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HISTORIA DE LA LENGUA
Literatura castellana
COMPRENDIDOS LOS AUTORES HISPANO-AMERICANOS
(ÉPOCA REGIONAL Y MODERNISTA: 1888-1907.)
(ÚLTIMA parte)
POR
D. JULIO CEJADOR Y FRAUCA
CATEDRÁTICO DE LENGUA T LITERATURA LATINAS
DB LA UNIVERSIDAD CENTRAL
TOMO XIÍ
lo-S ^'
MADRID
TIP. BS LA «REVISTA DE APCH. BIBL.Y MUSEOS
0/ó^fl^a, i.~Te¡éfono S. 1.385.
?Q
AL GRAN NOVELISTA Y CRÍTICO ARGENTINO
DON MANUEL GALVEZ
COMO LIVIANO RECUERDO DEL MUCHO CARIÑO
QUE LE TIENE SU AMIGO
Julio Cejador.
ÉPOCA REGIONAL Y MODERNISTA
(1888-1907)
(fin)
150. Año ipoi. José María Gabriel y Galán (1870-
1905), tal vez el poeta popular lírico-épico más grande nacido en
Castilla, trazó con estos breves rasgos la historia de su vida en
carta escrita poco antes de fallecer á la condesa de Pardo Bazán :
"Nací, de padres labradores, en Frades de la Sierra, pueblecillo
de la provincia de Salamanca. Cursé en ésta y en Madrid la
carrera de maestro de primera enseñanza. A los diez y siete
años de edad obtuve, por oposición, la escuela de Guijuelo (Sa-
lamanca), donde viví cuatro años, y después, por oposición tam-
bién, la de Piedrahita (Avila), que regenté otros cuatro años.
Contraje matrimonio con una joven extremeña; dimití el car-
go que desempeñaba, porque mis aficiones todas estaban en el
campo, y en él vivo, consagrado al cultivo de unas tierras y al
cuidado y al cariño de mi gente : mi mujer y mis tres niños.
Tengo treinta y cuatro años y a escribir coplas dedico el poco
tiempo que puedo robar á mis tareas del campo. Comencé á
escribir poesías para Juegos Florales, y me dieron la flor na-
tural en los de Salamanca, Zaragoza y Béjar, y otros premios
en Zaragoza, Murcia y Lugo. Y nada más, si es que todo ello
es algo. Mis paisanos, los salamanquinos, y lo mismo los ex-
tremeños, me quieren mucho, me mim.an. Yo también les quie-
ro con toda mi alma, y con ella les hago coplas, que sa'ben, me-
jor que yo, de memoria, porque las recitan en todas partes, y
hasta las oigo cantar diariamente á los gañanes en la arada."
Para que cantase un poeta como Gabriel y Galán era me-
nester que la moda del clasicismo español de los siglos xvi
2 ÉPOCA REGIONAL Y MODERNISTA (1888-I907)
y XVII pasase, que pasase el romanticismo del siglo xix y que
no llegasen a la tierra donde había de nacer ninguno de esos
sones franceses, parnasianos, naturalistas, simbolistas ni mo-
dernistas. No se parece, pues, ni a fray Luis de León ni a Me-
léndez Valdés; tiene una más honda sinceridad que ellos, por-
que no mira, como eños, ni á Horacio ni á Anacreonte, sino
al terruño y á su corazón de padre y de esposo, fuentes harto
más puras que Anacreonte y Horacio, únicas fuentes de popu-
lar y verdadera poesía. El huerto que por su mano tenía plan-
tado fray Luis era, al cabo, huerto; Galán vive en la besanaj
en la ancha Castilla. En el huerto de fray Luis soplaba un ce-
firillo agradable de renacimiento, de remozado clasicismo, de
fantasía mística y de recuerdo añejo, platónico; la besana
de Galán oréanla los vientos castellanos, puros y limpios de
todo viejo recuerdo, de toda fantasía mística, de todo extraño
aroma. Gabriel y Galán es, pues, más español que los clásicos
de todos los tiempos y que los románticos; es enteramente na-
cional. Su realismo es el del Mío Cid y el de los viejos roman-
ces; la profundidad y verdad de sentimientos es la de las co-
plas populares españolas. En los tiempos primitivos, de incons-
ciencia, no se da la lírica, sino la épica, y en los tiempos refle-
xivos no se da la épica, sino la lírica. Pero la épica de Home-
ro, ó de nuestras gestas y romances, encierra sentimientos lí-
licos en lo más hondo de la narración; y la lírica moderna, si
es española sobre todo, por el realismo de nuestro carácter,
arrastra muchos elementos épicos. Homero no podía ser más
que épico; Gabriel y Galán sólo pudo ser lírico. Mas el li-
rismo español, á fuerza de ser realista y descriptivo, es lirismo
épico. Por eso le he llamado poeta lírico-épico, como nuestras
gestas y romances son épico-líricos. El aprendió, como dice,
"de las guapas | tonas de mi tierra, [ continas y dulcís, | que
paecen zumbíos de abeja" ; aprendió de Los pastores de mi
abuelo, "buscando en sus sentires algo bello que decir", y todo
lo que canta en aquella composición, donde declara su criterio
estético enteramente popular, el mismo de aquellos campesinos
"que la vida buena vieron y rimaron el vivir". Y mientras este
poeta, alegre y sano, veía tan risueña la vida, andaban por
Francia, lamentando sus decadentes desesperaciones, otros abu-
rridos poetas. Y nuestra juventud se pasmaba ante ellos y los
S. XX, I9OI. JOSÉ M.^ GABRIEL Y GALÁN
imitaba, sin saber que dentro de la misma España, donde ellos
decían que jamás se había dado verdadera poesía lírica, vivía
y cantaba Gabriel y Galán. ¡ Tanto puede y ciega la moda ! Hay,
sin embargo, en muchas composiciones de este poeta popular
bastante elemento literario, que huele á erudición de maestro,
y las pone más abajo de las que inspiró la familia y el campo
puramente. Gabriel y Galán leyó mucho, y de sus lecturas se
le pegaron no pocas cosas, que al punto se distinguen de la ins-
piración popular. Pero pueden escogerse media docena de poe-
sías que alcanzan la cima poética y sufren el cotejo^ con las
mejores de los más excelsos vates.
El Cristu henditu, El Embargo, Cara al cielo, entre las Ex-
tremeñas; El Ama, Castellana, El poema del gañán, entre las
Castellanas; Las Sementeras, Los Pastores de mi abuelo, El
Himno al Trabajo, entre las Nuevas Castellanas, son las mejo-
res poesías de Gabriel y Galán, y de ellas las regionales escri-
tas en el dialecto extrempño, por saber más al terruño y ser
más poptilares.
»
151. Nació el 28 de junio de 1870 y falleció en Guijo de Grana-
dilla el 6 de enero de 1905. Su padre, Narciso Gabriel, labrador acomo-
dado de lo más riquillo del pueblo; su madre, Bernarda Galán. En Pie-
drahita es donde se formó, de los diez y seis á los diez y nueve años, en
la escuela, que estaba en una dependencia del palacio del Duque de Alba.
Carteábase en verso con su madre, mujer muy castellana, que le formó
en sus primeros pasos poéticos, escribiencío en verso á sus dos hijos. Pu-
blicó desde allí sus primeras composiciones en el periódico d^e Avila. Al-
ma delicada entre los brutos de Piedraliita, que le llamaban hipócrita, que
para ellos era lo que católico creyente y práctico. Premiáronle en Za-
ragoza unos versos al amor en 1896 ó 97, y de aquí se lanzó á escribir
El Ama, pensando en su madre y apoyado por el Obispo de Salamanca.
La Montaraza representa á su mujer, Desideria García Gascón, con
quien casó en Guijo de Granadilla (Cáceres) el año 1898, mujer tra-
bajadora, honrada, cristiana, cariñosa y seria, sobrina de un su tío, cu-
yos bienes se fué á administrar. En aquel idilio doméstico tuvo cuatro
hijos de su esposa y dióse con más ardor á la poesía. Escribió El Cristu
henditu al nacerle el hijo primero. Envió á El Lábaro la llamada Cas-
tellana. Fué premiado en los Juegos Florales de Salamanca (1901) por
El Ama, escrita á la muerte de su madure. El padre Cámara recogió
(1902) ésta, con otras poesías, en un folleto. Publicó después Castellaa
ñas, con prólogo de Villegas {Zeda), Extremeñas y Campesinas, mien-
tras ganaba premios en Salamanca (1901), Zaragoza (1902), Lugo,
Béjar (1903), Sevilla, Buenos Aires (1905). Publicó poesías en la Re-.
4 ÉPOCA REGIONAL Y MODERNISTA (1888-I907)
vista de Extremadura. Una de sus aficiones fué la caza, y distinguióse
como tirador. Cuando maestro, era á la vez amigo de sus discípulos.
En su conversación mostrábase ameno, satírico, bonachón y chispeante.
Leyó á Balmes, al padre Ceferino, fray Luis de León, Zorrilla, Núñez
de Arce y Vicente Medina, con cuya Cansera le ocurrió escribir en jerga
extremeña dialectal. Dejó al morir en Guijo tres criaturas. Su her-
mano Luis conserva todas las cartas que le escribió y copia de cuanto
compuso. Don José González Castro (Crotontilo), médico de Béjar,
redactor de El Adelanto, de Salamanca, publicó una serie de cartas de
Gabriel y Galán y posee una colección muy extensa. También guardan
cartas la familia del señor Méndez Polo, que fué bibliotecario de la
Universidad de Salamanca; su hermano dton Baldomcro Gabriel y Ga-
lán (Ferraz, 1-3, Madrid), don Miguel de Unamuno, don José Sánchez
Rojas (Alba de Tormes). Su discípulo don Mariano de Santiago Ci-
vidlades ha publicado un Epistolario de G. y G., Madrid, 1918, y desea-
ría continuarlo en otros tomos. Don Mariano de Santiago, su discípulo,
en cartas al autor: "Don José María G. y Galán nació el año 1870 en
Frades de la Sierra, particfo de Sequeros. Sus padres eran acomodadas
labradores, de lo más riquillo del pueblo, teniendo dos hermanas casadas
y tres hermanos, el mayor, Baldomcro, es abogado del Estado en Ma-
drid, y el pequeño, Luis, fué siempre labrador; ya no está en Fradts; li
hermana que vive ha sido desgraciada en su matrimonio con id medico
del pueblo, del que se separó después de tener varios hijos.'Es-os disgus-
tos hicieron gran mella en la vida del poeta, ya muy propenso a disgus-
tarse por cualquier cosa, y en sus cartas también hace referencia á ello.
A los doce años de edad vino á Salamanca y entró como dependiente en
un comercio. Un día me contó que vendieron en el comercio una man-
tilla y dijo uno de los dependientes : "Ya sacamos para el almuerzo",
y su alma delicada le impidió seguir en esa profesión, creyéndola incom-
patible con su honradez. Comenzó la carrera de maestro, que hizo con
gran provecho; á los diez y siete años ganó la escuela de Guijuelo, y
allí practicó por vez primera. Siempre fué la religiosidad lo distintiva
de sus enseñanzas, pues su lema era educar el corazón antes que la
inteligencia. El exceso de trabajo en estas oposiciones minó su salud,
y estuvo muy delicado, padeciendo siempre fuertes dolores de cabeza,
corno su madre, que fui muy guapa e inteligente, y también tenía afi-
ciones poéticas. Su padre, á quien llamaban el montaraz, casi siempre
vistió de calzón; era bajito y nervioso, bien relacionado con los políti-
cos del partido, y con tanto amor propio, que al casarse Baldomcro
con una señorita de Zamora, parece que la familia de ella, emparen-
tada con la aristocracia, se sentía algo humillada con la boda, y al ele-
gir reina de los Juegos Florales de Salamanca, dijo al poeta: '-Elige á
tu cuñada." Y con el traje de reina la dijo: "No se te olvide que si
eres reina es por un charro." Siendo maestro normal hizo oposicio-
nes, y el primer lugar estaba indeciso entre el hoy sacerdote don
Manuel Marín Rojo, maestro de Cantalapiedra, y él; el presidente del
Tribunal hizo que el ejercicio oral durara doble que lo acostumbrado^
JOSÉ MARÍA GABRIEL Y GALÁN
S. XX, I90I. JOSÉ M.^ GABRIEL Y GALÁN 5
por oírle hablar, y esto decidió el triunfo. Para hablar, su mímica era
expresiva, y su temperamento nervioso hacía matizar muy bien sus
donaires y frases chispeantes. Imitaba muy bien á cualquiera, y como á
los chicos los quería como amigos, llevábalos consigo de paseo y le que-
ríamos más que á la familia, influyendo mucho sobre nuestra manera
de ser. Tendría veintitrés años cuando fué á Piedrahita; allí vivió con
patrona, quedándose siempre hasta altas horas de la noche leyendo;
leía la Biblia, á Balmes y los clásicos. Zorrilla era su poeta predilecto,
y Núñez de Arce. Cuando publicó versos. La Cansera, de don Vicente
Medina, le gustó tanto, que me dijo: "Daría mis composiciones por
esa sola." En Madrid me dijo después que él valía más que Medina,
y no le gustaba al decirle que él le había imitado. Había conocido una
chica extremeña en un viaje que hicieron á Castillos sus tíos, y ésta De-
sideria García, fué su mujer, de Granadilla, que era sobrina de la mu-
jer de su tío, á quienes han heredado los hijos del poeta. De seis á siete
años estuvo en Piedrahita, y un curso después de casado se marchó
con sus tíos al Guijo de Granadilla, como administrador de los tíos de
ambos," Epistolario : "Perduran las impresiones cuando el espíritu que
las recibe está puro, cuando es ingenuo y fresco... En ese mismo Ma-
drid, por ejemplo, tan magnífico y brillante, me ha sido siempre imposi-
ble sentir una emoción pura, de las que quedan. Nos pagamos con la mis-
ma moneda, que es brillante, pero es falsa. Me muestra él sus gran-
dezas inmensas y yo se las contemplo con inmensas admiraciones... de
la propia clase que sus grandezas. Así se explica que en medio de Ma-
drid recuerde con ansia el pueblo y no me acuerde de Madrid en la
tremenda monotonía del lugar. No son estas cosas cosas de tempera-
mento, sino más bien estados de alma^' (pág. 72). "Unos hombres muy
brutos, disfrazados de personas durante el resto del año, se pusieron
esos días (de Carnaval) trajes muy en armonía con sus respectivas in-
clinaciones." "Me río ahora mismo al pensar que á lo mejor me estaba
hablando el vaquero de un choto que se ha quedado pellejnino y na
relamhio, ó el porquero me hablaba de algún garrapo zamarrio y arreco-
gío, mientras yo hacía tres oficios á un mismo tiempo : oír al que habla-
ba, mirar al choto ó al cerdo y componer y escribir en la cartera una re-
dondilla. Y claro, así saldría ello. Pero así se lo envié" (pág. 126).
"De teatro, nada; ni pienso en ello, por falta de tiempo y de humor
para meterme en ese género de aventuras que, por otra parte, no se
han hecho para mí. No cifro mis aspiraciones, como crees, en que se
me conozca en Madrid. Tiro á otro blanco" (pág. 161). "Si algún día
oyera usted que en el teatro se decía o se cantaba algo mío, puede ase-
gurar dos cosas: que yo había perdido algo muy bueno y que el arte
no había ganado absolutamente nada. Mucho me place hacer coplas;
pero no son de ese género las que yo hago con el alma. Y bien sabe que
no podrá hacer cosa buena el que no pone algo del alma en esas cosas"
(pág. 219). "¡Escribir yo una novela! Menester será decirle á usted
quién soy yo, literariamente, para que no vuelva usted á darme sustos
como ése. Nada, no; no soy ningún... (iba á decir Unamuno)" (página
6 ÉPOCA REGIONAL Y MODERNISTA (1888-I907)
221). Fernando Iscar Peyra, Vestigios, pág. 12: "El Ama es la cumbre
de la obra poética de Galán, "escrita de un tirón" (según confesaba el
mismo) ; influido por la muerte de su madre, llegó al Jurado de los
Juegos Florales que se preparaban en Salamanca, y era de tal fuerza
y de tan extraordinario valor, que á los pocos dias, mucho antes de
celebrarse la fiesta del certamen, estaban propagados entre la gente
de la ciudad los magistrales versos del poema, que se recitaban con
gozoso asombro. Memorable fecha la de aquellos Juegos Florales, ett
que, por si no bastara para señalarla en el recuerdo de todos la reve-
lación de tan excelso poeta, aún tuvimos, para que fueran colmados
los más ambiciosos anhelos, el discurso de Joaquín Costa, donde el por-
tentoso talento dijo con voz de emoción, temblona y llorosa, sus deses-
peranzas y temores en palabras (i que ojalá no sean proféticas !) sobre
el negro destino de la Patria. Galán es único en la lírica española, y
no se le encontrarán parentescos ni filiaciones, por mucho que se es-
fuercen en hallar vínculos y descubrir influencias los tenaces investi-
gadores de estirpes y linajes. Los poetas con quienes se le pretende
emparejar cantaron el campo más por hastío y queja de la ciudad que
por apasionado amor á la naturaleza. Versos de convalecientes, en los
que parecen verter su agradecimiento al tónico consuelo de la campiña
que suaviza el dolor del alma y alivia el padecer del cuerpo; A^ersos de
descanso, alto en la lucha, remanso de quietud!, tregua en la pelea,
cuando el ánimo caído y tronchado por el vendaval de la batalla se
adormece y se entumece en el "nirvana" con las brisas que son calma
y paz y sosiego interior. Versos remilgados y pulidos de égloga, con
zagales rubios y corderos de Belén, con paisajes candidos y figurillas
ingenuas; versos d^e blandujería y artificio, sin olor de heno, perfuma-
dos con femeninas esencias; versos de turismo ó de jira campestre,
de filosofías librescas injertadas en los árboles, colocadas al margen de
los senderos ó sembradas por la sabiduría de los poetas cultos, que lleva-
ron á los campos libres la impresión literaria de los párrafos, donde la
naturaleza disecada está entre las palabras, como una flor marchita en-
tre las páginas de un libro. Ni el maestro fray Luis, que fué hombre
muy de ciudad, según me han enseñado los libros claustrales de aquella
Universidad salmantina, favorecida por su brío y sus pasiones ; ni fray
Luis, que por ser muy generoso de sus ímpetus en las polémicas de la es-
cuela sintió crecer con bello egoísmo su alma en las soledades de la Fle-
cha ; ni mucho menos Meléndez Valdés, en el que la ilustre Condesa de
Pardo Bazán ha creído ver un ascendiente de nuestro poeta, están en el
plano de José María Galán, porque fueron muy otros los rumbos de su
inspiración. Galán es Castilla, y de él se puede decir con el romancero
que la tierra llana se va ensanchando delante de su lira, que todo lo abar-
ca. En él, el amor es fecundidad, hacer y criar hijos, sembrar cosecha,
para que rebosen los graneros y paneras; amor creador, varonil, po-
tente, que le lleva a veces hasta los bordes del realismo más atrevido
— sobre todo en sus admirables trabajos en prosa — , sin que pueda re-
frenar su vehemencia y sin que quiera buscar hipócritas tapujos y ho-
S. XX, I90I. JOSÉ M.^ GABRIEL Y GALÁN 7
jas de viña para cubrir la bella honestidad del desnudo. Las poesías
extremeñas de Gabriel y Galán tienen menos paisaje, pero más emo-
ción que muchas de las castellanas. Ese lenguaje que llamó Maragall
"desarrapado", temado al oído con todas sus corrupciones y destem-
planzas, es lenguaje que parece hecho para expresar dolores y angus-
tias del pueblo aldeano, porque su música arrastrada, gutural, áspera,
honda, como si fuera el hervor del alma, que en torpe y primitiva ex-
presión se traduce y expansiona, suena en los trances dramáticos como
aullido ó lamento de fiera castigada y sabe en los episodios entrañables
á bondad de gentes infantiles para quienes la suerte de sus hijos y de sus
ganacíos — todo revuelto — , la muerte de la compañera ó la desdicha de
los negocios, les daña el corazón, produciendo esos ayes de trágica so-
briedad ó esas ingenuas cavilaciones con que los espíritus rudos mues-
tran la viveza y malicia más ó menos despierta de su instinto." Mar-
tín D. Berrueta (El Lábaro^ núm. extraord.) : "Galán ha amontonado
tesoro de palabras para la poesía, ha traído al sabor y deleite expre-
siones y términos no manoseados, de vigoroso sentido, cargados de
dulzura... El realismo de Galán es espiritualista, y es realismo verda-
dero : ha logrado decir con palabras lo que Dios ha criado para recreo
del alma, embeleso del sentimiento y bendición de su Providencia. Es-
cribía Galán en el campo, á la vista de sus encantos, presenciando las
magníficas escenas de la vida campesina, pacífica y amable. Se han re-
cogido todos sus cuadernos^ los que él llevaba al campo y llenaba de
sus hermosas canciones mientras presidía desde el repecho la semen-
tera y encauzaba las labores de sus cuidados y fatigas. En el campo
lo escribió todo, y salían aquellas estrofas esculturales de una tirada,
sin enmienda. Cuando volvía á casa, en el austero cuarto de su escri-
torio ponía en limpio las cuartillas y contestaba á sus amigos y admi-
radores... En esos cuadernos quedan inéditas muchas composiciones:
ensa3'os también de mayores empresas, pues no eran poco insistentes
los ruegos de amigos y literatos ilustres para que Galán dedicase su
inspiración á la leyenda y al teatro. Se ha encontrado el plan y varios
fragmentos de un poema titulado Ana María, pintura de los campos
castellanos y del alma de sus moradores, dividido en cuatro cantos, con
el título de las cuatro estaciones, y los comienzos también de otro poema
titulado El Avio. Un libro de poesías, preparado ya para la imprenta,
compuesto, entre otras, de las siguientes, inéditas: Las Repúblicas, Los
Sedientos, Treno, El Barbecho, Noche fecunda, / Trisca, vaquerillo !, Las
Sementeras, La Barada de los tres, ¿Qué tendrá?, y algunas más; Can-
to al trabajo y A la montaña, premiados en Buenos Aires, y Las Se-
quías, El Cantar de la chicharra y otras ya publicadas en revistas y
periódicos. Como prosista esmeradísimo también ha de ser conside-
rado Galán: el difícil estilo epistolar fué fácil y llano para nuestro
poeta, y varios son los afortunados que guardan coleccionadas las car-
tas de Galán, y algunas han sido publicadas en estos días de su muerte.
Escribió en prosa bellísimas historietas; en la Revista de Extrema-
dura he leído Quijotada, Majada blanca, El Vaquerillo y otras, y en
8 ÉPOCA REGIONAL Y MODERNISTA (1888-I9O7)
El Adelanto publicó la sabrosísima del Tío Gorio. Lo último que com-
puso parece averiguado fué la Canción, que ha corrido por toda la
Prensa." Juan Marr.gall, pról. á Extremeñas; "Lector: He aquí un li-
bro de poesía. Y no sería menester más prólogo que estas seis palabras,
si los que solemos llamarnos poetas ó críticos no profanáramos cien ve-
ces al día el santo nombre de Poesía y no te hubiéramos hecho perder
con ello el sentido de esta palabra tan grande. Te ofrecemos á cada
paso el juego de unas cuantas palabras muertas, arregladas con arti-
ficio de embalsamadores de cadáveres en un determinado ritmo de so-
noridad exterior, y te decimos: Ahí tienes poesía. ¡Mentira!... Tú
lees ú oyes recitar juegos de palabras que halagan más ó menos tu
sentido musical y hasta á veces tu sentido ideal ; este superficial halago
te entretiene un rato y, si no dura demasiad!o, te hace prorrumpir en
exclamaciones de aplauso. Pero en seguida que ha cesado la cantilena,
sientes como una liberación, te parece que has recobrado la libertad de
tu vida, y vuelves á tus pensamientos, al hilo de tus preocupaciones, á
tus quehaceres ordinarios, sin que aquella cantilena haya dejado en
ellos ni en ti mismo otro rastro que el de un vago entretenimiento ó
gusto de los sentidos; como si hubieras jugado á un juego ameno ó
hubieras tomado un helado... Todo el libro es así, vivo; todo él escrito
en ese lenguaje desarrapado, es decir, vivo; escrito en dialecto, como La
Ilíada y la Divina Comedia; porque no son las lenguas las que hacen las
obras, sino las obras las que hacen las lenguas. Y la poesía grande, la
viva, la única, gusta mucho de brotar en dialectos... ; dialecto es la cons-
tante germinación de las lenguas en boca del pueblo, que es, como si
dijéramos, la madre tierra de las palabras: todas salen de ella y todas
vuelven á ella; allí nacen, allí mueren, allí se transforman, se modu-
lan, se combinan y renacen, y se mueven, en fin, en toda la libertad de
su naturaleza. El pueblo siempre habla en dialecto, es decir, en liber-
tad, en perpetuo movimiento; y cuando una lengua quiere definirse en
una fijeza de perfección y desecha la compenetración con sus dialec-
tos, con el pueblo, aquella lengua muere momificada en su perfección.
Pues bien, la poesía no es otra cosa que la palabra viva, la palabra
palpitando todavía el misterioso ritmo de su origen divino en la boca
del pueblo, que es su madre tierra. ¿Qué irá á buscar el poeta en las
hojas de herbario de un Diccionario de Academia? ¿Flores secas bien
clasificadas? No; el poeta va á la vivacidad de los campos, á la boca
del pueblo, á su dialecto, rural ó ciudadano, porque la vivacidad de éste
es la condición de la verdadera poesía, de la palabra palpitante de sen-
tido... La pasión humana, sincera y viva, él la sentía brotar en el am-
biente popular que respiraba, en esa lengua extremeña de las gentes
sencillas que le rodeaban, de cuya vida él participaba con amor, que es
el alma de la expresión humana ; de esas gentes para las que él era un
padre, que le contaban sus cuitas, que le sometían sus conflictos, que
le pedían coplas para sus cantares, que le adoraban en vida, y que
después de su muerte vigilaron la tumba por temor á que les arreba-
taran su cadáver para darle otra sepultura de más gloriosa apariencia.
S. XX, I9OI. JOSÉ M.^ GABRIEL Y GALÁN 9
Estas buenas gentes presintieron bien que aquel hombre era suyo aun
después de muerto, que era su verbo, la voz de su alma extremeña."
Miguel Unamuno, Pról. á El Poema de la tierra, de C. Rodríguez Pi-
nilla: "Quisieron hacer creer á los ingenuos y los incautos que Galán
era una especie de flor bravia silvestre, casi sin cultivo y que sintió y
vio el campo en sentimiento y visión inmediatos y como si él lo hubiese
estéticamente descubierto. Nada más lejos d'e la verdad. Galán, que fué
maestro de escuela y estudiante de magisterio, leyó mucho, mucho
más de lo que quieren hacernos creer esos sus inconsiderados incensa-
dores, y su sentimiento del campo tiene, afortunadamente para él y
para su obra, mucho de culto, de cultural, de literario. La literatur"
nuestra clásica literatura, fray Luis sobre todo, y no pocos poetas con-
temporáneos, ya españoles, ya extranjeros, le enseñaron á ver y á sentir
el campo." Pardo Bazán, Pról. á. Nuev. Castellanas: "Este poeta tan es-
pañol, pero tan del terruño, Gabriel y Galán, consiguió lo que no han lo-
grado otros de tronido y campanillas, qne han sido ministros, grandes
cruces y académicos de todas las Academias, pero á quienes al morir no
les llora más que su familia..., pertenece al número de los que encarnan
el país en que nacieron. Lo encarna, lo representa, no porque sean
tema de su poesía las costumbres, las descripciones del paisaje, la vida
exterior castellana, en suma, sino por algo más entrañable, más del es-
píritu, por la esencia tradicional, penetrante como un perfume antiguo,
que emana de sus versos. Lo tradicional es lo íntimo de un pueblo, lo
que un observador y sentidor delicado aprecia, desdeñando tal vez lo
pintoresco, el color local, elemento secundario... No es menos curioso
relacionar la impresión directa del campo en el maestro León, en Me-
léndez Valdés, en Gabriel y Galán. El aristocrático, el estético, el ar-
tista, es el Maestro; el razonador, y, por consiguiente, el prosaico, Me-
léndez ; pero el espontáneo, el que trasciende á terrón removido, el ver-
dadero campesino, es el poeta charro." Conrado Muíños, Gabriel y
Calan, 1905 (en Ciudad de Dios, LXVT : En 1901 fué cuando) "salió
una voz robusta y vibrante que entonaba un canto antiguo y nuevo,
conocido y desusado... y cuando se abominaba de la meseta central
en que se elaboró nuestra Historia, se levantaba á vindicarla brioso
hasta en aquello que ya se tenía por inconcuso: su absoluta, su irre-
mediable falta de toda belleza y de toda poesía".
Gabriel y Galán: Cuentos, 1901 (en Rev. de Extremadura). El
Cristu hcnditu, 1902 (en Esp. Mod., mayo). Poesías, Salamanca, 1902.
Extremeñas, ibid., 1902, 1905 (3.' ed.). En fahla del lugarejo, 1903 (en
Esp. Mod., marzo). Campesinas, Salamanca, 1904, 1906 (3." ed.). Can-
ción, 1905 (en Esp. Mod., febr.). Nuevas Castellanas, Salamanca, 1905.
Religiosas, ibid., 1906. Obras completas, Madrid-Sevilla, 1909, 2 vols. ;
Madrid, 1912, 1917. Epistolario de G. y G., por Mariano de Santiago,
Madrid, 1918. Cartas y poesías inéd., ed. Castro Blanco Cabeza, Ma-
drid, 1919. Consúltense : E. Pardo Bazán, Retratos y apuntes literarios
{Obras compl., t. XXXII, págs. 82-116). Conrado Muíños, G. y Galán,
en La Ciudad de Dios, LXVI, págs, 177-187, 265-279, 400-408, 485-494,
10 ÉPOCA REGIONAL Y MODERNISTA (1888-I907)
574-583. B. Rodríguez, Memorias sobre J. M, G. y G., París, 1913 (en
Revite Celtique). J. Sánchez Rojas, Elogio de G. y G., 1913 (en Nues-
tro Tiempo). Las Dos joyas de G. G., 1905 (en Ciudad de Dios, LXVI,
210-220). Hipólito González Rebollar, El Poeta de Castilla, á la me-
moria del malogrado don J. G. y G., Salamanca, 1905. E. Pardo Bazán,
Discurso, Salamanca, 1905. Ángel Guerra, G. y G., 1905 (en Nuestro
Tiempo (V. 336-345). El Lábaro, número extraord.. Salamanca, 20 en.
1905. Francisco Moran, Por Gabriel y Galán, conf., 1905. Alberto y
Arturo García Carrafa, G. y G., Madrid, 1918. Juan Neira Cancela,
Confer. á la memor. del poeta J. M. G. y G., IMadrid, 1905. Padre Luis
Herrera, G. y G., 1910 (en Razón y Fe). En Plasencia (1913) fueron
premiados dos trabajos en certamen literario, uno de La Fuente, otro
de Santiago Cividad'es. F. García, Gabriel y Galán, 1918-19 (en Ciudad
de Dios).
152. Año igoi. Juan Ramón Jiménez (n. 1881-), de Mo-
guer (Huelva), uno de los fundadores de Helios (1903), cola-
borador de Electra (1901) y de otras revistas, es el poeta más
modernista de España y el miejor en España de los poetas mo-
dernistas ; es una clara prueba de lo descaminado de aquella es-
cuela decadente y fué en la primera mitad de su vida literaria
triste y dolorosa víctima de ella. Por propio temperamento es poe-
ta sencillo y sentimental, quiere decir becqueriano. Enamorado
de la infantil poesía se halló al nacer. En las flores becqueria-
ñas libaba con ansia, cuando los brillantes destellos del moder-
nismo le arrastraron, deslumbrado cual inexperta mariposa.
Al desaparecer aquellas artificiosas fosforescencias, que dura-
ron lo que la breve fulguración del rayo, volvió á sii propio
ser. Echó de sobre los hombros de su Musa la deslumbrante
vestimenta, cargada de falsa pedrería, y cayó de rodillas, es-
pantado de la no vista antes hermosura que ofrecía su natural
desnudez. El mismo nos lo ha dicho galanamente :
"Vino, primero^ pura,
vestida de inocencia;
y la amé como un niño.
Luego se fué vistiendo
de no sé qué ropajes;
y la fui ocíiando, sin saberlo.
Llegó a ser una reina^
fastuosa de tesoros...
¡Qué iracundia de hiél y sin sentido!
S. XX, I90I. JUAN RAMOX JIMÉNEZ !!■
...Mas se fué desnudando,
y yo le sonreía.
Se quedó con la túnica
de su inocencia antigua.
Creí de nuevo en ella.
Y se quitó la túnica,
y apareció desnuda toda...
¡ Oh pasión de mi vida, poesía
desnuda, mía para siempre !"
Encarémonos con el poeta modernista que fué. De sensi-
bilidad delicada y hasta enfermiza, de vaga visión, conforme á
los cánones de la escuela, bordó con palabras bonitas y epíte-
tos de color y de olor un tisú, visto á tan poca luz que no se
distinguen bien los dibujos, notándose tan sólo el chispear de
luces y el rasguear de líneas, alguna linda frase, algún verso
halagador, sonando luego otros no tan bien sonantes versos y
otras harto descosidas frases. Sensaciones vagas del campo, de
las estaciones, del amanecer, del caer de la tarde. Crepuscular-
y otoñal poeta, juega mucho de los colores, acopla sensaciones
y epítetos que no casan bien, menudea algunas palabras que-
evocan cosas ricas ó delicadas, oro, rosas, lirios, color malva,
y las mezcla en todas partes, con lo que las varias impresiónen-
se confunden y son tan generales que no dejan mella en el re-
cuerdo. Tiene metáforas atrevidas, gongorinas; epítetos im-
propios y enigmáticos. Algunos versos suenan á desvencijados.
Hay que poner á veces muchísima atención y fatigarse para
entender y á veces no se alcanza la idea del poeta. En suma,
insinuar, como los modernistas decían, con vaguedad y oscu-
ridad y hasta con indescifrable logogrifo. Y, sin embargo,
entre el desgrane de lindas palabras y las irisaciones de un de-
cir calidoscópico' casi sin ideas, trasparentase algo de sensa-
ción delicada y finamente poética, que pregona ser verdadero
poeta el que nos habla. Tiene visiones deliciosas y sentimien-
tos sutiles. "El campo duen-ne, temblando | en su celeste tris-
teza." ¿Qué significa aquí celeste? ¿Y qué en "Hay una ti-
bia pradera | celeste, de luna pálida"? "Y en un remanso hay
un sapo I extático y mudo, que ama, 1 tristemente, desde le-
jos I á no sé qué estrella blanca." Pase que el poeta sepa que
ese sapo ama á una estrella blanca, y no á su sapa ; pero siendo
de noche y estando mudo, ¿cómo ve que hay en el remanso taK
I a ÉPOCA REGIONAL Y MODERNISTA (1888-I907)
sapo y que está extático? Los antiguos dirían que eso es una
tontería, y... lo imismo decimios los niiodernos. "Y el cielo es
violeta y triste, | un cielo de abril, un bello cielo violeta."
¿No hay impropiedad en que el cielo sea triste, violeta y de
abril, bello á la vez ? Abril y triste no casan bien. " Sueñan y la-
ten los pájaros." El latir es del perro ó del pulso; de los pá-
jaros no se entiende. "Cuando mayo | pone al alma de los ár-
boles I un oro tibio y romántico." ¿Qué alma será ésa y qué
oro ese romántico? "Fragancia cruda y mojada" : este juntar
cosas que nada tienen que ver se llama en romance disparatar.
¿Qué es una fragancia cruda F ¿Qué una fragancia mojada?
"El mundo es un confín | con tres verdores vagos y una rosa
de seda." Diríase acertijo por descifrar, ¿Qué significa "el
sol en flor", "la brisa azul", "color de elegía", "jardín de oro,
espectral, amarillo", "lívida soledad", "húmeda calma", "ver-
dor con ritmo", "paz doliente y de míúsica", "perfume do-
liente", "auroras de poniente", "sur de nieve", "perfume de
distancia", "cristalinas flores", "nostálgica azucena", "sueño
de plata", "áurea fragancia"? O son adivinanzas ó cubileteo
de epítetos que pasan de una mano á otra y se arriman al azar
á los nombres. Y con todo eso este poeta hizo en su primera
época algunas composiciones, en las que se olvidó del moder-
nismo y se acordó de lo popular. ¡ Ay !, entonces venios al
poeta :
"Ya estaba la noche azul >
sobre los campos de trigo...
i qué olor más bueno traía
la noche por los caminos !
Andábamos monte arriba,
bañados de luna... Tú
me diste, Blanca, ¿te acuerdas?
un ramo de almoraduj."
Increíble parece sea el mismo poeta el que compuso "A mi
mejor amigo", que puede verse en la página 136 de la magní-
fica edición de sus Poesías escogidas (1917), y que yo no he lle-
gado á descifrar por más que me he puesto á discurrir. Pasó
la época y la racha modernista; hízose el poeta más traspa-
rente cada vez, jugueteó menos con palabritas, ahondó en las
ideas, allegóse en tono y metros no pocas veces á la poesía po-
JUAN RAMÓN JIMÉNEZ
S. XX, I90I. JUAN RAMÓN JIMÉNEZ 1 3
pular y fué poeta sencillo, hondamiente sentido y humanO', sin
dejar de ser imlpresionista y delicado; bien que siempre exqui-
sito, aristocrático y con alguna vaguedad. Si no fuera por es-
tas huellas que del modernismo le quedaron, ó que con él re-
nacieron, tendriamos en él á uno de los continuadores de Béc-
quer, en lo sencillo y sentimental. Que á esto han vuelto tras
el modernismo todos los verdaderos poetas. Realmente, para
volver á lo becqueriano, que era su propia manera, no había
para qué haberse andado varios años tras los mlodemistas y
decadendistas franceses, cantando lindamente vaciedades y lo-
gomaquias. Aiños miserablemente perdidos para el arte. Véase
esta sencilla y admirable composición (pág. 305) :
"Limpio iré a tí,
como la piedra del arroyo,
lavacío en el torrente de mi llanto.
Espérame tú, limpia
cual una estrella tras la lluvia
— la lluvia de tus lágrimas — ."
"De lo íntimo que, aparte de los verso?, puede interesane.
— >me escribía el autor hará dos años — , no le diré más sino que
toda mi vida marcha hacia lo que considero la belleza y la
verdad, sin trabas que dependan de mí. Todo lo resuelvo con
estas tres normas: Amor, Belleza y Verdad." Así es. Tal fué
siempre Ramón Jiménez como verdadero poeta. Sino que du-
rante unos años le deslumhró el decadentismo modernista, cual
si fuese la Belleza y la Verdad, influyendo acaso algunos des-
arreglos fisiológicos disculpables. Aquello pasó ; ahora bien pue-
de decir:
"i Oh pasión de mi vida, poesía
desnuda, mía para siempre."
Platero y yo, libro' en prosa de candorosa é infantil naturali-
dad, veteada de fino y elegante humorismo, es una de sus me-
jores obras. Ramón Jiménez, repitamos, el poeta más moder-
nista de España y el mejor en España de los poetas modernis-
tas, es una clara prueba de lo descaminado de aquella escuela-
decadente y fué en la primera mitad de su vida literaria triste-
y dolorosa víctima de ella.
14 ÉPOCA REGIONAL Y MODERNISTA (1888-I907)
153. Arturo Marasso Rocca, en Nosotros, febr., 1916: "Jiménez,
.autor de algunas preciosas composiciones en medio de una floresta
.artificiosa de amoríos irreales y rimados." Cansinos Assens, Los Her-
tnes, 1916, pág. 155: "De los" moradores en la torre de marfil, este
fino y doliente Juan Ramón, cantor de las ninfas sutiles, es acaso el
más puro..., su aposento es el más alto y recóndito... y los jardines
en que su leve sombra vaga no son visitados sino de la luna..., perma-
nece siempre retraído y lejano y solo..., no ama sino á la dulce luna:
y de las mujeres, nada, sino la sombra tenue... Las virtudes esenciales
del nuevo poeta : el amor ingénito á la sencillez, tanto en el fondo como
en la forma..., la melancolía noble y casta, el sentimiento de la égloga
y de la pastoral... Este horror al profano ruido le hizo recluir su es-
píritu en la torre de marfil; y su cuerpo, en que su alma está enferma
de un mal de selección, en blancos y quietos sanatorios... Su rareza
está toda en el espíritu... Vamos á verle... á aquel Sanatorio del Rosa-
rio... J. R. es quieto y frío como una sombra, impasible hasta cuando
nos muestra el retrato de Verlaine. Y pulcro como un mármol- Lleva
ya la barbilla faunesca, á lo Rubén; viste de oscuro, con la elegancia
de un dandy y es como un Musset juvenil, pálido y fino... Todo es
pulcro en él y á su alrededor. Todo, hasta las cuartillas que nos mues-
tra, de un noble papel rígido, en que él escribe sus versos con una fina
letra vertical..., la firma, con una simple raya por toda rúbrica... J. R.
está poseído por el anhelo de lo sutil, de lo exquisito, de lo raro. Este
anhelo será el que determine sus mayores extravagancias líricas, que
vendrán después de Rimas y de Arias tristes y de Jardines lejanos en
aquellas primavclerías con que saluda á Rubén, duque de melancolía, y
en aquellos libros publicados descíe la provincia. Hojas verdes. Ele-
gías lamentables (1908), Baladas de primavera (1910), y este anhxlo
es el que determina ya en Rimas, libro sencillo y claro, la aspiración á
dar sensaciones cromáticas tenuísimas y á reproducir diluidos matices
celestes de ocasos y nocturnos. Este anhelo suyo de lo exquisito, que re-
fina en un tono más menor, aprendido acaso de Samain y Guerin y
Verlaine; la voz algo bronca que trajo del Mediodía y cubre de una
niebla del Norte sus luces de sol, le hace amar... los tenues colores y
el lunático silencio del otoño, la serenidad y limpidez de los ponientes
y esa vaguedad septentrional que tienen sus paisajes, apenas florecidos
de nacientes violetas... J. R. ha sido el poeta del otoño... De 1900 á
1908, Rimas (¡oh, el recuerdo de Bécquer!), Arias tristes. Jardines
lejanos, son los libros en que se explaya con profusión y acaso con mo-
notonía, esa ternura melancólica del poeta... En el fondo, toda esta
ternura sin objeto preciso, este místico retraimiento, este miedo del mun-
do y de la vida, esta aprensión de la muerte, tocio esto por lo cual J. R. es
considerado como un ultradecadente. . . no es sino una crisis de la puber-
tad, la congoja con que un corazón joven, delicado y sutil, aguarda la
llegada, fatalmente segura, de la mujer... En Arias tristes ya la esperadla
ha hecho su aparición. Hacia 908 J. R. retorna á la provincia, y desde
;allí publica Las Hojas verdes. Elegías intern%edias, Elegías puras, etc.
S. XX. 190 1. CASILDA DE ANTÓN DEL OLMET 1 5
La visión de la aldea... Baladas de primavera, lleno de ingeniosidades
aldeanas..., se hace aquí aún más sencillo..., se hace también más con-
ceptuoso y alambicado. En los libros de esta época es donde está lo ver-
daderamente raro de J. R., las expresiones ultragongorinas, las visio-
nes estrábicas... Pero de esta época es también Melancolía (1912),
■donde está esa admirable sinfonía En tren, en que el poeta, por la pri-
mera vez, se encara resueltamente con la realidad... Y... ese humo-
rismo fino y afectuoso... en que, en Platero y yo, cuaja aquella sonrisa
irónica..., ese humorismo benévolo de los místicos al referirse al cuer-
po, al asnillo..." Obras de J. R. Jiménez: verso: Almas de violeta^
1900. Ninfeas, 1900. Penumbra, 1901. Rimas de sombra, J902. Arias
tristes, 1903. Jardines lejanos, 1904. Pastorales, 1905. Olvidanzas, 1907.
Elegías, 1908. La Soledad sonora, 1908. Poemas mágicos y dolientes,
1909. Arte menor, 1909. Laberinto, 1911. Poemas agrestes, 191 1. Me-
lancolía, 191 1. Poemas impersonales, 191 1. Libros de amor, igi2. El
Dolor solitario, 1912. Domingos, 1912. El Silencio de oro, 1912. La
Frente pensativa, igi2- Bonanza, 1912. Pureza, 1912. Unidad, 1913.
Estío (1915), 1917. Sonetos espirituales (1914-15), 1917. Poesías esco-
gidas (1899-1917), Madrid, 1917 (600 ejempl.). Eternidades, 1918. Um-
brales, 1918. Piedra y cielo, 1919. Prosa: P'ulabras románticas, 1906.
Comentario sentimental, 1908. Ideas líricas, 1908. Paisajes líricos, 1908.
Recuerdos, 1911. Insomnio, 1912. Pensamientos, 1912. Odas libres, 1913.
Platero y yo, elegía, andaluza, 1914, 1417. Los Ojos abiertos, 1916. Dia-
rio de un poeta recién casado (1916), 1917. Verso y prosa: Baladas de
primavera, 1907. Baladas para después, 1908. Diálogos, 191 1. Esto, 191 1.
154. Año igoi. Sixto Celorrio y Guillen (n. 1870-),
de Calatayud, abogado y diputado en Zaragoza, gobernador de
Granada, es tenido por el prim-er coplero aragonés gracias al
ingenio y sabor baturro de sus cantares, ó cantas, verdaderas
cantas, de las que llegan al pueblo y, olvidado el autor, corren
á poco como populares y anónimas. De pocas ternezas en la
expresión amorosa, como suelen ser las que en Aragón se can-
tan; pero, como ellas, de honda y sincera verdad, con sus pun-
tas de socarronería, tan inocentona, al parecer, como fina é
ingeniosa.
José Ortiz de Pinedo (n. 1881-), de Jaén, colaborador
de la Rev. de Arte y át A B C (1903), etc., prosista natural, cas-
tizo y ameno, siempre agradable y que retrata la realidad bien
condensada; poeta bien sentido.
Casilda de Antón del Olmet (n. 1871-), sevillana, hija
de don Fernando de Antón del Olmet y hemiana de los dos
escritores de este apellido, mujer varonil y desengañadamente
l6 ÉPOCA REGIONAL Y MODERNISTA (1888-I907)
serena, pero que encubre hondos sentires en su alma, estrena
En conciencia, comedia, 1901, y publicó Cancionero de mi tie-
rra, Madrid, 191 7. Son del tono popular en lo escueto, natu-
ral y sobrio de la fomia, en lo sentido del fondo y hasta en la
sencillez del ritmo, que á veces di j érase poco apretado, suelto
al desgaire, todo lo cual enaltece sobremanera á la poetisa po-
pular. La mayor parte de ellos son dolientes y desengañados^
como los del pueblo andaluz, y á veces atina por tan acabada
manera, que parecen cantares realmente populares.
José de Maturana (f 191 7), argentino, mediano sainete-
ro, pero poeta hrico que ganó mucho con su viaje á España,
como se ve en Naranjos en flor, en La Canción del molino,.
melancólico recuerdo del pasado castellano, y otras poesías.
155. Eusebio Blasco: "Lo que más me ha chocao á mí es lo bien
que hace usté las canciones pa cántalas á la guitarra. En eso, que no
se cansen ni se den tozoladas los otros, que paice que ha nacido usté
cantando. ¡ Rediez, qué cancioncicas ! ¡ Si me se figura que hi vuelto
á cuando era estudiante y salía de ronda !" Los Quinteros, Pról. á
Jotas: "Libro de jotas sano, fuerte y sabroso, como fruto de su país...,
eco de cien rondallas, en que dos poetas cultos, al imitar los cantares
diel pueblo, no han hecho sino regalarle algunos más con que enrique-
cer su vario tesoro...; libro de gotas de sangre, de tragos de vino, de
granos de sal, de flores de los campos... Lo que no hallarás en nin-
guna jota verdadera es nada que trascienda á malsano sentimentalis-
mo, á flaqueza, debilidad ó cobardía de ánimo, á enfermizas torturas
del corazón; pero noble pasión, ternura honda y serena, lágrimas que
queman el rostro, dolor intenso, ¿cómo ha de discutirse que se en-
cuentran en muchas jotas dignas de tal nombre?... Otro interesante
aspecto de la jota, acaso en el que estriba su más fuerte é indiscutible
originalidad, se refiere á las creaciones de la musa burlesca, satírica,
maliciosa á ratos, á veces candorosa, pero siempre chistosa é inespe-
rada en sus o.nanaup? y salieras de tono." J. Celorrio: Paella aragonesa,
cantares, cantos, etc., Zaragoza, 1901. Jotas, cantares aragoneses (con-
Alberto Casañal), ibid., 1912.
Emiliano Ramírez, en Helios, t. III, pág. 367: "En Dolorosos, úl-
timo libro del poeta Ortiz de Pinedo, he visto fielmente transparentarse
su alma. Y ella tiene grande semejanza con la mía, porque es un alma
sin oriente y sin consolación, que duda, rebusca, implora, solloza, aco-
metida de un vago anhelo, quintaesencia de todas las nostalgias y de
todos los presentimientos...; cada poesía suya es una gota de su alma
y de su sangre..., es la poesía efe la pesadumbre, la poesía del llanto...
Pinedo piensa como Lamartine, y piensa bien...; sueña mucho y sue-
ña con todo..., espera el amor..., y también sueña con mayo... Pero...,.
SIXTO CELORRIO. — ALBERTO CASAXAt
S. XX_, I90I. JOSÉ DE MATURANA 1 7
siente ¡más la amargura del vivir..., es la confesión intensa y sencilla
de un alma." Ortiz de Pinedo, en carta al autor: ''Reproducir la vida
con toda fidelidad... y sin retórica; tal debe ser — en mi opinión — el
ideal del arte ; pero — aquí de la misión artística — copiando de la rea-
lidad solamente aquello digno de copia, esto es, excluyendo lo feo y
lo avieso, que de ambas cosas no puede el arte, por buena voluntad que
tenga, extraer algún placer estético. Decir, sí, toda la verdad de la
vida, pero cuidando de poner un poco de luz sobre sus miserias y do-
lores; porque pintar por pintar lo feo y repugnante es convertir el
arte de señor en esclavo, y el arte debe ser soberanía." J. Ortiz de Pi-
nedo: Poesía: Canciones juveniles, Madrid, 1901. Poemas breves,
ibid., 1902. Dolorosas, ibid., 1903. Huerto humilde, ibid., 1907. La
Jornada, ibid., 1910. Prosa: Las Feas, com., 1909. De la realidad y
del ensueño, Madrid, 19 10. EL Pobre amor. La Dulce mentira y Con
el corazón no se juega, ibid., 191 1 (t. LXXV de Bibl. Patita). Farsas
de amor, ibid., 1913.
Pedro Novo y Colson, Pról. al Cancionero : "Predominan en su
alma (de Casilda) la sinceridad y una delicadeza de sentimientos con-
movedora..., nunca asiente con una palabra á femeniles maledicen-
cias... Yo presencié las sátiras y saña imponderables con que accgió
este drama un público taurino. Y luego diescubrí en el rostro demu-
dado de la joven autora tal mezcla de estupor, amargura 3^ altivez,
que pude vaticinar sus propósitos : Casilda no volvería nunca á es-
cribir para el teatro. Las desi.usiones, tan crueles en la juventud, im-
pusiéronla desde entonces un silencio absoluto. Pero algo superior á
la voluntad más firme le hizo al fin coger la pluma de cuando en cuan-
do, cada vez por breves mementos, hasta encontrarse escrita insen-
siblemente esta colección de cantares... Dice Rosalía en Amores catí-
tivos :
"Era dolor y era cólera,
era miedo y aversión,
era un amor sin medida,
era un castigo de Dios."
Estos versos podrím servir de epígrafe sentimental á los que con-
tiene el presente libro, pues casi todos parecen condensadcs en tan
amarga estrofa... Su temperamento es tranquilo, hasta el punto de
no haber amado nunca... Yo dudo un poco de la insensibilidad amoros?»
de Casilda y vislumbro algo de sacrificio hecho en aras de una in-
mensa ternura filial."
Roberto F. Giusti, Nuestros poetas jóv., 1912, pág. 116: "Si Ma-
tur na sólo hulñese e^c•.■ito las colecciones dj sonetos, Cromos (1901)
y Poemas de color (1902), y las composiciones de Lucila (1902) — ¿y
hubo quienes las aplaudieron? — , en verdad que no merecería que se hi-
ciese mención de su nombre. Son sonetos y poemas que están... más
allá del bien y del mal. En ellos Clío escribe rondeles, el piso se llama
(plafón y todo anda de la misma manera: cabeza abajo. Hacen una
Ti Mü XII. — 2
l8 ÉPOCA REGIONAL Y MODERNISTA (1888-I907)
algarabía tal de neologismos, ripios y monstruosos acoplamientos de
palabras y de imágenes que acabarían por trastornar el seso al más im-
penitente lector de vcrs.ficadores decade. ;tes y analfabetos. Doblemos
la hoja. Posteriormente un cierto progreso ha habido en su manera de
expresarse. Se advierte en su último libro, Las Fuentes dA Cüinnj,
en el cual reunió, en 1909, todos los "poemas de combate, de esperanza
"y de amor", escritos en el correr de unos cuantos años. No demues-
tra, es cierto, haberse corregido completamente de la hueca fraseología
de antaño, ni que aiin haya alcanzado la debida propiedad del len-
guaje y la estricia coherencia de las imá^^cnes; sin embargo, no es
corta la distancia que media entre los Poemas de color y las más acer-
tadas poesías de Las Fuentes del camino. Es difuso, no sabe ceñirse;
de ahí su inhabilicíad en el soneto, que inútilmente se esfuerza por
dominar; al contrario suele portarse, si no ccn gloria, al menos sin
mengua, en los versos sueltos ó simplemente asonantados, por los cua-
les su caudaloso estro se expande con 1 bertad. Su musa más inspi-
rada es la que le sostiene en el combate; donde Maturana suelta mejor
la voz es en las imprecaciones, en sus cantos de rebeldía, si bien más
enfáticos que vigorosos. Cantos monótonos, ya lo he dicho, que giran
continuamente en el mismo círculo de tropos y de ideas, que adolecen,
además, de todos los defectos de la poesía de circunstancias ; pero que
siquiera le dan im carácter á su autor: el de poeta social." José de
Maturana: Cromos, sonetos, B. Aires, 1901. Poemas de co^or, ibid.,
1902. Lucila, 1502. Las Fuentes del camino, poemas de comíate, de
esperanza y de amor, 1909. Naranjo en flor, Madrid, 1912; B. Aires,
1918. Canción de primavera, poema rústico, Valencia (1913), obra de
teatro bien recibida. La Vuelta de Sócrates (poema sin acabar), 1918
(en Nosotros, jun.).
156. Año I por. Felipe Trigo (i 864-1916), de Villanue-
va de la Serena, estudió Medicina en Madrid, retratando des-
ptiés su vida de estudiante en su novela En la carrera. Dióse á
conocer como escritor en El Globo y en El Imparcial, como mé-
dico en Trujillana, cuya vida puede verse en El Medico rural.
Logró entrar en Sanidad Militar y fué destinado á la fábrica
de Trubia; luego, como voluntario, pasó a Filipinas, donde
hizo actos verdaderamente heroicos y le machetearon, dejándole
por muerto, mutilándole la mano izquierda é hiriéndole en
otras partes, como trágicamente cuenta en La>s Ingenuas. Vuel-
to á España, hizo una campaña periodística en pro del gene-
ral Blanco, lo que le valió la amistad de Cánovas y entrar en
Inválidos con la categoría de teniente coronel. Fuese á Extre-
madura y allí escribió Las Ingenuas (1901), obra que le dio
100.000 pesetas. Fué durante su vida el autor más leído en Es-
S. XX, I9OI. FELIPE TRIGO 1 9
paña, llegando á ganar con sus novelas 60.000 pesetas al año;
pero había tiempo que se hallaba neurasténico y una mañana
sorprendió á todo el mundo la noticia de que en su propia casa
se había suicidado descerrajándose un tiro de pistola. Médico
y gran observador de la vida y de los hombres, habíase for-
mulado científicamente un sistema sociológico acerca del amor
como clave de regeneración de la humanidad. Profesaba el
naturalismo ético de los autores del Román de la Rose, de
Rabelais y de Rousseau. El mundo es bueno, los hombres son
buenos, la madre naturaleza manifiesta el bien al hombre y lo
que le conviene por la voz de sus naturales instintos. No tiene
más que seguirlos ; pero la educación cristiana de diez y nue-
ve siglos le ha hecho creer que el instinto y la naturaleza son
malos y van contra la razón, glorificando á ésta y glorifican-
do la castidad y abatiendo en cambio y anatematizando el na-
tural instinto. La pasión y la lujuria son formas patológicas
del amor que el hombre debe refrenar: pero el amor, puramen-
te sensual en la antigüedad, ha de espiritualizarse por el cris-
tianismo, en vez de condenarse y reprimirse, como se ha hecho
durante diez y nueve siglos. Armonizado ese amor sensual con
e! espiritual, idealizada Venus por el místico resplandor de la
Oncf'p-cióii mrra'^ula'^a, será el amor \.\ potencia civilizadora
de la humanidad futura, en vez de ser el azote del mundo y de
las almas. Todas las regiones y filosofías, desde la dualista irania
hasta la de Schopenhauer, parten del principio innegable de la
lucha entre el instinto natural, propio de la animalidad, y la
parte superior del alma, entre la carne y el espíritu que con-
viven en el hombre, y han proclamado las doctrinas de la éti-
ca natural, que dicta desde la conciencia las leyes por las cua-
les la razón, señora de este "animal político" llamado hombre,
ha de refrenar y tener á raya los instintos desbocados de la
bestia. La doctrina del pecado original, desconocida por Trigo,
es para el mismo Schopenhauer la explicación más satisfacto-
ria de esta dualidad del bien y del mal, irreconciliable para to-
dos menos para Felipe Trigo. Acaso vio al fin él mismo esta
verdad, ya que al suicidarse dejó escrito un papel en que re-
conocía su fracaso y engaño. De todos modos, sus generosos
intentos quiso ponerlos en práctica en sus novelas: en las de
la primera época estudiando el amor condenable, el amor de
20 ÉPOCA REGIONAL Y MODERNISTA (1S8S-I907)
las mujeres españolas, para él Ingenuas, que tienen que luchar
entre el instinto y la educación y costumbres sociales, que lle-
van á ocultarlo ; en las segundas, proponiendo modelos del amor
futuro, glorificación del amor libre. Pensaba y repensaba, tra-
maba, discutía, perfilaba con mucho estudio y vagar cada una
de sus obras. Entregábase á la observación de la realidad. Des-
pués, con toda la franqueza, sinceridad y valentía de quien
estaba persuadido de la verdad y bondad de su sistema, descri-
bía el amor y las relaciones sexuales entre hombres y muje-
res, sin veladuras ni miramientos de ningún género. De hecho
es el novelista que más vivamente comunica al lector el fue-
*5"o de sus enardecidos afectos, no sólo del amor, sino del odio,
del horror, del miedo, de lo noble, de lo asqueroso. Toda la
escala afectiva, de lo más fuerte á lo más tierno, la tiene en su
mano. Sentía recio y sabía hacer sentir recio : no hay en Espa-
ña quien en este punto le aventaje. Trama de la acción, perso-
najes, situaciones, todo está despaciosamente pensado y dis-
puesto, y todo es real, humano. Cierto, en el mundo hay más ;
no todos son monstruos de lujuria, la honestidad todavía no
ha desaparecido de sobre la haz de la tierra; pero en el fondo
asístele á Trigo la razón, por desgracia, sobre todo en la vida
urbana y moderna que él describe, y de todos modos él tenía
que atenerse á eso, al amor lascivo y feo en sus primeras nove-
las, al amor libre en las segundas, porque de eso trataba, á ese
viso quería mirar la vida y los hombres. Puédesele achacar el
no ver en personas eclesiásticas y cosas religiosas más que lu-
juria también, fanatismo é hipocresía, como si no fuera Cristo
el que trajo al mundo la guerra contra la hipocresía, el fanatis-
mo y la lujuria, y no hubiese florecido la honestidad entre cris-
tianos como en ninguna otra sociedad de hombres. Pero Trigo
no pintaba el cristianismo ideal, sino el pueblo cristiano y aun
para él, conforme á su sistema, el cristianismo había venido á
deformar el amor, á abrir más honda brecha entre la razón y el
instinto. El cristianismo tenía que ser el adversario nato de su
sistema. Siendo éste filosóficamente falso, sus doctrinas tenían
necesariamente que fallar, y sus novelas, quieras que no, tenían
que ser eróticas y desmoralizadoras para la gente común, que no
se alzaba á la altura de sus intentos. El amor sin cortapisas ni ve-
laduras, con toda la verdad, tal como brota y tiende á maní fes-
S. XX, I9OI. FELIPE TRIGO 21
tarse en el estado de naturaleza; la fuerza del pincel, el realis-
mo, lo humano de las novelas, que en otros asuntos las harían
admirables, despertando, por lo frágil de la humana naturaleza,
los más bajos instintos y encendiendo el fuego sensual y fisio-
lógico, sofocan las más ^"eces el efecto estético, dando por resul-
tado todo lo contrario de lo que el arte y probablemente el mis-
mo autor se proponía, convirtiendo sus obras, de artísticas que
son técnicamente, en estéticamente malas y reprobables. Bueno
y laudable poner en la picota los vicios sociales; pero no meter
€n sus novelas más que hombres viciosos y regodearse en des-
cubrir el vicio en las personas religiosas parece exageración
sectaria contra la religión más casta que hubo jamás, y con in-
tento de poner en el padrón de ignominia la lascivia, diríase abrir
■escuela donde se enseñen las más soeces porquerías y se encien-
dan los fuegos de la más desapoderada lujuria. Tal vez no sea
eso describir la sociedad, sino reducirla á un manicomio de fre-
néticos y de sátiros, con la coleta de achacar solapadamente esa
satiríasis frenética y loca á la religión cristiana, la única que
cabalmente predicó en el mundo la castidad y pureza de cos-
tumbres. Las ideas que tan vivamente supo exponer Trigo las
creía sinceramente el autor moralizadoras. La ética moderna
sobre el amor, la ética del amor libre, en el fondo le hacía ver
con malos ojos á la mujer española, no dejándole penetrar en
los tesoros de nobleza que encierra, convirtiendo en vicios hasta
algunas de sus virtudes, descubriendo con sutil sagacidad y exa-
gerando los vicios, é interpretando las virtudes aviesamente, con
su doctrinarismo sectario. De aquí también que, sin querer ser
inmoral, lo sea de hecho, llevando la descripción realista del amor
más allá de donde el arte parece debiera contenerle, si el arte
ha de ser decoroso y ha de atemperarse á los gustos sociales,
que, séanse como sean, han de dar la norma ética al obrar, al
hablar y al escribir para el público. Saltar por esos gustos y
esa ética social, sea cual fuere, es indecoroso y, por consiguien-
te, parece feo y antiartístico. Con sólo borrar un par de esce-
nas quedaban, por ejemplo, libres Las Ingenuas de esta tacha
de pornografía, que justamente se le critica, y sin perder nada
la obra, campearía harto más esplendoroso el noble intento que
la alienta. La sinceridad y la valentía no han de estar reñidas
con la discreción; la prudencia ha de señorear las demás vir-
22 ÉPOCA REGIONAL Y MODERNISTA (1888-T907)
tudes, SO pena de convertirse en vicios. El respeto á la ética so-
cial de un pueblo debe exigirse en las obras de arte. Si un pen-
sador tiene algo contra ella, escriba una obra científicofilosófica
para pensadores, no obra artística para el común de las gentes.
Tal exigen, no sólo la dignidad del escritor y el respeto al pú-
blico, sino el mismo arte, que busca bellezas que agraden y huye
de doctrinas que repugnen al buen gusto de la sociedad.
Técnicamente sólo tiene Trigo una tacha: la de descuidar
el castellano, sobre todo la sintaxis, escribiendo oscuramente,
por tanto. Ese descuido no lo fué para él. Parece ser que fué
un descuido harto cuidado, que él escribía así de propósito para
tener estilo personal y para que su sinceridad de escritor se
manifestase más palpablemente. Engañóse si tal liizo. Cuesta
trabajo entenderle á veces y siempre hay que leerle despacio y
aunque releer algunos párrafos y hasta va uno saltando por
ellos sin acabar de saber lo que quiso decir. Es una genialidad
suya de la que no era fácil se curase, si la creía necesaria para
parecer sincero. Cierto que á la sinceridad ha de sacrificarse
todo; pero lo primero que ha de sacrificarse á la sinceridad es
el rebuscamiento y afectación de parecer sincero. Si para serlo
tenía que escribir oscuro, sin rebuscarlo ni afectarlo, señal de
que adolecía su cabeza de alguna dificultad elocutiva. Algunos
tornillos ó algunos artejos estarían roñosos, oxidados. Reme-
dio hay para los más de tales defectos y médico se era él que los
sabría. Tanto peor para su arte, si, pudiendo, no quiso reme-
diarlos.
15 7. En carta al autor: "En el prólogo de Las Ingenuas escribí
esta frase como lema de toAis mis ideales visiones de porvenir: Ve-
nus con el místico resplandor de la Conepcijn Inmaculada. En La
Sed de amar escribí: El término de la civilización será el retorno á un
salvajismo sin barbarie. Ambas cosas, que parece que no tienen conexión
una con otra, son idénticas. En efecto, Venus, la griega, y la de hoy,
que continúa desnuda cfebajo de sus ropas, son unas salvajes que ha-
bían de ennoblecerse por la divina inteligencia. El salva jinij infe-
lectuado, por cuyas fases vamos pasando en la penosa marcha de
los siglos, será la fórmula de verdad y de armonía en donde se en-
cuentren al fin el hombre primitivo y el hombre-dios. Manando esta
duplicidad humana, que llegará á unidad, el sabio y el bruto, el místico
y el sensual se han perpetuado paralelamente por la Historia. Cerrar
los ojos ante la histórica tenacidad de esa brutalidad humana en la
misma civilización, para no considerarla esencialmente propia del hu-
S. XX, I9OI. FELIPE TRIGO 2 3
mano ser, con tanto derecho como su intelectualidad! y su misticismo,
sena m^ensato. \o la he recogido en mi ñlosolia y en mis novelas á
guisa de trascendental elemento antitético, con el cual amasada la su-
prema intelectualidad, dará por resultado la única y gran síntesis de
todas las civilizaciones futuras. Recogiéndola, armonizándola, no he
hecho mas que recogerme y armonizarme á mi mismo; porque en mí
también, como en todos, está constantemente debajo del hipermistico
el hipubestia. Y esto quise expresar en el dicho prólogo de Las In~
genuaSj cuando añadi: "Los cuarenta siglos de civilización pagana
"fundidos á los veinte siglos de c.viliz.aciun cristiana, darán la lógica
"é inevitable continuación de la Historia en que se haga la humanidad
"completamente digna de Dios, del universo." Felipe Trigo se suicidó
con un tiro de revolver. Había tiempo que andaba neurasténico y no
muy cabal, á ratos, de la razón. Dejó esta carta: "Perdonadme todos.
Yo estoy seguro de que nada os serviría más que para prolongar algu-
nos meses vuestra angustia viéndome morir. Pencad que en esta ca-
tástrofe fué el motivo el ansia loca de crearos alguna posición más
firme. Perdonadme, perdonadme. Consuelo (su esposa), mártir mía;
hijos de mi alma. Si mi vida fué una equivocación, fué generosa. Con
la única preocupación vuestra por encima de todos mis errores. Que
sirva esta de mi voluntad de testador para declararos herederos míos
de todos mis derechos. Perdón. Felipe Trigo." La Esfera, año II, nú-
mero 82: " — Tú rechazas el juicio que sobre ti tiene parte de la crí-
tica, calificándote de escritor pornográfico. — Felipe sonrió, amargado.
— ¡Bah!... Pero ¿es que aquí hay ciítica... de nacía? No cunfundamos
los revisteros con los críticos cultos y serenos, que desaparecieron con
Clarín... Poco caso he hecho yo^ como podrás ver, de esa crítica...
Sigo caminando por el mismo terreno que empecé y tengo para mis
consejeros y críticos el más piadoso de mis desdenes. "Hombre, Trigo,
" — me dicen los amigos con frecuencia — ; ¡qué lástima que su último
"libro no lo pueda leer mi hija!" "Lo siento por ella — respondo
"siempre — . Yo no escribo para niñas sin entendimiento, sino para
"mujeres con cerebro, ¿sabes?... Mis hijas son las primeras lectoras
"de mis novelas. A ellas las tengo dedicados mis mejores libros... Ya
"ves." — Caso raro. Al mismo tiempo que el novelista español contem-
poráneo más leído, eres también el más discutido, el más combatido.
— Ciertamente, junto á los juicios que muchos críticos de España y de
fuera de España han emitido acerca de mi obra, tan encomiásticos,
que difícilmente puedan sobrepasar los que jamás hayan dedicack) á
no importa qué otros escritores, algunos, en Madrid exclusivamente,
me han hecho objeto de la más rabiosa obsesión de sus ataques. Y
entre otros lugares comunes repiten que yo escribo como escribo,
"pornográficamente", "adulando las bestiales pasiones", "por ganar di-
"nero", "por vender"... — ¿Y tú qué dices de eso? — ...Figúrate. Me
produce el más absoluto desprecio, ese desprecio que merecen quienes
sistemáticamente afirman una falsedad sin demostrarla... Que prueben
ó intenten, siquiera, probar que una sola frase, que un solo concepto de
»4 ÉPOCA REGIONAL Y MODERNISTA (1888-I907)
mis libros, no encierra lo que encierra, es decir, tocio lo contrario; un
odio mortal á la pornografía y al vicio y á las bajas y groseras pasiones;
que prueben que hay una sola línea en mis no\elas donde nj palpite
el ansia de la dignificación de la mujer, y entonces ya discuiiríamos.
Pero esos revisteros rehuyen la discusión á que yo les he dado propicias
ocasiones en varias de mis novelas, y especialmente en la conferencia
autocrítica que leí en el Ateneo, y juzgando idiota al público, dan
rienda suelta á sus vaciedades, sin comprender que el público nos lee
á ellos y á mí, y rebelde á las tutv.las dogmatxas, tiene el sobrado cri-
terio para otorgarle el ridiculo á los que intentan volverle negro lo
blanco, por la sola fe de sus palabras. Como no es cosa de salir á cada
momento protestando, y, además, no me interesa la protesta, yo me
callo. Y, ó yo no sé lo que me pesco ó si me guiase el escribir un espíritu
comercial, ganaría más suprimiendo en mis novelas algunos pasajes
vivamente apasionados y adaptando mi "manera" al gusto general.
¿No?... Pues bien: como en mi obra todo eso constituye su esencia,
yo, antes que abdicar d¿ mi personalidad, por miras comerciales, doy
de lado á todos los éxitos de crítica y de traducciones extranjeras y
sigo mi marcha. — ¿Cual es tu ideal estético, Felipe? — Te lo con-
cretaré en pocas palabras. Es el de la glorificación de la integridací
de la Vida — espiritual y maternal — , el de la divinización del Amor,
clave única de todas las sociologías del porvenir; el de la redención
de la mujer, hoy esclava de todas las hipocresías y de todas las con-
cupiscencias y vicios bárbaros del hombre. En el prólogo de Las In-
genuas tracé mi camino literario, recuerdo que con estas frases, que
no se borrarán jamás: "El amor, como ideal supremo, el amor Todo,
"el amor integrado por la fusión de los des grandes sentimientos,
"pagano y cristiano, que se han repartido el imperio de los siglos, pre-
"tendiendo también partir el ser humano, ó absorberle, mejor dicho,
"unas veces la intelectualidad y otras la animalidad. El cielo bajando
"á la tierra con su azul. Venus ennoblecida por el místico resplandor
"de la Concepción Inmaculada"... Esto es todo. Yo creo, en suma,
que no pueden ser perdidos los cuarenta siglos de civilización pagana
y los veinte siglos de civilización cristiana. > que fundidos pasarán al
porvenir... La intelectualidad de este pensamiento, nuevo en litera-
tura, cuando menos, tal vez sea la de vía especie de dinamita que en
el lago social donde nos vamos ahogando no puede manejarse sin pe-
ligro; pero la dinamita misma, ¿ha de dejar de emplearse en las mi-
nas y trabajos capaces de beneficiar la tierra, porque también la tor-
peza ó la maldad de algunas gentes no vean en ésta más que la vio-
lenta fuerza utiiizable para el daño ó para el crimen?... Si este pro-
pósito me impone el estudio del amor y la pasión para ir aclarando
lo que contenga de divino ó despreciable, no es culpa mía que por
verlo del revés vean en mis novelas "pornografías comerciales" algu-
nos miopes de inteligencia ó ciegos de voluntad. El Caballero Andas.'*
El amor, como raíz que es de todas las pasiones, se había tratado
siempre en la literatura; pero como de soslayo, en sus manifestacio-
S. XX, I9OI. FELIPE TRIGO 2 3
lies y consecuencias. Hasta los paganos, entre cuyas adoraciones la
más vieja y honda era la de la fecundidad, simbolizada en la Diana de
Efeso, toda mamas, en los mitos de Júp ter ó cielo fecundador de
Hera, la madre tierra, etc., etc., detuviéronse, en la época de su ma-
yor cultura, en la superficie, adorando la hermosura corporal de Ve-
nus, dejando para los misterios y para sus iniciados las reconditeces
más sin velos de las más añejas y orientales doctrinas religiosas to-
cantes á la fecundación. Frases más ó menos amorosas en Safo, des-
cripciones más ó menos escabrosas en Petrcnio, humorísticos versos
priapeyos, cual rastros del viejo culto, es lo más que puede citarse
entre griegos y romanos. El amor entre hombre y mujer, represen-
tado en todos sus grados y maneras, con todos sus matices, en toda su
desgarrada desnudez, sólo fué llevado últ mámente á la literatura por
los franceses. La llamada novela pornográfica, la literatura de alcoba,
es moderna y francesa de origen, hija de la filosofía sensualista del
siglo XVIII. Por principio estático no pensaron en ella ni los mismos
paganos ; el cristianismo, que tiene á la carne por uno de los tres ene-
migos del alma, contuvo no menos á los escritores de la cristiandad.
El renacimiento pagano de Florencia fué, en esta parte, más libre y
descocado que el propio paganismo, por haber sido un paganismo ar-
tificial, de pega, imitado, no espontáneo, y como de reacción contra
la modestia y pudor cristiano. Pero hasta estos tiempos jamás se es-
cribió de propósito sobre las relaciones sexuales, como asunto litera-
rio. Pedro Aretino es una caricatura de Luciano en sus Diálogos de
las meretrices y de los demás autores paganos ; y con todo, no llega
-adoncía han llegado los modernos. El naturalismo francés llevó como
por la mano á los noveladores franceses á la novela pornográfica. Si
todas las fealdades, si las heces sociales todas eran dignas de estudio
documentado y de representarse tal cual se hallan en la vida real por
medio de la novela naturalista, de su peso se caía que el amor, en
cuanto tiene de más feo, bestial y natural, como unión de los sexos
con todas las reales manifestaciones de los instintos bestiales en las
gentes desvergonzadas de la sociedad francesa, podía y debía de ser
asunto importantísimo de la novela. Algunos atisbos de este género li-
terario se atrevió á poner ya en las suyas Pardo Bazán, á pesar de
""Ser señora y aristocrática y de escribir para e-pañoles, que no habían
llegado á ese nauseabundo estado social que se huele y apesta en
Franc'a. Felipe Trigo, médico y seguidor de las doctrinas científicas
modernas, que no ven en el hombre más que un animal evolucionado,
por consiguiente, enteramente terrestre, sin un más allá antes de ve-
nir al mundo ni después da caer en la huesa, sin alma espiritual de
otro más elevado origen y destino, trajo á E'-pafía este género fran-
cés de novela erótica pornográfica, con toda la valentía y libertad de
que es capaz un español cuando tiene bien asentado su juicio en una
doctrina. En la obra del jesuíta Sánchez pudimos leer las porquerías
más puercas que puedan fantasearse acerca de este asunto; pero
como están tratadas científica y fríamente, á lo moralista, para des-
26 ÉPOCA REGIONAL Y MODERNISTA (1888-I907)
lindar la licitud ó ilicitud de los casos que puedan ocurrir en los actos
naturales de los cónyuges, el alma del lector no se empaña y hasta
asquea de lo que va leyendo. Algo de esto les pasará á algunos lecto-
res de las novelas de Trigo, ya por su frialdad fisiológica, ó por lo
machucho de su edad ó firmeza de hábitos y virtudes contrarias; pero
lo común y casi universal es que la mayoría de los lectores de tales
novelas se dejen arrebatar de la conmoción sensual, del instinto bes-
tial de la carne, y se regodeen, y se refocilen, y se recalienten en sen-
timientos que nada tienen de estéticos. Si esto no es así, confieso que
voy errado en cuanto voy discurriendo; pero, puesta la mano en el
pecho, dígame el lector si no cree que la lectura de tales novelas no
enciende en los más los espíritus carnales y al fuego dievorador de
esta terrible é indomeñable pasión del instinto sexual, la más fuerte
del hombre, la raíz de todo su ser fisiológico, como lo es de la especie
humana, todo otro afecto más levantado y espiritual no queda sofo-
cado y desaparece sin dejar rastro de sí. El efecto estético que la her-
mosura artística representativa pudiera llevar al alma del lector,
cuanto más es de delicado, levantado y sublime, tanto más fácilmente
se borra del alma, oscurecido por la negra humareda del instinto se-
xual. Por algo nuestros ascetas, á quienes se les entendía harto de
este menester, proclamaban con todo acierto que si las demás tenta-
ciones se habían de combatir haciéndoles rostro, yendo contra ellas
Cara á cara, sólo la tentación de la carne se podía vencer huyendo,
d&ndo la espalda. Este enemigo halagüeño comienza desarmándole á
uno, haciendo con su dulcedumbre que se le caiga la espada de la ma-
no y el broquel del brazo, y atrae y arrastra como el imán al hierro,
quieras que no. La fiereza de esta pasión, que arraiga en lo más hon-
do de la especie, es tal, que señorea al triste individuo y le lleva y
trae como el vendaval arrastra una pajuela de la era y le oscurece y
ciega la razón, robándole lo que le hace hombre y dejándole tan sólo
en su ser de puro animal, que con todas sus fuerzas fisiológicas y sus
instintos mañosos requiere y busca, loca y d'esapoderadamente, la satis-
facción d^el apetito brutal y fisiológico. Esto lo proclama hoy la cien-
cia, y con sus hechos lo pregonó siempre la historia y nos lo grita la
experiencia de la vida. El arte, que pretende la elevada conmoción es-
tética, no puede caer en el lazo que este bajo instinto le tiende. He
aquí por qué los artistas griegos de la buena época, más sueltos en
todo género de lujuria que los cristianos, jamás pensaron en mirar
cara á cara á esta pasión, como los modernos; j?más trataron el amor
sino de soslayo y en sus consecuencias y manifestaciones, nunca en
su misma raíz de amor sexual y en las relaciones francas y desembo-
zadas entre hombre y mujer, tales como realmente se desenvuelven
y sobre todo en el fin que tienen, en el acto mismo sexual y sus in-
mediatos pasos. Porque eran ante todo artistas. Los modernos bus-
can tan sólo la fuerte conmoción, sin pararse á deslindar si es esté-
tica ó puramente sensual, ás: carnal lujuria, que son tan encontradas
como el ángel y la bestia, el espíritu y la materia, la belleza, ofijeto
S. XX, I9OI. FELIPE TRIGO 27
del arte, y la utilidad, objeto de los instintos animales y fuerzas de
la naturaleza. ¿ Quién me podrá hacer creer á mi que Safo no tenía
facultades para pintar esas cosas con el mismo realismo con que en
un par de estrofas, conocidas de todos, pinta los efectos del amor en
el semblante y gestos del que ama? Pero los griegos buscaban la
conmoción estética, que es puramente humana y está sobre la parte
animal del hombre; que es fruto de la razón, que hace hombre al
hombre; y no iban á mover esos instintos puramente animales, que
ciegan la razón y señorean al hombre, convirtiéndole en pura bestia.
Las novelas de Felipe Trigo son técnicamente artísticas : el realismo,
el desmenuzamiento de los afectos, la fuerza de pincel, la verdad sin-
cera que chorrea por todas partes, la viveza del diálogo, hasta el mis-
mo descuido del lenguaje, todo contribuye a que sean novelas admi-
rables de vigor, color y verdad. Pero por lo mismo son malas, horri-
blemente malas novelas. No ya moralmente, que eso no es de nues-
tra incumbencia, sino literariamente malas de remate. Jamás la pa-
radoja más paradoja fué menos paradoja. Lo que suelta la paradoja
de ser ninlas á fuerza de ser buenas, lo que da la razón de no ser
obras artísticas por serlo tanto, queda ya harto declarado. Porque por
el asunto, la conmoción sensual, animal, fisiológica, sofoca el efec-
to estético, y el fin del arte es el efecto estético ; porque la bestia
señorea al hombre, y el arte es goce del hombre y no de la bestia.
Cualquiera diría que Trigo se hizo estas reflexiones : Sólo en Fran-
cia han tenido valor los novelistas para descubrirnos el amor tal cual
es; en España jamás se atrevieron á entrar en la alcoba; han sido unos
cobardes los novelistas españoles, y los franceses han sido los úni-
cos novelistas sinceros. Con ellos me voy. Y se fué, efectivamente, y
como tenía el don de expresar reciamente la realidad, la expresó como
pocos. Permítaseme que salga por los escritores españoles y de todos
los pueblos que han pensado de otra manera, pues en valer y en nú-
mero tienen más derecho que los franceses para mantener su contra-
ria opinión. No está la sinceridad en decir todo lo que se siente, sino
en decir con sinceridad! y como se siente lo qU3 es decoroso y conve-
niente decir. Decirlo todo puede ser desvergüenza, impudor; callar a
veces no es falta de sinceridad ni cobardía. No es punto de sinceridad
d^esvergonzada ni de desvergonzado atrevimiento este del arte, sino de
la prudencia, que está entronizada sobre el mundo moral v estético de la
belleza en la expresión que eleva el ánimo. ¿ Eleva el ánimo, moviéndolo
estéticamente, la literatura de alcoba? Por estéticamente hecha que esté
la de Trigo y la de cualquier otro erótico, de los desvergonzados, á
lo que mueve es á sensualidad, á lujuria, movimiento enteramente
opuesto al estético que levanta y serena el ánimo. Dígase que esa li--
teratura halaga á las pasiones, que bon los movimienos brutales, ani-
males del hombre ; pero no que eleva halagando la parte más noble,
la inteligencia y el corazón del hombre, en cuanto hombre ó ser ra-
cional, intento único del arte. Ni se diga que toda realidad es fuente
artística de belleza, porque lo será si está vivamente expresada ; perc
•28 ÉPOCA REGIOXAL Y MODERNISTA (1888-I907)
■si como en nuestro caso, lo bajo del apetito animal se sobrepone á lo ra-
cional y la lujuria á la serenidad estética, el efecto total no seta esté-
tico, sino animal, ni la obra de arte que tal efecto produzca será bella
y artística, sino antiartística y fea. Aun suponiendo que el amor no
sea esencialmente y en su raíz otra cosa más que la inclinación fisio-
lógica sexual, si pertenece al arte es en cuanto el hombre idealiza esa
animal inclinación, mirándola como fuente de penas y deleites del
alma no como deleites y (iolores del cuerpo. Que al alma, no al cuer-
po, tira la estética del arte. Por eso también son fuentes artísticas las
demás pasiones fisiológicas, apetitos v operaciones naturales: la ven-
ganza, el miedo, el dolor, el hambre, etc., etc. ¿ Qué artista se ceñiría
€n una novela á tan feas operaciones como la del regoldar, del vo-
mitar, del descomer? ¿Por qué, pues, hay literatura cíe alcoba y no la
hay de letrina? Porque aquélla halaga á la lujuria y ésta no halaga
á cosa que de apetecer sea. No es, pues, con intento alguno estct'co
Tii. humano, sino puramente lujurioso y animal, por lo que hay litera-
tura de alcoba. Los tipos degenerados, casos teratológicos de neuro-
patía y psicopatía, podrán caber en una obra, como todo personaje
feo, como las sombras que hacen resaltar más los personajes hermo-
sos y nobles, siéndolo los mismos feos por la manera viva de pintar-
los: pero reducir una obra artíst'ca á un rebaño de semejantes ti-
pos degenerados ni es cosa que agrade, entretenga y levante el ánimo,
aunque sea Zola su autor, ni lo ha hecho, fuera de él, ningún artista
sano en tiempo alguno. Sólo tratándose de tipos degenerados, cuanto
á la lujuria, ha habido toda una legión de novelistas franceses : por-
que á la fealdad teratológica se sobrepcne el halago de la sensuali-
dad. Los hombres y mujeres que Trigo pinta en Las Ingenuas y en
Sed de amar pertenecen al tipo degenerado, á la neuropatía ó psico-
-patía; son machos v hembras insaciables, cuyo único anhelo es co-
habitar, cosa puramente animal y tan fea, por el consiguiente, como
el regoldar, el vomitar y el descomer; sino que, aunque no serene el
ánimo ni lleve á la conciencia del lector la persuasión de su grandeza y
dignidad, pero irrita, en camb'o. su sensualidad, moviéndola con ape-
titosos cosquilieos de ciega y furiosa bestia. ¡ Fin, por cierto, dieno
del arte, que si para algo se inventó fué para idealizar la vida y en-
noblecer y hacer más hombre al hombre, haciéndole olvidar, en cuan-
to cabe, que es animal y que tiene que emplearse a sus tiempos en
acciones puramente animales! Fruto el arte materialista moderno del
-materialismo filosófico y del vivir material y del material gozar. Pero
arte y materialismo cosas son que se dan de cachetes. No sé cuánto
se deleitaría Felipe Trigo con la lectura de Santa Teresa ó de San
Agustín; lo que sé es que, las cocotas, ingenuas ó no ingenuas, no
arrostran con tan para ellas sosas lecturas. Bien se me alcanza que
si, como quiere Croce y supone Zola, el arte consiste solamente en
exi^resar, sin el antiguo aditamento helénico de que sea belleza lo que
exprese, el arte de Zola y de Trigo es verdaderísimo arte. Pero el
-arte, el expresar, está sometidio, como todo en lo humano, á otra más
S. XX, 1901. FELIPE TRIGO 29
soberana y universal categoría, que es la prudencia, reina entronizadac-
sobre todas las virtudes, la cual señala en cada época los límites de
lo decoroso, acotando de esta manera el campo del arte, y siempre y
eternamente dirá á todo hombre que el arte es, ciertamente, expre^
sión, pero expresión humana, de hombres y para hombres, y ser hom-
bre es saber domeñar los desapoderados instintos de la bestia que en
sí lleva, enderezándolos conforme á los dictámenes de la razón, que
es la que en el hombre ha de legislar, y que hacer arte que desenf re- -
ne esos instintos animales y arrollen y cieguen a la razón, no es ha-
cer arte hnviano, es hacer obra de bestias. He oído por ahí que la
obra de Trigo no pasará, que ha sido moda efímera. Yo soy de muy
contrario parecer. Claro es que ya no volverá á ser de actualidad ni
á estar de moda: el agua que corre jamás vuelve en el río á subir.
Las modas vuelven, se dice, pero no son enteramente las mismas que
pasaron. Lo que hubo en ellas de eternamente bello, volverá y volve-
rá una y mil veces y flotará siempre scbre lo puramente efímero de
las modas. Yo entiendo que cabalmente la obra de Trigo tiene más
de eterno que de efímero. Lo efímero de ella fué lo que tenía de
literatura de alcoba, que de moda estuvo acá y aún sigue estando; pero
hay algo más en Trigo, que si no habría muchos Trigos en la hora
de ahora, que los alcobistas andan por ahí á puntapiés. Hay en Trigo
un grito de la naturaleza bruta que sale por sus fueros, contra la ra-
zón de la moral de hoy, que la tiene á raya. Ese grito de la natura-
leza quiere llegar á ser una moral social, oficial, admitida por todos.
¿ Quién nos asegura de que no llegará á serlo ? Entonces volverá á
estar Trigo de moda, por ese eterno grito de la naturaleza brutal que-
sale de su obra. ¿ Que no llegará á admitirse esa moral, ó inmorali-
dad, si se quiere? Pues la lucha entre el bruto y la razón seguirá erv
las almas humanas dando astmtos trágicos á los poetas, y como esa
lucha es la que pinta Trigo, volverá á estar de moda ; seguirá, mejor
dicho, estand'o de moda. ¿ Que no será del gusto de todos la novela de
Trigo? Ni hay escritor que á todos agrade. Pero dentro del arte,
dentro de la fuerte expresión de la viva realidad, quedará Trigo para.
los lectores sensibles á toda belleza estética como uno de los exce-
lentes novelistas, que, dadas sus doctrinas filosóficas, equivocadas ó
no, supieron aprisionarla entre los hilos de oro de sus novelas. Las
filosofías, las doctrinas, los asuntos, son poca cosa en el arte, donde
sólo priva la verdad expresiva, la certera expresión de la realidad.
Y ésa está en las novelas de Trigo para darles vida artística impere-
cedera. No hay que confundir su arte con la chabacanería de escri-
tores eróticos mercachifles ó ignorantes. El intento de que se den es-
trecho abrazo Venus y la Inmaculada, débese á un hondo pensamiento
y á un generoso anhelo de Felipe Trigo. Dios, autor de la carne como
del espíritu y que puso en la unión de los sexos la fuente de la vida-
y la conservac'ón del universo, no puede ser enemigo de la carne ni
de la unión sexual. Ni el cristianismo pensó jamás en tamaño dispa-
rate. Lo que sí condenó siempre fué la carne rebelada contra el es-
3o ÉPOCA REGIONAL Y MODERNISTA (1888-I907)
píritu, que en tal sentido la llama pecado San Pablo: y siendo esa
carne rebelada contra el espíritu lo que el paganismo llamó Venus,
y siendo la Irunaculada símbolo de la pureza espiritual y camal, del
señorío de la razón sobre la carne, pretender que Venus y la Inmacu-
lada se den amistoso abrazo es pretender que se lo den la luz y las
tinieblas, lo blanco y lo negro, la verjad y el error; es pretender lo
metafísicamente imposible. Con toda sana intención, erró manifiesta-
mente Trigo en este su intento. Lo que él de hecho pretendía era des-
esclavizar á la mujer española del pudior, que, según él, era velo hipó-
crita con el cual ocultaba las mayores lascivias. Pero el velo ese del
pudor lo puso la naturaleza con la conciencia humana, á manera de
tabú, para enfrenar la concupiscencia y como palanca de la cual la
razón se valiese para reglar los instintos sexuales. Querer aTancar
•ese velo es ir contra la misma naturaleza. Que la lascivia señorea
entre cristianos, ¿quién lo duda, si lo proclama la Iglesia misma? Pero
¿no señorea más entre los neopaganos, doctrinarios del amor libre
y no señoreó en el paganismo muchísimo más, hasta el punto de que
. apenas podemos formarnos hoy idea ? Vea el gabinete secreto del
museo de Ñapóles el que quiera conocer el cieno universal Jo aque-
lla civilización y no podrá menos de dar gracias al crisC'anismo que
de ella supo sacar el mundo. Entonces se comprenderá cuánto va de
la pagana Venus á la cristiana Inmaculada. Felipe Trigo se engañó
en sus generosos intentos. "£ra un aire suave..." Podcmo:, decirlo
hasta de Felipe Trigo. El sátiro brutal hase refinado... merced, según
creo, a ese aire suave de poesía soñadora que cual impalpable polvi-
llo de oro vuela por entre los escritos de nuestros literatos de estos
últimos años. El polvillo ese dt oro sopló del Norte. Es algo ideal,
fantástico, evocativo, que en poetas menos realistas, como Valle-In-
clán, da el tono y señorea las obras; en escritores de estirpe m:''s es-
pañola solamente orea y aroma la superficie, sin idealizar ni eva-
porar la reciura castiza del fondo. Tal sucede en la novela de Trigo
Sí sé por qué, más poética, más delicada que las anteriores. Siempre
adivinábase en Trigo algo poético, bien que raras veces flotase afue-
ra, y no era el menor obstáculo el menosprecio que afectaba cuanto á
Ta pureza del idioma. A pesar de este defecto de lenguaje ha sacado
afuera en la última novela bastante más poesía que en las anteriores.
Hay otra novedad en ella. La psicología vence a la fisiología, que
antes señoreaba. Trigo se ha espiritualizado más y ha hecho más psi-
cológica su manera de novelar. Erotismo agudo y enfermizo en hom-
bres y mujeres era siempre el asunto de sus obras. El mundo para él
dij érase un lupanar. En el nacimiento y crec'miento del amor había
más de material fisiología que de psicología humana. Realmente más
que hombres y mujeres parecían bestias : eran faunos y ninfas de los
'bosques traídos á la vida moderna. En la pr-mcra parte de la nueva
novela. Adamar, personaje neurasténico, y Rocío, entablan un poéti-
co idilio, verdadero idilio de inocencia y candnr, de naturalidad y hon-
«da psicología. La vida bonaerense está pintada á maravilla en la
S. XX, I9OI. FELIPE TRIGO 3 1
segunda parte y el antiguo anagnorisis de dramas y novelas, recurso
eterno del arte, porque lo es de la naturaleza, alza de nuevo su ca-
beza con modernos atavíos, sensaciones nuevas. Otro idilio de armo-
nía de amores, de la sociedad campestre, de la naturaleza, acaba en la
tercera parte la obra, entonando el autor un himno á la piedad, con-
vencido de que ella es la única clave de la felicidad y el lazo armó-
nico de los contrapuestos adversarios que rigen la vida, despeñando
á los hombres en la desgracia: el amor sensual y la inteligencia. Sí sé
por qué la humana piedad será la red^ención de la humanidad. No el
amor, no la inteligencia. Pero sí el sentimiento, que sólo puede nacer
de la inteligencia y del amor cuando se funden. Esta novela corona
el intento de las suyas anteriores, declarado en el prólogo de Las In-
genuas: la dignificación de la mujer, la glorificación de la integridad
de la vida, espiritual y maternal ; la divinización del amor, clave úni-
ca de todas las sociologías o'el porvenir; la redención de la mujer hoy
esclava de todas las hipocresías y de todas las concupiscencias y vi-
cios bárbaros del hombre. En suma: "El amor, como ideal supremo, el
amor todo, el amor integrado por la fusión de los dos grandes sen-
timientos, pagano y cristiano, que se han repartido el imperio de los
síítIos, pretendiendo también partir el ser humano ó absorberle, mejor
dicho, unas veces la intelectualidad y otras la animalidad. El cielo ba-
jando á la tierra con su azul. Venus ennoblecida por el místico res-
plandor de la Concepción Inmaculada." Dii;^na de estudio particular
sería esta unidad de las novelas todas de Trigo, de este pensamiento,
verdaderamente sociológico, filosófico, hnmano, que habrá desenvuel-
to en sus obras con mayor ó menor maestría, más ó menos sofística-
mente á veces (ignorante é inconscientemente, diría yo mejor), á ve-
ces con más fisiología y ardores lascivos que psicológica espiritualidad,
pero que es pensamiento grande y hondo, verdadera clave del vivir
humano, individual y socialmente considerado. Los que con las otras
novelas suyas sentían acaso bascas ó se rebujaban pudorosos tirándo-
las al fuego, pueden leer la última novela de Trigo sin temor de que
sus pudores, farisaicos ó sinceros, que de todo hay, se perturben en
lo más mínimo. H. Peseux-Richard, Felipe Trigo : "Es preciso recono-
cer, en efecto, que las (teorías) de que él espera la regeneración del
mundo, nos llevan á un porvenir terriblemente alejado. Antes efe llegar
á esta v'da nueva es preciso que la Humanidad se vaya transformando,
que olvide la mayor parte de sus vicios, que quede toda entera armoni-
zada en la práctica del bien y en el ideal de una belleza universal-
mente reconocida. Cek.brnndo así las delicias de la edad futura, Fe-»
upe Trigo se arroga el derecho de flagelar las ignominias del pre-
sente ; pero al mismo tiempo extiéndese sobre ellas con interés, si no
con complacencia; se ampara bajo un pabellón que puede cubrir así
toda clase de mercancías ; en buena lid puede de esta manera no de-
tenerse ante ningún horror, y manifestar al desnudo las más sanio-
sas plagas sociales... No le consideremos, pues, únicamente como el
novelista erótico por excelencia, como el introductor en España, se-
32 ÉPOCA REGIONAL Y MODERNISTA (188S-1907)
gún se le acusa, del género sicaptilico ; tomémosle, si no por lo que
él es, por aquello que quiere ser; es decir, ante todo, un sociólogo,
un hombre de sistema. No olvidemos tami^oco que fué médico, y com-
prenderemos sus hábitos d¿ vigor científico, su preocupación de la te-
sis, sus cualidades de composición y de receta que llaman la atención
desde luego... Combate enérgicamente las teorías hereditarias de los
antropólogos italianos que se oponen á su causa; con Rousseau, es par-
tidario de la bondad nativa del hombre y le atribuye á la educación un
poder ab:3oluto y bienhechor... Una sola fuerza es irresistible é irre-
formable : el amor. Por fortuna, no se trata de reformarla, sino de
no empeñarse más en deformarla. Hasta ahora se la ha comprendido
mal, se la ha confundido con la pasión ó con la lujuria. La una y la.
otra no son más que formas patológicas del amor... El amor..., pura-
mente sensual en la antigüedad, se espiritualiza con el cristianismo.
La fusión de estos dos elementos dará la característica del amor fu-
turo. "Venus idealizada por el místico resplandor de la Concepción
"Inmaculada." El amor concebido así constituye la potencia civiliza-
dora por excelencia, lejos de ser el azole del mundo, según la exe-
crable locura de los románticos, y se le aparece á Felipe Trigo como
el más perfecto de los lazos sociales... La infidelidad cesará de ser
una traición amorosa desde que se haya acordado que no se la con-
sidera como tal. Hecho esto, se pondría fin á una farsa indigna, ya
que es contada la mujer que en el fondo de su alma permanece, sin
desfallecimiento, fiel á un solo hombre... En cuanto á la despropor-
ción de la falta dt la mujer y la del hombre, puros sofismas... Des-
pués del triunfo del socialismo, importaría poco que los hijos fueran
de tal padre ó de tal madre, puesto que, suprimida la herencia, el
hogar sería distinto en absoluto al que ahora conocemos... Los celos
son un resto de barbarie..., hermanos de la vanidad...; no conocen
el verdadero amor; sufren, no del abandono de la amada, sino de su
propia desconfianza... No habría ya más sitio en el mundo para lo
obsceno el día que, gracias á una educación común..., todas las mu-
jeres fuesen bellas y amables... Divídense (sus obras) en dos partes:
la una estudia esta forma imperfecta y condenable del amor que nos
es familiar, procedente, sobre todo, de la observación; la otra propó-
nese iniciarnos en los arcanos del amor futuro, verdadera llave <íe
nuestra redención... Alma en los labios, La Altísima, Del frió al fue-
go.... Las Posadas del amor. Las Evas del Paraíso..., La Bruta... La
obra de Trigo no acompaña á una evolución de. sus ideas : su tesis
es anterior á sus escritos, y éstos no son otra cosa que su desarrollo...
Su deseo de crearse un estilo personal le ha desconcertado: cuando-
«u fuerte individualidad se habría claramente afirmado sin ciertas ex-
travagancias y ciertas incorrecciones... Parécenos alta y noble su con-
cepción del amor; la osadía de sus procedimientos sobrepasa un tanto
la medida." Vargas Vila, en Cervantes, t. ITI, pág. 9: "Les faltaba la
gracia y la belleza del Estilo... y Trigo no era un Artista, en el Esti-
lo... y acaso d!e ese defecto nacía su máxima cualidad; la de tener, comc^
S. XX, I90I. PEDRO DE REPIDE
33
los grandes y muy raros escritores, un estilo propio, un estilo personal
exclusivamente suyo; abrupto, violento, guijarroso, de difícil domi-
nio, pero suyo, exclusivamente suyo; él había forjado el instrumento
para su labor, ese cincel tubalcainesco, con el cual cincelaba sus crea-
ciones, extrañas, monstruosas, como hechas en una roca virgen, pero
de una Vida Interior Relampagueante... La literatura de Trigo es
una literatura clínica que merece y ocupa un lugar aparte en la Li-
teratura española; no fué una literatura de liberación espiritual, con
tendencias á un Idealismo fecundo, ó á un ensueño ermobleced'or y
visionario, ¡ no ! ; ; fué una literatura d'e reflexión experimental, de emo-
ción sensual, cuya repercusión nerviosa no sube más allá de la cin-
tura y llega penosamente al corazón... esa literatura, á base patoló-
gica, no se ejerció sino en un solo radio de acción: los nervios de las
mujeres; era un admirable neurólogo ese novelista; él sabía que la
mujer tiene el alma en el sexo, y pintaba á maravilla las luchas del
Alma de la Mujer; por eso fué el autor preferido de ella... El Médico
no murió nunca en él ; cada una de las protagonistas de sus libros
fué un caso clínico... Fué un realista; un enorme y opulento escritor
realista."
Felipe Trigo, ediciones de Madrid: La Campaña filipina, 1897. Las
Ingenuas, 1901. La Sed de amor, 1902. Alma en los labios, 1902. La
Altísima, 1903. Del frío al fuego, 1903. La Bruta, 1904. La de los
ojos de color de uva, 1905. Sor Demonio, 1905. En la carrera, 1906.
Socialismo individualista, estudio, 1906, La Llave, 1907. El Amor en
la vida y en los libros, estudio, 1908, Las Evas del Paraiso, 1909. Las
Posadas del amor, 1909. Cuentos ingenuos, 1910. Los Abismos, 1911.
El Médico rural, 1912. Jarrapellejos, 1914. La Crisis de la civiliza-
ción, estudio, 1915. Sí sé por qué, 1916. Las Sonatas del diablo en ca-
misa rosa (póst), 1916. En mi castillo de luz, igiy, salió á su nombre,
pero es obra de su hija Julia. Consúltese H. Peseux-Richard, M. F. Tri-
go, en Revue Hisp., XXVIII, págs. 317-389; traducido al castellano
En mi castillo de luz, 1917. El Amor en los libros de F. Trigo, Haba-
na, 1916. Manuel Abril, F. Trigo, su vida, su obra, ^u moral, Madrid.
1917. Julio Cejador, F. Trigo (en La Tribuna, sep., 6, 10, 14 y 18).
158. Año igoi. Pedro de Répide (n. 1882-), de Madrid,
bautizado en El Escorial, estudió en la Central hasta los diez y
siete, logró un premio en El Liberal (1906) con su primera no-
vela La Enamorada indiscreta y se hizo popular con la Del Ras=
tro á Maravillas (1907). Grande erudición y mucha lectura su-
ponen los conocimientos que muestra de la historia de España
y particularmente de la historia de Madrid; pero su poderosa
fantasía le permitió recoger de la historia lo que no suelen ver
los eruditos y lectores comunes : lo típico, lo pintoresco y todos
los elementos artísticos, con que de la historia española y de la
TOMO XIl. — 3E
34 S. XX, I9OI. ÁNCEL CARNEVALI MONRREAL.
madrileña en particular ha sabido fraguar sus novelas, cuentos
y anécdotas. Es, sobre todo, el novelador del Madrid histórico.
No hay rincón en la villa y corte cuya historia no conozca y
del cual no nos haya contado algún acaecimiento novelesco. De
la misma lectura ha sacado su estilo y lenguaje, que no es otro
que el castizo de antaño, como hoy lo emplearían nuestros anti-
guos novelistas, con sabor rancio y á la vez moderno, sin la
menor afectación de antigüedad y sin perder por eso el espíritu
del habla antigua. Del Madrid viejo pasó luego á describirnos
el Madrid moderno, mayormente el de los barrios bajos, que
tiene recorrido y frecuentado, exprimiendo en sus novelas el
espíritu de las gentes que lo habitan, sin falsear la realidad,
pero con un cariño tan entrañable que diríase considerarlas
como de su familia ó de su íntima amistad. Por esta nota de
intimidad y de cariño distínguense sus narraciones de las de
los demás noveladores madrileños. Pasan por ellas lo apicaradoi
lo pizmiento, lo chillón del pueblo bajo, los tugurios, cafetines,
tascas y tabernas, donde la gente del bronce traga vino y es-
cupe dicharachos, donde se fraguan crímenes, se sacian vicios,
se cuaja la carne de presidio; y con todo eso deja entrever
siempre el autor en el fondo de aquellas almas un no sé qué de
alteza moral envuelta en lodo, algo de bondad ingénita, á la
par que del garbo y elegancia en porte y modales, dotes todas
que caracterizan á las más bajas gentes de nuestro pueblo. Su
estilo, siempre suelto j castizo, ameno y colorista, señoril y
ahidalgado.
Gabriel Miró Ferrer (n. 1879-), alicantino, es cultiva-
dor de la prosa de los que podemos llamar impresionistas, que
saben comunicar impresiones sugiriendo; escuela derivada del
simbolismo francés. No sugiere, sin embargo, mediante los so-
nidos, musical ó instrumentalmente, como los simbolistas, sino
pictóricamente. Es pintor impresionista en prosa, solazándose,
por consiguiente, en la descripción del paisaje, menudeando epí-
tetos y usando vocablos pintorescos, escogidos y raros, de color
local y de provincia. El realismo de que sería capaz tan vivo
pintor queda abrumado en sus libros por la tendencia, más que
simbólica, idealista, que le lleva á evaporar en brumas, bonita-
mente matizadas y de sosegados sentimientos, personajes y
escenas, algo así á lo Valle-Inclán y Maeterlink; pero que pa-
PEDRO DE REPIDE
S. XX, 1 90 1. LUIS ESTESO 35
recen despegarse de las tierras levantinas, adonde se echan y
donde el sol las deshace en un punto. Este tinte de impresión
ideal, vaga, tenue y placentera, ribeteada de misterios, falsea
no poco los personajes, dejándolos medio á oscuras, sin diseño
bien perfilado, y la acción no menos, haciéndola floja y tramada
de casos, ó poco verisímiles ó de ningún relieve. Pero esta
escuela sólo parece pretender dar cierta impresión general más
ó menos simbólica, con sus puntas y ribetes de misterio, sin
bien tramada acción, con escenas y sensaciones fragmentarias,
y esto lo consigue, ciertamente, el autor, aunque perdiendo en
vigor y realismo castizo. Su prosa es muy exquisita, demasiado
exquisita, hasta rebuscada y artificiosamente infantil; muy re-
pulida, variada y musical, como de parnasiano francés, bien que
casta y limpiamente española. Es Miró un cincelador de la
frase más que otra cosa, que toma pie del paisaje y de algunas
almas, bien metidas en él, para despertar sensaciones suaves y
vagas, como las que la música despierta. Lírico en prosa, y como
lírico poco atado á la acción una, á los caracteres, á los grandes
afectos, sólo mira á comunicar estados de su propia alma.
Francisco Acebal Labiada (n. 1866-), de Gijón, compuso
cuentos y novelas psicológicas, de la escuela realista española,
descubriendo las almas y el vivir de la gente humilde y menuda.
Fundó La Lectura (1901) y a poco se retiró casi de las letras.
Luis Esteso y López de Haro (n. 1881-), actor y autor
cómico, que compone y representa en varietés, es en sus piezas,
todas gordas, bastante bvrdo y verde, como para su público;
pero no carece de gracejo, de sal y pimienta y aun pimentón.
El buen humor y chocarrería, el chiste, comúnmente de concepto
5 contraste, más bien que de palabras, aunque de palabras otras
veces y puro retruécano, hicieron asiento en su ingenio burles-
co, reidor y bohemio, como su vida, que se la ha pasado reco-
rriendo el murdo y haciendo reír al mundo tpdo. Cualidad ésta
del buen humor, de la chunga y del chiste, tan de España, que
hasta no parece vinculada á la raza, puesto que, por lo común,
no se trasparenta en los escritores americanos, demasiadamente
seriotes y empaquetados. Esteso es un escritor sin hueras ufa-
nías, que ha logrado su propósito de escritor : hacer reír : Podrán
decir que llega en el chiste hasta la necedad; pero los mismos
que lo digan no leerán dos párrafos suyos sin reír franca y
36 ÉPOCA REGIONAL Y MODERNISTA (iSSS-IQO?)
desahcgadameilíe. Agradezcamos á \m autor libros que nos des-
ahogan, nos ponen la risa en los labios y nos hacen pensar que
no todo es tristeza y melancolía en el mundo. Esteso es cómico
de pies á cabeza, hombre y escritor amasado con elementos có-
micos ; y lo cómico és un ingrediente del arte literario. A nadie
hace daño, á todos hace bien y los hace más hombres, puesto
que sólo de los hombres es el reír.
159. Répide en carta al autor: "Mi género preferido es las nove-
las. Creo que es el más artístico y el más verdad. La historia también
me interesa, porque toda mi atención está en el espíritu del pueblo y
en la marcha de la raza, que va bastante diespacio, la pobre. Mi ideal es
hacer novela española, no con un falso y acantonado casticismo, sino
con el verdadero del nervio y de la sangre de la variadísima familia
hispana. Lo pintoresco de las costumbres populares y la extraña pi-
caresca que perdura en el alma de la raza, atraen mi interés. Quiero
un mejoramiento, no sólo material, sino moral para el pueblo, y con
un ideal de amor, de justicia, y de bien, creo que el libro debe ser
eco de necesarias rebeldías, y recoger las crudezas y los dolores jun-
to á las bellezas y escasas dulzuras de la vida;" Andrés González
Blanco, Hist. nov., pág. 870: "Pedro de Répide, el exhumador (íel
arcaísmo sonoro y musical, el desenterrador de los preciosos cachi-
vaches de antaño, el idólatra de chisperos y manólas, el conocedor
del Madrid viejo, desentrañadlor de su alma, mejor que muchos ar-
chiveros y cronistas con estipendio oficial, el adorador de toda mo-
dernidad perversa y amable, el que vierte el vino nuevo en odres
viejos." Cansinos Assens, Las escuelas literarias, 1916, pág. 108: "Pe-
dro de Répide, que ha escrito Las Canciones de la sombra, lleno de su-
tileza ultramoderna, se nos revela como un clasizante en un libro,
Agua en cestillo...; es un resuelto arcaizante..., se hace desde enton-
ces el cantor de lo antiguo... Pero Répide, lleno de espíritu y de buen
gusto... es más moderno en lo antiguo; y galante y fino, su corte so-
ñada es la corte dieciochesca..., está mentalmente en el siglo xviii y
es un galano abate rasurado, de finos hábitos sutiles y de rosadas ma-
nos...; su estilo, no contorsionad*o ni enrevesado como el de otros ar-
caizantes, no tan primitivo é ingenuo como el del maestro (Valle-
Inclán), es el estilo sempiterno de los buenos escritores, llano y pul-
cro, de un clasicismo convenido, de siglo xviii, ya rejuvenecido en sus
leños severos por la primavera de las rosas de Francia..., un clasicis-
mo de buen tono, elegante y sencillo... En la moda arcaizante él pone
un paréntesis lleno de gracia hacia la sutileza moderna; y en él se
hace nuevo lo antiguo y lo nuevo se ennoblece con una e^.egancia an-
tigua, ya sutil y moderna, como devanada en los finos husos de gracia
del siglo XVIII... P. de R., el creador de la moderna novela madrile-
ña..., el cantor de las cosas antiguas y cercanas." Pág. 133: "La es-
S. XX, I9OI. GABRIEL MIRÓ FERRER Sj
cuela madrileñista ha surgido en nuestros días como una rectificación,
con más pura gracia é intención más fina de los antiguos cuadros de
costumbres, á lo Mesonero Romanos y á lo Ricardo Sepúlveda. Inicia
este renacimiento... Pedro de Répide con su admirable novela DqI
Rastro á Maravillas, que perdurará como un dechado de la novela de
ambiente y de costumbres... P. de R. ha puesto en ella su fina gracia
castiza, su sentido estético de lo antiguo y su percepción sutil de lo
moderno." P. Répide, ediciones de Madrid: Libertad, poema, 1901.
Las Canciones de la sombra, 1903. Novelas; La Enamorada indiscreta.
Agua en cestillo. No hay fuerza como el amor (1907). Del Rastro á
Maravillas (1907). El Solar de la Bolera (1908). El Madrid de los abue-
los (1908). Noche perdida (1908.) Paquita Candil (1909). Del rancio
solar (1910). Los Cohetes de la verbena (1910). Cuentos de viejas
(1910). El Duende de la corte (1910). Las Cartas de la azafata Cloe
(1911). Un conspirador de ayer (1911). La Buena fama (1911). La
Corte de las Españas (1913). El Puesto sereno (1913). Chamberí por
Fuencarral, La Venganza de Julia, La Torre sin puerta, Noche per-
dida (1913). La Desazón de la Angustias (1914). Costumbres y devo-
ciones madrileñas (1914). La Negra (1915). El Regalo de la madrina
(1916). Los Espejos de Clío (1918). El Maleficio de la U (1920). La
Lámpara de la fama, cuestiones ¡históricas (1920). Para el teatro: Los
Majos de plante, saín. (1908). La Llave de la Araceli, com. (1908).
La Casa de todos, dr- (1908). Cadenas de rosas (1909). Veteranos,
cuadro dram. (1917).
En una carta de Miró á A. González Blanco, en Los Co)itemporá-
neos. I.'' ser.: "Amo el paisaje desde muy niño. No olvido nunca mis
largas temporadas pasadas en la enfermería de un colegio de jesuítas,
desde cuyas ventanas he sentido las primeras tristezas estéticas, vien-
do en los crepúsculos los valies apagados y las cumbres de las sie-
rras aún encendidas de sol. Después, á los diez y seis ó diez y ocho
años, sin atender las voces de mi alma, me casi mezclé en la compañía
de señoritos insustanciales ó de mozos divertidos; fui estudiante de
leyes en \^alencia y Granada. Pero pronto supe que no servía para eso
ni era mi vocación. Fui reconcentrándome en mí mismo, escuchándo-
me, y comencé á saber que sentía lo que antes sentía sin saberlo. Pa-
sablemente yo sería pintor, si no hubiera muerto el maestro Lorenzo
Casanova... Sin barruntos de condiciones para la música, ha sido este
arte de los que más emociones me han dado. Oyendo á Kuhllik me han
conmovido celos feroces. A los diez años, cuando ya conocía muchos
autores griegos y latinos (traducidos, pues olvid'é estas lenguas) y ha-
bía leído á nuestros clásicos, hice un volumen de artículos; en uno de
los cuales me detuve tanto, que me salió un libro : La Mujer de Ojeda
(1900). ]\Iuchos remordimientos artísticos me cuesta. Lo escribí li-
vianam nte. Luego he visto que de mis líneas postreras he podido ex-
traer la verdadera novela. De las obras anunciadas, sólo he hecho una
mitad de Las Cerezas del Cementerio (mi primera novela) (1910), aun-
que la sepa toda. Hilván de escenas (1901) y Del vivir (1903) las debo
38 ÉPOCA REGIONAL Y MODERNISTA (188S-I907)
á dos viajes por algunos pueblos de esta provincia. La región leprosa
la visité dos veces... Ocre, apenas comenzado, renuncié á publicarlo; no
me gus'.aba... Al empezar un libro no me propongo nada. Quiero ex-
presar ideales. Tendencias, no las tengo ni las inicio, por antiartísticas.
Proceden de conveniencias ó de teorías profesadas más ó menos seria-
mente; pero ¿no pudieran estar todos completamente equivocados?...
Ansié siempre viajar. Grecia y Atenas han sido los pueblos en que
con más veneración y amor he pensado. No los he visto nunca; no los
visitaré. La idea de visitarlos como turista me ha repugnado, por irres-
petuosa... Detesto piadosamente á los escritores pomposos, fatuos y
brillantes. No me arrepentiré nunca de haber fingido sensibilidad. Ya
tengo veintiséis años. Nunca he escrito ni verso ni una comedia..,"
Esta manera de escribir dista mucho de la que emplea Miró en sus li-
bros, donde la naturalidad y llaneza están ausentes y han tomado su
lugar lo rebuscado y artificiosamente infantil. Es Miró pesimista de-
cad'ente, digamos, en los asuntos y manera de tratarlos: El Abuelo del
rey presenta caracteres tan abúlicos, que dicen, tan fracasados, tan
sin voluntad, como La Voluntad, de A::orin, y no lo son menos las de-
más de sus novelas. Desconsolada manera de ver á la raza hispana, que
responde en parte á la realidad de hoy y en parte la exagera. Es de
los escritores á quienes por su afeminada educación a la francesa des-
alentaron los acontecimientos de 1898. Leída una de sus novelas queda
uno desconsolado, desmayado: sale de ellas un vaho de desaliento
maléfico y dañino. Nuestros escritores decadentes enflaquecen la fibra
nacional, en vez de vigorizarla y alentarla. Es fruto del arte literario
francés, que ha hecho mucho daño. Los personajes de El Abuelo del
rey no tienen, además, realidad ninguna; son muñecos ideales fragua-
dos en la fantasía; no son españoles, ni creo que de ninguna nación...
¿No es hora ya de volver al realismo español y de esperanzar á la
raza, dejándose los escritores de lloriqueos y de idealismos decadentes
y ñoños? Los más así lo han entendido; Miró sigue atrasado, llori-
queando poéticamente. Lástima grande en tan gran poeta. En su úl-
tima obra, Figuras de la Pasión del Señor, ya no se nota el pesimismo;
antes bien, un aire suave de sanidad sopla por doquier. Las escenas
evangélicas en tierras de Palestina, caldeadas por el sol y alumbradas
tan esplendorosamente, son asunto muy apropiado para que IMiró luzca
su rica paleta levantina, que chorrea colores, brillos orientales y sua-
vidades aromáticas. La vaguedad en el tono de las palabras evangéli-
cas, como de tan remota lengua y espíritu, cuadra al justo al estilo de
Miró. El Rabí Jesús resulta delicadamente esbozado, y no menos los
demás personajes; pero, sobre todo, el paisaje toma gran relicA-e mer-
ced á las voces propias, á los epítetos pintorescos y á las menucíencias
en que se entretiene. Echa mano de cuanto pueda impresionar los cin-
co sentidos, como fino impresionista; así que, no solamente se ven, sino
que se huelen, se gustan y se tocan las cosas. Es un poema vago, lírico-
descriptivo, en prosa, con todos los matices de la poesía. Sin embargo,
nótase al punto la manera decadente, rebuscada y extrañamente ex-
S. XX, I9OI. GABRIEL MIRO FERRER 39
quisita del modernista escritor. Trasparentase el prurito de ser origi-
nal y de parecer infantil y primitivo. Ramón María Tenreiro, La
Lectura, set, 1915: "Gabriel Miró... caracterízase, en lo interno, por
su amarga inclin?xión á historiar caducidades y decadencias; sus hé-
roes son siempre fracasados, y lo que de ellos se nos cuenta son sus
pasos cara á la ruina. El mundo es como un molino cruel, en cuya tolva
van cayendo los más selectos y exquisitos espíritus..., una maquinaria,
despiadada y estéril, que destruye sólo por destruir. Caracterizase el
arte de Miró, en lo externo, por un lenguaje rico en vocablos; lírico,
sencillo, altamente emotivo, florecicío en imágenes, personal, apartado,
sin escándalo, de las tradicionales formas literarias; imo de los más
insignes instrumentos expresivos que poseen nuestras letras de hoy.
En ambos sentidos : por la desconsolada visión del imiverso como so-
lar de ruinas, y por el ansia de vigorizar el poder emocional de las
palabras, huyendo de la petrificación que deja en ellas el uso de los
siglos, Gabriel Miró es el Benjamín de la generación literaria de 1898.
Bien patente está ello en las páginas de El Abuelo del rey..., obra
hermana de las de la juventud de Azor'm y Baroja, el último libro, en
orden cronológico, no en méritos, de la memorable serie de la amarga
literatura del desastre. Enlaza con el Azorin de La Voluntad por la
irónica pintura de un vulgar ambiente d; pueblo, en el que languide-
ce, falto de aire, el protagonista; por las resignadas y tristes figuras
femeninas que pasan por el libro, sin revelar el misterio del silencio.
Enlaza con el Baroja de Camino de perfección y de Silvestre Paradox
por el desequilibrio psicológico de sus héroes, dotados de grandes cua-
lidades, pero incapaces de todo perseverante y lógico esfuerzo; propios
para pudrirse de fastidio en el panteón de un casino de pueblo ó lan-
zarse locamente por el mundo creando y derrocando imperios. El secu-
lar carácter nacional, tal como lo definieron los hombres de 1898 en
sus estudios patrióticos... El escaso asunto es lo de menos. Lo que im-
porta es la poesía melancólica que envuelve al episodio más pequeño,
la suavidad y delicadeza con que están trazados los retratos de mujer,
y, sobre todo, el carácter personal y vivo de la prosa en que está na-
rrado el libro, sus evocadoras imágenes, la fuerza emocional que cada
frase contiene, por la cual, acabada la lectura, quedamos por mucho
tiempo impregnados en la blanda tristeza del espectáculo de la cadu-
cidad! y perecimiento de tantas cosas que, por sus virtudes, debieran
haber sido eternas." ídem, ibid., set., 1918: "Gabriel Miró es el último
de los escritores de la generación del 98; el último en orden á la edad,
no á los méritos. Tiene de común con ellos el interés por las vidas os-
curas, fracasadas, inútiles; por los estados crepusculares de concien-
cia, por los pueblos semimuertos. Además, escribe como ellos en modo
menor, huyendo por sistema de los esplendorosos, amplios y sonoros
párrafos de la tradicional elocuencia castellana, en una prosa muy per-
sonal, muy delicada, muy expresiva, rica en vocablos y en giros, insu-
perable para encarnar la clase de emociones que el autor ha querido
verter en ella. Sigüenza es como un hermano menor del Antonio Azo-
40 ÉPOCA REGIONAL Y MODERNISTA (1888-I907)
rín de la primera época y del protagonista barojiano de Camino de
perfección... Un héroe romántico, sin fuerza para romper las innume-
rables pequeñas ligaduras que en el mundo de fuera y en el de su
débil espíritu le prenden á una vana existencia adocenada. Yo no sé
qué nuevas realidades nos traerán tiempos ya próximos, cuyos pri-
meros vagidos á estas horas suenan en nuestro oído. Mas en la Es-
paña de la Restauración el tipo superior nacional fué este Sigüenza,
este Antonio Azorín, de quienes hemos conocido miles de encarnacio-
nes en la oscura languidez de las salas de todos los casinos de pueblo;
almas semiparalíticas, incapaces de acción, pero que, desdeñosas de
la miseria que las rodea, guardan celosamente un ideal de gloria en
el fondo de su estéril y triste vivir. ¿No será tiempo de gritarles:
¡Arriba los dormidos!?" G. Miró: La Mujer de Ojeda, Alicante, 1901.
