiblas  para  que  el  público  se  ensañe  en  ellos.  En  Hacia-^ 


206  ÉPOCA  REGIONAL  Y  MODERNISTA   (1888-I907) 

Ja  dicha,  menos  imo,  todos  los  personajes  son  unos  perfectos 
canallas,  rnioral  y  aun  físicamente.  Este  cultivar  sólo  una  nota, 
la  somibría,  descaminó  su  innegable  talento.  Templó  su  dure- 
za en  Esclavitud  (1918),  que  fué  aplaudido  con  razón  porque, 
fuera  de  lo  tierno,  femenino  y  aanoroso,  que  el  asunto  no 
pedia,  sus  demás  defectos  casi  desaparecieron,  campeando  sus 
hermosas  cualidades  dramáticas,  que  son  excelentes  y  muy  pa- 
recidas á  las  de  Echegaray.  En  este  drama  es  realista  á  la  es- 
pañola, sin  caer  en  el  naturalismo  de  lo  feo  y  perverso  ex- 
<-lusivamente ;  afronta  los  contrastes  de  afectos  como  Echegaray 
y  aun  es  miás  sobrio  que  él  y  prepara  con  mayor  naturalidad 
y  arte  las  situaciones;  crea  sobre  todo  caracteres  reales,  hu- 
manos, entre  los  que  sobresale  el  del  viejo  secretario  hasta 
sobre  el  del  cacique,  protagonista  de  la  obra.  Enrique  Borras, 
nuestro  mejor  actor  dramático,  logró  su  mayor  triunfo  encar- 
nando ese  personaje  de  don  Pedro,  y  realzó  el  drama  doblando 
su  valor. 


2  0  7.  Roberto  F.  Giusti,  Nuestros  podas  jóv.,  1912,  pág.  85:  "Es 
(Banchs)  ingenuo  y  sereno.  Ama  su  aldea  imaginaria,  con  su  templo 
sencillo,  su  casa  pobre,  las  novias  mocíestas,  las  generosas  manos  ma- 
ternas, las  buenas  hermanas,  la  santidad  del  hogar,  todo  lo  humilde, 
todo  lo  suave...  De  este  su  espíritu  infantil,  primitivo,  es  emanación 
su  poesía.  Su  característica  fund^amental  es  la  sencillez.  Toda  ella  es 
una  protesta  contra  la  afectación,  contra  la  retórica.  La  armonía  es 
el  sueño  del  poeta.  No  es  escéptico  ni  pesimista...  Su  verso  respira 
salud,  frescura,  alegría.  Ni  hay  en  él  polvo  de  arroz  ni  sudor  de  lu- 
chadores, noble,  pero  maloliente.  Y  no  que  Banchs  no  sepa  entonar 
el  canto  de  las  protestas  — que  bien  lo  probó  en  Las  Barcas — ;  sólo 
que  El  Libro  de  los  elogios  rebosa  optimismo,  porque  ha  sido  conce- 
bido en  un  instante  de  felicidad  Desde  aquella  fecha  el  niño  bueno  ha 
visto  muchas  cosas,  ha  vivido  y  sufrido,  y  ya  no  tía  podido  darnos  li- 
bros enteramente  hijos  de  la  dicha.  Los  dos  últimos  traen  en  la  frente 
el  sello  del  cíolor;  han  nacido  de  la  misma  madre,  la  comprensión  de 
V infinita  vanitá  del  tutto,  al  desgarrarse  sobre  los  ojos  del  poeta  el  velo 
color  rosa  que  los  cubría.  Hasta  angustioso  es  á  veces  El  Cascabel 
del  halcón  (¿resonarían  en  él  los  ecos  de  una  íntima  tragedla?  ¿Seria 
por  una  reciente  lectura  de  Maeterlinck  ?)  ;  no  tan  atormentado,  aun- 
que sí  lleno  de  melancólica  desesperanza  La  Urna.  Pero  ¡  qué  varia, 
qué  d^ulce,  qué  alada  melodía,  tan  hondamente  conmovida,  tan  alta- 
mente lírica,  se  desprende  de  ambos !  ¡  Qué  de  emociones  dormidas  me 
ha  despertado  este  poeta  en  el  alma!...  Enumerarlas  equivaldría  á  se- 
;^alar  composiciones  y  más  composiciones,  en  cada  una  de  las  cuales 


S.  XX,   1907.  JOSÉ  LÓPEZ  PINILLOS  2O7 

resuenan  de  continuo  voces  diversas,  que  se  funden  luego  para  damos 
con  la  obra  entera  una  sola  y  múltiple  impresión  de  armonía.  ¿  Era 
Heine  — dije —  el  que  cantaba?  — No,  no  es  Heine;  no  es  más  que 
un  melancólico  Bécquer...  — ¡Pero  si  ese  discurso  indeciso  y  sutil  es 
de  Verlaine !  — ¿Verlaine?  Usted  perdone,  pero  me  parece  de  Gar- 
cilaso.  — ¿O  del  mismo  Petrarca?  — Creo  que  confunden  ustedes  el 
acento.  Hemos  escuchado  á  Teócrito.  — ¡No  tan  lejos,  no  tan  lejos! 
Esas  son  cosas  de  la  corte  de  díon  Juan  II.  — ¿Y  por  qué  no  de  las 
cortes  provenzales?  — Ninguno,  ninguno  de  ellos.  El  que  canta  es 
Banchs,  hermano  de  todos  por  la  universalidad  de  su  poesía...  Si  á  la 
poesía  se  le  pide  ideas,  á  más  de  imágenes  y  emoción,  Banchs  tiene 
derecho  de  reclamar  para  La  Urna  los  honores  debidos  á  esa  realizada 
trinidad.  Cada  uno  de  los  cien  sonetos  que  el  libro  contiene  desenvuel- 
ve con  gallarda  seguridad  un  pensamiento,  realzado  con  todas  las  galas 
al  par  elegantes  y  sencillas  del  arte.  Es  la  musa  de  Petrarca  la  que 
inspiró  á  Garcilaso,  á  Hurtado  de  Mendoza,  á  Gutierre  de  Cetina,  la 
que  revive  en  Banchs;  sin  embargo,  la  ignorancia  no  lo  ha  advertido. 
Nunca  la  voz  que  cantara  el  dulce  lamentar  de  Salicio  y  Nemeroso 
había  vuelto  á  sonar  en  lengua  castellana  tan  pura  como  en  los  sonetos 
de  La  Urna,  y  probablemente  todavía  se  seguirá  hablandfo  de  Banchs 
como  de  un  mozo  que  ha  hecho  algunos  buenos  versos.  ¿Buenos  vet- 
sos?  Cien  sonetos  admirables,  trabajados  con  insuperable  esmero,  en 
los  cuales  la  forma  esbelta  y  exacta  se  ciñe  á  todas  las  sinceridades 
del  pensamiento."  E.  J.  Banchs:  Las  Barcas,  B.  Aires,  1907.  El  Libro  de 
los  elogios,  ibid.,  1909,  1910.  El  Cascabel  del  halcón,  1909.  La  Urna, 
cien  sonetos,  191 1. 

Andrés  González  Blanco,  Hist.  nov.,  pág.  982:  ^'La  Sangre  de 
Cristo  (de  Pinillos)  es  una  bella  novela...;  en  ella  resplandecen...  un 
conocimiento  estupendo  del  léxico  castellano,  un  gran  sentidlo  de  la 
creación  de  personajes  resultantes  y  una  perfecta  noción  de  la  ironía." 
Parmeno,  en  La  Tribuna:  "En  el  prólogo  con  que  encabezó  Ber- 
nard  Shaw  sus  comedias  no  "alegres",  decía  que  las  calificaba  d'e 
francamente  desagradables,  porque  su  fuerza  dramática  sólo  se  pro- 
ponía obligar  al  espectador  á  encararse  con  hechos  desagradables ;  y 
agregaba  que  las  obras  que  se  edifican  sobre  problemas  y  conflictos 
humanos  tienen  que  pugnar  con  el  monstruoso  concepto  de  que  la  mi- 
sión primordial  cíe  la  poesía  dramática  es  agradar  únicamente.  A  esto 
se  podría  añadir  que  es  posible  agradar  á  un  público  inteligente,  ahon- 
dando en  las  cosas  desagradables,  cuando  el  escritor  — que  hurga  en  la 
llaga  con  intenciones  de  médico  y  no  de  verd^ugo —  siente  el  ambicioso 
deseo  de  contribuir  á  que  desaparezcan.  Yo  creo  que  los  que  protestan 
contra  todo  lo  que  no  sea  trivial;  que  esos  que  sostienen  la  hedionda 
majadería  de  que  "al  teatro  no  se  va  á  padecer" —  porque  confund'en 
la  emoción  malsana  producida  por  la  realidad  real  con  la  emoción  es- 
tética engendrada  por  la  realidad  artística — ,  han  estado  siempre  db- 
minados  por  la  multitud,  sana  de  entendimiento  y  de  corazón,  que  se 
afina  y  se  purifica  con  los  bruscos  sacudimientos  á  que  la  somete  el 


208  ÉPOCA   REGIONAL  Y  MODERNISTA   (1888-I907) 

arte  dramático.  Porque  creo  en  la  existencia  de  ese  público,  y  por- 
que confío  en  él,  me  doy  el  gustazo  de  escribir  — con  un  desinterés 
absoluto —  obras  como  la  que  se  estrenará  mañana.  Y  mientras  cuen- 
te con  actores  como  Borras,  capaces  de  defenderlas,  no  me  faltará 
el  ímpetu  optimista  con  que  las  escribo."  Tomás  Borras,  en  La  Tri- 
buna: "López  Pinillos  ha  sido  uno  de  los  favoritos  de  los  actores  de 
la  fibra.  Enrique  Borras  estima  en  él  — como  lo  estimaba  el  glorioso 
muerto  Tallaví —  un  poderoso  espíritu  diramático,  de  castizo  realismo, 
de  extraord^inaria  intensidad  y  de  una  medula  ideológica  moderna. 
También  un  grupo  de  compañeros  — y  singularmente  de  cronistas  tea- 
trales—  hemos  visto  en  Pinillos  la  conjunción  — la  evolución —  del 
ímpetu  romántico  con  la  sobriedad  naturalista.  Esta,  que  pudiera  ser 
la  definición  de  Pinillos,  se  completa  con  cierto  acento  humorística 
que  tienen  sus  últimas  obras.  Pinillos  que,  por  su  edad,  recoge  el  tea- 
tro en  sus  postrimerías  echegarayescas  (no  se  olvide  que  su  primera 
obra  es  un  drama  imitando)  á  Echegaray),  por  su  edad  también  alcanza 
las  últimas  revoluciones  literarias  (véase  Los  Senderos  del  mal,  vista 
en  Bernard  Shaw).  Entre  esos  dos  puntos  Pinillos  evoluciona;  pero 
sin  perder  el  eje,  la  sustancia,  el  alma  de  su  estética,  la  sangre  de  su 
credo,  el  realismo.  Pinillos  es  duro  hasta  la  crudeza,  porque  dtescribe 
la  áspera  vida  española;  dramático,  porque  lo  es  el  carácter  español  y 
el  carácter  de  los  problemas  y  las  papsiones  españolas;  sincero  y  veraz, 
parco  y  pintoresco,  porque  éstas  son  nuestras  cualidades  eternas." 
Enrique  Borras,  en  Esclavitud:  "Señor  don  Alejandro  Pérez  Lugín. 
Mi  querido  amigo :  Esclavitud,  que  me  ha  proporcionado  uno  de  los 
triunfos  más  grandes  de  mi  vida  — quizás  el  mayor — ,  es  tal  vez  la 
obra  que  he  aprendido  más  fácilmente.  De  mí  — que  nunca  me  reser- 
vo, que  doy  en  todas  las  ocasiones  cuanto  puedo  dar —  se  ha  solido 
decir  en  noches  dte  desgracia:  "Borras  no  ha  querido.  No  ha  estudia- 
"do  el  papel."  Y  eso  no  es  verdad,  porque  yo  estudio  siempre.  Lo 
que  me  pasa  es  que  siempre  no  puedo  aprender.  Cuando  el  personaje 
que  se  me  encomienda  es  falso,  inhumano,  huero,  y  cuando  su  false- 
dad! se  traduce  en  discursos  sin  sustancia,  en  gárrula  palabrería,  yo 
realizo  un  esfuerzo  enorme  para  humanizarle,  para  infundirle  un  poco 
de  verdad,  y  acabo  rendido,  aunque  no  me  exija  apelar  á  la  violencia. 
Cuando  el  personaje  no  es  un  muñeco,  sino  un  hombre,  yo  lo  visto  cor» 
mi  carne,  sin  que  la  dificultad  de  la  empresa  me  arred*re  y  doy  la  ba- 
talla frente  al  público  con  absoluta  serenidad,  y  después  de  las  escenas 
más  violentas  apenas  si  noto  una  levísima  alteración  nerviosa.  El  don 
Pedro  Govantes  de  Esclavitud  me  cautivó  desde  que  Parmeno  me 
leyó  la  obra.  Es  un  vencido,  un  hundido,  un  guiñapo  de  hombre.  Vive 
esclavizada  sin  intentar  romper  la  cadena,  porque  el  egoísmo  y  el  pa- 
vor le  adormecen  la  voluntad;  pero  reacciona,  hericío  en  las  entrañas, 
noblemente  impulsado  por  el  amor  paternal,  y  débil,  achacoso,  medio 
muerto,  decide  imponer  el  castigo.  Y  esto  es  lo  más  difícil  — y  lo  más 
fácil —  del  drama  y  lo  que  más  me  gusta.  Hay  que  balbucear,  hay 
que  llorar,  hay  que  rugir;  hay  que  temblar  como  una  hoja,  lleno  de 


S.  XX^  1907.  ALBERTO  INSUA  209 

supe  oLicioso  terror ;  hay  que  gemir  con  una  angustia  sobrehvunana ; 
hay  que  sollozar,  por  último,  con  una  alegría  infinita...  Alegría,  mie- 
do, angustia,  díolor,  desesperación,  ciega  acometividad,  cobarde  aban- 
dono... Todos  estos  sentimientos,  y  todas  estas  pasiones,  y  todos  estos 
impulsos  contradictorios  se  atropellan  en  el  cerebro  y  en  el  corazón 
del  ex  hombre  alcoholizado,  protagonista  de  Esclavitud.  Que  ¿  cómo  he 
hecho  el  papel?  Como  los  hago  todos:  autosugestionándome,  dejando 
de  ser  Borras  para  ser  don  Pedro,  y  estudiando  mucho  para  llegar  á 
este  resultacío.  No  quiero  terminar  sin  darles  las  gracias  con  todo 
mi  corazón  á  la  crítica,  que  me  ha  enorgullecido  con  sus  excepcio- 
nales elogios,  y  á  este  admirable,  inteligentísimo  y  entusiasta  pú- 
blico de  Madrid,  tan  bueno  conmigo,  al  que  le  debo  en  gran  parte  lo 
que  soy.  Y  añadiré  que  nunca  me  han  sabido  más  a  gloria  los  aplausos 
y  los  elogios,  porque  consagran  el  triunfo  y  cimentan  la  fama  de  un 
hermano  mío,  de  José  López  Pinillos,  que  siempre  tuvo  en  mí  un  cre- 
yente. Desde  que  me  llevó  Nuestro  enemigo  confié  en  él.  Esperaba, 
pues,  la  resonante  victoria  de  Esclavitud. — Enrique  Bvrrás'^  (De  He- 
raldo de  Madrid).  Obras  cíe  L.  Pinillos.  Novelas:  La  Sangre  de  Cris- 
to, 1907.  Doña  Mesalina,  1910.  Las  Águilas,  191 1.  Frente  al  mar,  1914, 
Ojo  por  ojo,  1915.  El  L-tichador,  1916.  Lo  que  confiesan  los  toreros, 
1917.  Obras  teatrales:  El  Vencedor  de  sí  vúsmo,  drama,  1900.  Hacia  la 
dicha,  comedia,  1910.  El  Burro  de  carga,  comedia,  1912.  La  Casta,  co- 
media, 1912.  El  Pantano,  drama,  1913.  Nuestro  enemigo,  drama,  1913. 
La  Otra  vida,  drama,  1915.  Hombres,  hombrecillos  y  animales,  igiy. 
A  tiro  limpio,  com.,  1918.  Los  Senderos  del  mal,  com.,  1918.  Las  Alas, 
com.,  1918.  Esclavitud,  dr.,  1918.  Caperucita  y  el  lobo,  com.,  1919.  La 
Red,  dr.,  1919. 


207.  'Año  190/.  Ajlberto  Insúa  (n.  1883-),  hijo  del  escri- 
tor Waldo  Alvarez  Insúa,  nació  en  la  Habana,  vino  á  Kspaña 
en  1898,  se  bachilleró  en  La  Cortina,  licencióse  en  Derecho 
en  Madrid.  Ha  viajado  mucho  para  ilustrarse,  y  lo  ha  con- 
seguido. Es  novelista  psicólogo,  sobresaliendo  en  la  finura  y 
tino  con  que  obser'va  los  estados,  mudanzas  y  variedad  de  las 
almas  y  en  la  propiedad  certera  y  sobria  con  que  las  pinta. 
Posee,  ademiás,  gran  ingenio  inventivo  para  buscar  casos  y 
sjltuaciones  en  que  los  movimientos  anímicos  se  manifiesten, 
y  no  menos  facilidad  en  la  trama  de  la  acción.  Personajes  bien 
matizados  y  afectos  que  brotan  naturalmente.  El  lenguaje, 
sin  ser  muy  castizo,  sin  cualidades  particularmente  sobresa- 
lientes, ea  también  natural,  corriente,  llano,  apropiado  y  co- 
rrecto. De  los  naturalistas  franceses  heredó  el  determinismo 
positivista;   el   realismo  es   español,   y   el  tono   general   nada 

TOMO   XII. — 14 


aie  ÉPOCA   REGIONAL  Y  MODERNISTA   (1888-I907) 

encierra  de  pesimismo,  ni  el  gusto  por  los  asuntos  feos  le  per- 
miite  seguir  a  Zola  en  pintar  sólo  heces  sociales,  en  algunas 
novelas  mostróse  en  demasía  aficionado  a  lo  erótico;  pero  en 
las  más,  el  principio  de  la  urdimbre  es  filosófico  y  trascen- 
dental, aunque  nada  tenga  de  cristiano.  Filosofa  acerca  de 
la  vida  según  los  hedí  os  que  ve  y  conforme  á  la  doctrina  de- 
terminista. Tiene  grandes  cualidades  para  ser  novelador  ex- 
celente, y  cada  vez  mejora  y  se  perfecciona  más  y  mlás.  Las 
novelas  de  Insúa  caerían  m'ucho  mejor  en  una  sociedad  des- 
creída como  la  francesa  y  como  gran  parte  de  la  madrileña,  que 
lo  es  de  hecho,  aimque  por  cristiana  se  tenga.  Pensador  des- 
pierto sin  fundamento  religioso,  es  Insúa  un  escéptico:  revc^- 
lotea  sin  cesar  en  su  cabeza  el  problema  moral  de  la  vida.  Eji 
el  fondo  de  su  conciencia  lleva  un  lastre  de  ética  cristiana, 
acaso  sin  darse  cuenta ;  pero  comjo  la  educación  moderna  y  la 
observación  de  las  gentes  le  hacen  ver  un  mundo  en  el  que 
esa  conciencia  ética  anda  harto  abandonada  y  ni  en  sí  ni  en 
los  que  trata  ha  hallado  fe  verdadera  en  Cristo  que  la  fun- 
damente y  asegure,  y  además  ha  leído  muoho  de  ciencia  mo- 
derna que  prescinde  de  Cristo  y  de  Dios,  se  le  ve  subir  y 
bajar,  remontarse  esipirituaLmente  y  materialmente  abaitirse, 
sin  hallar  solución  á  la  vida.  Es  el  estado  de  alma  de  todos 
los  pensadores  de  hoy  que,  desprovistos  de  fe  religiosa,  guar- 
dan, sin  querer,  en  medio  de  la  irreligiosidad  de  nuestro  siglo, 
un  fondo  cristiano  y  espiritual  que  tal  vez  no  desaparezca  nunca 
de  las  conciencias  europeas,  como  advirtió  Hegel.  Con  su  novela 
De  un  mundo  a  otro  comienza  una  serie  que  promete  será  de 
Episodios  Internacionales. 

Rafael  López  de  Haro  (n.  1 876-),  de  San  Clem'ente 
(Cuenca),  publicó  poesías,  siendo  estudiante,  en  Madrid  Có- 
fnico,  El  Gato  Negro  (1898),  El  Labriego  de  Ciudad  Real 
(1898)  y  otros  periódicos.  Hizo  la  carrera  de  notario,  que  hoy 
ejerce,  y  'Ouando  pudo  volver  á  la  literatura  compuso  nove- 
las, que  él  mismo  clasifica  en  tres  clases,  de  la  carne,  de 
la  vida  y  de  las  almas.  Las  primeras  no  las  considera  como  lite- 
rarias, sino  como  un  medio  para  allegar  recursos.  Las  dos  me- 
jores son,  según  el  autor.  Poseída  y  Sirena,  mezcla  de  realismo 
en  muchas  escenas  particulares  y  aun  del  naturalismo  zolesco 
que  cimde  en  las  demás,  bien  que  en  estas  dos  sólo  se  vea  algii- 


FELIPE  TRIGO 


ALBERTO  INSUA 


S.  XX,  1907.  ALBERTO  INSÚA  211 

lias  veces ;  y  de  un  idealismo  filosófico,  en  parte  errado,  pero  que 
siempre  da  a  la  armazón  de  entrambas  obras  una  firmeza  robus- 
ta y  una  valentía  ibseniana.  Los  caracteres  fuertemente  rebulta- 
dos, nobles  en  sus  empeños  y  agradables,  sinceros,  bien  que 
idealizados  algún  tanto,  sobre  todo  el  de  Sirena,  que  a  veces  fri- 
sa en  símbolo  de  sobrehembra  nietzscheniana.  EJ  estilo,  suelto, 
jugoso,  nervudo,  preciso  y  bien  coloreado;  el  habla,  comúnmen- 
te castiza  y  rica.  Pero  mucho  mejor  que  ambas  novelas,  con 
todas  sus  bellezas  y  sin  ninguna  de  sus  manchas,  es  Dominado' 
ras,  verdadero  tetra  pico  de  la  mujer  moderna,  cosa  vista  y 
vivida,  sobria  descripción  de  toques  valientes,  encuadrada  en 
el  marco  de  una  concepción  filosófica,  tan  amarga  como  verda- 
dera, armónica  tetralogía  que  desenvuelve  los  pliegues  del  alma 
mujeril  y  desenmaraña  sus  reconditeces,  clasificando  á  las 
liemibras  modernas,  y  aun  de  siempre,  en  cuatro  géneros 
;i  cual  más  caros  para  el  desgraciado  quie  de  cualquiera  de  ellos 
se  encapriche.  Los  nietos  de  los  Celtas  es  admirable  pintura 
plástica  y  viviente  del  alma  gallega. 

209.  Amanda  Labarca,  La  Novela  Castellana  de  hoy:  ''En  T'e- 
rra  de  santos  y  La  Hora  trágica  bastan  para  demostrar  claramente  la 
individualidad  de  Alberto  Insúa.  Hay  en  ellas  más  espíritu  cíe  obser- 
vación y  clarividencia  de  la  época  que  en  muchas  novelas  de  fama; 
hay  vida  más  intensamente  sentida;  hay,  sobre  todo,  más  ambiente  ac- 
tual, más  ideas,  más  sentimientos,  de  estos  que  palpitan  y  bullen  en 
cierta  clase  intelectualmente  refinada.  Dando  la  mayor  importancia  á 
la  vida  del  intelecto,  Alberto  Insúa  ha  trasladado  á  su  novela  la  ca- 
racterística mejor  definida  de  la  existencia  moderna."  Cansinos  Assens, 
Las  Escuel.  liter.,  1916,  pág.  150:  "A  este  ciclo  de  la  representación 
estética  d!e  Madrid,  de  la  transcripción  realista  de  su  vida,  hay  que 
incorporar  esa  admirable  novela,  seria  y  fuerte,  de  Alberto  Insúa,  que 
se  titula  Las  Flechas  del  amor...;  nos  ha  dado  la  visión  más  real  de 
una  parte  de  Madrid,  la  más  honda  y  oscura:  una  visión  que  completa 
las  revelaciones  fragmentarias  de  los  otros  estilizadores  d'e  la  vida 
madrileña."  Pág.  180:  "Alberto  Insúa,  en  cambio,  menos  serio,  más 
frivolo  y  galante  (que  Trigo  y  López  de  Haro),  arma  sus  naves  para 
Citeres  con  más  sereno  gesto  y  las  enguirnalda  con  flores  más  lozanas 
y  frescas,  unidas  en  ramos  más  simétricos  y  pulcros...;  en  obras  como 
La  Mujer  fácil  resucita  de  nuevo  la  novela  galante,  la  novela  fácil, 
galante  y  elegante,  bien  escrita,  sonriente  y  ligera.  En  A.  I.  canta 
la  sensualidad  alegre  y  sana,  no  enseriecida  demasiado  por  la  preocu- 
pación d!e  la  moral...  Es  la  antigua  novela  galante  á  lo  Zamacois,  con 
más  psicología  acaso,  con  más    moderna    belleza  de  estilo."   Ramón 


a  12  ÉPOCA   REGIONAL  Y  MODERNISTA   (1888-IOO7) 

María  Tenreiro,   en  La  Lectura,  jul.,    1914:   "Alberto  Insúa,  que  no 
acertó  á  librarse  de  la  zafiedad  ambiente  en  sus  años  de  novelista  eró- 
tico, ha  ido  aprendiendo  después  los  sutiles  secretos  de  un  arte  refinado 
y  complejo,  que,  bajo  una  aparente  simplicidad  de  formas,  oculta  un 
profundo    conocimiento  del  modo  como  ha   de  proceder  el  novelista 
para  que  loa  monig-otes  de  la  fábula  se  alcen  ante  los  ojos  del  lector 
con  apariencia  de  auténticas  criaturas  humanas.  Y  no  es  ello  porque 
Insúa  ponga  á  sus  personajes  en  tales  situaciones  que  con  la  violen- 
cia de  sus   gestos  puecían  despertar  en  nosotros  una  falsa  sensación 
de  la  vida.  Muy  lejos  de  eso...  Voluntariamente  huye  de  toda  violen- 
cia en  este  libro   {Mary)...  En  los  pasajes  afortunados  de  su  novela 
da  el  autor  la  sensación  de  la  realidad,  merced!  á  finas  observaciones 
del  estado  de  ánimo  del  personaje,  á  un  estudio  paciente  de  las  frases 
en  que  se  expresa,  á  una  serie  indefinida  d!e  diminutas  pinceladas  sua- 
ves, casi  sin  color,  que  poco  á  poco  diseñan  ante  nosotros  las  figuras 
con   su  debido  bulto;  merced,    sobre  todo,   al  estilo  simple,  familiar, 
ligero,  gris,  horro  de  imágenes  — tal  como  Mary  se  hablaría  á  sí  pro- 
pia— ,  en  que  lentamente  se  va  desenvolviendo  el  nada  complicado  ar- 
gumento. Estas  virtudtes   dan  un   cierto  exotismo  á  la  narración  de 
Insúa;  adviértese  en  ella  un  inmediato  parentesco  con  algimas  de  los 
mejores  novelistas  franceses   del  momento:  con   las  de  André    Gide, 
por  ejemplo...    Toda  la  obra  está   cuajada  de  personajes  y  episodios 
llenos  de  vifía...   Hay  en  ello  un  gran  caudal  de  conocimientos  de  la 
humanidad  y  sus  flaquezas...  El  libro  es  demasiado  largo...,  hay  tipos 
convencionales  y  filosofías  un  tanto   incomprensibles  y  ociosas.  Pero, 
á  pesar   de  todo,   esta  novela   tan  pesimista,   donde  el  único  hombre 
bueno  acaba  suicidándose,  es,  no  sólo  la  mejor  obra  de  Alberto  Insúa, 
sino  uno  de  los  libros  más  excelentes  cíe  estos  últimos  tiempos."  Alb. 
Insúa:  Don  Quijote  en  los  Alpes,  Madrid,  1907.  En  tierra  de  santos, 
1907.  La  Hora  trágica,  1908.  El  Triunfo,  1909.  La  Mujer  fácil,  1910. 
Las  Neuróticas,    1910.  La   Mujer  desconocida.   1910.  El  Demonio  de 
la  voluptuosidad,  1911.  Las  Flechas  del  amor,  1912,  El  Deseo,  nove- 
las cortas,   1912.  Los  Hombres,  Mary  los  descubre,  1913.  Los  Hom- 
bres, Mary  los  perdona,  1914.  En  familia,  comedia  (con  A.  Hernández 
Cata),  1914.  Nunca  es  tarde,  boceto  de  comedia,  1914.  Cabecita  loca, 
com.,  1914.  El  Greco  (trad.  de  M.  Barres),  1914.  El  Amor  tardío,  dr., 
1915  (con  H.  Cata).  El  Peligro,  1915.  El  alma  y  el  cuerpo  de  don  Juan, 
1915.  De  un  mundo  á  otro,  1916.  Por  Francia  y  por  la  libertad,  1917. 
Nuevas  páginas  de  la  guerra.  191 7.  El  Bandido,  melodr.  (con  Hem. 
Cata),  1918.   La  Madrileña,  com.,   1918.  Nunca  es  tarde  (con  Hem. 
Cata),  1918.  Los  Bandidos,  com.  (con  id.),  1919. 

López  de  Haro,  en  carta  al  autor :  "En  la  época  de  estudiante  hizo 
ensayos  y  vio  su  firma  en  los  principales  periódicos.  Entonces  hacía 
sólo  versos.  Pensaba  ser  como  Espronceda,  poeta  y  político.  Un  sus- 
penso en  la  Universidad  y  un  (íía  de  hambre  hiciéronle^  comprender 
que  no  tenía  ni  perseverancia  ni  salud  para  resistir  la  época  de  bo- 
hemia precedente  á  las  posiciones  políticas  y  literarias.  Suspendió  en 


S.  XX,  1907.  RAFAEL  LÓPEZ  DE  HARO  213 

absoluto  toda  producción  y  se  dedicó  á  estudiar.  Ganó  cuatro  oposi- 
ciones seguidas.  Cuandb  pudo  tener  esa  afición  como  im  pasatiempo, 
vilvió  á  escribir.  Notario  y  novelista,  ó  novelista  y  notario.  Dos  N., 
dos  negaciones  que  impuso  la  dura  realidad.  Como  el  orador  político 
fué  á  notario,  fué  el  lirico  á  novelista.  Una  capitulación  impuesta 
por  la  necesidad  de  vivir,  de  criar  los  hijos.  Así,  alejado  de  los  círcu- 
los y  mentidteros  madrileños,  este  escritor  labora  incesantemente  y 
dice  de  cada  obra :  /  O  parve  liher  tu  ibis  in  urhcn  sine  me !  Este 
novelista  clasifica  sus  obras  en  novelas  de  la  vida,  de  la  carne  y  de 
las  almas.  Sin  duda  las  de  la  carne  son  concesiones  al  bolsillo:  se 
escriben  para  ganar  dinero.  Su  obra  predilecta  es  Sirena,  que  será, 
de  lo  hasta  hoy  producido  por  él,  lo  que  quede.  En  esta  novela  López 
de  Haro  ha  cuidado  la  forma  más  que  en  ninguna  otra.  Elogiadísima 
por  la  crítica,  no  se  vendió  ni  se  vende  la  edición.  El  ideal  novelís- 
tico de  López  de  Haro  estriba  en  trasmitir  al  lector  fielmente  las  im- 
presiones subjetivas.  Quisiera  él  hacer  en  sus  obras  la  vida  como  él  la 
ve.  Por  eso  sus  novelas  de  la  vida  son  las  más  intensas.  Poseída  es  el 
libro  de  más  empeño  de  cuantos  ha  publicado  y  el  que  más  acabada- 
mente le  da  á  conocer.  Quien  se  proponga  leer  uno  solo  de  sus  libros 
debe  leer  Sirena  ó  Poseída-  López  de  Haro  lucha  por  adquirir  una 
autoridad!  literaria  para  poder,  en  su  día,  llevar  al  teatro  un  género 
suyo  que,  hoy  por  hoy,  no  puede  imponer.  Díaz  de  Mendoza,  después 
de  leer  tin  drama  suyo,  le  dijo  que  era  maravilloso,  pero  que  sus  per- 
sonajes y  las  pasiones  de  ellos  pertenecían  á  una  superhumanidad 
que  el  público  no  entendería  ó  no  admitiría;  más  allá  de  Ibsen,  Mien^ 
tras  esa  hora  no  llega,  López  de  Haro  estudia,  hace  novelas  y  autoriza 
escrituras.  Su  aspiración  trascendental,  acaso  su  locura,  permanece 
amada  é  inconfesada."  Raf.  López  de  Haro,  Dedic.  de  Entre  todas 
las  mujeres:  "Yo  no  soy  sistemático.  Cada  novela  mía  no  parece 
hermana  de  las  otras.  Hasta  de  estilo  cambio.  El  asunto  me  domina 
y  me  hace,  esclavo  del  asunto,  escribir  de  un  mo<ío,  pensar  de  un  modo 
que  suele  ser,  no  ya  diferente,  contrario  á  mi  modo  anterior.  Creo 
que  un  artista  puede  esculpir  con  los  mismos  cinceles  una  Venus  y 
un  santo;  y  encuentro  muy  puesto  en  razón  que  no  le  coloque  barbas 
á  la  Venus,  ni  al  santo  formas  apetitosas  y  rotundas.  Así,  cada  no- 
vela mía  hace  hablar  á  los  critiquillos  de  evolución  y  rectificación. 
Son  unos  linces.  Si  un  día  me  ven  ir  al  campo  en  traje  de  caza  y  otro 
día  en  un  baile  en  traje  de  etiqueta,  dirán  que  be  evolucionado  y  rec- 
tificado. A  estos  tales,  que  tan  discretamente  enjuician,  les  contestó 
un  crítico  serio,  al  decir:  "R.  L.  de  Haro  ha  hecho  todas  las  especies 
"de  novelas  que  hoy  pueden  hacerse,  plasmando  la  vida  contempo- 
"ránea  bajo  todtos  sus  aspectos  seductores  y  desagradables."  Poseída, 
de  López  de  Haro,  es  novela  mucho  más  realista  que  Sirena.  El  autor 
quiso  pintar  al  vivo  personajes  reales  y  acierta  en  los  que  conoce,  y 
tiene  más  ó  menos  vividos  en  Carlos,  Somonte,  las  hijas  de  Péi-ez- 
Aracil  y  demás  gente  secundaria  de  mundana  vida.  El  carácter  de  los 
dos  primeros  está  magistralmente  esculpicio.   Con  la   mejor  intención 


214  ÉPOCA   REGIONAL  Y  MODERNISTA   (1888-I907) 

fracasó  en  la  pintura  del  Penitenciario,  convirtiéncíole  en  caricatura  de 
horrible  y  despiadado  inquisidor,  como  acaso  no  lo  haya  habido,  y 
algún  tanto  en  la  pintura  de  Emma.  En  su  primera  época  de  inocente 
es  casi  admirable  pintura,  por  el  encanto  que  despierta,  aunque  la 
supone  dtemasiado  ignorante,  y  así  el  paso  á  la  época  de  pecadora  es 
extremadamente  brusco.  Débense  estas  faltas  en  el  autor  á  la  nin- 
guna experiencia  que  parece  tener  de  la  vida  cristiana.  Por  lo  mismo, 
diríase  participar  del  desconocimiento  que  pone  en  sus  personajes 
acerca  de  lo  que  es  la  doctrina  evangélica.  Siempre  el  sofisma  de  con- 
fundir esta  doctrina,  en  sí  purísima,  con  los  mortales  que  la  practican, 
al  encamar  en  los  cuales  tiene  que  mancillarse  necesariamente,  hasta 
en  los  mayores  santos,  pues  nadie  en  este  mundfo  es  perfecto.  Así,  con 
este  sofisma,  fácil  es  ensalzar  el  amor  libre  y  hasta  el  desenfreno  de 
las  pasiones  y  afear  el  matrimonio  y  demás  instituciones  cristianas. 
Parece  olvidar  el  autor,  arrastrado  por  las  doctrinas  de  Nietzsche, 
que  la  razón,  reguladora  de  los  naturales  instintos,  es  tan  natural 
como  ellos,  y  que  sin  la  razón,  el  hombre  se  degracfe.  á  la  condición 
de  las  bestias.  Poseída  es  un  himno  sofístico  cantado  á  los  instintos  bes- 
tiales. Si  tales  doctrinas  sólo  las  sustentasen  algunos  personajes,  como 
suyas  solamente  y  no  del  autor,  y  en  cambio  los  personajes  cristia- 
nos fuesen,  con  sus  menguas  y  todo,  reflejo  de  los  cristianos,  y  no  ca- 
ricaturas afeadas  del  cristiano,  nada  habría  que  oponer,  porque  tal  es 
la  realidad!  de  la  vida.  Pero  en  la  caricatura  de  éstos  y  en  la  fruición 
con  que  pinta  aquellos  otros  se  nota  que  el  autor  no  tiene  experiencia 
de  la  vida  cristiana  y  participa  de  la  filosofía  naturalista,  glorificadora 
del  brutal  instinto,  todo  lo  cual,  además  de  hacerle  falsear  la.  realidad 
en  los  personajes  cristianos,  rebaja  la  filosofía  que  vierte  en  sus  no- 
velas, ya  que  esa  filosofía  naturalista  es  la  más  rastrera  de  las  filoso- 
fías, envenena<?ora  de  almas  incautas,  que  no  calan  el  sofisma,  y  des- 
quici  adoras  (íe  toda  moral  y  de  la  sociedad  entera.  Añádase  que  Em- 
ma es  una  histérica,  y  tanto  su  perversión  como  su  conversión  final, 
un  verdadero  caso  de  psiquiatría.  Con  lo  cual  pudiera  disculparse  la 
mentirosa  visión  d!el  cristianismo  que  el  autor  pone  al  frente  de  la 
visión  de  la  vida  moderna  irreligiosa;  j>ero  tan  hermoseada  queda  ésta 
en  los  dos  catedráticos  y  tan  afeada  aquélla  en  Emma,  en  el  Peniten- 
ciario, en  la  cofradía,  etc.,  etc.,  que  semejante  disculpa  no  puede  ad- 
mitirse. Es  harto  socorrido  fundamentar  novelas  sobre  personajes 
anormales,  y  es  feo  de  toda  fealdad  mostramos  la  religión  más  hu- 
mana y  divina  al  través  de  una  histérica,  de  un  desaforado  inquisidor 
y  dte  una  cofradía  que  se  olvidan  de  la  caridad,  alma  de  esa  religión. 
Ahora,  dadas  las  doctrinas  del  autor,  así  erradas,  cuanto  á  la  expre- 
sión artística,  si  queda  errada  no  menos  por  falta  de  realidad,  cuanto 
al  vivir  cristiano,  es,  por  lo  demás,  sincera,  de  gran  reciura,  viva  y 
pujante,  como  la  dte  nuestros  mejores  novelistas.  Poema  idealista  en 
prosa  es  Sirena,  sobre  todo  por  el  carácter  poco  humano  de  la  pro- 
tagonista; pero  hondamente  rebutido  de  hermosa  filosofía,  esmerada- 
mente torneado  y  burilado  en  el  decir.  Es  obra  de  refinado  artista  para 


S.  XX,  1907.  RAFAEL  LÓPEZ  DE  HARO  2  l5 

artistas  refinados.  Pero  como  nació  de  la  soñadora  fantasía  y  no  es 
eco  de  la  realidad,  no  pudo  gustar  al  común  de  las  gentes.  Sirena 
es  un  símbolo,  no  es  una  mujer,  no  tiene  el  primer  atributo  de  la  mu- 
jer, que  le  es  sustancial:  la  ternura  y  el  amor.  Harto  mejor  conocía  á 
la  mujer  Somonte,  el  de  Poseída,  y,  por  consiguiente,  conócela  el 
autor,  sino  que  en  Sirena  quiso  idear  fantásticamente  una  hembra  que 
no  lo  es,  sino  puro  símbolo  de  una  hermosa  filosofía.  En  cambio  la 
nena  es  figura  angelical,  y  el  novelista  amante  no  es  menos  real  y  no- 
ble caballero.  Bien  se  ve  que  en  el  alma  del  autor  anidlan  sentimientos 
nobles  y  generosos,  á  pesar  de  los  errores  sobre  el  cristianismo  que 
anublan  su,  por  lo  demás,  clara  inteligencia,  que  le  hace  ser  perspicaz 
observador  de  la  vida  y  de  las  almas."  Andrés  González  Blanco,  Hist. 
nov.,  pág.  1004:  "Raf.  López  de  Haro  es  un  novelista  á  la  moderna, 
genuinamente  á  la  moderna,  que  salió  á  la  pista  literaria  después  cíe 
haberse  amaestrado  por  largo  espacio  de  tiempo  en  la  siempre  fecunda 
soledad...  Erh  un  lugar  de  la  Mancha,  donde  hay  todavía  indecisión  y 
tanteo,  pero  grandíes  presagios  de  algo  superior.  Hay  una  intensidad 
casi  bárbara  á  lo  largo  de  sus  páginas.  Se  respira  un  ambiente  de  ca- 
lentura que  va  en  crescendo...  En  los  capítulos  primeros  sobra  deta- 
llismo;  en  los  otros  sobra  pathos.  En  todo,  es  el  tipo  del  perfecto  na- 
turalista el  señor  L.  de  H.  Si  perece  el  naturalismo,  no  perecerá  por 
él.  Se  ha  constituido  en  el  gran  propugnáculo  de  las  doctrinas  del 
Profeta  de  Mecían  en  España.  Lo  mismo  por  el  amor  á  la  descripción 
recargada  y  á  veces  engorrosa,  que  por  el  amor  á  los  temas  sombríos, 
espeluznantes  cíe  puro  obscenos.  Alguien  ha  dicho,  hablando  del  na- 
turalismo, que  era  un  folletinismo  saturado  de  auras  románticas... 
Empezó  con  su  primer  novela,  que  deja  una  impresión  excesivamente 
dolorosa  y  nauseabunda,  por  lo  trágico  del  cíesenlace...,  y  acabó  por 
escribir,  poco  ha,  im  verdadero  folletín  naturalista  (Batalla  de  odios, 
1909)...  Escribió  después  Dominadoras,  donde  triunfa  el  retórico  so- 
bre el  técnico  de  la  novelística;  cíonde  hay  más  lirismo,  más  exaltación 
y  más  léxico...,  es  una  obra  épica,  por  la  entonación  y  por  el  fuego. 
La  obra  es  de  un  pesimismo  absorbente,  porque  no  queda  de  ella  más 
regusto  que  el  ácido  zumo  del  dolor...  El  Salto  de  la  novia,  donde  lo 
repulsivo  del  tema  está  atenuado  por  la  grancíeza  espiritual  de  la  he- 
roína. Es,  indudablemente,  doble  mérito  artístico  sacar  arte  de  una  can- 
tera tan  negra  y  tan  fétida  como  es  la  curación  de  un  sifilítico ;  y  la 
grandiosa  figura  de  Alma  irradia  con  luz  espiritual  sobre  tcxio  el  libro... 
Batalla  de  odios...:  el  autor  intenta  una  conciliación  de  la  fórmula  na- 
turalista con  el  interés  folletinesco.  La  novela  se  deja  leer,  como  las 
Aventuras  de  Rocambole,  por  lo  jadeante  que  está  el  ánimo  al  acer- 
carse al  desenlace.  Mas  por  debajo  de  esto  palpita  un  arte  exquisito  y 
una  emotividad  sobrepujante."  Emiliano  Ramírez  An£:el,  en  El  Salto 
de  la  novia,  estudio  sobre  Novelistas  jóvenes,  R.  L.  de  Haro:  "Su  pri- 
mera novela,  En  un  lugar...,  es  un  sombrío  drama  rural,  cíe  rembranes- 
cas  tonalidades...  L.  de  H.,..  suscita  el  recuerdo  de  Octavio  Mirabeau. 
Tiene  del   grande  fustigador   francés  el  verbo  rotundo,  la   crispación 


2l6  ÉPOCA   REGIONAL  Y  MODERNISTA   (1888-I907) 

potente,  el  desatado  realismo,  que  hace  de  sus  prosas,  pingajos  de  vida^ 
habladores  documentos  humanos...  La  pluma  del  señor  L.  de  H.  es  un 
látigo.  Con  la  mirada  tenaz  va  el  intenso  calor  del  flagelamiento..." 
Cansinos  Assens,  Las  Escuel.  litcr.,  1916,  pág.  179:  "Como  en  Felipe 
Trigo,  prevalece  en  él,  sobre  la  intención  estética,  la  social  intención. 
Es  la  misma  exaltación  humana  del  maestro,  la  misma  sed  de  amar  ex- 
presada en  francos  clamores  reivindiicatorios,  el  mismo  fervor  de  apo- 
logista de  los  instintos.  Y  con  todo  esto,  el  mismo  descuido  de  la  forma 
literaria...  En  L.  de  H.,  como  en  Felipe  Trigo,  el  elemento  principal  es 
la  emoción,  la  sensación,  la  corriente  magnética  y  apasionada  que  vi- 
vifica las  palabras  y  las  hace  estremecerse  y  saltar  dinámicas  y  vivas 
como  lo  es  cada  parte  orgánica  en  el  furor  genésico:  la  erótica  emoción 
que  se  expresa  en  el  lenguaje  entrecortado  de  los  grand'es  momentos 
vesperales,  en  frases  reiterativas  y  elípticas...  Mía  mía,  nita...'^  Publicó 
en  El  Ciiento  Semanal,  El  Libro  Popular,  Los  Contemporáneos,  La  No- 
vela de  Bolsillo,  etc.,  etc.,  más  de  cuarenta  novelas  cortas.  Escribió  cró- 
nicas en  El  Liberal  y  colaboró  en  muchas  revistas  españolas  y  ameri- 
canas. R.  López  de  Haro:  En  un  lugar  de  la  Mancha,  Madrid,  1907. 
Dominadoras,  ibid.,  1907,  1914.  El  Salto  de  la  novia,  ibid,  1908,  Batalla 
de  odios,  ibid.,  1909.  Fioración,  ibid,  1909.  La  Novela  del  honor,  ibid., 
1910.  Sirena,  ibid.,  1910;  Barcelona,  1919.  Entre  todas  las  mujeres, 
ibid.,  191 1.  Poseída,  ibid.,  1912.  La  Imposible,  ibid.,  1912.  El  País 
de  los  medianos,  ibid.,  1913.  Las  Sensaciones  de  Julia,  ibid,  1915, 
1918.  Muera  el  señorito,  ibid.,  1916.  Los  Nietos  de  los  celtas,  ibid., 
T917.  La  Zarabanda  de  las  pasiones,  ibid.,  1918.  El  más  grande  amor, 
ibid.,  1918.  Su  Majestad  el  individuo,  1919.  Novelas  cortas:  Del  Tajo 
en  la  ribera  (Cuento  Semanal).  Vulgaridad  (id.).  El  Caso  del  doctor 
íturbe  (en  El  Libro  Popular).  El  Amor  de  Doria  (id).  El  Amor,  la 
codicia  y  la  muerte  (id.).  La  Mujer  de  los  dos  (id.).  Eleonora  (en  El 
Cuento  Galante).  La  Hija  del  mar  (en  La  Novela  de  Bolsillo).  El  Beso 
supremo  (id.).  Meg  la  frivola  (en  Almanaque  ^^Amor").  Nora  la  intré-^ 
pida  (en  Los  Contemporáneos) . 

209.  Año  igoy.  Manuel  Gálvez  (n.  1882-),  de  Paraná 
<' Argentina).  Acabó  sus  estudios  jurídicos  en  1904,  fundó  la 
revista  Ideas  (1903);  es  inspector  de  enseñanza  secundaria; 
casó  con  E>elfina  Bunge,  autora  de  un  admirable  libro  de 
versos  franceses  titulado  Simplement.  Crítico  de  arte  en  Nos- 
otros y  en  el  Museuin  de  Barcelona,  crítico  literai'io  en  La 
Rev.  de  América.  Su  libro  poético  Sendero  de  humildad  fué 
muy  discutido,  pero  desde  su  publicación  todos  los  poetas  jó- 
venes argentinos  han  querido  ser  humildes  y  sencillos.  La  maes- 
tra normal,  novela,  levantó  buena  polvareda.  Describe  mara- 
villosamente la  vida  provinciana,  dando  la  sensación  de  vivirla 


S.  XX,   1907.  MANUEL  CALVEZ  217 

uno  niismo  mientras  lee.  Aquellos  cuatiros  no  se  borran  de 
Ja  cabeza.  Es  gran  novelista  de  costumbres,  que  promete  ser 
si  ya  no  lo  es,  el  mejor  de  la  Argentina ;  realista  natural  de  cas- 
tizo y  expresivo  estilo.  No  sobresale  tanto  en  la  pintur*  psico- 
lógica de  las  pasiones;  su  temperamento  es  descriptivo,  obser- 
vador de  las  costumbres  comunes,  más  bien  que  creador  de 
conflictos  dramáticos.  Pero  en  dar  la  impresión  del  común 
vivir  popular  y  del  espíritu,  sobre  todo,  de  Córdoba  del  Tu- 
cumán  no  le  aventaja  hoy  nadie  en  su  tierra. 

AIlfonso  Hernández  Cata  (n.  1885-),  novelista  haba- 
nero, que  vive  en  España,  ha  pinltado  las  miserias  y  dolores 
<ie  la  vida  con  pincel  naturalista,  en  estilo  sobrio  y  recio, 
dando  la  trágica  y  dolorosa  sensación  de  tristeza  que  hace 
de  sus  obras,  si  no  libros  de  liviano  entretenimiento  y  solaz, 
antes  de  amargo  malestar  al  leerlos,  pero  de  enseñanza  tras- 
cendenltal  y  de  desahogo  y  consuelo  después  de  leídos  al  ver- 
se uno  libre  de  tantas  penas  como  tejen  la  vida  de  los  hom- 
bres. 

J.  Eduardo  Barrios  (n.  1884-),  de  Valparaíso  (Chile),  su 
padre  chileno  y  su  madre  peruana,  hizo  sus  plumeros  estudios 
en  Lima,  volVió  a  Chile  á  los  quince  de  su  edad,  estuvo  dos 
años  en  la  Escuela  Militar,  tuvo  que  luchar  con  la  miseria 
por  desgracias  de  familia,  viajó  por  América  y  se  entregó 
£  las  letras.  Comjpuso  obras  teatrales;  pero  sobre  todo  cuen- 
tos y  novelas,  en  las  que  sobresale  por  el  destmenuzamientó 
psicológico  de  los  estados  de  conciencia  y  de  los  caracteres, 
como  atinado  observador  de  la  realidad  y  buen  pensador. 
Un  perdido  es  novela  notable,  de  las  mejores  escritas  en  Chile. 

Manuel  A.  Bedoya  (n.  1888-),  del  Callao  (Perú),  aven- 
turero rebelde,  que  dejó  su  tierra  por  no  encajar  su  natural 
independiente  y  arisco  en  aquella  sociedad  religiosa  y  mo- 
rigerada; residente  en  Madrid,  escritor  desenfadado,  brioso 
y  suelto,  que  ha  medrado  no  poco  en  España  como  artista  de 
la  palabra,  y  promete  todavía  más. 


211-  Bn  1904  se  publicó  La  Paz  del  sendero,  de  Ramón  Pérez  de 
Ayala;  de  1907  á  1909  compuso  Manuel  GáJvez  y  publicó  el  último  de 
estos  años  Sendero  de  humildad.  Ambas  poesías  están  emparentadas 
por  la  ingenuidad  de  la  estética  prerrafaelista,  remedando  la  sencillez 


2l8  ÉPOCA  REGIONAL  Y  MODERNISTA   (1888-I907) 

de  los  tiempos  de  Berceo  y  de  Juan  Ruiz,  ya  en  los  sentimientos,  ya  en 
el  modo  de  expresarlos  en  ritmo  libre  y  como  que  brota  al  desgaire, 
añadiento  á  lo  antiguo  cierta  complacencia  en  detenerse  en  cosas  me- 
nudillas  como  niño  que  en  todo  repara,  á  quien  todo  habla  y  enseña 
aquella  cándidía  filosofía  de  que  se  sustentan  los  poetas,  que  son  los 
niños  de  la  humanidad  culta  y  creciera.  Es  de  suponer  que  Gálvez  imitó 
á  Pérez  de  Ayala.  Sendero  es  voz  de  los  títulos  de  entrambas  obras. 
Hay  en  Pérez  de  Ayala  más  humorismo  y  peor  versificación;  en  Gál- 
vez, más  sencillez  y  menos  chispazos  de  ternura.  La  Maestra  normal  es 
realista,  en  el  proceííimiento  minucioso  de  pintar  las  costumbres,  por 
lo  cual,  con  gran  motivo,  se  detiene  el  autor  en  hacer  sentir  el  am- 
biente con  la  descripción  puntual  de  lo  más  menudo.  El  Mal  melafísico 
es  de  mayor  inquietud  psicológica  y  de  tendencia  bien  encauzada.  En 
la  sombra  del  convento  pinta  á  maravilla  á  los  jesuítas  y  nos  da  una 
visión  de  Córdoba.  Manuel  Gálvez,  en  carta  al  autor:  "Desde  luego, 
yo  ya  no  haré  sino  novelas.  Tengo  un  plan  muy  vasto,  y  pretendo  re- 
flejar la  vida  múltiple  de  este  país  tan  complejo.  El  mes  próximo  pu- 
blicaré El  Mal  metafísico  {vida  romántica).  Estoy  por  el  arte  humano  y 
verdadero,  y  no  comulgo  con  los  escritores  que  creen  que  todo  consiste 
en  hacer  palabritas  bonitas.  Odio  el  sensualismo  de  la  frase,  tan  común 
en  América,  y  creo  que  el  estilo  es  un  medio  y  no  un  fin.  En  cuanto  á 
la  cuestión  del  casticismo,  tengo  opiniones  un  tanto  heréticas.  Me  parece 
que  un  giro  ó  una  palabra  empleados  por  10.000  millones  de  hombres 
libres  que  hablan  castellano,  son  tan  castellanos  como  un  giro  ó  una 
palabra  empleados  en  Castilla.  Creo  que  esta  es  también  su  opinión.'^ 
Me  temo  que  esta  teoría  le  ha  hecho  descuidar  últimamente  el  lenguaje, 
por  atenerse  al  común  que  por  ahí  se  emplea.  Sin  faltar  á  la  verdad  ni 
á  la  sinceridad,  el  artista  debe  cuidar  más  el  estilo  y  levantar  el  len- 
guaje común :  por  eso  es  artista  y  arte  lo  que  hace.  No  se  trata  de 
fotografiar,  sino  de  sintetizar  é  idealizar  la  realidad,  sin  que  deje  de 
parecer  real.  La  realidad  artística  no  es  la  realidad  real.  Me  atrevo  á 
recomendar  á  mi  querido  amigo  dos  cosas :  que  cuide  el  estilo  y  lengua- 
je y  que  ponga  más  pasión  en  sus  obras,  no  contentándose  con  pintar 
las  costumbres. 

Man.  Gálvez.  La  Sombra  del  convento,  pról.:  "En...  La  Maestra 
normal  he  escrito  algunas  frases  de  la  vida  vulgar  de  mi  patria,  y  en  El 
Mal  metafísico  he  mostrado  cómo  se  sueña  entre  nosotros :  ahora  inten- 
to mostrar  cómo  se  crece."  José  Santos  Chocano  (carta  particular) : 
"Tiene  su  libro  páginas  decisivas,  y  por  todas  ellas  sopla  un  viento  de 
melancolía  que  nos  place  respirar  á  los  que  retorcemos  nuestro  tem- 
peramento en  la  pugna.  Siéntese  la  caricia  de  una  mano  feme- 
nina sobre  los  cabellos  encrespados  y  rebeldes.  Esto  conforta  y  con- 
suela." Julio  Herrera  y  Reissig:  "¡Cuanto  de  hondamente  bello  hay 
en  esas  breves  y  artísticamente  desmañadas  exhalaciones  polirrítmicas, 
con  pespuntes  vagos  y  puntílleos  metafísicos  de  imposible  y  de  abstru- 
so  fatalismo,  que  les  asemejan  á  la  vaporosa  música  del  divino  Schu- 
mann,  del  tembloroso  y  pálido  Grieg,  del  místico  y  diluido  Brahms,  y. 


S,   XX,   1907.  MANUEL  CALVEZ  219 

á  las  veces,  del  vampirico  y  siempre  humano  Federico  Chopin  !  Sit 
exquisito  numen,  siempre  exótico,  pero  siempre  eterno,  siempre  ama- 
sado de  arcilla  y  de  ensueño,  siempre  lunado  de  amorosa  quimera  y  de 
cerebral  misantropía,  ha  triunfack)  de  verdad  para  loor  del  buen  gusto^ 
y  del  refinamiento  egoísta  de  las  almas  replegadas  y  mudas.  Su  libro 
es  legítimo,  por  eso  mismo,  y  será  duradero  como  todo  lo  que  es  natu- 
ral y  sinceramente  humano.  Su  belleza  sutil,  su  dolor  discreto,  su  in- 
dumentaria de  medios  tonos  rosa  té  y  lila  pálid'o,  sus  maneras  sin  es- 
tilos y  su  música  sin  cobres  ni  contrapuntos  pedantes,  eso  es  su  mé- 
rito grave ;  precisamente  eso  es  la  aureola  sin  academia  y  su  dulce  al- 
curnia aristocrática,  y  eso  será  su  prestigio,  más  fuerte  y  bruñido  que 
el  oro  de  Ophir."  (E^te  curioso  juicio  de  Reissig,  que  en  vez  de  reco- 
mendar al  poeta  lo  pone  entre  los  modernistas  amaneradlos,  era  digno 
de  estamparse  como  muestra  de  la  prosa  que  gastaba  el  montevideano.) 
Julio  Noé,  en  Nosotros,  marzo,  1916:  "Con  ella  (la  novela)  Gálvez  se 
halló  á  sí  mismo.  Capaz  de  objetivar  su  atención  con  intensidad  no  co- 
mún, hallábase  facultado  para  sorprender  los  mil  aspectos  de  nuestra 
vida  colectiva...  Gálvez  inició  así  su  labor  novelesca  con  orientación 
diversa  á  U  de  la  mayoría  de  nuestros  escritores.  Para  éstos,  salvo  ex- 
cepciones escasas  sólo  el  "criollismo"  podría  dar  base  á  obras  en  ver- 
dad argentinas...  El  mérito  fundamental  de  M.  G.  consiste,  precisa- 
mente, en  haber  tratado  esos  nuevos  tipos  con  exactitud  que  no  podría 
desconocérsele  y  en  haber  descrito  el  ambiente  porteño  con  vigor  y 
verdad...  Comenzó...  estudiándonos  la  vida  provinciana... ;  pero  en 
ese  ambiente  colocó  nuevas  figuras  y  lo  conmovió  por  nuevas  idteas... 
La  juventud  intelectual  de  Buenos  Aires...  ha  encontrado  en  M.  G.  su 
cronista  fiel.  Las  desorientaciones  de  la  hora,  las  inquietudes,  las  lu- 
chas, las  desesperanzas  y  los  optimismos,  los  esfuerzos  y  los  fracasos, 
toda  esa  cruzada  por  el  arte,  en  momentos  en  que  el  país  sólo  juagaba 
los  valores  materiales,  están  descritos  en  las  páginas  de  El  Mal  meta- 
.  físico  con  exactitud  fotográfica...  En  su  celo  verista,  Gálvez  nos  diice 
todo  lo  que  ha  visto,  aun  lo  insignificante.  Por  eso  su  novela,  como  los 
cuadros  en  que  el  pintor  ha  detallado  los  últimos  planos  como  los  pri- 
meros, carece  de  relieves...  Entre  esos  detalles...  los  hay  de  la  más 
segura  receta  naturalista...  El  estilo  caprichoso,  desaliñado  y  pinto- 
resco de  sus  obras  recientes  respondió  en  parte  á  propósito  del  autor..., 
escribe  como  sus  personajes  hablan,  confundiendo  así  la  psicología  de 
éstos  con  su  propia  psicología...  Gálvez  tiene  de  todo,  menos  de  artífice 
de  su  prosa,  capaz  de  detenerse  largamente  en  un  párrafo  hasta  darle 
musicalidlad  y  belleza.  Si  logra  éstas  es  por  azar,  y  rara  vez  por  pro- 
pósito." Roberto  F.  Giusti,  en  Nosotros,  dic,  1917:  "Manuel  Gálvez, 
escritor  de  filiación  naturalista,  ó  realista,  si  lo  primero  le  incomoda... 
Con  seguridad  sabemos  lo  que  quiso  hacer  en  La  Maestra  normal :  des- 
cribir la  vida  de  provincia,  el  alma  "voluptuosa,  sencilla,  poética"  de 
tierra  adentro...  Menos  dudamos  sobre  El  Mal  metafísimo:  es  la  no- 
vela (Je  las  almas  románticas  de  los  artistas  que  la  gran  ciudad  fascina 
y  extravía,  poblándoles  la  cabeza  de  ilusiones,  desdeñándolos  y  abando-- 


220  ÉPOCA   REGIONAL  Y  MODERNISTA   (1888-I907) 

■nándolos  después  por  inadaptados...'^  La  Sombra  del  0onvento...  "Ex- 
pongo... imparcialmente,  diversos  matices  del  sentimiento  religioso... 
¿  Necesitaré  agregar  que  esta  novela,  como  las  otras  mías,  no  tiene 
tesis?..."  El  defecto  común  á  las  traie  novelas...  es  su  monótona  difu- 
sión... El  vulgar  conflicto  que  constituye  la  acción  externa,  y  el  me- 
diocre drama  interior  de  José  Alberto,  lentamente  expuesto  en  largas 
reflexiones,  difícilmente  pueden  conmover  y  apasionar  al  lector.  Las 
interminables  descripciones  deben,  por  fuerza,  cansarlo.  Quisiéramos 
respirar  en  la  novela  ternura,  pasión,  heroísmo,  y  apenas  si  nos  llega 
de  tarde  en  tarcíe  un  vaguísimo  soplo  de  tales  sentimientos...  Crónica 
menuda,  pura  crónica,  hecha  de  notaciones  rápidas  y  secas,  en  que  la 
prosa  se  rompe  en  frases  brevísmas,  perdiendo  todo  brío,  amplitud  y 
eficacia...  Queremos  en  la  novela  el  pathos  trágico."  Maru  Gálvez:  El 
Enigma  interior,  poemas  (1907).  Sendero  de  humildad,  poemas  (1909). 
El  Diario  de  Gabriel  Quiroga,  opiniones  sobre  la  vida  argentina  (1910). 
Darío  de  Regoyos,  crítica  de  arte  (1912).  La  Inseguridad  de  la  vida 
■  obrera  (1913).  El  Solar  de  la  ra^a,  España  (1913),  1918  (4.*  ed).  EL 
.Salón  nacional  de  iQis,  crítica  de  arte  (1914).  La  Maestra  normal,  no- 
■ziela  (1914),  1918.  El  Mal  metafísica,  novela  (1916).  La  Vida  múltiple, 
arte  y  literatura  (críticas,  1910-16),  1916,  La  Sombra  del  convento, 
•novela,  1917.  Los  mejores  atentos,  1919.  Nacha  Regules,  nov.,  1919. 

Ramón  María  Tenreiro,  La  Lectura.  1919  (oct.)  :  "Los  cuentos  de 
Fernández  Cata  suelen  poseer  el  don  de  la  novedad...;  los  temas... 
pertenecen  al  alucinante  mundo  de  las  fuerzas  inaprensibles  que  pa- 
recen actuar  oscuramente  en  nuestro  interior  más  recóndito  y  en  torno 
á  nosotros.  Suelen  estos  cuentos  planteamos  una  misteriosa  interroga- 
ción ;  semilevantan  por  un  instante  ante  nosotros  la  piedra  que  cubre 
la  insondable  caverna  de  lo  incongnoscible  y  una  bocanada  glacial  de 
tinieblas  y  espanto  nos  hace  estremecer.  Y  es  que  ca^i  siempre  se  alzan 
del  frivolo  mundo  de  la  anécdota,  que  apenas  ñas  entretiene  un  mo- 
mento, y  alcanzan  un  sentido  ejemplar  humano.  Una  vez  leídos,  encon- 
tramos que  hemos  enriquecicío  nuestro  conocimiento  del  mundo  y  sus 
hombres;  que  hemos  aumentado  nuestra  fría  y  amarga  experiencia... 
Tal  intensidad  de  efecto  no  puede  lograrse  sin  gran  arte...  Posee  el  don 
■supremo  de  saturar  de  expresión  cada  una  de  sus  frases,  y  al  final  no 
quedarán  vibrando  ante  nosotros  muchas  brillantes  combinaciones  de 
palabras  como  en  otros  autores,  pero  queda  hondamente  grabada  en 
tiuestro  ánimo  la  angustia  de  unas  cuantas  dolientes  slí^uaciones  buma- 
tias." 

Cansinos  Assens,  Los  Hermes,  1916,  pág.  242:  "Pertenece  á  la 
nueva  generación,  optimista  y  laboriosa,  en  la  cual  se  ha  borrado  todo 
resabio  de  rara  rebeldía  y  de  pesimista  indolencia...,  preferencia  por 
las  formas  objetivas  del  arte...,  ecléctico  y  oportuno,  explora  la  rea- 
lidad con  la  intención  curiosa  de  un  Pérez  de  Avala  y  nos  la  muestra 
-en  diáfanas  zonas  estéticas  impersonal  y  varia...  Cuentos  pasionales, 
páginas  encendidas  en  el  último  rescoldo  del  erotismo...  en  La  Juven- 
-tud  de  Aurelio  Zaldivar  y  en  Pelayo  Gonsálea  acomete  la  norela  psi- 


S.  XX,  1907.  J.  EDUARDO  BARRIOS  22? 

cológica  de  una  latitud  concienzuda...  ¡Frutos  ácidos,  llenos  de  acer- 
bidad realista."  Ramón  María  Tenreiro,  en  La  Lectura,  febr.  1916: 
"Las  tres  novelas  cortas...  son  tres  encamaciones  de  una  misma  negra 
visión  de  la  vida.  Según  le  es  anunciado  al  lector  ep  el  prólogo,  "aun- 
^'que  los  personajes  humanos  cambien  de  una  á  otra  de  las  novelas,  las 
"dos  protagonistas  ideales,  el  Dolor  y  la  Muerte,  le  acompañarán  desde 
"la  primera  página  hasta  la  última..."  Coinciden  también  estas  histo- 
rias en  la  desusada  novedací  de  personajes  y  situaciones.  Hernández 
Cata,  que  en  3u  Aurelio  Zaláivar  supo  expicsar  literariamente  su  pie- 
dad hacia  uv  desdichado  tipo  de  criatura...  conserya  siempre  muy 
plausible  interés  por  las  vidas  extrañas...  Seméjanse,  además,  todos 
ellos  en  que  los  dolores  de  que  sus  páginas  son  crónica  no  son  sufri* 
mientos  de  gran  espectáculo,  con  sollozos,  gritos...,  sino  que  se  sola- 
pan sordamente  en  fondos  grises  y  borrosos  y  mil  veces  podemos  pa- 
sar por  el  lado  de  quien  los  pacíece  sin  sospechar  su  tormento.  Im- 
pregnados están,  adlemás,  estos  relatos,  y  este  es  un  nuevo  lazo  que  los 
une,  en  la  inteligencia  y  piedad  que  el  autor  siente  por  e!  oscuro  des- 
tino de  cada  imo  de  sus  nada  heroicos  héroes.  Cata,  sobre  sus  altas 
cualidades  de  artista,  muestra  tener  un  corazón  humano...  El  estilo  en 
que  el  libro  (Los  Frutos  ácidos)  está  escrito  adáptase  á  maravilla  al 
fondo  de  los  asuntos  narrados :  voluntariosamente  opaco,  sobrio,  oscuro, 
mesurado,  pero  preciso,  justo,  sólido,  expresivo,  sabe  clavarnos  en  el 
fondo  del  alma  la  callada  congoja  con  que  el  artista  imaginó  y  desen- 
volvió sus  tristes  fábulas."  ^ 

Alf.  Hern.  Cata:  Cuentos  pasionales,  Madrid,  1907;  París,  191  r. 
Caracteres  predominantes  de  la  actual  lírica  castellana,  Habana,  1908 
(en  Diario  de  la  Marina).  Lo  teatral,  dr..  Habana.  Novela  erótica,  Ma- 
drid, 1909;  Barcelona.  1917.  Pelayo  González,  París,  1909.  La  Jucen- 
iud  de  Aurelio  Zaldívar,  nov,,  Madrid,  191 1  (dos  ed.),  1914.  La  Distan- 
cia,  nov.  La  piel^  nov.,  1913  (en  La  Novela  Cubana).  Los  Frutos  áci- 
dos, novelas,  Madrid,  1915,  1919.  Fuegos  fatuos,  novelas,  1916.  Pelaya 
Gon::álea,  nov.,  1917.  Pensamientos,  de  Sthendal,  trad.,  Madrid,  191S. 
Los  Siete  Pecados,  cuentos,  1919.  Zoología  pintoresca,  1919.  El  País- 
de  los  ciegos,  de  H.  G.  Wells,  trad.,  1919.  Para  el  teatro,  con  Alberto 
Insúa:  Amor  tardío  (1913).  Cabecita  loca.  En  familia  (1914),  El  Ban=s 
dido  (19 18). 

Ed.  Barrios,  en  una  entrevistar  "Siempre  hubo  en  mi  una  voluntad 
firme,  que  me  diaba  combatividad  ante  los  peligros;  era  una  fuerza 
ciega  que  me  envolvía,  me  arrojaba  duro  de  coraje  en  la  brega  y  me 
inflamaba  súbitamente  en  medio  de  cualquier  desaliento.  He  tenido  du- 
rante la  lucha  una  extraña  y  casi  inconsciente  tenacidad,  acaso  la  tes- 
tarudez del  bruto,  acaso  la  obsesión  irrazonada  del  iluminado;  en  los 
momentos  más  difíciles  he  procedido  por  raras  intuiciones,  y  á  veces 
como  conducido  por  alguien  que  invisible  me  guiase."  F.  Santiván, 
Rcv.  Artes  y  Letras,  mayo,  1918:  "Podemos  asegurar  que...  Ed.  Ba- 
rrios ha  conquistad  de  golpe  un  sitio  definitivo  en  la  novela  nacional  y-- 


222  ÉPOCA   REGIONAL  Y   MODERNISTA   (1888-I907) 

que  se  le  puede  citar  entre  los  cultores  más  esclarecidos  del  difícil  arte 
de  sintetizar  la  realidad  en  páginas  de  aparente  sencillez  y  de  interesa- 
do entretenimiento...  El  delicado  autor  de  El  Niño  que  enloqueció  de 
amor,  sin  abandonar  sus  primeras  cualidades,  se  convierte  en  escritor 
acorazado  de  fuerza,  de  sobriedad  imperiosa,  de  impasibilicíad  domina- 
dora de  los  acontecimientos  que  desfilan  ante  su  pupila  de  sereno  artis- 
ta... La  exquisita  sensibilidad  de  Barrios,  sus  dtotes  de  observador  hu- 
mano, comprensivo  de  las  ocultas  miserias...  En  psicología  infantil 
E.  B.  es  sencillamente  maestro."  Domingo  Melfi,  Pról.  á  Vivir:  "El  tea- 
tro de  Barrios  presenta  tipos  humanos,  extraídos  de  la  realidad,  con 
gran  vigor  de  síntesis...  Conocéis  su  saínete  Por  el  decoro,  que,  si  bien 
es  pequeño  y  fugitivo,  señala,  sin  embargo,  el  comienzo  de  la  orienta- 
ción en  el  autor  hacia  los  estudios  minuciosos  y  profuncíos  de  la  vida  y 
del  corazón,  orientación  que,  pasando  por  la  comedia  Lo  que  niega  la 
vida,  dolorosamente  irónica,  y  por  la  novela  El  Niño  que  enloqueció  de 
amor,  estudio  sagaz  y  meticulosos,  viene  á  dar  en  este  drama  Vivir, 
recio  é  inquietante,  principio,  indudablemente,  de  nuestras  tragedias 
burguesas...  Una  ironía  suave  que,  á  veces,  se  trueca  en  sarcasmo,  una 
burla  sosegacia  que  á  veces  suele  latiguear  con  audaz  desenfado.  Fl 
dolor  vibra  en  esta  comedia  á  la  sordina;  pero  la  brutalidad  de  la  vida 
ejerce  en  ella  un  imperio  desconsolador  y  pesimista...,  un  obra  audaz, 
nueva  para  nuestro  ambiente,  sentida  y  recia."  Ed.  Barrios:  Del  na- 
tural, cuentos  y  novelas  cortas,  Iquique,  1907.  Mercaderes  en  el  tem- 
pla, dr.  (premiado),  Santiago,  1910.  Por  el  decoro,  com.,  ibid.,  1913.  Lo 
que  niega  la  vida,  com.,  ibid..  1914.  El  Niño  que  enloqueció  de  amor, 
■nov.,  ibid.,  191 5.  Vivir,  dr.,  ibid.,  191 5.  Un  perdido,  nov.,  ibid.,  1918. 

Ventura  García  Calderón,  La  Liter.  peruana,  1914,  pág.  90:  "Ma- 
nuel Bedoya,  agresivo  cronista  en  su  mocedad,  acaba  de  publicar  una 
novela  policíaca :  las  aventuras  del  detective  Mack  Bull,  muy  celebrada 
por  la  Prensa  madrileña.  Pero  él  no  está  contento.  Sólo  sueña,  mien- 
tras escribe  versos  de  confuso  y  melancólico  ritmo,  con  poner  en  es- 
cena sus  acerbos  dramas  españoles.  Bríos  y  talento  no  le  hacen  falta 
para  las  grandes  travesías.  Sólo  el  viento  inminente  del  éxito."  Man- 
Bedoya :  El  Hermano  mayor,  nov.,  Lima,  1906.  La  Ronda  de  los  muer- 
tos, dr.,  ibid,  1907.  Los  Desaparecidos,  nov.,  Madrid,  igi2.  El  Secreto 
del  Kaiser,  ibid.,  1914.  La  Señorita  Carlota,  nov.,  ibid.,  1915.  Cuarenta 
y  un  grados  de  fiebre,  nov.,  ibid.,  1915.  Una  mano  en  las  tinieblas  de 
Constantinopla,  nov.,  ibid.,  191 5.  El  Hombre  de  las  gafas  de  color  de 
amatista,  nov,,  ibid.,  1915.  La  Bola  de  sangre,  nov.,  ibid.,  1916.  Entre 
santos  y  piratas,  nov.,  ibid.,  1916.  El  Alma  de  las  brujas,  nov.,  ibid., 
1916.  El  Hijo  del  doctor  Wolfan,  nov.,  ibid.,  1917.  La  Feria  de  los  ve- 
nenos, nov.,  ibid.,   1917. 

211.  Año  igoy.  Andrés  González  Blanco  (n.  1886-), 
asturiano,  esitudió  en  el  Seminario  de  Oviedo  (1897- 1903)  y 
«n  la  Universidad   Central   (i  904-1 906),   escribió  poesías   de 


S.  XX,  1907.  RICARDO  ROJAS  223 

Icno  provinciano,  correctas,  bien  coloreadas  y  armoniosas; 
•coimpuso  novelas  juveniles,  sobre  todo  de  color  regional,  con 
frescura  de  impresión  y  suelta  mano;  pero  ha  trabajado  niás 
en  la  critica  de  autores  y  obras  modernas  de  España  y  Amé- 
rica, siendo  de  los  que  mejor  conocen  la  literatura  castellana 
contemporánea.  Lanzado  algo  prematuramente  en  campo  tan 
espinoso  y  que  requiere  vastos  conocimientos  de  la  historia 
literaria  de  otras  épocas,  que  no  ha  dado  muestras  de  co- 
nocer a  fondo,  tanto,  por  lo  menos,  como  la  contemf)o  ranea, 
castellana  y  extranjera,  notóse  en  sus  primeras  obras  la  fo- 
gosidad juvenil  por  lo  voluble  y  poco  asentado  de  algunos 
de  sus  juicios  y  lo  variable  de  sus  principios  estéticos,  pri- 
mero muy  afrancesado,  luego  cada  vez  más  español,  antes 
naturalista  y  enemigo  de  Grecia,  después  amigo  de  Grecia 
más  que  naturalista,  ora  encomiando  el  modernismo,  ora 
reprobando  no  pocas  de  sus  cosas.  Pecaba  no  menos  de  lu- 
jurioisa  exuberancia  yéndose  tras  cualquier  idea  que  le  sa- 
liese al  paso  y  amontonando  citas  sin  fin.  Su  ardimiento  le 
llevaba  a  exagerar  los  encomios  en  unos  autores  y  los  de- 
fectos en  otros.  Pero  ha  ido  podando  y  asentando  el  criterio 
por  días.  A'un  en  sus  primeras  obras  dio  muestras  de  cuali- 
dades excelentes.  Trabajador  infatigable,  muy  leído  en  todo 
linaje  de  libros  modernos,  despejado,  curioso,  inquieto,  abier- 
tC'  de  corazón  para  albrazar  toda  belleza,  para  apropiarse 
todo  hermoso  sentimiento,  sincero  y  hasta  osado  en  fallar  y 
en  expresar  lo  que  siente,  ameno  y  suelto  en  el  estilo.  Tiene 
frescura  de  im(presión,  perspicacia  para  atinar  en  la  crítica 
y  fuerza  expresiva  en  el  decir. 

Ricardo  Rojas  (n.  1882-),  de  Santiago  (Argentina),  huér- 
fano de  padre  á  los  diez  de  su  edad  y  sin  medios  de  fortu- 
na, debe  á  su  talento  y  laboriosidad  el  nombre  y  puesto  que  tie- 
tie  en  las  letras  de  su  patria.  Redactor  de  La  Nación,  primer  ca- 
tedrático de  Literatura  Argentina  (191 2),  polígrafo  de  los  más 
cultos  de  aquella  tierra,  orador,  prosista  y  poeta.  De  su  na- 
tural es  romántico,  de  estilo  numeroso,  rotundo  y  aun  rim- 
bombante, tanto  en  prosa  como  en  verso,  aunque  la  educación 
y  entreveros  discretos  de  modernismo  le  retengan  á  cierta  al- 
tura magnífica  y  algo  aparatosa,  dentro  de  las  lindes  del  más 


224  ÉPOCA   REGIONAL  Y  MODERNISTA   (1888-I907) 

refinado  gusto  helénico  moderno,  algún  tanito  preciosista  y 
rebuscado.  Su  obra  de  mayor  empeño  es  la  Historia  de  la  Li- 
teratura Argentina,  de  vasta  erudición,  con  sano  criterio  y 
honda  penetración  en  el  tomo  Los  Gauchescos,  con  criterio 
enciclopedista,  y  por  consiguiente  bastante  antiespañol,  en  el 
tomo  Los  Coloniales;  el  lenguaje,  más  natural  y  llano,  bien 
que  poco  denso  y  cuidado.  Es  la  mejor  historia  literaria  pu- 
blicada en  América. 