Hilván de escenas, 1903. Del vivir, 1904. La Novela de mi amigo,
1908. Las Cerezas del cementerio, 1910-11. El Huerto provinciano,
1912. El Abuelo del rey, 1915. Los Amigos, los amantes y la muerte,
1915. Dentro del cercado, 1916. Figuras de la Pasión del Señor,
1916-1917, 2 vols. El Libro de Sigüenza, 1917. El Libro de amores,
1917. Consúltense: Andrés González Blanco, Los Contemporáneos, i."
serie, París; J. Cejador, Valle-Inclán y Gabriel Miró, 1919 (en Nuevo
Mundo, abril).
Acebal, Huellas de almas, proem, : "Mi confesión de ideal estético,
un poco frío, sin golpes de color, nebuloso y opaco, la confesión de
ese ideal de hombre del Norte que ha de trabajar, sin embargo, para
un pueblo meridional, la hallé al frente de Fierre et de Jean, no obs-
tante las brillanteces levantinas que impregnan los hermosos libros de
Maupassant. Estaba allí tan clara, tan sencilla, mi confesión, que, al
releerla me pareció leer uno de esos manuales de examen de concien-
cia, que todo nos lo dan cocidito y amasado. Con traducir bastó. ¿ Era
preciso añadir algo á esto? El novelista que transforma la verdad bru-
tal, desagradable, para conseguir una aventura excepcional y seduc-
tora, debe, sin cuidarse demasiado de la verosimilitud, manejar los su-
cesos á su antojo, prepararlos y combinarlos para agradar al lector,
conmoverle ó enternecerle... Por el contrario, el novelista que pretende
darnos una imaeen exacta de la vida debe evitar con cuidado todo
encadenamiento de sucesos que parezcan excepcionales. Su fin no es
contarnos una historia, divertirnos y enternecernos, sino forzarnos á
pensar, á comprender el sentido profundo y oculto de los sucesos. A
fuerza de haber visto y meditado, mira el universo, los hechos y los
hombres de un cierto -mocío que le es peculiar y que resulta del con-
junto de observación. Esta visión personal del mundo es la que in-
tenta comunicarnos, reproduciéndola en un libro... La habilidad de su
plan no consistía en la emoción ó en el encanto, en un principio atrac-
tivo, ó en una catástrofe conmovedora, sino en el agrupamiento sagaz
de hechos menudos, de donde se desprenda el sentido definitivo de la
obra...; tales son los hilos sutiles, casi invisibles, empleados por cier-
tos artistas modernos, en vez del cable único que tenía por nombre
S. XX_, 1 90 1. LUIS ESTESO 4 1
La Intriga. En suma : el novelista de ayer escogía la crisis de la vida,
los estados agitados del alma y del corazón ; el novelista de hoy escribe
la historia del corazón y del alma en su estado normal." Memento
autobiográfico, en A. Gonz. Blanco. Los Contemporáneos, i.^ serie:
"Nací, hace muchísimos años, en un pueblo costeño del Cantábrico.
Recuerdo mi infancia y mi adolescencia como dos edades tristes. Fui
un infante seriecito, formalote y aplicado, con lo cual me preparé una
juventud sin alegría. Sólo en la virilidad me percato de que la vida
es una obra nuestra, una novela más que nosotros hacemos, algo á
nuestro gusto, algo al gusto ajeno: al gusto de la mujer que se inter-
pone. Yo hallé una. Otra mejor no pude hallarla, porque es el equi-
librio de mis sueños de poeta. Soy, naturalmente, inclinado á la vida
plácida. Esquivo por igual á la burguesía y á la bohemia; creo, como
Porto-Riche, que esta última es la forma social del raté. Tengo una
idea turbia de haber cursado las aulas universitarias, unas aulas sucias,
polvorientas y embrutecedoras. En literatura obtuve la honrosa cali-
ficación de suspenso, que me adjudicó un señor que llamaban Moguel.
Mi vida de escritor comenzó en periódicos provincianos, hasta que
Sánchez Guerra me llevó á escribir en El Español, no como redactor,
ni de plantilla, sino como cronista. Probé mi pluma de novelista en un
concurso de Blanco y Negro, y en vista de que no me suspendieron,
seguí escribiendo. Seguiré escribiendo, porque sólo escribiendo vivo."
Francisco Acebal: Huella de almas, nov., Madrid, 1901. Aires de mar,
ídem, 1901. De buena cepa, id., 1902. De mi rincón, id., 1902. Doloro-
sa, id., 1904. Cuentos. El Calvario, nov., 1905. Nunca, com., 1905. Re-
belde, id. A la moderna, id., 1914. El Amigo Manso (de Galdós), dra-
ma, 1917.
Luis Esteso: Madrid Cómico, 1901. El Cantor de los amores, poe-
mas, Villena, 1904. Reír que alegra, poesías, 1906. La Influencia del
tango, entremés, 1907. La Pobre Dolores, saín., 1907. Diálogos de tea-
tro, 1908, 1913, 1919. La Loca, zarz., 1908. El Asesinato de la cupletista
Ombligúete, nov., 1910. Monólogos excitantes, 1910. Monólogos pica-
rescos, 1910, 1913. La Reata humana, alaridos plebeyos en aleves ro-
mances, 191 1. Chistes, 191 1. Monólogos picantes, 191 1. Monólogos ale-
gres, 191 1, El Palacio de las musas, 191 1. Quince romances en chufla,
191 1, 1917, 3.* ed. Lecherías, diálogos y monólogos, 191 1. La Bella
Pendonccte, nov., 1911-12. Cartas para todos, 1912. Alaridos eróticos,
obras completas, 1912. Viaje cómico por España, 1913. Entremeses,
1913. Chascarrillos y epigramas, 1913. Joselito tiene miedo, 1913. La
Vida de Belmente y algo más, 1913. Los Caminos del amor, poemas,
1913. Para que rían las mujeres, 1913, 1918. Cartas amorosas, 1913. Ma-
lagueñas y cantares, 1913. Rebuznos, lecherías, alegres y excitantes,
50 monólogos verdes, 1914. El Rival de Belmente, 1914. Monólogos
nuevos, 1914. La Vida cachonda, memorias de una cupletista, 1914. El
Turbión de la risa, 1914. Para que rían los curas, 1914. Consulta gra-
t^'^, jug., 1914. El Señor catalán, juguete (con Ignacio Muñoz), 1915.
Pancho y Mendrugo, sain., 1915. La Mujer del primo, jug., 1915. Al
42 ÉPOCA REGIONAL Y MODERNISTA (1888-I907)
volver de las capeas, entr., 1915. Examen de chistes, entr., 1915. Los
Mejores monólogos, 1916. Conferencias cursilonas. Monomanía to-
rera y la Cateta. 1916, Receta para casarse. Los Matones, 1917. No hay
dicha sin amor, 1917. Monólogos picarescos, 1917. La Madre Señora,
sain., 1917. Una conquista militar, entr., 1917. Nuevo viaje al Parnaso,
1917. Oigan las mujeres guapas, 1918. Cartas de novias y amantes,
1918. El Nieto de don Quijote, 1918. El Pequeño derecho, 1918. Cartas
amorosas y cartas para todos, 1918. Cancionero de chistes, 1918. No-
velas picarescas. Alaridos eróticos, Monólogos escogidos, 1919. Ani-
males caseros, 1919. Nuevas cartas amorosas, 1919. Para que rían las
mujeres. Los Caminos del amor, 1919. Teatro ligero, 2.!" ed., 1919.
160. Año igoi. Carlos Octavio Bunge (1874-1918), ar-
gentino, abogado, catedrático de la Universidad de Buenos Ai-
res, tradicionalista y aristócrata por carácter, amplio y liberal
en ideas, sociólogo que estudió la conciencia de la educación,
historiador del Derecho de su tierra, pensador genial, infa-
tigable lector y trabajador continuo, mezcla de alemán y de
español en sangre y espíritu, pero más español que alemán
en ambas cosas; compositor de música, crítico, dramaturgo,
novelista, gran conocedor de nuestra literatura, cuyo espíri-
tu de la época clásica se había apropiado y cuyo casticismo
fué cada día en él creciendo. Su estilo es de añeja estirpe caste-
llana, trasparente y sencillo, sobresaliendo en la narración, en
la cual muéstrase ameno, movido, suelto y elegante. Fué uno
de los más serios literatos y escritores americanos, polígrafo y
muy erudito en varias disciplinas,
Claudio González Rucavado (n. 1882-), de Heredia (Cos-
ta Rica), profesor de Derecho en el Liceo de Costa Rica (1904-
12), diputado (1912), co fundador del Ateneo, es uno de los me-
jores escritores y novelistas de su tierra, de tonalidad regional
en el pintar de las costumbres, en el empleo del idioma y en el
poner de manifiesto el espíritu de ciudadanos y campesinos.
Hay en Escenas costarricenses "un poema, cuyo protagonista,
Quirco, es una creación llena de vigor y de intensidad", como
escribió Zorrilla de San Martín.
Manuel Ugarte, argentino que vive en París, colaboró en
periódicos madrileños y se apropió la manera francesa y el es-
tilo modernista ; es prosista de color y vida, ligero y superficial ;
ha cultivado el cuento, la poesía, la crónica, la novela, dándonos
la sensación del París galante y liviano.
S. XX, I9OI. CARLOS OCTAVIO LUNGE 43
161. Andrés González Blanco, Escritor, repres. de América^
igiy, pág. 219: "La Novela de la sangre,... como una epopeya sar-
cástica de aquella época terroríficamente sanguinaria (de Rosasj. Diré
mejor: más que novela, es resumen elegante y ameno de históricos
episodios, con el aditamento d'e una fabulación no muy intrincada...
Su estilo es visiblemente tacitiano. Al modo de Tácito y de Carlyle,
Bunge escribe en un estilo cortado, rudo ó ligero, según conviene, y
sobre todo resonante. Por medio de sabias y oportunas aliteraciones,
sus periodos toman á veces la forma incisiva y enérgica de los versos
heroicos y homéricos." Ern. Quesada, Nosotros, 191S (jul.) : "Mezcla
singular de atavismo germánico y éuscaro, criollo hasta la medula de
los huesos, heleno por el singular refinamiento de sus gustos, erudito
profundo y trabajador infatigable, "superhombre" en el concepto
nietzschiano, en cuanto desenvolvió su existencia con absoluta pres-
cindencia de la tiranía hipócrita del "qué dirán" social : Bunge era en
realidad un soñador con ojos despiertos, que andaba siempre pensa--
tivo y elevado, y discurría fantásticamente durmiendo en lo que pen-
saba velando. Tenía cabal conocimiento y plena posesión de su valer :
seguro de sus fuerzas, exento de prejuicios, dedicó su vida al estudio
constante, incansable siempre en una labor cuasi hercúlea; nunca
airado, sino risueño, lleno de fe y placidez, sin envidias ni rencores,
salió con lo que pretendía y realizó el ideal de su existencia tal cual se
lo puso en la imaginación, sin que jamás le erizara los cabellos el pen-
sar en el aplauso ó la crítica de los demás... No concertaba pactos in-
dignos coa lo que consideraba un error, y no temía hacer campo uno
solo contra todos, y estuvo valiente á todos los asaltos. Pero, sea en
defensa de sus propios ideales ó en lucha con los ajenos, si bien su
palabra, hablada ó escrita, era neta y enérgica, sin desfallecimientos
ni salvedades, había heredado la nobleza con la sangre y jamás des-
cendió al terreno del personalismo : combatía exclusivamente por ideas,
y la persona del adversario, sobre todo cuando era visiblemente sin-
cero, le daba derecho riguroso á toda su consideración y respeto...
Tenía echada en su vida tan hondas raíces la conciencia de lo sagrado
de la producción intelectual, que consideraba á ésta como un culto,
con sus ritos y sus dogmas: era un cuasi iluminado, un místico, un be-
nedictino laico. No comprendía cómo otros podían en esto obrar con
indiferencia, pues para él era un bien donde se encierran todos los
bienes; ni vadeando un piélago profundo alcanzaba á entender la sin-
gular elasticidad de aquellos retóricos de la decadencia, de quienes el
satírico latino ha dicho que eran maestros eximios en exponer con
igual eficacia el pro y el contra de todas las cosas. Bunge se erguía
todo entero y le centelleaban los ojos cuando de tal cosa se hablaba,
y manifestaba sin ambages, en términos que hacían escocer las orejas,
su desdén profundo por la producción careciente de sinceridad. Esta
cualidad era, á sus ojos, la más esencial y típica de toda obra... Como
todo hombre consciente de su propio valer, era bueno, fundamental-
mente bueno, porque no le hacía sombra nadie y creía á macha mar--
44 ÉPOCA REGIONAL Y MODERNISTA (1888-I907)
tillo que había lugar para todos á la luz del sol: su exterioridad algo
brusca á veces, y su incorregible sinceridad, que le impedía d'isimular
sus impresiones ó fingir lo que no está en el ánimo, posiblemente le
conciliaron poca benevolencia en algunos ó aun le atrajeron la ani-
mosidad de otros, quienes lo proclamaron orgulloso ó malo... Prefirió
la triple modesta semioscuridad del tribunal, de la cátedra y del libro,
que tienen sólo un círculo limitado de personas como auditorio ó apre-
ciadores." Man. Gálvez, Nosotros (1918, jul.) : "De los cuatro abue-
los de Octavio, tres eran argentinos, y uno, el de su apellido, belga,
el cual desempeñó durante muchos años el cargo de encargado de Ne-
gocios de los Países Bajos en Buenos Aires... Por su espíritu, Oc-
tavio era profundamente latino. Amaba á España y á su arte y á su
literatura. En el Ateneo Hispanoamericano pronunció una conferen-
cia del más sincero españolismo... Nuestra América es, sin disputa,
un libro genial. Hay en sus páginas ciertas observaciones de una rara
novedad, de una penetración profunda. Su valer fué reconocido en
la época de aparición... Su voluntad para el trabajo era única. No he
conocido nada comparable. Ha muerto á los cuarenta y tres años, de-
jando veintidós tomos... En diciembre, hallándose en mi casa, aseguró
que se confesaría, y no sé si fué en ese mismo día ó una ó dos sema-
nas después, que afirmó no haber nunca dejado de creer. Solía decir
que todas las noches, antes de dormirse, rezó siempre un Avemaria y
varios meses antes de morir confesó que también rezaba el Credo...
Un mes antes de morir, y sin que nadie se lo pidiera, hizo llamar á
monseñor Terrero, pariente suyo, y quien le preparó, hacía treinta y
cinco años, más ó menos, para la primera comunión. En la segunda vi-
sita de Terrero, se confesó y comulgó. El acto de recibir los santos Sa-
cramentos fué un espectáculo emocionante y de una augusta solem-
nidad... Durante un mes, desde el día que habló con monseñor Te-
rrero, sus palabras, su actitud, sus sentimientos, fueron los de un ad-
mirable cristiano. Había una gran bondad en todo lo que decía. Es-
peraba la muerte con absoluta resignación, sin temor ni protesta...
Los postreros días del maestro que escribió Nuestra América y El
Derecho, fueron dignos de sus libros. Fueron dignos de su alto es-
píritu y de su sano y fuerte cerebro." C. O. Bunge : El Federalismo
argentino (tesis), Buenos Aires, 1897. El Espíritu de la educación,
ibid, 1901 ; Madrid, 1902 (con título de La Educación), 1903 (3 vols., con
título de Principios de Psicología individual y social) ; Buenos Aires,
1907; Valencia, 1909. Nuestra América, ensayo de psicología social,
Barcelona, 1903; Buenos Aires, 1905, 1911 (4.^ ed.). Principios de
psicología individual y social (extractado de La Educación), Madrid,
1903. Xarcas Silenciario, nov., Barcelona, 1903. Educación de la m,u-
jer, ibid., 1904. La Novela de la sangre, Buenos Aires, 1904; Valencia
(1904) 1907; Madrid, 1913. Teoría del Derecho, Buenos Aires, 1905,
1907 (con título de El Derecho), 1909, 1915-16, 2 vols. Thespis, no-
velitas y cuentos, Buenos Aires, 1907. Los Colegas, dr., 1908 (en
Nosotros) ; Buenos Aires, 1909. Viaje a través de la estirpe y otras
S. XX, I9OI. MANUEL UGARTE 43
narraciones, ibid., 1908, 191 1, Historia del Derecho Argentino, 2 vo-
lúmenes, ibid., 1912-13. El Derecho en la literatura gauchesca, disc.^
Í913. Vicente G. Quesada, 1914. Obras completas preparadas, de ellas
antes publicadas : Estudios filosóficos, Estudios pedagógicos (2 vols.),
Draynas (2 vols.); inéditas: Los Envenenados, noy.) El Capitán Pérez,.
narraciones vulgares (2 vols.). La Sirena, narraciones fantásticas (2 vo-
lúmenes). El Sabio y la horca, narraciones ejemplares (2 vols.) ; Versos
Sarmiento, Memorias autobiográficas. Consúltese: Nosotros (núm, ex-
traordinario, julio, 1918).
C. González Rucavado: El Hijo de un Gamonal, nov., 1901. Esce-
nas costarricenses, nov., 1906, 1907, 1913. De Ayer, cuentos, 1907. £»-
sayos sobre Moral y Política, 191 1. Egoísmo, nov., 1914.
Romerto F. Giusti, Nuestros poetas jóv., 1912, pág. 124: "Poeta-
muy simpático es Manuel ügarte. Este convencido creyente en la mi-
sión social de la literatura, idea á cuya defensa ha consagrado gran
parte de sus escritos, es, por contradicción no rara, cuando escribe,
uno de los literatos menos trascendentales que darse puedan. Ahí
están para atestiguarlo sus novelas, ó lo que sean, y sus versos. Este
soñador, con ribetes de sociólogo, de un futuro mejor, es en poesía
sobre todo un galante madrigalista, y acaso nada más que eso. En vano
ha intentado hacer resonar en sus versos las protestas y los ensue-
ños del pueblo. Su musa no conoce el acento de la rebelión; se siente
á sus anchas en los salones, no en las barricadas. Más que para dis-
parar tiros á los burgueses, Ugarte ha nacido para ofrecer flores á las
damas; más que para vomitar la injuria que latiguea, para susurrar
el requiebro que acaricia. Razones estas de su triunfo en el madrigal.
Es inútil que le declare á su marquesa que no lo fascina al referirle
las aventuras de sus ascendientes las que pecaron en Versalles y mu-
rieron en el cadalso. ¡ Oh, también ellas leían á Rousseau, de quien
él se ampara, y sin embargo pecaban lo mismo, á despecho de las
virtudes domésticas de Julia. La marquesa, si era despierta, le ha-
brá contestado de seguro: "En Versalles, amigo mío, usted hubiera
"sido mi abate." Bueno; estamos; un abate madrigalista del si-
glo xviiij lleno de lecturas filantrópicas, caído en el bulevar en pleno
siglo XX. Eso es Manuel Ugarte. No ha escrito muchos versos, y en-
tre los mismos que ha escrito ha escogido con bastante cuidado los de
su único libro. Vendimias juveniles (1907). En la graciosa "Dedica-
toria á la primavera" de que los ha precedido, Ugarte, al damos una
feliz caracterización de su obra, nos advierte : "Son en realidad los
"primeros y probablemente los últimos versos que publico. Con ellos
"mato mi primera juventud, y echo la llave á los cuentos imposibles.
"Porque estas vendimias juveniles no marcan en mi vida literaria más
"que un intermedio de la acción, un á cote. En los tiempos de lucha
"por que atravesamos, el hombre se debe casi más á la justicia y á
"la verdad, que al ensueño y á la belleza. Su arma es la prosa fle-
"xible y ágil..." ¿No ven ustedes? El abate, sintiendo escrúpulos de
haber escrito versos en los abanicos, quiere volver á sus disertacio-
46 ÉPOCA REGIONAL Y MODERNISTA (1888-I907)
nes sobre la desigualdad del género humano. Recuerdo ahora que al-
guna vez lo reprendí á ligarte — ¡y hasta en latín! — de semejante
declaración. Puede diarnos otro ó cote, que no se lo reprocharemos.
Se leen siempre con deleite tales versos de primavera, claros, frescos,
ligeramente tiernos, amablemente ingeniosos, que tienen el frivolo en-
canto de la espuma ó el encaje." Andrés González Blanco, Hist. nov.,
pág. 872 : "Manuel Ugarte, espíritu alto y vigoroso, con talento robus-
to de sociólogo, fantasía de creador artístico y rebusca inquieta de un
estilo propio y seguro." Amadeo Almada, Vidas y obras, 1912, pági-
na 140: "Escritor y novelista..., prosista vigoroso..., elegante, narrador
admirable y observador delicado y sutil de todos los múltiples ma-
tices de pasión y sentimiento que caracterizan el alma trabajada y
compleja de las modernas sociedades... En cuanto al estilo, es claro,
fluido y elegante ; en cuanto al lenguaje, es rico en imágenes, muchas
de ellas originales y casi todas apropiadas." Man, Ugarte : Paisajes
parisienses, París, 1901. Cuentos de la Pampa, ibid., 1902. Crónicas del
bulevar, ibid., 1903. La Novela de las horas y de los días, ibid., 1903.
Visiones de España, Valencia, 1904. El Arte y la democracia, ibid.,
1905. Las Mujeres de París, 1905. La Joven literatura hispanoameri-
cana, antología, París, 1906, 1912. Vendimias juveniles, poesías, ibid„
1907. Las Nuevas tendencias literarias. Valencia, 1909. Los Estudian-
tes de París, Barcelona, 1911. El Porvenir de la América latiría, la
ra:a, etc., Valencia, 1911. Tarde de Otoño, sinfonía sentimental, cuen-
tos. Burbujas de la vida. América Latina para los latinoamericanos,
conferencia, Lima, 1913. Una Carta sensacional al Presidente de los
Estados Unidos, ibid., 1913. El Porvenir de la América Latina, Mé-
jico, 1918. En Esp. Mod.: Dos Sonetos (1900, jul.). Sol de saugre (1901,
julio). La Cautiva (1903, maxo).
163. Año 1901. Joaquín López Barbadillo^ de Sanlúcar de
Barrameda, redactor de El Imparcial, croniquefo ameno é ingenioso,
crítico de toros autorizado y chispeante; pero se ciñó después á edi-
tar y traducir las obras eróticas y verdes más celebradas. El Fin del
mundo, juguete, 1901. Camino de flores, zarzuela, 1907. El Mirlo, en-
tremés (con Dióg. Ferrand), 1908. Comedia del Herrador, de Pedro
Aretino, trad., 1908. Romance pastoril, com., 1908. El Traje de Ve-
nus, com. (con A. Custodio), 1909. Piel de oso, nov. escénica (con A.
Custodio), 1909. La Danza de la muerte, (con id.), 1911. El Hongo
de Pérez, juguete cómico (con Antonio F. Lepina), 1911. La Perra
gorda, jug. (con id.), 1912. Los Caprichosos diálogos del divino Pe-
dro Aretino, trad., 3 vols., Madrid, 1914. Cancionero de amor y de
risa, recogido por..., Madrid, 1917. Nicolás Chorier, La Academia de
las damas llamada "Sátira sotádica de Luisa Sigeá", trad., 1917. Al-
fredo de Musset, Gamiani ó dos noches de pasión, 1918. La Tercera
Celestina, tragedia de Lisandro y Roselia, 1918. Las Delicias de los
(Césares, trad, 1919. El Culto secreto de las matronas romanas, 1919.
Pedro Jara Carrillo (n. 1876-), de Alcantarilla (Murcia), redac-
S. XX, I9OI. JENARO garcía 47
tor de El Correo de Murcia (1902), director de El Liberal de la misma
ciudad, fué poeta laureado en Murcia (1907) y en otros muchos cer-
támenes; compuso acabados sonetos, hermosos y castizos cuentos y
algunas obras teatrales. Siemprevivas, versos, Murcia, 1901. Relátn-
pagos. Gérmenes, cuentos y versos, pról. de Rueda, ibid., 1903. Co-
cuyos. El Libro de las canciones, ibid., 1910. Besos del sol, ibid.,
1912. Palabras y cuentos viejos, ibid., 1918.
Leónidas N. Yerovi (1881-1917), peruano, poeta festivo y humo-
rístico, comediógrafo y periodista, de los escritores más genuinamen-
te nacionales por su chispa criolla, su sentido de lo cómico y su vena
regocijada; en verso, ágil, travieso y alado, mariposea sacando de
cualquier tema algo burlesco. Escribió mucho en periódicos y revis-
tas, sobre todo en La Prensa, con seud. El joven X. La de cuatro
mil, comedia de costumbres (1904). Salsa roja. Álbum Lima, Domingo
siete, saínetes y zarzuelas. La Gente loca, comedia estrenadla en Bue-
nos Aires. Inéditas y picarescas son las comedias La Casa de tantos
y La Pícara suerte. Murió trágicamente, asesinado por un desconocido
en una reyerta, frente á las puertas de La Prensa. "Olvida delibera-
damente las melodías aprendidas á Rubén", para retozar en disloca-
cios versos. Su facilidad para el saínete, para la copla leve, es prodi-
giosa... continúa la vena de Caviedes, de Fuentes, de Ricardo Palma".
(Vent. García Calderón.)
Ramón de Godoy y Sala (1867-1917), coruñés, colaborador de Vidd
Nueva (1902) y La Correspondencia (1903), robusto y armoniso poe-
ta, publicó Aspiraciones, poemas, Madrid, 1901. El Eterno burlador,
drama, 1915. La Tirona, dr. (con López Alarcón), 1915. En el cami-
no, com. 1917. Los Jácaros, comedia premiada por el Ayuntamiento
(con José Ignacio Alberti), 1917. El Viaje entretenido. La Canción
sin esperanza, com. (con Navarro). La Quimera, dr. (con López Alar-
cón).
Jaime Fitzmaurice-Kelly, inglés, profesor de literatura caste-
llana en Londres, gran hispanista, publicó The Ufe of Miguel de Cer-
vantes, Londres, 1892; ó Miguel de Cervantes Saavedra, a metnoir,
Oxford, 1913; traducción española, 1917. Don Quixote, trad. inglesa
íie Shelton, con introducciones, 4 vols., Londres, 1896. Historia de la
Literatura española, trad. por A. Bonilla, Madrid, 1901, 1913, 1916,
1919. Chapters on Spanish literature, Londres, 1908. Lecciones de Li-
teratura Española, traducción por Diego Mendoza, Madrid, 1910. Bi-
hliographie de l'hisfoire de la littcrature cspagnole, París, 1913. The
Oxford Book of Spanish verse, Oxford, 1913. Editó las obras de Cer-
vantes y publicó en revistas artículos muy celebradlos.
Jenaro García, mejicano, díirector del Museo Nacional, muy erudito,
publicó Carácter de la conquista española en América..., según los tex-
tos de los historiadores primitivos, Méjico, 1901. Dos antiguas rela-
ciones de la Florida, ibid., 1902. Documentos inéditos ó muy raros
para la historia de México (con Carlos Pere3'ra), 36 vols., ibid., 1902-
05-11. Porfirio Días, ibid., 1906. Don Juan de Palafox y Mendoza, su
48 ÉPOCA REGIONAL Y MODERNISTA (1888-IO07)
virreinato en Nueva España, ibid., 1906. Leona Vicario, heroína in-
surgente, ibid., 1910. Documentos históricos mexicanos, obra conme-
morativa del primer centenario de la Independencia, 6 vols., ibid.,
19 10. Los Periódicos insurgentes, reprod. facsimile. Crónica oficial
de las fiestas del primer centenario de la Independencia, ibid., 1911.
Documentos inéditos del siglo xvi para la historia de México, ibid.,
1914.
163. Año ipoi. Academia de la Historia, fundada en Bogotá, 1901.
Ha editado: Los Comuneros. Recopilación historial. Relaciones de
mando. Certas de Caldas, por E. Posada. Obra de Caldas, por id. El
Tribuno de 1810, por A. León Gómez, La Convención de Ocaña, por
J. J. Guerra. Cronología de Colombia (en preparación). Vida de
José I de Múrqiiez, por C. Cuervo Márquez, 3 vols. Páginas de Histor.
Diplomática, por Francisco J. Urrutia. Francisco de Miranda, por
Robertson, traducción de D. Mendoza. Epistolario de Rufino Cuer-
vo, por L, A. Cuervo (en prepar.), Archivo Santander, 18 vols. (con-
tinuará).
Isidoro Aguilar publicó La Tarjeta, comedia, ,1901. La Cuarta
plana, pasatiempo novelesco, Irún, 1909. Anhelos y rutinas, iiovelas,
IQ14. — ^Aurelio Aguirre publicó Poesías selectas, Coruña, 1901. —
José Aguirre Acha (1875-), boliviano, cónsul en New-York, publicó
De los Andes al Amazonas, historia (1901), y es autor de los saínetes
La Lira y la Vara y La Capital disputada, y del monólogo El Centi-
nela de Riosinho. — Roberto Alarcón Lobos^ por seud. Galo-Pando,
Cuquin, De Brik, chileno, pintor de escenas nacionales que revela
buenos conocimientos folklóricos ó demosóficos, retratando el habla
y natural dicharachero y alegre de los rotos, escribió en Comedia
Humana, en el género jocoserio, humorístico, con gracia fina y natu-
ral, y publicó La Fruta prohibida, nov., Santiago, 1901. Horas festivas
de un hombre grave, cuentos nacionales, anécd., epigr., etc., 1902, 3 vo-
lúmenes. Gente alegre, cuentos, ibid., 1912. Bilbao y su tiempo, 1913. —
R. Albornoz publicó Por Electro..., novela, Barcelona, 1901. — Ál-
bum de Javier, recuerdo de la inauguración de la iglesia elevada en
honor de S. F. Javier, Madrid, 1901. — La Vida de Alburquerque (vi-
lla), Badajoz, 1901. — Antonio Miguel Alcover y Beltrán (1875-
191 5), de Sagua (Cuba), publicó El Periodismo en Sagua, Habana,
(1901, 191 i). Bayamo, 1902. Historia de la villa de Sagua, ibid., 1905.
La Rep-ública de Nicaragua, Guatemala, 1910. Los Libros de produc-
ción latinoamericano, Habana, 191 1. — Enrique Allende Ríos, mé-
dico chileno, publicó Amor, copas y sangre, nov., Santiago. 1901. El
Subterráneo del crucificado, ibid., 1906. — Federico Andrés y Sal-
vador Gisbert publicaron Leyendas y tradiciones turolenses, Teruel,
ic^oi. — Jesús Aramburu publicó Corleaduras y Pavones (1901). —
Orestes Araujo (1854-1916), de Menorca, que vivió en Montevideo
dado á la educación popular según la reforma de José Pedro Várela,
inspector, cated'rático de la Universidad, director de la Escuela Ñor-
S. XX, 1 90 1. ÁNGEL CARNEVALI MONREAL 49
mal, publicó Diccionario geográfico del Uruguay, Montevideo, 1901,
1912, 3 vols. Nuestro país, cuadros descriptivos por autores naciona~
les y extranjeros. La Batalla de Sarandí, foll. Dicción, pop. de His-
toria de la Rep. Or. del Uruguay, Montevideo, 3 vols., 1903. Histoiia
compend. de la civilización uruguaya, 2 vols., ib id., 1907. Nueva His-
toria del Uruguay, 2 vols., ibid., 1909. Geografía económ. d^l Uru-
guay, ibid., 1910. Historia de los charrúas, Barcelona, 191 1. — Juan
E. Arcia (n. 1864?), venezolano, poeta de corrección preciosa y cier-
to color muy marcado de idealidad. Su mejor poesía. La Canción de
la bruma, y su mejor obra poemática, Sangre del Trópico. Hizo tra-
ducciones, que publicó en periód.cos, y dos discursos en la Academia.
Vestigios, poes. orig. y trad., Caracas, 1901. Sangre del Trópico, poe-
ma, ibid., 1904. Almas en ruina, poema, ibid., 1907. Discurso en el
ceíitenario de Fermín Toro (mediano), 1907. — Manuel Areu estre-
nó Episodios de la vida de un actor, gloria y miseria, boc. dram., Ha-
bana, 1901. — Serafín Arroyo y Fernández publicó Un Crimen venga-
do drama, 1901. — Arte y Letras, rev., Madrid, 1901. — Joaquín Báguena
Y Lacárcel (n. 1866-), murciano, publicó Aledo, su descripción é historia;
Madrid, 1901. — Bardos cubanos antología, Boston, 1901. — Basurto : El
Arzobispado de Méjico, ibid., 1901. — Daniel Eerjano Escobar publicó
Poetas placentinos contemporáneos de Lope de Vega, Cáceres, 1901.—
Bibliografía Española, rev. gen. de la Librería, Madrid, desde 1901 obra
útilísima, aunque deficiente. — Pascu.-\l Boronat y Barrachina publicó
Los Moriscos españoles y su expulsión. Valencia, 1901, 2 vols. El Beato
Juan de Ribera y el R. Colegio de Corpus Christi, ibid., 1904. — Joa-
quín Bravo Rial publicó Titania, poema bárbaro, Madrid, 1901. Olínt-
pida, poema, 1902. — Juan de la Brete, chileno, publicó Mi tío y mi
cura, nov., Santiago, 1901. Regina de Lavalle, ibid., 1901. — José Car-
los Bruna, malagueño, autor de novelas, obras dramáticas y poesías,
director de El Fvlletín, de Málaga, publicó La Virgen de carne, Má-
laga, 1901. Cantares del campamento, ibid., 1909. Cincuenta canta-
res de la guerra, ibid., 1914-15. — Joaquín Buitrago y Hernándb-z
publicó Las Ordenes religiosas y los religiosos, estudio jurídico
sobre su existencia legal y capacidad civil en España, Madrid, iqui.
— Juan Esteban Caicedo, colombiano, publicó la novela Julia, de cos-
tumbres de Tolima, 1901. — Jerónimo de la Cal, poeta y periodiistíi
de Jaén, publicó Cantares, Jaén, 1901. — Cantos de la montaña..., ar-
monizados por el M. Rafael Calleja, Madrid, 1909. El Statu quo,
sain., 1914. — José María Campo y García publicó Narraciones lor-
quin-as, tradiciones y leyendas, Lorca, looi. — José de Campos publi-
có Ella, novela, Madrid, 1901. Ilusión, ibid., 1902. Represalias, 1906.
Lo que el dinero no compra, zarz., 1909. Un caso extraordinario,
1910. — Agustín Cannobio G., chileno, publicó Refranes cIiiLv.os,
Santiago, 1901. — Cantos de la Moníaña, canciones popidares de San-
tander, Madrid, 1901. — Andrés P. Car; em\l publicó Oro y barro,
¿cuentos?, Bilbao, K 01. — ■ Ángel Carnevali Monreal (n. 1858?-),
venezolano, publicó Bolivita en El Correo de Aragua (La Victoria,
5o ÉPOCA REGIONAL Y MODERNISTA (1888-IO07)
1901), novclita corta de espíritu criollo, muy sincera y realista, na-
tural, de bien delineados caracteres. Es orador tribunicio, ad.más,
vehemente, pomposo y sonante, periodista y escritor amigo de nues-
tros clásicos. Publicó también dos discursos apologéticos del general
Antonio José de Sucre, otro sobre el poeta Pcrcz Bonalde, otro soi.re
el Libertador, que dicen por allá, y varios de política, siendo presidente
del Congreso, y varios folletos de política y polémica ardiente. Escri-
tor de buen gusto, de fantasía y muy correcto. Imita en el estilo á
Montalvo. Lástima que no se dedique más á obras literarias. — José
María Carre publicó De Castilleda, novela, Madrid, 1901. — Pablo
Cases estrenó Aguanieve, monólogo, 1900. La Huelga, drama social,
1901. El Número XIII, 1902. Emigrantes, 1905. El Cristo de la Luz,
zarz., 1910. — Catálogo de documentos del Archivo de Indias en Se-
villa, referentes á la historia de la Rep. Argentina (1514-1810), Bue-
nos Aires, 1901, 3 vols. — José M. Collantes (n. 1877-), de San Cris-
tóbal (Cuba), abogado y periodista en Santander (1902), publicó Re-
jas y pálidas, Habana, 1901. Un vucltabajero ilustre, conf., iro2. Ju-
lián de Casal. — Juan Luis Cordero, poeta ecuatoriano, publicó Eró-
ticas, poesías, Cáceres, 1909. Mi patria y mi dama, poesías, Barcelo-
na (1913). Cosas de la vida, Madrid, 1917. En Esp. Mod.-. poesía á
Olegario V. Andrade (1901, jun.). — Isidoro Corzo y Príncipe, ma-
drileño, publicó Cervera y su escuadra, Habana, 1901. El Bloqueo de
la Habana, 1905. Mi proceso, 1905. La Locura de Maupassant, inji.
Entre sorbo y sorbo, novelas, 1914. — Armando Chirveches (n. 1880-),
boliviano, hizo primero poesías modernistas, más bien parnasianas:
después, novelas regionales. Lili., La Paz, 1901. Cantos de Primavera.
Noche estiva, 1904. Celeste, nov., 1905. La Candidatura de Rojas,
ídem, 1908. Casa solariega, id., 1917. — Diógenes Decoud publicó Atlán-
tida, estiidio de historia americana, B. Aires, 1901 (2.^ ed.). — José De-
leito y Piñuela (n. 1879-), madrileño, catedrático de la Universidad d^e
Valencia, sagaz crítico en La Lectura, desde 1906, escribió prosas y
versos en periódicos desde los doce de su edad. Publicó La Sociedad
española en tiempo de Felipe IV, iqoi-2 (en Rev. Contemp.). La Mu-
jer moderna no existe, diisc, Valencia, 1908. La Tristeza de la lite-
ratura contemporánea, Madrid, 191 1. Fernando VII en Valencia el
año 1814, ibid., 191 1. El Aislamiento de España en el pasado y en el
presente, conf., Valencia, 1915. Historia universal, resumen por E. La-
visse, trad., Madrid, 1916. La Vida y las doctrinas de Sócrates (traduc.
de Memorias, Apología y El Banquete, de Jenofonte), Valencia, 1918.
La Enseñanza de la Historia en la Universidad esp., disc, Valencia,
1918. La Emigración política en España durante el reinado de Fer-
nando VII, disc, 1919: con este título prepara una obra lata, además,
unas Lecturas americanas, de critica. — El Desastre nacional y los ti-
cios de nuestras instituciones militares, por Efeele, Madrid, 1901. —
Francisco Díaz Silveira^ habanero, publicó Fugitivas, poesías. Ha-
bana, 1901. — Domingo Diez, presbítero, publicó Escala del pulpito, ó
sea colección de sermones para todas las dominicas y festividades del
S. XX, 190 1. JUSTO GARCÍA SORIAXO 5l
año, Madrid, 1901. — Manuel Domínguez^ paraguayo, abogado, vice-
pres-dv;nte de la República, historiador y escritor d.is.tinguido, publicó
Estudio sobre '•'La Atiántida ' del doctor Diógenes Decoud, Asunción,
1901. El Algodón... en el Paraguay, ibid., 1903. La Sierra dj Ij, Pla-
ta^ primeros pasos de la Conquista, ibid., 1904. La Constitución del Pa-
raguay, ibid., 1909. 2 vols. EL Alma de la raza, ibid., 1914. Paraguay.
Bolivia. Cuestión de límites. El Derecho de descubrir y conquistar el
Paraguay ó Río de la Plata. Ruina de la segunda tesis boliviana, 2.^
conf., ibid., 1918. — Mariano Domínguez Berrueta (n. 1873-), de Sala-
manca, catedrático de Ciencias íisicoquimicas de los Institutos de Cuen-
ca y León, redactor de El Lábaro (1901) y colaborador de la Rev. Con-
temporánea (1897-99), novelista regional salmantino, alabado d¿ Pereda
*'por el amor que siente á la tierra nativa, por lo certero de la mirada
con que descubre su lado pintoresco, así como el de sus habitantes, y por
la soltura y verdad con que traslada sus impresiones al lienzo, madera
de los buenos pintores de costumbres regionales". Publicó Crónicas del
campo (ios dos cuentos El Carro y El Misterioso), Salamanca, icoi.
V aldejimena, cuento novelesco y de costumbres, ibid., 1908-1909. Por
los suelos, com., 1909. Tierra salamanquina. Semblanzas ¿a.amanqui-
nas. El P. Manovel y El Conde de Francos, biografías. Historias de
don Qaijote, Burgos, 1913. — Luis Doreste publicó Primeras estro-
fas, Madrid, 1901. — Fenelon Eguino publicó El Manchay-Puitv {Nu-
bes de tempestad), áv., B. Airts, 1901. Ragas biográficos del docor
José M. Escalier, discurso, 1904. — Abelardo Farrés (f 1906), ma-
tancero, publicó Guajiras, Habana, 1901. — Enrique Fernández Gu-
tiérrez, colaborador de Madrid Cómico, Misceláneas (1900), etc.,
estrenó La Modelo, diálogo (con E, Gómez Gereda), 1901. La An.i-
gua Roma, sonetos, 1903. — Jesús Fernández González publicó Prosa
de la vida, Orense, 1901. Senda de am,:.rgura, nov. (1911). — LÁ aro
Floro publicó De Valencia á Cádiz, apuntes de mi cartera, Valer.cia,
1901. — Esteban Foncueva (n. i88i-), habanero, poeta de la tristeza,
publicó Penas y alegrías. Habana, 1901. Melancolías, 1902, Sentimen-
tales, 1903. Horas de olvido, 1907. Quimeras, 1910. Laurel, 191 1. La
Huérfana, mon., 1912. El Cancionero cubano, por un Guajiro de la
Habana (décimas originales), 191 5. Victoria de las Tunis, 1916.» — ■
María Gabriela (seud.), publicó Mi libro ^ miscelánea en pro^a y zer-
so, México (s. XX). — Rafael Galváx y Candela, colaborador de El
Descanso Dominical (1903), estrenó Gonzalito, monólogo, 1901. Leso
de unión, comedia (con E. G. del Castillo), 1904. — Eduardo García
publicó Versos viejos (con G. Ou;ja:'a), Sevilla, 1901. — JUA.v Pío
García y Pérez publicó Indicador de varias crónicas religiosas y mi-
litares de España, Madrid. 1901. — Justo García Soriano (n. 1884-),
de Orihuela, redactor de El Parlamentario (1914-15), publicó Espe-
ranza, poema, Orihuela, looi. Orihuela diirai'.e la guerra de la Inde-
pendencia, 1908 (en La Hiieta). El Colegio de Predicaiores y la
Universidad de Orihuela, Murcia, 1908. El Humanista Francisco Cas-
cales, su vida y su obra, Madrid, 1918-19 (está saliendo en Rev. de
52 ÉPOCA REGIONAL Y MODERNISTA ( 1 888- 1 (JO/)
Filosofía y Letras y aparte. — Miguel García y Teijeiro publicó
Sor Ana María de la Concepción, Luarca, 18S4. Casa-solar de Villa-
mil, Barcelona, 1898. El Patronato de Barres, Ribadeo, 1899. Monu-
mentos niegalíticos de Porcia, Lugo, 1900. Apuntes históricos de Fi-
gueras de Asturias, t. I, Lugo, 1903. Notas descriptivo-arqueológicas
de la Catedral de Lugo, ibid., 1905. Hijos ilustres del Occidente de
Asturias, 2 vols., ibid., 1906. Lugo, ibid., 1906. Tol y su convenio, Ma-
drid, 1907. Alzamiento del principado de Asturias en 1808 y memo-
rias del regimiento de Infantería de Castropol, Castropol, 1908. Ri-
badeo, Lugo, 1914. Castroverde, Lugoi, 1918. — Vulgaridades, diccio-
nario cómico satirio o, por Manolita Gázqucz y el Abogado Ache, Al-
mería, 190 1. — Ernesto Gisbert y Ballesteros publicó Historia de
Orihuela, ibid., 1901-1903, 3 vols. — L. Gómez Solano publicó Perfiles
sociales, Sevilla, 1901. — Román Gómez Villafranca, archivero, cola-
borador del Nuevo Diario de Badajoz (1902), publicó Historia y bi-
bliografía de la Prensa de Badajoz, ibid., 1901, Extremadura en la
guerra de la Independencia, ibid., 190S-09. — El padre Vicente Gó-
mez Bravo, jesuíta, publicó Noche-Buena en familia, poesías y diálo-
gos, Madrid, 1901. Tesoro poético castellano de los siglos xii á xv,
191 i. Tesoro poético castellano del siglo xix, Madrid, 1902, 6 vols. —
Luisa González Téllez y Ruiz_, de Villaclara (Cuba), publicó Flores
secas, Cartagena, 1901. — Matías González Lafuente publicó Guzmán
el Bueno, dechado de regeneradores, Madrid, 1901. — Mario Graells
DE Ramos publicó Secretario galante y consejero de enamorados,
Barcelona, 1901. — Eernando G. y Grave de Peralta, cubano, publi-
có La Toma de Tunas, canto, Gibara, 1901. Tiempos preJ¡istó,icos de
Cuba, 1903. Sarina, cuento, Puerto Padre, 1909. — Ángel D. Guerra
publicó Bocetos, Zamora, 1901. — Juan Héctor Picabia publicó La
Leyenda andaluza, cuentos y crónicas, Sevilla, 1901. La Mano del
doctor X, Madrid, 1914. — León Ichaso (n. 1869-), de Durango, pe-
riodista y profesor en Cuba, adonde fué en 1896, publicó Desde el
alma, Habana, 1901. Notas y vibraciones, artíc. crít., 191 1. Los Abu-
rridos, com. El Am,or libre, dr. La Escuela del periodismo, dr. (con
Manuel Pinos, 1905). La Real moza, zarz. (con Julián Sanz, 19 10).
El Cacique, id. (con id., 1909). La Flor del camino, dr. (con id., 1914).
Amar á ciegas, com. (con id., 1914). La Reina de los cantares. El Co-
meta de Halley, Tragedia feliz, Premio y castigo. Día de recibo (todas
piezas teatrales, con id.). Rosalba, com., 1916 (con J. Sanz). — Tomás
Lama publicó Colección de artículos sobre la batalla de Ayacucho,
Lima, 1901. — Tristán Larios estrenó Coplas y vino, pieza andaluza,
1901 (mús. de Serrano). — Fernando José de Larra y Larr\ (n. 1882-),
madrileño, estrenó Los Dos charlatanes (1901). ¿Cuál de las dos? El
Secreto (1902). El Lunes de Carnaval (1908). Invocación á Shake-
speare (1910). — La Lectura, revista, dirigida por Erancisco Acebal,
Madrid, desde 1901 (continúa). — Serapio Liso y Estrada, presbítero,,
publicó Leyenda de Nuestra Señora de Valverde, Madrid. 1901. — Er-
nestina A. López publicó ¿Existe una literatura americana? B. Aires,
S. XX, I9OI. FR. JERÓNIMO MONTES
53
1901. — Juan José López Serrano, colaborador de Los Madriles (1903),
publicó L'n Libro más, cuentos, Valladolid, 1901. Fábulas p.na un Rey,
ibid, 1902. — Carlos de Luque estrenó La Noche de boda, entremés
(ccn J. Cuesta Villaseca), Má aga, 1901. — Ricardo Luque y Fernán-
dez publicó Peripecias, juguete cómico. Jerez, 1901. — José Marco é
Hidalgo, de Villalengua (Zaragoza), ya fallecido, Registrador de la
propiedad en Alcaraz, escribió la historia de esta ciudad, premiada por
la Academia de la Historia, en cuya Biblioteca se conserva, y descu-
brió documentos sobre doña Oliva Sabuco ci'e Nantes. Doñi OH: a de
Sabuco no fué escritora 1903 (Revista de Archivos, tomo VK, 1-13).
Biografía de doña Oliva de Sabuco, Madridl, 1900. — Fernando L,
Marcos, matancero, publicó Vibraciones, poesías, Matanzas, 1901.
El Gladiador, poema, 1906. — Fray Plácido María del Pilar, car-
melita descalzo, publicó Aromas del Ciármelo. Floredllas del Car-
melo, Madrid, 1901. Y otras obras piadosas. — Rafael Marot, director
de Madrid Satírico, estrenó ¿Se lo doy?, monólogo, 1901, — Pedro Pa-
blo Martín publicó Adelina, nov. hist. Habana, 1901, 1903. — José
Luciano Martínez, montevideano, abogado y militar, teniente coro-
nel (1916), escribió artículos y biografías militares, y sobre todo la
vida militar d'e los generales Enrique y Gregorio Castro (1901).
Hombres y batallas, Madrid, 1912. Teniente general Lorenzo Batlle,
1918. — Juan Martínez Liso publicó La Virgen de la Llana y el cau-
tivo de Peroniel, leyenda..., Madrid, 1901. — Joaquín Mas y Guindal
publicó Memorándum de sinonimias, procedencias, nombres científi-
cos y vidgares de los productos químicos, vegetales ó animales... de
aplicación á la Farmacia, Madrid, 1901. — Juan Cancio de Mena, funda-
dor, con J. Nombela, de El País Vasconavarro (1870), estrenó Casa
de dormir, juguete, 1901. El Testamento de don Sisebuto, 1901. Un
hijo de Sínger, 1901. El Ama de huéspedes, 1901. Para medicina, un
palo, 1904. El Monaguillo de Guadalupe (con C. Guerrero), i'"04.
Agencia matrimonial, zarz., 1907. — Méndez Alvarez estrenó B ndera
blanca, zarz., 1901. — Luís G. de Mendoza publicó Cyrano de B:rgerac,
novela, Barcelona (1901). — José Menéndez Agusty (1875-1901), ma-
drileño, por seud. Tyagiis, director varias veces de El País, colaborador
de Vida Galante, publicó La Hija de don Quijote, novela, Barcelona,
1901. Las Ligas de Juanita, 1903. El Cazador de doncellas, 1903. La
Viuda inconsolable, 1903. Marín de Abreda, 1905. — Fernando Mira-
LLEs Meseguer, presbítero, publicó Tortosa y su comarca, geografía,
historia..., Tortosa, 1901. Tortosa y sus arrabales, 1901. — IManuel
Miranda y Marrón publicó La Reconquista de Sevilla, canto épico,
Méjico, 1901. — Fray Jerónimo Montes (n. 1865-), de Matanza (León),
agustino, entendido penalista, publicó La Justicia humana, nov., Ma-
drid, 1901. Estudios fisonómicos de antiguos escritores españoles en
relación con el tipo criminal de la escuela antropológica, Madrid,
1904. El Alma de don Quijote, nov.. Mndr'd. 1904, 191 1. E^ Destino,
recuerdos de la guerra, 2 vols., nov., ibid., 1904, 191 1. El Desastre
nacional, ibid, 1904. Estudios de antiguos escritores españoles sobre
54 ÉPOCA REGIONAL Y MODERNISTA (188S-I907)
los agentes del delito, ibid., 1907. Precursores de la ciencia penal en
España, ibid., 1911. Derecho penal español, Madrid, 1917, 2 vols. En
Ciudad de Dios: El Japón y los jaj oncscs ddcritos por los españoles
del siglo .vvj (LXVI), y otros artículos. — Vidal Morales y Mora-
les (1848-1904), cubano, publicó Iniciadores y primeros mártires de
la Revolución cubana. Habana, 1901. Nociones de Historia de Cu-
ba, 1903, 1906.— Silvestre Moreno (n. 1837-), de Orizaba (Méjico),
escribió estudios literarios y biográficos, que se publicaron en Obras,
t. I. Opúsculos\'arios, México, 1901 (t. XXXII de la Bibl. Autor.
Mexic). La Crítica literaria en México, Orizaba, 1908. — Pedro
J. Naon, poeta argentino, ya fallecido en plena mocedad, cinceló pa-
cientemente sus estrofas de versos largos, modernistas; fué paisajista
miniaturista de álbumes y publicó Siemprevivas, 1894. Eglaatinas, 1901.
Trovas breves, 1909. Marfiles (inéd.). — Adolfo Navarrete, de la
Armada, a'irector de La Vida Marítima (1902), colaborador del Mundo
Naval (1897-99). ■^^^- Gen. de Marina (1898), publicó Historia
marítima militar de España, Madrid, 1901, 1907, 2.' ed., aumentada
(1492-1700). — Eloy Navarro Tar^^zona publicó Lecciones de Histo-
ria primitiva, Zaragoza, 1901. — Novelas cortas de varios autores, t. I,
de José Joaquín Pesado, Ignacio Rodríguez Galván. J. M. Lafragua,
J. R. Pacheco, M. Navarro, etc.. México, 1901 ; t. II, de Félix M.
Escalante, Ramón de la Sierra, M. Treio, Eufemio Romero. Luciano
Muñoz, Miguel Martel, etc., 1901. — Nuestro Tiempo, reiista men-
sual, Madrid', d=sde igor feo tinúa). — Rafael Ochoa^ asturiano, es-
cribió Poesías, Segovia, 1901, póst. — Orlos Luis Olmedo_, revistero
taurino, por seud. Farolillo, en El Noticiero Sevillano (1898, etc.),
estrenó ¡A los toros de Sevilla!, saínete^ 1901. Los Arrepentidos, co-
media, 1901. Maldición gitana (con Greg. Escolar), 1902, 1903. — Da-
niel Ortiz (-j- 1903), montañés, por seud. Doys y S. O. Elidan, re-
dactor en Barcelona de La Publicidad (1887-905), fundador de El
Busilis (1884), colaborador de Barcelona Cómica (1895-96), El Gato
Negro (1898), publicó Chirigotas, Barcelona, 1901. Chirigotas y epi-
gramas, 1902. — Tomás Orts-Ramos, escritor taurino, por seud. El Niño
de Dios, colaborador de La Lidia, publicó La Alegría de amar, Bar-
celona, 1901. Confusiones de mujeres, 1904. Eróticos y sentimentales,
1905. — Antonio Osete y Férez_, poeta murciano, premiado en Juegos
florales, colaborador de La Ilustr. Esp., publicó Flores de octubre,
Murcia, 1901. Los Huertanos, zarzuela, 1905. Aires de la sierra, zar-
zuela, 1909. El Poder de la ilusión, nov., 1909. La Crus de Mayo,
zarzuela, 1909. Casa prohibida, 191 1. La Bola de Mariquita, jug., 1912.
Lo Bello y lo útil, 1912. La Cola de la marquesita, jug., 1912. En
Tranvía, cuentos dramáticos, 1913. Contra la corriente, poesías, 1914.
— José Otero y Gómi?z (-j- 1910), español, publicó Filosofía moral,
aforismos, proverbios, pensamientos, escogidos de autores ilustres.
Habana, 1901. Opiniones sobre el libro Filosofía moral, 1909. — Eede-
Eico Pastor y Lluis^ publicó Narraciones tortosinas, páginas de His-
toria y Biografía, Tortosa, 1901. — Fray Elvirq J. Pérez^ agustino, pu-
S. XX, I9OI, JOSÉ M.^ RUANO Y CORBO 55
blicó Catálogo biobibliográfico de los religiosos agustinos de la pro-
vincia del Santísimo Nombre de Jesiis de Filipinas, Manila, 1901. —
Francisco Pérez Fuentes, cubano, canciller en Barcelona, por seu-
dónimo Saint Louis, publicó Leyendas sentimentales, Gibara, 1901 (en
prosa). Elegías en prosa, Barcelona, 1905. — Andrés Piles Ibars
publicó Valencia árabe, ibid, 1901. — Adolfo Pons ümbert (na-
ció 1873-), barcelonés, colaborador de periódicos, publicó Cánovas,
Madrid, 1901. Vagando, ibid. 1903. — Pedro Portillo, coronel pe-
ruano, publicó Las Montañas de Ayacucho..., Lima, 1901. — Miguel
Portóles, redactor del Diario Universal (1903), estrenó ¡Me gustan
todas!, juguete, 1901. La Tentación, 1909. La del alba seria, entr., 1918.
— Eduardo Posada, bogotano, investigador histórico, publicó con Pe-
dro María Ibánez: La Patria Boba, Bogotá, 1901. El Precursor, ibid,,
1903. Vida de Herrón, capitidos para una historia de Bogotá, ibid.,
1905. De por si : Narraciones, ibid., 1906. Peregrinación de Omega,
ibid., 1908. Discursos y conferencias, París, 1908. El 20 de julio, Bo-
gotá, 1914. Biografía de Córdova, ibid., 1914. La Imprenta en Santa
Fe de Bogotá en el siglo xviii, Bogotá-Madrid, 1917. Bibliografía
Bogotana, t. I, Bogotá, 1917; t. II, en preparación. Apostillas á la
Historia Colombiana, Madrid, 1918. — Razón y Fé, revista de los pa-
dres de la Compañía de Jesús, Madrid, desde 1901. índice de los
quince tomos de 1906 á 1911, Madrid, 1913. — César Real y Rodrí-
guez, residente en Salamanca, estrenó Un Hombre corrido, saínete,
Salamanca, 1901. Frivolidades, ib:d., 1902. — Diego B. Regidor, publi-
có Melancolías, versos, Cáceres, 1901. — Revista Española de Litera-
tura, Historia y Arte, dirigida por Emilio Cotarelo, 1901. — Orlando
Ribero, montevideano, publicó Recuerdos de Paysandú, apuntes his-
tóricos (1864-65), iQOí. Azares, episodios de la guerra civil. — Fray José
Rodríguez de Prada, agustino, publicó Memorias de un prisionero du-
rante la revolución filipina, Madrid, 1901. — El Romancero esjañol,
poema regenerador con introducción y epílogos simbólicos..., Gijón,
1901. — Bernabé Romeo y Belloc, publicó Patria con honra, origen de
las palabras castellanas, Madrid, 1901. Patria con honra, origen de las
lenguas, leyes, usos y costumbres españolas, 1902. — Águila Antonio
Ro.<;ales, de Sagua (Cuba), publicó Apuntes para la historia de las le-
tras villaclareñas, 1901 (Cuba y América). Siluetas políiico-^ociales,
Sagua, 1901. Idilio y tragedia, nov., ibid., 1903. El Salto atrás, jug.
— Jerónimo Roselló, publicó Ramón LuU, obras y textos orijinales
con notas y variantes, Palma de Mallorca, 1501-1903, 3 vo'úmenes.
— Fray Agustín Roulin, francés, benedictino de Silos, publicó L'An-
cien trésor de l'abbaye de Silos, París, iroi. — José María Ruano y
CoRBO (n. 1870-), salmantino, catedrático (1902) de los Institutos de
Santiago y Badajoz (1915), publicó El Alma, est. metaf., 1901. Estu-
dio de la Poesía dramática en el teatro Ayala, Consuelo, 1902. La
Fe, la Patria y el amor en el Q'uijote, 1905. San Francisco de Asís
como poeta, 1909. Palmes apologista, 1910. Estudio bibliográfico de
las obras de Santa Teresa, 1914. Albores de la vida, lecturas, 1915,
56 ÉPOCA REGIONAL Y MODERNISTA (1888-T907)
1917, 1919. Preceptiva literaria, 1917. Historia general de la Litera-
tura, 1918 (4.' ed.). Obtuvo la flor natural en los Juegos florales de
Ciudad Rodrigo con una poesía. Ha publicado ya de las Obras del
padre Estanislao de la Virgen del Carmen, su hermano, 2 vols. — Jaimb
Salvador estrenó La Conquista del vizconde, zarz., 1901. — Eugenio
SÁNCHEZ DE Fuentes y Peláez (n. 1865-), de Puerto Rico, publicó El
Primo Basilio, dr.. Habana, 1901. Matrimonios modernistas, com.,
1909. Cnha monumental, 1916. — Fray Bertoldo Ignacio de Santa Ana,
carmelita, publicó Vida de la madre Ana de Jesús, coadjutora de Santa
Teresa en la reforma del Carmelo y fundadora de la Orden en Francia
y en Bélgica, Burgos, 1^01, 2 vols. — Emilio Santacana y Men-ayas
publicó Antiguo y moderno AIgcciras, ibid.. iqoí. — Juan Sieiro, pu-
blicó en Esp. Mod. (1501, marzo) El Panentheismo. — Eugexio Sierra
estrenó El Código penal, zarzuela (con J. Abati), 1901. — Siluetas con-
temporáneas, por varios, Mad.id, 1901. — Fedro Socci y Marcos Gon-
zález Caballero, Memorias históricas de la ciudad de Arcos de la
Frontera, ibid., 1901. — -Sociedad de autores dramáticos y maestros
compositores, para la defen-a de sus derechos y administración de
sus obras se formó este año de 1901 por Sinesio Delgado, promove-
dor de ella, con Ramos Carrión, Vital Aza, López Silva, Selles, Ar-
niches, Sierra, Francos Rodríguez, hermanos Quinteros, Chapí, Val-
verde y Torrcgrosa. Cada año sale un Almanaque compuesto por los
dramáticos de la sociedad. — Francisco de Asís Soler (f 1903), falle-
cido joven, fundador en Barcelona de la revista artística Luz y en
Madrid de Arte joven, redactor jefe de La Música Ilustrada, compuso
Carne, boceto dramático, Madrid (1901). El Hogar frío, id., 1902. —
B. Tavera Agosta, de Ciudiad Bolívar (Venezuela), publicó allí Amazo-
nas, memoria de igoo-igoi. Impresiones y recuerdos, poesías. Apun-
te; i'Ora la Historia, Revolución de ipo2-ipos. En el Sur (dialectos
indígenas de Venezuela), 1907. El Libro de mi Alba, Cartagena, 1908,
La Monarquía Colombiana, Ciudad Bolívar, 1912. A Través de la
Historia de Venezuela, 1913. Anales de Guayana, t. I, 1914. — Benigno
Teijeiro Martínez publicó Gallegos ilustres en América durante el
descubrimiento y conquista. Buenos Aires, icoi. — Eduardo Tejerina
Gat/.arra, colaborador de Pluma y Lápiz (1902), publicó Primaverales,
poesías, Valladolid, 1901. Juan José, el explorador, aprop., 1917. — El
Duque de Tetuán publicó Responsabilidades del desastre colonial, Ma-
drid, 1901. Apuntes del ex Ministro de Estado..., 1902, 2 vols. — Al-
berto J. DE Thous Moncho, director en Badajoz de El Águila Ex-
tremeña (1899), publicó Badajoz á través de la historia patria, ibid.,
1901. — Julio Víctor Toncey, por seud. León Fogoso, director en Bar-
celona de una Agencia periodística, publicó Cosas baturras, Barcelo-
na, 1901. Alegría en conserva, 1004. Prosica baturra, ibid., 1904. Es-
cenas aragonesas, ibid.. 1906. — Miguel Toro y Gómez, residente en
París, publicó Nuevo Diccionario enciclopédico ilustrado de la len-
gua castellana, París, 1901. La lengua de Cervantes, 1916 (Rev. Univ.
B. Aires). — Francisco de Torres publicó La Mosquita muerta, no-
S. XX, 1902. xMAXUEL MACHADO Y RUIZ Sy
vela, Sevilla, 1901. Nube de verano, entremés, 1903. Se le gratifi-
cará, diálogo (con D. Ferrand), 1903. La Capa, 1903. El Campeón (con
R. Pérez del Castillo), 1904. La Boca del león (con J. López Barba-
dillo), 1905. El Amigo del alma (con C. Cruselles), 1905. Las Suegras,
1907. Blanca, nov. Renglones, artículos. El Ciirita. Fonocromofoio-
gras. Certamen de bellezas. Dos Palabras. El Tres de mayo. Cuadros
al fresco. La Ola verde. La Chántense. La Antorcha de Himeneo. La
Suerte de la fea. Lo más serio es reír, páginas humorísticas, Madrid,
1913. — Manuel Torres y Torres, obispo de Plasencia, publicó Tierra
Santa, ecos de viaje, Córdoba, 1901. Palcstini, ecos de viaje, Madrid,
1914. — El Marqués de Torres Cabrera publicó Villanueva de la Se-
rena, Badajoz, 1901. — Gabriel Vázquez compuso Micaela, tragedia,
Palma, 1901. — Primo F. Velázquez (n. 1860-), mejicano, publicó
Opúsculos varios para la Historia de San Luis de Potosí, México,
1901 (t. XXXIV de la Bibl. Autor. Aícxic.) — J. Veral García publicó
¡Pobre Carmen!, novela, Madrid, 1901. — Juan Antonio Vicente Bajo,
chantre de Salamanca, publicó Episcopologio salmantino. Salamanca,
1901. — El padre Remigio Vilariño Ugarte (n. 1865-), de Bilbao, je-
suíta, escribió poesías y artículos en el Mensajero. Intenciones, Bil-
bao, 1901-05. Curiosidades, ibid., 1905 y sig. Vida de Nuestro Señor
Jesucristo, ibid., 1910, 1912. De Broma y de veras, ibid., 191 1. El Caba-
llero cristiano, devocionario, ibid., 1915. — La Duquesa de Villaher-
MOSA publicó Álbum de Javier, Madrid, 1901. Álbum cervantino ara-
gonés de los trabajos literarios y artísticos con que se ha celebrado en
Zaragoza y Pedrola el HI centcna-io del Quijote, M-'drid. IC05-09.
— Manuel Vivas Tavero pu' licó Glorias de Zafra, Madrid, 1901. —
J. Williams Rebolledo publicó Guerra del Pacífico (1865-66), San-
tiago de Chile, 1901.
164. Año IQ02. Manuel Machado y Ruiz (n. 1874-),
hermano del poeta Antonio, nació en Sevilla; á los nueve de
su edad vino á Madrid con sus padres, donde estudió hasta los
diez y ocho; después Letras en Sevilla, hasta licenciarse (1896).
Estuvo en París, luego en Madrid (1902), y es ahora oficial del
Cuerpo de Archiveros en la Biblioteca Nacional. Desde 1898 se
dio á la literatura; fundó, con otros, Electra (1901), Renaci-
miento, Rev. Ibérica, Rev. Latina y colaboró en muchas revis-
tas y periódicos. Manuel Machado es menos poeta que su hermano
Antonio y su reverso en el tono general : Antonio, grave y hondo,
súmese en lo misterioso y de trascendental raigambre ; Manuel,
ligero }'■ superficial, revolotea de flor en flor. En los demás, es
como él, un temperamento poético sevillano, brillante y colorista,
que afinó en París su ya delicada é impresionable sensibilidad,
el esmero en cincelar sobriamente la estrofa, buscando las voces
58
ÉPOCA REGIONAL Y MODERNISTA (188S-I907)
propias para la impresión que pretende dar, y la moda del versa
libre modernista. Cada vez se le vio tender más al canto popular,
como su hermano, y ha compuesto coplas excelentes. Heredó este
gusto de su padre y aún piensa dar á luz notables trabajos de-
mosóficos, para los cuales está muy capacitado, por sentir hon-
damente la poesía del pueblo andaluz.
María Enriqueta Camarillo de Pereyra (n. 1875-), de
Coatepec (Mié jico), colaboró en Revista Azul, El Mundo Ilus-
trado, Revista Moderna, Argos, Nosotros y Revista de Re-
vistas, y sin literaturas ni compadrazgos, publicó poesías en
estilo llano, castizo lenguaje, sin afectación de ning-ún géne-
ro, sobre asuntos comunes de la vida, pero con frescura, rea-
lismo pictórico y sus ribetes de filosofía sencilla y seria. Vive
años ha en Madrid.
Emilio Frugoni (n. 1881-), montevideano, abogado (1909),
catedrático de Literatura en la Universidad, diputado' (1911-14),
crítico teatral de El Diario Nuevo, La Prensa, El Día, con
seud. Urgonif, articulista de La Razón con título de Pido la
palabra; fué poeta socialista al principio, después poeta de in-
timidades, confidencias y recogimiento en la propia alma; can-
tó en tonos suaves y de crepúsculo, con melancolía y delica-
deza de expresión, con verdadero sentimiento y decir correcto
y elegante, El eterno cantar, De lo más hondo. Más tarde si-
guió á Verhaeren, ensalzando la fuerza y la vida en El Mensaje
de Mayo, y finalmente á Ghil, cuanto á la técnica del verso, en
El Rancho.
Luis Rosado Vega (n. 1876-), de ValladoHd (Méjico),
poeta de honda tristeza y descorazonamiento filosófico, cantó
con delicada sencillez, elegante dejo y firmes expresiones las
cosas comunes de la vida.
Eduardo de Ory y Sevilla (n. 1884-), gaditano, gran
colaborador de periódicos y revistas, entre ellas La Alhamhra
(Granada, 1903), discípulo de Manuel Reina, como poeta, ar-
monioso y galano cantor de amoríos y de la tierra andaluza.
Manuel Magallanes Moure, chileno, hizo teatro poético
en La Batalla, Santiago, 1911. Es poeta modernista, de limpia
forma, rompe los ritmos, conforme a la escuela, y suena á re-
S. XX, I9O12. MANUEL MACHADO Y RUIZ Sg
ñuscado; á veces es ininteligible, como en Maese Salomón, que
:ada cual' interpretará á su modo, y Madre mía, que nadie inter-
)i etará, porque no se entiende.
16 5. No puede negarse que la copla popular tiene mucha sol-
ura en el ritmo, es menos atada que la erudita; acaso esto contribu-
'^era en Machado para que aceptase el verso libre. Pero abusó de esta,
endencia modernista. De ella dijo nada menos que Verlaine : "De
non temps on appelait cela de la prose." Y prosa hizo á veces Ma^
luel Machado queriendo hacer versos : "Sueña un león, junto á las
;res palmeras se amansa el sol, existe agua y Dios deja un momento ■
jue los pobres camellos se arrodillen junto á las tres palmeras. El
irabe tendido al fin sonríe y suspira. Damasco, lejos aún, le aguar-
la..." Si esos son versos de ninguna especie, venga el árabe ese y lo
v^ea, ó el león, ó los camellos: que lo mismo da para lo que han de
ver. Gracias que d'espués no abusó, y en las coplas copió muy bien
;1 suelto ritmo popular. Como crítico impresionista es excelente : su
Drosa da la impresión que él pretende, acaso mejor que sus versos.
Manuel Machado, La guerra liter., 1914, pág. 118: "Los talentos poé-
;icos que más me asimilo son Poe, Heine, Verlaine, nuestro Bécquer,
iventureros del ideal á través de las pasiones amargas y de la vida
"Ota. Congenio con ellos, pero no los amo. Mi gusto sería vivir y es-
cribir las serenidades bucólicas de un Virgilio...; en todo caso, ser un
Horacio á lo fray Luis. ¡ Cuan lejos de todo eso me veo yo mismo en
El mal poema y cuánta vergüenza me causa, en el fondo, haber dado
3. la estampa algo que pueden parecer cinismos de un libertino, no
5Íendo en realidad más que impresiones de un ingenuo archisensible !"'
Cansinos-Assens, Los Hermes, 1916, pág. 185 : "En la pléyade de
poetas que han reformado nuestra métrica, M. M. descuella por su
sutil inspiración, por el aristocratismo de su léxico y por la insupe-
rable elegancia de la forma. M. M. es el poeta de la gracia... Cante
la noche ó la mañana, una gracia alada resalta en los versos de este
sxtraordinario poeta, que hace rimas pequeñitas, infantiles, de las
cosas más graves y tenebrosas. La pena más negra y atormentada se
convierte, al pasar por su alma, en una elegante melancolía, esa me-
lancolía que sienta bien á un espíritu ligero. Tristeza de copla an--
íaluza, esa es la tristeza de M. M., que por eso las ha hecho tan her-
mosas y populares. M. M. es un poeta sevillano en el que se encar-
nan cuantas cosas bellas y finas contiene ese nombre de Sevilla : cie-
lo azul, vino de oro, aire sutil y perfumado. Y, sobre todo, esa divina
ligereza que en Sevilla pone alas aun al alma alada de Andalucía...
M. M., fino y sonoro... desdeña en sus versos cuanto pudiera ser una
ampliación retórica. La emoción y nada más que la emoción es lo que
hay en ellos. La emoción reducida á sus rasgos más elementales y
más certeros, como en una copla andaluza ó en una rima verlainia-
na. Y ved por dónde este poeta sevillano parece á veces, sin remi-
6o ÉPOCA REGIONAL Y MODERNISTA (1888-I907)
-niscencias ajenas y sin el menor propósito imitativo, un poeta del
sutil París. En el sutil Paris de los Moreas y los La Jeunesse... re-
finó M. M. su fina sensibilidad andaluza... M. M. nos trae de Pa-
rís el impresionismo poético, ese arte de describir las cosas con sus
rasgos más esenciales, que nadie ha dominado entre nosotros como
él y que en vano ha sido imitado. El nos trae la pura gracia verlainia-
na..., el encanto de la rima breve y alada. De él han aprendido su
técnica los que luego se han llamado detallistas, los poetas realistas,
sentimentales á lo Carrére... Su mejor libro. Alma, está lleno de
gérmenes que tienen su primavera florida y su agosto colmado en
múltiples obras imitativas. Con su Romance del Cid afirma y robus-
tece la orientación hacia Castilla que han iniciado los escritores del
98. Con sus evocaciones del París finamente bohemio, de los poetas
y los pintores y las mimís rubias y las locas Colombinas y el cham-
pagne, influye en la formación de la escuela bohemia que acaudilla
-Garriré. Su segundo libro, Apolo, inicia el guíto por las semblanzas
.poéticas efe los personajes representativos del siglo xvii... De este
modo, cada momento de nuestra lírica ha recibido su incitación de
este poeta, tan contenido y parco... El mal poema, libro singular lleno
<ie mala tristeza..., que tanto recuerda á Sagesse, ha dado M. su
nota más seria, aproximándose á la gravedad fundamental de su her-
«lano Antonio, aunque sin llegar á sus solemnes orquestaciones. La
virtud predominante de M. M. ha sido siempre la brevedad y la li-
gereza. Su risa se qieda en sonrisa, y sus lágrimas no llegan á rom-
per la nube de emoción... Canciones y dedicatorias, en que su lira se
muestra aún más afinada, más sobria..." Man. Machado en Próloj^o
á Cante hondo: "Manes del Filio, del Perote y de la Andonda...
Sacratísimas sombras de Silverio y el Chato de Jerez... y vosotros,
felices continuadores de la verdadera tradición del cante... Provecto
Juan Breva, insuperable Chacón, celebérrima Antequerana. Nombres
gloriosos de la Trini y la Paloma, de el Canario, el Pollo Santa Ma-
ría, Andrés el Mellizo, Temas el Papelista, por no despertar á toda
la ilustre legión de los muertos... Pastora la de los tientos, Revuelta,
Manolo Torres, Fosforito, Niña de Cabra. Ramón el de Triana, Mo-
chuelo, Prada, entre los vivos. Por vosotros y para vosotros se ha
eácrito este libro. Y también para ti. sobre todo para ti, hermano Juan
-del pueblo, Juan andaluz, Juan sevillano, por excelencia. Mal digo que
se ha escrito, porque las coplas no se escriben: se cantan y se sien-
ten; nacen del corazón, no de la inteligencia, y están más hechas de
gritos que de palabras... Sólo la costumbre de llorar cantando, propia
de nuestro pueblo, es capaz de encerrar tanta pena y tantos amores
en los tercios de una malagueña ó en el canto llano de una seguiriya.
No, no se escriben las coplas ni son tales coplas verdaderas hasta que
no se sabe el nombre del autor, i Y este glorioso anónimo es el pre-
mio supremo de los que tal género de poemas componen ! Yo he oído
en boca del pueblo los cantares de Ferrán, de Trueba, de Montoto,
los de Alfonso Tovar y Enrique Paradas, sin que el pueblo conociese
S. XX, 1902. EMILIO FRUGONI 6r
estos nombres, honor de nuestra literatura... Yo mismo, andaluz, se-
villano hasta la médula (de allí soy, de alli mis padres y mis abuelos), .
canto al estilo de mi tierra los sentimientos propios, sin otra idea que
la de aliviarlos ó exaltarlos, según me duelen ó me complacen... Si
estos sentimientos, por humanos, son á veces los de todos ó los de
muchos, y la expresión les acomoda para cantarlos como suyos, ahí
quedan mis coplas, suspiros en el viento, gotas de agua en el mar
de la Poesía del Pueblo... Cantadlas. Y no hayáis miedo de que yo
reivindique la propiedad. Un día que escuché alguna de mis soleares
en boca de cierta flamenquilla en una juerga andaluza, donde nadie
sabía leer ni me conocía, sentí la noción de esta gloria paradójica
que consiste en ser perfectamente ignorado y admirablemente sentido
y comprendido, y no quiero más." Man. Machado: Alma, poesías, 1902.
Caprichos, id., 1905. La Fiesta nacional, poema, 1906. Alma-Museo
y los Cantares, 1907. El Mal poema, 1909. Apolo, poesías, 1911. Cante
hondo, igi2, 1916. Trofeos, 1913. El Amor y la muerte, novelas, 1913.
La Guerra literaria (1898-1914), prosa, 1914. Canciones y dedicato-
rias, poesías, 1915. Un Año de teatro, 1918. Sevilla y otros poemas,
1918. Día por día, de mi calendario, 1918. Verlaine, Obras, trad., 1919.
Consúltese: Andrés González Blanco, Los Contemporáneos, i.^ serie,.
París.
"No me he ded'icado á estudio de literatura de ningún género", dijo
María Enriqueta. Victoriano Salado Alvarez : "Años ha que me lla-
maron la atención en un periódico de provincia unos versos que di-
puté por femeninos; no adolecían, en verdad, de la sensiblería que
se ha dado en creer propia de las poetisas ; pero en la forma se no-
taba no sé qué rebeldía contra los cánones prosódicos que les comu-
nicaba algo de frescura femenina, y en el fondeo una vaga tristeza,
una unción sincera y profunda, una serena y mansa conformidad y
grandes toques de color que denunciaban que la autora poseía el don
divino de la vista... ¿Y qué era lo que inspiraba á la poetisa? Lo
que está á la vista de todos...: un atardecer melancólico, un chicuelo
que pasa, el presentimiento de la fatalidad, el viento que brama, el
perro que late asustado á med'ia noche... Lee, toca el piano, borda
y atiende á las cosas de su estado como cualquiera otra ama de casa,
y jamás se las ha echado de ser no comprendido..." Publicó: Las Con-
secuencias de nn sueño, poema, Méjico, 1902. Rumores de mi huerto,
1908. Rosas de la infancia (lectura escolar), París, 1914, 4 vols. Mir-
litón, el compañero de Juan, Madrid, 1917 (1918 en la cubierta). Sainte-
Beuve, La Mujer y el amor en la literatura francesa del siglo xvii,.
trad., 1918. Jirón del mundo, Madrid*, 1919. El Teatro clásico francés,
de Sainte-Beuve, trad., ibid., 1919. Los Canfores de la naturaleza,
ibid., 1919.
Raúl Montero Bustamante, El Parnaso Oriental, IQ05 : "Existen
los descendientes de la lírica italiana moderna, presididos por Emilio
Frugoni, el poeta más correcto de la actual generación... realiza una
forma de arte noble y sereno." Carlos Rexlo, Hist. Liter. Uruguay,.
62 ÉPOCA REGIONAL Y MODERNISTA (1888-1907)
t. V^ll, pág. 116: "La lir¿i del amor resuena, entre sus manos, como
un salterio pródigo en melodías arrobadoras. Es ardiente, melancó-
lico, suplicante, siempre correcto, siempre castizo, tan feliz en la oda
como en el madrigal... En la hora actual ác nuestro parnaso ninguno
le supera ni en la ideación ni en el metrizar." Em. Frugoni : Bajo tu
ventana, poema. De lo más hondo, versos, 1902. El Eterno cantar, ver-
sos, 1907 (3.* ed.). Los Himnos, versos, 1916. El Mensaje de mayo. EL
Rancho. El Deber de amar (teatro).
Sixto Osuna, A propósito de un libro, Mocorito, 1907: "Un sen-
timiento pesimista informa la poesía de Ros:ido Vega. Su concepción
del mundo puede resumirse así: la vida es un mal irremediable..., abdi-
cación de la voluntad... Tiende siempre á la sencillez de expresión,
rehuye el énfasis declamatorio y los contrastes bruscos ; sus versos ge-
neralmente son firmes, compactos y dejan una expresión de suavi-
dad; tienen cortes inesperados y elegantes que alejan del libro cual-
quiera sensación monótona; las palabras en ellos se buscan, se fun-
den y cantan una delicada armonía... Sentimiento de profunda tris-
teza, expresado en exquisita' sencillez, al que sirve de motivo no un
hecho extraordinario ó recóndito, sino un meteoro que todos hemos
podido observar: esa lluvia pertinaz y monótona de los días inverna-
les." L. Rosado: Sensaciones, versos, Méjico, 1902. Alma y Sangre
{Las Peregrinaciones, Del Amor y del ensueño, Otras visiones y otras
ansias, Los Poemas), poesías, Mérida, 1906. Libro de ensueño y de
dolor {El Alma de la tarde, En el misterio y en el dolor. Del Camino),
poesías, ibid., 1907. Consúliese Jenaro Estrada, Poetas nuevos^ 1916.
Ed. de Ory: Plumaditas, cuentos, Cádiz, 1902. Aires de AndaUícía,
poesías, Cádiz, 1904. Laureles rosas, íd., ibid., 1905. El Pájaro amil,
id., París, 1906. La Primavera canta, id., ibid., 1907. Bouquet de asic-
ccnas, sonetos, Zaragoza, 1908. La Musa Nueva, antología española,
ibid., 1908. Gómez Carrillo, París, 1908, Mariposas de oro, poesiías,
ibid., 1908. Alma de luz, poesías, ibid., 1909. Lo que dicen las campa-
nas, id., Cádiz, 1909. Desfile de almas, prosa, ibid., 1909. El Regi-
miento infantil, zarz., 1910. Caraz'aiia de ensueño, poesías, Valencia,
1911. Mármoles líricos, sonetos, 191 1. Parnaso Colombiano, Cádiz,
1914. Hacia las cumbres, ibid., 1916. Manuel Reina, ibid., 1916. Rubén
Darío, ibid., 1917. Amado Ñervo, ibid., 19 18.
Madre mía: "^: Eres la madre mía? | digo á cada mujer. | Y unas
suspiran y otras | ríen sin comprender.^' Y no veo por qué las imaíj
suspiran. La pregunta d^el primer verso, donde parece está la clave de
la composición, me suena á despropropósito. Véase la primera estrofa:
"Me siento como un niño | extraviado en la fiesta. | ¿ Dónde estás, ma-
dre mía? I No eres ésa ni ésta." ¿Cómo ha podido brotar afecto de lo
que no se entiende? Rodolfo Polanco Casanova, Ojeada crít., 1913,
pág, 40: "Man. Magallanes Moure... no es un poeta lírico, sino todo
lo contrario, descriptor paisajista i en el último tiempo posta sugesti-
vo, que así se ha revelado en su libro La Jornada. Hai en este libro
;.poesías magníficas, como la que lleva por título Viaje de ensueño, can-
S. XX, 19O12. ENRIQUE GARCÍA VELLOSO 63
ción de fondo i forma heinianos... Tiene, en cambio, otras que ado-
lecen de graves defectos, cual Macse Salomón... en el fondo i la su-
perficie, las ideas i el estilo, que es forzado i antirrítmico. En la tarea
modernista, á que se entrega con ardor el poeta, díe ensamblar los
dísticos, cortando el epíteto del nombre que caracteriza, al fin de cada
renglón, en el afán de rehuir los acentos hasta convertir las estrofas
en prosa rimad'a, Magallanes se nos presenta artificial i poco espon-
táneo. Pierc^e las más valiosas i salientes características de su poética:
la naturalidad i sinceridad, la encantadora sencillez de otras páginas,
escritas á toda alma, á todo sentir... Por lo demás, bard'o es Maga-
llanes que ocupará siempre distinguidísimo lugar en el Parnaso chi-
leno." Facetas, versos, S:intiago. 1902. Matices, versos, 1904. La Jor-
nada, versos, 1910. ¿Q^uc es amor?, novelas cortas, 1914. La Casa
junto al mar, versos, 1918.
166. Año 1902. Ramón Asensio Mas (1878-1917), de
Crevillente (Alicante), á los pocos meses en Madrid, donde es-
tudió el bachillerato, dióse al periodismo y á publicar versos,
hasta que para poder vivir hizo obras teatrales, que fueron des-
atendidas por los empresarios. Con Fernández Shaw estrenó,
al cabo, El Tirador de palomas (1902) y luego otras propias del
todo, logrando entrada en los teatros y alcanzando su mayor
triunfo, que le sacó de apuros, con El Piiñao de rosas, compues-
to con Arniches y estrenado el mismo año. Desde entonces
estrenó de setenta á ochenta actos, los más hechos en colabora-
ción. Los últimos años fué con Cadenas empresario de Eslava
y del teatro Reina Victoria, que edificaron con el propósito de
ensanchar el negocio de los arreglos que venían haciendo de
operetas austríacas, tan gustadas por el público ligero y ham-
briento de alimentos verdes, vistosos y musiqueros. Ellos in-
trodujeron el género en España y con él la desgana del públi-
co por otras obras más serias y españolas. Estaba casado Asen-
sio Mas con la tiple Julia Mesa. La necesidad luchando con el
amor de la gloria y venciéndola al cabo, explican la carrera tea-
tral de este autor del género chico y género ínfimo, que no ca-
recía de dotes para brillar de por sí en el puro arte, como pue-
de verse en La Prosa de la vida, comedia de fina observación,
estilo expresivo, ligero y realismo tan verdadero como de quien
lo ha vivido y es un trasunto de sus pasadas penalidades en
la carrera teatral.
Enrique García Velloso, argentino, catedrático de Lite-
ratura en el Colegio Nacional de Buenos Aires, compuso el
64 ÉPOCA REGIONAL Y MODERNISTA (1888-I907)
drama criollo, con notas simbolistas, Jesús Nazareno (1902) y
otras, más de cincuenta, piezas teatrales. Bien documentado en
la historia de su tierra, publicó el primer tomo de una Historia
de la Literatura Argentina, con imparcialidad, elevada crítica,
fácil y castizo lenguaje.
16 7. Asensio Más en carta al autor: '"Xací ó me nacieron, como
dijo Fígaro, en la villa de Crevillente (Alicante), y si la memoria de
mi madre no falla, debió ser el acontecimiento allá para fines de no-
viembre de 187S. Meses más tarde rm trajeron á Madrid, donde crecí
como tock) el mundo; cursé el bachillerato, y en vista de que mis pa-
dres se nesgaron á que ingresase en la Armada (pues toda mi aspira-
ción consistía en pertenecer á la Marina de guerra), adopté la pere-
grina determinación de dedicarme al periodismo, y durante cuatro ó
cinco años sembré de artículos 5- versos la Prensa madrileña y gran
parte de la provinciana. Murió mi padre, llevándose la llave de la (des-
pensa, y entonces tuve que trabajar de veras para vivir y para sacar
adelante á los míos. Viendo que los versos no daban para ello, apunté
al teatro; pero tan inútilmente, que todos los disparos me fallaban;
esto quiere decir que ninguna empresa quería tomarse el trabajo de
leer mis comedias con propósito de representarlas, y así continuaría,
seguramente, si mi querido amigo Carlos Fernández Shaw, que co-
nocía mi situación y leía todos mis trabajos, no se hubiera erigicío en
protector mío y amantísimo padre literario. Honróme asociando su
firma á la mía, y estrenamos juntos en Apolo El Tirador de palomas.
Aquello me abrió de par en par las puertas del teatro, y á partir de en-
tonces el porvenir se me presentó menos negro. Aquel mismo verano
de 1902 estrené en el teatro Eldorado Las Grandes cortesanas, tam-
bién con ¿xito. y á principios de invierno, en Apolo. El Punzo de ro-
sas, que vino á resolverlo todo para mí. Habré estrenado desde en-
tonces unos 70 ú So actos." Escribió en La Lidia (1895), BarccLona-
Cómica (1806), La Correspondencia (1CO3). Publicó De telón adentro,,
novela. La Tierra madre, nov. escénica. La Afrancesada, opereta (con
Miguel Chapí, mus. de Vicente Zurrón), 1900. El Tirador de palo-
vías, zarz. (con Carlos Fernández Fhaw. mus. de Am.adeo Vives), 1902.
Las Grandes cortesanas, opereta (con id., mus. de Valverdte. hijo),.
1902. El Puñao de rosas, zarz. (con Carlos x\rniches. mus. de Ruper-
to Chapí), 1902. ¡Viva Córdoba!, sain. (con Carlos Fernández Shaw,
mus. de Valverde hijo), 1903. Recuerdos de tiempo viejo, dial., 1903.
El Pelotón de los torpes (con Paso, mus. de Rubio y Serrano). 1903.
La Torería (con Paso, mus. de Serrano). 1904. Género chico, humo-
rada (con José Juan Cadenas, mus. de Chapí y Valverde. hijo^i. 1004.
Lluvia menuda, dial., 1904. La Tragedia de Pierrot, zarz. (con José-
Juan Cadenas, mus. de Ruperto Chapí), 1904. La Noche del Pilar,
zarz. (mus. de Cassadó), 1906. La Edad de hierro, pasatiempo (con
Carlos AmJches y Enrique García Alvarez, mus. de Hermoso y Gar-
S. XX^ 1902. ENRIQUE GARCÍA VELLOSO 65
cía Alvarez), 1907. La Antorcha de himeneo, humorada (con Francis-
co de Torres, mus. de Giménez), 1907. La Eterna revista, huniora».
da (con Jacinto Capella, mus. de Chapí y Giménez), 1908. El Trust
de las mujeres, humorada (con id., mus. de Giménez), 1908. El Ga-
rrotín, entrem. (con id. mus. de FogHetti), 1908. Los Dos rivales, zarz.
(con id, mus. de Giménez), 1908. La Tribu gitana, farsa lirica (con
Paso, mus. de Mariani), 190S. Biscnit-Glacé, entremés lírico-bailable
(con Jacinto Capella, mus. de Foglietti), 1909. Tropa ligera, zarz.
(continuación de Los Granujas) (con José Jackson Veyán, mus. de
Saco del Valle), 1909. Abanicos japoneses, humoradia (mus. de Ca-
lleja), 1909. La Pajarera nacional, revista (con Joaquín González
Pastor, mus. de Foglietti y Córdoba), 1909. El Dios del Éxito, fan-
tasía (con íd.j mus. de Rafael Calleja), 1910. Las Romanas capricho-
sas, opereta bufa (con José López Silva, mus. de Manuel Penella),
1910. El Género alegre, humorad'a lírico-fantástica (con Carlos Ar-
niches, mus. de Penella y García Alvarez), 1910. El Ronierito, com.
(mus. de Calleja y Luna), 191 1. Los Juglares, poema escénico (con
Carlos Fernández Shaw, mus. de Giménez), 191 1. La Noche de las
hogueras, zar. (mus. de Córdoba), 1912. Poca Pena, ¿ain. (mus. de
Torregrosa y Alonso), 19 12. Los Molinos cantan..., opereta holande-
sa (del maestro Van Oost, versión, con José Juan Cadenas), 1912. La
Prosa de la vida, com., 1913. La Misa del Gallo, melodr., 1913. El Bue-
no de Guzmán, zarz., 1913. Los Hombres de genio, saín, (con Miguel
Chapí), 1913. La Alegría del amor, fantasía. La Señorita Capricho,
vodevil, arreglo. El Millón, com., arreglo. Las Pildoras de Hércides,
opereta arreglo. La Modista de mi mujer, vodevil, arreglo. ¡A ver si
cuidas de Amelia!, vodevil, arreglo. El Príncipe Carnaval, fantasía.
Colombina se salva, zarz. Mi amiga, humorada. El Genio de Vela:!'
ques, humorada (1915). El Capricho de las damas, vodevil, 1915. La
Invitación al vals, opereta, 1915. La Mujer ideal, opereta, 1915. Los
Trovadores, com., 191 5. El Abanico de la Pompadonr, opereta, 1916.
La Reina del cine, 1916.
Jean Paul, Teatro argent., T917. pág. 81 : "Pero si considerada en
conjunto la obra del señor García Velloso se resiente de falta de equi-
librio, mirada en el detalle es la producción de un hombre de teatro
extremadamente experto, cuya observación burlesca se halla impreg-
nada de la más franca alacridad." Pág. 115: "A quien la dramaturgia
nacional le debe algunas de las piezas que quedaron y constituyen tal
vez el mejor éxito de la temporada." Pág. 117: "Son de alabarse la
laboriosidad y el entusiasmo d'e este escritor, cuya tenaz dedicación
á las cosas del espíritu no cesa de manifestarse... en las brillantes y
fecundas actividades del period'ismo, del escenario y de la cátedra."
Alfredo A. Bianchi, en Nosotros, dic, 1917: "Cuando en 1902 — hace
sólo quince años — se inició con el drama del señor Enrique García
Velloso, Jesús Nazareno, la segunda época de nuestro teatro nacio-
nal, la era ciudadana, como en otra oportunidad la he calificado, en
contraposición á la era gaucha, que agonizaba ante la indiferencia de
66 KPOCA REGIONAL Y MODERNISTA (1888-I907)
públicos que no sentían ya como cosa propia mocíalidades que no les
pertenecían, nadie hubiera creído que una evolución que empezaba tan
moci'estamente, con una compañía de artistas en formación y en un
teatro, aunque central, de tercer orden entonces, llegaría en tan poco
tiempo al resultacl'o que hoy anotamos, esto es, á que los teatros que
cultivan la producción nacional en toda la República hayan alcanzado
este año á recaudar la gruesa suma de tres millones de pesos. Sin em-
bargo, este innegable progreso material no creo que esté de acuerdo
con el adelanto de nuestro teatro, en cuanto á obras se refiere. En
realidad, de diez años á esta parte el teatro rioplatense no ha hecho
otra cosa que retrogradar. No quiere diecir esto qua durante este
tiempo no se hayan escrito comedias dignas de consideración, algunas
quizás notables; pero, en conjunto, puede afirmarse categóricamente
que este largo período ha sido muy inferior en su producción al que
comprende los primeros cinco años que corren desde 1902 á 1907."
Enr. García Velloso: Jesús Nazareno, dr., 1902. Marta Zibelina, com.,
1913. El Tango en París, 1913- Los Amores de la Virreina, dr., 1914.
Fruta picada, El Zapato de cristal, com., 1915. Mamá cnlepina, 1916.
Veinticuatro horas de dictador, 1916. El Casamiento de Laucha, igiy.
La Victoria de Samotracia, dr., 1917; Madrid, 1918. El Mascotón, 1917.
Instituto Internacional de Señoritas, 1917. La Loca del Azul, 1918.
En la tierra de la paz y del amor, 191 8. Historia de la Literatura Ar-
gentina, t. I, B. Aires, 1914.
168. Año ipo2. Mauricio López Roberts (n. 1873-),
nacido en Niza (Francia), diplomático (1896) en París, Ber-
na (1907), Lisboa (1908), Constantinopla y Tánger^ hasta
•.1918, novelador realista, psicólogo, de los mejores que en su
tiempo se dieron á conocer. Desentrañó almas al parecer vul-
gares, pero que encierran su propia poesía, que el arte saca
afuera ó que acaso les metió dentro, ya que la poesía no parece
estar en las cosas ni en las almas descritas por el poeta, sino en
el alma del poeta mismo que se la comunica, valiéndose de
ellas como de espejo donde deja caer y reflejar la belleza de
la propia alma : bien así como los colores de las cosas no están
en las casas por la luz pintadas, sino en la luz que en ellas los
pone al reflejarse generosa y hermosamente. Fué más cuida-
doso del estilo en sus principios, pero más hondo psicólogo des-
pués, sobresaliendo en La Familia de Hita.
Luis Valera, marqués de Villasinda, hijo del insigne es-
critor don Juan, es un claro trasunto de su padre. Hale bebido
su espíritu sutil y fino, su exquisito gusto, su discreción y cor-
tesanía en el conversar como en el escribir. Tan sólo le falta
S. XX, 1902. FRANCISCO DE SALES PÉEEZ 67
aquella buena sombra que en sus niñeces y mocedades tomó de
Andalucía el padre y de la cual no pudo gozar el hijo, criado
en otras diversas ciudades de Europa y América. Su cultura es
grande; sus aficiones, muy castizas. Siempre hay hondo pensa-
miento y originalidad amena de fomia en sus obras. Desde
la primera llegó hecho y maduro á las letras, con un estilo tan
castizo y galano y muy parecido al de su padre. Lástima que
ocupado en sus viajes y tareas diplomáticas haya dejado, tiem-
po ha, de escribir. Sus viajes á Oriente dieron cierto tinte mis-
terioso, del que no menos participó la labor de su padre, y co-
lor de flores, resonar de florestas y gorgoritear de aves, á sus
novelas fantásticas, en que nos pintó á maravilla aquellas re-
giones.
Jesús Castellanos y Villagelici (1878-1912), de la Ha-
bana, abogado, cultivador del cuento y la novela corta, realis-
ta y analítico, de costumbres cubanas, crítico artístico y litera-
rio. Estuvo en Méjico (1896-98), fué periodista en La Discu-
sión (1901), donde escribió Una semana menos y Patria (1901),
donde publicó Cabezas de estudio, siluetas políticas, publicadas
las cincuenta y dos mejores en 1902.
Emilio Constantino Guerrero, de La Grita (Venezue-
la), escritor ilustrado y conocedor de nuestros clásicos, de ele-
vado pensamiento, pujante fantasía, estilo brioso, galano y
atildado, fácil de expresión y diestro manejador del cas-
tellano, se apropió bastante bien el tono de Lamartine, sin
imitarle servilmente; pero sobresalió más por sus novelas. En
Lucía hay recuerdos de la María, de Isaacs; es novela de sen-
timentalismo delicado, sin demasiados lirismos, con atisbos filo-
sóficos, en estilo brillante y señoril. Vale todavía más, por la
viva descripción de costumbres regionales andinas. El Táchira,
que es su mejor obra.
Francisco de Sales Pérez (n. 1836-), de Caracas (Vene-
zuela), académico y bien enterado del castellano, de su natural
espontáneamente chistoso, criollo en el fondo filosófico, más
bien que en la expresión, de estilo llano, claro, insinuante y
ameno, gran observador, crítico sincero de lacras sociales; es-
critor de costumbres, en suma, de los más originales de su tie-
rra. Publicó Ratos perdidos, costum,hres venezolanas, Cara-
iras, 1902, 1908.
68 ÉPOCA REGIONAL Y MODERNISTA (1888-I907)
Efrén Rebolledo (n. 1877-), de Actopam (Méjico), abo-
gado y diplomático en Guatemala y el Japón, colaborador de la
Rev. Moderna, El Mundo Ilustrado, Rev. de Revistas, Vida
Moderna, escritor rico en colores, suntuoso y musical, ha pu-
blicado cuentos muy celebrados y, como poeta, poesías esme-
radamente cinceladas, armoniosas y cargadas de color, pero
algo frías y de poco original inspiración.
Martín Aldao (Luis Vila y Chaves), argentino, excelen-
te novelador, nada psicológico, pero sí objetivamente descrip-
tivo al menudeo, bastante relamido en el decir.
Emilio Carrére (n. 1880-), madrileño, escritor de vida
bohemia y ninguna cultura literaria, lírico y novelista, de
privilegiado ingenio para saberse inspirar en las obras de los
maestros, tomándoles asuntos, maneras y hasta expresiones,
yendo, por consiguiente, a la zaga de ellos, bien que compo-
niendo buenas misceláneas propias. En la lírica siguió á los
modernistas, con dejos añejos todavía y cierto htmiorismo pri-
mero, después más conforme á la moda, que iba ya pasando.
Menudea, pues, tanto ideas como frases y palabras manidas, que
han perdido su lustre por el continuo roce y no dan otra im-
presión que la del recuerdo de haberse ya oído, cual eco que
retiñe de vieja cantilena. Como novelista, pinta el hampa ma-
drileña y regodéase en escenas de lupanar con todo el realismo
de la vieja picaresca española, aunque sin pizca de aquella ho-
nestidad, de aquella paciencia estoica y hasta alegría sana, tan
de alabar en los antiguos. El estilo, suelto y vibrante; el ha-
bla, la propia de tal gentuza. Todo es triste y amargo en estas
novelas, en que el autor ha ido a recoger las heces de la so-
ciedad madrileña en las cloacas de figones, sotabancos, bohar-
dillas, lupanares y hospitales.
16 9. López Roberts en carta al autor: "La novela ha de ser, an-
tes que nada, entretenida, leíble, grata. Todas las otras condiciones vie-
nen después, y la novela puede instruir, moralizar, filosofar, regene-
rar, etc„ etc., á condición de que, como ciertas medicinas, oculte el
amargor con algfo de dulce, que en la novela es el interés. En princi-
pio, el primer lector á quien la novela entretenga ha de ser el autor
mismo. Si no sucede esto, la novela casi seguramente se caerá de las
manos." Andrés González Blanco, Hist. nov., pág. 876: "Ha escrito
novelas sangrantes de viáa, intensas de emoción, que no tienen pre-
cedentes en la literatura española contemporánea. Uniendo á lo paté-
S. XX, 1902. LUIS VALERA 69
tico la sobriedad realista, sus novelas son dramas con exclusión de
todo artificialismo, es decir, son dramas con todo lo mejor que tiene
el arte escénico, y sin sus cualidades depresivas. Dramas vulgares,
porque lo que le interesan son esos seres oscuros que pasan por la
vida desapercibidos, como transeúntes nocturnos por callejón sólita^
rio... L. R, no les da proporciones terribles ni grotescas: los presenta
en su abrumadora vulgaricíad, sin nada que pueda realzarles... Los
seres insignificantes de la vida, al pasar á la novela se agrandan, to-
mando proporciones epopéyicas cuando un fiel observador, como
L. R., nos dice sus vicisitudes y, sobre todo, nos hace penetrar en su
interior..., el triunfo del psicologismo... sobre el naturalismo escueto
consiste en esto: que, reproduciendo fielmente los actos reales, escru-
ta, sin embargo, sus móviles íntimos... La obra de L. R. que mejor
realiza el destino señalado á la novela realista es su último libro, don-
de hay más vicía, aunque menos estilo, que en Las de García Triz...
Descendió un grado en la escala de los estilistas con El Porvenir de
Paco Tudela, verdadero desacierto en cuanto al estilo... En La No-
vela de Lino Arnáh hay ciertos retoques en la dicción: pero ésta no
se restaura en su primitiva exquisitez... L. R. es, ante todo, novelista
psicólogo... En esto, su última novela es la más notable... La novela
más intensa del volumen y que más estudio supone es La Familia de
Hita..., lo más completo que ha hecho L. R. Nunca llegó á tan alto
grado su poder de observación, su fino instinto humorístico, su len-
guaje expresivo, sin retorcimientos... En El Porvenir de Paco Tu-
dela L. R. sacrifica el estilo á la exposición dramática. La obra es más
m.oviíía y menos cuidada... En La Novela de Lino Arnáiz hay más
psicología." Las de García Triz, ]Madrid^ 1002. El Porvenir de Paco
Tudela, IMadrid, 1903. La Novela de Lino Amáiz, Madrid, 1905. Doña
Martirio, Madrid, 1906. Las Infanzonas, Madridí, 1907. Noche de
Animas, Madrid, 1907. La Esfinge sonríe, Aladrid, 1908. El Wagón
de Tespis, Madrid, 1908. El Verdadero hogar, 1917. Cuentos de vie-
jas, 1 91 7.
Andrés González Blanco, Hist. nov., pág. 996 : "Reflorece en sus
obras (de Valera) aquella galanía de dicción que orna las inmortales
novelas y los imperecederos estudies d^e su padre... Con planta fija y
sólida guió sus pasos desde un principio por una ruta ya prevista.,.,
entró en la palestra literaria ya formado y hecho. Pronto se alzó con
el crédito, bien merecido, de galano estilista y exquisito novelador...;
digno émulo de su padre en esto de acordar los períodos con armonía
y soltura y en lo de engarzar los enjoyados conceptos en estuche dte
rico y numeroso lenguaje." L. Valera: Sombras chinescas, recuerdos
de un viaje al Celeste Imperio, Madrid, 1902. Visto y soñado, nov.,
ibid., 1903. Del antaño quimérico, ibid.. 1905. Un alma de Dios, 1906.
El Filósofo y la tiple, ibid., 1908. De la muerte al amor, ibid., 1910.
Jesús Castellanos, Los Optimistas, pág, 283: "Cuando se ve que
hemos dado lugar de dioses mayores á ese anémico y soporífero Va-
lle-Inclán, á ese cómico malabarista Martínez Sierra, á ese vacuo é
yo ÉPOCA REGIONAL Y MODERNISTA (1888-I907)
insoportable poseur Asorín, á ese grotesco fauno Felipe Trigo, á ese
popular trompetero Dicenta, á todos esos juglares dte la literatura que
han envenenado el gusto de la juventud, es cuando se advierte la ne-
cesidad urgente de imponer los buenos modelos presentando de una
vez al Maestro..., á Fray Candil.''^ Rodó: "Castellanos es uno de los
narradores de más fina sensibilidací y más hermoso estilo entre cuan-
tos cultivan en América la pintura de la naturaleza y las costumbres
de estas tierras." J. Castellanos: Cabezas de estudio, Habana, 1902.
'De tierra adentro, cuentos, ibid., 1906. La Conjura, novelas cortas,
ibid., 1909; Madrid, 1917, su mejor libro, premiado. Motivos de Pro-
teo, de Rodó, conf., Habana, 1910. La Manigua sentimental nov. de
costumbres, Madrid, 19 10 (en El Cuento Seman.). El Norte y el Sur
1911 (en El Fígaro). Obras póst., t. I, Los Optimistas, Habana, 1915;
Madrid, 1919'; t. II, Los Argonautas, La Manigua sentimental, cuen-
tos, 1916; t. III, De la vida internacional, 1916. Consúltese Max Hen-
ríquez Ureña, La Vida y las obras de Jesús Castellanos, 1912 (en
Rev. Bini. Ctib.).
E. C. Guerrero: Campaña heroica (1902), en que parafraseó los
Episodios, de Jerónimo Maldlonado. Sangre patria (1903). Lucía, nov.
(1904). El Táchira físico, político é ilustrado (1905). En torno á la
cuna (1910), su mejor poesía, lamartiniana. La Despedida, poema.
Poesías, Sao Paolo (Brasil), 1918, con prólogo de Jerónimo Maldo-
nado y notas de Félix Díaz y Aguiar. Además, trabajos sobre His-
toria, Filosofía, Gramática y Derecho civil.
Amado Ñervo, sobre Cuarzos (Rev. Mod., 1902) : "Yo le llamaría
más bien alto artífice que alto poeta. Fríamente cincela, funde, pule,
labra. Disloca, ductiliza, engarza. Conoce muchos hondos secretos del
ritmo y de la rima. El verso es su esclavo. Paciente obrero, tenaz
obrero, Rebolledo persigue días y noches una cadencia nueva, y cuan-
do la ha encontrado, hallamos todos que es buena, la amamos por bien
pergeñada ; pero le falta acaso la santa melancolía, la aureola <íe la
honda emoción, lá excelsa nobleza de la pena. Rebolledo es casi siem-
pre un modernista de alma parnasiana... De los poetas novísimos es el
más artista." José Juan Tablada, en El Mundo Ilustrado, 1914: "Des-
pués de una crisis romántica exteriorizada en Heder de ingenuo ero-
tismo y en rondeles indecisos y tímidos, E. R. se reveló bruscamente
como un vigoroso poeta artista, dueño de sutil virtuosidad y de técnicas
triunfadoras. Rebolledo entró á la literatura por la puerta gótico-
flamante que Huysman erigió como arco monumental de triunfo, y
por eso su numen fraterniza con Des Esseintes en dilecciones, ama
lo extraño, lo impoluto, lo virginal, así lo encuentre en el nectario de
una flor maldita ó en el carapacho rutilante del quelonio gemado. bestia
familiar en el larariiim del héroe paradójico... Hasta hoy E. R. se ha
revelado como un acímirable poeta artista. Su estudio, su labor obsti-
nada, han hecho de su numen el de un alquimista transmutador, que
con un puñado de arcilla ha hecho, al fuego de sus crisoles, el lapis
'philosophonim, el oro espléndido y triunfante." Efrén Rebolledo: Cuar-
S. XX, I9Q2. MARTIN ALDAO 7 1
scs, versos^ Guatemala, 1902. Más allá de las nubes, ibid., 1903. Hilo
de corales, versos, ibid., 1904. Joyeles, versos, París, 1907. Estela, pro-
sa y verso, Méjico, 1907. El Enemigo, nov. corta, ibid., 1908. Rimas
japonesas, Tokio, 1909, Nikko, Méjico, 1910. Hojas de Bambú, nov.,
ibid., 1910. Libro de loco amor, versos, ibid., 1916. El Desencanto de
Dulcinea, cuentos, ibid., 1916. Águila que cae, trag., ibid., 1916. Tra-
dujo de Osear Wilde: Intenciones, Méjico, 1916. El Crimen de lord
'Arturo Saville, ibid., 1916. Consúltese Jenaro Estrada, Poetas Nuevos,
1916, donde cita los artículos que de él tratan.
Man. Gálvez, La Vida múltiple, 1916, pág. 229: "Juzgando el libro
{La Novela de Torcuato Méndez) por lo que contiene, hay que con-
venir en que es casi perfecto. Está sabiamente compuesto; no se halla
en él una palabra innecesaria. Todo lo que hay allí está bien. Pero
si observamos lo que le falta, el juicio ya no puede ser tan benévolo.
Los personajes, salvo uno, el de Manequito, no están suficientemente
individualizados, y en las primeras páginas especialmente, el lector
los confunde unos con otros. Tal vez contribuya á ello el exceso de
personajes secundarios, sobre todo si se tiene en cuenta la relativa-
mente reducida extensión del libro. Estos personajes secundarios lle-
nan la novela. En Buenos Aires ó en Mar del Plata conversan en pe-
queños diálogos, no (dejando lugar para el desarrollo del asunto. Po-
dría decirse que lo que falta en esta novela es precisamente la no-
vela. Las escenas culminantes han sido suprimidas ó tratadas con de-
masiada brevedad. En esto no veo sino una prudencia ó un temor
quizá excesivos de parte del autor. Claro es que un novelista incipien-
te debe tener gran prudencia, pero no hasta el punto de reducir tan-
to los pasajes difíciles d?e la acción. El mayor defecto de esta novela
reside, a mi entender, en algo que debiera ser una virtud: su exce-
siva objetividad... Aldao reproduce, con objetividad casi fotográfica,
una sociedad harto insignificante y superficial. Los personajes son me-
diocres; y mediocres son sus conversaciones. Si la novela tuviera un
asunto característico, nada habría que objetar. Aldao pudo haber re-
tratadlo esas gentes tan banales burlándose de sus aficiones, de sus ne-
cedades, de su criterio. La ironía es un gran recurso para levantar la
condición vulgar de la novela demasiado objetiva. Aldao refiere los
diálogos mediocres de la sociedad distinguida con toda minuciosidad,
exactitud y seriedad; jamás tiene una palabra de ironía para sus su-
perficiales personajes... Aldao no ha creado almas ni ha escrito un
libro realmente humano. Con todo, el valor literario de La Novela de
Torcuato Méndea, me parece considlerable. He alabado ya su compo-
sición y ahora quiero alabar su estilo. Aldao ha logrado resolver un
problema que muchos escritores jóvenes argentinos persiguen sin ha-
berlo conseguido sino en parte : reunir el más puro casticismo á la ele-
gancia, la precisión y la armonía francesas. Se dirá que en el libro
de Aldao no hay en realidad estilo, que su prosa no tiene carácter ni
personalidad. No importa. Aldao ha prestado un verdadero servicio
á la literatura americana, demostrando cómo se puede poner las cuali-
72 ÉPOCA REGIONAL Y MODERNISTA (1888-I907)
dades francesas al servicio de un buen castellano." Escenas y perfi-
les, colecc. de escritos sueltosj de agudo ingenio, Buenos Aires, 1902.
Reseña histórica de los guerreros de la independencia, ibid., 19 10. La
Novela de Torcuafo Méndez, de costumbres bonaerenses, su mejor
obra, ibid., 1912; Madrid, 1913. El Caso de "La Gloria de don Rami-
ro", ibid., 1913. Durante la tragedia, 1917. Consúltese Alvaro Mellan
Lafinur, Literatura contcmpor., 1918.
Cansinos Assen, Las Escuelas liter., 1916, pág. 145 : "Con Emilio
Carrére... entra en la novela madrileñista la visión de los figones in-
mundos, en que se consumen los manjares indescriptibles de los tugu-
rios epitalámicos, en que se ama una sombra sobre un esqueleto; de los
dormitorios promiscuos, en que se sueña con la muerte, y de las salas
de hospitales en que la ve llegar al fin... Carrére es exaltador die
toda esta miseria evangélica, de toda esta inocente negrura, de este
dolor sin belleza ni esperanza y lo atavía con las preseas de su estilo
y lo ilumina con la sonrisa de la ironía, que es como el sol de invier-
no de esta escuela bohemia, de la que Carrére es el pontífice entre
nosotros. Las grisetas se han convertido en francas rameras... y los
poetas y pintores ha tiempo que olvidaron todo anhelo de arte para
pensar sólo en vivir. Y nunca truena la alegría bohemia. Esta es la
compañía de la gallofa, la hermandad de la pirueta...; el estilo del
autor, de un preciosismo arcaico... Ironía bohemia, donaire picaresco,
demagogia moderna se amalgaman en estas novelas madrileñistas en
que E. C. ha recogido la tristeza más negra de Madrid, la amargura,
no ya de la bohemia, sino de la hampería literaria..." Em. Carrére:
Románticas, poes., Madrid, 1902. El Caballero de la muerte, poemas,
1909. El Encanto de la bohemia, 1911, 3." ed. Los Ojos de la Diablesa,
leyenda madrileña, 1913. La Tristeza del burdel, 1913. La Madre ca-
sualidad, 1913. Del Amor, del dolor y del misterio, poemas, 1915. El
Reloj del amor y de la muerte, ley. madrileña, 191 5. Elvira la espiri-
tual, 1916. Dietario sentimental, ]\Iadrid, 1916. La Corte de los poetas,
antología de poesías hispanoamericanas, con prólogo. La Voz de la
conseja, colección de novelas breves y cuentos de varios, 1917. Flo-
res de meretricio, 1917. La Rosa de Alhaicin, nov., Madrid, 1917. Edgar
Poe, trad., 1918. La Copa de Verlaine, 1919. Almas brujas y espectros
grotescos, 1919.
170. Año 1Q02. Julio Puyol y Alonso (n. 1865-), de León, doctor
en leyes (1S90), secretario del Instituto de Reformas Sociales (1903),
académico de la Historia (1914) y de Ciencias Morales y Políticas
(1918), erudito de grande autorid'ad y escritor castizo, de estilo recio é
irónico, escribió con Adolfo Bonilla San Martín con el seudónimo, co-
mún á entrambos, de El Bachiller Alonso de San Martin, la hermosa no-
vela histórica La Hostería de Cantillana (1902) y Silva de varia lec-
ción (1909), Sepan cuantos (1910). De por sí publicó: Cantos populares
leoneses, Nueva York, 1905. Estado social que refleja el "Quijote", dis-
curso, Madrid, 1905. El Arcipreste de Hita, ibid., 1906. Una Puebla en
S. XX^ 1902, CRISTÓBAL DE CASTRO yS
el siglo XIII, estudio histórico sobre las Cartas de población de 'El^
Espinar. Égloga trovada por Juan del Encina á la Natividad de Je-
sucristo, arreglo. Glosario de algunos vocablos usados en León. Cantar
de gesta de don Sancho II de Castilla, Madrid, 191 1. La Crónica po-
pular del Cid, ibid., 191 1. El "Cid" de Dozy, La Pícara Justina, texto
y estudio, 3 vols., Madrid, 1912. Las Hermandades de Castilla y León,
con las Orden-ansas de Castronuño de 1467, ibid., 1913. Vida y aven-
turas de don Tiburcio de Redín, ibid., 1913. Un Álbum romántico, 1915
(en Rev. CHt. Hisp.-Amer.). El Abadengo de Sahagún, ibid., 1915.
El Supuesto retrato de Cervantes, ibid., 1915 {R^v. Crit. Hisp.-Amer.,
1915, I, 157-168; 1916, II, 137-174); ídem. Resumen y conclusiones,
1917. Elogio de Cervantes, disc, 1916. La Vida Política en España.
Elogio de la estulticia, trad. de Erasmo, 1917.
Cristóbal de Castro (n. 1880-), de Iznajar (Córdoba), por seudó-
nimos Zacarías de Uceda y Abate Marchena, redactor de La Corres-
pondencia y Heraldo, imitador de Garcilaso y aún algo más que imi-
tador de Castillejo, publicó Las Niñas del regidor, nov., 1902. El Amor
que pasa, poesías, 1903. Rusia por dentro, 1904, 1905. Gerineldo, obra
teatral (con Enr. López Alarcón), 190S. Luna lunera, poesías, 1908.
Las Insaciables, nov., 1909. La Luna de la sierra, refundición de Vé-
lez de Guevara, 1909. Las Manos largas (con Enr. López Alarcón),
1909. La Bonita y la fea, nov., 1910. Antología de las Cortes de 1820,
1910. Cancionero galante, París, 1910. Antología de las Cortes de 18 ¿p
á iSóSj 191 i. Antología de las Cortes de 1888, 1912. Antología de las
Cortes de ipoj, 1913. El Anzuelo de Fenisa, refundición de Lope,
1913. Cortesanos y cortijeras, Barcelona, 1915. Catálogo monumental
y artístico de España, Álava, 1915. Biografía política y parlamentaria
de don Nicolás María Rivera, 1915. Las Mujeres, 1917. El Abanico
de lady Windermore, com. de Osear Wilde, trad, 1919. Cansinos
Assens, Las Escuel. liter., 1916, pág. 72: "En C. de C. brilla el genio
legítimo del periodismo, con todas sus amplitudes y con todas sus li-
-mitaciones : con todo su sentido efímero de h'mno fugitivo y de ver-
dad provisional, con todo su sentido restrictivo del momento. Y bri-
lla en él sobre todo el genio del aturdimiento periodístico, el brillo
de los vanos fuegos fatuos, de la lírica circunstancial y de la ciencia
improvisada, sin libros ni documentos. C. de C. se ha formado úni-
camente en la escuela del periodismo, es un hijo del periódico. Aquí,
en esta escuela del conocimiento "parcial, sucesivo y fragmentario",
según decía Pascal ; en esta escuela de la ciencia del momento, de la
intuición y del ardor imaginativo, se ha formado casi únicamente este
cronista y poeta y novelista y pensador. Sus primeras obras cotidianas
son el triunfo de lo nativo, la floración de la primera savia natural, la
gran eclosión del germen rústico. Más adelante, C. de C, después de
haber leído sólo periódicos, leerá libros, se hará una cultura, se for-
mará un gusto, procurará orientarse. Pero por el pronto, sólo periódi-
cos lee; y de esas hojas diarias que ha de nutrir con su espíritu, toma
•él su nutrimiento. Pero toda su vida guardará los resabios de esta
74 ÉPOCA REGIONAL Y MODERNISTA (1888-I907)
formación espiritual, sin métocío ni ordenaciones intermedias...; pri-
mero en El Evangelio y después en La Correspondencia..., C. de C.
lo saca todo de si mismo y sigue la moda del instante. Y es un poco
republicano y otro poco arcaizante : y escribe la crónica frivola y la
crónica de reivindicaciones sociales..., los madrigales á Flérida y los
cromáticos cuadros andaluces, según el gusto de Rueda... Será siem-
pre un espontáneo, un naturalmente fervoroso, un hijo del periodismo,
algo embastecido por el diario contacto con las muchedumbres, como
los hombres que viven en los arrabales, todo lo contrario cíe un ex-
quisito. Y del periodismo tendrá siempre la nota ambigua de la mul-
tiplicidad y el abigarramiento... Funámbulo sobre todas las cuerdas de
la divina lira, no único y extático en ninguna. Pese á elegancias poste-
riores, este escritor poliforme conservará siempre un rudo fermento
democrático. Y cuando, sustentado con posteriores lecturas, en esa
época en que sus artículos están llenos de citas, quiera elevarse á las
cátedras sociológicas, no podrá alzarse de su pupitre de periodista y
no escribirá sino artículos."
Elias Tormo y Monzó (n. 1869-), valenciano, catedrático en las
Universidades de Salamanca (1902), Granada y Madrid, muy erudito
en Historia del Arte, cuya cátedra desempeña, publicó Del Conven-
cionalisr/to en las Artes y en las Letras, Madrid, 1902. Desarrollo de la
pintura española en el siglo xvj; Las pinturas de Goya y su clasifica-
ción cronológica, ibid., 1902. La Escultura antigua y moderna, Barce-
lona, 1903. Álbum cromolitográfico de la decoración de las salas re-
gias del Alcázar de Segovia, Madrid, 1905. El Monasterio de Guada-
lupe y los cuadros de Zurharán, ibid., 1905. Las Tapicerías de la Co-
rona de España, 1." parte, ibid., 1906. La Pintura de la Escuela fla-
menca del siglo xv en Castilla la Vieja, Valladolid, 1906. Las Bellas
Artes, Madrid, 1909. Villacis, ibid., 1911. Catálogos de las tablas de
primitivos españoles de la colección ¡turbe, ibid., 1911. Vélazquez y el
Salón de Reinos del Palacio del Buen Retiro, ibid., 1911. Gaspar Be-
cerra (no ultimada). De la suprema intimidad, singularidad estética de
la Música pura, disc, 1913. Un Museo de primitivos: las tablas de las
iglesias de Játiva, 1912. La Inmaculada y el Arte Español, 1913. Jaco-
mart y el arte hispanoflamenco cuatrocentista, 1913-14. Don Vicente Ló-
pez y la Universidad de Valencia, 1914. Monasterio de Guadalupe : el
Arte en España, Barcelona, 1915. Datos documentales para la Histo-
ria del Arte español (van publicados 3 vols.), Madricí, 1914-16. Un
gran pintor valisoletano : Antonio de Pereda, Valladolid, 1916. Las Vie-
jcbs series Icónicas de los Reyes de España, IMadrid, 1916-17. En las
Descalzas Reales, estud. hist., iconográficos y artísticos, fase. 1.°, 1915-
17. Trabajos de investigación elaborados por los alumnos en ¡a clase de
Historia del Arte^ 19 18.
José Augusto Escoto (n. 1864-), de Matanzas, publicó La Instruc-
ción pública en Cuba en el s, xvi. Habana, 1902. Ensayo de una Biblio-
S. XX, 1902. VICENTE BORRAS Y ANTOLI 75
teca Herediana, 1904. La Conspiración de 1844, 1909. G. Gomes de.
Avellaneda, cartas inéd. y documentos. Matanzas, 1912. Revista hist.,.
crít. y bibliográf. de la Literatura cubana, ibid., 1916.