Federico  García  Godoy,  dominicano,  alma  del  movi- 
miento nacionalista  comenzado  en  La  Vega,  donde  vivía,  con 
la  fundación  de  la  sociedad  Patria,  y  que  continuó  fervoro- 
samente en  periódicos,  folletos,  libros  y  conferencias-  Gran 
propagandista,  además,  de  la  noble  idea  de  desenvolver  la  per- 
sonalidad colectiva,  el  alma  hispanoamericana,  mediante  la 
literatura,  contra  la  absorbente  raza  sajona.  Como  escritor 
es  crítico  excelente,  estilista  de  pinceladas  briosas  y  bien  co- 
loridas, bien  que  de  lenguaje  á  veces  poco  castizo. 

Juan  Antonio  Zubillaga  (n.  1870-),  monitejvideano,  co- 
laborador de  la  Rev.  de  Ciencias  (1892),  Rev.  Nac.  de  Liter. 
y  Cieñe.  Soc.  (1896-97),  donde  publicó  Zebedeo,  nov. ;  secretaria 
de  redacción  de  La  Prensa  y  El  Censor,  director  de  Montevi- 
deo Noticioso  (1895),  El  Orden,  que  fundó  con  Rodó,  Pérez 
Petit  y  Martínez  Vigil  (1898);  fundador  con  Enrique  Kubly 
de  La  Reforma  (1903),  director  de  la  Razón  (1906);  redactor 
en  Buenos  Aires  de  La  Mañana  (1911-12),  donde  escribía 
sus  celebrados  bocetos  Gente  Eximia;  subdirector,  luego  direc- 
tor, de  la  Biblioteca  Nacional.  Es  escritor  de  la  alta  crítica  en  su 
tierra,  perspicaz  y  de  mirada  comprehensiva  ó  sintética. 

213.  cansinos  Assens,  Las  Escuel.  liter.,  1916,  pág.  209:  "Loj 
Poemas  de  provincia,  de  A.  G.  Blanco,  son  una  amplia  sinfonía  en  la 
que  cantan  todos  los  temas  de  la  provincia.  Son  el  himno  de  la  pro- 
vincia, su  madrigal  más  largo  y  más  sostenido...  Toda  la  belleza  dte  la 
provincia,  sus  ingenuas  gracias,  su  melancolía,  su  elegancia  marchita, 
su  aspiración  nostálgica  á  la  belleza  viva  y  tumultuosa  de  las  grandes 
ciudades ;  su  tedio  lírico  y  su  quietud  llena  de  ensueño,  su  vetustez  he- 
roica..., tiene  su  exaltación  en  este  libro...;  ha  formado  su  libro  como 
un  gran  ramo  en  el  que  hay  flores  de  muchos  jardines...  La  intención 
psíáblógica  y  el  humorismo  de  las  descripciones  pudieran  venirle  del 
Campoamor  de  los  Pequeños  poemas  y  del  Clarín  de  La  Regenta;  el 
ingenuo  tono  lírico  y  hasta  el  prosaísmo  premeditado  de  la  versifica- 


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RICARDO  ROJAS 


S.  XX,  1907.  RICARDO  ROJAS  225 

Clon,  el  aire  obsoleto  y  estrafalario  de  algunos  poemas,  formatios  con 
las  líneas  intencionales  de  la  pura  prosa,  hasta  la  adjetivación,  en  mu- 
chos instantes  nos  hablan  del  influjo  de  Azorín.  A.  G.  Blanco  es  un 
hijo  de  este  renacimiento  literario  y  está  lleno  del  espíritu  nuevo,  que 
ha  acertado  á  esbozar  en  libros  de  crítica  como  Los  Contemporáneos 
y  Salvador  Rueda  y  Rubén  Darío  (1908).  El  mismo  surge  en  liuestras 
letras  en  1906,  con  aquel  interesante  estudio  La  Novela  en  el  siglo  xix, 
premiado  en  un  concurso  por  el  Ateneo.  Es,  pues,  un  epígono  de  los 
gloriosos  hermes,  y  nada  tiene  de  extraño  que  de  ellos  tenga  muchos 
rasgos  espirituales  y  que  en  la    obra   de  estos  hermes  se   hallen   las 
imágenes  originales  que  han  estampado  huellas  indelebles  en  sus  pá- 
ginas. Pero  si  las  primeras  intenciones  de  algunas  obras  suyas  no  son 
absolutamente  originales;   si  en  Matilde  Rey  y  Doña  Violante  siguió 
la  orientación  madrileñista  ya  iniciada,  y  si  en  este*  Poemas  de  pro- 
vincia hay  muchas  resonancias  efe  liras  anteriores,  á  él  corresponde  el 
lauro  de  haberles  dado  una  coordinación  definitiva  y  armónica  y  for- 
mado la  más  larga  teoría  de  motivos  sentimentales  en  torno  á  los  pena- 
tes provincianos.  Después  de   él  la  provincia,  como  tema  lírico,  que- 
dará exhausta;  porque  en  esta  obra  suya  han  cristalizado  ya,  con  for- 
tuna perenne,  todas    las   vagas   sugestiones    del  encanto  provinciano. 
G.  B.  ha  recogidlo  la  más  alta  suma  de  poesías  que  puede  brindarnos 
la    provincia."    A.    González    Blanco :    Los    Contemporáneos,    apuntes 
para  una  historia  de  la  literatitra  hispanoamericana    á   principios  del 
s.  XX,  2  vols.,  I.^  serie,  París,  1907;  i  vol.,  2."  serie,  ibid.,  1910;  2  vols., 
3.*  serie,  ibid,  1912.  Los  Grandes  maestros  Salvador  Rueda  y  Rtibé?i 
Darío,  Madrid,  1908.  Historia  de  la  novela  en  España  desde  el  roman- 
ticismo, ibid.,  1909.  Poemas  de  provincia,  Madrid,  iQio.  Elogio  de  la 
crítica,  ibid.,   1910.  Matilde  Rey,   nov.,  ibid.,  191 1.   Campoamor,    ibid.. 
1912.  M.  Men'éndez  y  Pelayo,  ibid.,  1912.  Doña  Violante,  nov.  La  Eter- 
na historia,  nov.  Antonio  de  Trucha,  su  vida  y  sus  obras,  páginas  es- 
cogidas, Bilbao,  1914.  Jidieta  rediviva,  nov.,  Madrid,  1915.  Alberto  de 
Bélgica,  ibid.,  191 5.  El  Paraíso   de   los   solteros,   nov.,    ibid.,  1916.  Un 
déspota  6  un  libertador,  el  problema  de  México,  ibid.,  1916.  El  Kron- 
prinz,  1917.  Escritores  representativos    de    América,    ibid.,    1917.    Los 
Dramaturgos   españoles   contemporáneos   (Benavente,    Linares    Rivas, 
Dicenta,   Marquina),   ibid.,   1918.   Mademoiselle    Milagros,  nov.,   ibid., 

1918.  Edgar  Poe,  nuevas  histor.  extraordinarias,  trad.  (tomo  V),  1918. 
Las  Frivolas  y  las  perversas,  ibid.,  1919.  Larra,  1919.  Jacopo  Ortis,  de 
Hugo  Foseólo,  trad.,  Valencia,  1919.  Stendhal,  paseos  por  Roma,  trad, 

1919.  Prosas  bárbaras  y  otros  ensayos,  de  Ega  de  Queiroz,  trad.,  Ma- 
drid, 1919.  Anteras  de  Quental,  Víctor  Hugo  y  otros  ensayos  y  obras,  de 
Eqa  de  Queiroz,  trad.,  1919.  Tradujo  otras  varias  obras  de  E>;a  de 
Queiroz.  Balzac,  Tratado  de  la  vida  elegante,  trad.,  1919. 

No  sé  á  qué  pueda  atribuirse  en  escritor  que  tan  amante  se  mos- 
tró en  otras  ocasiones  de  España  como  Ricardo  Rojas,  el  frío  desdén 
y  hasta  menosprecio  que  muestra   de   Los  Coloniales  y  de  la  cultura 

TOMO    XII.— 15 


226  ÉPOCA   REGIONAL   Y   MODERNISTA   (1888-I907) 

que  España  llevó  á  América;  y,  lo  que  peor  es,  los  errores  históricos  ó 
patrañas,  buenas  para  mitin  plebeyo  y  pasaderas  en  labios  de  los  ame- 
ricanos cuando  se  apartaron  de  España,  pero  que  ya  no  son  admitidas 
en  ninguna  parte.  Tales  son  las  ideas  acerca  de  la  Inquisición  y  la  pro- 
hibición de  lecturas.  "El  clero  católico"  no  "ejercía  la  policía  del  pen- 
samiento", sino  puramente  la  del  dogma  católico,  ni  "Inquisición  es 
decir  la  que  inquiere  el  secreto  de  las  conciencias  ajenas",  ni  "ser- 
víanse (los  inquisidores)  hasta  del  último  confesor  y  sus  fieles,  teme- 
1  arios  y  temerosos".  Tal  como  esto  suena  y  se  entiende,  es  infamante 
para  la  Iglesia,  va  contra  el  sagrado  secreto  de  la  confesión  sacramen- 
tal y  es  históricamente  falso.  Todo  el  libro  está  escrito  en  tono  amargo 
y  quejoso  de  que  España  hubiese  matado  en  América  la  nonnata  li- 
teratura, cuando  ha  sido  la  única  nación  que  llevó  á  sus  colonias  todos 
los  elementos  d'e  cultura  y  no  las  consideró  como  puras  explotaciones 
materiales.  Los  Coloniales  que  describe  Rojas  no  son  los  verdaderos 
coloniales;  no  son,  á  Dios  gracias,  los  padres  de  los  actuales  argen- 
tinos, sino  fantasmas  falseados,  supongo  que  por  desconocimiento  de 
las  cosas,  más  bien  que  por  intención  aviesa.  "En  tal  ambiente  langui- 
decían los  estímulos  del  arte  y  la  libre  variedad  de  la  vida  sensual." 
Como  si  el  desenfreno  de  la  sensualidad  fuese  cosa  tan  de  desear  para 
la  educación  y  civilización  de  los  indios  y  al  arte  faltasen  estímulos 
por  recogerse  los  libros  heréticos  y  las  novelas  caballerescas.  "Tanto 
como  á  los  enciclopedistas  del  siglo  xviii,  dióse  en  perseguir  las  cró- 
nicas de  América.  Se  deseaba  ocultar  á  los  americanos  el  origen  bru- 
tal de  la  conquista."  Cortar  la  leyenda  negra  y  falsa  historia,  comen- 
zada con  el  libelo  de  Las  Casas,  es  lo  que  se  quería;  ninguna  nación  ha 
escrito  y  publicado  más  crónicas  de  sus  colonias.  ¡  Ojalá  se  conociese 
la  conquista  y  colonización  americana !  ¡  Entonces  sí  que  se  conocería 
el  espíritu  de  conquista  americana  y  no  se  llamaría  "brutal  conquista !" 
Los  Gauchescos  es  otra  cosa  muy  superior^  es  la  más  honda  investiga- 
ción que  se  ha  hecho  sobre  la  materia.  Tanto  va  el  tener  cariño  ó  mal- 
querencia al  asunto  histórico  que  se  trata.  Ricardo  Rojas  no  mira  con 
buenos  ojos  al  catolicismo  y  la  antigua  España  que  lo  defendió:  tal 
es  la  raíz  de  los  desaciertos  en  que  cae  al  juzgar  las  cosas  de  España, 
en  esta  y  en  sus  demás  obras.  Y  es  un  duelo,  porque  en  todo  lo  demás 
da  muestras  de  gran  talento,  vasta  erudición  y  es  acabado  hombre  de 
letras.  Acaso  este  mismo  desvío  antirreligioso  y  antiespañol  le  llevara 
á  buscar  en  los  indios  más  de  lo  que  la  Historia  ha  visto  respecto  de 
la  etnología  hispanoamericana.  Algo  de  sangre  india  corre  por  las  ve- 
nas de  los  hispanoamericanos;  pero  por  más  que  Rojas  se  empeñe, 
ellos  siguen  siendo  en  espíritu  tan  españoles  como  los  que  acá  se  que- 
daron. Man.  Gálvez,  La  Vida  múltiple,  1916,  pág.  233:  "Rojas  es,  orgá- 
nicamente, un  ideólogo.  En  este  país,  donde  los  escritores  tienen  escaso 
apego  á  las  ideas,  tal  vocación  le  caracteriza.  Su  obra,  pues,  lejos 
de  ser  puramente  literaria,  se  acrecienta  en  mérito  por  su  haber  ideo- 
lógica. Salvo  en  La  Restauración  nacionalista,  donde  el  pensador  pre- 


S.  XX,  1907.  RICARDO  ROJAS  227 

domina  claramente  sobre  el  literato,  en  los  libros  de  Rojas  las  ideas 
sólo  forman  el  fondo  íntimo,  y  á  veces  no  aparecen  visibles,  disimu- 
ladas, como  están,  por  el  exceso  literario.  Pero  tan  ideólogo  es  Rojas, 
que  se  inició  en  las  letras  — cosa  singular  tratándose  de  un  adoles- 
cente—  con  un  poema  ideológico :  La  Victoria  del  hombre.  La  incli- 
nación de  Rojas  á  la  elegancia,  su  amor  al  estilo  y  su  carencia  de  pe- 
dantería, le  hacen  dar  á  sus  libros  aspecto  literario.  Así  este  Blasón 
de  plata,  que,  siendo  fundamentalmente  un  libro  de  ideas,  resulta  la 
obra  de  un  literato  y  de  un  poeta...  La  ideología  de  Rojas  — conti- 
nuando—  es,  más  que  psicológica  ó  moral,  política.  Se  trata  de  un 
espíritu  práctico,  de  un  hombre  de  acción  que  filosofa  sobre  múltiples 
cuestiones  que  atañen  á  la  sociedad.  Le  interesan  los  grandes  proi)¡c- 
mas  sociales,  los  destinos  de  los  pueblos,  la  educación,  los  sentimien- 
tos colectivos.  No  es  un  psicólogo  del  subjetivismo,  ó,  para  decirlo  me- 
jor, un  "intimista",  sino  un  pensador  político.  Y  así,  en  más  de  un 
sentido,  es  un  descendiente  espiritual  de  Alberdi  y  de  Sarmiento.  De 
su  vago  socialismo  de  los  veinte  años,  Rojas  ha  pasado  después  de  la 
pequeña  y  feliz  evolución  que  necesitaba,  á  ser  apóstol  y  verbo  del  ac- 
tual movimiento  nacionalista...  Ningún  libro  de  Rojas  está  mejor  pla- 
neado, mejor  escrito,  mejor  hilvanado.  Ninguno  causa  tanta  emoción 
ni  tanto  cíeleite.  Ninguno  presenta  la  misma  unidad  total.  Es  un  libro 
personal,  vigoroso,  sincero,  inspirado.  No  debe  nada  á  nadie,  si  no  es 
á  su  propio  autor.  Hay  en  todo  él  un  grande  amor  á  la  patria,  y  se 
diría  que  vientos  proféticos  hacen  vibrar  sus  páginas.  Además,  cons- 
tituye para  el  pueblo,  á  quien  va  dirigido,  una  enseñanza  y  un  ejem- 
plo. Está  escrito  en  estilo  numeroso,  fácil,  elocuente,  musical,  quizás 
en  exceso  sonoro  y  oratorio.  Es  la  prosa  de  un  maestro,  aunque  no 
es  la  prosa  que  debe  estimarse  en  más.  Yo  prefiero,  desdle  luego,  la 
prosa  viviente,  jugosa,  sin  énfasis  ni  empaque  alguno;  la  prosa  sin 
literatura  y  que  es  toda  precisión  y  energía.  Pero  esta  preferencia  no 
me  autoriza  á  desdeñar  esta  otra,  que,  bien  manejada,  puede  dar  ad- 
mirables resultados.  Tal  es  el  caso  de  Rojas.  Se  ha  acusado  á  Rojas 
de  usar  un  estilo  en  exceso  retórico,  sobre  todiQ  en  Blasón  de  plata. 
La  acusación  me  parece  injusta.  Rojas  no  es  un  retórico.  Sus  libros 
han  nacido,  no  de  otros  libros,  que  es  lo  que  caracteriza  á  la  literatura 
retórica,  sino  de  fuentes  vivas.  El  País  de  la  seh'a  procede  del  pueblo, 
de  sus  costumbres  y  tradiciones.  Es  un  documento  para  el  estudio  del 
folklore  argentino.  Blasón  de  plata  ha  soirgido  de  las  entrañas  misrnas 
de  nuestra  raza  y  ác  nuestras  tierras.  ¿  Pueden  ser  retóricos  tales  li- 
bros? Además,  lo  retórico  huele  á  decadencia,  á  lug'ar  común,  á  frial- 
dad. Blasón  de  plata,  que  emociona,  ¿puede  ser  un  libro  retórico?  El 
estilo  de  Rojas  es  altisonante,  algo  enfático,  siempre  lírico;  pero  el'o 
no  implica  la  calidad  de  retórico.  Adfemás,  las  indicadas  caracte- 
rísticas no  son  malas,  al  contrario:  el  caso  es  saber  usarlas.  Y  Rojas 
lo  sabe,  pues  tiene  el  sentido  de  la  adecuación.  Yo  estoy  seguro  de  que 
él  jamás  escribiría  una  novela  en  la  prosa  de  Blasón  de  plata."  Ro 


228  ÉPOCA   REGIONAL  Y  MODERNISTA   (1888-I9O7) 

berto  F.  Giusti,  Nuestros  poetas  jóv.,  1912,  pág.  70:  "A  semejanza 
de  Jaimes  Freyre,  sólo  adquirió  en  principio  un  superficial  barniz 
modernista,  sin  transformar  su  naturaleza  romántica,  otro  de  los  jó- 
venes y  brillantes  poetas  que  rompieron  la  marcha  diez  años  atrás: 
Ricardo  Rojas.  No  se  inició  con  peregrino  brillo,  pero  sí  con  feliz  se- 
guricíad.  Después  de  Las  Montañas  del  oro,  después  de  Castalia  Bár- 
bara, La  Victoria  del  hombre  (1903),  el  meditado  poema  con  que  se 
presentó  el  gallardo  mozo  que  de  poco  había  pasado  los  veinte  años, 
venía  á  afianzar  el  prestigio  de  la  nueva  generación.  Reveló,  en  pri- 
mer término,  á  un  estudioso  y  una  mente  equilibrada:  por  cierto  que 
el  poeta  no  engañó  las  esperanzas  que  en  él  puso  el  reducido  círculo 
que  le  leyó.  Lo  hemos  visto  más  tarde  superado  por  el  prosista  cíe 
austero  y  pomposo  estilo;  por  el  catedrático,  justo  orgullo  de  la  Uni- 
versidad de  La  Plata;  por  el  propagandista  de  un  noble  ideal  — tan 
noble  como  discutible — ;  sin  embargo,  es  menester  hacer  la  salvedad 
que  en  ellos,  en  el  escritor,  en  el  profesor,  en  el  apóstol,  el  poeta  es 
lo  substancial,  el  motor  oculto.  Ante  todas  cosas.  Rojas  es  un  soñador. 
¿Quién  no  conoce  la  predicación  idealista  á  que  se  ha  consagrado? 
Un  poeta,  un  soñador,  pues,  pero  también  un  predicador.  Y  tiene,  en 
efecto,  de  éste  el  genio  oratorio.  Rojas  siempre  declama,  en  verso  y 
en  prosa,  cuando  habla  y  cuando  escribe...  Las  influencias  que  más  se 
advierten  en  el  Rojas  de  la  primera  época :  la  de  Víctor  Hugo  y  la  dt 
Núñez  de  Arce,  dos  oradores  en  verso.  Y  establezco  esta  diferencia  de 
épocas,  porque  la  reciente  obra  poética  de  Rojas,  Los  Li^es  del  blasón 
(1911),  se  orienta  según  otras  tendencias...  La  Victoria  del  hombre 
fué  una  ambiciosa  tentativa  juvenil  por  desarrollar  en  un  poema  cí- 
clico un  trascendental  pensamiento  sociológico.  Al  magnífico  abuelo 
que  escribió  la  inmortal  Leyenda  de  los  siglos,  habían  de  nacerle  arro- 
gantes nietecillos  en  esta  América...  "Hombre  del  siglo  — ha  dicho 
"Rojas,  explicando  su  concepción —  he  aceptado  mi  solidaridad  con 
"él,  inspirándome  en  sus  más  generosos  ideales..."  No;  no  es  tocíavía 
un  gran  poeta  Ricardo  Rojas,  pero  es  un  buen  poeta.  No  tiene  la  fas- 
cinante pujanza  de  Lugones,  ni  la  encantadora  alma  lírica  de  Banchs; 
pero  no  carece  de  ninguna  de  las  condiciones  que  dan  valor  á  su  arte; 
su  mente  es  clara,  su  corazón  ardiente,  ágil  su  fantasía,  musical  su 
voz;  los  más  nobles  objetos  le  inspiran:  el  amor,  la  amistad,  la  patria, 
la  belleza;  le  preocupa  el  misterio  de  las  cosas  y...  tiene  conciencia 
de  lo  que  dice...  Yo  encuentro  en  Rojas,  sobre  todo,  el  alma  de  un 
gran  poeta  civil,  austera  y  vibrante  de  emoción  patria ;  á  mi  ver,  le  in- 
dican el  camino  que  debe  seguir  la  Oda  latina,  el  Oratorio  laico  y  el 
Cíinto  de  la  mañana  de  mayo."  Ríe.  Rojas:  La  Victoria  del  hombre, 
poema,  1903.  El  Pais  de  la  selva,  París,  1907.  La  Sangre  del  sol,  poe- 
ma (en  La  Nación).  Biblioteca  Argentina,  18  vols.  El  Alma  española, 
ensayo  sobre  la  moderna  literatura  castellana.  Valencia,  1908.  Cartas 
de  Europa,  Barcelona,  1908.  La  Restauración  nacionalista,  informe  de 
educación,  1909.  Cosmópolis,  París.  1909.  Blasón  de  plata,  B.  Aires, 
1910  (en  La  Nación),  1912.  Bibliografía  de  Sarmi-cnto,  ibid.,  1911.  Los 


S.  XX,   1907.  JUAN  ANTONIO  ZUBILLAGA  22g 

Lises  del  blasón,  poesías,  B.  Aires,  191 1.  La  Piedra  muerta  (en  La 
Nación),  ibid,  1912.  La  Literatura  argentina,  ibid.,  1913.  Archivo  ca- 
pitular de  Jujuy,  ibid.,  1913-15,  3  vols.  La  Universidad  de  Tucumán, 
ibid.,  191 5.  La  Argentinidad,  ensayo  histór.  sobre  nuestra  conciencia  na- 
cional en  la  gesta  de  la  emancipación  (1810-16),  ibid.,  1916.  Poesías  de 
Cervantes,  ibid,,  1916.  Historia  de  la  Literatura  argentina :  t.  I,  Los 
Gauchescos,  ibid.,  1917;  11,  Los  Coloniales,  1918;  III,  Los  Proscriptos, 
y  IV,  Los  Modernos  (en  preparación).  Olegario  Andrade,  en  La  Lectura 
(VIII,  págs.  152-180).  Rubén  Darío,  en  Mercure  de  France  (LXXII, 
págs.  459-474).  Carlos  Guido  y  Spano,  en  Nosotros  (1918,  oct,).  Con- 
súltese La  República,   1917  (cric), 

Mariano  Abril,  Plumas  amigas,  4.'  fase,  1913:  "García  Godoy,  en 
el  actual  movimiento  literario  dominicano  se  destaca  con  personali- 
dad propia,  con  robusta  y  vigorosa  personalidad,  porque  se  inspira  en 
el  medio  ambiente  que  le  rodea,  porque  se  satura  de  las  pasiones  que 
agitan  á  su  pueblo.  No  es  un  novelista  en  la  verdadera  acepción  de  la 
palabra;  carece  de  la  inventiva  necesaria  al  novelador.  Sus  inclina- 
ciones y  sus  estudios  le  llevan  hacia  la  crítica  y  la  filosofía,  en  los  que 
ha  librado  ya  algunos  combates.  Alma  dominicana  no  es  una  novela, 
aunque  así  la  titule  su  autor.  La  factura  novelesca  es  muy  pobre  en  la 
obra;  se  reduce  á  dos  ó  tres  pinceladas  de  color,  admirablemente  tra- 
zadias,  y  al  tipo  de  Pedro  Antúnez,  en  el  que  encarna  al  pueblo  domi- 
nicano; pero  toda  la  obra  es  una  serie  dte  disquisiciones  políticas  sobre 
cierto  período  histórico  de  la  vida  de  aquel  pueblo:  el  período  de  la 
anexión.  Se  ve  que  es  el  autor  el  que  habla,  censura  ó  aplaude;  si 
todas  esas  disquisiciones  salieran  de  labios  de  un  grupo  de  personajes 
trazados  á  la  manera  de  Pedro  Antúnez,  Alma  dominicana  sería  un 
Episodio  nacional  á  estilo  de  los  del  maestro  Galdós,  porque  hay  en  ella 
cuadros  descriptivos  hermosos,  como  el  de  La  Bandera,  y  un  tipo  bien 
delineado,  psicológicamente,  el  de  Pedro  Antúnez,  el  único  que  apa- 
rece en  la  obra,  pero  que  refleja  fielmente  la  psiquis  del  criollo  domi- 
nicano, pendenciero  y  enamorado,  rústico  y  generoso,  dispuesto  siem- 
pre á  sacrificar  la  vida  por  su  bandera,  que  simboliza  la  independencia 
de  su  patria...  La  obra  de  García  Godoy  es  una  obra  patriótica,  en  la 
que  palpita  el  alma  de  un  pueblo  heroico."  F.  García  Godoy:  Recuer- 
dos y  opiniones.  Impresiones.  Perfiles  y  relieves,  Santo  Domingo,  1907. 
La  Hora  que  pasa.  Rufinito.  Alma  dominicana,  nov.,  191 2.  Páginas 
efímeras,  reimpresas  con  el  título  de  La  Literatura  americana  de  nues- 
tros días,  Madrid,  1915,  Guanuma^  nov.,  1915.  La  Literatura  domini- 
cana, N.  York-París,  1916  {Rev,  Hisp.).  De  aquí  y  de  allá,  notas  criti- 
cas, Santo  Domingo,  1916.  Americanismo  literario,  Madrid,  1917, 

Zubillaga :  La  Prensa  independiente  en  la  época  de  José  Batlle  y  Or- 
dóñez,  Montevideo,  1907.  Sátiras  é  ironías,  páginas  del  periodismo^ 
ibid.,  1913.  Crítica  literaria,  ibid.,  1914.  La  Obra  de  Rodó.  Nuevos  es- 
tudios críticos.  La  Obra  del  doctor  Luis  Melián  Lafinur,  191 5  (en 
Nosotros,  oct.). 


23o  ÉPOCA   REGIONAL  Y  MODERNISTA   (1888-I907) 

214.  Año  1907.  Federico  Urbach  (n.  1873-),  de  Matanzas  (Cu- 
ba), poeta  intenso  y  melóciico,  publicó  Oro,  poesías  (con  su  hermano 
Carlos  Pío),  1907.  Amor  de  ensueño  y  de  romanticismo,  versos,  Ha- 
bana, 1908.  Doloroso,  idil.  trág.,  1910.  Resurrección,  nuevos  poemas, 
1916.  El  Dolor  de  la  vida,  poesías  (en  prepar.). 

Felipe  Cortines  y  Murube,  sevillano,  colaborador  de  El  Carha- 
yón  de  Oviedo  (1903),  poeta  discípulo  de  Gabriel  y  Galán,  buen  colo- 
rista, publicó  Ideas  jurídicas  de  Saavcdra  Fajardo,  Sevilla,  1907.  De 
Andahicía,  rimas,  ibid.,  1908.  El  Poema  de  los  toros,  ibid.,  1910.  Nue- 
vas rimas,  ibid.,  191 1.  Del  campo  y  de  la  vida,  crónicas.  Jornadas  de 
un  peregrino^  viaje  á  Tierra  Santa,  ibid.,  1913.  Romances  del  camino, 
ibid.,  1916.  Un  sevillano  en  París,  Madrid,  1918. 

Alberto  Zum  Felde  (n.  1888-),  de  Bahía  Blanca  (Uruguay),  por 
seuA  Aurelio  de  Hcbrón,  subdirector  de  El  Día,  oficial  primero  del  mi- 
nisterio de  Relaciones  Exteriores,  secretario  de  la  Biblioteca  Nacio- 
nal, publicó  Domus  Áurea,  versos,  Montevideo,  1907.  El  Uruguay  ante 
el  concepto  sociológico,  191 1.  El  Eluanakauri,  ensayo  filosófico,  1917, 
proclama  poéticoideal  á  los  americanos  sobre  el  desprenderse  de  todo 
lo  extranjerizo  y  tirar  á  un  desenvolvimiento  en  lo  propio  y  exclusivo 
del  Nuevo  Mundo.  El  Caudillo,  dr.,  1918.  Consúltese  Alberto  Lasplaces, 
Opiniones  literarias  (pág.  185). 

Mariano  Alarcón  (n.  1883-),  de  La  Línea  de  la  Concepción  (Cá- 
diz), pinta  refinamientos  eróticos  (en  Campo  de  Gules)  y  convierte  en 
carnal  el  amor  de  María  Magdalena  para  con  Jesús  en  El  Narrador 
de  parábolas.  Hombre  de  talento,  que  ha  viajado  por  América  y  Euro- 
pa, no  acaba  de  encauzar  sus  muchas  energías  en  dirección  determi- 
nada, y  así  no  se  puede  todavía  dar  fallo  diefinitivo  acerca  de  su  obra. 
Publicó  dos  libros  de  teatro  en  1907.  El  primero,  Moisés  contemporá- 
neo, que  contiene  la  trilogía  dramática:  El  Éxodo,  En  el  desierto  y  La 
Tierra  de  promisión;  el  segundeo,  Rescatada,  Rayo  de  sol  (solas  muje- 
res), La  Fucr::a  de  la  corriente.  Además,  El  Narrador  de  parábolas, 
1910,  1914.  En  campo  de  gules,  191 1,  1914.  Palabras  de  loco,  1914.  Co- 
ram  populo,  conferencias,  1916.  El  Castillo,  com.,  1918.  Impresiones  de 
un  viaje  á  N.  York,  Madrid,  1918.  Hijos  de  Adán,  trag.  campesina, 
1918.  La  Sangre  del  leopardo,  com.,  1918. 

Juan  Givanel  y  Mas,  catalán,  muy  erudito,  publicó  Una  edición 
crítica  del  "Quijote''^  (por  Cl.  Cortejón),  Madrid,  1907.  Don  Quijote  en 
Cataluña,  Barcelona,  191 1.  Estudio  crítico  de  la  novela  caballeresca 
''Tirant  lo  Blanch",  191 1  (en  Arch.  de  Invcst.  Hist.,  213,  319;  H,  392, 
477).  Examen  de  ingenios  (sobre  la  edición  del  Quijote  por  Rodríguez 
Marín),  Aladrid,  1912.  La  Novela  caballeresca  española,  estudio  del 
"Tirant  lo  Blanch^\  1912.  Prosa  epistolar,  colccc.  de  cartas  de  los  prin- 
cipales escritores  de  los  siglos  xv  y  xvi,  1913.  Devocionario  poético, 
1913.  Una  mascarada  qttixotesca  celebrada  á  Barcelona  l'any  iój3, 
Barcelona,  1915.  Tres  documents  inéd.  ref.  al  Don  Quijote^  1916.  Ca- 
talcg  de  la  Collecció  Cervántica  formada  por  don  Isidoro   Bonsoms, 


S.  XX_,  1907.  ENRIQUE  BLANCO  ROJAS  23 1 

ibid.,  1916.  Les  Edicions  goiiques  del  ^'Tirant  lo  Blanch"  en  la  Bihl.  de 
Catalunya,  ibid.,  1917.  Argot  Barceloní,  ibid.,  1919. 

215.  Año  1907.  Francisco  Aguado  estrenó  La  Esposa  de  Jesús, 
juguete,  1907. — Aitz-gorri  (seud.) :  Hojas  de  otoño,  Habana,  1907. — 
Catalina  Albert,  por  seud.  Víctor  Cátala,  publicó  Vida  trágica,  cuen- 
tos, Madrid,  1907.  La  Enjuta,  nov,,  1910.  Pardo  Bazán,  en  Helios,  t.  III, 
pág.  269:  "El  sentido  dte  la  fatalidad,  la  percepción  de  lo  trágico  en 
la  realidad  más  humilde,  las  encontramos  en  una  escritora  que  empieza 
á  ser  conocida  y  se  oculta  bajo  el  seudónimo  masculino  de  Víctor  Cá- 
tala. Ignoro  su  verdadero  nombre;  pero  sus  novelas  cortas,  escritas 
en  catalán,  revelan  un  vigor  nada  común  de  observación  y  expresión... 
Dramas  rurales... :  el  estudio  de  la  victe,  dramática  aldeana  es  muy  real.'' 
— Álbum  nacional  (argentino),  B.  Aires.  1907. — Tomlá.s  Alcántara 
Vicente  publicó  Pasionarias,  Guadalajara,  1907. — Carlos  A.  Aldao 
publicó  A  través  del  mundo,  B.  Aires,  1907  (2."  ed.),  1912  (4."  ed.,  au- 
mentada). Reseña  histórica  de  guerreros  de  la  Independencia,  ibid., 
1910.  Samuel  Haigh,  bosquejos  de  Buenos  Aires,  Chile  y  Perú,  traduc- 
ción, B.  Aires,  1918.  Basilio  Hall,  el  general  San  Martín  en  el  Perú, 
traduce,  ibid.,  1918. — Alma  latina,  apuntes  biográficos  redactados  por 
notables  escritores,  París,  1907. — Luis  Almayor  Beinat  estrenó  Car- 
men y  Marieta,  zarz.  (1907). — Antonio  Alonso  Terrón  publicó  Polí- 
ticos granadinos,  Granada,  1907. — Lisandro  Alonso  Llamazares^  poe- 
ta modernista,  premiado  por  Iba  solo  en  los  Juegos  Florales  de  León, 
1907. — Basilio  Alvarez,  presbítero  gallego,  publicó  Por  tos  agros  ceU 
tas,  cuentos,  Madrid,  1907.  El  Libro  del  periodista,  1912.  Abriendo  el 
surco,  1913. — Los  Amantes  de  Teruel,  Antonio  Serón  y  su  Silva  á  Cin- 
tia,  Madrid,  1907. — Fray  José  Antón  y  Gómez  (n.  1878-),  de  Acinas, 
benedictino  de  Silos  (1896),  director  de  la  Rev.  Eclesiástica,  de  Valla- 
díolid  (1907-18),  donde  publicó  muchos  artículos  de  Historia,  Teología 
y  de  cosas  presentes. — Archivo  General  de  la  Nación,  acuerdos  del 
extinguido  Cabildo  de  B.  Aires,  ibid.,  15  ts.,  desde  1907  á  1917. — Ar- 
chivo y  Musco  Histórico  de  Montevideo,  rev.,  Montevideo,  desde  1907. 
— Manuel  Arias,  asturiano,  publicó  La  Grandeza  en  lo  pequeño,  nov., 
Matanzas,  1907. — Jaime  Arroyo  publicó  Historia  de  la  Gobernación  de 
Popayan,  ibid.,  1907.  Popayan  en  la  Colonia,  ibid.,  1910. — Juan  Ayme- 
RICH,  argentino,  poeta  parnasiano,  imitador  de  Heredia  y  á  veces  ro- 
mántico en  Joyeles,  Córdoba,  1907,  gran  cincelador  d!e  sonetos,  no  del 
todo  fríos;  díespués  compuso  poesías  más  variadas  en  metros  y  tonos, 
como  las  suaves  y  melancólicas  de  Primavera  sentimental.  También  ha 
hecho  traducciones. — Manuel  Barros  Arguelles,  poeta  mejicano,  pu- 
blicó Candentes,  1907. — Osealdo  Bazil,  delicado  poeta  de  endecasílabos 
y  métrica  algo  libre,  d'e  Santo  Domingo,  publicó  Arcos  votivos,  versos, 
Habana,  1907.  Parnaso  dominicano,  Barcelona,  1917. — Luis  Bello, 
periodista  madrileño,  publicó  El  Tributo  á  París,  1907. — Alejandro 
Bergalli  publicó  Vademécum  del  estudiante,  B.  Aires,  1907. — Enrique 
Blanco  Rojas  estrenó  La  Llegada  de  los  Reyes,  jug.  (1907). — R.  A. 


232  ÉPOCA  REGIONAL  Y  MODERNISTA   (1888-I907) 

Blázquez  y  González  publicó  Sumaria  descripción  de  Avila  y  su  pro~ 
vincia,  ibid.,   1907. — Jacinto  Bonilla  y  Sánchez,    de    Albalate  de  la 
Jara,  director  de  El  Eco  de  Talavera,  publicó  Mis  últimas  poesías,  Ma- 
drid,   1907. — Isidro    Bonsoms  y   Sicart,  catalán,  publicó  La  Edición 
príncipe  del  "Tirant  lo  Blcinch",  Barcelona,  1907.  Noticia   de   algunas 
chra-s   de   Bibliografía,    hiohiblio grafía   y    Catálogos    españoles,    ibid., 
1907.  Introducción  á  la  lectura  de  unos  fragmentos  de  las  traduce.  cOr- 
talanas  de  la  "Fiamtnetta^'  y  del  "Decamcrone"...,  1908  (en  Bol.  Acad. 
B.  L.  Barc,  IV-V).  Books  printed  in  Lima  and  elsczvhere  in  S.  Amc= 
rica  (iSoi-3p),  Boston,  1908.  Fragmentos  de  las  traduce,  catal.  de  la 
"Fiammeta"  y  del  ^'Decamerone"  de  Bocc,  ambas  anónimas  y  del  si- 
glo xr,  1909. — Ricardo  Buenanar  publicó  Juveniles  ensayos  de  rima::, 
Habana,  1907. — ^Alejandro  Bueno  García  publicó  Reseña  histórica  de. 
la  villa  de  Nerja,  Vélez-Málagra,   1907. — Juan  Antonio  Bueno  publicó 
Balbuceos,  poesías,  Madírid,  1907. — J.  S.  {Fray  Buscón)  publicó  Cartea 
intimas  {Memorias  filosóficas  de  un  novicio),    Palma.    1907.    Sueños 
fantásticos,  ibid.,   1907. — R.  de  Bustamante  publicó  Nieves,  prosas  ri- 
madas, Tenerife,    1907. — Constantino    Cabal^    asturiano,  redactor  del 
'Diario  de  la  Marina,  publicó  Del  amor,  cantos,  Habana,  1907,  Cova- 
donga,  Madrid,  1918. — Cándido  Cabello  Sánchez  publicó  Pasionarias, 
versos,   Toledo,   1907. — El   padre  Dionisio  Cabezas  publicó  La  Flor 
del    Ebro,    S.   Dominguito    del    Val,   ley.    poét.,    Barcelona    (1907). — 
Juan  Bautista  Cabrera  publicó  Poesías  religiosas  y  morales,  Madrid. 
1907. — El  padre  Calasanz  Rabaza  escribió  Poesías,  Valencia,  1907.  Es- 
pinelas, ibid.,  1914.' — Antonio  Calero  Ortiz  estrenó  ¡Vaya  caló!,  dial., 
(}907).    Curro   Achares,   entrem.  (1915).   El  Bautizo   del  nene,   sain. 
(1917),  Sangre  virgen,  dr.  lírico  (con  Rubiales),  1918.  El  Triunfó  del 
Trianero,  sain.   (con   César  García  Iniesta,    1918).  Nubccita  de  vcra^ 
no,  com.,  1919. — Enrique  Calonge  publicó    De    una    vida,    cuartele- 
ras, 1907.  Pepe  Luis,  novela,  Madrid  191 1.  La  Pitusilla,  1919. — M.  Cal- 
VACHE  publicó  El  Crimen  de  ahora,  nov.  repres.  (1907). — José  I\Iaría 
Campoy_,  de  Lorca,  publicó  De  mi  pueblo,  apuntes  para  la  historia  de 
Lorca   en   el  s.   xix,   Lorca,    1907.  El  Fuero  de  Lorca^  Toledio,  1915 
(2.'  ed.,  la  i.^  en  El  Eco  de  Lorca). — Cancionero  de  los  Amantes  de 
Teruel,  colección  de  ¿00  cantares,  escritos  por  los  mejores  poetas  con- 
temporáneos,  ívladrid,    1907. — Tomás    M.    Cañas^    periodista,    publicó 
Perdón  y  olvido,  nov.,  1907.  Entre    sombras,    comedia  dramática.  La 
Obsesión,  dr„  Habana,    1910.    Mostacilla,    jug.    La    Sierpe,  dr.  Alma 
triunfante,  com.  El   Torbellino,  com. — Francisco  Cañellas,   de  Cien- 
fuegos  (Cuba),  publicó  Del  camino,  Habana,  1907.  La  Vida  que  pasa. 
Valencia,  1912.  Al  través  de  mis  lentes,  crón.  y  crít.,   1916. — Ignacio 
Cardenal  estrenó  Marca  de  presidio  (con  Lucas  Sánchez  Cuesta),  Cá- 
ceres,  1907. — Mariana  A.  B.  Carretero  publicó  Dos  primos  célebres, 
ley.  hist...  Burgos  (1907). — Manuel  Casas  Fernández  publicó  Pláticas 
y  crónicas,  Coruña,  1907. — Augusto  Castrobello  publicó  El  Pernales, 
historia  de  este  célebre  bandido,  Barcelona,  1907. — Francisco  Cepeda 
Y  Taborcias  publicó  Anales  de  Navia,  varioe  libros,  1907-10,  MadritL 


S.  XX,  1907.  AURELIO  DÍAZ  MESA  233 

Notas  de  papeles    viejos,    afectuosidades   de   versos   y   prosas,    19 10. 
— Manuel  M.  Cervera  publicó  Historia  de...   Santa  Fe  (1573-1853), 
2  vols.,  Santa  Fe,  1907.  Juan  de  Garay  y  su  retrato,  B.  Aires,  191 1. — 
José  María  de  los  Corrales  publicó  La  Boda,  cuentecito  montañés, 
Torrelavega,  1907. — Manuel  B.  Cossío,  de  la  Institi:ción  Libre  de  En- 
señanza, director  del  Museo  Pedagógico,  nombrado  catedrático  de  Pe- 
diagogia  sin  oposiciones,  publicó  El  Greco,  2  vols.,  Madrid  (1907).  El 
Entierro  del  Conde  de  Orgaz  (1914).  Lo  que  se  sabe  de  la  vida  del 
Greco  (1914). — Costumbres  y  rebuznos  alcarreños  en  renglones  cortos 
y  largos,  por  el  Celipe  y  el  Pólito,  Madrid  1907. — Abel  de  la. Cuadra 
Silva,  costumbrista  chileno,  publicó  Una  remolienda,  1907.  De  antaño 
y  hogaño,   1908.  Leyendas  y  tradiciones  religiosas  de  Chile,  1908. — El 
Cuento  Semanal,  Madrid",  desde  1907,  donde  se  han  publicado  cosas  muy 
buenas  á  vuelta  de  no  poca  broza  y  esperpentos  novelescos. — Rufino 
Cuervo  Márquez,  bogotano,  periodista,  redactor  de  El  Correo  Nacio- 
nal, publicó  Colombia  y  su  renacimiento,  Caracas,  1907, — Jorge  y  José 
DE  LA   Cueva  (n.  1884-   y    1887-),    hermanos,   naturales  de  La  Palma 
(Huelva),  siguiendo  las  huellas  de  los  Quinteros,  escribieron  el  sainete 
Aquí  hase  farta  un  hombre  (1907),  con  música  de  Chapí,  premiado  por 
el  Heraldo,  que  gustó  mucho  y  despertó  esperanzas...  fallidas.  Fueron 
á  menos  en  Perlas  buscadas,  comedia  (1909) ;  Buena  recomendación, 
entremés  (1909)  ;  Agua  de  mayo,  comedia  (1910)  ;  Al  alcance  de  la  ma- 
no, con  música  de  Bretón  (191 1). — Adelardo    Curros    Vázquez    es- 
trenó Mañana  de  gloria  (1907).  El  Manojo  de  claveles  (1907). — Atilio 
M.  Chl\ppori,  excelente  novelador  argentino,  publicó  Bordeland,  Bue- 
nos Aires,  1907,  con  una  novela  corta  al  principio,  digna  de  todo  en- 
comio. La  Eterna  Angustia,  1908.  Man.  Calvez,  Los  Mejores  cuentos, 
1919,  pág.  15:  "Es,  tal  vez,  el  más  artista  de  nuestros  autores  de  cuen- 
tos. Posee  una  rara  y  sutil  sensibilidad,  el  difícil  sentido  de  la  com- 
posición y  el  don  de  la  prosa  artística.  Si  sintiera  y  conociera  el  cas- 
tellano como  siente  y  conoce  la  música  y  el  color  d'e  las  palabras,  se- 
rían   escasísimos  los   estilistas  hispanoamericanos  que    pudieran  com- 
parársele.  Su  literatura,  enfermiza  é  impresionante,  arte  de  sensacio- 
nes, exhibe,  en  forma  no  exenta  de  piedad,  la  vida  angustiosa  de  los 
pobres  seres  que  están  al  borde  de  la  locura.  Sus  dos  obras  de  índole 
narrativa   — Borderland,    cuentos,    y   La    Eterna   a^ngustia,    novela — , 
diestilan  la  melancolía  de  lo  irremediable  y  el  horror  de  la  tragedia. 
Ha  publicado,  además,  La  B\clleza  invisible,  crítica  de  arte.  El  cuento 
La  Corbata  azul,  la  mejor  de  sus  páginas,  es  una  pequeña  obra  maes- 
tra."— Philip   H.  Churchman,   profesor  de  la   Universidad   de  Har- 
vard, publicó  Espronceda's  Blanca  de  Borbon,  1907  (en  Rev.  Hisp.). 
More  Inédita,   1907  (ibid.).  An  Spronccda  Bibliography,  1907  (ibid.). 
Himno  al  Sol,  de  Espr.,  1908  (en  Modcrn  Languagcs  Notes).  Byron 
and  Espronceda,   1909    (en    Rev.   Hisp.).   Biginings    of    Byronism   in 
Spain,  1912  (ibid.). — Aurelio  Díaz  Mesa,  chileno,   que  supo  dar  en 
sus  saínetes  con  la  vena  popular,   estrenó,   con  loa,  Rucacahuin,  dr., 
Santiago,  1907.  En  la  Araucania,  Santiago,  1907.  Bajo  la  selva,  dr.. 


i34  ÉPOCA  REGIONAL  Y   MODERNISTA   (1888-I907) 

1913.  Con  SU  destino,  com.,  1913.  Damas  de  moda,  opereta,  1914.  His^ 
toria  de  Chile,  Barcelona,  1915.  Amorcillos,  com.,  1916.  Martes,  jueves 
y  sábados,  dial.,  1916.  Consúltese  I.  Otero  Bañados,  Aur.  D.  Mesa  (en 
Ideales,  Concepción,  1916). — Pedro  Díaz  Valdizan  publicó  R^ecuerdos 
de  mi  Cantabria,  Sevilla,  1917. — Documentos  correspondientes  al  reí' 
nado  de  Sancho  Ramírez,  Zaragoza,  1907. — Documentos  referentes  á 
los  indios  llamados  Xicaques  en  la  Amér.  Central,  por  Antonio  Graiño, 
Madrid,  1907. — Amalia  Domingo  Soler  publicó  Las  Grandes  virtudes, 
cuentos  para  niños,  Barcelona,  1907. — F.  del  Dongo  publicó  El  Beso  de 
la  Muerte,  nov.,  Barcelona,  1907. — Eladio  Egaña,  salesiano,  publicó 
Vida  del  V.  P.  Juan  Bosco,  Sevilla,  1907,  1916. — Miguel  Eróles  Ruiz 
publicó  En  el  arroyo,  dial,  en  verso,  de  costumbres  madrileñas,  Córdoba, 
1907.  Ultima  noche,  monól.  (con  Felipe  Gil  de  Arana),  1908. — Manuel 
Escude  Bartoli  publicó  Atlas  geogr.  iberoamericano:  t.  I,  España^ 
descripc.  geogr.  y  estadística,  Barcelona  (1907). — Januario  Espinosa, 
chileno,  por  seud.  Tomás  Gordeieff,  Juan  Doble,  dulce  é  idílico  pintor 
de  la  vida  campesina  en  su  primera  novela  (Cecilia),  trató  de  presen- 
tar en  La  Vida  humilde  las  costumbres  de  la  clase  media.  Publicó  Ce- 
cilia, nov.,  Santiago,  1907.  La  Muerte  misteriosa  de  Marini,  folletín  po- 
licial, 1912.  La  Vida  humilde,  nov.,  1914.  Las  Inquietudes  de  Ana  Ma- 
ría, nov.,  1916. — FerNíÁndez  Brochado  estrenó  Amor  eterno,  entr. 
(1907).  Los  Teléfonos,  jug.  (1907). — Alvaro  Fernández  de  Miranda 
publicó  Historia  de...  Grado  y  su  Concejo,  Madrid.  1907. — Mariano 
Fernández  de  Echevarría  y  Veytia  publicó  Los  Calendarios  mexi- 
canos, México,  1907. — El  Marqués  de  la  Florida  publicó  Estela  de 
un  muerto,  Madrid,  1907. — Fernando  Fortún  (1890-1914).  madrileño, 
publicó  La  Hora  romántica,  poesías,  Aladrid,  1907.  La  Poesía  fran- 
cesa moderna,  ibid.,  1913,  buena  antología.  Reliquias,  ibid.,  1915. — 
Antonio  Galán  publicó  De  mi  tierra,  poesías,  Cád'iz,  1907. — Pedro 
Luis  de  Gálvez,  por  seud.  Dorio  de  Gados,  publicó  Tregua,  nov..  1907. 
Existencias  atormentadas,  id.,  1908.  Un  cobarde,  id.,  1909.  Lolita  Acu- 
ña, id.,  1909.  Princesa  de  fábida,  id.,  1909.  La  Princesa  de  fábula  y 
Cambio  de  postura,  novelas,  1910.  Por  los  que  lloran,  monól.  (con  Fran- 
cisco Martínez),  1910.  La  Tragedia  de  don  Iñigo,  191 1.  Cuentos  al  oído, 
191 1.  Amor  de  reina,  nov.,  191 1.  Al  margen  de  la  vida,  191 1.  La  Casa 
verde,  nov.,  1913.  De  los  malditos  á  los  divinos,  anécdotas,  1914.— 
Claudio  Gárate,  cubano,  publicó  Ernestina  (20  cuentos).  Habana,  1907. 
— G.  García  Valenzuela  publicó  Rumor  de  notas,  versos,  Madrid*,  1907. 
— Joaquín  García  Cruz  estrenó  Carne  de  tablao  (1907).  Sol  de  África 
(1907).  A''.  P.  U.  (1907). — Salvador  García  Torres  publicó  Flores 
de  amor,  poesías,  París,  1907. — Francisco  J.  Garriga  (n.  1864-), 
de  Cadaqués  (Cataluña),  periodista,  poeta  en  catalán,  catedrático 
de  Literatura  en  los  Institutos  de  Reus  (1892)  y  Barcelona  (1913), 
puntual  y  erudito  tratadista  de  literatura,  publicó  Soledad,  nov. 
de  Víctor  Cátala,  trad..  Barcelona,  1907.  Menéndez  y  Pclayo,  dis- 
curso, Madrid,  1912.  Preceptiva,  2  vols.,  Barcelona.  Literatura  del  an- 
tiguo Oriente  y  los  clásicos,  ibidem  (1918).  Poesías  (núm.  306  de  Lee- 


S.    XX,    1907.    DÁMASO   LEDESMA  235 

iura  Popular),  1919. — Pablo  Giacometti  estrenó  La  Muerte  civil,  dr.^ 
Barcelona,  1907. — IManuel  Gilm.\n  publicó  Renglones  cortos,  poesías, 
Huesca,  1907. — Mario  Giral  Ordóñez  publicó  Debilidades  mundanas 
(13  cuentos),  Habana,  1907.  Figuras  de  carne,  cuentos,  ibid.,  1908.  Sol 
de  invierno,  nov.,  ibid.,  1910.  Los  Celos  de  un  príncipe,  nov.,  191 1.  La 
Hora  negra,  nov..  Valencia  (1912).  Lo  Imprevisto,  nov.,  1915. — M. 
GiSTAU  Ferrando  publicó  La  Guardia  civil,  historia,  Valdemoro,  1907. 
— ^Alfredo  Gómez  Jaime,  fecundo  poeta  colombiano,  de  fantasía  bri- 
llante y  versificación  caprichosa,  sugiere  y  sueña  en  las  Mil  y  una  no- 
ches. Parece  discípulo  de  Rueda  en  Rimas  del  Trópico,  Madrid,  1907. — 
Julio  y  Joaquín  Gómez  Bardají  y  José  Ortiz  de  Burgos  publicaron 
Anales  parlamentarios,  Madrid!,  desde  1907. — Hipólito  González  Re- 
bollar estrenó  Vado  difícil,  comedia  dramática,  1907.  —  Enrique 
Gruntz  publicó  El  Tálamo  del  amor,  páginas  de  un  loco,  Montevideo, 
1907. — E.  Guardiola  Valero  publicó  Importancia  social  del  arte,  Ma- 
drid, 1907. — Ubaldo  Ramón  Guerra  fn.  1878-),  de  Las  Piedras  (Uru- 
guay), d'iputado,  diplomático,  publicó  muchas  poesías  en  revistas  y 
La  Defensa  de  Montevideo  y  la  guerra  del  Paraguay,  Montevideo, 
1907. — Joaquín  Guichot  y  Barrera  publicó  Primeros  escritos  litera- 
rios, Sevilla.  1907. — Melchora  Herrero  de  Vidal  publicó  Cuentos  de 
aldea,  Madrid,  1907. — Julio  Hoyos  (n.  1882-),  valenciano,  colaborador 
de  Rev.  de  Arte  (1903),  La  Correspondencia  y  Vida  Marítima  (1903), 
poeta  laureado  en  los  Juegos  Florales  de  Alicante  (1907)  por  su  poe- 
sía Velada  de  espera,  publicó  El  Dolor  de  la  casa,  nov.,  190S.  Los 
Ojos  del  lazarillo,  cuentos,  1908.  Camino  de  hierro,  nov.,  1909.  Los 
Anarquistas,  nov.,  1910.  Como  la  estrella  del  Norte,  nov.,  1914.  El 
Solar  de  Arias  Gon'salo,  Zamora  histórica  y  monumental,  1917. — 
Benjamín  Ibarrola  estrenó  El  Jicarazo,  jug.  ("con  Ant.  P.  Camacho), 
1907. — Gonzalo  Jover  estrenó  Los  Niños  del  Hospicio,  melodr.  (con 
Salvio  Valentí),  1907.  Fenisa  la  Comedianta,  zarz.  (con  Emilio  G.  del 
Castillo),  190S.  Holmes  y  R^ffles  (con  id.),  1908.  Las  Bandoleras, 
zarz.  (con  id.),  1908.  La  Garra  de  Holmes  (id.),  1908.  Los  Segadores, 
ZRvz.  (con  Emilio  G.  del  Castillo),  1909.  Sol  y  alegría,  zarz.  (con  id.), 
T909.  El  Amigo  Nicolás  (con  id.),  1910.  El  Príncipe  Sin-miedo,  ope- 
reta (con  id.),  191 1.  Sangre  y  arena,  zarz.  (con  id.),  191 1.  La  Maja 
de  los  claveles,  sain.  (con  id.),  1912.  Abierta  toda  la  noche,  saín,  (con 
Enrique  Arroyo),  1912.  Alicia,  opereta  (con  Joaquín  Cánovas),  1915. 
De  Sevilla  á  los  corrales  ó  El  Debut  de  Cirineo  (con  Arroyo),  1917. 
— Labra  y  Vilar  estrenó  La  Sal  de  la  Tierra,  zarz.  (1907). — Lorenzo 
Lafuente  Vanrell  publicó  Cómo  se  vive,  nov.,  Madrid  (1907).  Lo 
Grande  y  lo  pequeño,  nov.,  1917. — ^Angel  Laga  Lanchares  estrenó  La 
Florista,  mofiól.  (1907). — Larra  (Fernández  de  la  Puente  y  Torregro- 
sa)  estrenó  El  Solitario,  dispar.  (1907). — Carlos  Larrabure  y  Correa 
publicó  Noticia  histórico-geográfica  de  algunos  ríos  de  nuestro  Orien- 
te, Lima,  1907. — Jorge  Lavalle  Cobo,  argentino,  minucioso  v  sagaz  cos- 
tumbrista, publicó  Voces  perdidas,  B.  Aires,  1917. — Dámaso  Ledesma 
publicó   Folklore    ó   Cancionero   salmantino,   Madrid,    1907,   obra  me- 


236  ÉPOCA   REGIONAL  Y  MODERNISTA   (1888-^907) 

-litísima. — Libro    de    los    chistes,    Madrid    (1907). — Lima,    unos    cuan= 
tos    barrios    y    unos    cuantos    tipos    al    comenzar    el    s.    xx,    por    0I 
Tunante,    Lima,    1907. — Jacinto    Linares    Fernández    publicó  Curro, 
dial,  cóm.,  1907.    El   Señor    del   violón,    id.,   1907.    El    Ultimo    sacri- 
ficio,   monól.    dram.,    1907. — Eugenio  López  Aydillo  (n.   1888-),  de 
Orense,     profesor    en    la    Universidad    de    Valladolid,     muy    erudi- 
to   en    literatura    gallega,    publicó    Galicia  ante  la  solidaridad,   Ma- 
drid, 1907.  País  de  abanico   {Teatro  de  ensueño),  Madricí,   1912.  Las 
Mejores  poesías  gallegas,  Madrid,   1914.  En  la  masa  de  la  sangre,  no- 
vela, Madrid,  1916.  El  Obispo  de  Orense  en  la  regencia  del  año  1810, 
1918.  Una  cantiga  desconocida  del  Rey  Santo,  1918  (en  Rev.  Histór.). 
Os  miragres  de  Santiago,  1918.  Fernando  III,  poeta  castellano  portu- 
gués (con   S.  Rivera  Monescau),   Valladolid,   1918. — Feliciano  López 
publicó  Hist.  doc.  y  crít.  de  la  santa  y  milagrosa  imagen  de  Jesús  Cru- 
cificado...  Santísimo    Cristo  de  Burgos,    Salamanca,   1907. — Hipólito 
López  Bernal  publicó  Apuntes  históricos  de  B clorado.   Estepa.    1907. 
— Rafael  Mainar  publicó  El  Arte  del  periodista,  Barcelona  (1907). — 
José  Matías  Manzanilla,  peruano,  diputado  por  lea,  publicó  varios  to- 
mos de  Discursos  parlamentarios,  1907-14. — Luis  Manzano  Mancebo  es- 
trenó El  Cojo,  entr.  (1907). — Mariano  Marfil  García  publicó  Relacio- 
nes entre  España  y  la  Gran  Bretaña  desde  las  paces  de  Utrecht  hasta 
nuestros  días,'^a.drid,  1907. — Alejandro  P.  Maristany  estrenó  La  Mu- 
ñeca eléctrica,  jug.,  1907.  Tratado  de  pa^,  boc.  de  com.,  1908.  Los  Mani- 
rrotos, jug.,  1913.  El  Ángel  rebelde,  com.,  Madrid,  1916.  La  Comedia  del 
honor,  dr.  (con  Mariano  Colobardas),  Cádiz,  1917.  La  Audaz  aventura, 
1917.  El  Rey  del  acero,  dr.,  1917. — Julián  ]\íartín  de  S.'^lazar  publicó 
A  través  de  la  vida,  Madrid,  1907.  Por  asalto,   diálogo,  1908. — Leoca- 
dio Martín-Ruiz,  colaborador    de    La    Crónica    (Guadalajara,  1903), 
publicó  Tierra  sultana,  prosas,  INIadirid,  1907.  Las  Canciones  del  Llano, 
Sevilla   (1914). — José    Martínez    Reverte    (n.    1882),    murciano,    pu- 
blicó La  Hora  de  juego,  entremés,  1907.  Buena  suerte,  id.,  1909.  Alma 
huertano,  zarzuela,   1910.  Nochecica  de  abril,  escena  de   costumbres, 
1914.  El  Triunfo  de  la  primavera,  humorada  lírica,  191 5.  Cosas  de  la 
edad,  artículos.  Colección  de  sonetos   y    poesías  festivas. — Juan  Bau- 
tista Martínez  de  Castro  publicó  De  Historia    y    Arqueología,    Al- 
mería,  1907.  Algo  sobre  arqueología  almcriense,  ibid.,  1907.  Naderías, 
ibid.,   1908. — Luis   Martínez  Pineda,  riojano,  publicó  Primicias,  poe- 
sías (1907). — L.  Martínez  de  Tovar  estrenó  La  Riqueza  de  los  pobre.;, 
boceto,  Málaga,  1907. — Fray    Zacarías    Martínez    Núñez  (n.   1864), 
de  Valdearados    (Burgos),   agustino   (1881),   publicó  Discursos  y   ora- 
ciones sagradas,   Madrid,    1907.  Conferencias  científicas  acerca  de   la 
evolución   materialista    y   atea,    1910. — El    padre    Manuel   Mas    (na- 
cido 1862),  de   Barcelona,  escolapio,  publicó  Elogios  de  varones  ilus- 
tres del  Maestrazgo,  1907.  Necrología  sodalium  Sch.  P. — José  Maza, 
abogado  chileno,   estrenó  Once    de    Estudiantes,  jug.   cóm.,   Santiago, 
1907. — Baldomero   Mediano    y   Ruiz   publicó  El  Vergel  de  las  niñas, 
-colección   de   cuentos   morales,    leyendas,    poesías...,    7.*   ed.,    Madrid, 


S.  XX,    1907.    LUIS   MARIANO   PÉREZ  '^^ 

1907;  Barcelona,  1911.  El  Faro  de  las  niñas,  cuentos,  1908. — José 
Trajano  Mera  (n.  1862-),  de  Ambato  (Ecuador),  hijo  de  Juan  León, 
estudió  Derecho,  fundó  la  Rev.  Ecuatoriana  (1889),  fué  cónsul  en  Eu- 
ropa y  vino  á  España  (1890)  á  estudiar  en  los  archivos.  Coleccionó  sus 
poesías,  propias  y  traducidas,  en  Sonetos  y  sonetillos^  Madrid  (1907?). 
Estrenó  en  Quito  dos  juguetes  cómicos  en  1914,  publicándolos  en  1915. 
— Juan  J.  Mirabet,  publicó  Castañas  frías  y  calientes,  Habana,  1907, 
artíc.  liter.  y  políticos. — Gonzalo  Molina,  poeta  contemporáneo,  de  ca- 
denciosos y  sentidos  versos,  ha  publicado  Rimas  bohemias,  Madrid,  1907. 
Estrofas  de  dolor,  1909. — Joaquín  Montaher  Castaños  (n.  1892-),  de 
Villanueva  de  la  Serena  (Badajoz),  redactor  de  La  Publicidad,  publicó 
Cantos,  i^y.  Sonetos  y  canciones,  Barcelona,  1911.  Juan  Farfán,  poe- 
ma, 1913.  Primer  libro  de  odas,  1914.  Poemas  inmediatos  de  la  guerra, 
1916.  Antología  de  poetas  cast.  clás.  para  los  niños,  1917.  Para  el  teatro: 
El  Ilustre  don  Beltrán  (1911).  La  Honra  de  los  muertos  (1916). — Enri- 
que Morales  Ruiz  publicó  Prosas  líricas.  Ciudad  Real  (1907). — José 
Morato  publicó  La  Jova,  tragedia  vulgar,  Barcelona,  1907. — Oros- 
man  Moratorio  (n.  1883-),  montevideano,  hijo  de  Orosman  Morato- 
rio,  redactor  de  El  Plata,  estrenó  por  primera  vez  en  Buenos  Aires 
el  año  1907,  y  el  mismo  año  en  Montevideo,  La  Jaula,  premiada  en  el 
certamen  España  dte  aquel  año.  El  Hijo  del  otro,  Dulce  calma,  Sol  de 
otoño.  El  Pan  nuestro.  La  otra  Magdalena,  Luces  pálidas,  versos. — 
José  R.  Moré_,  asturiano,  publicó  Flores  silvestres,  versos,  Habana, 
1907. — Miguel  Moreno,  poeta  ecuatoriano,  publicó  Libro  del  cora- 
zón, poesías,  Cuenca  (Ecuador),  1907. — Pedro  A.  Morcado,  joven 
poeta  andaluz,  ha  publicado  Aleteos,  poesías,  Granada,  1907. — Mer- 
cedes G.  DE  Moscoso  publicó  Abuela,  dr.,  Guayaquil,  1907. — Alfonso 
Muñoz  de  Diego  estrenó  Amor  esclavo^  com.,  1907.  Carnaval,  el  libro 
de  los  amores  y  de  los  odios,  Madrid,  1910.  La  Muerte  del  bardo. 
Granada. — Antonio  de  Nicolás  publicó  Portillo,  recuerdo  de  una 
villa  castellana,  Madrid,  190709. — Nosotros,  rev.  mensual  de  Uter., 
hist.,  arte^  filosofía,  B.  Aires,  desde  1907. — Rafael  Padilla  publicó 
Leonor,  drama;  Julia  y  Segundo,  Zaide,  Un  sueño,  cuentos;  todo  junto, 
Madrid,  1907.  España  actual,  Madrid,  1908.  Incógnita,  dr.,  1909.  Sangre 
argentina,  Madrid,  1910.  Carlota  Corday,  dt.,  1911.  Por  mi  país,  1912.— 
Pasquino  :  Episodios  de  i8o8-p,  Zaragoza,  1907. — J.  Pastor  Rubira  es- 
trenó Soledá,  zarz.  (con  R.  del  Villar),  1907.  Las  Niñas  alegres,  entr., 
1907.  La  Perra  chica,  1908.  Amor  ciego,  zarz.  (con  Man.  Penella),  1908. 
La  Leyenda  mora,  zarz.,  1908.  Corpus  Christi,  dr.,  1909.  La  Noche  de  las 
flores,  1909. — T.  Pavie  publicó  El  Amor  de  una  criolla,  historia  perua- 
na, Barcelona,  1907. — ^Ricardo  Pedrosa  publicó  'Amor  es  vida,  nov., 
Madrid,  1907. — Leonardo  Penna,  chileno,  publicó  Yo,  Santiago.  1907. 
— Antonio  Pérez  de  Arce  publicó  De  afición,  versos,  Madrid,  1907. 
— Luis  Mariano  Pérez,  de  Jamaica,  publicó  Apuntes  de  libros  y  fo- 
lletos impresos  en  España  y  en  el  extranjero  que  tratan  expresamente 
de  Cuba  desde  principios  del  s.  xvii  Jtcísta  1812,  Habana.  1907-  ^^ 
tudio  sobre  las  ideas  políticas  de  J.  A.  Saco,  ibid.,  1908.  Bibliografía 


238  ÉPOCA  REGIONAL  Y  MODERNISTA   (1888-I907) 

de  la  revolución  de  Yara,  1908.  Biografía  de  Miguel  Jerón.  Guiiérrcs... 
{en  El  Siglo  XX). — Rafael  Pérez  del  Bosque  estrenó  Tretas  estu- 
diantiles, paso,  1907.  Lo  de  siempre,  com.  Malas  partidas,  jug.,  1910. 
Almas  perdidas,  com.  Del  amor  y  del  dolor,  versos  (1912),  del  tono  de 
Meléndez. — Julio  Perrín  publicó  La  Necesidad  del  crimen,  Barcelona 
(1907). — Francisco  Pino,  cubano,  publicó  Laborando,  artíc.  polít.  y 
liten,  Cruces,  1907. — Juan  de  Pina  publicó  Casos  prodigiosos  y  cueva 
encantada,  novela,  Madrid,  1907. — Constantino  Piquer  publicó  Cuentus 
aristocráticos.  Valencia,  1907.  Siluetas  de  principes,  Madrid,  191 1. — 
Martín  Pizarro,  cubano,  por  seud.  Tik  Nay,  publicó  Abandonado,  mo- 
nólogo, Habana,  1907.  Las  Mañanas  en  la  Corte,  ibid.,  1910  (crónicas  de 
los  juzgados  correccionales). — Francisco  Plancarte  y  Navarrete, 
obispo  de  Cuernavaca  (Méjico),  publicó  Colecc.  de  documentos  inéd.  y 
raros  para  la  hist.  ecles.  mexicana^  Cuernavaca,  1907. — Policromías, 
versos  festivos,  escenas^  cuentos...  por  Policromio,  Madrid,  1907. — Ca- 
rolina PoNCET  Y  DE  CÁRDENAS  (n.  1880-),  de  Guanabacoa  (Cuba),  maes- 
tra de  la  Escuela  Normal,  publicó  Lecciones  de  lenguaje,  Habana,  1907. 
Biografía  de  J.  L.  Luaces,  1910.  El  Romance  en  Cuba^  1914-  Todas 
obras  premiadas  y  la  última  como  tesis  doctoral. — Ramón  Pontones  y 
Navarro  publicó  Prosas  íntimas.  Murcia,  1907.  A  tono  menor,  versos, 
Madrid,  1908. — ^JosÉ  Ponzano  estrenó  Una  gota  de  sangre,  zarz. 
(1907). — Faustino  Poza  Matesanz  estrenó  Los  Amores  de  un  sonám- 
bulo, jug.  (1907). — Fray  Norberto  del  Prado  (1852-1918),  de  La- 
viana  (Oviedo),  dominico  (1869),  profesor  en  Filipinas,  y  durante 
-treinta  años  en  Friburgo,  teólogo  y  filósofo  tomista,  publicó  obras  teo- 
lógicas y  sermones,  y,  adema  s.  Estudio  crít. -teológico  del  drama  "El 
Condenado  por  desconfiado",  de  Tirso,  Vergara,  1907.  Enseñanzas  del 
Rosario,  3  vols.,  ibid.,  1914. — José  María  de  Fuelles  y  Centeno  publicó 
Recuerdos  de  mi  juventud,  Cádiz,  1907,  191 2. — Juan  Pujol  (n.  1883-), 
primero  poeta,  después  cronista  de  periódicos,  publicó  Ofrenda  á  Astar- 
tca,  poemas,  1907.  Jaculatorias  y  otros  poemas,  1908.  De  Londres  á  Flan,, 
des  con  el  ejercito  alemán  en  Bélgica,  1915.  En  Galitzia  y  ellsonzo,  1916. 
La  Guerra,  1917. — P.  Silvino  Pulpón  estrenó  Robo  a  tiempo,  dr.,  1907. 
Elena,  drama  histórico,  1912. — Rodrigo  de  Rahavanez^  colombiano, 
publicó  la  novela  realista  Caprichos,  escenas  de  la  vida  intima,  novela 
colombiana,  Barcelona,  1907. — Juan  Ramírez  Pérez  publicó  Peccata 
mundi,  nov.,  Almería,  1907. — José  M.  Requejo  estrenó  Agencia  ma- 
trimonial (con  M.  Real),  1907. — Revista  Latina,  dirigida  por  Fran- 
cisco Villaespesa,  1907. — Cipriano  de  Rivas  y  Cherif  publicó  con  el 
seud.  de  Leonardo  Sherif,  Versos  de  abril,  Madrid,  1907.  Los  Cuer- 
nos de  la  luna,  1908  {Cuento  Semanal).  El  Cristal  con  que  se  mira, 
com.,  1909.  Florecillas  de  San  Francisco,  trad.,  1913.  Casanova,  Me- 
morias, trad.,  2  vols.,  Madrid,  1917.  La  Rochefoucauld,  Memorias, 
trad,  1919, — Amancio  Rodríguez  López,  burgalés,  publicó  El  R.  Mo- 
nasterio de  las  Huelgas  y  el  Hospital  del  Rey,  Burgos,  1907-9,  2  vols. 
— Manuel  Rodríguez  Cívico  publicó  Amor  al  fresco,  diálogo  andalu::, 
.  en  prosa^  Cádiz,  1907.  Partía  serrana,     dial.,     1909. — El    Romancero 


S.    XX,    1907.    ISIDORO    TORRES    ORIOL  aSg 

chileno,  recop.  por  M.  J.  Bobadilla  y  Guillermo  de  A.,  Valparaíso, 
1907. — Esteban  Clemente  Romeo  (n.  1887-),  poeta  vallisoletano  y 
médico,  ha  publicado  Versos  de  la  aurora,  1907. — Gabriel  A.  Romero 
Landa  publicó  Bl  Cronista  del  porvenir,  Palma,  1907.  La  Libérala, 
zarz.,  1911. — Antonio  Ros  publicó  El  Niño  de  la  trenza  lisa,  novela 
irágicómicotaurina,  Madrid,  1907. — Ramón  Ruilópez  publicó  Chita, 
aiov.,  Habana,  1907.  Elisa  del  Monte,  nov.,  Valencia  (191 1). — Manuel 
E.UIZ  Rodríguez,  de  Corralillo  (Cuba),  obispo  de  Pinar  del  Río  (Cu- 
ba), publicó  Cartas  pastorales  (30)  desde  1907.  Liras  y  estrofas  (con 
seud.  de  Lucas  del  Cigarral),  Habana,  1910.  Impresiones  de  un  viaje 
Á  Tierra  Santa,  1915.  Los  Tronos  de  Cristo,  1916. — Julio  Saavedra 
Molina^  chileno,  profesor  de  Francés,  publicó  Nuestro  idioma  patrio, 
Santiago,  1907.  Repeliendo  la  invasión  (del  castellano  de  España), 
1908.  R-eformemos  nuestra  enseñanza  secundaria,  1912.  De  la  reno- 
vación de  la  Gramática  castellana,  1914.  Enseñanza  cultural  de  idio- 
mas extranjeros,  1916. — José  Salarrullana  y  de  Dios  (n.  1867),  de 
Huesca,  catedrático  de  Historia  en  la  Universidad  de  Zaragoza,  pu- 
blicó Documentos  correspondientes  al  reinado  de  Sancho  Ramírez 
(t  I  d!e  S.  Juan  de  la  Peña),  Zaragoza,  1907. — José  Sánchez  Rojas 
(n.  1 885-),  de  Alba  de  Tormes,  doctor  en  Leyes,  publicó  A  propósito 
.de  los  exámenes,  Salamanca,  1907.  El  Problema  del  anarquismo,  Ma- 
drid, 1908.  Elogio  de  Sánchez  Ruano,  Barcelona,  1912.  B.  Croce,  Es- 
tética, trad.,  Madrid,  1912.  Las  Mujeres  de  Cervantes,  ibid.,  1915.  Sol 
•entre  nieblas,  Madirid,  1918.  Paisajes  españoles,  ibid.,  1918.  Sonetos 
y  canciones,  ibid.,  1918.  El  Crepúsculo  de  los  filósofos,  trad.  del  ital. 
Juan  Papini,  Valladolid,  1918.  Josué  Carducci,  La  Vida  es  sueño,  etc., 
trad.,  1918.  Castilla  y  Cataluña,  1919.  Paisajes  y  cosas  de  .Castilla, 
1919. — Ramón  Sánchez  Saráchaga  estrenó  El  Héroe  del  cortijo,  zar- 
zuela, Barcelona,  1907. — Felipe  Santana  Espino,  canario,  estrenó 
Rosa  canaria,  zarz.,  Albisu,  1907. — Antonio  Santero  publicó  Don 
Juan  de  Austria,  nov.  hist.,  Macírid  (1907). — Luis  Seco  de  Lucena 
publicó  Guia  práctica  y  artíst.  de  Granada,  ibid.,  1907,  1910.  Plano  de 
Granada  árabe,  1910.  Síntesis  y  glosario  de  la  historia  de  Granada, 
ibid.,  1916.  La  Alhambra,  1919. — Vicente  de  la  Serna  y  de  Maza£ 
publicó  Villa  Luz,  nov.,  Madrid,  1907. — V.  Serrano  Clavero  publicó 
Berzas  en  vinagre,  poesías,  Barcelona,  1907. — Rafael  Solís  estrenó 
La  Boda  de  la  Felipa,  saín,  (con  Ramón  Peris),  1907. — Julián  Sorel 
publicó  Cortesanas  célebres,  Barcelona,  1907,  2  vols. — Maximiliano 
G.  S0RIAN0  publicó  Yeclanertas,  poesías,  Madrid,  1907,  3.'  ed. — Juan 
Téllez  López  (f  1915),  militar,  publicó  De  espaldas  al  sol,  nov.,  Ma- 
-drid  (1907).  Vidas  sin  vida,  novela,  Madrid,  1915. — Gonzalo  Terra- 
DiLLOS  PÉREZ,  segoviano,  publicó  Predicar  con  el  ejemplo,  nov.  patrió- 
tica, Segovia,  1907;  Madrid,  1908. — R.  de  Torre  Isunza  publicó  La 
Eilosofía,  de  la  historia  y  el  regionalismo,  Madrid,  1907. — Francisco 
DE  Torres  Galeote  publicó  La  Mística  española  y  los  triunfos  del 
£ímor  de  Dios  de  fray  Juan  de  los  Angeles,  Sevilla,  1907. — Isidro  To- 
rres Y  Oriol  publicó  Bnrcelotva  histórica,  antigua  y  moderna,  ibid.. 