171. A fio 1902. — Pascual Abellán ]\íartínez publicó Rarezas de
la lengua española, Madrid, 1902. — Max d'Abrantes, seud. de un ura-
guayo, publicó Tarsila Verr'átherherz, leyenda oriental, Santiago de
Chile, 1902. — Pedro Joaquín Acacio Duarte estrenó ¡Sin mujeres!,
'zarzuela, 1902. — Fernando y Manuel Acedo escribieron Gástalo, estu-
dio histórico, Madlrid, 1902. — R. Acevedo G. estrenó Gaupolican, ópe-
ra-baile, Santiago, 1902. — ^Juan Agosta estrenó Los Sentimientos de
una cubana en Sevilla y su regreso á Cuba, com.. Cárdenas, 1902. —
A. Aguilar y Mora publicó Tres verdades fin de siglo, Madrid, 1902. —
Daniel Aguilera Camacho, por seud. Morsamor, director de El De-
fensor de Córdoba (1903), publicó S. Eulogio, vida y obras, Córdoba,
1902. — El Alano, poema anónimo del s. xvii, Sevilla, 1902. — Juan Al-
calde (n. 1864-), de San Sebastián, catedirático del Instituto de Cama-
güey (Cuba) y músico notable, publicó Lolita, nov.. Puerto Príncipe,
1902. Nena, nov., Camagüey, 1903. Haz bien sin mirar á quién, jug..
1907. Pro Patria, nov., 1910. La Señorita inconveniente, jug., 1915. —
Antonio Alonso García estrenó jA las tablas ó á la iablaf, monólogo
1902. — Enrique Altamirano y Salcedo, gobemadior de Cagayán, pu-
blicó Relato histórico de actos y hechos realizados en los últimos días
de nuestra dominación, Madrid, 1902. — Antonio Alvaro de Morales
estrenó Agencia de negocios, comedia (con F. Páez Serrano), Segovia,
1902. — Jaime Andreu y Pont (f 1904), catalán, director en Barcelona
de El Suplemento (1894), La Opinión (1896) y La Opinión Independien-
te (1898), publicó Catálogo de una colección de impresos referentes á
Cataluña, s. xvi á xix, Barcelona, 1902. — Apuntes históricos del Peni,
Lima, 1902. — Antonio Arévalo (n. 1876-), de Buj alance (Córdoba),
poeta elegiaco tan hondamente dolorido como modesto, publicó Mis
canciones, 1902. Para el teatro: La Fuga, Trabajar por lo contrario y
El Rosal del sentimiento, zarzuelas. Mis canciones, Madrid, 1912. —
Santos L. Asensio Navarro estrenó El Ajuar, diálogo, 1902. El Orde-
nanza (con L. Pérez Giralde), 1904. La Pastora, sainete (con id.), 1905.
— D1ÓGENES F. Barrera (-j- 1904), novelista chileno contemporáneo-,
muerto trágicamente en un crimen pasional, publicó Amor y lágrimas,
nov.. Chillan, 1902. — Juan Barriobero y Armas publicó La Nobleza es-
pañola, Madrid, 1902. Aristocracias, notas y observaciones, 1915. — Juan
Manuel Bellido Carbayo, presbítero, publicó Colección de homilías....
Salamanca, 1902. — Juan Bautista Bernabeu publicó Ecos manchegos,
poesías, Ciud-ad Real, 1902. — Saturnino Blanco publicó Poesías (con
Juan Illescas), Madrid, 1902. — M. Bolaños Cacho^ mejicano, publico
Ritmos, 2.* ed., 1902. Sonetos y sonatas, 1918. — Boletín de Historia y
Antigüedades, órgano de la Academia Nacional de Historia, Bogotá,
desde 1902. — Boletín del Instituto Bibliográfico Mexicano, Aléjico,
1902-07, 3 vols. — Vicente Borras y Antolí estrenó El Juramento, 1902^.
76 ÉPOCA REGIONAL Y MODERNISTA (1888-I907)
— Carolina B. Bourland, norteamericana, profesora de Smith College,
publicó Comedía muy exemplar de la Marquesa de Saliisia, llamada
Griselda, por Navarro, 1902 (en Rev. Hisp.). Boccaccio and the Deca-
meron in Castilian and Catalán Literature, 1905 (ibid.). An Unknown
Manuscript of the Calda de Principes, 1908 (ibid.). The Unprinted
Poems of the Spanish Canciuneros in the Bibliotheque Natioiíale (Pa-
rís), 1909 (ibid.). La Doctrina que dieron á Sarra. Poema de Fernán
Pérez de Gtizmán, 1910 (ibid.). Las Paredes oyen, de Alarcón, N. York,
1914, — Ricardo Calvo, hijo de Rafael Calvo, sobrino d'e Ricardo Cal-
vo y nieto de José Calvo, tres grancíes actores y gran actor como ellos,
publicó, antes de darse al teatro, el libro de poesías Evocaciones, Ma-
drid, 1902. — Rubén M. Campos (n. 187Ó-), de Guanajuato (Méjico), es-
cribió en El Demócrata (1895), de Méjico; en la Rev. Moderna, Gaceta
Musical; fué profesor de Literatura en la Escuela Nacional y muy en<
amorado de la música, poeta modernista y cuentista y novelador nota^
ble. Publicó Zulema, libreto de ópera, México, 1902. Claudio Oronoz,
nov., 1906. Los Conciertos del cuarteto Bruselas, 1907. En preparación:
La Flauta de Pan, versos (véase Poetas Nuevos, 1916). El Bar, nov.;
Cuentos mexicanos. Consúltese Jenaro Estrada, Poetas Nuevos, 1916. —
Joaquín Cansino estrenó Trinidad, comedia, 1902. — Alfredo Carmo-
NA (Martes), del arma de Infantería, redactor de El Liberal d'e Sevi-
lla (1902), estrenó El Conquistador, comedia, Sevilla, 1902. Apolo, sá-
tiro, nov. arqueológica para andar por casa-, ibid., 1916. — ^José M. Car-
penter publicó Ensayos poéticos juveniles, Madrid, 1902. — JosÉ Carré
Alvarelles (1884-1904), de La Coruña, publicó M-acias O Namorado,
por Hugo Albert Rennert, traducido y anotado por..., Lugo, 1902; Co-
ruña, 1904. — Fray Raimundo Castaño publicó El Orador sagrado. Ver-
gara, 1902, 2 vols. (preceptiva). — F. Norberto Castilla^ seudónimo de
Francisco Navarro y Calvo (véase año i?84), tradujo Los Doce Césa-
res, por Cayo Suctonio Tranquilo, Madrid, 1902, 1912 (Bibl. Ciás.).
Cartas de Cicerón á Ático, 1885 (ibid.). — Juan de Castro publicó Epi-
sodios militares, Toledo, 1902. La Novatada, comedia, 1905. Los Hijos
del aire, zarz., 1911. — ]\Ianuel Cidrón^ subjefe de la cárcel de Segovia,
publicó La Mala sombra, novela, Mad'rid, 1902 (?). Los Escribientes,
pasillo, 1915. — Benito Coll y Altabas, L. V. López Puyóles y J. Va-
LENZUELA La Rosa ; El Diccionario aragonés, vocabularios premiados
en los Juegos Florales, Zaragoza, 1902-3. — Antonio Correa Fernán-
dez, médico, publicó Historia fin de siglo, descripción histórico -geo-
gráfica de la provincia de Lugo, con las biografías..., Lugo, 1902, 2 ve-
lúmenes. — Costa Rica en el s. xix, por varios, San José, 1902. — David
M. Chu>l\ceiro publicó Adelfas (1898), poesías, Curacao, 1902. — En-
RiQUE d'Almonte publicó Someras notas para contribuir á la descrip-
ción física, geológica, etc., de la isla de Fernando Póo y de la Guinea
continental española, Mad'rid, 1902. — Laureano del Monte (f 1908), cu-
bano, escribió unas cien obras bufas. Artilleros y colegiales, zarz., Haba-
na, 1902. — Diego Díaz estrenó El Bufete, sainete (con J. Moyrón), 1902.
-■ — Emilio Dují, periodista, estrenó Los Amores de la Inés, sainete, 1902.
S. XX, 1902. ALFREDO GARCÍA SÁNCHEZ 77
— ^JUAN Pablo Echagüe, por seud. Jean Paid, argentino, de la provin-
cia de San Juan, revistero teatral en El País de B. Aires desde 1902^
durante cinco años, publicó Puntos de vista, crónicas de biografía y.
teatro, Barcelona (1905). Prosa de combate (crón. teatral, 1905-07),
1910. Teatro Argentino, impresiones de teatro (1912-15), Madrid, 1917.
— Gabriel Enciso y Núñez publicó A la libertad, oda patriótica, 1902.
La Corte del pecado, versos, Madrid', 1912. Poemas de la democra-
cia, 1919. — Enrique y Silva publicó Ensayo de una Bibliografía Iiistór,
y geográfica de Chile, Santiago, 1902. — Rafael Errázuriz Urmeneta
(n. 1861-), de Santiago de Chile, abogado (1881), diplomático y minis--
tro del Gobierno, orador y escritor castizo, publicó Escandinavia, San-
tiago, 1902. Mi vida en Dresde, 1902. Rmna, 1904-06, 2 vols. La Ciudad
de los Dux, Roma, 1907, 2 vols. Florencia, Roma, 1909-10, 3 vols. — '
Miguel Escalada publicó Pensamientos de Alberdi, B, Aires, 1902.
Las Epopeyas, crítica, Genova, 1915. — Federico Escobar (1861-1912),
de Panamá, carpintero y poeta premiado (1889) por su oda al 28 de no-
viembre, colaborador de El Lápiz, El Heraldo del Istmo y Nuez os Ri-
tos; publicó, además, El Renacimiento de un pueblo, oda á Cuba, Pana--
má, 1902. Patrióticas. Madre, poema. — Juan Fábregas Sinter compu-
so Corona de espinas, Mahón, 1902. El Tenorio y el poeta, drama,
1902. Quien á buen árbol se arrima..., 1904. — Fray Benigno Fer-
nández Alvarez (n. 1866-), de Santa Eulalia de Manzaneda (Asturias),
agustino (1882), bibliotecario del Escorial (1895), publicó Antigua lista
de mss. lat. y griegos inéditos del Escorial, Madrid, 1902. D. Fr. Ber-
nardo Oliver (en Ciudad de Dios, ts. LXIX-tLXXII). Tipografía y bi-
bliografía españolas del s. xv, 1909 (ibid., t. LXXVII...). Incunables
españoles de la Bibl. del Escorial, 1911-12 (ibid.). Impresos de A' cala
de la Bibl. del Escorial, 1916. La M. Cándida de San Agustín y la
guerra europea, 1918. — Carlos Fernández Ortuño, colaborador de
La Correspondencia (1903), publicó La Corona de espinas, Madrid,
1902, — Guillermo Fernández y González estrenó Tragaldabas, jugue-
te, 1902. El Número lOO, 1903. — Jesús l ernández Martínez (n. 1869-),
de Gijón, publicó Orígenes y estado actual de la Biblioteca del Insti-
tuto de Jovellanos de Gijón, Gijón, 1902. — José Luis Fernández, cola-
borador de la Rev. de los Tribunales (1902-03), publicó El Mulahacen,
poema, Madrid, 1902. — Pascual Ferreiro, gallego, publicó Mesa re-
vuelta ó Las Fiestas de Alacranes en 1901, Habana, 1902. — Flores á la
Virgen María, himnos, letrillas..., por un sacerdote de las Escuelas
Pías, Madrid*, 1902. — Elias Gago Rabanal, leonés, ha publicado Estu-
dios de Arqueología protohistórica y etnográfica de los Astures Lancien-
ses (hoy Leoneses), León, 1902. — Emilio Gallegos del Campo, poeta
ecuatoriano modernista, poco ha fallecido en su juventud, publicó Ma-
nuel Gutiérrez Nájera, poesía (en Esp. Mod., 1902, en.). Honra de obre-
ro, dr., Guayaquil, 191 1. Almas errantes, poesías, ibid., 1913. Algo de
Literatura, ibid., 1914. — Alfredo García Sánchez, colaborador en El
Gato Negro (1898), publicó ...y pocas nueces, versos, Macírid, 1902.
...3; salir trasquilado, jug., 1908. La Vuelta, zarz., 1908. — Clemente.
78 ÉPOCA REGIONAL Y MODERNISTA (1888-I907)
"García Machado compuso El Carbonero de Salamanca, comedia, Bur-
gos, 1902. Los Países prósperos, id., 1903. — Laura García de Giner,
colaboradora de La Mujer Moderna (Tarrasa, 1904), publicó La Sa-
tnaritana, novela, Barcelona (1902). Valentina, id., 1904. — Luis García
Guijarro publicó Teorías acerca del origen de la sociedad, Valencia,
1902. El Socialismo católico, ibid, 1902. Escuela valenciana del si-
glo XVIII, Agustín Sales, Madrid, 1908. La Guerra de la Independen-
cia y el guerrillero Romeu, ibid., 1908. Bases del Derecho iiimjbiliario
en la legislación comparada, ibid., 191 1. Notas americanas (viajes),
ibid., 1913. — Concepción Godo y de Martínez, cubana, publicó Espe-
ranza, nov., Santiago de Cuba, 1902. — Eduardo Gómez Gereda, redac-
tor artístico del Heraldo (1903), colaboradior út A B C (1903), estrenó
Los Hombres serios, juguete (con Antonio Soler), 1902. Los Sabios de
Grecia (con id.), 1903. M' hacéis de reír, don Gonzalo (con id.), 1904,
1906. El Corsé de Venus (con id..), 1907. Imposible l'hais dejado (con id".),
1907. Los Gatos, sain. (con id.), 1908. — Luciano Gisbert y Hóel^ cate-
drático del Instituto de Córdoba, publicó Teoría y análisis de la oración
gramatical, Madrid, 1902. — Félix Gómez Pombo publicó Colmenar Vie-
jo en la antigüedad, perfiles históricos y estudios del ganado bravo, Ma-
drid, 1902. — Antonio González Rojas Falencia publicó La Heroína
de Scgovia, narración histórica, Madrid, 1902. — Federico A. Gutié-
rrez, argentino, poeta anarquista, bastante sencillo, publicó en Ideas
y Figuras, que dirig-ía Ghiraldo, unas poesías tituladas Entre el pue-
blo, bien sentidas, tiernas y que llegan al alma, con no poco de humo-
rismo y aun de amarga burla. Gérmenes, B. Aires, 1902, obra de com-
bate, "rebelde, audaz, irónica, sombría." Barreda: "Musa feroz, con
ojos muy buenos, dice cosas terribles en versos por lo general impe-
cables y en imágenes de una encantadora originalidad." — Simón Gu-
tiérrez DE LA Higuera estrenó La Confesión de don Tiynoteo, drama,
1902. — T0AL\s Gutiérrez Perrín (n. 1881-), poeta vallisoletano, cate-
drático de Histología en Méjico, ha publicado Trébol, poesías (en cola-
boración), 1902. ¡Lo mismo!, entremés, 1906. El Cabo Noval, 1910. —
Fernando Halcón S. de Tejada publicó Sonetos, Sevilla, 1902. — Ho-
jas Selectas, revista, Barcelona, desde 1902. — Fray Bonifacio Hom-
PANERA (n. 1 868-), de Muñeca (Falencia), agustino, publicó Píndaro y
la lírica griega, disc, Madrid, 1902. El Helenismo en España durante
la Edad Antigua, disc, 1905. Líricos griegos y su influencia en Es-
paña (en Ciudad de Dios, ts. LXI-LXVHI). La Fábula griega y sus
imitadores en España (ibid., LXV). El Helenismo en España (ibid.,
ex, CXII). La Novela en Grecia y sus imitadores en España (ibid.,
CXIV). — Miguel Hoyos Julia publicó Variedades, verso y prosa (con
E, B. Pardo), Valladolid, 1902. — Fernando Iglesias Calderón, me-
jicano, pul^licó Rectificaciones históricas, Méjico, 1901. La Traición
de Maximiliano y la capilla propiciatoria, ibid., 1902. Rectificaciones
históricas, ibid., 1906-07. Supuestas traiciones de Juárez. Cesión de
^territorio. Generalísimo americano. Antón Lisardo. El Estado, ibid.,
'5907. — Juan José Illa Moreno, uruguayo, poeta modernista, publicó
S, XX, 1902. LAURA MÉNDEZ DE CUENCA 79
Rubíes y amatistas (1902 ?). — Jesús Alfredo Iniesta Díaz del Casti-
llo publicó Los Alfonsos, poema, Madrid, 1902. De otros tiempos, le-
yendas, Inclusero, dr., 1909. — Alfonso Jara publicó Naderías, cuentos
y artículos de historia y arte, Madrid, 1902. De Madrid á Tetuán, 1903.
Fuente Ovejuna, 1908. Don Gil de Albornos, 1913 (en Rev. de Hist. y
Genealog. Esp.). Albornoz en Castilla, 1914. — Publio Latino publicó
Patria, en pos de una raza, B. Aires, 1902. — Narciso José Liñán y
Herrera (n. 1881-), madrileño, hijo de los condes d!e Doña-Marina, ar-
chivero y jurisconsulto, publicó Baltasar Gradan, Madrid, 1902. El
Tercer Duque de Rivas y un crítico apasionado, 1904. Significación
arqueológica del arte heteo, 1905. Los Duques de Rivas... como poetas,
1905. Manifestaciones políticas del Quijote, 1905. Los Mosaicos de
Fernán Núñes, 1908. Bibliografía del padre Alejandro Fanel, 1913.
Monedas inéditas, 1914. — Pedro Lira publicó Diccionario biográfico
dajoz, publicó Extremadura y España^ Badlajoz, 1902. El Genio litera-
de pintores, Santiago de Chile, 1902. — José López Prudencio^ de Ba-
ño de Extremadura, ibid., 1912. Diego Sánchez de Badajoz, Madrid,
1915. — Ramón Losada Rodríguez publicó Cuentos pedagógicos, Cáce-
res, 1902. — Federico Luceño estrenó El Mixto de Alicante, jug., 1902.
— Francisco María Martínez Marín publicó Breve noticia histórica y
descriptiva de las imágenes de la Santísima Virgen veneradas en Gita~
dalajara, ibid., 1902. — Gustavo A. Martínez Zuviría, por seud. Hugo
Wast, novelista argentino, algo folletinesco, político y periodista, cam-
peón del catolicismo criollo, fecundo escritor, de estilo bastante des-
cuidado, pero que sabe interesar con la trama é intriga de sus novelas,
y que con poca descripción lo encomienda todo al diálogo, publicó Los
Dos grumetes, artículos de polémica (1902). El Naturalismo y Zola,
conferencias (1902). Fantasías y leyendas, cuentos (1903). La Creación
ante la Pseudo-Ciencia (1903), Rimas de am,or, poesías (1905), Alegre,
nov. (1905-1909), 2 vols. Golondrinas de presidio, cuentos (1908), Flor
de Durazno, nov. El Perfume de la dama vestida de negro, nov. (en
La Nación). La Casa de los cuervos, nov. Fuente sellada, nov. El
Enigma de la vida (1913). Ciudad turbulenta, nov. (1919). — Alejan-
dro Bhér (n. 1864-), de Sepúlveda (Segovia), por nombre propio
Mariano de Mazas, escritor de ciencias matemáticas, colaborador
con su esposa en muchas obras literarias, publicó Abrígame, novela,
cuentos exóticos y semicuentos, Macírid, 1902. Fracasados, trilogía:
i.°. El mismo drama que...; 2.°, Labora (1910) ; 3.°, La Pintaíca. El
Bobo, com. (1912). Dostoieusky, Humillados y ofendidos, trad., 1917.
— Antonio Mediz Eolio (n. 1884-), de Mérida (Yucatán), publicó
Invocaciones, versos, Mérida, 1902. Alma bohemia, dr., 1905. Rayo
de sol, com., 1906. La Guerra, 1906. El Derecho de huelga, Mérida,
1907. La Suerte perra, zarz., 1907. El Verdugo, comedia, 1910. Vien-
tos de montaña, dr., 1910. El Sueño de Iturhide, poema escénico, 1910.
Mirza, opereta, 1911. Palabras al viento, versos, Mérida, 1915. El
Marqucsito enamorado, opereta, 1916. La Flecha del Sol, dr. En mi-
tad del camino, versos, Méjico, 1919. — Laura Méndez de Cuenca (na-
8o ÉPOCA REGIONAL Y MODERNISTA (1888-IQO7)
cida 1853-), poetisa mejicana, publicó Simplezas, Ligugé (1910). En
Esp. Mod., Invierno (1902, mayo). — Guillermo de Montagú y Vi-
vero (n. 1882), dte San Juan y Aíartínez (Cuba), publicó A Cuba,
poes., Pinar del Río, 1902, A la pairia, oda, ibid., 1908. Iris, versos,
1909. Martín Peres, el soñador, novela cubana, 1912. — Luis Monte-
mar, redactor de Vida Galante (1903), publicó Treinta noches de amor,
Barcelona (1902). Semana de amor (1903). El Misterio de Lucia, 1903.
La Señora del entresuelo, 1903. — Carlos Moreno publicó Ocios, León,
1902. — Antonio Muñoz del Portillo publicó El Toque de Ángelus,
Salamanca, 1902. — José Muñoz Escámez^ redactor de El Movimiento
Católico y La Correspondencia, colaborador de El Mundo de los Ni-
ños (1890), Blanco y Negro, La Ilustración Católica, La Naturaleza,
director de El Médico Práctico (1902), publicó Cuentos azules, Madrid,
1902. Azul celeste, cuentos morales, 1902. Cuentos infantiles, 1902. El
Recreo de mis hijos, cuentos morales, 1902, — Julián Navarro com-
puso La Mujer del obrero, comedia, Madrid, 1902. — Luis Nevé Gar-
cía DE LA Mata^ colaborador de El Noticiero Salmantino (1901), estre-
nó Entre estudiantes, diálogo (con A, de la Villa), Salamanca, 1901.
La Romería de Miravalles, 1902. — Aurelio Noboa publicó Rep. del
Ecuador, colección de Tratados, Guayaquil, 1902, 2 vols. — Fray Ber-
nardo OcAMPo (1850-1913), franciscano de Sonsón (Colombia), publicó
'Apuniaciones biográficas sobre el general Braulio Henao, ]\Iedellín,
1902. Informe de la provincia de San Juan B. de Santa Fe de Bogotá^
ibid., 1902. Conferencias y disertaciones, ibid., 1905. — Joaquín A.
Olivan de Garcés, mécíico de la Armada, colaborador de La Ilustra^
ción Española y Boletín de Medicina Naval (1897), publicó Merced,
novela histórica argentina, Valencia, 1902. — Pedro Pacheco Muñot
estrenó Del Cielo al Manicomio, juguete, 1902. — IManuel de Palacios
Olmedo, colaborador de El Liberal (1903), publicó En las alturas, poe-
sías, Madrid, 1902. Rielar de ideas, Madrid, 1912. — Federico Parreño
Ballesteros, médico español, publicó En columna de camino, recuer-
dos, notas y perfiles de la guerra de Cuba, Alicante, 1902. — Partes
oficiales y documentos referentes a la guerra de la Independencia Ar-
gentina, B. Aires, 1902. — Eloy Pedrajas y Núñez-Romero (f 1913),.
de Cabeza del Buey (Badajoz), presbítero, publicó Guadalupe, im-
presiones artísticas y literarias, Badajoz, 1902. — Emilio Pedrero pu-
blicó La Chulomaquia, romance heroico en varios cantos y algunos
ripios, 1902. — Vicente Pedromingo, red'actor de El Atalaya de Gua-
dalajara (1896), Flores y Abejas (1897...), -^^ Colmena (1902), es-
trenó El Primer ensayo (con M. Rueda), 1902. Esbozos literarios, Gua-
dalajara, 1905. — Rafael Pera y Peralta publicó Ensayo geográfico
e histórico de Santa Cruz del Sur, 1902. ídem del término municipal
de Sania Cruz del Sur, 2." ed aum,. Habana, 1913. — Manuel Pereira
Y Medina, matancero, periodista, publicó Chismes y carcajadas, ar-
tículos de costumbres, Matanzas, 1902. — Fray Ángel Pérez, agustino,
publicó Igorrotes, Manila, 1902. Relaciones agustinianas de las razas
del Norte de Lu'zón, ibid!., 1904. Adiciones y continuación de "La Im-
s. XX, igo2. JOSÉ no sagastume bf
prenta en Manila", de D. J. T. Medina..., Manila, 1905 (con fray Ce-
cilio Güemes). — G. Pérez Arroyo publicó Cuentos e historias. Valen-
cia, 1902. — Ismael Pérez Giralde estrenó Un día felia, comedia, Se-
villa, 1902. Mala semilla, id. (con J. A. Vázquez Pérez), ibid., 1907. —
José Ramón Pérez publicó Verdades amargas a Platt con sus carbo-
neras, décimas cubanas. Ciego de Avila, 1902. — M. Pérez de la Manga,
colaborador de Blanco y Negro, publicó El Azahar de l-a boda..., cuen-
tos amorosos, Madrid, 1902. — Rogelio Pérez Olivares, colaborador
ác la prensa sevillana (1903), estrenó Ustedes dirán, monólogo, Bar-
celona, 1902. Marujilla, zarzuela, Sevilla, 1903. El Sino perro (con
P. Pérez Fernández), 1906. La Corte de Jiípiter, 1906. Los Celosos,
jug., 1907. La Canción de la vida, com., 1908. Me dijiste que era fea...,
comedia-saiuete (con P. Pérez Fernandez), 1912. — Valeriano Perier
publicó Fruslerías, Albacete, 1902. — Poptdus. ¡Cantos de España!, con-
memoración de la historia de diez y seis años de regencia (i88¿-ipo2),
Madrid, 1902. — Enrique Povedano, colaborador áe Germinal (1903),
publicó Albores, poesías, Madrid, 1902. Salón Moderno, aprop., 1910.
Diccionario epigramático, 1912. — José Quesada Martínez puljlicó Con-
fidencias, versos, Almería, 1902. — Ambrosio Luis Ramasso (n. 1873-),
montevideano, abogado (1898), vicepresidente de la Cámara de repre-
sentantes, publicó Nuestra política, Montevideo, 1902. La Unificación
colorada, 1903. El Licenciado Aldabón, novelita, 1905. El Estadista,
1905. — Fernando Ramos Navarro publicó Ernestina, nov. (con Marce-
lino Bravo González), Vigo, 1902. Alma y carne, nov. (con id.), Bad'ajoz,
1906. Albuera, boceto lírico dramático (con id.), 1907. — Fernando Mar-
tín Redondo {F . M. D'Ornedo) publicó Fábulas cuasi morales, Madrid
(1902). — Revista de Costa Rica en el siglo xix (bibliografía, obras
frtiblicadas en el extranjero acerca de Costa Rica), San José, 1902.—
Justo Pastor Ríos (n. 1870-), colombiano, colaborador de El Fígaro,
publicó Brotes, poesías. Habana, 1902. — Luis Romano, poeta salman-
tino contemporáneo, ha publicado Horas grises. Salamanca, 1902. De
la Vida, Tardes de Otoño, poesías, ibid., 1908. — Federico Rubio, ga-
ditano, célebre médico, escribió además de obras profesionales, La
Mujer gaditana, póst., Madrid. 10,02. Memorias de mi niñee y juven-
tud, ibid., 1912 (póst.). — José Miguel Ruiz publicó Sucesos y cuentos.
Ciudad Real, 1902. Poesías (1908). — Pedro Ruiz Aldea, chileno, publicó
Los Araucanos y sus costumbres, Santiago, 1902. — Rafael RuIz Ló-
pez, redactor de Vida Galante, Pluma y Lápiz (1902), etc., publicó El
Burro del tío Antón, nov., Barcelona, 1902. Historias de amor, Bar-
celona, 1907. Amor heroico, Madrid, 1912. Guía espiritual del Inge-
nioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha, Buenos Aires, 19 16. Sone-
tos y rimas, ibid., 1917. — Ai-ítonio Sáenz y Sáenz estrenó Piquito de
oro, cuadro de costumbres andaluzas, iq02. La Virgen de Utrera, zar-
zuela, 1907. Adiós, Málaga la bella, zarz., 1908. Un consejo de amigo,
entr., 1914. — Cesáreo Sáenz Balmaseda, riojano, publicó Ecos de R 0-
ja, poesías, Logroño, 1902. Riojanas, poesías, ibid., IQ06 — José Pío
Sagastuke publicó Bocetos criollos. La Plata, 1902. Benjamín, mis-
TOMO XII —6
82 ÉPOCA REGIONAL Y MODERNISTA (1888-I907)
celánea, ibid., 191 1. Ráfagas de la Pampa, cuentos, ibid., 1913. Raza
que viuere^ cuentos en estilo criollo, Buenos Aires, 1913. — Felipe
SÁNCHEZ Calvo, redactor di El Imparcial (1901-04), estrenó Hacer
bien por carambola, juguete (con E. Luque), 1902. Que viene el coco
(con id.), 1904. — Juan Gaspar Sánchez Muñoz publicó Diario Turo-
lense de la primera mitad del siglo xvi, Madrid, 1902. — Manuel Sán-
chez MÁRMOL, mejicano, publicó Las Letras patrias, México, ifpa. —
Mariano Sánchez de Enciso publicó El Balcón de la Alpujarra, Cá-
diz, 1902. Don Quijote en América, escenas de la andante españolería,
Madrid, 1913. Zarpa de hiena, novela, 1915. — Javier Santamaría pu-
blicó Poesías escogidas, París, 1902. — José de Santiago publicó Bayona
(de Galicia) antigua y moderna, Madrid, 1902. Linaje de los Polo de
Bernabé, Huesca, 1913. — Claudio Sanz y Arizmendi (n. 1879-), sevi-
llano, catedrático de aquella Universidad, publicó Organización social
de Sevilla en el reinado de Alfonso XI, Sevilla. 1902. — Raimundo Se-
bunde publicó Joyas de la mística española, Madrid, 1902. — Ramón
Sempau publicó Esclavas del oro, novela, Barcelona, 1902. — Francisco
Serrano Anguita, por seud. Tartarín, colaborador de Pluma y Lápiz
(1902) y Los Teatros (1903), publicó Primicias, Jaén, 1902. Canalejcts,
su vida y sus obras, Habana, 1912. La Alegría de los otros, estr. en
1919 (con Maximiliano Clavo). — Carlos Servert Fortuny, redactor
dte Las Dos Provincias (1892), publicó Leyendas toledanas, Madrid,
1902. Cruz, égloga dramática (con R. Ginard de la Rosa), 1902. El Co-
llar de perlas, 1906. Una Lección provechosa, 1906. Noche de nieve,
zarz., 1910. — Manuel Sevilla R. de Matas publicó Desde la Atalaya,
cuentos, Madrid, 1902. Eslabones de carne, novela, 1904. — C. Sigüenza
Y Góngora, Infortunios de' Alonso Ramírez Hennepin, relación de la
América Septentrional, Madrid, 1902 (Libr. rar. de Amér.). — Luis Igna-
cio Silva Arriagada, chileno, publicó Bibliografía Iiist. y geogr. de
Chile, Santiago, 1902. Cristóbal Colón en Chile, 1902. La Isla de Pascua,
1903. El Camino de Vuriloche, 1904. El Sargento Candelaria, 1904. Es-
tudios geogr. é hist. de don Francisco Vidal Gormaz, 1905. Revista
Nacional, 1906-07. La Novela en Chile, 1910 [Biblioteca de Escritores
de Chile). — Oriol Solé Rodríguez (n. 1860-), montevideano, médico
y diplomático, publicó Leyendas guaraníes, pról. de Samuel Blixen,
Montevideo, 1902. — José M.* Tatay, español, estrenó La Mano de Dios
o Román el Enmascarado , dr., Habana, 1502. — Augusto Thomson, no-
velista chileno, cuentista muy moderno, amigo de lo enigmático e in-
cierto y del estilo evocador, que ha influido en otros jóvenes, publicó
Juana Lucero, Santiago, 1902. La Lámpara en el molino, ibid., 1915.—-
Francisco Tristán y Larios estrenó La Mazorca roja, zarzuela, 1902.
Los Ojos verdes, 191 1. — El padre Luis LTbeda y Gallardo, escolapio,
publicó La Redención de un padre ó un rasgo de amor filial, cuadro
Itricodraniático, Madrid, ico?. Bautismo de- sangre ó Martirio de los
niños Justo y Pastor, 1907. Una vara de castigo, jug,, 1908. Telegrafía
sin hilos, zarz. 1912. — Urquidi publicó Compendio de la Historia de
Bolivia, 1902. — Juan Miguel Vargas Martel, abogado en Utrera, pu-
S. XX, 1903. ANTONIO MACHADO Y RUIZ 83
blicó CLarita Mártir, novela, Madrid, 1902. — Carlos Vaz Ferreira
(n. 1873-), montevideano, profesor d¿ la Universidad, abogado, emi-
nente pensador, publicó Cuestiones escolares, 1902. Ideas y obserzct-
ciones, 1905. Los Problemas de la libertad, 1907, 1913. Conocimiento y
acción, 1908. La Exageración y el simplismo en pedagogía, 1908. Mo-
ral para intelectuales, igog, 1910. El Pragmatismo, 1909. Elementos de
psicología experimental. — Adelardo C. Vázquez estrenó Portfolio del
desnudo (con M. Bezares), 1902. — Pedro Nolasco Vázquez, chileno,
publicó Voces de mi tierra, Santiago, 1902. — Vicente Ver.v y López,
por seud. Doctor Hispanus, catedrático de San Isidro, director de Los
Vinos y Aceites, colaborador sobre todto de El Impar cial, á quién re-
presentó en la guerra del Transvaal (1900-1901) y rusojaponesa (1904),
y de La Ilustración Artística, de Barcelona, ha publicado un hermoso
libro titulado Un Viaje al Transvaal durante la guerra, Madrid, 1902.
Con Saturnino Huerta Rodrigo: Cataluña, sin a. (1907). Amenidades
científicas, 1914. Viajes y recuerdos, 1918. — José F. Vergez publicó
Recuerdos de Méjico, Barcelona, 1902. — Antonio Vico^ célebre cómi-
co, escribió Mis memorias, cuarenta años de cómico, Madrid (1902). —
Ernesto de Vilches y Marín, colaboracíor de La Alcarria Ilustrada
{Jadraque, 1901) y Nuevo Mundo, publicó Libro de oro de los apellidos
españoles, su etimología, genealogía y heradica, Madrid, 1902, Cer-
vantes, apuntes históricos de este apellido, ibid., 1905. — Raimundo F.
Villaverde, político, publicó La Escuela didáctica y la poes'a polí.ica
ne Castilla durante el siglo xv, Madirid, 1902 fdisc. rec. Acad. Esp.). —
Fernando Zayas publicó Amorosas, versos. Habana, 1902. Sueños de
Rosa, id., ibid., 1906. Prosa y versos, 1909.
172. Año 1907. Antonio Machado y Ruiz (n. 1875-),
de Sevilla, vivió en Madrid de los ocho á los treinta de su
edad, dos en París y en 1907 ganó por oposición la cátedra de
Francés del Instituto de Soria, donde se casó y perdió a su mujer;
de allí pasó en 19 12 á desempeñar la de Baeza y Segovia (1920).
Su padre Antonio Machado y Alvarez trajo á España los estudios
folklóricos y su abuelo Antonio Machado y Núñez fué rector de
la Universidad de Sevilla y murió siendo catedrático de la Cen-
tral. Es hermano nuestro poeta de Manuel, también poeta y
crítico. Antonio Machado, de su natural grave y serio, recon-
centrado y taciturno, amigo de la soledad y del silencio,
había nacido poeta de tan recio y particular temple, que
su voz se distinguió al punto cuando entre la parloteado-
ra garrulería de los livianos y mariposeadores poetas que
ños atronaban los oídos en los días de la mayor borra-
chera modernista, publicó su libro Soledades (1903). Era aqué-
iJa una poesía seria y grave, de hondo y trascendental pensa-
84 ÉPOCA REGIONAL Y MODERNISTA (1888-I9O7)
miento, sincera y sencilla, que chocaba con el gorgoriteo aflau-
tado, soberbioso y falso de los demás. De su estancia en Paris
tomó una cierta como veladura simbolista que cuadraba con el
pensar hondo y la afición al misterio á que su natural concen-
trado y silencioso propende; y no menos el gusto exquisito de
la fonna, propia de los parnasianos, que igualmente entalla á su
íi.idole de sobriedad, grave ponderación y escasez avara en lo
poco que habla ó escribe. Escasas han sido sus obras, graves en
el fondo, sobrias tn la forma. Apenas se le puede considerar
como modernista, fuera de algunas poesías sueltas y de suelto
ritmo que ha publicado en revistas, cabalmente después de pa-
sada la época de aquella escuela. Lo que de ella tomó venía tan
al justo con su propio temperamento que no hizo más que afir-
marlo y robustecerlo. Más tarde publicó su segundo libro Cam-
pos de Castilla (191 2), viviendo en Soria, y este su tempera-
mento, grave y concentrado, sobrio y ceñido, hallóse encu'a-
drado en el marco del ambiente más apropiado y justo que pu-
diera desear. Entonces brotaron espontáneamente las cualidades
de raza del poeta y no parece sino que revivió en él la demosofia
de su padre. Es poeta becqueriano de suyo, sin haber, acaso, pre-
tendido imitar a Bécquer. Efectivamente, sus mejores piezas son
las hechas en romances y demás versos octosílabos ó versos cor-
tos ; busca la sencillez en la expresión y la profundidad en el sen-
tir. Difiere de Bécquer en los asuntos, no ya del amor desenga-
ñado, sino de otras ideas sobre la vida, aunque trate también por
lo mismo, como Bécquer, el tema de la muerte; además diferen-
ciase por mirar más al campo, á la naturaleza y al ambiente, ar-
riTonizando el exterior que se ve con su íntimo sentir, al modo
de Martínez Sierra. Es Antonio Machado el poeta contempo-
ráneo que más lindamente ha sabido apropiarse en Campos de
Castilla el espíritu de los romances populares que siempre se
componen en España, escribiendo La tierra de Alvargonzálea casi
con el mismo castizo aliento y arte consumado de los inconscien-
t?es juglares del romancero. Es igualmente de los que mejor com-
prendieron la lírica popular, escribiendo cantares. Por algo es
hijo de quien fué nuestro mejor folklorista. Épico y lírico
á la par, tiene una delicadeza y melancolía propias de poeta que
sabe lo que es pasar por estrecheces, dormir al sereno y sin des-
ayunarse y que al propio tiempo resbala sobre estas impurezas
S. XX, 1903. ANTONIO MACHADO Y RUIZ
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del vivir casi sin sentirlas, enajenado en sus pensamientos. Na-
tural, sencillo, esmerado y castizo en estilo y lenguaje, es un ver-
dadero discípulo de las gracias helénicas sin haber estudiado otro
arte griego del que encierra el alma popular castellana.
Luis de Tapia (n. 1871-), de Madrid, por seud. David, re-
dactor de El Evangelio, El Nuevo Evangelio, Nuevo Mundo
(1903), El Imparcial (1916), es el mejor satírico de nuestro tiem-
po, en prosa y verso, popular y enteramente castizo en espíritu,
tono y lenguaje. Rebosando gracejo, desenfado y bravosía, en
estilo picante y galano, con un gusto purísimo, helénico, echa á
broma nuestras lacras y las miserias humanas, porque no hay
mejor manera de sobi elle varias, satirizándolas festiva y bené-
volamente.
173. Ant. Machado, Páginas escogidas, igiy, pág. 15: "Las com-
posiciones (de Soledades)... fueron escritas entre 1899 y 1902. Por
aquellos años, Rubén Darío, combatido hasta el escarnio por la críti-
ca al uso, era el ídolo de una selecta minoría. Yo también admiraba
al autor de Prosas profanas, al maestro incomparable de la forma y
de la sensación, que más tarde nos reveló la hondura de su alma en
Cantos de vida y esperanza. Pero yo pretendí (y reparad en que no
me jacto de éxitos, sino de propósitos) seguir camino bien distinto.
Pensaba yo que el elemento poético no era la palabra por su valor fó-
nico, ni el color, ni la línea, ni un complejo de sensaciones, sino una
honda palpitación del espíritu; lo que pone el alma, si es que algo
pone, ó lo que dice, si es que algo dice, con voz propia, en respuesta
animada al contacto del mundo. Y aun pensaba que el hombre puecíe
sorprender algunas palabras de un íntimo monólogo, distinguiendo
!a voz viva de los ecos inertes; que puedte también, mirando hacia den-
tro, vislumbrar las ideas cordiales, los universales del sentimiento. No
fué mi libro la realización sistemática de este propósito; mas tal era
mi estética de entonces." Pág. 149: "Cinco años en la tierra de So-
ria, hoy para mí sagrada — allí me casé; allí perdí á mi esposa, á
■quien adoraba — , orientaron mis ojos y mi corazón hacia lo esencial
castellano. Ya era, además, muy otra mi ideología... Me pareció el
romance la suprema expresión de la poesía y quise escribir un nuevo
Romancero. A este propósito responde La Tierra de Alvar gonzálcz...;
mis romances no emanan de las heroicas gestas, sino del pueblo que
las compuso y de la tierra d'onde se cantaron ; mis romances miran á
lo elemental humano, al campo de Castilla y al Libro primero de Moi-
sés, llamado Génesis." G. Martínez Sierra, Helios, I, pág. 499:
86 ÉPOCA REGIONAL Y MODERNISTA (l888-'.Q07)
"Dije á la noche: Amada mentirosa,
tú sabes mi secreto,
tú has visto la honda gruta
donde fabrica su cristal mi sueño."
Y esto es todo el libro (Soledades) de A- Machado. Un sueño de cris-
tal. Claro, fresco, lleno de sol, pero cuajado en lágrimas. Rebosante
de un dolor viejo, viejo como el muñeco, el dolor inefable del vivir,
pero alentado por brisas de abril : "Abril florecía frente á mi ventana" ;
y rimado en el verso diáfano que enseñó al poeta el rumor de una
fuente... ''Graciosa musa y fresca." Cansinos Assens, Los Hernies, 1916,
pág. 140: "El ha sido entre nosotros el silencio y sólo en sus versos
ha cantado. Con ese gesto grave que hoy le veis y que le daba ya un
aire de primogénito en nuestro coro juvenil, él ha subrayado nuestras
palabras y les ha da(ío su ponderación y como una salvaguardia pater-
nal ante el porvenir. Pero á nuestro gárru'o verbo rara vez le dio her-
manos efímeros. Así nada trivial ni liviano recordamos en él, y pa-
rece un poeta que siempre hubiese hablado con la dignidad del verso.
Silencioso y soñador, voluntariamente desvanecido, borroso como un
sueño, con su aire antiguo y noble, distraído y lento, con ceniza sobre
las solapas, con líneas antiguas en el traje, con el aire de un hombre
que no ha dormido nunca ó duerme todavía...; mientras los demás ha-
blan ruidosamente..., calla y sueña... Este poeta meditativo y sereno
es un poeta clásico, cuyos versos florecen con la cuajada dulzura de
los frutos tempranos de primavera fuerte... Soledades — ¿no hay que
pensar en Góngora? — es un libro algo extraordinario en aquella épo-
ca (1903) ; un libro sin retorcimientos ni extravagancias, con todas sus
partes vaciadas en los nobles moldes clásicos, con hipérbaton y con
el clásico anhelo sintético, tan distinto de ese afán de análisis que con-
sume á la nueva generación y disloca sus formas líricas... Es un li-
bro clásico por su sobriedad y perfección de formas, por la belleza apo-
línea, por la seriecíad de la voz que canta en sus versos... Misterio es
el alma de este libro, en el que cada estrofa tiene un sentido evoca-
dor y una resonancia d'el otro país, como voces dadas en el confín de
los dos mundos... Con este primer libro se reveló A. Machado como un
poeta simbolista, que posee también la perfección parnasiana; como
un romántico que sigue la última evolución de la escuela... Es el poeta
hombre que habla en el tono admonitorio d'e nuestra conciencia y no
canta en las gárrulas fiestas de la poesía...; ha sido desde el primer
momento un poeta adulto, cíe voz grave y de rostro serio. Por eso sus
formas líricas son tan sobrias y parcas, y tienen ima concentración tan
absoluta y un sosiego tan clásico. Y por eso cada una de sus palabras
tiene un sentido tan profundo y tan largo poder evocador...; nos ini-
cia en los más inquietantes y trágicos misterios de la vida y de la
muerte y rasga para nosotros, más de una vez, los velos de la ilusión
eterna... Desde 1903 hasta 1908 este gran poeta guarda un noble silen-
S. XX, 1903. ANTONIO MACHADO Y RUIZ 87
cío..., se ha hecho catedrático... y está allá en Soria..., encuentra el
paisaje propio para su alma meditativa... y escribe ese libro Catnpos
de Castilla... Con este libro... colabora en el movimiento de renaci-
miento castellanista... Ningún poeta contemporáneo, excepto acaso
Unamuno y JMaragall, tan serio y humano como este poeta que nun-
ca se dejó vencer por el amor al preciosismo de los poetas de su época
ni alzó la voz para decir nada nuevo. En la pléyade modernista, tan
frívo!a y aturdida algunas veces, él representa el anhelo de sinceridad,
que fué uno de sus aspectos. Verdad y sencillez son las condic'oncs
fundamentales del autor de Soledades." Azorín, Clásicos y Modernos,
pág. 118: ^'■Campos de Castilla, Una colección de paisajes castellanos
son los poemas recientes de Machado. El paisaje adquiere su plenitud,
su cabal desenvolvimiento en el nuevo libro del poeta... En Campos de
Castilla se halla todo su espíritu y del libro entero lo más representa-
tivo, lo más característico... Campos de Soria. No otra cosa que una
serie de breves paisajes es esa poesía: breves é intensas visiones de
unos lomazos pardos, de... La característica de Machado, lo que mar-
ca y define su obra es la objetivación del poeta en el paisaje que des-
cribe... Paisaje y sentimiento, modalidad psicológica, son una misma
cosa; el poeta se traslada al objeto descrito, y en la manera de des-
cribirlo nos da su propio espíritu. Se ha dicho que "todo paisaje es
un estado de alma", y á esta objetivización del lírico se alude en di-
cha frase. Al grado máximo de esa objetivización llega A. M. en sus
poemas. Nada de reflexiones ó incisos é intromisiones personales hay
en esos versos; el poeta describe minuciosa é impersonalmente la Na-
turaleza. Sus paisajes no son más que una colección de detalles. Y,
sin embargo, en esos versos sentimos palpitar, vibrar todo el espíritu
del poeta. Rubén Darío, en su retrato de Machado... no nos dice es,
sino era: era misterioso y silencioso; tenia la miradla penetrante, pro-
funda; se veía arder en él la luz de sus pensamientos... Rubén está ha-
ciendo el retrato de un hombre que fué. Sí, fué; de su envoltura te-
rrenal no queda nada. Y estos versos de ahora, estas visiones de los
campos de Soria, no están trazados por una mano carnal, sino que son
tan sutiles, tan aladas, tan etéreas, y al mismo tiempo tan reales y tan-
gibles, que diríase que es el propio espíritu del poeta, no su cuerpo, el
que alienta en esos paisajes." Ant. Machado, Campos de Castilla:
"Mi infancia son recuerdos die un patio de Sevilla,
y un huerto claro donde madura el limonero;
mi juventud, veinte años en tierra de Castilla;
mi historia, algunos casos que recordar no quiero.
Ni un seductor Manara, ni un Bradomín herido
— ya conocéis mi torpe aliño indumentario — ;
mas recibí la flecha que me asignó Cupido,
y amé cuanto ellas pueden tener de hospitalario.
88 ÉPOCA REGIONAL Y MODERNISTA (1888-IQO7)
Hay en mis venas gotas de sangre jacobina;
pero mi verso brota de manantial sereno ;
y, más que un hombre al uso que sabe su doctrina,
soy, en el buen sentido áe la palabra, bueno.
Adoro la hermosura, y en la moderna estética
corte las viejas rosas del huerto de Ronsard;
mas no amo los afeites de la actual cosmética,
ni soy un ave de esas del nuevo gay trinar.
Desdeño las romanzas de los tenores huecos
y el coro de los grillos que cantan á la luna,
A distinguir me paro las voces de los ecos,
y escucho solamente entre las voces, una.
¿Soy clásico ó romántico? No í-^ Dejar quisiera
mi verso, como deja el capitán su espad'a,
famosa por la mano viril que la blandiera,
no por el docto oficio del for'ador preciada.
Converso con el hombre que siempre va conmigo
— quien habla solo, espera hablar á Dios un día — ;
mi soliloquio es plática con este buen amigo
que me enseñó el secreto de la filantropía.
Y al cabo, nada os debo; debéisme cuanto he escrito.
A mi trabajo acudo, con mi dinero pago
el traje que me cubre y la mansión que habito,
el pan que me alimenuí y el lecho en donde yago.
Y cuando llegue el día del último viaje
y esté al partir la nave que nunca ha cíe tornar,
me encontraréis á bordo, lisero de equipaje,
casi desnudo, como los hijos de la mar."
Ant. Machado fué colaborador de Helios, Helectra, Germinal, etc.
Soledades, Madrid, 1903 (poesías compuestas de 1899 á 1902) ; aumen-
tado en Soledades, Galerías y otros poemas, ibid., 1907. Artículos va-
rios, 1904. Campos de Castilla, ibid', 1912. Canciones y dedicatorias,
1914. Páginas escogidas, 1917. Poesías completas, 1917. Soledades, Ga-
lerías y otros poemas, 1919.
Tapia, en carta al autor: "Encerrar en fórmulas poéticas fáciles,
breves, sintéticas y populares (jamás groseras ni chabacanas) un fondo
ético, un contenido de justicia social, es, á mi entender, el ideal que en
arte ha de perseguir el poeta satírico. Nace la sátira de un desequili-
brio entre lo que las cosas son y lo que debieran ser. Del contraste
entre un mundo ético ideal y un bajo mundo de mezquinas realidades,
brota una lágrima. Esa lágrima, dulce ó amarga, resignad'a ó rebelde,
candente á las veces y á las veces abrasadora, es siempre el fondo de
toda composición satírica. El pueblo ha sentido, en todos los tiempos,
la inquietud que emana del eterno divorcio en que se hallan la moral y
la vida. Concretar ese sentimiento popular en formas de llana cota-
S. XX, 1903. ENRIQUE GONZÁLEZ MARTÍNEZ 09
prensión, gráciles y concisas, mordaces ó agresivas, es la misión del
poeta satirice. Si, además, consigue el fin dinámico de mover al pueblo
€n contra de esas eternas injusticias y en dirección al bien, el ideal
artístico del poeta se hallará cercano á su realización. El fondo, pues, de
la sátira es altamente moral. La forma ha de ser revulsiva, cáustica,
mordaz y casi siempre incorrecta. La incorrección en poesía satírica es
lógica. Cuando el acero se emplea en fabricar dardos no puede dedicár-
sele á construir limas." Galdós, Pról. á Bombones y caramelos-, "Ocho
años ha^ si mal no recuerdo, el soberano cronista Mariano de Cavia
trazó el perfil crítico de un poeta de inspiración risueña, de estilo pi-
cante y frescachón como el aire que nos besa la frente en las alegres
mañanas de abril y mayo. Era Luis de Tapia; un joven que por aque-
llos días nos dio recopilados los Salmos que publicara en El Evange-
lio, composiciones breves, epgramáticas, remedand'o la labor de las
menudas abejas, que simbolizan el picor y la dulzura... Con su desen-
vuelta ligereza y su donaire garboso, el moderno David nos resultó un
gran satírico, con sus miajas de profeta. El encanto mayor de los Sal-
mos, así como el de los Bombones y caramelos... consiste en la fragan-
cia de actualidad que despiden estos versos juguetones, reflejando la
inflexión cómica de nuestra política, día por <íía... Al nacer á la vida
del arte, Luis de Tapia trajo en su talento la marca de las visceras de
la madre España. Bien claro lo dice su gracejo, su desenfado, su bra-
via sinceridad y el contento inefable con que ablandaron las durezas
de la vida los grandes ingenios, el Arcipreste de Hita, Quevedo, (ion
llamón de la Cruz. En Tapia no caben las melancolías deprimentes ni
la eterna visión de los tonos grises ó de las imágenes desmayadas y
lloriconas. Español es por su sangre, por la pasmosa agilidad" de su
entendimiento ; español, por la picardía de su mirada y por el centelleo
de sus rimas donosas. No se ha dejado inyectar el suero de ninguna
de las modas literarias traídas por los innovadores pálidos... Tapia
•consagra su ingenio vivaracho á los casos y personas de su tiempo,
persiguiendo la ridiculez allí donde la presunción ó la incapac'dad le
ponen constantemente d!e relieve... En los lindos versos, reidores j
saltarines, de nuestro popular poeta, he visto siempre una fiel repro-
ducción de figuras de Tanagra, helénicas por la armonía de las he-
churas, de castizo españolismo por su indumento." Luis de Tapia: Sal-
mos, Madrid, 1903; 2.* serie, 1904. Bombones y caramelos, 1911. Co-
plas, 1914. Poesías escogidas de Quevedo, 1914. Así vivimos, en prosa,
cuadros satíricos, 1916. Coplas del año, 1917. En casa y en la calle,
1917. Coplas del año (1918), 1919.
174. Año 190^. Enrique González Martínez (n. 1871-),
de Guadalajara (Méjico), estudió en el seminario é hizo versos
desde niño; fué médico (1893) y ejerció su profesión quince años
en Sinaloa, dirigiendo en Mocorito la revista Arte; afincóse en
90 ÉPOCA REGIONAL Y MODERNISTA (1888-I907)
Méjico (1911), donde fundó Argos (1912), colaboró en El Im^
parcial (1912), fué presidente del Ateneo (1912), secretario del
Gobierno en Puebla y profesor de Literatura en la Escuela Pre-
paratoria. Es el mejor poeta mejicano de estos últimos tiempos,
con mayor seriedad, mayor castidad artística en ritmos y ler-
guaje que los pasados modernistas; en la técnica, colorista y
armonioso, y va por días mejorando en lo denso, sobrio, hondo
y caliente. Es poeta del silencio, que canta la muerte del cisne,
dando la espalda á las lentejuelas rubenianas de esplendorosas
y sonantes lejanías aparenciales, para meterse silencioso dentro
del alma de las cosas hasta llegar á lo hondo de la propia ahiia
y en ella ver espejado el mundo convertido en metáforas y tra-
bado por reconcentración panteística en un todo. Desde 191 5
que llegó á Méjico, con sus cuatro libros, desde las provincias
donde había pasado su mocedad, es en la capital el dechado de
los poetas jóvenes, acatado por la Academia y el Ateneo. Puede
tenérsele por simbolista y por místico á la moderna ; pero el enig-
ma, la oscuridad, la vaguedad no empañan su poesía, trasparente
como un rayo de luz y su forma parnasiana y helénica. El pensa-
miento poético se nutre en él del "ocio atento", del "silencio
dulce". Oye á las cosas que le hablan, "busca en todos los seres-
una blanda sonrisa, un dolor inefable ó un misterio sombrío"..
Logra entender su lenguaje y se baña en la sosegada embriaguez
del panteísmo: "En el santo abandono de un éxtasis pro-
fundo, palpitaré al unísono con el alma del mundo y me
hundiré en el sueño inefable y profundo." Cada vez se
nota en este poeta mayor serenidad, mayor sinceridad y
más severo y hondo concepto de la vida : por estas tres co-
sas sigue opuesto camino del de Rubén, en el que hay "dema-
siados cisnes, demasiado -artificio, demasiada superficialidad " =
"Tuércele el cuello al cisne de engañoso plumaje... Mira al buho
sapiente. . . El no tiene la gracia del cisne, mas su inquieta pupila,
que se clava en la sombra, interpreta el misterioso libro del si-
lencio nocturno." El espíritu, verdaderamente mejicano, del
autor, ha hecho salir á flote de las influencias extrañas con que
se educó como poeta, esa melancolía serena y ese como despo--
sorio poético con la naturaleza y la humanidad entera, que son
notas del arte de su tierra y suenan á no sé qué de teosófico, de
misticismo naturalista, de melancólico soñar ultramundano.
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S. XX, 1903. ENRIQUE GONZÁLEZ MARTÍNEZ QI
Ernesto Mario Barreda (n. 1883-), de Buenos Aires, ex-
celente poeta que sabe como pocos comunicar las impresiones
que en su alma despierta la naturaleza americana, valiéndose
de todos los sentidos, con metáforas fuertes, sensacionales y
estilo á la vez amplio, brioso y conciso. Canta con sano empuje
nobles y educadores pensamientos que las cosas le sugieren. Su
lenguaje es casto y muy rico.
Ismael Parraguez, chileno, por seud. Misad Guerra P.,
K.aestro, prosista y poeta, junta la música con la pintura, lo
plástico con lo psicológico, en sus poesías ; de recia hebra y
íirme aseveración en U-rbe; de gran discreción en las difíciles
Poesías infantiles, género en el cual pocos le igualarán en len-
gua castellana. Maneja no menos magistralmente la pro'sa que el
verso, aunque en éste sobresale más.
Ricardo Miró (n. 1883-), de Panamá, es de los poetas jó-
venes americanos que más prometen. Contempla la naturaleza
y sin detenerse á describirla despierta cualquier cosa en su alma
un pensamiento trascendental relativo á la vida, á la muerte, al
destino, al misterio. Sobresale en la forma por su fantasía audi-
tiva, aunque por la visual y metafórica no sea menos admira-
ble. Sonoro y elegante, es sencillo á la par. Posee sensibilidad
exquisita no menos que inteligencia comprensiva y elevada. Los
Segundos preludios, 1916. Los primeros Prehidios publicólos
siendo todavía un niño. Véase Antonio Burgos, en Nuevo Mun-
do, 10 mayo, 191 8.
Alberto Mauret Caamaño, chileno, poeta erótico y hasta
sensual, de subido color, tiene calor y fantasía; pero en saliendo
del amor decae, como en Héroes y Patricios, libro que publicó
con motivo del Centenario. En la forma ha sido cada vez más
suelto, sonoro, esmerado y parnasiano.
•' 175. Sixto Osuna, Prólogo á Silcntcr: "Aquí, en este retiro pa-
triarcal, donde tranquilamente puedien observarse hombres y cosas, dé-
jase guiar por su instinto creador, tiende su oído por diversos rumbos
y sacia su retina ávida de todos los colores. Y así, pacientemente, sin
más esfuerzos que el árbol que produce frutos, va enhebrando versos y
forma un poema, reúne sus poemas y concluye un libro. Su inspiración
no es atormentada, ni premiosa, ni difícil. Es su señor y la domina; la
llama y acude como las aves al reclamo. Es una dicha la producción.
sin dolor... Su obra corresponde á una concepción hedonista de la vida^.
92 ÉPOCA REGIONAL Y MODERNISTA (1888-I907)
_A. veces, una débil queja se escapa de sus labios; pero este estado de
-ulma pasará pronto... Vivere vitam, que es una confesión franca de su
manera de entender la vida... G. M. ha franqueado el período de la
-imitación. En este l.bro es donde ha pue.'^tj más de sí mismo, más de
;su yo íntimo. Ha elaborado sus propias sensaciones fundidas en imá-
genes, y ha percibido y cantado algo de la armonía infinita de los mun-
dos. Sfn ser un practicante rabioso de las nuevas doctrinas, trabaja en
el campo conquistado por la revolución métrica de nuestros días. Se-
guro de sí mismo, artífice por convicción, recorre todos los ritmos con
igual maestría... Las palabras se suceden como perlas hermanas uni-
das por el hilo de oro de la inspiración. No puedte decirse que sea inte-
riorista ó exteriorista exclusivamente, porque á veces es lo uno y á
veces es lo otro, con preferencias quizás á la segunda manera, por
•adonde le guía su espíritu imaginativo, que pertenece al tipo vi.mal...
Vase también por el campo de las ideas generales, para producir esos
■ efectos vagos é imprecisos, en que, al arrullo de la música del v.rso, se
; sugieren estados de alma emocionales, á la manera de los -imholistas.
Irás sobre la vida de las cosas es de este género." Alfonso Reyes, Pró-
■logo á Los Senderos ocultos: ''Rafael López y González Martínez son
•el tránsito entre la generación pasada y la venidera; ó, más brevemen-
te, son la generación actual: de los pasados, de Ñervo, Tablada, Ur-
l)ina, Urueta, tienen las excelentes facultades literarias, las virtudes
técnicas, las facilidades, que en la nueva legión, la que hoy apenas se
nutre y alista, parecen un tanto adormecklis. De ésta, en cambio,
.anuncian ciertas condiciones de seriedad, de castidad artística, que no
-supieron mantener los pasados... Casi tod'as las poesías vuelven como
á su centro, á esta fuente mística que canta apenas y refresca el aire
'de los senderos ocultos. El poeta, por instantes, anhela cierta miste-
riosa compenetración con el mundo... El alma, en la soledad, se derra-
ma en amor, y, á veces, preservado de todo frío ascetismo, por su con-
-dición de poeta, sus acentos cobran una piadosa dulzura franciscana...
Cuando su pensamiento se vuelve á las cosas humanas, se le oye ja-
dear entre sus hermanos... Este poeta pone música á todos los instan-
tes de la suya, y sobre la escala d'e sus notas los hace deslizarse hacia
-ese misticismo central que los coordina." Pedro Henríquez Üreña. Pró-
logo á Jardines de Francia: "Imagino así la ruta espiritual de este
poeta. Parte de la múltiple visión de las cosas, de la riqueza de imá-
genes necesarias al hombre de arte, y, camino adentro, llega á su filo-
sofía de la viaVa imiversal. Su poesía adquiere doble carácter: de indi-
-vid ali=mo y panteísmo á la vez." Ernesto A. Guzmán, en Nosotros,
nov. 1917: "La Muerte del cisne es una sana protesta contra todo exa-
ger-^do forma''s-i^o de retórica reciente y antigua; denuncia un pro-
pós'to y una realización de ^abor fecunda y viva; tiende á hacer de la
■p' labra lo aue la pal ibra debe ser: envoltura palpitante y cálida de
■una individualidad que goza y sufre, que siente y piensa, siempre como
sí misma, y con originalidiad diferenciada y potente... Este libro me-
ritorio nos habla de un poeta íntimo, intenso y fuerte; de un hombrt
S. XX, 1903. ERNESTO MARIO BARREDA 93
«que expresa serenamente su visión y su sentir, sin complicaciones de-
ninguna especie y en una frase sencilla y espontánea. Un melancóLco
tinte ilota en el ambiente de sus estrofas, á que sirve de unión intima-
*in apacible pensamiento panteista lleno de resignación y de suave con-
formidad. Nada hay en ellas de aparatoso y ficticio; antes están satu-
radas de una interna bondad humana, que las encamina á presentarse-
cálidas de emoción en la mansedumbre d'e su armoniosa f acuidad.. ,-
Este poeta se ha sumergido en la vida... Se identifica con todas las
cosas exicriores y nada le parece desdieñable : su corazón se acerca al.
imperceptible latido de las pequeñas existencias inferiores, y con in-
genua sabiduría descubre la similitud de sus propios afanes y aspira-
ciones con los de ellas... Lleno entonces de apacible unción, conmo--
yido por las palpitaciones de la vida humilde y hasta entonces ignorada^
convierte su piedad á la aspiración nazarena, de una enorme caridad^
que llegue hasta la fuente y la nube, y gozar asi de lo que el pensa-
miento humano tiene de eternidad, de majestuosid'ad." E. González
Martínez: Preludios, versos, Mazatlan, 1903. Lirismos, Mocorito, lyo/;.
Silenter, ibid., 1909, pról. de Sixto Osuna; Méjico, 1916. Los Sende-
ros ocultos, Mocorito, 1911; Méjico, 1916, pról. dt Alfonso Reyes;:
ibid., 1918. La Muerte del cisne, Méjico, 1915. La Hora inútil (poemas-,
escogidos de Preludios y Lirismos), ibid., 1916. Jardines de Francia,.
traducciones, Méjico, 1915, pról. de Ped'ro Heniíquez U^eña. El Libro
de la fuerza, de la bondad y del ensueño, igiy. Parchólas y otros poe-
mas, Méjico, 1918. Poemas de ayer y de hoy, 1918. Prologó las Lámpa-
ras en agonía, de L. G. Urbina, 1914. Consúltese Jenaro Estrada, Poetas.-
nuevos, 1916, donde se hallarán los artículos sobre G. Martínez.
Roberto F. Giusti, Nuestros poetas jóv., 1912, pág. 97: "Solicitare-
mos del autor (de Ern. M. Barreda) que haga un sacrificio, que arda
sus (dos) primeros libros... Hacia Oriente no es un libro detestable...
Pero es indigno de Barreda: carece de carácter, de mesura, d^e emo-
ción; es frío, desigual é insincero; está hecho, como mil otros, según
la receta decadente... El poeta siente intensamente el campo, lo ab-
sorbe por todos sus sentidos. Aun á riesgo de pedantear, obser /aré que
Barreda nos presenta el caso poco común de una igual vivacidad de-
la imaginación visual, la auditiva y la olfativa, con lo que ganan en ple-
nitud sus evocaciones... Surge el campo de la evocación, palpitante,,
luminoso, oloroso, sonoro... Y no sólo eso, que también se siente en-
estas estrofas la presencia del poeta, gozando de su exuberante salud,,
respirando á plenos pulmones, viviendo la vida, según su propia expre-
sión, como se bebe un vaso de leche... El poeta es feliz, ¿quién lo duda?
Un sano optimismo, una robusta confianza alientan en su canto. Na*
siempre fué así. Tiempo hubo, y no muy lejano,, en que su alma era-
presa del desaliento. Era la época de Talismanes... Su ansia de be-
lleza, su amor á la natura lo han salvado, debían salvarlo ; sólo nece-
sitábase que las circun.'^tancias favoreciesen la transformación. ¿ Cuá-
les circunstancias? ¡Líbreme Dios de contrahacerlo á Sainte-Beuve
metiéndome en indiscretas averiguaciones ! Señalaré : ¿ Acaso la salud-
94 ÉPOCA REGIONAL Y MODERNISTA (1888-I907)
recobrada? ¿Acaso la mujer, alma del mundo?... Barreda es sincero y
tiene, adem.ás. las necesarias cond. clones del artista: de ahí mi aplau-
so. Versiíica con seguridad; es sobrio y exacto; describe con fuerzi»
y riqueza de detalles; acuña siempre sus ideas, poéticamente, en el tro-
quel elegante del tropo ; aunque llano en la expresión por lo común,
sabe remontarse cuando quiere en alas cíel entusiasmo; es, para con-
cretar, uno de nuestros más completos y simpáticos poetas." ídem,
Nosotros, dic. 1916: "Su poesía (de Barreda), profundamente humana,
es, ante todo, como debe serlo la lírica, expresión de sus ansias, de sus
ternuras, de sus odios, efe sus amores; pero también de los nuestros...
Usted alirma que "la Poesía es obra de bien", y como poeta convierte
su ensueño en esta enseñanza: Trabajar y amar. Ante el dolor del
mundo usted tiene la convicción que él pudo ser más hermoso y mejor.
Pues lo será. Lo harán tal los sembradores de granos y de ideas : todos
hermanos sobre la tierra redimida, en la libertad y la democracia...
Este es el valor de su libro Un camino en la selva, que no abre hori-
zontes insospechados al arte, enseñándole la ruta de lo futuro; pero
que traduce d'ignamente los afanes, las inquietudes, los anhelos del
alma argentina... Igual vivacidad de la imaginación visual, auditiva y
olfativa, con lo que ganan en plenitud sus evocaciones, de las cuales
surge el campo palpitante, luminoso, oloroso, sonoro... El tono de su
libro, de un realismo completo." Nicolás Coronado, ibidem: "No quie-
re decir que sus estrofas son simples y vulgares, sino que todo su es-
píritu está en ellas y que ese espíritu es franco, vigoroso, sin compli-
caciones, fácil á la emoción de las cosas externas é incapaz de perse-
guir en sí mismo el complejo mecanismo de un estado de alma... Sus
versos diescubren siempre las impresiones que le han producido las co-
sas del ambiente." E. M. Barreda: Prismas líricos, B. Aires, 1903. Hn-
cia el Oriente, ibid.. 1905. Talismanes, ibid., 1908. La Canción de un
hombre que pasa, ibid., 191 1. Nuestro Parnaso, colección de poesías ar-
gentinas, 4 vols., con apuntes críticos y biográficos, ibid., 1913. Un ca-
mino en la selva, ibid., loió. Las Rosas del mantón, 1917.
Rodolfo Polanco Casanova, Ojeada crit., 1913, pág. 41 : "Creemos
que á Ismael Parraguez no se le ha hecho justicia completa todavía.
Tenérnosle por uno de los más talentosos poetas de la actual generación.
Sus puntos de vista son orijinales i sus sentidos mui refinados... Pone
á contribución todas las bellas artes i en sus poesías suele enlazarlas ar-
moniosamente, juntando el panorama con el sonido, la plasticidad con
la sicolojía... Pero donde Parraguez se eleva á mayor altura, ocupando
el primer puesto entre sus colegas de Chile y Sud-América, es como
poeta de la infancia. En este punto los que han querido seguir sus aguas
se han quedado mui atrás del que escribió Poesías infantiles. Es este
tm admirable libro, en que á cada paso tropezamos con fidelísimos cua-
óritos que trasparentan las índoles, idiosincrasias ó sicolojías de la ni-
ñez, estudiadas prolijamente i exteriorizadas con majistral sencillez."
ídem, pág. 65: "Es un estilista elegante, orijinal y discreto. Sus chistes
son de buena leí; sus caricaturas, placenteras i picarescas, nos hacen
S. XX, 1903. MANUEL LINARES RIVAS Y ASTRAY qS
reír con franqueza i saludable risa, porque son hechas sin dañada in-
tención ni malevolencias personales." Ism. Parraguez: Un iailio me-
nos, poema, Santiago, 1903. Poesías infantiles^ 1907. Cantos infantu
les, 1907. Cantos, 1908. Flora chilena, poesías, 1908. Metodología del
canto, 1908, 1912. De dulce i de grasa, cuentos i versos festivos, 1909.
Flora exótica, poesías, 1910. Musicolojía, literatura musical, 1912.
Historia de la música, 1912. Cancionero del Scoiit, 1914. Urbe, poema,
1915. La Araña, nov., 1915. Esperanza, nov., 1916.
Rodlolfo Polanco Casanova, Ojeada crít., 1913, pág. 51: "Imajina-
ción florida i fogosa (la de Mauret), que se ha distinguido en el jénero
erótico, su especialidad. Criticable es que el erotismo se torne en va-
rias de sus poesías en sensualismo subido de color. Escitar la lujuria
no nos parece que sea la misión del poeta. Últimamente, con motivo
del Centenario, quiso Mauret pulsar otra cuerda; pero produjo un so-
nido destemplado i chillón. Su libro Héroes i patricios ha sido un fra-
caso." Alma, poesías, Valparaíso, 1903. Notas críticas, estud. literario.
Héroes y patricios, sonetos. En el regazo de Venus, poesías, Santiago,
1914. Por el azul, poesías, ibid., 1917.
176. Año 100^. Manuel Linares Rivas y Astray
(n. 18Ó7-), de Santiago de Galicia, hijo del político y ministi-o
don Aureliano, dejó la carrera judicial por las letras y la polí-
tica, siendo diputado y senador, pero ante todo dramaturgo sa-
tírico, de ironía indulgente y de sales y buenos dichos, que me-
nudea en sus diálogos, como si su principal intento fuese entre-
tener á los espectadores en culta y agradable conversación. Plan-
tea siempre en sus dramas problemas morales serios, sin resol-
verlos con sangre ni... de otra manera. Es discípulo de Bena-
vente, aunque con independencia, aventajándole en la técnica
teatral, en la trama y acción dramática, ya que no en la alteza
-de pensamiento, ingenio y paleta variadísima. Estrenó desde
J903 bastantes comedias, con asunto, comúnmente, de la clase
media urbana. Mantiénese en su nivel medio y discreto, á lo
Moratín, sin grandes efectos cómicos, peí o también sin aba-
tirse. Distingüese por el tino en engarzar las partes y
episodios de la fábula, haciéndola interesante; por el rea-
lismo sano de cosa vivida, más bien que aéreamente fanta-
seada, en escenas y figuras ; por el ingenioso, fino, suavemente
irónico y siempre ameno dialogado, recargado tal vez de chis-
tes, bien que ingeniosos y cultos, que hacen festivos á la mayor
parte de los personajes, y por el castizo, esmerado y nada rebus-
cado lenguaje. Sus defectos principales, un cierto amaneramiento
gÓ ÉPOCA REGIONAL Y MODERXISTA (1888-I9O7)
en los personajes, que todos son ocurrentes, satíricos y de buea
humor, pareciendo de hecho ser el autor el que por todos ellos,
habla sin esconderse ni trasvestirse de ninguna manera; y
mía cierta timidez ó falta de valentía en no chocar con las
opiniones y rutinas sociales de su público, contento con entre-
tenerle sin levantar el vuelo á mayores audacias ; aunque últi-
D.amente quiso mostrarse audaz, por ejeniplo en La Garra, y
faltó verisimilitud y cimiento sólido á la obra, además de resul-
tar doctrinaria ó de tesis en demasía. La Casa de la Troya, ins-
pirada en la novela de Pérez Lugín, es la obra acaso mejor de.
Linares Rivas, por el sabor regional, el movimiento, vida y
color.
Florencio Sánchez (1875-1910), de Montevideo (Uru-
guay), vivió en Buenos Aires desde 1903 y fué de los más aplau-
didos dramáticos del Plata. No tuvo estudios ni aprendió á es-
cribir, fué periodista y leyó poco y mal. Su teatro es de tesis^
de ideas anárquicas é inmorales, destructoras de la familia.
Pero, aunque acumulaba las situaciones á su talante algo falsea-
das para llegar al propósito doctrinario que se proponía, tuvo el
instinto natural de nutrirse de realidades criollas, bajunas, bien
tomadas y mejor sentidas, como en Un buen negocio (1909),.
Moneda falsa, M'hijo el Dotor, Los Muertos, Nuestros hijos.
Cuando sube á clases miás elevadas alcanza tan sólo á pintar
caricaturas. Sombrío, hondo, algo ibseniano, real y recio, rebel-
de y bohemio incorregible. Es uno de los mejores dramáticos.
am.ericanos, el primero que saca ^1 teatro ríoplatense de la bar-
barie y bajeza en que yacía, entregado todo él á un género,
gauchesco bastante falso y tremebundo.
m- Su propio nombre es Manuel Linares Astray, sino que, á.
poco de firmarse así, mudó la firma en la de Linares Rivas, apellido de
su padre, más conocido. Produce efecto en el público este autor por
la espontaneidad, frescura, gracia é ironía en el diálogo, en lo que
gana mucho á Benavente, el cual deja demasiado trasparentar el in-
genio y aun lo quiebra de sutil. Pero incurre Linares Rivas en un de-
fecto, á Benavente bien ajeno, y en que cayó siempre Enrique Gas-
par, en ser todos sus personajes uno mismo, esto es, el autor, en lo
ocurrentes y .'■a' íricos en el estilo y lenguaje. El mérito del autor está en
quedarse á espalda- di sus personajes, qu: n:) se le vea en ellos. Pera
gana también á Benavente en la trama y desenvolvimiento del asunto
y aun en el pensamiento en que arraiga. Comedias docentes las llama.
LUIS DE TAPIA
LINARES KIVAS
S. XX, 1903. MANUEL LINARES RIVAS Y ASTRAY 97
el autor, como hubiera podido llamarlas Moratín y Bretón, por en-
trañar una moralidad. Mas no lo son en el mal sentido; no son come-
dias predicadoras, ni discursivas, como la mayor parte de las de Be-
navente, sino obras en que el pensamiento moral se ha hecho carne en
acción cómica y personajes reales. Abolengo es una díe las mejores. Es
notable el parecido que ofrece Linares Rivas con Campoamor en la
mezcla, verdaderamente peregrina y extraña, de doctrinas y conducta.
Entrambos conservadores, burgueses pacatos en la vida, y, sin em-
bargo, en el pensamiento de sus escritos revolucionarios y disolven-
tes. Esta nota de osadía ha llevadlo Linares Rivas á sus dos últimas
obras, La Garra y Los Fantasmas, no con la fina discreción é ironía
de Campoamor, sino con un descaro, llamativo, sí, pero de descocado
sofista. Persona honradísima y bienintencionada, es lástima se haya
cegado esta vez, mancillando su obra literaria. Un marqués español
se casa canónicamente en América; divorciase á instancias de su mu-
jer, que se casa con otro y vuelve a la patria, viviendo retraído y des-
consolado, hasta que, por consejos de un amigo, desecha la tristeza y
pide la mano de esposa á ¿"oña Sol, la sobrina de un cardenal, come-
tiendo la infamia de encubrir á todos que su primera esposa vive, de
lo cual tampoco se enteran, según el autor, ni el cardenal ni la Curia
eclesiástica, cosa que no suele suceder, dadas las pesquisas que se ha-
cen en estos casos y la notoriedad de la persona del marqués. Sobre tan
flacos fundamentos construye el autor la acción de La Garra, que se
reduce á que, años después del segundo matrimonio, siendo felices y
con hijos, en una discusión filosófica de familia, dice uno, sin saberse
cómo ha sabido lo que la Curia no pudo averiguar, que el mg,rqués se
casó en América ; pregúntaselo la sobresaltaba esposa, y él se lo confie-
sa de plano, á pesar de estar enamoradísimo de ella. No parece que
haya hombre que pueda cometer tamaña necedad en el mundo, mani-
festando de buenas á primeras, sin el menor apremio y tan tontamente,
lo que tan fementidamente tuvo que negar cuando al casarse hubieron
de preguntárselo cien veces. Sobre un tan necio como fementidío caba-
llero recae, por consiguiente, toda la honda pena y terrible dolor de la
desventurada esposa, que, no ya como cristiana, que sabe que "lo que
Dios juntó el hombre no puede apartar", sino como señora honrada,
que se llama á engaño, y como amante, que se entregó á un desleal ca-
nalla, razonable y cristianamente pensand'o debe apartarse de él; y
no menos cae sobre tan mal bicho la deshonra de la familia y de cuan-
tos intervinieron en la bocía, por no haberse enterado de cosa que
tanta obligación les corría y tan fácil era de saber. El autor, sin em-
bargo, achaca toda la culpa á la indisolubilidad del matrimonio cristia-
no, que echa su garra sobre la familia, y clavando en ella sus uñas, la
hund'e en la desgracia. No hay apenas acción; todo es un sermoneo y
un alegato en favor del amor libre y contra la santidad del matrimonio,
que, no el Concilio de Trento solamente, como el autor le hace decir
nada menos que al Lectoral, sino Cristo terminantemente y Dios al
crear á Ad^án y Eva, proclamaron fuese indisoluble. Pero es lo bueno.
gS ÉPOCA REGIONAL Y MODERNISTA (1888-I907)
quiero decir lo más contra todo derecho natural, que no se insinúa ni la
menor de las razones que asisten al derecho divino que tal legisló, sino
que, dejándole sin abogado, lo es el autor en todo el drama de los apeti-
tos brutales, tejiendo un alegato cite sofismas y creyendo quedar vence-
dora tan perdida causa con el argumento Aquiles que el marqués expo-
ne á su esposa de que la quiso y la quiere, poniendo así los derechos de
la pasión animal sobre los de la razón, que hace al hombre hombre y
señor de los animales, y sobre los del derecho divino y áe la revelación,
que encumbra al hombre hasta hacerle hijo de Dios, según la cristiana
doctrina. Cuanto atañe á personas y cosas religiosas lo afea el autor;
aunque no logre hermosear ni hacer agradable siquiera el amor y la pa-
sión, cosa tan fácil de lograr para la bien dispuesta concupiscencia de
los espectadores. El marqués, abogado del amor libre, no siente amor;
es frío como un témpano, tan frío como Alvaro, otro enamoradlo del
drama. Las supersticiones de una vieja criada gallega pónense á la
cuenta de la religión, como si no fuese la religión católica la única que
las ha anatematizado y perseguido con todas sus fuerzas. Y el autor,
con todo eso, dase por cristiano y católico y hasta somete á la censura
eclesiástica su drama. En suma: un d^ramón de café cantante, que pre-
tende deshacer la familia cristiana; que ensalza el brutal apetito y le
pone sobre la conciencia religiosa y sobre la razón humana ; un alegato
contra toda la filosofía de todos los tiempos, contra Cristo y contra
Dios; pero un alegato ó dramón tejido de sofismas y que no permite
defensa alguna al reo, y, finalmente, fondado en hechos que común-
mente no suceden y en im carácter de marqués que en el mundo no
se da. Es lo que tiene querer supeditar el arte á la enseñanza, ha-
cerlo didáctico, conforme á lo que fuera de España se hace hoy en
el teatro y nunca se hizo acá por nuestros castizos dramaturgos.
No es plantear, siquiera, un problema, sino darlo por resuelto con
la más brutal, antifilosófica y anticristiana solución, lo que el autor
ha hecho en La Garra. Los problemas filosóficos y religiosos no tie-
nen que ver con el arte, y menos con el teatro, el arte más popular.
Pero, además, está muy mal tramado el drama, técnicamente. No
hay acción, sino diiscusión y pura crítica de sofistas ; los fundamen-
tos son falsos, como el que la Curia eclesiástica no se entere de que
un marqués de arraigo en un pueblo español y persona de tanto viso
se haya casado y divorciado en América y su americana esposa se
haya vuelto á casar con otro; los caracteres, inauditos, como el de un
marqués español, que no sabe que el matrimonio es indisoluble de
derecho divino, y que engaña á una muchacha y á una familia por ca-
sarse, y luego, sin más ni más, confiesa á la primera lo que antes tanto
ocultó; la expresión cíe los sentimientos amorosos, única palanca qu«
el autor tenía que mover para hacer buena su tesis, no parece por
ninguna parte. Contra La Garra vive y vivirá siempre El Juez de los
divorcios, de Cervantes, que acaba cantando: "Más vale el peor con-
cierto ¡ que no el divorcio mejor." Malas lenguas dicen por ahí que Li-
nares Rivas ha pretendido siempre seguir como la sombra á Bena-
S. XX, 1903. MANUEL LINARES RIVAS Y ASTRAY Ql
vente. Conviene, efectivamente, con él cuanto al sistema de descender
<ie las ideas á los hechos ; pero es todavía más rectilíneo. Si Benavente
•es un sofista disertante. Linares es á veces un matemático demostrador
de un teorema. Y el teorema está encerrado en el título de cada una de
sus obras dramáticas. Los buenos dramaturgos han solido buscar el título
después de acabada la obra, y comúnmente alude á cualquier cosa se-
cundaria, como Las Nubes, Las Ranas, de Aristófanes. Linares, al re-
vés, propone el título como teorema á demostrar. Los personajes que
lian de demostrarlo andan al puñete con las fórmulas y xned'ios de de-
mostración, y así suelen ser parecidos en el modo de discurrir y de ha-
blar: son letras algebraicas ó guarismos por quienes siempre habla el
autor. Del teatro cíe Linares y del de Benavente no sale uno nunca
enamorado de alma alguna que en las tablas se haya atraíd'o las aficiones
de los espectadores, por su nobleza y sus reveses. Ahora bien, drama, y
aun arte en general, es eso, simpatizar con alguien y sufrir con él, por
haberle llegado al alma su grandeza y sus desgracias; todo lo demás
serán conferencias ingeniosas ó exactas matemáticas, no drama ni arte.
Andrés González Blanco, Hist. nov., pág. 870: "El curioso y entrete-
nido dramaturgo cómico-lírico-bailable, con decoraciones á lo Bena-
vente, marid'os á lo Paul de Koch, señoras á la última moda de París;
el gran mercero de la escena, que tiene un surtido inagotable y varia-
dísimo de frases mejor o peor hechas y chistes de ocasión... Linares
Rivas.'' ídem, Los Dramát, cspañ., 1917, pág. 189: "No se anunció como
tal, vaudevillista divertido y trapalón L. R., sino como comediógrafo
fino y culto, que á veces acudía á la frase de ingenio, al chisporroteo
meridional del piropo y del madrigal, del cual se contagian hasta los
extranjeros que vienen á España, ó que la anhelan desde lejos... El
diálogo de L. R. es incomparable y sólo un Tristán Eernard en Fran-
cia puede superarle en gracia, fluidez y viveza; tiene en derredor
esa aureola, ese no sé qué tan característico de sus comedias, que
se reconocieran sin su firma... María Victoria, obra intensamente dra-
mática... consolidó el crédito del autor... Una de las obras que pro-
dujeron más emoción, tuvieron éxito más discutido y suscitaron po-
lémicas de prensa, fué El Caballero Lobo..., á propósito del cual se
diiscutió la prioridad del argumento sobre Chantecler de Rostand. Evi-
dentemente, anterior es la obra de Linares, una de sus obras más fuer-
tes é intensas... En el género de la comedia fina y aristocrática ha
obtenido grandes éxitos L. R. y es donde su individualidad se afir-
ma... Ha seguido ese camino de la comedia de sociedacJ, la comedia
que aspira al aplauso sincero y grave de los espectadores sin preten-
siones de dogmatizar ni teorizar... La antinomia paradójica de este
senador conservador que en sus dramas propaga tesis avanzadas, ha
chocado la atención de muchos. Este representante de las clases de
orden es un demoledor... Un gran éxito de L. R. ha sido pintar mara-
villosas figuras de mujeres... L. R. ha conseguido alcanzar el desi-
derátum áél drama moderno; un drama ingenioso en sus datos y com-
binaciones, picante y fino en su diálogo y sin carecer de estas tres
100 ÉPOCA REGIONAL Y MODERNISTA (1888-I907)
características cíe un temperamento cómico: la jovialidad, la indul-
gencia y el optimismo. Jamás ha introducido en sus comedias esa
falsa sensiblería que afea otras muchas producciones contemporá-
neas... Tampoco es una de esas organizaciones turbulentas, impreca-
torias y espumeantes que predican desde la escena... Es una orga-
nización de mundano escéptico, propia de quien ha vivido la vida
intensamente y que hoy, ya fatigacío, con una sonrisa de hombre sa-
tisfecho y desencantado á la par, contempla el espectáculo del mun-
do... Ha viajado mucho, conoce idiomas, ha vivido intensamente, ha
tenido pasiones y borrascas de juventud, ha vivido la vida intensa-
mente, ha sido un hombre pleno y perfecto, conoce los resortes escé-
nicos como pocos y depurado de tales ó cuales abusos de la ingenio-
sidad, de cierto excesivo discreteo en el diálogo, de una renuncia á
la constante tensión de sonrisa del auditorio, de una mayor penetra-
ción en la dramaturgia honda, puedle llegar á ser... el más perfecta
hombre de teatro y el dramaturgo para los hombres y las mujeres
de mundo, cuyas vidas, entre frivolas y dolorosas, él sabe interpretar
tan admirablemente." Aire de fuera, com., 1903. El Abolengo, come-
dia, 1904. María Victoria, com., 1904. Porque sí, jug., 1904. La Es-
tirpe de Jiipitcr, com., 1904. La Divina palabra, com. dram., 1904. La
Cizaña, com., 1905. Lo Posible, jug., 1905. En Cuarto creciente, ju-
guete, 1905. El ídolo, com., 1906. Bodas de plata, com., 1906. Año-
ranzas, com., 1906. La Fragxia de Vidcano, zarz., música del maes-
tro Chapí, 1906. El misino amor, com., 1907. El ídolo, com. (refundi-
ción). Nido de águilas, com., 1907. Santos e Melgas, zarz., música de
los maestros Lleó y Baldomir, 1908. Cuando ellas quieren..., come-
dia, 1908. Lo que engaña la verdad, paso de comediia, 1909. El Caba-
llero Lobo, 1910. La Magia de la vida, comedia lírica, música del
maestro Ruperto Chapí, 1910. La Fuente amarga, com., 1910. Clavito,
paso de comedia, 1910. El Buen demonio, com., 1911. La Raza, co-
media, 1911. Lady Godiva, com., 1912. Doña Desdenes, com., 1912.
Flor de los Pazos, com., 1912. Camino adelante, com., 1913. La Ra-
zón de la sin razón, 1913. Como buitres, com., 1913. La Fuerza del
mal, com., 1914. La Garra, dr., 1914. Toninadas, com., 1915. Fantas-
mas, 1915. Lo Difícil que es ir al Cielo, nov., 1915. El Señor Sócra-
hs, saín., 1917. Como hormigas, com., 1917. Las Zarzas del ca-
mino, 1917. El Conde de Valmoreda, 1917. En cuerpo y alma, com.,
1918. Cada uno á lo suyo, 1918. Cobardías, com., 1918. Cuentos de amor
y de amores, 1918, Porque sí, 1918. La Casa de la Troya, 1919. Los
Aventureros, novela infantil^ 1919- El Caballero Lobo^ 1919-
En M'hijo el Dotor, obra desmesuradamente alabada, el primer
acto es una acabada pintura á^ costumbres; pero en los otros dos se
falsean los caracteres mirando á efectos teatrales por manera des-
atinada. Jesusa es mujer incomprensible para nosotros los españoles,
y mucho más paha las españolas. Es un muñeco falso que no creo
pueda hallarse en la mujer argentina, so pena de que allí no haya
mujeres que merezcan así llamarse. Eso no es mujer, es una borrega
FLORENCIO SÁNCHEZ
S. XX, 1903. FLORENCIO SÁNCHEZ 10 1
sin corazón ni seso. Julio es de una perversidad inconcebible y sus
doctrinas frisan en lo bufo. Eloy no es de este mundo y menos de
nuestra raza. Los cambios de ideas en Julio y Jesusa, en el tercer
acto, son falsos y nada naturales. Los Muertos es drama de más re-
cia construcción y de situaciones menos falsas merced al tipo del
borracho, de la mujer casquivana y del joven bohemio, que son los
principales personajes, anómalos, en los que cuadran bien los desati-
nos y desplantes. Hay mucho movimiento y vida y el habla es el de
la sociedad rioplatense. Amadleo Almada, Vidas y obras, 1912, pági-
na III : "No es un hábil, no es simplemente un técnico, no es un
manipulador de muñecos escénicos y d'e sorpresas impresionantes. Es
sencillamente un maestro, cuya ascendencia intelectual, por decirlo
asi, no debe buscarse en Scribe ni en Sardou, sino más bien en Sud-
derman, con quien tiene algunos puntos de contacto... Lo mejor, lo
más fuerte... es el primer acto de M'hijo el Dotor, acto verdadera-
mente magistral, de una concepción y ejecución admirables con su
reproducción tan exacta como poética del ambiente, con la concisión y
armonía de los parlamentos, con el dibujo vigorosísimo de los carac-
teres, con la verdad y la lógica de las situaciones y con el vivo con-
traste que forman allí la sencillez de los procedimientos y la fuerza
dramática en creciente tensión, hasta llegar, en el final, á la suprema
emoción artística." Raúl Montero Bustamante, El Uruguay á través
de un siglo, pág. 437: "Sólo han superado el éxito de Demarchi las
obras de Florencio Sánchez. Es verdaderamente interesante la evo-
lución de este temperamento excepcional, que va desde la tentativa
de la comedia plebeya hasta el drama de caracteres y pasiones, orien-
tado hacia las grandes literaturas extranjeras. Sánchez posee en alto
grado el sentimiento de la realidad y de lo dramático. Sus dos con-
diciones madres son la intensicíad y la eficacia. Toda la primera eta-
pa de su brillante carrera, realizada en la observación de un medio
inferior y acaso poco estético, está saturada de este salvaje deseo de
llevar á las tablas la vida real con procedimientos sumarios, inge-
nuos á veces á fuerza de ser espontáneos y sinceros. Después de un
largo noviciado en un género que sin duda no está díe acuerdo con
su temperamento, el autor de M'hijo el Dotor, Canillita, La Gringa y
algunas otras piezas de suburbio, ha hallado en Los Muertos, Nuestros
hijos y Los Derechos de la salud la nota honda y humana que antes
que él hizo vibrar Samuel Blixen. Como en Agena, de Blixen, vuelve
á cuajar el espíritu de la época en estas obras, donde de nuevo se
proponen los mismos problemas morales, idénticas inquietudes y pa-
siones, el mismo feroz y casi sanguinario egoísmo que parece ser el
rasgo característico de este siglo violentamente ind^ividualista." Vi-
cente A. Salaverri, Flor. Sánchez, Obras, 1918: "Era un sentimental,
por encima de todo. Fué rebelde á impulsos de su corazón, un sano,
tin enorme corazón de niño. Aniñadas eran sus facciones: grandes y
extáticos los ojos; meditabunda la frente; amargo el rictus que sus
labios dibujaban. Bohemio de alma, incorregible, lleno de peculiarida-
102 ÉPOCA REGIONAL Y MODERNISTA (1888-I907)
des. Vivía con tremendos apremios. Tras el éxito del estreno, vendlía
la obra por un miserable puñadlo de pesos, que se iban de sus manos
con la celeridad con que los cobrara. Como Verlaine, Sánchez canta-
ba las excelencias del ajenjo... No fué, sin embargo, un bebedor con-
suetudinario... Comenzó por exhibir un panorama de la existencia
rural. Las más típicas manifestaciones de la vida en la campaña há-
Uanse presentadas en M'hijo el Dotor, La Gringa y Barranca abajo.
La pintura es exacta, de una maravillosa precisión. Luego, el dramatur-
go nos conduce á través d!e la ciudad, y como hace notar uno de los
escritores uruguayos dotado de más fino instinto crítico, don Emilio
Frugoni, esas obras "nos franquean los interiores domésticos de la
urbe civilizada ó instálannos en los centros del vicio y en los bajos
fondos miserables..." Vinieron luego las obras de tesis: Nuestros hi-
jos. Los Derechos de la salud... Antes que nada, un fotógrafo estupendo.
Sus escenas quedan, para las generaciones de mañana, como un conjun-
to de documentos gráficos maravillosos, en los que se ve hasta qué pun-
to clavó su fiero arpón la vida en el alma de nuestros contemporáneos.
Al hablar de Orosman Moratorio (año 1885) tratamos algo de la
primera era gauchesca del teatro argentino. Consúltese Vic. A. Sala-
verri, Del picadero al proscenio, Montevideo, 1913. José Podestá, con.
toda su familia de payasos, pusieron mímicamente en los circos Juan
Moreira, de Gutiérrez. Gustó tanto, que la estrenaron con palabras
en Chivilcoy el año 1886, en Montevideo el 1889, en Buenos Aires el
1890. A poco representaron Martin Fierro, de Elias Regules, y la
adaptación de Juan Cuello; en 1892, Julián J imenes, de Aroztegui, y
después El Entenado, de Regules, con el que el género gauchesco sal-
vaje tradicional, se suavizaba algún tanto. Moratorio les dio Juan
Soldao; Pérez Petit, Cobarde y Tribulaciones de un criollo; Marti-
/niano Leguizamón, Calandria, de extraordinario buen suceso. De-
María y Trejo les proporcionaron piezas en un acto. Al fijarse en Bue-
nos Aires necesitaron todo este variado repertorio. En 191 1 represen-
taban de Velloso, Pacheco, Castillo y Cayol obras que distaban ya
bastante del primitivo género gauchesco. Pablo Podestá y Blanca Po-
destá trabajaron con José Podestá, creando prácticamente el teatro
criollo ríoplatense. Con ellos brillaron Luis Vittone, Florencio Parra-
vicini, actores cómicos, y Orfilia Rico, acabaAi artista criolla. Tales
fueron los comienzos del teatro criollo. Con M'hijo el Dotor (1905), de
Florencio Sánchez, tomó el teatro criollo nuevos rumbos, pasando de
lo gauchesco primitivo á lo criollo presente. Alfredo Bianchi, en El
Teatro argentino en el año igij (Cine-Mundial, pág. 124), pone el co-
mienzo de la era ciudadana, segunda del teatro argentino, en 1902,
con Jesiís Nazareno, de Enrique García Velloso. Forencio Sánchez es-
trenó de 1903 a 1907 obras que le dieron fama de primer dramaturgo de
su tierra; de ellas, unas seis bastante buenas. Según el mismo autor, esta
segunda era gloriosa abarca de 1902 á 1907, y desde entonces no hizo
más que decaer. Suponiéndole bien enterado, mejor que nosotros los es-
pañoles, seguiré extractándole ; pero he de hacer una excepción para Er-
S. XX, 1903. FLOREXCIO SÁNCHEZ I03
nesto Herrera, el mejor dramaturgo, en mi opinión, del Río de la Plata,
aunque fué montevideano. Brilló desde 1910. En la Argentina, realmen-
te, la época de 1902 á 1907 es la más gloriosa para el teatro. Además de
Florencio Sánchez, Roberto J. Payró estrenó Sobre las ruinas y Marco
Severi; Enrique García Velloso, La Cadena; Otto Miguel Cione, El Ar-
lequín; David Peña, Facundo; Alberto del Solar, El Faro y Chacabuco;
Alberto Ghiraldo, Ahua gaucha; Nicolás Granada, Al campo y La Ga-
viota; Alfredo Méndez Caldeira, Sacrificio y El Fruto sano; Arturo Ji-
ménez Pastor, La Rendición; José León Pagano, Almas que luchan;
Víctor Pérez Petit, La Rondalla; Gregorio de Leferrere, Las de Ba-
rranco; Martín Coronado, La Piedra de escándalo. En estos cinco años,
desde Jesús Nazareno hasta Los Derechos de la salud, se escribieron
muchedumbre de obras, muchas malas y otras mediocres ; pero con todo,
añadiendo a las dichas unas cinco ó seis de Florencio Sánchez y alguna
de jNIartín Coronado, tenemos una veintena de buenas obras. En los
cinco años siguientes, hasta el estreno d'e La Montaña de las brujas, de
Julio Sánchez Gardel, la mejor, después de fallecido Sánchez, sólo unas
seis merecen tenerse en cuenta; los mejores autores fueron Alfredo
Duhau, Roberto Cayol, Vicente Martínez Cuitiño, Camilo Muniagu-
rria, Pedro E. Pico, César Iglesias Paz. Después de La Montaña de
las brujas comienza la decadencia, los géneros híbridos y falsos, el
"de gran espectáculo", á base de escenografía y cinematógrafo. Las
compañías se dividen y derraman por los cafés cantantes. A pesar
de los directores artísticos, escogidos entre autores y críticos de
nombre, los que decidían, sin contar con ellos, eran los cómicos. Luis
Bayón Herrera y Carlos Schaefer Gallo comenzaron bien estos últi-
mos años, con Santos Vega y Siripa el primero, el segundo, con La
Novia de Ziipay y La Leyenda del Kacuy; pero presto se dejaron
arrastrar dte la corriente. Reina gran desorientación, triunfa el "teatro
para reír" y las revistas, como en España, ó se vuelve al gauchaje.
Exceptuánse Roberto Gaché, autor de El Error de San Antonio y
Nuestras dueñas; Samuel Linning, de La Túnica de fuego, y Alberto
E. Uriburu, de Rejas de oro. Algunas piezas cómicas hay, de chiste
discreto y argumento no disparatado: Las Curas milagrosas (1914),
de Diego Ortiz Grognet; El Distinguido ciudadano (1915), de Casa-
riego y Saldías ; El Movimiento continuo (1916), de Discépolo y De
Rosa; El Tío soltero (1917), de Ricardo Hicken, e Instituto interna-
cional de señoritas (1917), de E. García Velloso. Todas eilas se hicie-
ron para Casaux y Parravicini.
Otras obras de F. Sánchez : Pobre gente. Moneda falsa. El Pasado.
Canillita. La Hora. La Tigra. Cédulas de San Juan. Nuestros hijos.
M'hijo el Dotor (1905). Los Derechos de la salud. Barranca abajo. Mar-
ta Gruni, sain. La Gringa (1909). En Familia. Los Muertos (1913). Pu-
blicáronse las más en La Revista Teatral de Buenos Aires. El Teatro
Uruguayo. Florencio Sánchez, tres de sus mejores obras (M'hijo el
Dotor, Los Muertos, Nuestros hijos), Valencia, 1917. Barranca abajo y
Los Muertos, 19 18.
104 ÉPOCA REGIONAL Y MODERNISTA (1888-IOO7)
178. Año 190S. Concha Espina de Serna (n. 1877-),
ele Santander, estuvo en Chile, casóse y enviudó ; volvió á su tie-
rra, donde se dio á conocer por unos artículos cuando el vuelo del
MachicJiaco, colaboró en revistas y periódicos en Santander y Ala'
drid, donde ahora vive. Modesta y muy cristiana, amante de la
casa 3^ de sus hijos, es Concha Espina señora muy á la an-
tigua española y muy n'xoderna á la vez ; de arraigadas creencias,
de nobles sentimientos, observadora de las almas, talento fina-
lícente artístico. Ha publicado novelas henchidas de vida y em-
papadas de un cierto sentimiento melancólico y como de desen-
gaño filosófico, nada duro, antes suavemente tierno y compa-
sivo. Son obras psicológicas que ahondan en las almas y obras
de mujer. El tono muy personal y característico, la discreción y
dignidad, admirablemente casadas con la valentía de las pince-
ladas; el color y el sentir, la fuerza de impresión del medio, de
los lugares, del espíritu de cuanto fomia las escenas, lo vivo y
humano de personajes y situaciones, el estilo elegante, el habla
castiza, son en ella dotes de sobresaliente novelista.
Antonio de Hoyos y Vinent (n. 1.885-), madrileño, hijo
de don Isidoro, Marqués de Hoyos, grande de España, direc-
tor de Gran Mundo y Sport, crítico en El Día, trajo á la nove-
la castellana la pintura naturalista y atrevida de la lujuria fre-
1. etica con todos sus horrores, crueldades y amarguras; con sus
monstruosidades psiquiátricas, desatada locura, sanguinario sa-
dismo, canallesco afeminamiento y brutal trato, encarnada en
todo linaje de hembras perdidas y de hombres viciosos, corte-
sanas de alto y bajo bordo, podridos amantes y cínicos favorece-
dores, que viven tanto en la molicie de los salones como en la peci-
na de los lupanares, y con gran fondo negro en el cuadro, entre la
que se vislumbra inisteriosaimente la muerte, sobre la cual se atre-
ve á saltar y triunfar el amor lascivo, arrastrado de las furias
todas del infierno. Es Hoyos en la novela lo que Goya en sus
horripilantes aguas fuertes y Zuloaga en sus terribles pinturas
de la hez bajuna de harapientos y monstruosos tipos castellanos.
Gusta de todo lo horroroso y feo, de lo más crujiente y chillón
que cabe en los bajos fondos sociales, atráele lo típico nausea-
bundo, encántanle los contrastes de la más desaforada lujuria
con la más refinada crueldad. No es la sociedad general y común,
la que pinta, ni de ordinario la sociedad española ni madrileña.
CONCHA ESPINA
S. XX, 1903. ANTONIO DE HOYOS Y VINENT I05
aunque en España y en Madrid ponga sus escenas; es un pe-
dazo de esa sociedad, de esa suciedad mejor diremos, porque
es el pedazo más puerco y feo, el harapo, las cazcarrias, la pa-
dre, ya habite en palacios, ya en mazmorras, asi en casinos ele-
gantes y estancias de exquisito placer, como' en cafetuchos, tascas
y buhardas de mal vivir. Su Madrid es un Madrid en parte quimé-
rico, de pura fantasía, que desgraciadamente lo será con el tiem-
po, pero que todavía no lo es, con todas las perversidades exóti-
cas y refinados goces lascivos, revueltas las personas de extre-
1» adas clases sociales, asi como el lujo con la miseria, los tugu-
rios con los palacios. Sus héroes y heroínas comienzan á lle-
gar acá, con todo el matalotaje de la refinada perversi-
dad de las glandes y podridas ciudades europeas que el
autor fantasea, trasplantadas á nuestro' Madrid alegre y
frivolo, cortesano y bohemio, bien que sólo por excep-
ción mancillado de esa modernísima lepra de obscenidad
refinada y canallesca. Pero ese retazo, el más feo retazo
de la sociedad, c^ue Hoyos retrata condensando lo más típico y
extremado y generalizándolo y aumentándolo con el anteojo de
su fantasía y el empuje desaforado de su temperamento vigo-
roso, lo lleva á sus novelas con tal fuerza de colorido, con tan bri-
llante pincel, que toda alabanza parece corta para ensalzar su va-
ler expresivo y artístico. Sus cuadros frisan las más veces en cari-
caturas : los personajes, las pasiones que en sus almas hierven,
los excesos á que ellas les arrastran son cosas monstruosas, ca-
ricaturas del vicio, carátulas de lo más feo y horrible que tanto
en lo físico como en lo moral alcanza á fantasear la osada ima-
g'nación del autor; pero la fuerza del trazo que eso pinta, lo
denso de la visión calentiurienta, que se estampa entera en la
cuartilla cual en la imaginación se nació, la intensidad del horror
que al lector sobrecoge, es innegable triunfo del arte. Son obs-
cenas las más de esas pinturas, porque el pintor pone al desnudo
las cosas como son, y esas cosas, obscenas son de suyo; pero el
autor no encomia el vicio que pinta; las pinturas no encienden la
lascivia, antes provocan náuseas en los lectores de paladar deli-
cado. En el fondo de tanta maldad yacen ansias de alma ator^
mentada, aunque lectores habrá que lean tales libros tan sólo
para alimentar con la evocación de lo obsceno el hervidero gu-
saniento de su corrompida sensualidad. No es, pues, autor in-
106 ÉPOCA REGIONAL Y MODERNISTA (1888-I907)
njoral de suyo, puesto que sus obras antes bien ponen al vivo la
íealdad del vicio para que la conciencia del lector se alce contra
ella y se desengañe de la vida, mostrando lo huero de los pla-
ceres, el término hediondo de las pasiones mal reprimidas y le lle-
\e con ellos al recuerdo de la muerte y de la nada de este
mundo. Efectivamente, junto al placer pone siempre Hoyos el
dolor; junto al frenesí de la vida, la fatalidad de la muerte:
tales son los dos quicios sobre los cuales se mueven y rodean
sus novelas y cuya cifra está en la titulada El Horror de morir,
que puede pasar por obra mística de cartujo, del Morir habe-
rnos. Sus últimas novelas cortas, con título de Llamarada, son
mejores que las largas, entre las c[ue llevan la prima La Vejez
de Heliogáhalo y El Árbol genealógico. Suele en las largas can-
saf , por el hacinamiento de horrores ; en las cortas es más fuer-
te, por único, el efecto intenso, por más que la crítica eche presta
de ver el procedimiento caricaturesco y extremadamente con-
densad© del autor. Descuidado y poco correcto en sus primeras
obras' por atender solamente á las cosas y no al modo de de-
cirlas, ha ido ganando el escritor cada vez más en propiedad
y brío, en limpieza y soltura castiza de lenguaje. Cuatro pin-
celadas le bastan para plantar de cuerpo entero un personaje.
El dialogado es más de maravillar por su naturalidad, si se tiene
en cuenta que el escritor ha debido adivinarlo, ya que desde sus
primeros años perdió enteramente el oído y sólo dispone del
órgano de la vista para observar la realidad y su gran talento
para suplir lo demás.
José Francés (n. 1883-), por seud. Silvio Lago, de Madrid,
novelista y crítico, ha publicado bastantes obras y muchos ar-
tículos en revistas y periódicos. Discípulo de Blasco Itóñez, por
el natural mismo, que le lleva á lo recio y colorista, enamoróse
al principio de los naturalistas y aun decadentistas franceses;
pero ese mismo natural de recia hebra le volvió presto y ente-
ramente al realismo sano y á la sinceridad española. Fué ganan-
do en sobriedad y condensación y hoy es de los escritores espa-
ñoles de más brío, color y soltura de estilo, de los más inafec-
tados, con un tono varonil y de verdad que contrasta con los
melindres de otros escritores afrancesados, que no han tenido
bastante nervio personal y aun coraje de hombres de pelo en
pecho para despedir extraños andadores y caminar de por sí
S. XX, 1903. CONCHA ESPINA DE SERNA IO7
y á pie firme. Sus aficiones al dibujo y á la pintura le han lle-
vado á emprender la crítica artística, que redacta con tino y
gusto cada año en un tomo, y á trabajar en la historia de la ca-
ricatura en España, sobre la cual adelantó un esbozo en hermo-
sa conferencia leída en el Ateneo.
M. CiGEs Aparicio (n. 1873-), de Enguera (Valencia), di-
rector de El Progreso en Zaragoza, corresponsal de El Impar"^
cial en París, soldado en la guerra de Cuba, fué preso (1896).
por una correspondencia que escribió relatando las operaciones
de Weyler y encerrado en la Cabana dos años, lo que le dio pie-
para escribir dos obras de recio impresionista, que llega hasta,
sacudir demasiado los nervios, algo así como las Mié Prigioni
de Silvio Pellico. Admirable por la impresión que brota de las
descripciones y por el brío de algunos episodios, flaquea en
los caracteres, situaciones y acción. El lenguaje es esmerado,
poético, con epítetos é imágenes, hasta pecar por sobradamente,
estufado y retóricamente pomposo, merced á la fuerza de fan-
tasía, aunque le falte la blandura de los poetas.
179. Concha Espina, en carta al autor: "Mi ideal artístico, en la.
Literatura, es hacer, d'entro de la novela, una labor realista y firme, á
la española, tomando de la misma cantera humana personajes que en
mis libros vivan con el alma y el cuerpo una existencia merecedora de
llamarse real, porque en ella palpiten la carne y el espíritu, y artística,
porque abunde en nobleza y salud propias de una pluma reciamente cris-
tiana. Creo que el arte literario debe ser limpio y fuerte, labrado con el
sentimiento y el idealismo que son realidad lo mismo que la pasión, y
encaminada á dejar en las almas una huella de ternura y de luz," Posee,
extraña inventiva para tramar acciones interesantes y no menor para
redondear caracteres complejos ó que complejos parecen, siendo tipos
bien definidos de psicopatía, generalmente hereditaria. Con esto su
penetración halla rico minero de afectos é instintos humanos, que sa-
gazmente descubre en las almas y saca á luz, no sin sus puntas y co-
llares de honda filosofía de la vida, con que avalora sus novelas. La
Niña de Luzynela fué el primer tipo de este género, que esbozó; pero-
Regina en Agua de nieve pasa de esbozada y llega á personaje de
gran relieve, tallado con fina maestría. La tercera y última parte de
esta novela es fruto de gran madurez filosófica y de no menor senci-
llez de recursos novelescos y de expresión. El defecto de entrambas
novelas está en ser parto de la imaginación cuanto á la trama, si ya.
no cuanto á los personajes, que están tomados del natural. De aquí
ciertos recursos de sueños, de ilusiones, y otros fantásticamente no-
velescos y por consiguiente alguna falta de realismo, de cosa vivida.
I08 ÉPOCA REGIONAL Y ^MODERNISTA (1888-I9O7)
'Ó vista en estas dos novelas; mientras que en La Esfinge Maragata la
jealicíad del terruño, de los tipos, de su habla, libraron á la autora
de caer en semejantes defectos. La musa de la novela provinciana y
local, ataviada de su basquina colorada, su dengue airoso, su pañuelo
floreado sobre la rica mata de pelo, ha intimado y acompaña a Cen-
cha Espina. Ella ha recogido la herencia de la Fernán Caballero, ro-
busteciendo su manera; la herencia de Pereda, suavizando sus tonali-
dades. Más varonil que aquélla, más mujeril que éste, tiene un tér-
mino medio, pinta con vigoroso trazo, sin dureza de líneas; siente con
alma de hembra delicada. La Esfinge Maragata le ha descubierto toda
su alma y ella nos la ha dado á conocer, como Pereda el alma monta-
-ñesa y la Fernán Caballero el alma andaluza. La Rosa de los vientos
es novela de fina psicología, que saca del fondo de las almas nobilísi-
mos sentimientos con delicadeza verdaderamente femenina, y que en-
cierran en el fondo terribles tragedias, silenciosas las más, de esas
que pasan en las almas sin llegar al público. Concha Espina : Mis Flo-
res, versos, Valladolid, 1903. Tronos de vida, cuentos, Madrid, 1906.
La Ronda de los Galanes, nov. corta, ibid., 1909 (en El Cuento Sema-
nal). La Niña de Luzmela, nov., ibid., 1909. Despertar para morir, no-
vela, ibid., 1910. ^gua de nieve, nov., ibid., 1911. La Esfinge Maraga-
ta, id., ibid., 1913 (premiada por la Acad. Esp.). La Rosa de los vien-
ios, id., ibid., 1915. Cuentos de Patria (con otros), ibid., 1915. El Amor
de lus estrellas, ibid., 1916. Ruecas de marfil, ibid., 1917. El Jayón,
drama, 191 8.
Ant. Hoyos, en La Esfera, 5 febr. 1916: "Mi sordera tiene in-
ñuencia, naturalmente, en mi arte... ¿Qué es lo que más te inquieta é
interesa de la vida?... El pecacío y la noche... Y tú habrás visto que es
el leimotif de casi todos mis libros. ¡ Vagar por las calles extraviadas
á las altas horas de la madrugada, curiosear todos los rincones, aso-
marse a los antros!... Novelas vividas casi todas... Hay tres cosas que
en literatura me han apasionado infinitamente: el misterio, la lujuria y
el misticismo... En mis libros el amor es una cosa horrenda y esca-
lofriante." ídem, pról. al Oscuro dominio: "He aquí un libro amargo
como la hiél, ácido como el zumo del limón. Es un libro abominable
y triste. No es inmoral, porque el dolor no es inmoral nunca. Inmo-
rales pueden ser las lecturas livianas que loan el amor y la voluptuosi-
dad; pero jamás los horrendos calvarios de la pasión y el vicio. Este
libro es casi una obra de penitencia y de espiritual maceración ; es como
esas santas de la vieja leyenda, todas perfumadas de amor, que para
convertir á los pecadores salaces rasgaban sus vestiduras y mostraban
-el pecho roíd^o de lepra. Es el libro del vicio, del pecado y del dolor."
J. Benavente, Pról. á El Martirio de S. Seb.; "Es un fuerte escritor...
•atormentado como los místicos, como los santos penitentes. Como
ellos, él sabe cuánta es la pesadumbre del pecado sobre la luz espiri-
tual, que en el más bajo y despreciable barro humano palpita tem-
blorosa, con ansias de rasgar espesores y sombras. Como ellos, él sabe
<ñe nuestro divino origen espiritual y de nuestra miserable condición
S. XX_, 1903. ANTONIO DE HOYOS Y VINENT IO9
humana. Como ellos, él sabe de celestiales asmiciones, en que la más ■
baja criatura llega á confundirse con Dios, y de caídas abismadoras, ea
que los ángeles de luz se hundlen en las negruras del infierno. El sabe,
de todos los desfallecimientos y de todas las sublimidades, de todos los.
egoísmos y de todos los sacrificios... Antonio de Hoyos, á pesar d'e sa
público, tal vez — yo no lo creo — ■, á pesar suyo, es un escritor místico,
de un misterioso é intenso misticismo." Cansinos Assens, Las Escuela
liter., 19 16, pág. 141 • "Es ya el Madrid del Palace y del Ritz, elegante
con nueva elegancia, que ya presiente el próximo arribo del nuevo cor-
tejo de la perversidad, en el que llegan esas mujeres estilizadas por
las finas plumas de los Marín, de los Zamora y los Penagos, Esta per-
versicíad nueva Antonio de Hoyos y Vinent la descubre y la canta en sus-
novelas de ambiente madrileño. Es ya la perversidad nueva y cosmo-
polita introducida en el cuadro tradicional de las ligeras sensaciones -
eróticas... Las heroínas de Hoyos y Vinent, las rubias y aristocráticas
damitas que se apasionan de los toreros morenos y ofician con vinos
andaluces en las orgías flamencas... ; se muestra fiel á sus principios de
autor de la novela <íe escándalo aristocrático á lo padre Coloma. Sólo
por la intención más acre de gozar sensaciones nuevas ; sólo por la vo-
luntad consciente de degradarse y sucumbir; sólo por esta voluntad
masoquista de hundirse en los densos lodos de las últimas capas socia-
les y esta curiosidad resulta de los enlaces íntimos y afrentosos; por
este elemento psíquico que se ha dado en llamar perversidad* y que ca-
racteriza fijamente á una variedad de la novela erótica, con un matiz
nuevo y más vivo de la antigua y sencilla voluptuosidad; sólo por este
nuevo elemento emotivo, tomado de las últimas obras del género — de
Lorraine y Willy Rachilde — que las impulsa á descender á los ba-
rrios bajos de la ciudad y á franquear todos los tugurios del amor,
diferéncianse estas heroínas de Hoyos de sus antecesoras las incons-
cientes y alocad!as duquesitas de otro tiempo... En estas páginas
perversas muéstrasenos la faz más cínica y dura de la ciudad, olvidada-
de su ligereza y frivola sonrisa antigua...; muéstrasenos la riiáscara
tenebrosa de una gran ciudad! moderna, con barrios para el vicio y
para la miseria, llenos de sombras dolorosas y de larvas siniestras que
en la noche forman otra ciudad distinta, quimérica y fantasmagórica...
Nos revela el vicio ínfimo de la ciudad, el vicio vergonzoso y obsceno,
que une á los seres más extraños en afrentosos racimos copulativos." '
Pág. 182: "En el autor de El Crimen de un fauno aparece el elemento
anormal de lo morboso y lo raro; el hechizo demoníaco de los instin-
tos, la fatalidad mágica d'e los emblemas sensuales idolátricos, apa-
rece la idea fija perturbadora que tuerce el haz de los deseos y lo des-
vía de su término claro para hundirlo en las zonas tenebrosas de la
aberración. Pasan por sus libros la sombra del señor de Focas y todos
los fantasmas taciturnos de Lorrain... A. de H. trae á la literatura
erótica la manía pasional, el fetichismo voluptuoso, las adoraciones
parciales de la carne estéril. El antiguo hechizo tenebroso de las viola-
ciones bajo las frondas negras de las florestas : el dem&nismo de las mu--
no ÉPOCA REGIONAL Y MODERNISTA (1888-I907)
sas negras, sobre carnales aras profanadas; la atracción fatal de los
abismos sensuales más hondos é hirvicntes de los negros templos eróti-
cos, en los cuales se practican en secreto ritos infamantes, cuya nefanda
alegría, saboreada bajo velos de misterio, nubla de llanto los ojos de los
oficiantes; tocia esta parte negra de la liturgia sexual tiene su expre-
sión literaria en las novelas de este singular escritor, tan inquietantes,
en las que se agitan con gesto djlroso, pidiendo su parte en el placer
de los hombres y las mujeres las pobres larvas humanas, los ex hom-
-bres y las protomujeres. Un ambiente de pesadilla eimegrece las pá-
ginas eróticas ác estos libros tristes y tenebrosos que se llaman EL
Crimen del fauno. El Martirio de San Sebastián." Ramón Maria Ten-
reiro, en La Lectura, enero, 1914: "Su creciente señorío sobre los
medios expresivos de la lengua castellana y el progresivo ensancha-
miento del orbe de sus representaciones. Esto no obstante, tampoco el
más entusiasta admirador de Hoyos podrá pretender, con justicia, que
la prosa de este autor sea puesta al lado de la de los contadisimos cro-
nistas que pueden decirse hoy maestros cfel idioma, ni dejará de encon-
trar cierta uniforme deformación caricaturesca, de segunda mano, en
cuantas figuras y situaciones el narrador inventa... Pero escriba como
quiera..., vengan de donde vinieren sus inspiraciones (de la vida ó de
^Monsienr de Phocas), peque de más ó menos unilateral, rígida y te-
nebrosa, la visión de esta pobrecita humanidad, que baila el tango ar-
gentino con enojo d'e los grandes amos del cotarro celestial y terreno,
del Kaiser ó San Pedro, el caso es que, si los relatos largos de Hoyos
suelen pecar por la cuasi identidad de personajes y escenas y por el
invariable tono catastrófico en que el cuento va contado, capaz de eri-
zarle de terror la melena á uno de los leones de la Cibeles, entre sus
historias breves no faltan extrañas, intensas y emocionantes narra-
ciones. Por la estrechez del escenario, no hay lugar en ellas para que
asome la habitual monotonía del novelista, y los trompetazos del Jui-
cio final que el autor adora, en una corta historia, en vez de aturdir
y marear, d'an fuerza trágica á lo velado... No cada español es capaz
de gozar en las ediciones del Mercure de las ultraselectas y decaden-
tes sensaciones europeas, que Hoyos ofrece adaptadas á nuestra tos-
quedad nacional en sus opiados electuarios." Ant. de Hoyos: Cnieslióri
■de ambiente, nov., 1903. Mors in vita, nov., 1904. Frivolidad, nov., 1905.
'A flor de piel, nov., 1906. Los Emigrantes, nov., 1908. Del Huerto del
pecado, cuentos, 1909. La Vejes de Heliogábalo, nov., 1912. El Pecado
y la noche, cuentos, 1913. El Horror de morir, nov., 1914. Oro. seda,
sangre y sol, novelas, 1914. El Momento crítico, nov., 1915. El Mons-
truo, nov., 1915. La Casa de modas, nov., 1916. El Oscuro dominio,
1916. Las Hetairas sabias, nov., 1916. Los Cascabeles de madama Lo-
cura, cuentos, 1917. Novelas aristocráticas, novelas, 1917. Meditacio-
■nes, 1918. El Pasado, 1918. El Árbol genealógico, 1918. El Secreto de'
la ruleta, 1919. La, Zarpa de la esfinge, 1919. Del huerto del pecado,
cuentos, 1919. El Crimen del fauno, 1919. La Trayectoria de las re-
'.voluciones, 1919. El Pasado, nov,, 1919. La "Colección Llamarada":
S. XX, 1903. JOSÉ FRANCÉS I I I
I, El Caso clínico, prólogo del doctor Gimeno, 1917; II, La Procesión
del Santo Entierro, prólogo del Caballero Andas, 1917. III, Los Toreros
íde invierno, prólogo de Vicente Blasco Ibáñez, 1917. IV, La Dolor osa pa-
sión, prólogo de Manuel Linares Rivas, 1917. V, El Martirio de San
Sebastián, prólogo de Jacinto Benavente, 1918. VI, La Atroz aventura,
prólogo de la Condesa de Pardo Bazán, 1918. VII, El Hombre que vendió
su cuerpo al Diablo, prólogo de Unamuno, 1918, VIII, El Retorno, prólo-
go de Julio Cejador. Colabora en las principales revistas de España y
América. Ha dirigido Gran Mundo y Sport y es en la actualidad crítico
de Arte y Literatura en El Día. Obras teatrales : Frivolidad, comedia en
tres actos. Una cosa es el amor..., en dos actos y colaboración con Mel-
chor Almagro. Un alto en la vida encanta, comedia en tres actos, en
colaboración con Ramón Pérez de Ayala. El Fantasma, drama gran
Guiñol en nn acto (1912). Novelas cortas publicó muchas en El Cuento
Semanal, Los Contemporáneos, La Novela Corta, La Novela de Bol-
sillo. Las principales : Bohemia triste. Mandragora, La Torería, Las
Cortes de la muerte. Los Héroes de la Puerta del Sol, Bestezuela de
■amor. Una aventura de la Condesa, La Zarpa de la esfinge, La Recon-
quista, Mi alma era cautiva. La Estocada de la tarde, San Sebastián,
Citerca, El Capricho de Estrella, Las Memorias de un neurasténico.
La Hora de la caída, La Primera de abono. El Retorno, La Paz del
■alma. Los ladrones y el amor. La Marquesa y el bandolero.