240  ÉPOCA   REGIONAL  Y   MODERNISTA   (1888-1907) 

1907. — Tomás  Trujillo  y  Roldan,  cubano,  publicó  Arbustos,  aisayo 
poético,  Cárdenas,  1907.  Hojas  secas,  poesías,  ibid.,  1911. — Ernesto 
TuRiNi,  argentino,  poeta  melancólico  y  lángi^ido;  discípulo,  al  pare- 
cer, de  D'Annunzio,  publicó  Líricas,  1907.  Anima,  1908. — Francisco 
DE  Ulacia,  vascongado,  publicó  Martinchu  ta  Matilde,  nov.,  Bilbao, 
1907.  El  Caudillo,  nov.  cubana,  ibid.,  1910.  Don  Fausto,  nov. — G.  U. 
Umphrey  publicó  Aragonese  Texts,  now  edited  for  the  first  time, 
1907  (en  Rcv.  Hisp.). — Daniel  Ureña,  costarriqueño,  publicó  Sombra 
y  tus,  pasatiempo  dram.,  1907,  María  del  Rosario,  dr.,  1907.  Los 
Huérfanos,  dr.,  1910. — ^Alejandro  Urrutia,  cordobés,  publicó  Ecos  del 
alma,  Valladolid,  1907.  El  Cantar  de  los  cantares.  Murcia,  1908.  Un 
libro,  prosa,  Córdoba,  1910.  Versos,  ibid.,  1915. — S.  Valentí  Cam» 
publicó  Premoniciones  y  reminiscencias,  Barcelona.  1907. — Ricardo 
Valero  estrenó  La  Heredad,  dr.  (1907). — Luis  Vallejo  estrenó  El 
Retrato  de  mi  marido,  jug.  (con  Ricardo  Valero),  1907. — Agustín 
Vedia,  argentino,  publicó  La  Constitución  argentina,  1907.  Martín 
García  y  la  jurisdicción  del  Plata,  1908. — Curro  Venenito  publicó 
Chascarrillos  andaluces,  Madrid,  1907.  Nuevos  chascarrillos  taurinos,. 
1910.  Chascarrillos  gitanos,  2  series,  1918. — Francisco  Vergara  Royo, 
director  de  El  Radical  de  Albacete  (1904),  estrenó  Ley  suprema,  boceto, 
Albacete,  1907.  La  Santerica,  cuento-novela,  Albacete,  1907. — F.  Vezi- 
NET,  francés,  publicó  Les  Maitres  du  román  espagnol  contemporain,  Pa- 
rís, 1907.  Moliere,  Florión  ct  la  littcr ature  espagnole,  ibid.,  1909. — Ange» 
LES  Vicente  García  de  Elormendi  (n.  1878-),  de  Murcia,  que  desde  los 
diez  estuvo  en  América,  hasta  1906,  publicó  Teresilla,  1907,  novela;  Los 
Bxiitres,  cuento,  1908;  Zezc,  1909,  novela;  Sombras,  1910,  cuentos.  Otros 
cuentos  y  artículos  en  varias  revistas. — Manuel  Vidal^  presbítero, 
residente  en  Vigo,  publicó  La  Salve  explicada,  Madrid,  1907.  Don 
Porrazo  ó  Mi  cubierto  de  plata,  á  guisa  de  novela  de  costumbres  ga- 
llegas, ibid.,  1909.  Antología  de  apólogos  castellanos  de  cien  escritores 
y  poetas  moralistas,  ibid.,  1910,  1912  (2.*  ed.).  Elena  de  Síbaris,  nov., 
1912.  La  Novela  del  trabajo,  ibid.,  1912,  Canciones  de  Navidad...  de  poe- 
tas castellanos  de  los  siglos  xv,  xvi  y  xvii,  1913. — Ramiro  Vieral  Du- 
ran publicó  Siluetas  de  las  personalidades  más  salientes  de  Galicia,  Vigo'i, 
1907. — Juan  Villarreal  estrenó  El  Músico  ambulante,  zarz.  (1907). — 
Manuel  Villarreal  y  Pérez  (n.  1885-),  sevillano,  auxiliar  en  la  Fa- 
cultad de  Letras  en  Madrid,  fundador  de  Vida  Española,  semanario 
católico,  publicó  El  Justicia  de  Aragón,  Sevilla,  1907.  Alonso  Sánchee, 
sus  viajes  y  embajadas,  Sevilla,  1907. — F.  de  Viu  estrenó  F'eria  de 
amor,  com.,  Guadalajara,  1907.  Las  Nubes,  com.,  Macírid,  1917. — 
Eufronio  Vizcarra,  venezolano,  publicó  Casos  históricos  y  tradicio- 
nes de  la  ciudad  de  Mizque,  Cochabamba,  1907. — J.  J.  Ylla  Moreno 
publicó  Rubíes  y  amatistas,  versos,  Montevideo,  1907. — Federico  de 
Zabala  y  Allende  publicó  El  Consulado  y  las  ordenanzas  de  Comer- 
cio de  Bilbao,  ibid.,  1907. — ^Manuel  M.  Zamora,  colombiano,  publicó 
Guia  de  la  Rep.  de  Colombia,  Bogotá,  1907. — José  María  Zeledón,. 
costarriqueño,  publicó  Musa  nueva,  cantos  de  vida,  1907. 


MempsiReissiq 


PÜKTAS  URUGUAYOS 


ESBOZO  DE  ÜN  ENSAYO  CRÍTICOHISTÓRICO 

DE   LA   LITERATURA  CASTELLANA 


Llegados  al  término  de  tan  largo  viaje  (}),  aunque  nos  hayamos 
reposado  y  detenido  por  cortos  momentos  cuando  pedían  aclara- 
ción los  cambios  evolutivos  de  la  historia  literaria,  mayormente  en 
la  introducción  de  cada  una  de  las  épocas,  que  son  como  las  jorna- 
das del  camino,  y  siempre  que  un  nuevo  género  literario  nacía 
y  se  ofrecía  á  nuestros  ojos,  importa  ahora  echar  una  ojeada,  como 
á  vista  de  pájaro,  á  lo  largo  de  toda  su  carrera.  Se  ha  dicho  que  la 
cronología  y  la  geografía  son  los  ojos  de  la  historia.  Con  esos  ojos 
hemos  de  echar  ahora  esa  ojeada  de  conjunto.  Los  tiempos  y  re- 
giones traen,  mudan,  matizan  y  caracterizan  los  grandes  aconte- 
cimientos históricos  de  la  literatura,  que  se  llaman  géneros  litera- 
rios, ó  sea  las  maneras  universales  de  la  expresión  literaria. 

Tócanos  aquí  señalar  ceñidamente  los  momentos  históricos  en 
que  el  espíritu  literario  de  la  raza  muestra  mayor  pujanza  ó  aba- 
timiento, las  aportaciones  extrañas  y  cómo  y  hasta  dónde  se  las 
apropia  nuestra  literatura,  á  la  par  que  su  fuerza  de  expansión  y 
de  influencia  en  ellas;  la  vivacidad,  duración  y  fecundidad  de  los 
diversos  géneros  y  escuelas  entre  nosotros ;  el  enlace  genético  de 
unos  con  otros ;  sus  orígenes,  nacimiento,  transformación  y  fene- 
cimiento ;  las  diferencias  regionales  que  los  autores  traen  al  arte 
de  escribir,  y  otros  puntos  que  nos  permitan  poner  en  claro  la  na- 
turaleza de  la  literatura  castellana,  su  unidad  y  diferenciaciones. 


(i)  Este  trabajo  se  escribió  para  el  final  de  toda  la  obra;  pero  pónese 
aquí,  por  haber  quedado  corto  el  tomo  presente  y  no  referirse  la  materia  a 
la  época  contemporánea  que  abarcará  el  tomo  siguiente,  sino  a  los  tomos 
ya  impresos  que  de  suyo  encierran  la  historia  definitiva. 

TOMO   xii. — 16 


242  ESBOZO    DE    UN    ENSAYO    CRITICOHISTÓRICO 

SUS  cualidades,  su  desenvolvimiento  y  su  valor  en  el  mundo  del 
arte  universal. 

A  tres  puntos  reduzco  este  esbozo,  que  con  mayor  prolijidad 
pudiera  dilatarse  y  desenvolverse  en  un  Ensayo  críticohistórico  de 
la  Literatura  castellana :  el  tiempo,  el  espacio,  los  géneros.  El  tiem- 
po abarca  la  evolución  literaria;  el  espacio  distingue  el  espíritu 
regional  de  cada  una  de  las  regiones  españolas  que  han  mostrado 
particular  carácter  literario;  los  géneros  diferencian  las  diversas 
maneras  de  expresión  de  nuestra  literatura. 


CAPITULO  I 

EL  TIEMPO  Ó  LA  EVOLUCIÓN  LITERARIA 

Por  cuatro  dilatadas  eras  corre  nuestra  historia  literaria  y 
nuestra  cultura,  que  pudieran  tenerse  por  otros  tantos  mundos  en 
que  ha  vivido  durante  los  siglos  que  cuenta.  El  mundo  romano,  el 
medioeval,  el  clásico  y  el  romántico.  El  mundo  romano  abarca 
siete  siglos  y  medio,  desde  medio  siglo  antes  de  la  era  cristiana, 
en  tiempo  de  Cicerón,  hasta  la  invasión  mahometana  (711);  el 
medioeval  comprende  siete  siglos  (viii-xiv),  hasta  los  comienzos 
del  XV;  el  clásico,  cuatro  (xv-xviii),  hasta  1830;  el  romántico, 
desde  1830  hasta  nuestros  días.  Cuatro  diferentes  maneras  de  vi- 
vir del  arte  literario,  cuatro  manifestaciones  artísticas  distínguen- 
se  en  estos  cuatro  mundos  y  échanse  al  punto  de  ver  á  la  primera 
mirada  general  sobre  el  curso  de  nuestra  historia  literaria,  for- 
mando, por  consiguiente,  su  primera  y  principal  división. 

La  literatura  española,  mientras  señorearon  los  romanos  en 
nuestra  Península,  es  literatura  romana,  por  el  habla  latina  en 
que  se  escribe,  por  el  espíritu  romano  que  la  alienta,  hasta  por  el 
lugar  donde  se  cultiva,  que  fué  la  misma  Roma.  Nada  sabemos  to- 
cante á  la  España  de  aquellos  tiempos  más  de  lo  que  los  romanos 
quisieron  decirnos,  y  siendo  su  intento  historiar  las  cosaá  romanas, 
acaecieran  en  España  ó  en  las  Gallas,  en  Italia  ó  en  Roma,  nos 
vemos  privados  de  los  conocimientos  de  la  verdadera  historia  de 
España,  de  su  privado  y  común  vivir,  de  su  popular  literatura, 
de  su  vulgar  idioma,  á  no  ser  en  cuanto  se  roza  con  las  cosas  ro- 
manas. De  la  España  no  romana,  de  la  nuestra,  de  los  españoles 
no  romanizados,  apenas  si  dejan  traslucir  los  escritores  romanos 
la  menor  noticia  que  no  sea  para  ilustrar  su  propia  historia.  La 


DE  LA  LITERATURA  CASTELLANA.  CAP,  I  2¿\3 

literatura  española  que  conocemos  de  aquella  época  no  puede  ser 
más  que  la  literatura  latina,  escrita  en  latín  y  con  espíritu  romano, 
por  algunos  españoles  romanizados  ó  italiotas  de  origen,  mejor 
dicho,  por  los  colonos  nacidos  en  España  mientras  vivieron  y  flo- 
recieron en  Roma.  Con  ser  romano  el  espíritu  de  tales  escritores, 
lleva,  sin  embargo,  no  poca  liga  del  mismo  metal  de  la  raza  espa- 
ñola, que  después  ha  de  brillar  en  los  escritores  castellanos.  Per- 
tenecen, por  consiguiente,  á  la  literatura  española,  ya  que  no  á  la 
castellana,  no  sólo  por  su  nacimiento,  sino  por  la  mitad  de  su  na- 
tural y  espíritu.  Y  no  es  corta  gloria  de  nuestra  nación  el  haber  so- 
brepujado á  todas  las  demás  del  imperio  en  el  número  y  calidad 
de  los  escritores  que  dio  á  la  literatura  latina.  Tras  la  época  de  oro 
(83  antes  de  Jesucristo — 16  después  de  Jesucristo),  en  la  que  bri- 
llan, más  que  los  romanos,  los  italiotas,  la  época  de  plata  (14-117 
después  de  Jesucristo),  que  comienza  con  el  reinado  de  Tiberio, 
está  toda  ella,  puede  decirse,  en  manos  de  españoles.  Errados 
anduvieron  Tiraboschi  y  otros  italianos  del  siglo  xviii_,  victo- 
TÍosamente  rechazados  por  los  nuestros,  al  afirmar  que  el  mal 
gusto  y  decadencia  literaria  debióse  en  Roma  á  los  escritores  es- 
pañoles. Con  los  aceros  de  su  temperamento,  su  vigoroso,  sin- 
cero y  recio  decir,  su  pensar  altamente  ético  y  educador,  fueron 
los  únicos  que  se  opusieron  á  la  afeminada  decadencia  que  trajo 
la  imitación  helénica,  alma  de  la  erudita  literatura  latina,  sin 
arraigo  alguno  nacional  y  nacida  en  la  época  decadente  y  pe- 
dantemente erudita  de  la  literatura  griega  de  los  tiempos  alejan- 
drinos. El  viril  desprecio  de  las  recitaciones  ó  falsa  oratoria,  que 
muestra  Séneca  el  retórico;  la  reciedumbre  estoica  en  el  pensar  y 
en  el  decir  de  aquel  gran  apóstol  de  toda  levantada  moral,  que  se 
llamó  Séneca  el  filósofo,  el  cual  está  cien  codos  sobre  todos  los  de- 
más moralistas  paganos,  incluso  el  padre  de  todos  y  corruptor  de 
menores,  Sócrates;  la  magistral  pedagogía  de  Quintiliano,  el  se- 
gundo Cicerón  en  latinidad ;  el  ático  y  realista  azote  de  Marcial ; 
la  cristianización  de  la  lírica  personificada  en  Prudencio,  la  enci- 
clopedia del  saber  romano  remansada  en  San  Isidoro,  para  no  citar 
más  que  las  altas  cumbres  de  la  literatura  latinohispana,  hubieran 
levantado  de  su  postración  á  la  caída  literatura  romana  si  humano 
medio  hubiera  podido  darse  para  hacer  revivir  lo  que  se  moría  por 
momentos,  por  no  tener  arraigo  en  el  pueblo  romano  y  ser  puro  re- 
medo de  un  arte  extraño  cultivado  en  las  estufas  de  los  eruditos. 
Es  mu]¿  de  notar  en  Séneca  el  retórico  el  menosprecio  que 
muestra  de  la  oratoria  de  salón  ó  recitaciones,  en  tiempos  en  que 
.sobresalían  retóricos  cortesanos  como  Votienus   Montanus,  el  de 

\ 


244  ESÜOZO    DE    UN    ENSAYO    CRÍTICOHISTÓRICO 

Narbona,  por  su  escolasticismo  en  los  discursos  que  echaba  en  las 
escuelas  de  retórica;  Mamercus  Scaurus,  exquisito  en  el  decir,  en 
el  vivir  de  malísima  fama;  Asinius  Gallus  y  Largius  Licinus,  que 
escribieron  un  Ciceromastix  tachando  á  Cicerón  de  impropiedad, 
desconsideración  y  otros  mil  defectos  de  estilo  y  lenguaje;  Domi- 
tius  Afer,  de  Nimes,  que  murió  de  un  entripado  en  el  mismo  ban- 
quete cuando  de  sus  dotes  oratorias,  venidas  á  menos,  se  le  reían 
ya  los  oyentes.  De  Séneca  el  filósofo  no  es  menos  de  recordar  que 
fué  el  primero,  entre  los  antiguos,  que  trató  á  sus  esclavos  como  á 
hombres,  mostrando  aquel  espíritu  democrático  y  de  igualdad  tan 
propio  de  nuestra  raza,  tan  ajena  siempre  á  la  división  de  castas 
y  clases  sociales.  Su  entereza,  hasta  morir  por  ella,  en  una  corte 
depravada  y  aduladora,  no  es  menos  de  nuestra  gente.  En  Mar- 
cial hallamos  al  bohemio  español  de  siempre,  al  picaro  que  vive  á 
la  que  salta,  y  que,  sin  embargo,  lleva  en  su  pecho  una  increíble 
ansia  de  justicia,  que  le  mueve  á  satirizar  la  corrompida  sociedad 
que  le  rodea.  La  seriedad  de  Quintiliano  y  su  sinceridad  pedagógi- 
ca y  oratoria  es  de  la  misma  cepa  que  la  de  Séneca  el  retórico.  No 
hay  duda:  los  escritores  hisponorromanos  se  distinguen  por  la  se- 
riedad y  la  sinceridad,  por  la  robustez  y  por  la  grandeza  ética  de 
sus  ideas,  y  esto  en  una  civilización  ficticia  y  de  mentirijillas,  vi- 
ciosa, gastada  y  decadente,  tanto  en  literatura  como  en  costumbres. 
Muerto  el  idioma  del  Lacio,  ó  transformado,  mejor  dicho,  en 
lenguas  románicas,  siguió,  con  todo  eso,  viviendo,  en  cierta  ma- 
nera, artificial  y  eruditamente,  hasta  nuestros  días,  avivándose,  so- 
bre todo,  en  España  desde  los  Reyes  Católicos  hasta  mediado  el 
siglo  XVII,  merced  al  Renacimiento.  De  esta  suerte,  la  literatura 
hispanolatina,  ya  cristianizada,  acompañó   siempre  á  la   literatura 
castellana,  yendo  á  par  de  ella  y  dando  obras  en  todo  tiempo.  Pero 
hay  que  tener  en  cuenta  que,  siendo  idioma  muerto  el  latín  para 
los  autores  que  lo  usaron  desde  la  época  arábiga,  como  lo  había 
sido  muy  de  atrás  para  el  pueblo,  sus  escritos  son  todos  obra  de 
eruditos,  y  su  latín  un  idioma  convencional,  que  se  alimenta  de  vo- 
ces y  construcciones  tomadas  del  vivo  romance.  Así  lo  vemos  de- 
caer con  la  cultura  ó  mejorarse  y  allegarse  más  al  verdadero  latín 
antiguo  según  van,  en  la  Edad  Media  bajando,  ó  subiendo  los  es- 
tudios clásicos  en  la  época  del  Renacimiento.  Las  obras  que  du- 
rante aquellas  épocas  se  escribieron  en  latín  no  podían  tener  la 
frescura  de  las  escrita-s  en  el  idioma  nativo,  y  ya.  nadie  se  acuerda 
de  ellas.  ¡  Cuántos  afanes  puestos  en  hacer  obras  artísticas  en  latín 
durante  el  Renacimiento  se  perdieron  para  la  literatura  castellana  f 
Por  el  contrario,  es  un  duelo  no  siguieran  escribiéndose  en  latín 


DE  LA  LITERATURA  CASTELLANA.  CAP.  I         245 

los  libros  científicos  de  filosofía  y  otras  disciplinas  técnicas,  que 
facilitaba  y  unificaba  la  ciencia  de  toda  la  cristiandad,  aberrándose 
el  tener  que  aprender,  como  hoy,  tantos  idiomas,  con  sólo  apren- 
der el  latín.  El  cultivo  de  este  idioma  fué,  por  otro  lado,  un  grave 
peso  que  embarazó  siempre  el  del  idioma  patrio.  Los  eruditos  hi- 
cieron siempre  mucho  daño  al  castellano.  Sin  esa  traba  tradicional 
se  hubiera  aquí  apreciado  nuestro  idioma  en  lo  que  vale  y  se  hu- 
biera llevado  toda  el  habla  del  pueblo  á  la  literatura,  como  en  Gre- 
cia se  llevó ;  pero  ni  la  mitad  del  idioma  popular  castellano  ha  sido 
todavía  aprovechada  por  los  escritores.  Veinte  siglos  de  vida  de 
nuestro  romance  castellano  no  han  bastado  para  que  llegásemos 
•del  todo  á  conocerlo :  han  sido  viente  siglos  de  lucha  con  el  latín, 
y  esta  es  la  fecha  que  todavía  no  ha  ganado  la  partida,  habiendo 
ayudado  al  latín  desde  el  siglo  xiii  en  esta  deshonrosa  lucha  el 
francés,  que  hoy  lleva  la  mejor  parte.  Persegmdo  por  el  latinismo  y 
por  el  galicismo,  el  romance  castizo  anda  en  los  libros  como  á  som- 
bra de  tejado.  Las  influencias  lingüísticas  extrañas  tengo  para  mí 
que  han  sido  para  nuestro  idioma  antes  nocivas  que  provechosas. 
Sólo  durante  el  reinado  de  Felipe  II  puede  decirse  que  el  idioma 
patrio  señoreó  vencedor  y  triunfante  en  la  literatura.  Para  la  vida 
de  un  idioma,  corto  espacio  fué,  y  no  pudo  llegar  á  la  literatura 
todo  su  inmenso  caudal.  El  Diccionario  del  castellano  verdadero  ó 
popular  está  todavía  por  recoger. 

La  savia  de  los  escritores  hispanolatinos  ha  corrido  por  los  más 
robustos  troncos  de  la  cultura  universal  y  ha  dado  ramas  de  escue- 
las y  hojas  admirablemente  escritas  en  todas  las  literaturas.  La 
filosofía  moral  de  Séneca  dio  robustez  ética  á  toda  la  literatura  es- 
pañola. La  colección  de  sentencias  que  corrían  debajo  de  su  nom- 
bre educó  nuestra  Edad  Media;  el  senequismo  comunicó  firmeza 
estoica  al,  de  suyo,  afeminado  Renacimiento;  encarnóse  en  Que- 
vedo  y  Gracián,  y  fuera  de  España  endureció  las  fibras  muscula- 
res de  toda  fuerte  filosofía.  El  arte  dramático  europeo  debió  á 
sus  tragedias  más  de  la  mitad  de  lo  que  creyeron  los  mismos  auto- 
res deber  al  teatro  griego.  La  sátira  epigramática  de  Marcial  fué 
la  maestra  de  los  epigramáticos  y  satíricos  posteriores.  La  retó- 
rica earopea  adeuda  á  Quintiliano  más  que  á  todos  lo?  demás  re- 
tóricos griegos  y  latinos  juntos.  La  himnodia  eclesiástica  y  sagra.- 
da  parte  de  Prudencio.  La  cultura  medioeval  europea,  y  más  la  es- 
pañola, mantúvose  de  las  migajas  caídas  de  la  espléndida  mesa 
que  le  puso  San  Isidoro  en  sus  Etimologías,  enciclopedia  del  saber 
humano  antiguo.  Orosio  llevó  á  la  historia  el  providencialismo,  y 
Gsio  redactó  el  Símbolo  de  Fe  del  más  trascendental  de  los  Con- 


246  ESBOZO    DE   UN    ENSAYO    CRÍTICOHISTÓRICO 

cilios,  el  de  Nicea.  Durante  los  siglos  vi  y  vii,  hundida  Europa 
por  los  bárbaros  en  noche  de  profunda  ignorancia,  los  Padres  de  la 
Iglesia  española  y  los  Concilios  toledanos  conservan  esplendorosa 
en  España  la  cultura  desaparecida  del  resto  de  Europa,  y  se  forja 
el  Fuero  Juzgo,  aconteciendo  de  nuevo  lo  que  se  vio  en  la  Roma 
vencedora  respecto  de  los  griegos  vencidos,  que  la  cultura  hispano- 
latina  de  los  vencidos  españoles  venció  y  amaestró  á  los  bárbaros 
vencedores  visigodos.  Cultivóse  la  jurisprudencia,  la  latina  poe- 
sía, la  oratoria,  la  historia,  las  ciencias,  la  teología,  la  liturgia,  los 
cánones,  la  hagiografía,  la  música,  la  exégesis  bíblica.  Con  todos 
estos  materiales,  esencialmente  católicos,  los  Padres  visigodos  fra- 
guaron en  los  Concilios  toledanos  la  unidad  religiosa  y  nacional  de 
visigodos,  romanos  y  españoles,  unidad  y  atadero  que  la  Providen- 
cia apretaba  á  tiempo,  porque  había  de  ser,  á  poco,  el  baluarte  de  la 
nación  contra  los  embates  de  la  morisma  y  el  ariete  que  había  de 
volverla  a  echar  de  la  patria  tras  ocho  siglos  de  reconquista  glo- 
riosa. De  aquí  que  el  nombre  de  godo  quedase  después  como  sím- 
bolo, en  España,  de  aristocracia  y  nobleza  de  linaje,  porque  en 
aquella  era  se  echaron  los  cimientos  de  la  unidad  nacional,  de  la 
reconquista  y  de  los  reinos  de  España. 

Ocurre  ahora  preguntarse  por  qué  fué  la  Península  el  rincón 
de  todo  el  imperio  romano  donde  se  refugió  y  conservó  la  cul- 
tura latina  después  de  la  invasión  de  los  bárbaros,  durante  los  si- 
glos VI  y  VII,  hundida  tan  sólo  por  las  hordas  mahometanas  el  año- 
711,  como  había  sido  hundida  en  el  resto  de  Europa  dos  siglos  an- 
tes. No  ha  de  atribuirse  á  los  visigodos,  tan  bárbaros  como  los  de- 
más devastadores  del  imperio,  y  que  si  es  cierto  contribuyeron 
algo  al  dejar  la  herejía  arriana  con  el  bautismo  de  Recaredo,  fué 
tan  sólo  por  haberse  así  sometido  á  la  Iglesia  católica,  siendo  lo? 
Concilios  toledanos  la  fragua  de  donde  salió  la  unidad  nacional  y 
el  esplendor  de  los  mismos  reyes,  y  los  grandes  prelados  hispano- 
latinos  los  verdaderos  autores  de  todo.  Tampoco  ha  de  atribuírse^ 
á  la  posición  geográfica  de  España,  ya  que  á  ella  vinieron  tantas 
naciones  de  bárbaros  como  á  la  que  más  y  sirvió  de  puente  para 
pasar  no  pocos  de  ellos  á  la  vecina  África.  La  causa  verdadera  creo 
yo  que  fué  el  haber  sido  España  la  región  del  imperio  donde  más 
hondas  raíces  había  echado  la  cultura  latina.  Nuestra  Península 
había  sido  para  los  antiguos  fenicios  y  griegos  la  Jauja,  las  tierras 
últimas  y  lejanas  del  oro  y  de  la  plata,  algo  así  como  las  Indias  de 
la  antigüedad;  para  los  romanos  fué  la  niña  mimada.  Baste  re- 
cordar que  habiendo  sido  la  primera,  fuera  de  Italia  y  Córcega^ 
que  atrajo  las  miradas  de  Roma,  merced  á  su  riqueza  minera,  tan 


DE  LA  LITERATURA  CASTELLANA.  CAP.   I  247 

codiciada  por  celtas,  griegos,  fenicios  y  cartagineses,  y  habiendo 
sido  campo  de  lucha  con  estos  últimos  para  la  dominación  del 
mundo,  habiendo  poblado  las  ricas  riberas  del  Betis  y  del  Ebro  lo 
más  granado  de  los  colonizadores  italiotas,  que  desenvolvieron  allí 
la  agricultura  con  el  cariño  que  muestra  nuestro  Columela,  bri- 
llaron sus  ciudades  como  las  más  famosas  de  las  antiguas  de 
Oriente:  Gades,  Osea,  Hispalis,  Cartago  Nova,  Tarraco,  Calagu- 
rris,  Emérita  Augusta,  Caesar  Augusta,  Juliobriga  y  Corduba.  Las 
escuelas  de  Corduba  y  Osea  hiciéronse  famosas;  Balbo  fué  el  pri- 
mer bárbaro  que  logró  el  consulado ;  su  sobrino,  del  mismo  nom- 
bre, el  primer  bárbaro  que  alcanzó  el  triunfo.  Trajano,  el  primer 
bárbaro  que  llegó  á  emperador  romano.  De  este  modo  se  explica 
que  España  diera  á  Roma  la  mayor  parte  de  sus  más  grandes  em- 
peradores y  los  más  celebrados  escritores  del  imperio.  Si  durante  él 
fué  España  la  provincia  más  culta,  no  es  mucho  siguiera  siéndolo 
tras  la  venida  de  los  bárbaros  y  que,  si  antes  la  cultura  gentil  ro- 
mana había  alcanzado  en  la  Península  sus  más  gloriosos  timbres, 
los  alcanzara  después  de  hecha  cristiana,  venciendo  á  los  mismos 
bárbaros  vencedores.  Lo  que  para  Roma  pesaba  y  valía  España 
colígese,  entre  otros  muchos,  de  aquel  acontecimiento,  al  parecer 
extraño,  que  cuentan  los  historiadores  de  César.  Dicen  que  some- 
tida Roma  é  Italia,  cuando  el  grueso  de  sus  enemigos  se  hacía 
fuerte  en  Macedonia,  adonde  parece  natural  se  dirigiera  César  con 
sus  legiones  para  dar  el  golpe  mortal  á  sus  adversarios,  no  lo  hizo, 
sin  embargo ;  antes,  volviendo  los  ojos  á  España,  pesó  más  en  su 
estima  de  gran  estratega  y  político  la  sumisión  de  nuestra  Penín- 
sula que  la  del  resto  de  la  república  teda  entera.  Y  es  que,  si  geo- 
gráficamente España  era  el  extremo  de  los  dominios  romanos,  de 
hecho  y  moralmente  fué  siempre  el  eje  de  la  política  romana,  el 
almacén  de  su  riqueza  y  el  centro  de  su  cultura.  La  arquitectura, 
que  suele  ir  siempre  del  brazo  de  ella,  dejó  en  España  los  más 
grandiosos  monumentos  romanos ;  á  España  se  acogió  Sertorio 
para  hacer  frente  á  Roma ;  Numancia  tuvo  en  jaque  á  sus  más 
celebrados  generales ;  en  España  se  decidió  la  suerte  de  Roma 
en  las  ocasiones  más  criticas :  en  las  guerras  contra  Cartago,  en  la 
de  los  hijos  de  Pompeyo,  en  las  de  Cantabria,  último  triunfo  del 
pacificador  Augusto.  España  fué  la  primera  provincia  cuya  con- 
quista Roma  emprendió  y  la  última  que  acabó  de  conquistar.  Es- 
paña, la  región  más  querida  de  los  romanos,  la  más  culta,  hubo  de 
conservar  su  civilización  después  de  la  entrada  de  los  bárbaros  y 
del  hundimiento  del  poderío  romano,  siendo  la  última  en  caer, 
como  había  sido  la  primera  en  alzar  su  grandeza. 


248  ESBOZO    DE    UN    ENSAYO    CRÍTICOHISTÓRICO 

Fecha  aciaga  la  del  año  711,  que  pasan  á  España  las  hordas 
arábigoaf  ricanas,  arrasan  ciudades,  yerman  campos  y  apagan  aque- 
lla esplendorosa  civilización  romana,  retraída  de  todo  el  Imperio 
en  nuestra  Patria.  Entonces  sí  que  acaba  de  cerrarse  y  encapo- 
tarse el  cielo  y  se  echan  las  nieblas  espesas  de  la  Edad  Media  sobre 
toda  Europa.  Puede  la  Edad  Media  partirse  en  dos  períodos.  En 
el  primero  (siglos  viii-xi)  brillan  apenas,  á  medio  apagar,  durante 
cuatro  siglos  mortales,  algunas  temblonas  lucecillas  de  la  cultura 
romana,  conservada  entre  las  cenizas  de  aquellas  ruinas  y  rudos 
tiempos,  á  pesar  de  la  devastación  con  que  los  africanos  habían 
pisoteado  y  arrasado  el  suelo  de  la  Patria.  En  monasterios  é  igle- 
sias es  donde  se  conservó  el  menguado  rescoldo.  Hay  un  Liber 
glossarum  de  hacia  el  año  750  y  una  Crónica,  anónima,  antes  atri- 
buida al  Pacensis  ó  Isidoro  de  Beja,  del  año  754.  Elipando  renue- 
va la  herejía  de  Nestorio  y  le  refutan  San  Beato  de  Liébana  y 
Etherio.  Escribe,  además,  el  primero  un  famoso  comentario  ai 
Apocalipsis,  con  el  primer  mapa  conocido  del  mundo. 

Suena  en  la  corte  de  Cario  Magno  el  nombre  del  español  Teo- 
dulfo  como  único  poeta  de  ella,  nombrado  Alissus  dominicus  y 
consejero  del  Emperador  (798) ;  en  el  Sínodo  de  París  (849),  el 
del  aragonés  Prudencio  Galindo,  obispo  de  Troyes,  con  su  tratado 
sobre  la  predestinación ;  en  Turín,  el  del  obispo  Claudio,  discípulo 
de  Félix  de  Urgel,  que  escribe  poesías  hacia  871.  También  las 
hace  (871)  Romano,  prior  del  monasterio  de  San  Millán.  Redactan 
sus  cronicones  Sebastián,  obispo  de  Salamanca  (866)  'y  el  monje 
anónimo  de  Albelda  (883)  y  su  continuador  Vigila  (976).  San  ^'a- 
lerio.  abad  del  Vierzo,  escribe  á  fines  del  siglo  ix  algunos  tratados 
eclesiásticos.  Es  cuanto  pudo  hacerse  entre  cristianos  en  los  dos 
primeros  siglos  de  la  Reconquista,  cuando,  recogidos  los  más  en  las 
montañas  de  Asturias  y  Aragón  y  convertidos  en  guerreros,  des- 
aparecidas, con  el  desastre  de  Guadalete,  las  diferencias  sociales, 
nace  la  nueva  nacionalidad  española,  guerrera  y  democrática,  libre 
é  igualitaria,  con  sus  adalides  y  campeones,  que  serán  troncos  de 
la  monarquía  y  de  la  nobleza,  con  sus  municipios,  defendidos  por 
fueros  y  cartaspaeblas.  Los  cristianos  sometidos,  llamados  mozá- 
rabes; antes  de  desaparecer,  martirizados,  en  odio  de  la  Fe,  por 
los  Califas  de  Córdoba,  dan  el  último  destello  de  la  cultura  latino- 
hispana  isidoriana,  señalándose  el  abad  Esperaindeo,  San  Eulogio, 
Paulo  Alvaro  y  el  abad  Samson.  En  la  cultura  arábigohispana  se- 
ñálanse  los  mozárabes  entre  los  más  ilustres  escritores,  pudiendo 
además,  asegurarse  que  ella  fué  la  que  despertó  y  dio  más  á  la 
arábiga  de  la  Península  que  no  la  arábiga  á  la  española.  Por  se- 


DE  LA  LITERATURA  CASTELLANA.  CAP.  I         249 

gunda  vez,  como  en  tiempo  de  los  godos,  los  vencidos  vencieron 
culturalmente  á  los   militarmente  vencedores. 

En  el  siglo  x  suenan  el  notario  real  de  León  Sampiro,  por  su 
Chronicon  (982) ;  Josef  el  Español,  por  su  tratado ;  Salvo,  abad  de 
Albelda,  por  sus  himnos  latinos,  y  Vigila,  del  mismo  monasterio, 
por  su  famoso  Códice.  En  el  siglo  xi,  Oliva,  abad  de  Ripoll ;  el 
presbítero  Juliano,  de  Alcalá,  y  Grimaldo,  monje  de  Silos.  Tal 
es  la  menguada  labor  de  cuatro  siglos.  El  rudo  y  continuo  batallar 
contra  la  morisma  no  daba  lugar  á  más  altas  empresas  de  cultura, 
si  más  alta  puede  imaginarse  que  la  de  reconquistar  palmo  á  palmo 
el  suelo  patrio  y  echar,  con  la  acción,  las  zanjas  de  la  nueva  Es- 
paña. Los  primeros  invasores,  africanos  incultos,  nada  pudieron 
traer  á  la  civilización  española,  ni  entre  los  estragos  y  odios  de  la 
guerra  podía  haber  comunicación  posible  entre  ellos  y  los  cristia- 
nos. Los  califas  de  Córdoba  llamaron  á  su  corte  á  cuantos  sabios 
y  hombres  de  valer  habían  recopilado  en  Oriente,  en  Damasco, 
Bagdad,  el  Cairo  y  Kairuan  los  despojos  de  la  India  y  de  Bi- 
zancio,  formando  con  ellos  la  ciencia  arábiga,  ciencia  de  segunda 
mano,  con  la  que  los  príncipes  Abasidas,  Abu-Djafar-Mansur, 
fundador  de  Bagdad ;  Arum-al-Rachid  y  Abdalah-al-Mamun  qui- 
sieron adornar  sus  cortes  y  suavizar  la  barbarie  mahometana  de 
Mahoma  y  sus  primeros  califas.  Aristóteles  y  Platón,  Sócrates  y 
Pitágoras,  Euclides  y  Tolomeo,  pasaron  al  árabe,  y  no  menos  por 
la  Persia  los  apólogos  de  la  India,  como  pasaron  á  las  mezquitas 
y  demás  edificios  arábigos  las  columnas  y  demás  elementos  de  la 
arquitectura  romana  y  bizantina.  Obra  de  amalgama  fueron  todas 
las  ciencias  y  artes,  entre  los  hijos  del  desierto  en  Oriente  y  en 
España,  adonde  de  Oriente  vinieron  durante  el  Califato  cordobés. 
Abder-Rahman,  que  las  trajo  con  los  mismos  fines  que  las  esti- 
mularon los  Abasidas  en  Bagdad,  receloso  de  que  los  mozárabes 
ayudasen  al  rey  Alfonso  el  Católico  en  sus  gloriosas  expediciones, 
atóles  corto  y  persiguióles  con  crueles  medidas  y  martirios.  En- 
conada la  lucha  más  y  más  entre  moros  y  cristianos,  ninguna  in- 
fluencia tuvo  entre  los  españoles  por  entonces  aquella  breve  y  fu- 
gaz cultura,  tan  brillante  en  la  superficie  como  vacía  de  carácter 
propio,  formada  de  elementos  allegadizos  y  medianamente  dige- 
ridos; su  influjo  se  sentirá  más  tarde,  al  juntarse  moros  y  mude- 
jares, judíos  y  cristianos,  en  Toledo,  ya  conquistada  por  nuestros 
Reyes. 

Efectivamente,  el  segundo  período  medioeval  viene  cabalmente 
de  este  acontecimiento  y  comunicación,  comenzando  por  la  cultura 
española  con  la  toma  de  Toledo  (1085)  por  Alfonso  VI  y  el  esta- 


2  5o  ESBOZO    DE   UN    ENSAYO    CRÍTICOHISTÓRICO 

blecimiento  del  Colegio  de  traductores  en  tiempo  de  Alfonso  VIL 
Si  con  el  primero  de  estos  Reyes  (1073-1109),  siendo  arzobispo  de 
Toledo  don  Bernardo,  cluniacense  francés,  los  monjes  de  Cluni 
despiertan  la  cultura  latinoeclesiástica,  con  el  segundo  (1126-1157), 
siendo  arzobispo  de  Toledo,  esta  vez  español,  don  Raimundo,  los 
sabios  musulmanes  y  hebreos,  acogidos  á  aquella  ciudad  en  la  per- 
secución almohade,  injertan  en  la  cultura  latina  la  semítica,  sobre 
todo  la  arábiga,  depositarla  del  saber  griego  y  del  saber  indiano. 
La  ciencia  arábiga  fué  toda  prestada  de  Grecia  y  de  la  India.  Los 
árabes,  en  los  tiempos  de  su  mayor  esplendor,  los  de  más  oscura 
barbarie  para  Europa,  fueron  como  depositarios  de  la  ciencia  an- 
tigua, clásica  y  ariana.  Toledo,  con  su  Escuela  de  traductores, 
fué  el  conducto  por  donde  aquella  ciencia  pasó  á  Europa,  tradu- 
cida primero  al  latín,  después  al  romance  castellano.  Los  hombres 
más  entendidos  de  Occidente  sacaron  de  allí  cuanto  después  se 
supo  del  saber  griego  é  indiano,  hasta  que  el  Renacimiento  acudió 
derechamente  á  las  fuentes  clásicas,  romanas  primero,  luego  he- 
lénicas. 

En  Toledo  se  empolló,  por  consiguiente,  la  cultura  española  y 
europea.  Alberto  Magno  y  Santo  Tomás,  fundadores  de  la  Esco- 
lástica, conocieron  á  Aristóteles  por  el  español  Averroes.  La  as- 
tronomía pasó  de  los  árabes  al  latín,  y  con  Alfonso  el  Sabio  ql 
castellano.  En  literatura,  la  didáctica  fué  la  primera  en  ser  cul- 
tivada, llegando  de  Oriente,  primero  al  latín,  mediante  el  judío 
converso  (1106)  Pedro  Alfonso,  después  al  castellano  por  la  tra- 
ducción de  obras  morales,  traídas  en  arábigo  desde  la  India,  en  la 
forma  de  apólogos,  cuentos  y  sentencias,  tradicionales  en  aquella 
parte  del  Asia. 

El  estímulo  vino,  por  consiguiente,  de  Francia  con  los  clunia- 
censes ;  la  materia  científica,  de  Oriente,  con  los  árabes  y  judíos. 
De  esta  manera  se  juntaron  en  Toledo  las  dos  grandes  corrientes 
científicas,  oriental  y  occidental,  durante  los  reinados  de  Alfon- 
so VI,  Alfonso  VII,  Alfonso  VIII,  hasta  el  siglo  xii;  después, 
en  los  reinados  Fernando  III  y  Alfonso  X,  en  el  siglo  xiii.  Los 
cronicones  y  crónicas  toman  más  amplio  vuelo  en  latín,  hasta  que 
el  Rey  Sabio  escribe  en  romance  la  Crónica  general,  que  irá  refun- 
diéndose é  imitándose,  y  hasta  que  el  Renacimiento  la  convierta 
en  historia.  En  la  primera  mitad  del  siglo  xiii,  bajo  los  auspicios 
de  San  Fernando  (1230-1252)  y  de  don  Jaime  el  Conquistador 
(1213-1276),  comienza  á  emplearse  el  castellano  en  la  especulación 
científicojurídicoliteraria,  tanto  en  Castilla  como  en  Aragón,  antes 
que  en  ninguna  otra  lengua  románica ;  pero  acaso  ya  á  fines  del  si- 


DE  LA  LITERATUILrK  CASTELLANA.  CAP.   I  25 1 

glo  XII  se  escribió  por  primera  vez  la  epopeya  popular  castellana, - 
naciendo  asi  á  la  par  el  habla  literaria  y  la  literatura  castellana 
erudita,  ya  que  la  literatura  castellana  no  escrita  y  el  idioma  cas- 
tellano hablado  y  sin  llegarse  á  escribir,  son  dos  cosas  harto  más 
viejas,  nacidas  al  choque  del  latín  con  el  habla  indígena  de  Es- 
paña, llamada  Euskera.  El  estímulo  venía  no  menos  aquí  de  Fran- 
cia, con  la  literatura  épica  francesa;  la  materia  tomóse  del  pueblo 
castellano,  cuanto  al  asunto  épico;  la  forma,  ó  sea  el  idioma,  to- 
móse no  menos  del  pueblo ;  cuanto  á  la  métrica,  quiso  el  autor  de 
Mió  Cid  emplear  el  alejandrino  francés,  y  mezcló  mucho  pie  de 
romance  popular.  El  mismo  influjo  francés  se  nota  en  el  mester 
de  clerezia,  cuanto  al  metro  de  la  cuaderna  vía ;  el  asunto,  en  cam- 
bio, tomóse  de  los  libros  latinos  eclesiásticos,  y  mediante  ellos  se 
trataron  otros  de  la  clásica  antigüedad,  como  de  Alejandro  y  Apo- 
lonio.  El  Auto  de  los  Reyes  Magos  está  tomado  de  la  liturgia  fran-- 
cesa. 

La  literatura  castellana  erudita  nace,  por  consiguiente,  bajo 
dos  influencias :  la  eclesiástica,  que  traen  los  cluniacen^es  france- 
ses, y  la  semítica  é  indiana,  que  traen  árabes  y  judíos.  La  semítica 
sólo  influyó  en  los  asuntos,  dio  libros  que  traducir  y  nada  más ;  no 
tocó  á  la  forma,  por  lo  desemejante  que  era  el  idioma  castellano 
y  su  métrica  respecto  de  los  idiomas  semíticos  y  su  poesía.  Al 
revés,  la  eclesiástica  francesa  influyó  en  la  forma  métrica ;  los 
asuntos  de  los  libros  eclesiásticos  eran  de  todo  el  Occidente  de 
Europa,  y  la  materia  épica  estaba  en  los  cantares  populares.  Los 
escritores  fueron  ó  clérigos  ó  grandes  príncipes  y  reyes,  por  ser 
unos  y  otros  los  que  únicamente  sabían  escribir  y  ^eér.  Tal  es  la 
literatura  erudita,  nacida  en  esta  época.  A  par  de  ella  y  más  por  lo 
bajo,  corre  la  literatura  popular  no  escrita,  consistente  en  refranes, 
cantares  líricos  y  en  romances  épicos ;  pero,  como  no  se  es- 
cribe, tan  sólo  se  trasluce  por  su  influencia  en  la  literatura  escrita. 
De  igual  manera  el  idioma  vulgar  se  trasparenta  en  el  lenguaje  li- 
terario, que  se  allega  más  al  latín  eclesiástico,  sabido  por  los  eru- 
ditos que  lo  escriben.  Nótase  harto  la  lucha  entablada  entre  el 
pueblo  castellano,  criado  en  la  independencia  de  la  guerra,  y  la 
corte,  afrancesada  por  el  poderío  del  monasterio  de  Cluni.  Escul- 
pida quedó  aquella  lucha  en  el  refrán :  O  quieren  reys  allá  van  Icys, 
El  rito  mozárabe  mudóse  por  el  romano ;  la  escritura  isidoriana  ó 
gótica,  por  la  francesa.  Abadías,  monasterios,  todo  quedó  á  merced 
de  los  cluniacenses,  que  señoreaban  la  corte.  En  estas  circunstan- 
cias nació  la  literatura  castellana  en  Toledo,  á  estímulo  de  los  clu- 
niacenses galos.  A  los  eruditos,  hombres  de  corte,  los  primeros  que 


252  ESBOZO    DE   UN    ENSAYO    CRÍTICOHISTÓRICO 

■  escribieron  en  castellano,  podemos,  pues,  llamarlos  afrancesados, 
como  á  los  literatos  del  siglo  xviii.  De  ellos  fué,  sin  duda,  el  que 
por  primera  vez  quiso  escribir  en  castellano  el  Cantar  de  Mió  Cid ; 
de  ellos  el  que  compuso  el  Cantar  de  Roncesvalles,  y  si  otros  hubo 
que  escribieran  otros  poemas  hoy  perdidos.  Tales  asuntos  épicos 
andaban  en  trozos  y  romances  no  escritos,  cantados  por  juglares, 
entre  las  gentes  del  pueblo.  Su  espíritu  era  netamente  castellano,  de- 
mocrático, independiente.  Ensalzábase  á  los  adalides  populares  de  la 
Reconquista,  dejando  en  la  sombra  á  los  Reyes;  y,  con  todo  el  acata- 
•miento  y  lealtad  que  por  ellos  mostraban  adalides  y  pueblo,  bien 
se  trasparenta  el  que  se  les  considera  como  interesados  y  algo  con- 
trarios á  las  libertades  populares.  Tal  era  el  espíritu  de  la  admi- 
rable epopeya  castellana,  popular  y  no  escrita,  que  pasó  prosificada 
á  la  Crónica  general,  y  afrancesada  en  metro  al  Cantar  de  Mió 
Cid,  á  pesar  de  ser  erudito  y  af  ancesado,  digamos,  su  autor.  Pero 
tenía  que  escribir  conforme  á  la  moda  francesa,  que  privaba,  en 
•  el  metro  francés  alejandrino,  y  el  Cantar  resultó  híbrido:  en  la 
ínateria  y  espíritu  castizamente  castellano ;  en  el  metro,  francés. 
Los  clérigos  que  cultivaron  el  saber  eclesiástico  rindieron  parias 
igualmente  á  la  moda  francesa  en  el  metro,  y  tales  son  1^  obras 
de  Berceo  y  demás  escritores  del  mester  de  cleresia;  esto  es,  de 
Tos  escritores  eruditos  ó  clérigos,  en  oposición  á  los  Jugíares  que 
seguían  cantando  sus  romances.  El  influjo  cluniacense,  francés, 
eclesiástico  y  erudito,  si  nos  trajo  el  nacimiento  de  la  literatura 
erudita,  fué,  en  cambio,  causa  de  que  se  menospreciase  la  litera- 
tura popular,  de  tan  contrario  espíritu.  Sin  semejante  influencia 
francesa,  acaso  la  literatura,  al  nacer,  hubiera  brotado  toda  en- 
tera de  la  popular,  en  asuntos,  espíritu  y  metro,  y  hoy  conserva- 
ríamos los  tesoros  épicos  que  se  perdieron  por  no  haberlos  copia- 
do los  eruditos  afrancesados.  Era,  sin  embargo,  tan  grande  la  pu- 
janza de  aquella  popular  epopeya,  que  se  impuso  al  autor  de  Mió 
Cid,  y  dejó  en  la  Crónica  general  sus  más  briosas  y  valientes  pin- 
celadas. Tal  fué,  en  el  primer  nacimiento  de  nuestra  literatura,  el 
primer  encuentro  entre  los  eternos  contrarios  del  campo  literario, 
e4  espíritu  popular  y  el  erudito,  venciendo  éste  aquella  vez.  Sólo 
cuando  se  concierten  en  el  reinado  de  los  Reyes  Católicos  y  en  el 
de  Felipe  II,  será  grande  y  original  la  literatura  castellana.  Con 
todo,  el  espíritu  popular,  criado  en  la  Reconquista,  fué  tan  fuerte, 
que,  aun  vencido  por  el  erudito,  caracterizó  nuestra  literatura,  más 
en  España  que  en  ninguna  otra  nación.  Es  nota  propia  de  nuestra 
literatura,  efectivamete,  desde  su  nacimiento,  la  nota  popular, 
como  lo  es  de  nuestra  raza  la  nota  de  democrática  independencia 


DE  LA  LITERATUR.\  CASTELLANA.  CAP.   I  253- 

en  medio  del  feudalismo  europeo.  Ello  débese  á  las  condiciones  de^ 
igualdad  é  independencia  con  que  se  formó  la  nacionalidad  espa- 
ñola por  el  pueblo,  anegadas  i&s  clases  sociales  visigóticas  en  las 
aguas  del  Guadalete.   Aquel  al  parecer  triste  desastre  fué  origen" 
venturoso  del  natural  español,  fraguado  durante  la  Reconquista. 
Alfonso  X  (1252-1284)  es  el  principal  escritor  erudito  que  apro-- 
vecha  todas  las  corrientes  científicoliterarias  y  escribe  ó  hace  escri- 
bir de  todo,  prosa  y  verso,  filosofía,  ciencia,  historia,  leyes.  Su  cor- 
te es  la  más  culta  y  sabia  de  la  Edad  Media.  Las  Partidas,  la  Cró- 
nica general,   los  Libros  del  saber  de  astronomía.   Las   Cantigas, 
obras  son  que  ni  antes  ni  después,  hasta  el  Renacimiento,  tienem 
par  ni  semejante  en  España. 

Berceo,  del  mismo  siglo  xiii^  es  el  poeta  del  mester  de  clerezia 
por  excelencia;  el  príncipe  don  Juan  Manuel  y  el  canciller  Pero. 
López  de  Ayala,  entrambos  de  la  primera  y  de  la  segunda  mitad 
del  siglo  XIV,  los  más  cultos  prosadores.  La  influencia  francesa 
quedó  casi  reducida  al  verso  alejandrino,  y  perdió  mucho  terreno 
ya  en  el  siglo  xm^  ganándolo,  en  cambio,  la  influencia  popular  en. 
el  sin  par  Juan  Ruiz,  en  el  Poema  de  Alfonso  Onceno,  en  el  Cantar 
de  Rodrigo,  en  el  Rabí  Sem  Tob,  en  las  obras  históricas  de  Fer- 
nando Sánchez  de  Tovar. 

Resumiendo :  desde  la  toma  de  Toledo  (1085),  en  el  siglo  xi. 
júntase  en  aquella  ciudad  la  cultura  oriental  de  árabes  y  judíos 
con  la  eclesiástica  occidental  de  los  cluniacenses  franceses.  Aqué- 
llos traen  la  ciencia  y  la  filosofía  de  Grecia  y  el  apólogo  de  la  In- 
dia; éstos  dan  origen  á  la  literatura  castellana  escrita,  que  nace  de 
la  epopeya  popular  y  de  la  métrica  francesa.  En  el  siglo  xiii  se~ 
escriben    en    castellano  las  leyes,  los  fueros,  los  documentos;    se" 
vierten  los  libros  arábigos  de  ciencia  y  filosofía  griegas  y  los  libros 
arábigos  de  apólogos  y  sentencias  de  la  India.  Alfonso  el  Sabio,. 
que  hace  traducir  todas  estas  obras,  escribe  otras  originales,   en 
prosa  y  verso,  todavía  de  mayor  valer  y  alcance.  Por  la  influencia 
francesa,  nace,  además,  el  méster  de  clerezia,  en  el  que  sobresale - 
Berceo.  En  el  siglo  xiv  varios  ingenios  cultivan,  sobre  todo,  la  li- 
teratura didáctica,  y  descuella  como  genial  poeta  el  inmenso  Ar-- 
cipreste  de  Hita. 

Alguna  mayor  aclaración  pide  la  lírica  escrita  en  gallego  por" 
Alfonso  X  en  su  libro  de  Las  Cantigas,  y  por  otros  eruditos  cor- 
tesanos desde  los  tiempos  de  su  padre  San  Fernando.  Si  la  épica 
castellana  llegó  á  escribirse  merced  al  influjo  francés,  que  entra  en- 
España  con  los  cluniacenses  y  con  los  romeros  de  Santiago,  la-, 
lírica  se  escribió  merced  al  influjo  de  los  trovadores  provenzales- 


254  ESBOZO    DE    UN    ENSAYO    CRÍTICOHISTÓRICO 

•  que  asistieron  á  las  cortes  de  entrambos  Reyes.  Pero  si  ellos  echa- 
ron las  semillas,  la  granazón  vino  por  Galicia  y  Portugal,  de  la 
corte  del  rey  don  Diniz,  donde  se  cultivó  á  la  par  la  lírica  pro- 
venzal  y  la  popular  gallega,  entrambas  en  el  á  la  sazón  único  idio- 
ma del  Noroeste,  el  galaicoportugués.  Por  eso,  en  las  cortes  de 
San  Fernando  y  Alfonso  X  sólo  se  escribió  la  lirica  en  el  mismo 
idioma,  no  llevándose  á  la  literatura  escrita  la  lírica  popular  cas- 
tellana, que  corría,  sin  duda,  en  labios  del  pueblo  no  menos  que 
los  romances  ó  cantares  de  la  epopeya.  La  lírica  propiamente 
castellana  no  nace  á  la  literatura  hasta  que  la  escribe  el  Arcipreste 
de  Hita,  imitándole,  á  fines  del  siglo  xiv,  el  canciller  Ayala,  y 
hasta  que  empiezan  á  cantar  los  más  viejos  poetas  del  Cancionero 
de  Bacna.  Esta  lírica  popular  es  sagrada  y  profana  en  aquellos 
dos  poetas ;  en  los  del  Cancionero,  la  profana,  la  más  común,  tiene 
mucho  más  de  erudita,  salvo  cuando  es  satírica  y  maleante  entre 
juglares  venidos  del  pueblo.  Sobre  todo,  entre  los  cortesanos  es 
erudita  y  cortesana,  distinguiéndose  como  más  antiguas  las  influen- 
cias provenzal  y  gallega,  y  como  más  modernas  las  italianas,  pri- 
mero la  del  amor  conceptuoso  petrarquista,  después  la  alegórica 
dantesca.  El  elemento  puran-kente  castizo  en  toda  esta  lírica  es  la 
métrica,  por  haber  venido  de  Galicia  ya  desde  las  Cantigas,  y  ser 
la  métrica  galaicoportuguesa  la  misma  que  la  de  Castilla,  la  que 
el  canciller  Ayala  llamaba  versetes,  en  oposición  á  los  versos  ale- 
jandrinos franceses  en  la  cuaderna  vía  empleada  en  el  mester  de 
clerezia  y  en  toda  obra  de  empeño  erudita.  Pero  la  lírica  del  Can- 
cionero de  Baena,  aunque  por  sus  más  antiguos  poetas  toca  á  la 
segunda  mitad  del  siglo  xiv,  por  la  mayor  parte  de  ellos  y  de  los 
más  eruditos  pertenece  al  siglo  xy^  cuando  la  imitación  de  Petrar- 
ca y  Dante  trae  de  Italia  los  primeros  albores  del  Renacimiento. 
En  el  siglo  xiii  debe  nuestra  cultura  á  la  francesa  el  Luci^ 
dorio,  sacado  del  Speculum  naturole,  falsamente  atribuido  á  Vi- 
cente de  Beauvais ;  la  Gran  conquista  de  Ultramar,  que  encierra 
la  Historia  de  la  tierra  de  Ultramar,  del  francés  Guillermo  de  Tiro, 
fragmentos  de  las  canciones  De  Antloquía,  provenzal  y  francesa, 
y  algunos  elementos  franceses  de  la  Historia  del  Cauallero  Cifar. 
En  el  siglo  xiv,  la  versión  de  la  Crónica  Troyana,  de  Benoit  de 
Sainte-]\Iore.  A  la  cultura  italiana  se  debe,  en  el  siglo  xiii,  el 
Libro  del  Tesoro,  de  Brunetto  Latini;  en  el  siglo  xiv,  fuera  de  la 
influencia  lírica  petrarquesca,  la  versión  de  El  Regimiento  de  los 
príncipes,  de  Gil  de  Roma,  y  lo  que  de  esta  misma  obra  entró  en 
J^os  Castigos  y  docum.entos.  »- 


DE  LA  LITERATURA  CASTELLANA.  CAP.   I  255 

A  fines  del  siglo  xiii  pasa  la  lira  de  Provenza  á  Cataluña,  y  se 
<iesen;vuelven  las  literaturas  catalana,  valenciana  y  niallorquina, 
que  brillan  cada  vez  más  en  los  siglos  siguientes,  quedando  absor- 
bidas, como  la  gallega,  por  la  literatura  castellana  en  tiempo  de  los 
Reyes  Católicos.  La  cultura  del  reino  de  Aragón  da  grandes  nom- 
iDres,  no  menos  á  la  literatura  castellana  y  latina.  Bastará  recordar 
los  más  sobresalientes :  en  el  siglo  xiii,  Raimundo  Lull,  Arnaldo  de 
Vilanova,  fray  Ramón  de  la  Puente,  San  Pedro  Pascual,  San 
Raimundo  de  Peñafort,  Vidal  de  Canellas,  el  rey  don  Jaime,  fray 
Ramón  Martí;  en  el  siglo  xiv^  fray  Pedro  de  Perpiñán,  fray  Ar- 
naldo de  Rosignol,  fray  Antonio  Andrés,  fray  Guillermo  Rubio, 
los  comentadores  de  las  leyes  aragonesas ;  después,  fray  Guido  de 
Terrera,  fray  Juan  de  Claravó,  Pedro  IV,  fray  Nicolás  Rossell, 
fray  Guillermo  Anglés,  fray  Nicolás  Eymerich,  Guillermo  Des- 
paborde,  fray  Juan  Ballester,  fray  Francisco  Bacó,  fray  Bernardo 
Oller,  fray  Francisco  Martí,  fray  Bernardo  Armengol,  Juan  Fer- 
nández de  Heredia,  fray  Francisco  Eximeniz,  fray  Antonio  de  Gi- 
nebrada,  San  Vicente  Ferrer  y  otros,  los  más,  religiosos  de  todas 
las   órdenes. 

Considerada  ahora  la  Edad  Media,  mayormente  desde  el  re- 
nacimiento de  la  cultura  por  la  toma  de  Toledo,  con  relación  al 
arte  literario,  hay  que  lamentar  un  gravísimo  error,  del  que  ya 
hemos  tratado.  Toda  esta  literatura  es,  de  suyo,  erudita,  y  el  gra- 
-vísimo  error  estuvo  en  que,  pudiendo  haber  sido  en  gran  parte 
popular,  no  lo  fué  sino  muy  débilmente.  Corrían  entre  el  pueblo 
dos  corrientes  estéticas  admirables:  la  épica  y  la  lírica.  Traspa- 
réntanse  harto  en  la  literatura  erudita,  para  que  puedan  poneré 
•en  duda;  no  faltaban  tampoco  elementos  dramáticos  populares, 
ya  que  la  obra  teatral,  popular  enteramente,  y  sin  que  intervenga 
la  elaboración  unificadora  del  artista  erudito,  acaso  no  se  haya 
dado  en  ninguna  parte.  La  lírica  popular  castellana  se  trasluce  en 
algunos  de  los  romances  viejos,  en  estribillos  y  cantarcillos  de 
Berceo,  de  Juan  Ruiz,  de  los  Cancioneros  y  de  las  obras  de  mú- 
.-sica  de  ios  siglos  xv  y  xvi.  Del  siglo  xv,  ó  más  antiguos,  son : 


"Quita  allá,  que  no  quiero, 
falso  enemigo; 
quita  allá,  que  no  quiero 
que  huelgues  comigo." 

"Ojos   de  la   mi   señora 
¿y  vos  qué  avedes? 
¿por  qué  vos  abaxades 
quanoo  me  vedes?" 


256  ESBOZO    DE    UN    ENSAYO    CRÍTICOHISTÓRICO 

"Aquel  pastorcico  madre, 
que  no  viene, 
algo  tiene  en  el  campo 
que  le  duele." 

Así  Otros  cantares,  y  serranillas  que  debieran  recogerse  en  un 
Florilegio  lírico  popular.  La  epopeya  popular  castellana,  prosifica- 
da  en  la  Crónica  de  Alfonso  X,  y,  según  va  después  modificándose 
entre  el  pueblo,  llevada  no  menos  á  sus  posteriores  refundiciones,  y 
recogida,  por  último,  en  los  romances  viejos  que  se  imprimieron  á 
principios  del  siglo  xvi,  es  ya  un  hecho  que  no  requiere  comproba- 
ción. La  épica  y  la  lírica  de  los  eruditos  medioevales,  aun  sin  que- 
rer, llevan,  tomados  del  pueblo,  tantos  elementos  populares^ 
que  por  ello  se  distinguen  de  la  épica  en  la  lengua  d'oil  francesa: 
y  de  la  lírica  provenzal  en  la  lengua  d'oc;  pero,  por  lo  mismo, 
es  un  duelo  no  hubiesen  estimado  más  los  eruditos  del  si- 
glo XII  esas  manifestaciones  estéticas  populares.  Nuestra  litera- 
tura escribióse  por  primera  vez  en  Toledo,  al  calor  de  los: 
eruditos  franceses  y  de  la  erudita  Escuela  de  traductores. 
El  Cantar  de  Mío  Cid  y  Ronc esvalles  son  obras  de  imitación- 
francesa,  sobre  todo  en  el  metro  francés  alejandrino,  á  pesar  de 
que  sobrepuja  el  espíritu  popular  castellano,  tomado  de  la  epo- 
peya popular  cantada  por  juglares.  Y  es  tan  poderosa  la  fuerza 
de  la  tradición,  que  hasta  Juan  Ruiz  se  atiene  generalmente  á  la- 
métrica  alejandrina.  Nuestra  literatura  medioeval  es  acaso  la  que 
más  elementos  populares  encierra  entre  las  europeas ;  pero  es  de 
lamentar  no  se  hubiesen  escrito  en  el  siglgo  xii  los  romances  épi- 
cos, los  cantarcillos  tal  como  sonaban  en  labios  de  los  juglares  y 
el  teatro  vulgar,  fundándose  así  una  tradición  literaria  que  nos 
hubiera  dado  otra  literatura  de  altísimo  valor,  ya  que  es  inapre- 
ciable lo  poco  que  de  lo  popular  pasó  á  los  escritos,  sobre  todo  el 
sin  par  romancero,  cuyo  influjo  en  toda  la  literatura  posterior^ 
mayormente  en  el  teatro,  fué  decisivo,  y  á  ello  se  debe  lo  nacional,, 
lo  personal  de  nuestra  literatura,  hasta  la  de  la  época  clásica. 

Hasta  el  Arcipreste  de  Talavera,  la  prosa  de  los  autores  es  sa- 
bia, la  del  Rey  Sabio  primero  de  todos ;  pero  no  tiene  la  enjundia 
ni  el  sabor  castizo  de  la  del  Arcipreste,  que  es  la  misma  enjundia 
y  sabor  de  los  refranes  y  dichos  populares,  verdadera  prosa  del' 
pueblo,  dechado  natural  de  la  artística.  La  Celestina  volvió  á  ella 
y  de  La  Celestina  corrió  por  todo  el  siglo  xvi  hasta  Cervantes.  Por 
otro  cabo,  los  místicos  más  allegados  al  pueblo,  sobre  todo  los  fran- 
ciscanos, dieron  en  la  misma  vena,  y  juntas  entrambas  corrientes, 
subió  la  prosa  popular   y    erudita  á  la  vez  en  muchedumbre  de 


DE  LA  LITERATURA  CASTELLANA.  CAP.  I         267 

obras,  sobresaliendo,  en  cantidad  y  calidad,  las  de  los  místicos  de 
los  reinados  de  Felipe  II  y  Felipe  III.  Cervantes,  Mateo  Alemán 
y  Quevedo  le  deben,  entre  los  profanos,  sus  más  ricas  preseas. 
Villarroel  y  el  padre  Isla  le  son  deudores  de  lo  mejor  que  se  escri- 
bió en  el  siglo  xviii.  En  el  xix  son  rarísimos  los  trozos  que  en  el 
pueblo  se  inspiran :  nuestros  escritores  desconocen  enteramente  el 
habla  popular;  hasta  tienen  por  antiguallas  de  libros  viejos  las 
frases  y  voces,  lo  único  que  vive,  sin  la  pega  erudita,  de  idioma 
castellano  en  aldeas,  campos  y  sierras.  Cuantos  hemos  estudiado 
ese  castellano  del  pueblo  nos  heaiios  maravillado  de  la  riqueza  que 
encierra,  de  lo  viejo  que  es,  que  apenas  difiere  del  habla  del  Ar- 
cipreste, de  La  Celestina  y  de  Cervantes,  y  de  lo  que  difiere  de 
estotro  castellano  urbano,  erudito,  más  ó  menos  castizo,  y  perio- 
dístico, más  que  castizo,  afrancesado,  que  suele  usarse  en  los  li- 
bros. El  divorcio  entre  el  idioma  vivo  popular  y  el  erudito  ha  lle- 
gado al  extremo,  y  es  consecuencia  del  decaimiento  del  espíritu 
nacional,  partido  en  dos  castas;  mejor  dicho,  porque  el  espíritu 
no  se  parte,  retraído  á  los  rincones  donde  mora  la  plebe,  por  ha- 
ber desaparecido  el  verdadero  pueblo  con  la  división  de  castas  que 
el  absolutismo  trajo  á  España  desde  el  siglo  xvi,  y  que  fué  en 
crecimiento  hasta  nuestros  días.  Sólo  cuando  una  nación  es  gran- 
de fraguan  un  todo  social  sus  clases  con  un  solo  espíritu,  y  sólo 
entonces  puede  decirse  que  hay  pueblo.  Entonces  hay  idioma  na- 
cional, porque  entonces  hay  nación.  En  una  nación  caída  todo  se 
disgrega,  y  hay  tantas  maneras  de  expresarse  como  clases  y  ban- 
derías, y  descontentos  los  más  con  lo  propio,  apetecen  lo  extraño, 
extranjerízanse  y  se  extranjeriza  su  lenguaje.  Entonces,  digo  en 
la  España  presente,  no  hay  pueblo  que  sea  una  nación,  ni  hay  pro- 
piamente idioma  nacional;  hay  plebe  y  pedantes  extranjerizados, 
y  el  habla,  en  lo  que  tiene  de  castizo,  queda  arrinconada  y  oscu- 
recida entre  la  plebe,  dominando  entre  los  pedantes  dominadores 
un  habla  medio  extranjerizada,  como  extranjerizado  es  su  espíritu. 
Los  aristocráticos  y  afrancesados  académicos,  no  tomando  por 
norma  el  habla  popular  sino  el  lenguaje  escrito  de  los  cultos  y  sus- 
tituyendo la  ortografía  fonética  tradicional  por  la  etimológica  de 
los  franceses,  han  sido  causa  de  que  el  lenguaje  literario,  y  aun  el 
hablado  de  los  cultos,  se  haya  latinizado  feamente.  Los  mejores 
prosistas  del  siglo  xix  lo  son  por  haber  tenido  más  ó  menos  del  es- 
píritu y  del  habla  de  la  plebe,  depositaría  del  idioma.  Y  si  esta  des- 
composición lingüística  se  ha  dado  en  España,  en  América,  cuyos 
escritores  se  formaron  en  París,  menospreciando  el  habla  popular, 
acaso  mejor  conservada  en  el  pueblo  americano  que  en  el  español, 

TOMO    XII.  — 17 


258  ESBOZO    DE   UN    ENSAYO    CRÍTICOHIStÓRICO 

el  lenguaje  de  los  escritores  ordinarios  es  sencillamente  detestable, 
con  menos  sabor  castizo  que  el  habla  de  los  judíos  españoles  de 
Oriente. 

Im  misma  fuerza  de  espíritu  se  halla  en  la  poesía  popular,  en 
letrillas  y  romances  viejos,  y  el  mismo  desleimiento  por  grados  se 
advierte  en  la  poesía  de  los  eruditos,  según  se  van  apartando  de 
este  dechado  natural  del  arte.  A  fuer  de  tozudo  y  machacón,  no 
saldré  de  aquí  ni  dejaré  este  criterio  del  arte  popular,  contrapuesto 
al  erudito,  que  he  guardado  desde  el  principio  al  escribir  esta  His- 
toria, y  será  acaso  lo  único  original  y  propio  que  haya  en  ella. 

La  exquisita  elegancia  de  Garcilaso  halaga,  pero  no  se  mete 
más  adentro  que  la  piel.  De  Góngora,  cualquier  letrilla  vale  más 
que  todo  su  carnaval  clásico  y  culto.  En  Lope,  que  tiene  de  todo, 
es  maravilloso  lo  aldeaniego,  lo  legendario  y  lo  místico,  por  ser  lo 
inspirado  por  la  musa  popular.  Otro  tanto  se  diga  de  Tirso  y  aun 
de  Calderón.  Los  versos  petrarquescos  de  Herrera  nos  apestan, 
con  ser  dechados  de  la  tal  escuela.  Los  romances  eruditos  de  fines 
del  siglo  XVI  y  comienzos  del  xvii,  y  los  moriscos,  á  pesar  de  la 
lima  clásica,  encantan  por  lo  que  conservan  del  espíritu  y  manera 
de  los  romances  viejos.  Cualquier  letrilla  popular  del  siglo  xvi 
vale  más  que  las  cien  glosas  que  la  vistieron  con  arreos  eruditos. 
En  Quevedo,  romances  y  jácaras  son  lo  vivo;  lo  demás  vale  por 
el  ingenio  de  caricaturista  que  muestra  en  su  autor.  Si  á  la  épica 
pasamos,  no  hay  quien  apechugue  con  un  solo  canto  de  los  cente- 
nares de  poemas  en  octavas  que,  á  imitación  de  Tasso,  se  han 
compuesto  en  España.  Cualquier  romance  de  los  viejos  vale  más 
que  todos  ellos.  Cuanto  al  teatro  nacional,  imponente  por  su  gran- 
deza, hasta  desmesurada,  al  pueblo  la  debe,  que  se  encariñó  con 
él  y  estimuló  á  los  ingenios,  por  ver  retratado  en  él  su  propia  ín- 
dole, sus  creencias  y  la  historia  é  ingenio  de  la  raza.  Y  por  to- 
car más  á  lo  vivo  de  las  costumbres  y  habla  popular,  es  para  mí 
más  original  y  admirable  el  teatro  del  siglo  xvi  y  del  reinado  de 
los  Reyes  Católicos,  donde,  sin  embargo,  contrasta  y  está  bien  pa- 
tente lo  italiano  y  lo  erudito,  que  más  bien  lo  mancilla  que  no 
lo  engrandece.  La  mayor  parte  de  los  autores  dramáticos  de  los 
siglos  XV  y  XVI  son  estudiantes  ó  clérigos  populares.  Dan  mues- 
tras de  erudición  clásica,  pero  atiénense  en  la  sustancia  á  las  gen- 
tes del  pueblo,  para  quienes  escriben  y  entre  quienes  ellos  mismos 
se  cuentan. 

Otra  nota  de  la  literatura  castellana  desde  la  Edad  Media  es 
el  realismo  que  encierra  la  epopeya,  el  poco  apego  á  lo  fantástico, 
propio  de  las  literaturas  del  Norte,  que,  á  pesar  de  haber  hecho 


DE  LA  LITERATURA  CASTELLANA.  CAP.   I  sSq 

en  Castilla  tanta  presión  desde  el  siglo  xiii  con  la  llamada  litera- 
tura caballeresca,  vencióla  al  fin  y  desterróla  con  obras  tan  realis- 
tas como  las  de  los  dos  arciprestes,  La  Celestina  y  sus  imitaeio- 
nes,  el  teatro  de  Encina,  Fernández,  Vicente,  Rueda  y  todo  el  del 
siglo  XVI,  las  novelas  picarescas  y  el  Quijote,  que  le  dio  el  golpe 
de  gracia. 

Otra  nota  tan  de  casta  como  la  popularidad  y  el  realismo  es 
la  gravedad  ética  de  fondo  y  la  sentenciosa  de  forma,  que  se  halla 
desde  el  principio  de  la  versión  de  los  libros  orientales  y  que  no  sólo 
siguió  dando  en  todo  tiempo  la  inmensa  literatura  moralizadora  de 
los  ascéticos,  políticos  y  satíricos,  sino  que  empapó  hasta  los  libros 
más  profanos  y  de  puro  entretenimiento,  como  el  Libro  de  buen 
amor  y  La  Celestina.  En  la  Edad  Media  la  literatura  era  educa- 
dora en  España.  Estaba  en  manos  de  clérigos,  obispos  y  frailes, 
de  reyes  y  magnates,  y  dirigíase  á  una  raza  guerreadora,  en  con- 
tinua lucha  de  campamento,  cerril  y  rústica.  La  reconquista  ha- 
cíase no  menos  en  nombre  de  la  religión  contra  los  infieles;  judíos 
y  mahometanos  codeábanse  con  los  cristianos  en  el  cotidiano  vi- 
vir. Didáctica,  moral  y  religiosa  tenía  que  ser  la  literatura ;  grave, 
sentenciosa,  cuajada  de  apólogos  y  de  ejemplos;  criticadora  de  las 
malas  costumbres  y  satírica.  Tal  es  la  literatura  de  los  siglos  xiii 
y  xiv^  hasta  en  la  épica,  que  ensalza  á  los  héroes  guerreros,  justos 
y  enterizos,  honrados  y  compasivos  tanto  como  valientes  y  dignos 
vasallos  de  los  reyes ;  hasta  en  la  crónica  y  en  la  historia,  que  ofre- 
ce dechados  de  hombría  de  bien,  de  santidad  y  religión.  Después, 
desde  el  Renacimiento,  nuestra  literatura  es  en  gran  parte  de  en- 
tretenimiento, de  puro  arte,  y,  sin  embargo,  sigue  siendo  tan  moral 
en  el  fondo  y  aun  en  el  propósito  de  los  autores.  Y  nótese  cuánto 
difiere  en  esta  parte  de  la  literatura  francesa,  más  doctrinaría  ó 
interesada,  generalmente,  y,  con  todo,  menos  ética  y  cristiana.  En 
la  Edad  Media,  su  épica,  según  la  última  manera  de  ver,  es  obra 
interesada  en  torno  de  los  monasterios,  adonde  trataba  de  atraer 
romeros  y  devotos ;  la  literatura  clásica  del  siglo  xvii  es  de  una 
moralidad  mundana,  sistemática  y  hasta  científica ;  en  el  xviii,  doc- 
trinariamente política.  Y,  sin  embargo,  hácese  ya  en  la  Edad  Me- 
dia, naturalista  y  pagana,  desmoralizadora  y  poco  cristiana,  en  los 
fabliaux,  en  el  Román  de  la  Rose,  en  los  Sermons  joyeux  y  otras 
parodias  eclesiásticas,  dramáticas,  blasfemas  y  escépticas  de  los 
goliards;  luego  en  Rabelais,  más  tarde  entre  los  libertinos,  Vol- 
taire  y  la  Enciclopedia,  en  el  romanticismo  francés  y  en  el  moder- 
no naturalismo.  La  gravedad  española  y  la  ligereza  francesa  son 
notas  conocidas.  De  aquí  la  ninguna  influencia  de  aquella  litera- 


26o  ESBOZO    DE   UN    ENSAYO    CRÍTICOHISTÓRICO 

tura  naturalista  en  la  nuestra,  como  ni  de  la  lírica  provenzal,  pro- 
caz por  una  parte  y  grosera  en  sus  diatribas  personales ;  por  otra, 
endiosadora  de  la  mujer  y  del  amor  lascivo  hasta  el  extremo.  Ni 
la  lascivia  ni  la  irreligión  se  hallan  en  nuestra  literatura  medio- 
eval, ni  en  nuestra  literatura  posterior,  puede  decirse,  por  lo  menos 
doctrinaria  y  sistemáticamente. 

Estos  principales  caracteres  de  la  literatura  castellana  eran 
consecuencia  natural  del  duro  vivir  de  los  españoles  durante  la 
reconquista  por  la  patria  y  por  la  fe,  de  la  igualdad  democrá- 
tica de  la  civilización  castellana,  nacida  entre  las  montañas  des- 
pués de  quedar  rota  por  la  invasión  arábiga  la  diferencia  de  cas- 
tas y  linajes  de  la  época  visigótica.  En  aquella  guerra  contra  la 
morisma  todos  eran  iguales,  señalándose  los  buenos  tan  sólo  por 
el  valor  y  el  ardimiento  patriótico  y  religioso ;  de  aquí  el  verdadero 
espíritu  democrático,  que  impide  la  entrada  del  feudalismo  y  en- 
salza en  la  epopeya  á  los  héroes,  olvidando  á  los  reyes.  El  duro 
vivir  crea  temperamentos  esforzados,  enteros,  graves,  de  morales 
costumbres ;  ahuyenta  todo  lo  fantástico,  alimentándose  de  la  sencilla 
realidad,  y  no  tiene  vagar  para  refinamientos  afeminados.  Este 
vivir  y  natural  del  pueblo  castellano  retratóse  en  la  epopeya  y 
en  toda  la  literatura  medioeval  española,  y  no  menos  en  nuestra 
posterior  literatura. 

Con  el  siglo  xv  llegamos  al  mundo  del  Renacimiento  clásico, 
que  abraza  cuatro  siglos  (s.  xv-xviii),  y  puede  dividirse  en  seis 
épocas.  La  primera  comprende  los  reinados  de  don  Juan  II  y  En- 
rique IV  (1401-1473) :  son  los  albores.  La  segunda,  el  de  los  Re- 
yes Católicos  (1474-1516):  es  la  época  de  los  humanistas.  La  ter- 
cera, el  de  Carlos  V  (1517-1554):  época  erasmiana  y  de  transición, 
en  la  que  el  puro  clasicismo  italiano  lucha  con  el  renacimiento  de 
los  estudios  eclesiásticos,  que  proclama  Erasmo,  del  hebreo  y  los 
Santos  Padres  y  con  el  aprecio  de  lo  nacional  castellano.  La  cuar- 
ta, el  de  Felipe  II  (1555-1598);  época  de  armonía,  en  que  se  con- 
ciertan la  antigüedad  clásica,  los  estudios  eclesiásticos  y  lo  cas- 
tizo nacional.  La  quinta,  el  siglo  xvii :  época  en  que  la  imitación 
y  erudición,  propias  del  clasicismo,  dan  sus  frutos  decadentes, 
conceptismo  y  gongorismo,  y  el  nacionalismo  da  los  suyos,  teatro 
y  novela.  La  sexta,  el  siglo  xviii  (1700-1829):  época  seudoclásica, 
remedo  del  clasicismo  francés  y  lucha  de  éste  con  el  arte  nacional, 
que  le  vence. 

El  Renacimiento  comienza  para  la  Europa  medioeval  en  To- 
ledo, donde  torna  á  conocerse  lo  griego,  traducido  del  árabe,  pa- 


DE  LA  LITERATURA  CASTELLANA.  CAP.   I  26 1 

sando  la  antigua  cultura  al  Occidente,  tras  una  tenebrosa  noche 
de  varios  siglos,  por  medio  de  los  árabes,  que  la  habían  providen- 
cialmente guardado,   jugueteando  con   ella  con   miras  políticas  y 
lujosas  de  pueblo  rústico  y  brutal,  que  por  medio  de  conquistas 
bárbaras  logra  hacerse  poderoso  y  hasta  cortesano^.   La  filosofía 
escolástica  del  siglo  xiii  ensalza  á  Aristóteles.  Luego  toma  el  Re- 
nacimiento  extraordinario  empuje  en   Florencia,   haciéndose   más 
clásico  y  helénico,  sobre  todo  con  el  estudio  de  Platón,  Derrámase 
por  Italia  durante  el  siglo  xiv,  y  en  el  siglo  xv  lo  traen  á  España 
los  prelados  que  asisten  á  los  Concilios  de  Constanza  y  Basilea 
(1414-1431),  sobre  todo  el  gran  don  Alonso  de  Cartagena,    que 
con  toda  su  familia  y  descendientes  fué  el  principal  propulsor  de 
los  estudios  clásicos.  Las  comunicaciones  con  Italia  se  hacen  más 
frecuentes  por  días.  El  Colegio  de  Bolonia  contribuyó  no  poco,  y 
más  los  esclarecidos  prelados   españoles  que  brillaron  en  Roma: 
fué  siglo  aquel  de  grandes  obispos  españoles,  y  continuó  siéndolo 
el  siglo  XVI.  Los  estudios  clásicos  fueron  levantándose  muy  poco 
á  poco,  hasta  llegar  la  imprenta.  Son  albores  del  Renacimiento.  No 
se  pasa  del  sentido  y  doctrina,  no  se  llega  á  la  forma,  en  el  verter 
y  tomar  de  los  libros  de  la  antigüedad.  Época  de  versiones,  de  tras- 
vase erudito  de  sentencias.  Cuando  se  proponen  imitar  la  forma 
del  decir  latino,  echan  á  perder  el  castellano.  En  prosa  y  en  verso, 
es  de  ver  las  contorsiones  que  dan  á  la  frase  por  remedar  el  hi- 
pérbaton latino  y  el  hacinamiento  de  latinas  voces  con  que  creen 
hermosear  la  dicción.  Diríanse  tanteos  de  muchachos  que   en  la 
escuela  tratan  de  imitar  el  estilo  y  lenguaje  de  las  personas  ma- 
yores. Pero  ¡  qué  fervor  de  latinidad !  Juan  de  Mena  en  la  poesía, 
don  Enrique  de  Villena  en  la  prosa,  Santillana  en  prosa  y  verso, 
trasiegan,  imitan  sin  tino,  con  más  loable  intención  que  buen  su- 
ceso.  El    Marqués  de  Santillana,  sobre   los  demás,  muestra  una 
curiosidad  y  una  codicia  de  todo  lo  italiano  y  latino,  de  lograr  có- 
dices y  versiones,  que  sólo  admite  comparación  con  don  Enrique 
de  Villena,  el  hombre  más  entendido  en  lenguas  y  en  todo  linaje 
de  disciplinas  de  su  tiempo  en  España.  Hernán  Pérez  de  Guzmán 
y  el  Arcipreste  de  Talavera,  más  arrimados  á  lo  castizo,  libráron- 
se del  barroquismo  latinizante,  logrando  dar  á  la  prosa :  el  primero, 
un  brío  y  rotundidad  de  avisado  erudito,  á  la  vez  castellano  y  la- 
tino; el  segundo,  un  corte  y  color  enteramente  populares.  Juan 
de  Lucena  es  archilatinizante ;  Alfonso  de  Palencia  ya  es  casi  un 
humanista,  que  prefiere  escribir  el  latín. 

De  los  poetas  del  Cancionero  de  Baena  ya  dijimos:  imitadores 
de  la  lírica  galaicopori;uguesa  y  por  ella  de  la  provenzal,  luego  de 


202  ESBOZO    DE   UN    ENSAYO    CRÍTICOHISTÓRICO 

la  alegoría  dantesca  y  de  la  metafísica  amatoria  de  Petrarca,  qué- 
danse,  generalmente,  con  la  corteza  y  lo  peor  de  tales  dechados  y 
sólo  aciertan  en  la  métrica,  castiza,  que  moldean  y  afinan,  y  con 
las  sátiras  personales,  groseras  á  menudo,  pero  de  vena  popular. 
La  alta  poesía  de  Santillana,  de  Pérez  de  Guzmán,  de  Gómez  Man- 
rique, de  Guillen  de  Segovia,  es  moral,  seriota  en  demasía  y  por 
demás  erudita.  Juan  Rodríguez  de  la  Cámara  es  el  que  trae  de  la 
sensible  y  cariñosa  Galicia  cierto  sincero  lirismo  que  preludia  la 
novela  sentimental.  Juan  de  Mena,  el  rey  de  los  poetas  eruditos, 
es  un  alegorista  dantesco  y  un  latinizante  descaminado,  á  pesar  de 
sus  verdaderas  dotes  de  poeta.  Hay  que  acudir  al  ropero  de  Gíf- 
doba,  y  á  las  anónimas  sátiras  de  las  Coplas  del  Provincial  y  de 
Mingo  Revulgo,  para  hallar  sinceridad  de  expresión  popular  y 
castiza, 

^{Cancionero  de  Stuñiga  nos  lleva  á  otro  acontecimiento  que 
enlazó  más  estrechamente  á  Italia  con  España  y  abrió  más  ancha 
carrera  por  donde  pasara  acá  el  Renacimiento:  la  entrada  en  Ña- 
póles del  rey  Alfonso  V  de  Aragón  (1443),  de  aquel  verdadero  hu- 
manista y  Mecenas  de  humanistas  y  literatos,  en  cuya  corte  se  jun- 
tan los  de  Italia,  Aragón  y  Castilla.  Los  frutos  literarios  son  esca- 
sos, al  parecer;  pero  allí  se  forman  los  primeros  humanistas  espa- 
ñoles y  por  él  se  nos  abren  de  par  en  par  las  puertas  de  la  cultura 
italiana.  ♦ 


El  año  1474  comienza  el  reinado  de  los  Reyes  Católicos  y  se 
introduce  la  imprenta  en  España.  Es  .la  época  segunda  del  Re- 
nacimiento, la  de  los  humanistas.  Arias  Barbosa  enseña  por  pri- 
mera vez  griego  en  Salamanca  y  el  conocimiento  del  griego  es 
la  llave  del  verdadero  Renacimiento.  Nebrija,  padre  de  la  filo- 
logía española,  viene  de  Italia  y  desterrando  á  los  bárbaros',  en- 
seña latín  y  castellano  y  escribe  de  todos  aquellos  conocimientos 
que  abarcaban  los  antiguos  gramáticos  griegos,  los  filólogos 
modernos,  los  humanistas  del  Renacimiento.  Hernán  Núñez  fué 
otro  de  los  grandes  humanistas,  también  estuvo  en  Italia,  enseñó 
griego,  editó  obras  latinas  y  fué  el  primer  folklorista  español 
con  su  colección  de  refranes.  Entre  los  demás  humanistas,  Juan 
Sobrarías,  Villalobos,  Ciruelo,  Núñez  Delgado,  León  Hebreo, 
Alfonso  de  Zamora,  Hernando  Alonso  de  Herrera,  Rodrigo  de 
Santaella,  Luis  Vives,  son  los  más  renombrados.  Traducciones  de 
obras  latinas  se  hacen  muchas  y  más  á  conciencia  que  en  la  época 
anterior. 


DE  LA  LITERATURA  CASTELLANA.  CAP.   I 


263 


Pero  mucho  más  importante  que  el  Renacimiento  clásico  de 
los  humanistas  es  en  esta  época  el  nunca  antes  visto  aprecio 
que  de  la  literatura  .popular  muestran  los  eruditos  y  el  tinte  po- 
pular que  comunican  á  sus  obras  originales.  Descúbrese  por  pri- 
mera vez  el  romancero,  esto  es,  la  verdadera  epopeya  popular 
castellana  que  en  el  siglo  xiii  se  muestra  en  el  Cantar  de  Mió 
Cid  y  en  las  prosificaciones  de  la  Crónica  General.  Aconteci- 
miento es  éste  de  los  más  importantes,  acaso  el  más  importante 
de  nuestra  historia  literaria.  Porque  no  solamente  la  enriquece  con 
una  de  las  epopeyas  más  originales  que  se  conocen,  sino  que  Con 
el  romancero  se  echan  los  cimientos  del  teatro  nacional,  que  de  él 
se  alimentó. 

Las  causas  principales  de  este  acontecimiento  pudieran  ser, 
primero,  la  conquista  de  Granada,  que  llevó  á  los  españoles  á  vol- 
ver los  ojos  atrás  sobre  la  reconquista,  recordando  con  fruición 
los  romances  fronterizos  que  narraban  los  episodios  más  cele- 
brados, y  yendo  más  atrás,  los  héroes  de  la  reconquista,  como  el 
Cid,  y  los  fundadores  de  los  reinos,  como  Fernán  González. 
Por  eso  se  publican  las  crónicas  sobre  estos  héroes  y  los  ro- 
mances se  venden  sueltos  colgados  de  cordeles  en  las  esquinas,  los 
cantan  los  ciegos  y  los  recopilan  y  remedan  los  eruditos.  La  otra 
causa  pudo  ser  la  fiebre  que  el  público  mostraba  tener  de  leer 
libros  de  caballerías,  difíciles  antes  de  copiar,  impresos  ahora, 
y  más  buscados  y  leídos  después  que  Montalvo  imprimió  refun- 
dido y  añadido  el  Amadís  de  Caula.  Las  ideas  caballerescas  ha- 
bían ido  ganando  terreno  desde  el  siglo  xiii  entre  la  gente  vulgar 
que  se  repastaba  en  ellas.  De  aquí  los  viejos  romances  caballeres- 
cos, que  ahora  se  tomaban  de  labios  del  vulgo  y  se  vendían  impre- 
sos juntamente  con  los  fronterizos  é  históricos.  El  espíritu  aven- 
turero y  guerreador  que  tras  el  triunfo  total  sobre  los  moros  re- 
quería los  romances  que  narraban  episodios  de  la  reconquista  y  se 
solazaba  con  ellos,  repastóse  no  menos  en  los  fantásticos  cuentos 
de  los  libros  y  romances  caballerescos. 

Otro  hallazgo  importantísimo  de  esta  época  es  el  teatro  po- 
pular, religioso  y  profano,  que  se  lleva  por  primera  vez  á  la 
literatura  escrita  por  vates  populares  y  eruditos  á  la  vez.  Los 
primeros  asomos  fueron  las  Representaciones  de  Gómez  Man- 
rique y  el  Diálogo  entre  el  amor  y  un  viejo  de  Rodrigo  de  Cota, 
el  viejo,  verdadero  trozo  teatral  representable,  que  imitaron  Juan 
del  Encina  y  otros.  Juan  del  Encina  fué,  sin  embargo,  el  ver- 
dadero  fundador  del  teatro;  tras  él  vinieron  Lucas  Feniández, 
Gil  Vicente,  Torres  Naharro,  Diego  Sánchez  de  Badajoz,  Tanco 


264  ESBOZO    DE    UN    ENSAYO    CRÍTICOHISTÓRICO 

de  Fregenal  y  Fernando  de  Rojas  con  su  incomparable  Celestina. 
Todo  este  teatro  es  verdaderamente  popular,  por  más  ingredien- 
tes eruditos  é  italianos  que  le  añadieran  sus  autores. 

Más  renacentista  y  erudita  es  la  novela  sentimental,  psico- 
lógica y  medio  caballeresca  que  nace  también  en  esta  época.  Des- 
pués de  Juan  Rodríguez  de  la  Cámara,  Diego  Fernández  de  San 
Pedro  fué  el  primero  que  se  presentó  con  El  Tractado  de  amores 
de  Arnalte  y  Luccnda  y  con  la  Cárcel  de  Amor;  después  Juan  de 
Flores  con  su  Breve  tractado  de  Grimalte  y  Gradissa;  vino  des- 
pués la  versión  de  la  Historia  de  los  amantes  Eurialo  y  Lucrecia 
Senesa  de  Eneas  Silvio  Picolomini ;  la  del  Decameron  de  Boccac- 
cio, de  La  Fíamela;  la  anónima  Questión  de  Amor,  y  La  Peni- 
tencia de  Amor  de  Pedro  Manuel  de  Urrea.  Sin  duda  fué  la  novela 
caballeresca  la  que  inspiró  este  género  novelesco,  juntamente  con  el 
italiano  Boccaccio,  y  de  entrambos  espíritus  está  fraguada  de  he- 
cho. Realmente  no  se  tradujeron  las  novelas  de  Boccaccio  hasta 
esta  época,  y  no  por  haberse  desconocido  antes  el  autor,  pues  se 
habían  trasladado,  sus  demás  obras,  la  Caída  de  Príncipes,  De 
las  mujeres  ilustres  y  el  Liher  de  Montibus,  etc.,  porque  sus  asun- 
tos eran  conforme  el  gusto  de  las  épocas  anteriores.  Sólo  cuando 
lo  hubo  por  las  aventuras  caballerescas  y  sus  amoríos  se  tra- 
dujeron los  cuentos  y  nació  en  España  la  novela  sentimental  y 
caballeresca. 

El  primer  poeta  lírico  de  esta  época  es  el  famoso  Jorge  Man- 
rique, que  fijó  para  siempre  el  modelo  de  elegía  castellana  en  sus 
Coplas  por  la  muerte  de  su  padre.  Dos  franciscanos  fueron  los 
que  supieron  por  primera  vez  juntar  en  una  la  vena  erudita  y  la 
popular:  fray  Iñigo  de  Mendoza  en  la  poesía,  levantando  el  ro- 
mance y  llevándole  á  los  palacios,  y  fray  Ambrosio  Montesino  en 
ia  poesía  y  más  en  la  prosa.  Cultivó  la  alegoría  dantesca  Diego 
Guillen  de  Avila  y  fué  algo  petrarquista  Ped^ro  Manuel  de  Urrea. 
El  Cancionero  de  Hernando  del  Castillo  nos  conservó  las  flores  de 
los  poetas  menores  de  este  reinado  y  el  de  Resende  las  de  los  poe- 
tas portugueses  que  en  castellano  escribieron. 

La  prosa  deja  ya  los  andadores  latinos  con  que  la  apiolaban 
los  escritores  de  la  pasada  época  y  se  muestra  gallarda  y  señoril, 
henchida  de  jugos,  numerosa  y  suelta,  en  mosén  Diego  de  Vale- 
ra,  en  Hernando  del  Pulgar,  en  Gonzalo  Ayora,  en  Garci  Ro- 
dríguez de  Montalvo,  en  Villalobos,  en  López  de  Vivero,  en 
Gabriel  Alonso  de  Herrera,  en  Andrés  Bernáldez,  además  de 
los  novelistas  y  traductores.  ^ 


DE   LA  LITERATURA  CASTELLANA.  CAP.   I  205 

En  st-ima,  la  literatura  da  un  paso  tan  de  gigante  en  el  reinado 
de  los  Reyes  Católicos  como  la  politica  y  el  poderío  de  España. 
Asiéntanse  los  fundamentos  macizos  del  Renacimiento  sobre 
las  humanidades,  siendo  maestro  de  latín  y  castellano  Ne- 
brija;  de  griego  y  folklore  castellano,  Hernán  Núñez;  y  gran  re- 
tórico, de  una  retórica  enteramente  amplia  y  moderna,  gran  pe- 
dagogo, gran  humanista  y  gran  filósofo,  Luis  Vives.  Pero  la 
literatura  propiamente  castellana  diríase  que  es  enteramente 
nueva  por  dos  conceptos :  por  tomar  la  savia  del  tronco  popular 
y  por  la  diferenciación  de  los  géneros  poéticos  que  ahora  co- 
mienza y  es  consecuencia  del  sesgo  castizo  que  toma  la  literatura. 
La  poesía  de  la  época  medioeval  fué  didáctica  y  educadora, 
como  para  una  cultura  en  formación;  la  de  la  época  ante- 
rior, como  de  donceles  cortesanos,  fué  un  mariposeo  por  en- 
tre las  literaturas  extrañas,  la  galaicoportuguesa,  la  proven- 
zal,  la  italiana  de  las  varias  escuelas  de  Dante  y  Petrarca. 
Ahora,  injertándose  lo  popular  en  la  literatura  escrka,  nacen 
en  ella  los  géneros  bien  diferenciados  de  la  popular,  todos  cas- 
tizos y  nacionales :  la  épica  con  el  romancero,  la  lírica ;  el  teatro, 
ya  sagrado,  ya  profano;  la  novela,  ya  psicológicosentimental, 
ya  caballeresca;  el  género  epistolar,  la  filología  castellana,  la  pa- 
remiología,  el  estudio  de  la  agricultura;  la  filosofía  con  sus  va- 
rias ramas,  aristotélica,  antiaristotélica  é  independiente  de  He- 
rrera ;  la  platónica,  de  León  Hebreo ;  la  ecléctica  y  armónica  de  Vi- 
ves ;  la  mística,  en  prosa  y  verso ;  la  picaresca  y  de  germania  de  Ro- 
drigo de  Reinosa  y  de  la  Celestina. 

El  Renacimiento  clásico  con  los  humanistas  y  el  injerto  de 
la  literatura  popular  castellana  en  la  erudita,  con  la  consiguiente 
diferenc''^.ción  de  los  géneros,  son  los  grandes  acontecimientos 
literarios  de  la  época  de  los  Reyes  Católicos.  La  de  Carlos  V, 
tercera  del  Renacimiento,  trae  otra  gran  novedad,  otro  renaci- 
miento, el  de  los  estudios  eclesiásticos,  debido  al  espíritu  de 
Erasmo.  Su  influencia  en  España  y  en  el  Renacimento  diríase 
aún  desconocida,  puesta  por  lo  menos  en  balanza.  Suena  su  nom- 
bre á  lucha  y  discordia  en  el  campo  católico,  y  su  bandera,  que 
á  todas  partes  la  lleva  de  hecho,  parece  todavía  á  muchos,  como 
pareció  en  su  tiempo  á  no  pocos,  mancillada  por  ráfagas  de  pro- 
testantismo. Fué  realmente  un  protestante,  pero  no  de  los  ene- 
migos de  la  Iglesia;  protestó  contra  el  paganismo  del  Renaci- 
miento en  Italia  y  contra  la  mundanología  de  los  eclesiásticos  en 
el  pueblo  cristiano.  No  es  mucho  se  sintieran  los  eclesiásticos  y 


266  ESBOZO    DE   UN    ENSAYO    CRÍTICO  HISTÓRICO 

religiosos  que  no  alcanzaban  la  alteza  de  sus  intentos,  bien  aípol- 
tronados  en   sus  regaladas  prebendas  y  le   declaran   guerra   sa- 
ñuda, a  la  cual   respondiera  él  con  la  fiereza  de  su  sátira  ju- 
venalesca.    Hora   es   ya    de    prescindir   de   estos    chasquidos    del 
azote,  de  aquellos  enconos  interesados  y  de  acendrar  los  propó- 
sitos  y    los    excelentes    frutos  de   aquella   lucha.    Unos   y   otros 
quedan    indicados.    Nadie    negará   que    Erasmo    fué  uno   de   los 
grandes  humanistas,   acaso   el  más  sonado  y  el  que   más  discre- 
tamente supo  apropiarse  la  flor  y  nata  del  clasicismo,  el  amor 
práctico  á  la  belleza  de  la  forma  literaria.  Y  sin  embargo  hizo 
la   guerra    al    Renacimiento   italiano,   porque  su    fibra   recia   de 
hombre   del   Norte   hallaba   falseado   el  clasicismo   en   Italia   con 
un  afeminamiento   y  rotura   de  costumbres,   con   un  pensamiento 
naturalista  y  pagano,  que  ni  ajustaban  del  todo  al  verdadero  cla- 
sicismo de  la  antigüedad,  ni  menos  se  avenían  con  el  espíritu  ul- 
traterreno  y  grave  de  la  doctrina  cristiana.  Sobre  su  depravación 
medioeval,    efecto    del    cisma   de   Occidente,   habían   eclesiásticos 
y  religiosos  echado  el  no  menos  depravado  manto,  por  afeminado 
y  mundano,  de  las  brillanteces   del   Renacimiento.    La   Roma   de 
los  papas  había  así  juntado,  á  las  heces  de  la  más  caida  de  las 
épocas   cristianas,   las   del  más  anticristiano  paganismo.   Erasmo, 
humanista,    renacentista    en    arte    y    forma,    amamantado    en    la 
pura  doctrina  de  los  Padres  y  Santos  del  siglo  iv  y  de  los  orí- 
genes de  la  Iglesia,  llevaba  el  más  puro  y  viejo  cristianismo  en 
el  fondo  de  su  alma.-  Y  sintióse  avergonzado  de  que  los  pasto- 
res del  rebaño  de  Cristo  fuesen  tan  malos  cristianos  en  costum- 
bres como  buenos  paganos  en  ideas.  Abogó  por  los  estudios  pa- 
trísticos  y  exegéticos,  los   dos  sustanciales  estudios  eclesiásticos; 
puso  en  solfa  las  (pueriles  triquiñuelas  y  cavilaciones  aéreas   de 
la  decaída  teología  y  blandió  gentilmente  el  azote  sobre  las  es- 
paldas de  los  codiciosos,  interesados,  regalones  y  mundanos  clérigos 
y  religiosos.  Practicó  los  estudios  eclesiásticos  que  pregonaba;  fué 
lucha  continua  de  palabra  y  de  acción  la  suya  en  pr®  de  la  forma 
clásica   y    del    fondo   cristiano,    contra    el    fondo  pagano   de   las 
ideas  y  la  forma  superficial  no  más  de  las  costumbres  cristianas. 
Dividiéronse  en  España  los  campos.  Por  fortuna  los  más  y  los 
mejores  ensalzaban  los  intentos  de  Erasmo,  y  España  empren- 
dió la  reforma  de  la  Iglesia  en  las   órdenes   religiosas  y  en  el 
clero  secular   y   consiguió   se  convocase  el   Concilio    de    Trento, 
donde   brillaron    como   principales    lumbreras   nuestros   teólogos. 
La  literatura  tomó  un  tinte  satírico  de  una  y  de  otra  parte.  Lu- 
ciano asomó  su  burlona  faz  en  el  bando  de  los  escritores  eras- 


DE  LA  LITERATURA  CASTELLANA.  CAP.   I  267 

mistas  y  les  enseñó  sus  mañas.  Toda  esta  época  se  resuelve  erpi 
la  lucha  de  los  seguidores  de  Erasmo  entre  el  Renacimiento  clá- 
sico á  la  italiana  de  fondo  pagano  y  el  Renacimiento  clásico  eras- 
miano,  esto  es,  de  fondo  eclesiástico  y  cristiano.  Y  nacional  á  la- 
vez  y  como  consecuencia.   Porque  puestos  uno  frente  á  otro  en 
la  época  anterior,   el  exclusivo  clasicismo  y  el  casticismo  nacio- 
nal de  lo  popular  llevado  á  la  literatura,  vienen  á  las  manos  en. 
esta  época,  hay  verdadera  crisis  y   las  dos  tendencias,  clásica  y 
nacional,  se  contrapesan.   En  la  lírica  los  italianizantes   Boscán, 
Garcilaso,   Acuña,    Cetina,    etc.,   hállanse   muy   contrabalanceados 
por  los  amigos  de  los  metros  castellanos,  como  Castillejo,  Silves- 
tre, Luis  de  Escobar,  Sepúlveda,  Luis  Hurtado,  Sebastián  de  Ho- 
rozco,  etc.,  y  no  pocos  alternan  entrambas  métricas,  como  Sa  de 
Miranda,   Diego   Hurtado   de   Mendoza,   Jorge   de   Montemayor»- 
En  el  teatro  luchan  los  elementos  italoclásicos  con  los  populares. 
En  la  novela  Montemayor  trae  lo  pastoril  italiano,  pero  el  Laza- 
rillo, de  casta  popular,  introduce  la  picaresca.  Los  hermanos  Val- 
des    ofrecen    una    felicísima   armonía    en    estilo,    de   la   elegancia 
clásica  con  la  pureza  castiza.  Los  estudios  serios  y  graves  apro- 
véchanse  de  la  forma  clásica;  pero  en  el  fondo  son  cristianos  y 
españoles,   conforme  el   criterio   de  Erasmo.   Así   reforman,   her- 
mosean y  macizan  la  teología  y  la  filosofía  escolástica  varones 
de  tan  apurado  gusto  coino  enjundia  doctrinal,  cuales  son  Mel- 
chor Gano.  Victoria  y  Soto,  y  la  gran  mística  comienza  ya  á  resplan- 
decer con  fray  Francisco  de  Osuna,  fray  Alonso  de  Orozco,  el  pa- 
dre maestro  de  Avila  y  fray  Luis  de  Granada.  Pero  el  fruto  princi-  ■ 
pal  del  erasmismo  vióse  en  la  época  siguiente,  con  el  hermoso 
florecimiento    de    los    estudios    bíblicos   y   patrísticos.    Prosiguen- 
en   ésta  las   traducciones   de  libros    clásicos,    mas   en   hermosura., 
de    lenguaje   ganan   á   todas,    las    obras    de    Erasmo.    Ambrosio 
de  Morales  es  el  primero  que  busca  documentos  para  fundamentar 
la  historia  y  la  de  América  la  emprenden  los  mismos  conquista-- 
dores  en  cortas  y  jugosas  cartas  ó  relaciones  y  los  que  les  ayudaron 
en  sus  empresas  ó  asistieron   á    los   primeros    establecimientos    y 
ciudades.  En  suma,  el  clasicismo  lucha  con  el  arte  popular  nacional, 
con  ventajas  de  éste,  y  no  menos  las  lleva  en  su  lucha  con  lo  ita-  ■ 
liano,  que  influye  en  la  lírica  con  el  endecasílabo,  el  soneto,  eí 
terceto  y  la  octava  real,  y  en  la  novela  con  lo  pastoril.  Las  obras 
de  Guevara  se  estudian  mucho  en  todas  las  naciones  extranjeras 
y  en  parte  se  debe  á  él  el  cuphuismo  inglés.  No  menos  señorío  ejer- 
cen nuestros  libros  de  caballerías  en  toda  Europa,  que  se  tradu-- 
cen  y  hasta  se  tienen  por  cosa  española. 


■268  ESBOZO    DE    UN    ENSAYO    CRÍTICOHISTÓRICO 

La  cuarta  época  del  Renacimiento  es  la  de  Felipell  (1555-1598), 
en  que  vence  el  espíritu  nacional  al  renacentista.  Tomado  que  hu- 
bieron de  él  cuanto  no  desdecía  del  espíritu  cristiano  y  español, 
volvieron  nuestros  escritores  los  ojos  al  arte  nacional :  al  habla  po- 
pular, con  la  cual  enriquecen,  doblegan,  atildan,  colorean  y  refuer- 
zan el  habla  literaria ;  á  los  metros  castizos  antiguos,  sin  por  eso 
desaprovechar  los  italianos;  á  la  lírica  popular  de  villancicos,  le- 
trillas y  coplas ;  á  la  popular  épica  del  romancero,  componiendo  los 
llamados  romances  eruditos  y  romances  moriscos.  Habían  pasado 
ios  tiempos  épicos,  y  así,  fuera  de  estos  romances,  sólo  se  hicieron 
poemas  conformes  á  los  modelos  clásicos  italianos,  como  La  Araw 
cana  de  Ercilla.  Género  de  imitación  en  octavas  reales,  al  modo 
italiano  á  imitación  del  Tasso,  no  tenía  arraigo  castizo ;  por  muchos 
que  se  compusieron,  faltóle  carácter  nacional  y  no  prosperó.  En 
cambio  la  lírica  erudita  armonizó  la  inspiración  hebraica  con  la 
clásica  grecolatina  y  con  la  nacional,  dándose  obras  de  tan  alto  em- 
puje como  las  de  Herrera,  fray  Luis  de  León,  Góngora  y  Lope. 
Pero  la  que  más  se  señaló  en  esta  época  fué  la  literatura  espiri- 
tual cristiana,  en  sus  varias  ramas  de  mística,  ascética,  elocuencia 
y  oratoria,  en  sermones  del  género  patrístico  de  la  homilía  y  en 
tratados  exegéticos  al  alcance  del  pueblo.  Bien  se  ve  el  triunfo 
del  espíritu  cristiano  y  nacional  y  no  menos  el  efecto  del  erasmis- 
mo  de  la  anterior  época,  que  da  en  ésta  sus  frutos.  No  fueron, 
pues,  vencidos  los  partidarios  de  Erasmo,  puesto  que  venció  su 
espíritu.  La  lucha  se  apagó  por  haberse  recogido  los  frutos  que 
se  intentaban :  la  reforma  de  la  Iglesia  y  de  las  costumbres  de  clé- 
rigos y  religiosos  y  el  hacer  literatura  cristiana,  bíblica  y  patrística 
en  el  fondo  con  las  elegancias  de  la  forma  clásica.  Esto  y  no 
otro  pretendían  los  erasmistas  y  conseguido  que  se  hubo,  la  lucha 
cesó. 

La  nota  característica  de  la  literatura  en  esta  época  cuanto  á  la 
forma  es  la  serenidad,  gravedad  3^  armonía  clásica  y  juntamente 
el  lenguaje  popular,  llevado  como  nunca  á  los  escritos;  cuanto 
al  fondo,  la  religiosidad,  la  mística,  la  exégesis  bíblica  y  la  elo- 
cuencia y  doctrina  de  los  Santos  Padres.  Época  de  madurez,  ar- 
monízanse  las  tendencias  estéticas  que  antes  luchaban,  la  clásica  y 
la  nacional :  conciértanse  fondo  y  forma,  y  además  añádese  el  estu- 
dio de  la  Biblia  y  de  los  Santos  Padres,  tan  proclamado  por  Erasmo. 
Fray  Luis  de  León,  clave  del  edificio  literario  de  esta  época,  ofre- 
ce maravillosamente  remansadas  todas  estas  corrientes,  la  clásica, 
la  nacional  y  la  bíblica,  y  esto  en  fondo  y  forma,  en  prosa  y  verso, 
en  asuntos,  estilo  y  lenguaje. 


DE  LA  LITERATUR.A  CASTELLANA.  CAP.  I         269 

Tan  poderoso  es  el  empuje  de  nuestra  literatura  en  esta  época,, 
que  Italia  sólo  influye  con  el  poema  clásico  en  octavas,  a  lo  Tor— 
cuato  Tasso  y  en  cambio  se  vierten  en  varios  idiomas  los  más  de 
nuestros  libros,  sobre  todo  los  del  padre  Granada  y  Santa  Teresa... 
señoreando  nuestra  literatura  á  las  demás. 

La  quinta  época  del  Renacimiento  abarca  todo  el  siglo  xvii,. 
Dos  son  los  acontecimientos  más  sobresalientes.  El  gongorismo 
ó  culteranismo  y  el  conceptismo  afean  y  avejentan  la  literatura; 
nacen  el  teatro  nacional  y  la  novela.  Decadencia  en  lo  uno,  engran- 
decimiento en  lo  otrO',  diríanse  dos  cosas  contrarias  é  inexplicables. 
Nada  más  llano  de  entender,  sin  embargo.  La  decadencia  fué  con- 
secuencia natural  del  arte  clásico.  El  Renacimiento  había  llegado 
al  otoño  de  su  vejez.  Tras  la  infantilidad  de  la  primera  época,  cu- 
yos escritores  cortos  de  alcances,  cual  tiernos  infantes,  no  alcan- 
zando la  forma  clásica,  contentábanse  con  "el  seso",  con  la  doctrina, 
las  mitologías,  etc. ;  tras  la  niñez  de  los  humanistas  que  estudian 
como  muchachos  las  lenguas  clásicas  en  la  época  segunda;  tras  la 
mocedad  de  la  tercera,  en  que  luchan  entre  varias  tendencias  lo 
clásico  y  lo  nacional,  lo  pagano  y  lo  cristiano,  el  clasicismo  de  Ita- 
lia y  el  de  Erasmo ;  tras  la  madurez  de  la  cuarta  época  en  que,  ar- 
monizadas las  tendencias,  cesa  el  combate  y  asiéntase  el  juicio  de 
los  escritores,  tenía  que  llegar  la  vejez,  cayendo  en  las  chocheces 
de  los  viejos.  Las  cuales  chocheces  suelen  consistir  en  que  vuelven 
á  lo  de  los  primeros  años,  á  no  entender  las  cosas  sino  como  los 
niños,  jugueteando  con  ellas,  contentándose  con  los  superficial  y 
accidental,  sin  calar  lo  hondo  ni  sacarles  la  sustancia.  Y  lo  super- 
ficial y  pueril  del  arte  clásico  está  en  la  pura  imitación  y  en  el 
atenerse  á  la  mitología  y  á  las  maneras  de  decir  de  otros.  En  ve^ 
de  ver  las  cosas  en  la  naturaleza,  veíanlas  los  renacentistas  en  los 
libros,  por  medio  de  los  autores.  Todo  se  les  iba  en  imitarles.  Es 
propio  de  los  niños  repetir  lo  que  oyen,  no  juzgar  por  sí,  remedar 
á  los  mayores.  Otro  tanto  hacen  los  viejos,  vueltos  niños  en  su  tan- 
to. Lo  clásico  era  cosa  extraña  para  los  pueblos  cristianos,  era  cosa 
pegada  y  que  se  quedaba  por  fuera.  El  alma  cristiana  tenía  poco 
que  ver  con  el  alma  pagana.  Querer  mirar  á  la  naturaleza,  no  en  sí, 
sino  mediante  los  autores  antiguos  era  otra  causa  de  segura  deca- 
dencia. Imitar  es,  por  otra  parte,  quedarse  sin  alcanzar  el  modelo, 
ser  discípulos  perpetuos.  Tales  eran  los  vicios  que  el  clasicismo 
traía  consigo  y  que  tarde  ó  temprano  habían  de  dar  sus  propios 
frutos.  Y  los  dio  al  llegar  el  otoño  de  esta  época,  tras  la  madurez 
del  espíritu  clásico.  La  afectación  en  los  conceptos  jugando  corí 


270  ESBOZO    DE   UN    ENSAYO    CRITICOHISTORICO 

-ellos,  y  en  la  manera  de  decir  exagerando  metáforas  y  abusando 
del  léxico  latino  y  de  la  mitología,  fué  el  último  fruto  del  arte  clá- 
sico,  imitativo  por  naturaleza,  de  segunda  mano  para  ver  las  cosas, 
■copiándolas  de  como  las  dijeron  y  vieron  los  antiguos,  arte  erudito 
de  suyo,  que  mira  los  libros  en  vez  de  mirar  la  viva  naturaleza.  La 
literatura  decadente  del  siglo  xvii  son  las  hojas  amarillentas  y 
■secas  que  caen  del  árbol  del  Renacimiento.  Por  eso  la  decadencia 
y  mal  gusto  fueron  generales,  de  todas  las  literaturas,  no  sólo  de 
la  castellana.  Si  en  ésta  se  encarnizó  más  la  peste  fué  por  ser  á  la 
sazón  la  más  robusta;  si  cayó  más  bajo  fué  por  erguirse  más  alta. 
Otra  más  temible  peste  invadió  los  estudios  históricos  con  los  fal- 
son  Cronicones  que  inventó  el  falsario  Jesuíta  padre  Román  de  la 
Higuera,  arrastrado  de  un  celo  indiscreto  y  de  motivos  falsamente 
religiosos.  Más  de  un  siglo  costó  desarraigar  las  raices  que  echó 
-esta  superchería  en  terreno  abonado  por  la  decadencia  de  los  es- 
tudios, que  iba  creciendo  por  días,  y  un  sinfín  de  obras  quedaron 
mancilladas  y  desautorizadas  para  la  crítica  moderna. 

¿  Cómo  concertar  esta  decadencia  del  buen  gusto  literario  y  del 
■criterio  histórico,  este  otoño  y  vejez  con  la  primavera  y  juventud 
del  teatro  nacional  y  de  la  novela  cervantina?  Estos  dos  géneros 
son  los  más  complejos  y  piden  más  largo  espacio  para  desenvol- 
"verse.  No  podían  ir  á  la  par  con  los  demás,  quedábanse  rezagados 
■en  su  desenvolvimiento.  Así  en  la  época  anterior,  cuando  los  demás 
géneros  llegaban  á  madurez,  la  novela  era  todavía  cuento  y  el  tea- 
tro andaba  luchando  entre  la  tragedia  clásica  y  el  entremés  na- 
cional. Igualmente  en  la  antigüedad  el  teatro  fué  lo  último  que 
en  Grecia  nació,  comO'  que  fué  un  abrazo  de  la  épica  y  de  la  lírica, 
cuando  llegaron  á  su  madurez,  y  la  novela  apenas  si  apuntó  en  la 
-época  bizantina.  En  la  época  anterior  maduran  épica  y  lírica ;  su 
•conjunción  en  el  teatro  tenía  que  venir  algo  más  tarde.  La  épica 
clásica  de  poemas  en  octava  rima,  imitación  lejana  de  la  épica  an- 
tigua é  inmediata  imitación  de  Torcuato  Tasso,  nO'  hubiera  podido 
dar  teatro  alguno,  porque  el  teatro  para  ser  nacional  ha  de  fun- 
'darse  en  la  nacional  epopeya.  Cuando  ésta  maduró,  resucitándose  y 
íinipliándose  el  romancero  ó  épica  nacional,  el  primer  paso  para  el 
teatro  estaba  dado.  La  lírica  igualmente  italiana  en  la  época  de 
Carlos  V  en  manos  de  la  escuela  de  Boscán,  tenía  no  menos  que 
volver  á  ser  nacional,  como  en  la  de  Felipe  II,  en  ía  que  quedó 
vencedora  de  la  italiana.  Maduradas  de  esta  manera  épica  y  lí- 
bica nacionales  dieron  el  nacional  teatro  de  Lope. 

Con  este  desenvolvimiento  de  los  elementos  de  nuestro  teatro 
«durante  todo  el  siglo  xvi  corre  parejas  el  desenvolvimiento  nove- 


DE  T,A  LITERATUR-\  CASTELLANA.  CAP.   I  SJI 

leseo.  En  la  época  de  los  Reyes  Católicos  nace  la  novela  corta  psi- 
cológicosentimental  por  influjo  de  la  italiana  de  Boccaccio  y  la  ca- 
balleresca medioeval,  y  propágase  la  pura  caballeresca  merced  á 
la  imprenta  y  á  la  refundición  del  Amadís.  El  diálogo  castizo  y 
la  pintura  de  costumbres  nacionales,  elementos  sustanciales  de  la 
novela,  nacen  igualmente  en  la  misma  época  con  La  Celestina  y 
van  desenvolviéndose  durante  el  siglo  xvi  en  sus  continuaciones  y 
en  autos  y  entremeses.  La  novela  de  costumbres  populares,  con 
no  poco  condimento  de  /picaresca,  germanía  y  rufianesca,  va  for- 
mándose en  La  Lozana  andaluza  de  Francisco  Delicado,  en  las 
obras  de  Cristóbal  de  Villalón,  en  los  Colloquios  de  Antonio  de 
Torquemada,  en  El  Abencerraje  de  Antonio  de  Villegas  y  en  El 
Lazarillo,  en  las  obras  de  Lope  de  Rueda  y  J  iian  de  Timoneda,  en 
la  Floresta  de  Melchor  de  Santa  Cruz.  Tres  entorpecimientos 
halló  este  desenvolvimiento  novelesco.  El  primero  fué  la  moda  de 
la  novela  caballeresca,  que  en  los  reinados  de  los  Reyes  Católicos 
y  del  Emperador  sorbió  el  seso  de  las  gentes  comunes.  El  segundo 
fué  la  novela  pastoril,  imitada  por  Montemayor  en  su  Arcadia,  de 
la  Arcadia  de  Sannazaro  y  continuada  en  la  Diana  enamorada  de 
Gil  Polo,  en  la  Calatea  de  .Cervantes,  etc. :  novela  de  origen  ex- 
traño, hechiza,  sin  arraigo  en  la  realidad  y  que  sólo  pudo  durar 
imos  años,  entre  eruditos.  El  tercero  fué  la  gravedad  de  los  estu- 
dios durante  la  época  de  Felipe  II,  en  la  que  señorean  la  mística, 
la  historia,  la  alta  poesía  y  la  afición  á  los  romances.  Durante  aque- 
lla época  no  se  escribió  ni  una  novela ;  la  misma  novela  picaresca, 
tan  gallardamente  nacida  con  El  Lazarillo,  no  dio  muestras  de  sí 
hasta  que  después  Cervantes  la  continuó.  Preparados,  como  dicho 
queda,  los  elementos  novelescos,  Cervantes,  con  sij  varilla  mágica, 
dio  vida  á  la  gran  novela  moderna.  Primero  compuso  las  más  aca- 
badas de  los  géneros  precedentes,  de  la  pastoril  en  la  Calatea,  de 
la  italiana,  á  lo  Boccaccio  en  El  Curioso  impertinente,  de  asunto 
y  estilo  italiano;  en  La  Señora  Cornelia,  de  asunto  ya  español, 
aunque  suceda  todavía  el  cuento  en  Italia ;  en  La  Española  inglesa; 
en  Rinconetc  y  Cortadillo,  de  asunto,  estilo  y  lenguaje  enteramente 
castizos  y  del  género  picaresco;  en  el  Coloquio  de  los  perros,  del 
género  satírico  y  lucianesco  de  Villalón.  Con  las  Novelas  ejem- 
plares fué  de  esta  manera  no  sólo  el  primero  que  noveló  como  él 
dijo,  esto  es,  que  trajo  cumplidamente  al  castellano  la  novella  ita- 
liana, sino  el  que  la  españolizó  enteramente,  injertando  en  ella 
todas  las  anteriores  clases  de  novelística  en  España  cultivadas. 
Finalmente,  en  el  Quijote  hizo  la  mejor  novela  caballeresca,  ingirió 
novelas  psicológicosentimentales,  la  de  Zoraida  y  la  de  Cardenio 


272  ESBOZO    DE    ÜN    ENSAYO    CRITICOHISTORICO 

y  Lucinda,  novelas  pastoriles,  una  novela  italiana  y  no  pocas  es- 
cenas picarescas.  El  Quijote,  como  dijimos  en  otra  ocasión,  es  la 
tumba  de  los  géneros  novelescos  antiguos,  llamados  á  desapare- 
cer, y  de  los  géneros  de  transición:  en  él  fenecen  y  se  trasforman 
el  género  caballeresco,  el  género  italiano,  el  género  pastoril.  El  ge- 
nio flexible  de  Cervantes  se  inspiró  en  todos  los  modelos  que  le 
precedieron;  pero  su  realismo  español,  al  infundir  nueva  sangre 
en  la  novela,  la  trasformó,  dejándolos  á  todos  ellos  oscurecidos,  y 
creando  la  novela  moderna  de  caracteres  y  costumbres. 

El  teatro  nacional,  creado  por  Lope,  y  la  novela  en  toda  la 
amplitud,  creada  por  Cervantes,  no  podían  venir  más  que  des- 
pués del  siglo  xvi^  en  que  fueron  madurando  sus  varios  elemen- 
tos componentes.  Asi  coincidió  el  nacimiento  de  estos  dos  nuevos 
géneros,  los  más  trascendentales  de  las  literaturas  todas  hasta  et 
presente,  con  la  decadencia  propia  del  otoño  en  que  hubo  de  parar 
el  Renacimiento.  Teatro  y  novela  son  géneros  los  más  complejos 
y  acabados,  en  que  se  dan  la  mano  lo  más  puro  del  arte  y  gusto 
popular  y  lo  más  refinado  y  estudiado  del  arte  erudito.  Son  la 
epopeya  de  las  edades  avanzadas  y  cultas,  de  los  tiempos  moder- 
nos: la  novela  es  la  epopeya  narrada  en  prosa;  el  teatro,  la  epo- 
peya y  la  novela  puestas  en  acción.  A  la  formación  de  una  y  otro 
concurren  todos  los  otros  géneros  literarios,  sobre  todo  los  prin- 
cipales, la  epopeya  nacional  primitiva  y  la  nacional  lírica.  Donde 
no  se  den  lírica  y  épica  nacionales  no  puede  darse  teatro  nacional 
ni  nacional  novela,  porque  novela  y  teatro  son  la  conjunción  de 
géneros  literarios  populares,  de  leyendas  y  tradiciones,  y  del  diá- 
logo, conforme  al  habla  popular,  llevado  por  escritores  eruditos  y 
populares  á  la  vez  á  la  literatura.  Lope  y  Cervantes  fueron  inge- 
nios extraordinarios  que  supieron  fundir  maravillosamente  los  di- 
versos ingredientes  dramáticos  y  novelísticos,  y  que  se  habían 
apropiado  con  igual  cariño  la  elegancia  clásica  y  la  realidad  na- 
cional. Nadie  como  ellos  apreció  las  leyendas  españolas,  el  conte- 
nido y  espíritu  del  romancero,  y  pocos  como  ellos  se  apropiaron 
el  espíritu  del  clasicismo. 

Góngora  y  Quevedo,  ingenios  tan  excelsos  como  Lope  y  Cer- 
vantes, dejáronse  descaminar,  á  vueltas  de  obras  muy  castizas,  por 
cosas  ajenas  al  puro  arte.  Góngora,  por  naturaleza  lírico  poeta,  de 
los  más  grandes  de  España,  codició  ser  único  y  solo,  y  aunque  en 
sus  letrillas  y  romances  había  sobrepujado  á  todos  los  líricos  de  la 
escuela  castiza  española,  quiso  igualmente  sobrepujar  á  los  líricos 
todos  de  la  escuela  clásica  y  extremó  los  elementos  brillantes  de 
esta  escuela,  que  eran  cabalmente  los  oropeles  de  un  arte  extraña. 


DE  LA  LITERATURA  CASTELLANA.  CAP.  I  273 

erudita  y  de  imitación,  la  cultalatiniparla  y  la  hojarasca  metafóri- 
ca, despeñándose  asi  el  más  alto  lírico  español,  y  precisamente  por 
serlo,  por  sus  ambiciones  y  su  fecunda  vena,  en  el  abismo  de  lo 
más  g-rotesco,  oscuro,  insincero  y  afectado,  ó  sea  lo  menos  lírico 
que  darse  puede,  de  Las  Soledades  y  El  Polifemo. 

Quevedo,  ingenio  tan  excelso  que  rayaba  más  en  filósofo,  como 
Séneca,  con  ser,  como  Séneca,  poeta  de  tan  rica  fantasía,  tampoco 
se  contentó  con  sus  coronas  de  novelista  picaresco,  de  lírico  po- 
pular en  letrillas,   jácaras   y   romances,  de  satirico   lucianesco  en 
sus  Sueños,  de  tratadista  históricosatíricosocial ;  sino  que,  al  sati- 
rizar la  cultalatiniparla  de  Góngora,  cayó  en  el  conceptismo,  cam- 
po propio  donde  su  especulativa  condición  filosófica  podía  espla- 
yarse,   dejando  á  todos   oscurecidos.    Su   fantasía  poderosa  llevó 
las  metáforas  hasta  la  caricatura,  y  las  dos  Cumbres  de  su  Par- 
naso, á  vueltas  de  inimitables  poesías  de  la  escuela  antigua  espa- 
ñola, género  en  el  cual  dificultoso  es  decidir  quién  gane  á  quién, 
Góngora  ó  Quevedo,  intrincó  el  más  enmarañado  boscaje  de  poe- 
sías conceptuosas  y  de  fantástico  decir,  en  son  de  broma,  de  he- 
cho sin  ton  ni  son,  una  especie  de  farsa  carnavalesca  de  mil  colo- 
lines,  caricatura  bufonesca  de  la  verdadera  lírica,  sincera  y  se- 
rena, levantada  y  grave,  honda  y  filosófica,  para  la  cual  tenía  con- 
diciones naturales  de  ingenio,  sin  par  ni  semejante.  Cayó  Queve- 
do, como  Góngora,  en  tan  honda  sima,  por  ser  tan  excelso  ingenio 
como  él,  y  si  Góngora,  poeta  de  pura  fantasía,  se  despeñó  en  lo 
culto  y  enigmático  de  la  expresión,  Quevedo,  poeta  y  todavía  más 
filósofo,  hundióse  en  el  hondón  del  enrevesado  conceptismo.  Otro 
tercer  ingenio,  tan  grande  como  los  anteriores,  más  filósofo  que 
poeta,  redactó  el  código  del  conceptismo,  el  por  otro  cabo  inimi- 
table Gracián. 

Con  esto  la  decadencia  del  arte  del  Renacimiento  quedaba  ca- 
nonizada, y  con  él  el  decaimiento,  la  enfermedad  grave,  la  muerte 
de  la  literatura  castellana.  Quedaba  realmente  muerta  y  enterrada 
la  literatura  erudita  por  los  tiempos  de  Carlos  II,  y  no  habiendo  ya 
pueblo,  como  el  medioeval,  desaparecido  entre  las  garras  del  abso- 
lutismo monárquico  y  de  las  injusticias  de  los  privados,  tan  sólo  se 
dejaron  oír  coplas  bajunas  de  la  plebe,  sátiras  que  gemían  en  la- 
bios de  la  nación  agonizante.  Los  eruditos  satisfacíanse  con  car- 
telas de  túmulos  regios  ó  principescos,  con  certámenes  conmemo- 
rativos de  canonizaciones  y  fiestas  de  santos,  con  panegíricos  y 
poesías  de  compromiso. 

En  todo  el  siglo  xvii  apenas  se  nota  en  la  castellana  el  influjo 
de  las  literaturas  extranjeras;  el  mismo  Shakespeare  es  desconocido 

TOMO    Xll.  — 18 


274  ESBOZO    DE   UN    ENSAYO    CRÍTICOHISTÓRICO 

en  España;  en  cambio,  el  de  nuestra  mística  y  picaresca,  el  de  las 
demás  clases  de  novelas,  y,  sobre  todo,  el  del  teatro,  en  todas  las 
literaturas  de  Europa  es  avasallador.  El  teatro  nacional  y  la  no- 
vela realista  de  Cervantes  son  origen  de  la  novela  y  del  teatro  mo- 
derno, entrambos  resucitados  en  el  siglo  xix  con  el  romanticismo. 
La  mezcla  de  lo  cómico  y  de  lo  trágico  y  el  no  tener  cuenta  con 
las  famosas  unidades  dramáticas,  fundamentos  del  teatro  nacional 
español,  lo  fueron  de  todo  el  teatro  europeo  después  de  caer,  con 
el  romancismo,  en  todas  partes  el  seudoclasicismo  francés. 

La  sexta  y  última  época  del  Renacimiento  es  de  verdadera 
caducidad :  el  seudoclasicismo  francés,  trasladado  á  España  en 
el  siglo  XVIII  por  nuestros  eruditos,  ignorantes  de  nuestra  añe- 
ja literatura  y  encandilados  con  la  que  hallaban  en  Francia.  Qa- 
sicismo  el  francés  de  tercera  o  cuarta  mano,  con  pujos  de  he- 
lenista, hasta  creerse  que  sus  trágicos  habían  mejorado  á 
Eurípides,  era  imitación  del  clasicismo  italiano,  el  cual  lo  era 
del  latino  y  éste  del  griego.  Del  francés  quiso  serlo  el  español 
y  así  el  abolorio  resultaba  tan  luengo  y  remoto  que  no  quedaba 
del  helénico  clasicismo  ni  la  sombra.  Con  esta  que  no  llegaba 
á  sombra  de  clasicismo  pretendieron,  sin  embargo,  nuestros  in- 
fatuados eruditos  del  siglo  xviii,  resucitar  la  muerta  literatura 
castellana.  Burláronse  de  Lope  y  de  Calderón,  no  tuvieron  noticia 
de  Tirso  ni  del  teatro  de  los  siglos  xv  y  xvi,  castizo  y  popular; 
no  supieron  del  romancero  ni  de  la  epope}'a  castellana;  prefirie- 
ron el  falso  Quijote  de  Avellaneda  al  verdadero  y  único  de  Cer- 
vantes, y  con  este  bagaje  literario,  bien  repletas,  por  el  contrario, 
las  maletas  de  cuanto  podían  arramblar  en  sus  viajes  de  París, 
proclamaron  las  unidades  dramáticas  francesas,  hicieron  églo- 
gas, tragedias  y  poemas  didácticos,  todo  según  los  patrones  ver- 
sallescos ;  y  cuando  los  franceses  nos  quisieron  pagar  tan  sendl 
sumisión  á  su  literatura  como  realmente  debe  pagarse,  á  pun- 
tillazos y  metiéndose  en  España  para  amarrarla  al  carro  de  triun- 
fo de  Napoleón,  se  restregaron  las  manos  de  gusto  los  afrance- 
sados escritores,  fuéronse  á  Francia  con  sus  literaturas,  dejando 
ahí  eso  para  que  se  arreglase  como  pudiese  el  pueblo  español,  de 
ellos  tenido  por  canalla  vil.  Esta  farsa  literaria  afrancesada  tras 
la  jomada  postrera,  acabada  en  muerte,  de  la  época  anterior,  fué 
como  el  saínete  con  que  á  su  vez  acabó  el  largo  espectáculo  del 
clasicismo,  el  fin  y  remate  del  mundo  del  Renacimiento. 

Meléndez  é  Iglesias  escriben  églogas  versallescas  donde  Juan 
del  Encina  las  hizo  del  terruño  salmantino  con  el  habla  sayaguesa 


DE  LA  LITERATURA  CASTELLANA.  CAP.  I         2"]^ 

que  allí  todavía  se  habla.  Villarroel,  por  rara  excepción,  supo 
trasladarlo  de  alguna  manera  á  la  literatura.  El  entremés  castizo 
de  Ramón  de  la  Cruz  y  la  comedia  de  Bretón  eran  aplaudidos  en 
€l  teatro,  mientras  las  obras  de  los  afrancesados,  apoyadas  por 
el  gobierno,  no  podían  representarse  por  falta  de  espectadores.  El 
estudio  renovado  en  Europa  de  la  antigua  Grecia,  del  cual  sacó 
Chenier  sus  poesías,  de  un  clasicismo  harto  más  verdadero  que  el 
usado  hasta  entonces  en  Francia,  dio  en  España  algunos  buenos 
helenista  á  fines  del  siglo  xviii^  que  hicieron  hermosas  ediciones 
y  versiones. 

Pero  toda  corriente  estética  venida  de  fuera  trae  sus  venta- 
jas, aunque  no  sea  más  que  la  de  una  renovación,  siempre  con- 
veniente al  arte.  El  influjo  francés  despertó  en  el  siglo  xviii 
la  literatura,  que  realmente  estaba  muerta.  Siglo  de  crítica  histó- 
rica por  serlo  de  crítica  política,  filosófica  y  religiosa,  despertó  en 
España  la  conciencia  histórica,  descaminada  por  los  falsos  croni- 
cones, moviéndose  debates  y  apurándose  las  fuentes  y  los  hechos 
por  hombres  tan  estudiosos  como  Nicolás  Antonio,  Martí,  el  Mar- 
qués de  Mondéjar,  Alvarez  de  Toledo,  Ferreras,  Segura,  Feijóo, 
Mayans,  Flórez,  Alonso  Vázquez,  Risco,  Masdeu,  Villanueva  y 
otros  que  fundamentaron  la  maciza  erudición  histórica.  Las  Aca- 
demias, aunque  fundadas  con  el  criterio  estrecho  y  académico  de 
las  de  Francia,  estimularon  la  afición  á  la  cultura :  la  Academia  Es- 
pañola, la  de  Medicina,  de  la  Historia,  de  Bellas  Letras  en  Bar- 
celona, de  San  Fernando  y  otras.  Si  el  arte  puro  no  vio  levantarse 
grandes  ingenios  y  aun  los  que  se  dieron  desperdiciáronse  no  poco 
por  el  mal  gusto  reinante,  mezcla  del  gongorismo  pasado  y  del 
presente  seudoclásico  prosaísmo,  como  Torres  de  Villarroel,  que 
en  otras  edades  más  propicias  hubiérase  alzado  con  más  gloriosos 
timbres,  hubo,  á  lo  menos,  muchos  y  grandes  eruditos  que  asen- 
taron en  firmes  cimientos  la  cultura  moderna,  como  Lucas  Cor- 
tés, Berganza,  Mayans,  Juan  de  Iriarte,  Larramendi,  Murillo  Ve- 
larde,  Flórez,  Sarmiento,  Jorge  Juan,  Antonio  de  Ulloa,  Luis  José 
Velázquez,  Llaguno,  Piquer,  Pérez  Bayer,  Berni,  Burriel,  etc. 
Las  desaforadas  invectivas  de  los  afrancesados  contra  nuestra 
vieja  literatura  levantó  un  bando  hispanista  en  su  defensa,  y  con- 
tra los  escritores  artísticos  de  la  escuela  francesa  brillaron  otros 
de  la  escuela  popular,  que  al  cabO'  venció,  preparándose  de  este 
modo  el  reinado  del  romanticismo,  que  en  el  teatro  y  la  novela 
no  desdecía  de  nuestra  tradición  literaria,  hasta  el  punto  de  ha- 
ber alzado  los  alemanes  como  enseña  del  teatro  romántico  nuestro 
leatro  nacional  del  siglo  xvii. 


276  ESBOZO    DE   UN    ENSAYO    CRÍTICOHISTÓRICO 

Llegamos  al  mundo  literario  moderno,  al  mundo  romántico 
que  entró  en  España  hacia  1830,  parte  mediante  tradiciones  de 
obras  románticas  extranjeras  desde  fines  del  siglo  xviii^  parte 
por  medio  de  los  emigrados  á  su  vuelta  de  Inglaterra.  El  roman- 
ticismo se  alzó  en  toda  Europa,  hasta  en  Francia,  contra  el  seu- 
doclasicismo  francés,  rechazó  el  arte  clásico  de  imitación  ex- 
traña, volviendo  á  la  naturaleza  misma,  en  la  escuela  lakista  in- 
glesa y  en  las  novelas  francesas  de  Rousseau  y  Saint-Pierre  7 
otros,  tornando  al  arte  propio  de  la  cristiandad,  sobre  todo  his- 
tórica y  caballeresca  medioeval,  entre  los  poetas  alemanes  y  en  el 
inglés  Walter  Scott.  Arte  del  Norte  de  Europa  trajo  las  notas 
septentrionales  de  una  lírica  íntima,  musical  y  sensible,  de  cierta 
vaguedad  enigmática,  fantástica  y  doliente,  de  no  poca  exageración 
en  fondo  y  forma;  nacido  en  época  descreída,  escéptica  y  des- 
alentada, vino  empapado  en  el  pesimismo  ó  mal  del  siglo ;  revolu- 
ción literaria  tras  las  revoluciones  religiosa,  filosófica  y  política, 
proclamó  la  rotura  de  preceptos  y  leyes.  El  romanticismo  pasó 
á  las  costumbres  y  fué  bohemia  literaria,  la  revolución  y  la  exa- 
geración en  todo,  en  un  siglo  todo  él  revolucionario. 

Pasada  la  época  del  mayor  hervor  romántico  (1830-50),  quedó 
lo  sano  del  romanticismo,  la  contemplación  de  la  naturaleza  y  rea- 
lidad en  sí  misma,  del  alma  humana  y  sus  luchas  y  deseos  del 
"\iivir  presente  del  hombre ;  la  contemplación,  en  suma,  de  lo  pro- 
pio, no  de  lo  ajeno  ni  mediante  los  autores  antiguos  y  de  los  li- 
bros. Tal  fué  el  realismo  de  la  segunda  época  (1851-87),  que 
mantuvo  la  sustancia  del  arte  romántico,  sin  la  hojarasca  exage- 
rada y  sin  las  notas  germánicas.  En  Francia  se  extremó  ciñén- 
dose  á  lo  feo,  al  determinismo  humano,  á  la  parte  bestial  del 
hombre,  con  propósitos  de  ciencia  experimental,  llamándose  na- 
turalismo zolesco. 

En  la  tercera  época  (1888-1907)  vuelve,  por  reacción,  en  Fran- 
cia á  matizarse  el  arte  con  las  notas  septentrionales,  y  esta  vez  ade- 
más, con  el  refinamiento  de  una  sociedad  gastada,  que  llevaba  al 
arte  decadente,  simbólico,  musical,  matizado  y  vaporoso,  aristocrá- 
tico y  para  pocos:  es  el  modernismo,  preparado  por  los  parnasia- 
nos. Las  tres  épocas  del  mundo  romántico  pueden  compararse  á  la 
mocedad  suelta  y  bulliciosa,  á  la  madurez  de  la  asentada  edad 
y  á  la  caducidad  pueril  de  la  vejez,  recorriendo  de  esta  manera  el 
arte  romántico  en  un  siglo  las  varias  edades  de  la  vida  que  en 
el  mundo  clásico  del  Renacimiento  tardó  cuatro  siglos  en  recorrer. 

Desde  que  las  ideas  enciclopedistas  vinieron  á  España,  á  pesar 
de  la  guerra  de  la  Independencia  llevada  á  cabo  por  el  pueblo 


DE  LA  LITERATURA  CASTELLANA.  CAP.  I         277 

abandonado  de  los  propagadores  de  tales  ideas,  como  en  manos 
de  ellos  cayó  la  política  española,  hízose  francesa  y  durante  todo 
€l  siglo  XIX  nuestra  patria  ha  seguido  como  un  dotrino  sometido 
con  una  á  manera  de  servidumbre  de  los  hombres  políticos  á  la 
vecina  república.  Las  letras  han  tenido  que  rendir  parias  igual- 
mente á  Francia,  aunque  no  fuera  más  que  por  ser  literatos  no 
pocos  de  los  políticos  que  trasegaban  de  Francia  sus  ideas.  Sin 
embargo,  puede  asegurarse  que  desde  el  romanticismo,  si  se  han 
aprovechado  algunos  buenos  elementos  de  la  gran  literatura  mo- 
derna francesa,  la  nuestra  ha  vivido  independiente  y  se  ha  des- 
envuelto conforme  á  su  propia  naturaleza.  Traducciones  de  no- 
velas y  de  obras  teatrales  para  la  gente  común  se  hicieron  á  man- 
ta ;  pero  por  encima  de  esta  literatura  plebeya,  traducida  pro  pane 
lucrando,  se  alza  nuestra  verdadera  literatura  durante  todo  el  si- 
glo, con  inspiración  á  veces  francesa,  pero  de  hecho  y  en  sí  misma 
enteramente  nacional.  ¿Quién  más  afrancesado  que  Larra?  Y,  sin 
embargo,  su  obra  es  toda  española.  Mesonero  Romanos  inspiróse 
€n  escritores  de  fuera,  pero  es  autor  tan  de  dentro  de  casa,  como 
El  Solitario.  Espronceda  imitó  á  Byron ;  pero  no  es  su  repetidor, 
sino  muy  original  poeta.  El  Duque  de  Rivas,  Zorrilla,  Campoamor, 
Hartzenbusch,  García  Gutiérrez,  la  Avellaneda,  la  Coronado,  Na- 
varro Villoslada,  Balmes,  Villegas,  Fernández  y  González,  Serra, 
¿qué  tienen  de  francés?  Anudaron  á  la  vieja  tradición  el  hilo  de 
sus  fantasías  y  remozaron  la  épica  y  el  teatro  antiguo  con  tonos 
de  lirismo  nuevo,  dejando  todo  lo  extraño  del  clasicismo.  El  ro- 
manticismo español  benefició  los  ricos  mineros  de  leyendas  y 
tradiciones  que  España  posee,  viéndose  así  muy  lejos  y  apartado 
del  romanticismo  francés  y  de  su  terrible  descora ¿onamiento  y 
pesimismo,  de  su  cruel  desengaño  escóptico,  de  su  fiebre  positi- 
vista de  goces,  de  su  baja  lujuria,  de  su  descreimiento  religioso.. 
Trabajada  aquella  nación  por  varias  generaciones  de  escritores 
libertinos,  por  la  literatura  mundana  de  los  salones,  por  la  En- 
ciclopedia, por  el  sarcasmo  ateo  de  Voltaire,  por  el  positivismo 
más  desconsolador,  la  nuestra  no  acababa  de  aceptar  tales  doctri- 
nas, educada  como  había  sido  durante  siglos  con  la  sana  moral  de 
la  religión  católica,  con  la  doctrina  de  los  teólogos,  con  el  arte 
cristiano.  Los  escritores  franceses  han  agitado  las  conciencias  so- 
cavando las  viejas  y  asentadas  doctrinas,  y  con  su  gracia  é  inge- 
nio, ameno  siempre,  con  su  espíritu  mundano,  elegante  y  atrac- 
tivo, han  logrado  desparramar  por  el  mundo  sus  libros  y  la  bien 
lograda  fama  de  sus  nombres.  Pero  no  por  seguir  diferente  de- 
rrotero han  sido  menos  grandes  nuestros  escritores,  menos  eos- 


278  ESBOZO    DE    UN    ENSAYO    CRÍTICOHISTÓRICO 

mopolitas,  pero  más  nacionales ;  menos  novadores,  pero  más  afe- 
rrados al  tradicional  espíritu  de  nuestra  literatura,  la  cual  tiene 
las  grandes  ventajas  de  ofrecer  mayor  unidad  en  toda  su  historia. 
más  alta  y  noble  manera  de  pensar,  base  moral  más  firme^ 
mayor  robustez  nacional,  más  asentada  cordura,  sin  perder  en 
independencia  y  originalidad,  antes  sobresaliendo  por  lo  mismo  en 
estas  cualidades. 

En  la  época  realista  muéstrase  todavía  más  la  diferencia  de 
entrambas  literaturas.  No  se  dan  en  España  esos  dos  extremos 
de  la  admirable  repulida  orfebrería  poética  del  Parnaso  y  de  la 
brutalidad,  maravillosa  por  su  fuerza,  del  naturalismo;  pero 
queda  á  descubierto,  sin  los  exagerados  floripondios  románticos 
que  vinieron  de  allende,  la  vida  real  en  la  novela  de  Fernán  Ca- 
ballero, Antonio  de  Alarcón,  Pereda,  Valera,  Galdós,  Palacio 
Valdés,  Blasco  Ibáñez,  Felipe  Trigo ;  en'  el  teatro  de  Ayala,  Ta- 
mayo,  Echegaray,  Galdós,  Benavente,  Grau ;  en  la  zarzuela  y  el 
género  chico ;  en  la  lírica  de  Bécquer,  Núñez  de  Arce,  Rueda,  Ga- 
briel y  Galán.  ¿Qué  tienen  que  envidiar  á  los  extraños  tan  origi- 
nales ingenios?  No  es  menos  íntimamente  lírico  Bécquer  ende- 
chando amores  platónicos  que  Musset  cantando  amoríos  lascivos ; 
ni  Fernán  caballero  y  Pereda  pintando  regiones  españolas  y  cos- 
tumbres sanas,  nobles  y  características  como  las  que  más,  tienen- 
por  qué  bajar  la  cabeza  ante  ningún  escritor  de  costumbres  de 
fuera  de  España.  Y  si  Galdós  puede  emparejar  como  novelista 
con  Balzac,  á  Balzac  no  se  le  ve  ante  Galdós  dramático.  La  va- 
lentía de  Echegaray  hallará  quien  la  venza  fuera  de  España,  pero 
no  la  de  Tamayo  en  ir  contra  la  corriente  de  ideas  corruptoras  con 
la  misma  fuerza  dramática  del  más  pintado.  Valera  no  queda  pos 
debajo  de  Anatole  France  en  la  gracia  é  ironía  y  le  gana  en  buen  án- 
gel y  en  filosofía  sana  y  educadora.  Gabriel  y  Galán  espera  en  vano 
quien  pueda  comparársele  en  alteza  de  pensar,  en  hondura  de  sen- 
tir, en  frescura  y  armonía  de  expresar  el  hogar  doméstico  y  el  pa- 
trio terruño.  Tampoco  hicieron  mucha  mella  en  España  las  deli- 
cadas extravagancias  modernistas,  fuera  de  la  mocedad  casquivana 
que  perdió  el  seso  unos  días  idolatrando  en  Rubén  Darío,  y  no 
Fin  motivo,  ya  que  Rubén  Darío  supo  coger  las  flores  todas  de 
las  escuelas  francesas  con  elegancia  más  graciosa  y  trasparente, 
en  suma,  más  española. 


DE    LA    LITERATURA    CASTELLANA.    CAP.    II  279 

■  CAPITULO    II  ,     , 

EL   ESPACIO    Ó    EL   ESPÍRITU    REGIONAL 

Siguiendo  las  doctrinas  de  los  seudoclásicos  del  siglo  xviii, 
solía  afiliar  Menéndez  y  Pelayo  á  los  autores  en  escuelas,  la  sal- 
mantina, la  sevillana,  la  cordobesa,  la  aragonesa.  Cierto  que  los 
grandes  autores  hallan  quienes  les  imiten,  y  en  tal  caso  maes- 
tros pueden  llamarse  de  escuelas  literarias.  Pero  todo  discípulo  é 
imitador  mientras  lo  sea  no  alcanza  á  tener  personalidad  artística, 
y  de  hecho  los  grandes  escritores  no  pueden  clasificarse  en  escue- 
las, puesto  que  cada  uno  funda  la  suya.  Los  discípulos,  puros  re- 
petidores de  los  maestros,  agrandan,  por  decirlo  así,  su  sombra ;  no 
son  luz  de  ninguna  especie,  no  cuentan  aparte  para  nada.  Baltasar 
del  Alcázar  es  sevillano  y  no  veo  cómo  pueda  caber  en  la  escuela 
sevillana,  esto  es,  de  la  de  Herrera,  su  contemporáneo.  Yo  no  doy 
importancia  alguna  al  encasillado  por  escuelas.  Cada  grande  es- 
critor tiene  imitadores  á  modo  de  escuela;  pero  los  grandes  es- 
critores no  forman  una  escuela. 

Se  me  dirá  que  hay  un  cierto  aire  de  familia  entre  los 
escritores  sevillanos  ó  entre  los  salmantinos.  Y  no  lo  negaré,  antes 
lo  aceptaré  tan  gustoso  que  desearía  estudiar  ese  aire  de  familia; 
sino  que  yo  creo  que  ese  aire  no  se  debe  á  escuela  alguna :  débese 
al  espíritu  regional.  No  hay  quien  no  vea  el  parecido  de  Góngora 
con  Lucano  y  no  lo  atribuya  á  ser  ambos  cordobeses,  y,  con  todo, 
no  perteneció  á  la  escuela  de  Lucano,  ni  cultivó  el  mismo  género, 
ni  tuvo  el  mismo  espíritu  poético  Góngora,  ni  le  imitó  como 
discípulo.  Es  el  espíritu  regional,  no  la  escuela,  el  que  explica  el 
j>arecido  de  entrambos.  El  espíritu  regional  viene  á  ser  el  medio, 
el  clima,  la  tierra,  la  raza,  las  costumbres,  la  educación  común 
y  el  común  atavismo  de  las  regiones ;  el  aire  de  familia,  por  otro 
nombre,  puesto  que  el  parecido  en  los  individuos  de  una  familia 
á  todo  eso  se  debe,  sobre  todo  al  atavismo  de  la  sangre. 

Taine  pretendió  explicar  todo  el  arte  por  estas  circunstancias 
del  medio  y  de  la  raza ;  no  se  explica  por  ellas  todo  el  arte. 
pero  sí  gran  parte  del  arte.  El  escritor  debe  á  ellas  acaso  la  mi- 
tad ó  la  tercera  parte  de  su  arte ;  el  resto  débelo  á  su  índole  per- 
sonal y  á  la  educación  propia  y  modo  de  vida  en  que  se  desenvol- 
vió en  cuanto  difiere  de  los  demás.  Hay  un  aire  de  familia  en 
todos  los  escritores  de  una  nación:  es  lo  único  cierto  de  cuanto 


28o  ESBOZO    DE   UN    ENSAYO    CRÍTICOHISTÓRICO 

discurrió  Taine.  De  la  misma  manera  hay  mi  aire  de  familia  en- 
tre los  escritores  de  cada  región  dentro  de  la  misma  nación.  Es- 
trechando ó  ensanchando  el  círculo  siempre  hay  un  cierto  pare- 
cido, un  espíritu  común,  como  hay  una  cierta  manera  de  hablar 
desde  el  pueblo  nativo,  la  región,  la  nación,  la  raza  y  por  este 
mismo  orden  va  el  parecido  desHéndose  y  atenuándose.  Habla, 
espíritu,  manera,  todas  las  cualidades  humanas  diferéncianse  en- 
tre individuos  de  raza  sajona  y  de  raza  española.  Pero  dentro  de 
la  raza  española  los  hispanoamericanos  difieren  de  los  españoles 
más  que  los  españoles  entre  sí,  que  tienen  un  aire  de  familia  en 
todo,  más  parecido  del  que  los  une  á  los  hispanoamericanos ;  más 
íntimo  es  todavía  el  aire  de  familia  ó  espíritu  regional  de  los  ga- 
llegos entre  sí  ó  de  los  andaluces,  y  dentro  de  Andalucía  los  se- 
villanos difieren  de  los  cordobeses ;  y  entre  los  cordobeses  hay 
más  parecido  entre  los  de  la  misma  ciudad  de  Córdoba  respecto 
de  los  otros  cordobeses  de  fuera  de  la  ciudad.  Es  verdad  que  no 
pide  demostración,  como  lo  es  que  cada  familia  cordobesa  tiene 
un  aire  de  familia  que  la  distingue  de  las  demás,  y  sólo  acaba  el 
parecido  y  señorea  la  mayor  diferencia  en  la  personalidad  de 
cada  individuo. 

Lo  que  decimos  del  espacio  téngase  por  dicho  del  tiempo. 
Con  los  tiempos  cambian  habla,  ideas,  arte;  sin  que  por  eso  se 
pierda  enteramente  el  espíritu  de  la  raza  y  de  la  región.  La  lite- 
ratura castellana  conserva  durante  todo  el  curso  de  la  historia 
ciertas  cualidades  que  la  distinguen  de  la  de  los  otros  pueblos; 
dentro,  sin  embargo,  de  ella  el  mudar  de  los  tiempos  las  La  ido 
modificando.  Hay  un  aire  de  familia  entre  los  escritores  andalu- 
ces de  todas  las  épocas  históricas  que  los  distingue  de  lo?  ara- 
goneses; la  literatura  andaluza  y  la  aragonesa  participan  de  las 
cualidades  de  la  literatura  castellana  como  diferente  de  la  france- 
sa; pero  todas  ellas,  la  francesa  y  la  castellana,  y  dentro  de  ella 
la  andaluza  y  la  aragonesa,  van  modificándose  al  correr  de  los 
tiempos.  Bueno  que  se  compare  al  aragonés  Marcial  con  Góngora 
el  andaluz;  pero  después  que  se  le  ha) a  comparado  con  el  anda- 
luz Lucano  de  su  mismo  tiempo,  y  lo  mismo  á  Séneca  con  Gra- 
cián,  pero  después  de  haberlo  hecho  con  Quintiliano. 

Acaso  haya  menos  distancia  de  Marcial  á  los  Argensolas  ó 
de  Lucano  á  Góngora,  que  de  Marcial  á  Séneca  ó  de  Góngora  á 
los  Argensolas.  Ello  indicaría  que  el  tiempo  separa  menos  que  el 
espacio,  que  el  espíritu  regional  es  más  firme  y  duradero  que  la 
semejanza  llevada  por  el  espíritu  de  una  época  á  los  escritores  de 
ella.  Pero,  si  bien  se  advierte,  las  doctrinas  cambian  más  con  el 


DE    LA    LITERATURA    CASTELLANA.    CAP.    II  201 

tiempo;  las  cualidades  artísticas,  hijas  de  las  facultades  humanas, 
difieren  más  según  las  regiones,  y  el  tiempo  apenas  las  mella.  Ideas 
paganas  en  los  uno,  cristianas  en  los  otros;  pero  siempre  sobre- 
puja la  fantasía  en  los  andaluces  y  la  inteligencia  en  los  arago- 
neses: Lucano  y  Góngora,  Marcial  y  Gracián. 

Asuntos  como  el  presente  préstanse  á  probar  tesis  más  ó  me- 
nos imaginarias,  con  lo  que  se  desvirtúa  el  propósito,  que  debiera 
ser  tan  solamente  diferenciar  el  alma  de  cada  región  para  mejor 
ahondar  en  el  alma  común  de  la  raza.  Tales  cotejos  dan,  efectiva- 
mente, ripio  á  mano  para  probar  las  más  opuestas  opiniones,  como 
lo  dan  siempre  los  documentos  históricos  de  cualquier  jaez  á  los  va- 
rios intérpretes  que  de  ellos  se  sirven  para  afianzar  las  variadas 
maneras  de  opinar. 

Im.porta  no  llevar  tesis  alguna  en  la  cabeza  al  entrar  en  este 
campo  de  investigación  serena  y  desinteresada.  Por  de  más  está 
advertir  que  tampoco  se  trata  de  ensalzar  ó  abatir,  de  apocar  ó 
eugrandecer  á  regiones  ni  ingenios,  que  todos  son  sobresalientes 
y  sin  par,  buscándose  tan  sólo  las  diferencias  distintivas,  no  las 
graduales  que  panegíricamente  las  escalonan  por  su  valer. 

Los  dos  Sénecas  y  Lucano,  cordobeses;  Columela,  gaditano; 
Mela,  de  Algeciras,  todos  andaluces,  son  los  primeros  escritores 
que  cronológicamente  nos  presenta  la  historia.  Dejando  á  un  lado 
los  dudosos  Valerio  Flaco,  Floro,  Juvencio  y  Silio  Itálico,  siguen 
después  Marcial,  Quintiliano  y  Prudencio  Clemente,  todos  arago- 
neses. Son  las  dos  regiones  antes  y  más  latinizadas,  merced  á  los 
TÍOS,  el  Betis  y  el  Ebro,  en  cuyas  márgenes  buscaron  los  romanos 
digamos  mejor,  los  italiotas  romanizados,  campos  feraces  que  cul- 
tivar. Los  primeros  y  más  ricos  terrenos  halláronlos  en  Andalucía, 
donde,  por  lo  mismo,  florece  antes  la  cultura  romana  y  se  hace  fa- 
mosa la  escuela  de  latinidad  de  Córdoba ;  después  viene  Aragón  y 
la  escuela  de  Huesca. 

Podemos  dejar  á  un  lado  á  Columela  y  á  Mela,  escritor  de  agri- 
cultura el  uno,  de  geografía  el  otro,  y  entrambos  de  menor  valer 
literario.  Tres  para  tres,  pudieran  parearse,  por  la  igualdad  de  los 
géneros  cultivados,  Séneca  el  retórico  con  Quintiliano,  Lucano  con 
Prudencio  Clemente  y  Séneca  el  filósofo  y  poeta  con  el  poeta  y  algo 
filósofo  Marcial ;  pero  es  preferible  cotejarlos  á  todos  á  la  vez  en 
cada  género  y  asunto. 