Andrés González Blanco, Hist. nov., pág. 869: "José Francés, el
joven más hecho, más descollante entre los de la nueva generación, el
que ha sabido encontrar su estilo : un estilo inquietante y extraño, mez-
cla atrevida de las impetuosidades naturalistas y de las alucinaciones
■decadentes; un estilo que combina en sabia fusión la vehemencia de
tm Zola ó un Blasco Ibáñez con las dulzuras de un Regnier, novelista,
ó de un Martínez Sierra; un estilo que da la sensación precisa de la
vida, de la vida de los seres innominados, de la vida oscura y áspera á
ras de tierra, de la vida gris que llevan la mayoría de los tristes hu-
manos, i de la vida que es tan cotidiana, como pensaba el inmortal La~
forgue!..." José Francés: Dos cegueras, nov., Madrid, 1903. Abrazo
mortal, id., Barcelona, 1903. El Alma viajera, nov. corta, 1907 (Cuento
Seman.). Miedo, cuentos, Valencia, 1908. Mientras las horas duermen,
nov. corta, 1908 {Cuento Seman.). El Alma cansada, nov. corta, 1908
(Los Contempor.). El Redactor, id., 1909 (Cuento Scm.). El Teatro
.asturiano, conf., Madrid., 1909. Bilitis, las canciones eróticas pucstai
en prosa castellana. Valencia, 1909. La Venganza del río, nov. corta.
1910 (Cuento Sem.). La Guarida, nov., Mad^rid, 191 1. Sulamita, nov. cor-
ta, 191 1 (Cuento Galante). En busca del amor, ion (ibid.). El Hombre
que veía Iq, muerte, 191 1 (Cuento Seman.). El Crimen del Kursaal, 191 1
{ibid.). Páginas de amor, cuentos, Madrid, 1912. La Ruta del sol, ídem,
1912. El Delito de soñar, nov. corta. 1912 (Cuento Ilustrado). El Hijo
de sí mismo, íd,, 1912 (Los Contempor.). El Sabor de la sangre, ídem,
1912 (El Libro Popular). La Débil fortaleza, nov., Madrid, 1913. La
Tragedia errante, nov. corta, 1913 (El Cuento Levantino). Su Majestad,
112 ÉPOCA REGIONAL Y MODERNISTA (1888-I907)
ídem, 1913 {El Libro Fop.). La Danza del corazón, nov., Valencia, 1914,
El Círculo vicioso, nov. corta, 19 14 (La Novela de Bolsillo). La Es-
tatua de carne, nov., Madrid, 1915. El Hijo de sí mismo, id., Barcelona,
1915. La Mujer de nadie, id., Madrid, 1915. La Telefonista, nov. corta,
J915 {Los Contempor.). La Caricatura esp. contemp., conf., 191 5. El
Misterio del Kursaal, nov., Madrid, 1916. La Mmerte danza, ibid., 1916.
El Alma viajera, nov., 1917. La Peregrina enamorada 1917. Mientras
el mundo rueda, glosario sentimental, id., 1917. El Libro del mes, el
espejo del diablo, 1917. Como los pájaros de bronce, nov., 1918. La
Danza del corazón, 1918. Edgar Fve, Historia extraord., un tomo trad.,
1918. El Splecn de París, trad., 1919. Para el teatro: Giiignol, teatra
para leer, 1909. Más allá del honor, dr. La Bondad en el engaño, co-
med*ia, 1909, Cuando las hojas caen, com., 1909. La Moral del mar, co-
media, 1909. La Doble vida, dr., 1910. Libro de estampas, 1910. El
Corazón despierta, com., 1911. Lista de Correos, sain., 1914. Teatro
de amor, obras escogidas, Valencia, 1913. El Año artístico, 1915-19,
5 vols. Prepara Historia de la caricatura española desde sus orígenes.
Consúltese Andr. González Blanco, Los Contemporáneos, 2." serie.
París.
Andrés González Blanco, Hist. nov., pág. 831: "Las propiedades
intelectuales que nos dan la génesis del perfecto novelista...: a), visión
poética del mundo exterior (común con el poeta lírico); b), habilidad,
para encontrar la acbecuada proporción de figuras y escenario (co-
mún con el poeta épico) ; c), el manejo del diálogo (común con el drama-
turgo), y d), de los recursos patéticos (ídem). El señor Ciges Apa-
ricio... las que son comunes al dramaturgo y al novelista no las posee
este laborioso estilista... Es un buen impresionista..., es un gran es-
critor fragmentario, para impresiones, como las de su hermoso libro
Del cautiverio, admirablemente escrito y trabajado..., consigue con-
mover con lo patético de los relatos; pero como aquí nunca necesita
apelar á la mecánica teatral, se salva del reproche de mal armador^
que podría hacérsele en esta otra obra: El Vicario. El estilo del señor
Ciges, mezcla de valleinclanismo modernísimo, tan influyente en Es-
paña, y de la severidad de los periódicos usados en el año 50, no podría
definirse con exactitud... Con frases rápidas, punzantes, se obtiene una
intensa sensación de encogimiento, de terror presidiario... La origi-
nalidíad más prestigiosa de Ciges... es, pues, la de un novelista de gé-
nero; !a de haber sabido dar hechas dos novelas de una clase determi-
nada: la novela de la prisión militar y la novela del clérigo. Otra ori-
ginalidad... es la introducción de lo malsano y de lo macabro en el
arte, cosas aquí poco cultivadas. El señor Ciges exacerba á veces sus
sensaciones hasta llegar á la hiperestesia, meta suspirada de todo sus-
pirante artista. Llega un momento en que no se pueden leer sin ti-
rantez de nervios algunas páginas de este elegante prosadlor. Las cons-
trucciones se entrelazan; los adjetivos ayudan á la fuerza del período;,
las cláusulas concurren con tal vigor al relieve de la idea; en fin, todos
los efectos están tan maravillosamente combinados, que no pueden se-
JOSÉ FRANCÉS
S. XX_, 1903. RODOLFO SCHÉVILL Ii3
pararse, y al final el lector experimenta una fugitiva sensación de tris-
teza ó de amargura, ó hasta de revulsión... Es un impresionista; un
cultivador de la novela episódica y fragmentaria, proAxcto reciente
del arte literario, pero no un novelista que cree personajes y maneje
las situaciones." M. Ciges Aparicio: El Libro de la vida trágica. Del
Cmitiverio, Madrid, 1903, 1906. El Vicario, ibid, 1905. El Libro de la
crueldad, Del Cuartel y de la guerra, ibid., 1906. El Libro de la vida
doliente. Del Hospital, ibid., 1906, El Libro de la decadencia, Del Pe-
riodismo y de la política, ibid., 1907. Las Luchas de nuestros días. Los
Vencedores, ibid., 1908. Los Vencidos, nov., ibid., 1910. La Romería,
nov., Valencia, 1912. Entre dos compañías, Madrid, 1912. Los Dioses y
los héroes (con F. Peyró Garrió), Madrid?, 1912. Villavieja, id., 1914.
Consúltese Andr. González Blanco, Los Contemporáneos, i." serie,
París.
180. Año 1903. — Julián Juderías y Loyot (1877-1918), madri-
leño, redactor jefe de La Lectura, colaborador dfe Nuestro Tiempo, La
Esp, Moderna, etc.; diplomático, discípulo de Menéndez y Pelayo, eru-
dito sociólogo é historiador, publicó El Obrero y la ley obrera en Ru-
sia, Madrid, 1903. Rusia contemporánea, ihid., 1904. La Miseria y l<í
criminalidad en las grandes ciudades de Europa, ibid., 1906. Un pro-
ceso político en tiempos de Felipe IIL Don Rodrigo Calderón, su vida,
su proceso y su muerte, ibid., 1906. La Protección a la infancia en el
extranjero, ibid., 1908. El Problema de ¡a mendicidad en los grandes
centros de población, ibid., 1909. Los Hombres inferiores, ibid., 1909.
Don Pedro Franqueza, conde de Villalonga, ibid., 1909. La Higiene,
ibid, 1910. La Infancia abandonada, ibid., 191 1. La Juventud delin-
cuente, ibid., 191 1. España en tic/upo de Carlos H, ibid., 1912. Páginas
eslavas, cuentos, ibid., 1912. Don Gaspar Melchor de Jovellanos, su
vida, su tiempo, sus obras, sa influencia social, ibid., 1912. La Le-
yenda negra y la verdad histórica, ibid., 1914, 1918. Gibraltar, ibid.,
1915. La Reconstrucción de la Hist. de España desde el punto de vista
nacional, 1918 (disc. Acad. Hist.). Gonsúltese J. Bécker, Don Jitl. Ju-
derías, 1918. (en Bol. Acad. Hist.).
Rodolfo Schévilí,, catedrático de la Universidad de Galifornia,
humanista, hispanófilo y de los más insignes cervantistas, publicó El
Niño de la bola, de P. Alarcón, ed., N. York, 1903. The Comedias of
Diego Ximencz de Enciso, 1903 (en Piiblications of Modern Layigua-
jes Assoc. of Am.). An Impression of the Condition of Spanish-Anie.
rican Libraries, 1905 (en Mod. Lang. Notes). On the Bibliography of
the Spanish Comedia, 1907 (en Román. Forschungen). Studies in Cer-
vantes Pcrsiles y Sigismundo, 1908 (en Pnblications of Yah Uníver-
sity). A Note on El Curioso impertinente, 1910 (en R<ev. Hisp.'^. El
B^en aviso y portacuentos de J. Timoneda, 191 1 (ibid.). Ovid and the
Renascence in Spain, Berkeley, 1913. Three Centuries of don Qui-
xote, 1913 (en University of California Chronicle). The Dramatic art
of Lope de Vega together with La Dame boba, Berkeley, 1918. M. Fe-
TO.MO XII. — 8
114 ÉPOCA REGIONAL Y MODERNISTA (1888-I907)
layo y el estudio de la cultura esp. en los Estados Unidos^ disc, 19 19.
Cervantes, N, York, 1919. Con Bonilla está publicando la admirable
edición d?e las obras de Cervantes, desde 1914.
Alejandro Andrade Coello, de Quilo (Ecuador), fundador de La
Rev. Nao. (Quito, 1913), escritor de obras didácticas gramaticales, ati-
nado critico, correcto f/rosista, poeta delicado, publicó Rodó, Motivos
de Proteo, Quito, 1903, 1913, 1917 (4." ecR). Maldonado, Mejía, Mon-
talvo, Quito, 19 II. La Tentación, versos en agraz, ibid., 1912. Vargas
Vila, 1912, 1918. Vulgata Higiénica, 1913 (2." ed.), 1915. Las Brumas
de Antonio C. Toledo, cstud. crit., 1913. El Viacrucis del orador, 1913.
Nociones de Literatura general, Quito, 1914 (2." ed., refund.). El
Ecuador intelectual. Muerte de Mcntalvo. Nociones de oratoria. Al-
gunas ideas acerca de educación, 191 5 (2," ed.). Bellezas de los siete
tratados. Federico González Suárez, 19 17. Tragedia floral, Quito,
1918. Don Manuel J. Calle, Quito, 1918. Antonio Zozaya, ibid., 1918.
El Doctor Man. Benigno Cueva, 1918. Al margen de '^El Camino de
Paros^', 1919. índice intelectual (sobre la presente literatura ecuatoria-
na), B. Aires, 1919 (en Rev. del Ateneo y en El Magisterio Ecuato-
riano).
José Antonio Román (n. 1873-), de Iquique (Chile), abogado, que
viajó mucho y es narrador de paleta colorista é imaginación viva, algo
inclinado á lo ideal y soñador, sin dejar por eso de ser realista. Publi-
có Hojas de mi álbum, cuentos, Madrid, 1903. Almas inquietas, 1915.
Sensaciones de Oriente, 1917. Fracaso, nov. peruana, Barcelona, 1919.
Horacio Olivos y Carrasco^ uno de loá primeros poetas que lle-
garon al modernismo en Chile, de versos puros, sentidos y ardorosos,
de numen imaginativo y soñador, aficionado, como Rubén Darío, á
voces extrañas y aun estrafalarias, y más que nada á la mitología grie-
ga, anda entre ninfas y sátiros, tras Venus y Diana, como si en el mun-
do de hoy no hubiera luchas, problemas y cosas más graves que aque-
llos vejestorios tan lindos. Publicó Neuróticas, Valparaíso, 1903. Fale-
ñas. Cromos helenos, Afrodisias, Inflorescencias, De la tierra, Ritos,
ed. póst., Valparaíso, 1917.
Antonio Sánchez Ruiz, por seudónimo Hamlet-Gómcz, granadino,
original pensador y valiente en expresar cuanto piensa, caluroso dia-
logador, varón corrido, que ha viajado por Europa y América, cola-
borador de El País (1903), publicó hacia 1908 la novela Misterios del
anarquismo en Caras y Caretas; además, Inri y El Pantano, juntas en un
tomo (1908). Cosas de Hamlet-Gómez, novela primera, Madrid, 1903. Del
alma de Andalucía, novela y cuentos, ibid., 1909. Verdes, negros, azules,
rojos, cuentos, ibid., 1910. Por un corazón, monól., 1916,
Arturo R. Carricarte y de Armas (n. 1880-), de la Habana, edu-
cado por Esteban Borrero Echevarría, bachiller (1894), estudió tres
años Medicina y ganó el grado de maestro (1900) ; pero partióse á Mé-
jico (1912), estuvo como diplomático (1909) en Montevideo; y en la
secretaría de Gobernación (1911-13) y en el despacho dú Senado
desde 1916. Fundó á los diez y seis de su edad la Rev. Habanera, des-
I
S. XX, 1903. EDUARDO ACEVEDO Il5
pues Helios (1904) en Marianao, y Rev. Critica (1906) en Veracruz;
fué redactor y colaboracíor de periódicos. Fundó (1906) la Asociación
Luterana Internacional Americana, que presidió. Es novelista vigoroso
y vivo. Publicó Siluetas pedagógicas, Habana, 1903. Noche trágica,
nov., ibid., 1903. La Novela en Cuba, 1907 (en América). El Naciona^
lismo en América, Montevideo, 1909. La Novela en Cuba, bibliografía,
1912 (en La Prensa), Un centenario. Habana, 1914. Historia de un
vencido, nov., ibid., 1914. Nuestro año intelectual, ipi^ (en Heraldo
de Cuba, 1° ener. 1915). Balance literario de Cuba en ipi¿ (ibid., 1916).
Eugenio Carré Aldao (n. 1859-), de La Coruña, redactor de la
Rev. Gallega, secretario de la Academia Gallega, publicó Efemérides
comerciales coruñesas, 1888. Apuntes para la historia de la im-
prenta y el periodismo en La Coruña, Coruña, 1901. La Literatura
gallega en el siglo xix, Coruña, 1903. Páginas del periodismo ga-
llego {1820-182^), Coruña, 1907. Idioma y Literatura de Galicia, Coru-
ña, 1908. Alzamientos de La Coruña {un siglo de historia local, 1808-
1908), Coruña, 1908. La Literatura gallega, Barcelona, 191 1. Influen-
cias de la literatura gallega en la castellana (estudios críticos y biblio-
gráficos), Madrid, 1915. Guerra de l-a Independencia: El Alzamiento
contra los franceses en Galicia (1808-1809), Coruña, 1915.
José Ingenieros (n. 1877-), de Buenos Aires, publicó desde 1896 al-
gunos estudios de sociología y antropología criminal ; se graduó en Me-
(íicina (1900), de la que escribió obras desde 1897 ^ 1908; después pu-
blicó obras filosóficas (1908-18) ; es profesor de la Universidad* de Bue-
nos Aires, director, desde 1915, de la Rev. de Filosofía, editor de Cultu-
ra Argentina; filósofo y literato, que con su gran talento ha sabido
apropiarse la sustancia dte los antropólogos italianos y posee vasta cul-
tura filosófica. La Psicología en el arte-, 1903. Al margen de la ciencia,
1906, El Hombre mediocre, Madrid, 1913. Principios de Psicología
biológica, ibid., 1913. Sociología argentina, ibid., 1913. La Envidia, 1914.
La Filosofía científica en la organización de las Universidades, Wash-
ington, 191 5. La Cultura filosófica en la España medioeval, conf., 1916
(en Rev. FU.). La Cultura filosófica en la España teocrática, id. (ibid.).
La Renovación de la cultura filosófica española, id. (ibid.). La Cultura
filosófica en España, 1916. Ciencia y Filosofía (seis ensayos), Madrid,
1918. Proposiciones relativas al porvenir de la Filosofía, B. Aires, 1918.
La Evolución de las ideas argentinas, t. I, La Revolución, 1918. Ideales
viejos é ideales nuevos, 1918, Simulación de la locura, 8." ed, 1918. La
Moral de Ulises, 1919. Las Doctrinas de Ameghino, B. Aires, 1919.
181, Año 1903. Manuel R. Abella estrenó La Deshonra del lu-
gar, drama, 1903. — Mariano Abril publicó Sensaciones de un cronis-
ta, literatura, viajes, semblanzas, cuentos. Puerto Rico, 1903. — Eduar-
do Acevedo (n. 1858-), de Buenos Aires, abogado, rector de la Univer-
sidad d!e Montevideo (1904-6), ministro de Industrias (1911-12), pu-
blicó Economía Política y Finanzas, Montevideo, 1903. Historia eco--
nómica de la República Or. del Uruguay, 2 vols., ibid., 1903. La En-
Il6 ÉPOCA REGIONAL Y MODERNISTA (1888-I907)
señanza universitaria en ipo¿, ibid, 1906. El Libro del pequeño ciuda-
dano, igoy. Artigas, 1909. Manual de historia uruguaya, i<)iy. — La
Condesa de Agramonte publicó La Cara ajada, novela, Madrid, 1903. —
Adriano M. Aguinar publicó Varia, cuentos, Montevideo, 1903. — El
Padre José Manuel Aicardo (1861-), de Jerez de la Frontera, jesuita,
publicó Autos anteriores á Lope, 1903 (en Razón y Fe). En tomo á Lope,
1904-07 (ibidem). De literatura contemporánea, Madirid, 1905. Pala-
bras y acepciones castellanas omitidas en el Diccionario académico,
ibid., 1906. El Corazón de Jesús y el Modernismo, sermones, ibid., 1909.
El Poder de Dios y el poder de los hombres, discursos, ibid., 1914.
Comentarios á las Constituciones de la Compañía de Jesús, t. I, 1919. —
Octavio P, Alais, argentino, amigo de lo criollo, publicó Libro Criollo,
1903. Vida del campo, 1904. — Germán Aliaga publicó Compendio de
la Historia de Bolivia, La Paz, 1903. — María Alicia publicó Sin Pró-
logo, versos y prosa. Habana, 1903. — Alma Española, semanario, Ma-
drid, 1903. — Melchor Almagro publicó Sombras de la vida, Madrid,
1903, pról. de Valle-Inclán, — Fernando Almansa y Láinez publicó
La Patraña del regimiento, zarzuela, Sevilla, 1903. — Alfredo C. Al-
TAMiRANO, uruguayo, publicó Reseña histórica de Sud-Amcrica, t. I,
Santiago, 1903. — Ángel Altolaguirre y Duvale publicó Cristóbal
Colón y Piablo del Pozzo Toscanclli, Madrid, 1903. Relaciones geo-
gráficas de la Gobernación de Venezuela {iy6y-68), ibid., 1909. Vasco
Niiñez de Balboa, 1914. — Alejandro Alvarez Quirós (n. 1876-), de
San José de Costa Rica, abogado, presidente del Ateneo, literato
muy culto y buen critico, publicó Piedras preciosas, traducciones,
1903. Lilas y resedas, cuentos franceses traducidos, San José, 1912.
Bric-á-brac, artículos, ibid., 1914. Bocetos (artistas y hombres de le-
tras), 1917. — Manuel Alvarez Naya estrenó Balcón corrido, juguete,
1903. El Ultimo recurso, com. (con L. de Olive y Lafuente), 1906. — José
Amstller y Viñas (f 1902), médico, compuso Alfonso de Aragón en
Italia y la crisis religiosa del siglo xv, póst., Gerona, 1903. — Francisco
Ariño estreno Los Viejos, juguete (con R. Sanjuán), Zaragoza, 1903.
— Alfonso de Armiñán publicó Narraciones, Madrid, 1903. El Cuento
de la esclava Rexana, cuento, 1916. — Enrique Arroyo y Lamarca^ me-
diano autor, estrenó Viaje de novios, diálogo (1903). Fotografías de
exposición, juguete (1904). ¡Hide ! (1904). Cartas de novios (1907). Flo-
res de la huerta (con Vic. Castilla, 1908). La Babucha de Mahoma,
café-concert (con Eug. Rodríguez Arias), 1911. Lo que debe saber la
mujer, monól. (1912). La Mujer de goma (con Carlos Dotesio, 1914). —
Francisco de Aynat publicó Pequeñas novelas, Almería, 1903, 2 vo-
lúmenes.— Cecilio Báez publicó La Tiranía en el Paraguay, Asunción,
1903. Resumen de la Historia del Paraguay desde la época de la con^
quista hasta el año 1880, ibid., 1910. Ensayo sobre el Doctor Francia y la
dictadura en Sud-Amcrica, ibid., 1910. — Pedro Baños y Fernández (na-
ció 1874-), de Villanueva de la Serena (Badajoz), archivero, estrenó
Guillermo Tell, 1903. El Trono de Vesta, 1904. Películas madrileñas,
1907. Cosas del querer, 1908. — Luis Barthe y Zelayeta publicó Unas
S. XX, 1903, JOSÉ CIURANA MAIJO II7
cuantas páginas^ Madrid, 1903. — José Betancourt y Cabrera, de Lan-
zarote (Canarias), diputado (1912), por seud. Ángel Guerra, publicó
Al sol, nov. canaria, Barcelona (1903). Literatos extranjeros. Valencia
(1903). La Hermana fea, nov. Carnios, nov. (1905). Agua mansa (1906).
Polvo del camino (1907). Mar afuera (1907). En Esp. Mod.: Cancione-
ros de amor, 1906 (CCXI). Evolución de la moral en nuestro tea-
tro (CCVI). — Andrés Blanco y García, director de El Criterio Mur-
ciano, publicó El Tesoro de la reina, novela. Murcia (1903). — Fray
Gilberto Blanco Alvarez (n. 1872-), de Valencia de Don Juan, ag^Js-
tino, publicó Flores de mayo, Madrid, 1903. El Cinturón de Morid',
191 1. — ^DoMiNGO Blasco estrenó La Enfermedad de Anita, juguete^
1903. — Boletín de la Biblioteca Nacional de Santiago de Chile, ibid.,
1903-05. — Marcelino Bravo y González, extremeño, estrenó Prome-
sa cumplida, episod. dram., Badajoz, 1903-04. El Espejo de la juven-
tud, com., 1904. Ley y Nieves, nov., ibid., 1904 (con Fernando Ramos).
Sacrificio estéril, nov. dram., Madrid, 1914. Nolo y Nardo, 1916. — Ni-
canor F. Brochado estrenó Por fin me caso, juguete, San Sebastián,
1903. — Manuel Caba estrenó El Arte lírico ó géneros de uso, Barce-
lona, 1903. A. S., dispar, (con José Alba), 1915. El Bastón de alcalde
(con id., 1916). La Trápala (con id.), 1918. — José C. Calón estrenó
Llorar riendo, monólogo, Salamanca, 1903. — Félix Callejas, de Bo-
gotá, premiado en 1904, publicó Vibraciones, versos, Habana, 1903.
Vox patriae, 1908. Arreglando el mundo, 1914, artículos festivos. Ama
de casa, com. — Pedro Erasmo Callorda (n. 1879-), de San José (Uru-
guay), abogado, diputado (1910-13), diplomático, poeta campoamoriano
en el poema Marta (1903). Ha cultivadlo el género erótico bastante
sensual. Cantares de aldea. El Testamento del Quijote, Méjico, 1918.
El Marqués de Campo publicó Cantares, 1903. Alma glauca, 1904.
Estampas , Orientales, Helénica, etc., 1907. — Caras y caretas, sem-
blanzas en verso, por Tres Ingenios de esta corte, Madrid. 1903 ; 2.^
serie, 1904; 2)-'' serie, 1904. — Miguel Carrión (n. 1875-), habanero, ha
publicado El Milagro, Habana, 1903, novela psicológica de la vida
religiosa, de las mejores escritas en Cuba. La Ultima voluntad, 1903,
cuentos. El Principio de autoridad, nov.. Las Honradas, nov., 1917,
1919. — Santiago M. del C. Casanova y Patrón (f 1914), gaditano, re-
dactor del Diario de Cádiz, colaborador de Revista Teatral (1898) y Dia-
rio de la Marina (1903), premiadlo por un estudio sobre el pintor Anto-
nio del Castillo (1903), publicó Anales gaditanos... desde los tiempos más
remotos á 1905, Cádiz, 1905. El Oratorio de San Felipe Ncri, Pala-
cio de las Cortes, 1812, ibid., 1911. — Manuel Castellanos Abreu
(f 1914). director de un periódico en Guantánamo (Cuba), publicó Brisas
del Guaso, poesías, Guantánamo, 1903. — Aureliano del Castillo
(n. 1873-), de Granadla, catedrático del Seminario de Guadix, luego
pasó a Madrid!, y en 1905 fué nombrado archivero de la Biblioteca Uni-
versitaria de Granada. Es poeta, novelista, crítico y ha ganado premios
en certámenes (1907-1911), publicó Mari-Gracia, novela, Macírid, 1903.
— José Ciurana Maijó, colaborador del Semanario Católico, de Reus
Il8 ÉPOCA REGIONAL Y MODERNISTA (1888-I907)
(1903), publicó Una penitencia, novela, Reus, 1903; Madrid, 1908. El
Debut de un juez..., novelas, 1908. Las Románticas, nov., 1911. Gratitud,
nov., 1912. — José Contreras publicó A orillas del Genil, bosquejos. Mur-
cia, 1903. — María del Pilar Contreras de Rodríguez, sevillana, delica-
da poetisa, directora de El Amigo del Hogar (1890), publicó Páginas
sueltas, poesías, Madridí, 1903. Entre mis muros, id., ibid., 1907. Roman-
ce, 1909. Obra poética, mis distracciones, 1910. El Ensayo general, saí-
nete, 191 1. Teatro para niños, t. I, 191 1; t. II, 1912; t. III, 1915; t IV,
1917 (con Carolina de Soto y Corro). La Caja dotal, com., 1912, A través
de mis lentes, versos y prosa, 1912. Niños y flores, zarz., 19 14. Los Pi-
caros intereses, sain., 19 14. Muñecos y muñecas, zarz,, 1917. Domés-
ticas... y sin domesticar, sain., 1917, ¡Qué cosas tienes, Benita!, 1917.
Los Caprichos de doña Casimira, com., 1917. — ^V. Cortés y Cortés
publicó Jaras, novela, Badajoz, 1903. — Juan Cruz Busto publicó Glo-
rias riojanas ó Compendio geográficohistórico de la Rioja, Logroño,
1903, 1906. — Bonifacio Chamorro de Luis, colaborador de El Diario
de Avila (1903), publicó Aleteos, poesías, Talayera, 1903. Nubecillas,
colección de plumadas, cantares y madrigales, Avila, 1904. — Virgilio
DÁviLA (n. 18Ó9-), poeta portorriqueño, ha publicado Patria, poesías
(1903). Aroma del terruño, poesías (1916). — Diccionario de Arquitec-
tura, Madrid, 1903. — José Domínguez Manresa estrenó Morirse á
tiempo, juguete, 1903. Los Mendigos, 1903.— Alfonso Duran (naci-
do 1883-), sacerdote y poeta argentino, ha publicado Hojas del cora-
zón y páginas del alma, 2.* ed., Buenos Aires, 1913. — Alberto Edwards
publicó Bosquejo histór. de los partidos políticos chilenos, Santiago,
1903. — Fray Samuel Eijan^ O. J. M., publicó Poesías religiosas, Bar-
celona, 1903. La Cuestión de los Santos Lugares^ escenas palestinianas,
ibid., 1905. Narraciones y leyendas de Oriente. Segunda serie. Flores
y espinas, ibid., 1909. Pensamientos de San Francisco de Asís, Madrid,
1910. España en Tierra Santa, 1910, 191 5. España y el Santuario del
Cenácido, Madrid, 1914. — Joaquín Espín Rael, de Lorca, publicó Es-
tudio históricodescriptivo de los edificios de Lorca, ibid., 1903. — Aure-
lio M. Espinosa, nacido d*e padres españoles en los Estados Unidos,
publicó El Gran galeoto, áe Echegaray, ed. crít., Boston, 1903. El Po-
der de la impotencia, áe id., ibid., 1906. Los Conianches a spanish hc-
roic play of 1780, 1907 (en Bull. of the University of New México).
Studies in New Mexican Spanish, 1910-14 (en Rev. de Dialectologie
Romane, tres partes). New Mexican Spanish Folklore, 1910-15 (en
Journal of American Folklore). Consuelo, de Ayala, N. York, 191 1.
The Spanish Language in New México..., 191 1 (en Bndl. of N. México
Historical Society). Cuentitos populares nuevoniejicanos, 1912 (en
'Rev. Dialectol. Romane). Nombres de bautismo nuevoniejicanos, 1913
(ibid.). Comparative Notes on Mexican and New Mexicam Spanish
Folktales, 1914 (en Jornal of Amer. Folklore). Elementary Span. Gram-
mar (con C. G. Alien), N. York, 1915. Notes en the Versification of El
Misterio de los Reyes Magos, 191 5 (en Rom. Review). Romancero
nuevomejicano, 191 5 (en Rev. Hisp.). Traditional Ballads from An-
S. XX, 1903. ANTONIO FERNANDEZ LEPINA I ÍQ
dalucia, 1916 (en The Flügel Memorial Volnme). — Luis Falcato, co-
laborador de Madrid Cómico, Misceláneas (.1900), El Iris (1903), Ac-
tualidades (1903), ha escrito para el teatro y publicó Para damas y
galanes, prosa rimada, Madrid, 1903. — Josefa María Parnés, catala-
na, por seuA Miguel Alcántara, Camelia, Sorel, Román, Demonfield,
Doctor Lokanal, escribió en periódicos y publicó La Fnmilia del ajus-
ticiado, novela, Madrid, 1903. — Luis Fernán Cisneros (n. 1883-), nacido
en París,, periodista, poeta y escritor satíricopolítico, colaboró en El
Tiempo y El País, fué cofundador de La Prensa, que dirigió en 1908;
director y fundador de Actualidades, haciendo notable su sección Ex-ca-
tJiedra, director de la Empresa Periodística, El Perú, Don Lunes, Excel-
sior; compuso hermosos sonetos, como Véspero y otras poesías líricas,
elegantes y tiernas, como la Elegía á Jorge Chaves (191 1). En La Prensa
escribió Ecos satíricos de buena vis cómica. En Esp. Moa.: Mi alma
en el mar (1901, oct.). Gonzalo Zaldumbide, Letras, enero, 1913 : "Pro-
duce poco... No practica el narcisismo, familiar á los líricos de oficio...
Risueño para observar á los demás, grave sólo para cantar, sus versos
son el contraste de sus Ecos... Su risa es un perdón, cuando no una
escéptica condescendencia... Pero su alma secreta sólo se delata en sus
versos; sin duda le vienen de lo hondo y traen de la profundidad en-
trañable de donde brotan un inconfundible sabor de sinceridad. Ni
verbal ni imagfinoso su verso conserva cierta heredada amplitud clá-
sica." Vent. García Calderón, La Liter. Peruancí, 1914, pág. 89: "Ar-
diente, hiriente, cuando en sus ágiles maledicencias le periocüsta se
burla de la comedia política, olvida su sonrisa en la casta melancolía
del verso. Poesía es la suya y nunca huraña, pero altiva y reticente,
que conserva la nobleza, la sobriedad de Aurora Amor. Para las más
altas latitudes tiene pulmón y ala. Su Elegía á la muerte de Jorge Cha-
ves es admirable." — Antonio Fernández Lepina, director de Los Ma-
driles (1903), redactor de El Impar cial, estrenó Estrella, jug,, 1903. La
Mujer de cartón, humor, (con Ant. Plañiol), 1905. Hilvanes, entr. (con
ídem), 1906. La Fea del ole, sain. (con id,), 1907. Don Gregorio el Em-
plazado (con id.), 1907. Chiquita y bonita, entr. (con id.), 1908. Los
Cuatro trapos, saint. (con id.), 1908. Suspiros de fraile, opereta (con
ídem), 1908. El Mantón de la China, saín, (con id.), 1909. La Corte de
los milagros, zarz. (con id), 1909. Los Envidiosos, zarz. (con id.) 1909.
La señora Barba-Azul (con id.), 1909. El Hongo de Pérez, del franc.
(con López Barbadillo), 1910. La Loca fortuna (con A. Plañiol), 1911.
Pathé, Frcres (con id.), 191 1. El Jipijapa (con id.), 191 1. La Perra gorda
(con López Barbadillo), 191 1. La vocación de Pepito (con Antonio
Plañiol), 1913, El Nuevo testamento (con id.), 1913. El Caballo de Espar-
tero (con ídem), 1913. El Servicio domestico (con ídtem), 1913. Las Sa-
gradas bay aderas (con ídem), 1914. Los Chicos de la calle (con íd'em y
Enrique García Alvarez), 1914. El Señor Duque, 1914. Una Buena
Miichacha, comedia (del italiano, con Enrique Tedeschi), 1915. La
Ultima opereta, zarzuela (con Ricardo G. del Toro), 1915. La Maja
de los Madríles Ccon Antonio Plañiol), 1915. Lxilti, com. (del italiano).
120 ÉPOCA REGIONAL Y MODERNISTA (1888-I907)
191 5. La Rosario (id.), 1915. Cl Valiente capitán (con R. G. del Toro),
1916. Mario y María (dtel ¡tal.), 1916. La Eva ideal (con id.), 1916, La
Embajadora, zarz. (con id.), 1916, El Palacio de la marquesa (del ita-
liano), 1917. La Aventura del coche (id.), 1917. Mariposa, com., 1917.
Un lío del otro mundo, 1918. El Drama de la botica, com., 1920. —
'Fernando Fernández de Córdoba escribió Mis memorias íntimas,
Madrid, 1899- 1903, tres vols. — Fernando Fernández Ruiz estrenó
El Portero del 7, juguete, Sevilla, 1903. — José Fernández y García
estrenó El Señor nos libre, Sevilla, 1903. — Ansemo Fletes Bolaños
publicó Ajiaco, Barcelona, 1903. Cuentos del tío Doña, Nicaragua,
1913. Recuerdos de los treinta años, ibid, 1904. — Ventura Fraga, no-
velista chilenno de exquisito refinamiento y crítico musical, vació
los recuerdos de su vida artística en la novela Krach, Valparaíso,
1903- — Francisco Galindo Torres publicó La-Quauktemoida, poema
épico. Zapotlan, 1903; Guad^alajara, 1912. — Alberto Gallego García
publicó Placeres y penas, novelas cortas, Madrid, 1903.— Eugenio García
Barbarín, maestro en Madrid, colaborador de La Escuela Moderna
(1897), publicó Historia de la Pedagogía española, Madrid, 1903.
Prosa y verso, tronos escogidos, 1904. Gloria á Cervantes, 1905.
Cuentos de la maestra, 1907. Veladas de la maestra, 1908, Veladas
del padre Lorenzo, cuentos orientales antiguos, 1911. Historia ge-
neral contemporánea, Gerona, 1916. — ^TsidOro García Flores publicó
Reseña histórica de la villa de Torre de Esteban Hambrón (con
Juan Manuel, su hermano), Madrid, 1903. — Benjamín Garrido estre-
nó Abismos, drama (con Rogelio Hermida), 1903. — Alberto Gayé pu-
blicó Santander y su provincia, ibid., 1903. — Alberto Gómez é Iz-
quierdo (n. 1870), presbítero, de Zaragoza, catedrático de la Univer-
sidad de Granada, publicó Historia de la Filosofía del siglo xix, Za-
ragoza, 1903. Nuevas direcciones de la Lógica, Madrid, 1907. — J. Gó-
mez LÓPEZ publicó Letras rimadas, Madrid, 1903, — Aurelio Gonzá-
lez Rendón estrenó El Señorito Pepe, monól., 1903. Rusia y Japón,
1905. La Partida del Vivillo, 1906, La Niña mimada, opereta, 1910.
Los Apaches, melodrama, loii. Chumbos entre jazmines, 1911. España
pintoresca, 1912. El Plombre que hace llorar, cuasi monól., 1912. Y
llegué á ministro, novela picaresca, 1912. Los Amos del mundo, revis-
ta, 1918. — Eduardo González Hurtebise, archivero, publicó El Arte
tipográfico en Tarragona durante los siglos xv y xvi, Tarragona, 1903.
Libros de tesorería de la Casa Real de Aragón, 2 vols., Barcelona,
1911-1912. — Lidio González publicó Flores de cardo, poesías, Cripta-
na, 1903. — Nicolás Augusto González publicó Nuestros héroes, epi-
sodios de la guerra del Pacífico (1879-83), Lima, 1903. Desde el llano,
Guatemala, 1912. — Santos González de Villazón compuso Caridad,
tragedia, Logroño, 1903. — José Guzmán Guallart estrenó Alboradas,
drama lírico. Valencia, 1903. — Helios, revista modernista, 1903-04, 4
tomos. Firmaron la presentación Pecfro González Blanco, Juan R. Ji-
ménez, G. Martínez Sierra, Carlos Navarro Lamarca y Ramón Pérez
Ayala. — Tomás Herrero y Herrero, prebítero, publicó Literatura, cío-
S. XX, 1903. LEÓN MARTIN SÁNCHEZ 121
•cuencia y oratoria, con doce discursos complementarios, Logroño, 19OJ,
— Teodoro de Iriarte Reinoso publicó Pal guitarrico, colección de
cantares baturros y poesías, Zaragoza, 1903. Pepitoria, poesías, ibid.,
1903. Los de Parálete en Zaragoza, cuentos baturros, Zaragoza, 1913.
Cuadros baturros, 2.^ tanda, I\íadri,d (1913). Viajeros de alforja... pa-
ginas htimoristicas de costumbres aragonesas, Zaragoza, 1913. — José
A. Jara López compuso El Condenado á muerte, monólogo. Murcia,
1903. Pnces del alma, poesías, ibid., 1907. — Luis Lagomasino (n. 1865-),
de Sancti Spiritus (Cuba), publicó Mujeres de la Historia, Cienfuegos,
1903-04. Espirituanos ilustres, S. Spiritus, 1907. — Isidoro Lagunilla
publicó La Peor obra de Dios, apuntes novelescos, Madrid, 1903. —
Manuel Lastra estrenó La Mocita de Triana, saínete, Barcelona, 1903.
C'olillita, 1905. — Carlos Alberto Leumann, argentino, periodista, crí-
tico, poeta romántico rezagado y todavía en formación cuando publi-
có El Idilio del valle, 1903 y El Libro de la duda y los cantos inge-
nuos, 1903. Tiene cierta frescura infantil y retozona en los últimos,
asi como escepticismo lúgubre en el primero. "Leumann — dijo Gius-
ti — tiene trazada su senda en la poesía ligera y sentimental." El Novi-
cío, com., 1918. — Rafael Leyda publicó Valle de lágrimas, Madrid,
1903. Tirano amor, 1906. Los Paldones dé Mexia, nov., 1908. De siete
á ocho, com., 1910. Andrés González Blanco. H'ist. nov., pág. 872:
^'Rafael Leyda, cuentista ya acreditado en su bello libro Valle de lá-
grimas, obra de un espíritu artista, que sabe ver la vida en su reali-
dad."— Nicolás de Leyva publicó Cuentos en papel de oficio, Madrid,
1903. — Antonio López Carb.^lleira, canónigo de Toledo, publicó
León XIII restaurador de los estudios teológicos y de los estudios
históricos, 1903. Mujeres cervantinas, 1905. Jidiano apóstata, 1907.
Misterio de la Trinidad, disc, 1908. San Rosendo, Santiago, 1909. Car-
denal Martín de Herrera, 1909. La Mujer, 1910. Esbozo biográfico de
Antonio López Perreiro, Compostela, 1911. Religión comparada, 1918.
— J. D. LÓPEZ publicó Colección de poesías, Sevilla, 1903. — Perfecto
LÓPEZ Campaña (n. 1881-), de San José (Uruguay), periodista, publicó
Nerviosismos, páginas y estudios, Montevideo, 1903. Panf arria de pre-
juicios, ibid., 1907. El Triunfo del sol, com. — Fray Tirso López Bar-
üÓN publicó Monastici Augustiniani R. P. Pr. Nicolai Crusenii conti-
nuatio atque ad illud additamenta, sive Bibliotheca manualis augusti-
niana (1620-1700), 2 vols.. Vallad*olid, 1903. — Andrés Luera Fernán-
dez, matancero, publicó Ensayos poéticos. Matanzas, 1903. — Anasta-
sio Machuca Diez publicó Los sacros, ecumén. Concilios de Trcnto
y Vaticano, Madrid, 1903. — Malditos sean los hombres, novela, Barce-
lona, 1903. — Rafael Martí publicó Sueño de primavera, comedia de
magia, ]\Iadrid. 1904. — Rafael Martí Orberá (n. 1881-), valenciano,
excelente dramaturgo en su lengua y en castellano, publicó Sueño de
provincia, poema fantástico, Madric?. 1003. Vida, versos, Toledo, 1904.
En pro del arte regional, confer., 1908. Teatro, 3 vols.. Valencia, 1914-
19. La Oveja perdida, Madrid, 1917. La Deuda, ibid,, 1917. — León
Martín Sánchez estrenó Tres bodas en una hora, juguete, 1903. —
122 ÉPOCA REGIONAL Y MODERNISTA (188S-I907)
José M.' Medina y García publicó Reflejos del alma, cien sonetos,
Madrid, 1903. Romancero español-cristiano , la conquista de Granada,
1904. — Pablo Minelli González (n. 1883-), montevideano, dii)lomá-
tico, poeta verleiniano, publicó Mujeres flacas, Montevideo, 1903. El
Alma del rapsoda, poema, i<;;o5. Canto otoñal, Roma, 1909. — Ramón
MiQUEL Y Planas (n. 1874-), barcelonés, erudito editor catalán, inspi-
ró la publicación de la Rev. Ibérica de Exlibris, 1903-1906 y publicó
la Biblioteca Catalana (11 vols.) de obras antiguas, diesde 1908, Biblio-
teca Folklórica catalana 1909. Bibliofilia, t. I, 1911-14. Cangoner sa-
tirich valencia deis scgles xv y xvi, Barcelona, 191 1. Obres de Roig
de Corella, 1913. Editó otras varias obras antiguas catalanas. — Nica-
nor MoLiNARE Gallardo, chileno, por seud. Nemegé, publicó Apuntes
para la historia del Ejército y la Marina de Chile, Santiago, i<y02,. Los
Colegios militares de Chile, 191 1. Batalla de Tarapacá, 191 1. Asalto y
toma de Arica, 191 1. Asalto y toma de Pisagua, 191 1. En revistas véa-
se Rev. de Bibliogr. chilena, abril 1914, pág. 148. — Francisco Bautis-
ta MoNSERRAT, corrcsponsal de El Imparcial en Murcia (1903), publi-
có Cantos en prosa. Murcia, 1903. — Eugenio Montello y Rizot es-
trenó Los Mineros, melodrama, 1903. — Julio ]\.íonteschi. Obras, dra-
mas, Madrid, 1903. — ^Carlos Morla Vicuña, chileno, publicó Estudio
histórico sobre el descubrimiento y conquista de la Patagonia y la Tie-
rra del Fuego, Santiago, 1903. — P. Mudarra y Párraga catedrático
en Madrid, publicó Lecciones de Liter. gral. y española^ Madrid, 1903.
2 vols. — Miguel Nieto publicó Historia general de la villa de Navas
de San Juan (Jaén), Madrid, 1903. Los Castizos, entr., Madrid, 1917.
— La Nueva lira criolla, guarachas, canciones, etc., Habana, 1903. — ;
Pedro S. Ocaña y Acedo-Rico publicó El Robledal de Ruidías, no-
vela, Plasencia, 1903. — José María Octavio de Toledo (f 1890), ma-
drileño, archivero (1854), redactó el Catálogo de la librería del Ca-
bildo Toledano, manuscritos, 2 vols., Madrid, 1903-1906. — A. Or-
tega Martínez publicó El Tren mixto, poema en dos cantos, Reus,
1903. — Hermenegildo Ortega compuso Amantes verdaderos. Burgos,
1903. — G. Ortiz publicó Un cuento que podría ser historia, novela...
de G. O. M., Sevilla, 1903. — Juan Ortiz del Barco publicó Cartas
marítimas, Covadonga, 1903. Crónicas motrileñas. Los Franciscanos,
San Fernando, 1908. Los Moreno de Salcedo, ibid., 1910. Batiborrillo
motrileño, Cádiz, 1912. — Luis de Oteyza (n. 1883-), de Zafra, cola-
borador de La Nación (1903), Cálínez (1904), director de Madrid
Cómico (1904), redactor de El Liberal (1915-19), publicó Flores de
almendro, poesías, INIadrid, 1903. Brumas, id., ibid., 1905. En tal
día..., crónicas, ibid., 1915; 2.' serie, 1919. Galería de obras famosas,
ibid., 1916. Las Mujeres de la literatura, ibid., 1917. Frases históricas,
ibid., 1918. Animales célebres, 1919. Anécdotas picantes, 1919. — José
Parada y Santín (n. 1857-), madrileño, médico y pintor de historia,
director de Para Todos (1903), publicó Las Pintoras españolas, Ma-
<írid, 1903. Mujeres judías escritoras castellanas, 1905 (Ilustración es-
pañola, LXXX). — Pedro París, francés, publicó Essai sur l'Art et
S. XX, 1903. TOMAS THAYER OJEDA
l'industrie de l'Espagne primitive, 2 vols., París, 1903-04. L'archéologie
en Esp. et en Port., 1913 {BiM. Hisp.) — David Peña, argentino, fun-
dador de Atlántida y diel Ateneo Nacional, estrenó Próspera, comedia
sociológico-política, 1903. Facundo, dr. hist., 1912. Linicrs, dr. histó-
rico, 1917. ¿Qiíe dirá la sociedad? Las dos últimas obras se atribuyen,
por errata, á Olegario Víctor Andrade, en el t. VIII, pág. 272. — Dio-
nisio PÉREZ publicó Ensayo de Bibliografía y tipografía gaditanas,
Madrid, 1903. Los Precursores españoles del Canal Interoceánico (con
Pablo Nougués), Madrid, 1915. — Ítalo Eduardo Perotti (n. 1883-),
montevideano, periodista, publicó Las Horas suspensas, poesías. Rodó
y su obra. Aspectos sociales norteamericanos. — Escritos sobre Puerto
Rico, noticias históricas, poesías, artículos, Barcelona, 1903. — José
PuiGDOLLERs Maciá publicó PoT los Pirineos, impresiones de un viaje,
1903. — Jenaro Ramos Hernández, extremeño, por seud. Hipócrates,
escribió en la Rev. de Extremadura (1903) y publicó Las Siete plagas^
poesías, Torrejoncillo (1903). Saetazos y... lágrimas, poesías, ibiA,
1906. — CoALiNA Recio y Agüero estrenó Declaración de amor, dial.,
Puerto Príncipe, 1903. — R'elación de las ceremonias y ritos y pobla-
ción y gobernación de los indios de la provincia de MecJmacan hecha
al ilustrísimo señor don Antonio de Mendoza, virrey y gobernador de
esta Nueva España, por S. M. (?) G., Madrid, 1875; Morelia, 1903 (ma-
nuscrito autógrafo del Escorial). — Revista ibérica de Ex libris, Barcelo-
na, 1903. — Atanasio Rivero, asturiano, periodista en Cuba, publicó Due-
los y quebrantos. Habana (1905). El Mallorazgo de Villahueca, nov.,.
ibid!., 1904. Pollinería andante, cuento, 1905. El Secreto de Cervantes,
artículos en El Imparcial, de Madrid, 1916 (rebatido, véase J. Ruiz Cas-
tillo) ; ó sea El Crimen de Avellaneda, memorias maravillosas de Cer-
vantes, i9i6j — Francisco Rodríguez Benavente publicó Sanos con-
sejos á los adultos, colección de cuentos para las escuelas rurales, Ma-
drid, 1903. — Manuel Rovira y Serra, abogado, estrenó El Parador de
las golondrinas, zarz., 1903. Lucrecia, zarz.. 1907. La Fe que muere,
drama, 1909. Cómo deben ser, com,, 1909. Río abajo, dr., 1909. La
Venus negra, com., 1909. — Eduardo Soler y Pérez publicó Sierra Ne-
vada, las Alpujarras y Guadix, notas de viajes, Madrid, 1903. Por el
Júcar, notas y apuntes de viaje, Barcelona, 1905. — Fernando SomOza
Vivas publicó Historia de la guerra legitimista de Honduras en 1903,
Tegucigalpa, 1903. Guía de Honduras, ibid., 1905. — 'Víctor Suárez
Capalleja (f 1903), médico y archivero, publicó Odas religiosas, Ovie-
do, 1903. — Tesoro del Parnaso Americano, Barcelona, 1903, 2 vols. —
Toms Thayer Ojeda^ chileno, archivero é historiador, publicó Memo-
ria hist. sobre la familia Alvarez de Toledo en Chile, Santiago, 1903.
Santiago durante el s. xvi, 1905. Los Conquistadores de Chile, 3 vols.,
1908-13. Las Antiguas ciudades de Chile. Diario del doctor don Fer-
nando Antonio de los Rios, 1913. Observaciones acerca del viaje de
don García Hurtado de Mendoza á las provincias de Los Coronados
y Ancud, 1913. Las Bibliotecas coloniales de Chile, 1913 {en Rev. de
Bibliografía chilena). Los Archivos históricos chilenos en ipis (ibid..
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iiiarzo, 1914). Artículos, véanse en Ricv. Bibl. Chil., dic, 1913, pág. 406.
— C. Torres Fornes publicó Sobre voces aragonesas usadas en Se-
gorbe. Valencia, 1903. — Rafael Ángel Trovo (f 1910), de Cartago
^Costa Rica), publicó Terracotas, cuentos. Ortos, estados del alma, San
José de Costa Rica, 1903. Poemas del alma, 1906, Topacios, cuentos
y fantasías, 1907. Corazón joven, nov. psicológica. — Pedro Trujillo
Y Miranda (n. 1875-), de La Laguna (Canarias), periodista, publicó
. Alma cubana. Habana, 1903. Cepas y tripas, cuentos de tabaquerías,
ibid. (1903). Caridad del cobre, nov., 1912. Una Noche de los mil y
. un cuentos, 1916. La Novela del viajero, 1916. — AIariano Urbano La-
. NASPA publicó La R<ibalera, novela regional, Zaragoza, 1903. — Pedro
Urbano González de la Calle, catedrático en Salamanca, publicó Se-
bastián Fox Morcillo, Madrid, 1903. Varia, notas y apuntes sobre te-
mas de literaturas clásicas, ibid., 19 16. — Gustavo Valledor Sánchez,
poeta chileno, sencillo y sentimental, publicó Cantos sencillos y poe-
mas, Santiago, 1903, cíe las primeras obras modernistas de Chile. —
Benigno Várela (n. 1882 -), zaragozano, infortunado periodista. Qui-
jote en tiempos harto sanchopancescos, director de La Monarquía,
novelista descuidado, pero que escribe con toda el alma; precipitado
y sin estudios, pero espontáneo y recio, publicó Novelitas, estrellas
xon rabo, IMadrid, 1903. El Sacrificio de Margara, 1909. Senda de
íortiira, 1909. Yo acuso ante S. M., 1910. Isabel, distinguida coronela,
1910. Volcanes de amor, cuentos, 1910. Corazones locos^ 1910. Los que
conspiran contra el Rey, 1910. Mi Evangelio, 1910. Fiebres amorosas,
191 1. Cuartillas para mi Rey, 191 1. Mujeres vencidas, París, 1912. Por
algo es Rey, 1913. Horas trágicas de vivir, cuentos de guara, 1915.
Xo perdonaron Dios y el Rey. Así es nuestro Rey. — M. Nemesio Var-
gas publicó Historia del Perú independiente, 7 vols., Lima, 1903-16. —
Gabino de J. Vázquez publicó El Buscapié cervantino, Mérida de Yu-
• -catán, 1903. — Salvador Viada y Vilaseca (1843-1904), cubano, pu-
blicó Diccionario de la lengua española, Madrid, 1903. — Miguel Vi-
CIANA, sargento de carabineros, publicó Leonor ó una víctima del hip-
notismo, novela dramática, Almería, 1903. — Benjamín Vicuña Su-
BERCASEAUX, fallecido hacia 191 1, joven chileno malogrado, generoso
y noble, hijo cí.l famoso historiador B. Vicuña Mackenna, pero no
conservador como él, sino liberal avanzado y ecléctico, de estilo cas-
tizo y recio, publicó Un país nuevo, cartas sobre Chile, París, 1903.
La Ciudad de las ciudades, correspondencia de París, Santiago, 1905.
■ Gobernantes y literatos, ibid., 1907. La Producción intelectual de Chi-
le, para la exposición de Quito. El Socialismo revolucionario y ¡a cues--
tión social en Europa y en Chile. Crónicas del Centenario, visión his-
tórica, 1910. Días de campo, cuentos. 1914. Recopilación de artículos
sueltos, 1918. — PANFILO DE ViLLABOBA publicó Vibracioncs, ecos anda-
luces, etc., Madrid, 1903. — Pío Viquez (1850-1899), de Cartago (Costa
Rica), profesor de Gramática y de Derecho, subsecretario de Relacio-
nes exteriores, dirigió diez años El Heraldo de Costa Rica, publicó
Miscelánea, prosa y verso. San José de Costa Rica, 1903. — Carlos
S. XX, IQ04. FR. PEDRO FABO DEL CORAZÓN DE MARTA 12^
P. Wagner, de la Universidad de Michigan (Estados Unidos), publico
The Sources of El Cavallcro Cifar, 1903 (en Rev. Hisp.). — Alfredo
Weber publicó Chiloej Santiago de Chile, 1903. — Miguel de Zárraga
(n. 1882-), mackileño, redactor del Diario de Avisos, El Adelantado, La
Tempestad, de Segovia, publicó Gérmenes malditos, Segovia, 1903. Eva,
comedia, 1906. El Compañero de viaje, 1907. El Germen, dr., 1910. EL
Coto real, com., 1910. Faldas y pantalones, com., 191 1.
182. Afio 1904. José de Diego (f 1918), portorriqueño;,
presidente de la Cámara de Delegados de Puerto Rico, el hom-
bre más notable de la isla por su clara inteligencia, vasto saber,
entereza de carácter y actividad emprendedora, grande amigo
de España, propulsor de la unidad antillana y de la independen-
cia de la isla contra el nefasto protectorado norteamericano, pu-
blicó poesías de su mocedad, compuestas de estudiante en Barce-
lona y que habían salido en los periódicos, titulándolas J ovillos,
co pullas de estudiante, Barcelona, 1916. Tienen la soltura y gra-
cia de las mejores del Madrid Cómico y La Semana Cómica. En
Puerto Rico había publicado otras añejas propias, tituladas Po"
mar rosas j 1904; Barcelona, 1916. Últimamente Cantos de re^
hcldía, ibid., 191 6, de estro patriótico y sociológico, en que vierte
sus nobles ideas con brío poco común, arranques fogosos, en es-
merada fonna, ritmo suelto y castizo lenguaje. No menos que
en el verso, distingüese en la prosa por el aliento elocuentísimo
y de acerada fuerza, en defensa de las mismas ideas: Nuevas
campañas, independencia de Puerto Rico, unión antillana, soli=
daridad iberoamericana, Barcelona, 1916. El plebiscito porto=-
rriqueño, 191 7.
Francisco García Calderón (n. 1883-), peruano, 'adalid
de los jóvenes escritores de su tierra, de espíritu curioso, sin lle-
gar a inquieto, grave y entendido que huye de fáciles literaturas
de adorno y del dilettantismo, peste de América, vive en París,
entregado á la filosofía manual, sociológica y del día, que sabe
aderezar en artículos y libros, en críticas y estudios, de variado
tono y movimiento, con arte ameno, algo medio entre Sainte-
Beuve y Taine, y tendiendo siempre á generalizar en grandes
cuadros, sin dogmatismos ni pedanterías. Su obra El Perú con-
temporáneo, de encendido patriotismo y de abierta esperanza,-
fué premiada por la Academia Francesa.
Fray Pedro Fabo del Corazón de María (n. 1873-), de
3 26 ÉPOCA REGIONAL Y MODERNISTA (1888-I907)
Marcilla (Navarra), agustino (1SS9), en Colombia desde 1895,
donde fué misionero de Casanare (1896), prior en Bogotá
(1904), director de la misión de Chameza (1906-10); volvió á
España y es vicario-prior del colegio de Sos, Definidor general
(1914) y cronista de la Orden. Poeta excelente de variadas tonali-
dades ; novelador, filólogo americanista y, sobre todo, historiador
muy erudito, que trae entre manos obras importantes, á más de
las ya publicadas.
183. J. de la Riva Agüero, Pról. á Bajo la luna, de J. Gálvez:
' "Los García Calderón y José Gálvez son los más altos y genuínos repre-
sentantes de la nueva generación... Francisco G. Calderón, con sus
artículos y crónicas de tan rica variedad, de tan fecunda levadura, que
traen á nuestro pesado y monótono ambiente los vivos ecos del movi-
miento intelectutl europeo, y sobre todo con El Perú contemporáneo,
obra át encendido patriotismo, de inquebrantable fe en los destinos
nacionales, comparable por el espíritu que le anima y los ideales que
encarna á aquellas de Balbo y Gioberti, precursores del Risorgimiento
italiano." F. García Godoy, La Litcr. av.ier., 1915, pág. 96: "En este
volumen {Profesores de idealismo) están magistralmente tratados, sin
asomos de pedantería, sin pretensiones de alta sapiencia, con muy apre-
ciables condiciones de claridad y galanura de expresión, asuntos filo-
sóficos, sociales, artísticos y literarios de indiscutible y permanente im-
portancia. Su distinguido autor conoce hasta en sus más leves y cu-
riosos detalles la marcha evolutiva del movimiento filosófico moderno...
Hombres e ideas de nuestro tiempo, con prólogo muy expresivo del
insig'ne E. Boutroux, es el más importante por los asuntos á que se
^^ontrae y por la serenidad y firmeza de los juicios... La inteligencia
de García CaFderón, amplia, serena, independiente, abierta á tocios los
vientos del espíritu, desprovista por completo de ataduras escolásticas
ó de dogmatismos sectaristas, se pasea, á guisa de viajero que sólo pre-
tende reflejar simple y sinceramente sus impresiones, por el vasto cam-
po de la filosofía moderna." Rodó, El Mirador de Próspero (1913,
pág. 324) : "García Calderón empieza manifestando cualidades del jui-
cio, ó más generalmente de la personalidfad, que suelen ser el premio
de largas batallas interiores, el resultado de una penosa disciplina del
espíritu. Este escritor nuevo, sin dejar de ser muy juvenil por su her-
moso y noble entusiasmo, nos da anticipados sabores de madurez. Su-
ple con su talento firme la obra del tiempo, sin las inferioridades que
éste suele traer como reverso de sus dones. Y además de la aptitud
cierta, manifiesta lo que es aún menos frecuente en tierras, como las
nuestras, inhospitalarias para las cosas desinteresada» del espíritu :
ese hondo arraigo del amor á las letras, por el cual puede afirmarse
que el entusiasmo que ha engendlrado estas primeras páginas no ser?
pasajera nube de la juventud. Yo veo en él una de las mejores es-
S. XX, 1904. RAMÓN PÉREZ DE AYALA 1 27
peranzas de la crítica americana. Es á la crítica adonde le destinan,
claramente, las disposiciones de su espíritu." Francisco García Calde-
rón: De Litteris (crítica), con prólogo de Rodó, Lima, 1904. Le Pérou
contemporain, París, 1907. Hombres é ideas de nuestro tiempo, prólogo
de Emile "Boutroux, Valencia, 1907. Les conrants philosopíiiqucs dans
i'Amcrique latine, París, 1908, Profesores de idealismo, ibid., 1910. Les
■démocraties latines de l'Amérique, pról. de Raymond Poincaré, París,
1912; trad. al inglés (1915) y alemán (1913). La Creación de un conti-
nente, París, 1914. Consúltense: F. García God'oy, Americanismo lite-
rario, Madrid, 1918. Alvaro Mellan Lafinur, Literatura contemporá- .
nea, 1918.
Fray Pedro Fabo: El doctor Navascués, novela de costumbres ca-
sanareñas, Bogotá, 1904; ]\Iadrid, 1917. Septenario de la Virgen de
.los Dolores, de Manare, ibid., 19 19. Discursos sobre la Virgen del Ro-
sario, Tunja, 1910. Discurso sobre Nuestra Señora del Sagrado Cora-
zón, Bogotá, 1910. Restauración de la Provincia de la Candelaria, Bo-
gotá, 191 1. Idiomas y Etnografía de la región oriental de Colombia,
Barcelona, 191 1. Novena al Patriarca de la Iglesia San Agustín, Ma-
-nizales, 1912. Ejercicio del beato Querubín de Aviliana, ibid., 1912.
Novela á la Virgen de la Consolación, ibid., 1912. Rufino José Cuervo
y la Lengua castellana, 3 vols., Bogotá, 1912. Historia de la Provincia
de la Candelaria, 2 vols., INIadrid, 1914. Corazón de oro, novela de cos-
tumbres americanas, Madrid, 1914. Los Aborrecidos ó en defensa de
la vida religiosa, Madrid, 1914. Liheraladas de una revolución. Pam-
plona, 1914. Ruiseñores, poesías, Barcelona, 1914. El Convento de San
Millón, Cádiz, 191 5. Los Agustinos recoletos y la Francesada, Grana-
da, 1915. Un Sabio del siglo xix, Madrid 1915. Novena á la Virgen
del Plu, Pamplona, 1916. Olor de santidad (datos para el tomo II de
la biografía del padre Ezequiel Moreno), Madrid, 1916; tomo II, 1917.
La Autora de la mística Ciudad de Dios, estudio crítico de la V. Ma-
dre de Agreda, Madrid, 1917. Historia de Marcilla, Madrid, 1918.
Historia general de la Orden de Agustinos Recoletos, t. V, Madrid,
1918. (Los cuatro tomos anteriores, que abarcan de 1588 á 1688, se
publicaron ha más de v.n siglo, el último en 1756.)
184. Alio i()04. Ramón Pérez de Ayala (n. 1880-), de
Oviedo, estudió con los jesuítas en Carrión, después Leyes en
la Universidad de Oviedo, cultivando á la par el trato y ma-
gisterio de Clarín; estuvo algún tiempo en Inglaterra y se de-
dicó en Madrid á escribir en revistas y periódicos, desde Helios
hasta El Imparcial y El Sol. Fundó con Enrique de ]\íesa la
casa editorial de la Biblioteca Corona. Bien enterado de las
literaturas modernas extranjeras y leído en nuestros clásicos,
•de quienes tomó riqueza y propiedad de lenguaje, es Pérez de
128 ÉPOCA REGIONAL Y MODERNISTA (1888-I907)
Ayala de temperamento sensiblemente artístico, que se dejó
arrastrar algo en sus primeros pasos por el modernismo, bien
que sin perder su natural y propio carácter, y después ha bri-
llado libre de ajenos influjos en sus novelas por la expresión
sincera de su exquisita sensibilidad poética, el fino humorismo
y la castiza elegancia de dicción. Crítico bien razonado y de
elevadas miras, va poco á poco logrando la serena imparciali-
dad y el tono frío y severo de los grandes maestros, á pesar de
su natural algún tanto jactancioso y apasionado, que á veces
se trasluce en artículos efímeros y de poco empeño. Poeta en
parte modernista, sobre todo por la afición al verso libre y por
alguna que otra rareza y afectación en su primer libro Paz del
sendero (1904) y por la oscuridad del simbolismo y misticismo
en el último, El sendero innumerable (1916), que tomó de la
estética de su amigo Valle Inclán; pero de temperamento ver-
daderamente poético, de sensibilidad exquisita y muy perso-
nal, que trasciende de sus versos con un cierto aroma de can-
dor y de frescura, entreverado graciosamente de sutil humo-
rismo á la inglesa, en parte filosófico y grave en el fondo ; pero
no menos castizo por lo jovial, juguetón y ligero en la forma.
Novelista de buena cepa castellana, serio en el intento, realista,
bien colorido y variadamente matizado en la manera, de es-
tilo galano, lenguaje rico y castizo, sobresaliendo por el humo-
rismo, que campea, más todavía en ellas que en sus poesías,
y sin el menor dejo de ese amargo descorazonamiento ó
de esa comezón por lo anormal, psiquiátrico y feo con que el
naturalismo y el pesimismo han mancillado las más de las no-
velas contemporáneas españolas. Hay sana robustez de ideas
y fresca naturaHdad de estilo y expresión, hay castizo y ele-
gante decir en cuantas obras ha escrito Pérez de Ayala. Sobre
todo sus últimas novelas cortas Prometeo, Luz de domingo.
La Caída de los limones (1916), son tres poemas en prosa, tres
dijes de sutil humorismo, de narración suelta y donairosa, de
elegantísimo lenguaje, en donde campean las grandes cualidades
del escritor como llegadas ya á perfecta madurez. Descuella Pé-
rez de Ayala entre los escritores contemporáneos, como ameno,
delicado, sensible y, sobre todo, humorista narrador.
KAMO.X PÉREZ DE AVALA
S. XX, 1904. ALVARO ARMANDO VASSEUR I 29
Ramón de Solano Polanco^ santanderino, abogado, pu-
blicó muchedumbre de cuentos y de poesías en revistas, sobre
todo en Los Contemporáneos, según la manera castiza en pen-
samientos, estilo y knguaje, de verdadera inspiración poética
é intachable hechura. Dos solas novelas ha publicado, premiadas
ambas y admirables : La Tonta (1994) y Amor de pobre (1907).
La segunda, sobre todo, es de las mejores que en castellano se
han escrito, por lo profundo del pensamiento, por lo bien trama-
da, por la pintura de caracteres y, sobre todo, por la intensa afec-
ción y el decisivo convencimiento, que lleva al alma, de la farsa
social. Verdadero Onijote en pequeño. Pintura real, viva y en
estilo y lenguaje llano, natural, sin la menor afectación. Mane-
ja diestramente el dificultosísimo y, al parecer, fápil romance.
Manuel Pérez Curis (n. 1884-), montevideano, librero y
laborioso publicista, fundador de La Aurora, Frou-Frou, Apolo
y El Sagitario; poeta muy sensible y exquisito de forma, autor
en prosa y verso, vigoroso, sueltO' y muy personal; maleado, des-
graciadamente, por un sectarismo furioso contra la religión y la
tradición española. De los Poemas de la carne dijo Vicente Gar-
cía Calderón que era poema "sanguíneo y retador". La Can-
ción de las crisálidas es sentimental y de égloga. Sincero y re-
cio escritor cuyos desaciertos, muy lamentabas, débense á prin-
cipios sectarios, profesados de buena fe.
Alvaro Armando Vasseur (n. 1878-), montevideano, por
seudónimo América Llanos, hijo de franceses, colaborador á los
veinte de su edad en el Mercurio de América (Buenos Aires),
cónsul en Bilbao, fué de los que con Darío y Lugones introdu-
jeron el simbolismo en aquella República. Escribió en El Tiempo
(1898) semblanzas de Roberto de las Carreras y de Daniel Mar-
tínez Vigil, respondiéndole agriamente el primero. Tradujo muy
bien á Walt Whitman, y en él se inspiró en sus últimas obras
épicas, no menos que en Verhaeren. Cuentista, novelador y poe-
ta, al principio superficial y ligero, modernista de educación, que
gustaba de versos ó muy largos ó muy cortos, ligeramente rít-
micos, lindantes con la prosa, con salidas de tono extravagan-
tes, inesperadas, y como románticas en pensamientos, palabras
y frases, en que el brillar desusado gana á la fuerza expresiva y
propia.
1 3o ÉPOCA REGIONAL Y MODERNISTA (1888-I907)
18 5. Memento autobiográfico, en A. Gonz. Blanco, Los Contem-
poráneos^ serie 1.°: "He nacido, si no me engañan, el año de 1881. De
donde se deduce que tengo veinticinco años, es decir, que estoy en
camino de perd^er la juventud, esc divino tesoro que ha llorado nues-
tro divino Maestro. Lo que no sabe usted, y es muy importante, es
que he perdido hace algún tiempo otro divino tesoro, que es la fe.
Pero en cuanto le diga que estudié seis años con jesuítas ((ios en Ca-
rrión de los Condes y cuatro en Gijón), se explicará usted fácilmente
esta segunda pérdida. He escrito algunas vagas ideologías en revistas
y periódicos, las cuales no gustaron cosa á mis enemigos (que tengo
algunos, aunque pocos, por mi desgracia), y muchísimo menos 4 mis
amigos. He publicado un librito de versos, titulado La- Paz del sen-
dero, que ha tenido el honor de que se propalara subrepticiamente que
estaba robado de Francis Jamnies. Quizá no escriba más versos, por-
que no los hallo suficientemente hermosos en ningún autor para apro-
piármelos. Tengo en preparación unas novelas, que acaso no publique
porque no merece la pena — fíjese que se lo digo en singular — . Soy
hombre que se acomoda bien con la vida, aunque se aburre en todas
partes. Ordinariamente estoy alegre por fuera. Las únicas grandes
tristezas que he experimentado en mi vida han sido con ocasión de la
muerte de mi madre, la de Clarín y la de Maoliyo, el Espartero.'' Fué
colaborador de La Lectura, Hojas Selectas (1903), Alma Española
(1903), Helios (1903), Blanco y Negro (1903)) ABC (1903), El Im-
parcial, España, etc. Conocíle yo á Ramonín en Carrión, viví una tem-
porada en su casa de Oviedo, donde estuve dos años recién salido de
la Compañía, y sigo en estrecha relación con él en Madrid. El cariño
como de padre que le tengo no me ciega al juzgarle, y así diré lo
mismo sus vicios como sus virtudes. Aquel niño, escuchimizado de cuer-
po y amarillo d'e rostro, estudiaba siempre, deseando ser el primero de
su clase, como de hecho lo era. Había dentro de aquel corpezuelo una
ambición grande de sobresalir, que se le leía en los ojos vivos y cen-
telleantes. A poco se desenvolvieron sus aficiones artísticas; en Ovie-
do pintaba; me hablaba admirado de una puesta de sol, del verde de
las praderas, de la vaca que pastaba filosóficamente ; tocábamos el pia-
no y gozaba él comprendiendo á Chopín, Mozart y Beethoven. Por
entonces andaba enfrascado en la literatura francesa y recitaba los
'últimos versos de Rubén con fruición admirativa. El me llevó á casa
de Clarín, cuyo humorismo educó el suyo nativo y que luego acabó de
perfeccionar en Inglaterra, donde aprendió á maravilla el inglés, y
su literatura ha sido desde entonces la que más ha gustado. Una te-
rrible desgracia tronchó en flor muchas esperanzas, haciéndole volver
precipitadamente á España. Su padre, honradísimo castellano, no supo
sobrellevar un percance comercial de la casa, una de las más nombra-
das de Oviedo, en el cual no tuvo la menor culpa, y se suicidó. Ra-
món quedó á merced de los recursos de su propio ingenio, él, que es-
taba hecho á vivir á lo grande. Sus luchas en Madrid por la vida le
Uan impedido trabajar en la literatura como él hubiera deseado; pero
S. XX, 1904. RAMÓxN PÉREZ DE AVALA l3l
ni la abandonó ni hubiera servido para cosas más prosaicas. Casó con
una gentil doncella norteamericana, á quien conoció en un viaje á
Italia en Florencia, idilio que él cuenta en La Pata de la raposa. Ra-
món es de un temperamento artístico exquisito y sensible; tiene las
grandes ambiciones del artista y es un lector infatigable. Conoce muy
á fondo las literaturas francesa, italiana, española y, sobre todo, la
inglesa. De todas ellas ha tomado notables elementos artísticos: de la
francesa, la sensibilidad modernista, juntamente con la demasiada li-
bertad métrica; de la italiana, la elegancia florentina del Renacimien-
to; de la inglesa, el humorismo y la seriedad de fondo que hay en
cuanto escribe; de la castellana, la riqueza y galanura cíel decir y el
aire picaresco y zumbón que hace que si su humorismo tiene mucho
de inglés, no tenga menos de castellano. Su defecto capital es cierta
jactancia, nacida óe sus altas aspiraciones y juveniles fervores, y el
consiguiente menosprecio de lo que otros escriben, si íio es muy bue-
no. Hasta conmigo se sobrepasó á veces en discusiones estéticas ó de
otro jaez, creyéndose más enterado que yo. Esta especie de soberbia
se debe, en parte, al espíritu pedante de la generación del 98, áe aque-
llos jóvenes que creían no había habido nada bueno en España hasta
que ellos nacieron. Es, además, descreído, abandonó y despreció la Fe
que le enseñaron sus padres y maestros, por un acto de rebeldía in-
consciente, arrastrado d'e lecturas frivolas en edad en que sólo hala-
gan ideas de soltura y libertad mal entendida. De estos dos vicios, so-
berbia desmedida y falta de respeto á la Religión, el tiempo y los des-
engaños se cuidarán acaso de curarle. En sus críticas se mete á in-
ventar originales filosofías estéticas, en las que á veces acierta y des-
barra á veces; pero, sobre todo, suele mostrarse apasionado y ligero
en demasía. Es lo más flaco de su labor literaria. La Faz del sendero
fué la primera obra de Pérez de Avala y la primera en verso. Yo creo
que debiera haber seguido por ese sendero, pues para mí es más poeta
que novelista. Retraído en una casa de campo en Asturias, llena la ca-
beza de lecturas modernistas francesas, quiso hacer poesías modela-
das en este extraño troquel de versificación poco rítmica y que re-
meda artificiosamente los desmaños de nuestros versificadores medie-
vales, sobre todo de Berceo. Torneemos, como lo escogió el poeta, el
artificioso troquel : en él vació el poeta verdadera poesía, poesía sin-
cera, que hace hablar á las cosas, al campo, á los animales, á las vie-
jas casas, á los muebles viejos, poniendo en las cosas las delicadezas
de sentimiento que el recuerdo de tiempos mejores, de doctrinas y
filosofías, de afectos antiguos, trae al alma del poeta. Es tanta su
sinceridad afectiva, que parece sencillez berceana lo que, cuanto á
la forma, es sólo imitación erudita:
"Con sayal de amarguras, de la vida romero,
Topé tras luenga andanza con la paz del sendero.
• Fenecía del día el resplandor postrero. ,
En la cima de un álamo sollozaba un jilguero.**
l32 ÉPOCA REGIONAL Y MODERNISTA (iSSS-IQO/)
El pareado suena á sencillez; pero es monótono, tanto que en Es-
paña sólo se usa en aleluyas, poesía de niños y de burlas. Berceo y los
demás de antaño tomaron el alejandrino con su machaqueo del pa-
reado de los franceses; los metros españoles prefieren la rima alter-
nada. Va en la diferencia musical cíe los idiomas: el castellano es de-
masiado musical para que nos venga á martillar el oído el enfadoso
pareado, que al poco musical francés le viene de perlas. Luego las
disonancias buscadas á drede por los modernistas, á imitación de los
franceses, en cuya lengua se dan como nacidas, pueden pasar en los
viejos y poco duchos versificadores ; en los modernos saben á chochez
de viejos que vuelven á ser niños. Véase esta estrofa, donde la deli-
cadleza del sentir y la hondura del pensar corren parejas con la ñoñez
del cojitranquear de los versos:
"Aún albea su estela, y es un resplandor vago,
lechoso: diríase el camino de Santiago.
Bajo la luna en las praderas sin reproche
las vacas graves son los genios de la noche.''
Lo de "sin reproche" será una salida muy mo<íernista, que llama la
atención; pero prosaica, compensada, á Dios gracias, por el verso final,
que con su olor á panteísmo indiano, vale cualquier cosa. Poesía ver-
daderísima se halla por dondequiera que el libro se abra:
"La parra es una de esas pobres parras ancianas
Que pueden verse en todas las casas aldeanas ;
Son seniles, caducas, y su tronco rugoso
Parece retorcerse con esfuerzo penoso
Para tomar el sol; se acurrucan temblonas
Bajo el alero de las casas infanzonas.
Son viejas frioleras, tiritan ateridas.
Si los lobos del viento salen de sus guaridas."
Por más que digan, eso de poner el acento en la preposición ^e :
"Bajo el alero dé | las casas infanzonas", echa á perder el verso,
porque va contra el idioma, en el cual el acento de las casas está en la
sílaba cá; lo demás es desquiciarlo, y todo desquiciamiento es feo, más
que piensen ó digan los modernistas. Con versos del todo españoles y
sin esas extravagancias modernistas hubiera hecho Pérez de Ayala poe-
sías maravillosas, porque su sensibilidad poética es grande y tan gran-
de la generosidad con que sabe comunicarla á los demás:
"Y así mis versos, vasos pulidos, muy bellos,
ó cántaras de barro, yo me derramo cu ellos.''
La hermosura del segundo verso nos hace olvidar el desgarbo del
primero. En £Z Sendero innumerable falta la ingenuidad de niño, la
frescura de sentimiento y el realismo de cosas vistas y sentidas, que
S. XX, 1904. RAMÓN PÉREZ DE AYALA I 33
inspiraron La Paz del sendero. En cambio, hay en la nueva obra más
simbolismo, más idealismo, algo de trascendente, propio de quien es
más filósofo que poeta. En su primera obra fué poeta, con la más
honda filosofía que en la poesía se encierra ; en la segunda ha sido
filósofo poético ó poeta filósofo : ha querido sacar aquella filosofía en-
cerrada en la poesía, discutirla más, ponerla en primera línea, y así la
filosofía sobrepuja á la poesía. Lo cual sucede siempre que el arte deja
el realismo para hacerse trascendental, idleológico, simbólico. Rubén
Darío (1913) : "Don R. P. de Ayala es un poeta asturiano, pero que
es castellano, pero que es cosmopolita, joven, luego rico en primavera,
luego sonriente, luego ágil de pensamiento, luego amador de la liber-
tad, luego soñador. Don Ramón Pérez de Ayala tiene un nombre que
trasciende á líricas vejeces, á pergaminos venerandos, á flores secas
halladas en un breviario de arcipreste enamoradlo de las musas. Don
Ramón Pérez de Ayala es un poeta absolutamente del siglo xx, con
igual educación estética que nuestros mejores poetas hispanoamerica-
nos actuales, y con una hermosa independencia de espíritu que le hace
decir lo que quiere, cantar de la manera más sencillamente posible.
Mas hay que ad'vertir que la sencillez es en este caso lo más dificul-
toso. Ahora todos queremos ser sencillos... Todos nos comemos nues-
tro cordero al asador después que lo hemos tenido encintado en el
harnean de Versalles. El señor Pérez de Ayala se expresa, a veces,
con reminiscencias clásicas, arando en el antiguo y fecundo campo con
los apacibles bueyes de Berceo y dfe Juan Ruiz; y su arado, de mo-
dernísima fábrica, hiere la tierra con igual virtud que los venerables y
rudos hierros viejos. He leído La Paz del sendero, manifestación primi-
genia de esta fragante alma. Tiene el autor demasiado talento para que
sonriamos ante la premura de un dolor fatal, apenas entrevisto. Desde
esos primaverales años clama una voz de hondo y meditabundo poeta,
animado por el infuso saber, amargo don del destino. Es una prima-
vera sentimental color de otoño. Hay después sensaciones rurales y
familiares que tan solamente pueden compararse á las de Francis
Jammes. Son cíe una modernidad intensa, y en su manera clara y en
su ingenuidad desnuda hay mucho de lo que complica en nuestro es-
píritu el acendrado cultivo mental. \ Cuan extraordinario es encontrar
en las almas nuevas de todos los puntos del mundo la alegría ! Pérez
éo. Ayala no es una excepción. He de señalar, sobre todo, una cosa :
Pérez de Ayala, de abolengo literario que obliga, es, en la generación
á que pertenece, de los poetas que piensan." R. Pérez de Ayala : La
Paz del sendero, poemas, 1904. Tinieblas en las cumbres, nov. 1907.
A. M. D. G., nov., 1910. La Pata de la raposa, nov., 1912, 1917. Tro-
teras y danzaderas, nov., 1913. La Paz del sendero y El Sendero in-
numerable, poema sobre el mar, 191Ó. Prometeo, Luz de domingo, La
Caída de los limones, novelas cortas, 1916. Las Máscaras, crítica tea-
tral, 1917. Hernán encadenado, notas de un viaje á los frentes del
Isonzo, La Carnia y El Trentino, 1917. Política y toros, 1918. Las
1 54 ÉPOCA REGIONAL Y MODERNISTA (1888-I907)
Máscaras, t. II, 1919. Consúltese Andr, González Blanco, Los Con-
temporáneos, I.* serie. Paris.
Solano y Polanco: La Tonta^ novela, Madrid, 1904, 1917. Amor de
pobre, id., 1906. Las Domadoras, comedia, 1910. VíarCrucis, en verso,
y otras poesías en periódicos. Romancero de Cervantes, premiadb, 19 16.
Es Pérez Curis im temperamento fuertemente artístico, un gran
talento y un incansable trabajador. Tres cualidades que hubieran he-
cho de él un enorme literato y un artista notable. Pero es el tipo del
americano que, por inquina á la tradición española y á la Religión, se
entrega en cuerpo y alma ai espíritu literario francés, queriendo ha-
cer literatura castellana. Es discípulo de Vargas Vila, como él ateo y
tal se proclama, sin venir á cuento, en El Marqués de Santillana, cíon-
de, cegado de su inquina á lo español y católico, da palos de ciego á
Menéndez y Pelayo, Amador de los Ríos, Cejador, etc., é interpreta
por manera extravasante el carácter del Marqués. Es obra escrita en
buen castellano y tiene observaciones minuciosas, mayormente sobre
técnica métrica, asunto en el cual es verdadtera autoridad. Tiene Pérez
Curis fama de poeta muy decadente y afrancesado, que cree aristo-
cratizarse huyendo de las voces castizas y familiares, de los metros
castellanos tradicionales, de la claridad, naturalidad y sencillez y
busca lo afectado, lo precioso, lo extraño, lo francés, lo del hastío y
malhumor de que hacen gala las musas de Francia. Sobre El Marqués
de Santillana véase el juicio crítico de J. Juderías en La Lectura, 1917,
405-410, que contrasta con el de R. Menéndez Pidal, en la siguiente
carta á Pérez Curis (2 abr. 1917), por éste publicadfa: "Muy distin-
guido señor mío : Perdone usted no le haya agradecido antes el envío
de su excelente obra acerca del Marqués de Santillana. La falta de
tiempo me pone en el trágico dilema de escoger entre proseguir mis
largos trabajos ó cimiplir con mi correspondiencia, y ésta casi siempre
es la preterida. Sólo ahora, en estas vacaciones de Semana Santa,
hallo alfifo de tiempo para despacharla. Eso, claro es, que no quita que
haya leído con mucho gusto y provecho su libro en cuanto lo recibí,
saboreando en él el buen gusto constante y la erudición guiadora. Muy
bien venido es su trabajo, enderezador cíe los tuertos de varios que se
llaman críticos. Largamente hablé de usted con Enrique de Mesa en uno
de nuestros frecuentes paseos por la Sierra de las Serranillas. Le da
enhorabuena muj^ cordial y se ofrece de usted atento servidor y amigo."
Francisco Contreras, Mercure de France, núm. 481, año 1918:
"M. Pérez y Curis, uruguayo, es un letrado inquieto y vehemente, de
una fogosidad que llega algunas veces á la improvisación, y de un ar-
dor que confina á menudo con la violencia. Se ha manifestado como
poeta vibrante y flúicío, aunque, por momentos, poco intenso y des-
colorido; y como comentador cíe la producción literaria, entusiasta y
bien intencionado, aunque frecuentemente apasionado y poco justo.
Enemigo del clasicismo, ha dicho que "el culto de la tradición" es
"absurdo", y que, por consiguiente, "no debe aconsejarse á nuestros
"jóvenes que necesitan un campo ilimitado donde desarrollar sus facul-
S. XX, 1904. MANUEL PÉREZ CURIS 135
"tades"; mientras que, adversario de toda crítica severa, ha escrito
que nadie tiene el derecho de censurar, porque eso significa "matar en
"flor las nobilísimas aspiraciones de la juventud que sueña". Muy
laborioso, ha sostenido cíurante varios años una revista pequeña, pero
selecta, Apolo, publicación de vanguardia, que defendía la noble causa
de la libertad del arte y del pensamiento. A la vez ha publicado algu-
nas colecciones de poemas, La Canción de las crisálidas, El Poema de
la carne, Heliotropos, Alma de idilio, expansiones líricas fáciles, ar-
moniosas, de su alma tierna y violenta, ó, como él diría, de su "corazón
"de pájaro zahareño". Ha formadlo una colección de impresiones crí-
ticas, Por jardines ajenos, fulminantes diatribas contra los que él llam.a
"los neocríticos" de su país, y loas entusiastas de ciertos nuevos es-
critores sudamericanos ó españoles de méritos relativos y muy di-
ferentes. Pero he aquí que este escritor revolucionario y apasionado
acaba de publicar un libro sobre una de las más altas figuras de la
vieja literatura castellana, trabajo sólido, concienzudo, que le ha colo-
cado de golpe en la primera fila de nuestros verdaderos críticos nuevos.
Esto no nos ha sorprendido, porque si este escritor "d'e real talento ha
incurrido en excesos, fué por horror de todo lo que significa traba y por
fervor hacia todo lo que es estimulante para los esfuerzos sinceros
de los jóvenes. Su nuevo libro. El Marqués de Santillana, Iñigo López
de Mendosa, es un estudio profundizado y completo, en el cual nos
presenta al gran poeta castellano del siglo xv como hombre en su vida
individual (biografía), en sus relaciones con la sociedad (medio y épo-
ca), y como escritor bajo su triple aspecto de creador (poeta original),
de renovador (ad'aptante de nuevas formas en la poesía castellana) y
de reproductor (imitador del alegorismo italiano). Y todo esto con un
método riguroso, extendido á los más sutiles aspectos, v una minucio-
sidad escrupulosa, llevada á los detalles más mínimos. Pero él va más
lejos aún. Al mismo tiempo que juzga por su propia cuenta, comenta
los juicios de todos los críticos que escribieron sobre su autor: A. de
los Ríos, B. Sanvisenti, Menéndez y Pelayo, J. Cejador, Fitzmaurice
Kelly, Ticknor, etc. De manera que su obra es, además de un acabado
estudio sobre el ilustre autor de las Serranillas, un comentario com-
pleto de su vasta bibliografía ; lo que la hace preciosa para quien hoy
desee ocuparse de aquella persona. Por desgracia, su temperamento
apasionado hace incurrir á las veces á M. Pérez y Curis, no diremos
en errores, en exageraciones de juicio que perjudican sus conclusiones
generales. Así se esfuerza en diemostrarnos que López de Mendoza
introdujo el endecasílabo en nuestra literatura y que fué hábil, si no
extraordinario, sonetista. Es verdad que fué el primero en hacer en
castellano ese verso; pero si el título de iniciador debe darse á aquel'
que ha sabido adaptar y generalizar una forma nueva, él corresponda
á Boscán. Es igualmente exacto que dejó algunos bellos sonetos; pero
hizo más desmañados, introduciendo, además de versos imperfectos,
endecasílabos llamados provcnzales, juzgados, con razón ó sin ella,
impropios y dactilicos, que el mismo Pérez y Curis considera como ta-
1 36 ÉPOCA REGIONAL Y MODERNISTA (1888-I907)
les, Ó rimando separadamente dos versos del segundo cuarteto según
el esquema ABBA-ACCA, que ciertamente no constituye una inno-
vación sino un relajamiento. Asimismo M. Pérez y Curis emplea en
el comentario de los críticos de su autor un tono violento, mordaz ó,
por lo menos, incivil, inconveniente en un trabajo que, como es natu-
ral, debiera ser sereno. Además, hace ostentación, entre otras ideas
extremas, de un antipatriotismo que lo induce en error." Man. Pérez
Curis : La Canción de las crisálidas. El Poema de la carne, Monte-
video, 1905. Heliotropos, poesías, ibid., 1906. Rosa Ígnea, cuentos, ibid,
1906. Alma de idilio y Rimas sentimentales, ibid., 1909. Por jardines
ajenos {Letras hispanoamericanas), -Barcelona, 191 1. El Poema de los
besos, París, 1912. Páginas de estética: I, Arquitectura del verso, Pa-
rís, 1913. El Gesto contemplativo, poesías, París, 1914. Etica del Pan-
fletismo, 1914. El Marques de Santillana, estudio crítico, 1916. La Epo-
peya de la vida (en prensa).
Véase esta composición de Armando Vasseur : "Si | dentro de Ti |
irradia algún sol | de CoU | y Vehí | no admitas la col | ni | la i ! | — Y |:
si I alguien protesta? | — Le riegas la cresta. | — Con? | — Perdón. — ¡
Pi, I Pü..." Por supuesto, que para que versos haya debiera escribii-
se: "Si dentro de Ti | irradia algún sol de Coll y Vehí, | no admitas
la col ni la i ! | Y si alguien protesta? | — Le riegas la cresta. | — Con?
— Perdón. — Pi, Pi!" Léanse en El Vino de la sombra (!) las páginas
37-38, 135-147, etc. "Evocar" dicen los modernistas. ¿ Qué evoca este
verso? : "Imagen peregrina, digna de un nuevo cul !" Raúl Montero Bus-
tamante, El Parnaso Oriental, 1905 : "Su inspiración dual ha cantado
con igual originalidad las mórbidas sutilezas de su refinada psicología
ó los tonos objetivos, amplios y universales. Su musa sentimental co-
noce el secreto de exteriorizar con arte las vagas sensaciones de las
almas inquietas. Empezó su carrera literaria en la Prensa argentina.
Sus versos se hallan dispersos en diarios y revistas del Continente. Es
un escritor de estilo, que también se ha preocupado de los grandes
problemas sociales." Arm. Vasseur: Cantos augúrales, Montevideo,
1904. Cantos del Nuevo Mundo, ibid., 1907; Valencia, 1912. A flor de
alma, 1908. El Memorial, prosas rítmicas, Madrid, 1908. Cantos del
Otro y Yo, 1909. El Libro de las Horas, cuentos. Nuestra Señora de
la Tentación, nov. Atlántida, poema. El Vino de la sombra, Madrid,
1918. Prosas, de Soren Kierkegaard, trad., Madrid, 1918. Fantasmas
de la China y del Japón, de Lafcadiio Hearn, trad., 1918. Estudios de
liter. ingl. é ital., de Federico Olivero, trad., 1918. Gloria, aventuras
peregrinas, Madrid, i9if. De profundis. El Alma del hombre, Máximas,
Madrid, 1919.
186. Año 1P04. Pedro Mata y Domínguez (n. 1875-),
madrileño, nieto del* doctor Pedro Mata, fué redactor de El Es-
pañol (1901), Agencia Fabra (1902), El Nacional (1903); es-
cribió novelas y estrenó algunas piezas dramáticas. Culto escri-
S. XX, 1904. PEDRO MATA Y DOMÍNGUEZ 1 3/
tor, que conoce bien las tierras, costumbres y habla popular,
como agudo observador; sabe mover los afectos y maneja el
idioma con corrección, facilidad y elegancia, sin efectismos ni
melindres. Es de la sana escuela de Palacio Valdés, á quien
más se parece, sin llegarle en el nei'vio y color de caracteres y
situaciones; pero es joven todavía y puede hacer mucho por ir
muy bien encaminado. La Goya es bonito drama, de realidad y
sentido.
Ramón Gómez de la Serna^ espíritu inquieto, curioso y
siempre á caza de novedades y maneras artísticas desusadas y
raras, muy amigo de Silverio Lanza, cuyas obras editó y estu-
dió con honda penetración ; fué el último modernista dirigiendo
Prometeo, cuando todos habían ya abandonado sus teres de
marfil. Hoy es excelente escritor, suelto, humorístico, que des-
cribe aspectos madrileños con novedad y gracia original. Di-
ríase poseer un microscopio particular para agrandar, dar re-
lieve y llamar la atención sobre las menudencias en que los de-
más no reparan, hacer sutiles observaciones sobre ellas y edi-
ficar una filosofía amena é instructiva sobre nonadas. Colabora
con Variaciones ú obserA- aciones candorosas acerca de Madrid
al día en La Tribuna, desde 1919.
Isaac Muñoz Llórente (n. 1885-), malagueño, estudió en
el vSacro-Monte y en la Universidad Central Filosofía y Letras,
después en la Escuela Superior de Argel y en la Universidad
del Cairo ; archivero, redactor del Heraldo de Madrid, donde es-
cribió crónicas sobre Marruecos. Tiene exaltación lírica, en
prosa, del alma castellana, es adorador de la imagen, oriental por
educación y enamorado de todo lo semítico, de estilo pintado
de arabescos y fuerte colorido.
18 7, Ramón María Tenreiro, La Lectura, 1913 (nov.) : "Pedro
!M.'\ta es uno de los escritores mozos que con mayor garbo rasguean
hoy con la pluma por los ámbitos de la prosa castellana; sabe, además,
traducir en sus diálogos, con muy viva justeza, los giros y maneras
del habla popular de los Madriles y conoce á maravilla la vida y cos-
tumbres d!e ciertas alimañas de la baja fauna social cortesana. Con es-
tos elementos, en Cuesta ahajo, y más aún en La Catorce (su mejor
obra en cuanto yo conozco), ha acertado á componer un relato palpi-
tante de realidad, d'enso de ambiente, hasta el punto de que muy pocos
de los escritos novelescos publicados recientemente merecen compa-
1 38 ÉPOCA REGIONAL Y MODERNISTA (1888-IQO7)
rársele: á las mejores narraciones chulas de Pedro de Rtpide habría-
mos de ascender para encontrarle pareja. Semejantes condiciones ha-
cen que Pedro Mata sea hoy el más fiel discípulo (salvo en fecundi-
dad) de la escuela artística de don Benito Pérez Galdós, tal como se
manifestó en Tormento, Fortunata y Jacinta y otras Novelas españo-
las contemporáneas de la época puramente realista del venerado maes-
tro." "Mi ideal (dice en carta al autor) es de una simplicidad primitiva.
Creo en la juventud, en el amor, en el bien y, sobre todo, en la alegría
de vivir. Creo en la justicia inmanente é inexorable de la vida. Creo
que toda la filosofía de la humanidad se puede compendiar en dos as-
piraciones: perfeccionar la moral y mejorar el bien vivir: hacernos
más felices y más buenos. Este es mi ideal artístico como "finalidad".
Como procedimiento, también es muy sencillo : interés, ingenuidad, sin-
ceridad, emoción... Nada más." P. Mata: Ganarás el pan, nov. premia-
da, Barcelona, 1904, 1919. La Catorce, Madrid, 1913. Corazones sin rum-
bo, nov., 1916. Un grito en la noche, nov., 1918. Cigarrillos del Duque,
nov., 1918. Para ella y para ellas, versos, 1919. Novelas cortas : Ni amor
ni arte, 1907. Cuesta abajo, 1908. La Celada de Alonso Quijano, 1909. El
Misterio de los ojos claros, 1912. Los Cigarrillos del Duque, 1913. Tea-
tro: El Deber, com. (con Ricardo J. Catarineu), 1906. La Otra, comedia,
(con id.), 1907. En la boca del lobo, dr., 1909. La Coya, dr., 1910. La
Sombra, dr. (con Catarineu), 191 1. Uno menos, dr., 1912. El Torren-
te, com., 1913.
Gómez de la Serna, en carta al autor: "No me acuercío cuándo
nací, ni lo he podido encontrar. Ideal artístico, ninguno. (Ninguno, por
no incurrir en uno.) Quizás nace todas las mañanas y muere todas las
noches. Un respeto que me enmudece he recogido en mí ante este ideal
tan repentino y tan mortal, no consintiendo en perpetuar el cíe hoy so-
bre el de ayer ó el de mañana." Cansinos Assens, Las Esciiel. liter.,
1916, pág. 292: "Después de 1900 no hay otra verdadera noved'ad li-
teraria sino la aparición de este joven. Con Ramón Gómez de la Serna
vuelve á encenderse una nueva antorcha de entusiasmo puro y á mani-
festarse una nueva voluntad de arte. Ramón Gómez de la Serna es
el continuador auténtico de las intenciones modlernistas, el joven en
quien esas intenciones ya cansadas vuelven á hacerse prolíficas con
nuevo y acrecido vigfor y en cuya obra, de entrelazadas y audaces lí-
neas, se entrevén nuevas buenas venturas artísticas. Con Ramón Gó-
mez de la Serna se anuncian las nuevas promesas y presagios. El sen-
tidío estético en que se aquietan los primeros furores de los noveten-
tistas se enriquece en la obra de este escritor con nuevas voluntades.
El nos anuncia las últimas veleidades literarias, el nuevo anhelo
de los futuristas de Marinetti. Su obra literaria se corresponde con las
nuevas tendencias pictóricas de cubistas é integrales. Es algo que su-
pera ya nuestra más alta ambición estética, y hasta podría decirse nues-
tra más amplia facultad de comprender. Es ima obra verd*aderamente
pánica, de cuyo afán de representación nada queda excluido y en que
ningún aspecto de las cosas es olvidado por el artista. Gómez de la.
S. XX, 1904. RAMÓN GÓMEZ DE LA SERNA I Sg
Serna tiene la miracía de los cubistas frente al modelo. Aspira á in-
terpretar el dinamismo de la vida y á reflejar la vida como un torbelli-
no de átomos materiales ó sentimentales. Su mundo de la representa-
ción es asi un mundo abigarrado é inquieto, en el que todas las cosas
se manifiestan casi simultáneas, casi como se ofrecerían á la vista de
los nautas aéreos. Su obra es como una ciudad en la que todas las ave-
nidas pudiesen verse con una sola mirada y el transeúnte no tuviese
nunca delante un muro aislador. La visión parcial, embellecida por la
intención y expresada en formas extáticas de perfección absoluta ; la
visión parcial que creó los géneros literarios y las especies zoológicas,
es sustituida aquí por una visión total en que los fenómenos efímeros
no son retenidos por una predilección que los elige para dar su peren-
ne sentido al momento, sino fijados un instante para lanzarlos de nue-
vo, con su interpretación literaria — tal las moscas que los niños cazan
y sueltan luego con una banderita de papel — al torbellino de la vidla,
que nunca descansa, según la representación epicúrea. Alcánzase así
una literatura que tiene la simultaneidad de la cinta cinematográfica.
Pero las palabras no pued^en proyectarse al mismo tiempo, como las
imágenes, sino que se coordinan sucesivamente, en teorías que han de
guardar el sosiego obligado dfe los cortejos. No pueden mostrársenos
al mismo tiempo como se muestran las figuras de una danza. Nuestra
atención es serial, y no simultánea. Así, esa variedad de aspectos é
instantes que se nos manifiestan al mismo tiempo, como granados en
enormes racimos, y no sucesivamente, fatigan y desorientan nuestra
atención, y la obtención de la síntesis se malogra y frustra en tan pro-
fusa variedad efe detalles. Gómez de la Serna ha llevado hasta su ultimo-
límite el gusto del análisis, que se manifestó en la generación del 900,
como consecuencia del espíritu escéptico de los escritores del 98. Su
estilo, cortado por tantos incisos, cortado por tantas intenciones sinuo-
sas, prolongacío en tantas direcciones opuestas, que recuerda los planos
de las modernas ciudades, cansa las atenciones más ágiles y se hace
fatigoso y árido. Habría que verlo también desde un aeroplano. Su obra
supera, por esto mismo, en muchos momentos, los límites de una obra
estética, para confundirse en una rara nebulosa de intenciones. Es
como un árido cúmulo de mazorcas que será preciso tuncíir y desgra-
nar, antes de gustarlas. Algo de esto ya lo ha hecho el autor mismo,
creando esas greguerías, en que las estrellas de su nebulosa brillan ais-
ladas, claras y distintas, como las primeras estrellas vespertinas. Coin-
cidencia notable que este estilo profuso y difuso, que por el ansia del
análisis, y quizá, mejor dicho, por un anhelo extraviado de una ab-
soluta síntesis, se fructifica en largas y entralazadas marañas verbales,
sea la última forma literaria la que deba corresponder, como expre-
sión representativa, al vértigo con que en nustros días se ama y se
vive y se muere, y la que haya, de ofrecer sus líneas estéticas á ese
anhelo de brevedad en todo, que ya en 1900, con Manolo Machado. rr<ó
entre nosotros el impresionismo literario, cuya aspiración era descri-
bir las cosas con palabras efímeras y breves como gestos." Azorín,
140 ÉPOCA REGIONAL Y MODERNISTA (1888-1907)
A B C, ag. 1917: "Ramón Gómez de la Serna pudiera titularse psicó-
logo de las cosas. Una greguería abarca una página, media página,
ocho líneas, dos líneas. La base de la greguería es la observación es-
crupulosa, fina, delicada, de la realidatí. Enamorado Gómez de la Ser-
na de los escritores raros (como Silverio Lanza, Santos Alvarez, Ros
de Olano, etc.), se a])arta (íe sus procedimientos en este rasgo funda-
crupulosa, fina, delicada, de la realidad. Enamorado Gómez de la Ser-
na quiere hacer algo distinto de los géneros literarios creados; pero
si ellos principian por deformar la realidad, Gómez de la Serna se
apoya precisamente en la observación escrupulosa de las cosas y dte
la vida. Todas las cosas imaginal)lcs, en efecto, todos los tipos, todos
los aspectos del vivir diario pasan por la pluma de nuestro autor; y
sobre los detalles exactos, fidelísimos, de ese panorama del mundfo, Gó-
mez de la Serna, interpretándolos, haciéndonos ver su espíritu, fabri-
ca su original y sutil greguería." R. Gómez de la Serna: Entrando en
fuego, santas inquietudes de un colegial, Mad'rid, 1904. Morbideces,
vivisección espiritual, 1907. El Concepto de la nueva literatura, confe-
rencia, 1909. La Utopía, dr., 1909. Cuento de Calleja, dr., 1909. El Co-
frccifo encantado, 1900. El Drama del palacio deshabitado, 1909. Mis
siete palabras, 1910. El Laberinto, 1910. La Bailarina, pantomima. 191 t.
El Libro mudo, 191 1. El Teatro en soledad, dr., 1912. El Lunático, dr.,
1912. El Ruso, 1913. Ruskin el apasionado, 1913. Tapices. 1913. El Doc-
tor Inverosímil. 1914. El Rastro^ 191 5- Primera proclama de Pombo,
1915. Segunda proclama de Pombo, 1916. La Viuda blanca y negra,
1917. Greguerías, 1917. Senos, 1917. Pombo, 1917. El Circo, 1917. Sil-
veris Lanza, Páginas escogidas é inéditas, 1918. Muestrario, 1918. Nue-
vas historias extraordinarias, de Edgar Poe, trad., 1918. El Crimen de
lord Arturo Saville, Anécdotas de (Osear) Wilde, 1919. Consúltese
A. Reyes, R. G. de la Serna, 1918 (en Hispania).
Cansinos Assens, Las Escnel. liter., 1916, pág. 156: "Lsaac Muñoz
fué entre nosotros, desde el primer instante, el príncipe oriental, so-
ñador y fastuoso... Pero este príncipe oriental, que venía cíel Oriente
y traía la nostalgia de su luz, de sus fragancias y de sus veladas be-
llezas, había pasado antes por Grecia divina y por Roma heroica. Ha-
bíase iniciado en los ritos bellos y crueles que comparten el Oriente
semita y el Oriente ario y habíase adoctrinado en las escuelas de Pla-
tón. Y bajo el arco del Triunfo romano había hablad'o largamente con
D'Annunzio. Su mentalidad era la de un ario..., se adhiere desde lue-
go á la legión de los preciosistas, que acaudilla don Ramón cíel Valle-
Tncllán, y toma de ellos su amor á la palabra bella, á los sabios en-
garces de gemas..., el gusto por las decoraciones antiguas, por los
neologismos, por la Edad Media enorme y delicada, y también acaso
algo de la aridez y sequedad de sus damasquinados verbales. Así en
Alma infanzona y en Morena trágica, obras acerbas, llenas d'e diabo-
lismo, de altivez y de noble aire antiguo. Y al Biismo tiempo rinde su
tributo circunstancial al erotismo de los Zamacois y los Trigo, á la
voluptuosidad moderna... Suntuosidad y erotismo son las virtudes pre-
S. XX, 1904. RAFAEL PAMPLONA Y ESCUDERO I4Í
dominantes de este escritor, que en cada uno de sus libros supera los más
tendidos y fructuosos esfuerzos de los preciosistas... Pocos escritores
modernos tan ricos de imágenes, de metáforas, de toda clase de sun-
tuosas figuras retóricas... Sus bengalas, sus gemas, sus fuegos no se
agotan nunca... Por esta condición es, efectivamente, un oriental. Pero-
este oriental posee también la nobleza d'e la línea, la mesura lati»a, y
es un latino, en suma. La inquietud d'annunziana, el rinnovarsi o mo-
riré, la teoría de la superación, aprendida por D'Annunzio de Nietz-
sche y tracíucida en versos claros, es la inquietud que alienta estas obras
de decorado oriental y semita, en esta literatura que recuercki la de
los gnósticos... En libros como La Fiesta de la sangre canta el placer
y la belleza de la crueldad, y en cuyos libros amatorios, como Lejana
y perdida, se exalta el amor en sus formas más desgarradoras y tor-
turantes... Ese anhelo de tragedia por la belleza de las víctimas inmo-
ladas no puede ser nunca oriental, aunque se le exprese con versículos
coránicos... Libro de las victorias, evangelio de energías occidentales y
modernas, no obstante su lema coránico y su consagración á la fatali-
dad islámica." Isaac Muñoz : Vida, nov., 1904. Voluptuosidad, nov.,
1905. Libro de las victorias, diálogo sobre las cosas y sobre el más allá-
de las cosas, 1908 (de donde parece haber sacado Ricardo León su Es-
cuela de los sofistas). Morena y trágica, nov., 1909. Alma infanzona, no-
vela, 1910. La Fiesta de la sangre, nov., 1912. Ambigua y cruel, nov. si-
ria, 1912. La Agonía del Mogrcb, 1912. En el país de los cherifes, 191.3.
En tierras de Yebala, 1913. La Corte de Teluán, 1913. Lejana y perdi-
da, nov., 1914. Esmeralda de Oriente, nov. ynogrcbí, 1914. El Jardín de
los deseos, poesías de Sid Mojand, trad., 1914. Los Ojos de Astartc. La
Sombra de una Infanta.
188. Año ipo4. Rafael Pamplona y Escudero (n. 1865-),
zaragozano, abogado, político y vicepresidente del Ateneo de
Zaragoza, publicó excelentes novelas, harto más de estimar que
muchas de las que, por escribirse en Madrid por jóvenes ó se-
ñores arrimados á la prensa ó pertenecientes á las sociedades de
bombos mutuos, han sido trompeteadas á todo viento. Novelis-
ta de robusto temple y sano realismo, cual suelen ser los escri-
tores aragoneses, más empeñados en ejy^resar con ahinco la ver-
dad que en barnizarla y a*n disfrazarla á poder de fantásticos
adornos, descripciones interminables, idealismos nebulosos y
floripondios poéticos, ha sido, como los demás de su tierra y
comúnmente los escritores de provincias, tan poco conocido en
la Corte cuan digno de serlo. Sobrio en el describir, va derecho
al desenlace, aunque sin precipitaciones, antes con la calma que
supone la vida provinciana de los personajes que describe y del
I4S ÉPOCA REGIONAL Y MODERNISTA (1888-I907)
íjue los describe; pintando de paso las costumbres regionales
y apuntando consideraciones sociológicas nada intempestivas.
El intento, sano, sin pretensiones didácticas; el estilo, natural
y llano; el lenguaje, castizo y regional, cuando hace hablar á
las gentes del pueblo. Los aires afectados del modernismo y de
lo extranjero no han llegado á estos escritores alejados de Ma-
drid, que siguen la tradición literaria nacional, perfeccionando
los procedimientos y afinando el gusto estético sin alharacas ni
aspavientos, sin extravagancias en la forma ni monstruosida-
des éticas en el fondo, antes dejándose correr por los carriles
naturales del tradicional realismo español y empapando sus obras
en la sana moral del cristianismo, la cual les hace descubrir la
hipocresía y demás lacras morales del vivir en los pueblos, que
conservando las superficiales prácticas de la religión llevan den-
tro la podre de todos los vicios propios del abandono, la miseria
y la decadencia de la nación.
Baldomero Lillo (n. 1867-), de Lota (Chile), enfermizo,
criado en las minas de carbón de piedra, leyó después novelas
europeas y comenzó á escribir viviendo ya en Santiago (1899)
como empleado de una Compañía de seguros. Es hermano de
Samuel, con quien frecuentó la bohemia y las tertulias litera-
rias, adonde acudían Dublé Urrutia, Brenes, Mesen, Bórquez
Sclar, Gana, Labarca Hubertson, Prieto Molina, Pezoa Velis,
García Monje, Gamboa, Pérez Kallens, Cabrera, Pedro Antonio
González. Escribió sus primeros cuentos Casa mayor, Juan Fa^
riña (premiado) y publicó su primer libro sobre los sufrimien-
tos de los mineros, Suh térra. Supo de penalidades por sí y por
los que le rodeaban, y vivió lo que contó. Pasó por desengaños y
amarguras y amargóse su natural, haciéndose escéptico ; pero no
tanto que mancillase la serenidad y sano humor de su tempera-
mento artístico, merced á lo férreo y sufrido de su voluntad,
bien que á veces estalle con el fervor de un compasivo apóstol
de corazón magnánimo que defiende á los humildes. En algunos
pocos cuentos, como en el casi autobiográfico Tienda y trastien"
da, es regocijado, fresco, agudo y humorista á lo Dickens ; en
Mis vecinos llega á mordaz satírico y maneja el cómico fino.
Ensayóse en lo alegórico con Juan Fariña y El rapto del soL
Lillo fué, en suma, el primero, y es uno de los mejores cuentis-
S. XX, 1904. LUIS MARTÍNEZ KLEISER I /[3
tas sudamericanos, sobrio y realista, honrado y sincero, puntual
obsen^ador y narrador sentido de las miserias humanas.
Juan Blas y Ubide (n. 1852-), de Calatayud, estudió Dere-
cho y Filosofía y Letras en Zaragoza y Madrid, dióse á la abo-
gacía y á la enseñanza privada en su ciudad natal. A los cin-
<:.uenta de su edad publicó Sarica la Borda, en la Revista de Ara-
gón, Zaragoza, 1903-04, 1904; después El Licenciado de Esco*
bar, ibid., 1905 ; posteriormente una colección de cuentos ara-
goneses titulada, del primero de ellos, Las Caracolas, Zarago-
za, 1909. Si hubiera continuado cultivando la novela, no hay
duda que Aragón tendría en Blas y Ubide su gran novelista re-
gional; de todos modos, las muestras que dio bastan para apre-
ciar su temperamento realista, sano, sencillo y candoroso, ene-
migo de complicar la trama con artificios y episodios. Clara y
limpia visión de la realidad, puntual pintura de paisajes, tipos y
costumbres de los pueblos ribereños del Jalón, no sin su punta
de ironía, en estilo llano y lenguaje regional.
Antonio Velasco Zazo (n. 1884-), madrileño, pintor y no-
velista de costumbres de la gente del bronce y chulapona de Ma-
drid antes de Répide, escribe en estilo y lenguaje llano, con
poca- complicación de trama, á brochazos, describiendo lugares y
tipos generales más bien que tallando caracteres. Ha escrito tam-
l)ién para el teatro. Si no trabajara tan de prisa, sino conden-
sando y desmenuzando las almas, sería un gran novelista; pero
sólo rasguña la superficie.
José Fabio Garnier (n. 1884-), de Esparta (Costa Rica)»
estudió en el Liceo Humanidades, Ingeniería y Arquitectura en
Bolonia (1904-10), y antes (1905) había publicado en su tierra
su primera novela La Primera sonrisa (1904). Luego, La Escla'
va (1905), y en Italia se dio á la crítica Hteraria y al teatro del
género ibseniano. Dirigía en 19 12, en San José, la revista Cor-
delia, de cultura femenina, y colaboró en Nosotros. Es profesor
de Matemáticas en el Liceo de Heredia y miembro del Ateneo de
■Costa Rica. Vale, sobre todo, por su crítica perspicaz y honda,
fundada en vastos conocimientos literarios. Su prosa es castiza,
natural, propia y digna.
Luis Martínez Kleiser (n. 1883-), madrileño, poeta del
gusto antiguo, de pasmosa habilidad en la métrica, sobre todo
144 ÉPOCA REGIONAL Y MODERNISTA (18S8-I907)
del soneto, ha publicado novelas de estilo natural, descriptivas
al menudeo y no sin alguna chispa de humorismo, aunque acaso
con demasiada charla del autor, que embaraza el paso con con-
sideraciones filosóficas.
Carlos González Peña, mejicano, excelente novelista, ob-
servador puntual y certero, de estilo acicalado.
189. No sé que la crítica madrileña haya hablado de Pamplona:
no vive en Madrid, y esa es la razón, ó digamos sinrazón, de la crí-
tica cominera madrileña. Sin embargo, hubo en 1903 un concurso de
novelas en la casa Henrich. Del Jurad'o fué Galdós. Salieron premia-
dos: i.°, Pedro Mata; 2.°, Mariano Turmo Baselga; 3.° Rafael Pam-
plona ; 4°, Ricardo Carreras ; 5.°, Martínez Sierra ; 6.°, Magdalena San-
tiago Fuentes, etc. Fundó la Biblioteca Argensola. Fantasio ha escrito :
"Don Rafael Pamplona Escudero es un narrador vigoroso, sobrio, cla-
ro. La personalidad del señor Pamplona es en extremo interesante.
En esta época, en que con todo amor se cultiva en literatura la fili-
grana, es encantador tropezar con una obra fuerte, con acción y con
interés, en que el id'ioraa se cuida solamente lo preciso para que no
suene mal, en que el estilo no está hecho á fuerza de palabras, sino á
fuerza de espíritu. Tal es el caso del señor Pamplona, escritor, en
este aspecto de lo narrativo, muy á la manera de Maupassant, que
cuenta con singular soltura graves y menudos acontecimientos, y que
en su cuento sabe poner todos los atractivos de la amenidad y el inte-
rés." R. Pamplona : Cuarí^ de inválidos, Barcelona, 1904. Engracia,
Mad'rid, 1905. Tierra prometida, ibid., 1906. El Camino de los ciegos,^
Zaragoza, 1908. Boda y mortaja, INIadrid. 1909. Juegos de damas, ibid.,
1910. Los Pueblos dormidos, Zaragoza, 1911. El Hijo de Parsifal, Ma-
drid, 1912. El Asalto de Fuerte Aventin, ibid., 1912. El Cura de misa
y olla, ibid., 1916. Don Martín el Humano, ibid., 1918.
Armando Donoso, Los Nuevos, 1912, pág. 34: "Sus cualidades
(de Baldomcro Lillo) sobresalientes : observación constante, emoción
humana hasta el dolor y sobriedad' descriptiva... Es un milagro de
sinceridad y de estudio austero. Este hombre, que sabe del sabor amar-
go de la vida, pues ha vivido intensamente el dolor ajeno y el propio
dolor, escribe más por desahogo sentimental que no por necesidad li-
teraria... Después de los treinta años comenzó á rehacer en sus cuen-
tos el recuerdo de su vida, con la tranquila sobriedad de quien se dis-
pone á narrar una historia ajena á toda pretensión de supervivencia
literaria. Hay en cierta época ¿e la vidia de Lillo un paréntesis dolo-
roso, del cual data un escepticismo reposado y la franca amargura de
su carácter... Sin embargo, en abierta lucha contra todos sus dolores,
ha mantenido su virilicíad intelectual enhiesta sobre una voluntad fé-
rrea... A pesar del sano humor que campea en sus cuentos y de cier-
tos arranques bizarros de su vida, B. L. es un estoico á su manera....
S. XX, 1904^, AXTONIO VELASCO ZAZO 14^
En cierta manera, los ejemplos de Tourgueneff y de Tolstoi orientaron
á Lillo hacia el naturalismo glorificador del dolor humilde y de la tra-
geá'ia. de la vida cotidiana... Lillo no es, en verdad, un rebelde, como
pud'ieran acusarlo las apariencias, sino un compasivo, dueño de un
gran corazón. Por eso el dolor del sufrimiento ajeno ha echado tan
hondas raíces en su espíritu, encontrando en su pluma un medio de
propalarlo á los cuatro vientos con la energía de un canto de bronce
imperecedero. En contraposición con el literato doloroso que se com-
place en evocar todas las más negras miserias de la tierra, está en Li-
llo el humorista regocijado, fresco y oportuno... Sus descripciones de
paisajes están encuadradas en el marco de una sencillez maupassantiana,
exenta de todo artificio y complicación. . . ; su sello de sinceridad! úni-
ca..., la sobriedad descriptiva de sus cuentes..., en su afán de ser real
y vigoroso hasta la máxima simplicidad, Lillo no ha cuidado el estilo.'*
S'tib térra, Santiago, 1904, 1917. Sub solé, ibid., 1907. Consúltese Ar-
mando Donoso, pról. á Sub térra, 1917.
Andrés González Blanco, Hist. nov., pág. 847: ^^Sarica la Borda...
(de Blas y Ubide) es una novela verdaderamente realista en el trazo
de las figuras, en las situaciones, en el (íesenlace, hasta en el diálogo,
que es fonográfico y muy conmovedor... Se siente un hálito de pro-
vincia, el surco que dejan muchos años de trabajo y de quietud anti-
cortesana. Hasta en el desenvolvimiento de la acción hay placidez y
sosiego. En El Licenciado Escobar... el principal defecto es. á mi ver.»
el lenguaje hasta cíesaliñado y antiliterario... Otro pequeño defecto
es la ironía, que pretende ser fuerte y nunca llega, ni con mucho, al
strong htmiour de im Thakéray... Mas ¿qué significan estos levísimos
defectos frente á las resultantes bellezas del libro?... Se caracteriza
este novelista por la honrada y simple anotación de la verdad, por el
realismo estricto... ese arte de los que ven el mundo exterior y lo
transcriben fielmente, sin agregarle ni modificarle en nada... Sólo los
picarescos y los que, como Pereda, y ahora este nuevo novelista, les
suceden, pueden llamarse con verdad realistas..., exclusión de todo lo
que sea idea, lirismo, simbolismo... Escribe en lenguaje castizo..., rae-
nos arcaico (que Pereda)..., más desaliñado... Es psicólogo de los que
penetran en lo más recóndito... Tiene... el d^on de lo patético..."
Velasco Zazo: Sangre joven, novela, 1904. El Teatro por dentro,
artículos y biografías, 1906, Mujer de teatro, nov., 1908. La Esencia
de lo chulo, ley., 1908. Las Chulas de Morería, ley., 191 1. Del barrio,
moro, ley., 191 1. Espejo de picaros, nov., 1912. La Rubia de Naranje-
ros, nov., 1913. La Villa de Manzanares, artículos de otro tiempo, 1913.
La Flor de la corte, artículos de otro tiempo, T9T4. La Majeza de mi
tiempo, nov., 1915. A tontas y a locas, nov., 1916. El Madrid de Alfon-
so XIII, memorias, 1917, 1918. Anales y rutinas de Madrid, 1919. Aquel
Madrid y aquellos días, 1919. Teatro: Andrés, cuadro dramático, 1902.
Hacia la cumbre, impresión dramática, 1906. La Reina de los Mayos,
zarzuela, 191 1. Mal vivir, drama, 1912. Vidas sombrías, drama, 1912.
TOMO XII. — 10
146 ÉPOCA REGIONAL Y MODERNISTA (1888-I907)
El Chavalillo, saínete lírico, 1914. El Saínete y don Ramón de la Cruz,
conferencia, 1914. Tonadillas y comediantes, conferencia, 1915.
J. Fabio Garníer: La Primera sonrisa, nov. (1904). La Esclava, no-
vela (1905). Perfume de belleza, crítica literaria, Valencia, 1909. Lite-
ratura patria, 1914. La Vida inútil, artíc. liten, 1909; París, 1915. Mor-
nuel ligarte, crítica, 1909. Parábolas (s, a.). Para el teatro: El Re-
torno, dr. (trad. del ital.). La Ultima escena, com. La Renuncia, dr. La
Sombra de la hermana, com. La Enemiga, dr, ; todos del género ibse-
niano. Teatro, t. I, Costa Rica, 1912. Pasa el ideal, dial., 1918. Boccac-
cesca, 1918.
Martínez Kleiser, en carta al autor: "Me hace usted la bond'ad de
rogarme que en breves y publicables párrafos le describa lo que yo
entiendo por ideal artístico, y á la verdad que es forzoso encerrarse
en la morada del espíritu para poder satisfacer cumplidiamente á su
demanda, en medio de tan encontradas tendencias y pretendidas for-
mas de arte como fatigan la edad en que alcanzamos la gracia de la
vida. La mayoría de ellas me parecen desprovistas de ideal artístico,
aunque nutridas ricamente de ideales menos nobles y más positivos.
Parece arte artificial ese que se fabrica á espaldas de la realidad, bus-
cando preconcebidamente en la extravagancia el estilo propio, sustitu-
yendo la inspiración por el estudio, ensuciando á sabiendias los timbres
de sus glorias con los humos de la ind'ustria y avergonzando con rui-
nes procederes artísticos la clara prosapia de su estirpe. Para mí el ideal
artístico surge del amor al arte por el arte, del culto á la verdad y á
la belleza, de la abstracción de todas las escuelas y de la concentra-
ción de todos los sentimientos ; para mí, el ideal artístico es crear á solas
con las musas, como colaborando con los ángeles, á distancia de la
imitación y de la copia, en un semiolvido de la teoría y con una no per-
dida ó reconquistada virginidad espiritual, obras que al pisar los um-
brales del mundo arrastren consigo el título de su propia soberanía.
El arte es un ideal; el ideal artístico es, por tanto, ideal de ideales,
que sólo se engendra en la región de los sueños. Devolver á la vida
real una realidlad después de asimilada por el espíritu y refundida en
el crisol de una visión artística, es, en resumen, para mí el ideal del
arte." L. Martínez Kleiser: Rarezas, tiovela (1904), Esteban Rampa,
novela (1905). El Vil metal, novela (1906). La Obispilla, novela. El
mundo novelado de Pereda, conferencia (1907). De hondos sentires,
poesías (1915). Cantares que lloran, comedia (1915). Petición difícil,
monól. (1917). Cuartillas de antaño (1917).
Alfonso Reyes, Rubén Darío en México, 1916: "Apenas la novela
tradicional tiene un campeón en González Peña, hombre de férrea
voluntad, trabajador infatigable, que intenta reflejar las inquietudes
contemporáneas en una novela concebida según la manera de Flau-
bert." pstrenó El Huerto, dr., Méjico, 1904. De noche, nov., ibid., 1905.
La Chiquilla, nov., ibid., 1906; Madirid, 1909. La Musa bohemia, nov..