El  espíritu  lírico  de  Lucano  y  Séneca  es  el  mismo.  Tío  y  sobrino 
distínguense  entre  todos  los  poetas  romanos  por  el  color.  Aventa- 
jan en  esta  cualidad  á  los  aragoneses  Marcial,  Quintiliano  y  Pru- 
dencio. En  cambio,  ganan  los  aragoneses  á  los  andaluces  en  buen 


i82  ESBOZO    DE    UN    ENSAYO    CRÍTICOHISTÓRICO 

gusto,  en  aticismo,  cualidad  que  es  más  propia  del  entendimiento^ 
como  la  otra  lo  es  de  la  fantasía. 

Y  ésta  creo  que  es  la  fómula:  sobrepuja  el  entendimiento  en 
Aragón,  la  fantasía  en  Andalucía.  El  hecho  es  manifiesto  en  todo 
el  curso  posterior  de  la  historia ;  pero  no  es  menos  de  maravillar  el 
que  lo  sea  entre  escritores  de  raza  itálica,  con  sólo  haberse  tras- 
plantado el  linaje  á  dos  diferentes  regiones  españolas.  ^:  Tanto  pue- 
de la  región,  que  á  unos  mismos  italiotas  los  convierta  en  andaluces 
y  aragoneses  ?  Nada  sabemos  de  si  estos  escritores  llevaban  ya  algo 
de  sangre  española  en  sus  venas ;  pero  tales  divergencias  son  para 
mi  prueba  incontestable.  Sólo  á  la  mezcla  de  sangre,  juntamente 
con  la  educación,  puede  atribuirse  el  singular  fenómeno  de  que  en 
la  Argentina  se  fundan  tan  presto  italianos,  ingleses,  franceses  y 
alemanes,  y  que  el  espíritu  resultante  que  sobrenada  sea  castiza- 
mente argentino,  quiero  decir  español,  con  el  matiz  de  america- 
nismo bien  conocido  en  los  hispanoamericanos. 

El  color  por  una  parte,  hijo  de  la  fantasía,  y  por  otra  el  buen 
gusto,  la  mesura,  la  armonía  en  las  cualidades  artísticas,  que  pro- 
viene de  la  inteligencia,  distinguen  ya  desde  aquellos  tiempos  á  lo* 
ingenios  andaluces  y  aragoneses. 

No  creo  necesario  descender  á  casos  particulares  para  compro- 
barlo. Séneca  y  Lucano  son,  junto  á  Marcial,  Quintiliano  y  Pru- 
dencio, lo  que  la  rosa  más  encarnada  junto  á  la  rosa  de  color  de 
rosa.  La  brillantez  y  abundancia  de  metáforas,  el  fuego  y  ardi- 
miento, el  tono  enfático,  el  giro  retórico,  la  rotundidad,  tanto  en  la' 
prosa  como  en  el  verso,  la  pompa  y  majestad,  cualidades  son  harto 
conocidas  de  La  FarsaUa,  de  las  Tragedias  y  de  las  obras  filosóficas 
de  Lucano  y  Séneca.  Todo  lo  contrario  en  Marcial,  Quintiliano  y 
Prudencio.  Marcial  en  poesía  y  Quintiliano  en  prosa,  son  los  es- 
critores romanos  más  áticos  y  mesurados.  Señorea  en  ellos  la  inte- 
ligencia, como  en  los  ingenios  helénicos,  con  todas  sus  cualidades,. 
la  claridad  y  trasparencia  del  pensamiento  y  del  modo  de  expre- 
sarlo, la  propiedad  y  justeza,  el  ningún  derroche  de  pámpana  or- 
namental ;  en  una  palabra,  lo  que  se  llama  elegancia,  aticismo.  No 
es  pobreza  ó  escasez ;  es  continencia  y  mesura,  es  finura  del  senti- 
miento que  escoge ;  discreción  de  la  inteligencia  que  poda  lo  no  ne- 
cesario; robustez  intelectual,  que  se  satisface  con  los  menores  y 
más  apropiados  medios,  confiada  y  segura  de  lograr  por  ellos  lo  que 
otros  más  codiciosos,  por  temerosos  y  desconfiados,  no  acaban  de 
creer  que  alcanzaran  si  no  amontonan  cuanto  les  sugiere  su  rica 
fantasía. 

Séneca  no  se  harta  de  repetir  por  mil  maneras  las  mismas  sen- 


DE    LA    LITERATURA    CASTELLANA,    CAP.    II  2ÍÍ3 

tencias  y  doctrinas,  cual  fogoso  y  machacón  apóstol  que  inculca  y 
torna  á  inculcar.  Educador  no  menos  es  Quintiliano,  y  de  la  gente 
menuda;  pero  deslizase,  sesgo  y  tranquilo,  por  las  serenas  márge- 
nes, desde  las  fuentes  primeras  hasta  la  última  formación  del  ora- 
dor. Rayos  y  truenos  deslumhran  y  atruenan  La  Farsalia  y  las 
Tragedias,  mientras  le  bastan  á  Marcial  cuatro,  diez  versos,  escul- 
pidos como  en  mármol,  para  cauterizar  los  vicios  de  Roma,  y  unas 
cuantas  flores  silvestres  sencillas  á  Prudencio  para  tejer  ligera 
guirnalda  á  los  mártires. 

Brío  y  vigor  hay  en  unos  y  otros,  distinguiéndolos  de  todos  los 
demás  escritores  romanos  de  la  misma  época,  tanto  en  la  solidez 
de  las  doctrinas  como  en  la  manera  de  decir.  Satíricos  todos,  firmes 
en  sanos  principios,  educadores  en  filosofía  y  no  menos  robusto.^ 
y  firmes  en  sus  pinceladas,  en  la  manera  sentenciosa.  Pero  ese  brío 
y  vigor,  cuanto  á  la  expresión,  encomiéndanla  Séneca  y  Lucano  á  lo  • 
vivo  del  color,  á  lo  cortado  de  la  frase,  al  relampagueo  lírico,  á  la 
fogosidad  oratoria ;  Marcial,  Quintiliano  y  Prudencio  no  salen  • 
afuera  con  ese  empuje;  permanecen  serenos,  mas  confiados  en  la 
clarividencia  de  su  razonar,  en  lo  ineludible  de  su  dialéctica,  en  la 
naturalidad  de  lo  que  dicen.  Séneca  el  retórico,  parangonado  con 
Quintiliano,  con  tratar  los  mismos  asuntos  que  él,  difiere  en  espíritu- 
y  estilo.  Es  más  brusco  Séneca,  más  ligero,  más  cortado,  más  arre- 
batado; Quintiliano  tiene  más  asiento,  cava  más  hondo,  hila  y  tra-- 
ba  más  el  razonamiento,  es  mucho  más  sereno  y  elegante.  El  vigor 
en  Séneca  está  en  la  superficie  del  decir ;  en  Quintiliano,  en  lo  hon- 
do del  razonar.  Las  mismas  sólidas  doctrinas  defienden  entrambos 
sobre  la  elocuencia;  pero  el  andaluz  diríase  torrente  que  se  des- 
peña, choca  en  la  canchas,  salpica  y  ofusca,  brinca  otra  vez,  ocúl- 
tase y  vuelve  á  salir  siempre  espumoso;  el  aragonés  semeja  la 
mansa  y  dilatada  tabla  del  ancho  río  que,  al  parecer,  no  se  mue- 
ve, según  brilla  de  tersa  y  sosegada  sobre  la  haz.  Con  haber  vivido 
más  cercano  á  Cicerón,  di.sta  más  de  él  Séneca,  cuanto  al  estilo,  que 
no  Quintiliano,  el  más  ciceroniano  de  los  escritores  paganos,  como 
de  los  cristianos  lo  fué  Lactancio.  La  misma  vivacidad  y  rebullicio  ■ 
andaluz  échase  de  ver  en  su  hijo,  Séneca  el  filósofo  y  trágico.  Pa- 
rece filósofo  peripatético  en  no  saber  estar  sentado.  Figúraselo  uno 
siempre  de  pies  y  aun  revolviéndose  de  aquí  para  allá  por  su  rica 
y  bien  abastada  quinta.  Probablemente  no  se  meneaba  de  su  asien- 
to ;  pero  moralmente  es  misionero  andariego,  que  salta  de  un  tema 
á  otro ;  nunca  acaba  el  que  comenzó,  volviendo  en  cien  lugares 
sobre  él,  saltando  de  asuntos  y  en  estilo  no  menos  á  saltos  y  como  • 
á  llamaradas,  de  disertador  fogoso.  La  lírica  de  sus  tragedias,  que 


284  ESBOZO    DE    UN    ENSAYO    CRÍTICOHISTÓRICO 

de  hecho  no  son  más  que  desahogos  líricos  flojamente  trabados, 
ofrece  la  misma  vivacidad  é  inquietud,  parecidos  chispazos  y  de- 
tonaciones. Con  haber  sido  harto  más  bohemio  y  callejero  el  po- 
brete de  Marcial,  con  su  toga  raída,  muestra  más  asiento  en  su  de- 
cir, más  elegante  serenidad,  más  acabado  tornear  de  pensamiento 
y  expresión.  Lucano  es  volcán  que  no  cesa  un  minuto  de  echar  fue- 
go, llamas,  estampidos  ensordecedores;  Prudencio  es  el  ángel  plá- 
cido del  cristianismo  que  asoma  por  entre  nubes  pulsando  suave- 
mente la  lira  para  marcar  el  sesgo  vuelo  á  los  mártires  que  suben 
de  la  tierra.  Su  lírica  en  nada  se  parece  á  la  de  Lucano  ni  á  la  de 
Séneca. 

No  cabe  duda :  la  fantasía  colorista,  fogosa  y  bulliciosa  señorea 
en  las  obras  de  los  andaluces,  los  dos  Sénecas  y  Lucano;  la  inteli- 
gencia serena  y  asentada  en  las  de  los  aragoneses,  Marcial,  Quin- 
tiliano  y  Prudencio. 

Los  escritores  de  la  época  visigótica  son  por  la  mayor  parte  le- 
vantinos y  aragoneses.  Paulo  Orosio,  de  Tarragona,  distingüese 
por  la  profundidad  del  pensar.  Los  santos  Leandro,  Fulgencio  c 
Isidoro,  aunque  obispos  de  Sevilla  el  primero  y  tercero,  nacieron 
probablemente  en  Cartagena.  En  Zaragoza  florecieron  Juan  Ce- 
saraugustano,  Máximo,  Braulio,  Tajón,  San  Eugenio,  que  después 
fué  obispo  de  Toledo.  De  allí  mismo  fueron  obispos  San  Ildefonso 
y  San  Julián,  nacido  en  Cuenca.  Todos  ellos  eruditos  y  graves. 
Pero  pueden  cotejarse  con  los  escritores  que  á  poco  brillaron  du- 
rante el  siglo  IX  en  Córdoba :  el  abad  Esperaindeo,  San  Eulo- 
gio, Alvaro  Cordobés,  el  abad  Samsón.  En  medio  de  la  postración 
de  los  estudios,  entre  sufrimientos  y  martirios,  es  harto  notable  el 
'prurito  retórico  que  distingue  el  estilo  de  todos  aquellos  cordobe- 
ses y  que  contrasta  con  la  severidad  de  los  Padres  visigodos,  ara- 
goneses y  levantinos.  Hacinamiento  de  metáforas,  de  conceptismos, 
de  todo  linaje  de  floreos,  exuberante  adjetivación,  excesivo  color, 
retorcimiento  de  la  frase :  todo  eso  se  da  en  Córdoba  en  el  siglo  ix, 
como  entre  los  cordobeses  del  siglo  i ;  y  nada  de  eso  en  los  arago- 
neses y  levantinos  de  los  siglos  vi  y  vii  de  la  época  visigoda.  Has- 
ta los  títulos  de  los  libros  son  coloristas :  Luminosus  Indiculus, 
Liher  Scintillarum. 

El  espíritu  español,  en  general,  está  de  manifiesto  en  el  Cantar 

de  Mío  Cid  y  en  la  epopeya  popular  castellana,  conocida  por  las 

prosificaciones  de  la  Crónica  general  y  de  sus  posteriores  reiuncii- 

aciones.  Queda  todavía  más  de  relieve  si  se  compara  esta  epopeya 


DE    LA    LITERATURA    CASTELLANA.    CAP.    II  285 

con  la  francesa,  por  ejemplo  con  la  Ckanson  de  Roland,  con  la  cél- 
tica o  caballeresca  de  los  bretones,  con  la  lírica  de  los  trovadores 
provenzales  y  con  la  lírica  gallega :  manifestaciones  artísticas  de  la 
misma  época. 

La  cualidad  más  saliente  de  nuestra  epopeya  es  la  de  ser,  como 
la  lírica  gallega,  de  origen  enteramente  popular,  y  de  ésta  nacen 
todas  las  demás  cualidades.  Y  ante  todo  el  realismo,  esto  es,  la  sin- 
ceridad en  describir  tal  como  fueron  los  hechos,  la  epopeya  cas- 
tellana y  en  expresar  cómo  se  sentían  los  afectos  del  alma,  la  lírica . 
gil  llega.  La  epopeya  francesa  mira  los  hechos  con  los  cristales  de 
aumento  de  una  imaginación  desaforada ;  la  épica  caballeresca  pier- 
da hasta  los  estribos  de  la  realidad  histórica;  la  lírica  provenzal  exa- 
gera por  manera  exorbitante  el  amor  endiosado  á  la  mujer  y  el  odio, 
llegando  al  sarcasmo  y  á  la  sátira  personal  más  cruda  y  desvergon- 
zada. Las  tres  exageran  la  realidad,  dando  rienda  suelta  á  la  ima- 
ginación, de  suerte  que  lo  fantástico  señorea  y  oscurece  lo  que  de 
realidad  pudiera  yacer  en  el  fondo.  Lo  milagroso  es  cosa  corriente. 
Lo  desaforado  de  las  pasiones,  la  crueldad,  la  lascivia,  el  amor 
como  canonizado  y  endiosado,  anuncian  la  llegada  del  Román  de 
la  Rose,  en  el  cual  los  instintos  naturales  triunfan.  Es  el  poema  del 
naturalismo,  cuyo  continuador  será  Rabelais  al  llegar  el  Renaci- 
miento, Rousseau  en  el  siglo  xviii  y  Zola  en  el  xix.  Las  ideas  pa- 
ganas del  Renacimiento  contribuyeron  á  extender  estas  doctrinas 
naturalistas  en  la  literatura  francesa;  pero,  por  lo  dicho,  tenían 
más  honda  raíz  en  la  raza.  Por  ellas  se  distingue  de  la  literatura 
castellana,  que  es,  por  el  contrario,  religiosa,  providencialista  y 
ética. 

No  sobresale  la  epopeya  castellana  por  la  fantasía  ni  por  el  sen- 
timentalismo. Por  lo  primero  distingüese  de  las  restantes  litera- 
turas europeas  de  su  época ;  por  lo  segundo  apártase,  no  ya  de  ellas, . 
sino  del  mismo  arte  lírico  gallego.  Es  más  bien  seca,  aunque  sin 
crueldad,  como  efecto  del  tono  varonil  de  sus  guerreros;  emplea 
breíves  y  recios  brochazos,  en  lugar  de  toda  la  paleta  pictórica, 
para  matizar  y  diluir.  No  faltan,  pues,  corazón  ni  fantasía;  pero 
quedan  subordinados  al  ansia  de  sinceridad  y  de  realismo  y  al  vi- 
gor guerrero  de  sus  héroes.  La  nota  varonil  de  la  epopeya  caste- 
llana lo  será  de  toda  nuestra  literatura.  Sólo  al  pasar  á  Francia 
parece  blando  y  sensiblero  el  Cid,  vidriosilla  y  hasta  neurótica  Ji- 
mena.  No  es  que  sea  el  Cid  duro  de  entrañas ;  es  tierno,  cuidadoso 
y  amante  de  su  esposa  y  de  sus  hijas.  Bien  claramente  se  ve  en 
la  segunda  mitad  del  Cantar  de  Mió  Cid,  que  de  salir  por  ellas  tra- 
ta ;  pero  no  es  con  gemidicos  ni  caricias  como  muestra  el  Cid  su 


286  ESBOZO    DE    UN    ENSAYO    CRÍTICOHISTÓRICO 

. ternura.  El  cariño  es  hondo  y  lleva  á  obrar  más  que  á  manifestarse 
sentimentalmente.  No  hay  tampoco  crueldad  ni  encono  en  aquellos 
héroes;  hay  anhelos  de  salir  por  la  justicia,  por  la  libertad;  de  ven- 
gar los  caprichosos  entuertos,  hasta  las  intenciones  aviesas  de  re- 
yes y  poderosos.  Recabada  la  justicia,  dadas  prendas  de  amistad, 
olvidan  sus  querellas,  deponen  sus  odios,  se  abrazan  con  sus  ad- 
versarios. No  son  hombres  rudos  ni  salvajes,  son  sencillamente 
varones  ecuánimes  y  esforzados.  ¿Qué  actos  de  barbarie,  de  fero- 
cidad, pueden  señalarse  en  nuestra  epopeya,  hirviendo,  en  cambio, 
en  la  épica  caballeresca  junto  al  afeminamiento  y  lascivia  más  baja, 
que  entre  los  nuestros  jamás  se  parece?  Alucho  menos  refinada  se 
muestra  la  sociedad  en  nuestra  epopeya  que  en  la  literatura  caba- 
lleresca, en  la  épica  francesa,  en  la  lírica  provenzal  y  aun  que  en  la 
epopeya  homérica ;  pero  distingüese  de  las  sociedades  pintadas  por 
todas  aquellas  literaturas  en  ser  mucho  más  culta  y  civilizada 
•cuanto  á  los  principios  éticos,  que  son  los  del  cristianismo,  y  cuanto 
^al  sentir  y  pensar,  noble  é  hidalgo,  magnánimo  y  justiciero,  inde- 
pendiente y  libre.  De  aquella  raza  sin  par  podian  esperarse  gran- 
des cosas.  Y  que  lo  era  y  no  por  pura  fantasía  de  los  cantores,  se 
ve  claramente  en  la  epopeya,  ajena  á  todo  prurito  literario  é  hija 
de  la  más  desinteresada  sinceridad.  Las  cualidades  apuntadas  de 
la  epopeya  castellana  lo  son  muy  particularmente  del  arte  regional 
•de  Castilla  la  Vieja,  cuyas  características  son  la  sobriedad  y  aun 
sequedad,  el  tener  más  de  fondo  y  pensamiento  que  no  de  forma  y 
ornamentación,  como  lo  pedía  la  seca  y  adusta  meseta  castellana. 
Conforme  se  baja  de  ella  á  las  costas,  la  sequedad  parece  como 
que  se  moja  y  ablanda,  y  el  verdor  y  las  flores  se  sobreponen,  ocul- 
tando el  fondo  y  deteniendo  la  vista  en  la  forma  superficial.  El  arte 
de  Castilla  la  Nueva  distingüese  ya  del  de  Castilla  la  Vieja  por  la 
mayor  elegancia  y  armonía,  debidas,  sin  duda,  á  la  corte,  en  Toledo 
y  Madrid,  y  después  á  la  mayor  influencia  clásica  renacentista,  que 
en  la  corte  tenía  su  asiento.  Pero  bájese  hacia  las  costas,  y  hallare- 
mos en  Andalucía  más  color,  volubilidad  y  ligereza  que  en  la  meseta 
central;  en  Portugal  y  Galicia  más  sensible  melancolía  y  comunica- 
tivos afectos;  en  las  costas  de  Levante  más  flexibilidad  y  armonía 
clásica.  Aragón,  cruzado  de  montes,  con  estrechos  valles,  tiene  de  la 
sequedad  castellana  y  señálase  más  todavía  que  en  ella  el  señorío 
de  la  inteligencia,  participando  á  la  vez  del  refinado  gusto  levan- 
tino, que  de  la  misma  inteligencia  procede.  La  misma  Extrema- 
dura ofrece  como  característica  el  brío  propio  de  Castilla  y  de 
Aragón ;  pero  con  arrestos  de  aventurero  inquieto,  que  no  se  hallan 
•en  estas  dos  regiones.  Salamanca,  con  sus  dehesas  y  pastores,  origincS 


DE    LA    LITERATURA    CASTELLANA.    CAP.    II  287 

la  égloga,  en  lo  que  se  une  á  Galicia  por  sus  serranillas  y  á  las  miá- 
mas  regiones  serranas  de  la  meseta.  Estas  ideas  que  anticipo  las 
veremos  después  comprobadas  con  la  comparación  de  los  autores. 
Sin  salir  de  la  epopeya,  el  Cid  es  el  héroe  castellano,  hecho  de  un 
solo  bloque,  el  que  mejor  cifra  el  tipo  épico  de  toda  España,  por 
lo  mismo  que  es  el  tipo  cortadamente  castellano  viejo.  Tal  como 
lo  dejó  esculpido  la  epopeya  popular,  encierra  las  cualidades  to- 
das del  arte  de  la  Vieja  Castilla,  y  las  que  son  comunes  á  todas  las 
otras  regiones  de  la  Península.  Hay  que  verlo  en  Mió  Cid,  en  las 
prosificaciones  de  la  primera  Crónica  general  y  en  los  romances. 
Compáresele  después  Bernardo,  héroe  leonés  y  catalán  y  de  todo  el 
Norte  de  España,  en  las  varias  trasformaciones  legendarias  del 
arte  popular  de  aquellas  regiones.  Diríase  un  Cid  menos  castellano ; 
español  siempre,  pero  como  policromado,  más  dúctil,  más  blando, 
hecho  del  mosaico  de  los  variados  materiales  de  regiones  varias. 
Ya  no  es  el  bloque  único  arrancado  de  la  Bureba;  el  espíritu  regio- 
-tial  norteño  lo  cinceló  menos  épico,  más  lírico  casi,  más  poético  en 
•este  sentido;  esto  es,  más  fantástico  y  menos  realista  que  el  Cid 
castellano.  Ambos  héroes  padecen,  con  el  correr  de  los  años,  las 
varias  contaminaciones  extrañas  del  espíritu  caballeresco,  como 
puede  verse  en  las  crónicas  rimadas  y  en  las  refundiciones  de  la  Ge- 
neral. El  espíritu  particular  del  siglo  xvii  le  pone  después  su  pro- 
pio sello  en  nuestro  teatro  y  en  el  poema  de  Balbuena,  y  al 
.atravesar  la  frontera  ya  son  otros  enteramente.  Tanto  puede  el  es- 
píritu de  cada  región  en  las  obras  de  arte. 

De  la  lírica  popudar  gallega  á  la  aristocrática  provenzal  hay  un 
abismo.  La  lírica  gallega  es  la  más  honda  y  sentida,  la  más  llana  en 
expresión,  la  más  sincera  que  conocemos  de  la  Edad  Media.  Aun 
prescindiendo  de  lo  satírico  y  grosero  de  la  provenzal,  la  lírica  amo- 
rosa es  en  Provenza  abstracta,  conceptuosa,  exagerada  en  la  idea 
vdel  amor.  Cualidades  son  éstas  que  pasarán  á  Italia  y  darán  al  pe- 
írarquismo.  La  idea  del  amor  es  la  misma  que  se  halla  en  las  obras 
caballerescas  y  que  jamás  se  dio  ni  en  la  lírica  gallega  ni  en  la  lite- 
ratura castellana,  aun  en  las  épocas  más  cortesanas.  La  razón  de 
>esta  diferencia  está  en  ser  popular  la  gallega  y  cortesana,  aristocrá- 
tica la  provenzal;  pero  no  menos  en  el  carácter  realista  y  sincero 
de  la  lírica  gallega,  como  de  toda  la  literatura  castellana,  y  en  la 
'tendencia  idealista,  abstracta,  exagerada  en  fondo  y  forma,  que 
tiene  la  lírica  provenzal.  Huele  á  artificio  de  trovadores  que  escri- 
ben, tanto  como  huele  á  naturalidad  de  obra  improvisada  por  gen- 
tes populares  la  lírica  gallega.  Entrambas  líricas,  la  gallega  popular 
y  la  provenzal  cortesana,  cultiváronse  por  el  rey  don  Diniz  de 


288  ESBOZO    DE    UN    ENSAYO    CRÍTICOHISTÓRICO 

Portugal  y  sus  cortesanos,  por  nuestros  reyes  San  Fernando  y  Al- 
fonso X  en  el  Libro  de  las  Cantigas.  La  diferencia  de  entrambas 
échase  al  punto  de  ver  en  todos  los  Cancioneros  galaicoportugue- 
ses,  que  las  han  conservado.  En  Las  Cantigas  el  asunto  es  religio- 
so, y  la  tonalidad,  grave  y  sencilla  y  más  castellana  que  gallega. 

La  ribera  del  Ebro,  desde  la  Rioja  y  la  Navarra  no  montañe- 
sa hasta  Aragón,  es,  espiritualmente  hablando,  una  sola  región: 
el  carácter  de  sus  habitantes  es  sustancialmente  el  mismo  y  no 
menos  lo  es  el  arte.  En  esta  acepción  Berceo  pertenece  a  la  región 
?ragonesa,  no  menos  que  Quintiliano.  Apenas  difiere  el  tudelano 
del  zaragozano  ni  se  aparta  el  riojano  de  uno  y  otro.  Berceo,  per- 
sonificación del  mester  de  clerezia,  sobre  todo  si,  como  parece 
hecho  probable,  es  autor  del  Alixandre,  pertenece  á  Aragón  por 
su  manera  de  pensar  y  de  escribir.  Como  en  los  escritores  ara- 
goneses, predomina  en  él  la  inteligencia,  el  espíritu  práctico,  se- 
sudo, discreto ;  la  manera  realista,  franca  y  sincera ;  la  llaneza  )• 
naturalidad,  la  honradez  á  carta  cabal.  Sus  fuentes  son  las  ecle- 
.siásticas,  no  pocas  de  ellas  francesas ;  su  metro,  el  erudito  de  los 
franceses ;  pero  el  espíritu  no  sabe  á  francés  lo  más  mínimo. 
La  misma  milagrería  está  tratada  á  la  española,  sin  sueños  fan- 
tásticos, con  ima  candidez  de  niño,  pero  con  un  realismo  y  dis- 
creción de  verdadero  ibero  ó  celtíbero,  si  se  prefiere.  Nada  fan- 
tasioso ni  aparatero,  no  pretende  pasar  por  literato ;  escribe  para 
comunicar  su  devoción  á  la  gente  menuda  de  su  tierra,  no  para 
atraer  gentes  de  lueñes  tierras  ni  para  darse  tono  de  ninguna  es- 
pecie. Práctico,  realista,  llano  y  sincero,  de  más  inteligencia  que 
fantasía,  parécese  Berceo  á  Quintiliano  y  á  los  escritores  arago- 
neses. Aragonés  parece  no  menos  haber  sido  el  autor  del  Libro 
de  Apolonio,  de  la  escuela  del  mester  de  clerezia.  De  la  misma  re- 
gión fué  el  fraile  navarro  que  dio  una  de  las  primeras  muestras  de 
la  prosa  escrita  en  los  Diez  Mandamientos,  y  el  famoso  arzobispo 
toledano  don  Rodrigo  Ximénez  de  Rada,  natural  de  Puente  de  la 
Reina,  en  Navarra.  Es  el  más  sesudo  y  discreto  de  los  cronistas 
españoles  que  con  grave  tino  y  juicio  sano  supo  recoger  lo  mejor  de 
todos  sus  predecesores  y  poner  el  fundamento  de  la  Crónica  gene 
ral  del  Rey  Sabio. 

Con  el  cual  estamos  ya  en  Toledo,  corazón  de  España,  y  en 
Castilla  la  Nueva,  la  región  de  los  príncipes  del  habla  castellana 
y  del  arte  nacional..  En  Toledo  renació  la  cultura  española  y  euro- 
pea. Desde  la  reconquista  por  Alfonso  VI  (1085)  hasta  la  muerte 
de  Alfonso  X  (1284),  esto  es,  durante  tres  siglos,  fué  el  principal 


DE    LA    LITERATURA    CASTELLANA.    CAP.    II  289 

centro  del  saber  de  Occidente.   Aragonés   fué  y  judio  converso 
Pero  Alfonso,  el  primero  que  trajo  á  España  los  apólogos  orienta- 
les en  latín.  El  Rey  Sabio  ordenó  la  traducción  al  castellano  de 
los  más  famosos  libros  de  este  género,  así  como  de  astronomía  y 
ciencias ;  agasajó  en  su  corte  á  los  trovadores  provenzales,  escribió 
en  gallego  sus  poesías  y  en  prosa  magistral  castellana  La  Crónica 
general  y  las  Partidas.  El  Rey  Sabio  pudiera  considerarse  como 
el  fundador  de  la  literatura  castellana.  Juntó  y  armonizó  las  varias 
corrientes,   el   antiguo   saber  grecolatino   y   el    saber   oriental,  la 
poesía  provenzal  y  la  gallega,  la  ciencia  eclesiástica  y  la  profana. 
2'anjó  las  ciencias  naturales,  la  jurisprudencia,  la  historia.  Puso 
su  sello  indeleble,  regio  y  castizo,  á  toda  la  literatura  española  pos- 
terior. En  sus  obras  y  en  las  que  por  su  orden  se  escribieron,  que 
abarcan  todo  el  saber  de  su  tiempo,  dejó,  efectivamente,  selladas 
las  cualidades  de  nuestra  literatura:  la  gravedad  y  alteza  en  las 
ideas  y  en  la  manera  de  escribir,  la  religiosidad,  la  moralidad,  la 
seriedad.  Para   apreciar  estas   cualidades   de  la   literatura   caste- 
ilan  en  toda  la  edad  media  y,  por  el  consiguiente,  en  las  épocas 
posteriores,  no  hay  más  que  recordar  las  tan  opuestas  que  ofrece 
la  literatura  francesa  y  cómo,  á  pesar  de  su  vecindad,  no  pudie- 
ron estas  cualidades  de  fuera  mancillar  nuestra  literatura.  El  na- 
turalismo en  ideas  y  la  ligereza  no  menor  en  la  forma,  que  se  com- 
pendian en  el  Román  de  la  Rose  y  en  los  fahliaux,  no  tuvieron  en 
España  eco  alguno,  fuera  de  algún  atisbo  que  se  nota  en  el  Arci- 
preste de  Hita,  merced  al  asunto  y  género  de  crítica  social  que 
abrazó.  Este  carácter  del  las  obras  del  Rey  Sabio  y  de  la  literatura 
castellana  puede  decirse  carácter  regional  de  Castilla  la  Nueva, 
donde  se  armonizan  y  funden  las  cualidades  de  las  regiones  to- 
das de  la  Península,  resaltando  las  que  á  todas  ellas  son  comu- 
nes :  el  sabor  popular,  el  tono  realista  y  el  contenido  éticocrítico. 
Toda   nuestra  cultura  medioeval  se   cifra   en   Alfonso   X,   como 
nuestra  cultura  de  la  época  visigótica  se  cifra  en  San  Isidoro. 
En  la  región  levantina  brillaron  en  el  siglo  xiii  Raimundo  Lulio, 
Arnaldo  de  Vilanova  y  Ramón  Martí,  que  con  la  expansión  ara- 
gonesa por  todas  las  costas  del  Mediterráneo,  fueron  famosos  por 
¿US  obras  y  escritos  no  menos  fuera  que  dentro  de  España.  En 
todos  tres  sobresalen  las  notas  del  ingenio  levantino. 

Dos  grandes  escritores  brillan  en  el  reino  de  Toledo  durante 
el  siglo  XIV.  El  príncipe  don  Juan  siguió  las  pisadas  de  su  abuelo 
en  la  afición  á  los  apólogos  y  moralidades  orientales  y  en  la  pro- 
sa. El  arcipreste  Juan  Ruiz  fué  poeta  tan  original  y  sin  par  que, 
además  de  recoger  los  asuntos  y  formas  literarias  de  su  tiempo, 

TOMO    XII  .—  19 


2gO  ESBOZO    DE   UN    ENSAYO    CRÍTICOHISTÓRICO 

lo  oriental  de  los  apólogos,  lo  gallego  de  las  serranillas,  lo  fran- 
cés de  cuentos  y  ficciones,  lo  dramático  del  Pamphilus,  fundién- 
dolo todo  en  su  obra  críticosocial  del  Libro  de  buen  Amor,  lle- 
vó,  con   su   genial  vigor  poético,   á   esta   su   obra  la  diferencia- 
ción de  los  géneros  literarios  niás  castizos  de  la  posterior  litera- 
tura castellana,  propios  todos  ellos  de  la  región  toledana,  donde 
nació  y  vivió.   No   se  conoce  lirica  castellana  más   antigua   qu<? 
la  suya,  erudita  y  más  todavía  popular,  profana  y   sagrada,   de 
todos  los  tonos  y  para  todos  empleos,  desde  el  filosófico  himno 
á  Cristo  triunfador  de  la  muerte  y  los  gozos  y  cantares  á  la  Vir- 
gen,  hasta  las   trovas   cazurras  y  coplas  para   danzaderas,   estu- 
diantes y  pordioseros.  Apunta  en  este  libro  la  picaresca ;  queda 
delineada  la  comedia  del  tipo  de  la  Celestina;  de  serranillas  y 
pastorales  castizas  hay  dechados  inimitables.  Pero  sobre  todo  cam- 
pea la  sátira  social  y  personal  de  todos  géneros  y  maneras,  con 
el  mismo  ingenio  y  socarronería,  con  el  mismo  brío  y  realismo 
que  después  hicieron  inmortales  á  Cervantes,  Quevedo  y  Villame- 
diana  y  á  los  autores  todos  de  la  novela  picaresca  y  del  teatro 
de  costumbres.  De  la  Puebla  de  Montalbán,  en  el  mismo  reino  de 
Toledo,  fué  Fernando  de  Rojas,  autor  de  Celestina;  de  Talavera 
fué  el  otro  Arcipreste  que  hizo  en  prosa  lo  que  en  verso  hizo 
el  de  Hita;  de  Toledo  fué  el  autor  del  Lazarillo,  probablemente 
Sebastián  de  Horozco,  autor  del  Cancionero,  obra  que  corre  pa- 
rejas con  el  Libro  de  buen  Amor;  de  entre  Toledo   é  Hita,  de 
Alcalá   de  Henares    fué   Cervantes.    Son   nuestros   más   altos   in- 
genios, dejando  fuera  de  la  cuenta  los  que  dio  Madrid,  que  per- 
tenecen a  la  misma  región  de  Castilla  la  Nueva. 

Más  secos  parecen  los  escritores  de  Castilla  la  Vieja,  serios 
moralistas  en  demasía:  Fernando  Sánchez  de  Tovar  ó  de  Va- 
lladolid,  el  cronista  del  siglo  xiv ;  el  Rabí  Sem  Tob  de  Carrión, 
judío,  autor  de  los  Proverbios  Morales,  en  verso ;  el  Canciller 
Pero  López  de  Ayala,  nacido  en  Vitoria,  poeta  satírico  morali- 
zador  en  su  Rimado  de  Palacio  y  prosista  en  sus  Crónicas  y 
otros  libros.  Sátiras  sociales  escriben  Juan  Ruiz  y  López  de  Aya- 
la  ;  pero  el  segundo  no  parece  sino  un  discípulo  del  primero,  y  el 
discípulo  diríase  más  serio,  más  encanecido  que  el  maestro,  el  cual 
tiene  de  mozo  jovial  y  brincador  más  que  de  maestro  grave  y 
machucho.  El  fondo  es  el  mismo  en  entrambos,  el  intento  grave 
y  ético  no  difiere  entre  ellos ;  la  forma  artística  los  diferencia. 
Es  en  demasía  seca,  sermoneadora  la  de  López  de  Ayala.  Por  algc 
era  canciller. 


DE    LA    LITERATURA    CASTELLANA.    CAP.    II  29 1 

Mas  también  era  arcipreste,  de  oficio  más  serio,  como  de  ecle- 
siástico, Juan  Ruiz.  Y  con  todo,  distingüese  el  arcipreste  dei 
canciller,  el  eclesiástico  del  lego,  el  maestro  del  discipulo,  como 
la  primavera  se  distingue  del  otoño  y  como  la  mocedad  de  la  ve- 
jez. Hay  mayor  lozania,  frescura,  jugo  primaveral,  vida  buUente, 
calor  de  juventud  en  el  castellano  nuevo,  mayor  sensatez  y  ape- 
sadumbramiento de-  forma,  mayor  sequía  y  frialdad  en  el  cas- 
tellano viejo. 

El  príncipe  don  Juan  Manuel  es  artísticamente  y  en  asuntos 
tan  oriental  como  el  Rabí  Sem  Tob  y  es  cristiano  que  aboga  por 
la  moral,  como  éste  es  judío  que  aboga  por  ella.  Sin  embargo,  el 
-castellano  nuevo  de  Escalona  es  más  placentero,  el  castellano  viejo 
de  Carrión,  más  serióte.  Las  máximas  que  éste  nos  da  escuetas, 
aquél  las  diluye  en  cuentos.  Moralistas  entambos  en  el  intento, 
€l  Príncipe,  más  ameno  y  abierto,  nos  lleva  de  mañana  paseando 
'por  variadas  florestas;  el  Rabí,  más  cejijunto  y  huraño,  nos  detiene 
sentados  en  torno  de  su  escritorio  al  caer  de  la  tarde. 

Los  primeros  prosistas  del  Renacimiento,  atentos  al  latín,  es- 
cribieron en  tan  erudito,  latinizante  y  afectado  castellano,  que 
lio  ofrecen  el  menor  rasgo  de  regionalismo:  tales  don  Enrique  de 
Villena,  el  Marqués  de  Santillana  y  Juan  de  Lucena.  Otros  son 
menos  latinizados,  pero  emplean  un  lenguaje  demasiado  erudito 
y  alejado  del  habla  popular:  Fernán  Pérez  de  Guzmán,  los  Car- 
tagenas,  el  Bachiller  Alfonso  de  la  Torre,  el  Príncipe  de  Viana, 
Gutierre  Díaz  de  Gómez,  Pero  Tafur,  Alfonso  de  Palencia,  Die- 
go Rodríguez  de  Almela,  Diego  Enríquez  del  Castillo.  Tan  sólo 
el  Arcipreste  de  Talavera  es,  en  unos  cuantos  trozos,  dechado  del 
decir  castizo  toledano  en  prosa,  como  lo  fué  á  poco  Fernando  de 
Rojas  en  La  Celestina,  cuando  ha'  Ln  los  personajes  populares. 
Los  poetas  son  no  menos  eruditos  y  cortesanos  en  sus  versos  y 
íinen  casi  todos  ellos  el  mismo  tono  de  imitación  gallega,  petrar- 
quesca  ó  dantesca  y  un  lenguaje  de  pura  convención  erudita.  Con 
todo  y  en  medio  de  su  laberinto  seudoclásico,  con  su  media  len- 
güilla  latinizante,  hartas  muestras  da  Juan  de  Mena  de  ser  cordo- 
bés en  el  énfasis  y  ahuecamiento. 

La  novela  en  prosa  y  verso.  El  Siervo  Ubre  de  Amor,  de  Juan 
Rodríguez  de  la  Cámara,  trasciende  á  gallega,  como  su  autor,  por 
ti  sentimentalismo  apasionado  y  misterioso,  el  sentimiento  de 
lí  naturaleza,  y  el  ritmo  afeminado  y  lánguido.  T  os  poeta?  del 
Cancionero  de  Baena  muéstranse  gallegos,  aun  cuando  no  lo  son. 
al  remedar  la  lírica  gallega,  como  parecen  toledanos,  reciamente 


292  ESBOZO    DE   UN    ENSAYO    CRITICOHISTORICO 

realistas  y  populares,  cuando  hacen  coplas  satíricas.  Fuera  de 
estas  dos  venas,  que  son  las  que  los  convierten  á  veces  en  poetas 
más  ó  menos  sinceros,  se  balancean  en  la  conceptuosa  vaguedad 
petrarquesca  ó  entre  las  alegorías  dantescas,  de  suerte  que  todos 
ellos  parecen  ser  un  solo  poeta,  tan  poco  se  diferencian  los  unos 
de  los  otros.  El  más  popular  y  mejor  satírico  es  el  cordobés  Antón 
de  Montero ;  el  madrileño  Alvarez  Gato  sobresale  en  lo  erótico. 
Gómez  Manrique,  natural  de  Amusco,  en  tierra  de  Campos,  es 
tan  moralizador  como  el  Marqués  de  Santillana,  nacido  en  Ca- 
rrión,  y  como  Sem  Tob,  de  la  misma  ciudad.  Son  secos  moralistas 
(le  Castilla  la  Vieja,  demasiadamnte  graves  y  seriotes  en  sus  poe- 
sías, aun  cuando  el  Marqués  se  aligere  de  pies  y  entrevere  la 
socarronería  castellana  en  sus  famosas  serranillas,  en  las  que  hay 
un  cierto  gusto  y  refinamiento  clásico  é  italiano.  Discípulo  de 
Gómez  Manrique  es  Pero  Guillen  de  Segovia,  donde  vivió,  por 
miás  que  naciera  en  Sevilla.  Las  coplas  satíricas  anónimas  del 
reinado  de  Enrique  IV  son  alegóricas,  conforme  á  la  escuela  dan- 
tesca, con  elementos  populares  de  picante  mordacidad. 

En  el  reinado  de  los  Reyes  Católicos  la  poesía  moralizadora 
medioeval  en  que  vimos  señalarse  á  los  poetas  de  Castilla  la 
Vieja,  López  de  Ayala,  Sem  Tob,  Santillana  y  G<^mez  Manrique, 
da  su  más  exquisita  y  aromática  flor  en  las  célebres  Coplas  de 
Jorge  Manrique.  El  sello  regional  de  Castilla  la  Vieja  queda  bien 
patente.  Jorge  Manrique  nació  en  Paredes  de  Nava,  de  la  misma 
provincia  de  Palencia,  de  donde  fueron  los  tres  últimos  poetas 
moralistas  mencionados.  De  la  misma  tierra  del  Marqués  de  San- 
tilJana  debió  de  ser  fray  Iñigo  López  de  Mendoza,  con  él  em- 
parentado, por  lo  menos  espiritualmente.  Poeta  religioso,  mo- 
ralista y  satírico,  tuvo  la  dicha  de  ser  el  primero  en  apreciar  cl 
arte  popular,  tan  menospreciado  por  el  Marqués.  Por  algo  era 
franciscano.  El  enlazó  por  primera  vez  la  corriente  erudita  y 
clásica  con  la  popular  y  apreció  y  levantó  el  romannce.  llevándole 
de  las  gentes  "de  baxa  é  servil  condición",  que  el  Marqués  dijo,  á 
les  palacios  de  nuestros  reyes.  Empleó  además  quintillas,  hizo  vi- 
llancicos y  una  escena  dramática  del  ángel  con  los  pastores  de 
l^elén  y  en  habla  casi  sayaguesa  y  ciertamente  pastoril,  inspirán- 
dose en  las  Coplas  de  Mingo  Revulgo.  Juan  de  Padilla,  El  Car^ 
tujano,  natural  de  Sevilla,  no  acaba  de  apartarse  de  la  alegoría 
dantesca,  solemnizada  por  el  andaluz  Juan  de  Mena.  A  pesar  de 
habe^  imitado  á  Petrarca  y  á  los  italianos  en  general,  el  arago- 


DE    LA    LITERATURA    CASTELLANA.    CAP.    II  293 

nés  Pedro  Manuel  de  Urrea  fué  poeta  tan  sincero  como  todos  los 
<1e  su  tierra. 

Las  primeras  obras  dramáticas  que  conocemos,  fuera  del 
Auto  de  los  Reyes  Magos,  imitación  francesa  de  principios  del 
siglo  XIII  ó  poco  antes,  son  las  dos  representaciones  religiosas  de 
(lómez  Manrique,  conforme  á  la  tradición  medioeval  y  el  Diálogo 
entre  el  au^or  y  un  viejo,  de  Rodrigo  de  Cota,  judío  converso  to- 
ledano, obra  no  menos  conforme  á  los  diálogos  y  disputas  tan 
usadas  en  la  Edad  Media,  como  los  Denuestos  del  agua  y  del 
vino  ó  la  Disputoison  du  vin  et  de  l'aue  y  La  Disputa  de  Elena  y 
María,  obras  del  siglo  xiii.  Finalmente,  recordemos  la  escena  dra- 
mática, ya  mencionada,  de  fray  Iñigo  López  de  Mendoza,  en  estilo 
y  lenguaje  muy  parecido  á  los  de  Juan  del  Encina,  aunque  anterior 
á  las  obras  de  este  dramático  y  músico  salmantino,  padre  del  teatro 
castellano  en  cuanto  compuso  y  escribió  obras  religiosas  y  pro- 
fanas,' más  acabadas,  es  de  suponer,  que  las  que  se  representa- 
ban en  la  Edad  Media  y  nos  son  desconocidas,  y  refinadas  por  el 
arte  clásico  aprendido  en  Italia.  Tiene  Encina  poesías  renacentistas  ; 
pero  valen  mucho  más  las  populares  con  música  que  puede  verse 
en  el  Cancionero  de  Barbieri.  Es  en  música  y  cantares  el  maestro 
de  la  bucólica  castizamente  española.  Es  su  cuerda  y  aun  por 
eso  tradujo  las  Bucólicas  de  Virgilio.  Dramatizado  el  género,  dio 
las  Églogas  de  Navidad,  obras  dramáticas  pastoriles,  con  los  sen- 
timientos y  lenguaje  de  los  rústicos  de  Sayago  y  pueblos  cerca- 
nos, llamado  por  ello  dialecto  sayagués.  Llevó  el  realismo  á  tal 
punto  que  hasta  presenta  hablando  á  los  zagales  con  las  propias 
diferencias  dialectales  y  matices  de  cada  pueblo,  como  ya  notó 
Cañete,  diciendo  uno  Ilacerado,  llevanta  y  Ilugar,  mientras  proi- 
nuncia  el  otro  lugar,  levanta,  lacerado;  éste  no,  nos,  nunca,  aquél 
ño,  ños,  nunca,  distinguiendo  muy  bien  por  el  habla  á  los  per- 
sonajes de  la  ciudad  y  á  los  de  los  pueblos  chicos.  Otro  salman- 
tino que  compuso  un  Canto  de  la  Pasión,  farsas  y  églogas  en  dia- 
lecto sayagués,  fué  Lucas  Fernández.  Salamanca,  región  de  ga- 
naderos, fué,  por  lo  visto,  la  tierra  donde  tenía  que  nacer  la  églo- 
ga castizamente  española,  tan  diferente  de  la  seudoclásica  italiana, 
que  más  tarde  infestó  la  literatura  castellana.  Algo  de  virgiliano 
hay  que  atribuir  al  arte  salmantino,  algo  de  la  suavidad  y  frescura 
de  Virgilio,  de  la  candidez  propia  de  niños  y  pastores.  Juan  del 
Encina  tenía  un  temperamento  poético  muy  parecido  al  poeta 
mantuano ;  Lucas  Fernández  es  algo  más  varonil :  así  hanlos  com- 
parado relativamente  á  Lope  y  á  Calderón. 


294  ESBOZO    DE    UN    ENSAYO    CRÍTICOHISTÓRICO 

Otra  región  junto  á  Salamanca  clió  señales  de  vida  artistica 
en  la  misma  época  de  los  Reyes  Católicos  y  en  la  siguiente  de 
Carlos  V.  Extremadura  diriase  haber  monopolizado  el  teatro 
de  aquellos  tiempos.  Nacido  en  Ecija,  pero  oriundo  de  Badajo/, 
fué  Garci  Sánchez  de  Badajoz,  el  autor  de  las  escandalosas  Liciones 
de  Job  apropiadas  á  las  pasiones  de  amor.  Bien  se  le  entendía  de 
ellas,  pues  dicen  enloqueció  de  amores  de  una  su  prima.  De  retazos 
de  canciones  enamoradas  compuso  la  alegoría  dantesca  Infierno  de 
Amor.  En  fin,  músico,  poeta  y  loco.  Acaso  fué  Garci  Sánchez  de  la 
familia  de  Diego  Sánchez  de  Badajoz,  natural  de  aquella  ciudad  ó  de 
Talavera  la  Real,  extremeño  de  todos  modos  y  tan  atrevido  erasmia- 
no  en  mezclar  lo  sagrado  con  lo  profano  como  Garci  Sánchez.  Fué 
en  España  lo  que  Torres  Naharro  en  Italia.  Sacó  más  y  más  el 
teatro  á  la  plaza  que  sus  antecesores,  porque,  sin  duda,  no  se 
hallaba  á  gusto  entre  clérigos  y  frailes,  á  quienes  prefiere  ver 
entre  las  gentes  del  pueblo  bajo,  y  así  los  pinta  aporreados  y  bur- 
lados de  la  chusma  soez,  aunque  su  religiosidad  y  aun  devocióii 
harto  se  echan  de  ver  por  sus  dos  poesías  místicas  que  él  llama 
romances.  Fué  gran  improvisador,  de  gen'o  avispado,  gran  soca- 
rrón, pintor  realista  admirable  de  la  gente  baja  y  de  personaje.? 
á  quienes  hace  risibles  y  de  quienes  se  burla  despiadadamente. 

Todo  el  brío  que  llevaron  los  extremeños  á  la  conquista  de 
América  pusiéronlo  no  menos  en  el  arte  literario.  Torres  Na- 
harro, de  la  provincia  de  Badajoz,  soldado  cautivo  de  moros  en 
África,  criado  en  Roma  del  cardenal  de  Santa  Cruz,  clérigo  al 
fin,  hízose  famoso  en  Italia  por  sus  comedias  de  valiente  realis- 
mo, cuyos  personajes,  cuando  son  de  varias  naciones,  hablan  cada 
cual  su  idioma.  Conoció  el  teatro  latino  y  el  italiano;  pero  to- 
dos los  argumentos  de  sus  piezas  son  suyos  propios,  no  menos 
que  el  mayor  enredo  puesto  en  la  fábula  y  el  brío  y  color  con 
que  pinta  desenfadadamente   tipos,   sobre  todo   de  gente  bajuna. 

También  extremeño,  de  Fregenal  de  la  Sierra,  fué  Vasco 
Díaz  Tanco  de  Fregenal,  clérigo  muy  corrido,  leído  y  escribido, 
verdadero  aventurero  como  Torres  Naharro,  cautivo  con  él  en 
África,  en  fin,  tan  hombre  de  arrestos  como  sus  paisanos  que  so- 
juzgaron á  América,  y  tan  socarrón  y  burlón  como  los  demás 
escritores  de  su  tierra,  hasta  frisar  en  estrafalario.  Escribió  é 
hizo  representar  en  su  mocedad  y  en  su  vejez  toda  suerte  de 
farsas,  comedias,  tragedias,  coloquios,  ya  á  lo  divino,  ya  á  lo 
profano.  Otros  dramáticos  extremeños  brillaron  en  la  época  si- 
guiente. Nuestros  primeros  dramaturgos  fueron  de  las  parte.i 
de  poniente  de  la  Península.  A  esta  época  misma  pertenece  Gil 


DE    LA    LITERATURA    CASTELLANA.    CAP.    II  agS 

Vicente,  portugués,  que  escribió  en  su  lengua  y  en  castellano  y 
que,  si  cedió  como  músico  á  Juan  del  Encina,  le  aventajó  como 
dramático  en  la  inventiva,  en  la  pintura  de  costumbres,  en  lo 
cómico  y  satírico  y  aun  en  el  delicado  sentir  de  la  naturaleza  y 
ce  la  vida  campestre.  Erasmista,  sin  pasar  los  linderos  de  la 
ortodoxia,  remedó  gallardamente  á  Erasmo  y  á  Luciano'  en  lo 
picante  y  mordaz  de  la  sátira.  Su  levantada  fantasía  le  lleva  á 
concepciones  alegóricas  de  lo  cómico  verdaderamente  aristofa- 
nescas.  Muy  sobresaliente  es  esta  cualidad  en  los  escritores  por- 
tugueses, sobre  todo  los  modernos,  y  en  los  dramáticos  extreme- 
ños, con  la  robustez  y  fuerza  de  colorido  para  caricaturizar 
burlonamente. 

Durante  la  época  de  Carlos  V  (1517-1554)  hallamos  la  her- 
mosa Tragedia  llamada  Josephina  de  Micael  de  Carvajal,  ex- 
tremeño de  Plasencia;  la  Comedia  Pródiga  de  Luis  de  Miranda, 
de  la  misma  ciudad.  De  Salamanca  fueron  probablemente  Ló- 
pez de  Yanguas  y  ciertamente  M.  Sancho  de  Muñón.  Los  cuatro 
son  de  los  mejores  dramaturgos. 

Para  acabar  con  el  teatro,  recordemos :  de  Toledo,  á  Gaspar 
Gómez,  Sebastián  de  Horozco,  Alonso  Villegas  Selvago  y  al  au- 
tor de  la  Comedia  Clariana;  de  Cuenca,  á  Jaime  de  Huete;  de 
Avila,  á  Pedro  Altamirano ;  de  Burgos,  á  Francisco  de  las  Natas; 
de  Silos,  á  Jorge  de  Bustamante ;  de  Valladolid,  á  Juan  Rodríguez 
Florián ;  de  Segovia,  á  Lorenzo  de  Sepúlveda  y  á  Juan  de  Pe- 
draza.  Aragoneses  fueron  Juan  Pastor,  de  Morata ;  Fernando 
de  Basurto,  de  Jaca;  Bartolomé  Palau,  de  Teruel.  Sevillanos, 
Alonso  de  Proaza  y  Lope  de  Rueda.  De  otros  muchos  drama- 
turgos no  se  sabe  el  lugar  donde  nacieron.  Parece,  pues,  que  de 
Salamanca  y  Extremadura  pasó  y  se  derramó  por  toda  España 
la  comezón  dramática  en  esta  época. 

Pocos  son,  en  cambio,  los  poetas  líricos  de  la  época  del  Empe- 
rador, y  aun  los  principales,  por  seguir  á  la  corte,  fueron  los  que 
se  italianizaron,  restando  fuerzas  á  la  poesía  popular  y  regional. 
Por  seguirla  ocurriósele  al  barcelonés  Boscán,  por  insinuación  de 
Navagero.  traer  la  métrica  italiana  al  castellano,  siguiéndole  su 
amíp^o  Garcilaso  de  la  Vega,  toledano  de  nacimiento  y  cortesano, 
íntimo  de  Carlos  V.  De  Alcalá  fué  Francisco  de  Figueroa.  pero 
formóse  no  menos  en  Italia  y  fué  de  los  mejores  poetas  renacen- 
tistas. Sólo  siguió  entre  los  toledanos,  siguiendo  la  tradición  es- 
pañola, Sebastián  de  Horozco,  satírico  y  dramático  castizo,  con- 
tinuador en  verso  de  los  dos  Arciprestes,  y  no  menos  en  prosa,  si 


296  ESBOZO    DE    UN    ENSAYO    CRÍTICOHISTÓRICO 

fué  él,  como  parece  muy  probable,  autor  del  Lazarillo.  En 
Castilla  la  Vieja  tan  sólo  es  nombrado  Hernando  de  Acuña,  valli- 
soletano, que  por  seguir  á  la  corte  fué  también  renacentista.  £1  es- 
píritu popular  y  regional  de  Salamanca  mostróse  en  Cristóbal  de 
Castillejo,  natural  de  Ciudad  Rodrigo,  el  gran  adalid  de  los  que 
alzaron  bandera  contra  el  arte  italiano,  y  no  por  falta  de  estudios 
clásicos,  puesto  que  tradujo  poesías  de  Ovidio  y  remedó  á  Catulo, 
sino  porque,  á  imitación  de  Juan  del  Encina  y  de  los  extremeños, 
prefirió  ser  el  Catulo  y  el  Anacreonte  castizamente  español,  cre- 
yendo, como  era  la  verdad,  que  así  se  debía  ser  clásico  en  España, 
haciendo  con  espíritu  español  lo  que  con  espíritu  helénico  hicieron 
los  griegos  en  Grecia.  Portugueses  de  nacimiento  y  de  la  misma 
preferencia  de  la  región  occidental  de  la  Península,  fueron  Jorge 
de  Montemayor,  que  hizo  arte  castellano  tradicional  y  arte  italiano, 
valiendo  más  en  el  primero,  é  introduciendo  la  falsa  é  italiana  no- 
vela pastoril  con  su  Diana;  Sá  de  Miranda,  que  se  italianizó  via- 
jando por  Italia,  y  Gregorio  Silvestre,  nacido  en  Lisboa,  pero 
oriundo  de  Zafra  y  discípulo  de  Garci-Sánchez  de  Badajoz  y  To- 
rres Naharro,  y  fué  poeta  castizo,  que  vivió  en  Montilla  y  Grana- 
da. De  aquella  ciudad  era  Diego  Hurtado  de  Mendoza,  digno  imi- 
tador de  su  bisabuelo  el  Marqués  de  Santillana,  humanista,  prosista 
y  poeta,  tanto  renacentista  como  castizo,  conforme  á  la  poesía 
nuestra  tradicional. 

Sevillano  fué  Gutierre  de  Cetina,  que  por  sus  correrías  y  tratos 
en  Italia  resultó  poeta  renacentista. 

De  todos  estos  líricos  sólo  libraron  enteros  y  castizos  Sebas- 
tián de  Horozco,  que  conserva  todo  el  espíritu  toledano ;  Cris- 
tóbal de  Castillejo,  que  guarda  el  salmantino,  y  Gregorio  Silvestre, 
que  mantiene  vivo  el  extremeño.  A  medias  castizos  y  á  medias  ita- 
lianizantes fueron  Jorge  de  Montemayor  y  Diego  Hurtado  de 
Mendoza.  Aragón  no  dio  poeta  alguno :  argumento  negativo  que 
dice  más  que  muchos  positivos  sobre  el  carácter  de  aquella  región. 
Diríase  que  en  España  la  poesía  suena  en  las  laderas  y  ver- 
tientes de  la  meseta,  en  las  costas,  en  todo  cuanto  hoja  la  penínsu- 
la y  que  en  la  meseta  central  sobrepuja  la  hermosa  prosa  en  Cas- 
tilla la  Nueva  y  las  obras  de  la  inteligencia  más  severas  y  secas  en 
Castilla  la  Vieja  y  en  Aragón.  Efectivamente,  tomando  el  agua  de 
un  poco  atrás,  toledanos  son  los  prosistas  más  célebres:  Fernán 
Pérez  de  Guzmán,  Hernando  del  Pulgar  y  Gabriel  Alonso  Herrera, 
en  el  reinado  de  los  Reyes  Católicos;  en  el  del  Emperador:  Alejo 
Venegas,  Blasco  de  Garay,  Luis  Hurtado  de  Toledo,  Juan  de  Ver- 
gara,  Gregorio  Hernández  de  Velasco  y  el  autor  del  Lazarillo  son 


DE    LA    LITERATURA    CASTELLANA.    CAP.    II  297 

toledanos ;  de  la  misma  región  de  Castilla  la  Nueva,  Gonzalo  Her- 
nández de  Oviedo  y  Pedro  Salazar  fueron  de  Madrid ;  Alvar  Gó- 
mez de  Ciudad  Real,  de  Guadalajara;  el  Beato  Juan  de  Avila,  de 
Almodóvar  -del  Campo ,  fray  Alonso  Orozco,  de  Oropesa ;  mo- 
sén  Diego  de  Valera  (?),  fray  Ambrosio  Montesino,  Alonso  de 
Valdés,  Juan  de  Valdés  y  Melchor  Cano  fueron  de  Cuenca. 

A  los  mejores  de  estos  prosistas  no  pueden  hacer  competencia 
los  mejores  de  Castilla  la  Vieja,  que,  en  cambio,  tienen  más  vasto 
caudal  científico :  El  Tostado,  de  Avila ;  Alfonso  de  Falencia,  Alon- 
so Fernández  de  Madrid  y  Antonio  de  Torquemada,  palentinos; 
Ruy  Sánchez  de  Arévalo,  Andrés  Laguna  y  fray  Domingo 
Soto,  segovianos ;  Hernán  Núñez  de  Toledo  y  Cristóbal  <ie  Villa- 
lón,  de  Valladolid ;  Antonio  de  Villegas  y  Gómez  Pereira,  de  Me- 
dina del  Campo;  el  bachiller  Alfonso  de  la  Torre,  fray  Pedro  de 
la  Vega,  Martín  Laso  de  Oropesa,  Francisco  de  Enzinas,  Jerónimo 
Fernández  y  Francisco  Valles,  burgaleses;  Pedro  Rúa,  de  Soria. 
De  la  banda  vertical  del  Occidente  de  la  Península,  que  comprende 
Asturias,  León  y  Extremadura,  tenemos  al  asturiano  fray  Antonio 
de  Guevara,  de  los  escritores  más  guasones  y  socarrones  que  dio  su 
tierra  en  todos  tiempos;  á  los  leoneses  Andrés  Bernáldez  y  fray 
Luis  de  Escobar;  á  los  zamoranos  Francisco  López  de  Villalobos, 
Alfonso  de  Zamora  y  Florián  Docampo;  á  los  extremeños  Luis  de 
Avila  y  Zúñiga  y  Francisco  Sánchez  de  las  Brozas ;  á  los  salmanti- 
nos Juan  López  Palacios  Rubios  y  Feliciano  de  Silva. 

Los  aragoneses  no  ceden  en  ingenio ;  antes  algunos  sobrepu- 
jan á  todos  los  citados :  Juan  Fernández  de  Heredia,  mosén  Ugo 
de  Urríes,  Martín  Martínez  de  Ampies,  micer  Gonzalo  García  de 
Santa  María,  Juan  Sobrarius,  Pedro  Sánchez  Ciruelo,  antes  del 
Emperador ;  después :  Miguel  Servet,  Alonso  López  de  Corella, 
Martín  Alpizcueta,  Antonio  Agustín,  mosén  Pedro  Valles,  Jeró- 
nimo Jiménez  de  Urrea,  Juan  Lorenzo  Palmireno,  Juan  Crisós- 
tomo  Calvete  de  Estrella,  fray  Diego  de  Estella. 

Tratándose  de  escritores,  más  distinguidos  por  su  saber  que 
por  su  estilo,  no  es  fácil  deslindar  el  carácter  artístico.  Por  de  con- 
tado, son  más  hermosos  y  castizos  prosistas  los  de  Castilla  la  Nue- 
va; tienen  estilo  más  personal  y,  por  consiguiente,  son  maestros 
de  estilo  y  lengua ;  en  algunos,  los  más,  el  gusto  clásico,  propio  de 
la  corte,  armonizado  con  el  espíritu  castizo,  dieron  los  mejores  de- 
chados de  prosa  castellana.  Los  castellanos  viejos  diríase  que  no 
han  acabado  de  incorporarse  el  pulimento  renacentista.  Cristóbal 
de  Villalón,  por  demasiado  aventurero  y  cosmopolita,  con  ser  de 
estilo  más  literario,  parece  que,  cuanto  á  la  práctica  artística,  no 


298  ESBOZO    DE    UN    ENSAYO    CRÍTICOHISTÓRICO 

ha  digerido  del  todo  el  clasicismo.  Martin  Laso  de  Oropesa  es  el 
magnífico,  y  parecería  más  bien  cordobés  que  no  burgalés  :  sin  duda 
débelo  á  Lucano,  á  quien  tradujo.  Los  de  la  banda  occidental  ya 
no  son  de  la  meseta ;  en  espíritu  poético  sobrepujan  los  costeños. 
Fray  Antonio  de  Guevara,  el  asturiano,  es,  sin  duda,  el  de  más  sa- 
liente originalidad.  El  zamorano  Villalobos  no  le  va  casi  en  zaga. 
Pero  entrambos  fueron  cortesanos  y  muy  impuestos  en  el  arte  re- 
nacentista, que  añadió  el  esmero  del  estilo  al  espíritu  castizo,  soca- 
rrón y  chistoso. 

Tan  impuestos  ó  más  en  el  arte  clásico  están  los  aragoneses; 
pero  en  ellos  el  fondo  sobrepuja  á  la  forma,  carr-cter  muy  de  la  re' 
gión.  Sobrarías,  Sánchez  Ciruelo,  Servet,  Corella,  Alpizcueta,  An- 
tonio Agustín,  Palmireno,  Calvete  de  Estrella  fueron  los  varones 
más  sabios  de  su  tiempo  y  grandes  renacentistas ;  pero  no  sobre- 
salen por  el  estilo.  El  de  fray  Diego  de  Estella,  el  más  literario, 
es  sentencioso  en  demasía,  teniendo  en  esto  de  Gracián,  de  Marcial 
y  de  Quintiliano,  que  destellan  sentencias  por  doquier. 

Viniendo  ya  á  Andalucía,  Gonzalo  Ayora,  Hernán  Pérez  de 
Oliva  y  Juan  Ginés  de  Sepúlveda,  son  cordobeses  por  nacimiento 
y  magnificencia  de  estilo.  Cordobeses  fueron  también  Fernando  de 
Córdoba,  que  escribió  en  latín,  pero  cuyas  valentonadas  por  Europa 
y  cuyos  triunfos  en  las  lides  intelectuales  muestran  su  arrogancia 
cordobesa;  Ambrosio  de  Morales,  que  era  más  historiador  que  ar- 
tista, y  Pedro  de  Soto,  que  era  más  teólogo  que  otra  cosa. 

Granada  no  tenía  tradición  literaria.  Renacentista  ciceroniano 
fué  fray  Luis. 

Otros  andaluces  no  sevillanos :  Francisco  Delicado,  que  se  for- 
mó y  escribió  en  Italia,  nació  en  Martos ;  Alonso  García  Matamoros, 
que  escribió  en  latín  ciceroniano,  fué  del  Condado  de  Niebla ;  Fran- 
cisco   Thamara  fué  humanista  gaditano. 

De  Sevilla  fueron  maestros  humanistas :  Rodrigo  Fernández  de 
Santaella,  Nebrija  y  Juan  de  Mal-Lara.  Grandes  místicos,  Juan 
de  Padilla  el  Cartujano  y  fray  Francisco  de  Osuna.  Científ  eos, 
Fox  Morcillo,  Monardes,  Pedro  de  Medina  y  Pedro  Mexía. 

Como  literatos  distinguiéronse  los  dos  escritores  de  viajes  Pe- 
ro Tafur  y  Gutierre  Díaz  de  Gamez,  por  el  pincel  colorista  y  no 
menos  por  él  y  por  las  que  llamaremos  trufas  y  exageraciones  an- 
daluzas, Francisco  López  de  Gomara  y  fray  Bartolomé  de  las 
Casas.  La  pasión  exagerada  y  el  color  son,  según  esto,  dos  notas 
regionales  sevillanas.  Alfonso  de  Proaza,  añadidor  de  la  Celestina 
y  trufador  en  ella,  y  autor  probable  de  la  Serafina  y  la  Tebaida, 
mostróse  fino  sevillano. 


DE    LA    LITERATURA    CASTELLANA.    CAP.    II  299 

De  Valencia  hay  que  recordar  tres  grandes  humanistas :  Luis 
Vives,  Pedro  Juan  Núñez  y  Juan  Martín  Cordero.  El  humanismo 
integral,  la  ciencia  universal  y  como  enciclopédica  es  nota  de  los 
escritores  sabios  valencianos.  Y  es  que  por  naturaleza  de  la  tierra, 
son  armónicos  y  helénicos  en  gusto  y  en  arte  y  saber.  Lo  abarcan 
todo,  todo  lo  funden,  los  conocimientos  como  las  dotes  literarias. 
En  el  siglo  xviii  fué  dechado  de  esta  clase  Vicente  Mariner,  y  en 
el  XVIII,  otros  muchos. 

En  la  época  de  Felipe  II  siguieron  haciéndose  autos  populares, 
de  los  que  se  hallan  96  en  un  manuscrito  de  la  Biblioteca  Nacional 
(M.  273);  pero  autores  nuevos  conocidos  sólo  se  pueden  citar: 
Juan  Timoneda,  de  Valencia,  y  los  dos  extremeños  Pedro  Hur- 
tado de  la  Vera,  de  Plasencia,  y  Joaquin  Romero  de  Cepeda,  de 
Badajoz.  Venció  el  conato  de  teatro  clásico  desde  1560  á  1590,  so- 
bre todo  en  los  colegios  de  los  Jesuítas.  Sobresalieron  en  él  Juan  de 
la  Cueva,  fray  Jerónimo  Bermúdez,  Lupercio  Leonardo  de  Argen- 
sola,  Cristóbal  de  Virués,  Laso  de  la  Vega  y  Cervantes.  Miguel 
Sánchez  es  nacional  y  ya  del  teatro  de  Lope. 

Mucho  se  ha  hablado  de  la  escuela  poética  sevillana,  cuyos  co- 
mienzos habría  que  poner  en  esta  época  con  Hernando  de  Herrera, 
que  es  una  mezcla  del  tono  bíblico  y  del  tono  pindárico  en  sus  can- 
ciones, y  petrarquesco  en  las  demás  poesías  amorosas.  Pero  lo  bí- 
blico y  pindárico  no  parece  en  los  demás  poetas  sevillanos ;  Bar- 
tolomé del  Alcázar  tiene  algo  más  que  ver  con  Marcial  y  aun  mu- 
cho más  con  Horacio.  Su  espíritu  epicúreo  es  de  Horacio  y  de  la 
muelle  Andalucía,  no  de  Marcial,  el  aragonés,  satírico  de  cos- 
tumbres, severo  y  muy  ético  en  el  fondo.  Juan  Luis  de  Rivera 
es  de  espíritu  místico,  con  pompa  y  boato  y  tan  sólo  por  eso 
muestra  ser  andaluz,  tan  sevillano  como  cordobés.  Juan  de  la 
Cueva,  también  inclinado  á  lo  nacional,  en  el  romance  como  en 
el  teatro,  mediano  poeta  en  ambas  cosas,  no  tiene  nada  que  ver 
con  Herrera  ni  con  Alcázar  ni  con  ningún  sevillano.  Juan  de 
Castellanos,  de  Alanís,  que  hizo  una  crónica  rimada  de  cosas  de 
América  al  tono  antiguo,  y  Pedro  de  Espinosa,  natural  de  Ante- 
quera, conceptista  y  luego  culterano,  clásico,  en  suma,  de  segundo 
orden,  son  muy  desemejantes  de  los  poetas  sevillanos  que  hemos 
recordado.  Rodrigo  Caro,  con  su  oda  á  las  Ruinas  de  Itálica,  de 
entonación  clásica,  no  lo  es  menos.  Y  esta  es  la  escuela  sevillana, 
traída  y  llevada  por  los  clasificadores  del  siglo  xviii,  perpetuos 
afrancesados  en  esto  como  en  lo  demás.  Ni  hay  tal  escuela  con 
maestro  y  discípulos,  ni   siquiera  unidad   de  tendencias  fuera  de 


300  ESBOZO    DE    UN    ENSAYO    CRÍTICOHISTÓRICO 

toda  escuela.  Sevilla  era  la  Babilonia  de  España,  el  puerto  común 
para  las  Indias,  donde  había  de  todo  en  mercancías,  en  habitantes 
y  en  poetas. 

La  nota  sevillana  suele  ser  cierta  gracia  donairosa,  añadida  i 
la  nota  común  andaluza,  que  es  la  brillantez  superficial  de  expresión. 
En  el  siglo  xvi  no  sobresale  en  los  escritores  sevillanos  ni  aun 
esa  nota  donairosa;  hay  gran  variedad  de  tonos  y  tendencias.  L-o 
más  común  es  el  arte  clásico,  que  pone  mesura  al  despilfarrado  arte 
andaluz,  como  en  la  pintura  sevillana  domina  la  mesura  académica. 
Lo  de  escuela  sevillana  debe  desterrarse  de  la  historia  literaria: 
es  un  falso  concepto,  neciamente  patriotero,  de  algunos  tratadistas, 
lo  mismo  que  lo  de  escuela  salmantina. 

Efectivamente  fray  Luis  de  León,  á  quien  se  pone  como  maes- 
tro de  ella,  nació  en  Belmonte  de  Cuenca  y  no  se  parece  en  nada  á 
los  verdaderos  poetas  salmantinos,  á  Juan  del  Enzina,  el  primero 
de  todos,  el  gran  egloguista  castellano.  No  hay  en  fray  Luis  nada 
de  pastoril  ni  siquiera  de  impresión  verdadera  y  sentida  del  campo. 
El  recuerdo  del  huerto,  lo  mismo  lo  hubiera  tenido  sin  salir  de  la 
ciudad,  como  el  recuerdo  del  mar  y  de  otras  cien  cosas  más,  vistas 
por  entre  las  poesías  de  Horacio.  Y  con  fray  Luis,  nada  salman- 
tino, sino  conquense,  horaciano,  platónico  y  bíblico  en  cuanto  es- 
cribió, sea  en  prosa,  sea  en  verso,  se  acaba  la  fantástica  escuela  sal- 
mantina. Salamanca  era  demasiado  teóloga  y  escolástica  para  en- 
gendrar poetas  en  este  tiempo ;  ni  siquiera  prosadores  artísticos  en- 
gendró. Sólo  puede  citarse  á  fray  Juan  de  Tolosa,  prosista  rico  en 
habla  popular,  pero  de  segundo  orden  y  más  desconocido  de  lo 
que  merece.  ¡i 

Volviendo  á  Andalucía,  Córdoba  mostróse  siempre  ella  misma, 
con  la  más  señalada  originalidad  acaso  de  las  ciudades  españolas. 
La  originalidad  cordobesa  es  tan  manifiesta  en  Luis  de  Góngora 
y  Lucano  que  todo  el  mundo  la  ha  visto.  Luis  Barahona  de  Soto, 
el  segundo  poeta  cordobés  de  este  tiempo,  tuvo,  como  Góngora,  dos 
épocas,  la  castiza  y  la  italianizante,  y  en  entrambas  la  gallardía  y 
estro  poético  no  desdice  del  estro  poético  cordobés  tradicional.  Juan 
Rufo,  aunque  más  pedestre,  hincha  sus  monótonas  octavas  reales 
de  un  tufo  harto  cordobés. 

Quedan  por  recordar  de  Andalucía  Pedro  de  Padilla,  natural 
de  Linares,  romancerista  nacional,  y  Vicente  Martínez  Espinel,  na- 
tural de  Ronda,  tan  nacional  en  poesía  con  su  espinela  como  en  mú- 
sica con  su  guitarra  y  en  prosa  con  su  novela  picaresca. 

De  Castilla  la  Nueva,  fuera  de  fray  Luis  de  León,  conquense. 


DE    LA    LITERATURA    CASTELLANA.    CAP.    II  ¿01 

de  estro  semítico  y  clásico  puro  helénicolatino,  el  mejor  es  Fran- 
cisco de  la  Torre,  de  Torrelaguna  (Madrid),  discípulo  de  Garcilaso 
é  italianizante.  Madrileños  son  Eugenio  de  Salazar,  Alonso  de 
Ercilla  y  Gabriel  Lobo  Laso  de  la  Vega;  los  dos  segundos  épicos 
á  la  italiana,  con  bastante  de  espíritu  nacional ;  el  primero  y  último 
no  menos  poetas  líricos  según  la  tradicional  manera  castellana. 
Los  demás  son  poetas  menores,  más  ó  menos  italianizados :  de  Al- 
calá, Pedro  Lainez  y  Cervantes;  de  Guadalajara,  Luis  Gálvez  de 
Montalvo;  de  Toledo,  Gabriel  López  Maldonado  y  Juan  López  de 
Ubeda,  poeta  más  bien  popular. 

En  Castilla  la  Vieja  sobresalen  San  Juan  de  la  Cruz,  de  Hon- 
tiveros  (Avila),  místico  hebraico ;  Jerónimo  Lomas  Cantoral,  valli- 
soletano y  clasicote ;  fray  Antonio  de  Maluenda,  burgalés,  limpia- 
mente clásico;  Miguel  Sánchez,  el  divino,  de  Piedrahita  (Avila), 
con  dos  poesías  magistrales  y  de  inspiración  castiza;  y  el  vallisole-- 
tano  Diego  Alfonso  Velázquez  de  Velasco,  en  metro  y  estilo  de 
fray  Luis. 

De  los  extremeños,  Cristóbal  de  Mesa,  de  Zafra,  y  Luis  Zapata,, 
de  Llerena,  entrambos  clásicos ;  Joaquín  Romero  de  Cepeda,  de 
Badajoz,  poeta  lírico  y  dramático  de  pura  cepa  castellana ;  Alon- 
so de  Azevedo,  de  Plasencia,  autor  del  esmerado  poema  Creación 
del  Mundo. 

Los  poetas  aragoneses  tampoco  forman  escuela,  pero  tienen  más. 
de  espíritu  regional.  Los  Argensolas  ocupan  el  primer  puesto, 
no  sólo  en  Aragón,  sino  en  toda  España,  como  satíricos  horacianos. 
Tanto  en  lo  éticocrítico  como  en  el  aticismo  de  la  forma  y  el  e» 
.  quisito  gusto,  parécense  á  Marcial  é  hicieron  en  verso  lo  que  des- 
pués Gracián  en  prosa.  La  seriedad  y  gravedad,  el  ingenio  sesudo, 
discreto  y  hondo,  propio  de  los  aragoneses,  incapaces  de  escribir 
ligerezas,  échase  bien  de  ver  en  estos  autores.  Un  Bartolomé  del 
Alcázar  cabe  en  Sevilla ;  pero  no  cabe  en  Aragón :  se  despegaría- 
de  los  demás  escritores.  Los  Argensolas,  tan  clásicos  y  tan  hora- 
cíanos,  dejan  de  serlo  en  lo  que  Horacio  tiene  de  ligero  cuanto  al 
pensar,  en  ese  superficial  epicureismo,  alma  de  Baltasar  del  Al- 
cázar y  de  Horacio.  Hay  en  esta  época  otros  dos  poetas :  Jerónimo 
de  Arbolanches,  tudelano,  y  Liñán  de  Riaza,  que  se  duda  si  fué 
toledano  ó  aragonés.  Entrambos  tiran  á  lo  popular,  con  todo  el 
gusto  de  los  clásicos. 

Viniendo  ya  á  la  prosa,  los  andaluces  se  distinguieron  por  lo 
pomposos,  huecos  y  estufados  cual  pavos  reales  y  por  el  fuerte 
colorido ;  pero  á  todos  llevan  en  ello  la  palma  los  cordobeses. 
Efectivamente,  baste  recordar  al  cordobés  padre  Martín  de  Roa.. 