Valencia, 1910. Conferencia sobre Lizardi, en Conferencias, Méjico,
1910. El Hidalgo del amor, nov., Méjico, 1918.
I
S. XX, 1904. PEDRO MUÑOZ SECA 1 47
190. 'Año IP04. Pedro Muñoz Seca (n. 1881-), del Puerto
de Santa María (Cádiz), autor del género chico, á menudo del
andaluz, escribe bien y tiene verdadera gracia, sobresaliendo en
la pintura de costumbres. Los que fueron (1916) es diálogo pre-
cioso; El roble de La jarosa, hermosa comedia, con atisbos trá-
gicos. Ha compuesto, además, un sinfín de obrillas disparata-
das, de astracán, que llaman, que dan dinero y están fuera del
arte; pero puede esperarse mucho de su despierto ingenio, por-
que en ellas lo hay y muy envidiable, bien que medianamente
administrado. En la parodia hace portoitos, como La Vengan-
za de Don Mendo, donde, además, la riqueza de versificación es
admirable.
José León Pagano, argentino, verdadero hombre de letras
y trabajador serio, pintor, crítico literario, de arte y de teatro,
en que sobresalió principalmente, se dio después a escribir dra-
mas con menos fortuna ; algo ibsenianos y oscuros los primeros,
con no pocas inverisimilitudes ó escaso interés los más. Es, con
todo, de los que más han hecho adelantar la dramaturgia ar-
gentina.
191- P. Muñoz Seca: El Contrabando, saín., 1904. De halcón á
balcón, entr., 1905. La Casa de la juerga, sain. lír., 1906. Una lectura,
entr., 1906. Celos, entr., 1907. Las Tres cosas de Jerez, zarz., 1907. El
Lagar, zarz., 1907. A prima fija, entr., 1907. El Niño de San Antonio,
sain. lír., 1907. Floriona, jug., 1907 (del fr.). Los Apuros de don Cleto,
jug., 1907. Mentir á tiempo, entr., 1908. El Naranjal, zarz., 1908. Don
Pedro el Cruel, zarz., 1908. El Fotógrafo, jug., 1909. El Jilguerillo de
los Parrales, sain., 1910. La Neurastenia de Satanás, zarz., 1910. Mari
Nieves, zarz., 191 1. Tentaruja y compañía, pasillo, 191 1. Por petene-
ras, sain. lír., 191 1. La Canción húngara, zarz., 1911. El Medio am-
biente, com., 19 12. Coba fina, sain., 19 12. Las Cosas de la vida, juguete,
1912. La Nicotina, sain.. 1912. Trampa y cartón, jug., 1912. La Cucaña
de Solarillo. zarz., 1913. El Modelo de virtudes, jug., 1913. Lopes de
Coria, jug., 1914. El Bien público, sátira, 1914. El Incendio de Roma.
jug., 1914. El Pajarito, com., 1914. El Paño de lágrimas, jug., 1914.
Fúcar XXI, dispar, cóm., 1914. Pastor y borrego, jug., 1915. La Niña
de las planchas, entr. lír., 1915. Cachibache, sain. lír,, 1915. Naide es
ná, sain. lír., 1915. El Roble de Lajarosa, com., 1915. Lolita Tenorio,
1916. Los que fueron, 1916. Doña María Coronel, 1916. El Príncipe
Juanón, i()iy. El Ultimo Bravo, 1917. Hugo de Montreux, melodr..
1917. El Marido de Engracia, sain. (con Pérez Fernández), 1917. Trai-
ción, igiy. El Rayo, jug. (con López Núñez), 1917. El Sueño de Val-
148 ÉPOCA REGIONAL Y MODERNISTA (1888-I907)
divÍQ, 1917. Albi-Melen (con Pérez y Fernández), 1917. Jhon y Thum^
1917. El Ul'timo pecado, 1917. Adán y Evans, monól,, 1917. Aires de
campo, zarz. (con Pérez Fernández), 19 18. El Voto de Santiago, com.
(con id.), 1918. Los Pergaminos, com., 1918. Garabito, 1918. Im Barba
de Carrillo, 1918. La Fórmula 3 K ', 1918. La Verdad de ¡q mentira,
com. (con Pérez Fernández), 1918. De rodillas y a tus pies, entr. (con
id., 1918). Los Rífenos, entr. (con id., 1918). El Teniente alcalde de
Zalamea, jug. (con id., 1918). El último pecado, com. 1918. La Vengan-
za de don Alendo, parod., 1918. Trianerías, sain. (con Pérez Fernández
y \'ives), 1919. La Casona,, tragicom., 1919. Las Verónicas, opereta (con
Pérez Fernández), 1919. El Mal rato, entr. (con Pérez Fernández), 1919.
Faustino, com., 1919. La Razón de la locura, 1919. Los Amigos del
alma, 1919. Ei Colmillo de Buda, com., 1919.
J. León Pagano: Al través de la España literaria, Barcelona, 1904,
2 vols. El Parnaso Argentino, ibid., 1904. Federico Nietzsche, 1905. Más
allá de la vida, dr., 1906, El Dominador, id. La balada de los sueños,
id., 1906. Nirvana, com., 1906. Almas que luchan, com., 1906. Más allá
de la vida, dr., 1906. Cómo estren-an los autores, crónicas de teatro,
Barcelona, 1908. Los Astros, dr., 1916. La Ofrenda, dr., El Halcón, dr.,
1916. El Secreto de los otros, dr., 1917. El Sobrino de Malbrán, 1918.
El Santo, el filósofo y el artista, 1918.
192. Año 1904. The Spanic Society of America fué fundada en 18
de mayo de 1904 por Archer Milton Huntington, en el Parque Audu-
bon, de Nueva York, con 350.000 dólares como fondos de la institución,
cuyo fin es el establecimiento de una Biblioteca pública y un Museo é
institución cultural, destinados á difundir el estudio de los idiomas, lite-
ratura é historia de España y Portugal, editar publicaciones y fomentar
el conocimiento de los países de origen ibérico. Consta la Sociedad His-
pánica de cien socios ordinarios, elegidos entre norteamericanos ó ex-
tranjeros que se hayan distinguido por sus servicios á España ó Portu-
gal en el campo de las letras, de las ciencias ó de las artes. Los socios
correspondientes y honorarios son en número ilimitado. El edificio se
inauguró en 1908. La Sociedad edita Bibliographie Hispanique, anual;
Bibliotheca Hispánica, obras, y Revue Hispanique, trimestral; las tres
dirigidas por Foulché-Delbosc.
Jorge Cirot, francés, hispanófilo el más entendido en Historia ác
España, cuyos trabajos son de ineludible consulta, publicó Les His-
toires genérales d'Espagne entre Alphonse X et Philippe H, Burdeos.
1904. Mariana historien, ibid., 1904. La Chronique Léonaisc, 1909 y
1911, 1914 y 1916 (en Bullet. Hispan.). Chronique latine des rois de
Castille, 1912-13 (en Bullet. Hispan.), Burcteos. 1913. Apéndices, 1917-
18 (en Bullet. Hisp.). De operibus historiéis lohannis Aegidii Zamo-
rensis (fase. I de la Bibliotheca latina medii aevi), Burdeos, 1913. Ar-
tículos sobre Mariana (Bullet. Hispan., 1904, 1912, 1917), Higuera
(1906), Alfonso de Falencia (1909), Ocampo (1914), Berreras (1918),
Gil de Zamora (1914). Artículos sobre ser y estar (Mélangcs Brunot),
S. XX, 1904. ARTURO AMBLARD I49
París, 1904, sobre los arcaísmos de Mariana (Mélanges Chabaneau,
Romanische Forschungen, 1907, y Bullet. Hisp., 191 1). Recherches sur
les Juifs espagnols et portugais á Bordeaux, 1906-1909 (B-ullet. Hisp.),
Burdeos, 1909. Les Juifs de Bordeaux leurs situations niorale et sociale
de j¿5o á la Révolution, 1909-1918 {Rev. historique de Bordeaux). Ar-
tículos en la Revue Pédagogique sobre l'enseignement primaire en Es-
pagne (1910), sobre le role des professeurs de langues vivantes dans
l'enseignement du frangais et sur la néccessité du latin (191 1). Biblio-
graphies et comptes rendtis en el Bullet. Hispan., 1899-1918.
Alberto María Carreño, mejicano, eruditísimo escritor en asuntos
económicos é históricos, publicó muchas obras de este género desde
1904, biografías sueltas y trabajos filológicos, todos los cuales puedfen
verse en el hermoso libro Fray Miguel de Guevara y el célebre sánelo
castellano '^No me mueve^ mi Dios, para quererte", Méjico, 1915, en
donde sostiene ser su autor aquel fraile agustino. Don Victoriano
Agüeros y mis primeros ensayos de escritor, 1912. Documentos relacio-
nados con la Historia de México existentes en la nueva Biblioteca pú~
Mica de Nueva York, 1912. Compendio de la historia de la Real Ha-
cienda de N. España, escrito en el año d'e 1794 por J. Maniau, Méjico,
1914. Los Jefes del Ejercito mejicano en 184/, ibid., 1914. Vocabulario
de la lengua Mame, Méjico, 1916. Clearco Meonio. Breves noticias acer-
ca del ilustrísimo señor don Joaquín Arcadia Pagaza, 1919.
193. Año 1904. Abul-Bagi, argentino, publicó Armonías y reben-
cazos, 1904. Reincidencias, 1905-09. — José Acebal González publicó
Roja y pinta, novela, Madrid, 1904. — R. Aguirre publicó Los Innomi-
nados, nov., Barcelona, 1904. — Abel Alarcón (n. 1881-), boliviano,
publicó Pupilas y cabelleras. La Paz, 1904. Insomnio, prosa, ibid., 1905.
Litigio paraguayo-boliviano, ibid., 1905, De mi tierra y de mi alm'O,
cuencos, ibid., 1906. El Imperio del Sol, poesías, ibid., 1909. En la corte
de Yahvar-Huacac, nov. incásica, Valparaíso, 1916. La Literatura bo-
liviana (i 545-1916), N. York, 1917 {Rev. Hisp.). Gitanjali, trad. de Ra-
bindra Nath Tagore, Madrid, 1917 {Calece. Cervantes). — Lino Alonso
Alda estrenó El Huérfano de Madrid, dr., Santiago de Chile, 1904. —
Adolfo Alegret publicó El Monasterio de Poblet, Barcelona (1904). —
Enrique Alvarez Henao, colombiano, poeta del desengaño, escribe con
soltura y donaire, con cierta sonrisa en los labios al contemplar la va-
nidad de todo, porque todo pasa. Acabados son sus sonetos La Abeja
y Los Tres ladrones. Publicáronse sus poesías en Biblioteca Apolo, nú-
meros II, 31, 34; una fechada en 1904. — Rafael Alvarez García es-
trenó La Ventana del jazmín, boceto, Sevilla, 1904. — Sabino F. Alva-
rez publicó Ante Dios y el hombre, lamentos del trabajo, poema en dos
libros y catorce cantos, Madrid, 1. I, 1904; 1. II, 1906. — Ricardo Allué,
de Valladolid, abogado, redactor d^ periódicos de provincias, como El
Norte de Castilla, de Valladolid, publicó Junto al camino, crónicas,
1904. — Arturo Amblard, senador en Madrid (1915), publicó Notas
colonialci, Madrid, 1904, obra imparcial y elocuente. — Juan Julio
1 5o ÉPOCA REGIONAL Y MODERNISTA (l888-iq07)
Amor Calzas publicó Curiosidades históricas de la ciudad de Huete,
Madrid, 1904. Faldas, aprop., 1909. — José Antich publicó Andrógino,
poema, Barcelona, 1904. Egoísmo y alttutsmo, 1906. — Postales de An-
TÓFiLO, poesías, Cáceres, 1904. — Francisco Antón y Casaseca^ zamo-
rano, red'actor de El Correo de Zamora (1899...), gran conocedor del
arte castellano, prosista ameno, fluido y castizo, publicó los cuadros
regionales, pintados con brío, Llanura, novelita; El Nidal de la raza y
'De la vida de un segundón. Además, El Coro de la Catedral de Zamo-
ra, 1904. El Arte rotnánico en Zamora, Valladolid, 1918. — Fr;\ncisco
Arce, gloriosamente herido, con once heridas, en Santiago de Cuba,
publicó, además de sobre Jurisprudencia, Pasionales, cuentos, Madrid,
1904; Habana, 1914. La Calatrava, nov., 1905. Impresiones sobre Gua-
temala, Guatemala, 1907. — Mariano Armengol, por seud. Verdugui-
llo, en El Toreo (Barcelona, 1889), publicó Secreto punible, drama, Lo-
groño, 1904. — Arpas cubanas, poetas contemporáneos. Habana, 1904,
pról. de Conde Kostia, de 29 poetas. — Alfredo Arvelo Larriva, de
Barinitas (Venezuela), poeta de los mejores de su tierra, descriptivo,
colorista y vivo, publicó Enjambre de ruinas. Ciudad dt Bolívar, 1904,
Sones y Canciones, Caracas, 1912. — La Marquesa de Ayerbe publicó
El Castillo del Marqués de Mos en Sotomayor, Madrid, 1904; Ponte-
vedíra, 1905. — José Bañares y Magán publicó Napoleón I y Napo-
león III, Soria, 1904. Cisneros y Richelieu, Pontevedra, 191 1. — Leo-
poldo Basa, gallego, buen novelista, veloz en el desenvolvimiento y
bastante psicólogo, de lenguaje limpio y expresivo, publicó Espigas
sueltas, 1904. La Leña de la vida, dr., 1914. El Premio, nov., Madrid,
191 5. — FÉLIX B. Basterra publicó Leyendas de la humildad, Montevi-
deo, 1904. — El Beso de San Silvestre, entremés, por L. S. y A., 1904. —
G. de Beugny d'Hagerne. chileno, publicó La Novela de un espía je-
suíta, Santiago, 1904. — Biblioteca Mejicana histórica y lingüística
(Anales del Musco Nac), ]\Iéjico, desde 1904. — José María Blázquez
DE Pedro, director en Béjar áe El Joven Patriota (1895), -^^ Dinamita,
El Caballero Andante (Panamá, 1918), publicó Latidos, 200 cantares.
Ideas y sentimientos, poesías, Madrid, 1904. Rebeldías cantadas. Pen-
sares. La Agonía del soldado, poema monólogo. El Derecho á los pla-
ceres, conf. Himnos anarquistas. La Ciencia del dolor, poes., Panamá,
1917. — Mariano G. Bosch publicó Teatro antiguo de Buenos Aires
(piezas del s. xviii), B. Aires. 1904. Misericordiei, dr. trágico, 1907.
Historia del teatro en Buenos Aires, ibid., 1910. — Luis Roberto Boza,
chileno, publicó Rosas de Pasión, Santiago, 1904. La Urbe, nov., Val-
paraíso, 19 1 7. — Francisco Bulnes publicó Las Grandes mentiras de
nuestra Historia. La Nación y el ejército en las naciones extranjeras,
París, 1904. El Verdadero Juárez y l-a verdad sobre la Intervención y el
Imperio, ibid., 1904. La Guerra de Independencia, Hidalgo, Iturbide,
México, 1910. — Eduardo Caballero de Puga (n. 1847-). madrileño, fun-
dador de El Criterio Hispano y El Vigilante, redactor de La Discu-
sión, La Iberia, La Prensa, publicó Flores al viento, poesías, Madrid,
1904. Centellas filosóficas y morales, sociales y políticas, ibid., 1916.
S. XX, 1904, LUIS G. COSTI l5l
— Arturo Cabrera, diplomático chileno, por seud. Sir Arthur, Quito-
Chile, Vizconde Chinda, publicó Prosa sencilla, cuentos, Santiago, 1904.
El Ramo de prisiones, 1907. Hacia la ciudad de Shiris, Valparaíso, 191 1.
El Doctor Hipólito Villegas, Santiago, 1912. — Canciones patrióticas,
Madrid, 1904. — Ricardo Carreras publicó Doña Abtdia, Barcelona,
1904. — Manuel del Castillo, director de El Renacimiento, en Cádiz
(1896), publicó Recuerdos de ayer, poesías, Cádiz, 1904. — Manuel Cas-
tro Alonso, obispo de Jaca, director de la R^ev. Eclesiástica (Vallado-
lid, 1896-1902), publicó Episcologio vallisoletano (1904), La Moralidad
del Quijote (1906), etc. Sermonario Marial (1909), Sermonario de Ani-
mas (191 i). — ^Los Padres Federico Cervós y Juan M." iSolá, jesuí-
tas, publicaron El Palacio ducal de Gandía, Barcelona, 1904. — Colec-
ción de documentos para el estudio de la Historia de Aragón, diri-
gida por Eduardo Ibarra y Rodríguez para editar documentos que sean
fuentes de monografías, sobre las cuales se redacte la Historia de Ara-
gón. Serie i/: Documentos eclesiásticos, reales y particulares hasta la
Unión de Aragón y C^italuña : I. Documentos correspondientes al rei~
nado de Ramiro I (1034-1063), por E. Ibarra, Zaragoza, 1904. II. Do-
cumentos correspondientes al reinado de Sancho Ramírez, t. I (1068-
1094), por José SalarruUana de Dios, Zaragoza, 1903. Están dispuestos
los originales para los documentos de los restantes monarcas. Don
Juan Martínez de la Vega publicará los de Sancho Ramírez que fal-
tan ; el señor Sinués, los de Pedro I ; el señor Galindo, el señor Mora y
el señor Ramos Loscertales, los de Alfonso I; el señor don Pedro Lon-
gás, los de Ramiro II. Serie 2.^: Ordenanzas de ciudades. I. Forum Tn-
roli, por Francisco Aznar Navarro, Zaragoza, 1905. II y III. Orde-
nanzas de la ciudad de Zaragoza en la Edad Media, por Manuel Mora
y Gaudo, 2 vols., ibid., 1908. IV. Ordenanzas de Santa María de Alba-
rracín, por Carlos Riba García, ibid., 191 5. El señor Mora prepara otras
Ordenanzas. Serie 3.^: Documentos referentes al desarrollo material
é intelectual: I. Antiguos gremios de Huesca, por Ricardo del Arco, Za-
ragoza, 19 II. II y III. Memorias de la Universidad de Huesca, por id.,
ibid., 1912-16. Serie 4.° : Varia : I. La Representación aragonesa en la
Junta Central Suprema, por Pedro Longás Bartibás, Zaragoza, 1912. Se-
rie 5." : Jurídica. Preparan Ureña y Bonilla el Código de Huesca de don
Vidal Cañellas. — Colección de Libros y Documentos referentes á la His-
toria de América, ed. Victoriano Suárez, Madrid, 1904-13, 15 vols. — Co-
lección escogida de canciones, décimas y guarachas. Habana, 1904. — Isi-
doro Coloma Quevedo (n. 1864-), de Cevico de la Torre (Falencia), por
seud. Ángel Guerra desde 1890, escribiendo en El Eco de Castilla, des-
pués añadido El Mayor (1902) para distinguirse de Bethencourt, que
había tomado el mismo seudónimo; fué celebrado periodista (1887-96)
en los periódicos de Valladolid, redactó El Norte de Castilla (1895),
es presidente de la Audiencia de Logroño y publicó Espuma, 1904. —
J. Conangla Fontanilles (n. 1875-), de Montblanch (Cataluña), pu-
blicó Elegía de la guerra, poesías, Barcelona, 1904. La Ciudadanía
adoptiva, 1916. — Luis G. Costi, cordobés, periodista, publicó Un ca-
521 ÉPOCA REGIONAL Y MODERNISTA (1888-I907)
bildo de altura, instantáneos, Habana. Plumas gratuitas y mercenarias,
Guanajay, 1904. Tres conferencias, Cienfuegos, 1910. — Juan Cuísta
Y DÍAZ publicó Colección de frases y refranes, Madrid, 1904, 5 vols. —
Eduardo L. Chavarri, poeta A'alenciano, á quien delicadamente ha-
blan las cosas manuales de la vida, las menudencias mudas, los rinco-
nes solitarios, publicó Cuentos líricos, Valencia. Armónica, Madrid
(1904). — LisiMAco CiiAvARRÍA (1877-1913), de San Ramón (Costa Rica),
artista, escultor en madera y muy culto literato, que salió del pueblo y
labró su fama á fuerza áe afanes, empleado en la Biblioteca Nacional,
ingenuo y humilde, poeta demasiado fecundo, aunque "casi no hay com-
posición suya en donde no brille la chispa del numen verdadero", como
dijo Alejandro Alvarado (Bocetos, 1917) ; "su nota característica fué
la dte reflejar como en paleta de pintor bucólico la vida de los campos
de su país, la dulzura de las chozas, los vigores de los aldeanos, todlo
eso en el cuadro de nuestra exuberante naturaleza tropical...; podía
decirse que estaba obsesionado por la idea de hacer poesía regional".
Escribió mucho en revistas y periódicos y publicó Orquídeas, poesías,
1904. Nómadas, id., 1905. Desde los Andes, id., 1907. Añoranzas líri-
cas, id. Manojo de guarios, id., 1913. — Los Hampones de la literatura,
por Chiquiznaque, Madrid, 1904. — Pedro Dávalos y Lisson, peruano.
cónsul en Cuba, publicó La Ciudad de los Reyes, nov., Habana, 1904,
1906, obra excelente. Después escribió las novelas históricas Leguía y
Manuel Pardo. — Alfonso Delgado Castilla estrenó Los Ministros, ju-
guete (con E. Oláiz), 1904. — Ramón Detell estrenó Los Tejedores,
drama lírico^ 1904. Colasín, zarz. (con Federico Riera), 1908. — Juan
Pedro Didapp publicó Gobiernos militares de México..., Méjico, 1904.
— Marcelino Domingo (n. 1884-), die Tarragona, director de La Saeta
(Tortosa, 1904), publicó A punta de pluma. El vivir de un alma. Per-
files y semblanzas. Yo acuso, discursos, Tortosa, 1918. Para el teatro:
La Gaviota. Flores de almendro. Táctica nueva. Vidas enfermas, com.,
Tortosa, 1909. La Misma senda. Esperanza. — Ramón Domingo de
Ibarra, coronel, de Guantánamo (Cuba), publicó Fusilados, recuerdo
hist., Madrid, 1904. Cuentos históricos, Santa Cruz de Tenerife, 1905. —
Antonio Domínguez Fernández (n. 1880-), de Santa Cruz de Tene-
rife, juez municipal de IMadrid, buen escritor, estrenó El Bateo, saín,
^música de Chueca). El Ciego de Buenavista, 1904. El Seductor (músi-
ca de Chapí), 1905. Relatos, novelas, Madrid!, 1905. Los Viejos, zarz.,
1909. Ahajo los consumos. El Mayor éxito, com., 1909. ¡Solos al fin!
La Nueva ley, 1910. Yo soy un hombre. Colgar los hábitos, sain., 1910.
Gloria al vencedor, trag. El Fresco de Coya. La Buena voluntad, com.,
1913. El Buen español, com., 1914. Recuerdo, com. (con Pío Arias Car-
vajal), 1917. Juan el tonto, com., 1918. Gloria y familia, com., 1918. —
Raimundo Domínguez García (n. 1884-), granadino, ha publicado Ca-
llejerías, diálogos andaluces, y para el teatro, La Niña de los Cantares,
zarzuela ; El Piropo, entremés cómico ; La Competencia, id. ; El En-
carguito, entremés lírico. En siete minutos (1908). — Manuel Escuder
publicó Ratos de ocio, poesía y prosa, B. Aires, 1904.' — José Esteva y
S. XX, 1904. EMILIANO GUILLEN 1 53
González estrenó ¡Muerta!, novela, Madrid, 1904. — Gerardo Farfán
DE LOS Godos, colaborador de Madrid Cómico, publicó Pavesas, poesías,
Madrid, 1904. La Tía Javicra, jug. (con Ricardo Juvera, 1907). El Gri-
to de la Independencia (con Javier do. Burgos), 1908. La Cruz del can-
chal, zarz. (con Gabino Peraita), 1908. Rosiña, zarz. (con José Pérez
López), 1909. La Fundición, zarz. (con Gabino Peraita), 1909. Los Gra-
jos, zarz. (con Gabino Peraita), 1910. — Alejandro Fernández Garcí\,
venezolano, publicó Oro de alquimia, poesías preciosistas, Caracas,
1904. — Antonio Fernández de Heredia publicó Doctrinal fauróm-aco
de "Hache", Madrid, 1904. — Juan de Dios Fernández estrenó Los
Amores de un soldado. Habana, 1904. — Manuel Fernández Palomero
(•j- 1914), llamado Palomero el Malo, para distinguirle de Antonio Pa-
lomero, de quien dista infinito, escribió para el teatro obrillas del género
ínfimo: La Regeneración (1904). Viva la niña (1904). Perico el Joro-
beta (con A. López Laredo, 1905). Academia modelo (con E. Córdoba,
1905). El Crimen pasional (con J. Moyrón, 1905). Lu Casa de Socorro
(con id., 1906). El Pobrecito príncipe (con Javier de Burgos, 1908). La
Penetración pacífica (con Pedro Pérez Fernández, 1908). A. C. y T., que
se va el tío (1909). La Alegre doña Juanita, opereta (1910). Madrid ale~
gre (191 1). Malas pulgas, sain. (1912). El Banderín de la cuarta, zarz.
(1912). De padre y muy señor mío (con M. Cambra Sanz, 1913). La
Oración de la vida, com. (1916). Ojito con las mujeres (1917). — Pedro
Lautaro Ferrer, chileno, publicó Historia general de la Medicina en
Chile, Talca, 1904 (sólo un tomo). Los Brujos de Chiloc, Santiago,
1908. — Luis Ricardo Fors, director de la Biblioteca Pública de La Pla-
ta, publicó índice cronológico de los trabajos ejecutados en la Im-
prenta de los Niños Expósitos de B. Aires durante los siglos xviii
y XIX, y que existen en la Bibl. Pi'ibl. Prov. de La Plata, La Plata,
1904. Espíritu del "Quijote", 2." ed., B. Aires, 1916. Vida de Cervantes,
ibid., 1916. — Manuel José García publicó Celeste, poema, Madrid, 1904.
Estudio crítico acerca de "El Vizcaíno fingido" de Cervantes, premia-
dlo, 1905. — Antonio González Villa-Amil (n. 1842-), de Cáceres, abo-
gado, director de La Reforma (1903), publicó Colección de cuatro mil
epigramas, Barcelona, 1904, 4 vols. ; Madrid, 1914, 2 vols. — Jenaro Lu-
cas González^ presbítero, publicó Granitos de incienso ó Colección de
cuentos morales. Avila, 1904, 1906. — Lino González Ansótegui
(■f- 1918), poeta palentino, premiado en varios Juegos Florales, cola-
borador de El Mundo de los Niños (1891), redactor de El Día de Fa-
lencia, colaborador de Blanco y Negro, publicó Efímeras, Falencia,
1904. Cancionero de la Infancia, Burgos, 1907. — Francisco Gras y
Elías publicó El Periodismo en Reus desde el año 18 13, Tarragona,
1904. — Isidoro R. de la Guardia (f 1912), matancero, publicó Crisá-
lidas, poesías, Cienfuegos, 1904. — Fray Cecilio Güemes (n. 1870-), de
Burgos, agustino, publicó Adiciones y continuación de "La Imprenta
en Manila", de don J. T. Medina, Manila, 1904. Filipinerías , Hoilo,
1913. — Emiliano Guillen publicó Risas y lágrimas, versos, Madrid,
1904. La Real moza, entremés (con J. del Pino), 1905. — León Felipe
154 ÉPOCA REGIONAL Y MODERNISTA (1888-T907)
GxJTiÉRREZ publicó Victorino^ memorias de un loco, novela, Santan-
der, 1904. — Heraldo del Istmo, Panamá, 1904, rev. liter. — Isidoro Ho-
yos y DE LA Torre, marqués de Hoyos, publicó Los Judíos españoles
en el Imperio austríaco y en los Balkanes, Madrid, 1904. — Juan del
Huerto publicó Dos horas en coche, comedia, 1904. La Hija de la por-
tera, novela, 1904. — Carlos Lamarca Bello, chileno, estrenó El que
menos corre, com., Santiago, 1904. El Fiacre n. 13, com., 1908, La Con-
quista de la dicha, nov., 1910. Los Horizontes del bien, nov., 1911. El
Bien y la galanura, com., igi2. — El padre Lucio Lapalma (n. 1864-),
de Salto (Argentina), jesuíta (1884), publicó Musa cristiana, poesías.
Buenos Aires, 1904. Tradujo en octavas los seis primeros cantos de La
litada, — Celestino León publicó Mesa revuelta, Madrid, 1904. Con-
sueliyo, zarzuela (con M. Falcón), 1905. El Barón de la Chiripa, zarz.
(con Man. L. Cumbreras), 1907. Nubes de paso, jug., 1908. — S. Liva-
ciCH publicó Historia de los Incas, B. Aires, 1904. — Julián López Pi-
neda (n, 1879-), de Sensentí (Cofran, Honduras), teniente general,
fundador en San Salvador de una Academia literaria (1904), doctor en
Leyes (1905), profesor de Literatura castellana (1908), después abo-
gado (1910) y periodista, publicó Marina, nov. Cosas sin alma. Vida
y dolor, poesías. Verdadera libertad. Matrimonio. Lecciones de Gra-
mática castellana. — Manuel Lozano Casado, andaluz, por seud. Bra-
vonel^ publicó Claros de luna, poes., Habana, 1904. La Canción de los
recuerdos, id., 1906. Del amor y del recuerdo, nov. cortas, 1907. Cova-
donga, 1907. Tiempos de leyenda, poes., 1909. La Novela de la vida,.
1913. — A. Mallo Herrera publicó Sombras de mi patria, novela, Ma-
d!rid, 1904. — Fray Luis Mansilla publicó Las Misiones franciscanas ae
la Araucania, Angol (Chile), 1904. — Manuel Mañas estrenó La Caja
de mazapán, juguete, 1904. El Mejor caballo blanco, 1908. El Leñador,
zarz., 1912. — Nicolás Mariscal, mejicano, profesor de Bellas Artes,
publicó La Crisis artística y literaria en la época moderna, 1904, etc. —
Jerónimo Martell estrenó El Serrano^ zarzuela, 1904. — Saturnino
IM^RTÍN Cerezo, capitán de Infantería, publicó El Sitio de Baler, no-
tas y recuerdos, Guadalajara, 1904; Madrid, 191 1. — Fray Víctor Matu-
rano (n. 1862), de Colchagua (Chile), publicó Historia de los Agustinos
en Chile, dos vols., Santiago, 1904. Vida de Santo Tomás de Villanueva,
1908. Historia general de los Ermitaños de San Agustín, Santiago, 1912-
14, 5 vols. — Sergio Medina, poeta venezolano, de La Victoria, de los me-
jores de sil tierra, egloguista motíerno, publicó Églogas aragüeñas (de
Aragua), sonetos, 1914. Poemas de sol y soledad, 1913. — Santiago de
Mena y Aristeguieta estrenó Jordano Bruno, drama, 1904. Domiciano.
tragedia, 1904. El Novísimo don Juan, juguete, 1904. Los Primeros
hermanos, drama. 1904. Luchas de abnegación, id.. 1904. Buen padre
y mala hija, poema, 1904. Mentira, poema, 1904. Decir la verdad min-
tiendo, 1905. El Rico nuevo, 1905. Notas del alma, poesías, Madrid,
1905. Cuentos en prosa, 1905. Cuentos y leyendas, poesías, 1905. El
Avaro, zarz., 1913. Hacer por deshacer, com., 1913. — Mario Méndez
Y Bejarano (n. 1857-), de Sevilla, catedrático de Francés del Instituto
S. XX, 1904. VICENTE DEL OLMO 1 55
de Granada (1887), y por concurso, de Literatura en Madrid (1899),.
publicó La Ciencia del verso, 1904, 1908. Vida y obras de don José
Blanco y Crespo, Madrid, 1905. Crónica de los Juegos Florales en Se-
villa en igoQ. Instituciones de historia literaria. Analectas, 1909. His-
toria política de los afrancesados, 1912. Biohibliografla hispálica de
Ultramar, 1912, 1916. Conferencias sobre filosofía del arte, 1916. —
Ramón María Menéndez (f 1913), de Matanzas, educado en España,
juez en Puerto Rico, publicó A Martí, poesías, 1904. Cuba, Habana,
1907. Turbonada, cuento, 1908. Morir habernos, nov., 1912. Ocaso, no-
vela, 1913. — Benjamín Merchán estrenó El B-alcón, entremés (con
F. R. Zaragoza.), Sevilla, 1904. — Ramiro Manuel Merino publicó Ratos
perdidos; poesías festivas, Madrid, 1904. Poesías de un burgués, 1915.
— César Miranda (n. 1884-), de El Salto (Uruguay), por seud. Pablo
de Grecia, jurisconsulto (1908), diputado (1916), redactor de La Razón y
El Tiempo (1916-17), poeta modernista, artificioso y rebuscado, publicó
Letanías simbólicas, 1904. Las Leyendas del alma 1907. Prosas, 1916. —
Manuel Monterrey (n. 1879-), de Badajoz, poeta modernista, pero no
raro, publicó Mis primeros versos, Badajoz, 1904. Mariposas azules,
poesías, íbid., 1907. Madrigales floridos. Lira provinciana, ibid., 1910. —
Ramón Montero Brown, uruguayo, salesiano, revelóse poeta en el
concurso de La Plata de 1904, premiado por su Excelsior: correcto, de
hondo pensar y sentir. — Fulgencio R. Moreno publicó Diplomacia para-
guayoboliviana, Asunción, 1904. Estudio sobre la independencia del Pa-
raguay, Asunción, 191 1. — El padre Esteban IMoreu (n. 1863-), de Rq-
bres (Huesca), jesuíta, publicó La Ciiez'a de Hércules, leyenda, Barce-
lona, 1904. La Nave Victoria, Friburgo, 1904. Historia de un ángel,
Barcelona, 1905. De color de cielo, narraciones, ibid., 1905. Fundamen-
tos de cultura literaria, ibid., 1912, 1915. — Armando Muñoz y Marre-
RO, matancero, publicó Azucenas, 7Jcrsos, Matanzas, 1904. — Diedo José
Muñoz y López de Haro estrenó Regeneración, comedia, 1904. — Par-
naso Michoacano, ]\Iorelia, 1905 (de 35 poetas). — Marcelino Navarro
Allué estrenó La Escalera de los duendes, juguete, 1904. Miserias hu-
manas, comedia, Bilbao, 1913. — Carmen Nevado, delicada poetisa, re-
traída en Badajoz, colaboró en la Rev. de Extremadura (1904). — Gas-
tón A, NiN, uruguayo, publicó Las Sonatas modernistas, Montevideo,
1904. — Félix F. Noriega publicó Diccionario Geográfico de Costa Ri-
ca, San José, 1904. — 'Luís de Olive y Lafuente estrenó Un aviso, bo-
ceto, 1904. El Certificado, jug., 1908. No hay prenda como la vista,
jug. (con Emilio G. del Castillo), 1910. — Vicente del Olmo (n. 1880-),
de Puerto Rico, estrenó Matrimonio, jug., Gijón (1904). Las Fiestas de
Somaeu, zarz. 1906. Morir viviendo, monól. (1909). El Mozo de tren
(ídem). Dos jóvenes agraciados desean protección, entr. El Tango de
la castaña, entr., Madrid (1910). Los Amores de Marta Luisa, dr., To-
rrelavega (1913). El Travieso don Canuto, entr., Madrid (1914)- ^^
mozo sin labranza, entr. (1916). El Crimen de Cercedilla, pasillo (con
Justo Fornovi, 1917). El Calvario de Cristo, jirón de la bohemia, no-
vela, 1917. La Política de don Eduardo Dato, 1917. — Sinforiano
156 ÉPOCA REGIONAL Y MODERNISTA (1888-I907)
Omaña de León compuso Elisa y Gerardo, drama, 1904. — Ramón Orts-
Ramos publicó Los Mayorazgos de Bcneloja, Barcelona, 1904. — Ak-
TONio Otero y Novo (f 1913), gallego, publicó Bromas y veras..., ver-
sos cubanos, cuentos criollos, Ferrol, 1904. — Nicolás í'alacios, chi-
leno, publicó La Raza chilena, Valparaíso, 1904. — Federico de Palo-
mera estrenó Tempestad y calma, 1904. La Niña del organillo, melo-
drama, 1905. Siei'Hpre el dinero (con J. Salas Pont), 1905. Hermanos
gemelos, 1906. Choque de automóviles, 1907. Piensa el ladrón..., com.,
1909. — Claudio Peñaranda (n. 1884-), poeta boliviano, publicó Líricas.
— José Manuel Pérez Sarmiento (n. 1882-), de Bogotá (Colombia), pe-
riodista, diplomático, hoy en Cádiz, culto y erudito, ameno y castizo es-
critor, publicó La Guerra de Tolima, Bogotá, 1904. Apuntes sobre asun-
tos colombianos, Caracas, 1908. Colombia contemporánea, ibid., 1909. La
República de Colombia, Cádiz, 1913. Sobre fronteras y consulados de
Colombia, ibid., 1914. Manual consular colombiano, ibid., 1915. Enfer-
medades tropicales, ibid., 191 5. De fenomenología mágica en la Amé-^
rica prehistórica, disc, ibid., 1916. La Mujer en el descubrimiento y
civilización de America, disc, ibid., 1916. El Proceso de Nariño, ibid.,
1916. Recuperación de Gibraltar, disc, ibid., 1917. Fiesta de la raza, dis-
curso, ibid., 1917. Colombia (17^9-1918), ibid., 1918. Colombia, revista
(siete años). — Luis Pérez-Rubín, archivero, colaborador de La Niñez,
La Ilustr. Cat.. El Porvenir, de Valladolid (1902), publicó Vamba-Si-
mancas, Valladolid, 1904. La Flor de la vida, Valladolid, 1914. La Li-
teratura del "Quijote'', ibid., 1916, — Jesús Pernas estrenó El Anar-
quista, juguete, 1904. El Hijo del general, jug. (con Gaspar Rivas),
1910, Sangre castiza, sain., 1910. Los Cándidos pretendientes, 1914. —
Paco Pico publicó Una doncella en peligro, novela, Barcelona, 1904. —
Próspero Picíiardo y Arredondo, villareño (Cuba), por seud. Flori-
mel, publicó Párrafos y estrofas, cuentos, poesías, Habana, 1904. Arte
y vida, sonetos, crónicas, 1907. — Francisco S. Piedra, de Cárdenas
(Cuba), publicó Crepusculares, décimas. Cárdenas, 1904. — Carlos
Pietsch, profesor de la Universidad de Chicago, publicó The Spanish
Particle he, 1904-05 (en Modern Philology). Notes on Spanish Folklo-
re, 1907-08 (ibid.). Spanish Etimologies, 1909-10 (ibid!.). Duecho, 191 1-
12 (ibid.). Znr Spanischen Grammatik, 1912-13 (ibid.). Preliminary No-
tes on Tzvo Oíd Spanish Versions of the Disticha Catonis, Chicago,
1912. Concerning Ms 2-G-5 of the Palacc Library at Madrid, 1913-14
(ibid.). On the Spanish Grail Fragments, 1915-16 (ibid'.). — Ángel Pu-
lido Fernández, madrileño, médico, por seud. U. P. Lido; en El Siglo
Médico (1881), El Bachiller Triaca, publicó Los Israelitas españoles y
el idioma castellano, Madrid, 1904. Cartas escandinavas, 191 1. — Puna-
ditos de sal, chistes, Barcelona, 1904. — Pelayo Quintero y Atauri,
de Uclés, pintor paisajista, publicó Uclés, Madrid, t. I, 1904; Cádiz,
t. II, 1913; ibid., t. III, 1915. Sillas de coro, Madrid, 1908. Los Asuntos
profanos en las esculturas de las iglesias españolas, 1912 (en Museum,
abril). Necrópolis anterromana de Cádiz, 191 5. Cádiz, primeros poblado=^
res, hallazgos arqueológicos, Cádiz, 1917. — Teodoro Quirós Blanco
S. XX, 1904. FEDERICO SANTANDER RUIZ ibj
(1876- 1 902), de San José de Costa Rica, dejó Artículos escogidos, publi-
cados en 1904. — Inocencio Rkdondo publicó Iglesias primitivas de Astu=
rias, Oviedo, 1904. — Revista de la Universidad de Buenos Aires, direc-
tor Rodolfo Rivarola, desde 1904. — Eduardo Rmítes Prósper (n. 18Ó0-),
valenciano, ayudante de Ciencias por oposición (1887) y áú Jardín Bo-
tánico (1893), catedrático át Fitografía en la Central (1902), gran bo-
tánico, publicó Fauna y flora de In numismática española, Barcelona^
1904. Las Carofitas de España, IMacírid, 1910. Plantas curiosas de Ca-
vanilles, ibid., 1912. Claveles y clavellinas de España, 1914. El Silphio
maravilloso, 1915. Las Estepas de España y su vegetación, 1915. Dos
noticias históricas de don A. J . Cavanilles y de Cavanilles y Centi, igiy.
— Francisco de Reynoso, colaborador de La Ilustr. Esp., publicó La
Corte del Mikado, bocetos japoneses, Madrid, 1904. — Manuel F. Río
publicó Geografía de la provincia de Córdoba (con L. Achával). B. Ai-
res, 1904-05, 2 vols. — 'Cecilio A. Róbelo^ mejicano, publicó Diccionario
de aztcquismos (del castellano), Méjico, 1904. — Pedro Roca publicó Ca=.
tálogo de los manuscritos que pertenecieron á don Pascual de Gayangos,
Madrid, 1904. — Armando Víctor Roxlo y Miralles (1884-1912), i^onte-
videano, hijo de catalanes, estudió en Buenos Aires, fué redactor de Le
Razón (1906-12) y escribió poesías elegantes y sinceramente sentidas,,
como Carnavalesca, La Manzanilla, Vuelve, Canción isleña^— huís Sáinz
Montero publicó Un tninistro en Apcarsus, novela, Madrid, 1904. — José
Salgado (n. 1875-), montevideano, abogado (1901), diputado, historiador^
catedrático de la Universidad, publicó Canto á la paz, 1904. Historia de
la. Rep. Or. del Uruguay, h^sta. hoy 5 vols. Los Cabildos colonieiles, 1910.
— .Galo Salinas Rodríguez, poeta laureado gallego, fundador en La Co-
ruña de la Rev. Gallega (1896-900), estrenó Gloriosa derrota, Coruña,
1904. — Alfredo G. Sánchez Ruidosam estrenó No hay remedio^ me sui-
cido, monólogo, 1904. — Marqués de San Kmilio (¿Emilio Villaverde?)
publicó Novelas cortas. Habana, 1904. — Federico Sangrador Mingúe-
la publicó La Iglesia de San Benito el Real de ValladoUd, ibid., 1904. —
Sangre de hermanos, crónica de la última guerra civil de la Rep. Or.
del Uruguay, 1904. — Pedro Sangro y Ros de Olano publicó obras de
Sociología desde 1904. La Sombra de Ferrer, de la semana trágica á
la guerra europea, Madrid, 1917. — Miguel de S. Román (n. 1883-), lau-
reado poeta vallisoletano, obtuvo la flor natural en su ciudad natal y
es periodista en Madrid. Estrenó Ilusiones de niña^ nionól., Valladoli<í, .
1904. Almas vídgares, boceto, 1907. Almas vulgares, comedia. Las Alon-
dras, id. La Décima musa, poema en un acto. La Abuelita Ltilú, comedia.
La Señora no quiere comer sola, id. El Pájaro verde, zarzuela. El Dia-
mante azul, comedia. El Bululú, saínete. Flor de vida, poesías. — Pascual
Santacruz, colaborador de La Provincia (Huelva, 1903), publicó Clíni-
cas de la Historia {psicología nacional). Ciencia antigua y nueva. Noble-
za obliga, novela. Plagas contemporáneas, crítica y sátira (1908). Del
teatro de la vida, novelas cortas. Relámpagos de pensamientos, Málaga,
1910. En Esp. Mod. : El Carácter del pueblo español (1904, jul.). El Siglo
de los marimachos (1907, nov.), etc. — Federico Santander Ruiz Jimé-
158 ÉPOCA REGIONAL Y MODERNISTA (1888-I907)
NEZ publicó varias novelas en la biblioteca Patria, como Epistolario , 1904.
Alma mater, 1907. Por el nombre, nov. (1907). La Casa de Balsain, 1910.
Por Francia y por Suiza, apuntes de viaje, 1913. — Manuel de Sara-
LEGUi Y Medina, marino y académico no se sabe por qué, publicó Un
negocio escandaloso en tiempos de Fernando VII, 1904. Los Consejos
del "Quijote", Madrid, 1905. Disquisiciones nicotianas, ibid., 1905. Re-
cuerdos y rectificaciones históricas, ibid., 1907. Cuadros de la Historia,
ibid., 1908. El Corregidor Ponfejos, ibid., 1909. Silueta del almirante
de Castilla don Alfonso Jofre de Tenorio, 1910. Una sorpresa en tierra
y su desquite en el mar, igi2. Lo siento amicho, consideraciones y do-
cumentos relativos ó... Blasco de Caray, 1913. Alonso de S. Crus, disc.
recep. Acad. Esp., 1914. Las Trombas marinas, 1915. Refranero espa-
ñol náutico y meteorológico, Barcelona, 1917. Menudencias históricas,
jgiy. Los Monumentos megalíticos de España, 1918. — Alfonso de
Sawa y Salazar publicó Sin madre, ensayo de novela, Madrid, 1904.
A través de la vida, bocetos sociales, Madrid (1910). — Fernando Se-
gundo Brieva y Salvatierra, catedrático de la Central, publicó Dis~
curso de inaug., Madrid. 1904. La Mujer española de la Historia, Gra-
nada, 1914.— Francisco E. de Silva, cubano, publicó La Canalla dorada
ó La Herencia de Martina, novela. Habana, 1904, 2 vols. — Luis Silva
Lezaeta, chileno, obispo titular de Oleno, publicó El Conquistador
Francisco de Aguirre, Santiago, 1904. — Javier A. Silvestre publicó
El Tirano Juan Manuel de Rosas, anécdotas..., 1904. — Antonio C. Tay-
BO, cubano, publicó Poemas cortos. Polos opuestos. Habana, 1904.
Amor de artista, 1906. — Nicolás Tello López publicó Leyendas infan-
tiles, Madrid, 1904. — Maximiliano de Thous, valenciano, autor dra-
mático y desde 1901 actor, estrenó La Casita blanca, zarzuela (con
Elias Cerda), 1904. Moros y cristianos (con id.), 1905. La Feliz pareja,
1907. El Pecado venial, com. lír. (con id.), 1908. Episodios nacionales
(con id.), 1908. Botón de rosa, posat., 1909. Los Tres embuste-
ros, zarz., 1909. Las Molineras, z arz, (con Elias Cerda), 1909. El
Carro del sol, zarz., 191 1. — Tomás Tornero Pedrosa estrenó Por
iin legado, juguete, 1904. — Domingo Torres Frías, arg-entino. pu-
blicó Nicasio Oroño, su biografía, 1904. Argentinas, prosa y verso,
B. Aires, 1908. French y Beruti, páginas de Historia argentina, B, Ai-
res, 191 1. — Mariano Turmo Baselga, de Barbastro, director en Zarago-
za del Diario Mercantil, empleado en Filipinas, á su vuelta publicó la
novela baturra Miguelón, con soltura, facilidad y gran fuerza realista,
Barcelona, 1904.. Está escrita en habla del montañés ribereño del Cinca,
mezcla extraña de baturro y catalán con gotas de francés. Un drama en
Antigua, ibid., 1904. La Sed, nov. postuma. — ^Luis del Valle y Pascual
publicó Alma triste, Madrid, 1904. — Honorato Vázquez, de Cuenca
(Ecuador), diplomático, publicó unos villancicos en castellano viejo, en
Cuenca. Memoria histór. jurid. sobre los límites ecuatoriano-peruanos,
Quito, 1904. Exposición ante S. M. C. don Alfonso XIII en demanda de
la Rep. del Ecuador contra la del Perú, Madrid, 1906. El Epílogo pe-
ruano, ibid., 1907. Litigio de límites entre el Ecuador y el Perú, ibid.,
\
S. XX, 1905. ENRIQUE DE MESA Y ROSALES 1 ^9
1909. — Rafael Vega^ cubano, por seud. El Villarcño, publicó Lirismos
y lirazos, Santa Clara, 1904. — Leopoldo Velasco, de Córdoba (Ar-
gentina), poeta romántico rezagado, oscuraño, lagrimoso y desenga-
ñado antes de tiempo, publicó El Poema eterno, 1904. Luego hízo-
se algo parnasiano en los sonetos que tituló Semblanzas de la tie-
rra, 1908 (en Nosotros). — Antonio de Vilasalba tradujo de Shake-
speare La Fiere cilla domada, Barcelona, 1904. Ótelo, ibid., 1904. — Ma-
nuel María Villaverde_, cubano, deportado en 191 1, estrenó El Deber
de amar, boceto, 1904. Celos vencidos de amor, sain., Gijón, 1906. Pu-
nta Rosal, nov.. Habana, 1912. La Política en Cuba, 1913. La Rumba,
nov., 1915. — L. Williams publicó Algunos intérpretes ingleses de Ham-
let y el verdadero espíritu de don Quijote, dos ensayos, Madirid, 1904.
■Castilla, ibid., 1904.
194. Año 1905. Antonio Rey y Soto (n. 1879-), de Santa
Cruz de xArrabaldo (Orense), presbítero, cantor trágico román-
tico en asuntos y manera, pero con un gusto exquisito, funda-
mento real y cuanto basta de idealismo para sazonarlo y hacer
poética y aérea la obra. Como poeta es castizo, brioso y colo-
rista, robusto en el decir y elegantísimo en el versificar. Como
-dramático se estrenó con envidiable suceso : acción rápida, con-
traste de caracteres, situaciones francas, desarrollo claro y ve-
loz, mucha poesía, sana y sincera, y admirable versificación. Es
>de los dramáticos que más prometen. La Loba es novela de cos-
tumbres gallegas, en lenguaje regionalizado, á lo Valle-lnclán,
con puntas de recia tragedia y espíritu gallego.
Enrique de Mesa y Rosales (n. 1879-), madrileño, cola-
borador de La Correspondencia (1901-) y Helios, es el moderno
continuador, no poco afortunado, del Arcipreste de Hita y del
Marqués de Santillana; autores de los cuales muéstrase muy
enamorado, así como del Paular y del Guadarraina, que han ins-
pirado sus libros. Aristocrático en gustos y exquisito en la for-
ma, parece un parnasiano, tanto en prosa como en verso, el me-
jor de los parnasianos españoles; pero tan sólc puede conside-
rársele como tal por lo refinado en lo escultural y pictórico de la
expresión, siendo de suyo de rancia estirpe española, sin afecta-
ción alguna, en asuntos y lenguaje muy castizo. Ha cantado la
sierra del Guadarrama, llevando al arte muchas voces serranas,
"hoy vivas y que tienen añejo abolengo y gran fuerza pictórica,
lo cual da á sus poesías cierto tinte de literatura regional. Pero
casi es un puro poeta descriptivo. No se entraña en las almas.
lÓO ÉPOCA REGIOXAL Y MODERNISTA (1888-I907)
no toma parte en sus luchas. Ni siquiera los acontecimientos le
atraen, ni nos cuenta historias pasadas ó hechos presentes. La na-
turaleza sola le trae embebecido en sus paseos veraniegos por
la sierra. A lo más alude de paso á serranas y mocetones que
van y vienen harto callados, sin descubrirnos apenas lo que lle-
van bien guardado en su pecho. Algo frío parece, por lo mismo,
este objetivo pintar de la naturaleza, apuntándose no más y de
soslayo á la vida. Bien que un cierto dejo de soledad no poco
humana y de grandezas pretéritas fenecidas se desprenda, suave
y melancólico como olor á tomillo, acre y dulce á la vez, deí
conjunto, y la al parecer objetiva serenidad y aun sequedad fría
siente bien al carácter castellano, semejando en estos cantares
á la Cjue se siente recorriendo la tierra y al leer el romancero.
Es la sobriedad y como adustez castellana, quo. encierra soterra-
do, bajo la serena objetividad, un fondo preñado de afectos,
que, tanto en las personas como en la poesía popular castiza, no
revientan y salen afuera con estrtiendos y pueriles pasmarota-
das. La musa popular castellana es modesta cual aldeana de
corpino y castamente retraída; y retraída y modesta es la musa
del moderno autor de las serranillas. Ese soplo de soledad añeja
y melancólicamente sonora, que á la callada orea la pura des-
cripción en las poesías de Enrique de Mesa, hállase en el tí-
tulo de su libro El silencio de la Cartuja, donde el poeta dejó pe-
gada más alma á las puras descripciones serraniegas, bien que
del moderno autor de las serranillas. Ese soplo de soledad añeja
de la Cartuja y de la sierra cuentan las cosas, más bien diríase
C[ue lo cuentan en silencio y como por señas.
María Eugenia Vaz Ferreira, poetisa uruguaya, medita-
bunda y soñadora, nacida poco después de 1880, arrebató la
atención del público con sus primeros versos, correctos, de ritmo
original y muy ajustados al fondo, en que yace cierta filosofía
rayana con el esceptismo, envuelta en resignada tristeza ima-
ginativa. Tal en Meditación, A una golondrina, La Eterna can-'
ción, Era de noche, Una herceuse de Chopin. Distingüese en-
tre las poetisas americanas por el gusto artístico, que no la deja
caer en prosaísmos y vulgaridades ; pero sobre todo por la hon-
dura de sentimiento. Ningún poeta americano se le allega más
S. XX, 1905. ENRIQUE DE MESA Y ROSALES
161
á Bécquer, de cuya escuela, queriéndolo ó sin quererlo, es se-
guidora. Como él en España, es acaso Vaz Ferreira la poetisa
más trasparente y sencilla en la forma de la América española.
VÍCTOR Domingo Silva_, de Coquimbo (Chile), por seudó-
nimo Cristóbal de Zarate en El Mercurio de Valparaíso, del
cual fué corresponsal al pasar á Buenos Aires. Publicó en San-
tiago su primer libro Hacia allá (1905), poemas humanitarios
como los de Dublé Urrutia y Alberto Ghiraldo, con notas anár-
quicas atrevidas, tan opuestas al modernismo que acababa de
pasar de moda: "pero antes que poeta, soy revolucionario".
Obra revolucionaria y tumultuosa aquella primera, que corría
parejas con su natural fogoso y turbulento y con su vida bo-
hemia adrede y por mor del arte. Después mostró sus dotes de
poeta colorista y prosopopéico que se bizarrea arrastrando ro-
zagantes y joyantes vestes, á lo Chocano y Rueda, dando rien-
da suelta á su rica imaginación, plasmadora de imágenes gran-
diosas y derrochadora de tesoros de palabras, sin amaneramien-
tos, pero también sin gran esmero ni corrección. Finalmente,
asentados estos bullidores elementos algo románticos y juve-
niles, hanse ido aclarando pensamiento y forma, y sus poesías
son serenas y delicadas, sueltas y fáciles, festivas y jugueto-
nas. Estrenó con aplauso altas comedias y es el primer autor
dramático de su generación.
195- Rey Soto: Falenas, versos, Orense, 1905. N'ido de áspides,
versos, Madrid, 1911. Remanso de pas, impresiones de viaje^ en prosa,
ibid., 1915. Amor que vence el amor, dr., 1917. Cuento del lar, trag.,
1918. La Loba, nov., 1918. Consúltese Antonio Valero de Bernabé, El
Poeta de Galicia^ Madrid, 1919.
Ramón Pérez de Ayala, Ensayo en Cancionero, 1917: "La poesía de
E. de Mesa se caracteriza, como la añeja poesía castellana, por el vo-
cabulario, compuesto de voces concretas. En ella cada cosa está desig-
nada con su nombre. Lo cual demuestra que el vocabulario ha sido adí-
quirido orahnente... Quizás E. de M. es el poeta contemporáneo que
ha dado estado lírico á mayor número de voces orales de nombres de
cosas..., emoción directa de naturaleza, emoción pictórica y de rea-
lidad sintética... El romance añejo y la poesía moderna de E. de M.
pertenecen, en su aspecto plástico, á la escuela de pintura castellana,
la pintura realista... La poesía de E. M. abunda en cuadros plásti-
cos...; el sentimiento es recóndito y pudibundo, y acaso por esto mis-
mo singularmente intenso. Bajo la traza áspera y casi impersonal de
TCMO XM.— II
1 62 ÉPOCA REGIONAL Y MODERNISTA (1888-I907)
esta lírica, cada objeto de naturaleza está vivificado y animado de la
sensibilidad del propio corazón del poeta... La perfección de la poesía
de E. de M. refleja la perfección de. aquello? tres viejos maestros de la
poesía castellana (Berceo, Hita, Santillana)." E, de Mesa: Flor pagana,
prosa, Madrid, 1905. Tierra y alma, poesías, 1906. Tragicomedia, prosa,
1910. Andanzas serranas, prosa, 1910. Cancionero castellano, poesías,
1911, 1917 (aumentado). El Silencio de ia Cartuja, poesías, 1916 (con
intr. de R. Pérez de Ayala). Stendhal, Rojo y Negro, trad., 1919. His-
toria de Manon Lescaut y el caballero Des Grieux, trad., 1919. La Cor'
te poética de los Trastamaras (en prensa). Consúltese J. Cejador en
Nuevo Mundo, 8 marzo 1918.
Vaz Ferreira no ha coleccionado sus versos. Es también notable
compositora. Véanse algunas poesías en El Parnaso Oriental, 1905; en
Hebe, 19 18 (núm. 4). Raúl Montero Bustamante en El Parnaso Orien-
tal (1905, pág. 308) : "Es, sin disputa, la primer poetisa Jfe América, la
uiás grande que ha tenido el país. Su personalidad artística sólo puede
equipararse á la de Zorrilla de San Martín, por la intensidad del sen-
timiento, lo hondo de la emoción y lo exquisitamente delicado de su
arte. Es discípula de Heine y ha formado su estilo en el oscuro ger-
manismo del poeta de Dusseldori, que ella ha sutilizado al reflejarlo en
su exquisito temperamento. Pertenece á la raza de los sensitivos, y, sin
duda, en su emotividad de apasionada hay una mórbida aspiración de
"más allá". Escribe desdie niña, 3^ en todas sus composiciones está el
sello de su alma poderosa e inquieta." Lo de Heine creo yo que debe de
ser tan erróneo como tratándose de Bécquer,
V. D. Silva, Hacia allá: "Mis versos no son prismas para el kalei-
doscopio, I ni se pulen á lima. Quizás puedan ser opio | para los bellos
ojos que gustan madrigales ¡ ó becquerianas puestas en tarjetas pos-
tales. I ¿ Qué hacer ? Yo no he nacido para bordar misivas ¡ que con
palabras muertas mienten angustias vivas... | mis versos son violentos |
y revolucionarios como mis pensamientos." Rodolfo Polanco Casanova,
Ojeada crit., 1913, pág. 38: "£Z Viernes Santo y don Quijote: su lec-
tura nos impresionó dilatadamente i nos dijimos: Este es un gran poeta
que irá mui lejos. El Derrotero i otras obras posteriores no han hecho
sino confirmar nuestra creencia. Hoi la fama pregona su talento
más allá de las fronteras patrias. Sus dramas representados en Bue-
nos Aires con todo éxito... En su estreno, la poesía de este joven era
de combate i tendía á un avanzado socialismo; pero un Mecenas... le
atrajo á su grata sombra i hoi su vuelo lírico se espacia en más sere-
nos horizontes." Armando Donoso, Los Nuevos, 1912, pág. 103: "Co-
laboracíor de todas las revistas, mantenedor de Juegos Florales en Val-
paraíso, corresponsal de El Mercurio en el extranjero, propagandista
entusiasta de la literatura argentina y poeta en todas partes... Los ver-
sos florecen en su espíritu como las rosas del rosal silvestre; son una
modalidad del pensamiento; nacen hechos con la emoción que les dio
origen; del tal modo la gimnástica del ritmo ha creacío en el poeta es-
tados de sensibilidad cadenciosa, habituales en fuerza de ser fáciles...
S. XX^ 1905. PEDRO HENRÍQUEZ UREÑA 163
Silva ha abusado, por cierto, de su facilidad..., es un pródigo de su
tesoro... Sólo así se comprende esa fecund'idad extraordinaria que va
más allá de todos los lirismos, puesto que abarca hasta los géneros
más opuestos, desde la crítica de arte hasta el cuento y la novela
psicológica... Silva ha hecho alarde, en sus versos de juventud y ma-
cedad, de sus preocupaciones sociales y humanitarias, volviendio los
ojos hacia el arroyo, hacia la vida humilde y el dolor vulgar... El
poeta hacía vida bohemia por razón de arte y de independencia es-
piritual, lo cual le llevó á observar de cerca la miseria del suburbio,
que ha evocado en algunos de sus mejores poemas, como ese triste
Desde los conventillos, preñado de santa ira y de horror humano...
Aparte del poeta humanitario, con vistas al idealismo anarquista, hay
en la obra de V. D. S- im aspecto sentimental y bizarro, con mucho
de romántico y de metafórico, por oposición al pesimismo naturalista
<ie sus versos, anunciadores de tempestades. Sin ser imitadlor de Cho-
cano, como buena y desacertadamente ha creído Juan Mas y Pl, hay
algo en algunos de sus mejores poemas que responde á la técnica vi-
ril del lirismo creado por Díaz Mirón y por el autor de Alma Amé-
rica. Bastaría recordar tan sólo ciertos fragmentos de Bajo el sol
■de la Pampa ó de El Derrotero para advertir ese generoso afán por
exaltar el verso hasta una luminosidad escultórica, mediante la imagen
atrevida, hasta la prosopopeya y la rima suntuosa, que en Silva ha en-
contrado un cultor entusiasta y apasionado... Silva es, ante todo, un
poeta sencillo hasta el descuido, enemigo de amaneramientos y amante
de la riqueza léxica hasta la incorrección... El derrotero marca per-
fectamente un instante de la evolución de su verso hacia un mayor co-
lorido y hacia una exaltación de la poesía sentimental, que tiene cier-
tos puntos de contacto con los poemas románticos... Más tarde... sa-
crificará la tiranía verbal en holocausto del ritmo interior..., el valor
trascendental que en el verso le atribuye á la emoción comunicativa, á la
sensación de realidad inmanente que va de un corazón á otro como
im fluido imponderable y sutil hasta lo inconsciente y lo inesperado...:
esta su última manera... que traduce el verdadero exponente creador de
los grandes líricos: capacidad y poder emotivo para hacer sentir la be-
lleza propia en el espíritu de los demás." V. D. Silva: Hacia allá, poe-
mas orijinales, Santiago, 1905. El Derrotero, dr., Valparaíso, 1908. Go-
londrina de invierno, Santiago, 191 1, 1917. Poesías, Iquique, 1914. Las
Mejores poesías, Santiago, 1918. Comedias, como El Pago de una
deuda, Santiago, 1908; Como la ráfaga. Dramas: Los Cuervos y Nues-
tras víctimas, ibid., 1912. Obras todas estrenadas en Buenos Aires,
196. Año ipo¿. Pedro Henríouez Ureña (n. 1884-), de
Santo Domingo, hijo de Salomé Ureña, de los más cultos, eru-
ditos y de acendrado gusto entre los literatos y críticos de Amé-
rica en nuestros días, conocedor del griego, profesor de Litera-
164 ÉPOCA REGIONAL Y MODERNISTA (1888-I907)
tura en la Universidad de Méjico, excelente crítico. Escribió un
ensayo de primitiva tragedia griega, El Nacimiento de Dioni=
sos, en donde se echa de ver su erudición humanística y refina-
do'gusto estético, faltando tan sólo el que lo hubiera escrito en
verso, como convenía á la índole del trabajo,
Ismael López^ por seud. Cornelio Hispano^ nacido en el
Valle del Cauca (Colombia), doctoróse en Derecho (1905) é imi-
tando el Centauro, de Maurice de Guerin, tiró hacia el tono clá-
sico, que ha ido acendrando más y más, bien que con dejos del
cálido y paradisíaco valle del Cauca. Inspiróse en Grecia para
su colección de poesías El Jardín de las Hespérides; en el cris-
tianismo, para la vida de San Jerónimo de su Leyenda de oro,
y en la patria presente, para sus Elegías Cancanas: especie de
tríptico poético. Distingüese en el estilo y lenguaje por lo casti-
zo, esmerado y elegantemente sencillo, conforme á la tradicio-
nal manera de los grandes escritores colombianos.
José de la Riva Agüero (n. 1885-), peruano, biznieto del
famoso Riva Agüero, primer presidente de la República perua-
na, célebre por su períianismo, contra la absorbente hegemonía,
que por tiranía tienen algunos, instaurada por Bolívar en Colom-
bia, ha heredado de su bisabuelo algo de esta doctrina, juzgando
severamente al vencedor de Junin, siendo, por lo demás, aboga-
do, catedrático en la Universidad, historiador imparcial, sereno
y justo apreciador de los historiadores de aquella tierra, agudo
crítico y erudito, discípulo de ]\I. Relavo, de maciza cultura his-
tórica y segura probidad literaria.
19 7. Pedro Henr. Ureña, El Nac. de Dionisos: "En este ensayo
de tragedia antigua se ha tratado de imitar la forma trágica en usa
durante el período inmediatamente anterior á Esquilo: la forma que...
empleó el poeta Frínico y cuyas características son el predominio abso-
luto del coro y la intervención de un solo actor en cada episodio. Na
se lia omitido ningima de las partes esenciales de la tragedia griega:
el parados, la entrada del coro ; los episodios, que contienen la acción
(forma primitiva díe nuestros Actos) ; los stasima, cantos del coro que
separan los episodios ; en cuanto al éxodo, el final, he adoptado, no la
forma en uso desde Esquilo, en la que se (desechaba generalmente la
forma lírica en favor de la dialogada, sino una de las formas primiti-
vas, que subsiste todavía, por ejemplo, en Los Persas, del propio Es-
quilo: las voces alternas del coro y el actor. He introAicido también eí
commos, lamento alternado ciel coro y el actor... He preferido la pro-
S. XX, 1905. PEDRO HENRÍQUEZ UREÑA l65
sa... En el lenguaje he tratado de seguir principalmente las formas de
los trágicos." F. García Godoy, La Liter. Amer., 1915, pág. 128: "La
característica principal, á mi ver, de la clara inteligencia de Pedro
Henríquez Ureña consiste en su facilidad para descubrir y precisar los
puntos de enlace cíe las ideas filosóficas, las analogías que las aproximan
y las diferencias que más o menos realmente las separan... El toque
«striba en poder percibir, bajo apariencias, muchas veces engañosas, el
hilo finísimo y casi invisible que corre al través de esos sistemas, esta-
bleciendo entre ellos nexos y conexiones de mayor ó menor importan-
cia filosófica... Pedro Henríquez Ureña ha visto, y creo que ha visto
bien, las conexiones que existen entre el bergsonismo y el dinamismo
psicológico de Rodó." ídem, pág. 177: "Estas sinceras y expresivas pá-
ginas, nutridas die sana y noble filosofía y de discretas y luminosas
.apreciaciones críticas (Horas de estudio). Son frutos hermosos y sa-
zonados de un intelectual, todavía muy joven, que no ha malgastado
lastimosamente su tiempo en producir prosas vacuas y puerilidades ri-
madas... Casi en la adolescencia ha tendido constantemente á avizorar
cosas de verdadera enjundia ideológica, penetrando con pie firme y se-
guro por la vasta selva para muchos inextricable de los más altos y
fundamentales conocimientos humanos." Enrique Rodó (cart. part.) :
*'JLeí El Nacimiento de Dionisos, y la impresión d!e mi lectura se con-
cretó desde el primer momento en este juicio : Es lo más hermoso que
ha salido de la pluma de usted y es una de las cosas más bellas de la
nueva literatura hispanoamericana. El hondo y personal sentido del
mito encarna en una noble belleza, díe estirpe muy superior á la que
deslumhra los ojos del vulgo literario." Pedro Henríquez Ureña: En-
sayos críticos (D'Annunzio, Bernard Shau, Richard Strauss, Wagner,
Rodó, etc.). Habana, 1905. Estudios griegos (trad. del ingl. de Walter
Pater), Méjico, 1908. Horas de estudio (estudf. crít. sobre Hostos, Ru-
bén Darío, Gabriel y Galán, etc.), París, 1910. La Obra de J. E. Rodó,
conf., Méjico, 1916 (en Conferencias del Ateneo). Antología del Cen-
tenario ■ (1^00-1821) (con Luis G. Urbina y Nic. Rangel), ibid., 1910, 2
vols. La Enseñanza de la literatura^ ibid., 1913. Tablas cronológicas de
la liter. españ., ibid., 1913. Romances en América, 1913 (en Cuba Con-
tempor.). Traducciones y paráfrasis en la liter. mexicana de la época
de la Independencia, 1913 (en Anal. Museo Mexic). Don Juan Ruiz de
Alarcón, ibid., 1914; Habana, 1915. El M. Hernán Pérez de Oliva, Ha-
bana, 1914. El Nacimiento de Dionisos, esbor:o de tragedia á la manera
antigua, N. York, 1916. De la Nueva interpretación del ^^Q>iiijote^\ San
José, 1916 (en Ariel). Rubén Darío, N. York, 1916 (en Eleven Poems
of R, Dorio). El Primer libro de escritor americano, ibid., 1917 (en
Román. Review). Literatura dominicana (hasta 1844), París, 1917
{Rev. Hisp.). Antología de la versificación rítmica, S. José, 1918 (en
Convivio). Campoamor, 1918 (en Rev. Hisp.). Las Nuevas estrellas de
Heredia, N. York, 1908 (en Román. Reviezv). La versificación irregular
en la poesía castellana (en prensa). Antología dominicana (poetas, con
Manuel F. Cestero, en prensa).
l66 ÉPOCA REGIONAL Y MODERNISTA (1888-I907)
Marco Fidel Suárez, Pról. á Colombia en la guerra, de la Indep.,
1914: "El estilo de usted es reflejo de un entendiimiento reposado, pro-
fundo y cultivado esmeradamente por medio de estudios serios y ame-
nos. El fondo de sus escritos está inspirado por una crítica genuína que,
aplicada especialmente á la narración histórica, practica constante-
mente aquello que dijo un autor antiguo hablandfo de otra materia, que
no pasa partida si no muestra quitanza, es decir, que apoya en pruebas
y documentos sus afirmaciones. Admiro su labor artística y el tesón
con que busca usted modelos de sencillez y aticismo en el acervo in-
menso de la vieja literatura para acendrar más su bella manera de es-
cribir. Nada d'e amaneramiento, espontaneidad deleitosa, forma con-
versada en cierta manera, y al mismo tiempo capaz de sentimiento y
energía, escrupulosa corrección, modos de decir sacados á veces de
urnas antiguas, pero graciosos y claros é inteligibles para todo lector:
esas son las dotes de su tersa y delgacía pluma."
Corn. Hispano: Régimen internacional de los ríos navegables, tesis
doctoral, Bogotá, 1905. El Centauro^ poema antiguo, imitación del cé-
lebre fragmento de Maurice de Guerin, ibid., 1906. El Jardín de las
Hespérides (La Madre Grecia), ibid., 1910 (colección de poesías). Le-
yenda de oro (El Cristiani-mo), Caracas, 1911 (es la vida cíe San Jeró-
nimo en alejandrinos). L. Perú de Lacroix, Diario de Bucaramanga 6
Vida íntima del Libertador Simón Bolívar, publicado por primera ves,
con una introd. y ñolas, París, 1912. Elegías cancanas (La Patria), ibid.,
1912. De París al Amazonas, las fieras del Putumayo, Bogotá, 1914.
Colombia en la guerra de la Independencia, Bogotá, 1914. Bolívar,
ibid., 1917.
Gonzalo Zaldumbide, Letras, enero, 191 3 : "No es precisamente (Riva
Agüero) un arrumbador de inteligencias : sería más bien un modelador
de hechos y resultados. Curioso también (como Francisco García Calde-
rón), pero menos por el placer de saber que por el imperioso deseo de ser-
vir : su erudición es vasta y de las m'ás utilizables y genuínas ; pero con-
fina sus preferencias, que de día en día irán siendo más unilaterales, a la
realidad circunstante y á la historia patria. Profundamente arraigado en
este suelo, nutriéndose, mediante el estudio asiduo de sus anales, del alma
y la experiencia de los mxiertos..., debe al pasado lo que el árbol al te-
rreno que le sustenta; así la fuerte ramazón de su espíritu crece en el
sentido de la historia." En el Congreso histórico ríe Sevilla (1914) pre-
sentó dos Memorias come delegad'o del Perú : Diego Mexia de Fernan-
gíl, poeta sevillano del siglo xvi, avecindado en el Perú, y la Segunda
parte de su Parnaso Antartico y Descripción anónima del Perú, com-
piiesta á principios del siglo xvii por un judío portugués y existente
en la sección de Manuscritos de la Biblioteca Nacional de Paris. Cola-
boró en la Revista Histórica del Instituto Histórico del Perú, y en la
del Ateneo de Lima. En la primera sostuvo larga polémica con Manuel
González de la Rosa ('el que acusó d'e plagiario a Jiménez de la Espada)
acerca de la biografía y autenticidad de los escritos del Inca Garcilaso.
En preparación: Per la sierra, de paisajes andinos del Perú. En la En~
S. XX, 1905. ENRIQUE LÓPEZ ALARCÓN 1 67
ciclopcdia Americana hay un artículo suyo sobre ¡as Influencias imita-
tivas cu la literatura del Perú; otros sobre el movimiento Utera-io del
Perú en los años 1909 y 1910 y sobre la Sociología cíe Mariano Cornejo,
y se tradujeron al francés en Bulletin du Groupement des Universités de
France et de l'Amérique Latine, dirigido por Ernesto Martinenche,
J. Riva Agüero: Carácter de la literatura del Perú independiente, tesis,
Lima, 1905, que aprovechó M. Pelayo para su Hist. poesía lúsp.-araer.
Don José Baquijano y Carrillo de Córdoba, 190Ó {Ateneo de Lima, nú-
meros 38-39). La Historia en el Perú, Lima, 1910. Fundamento de los
interdictos posesorios, tesis, ibid., 191 1. Concepto del Derecho, ibid.,
1912. Declaración de principios del Partido nacional, 1915. Elogio del
Inca Garcilaso, 19 16. E:l Genio de la lengua y de la liter. cast. y sus
caracteres en la historia intelectual del Perú, Lima, 1918.
198. Año ipo¿. Antonio Ramos Martín (n. 1885-), ma-
drileño, hijo del famoso Ramos Carrión, estudió Filosofía y
Letras en la Central y estrenó desde 1905, en colaboración con
su padre. Tiene grandes cualidades dramáticas, saca de la rea-
lidad cuanto lleva a las tablas, tipos vivos y diálogo animado;
sino que se ciñe á lo tradicional ^^el género de su padre, ó por
falta de fuerza creadora ó por gusto estético. Debiera buscar
alguna mayor originalidad.
Luis Linares Becerra (n. 18S7-), madrileño, estudió en la
Universidad Central, entró por oposición en la Escuela de Es-
tudios Superiores del Magisterio (191 3), donde tomó el titu-
lo de catedrático de Escuelas Normales (1916); fué director de
Estudios en ia Asociación de Autores (191 3), de La Razón, de
La Puhliciáad y de otros periódicos; cronista de El País, re-
dactor del Diario Universal. Es estudioso, sabe mucho de teatro
y de otras cosas, escribe bastante bien, tiene buen gusto, y aun-
que ha escrito más de 90 obras teatrales, todavía no ha llegado
á la madurez del arte, pudiéndose esperar bastante de él. Sus
más aplaudidas obras son Alma negra (10 edic). Como las flo-
res. El Cuento del dragón, La Escuela de las cortesanas, El Poco
juicio. Ha traducido de Brieux, Richepin y Mirbeau. A sus poe-
sías Canciones rebeldes, acompaña un prólogo de Rueda.
Enrique López Alarcón (n. 1S91-), malagueño, en Ma-
drid desde 1903, redactor de El Nuevo Evangelio, El Intransi"
gente, El Mundo, (1907-11), La Mañana, La Época; redactor
jefe de La Tribuna, fundador de la Gacetilla de Madrid, es versi-
ficador brioso y castizo, poeta lírico y dramático inclinado á ic
1 68 ÉPOCA REGIONAL Y MODERNISTA (1888-I907)
romántico con toques de idealismo moderno, de modo que su
teatro tiene sobra de lirismo y aun de simbolismo y mengua de
acción, trama y caracteres reales.
199. Tomás Borras, La Tribuna, 16 febr. 1917: "De él (su padre)
ha heredado (Ramos Martín) el buen gusto, la habilidad para componer
y el estro regocijado y apacible... La pasión está ausente, el latido dra-
mático no existe, la imaginación es escasa, y la ironía, la poesía y tantos
otros elementos aprovechados por el arte, apenas rozan la sensibilidad
de los personajes. Ramos Martín (Antonio) y Ramos Martín (José, su
hennano) son, en cambio, buenos observadores y conocen el escribir en
lo que tiene de oficio. Saben su obligación. Y no fracasan nunca. Sin
embargo, Antonio, buscando los ambientes populares, parece anunciar
un gran sainetero... Nos complace ver... el horror del astracán, la fide-
lidad de la verdad! y una tendencia moralizadora que, si no es nece-
saria en el género, en cambio le avalora cuando no predomina hasta el
punto de convertir el sainete, de cuadro pintoresco de costumbres, en
ejemplo didáctico." José áe. Laserna, El Imparcial, 27 marzo 1919:
"Entre nuestros jóvenes comediógrafos, que se pueden contar por los
dedos, y sobrarán dedos, destacóse ya notablemente Antonio Ramos
desde sus primeros tanteos escénicos. Cosas para el teatro, más ó menos
ingeniosas, y más bien menos que más, hay muchos que las hacen ; pero
de esas obras inspiradlas en un noble y honrado propósito de arte caen
pocas en libra. Abundan en mayor número los industriales que los ver-
daderos artistas, y para un sacerdote hay en el templo de Talía cien mer-
caderes. Esto parece mitología, pero, desgraciadamente, no es un mito.
Es una verdad como un templo. Ramos Martín se ha inhibido volun-
tariamente de las pornografías, astracanadas y los fusilamientos, dis-
frazados de arreglos, adaptaciones, versiones y otras caretas, ó franca
y denodadamente ejecutados por los truchimanes que firman y cobran
lo que escriben otros, y ha procurado seguir la tracíición de la escena
española en sus comedias y saínetes y, sin estancarse, conservar las
esencias y hermanar los procedimientos al compás de los tiempos. Aun-
que sólo fuese por la intención, sería eso plausible y digno de estí-
anulo; acompañado, como suele ir, en las introducciones todas de Antonio
Ramos por muy relevantes aciertos, el persistente esfuerzo del joven
autor y su satisfactorio resultado merecen justamente la consideración
literaria y el favor del público. La nueva obra, que se estrenó anoche en
Lara con éxito excelente, no se desvía de las norm.as precedentes y se-
ñala una nueva conquista, no sólo en los principios fundamentales de
la técnica — imprescindibles en todo arte, digan lo que quieran los pe-
dantes y los impotentes — sino también en la (iinámica interior de los
espíritus y los caracteres. Lo que se desea es lo que no se tiene ; verdiad
axiomática y que, por lo tanto, no necesita demostración... ni aun en una
comedia. Pero la vulgaridad del tema — los temas están agotados y son
siempre los mismos — no excluye las variaciones. Una variación en
S. XX, 1905. LUIS LINARES BECERRA 169
lo cómico y algún tanto en lo sentimental, es Lo que no se tiene. Mari-
dos que inútilmente buscan fuera la felicidad que tienen en casa, hemos
visto muchos en el teatro y en la vida. Pero éste de Ramos Martín
€s uno más, y siendo el mismo es diferente, y en eso está el toque y
la gracia. La sonata es igual, la variación es nueva. El riesgo de la aven-
tura es peligroso, más que para el propio marido, para el autor. Ya
presentimos que, al fin y al cabo, la oveja, ó mejor dicho, el cordero
descarriado, volverá al redil, y esta será la moral de la comedia, en
este respecto de cierto cariz moratiniano. El compromiso del autor era
sortear con discreción, con tacto, con buen gusto, la situación esca-
brosa á la que lleva al marido, ó á la que le lleva el marido á él. El autor
lo ha hecho asi y también se ha salvado. Por eso el público celebró su
ingenio y su habilidad, le aplaudió y llamó al final de los actos, entre los
que el mejor es el segundo, y salió complacido de la obra y de los in-
térpretes." Calabazas, entr., 1905. El Incierto porvenir, com., 1918. Los
Niños de Tetuán, 1908. El Sexo débil, sain., 1912. La Cocina, sain., 1912.
La Redacción, sain., 1913. El Mejor de los mundos, entr., 1914. Que nos
entierren juntos, id., 1914. La Afición, sain., 19J5. La Real gana, id.,
1915. El Entierro de la sardina, id., 1915. Hormiguita, 1916. ¡¡¡Puní!!!,
1916. Mantequilla de Soria, 1917. La Gran familia, 1917. Tras Tristón,
1918. Lo que no se tiene, 1919. Soleares, 1919.
L. Linares Becerra: Los Dos cienos, dv., 1905. Gloria á Cervantes,
aprop., 1906. Gránete, jug., 1906. La Canción de la bruja, com. lír., 1906.
Alma negra, dr., 1907. El Calor del nido, sain., 1908. El Belén nacional,
rev., 1908. Corazón serrano, dr. lír., 1908. Entre tejas, entr., 1909. La
Nubecita, com. (con Jav. Burgos), 1909. El Castillo de las águilas, dr.
lír., 1909. Como las flores, com. (con J. Burgos), 1909. Los Ojos va-
cíos, episodio histór., 1909. ¡A ver si va á poder ser!, rev., 1909. Las
Estrellitas del cielo, sain., 1909. El Clown bebé, com. lír., 1910. El Pueblo
soberano, ár., 1910. El Amor al prójimo, sain., 1910. Sor Angélica, com.
lír. (con J. Burgos), 1910. ¡Qué te quieres apostar!, rev., 1910. Sobre
todas las cosas, com. lír., 1910. ¡Y sigue la vida!..., dr., 1910. La Noche
del rompimiento, entr. (con J. Burgos), 1910. Los Ojos vacíos, epis. (con
J. Burgos), 1910. Los Angeles mandan, com. lír., 1911. El Cuento dd
dragón, com. lír., 1912. Los Lugareños, opereta (del alemán), 1912. El
Amigo de la casa, sain., 1912. Los Pantalones de mi mujer, vaudeville
(con José M. Martín de Eugenio), 1913. El Buen amor, com., 1914.
Los Marinos de papel, jug., 1914. El Poco juicio, saín., 1914. El Gran
simulacro, zarz. (con J. Burgos), 1915. La Escuela de las cortesanas,
poema erótico, 1915. La Casa del Sultán, com. lír., 1915. El Barrio la-
tino, opereta, 1915. La Gente baja, 1915. El Ángel bueno, 1916. El
Puente de los crímenes, 1916. La Desertara (de Brieux), 1916. La Ben-
jamina (de Tristán Bemard), 1916. Los Cinco, 1916. El Secreto de la
biblioteca, 1916. El Hombre invisible, melodi., 1918. Secretaría particu-
lar, com. (con Antonio Estremera, 1919. Además : Canciones rebeldes,
poesías, prólogo de Salvador Ruecía, 1908. Estudio económico de la isla
de Cuba, 1914. Cómo se hacen las cosas, 1914. La Bondad en la ense-
lyO ÉPOCA REGIONAL Y MODERNISTA (1888-I907)
ñanza y en el arte, conf., 1915. El Teatro de policías, conf., 1916. Can-
ciones y cantores, estudio de la canción en España, 1916, Tierra de mo-
ros, estudio geográfico é histórico de la ciudad! de Osma, 1916.
La Tirjona, 19 14 (de López Alarcón, con Ramón Gocíoy), tiene tro-
zos de hermosa versificación castiza y épica; pero poca acción dramá-
tica y sobra de simbolismo, y aun de lírica; bastantes cosas inverisími-
les que atan mal la fábula, y ningún carácter, fuera del protagonista,
que '^n vez de valiente resulta fanfarrón. Publicó Constelaciones, poe-
sías. Málaga, 1905. Melilla en ipop, Madrid, 1911. Melilla en ipop,
crónica de un testigo, 1913. Fara el teatro: Golondrinas (1905). Con
mujer y sin mujer (1908). Gerineldo (con Cristóbal de Castro, 1908).
Las Manos largas (1909). 'Loj Insaciables, comedia de mucho parlamen-
to y poca acción (con Crist. de Castro). La Mano de la reacción (1909).
La Tizona (con Ramón Godoy, 1914). Fígaro, barbero de Sevilla (191 5).
Sebastián el Bufanda (con Ignacio Alberti, 1916). La Madre Quime-
ra, farsa (con Ramón Godoy, 1918). El barbero de Sevilla, com. de
Beaumarchais, trad., 1919.
2 00. Año 1905. Enrique A. Carrillo (n. 1876?-), peruano escritor
humorista y de costumbres y crítico en El Comercio, La Prensa, El Dia-
rio, Prisma, Actualidades, juntó algunos artículos de crítica social en el
libro Viendo pasar las cosas, Lima, 1915. Publicó las novelitas Sábado
de Gloria y Pereza sentimental; tradujo poesías francesas. Pero, sobre
todo, escrib'ó la lindísima novela Cartas á una turista, Lima, 1905. don-
de por primera vez, aclimatada la leve y femenina literatura de Francia,
se cuenta en estilo de Prevost, con bruscos desfallecimientos de soltero-
na, la fiesta amable de la ciudad.
Mariano -Miguel de Val (1874-1912), zaragozano, poeta exquisito,
castizo, ciacelad'or del verso, publicó Edad dorada, versos, Madrid, 1905.
Las Dos luces, dial., ibid., 1905. La Poesía del "Quijote^', ibid., 1905.
Los Novelistas en el teatro, ibid., 1906, De lo bueno y lo malo, críticas,
1909. Policromías. Los Amantes de Teruel. Alfredo Viccnti, poeta. En
la conmemoración de los Sitios, 1910. Romancero de los Sitios de Zara-
goza. Les Sitios de Zaragoza, homenaje de los generales franceses y
españoles. Teatro de Martín de Santos (con A. Bonilla). El Barbero de
Sevilla, óp. cóm. El Burlador de Salamanca, ley. de Espronccda adap=
tada á la escena.
Juan Mas y Pí (f 19 16), catalán, redactor de La Reforma (La Pla-
ta), El Diario Español (B. Aires), Renacimiento, que dirigió; La Ra-
zón (Montevideo), Nosotros (R. Aires), excelente cronista y crítico,
publicó Canciones de la vida, poemas, 1905. Cuentos extraños, 1907.
Almaftierte, 1907. Ideaciones, crít. liter., 1908. Alberto Ghiraldo, crít.
liter., 1909, 1916. Las Tragedias de la vida vulgar, cuentos, 1910. Le-
tras españolas, crít. liter., 191 1, 1916. La Educación del peligro, crít.
social, 1911. Leopoldo Lugones y su obra, 1911. Artículos en Nosotros
(1916, marzo).
Emilio Cuervo Márquez, bogotano, brillante prosista, publicó Tic-
S. XX, 1905. CAMILO MAR^A ABAD I7I
rras lejanas, 3." ed., Bogotá, 1905: recuerdos de viaje, con honda
impresión evocadora, que lleva al lector adonde el autor quiere y
le mete en la realidad, y no menos le llena el alma de trascendentales
pensamientos empapados de hondo sentir. Phinées, trarjedia de los tiem-^
pos de Cristo, ibid., 1909. Estudios críticos.
Udón Pérez^ venezolano, de pura raza india, culto y lírico objetivo
á lo Chocano, publicó Ánfora cñolla, ]\!aracaibo, 1913. El Gordo, dr.,
Maracaibo, T916. Gonz, Picón-Febres, La Liter., V'mez., 1906, pág-. 337:
"Udon Pérez pisa con firmeza y dignidad sobre las huellas de su con-
terráneo Yepes y procura dar á su obra el colorido humano y también
el regional. Posee para expresarse facilid'ad sorprendente, y por poseer
facilidad tan difícil y envidiable no siempre la castiga con el cuidado
que merece, para que la expr-esión no tenga m.anchas ni defectos. Tanto
en sus poesías líricas como en sus poemas y en su interesante drama
Frutos naturales, representado con éxito en Caracas, lo que primero
se ve es la irradiación ardiente del verdadero numen. En teda la ex-
tensión (¡ óigase bien !) de la obra que ha compuesto es superior á Ye-
pes, por la elegancia de la forma, siendo él mismo más notable que en
sus odas en algunas de sus composiciones líricas y en sus poemas. Los
titulados La Venganza de Yaurepara y Vencida (me refiero al que se
publicó en El Cojo Iluaradc correspondiente al i.° de enero de 1905),
son dos obras hermosas.''
Manuel Romero de Terrero', y Vinent^ marqués de San Francisco,
entre los Arcades de Rom.a Gliconte Tirio, estudioso erudito, publicó
Aldos y Elzevirios, apuntes bibliográficos, Méjico, 1905 (en El Tiempo
Ilustrado, 16 abr.). Sinopsis del Blasón, ibid, 1906. Apuntes biográf. del
ilustrísimo señor don Juan Gómez de Parada, obispo de Yucatán, Gua-
temala y Guadalajara, ibid., 1908. Los Condes de Regla, apuntes biográf.,
ibid., 1909. Las Ordenes militares en Méjico, ibid., 1913 (en Anal. Mu-
seo Nac. de Arqneol., Hist. y Etnolog., t. IV,. La Casa Colonial, ibid.,
1913 (ibidem, t. V, núm. 3). Viaje de la Marquesa de las Amarillas, des-
crito en verso por don Antonio Joaquín de Rivadencyra Barrientos, im-
preso en Méjico en IJ^J y ahora reimpreso, ibid., 1914 (ibidem, t. "^7",
núm. 4). La Orden de Carlos III en Méjico, ibid., 19 15 (en Rev. de Re-
vistas, domingos 14 nov., 21 y 5 dic). Del antiguo Méjico, los jardines
del Virreinato, ]\Iadrid, 1915 (en La Esfera, 27 nov.). Arte colonial,
Méjico, 1916. Floréenlas de S. Felipe de Jesi'is, ibid., 1916. Los Corre-
gidores de Méjico. Madrid, 1917 (en Rev. Histór. y Gcneál. Española,
año VI, núm. i). Torneos, mascaradas y fiestas reales en la Nueva Es-
paña, 1919 (en Cultura, de Méjico). Inédito: Los Grabadores de Méjico
durante la época colonial. Próximos á publicarse; La Corte de Agus-
tín I. La Vida social en la Nueva España. Tresguerras, su vida y sus
obras. La Ci':a de Parada.
201. Año iQOj. Camilo María Abad publicó El Culto de la Inmacu-
lada Concepción en la ciudad de Burgos, Madrid, 1905. — A B C, desde
1905, periódico fundado por Torcuato Luca de Tena. — Álbum cervan-
172 ÉPOCA REGIONAL Y MODERNISTA (1888-I907)
tino aragonés de los trabajos literarios y artísticos con que se ha cele-
brado en Zaragoza y Pcdrola el tercer Centenario... del ''Quijote^\ Ma-
drid, 1905. — Álbum de los Sitios de Zaragoza, ibid., 1905. — Alfonso
Benito Alfaro estrenó Frasco=Lnis, zarzuela, 1905. Ya se van los quin-
tos, madre, zarz., 1908. El Hijo de la Patria, dr., 1909. — Antonio Alo-
MiA publicó Mis alboradas, poesías, París, 1905. — Fernando Alonso es-
treno ¡Zapatero... á tus zapatos!, entremés, 1905. — Francisco Alvarez
RoDRÍGUEZ-ViLLAMiL publicó Crónica de un reinado, Carlos III..., Ma-
drid, 1905. Solaces, ibid., 1906. Adelfas (1909). — Anales de la Universi-
dad de Oviedo, ibid., t. III (1903-05), 1905. — Julio César Arce, bogota-
no, publicó Búcaros, Bogotá, 1905. — Abel Antonio Arellano R. (na-
cido 1880-), presbítero y poeta chileno, castizo, cristiano y patriótico,
acabado en los metros, ardiente, movido y robusto, publicó Los Héroes
de Rancagua, canto épico, Santiago, 1905. Recuerdos del Centenario
ecos de gloria (1810-ipio), 1910. Oda á Pío X, 191 1. A ti, 1913. — César
DEL Arenal y Garen estrenó Una obra de caridad, Cienfuegos, 1905. —
Luis Armando^ elegante poeta, autor de Flor de lis, poesías, Madrid,
1905. — Joaquín Arnedo compuso El Niño travieso, zarzuela, Valencia,
1905. — El Ateneo de Madrid en el III Centenario... del "Quijote", 1905.
^^Ramón Ayguavives y Moy publicó La Condesa de Lima, Madrid, 1905.
— Resurrección María de Azkue, bilbaíno, presbítero, publicó el mag-
nífico Diccionario vascoespañolfranccs, 2 vols., Bilbao, 1905-06. Diccio-
nario español y vasco, Bilbao, 1916 — Francisco Aznar Navarro^ eru-
dito aragonés, publicó Régimen municipal aragonés (Rev. Arag.) y Za-
ragoza, 1905. Forum Turolii, Zaragoza, 1905. Los Solariegos en León
■y Castilla, 1906. El Cabildo de Zaragoza en 1808 y i8op: Enlaces anglo-
cspañoles, 1906 (en Ateneo, I). — El Doctor Bacteria publicó Cuentos de
vacaciones, narraciones pseudocienttficas, IMadrid, 1905. — Pedro Ba-
llester y Pons publicó Costumbres popidares de Menorca, Mahón, 1905.
— Ema de la Barra, por seud. César Duayen, nieta de Eduardo d'e la Ba-
rra, chilena, residente en la Argentina, publicó novelas sobre la aristo-
cracia de esta República, distinguiéndose por la fina observación y por
el velo de ensueño de que hablaba Eqa de Queiroz, con el cual envuelve
la realidad de los episodios. Stella, novela de costumbres argentinas,
1905 (4." ed.), 1906; Barcelona, 1909. Mecha Iturbe, B. Aires, 1906. El
Manantial, nov., B. Aires, 1908. Cartas maternales, Madrid, 1917. —
Eugenio Bartolomé Mingo publicó Cantos escolares (con música), Ma-
drid. 1905. — Lorenzo Piñeiro y Fernández de Villavicencio, marqués
de Bendaña, publicó Dos siglos de nuestra historia (1469 á 1668), Ma-
drid, 1905. — Valentín Benedicto publicó Sonrisas y lágrimas. Las Pal-
mas, 1905. — Enrique de Benito publicó Criminología del "Quijote^*,
Zaragoza, 1905. Partenón, lances y ensueños de amor de don Demetrio
de Herreros y Figneroa, Oviedo, 1909. A ratos perdidos, 1914- — Rodol=
Fo Bergés, dominicano, publicó Cuba y Santo Domingo, de mi diario en
campaña (1895-98), Habana, 1905. — Evelio Bernal, español, publicó
Ráfagas, poesías. Habana, 1905. — Constancio Bernaldo de Quirós, re-
•dactor de la Revista de Legislación (1903), publicó Peñalara, Madrid,
S. XX, 1905. JACINTO CAPELLA Ijd
1905. El Doble suicidio por amor, 1910. La Cargante del Espinar;.
1913. Guadarrama, 1915. — Bihliographie Hispanique, N. York (The His--
panic Society of America), 1905-17, 13 vols. — José Luis Blasio publicó
Maximiliano íntimo..., memorias de un secretario, París, 1905. — Luis-.
BoTTARO^ chileno, publicó La Espada y la Cruz, episodios de los primeros
siglos cristianos, Santiago, 1905. — Emilio Bravo publicó Las Batallas-
del amor, de distinta cuna, nov., Madrid, 1905. Sueños y realidades, ibid.,
1908. — A. Briceño Valero publicó Factores étnicos de la raza hispano-^
americana, Valera (Venezuela), 1905. — Milton A. Buchanan, biblió-
grafo y crítico hispanista norteamericano, perspicaz y sereno, profesor
de la Universidad de Toronto, escribió resúmenes bibliográficos y crí-
ticas en Kritischcr Jahrcshcricht über die Fortschritte der Romani-
scJien Philologie (1911-13), trabajos muy originales sobre Cervantes y
Calderón, cuya comedia La Vida es sueño editó, Toronto, 1909, así como
la de Mira Esclavo del demonio, Baltimore, 1905. Otros artículos en
varias revistas. — Javier de Burgos_, sobrino del autor del mismo nom-
bre, estrenó Gloria á Cervantes, aprop., 1905. Maese Elí^ opereta (con
Ángel Cuéllar), 1910. El Clown bebé, com. (con Linares Becerra), 1910.
Los Hijos de Hungría (con José Carmena), 1911. Los Dos amores, zar-i-
zuela, 191 1. Las Gentes de rompe y rasga, zarz., 191 1, El Niño castizo,
saín, (con Silvio Figarelo), 1913. Y otras con otros colaboradores. —
P. BusTAMANTE publicó Peregrina, nov., 1905. — José Antonio Caba-
llero publicó Guia de Sanlúcar de Barrameda, Jerez, 1905. — Domingo
Cabré y Estany publicó Cladio, el tenedor de libros..., novela, Barce-
lona, 1905. — Caireles y León Fogoso publicó Chascarrillos baturros,..
1905. Nuevos chascarrillos baturros, 1909. 5 vols.; 2.* serie, 1910, 1912.
Chascarrillos taurinos, 1909- Chascarrillos estudiantiles, 1910. Chasca-
rrillos teatrales, 1911. Chascarrillos aragoneses (1912). — Manuel J. Ca-.
LLE (n. 1866?-), de Cuenca (Ecuador), admirable period'ista, ejerce ca-
prichosamente, y á veces con despiadado regocijo, la policía crítica de
las Letras; publicó Leyendas del tiempo histórico, episodios de la gue-
rra de la Independencia, Guayaquil, 1905 ; Madrid*, 1918. Leyendas his-
tóricas, Guayaquil, 1909. Leyendas del tiempo heroico, 1918. — Francisco
DE Camba, gallego, publicó Camino adelante, novela, Madrid, 1905. Los
Nietos de I caro, nov., 191 1. A través de Galicia, por el hidalgo de Tor,
notas de viaje. El Amigo Chirel, nov-, 1918. La Revolución de Laiño,
nov., 1919. — Cancionero de la Academia de los Nocturnos de Valencia
(del s. xvi), ibid., 1905-12, 4 vols. — Antonio Cañas Cantero, de Tzna--
jar (Andialucía), dirigió en Madrid Vida Literaria y publicó Pétalos
sueltos, poesías. Los dos cienos, drama (con L. Linares Becerra), 1905.
— Jacinto Capéela (n. 1880-), barcelonés, redactor de La Aurora, de
Barcelona (1897), La Renaixensa (1903), colaborador de Hispania
(1903), estrenó en Madrid, g-eneralmente en colaboración con Joaquín
González Pastor y otros, obras del género libre en su mayoría, y, por
consiguiente, de muchas representaciones, para regodeo de la crasa
plebe y duelo del arte. La Boleta de alojamiento. A ras de tierra, 1905.
Casa propia, 1905. La Gatita blanca. El Recluta. La Machaquito. El
174 ÉPOCA REGIONAL Y MODERNISTA (1888-1 9O7)
Guante amariUo. El Palacio de cristal. La Vida alegre, 1907. La Brocha
gorda, 1907. La Gran noche, 1907. Granito de sal, 1908, Yo, gallardo y
calavera, 1908. Ki-tha y Pohn, 1908. La Boda roja, 1908. La Mujer es-
pañola, 1908. La Eterna revista. El Trust de las mujeres. El Garrotín.
Biscuit glacé. El Becerro de oro, 1909. La Ciudad iranguíla. 1916. La
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KRANZA publicó Mis Tccuerdos, prosa y verso, Madrid, 1905. — Neftalí
Carranza publicó Oratoria argentina, recopilación cronológica (1810-
1904), La Plata, 1905, 5 vols. — Manuel Martín Carrascal publicó Ma-
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obras, publicó Introducción á la Historia de las In^tiii'.ciones locales de
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publicó La Filosofía del Derecho en el ^^Quijote", Gerona (1905). —
Eduardo Carrió, redactor de Actualidades (1902), estrenó La Fuen-
tecica, zarzuela (con L. Ibáñez), 1905. Los Corrigendos (con L. Porta),
1906. — Catalanes ilustres... por varios autores, Barcelona, 1905. — Ca-
tálogo de la Exposición celebrada en la Bibl. Nac. en el HI Cente-
nario... del "Quijote", 1905. — Centenario de la aparición del '■^Quijote"
en el Bolct. Soc. Geog: . de Madrid, 1905. Cen'mario del "Quijote" en
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1905. Centenario... en el Teatro Real, 1905. Ídem, Acad. de Mecíicina,
1905. — G0DOFREDO D. Coca, argentino, publicó ruegos fatuos, poesías,
1905. — Francisco Comes estrenó Tres en una, juguete, 1905. Zapatero y
Detective ó la Banda del Dedo Gordo, sain. (con Enrique Arroyo, 1917).
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Maestre (n. 1855-), zamorano, catedrático de Medicina en la Universidad
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de la época, Valli-dolid, 1915. — Deusdedit Criado, colaborador de La Li-=
dia (1890...), Barcelona Cómica (1896), El Correo Ilustrado (1S97), Plu-
rna y Lápiz (1902), estrenó La Tirana, zarzuela, 1905. — Crónica del Cen-
tenario del "Don Quijote", Madrid, 1905. — Crónicas de los cervantistas,
historia del Centenario, 1905. — Lorenzo Cruz de Fuentes (n. 1855-).
de Ahnonte (Huelva), catedrático auxiliar del Instituto de Jerez (1881),
y en propiedad de Retórica en el de Cabra (1893), y de Lengua y Li-
teratura castellana en el de Huelva (1898), director del mismo Institu-
to, publicó obras de texto y Discurso sobre el "Quijote", Huelva, 1905,
Gertrudis Gómez de Avellaneda, Autobiografía y Cartas, Madrid, 1907,
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ción de historiadores de Chile y documentos relativos á la hist. nac.,
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estrenó Poetas y campesinos, Buin, 1905. — Jacinto María Delgado
publicó Adiciones á la historia del ingenioso hidalgo don Quijote de la
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1905. — Manuel Díaz Caro publicó Cosas de la vida, novelas cortas, Se-
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catedrático de la Universidad de la Habana, publicó Lugar que ocupa
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parativo de Cervantes en reí. con los literatos de su época, 1905. Ocios,
cuentos, etc., 1909. La Literatura cubana, confer., 191 5. La Refor^na
constitucional y el cambio de régimen, confer., 1918. La Guerra actual,
ídem., 1918. Elogio del doctor Luis Padro, id"., 1918. — Juan Pablo
Echagüe publicó P'untos de vista^ crónicas de bibliografía y teatro,
Barcelona, 1905. — Enciclopedia Universal Europeo-Americana, José Es-
pasa, Barcelona, desde 1905 (?). — Alfonso Espejo Morales, de Lorca,
publicó Consejas de guerra y amor, Lorca, 1905. — Francisco Tomás
Estruch (n. 1860?-), uruguayo, residente en España, buen dibujante y
poeta muy romántico, publicó Vándalo, poema, Barcelona, 1905. — Luis
Fació estrenó Lq Venida del Mesías, juguete, 1905. Cosas de novios,
1905. — Francisco Falcón y Cercos publicó Apuntes críticohistóricos de
la villa de Gelsa, Zaragoza, 1905. — Eleuterio Fernández Torres pu-
blicó Historia de Tordesillas, Valladolid, 1905, 1914. Sor Angela, dr.,
1909. Con flores á María, 1914. A ofrecerte venimos, 1914. — Justo
Fernández y González estrenó Deshonra y venganza, drama, Logro-
ño, 1905. — Manltel Fernández Villamarzo Cánovas publicó Estudios
geogr.-Jiisfór. de Cartagena desde los tiempos prehistóricos hasta Ux
expulsión de los árabes, Cartagena, 1905. — 'Ovidio Fernández Ríos,
montevideano, director de La Semana, redactor de El Día, diputado,
publicó Sueños de media noche, 1905. Por los jardines del alma, 1908.
JEl Alma de la casa, com., 1911. El Fracaso, com., 1912. Las Leyendas
•milagrosas, 1912. Horizontes de luz, B. Aires. — Fiestas en Honduras por
«1 Quijote, Tegucigalpa, 1905. ídem en Oran, Oran, 1905. — Emilio Finot
(n. 1886-), poeta boliviano, ha publicado Breves. Rosas. Gabriel Rene.
Moreno y sus obras, Bolivia, 1910. — Floresta cómica, colecc. de cuentos,
agudezas y descripciones de los graciosos de nuestras comedias, Madrid,
1905. — José María Folch y Torres publico Cataluña pintoresca, Bar-
celona, 1905. Las novelitas Bondad y alegría, Cleto y Mariana, Dios
premia á los buenos. El Retrato de Juana, La Fuerza de voluntad. La
Verdadera felicidad, Una vida, cada una aparte, Barcelona, 1910. El
Pirineo, nuevos cuentos del Ampurdán, Barcelona, 1912. Aventuras
extraordinarias de Noteapures (con Juan Junceda), ibid., 1912. La Fa-
milia del capitán Delmar, nov., 1917. — Manuel Formoso Llamas publicó
Apuntes para la historia de Chantada, Madrid, 1905. — Gaceta Médica
de Granada y del Sur de España, en el Cent. HI del ^'Quijote", Gra-
nada, 1905. — A. Galdo López publicó Recuerdos del tiempo viejo, tea=
tros, autores, actores y músicos^ Alicante, 1905. — Manuel José Gan-
DARiLLAs publicó Don Bernardo O'Higgins, Santiago de Chile, 1905. —
El Padre Juan García, iiiisionero del Corazón de María, publicó
176 ÉPOCA REGIONAL Y MODERNISTA (1888-I907)
Sermones en honor del Snw. Corazón de Jesús, Madrid', 1905. — Pe-
dro DE Alcántara García publicó La Patria española, su formación...,
orografía..., hechos históricos..., momimentos..., productos, Madrid,
1905- — VÍCTOR García Olalla publicó Lepanto y Cervantes, romance
heroico, Madrid" (1905). — Victoriano García Martí, por seud. Los Du-
ques de El, red'actor de El Liberal, estrenó Fidelidad, drama, Vigo, 1905-
La Sonrisa de un espíritu, novela (191 1). Del mundo interior, medita-
ciones (191 i). Del vivir heroico, medit. (1915). Don Severo Carballo,
nov, de cost. gallegas (1917). — Manuel Garrido (-j- 1917), redactor del
Heraldo y La Tribuna, estrenó La Estatua de don Tancredo (con R. Re-
yes), 1905. Y decías que me amabas, dial., 1910. Ei Ultimo juguete, 1914.
Arriba, caballo moro, entr., 1915. El Sastre del Campillo, sain., 191 5.
La Buena estrella, 1916. El Gitanillo, zarz. — Pablo Gaulot publicó
Sueño de Imperio, México, 1905. — Vicente Gay y Forner (naci-
do 1876-), valenciano, catedrático en la Universidad de Valladolid, pu-
blicó Constitución y vida del pueblo español, Madrid, 1905, y otras obras
de política. Los Trovadores en la vida del pueblo, 1913. El Imperialisma
y la guerra europea, 1915. El Pensamiento y la actividad alemana en
la guerra europea, 1916. En Esp. Mod.: La América moderna (1910). — ■
Gener Gener é Hilario B. Omedes estrenaron El Señor ministro, com.,
Barcelona, 1905. — Geografía de la Rep. de Bolivia, edic. oficial, La Paz,
1905. — Salvador Gestal Rueda publicó Trozos literarios. Málaga, 1905.
— Antonio Gil Basagoitia estrenó Generosa^ diálogo, 1905. — Isidro
Gil Gavilondo (f 1916), burgalés, estuvo algún tiempo en Portugal y
publicó en El Laberinto y el Semanario Pintoresco narraciones cortas,
inspiradas en Alejandro Herculano cuando este autor portugués estaba
en el apogeo de su gloria; trabajos históricos en Arte Español (1913),
y El Castillo de Loarre y el alcázar de Segovia, Burgos, 1905. El Bar-
bero de un privado. Memorias históricas de Burgos y su provincia.
Burgos, 1913. — Pedro Giralt publicó Bellezas del "Quijote^\ Habana,
1905. Soledad, nov., 1907. Estética de la figura humana, 1910. Una
dama entre dos fuegos, com., 1911. Destellos de arte y de crítica, 1916.
— Francisco Gómez Hioalgo y Alvarez (n. 1886-), de Val de Santo
Domingo (Toledb), publicó Papel y tinta, artículos y cuentos, Talavera,
1905. El Pecado de Adán, cuentos, Madrid, 1909. Belnionte, el miste-
rioso, Barcelona, 1912. Historia política y parlamentaria del señor Po-
sada Herrera, Madrid, 1916. ¿Cuándo y cómo ganó usted su primera pe-
seta?, recopilación, etc., 1916. — Juan Gómez Renovales estrenó El So-
brino del autor, comedia (1905). Lo Eterno, com. (1907). Mujeres co-
nocidas, nov., Madrid, 1919. — Juan González y Sánchez publicó His-
toria de la ciudad de Arjona, Madrid, 1905. — Rafael González Mer-
chant publicó La Divina Eucaristía, conferencias, Madrid (1905). Re-
volución y Cristianismo, conferencias, Sevilla, 1907. — Luis Gonzalvo
publicó Avance para un estudio de las poetisas musulmanas en España,
Madrid, 1905. — Alta poesía. Floríctdas cariátides rimadas libertaria-
mente por el condolido poeta don Ópalo Gorbéuches; hay un zaguán de
Furcio Fúrciez, Madrid, 1905. — Ángel de Gorostidi y Gulbenzu pu-
S. XX, 1905. JULIO LERENA JUANICO 1 77
blicó artículos eruditos en Euskal-Erria, 1905-06. — Fortunato Gran-
des publicó Apuntes históricos de Salvatierra, Vitoria, 1905. — Juan
Guerra Núñez, de Camagüey (Cuba), publicó Vae Soli, novela-poema.
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villa, 1905, 1909. — Francisco José Herboso, abogado chileno, publicó
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á Cervantes, Mérida de Yucatán, 1905. — Homenaje á Cervantes, Ma-
drid, 1905 (por la Rcv. General de Marina). — Ramón Domingo de Iba-
rra publicó Cuentos históricos, Santa Cruz de Tenerife, 1905. — Ignacio
Iglesias, catalán, estrenó Las Urracas, comedia (1905). Los Emigran-
tes, trag. (1916). La Señora Marieta (1919). — Francisco Jardiel, canó-
nigo en Zaragoza, publicó Elogio fiinehre en honor de M. de Cervantes,
Zaragoza, 1905. — Andrés Jiménez Soler publicó Caballeros españoles
en África y africanos en España, 1905-07 (en Rev. Hisp., ts. XII y XVI),
Un autógrafo de don Juan Manuel (ibid., t. XIV). La Expedición á
Granada... en 1319, MacSrid, 1905 ( y en Rev. Arch., t. XII, 1905). Epi-
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rey don Alonso de Aragón, el que ganó á Ñapóles, Zaragoza, 1909. La
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gonesa, siglos XVI y xvii, t. I, ibid., 1916. — Epigramas de El Bachiller
Kataclá, Madrid, 1905. Cantes gitanos, Logroño, 1907. — Guillermo
Labarca Hubertson, chileno, profesor, restaurador del cuento criollo,
pintoresco narrador que sabe describir acknirablemente el paisaje, pu-
blicó Al amor de la tierra, Santiago, 1905. Mirando al océano, ibid.,
1911. — Joaquín Labios González de Rojas estrenó Toros en sombra,
entremés (con E. Lacuix), Sevilla, 1905. — Isidoro Lapuente Sáez pu-
blicó Estudio crítico de nuestro libro rey (el Quijote), Madrid, 1905. — ■
Justo' de Lara publicó Cervantes y el "Quijote", Habana, 1905. — Ángel
de Larra y Cerezo, médico militar, director de la Rev. de Terap. y
FarmacoluQia, La Medicina Militar Esp. (1903), fundador del Diario
Médico (1882), por seud. A. Dickter, Doctor Veritas y Licenciado Ba-
doret y García, publicó Historia resumida del periodismo médico en
España, Madrid, 1905. — Eduardo León y Ortiz publicó Tiempos y
tiempos, ensueño con motivo del "Don Quijote", Madrid, 1905. — Julio
Lerena Juanicó, artificioso poeta modernista del Uruguay, hombre de
letras, dilcttante á veces, escaso en escritos, pero fino, penetrante y aris-
tocrático en sus versos. Dirigió Los Debates y Vida Moderna. Publicó
en diarios y revistas y en el Parnaso, de Montero Bustamante, poemas
TOMO XII.— 12
178 ÉPOCA REGIONAL Y MODERNISTA (1888-I907)
breves delicados. Parques amigos y Baladas del viento (en Almanaque
Ilustrado). Gesta del silencio (en la rev, Apolo). — Letras, rev. quincenal.
Habana, 1905-14, 10 vols., dirigida por Néstor Carbonell, José M. Car-
bonell. — Caklos López Rocha, argentino, publicó Palideces i Púrpuras^
versos, B. Aires, 1905. — F. López-Alen publicó sobre erudición vascon-
gada en Euskal-Erria (1905-06). — Sarah Lorenzana publicó Acuare-
las, cuentos y poesías, Madrid, 1905. La Quinta de los lagos, cuentos y
máximas morales para lectura de los niños, Aladlrid, 1907. Al amor de
la lumbre, lecturas, 1908. Las Aventuras de Hugo, 3 partes., 1908, 1909.
Villa Rosalba, 1909. Lis, 1910. Cuentos de color de oro, 191 1. Las Aven-
turas de Hugo, 1913. Bosquejos, cuentos, 1913. Las Aventuras de Hu-
go, VIH, 1914. Cuentos de color de amatista, 1914. — Adrián de Loyar-
TE publicó Pinceladas de Basconia, t. I, Tolosa, 1905; t. 11, Tolosa, 1907.
Ideas de nuestro tiempo, 1912. Donostiarras del s. xix, San Sebastián,
1913. Eduardo Dato, ibid., 1914. El Genio vasco en las épocas modernas,
ibid., 1917. — Federico Lozano Gutiérrez publicó Historia de Ronda,
ibid., 1905. — Feliciano Luengo González publicó Triste realidad, Ma-
drid, 1905. — José Mariano Llórente y Llórente publicó Algunas ideas
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Vallacíolid, 1905. — Estanislao Maestre, colaborador de Barcelona Có-
mica (1895-96) y Azul y Rosa (1903), publicó La Hija del usurero, no-
vela, Madrid, 1905, 1917. Almas rústicas, 1906. Los Vividores, nov.,
1910. El Mantón de Manila, nov., 1910. — Luis Maffiote y La Roche
(n. 1862-), de Las Palmas (Canarias), empleado del Estado, publicó Los
Periódicos de las islas Canarias, apuntes para un catálogo (1898-1905),
Madrid, 1905-06, 3 vols. — Lucas Mallada y Pueyo (n. 1841-), de Hues-
ca, ingeniero de Minas, autor de obras geológicas, publicó Cartas ara-
gonesas dedicadas á S. M., Madrid, 1905. — José María Mariscal y
Luis publicó El Gobierno de Sancho, Valladolid, 1905 (con Ramón Ee-
rreiro Lago). — Manuel Martín Carrascal, colaborador de Madrid
Cómico, Vida Galante, La Ccrresp. Militar (1903), ABC (1904). pu-
blicó Mariposas, Madrid, 1905. — N. Martín Mateos publicó Recuera
dos gloriosos de Aragón, Madrid, 1905. Gloria á dos sabios, 1905.
— E. Martínez Gomar estrenó El Capitán Robinsón, zarzuela. 1905. —
Manuel Martínez Domínguez, médico matancero, publicó Cabrilleos,
versos. Habana, 1905. — Salvador Martínez publicó Nieves, París, 1905.
— Gabriel Maura Gamazo (n. 1879-), madrileño, colaborador de La
Lectura y Alma Española (1903), publicó La Cuestión de Marruecos,
Madrid, 1905. Rincones de la Historia, ibid., 1910. La Historia y la mi-
sión de España, según M. Pelayo, ibid., 1913. Carlos II y su corte, ibid.,
1911; t. II, 1915. — Atanasio Melantuche, aragonés, redactor de El.
País (1892-1902), escribió para el teatro piezas regionales aragonesas:
La Vara de alcalde, carz. de costumbres aragonesas (1905)- Idcícas, zar-
miela baturra (1905). El Golpe de Estado (con S. Oria, 1906). La Taja-
dera, zarz. baturra (1909). La Pirula, zarz. (1913)- ^""^o., opereta (1915).
— Santiago de Mena y Aristeguieta publicó Notas del alma, poesías,
Madrid, 1905. — Pajareras, poesías. Bnen padre y mala hija, poema. Men-
s. XX, 1905. LUIS parís y cadexas 179
tira, poema. Cuentos y leyendas, poesías, Madrid, 1905. Cuentos en pro-
sa. Domici-ano, tragedia. Luchas de abnegación, dr. El Novísimo don
Juan, com. Los Primeros hermanos, ár. Jordano Bruno, dr. El Rico
nuevo. Decir la verdad mintiendo (arreglo). — Mil y una curiosidades,
archivo de cosas raras..., Barcelona (1905, 4 vols.). — A. Minguexs Pa-
rpado publicó Poesías, Córdoba (Argentina), 1905. Evocaciones, 1910.
Canto secular, Córdoba, 1913. — Juan Moneva y Puyol (n. 1871), cate-
drático en la Universidad de Zaragoza, publicó El Clero en el "Quijo-
te", Zaragoza, 1905. — Manuel Mora y Gaudó (n. 1874-), zaragozano,
catecírático interino de Arqueología en la Universidad de Zaragoza,
auxiliar de la de Barcelona, publicó Tapicería de la Catedral de Alha-
rracín, 1905 (en Rev. Arch.). Ordinaciones municipales de Zaragoza en
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publicó Don Quijote y los oprimidos, 1905 (en El Ateneo, 351-360). —
Francisco Moret Pérez (n. 1863-), de Bolondrón (Cuba), farmacéu-
tico, estrenó Perdón que redime, dr.. Matanzas, 1905. — Mario Muñoz
BusTAiMANTE (n. 1881-), habanero, poeta y más pensador que poeta, pu-
blicó Crónicas humanas, Habana (1905). El Pantano, de crítica social,
1905. Ideas y colores, 1907. Rimas de gozo, 191 5, libro doliente y amar-
gamente apasionado. — José Nieto publicó Cervantes y el autor del falso
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Nueva historia y monografías geográficas de las provincias de España.
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Olmo publicó La Marina en el bloqueo de la isla de León (1810-12),
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derico Olóriz Aguilera (1855-1912). granadino, célebre médico, pu-
blicó Caracteres físicos de los personajes del "Quijote", Madrid, 1905. —
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1905, 1908. E\ Cierre dominical, 1908. Cómo está el mundo, 191 1. El De-
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Valderrobres ó Peña de Aznar la Gaya..., Alcañiz, 1905. — Leopoldo
Pardo é Irureta estrenó El Serzñcio, juguete, Santander, 1905. El
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de Militares y Soldados (1896), estrenó El Trágala (con J. J. Cadenas),
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Fidel Pérez Mínguez publicó La Casa de Cervantes en l^alladolid,
Madrid, 1905. Entre pinares, 1916. El Maestro López 'Je Hoyos, Ma-
drid, 1916. — J. PÉREZ Y Pando publicó Historia de la imagen y santua-
rio de Nuestra Señora de Montesclaros, Vergara, 1905. — Marcial Pé-
KEZ Cordero, chileno, publicó Amor y muerte, poesías, Santiago, 1915.
— Pedro Pérez Fernández publicó Las Mannoñas, saínete (con G.
Jiménez Athy), 1905. Niña de Lunares, novela andaluza, Sevilla, 1907.
A la vera der queré, sain. (con José Camero), 1909. Para pescar un
novio, 1910. El Alma del querer^ sain., 1910. Del alma de Sevilla,
París, 191 1. Los Últimos frescos (con Fernando Luque, 1917). El
Señor Pandolfo, fars. (con Fernández Ardavín), 1907. El Oro del
moro, sain., 1918, — Manuel Pinos, nacido en España, rec>actor del
Diario Español (1915), publicó Ropa ligera, prosa y verso (s. 1. n. a.).
La Escuela del periodismo, 1905. — Antonio Plañiol estrenó La Mujer
de cartón (con F. Lepina y J. Villarreal), 1905. Todo corazón,^ jug,,
1917. Colaboró con otros. — A. Poblete Garín, poeta chileno, publicó
Poemas del amor y de la muerte, Santiago, 1905. — Poetas guajiros, por
un vueltabajero. Habana (1905). — José Pontes estrenó La Peseta en-
ferma (con Femando Pontes), 1905. Cosas del querer, sain. (con Pedro
Baños), 1908. — Por esos Mundos, rev., desde 1905, ]\Iadi id. — La Prensa
de Buenos Aires, Corbeil, 1905. — Estado de la Provincia Agustiniana
del Santísimo Nombre de Jesús, de Filipinas..., Madrid, 1905. — Sera-
fín Puertas, buen cuentista regional vasco, publicó La Virgen de la
Casita, patraña de Alacjos, colección de poesías, Medina del Campo,.
1905 (con Daniel H. Galán). Asmodeo, novela (1914?). El Pastor ciego,
cuento, Barcelona, 1916. Los Pequeñuelos, cuento, 1916. Adelina, cuen-
to, 1916. Pierdechivos, cuento, 1916. La Desgana de vivir, nov., Madrid,
1917. El Sátiro Priapo y la diosa Hebe, nov., Barcelona, 1917. La Bribo-
na, nov., Madrid, 1919. — Nicanor Puga y Sancho estrenó ... Y callar
es bueno, proverbio (con F. Cabana), 1905. El Triunfo en la derrota
(con José Rincón Lazcano), 1912. — José Quilis Pastor, redactor de
La Idea, Toledo (1903), publicó Alborada^ nov,, Madrid, 1905. Luciana,
zarz., 1908. Leyendas hispanoamericanas escritas en verso, Madrid, 1908.
Estaba escrito, entr., 190S. La Fuente del zarzal, cuentos de aldea, Ma-
drid, 1909. La Infanta, 1909. La Alujer, conf., 1910. La Cigarra, zarz.,
1910. A Roma se va por todo, 1910. El Suplicio de Tántalo, 191 1. La
Isla verde, 191 1. El Ladrón misterioso, dr., 1915. — Jaime Ouiroga Par-
do Bazán, hijo de doña Emilia, publicó Aventuras de un francés, un
alemán y un inglés en el s. xix, t. II de Obras completas, Madrid (1905).
— José Oberto Ramírez de Arellano, mestizo de Santiago de Cuba,
director del Álbum Literario, de Camagüey, publicó Arpa cubana, Ca-
magüey, 1905. Idealidad, poema en dos cantos, 1905. — Santiago Ramón
Y Cajal, famoso histólogo aragonés, publicó Psicología de don Quijote y
S. XX_, 1905. JOSÉ MIGUEL KOSALES 181
el quijotismo, disc, 1905. Cuentos de vacaciones, 1905. Reglas y consejos
sobre investigación biológica, Madrid, 1916. Recuerdos de mi vida, 2 vo-
lúmenes, Madrid (1901-1915), 1915, 1917. — Lola Ramos de la Vega es-
trenó La Estoca de la tarde, zarzuela, 1905-1908. La Buñolá, entre-
més, 1905. Dc¡ valle... al monte, 1906. Un cordobés, 1907. El Niño de
Brenes, zarz., 1908. Canñito ciego, entr., 1908, El Caserón de las flo-
res, 1909. La Calderada, zarz. (con Luis Ibáñez Villaescusa), 1910.
El Califa, dial., 1912. — Federico Heparaz, rediactor de La Corres-
pondencia, estrenó El Cinematógrafo, juguete, Bilbao, 1905. La Fn-
mosa Teodora, com., 1908. Veinte días á la sombra, jug., 1909. La
Princesa de los Balkanes, com., 191 1. El Enemigo de las mujeres,
jug., 1912. Lluvia de hijos, 1914. Los Maridos alegres, farsa, Madrid,
1917. — Reseña del homenaje que á M. de Cervantes... dedicó el exce-
lentísimo ayuntamiento de Sevilla, ibid., 1905. — Revista de la Facul-
tad de letras y Ciencias, Habana, desde 1905, dirigida por Evelio Ro-
dríguez Lendián. — Gabriel M. del Río_, archivero en la Biblioteca Na-
cional, redactó el Catálogo de la Exposición celebrada en la Bibl. Nac.
en el tercer Centenario de la pitblicación del "Q<uijote^\ Madrid, 1905.
— Juan Rivero, de Oviedo, publicó Galicia, con prólogo de M. Curros
Enríquez, Habana, 1905. — Felipe Robles Decano^ presbítero, de Avila,
publicó Ortología clásica de la lengua castellana, 1905. Filosofía del
verbo, 1910. Los Disparates gramaticales de la R. Academia Española,
1912. — Pío Roca estrenó La Cachunda, entremés, 1905. El Pañuelo ver-
de, 1906. — Miguel A. Rodenas, colaborador del Mercurio (1904), publicó
Tierras de paz, Madrid, 1905. Romeros del dolor, novela, ibid., 1907.
De las viajadas al otero, novela (1913). Jacobo de Vorágine, La Leyen-
da dorada. Vida de Sanios, trad., 2 vols., Madrid, 1914. — Francisco
Rodríguez del Busto publicó Impresiones, Córdoba (Argentina), 1905.
— Julián Rodríguez Ferra, de Lorca, publicó Pensamientos y siem-
previvas, poesías, Lorca, 1905. — ^L. Rodríguez Embil publicó Pecado
Murtal, nov. corta, premiada en los Juegos Florales de Salamanca, 1905.
Gil Luna, artista, Madrid, 1908 (14 cuentos). Observaciones, ibid., 1908.
Almas oscuras, nov. (1906?). La Insurrección, nov., París, 1911. De
paso por la vida, nov., ibid., 1913. — José Romeo y Sanz estrenó Gas-
pacho gitano, entremés, 1905. Artista en crímenes, dr., 1908. Almas bo-
hemias, com., 1911. El Gran Carracedo, 1911. El Ciego del barrio, saín.,
1911. La Filarmónica, saín, (con Jav. Palacios), 1912. La Venus mo-
derna, 1913. El Primer fresco, jug., 1914. La Conquistadora, 1915. —
Rodolfo Romero (n. 1880-), de Las Piedras (Uruguay), que vive en
Buenos Aires, fué periodista en La Prensa, Caras y Caretas, Fray
Mocho, y escribió cuentos en gallarda prosa, como El Imperio del
'músado. La Rubia de las medias violetas. El Destino de Juan Lanas, La
Progenie de Adán, La Herencia del tío. El Soborno de San Pedro, El
Negocio del día. — José Miguel Rosales, colombiano, publicó Los Con-
quistadores españoles del siglo xvi, 1905 (en Ilustr. Esp., LXXIX, 154-
55). Construcciones españolas en América (ibid., LXXX). Costumbres
de tierra caliente (ibid., LXXX). Historias y paisajes, Barcelona, 1909.
l82 ÉPOCA REGIONAL Y MODERNISTA (1888-T907)
— J. RoviRALTA BoRRELL publicó Hamlct, trad., Barcelona, 1905. Ro-
meo y Julieta, trad., Barcelona, 1908. — Ángel Royo Villanova publicó
Cervantes y el derecho de gentes, Zaragoza, 1905. — José Victoriano
Rubio y Cardona publicó El "Quijote^' como obra literaria, Zaragoza,
1905. Compendio de Gramática castellana, 191 1. — El Ruiseñor, caucione^
ro... de vates americanos, París, 1905. — Luís Salado^ zamorano, ha
publicado la acertada novela regional En marcha, Madrid, 1905. —
Julio C. Salas^ venezolano, profesor de Sociología en la Universidad
de Mérida, publicó una carta impresa en Mérida, hacia 1905, de Etnolo-
gía c Historia de Tierra-Firme (Venezuela y Colombia), 2." ed., Ma-
drid, 1916. — Salvador Salas Garrido, director dfe La Libertad (Málaga,
1903), publicó Exposición de las ideas estéticas de Miguel de Cervan-
tes, Málaga, 1905. — Honorato de Saleta y Cruxent (-j- 191 5), general
de Ingenieros, publicó Las dos docenas, Zaragoza. Un libro más, que es
la historia de otros veinticuatro libros, ibid., 1905. Estudio histórico so-
bre el primer duque de Villahcrmosa don Alonso de Aragón, 1912. —
Adelakdo Sánchez Arévalo, colaborador de Vida Galante, publicó A
orillas del Ebro, cuentos en prosa y verso, historietas y cantares batu-
rros, Barcelona, 1905. — Cristino Sánchez Arévalo, periodista en la
Habana (1889-97), estrenó La Gran huelga (con S. Vaurell), 1905. —
Simón Sánchez publicó Cartas amorosas satíricoliterarias, Madrid,
1905. — Fernando A. Santibáñez Puga, chileno, por seud. Fernando
Santiván y Fernando Arauco, novelista de temperamento cerebral y
ardiente, que se distingue por el brío y el amor á la vercíad y por su
prosa elocuente y sobria, publicó Palpitaciones de vida, cuentos y nov.
cortas, Santiago, 1905, 1909. Ansia, nov., 1907, 1910. El Crisol, nov.,
1913. La Hechizada, nov., 1916. — Carlos María Santigosa y Rautens-
TRAUCH (n. 1846-), sevillano, publicó El Río de la, Plata, Sevilla, 1905. —
Julián Sanz y García (n. 1886-), de Cienfuegos, residente en la Ha-
bana, estrenó Dar de comer al hambriento, monól., Cienfuegos, 1905.
El Abuelito, entr., 1906. Los Líos del entresuelo, com., 1907. Los Her=
manos Quintero, jug.. Santa Cruz de Tenerife, 1909. Susanita, entr. La
Risa, entr. Por primo, entr. andaluz, 1910. Rosalba, com., 1916. Mi
novio. De acá y de allá, jug. (con Jacinto Ca pella). Villa Margarita,
com. (con N. Lugo Viña). La Historia de Adán, com. (con Gustavo
Sánchez Galarraga, 1914). Rosalía, com. (con León Ichaso, 1916). La
Flor del camino, dr. (con id., 1918). — B. Sarmiento publicó Sarmiento
anecdótico, B. Aires, 1905. — José Segarra, valenciano, redactor de El
Heraldo de Guadalajara (1899), El Radical, de Valencia (1903), publicó
Vocación, novela, Mach-id, 1905. Excursión por América (con Joaquín
Julia), San José de Costa Rica, 1906-1907; 2.^ parte. Recorriendo la isla.
La Ruta de Hernán Cortés, Madrid, 1910 (con J. Julia). — G. Sela pu-
blicó Política internacional de los Reyes Católicos, Madrid, 1905. — Ra-
món Seoane y Ferrer, marqués de Seoane, publicó Correspondencia
epistolar entre don José de Vargas Ponce y don Juan Agustín Ceán
Bermúdes, Madrid, 1905. Navegantes guipuzcoanos, Madrid, 1908. —
Antonio Serra Orts, coronel español que militó en las dos guerras de
S. XX^ 1905. CARLOS MARÍA URIEN 1 83
Cuba, publicó Recuerdos de las guerras de Ciiba (1868-98), Santa Cruz
de Tenerife, 1906. Para el teatro: Angela, monól., Cárdenas (Cuba),
1905. Instantáneas, monól.. Habana, 1907. El Juez, jug. Por los astros,
jug. ¡Vaya un chasco!, jug. — Fray Luciano Ildefonso Serrano y Pi-
neda (n. 1879-), de Castroceniza, cerca de Silos, en cuyo Monasterio
estudió y profesó de benedictino (1897) ; descíe 1917 es abad; archivero
de la Embajada en Roma, publicó ¿Qué es canto gregoriano t, Barce-
lona, 1905, Música religiosa, ibid., 1906. Fttentes para la historia de
Castilla, Valladolicí, 1906-07-10, 3 vols. Correspondencia de los Reyes
Católicos con el Gran Capitán durante las campañas de Italia, 1909-11
(en Rev. Arch., XX-XXV). Becerro gótico de Cárdena, Madrid, 1910.
Correspondencia diplomática entre España y la Santa Sede durante el
pontificado de San Pío V, Roma, 1914-18, 4 vols. Archivo de la Em-
bajada de España cerca de la Santa Sede. I, índice analítico de los do-
cumentos del s. XVI, Roma, 1915. Alfonso XI y el Papa Clemente IV.
durante el cerco de Algeciras, Madrid', 1915. Primeras negociaciones de
Carlos V con la Santa Sede (1516-1518). Causas de la guerra entre el
papa Paulo IV y Felipe II. La Liga de Lepanto, t. I, Madrid, 1918. — Vi-
cente Serrano Puente publicó Relaciones por el Océano Atlántico del
mundo antiguo con la América precolomhiana, Gijón, 1905. — Sesión so-
lemne que el Colegio de Médicos de... Madrid dedica al inm. M. de Cer^
vantes, 1905. — Eugenio Silvela^ director de la Rev. de las Prisiones
(1902), alcalde de Madrid, publicó Cervantes poeta, 1905. Vida picaresca
Madrid, 1910. Aventuras contemporáneas, 1912. — Manuel G. Simancas
publicó Artistas castellanos del s. xiii, 1905 (en Soc. Esp. Exc, XIII).
— Solemne sesión... R. Academia de San Fernando... para conmemo-
ran... "Quijote", 1905. — Isidro Soler estrenó La Bohcme, comedia (con
Ángel Custodio), 1905. La Cuna de Jesús, 1905. Los Tientos, 1906, El
Cortijo (con Ángel C. Pintado), 1908, La Alegría de triunfar, com. (con
A. Custodio), 1909. Choque de pasiones (con Alfonso Jorge), 191 1. — ■
Juan Ramón Somoza^ gallego, publicó Horas de ocio, art. liten, Haba-
na, 1905. — Antonio Sotillo estrenó La Corte de Transmania, zarzuela
(con J. B. Pont), 1905. Un negocio de oro, com. (con Sinibaldo Gutié-
rrez), 1913. — León A. Soto (1874-1902), de Panamá, poeta delicado,
trasparente y suelto, escribió Eclécticas, sonetos (póst.), 1905. — David
Federico Strauss publicó Estudios literarios y religiosos. Valencia
(1905). — Juan Ta vares estrenó El Trianero, zarzuela (con Antonio Ló-
pez), 1905. Copla gitana, zarz., 1909. Sebastián el Marquesita, sain. (con
Carlos Díaz Valero, 1919). — Alberto Tena, argentino, escritor de cos-
tumbres y crítico de arte, de estilo fácil y colorido, publicó mucho en
periódicos, y Buscando el sol, B. Aires, 1905. La otra Alemania, 1915.
El Pájaro sin alas, novela llena de afecto y sencillez, 1916. Narra=
dones literarias y de tierra adentro, 1917. — Raimundo Tirado estrenó
Chirivita, saínete, 1905. Las Capeas, sain., 1912. — Mauricio Torres es-
trenó ¡Honradez .', diálogo, 1905. — Miguel Torroella Plaja publicó
Cientos que son historias, Gerona, 1905. Margarideta, nov., ibid., 1907.
— Carlos María Urien, historiador argentino, publicó Revolución cu-
184 ÉPOCA REGIONAL Y MODERNISTA (1888-I907)
bana^ B. Aires, 1896. Esteban Echeverría, ibid., 1905. Quiroga. ibid.,
1907. Lq. Carga de Junin, ibid., 1909. La Rep. Argentina en ipio. La
Victoria de Maipú. Soberana Asamblea general Constituyente de 181^,
1913. El General Lucio Victorio Mansilla. 1914. Paso de los Andes y
batalla de Chacabuco, 1917. — La Resurrección de don Quijote... por el
padre Valbuena, Barcelona (1Q05). — Santiago Yanrell, mallorquín, co-
laborador de El Correo Ilustrado (1897), estrenó Especialista en divor^
cioSj juguete (con L. Bxiceta), 1905. — Eduardo Várela Zequeira, ca-
magüeyano (Cuba), hermano de José, publicó Los Bandidos de Cuba,
documentos, 1891. La Policía de la Habana, 1895, La Política en ipo^.
Habana, 1905. Expiación, ár., 1907. Hogar y patria, dr., 1908. La Re-
conquista, com., 1910. — Pedro Vela de Almazán publicó Relación de
los Caballeros Maestrantes de Ronda, Sevilla. Granada. Valencia y Za-
ragoza, desde la creación de estos Cnierpos, Madrid, 1905. — Velada que
la R. Sociedad Económ. Matrit... "Quijote". 1905. — María E. Veláz-
QUEZ DE Olózaga compuso Las Cucharetas, cuadro cómico, Bilbao,
1905. — Manuel Verdugo Bartlett (n. 1879), de Manila, publicó Hojas,
poesías, Madrid, 1905. — Fray Luis Villalba Muñoz, agustino, cola-
borador de La Ciudad de Dios (1898-1903), publicó Costumbres musi-
cales españolas en tiempo de Cervantes. 1905 (en Ciudad de
Dios, LXVII). Las "ensaladas" de flecha (ibicí). Cuentos de Navidad,
Madrid, 1913. Antología de organistas clásic'^s, traducción del texto
musical antiguo, recopilación y notas biográficas y críticas, ibid,, 1914.
Últimos músicos españoles del s. xix, ibid., 1914. — Emilio K. del Vi-
llar publicó España y América, monografías populares, redactadas por
distinguidos publicistas, Madrid, 1905. Las Repúblicas hispanoamerica-
nas, Barcelona, 1907, 2 vols. Geografía general, Barcelona (s. a.). Ar-
chivo geográfico de la Península ibérica, Barcelona. 1916.
201. Aíio ipoó. Emiliano Ramírez Ángel (n. 1883-), de
Toledo, es el cronista de la clase media de Madrid, el Meso-
nero Romanos de hoy, acrecentado en tercio y quinto ; por-
que es el cronista del intimo vivir, de las delicadezas que en-
cierran las almas burgesas ó que como artista cj[ue las lleva
dentro de sí, las ve en ellas y se las presta para que nos sola-
cemos contemplándolas. Las menudencias que se nos pasan
á los demás por alto abrillántanse al pasar por la coloreadora
fantasía de Ramírez An¡gel, y destellan, no como brillantes
sino como rubíes y zafiros, comió esmieraldas y topacios, quie-
ro decir con todos los colores y matices de colores que nos
atraen los ojos, hacen que en ellas reparemos y que descan-
semos diciendo : " ¡ Cuiánta hermosura hay en la vida ordinaria
para el que sabe cribarla de la prosaica realidad!" Para ello
hay que ser niño, mirando las cosas como frescas, digo con la
N
S. XX, 1905. MAX ENRÍQUEZ UREÑA 1 85
frescura del primier mirar del niño, y hay que ser sincero, no
pretendiendo hacer literatura, pretensión en la cual toda afec-
tación anida. Por eso Ramirez Ángel, no sé si sin querer y
sin saber o si queriéndolo y sabiéndolo, ello es que escribe
en suelto, variado y expresivo castellano. Su ingenio humorís-
tico salpimienta toda narración. En la elección de epítetos,
€n el forjar de frases tiene un acierto y novedad de poeta
que sólo pueden brotar de una rica fantasía y de un pecho
tierno y sensible a cualquiera ondullación del aire. Sus obser-
vaciones y salidas brotan tan naturales como hondas á veces
y siempre á punto, nuevas, mariposeadoras y que hacen un
muy agradable tilín. Es uno de nuestros grandes escritores
que saben leer en las cosas y comunicarnos á todos los deli-
cados sentimientos que en ellas leen.
Carlos Arturo Torres (1867- 19 i 2), colombiano, de San-
ta Rosa de Viterbo, académico desde 19 10 en Bogotá, inglés por
educación y gran viajero, fué ecléctico, transigente con todos
y templado en sus juicios. Crítico serio y poeta de ideas, aman-
te de todo elevado pensamiento, independiente en arte, de tono
lírico épico, más pensador que poeta, descuella harto más por la
inteligencia que por la fantasía ni el sentimiento. Simbolista, pero
á lo Vigny, claro y clásico en la hechura y tono general de sus
versos. ''Adimiremos en buena hora á Sthephane Hallarme
— dice — ; pero que esa admiración no nos haga olvidar á André
Chénier. " El Cali:; y La Abadía de Westininstcr son sus más ce-
lebradas poesías. En la prosa vSeñorea la inteligencia á la fan-
tasía y es demasiado abstracto y hasta oscuro.
Max Henríquez Ureña (n. 1885-), de Santo Domingo,
hermano de Pedro é hijo de Salomé Ureña, fué á la Habana
en 1903, donde fundó con Jesús Castellanos la Sociedad de Con-
ferencias. Escritor de varia cultura, sereno y correcto, de abierto
criterio, quie sabe amenizar cuanto itoca y revestirlo de muy
personal y apropiado colorido. Clásico por temperamento y por
sus aficiones eruditas, emplea en sus versos demasiadas voces
exóticas, grecolatinas, que les dan un tinte erudito, del cual hu-
yen los ojos y que no vibran en los oídos, y no menos esdrú-
julos, que refuerzan el ritmo, pero á costa de atiesar los versos,
como si estuviesen almidonados. Son, pues, poesías eruditas, de
hechura elegantísima, cual de ánfora griega, esmeradamiente
1 86 ÉPOCA REGIOXAL Y MODERNISTA (188S-I907)
contorneadas, clásicas en la hechura y llenas de sentimiento
motivado por el recuerdo ó por la descripción suave y lángui-
da de las cosas.
Luis María Jordán (n. 1883-), de Buenos Aires, colabo-
rador de El País, El Gladiador, La Nación, Ideas, director
del Museo y Biblioteca Pedagógica por cuatro años, des-
de 1907, catedrático de Historia, director del Museo esco-
lar Sarmiento; escribió primero cuentos fantásticos, después
otros más realistas pero orlados de un nimbo ideal y aun filo-
sófico, finalmente la novela erótica y urbana Los Atormen=
tados, con fuerte visión de la realidad y soltura de gran no-
velista. En estilo y lenguaje es correcto, castizo y expresivo.
Más recuerda todavía á los clásicos castellanos en sus libros
de poesías, donde hay riqueza de variados tonos y de metros.
De inspiración es clásico, distinguiéndose entre los poetas mo-
dernos de su tierra por la sinceridad, sin efectismos, y por el
discreto buen gusto, sin rarezas modernistas. No es ameri-
cano en asuntos sino cosmopolita; pero maneja castizamente
y con maestría el habla castellana en prosa y en verso y eleva
con ideas trascendentales la realidad bien observada.
Ángel Falco (n, 1885-), de Montevideo, soldado (1904),-
ácrata en doctrinas y muy humanitario, batallador periodista
después en favor del proletariado, encarcelado, arengador,.
poeta, escribió sobre todo en el Diario del Plata, dirigió Pro^
tea (1916-17), La Raza (19 17); compuso novelas, dramas y
versos. De estirpe épica, es pomposo y abundante; pero, como
improvisador y hecho á las lides periodísticas, fogoso y algo-
declamatorio. Sobresale en cantar líricamente proezas épicas
con boato sonoro y elocuencia tropical, en tomo de pensa-
mientos macizos que sirven de motivos centrales, sobre doc-
trinas libertarias...
202. Ramírez Ang:el, en carta al autor: "Frivolidad, optimismo^
cierta leve zumbonería, piedad, amor á Madrid — el Madrid actual, hu-
milde y joven — y ternura para pintar la clase medía, entre la que vivo...
He hablado de las modistas, de los estudiantes, de los empleados, de
las muchachas solteras que viven en los pisos terceros; de la vida de
siempre, de la gloria que no Ilesa, y del tranvía que se retrasa ; de las.
barcas del Retiro y de las hondonadas de la Moncloa... He querido co-
municar la tristeza de lo cotidiano, de lo vulgar y manso que nos ro-
S. XX, 1905. EMILIANO RAMÍEEZ ÁNGEL 187
dea; del pobre hombre que, muy á menudo y á pesar suyo, lleva en sí todo
vanidoso, todo farsante, todo ilustre... Quisiera lograr del lector, no
una lágrima, ni una carcajada, sino una sonrisa. Sonreír: he aquí la
honra, la victoria mayor que, á mi juicio, puede satisfacer más á un
pintor de costumbres. Por pesimista, propendo al humorismo. Me se-
ducen, aun sin quererlo, los detalles, las cosas menucfas, el gesto, la
frase, el minuto; y frivolamente unas veces, emocionadamente siem-
pre, las describí, elogié ó glosé. A Azorin, el de antaño, debo estos pla-
ceres míos. Me agradaría repujar, enriquecer la prosa; pero me con-
tento con ser sencillo y atrapar — si tengo esa fortuna — el matiz. Creo
que la sinceridiad, en arte, es lo que salva. A ella vivo gustosamente
esclavizado. Mis ocupaciones, ajenas á la literatura hasta hace cuatra
ó cinco años, me impidieron leer lo debido. No pudte, como deseaba,
entrar en las Bibliotecas, y me quedé, paseando, á la puerta. Amigos
bondadosos me llaman "cronista de Madrid, cronista de la clase media".
No sé si lo soy; pero reconozco que no podría ser otra cosa. Sinceridad,
fervor y observación del natural : eso busco. Y, á propósito, y para
concluir esta confesión: con motivo de mis obras se recuerda, para
honra mía, á Larra, á Mesonero Romanos, á Galdós... Lealmente de-
claro que, cuando escribí estos libros, apenas conocía sino muy poco de
estos españoles. Ni quise, pues, imitarlos, ni seguirles en nada, como no-
fuera en lo expresivo de la prosa ó en lo genial de la observación. Aun
sin existir tales literatos — á los que admiro de veras, especialmente á
Larra y á Don Benito — yo hubiese pensado, sentidb y escrito como lo
hago. En cuanto á autores extranjeros, no sé si habrán influido poco ó-
mucho en mí Flaubert (Madame Bovary, Bouvard ct Pecnchet) ; Zola,
Daudet — más que Zola, ¡ya lo creo! — ; Maupassant, Balzac y el por-
tugués Eqa de Oueiroz... Resumen: mi temperamento no me llevará
nunca — y lo siento de veras — á las tragedias, á los conflictos alboro-
tados, al realismo áspero, acre y parcial... Media tinta, placidez, amar-
gura que corre por dentro ; una sonrisa y un suspiro. Lo épico de todos
los días: dramas sin sangre, sin relumbrón, sin retórica... ¿Cómo no
declarar fervorosamente que el Quijote me maravilla y consterna?
Luego de ver'cómo hablan el hidalgo y el rústico, cómo reflexionan y '
sienten, yo rompería la pluma. Pero..." Cansinos Assens, Los Mermes,
1916, pág. 224: "Desde el primer momento, Emiliano ha tomado para
sí la belleza humild^e. popular, de lo visto por todos : la belleza de los
arco iris, die los domingos con sol, de los jardines públicos y de los
balcones con macetas ; todo eso que sólo puede magnificarse por la con-
templación afectuosa... Su Cabalgata de horas, La Vida de siempre.
El Perfecto casado, son el diario sentimental de un buen muchacho
provinciano en medio de la corte, que trabaja y sueña y ama el buen
domingo. Y un día ha dicho: "La verdad está en unos ojos negros, y
"todo lo demás es literatura." ¡ Qué lejos está todo esto de los precio-
sismos de los antecesores, de la fastuosidad verbal de los jóvenes maes-
tros ya célebres! ¡Qué lejos del arte por el arte! La rebeldía estética
está aquí, en el desaliño de la frase, en el desgaire con que se maní-
1 88 ÉPOCA REGIONAL Y MODERNISTA (188S-I907)
üesta un sentimentalismo pródigo; está en la inexperiencia juvenil del
escritor y en su sencillez evangélica. Emiliano, bajito y moreno, modesto
y laborioso, aparece rebelde como un San Pablo artesano, en el círculo
literario de los olímpicos decadentes. Una rebeldía de golondrina y de
alondra alborotadora. Imposible desconocer lo que de aquellos maes-
tros ha tomado: de Martínez Sierra ha aprendido la pulcritud en el
decir y ese humorismo humilde y teresiano que sonríe al través de su
emoción; de Martínez Ruiz. ese sentido diminutivo de ias cosas que
tan bien sienta á su prosa ingenua, un poco trivial, un poco loca; de
Man. Machado, seriecfed y sencillez, y de todos, en fin, laconismo y mo-
dernidad. Entre todos han vestido á este niño; pero de sí mismo ha sa-
cado él su cordialidad simpática y su modestia de diácono. Su labor es
sencilla y diáfana, cual la de un Trueba... Se hace el cronista román-
tico de ^ladrid y fija de una vez su carácter de escritor realista y sen-
timental..., cantor del medio ambiente, pintor de cuadros de costum-
bres madrileñas." Andrés González Blanco. Hist. nov., pág. 871 : "Al
joven prosador Ramírez Ángel, que, en las encantadoras páginas de
sus novelas ha sabido cifrar la vida cotidiana au jottr le jotir, con to-
das sus mezquindades y sus grandezas ; el épico de las modistas madri-
leñas, y de los estudiantes locos y livianos, y de las muchachitas alegres
que nos han encantado al pasar con sus estelas perfumadas y sus sem-
blantes risueños y bonitos, y de los empleados de seis mil reales, y de
la existencia de los hijos de familia bajo la luz doméstica de un quin-
qué ; el creador de una nueva fórmula y de una prosa que responde con
exactitud á su temperamento de artista; una prosa matizada y fina, á
veces doliente, como los íntimos sollozos de un alma que no encuentra
lo que anhelaba, á veces jovial y loca como la risa de las nenas esbeltas
y rubias que van á los bailes de la Bombilla; una prosa que quedará
como documento histórico, como expresión del sentir de una genera-
ción entera ; una prosa rubia y alada, frágil, dulce y mimosa, como las
niñas bonitas, como los caramelos de los Alpes, como los besos de los
enamorados en una calle obscura, como las orquestas de los teatros re-
fulgentes." ídem, pág. 1008: "La Tirana, llena de vitalidad, aunque en
más incorrecto estilo que sus obras posteriores, en las cuales ha lle-
gado á crearse una prosa repujada y nielada como hay pocas entre sus
contemporáneos. La conclusión de su obra es tremendamente pesimista,
como la de todas las novelas del naturalismo; pero en el curso de ella
sucédcnsc las escenas de amor y de alegría, que abren horizontes claros
frente á la vida plena y libre." Ramírez Ángel: La Tirana, novela de
costum.bres (1906). Madrid sentimental (1908). El Príncipe sin novia
(1909). La Vida de siempre (1909). Cabalgata de horas (1909). Después
de la siega (1910). Beethoven (1913). Haendel (1913). La Voz lejana
(1915). Biografía anecdótica de José Zorrilla (1915). Penumbra, no-
velas de setitimentalismos y zumbonerias (1915). Bombilla, Sol v
Ventas, peligros y seducciones de esta coronada villa (1915). La Tra-
gedia del amor (1916). La Tragedia del comedor (1916). Los Ojos
abiertos, nov. (1916). Egdar Poe, historias extraordinarias, trad., 1918.
S. XX^ 1906. CARLOS ARTURO TORRES 1 89
En El Cuento Semanal: De corazón en corazón (1907). Juventud,.
Ilusión y Compañía (1910). Historia sin desenlace (191 1). La Prima-
vera y la política (1911). En Los Contemporáneos: El Duende (1909).
Al borde de la vida (1910). Santiago el Verde (191 1). El Rincón de
los suspiros (1912). La Invasión de los bárbaros (1915). En El Libro
Fopidar: Todos, gorriones (1913). Cambio de conversión (1914). En
Los Cuentistas: Donde nace el amor (1910). En El Cuento Ilustrado:
El Alma del abuelo (1911). En La Novela de Bolsillo: Alas y pezu-
ñas (1914).
En el estilo de Arturo Torres abundan demasiado los abstractos y
voces generales que lo oscurecen algpjn tanto: la inteligencia sobrepuja
á la fantasía. Ejemplo: "Pero voy más lejos aún. No ya la evolutiva
transformación sino la misma repudiación de lo anterior, el absoluto
cambio de frente, si obra de sinceridad irreductible, lejos de disminuir,
constituye á las veces el alimento esencial, la surgente milagrosa de la
grandeza y del valor de un esfuerzo. Llega para ciertas almas férvidas
un momento de crisis profunda, en que lanzan el Everlasfing NO de
Carlyle : deponen para siempre el fardo y pesadumbre de los errores
y pretéritas esclavitudes de la mente ; es entonces el erguirse del in-
tegral en su majestad* nativa, porque la repudiación del prejuicio con-
substancial constituye el acto más valeroso de autonomía humana y la
liberación áél espíritu es la más augusta de todas las liberaciones." Esta
oscurísima logomaquia la topo abriendo al azar Los ídolos del Foro
(19 16, pág. 43). Lo que sigue es todavía más oscuro y abstracto, y puede
verlo el curioso lector. Andrés González Blanco, Escrit. repres. de Ame-
rica, 1917, pág. 165: "Un ejemplo de las organizaciones á la vez refi-
nad^amente intelectuales y curiosamente artistas es la personalidad emi-
nente de don Carlos Arturo Torres... Nunca fué un profesional, sino un
dilettante... Hombre de buena alcurnia, magníficamente instalado en la
vida, viviendo en continuo roce con las grandes corrientes del pensa-
miento europeo, viajero incansable y aprovechado, avecindado en Lon-
dres... Se ha asimilado mucho del espíritu inglés... Tiene el señor To-
rres también del genio inglés la misantropía agria, que á veces se tra-
duce, por ironías díe la realidad, en altruismo fecundo..., serio y macizo,
como las construcciones inglesas; algo bronco, como su idioma, y casi
siempre fértil y ubérrimo, como sus praderías... Limpia, de trazos fir-
mes y seguros su escritura..., la figttra de C. A. T., como estatista, se
muestra serena, inmóvil, sin una mancha de linaje..., culto crítico y ele-
gante poeta..., fantasía amplificadora, sensibilid'ad intensa, sin dejo
alguno de sensibilismo meloso... En sus opiniones jamás es excesivo ni
violento..., la moderación de sus juicios y la templanza de sus censuras.
Jamás es violento ni mordaz; correcto, pulido..., poeta elegante y clá-
sico..., sin desdeñar la manera nueva. Su escuela poética podría deno-
minarse la del buen sentido..., lóricoépico..., sobriamente emotivo." An-
tonio Gómez Restrepo, Antol. Colomb., Cádiiz, 1915, pág. 15: "Carlos
Arturo Torres es muy coftocidb como artista ,v literato. Sus Estudios in-
igO ÉPOCA REGIONAL Y MODERNISTA (1888-IQO7)
__gleses hacen honor á las letras colombianas. Pero él habría muerto in-
conforme, si hubiera creído que la posteridad prescindía de sus versos.
Y no ha ocurrido esto: porque Torres tuvo la ambición de la poesía
trascendental y filosófica, y d'ejó pruebas suficientes para demostrar que
su vigoroso talento era capaz de vencer las asperezas del género y con-
quistar la palma del triunfo. Fué un poeta de la escuela de Vigny, á
quien rendía culto fervoroso y de quien tradujo estrofas admirables; es
decir, era poeta simbolista; pero sus símbolos, como los del autor de
Eloa, fueron claros y traslúcidos ; y contribuye á darles relieve la ener-
gía del estilo y el vigor quintanesco de la expresión. Su poesía no es
■popular, porque es más intelectual que imaginativa ó de sentimiento;
-porque no se olvidarán en nuestra historia literaria cantos como la me-
■ciitación En la Abadía de Westminster, en que el poeta, con inspiración
vigorosa, canta la grandeza de Inglaterra, simbolizada en ese panteón
■de sus grandes hombres..." Publicó en un mismo tomo Estudios ingle-
ses y Estudios varios, Madrid, 1906. Obras poéticas, Madirid, 1906, que
contiene Poesías varias, En la arena. Poemas filosóficos. Poemas cre-
pusculares y Poemas simbólicos. Idola Fori, 1910; Madridí, 1916. Dis-
curso recepc. en la Academia Colombiana {Anuario, t. II, 1911, pág. 14).
Literatura de ideas, discursos y conferencias, Caracas. 1911. Estudios
de crítica moderna, estudios ingleses, estud. amer., estud. varios, Ma-
drid, 1917. Consúltese: Andrés González Blanco, Contemporáneos,
2.^ serie, París.
Max H. Ureña, Preliminar á Ánforas: "Estos versos que ahora pu-
blico son la cosecha de mi edad juvenil. Vida de ensueños y peregrina-
ciones ha sido hasta ayer la mía. Por eso, en estas páginas tan sólo á
ratos se manifiesta un pesimismo ocasional y prematuro. Es el otoño
que se anticipa. No sólo mi credo artístico ha variado..." Max Enrí-
quez Ureña: Whistler y Rodin, conf., Habana, 1906. La Vida y las obras
de Jesús Castellanos, 1912 (en Rev. Bim. Cub-). Martí en Santo Do-
mingo^ 1913 (en Cuba Contemp.). Caracteres del teatro francés con-
temporáneo, 1914. E. J. Varona, París, 1913 (en Rev. Amer.). Diego Vi'
tente Tejera, conf. Ánforas, poesías, Valladolid-Habana, 1914. Tres
poetas de la música. Habana, 1915. La Combinación diplomática, com.,
ibid., 1916. José Enr. Rodó y Rubén Darío, conf., ibid., 1918. El Ocaso
del dogmatismo literario, conf., Santiago d'e Cuba, 1919. Los Estados
Unidos y la República Dominicana, Habana, 1919.
Ángel de Estrada, Pról. á La Tthiica, de Jordán : "Estos cuentos,
que empiezan con la evocación de una Túnica de Sol y acaban con las
bodas de Psiquis, son de esencia puramente imaginativa. Aun cuando la
materia... encierre un dolor íntimo, predomina siempre el golpe de ala
que trae de los jardines y de los cielos su perfume de flores y su luz de
estrellas. Jordán ha escrito acariciado por sus propias ideas... Y sus
cuentos vibran con la realidad que la imaginación alucinada comunica
á las cosas y que vale tanto como la otra..., vibran tanto como los toma-
dos del natural... Quien ha escrito este volumen es un temperamento.
'En las más deficientes de sus páginas, aun en aquellas en que se ve más
S. XX, 1906. ÁNGEL FALCO I9I
tina mano de muchacho, hay siempre una sensación, una imagen, una
idea salvadora. El autor revela, sin esfuerzo, gran savia, presta á trans-
formarse en hojas. Demuestra, además, instinto de artista, cazando á
menudo al vuelo el detalle pintoresco que realza el conjunto...; en las
entrañas del volumen se agita el manantial de una mente de poeta... Se
siente en su pluma el cuidado alerta de perseguir una bella forma... y
-eso, que significa una comprensión, es el principio de un futuro triunfo."
Roberto F. Giusti, Nuestros poct. jóv., 1912, pág. 129: "Esta Ofrenda
que encabeza el libro (de Jordán, Los Jard. gal.), es sentida, lo confieso...
Su arte es muy europeo y muy moderno, con mucho de francés, con nada
■de argentino — si se exceptúa le lengua — ... Hay, además, en él su po-
quito de m.itología y lo cruza una que otra figura prerrafaelista, y por
todas sus páginas se difunde un ambiguo y refinado espíritu entre mís-
tico y erótico." Luis María Jordán : La Tiinica del Sol, cuentos, Bue-
nos Aires, 1906; Barcelona, 1910. Cavalcanti, cuentos, B. Aires, 1907.
Los Jardines galantes, poesías, ibid., 191 1. La Copa de oro, poesías, ibid.,
1914. Los Atormentados, nov. escrita años atrás, Aíadrid, 1917. La Evo-
lución de los Museos, B, Aires, 1918. Un idilio, 1918 (en La Novela de
Hoy). Museos escolares, B, Aires, 1919. Preparados: La Bamhina, no-
vela. Don Mida, nov. Nuevos poemas (ya publicados en la prensa).
Amadeo Almada, Vidas y obras, 1912, pág. 45: "Hay en él (en Án-
gel Falco), por lo pronto, un agitador, un filósofo revolucionario; un
■hombre de partido, en fin ; pero hay también im poeta y un grande y de-
licado poeta... El pensamiento fundamental, que corre viboreando co-
mo un torrente de fuego, deslumbrador de puro claro, al través del bos-
caje opulento de imágenes é ideas por donde pasa y repasa igual á un
vértigo, aunque sin salir de sus inquietos dominios, la inspiración del
poeta... No es un colorista al modo de Papini..., no es tampoco un can-
tor de cosas sentimentales como Roxlo...; es un poeta quintanesco, que
vuela en un pegaso macizo todo de pensamiento y de cerebro, con gran-
•des alas, como los ensimismados toros simbólicos de Persépolis. Su ins-
piración no es la de un paj arillo que canta, sino la de un cóndor que
A'^uela. Tormentosa y crujiente, parece nacer, más bien que de la gar-
■ganta, del roce de las alas y de las ansias nunca satisfechas del vuelo,
al través del viento desencadenado. Su poesía es música, pero es idea;
es color, pero, ante todío, pensamiento; es brillo deslumbrador, pero es
•filosofía... Su poesía, que participa en algo del desarrollo atropellado
de las ideas revolucionarias del poeta, con sus excesos de expresión y
la hipérbole de sus comparaciones, podría compararse más bien á la
■música de Wagner, tocada á toda orquesta. Su poesía es guerrera, tal
«cual suele serlo en nuestra época, palenque abierto á los rudos y á ve-
ces cruentos combates del pensamiento." Ángel Falco : Ave, Francia,
canto, Montevideo, 1906. Garibaldi, poema, ibid. 1907. Vida que canta
(más de 160 sonetos), ibid., 1908. Cantos rojos, 1908. Breviario galante,
1909. El Paso de los Andes. El Alma de la raza, poema, 1910. El Hon%~
.'92 ÉPOCA REGIONAL Y MODERNISTA (1888-I907)
bre quimera, igii. Auroras atlánticas. La Leyenda del patriarca, poe~
ma (á Artigas), 1911. La Tragedia de las alas, 1914. Troquel de fuego,
sonetos, 19^7.
204. Año 1906. Manuel Abril (n. 1884-), madrileño, poeta senti-
mental y elegante, publicó Canciones del corazón y de la vida, Ma-
drid, 1906, libro de ternura y sentimiento. Hacia la lus lejana, Madrid,
1914, versos cariñosos en metros levemente rítmicos, que remed'an el
asunto con armonía imitativa. La Filosofía de Parsifal, conf., 1914. Fe-
lipe Trigo, síí vida, su obra, sti moral, ipi?. Ta Princesa que se chu-
paba el dedo, comedia á modo de linda y filosófica farsa, 1917. Leve
discusión con una momia, de E. Poe, trad.. 1918. Margot, nov., trad.,
Madrid, 1918.
J, P. WiCKERsiiAM Crawford, norteamericano, profesor de la Uni-
versidad de Pensilvania, hispanista infatigable en editar y comentar
autores, publicó The Spanish Pastoral Drama, Philadelphia, 1915. Life
and Works of Cristóbal Suárcz de Figneroa, ibid., 1907; trad. por
N. Alonso Cortés, Valladolid, 191 1. Textos anotados: ^^Representación
de los mártires Jtisto y Pastor", de Francisco de las Cuebas, en Reviie
Hispanique, 1908, vol. XIX; '^Tragedia de Narciso", de Francisco de la
Cueva y Silva, Philadelphia, 1909; "El Hijo que negó á su padre", en-
tremés del siglo xvi, en Ptthlications of Modern Languages of America,
1910, vol. XXV; Comedia á lo pastoril para la noche de Navidad, en
•Revue Hispanique, 191 1, vol. XXIV; Tercera jornada de "Las Fulle-
rías de amor", de Gaspar de Avila, ídem, id. ; La Quinta angustia de
Nuestra Señora, en Romanic Rcviczv, 1912, vol. III. Artículos : Notes on
"La Constante Amarilis" of Cristóbal Suáres de Figueroa, en Modern
Lafiguages Notes, 1906, vol. XXI ; A Rare collection of spanish "En-
tremeses", ídem, 1907, vol. XXII; "El Principe don Carlos", of Ximénez
de Enciso, ídem, id. ; A Letter from Medinilla to Lope de Vega, ídem,
1908, vol. XXIII; Analogues to the story of Sclvagia in Montcmayo/s
"Diana", ídem, 1914, vol. XXIX : The Sevcn Liberal Arts in Lope de
Vega's "Arcadia", ídem, 1915, vol XXX; The Source of the Third
Eclogue of Francisco de la Torre, ídem, id.; The Catalán Mascarón
cnd an Episode in Jacob van Macrlant's "Merlijn", en Pubh'cJtions of
The Modern Languages Association of America, 191 1, vol. XXVI:
Teófilo Folcngo's "Moschaea" and José de Villaviciosa's "La Mos-
quea", ídem, 1912, vol. XXVII; The "Vision Delectable" of Alfonso
de la Torre and Maimonide's "Cuide of the Perplexed" , ídem, 1913,
vol. XXÍVriI: Ineditcd Letters of Fulvio Orsini to Antonio Agustín.
ídem, id.; The Inflnence of Séneca' s Tragedles upon Perrera' s "Cas-
tro" and Gerónimo Bermúdes's "Nise Lastimosa" and "Nise Laurea-
da", en Modern Philology, 1914, vol. XII; Some Unpublished Verses of
Lope de Vega, en Revue Hispanique, 1908, vol. XIX; The Source of
Encina's "Égloga de tres pastores", ídem, 1914, vol. XXX; The Devil
as a Dramatic Figure in the Spanish Religious Drama befare Lope de
S. XX^ 1906. CARLOS PEREYRA IqS
Vega, en Romanic Review, 1910, vol. I ; The Braggart Soldier and Ru-
fián in the Spanish Drama of the Sixteenth Cenhiry, ídem, 191 1, vo-
lumen II; The Pastor and Bobo in the Spanish Religions Drama of the
Sixteenth Ccntury, ídem, id.; The Seven Liberal Arts in the "Visión
Delectable" of Alfonso de /-o Torre, ídem, 1913, vol. IV; Siiárez de Fi-
gueroa's ^'España defendida" and Tosso's "Gerusalemrne Liberata'^
ídem, id.; Notes on the Tragedies of Lupercio Leonardo de Argensola,
ídem, id.; "Echarse Pullas", a Popular Form of Tenzone, ídem, 1915,
vol. VI ; Notes on Three Sonnets attributed to Francisco de Figue-
roa, en Modern Languages Review, 1907, vol. II ; Notes on the Amphi-
trion and "Los meneemos" , of Juan de Timoneda, ídem, 1914, vol. IX.
Eloy Díaz Jiménez y Molleda (n. 1885-), de León, catedrático en
el Instituto (ie Pontevedra (1913) y León (1913), estudioso erudito, pu-
blicó La, Casa de los Guzmanes, León, 1906. Una leonesa ilustre (la
condesa doña Sancha), Madrid, 1908 (en Patria y Letras, set.). Ethe-
ria, 1908 (ibid., set.). El i?. Monasterio de Carr acedo, 1909 (ibid, ene-
ro). Juan del Encina en León, Madrid, 1909. F'clix Mendelssohn, su vida
y sus obras, León, 1910. El Castillo de Ponf errada, Valladolid, 191 5 (en
Rev. Castellana). El Renacimiento leonés y Juan de Badajoz, 1915 (en
Ateneo). Enrique de Arfe, Valladolid, 1916 (en Rev. Cast.). Fray Ber-
nardina de Sahagún, ibid., 1916 (ibid.). Historia de los Comuneros de
León, Madrid, 1916 (premio de la Acad. Hist.). Fray Diego de Valen-
cia, su vida y sus obras, 1917 (en Castilla). Nuevos datos para la His-
toria de la Herrajería: Las Rejas leonesas, 1917 (en Rev. Castellana).
Fray Cipriano de la H-uerga, su vida y sus obras, 1918 (ibiA). Don Lu-
cas de Túy, su vida y sus obras, 1918 (ibid.). La Vuelta del caballero,
1918 (Castilla). Historia del R. Monasterio Benedictino de San Claudio
de León, reprod. de un ms. incd. del s. xvii. El Arte del s. xvi en León.
San Isidoro de León, 1917. Sampiro, 1919 (en Rev. Castellana, mayo).
Fray Diego de Valencia, 1919 (ibid., jun.). Preparados: Santo Marti-
no. Clemente Sánchez de Verdal. R. Moseh Ben Sem Toh. R. Joseph
Ben Chabib. R. luhaquob lehudah.
Carlos Pereyra (n. 187 1-), del Saltillo (Méjico), doctor en Leyes,
abogado fiscal en aquella capital, profesor de Sociología é Historia en
su Universidad, diputado y agente diplomático hoy en Madrid, publicó
obras históricosociológicas de grande erudición y de no menor originali-
dad y valentía en sus juicios. Polémica historial, Méjico, 1906. La Doc-
trina de Monroe, el destino manifiesto y el imperialismo, Barcelona,
1908. Historia del pueblo mejicano, 2 vols., Barcelona, 1908. Juárez, su
obra y su tiempo (con Justo Sierra), ibid., 1909. La Conquista del Aná-
huac, ibid., 1909. El Crimen de Woodrow Wilson, Madrid, 191 5, 1917. El
Mito de Monroe, ibid., 1916. Hernán Cortés y la epopeya del Anáhuac,
2.* ed., ibid., 1916. Francisco Pizarra y el Tesoro de Atahiialpa, ibid.,
1916. Humboldt en América, ibid., 1917. Bolívar y Washington, ibid.,
1917. El General Sucre, ibid., 1917. Tejas, la primera desmembración
de Méjico, ibid., 1917. La Constitución de los Estados Unidos coma ins-
trumento de dominación plutocrática, ibid., 1917. La Disolución de Rn-
TOMO xn. — 13
194 ÉPOCA REGIONAL Y MODERNISTA (1888-I907)
sia, ibicí., 1917. La Discusión, cuestiones púhl. eiirop. y amer., 1918. El
Pensamiento político de Alberdi, ibid., 1918. Francisco Solano López y
la guerra del Paraguay, ibid., 1919. Rosas y Thicrs, ibid., 1919. En pre-
paración: Descubrimiento y exploración del Nuevo Mundo. El Impe-
rio español.
Ceferino Rodríguez Avecilla (n. 18S0-), de Valladolid, redactor de
Diario Universal (1903), Excelsior (1912) y España Libre; director de
El Gran Bufón, Nuevo Mundo, Castilla (Alcalá), publicó Los Crepúscu-
los, nov., Madrid, 1906, Rincón de humildes, id., ibid., 1908. La Princesa
de los ojos verdes, id La Vida eterna, id. Para el teatro : Silencio, com.
(1913). Tupi-Palace, .sain. (1914). Su afectísimo amigo, com. (1914). En
colaboración con Manuel Alerino: El Enemigo malo, com. (1915). La
Mala tarde, zarz. (1915). Las Alegres chicas de Berlín, opereta (1916).
La Máscara de don Juan, dr. (1917). El Estudiante de Salamanca, zarz.
(19 17). Los Caminos de Roma, com, (1917). La Máscara de don Juan
(con Manuel Merino) es comedia dramática, muy bien planeada, realis-
ta y viva, d'e fino gusto y final idealista, simbólico y trágico.
José Antonio Ramos, cubano, estrenó Almas rebeldes, dr., Barcelo-
na, 1906. Una bala perdida, dr., ibid., 1907. Im Hidra, dr., Habana, 1908.
Nanda, alta comedia, ibid., 1908. Humberto Fabra, nov., 2 vols., París,
1909. Hacia el ideal, dr. De las Villas á la Habana, sain., 1910, A la Ha-
bana me voy, sátir. lir.-bufa. Liberta, nov. esccn., Madrid, 191 1, con
pról. de Benavente. Entreactos, artículos, Madrid, 1913. Satanás, dr.,
ibid., 1913. Cuando el amor muere, com, (al final de Liberta). Caliban
Rex, dr. pol., 1914. El Hombre fuerte, dr., Madrid^, 1915. Manual del
perfecto Frdanista, Habana, 1916. Tembladera, dr., 1916. Max Hen-
ríquez, sobre Liberta: "Es un drama intenso y fuerte. Es obra fuerte
y bella, y por eso debo decirle que el único reparo esencial que ella me
sugiere se halla en el cuarto acto... Liberta representa para mí uno de
los empeños más valientes y una de las concepciones más vigorosas que
en estos últimos tiempos se han escrito en lengua española." José de
Armas, sobre Satanás: "F's un gran cuadro de caracteres, en que cada
personaje surge con relieve asombroso; una serie de retratos que el
lector ve con todos los colores de la verdad, y que aparecen en el
transcurso de una trama llena de interés..., una gran obra, original, pro-
funda y nueva en el fondo y en la forma."
Francisco Herrera Concha^ chileno, por seud. F. H-, Doctor Franc,
Franc Huise, Julián del Clavo, médico-cirujano, escritor de fina obser-
vación y de los mejores dramáticos contemporáneos de su tierra; como
novelista, describió las costumbres de una ciudad provinciana. Los Ma-
les del alcohol, Talca, 1906. Consejos á las madres, 1907. El Tapete ver-
de, nov., 1910. ¡Vencido!, dr., y Gregorito, dr., entrambos Talca, 1912.
¡Gané, gané!, dr.. 1913. Alma nostra, cuentos, ibid., 1914. Teatro {Los
Sacrificados, Estilo moderno, Five O'Clok Tea, Talca), 191 8.
Hugo D. Barbagelata (n. 1887-), montevideano, director de Revista
Estudiantil (1903-05), Razón (1907), corresponsal en París de varias
S. XX, 1906. ERNESTO ARNALDO GUZMAN igS
revistas, publicó El Centenario de la Reconquista, Montevideo, 1906.
Páginas sudamericanas, ensayo de hist. y liter., Barcelona, 1909. Bolt-
var y San Martín, París, 191 1. Hombres de América, 1913. Artigas y
la revolución americana, pról. de RoAS, París, 1914. La Literatura
uruguaya (con V. García Calderón, Rev. Hisp.), París, 1917. L'Infhíen-
ce des idees frangaises dans la Revohition et dans l'Evolution de l'Amé-
rique Espagnole, ibid., 1917. Pages choisies de J. Enrique Rodó, Pa-
rís, 1918.
José García Mercadal (n. 1883-), zaragozano, doctor en Leyes, fun-
dador y director en Zaragoza de Rev. Aragonesa (1907-08), Aragón
{1910-11), La Correspondencia de Aragón, La Crónica de Aragón (1911-
16), redactor de La Corresp. de España, publicó Del jardín de las dolo-
ras, impresiones, Z'iragoza. 1906. Frente á la vida, id., ibid., 1908. Zara-
goza en tranvía, crónicas, ibid., 1908. Ante el centenario, id., ibid., 1908,
Los que esperan, cuentos, ibid., 1910. Cuentistas aragoneses en prosa,
antología, ibid., 1910. El Viajero del siete, nov., 191 1 (en Los Contem-
poráneos). Remanso de dolor, nov., Zaragoza, 1912. Los Cachorros del
león, nov., ibid., 19 12. Vida y tnilagros de N. S. D. Miguel de Cervan-
tes, ibid., 1916. España vista por los extranjeros, t. I., Madrid, 1918;
t. II, 1919. Ideariiim español, Costa, 1919. Los Grandes cuentistas hún-
garos, 19 19 (con Andrés Revesz).
Federico García Sanchiz (n. 1886-), valenciano, conferenciante y
escritor pictórico y preciosista en prosa y verso, que escribe para da-
mas, publicó Por tierra fragosa, Madrid, 1906. Las Siestas del Cañave-
ral, ibid., 1907. Historia romántica, 1908 (en Cuento Seman.). La Come-
dieta de las venganzas. 1909. Nuevo descubrimiento de Canarias, 1910.
Pastorela, 191 1 (en Cuento Sem.). El Barrio Latino, 19 14. El Delito,
■ár. (con Fernándiez Ardavín), 1915. Al son de la guitarra, 1916. El Arte
de Anglada, 1916. Champagne, diario de un bohemio mundano, 1917. La
Sulamita, nov., 1918. Color, sensaciones de Tánger y Tetuán, 19 19.
Cansinos-Assens, Los Hermes, 1916, pág. 229: "Como un joven fauno,
■henchido hasta reventar de la alegría de vivir..., audaz y jovial, festivo
y saltante..., ebrio de alegría y de buena sensualid'ad..., arrojando bra-
zados de flores y puñados de frutos levantinos y tornasoladas f>omnas
•de jabón y chiribitas solares... Por tierra fragosa. Las Siestas del Ca-
ñaveral..., tencíencia al preciosismo, al cromatismo bizantino..., la ga-
lanura provenzal..., pincelada sutil y fina."
Ernesto Arnaldo Guzmán, profesor chileno, poeta á lo Unamuno, á
quien ad'mira y sigue y se parece casi en todo. Hay á veces en él chis-
pazos de ideas hermosas, aunque en esto Unamuno le gana. Por lo de-
más, son uno y otro poetas prosaicos; esto es, prosistas que versifican
ideas filosóficas en versos bastante libres y alargados párrafos, sin
fantasía visual ni auditiva. Quiere d'ecir que falta color y música, lag
dos alas de la poesía. Pero fáltales no menos el alma de ella, que es el
sentimiento. Son secos, fríos, austeros, cerebrales. A veces resulta Guz-
mán enrevesado y palabrero en demasía. En pos, versos, Santiago, 1906.
Vida interna, versos, 1910. Albores, versos, 1912. Los Poemas de la seré-
196 ÉPOCA REGIONAL Y MODERNISTA (1888-I907)
fiidad, 1914. El Árbol ilusionado, 1916. Sus artículos en Rev. de Biblio-
grafía Chilena, set., 1913, pág. 187. Consúltese Armando Donoso, Los
Nuevos, 191 2.
205. Año igoó. El. Doctor Aeella publicó Pitorreos médicoqui-
rúrgidcofarmacéuticos, equívocos, agudezas, chocarrerías, genialidades,
sátiras, etc., Madrid (1906). — Ángel Alarcón publicó De mi tierra y de
mi alma. La Paz, 1906. — Fray Domingo de Guzmán María de Albora-
YK, capuchino, publicó Historia del Monasterio de Yuste, Madrid, 1906,
— Hermilio Alcalde del Río^ santanderino, publicó Las Pinturas y
grabados de las cavernas prehistóricas en la prov. de Santander, Alta-
tamira, Covalanas, Hornos de la Peña, Castillo, Santander, igo6. So-
bre lo mismo en Portugalia (1908, 11, págs. 137-178). Escenas cántabras,
Torrelavega, 1914 (en dialecto montañés). — José B. Alfonso, de
San Antonio de los Baños (Cuba), publicó Manía poética. Habana, 1906.
— Augusto de Altozanos publicó El Nuevo Pascual ó La Prostitución,
novela, Barcelona, 1906. — Julio Alvarez Arazuri estrenó La Rogativa,
boceto líricodramático de costumbres aragonesas, 1906. — Eloy Luis
André, catedrático de Filosofía en los Institutos de Soria (1904),
Orense (1904), Toledo (1914) y Madrid (1919), de la escuela de
Wundt, pero de dioctrinas propias, publicó El Histrionismo español,
ensayo de psicología social del pueblo español, Barcelona, 1906. Harol-
do Hoffding^ Filósofos contemporáneos, trad., Madrid, 1909. Etica es-
pañola, ibid., 1910. Alejo Bertrand, Léxico de Filosofía, trad., París,
1910. Rodolfo Eucken, La vida, su valor y su significación, trad., Ma-
drid, 1912. Guillermo Wundt, Introducción á la Filosofía, trad., 2 vols,,
Madrid 1913. Mentalidad alemana, ibid., 1914. La Cultura alemana,
ibid., 1916. Educación de la adolescencia, ibid., 1916. Mentalidad espa-
ñola (en revistas). Estudios de Etica social (ibid.). Sistema de Filosofía
de los valores, t. I, La Etica, Mad*rid, 1919. Estudios y problemas de
Economía Nacional y Política (en revistas). Dos idearios y dos demo-
cracias, 1919. — El padre Cándido Arbeloa (n. 1867-), de Caseda (Na-
varra), jesuíta (1884), publicó Conferencias científicorreligiosas. Ha-
bana, 1906. — Gonzalo de Arcos, español, predicador de S. M. Católica,
publicó Jesucristo, sermones, Trinidad (Cuba), 1906. — Juan Arenas
Alonso publicó Cuentos sencillos, Madrid, 1906. El Sueño de Calixto,
novela, 1907. El Puente de los fantasmas, cuento 1909. — Aniceto Areta
Larrea estrenó María Soledad, drama, 1906. — Pedro Arizmendi Brito
publicó Parnaso venezolano, Barcelona, 1906. — Ateneo, rev., Madrid!^,
1906-11. — Aventuras del cabo Lopes en el Transvaal y en Inglaterra,
contadas por el mismo López; contiene más de 200 chistes..., 2.* ed., au-
mentada, Madrid, 1906. — Severino Aznar Embid (n. 1870-), zaragoza-
no, catedrático de la Central, publicó obras de sociología y Los Estrenos
en Madrid, 1906 (en Cultura Española^ 409-23, 732-43, 112-134). Las
Grandes instituciones del catolicismo, órdenes monásticas, institutos
misioneros, Madlrid, 1912. Conferencias, 3 vols., 1916-17-18. — Joaquín
S. XX, 1906. ALFRED COESTER 1 97
Barrionuevo (n. 1884-), de Alajuela (Costa Rica), publicó Albores, ver-
sos, 1906. — Enrique Barrios de los Ríos, mejicano, por seud. Duralis
Estars ó Almavis Estars, excelente paisajista, publicó Pompillas, poesías
festivas, México, 1906. Océano, versos, 1907. El País de las perlas, cuen-
tos californios, 1908. Paisajes de Occidente, Sombrerete, 1908. — Anto-
nio Berasategue publicó Amor que enseña^ Santander, 1906. — Daniel
Blanco (n. 1859-), poeta de Medina de Ríoseco, ha escrito poesías líricas,
zarzuelas y el monólogo dramático El Ultimo adiós de mi hijo, 1906. —
Francisco Blanco Sánchez publicó Abortos literarios, Cád!iz, 1906. —
Fray Martín Blanco García (n. 1869-), de Astorga, agustino (1893),
fué á Colombia (1898) y Lima (1903), Habana, Nueva York, Morelia
(1910) y Puebla (1912), escribió con acerada pluma y no sin donaire,
Ripios colombianos, por Antonio Valmala (seud.), Bogotá, 1906. Los
Voceros del modernismo, Barcelona, 1908. Además, muchos artículos y
versos en revistas. — Claudio Boutelou y Soldevilla publicó Estudio
de la miniatura española desde el siglo x al xix, 1906 (en Bol. de la Soc.
Esp. de Exc, XIV). — Augusto Briga, brillante y galano poeta contem-
poráneo, ha publicada Mundanas, canto al paganismo, Madrid, 1906. —
Enrique A. Butti estrenó Tras el placer, dr., Barcelona, 1906. — José
M. Camacho publicó Historia de Solivia, La Paz, 1906. — Tomás Felipe
Camacho (n. 1887-), de Santa Cruz de la Palma (Canarias), publicó
Ritmos y notas. Habana, 1906. Novelas cortas, 1910. — Miguel Ángel
Campa (n. 1883-), habanero, abogado, fué galante autor de Novelas de
espumas, y amores y risas, Habana, 1906. Amores y risas, nueva calece.
de cuentos y novelifas, 1906. — Juan Canales Carazo, de Puerto Rico, de
la raza de color, publicó Cuba por dentro (1898-1906), San Juan. Amar-
guras y realidades. Habana, 1910. — Carcajadas, archivo de la alegría,
cátedra del buen humor, enciclopedia de la risa, Barcelona (1906). — Ju-
lio Carrasco, cubano, publicó Dolorosos, poesías. Habana, 1906. — Án-
gel DEL Castillo López (n. 1886-), de La Coruña, publicó La Arquifec-
tura cristiana en Galicia, Lugo, 1906; Coruña, 1907. Protohistoria, los
castros gallegos, Coruña, 1908. Burgo del Faro, ibid., 1915. — Vicente
Castro Legua, maestro, director de El Criterio (1896) y El Movimiento
Escolar, publicó El Travieso Pititi, aventura de un niño aldeano, Ma-
drid!, 1906. Grandezas de España, 1909, 12 vols. Geografía de la Penín-
sida Ibérica, 1910. — Francisco Javier Cavada y Contreras, chileno,
canónigo en Ancud, por seud. Davierco y Francacon, fundó varios pe-
riódicos y publicó Oraciones fimebres, varias, 1906-08. Vocabulario de
provincialismos, Ancud, 1910. Chiloé y los chilotes, estudios de folklore
y lingüística, Santiago, 1914. — Enrique María Cerrillo y Peres, pres-
bítero, colaborador de El Universo (1903), publicó El Socialismo agra-
rio en Andalucía, Córdoba, 1906. Tempestad y calma, novela, 1913.^
Alfred Coester, hispanista norteamericano, publicó Compression in the
Voema del Cid, 1906 (en Rev. Hisp.). A Bibliography of Spanish-Ame-
rican Litcratitre, 1912 (en The Romanic Revicrv). Spanish Grammar,
Boston, 1912. The literary history of Spanish America, N. York, 1916. —
La Corte de los poetas, Madrid, 1906, florilegio de poetas, los más mo-
198 ÉPOCA REGIONAL Y MODERNISTA (1888-I907)
dernistas, los de los "suspirillos germánicos y vuelos de gallina", que de-
cía Núñez de Arce. Afrancesados, más ó menos, en fondo y forma, sólo
respetan de los españoles á Góngora, por sus extravagancias. — Fran-
cisco DE Cossío, por seud. Pedro Lacor, poeta y novelista, publicó La
Casa de los linajes^ nov., Valladolid, 1906. Macbeth, trad., 1913. Del
sentimiento castellanista, ibid., 1914. En el limpio solar^ dr., 1917. — Al-
fonso Cravioto, mejicano, prosista fluido, musical, lleno de vida y co-
lor, fundó Savia Moderna, México, 1906, con Luis Castillo Ledón, cuya
"redacción era pequeña como jaula. Algunas aves comenzaron allí á
cantar". Así Rafael López, y de hecho se agruparon allí los nuevos es-
critores. Cicentos de Anatole France, trad. y pról., Méjico, 1918. — F. R.
Cros publicó Tipos de mi lugar, Zaragoza (1906). — Cultura Española,
rev., JMí-drid, 1906-09, 14 vols. — Curiosidades históricas, i. II, Madrid,
1906. — Chascarrillos andaluces, contados por Curro Venenito, Madrid,
1906. — Alfredo Deulofeu publicó Alrededor del mundo sin un centavo.
Habana, 1906. — Belisario Díaz Romero publicó Tiahuanacu, estud. de
prchist. americana, La Paz, 1906. — Novísimo Diccionario de la lengua
castellana..., por una Sociedad de escritores, París, 1906. — Enrique
DÍAZ Cañedo (n. 1879-), de Badajoz, poeta modernista, descosido en fra-
ses, descolorido y opaco, publicó Versos de las horas, Madrid, 1906.
La Visita del sol, ibid., 1907. Del cercado ajeno, traducciones, ibid., 1907,
Imágenes, versiones, París, 1910. La Sombra del ensueño, ibid., 1910,
La Poesía francesa moderna, Madrid, 1912. E. Lleine, páginas escogidas,
trad., 1918. — Facundo Dorado^ colaborador de los periócíicos republi-
canos, publicó Renacimiento, novela, Madrid, 1906. — G. Droz publicó
Tristezas y sonrisas, Barcelona, 1906. — Juan D'Sola (-j- 1908), venezo-
lano, publicó La Parroquia, nov.. Habana, 1906. — María de Echarri^
colaboradora en Barcelona del diario madrileño El Universo (1903),
publicó Fvvor por favor, novela, Santander, 1906. Los Misericordio-
sos, nov., Madrid (1909). Narraciones para niños, 1909. La Terciaria
según el espíritu de San Francisco, 1914. El Lago azul y otras narra-
ciones, 1915. Las Vacaciones de Elena y otras narraciones, Barcelona,
1915. — Ricardo Espí Luengo publicó Efemérides militares de España,
1906. — Salustiano Esquerro publicó Los Viajantes de comercio, come-
dia, Oviecío, 1906. — José Faraldo (1859-1910), madrileño, conocido por
José de la Corte, publicó Corregidores y alcaldes de Madrid desde I2ip
á ipoó, ibid., 1906. Relación de todo lo sucedido en la lucha de los fran-
ceses con el pueblo de Madrid, ibid., 1908. El Año 1808 en Madrid, ibid.,
1908. — Alfonso Feijóo y Cazañas publicó Magdalena ó La Regenera-
ción de un nihilista, novela históricofilosófica, Guadalajara, 1906. —
Esteban Fernández y González^ poeta zorrillesco contemporáneo, de
Valladolid, ha sido laureado en muchos certámenes. En el "certamen
público celebrado con motivo del concurso de premios decílcado á Nues-
tra Señora de Aránzazu. Segunda parte", por la Academia Bibliográfi-
co-Mariana, Lérida, 1906, hay, entre otras obras, la siguiente : El Esca-
pulario, por don Esteban Fernández y González. — Manuel Fernández
S. XX^ 1906. DOMINGO HERGUETA Y MARTIN 1 99
Valdés (n. 1870-), de Güines (Cuba), abogado, redactor en jefe en la
Habana de La Instrucción Primaria, redactor de La Discusión, El
Triunfo^ Cuba y América, La Escuela Moderna, La Escuela Cubana;
inspector de escuelas, publicó Espigando, buenos artículos. Habana,
1906. Motivos escolares, 1906. Efluvios, versos lánguidos. 1909. Poe-
sías selectas, 1911 (de otros poetas). Biografía de Francisco Cal-
cagno, 191 5. — Ramón Font y Jiménez (n. 1885-), poeta matancero,
publicó Preludios, Habana, 1906. — Eduardo Gaffarot publicó Comen,'
tartos á Civilización y barbarie, ó sea compadres y gauchos, por un
nieto de Quiroga, Buenos Aires, 1906. — Luis Gai.dames, chileno, pu-
blicó Estudio de la historia de Chile^ Santia§:o, 1906, 191 1, 1914. Jeo-
grafía económica de Chile, 1911. — Francisco García de las Bayonas
publicó Multicolores, versos, Alicante, 1906. — José García CASrjuLr.ÓN
estrenó El Poeta y su labor, diálogo, 1906. — José García del Morat^
publicó Galería de escritores médicos montañeses, Santander, 1906. — •
José Benigno García^ por seud. Marcos del Torniello, poeta bable, es-
trenó La Esfoyeta^ boceto de costumbres asturianas, Madrid, 1906.^
Rafael García Rodríguez estrenó Jarabe de pico, entremés, 1906,
1915, bonito y gracioso.-— Salvador García DacaRreto publicó Diccio-
nario de los verbos irregulares y defectivos castellanos. Avila, 1906. — •
Antonio Garrido estrenó La Segunda mujer, drama, 1906. — Ramón
B. Girón publicó Historia general de España, 7 vols., Barcelona, 1906.
— Carmen González Trigueros, poetisa de la Normal de Falencia,
fué premiada en los Juegos Florales de Lérida, 1906, por su leyenda
La Bella de Castejón. — Eloy Guillermo González, cíe Guanare (Ve-
nezuela), historiador serio, crítico excelente, de abundoso decir, brio-
so y conciso, aunque últimamente diera en la ampulosidad y retor-
cimiento de la frase, publicó Al margen de la epopeya, Caracas, 1906.
Dentro de la Cociata, ibid., 1907. La Ración del boa, ibid, iqoS. El
Banquete llanero. El Hastío del Libertador. Conferencias. — José Gonzá-
lez Llana (f 1898), padre de Félix, el dramático, coronel, redactor en
Oviedo de El Trabajo, El Carbayón, etc., estrenó Torrijas, episodio
melodramático (con A. Martínez Olmedilla), iqoiS. — Juan José Gonzá-
lez Y Gómez publicó Epítome histórico de Mérida, Madrid, 1906. — Jus-
to González Garrido, de Ríoseco, allí colaborador de La Crónica de
Campos (1902), publicó Del Ródano al Vesubio, viajes, 1906. — Vicente
González de Castro (n. 1886-), de Figueras (Asturias), viajó por
América, fué orador fogoso y poético, compuso dramas como Al fon-
do, Alma sajona. Final de una tragedia. El Crepúsculo, El Idilio de
las sombras, El Niño, La Bestia humana. Bajo la nieve (1913)- No-
velas : Triste infancia^ Amor á pedazos, Las Notas de una reina. Fun-
dó en la Argentina España en el Plata. Consúltese Alejandro Andra-
de. El Via crucis del orador, Quito, 1913. — Valeriano G. Gutiérrez
publicó Desde el Zanjón hasta nuestros días. Cárdenas, 1904, 1905;
Habana, 1906. Cuba y España, impresiones histór. y descrip.. Haba-
na, 1909 (2." ed, corregida), 1910. — Domingo Hergueta y Martín
200 ÉPOCA REGIONAL Y MODERNISTA (1888-I907)
(n, 1855-), de Aguilar (Navarra), inspector técnico del Timbre en
Burgos, publicó Noticias históricas de... Haro, ibid., 1906. Fuero de
Cuevacardiel y V illalmnndar , 1907 (en Rev. Arch., XVI, págs. 417-22).
El Fuero de Logroño, 1907 (en Bol. Acad. Hist., L). Noticias hist. de
don Jerónimo Aznar, 1907 (en Rev. Arch., XVII). Cantos y poesías
populares de la guerra de la Independencia, recopilados, Burgos, 1908.
Rememhranms de la batalla de las Navas de Tolosa, ibid., 1912. Con-
súltese: La Labor histórica de don N. Hergueta, 1907 (en Rev. Ar^
chivos, XVII, págs. 272-75). — Alvaro de Holguera, La Viudita, co-
media, Logroño, 1006. — Los Hombres de la Restauración, Madrid^,
1906. — Luis IbAñez Villaescusa estrenó La Sardinera, 1906. Chi-
nita, 1906. — Fernando Iglesias Calderón, mejicano, publicó Recti-
ficaciones históricas, Méjico, 1906-07. — César Jago de Salvador (na-
cido 1893-) madrileño, por seud. Fray Galán, pintor, publicó De la
primera cosecha, 1906. Fatal regreso^ drama romántico, Barcelona,
1910. El Misterio de un robo, nov. La Muerta viva, nov. Laura, dra-
ma premiado, 1912. La Trigueña bruta, nov. Barcelona, 1913. —
F. Jiménez Ruiz publicó Mis flores^ poesías. Murcia, 1906. — Sebas-
tián Jodar Pérez, d^e Lorca, publicó El Meteoro, poema, Loica, 1906.
— Valentín Letelier publicó Ensayo de onomatoloaía ó Estudio de
los nombres propios y hereditarios, Madrid, 1906. — O. Ltmk publicó
Novela histórica^ i.' parte. Equivocación; 2.* parte. Historia de una
Cubana^ B. Aires, 1906. — Manuel Linares (f 1909), de Tenerife (Ca-
narias), en Cuba desde los diez y siete de su edad, periodista, publicó
Un libro más, fragmentos de 188 1 á ipoó, Habana, 1906. — Logroño
íntimo, por varios, ibid., 1906. — Ramón López Montenegro y de
Frías-Salazar (n. 1877-), zaragozano, por seud. Cyrano, caricaturis-
ta, compositor, periodista en el Heraldo de Aragón, El Liberal, de
Bilbao (1903); El Liberal, de Macírid (1903-11), A B C, ha estrenado
más de 50 obritas de teatro: El Corral ajeno, jug. (1906). El Suceso
del día, sain. (1910). El Primer espada, saín, (con Julio Martínez Le-
cha, 191 1). Las Hermanas Frescales, opereta (1912). Yo amo, tú amas,
monól. (1914). Los de la cola, entr. (1915). El Señor Ulpiano, monól.
(191 5). Los Gabrieles (con Ramón Peña, 1916). La Concha (con id.,
1916). ¡¡El autor!! ¡¡El autor!!, monól., Madrid, 1916. La Línea de
fuego, entr. (1917). Los de Alcañiz, sain. (con id., 1917). El Ascensor
(ron id.. 1917). El Trancazo (con id., 1918). El Niño perdido, com. (con
ídem, 1919). — Zacarías Llera (n, 1877-), poeta vallisoletano, publicó
Iris, cuentos, 1906. Amapolas, versos, 1907. Nido sin aves, novela, 1908.
De la vida á la estrofa, versos, 1913. — Miguel A. Macau (n. 1886-), de
Matanzas (Cuba), publicó Arpas amigas, poesías (con José G. Villa),
1906. Influencia de la literatura en las costumbres, conf., 1909. La Jus-
ticia en la inconsciencia, dr., 1910. Julián, monól., 1910. Impresiones del
camino, prosa, artíc. crít., 191 1. Lírica saturnal, poes., Barcelona, 1912.
La Partida, dr. (con los otros dos publicados), 1913. El Triunfo de la
vida, dr., 1914. — Juan Maluquer y Viladot (n. 1856), jurisconsulto bar-
S. XX, 1906. PEDRO NAVARRO BADALS 201
celonés y literato catalán, publicó Recuerdos de un viaje á Canarias,
Barcelona, 1906. Recuerdos de una excursión á Dinamarca y Suecia,
1907. En pro de Cataluña, 191 1, — Bernabé de María publicó Obras li-
terarias, B. Aires, 1906. — Vicente Marín, de Rioseco, publicó El Men-
tidero, artículos, 1906. — León AIartí Granizo (n. 1886-), leonés, aboga-
<Ío y viajero perpetuo desde los veinte años, publicó Prosa y verso, León,
1906. Abelardo, nov. histór.-filos. del s. xii francés, Milán, 1908. De
lo que vio un castellano en Suiza, León, 1909. Impresiones de Italia,
ibid., 1914. Mis viajes por España, conf., Valladolid, 1916. Portugal,
Madrid, 1917. — Evaristo Martínez Alonso publicó Ascuas entre
flores, cuentos, Habana, 1906. — Gustavo Martínez Alomía, meji-
cano, publicó Historiadores de Yucatán, Campeche, 1906. — R, J. Mar-
tínez Medina publicó Espinas sin rosas, cantares, Madrid, 1906. —
Emilio Martini Ponzoa publicó Nebulosas, poesías. Murcia, 1906. Al
asar, poesías, ibid., 1907. — Víctor M. Maurtua publicó Antecedentes
de la Recopilación de Indias, IMadrid, 1906. — Carlos F. Meló, argen-
tino, doctor y poeta correcto, pero pobre de fantasía y de sentimiento,
publicó Espuma (1906), de asuntos biológicos y cosmológicos. — José
Mariano Milego (n. 1859-), de Alicante, fundador del Álbum Poé-
tico, en Alicante de El Republicano, en Granada de El Universal, pu-
blicó Alicantinos ilustres, Alicante, 1906 (con A. Galdó López). — Ju-
lio Milego y Díaz (n. 1884-), de Toledo, catedrático de Artes
é Industrias en Valencia, redactor áe España Nueva, El Radical,
Nuevo Mundo, España, publicó Emilio Castelar, su vida y su obra,
Valencia, 1906. El Teatro en Toledo durante los siglos xvi y xvii,
ibid., 1909. La Retirada de Jenofonte, comedia, 1914. El General Cu-
dorna, Madrid!, 1915. Lord Kitchener, ibid., 1915. Hombres y cosas.
Valencia, 191 5. El Problema catalán. ¿Separatismo ó regionalismo f,
Madrid, 1917. — Carlos Miranda (1870-191S), de La Coruña, redac-
tor de El Liberal desde 1902, colaborador de otros periódicos, Madrid
Cómico, etc., fundador de Madrid Alegre, popularizó los versos pro-
saicos; escritor festivo, poeta fácil, rico en lenguaje y, cuando que-
ría, pomposo, publicó Cosas de la calle, versos festivos, Madrid, 1906.
Mi niña, nov. corta., 19 10. El Crimen de la calle de Tudescos, ídem,
1912. Mi Dulcinea, id., 1913. Rosas de Pasión, poesías, 1914. La Caída
de Isabel II, nov. corta, 1914. Juegos malabares, prosa rimada, 1915.
Bergantín, nov. corta, 191 5. — Francisco Molla tradujo La Descrip-
ción de España^ de Ibrahim Abulfeda, Madrid, 1906. — Pedro Mon-
cayo, ecuatoriano, publicó El Ecuador de 182^ á iS^j, Quito, 1906
(2.* ed., correg.). — Francisco Montesino publicó Enigma, nov.. Ha-
bana, 1906.— Luis Morales García-Goyena publicó Documentos his-
tóricos de Málaga, Granada, 1906-07, 2 vols. — Nadie: Horóscopo^ nov.
hist. del tiempo de Constancio, 1906. — Pedro Navarro Badals estre-
nó Amor eléctrico, entremés, Toledo, 1906. Los Novatos (con M. F.
Abaytua), 1906. La Primera jornada (con Abelardo Rivera), 1907.
La Batería, 191 1. Un ladrón y un detective, com.. 1911. La Caja de
202 ÉPOCA REGIONAL Y MODERNISTA (1888-I907)
soldados, com., 1912. — José María Niño^ montevideano, publicó His-
toria del general Mitre, 2 vols. Apéndice, Montevideo, 1906. — Juah
Oliva Bridgman, barcelonés, redactor de periódicos de aquella ciu-
diad (1902), colaborador de Madrid Cómico y Pluma y Lápiz (1903),
publicó Jovenesa, poesías, Barcelona (1906). — Pablo Ordás Sabau
(f 1904), lírico particularmente religioso, premiado en Juegos Flo-
rales, colaborador de La Ilustr. Esp. (1885) y La Ilustr. Cat., publicó
Cien sonetos. Madrid, 1906. — Fray Ángel Ortega, O. F. M., publicó
Cancionero de San Antonio de Padua. Sevilla. 1906. Vida... de la il.
sevillana doña Juana Manuela de Solís y Fedengui, Estepa, 1911.
Historia documentada de la imajjen y santuario de Nuestra Señora
del Rosario, Patrona de Cádiz^ Lérida. 19 17. La Tradición concepcio-
nista en Sevilla, siglos xvi-xvii, Sevilla, 1917. — Simón Ortega (Fer-
nando de Ayala) publicó Fragmentos de alma, Valencia (Venezuela),
1906. Rosas del Espíritu Santo, poema del Sol, ibid.. 1912. El Palacio
de diamante, poema, ibid., 1914. Arminio y Débora, ibid., 1916. — Gui-
llermo Osma publicó Apuntes sobre cerámica morisca, 3 vols., Ma-
drid, 1906-0S-09. La Industria de los alfareros españoles, ibid.. 1909.
Azulejos sevillanos del siglo xni, ibid.. 1909. Los Letreros ornamen-
tales en la cerám. morisca del s. xv, ibid (s. a.). — El Pájaro azul.
Resplandores, Fantásticas, Galantes, Zaragoza, 1906. — 'Lisí^l\co Pa-
LAU_, colombiano, publicó Colombia en la mano, Bogotá. 1906. 50 poe-
sías selectas de autores colombianos, 1912. — Erasmo Pellés, cubano
publicó Primicias, versos. Habana, 1906. — Ramón María Pereda es-
trenó El Abrazo de Maroto, juguete, 1906. El Edil, pas., 1908. Querer
baturro, zarz. (con Pedro Ortiz Montijano), 1909. Lotería internacio-
nal, entr. (con Ant. R. Ferrándiz), 1909. Estrellas fugaces, entr (con
Pedro Ortiz de Montijano), 1910. Para ese viaje..., jug.., 191 1. La
Cruz de los rosales, zarz. (con Pedro Ortiz Montijano), 19 18. — Igna-
cio Pérez Kallens, escritor chileno, muy discutido, de la escuela mae-
terlinckiana, con bastante de D'Annunzio, por seud. Leonardo Pena, ha
escrito Las Puertas, Santiago, 1913, tres piezas buenas para leídas.
Además, novelas: Yo, ibid., 1906. Las Siete locuras del amor,
ibid., 1908. El Alma perdida de la princesa, ibid., 1912. — José Pérez
Y PÉREZ publicó Flores de Alcarria, Guadalajara, 1906. — Fernando
Periouet estrenó El Tío del gabán, monól., 1906. La Conquista del
marido (con José Camero), 1907. Naufragio y salvamento, nov., 1913
(en Los Contempor.). Exhausta, nov., 1914 (ibid.). Pepe Zorrilla, co-
media, 1914 (ibid.). Apuntes para la historia de la tonadilla y de las
tonadilleras de antaño, Barcelona (1914). Después de la batalla, epi-
sodio de la guerra francoprusiana de i8yo ( con J. Octavio Picón),
1915 (en Los Contempor.). Exposición nacional de 1915, Madrid, 1915.
La Fornarina, cancionista (1884-1915), ibid, 1915. Goyesca (teatro),
1917. — Ramón Peris, redactor de El Imparcial, estrenó El Barbero de
S. E., juguete (con R. Solís), 1906. — Eliodoro Pichardo B., camagüe-
yano (Cuba), publicó Un padre como hay muchos, pasillo cóm.-lír., Ca-
S. XX, 1906. FR. MANUEL SANCHO 2o5
maguey, 1906. — Federico Pita, director de El Progreso de Mclilla-
(1902), publicó Derrotados, novela, Madrid, 1906. — Antonio PovedA;..
pardo de Santiago de Cuba y representante ó dliputado, publicó Pórfi-
dos, poesías. Habana, 1906. — Juan de la Cruz Puig, crítico argentino,
ha publicado Critica literaria, 1906. Antología de poetas argentinos,
1910. — Renacimiento, rev. liter. fundada por Martínez Sierra, Ramón
Jiménez, Machado y otros, Madrid, 1906. — Revista histórica, órgano
del Instituto del Perú, de Lima, desde 1906, 5 tomos. — Luís Reyna
Altvundos (n. 1874-), argentino, abo,gado (1900), asesor del gobierno,
profesor en La Plata (1910-15), poeta premiado por el poema Invoca-
ción (1903), noblemente clásico, sin mitologías ni imitaciones, cantó ele-
gantemente las bellezas de la naturaleza y el amor, en estilo bien figura-
do y fluido. Poesías, La Plata, 1906; Barcelona, 1908. Dactiloscopia ar-.
gcntina, La Plata, 1909. Origen é influencia jurídicosocial del sistema
dactilográfico argentino, ibid., 1912. El Ultimo señor feudal, poema,
ibid., 1917. Rama florida, B. Aires, 1918. Hacia la anarquía, ibid., 1918,
191 9. — C. Ricci publicó La Invasión inglesa (i8o6-ipo6), ensayo de so^
ciología americana, B. Aires, 1906. Dios en la Historia..., 1913. Un pu-
ritano argentino (Francisco Ramos Mexía), 1913. El Texto del Nuevo
Testamento, 1913. — Martín Rico publicó Recuerdos de mi vida, Madrid,
1906. — Federico Riera estrenó La Taberna, sainete (con Rosendo Ro-
dríguez), 1906. Los Esclavos, com. (con Joaquín Prats Peralta), 1910.
El Aventurero, zarz., 1912. — Camilo Riquer y Zabecoe escribió sobre-
marinos vascos en Euskal-Erria (1906). — Francisco Aníbal Ríu,
poeta argentino, publicó Silex, versos, B. Aires, 1906. La Musa erran-
te, versos, B. Aires, 191 1. Gritos de combate, 1912. — Manuel Rochina
estrenó A los pies de usted, entremés (con S. Figarelo), 1906. — José
María Rodríguez Alcalá publicó Camino de abrojos, novela, Madrid,
1906. — Fermín Rojas, boliviano, publicó Antología boliviana (con su
hijo), t. I, Cochabamba, 1906; La Paz, 1914. Constará de 6 vols. de
escritores de Cochabamba, según promesa de los editores. La Trai-
nera, zarz., 1910. Astucias de amor, 1912. — Fray Casiano Rojo (na-
cido 1877-), de Acinas, benedictino de Silos, enseñó música sagrada
en varios seminarios y publicó Método de canto gregoriano, Valla-
dolid, 1906. — Juan Román y Calvet publicó Los Hombres y la impor-
tancia arqueológica de las islas Pythiiisas, Barcelona, 1906. — Sofía
Romero estrenó Fifí, diálogo. Málaga, 1906. — Ángel Ruiz Pablo, pu-
blicó Episodios ribereños, Menorca, 1906. El Ultimo hidalgo, Barce-
lona, 1912. Poesías, Mahón, 1911-12. La Nevatilla, nov., 1912. Clara
Sombra, nov., Barcelona, 1915. La Metamorfosis de un erudito, Bar-
celona, 1918. — Horas de lectura. Panquijote, por M. Saavedra de Cer~
vantes, Madrid, 1906. — Fermín Sacristán, escritor castizo, publicó
Refranes sociales leídos en la velada celebrada en 6 de mayo de ipoó
en el Centro de Defensa Social, Madrid. 1906. Doctrinal de Juan del
Pueblo (refranes), Madrid, 1907 y 1912. 2 vols. Regalo de boda, Bar-
celona, 1910. Estudianterías, amasijo literario, 1910. De mi banasta,
1913. — Fray Manuel Sancho^ mercedario, publicó Pascualico ó El'
204 ÉPOCA REGIONAL Y MODERNISTA (1888-I907)
'Trovero de las Bochas, novela de costumbres aragonesas, Zaragoza,
1906. Cuentos y fantasías, Barcelona, 1910. Elecciones, zarzuela, 1912,
La Envidiosa, zarz., 1912. La Manía literata, com., 1912. Las Menti-
:rosillas, com,, 1912. Las Muñecas, zarz., 1912. Los Reclutas, zarz., 1912.
— Ramón Sanjuán y Cazorla estrenó Gente de alforja, zarzuela (con
J. Roques), Zaragoza, 1906. Camino de la Vicaría (id.), 1908. Neta,
com., 1909. — E. DE Sandoval publicó Seis meses entre salvajes, Bar-
celona (1906). — Juan B. Selva, argentino, publicó El Castellano en
América, su evolución. La Plata, 1906. Porvenir del habla castellana
en América, Madrid, 1910 (en Esp. Mod., dic). Acepciones nuevas,
B. Aires, 1914. Algunos cambios de acepción, Madrid", 1914 (en El
Lenguaje). Guía del buen decir, \h\d., 1916. Crecimiento del habla,
acción de los sufijos, B. Aires, 1916 (en R^v. Universidad). — Romero
Seris de Latorre (n. 1879-), granadino, publicó Ecos del Hudson, im-
presiones de un cronista, Habana, 1906. Gradualidad de la conciencia,
tesis doctoral, ibid., 1908. — Agustín P. Soriano estrenó La Miguela,
boceto (con M. R. Gómez Salcedo), 1906. — Francisco Ulloa, chileno,
novelista folletinesco, publicó Astucias de Pancho Falcato. — Fray
Agustín Urcey y Prado publicó Breve historia de Valvanera, Lo-
groño, 1906. — El Marqués de Valero de Urria, de familia cubana,
vino á Asturias (1890), ¿"onde casó y volvió á Cuba, publicó Crímenes
literarios y meras tentativas escritúrales y delictuosas perpetradas por
el profesor D. Iscariotes Val de Ur..., precedidos de una biografía
del mismo, por Rafael Urdeval (todos seudónimos de su persona),
Oviedo, 1906. — Javir Vales Failde, gallego, vicario en Madrid, de
la Rota, publicó Rosalía de Castro, Madrid, 1906. El Autor de la
Salve, S. Pedro Mezonzo, Madrid, 1907. Ernestina Manuel de Villena,
1908. Un sociólogo purpurado, 1909. La Emperatriz Isabel, 1918. — ■
Armando de Valle, cubano, publicó Lo que puede un choffer^ nov.,
Habana, 1906. Catalina, nov., 1908. — León Varney, colombiano, pu-
blicó El Sentido de una vida, 1906. El Internado. — Veladas del Ate-
neo, prosa y verso, Santiago de Chile, 1906. — Manuel F. Villegas
(■j- 1918), hermano de Francisco, publicó El Palacio de las brujas, Ma-
drid, 1906. Flevit super illam, novelas cortas, 1908. — Heraclio S. Vi-
TERi publicó Bagatelas, Segovia (1906). La Aguja hueca, com. (con
Enrique Guzmán de Mauro), 1912. — Luis Zurdo Olivares, director
(íe la Rev. de Tracción Ferroviaria (1902), publicó Esperanza, la cau-
tiva del Mediterráneo, Barcelona, 1906.
206. Año iQoy. Enrique J. Banchs, argentino, poeta que
■se distingue por la ingenuidad, la sencillez en la expresión de
sus sentimientos íntimos, primero alegre é infantil en sus dos
primeros libros, más tarde melancólico y doliente, de más hon-
do lirismo. Muy aficionado al tono popular y aim á la poesía
•-erudita de la antigua España, imitador del espíritu de Berceo,
S. XX, 1907. JOSÉ LÓPEZ PiNILLOS 203
MÍO Cid y del siglo xvi; pero sin afectación, con llaneza y na--,
turalidad. También tiene poesías algo modernistas, bien que:
sin rarezas, mirando a los primitivos. Es de los mejores poe-
tas de este siglo en la Argentina.
José López Pinillos (n. 1875-), por seud. Panneno, de
Sevilla, donde estudió Leyes, aunque al irse á licenciar acabó-
de arruinarse su familia y se vino á Madrid (1900) con diez
duros prestados, y con el primer acto de un drama, que estre-
nó á los seis meses con tan buena suerte, que Romero Robledo
le dio un destinillo. Racha de la suerte fué no menos el que á
los tres meses, venteando del lado siniestro, le quitó el desti-
nillo de las manos y hasta sopló á los empresarios de teatro
que no le aceptasen obra alguna. Tuvo que engancharse como
un pobrete en el periodismo, entrando en el Globo (1902)
con 35 sabrosas pesetas de sueldo; luego en España con 200,
después en El Liberal de Bilbao, que dirigió, en El Liberal de-
Madrid, y en el Heraldo, donde hoy escribe. Como novelis-
ta se señala por el empleo hábil del rico léxico castellano, por
la creación de recios "personajes algún tanto caricaturescos a
fuerza de arreciarlos, y por la ironía caliente, digamos, que no-
excluye el sentimiento. Sentimientos y caracteres pecan, sin
em'bargo, por exclusivamente varoniles, duros á veces hasta
el extremo, perversos los más. Lo bondadoso, lo tierno, lo fe-
menino están ausentes en los sentimientos y personajes de-
Pinillos. Es en esto lo opuesto de Martínez Sierra y débese á
su propio natural y al dechado de todos sus cariños, Echega—
ray. Como dramaturgo fracasó al principio por este exclusi-
vismo de lo echegarayesco y de su natural duro. Propúsose-
hacer teatro valiente, contra el afeminamiento y blandengue-
ría que hallaba en el teatro contemporáneo; pero una cosa es
la valentía y otra la dureza y tiesura de caracteres aviesos y
sobradamente perversos y la falta de ternura. El amor y la
mujer, elementos importantísimos de la vida y del arte, no-
parece sentirlos ni quererlos Pinillos. Tiende á enfrascarse en
acciones violentas, de gran turbación trágica y en problemas
sociales, al igual que Echegaray. Con su fiereza de buril se rego-
dea en modelar personajes odiosos, á quienes echa desnudos
á las taiblas para que el público se ensañe en ellos. En Hacia-^
206 ÉPOCA REGIONAL Y MODERNISTA (1888-I907)
Ja dicha, menos imo, todos los personajes son unos perfectos
canallas, rnioral y aun físicamente. Este cultivar sólo una nota,
la somibría, descaminó su innegable talento. Templó su dure-
za en Esclavitud (1918), que fué aplaudido con razón porque,
fuera de lo tierno, femenino y aanoroso, que el asunto no
pedia, sus demás defectos casi desaparecieron, campeando sus
hermosas cualidades dramáticas, que son excelentes y muy pa-
recidas á las de Echegaray. En este drama es realista á la es-
pañola, sin caer en el naturalismo de lo feo y perverso ex-
<-lusivamente ; afronta los contrastes de afectos como Echegaray
y aun es miás sobrio que él y prepara con mayor naturalidad
y arte las situaciones; crea sobre todo caracteres reales, hu-
manos, entre los que sobresale el del viejo secretario hasta
sobre el del cacique, protagonista de la obra. Enrique Borras,
nuestro mejor actor dramático, logró su mayor triunfo encar-
nando ese personaje de don Pedro, y realzó el drama doblando
su valor.
2 0 7. Roberto F. Giusti, Nuestros podas jóv., 1912, pág. 85: "Es
(Banchs) ingenuo y sereno. Ama su aldea imaginaria, con su templo
sencillo, su casa pobre, las novias mocíestas, las generosas manos ma-
ternas, las buenas hermanas, la santidad del hogar, todo lo humilde,
todo lo suave... De este su espíritu infantil, primitivo, es emanación
su poesía. Su característica fund^amental es la sencillez. Toda ella es
una protesta contra la afectación, contra la retórica. La armonía es
el sueño del poeta. No es escéptico ni pesimista... Su verso respira
salud, frescura, alegría. Ni hay en él polvo de arroz ni sudor de lu-
chadores, noble, pero maloliente. Y no que Banchs no sepa entonar
el canto de las protestas — que bien lo probó en Las Barcas — ; sólo
que El Libro de los elogios rebosa optimismo, porque ha sido conce-
bido en un instante de felicidad Desde aquella fecha el niño bueno ha
visto muchas cosas, ha vivido y sufrido, y ya no tía podido darnos li-
bros enteramente hijos de la dicha. Los dos últimos traen en la frente
el sello del cíolor; han nacido de la misma madre, la comprensión de
V infinita vanitá del tutto, al desgarrarse sobre los ojos del poeta el velo
color rosa que los cubría. Hasta angustioso es á veces El Cascabel
del halcón (¿resonarían en él los ecos de una íntima tragedla? ¿Seria
por una reciente lectura de Maeterlinck ?) ; no tan atormentado, aun-
que sí lleno de melancólica desesperanza La Urna. Pero ¡ qué varia,
qué d^ulce, qué alada melodía, tan hondamente conmovida, tan alta-
mente lírica, se desprende de ambos ! ¡ Qué de emociones dormidas me
ha despertado este poeta en el alma!... Enumerarlas equivaldría á se-
;^alar composiciones y más composiciones, en cada una de las cuales
S. XX, 1907. JOSÉ LÓPEZ PINILLOS 2O7
resuenan de continuo voces diversas, que se funden luego para damos
con la obra entera una sola y múltiple impresión de armonía. ¿ Era
Heine — dije — el que cantaba? — No, no es Heine; no es más que
un melancólico Bécquer... — ¡Pero si ese discurso indeciso y sutil es
de Verlaine ! — ¿Verlaine? Usted perdone, pero me parece de Gar-
cilaso. — ¿O del mismo Petrarca? — Creo que confunden ustedes el
acento. Hemos escuchado á Teócrito. — ¡No tan lejos, no tan lejos!
Esas son cosas de la corte de díon Juan II. — ¿Y por qué no de las
cortes provenzales? — Ninguno, ninguno de ellos. El que canta es
Banchs, hermano de todos por la universalidad de su poesía... Si á la
poesía se le pide ideas, á más de imágenes y emoción, Banchs tiene
derecho de reclamar para La Urna los honores debidos á esa realizada
trinidad. Cada uno de los cien sonetos que el libro contiene desenvuel-
ve con gallarda seguridad un pensamiento, realzado con todas las galas
al par elegantes y sencillas del arte. Es la musa de Petrarca la que
inspiró á Garcilaso, á Hurtado de Mendoza, á Gutierre de Cetina, la
que revive en Banchs; sin embargo, la ignorancia no lo ha advertido.
Nunca la voz que cantara el dulce lamentar de Salicio y Nemeroso
había vuelto á sonar en lengua castellana tan pura como en los sonetos
de La Urna, y probablemente todavía se seguirá hablandfo de Banchs
como de un mozo que ha hecho algunos buenos versos. ¿Buenos vet-
sos? Cien sonetos admirables, trabajados con insuperable esmero, en
los cuales la forma esbelta y exacta se ciñe á todas las sinceridades
del pensamiento." E. J. Banchs: Las Barcas, B. Aires, 1907. El Libro de
los elogios, ibid., 1909, 1910. El Cascabel del halcón, 1909. La Urna,
cien sonetos, 191 1.
Andrés González Blanco, Hist. nov., pág. 982: ^'La Sangre de
Cristo (de Pinillos) es una bella novela...; en ella resplandecen... un
conocimiento estupendo del léxico castellano, un gran sentidlo de la
creación de personajes resultantes y una perfecta noción de la ironía."
Parmeno, en La Tribuna: "En el prólogo con que encabezó Ber-
nard Shaw sus comedias no "alegres", decía que las calificaba d'e
francamente desagradables, porque su fuerza dramática sólo se pro-
ponía obligar al espectador á encararse con hechos desagradables ; y
agregaba que las obras que se edifican sobre problemas y conflictos
humanos tienen que pugnar con el monstruoso concepto de que la mi-
sión primordial cíe la poesía dramática es agradar únicamente. A esto
se podría añadir que es posible agradar á un público inteligente, ahon-
dando en las cosas desagradables, cuando el escritor — que hurga en la
llaga con intenciones de médico y no de verd^ugo — siente el ambicioso
deseo de contribuir á que desaparezcan. Yo creo que los que protestan
contra todo lo que no sea trivial; que esos que sostienen la hedionda
majadería de que "al teatro no se va á padecer" — porque confund'en
la emoción malsana producida por la realidad real con la emoción es-
tética engendrada por la realidad artística — , han estado siempre db-
minados por la multitud, sana de entendimiento y de corazón, que se
afina y se purifica con los bruscos sacudimientos á que la somete el
208 ÉPOCA REGIONAL Y MODERNISTA (1888-I907)
arte dramático. Porque creo en la existencia de ese público, y por-
que confío en él, me doy el gustazo de escribir — con un desinterés
absoluto — obras como la que se estrenará mañana. Y mientras cuen-
te con actores como Borras, capaces de defenderlas, no me faltará
el ímpetu optimista con que las escribo." Tomás Borras, en La Tri-
buna: "López Pinillos ha sido uno de los favoritos de los actores de
la fibra. Enrique Borras estima en él — como lo estimaba el glorioso
muerto Tallaví — un poderoso espíritu diramático, de castizo realismo,
de extraord^inaria intensidad y de una medula ideológica moderna.
También un grupo de compañeros — y singularmente de cronistas tea-
trales— hemos visto en Pinillos la conjunción — la evolución — del
ímpetu romántico con la sobriedad naturalista. Esta, que pudiera ser
la definición de Pinillos, se completa con cierto acento humorística
que tienen sus últimas obras. Pinillos que, por su edad, recoge el tea-
tro en sus postrimerías echegarayescas (no se olvide que su primera
obra es un drama imitando) á Echegaray), por su edad también alcanza
las últimas revoluciones literarias (véase Los Senderos del mal, vista
en Bernard Shaw). Entre esos dos puntos Pinillos evoluciona; pero
sin perder el eje, la sustancia, el alma de su estética, la sangre de su
credo, el realismo. Pinillos es duro hasta la crudeza, porque dtescribe
la áspera vida española; dramático, porque lo es el carácter español y
el carácter de los problemas y las papsiones españolas; sincero y veraz,
parco y pintoresco, porque éstas son nuestras cualidades eternas."
Enrique Borras, en Esclavitud: "Señor don Alejandro Pérez Lugín.
Mi querido amigo : Esclavitud, que me ha proporcionado uno de los
triunfos más grandes de mi vida — quizás el mayor — , es tal vez la
obra que he aprendido más fácilmente. De mí — que nunca me reser-
vo, que doy en todas las ocasiones cuanto puedo dar — se ha solido
decir en noches dte desgracia: "Borras no ha querido. No ha estudia-
"do el papel." Y eso no es verdad, porque yo estudio siempre. Lo
que me pasa es que siempre no puedo aprender. Cuando el personaje
que se me encomienda es falso, inhumano, huero, y cuando su false-
dad! se traduce en discursos sin sustancia, en gárrula palabrería, yo
realizo un esfuerzo enorme para humanizarle, para infundirle un poco
de verdad, y acabo rendido, aunque no me exija apelar á la violencia.
Cuando el personaje no es un muñeco, sino un hombre, yo lo visto cor»
mi carne, sin que la dificultad de la empresa me arred*re y doy la ba-
talla frente al público con absoluta serenidad, y después de las escenas
más violentas apenas si noto una levísima alteración nerviosa. El don
Pedro Govantes de Esclavitud me cautivó desde que Parmeno me
leyó la obra. Es un vencido, un hundido, un guiñapo de hombre. Vive
esclavizada sin intentar romper la cadena, porque el egoísmo y el pa-
vor le adormecen la voluntad; pero reacciona, hericío en las entrañas,
noblemente impulsado por el amor paternal, y débil, achacoso, medio
muerto, decide imponer el castigo. Y esto es lo más difícil — y lo más
fácil — del drama y lo que más me gusta. Hay que balbucear, hay
que llorar, hay que rugir; hay que temblar como una hoja, lleno de
S. XX^ 1907. ALBERTO INSUA 209
supe oLicioso terror ; hay que gemir con una angustia sobrehvunana ;
hay que sollozar, por último, con una alegría infinita... Alegría, mie-
do, angustia, díolor, desesperación, ciega acometividad, cobarde aban-
dono... Todos estos sentimientos, y todas estas pasiones, y todos estos
impulsos contradictorios se atropellan en el cerebro y en el corazón
del ex hombre alcoholizado, protagonista de Esclavitud. Que ¿ cómo he
hecho el papel? Como los hago todos: autosugestionándome, dejando
de ser Borras para ser don Pedro, y estudiando mucho para llegar á
este resultacío. No quiero terminar sin darles las gracias con todo
mi corazón á la crítica, que me ha enorgullecido con sus excepcio-
nales elogios, y á este admirable, inteligentísimo y entusiasta pú-
blico de Madrid, tan bueno conmigo, al que le debo en gran parte lo
que soy. Y añadiré que nunca me han sabido más a gloria los aplausos
y los elogios, porque consagran el triunfo y cimentan la fama de un
hermano mío, de José López Pinillos, que siempre tuvo en mí un cre-
yente. Desde que me llevó Nuestro enemigo confié en él. Esperaba,
pues, la resonante victoria de Esclavitud. — Enrique Bvrrás'^ (De He-
raldo de Madrid). Obras cíe L. Pinillos. Novelas: La Sangre de Cris-
to, 1907. Doña Mesalina, 1910. Las Águilas, 191 1. Frente al mar, 1914,
Ojo por ojo, 1915. El L-tichador, 1916. Lo que confiesan los toreros,
1917. Obras teatrales: El Vencedor de sí vúsmo, drama, 1900. Hacia la
dicha, comedia, 1910. El Burro de carga, comedia, 1912. La Casta, co-
media, 1912. El Pantano, drama, 1913. Nuestro enemigo, drama, 1913.
La Otra vida, drama, 1915. Hombres, hombrecillos y animales, igiy.
A tiro limpio, com., 1918. Los Senderos del mal, com., 1918. Las Alas,
com., 1918. Esclavitud, dr., 1918. Caperucita y el lobo, com., 1919. La
Red, dr., 1919.
207. 'Año 190/. Ajlberto Insúa (n. 1883-), hijo del escri-
tor Waldo Alvarez Insúa, nació en la Habana, vino á Kspaña
en 1898, se bachilleró en La Cortina, licencióse en Derecho
en Madrid. Ha viajado mucho para ilustrarse, y lo ha con-
seguido. Es novelista psicólogo, sobresaliendo en la finura y
tino con que obser'va los estados, mudanzas y variedad de las
almas y en la propiedad certera y sobria con que las pinta.
Posee, ademiás, gran ingenio inventivo para buscar casos y
sjltuaciones en que los movimientos anímicos se manifiesten,
y no menos facilidad en la trama de la acción. Personajes bien
matizados y afectos que brotan naturalmente. El lenguaje,
sin ser muy castizo, sin cualidades particularmente sobresa-
lientes, ea también natural, corriente, llano, apropiado y co-
rrecto. De los naturalistas franceses heredó el determinismo
positivista; el realismo es español, y el tono general nada
TOMO XII. — 14
aie ÉPOCA REGIONAL Y MODERNISTA (1888-I907)
encierra de pesimismo, ni el gusto por los asuntos feos le per-
miite seguir a Zola en pintar sólo heces sociales, en algunas
novelas mostróse en demasía aficionado a lo erótico; pero en
las más, el principio de la urdimbre es filosófico y trascen-
dental, aunque nada tenga de cristiano. Filosofa acerca de
la vida según los hedí os que ve y conforme á la doctrina de-
terminista. Tiene grandes cualidades para ser novelador ex-
celente, y cada vez mejora y se perfecciona más y mlás. Las
novelas de Insúa caerían m'ucho mejor en una sociedad des-
creída como la francesa y como gran parte de la madrileña, que
lo es de hecho, aimque por cristiana se tenga. Pensador des-
pierto sin fundamento religioso, es Insúa un escéptico: revc^-
lotea sin cesar en su cabeza el problema moral de la vida. Eji
el fondo de su conciencia lleva un lastre de ética cristiana,
acaso sin darse cuenta ; pero comjo la educación moderna y la
observación de las gentes le hacen ver un mundo en el que
esa conciencia ética anda harto abandonada y ni en sí ni en
los que trata ha hallado fe verdadera en Cristo que la fun-
damente y asegure, y además ha leído muoho de ciencia mo-
derna que prescinde de Cristo y de Dios, se le ve subir y
bajar, remontarse esipirituaLmente y materialmente abaitirse,
sin hallar solución á la vida. Es el estado de alma de todos
los pensadores de hoy que, desprovistos de fe religiosa, guar-
dan, sin querer, en medio de la irreligiosidad de nuestro siglo,
un fondo cristiano y espiritual que tal vez no desaparezca nunca
de las conciencias europeas, como advirtió Hegel. Con su novela
De un mundo a otro comienza una serie que promete será de
Episodios Internacionales.
Rafael López de Haro (n. 1 876-), de San Clem'ente
(Cuenca), publicó poesías, siendo estudiante, en Madrid Có-
fnico, El Gato Negro (1898), El Labriego de Ciudad Real
(1898) y otros periódicos. Hizo la carrera de notario, que hoy
ejerce, y 'Ouando pudo volver á la literatura compuso nove-
las, que él mismo clasifica en tres clases, de la carne, de
la vida y de las almas. Las primeras no las considera como lite-
rarias, sino como un medio para allegar recursos. Las dos me-
jores son, según el autor. Poseída y Sirena, mezcla de realismo
en muchas escenas particulares y aun del naturalismo zolesco
que cimde en las demás, bien que en estas dos sólo se vea algii-
FELIPE TRIGO
ALBERTO INSUA
S. XX, 1907. ALBERTO INSÚA 211
lias veces ; y de un idealismo filosófico, en parte errado, pero que
siempre da a la armazón de entrambas obras una firmeza robus-
ta y una valentía ibseniana. Los caracteres fuertemente rebulta-
dos, nobles en sus empeños y agradables, sinceros, bien que
idealizados algún tanto, sobre todo el de Sirena, que a veces fri-
sa en símbolo de sobrehembra nietzscheniana. EJ estilo, suelto,
jugoso, nervudo, preciso y bien coloreado; el habla, comúnmen-
te castiza y rica. Pero mucho mejor que ambas novelas, con
todas sus bellezas y sin ninguna de sus manchas, es Dominado'
ras, verdadero tetra pico de la mujer moderna, cosa vista y
vivida, sobria descripción de toques valientes, encuadrada en
el marco de una concepción filosófica, tan amarga como verda-
dera, armónica tetralogía que desenvuelve los pliegues del alma
mujeril y desenmaraña sus reconditeces, clasificando á las
liemibras modernas, y aun de siempre, en cuatro géneros
;i cual más caros para el desgraciado quie de cualquiera de ellos
se encapriche. Los nietos de los Celtas es admirable pintura
plástica y viviente del alma gallega.
209. Amanda Labarca, La Novela Castellana de hoy: ''En T'e-
rra de santos y La Hora trágica bastan para demostrar claramente la
individualidad de Alberto Insúa. Hay en ellas más espíritu cíe obser-
vación y clarividencia de la época que en muchas novelas de fama;
hay vida más intensamente sentida; hay, sobre todo, más ambiente ac-
tual, más ideas, más sentimientos, de estos que palpitan y bullen en
cierta clase intelectualmente refinada. Dando la mayor importancia á
la vida del intelecto, Alberto Insúa ha trasladado á su novela la ca-
racterística mejor definida de la existencia moderna." Cansinos Assens,
Las Escuel. liter., 1916, pág. 150: "A este ciclo de la representación
estética d!e Madrid, de la transcripción realista de su vida, hay que
incorporar esa admirable novela, seria y fuerte, de Alberto Insúa, que
se titula Las Flechas del amor...; nos ha dado la visión más real de
una parte de Madrid, la más honda y oscura: una visión que completa
las revelaciones fragmentarias de los otros estilizadores d'e la vida
madrileña." Pág. 180: "Alberto Insúa, en cambio, menos serio, más
frivolo y galante (que Trigo y López de Haro), arma sus naves para
Citeres con más sereno gesto y las enguirnalda con flores más lozanas
y frescas, unidas en ramos más simétricos y pulcros...; en obras como
La Mujer fácil resucita de nuevo la novela galante, la novela fácil,
galante y elegante, bien escrita, sonriente y ligera. En A. I. canta
la sensualidad alegre y sana, no enseriecida demasiado por la preocu-
pación d!e la moral... Es la antigua novela galante á lo Zamacois, con
más psicología acaso, con más moderna belleza de estilo." Ramón
a 12 ÉPOCA REGIONAL Y MODERNISTA (1888-IOO7)
María Tenreiro, en La Lectura, jul., 1914: "Alberto Insúa, que no
acertó á librarse de la zafiedad ambiente en sus años de novelista eró-
tico, ha ido aprendiendo después los sutiles secretos de un arte refinado
y complejo, que, bajo una aparente simplicidad de formas, oculta un
profundo conocimiento del modo como ha de proceder el novelista
para que loa monig-otes de la fábula se alcen ante los ojos del lector
con apariencia de auténticas criaturas humanas. Y no es ello porque
Insúa ponga á sus personajes en tales situaciones que con la violen-
cia de sus gestos puecían despertar en nosotros una falsa sensación
de la vida. Muy lejos de eso... Voluntariamente huye de toda violen-
cia en este libro {Mary)... En los pasajes afortunados de su novela
da el autor la sensación de la realidad, merced! á finas observaciones
del estado de ánimo del personaje, á un estudio paciente de las frases
en que se expresa, á una serie indefinida d!e diminutas pinceladas sua-
ves, casi sin color, que poco á poco diseñan ante nosotros las figuras
con su debido bulto; merced, sobre todo, al estilo simple, familiar,
ligero, gris, horro de imágenes — tal como Mary se hablaría á sí pro-
pia— , en que lentamente se va desenvolviendo el nada complicado ar-
gumento. Estas virtudtes dan un cierto exotismo á la narración de
Insúa; adviértese en ella un inmediato parentesco con algimas de los
mejores novelistas franceses del momento: con las de André Gide,
por ejemplo... Toda la obra está cuajada de personajes y episodios
llenos de vifía... Hay en ello un gran caudal de conocimientos de la
humanidad y sus flaquezas... El libro es demasiado largo..., hay tipos
convencionales y filosofías un tanto incomprensibles y ociosas. Pero,
á pesar de todo, esta novela tan pesimista, donde el único hombre
bueno acaba suicidándose, es, no sólo la mejor obra de Alberto Insúa,
sino uno de los libros más excelentes cíe estos últimos tiempos." Alb.
Insúa: Don Quijote en los Alpes, Madrid, 1907. En tierra de santos,
1907. La Hora trágica, 1908. El Triunfo, 1909. La Mujer fácil, 1910.
Las Neuróticas, 1910. La Mujer desconocida. 1910. El Demonio de
la voluptuosidad, 1911. Las Flechas del amor, 1912, El Deseo, nove-
las cortas, 1912. Los Hombres, Mary los descubre, 1913. Los Hom-
bres, Mary los perdona, 1914. En familia, comedia (con A. Hernández
Cata), 1914. Nunca es tarde, boceto de comedia, 1914. Cabecita loca,
com., 1914. El Greco (trad. de M. Barres), 1914. El Amor tardío, dr.,
1915 (con H. Cata). El Peligro, 1915. El alma y el cuerpo de don Juan,
1915. De un mundo á otro, 1916. Por Francia y por la libertad, 1917.
Nuevas páginas de la guerra. 191 7. El Bandido, melodr. (con Hem.
Cata), 1918. La Madrileña, com., 1918. Nunca es tarde (con Hem.
Cata), 1918. Los Bandidos, com. (con id.), 1919.
López de Haro, en carta al autor : "En la época de estudiante hizo
ensayos y vio su firma en los principales periódicos. Entonces hacía
sólo versos. Pensaba ser como Espronceda, poeta y político. Un sus-
penso en la Universidad y un (íía de hambre hiciéronle^ comprender
que no tenía ni perseverancia ni salud para resistir la época de bo-
hemia precedente á las posiciones políticas y literarias. Suspendió en
S. XX, 1907. RAFAEL LÓPEZ DE HARO 213
absoluto toda producción y se dedicó á estudiar. Ganó cuatro oposi-
ciones seguidas. Cuandb pudo tener esa afición como im pasatiempo,
vilvió á escribir. Notario y novelista, ó novelista y notario. Dos N.,
dos negaciones que impuso la dura realidad. Como el orador político
fué á notario, fué el lirico á novelista. Una capitulación impuesta
por la necesidad de vivir, de criar los hijos. Así, alejado de los círcu-
los y mentidteros madrileños, este escritor labora incesantemente y
dice de cada obra : / O parve liher tu ibis in urhcn sine me ! Este
novelista clasifica sus obras en novelas de la vida, de la carne y de
las almas. Sin duda las de la carne son concesiones al bolsillo: se
escriben para ganar dinero. Su obra predilecta es Sirena, que será,
de lo hasta hoy producido por él, lo que quede. En esta novela López
de Haro ha cuidado la forma más que en ninguna otra. Elogiadísima
por la crítica, no se vendió ni se vende la edición. El ideal novelís-
tico de López de Haro estriba en trasmitir al lector fielmente las im-
presiones subjetivas. Quisiera él hacer en sus obras la vida como él la
ve. Por eso sus novelas de la vida son las más intensas. Poseída es el
libro de más empeño de cuantos ha publicado y el que más acabada-
mente le da á conocer. Quien se proponga leer uno solo de sus libros
debe leer Sirena ó Poseída- López de Haro lucha por adquirir una
autoridad! literaria para poder, en su día, llevar al teatro un género
suyo que, hoy por hoy, no puede imponer. Díaz de Mendoza, después
de leer tin drama suyo, le dijo que era maravilloso, pero que sus per-
sonajes y las pasiones de ellos pertenecían á una superhumanidad
que el público no entendería ó no admitiría; más allá de Ibsen, Mien^
tras esa hora no llega, López de Haro estudia, hace novelas y autoriza
escrituras. Su aspiración trascendental, acaso su locura, permanece
amada é inconfesada." Raf. López de Haro, Dedic. de Entre todas
las mujeres: "Yo no soy sistemático. Cada novela mía no parece
hermana de las otras. Hasta de estilo cambio. El asunto me domina
y me hace, esclavo del asunto, escribir de un mo<ío, pensar de un modo
que suele ser, no ya diferente, contrario á mi modo anterior. Creo
que un artista puede esculpir con los mismos cinceles una Venus y
un santo; y encuentro muy puesto en razón que no le coloque barbas
á la Venus, ni al santo formas apetitosas y rotundas. Así, cada no-
vela mía hace hablar á los critiquillos de evolución y rectificación.
Son unos linces. Si un día me ven ir al campo en traje de caza y otro
día en un baile en traje de etiqueta, dirán que be evolucionado y rec-
tificado. A estos tales, que tan discretamente enjuician, les contestó
un crítico serio, al decir: "R. L. de Haro ha hecho todas las especies
"de novelas que hoy pueden hacerse, plasmando la vida contempo-
"ránea bajo todtos sus aspectos seductores y desagradables." Poseída,
de López de Haro, es novela mucho más realista que Sirena. El autor
quiso pintar al vivo personajes reales y acierta en los que conoce, y
tiene más ó menos vividos en Carlos, Somonte, las hijas de Péi-ez-
Aracil y demás gente secundaria de mundana vida. El carácter de los
dos primeros está magistralmente esculpicio. Con la mejor intención
214 ÉPOCA REGIONAL Y MODERNISTA (1888-I907)
fracasó en la pintura del Penitenciario, convirtiéncíole en caricatura de
horrible y despiadado inquisidor, como acaso no lo haya habido, y
algún tanto en la pintura de Emma. En su primera época de inocente
es casi admirable pintura, por el encanto que despierta, aunque la
supone dtemasiado ignorante, y así el paso á la época de pecadora es
extremadamente brusco. Débense estas faltas en el autor á la nin-
guna experiencia que parece tener de la vida cristiana. Por lo mismo,
diríase participar del desconocimiento que pone en sus personajes
acerca de lo que es la doctrina evangélica. Siempre el sofisma de con-
fundir esta doctrina, en sí purísima, con los mortales que la practican,
al encamar en los cuales tiene que mancillarse necesariamente, hasta
en los mayores santos, pues nadie en este mundfo es perfecto. Así, con
este sofisma, fácil es ensalzar el amor libre y hasta el desenfreno de
las pasiones y afear el matrimonio y demás instituciones cristianas.
Parece olvidar el autor, arrastrado por las doctrinas de Nietzsche,
que la razón, reguladora de los naturales instintos, es tan natural
como ellos, y que sin la razón, el hombre se degracfe. á la condición
de las bestias. Poseída es un himno sofístico cantado á los instintos bes-
tiales. Si tales doctrinas sólo las sustentasen algunos personajes, como
suyas solamente y no del autor, y en cambio los personajes cristia-
nos fuesen, con sus menguas y todo, reflejo de los cristianos, y no ca-
ricaturas afeadas del cristiano, nada habría que oponer, porque tal es
la realidad! de la vida. Pero en la caricatura de éstos y en la fruición
con que pinta aquellos otros se nota que el autor no tiene experiencia
de la vida cristiana y participa de la filosofía naturalista, glorificadora
del brutal instinto, todo lo cual, además de hacerle falsear la. realidad
en los personajes cristianos, rebaja la filosofía que vierte en sus no-
velas, ya que esa filosofía naturalista es la más rastrera de las filoso-
fías, envenena<?ora de almas incautas, que no calan el sofisma, y des-
quici adoras (íe toda moral y de la sociedad entera. Añádase que Em-
ma es una histérica, y tanto su perversión como su conversión final,
un verdadero caso de psiquiatría. Con lo cual pudiera disculparse la
mentirosa visión d!el cristianismo que el autor pone al frente de la
visión de la vida moderna irreligiosa; j>ero tan hermoseada queda ésta
en los dos catedráticos y tan afeada aquélla en Emma, en el Peniten-
ciario, en la cofradía, etc., etc., que semejante disculpa no puede ad-
mitirse. Es harto socorrido fundamentar novelas sobre personajes
anormales, y es feo de toda fealdad mostramos la religión más hu-
mana y divina al través de una histérica, de un desaforado inquisidor
y dte una cofradía que se olvidan de la caridad, alma de esa religión.
Ahora, dadas las doctrinas del autor, así erradas, cuanto á la expre-
sión artística, si queda errada no menos por falta de realidad, cuanto
al vivir cristiano, es, por lo demás, sincera, de gran reciura, viva y
pujante, como la dte nuestros mejores novelistas. Poema idealista en
prosa es Sirena, sobre todo por el carácter poco humano de la pro-
tagonista; pero hondamente rebutido de hermosa filosofía, esmerada-
mente torneado y burilado en el decir. Es obra de refinado artista para
S. XX, 1907. RAFAEL LÓPEZ DE HARO 2 l5
artistas refinados. Pero como nació de la soñadora fantasía y no es
eco de la realidad, no pudo gustar al común de las gentes. Sirena
es un símbolo, no es una mujer, no tiene el primer atributo de la mu-
jer, que le es sustancial: la ternura y el amor. Harto mejor conocía á
la mujer Somonte, el de Poseída, y, por consiguiente, conócela el
autor, sino que en Sirena quiso idear fantásticamente una hembra que
no lo es, sino puro símbolo de una hermosa filosofía. En cambio la
nena es figura angelical, y el novelista amante no es menos real y no-
ble caballero. Bien se ve que en el alma del autor anidlan sentimientos
nobles y generosos, á pesar de los errores sobre el cristianismo que
anublan su, por lo demás, clara inteligencia, que le hace ser perspicaz
observador de la vida y de las almas." Andrés González Blanco, Hist.
nov., pág. 1004: "Raf. López de Haro es un novelista á la moderna,
genuinamente á la moderna, que salió á la pista literaria después cíe
haberse amaestrado por largo espacio de tiempo en la siempre fecunda
soledad... Erh un lugar de la Mancha, donde hay todavía indecisión y
tanteo, pero grandíes presagios de algo superior. Hay una intensidad
casi bárbara á lo largo de sus páginas. Se respira un ambiente de ca-
lentura que va en crescendo... En los capítulos primeros sobra deta-
llismo; en los otros sobra pathos. En todo, es el tipo del perfecto na-
turalista el señor L. de H. Si perece el naturalismo, no perecerá por
él. Se ha constituido en el gran propugnáculo de las doctrinas del
Profeta de Mecían en España. Lo mismo por el amor á la descripción
recargada y á veces engorrosa, que por el amor á los temas sombríos,
espeluznantes cíe puro obscenos. Alguien ha dicho, hablando del na-
turalismo, que era un folletinismo saturado de auras románticas...