302  ESBOZO    DE    UN    ENSAYO    CRÍTICOHIStÓRICO 

el  más  hueco  y  pomposo  de  los  prosistas  españoles.  Fray  Alonso 
de  Cabrera  y  Barahona  de  Soto  son  propios,  bien  coloridos,  nu- 
merosos prosistas  cordobeses.  El  padre  Francisco  de  Toledo  escri- 
bió en  latín.  Entre  los  sevillanos  hay  más  variedad.  Numeroso  y 
rítmico  es  Francisco  de  Medina,  dechado  de  discurseador  acadé- 
mico. Elocuente,  fray  Hernando  de  Santiago.  Las  dotes  de  entram- 
bos junta  fray  Luis  de  Rebolledo.  Completemos  la  lista  de  sevilla- 
nos con  el  verboso  y  llano  padre  Francisco  Arias,  el  clásico  Pedro 
de  Espinosa  y  los  más  bien  eruditos  Francisco  Pacheco,  Argote  de 
Molina  y  Rodrigo  Caro.  De  los  demás  andaluces.  Espinel,  el  ronde- 
ño  y  el  sabio  filósofo  y  teólogo  granadino  padre  Francisco  Suárez. 
Los  prosistas  de  Castilla  la  Nueva  siguen  en  esta  época  distinguién- 
dose por  su  hermosura  y  acabada  armonía  en  juntar  las  elegantes 
cualidades  de  la  prosa  clásica  antigua  con  la  propiedad,  reciura  y 
modismos  populares  castellanos.  Lo  popular  es  en  esta  región  cosa 
de  abolengo ;  lo  clásico  débese,  sin  duda,  á  la  corte  y  mayor  tra- 
to con  Italia  y  el  Renacimiento.  Aquí  vienen  los  grandes  maes- 
tros. De  Madrid,  Eugenio  de  Salazar,  el  más  perfecto  dechado 
-en  el  género  epistolar,  donde  la  elegancia  clásica  y  la  riqueza 
castiza  se  hermanan  maravillosamente ;  fray  Juan  de  los  Angeles, 
apacible  y  blando ;  el  sabio  exégeta  latino  padre  Alfonso  Salme- 
rón. De  Toledo,  el  sapientísimo  Pedro  Chacón,  el  suave  y  llano 
padre  Pedro  de  Ribadeneira,  el  castizo  y  muy  erudito  Pedro 
Sánchez,  el  elocuente  y  riquísimo  en  vocabulario  fray  Lorenzo 
de  Zamora,  natural  de  Ocaña ;  el  galano  Jerónimo  Huerta,  de 
Escalona ;  el  grave  y  castizo  padre  Juan  de  Mariana,  de  Talavera ; 
Juan  de  Horozco,  fray  Cristóbal  de  Fonseca  y  fray  Diego  de 
Vega,  castos,  ricos  y  elocuentes  escritores.  De  Cuenca,  el  sabio 
padre  Gabriel  Vázquez,  y  de  Belmonte,  fray  Luis  de  León,  el 
más  completo  y  armónico  de  los  escritores  españoles,  sabio,  poe- 
ta y  prosista,  semítico,  clásico  y  nacional  á  la  vez,  bíblico  y  pla- 
tónico en  una  pieza.  De  Guadalajara,  Juan  Páez  de  Castro,  ei 
humanista,  Luis  Calvez  de  Montalvo,  Bemardino  de  Mendoza. 
De  Sigüenza,  el  elocuente  y  numeroso  fray  José  de  Sigüenza. 
De  Alcalá,  Cervantes,  el  príncipe  de  los  ingenios  españoles,  el 
más  armónica  y  elegantemente  clásico  y  nacional  á  la  vez.  De 
Alcaraz,  Pedro  Simón  Abril,  gran  maestro  de  humanidades  y 
de  habla  castiza,  y  doña  Oliva  Sabuco. 

Grandes  escritores  y  algunos  muy  castizos,  se  dieron  en  Castilla 
la  Vieja;  pero  no  les  llegan,  generalmente,  á  los  que  acabamos  de 
ver;  suelen  ser  menos  esmerados  en  el  decir,  ni  suelen  armonizar 
^tan  concertadamente  lo  popular  con  lo  clássico.  Los  dos  más  sobre- 


DE    LA    LITERATURA    CASTELLANA.    CAP.    II  3o3 

salientes,  Santa  Teresa,  de  Avila,  y  San  Juan  de  la  Cruz,  de  Onti- 
veros,  en  la  misma  provincia,  los  más  sublimes  de  nuestros  místi- 
cos, hondos  conocedores  de  los  abismos  del  alma,  del  altísimo  pen- 
sar, señálanse:  la  Santa,  por  el  habla  popular  y  no  aprendida;  el 
Santo,  por  el  lenguaje  elegantísimo  y  culto.  De  Valladolid,  el  semi- 
tizante  León  de  Castro,  el  apostólico  segundador  de  Santa  Teresa, 
fray  Jerónimo  Gracián,  Alonso  López  Pinciano,  el  que  expuso  las 
doctrinas  clásicas.  De  Medina  del  Campo,  padre  Gregorio  de  Va- 
lencia, padre  José  Acosta,  historiador  de  América ;  el  teólogo  fray 
Domingo  Báñez,  el  padre  Juan  de  Torres  y  el  más  acaudalado  en 
palabras  de  los  escritores  castellanos  fray  Juan  de  Pineda.  De  Se- 
govia,  Juan  de  Vergara  y  el  historiador  Antonio  Herrera,  ratu- 
ral  de  Cuéllar.  De  Burgos,  fray  Pedro  de  Oña.  De  Dueñas,  Gon- 
zalo de  Illescas  y  Melchor  de  Santa  Cruz.  De  Soria,  Antonio  de 
Fuenmayor. 

Los  aragoneses  también  quedan  debajo  de  los  castellanos 
nuevos,  aunque  haya  algunos  ingenios  especialistas  y  escritores 
sentenciosos  y  densos,  cualidades  entrambas  de  aquella  tierra.  Así 
Jerónimo  Zurita  es  el  mejor  historiador  español;  pero  literaria- 
mente le  gana  el  talaverano  padre  Mariana.  Juan  Huarte  de  San 
Juan,  navarro,  es  único  en  sus  observaciones.  Jerónimo  Blan- 
cas, investigador ;  Pedro  de  Navarra,  Antonio  Pérez,  consumado 
escritor  político,  denso  y  sentencioso;  Jerónimo  de  Mora,  fray 
Diego  Murillo,  y  fray  Pedro  Malón  de  Chaide,  de  Cascante, 
el  más  artista  y  poeta  de  todos. 

Tan  grandes  ó  mayores  ingenios  descuellan  en  Extremadura : 
Benito  Arias  Montano,  de  Fregenal,  el  primer  semitizante,  gran 
poeta  y  polígrafo,  y  Pedro  de  Valencia,  de  Zafra,  gran  econo- 
mista y  filósofo.  Añadamos  de  la  región  occidental  al  todavía 
mayor  filósofo  y  escéptico  Francisco  Sánchez,  natural  de  Túy ; 
y  á  Fray  Antonio  Alvarez,  de  Benavente  (Zamora),  uno  de  los 
más  castizos  escritores  castellanos. 

Cotejemos  ahora  brevemente  los  mayores  poetas  de  aquel 
reinado.  Góngora  es  el  tipo  artístico  cordobés,  el  Lucano  del  si- 
glo XVI.  Los  Argensolas  son  típicamente  aragoneses,  sucesores  de 
Marcial  en  el  mismo  siglo  cuanto  al  exquisito  aticismo  de  la  forma 
y  al  espíritu  práctico  y  moral,  éticosatírico  del  fondo.  Tienen  del 
moral  Horacio  de  los  Sermones;  pero  dejan  el  liviano  y  epicúreo 
Horacio  de  algunas  odas  para  que  sea  representado  en  España 
por  el  sevillano  Baltasar  del  Alcázar.  Herrera  es  andaluz  por  la 
pompa  y  magnificencia ;  pero  sevillano  por  la  gracia  y  mesura  clá- 
sica que  la  refrena.  San  Juan  de  la  Cruz,  como  viejo  castellano,  es 


3o4  Esrsozo  de  un  ensayo  críticohistórico 

de  más  asentado  juicio  práctico,  míslicoascético,  el  más  grave  y  fir- 
me moralista,  hasta  llegar  á  la  cima  de  la  santidad.  Pero  el  más  ar- 
mónico de  todos,  el  que  mejor  supo  aunar  lo  nacional  con  lo  clá- 
sico y  con  lo  bíblico  fué  el  conquense  fray  Luis  de  León,  dechado 
del  arte  de  Castilla  la  Nueva,  como  había  armonizado  entram- 
bas tendencias  castiza  y  renaciente  Fernando  de  Rojas,  de  la 
Puebla  de  Montalván,  y  los  conquenses  hermanos  Valdés. 

Extrañará  que  saque  yo  de  Salamanca  á  fray  Luis  y  le  vuel- 
va adonde  por  espíritu  y  nacimiento  le  corresponde ;  pero  en  Sa- 
lamanca no  halló  fray  Luis  más  que  contrariedades.  No  era  su  es- 
píritu el  de  aquella  Universidad.  Fray  Luis  de  León  hubiera  asen- 
tado como  en  su  propio  centro  en  la  Universidad  de  Alcalá,  donde 
florecieron  los  estudios  exegéticos,  semíticos  y  humanísticos,  que 
fueron  los  suyos  propios. 

Entre  los  prosistas  reina  el  primero  Cervantes,  alcalaíno,  más- 
armónico  en  la  prosa  que  fray  Luis  de  León,  el  cual  muéstrase 
en  ella  más  poeta.  El  padre  Martín  de  Roa  es  enteramente  cor- 
dobés por  la  magnificencia  y  color;  Francisco  de  Medina,  tipo- 
de  prosa  sevillana,  esmerada  y  no  menos  magnífica.  De  Cas- 
tilla la  Vieja,  lo  más  típico  como  popular  es  Santa  Teresa.  De 
Aragón,  Antonio  Pérez,  político,  sentencioso,  denso  y  recio  en 
lenguaje. 

En  la  época  de  Felipe  III  la  mayor  centralización  cortesana 
acrecienta  en  Madrid  los  autores,  que  son  los  más  renombrados : 
Lope,  Ouevedo,  Villamediana,  Agustín  de  Rojas,  fray  Juan 
Márquez,  Matías  de  los  Reyes,  Francisco  de  Avila,  Tirso,  Salas 
Barbadillo,  Fernando  de  Ludeña,  Sebastián  Francisco  de  Me- 
drano,  Rodrigo  Herrera,  Gonzalo  de  Céspedes,  Hortensio  Félix 
Paravicino,  Tomás  Tamayo  de  Vargas,  Juan  Pérez  de  Mon- 
talván, Anastasio  Pantaleón  de  Ribera :  todos  madrileños.  Toledo- 
no  decae  todavía:  allí  nacieron  José  de  Valdivielso,  Francisco 
López  de  Ubeda,  Medinilla,  Quiñones  de  Benavente.  De  Tala- 
vera  son  Francisco  Verdugo  y  Tejada  de  los  Reyes.  De  Valde- 
peñas, Bernardo  de  Balbuena.  De  Almedina,  Jiménez  Patón.  De 
Sigüenza,  Villaviciosa.  De  Cuenca,  fray  Alonso  Remón.  De  Gua- 
dalajara,  fray  Hernando  de  Camargo.  Todos  estos  escrirores 
son  de  Castilla  la  Nueva  y  entre  ellos  están  los  más  castizos  y 
elegantes,  nacionales  y  clásicos  á  la  vez.  No  les  llegan  en  nú- 
mero ni  en  valer  los  castellanos  viejos.  De  Segovia,  el  conceptis- 
ta Alonso  de  Ledesma  y  el  popular  y  galano  Jerónimo  de  Alcalá. 
De  Valladolid,  los  historiadores  fray  Prudencio  Sandoval  y  fray 


DE    LJi    LITERATURA    CASTELLANA.    CAP.    II  3o3 

Antonio  de  Yepes,  el  llanísimo  padre  Alonso  Rodríguez,,  el  pe- 
sado moralista,  satírico  y  algo  pedante  Cristóbal  Suárez  de  Fi- 
gueroa.  De  la  Rioja,  el  anacreóntico  y  vanidosillo  Esteban  Manuel 
Villegas  y  Francisco  López  de  Zarate.  De  Silos,  el  muy  castizo 
y  grave  íray  Antonio  Pérez.  De  Burgos,  fray  Ángel  Alanrique, 
De  Ahnazán  (Soria),  Agustín  Salazar, 

El  emporio  sevillano  sigue  siendo  cuna  cada  vez  de  más  nu- 
merosos ingenios,  pero  de  tendencias  variadas.  Muy  sevillano 
por  su  verbosidad  y  amenidad  en  el  contar,  pero  no  por  su  se- 
riedad moralizadora,  es  Mateo  Alemán.  Alegre  y  manirroto 
gastador,  aristocrático,  exquisito  renaciente  y  esmerado  sonetista 
fué  Juan  de  Arguijo.  En  Sevilla  nacieron  el  orador  fray  Pedro 
de  Valderrama,  amigo  de  imágenes  y  escenas  bíblicas  bien  colo- 
ridas; Francisco  Pacheco,  Diego  Jiménez  de  Enciso,  excelente 
dramaturgo  histórico;  Luis  Belmonte  Bermúdez,  fecundo  y  do- 
nairoso dramático;  Juan  de  Jáuregui,  renacentista,  de  fino  gusto, 
pero  de  variable  criterio  respecto  del  culteranismo;  Diego  de 
Hojeda,  de  coloreada  imaginación;  Felipe  Godínez,  Pedro  Ve- 
negas,  Francisco  de  Rioja,  pintor  de  las  flores.  Todos  ellos  amigos 
de  imágenes  y  del  color  como  andaluces  y  esmerados  como  clásicos. 
Los  cordobeses  sobresalen  en  lo  de  siempre :  Pablo  de  Céspedes  pin- 
tor y  gran  colorista;  Antonio  de  Paredes,  Luis  Carrillo,  que  de- 
fendió el  primero  teóricamente  d  culteranismo.  Otros  andaluces : 
Mira  de  Amezcua,  de  Guadix;  Luis  Vélez  de  Guevara,  de  Ecija; 
Alderete,  de  Málaga ;  Bonilla,  de  Baeza ;  fray  Antonio  de  Cáceres, 
de  Granada. 

Es  notable  el  teatro  valenciano,  el  mejor  después  del  de  Ma- 
drid: Gaspar  de  Aguilar,  Carlos  Boyl,  Guillen  de  Castro,  Agustín 
Tárrega.  También  son  de  Valencia  Pedro  Juan  de  Réjanle,  Luxán 
de  Sayavedra  y  Sebastián  Mey.  Murcianos:  Gaspar  de  Avila  y 
Andrés  de  Claramonte. 

En  Extramadura  disminuyen  los  escritores :  Gonzalo  Correas 
y  Luisa  Carvajal  son  de  Jaraicejo;  Diego  López,  de  Valencia  de 
Alcántara;  Juan  Antonio  de  Vera,  de  Mérida.  En  cambio  son  bas- 
tantes los  portugueses  que  escriben  en  castellano:  fray  Pedro  de 
Vega,  de  Coímbra;  Violante  do  Ceo,  de  Lisboa;  Manuel  de  Faria. 
De  Llanes,  en  Asturias,  es  Diego  Duque  de  Estrada.  De  Aragóo 
suena  tan  sólo  fray  Tomás  Ramón,  de  Alcañiz. 

En  los  reinados  de  Felipe  IV  y  Carlos  II  son  todavía  más 
los  portugueses:  Manuel  de  Gallegos,  Francisco  Manuel  de  Me- 
llo, Isaac  Cardoso,  Juan  Matos  Fragoso.  De  Extremadura  quedan 
Gabriel  Azedo  de  la  Berrueza,  de  Jarandilla,  y  Diego  y  José  de 

TOMO    XII.  —  20 


3o6  ESBOZO    DE    UN    ENSAYO    CRITICOHISTORICO 

Figueroa.  Coruñés  fué  Francisco  de  Trillo  y  Figueroa,  que  por 
cierto  mostróse  fino  gallego  en  la  ternura  y  sentimientos  dulces. 
De  León,  Bernardino  Rebolledo.  De  Sabugo,  en  Asturias,  Dances 
Candamo,  que  tiene  del  humorismo  asturiano. 

Desquitase  Aragón  de  la  estirilidad  anterior  con  excelentes 
escritores  y  eruditos:  José  Pellicer,  fray  Jerónimo  de  San  José, 
Ana  Francisca  Abarca,  Andrés  de  Ustarroz,  Juan  Moncayo,  Juaa 
de  Palafox,  Vicente  Sánchez,  todos  zaragozanos;  Jerónimo  de 
Cáncer,  de  Barbastro ;  Jacinto  Francisco  de  Funes,  de  Belilla ;  Mi- 
guel de  Molinos,  y  el  famoso  P.  Baltasar  Gracián,  de  Calatayud, 
gloria  de  Aragón  y  personificación  regional,  con  el  dominio  de 
la  inteligencia  sobre  las  demás  facultades  y  con  la  reciura  y  con- 
cisión sentenciosa  en  el  decir. 

Sigue  pujante  la  cultura  literaria  en  Valencia,  como  en  el 
reinado  anterior :  Francisco  de  Moneada,  Alejandro  Arboreda,  Ja- 
cinto Alonso  Maluenda;  de  Tortosa  es  Francisco  de  la  Torre  y 
Sevil ;  de  Alicante,  Carlos  Coloma ;  de  Hellín,  en  Albacete,  Cris- 
tóbal Lozano.  En  Murcia :  Pedro  de  Castro  y  Anaya,  Salvador 
Jacinto  Polo  y  Diego  Saavedra  Fajardo. 

Decae,  en  cambio,  Seaálla,  de  donde  fueron  el  padre  Pedro  de 
Quirós,  Nicolás  Antonio  y  Gabriel  Alvarez  de  Toledo.  De  Gra- 
nada, Alvaro  Cubillo  y  Jerónimo  de  Barrionuevo.  De  Montilia, 
Manuel  de  Barrios.  De  Baena,  Miguel  de  Colodrero.  De  Alcalá 
de  Guadayra,  Cristóbal  de  Monroy. 

Vienen  á  menos  los  castellanos  viejos  y  en  cambio  la  cen- 
tralización cortesana  aumenta  los  escritores  madrileños.  En  Cas- 
tilla la  Vieja:  Antonio  Hurtado  de  Mendoza,  de  Castro  Urdíales; 
Alonso  de  Castillo  Solórzano,  de  Tordesillas ;  Gabriel  de  Corral, 
de  Valladolid ;  fray  Diego  Niseno,  de  Alcázar ;  María  de  Je- 
sús de  Agreda,  de  aquella  población  soriana ;  Luis  de  Ulloa,  Je 
Toro;  José  Sáenz  de  Aguirre,  de  Logroño;  Francisco  Benegasi, 
de  Arenas  de  San  Pedro. 

En  Castilla  la  Nueva,  de  Madrid:  Francisco  de  Lugo  y  Dá- 
vila,  Diego  de  Vera  y  Ordóñez,  padre  Juan  Ensebio  Nieremberg, 
Gabriel  Bocángel,  Calderón  de  la  Barca,  José  González  de  Salas, 
Jerónimo  de  Villaizán,  Antonio  Coello,  Juan  Caramuel,  María 
ce  Zayas,  Agustín  Moreto,  Juan  Cr.  Vélez  de  Guevara,  Francis- 
co de  Castro,  Juan  de  Zabaleta,  Jerónimo  de  Cuéllar,  Juan  B. 
Diamante,  León  Mercliante,  Francisco  Santos,  Lanini,  Vázquez 
de  Zamora,  J.  Claudio  de  la  Hoz.  Toledanos :  padre  Luis  de  la 
Palma,  Francisco  de  Rojas  Zorrilla.  De  Oropesa,  Manuel  Martí. 


DE    LA    LITERATURA    CASTELLANA.    CAP.    II  3o7 

Pe  Cuenca,  Antonio  Enríquez  Gómez,  Juan  Izquierdo  de  Pina. 
De  Alcalá,  Antonio  de  Solís.  Manchego  fué  Luis  Tribaldos. 

De  tanto  nombre  del  siglo  xvii  vamos  á  recoger  los  más  re- 
nombrados. De  Castilla  la  Nueva:  Lope,  Quevedo,  Villamediana, 
Tirso,  Quiñones  de  Benavente,  Balbuena,  Nieremberg,  Calderón, 
Salas  Barbadillo,  Moreto,  Zabaleta,  Rojas  Zorrilla,  Solís,  Son, 
sin  duda,  los  maestros,  como  lo  fueron  los  toledanos  y  demás  cas- 
tellanos nuevos  en  el  siglo  xvi,  sino  que  con  la  Corte  pasa  á 
Madrid  la  cuna  de  los  más.  Toledo,  sin  embargo,  sigue  dando 
grandes  escritores. 

Compárense  ahora  los  mejores  castellanos  viejos:  Villegas, 
Pray  Antonio  Pérez  y  Solórzano  solamente  pueden  ponerse  junto 
á  ellos  y  en  segunda  fila,  mientras  que  los  de  Castilla  la  Nueva  son 
casi  todos  de  primera. 

Sevillanos  principales :  Mateo  Alemán,  Jiménez  de  Enciso, 
Ilojeda.  Cordobés,  Pablo  de  Céspedes.  Ecijano,  Vélez  de  Gue- 
vara. 1  os  demás  son  de  segunda  fila  y  aun  lo  son  éstos  compara- 
dos con  los  de  Castilla  la  Nueva,  fuera  de  Mateo  Alemán. 

En  Valencia :  Aguilar,  Guillen  de  Castro ;  mas  Carlos  Co- 
loma, de  Alicante,  y  Saavedra  Fajardo,  de  Murcia,  compiten  con 
los  mejores  escritores  de  segunda  fila.  En  Aragón:  fray  Tomás 
Ramón  y  fray  Jerónimo  de  San  José,  lo  son  de  la  misma;  de 
primera,  el  padre  Baltasar  Gracián.  En  Extremadura:  Luisa  de 
Carvajal,  excelente  y  briosa  poetisa.  En  Portugal  nacen  en  el  si- 
glo XVII  los  mejores  autores  portugueses  que  escribieron  en  cas- 
tellano ;  los  principales :  fray  Pedro  de  Vega,  Mello  y  Matos  Fra- 
goso. 

La  nota  regional  apenas  se  trasluce  en  el  siglo  xvii,  hasta  en 
los  grandes  maestros,  cabalmente  por  ser  estos  ingenios  cortesa- 
nos y  todos  urbanos,  cultos,  cosmopolitas  en  arte,  clásicos  y  na- 
cionales en  diversos  grados,  pero  sin  diferencias  regionales.  Lope, 
Quevedo,  Calderón  y  Tirso  son  claros  ejemplos  de  esta  fusión. 
Nacieron  en  Madrid,  y  lo  más  regional  en  ellos  es  el  sabor  popular, 
tan  propio  por  tradición  de  lo'S  escritores  de  Castilla  la  Nueva,  des- 
de los  dos  Arciprestes  y  Femando  de  Rojas  hasta  Sebastián  de 
Horozco  y  Cervantes. 

Ingenios  muy  nacionales  y  típicos  y  maestros  no  menos  del 
arte  clásico,  admirablemente  unidas  entrambas  condiciones.  Fué 
Lope  tipo  del  español  en  el  derroche  de  sus  facultades  y  menos- 
precio del  cuidadoso  estudio,  dejándose  llevar  más  bien  del  na- 
tural instinto  que  de  los  preceptos;  independiente  y  cerril,  que  no 
reconocía  autaridad  ni  reglas ;  apegado  á  la  tradicional  epopeya  que 


308  ESBOZO    DE    UN    ENSAYO    CRITICOHISTÓRICO 

llevó  al  teatro  y  ganoso  de  sobrepujar  a  todos.  Quevedo  es  otro 
Séneca  en  la  entereza  del  obrar,  en  la  alteza  del  pensar,  en  la 
reciura  sentenciosa  del  decir  y  un  satírico  formidable.  Tirso  es  no 
menos  independiente  y  genial  en  el  tratar  á  la  mujer  en  sus  co- 
medias y  gran  observador  del  habla  y  maneras  populares.  No 
predomina  en  ellos  la  cabeza,  ni  la  fantasía,  ni  el  corazón;  antes 
armonizan  las  tres  facultades,  como  Cervantes  y  los  demás  es- 
critores de  Castilla  la  Nueva.  En  Aragón  Gracián  remansa  toda 
la  robustez  de  su  tierra ;  sobresale,  cual  fino  aragonés,  por  el  en- 
tendimiento tan  pujante  y  por  la  gravedad  y  alteza  de  pensar  tan 
filosófica,  que  sintetiza  lo  que  Séneca  y  Quevedo  desparraman  á 
puñados  y  les  gana  en  lo  sentencioso  y  en  la  grandeza  de  su  obra 
filosóficosatirica. 

Los  seudoclásicos  del  siglo  xviii.  Mejor  haríamos  desterrán- 
dolos á  París  con  sus  maestros.  El  seudoclasicismo  es  un  barniz 
tan  artificioso  que  apenas  deja  clarear  nada  regional  en  los  poe- 
tas. Los  más  populares  fueron  Gerardo  Lobo,  toledano;  Arriaza, 
madrileño,  ambos  de  Castilla  la  Nueva,  seguidores  de  la  tradi- 
ción. El  salmantino  Torres  Villarroel,  imitador  de  Quevedo  en 
lo  urbano,  remedó  á  veces  el  sayagué?  como  los  antiguos  dramá- 
ticos salmantinos  y  ofrece  toda  la  valentía  y  desenfado  de  los 
escritores  de  la  banda  occidental  de  la  Península.  Vengamos  ya 
á  las  escuelas  sevillana  y  salmantina. 

La  tan  traída  y  llevada  Escuela  Sevillana  fué  ocurrencia  de 
Manuel  María  de  Arjona  en  el  Correo  de  Sevilla  (23  julio  1806), 
que  creyó  debía  clasificarse  por  escuelas  la  poesía  española,  como 
se  clasificaba  la  pintura,  distinguiendo  seis  escuelas.  Siguióle  Félix 
José  Reinoso  (ibid.,  16  agosto  1806),  distinguiendo  tan  sólo  cua.- 
tro  escuelas :  la  primera,  italohispana,  de  Garcilaso ;  la  segunda  o 
sevillana,  de  Herrera;  la  escuela  hucna  española,  de  Lope  de  Vega, 
y  la  escuela  Española  corrompida  o  decadente,  de  Góngora. 
En  1839  Manuel  María  del  Mármol,  antiguo  consocio  de  Ar- 
jona y  Reinoso  en  la  Academia  Sevillana  de  Letras  Humanas 
y  director  de  ella  á  la  sazón,  abrió  un  concurso  sobre  el  particu- 
lar, que  no  tuvo  buen  resultado.  Volvió  á  abrir  concurso  aquella  Aca- 
demia en  1867  y  fué  premiada  la  obra  de  Ángel  Laso  de  la  Vega 
Historia  y  juicio  crítico  de  la  Escuela  poética  sevillana  en  los  si- 
glos XVI  y  XVII,  Madrid,  1871,  con  introducción  de  Amador  de  los 
Ríos.  Ni  el  autor  del  libro  ni  el  de  la  introducción  prueban  que 
hubiese  tal  escuela  sevillana  en  nuestra  edad  de  oro.  De  los  poe- 
tas sevillanos  de  fines  del  siglo  xviii  González  Carvajal  fué  ene- 
migo de  la  Academia  Sevillana.  Quedan  Arjona,  de  Osuna;  Mar- 


DE    LA    LITERATURA    CASTELLANA.    CAP.    II  309 

chena,  de  Utrera;  Blanco  White,  Alberto  Lista  y  Reinoso,  de 
Sevilla.  ¿Qué  tienen  de  común  estos  poetas?  ¿En  qué  se  diferen- 
cian de  la  escuela  salmantina?  Todos  son  más  ó  menos  seudo- 
clásicos,  casi  todos  hacen  églogas;  no  se  asemejan  los  sevilla- 
nos á  Herrera  ni  á  fray  Luis  los  salmantinos.  ¿En  qué  se  pa- 
recen el  candoroso  fray  Diego  González,  el  sarcástico  Forner,  el 
delicado  Meléndez  y  el  epigramático  Iglesias?  Lo  único  de  co- 
mún que  tienen  los  salmantinos  es  la  preferencia  que  dan  á  la  églo- 
ga. Aunque  seudoclásica  é  imitada  de  toda  Europa,  es  notable  esta 
preferencia,  que  fué  nota  de  los  salmantinos  de  los  siglos  xv  y  xvi. 
Meléndez  Valdés,  extremeño  de  nacimiento,  fué  salmantino  de  es- 
tro en  esta  parte,  como  lo  fué  el  salmantino  Iglesias,  egloguista  más 
sincero,  ó  digamos  mejor  observador  del  campo.  No  lo  es  menos 
Gregorio  de  Salas,  aunque  inficionado  del  prosaísmo  de  la  época, 
y  que  nació  en  Jaraicejo,  de  Extremadura.  Fray  Diego  Tadeo 
González  nació  en  Ciudad  Rodrigo  y  fué,  con  Iglesias,  menos 
seudoclásico.  En  suma,  la  llamada  escuela  salmatina  del  siglo  xviir 
fué  egloguista  y  campestre,  más  ó  menos  virgiliana,  como  Juan  del 
Encina,  y  nada  tiene  que  ver  con  aquella  soñada  escuela  salman- 
tina del  siglo  XVI,  capitaneada  por  fray  Luis  de  León.  Forner,  de 
Mérida,  mostró  en  sus  continuas  polémicas  el  brío  extremeño. 
Salmatino  fué  Sánchez  Barbero;  extremeño,  Cristóbal  de  Beña 
y  zamorano,  Nicasio  Gallego. 

Armónicos  y  universales  en  ideas,  como  Vives,  fueron  los 
valencianos  Eximeno,  Juan  Andrés  y  Mayans.  Señaláronse  como 
buenos  aragoneses  por  su  puro  saber  intelectual  Piquer,  Luzán, 
Nasarre,  Nipho,  Jordán  Asso,  los  Azaras  y  el  rio j ano  Fernán- 
dez de  Navarrete.  Punto  y  aparte  merecen  Bretón,  riojano  y,  por 
consiguiente,  aragonés  de  espíritu,  fiel  retratista  de  costumbres, 
satírico  de  necedades  sociales,  y  Ramón  de  la  Cruz,  madrileño, 
continuador  de  Quiñones  de  Benavente  y  de  los  demás  drama- 
turgos populares. 

Llegados  á  la  época  romántica,  lo  primero  que  advertimos  es 
que  los  escritores  andaluces  sobrepujan  en  número  á  los  de  cual- 
quiera otra  región  española,  aun  á  los  de  Madrid,  donde  sin  em- 
bargo asienta  el  centro  literario  de  España  y  adonde  acuden  de 
todas  partes.  Andaluz,  de  Granada,  fué  el  primero  que  se  mos- 
tró romántico,  Alberto  de  Lista;  andaluz,  cordobés,  el  primero 
que  triunfó  definitivamente,  el  Duque  de  Rivas ;  andaluz,  de  Chi- 
clana,  el  primer  dramaturgo  romántico  que  fué  sacado  á  las  ta- 
blas para  vitorearle  y  uno  de  los  más  famosos  y,  sin  duda,  el 
más  romántico  de  los  dramaturgos,  García  Gutiérrez.  Andaluces 


3 10  ESBOZO    DE   UN    ENSAYO    CRÍTICOHISTÓRICO 

fueron  los  románticos  más  de  tumba  y  hachero,  los  más  desafora- 
dos, los  Bermúdez  de  Castro,  de  Jerez ;  García  Tassara,  de  Sevilla. 
Andaluz  el  que  más  se  señaló  ipor  lo  pintoresco  regional,  el  ma- 
lagueño Estébanez  Calderón,  y  andaluces  los  dramaturgos  y  des- 
cripcionistas  que  trajeron  el  género  andaluz  con  sus  no  menos 
pintorescas  costumbres,  el  malagueño  Rodríguez  Rubí  con  sus 
Poesías  andaluzas,  el  sevillano  Marqués  de  Santa  Ana,  que 
fué  el  primero  que  lo  llevó  al  teatro;  el  gaditano  José  Sanz  Pé- 
rez, que  le  siguió  con  el  andaluz  Sánchez  Albarrán  y  algunos 
otros.  Andaluz  fué  el  mejor  orador  parlamentario,  el  rondeño 
Ríos  Rosas,  como  después  el  malagueño  Castelar,  rey  de  la  ora- 
toria florida,  pormposa,  asiática,  que  equivale  á  decir  andaluza. 
Andaluz  el  zarzuelero  por  excelencia,  el  malagueño  Luis  Olona. 
Andaluz  el  padre  del  periodismo  diario,  el  sevillano  Manuel  M.  de 
Santa  Ana,  Andaluz  el  mayor  novelista  por  entregas,  el  padre 
en  España  de  la  novela  folletinesca,  extremada  de  color,  pasión 
é  interés,  que  bien  podemos  dar  por  andaluza  cuanto  á  la  exage- 
ración en  todo,  el  sevillano  Manuel  Fernández  y  González.  Ese 
gran  movimiento  literario  en  Andalucía  llegó  á  dar  cuatro  de  los 
más  eruditos  literatos :  Aureliano  Fernández  Guerra,  de  Granada ; 
Amador  de  los  Ríos,  de  Baena;  Manuel  Cañete,  de  Sevilla,  y 
Adolfo  de  Castro,  de  Cádiz.  Creería  cualquiera  que  el  romanticis- 
mo había  nacido  en  Andalucía,  y  lo  que  hay,  según  á  mí  me  parece^ 
es  que  el  romanticismo,  por  lo  que  tenía  de  exagerado  en  todo,  era 
naturalmente  andaluz.  La  andaluzada  ó  exageración  andaluza  en 
el  decir,  sobre  todo  en  el  color,  en  lo  musical,  en  lo  pomposo  y 
enfático,  parece  explicar  este  hecho  histórico. 

Confirmaráse  yendo  al  polo  opuesto  de  Andalucía,  que  es 
Aragón,  Navarra  y  las  provincias  vascas,  que  son  una  misma 
cosa  en  espíritu,  tan  opuesto  á  la  exageración.  Los  dos  únicos 
poetas  son  allí  Alejandro  Rivero,  de  Bilbao,  que  vivió  en  Méjico, 
y  Agustín  Príncipe,  de  Caspe,  escritor  sesudo  que  sobresalió  por 
sus  Fábulas.  Navarro  Villoslada,  de  Viana,  es  el  novelador  his- 
tórico más  serio  y  macizo.  Trueba,  de  Vizcaya,  el  cuentista  más 
sano  y  sencillo.  Eugenio  de  Oohoa,  guipuzcoano,  y  Borao,  zara- 
gozano, eruditos. 

Después  de  Andalucía,  sobresalió  en  la  época  romántica  la 
región  levantina,  que  de  hecho  es  la  segunda  en  la  afición  pictó- 
rica; pero  sus  escritores  nada  tienen  de  exagerado,  antes  aman 
lo  armónico  y  clásico.  Qásico  es  de  hecho  Cabanyes,  de  Villa- 
nueva  y  Geltrú,  el  único  clásico  de  la  época  romántica,  como 
después  lo  será  Querol.  Sensibles  al  arte,  nada  románticos  cuan- 


DE    LA    LITERATURA    CASTELLANA.    CAP.    II  3ll 

to  á  exageraciones,  pero  muy  pictóricos,  fueron  el  Marqués  de 
Molins,  de  Albacete;  Tomás  Aguiló,  de  Mallorca,  el  Marqués  de 
Valmar,  de  ^Cartagena;  Juan  Vila  y  Blanco,  de  Alicante;  Rubio 
y  Ors,  de  Barcelona;  Antonio  Flores,  de  Elche;  Piferrer,  de 
Barcelona;  Julián  Romea,  de  Murcia,  y  Quadrado,  de  Menorca. 
Como  polígrafos  atentos  á  todo  saber  y  armónicos  de  pensamien- 
to, tenemos  á  Víctor  Balaguer,  de  Barcelona;  Balmes,  de  Vich,  y 
Milá,  de  Villafranca  del  Panadés.  Pictórico  y  sentimental  fué 
Arólas,  de  Barcelona.  Grandes  oradores,  pero  nada  asiáticos,  Pi 
y  Margall,  de  Barcelona,  y  Aparisi,  de  Valencia. 

Los  escritores  madrileños  siguen  la  tradición  inclinándose  á 
pintar  el  habla  y  manera  de  hablar  del  pueblo;  son  realistas  y 
sinceros :  Larra,  Mesonero  Romanos,  Larrañaga,  Hartzenbusch, 
Segovia,  Ramón  de  Navarrete,  Francisco  Zea,  Mariano  Pina, 
Serra.  Patricio  de  la  Escosura  fué  muy  variado  y  versátil.  Eru- 
ditos fueron  el  Marqués  de  Miraflores,  Gayangos,  Cayetano  Ro- 
sell,  Antonio  Pirala. 

Más  descuidados  que  los  mejores  escritores  madrileños  son 
los  mejores  de  Castilla  la  Vieja,  aun  cuando  viviesen  los  más  en 
Madrid :  el  mismo  Zorrilla,  de  Valladolid ;  Modesto  Lafuente,  de 
Falencia ;  Santos  Alvarez,  de  Valladolid ;  Martínez  Villergas,  de 
Valladolid ;  Forentino  Sanz,  de  Arévalo ;  Ibo  Alfaro,  de  Logroño ; 
José  Somoza,  de  Piedrahita. 

Pocos,  pero  excelentes  escritores  hubo  de  la  banda  occiden- 
tal. De  Asturias:  el  Conde  de  Toreno,  Campoamor,  Suárez  Bravo 
y  Pedro  José  Pidal.  Gallego,  de  Lugo,  fué  Pastor  Díaz,  extremada- 
lücnte  sensible  y  lóbregamente  triste,  hasta  rayar  en  lo  enfermizo 
por  lo  supersticioso.  Es  el  alma  gallega  toda  entera  que  se  ex- 
presa románticamente.  Gallega,  del  Ferrol,  fué  la  insigne  Con- 
cepción Arenal,  que  llevó  su  ternura  á  cárceles  y  otros  lugares 
de  desgracia.  Enrique  Gil,  de  Villafranca  del  Bierzo,  poeta  y  pro- 
sista de  tonos  delicados,  tiernos,  melancólicos :  diríase  lo  feme- 
nino gallego,  mientras  que  Pastor  Díaz  era  lo  masculino. 

Los  extremeños  distínguense  por  el  brío  y  empuje.  Nadie  !e 
ganó  en  esta  parte  á  Esipronceda,  entre  los  poetas,  ni  más  tarde 
á  Carolina  Coronado,  ambos  de  Almendralejo.  Ni  entre  los  ora- 
dores á  Donoso  Cortés,  nacido  en  Villanueva  de  la  Serena.  An- 
tonio Hurtado,  de  Cáceres,  dramaturgo  de  brío  y  color  y  de  her- 
mosos tipos  morales,  narrador  amante  de  lo  tradicional  español, 
romancerista  y  cantor  popular.  Ardiente  polemista  fué  Gabino 
Tejado,  de  Badajoz. 


3l2  ESBOZO    DE   UN    ENSAYO    CRÍTICOHISTÓRICO 

El  salmantino  Ruiz  Aguilera  distinguióse  por  el  tono  popular 
en  cantares  y  cuentos. 

Cabe  ahora  con  un  solo  rasguño,  comparar  á  los  mejores 
poetas  románticos  que  con  la  común  tonalidad  romántica  re- 
flejan cada  uno  su  región.  El  Duque  de  Rivas,  por  el  color  y 
magnificencia,  es  cordobés;  Espronceda,  extremeño  por  el  brío 
de  la  pasión  y  de  la  frase;  Cabanyes,  levantino  por  lo  clásico  y 
y  armónico ;  Campoamor,  asturiano  por  el  humorismo  y  la  pi- 
cardía filosófica;  Zorrilla,  vallisoletano,  de  la  meseta  castellana, 
aunque  el  más  descuidado  y  á  la  pata  la  llana,  como  castellano 
viejo,  es  el  más  allegado  al  pueblo  y  á  la  raza. 

Con  la  época  realista  comienza  á  señalarse  lo  regional.  Fué  la 
primera  en  la  novela  Fernán  Caballero;  pero  en  la  manera  de  ex- 
presarse no  tiene  nada  de  andaluza,  y  de  hecho  era  extranjera. 
Menos  todavía  tiene  de  Sevilla,  con  haber  allí  nacido,  el  gran  poeta 
Bécquer.  Los  demás  sevillanos  tienden  á  lo  clásico,  sin  prescindir 
de  la  exageración  andaluza,  que  no  encajaba  bien  en  aquella  época 
de  mesura  y  reflexión.  Pero  siempre  el  arte  sevillano  parece  se 
distinguió  dentro  del  andaluz  por  su  tendencia  clásica,  con  la  nota 
particular  de  la  gracia.  Narciso  Campillo,  ya  romántico,  ya  clásico, 
es  bastante  salado  en  epigramas  y  cuentos.  Clásicos  fueron  La- 
marque  y  su  esposa  Antonia  Díaz,  natural  de  Marchena.  Clásicos 
y  finamente  chistosos,  Felipe  Pérez  y  González,  Rodríguez  Marín, 
natural  de  Osuna,  y  el  jerezano  padre  Luis  Coloma,  discípulo  de 
Fernán  Caballero.  Clásicos,  castizos  y  más  serios,  Blanca  de  los 
Ríos  y  Luis  Montoto.  Díaz  Martín,  de  Montellano,  es  más  popu- 
lar. Clásicos,  en  fin,  Adelardo  López  de  Ayala,  de  Guadalcanal, 
padre  de  la  alta  comedia,  y  Eguilaz,  de  Sanlúcar. 

Cordobés,  por  nacimiento  y  por  lo  exagerado  é  hinchado,  fué 
Carlos  Rubio;  Manuel  Reina,  de  Puente  Genil.  no  lo  fué  menos 
por  el  colorido,  sin  hinchazón  alguna,  según  pedían  los  tiempos, 
y  aun  acaso  á  ellos  se  deba  la  cortedad  en  todo  del  cordobés  Grilo. 
Juan  Valera,  de  Cabra,  se  llevó  toda  la  gracia  andaluza,  siendo, 
además,  el  más  clásico  de  los  prositas  de  su  siglo  en  España. 
De  Cádiz  fué  Castelar,  el  tipo  oratorio  andaluz,  y  otros  de  segun- 
do orden;  el  castizo  y  ameno  Sbarbi,  Jackson  Veyan,  del  género 
chico ;  el  dramaturgo  Novo  y  Colson,  Fernández  Shaw,  poeta  bien 
colorido ;  y  de  la  provincia,  el  doctor  Thebusem,  de  Medina  Si- 
donia ;  Manuel  Osorio  y  Bernard,  de  Algeciras ;  Javier  de  Burgos, 
del  Puerto;  José  de  Navarrete,  de  Rota;  José  P.  Velarde,  de  Co- 
nil.  En  Málaga  naceti  los  escritores  de  segundo  orden:  Cánovas, 
Simonet,  Flores  García,  Limendoux,  el  Conde  de  las  Navas ;  pero 


DE    LA    LITERATURA    CASTELLANA.    CAP.    II  3l3 

puede  gallear  aquella  provincia  con  el  gran  poeta  colorista  Salva- 
dor Rueda.  De  Granada  fueron  José  de  Castro  y  Serrano,  Afán 
¿€  Rivera,  Mariano  Pina  Domínguez,  Eugenio  Selles,  y  de  Guadix, 
Antonio  de  Alarcón,  el  único  de  valer  en  todas  sus  obras,  buen 
colorista,  ameno  y  castizo. 

El  novelista  regional  valenciano  es  Blasco  Ibáñez,  y  el  gran 
poeta,  Teodoro  Llórente:  ambos  reflejan  el  arte  regional,  de  fon- 
do clásico  y  armónico,  pero  con  mayor  brío  y  color.  Clásico  puro 
fué  el  poeta  Querol.  Los  demás,  secundarios,  Pérez  Escrich, 
Liern,  Pelayo  del  Castillo,  Navarro  Gonzalvo,  Matoses;  Pons 
Samper,  de  Villena. 

En  Murcia  notóse  mayor  delicadeza  en  Selgas,  Arnao,  Balart, 
de  Priego ;  y  Ricardo  Gil.  De  Mahón  fué  Patxot,  de  Mallorca  Pa- 
lou  y  Coll  y  el  padre  Miguel  Mir.  Catalanes :  Camprodón,  de 
Vich;  Manuel  del  Palacio,  de  Lérida;  Melchor  de  Palau,  de  Ma- 
taró ;  Bartrina,  de  Reus ;  de  Barcelona,  Pompeyo  Gener,  el  gran 
crítico  Ixart  y  el  gran  autor  de  zarzuelas  José  Feliu  y  Codina. 

El  novelista  regional  de  Madrid  fué  Galdós,  aunque  nació  en 
Canarias.  Al  teatro  llevaron  la  sociedad  madrileña,  no  la  baja,  sino 
la  menos  diferenciada,  Tamayo,  Enrique  Gaspar  y  José  Echega- 
ray.  Más  populares,  del  género  chico,  fueron  Luis  Mariano  de 
Larra,  José  Picón,  Pedro  Escamilla,  Granes,  Luceño,  Miguel 
Echegaray,  Bustillo  de  Lustonó,  Ortega  Morejón,  Ceferino  Fa- 
lencia, Pérez  Zúñiga,  López  Silva.  Novelistas  de  segundo  orden 
fueron  Moreno  Godino,  Frontaura,  Nombela,  Liniers,  Manuel 
Cano,  Jacinto  Octavio  Picón,  José  Ortega  Munilla,  Pérez  Nieva. 
Otros  escritores  madrileños :  Barbieri,  Severo  Catalina,  Gómez 
de  Arteche,  La  Barrera,  Manuel  de  la  Revilla,  Silverio  Lanza, 
Fernanflor,  Francos  Rodríguez.  Conquense,  de  Cañete,  fué  el 
novelista  regional  Polo  y  Pe3Tolón. 

Si  comparamos  los  dramaturgos,  López  de  Ayala,  el  andaluz, 
es  más  clásico  y  esmerado  de  forma ;  Tamayo,  Gaspar  y  Echega- 
ray, madrileños,  tienen  más  fibra  y  vigor,  ni  les  va  en  zaga  el  ca- 
talán Felíu  y  Codina.  Cuanto  á  los  novelistas,  Coloma,  Valera  y 
Antonio  de  Alarcón,  andaluces,  son  más  ó  menos  clásicos ;  Blasco 
Ibáñez,  valenciano,  es  más  colorista  y  brioso ;  Galdós,  más  rea- 
lista y  humano,  el  más  cumplido  de  todos.  Los  líricos  andaluces 
Rueda  y  Reina  brillan  por  las  luces  y  color ;  los  murcianos  Selgas, 
Arnao,  Balart  y  Ricardo  Gil,  por  la  delicadeza  y  sentimientos 
suaves ;  en  Mb.drid  no  hubo  líricos  notables,  supliendo  el  vallisole- 
tano Núñez  de  Arce,  el  más  acabado  en  la  técnica  y  el  más  opor- 
tunamente humano  y  casi  cantor    cívico.    El    lírico  santanderino 


3 14  ESBOZO    DE   UN    ENSAYO    CRÍTICOHISTÓRICO 

Amos  de  Escalante  pinta  la  naturaleza  con  cierta  melancolía;  e! 
novelista  montañés  Pereda  gana  á  todos  en  apego  al  terruño,  pro- 
pio de  todo  habitante  de  montañas.  Enrique  Menéndez  y  Pelayo, 
tanto  en  los  versos  como  en  la  novela,  ofrece  el  mismo  tono  oto- 
ñal y  suavemente  melancólico  de  los  santanderinos.  Pero  los  ga- 
llegos son  más  hondamente  sentidos,  más  tristones  y  embrujados. 
Díganlo  Rosalía  de  Castro,  de  Santiago,  y  Sofía  Casanova,  de 
Coruña,  y  hasta  Pardo  Bazán,  también  coruñesa,  escritora  á  me- 
nudo cosmopolita,  pero  también  noveladora  del  alma  de  su  tierra. 
De  La  Coruña  fué  el  historiador  Antonio  Cavanilles ;  de  Vigo,  el 
bufoneí^co  y  caricaturesco  Tabeada.  Eruditos,  Menéndez  y  Pe- 
layo,  de  Santander ;  Antonio  Machado  y  Alvarez,  de  Santiago ; 
Emilio  Cotarelo,  de  Galicia. 

El  humorismo  asturiano  brilló  en  Palacio  Valdés,  de  Entral- 
go,  y  Clarín,  aunque  nacido  en  Zamora.  No  difiere  mucho  el  fino 
cómico  del  dramático  asturiano  Vital  Aza  y  del  zamorano  Ramos 
Carrión. 

Los  leoneses  suelen  ser  más  duros,  y  aun  ceñudos,  en  todo : 
pueden  compararse  las  feroces  sátiras  de  Antonio  de  V^albuena, 
de  Pedrosa  del  Rey,  con  las  de  Clarín,  más  humorísticas,  y  con 
las  demasiado  fofas  y  bastas  de  Taboada.  Clarín  tiene  el  humo- 
rismo húmedo  de  Asturias  y  la  hosca  dureza  zamorana.  Otros 
castellanos  viejos  no  citados  son  de  segundo  orden:  Perillán  Bu- 
xó,  Leopoldo  Cano  y  Ferrari,  de  Valladolid ;  Macías  Picavea,  de 
Santoña ;  Zahonero,  de  Avila ;  Sinesio  Delgado,  de  Támara ;  José 
Rodao,  de  Segovia.  De  Badajoz  fué  el  erudito  Vicente  Barrantes. 

Falta  Aragón,  Navarra  y  Vascongadas.  Típico  aragonés  en  el 
sentido  práctico,  en  la  inteligencia,  en  la  sinceridad,  en  la  reciura 
de  alma,  fué  Joaquín  Costa,  cuya  oratoria,  verdaderamente 
ática  (no  académica)  hay  que  comparar  con  la  asiática  del  andaluz 
Castelar,  con  la  durísima  del  catalán  Pompeyo  Gener  y  con  la  algo 
seca  de  Macías  Picavea,  de  Santoña.  No  menos  aragonés  novelista 
es  José  María  Matheu,  zaragozano,  fiel  observador  del  vivir  co- 
tidiano. También  pintó  las  costumbres  de  Aragón  Castro  Les,  de 
Ayerbe.  Cavia,  zaragozano,  ha  sido  gran  periodista;  Marcos  Za- 
pata, de  Ainzón;  Eusebio  Blasco  y  Pedro  Marquina,  zaragoza- 
nos, cultivaron  el  teatro  en  Madrid  y  la  lírica ;  Ram  de  Viu  fué 
en  Zaragoza  extraño  cantor  de  los  muertos. 

En  Navarra  se  distinguieron  Arturo  Campión,  novelador  de 
los  guipuzcoanos ;  Fiacro  Irayzoz,  pamplonés,  lírico  y  dramático, 
y  Federico  Lafuente,  de  Lodosa,  que  cantó  el  vivir  de  los  leone- 
ses. La  época  siguiente,  desde  1888,  fué  regional  por  excelencia. 


DE  LA  LITERATURA  CASTELLANA.  CAP.  III  3l^ 

además  de  modernista ;  pero  conviene  no  tocarla  ya,  por  lo  dema- 
siado cercana  á  nosotros. 


CAPITULO  III 

LOS  GÉNEROS  LITERARIOS 

De  tradición  clásica,  venida  con  el  Renacimiento  y  alimen- 
tada en  las  escuelas  con  el  estudio  de  la  Retórica,  es  la  famosa 
clasificación  de  las  obras  literarias  por  géneros:  lírico,  épico,  dra- 
mático, satírico,  epigramático,  didáctico,  cuanto  á  la  poesía;  ora- 
torio, novelesco,  didáctico,  histórico,  epistolar,  etc.,  cuanto  á  la 
prosa.  Todavía  hay  quien  cree  que  la  historia  literaria  debe  es- 
cribirse agrupando  autores  y  obras  por  géneros,  sacrificando  la 
cronología  y  la  científica  visión  de  la  evolución  literaria,  que  de 
la  cronología  depende,  á  este  encasillado  pueril,  y  partiendo  la 
personaHdad  literaria  de  los  escritores  en  cien  pedazos,  según  Ios- 
varios  géneros  que  los  más  de  ellos  cultivaron.  Conviene,  sin  em- 
bargo, tenerlos  en  cuenta,  y  aun  echar  una  ojeada  de  conjunto 
sobre  cada  uno  de  los  principales  en  particular,  porque  son  diver- 
sas manifestaciones  estéticas  que  responden  á  diferentes  tempe- 
ramentos literarios,  ó,  por  lo  menos,  á  diversos  estados  anímicos 
del  escritor,  y  tiene  un  cierto  fundamento  histórico  y  psicológico. 
En  Grecia,  donde  nace  el  arte  europeo,  distínguense  primero  dos 
géneros  poéticos,  antes  de  amanecer  la  prosa:  la  lírica  sagrada  de 
los  himnos  y  la  épica  que  canta  á  los  semidioses.  La  Ilíada  en  la 
guerra,  la  Odisea  y  las  obras  de  Hesiodo  en  la  paz.  Estos  dos  gé- 
neros responden  á  la  expresión  de  lo  subjetivo  del  cantor,  de  sus 
propios  sentimientos  religiosos  y  á  la  expresión  de  lo  objetivo,  de 
los  acaecimientos  que  llegan  á  su  noticia  de  lo  que  está  fuera  de 
él.  Anónimas  unas  y  otras  obras,  como  populares,  son  producto 
de  muchos  autores,  aunque  los  poemas  homéricos  suponen  bas- 
tante cultura  técnica  en  la  forma  en  que  después  fueron  copila- 
dos  y  escritos.  De  la  lírica  consagrada  á  Baco,  esto  es,  del  diti- 
rambo, nace  después  la  dramática,  poniéndose  en  acción  por  los 
varios  personajes  los  sucesos  antes  narrados  del  dios,  conserván- 
dose las  exclamaciones  líricas  en  el  coro.  La  lírica  profana  va  bro- 
tando á  poco,  la  individual  en  Lesbos,  la  coral  en  el  Peloponeso, 
la  guerrera  con  Tirteo,  la  satírica  con  Arquíloco,  la  triunfal  con 
Pindaro,  la  sentenciosodoctrinal  con  Teognis,  la  amorosa  y  do- 


3l6  ESBOZO    DE    UN    ENSAYO    CRÍTICOHISTÓRICO 

iiente  con  Mimnermo,  la  alegre  y  frivola  con  Anacreonte.  Teócrito 
inventa  el  idilio  y  la  bucólica,  géneros  dramáticos  de  suyo  que  no 
se  representan,  cuadritos  dialogados  y  de  acción  breve.  La  prosa 
nace  con  los  logógrafos  ó  prosificadores  de  la  épica,  con  Hero- 
doto,  verdadero  épico  en  prosa,  y  con  la  oratoria  siciliana,  que 
cae  en  manos  de  los  sofistas  y  de  los  demagogos  y  oradores  polí- 
ticos y  forenses  de  Atenas.  Los  muelles  cuentos  milesios  son  el 
primer  atisbo  de  la  novela.  Esopo  trae  de  Oriente  el  apólogo, 
Platón  inventa  el  diálogo  filosófico.  Los  géneros  se  entrecruzan  y 
mezclan  ya  y  á  veces  es  difícil  encasillar  en  uno  ú  otro  los  partos 
del  ingenio.  En  Grecia  estaban  más  especializados,  en  uno  ú  otro 
género  literario,  los  escritores:  eran  épicos  ó  Úricos  casi  exclusi- 
vamente, oradores  ó  dramaturgos.  Otro  tanto  sucede  en  Roma, 
aunque  ya  abundan  más  los  escritores  polígrafos.  En  España  es- 
cribieron prosa  y  verso,  ó  por  lo  menos  cultivaron  varios  géneros 
á  la  vez,  la  mayoría  de  los  escritores.  No  hay  manera  de  clasifi- 
carlos por  géneros  sin  llevar  la  confusión  á  la  historia  literaria. 

En  España  hay  que  distinguir,  ante  todo,  el  arte  popular,  que 
nada  debe  á  la  literatura  tradicional  grecorromana,  y  el  arte  eru- 
dito, que  es,  en  parte  continuador  de  ella  en  castellano,  en  parte 
nacido  de  la  popular,  apropiados  otros  elementos  de  Francia  é 
Italia. 

El  popular  manifiéstase  primero  en  verso,  después  en  prosa, 
xomo  en  Grecia,  y  ofrece  los  dos  mismos  géneros  primordiales, 
lírico  y  épico,  según  se  expresen  los  propios  y  subjetivos  senti- 
mientos ó  los  objetivos  acontecimientos  del  mundo  exterior.  La 
«pica  popular  castellana,  tan  anónima  como  la  griega,  y  mucho 
menos  técnica  por  largamente  trabajada,  nace  en  medio  de  una 
sociedad  muy  diferente  de  aquélla,  aristocrática  y  pagana :  es  cris- 
tiana, democrática  y  enteramente  guerrera.  No  encierra  influen- 
cia alguna  de  reminiscencias  romanas,  ni  godas,  ni  francesas. 
La  lírica  no  es  menos  nacional,  como  se  ve  claro  por  la  popular 
gallega,  de  la  cual  no  debió  de  distinguirse  la  castellana  popular 
más  que  en  el  lenguaje.  Hallámosla  en  Juan  Ruiz,  con  sus  versos 
cortos  y  sin  nada  del  espíritu  provenzal.  Sus  serranillas  parécense 
■á  las  gallegas,  como  sus  cantares  sagrados  á  los  gallegos  de  las 
Cantigas  de  Alfonso  X,  y  es  casi  seguro  que  ni  unas  ni  otros  vi- 
-nieron  á  Castilla  desde  Galicia,  sino  que  brotaron  en  ambas  re- 
giones muy  parecidos  en  espíritu,  tono  y  metros,  y  en  todo  ello  se 
diferencian  de  la  lírica  trovadoresca  provenzal  y  de  los  cantos  de 
Bretaña  y  pastorelas  del  Norte  de  Francia.  Diferenciase  la  lírica 
gallega  en  que  á  menudo  son  las  mujeres  las  que  lloran  por  los 


DE  LA  LITEIL\TURA  CASTELLANA,  CAP.  IIT  Siy 

hombres,  cosa  muy  natural,  conocido  el  espíritu  de  la  mujer  ga- 
llega, tan  diferente  de  la  castellana.  Las  Cantigas  mismas  del  Rey- 
Sabio,  con  narrar  milagros  comunes  á  la  literatura  francesa,  son 
más  realistas  y  al  mismo  tiempo  más  castas,  y  con  estar  en  ga- 
llego, tienen  menos  melancolía  y  afeminamiento  que  los  cantares 
gallegos;  encierran  espíritu  más  castellano. 

El  género  satírico  es  una  rama  del  lírico,  pues  expresa  el  pro- 
pio sentir,  no  menos  que  la  lírica  amorosa  y  la  sagrada,  aunque, 
va  contra  otros :  la  lírica  abraza  el  amor  y  el  odio.  La  sátira  popular 
castellana  y  cantares  cazurros  no  son  tan  soeces  como  los  provenza- 
les,  ni  tan  crueles  ni  amargos,  con  ser  tan  realistas  y  personales. . 
Aunque  en  los  Cancioneros  del  siglo  xv  hay  mucho  fermento  pro- 
venzal,  revuelto  con  otros,  gallego,  italiano  y  puramente  caste- 
llano, pueden  muy  bien  deslindarse  todos  ellos  y  merecía  este  des- 
linde libro  aparte.  En  tiempo  de  los  Reyes  Católicos  se  lleva  la., 
lírica  popular  á  los  escritos  y  aparecen  el  villancico,  las  pastore- 
las, las  coplas  y  glosas,  de  origen  antiguo  popular,  no  menos  que. 
las  populares  sátiras  de  Mingo  Revulgo,  etc. 

El  género  dramático  popular  dióse  en  Castilla  como  en  todas 
partes,  aunque  no  haya  quedado  obra  alguna.  Es  la  unión  de  lo 
épico  puesto  en  acción  y  de  lo  lírico  y  su  originalidad  y  ningún 
recuerdo  del  teatro  clásico  antiguo  se  ve  manifiestamente  en  Juan . 
del  Encina  y  demás  primei;os  dramáticos  del  siglo  xv,  en  los  cua- 
les presto  se  echa  de  ver  el  elemento  italiano,  pegado  al  nacional. 
Es  realista  hasta  hablar  los  personajes,  pastores  sayagueses,   su- 
propio  dialecto.  Conserva  trazas  de  su  origen  religioso  y  de  su  na- 
cimiento en  las  representaciones  de  Navidad  y  Pasión  de  Cristo;., 
con  el  elemento  profano  que  fué  tomando  ensanches,  hasta  sacarlo 
enteramente  de  la  iglesia,  dividiéndose  desde  entonces  en  dos :  el. 
profano,  ó  farsas,  y  el  religioso,  ó  autos. 

Viniendo  ya  á  la  literatura  erudita,  nació  en  España  de  la  po- 
pular, á  estímulo  de  los  franceses,  y  así  Mió  Cid  y  Roncesvalles 
tienen  espíritu  y  manera  castellanos  y  metro  en  parte  francés,  conr. 
algunas  otras  reminiscencias,  bien  pocas,  por  cierto,  del  Roland. 
Erudito  y  extraño  es  el  género  caballeresco,  que  pertenece  á  la 
épica,  céltico  de  origen,  ó  carolingio,  y  contaminó  cada  vez  más  la  - 
épica  castellana  erudita  y  hasta  la  popular,  en  las  Crónicas  rima- 
das y  en  los  romances  del  siglo  xv;  pero  aun  en  los  carolingios 
y   demás  caballerescos   el   espíritu   de   la  épica  popular  castellana, 
dejó  impreso  su  sello,  nacionalizándolos  cuanto  pudo. 

La  lírica  erudita  aparece  con  Berceo  y  demás  autores  del  mes- 
ter   de  clerezia,  bastante   francesa   en  el  metro  y  eclesiástica   en 


3l8  ESBOZO    DE    UN    ENSAYO    CRÍTICOHISTÓRICO 

asuntos,  y  á  veces  profana,  como  en  el  Alixandre,  Apolonio,  etc., 
derivaciones  no  menos  francesas,  pero  que  en  espíritu  encierran. 
«1  mismo  tinte  nacional,  ajeno  á  las  milagrerías,  al  puro  natura- 
lismo y  descoco  lascivo  y  blasfemo  de  mezclar  lo  sagrado 
con  lo  profano,  cualidades  que  distinguen  á  la  lírica  francesa.  Es 
la  nuestra  religiosa  y  seria,  sentenciosa  y  ética,  nada  chocarrera 
ni  liviana.  De  parecido  temple  es  la  sátira  social  en  Juan  Ruiz, 
Sem  Tob,  López  de  Ayala,  etc.  En  el  siglo  xv  la  lírica  erudita 
toma  los  colores  todos  de  la  provenzal  y  de  la  italiana,  aunque 
conservando  su  seriedad  ética  y  espíritu  cristiano  en  Santillana 
y  los  principales  autores.  Después  señorea  la  lírica  italiana  entre 
eruditos,  luchando  con  la  nacional  hasta  quedar  ésta  vencedora, 
incorporada  la  extraña  cuanto  á  los  metros  y  elegancias  clásicas. 
La  prosa  siempre  es  erudita  y  así  es  continuación  en  Espa- 
ña de  la  prosa  latina,  mejorándose  conforme  se  va  mejor  cono- 
ciendo la  literatura  clásica.  Es  narradora  de  suyo,  objetiva  y  épi- 
ca, digamos,  ó  científica  y  docente.  En  las  traducciones  de  apó- 
logos orientales  toma  una  tonalidad  sentenciosa  y  grave,  semítica 
y  aun  indiana,  que  cuadraba  al  ingenio  castellano.  En  las  obras 
de  Alfonso  el  Sabio  el  dechado  es  ya  la  prosa  clásica  de  la  anti- 
güedad. No  faltan,  con  todo,  autores  que  se  inspiran  en  el  habla 
popular :  el  Arcipreste  de  Talavera  es  el  primero ;  luego,  Fernando 
de  Rojas. 

Los  varios  géneros  prosaicos,  todos  objetivos,  se  deslindan  en 
el  reinado  de  los  Reyes  Católicos,  siguiendo  la  norma  iialiana  y 
renacentista.  El  sello  clásico  jamás  dejará  ya  de  verse  en  la  pro- 
sa castellana  y  á  él  se  debe  el  período,  que  algunos  tienen  como 
cosa  propia  de  nuestro  idioma,  no  siendo  sino  de  origen  clásico, 
latino  y  en  último  término  griego.  El  castellano  se  presta  á  todo, 
y  habiendo  nacido  y  criádose  la  prosa  erudita  en  brazos  del  cla- 
sicismo, se  apropió  el  estilo  amplio  y  periódico ;  mas  no  es  tan  del 
genio  de  nuestro  idioma  como  el  estilo  cortado,  sentencioso,  el'p- 
tico.  Puede  verse  en  el  arcipreste  de  Talavera,  en  la  Celestina, 
en  Lazarillo,  en  Cervantes,  en  Mateo  Alemán,  en  Quevedo,  cuan- 
do remedan  el  habla  popular,  y  no  menos  en  los  escritores  espiñ- 
tuales  de  fines  del  siglo  xvi  y  comienzos  del  xvii,  que  son  los 
que  más  tomaron  del  pueblo  cuanto  á  lenguaje  y  es'ilo.  No  se 
atienda  en  todos  estos  autores  y  escritos  á  la  puntuación,  que  jun- 
ta en  largos  períodos  los  que  no  lo  son.  Puntúese  como  pide  la 
frase  y  se  hallará  ser  ésta  breve,  cortada,  concisa.  Tal  hice  yo  en 
mis  ediciones  del  Lazarillo,  de  Quevedo,  y,  sobre  todo,  del  Guz- 
jnán  de  Alfarache,  que  puede  ponerse  como  ejemplo  muy  particu- 


DE  LA  LITERATURA  CASTELLANA.  CAP.  III  3I9 

lar  de  este  estilo,  propio  del  castellano,  así  como  fray  Luis  de  Gra- 
nada lo  es  del  estilo  periódico  á  lo  Cicerón. 

El  estilo  es  el  hombre,  se  ha  dicho;  pero,  por  lo  mismo,  es  no 
menos  la  nación  y  raza  y  está  sellado  en  el  idioma,  que  es  lo  más 
propio   de   cada  pueblo.  Ahora  bien,  la  norma  del  estilo   propio 
del  castellano  está  en  la  región  central  de  Castilla,  y  es  la  del  na- 
tural de  sus  habitantes.  Hay  que  tratar  con  ellos,  con  los  viejos, 
sobre  todo,  y  con  los  viejos  menos  urbanizados,    para    echar    al 
punto  de  ver  su  cortedad  y  concisión  de  frase.  Hablan  poco,  hay 
que  sacarles  las  palabras  del  cuerpo,  y  entonces  se  expresan  sen- 
tenciosa y  lacónicamente,  con  mucha  elipsis  y  reciura  de  lenguaje. 
Una  sola  conjunción  suple  á  veces  grandes  rodeos.  No  emplean 
más  que  palabras  precisas,  como  insinuando,  más  bien  que  no  des- 
arrollando, el  asunto.  Sentencias,  sin  verbo  muchas  veces,  omisión 
de  artículos,  poco  epíteto.   Las  descripciones  á  pinceladas  cortas, 
pero  de  un  brío  extraordinario.  Comparaciones  gráficas  y  justas. 
El  brío,  el  decir  sentencioso  y  cortado,  brusco  y  de  evocación  tan 
infinita  como  los  largos  surcos  sin  fin  que  tienen  delante  de  los 
ojos:  responde  todo  ello  á  la  sequedad  de  la  tierra,  á  la  altura  del 
cielo  y  á  lo  interminable  de  la  llanura.  De  ahí  la  preñez  de  pen- 
samiento y  lo  escueto  del  expresarse.   Añádase  la  doctrina  espi- 
ritual de  nuestra  religión,  en  que  se  educaron,  con  un  infinito  en 
el  concepto  de  Dios  y  de  la  vida  eterna,  tan  ajustado  al  infinito 
de  la  llanura  donde  espacian  su  vista  y  de  la  altura  y  serenidad 
del  cielo  que  tienen  sobre  sí,  y  se  advertirá  la  diferencia  en  su 
pensar,  sentir  y  expresar,  en  su  estilo  y  lenguaje,  de  lo  que  tenía 
que  suceder  á  los  griegos,  limitados  en  sus  creencias  y  en  sus  tie- 
rras, para  quienes  la  mesura,  la  armonía  y  la  sencillez  de  líneas, 
de  visión,  de  dioses,  de  la  vida,  habían  de  espejarse  en  su  pensar, 
sentir  y  creer,  y  en  su  idioma  y  estilo.  Lo  limitado  junto  á  lo  infi- 
nito, el  antropomorfismo  pagano  junto  al  infinito  del  Dios  cris- 
tiano y  de  la  cristiana  eternidad;  las  islas  pequeñas,  los  pequeños 
valles,  las  lindas  costas,  los  altozanos  asequibles,  junto  á  la   in- 
mensa llanura  castellana,  sólo  cortada  por  sierras  cuya  altura  pa- 
rece, por  lo  mismo,  más  exagerada.  Si  la  mesura  es  la  caracterís- 
tica del  arte  griego,  y  la  serenidad  olímpica  lo  es  de  sus  dioses  y 
de  su  artística  expresión,  tanto  escultórica  como  literaria,  lo  infi- 
nito, los  grandes  contrastes,  el  hondo  pensar  y  el  recio  decir,  te- 
nían que  ser  la  norma  del  arte  pictórico  y  literario  de  Castilla. 

La  poesía  cultivóse  antes  que  la  prosa  en  España,  como  en  to- 
das partes,  y  tardó  más  en  llegar  á  su  acabada  perfección.  Lo  que 
pasa  á  los  individuos  pasa  á  las  sociedades.  La  poesía  suele  estar 


320  ESBOZO    DE    UN    ENSAYO    CRÍTICOHISTÓRICO 

en  manos  de  la  juventud,  y  sólo  los  poetas  de  cuerpo  entero  si- 
gnen cantando  toda  su  vida;  los  demás  dejan  los  versos  por  me- 
nesteres que  se  juzgan  de  más  tomo  é  importancia.  Los  acabados 
prosistas  necesitan,  por  el  contrario,  años  y  años  de  aprendizaje. 
Pocas  poesías  hay  perfectas,  pero  hay  menos  perfecta  prosa  en 
el  mundo.  El  metro  ata  y  lleva  á  la  gimnasia  del  lenguaje  y  de  las 
ideas ;  la  prosa,  del  dominio  cotidiano  de  todos,  sin  trabas  ni  leyes- 
fijas,  no  constriñe  á  sus  cultivadores  ni  les  lleva  á  gimnasia  algu- 
na en  que  se  sientan  obligados  á  domeñarse  y  disciplinarse.  Es- 
más  sutil  y  más  dificultosa  de  entender  la  hermosura  de  la  prosa, 
por  no  poderse  reducir  á  preceptos  como  la  del  verso.  Dechado  de- 
prosa, como  de  verso,  es  el  arte  inconsciente  popular.  A  él  miró 
desde  el  principio  nuestra  épica  en  el  Cantar  de  Mió  Cid  y  demás, 
trozos  conservados  en  las  Crónicas;  la  prosa  no  se  allegó  al  habla- 
popular  hasta  que  vino  el  Arcipreste  de  Talavera.  La  prosa  cas- 
tellana oficial,  copia  de  los  documentos  públicos  latinos,  comenzóse- 
á  escribir  cuando  éstos  se  redactaron  en  castellano,  en  la  primera 
mitad  del  siglo  xiii,  en  tiempo  de  San  Fernando  en  Castilla  (1230- 
1252)  y  de  don  Jaime  el  Conquistador  en  Aragón  (1213-1276); 
pero  ya  antes,  á  mediados  del  siglo  xii,  se  escribió  acaso  por  prime- 
ra vez  la  epopeya  castellana  con  el  Cantar  de  Mió  Cid.  La  prosa 
erudita  ó  escrita  la  hallamos  empleada  por  primera  vez  en  el  Liher 
Regum  y  en  los  Diez  Mandamientos,  á  principios  del  siglo  xiii. 
Entre  1219  y  1250  se  escribieron  en  castellano  los  Anales  toledanos; 
hacia  1222  se  romanceó  el  Fuero  Viejo  de  Castilla,  y  después  de 
1241  el  Fuero  Juzgo. 

En  la  misma  primera  mitad  del  siglo  xiii,  reinando  don  Fer- 
nando, tradujéronse,  créese  que  á  instancias  de  su  hijo  don  Alfon- 
so, las  obras  didácticas  tituladas  Flores  de  Filosofía,  El  Libro  de 
los  buenos  Proverbios  y  El  Libro  de  los  doce  sabios,  como  algo  des- 
pués, por  consejo  del  Rey  Sabio,  se  vertieron  la  Poridad  de  Pari- 
dades y  Bocados  de  Oro.  El  Kolila  et  Digna  ordenólo  traducir 
en  1 25 1,  y  el  Sendebar  en  1253.  Pero  su  reinado  (1252-12S4)  fué 
brillante  por  las  obras  en  prosa  que  por  él  mismo,  ó  por  otros,  se 
compusieron. 

Siguióle  muy  de  cerca  el  príncipe  don  Juan  Manuel  (1282- 
1348),  en  sus  cuentos  y  obras  instructivas,  y  Pero  López  de  Ayala 
(1332-1407)  en  sus  Crónicas.  A  pesar  de  haber  imitado  el  estilo  la- 
tino, no  llegaron  estos  autores  á  condensarlo,  redondearlo,  pulirlo 
y  robustecerlo,  como  más  tarde  los  renacentistas.  Escriben  al  des- 
gaire y  con  cierto  candor  de  niños.  Llegado  el  siglo  xv,  los  pri- 
meros clásicos,  don  Enrique  de  Villena  y  el  Marqués  de  Santilla- 


DE  LA  LITERATURA  CASTELLANA.  CAP.  III  321 

na,  por  menospreciar  el  genio  de  la  prosa  vulgar  castellana  y  em- 
peñarse en  remedar  el  de  la  latina,  encrespan  su  decir  con  voces 
de  aquel  idioma,  lo  enrevesan,  oscurecen  y  hasta  lo  sacan  de  qui- 
cio con  el  hipérbaton  y  trasposiciones  inaguantables  á  los  oídos 
españoles.  Casi  otro  tanto  puede  decirse  del  habla  del  Arcipreste 
de  Talavera;  pero  en  algunos  capítulos  prestó  atención  al  diálogo 
familiar,  y  cuando  menos  era  de  esperar,  sacó  de  la  fuente  del 
pueblo  el  verdadero  estilo  castizo,  tan  inimitable  y  tan  hermoso, 
que  poquísimos  supieron  remedar,  fuera  de  Rojas  en  La  Celestina 
y  Cervantes  cuando  hace  hablar  á  las  gentes  del  pueblo.  Los  más 
celebrados  prosistas  desde  el  tiempo  de  los  Reyes  Católicos  toma- 
ron por  norma  la  serenidad  y  el  rodado  y  numeroso  decir  del  es- 
tilo sabio  de  griegos  y  romanos.  Alguna  que  otra  vez,  sin  em- 
bargo, sobre  todo  los  predicadores  y  exégetas  en  los  siglos  xvi 
y  xvii^  por  dirigirse  al  pueblo,  trasladan  su  dialogado  y  cortadas 
expresiones  á  sus  libros,  mayormente  Santa  Teresa,  dejando  ma- 
ravillosos trozos  de  prosa  popular  y  castiza.  Los  largos  períodos 
que  comúnmente  se  creen  ser  propios  de  nuestro  idioma,  son  crea- 
ción erudita,  á  imitación  del  decir  latino,  porque  el  castellano  da 
de  sí  para  todo ;  pero  el  genio  del  idioma  va  más  bien  por  el  cauce 
del  decir  conciso  y  sentencioso,  cortado  y  á  pinceladas  sobrias  y 
elípticas.  Mateo  Alemán  lo  comprendió  bien,  á  pesar  de  la  ele- 
gancia y  tono  clásico  que  le  añadió  de  su  parte ;  Cervantes  y  Santa 
Teresa  lo  prueban  manifiestamente,  dejándolo  en  su  popular  des- 
nudez. El  conceptismo  y  el  culteranismo  acicalaron  la  prosa  tanto, 
que,  aun  dejada  aparte  la  afectación  en  metáforas  y  términos  la- 
tinos, difiere  grandemente  toda  la  del  siglo  xvii  de  la  natural  y 
llana  del  siglo  xvi.  En  el  xviii  se  aplebeya,  y  aunque  se  carga  de 
galicismos,  es  harto  más  rica  y  casta  que  la  del  siglo  xix^  que 
gana  en  corrección  académica  lo  que  pierde  en  soltura,  fuerza,  ri- 
queza y  propiedad  castiza.  Por  alejarnos  del  habla  popular  he- 
mos perdido  el  secreto  de  aquella  gallardía  en  el  cortar  el  caste- 
llano, aquel  tesoro  de  palabras,  aquella  soltura  de  construcción 
que  encantan  en  cualquier  autor  del  siglo  xvi. 