Empezó con su primer novela, que deja una impresión excesivamente
dolorosa y nauseabunda, por lo trágico del cíesenlace..., y acabó por
escribir, poco ha, im verdadero folletín naturalista (Batalla de odios,
1909)... Escribió después Dominadoras, donde triunfa el retórico so-
bre el técnico de la novelística; cíonde hay más lirismo, más exaltación
y más léxico..., es una obra épica, por la entonación y por el fuego.
La obra es de un pesimismo absorbente, porque no queda de ella más
regusto que el ácido zumo del dolor... El Salto de la novia, donde lo
repulsivo del tema está atenuado por la grancíeza espiritual de la he-
roína. Es, indudablemente, doble mérito artístico sacar arte de una can-
tera tan negra y tan fétida como es la curación de un sifilítico ; y la
grandiosa figura de Alma irradia con luz espiritual sobre tcxio el libro...
Batalla de odios...: el autor intenta una conciliación de la fórmula na-
turalista con el interés folletinesco. La novela se deja leer, como las
Aventuras de Rocambole, por lo jadeante que está el ánimo al acer-
carse al desenlace. Mas por debajo de esto palpita un arte exquisito y
una emotividad sobrepujante." Emiliano Ramírez An£:el, en El Salto
de la novia, estudio sobre Novelistas jóvenes, R. L. de Haro: "Su pri-
mera novela, En un lugar..., es un sombrío drama rural, cíe rembranes-
cas tonalidades... L. de H.,.. suscita el recuerdo de Octavio Mirabeau.
Tiene del grande fustigador francés el verbo rotundo, la crispación
2l6 ÉPOCA REGIONAL Y MODERNISTA (1888-I907)
potente, el desatado realismo, que hace de sus prosas, pingajos de vida^
habladores documentos humanos... La pluma del señor L. de H. es un
látigo. Con la mirada tenaz va el intenso calor del flagelamiento..."
Cansinos Assens, Las Escuel. litcr., 1916, pág. 179: "Como en Felipe
Trigo, prevalece en él, sobre la intención estética, la social intención.
Es la misma exaltación humana del maestro, la misma sed de amar ex-
presada en francos clamores reivindiicatorios, el mismo fervor de apo-
logista de los instintos. Y con todo esto, el mismo descuido de la forma
literaria... En L. de H., como en Felipe Trigo, el elemento principal es
la emoción, la sensación, la corriente magnética y apasionada que vi-
vifica las palabras y las hace estremecerse y saltar dinámicas y vivas
como lo es cada parte orgánica en el furor genésico: la erótica emoción
que se expresa en el lenguaje entrecortado de los grand'es momentos
vesperales, en frases reiterativas y elípticas... Mía mía, nita...'^ Publicó
en El Ciiento Semanal, El Libro Popular, Los Contemporáneos, La No-
vela de Bolsillo, etc., etc., más de cuarenta novelas cortas. Escribió cró-
nicas en El Liberal y colaboró en muchas revistas españolas y ameri-
canas. R. López de Haro: En un lugar de la Mancha, Madrid, 1907.
Dominadoras, ibid., 1907, 1914. El Salto de la novia, ibid, 1908, Batalla
de odios, ibid., 1909. Fioración, ibid, 1909. La Novela del honor, ibid.,
1910. Sirena, ibid., 1910; Barcelona, 1919. Entre todas las mujeres,
ibid., 191 1. Poseída, ibid., 1912. La Imposible, ibid., 1912. El País
de los medianos, ibid., 1913. Las Sensaciones de Julia, ibid, 1915,
1918. Muera el señorito, ibid., 1916. Los Nietos de los celtas, ibid.,
T917. La Zarabanda de las pasiones, ibid., 1918. El más grande amor,
ibid., 1918. Su Majestad el individuo, 1919. Novelas cortas: Del Tajo
en la ribera (Cuento Semanal). Vulgaridad (id.). El Caso del doctor
íturbe (en El Libro Popular). El Amor de Doria (id). El Amor, la
codicia y la muerte (id.). La Mujer de los dos (id.). Eleonora (en El
Cuento Galante). La Hija del mar (en La Novela de Bolsillo). El Beso
supremo (id.). Meg la frivola (en Almanaque ^^Amor"). Nora la intré-^
pida (en Los Contemporáneos) .
209. Año igoy. Manuel Gálvez (n. 1882-), de Paraná
<' Argentina). Acabó sus estudios jurídicos en 1904, fundó la
revista Ideas (1903); es inspector de enseñanza secundaria;
casó con E>elfina Bunge, autora de un admirable libro de
versos franceses titulado Simplement. Crítico de arte en Nos-
otros y en el Museuin de Barcelona, crítico literai'io en La
Rev. de América. Su libro poético Sendero de humildad fué
muy discutido, pero desde su publicación todos los poetas jó-
venes argentinos han querido ser humildes y sencillos. La maes-
tra normal, novela, levantó buena polvareda. Describe mara-
villosamente la vida provinciana, dando la sensación de vivirla
S. XX, 1907. MANUEL CALVEZ 217
uno niismo mientras lee. Aquellos cuatiros no se borran de
Ja cabeza. Es gran novelista de costumbres, que promete ser
si ya no lo es, el mejor de la Argentina ; realista natural de cas-
tizo y expresivo estilo. No sobresale tanto en la pintur* psico-
lógica de las pasiones; su temperamento es descriptivo, obser-
vador de las costumbres comunes, más bien que creador de
conflictos dramáticos. Pero en dar la impresión del común
vivir popular y del espíritu, sobre todo, de Córdoba del Tu-
cumán no le aventaja hoy nadie en su tierra.
AIlfonso Hernández Cata (n. 1885-), novelista haba-
nero, que vive en España, ha pinltado las miserias y dolores
<ie la vida con pincel naturalista, en estilo sobrio y recio,
dando la trágica y dolorosa sensación de tristeza que hace
de sus obras, si no libros de liviano entretenimiento y solaz,
antes de amargo malestar al leerlos, pero de enseñanza tras-
cendenltal y de desahogo y consuelo después de leídos al ver-
se uno libre de tantas penas como tejen la vida de los hom-
bres.
J. Eduardo Barrios (n. 1884-), de Valparaíso (Chile), su
padre chileno y su madre peruana, hizo sus plumeros estudios
en Lima, volVió a Chile á los quince de su edad, estuvo dos
años en la Escuela Militar, tuvo que luchar con la miseria
por desgracias de familia, viajó por América y se entregó
£ las letras. Comjpuso obras teatrales; pero sobre todo cuen-
tos y novelas, en las que sobresale por el destmenuzamientó
psicológico de los estados de conciencia y de los caracteres,
como atinado observador de la realidad y buen pensador.
Un perdido es novela notable, de las mejores escritas en Chile.
Manuel A. Bedoya (n. 1888-), del Callao (Perú), aven-
turero rebelde, que dejó su tierra por no encajar su natural
independiente y arisco en aquella sociedad religiosa y mo-
rigerada; residente en Madrid, escritor desenfadado, brioso
y suelto, que ha medrado no poco en España como artista de
la palabra, y promete todavía más.
211- Bn 1904 se publicó La Paz del sendero, de Ramón Pérez de
Ayala; de 1907 á 1909 compuso Manuel GáJvez y publicó el último de
estos años Sendero de humildad. Ambas poesías están emparentadas
por la ingenuidad de la estética prerrafaelista, remedando la sencillez
2l8 ÉPOCA REGIONAL Y MODERNISTA (1888-I907)
de los tiempos de Berceo y de Juan Ruiz, ya en los sentimientos, ya en
el modo de expresarlos en ritmo libre y como que brota al desgaire,
añadiento á lo antiguo cierta complacencia en detenerse en cosas me-
nudillas como niño que en todo repara, á quien todo habla y enseña
aquella cándidía filosofía de que se sustentan los poetas, que son los
niños de la humanidad culta y creciera. Es de suponer que Gálvez imitó
á Pérez de Ayala. Sendero es voz de los títulos de entrambas obras.
Hay en Pérez de Ayala más humorismo y peor versificación; en Gál-
vez, más sencillez y menos chispazos de ternura. La Maestra normal es
realista, en el proceííimiento minucioso de pintar las costumbres, por
lo cual, con gran motivo, se detiene el autor en hacer sentir el am-
biente con la descripción puntual de lo más menudo. El Mal melafísico
es de mayor inquietud psicológica y de tendencia bien encauzada. En
la sombra del convento pinta á maravilla á los jesuítas y nos da una
visión de Córdoba. Manuel Gálvez, en carta al autor: "Desde luego,
yo ya no haré sino novelas. Tengo un plan muy vasto, y pretendo re-
flejar la vida múltiple de este país tan complejo. El mes próximo pu-
blicaré El Mal metafísico {vida romántica). Estoy por el arte humano y
verdadero, y no comulgo con los escritores que creen que todo consiste
en hacer palabritas bonitas. Odio el sensualismo de la frase, tan común
en América, y creo que el estilo es un medio y no un fin. En cuanto á
la cuestión del casticismo, tengo opiniones un tanto heréticas. Me parece
que un giro ó una palabra empleados por 10.000 millones de hombres
libres que hablan castellano, son tan castellanos como un giro ó una
palabra empleados en Castilla. Creo que esta es también su opinión.'^
Me temo que esta teoría le ha hecho descuidar últimamente el lenguaje,
por atenerse al común que por ahí se emplea. Sin faltar á la verdad ni
á la sinceridad, el artista debe cuidar más el estilo y levantar el len-
guaje común : por eso es artista y arte lo que hace. No se trata de
fotografiar, sino de sintetizar é idealizar la realidad, sin que deje de
parecer real. La realidad artística no es la realidad real. Me atrevo á
recomendar á mi querido amigo dos cosas : que cuide el estilo y lengua-
je y que ponga más pasión en sus obras, no contentándose con pintar
las costumbres.
Man. Gálvez. La Sombra del convento, pról.: "En... La Maestra
normal he escrito algunas frases de la vida vulgar de mi patria, y en El
Mal metafísico he mostrado cómo se sueña entre nosotros : ahora inten-
to mostrar cómo se crece." José Santos Chocano (carta particular) :
"Tiene su libro páginas decisivas, y por todas ellas sopla un viento de
melancolía que nos place respirar á los que retorcemos nuestro tem-
peramento en la pugna. Siéntese la caricia de una mano feme-
nina sobre los cabellos encrespados y rebeldes. Esto conforta y con-
suela." Julio Herrera y Reissig: "¡Cuanto de hondamente bello hay
en esas breves y artísticamente desmañadas exhalaciones polirrítmicas,
con pespuntes vagos y puntílleos metafísicos de imposible y de abstru-
so fatalismo, que les asemejan á la vaporosa música del divino Schu-
mann, del tembloroso y pálido Grieg, del místico y diluido Brahms, y.
S, XX, 1907. MANUEL CALVEZ 219
á las veces, del vampirico y siempre humano Federico Chopin ! Sit
exquisito numen, siempre exótico, pero siempre eterno, siempre ama-
sado de arcilla y de ensueño, siempre lunado de amorosa quimera y de
cerebral misantropía, ha triunfack) de verdad para loor del buen gusto^
y del refinamiento egoísta de las almas replegadas y mudas. Su libro
es legítimo, por eso mismo, y será duradero como todo lo que es natu-
ral y sinceramente humano. Su belleza sutil, su dolor discreto, su in-
dumentaria de medios tonos rosa té y lila pálid'o, sus maneras sin es-
tilos y su música sin cobres ni contrapuntos pedantes, eso es su mé-
rito grave ; precisamente eso es la aureola sin academia y su dulce al-
curnia aristocrática, y eso será su prestigio, más fuerte y bruñido que
el oro de Ophir." (E^te curioso juicio de Reissig, que en vez de reco-
mendar al poeta lo pone entre los modernistas amaneradlos, era digno
de estamparse como muestra de la prosa que gastaba el montevideano.)
Julio Noé, en Nosotros, marzo, 1916: "Con ella (la novela) Gálvez se
halló á sí mismo. Capaz de objetivar su atención con intensidad no co-
mún, hallábase facultado para sorprender los mil aspectos de nuestra
vida colectiva... Gálvez inició así su labor novelesca con orientación
diversa á U de la mayoría de nuestros escritores. Para éstos, salvo ex-
cepciones escasas sólo el "criollismo" podría dar base á obras en ver-
dad argentinas... El mérito fundamental de M. G. consiste, precisa-
mente, en haber tratado esos nuevos tipos con exactitud que no podría
desconocérsele y en haber descrito el ambiente porteño con vigor y
verdad... Comenzó... estudiándonos la vida provinciana... ; pero en
ese ambiente colocó nuevas figuras y lo conmovió por nuevas idteas...
La juventud intelectual de Buenos Aires... ha encontrado en M. G. su
cronista fiel. Las desorientaciones de la hora, las inquietudes, las lu-
chas, las desesperanzas y los optimismos, los esfuerzos y los fracasos,
toda esa cruzada por el arte, en momentos en que el país sólo juagaba
los valores materiales, están descritos en las páginas de El Mal meta-
. físico con exactitud fotográfica... En su celo verista, Gálvez nos diice
todo lo que ha visto, aun lo insignificante. Por eso su novela, como los
cuadros en que el pintor ha detallado los últimos planos como los pri-
meros, carece de relieves... Entre esos detalles... los hay de la más
segura receta naturalista... El estilo caprichoso, desaliñado y pinto-
resco de sus obras recientes respondió en parte á propósito del autor...,
escribe como sus personajes hablan, confundiendo así la psicología de
éstos con su propia psicología... Gálvez tiene de todo, menos de artífice
de su prosa, capaz de detenerse largamente en un párrafo hasta darle
musicalidlad y belleza. Si logra éstas es por azar, y rara vez por pro-
pósito." Roberto F. Giusti, en Nosotros, dic, 1917: "Manuel Gálvez,
escritor de filiación naturalista, ó realista, si lo primero le incomoda...
Con seguridad sabemos lo que quiso hacer en La Maestra normal : des-
cribir la vida de provincia, el alma "voluptuosa, sencilla, poética" de
tierra adentro... Menos dudamos sobre El Mal metafísimo: es la no-
vela (Je las almas románticas de los artistas que la gran ciudad fascina
y extravía, poblándoles la cabeza de ilusiones, desdeñándolos y abando--
220 ÉPOCA REGIONAL Y MODERNISTA (1888-I907)
■nándolos después por inadaptados...'^ La Sombra del 0onvento... "Ex-
pongo... imparcialmente, diversos matices del sentimiento religioso...
¿ Necesitaré agregar que esta novela, como las otras mías, no tiene
tesis?..." El defecto común á las traie novelas... es su monótona difu-
sión... El vulgar conflicto que constituye la acción externa, y el me-
diocre drama interior de José Alberto, lentamente expuesto en largas
reflexiones, difícilmente pueden conmover y apasionar al lector. Las
interminables descripciones deben, por fuerza, cansarlo. Quisiéramos
respirar en la novela ternura, pasión, heroísmo, y apenas si nos llega
de tarde en tarcíe un vaguísimo soplo de tales sentimientos... Crónica
menuda, pura crónica, hecha de notaciones rápidas y secas, en que la
prosa se rompe en frases brevísmas, perdiendo todo brío, amplitud y
eficacia... Queremos en la novela el pathos trágico." Maru Gálvez: El
Enigma interior, poemas (1907). Sendero de humildad, poemas (1909).
El Diario de Gabriel Quiroga, opiniones sobre la vida argentina (1910).
Darío de Regoyos, crítica de arte (1912). La Inseguridad de la vida
■ obrera (1913). El Solar de la ra^a, España (1913), 1918 (4.* ed). EL
.Salón nacional de iQis, crítica de arte (1914). La Maestra normal, no-
■ziela (1914), 1918. El Mal metafísica, novela (1916). La Vida múltiple,
arte y literatura (críticas, 1910-16), 1916, La Sombra del convento,
•novela, 1917. Los mejores atentos, 1919. Nacha Regules, nov., 1919.
Ramón María Tenreiro, La Lectura. 1919 (oct.) : "Los cuentos de
Fernández Cata suelen poseer el don de la novedad...; los temas...
pertenecen al alucinante mundo de las fuerzas inaprensibles que pa-
recen actuar oscuramente en nuestro interior más recóndito y en torno
á nosotros. Suelen estos cuentos planteamos una misteriosa interroga-
ción ; semilevantan por un instante ante nosotros la piedra que cubre
la insondable caverna de lo incongnoscible y una bocanada glacial de
tinieblas y espanto nos hace estremecer. Y es que ca^i siempre se alzan
del frivolo mundo de la anécdota, que apenas ñas entretiene un mo-
mento, y alcanzan un sentido ejemplar humano. Una vez leídos, encon-
tramos que hemos enriquecicío nuestro conocimiento del mundo y sus
hombres; que hemos aumentado nuestra fría y amarga experiencia...
Tal intensidad de efecto no puede lograrse sin gran arte... Posee el don
■supremo de saturar de expresión cada una de sus frases, y al final no
quedarán vibrando ante nosotros muchas brillantes combinaciones de
palabras como en otros autores, pero queda hondamente grabada en
tiuestro ánimo la angustia de unas cuantas dolientes slí^uaciones buma-
tias."
Cansinos Assens, Los Hermes, 1916, pág. 242: "Pertenece á la
nueva generación, optimista y laboriosa, en la cual se ha borrado todo
resabio de rara rebeldía y de pesimista indolencia..., preferencia por
las formas objetivas del arte..., ecléctico y oportuno, explora la rea-
lidad con la intención curiosa de un Pérez de Avala y nos la muestra
-en diáfanas zonas estéticas impersonal y varia... Cuentos pasionales,
páginas encendidas en el último rescoldo del erotismo... en La Juven-
-tud de Aurelio Zaldivar y en Pelayo Gonsálea acomete la norela psi-
S. XX, 1907. J. EDUARDO BARRIOS 22?
cológica de una latitud concienzuda... ¡Frutos ácidos, llenos de acer-
bidad realista." Ramón María Tenreiro, en La Lectura, febr. 1916:
"Las tres novelas cortas... son tres encamaciones de una misma negra
visión de la vida. Según le es anunciado al lector ep el prólogo, "aun-
^'que los personajes humanos cambien de una á otra de las novelas, las
"dos protagonistas ideales, el Dolor y la Muerte, le acompañarán desde
"la primera página hasta la última..." Coinciden también estas histo-
rias en la desusada novedací de personajes y situaciones. Hernández
Cata, que en 3u Aurelio Zaláivar supo expicsar literariamente su pie-
dad hacia uv desdichado tipo de criatura... conserya siempre muy
plausible interés por las vidas extrañas... Seméjanse, además, todos
ellos en que los dolores de que sus páginas son crónica no son sufri*
mientos de gran espectáculo, con sollozos, gritos..., sino que se sola-
pan sordamente en fondos grises y borrosos y mil veces podemos pa-
sar por el lado de quien los pacíece sin sospechar su tormento. Im-
pregnados están, adlemás, estos relatos, y este es un nuevo lazo que los
une, en la inteligencia y piedad que el autor siente por e! oscuro des-
tino de cada imo de sus nada heroicos héroes. Cata, sobre sus altas
cualidades de artista, muestra tener un corazón humano... El estilo en
que el libro (Los Frutos ácidos) está escrito adáptase á maravilla al
fondo de los asuntos narrados : voluntariosamente opaco, sobrio, oscuro,
mesurado, pero preciso, justo, sólido, expresivo, sabe clavarnos en el
fondo del alma la callada congoja con que el artista imaginó y desen-
volvió sus tristes fábulas." ^
Alf. Hern. Cata: Cuentos pasionales, Madrid, 1907; París, 191 r.
Caracteres predominantes de la actual lírica castellana, Habana, 1908
(en Diario de la Marina). Lo teatral, dr.. Habana. Novela erótica, Ma-
drid, 1909; Barcelona. 1917. Pelayo González, París, 1909. La Jucen-
iud de Aurelio Zaldívar, nov,, Madrid, 191 1 (dos ed.), 1914. La Distan-
cia, nov. La piel^ nov., 1913 (en La Novela Cubana). Los Frutos áci-
dos, novelas, Madrid, 1915, 1919. Fuegos fatuos, novelas, 1916. Pelaya
Gon::álea, nov., 1917. Pensamientos, de Sthendal, trad., Madrid, 191S.
Los Siete Pecados, cuentos, 1919. Zoología pintoresca, 1919. El País-
de los ciegos, de H. G. Wells, trad., 1919. Para el teatro, con Alberto
Insúa: Amor tardío (1913). Cabecita loca. En familia (1914), El Ban=s
dido (19 18).
Ed. Barrios, en una entrevistar "Siempre hubo en mi una voluntad
firme, que me diaba combatividad ante los peligros; era una fuerza
ciega que me envolvía, me arrojaba duro de coraje en la brega y me
inflamaba súbitamente en medio de cualquier desaliento. He tenido du-
rante la lucha una extraña y casi inconsciente tenacidad, acaso la tes-
tarudez del bruto, acaso la obsesión irrazonada del iluminado; en los
momentos más difíciles he procedido por raras intuiciones, y á veces
como conducido por alguien que invisible me guiase." F. Santiván,
Rcv. Artes y Letras, mayo, 1918: "Podemos asegurar que... Ed. Ba-
rrios ha conquistad de golpe un sitio definitivo en la novela nacional y--
222 ÉPOCA REGIONAL Y MODERNISTA (1888-I907)
que se le puede citar entre los cultores más esclarecidos del difícil arte
de sintetizar la realidad en páginas de aparente sencillez y de interesa-
do entretenimiento... El delicado autor de El Niño que enloqueció de
amor, sin abandonar sus primeras cualidades, se convierte en escritor
acorazado de fuerza, de sobriedad imperiosa, de impasibilicíad domina-
dora de los acontecimientos que desfilan ante su pupila de sereno artis-
ta... La exquisita sensibilidad de Barrios, sus dtotes de observador hu-
mano, comprensivo de las ocultas miserias... En psicología infantil
E. B. es sencillamente maestro." Domingo Melfi, Pról. á Vivir: "El tea-
tro de Barrios presenta tipos humanos, extraídos de la realidad, con
gran vigor de síntesis... Conocéis su saínete Por el decoro, que, si bien
es pequeño y fugitivo, señala, sin embargo, el comienzo de la orienta-
ción en el autor hacia los estudios minuciosos y profuncíos de la vida y
del corazón, orientación que, pasando por la comedia Lo que niega la
vida, dolorosamente irónica, y por la novela El Niño que enloqueció de
amor, estudio sagaz y meticulosos, viene á dar en este drama Vivir,
recio é inquietante, principio, indudablemente, de nuestras tragedias
burguesas... Una ironía suave que, á veces, se trueca en sarcasmo, una
burla sosegacia que á veces suele latiguear con audaz desenfado. Fl
dolor vibra en esta comedia á la sordina; pero la brutalidad de la vida
ejerce en ella un imperio desconsolador y pesimista..., un obra audaz,
nueva para nuestro ambiente, sentida y recia." Ed. Barrios: Del na-
tural, cuentos y novelas cortas, Iquique, 1907. Mercaderes en el tem-
pla, dr. (premiado), Santiago, 1910. Por el decoro, com., ibid., 1913. Lo
que niega la vida, com., ibid.. 1914. El Niño que enloqueció de amor,
■nov., ibid., 191 5. Vivir, dr., ibid., 191 5. Un perdido, nov., ibid., 1918.
Ventura García Calderón, La Liter. peruana, 1914, pág. 90: "Ma-
nuel Bedoya, agresivo cronista en su mocedad, acaba de publicar una
novela policíaca : las aventuras del detective Mack Bull, muy celebrada
por la Prensa madrileña. Pero él no está contento. Sólo sueña, mien-
tras escribe versos de confuso y melancólico ritmo, con poner en es-
cena sus acerbos dramas españoles. Bríos y talento no le hacen falta
para las grandes travesías. Sólo el viento inminente del éxito." Man-
Bedoya : El Hermano mayor, nov., Lima, 1906. La Ronda de los muer-
tos, dr., ibid, 1907. Los Desaparecidos, nov., Madrid, igi2. El Secreto
del Kaiser, ibid., 1914. La Señorita Carlota, nov., ibid., 1915. Cuarenta
y un grados de fiebre, nov., ibid., 1915. Una mano en las tinieblas de
Constantinopla, nov., ibid., 191 5. El Hombre de las gafas de color de
amatista, nov,, ibid., 1915. La Bola de sangre, nov., ibid., 1916. Entre
santos y piratas, nov., ibid., 1916. El Alma de las brujas, nov., ibid.,
1916. El Hijo del doctor Wolfan, nov., ibid., 1917. La Feria de los ve-
nenos, nov., ibid., 1917.
211. Año igoy. Andrés González Blanco (n. 1886-),
asturiano, esitudió en el Seminario de Oviedo (1897- 1903) y
«n la Universidad Central (i 904-1 906), escribió poesías de
S. XX, 1907. RICARDO ROJAS 223
Icno provinciano, correctas, bien coloreadas y armoniosas;
•coimpuso novelas juveniles, sobre todo de color regional, con
frescura de impresión y suelta mano; pero ha trabajado niás
en la critica de autores y obras modernas de España y Amé-
rica, siendo de los que mejor conocen la literatura castellana
contemporánea. Lanzado algo prematuramente en campo tan
espinoso y que requiere vastos conocimientos de la historia
literaria de otras épocas, que no ha dado muestras de co-
nocer a fondo, tanto, por lo menos, como la contemf)o ranea,
castellana y extranjera, notóse en sus primeras obras la fo-
gosidad juvenil por lo voluble y poco asentado de algunos
de sus juicios y lo variable de sus principios estéticos, pri-
mero muy afrancesado, luego cada vez más español, antes
naturalista y enemigo de Grecia, después amigo de Grecia
más que naturalista, ora encomiando el modernismo, ora
reprobando no pocas de sus cosas. Pecaba no menos de lu-
jurioisa exuberancia yéndose tras cualquier idea que le sa-
liese al paso y amontonando citas sin fin. Su ardimiento le
llevaba a exagerar los encomios en unos autores y los de-
fectos en otros. Pero ha ido podando y asentando el criterio
por días. A'un en sus primeras obras dio muestras de cuali-
dades excelentes. Trabajador infatigable, muy leído en todo
linaje de libros modernos, despejado, curioso, inquieto, abier-
tC' de corazón para albrazar toda belleza, para apropiarse
todo hermoso sentimiento, sincero y hasta osado en fallar y
en expresar lo que siente, ameno y suelto en el estilo. Tiene
frescura de im(presión, perspicacia para atinar en la crítica
y fuerza expresiva en el decir.
Ricardo Rojas (n. 1882-), de Santiago (Argentina), huér-
fano de padre á los diez de su edad y sin medios de fortu-
na, debe á su talento y laboriosidad el nombre y puesto que tie-
tie en las letras de su patria. Redactor de La Nación, primer ca-
tedrático de Literatura Argentina (191 2), polígrafo de los más
cultos de aquella tierra, orador, prosista y poeta. De su na-
tural es romántico, de estilo numeroso, rotundo y aun rim-
bombante, tanto en prosa como en verso, aunque la educación
y entreveros discretos de modernismo le retengan á cierta al-
tura magnífica y algo aparatosa, dentro de las lindes del más
224 ÉPOCA REGIONAL Y MODERNISTA (1888-I907)
refinado gusto helénico moderno, algún tanito preciosista y
rebuscado. Su obra de mayor empeño es la Historia de la Li-
teratura Argentina, de vasta erudición, con sano criterio y
honda penetración en el tomo Los Gauchescos, con criterio
enciclopedista, y por consiguiente bastante antiespañol, en el
tomo Los Coloniales; el lenguaje, más natural y llano, bien
que poco denso y cuidado. Es la mejor historia literaria pu-
blicada en América.
Federico García Godoy, dominicano, alma del movi-
miento nacionalista comenzado en La Vega, donde vivía, con
la fundación de la sociedad Patria, y que continuó fervoro-
samente en periódicos, folletos, libros y conferencias- Gran
propagandista, además, de la noble idea de desenvolver la per-
sonalidad colectiva, el alma hispanoamericana, mediante la
literatura, contra la absorbente raza sajona. Como escritor
es crítico excelente, estilista de pinceladas briosas y bien co-
loridas, bien que de lenguaje á veces poco castizo.
Juan Antonio Zubillaga (n. 1870-), monitejvideano, co-
laborador de la Rev. de Ciencias (1892), Rev. Nac. de Liter.
y Cieñe. Soc. (1896-97), donde publicó Zebedeo, nov. ; secretaria
de redacción de La Prensa y El Censor, director de Montevi-
deo Noticioso (1895), El Orden, que fundó con Rodó, Pérez
Petit y Martínez Vigil (1898); fundador con Enrique Kubly
de La Reforma (1903), director de la Razón (1906); redactor
en Buenos Aires de La Mañana (1911-12), donde escribía
sus celebrados bocetos Gente Eximia; subdirector, luego direc-
tor, de la Biblioteca Nacional. Es escritor de la alta crítica en su
tierra, perspicaz y de mirada comprehensiva ó sintética.
213. cansinos Assens, Las Escuel. liter., 1916, pág. 209: "Loj
Poemas de provincia, de A. G. Blanco, son una amplia sinfonía en la
que cantan todos los temas de la provincia. Son el himno de la pro-
vincia, su madrigal más largo y más sostenido... Toda la belleza dte la
provincia, sus ingenuas gracias, su melancolía, su elegancia marchita,
su aspiración nostálgica á la belleza viva y tumultuosa de las grandes
ciudades ; su tedio lírico y su quietud llena de ensueño, su vetustez he-
roica..., tiene su exaltación en este libro...; ha formado su libro como
un gran ramo en el que hay flores de muchos jardines... La intención
psíáblógica y el humorismo de las descripciones pudieran venirle del
Campoamor de los Pequeños poemas y del Clarín de La Regenta; el
ingenuo tono lírico y hasta el prosaísmo premeditado de la versifica-
\
^
RICARDO ROJAS
S. XX, 1907. RICARDO ROJAS 225
Clon, el aire obsoleto y estrafalario de algunos poemas, formatios con
las líneas intencionales de la pura prosa, hasta la adjetivación, en mu-
chos instantes nos hablan del influjo de Azorín. A. G. Blanco es un
hijo de este renacimiento literario y está lleno del espíritu nuevo, que
ha acertado á esbozar en libros de crítica como Los Contemporáneos
y Salvador Rueda y Rubén Darío (1908). El mismo surge en liuestras
letras en 1906, con aquel interesante estudio La Novela en el siglo xix,
premiado en un concurso por el Ateneo. Es, pues, un epígono de los
gloriosos hermes, y nada tiene de extraño que de ellos tenga muchos
rasgos espirituales y que en la obra de estos hermes se hallen las
imágenes originales que han estampado huellas indelebles en sus pá-
ginas. Pero si las primeras intenciones de algunas obras suyas no son
absolutamente originales; si en Matilde Rey y Doña Violante siguió
la orientación madrileñista ya iniciada, y si en este* Poemas de pro-
vincia hay muchas resonancias efe liras anteriores, á él corresponde el
lauro de haberles dado una coordinación definitiva y armónica y for-
mado la más larga teoría de motivos sentimentales en torno á los pena-
tes provincianos. Después de él la provincia, como tema lírico, que-
dará exhausta; porque en esta obra suya han cristalizado ya, con for-
tuna perenne, todas las vagas sugestiones del encanto provinciano.
G. B. ha recogidlo la más alta suma de poesías que puede brindarnos
la provincia." A. González Blanco : Los Contemporáneos, apuntes
para una historia de la literatitra hispanoamericana á principios del
s. XX, 2 vols., I.^ serie, París, 1907; i vol., 2." serie, ibid., 1910; 2 vols.,
3.* serie, ibid, 1912. Los Grandes maestros Salvador Rueda y Rtibé?i
Darío, Madrid, 1908. Historia de la novela en España desde el roman-
ticismo, ibid., 1909. Poemas de provincia, Madrid, iQio. Elogio de la
crítica, ibid., 1910. Matilde Rey, nov., ibid., 191 1. Campoamor, ibid..
1912. M. Men'éndez y Pelayo, ibid., 1912. Doña Violante, nov. La Eter-
na historia, nov. Antonio de Trucha, su vida y sus obras, páginas es-
cogidas, Bilbao, 1914. Jidieta rediviva, nov., Madrid, 1915. Alberto de
Bélgica, ibid., 191 5. El Paraíso de los solteros, nov., ibid., 1916. Un
déspota 6 un libertador, el problema de México, ibid., 1916. El Kron-
prinz, 1917. Escritores representativos de América, ibid., 1917. Los
Dramaturgos españoles contemporáneos (Benavente, Linares Rivas,
Dicenta, Marquina), ibid., 1918. Mademoiselle Milagros, nov., ibid.,
1918. Edgar Poe, nuevas histor. extraordinarias, trad. (tomo V), 1918.
Las Frivolas y las perversas, ibid., 1919. Larra, 1919. Jacopo Ortis, de
Hugo Foseólo, trad., Valencia, 1919. Stendhal, paseos por Roma, trad,
1919. Prosas bárbaras y otros ensayos, de Ega de Queiroz, trad., Ma-
drid, 1919. Anteras de Quental, Víctor Hugo y otros ensayos y obras, de
Eqa de Queiroz, trad., 1919. Tradujo otras varias obras de E>;a de
Queiroz. Balzac, Tratado de la vida elegante, trad., 1919.
No sé á qué pueda atribuirse en escritor que tan amante se mos-
tró en otras ocasiones de España como Ricardo Rojas, el frío desdén
y hasta menosprecio que muestra de Los Coloniales y de la cultura
TOMO XII.— 15
226 ÉPOCA REGIONAL Y MODERNISTA (1888-I907)
que España llevó á América; y, lo que peor es, los errores históricos ó
patrañas, buenas para mitin plebeyo y pasaderas en labios de los ame-
ricanos cuando se apartaron de España, pero que ya no son admitidas
en ninguna parte. Tales son las ideas acerca de la Inquisición y la pro-
hibición de lecturas. "El clero católico" no "ejercía la policía del pen-
samiento", sino puramente la del dogma católico, ni "Inquisición es
decir la que inquiere el secreto de las conciencias ajenas", ni "ser-
víanse (los inquisidores) hasta del último confesor y sus fieles, teme-
1 arios y temerosos". Tal como esto suena y se entiende, es infamante
para la Iglesia, va contra el sagrado secreto de la confesión sacramen-
tal y es históricamente falso. Todo el libro está escrito en tono amargo
y quejoso de que España hubiese matado en América la nonnata li-
teratura, cuando ha sido la única nación que llevó á sus colonias todos
los elementos d'e cultura y no las consideró como puras explotaciones
materiales. Los Coloniales que describe Rojas no son los verdaderos
coloniales; no son, á Dios gracias, los padres de los actuales argen-
tinos, sino fantasmas falseados, supongo que por desconocimiento de
las cosas, más bien que por intención aviesa. "En tal ambiente langui-
decían los estímulos del arte y la libre variedad de la vida sensual."
Como si el desenfreno de la sensualidad fuese cosa tan de desear para
la educación y civilización de los indios y al arte faltasen estímulos
por recogerse los libros heréticos y las novelas caballerescas. "Tanto
como á los enciclopedistas del siglo xviii, dióse en perseguir las cró-
nicas de América. Se deseaba ocultar á los americanos el origen bru-
tal de la conquista." Cortar la leyenda negra y falsa historia, comen-
zada con el libelo de Las Casas, es lo que se quería; ninguna nación ha
escrito y publicado más crónicas de sus colonias. ¡ Ojalá se conociese
la conquista y colonización americana ! ¡ Entonces sí que se conocería
el espíritu de conquista americana y no se llamaría "brutal conquista !"
Los Gauchescos es otra cosa muy superior^ es la más honda investiga-
ción que se ha hecho sobre la materia. Tanto va el tener cariño ó mal-
querencia al asunto histórico que se trata. Ricardo Rojas no mira con
buenos ojos al catolicismo y la antigua España que lo defendió: tal
es la raíz de los desaciertos en que cae al juzgar las cosas de España,
en esta y en sus demás obras. Y es un duelo, porque en todo lo demás
da muestras de gran talento, vasta erudición y es acabado hombre de
letras. Acaso este mismo desvío antirreligioso y antiespañol le llevara
á buscar en los indios más de lo que la Historia ha visto respecto de
la etnología hispanoamericana. Algo de sangre india corre por las ve-
nas de los hispanoamericanos; pero por más que Rojas se empeñe,
ellos siguen siendo en espíritu tan españoles como los que acá se que-
daron. Man. Gálvez, La Vida múltiple, 1916, pág. 233: "Rojas es, orgá-
nicamente, un ideólogo. En este país, donde los escritores tienen escaso
apego á las ideas, tal vocación le caracteriza. Su obra, pues, lejos
de ser puramente literaria, se acrecienta en mérito por su haber ideo-
lógica. Salvo en La Restauración nacionalista, donde el pensador pre-
S. XX, 1907. RICARDO ROJAS 227
domina claramente sobre el literato, en los libros de Rojas las ideas
sólo forman el fondo íntimo, y á veces no aparecen visibles, disimu-
ladas, como están, por el exceso literario. Pero tan ideólogo es Rojas,
que se inició en las letras — cosa singular tratándose de un adoles-
cente— con un poema ideológico : La Victoria del hombre. La incli-
nación de Rojas á la elegancia, su amor al estilo y su carencia de pe-
dantería, le hacen dar á sus libros aspecto literario. Así este Blasón
de plata, que, siendo fundamentalmente un libro de ideas, resulta la
obra de un literato y de un poeta... La ideología de Rojas — conti-
nuando— es, más que psicológica ó moral, política. Se trata de un
espíritu práctico, de un hombre de acción que filosofa sobre múltiples
cuestiones que atañen á la sociedad. Le interesan los grandes proi)¡c-
mas sociales, los destinos de los pueblos, la educación, los sentimien-
tos colectivos. No es un psicólogo del subjetivismo, ó, para decirlo me-
jor, un "intimista", sino un pensador político. Y así, en más de un
sentido, es un descendiente espiritual de Alberdi y de Sarmiento. De
su vago socialismo de los veinte años, Rojas ha pasado después de la
pequeña y feliz evolución que necesitaba, á ser apóstol y verbo del ac-
tual movimiento nacionalista... Ningún libro de Rojas está mejor pla-
neado, mejor escrito, mejor hilvanado. Ninguno causa tanta emoción
ni tanto cíeleite. Ninguno presenta la misma unidad total. Es un libro
personal, vigoroso, sincero, inspirado. No debe nada á nadie, si no es
á su propio autor. Hay en todo él un grande amor á la patria, y se
diría que vientos proféticos hacen vibrar sus páginas. Además, cons-
tituye para el pueblo, á quien va dirigido, una enseñanza y un ejem-
plo. Está escrito en estilo numeroso, fácil, elocuente, musical, quizás
en exceso sonoro y oratorio. Es la prosa de un maestro, aunque no
es la prosa que debe estimarse en más. Yo prefiero, desdle luego, la
prosa viviente, jugosa, sin énfasis ni empaque alguno; la prosa sin
literatura y que es toda precisión y energía. Pero esta preferencia no
me autoriza á desdeñar esta otra, que, bien manejada, puede dar ad-
mirables resultados. Tal es el caso de Rojas. Se ha acusado á Rojas
de usar un estilo en exceso retórico, sobre todiQ en Blasón de plata.
La acusación me parece injusta. Rojas no es un retórico. Sus libros
han nacido, no de otros libros, que es lo que caracteriza á la literatura
retórica, sino de fuentes vivas. El País de la seh'a procede del pueblo,
de sus costumbres y tradiciones. Es un documento para el estudio del
folklore argentino. Blasón de plata ha soirgido de las entrañas misrnas
de nuestra raza y ác nuestras tierras. ¿ Pueden ser retóricos tales li-
bros? Además, lo retórico huele á decadencia, á lug'ar común, á frial-
dad. Blasón de plata, que emociona, ¿puede ser un libro retórico? El
estilo de Rojas es altisonante, algo enfático, siempre lírico; pero el'o
no implica la calidad de retórico. Adfemás, las indicadas caracte-
rísticas no son malas, al contrario: el caso es saber usarlas. Y Rojas
lo sabe, pues tiene el sentido de la adecuación. Yo estoy seguro de que
él jamás escribiría una novela en la prosa de Blasón de plata." Ro
228 ÉPOCA REGIONAL Y MODERNISTA (1888-I9O7)
berto F. Giusti, Nuestros poetas jóv., 1912, pág. 70: "A semejanza
de Jaimes Freyre, sólo adquirió en principio un superficial barniz
modernista, sin transformar su naturaleza romántica, otro de los jó-
venes y brillantes poetas que rompieron la marcha diez años atrás:
Ricardo Rojas. No se inició con peregrino brillo, pero sí con feliz se-
guricíad. Después de Las Montañas del oro, después de Castalia Bár-
bara, La Victoria del hombre (1903), el meditado poema con que se
presentó el gallardo mozo que de poco había pasado los veinte años,
venía á afianzar el prestigio de la nueva generación. Reveló, en pri-
mer término, á un estudioso y una mente equilibrada: por cierto que
el poeta no engañó las esperanzas que en él puso el reducido círculo
que le leyó. Lo hemos visto más tarde superado por el prosista cíe
austero y pomposo estilo; por el catedrático, justo orgullo de la Uni-
versidad de La Plata; por el propagandista de un noble ideal — tan
noble como discutible — ; sin embargo, es menester hacer la salvedad
que en ellos, en el escritor, en el profesor, en el apóstol, el poeta es
lo substancial, el motor oculto. Ante todas cosas. Rojas es un soñador.
¿Quién no conoce la predicación idealista á que se ha consagrado?
Un poeta, un soñador, pues, pero también un predicador. Y tiene, en
efecto, de éste el genio oratorio. Rojas siempre declama, en verso y
en prosa, cuando habla y cuando escribe... Las influencias que más se
advierten en el Rojas de la primera época : la de Víctor Hugo y la dt
Núñez de Arce, dos oradores en verso. Y establezco esta diferencia de
épocas, porque la reciente obra poética de Rojas, Los Li^es del blasón
(1911), se orienta según otras tendencias... La Victoria del hombre
fué una ambiciosa tentativa juvenil por desarrollar en un poema cí-
clico un trascendental pensamiento sociológico. Al magnífico abuelo
que escribió la inmortal Leyenda de los siglos, habían de nacerle arro-
gantes nietecillos en esta América... "Hombre del siglo — ha dicho
"Rojas, explicando su concepción — he aceptado mi solidaridad con
"él, inspirándome en sus más generosos ideales..." No; no es tocíavía
un gran poeta Ricardo Rojas, pero es un buen poeta. No tiene la fas-
cinante pujanza de Lugones, ni la encantadora alma lírica de Banchs;
pero no carece de ninguna de las condiciones que dan valor á su arte;
su mente es clara, su corazón ardiente, ágil su fantasía, musical su
voz; los más nobles objetos le inspiran: el amor, la amistad, la patria,
la belleza; le preocupa el misterio de las cosas y... tiene conciencia
de lo que dice... Yo encuentro en Rojas, sobre todo, el alma de un
gran poeta civil, austera y vibrante de emoción patria ; á mi ver, le in-
dican el camino que debe seguir la Oda latina, el Oratorio laico y el
Cíinto de la mañana de mayo." Ríe. Rojas: La Victoria del hombre,
poema, 1903. El Pais de la selva, París, 1907. La Sangre del sol, poe-
ma (en La Nación). Biblioteca Argentina, 18 vols. El Alma española,
ensayo sobre la moderna literatura castellana. Valencia, 1908. Cartas
de Europa, Barcelona, 1908. La Restauración nacionalista, informe de
educación, 1909. Cosmópolis, París. 1909. Blasón de plata, B. Aires,
1910 (en La Nación), 1912. Bibliografía de Sarmi-cnto, ibid., 1911. Los
S. XX, 1907. JUAN ANTONIO ZUBILLAGA 22g
Lises del blasón, poesías, B. Aires, 191 1. La Piedra muerta (en La
Nación), ibid, 1912. La Literatura argentina, ibid., 1913. Archivo ca-
pitular de Jujuy, ibid., 1913-15, 3 vols. La Universidad de Tucumán,
ibid., 191 5. La Argentinidad, ensayo histór. sobre nuestra conciencia na-
cional en la gesta de la emancipación (1810-16), ibid., 1916. Poesías de
Cervantes, ibid,, 1916. Historia de la Literatura argentina : t. I, Los
Gauchescos, ibid., 1917; 11, Los Coloniales, 1918; III, Los Proscriptos,
y IV, Los Modernos (en preparación). Olegario Andrade, en La Lectura
(VIII, págs. 152-180). Rubén Darío, en Mercure de France (LXXII,
págs. 459-474). Carlos Guido y Spano, en Nosotros (1918, oct,). Con-
súltese La República, 1917 (cric),
Mariano Abril, Plumas amigas, 4.' fase, 1913: "García Godoy, en
el actual movimiento literario dominicano se destaca con personali-
dad propia, con robusta y vigorosa personalidad, porque se inspira en
el medio ambiente que le rodea, porque se satura de las pasiones que
agitan á su pueblo. No es un novelista en la verdadera acepción de la
palabra; carece de la inventiva necesaria al novelador. Sus inclina-
ciones y sus estudios le llevan hacia la crítica y la filosofía, en los que
ha librado ya algunos combates. Alma dominicana no es una novela,
aunque así la titule su autor. La factura novelesca es muy pobre en la
obra; se reduce á dos ó tres pinceladas de color, admirablemente tra-
zadias, y al tipo de Pedro Antúnez, en el que encarna al pueblo domi-
nicano; pero toda la obra es una serie dte disquisiciones políticas sobre
cierto período histórico de la vida de aquel pueblo: el período de la
anexión. Se ve que es el autor el que habla, censura ó aplaude; si
todas esas disquisiciones salieran de labios de un grupo de personajes
trazados á la manera de Pedro Antúnez, Alma dominicana sería un
Episodio nacional á estilo de los del maestro Galdós, porque hay en ella
cuadros descriptivos hermosos, como el de La Bandera, y un tipo bien
delineado, psicológicamente, el de Pedro Antúnez, el único que apa-
rece en la obra, pero que refleja fielmente la psiquis del criollo domi-
nicano, pendenciero y enamorado, rústico y generoso, dispuesto siem-
pre á sacrificar la vida por su bandera, que simboliza la independencia
de su patria... La obra de García Godoy es una obra patriótica, en la
que palpita el alma de un pueblo heroico." F. García Godoy: Recuer-
dos y opiniones. Impresiones. Perfiles y relieves, Santo Domingo, 1907.
La Hora que pasa. Rufinito. Alma dominicana, nov., 191 2. Páginas
efímeras, reimpresas con el título de La Literatura americana de nues-
tros días, Madrid, 1915, Guanuma^ nov., 1915. La Literatura domini-
cana, N. York-París, 1916 {Rev, Hisp.). De aquí y de allá, notas criti-
cas, Santo Domingo, 1916. Americanismo literario, Madrid, 1917,
Zubillaga : La Prensa independiente en la época de José Batlle y Or-
dóñez, Montevideo, 1907. Sátiras é ironías, páginas del periodismo^
ibid., 1913. Crítica literaria, ibid., 1914. La Obra de Rodó. Nuevos es-
tudios críticos. La Obra del doctor Luis Melián Lafinur, 191 5 (en
Nosotros, oct.).
23o ÉPOCA REGIONAL Y MODERNISTA (1888-I907)
214. Año 1907. Federico Urbach (n. 1873-), de Matanzas (Cu-
ba), poeta intenso y melóciico, publicó Oro, poesías (con su hermano
Carlos Pío), 1907. Amor de ensueño y de romanticismo, versos, Ha-
bana, 1908. Doloroso, idil. trág., 1910. Resurrección, nuevos poemas,
1916. El Dolor de la vida, poesías (en prepar.).
Felipe Cortines y Murube, sevillano, colaborador de El Carha-
yón de Oviedo (1903), poeta discípulo de Gabriel y Galán, buen colo-
rista, publicó Ideas jurídicas de Saavcdra Fajardo, Sevilla, 1907. De
Andahicía, rimas, ibid., 1908. El Poema de los toros, ibid., 1910. Nue-
vas rimas, ibid., 191 1. Del campo y de la vida, crónicas. Jornadas de
un peregrino^ viaje á Tierra Santa, ibid., 1913. Romances del camino,
ibid., 1916. Un sevillano en París, Madrid, 1918.
Alberto Zum Felde (n. 1888-), de Bahía Blanca (Uruguay), por
seuA Aurelio de Hcbrón, subdirector de El Día, oficial primero del mi-
nisterio de Relaciones Exteriores, secretario de la Biblioteca Nacio-
nal, publicó Domus Áurea, versos, Montevideo, 1907. El Uruguay ante
el concepto sociológico, 191 1. El Eluanakauri, ensayo filosófico, 1917,
proclama poéticoideal á los americanos sobre el desprenderse de todo
lo extranjerizo y tirar á un desenvolvimiento en lo propio y exclusivo
del Nuevo Mundo. El Caudillo, dr., 1918. Consúltese Alberto Lasplaces,
Opiniones literarias (pág. 185).
Mariano Alarcón (n. 1883-), de La Línea de la Concepción (Cá-
diz), pinta refinamientos eróticos (en Campo de Gules) y convierte en
carnal el amor de María Magdalena para con Jesús en El Narrador
de parábolas. Hombre de talento, que ha viajado por América y Euro-
pa, no acaba de encauzar sus muchas energías en dirección determi-
nada, y así no se puede todavía dar fallo diefinitivo acerca de su obra.
Publicó dos libros de teatro en 1907. El primero, Moisés contemporá-
neo, que contiene la trilogía dramática: El Éxodo, En el desierto y La
Tierra de promisión; el segundeo, Rescatada, Rayo de sol (solas muje-
res), La Fucr::a de la corriente. Además, El Narrador de parábolas,
1910, 1914. En campo de gules, 191 1, 1914. Palabras de loco, 1914. Co-
ram populo, conferencias, 1916. El Castillo, com., 1918. Impresiones de
un viaje á N. York, Madrid, 1918. Hijos de Adán, trag. campesina,
1918. La Sangre del leopardo, com., 1918.
Juan Givanel y Mas, catalán, muy erudito, publicó Una edición
crítica del "Quijote''^ (por Cl. Cortejón), Madrid, 1907. Don Quijote en
Cataluña, Barcelona, 191 1. Estudio crítico de la novela caballeresca
''Tirant lo Blanch", 191 1 (en Arch. de Invcst. Hist., 213, 319; H, 392,
477). Examen de ingenios (sobre la edición del Quijote por Rodríguez
Marín), Aladrid, 1912. La Novela caballeresca española, estudio del
"Tirant lo Blanch^\ 1912. Prosa epistolar, colccc. de cartas de los prin-
cipales escritores de los siglos xv y xvi, 1913. Devocionario poético,
1913. Una mascarada qttixotesca celebrada á Barcelona l'any iój3,
Barcelona, 1915. Tres documents inéd. ref. al Don Quijote^ 1916. Ca-
talcg de la Collecció Cervántica formada por don Isidoro Bonsoms,
S. XX_, 1907. ENRIQUE BLANCO ROJAS 23 1
ibid., 1916. Les Edicions goiiques del ^'Tirant lo Blanch" en la Bihl. de
Catalunya, ibid., 1917. Argot Barceloní, ibid., 1919.
215. Año 1907. Francisco Aguado estrenó La Esposa de Jesús,
juguete, 1907. — Aitz-gorri (seud.) : Hojas de otoño, Habana, 1907. —
Catalina Albert, por seud. Víctor Cátala, publicó Vida trágica, cuen-
tos, Madrid, 1907. La Enjuta, nov,, 1910. Pardo Bazán, en Helios, t. III,
pág. 269: "El sentido dte la fatalidad, la percepción de lo trágico en
la realidad más humilde, las encontramos en una escritora que empieza
á ser conocida y se oculta bajo el seudónimo masculino de Víctor Cá-
tala. Ignoro su verdadero nombre; pero sus novelas cortas, escritas
en catalán, revelan un vigor nada común de observación y expresión...
Dramas rurales... : el estudio de la victe, dramática aldeana es muy real.''
— Álbum nacional (argentino), B. Aires. 1907. — Tomlá.s Alcántara
Vicente publicó Pasionarias, Guadalajara, 1907. — Carlos A. Aldao
publicó A través del mundo, B. Aires, 1907 (2." ed.), 1912 (4." ed., au-
mentada). Reseña histórica de guerreros de la Independencia, ibid.,
1910. Samuel Haigh, bosquejos de Buenos Aires, Chile y Perú, traduc-
ción, B. Aires, 1918. Basilio Hall, el general San Martín en el Perú,
traduce, ibid., 1918. — Alma latina, apuntes biográficos redactados por
notables escritores, París, 1907. — Luis Almayor Beinat estrenó Car-
men y Marieta, zarz. (1907). — Antonio Alonso Terrón publicó Polí-
ticos granadinos, Granada, 1907. — Lisandro Alonso Llamazares^ poe-
ta modernista, premiado por Iba solo en los Juegos Florales de León,
1907. — Basilio Alvarez, presbítero gallego, publicó Por tos agros ceU
tas, cuentos, Madrid, 1907. El Libro del periodista, 1912. Abriendo el
surco, 1913. — Los Amantes de Teruel, Antonio Serón y su Silva á Cin-
tia, Madrid, 1907. — Fray José Antón y Gómez (n. 1878-), de Acinas,
benedictino de Silos (1896), director de la Rev. Eclesiástica, de Valla-
díolid (1907-18), donde publicó muchos artículos de Historia, Teología
y de cosas presentes. — Archivo General de la Nación, acuerdos del
extinguido Cabildo de B. Aires, ibid., 15 ts., desde 1907 á 1917. — Ar-
chivo y Musco Histórico de Montevideo, rev., Montevideo, desde 1907.
— Manuel Arias, asturiano, publicó La Grandeza en lo pequeño, nov.,
Matanzas, 1907. — Jaime Arroyo publicó Historia de la Gobernación de
Popayan, ibid., 1907. Popayan en la Colonia, ibid., 1910. — Juan Ayme-
RICH, argentino, poeta parnasiano, imitador de Heredia y á veces ro-
mántico en Joyeles, Córdoba, 1907, gran cincelador d!e sonetos, no del
todo fríos; díespués compuso poesías más variadas en metros y tonos,
como las suaves y melancólicas de Primavera sentimental. También ha
hecho traducciones. — Manuel Barros Arguelles, poeta mejicano, pu-
blicó Candentes, 1907. — Osealdo Bazil, delicado poeta de endecasílabos
y métrica algo libre, d'e Santo Domingo, publicó Arcos votivos, versos,
Habana, 1907. Parnaso dominicano, Barcelona, 1917. — Luis Bello,
periodista madrileño, publicó El Tributo á París, 1907. — Alejandro
Bergalli publicó Vademécum del estudiante, B. Aires, 1907. — Enrique
Blanco Rojas estrenó La Llegada de los Reyes, jug. (1907). — R. A.
232 ÉPOCA REGIONAL Y MODERNISTA (1888-I907)
Blázquez y González publicó Sumaria descripción de Avila y su pro~
vincia, ibid., 1907. — Jacinto Bonilla y Sánchez, de Albalate de la
Jara, director de El Eco de Talavera, publicó Mis últimas poesías, Ma-
drid, 1907. — Isidro Bonsoms y Sicart, catalán, publicó La Edición
príncipe del "Tirant lo Blcinch", Barcelona, 1907. Noticia de algunas
chra-s de Bibliografía, hiohiblio grafía y Catálogos españoles, ibid.,
1907. Introducción á la lectura de unos fragmentos de las traduce. cOr-
talanas de la "Fiamtnetta^' y del "Decamcrone"..., 1908 (en Bol. Acad.
B. L. Barc, IV-V). Books printed in Lima and elsczvhere in S. Amc=
rica (iSoi-3p), Boston, 1908. Fragmentos de las traduce, catal. de la
"Fiammeta" y del ^'Decamerone" de Bocc, ambas anónimas y del si-
glo xr, 1909. — Ricardo Buenanar publicó Juveniles ensayos de rima::,
Habana, 1907. — ^Alejandro Bueno García publicó Reseña histórica de.
la villa de Nerja, Vélez-Málagra, 1907. — Juan Antonio Bueno publicó
Balbuceos, poesías, Madírid, 1907. — J. S. {Fray Buscón) publicó Cartea
intimas {Memorias filosóficas de un novicio), Palma. 1907. Sueños
fantásticos, ibid., 1907. — R. de Bustamante publicó Nieves, prosas ri-
madas, Tenerife, 1907. — Constantino Cabal^ asturiano, redactor del
'Diario de la Marina, publicó Del amor, cantos, Habana, 1907, Cova-
donga, Madrid, 1918. — Cándido Cabello Sánchez publicó Pasionarias,
versos, Toledo, 1907. — El padre Dionisio Cabezas publicó La Flor
del Ebro, S. Dominguito del Val, ley. poét., Barcelona (1907). —
Juan Bautista Cabrera publicó Poesías religiosas y morales, Madrid.
1907. — El padre Calasanz Rabaza escribió Poesías, Valencia, 1907. Es-
pinelas, ibid., 1914.' — Antonio Calero Ortiz estrenó ¡Vaya caló!, dial.,
(}907). Curro Achares, entrem. (1915). El Bautizo del nene, sain.
(1917), Sangre virgen, dr. lírico (con Rubiales), 1918. El Triunfó del
Trianero, sain. (con César García Iniesta, 1918). Nubccita de vcra^
no, com., 1919. — Enrique Calonge publicó De una vida, cuartele-
ras, 1907. Pepe Luis, novela, Madrid 191 1. La Pitusilla, 1919. — M. Cal-
VACHE publicó El Crimen de ahora, nov. repres. (1907). — José I\Iaría
Campoy_, de Lorca, publicó De mi pueblo, apuntes para la historia de
Lorca en el s. xix, Lorca, 1907. El Fuero de Lorca^ Toledio, 1915
(2.' ed., la i.^ en El Eco de Lorca). — Cancionero de los Amantes de
Teruel, colección de ¿00 cantares, escritos por los mejores poetas con-
temporáneos, ívladrid, 1907. — Tomás M. Cañas^ periodista, publicó
Perdón y olvido, nov., 1907. Entre sombras, comedia dramática. La
Obsesión, dr„ Habana, 1910. Mostacilla, jug. La Sierpe, dr. Alma
triunfante, com. El Torbellino, com. — Francisco Cañellas, de Cien-
fuegos (Cuba), publicó Del camino, Habana, 1907. La Vida que pasa.
Valencia, 1912. Al través de mis lentes, crón. y crít., 1916. — Ignacio
Cardenal estrenó Marca de presidio (con Lucas Sánchez Cuesta), Cá-
ceres, 1907. — Mariana A. B. Carretero publicó Dos primos célebres,
ley. hist... Burgos (1907). — Manuel Casas Fernández publicó Pláticas
y crónicas, Coruña, 1907. — Augusto Castrobello publicó El Pernales,
historia de este célebre bandido, Barcelona, 1907. — Francisco Cepeda
Y Taborcias publicó Anales de Navia, varioe libros, 1907-10, MadritL
S. XX, 1907. AURELIO DÍAZ MESA 233
Notas de papeles viejos, afectuosidades de versos y prosas, 19 10.
— Manuel M. Cervera publicó Historia de... Santa Fe (1573-1853),
2 vols., Santa Fe, 1907. Juan de Garay y su retrato, B. Aires, 191 1. —
José María de los Corrales publicó La Boda, cuentecito montañés,
Torrelavega, 1907. — Manuel B. Cossío, de la Institi:ción Libre de En-
señanza, director del Museo Pedagógico, nombrado catedrático de Pe-
diagogia sin oposiciones, publicó El Greco, 2 vols., Madrid (1907). El
Entierro del Conde de Orgaz (1914). Lo que se sabe de la vida del
Greco (1914). — Costumbres y rebuznos alcarreños en renglones cortos
y largos, por el Celipe y el Pólito, Madrid 1907. — Abel de la. Cuadra
Silva, costumbrista chileno, publicó Una remolienda, 1907. De antaño
y hogaño, 1908. Leyendas y tradiciones religiosas de Chile, 1908. — El
Cuento Semanal, Madrid", desde 1907, donde se han publicado cosas muy
buenas á vuelta de no poca broza y esperpentos novelescos. — Rufino
Cuervo Márquez, bogotano, periodista, redactor de El Correo Nacio-
nal, publicó Colombia y su renacimiento, Caracas, 1907, — Jorge y José
DE LA Cueva (n. 1884- y 1887-), hermanos, naturales de La Palma
(Huelva), siguiendo las huellas de los Quinteros, escribieron el sainete
Aquí hase farta un hombre (1907), con música de Chapí, premiado por
el Heraldo, que gustó mucho y despertó esperanzas... fallidas. Fueron
á menos en Perlas buscadas, comedia (1909) ; Buena recomendación,
entremés (1909) ; Agua de mayo, comedia (1910) ; Al alcance de la ma-
no, con música de Bretón (191 1). — Adelardo Curros Vázquez es-
trenó Mañana de gloria (1907). El Manojo de claveles (1907). — Atilio
M. Chl\ppori, excelente novelador argentino, publicó Bordeland, Bue-
nos Aires, 1907, con una novela corta al principio, digna de todo en-
comio. La Eterna Angustia, 1908. Man. Calvez, Los Mejores cuentos,
1919, pág. 15: "Es, tal vez, el más artista de nuestros autores de cuen-
tos. Posee una rara y sutil sensibilidad, el difícil sentido de la com-
posición y el don de la prosa artística. Si sintiera y conociera el cas-
tellano como siente y conoce la música y el color d'e las palabras, se-
rían escasísimos los estilistas hispanoamericanos que pudieran com-
parársele. Su literatura, enfermiza é impresionante, arte de sensacio-
nes, exhibe, en forma no exenta de piedad, la vida angustiosa de los
pobres seres que están al borde de la locura. Sus dos obras de índole
narrativa — Borderland, cuentos, y La Eterna a^ngustia, novela — ,
diestilan la melancolía de lo irremediable y el horror de la tragedia.
Ha publicado, además, La B\clleza invisible, crítica de arte. El cuento
La Corbata azul, la mejor de sus páginas, es una pequeña obra maes-
tra."— Philip H. Churchman, profesor de la Universidad de Har-
vard, publicó Espronceda's Blanca de Borbon, 1907 (en Rev. Hisp.).
More Inédita, 1907 (ibid.). An Spronccda Bibliography, 1907 (ibid.).
Himno al Sol, de Espr., 1908 (en Modcrn Languagcs Notes). Byron
and Espronceda, 1909 (en Rev. Hisp.). Biginings of Byronism in
Spain, 1912 (ibid.). — Aurelio Díaz Mesa, chileno, que supo dar en
sus saínetes con la vena popular, estrenó, con loa, Rucacahuin, dr.,
Santiago, 1907. En la Araucania, Santiago, 1907. Bajo la selva, dr..
i34 ÉPOCA REGIONAL Y MODERNISTA (1888-I907)
1913. Con SU destino, com., 1913. Damas de moda, opereta, 1914. His^
toria de Chile, Barcelona, 1915. Amorcillos, com., 1916. Martes, jueves
y sábados, dial., 1916. Consúltese I. Otero Bañados, Aur. D. Mesa (en
Ideales, Concepción, 1916). — Pedro Díaz Valdizan publicó R^ecuerdos
de mi Cantabria, Sevilla, 1917. — Documentos correspondientes al reí'
nado de Sancho Ramírez, Zaragoza, 1907. — Documentos referentes á
los indios llamados Xicaques en la Amér. Central, por Antonio Graiño,
Madrid, 1907. — Amalia Domingo Soler publicó Las Grandes virtudes,
cuentos para niños, Barcelona, 1907. — F. del Dongo publicó El Beso de
la Muerte, nov., Barcelona, 1907. — Eladio Egaña, salesiano, publicó
Vida del V. P. Juan Bosco, Sevilla, 1907, 1916. — Miguel Eróles Ruiz
publicó En el arroyo, dial, en verso, de costumbres madrileñas, Córdoba,
1907. Ultima noche, monól. (con Felipe Gil de Arana), 1908. — Manuel
Escude Bartoli publicó Atlas geogr. iberoamericano: t. I, España^
descripc. geogr. y estadística, Barcelona (1907). — Januario Espinosa,
chileno, por seud. Tomás Gordeieff, Juan Doble, dulce é idílico pintor
de la vida campesina en su primera novela (Cecilia), trató de presen-
tar en La Vida humilde las costumbres de la clase media. Publicó Ce-
cilia, nov., Santiago, 1907. La Muerte misteriosa de Marini, folletín po-
licial, 1912. La Vida humilde, nov., 1914. Las Inquietudes de Ana Ma-
ría, nov., 1916. — FerNíÁndez Brochado estrenó Amor eterno, entr.
(1907). Los Teléfonos, jug. (1907). — Alvaro Fernández de Miranda
publicó Historia de... Grado y su Concejo, Madrid. 1907. — Mariano
Fernández de Echevarría y Veytia publicó Los Calendarios mexi-
canos, México, 1907. — El Marqués de la Florida publicó Estela de
un muerto, Madrid, 1907. — Fernando Fortún (1890-1914). madrileño,
publicó La Hora romántica, poesías, Aladrid, 1907. La Poesía fran-
cesa moderna, ibid., 1913, buena antología. Reliquias, ibid., 1915. —
Antonio Galán publicó De mi tierra, poesías, Cád'iz, 1907. — Pedro
Luis de Gálvez, por seud. Dorio de Gados, publicó Tregua, nov.. 1907.
Existencias atormentadas, id., 1908. Un cobarde, id., 1909. Lolita Acu-
ña, id., 1909. Princesa de fábida, id., 1909. La Princesa de fábula y
Cambio de postura, novelas, 1910. Por los que lloran, monól. (con Fran-
cisco Martínez), 1910. La Tragedia de don Iñigo, 191 1. Cuentos al oído,
191 1. Amor de reina, nov., 191 1. Al margen de la vida, 191 1. La Casa
verde, nov., 1913. De los malditos á los divinos, anécdotas, 1914.—
Claudio Gárate, cubano, publicó Ernestina (20 cuentos). Habana, 1907.
— G. García Valenzuela publicó Rumor de notas, versos, Madrid*, 1907.
— Joaquín García Cruz estrenó Carne de tablao (1907). Sol de África
(1907). A''. P. U. (1907). — Salvador García Torres publicó Flores
de amor, poesías, París, 1907. — Francisco J. Garriga (n. 1864-),
de Cadaqués (Cataluña), periodista, poeta en catalán, catedrático
de Literatura en los Institutos de Reus (1892) y Barcelona (1913),
puntual y erudito tratadista de literatura, publicó Soledad, nov.
de Víctor Cátala, trad.. Barcelona, 1907. Menéndez y Pclayo, dis-
curso, Madrid, 1912. Preceptiva, 2 vols., Barcelona. Literatura del an-
tiguo Oriente y los clásicos, ibidem (1918). Poesías (núm. 306 de Lee-
S. XX, 1907. DÁMASO LEDESMA 235
iura Popular), 1919. — Pablo Giacometti estrenó La Muerte civil, dr.^
Barcelona, 1907. — IManuel Gilm.\n publicó Renglones cortos, poesías,
Huesca, 1907. — Mario Giral Ordóñez publicó Debilidades mundanas
(13 cuentos), Habana, 1907. Figuras de carne, cuentos, ibid., 1908. Sol
de invierno, nov., ibid., 1910. Los Celos de un príncipe, nov., 191 1. La
Hora negra, nov.. Valencia (1912). Lo Imprevisto, nov., 1915. — M.
GiSTAU Ferrando publicó La Guardia civil, historia, Valdemoro, 1907.
— ^Alfredo Gómez Jaime, fecundo poeta colombiano, de fantasía bri-
llante y versificación caprichosa, sugiere y sueña en las Mil y una no-
ches. Parece discípulo de Rueda en Rimas del Trópico, Madrid, 1907. —
Julio y Joaquín Gómez Bardají y José Ortiz de Burgos publicaron
Anales parlamentarios, Madrid!, desde 1907. — Hipólito González Re-
bollar estrenó Vado difícil, comedia dramática, 1907. — Enrique
Gruntz publicó El Tálamo del amor, páginas de un loco, Montevideo,
1907. — E. Guardiola Valero publicó Importancia social del arte, Ma-
drid, 1907. — Ubaldo Ramón Guerra fn. 1878-), de Las Piedras (Uru-
guay), d'iputado, diplomático, publicó muchas poesías en revistas y
La Defensa de Montevideo y la guerra del Paraguay, Montevideo,
1907. — Joaquín Guichot y Barrera publicó Primeros escritos litera-
rios, Sevilla. 1907. — Melchora Herrero de Vidal publicó Cuentos de
aldea, Madrid, 1907. — Julio Hoyos (n. 1882-), valenciano, colaborador
de Rev. de Arte (1903), La Correspondencia y Vida Marítima (1903),
poeta laureado en los Juegos Florales de Alicante (1907) por su poe-
sía Velada de espera, publicó El Dolor de la casa, nov., 190S. Los
Ojos del lazarillo, cuentos, 1908. Camino de hierro, nov., 1909. Los
Anarquistas, nov., 1910. Como la estrella del Norte, nov., 1914. El
Solar de Arias Gon'salo, Zamora histórica y monumental, 1917. —
Benjamín Ibarrola estrenó El Jicarazo, jug. ("con Ant. P. Camacho),
1907. — Gonzalo Jover estrenó Los Niños del Hospicio, melodr. (con
Salvio Valentí), 1907. Fenisa la Comedianta, zarz. (con Emilio G. del
Castillo), 190S. Holmes y R^ffles (con id.), 1908. Las Bandoleras,
zarz. (con id.), 1908. La Garra de Holmes (id.), 1908. Los Segadores,
ZRvz. (con Emilio G. del Castillo), 1909. Sol y alegría, zarz. (con id.),
T909. El Amigo Nicolás (con id.), 1910. El Príncipe Sin-miedo, ope-
reta (con id.), 191 1. Sangre y arena, zarz. (con id.), 191 1. La Maja
de los claveles, sain. (con id.), 1912. Abierta toda la noche, saín, (con
Enrique Arroyo), 1912. Alicia, opereta (con Joaquín Cánovas), 1915.
De Sevilla á los corrales ó El Debut de Cirineo (con Arroyo), 1917.
— Labra y Vilar estrenó La Sal de la Tierra, zarz. (1907). — Lorenzo
Lafuente Vanrell publicó Cómo se vive, nov., Madrid (1907). Lo
Grande y lo pequeño, nov., 1917. — ^Angel Laga Lanchares estrenó La
Florista, mofiól. (1907). — Larra (Fernández de la Puente y Torregro-
sa) estrenó El Solitario, dispar. (1907). — Carlos Larrabure y Correa
publicó Noticia histórico-geográfica de algunos ríos de nuestro Orien-
te, Lima, 1907. — Jorge Lavalle Cobo, argentino, minucioso v sagaz cos-
tumbrista, publicó Voces perdidas, B. Aires, 1917. — Dámaso Ledesma
publicó Folklore ó Cancionero salmantino, Madrid, 1907, obra me-
236 ÉPOCA REGIONAL Y MODERNISTA (1888-^907)
-litísima. — Libro de los chistes, Madrid (1907). — Lima, unos cuan=
tos barrios y unos cuantos tipos al comenzar el s. xx, por 0I
Tunante, Lima, 1907. — Jacinto Linares Fernández publicó Curro,
dial, cóm., 1907. El Señor del violón, id., 1907. El Ultimo sacri-
ficio, monól. dram., 1907. — Eugenio López Aydillo (n. 1888-), de
Orense, profesor en la Universidad de Valladolid, muy erudi-
to en literatura gallega, publicó Galicia ante la solidaridad, Ma-
drid, 1907. País de abanico {Teatro de ensueño), Madricí, 1912. Las
Mejores poesías gallegas, Madrid, 1914. En la masa de la sangre, no-
vela, Madrid, 1916. El Obispo de Orense en la regencia del año 1810,
1918. Una cantiga desconocida del Rey Santo, 1918 (en Rev. Histór.).
Os miragres de Santiago, 1918. Fernando III, poeta castellano portu-
gués (con S. Rivera Monescau), Valladolid, 1918. — Feliciano López
publicó Hist. doc. y crít. de la santa y milagrosa imagen de Jesús Cru-
cificado... Santísimo Cristo de Burgos, Salamanca, 1907. — Hipólito
López Bernal publicó Apuntes históricos de B clorado. Estepa. 1907.
— Rafael Mainar publicó El Arte del periodista, Barcelona (1907). —
José Matías Manzanilla, peruano, diputado por lea, publicó varios to-
mos de Discursos parlamentarios, 1907-14. — Luis Manzano Mancebo es-
trenó El Cojo, entr. (1907). — Mariano Marfil García publicó Relacio-
nes entre España y la Gran Bretaña desde las paces de Utrecht hasta
nuestros días,'^a.drid, 1907. — Alejandro P. Maristany estrenó La Mu-
ñeca eléctrica, jug., 1907. Tratado de pa^, boc. de com., 1908. Los Mani-
rrotos, jug., 1913. El Ángel rebelde, com., Madrid, 1916. La Comedia del
honor, dr. (con Mariano Colobardas), Cádiz, 1917. La Audaz aventura,
1917. El Rey del acero, dr., 1917. — Julián ]\íartín de S.'^lazar publicó
A través de la vida, Madrid, 1907. Por asalto, diálogo, 1908. — Leoca-
dio Martín-Ruiz, colaborador de La Crónica (Guadalajara, 1903),
publicó Tierra sultana, prosas, INIadirid, 1907. Las Canciones del Llano,
Sevilla (1914). — José Martínez Reverte (n. 1882), murciano, pu-
blicó La Hora de juego, entremés, 1907. Buena suerte, id., 1909. Alma
huertano, zarzuela, 1910. Nochecica de abril, escena de costumbres,
1914. El Triunfo de la primavera, humorada lírica, 191 5. Cosas de la
edad, artículos. Colección de sonetos y poesías festivas. — Juan Bau-
tista Martínez de Castro publicó De Historia y Arqueología, Al-
mería, 1907. Algo sobre arqueología almcriense, ibid., 1907. Naderías,
ibid., 1908. — Luis Martínez Pineda, riojano, publicó Primicias, poe-
sías (1907). — L. Martínez de Tovar estrenó La Riqueza de los pobre.;,
boceto, Málaga, 1907. — Fray Zacarías Martínez Núñez (n. 1864),
de Valdearados (Burgos), agustino (1881), publicó Discursos y ora-
ciones sagradas, Madrid, 1907. Conferencias científicas acerca de la
evolución materialista y atea, 1910. — El padre Manuel Mas (na-
cido 1862), de Barcelona, escolapio, publicó Elogios de varones ilus-
tres del Maestrazgo, 1907. Necrología sodalium Sch. P. — José Maza,
abogado chileno, estrenó Once de Estudiantes, jug. cóm., Santiago,
1907. — Baldomero Mediano y Ruiz publicó El Vergel de las niñas,
-colección de cuentos morales, leyendas, poesías..., 7.* ed., Madrid,
S. XX, 1907. LUIS MARIANO PÉREZ '^^
1907; Barcelona, 1911. El Faro de las niñas, cuentos, 1908. — José
Trajano Mera (n. 1862-), de Ambato (Ecuador), hijo de Juan León,
estudió Derecho, fundó la Rev. Ecuatoriana (1889), fué cónsul en Eu-
ropa y vino á España (1890) á estudiar en los archivos. Coleccionó sus
poesías, propias y traducidas, en Sonetos y sonetillos^ Madrid (1907?).
Estrenó en Quito dos juguetes cómicos en 1914, publicándolos en 1915.
— Juan J. Mirabet, publicó Castañas frías y calientes, Habana, 1907,
artíc. liter. y políticos. — Gonzalo Molina, poeta contemporáneo, de ca-
denciosos y sentidos versos, ha publicado Rimas bohemias, Madrid, 1907.
Estrofas de dolor, 1909. — Joaquín Montaher Castaños (n. 1892-), de
Villanueva de la Serena (Badajoz), redactor de La Publicidad, publicó
Cantos, i^y. Sonetos y canciones, Barcelona, 1911. Juan Farfán, poe-
ma, 1913. Primer libro de odas, 1914. Poemas inmediatos de la guerra,
1916. Antología de poetas cast. clás. para los niños, 1917. Para el teatro:
El Ilustre don Beltrán (1911). La Honra de los muertos (1916). — Enri-
que Morales Ruiz publicó Prosas líricas. Ciudad Real (1907). — José
Morato publicó La Jova, tragedia vulgar, Barcelona, 1907. — Oros-
man Moratorio (n. 1883-), montevideano, hijo de Orosman Morato-
rio, redactor de El Plata, estrenó por primera vez en Buenos Aires
el año 1907, y el mismo año en Montevideo, La Jaula, premiada en el
certamen España dte aquel año. El Hijo del otro, Dulce calma, Sol de
otoño. El Pan nuestro. La otra Magdalena, Luces pálidas, versos. —
José R. Moré_, asturiano, publicó Flores silvestres, versos, Habana,
1907. — Miguel Moreno, poeta ecuatoriano, publicó Libro del cora-
zón, poesías, Cuenca (Ecuador), 1907. — Pedro A. Morcado, joven
poeta andaluz, ha publicado Aleteos, poesías, Granada, 1907. — Mer-
cedes G. DE Moscoso publicó Abuela, dr., Guayaquil, 1907. — Alfonso
Muñoz de Diego estrenó Amor esclavo^ com., 1907. Carnaval, el libro
de los amores y de los odios, Madrid, 1910. La Muerte del bardo.
Granada. — Antonio de Nicolás publicó Portillo, recuerdo de una
villa castellana, Madrid, 190709. — Nosotros, rev. mensual de Uter.,
hist., arte^ filosofía, B. Aires, desde 1907. — Rafael Padilla publicó
Leonor, drama; Julia y Segundo, Zaide, Un sueño, cuentos; todo junto,
Madrid, 1907. España actual, Madrid, 1908. Incógnita, dr., 1909. Sangre
argentina, Madrid, 1910. Carlota Corday, dt., 1911. Por mi país, 1912.—
Pasquino : Episodios de i8o8-p, Zaragoza, 1907. — J. Pastor Rubira es-
trenó Soledá, zarz. (con R. del Villar), 1907. Las Niñas alegres, entr.,
1907. La Perra chica, 1908. Amor ciego, zarz. (con Man. Penella), 1908.
La Leyenda mora, zarz., 1908. Corpus Christi, dr., 1909. La Noche de las
flores, 1909. — T. Pavie publicó El Amor de una criolla, historia perua-
na, Barcelona, 1907. — ^Ricardo Pedrosa publicó 'Amor es vida, nov.,
Madrid, 1907. — Leonardo Penna, chileno, publicó Yo, Santiago. 1907.
— Antonio Pérez de Arce publicó De afición, versos, Madrid, 1907.
— Luis Mariano Pérez, de Jamaica, publicó Apuntes de libros y fo-
lletos impresos en España y en el extranjero que tratan expresamente
de Cuba desde principios del s. xvii Jtcísta 1812, Habana. 1907- ^^
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{en El Siglo XX). — Rafael Pérez del Bosque estrenó Tretas estu-
diantiles, paso, 1907. Lo de siempre, com. Malas partidas, jug., 1910.
Almas perdidas, com. Del amor y del dolor, versos (1912), del tono de
Meléndez. — Julio Perrín publicó La Necesidad del crimen, Barcelona
(1907). — Francisco Pino, cubano, publicó Laborando, artíc. polít. y
liten, Cruces, 1907. — Juan de Pina publicó Casos prodigiosos y cueva
encantada, novela, Madrid, 1907. — Constantino Piquer publicó Cuentus
aristocráticos. Valencia, 1907. Siluetas de principes, Madrid, 191 1. —
Martín Pizarro, cubano, por seud. Tik Nay, publicó Abandonado, mo-
nólogo, Habana, 1907. Las Mañanas en la Corte, ibid., 1910 (crónicas de
los juzgados correccionales). — Francisco Plancarte y Navarrete,
obispo de Cuernavaca (Méjico), publicó Colecc. de documentos inéd. y
raros para la hist. ecles. mexicana^ Cuernavaca, 1907. — Policromías,
versos festivos, escenas^ cuentos... por Policromio, Madrid, 1907. — Ca-
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tra de la Escuela Normal, publicó Lecciones de lenguaje, Habana, 1907.
Biografía de J. L. Luaces, 1910. El Romance en Cuba^ 1914- Todas
obras premiadas y la última como tesis doctoral. — Ramón Pontones y
Navarro publicó Prosas íntimas. Murcia, 1907. A tono menor, versos,
Madrid, 1908. — ^JosÉ Ponzano estrenó Una gota de sangre, zarz.
(1907). — Faustino Poza Matesanz estrenó Los Amores de un sonám-
bulo, jug. (1907). — Fray Norberto del Prado (1852-1918), de La-
viana (Oviedo), dominico (1869), profesor en Filipinas, y durante
-treinta años en Friburgo, teólogo y filósofo tomista, publicó obras teo-
lógicas y sermones, y, adema s. Estudio crít. -teológico del drama "El
Condenado por desconfiado", de Tirso, Vergara, 1907. Enseñanzas del
Rosario, 3 vols., ibid., 1914. — José María de Fuelles y Centeno publicó
Recuerdos de mi juventud, Cádiz, 1907, 191 2. — Juan Pujol (n. 1883-),
primero poeta, después cronista de periódicos, publicó Ofrenda á Astar-
tca, poemas, 1907. Jaculatorias y otros poemas, 1908. De Londres á Flan,,
des con el ejercito alemán en Bélgica, 1915. En Galitzia y ellsonzo, 1916.
La Guerra, 1917. — P. Silvino Pulpón estrenó Robo a tiempo, dr., 1907.
Elena, drama histórico, 1912. — Rodrigo de Rahavanez^ colombiano,
publicó la novela realista Caprichos, escenas de la vida intima, novela
colombiana, Barcelona, 1907. — Juan Ramírez Pérez publicó Peccata
mundi, nov., Almería, 1907. — José M. Requejo estrenó Agencia ma-
trimonial (con M. Real), 1907. — Revista Latina, dirigida por Fran-
cisco Villaespesa, 1907. — Cipriano de Rivas y Cherif publicó con el
seud. de Leonardo Sherif, Versos de abril, Madrid, 1907. Los Cuer-
nos de la luna, 1908 {Cuento Semanal). El Cristal con que se mira,
com., 1909. Florecillas de San Francisco, trad., 1913. Casanova, Me-
morias, trad., 2 vols., Madrid, 1917. La Rochefoucauld, Memorias,
trad, 1919, — Amancio Rodríguez López, burgalés, publicó El R. Mo-
nasterio de las Huelgas y el Hospital del Rey, Burgos, 1907-9, 2 vols.
— Manuel Rodríguez Cívico publicó Amor al fresco, diálogo andalu::,
. en prosa^ Cádiz, 1907. Partía serrana, dial., 1909. — El Romancero
S. XX, 1907. ISIDORO TORRES ORIOL aSg
chileno, recop. por M. J. Bobadilla y Guillermo de A., Valparaíso,
1907. — Esteban Clemente Romeo (n. 1887-), poeta vallisoletano y
médico, ha publicado Versos de la aurora, 1907. — Gabriel A. Romero
Landa publicó Bl Cronista del porvenir, Palma, 1907. La Libérala,
zarz., 1911. — Antonio Ros publicó El Niño de la trenza lisa, novela
irágicómicotaurina, Madrid, 1907. — Ramón Ruilópez publicó Chita,
aiov., Habana, 1907. Elisa del Monte, nov., Valencia (191 1). — Manuel
E.UIZ Rodríguez, de Corralillo (Cuba), obispo de Pinar del Río (Cu-
ba), publicó Cartas pastorales (30) desde 1907. Liras y estrofas (con
seud. de Lucas del Cigarral), Habana, 1910. Impresiones de un viaje
Á Tierra Santa, 1915. Los Tronos de Cristo, 1916. — Julio Saavedra
Molina^ chileno, profesor de Francés, publicó Nuestro idioma patrio,
Santiago, 1907. Repeliendo la invasión (del castellano de España),
1908. R-eformemos nuestra enseñanza secundaria, 1912. De la reno-
vación de la Gramática castellana, 1914. Enseñanza cultural de idio-
mas extranjeros, 1916. — José Salarrullana y de Dios (n. 1867), de
Huesca, catedrático de Historia en la Universidad de Zaragoza, pu-
blicó Documentos correspondientes al reinado de Sancho Ramírez
(t I d!e S. Juan de la Peña), Zaragoza, 1907. — José Sánchez Rojas
(n. 1 885-), de Alba de Tormes, doctor en Leyes, publicó A propósito
.de los exámenes, Salamanca, 1907. El Problema del anarquismo, Ma-
drid, 1908. Elogio de Sánchez Ruano, Barcelona, 1912. B. Croce, Es-
tética, trad., Madrid, 1912. Las Mujeres de Cervantes, ibid., 1915. Sol
•entre nieblas, Madirid, 1918. Paisajes españoles, ibid., 1918. Sonetos
y canciones, ibid., 1918. El Crepúsculo de los filósofos, trad. del ital.
Juan Papini, Valladolid, 1918. Josué Carducci, La Vida es sueño, etc.,
trad., 1918. Castilla y Cataluña, 1919. Paisajes y cosas de .Castilla,
1919. — Ramón Sánchez Saráchaga estrenó El Héroe del cortijo, zar-
zuela, Barcelona, 1907. — Felipe Santana Espino, canario, estrenó
Rosa canaria, zarz., Albisu, 1907. — Antonio Santero publicó Don
Juan de Austria, nov. hist., Macírid (1907). — Luis Seco de Lucena
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Granada árabe, 1910. Síntesis y glosario de la historia de Granada,
ibid., 1916. La Alhambra, 1919. — Vicente de la Serna y de Maza£
publicó Villa Luz, nov., Madrid, 1907. — V. Serrano Clavero publicó
Berzas en vinagre, poesías, Barcelona, 1907. — Rafael Solís estrenó
La Boda de la Felipa, saín, (con Ramón Peris), 1907. — Julián Sorel
publicó Cortesanas célebres, Barcelona, 1907, 2 vols. — Maximiliano
G. S0RIAN0 publicó Yeclanertas, poesías, Madrid, 1907, 3.' ed. — Juan
Téllez López (f 1915), militar, publicó De espaldas al sol, nov., Ma-
-drid (1907). Vidas sin vida, novela, Madrid, 1915. — Gonzalo Terra-
DiLLOS PÉREZ, segoviano, publicó Predicar con el ejemplo, nov. patrió-
tica, Segovia, 1907; Madrid, 1908. — R. de Torre Isunza publicó La
Eilosofía, de la historia y el regionalismo, Madrid, 1907. — Francisco
DE Torres Galeote publicó La Mística española y los triunfos del
£ímor de Dios de fray Juan de los Angeles, Sevilla, 1907. — Isidro To-
rres Y Oriol publicó Bnrcelotva histórica, antigua y moderna, ibid..
240 ÉPOCA REGIONAL Y MODERNISTA (1888-1907)
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poético, Cárdenas, 1907. Hojas secas, poesías, ibid., 1911. — Ernesto
TuRiNi, argentino, poeta melancólico y lángi^ido; discípulo, al pare-
cer, de D'Annunzio, publicó Líricas, 1907. Anima, 1908. — Francisco
DE Ulacia, vascongado, publicó Martinchu ta Matilde, nov., Bilbao,
1907. El Caudillo, nov. cubana, ibid., 1910. Don Fausto, nov. — G. U.
Umphrey publicó Aragonese Texts, now edited for the first time,
1907 (en Rcv. Hisp.). — Daniel Ureña, costarriqueño, publicó Sombra
y tus, pasatiempo dram., 1907, María del Rosario, dr., 1907. Los
Huérfanos, dr., 1910. — ^Alejandro Urrutia, cordobés, publicó Ecos del
alma, Valladolid, 1907. El Cantar de los cantares. Murcia, 1908. Un
libro, prosa, Córdoba, 1910. Versos, ibid., 1915. — S. Valentí Cam»
publicó Premoniciones y reminiscencias, Barcelona. 1907. — Ricardo
Valero estrenó La Heredad, dr. (1907). — Luis Vallejo estrenó El
Retrato de mi marido, jug. (con Ricardo Valero), 1907. — Agustín
Vedia, argentino, publicó La Constitución argentina, 1907. Martín
García y la jurisdicción del Plata, 1908. — Curro Venenito publicó
Chascarrillos andaluces, Madrid, 1907. Nuevos chascarrillos taurinos,.
1910. Chascarrillos gitanos, 2 series, 1918. — Francisco Vergara Royo,
director de El Radical de Albacete (1904), estrenó Ley suprema, boceto,
Albacete, 1907. La Santerica, cuento-novela, Albacete, 1907. — F. Vezi-
NET, francés, publicó Les Maitres du román espagnol contemporain, Pa-
rís, 1907. Moliere, Florión ct la littcr ature espagnole, ibid., 1909. — Ange»
LES Vicente García de Elormendi (n. 1878-), de Murcia, que desde los
diez estuvo en América, hasta 1906, publicó Teresilla, 1907, novela; Los
Bxiitres, cuento, 1908; Zezc, 1909, novela; Sombras, 1910, cuentos. Otros
cuentos y artículos en varias revistas. — Manuel Vidal^ presbítero,
residente en Vigo, publicó La Salve explicada, Madrid, 1907. Don
Porrazo ó Mi cubierto de plata, á guisa de novela de costumbres ga-
llegas, ibid., 1909. Antología de apólogos castellanos de cien escritores
y poetas moralistas, ibid., 1910, 1912 (2.* ed.). Elena de Síbaris, nov.,
1912. La Novela del trabajo, ibid., 1912, Canciones de Navidad... de poe-
tas castellanos de los siglos xv, xvi y xvii, 1913. — Ramiro Vieral Du-
ran publicó Siluetas de las personalidades más salientes de Galicia, Vigo'i,
1907. — Juan Villarreal estrenó El Músico ambulante, zarz. (1907). —
Manuel Villarreal y Pérez (n. 1885-), sevillano, auxiliar en la Fa-
cultad de Letras en Madrid, fundador de Vida Española, semanario
católico, publicó El Justicia de Aragón, Sevilla, 1907. Alonso Sánchee,
sus viajes y embajadas, Sevilla, 1907. — F. de Viu estrenó F'eria de
amor, com., Guadalajara, 1907. Las Nubes, com., Macírid, 1917. —
Eufronio Vizcarra, venezolano, publicó Casos históricos y tradicio-
nes de la ciudad de Mizque, Cochabamba, 1907. — J. J. Ylla Moreno
publicó Rubíes y amatistas, versos, Montevideo, 1907. — Federico de
Zabala y Allende publicó El Consulado y las ordenanzas de Comer-
cio de Bilbao, ibid., 1907. — ^Manuel M. Zamora, colombiano, publicó
Guia de la Rep. de Colombia, Bogotá, 1907. — José María Zeledón,.
costarriqueño, publicó Musa nueva, cantos de vida, 1907.
MempsiReissiq
PÜKTAS URUGUAYOS
ESBOZO DE ÜN ENSAYO CRÍTICOHISTÓRICO
DE LA LITERATURA CASTELLANA
Llegados al término de tan largo viaje (}), aunque nos hayamos
reposado y detenido por cortos momentos cuando pedían aclara-
ción los cambios evolutivos de la historia literaria, mayormente en
la introducción de cada una de las épocas, que son como las jorna-
das del camino, y siempre que un nuevo género literario nacía
y se ofrecía á nuestros ojos, importa ahora echar una ojeada, como
á vista de pájaro, á lo largo de toda su carrera. Se ha dicho que la
cronología y la geografía son los ojos de la historia. Con esos ojos
hemos de echar ahora esa ojeada de conjunto. Los tiempos y re-
giones traen, mudan, matizan y caracterizan los grandes aconte-
cimientos históricos de la literatura, que se llaman géneros litera-
rios, ó sea las maneras universales de la expresión literaria.
Tócanos aquí señalar ceñidamente los momentos históricos en
que el espíritu literario de la raza muestra mayor pujanza ó aba-
timiento, las aportaciones extrañas y cómo y hasta dónde se las
apropia nuestra literatura, á la par que su fuerza de expansión y
de influencia en ellas; la vivacidad, duración y fecundidad de los
diversos géneros y escuelas entre nosotros ; el enlace genético de
unos con otros ; sus orígenes, nacimiento, transformación y fene-
cimiento ; las diferencias regionales que los autores traen al arte
de escribir, y otros puntos que nos permitan poner en claro la na-
turaleza de la literatura castellana, su unidad y diferenciaciones.
(i) Este trabajo se escribió para el final de toda la obra; pero pónese
aquí, por haber quedado corto el tomo presente y no referirse la materia a
la época contemporánea que abarcará el tomo siguiente, sino a los tomos
ya impresos que de suyo encierran la historia definitiva.
TOMO xii. — 16
242 ESBOZO DE UN ENSAYO CRITICOHISTÓRICO
SUS cualidades, su desenvolvimiento y su valor en el mundo del
arte universal.
A tres puntos reduzco este esbozo, que con mayor prolijidad
pudiera dilatarse y desenvolverse en un Ensayo críticohistórico de
la Literatura castellana : el tiempo, el espacio, los géneros. El tiem-
po abarca la evolución literaria; el espacio distingue el espíritu
regional de cada una de las regiones españolas que han mostrado
particular carácter literario; los géneros diferencian las diversas
maneras de expresión de nuestra literatura.
CAPITULO I
EL TIEMPO Ó LA EVOLUCIÓN LITERARIA
Por cuatro dilatadas eras corre nuestra historia literaria y
nuestra cultura, que pudieran tenerse por otros tantos mundos en
que ha vivido durante los siglos que cuenta. El mundo romano, el
medioeval, el clásico y el romántico. El mundo romano abarca
siete siglos y medio, desde medio siglo antes de la era cristiana,
en tiempo de Cicerón, hasta la invasión mahometana (711); el
medioeval comprende siete siglos (viii-xiv), hasta los comienzos
del XV; el clásico, cuatro (xv-xviii), hasta 1830; el romántico,
desde 1830 hasta nuestros días. Cuatro diferentes maneras de vi-
vir del arte literario, cuatro manifestaciones artísticas distínguen-
se en estos cuatro mundos y échanse al punto de ver á la primera
mirada general sobre el curso de nuestra historia literaria, for-
mando, por consiguiente, su primera y principal división.
La literatura española, mientras señorearon los romanos en
nuestra Península, es literatura romana, por el habla latina en
que se escribe, por el espíritu romano que la alienta, hasta por el
lugar donde se cultiva, que fué la misma Roma. Nada sabemos to-
cante á la España de aquellos tiempos más de lo que los romanos
quisieron decirnos, y siendo su intento historiar las cosaá romanas,
acaecieran en España ó en las Gallas, en Italia ó en Roma, nos
vemos privados de los conocimientos de la verdadera historia de
España, de su privado y común vivir, de su popular literatura,
de su vulgar idioma, á no ser en cuanto se roza con las cosas ro-
manas. De la España no romana, de la nuestra, de los españoles
no romanizados, apenas si dejan traslucir los escritores romanos
la menor noticia que no sea para ilustrar su propia historia. La
DE LA LITERATURA CASTELLANA. CAP, I 2¿\3
literatura española que conocemos de aquella época no puede ser
más que la literatura latina, escrita en latín y con espíritu romano,
por algunos españoles romanizados ó italiotas de origen, mejor
dicho, por los colonos nacidos en España mientras vivieron y flo-
recieron en Roma. Con ser romano el espíritu de tales escritores,
lleva, sin embargo, no poca liga del mismo metal de la raza espa-
ñola, que después ha de brillar en los escritores castellanos. Per-
tenecen, por consiguiente, á la literatura española, ya que no á la
castellana, no sólo por su nacimiento, sino por la mitad de su na-
tural y espíritu. Y no es corta gloria de nuestra nación el haber so-
brepujado á todas las demás del imperio en el número y calidad
de los escritores que dio á la literatura latina. Tras la época de oro
(83 antes de Jesucristo — 16 después de Jesucristo), en la que bri-
llan, más que los romanos, los italiotas, la época de plata (14-117
después de Jesucristo), que comienza con el reinado de Tiberio,
está toda ella, puede decirse, en manos de españoles. Errados
anduvieron Tiraboschi y otros italianos del siglo xviii_, victo-
TÍosamente rechazados por los nuestros, al afirmar que el mal
gusto y decadencia literaria debióse en Roma á los escritores es-
pañoles. Con los aceros de su temperamento, su vigoroso, sin-
cero y recio decir, su pensar altamente ético y educador, fueron
los únicos que se opusieron á la afeminada decadencia que trajo
la imitación helénica, alma de la erudita literatura latina, sin
arraigo alguno nacional y nacida en la época decadente y pe-
dantemente erudita de la literatura griega de los tiempos alejan-
drinos. El viril desprecio de las recitaciones ó falsa oratoria, que
muestra Séneca el retórico; la reciedumbre estoica en el pensar y
en el decir de aquel gran apóstol de toda levantada moral, que se
llamó Séneca el filósofo, el cual está cien codos sobre todos los de-
más moralistas paganos, incluso el padre de todos y corruptor de
menores, Sócrates; la magistral pedagogía de Quintiliano, el se-
gundo Cicerón en latinidad ; el ático y realista azote de Marcial ;
la cristianización de la lírica personificada en Prudencio, la enci-
clopedia del saber romano remansada en San Isidoro, para no citar
más que las altas cumbres de la literatura latinohispana, hubieran
levantado de su postración á la caída literatura romana si humano
medio hubiera podido darse para hacer revivir lo que se moría por
momentos, por no tener arraigo en el pueblo romano y ser puro re-
medo de un arte extraño cultivado en las estufas de los eruditos.
Es mu]¿ de notar en Séneca el retórico el menosprecio que
muestra de la oratoria de salón ó recitaciones, en tiempos en que
.sobresalían retóricos cortesanos como Votienus Montanus, el de
\
244 ESÜOZO DE UN ENSAYO CRÍTICOHISTÓRICO
Narbona, por su escolasticismo en los discursos que echaba en las
escuelas de retórica; Mamercus Scaurus, exquisito en el decir, en
el vivir de malísima fama; Asinius Gallus y Largius Licinus, que
escribieron un Ciceromastix tachando á Cicerón de impropiedad,
desconsideración y otros mil defectos de estilo y lenguaje; Domi-
tius Afer, de Nimes, que murió de un entripado en el mismo ban-
quete cuando de sus dotes oratorias, venidas á menos, se le reían
ya los oyentes. De Séneca el filósofo no es menos de recordar que
fué el primero, entre los antiguos, que trató á sus esclavos como á
hombres, mostrando aquel espíritu democrático y de igualdad tan
propio de nuestra raza, tan ajena siempre á la división de castas
y clases sociales. Su entereza, hasta morir por ella, en una corte
depravada y aduladora, no es menos de nuestra gente. En Mar-
cial hallamos al bohemio español de siempre, al picaro que vive á
la que salta, y que, sin embargo, lleva en su pecho una increíble
ansia de justicia, que le mueve á satirizar la corrompida sociedad
que le rodea. La seriedad de Quintiliano y su sinceridad pedagógi-
ca y oratoria es de la misma cepa que la de Séneca el retórico. No
hay duda: los escritores hisponorromanos se distinguen por la se-
riedad y la sinceridad, por la robustez y por la grandeza ética de
sus ideas, y esto en una civilización ficticia y de mentirijillas, vi-
ciosa, gastada y decadente, tanto en literatura como en costumbres.
Muerto el idioma del Lacio, ó transformado, mejor dicho, en
lenguas románicas, siguió, con todo eso, viviendo, en cierta ma-
nera, artificial y eruditamente, hasta nuestros días, avivándose, so-
bre todo, en España desde los Reyes Católicos hasta mediado el
siglo XVII, merced al Renacimiento. De esta suerte, la literatura
hispanolatina, ya cristianizada, acompañó siempre á la literatura
castellana, yendo á par de ella y dando obras en todo tiempo. Pero
hay que tener en cuenta que, siendo idioma muerto el latín para
los autores que lo usaron desde la época arábiga, como lo había
sido muy de atrás para el pueblo, sus escritos son todos obra de
eruditos, y su latín un idioma convencional, que se alimenta de vo-
ces y construcciones tomadas del vivo romance. Así lo vemos de-
caer con la cultura ó mejorarse y allegarse más al verdadero latín
antiguo según van, en la Edad Media bajando, ó subiendo los es-
tudios clásicos en la época del Renacimiento. Las obras que du-
rante aquellas épocas se escribieron en latín no podían tener la
frescura de las escrita-s en el idioma nativo, y ya. nadie se acuerda
de ellas. ¡ Cuántos afanes puestos en hacer obras artísticas en latín
durante el Renacimiento se perdieron para la literatura castellana f
Por el contrario, es un duelo no siguieran escribiéndose en latín
DE LA LITERATURA CASTELLANA. CAP. I 245
los libros científicos de filosofía y otras disciplinas técnicas, que
facilitaba y unificaba la ciencia de toda la cristiandad, aberrándose
el tener que aprender, como hoy, tantos idiomas, con sólo apren-
der el latín. El cultivo de este idioma fué, por otro lado, un grave
peso que embarazó siempre el del idioma patrio. Los eruditos hi-
cieron siempre mucho daño al castellano. Sin esa traba tradicional
se hubiera aquí apreciado nuestro idioma en lo que vale y se hu-
biera llevado toda el habla del pueblo á la literatura, como en Gre-
cia se llevó ; pero ni la mitad del idioma popular castellano ha sido
todavía aprovechada por los escritores. Veinte siglos de vida de
nuestro romance castellano no han bastado para que llegásemos
•del todo á conocerlo : han sido viente siglos de lucha con el latín,
y esta es la fecha que todavía no ha ganado la partida, habiendo
ayudado al latín desde el siglo xiii en esta deshonrosa lucha el
francés, que hoy lleva la mejor parte. Persegmdo por el latinismo y
por el galicismo, el romance castizo anda en los libros como á som-
bra de tejado. Las influencias lingüísticas extrañas tengo para mí
que han sido para nuestro idioma antes nocivas que provechosas.
Sólo durante el reinado de Felipe II puede decirse que el idioma
patrio señoreó vencedor y triunfante en la literatura. Para la vida
de un idioma, corto espacio fué, y no pudo llegar á la literatura
todo su inmenso caudal. El Diccionario del castellano verdadero ó
popular está todavía por recoger.
La savia de los escritores hispanolatinos ha corrido por los más
robustos troncos de la cultura universal y ha dado ramas de escue-
las y hojas admirablemente escritas en todas las literaturas. La
filosofía moral de Séneca dio robustez ética á toda la literatura es-
pañola. La colección de sentencias que corrían debajo de su nom-
bre educó nuestra Edad Media; el senequismo comunicó firmeza
estoica al, de suyo, afeminado Renacimiento; encarnóse en Que-
vedo y Gracián, y fuera de España endureció las fibras muscula-
res de toda fuerte filosofía. El arte dramático europeo debió á
sus tragedias más de la mitad de lo que creyeron los mismos auto-
res deber al teatro griego. La sátira epigramática de Marcial fué
la maestra de los epigramáticos y satíricos posteriores. La retó-
rica earopea adeuda á Quintiliano más que á todos lo? demás re-
tóricos griegos y latinos juntos. La himnodia eclesiástica y sagra.-
da parte de Prudencio. La cultura medioeval europea, y más la es-
pañola, mantúvose de las migajas caídas de la espléndida mesa
que le puso San Isidoro en sus Etimologías, enciclopedia del saber
humano antiguo. Orosio llevó á la historia el providencialismo, y
Gsio redactó el Símbolo de Fe del más trascendental de los Con-
246 ESBOZO DE UN ENSAYO CRÍTICOHISTÓRICO
cilios, el de Nicea. Durante los siglos vi y vii, hundida Europa
por los bárbaros en noche de profunda ignorancia, los Padres de la
Iglesia española y los Concilios toledanos conservan esplendorosa
en España la cultura desaparecida del resto de Europa, y se forja
el Fuero Juzgo, aconteciendo de nuevo lo que se vio en la Roma
vencedora respecto de los griegos vencidos, que la cultura hispano-
latina de los vencidos españoles venció y amaestró á los bárbaros
vencedores visigodos. Cultivóse la jurisprudencia, la latina poe-
sía, la oratoria, la historia, las ciencias, la teología, la liturgia, los
cánones, la hagiografía, la música, la exégesis bíblica. Con todos
estos materiales, esencialmente católicos, los Padres visigodos fra-
guaron en los Concilios toledanos la unidad religiosa y nacional de
visigodos, romanos y españoles, unidad y atadero que la Providen-
cia apretaba á tiempo, porque había de ser, á poco, el baluarte de la
nación contra los embates de la morisma y el ariete que había de
volverla a echar de la patria tras ocho siglos de reconquista glo-
riosa. De aquí que el nombre de godo quedase después como sím-
bolo, en España, de aristocracia y nobleza de linaje, porque en
aquella era se echaron los cimientos de la unidad nacional, de la
reconquista y de los reinos de España.
Ocurre ahora preguntarse por qué fué la Península el rincón
de todo el imperio romano donde se refugió y conservó la cul-
tura latina después de la invasión de los bárbaros, durante los si-
glos VI y VII, hundida tan sólo por las hordas mahometanas el año-
711, como había sido hundida en el resto de Europa dos siglos an-
tes. No ha de atribuirse á los visigodos, tan bárbaros como los de-
más devastadores del imperio, y que si es cierto contribuyeron
algo al dejar la herejía arriana con el bautismo de Recaredo, fué
tan sólo por haberse así sometido á la Iglesia católica, siendo lo?
Concilios toledanos la fragua de donde salió la unidad nacional y
el esplendor de los mismos reyes, y los grandes prelados hispano-
latinos los verdaderos autores de todo. Tampoco ha de atribuírse^
á la posición geográfica de España, ya que á ella vinieron tantas
naciones de bárbaros como á la que más y sirvió de puente para
pasar no pocos de ellos á la vecina África. La causa verdadera creo
yo que fué el haber sido España la región del imperio donde más
hondas raíces había echado la cultura latina. Nuestra Península
había sido para los antiguos fenicios y griegos la Jauja, las tierras
últimas y lejanas del oro y de la plata, algo así como las Indias de
la antigüedad; para los romanos fué la niña mimada. Baste re-
cordar que habiendo sido la primera, fuera de Italia y Córcega^
que atrajo las miradas de Roma, merced á su riqueza minera, tan
DE LA LITERATURA CASTELLANA. CAP. I 247
codiciada por celtas, griegos, fenicios y cartagineses, y habiendo
sido campo de lucha con estos últimos para la dominación del
mundo, habiendo poblado las ricas riberas del Betis y del Ebro lo
más granado de los colonizadores italiotas, que desenvolvieron allí
la agricultura con el cariño que muestra nuestro Columela, bri-
llaron sus ciudades como las más famosas de las antiguas de
Oriente: Gades, Osea, Hispalis, Cartago Nova, Tarraco, Calagu-
rris, Emérita Augusta, Caesar Augusta, Juliobriga y Corduba. Las
escuelas de Corduba y Osea hiciéronse famosas; Balbo fué el pri-
mer bárbaro que logró el consulado ; su sobrino, del mismo nom-
bre, el primer bárbaro que alcanzó el triunfo. Trajano, el primer
bárbaro que llegó á emperador romano. De este modo se explica
que España diera á Roma la mayor parte de sus más grandes em-
peradores y los más celebrados escritores del imperio. Si durante él
fué España la provincia más culta, no es mucho siguiera siéndolo
tras la venida de los bárbaros y que, si antes la cultura gentil ro-
mana había alcanzado en la Península sus más gloriosos timbres,
los alcanzara después de hecha cristiana, venciendo á los mismos
bárbaros vencedores. Lo que para Roma pesaba y valía España
colígese, entre otros muchos, de aquel acontecimiento, al parecer
extraño, que cuentan los historiadores de César. Dicen que some-
tida Roma é Italia, cuando el grueso de sus enemigos se hacía
fuerte en Macedonia, adonde parece natural se dirigiera César con
sus legiones para dar el golpe mortal á sus adversarios, no lo hizo,
sin embargo ; antes, volviendo los ojos á España, pesó más en su
estima de gran estratega y político la sumisión de nuestra Penín-
sula que la del resto de la república teda entera. Y es que, si geo-
gráficamente España era el extremo de los dominios romanos, de
hecho y moralmente fué siempre el eje de la política romana, el
almacén de su riqueza y el centro de su cultura. La arquitectura,
que suele ir siempre del brazo de ella, dejó en España los más
grandiosos monumentos romanos ; á España se acogió Sertorio
para hacer frente á Roma ; Numancia tuvo en jaque á sus más
celebrados generales ; en España se decidió la suerte de Roma
en las ocasiones más criticas : en las guerras contra Cartago, en la
de los hijos de Pompeyo, en las de Cantabria, último triunfo del
pacificador Augusto. España fué la primera provincia cuya con-
quista Roma emprendió y la última que acabó de conquistar. Es-
paña, la región más querida de los romanos, la más culta, hubo de
conservar su civilización después de la entrada de los bárbaros y
del hundimiento del poderío romano, siendo la última en caer,
como había sido la primera en alzar su grandeza.
248 ESBOZO DE UN ENSAYO CRÍTICOHISTÓRICO
Fecha aciaga la del año 711, que pasan á España las hordas
arábigoaf ricanas, arrasan ciudades, yerman campos y apagan aque-
lla esplendorosa civilización romana, retraída de todo el Imperio
en nuestra Patria. Entonces sí que acaba de cerrarse y encapo-
tarse el cielo y se echan las nieblas espesas de la Edad Media sobre
toda Europa. Puede la Edad Media partirse en dos períodos. En
el primero (siglos viii-xi) brillan apenas, á medio apagar, durante
cuatro siglos mortales, algunas temblonas lucecillas de la cultura
romana, conservada entre las cenizas de aquellas ruinas y rudos
tiempos, á pesar de la devastación con que los africanos habían
pisoteado y arrasado el suelo de la Patria. En monasterios é igle-
sias es donde se conservó el menguado rescoldo. Hay un Liber
glossarum de hacia el año 750 y una Crónica, anónima, antes atri-
buida al Pacensis ó Isidoro de Beja, del año 754. Elipando renue-
va la herejía de Nestorio y le refutan San Beato de Liébana y
Etherio. Escribe, además, el primero un famoso comentario ai
Apocalipsis, con el primer mapa conocido del mundo.
Suena en la corte de Cario Magno el nombre del español Teo-
dulfo como único poeta de ella, nombrado Alissus dominicus y
consejero del Emperador (798) ; en el Sínodo de París (849), el
del aragonés Prudencio Galindo, obispo de Troyes, con su tratado
sobre la predestinación ; en Turín, el del obispo Claudio, discípulo
de Félix de Urgel, que escribe poesías hacia 871. También las
hace (871) Romano, prior del monasterio de San Millán. Redactan
sus cronicones Sebastián, obispo de Salamanca (866) 'y el monje
anónimo de Albelda (883) y su continuador Vigila (976). San ^'a-
lerio. abad del Vierzo, escribe á fines del siglo ix algunos tratados
eclesiásticos. Es cuanto pudo hacerse entre cristianos en los dos
primeros siglos de la Reconquista, cuando, recogidos los más en las
montañas de Asturias y Aragón y convertidos en guerreros, des-
aparecidas, con el desastre de Guadalete, las diferencias sociales,
nace la nueva nacionalidad española, guerrera y democrática, libre
é igualitaria, con sus adalides y campeones, que serán troncos de
la monarquía y de la nobleza, con sus municipios, defendidos por
fueros y cartaspaeblas. Los cristianos sometidos, llamados mozá-
rabes; antes de desaparecer, martirizados, en odio de la Fe, por
los Califas de Córdoba, dan el último destello de la cultura latino-
hispana isidoriana, señalándose el abad Esperaindeo, San Eulogio,
Paulo Alvaro y el abad Samson. En la cultura arábigohispana se-
ñálanse los mozárabes entre los más ilustres escritores, pudiendo
además, asegurarse que ella fué la que despertó y dio más á la
arábiga de la Península que no la arábiga á la española. Por se-
DE LA LITERATURA CASTELLANA. CAP. I 249
gunda vez, como en tiempo de los godos, los vencidos vencieron
culturalmente á los militarmente vencedores.
En el siglo x suenan el notario real de León Sampiro, por su
Chronicon (982) ; Josef el Español, por su tratado ; Salvo, abad de
Albelda, por sus himnos latinos, y Vigila, del mismo monasterio,
por su famoso Códice. En el siglo xi, Oliva, abad de Ripoll ; el
presbítero Juliano, de Alcalá, y Grimaldo, monje de Silos. Tal
es la menguada labor de cuatro siglos. El rudo y continuo batallar
contra la morisma no daba lugar á más altas empresas de cultura,
si más alta puede imaginarse que la de reconquistar palmo á palmo
el suelo patrio y echar, con la acción, las zanjas de la nueva Es-
paña. Los primeros invasores, africanos incultos, nada pudieron
traer á la civilización española, ni entre los estragos y odios de la
guerra podía haber comunicación posible entre ellos y los cristia-
nos. Los califas de Córdoba llamaron á su corte á cuantos sabios
y hombres de valer habían recopilado en Oriente, en Damasco,
Bagdad, el Cairo y Kairuan los despojos de la India y de Bi-
zancio, formando con ellos la ciencia arábiga, ciencia de segunda
mano, con la que los príncipes Abasidas, Abu-Djafar-Mansur,
fundador de Bagdad ; Arum-al-Rachid y Abdalah-al-Mamun qui-
sieron adornar sus cortes y suavizar la barbarie mahometana de
Mahoma y sus primeros califas. Aristóteles y Platón, Sócrates y
Pitágoras, Euclides y Tolomeo, pasaron al árabe, y no menos por
la Persia los apólogos de la India, como pasaron á las mezquitas
y demás edificios arábigos las columnas y demás elementos de la
arquitectura romana y bizantina. Obra de amalgama fueron todas
las ciencias y artes, entre los hijos del desierto en Oriente y en
España, adonde de Oriente vinieron durante el Califato cordobés.
Abder-Rahman, que las trajo con los mismos fines que las esti-
mularon los Abasidas en Bagdad, receloso de que los mozárabes
ayudasen al rey Alfonso el Católico en sus gloriosas expediciones,
atóles corto y persiguióles con crueles medidas y martirios. En-
conada la lucha más y más entre moros y cristianos, ninguna in-
fluencia tuvo entre los españoles por entonces aquella breve y fu-
gaz cultura, tan brillante en la superficie como vacía de carácter
propio, formada de elementos allegadizos y medianamente dige-
ridos; su influjo se sentirá más tarde, al juntarse moros y mude-
jares, judíos y cristianos, en Toledo, ya conquistada por nuestros
Reyes.
Efectivamente, el segundo período medioeval viene cabalmente
de este acontecimiento y comunicación, comenzando por la cultura
española con la toma de Toledo (1085) por Alfonso VI y el esta-
2 5o ESBOZO DE UN ENSAYO CRÍTICOHISTÓRICO
blecimiento del Colegio de traductores en tiempo de Alfonso VIL
Si con el primero de estos Reyes (1073-1109), siendo arzobispo de
Toledo don Bernardo, cluniacense francés, los monjes de Cluni
despiertan la cultura latinoeclesiástica, con el segundo (1126-1157),
siendo arzobispo de Toledo, esta vez español, don Raimundo, los
sabios musulmanes y hebreos, acogidos á aquella ciudad en la per-
secución almohade, injertan en la cultura latina la semítica, sobre
todo la arábiga, depositarla del saber griego y del saber indiano.
La ciencia arábiga fué toda prestada de Grecia y de la India. Los
árabes, en los tiempos de su mayor esplendor, los de más oscura
barbarie para Europa, fueron como depositarios de la ciencia an-
tigua, clásica y ariana. Toledo, con su Escuela de traductores,
fué el conducto por donde aquella ciencia pasó á Europa, tradu-
cida primero al latín, después al romance castellano. Los hombres
más entendidos de Occidente sacaron de allí cuanto después se
supo del saber griego é indiano, hasta que el Renacimiento acudió
derechamente á las fuentes clásicas, romanas primero, luego he-
lénicas.
En Toledo se empolló, por consiguiente, la cultura española y
europea. Alberto Magno y Santo Tomás, fundadores de la Esco-
lástica, conocieron á Aristóteles por el español Averroes. La as-
tronomía pasó de los árabes al latín, y con Alfonso el Sabio ql
castellano. En literatura, la didáctica fué la primera en ser cul-
tivada, llegando de Oriente, primero al latín, mediante el judío
converso (1106) Pedro Alfonso, después al castellano por la tra-
ducción de obras morales, traídas en arábigo desde la India, en la
forma de apólogos, cuentos y sentencias, tradicionales en aquella
parte del Asia.
El estímulo vino, por consiguiente, de Francia con los clunia-
censes ; la materia científica, de Oriente, con los árabes y judíos.
De esta manera se juntaron en Toledo las dos grandes corrientes
científicas, oriental y occidental, durante los reinados de Alfon-
so VI, Alfonso VII, Alfonso VIII, hasta el siglo xii; después,
en los reinados Fernando III y Alfonso X, en el siglo xiii. Los
cronicones y crónicas toman más amplio vuelo en latín, hasta que
el Rey Sabio escribe en romance la Crónica general, que irá refun-
diéndose é imitándose, y hasta que el Renacimiento la convierta
en historia. En la primera mitad del siglo xiii, bajo los auspicios
de San Fernando (1230-1252) y de don Jaime el Conquistador
(1213-1276), comienza á emplearse el castellano en la especulación
científicojurídicoliteraria, tanto en Castilla como en Aragón, antes
que en ninguna otra lengua románica ; pero acaso ya á fines del si-
DE LA LITERATUILrK CASTELLANA. CAP. I 25 1
glo XII se escribió por primera vez la epopeya popular castellana, -
naciendo asi á la par el habla literaria y la literatura castellana
erudita, ya que la literatura castellana no escrita y el idioma cas-
tellano hablado y sin llegarse á escribir, son dos cosas harto más
viejas, nacidas al choque del latín con el habla indígena de Es-
paña, llamada Euskera. El estímulo venía no menos aquí de Fran-
cia, con la literatura épica francesa; la materia tomóse del pueblo
castellano, cuanto al asunto épico; la forma, ó sea el idioma, to-
móse no menos del pueblo ; cuanto á la métrica, quiso el autor de
Mió Cid emplear el alejandrino francés, y mezcló mucho pie de
romance popular. El mismo influjo francés se nota en el mester
de clerezia, cuanto al metro de la cuaderna vía ; el asunto, en cam-
bio, tomóse de los libros latinos eclesiásticos, y mediante ellos se
trataron otros de la clásica antigüedad, como de Alejandro y Apo-
lonio. El Auto de los Reyes Magos está tomado de la liturgia fran--
cesa.
La literatura castellana erudita nace, por consiguiente, bajo
dos influencias : la eclesiástica, que traen los cluniacen^es france-
ses, y la semítica é indiana, que traen árabes y judíos. La semítica
sólo influyó en los asuntos, dio libros que traducir y nada más ; no
tocó á la forma, por lo desemejante que era el idioma castellano
y su métrica respecto de los idiomas semíticos y su poesía. Al
revés, la eclesiástica francesa influyó en la forma métrica ; los
asuntos de los libros eclesiásticos eran de todo el Occidente de
Europa, y la materia épica estaba en los cantares populares. Los
escritores fueron ó clérigos ó grandes príncipes y reyes, por ser
unos y otros los que únicamente sabían escribir y ^eér. Tal es la
literatura erudita, nacida en esta época. A par de ella y más por lo
bajo, corre la literatura popular no escrita, consistente en refranes,
cantares líricos y en romances épicos ; pero, como no se es-
cribe, tan sólo se trasluce por su influencia en la literatura escrita.
De igual manera el idioma vulgar se trasparenta en el lenguaje li-
terario, que se allega más al latín eclesiástico, sabido por los eru-
ditos que lo escriben. Nótase harto la lucha entablada entre el
pueblo castellano, criado en la independencia de la guerra, y la
corte, afrancesada por el poderío del monasterio de Cluni. Escul-
pida quedó aquella lucha en el refrán : O quieren reys allá van Icys,
El rito mozárabe mudóse por el romano ; la escritura isidoriana ó
gótica, por la francesa. Abadías, monasterios, todo quedó á merced
de los cluniacenses, que señoreaban la corte. En estas circunstan-
cias nació la literatura castellana en Toledo, á estímulo de los clu-
niacenses galos. A los eruditos, hombres de corte, los primeros que
252 ESBOZO DE UN ENSAYO CRÍTICOHISTÓRICO
■ escribieron en castellano, podemos, pues, llamarlos afrancesados,
como á los literatos del siglo xviii. De ellos fué, sin duda, el que
por primera vez quiso escribir en castellano el Cantar de Mió Cid ;
de ellos el que compuso el Cantar de Roncesvalles, y si otros hubo
que escribieran otros poemas hoy perdidos. Tales asuntos épicos
andaban en trozos y romances no escritos, cantados por juglares,
entre las gentes del pueblo. Su espíritu era netamente castellano, de-
mocrático, independiente. Ensalzábase á los adalides populares de la
Reconquista, dejando en la sombra á los Reyes; y, con todo el acata-
•miento y lealtad que por ellos mostraban adalides y pueblo, bien
se trasparenta el que se les considera como interesados y algo con-
trarios á las libertades populares. Tal era el espíritu de la admi-
rable epopeya castellana, popular y no escrita, que pasó prosificada
á la Crónica general, y afrancesada en metro al Cantar de Mió
Cid, á pesar de ser erudito y af ancesado, digamos, su autor. Pero
tenía que escribir conforme á la moda francesa, que privaba, en
• el metro francés alejandrino, y el Cantar resultó híbrido: en la
ínateria y espíritu castizamente castellano ; en el metro, francés.
Los clérigos que cultivaron el saber eclesiástico rindieron parias
igualmente á la moda francesa en el metro, y tales son 1^ obras
de Berceo y demás escritores del mester de cleresia; esto es, de
Tos escritores eruditos ó clérigos, en oposición á los Jugíares que
seguían cantando sus romances. El influjo cluniacense, francés,
eclesiástico y erudito, si nos trajo el nacimiento de la literatura
erudita, fué, en cambio, causa de que se menospreciase la litera-
tura popular, de tan contrario espíritu. Sin semejante influencia
francesa, acaso la literatura, al nacer, hubiera brotado toda en-
tera de la popular, en asuntos, espíritu y metro, y hoy conserva-
ríamos los tesoros épicos que se perdieron por no haberlos copia-
do los eruditos afrancesados. Era, sin embargo, tan grande la pu-
janza de aquella popular epopeya, que se impuso al autor de Mió
Cid, y dejó en la Crónica general sus más briosas y valientes pin-
celadas. Tal fué, en el primer nacimiento de nuestra literatura, el
primer encuentro entre los eternos contrarios del campo literario,
e4 espíritu popular y el erudito, venciendo éste aquella vez. Sólo
cuando se concierten en el reinado de los Reyes Católicos y en el
de Felipe II, será grande y original la literatura castellana. Con
todo, el espíritu popular, criado en la Reconquista, fué tan fuerte,
que, aun vencido por el erudito, caracterizó nuestra literatura, más
en España que en ninguna otra nación. Es nota propia de nuestra
literatura, efectivamete, desde su nacimiento, la nota popular,
como lo es de nuestra raza la nota de democrática independencia
DE LA LITERATUR.\ CASTELLANA. CAP. I 253-
en medio del feudalismo europeo. Ello débese á las condiciones de^
igualdad é independencia con que se formó la nacionalidad espa-
ñola por el pueblo, anegadas i&s clases sociales visigóticas en las
aguas del Guadalete. Aquel al parecer triste desastre fué origen"
venturoso del natural español, fraguado durante la Reconquista.