Cuanto  al  origen  de  los  géneros  en  España  y  su  evolución  pos- 
terior, queda  dicho  lo  necesario,  y  no  hay  más  que  resumir.  No- 
tabilísima es  la  epopeya  popular  castellana,  por  ser  enteramente 
indígena.  Ni  romanos  ni  germanos  ni  árabes  tuvieron  parte  en 
ella.  Nació  en  una  época  de  guerra  con  los  últimos  y  cuando  ya 
nadie  se  acordaba  de  los  otros  dos  pueblos  para  que  sus  obras  pu- 
diesen en  ella  influir.  Los  romanos  no  tuvieron  epopeya  popular; 

TOMO    XI!.  — 21 


322  ESBOZO    DE    UN    ENSAYO    CRITICOHISTORICO 

de  los  germanos,  si  la  tuvieron,  ni  por  las  ideas  ni  por  el  idioma, 
perdidos  tiempo  había,  puede  sospecharse  que  influyeran  en  lo  más 
mínimo.  La  epopeya  castellana  ó  mcsler  de  juglaría  es  única  en  la 
literatura  universal.  Es  la  única  epopeya  enteramente  popular,  hu- 
mana y  realista  que  ha  habido.  La  epopeya  homérica  de  Grecia 
tuvo  no  poco  de  aristocrática,  de  sobrehumana  é  ideal.  Nació  en 
la  época  de  los  viejos  reyes,  reyezuelos  y  señores,  cuyas  linajerías 
y  hazañas  sobrehumanas  se  propuso  cantar  y  ensalzar,  elevándo- 
los á  la  categoría  de  héroes  ó  semidioses ;  hizo  intervenir  á  los  dio- 
ses y  echó  mano  de  toda  la  milagrería  mitológica  y  de  todo  el  ele- 
mento sobrehumano  religioso.  La  epopeya  castellana  nació  en  la 
época  guerrera  de  un  pueblo  en  formación,  con  todas  las  cualida- 
des de  independencia  é  igualdad  democrática,  ensalzando  á  los 
adalides  populares,  que  lo  mismo  luchan  contra  los  moros  enemi- 
gos de  la  patria,  que  contra  los  reyes  y  señores  que  se  desmandan 
y  abusan  de  su  poder.  Nada  de  sobrenatural,  milagrero  ni  mara- 
villoso hay  en  ella;  todo  es  profundamente  humano  y  tomado  de 
la  realidad.  Por  ser  tan  popular  y  ajena  de  todo  propósito  litera- 
rio,  nunca  se  escribió,  y  sólo  la  conocemos  por  tres  fuentes,  de  las 
cualefe  ha  podido,  en  cuanto  cabe,  rastrearse:  i.°,  por  la  Cró- 
nica general  de  Alfonso  el  Sabio,  que  prosificó  largos  trozos,  y  por 
sus  refundiciones  en  varias  épocas,  en  las  que  hallamos  Igual- 
mente prosificadas  sus  trasformaciones  sucesivas;  2.°,  por  lo  que 
de  ella  tomó  el  autor  semierudito  del  único  cantar  conocido  de  su 
primera  época  en  el  siglo  xii,  esto  es,  el  Cantar  de  Mió  Cid,  y  por 
lo  que  de  ella  tomaron  en  sus  posteriores  trasformaciones  las  de- 
más obras  épicas  escritas,  todas  semieruditas ;  3.°,  por  su  última 
trasformación  y  desenvolvimiento  durante  los  siglos  xiv  y  xv, 
en  los  llamados  romances  viejos,  publicados  durante  el  siglo  xvi. 
Estos  romances  nos  presentan  la  última  forma  de  la  epopeya  cas- 
tellana; sus  formas  anteriores,  desde  sus  orígenes  hasta  el  si- 
glo XIV,  tan  sólo  pueden  rastrearse  por  las  prosificaciones  de 
la  Crónica  general  y  de  sus  varias  refundiciones  y  por  las  obras 
épicas  escritas,  todas  semieruditas.  No  fué  la  epopeya  castellana 
obra  exclusiva  del  pequeño  rincón  del  primitivo  condado  de  Cas- 
tilla, según  se  viene  afirmando  comúnmente,  teniendo  los  ojos 
puestos  en  el  Cantar  de  Mió  Cid,  como  si  á  él  se  redujera  la  epo- 
peya castellana  y  no  fuera  él  más  bien  un  retal  de  la  popular  epo- 
peya, artizado  por  mano  erudita.  Sus  héroes  son  de  toda  España : 
el  rey  don  Rodrigo,  á  pesar  de  sus  trascendentales  errores  y  de 
haber  sido  el  causante  de  la  pérdida  de  la  patria,  en  cuanto  era 
símbolo  trágico  de  ella,  héroe  propiamente  toledano,  esto  es,  del 


DE  LA  LITERATURA  CASTELLANA.  CAP.  III  323 

corazón  de  España;  don  Bernardo,  héroe  leonés,  aragonés  y  ca- 
talán  á  un  mismo  tiempo  en  los  injertos  épicos  legendarios ;  héroe, 
en  suma,  de  todo  el  Norte  de  la  Península;  Fernán  González,  hé- 
roe húrgales ;  el  rey  Fernando,  cantado  por  leoneses ;  don  San- 
cho Segundo,  cantado  por  castellanos,  y  los  adalides  del  cerco 
<ie  Zamora;  los  Infantes  de  Lara,  héroes  trágicos,  como  lo  son 
la  mayor  parte  de  los  héroes  de  la  epopeya;  el  Cid,  castellano,  y 
cuyas  hazañas  brillaron  en  Aragón  y  Valencia. 

Como  de  la  epopeya  homérica  en  la  griega  literatura,  corrie- 
ron las  aguas  de  la  epopeya  castellana  por  la  literatura  castellana 
de  todos  tiempos,  fecundándola,  renovándola,  siendo  como  su 
fuente  manantial,  dándole  á  toda  ella  unidad  de  espíritu  en  fondo 
y  forma,  no  menos  que  asunto  y  materiales,  conservando  y  man- 
teniendo sus  características  cualidades  de  popularidad,  religiosi- 
dad, realismo,  altos  pensamientos  éticos  de  hidalguía,  valor,  jus- 
ticia, independencia  é  igualdad,  siendo  la  fuente  de  la  crónica  é 
historia,  de  la  lírica,  de  la  novela,  del  teatro,  de  la  leyenda  román- 
tica, de  todos  los  géneros  literarios  verdaderamente  nacionales. 
Ella  luchó  con  el  extraño  clasicismo  en  los  siglos  xv,  xvi,  xvii 
y  xviii^  y  con  el  idealismo  germánico  del  siglo  xix,  venciéndolos 
al  cabo  y  señoreando  siempre  en  las  letras  hispanas.  Ella,  con  su 
espíritu  popular,  fecundó  toda  obra  erudita,  dándole  lo  que  de 
más  humano  y  nacional  encierra.  Como  su  metro  en  Grecia,  el 
epos  ó  hexámetro,  fué  en  España  el  romance  ú  octosílabo,  el  metro 
popular  y  nacional,  que  ha  señoreado  siempre  á  los  demás  metros. 
Sobrepújala  en  cantidad  ó  extensión  la  épica  francesa,  más  eru- 
dita que  popular  y  que  no  llega  á  ser  verdadera  epopeya,  si  no  es 
acaso  en  el  Roland,  de  asunto  tan  español  como  francés.  Pero 
queda  muy  por  bajo  de  la  nuestra  aquella  abigarrada,  farragosa 
y  enorme  cantidad  de  cantares  épicos,  eruditos,  fraguados  en  tor- 
no de  los  monasterios  para  atraerles  peregrinos  y  limosnas,  con 
toda  la  milagrería  vulgar  de  la  literatura  eclesiástica  y  la  fantasía 
soñadora  y  descabellada,  ajena  á  la  realidad,  que  ni  asoma  si- 
quiera en  nuestra  popular,  desinteresada,  realista  y  puramente 
humana  epopeya.  Hay  tanta  distancia  de  nuestra  epopeya  á  la  de 
Francia,  como  del  Quijote,  su  verdadero  sucesor  en  espíritu,  á 
los  libros  de  caballerías,  sucesores  de  la  épica  francesa.  La  épica 
y  la  caballería  son  hijas  en  Francia  del  mismo  espíritu  feudal, 
aristocrático,  fantástico  y  milagrero,  como  en  España  la  epopeya 
y  el  Quijote  lo  son  del  espíritu  democrático  y  Ubre,  popular  y  rea- 
lista. Los  restos  de  nuestra  epopeya,  sacados  de  las  Crónicas  y 
algo  modernizados  en  los  romances  viejos,  son  las  preseas  más  ri- 


324  ESBOZO    DE   UN    ENSAYO    CRÍTICOHISTÓRICO 

cas  de  la  literatura  castellana,  fuente  de  toda  ella  en  todos  tiem- 
pos y  la  más  clara  manifestación  del  alma  de  la  raza.  Hijuelas  de 
la  popular  epopeya  castellana  y  obras  ya  propiamente  eruditas  ó 
del  mester  de  cleresia,  fueron  el  Cantar  de  Mió  Cid,  el  Cantar  de 
Roncesvalles,  los  demás  Libros  ó  Poemas  y  Crónicas  rimadas. 

El  autor  de  Mió  Cid  conoció  el  Roland,  que  suele  ponerse  en 
1080,  y  pretendió  hacer  epopeya  á  la  francesa,  imitando  el  verso 
alejandrino;  pero  el  espíritu  es  tan  diferente  y  hasta  opuesto,  que 
la  influencia  francesa  no  pasó  de  la  superficie.  Ninguna  se  ve  en 
los  antiquísimos  romances  en  que  se  cantaron  los  héroes  castella- 
nos y  que  pasaron  prosificados  á  las  Crónicas,  ni  en  los  romances 
que  conocemos  del  siglo  xv  con  el  nombre  de  romances  viejos.  En 
el  siglo  XVI  se  hicieron  otros,  á  su  imitación,  por  romanceristas 
semipopulares ;  pero  les  falta  ya  el  sello  popular  anónimo  y  les 
sobra  la  huella  de  imitación  y  el  prosaísmo  de  copleros  que  es- 
criben en  época  ya  nada  épica.  Imitaron  los  romances  viejos  veo 
menos  á  fines  del  siglo  xvi  y  comienzos  del  xvii  los  grandes  poe- 
tas eruditos  é  inventaron  los  romances  moriscos.  En  unos  y  otros 
sobra  pulimento  y  falta  inspiración  verdaderamente  épica  y  po- 
pular. El  poema  épico  clásico,  á  imitación  de  Tasso  y  Ariosto, 
viene  cultivándose  desde  el  siglo  xvi  como  obra  de  pura  erudi- 
ción, ilusionados  siempre  sus  autores  con  el  sueño  de  hacer  una 
verdadera  epopeya,  cuando  ya  no  se  dan  las  circunstancias  épi- 
cas indispensables  ni  propiamente  hay  pueblo,  que  es  la  primera 
de  todas  para  que  la  inspiración  sea  popular.  El  formulario  re- 
medo clásico  de  los  renacentistas  desjarretó  á  los  dos  poetas  épi- 
cos más  sobresalientes  de  España,  que  pudieran  haber  sido  poe- 
tas nacionales  de  cuerpo  entero,  cuando  sólo  lo  fueron  á  medias 
por  no  querer  dejar  de  ser  discípulos  de  los  clásicos :  Ercilla  y 
Camoens.  Camoens,  sobre  todo,  hombre  nacido  para  cantar  las 
proezas  de  la  raza  española  en  los  momentos  de  su  mayor  pujan- 
za, fué  triste  víctima  de  la  imitación  clásica.  Al  Renacimiento  de- 
bemos grandes  cosas,  pero  también  le  debemos  el  desmedro  de  la 
lírica  y  el  agostamiento  en  flor  del  que  hubiera  sido  nuestro  gran 
poeta  épico  nacional.  La  antigua  epopeya  castellana  desvióse  por 
dos  cauces  más  propios  de  la  Edad  Moderna,  el  teatro  y  la  no- 
vela. Son  teatro  y  novela  en  España  de  tan  gran  valor  y  origina- 
lidad como  la  epopeya,  de  la  cual  se  derivaron.  En  el  siglo  xix 
brotó  otra  hijuela,  la  leyenda,  en  romances,  cultivada  por  el  Du- 
que de  Rivas,  Zorrilla  y  otros  muchos  escritores  románticos. 

La  Crónica  toma  á  manos  llenas  de  la  epopeya,  pero  no  nació 


DE  LA  LITERATURA  CASTELLANA.  CAP.  III  325 

de  ella  en  España,  como  cree  Brunetiére  que  nació  en  Francia.  La 
Crónica  escribióse  acá  en  latín  y  primero  en  forma  de  escuetos 
Cronicones.  Alfonso  X  la  pone  por  vez  primera  en  castellano,  y 
para  ello  tiene  ante  los  ojos  y  aprovecha  las  historias  romanas,  la 
Biblia,  las  crónicas  latinas  y  la  epopeya  popular.  Admitió  cada  vez 
más  elementos  caballerescos,  confundiéndose  á  veces  con  la  no- 
vela; pero  en  las  obras  principales  del  reinado  de  Alfonso  XT 
conservó  la  gravedad  histórica  y  tomó  vuelos  de  verdadera  his- 
toria al  alborear  el  Renacimiento.  En  el  siglo  xvi  Morales,  Zu- 
rita y  Páez  de  Castro  la  fundamentan  en  documentos,  epigrafía 
y  medallas,  y  el  último  de  estos  eruditos  planea  la  historia  que  hoy 
llaman  interna,  del  pueblo,  de  las  costumbres,  de  la  cultura  y  ci- 
vilización. En  el  siglo  xvii  el  padre  Román  de  la  Higuera  y  sus 
seguidores,  llevados  de  un  celo  indiscreto,  no  sin  protesta  de  otros, 
introducen  la  piadosa  superchería  de  los  falsos  cronicones,  que  en 
el  siglo  xviii  quedan  desechados.  En  este  mismo  siglo  comien- 
zan la  impresión  de  fuentes  y  documentos  y  la  crítica  histórica 
eruditos  meritísimos,  que  á  duras  penas  han  sido  igualados  raras 
veces  durante  el  siglo  xix.  La  historia  interna  ha  dado  sus  pri- 
meros atisbos  en  las  obras  de  Altamira  y  Antonio  Ballesteros; 
pero  todavía  no  ha  vuelto  á  renacer  la  historia  artística,  que  re- 
vive épocas  y  personajes,  con  la  cual  acabó  Voltaire  y  la  escuela 
francesa  del  siglo  xviii,  sustituyéndola  por  la  seca  y  farragosa 
historia  documentada,  que  no  llega  á  historia  y  sólo  es  almacén, 
más  ó  menos  ordenado,  de  materiales  para  labrarla. 

La  novela  ó  relación  ingeniosa  de  una  acción  fingida,  pero 
verisímil,  entre  personas  particulares,  preparóse  desde  el  siglo  xiv 
con  el  apólogo  oriental,  traído  en  latín  por  Pero  Alonso  y  vertido 
del  árabe  al  castellano  en  hermosa  prosa  en  buen  golpe  de  libros. 
Los  fabliaux  franceses,  de  los  cuales  el  más  antiguo,  Richeut,  es 
de  II 59,  y  los  más  de  principios  del  siglo  xiii,  no  entraron  en  Es- 
paña. Ni  hubo  aquí,  como  en  Francia,  l'émancipation  intellectiielle 
du  vilain,  que  dice  Brunetiére,  ni  venía  bien  el  género  con  nues- 
tras costumbres.  Sólo  el  Arcipreste  de  Hita,  con  su  socarrón  tem- 
peramento, los  aprovechó.  El  cuento  medioeval  español  fué  ético 
y  grave,  como  su  fuente  oriental.  En  cambio  no  halló  jamás  po- 
pularidad el  cuento  verde  á  lo  Boccaccio,  ni  los  amoríos  lascivo?, 
ni  aun  en  la  novela  picaresca.  La  novela  parece  en  nuestra  lite- 
ratura en  el  siglo  xiv  con  los  49  cuentos  que,  con  título  de  Conde 
Lucanor,  escribió  el  infante  don  Juan  Manuel  algunos  años  antes 
de  que  Juan  Boccaccio  escribiese  en  Italia  los  cien  cuentos  ó  no- 


3*6  ESBOZO    DE    UN    ENSAYO    CRÍTICOHISTÓRICO 

velas  de  su  Decameron.  El  Arcipreste  de  Hita  cuenta,  aunque  en 
verso,  sus  supuestos  amores  con  doña  Endrina.  Las  novelas  Ca- 
ballerescas extranjeras  corren  desde  el  siglo  xiii  y  toman  vuelo 
extraordinario  en  el  reinado  de  los  Reyes  Católicos  con  la  refun- 
dición del  Amadís  por  Montalvo,  muriendo  á  manos  de  Don  Qui- 
jote á  comienzos  del  siglo  xvii.  A  pesar  de  su  espíritu,  tan  ajeno  al 
español,  fueron  extraordinariamente  leídas  en  España  entre  la 
gente  común,  sirviendo  de  pasto  al  hambre  de  aventuras  que  los 
descubrimientos  ultramarinos  y  las  hazañas  de  los  nuestros  en 
Europa  y  África  habían  despertado.  De  España  pasó  su  voga  á 
todas  partes,  traduciéndose  en  varias  lenguas  europeas.  Diríase 
que  la  novela  caballeresca  habla  nacido  en  España.  Este  espíritu 
novelesco,  venido  de  fuera,  coloreó,  antes  de  publicarse  el  Amadís, 
toda  nuestra  literatura  de  la  segunda  Edad  Media,  haciendo  bas- 
tardear la  vieja  epopeya  castellana,  como  se  ve  en  las  varias  re- 
fundiciones de  la  Crónica  general  y  en  los  poemas  eruditos,  de  la 
popular  epopeya  más  ó  menos  nacidos.  En  la  Gran  Conquista  de 
Ultramar,  de  fines  del  siglo  xiii,  hállanse  las  leyendas  del  Caba- 
llero del  Cisne,  de  Berta  y  de  Mainete.  De  la  misma  época  es  la 
Historia  del  Cavallero  Cifar,  inspirada  en  fuentes  bretonas  y  fran- 
cesas. 

Visiones  cuasi  novelescas  ofrecen  los  libros  de  viajes,  tan  gus- 
tados en  el  siglo  xv^  como  la  Historia  del  gran  Tamorlán  é  Itine- 
rario y  enarración  del  viaje  y  relación  de  la  emhaxada  (1407), 
la  Crónica  de  don  Pero  Niño  (1447),  las  Andangas  é  viajes  de 
Pero  Tafur  (1455).  La  literatura  caballeresca  encarna  en  la  rea- 
lidad del  Paso  honroso,  redactado  por  el  notario  Pero  Rodríguez 
de  Lena  (1434).  A  este  género  pertenecen  otras  relaciones  de  via- 
jes que  siguieron  después  escribiéndose,  y  aun  las  muchas  cartas- 
y  relaciones  de  Indias,  que  ya  tienen  valor  geográfico  é  histórico. 

De  la  caballeresca  y  de  la  de  Boccaccio  nació,  en  el  reinado  de 
los  Reyes  Católicos,  la  novela  psicológicosentimental,  unida  en  sus 
orígenes  al  sentimentalismo  gallego  de  Juan  Rodríguez  de  la  Cá- 
mara, que  escribió  El  Siervo  libre  de  amor,  verdadera  novela  ro- 
mánticocaballeresca,  ó  caballerescosentimental,  escrita  antes  de 
1439.  La  primera  parte  autobiográfica  está  inspirada  en  la  Ftam- 
mefta  de  Boccaccio ;  la  segunda,  ó  Estoria  de  los  dos  amadores 
Ardaulie  é  Liesa,  en  las  ficciones  del  ciclo  bretón  y  en  los  viajes 
aventureros.  Pero  el  dechado  de  este  género  es  la  Cárcel  de  Amor 
(1492),  de  Diego  de  San  Pedro,  novela  preparada  por  El  Trac- 
tado  de  amores  de  Arnalte  y  Lucenda,  publicado  por  el  mismo 
autor  el  año  antes  (149 1).  Tienen  espíritu  caballeresco,  psicológi- 


DE  LA  LITERATURA  CASTELLANA.  CAP.  III  827 

co  y  sentimental.  En  1495  se  publicó  el  Breve  tractado  de  Gri- 
malte  y  Gradissa,  y  á  poco  el  Tractado  del  triste  fin  de.  los  amo- 
res de  Grisel  y  Mirahella,  obras  ambas  de  Juan  de  Flores,  conti- 
nuación la  primera  de  Fíammetta  é  imitación  la  segunda  del  Filo- 
colo.  En  1496  se  tradujo  la  Historia  de  dos  amantes  de  Silvio 
Piccolomini.  La  Cárcel  de  amor  influyó  no  poco  en  La  Celestina. 
En  1 5 13  imprimióse  la  anónima  Question  de  amor  de  dos  enamo- 
rados, y  en  15 14  La  Penitencia  de  Amor  de  Pedro  Manuel  de 
Urrea,  inspirada  en  la  Cárcel  del  Amor  y  en  La  Celestina,  cuyo 
primer  acto  puso,  además,  en  verso.  Dante  y  Petrarca  eran  por 
entonces  los  maestros  de  la  lírica;  Boccaccio  lo  fué  de  la  novela. 
Tal  era  el  poder  del  arte  italiano  en  los  primeros  tiempos  del  Re- 
nacimiento. No  lo  tuvo  menor  en  el  siglo  xvi,  sobre  la  novela, 
cuando  Montemayor  trajo  de  Italia  la  pastoril  de  Sannazaro,  que 
vivió  medio  siglo  y  engolosinó  al  mismo  Cervantes,  que  escribió 
La  Calatea.  Pero  entrambos  géneros  novelescos,  el  sentimental  y 
el  pastoril,  como  extraños  al  espíritu  realista  español,  duraron  lo 
que  las  rosas.  También  trajo  Cervantes  de  Italia  la  novela  corta, 
pero  como,  españolizada,  entraba  en  el  molde  realista  castizo,  dio 
en  sus  manos  la  gran  novela  moderna,  resucitada  más  tarde  por 
Fernán  Caballero  en  la  época  realista  del  siglo  xix,  tras  los  medio 
fracasados  intentos,  durante  la  romántica,  de  la  románticohistórica 
á  10  Walter  Scott.  La  novela  folletinesca,  venida  de  Francia  en  el 
mismo  siglo  y  que  se  publicó  por  entregas  y  en  folletines  de  pe- 
riódicos, fué,  como  la  novela  caballeresca  de  nuestros  tiempos,  de 
un  mismo  espíritu  extraño  al  arte  español  y  que  sólo  sirvió  para 
repastar  la  gente  menuda  su  sed  de  curiosidad  en  narraciones  ex- 
traordinarias de  aventuras. 

La  novela  picaresca,  género  enteramente  español,  sátira  so- 
cial autobiográfica  del  picaro  aventurero,  apunta  en  el  Ribaldo 
de  la  Historia  del  caballero  Cifar  y  aun  en  el  mozo  del  Arci- 
preste de  Hita  y  en  el  libro  de  Les  Dones  de  Jaume  Roig,  médico 
de  doña  María,  esposa  de  Alfonso  V  de  Aragón;  redondéase, 
cuanto  á  la  rufianesca  y  lo  germanesco,  en  las  coplas  de  Rodrigo  de 
Reinosa,  en  La  Celestina  y  en  sus  continuaciones,  y  tiene  su  pri- 
mer dechado  en  el  Lazarillo,  al  que  sigue  fecunda  y  variada  prole 
después  del  reinado  de  Felipe  II,  dilatándose  casi  hasta  nuestros 
días.  Satíricoerasmiana  se  presenta  y  con  toda  su  frescura  na- 
tural y  flamante  en  el  Lazarillo;  satíricomoral  y  harto  grave,  sen- 
tenciosa, doctrinaria  y  con  mayores  ensanchas  en  Gusmán  de 
Alf aradle ;  frondosa  en  fraseología  y  voces  populares,  bien  que 
algo  desmañada  cuanto  á  trama  y  caracteres,  en  la  Picara  fus- 


328  ESBOZO    DE   UN    ENSAYO    CRÍTICOHISTÓRICO 

tina;  hampesca,  germanesca  y  con  toda  su  humana  realidad  y  su- 
prema elegancia  en  Cervantes ;  ingeniosa  y  entretenida  en  Marcos 
de  Obregóti,  en  la  Ingeniosa  Elena,  en  la  Segunda  parte  del  La- 
sarillo  de  Luna  y  en  El  Diablo  Cojuelo;  caricaturesca  y  como  he- 
rrada con  el  fuego  satírico  en  El  Buscón.  Después  los  tópicos  se 
repiten,  aunque  siempre  con  bastante  originalidad  personal  en  los 
autores  posteriores  del  siglo  xvii.  Cuanto  á  la  vida  bohemia  y 
al  ingenio  y  desenfado,  Villarroel  hereda  el  espíritu  de  la  pica- 
resca en  el  siglo  xviii;  y  no  menos,  cuanto  á  lo  satíricoliterario  en 
Fray  Gerundio  de  Campasas  el  padre  Isla. 

Pero  la  sátira,  tanto  en  prosa  como  en  verso,  cruel  ó  serena, 
social  y  privada,  humorística  ó  moralmente  instructiva,  ofrece  en 
la  literatura  castellana  dechados  admirables  y  nunca  interrum- 
pidos. Casi  toda  nuestra  literatura  hasta  la  época  romántica  es 
una  sátira  grave  ó  ligera  y  una  pintura  con  intento  moral  de  la 
gente  española.  Las  dos  maneras  extremas,  la  grave  moraliza- 
dora  y  la  humorística  ligera  las  hallamos  ya  en  los  escritores  his- 
panolatinos,  en  Séneca  y  Marcial  y  tienen  en  nuestra  historia 
literaria  dos  tan  originales  manifestaciones  como  son  la  mística 
y  la  picaresca.  Hablo  de  la  mística  en  su  sentido  lato,  aludiendo 
á  los  escritores  espirituales,  en  cuyas  obras  abundan  cuadros  de 
costumbres  con  intento  de  corregirlas.  Nuestra  mística,  que  siem- 
pre va  cargada  de  ascética  ó  enseñanza  práctica  de  la  vida  espi- 
ritual activa,  hasta  en  el  cogollo  más  místico,  de  San  Juan  de  la 
Cruz  y  de  Santa  Teresa,  trata  de  llevar  al  buen  vivir  práctico, 
es  moralizadora  y  encierra  una  á  modo  de  sátira,  grave  y  como 
divina.  La  picaresca  tiene  un  fondo  satíricosocial,  desenvuelto  con 
humorismo  muy  sutil  por  manera  autobiográfica. 

Otra  gran  manifestación  satírica  es  el  teatro,  que  desde  sus 
comienzos  pone  en  solfa  las  costumbres  para  ridiculizarlas ;  sobre 
todo  puede  verse  en  el  bachiller  Diego  Sánchez  de  Badajoz, 
en  Torres  Naharro  y  en  todas  las  Celestinas.  El  elemento  docen- 
te en  nuestros  grandes  dramaturgos,  Lope,  Tirso,  Calderón,  en- 
cubierto entre  las  flores  del  arte  el  propósito  moral  en  todos  ellos, 
y  más  transparente  en  Alarcón,  sin  llegar  jamás  á  convertir  el 
teatro  en  lo  que  llaman  obras  de  tesis,  es  tan  patente,  que  nues- 
tra dramaturgia  distingüese  por  lo  moralizadora. 

Moralizadores  e  instructivos  son  todos  nuestros  primeros  mo- 
numentos literarios,  apólogos  y  cuentos,  moralidades  y  sentencias, 
todo  ello  traído  por  los  árabes  desde  la  India.  No  otra  cosa  son  las 
obras  devotas  de  Berceo,  los  cuentos  del  conde  Lucanor  y  demás 


DE  LA  LITERATURA  CASTELLANA,  CAP.  III  329 

libros  del  príncipe  don  Juan  Manuel,  la  poesía  sentenciosa  y  mo- 
ral del  rabí  Sem  Tob. 

La  pura  sátira  en  castellano  puede  decirse,  sin  embargo,  que 
comienza  con  el  Arcipreste  de  Hita,  que  dio  vida  en  su  Libro  de 
Buen  Amor  á  todos  los  géneros  literarios,  pero  que  es,  ante  todo, 
una  obra  satírica,  la  más  grande  que  se  escribió  en  España,  si 
en  España  no  se  hubiera  escrito  el  Quijote. 

Sátira  en  verso  de  la  vida  clerical  del  siglo  xiv,  que  tiene  su 
continuación  en  el  libro  del  otro  Arcipreste,  el  de  Talavera,  en 
prosa,  del  siglo  xv.  Sátira  poética  es  no  menos  El  Rimado  de  Pa- 
lacio de  Pero  López  de  Ayala.  En  el  reinado  de  Enrique  IV  la  sá- 
tira política  popular  brota  del  desbarajuste  de  la  corte  y  rotura 
consiguiente  de  costumbres,  sobresaliendo  las  Coplas  de  Mingo 
Revulgo  y  las  del  Provincial.  Repitióse  la  decadencia  política  y 
rebrotó  la  popular  y  política  sátira  en  los  reinados  de  Felipe  IV, 
Carlos  II  y  Felipe  V,  y  merced  á  la  invasión  francesa  á  princi- 
pios del  siglo  XIX. 

Pero  ¿en  qué  época  no  se  escribieron  sátiras  políticas  y  de  to- 
das clases  en  España?  En  la  época  de  los  Reyes  Católicos  siguió 
cultivándose  por  nuestros  dramaturgos  la  sátira  clerical  comen- 
zada por  los  dos  Arciprestes,  y  toma  desusados  vuelos  en  la  del 
Emperador,  con  el  tono  erasmiano  por  un  lado,  y  con  el  lucianesco 
por  otro.  Erasmianos  y  lucianescos  son  todos  los  grandes  escritores 
satíricos  de  aquella  época:  Cristóbal  de  Castillejo,  los  dos  Valdés, 
Cristóbal  de  Villalón,  Enzinas,  Sebastián  de  Horozco.  Satiricohu- 
morísticos  fueron  el  doctor  Villalobos  y,  sobre  todo,  fray  Antonio 
de  Guevara.  En  el  reinado  de  Felipe  II  la  gravedad  de  los  tiem- 
pos dejó  el  humorismo  y  revistióse  de  moralidad,  mayormente  en 
los  escritores  ascéticos.  Pero  apenas  subió  al  trono  Felipe  III  re- 
aparece la  picaresca,  nace  el  teatro  nacional  con  Lope  y  la  novela 
con  Cervantes.  En  los  reinados  de  los  dos  Felipes,  III  y  IV,  la  sá- 
tira política,  personal  y  social  brota  con  grande  empuje.  Cervan- 
tes es  el  gran  satírico,  no  solamente  literario,  al  burlarse  de  la 
novela  caballeresca,  sino  social,  en  el  Quijote.  Villamediana  dis- 
tinguióse en  la  sátira  personal.  En  la  social  y  política  fué  insupe- 
rable maestro  Quevedo,  y  en  la  filosófica,  Gracián.  Todavía  en  la 
universal  postración  artística  del  siglo  xviii  sobresalió  la  sátira 
en  las  coplas  populares,  en  el  agudo  Villarroel  y  en  el  ingenioso 
padre  Isla.  Los  periodistas  festivos  del  siglo  xix  recogieron  tan 
rica  herencia  satírica. 

El  arte  dramático  presenta  en  España   una  galería  de  obras 


33o  ESBOZO    DE   UN   ENSAYO    CRÍTICOHISTÓRICO 

que  en  variedad,  número  y  grandeza  no  puede  presentar  literatura 
alguna.  El  teatro  religioso  es  muy  antiguo;  pero  sólo  conocemos 
el  Auto  de  los  Reyes  Magos,  de  origen  francés,  del  tiempo  de  los 
cluniacenses.  Desconocido,  como  los  demás  géneros  verdadera- 
mente nacionales,  aparece  en  la  literatura  erudita,  como  los  demás, 
en  tiempo  de  los  Reyes  Católicos  con  Gómez  Manrique,  Juan  del 
Encina  y  Fernando  de  Rojas.  Hay  imitación  italoclásica  en  las 
obras  de  empeño  de  los  dramaturgos  de  aquella  época  y  durante 
el  siglo  XVI ;  pero  el  público  fué  rechazando  cuanto  no  era  nacio- 
nal. Autos,  églogas  y  entremeses,  sagrados  y  profanos,  tienen  su 
mayor  valer  estético  en  la  fiel  pintura  de  las  costumbres,  tipos  y 
caracteres,  sobre  todo  las  piezas  escritas  en  dialecto  sayagués  ó 
salmantino  sobre  las  costumbres  pastoriles.  Juan  del  Encina,  Lu- 
cas Fernández,  Gil  Vicente,  Sánchez  de  Badajoz,  Torres  Naharro^ 
Lope  de  Rueda,  Timoneda  y  Cervantes,  por  una  parte;  La  Celes- 
tina y  sus  continuadores,  por  otra,  forman  un  teatro  originalísimo^ 
de  realidad  y  humanidad,  de  color  y  viveza,  de  naturalidad  y  sen- 
cillez inimitables,  y  no  superadas  después  por  los  grandes  dramá- 
ticos del  siglo  XVII.  Hay,  además,  un  sinfín  de  piezas  cortas  anó- 
nimas, que  hacen  coro  á  las  de  los  citados  autores  y  de  otros  de 
segundo  orden,  más  ó  menos  conocidos.  Por  su  mayor  parte,  todos 
estos  dramaturgos  de  los  siglos  xv  y  xvi  son  estudiantes  ó  clérigos 
populares,  que  se  entretienen  en  abastecer  el  pedido  teatral  para 
fiestas  en  ciudades  y  pueblos  chicos.  Alardean  de  la  erudición  re- 
nacentista que  acaban  de  aprender  y  la  mezclan  con  lo  nacional, 
pero  lo  nacional  sobrepuja  y  da  el  tono.  Los  eruditos  tuvieron  em- 
peño en  traer  la  tragedia  clásica  y  en  apoyar  la  comedia  italiana; 
pero  ni  una  ni  otra  llegaron  á  cuajar.  Entre  Lope  de  Rueda  y  Lope 
de  Vega,  esto  es,  de  1560  á  1590,  hubo  un  relativo  triunfo  del  arte 
clásico  en  la  dramática,  que  retrasó  el  teatro  nacional.  En  los  cole- 
gios de  Jesuítas  se  representaron  muchas  piezas  clásicas  hechas 
por  los  Padres.  No  menudo  esfuerzo  y  novedad  fué  la  de  Lope 
al  romper  con  esta  moda  para  volver  á  lo  popular  y  nacional.  En 
la  época  de  Felipe  H  es  muy  de  notar  que  se  calló  la  picaresca^ 
comenzada  con  El  Lazarillo,  y  se  calló  el  teatro  popular  de  pas- 
tores y  gente  baja.  En  cambio,  el  teatro  se  hizo  clásico  y  lo  popular 
brilló  en  los  escriturarios  y  oradores.  Es  el  reinado  de  la  gravedad. 
Lope  se  asió  á  la  vieja  epopeya  castellana ;  abarcó,  además,  la  his- 
toria, la  mitología,  la  hagiografía  y  la  vida  presente,  fundando  el 
gran  teatro  nacional  sobre  las  anchas  y  firmes  bases  de  expresar 
la  vida  en  toda  su  amplitud,  juntando  lo  trágico  y  lo  cómico  como 
en  ella  se  halla.   Deslumhrados  los   seudoclásicos  del   siglo  xviií 


DE  LA  LITERATURA  CASTELLANA.  CAP.  III  33  I 

con  la  tragedia  francesa  y  la  reglamentación  de  las  tres  unidades,  . 
no  tuvieron  ojos  para  ver  el  teatro  nacional,  tuviéronlo  por  gro. 
sero  batiburrillo.  Ramón  de  la  Cruz  volvió  al  saínete,  y  Bretón 
á  la  comedia  de  costumbres.  El  romanticismo  trajo  el  drama  ro- 
mántico de  Rivas  y  Zorrilla;  el  realismo,  la  alta  comedia  de  Ta- 
mayo  y  Ayala  y  el  drama  de  Enrique  Gaspar.  Populares  fueron 
en  el  siglo  xix  la  zarzuela  y  el  género  chico.  Para  los  de  la  gene- 
ración del  98,  sucesores  de  los  seudoclásicos  del  siglo  xviii,  toda 
esta  inmensa  galería  teatral,  de  tan  variados  matices,  pero  de  un 
fondo  idéntico,  nacional  y  realista,  no  vale  dos  cornados. 

Los  mismos  señores  iconoclastas,  modernistas  y  europeizan- 
tes, han  proclamado  que  no  hubo  lírica  en  España  hasta  que  ellos, 
con  el  modernismo,  vinieron;  y  la  razón,  la  falta  de  sensibilidad 
de  los  españoles.  En  la  lírica,  como  en  los  demás  géneros,  hay  que 
distinguir  la  popular  y  la  erudita.  La  popular,  aunque  algo  se 
trasluce  en  los  escritores  medioevales  y  los  cronistas  nos  la  re- 
cuerdan, no  se  puso  por  escrito  hasta  los  Reyes  Católicos ;  desde 
entonces  la  estudian  los  tratadistas  de  música,  la  glosan  los  gran' 
des  poetas  y  la  imitan  los  dramaturgos  en  coplas,  letrillas,  villan- 
cicos, y  la  mezclan  con  la  lírica  erudita  en  el  teatro.  Por  la  auto- 
ridad de  Menéndez  y  Pelayo  sigúese  creyendo  que  la  más  antigua 
lírica  en  España  fué  la  galaicoportuguesa,  desde  San  Fernando  y 
Alfonso  X ;  pero  esa  lírica  fué  erudita  y  cortesana.  La  lírica  po- 
pular castellana  es  tan  antigua,  sin  duda,  como  nuestro  idioma. 
Hasta  llegó  a  influir  en  la  lírica  arábiga  de  España  en  el  siglo  xi 
y  claramente  se  ve  tal  influencia  en  las  canciones  del  cordobés 
Aben  Cuzmán.  Las  crónicas  nos  hablan  de  canciones  de  victoria, 
de  endechas  y  de  otros  cantares  líricos  populares  de  los  siglos  xi 
y  XI i.  Don  Lucas  de  Túy  nos  recuerda  un  estribillo  popular  de 
cuando  murió  Almanzor: 

"En  Cañatañazor 
perdió  Almanzor 
ell  atamor." 

La  Crónica  general  de  1344  trae  prosificada  y  como  convertido 
en  romance  épico  una  composición  lírica  de  las  que  el  pueblo  can- 
taba en  primavera : 

"Por  el  mes  era  de  mayo,  cuando  ihace  la  calor, 
cuando  canta  la  calandria  y  responde  el  ruiseñor..." 

De  principios  del  siglo  xiii  tenemos  el  cantar  con  su  estribillo 
que  trae  Berceo,  ¡eya  velar! 


332  ESBOZO    DE    UN    ENSAYO    CRÍTICOHISTÓRICO 

En  la  primera  mitad  del  siglo  xiv  el  Arcipreste  de  Hita,  que 
dio  principio  á  todos  los  géneros  literarios  desenvueltos  después, 
llevó  por  primera  vez  á  la  literatura  escrita  la  lírica  popular  de 
todas  clases :  la  religiosa,  la  amorosa,  la  estudiantil,  la  pordiosera  y 
de  ciegos,  la  cazurra,  la  serrana.  Esta  última  merece  particular 
mención,  por  cuanto  apenas  ofrece  parecido  con  la  pastorela  del 
Norte  de  Francia,  con  la  provenzal,  que  es  más  cortesana,  ni  con 
la  gallega,  más  vaga  y  menos  descriptiva.  La  serranilla  de  Juan 
Ruiz  es  de  origen  popular  castellano,  se  distingue  por  su  metro, 
por  su  recio  realismo  y  por  la  pintura  nueva  de  serranas  forzudas 
y  guerreras  que  guían  al  caminante  ó  defienden  los  puertos  de  la 
sierra.  Santillana  las  afinó  con  su  gusto  aristocrático  y  con  ele- 
mentos de  la  pastorela  provenzal.  En  la  época  de  los  Reyes  Cató- 
licos toman  los  eruditos  del  pueblo,  al  par  de  los  romances,  los 
villancicos,  coplas  y  letrillas,  sobre  todo  los  dramaturgos,  y  com- 
ponen otras  á  su  imitación.  Del  Cancionero  de  Sbarbi,  del  de 
Uppsala,  etc.,  y  de  los  tratadistas  de  música  pueden  sacarse  un 
sinfín  de  todo  linaje  de  canciones  líricas,  más  ó  menos  populares, 
muchas  de  ellas  glosadas  por  los  escritores  eruditos.  Diferenciase 
la  lírica  popular  de  la  popular  epopeya:  i.°,  en  que  no  feneció  ni 
se  agotó  jamás,  y  hoy  mismo  se  recoge  en  colecciones  líricas  y 
folklóricas;  2°,  en  los  metros  cortos;  3.°,  en  que  siempre  se  cantó, 
generalmente,  con  acompañamiento  de  música. 

La  lírica  erudita  escribióse  primeramente  en  gallego  desde  los 
tiempos  de  San  Fernando  y  de  Alfonso  el  Sabio,  por  influjo  de 
la  corte  portuguesa  de  don  Diniz,  hasta  los  Reyes  Católicos,  épo- 
ca en  que  la  literatura  castellana  sobrepónese  á  la  portuguesa  y 
catalana.  Entre  los  poetas  líricos  eruditos,  cuyas  obras  se  conser- 
van en  Cancioneros  desde  el  más  antiguo,  de  Baena,  de  la  segunda 
mitad  del  siglo  xiv  y  de  todo  el  xv,  hay  que  distinguir  varias  co- 
rrientes artísticas.  De  ellas,  las  únicas  que  dan  valor  poético 
á  la  poesía  son  la  popular  gallega,  sentimental  y  melancólica,  y  la 
popular  castellana,  sobre  todo  satírica;  las  demás,  la  provenzal 
cortesana,  venida  de  Portugal;  la  petrarquista  y  la  dantesca,  die- 
ron una  poesía  cortesana  conceptista,  abstracta,  llena  de  tópicos 
amorosos  comunes,  de  simbolismos  fríos  y  eruditos;  en  suma,  de 
artificiosas  imitaciones,  repetidas  en  cien  variantes  de  poca  sin- 
ceridad y  menor  originalidad.  El  símbolo  dantesco  y  el  latinismo 
de  lenguaje  malearon  las  obras  de  los  mejores  poetas,  sobre  todo 
del  famoso  Juan  de  Mena.  Algo  más  vale  la  alta  poesía  moral  de 
Gómez  Manrique,  y  sobre  todo  las  célebres  coplas  de  Jorge 
Manrique  y  la  demás  lírica  religiosa    del    reinado  de  los  Reyes 


DE  LA  LITERATURA  CASTELLANA.  CAP.  III  333 

Católicos.  En  el  de  Carlos  V  lucha  la  lírica  italiana,  traída  por 
Boscán  y  Garcilaso,  con  la  nacional,  y  aunque  parece  vencerla, 
queda  de  hecho  vencida,  bien  que  incorporado  el  endecasílabo  y 
estrofas  italianas  á  nuestra  métrica.  Herrera  funde  en  sus  Odas 
el  tono  pindárico  con  el  bíblico,  fray  Luis  de  León  se  atiene  más 
á  los  Carmina  de  Horacio,  los  Argensolas  á  sus  sermones  satí- 
ricos y  San  Juan  de  la  Cruz  se  inspira  en  el  Cantar  de  los  Can- 
tares. De  este  modo,  en  el  reinado  de  Felipe  II  se  armonizan  las 
corrientes  clásica,  bíblica  y  nacional  en  los  más  grandes  poetas, 
Góngora,  en  su  primera  época,  es  dechado  del  romance,  villancico 
y  letrilla  populares.  El  clasicismo  afina  la  forma,  con  mengua  del 
sentimiento  personal,  y  en  Herrera  y  otros  no  menos  lo  amengua 
el  petrarquismo.  Lope  es  admirable  en  la  lírica  popular,  religiosa 
y  profana,  y  la  lleva  al  teatro  juntamente  con  la  italiana,  aprove-- 
chando  todos  los  tonos,  nacionales  y  extranjeros.  La  lírica  clásica, 
siempre  algún  tanto  fría,  objetiva  y  marmórea,  no  sólo  por  el 
ideal  clásico,  sereno  y  abstracto,  sino  por  ser  imitación  de  los  an- 
tiguos y  de  los  italianos,  bastardea,  como  toda  imitación,»  en  el 
gongorismo  ó  cultismo  y  en  el  conceptismo,  á  principios  del  si- 
glo XVII.  Renace  la  sátira  popular  en  el  reinado  de  Carlos  II  y  en 
el  de  Felipe  V,  como  en  tiempo  de  Enrique  IV,  á  manera  de  des- 
ahogo popular  contra  los  desafueros  políticos.  La  égloga  seudo- 
clásica,  venida  de  Italia,  cunde  en  el  siglo  xviii  por  toda  Europa, 
siendo  en  España  Meléndez  el  principal  corifeo,  hasta  que  las 
ideas  sociológicopolíticas  suenan  con  retumbo  algo  herreriano  en 
la  lira  de  Quintana.  Sucédenle  Espronceda,  Campoamor,  Bécquer, 
Núñez  de  Arce,  Rueda,  Rubén  Darío  y  Gabriel  y  Galán,  cada  cual 
con  su  nueva  tonalidad,  pero  todos  más  íntimamente  líricos,  más 
individuales  y  más  sinceros  que  los  clásicos,  que  habían  sido  imi- 
tadores y  algún  tanto  objetivos  por  naturaleza. 

La  mística  halló  siempre  campo  abonado  en  España,  por  el 
natural  extremoso  de  nuestra  casta,  que  ó  se  abraza  estrecha- 
mente con  el  vivir  ó  se  deshace  de  él,  con  arranque  estoico  igual-- 
mente  desaforado  y  rudo  en  ambos  casos ;  mira  á  la  tierra  y  á 
ella  se  apega  como  alapa  aunque  haya  de  pasar  por  todas  las 
penalidades  de  los  picaros,  ó  mira  al  cielo  y  vuela  osadamente 
hacia  la  inmaculada  divinidad.  De  estos  dos  extremos  nacieron 
la  novela  picaresca  y  la  mística,  géneros  exclusivamente  nues- 
tros. Famosa  es  la  mística  arábiga  y  judía  de  los  judíos  y  moros 
españoles,  razas  que  no  han  solido  darse  á  la  mística  fuera  de 
España,  por  ser  las  más  apegadas  á  la  carne  la  una,  al  oro  la. 


334  ESBOZO    DE    UN    ENSAYO    CRITICOHISTORICO 

*otra.  Aben  Masarra,  español,  convierte  en  mística  española  cuan- 
tas corrientes  místicas  extrañas  halla  en  Oriente.  Raimundo  Lull, 
convertido  repentinamente  y  á  la  española  de  galanteador  mun- 

■  dano  en  místico  y  apóstol,  torna  á  españolizar  ya  cristianamente 
todo  ese  misticismo  difuso  que  de  Alejandría  y  del  neoplato- 
nismo corría  entre  musulmanes. 

Por  Aben  Masarra  pasa  á  Dante  y  á  la  Europa  meridional; 
por  Raimundo  Lull  pasa  á  la  Europa  septentrional,  á  los  mís- 
ticos alemanes  y  á  Tomás  de  Kempis ;  sufriendo  en  el  Norte  y 
Mediodía  las  transformaciones  debidas  al  carácter  de  aquellos 
pueblos,  dejando  ya  de  ser  así  misticismo  español.  De  Dante  pasó 
á  Petrarca,  ya  más  cerebralizado  y  hecho  conceptismo  poético  y 
amor  conceptuoso  y  platónico.  El  misticismo  de  Platón,  formu- 
lado como  nadie  por  el  español  León  Hebreo,  fué  otra  corriente 
que  desaguó  en  la  mística  española  erudita,  sobre  todo  median- 
te fray  Luis  de  León  y  demás  renacentistas.  Pero  la  mística 
nacional  fué  sustancialmente  otra  y  nació  de  otras  fuentes.  El 
influjo  de  Lull  (siglo  xiii)  en  nuestra  mística  del  siglo  xvi  sólo 
es  como  el  de  una  corriente  de  tantas  que  se  añaden  al  gran  río ; 
el  de  Dante  y  Petrarca  fué  tan  sólo  poético  en  la  alegoría  y  con- 
ceptismo de  los  poetas  de  los  siglos  xv  y  xvi. 

La  defensa  de  la  fe,  en  la  que  Lull  fué  ciertamente  de  los 
más  esclarecidos  adalides,  pero  que  fué  obra  de  toda  España 
peleando  contra  la  morisma  y  por  Santo  Domingo  y  sus  hijos 
contra  las  herejías  medioevales,  dando  entre  ellos  como  fruto 
principal  la  inquisición,  señalándose  tanto  nuestras  órdenes  mi- 
litares de  caballería  en  el  campo  de  batalla  como  nuestros  escla- 
recidos Prelados  en  los  concilios  generales,  fué  la  que  dispuso 
el  terreno  para  que  el  florecimiento  de  la  mística  llegase  á  apun- 
tar cuando  los  Reyes  Católicos,  juntando  en  sus  manos  todas 
las  instituciones  nacionales  dispersas,  acabaron  de  echar  de  Es- 
paña á  moros  y  judíos  y  sistematizaron  el  Tribunal  de  la  Fe, 
y  cuando  Cisneros  comenzó  la  reforma  eclesiástica  del  clero  re- 

;  guiar. 

Los  orígenes  de  esta  mística  española  nacional  no  han  sido 
estudiados.   Libros   de   edificación   son  los   de   Berceo  en  verso, 

.las  hagiografías  y  narraciones  milagrosas  medioevales  en  prosa, 
que  lo  mismo  se  escribieron  en  España  que  en  Francia.  Satírico- 
rreligiosa  es  la  obra  del  Arcipreste  de  Talavera.  La  poesía  devo- 
ta y  aun  mística  tuvo  gran  boga  en  el  reinado  de  los  Reyes  Ca- 
tólicos,  mayormente   entre    franciscanos,   y   no   menos   entre   los 

ícartujanos  la  prosa.  Estas  dos  órdenes  religiosas  fueron  las  que 


DE  LA  LITERATURA  CASTELLANA.  CAP.  III  335 

pusieron  los  fundamentos  de  nuestra  mística:  los  primeros  tra- 
jeron la  mística  franciscana  del  siglo  xiii;  los  segundos,  la  mís- 
tica alemana. 

De  entrambos  y  del  carácter  realista,  práctico  y  nada  soña- 
dor de  nuestra  raza,  salió  la  mística  española,  merced  á  la 
reforma  que  Cisneros  emprendió  de  las  órdenes  religiosas,  si- 
guiéndole San  Pedro  de  Alcántara,  Santa  Teresa,  San  Juan  de  la 
Cruz  y  San  Ignacio  de  Loyola,  enfervorizándose  la  devoción  en 
España  para  contrastar  la  rotura  de  costumbres  de  la  corte  roma- 
na y  como  respuesta  la  más  adecuada  á  los  protestantes  alemanes. 
Contribuyeron  á  ella  no  menos  los  estudios  bíblicos  y  patrísticos 
preconizados  por  Erasmo.  Tales  son  las  causas  y  circunstancias 
que  dieron  nacimiento  y  adelanto  á  la  mística. 

En  tiempo  de  los  Reyes  Católicos  se  echaron  los  fundamen- 
tos. Fray  Iñigo  de  Mendoza,  franciscano,  publicó  su  Vita  Christi 
(1582)  y  otras  obras  poético  devotas,  en  las  que  se  encierra  el 
'espíritu  de  la  mística  franciscana.  No  menos,  sino  más,  se  rezuma 
este  espíritu,  particularmente  el  de  los  Cantos  espirituales  del  beato 
Jacopone  de  Todi,  en  el  Cancionero  del  franciscano  fray  Am- 
brosio Montesino;  pero  su  obra  principal  fué  el  Vita  Cristi  car- 
tuxano  roniangado,  traducción  en  elegante  prosa,  hecha  á  pe- 
tición de  la  reina,  del  Vita  Christi  del  cartujano  de  Strasburgo 
Landulfo  de  Sajonia,  llamado  comúnmente  El  Cartujano.  Im- 
primiéronse sus  cuatro  hermosos  tomos  á  costa  de  Cisneros  en 
Alcalá  (1502-03). 

Este  libro,  contínuam.ente  leído  por  el  padre  Avila  y  Santa 
Teresa  y  muy  aprovechado  por  los  místicos  y  predicadores  del 
siglo  XVI,  jtmtó  el  espíritu  cartujo  alemán  y  el  franciscano  ita- 
liano y  es,  sin  duda,  la  principal  fuente  de  la  mística  española. 
Juan  de  Padilla,  monje  de  la  Cartuja  de  Santa  María  de  las  Cue- 
vas, llamado  El  Cartujano,  publicó  poesías  devotas,  Retablo  de  la 
vida  de  Cristo  (1516)  tomado  del  cartujano  Landolfo,  y  Los  Doce 
triunfos  de  las  doce  Apóstoles  (1521).  Micer  Gonzalo  García 
de  Santa  María  tradujo  del  latín,  de  Dionisio  Cartujano,  El  Libro 
de  las  cuatro  cosas  postrimeras  (novísimos,  1491) ;  las  Vitas  pa- 
irurn  de  los  monjes  de  Egipto  y  Tebaida,  obra  de  San  Jerónimo 
(1491),  y  el  Tratado  de  las  diez  cuerdas  de  la  Vanidad  del  Mundo 
(1494)  de  San  Agustín.  Fray  Bernardo  Boíl,  ermitaño  de  Monse- 
rrate,  publicó  traducido  el  Libro  llamado  Abbat  ysach  (1489),  ó  sea 
el  /.Tflíir  de  Rcligionc.  El  contcmptus  mundi  se  imprimió  tra- 
ducido por  anónimo,  en  1490.  Las  obras  más  devotas  de  San 
ISuenaventura,   San  Bernardo,  vSan  Agustín   y   San  Jerónimo   se 


336  ESBOZO    DE    UN    ENSAYO    CRÍTICOHISTÓRICO 

vertieron  y  tradujeron  en  la  misma  época.  La  versión  de  las  Fio- 
retti,  Floreto  de  Sant  Francisco,  es  de  1492.  El  bachiller  Juan 
Alonso  de  Logroño,  canónigo  de  Sevilla,  tradujo  las  Contem- 
placiones (1495)  del  cartujo  italiano  Gaspar  Gozrio.  Fray  Her- 
nando de  Talavera  hizo  poesías  devotas  y  tratados  espirituales. 
La  célebre  poesía  Ven,  muerte,  tan  escondida,  es  del  embajador 
de  los  Reyes  Católicos  cerca  de  la  Santa  Sede  desde  1497,  poeta 
castellano  y  valenciano,  Juan  Escrivá.  El  siglo  xvi  se  abre  con 
la  obra  del  presbítero  toledano  Gómez  García  Carro  de  dos  vi- 
das... vida  activa  é  vida  contemplativa  (1500),  á  la  que  siguió 
su  Lamedor  espiritual  (151 6);  y  con  la  de  fray  Francisco  García 
de  Cisneros,  abad  de  Monserrate,  Ejercitatorio  de  la  vida  espi- 
ritual (1500).  Del  año  1504  es  la  traducción  de  dos  obras  muy 
leídas  y  citadas  por  los  místicos:  Sant  Juan  Climaco  que  trata 
de  las  tablas  et  escalera  spiritual,  y  Meditaciones  de  San  Anselmo. 
La  Subida  de  Monte  Sión  por  la  vía  contemplativa  salió  en  1509 
como  del  dominico  fray  Jerónimo  de  Alcozer,  y  en  1535  como 
anónima,  después  como  del  franciscano  fray  Bernardino  de  La- 
redo.  De  151 1  es  la  versión  de  las  obras  de  Santa  Catalina  de 
Sena.  Otras  varias  obras  espirituales  se  publicaron,  sobre  todo 
las  del  franciscano  fray  Alonso  de  Madrid ;  pero  hay  que  poner 
punto  y  aparte  con  fray  Francisco  de  Osuna,  franciscano,  que  pu- 
blicó su  primer  Abecedario  spiritual  en  1528,  y  con  el  padre  Avi- 
la, que  publicó  el  año  1538  el  Audi  filia,  escrito  en  Ecija  el  año 
1530.  Entrambos  pueden  considerarse  como  padres  de  nuestra 
mística. 

Sus  obras  fueron  cotidiana  lectura  de  Santa  Teresa  y  de  toda 
España  y  fuente  de  donde  sacaron  ideas  y  hasta  párrafos  enteros 
todos  nuestros  escritores  espirituales.  El  maestro  Sánchez  Cirue- 
lo publicó  también  obras  de  devoción  y  Contemplaciones  muy  de- 
votas... con  un  tratado  de  teología  mística  (1547).  Hijuelas  de 
nuestra  mística  y  ascética,  que  son  acá  una  misma  cosa,  puede 
decirse,  fueron  los  tratados  exegéticos  en  romance  y  los  sermo- 
narios, en  forma  de  homilía,  á  la  manera  de  los  Santos  Padres,, 
verdadera  oratoria  cristiana  en  que  se  declaran  al  pueblo  la  Bi- 
blia y  los  Padres  y  se  corrigen  y  reprenden  las  costumbres.  Fue- 
ron todas  estas  obras  espirituales  manifestación  del  espíritu  cató- 
lico, sincero  y  ferviente,  que  animó  á  España  en  aquel  dorado  si- 
glo, contrarreforma  ó  reforma  verdaderamente  cristiana  y  moral, 
ante  la  herética  y  cismática  de  los  protestantes.  Por  ellas  llegó 
á  la  literatura  toda  la  riqueza  del  habla  popular.  El  espíritu  de 
los  tiempos  que  corren  no  es  muy  favorable  al  estudio   de  esta 


DE  LA   LITERATURA  CASTELLANA.   CAP.    III  33/ 

parte  principalísima  de  la  literatura  castellana;  pero  la  historia 
de  la  mística  española,  el  día  que  se  escriba,  mostrará  su  extra- 
ordinario valor  literario,  filológico,  psicológico  y  religioso.  Es 
un  tesoro  riquísimo  en  todos  conceptos.  ¡  De  cuan  alto  caímos  y 
cuan  por  lo  bajo  nos  arrastramos  hoy  en  día !  Olvidado  todo  aquel 
tesoro,  las  personas  devotas  mantienen  el  espíritu  con  lecturas 
de  libros  espirituales  extranjeros,  y  cuando  alguno  de  aquellos 
admirables  libros  nuestros  se  reimprime  suele  caer  en  manos  de 
impresores  catalanes  que  osan  corregir  aquel  decir  divino,  mo- 
dernizándolo ¡  mal  pecado !   con  galicismos  y   frases  plebeyas. 

En  el  género  epistolar  puede  ofrecer  la  literatura  castellana 
hermosísimos  dechados.  Un  sinfín  de  cartas  confidenciales  de 
muchos  autores  y  de  hombres  célebres  por  varios  conceptos  ya- 
cen todavía  en  archivos  y  docvunentos  sueltos,  aguardando  á  ser 
publicados  ó  recogidos.  Poco  se  ha  hecho  todavía  en  esta  materia 
tan  importante,  sobre  todo  si  se  compara  con  las  que  se  han  publi- 
cado en  Francia.  No  tenemos,  sin  embargo,  que  envidiar  á  nación 
alguna  la  primacía  en  este  género,  si  se  exceptúan,  acaso,  las 
que  escribió  Cicerón.  En  el  mismo  latín  tenemos  ya  las  Cartas  ó 
LuciHo,  de  nuestro  Séneca,  de  las  más  celebradas  en  el  mundo. 
En  la  época  de  los  Reyes  Católicos  son  modelo  de  doctrina  po^ 
lítica  y  cortesana  y  no  menos  de  estilo  y  lenguaje  las  de  mosén 
Diego  de  Valera.  las  de  Hernando  del  Pulgar,  las  de  Villalobos, 
las  de  Gonzalo  de  Ayora,  y  por  su  asimto  del  descubrimiento  de 
América,  las  importantísimas  de  Cristóbal  Colón,  En  el  reinado 
de  Carlos  V  fueron  célebres  en  toda  Europa  las  Epístolas  fami- 
liares de  don  fray  Antonio  de  Guevara.  La  del  Bachiller  de  Ar- 
cadia y  la  respuesta  del  Capitán  Saladar  no  les  van  en  zaga  en 
humorismo.  El  Epistolario  del  beato  Juan  de  Avila  y  las  de  Cor- 
tés al  Emperador  sobre  la  conquista  de  Méjico  no  hay  para  qué 
ponderarlas.  Pero  quedan  sobre  toda  ponderación  las  de  la  época 
de  Felipe  II :  las  de  Santa  Teresa,  las  elegantes,  ingeniosas  y  hu- 
morísticas de  Eugenio  de  Salazar  y  las  del  secretario  Antonio  Pé- 
rez. En  el  siglo  xviii  merecen  citarse  las  Cartas  eruditas  del  padre 
Feijóo,  las  Cartas  familiares  del  padre  Isla  y  las  Cartas  Marrue- 
cas, de  Cadahalso. 

La  historia  literaria  y  mayormente  la  crítica,  por  ser  obras 
de  reflexión  ya  adelantada,  no  se  revelan  en  la  historia  sino 
muy  tardíamente.  Son  la  última  manifestación,  puede  decirse,  del 
;»rte  literario.   A   modo  de   noticias  y  con   crítica   más   ó  menos 


338  ESBOZO  DE  UN  ENSAYO  CRÍTICOHISTÓRICO 

discreta  hállase  por  primera  vez  algo  de  esto  en  los  dos  más 
cumplidos  literatos  del  siglo  xv,  humanistas  en  cierne,  grandes 
conocedores  el  uno  del  arte  provenzal,  don  Enrique  de  Villcna; 
del  arte  italiano  el  otro,  el  Marqués  de  Santillana.  El  Arte  de 
trovar  del  de  Villena  ó  Arte  de  la  Gaya  Sciencia,  y  el  Prohemio 
ó  carta  que  envió  al  Condestable  de  Portugal  con  las  obras  suyas 
de  Santillana,  son  los  más  antiguos  documentos  de  historia  y 
crítica  literaria  en  España.  En  el  prólogo  de  su  Cancionero  dijo 
algunas  ideas  estéticas  harto  vagas  y  sutilizadas  Juan  Alfonso 
de  Baena,  Nebrija  se  atuvo  al  lenguaje  castellano  y  mirándolo 
con  ojos  de  humanista  latinizante.  El  Comendador  griego,  Hernán 
Núñez  de  Toledo,  fué  acabado  humanista  que  anota  obras  anti- 
guas, glosa  el  Laberinto  y  funda  la  paremiología.  esbozada  tan 
sólo  en  los  Refranes,  que  corren  como  del  ^Marqués  de  Santillana. 
Hay  que  llegar  hasta  el  Diálogo  de  la  lengua  (poco  antes  de  1536) 
de  Juan  de  \'aldés,  para  hallar  algo  macizo  en  punto  á  crítica  de 
autores,  cuanto  al  lenguaje  y  al  estilo,  hasta  fray  Miguel  Salinas 
para  tener  la  primera  Rhetorica  en  lengua  castellana,  Alcalá,  1541 ; 
y  hasta  Alonso  García  Matamoros  para  dar  con  algo  que  ataña  á 
historia  literaria  en  su  obra  De  adserenda  Hispanorum  eruditione 
(1553).  El  Brócense  (1574)  y  Herrera  (1580)  en  sus  Anotaciones  á 
Garcilaso,  vertieron  algunas  ligeras  ideas  estéticas  y  Simón  Abril 
expuso  otras  muy  originales  pedagógicas  y  críticas  sobre  los  clási- 
cos antiguos  y  el  modo  de  aprovecharse  de  ellos.  Juan  Huarte  de 
San  Juan  filosofó  sobre  el  Examen  de  Ingenios  (1575).  Francisco 
de  Medina  escribió  su  admirable  Discurso  sobre  la  lengua  castella- 
na (1580).  La  Retórica  clásica,  tomada  de  Aristóteles,  Cicerón  y 
Quintiliano,  fué  expuesta  por  los  Jesuítas,  sobre  todo  desde  el  pa- 
dre Cipriano  Suárez  (1565).  El  padre  Diego  García  Rengifo  es- 
cribió el  Arte  poética  española,  publicada  (1592)  por  su  hermano 
Juan  Díaz  Rengifo. 

Alonso  López  Pinciano  discurrió  y  declaró  como  nadie  entre 
los  nuestros  y  con  bástanle  originalidad  en  su  Filosofía  antigua 
poética  (1596)  las  doctrinas  de  la  Poética  de  Aristóteles.  No  me- 
nos en  sus  Tablas  poéticas  (161 7)  y  Cartas  filológicas  (1634)  tocó 
varios  'puntos  del  arte  clásico  el  licenciado  Francisco  de  Cáscales. 
Lope  escribió  el  Arte  nuevo  de  hacer  comedias  y  el  maestro  Bar- 
tolomé Jiménez  Patón  la  Eloquencia  española  en  Arte  (1604),  Mer^ 
curius  Trimegistus,  sive  de  Triplice  eloquentia.  Sacra,  Española, 
Romana  (1621)  y  otras  obras  de  didáctica  clásica.  Pero  estos  y 
otros  muchos  libros  sólo  versan  sobre  la  retórica  y  la  poética  al 


DE  LA  LITERATURA  CASTELLANA.   CAP.   III  339 

estilo  clásico  y  apenas  tratan  de  historia  literaria  ni  de  crítica  de 
autores. 

Hay  que  recordar  los  principales  bibliófilos  que  precedieron  a 
Nicolás  Antonio.  El  de  Villena  y  Santillana  se  distinguieron  en  el 
siglo  XV  en  allegar  y  copiar  códices,  y  la  biblioteca  del  segundo  es 
uno  de  los  preciosos  fondos  de  la  Nacional  y  del  Escorial.  Fernan- 
do Colón,  hijo  del  descubridor  de  América,  fué  el  más  famoso  alle- 
gador de  libros,  que  todavía  se  guardan,  con  algunas  mermas,  en  la 
llamada  Biblioteca  Colombina.  Puede  verse  ipor  ello  alabado  en  la 
Silva  de  Pero  Mejía  (3.'  parte,  c.  3).  Siguiéronle  Antonio  Agustín, 
Diego  Hurtado  de  Mendoza,  Juan  Páez  de  Castro,  Morales,  Zu- 
rita y  otros  muchos.  Felipe  H  trabajó  lo  indecible  para  fundar  y 
enriquecer  la  biblioteca  del  Escorial.  De  entre  los  bibliógrafos  del 
siglo  XVII  hay  que  recordar  a  tres  principales.  Andrés  Schott,  na- 
cido en  Amberes,  maestro  de  retórica  y  griego  en  Lovaina,  París, 
Alcalá,  Salamanca,  Toledo  y  Valencia,  escribió  dos  obras  impor- 
tantísimas,   Hispaniae   illustratae...    Scriptores   varii  (1603-08)    é 
Hispaniae  Bibliotheca  (1608).  Recopiló  en  estas  obras  las  históricas 
que  tratan  de  España  y  catalogó  con  notas  bibliográficas  los  auto- 
res españoles,  de  modo  que  puso  el  fundamento  de  la  historia  lite- 
raria. Tomás  Tamayo  de  Vargas  dejó  manuscrita  (Biblioteca  Na- 
cional) la  Junta  de  libros  la  mayor  que  España  ha  visto  en  su 
lengua  hasta  el  año  1624.  Antonio  de  León  Pinelo  dio  una  mues- 
tra de  los  trabajos  que  preparaba,  en  su  Epítome  de  la  Biblioteca 
Oriental  y  Occidental,  Náutica  y  Geográfica  (1629).  Finalmente, 
Nicolás  Antonio,  padre  de  la  bibliografía  española  y  aun  de  nues- 
tra historia  literaria,  trabajó  desde   1649  en  su  m.onumental  obra 
Bibliotheca  Hispana:  la  Nova,  que  abarca  hasta  1670,  se  imprimió 
en  1672;  la  Vetus,  hasta  1500  desde  Augusto,  en  1696.  Pero  dio 
más  lugar  á  la  teología,  filosofía  y  ciencias  que  no  á  la  literatura 
ú  obras  de  entretenimiento.  La  República  literaria  (1670)  de  Saa- 
vedra  Fajardo  es  ficción  ingeniosa,  con  critica  de  muchos  autores. 

El  conocimiento  de  nuestra  literatura,  propiamente  dicha, 
hasta  mediado  el  siglo  xix  fué  como  tesoro  oculto  de  pocos  y 
raros  eruditos  españoles.  Señaláronse  entre  todos  Mayans,  Asso 
del  Río,  los  dos  Iriartes,  Tomás  Antonio  Sánchez  y  el  mayor  y 
más  juicioso  de  los  bibliófilos  españoles,  Gallardo.  Pero  la  His- 
toria de  la  literatura  castellana  fueron  todos  extranjeros  los  que  la 
escribieron,  ó  porque  la  conocían  mejor  en  su  conjunto  ó  porque 
no  se  arredraron  como  algunos  españoles  que,  probablemente 
conociéndola  mejor,  veían  más  claramente  las  dificultades  de  la 
empresa.    Tales    fueron   Boulerweck,    Bohl    de    Faber,    Fernando 


340  ESBOZO  DE  UN  ENSAYO  CRÍTICOHISTÓRICO 

Wolf,  Clarus,  Sismondi,  ambos  Schlegel,  Tieck,  Damas  Hinard, 
Ticknor  y  otros  muchos.  El  romanticismo  nos  volvió  hacia  lo 
nuestro,  pero  esta  vuelta  fué  primero  de  poetas  y  dramaturgos; 
hasta  que  aquella  ebullición  juvenil  fué  calmándose  no  brillaron 
los  grandes  eruditos. 

Duran  fué  el  que  formuló  en  España  el  arte,  no  solamente  ro- 
mántico, sino  nacional ;  Gallardo  conocía  mejor  que  nadie  toda  la 
antigua  producción  española  y  se  había  apropiado  el  lenguaje  y  es- 
tilo de  los  antiguos  escritores;  Gayangos  tuvo  propósitos  de  escri- 
bir la  historia  de  nuestra  literatura  y  era  vasto  bibliógrafo.  Manuel 
Rivadeneyra  fué  de  los  primeros  que,  emprendiendo  la  publicación 
de  su  célebre  Biblioteca  de  Autores  castellanos,  despertó  á  los  que 
podían  desenterrar  el  tesoro,  imprimiendo  antiguas  obras  con  estu- 
dios más  ó  menos  puntuales  y  críticos.  El  primer  Marqués  de  Pi- 
dal  publicó  el  Cancionero  de  Baena;  Amador  de  los  Ríos,  las  obras 
de  Santillana  y  de  Oviedo  y  redactó  la  Historia  de  nuestra  lite- 
ratura durante  la  Edad  Media.  Imprimiéronse  á  expensas  del  Mi- 
nisterio de  Fomento  las  Cartas  de  Indias,  la  Historia  de  Felipe  H, 
de  Cabrera,  Documentos  inéditos  para  España  y  para  las  anti- 
guas colonias.  La  Academia  Española  dio  á  luz  Cantigas,  ilus- 
tradas por  el  Marqués  de  Valmar,  el  cual  historió  nuestra  lite- 
ratura del  siglo  XVIII.  Pero  M.  Pelayo  fué  el  que  dio  im  tan  no- 
table empuje  á  estos  estudios,  que  la  época  contemporánea  se 
distingue  cabalmente  por  ellos. 

La  Biblioteca  Nacional  abre  certámenes  para  Catálogos  bi- 
bliográficos, de  los  cuales  se  han  impreso  ya  muchos  y  quedan 
otros  tantos  más  premiados  y  por  imprimir.  Sociedades  de  biblió- 
filos reproducen  antiguos  libros  ilustrados  con  estudios  de  pun- 
tual crítica  y  erudición :  así  la  de  Bibliófilos  españoles,  Bibliófilos 
andaluces,  Bibliófilos  madrileños,  Bibliófilos  valencianos,  las  Co- 
lecciones de  libros  raros  y  curiosos,  de  libros  de  antaño,  la  nueva 
Biblioteca  de  autores  españoles  de  Bailly-Balliére  la  Colección 
de  Escritores  castellanos  del  Renacimiento,  la  Biblioteca  clásica, 
la  Biblioteca  universal,  la  de  La  Lectura,  la  Colección  de  libros 
raros  y  curiosos  que  tratan  de  América.  Dos  revistas  francesas, 
á  más  de  otras  varias  extranjeras,  se  dedican  á  nuestra  literatura 
con  trabajos  de  maravillosa  erudición:  la  Revue  Hispanique  y  el 
Bulletin  Hispanique.  Obras  de  erudición  sobre  autores  y  libros 
particulares  y  colecciones  de  documentos  salen  a  manta.  Un  ver- 
dadero ejército  de  literatos  rastrea  nuestras  antigüedades  litera- 
rias. Todo  ello  puede  decirse  que  se  debe  a  Menéndez  y  Pelayo 
]f  á  la  escuela  que  mantienen  sus  discípulos. 


DE  LA   LITERATURA   CASTELLAXA.   CAP.   III  34 1 

La  ciencia  positivista  y  analítica  del  siglo  xix  trajo  á  la  litera- 
tura la  crítica  y  la  historia  literaria,  conforme  á  la  metodología  sa- 
bia aplicada  á  las  demás  disciplinas,  así  como  la  filosofía  del  si- 
glo xviii  había  traído  el  estudio  filosófico  del  arte  y  de  la  belleza, 
llamado  Estética.  La  historia  literaria  y  la  crítica  científica,  á  la 
manera  moderna  de  Sainte-Beuve  y  Taine,  que  es  luz  serena  y  cla- 
ra para  la  literatura,  tiene  su  falso  remedo  bufonesco  en  cierta  cri- 
tica que  hace  sombra  y  daña  al  arte  literario,  por  ser  apasionada  é 
impresionista.  Expresar  la  impresión  de  una  obra  literaria  como 
la  de  cualquier  otra  cosa  puede  ser  obra  de  arte ;  pero  hecha  por 
escritores  que,  si  bien  manejan  sueltamente  la  pluma,  están  tan 
ayunos  de  los  vastos  conocimientos  históricos  necesarios  al  crítico 
como  henchidos  de  particular  interés  y  apasionamiento  parcial, 
es  obra  nociva  en  la  República  de  las  letras,  falsa  é  injusta.  Los 
tales  críticos  tienen  hoy  acaparadas  las  tribunas  de  revistas  y  pe- 
riódicos, ejerciendo  desde  ellas  el  magisterio  literario.  Las  gen- 
tes que  no  tienen  tiempo  para  abrir  un  libro  y  se  educan  en  re- 
vistas y  periódicos,  se  forman  una  idea  falsa  del  valer  de  seme- 
jantes críticos.  A  fuerza  de  leer  tal  y  cual  firma  se  persuaden  de 
que  deben  de  ser  verdaderos  maestros,  puesto  que  otros  maestros 
no  se  dejan  leer  en  los  periódicos.  Cuando  por  casualidad  un 
lector  provinciano  se  topa  en  la  Corte  con  uno  de  esos  críticos 
que  en  su  imaginación  veíalos  como  gigantes,  avergüénzase  de 
hallar  tan  sólo  un  botarate  que  parla  sin  ton  ni  son,  que  no  pudo 
pasar  del  primer  año  de  carrera  y  anda  dando  sablazos  de  casa 
en  casa  y  corriéndola  de  tasca  en  tasca  en  asquerosa  bohemia, 
disertando  toda  la  noche  en  una  mesa,  entre  contertulios  de  la 
misma  estofa,  sobre  temas  que  ni  tiempo  le  queda  para  estudiar. 
Pero  no  todo  lector  provinciano  se  topa  en  la  Corte  con  uno  de 
ellos  ni  se  tiene  que  avergonzar  de  su  candida  admiración  pro- 
vinciana. En  provincias  y  en  la  Corte  la  mayoría  de  los  lectores 
de  periódicos  viven  años  y  años  admirando  como  maestros  en 
la  crítica  y  literatura  á  una  cáfila  harto  numerosa  de  mequetrefes. 
¿  Por  qué  no  escriben  en  las  hojas  periódicas  los  verdaderos 
maestros?  Porque  ni  tienen  tiempo  ni  humor  para  frecuentar 
las  redacciones,  que  se  ven,  por  el  contrario,  asediadas  de  un 
escuadrón  de  mozalbetes  que  hipan  por  lo  que  llaman  llegar,  ó 
lo  que  más  de  ordinario  ocurre,  por  comer.  Golfería  hambrienta, 
enemiga  del  trabajo,  que  se  pasa  los  días  intrigando  hasta  lo- 
grar meter  el  pie  en  una  redacción.  Y  al  que  entró  mendigando 
veréisle  á  los  pocos  meses  tender  el  paño  de  su  sabiduría  de  tasca 
y   café,    dándose    aires    de    crítico    finisecular.    Para   mantenerse 


343  ESBOZO  DE  UN  ENSAYO  CRITICOHISTORICO 

mutuamente  sin  peligro  de  caer  en  tan  peligrosas  alturas  forman 
entre  si  sociedades  de  bombos  mutuos ;  el  incensario  i)asa  de  mano 
en  mano  como  en  misa  de  tres,  y  todos  quedan  atufados  y 
muy  creídos  de  merecer  las  alabanzas  que  le  propina  el  colega. 
Así  salen  las  criticas  en  revistas  y  periódicos.  Las  cuales  des- 
pués suele  juntarlas  el  autor  en  un  libro  de  Crítica  literaria. 
Ensayos,  de  Esbozos,  de  Puntos  de  vista,  de  Impresiones,  de  El 
Teatro  en  el  año...,  de  Novelistas  y  novelas,  etc.,  etc.  A  esto  ha 
venido  á  iparar  en  nuestros  días  la  crítica  literaria  tan  magistral- 
mente  ejercida  por  Cañete,  Ixart,  Clarín  y  otros. 


índice,  por  ais,  de  autores  y  obras  anónimas 


Abad  (Camilo  M.»),  1905. 
A  B  C,  periódico,  1905. 
Abella  (El  Dr.),  1906. 
Abella  (Manuel  R.),  1903. 
Abeli„^n      Martínez      (Pascual), 

1902. 
Aerantes  (Max  d'),  1902. 
Abril  (Manuel),  1906. 
Abril  (Mariano),  1903. 
Abul-Bagi,  1904. 
Acacio  Duarte  (Pedro  Joaquín), 

1902. 
Academia  hist.  de  Bogotá,  1901. 
Acebal  (Francisco),  1901. 
Acebal  González  (José),  1904. 
Acedo  ^Fernando  y  Manuel),  1902. 
Acevedo  (Eduardo),  1903. 
Acevedo  G.  (R.).  1902. 
Acosta  (Juan),  1902. 
Agramonte  (La  Condesa  de),  1903. 
Aguado  (Francisco),  1907. 
Aguilar  y  Mora  (A.),  1902. 
Aguilar  (Isidoro),  1901. 
Aguilera       Camacho      (Daniel), 

1902. 
Aguinar  (Adriano),  1903. 
Aguirre  (Aurelio),  1901. 
Aguirre  Acha  (José),  190J. 
Aguirre  (R.),  1904. 
AiCARDO  (P.  José  Manuel),  1903. 
AiTZGORRi,  1907. 
Alais  (Octavio  P.),  1903. 
Alano  (El),  1902. 


Alarcón  (Abel),  1904. 
Alarcón  (Ángel),  190Ó, 
Alarcón  (Mariano),  1907. 
Alarcón  Lobos  (Roberto),  1901. 
Albert  (Catalina),  1907. 
.^ilboraya  (Fr.  Domingo  de  Cuz- 
ma n  M.^),  1906. 
Albornoz  (R.),  i 90 i. 
Álbum  cervantino,  1905. 
Álbum  de  Javier,  190 1. 
i^LBUM  de  los  Sitios  de  Zaragoza, 

1905. 
Álbum  nacional,  1907. 
Alburquerque  (La  vida  de),  1901. 
Alcalde     del     Río     (Hermilio), 

1906. 
Alcalde  (Juan),  1902. 
Alcántara      Vicente      (Tomás), 

1907. 
Alcover     y     Beltrán     (Antonio 

Miguel),  1901. 
Alda  (Lino  Alonso),  1904. 
Aldao  (Carlos  A.),  1907. 
Aldao  (Martín),  1902. 
Alegret  (Adolfo),  1904. 
Alfaro  (Alfonso  Benito),  1905. 
Alfonso  (José  B.),  1906. 
Aliaga  (Germán),  1903, 
Alicia  (María),  1903. 
Alma  latina,  1907. 
Almagro  y  Díaz  (Melchor),  1903. 
Almansa    y    Laynez    (Fernando), 

1903. 


344 


AUTORES  Y  OBRAS  ANÓNIMAS 


Almayor  Beinat  (Luis),  1907. 
Alomía  (Antonio),  1905. 
Alonso  García  (Antonio),   1902. 
Alonso  Terrón  (Antonio),   1907. 
Alonso  (Fernando),  1905. 
Alonso    Llamazares    (Lisandro), 

1907. 
Altamirano  (Alfredo  C),  1903. 
Altamirano  y  Salcedo  (Enrique), 

1902. 
Altolaguirre  y  Duvale  (Angel\ 

1903. 
Altozanos  (Augusto  de),  1906. 
Alvarado     Quirós     (Alejandro), 

1903. 
Alvarez  (Basilio);  1907. 
Alvarez  Henao  (Enrique),   1904. 
Alvarez    Rodrígl^z-Villamil 

(Francisco),  1905. 
Alvarez  Arazuri  (Julio),  1906. 
Alvarez  Naya  (Manuel),  1903. 
Alvarez  García  (Rafael),  1904. 
Alvarez  (Sabino  F.),  1904. 
Alvaro    de    Morales    (Antonio), 

1902. 
Allende  Ríos  (Enrique),  190 1. 
Allué  (Ricardo),  1904. 
Amantes  de  Teruel  {Los),  1907. 
Amblard  (Arturo),  1904. 
Ametller  y  Viñas  (José),  1903. 
Amor  Calzas  (Juan  Julio),  1904. 
Anales  univers.  Oviedo,  1905. 
Andrade      Coello      (Alejandro), 

1903. 
Andké  (Eloy  Luis),  1906. 
Andrés  (Federico),  1901. 
Andreu  y  Pont  (Jaime),  1902. 
Antich  (José),  1904. 
Antófiló,  1904. 

Antón  del  Olmet  (Casilda),  190 1. 
Antón    y    Casaseca    (Francisco), 

1904. 
Antón  y  Gómez  (Fr.  José).  1907. 
Apuntes  hist.  Peni,  1902. 
Aramburu  (Jesús),  1901. 
Araujo  (Orestes),  1901. 


Arbeloa  (P.  Cándido),  1906. 
Arce  (Francisco),  1904. 
Arce  (Julio  César),  1905. 
Arcia  (Juan  E.),  1901. 
Arcos  (Gonzalo  de),  1906. 
Archivo    general    de   le    Nación 

(Argentina),  1907. 
Archivo  y  Museo  hist.  Montevi- 
deo,  1907. 
Arellano  R.  (Abel  Antonio),  1905. 
Arenal  y  Garen  (César  del),  1905. 
Arenas  Alonso  (Juan),  1906. 
Areta  Larrea  (Aniceto),  1906. 
Areu  (Manuel),  1901. 
Arévalo  (Antonio),  1902. 
Arias  (Manuel),  1907. 
Ariño  (Francisco),  1903. 
Arizmendi  Brito  (Pedro),  1906. 
Armando  (Luis),  1905. 
Armengol  (Mariano),  1904. 
Armiñán  (Alfonso  de),  1903. 
Arnedo  (Joaquín),  1905. 
Arpas  Cubanas,  1904. 
Arroyo    y    Laaíarca    (Enrique), 

1903. 
Arroyo  (Jaime),  1907. 
I    Arroyo   y   Fernández  (Serafín), 

1901. 
Arvelo  Larri  va  (Alfredo),   1904. 
Asensio  Mas  (Ramón),  1902. 
Asensio    Navarro    (Santos    L.), 

1902, 
Ateneo  de  Madrid  en  el  III  Cent. 

del  Quijote  (El),  1905. 
Ateneo,  revista,  1906. 
Aventuras  del  Cabo  Lopes,  igoC. 
Ayerbe  (La  Marquesa  de),  1904. 
Ayguavives     y     Moy'     (Ramón), 

1905. 
Aymerich  (Juan),  1907. 
Aynat  (Francisco  de).  1903. 
Azklt:    (Resurrección     M.^    de), 

1905. 
Aznar  Navarro  (Francisco),  1905. 
AzNAR  (Severino),  1906. 


AUTORES  Y  OBRAS  ANÓNIMAS 


345 


Bacteria  (Doctor),  1905. 

BÁEZ  (Cecilio),   1903. 

BÁGUENA    y   Lacárcel   (Joaquín), 

1901. 
Ballestee  y  Pons  (Pedro),  1905. 
Banchs  (Enrique  J.),  1907. 
Bañares  y  Magán  (José),  1904. 
Baños     y     Fernández     (Pedro), 

1903. 
Barbagelata  (Hugo  D.),  1906. 
Bardos  Cubanos,  1901. 
Barra  (Erna  de  la),  1905. 
Barreda  (Ernesto  Mario),  1903. 
Barrera  (Diógenes  F.),  1902. 
Barriobero  y  Armas  (Juan),  1902. 
Barrionuevo  (Joaquín),  1906. 
Barrios   de  los   Ríos   (Enrique), 

1906. 
Barrios  (J.  Eduardo),  1907. 
Barros  Argüeyes  (Manuel),  1907. 
Barthe  y  Zelayeta  (Luis),  1903. 
Bartolomé      Mingo      (Eugenio), 

1905. 
Basa  (Leopoldo),  1904. 
Basterra  (Félix  B.),  1904. 
Basurto,  i 90 i. 
Bazil  (Osvaldo),  1907. 
Bedoya  (Manuel  A.),  1907. 
Bellido  'Carbayo  (Juan  Manuel), 

1902. 
Bello  (Luis),  1907. 
Bendaña  (El  Marqués  de),  1905. 
Benedicto  (Valentín),  1905. 
Benito  (Enrique  de),  1905. 
Berasategue  (Antonino),  1906. 
Bergalli  (Alejandro),  1907. 
Bergés  (Rodolfo),  1905. 
Berjano  Escobar  (Daniel),   190 1. 
Bernabeu  (Juan  B.),  1902. 
Bernal  (Evelio),  1905, 
Bernaldo  de  Quirós  (Constancio), 

1905. 
Beso  de  San  Silvestre  (El),  1904. 
Betancort     y     Cabrera     (José), 

1903. 
Beugny  d'Hagerne  (G.  de),  1904. 


Bher    (Alejandro),    en    1902    (en 

M.  Mazas). 
Bibliografía  Española,  1901. 
Bibliographie  Hispanique,    1905. 
Biblioteca  Mejicana,  1904. 
Blanco  y  García  (Andrés),  1903. 
Blanco  (Daniel),  1906. 
Blanco  Rojas  (Enrique),  1907. 
Blanco      Sánchez      (Francisco), 

1906. 
Blanco    Alvarez    (P'r.    Gilberto), 

1903. 
Blanco     García     (Fr.     Martin), 

1906. 
Blanco  (Saturnino),  1902. 
Blas  y  Ubide  (Juan),  1904. 
Blasco  (Domingo),  1903. 
Blasio  (José  Luis),  1905. 
Blázquez  de  Pedro  (José  María), 

1904. 
Blázquez    y    G<)nzález    (R,    A,), 

1907. 
BoLAÑos  Cacho  (M.),  1902. 
Boletín  Bibl.  Santiago  de  Chile, 

1903. 
Boletín   de  Hist.  Acad.  Bogotá, 

1902. 
Boletín  del  Instituto  Bibliográf. 

Mexicano^  1902. 
Bonilla    y    Sánchez     (Jacinto), 

1907. 
BoNsoMs  (Isidro),  1907. 
B0RONAT  (Pascual),  1901. 
Borras  y  Antolí  (Vicente),  1902. 
BoscH  (Mariano  G.),  1904, 
BoTTARO  (Luis),  1905. 
Bourland  (Carolina  B.),  1902. 
BouTELOu  (Claudio),  1906. 
Boza  (Luis  Roberto),  1904. 
Bravo  (Emilio),  1905. 
Bravo  Rial  (Joaquín),  1901. 
Bravo   y    González    (Marcelino), 

1903. 
Brete  (Juan  de  la),  1901. 
Briceño  Valero  (A.),  1905. 
Briga  (Augusto),  1906. 


346 


AUTORES  Y  OBRAS  ANÓNIMAS 


Brochaho  (Nicanor  F.),  1903. 
Bruna  (José  Carlos),  1901. 
BucHANAM  (Milton  A.),  1905. 
BuE.VAXAR  (Ricardo).  1907. 
Bueno  García  (Alejandro).  1907. 
Bueno  (Juan  Antonio),  1907. 
Buitrago  y  Hernández  (Joaquín), 

1901. 
BuLNES  (Francisco),  1904. 
Bunge  (Carlos  Octavio),  1901. 
Burgos  (Javier  de),  1905. 
Buscón  (Fr.),  1907, 
Bustamante  (P.),  1905. 
Bustamante  (R.  de),  1907. 
BuTTi  (Enrique  A.),  1906. 


Caba  (Manuel),  1903. 
Cabal  (Constantino),   1907. 
Caballero    de    Puga    (Eduardo), 

1904. 
Caballero  (José  Antonio),  1905. 
Cabello    Sánchez    (Cándido), 

1907. 
Cabezas  (P.  Dionisio),  1907. 
Cabré  y  Estany  (Domingo),  1905. 
Cabrera  (Arturo).  1904. 
Cabrera  (Juan  B.),   1907. 
Caicedo  (Juan  Esteban),  1901, 
Caireles  y  León  Fogoso,  1905. 
Cal  (Jerónimo  de  la),  1901. 
Calasanz  Rabaza  (P.),  1907. 
Calero  Ortiz  (Antonio),  1907. 
Calón  (José  C),  1903. 
Calonge  (Enrique),  1907. 
Calvache  (M.),  1907. 
Calvo  (Ricardo),  1902. 
Calle  (Manuel  ].),  1905. 
Calleja  (Rafael),  1901. 
Callejas  (Félix),  1903. 
Callorda  (Pedro  Erasmo),  1903. 
Camacho  (J.  M.),  1906. 
Camacho  (Tomás  Felipe),  1906. 
Camarillo      (María      Enriqueta), 

1902. 
Camba  (Francisco  de),  1905. 


Campa  (Miguel  Ángel),  1906. 
Campo    y    García    (José    María), 

1901. 
Campo  (Marqués  de),  1903. 
Campos  (José  de),  1901. 
Campos  (Rubén  M.),  1902. 
Campo  Y  (José  María),  1907. 
Can.ílLEs  Carazo  (Juan),  1906. 
Cancionero  de  la  Acad.  NocUir^ 

nos,  1905. 
Cancionero    de    los   Amantes   de 

Teruel,  1907. 
Canciones  patrióticas,  1904. 
Cannobio  G.  (Agustín),  1901. 
Cansino  (Joaquín),  1902. 
Cantos  de  la  Montaña,  1901. 
Cañas  (Antonio),  1905. 
Cañas  (Tomás  M.),  1907. 
Cañellas  (Francisco),  1907. 
Capella  (Jacinto).  1905. 
Caras  v  Caretas,  1903. 
Carcajadas,  1906. 
Cardenal  (Andrés  P.),  190 1. 
Cardenal  (Ignacio),  1907, 
Carmona  (Alfredo),   1902, 
Carnevali  Monreal  (Ángel),  1901. 
Carpenter  (José  M.),  1902. 
Carranza  (Ignacio),  1905. 
Carranza  (Neptali),  1905. 
Carrascal  (Manuel  Martín),  1905, 
Carrasco  (Julio),  1906. 
Carré  Aldao  (Eugenio),  1903. 
Carré  Alvarelles  (José),   1902, 
Carré  (José  María),  1901. 
Carreño  (Alberto  María),  1904. 
Carrera  Justiz  (Francisco),  1905, 
Carreras  (Ricardo),  1904. 
Carreras  y  Artau  (Tomás),  1905. 
Carrere  (Emilio),  1902. 
Carretero  (Mariana  A.  B.),  1907" 
Carricarte  (Arturo  R.),  1903. 
Carrillo  (Enrique  A.),  1905. 
Carrió  (Eduardo),  1905. 
Carrión   (Miguel),    1903. 
Casanova  y  Patrón  (Santiago  M. 
del  C),  1903. 


AUTORES  Y  OBRAS  ANÓNIMAS 


374. 


Casas  Fernández  (Manuel),  1907. 

Cases  (Pablo),  1901. 

Castaño  (Fr.  Raimundo),  1902. 

Castellanos  y  Villagelici  (Je- 
sús), 1902. 

'Castellanos  Abreu  (Manuel), 
1903. 

Castilla  (F.  Norberto),  1902. 

Castillo  López  (Ángel  del),  1906. 

Castillo  (Aureliano  del),  1903. 

Castillo  (Manuel  del),  1904. 

Castro  (Cristóbal  de),  1902. 

Castro  (Juan  de),  1902. 

Castro  Alonso  (Manuel),  1904. 

Castro  Legua  (Vicente),  1906. 

Castrobello  (Augusto),  1907. 

Cátala  (Víctor),  1907  (en  Cata- 
lina, Alberto). 

Catalanes  ilustres,  1905. 

Catálogo  Archiv.  Indias,  1901. 

Catálogo  de  la  Expos.  Bibl.  Nac, 
1905. 

Cavada  y  Contreras  (Francisco 
Javier),  1906. 

Celorrio  y  Guillen  (Sixto),  1901. 

Centenario  del  Quijote,  1905. 

Cepeda  y  TAnoRcÍAS  (Francisco), 
1907. 

Cerrillo  y  Peres  (Enrique  Ma- 
ría), 1906. 

Cervera  (Manuel  'M.),  1907. 

Cervós  (Federico)  y  Sola  (Juan 
María)  (Los  padres),   1904. 

Cidrón  (Manuel),  1902. 

CiGES  Aparicio  (M.),  1903. 

CiROT  (Jorge),   1904. 

Ciurana  y  Maijó  (José),  1903. 

Coca  (Godofredo  D.),  1905. 

CoESTER  (Al f red),  1906. 

CoLECc.  canc.  la  Habana,  1904. 

CoLECc.  docum.  Histor.  Aragón, 
1904. 

CoLECc.  de  libr  y  doc.  Hist.  Amé- 
rica, 1904. 

C0LONNA  Quevedo  (Isidoro),  1904. 

CoLL  y   Altabas   (Benito),    1902. 


Collantes  (José  María),  1901.- 
CoMES  (Francisco),  1905. 
Conangla  (J.),  1904. 
Contreras  (José),  1903. 
Contreras     (María     del     Pilar), 

1903. 
Cordero  (Juan  Luis),  1901. 
Cornella  (Luis),  1905. 
Corral    y    Maestre    (León    de), 

1905- 
Corrales    (José    María    de    los), 

1907. 
Correa      Fernández     (Antonio), 

1902. 
Corte  de  los  poetas  (La),  1906. 
Cortés  y  Cortés  (V.),  1903. 
CoRTiNES    Y    MiuRUBE    ( Felipe ), 

1907. 
Corzo  y  Príncipe  (Isidoro),  1901, 
Cossío  (Francisco  de),  1906. 
Cossío  (Manuel  B.),   1907. 
Costa  Rica,  1902. 
CosTi  (Luis  G.),   1904. 
Costumbres   y   rebuznos   alcarre- 

ños,   1907. 
Cravioto  (Alfonso),  1906. 
Criado  (Deusdedit),  1905. 
Crónica  de  los  Cervantistas,  1905 
Crónica  del  Cent.  Quijote,  1905. 
Cros  (F.  R.),  1906. 
Cruz  Busto  (Juan),  1903. 
Cruz  de  Fuentes  (Lorenzo),  1905= 
Cruzado  (Manuel),  1905. 
Cuadra  Silva  (Abel  de  la),  1907, 
Cuento    Semanal   (El),    1907. 
Cuervo  Márquez  (Emilio),   1905». 
Cuervo  Márquez  (Rufino),  1907, 
Cuesta  y  Díaz  (Juan),  1904. 
Cueva     (Jorge    y    José    de    la), 

1907. 
Cultura  Española,  1906. 
Curiosidades  histór.,   1906. 
Curros  Vázquez  (Adelardo),  1907, 

Chamorro   de   Luis    (Bonifacio), 
1903. 


34S 


AUTORES  Y  OBRAS  ANÓNIMAS 


'Chascarrillos  andaluces,  1906.       | 
Chavarri  (Eduardo  L.),  1904. 
"Chavarría  (Lisimaco),   1904. 
Chiapa  (V.  M.),  1905. 
Chiappori   (Atilio   M.),    1907. 
Chiquiznaque,  1904. 
Chirveches    (Armando),    1901. 
Chumaceiro  (David  M.),  1902. 
Churchman  (Philip  H.).   1907. 


D'Almonte   (Enrique),    1902. 
DÁVALOS  Y  LissoN  (Pedro),  1904. 
Dávila  (Virgilio),  1903. 
Dawton  (Jorge),  1905. 
Decoud  (Diógenes),  1901, 
Deleito  y  Piñuela  (José),   1901. 
Delgado  Castilla  (Alfonso),  1904. 
Delgado    (Jacinto    María).    1905. 
Del   Mokte   (Laureano),    1902. 
Desastre    Nacional    (El),    190 x. 
Detell  (Ramón),   1904. 
Deulofeu   (Alfredo),    1906. 
Díaz  Meza  (Aurelio),  1907. 
DÍAZ    Romero    (Belisario),    1906. 
Díaz   (Diego),    1902. 
DÍAZ  Jiménez  y  Molleda  (Eloy), 

1906. 
Díaz  Silveira  (Francisco),   1901. 
DÍAZ  Caro  (Manuel),   1905. 
DÍAZ  Valdizán  (Pedro),  1907. 
Diccionario  aragonés.  (Véase  B. 

Coll.),   1902. 
Dicción.  Novi^.,   1906. 
Didapp   (Juan   Pedro),    1904. 
Diego  (José  de),   1904. 
DÍEZ  (Domingo),   1901. 
DÍEZ  Cañedo  (Enrique),  1906. 
DocuM.  Hist.  México,   1905. 
DocuM.  Indios  Xicaques,   1907. 
DocuM.    Sancho    Ramírez,    1907. 
Domingo    Soler    (Amalia)..    1907. 
Domingo    (Marcelino),    XU04. 
Domingo     de     Ibarra     (Ramón), 

1904. 


Domínguez  Fernández  (Antonio), 

1904. 
Domínguez    Rold.\n    (Guillermo) , 

1905. 
Domínguez  Manresa  (José),  1903, 
Domínguez  (Manuel),  1901. 
Domínguez  Berrueta  (Mariano), 

1901. 
Domínguez    García    (Raimundo), 

1904. 
DoNGO  (F.  del),  1907. 
Dorado  (Facundo),  1906. 
DoRESTE  (Luis),  1901. 
Droz  (G.),  1906. 
D'SoLA  (Juan),  1906. 
Dují  (Emilio),  1902. 
Duran  (Alfonso),  1903. 


EcHAGÜE  (Juan  Pablo).  1902  y  en 

1905. 
EcHARRi  (María  de),  1906. 
Edwards  (Alberto),  1903. 
Egaña  (Eladio),   1907. 
Eguino  (Fenelón),   1901. 
EijAN  (Fr.  Samuel),  1903. 
Enciclopedia  Espasa,  1905. 
Enciso  y  Núñez  (Gabriel),  1902. 
Enrique  y  Silva,  1902. 
Enriqueta  (María),   1902. 
Eróles  Ruiz  (Miguel),  1907. 
P^RRÁzuRiz     Urmeneta     (Rafael). 

1902. 
Escalada  (Miguel),   1902. 
Escobar  (Federico),  1902. 
Escoto  (José  Augusto),  1902. 
Escude  Bartoli  (Manuel),  1907. 
EscuDER  (Manuel),  1904, 
Espejo  Morales  (Alfonso),   1905. 
Espí  Luengo  (Ricardo),   1906. 
EspÍN  Rael  (Joaquín),  1903. 
Espina  (Concha),  1903. 
Espinosa  (Aurelio  M.),  1903.        ' 
Espinosa  (Januario),  1907. 
Esquerro  (Salustiano),   1906. 
Esteso  (Luis),  1901. 


AUTORES  Y  OBRAS  ANÓNIMAS 


349 


Esteva  y  González  (José),  1904. 
EsTRucH  (Francisco  Tomás),  1905. 


Fabo  (Fr.  Pedro),  1904. 

Fabreguas  SiNTER  (Juaii),   1902. 

Fació  (Luis),  1905. 

Falcato  (Luis),  1903. 

Palco  (Ángel),  1906. 

Falcón  y  Cercos  (Francisco), 
1905. 

Faralüo  (José),  1906. 

Farfán  de  los  Godos  (Gerardo), 
1904. 

Farnés  (Josefa  M^ría),  1903. 

Farrés  (Abelardo),   1901. 

Feijoo  y  Cazañas  (Alfonso),  1906. 

Fernán  Cisneros  (Luis),  1903. 

Fernández  Brochado,  1907. 

Fernández  García  (Alejandro), 
1904. 

Fernández  de  Miranda  (Alvaro), 
1907. 

Fernández  de  Heredia  (Antonio), 
1904. 

Fernández  Lepina  (Antonio), 
1903. 

Fernández  Alvarez  (Fr,  Benig- 
no), 1902. 

Fernández  Ortuño  (Carlos), 
1902. 

Fernández  Torres  (Eleuterio), 
1905. 

Fernández  Gutiérrez  (Enrique"), 
1901. 

Fernández  y  González  (Esteban) , 
J906. 

Fernández  de  Córdoba  (Fernan- 
do), 1903. 

Fernández  Ruiz  (Fernando),  1903. 

Fernández  y  González  (Guiller- 
mo), 1902. 

Fernández  GonzIález  (Jesús); 
1901. 

Fernández  Martínez  (Jesús). 
1902. 


Fernández  y  García  (José),  1903,  - 

Fernández  (José  Luis),  1902. 

Fernández  (Juan  dfe  Dios),  1904. 

Fernández    y    González    (Justo); 
1905. 

Fernández    Palomero    (Manuel),,^ 
1904. 

Fernández    V  a  l  d  é  s    (Manuel). 
1906. 

Fernández  Villamarzo  (Manuel), 
1905. 

Fernández  de  Echevarría  (Ma- 
riano), 1907. 

Fernández    Ríos    (Ovidio),    1905..- 

Ferreiro  (Pascual),  1902. 

Ferrer  (Pedro  Lautaro),  1904. 

Fiestas  en  Honduras,  1905. 

FiNOT  (Emilio),  1905. 

F1TZMAURICE  Kelly  (Jaime),  190I0- 

Fletes  Bolaños  (Anselmo),  1903.. 

Flores  a  la  Virgen  María,  1902,. 

Floresta  cómica,  1905. 

Florida  (Marqués  de  la),  1907. 

Floro  (Lázaro),  1901. 

FoLCH    y    Torres    (José    María), 
1905. 

FoNCUEVA  (Esteban),  1901. 

FoNT  Y  Jiménez  (Ramón),  1906. 
I  FoRMOso  Llamas  (Manuel),  1905, 
j   FoRS  (Luis  Ricardo),  1904. 

FoRTÚN  (Fernando),  1907. 

Fraga  (Ventura),  1903. 

Francés  (José),  1903. 

Frugoni  (Emilio),  1902. 


Gabriel   y   Galán   (José   María);, 

1901. 
Gabriela  (Maria),  1901. 
Gaceta  médica  en  el  cent.  Quijo- 

te,  1905. 
Gaffarot  (Eduardo),   1906. 
Gago  Rabanal  (Elias),  1902. 
Galán   (Antonio),    1907. 
Galdambs  (Luis),   1906. 
Galdo  López  (A.),  1905. 


35o 


AUTORES  Y  OBRAS  ANÓNIMAS 


-Galindo  Torres  (Francisco),  1903. 
Galván  y  Candela  (Rafael),  1901. 
Gal  VEZ  (Manuel),  1907. 
Gálvez  (Pedro  Luis  de),  1907. 
Gallego  García  (Alberto),  1903. 
Gallegos    del    Campo    (Emilio",, 

1902, 
Gandarillas  (Manuel  José).  1905. 
Gárate  (Claudio),  1907. 
Carcía  Sánxhez  (Alfredo),   1902. 
García   Machado   (Clemente), 

1902. 
García  (Eduardo),  1901. 
García  Velloso  (Enrique),   190?. 
García  Barbarín  (Eugenio),  1903. 
García  Godoy  (Federico),   1907. 
García  Sanchiz  (Federico),  1906. 
García  de  las  Bayonas  (Francis- 
co), 1906. 
García    Calderón    (  Francisco ), 

1904. 
García  Valenzuela  (G.).   1907. 
García  Flores  (Isidoro),  1903. 
García  (Jenaro),  1901. 
García  Cruz  (Joaquín),  1907. 
García  Castrillón  (José),  1906. 
García  Mercadal  (José),  1906. 
García  del   Moral   (José),    1906. 
García  (José  Benigno),  1906. 
García  (P.  Juan),   1905. 
García  y  Pérez  (Juan  Pío),  1901. 
García    Soriano   (Justo),    1901. 
García  de  Giner  (Laura),  1902. 
García  Guijarro  (Luis),   1902. 
García  (Man^uel  José),  1904. 
García  y  Teijeiro  (Miguel),  1901. 
García  (Pedro  de  Alcántara),  1905 
García  Rodríguez  (Rafael),  1906. 
García     Dacarreto     (Salvador), 

1906. 
García  Torres   (Salvador),   1907. 
García  Olalla  (Víctor),  1905. 
García  Martí  (Victoriano),  1905. 
Garnier  (José  Fabio),  1904. 
Garrido  (Antonio),   1906. 
Garrido  (Benjamín),  1903. 


Garrido  (Manuel),  1905. 

Garriga  (Francisco  J.),   1907. 

Gaulot  (Pablo),  1905. 

Gay  (Vicente),  1905. 

Gayé  (Alberto),  1903. 

Gazquez    (Manolito),     1901. 

Gener  (Gener),  1905. 

Geografía  de  Bolivia,  1905. 

Gestal    Rueda    (Salvador),    1905. 

Giacometti  (Pablo),  1907. 

Gil   Basagoitia   (Antonio),    1905. 

Gil  Gavilondo  (Isidro),  1905. 

GiLMAN  (Manuel),  1907. 

Giral  O'RDOñez  (Mario),  1907. 

GiRALT  (Pedro),   1905. 

Girón  (Ramón  B.),  1906. 

GiSBERT  Y  Ballesteros  (Ernesto), 
1 901. 

GiSBERT  (Luciano),  1902. 

Gisbert    (Salvador),    1901. 

GiSTAU  Ferrando   (M.),    1907. 

GivANEL   Y   Más    (Juan),    1907. 

Godoy     de     Martínez     (Concep- 
ción),  1902. 
Godoy  y  Sala  (Ramón  de),  190T. 

GÓMEZ     E     Izquierdo     (Alberto), 
1903. 

GÓMEZ   Jaime   (Alfredo),    1907. 

GÓMEZ    Gereda   (Eduardo),    1902. 
GÓMEZ  PoMBO  (Félix),  1902. 

GÓMEZ       Hidalgo       (Francisco), 

1905. 
Gómez  López  (J.),   1903. 
GÓMEZ    Renovales    (Juan),    1905. 
GÓMEZ  Bardají  (Julio  jv  Joaquín), 

1907. 
GÓAfEZ   Solano  (L.),    igoi. 
GÓMEZ    DE    LA    Seiíxa    (Ramón), 

1904. 
GÓMEZ     Villafraxca    (  Román ). 

1901. 
GÓMEZ    Bravo    (Padre    Vicente), 

1901. 
González  Blanco  (Andrés),  1907. 
González  Rojas  (Antonio),  1902. 


AUTORES  Y  OBRAS  ANÓNIMAS 


351 


González    Villaamil    (Antonio), 

1904, 
González  Rexdón  (Aurelio),  1903. 
González  Peña  (Carlos),   1904. 
González    Trigueros    (Carmen), 

1906. 
González     Rucavado     (Claudio), 

1 901. 
González    Hurtebise   (Eduardo). 

1903. 
González  (Elov  Guillermo),  1906. 
González     Martínez     (Enrique^, 

1903. 
González     ¡Rebollar     (Hipólito), 

1907. 
González  (Jenaro  Lucas),   1904. 
González  Llana  (José),   1906. 
González  y  Sánchez  (Juan),  1905. 
González   y  Gómez   (Juan  José), 

1906. 
González   Garrido  (Justo).    1906. 
González   (Lidio),    1903. 
González  Ansótegüi  (Lino).  1904. 
González  Téllez  (Luisa),  1901. 
González      Lafuente      (Matías), 

1 90 1. 
González  (Nicolás  Augusto),  1903. 
GoN'zÁLEz     Merchant     (RafacH, 

1905. 
González  de  \'illazón  (Santos), 

1903. 
González    de    Castro    (Vicente), 

1906. 
GoNZALVo  (Luis),  1905. 
GoRBEUCHEz   (Oipalo),    1905. 
GoROSTiDi  (Ángel  de),  1905. 
Graells  (Mario),   1901. 
Grandes  (Fortunato),   1905. 
Gras  (Francisco),  1904. 
Grave  (Fernando  G.  y),  1901. 
Gruntz  (Enrique),  1907. 
Guardia  (Isidoro  R.  de  la),  190X 
Guardiola  Valero  (E.),  1907. 
GÜEMEs  (Fr.  Cecilio),  1904. 
Guerra  (Ángel),    1904  (en   Colo- 
ma). 


i   Guerra  (Ángel  D.).  1901. 

Guerra  Xúñez  (Juan),  1905. 

Guerra  (Ubaldo  Ramón),  1907. 

Guerrero  (Clodoaldo),  1905. 

Guerrero  (Emilio  Constantino), 
1902. 

Guiard  y  Larrauri  (Teófilo),  1905, 

GuicHOT  Y  Barrera  (Joaquín), 
1907. 

Guillen    (Emiliano),    1904. 

Guisado  Sánchez  (Manuel),  1905. 

Gutiérrez    (Federico    A.),    1902. 

Gutiérrez    (León    Felipe),    1904. 

Gutiérrez  de  la  Higuera  (Si- 
món),  1902. 

Gutiérrez  Perrín  (Tomás), 
1902. 

Gutiérrez   (Valeriano   G.),    1906. 

Guzmán  (Ernesto  Arnaldo),  1906. 

GUZMÁN     GU.\LLART     (José),     I903. 


H;.\LCÓN  S.  DE  Tejada  (Fernan- 
do), 1902. 

Héctor    Picabia   (Juan),    1901. 

Hederra  Concha  (Francisco), 
1006  (véase  Herrera  por  erra- 
ta de  impresicn). 

Helios,,  1903. 

Henríouez    Ureña    (Max),    1906. 

Hexríquez  Ureña  (Pedro),   1905. 

Heraldo  del  Istmo,  1904. 

Herboso   (Francisco   José).    1905. 

Hergueta  y  Martín  (Domingo), 
1906. 

Hernández  Cata  (Alfonso). 
1907. 

Herrera  y   Robles   (Luis),   1905. 

Herrero  de  Vidal  (Melchora), 
1907. 

Herrero  y  Herrero  (Tomás), 
1903. 

Hispano  (Cornelio),  1905, 

Hojas  selectas.  1902. 

HoLGUERA  (Alvaro  de),    1906. 


352 


AUTORES  Y  OBRAS  ANÓNIMAS 


Hombres  de  ¡a  Restauración 
(Los),  1906. 

Homenaje  o  Cervantes  {de  Ma- 
drid y  de    Yucatán),    1905. 

HoMPANERA  (Fr.  Bonifacio),  1902. 

Hoyos  y  Vínent  (Antonio  de), 
1903. 

Hoyos  (Julio),  1907. 

Hoyos  Julia  (Miguel),  1902. 

Huerto  (Juan  del),  1904. 


Ibáñez  Villaescusa  (Luis),  1906. 
LbARitA  (Ramón  Domingo  de),  1905. 
Ibarrola  (Benjamín),  1907. 
IcHASo  (León),   190 1. 
Iglesias     Calderón    (Fernando), 

1906  (véase  1902). 
Iglesias  (Ignacio),  1905. 
Illa  Moreno  (Juan  José),   1902. 
Ingenieros  (José),  1903. 
Iniesta     Díaz     (Jesús     Alfredo), 

1902. 
LvsÚA  (Alberto),  1907. 
iKiARTE    Reinoso    (Teodoro    de), 

1903. 


Jago  de  Salvador  (César),  1906. 
Tara  (Alfonso),  1902. 
Jara  López  (Josié  A.),   1903. 
JARA  Carrillo  (Pedro),  1901. 
Jardiel  (Francisco),  1905. 
Jiménez  Soler  (Andrés),  1905. 
Jiménez  Ruiz  (F.),  1906. 
JoDAR  PÉREZ  (Sebastián),  1906. 
Jordán  (Luis  M.^),  1906. 
TovER  (Gonzalo),  1907. 
Juderías  (Julián),  1903. 


Kataclá  (Bach.),  1905. 


1  abarca  Hubertson  (Guillermo), 

1905. 
Labios  González  (Joaquín),  1905. 


Labra  y  Vilar,  1907. 

Lafuente  Vanrell  (Lorenzo),. 
1907. 

Laga  Lanchares  (Ángel),  1907. 

Lagomasino  (Luis),  1903. 

Lagunilla  (Isidoro),  1903. 

Lama  (Tomás),  1901. 

Lamarca  Bello  (Carlos),  1904. 

Lapalma  (P.  Lucio),   1904. 

Lapuente  Sáez  (Isidoro),  1905. 

Lara  (Justo  de),  1905. 

Larios  (Tristán),  1901. 
.    Í.ARR.\  (Fernández  de  la  Puente  y 
Torregrosa),    1907. 

Larra  y  Cerezo  (Ángel  de),  1905. 

Larra  y  Larra  (Fernando  José- 
de),  1901. 

l.ARRABURE  Y  CORREA  (Carlos),. 
1907. 

Lastra  (Manuel),  1903. 

Latino  (Publio),  1902. 

La  VALLE    Cobo    (Jorge),    1907. 

Lectura    {La),    1901. 

I.EDESMA  (Dámaso),  1907. 

León  (Celestino),  1904. 

León  y  Ortiz  {"Eduardo),  1905. 

León  Pagano  (José),  1904. 

Lerena  y  Juanicó  (Julio),  1905. 

Letelier  (Valentín),  1906. 

Letras,  1905. 

Leumann  (Carlos  Alberto),   1903. 

Leyda  (Rafael),  1903. 

Leyva  (Nicolás  de),  1903. 

Libro  de  los  chistes,  1907. 

Lillo  (Baldomcro),  1904. 

Lima,  1907. 

LiMK  (O.),  1906. 

Linares  Ferníández  (Jacinto),. 
1907. 

Linares  Becerra  (Luis),  1905. 

Linares  (Manuel),  1906. 

Linares  Rivas  (Manuel),  1903. 

LiÑÁN  Y  Heredia  (Narciso  José- 
de),   1902. 

Lira  (Pedro),  1902. 

IiVACicn  (S.),  1904. 


AUTORES  Y  OBRAS  ANÓNIMAS 


353 


Liso  y  Estrada  (Serapio),   1901 

Logroño  'mtimo,  1906. 

López     Orballeira      (Antonio) 

1903. 
López  Rocha  (Carlos),  1905. 
LÓPEZ  Alarcón  (Enrique),  1905. 
López   (Ernestina   A.),    1901. 
LÓPEZ  Aydillo  (Eugenio),  1907. 
López   Alen   (F.),    1905. 
López  (Feliciano),  1907. 
LÓPEZ  Bernal  (Hipólito),  1907. 
LÓPEZ   (Lsmael),    1905    (en   Corn 

Hispano). 
López  (J.  D.),  1903. 
López  Barbadillo  (Joaquín),  1901, 
LÓPEZ  PiNiLLOs  (José),  1907. 
López  Prudencio  (José),  1902. 
López  Serrano  (Juan  José),  1901. 
LÓPEZ  Pineda  (Julián),  1904. 
López  Roberts  (Mauricio),   1902 
López  Campaña  (Perfecto),  1903 
LÓPEZ  DE  Haro  (Rafael),  1907. 
López  Montenegro  (Ramón),  1906 
LÓPEZ  Bardón  (Fray  Tirso),  1903 
Lorenzana  (Sarah),  1905. 
Losada  Rodríguez  (Ramón),  1902 
I.OYARTE  (Adrián  de),  1905. 
Lozano      Gutiérrez      (Federico) 

1905- 
Lozano  Casado  (Manuel),  1904. 
LucEÑo  (Federico),  1902. 
Luengo     Gonjzález     (Feliciano), 

1905. 
LuERA  Fernández  (Andrés),  1903. 
LuQUE  (Carlos  de),  1901. 
LuQUE    Y    Fernández    (Ricardo), 

1901. 


Llera  (Zacarías),   1906. 
Llórente  y  Llórente  (José  Ma- 
riano), 1905. 


Macau  (Miguel  A.),   1906. 
Machado  y  Rüiz  (Antonio),  1903. 


Machado  y  Ruiz  (Manuel),  1902. 
Machuca  Dííz  (Anastasio)..  1903. 
Maestre  (Estanislao),  1905. 
Maffiote  (Luis),  1905. 
Magallanes   y   Moure   (Manuel), 

1902, 
Mainar  (Rafael),  1907. 
Malditos  sean  ¡os  hombres,  1903. 
Maluquer  y  Viladot  (Juan),  1906. 
Maleada  y  Pueyo  (Lucas),  1905. 
IMallo  Herrera  (A.),  1904. 
Mansilla  (Fr.  Luis),  1904. 
Manzanilla  (José  Matías),  1907. 
Manzano  Mancebo  (Luis),  1907, 
Mañas  (Manuel),  1904. 
Marco  e  Hidalgo  (José),  1901. 
Marcos  (Fernando  L.),  1901. 
Marfil  García  (Mariano),  1907. 
María  (Bernabé  de),  190Ó. 
María   del   Pilar   (Fr.   Plácido), 

1901. 
Marín  (Vicente),  1906. 
Mariscal  y  Luis  (José  M."),  1905. 
Mariscal  (Nicolás),  1904. 
Maristany  (Alejandro  P.),  1907. 
Marot  (Rafael),  1901. 
Martell  (Jerónimo),  1904. 
Martí  Orberá  (Rafael),  1903. 
Martín  de  Salazar  (Julián),  1907, 
Martín  Ruiz  (Leocadio),  1907. 
Martín  Granizo  (León),  1906. 
Martín    Sánchez    (León),    1903. 
Martín  C.^rr.ascal  (Manuel),  1905. 
Martín  Mateos  (N.),  1905. 
Martín  (Pedro  Pablo),  1901. 
Martín  Cerezo  (Saturnino),  1904. 
Martínez  Abellán,  1902. 
Martínez  Alonso  (Evaristo).  1906, 
IvÍARTÍNEZ  Gomar  (F.),  1905. 
Martínez  Marín  (Francisco  M.*), 

1902, 
Martínez  Alomía  (Gustavo),  1906. 
Martínez  Zuviría  (Gustavo  A.), 

1902. 
Martínez  Reverte  (José),  1907. 
Martínez    (José    Luciano),    1901. 


TOMO    XII.— 23 


354 


AUTORES  Y  OBRAS  ANÓNIMAS 


Martínez  Liso  (Juan),  1901. 

Martínez  de  Castro  (Juan  Bautis- 
ta), 1907. 

Martínez  de  Tovar  (L.),  1907. 

Martínez  Kleiser  (Luis),  1904. 

Martínez  Pineda  (Luis),  1907. 

Martínez  Domínguez  (Manuel), 
1905. 

Martínez  Medina  (R.  J.),  1906. 

Martínez  (Salvador),  1905. 

Martínez  Núñez  (Fr,  Zacarías), 
1907. 

Martini    Ponzoa   (Emilio),    1906. 

Mas  y  Guindal  (Joaquín),  1901. 

Mas  y  Pí  (Juan),  1905. 

Mas  (P.  Manuel),  1907. 

Mata  y  Domínguez  (Pedro),  1904. 

Maturana  (José  de),  1901. 

Maturano    (Fr.   Victor),    1904. 

Maura  Gamazo  (Gabriel),  1905. 

Mauret  Caamaño  (Alberto),  1903. 

Maurtua  (Víctor  M.),  1906. 

Maza  (José),  1907. 

Mazas  (Mariano  de),  1902. 

Mediano  y  Ruiz  (Baldoníero), 
1907. 

Medina  y  García  (José  M.*),  1903. 

Medina  (Sergio),  1904. 

Mediz  Eolio  (Antonio),   1902. 

Melantuche  (Atanasio),  1905. 

Meló  (Carlos  F.),  1906. 

Mena  (Juan  Cancio  de),  1901. 

Mena  y  Aristeguieta  (Santiago 
de),  1904. 

Méndez  Alvarez,  1901. 

Méndez  (Laura),  1902. 

Méndez  y  Bejarano  (Mario),  1904 

Mendoza  (Luis  G.),  1901. 

Menéndez  Agusty  (José),  1901. 

Menéndez  (Ramón  M.*),  1904. 

Mera  (José  Trajano),  1907. 

Merchán  (Benjamín),  1904. 

Merino  (Ramiro  Manuel),  1904. 

Mesa  (Enrique  de),  1905. 

Mil  y  una  curiosidades,  1905. 

MiLEGO  (José  Mariano),   1906. 


Milego  (Julio),  1906. 
Minelli  González  (Pablo),  1903. 
MiNGUENS  Parrado  (A.),  1905. 
MiQUEL  Y  Planas  (Ramón),  1903. 
Mirabet  (Juan  J.),  1907. 
MiRALLES   Meseguer   (Femaudo), 

1901. 
Miranda  (Carlos),  1906. 
Miranda  (César),  1904. 
Miranda    y    Marrón    (Manuel), 

1901. 
Miró  (Gabriel),  1901. 
Miró  (Ricardo),  1903. 
Molina  (Gonzalo),  1907. 
M0LINARE  (Nicanor),  1903. 
Molla  (Francisco),  1906. 
MoNCAYO  (Pedro),    1906. 

]\'ÍONEVA  Y   PUYOL   (Juau),    1905. 

MoNSERRAT  (Francisco  B.),  1903. 
MoNTAGÚ  (Guillermo  de),  1902. 
MoNTANER     Castaños     (Joaquín), 

1907. 
Montéelo     y     Rizot     (Eugenio), 

1903. 

J\I0NTE^L\R    (Luis),    1902. 

Montero  Brovvn  (Ramón),   190.^. 
Monterrey  (Manuel),  1904. 
Montes    (Fr.    Jerónimo),    1901. 

MONTESCHI  (Julio),  1903. 

Montesino  (Francisco),  1906. 
Mora  y  Gando  (Manuel),  1905. 
Tvü orales  Ruiz  (Enrique),  1907. 
Morales   García   Goyena  (Luis), 

1906. 
Morales  y  Morales  (Vidal),  190T. 
MOrató  (José),  1907. 
Morato  (Juan  José),  1905. 
M0RATORI0  (Orosman),  1907. 
Moré  (José  R.),  1907. 
Moreno  (Carlos),  1902. 
Moreno  (Fulgencio  R.),  1904. 
Moreno  (Miguel),  1907. 
Moreno  (Silvestre),   X901. 
MoRET  PÉREZ  (Francisco),  1905. 
MoREU  (P.  Esteban),  1904. 
Morcado  (Pedro  A.),  1907. 


AUTORES  Y  OBRAS  ANÓNIMAS 


355 


MoRLA  Vicuña  (Carlos),  1903. 
Hoscoso  (Mercedes  G.  de),  1907. 

MUDARRA   Y   PÁRRAGA   (P.),    I903. 

Muñoz  de  Diego  (Alfonso),  1907. 
Muñoz   del   Portillo   (Antonio), 

1902. 
Muñoz    y    Marrero    (Armando), 

1904. 
Muñoz  (Diego  José),  1904. 
Muñoz  (Isaac),  1904. 
Muñoz    Escámez    (José),    1902. 
Muñoz  Bustamante  (Mario),  1905, 
Muñoz  Seca  (Pedro),  1904. 


Nadie,  1906. 

Naón  (Pedro  J.),  1901. 

Navarrete  (Adolfo),  1901. 

Navarro  Tarazona  (Eloy),  1901. 

Navarro  (Julián),  1902. 

Navarro  (Marcelino),  1904. 

Navarro  Badals  (Pedro),  1906. 

Nevado  (Carmen),  1904. 

Nevé  García  (Luis),  1902. 

Nicolás  (Antonio  de),  1907. 

Nieto  (José),  1905. 

Nieto  (Miguel),  1903. 

NiN  (Gastón  A.),  1904. 

Niño  (José  M.'),  1906. 

NoBOA  (Aurelio),  1902. 

N0RIEGA  (Félix  F.),  1904. 

Novelas    Cortas    {Méjico),    1901. 

Nuestro    Tiempo,    1901. 

Nueva  Histor...  de  las  prov.  de 

España,  1905. 
Nueva  Vira  criolla  (La),  1903. 


Obanos  (Federico),  1905. 
OcAMPO  (Bernardo),  1902. 
OcAÑA  (Pedro  S.),   1903. 
Octavio   de   Toledo   (José   M."'), 

1903. 
Ochoa  (Rafael),  1901. 
Oliva  Bridgman  (Juan),  1906. 


Olivan  (Joaquín  A.),  1902. 

Olive  (Luis  de),  1904. 

Olivos    y    Carrasco    (Horacio), 
1903. 

Clmedo  (Carlos  Luis),  1901. 

Olmo  (Vicente  del),  1904. 

Olóriz  (Federico),  1905. 

Omaña  (Sinforiano),   1904. 

Omega,  1905. 

Orbea  (Ramón),   1905. 

Ordás  Sabau  (Pablo),  1906. 

Ordenanzas     Consulado     Burgos, 
1905. 

Ortega  Martínez  (A.),   1903. 

Ortega  (Fr.  Ángel),  1906. 

Ortega  (Hermenegildo),  1903. 

Ortega  (Simón),  1906. 

Ortiz  (Daniel),  1901. 

Ortiz      Fernández      (Fernando), 
1905. 

Ortiz  (G.),  1903. 

Ortiz  de  Burgos  (José),  1907  (véa- 
se Gómez  Bardají). 

Ortiz  de  Pinedo  (José),  1901. 

Ortiz  del  Barco  (Juan),  1903. 
¡  Orts-Ramos  (Ramón),  1904. 

Orts-Ramos  (Tomás),  1901. 

C)ry  (Eduardo  de),  1902. 

OsETE  (Antonio),  1901. 

OsMA  (Guillermo),  1906. 

Otero  (Antonio),  1904. 

Otero  (José),  1901. 

Oteyza  (Luis  de),  1903. 


Pacheco  Muñoz  (Pedro),  1902. 
Padilla  (Rafael),  1907. 
Padilla  (Salvador),  1905. 
Paesa  (Vicente  G.).  1905. 
Pájaro  azul  (El),   1906. 
Pa[, AGIOS    Olmedo    (Manuel    de), 

1902. 
Palacios  (Nicolás),   1904. 
Palau  (Lisimaco),   1906. 
Palomera  (Federico  de),  1904. 
Pallares  (Matías),  1905. 


356 


AUTORES  Y  OBRAS  ANÓNIMAS 


Pamplona  (Rafael),  1904. 
Parada  y  Santín  (José),  1903. 
Pardo  (Leopoldo),  1905. 
París  (Luis),  1905. 
París  (Pedro),  1903. 
Parráguez  (Ismael),  1903. 
Parreño  (Federico),  1902. 
Partes    ofic.    Indep.    Argentina, 

1902. 
Pasquino^  1907- 
Pastor  (Federico),  1901. 
Pastor  Rubira  (J.)  1907. 
Pavie  (T.),  1907. 
Pedrajas  y  Núñez-Romero  (Eloy), 

1902. 
Pedrero  (Emilio),  1902. 
Pedromingo  (Vicente),  1902. 
Pedrosa  (Ricardo),  1907. 
Peligro  y  Valle  (Onofre).  1905. 
Pellés  (Erasmo),  1906. 
Penna  (Leonardo),  1907. 
Peña  (David),  1903. 
Peña  (M.),  1905. 
Peñaranda  (Claudio),  1904. 
Pera  y  Peralta  (Rafael),  1902. 
Pereda  (Ramón  M."),  1906. 
Pereira  y  M'edina  (Manuel),  1902. 
Pereyra  (Carlos),  1906. 
Pérez  (Fr.  Ángel),  1902. 
Pérez  de  Arce  (Antonio),  1907. 
Pérez  (Dionisio),  1903. 
PÉREZ  (Fr.  Elviro  J.),  1901. 
Pérez  Egea  (Emilio),   1905. 
PÉREZ  MÍNGUEZ  (Fidel),  1905. 
PÉREZ  Fuentes  (Francisco),  1901. 
PÉREZ  (Francisco  de  Sales),  1902. 
PÉREZ  Arroyo  (G.),  1902. 
Pérez  Kallens  (Ignacio),  1906. 
PÉREZ  Giralde  (Ismael),  1902. 
PÉREZ  Y  Pando  (J.),  1905. 

PÉREZ  Y  PÉREZ  (José),   I906. 

PÉREZ  Sarmiento  (José  Manuel), 

1904. 
PÉREZ  (José  Ramón),  1902. 
PÉREZ  Rubín  (Luis),  1904. 
PÉREZ  (Luis  Mariano),  1907. 


PÉREZ   DE  LA  MaNGA  (M.),   I902. 

PÉREZ  Y  CuRis  (Manuel),  1904. 

Pérez  Cordero  (Marcial),  1905. 

PÉREZ  Fernández   (Pedro),   1905. 

Pérez  del  Bosque  (Rafael),  1907. 

Pérez  de  Ayala  (Ramón),  1904. 

Pérez  Olivares  (Rogelio),  1902. 

Pérez  (Udón),  1905. 

Perier  (Valeriano),   1902. 

Periquet  (Fernando),  1906. 

Peris  (Ramón),  1906. 

Pérnas  (Jesús).  1904. 

Perotti  (ítalo  Eduardo).   1903. 

Perrín  (Julio),  1907. 

Pico  (Paco),  1904. 

PiCHARDo  B.   (Eliodoro),    1906. 

Pichardo  y  Arredondo  (Próspe- 
ro), 1904. 

Piedra  (Francisco  S.),  1904. 

PiETSCH  (Carlos).  1904. 

Pilar  (Fr.  Plácido  María  del)^ 
1901. 

Piles  Ibars  (Andrés),  190T. 

Pino  (Francisco),  1907. 

Pinos  (Manuel),  1905. 

Pina  (Juan  de),  1907. 

Piñeiro  y  Aguilar  (Tomás),  1905. 
(en  Bendaña). 

Piquer  (Constantino),  1907. 

Pita  (Federico),  1906. 

Pizarro  (Martín),  1907. 

Plancarte    (Franci'sco),    1907. 

Plañiol  (Antonio),  1905. 

POBLETE    GarÍN    (A.),    I905. 

Poetas  guajiros,  1905 
Policromías,  1907. 
PoNCET  (Carolina),  1907. 
PoNs  Umbert  (Adolfo),   1901. 

PONTES    (José),    1905. 

Pontones  (Ramón).  1907. 
PoNZANO  (José),  1907. 
PopuLUs,  1902. 
Por  Esos  Mundos,   1905. 
Portillo  (Pedro),  1901. 
Portóles  (Miguel),  1901. 
Posada  (Eduardo).  1901. 


AUTORES  Y  OBRAS  ANÓNIMAS 


33/ 


PovEDA  (Antonio),   1906. 
PovEDANO  (Enrique),   1902. 
Poza  (Faustino),    1907. 
Prado  (Fr.  Norberto  del),   1907. 
Prensa  de  B.  Aires  {La),  1905. 
Prov.  Agust.  de  Filipinas,  1905. 
PuELLES  (José  Maria  de),  1907. 
Puertas  (Serafín),  1905. 
Puerto    Rico     {Escritos    sobre), 

1903. 
PuGA  Y  Sancho  (Nicanor),  1905. 
PuiG  (Juan  de  la  Cruz),  1906. 
Puigdollers   (José),    1903. 
Pujol  (Juan),  1907. 
Pulido  Fernández  (Ángel),  1904. 
PuLPÓN   (P.   Silvino),    1907. 
PuÑADiTOs  de  sal,  1904. 
PuYOL  Y  Alonso  (Julio),  1902. 


Quesada  (José),  1902. 
QuiLis  Pastor  (José),  1905. 
Quintero  (Pelado),   1904. 
Quiroga  (Jaime),  1905. 
QuiRÓs  (Teodoro),  1904. 


Rahavánez  (Rodrigo  de),  1907. 
Ramasso  (Ambrosio  L.),   1902. 
Ramírez  Ángel  (Emiliano),  1906. 
Ramírez  de  Arellano  (José  Ober- 

to),  1905. 
Ramírez  Pérez  (Juan),  1907. 
Ramón  Jiménez  (Juan),  1901. 
Ramón  y  Cajal  (Santiago),  1905. 
Ramos  Martín  (Antonio),   1905. 
Ramos  Navarro  (Fernando),  1902. 
Ramos  Hernández  (Jenaro),  1903. 
Ramos  (José  Antonio),  1906. 
Ramos  de  la  Vega  (Lola),  1905. 
Razón  y  Fé,  1901. 
Real  y  Rodríguez  (César),  1901. 
Rebolledo  (Efrén),   1902. 
Recio  y  Agüero  (Coalina),  1903. 
Redondo  (Fernando  Martín),  [902. 
Redondo  (Inocencio).  1904. 


I  Regidor  (Diego  B.),  iqoi. 

Relación  de...   Mechuacan,   1903. 

Renacimiento,  1906. 

Feparaz  (Federico),  1905. 

Répide  (Pedro  de),  1901, 

Requejo  (José  M.),  1907. 

Reseña  homenaje  a  Cervantes, 
1905. 

Revista  de  Costarrica,  1902. 

Rev.  Española,  1901. 

Rev,  Facult.  Letras  Habana,  1905. 

Rev.  Histór.  Perú,  1906. 

Rev.  Ibér.  de  Ex  libris,  1903. 

Rev.  Latina,  1907. 

Rev.  Univ.  B.  Aires,  1904. 

Rey  y  Soto  (Antonio),  1905. 

Reyna  (Luis),  1906. 

Reyes   Prosper   (Eduardo),   1904. 

Is'eynoso  (Francisco  de),  1904. 

Ribero  (Orlando),  1901. 

Ricci  (C),  1906. 

Rico  (Martín),  1906. 

RiER.\  (Federico),  1906. 

Río  (Gabriel  M."  del),  1905. 

Río  (Manuel  E.),  1904. 

Ríos  (Justo  Pastor),  1902. 

RiQUER  (Camilo),  1906. 

Ríu  (Francisco  Aníbal),  1906. 

Riva  Agüero  (José  de  la),   1905. 

RiVAS  y  Cherif  (Cipriano  de), 
1907. 

R1VER0  (Atanasio),  1903. 

RivERO  (Juan),  1905. 

Kobelo  (Cecilio  A.),  1904. 

Robles  Dégano  (Felipe),   1905. 

Roca  (Pedro),  1904. 

Roca  (Pío),  1905. 

PoCHiNA  (Manuel),  1906. 

RODENAS  (Miguel  A.),  1905. 

Rodríguez  López  (Amancio),  1907. 

Rodríguez  Avecilla  (Ceferino), 
1906. 

Rodbíígubz  Benavente  (Francis- 
co), 1903. 

Rodríguez  del  Busto  (Francisco^ 
1905- 


358 


AUTORES  Y  OBRAS  ANÓNIMAS 


Rodríguez  (José  M.^),  1906. 

Rodríguez  de  Prada  (Fr.  José), 
1901. 

Rodríguez  Ferra  (Julián),  1905. 

Rodríguez  Embil  (L.),  1905. 

Rodríguez  Cívico  (Manuel),  1907. 

Rojas  (Fermín),  1906. 

Rojas  (Ricardo),  1907. 

Rejo  (Fr.  Casiano).  1906. 

Román  (José  Ant.),  1903. 

Román  y  Calvet  (Juan),  1906. 

Romancero  español  (El),  1907. 

Romancero   español   (El),  1901. 

Ro]\o\NO  (Luis),  1902. 

Romeo  y  Belloc  (Bernabé),  1901. 

Rt»MEO  (Esteban  Clemente),  1907. 

Romeo  y  Sanz  (José),  1905. 

Romero  Landa  (Gabriel  A.),  1907. 

Romero  de  Terreros  (Manuel). 
1905. 

Romero  (Rodolfo),  1905. 

Romero  (Sofía),  1906. 

Ros  (Antonio),  1907. 

Rosado  Vega  (Luis),  1902. 

Rosales  (Águila  Antonio),  1901. 

Rosales  (José  Miguel),  1905. 

RosELLÓ  (Jerónimo),  1901. 

RouLiN  (Fr.  Agustín),  1901. 

RoviRA  Y  Serra  (Manuel),   1903. 

R0VIRALTA  (J.),  1905. 

RoxLO  Y  MiRALLES  (Amiando 
\^ctor),   1904. 

Royo  Villano  va  (Ángel),    1905. 

Ruano  y  Corbo  (José  María), 
1901. 

Rubio  (Federico),  1902. 

Rubio  y  Cardona  (José  Victoria- 
no), 1905. 

RuiLÓPEZ  (Ramón),  1907. 

Ruiseñor  (El),  1905. 

Ruiz  Pablo  (Ángel),  1906. 

Ruiz  (José  Miguel),  1902. 

Ruiz  Rodríguez  (Manuel),    1907. 

Ruiz  Aldea  (Pedro),  1902. 

Ruiz  López  (Rafael),  1902. 


Saavedra  Molina  (Julio),   1907.. 
Saavedra  (M.),   1906. 
Sacristán  (Fermín),   1906. 
SÁENZ  Y  SÁENZ  (Antonio),  1902. 
SÁENZ    Balmaseda    (Cesáreo),. 

1902. 
Sagastume  (José  Pío),  1902. 
Sáinz  Montero  (Luis),  1904. 
Salado  (Luis),   1905. 
Salarrullana  (José),  1907. 
Salas  (Julio  C),  1905. 
Salas   Garrido   (Salvador),    1905^ 
Saleta  (Honorato),  1905. 
Salgado  (José),  1904. 
Salinas  Rodríguez  (Galo),   1904^ 
Salvador  (Jaime),  1901. 
SÁNCHEZ    Arévalo    (Adelardo), 

1905. 
SÁNCHEZ  Ruidosam  (Alfredo  G.), 

1904. 
SÁNCHEZ    Ruiz    (Antonio),    1903. 
SÁNCHEZ     Arévalo     (Cristino), 

1905. 
SÁNCHEZ  DE  Fuentes  (Eugenio), 

1901. 
SÁNCHEZ    Calvo    (Felipe),    1902. 
SÁNCHEZ  (Florencio),  1903. 
SÁNCHEZ  Muñoz  (Gaspar),  1902. 
SÁNCHEZ  Rojas  (José),  1907. 
SÁNCHEZ  Mármol  (Manuel),  1902^ 
SÁNCHEZ    DE    Enciso    (Mariano), 

1902. 
SÁNCHEZ     SARÁ.CHAGA     (Ramón),, 

1907. 
SÁNCHEZ  (Simón),   1905. 
Sancho  (Fr.   Manuel),   1906. 
San  Emilio  (Marqués  de),   1904. 
San    Francisco    (  Marqués    de ) , 

1905  (en  Romero). 
Sangrador  Mingúela  (Federico), 

1904. 
Sangre  de  hermanos,  1904. 
Sangro  (Pedro),  1904. 
Sanjuán  Y  Cazorla  (Ramón),  1906 
San  Román  (Miguel  de),  1904. 


AUTORES  Y  OBRAS  ANÓNIMAS 


359 


Santa  Ana  (Fr,  Bertoldo  Ignacio 
de),  1901. 

Santacana   (Emilio),    1901. 

Santacruz    (Pascual),    1904, 

Santamaría   (Javier),    1902. 

Santana  Espino  (Felipe),  1907. 

Santander  (Federico),    1904. 

Santero  (Antonio),  1907. 

Santiago  (José  de),  1902. 

Santibáñez  (Fernando  A.),   1905. 

Santigosa   (Carlos   María),    1905. 

Santo  VAL  (E.  de),  1906. 

Sanz  y  Arizmendi  (Claudio); 
1902. 

Sanz  y  'García  (Julián),   1905. 

Saralegui  y  Medina  (IManueH, 
•1904. 

Sarmiento  (B.),  1905. 

Sawa  (Alfonso  de),   1904. 

Schevill  (Rodolfo),  1903. 

Sebunde  (Raimundo),   1902. 

Seco  de  Lucena  (Luis),  1907. 

Segarra  (José),  1905. 

Segundo  Brieva  (Fernando),  1904. 

Sela  (G.),  1905. 

Selva  (Juan  B.),  1906. 

Sempau  (Ramón),   1902. 

Seoane  (Ramón),  1905. 

Seris  (Romero),  1906. 

Serna  (Vicente  de  la),  1907. 

SePvRA  (Antonio),  1905. 

Serrano  Anguita  (  Francisco ), 
1902. 

Serrano  (Fr.  Luciano  Ildefonso), 
1905. 

Serrano  Clavero  (V.),  1907. 

Serrano  Puente  (Vicente),   1905. 

Servet  (Carlos),  1902. 

Sesión  Colcg.  de  McdicOs,  a  Cer- 
vantes, 1905. 

Sevilla  R.  (Manuel),  1902. 

SiEiRo  (Juan),  1901. 

Sierra  (Eugenio),  1901. 

Sigüknza  y  Góngora  (C).    1902. 

Siluetas  contemp.,  1901. 

Silva  (Francisco  E.  de),  1904. 


Silva   Lezaeta   (Luis),    1904.    . 

Silva  (Luis  Ignacio),  1902. 

Silva  (Víctor  Domingo),  1905.  ■ 

SiLVELA  (Eugenio),  1905. 

Silvestre  (Javier  A.),  1904. 

SiM.'^NCAS  (Manuel  G.),  1905. 

Socci  (Pedro),  1901. 

Sociedad  de  autores,  1901. 

Solano  Polanco  ( Ramón  de ), 
1904. 

Solé  Rodríguez  (Oriol),  1902. 

Solemne  sesión  Acad.  S.  Fernan- 
do, Quijote,  1905. 

Soler  y  Pérez  (Eduardo),  1903. 

Soler  (Francisco  de  Asis),   1901. 

Soler  (Isidro),  1905.- 

SoLÍs  (Rafael),  1907. 

Somoza  (Fernando),  1903. 

Somoza  (Juan  Ramón),  1905. 

Sorel  (Julián),  1907. 

S0RIANO  (Agustín  P.),  190Ó. 

S0RIAN0  (Maximiliano  G.),  1907. 
,  SoTiLLO  (Antonio),  1905. 

Soto  (León  A.),  1905. 

Spanic  Society  of  America,  1904. 

Strauss  (David  Federico),  1905. 

SuÁREZ    CAPy\LLEJA    (VíctOr),    I9O3. 


Tapia  (Luis  de),  1903. 
Tatay  (José  M."),  1902. 
Tavares  (Juan),  1905. 
Tavera  Agosta  (B.),  1901. 
Taybo  (Antonio  C),  1904. 
Tejjeiro  (Benigno),  1901. 
Tejerina  (Eduardo),  1901. 
Téllez  López  (Juan).  1907. 
Tello  López  (Nicolás),  1904. 
Tena  (Alberto),  1905. 
Terradillos  (Gonzalo),  1907. 
Tesoro   del   Parnaso   Americano, 

1903. 
Tetuán  (Duque  de),  1901. 
Thayer  Ojeda  (Tomás),  1903. 
Thomson  (Augusto),   1902. 
Thous  (Alberto  J.  de),  1901. 


36o 


AUTORES  Y  OBRAS  ANÓNIMAS 


Thous  (Maximiliano  de),  1904. 
Tirado  (Raimundo),  1905. 
Tomás  Estruch  (Francisco),  1905. 
ToNCEY  (Julio  Víctor),  1 90 1. 
Tormo  (Elias),  1902. 
Tornero  (Tomás),  1904. 
Toro  Gómez  (Miguel),  1901. 
ToRRE-IsuNZA  (R,  de),  1907. 
Torres  (Carlos  Arturo),  1906. 
Torres  Fornes  (C),  1903. 
Torres  Frías  (Domingo),  1904. 
Torres  (Francisco  de),  1901. 
Torres  Galeote  (Francisco).  1907. 
Torres  y  Oriol  (Isidro),  1907. 
Torres  y  Torres  (Manuel),  1901. 
Torres    Cabrera    (Marqués    de), 

1901. 
Torres  (Mauricio),  1905. 

TORROELLA  (MigUcl),  I905. 

Trigo  (Felipe),  1901. 
Tristán  (Francisco),  1902. 
Troyo  (Rafael  Ángel),  1903. 
Trujillo  (Pedro),  1903. 
Trujillo  (Tomás),  1907. 
TuRiNi  (Ernesto),  1907. 
TuRMO  (Mariano),  1904. 


Ubeda  (P.  Luis),  1902. 
Ugarte  (Manuel),  1901. 
Ulacia  (Francisco  de),  1907. 
Ulloa  (Francisco),  1906. 
Umpiirey  (G.  U.),  1907. 
Urbach  (Federico),  1907. 
Urbano  Lanaspa  (Mariano),  1903, 
Urbano    González    de    la    Calle 

(Pedro),   1903. 
Urcey  (Fr.  Agustin),  1906. 
Urdeval  (Rafael),  1906. 
Ureña  (Daniel),  1907. 
Urien  (Carlos  M.").  1905. 
Urquidi,  1902. 
Urrutia  (Alejandro),  1907. 


Val  (Mariano  Miguel  de),  1905. 
Valbuena  (P.),  1905. 


Valentí  Camp  (S.),  1907. 

Valera  (Luis),  1902. 

\'alero  de  Urría  (Marqués  de), 

1906. 
Valero  (Ricardo),  1907. 
Vales  Failde  (Javier),  1906. 
Valle  (Armando  de),  1906. 
Valle  y  Pascual  (Luis  del),  1904. 
Valledor  (Gustavo),   1903. 
Valle  JO  (Luis),  1907. 
Várela  (Benigno),  1903. 
Várela  Zequeira  (Eduardo),  1905. 
Vargas  (Juan  Miguel),  1902. 
Vargas  (M.  Nemesio),  1903. 
Varney  (León),  1906. 
Vasseur  (Alvaro  Armando),  1904. 
Vaz  Perrera  (Carlos),   1902. 
Vaz   Ferreira   (María   Eugenia), 

1905. 
VÁZQUEZ  (Adelardo  C),  1902. 
Vázquez  (Gabino  de  J.),  1903. 
VÁZQUEZ  (Gabriel),  1901. 
Vázquez  (Honorato),  1904. 
VÁZQUEZ  (Pedro  Nolasco),  1902. 
Vedia  (Agustín),  1907. 
Vega  (Rafael),  1904. 
Vela  (Pedro),  1905. 
Velada  Soc.  Econ.,  Quijote,  1905. 
Veladas  del  Ateneo  (Chile),  1906. 
Velasco  Zazo  (Antonio),  1904. 
Velasco  (Leopoldo),   1904. 
Velázquez    de    Olózaga    (María 

E.),  1905. 
\'elázql^z   (Primo   F.),    1901. 
Venenito  (Curro),  1907. 
Vera  y  López  (Vicente),  1902. 
Veral  iGarcía  (J.),  1901. 
Verdugo  (Manuel),   1905. 
Vergara  Royo  (Francisco).   190^. 
Vergez  (José  F.),  1902, 
Viada  (Salvador),  1903. 
Vicente  García  (Angeles),   1907. 
Vicente   (Juan    Antonio),    1901. 
V1CIANA  (Miguel),  1903. 
Vico  (Antonio),  1902. 


AUTORES  Y  OBRAS  ANÓNIMAS 


361 


Vicuña  Subercaseaux  ( Benja- 
mín), 1903. 

Vidal  (Manuel),  1907. 

ViERAL  (Ramiro),  1907. 

ViLARiÑo  (P.  Remigio),   1901. 

ViLCHES  (Ernesto),   1902. 

ViLLABOBA   (Panfilo   de),    1903. 

ViLLAHERMOSA  .( Duqucsa  de), 
1901. 

ViLLALBA  (Fr.  Luis),  1905. 

Villar  (Emilio  H.  del),  1905. 

ViLLARREAL  (Juan),  I907. 
ViLLARREAL  Y   PÉREZ  (ManUcl), 
1907. 

ViLLASALBA  (Antonio  de),  1904. 
Villa  VERDE     (Manuel     María), 

1904. 
Villa  VERDE  (Raimundo  F.),  1902. 
Villegas  (Manuel  F.),   1906. 
ViQUEZ  (Pío),   1903. 
ViTERi    (Heraclio   S.)>    1906. 
Viu  (F.  de),  1907. 
Vivas  Tavero  (Manuel),   1901. 


i  Vizcasra  (Eufronio),   1907. 


Wagner  (Carlos  P.),  1903. 
Weber  (Alfredo),  1903. 
Wickersham   Crawford    (J.   P.), 

1906. 
Williams  Rebolledo  (J.),  1901. 
Williams  (L.),  1904. 


Yerovi  (Leónidas  N.),   1901. 
Ylla  Moreno  (J.  J.),  1907. 


Zabala  (Federico  de),  1907. 
Zamora  (Manuel  M.),  1907. 
ZÁRRAGA  (Miguel  de),  1903. 
Zayas  (Femando),  1902. 
Zeledón  (José  María),  1907. 
Zubillaga  (Juan  Antonio),   1907. 
Zltm  Felde  (Alberto),  1907. 
Zurdo  (Luis),  1906. 


ESTE  TOMO  SE  ACABÓ  DE  IMPRIMIR 

EN  LA  TIPOGRAFÍA  DE  LA  "REVISTA  DE 

ARCHIVOS,  BIBLIOTECAS  Y  MUSEOS" 

EL  DÍA  XII  DE  ABRIL 

DEL  AÑO  MCMXX 


ÍNDICE  DE   LÁMINAS 


Gabriel   y   Galán 4 

Joan  Ramón  Jiménez 12 

Sixto  Celorrio  y  Alberto  Casañal 16 

Pedro    de    Répide 34 

Antonio   y    Manuel    Machado 58 

Antonio  de  Hoyos  y   Elnrique  González   Martínez 90 

Manuel  Linares  Rivas  y  Luis  de  Tapia 96 

Florencio  Sánchez lOO 

Concha   Espina 104 

José   Francés 1 12 

Ramón  Pérez  de  Ayala 128 

Comelio  Hispano  y  Enrique  de  Afiesa 160 

Emiliano  Ramírez  Ángel  y  Luis  María  Jordán 184 

Felipe  Trigo  y  Alberto  Insúa 210 

Manuel   Gálvez  y   Eduardo  Barrios 216 

Ricardo    Rojas 224 

Poetas   uruguayos 240 


Obras  de  D.  |u!io  Cejador  y  Franca 


-Gramática    Griega,  según    el  sistema    histórico    comparado.    Pesetas    15. — He- 
rederos de  Juan  Gilí:   Cortes,   581.   Barcelona,    1900. 
La    Lengua    de    Cervantes. — Gramática    y    Diccionario    de    la    Lengua    caste- 
llana  en    el    "Ingenioso    Hidalgo    Don   Quijote    de    la   Mancha". — Tomo    I: 
Gramática.   En    España,   pesetas    10. — Tomo  II:   Diccionario  y   Comentarios, 
Pesetas   25. — Jubera    Hermanos,    Campomanes,    10.    Madrid,    1905-06. 
Cabos   sueltos,  Literatura  y   lingüística.   Pesetas   5. — Perlado,    Páez  y   C/,  Su- 
cesores  de    Hernando,   Arenal,    11.   Madrid,    1907. 
Nuevo   método   teórico-práctico   para   aprender   la   Lengua   Latina. — Primer 
curso:   Tomo   I,  Libro   de   clase;  tomo   II,  Libro   de   casa.   Pesetas   12. — Se- 
gundo  curso:    Tomo    I,    Libro    de   clase;   tomo    II,    Libro   de    casa.    Pesetas 
12. — Victoriano    Suárez,    Preciados,    48.    Palencia,    1907-08 
vEl  Lenguaje. — Serie    de    estudios,    de    los    que    van    ya    publicados   los    tomoi 
siguientes : 

Tomo  I :  Introducción  á  la  Ciencia  del  Lenguaje. — Segunda  edición, 
enteramente  refundida  y  aumentada.  Pesetas  6. — Jubera  Hermanos,  Cam- 
pomanes,  10.    Palencia,    191 1. 

Tomo  II :  Los  Gérmenes  del  Lenguaje. — Estudio  físico,  fisiológico 
y  psicológico  de  ¡as  voces  del  lenguaje,  como  base  para  la  investigación 
de  sus  orígenes. — En  España,  pesetas  10. — Jubera  Hermanos,  Campo- 
manes.   10.  Bilbao,  1902. 

Tomo  III :  Embriogenia  del  Lenguaje. — Su  estructura  y  formació» 
primitivas,  sacadas  del  estudio  comparativo  de  los  elementos  demostra- 
tivos de  las  lenguas. — En  España,  pesetas  12. — Jubera  Hermanos,  Cam- 
pomanes.  I  o.  Madrid,   1904. 

Tomo  IV:  Tesoro  de  la  Lengua  Castellana,  Origen  v  vida  del  Lkíí- 
guaje,  Madrid  1908-1914. — Tomo  A,  E,  I,  O;  U. — Perlado,  Páez  j  C.*; 
Arenal,    11.    Pesetas    12. 

Tomo  V:  Tesoro  de  la  Lengua  Castellana,  etc.,  etc.  Tomo  R. 
Tomo  VI :  Tesoro  de  la  Lengua  Castellana,  etc.,  etc.  Tomo  N,  Ñ. 
Tomo  VII :  Tesoro  de  la  Lengua  Castellana,  etc.,  etc.  Tomo  L. 
Tomo   VIH :   Tesoro    de   la    Lengua    Castellana — Silbantes.    Primera 
parte. 

Tomo  IX :  Tesoro  ce  la  Lengua  Castellana. — Silbantes.  Segunda 
parte. 

Tomo  X:  Tesoro  de  la  Lengua  Castellana. — Silbantes.  Tercera 
parte. 

Tomo  XI :  Tesoro  de  la  Lengua  Castellana.  —  Silbantes.  Cuarta 
parte.  ■■  íj/ 

Tomo  XII:  Tesoro  de  la  Lengua  Castellana. — Labiales  (B,  P).  Pri- 
mera parte. 

Tomo  XIII:  Tesoro  de  la  Lengua  Castellana. — Labiaües  (B,  P).  Se- 
.gunda  parte  (en  prensa). 


•Oro  V  OROPEL,  novela.  Pesetas  3. — Perlado,  Páez  y  C.^,  Arenal,  11.  Madrid;  1911. 

Pasavolantes,  colección  de  artículos.  Pesetas  3. — Jubera  Hermanos,  Campo- 
manes,  10.  Madrid,  1912. 

Mirando  á  Loyola,  novela.  Pesetas  3,50. — "Renacimiento",  San  Marcos,  42. 
Madrid,   1913. 

Arcipreste  de  Hita,  edición,  prólogo  y  comentario:  dos  tomos.  Pesetas  6. 
Paseo  de  Recoletos,  25,  "La  Lectura",  1913. 

Rojas,  "La  Celestina",  edición,  prólogo  y  comentario:  dos  tomos.  Pese- 
tas 6. — Paseo  de   Recoletos,  25,  "La  Lectura",   1913. 

Mateo   Alemán,    Gucmáti    de   Alf orache,   edición    y    prólogo:    dos   tomos.    "Re- 
nacimiento",    1913. 

Lorenzo  Gracián.  El  Criticón,  edición  y  prólogo:  dos  tomos.  "Renacimiento", 
1913-14. 

El  Lazarillo  de  Tormes,  edición  prólogo  y  comentario :  un  tomo.  Pese- 
tas 3. — Paseo   de   Recoletos,   25,  "La  Lectura",    1914. 

j  De  la  titirra...  !,  colección  de  artículos.  Pesetas  3. — Jubera  Hermanos,  Cam- 
pomanes,  10.  Madrid,  1914. 

Trazas   del  amor,  novela. — J.  Ratés,  plaza  de  San  Javier,  6.  Madrid,   1914. 

Epítome  de  Literatura  L.^tixa.  Pesetas  3. — Victoriano  Suárez,  Preciados,  48. 
Madrid,  1914. 

Miguel  de  Cervantes  Saavedra.  Biografía,  bibliografía  y  crítica.  Madrid, 
1916.   Pesetas  2. — En  las  mismas  librerías. 

■Quevedo.  Los  Sueños,  edición,  prólogo  y  comentario :  dos  tomos.  Pesetas  6. 
Paseo  de  Recoletos,  25,  "La  Lectura",   1916-17. 

Historia  de  la  Lengua  y  Literatura  Castellana  {desde  sus  orígenes  kasta 
Carlos  V),  tomo  L  Madrid,  1915.  Pesetas  10. — En  las  librerías  de  Sucesores 
de    Hernando,   Victoriano    Suárez.    Fernando    Fe   y    Jubera    Hermanos. 

Historia  de  la  Lengua  y  Literatura  Castellana  {época  de  Carlos  V),  tomo  IL 

Madrid,  1915.  Pesetas  10. — En  las  mismas  librerías. 
Historia  de  la  Lengua  y  Literatura  Castellana  {época  de  Felipe  11),  tomo  IH. 
Madrid,   1915.  Pesetas  10. — En  las  mismas  librerías. 

Historia  de  la  Lengua  y  Literatura  Castellana  {época  de  Felipe  III), 
tomo  IV.    Madrid,   1916.    Pesetas  10. — En   las  mismas  librerías. 

Historia  de  la  Lengua  y  Literatura  Castellana  {época  de  Felipe  IV  y  Car- 
los   II),    tomo    V.    Madrid,    1916.    Pesetas    10. — En   las    mismas    librerías. 

Historia  de  la  Lengua  y  Literatura  Castellana  {siglo  xviii  hasta  1829), 
tome  VL  Madrid,  1917.  Pesetas  10. — En  las  mismas  librerías. 

Historia  de  la  Lengua  y  Literatura  Castellana  {época  romántica,  1830- 
1849),  tomo  VIL  Madrid,   1917.  Pesetas  10. — En  las  mismas  librerías. 

Historia  de  la  Lengua  y  Literatura  Castellana  {época  realista,  /.'  parte, 
antes  de  la  Revolución,  1830-1869),  tomo  VIII.  Madrid,  1918.  Pesetas  lo.  En 
las  mismas  librerías. 

Historia  de  la  Lengua  y  Literatura  Castellana  {¿t>oca  realista,  ¿."  parte, 
después  de  la  Revolución,  1870-188 7},  tomo  IX.  M-idrid,  ¿918.  Pesetas  10. 
En  las  mismas  librerías. 

Historia  de  la  Lengua  y  Literarura  Castellana  {época  regionoil  y  moder- 
nista, 1888-IQ07,  j.»  parte),  tomo  X.  Madrid,  1919.  Pesetas  10.  En  las 
mismas  librerías. 

Historia  de  la  Lengua  y  Literatura  Castellana  {época  regional  y  moder- 
nista, 1888-1^07,  ^.1  parte),  tomo  XI.  Madrid,  1919.  Pesetas  10. — En  las 
mismas    librerías. 

Historia  de  la  Lengua  y  Literatura  Castellana  {época  regional  y  moder- 
nista, 1888- J907,  5.a  parte),  tomo  XII.  Madrid,  1920.  Pesetas  10.  En  las  mis- 
mas librerías. 

Prensa :  Historia  de  la  Lengua  y  Literatura  Castell.ana  {época  contempo- 
ránea,   i^oT-iQío),   tomo  XIII. 

El  Cantar  dk  Mío  Cid  y  la  Epopeya  castellana  (estudio  critico). 

Oro  y  oropel,  novela,  2.*  edición. 


032 
.12 


Cejador  y  Frauca,  Julio 

Historia  de  la  lengua  y 
literatura  castellana 


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