Alfonso X (1252-1284) es el principal escritor erudito que apro--
vecha todas las corrientes científicoliterarias y escribe ó hace escri-
bir de todo, prosa y verso, filosofía, ciencia, historia, leyes. Su cor-
te es la más culta y sabia de la Edad Media. Las Partidas, la Cró-
nica general, los Libros del saber de astronomía. Las Cantigas,
obras son que ni antes ni después, hasta el Renacimiento, tienem
par ni semejante en España.
Berceo, del mismo siglo xiii^ es el poeta del mester de clerezia
por excelencia; el príncipe don Juan Manuel y el canciller Pero.
López de Ayala, entrambos de la primera y de la segunda mitad
del siglo XIV, los más cultos prosadores. La influencia francesa
quedó casi reducida al verso alejandrino, y perdió mucho terreno
ya en el siglo xm^ ganándolo, en cambio, la influencia popular en.
el sin par Juan Ruiz, en el Poema de Alfonso Onceno, en el Cantar
de Rodrigo, en el Rabí Sem Tob, en las obras históricas de Fer-
nando Sánchez de Tovar.
Resumiendo : desde la toma de Toledo (1085), en el siglo xi.
júntase en aquella ciudad la cultura oriental de árabes y judíos
con la eclesiástica occidental de los cluniacenses franceses. Aqué-
llos traen la ciencia y la filosofía de Grecia y el apólogo de la In-
dia; éstos dan origen á la literatura castellana escrita, que nace de
la epopeya popular y de la métrica francesa. En el siglo xiii se~
escriben en castellano las leyes, los fueros, los documentos; se"
vierten los libros arábigos de ciencia y filosofía griegas y los libros
arábigos de apólogos y sentencias de la India. Alfonso el Sabio,.
que hace traducir todas estas obras, escribe otras originales, en
prosa y verso, todavía de mayor valer y alcance. Por la influencia
francesa, nace, además, el méster de clerezia, en el que sobresale -
Berceo. En el siglo xiv varios ingenios cultivan, sobre todo, la li-
teratura didáctica, y descuella como genial poeta el inmenso Ar--
cipreste de Hita.
Alguna mayor aclaración pide la lírica escrita en gallego por"
Alfonso X en su libro de Las Cantigas, y por otros eruditos cor-
tesanos desde los tiempos de su padre San Fernando. Si la épica
castellana llegó á escribirse merced al influjo francés, que entra en-
España con los cluniacenses y con los romeros de Santiago, la-,
lírica se escribió merced al influjo de los trovadores provenzales-
254 ESBOZO DE UN ENSAYO CRÍTICOHISTÓRICO
• que asistieron á las cortes de entrambos Reyes. Pero si ellos echa-
ron las semillas, la granazón vino por Galicia y Portugal, de la
corte del rey don Diniz, donde se cultivó á la par la lírica pro-
venzal y la popular gallega, entrambas en el á la sazón único idio-
ma del Noroeste, el galaicoportugués. Por eso, en las cortes de
San Fernando y Alfonso X sólo se escribió la lirica en el mismo
idioma, no llevándose á la literatura escrita la lírica popular cas-
tellana, que corría, sin duda, en labios del pueblo no menos que
los romances ó cantares de la epopeya. La lírica propiamente
castellana no nace á la literatura hasta que la escribe el Arcipreste
de Hita, imitándole, á fines del siglo xiv, el canciller Ayala, y
hasta que empiezan á cantar los más viejos poetas del Cancionero
de Bacna. Esta lírica popular es sagrada y profana en aquellos
dos poetas ; en los del Cancionero, la profana, la más común, tiene
mucho más de erudita, salvo cuando es satírica y maleante entre
juglares venidos del pueblo. Sobre todo, entre los cortesanos es
erudita y cortesana, distinguiéndose como más antiguas las influen-
cias provenzal y gallega, y como más modernas las italianas, pri-
mero la del amor conceptuoso petrarquista, después la alegórica
dantesca. El elemento puran-kente castizo en toda esta lírica es la
métrica, por haber venido de Galicia ya desde las Cantigas, y ser
la métrica galaicoportuguesa la misma que la de Castilla, la que
el canciller Ayala llamaba versetes, en oposición á los versos ale-
jandrinos franceses en la cuaderna vía empleada en el mester de
clerezia y en toda obra de empeño erudita. Pero la lírica del Can-
cionero de Baena, aunque por sus más antiguos poetas toca á la
segunda mitad del siglo xiv, por la mayor parte de ellos y de los
más eruditos pertenece al siglo xy^ cuando la imitación de Petrar-
ca y Dante trae de Italia los primeros albores del Renacimiento.
En el siglo xiii debe nuestra cultura á la francesa el Luci^
dorio, sacado del Speculum naturole, falsamente atribuido á Vi-
cente de Beauvais ; la Gran conquista de Ultramar, que encierra
la Historia de la tierra de Ultramar, del francés Guillermo de Tiro,
fragmentos de las canciones De Antloquía, provenzal y francesa,
y algunos elementos franceses de la Historia del Cauallero Cifar.
En el siglo xiv, la versión de la Crónica Troyana, de Benoit de
Sainte-]\Iore. A la cultura italiana se debe, en el siglo xiii, el
Libro del Tesoro, de Brunetto Latini; en el siglo xiv, fuera de la
influencia lírica petrarquesca, la versión de El Regimiento de los
príncipes, de Gil de Roma, y lo que de esta misma obra entró en
J^os Castigos y docum.entos. »-
DE LA LITERATURA CASTELLANA. CAP. I 255
A fines del siglo xiii pasa la lira de Provenza á Cataluña, y se
<iesen;vuelven las literaturas catalana, valenciana y niallorquina,
que brillan cada vez más en los siglos siguientes, quedando absor-
bidas, como la gallega, por la literatura castellana en tiempo de los
Reyes Católicos. La cultura del reino de Aragón da grandes nom-
iDres, no menos á la literatura castellana y latina. Bastará recordar
los más sobresalientes : en el siglo xiii, Raimundo Lull, Arnaldo de
Vilanova, fray Ramón de la Puente, San Pedro Pascual, San
Raimundo de Peñafort, Vidal de Canellas, el rey don Jaime, fray
Ramón Martí; en el siglo xiv^ fray Pedro de Perpiñán, fray Ar-
naldo de Rosignol, fray Antonio Andrés, fray Guillermo Rubio,
los comentadores de las leyes aragonesas ; después, fray Guido de
Terrera, fray Juan de Claravó, Pedro IV, fray Nicolás Rossell,
fray Guillermo Anglés, fray Nicolás Eymerich, Guillermo Des-
paborde, fray Juan Ballester, fray Francisco Bacó, fray Bernardo
Oller, fray Francisco Martí, fray Bernardo Armengol, Juan Fer-
nández de Heredia, fray Francisco Eximeniz, fray Antonio de Gi-
nebrada, San Vicente Ferrer y otros, los más, religiosos de todas
las órdenes.
Considerada ahora la Edad Media, mayormente desde el re-
nacimiento de la cultura por la toma de Toledo, con relación al
arte literario, hay que lamentar un gravísimo error, del que ya
hemos tratado. Toda esta literatura es, de suyo, erudita, y el gra-
-vísimo error estuvo en que, pudiendo haber sido en gran parte
popular, no lo fué sino muy débilmente. Corrían entre el pueblo
dos corrientes estéticas admirables: la épica y la lírica. Traspa-
réntanse harto en la literatura erudita, para que puedan poneré
•en duda; no faltaban tampoco elementos dramáticos populares,
ya que la obra teatral, popular enteramente, y sin que intervenga
la elaboración unificadora del artista erudito, acaso no se haya
dado en ninguna parte. La lírica popular castellana se trasluce en
algunos de los romances viejos, en estribillos y cantarcillos de
Berceo, de Juan Ruiz, de los Cancioneros y de las obras de mú-
.-sica de ios siglos xv y xvi. Del siglo xv, ó más antiguos, son :
"Quita allá, que no quiero,
falso enemigo;
quita allá, que no quiero
que huelgues comigo."
"Ojos de la mi señora
¿y vos qué avedes?
¿por qué vos abaxades
quanoo me vedes?"
256 ESBOZO DE UN ENSAYO CRÍTICOHISTÓRICO
"Aquel pastorcico madre,
que no viene,
algo tiene en el campo
que le duele."
Así Otros cantares, y serranillas que debieran recogerse en un
Florilegio lírico popular. La epopeya popular castellana, prosifica-
da en la Crónica de Alfonso X, y, según va después modificándose
entre el pueblo, llevada no menos á sus posteriores refundiciones, y
recogida, por último, en los romances viejos que se imprimieron á
principios del siglo xvi, es ya un hecho que no requiere comproba-
ción. La épica y la lírica de los eruditos medioevales, aun sin que-
rer, llevan, tomados del pueblo, tantos elementos populares^
que por ello se distinguen de la épica en la lengua d'oil francesa:
y de la lírica provenzal en la lengua d'oc; pero, por lo mismo,
es un duelo no hubiesen estimado más los eruditos del si-
glo XII esas manifestaciones estéticas populares. Nuestra litera-
tura escribióse por primera vez en Toledo, al calor de los:
eruditos franceses y de la erudita Escuela de traductores.
El Cantar de Mío Cid y Ronc esvalles son obras de imitación-
francesa, sobre todo en el metro francés alejandrino, á pesar de
que sobrepuja el espíritu popular castellano, tomado de la epo-
peya popular cantada por juglares. Y es tan poderosa la fuerza
de la tradición, que hasta Juan Ruiz se atiene generalmente á la-
métrica alejandrina. Nuestra literatura medioeval es acaso la que
más elementos populares encierra entre las europeas ; pero es de
lamentar no se hubiesen escrito en el siglgo xii los romances épi-
cos, los cantarcillos tal como sonaban en labios de los juglares y
el teatro vulgar, fundándose así una tradición literaria que nos
hubiera dado otra literatura de altísimo valor, ya que es inapre-
ciable lo poco que de lo popular pasó á los escritos, sobre todo el
sin par romancero, cuyo influjo en toda la literatura posterior^
mayormente en el teatro, fué decisivo, y á ello se debe lo nacional,,
lo personal de nuestra literatura, hasta la de la época clásica.
Hasta el Arcipreste de Talavera, la prosa de los autores es sa-
bia, la del Rey Sabio primero de todos ; pero no tiene la enjundia
ni el sabor castizo de la del Arcipreste, que es la misma enjundia
y sabor de los refranes y dichos populares, verdadera prosa del'
pueblo, dechado natural de la artística. La Celestina volvió á ella
y de La Celestina corrió por todo el siglo xvi hasta Cervantes. Por
otro cabo, los místicos más allegados al pueblo, sobre todo los fran-
ciscanos, dieron en la misma vena, y juntas entrambas corrientes,
subió la prosa popular y erudita á la vez en muchedumbre de
DE LA LITERATURA CASTELLANA. CAP. I 267
obras, sobresaliendo, en cantidad y calidad, las de los místicos de
los reinados de Felipe II y Felipe III. Cervantes, Mateo Alemán
y Quevedo le deben, entre los profanos, sus más ricas preseas.
Villarroel y el padre Isla le son deudores de lo mejor que se escri-
bió en el siglo xviii. En el xix son rarísimos los trozos que en el
pueblo se inspiran : nuestros escritores desconocen enteramente el
habla popular; hasta tienen por antiguallas de libros viejos las
frases y voces, lo único que vive, sin la pega erudita, de idioma
castellano en aldeas, campos y sierras. Cuantos hemos estudiado
ese castellano del pueblo nos heaiios maravillado de la riqueza que
encierra, de lo viejo que es, que apenas difiere del habla del Ar-
cipreste, de La Celestina y de Cervantes, y de lo que difiere de
estotro castellano urbano, erudito, más ó menos castizo, y perio-
dístico, más que castizo, afrancesado, que suele usarse en los li-
bros. El divorcio entre el idioma vivo popular y el erudito ha lle-
gado al extremo, y es consecuencia del decaimiento del espíritu
nacional, partido en dos castas; mejor dicho, porque el espíritu
no se parte, retraído á los rincones donde mora la plebe, por ha-
ber desaparecido el verdadero pueblo con la división de castas que
el absolutismo trajo á España desde el siglo xvi, y que fué en
crecimiento hasta nuestros días. Sólo cuando una nación es gran-
de fraguan un todo social sus clases con un solo espíritu, y sólo
entonces puede decirse que hay pueblo. Entonces hay idioma na-
cional, porque entonces hay nación. En una nación caída todo se
disgrega, y hay tantas maneras de expresarse como clases y ban-
derías, y descontentos los más con lo propio, apetecen lo extraño,
extranjerízanse y se extranjeriza su lenguaje. Entonces, digo en
la España presente, no hay pueblo que sea una nación, ni hay pro-
piamente idioma nacional; hay plebe y pedantes extranjerizados,
y el habla, en lo que tiene de castizo, queda arrinconada y oscu-
recida entre la plebe, dominando entre los pedantes dominadores
un habla medio extranjerizada, como extranjerizado es su espíritu.
Los aristocráticos y afrancesados académicos, no tomando por
norma el habla popular sino el lenguaje escrito de los cultos y sus-
tituyendo la ortografía fonética tradicional por la etimológica de
los franceses, han sido causa de que el lenguaje literario, y aun el
hablado de los cultos, se haya latinizado feamente. Los mejores
prosistas del siglo xix lo son por haber tenido más ó menos del es-
píritu y del habla de la plebe, depositaría del idioma. Y si esta des-
composición lingüística se ha dado en España, en América, cuyos
escritores se formaron en París, menospreciando el habla popular,
acaso mejor conservada en el pueblo americano que en el español,
TOMO XII. — 17
258 ESBOZO DE UN ENSAYO CRÍTICOHIStÓRICO
el lenguaje de los escritores ordinarios es sencillamente detestable,
con menos sabor castizo que el habla de los judíos españoles de
Oriente.
Im misma fuerza de espíritu se halla en la poesía popular, en
letrillas y romances viejos, y el mismo desleimiento por grados se
advierte en la poesía de los eruditos, según se van apartando de
este dechado natural del arte. A fuer de tozudo y machacón, no
saldré de aquí ni dejaré este criterio del arte popular, contrapuesto
al erudito, que he guardado desde el principio al escribir esta His-
toria, y será acaso lo único original y propio que haya en ella.
La exquisita elegancia de Garcilaso halaga, pero no se mete
más adentro que la piel. De Góngora, cualquier letrilla vale más
que todo su carnaval clásico y culto. En Lope, que tiene de todo,
es maravilloso lo aldeaniego, lo legendario y lo místico, por ser lo
inspirado por la musa popular. Otro tanto se diga de Tirso y aun
de Calderón. Los versos petrarquescos de Herrera nos apestan,
con ser dechados de la tal escuela. Los romances eruditos de fines
del siglo XVI y comienzos del xvii, y los moriscos, á pesar de la
lima clásica, encantan por lo que conservan del espíritu y manera
de los romances viejos. Cualquier letrilla popular del siglo xvi
vale más que las cien glosas que la vistieron con arreos eruditos.
En Quevedo, romances y jácaras son lo vivo; lo demás vale por
el ingenio de caricaturista que muestra en su autor. Si á la épica
pasamos, no hay quien apechugue con un solo canto de los cente-
nares de poemas en octavas que, á imitación de Tasso, se han
compuesto en España. Cualquier romance de los viejos vale más
que todos ellos. Cuanto al teatro nacional, imponente por su gran-
deza, hasta desmesurada, al pueblo la debe, que se encariñó con
él y estimuló á los ingenios, por ver retratado en él su propia ín-
dole, sus creencias y la historia é ingenio de la raza. Y por to-
car más á lo vivo de las costumbres y habla popular, es para mí
más original y admirable el teatro del siglo xvi y del reinado de
los Reyes Católicos, donde, sin embargo, contrasta y está bien pa-
tente lo italiano y lo erudito, que más bien lo mancilla que no
lo engrandece. La mayor parte de los autores dramáticos de los
siglos XV y XVI son estudiantes ó clérigos populares. Dan mues-
tras de erudición clásica, pero atiénense en la sustancia á las gen-
tes del pueblo, para quienes escriben y entre quienes ellos mismos
se cuentan.
Otra nota de la literatura castellana desde la Edad Media es
el realismo que encierra la epopeya, el poco apego á lo fantástico,
propio de las literaturas del Norte, que, á pesar de haber hecho
DE LA LITERATURA CASTELLANA. CAP. I sSq
en Castilla tanta presión desde el siglo xiii con la llamada litera-
tura caballeresca, vencióla al fin y desterróla con obras tan realis-
tas como las de los dos arciprestes, La Celestina y sus imitaeio-
nes, el teatro de Encina, Fernández, Vicente, Rueda y todo el del
siglo XVI, las novelas picarescas y el Quijote, que le dio el golpe
de gracia.
Otra nota tan de casta como la popularidad y el realismo es
la gravedad ética de fondo y la sentenciosa de forma, que se halla
desde el principio de la versión de los libros orientales y que no sólo
siguió dando en todo tiempo la inmensa literatura moralizadora de
los ascéticos, políticos y satíricos, sino que empapó hasta los libros
más profanos y de puro entretenimiento, como el Libro de buen
amor y La Celestina. En la Edad Media la literatura era educa-
dora en España. Estaba en manos de clérigos, obispos y frailes,
de reyes y magnates, y dirigíase á una raza guerreadora, en con-
tinua lucha de campamento, cerril y rústica. La reconquista ha-
cíase no menos en nombre de la religión contra los infieles; judíos
y mahometanos codeábanse con los cristianos en el cotidiano vi-
vir. Didáctica, moral y religiosa tenía que ser la literatura ; grave,
sentenciosa, cuajada de apólogos y de ejemplos; criticadora de las
malas costumbres y satírica. Tal es la literatura de los siglos xiii
y xiv^ hasta en la épica, que ensalza á los héroes guerreros, justos
y enterizos, honrados y compasivos tanto como valientes y dignos
vasallos de los reyes ; hasta en la crónica y en la historia, que ofre-
ce dechados de hombría de bien, de santidad y religión. Después,
desde el Renacimiento, nuestra literatura es en gran parte de en-
tretenimiento, de puro arte, y, sin embargo, sigue siendo tan moral
en el fondo y aun en el propósito de los autores. Y nótese cuánto
difiere en esta parte de la literatura francesa, más doctrinaría ó
interesada, generalmente, y, con todo, menos ética y cristiana. En
la Edad Media, su épica, según la última manera de ver, es obra
interesada en torno de los monasterios, adonde trataba de atraer
romeros y devotos ; la literatura clásica del siglo xvii es de una
moralidad mundana, sistemática y hasta científica ; en el xviii, doc-
trinariamente política. Y, sin embargo, hácese ya en la Edad Me-
dia, naturalista y pagana, desmoralizadora y poco cristiana, en los
fabliaux, en el Román de la Rose, en los Sermons joyeux y otras
parodias eclesiásticas, dramáticas, blasfemas y escépticas de los
goliards; luego en Rabelais, más tarde entre los libertinos, Vol-
taire y la Enciclopedia, en el romanticismo francés y en el moder-
no naturalismo. La gravedad española y la ligereza francesa son
notas conocidas. De aquí la ninguna influencia de aquella litera-
26o ESBOZO DE UN ENSAYO CRÍTICOHISTÓRICO
tura naturalista en la nuestra, como ni de la lírica provenzal, pro-
caz por una parte y grosera en sus diatribas personales ; por otra,
endiosadora de la mujer y del amor lascivo hasta el extremo. Ni
la lascivia ni la irreligión se hallan en nuestra literatura medio-
eval, ni en nuestra literatura posterior, puede decirse, por lo menos
doctrinaria y sistemáticamente.
Estos principales caracteres de la literatura castellana eran
consecuencia natural del duro vivir de los españoles durante la
reconquista por la patria y por la fe, de la igualdad democrá-
tica de la civilización castellana, nacida entre las montañas des-
pués de quedar rota por la invasión arábiga la diferencia de cas-
tas y linajes de la época visigótica. En aquella guerra contra la
morisma todos eran iguales, señalándose los buenos tan sólo por
el valor y el ardimiento patriótico y religioso ; de aquí el verdadero
espíritu democrático, que impide la entrada del feudalismo y en-
salza en la epopeya á los héroes, olvidando á los reyes. El duro
vivir crea temperamentos esforzados, enteros, graves, de morales
costumbres ; ahuyenta todo lo fantástico, alimentándose de la sencilla
realidad, y no tiene vagar para refinamientos afeminados. Este
vivir y natural del pueblo castellano retratóse en la epopeya y
en toda la literatura medioeval española, y no menos en nuestra
posterior literatura.
Con el siglo xv llegamos al mundo del Renacimiento clásico,
que abraza cuatro siglos (s. xv-xviii), y puede dividirse en seis
épocas. La primera comprende los reinados de don Juan II y En-
rique IV (1401-1473) : son los albores. La segunda, el de los Re-
yes Católicos (1474-1516): es la época de los humanistas. La ter-
cera, el de Carlos V (1517-1554): época erasmiana y de transición,
en la que el puro clasicismo italiano lucha con el renacimiento de
los estudios eclesiásticos, que proclama Erasmo, del hebreo y los
Santos Padres y con el aprecio de lo nacional castellano. La cuar-
ta, el de Felipe II (1555-1598); época de armonía, en que se con-
ciertan la antigüedad clásica, los estudios eclesiásticos y lo cas-
tizo nacional. La quinta, el siglo xvii : época en que la imitación
y erudición, propias del clasicismo, dan sus frutos decadentes,
conceptismo y gongorismo, y el nacionalismo da los suyos, teatro
y novela. La sexta, el siglo xviii (1700-1829): época seudoclásica,
remedo del clasicismo francés y lucha de éste con el arte nacional,
que le vence.
El Renacimiento comienza para la Europa medioeval en To-
ledo, donde torna á conocerse lo griego, traducido del árabe, pa-
DE LA LITERATURA CASTELLANA. CAP. I 26 1
sando la antigua cultura al Occidente, tras una tenebrosa noche
de varios siglos, por medio de los árabes, que la habían providen-
cialmente guardado, jugueteando con ella con miras políticas y
lujosas de pueblo rústico y brutal, que por medio de conquistas
bárbaras logra hacerse poderoso y hasta cortesano^. La filosofía
escolástica del siglo xiii ensalza á Aristóteles. Luego toma el Re-
nacimiento extraordinario empuje en Florencia, haciéndose más
clásico y helénico, sobre todo con el estudio de Platón, Derrámase
por Italia durante el siglo xiv, y en el siglo xv lo traen á España
los prelados que asisten á los Concilios de Constanza y Basilea
(1414-1431), sobre todo el gran don Alonso de Cartagena, que
con toda su familia y descendientes fué el principal propulsor de
los estudios clásicos. Las comunicaciones con Italia se hacen más
frecuentes por días. El Colegio de Bolonia contribuyó no poco, y
más los esclarecidos prelados españoles que brillaron en Roma:
fué siglo aquel de grandes obispos españoles, y continuó siéndolo
el siglo XVI. Los estudios clásicos fueron levantándose muy poco
á poco, hasta llegar la imprenta. Son albores del Renacimiento. No
se pasa del sentido y doctrina, no se llega á la forma, en el verter
y tomar de los libros de la antigüedad. Época de versiones, de tras-
vase erudito de sentencias. Cuando se proponen imitar la forma
del decir latino, echan á perder el castellano. En prosa y en verso,
es de ver las contorsiones que dan á la frase por remedar el hi-
pérbaton latino y el hacinamiento de latinas voces con que creen
hermosear la dicción. Diríanse tanteos de muchachos que en la
escuela tratan de imitar el estilo y lenguaje de las personas ma-
yores. Pero ¡ qué fervor de latinidad ! Juan de Mena en la poesía,
don Enrique de Villena en la prosa, Santillana en prosa y verso,
trasiegan, imitan sin tino, con más loable intención que buen su-
ceso. El Marqués de Santillana, sobre los demás, muestra una
curiosidad y una codicia de todo lo italiano y latino, de lograr có-
dices y versiones, que sólo admite comparación con don Enrique
de Villena, el hombre más entendido en lenguas y en todo linaje
de disciplinas de su tiempo en España. Hernán Pérez de Guzmán
y el Arcipreste de Talavera, más arrimados á lo castizo, libráron-
se del barroquismo latinizante, logrando dar á la prosa : el primero,
un brío y rotundidad de avisado erudito, á la vez castellano y la-
tino; el segundo, un corte y color enteramente populares. Juan
de Lucena es archilatinizante ; Alfonso de Palencia ya es casi un
humanista, que prefiere escribir el latín.
De los poetas del Cancionero de Baena ya dijimos: imitadores
de la lírica galaicopori;uguesa y por ella de la provenzal, luego de
202 ESBOZO DE UN ENSAYO CRÍTICOHISTÓRICO
la alegoría dantesca y de la metafísica amatoria de Petrarca, qué-
danse, generalmente, con la corteza y lo peor de tales dechados y
sólo aciertan en la métrica, castiza, que moldean y afinan, y con
las sátiras personales, groseras á menudo, pero de vena popular.
La alta poesía de Santillana, de Pérez de Guzmán, de Gómez Man-
rique, de Guillen de Segovia, es moral, seriota en demasía y por
demás erudita. Juan Rodríguez de la Cámara es el que trae de la
sensible y cariñosa Galicia cierto sincero lirismo que preludia la
novela sentimental. Juan de Mena, el rey de los poetas eruditos,
es un alegorista dantesco y un latinizante descaminado, á pesar de
sus verdaderas dotes de poeta. Hay que acudir al ropero de Gíf-
doba, y á las anónimas sátiras de las Coplas del Provincial y de
Mingo Revulgo, para hallar sinceridad de expresión popular y
castiza,
^{Cancionero de Stuñiga nos lleva á otro acontecimiento que
enlazó más estrechamente á Italia con España y abrió más ancha
carrera por donde pasara acá el Renacimiento: la entrada en Ña-
póles del rey Alfonso V de Aragón (1443), de aquel verdadero hu-
manista y Mecenas de humanistas y literatos, en cuya corte se jun-
tan los de Italia, Aragón y Castilla. Los frutos literarios son esca-
sos, al parecer; pero allí se forman los primeros humanistas espa-
ñoles y por él se nos abren de par en par las puertas de la cultura
italiana. ♦
El año 1474 comienza el reinado de los Reyes Católicos y se
introduce la imprenta en España. Es .la época segunda del Re-
nacimiento, la de los humanistas. Arias Barbosa enseña por pri-
mera vez griego en Salamanca y el conocimiento del griego es
la llave del verdadero Renacimiento. Nebrija, padre de la filo-
logía española, viene de Italia y desterrando á los bárbaros', en-
seña latín y castellano y escribe de todos aquellos conocimientos
que abarcaban los antiguos gramáticos griegos, los filólogos
modernos, los humanistas del Renacimiento. Hernán Núñez fué
otro de los grandes humanistas, también estuvo en Italia, enseñó
griego, editó obras latinas y fué el primer folklorista español
con su colección de refranes. Entre los demás humanistas, Juan
Sobrarías, Villalobos, Ciruelo, Núñez Delgado, León Hebreo,
Alfonso de Zamora, Hernando Alonso de Herrera, Rodrigo de
Santaella, Luis Vives, son los más renombrados. Traducciones de
obras latinas se hacen muchas y más á conciencia que en la época
anterior.
DE LA LITERATURA CASTELLANA. CAP. I
263
Pero mucho más importante que el Renacimiento clásico de
los humanistas es en esta época el nunca antes visto aprecio
que de la literatura .popular muestran los eruditos y el tinte po-
pular que comunican á sus obras originales. Descúbrese por pri-
mera vez el romancero, esto es, la verdadera epopeya popular
castellana que en el siglo xiii se muestra en el Cantar de Mió
Cid y en las prosificaciones de la Crónica General. Aconteci-
miento es éste de los más importantes, acaso el más importante
de nuestra historia literaria. Porque no solamente la enriquece con
una de las epopeyas más originales que se conocen, sino que Con
el romancero se echan los cimientos del teatro nacional, que de él
se alimentó.
Las causas principales de este acontecimiento pudieran ser,
primero, la conquista de Granada, que llevó á los españoles á vol-
ver los ojos atrás sobre la reconquista, recordando con fruición
los romances fronterizos que narraban los episodios más cele-
brados, y yendo más atrás, los héroes de la reconquista, como el
Cid, y los fundadores de los reinos, como Fernán González.
Por eso se publican las crónicas sobre estos héroes y los ro-
mances se venden sueltos colgados de cordeles en las esquinas, los
cantan los ciegos y los recopilan y remedan los eruditos. La otra
causa pudo ser la fiebre que el público mostraba tener de leer
libros de caballerías, difíciles antes de copiar, impresos ahora,
y más buscados y leídos después que Montalvo imprimió refun-
dido y añadido el Amadís de Caula. Las ideas caballerescas ha-
bían ido ganando terreno desde el siglo xiii entre la gente vulgar
que se repastaba en ellas. De aquí los viejos romances caballeres-
cos, que ahora se tomaban de labios del vulgo y se vendían impre-
sos juntamente con los fronterizos é históricos. El espíritu aven-
turero y guerreador que tras el triunfo total sobre los moros re-
quería los romances que narraban episodios de la reconquista y se
solazaba con ellos, repastóse no menos en los fantásticos cuentos
de los libros y romances caballerescos.
Otro hallazgo importantísimo de esta época es el teatro po-
pular, religioso y profano, que se lleva por primera vez á la
literatura escrita por vates populares y eruditos á la vez. Los
primeros asomos fueron las Representaciones de Gómez Man-
rique y el Diálogo entre el amor y un viejo de Rodrigo de Cota,
el viejo, verdadero trozo teatral representable, que imitaron Juan
del Encina y otros. Juan del Encina fué, sin embargo, el ver-
dadero fundador del teatro; tras él vinieron Lucas Feniández,
Gil Vicente, Torres Naharro, Diego Sánchez de Badajoz, Tanco
264 ESBOZO DE UN ENSAYO CRÍTICOHISTÓRICO
de Fregenal y Fernando de Rojas con su incomparable Celestina.
Todo este teatro es verdaderamente popular, por más ingredien-
tes eruditos é italianos que le añadieran sus autores.
Más renacentista y erudita es la novela sentimental, psico-
lógica y medio caballeresca que nace también en esta época. Des-
pués de Juan Rodríguez de la Cámara, Diego Fernández de San
Pedro fué el primero que se presentó con El Tractado de amores
de Arnalte y Luccnda y con la Cárcel de Amor; después Juan de
Flores con su Breve tractado de Grimalte y Gradissa; vino des-
pués la versión de la Historia de los amantes Eurialo y Lucrecia
Senesa de Eneas Silvio Picolomini ; la del Decameron de Boccac-
cio, de La Fíamela; la anónima Questión de Amor, y La Peni-
tencia de Amor de Pedro Manuel de Urrea. Sin duda fué la novela
caballeresca la que inspiró este género novelesco, juntamente con el
italiano Boccaccio, y de entrambos espíritus está fraguada de he-
cho. Realmente no se tradujeron las novelas de Boccaccio hasta
esta época, y no por haberse desconocido antes el autor, pues se
habían trasladado, sus demás obras, la Caída de Príncipes, De
las mujeres ilustres y el Liher de Montibus, etc., porque sus asun-
tos eran conforme el gusto de las épocas anteriores. Sólo cuando
lo hubo por las aventuras caballerescas y sus amoríos se tra-
dujeron los cuentos y nació en España la novela sentimental y
caballeresca.
El primer poeta lírico de esta época es el famoso Jorge Man-
rique, que fijó para siempre el modelo de elegía castellana en sus
Coplas por la muerte de su padre. Dos franciscanos fueron los
que supieron por primera vez juntar en una la vena erudita y la
popular: fray Iñigo de Mendoza en la poesía, levantando el ro-
mance y llevándole á los palacios, y fray Ambrosio Montesino en
ia poesía y más en la prosa. Cultivó la alegoría dantesca Diego
Guillen de Avila y fué algo petrarquista Ped^ro Manuel de Urrea.
El Cancionero de Hernando del Castillo nos conservó las flores de
los poetas menores de este reinado y el de Resende las de los poe-
tas portugueses que en castellano escribieron.
La prosa deja ya los andadores latinos con que la apiolaban
los escritores de la pasada época y se muestra gallarda y señoril,
henchida de jugos, numerosa y suelta, en mosén Diego de Vale-
ra, en Hernando del Pulgar, en Gonzalo Ayora, en Garci Ro-
dríguez de Montalvo, en Villalobos, en López de Vivero, en
Gabriel Alonso de Herrera, en Andrés Bernáldez, además de
los novelistas y traductores. ^
DE LA LITERATURA CASTELLANA. CAP. I 205
En st-ima, la literatura da un paso tan de gigante en el reinado
de los Reyes Católicos como la politica y el poderío de España.
Asiéntanse los fundamentos macizos del Renacimiento sobre
las humanidades, siendo maestro de latín y castellano Ne-
brija; de griego y folklore castellano, Hernán Núñez; y gran re-
tórico, de una retórica enteramente amplia y moderna, gran pe-
dagogo, gran humanista y gran filósofo, Luis Vives. Pero la
literatura propiamente castellana diríase que es enteramente
nueva por dos conceptos : por tomar la savia del tronco popular
y por la diferenciación de los géneros poéticos que ahora co-
mienza y es consecuencia del sesgo castizo que toma la literatura.
La poesía de la época medioeval fué didáctica y educadora,
como para una cultura en formación; la de la época ante-
rior, como de donceles cortesanos, fué un mariposeo por en-
tre las literaturas extrañas, la galaicoportuguesa, la proven-
zal, la italiana de las varias escuelas de Dante y Petrarca.
Ahora, injertándose lo popular en la literatura escrka, nacen
en ella los géneros bien diferenciados de la popular, todos cas-
tizos y nacionales : la épica con el romancero, la lírica ; el teatro,
ya sagrado, ya profano; la novela, ya psicológicosentimental,
ya caballeresca; el género epistolar, la filología castellana, la pa-
remiología, el estudio de la agricultura; la filosofía con sus va-
rias ramas, aristotélica, antiaristotélica é independiente de He-
rrera ; la platónica, de León Hebreo ; la ecléctica y armónica de Vi-
ves ; la mística, en prosa y verso ; la picaresca y de germania de Ro-
drigo de Reinosa y de la Celestina.
El Renacimiento clásico con los humanistas y el injerto de
la literatura popular castellana en la erudita, con la consiguiente
diferenc''^.ción de los géneros, son los grandes acontecimientos
literarios de la época de los Reyes Católicos. La de Carlos V,
tercera del Renacimiento, trae otra gran novedad, otro renaci-
miento, el de los estudios eclesiásticos, debido al espíritu de
Erasmo. Su influencia en España y en el Renacimento diríase
aún desconocida, puesta por lo menos en balanza. Suena su nom-
bre á lucha y discordia en el campo católico, y su bandera, que
á todas partes la lleva de hecho, parece todavía á muchos, como
pareció en su tiempo á no pocos, mancillada por ráfagas de pro-
testantismo. Fué realmente un protestante, pero no de los ene-
migos de la Iglesia; protestó contra el paganismo del Renaci-
miento en Italia y contra la mundanología de los eclesiásticos en
el pueblo cristiano. No es mucho se sintieran los eclesiásticos y
266 ESBOZO DE UN ENSAYO CRÍTICO HISTÓRICO
religiosos que no alcanzaban la alteza de sus intentos, bien aípol-
tronados en sus regaladas prebendas y le declaran guerra sa-
ñuda, a la cual respondiera él con la fiereza de su sátira ju-
venalesca. Hora es ya de prescindir de estos chasquidos del
azote, de aquellos enconos interesados y de acendrar los propó-
sitos y los excelentes frutos de aquella lucha. Unos y otros
quedan indicados. Nadie negará que Erasmo fué uno de los
grandes humanistas, acaso el más sonado y el que más discre-
tamente supo apropiarse la flor y nata del clasicismo, el amor
práctico á la belleza de la forma literaria. Y sin embargo hizo
la guerra al Renacimiento italiano, porque su fibra recia de
hombre del Norte hallaba falseado el clasicismo en Italia con
un afeminamiento y rotura de costumbres, con un pensamiento
naturalista y pagano, que ni ajustaban del todo al verdadero cla-
sicismo de la antigüedad, ni menos se avenían con el espíritu ul-
traterreno y grave de la doctrina cristiana. Sobre su depravación
medioeval, efecto del cisma de Occidente, habían eclesiásticos
y religiosos echado el no menos depravado manto, por afeminado
y mundano, de las brillanteces del Renacimiento. La Roma de
los papas había así juntado, á las heces de la más caida de las
épocas cristianas, las del más anticristiano paganismo. Erasmo,
humanista, renacentista en arte y forma, amamantado en la
pura doctrina de los Padres y Santos del siglo iv y de los orí-
genes de la Iglesia, llevaba el más puro y viejo cristianismo en
el fondo de su alma.- Y sintióse avergonzado de que los pasto-
res del rebaño de Cristo fuesen tan malos cristianos en costum-
bres como buenos paganos en ideas. Abogó por los estudios pa-
trísticos y exegéticos, los dos sustanciales estudios eclesiásticos;
puso en solfa las (pueriles triquiñuelas y cavilaciones aéreas de
la decaída teología y blandió gentilmente el azote sobre las es-
paldas de los codiciosos, interesados, regalones y mundanos clérigos
y religiosos. Practicó los estudios eclesiásticos que pregonaba; fué
lucha continua de palabra y de acción la suya en pr® de la forma
clásica y del fondo cristiano, contra el fondo pagano de las
ideas y la forma superficial no más de las costumbres cristianas.
Dividiéronse en España los campos. Por fortuna los más y los
mejores ensalzaban los intentos de Erasmo, y España empren-
dió la reforma de la Iglesia en las órdenes religiosas y en el
clero secular y consiguió se convocase el Concilio de Trento,
donde brillaron como principales lumbreras nuestros teólogos.
La literatura tomó un tinte satírico de una y de otra parte. Lu-
ciano asomó su burlona faz en el bando de los escritores eras-
DE LA LITERATURA CASTELLANA. CAP. I 267
mistas y les enseñó sus mañas. Toda esta época se resuelve erpi
la lucha de los seguidores de Erasmo entre el Renacimiento clá-
sico á la italiana de fondo pagano y el Renacimiento clásico eras-
miano, esto es, de fondo eclesiástico y cristiano. Y nacional á la-
vez y como consecuencia. Porque puestos uno frente á otro en
la época anterior, el exclusivo clasicismo y el casticismo nacio-
nal de lo popular llevado á la literatura, vienen á las manos en.
esta época, hay verdadera crisis y las dos tendencias, clásica y
nacional, se contrapesan. En la lírica los italianizantes Boscán,
Garcilaso, Acuña, Cetina, etc., hállanse muy contrabalanceados
por los amigos de los metros castellanos, como Castillejo, Silves-
tre, Luis de Escobar, Sepúlveda, Luis Hurtado, Sebastián de Ho-
rozco, etc., y no pocos alternan entrambas métricas, como Sa de
Miranda, Diego Hurtado de Mendoza, Jorge de Montemayor»-
En el teatro luchan los elementos italoclásicos con los populares.
En la novela Montemayor trae lo pastoril italiano, pero el Laza-
rillo, de casta popular, introduce la picaresca. Los hermanos Val-
des ofrecen una felicísima armonía en estilo, de la elegancia
clásica con la pureza castiza. Los estudios serios y graves apro-
véchanse de la forma clásica; pero en el fondo son cristianos y
españoles, conforme el criterio de Erasmo. Así reforman, her-
mosean y macizan la teología y la filosofía escolástica varones
de tan apurado gusto coino enjundia doctrinal, cuales son Mel-
chor Gano. Victoria y Soto, y la gran mística comienza ya á resplan-
decer con fray Francisco de Osuna, fray Alonso de Orozco, el pa-
dre maestro de Avila y fray Luis de Granada. Pero el fruto princi- ■
pal del erasmismo vióse en la época siguiente, con el hermoso
florecimiento de los estudios bíblicos y patrísticos. Prosiguen-
en ésta las traducciones de libros clásicos, mas en hermosura.,
de lenguaje ganan á todas, las obras de Erasmo. Ambrosio
de Morales es el primero que busca documentos para fundamentar
la historia y la de América la emprenden los mismos conquista--
dores en cortas y jugosas cartas ó relaciones y los que les ayudaron
en sus empresas ó asistieron á los primeros establecimientos y
ciudades. En suma, el clasicismo lucha con el arte popular nacional,
con ventajas de éste, y no menos las lleva en su lucha con lo ita- ■
liano, que influye en la lírica con el endecasílabo, el soneto, eí
terceto y la octava real, y en la novela con lo pastoril. Las obras
de Guevara se estudian mucho en todas las naciones extranjeras
y en parte se debe á él el cuphuismo inglés. No menos señorío ejer-
cen nuestros libros de caballerías en toda Europa, que se tradu--
cen y hasta se tienen por cosa española.
■268 ESBOZO DE UN ENSAYO CRÍTICOHISTÓRICO
La cuarta época del Renacimiento es la de Felipell (1555-1598),
en que vence el espíritu nacional al renacentista. Tomado que hu-
bieron de él cuanto no desdecía del espíritu cristiano y español,
volvieron nuestros escritores los ojos al arte nacional : al habla po-
pular, con la cual enriquecen, doblegan, atildan, colorean y refuer-
zan el habla literaria ; á los metros castizos antiguos, sin por eso
desaprovechar los italianos; á la lírica popular de villancicos, le-
trillas y coplas ; á la popular épica del romancero, componiendo los
llamados romances eruditos y romances moriscos. Habían pasado
ios tiempos épicos, y así, fuera de estos romances, sólo se hicieron
poemas conformes á los modelos clásicos italianos, como La Araw
cana de Ercilla. Género de imitación en octavas reales, al modo
italiano á imitación del Tasso, no tenía arraigo castizo ; por muchos
que se compusieron, faltóle carácter nacional y no prosperó. En
cambio la lírica erudita armonizó la inspiración hebraica con la
clásica grecolatina y con la nacional, dándose obras de tan alto em-
puje como las de Herrera, fray Luis de León, Góngora y Lope.
Pero la que más se señaló en esta época fué la literatura espiri-
tual cristiana, en sus varias ramas de mística, ascética, elocuencia
y oratoria, en sermones del género patrístico de la homilía y en
tratados exegéticos al alcance del pueblo. Bien se ve el triunfo
del espíritu cristiano y nacional y no menos el efecto del erasmis-
mo de la anterior época, que da en ésta sus frutos. No fueron,
pues, vencidos los partidarios de Erasmo, puesto que venció su
espíritu. La lucha se apagó por haberse recogido los frutos que
se intentaban : la reforma de la Iglesia y de las costumbres de clé-
rigos y religiosos y el hacer literatura cristiana, bíblica y patrística
en el fondo con las elegancias de la forma clásica. Esto y no
otro pretendían los erasmistas y conseguido que se hubo, la lucha
cesó.
La nota característica de la literatura en esta época cuanto á la
forma es la serenidad, gravedad 3^ armonía clásica y juntamente
el lenguaje popular, llevado como nunca á los escritos; cuanto
al fondo, la religiosidad, la mística, la exégesis bíblica y la elo-
cuencia y doctrina de los Santos Padres. Época de madurez, ar-
monízanse las tendencias estéticas que antes luchaban, la clásica y
la nacional : conciértanse fondo y forma, y además añádese el estu-
dio de la Biblia y de los Santos Padres, tan proclamado por Erasmo.
Fray Luis de León, clave del edificio literario de esta época, ofre-
ce maravillosamente remansadas todas estas corrientes, la clásica,
la nacional y la bíblica, y esto en fondo y forma, en prosa y verso,
en asuntos, estilo y lenguaje.
DE LA LITERATUR.A CASTELLANA. CAP. I 269
Tan poderoso es el empuje de nuestra literatura en esta época,,
que Italia sólo influye con el poema clásico en octavas, a lo Tor—
cuato Tasso y en cambio se vierten en varios idiomas los más de
nuestros libros, sobre todo los del padre Granada y Santa Teresa...
señoreando nuestra literatura á las demás.
La quinta época del Renacimiento abarca todo el siglo xvii,.
Dos son los acontecimientos más sobresalientes. El gongorismo
ó culteranismo y el conceptismo afean y avejentan la literatura;
nacen el teatro nacional y la novela. Decadencia en lo uno, engran-
decimiento en lo otrO', diríanse dos cosas contrarias é inexplicables.
Nada más llano de entender, sin embargo. La decadencia fué con-
secuencia natural del arte clásico. El Renacimiento había llegado
al otoño de su vejez. Tras la infantilidad de la primera época, cu-
yos escritores cortos de alcances, cual tiernos infantes, no alcan-
zando la forma clásica, contentábanse con "el seso", con la doctrina,
las mitologías, etc. ; tras la niñez de los humanistas que estudian
como muchachos las lenguas clásicas en la época segunda; tras la
mocedad de la tercera, en que luchan entre varias tendencias lo
clásico y lo nacional, lo pagano y lo cristiano, el clasicismo de Ita-
lia y el de Erasmo ; tras la madurez de la cuarta época en que, ar-
monizadas las tendencias, cesa el combate y asiéntase el juicio de
los escritores, tenía que llegar la vejez, cayendo en las chocheces
de los viejos. Las cuales chocheces suelen consistir en que vuelven
á lo de los primeros años, á no entender las cosas sino como los
niños, jugueteando con ellas, contentándose con los superficial y
accidental, sin calar lo hondo ni sacarles la sustancia. Y lo super-
ficial y pueril del arte clásico está en la pura imitación y en el
atenerse á la mitología y á las maneras de decir de otros. En ve^
de ver las cosas en la naturaleza, veíanlas los renacentistas en los
libros, por medio de los autores. Todo se les iba en imitarles. Es
propio de los niños repetir lo que oyen, no juzgar por sí, remedar
á los mayores. Otro tanto hacen los viejos, vueltos niños en su tan-
to. Lo clásico era cosa extraña para los pueblos cristianos, era cosa
pegada y que se quedaba por fuera. El alma cristiana tenía poco
que ver con el alma pagana. Querer mirar á la naturaleza, no en sí,
sino mediante los autores antiguos era otra causa de segura deca-
dencia. Imitar es, por otra parte, quedarse sin alcanzar el modelo,
ser discípulos perpetuos. Tales eran los vicios que el clasicismo
traía consigo y que tarde ó temprano habían de dar sus propios
frutos. Y los dio al llegar el otoño de esta época, tras la madurez
del espíritu clásico. La afectación en los conceptos jugando corí
270 ESBOZO DE UN ENSAYO CRITICOHISTORICO
-ellos, y en la manera de decir exagerando metáforas y abusando
del léxico latino y de la mitología, fué el último fruto del arte clá-
sico, imitativo por naturaleza, de segunda mano para ver las cosas,
■copiándolas de como las dijeron y vieron los antiguos, arte erudito
de suyo, que mira los libros en vez de mirar la viva naturaleza. La
literatura decadente del siglo xvii son las hojas amarillentas y
■secas que caen del árbol del Renacimiento. Por eso la decadencia
y mal gusto fueron generales, de todas las literaturas, no sólo de
la castellana. Si en ésta se encarnizó más la peste fué por ser á la
sazón la más robusta; si cayó más bajo fué por erguirse más alta.
Otra más temible peste invadió los estudios históricos con los fal-
son Cronicones que inventó el falsario Jesuíta padre Román de la
Higuera, arrastrado de un celo indiscreto y de motivos falsamente
religiosos. Más de un siglo costó desarraigar las raices que echó
-esta superchería en terreno abonado por la decadencia de los es-
tudios, que iba creciendo por días, y un sinfín de obras quedaron
mancilladas y desautorizadas para la crítica moderna.
¿ Cómo concertar esta decadencia del buen gusto literario y del
■criterio histórico, este otoño y vejez con la primavera y juventud
del teatro nacional y de la novela cervantina? Estos dos géneros
son los más complejos y piden más largo espacio para desenvol-
"verse. No podían ir á la par con los demás, quedábanse rezagados
■en su desenvolvimiento. Así en la época anterior, cuando los demás
géneros llegaban á madurez, la novela era todavía cuento y el tea-
tro andaba luchando entre la tragedia clásica y el entremés na-
cional. Igualmente en la antigüedad el teatro fué lo último que
en Grecia nació, comO' que fué un abrazo de la épica y de la lírica,
cuando llegaron á su madurez, y la novela apenas si apuntó en la
-época bizantina. En la época anterior maduran épica y lírica ; su
•conjunción en el teatro tenía que venir algo más tarde. La épica
clásica de poemas en octava rima, imitación lejana de la épica an-
tigua é inmediata imitación de Torcuato Tasso, nO' hubiera podido
dar teatro alguno, porque el teatro para ser nacional ha de fun-
'darse en la nacional epopeya. Cuando ésta maduró, resucitándose y
íinipliándose el romancero ó épica nacional, el primer paso para el
teatro estaba dado. La lírica igualmente italiana en la época de
Carlos V en manos de la escuela de Boscán, tenía no menos que
volver á ser nacional, como en la de Felipe II, en ía que quedó
vencedora de la italiana. Maduradas de esta manera épica y lí-
bica nacionales dieron el nacional teatro de Lope.
Con este desenvolvimiento de los elementos de nuestro teatro
«durante todo el siglo xvi corre parejas el desenvolvimiento nove-
DE T,A LITERATUR-\ CASTELLANA. CAP. I SJI
leseo. En la época de los Reyes Católicos nace la novela corta psi-
cológicosentimental por influjo de la italiana de Boccaccio y la ca-
balleresca medioeval, y propágase la pura caballeresca merced á
la imprenta y á la refundición del Amadís. El diálogo castizo y
la pintura de costumbres nacionales, elementos sustanciales de la
novela, nacen igualmente en la misma época con La Celestina y
van desenvolviéndose durante el siglo xvi en sus continuaciones y
en autos y entremeses. La novela de costumbres populares, con
no poco condimento de /picaresca, germanía y rufianesca, va for-
mándose en La Lozana andaluza de Francisco Delicado, en las
obras de Cristóbal de Villalón, en los Colloquios de Antonio de
Torquemada, en El Abencerraje de Antonio de Villegas y en El
Lazarillo, en las obras de Lope de Rueda y J iian de Timoneda, en
la Floresta de Melchor de Santa Cruz. Tres entorpecimientos
halló este desenvolvimiento novelesco. El primero fué la moda de
la novela caballeresca, que en los reinados de los Reyes Católicos
y del Emperador sorbió el seso de las gentes comunes. El segundo
fué la novela pastoril, imitada por Montemayor en su Arcadia, de
la Arcadia de Sannazaro y continuada en la Diana enamorada de
Gil Polo, en la Calatea de .Cervantes, etc. : novela de origen ex-
traño, hechiza, sin arraigo en la realidad y que sólo pudo durar
imos años, entre eruditos. El tercero fué la gravedad de los estu-
dios durante la época de Felipe II, en la que señorean la mística,
la historia, la alta poesía y la afición á los romances. Durante aque-
lla época no se escribió ni una novela ; la misma novela picaresca,
tan gallardamente nacida con El Lazarillo, no dio muestras de sí
hasta que después Cervantes la continuó. Preparados, como dicho
queda, los elementos novelescos, Cervantes, con sij varilla mágica,
dio vida á la gran novela moderna. Primero compuso las más aca-
badas de los géneros precedentes, de la pastoril en la Calatea, de
la italiana, á lo Boccaccio en El Curioso impertinente, de asunto
y estilo italiano; en La Señora Cornelia, de asunto ya español,
aunque suceda todavía el cuento en Italia ; en La Española inglesa;
en Rinconetc y Cortadillo, de asunto, estilo y lenguaje enteramente
castizos y del género picaresco; en el Coloquio de los perros, del
género satírico y lucianesco de Villalón. Con las Novelas ejem-
plares fué de esta manera no sólo el primero que noveló como él
dijo, esto es, que trajo cumplidamente al castellano la novella ita-
liana, sino el que la españolizó enteramente, injertando en ella
todas las anteriores clases de novelística en España cultivadas.
Finalmente, en el Quijote hizo la mejor novela caballeresca, ingirió
novelas psicológicosentimentales, la de Zoraida y la de Cardenio
272 ESBOZO DE ÜN ENSAYO CRITICOHISTORICO
y Lucinda, novelas pastoriles, una novela italiana y no pocas es-
cenas picarescas. El Quijote, como dijimos en otra ocasión, es la
tumba de los géneros novelescos antiguos, llamados á desapare-
cer, y de los géneros de transición: en él fenecen y se trasforman
el género caballeresco, el género italiano, el género pastoril. El ge-
nio flexible de Cervantes se inspiró en todos los modelos que le
precedieron; pero su realismo español, al infundir nueva sangre
en la novela, la trasformó, dejándolos á todos ellos oscurecidos, y
creando la novela moderna de caracteres y costumbres.
El teatro nacional, creado por Lope, y la novela en toda la
amplitud, creada por Cervantes, no podían venir más que des-
pués del siglo xvi^ en que fueron madurando sus varios elemen-
tos componentes. Asi coincidió el nacimiento de estos dos nuevos
géneros, los más trascendentales de las literaturas todas hasta et
presente, con la decadencia propia del otoño en que hubo de parar
el Renacimiento. Teatro y novela son géneros los más complejos
y acabados, en que se dan la mano lo más puro del arte y gusto
popular y lo más refinado y estudiado del arte erudito. Son la
epopeya de las edades avanzadas y cultas, de los tiempos moder-
nos: la novela es la epopeya narrada en prosa; el teatro, la epo-
peya y la novela puestas en acción. A la formación de una y otro
concurren todos los otros géneros literarios, sobre todo los prin-
cipales, la epopeya nacional primitiva y la nacional lírica. Donde
no se den lírica y épica nacionales no puede darse teatro nacional
ni nacional novela, porque novela y teatro son la conjunción de
géneros literarios populares, de leyendas y tradiciones, y del diá-
logo, conforme al habla popular, llevado por escritores eruditos y
populares á la vez á la literatura. Lope y Cervantes fueron inge-
nios extraordinarios que supieron fundir maravillosamente los di-
versos ingredientes dramáticos y novelísticos, y que se habían
apropiado con igual cariño la elegancia clásica y la realidad na-
cional. Nadie como ellos apreció las leyendas españolas, el conte-
nido y espíritu del romancero, y pocos como ellos se apropiaron
el espíritu del clasicismo.
Góngora y Quevedo, ingenios tan excelsos como Lope y Cer-
vantes, dejáronse descaminar, á vueltas de obras muy castizas, por
cosas ajenas al puro arte. Góngora, por naturaleza lírico poeta, de
los más grandes de España, codició ser único y solo, y aunque en
sus letrillas y romances había sobrepujado á todos los líricos de la
escuela castiza española, quiso igualmente sobrepujar á los líricos
todos de la escuela clásica y extremó los elementos brillantes de
esta escuela, que eran cabalmente los oropeles de un arte extraña.
DE LA LITERATURA CASTELLANA. CAP. I 273
erudita y de imitación, la cultalatiniparla y la hojarasca metafóri-
ca, despeñándose asi el más alto lírico español, y precisamente por
serlo, por sus ambiciones y su fecunda vena, en el abismo de lo
más g-rotesco, oscuro, insincero y afectado, ó sea lo menos lírico
que darse puede, de Las Soledades y El Polifemo.
Quevedo, ingenio tan excelso que rayaba más en filósofo, como
Séneca, con ser, como Séneca, poeta de tan rica fantasía, tampoco
se contentó con sus coronas de novelista picaresco, de lírico po-
pular en letrillas, jácaras y romances, de satirico lucianesco en
sus Sueños, de tratadista históricosatíricosocial ; sino que, al sati-
rizar la cultalatiniparla de Góngora, cayó en el conceptismo, cam-
po propio donde su especulativa condición filosófica podía espla-
yarse, dejando á todos oscurecidos. Su fantasía poderosa llevó
las metáforas hasta la caricatura, y las dos Cumbres de su Par-
naso, á vueltas de inimitables poesías de la escuela antigua espa-
ñola, género en el cual dificultoso es decidir quién gane á quién,
Góngora ó Quevedo, intrincó el más enmarañado boscaje de poe-
sías conceptuosas y de fantástico decir, en son de broma, de he-
cho sin ton ni son, una especie de farsa carnavalesca de mil colo-
lines, caricatura bufonesca de la verdadera lírica, sincera y se-
rena, levantada y grave, honda y filosófica, para la cual tenía con-
diciones naturales de ingenio, sin par ni semejante. Cayó Queve-
do, como Góngora, en tan honda sima, por ser tan excelso ingenio
como él, y si Góngora, poeta de pura fantasía, se despeñó en lo
culto y enigmático de la expresión, Quevedo, poeta y todavía más
filósofo, hundióse en el hondón del enrevesado conceptismo. Otro
tercer ingenio, tan grande como los anteriores, más filósofo que
poeta, redactó el código del conceptismo, el por otro cabo inimi-
table Gracián.
Con esto la decadencia del arte del Renacimiento quedaba ca-
nonizada, y con él el decaimiento, la enfermedad grave, la muerte
de la literatura castellana. Quedaba realmente muerta y enterrada
la literatura erudita por los tiempos de Carlos II, y no habiendo ya
pueblo, como el medioeval, desaparecido entre las garras del abso-
lutismo monárquico y de las injusticias de los privados, tan sólo se
dejaron oír coplas bajunas de la plebe, sátiras que gemían en la-
bios de la nación agonizante. Los eruditos satisfacíanse con car-
telas de túmulos regios ó principescos, con certámenes conmemo-
rativos de canonizaciones y fiestas de santos, con panegíricos y
poesías de compromiso.
En todo el siglo xvii apenas se nota en la castellana el influjo
de las literaturas extranjeras; el mismo Shakespeare es desconocido
TOMO Xll. — 18
274 ESBOZO DE UN ENSAYO CRÍTICOHISTÓRICO
en España; en cambio, el de nuestra mística y picaresca, el de las
demás clases de novelas, y, sobre todo, el del teatro, en todas las
literaturas de Europa es avasallador. El teatro nacional y la no-
vela realista de Cervantes son origen de la novela y del teatro mo-
derno, entrambos resucitados en el siglo xix con el romanticismo.
La mezcla de lo cómico y de lo trágico y el no tener cuenta con
las famosas unidades dramáticas, fundamentos del teatro nacional
español, lo fueron de todo el teatro europeo después de caer, con
el romancismo, en todas partes el seudoclasicismo francés.
La sexta y última época del Renacimiento es de verdadera
caducidad : el seudoclasicismo francés, trasladado á España en
el siglo XVIII por nuestros eruditos, ignorantes de nuestra añe-
ja literatura y encandilados con la que hallaban en Francia. Qa-
sicismo el francés de tercera o cuarta mano, con pujos de he-
lenista, hasta creerse que sus trágicos habían mejorado á
Eurípides, era imitación del clasicismo italiano, el cual lo era
del latino y éste del griego. Del francés quiso serlo el español
y así el abolorio resultaba tan luengo y remoto que no quedaba
del helénico clasicismo ni la sombra. Con esta que no llegaba
á sombra de clasicismo pretendieron, sin embargo, nuestros in-
fatuados eruditos del siglo xviii, resucitar la muerta literatura
castellana. Burláronse de Lope y de Calderón, no tuvieron noticia
de Tirso ni del teatro de los siglos xv y xvi, castizo y popular;
no supieron del romancero ni de la epope}'a castellana; prefirie-
ron el falso Quijote de Avellaneda al verdadero y único de Cer-
vantes, y con este bagaje literario, bien repletas, por el contrario,
las maletas de cuanto podían arramblar en sus viajes de París,
proclamaron las unidades dramáticas francesas, hicieron églo-
gas, tragedias y poemas didácticos, todo según los patrones ver-
sallescos ; y cuando los franceses nos quisieron pagar tan sendl
sumisión á su literatura como realmente debe pagarse, á pun-
tillazos y metiéndose en España para amarrarla al carro de triun-
fo de Napoleón, se restregaron las manos de gusto los afrance-
sados escritores, fuéronse á Francia con sus literaturas, dejando
ahí eso para que se arreglase como pudiese el pueblo español, de
ellos tenido por canalla vil. Esta farsa literaria afrancesada tras
la jomada postrera, acabada en muerte, de la época anterior, fué
como el saínete con que á su vez acabó el largo espectáculo del
clasicismo, el fin y remate del mundo del Renacimiento.
Meléndez é Iglesias escriben églogas versallescas donde Juan
del Encina las hizo del terruño salmantino con el habla sayaguesa
DE LA LITERATURA CASTELLANA. CAP. I 2"]^
que allí todavía se habla. Villarroel, por rara excepción, supo
trasladarlo de alguna manera á la literatura. El entremés castizo
de Ramón de la Cruz y la comedia de Bretón eran aplaudidos en
€l teatro, mientras las obras de los afrancesados, apoyadas por
el gobierno, no podían representarse por falta de espectadores. El
estudio renovado en Europa de la antigua Grecia, del cual sacó
Chenier sus poesías, de un clasicismo harto más verdadero que el
usado hasta entonces en Francia, dio en España algunos buenos
helenista á fines del siglo xviii^ que hicieron hermosas ediciones
y versiones.
Pero toda corriente estética venida de fuera trae sus venta-
jas, aunque no sea más que la de una renovación, siempre con-
veniente al arte. El influjo francés despertó en el siglo xviii
la literatura, que realmente estaba muerta. Siglo de crítica histó-
rica por serlo de crítica política, filosófica y religiosa, despertó en
España la conciencia histórica, descaminada por los falsos croni-
cones, moviéndose debates y apurándose las fuentes y los hechos
por hombres tan estudiosos como Nicolás Antonio, Martí, el Mar-
qués de Mondéjar, Alvarez de Toledo, Ferreras, Segura, Feijóo,
Mayans, Flórez, Alonso Vázquez, Risco, Masdeu, Villanueva y
otros que fundamentaron la maciza erudición histórica. Las Aca-
demias, aunque fundadas con el criterio estrecho y académico de
las de Francia, estimularon la afición á la cultura : la Academia Es-
pañola, la de Medicina, de la Historia, de Bellas Letras en Bar-
celona, de San Fernando y otras. Si el arte puro no vio levantarse
grandes ingenios y aun los que se dieron desperdiciáronse no poco
por el mal gusto reinante, mezcla del gongorismo pasado y del
presente seudoclásico prosaísmo, como Torres de Villarroel, que
en otras edades más propicias hubiérase alzado con más gloriosos
timbres, hubo, á lo menos, muchos y grandes eruditos que asen-
taron en firmes cimientos la cultura moderna, como Lucas Cor-
tés, Berganza, Mayans, Juan de Iriarte, Larramendi, Murillo Ve-
larde, Flórez, Sarmiento, Jorge Juan, Antonio de Ulloa, Luis José
Velázquez, Llaguno, Piquer, Pérez Bayer, Berni, Burriel, etc.
Las desaforadas invectivas de los afrancesados contra nuestra
vieja literatura levantó un bando hispanista en su defensa, y con-
tra los escritores artísticos de la escuela francesa brillaron otros
de la escuela popular, que al cabO' venció, preparándose de este
modo el reinado del romanticismo, que en el teatro y la novela
no desdecía de nuestra tradición literaria, hasta el punto de ha-
ber alzado los alemanes como enseña del teatro romántico nuestro
leatro nacional del siglo xvii.
276 ESBOZO DE UN ENSAYO CRÍTICOHISTÓRICO
Llegamos al mundo literario moderno, al mundo romántico
que entró en España hacia 1830, parte mediante tradiciones de
obras románticas extranjeras desde fines del siglo xviii^ parte
por medio de los emigrados á su vuelta de Inglaterra. El roman-
ticismo se alzó en toda Europa, hasta en Francia, contra el seu-
doclasicismo francés, rechazó el arte clásico de imitación ex-
traña, volviendo á la naturaleza misma, en la escuela lakista in-
glesa y en las novelas francesas de Rousseau y Saint-Pierre 7
otros, tornando al arte propio de la cristiandad, sobre todo his-
tórica y caballeresca medioeval, entre los poetas alemanes y en el
inglés Walter Scott. Arte del Norte de Europa trajo las notas
septentrionales de una lírica íntima, musical y sensible, de cierta
vaguedad enigmática, fantástica y doliente, de no poca exageración
en fondo y forma; nacido en época descreída, escéptica y des-
alentada, vino empapado en el pesimismo ó mal del siglo ; revolu-
ción literaria tras las revoluciones religiosa, filosófica y política,
proclamó la rotura de preceptos y leyes. El romanticismo pasó
á las costumbres y fué bohemia literaria, la revolución y la exa-
geración en todo, en un siglo todo él revolucionario.
Pasada la época del mayor hervor romántico (1830-50), quedó
lo sano del romanticismo, la contemplación de la naturaleza y rea-
lidad en sí misma, del alma humana y sus luchas y deseos del
"\iivir presente del hombre ; la contemplación, en suma, de lo pro-
pio, no de lo ajeno ni mediante los autores antiguos y de los li-
bros. Tal fué el realismo de la segunda época (1851-87), que
mantuvo la sustancia del arte romántico, sin la hojarasca exage-
rada y sin las notas germánicas. En Francia se extremó ciñén-
dose á lo feo, al determinismo humano, á la parte bestial del
hombre, con propósitos de ciencia experimental, llamándose na-
turalismo zolesco.
En la tercera época (1888-1907) vuelve, por reacción, en Fran-
cia á matizarse el arte con las notas septentrionales, y esta vez ade-
más, con el refinamiento de una sociedad gastada, que llevaba al
arte decadente, simbólico, musical, matizado y vaporoso, aristocrá-
tico y para pocos: es el modernismo, preparado por los parnasia-
nos. Las tres épocas del mundo romántico pueden compararse á la
mocedad suelta y bulliciosa, á la madurez de la asentada edad
y á la caducidad pueril de la vejez, recorriendo de esta manera el
arte romántico en un siglo las varias edades de la vida que en
el mundo clásico del Renacimiento tardó cuatro siglos en recorrer.
Desde que las ideas enciclopedistas vinieron á España, á pesar
de la guerra de la Independencia llevada á cabo por el pueblo
DE LA LITERATURA CASTELLANA. CAP. I 277
abandonado de los propagadores de tales ideas, como en manos
de ellos cayó la política española, hízose francesa y durante todo
€l siglo XIX nuestra patria ha seguido como un dotrino sometido
con una á manera de servidumbre de los hombres políticos á la
vecina república. Las letras han tenido que rendir parias igual-
mente á Francia, aunque no fuera más que por ser literatos no
pocos de los políticos que trasegaban de Francia sus ideas. Sin
embargo, puede asegurarse que desde el romanticismo, si se han
aprovechado algunos buenos elementos de la gran literatura mo-
derna francesa, la nuestra ha vivido independiente y se ha des-
envuelto conforme á su propia naturaleza. Traducciones de no-
velas y de obras teatrales para la gente común se hicieron á man-
ta ; pero por encima de esta literatura plebeya, traducida pro pane
lucrando, se alza nuestra verdadera literatura durante todo el si-
glo, con inspiración á veces francesa, pero de hecho y en sí misma
enteramente nacional. ¿Quién más afrancesado que Larra? Y, sin
embargo, su obra es toda española. Mesonero Romanos inspiróse
€n escritores de fuera, pero es autor tan de dentro de casa, como
El Solitario. Espronceda imitó á Byron ; pero no es su repetidor,
sino muy original poeta. El Duque de Rivas, Zorrilla, Campoamor,
Hartzenbusch, García Gutiérrez, la Avellaneda, la Coronado, Na-
varro Villoslada, Balmes, Villegas, Fernández y González, Serra,
¿qué tienen de francés? Anudaron á la vieja tradición el hilo de
sus fantasías y remozaron la épica y el teatro antiguo con tonos
de lirismo nuevo, dejando todo lo extraño del clasicismo. El ro-
manticismo español benefició los ricos mineros de leyendas y
tradiciones que España posee, viéndose así muy lejos y apartado
del romanticismo francés y de su terrible descora ¿onamiento y
pesimismo, de su cruel desengaño escóptico, de su fiebre positi-
vista de goces, de su baja lujuria, de su descreimiento religioso..
Trabajada aquella nación por varias generaciones de escritores
libertinos, por la literatura mundana de los salones, por la En-
ciclopedia, por el sarcasmo ateo de Voltaire, por el positivismo
más desconsolador, la nuestra no acababa de aceptar tales doctri-
nas, educada como había sido durante siglos con la sana moral de
la religión católica, con la doctrina de los teólogos, con el arte
cristiano. Los escritores franceses han agitado las conciencias so-
cavando las viejas y asentadas doctrinas, y con su gracia é inge-
nio, ameno siempre, con su espíritu mundano, elegante y atrac-
tivo, han logrado desparramar por el mundo sus libros y la bien
lograda fama de sus nombres. Pero no por seguir diferente de-
rrotero han sido menos grandes nuestros escritores, menos eos-
278 ESBOZO DE UN ENSAYO CRÍTICOHISTÓRICO
mopolitas, pero más nacionales ; menos novadores, pero más afe-
rrados al tradicional espíritu de nuestra literatura, la cual tiene
las grandes ventajas de ofrecer mayor unidad en toda su historia.
más alta y noble manera de pensar, base moral más firme^
mayor robustez nacional, más asentada cordura, sin perder en
independencia y originalidad, antes sobresaliendo por lo mismo en
estas cualidades.
En la época realista muéstrase todavía más la diferencia de
entrambas literaturas. No se dan en España esos dos extremos
de la admirable repulida orfebrería poética del Parnaso y de la
brutalidad, maravillosa por su fuerza, del naturalismo; pero
queda á descubierto, sin los exagerados floripondios románticos
que vinieron de allende, la vida real en la novela de Fernán Ca-
ballero, Antonio de Alarcón, Pereda, Valera, Galdós, Palacio
Valdés, Blasco Ibáñez, Felipe Trigo ; en' el teatro de Ayala, Ta-
mayo, Echegaray, Galdós, Benavente, Grau ; en la zarzuela y el
género chico ; en la lírica de Bécquer, Núñez de Arce, Rueda, Ga-
briel y Galán. ¿Qué tienen que envidiar á los extraños tan origi-
nales ingenios? No es menos íntimamente lírico Bécquer ende-
chando amores platónicos que Musset cantando amoríos lascivos ;
ni Fernán caballero y Pereda pintando regiones españolas y cos-
tumbres sanas, nobles y características como las que más, tienen-
por qué bajar la cabeza ante ningún escritor de costumbres de
fuera de España. Y si Galdós puede emparejar como novelista
con Balzac, á Balzac no se le ve ante Galdós dramático. La va-
lentía de Echegaray hallará quien la venza fuera de España, pero
no la de Tamayo en ir contra la corriente de ideas corruptoras con
la misma fuerza dramática del más pintado. Valera no queda pos
debajo de Anatole France en la gracia é ironía y le gana en buen án-
gel y en filosofía sana y educadora. Gabriel y Galán espera en vano
quien pueda comparársele en alteza de pensar, en hondura de sen-
tir, en frescura y armonía de expresar el hogar doméstico y el pa-
trio terruño. Tampoco hicieron mucha mella en España las deli-
cadas extravagancias modernistas, fuera de la mocedad casquivana
que perdió el seso unos días idolatrando en Rubén Darío, y no
Fin motivo, ya que Rubén Darío supo coger las flores todas de
las escuelas francesas con elegancia más graciosa y trasparente,
en suma, más española.
DE LA LITERATURA CASTELLANA. CAP. II 279
■ CAPITULO II , ,
EL ESPACIO Ó EL ESPÍRITU REGIONAL
Siguiendo las doctrinas de los seudoclásicos del siglo xviii,
solía afiliar Menéndez y Pelayo á los autores en escuelas, la sal-
mantina, la sevillana, la cordobesa, la aragonesa. Cierto que los
grandes autores hallan quienes les imiten, y en tal caso maes-
tros pueden llamarse de escuelas literarias. Pero todo discípulo é
imitador mientras lo sea no alcanza á tener personalidad artística,
y de hecho los grandes escritores no pueden clasificarse en escue-
las, puesto que cada uno funda la suya. Los discípulos, puros re-
petidores de los maestros, agrandan, por decirlo así, su sombra ; no
son luz de ninguna especie, no cuentan aparte para nada. Baltasar
del Alcázar es sevillano y no veo cómo pueda caber en la escuela
sevillana, esto es, de la de Herrera, su contemporáneo. Yo no doy
importancia alguna al encasillado por escuelas. Cada grande es-
critor tiene imitadores á modo de escuela; pero los grandes es-
critores no forman una escuela.
Se me dirá que hay un cierto aire de familia entre los
escritores sevillanos ó entre los salmantinos. Y no lo negaré, antes
lo aceptaré tan gustoso que desearía estudiar ese aire de familia;
sino que yo creo que ese aire no se debe á escuela alguna : débese
al espíritu regional. No hay quien no vea el parecido de Góngora
con Lucano y no lo atribuya á ser ambos cordobeses, y, con todo,
no perteneció á la escuela de Lucano, ni cultivó el mismo género,
ni tuvo el mismo espíritu poético Góngora, ni le imitó como
discípulo. Es el espíritu regional, no la escuela, el que explica el
j>arecido de entrambos. El espíritu regional viene á ser el medio,
el clima, la tierra, la raza, las costumbres, la educación común
y el común atavismo de las regiones ; el aire de familia, por otro
nombre, puesto que el parecido en los individuos de una familia
á todo eso se debe, sobre todo al atavismo de la sangre.
Taine pretendió explicar todo el arte por estas circunstancias
del medio y de la raza ; no se explica por ellas todo el arte.
pero sí gran parte del arte. El escritor debe á ellas acaso la mi-
tad ó la tercera parte de su arte ; el resto débelo á su índole per-
sonal y á la educación propia y modo de vida en que se desenvol-
vió en cuanto difiere de los demás. Hay un aire de familia en
todos los escritores de una nación: es lo único cierto de cuanto
28o ESBOZO DE UN ENSAYO CRÍTICOHISTÓRICO
discurrió Taine. De la misma manera hay mi aire de familia en-
tre los escritores de cada región dentro de la misma nación. Es-
trechando ó ensanchando el círculo siempre hay un cierto pare-
cido, un espíritu común, como hay una cierta manera de hablar
desde el pueblo nativo, la región, la nación, la raza y por este
mismo orden va el parecido desHéndose y atenuándose. Habla,
espíritu, manera, todas las cualidades humanas diferéncianse en-
tre individuos de raza sajona y de raza española. Pero dentro de
la raza española los hispanoamericanos difieren de los españoles
más que los españoles entre sí, que tienen un aire de familia en
todo, más parecido del que los une á los hispanoamericanos ; más
íntimo es todavía el aire de familia ó espíritu regional de los ga-
llegos entre sí ó de los andaluces, y dentro de Andalucía los se-
villanos difieren de los cordobeses ; y entre los cordobeses hay
más parecido entre los de la misma ciudad de Córdoba respecto
de los otros cordobeses de fuera de la ciudad. Es verdad que no
pide demostración, como lo es que cada familia cordobesa tiene
un aire de familia que la distingue de las demás, y sólo acaba el
parecido y señorea la mayor diferencia en la personalidad de
cada individuo.
Lo que decimos del espacio téngase por dicho del tiempo.
Con los tiempos cambian habla, ideas, arte; sin que por eso se
pierda enteramente el espíritu de la raza y de la región. La lite-
ratura castellana conserva durante todo el curso de la historia
ciertas cualidades que la distinguen de la de los otros pueblos;
dentro, sin embargo, de ella el mudar de los tiempos las La ido
modificando. Hay un aire de familia entre los escritores andalu-
ces de todas las épocas históricas que los distingue de lo? ara-
goneses; la literatura andaluza y la aragonesa participan de las
cualidades de la literatura castellana como diferente de la france-
sa; pero todas ellas, la francesa y la castellana, y dentro de ella
la andaluza y la aragonesa, van modificándose al correr de los
tiempos. Bueno que se compare al aragonés Marcial con Góngora
el andaluz; pero después que se le ha) a comparado con el anda-
luz Lucano de su mismo tiempo, y lo mismo á Séneca con Gra-
cián, pero después de haberlo hecho con Quintiliano.
Acaso haya menos distancia de Marcial á los Argensolas ó
de Lucano á Góngora, que de Marcial á Séneca ó de Góngora á
los Argensolas. Ello indicaría que el tiempo separa menos que el
espacio, que el espíritu regional es más firme y duradero que la
semejanza llevada por el espíritu de una época á los escritores de
ella. Pero, si bien se advierte, las doctrinas cambian más con el
DE LA LITERATURA CASTELLANA. CAP. II 201
tiempo; las cualidades artísticas, hijas de las facultades humanas,
difieren más según las regiones, y el tiempo apenas las mella. Ideas
paganas en los uno, cristianas en los otros; pero siempre sobre-
puja la fantasía en los andaluces y la inteligencia en los arago-
neses: Lucano y Góngora, Marcial y Gracián.
Asuntos como el presente préstanse á probar tesis más ó me-
nos imaginarias, con lo que se desvirtúa el propósito, que debiera
ser tan solamente diferenciar el alma de cada región para mejor
ahondar en el alma común de la raza. Tales cotejos dan, efectiva-
mente, ripio á mano para probar las más opuestas opiniones, como
lo dan siempre los documentos históricos de cualquier jaez á los va-
rios intérpretes que de ellos se sirven para afianzar las variadas
maneras de opinar.
Im.porta no llevar tesis alguna en la cabeza al entrar en este
campo de investigación serena y desinteresada. Por de más está
advertir que tampoco se trata de ensalzar ó abatir, de apocar ó
eugrandecer á regiones ni ingenios, que todos son sobresalientes
y sin par, buscándose tan sólo las diferencias distintivas, no las
graduales que panegíricamente las escalonan por su valer.
Los dos Sénecas y Lucano, cordobeses; Columela, gaditano;
Mela, de Algeciras, todos andaluces, son los primeros escritores
que cronológicamente nos presenta la historia. Dejando á un lado
los dudosos Valerio Flaco, Floro, Juvencio y Silio Itálico, siguen
después Marcial, Quintiliano y Prudencio Clemente, todos arago-
neses. Son las dos regiones antes y más latinizadas, merced á los
TÍOS, el Betis y el Ebro, en cuyas márgenes buscaron los romanos
digamos mejor, los italiotas romanizados, campos feraces que cul-
tivar. Los primeros y más ricos terrenos halláronlos en Andalucía,
donde, por lo mismo, florece antes la cultura romana y se hace fa-
mosa la escuela de latinidad de Córdoba ; después viene Aragón y
la escuela de Huesca.
Podemos dejar á un lado á Columela y á Mela, escritor de agri-
cultura el uno, de geografía el otro, y entrambos de menor valer
literario. Tres para tres, pudieran parearse, por la igualdad de los
géneros cultivados, Séneca el retórico con Quintiliano, Lucano con
Prudencio Clemente y Séneca el filósofo y poeta con el poeta y algo
filósofo Marcial ; pero es preferible cotejarlos á todos á la vez en
cada género y asunto.
El espíritu lírico de Lucano y Séneca es el mismo. Tío y sobrino
distínguense entre todos los poetas romanos por el color. Aventa-
jan en esta cualidad á los aragoneses Marcial, Quintiliano y Pru-
dencio. En cambio, ganan los aragoneses á los andaluces en buen
i82 ESBOZO DE UN ENSAYO CRÍTICOHISTÓRICO
gusto, en aticismo, cualidad que es más propia del entendimiento^
como la otra lo es de la fantasía.
Y ésta creo que es la fómula: sobrepuja el entendimiento en
Aragón, la fantasía en Andalucía. El hecho es manifiesto en todo
el curso posterior de la historia ; pero no es menos de maravillar el
que lo sea entre escritores de raza itálica, con sólo haberse tras-
plantado el linaje á dos diferentes regiones españolas. ^: Tanto pue-
de la región, que á unos mismos italiotas los convierta en andaluces
y aragoneses ? Nada sabemos de si estos escritores llevaban ya algo
de sangre española en sus venas ; pero tales divergencias son para
mi prueba incontestable. Sólo á la mezcla de sangre, juntamente
con la educación, puede atribuirse el singular fenómeno de que en
la Argentina se fundan tan presto italianos, ingleses, franceses y
alemanes, y que el espíritu resultante que sobrenada sea castiza-
mente argentino, quiero decir español, con el matiz de america-
nismo bien conocido en los hispanoamericanos.
El color por una parte, hijo de la fantasía, y por otra el buen
gusto, la mesura, la armonía en las cualidades artísticas, que pro-
viene de la inteligencia, distinguen ya desde aquellos tiempos á lo*
ingenios andaluces y aragoneses.
No creo necesario descender á casos particulares para compro-
barlo. Séneca y Lucano son, junto á Marcial, Quintiliano y Pru-
dencio, lo que la rosa más encarnada junto á la rosa de color de
rosa. La brillantez y abundancia de metáforas, el fuego y ardi-
miento, el tono enfático, el giro retórico, la rotundidad, tanto en la'
prosa como en el verso, la pompa y majestad, cualidades son harto
conocidas de La FarsaUa, de las Tragedias y de las obras filosóficas
de Lucano y Séneca. Todo lo contrario en Marcial, Quintiliano y
Prudencio. Marcial en poesía y Quintiliano en prosa, son los es-
critores romanos más áticos y mesurados. Señorea en ellos la inte-
ligencia, como en los ingenios helénicos, con todas sus cualidades,.
la claridad y trasparencia del pensamiento y del modo de expre-
sarlo, la propiedad y justeza, el ningún derroche de pámpana or-
namental ; en una palabra, lo que se llama elegancia, aticismo. No
es pobreza ó escasez ; es continencia y mesura, es finura del senti-
miento que escoge ; discreción de la inteligencia que poda lo no ne-
cesario; robustez intelectual, que se satisface con los menores y
más apropiados medios, confiada y segura de lograr por ellos lo que
otros más codiciosos, por temerosos y desconfiados, no acaban de
creer que alcanzaran si no amontonan cuanto les sugiere su rica
fantasía.
Séneca no se harta de repetir por mil maneras las mismas sen-
DE LA LITERATURA CASTELLANA, CAP. II 2ÍÍ3
tencias y doctrinas, cual fogoso y machacón apóstol que inculca y
torna á inculcar. Educador no menos es Quintiliano, y de la gente
menuda; pero deslizase, sesgo y tranquilo, por las serenas márge-
nes, desde las fuentes primeras hasta la última formación del ora-
dor. Rayos y truenos deslumhran y atruenan La Farsalia y las
Tragedias, mientras le bastan á Marcial cuatro, diez versos, escul-
pidos como en mármol, para cauterizar los vicios de Roma, y unas
cuantas flores silvestres sencillas á Prudencio para tejer ligera
guirnalda á los mártires.
Brío y vigor hay en unos y otros, distinguiéndolos de todos los
demás escritores romanos de la misma época, tanto en la solidez
de las doctrinas como en la manera de decir. Satíricos todos, firmes
en sanos principios, educadores en filosofía y no menos robusto.^
y firmes en sus pinceladas, en la manera sentenciosa. Pero ese brío
y vigor, cuanto á la expresión, encomiéndanla Séneca y Lucano á lo •
vivo del color, á lo cortado de la frase, al relampagueo lírico, á la
fogosidad oratoria ; Marcial, Quintiliano y Prudencio no salen •
afuera con ese empuje; permanecen serenos, mas confiados en la
clarividencia de su razonar, en lo ineludible de su dialéctica, en la
naturalidad de lo que dicen. Séneca el retórico, parangonado con
Quintiliano, con tratar los mismos asuntos que él, difiere en espíritu-
y estilo. Es más brusco Séneca, más ligero, más cortado, más arre-
batado; Quintiliano tiene más asiento, cava más hondo, hila y tra--
ba más el razonamiento, es mucho más sereno y elegante. El vigor
en Séneca está en la superficie del decir ; en Quintiliano, en lo hon-
do del razonar. Las mismas sólidas doctrinas defienden entrambos
sobre la elocuencia; pero el andaluz diríase torrente que se des-
peña, choca en la canchas, salpica y ofusca, brinca otra vez, ocúl-
tase y vuelve á salir siempre espumoso; el aragonés semeja la
mansa y dilatada tabla del ancho río que, al parecer, no se mue-
ve, según brilla de tersa y sosegada sobre la haz. Con haber vivido
más cercano á Cicerón, di.sta más de él Séneca, cuanto al estilo, que
no Quintiliano, el más ciceroniano de los escritores paganos, como
de los cristianos lo fué Lactancio. La misma vivacidad y rebullicio ■
andaluz échase de ver en su hijo, Séneca el filósofo y trágico. Pa-
rece filósofo peripatético en no saber estar sentado. Figúraselo uno
siempre de pies y aun revolviéndose de aquí para allá por su rica
y bien abastada quinta. Probablemente no se meneaba de su asien-
to ; pero moralmente es misionero andariego, que salta de un tema
á otro ; nunca acaba el que comenzó, volviendo en cien lugares
sobre él, saltando de asuntos y en estilo no menos á saltos y como •
á llamaradas, de disertador fogoso. La lírica de sus tragedias, que
284 ESBOZO DE UN ENSAYO CRÍTICOHISTÓRICO
de hecho no son más que desahogos líricos flojamente trabados,
ofrece la misma vivacidad é inquietud, parecidos chispazos y de-
tonaciones. Con haber sido harto más bohemio y callejero el po-
brete de Marcial, con su toga raída, muestra más asiento en su de-
cir, más elegante serenidad, más acabado tornear de pensamiento
y expresión. Lucano es volcán que no cesa un minuto de echar fue-
go, llamas, estampidos ensordecedores; Prudencio es el ángel plá-
cido del cristianismo que asoma por entre nubes pulsando suave-
mente la lira para marcar el sesgo vuelo á los mártires que suben
de la tierra. Su lírica en nada se parece á la de Lucano ni á la de
Séneca.
No cabe duda : la fantasía colorista, fogosa y bulliciosa señorea
en las obras de los andaluces, los dos Sénecas y Lucano; la inteli-
gencia serena y asentada en las de los aragoneses, Marcial, Quin-
tiliano y Prudencio.
Los escritores de la época visigótica son por la mayor parte le-
vantinos y aragoneses. Paulo Orosio, de Tarragona, distingüese
por la profundidad del pensar. Los santos Leandro, Fulgencio c
Isidoro, aunque obispos de Sevilla el primero y tercero, nacieron
probablemente en Cartagena. En Zaragoza florecieron Juan Ce-
saraugustano, Máximo, Braulio, Tajón, San Eugenio, que después
fué obispo de Toledo. De allí mismo fueron obispos San Ildefonso
y San Julián, nacido en Cuenca. Todos ellos eruditos y graves.
Pero pueden cotejarse con los escritores que á poco brillaron du-
rante el siglo IX en Córdoba : el abad Esperaindeo, San Eulo-
gio, Alvaro Cordobés, el abad Samsón. En medio de la postración
de los estudios, entre sufrimientos y martirios, es harto notable el
'prurito retórico que distingue el estilo de todos aquellos cordobe-
ses y que contrasta con la severidad de los Padres visigodos, ara-
goneses y levantinos. Hacinamiento de metáforas, de conceptismos,
de todo linaje de floreos, exuberante adjetivación, excesivo color,
retorcimiento de la frase : todo eso se da en Córdoba en el siglo ix,
como entre los cordobeses del siglo i ; y nada de eso en los arago-
neses y levantinos de los siglos vi y vii de la época visigoda. Has-
ta los títulos de los libros son coloristas : Luminosus Indiculus,
Liher Scintillarum.
El espíritu español, en general, está de manifiesto en el Cantar
de Mío Cid y en la epopeya popular castellana, conocida por las
prosificaciones de la Crónica general y de sus posteriores reiuncii-
aciones. Queda todavía más de relieve si se compara esta epopeya
DE LA LITERATURA CASTELLANA. CAP. II 285
con la francesa, por ejemplo con la Ckanson de Roland, con la cél-
tica o caballeresca de los bretones, con la lírica de los trovadores
provenzales y con la lírica gallega : manifestaciones artísticas de la
misma época.
La cualidad más saliente de nuestra epopeya es la de ser, como
la lírica gallega, de origen enteramente popular, y de ésta nacen
todas las demás cualidades. Y ante todo el realismo, esto es, la sin-
ceridad en describir tal como fueron los hechos, la epopeya cas-
tellana y en expresar cómo se sentían los afectos del alma, la lírica .
gil llega. La epopeya francesa mira los hechos con los cristales de
aumento de una imaginación desaforada ; la épica caballeresca pier-
da hasta los estribos de la realidad histórica; la lírica provenzal exa-
gera por manera exorbitante el amor endiosado á la mujer y el odio,
llegando al sarcasmo y á la sátira personal más cruda y desvergon-
zada. Las tres exageran la realidad, dando rienda suelta á la ima-
ginación, de suerte que lo fantástico señorea y oscurece lo que de
realidad pudiera yacer en el fondo. Lo milagroso es cosa corriente.
Lo desaforado de las pasiones, la crueldad, la lascivia, el amor
como canonizado y endiosado, anuncian la llegada del Román de
la Rose, en el cual los instintos naturales triunfan. Es el poema del
naturalismo, cuyo continuador será Rabelais al llegar el Renaci-
miento, Rousseau en el siglo xviii y Zola en el xix. Las ideas pa-
ganas del Renacimiento contribuyeron á extender estas doctrinas
naturalistas en la literatura francesa; pero, por lo dicho, tenían
más honda raíz en la raza. Por ellas se distingue de la literatura
castellana, que es, por el contrario, religiosa, providencialista y
ética.
No sobresale la epopeya castellana por la fantasía ni por el sen-
timentalismo. Por lo primero distingüese de las restantes litera-
turas europeas de su época ; por lo segundo apártase, no ya de ellas, .
sino del mismo arte lírico gallego. Es más bien seca, aunque sin
crueldad, como efecto del tono varonil de sus guerreros; emplea
breíves y recios brochazos, en lugar de toda la paleta pictórica,
para matizar y diluir. No faltan, pues, corazón ni fantasía; pero
quedan subordinados al ansia de sinceridad y de realismo y al vi-
gor guerrero de sus héroes. La nota varonil de la epopeya caste-
llana lo será de toda nuestra literatura. Sólo al pasar á Francia
parece blando y sensiblero el Cid, vidriosilla y hasta neurótica Ji-
mena. No es que sea el Cid duro de entrañas ; es tierno, cuidadoso
y amante de su esposa y de sus hijas. Bien claramente se ve en
la segunda mitad del Cantar de Mió Cid, que de salir por ellas tra-
ta ; pero no es con gemidicos ni caricias como muestra el Cid su
286 ESBOZO DE UN ENSAYO CRÍTICOHISTÓRICO
. ternura. El cariño es hondo y lleva á obrar más que á manifestarse
sentimentalmente. No hay tampoco crueldad ni encono en aquellos
héroes; hay anhelos de salir por la justicia, por la libertad; de ven-
gar los caprichosos entuertos, hasta las intenciones aviesas de re-
yes y poderosos. Recabada la justicia, dadas prendas de amistad,
olvidan sus querellas, deponen sus odios, se abrazan con sus ad-
versarios. No son hombres rudos ni salvajes, son sencillamente
varones ecuánimes y esforzados. ¿Qué actos de barbarie, de fero-
cidad, pueden señalarse en nuestra epopeya, hirviendo, en cambio,
en la épica caballeresca junto al afeminamiento y lascivia más baja,
que entre los nuestros jamás se parece? Alucho menos refinada se
muestra la sociedad en nuestra epopeya que en la literatura caba-
lleresca, en la épica francesa, en la lírica provenzal y aun que en la
epopeya homérica ; pero distingüese de las sociedades pintadas por
todas aquellas literaturas en ser mucho más culta y civilizada
•cuanto á los principios éticos, que son los del cristianismo, y cuanto
^al sentir y pensar, noble é hidalgo, magnánimo y justiciero, inde-
pendiente y libre. De aquella raza sin par podian esperarse gran-
des cosas. Y que lo era y no por pura fantasía de los cantores, se
ve claramente en la epopeya, ajena á todo prurito literario é hija
de la más desinteresada sinceridad. Las cualidades apuntadas de
la epopeya castellana lo son muy particularmente del arte regional
•de Castilla la Vieja, cuyas características son la sobriedad y aun
sequedad, el tener más de fondo y pensamiento que no de forma y
ornamentación, como lo pedía la seca y adusta meseta castellana.
Conforme se baja de ella á las costas, la sequedad parece como
que se moja y ablanda, y el verdor y las flores se sobreponen, ocul-
tando el fondo y deteniendo la vista en la forma superficial. El arte
de Castilla la Nueva distingüese ya del de Castilla la Vieja por la
mayor elegancia y armonía, debidas, sin duda, á la corte, en Toledo
y Madrid, y después á la mayor influencia clásica renacentista, que
en la corte tenía su asiento. Pero bájese hacia las costas, y hallare-
mos en Andalucía más color, volubilidad y ligereza que en la meseta
central; en Portugal y Galicia más sensible melancolía y comunica-
tivos afectos; en las costas de Levante más flexibilidad y armonía
clásica. Aragón, cruzado de montes, con estrechos valles, tiene de la
sequedad castellana y señálase más todavía que en ella el señorío
de la inteligencia, participando á la vez del refinado gusto levan-
tino, que de la misma inteligencia procede. La misma Extrema-
dura ofrece como característica el brío propio de Castilla y de
Aragón ; pero con arrestos de aventurero inquieto, que no se hallan
•en estas dos regiones. Salamanca, con sus dehesas y pastores, origincS
DE LA LITERATURA CASTELLANA. CAP. II 287
la égloga, en lo que se une á Galicia por sus serranillas y á las miá-
mas regiones serranas de la meseta. Estas ideas que anticipo las
veremos después comprobadas con la comparación de los autores.
Sin salir de la epopeya, el Cid es el héroe castellano, hecho de un
solo bloque, el que mejor cifra el tipo épico de toda España, por
lo mismo que es el tipo cortadamente castellano viejo. Tal como
lo dejó esculpido la epopeya popular, encierra las cualidades to-
das del arte de la Vieja Castilla, y las que son comunes á todas las
otras regiones de la Península. Hay que verlo en Mió Cid, en las
prosificaciones de la primera Crónica general y en los romances.
Compáresele después Bernardo, héroe leonés y catalán y de todo el
Norte de España, en las varias trasformaciones legendarias del
arte popular de aquellas regiones. Diríase un Cid menos castellano ;
español siempre, pero como policromado, más dúctil, más blando,
hecho del mosaico de los variados materiales de regiones varias.
Ya no es el bloque único arrancado de la Bureba; el espíritu regio-
-tial norteño lo cinceló menos épico, más lírico casi, más poético en
•este sentido; esto es, más fantástico y menos realista que el Cid
castellano. Ambos héroes padecen, con el correr de los años, las
varias contaminaciones extrañas del espíritu caballeresco, como
puede verse en las crónicas rimadas y en las refundiciones de la Ge-
neral. El espíritu particular del siglo xvii le pone después su pro-
pio sello en nuestro teatro y en el poema de Balbuena, y al
.atravesar la frontera ya son otros enteramente. Tanto puede el es-
píritu de cada región en las obras de arte.
De la lírica popudar gallega á la aristocrática provenzal hay un
abismo. La lírica gallega es la más honda y sentida, la más llana en
expresión, la más sincera que conocemos de la Edad Media. Aun
prescindiendo de lo satírico y grosero de la provenzal, la lírica amo-
rosa es en Provenza abstracta, conceptuosa, exagerada en la idea
vdel amor. Cualidades son éstas que pasarán á Italia y darán al pe-
írarquismo. La idea del amor es la misma que se halla en las obras
caballerescas y que jamás se dio ni en la lírica gallega ni en la lite-
ratura castellana, aun en las épocas más cortesanas. La razón de
>esta diferencia está en ser popular la gallega y cortesana, aristocrá-
tica la provenzal; pero no menos en el carácter realista y sincero
de la lírica gallega, como de toda la literatura castellana, y en la
'tendencia idealista, abstracta, exagerada en fondo y forma, que
tiene la lírica provenzal. Huele á artificio de trovadores que escri-
ben, tanto como huele á naturalidad de obra improvisada por gen-
tes populares la lírica gallega. Entrambas líricas, la gallega popular
y la provenzal cortesana, cultiváronse por el rey don Diniz de
288 ESBOZO DE UN ENSAYO CRÍTICOHISTÓRICO
Portugal y sus cortesanos, por nuestros reyes San Fernando y Al-
fonso X en el Libro de las Cantigas. La diferencia de entrambas
échase al punto de ver en todos los Cancioneros galaicoportugue-
ses, que las han conservado. En Las Cantigas el asunto es religio-
so, y la tonalidad, grave y sencilla y más castellana que gallega.
La ribera del Ebro, desde la Rioja y la Navarra no montañe-
sa hasta Aragón, es, espiritualmente hablando, una sola región:
el carácter de sus habitantes es sustancialmente el mismo y no
menos lo es el arte. En esta acepción Berceo pertenece a la región
?ragonesa, no menos que Quintiliano. Apenas difiere el tudelano
del zaragozano ni se aparta el riojano de uno y otro. Berceo, per-
sonificación del mester de clerezia, sobre todo si, como parece
hecho probable, es autor del Alixandre, pertenece á Aragón por
su manera de pensar y de escribir. Como en los escritores ara-
goneses, predomina en él la inteligencia, el espíritu práctico, se-
sudo, discreto ; la manera realista, franca y sincera ; la llaneza )•
naturalidad, la honradez á carta cabal. Sus fuentes son las ecle-
.siásticas, no pocas de ellas francesas ; su metro, el erudito de los
franceses ; pero el espíritu no sabe á francés lo más mínimo.
La misma milagrería está tratada á la española, sin sueños fan-
tásticos, con ima candidez de niño, pero con un realismo y dis-
creción de verdadero ibero ó celtíbero, si se prefiere. Nada fan-
tasioso ni aparatero, no pretende pasar por literato ; escribe para
comunicar su devoción á la gente menuda de su tierra, no para
atraer gentes de lueñes tierras ni para darse tono de ninguna es-
pecie. Práctico, realista, llano y sincero, de más inteligencia que
fantasía, parécese Berceo á Quintiliano y á los escritores arago-
neses. Aragonés parece no menos haber sido el autor del Libro
de Apolonio, de la escuela del mester de clerezia. De la misma re-
gión fué el fraile navarro que dio una de las primeras muestras de
la prosa escrita en los Diez Mandamientos, y el famoso arzobispo
toledano don Rodrigo Ximénez de Rada, natural de Puente de la
Reina, en Navarra. Es el más sesudo y discreto de los cronistas
españoles que con grave tino y juicio sano supo recoger lo mejor de
todos sus predecesores y poner el fundamento de la Crónica gene
ral del Rey Sabio.
Con el cual estamos ya en Toledo, corazón de España, y en
Castilla la Nueva, la región de los príncipes del habla castellana
y del arte nacional.. En Toledo renació la cultura española y euro-
pea. Desde la reconquista por Alfonso VI (1085) hasta la muerte
de Alfonso X (1284), esto es, durante tres siglos, fué el principal
DE LA LITERATURA CASTELLANA. CAP. II 289
centro del saber de Occidente. Aragonés fué y judio converso
Pero Alfonso, el primero que trajo á España los apólogos orienta-
les en latín. El Rey Sabio ordenó la traducción al castellano de
los más famosos libros de este género, así como de astronomía y
ciencias ; agasajó en su corte á los trovadores provenzales, escribió
en gallego sus poesías y en prosa magistral castellana La Crónica
general y las Partidas. El Rey Sabio pudiera considerarse como
el fundador de la literatura castellana. Juntó y armonizó las varias
corrientes, el antiguo saber grecolatino y el saber oriental, la
poesía provenzal y la gallega, la ciencia eclesiástica y la profana.
2'anjó las ciencias naturales, la jurisprudencia, la historia. Puso
su sello indeleble, regio y castizo, á toda la literatura española pos-
terior. En sus obras y en las que por su orden se escribieron, que
abarcan todo el saber de su tiempo, dejó, efectivamente, selladas
las cualidades de nuestra literatura: la gravedad y alteza en las
ideas y en la manera de escribir, la religiosidad, la moralidad, la
seriedad. Para apreciar estas cualidades de la literatura caste-
ilan en toda la edad media y, por el consiguiente, en las épocas
posteriores, no hay más que recordar las tan opuestas que ofrece
la literatura francesa y cómo, á pesar de su vecindad, no pudie-
ron estas cualidades de fuera mancillar nuestra literatura. El na-
turalismo en ideas y la ligereza no menor en la forma, que se com-
pendian en el Román de la Rose y en los fahliaux, no tuvieron en
España eco alguno, fuera de algún atisbo que se nota en el Arci-
preste de Hita, merced al asunto y género de crítica social que
abrazó. Este carácter del las obras del Rey Sabio y de la literatura
castellana puede decirse carácter regional de Castilla la Nueva,
donde se armonizan y funden las cualidades de las regiones to-
das de la Península, resaltando las que á todas ellas son comu-
nes : el sabor popular, el tono realista y el contenido éticocrítico.
Toda nuestra cultura medioeval se cifra en Alfonso X, como
nuestra cultura de la época visigótica se cifra en San Isidoro.
En la región levantina brillaron en el siglo xiii Raimundo Lulio,
Arnaldo de Vilanova y Ramón Martí, que con la expansión ara-
gonesa por todas las costas del Mediterráneo, fueron famosos por
¿US obras y escritos no menos fuera que dentro de España. En
todos tres sobresalen las notas del ingenio levantino.
Dos grandes escritores brillan en el reino de Toledo durante
el siglo XIV. El príncipe don Juan siguió las pisadas de su abuelo
en la afición á los apólogos y moralidades orientales y en la pro-
sa. El arcipreste Juan Ruiz fué poeta tan original y sin par que,
además de recoger los asuntos y formas literarias de su tiempo,
TOMO XII .— 19
2gO ESBOZO DE UN ENSAYO CRÍTICOHISTÓRICO
lo oriental de los apólogos, lo gallego de las serranillas, lo fran-
cés de cuentos y ficciones, lo dramático del Pamphilus, fundién-
dolo todo en su obra críticosocial del Libro de buen Amor, lle-
vó, con su genial vigor poético, á esta su obra la diferencia-
ción de los géneros literarios niás castizos de la posterior litera-
tura castellana, propios todos ellos de la región toledana, donde
nació y vivió. No se conoce lirica castellana más antigua qu<?
la suya, erudita y más todavía popular, profana y sagrada, de
todos los tonos y para todos empleos, desde el filosófico himno
á Cristo triunfador de la muerte y los gozos y cantares á la Vir-
gen, hasta las trovas cazurras y coplas para danzaderas, estu-
diantes y pordioseros. Apunta en este libro la picaresca ; queda
delineada la comedia del tipo de la Celestina; de serranillas y
pastorales castizas hay dechados inimitables. Pero sobre todo cam-
pea la sátira social y personal de todos géneros y maneras, con
el mismo ingenio y socarronería, con el mismo brío y realismo
que después hicieron inmortales á Cervantes, Quevedo y Villame-
diana y á los autores todos de la novela picaresca y del teatro
de costumbres. De la Puebla de Montalbán, en el mismo reino de
Toledo, fué Fernando de Rojas, autor de Celestina; de Talavera
fué el otro Arcipreste que hizo en prosa lo que en verso hizo
el de Hita; de Toledo fué el autor del Lazarillo, probablemente
Sebastián de Horozco, autor del Cancionero, obra que corre pa-
rejas con el Libro de buen Amor; de entre Toledo é Hita, de
Alcalá de Henares fué Cervantes. Son nuestros más altos in-
genios, dejando fuera de la cuenta los que dio Madrid, que per-
tenecen a la misma región de Castilla la Nueva.
Más secos parecen los escritores de Castilla la Vieja, serios
moralistas en demasía: Fernando Sánchez de Tovar ó de Va-
lladolid, el cronista del siglo xiv ; el Rabí Sem Tob de Carrión,
judío, autor de los Proverbios Morales, en verso ; el Canciller
Pero López de Ayala, nacido en Vitoria, poeta satírico morali-
zador en su Rimado de Palacio y prosista en sus Crónicas y
otros libros. Sátiras sociales escriben Juan Ruiz y López de Aya-
la ; pero el segundo no parece sino un discípulo del primero, y el
discípulo diríase más serio, más encanecido que el maestro, el cual
tiene de mozo jovial y brincador más que de maestro grave y
machucho. El fondo es el mismo en entrambos, el intento grave
y ético no difiere entre ellos ; la forma artística los diferencia.
Es en demasía seca, sermoneadora la de López de Ayala. Por algc
era canciller.
DE LA LITERATURA CASTELLANA. CAP. II 29 1
Mas también era arcipreste, de oficio más serio, como de ecle-
siástico, Juan Ruiz. Y con todo, distingüese el arcipreste dei
canciller, el eclesiástico del lego, el maestro del discipulo, como
la primavera se distingue del otoño y como la mocedad de la ve-
jez. Hay mayor lozania, frescura, jugo primaveral, vida buUente,
calor de juventud en el castellano nuevo, mayor sensatez y ape-
sadumbramiento de- forma, mayor sequía y frialdad en el cas-
tellano viejo.
El príncipe don Juan Manuel es artísticamente y en asuntos
tan oriental como el Rabí Sem Tob y es cristiano que aboga por
la moral, como éste es judío que aboga por ella. Sin embargo, el
-castellano nuevo de Escalona es más placentero, el castellano viejo
de Carrión, más serióte. Las máximas que éste nos da escuetas,
aquél las diluye en cuentos. Moralistas entambos en el intento,
€l Príncipe, más ameno y abierto, nos lleva de mañana paseando
'por variadas florestas; el Rabí, más cejijunto y huraño, nos detiene
sentados en torno de su escritorio al caer de la tarde.
Los primeros prosistas del Renacimiento, atentos al latín, es-
cribieron en tan erudito, latinizante y afectado castellano, que
lio ofrecen el menor rasgo de regionalismo: tales don Enrique de
Villena, el Marqués de Santillana y Juan de Lucena. Otros son
menos latinizados, pero emplean un lenguaje demasiado erudito
y alejado del habla popular: Fernán Pérez de Guzmán, los Car-
tagenas, el Bachiller Alfonso de la Torre, el Príncipe de Viana,
Gutierre Díaz de Gómez, Pero Tafur, Alfonso de Palencia, Die-
go Rodríguez de Almela, Diego Enríquez del Castillo. Tan sólo
el Arcipreste de Talavera es, en unos cuantos trozos, dechado del
decir castizo toledano en prosa, como lo fué á poco Fernando de
Rojas en La Celestina, cuando ha' Ln los personajes populares.
Los poetas son no menos eruditos y cortesanos en sus versos y
íinen casi todos ellos el mismo tono de imitación gallega, petrar-
quesca ó dantesca y un lenguaje de pura convención erudita. Con
todo y en medio de su laberinto seudoclásico, con su media len-
güilla latinizante, hartas muestras da Juan de Mena de ser cordo-
bés en el énfasis y ahuecamiento.
La novela en prosa y verso. El Siervo Ubre de Amor, de Juan
Rodríguez de la Cámara, trasciende á gallega, como su autor, por
ti sentimentalismo apasionado y misterioso, el sentimiento de
lí naturaleza, y el ritmo afeminado y lánguido. T os poeta? del
Cancionero de Baena muéstranse gallegos, aun cuando no lo son.
al remedar la lírica gallega, como parecen toledanos, reciamente
292 ESBOZO DE UN ENSAYO CRITICOHISTORICO
realistas y populares, cuando hacen coplas satíricas. Fuera de
estas dos venas, que son las que los convierten á veces en poetas
más ó menos sinceros, se balancean en la conceptuosa vaguedad
petrarquesca ó entre las alegorías dantescas, de suerte que todos
ellos parecen ser un solo poeta, tan poco se diferencian los unos
de los otros. El más popular y mejor satírico es el cordobés Antón
de Montero ; el madrileño Alvarez Gato sobresale en lo erótico.
Gómez Manrique, natural de Amusco, en tierra de Campos, es
tan moralizador como el Marqués de Santillana, nacido en Ca-
rrión, y como Sem Tob, de la misma ciudad. Son secos moralistas
(le Castilla la Vieja, demasiadamnte graves y seriotes en sus poe-
sías, aun cuando el Marqués se aligere de pies y entrevere la
socarronería castellana en sus famosas serranillas, en las que hay
un cierto gusto y refinamiento clásico é italiano. Discípulo de
Gómez Manrique es Pero Guillen de Segovia, donde vivió, por
miás que naciera en Sevilla. Las coplas satíricas anónimas del
reinado de Enrique IV son alegóricas, conforme á la escuela dan-
tesca, con elementos populares de picante mordacidad.
En el reinado de los Reyes Católicos la poesía moralizadora
medioeval en que vimos señalarse á los poetas de Castilla la
Vieja, López de Ayala, Sem Tob, Santillana y G<^mez Manrique,
da su más exquisita y aromática flor en las célebres Coplas de
Jorge Manrique. El sello regional de Castilla la Vieja queda bien
patente. Jorge Manrique nació en Paredes de Nava, de la misma
provincia de Palencia, de donde fueron los tres últimos poetas
moralistas mencionados. De la misma tierra del Marqués de San-
tilJana debió de ser fray Iñigo López de Mendoza, con él em-
parentado, por lo menos espiritualmente. Poeta religioso, mo-
ralista y satírico, tuvo la dicha de ser el primero en apreciar cl
arte popular, tan menospreciado por el Marqués. Por algo era
franciscano. El enlazó por primera vez la corriente erudita y
clásica con la popular y apreció y levantó el romannce. llevándole
de las gentes "de baxa é servil condición", que el Marqués dijo, á
les palacios de nuestros reyes. Empleó además quintillas, hizo vi-
llancicos y una escena dramática del ángel con los pastores de
l^elén y en habla casi sayaguesa y ciertamente pastoril, inspirán-
dose en las Coplas de Mingo Revulgo. Juan de Padilla, El Car^
tujano, natural de Sevilla, no acaba de apartarse de la alegoría
dantesca, solemnizada por el andaluz Juan de Mena. A pesar de
habe^ imitado á Petrarca y á los italianos en general, el arago-
DE LA LITERATURA CASTELLANA. CAP. II 293
nés Pedro Manuel de Urrea fué poeta tan sincero como todos los
<1e su tierra.
Las primeras obras dramáticas que conocemos, fuera del
Auto de los Reyes Magos, imitación francesa de principios del
siglo XIII ó poco antes, son las dos representaciones religiosas de
(lómez Manrique, conforme á la tradición medioeval y el Diálogo
entre el au^or y un viejo, de Rodrigo de Cota, judío converso to-
ledano, obra no menos conforme á los diálogos y disputas tan
usadas en la Edad Media, como los Denuestos del agua y del
vino ó la Disputoison du vin et de l'aue y La Disputa de Elena y
María, obras del siglo xiii. Finalmente, recordemos la escena dra-
mática, ya mencionada, de fray Iñigo López de Mendoza, en estilo
y lenguaje muy parecido á los de Juan del Encina, aunque anterior
á las obras de este dramático y músico salmantino, padre del teatro
castellano en cuanto compuso y escribió obras religiosas y pro-
fanas,' más acabadas, es de suponer, que las que se representa-
ban en la Edad Media y nos son desconocidas, y refinadas por el
arte clásico aprendido en Italia. Tiene Encina poesías renacentistas ;
pero valen mucho más las populares con música que puede verse
en el Cancionero de Barbieri. Es en música y cantares el maestro
de la bucólica castizamente española. Es su cuerda y aun por
eso tradujo las Bucólicas de Virgilio. Dramatizado el género, dio
las Églogas de Navidad, obras dramáticas pastoriles, con los sen-
timientos y lenguaje de los rústicos de Sayago y pueblos cerca-
nos, llamado por ello dialecto sayagués. Llevó el realismo á tal
punto que hasta presenta hablando á los zagales con las propias
diferencias dialectales y matices de cada pueblo, como ya notó
Cañete, diciendo uno Ilacerado, llevanta y Ilugar, mientras proi-
nuncia el otro lugar, levanta, lacerado; éste no, nos, nunca, aquél
ño, ños, nunca, distinguiendo muy bien por el habla á los per-
sonajes de la ciudad y á los de los pueblos chicos. Otro salman-
tino que compuso un Canto de la Pasión, farsas y églogas en dia-
lecto sayagués, fué Lucas Fernández. Salamanca, región de ga-
naderos, fué, por lo visto, la tierra donde tenía que nacer la églo-
ga castizamente española, tan diferente de la seudoclásica italiana,
que más tarde infestó la literatura castellana. Algo de virgiliano
hay que atribuir al arte salmantino, algo de la suavidad y frescura
de Virgilio, de la candidez propia de niños y pastores. Juan del
Encina tenía un temperamento poético muy parecido al poeta
mantuano ; Lucas Fernández es algo más varonil : así hanlos com-
parado relativamente á Lope y á Calderón.
294 ESBOZO DE UN ENSAYO CRÍTICOHISTÓRICO
Otra región junto á Salamanca clió señales de vida artistica
en la misma época de los Reyes Católicos y en la siguiente de
Carlos V. Extremadura diriase haber monopolizado el teatro
de aquellos tiempos. Nacido en Ecija, pero oriundo de Badajo/,
fué Garci Sánchez de Badajoz, el autor de las escandalosas Liciones
de Job apropiadas á las pasiones de amor. Bien se le entendía de
ellas, pues dicen enloqueció de amores de una su prima. De retazos
de canciones enamoradas compuso la alegoría dantesca Infierno de
Amor. En fin, músico, poeta y loco. Acaso fué Garci Sánchez de la
familia de Diego Sánchez de Badajoz, natural de aquella ciudad ó de
Talavera la Real, extremeño de todos modos y tan atrevido erasmia-
no en mezclar lo sagrado con lo profano como Garci Sánchez. Fué
en España lo que Torres Naharro en Italia. Sacó más y más el
teatro á la plaza que sus antecesores, porque, sin duda, no se
hallaba á gusto entre clérigos y frailes, á quienes prefiere ver
entre las gentes del pueblo bajo, y así los pinta aporreados y bur-
lados de la chusma soez, aunque su religiosidad y aun devocióii
harto se echan de ver por sus dos poesías místicas que él llama
romances. Fué gran improvisador, de gen'o avispado, gran soca-
rrón, pintor realista admirable de la gente baja y de personaje.?
á quienes hace risibles y de quienes se burla despiadadamente.
Todo el brío que llevaron los extremeños á la conquista de
América pusiéronlo no menos en el arte literario. Torres Na-
harro, de la provincia de Badajoz, soldado cautivo de moros en
África, criado en Roma del cardenal de Santa Cruz, clérigo al
fin, hízose famoso en Italia por sus comedias de valiente realis-
mo, cuyos personajes, cuando son de varias naciones, hablan cada
cual su idioma. Conoció el teatro latino y el italiano; pero to-
dos los argumentos de sus piezas son suyos propios, no menos
que el mayor enredo puesto en la fábula y el brío y color con
que pinta desenfadadamente tipos, sobre todo de gente bajuna.
También extremeño, de Fregenal de la Sierra, fué Vasco
Díaz Tanco de Fregenal, clérigo muy corrido, leído y escribido,
verdadero aventurero como Torres Naharro, cautivo con él en
África, en fin, tan hombre de arrestos como sus paisanos que so-
juzgaron á América, y tan socarrón y burlón como los demás
escritores de su tierra, hasta frisar en estrafalario. Escribió é
hizo representar en su mocedad y en su vejez toda suerte de
farsas, comedias, tragedias, coloquios, ya á lo divino, ya á lo
profano. Otros dramáticos extremeños brillaron en la época si-
guiente. Nuestros primeros dramaturgos fueron de las parte.i
de poniente de la Península. A esta época misma pertenece Gil
DE LA LITERATURA CASTELLANA. CAP. II agS
Vicente, portugués, que escribió en su lengua y en castellano y
que, si cedió como músico á Juan del Encina, le aventajó como
dramático en la inventiva, en la pintura de costumbres, en lo
cómico y satírico y aun en el delicado sentir de la naturaleza y
ce la vida campestre. Erasmista, sin pasar los linderos de la
ortodoxia, remedó gallardamente á Erasmo y á Luciano' en lo
picante y mordaz de la sátira. Su levantada fantasía le lleva á
concepciones alegóricas de lo cómico verdaderamente aristofa-
nescas. Muy sobresaliente es esta cualidad en los escritores por-
tugueses, sobre todo los modernos, y en los dramáticos extreme-
ños, con la robustez y fuerza de colorido para caricaturizar
burlonamente.
Durante la época de Carlos V (1517-1554) hallamos la her-
mosa Tragedia llamada Josephina de Micael de Carvajal, ex-
tremeño de Plasencia; la Comedia Pródiga de Luis de Miranda,
de la misma ciudad. De Salamanca fueron probablemente Ló-
pez de Yanguas y ciertamente M. Sancho de Muñón. Los cuatro
son de los mejores dramaturgos.
Para acabar con el teatro, recordemos : de Toledo, á Gaspar
Gómez, Sebastián de Horozco, Alonso Villegas Selvago y al au-
tor de la Comedia Clariana; de Cuenca, á Jaime de Huete; de
Avila, á Pedro Altamirano ; de Burgos, á Francisco de las Natas;
de Silos, á Jorge de Bustamante ; de Valladolid, á Juan Rodríguez
Florián ; de Segovia, á Lorenzo de Sepúlveda y á Juan de Pe-
draza. Aragoneses fueron Juan Pastor, de Morata ; Fernando
de Basurto, de Jaca; Bartolomé Palau, de Teruel. Sevillanos,
Alonso de Proaza y Lope de Rueda. De otros muchos drama-
turgos no se sabe el lugar donde nacieron. Parece, pues, que de
Salamanca y Extremadura pasó y se derramó por toda España
la comezón dramática en esta época.
Pocos son, en cambio, los poetas líricos de la época del Empe-
rador, y aun los principales, por seguir á la corte, fueron los que
se italianizaron, restando fuerzas á la poesía popular y regional.
Por seguirla ocurriósele al barcelonés Boscán, por insinuación de
Navagero. traer la métrica italiana al castellano, siguiéndole su
amíp^o Garcilaso de la Vega, toledano de nacimiento y cortesano,
íntimo de Carlos V. De Alcalá fué Francisco de Figueroa. pero
formóse no menos en Italia y fué de los mejores poetas renacen-
tistas. Sólo siguió entre los toledanos, siguiendo la tradición es-
pañola, Sebastián de Horozco, satírico y dramático castizo, con-
tinuador en verso de los dos Arciprestes, y no menos en prosa, si
296 ESBOZO DE UN ENSAYO CRÍTICOHISTÓRICO
fué él, como parece muy probable, autor del Lazarillo. En
Castilla la Vieja tan sólo es nombrado Hernando de Acuña, valli-
soletano, que por seguir á la corte fué también renacentista. £1 es-
píritu popular y regional de Salamanca mostróse en Cristóbal de
Castillejo, natural de Ciudad Rodrigo, el gran adalid de los que
alzaron bandera contra el arte italiano, y no por falta de estudios
clásicos, puesto que tradujo poesías de Ovidio y remedó á Catulo,
sino porque, á imitación de Juan del Encina y de los extremeños,
prefirió ser el Catulo y el Anacreonte castizamente español, cre-
yendo, como era la verdad, que así se debía ser clásico en España,
haciendo con espíritu español lo que con espíritu helénico hicieron
los griegos en Grecia. Portugueses de nacimiento y de la misma
preferencia de la región occidental de la Península, fueron Jorge
de Montemayor, que hizo arte castellano tradicional y arte italiano,
valiendo más en el primero, é introduciendo la falsa é italiana no-
vela pastoril con su Diana; Sá de Miranda, que se italianizó via-
jando por Italia, y Gregorio Silvestre, nacido en Lisboa, pero
oriundo de Zafra y discípulo de Garci-Sánchez de Badajoz y To-
rres Naharro, y fué poeta castizo, que vivió en Montilla y Grana-
da. De aquella ciudad era Diego Hurtado de Mendoza, digno imi-
tador de su bisabuelo el Marqués de Santillana, humanista, prosista
y poeta, tanto renacentista como castizo, conforme á la poesía
nuestra tradicional.
Sevillano fué Gutierre de Cetina, que por sus correrías y tratos
en Italia resultó poeta renacentista.
De todos estos líricos sólo libraron enteros y castizos Sebas-
tián de Horozco, que conserva todo el espíritu toledano ; Cris-
tóbal de Castillejo, que guarda el salmantino, y Gregorio Silvestre,
que mantiene vivo el extremeño. A medias castizos y á medias ita-
lianizantes fueron Jorge de Montemayor y Diego Hurtado de
Mendoza. Aragón no dio poeta alguno : argumento negativo que
dice más que muchos positivos sobre el carácter de aquella región.
Diríase que en España la poesía suena en las laderas y ver-
tientes de la meseta, en las costas, en todo cuanto hoja la penínsu-
la y que en la meseta central sobrepuja la hermosa prosa en Cas-
tilla la Nueva y las obras de la inteligencia más severas y secas en
Castilla la Vieja y en Aragón. Efectivamente, tomando el agua de
un poco atrás, toledanos son los prosistas más célebres: Fernán
Pérez de Guzmán, Hernando del Pulgar y Gabriel Alonso Herrera,
en el reinado de los Reyes Católicos; en el del Emperador: Alejo
Venegas, Blasco de Garay, Luis Hurtado de Toledo, Juan de Ver-
gara, Gregorio Hernández de Velasco y el autor del Lazarillo son
DE LA LITERATURA CASTELLANA. CAP. II 297
toledanos ; de la misma región de Castilla la Nueva, Gonzalo Her-
nández de Oviedo y Pedro Salazar fueron de Madrid ; Alvar Gó-
mez de Ciudad Real, de Guadalajara; el Beato Juan de Avila, de
Almodóvar -del Campo , fray Alonso Orozco, de Oropesa ; mo-
sén Diego de Valera (?), fray Ambrosio Montesino, Alonso de
Valdés, Juan de Valdés y Melchor Cano fueron de Cuenca.
A los mejores de estos prosistas no pueden hacer competencia
los mejores de Castilla la Vieja, que, en cambio, tienen más vasto
caudal científico : El Tostado, de Avila ; Alfonso de Falencia, Alon-
so Fernández de Madrid y Antonio de Torquemada, palentinos;
Ruy Sánchez de Arévalo, Andrés Laguna y fray Domingo
Soto, segovianos ; Hernán Núñez de Toledo y Cristóbal <ie Villa-
lón, de Valladolid ; Antonio de Villegas y Gómez Pereira, de Me-
dina del Campo; el bachiller Alfonso de la Torre, fray Pedro de
la Vega, Martín Laso de Oropesa, Francisco de Enzinas, Jerónimo
Fernández y Francisco Valles, burgaleses; Pedro Rúa, de Soria.
De la banda vertical del Occidente de la Península, que comprende
Asturias, León y Extremadura, tenemos al asturiano fray Antonio
de Guevara, de los escritores más guasones y socarrones que dio su
tierra en todos tiempos; á los leoneses Andrés Bernáldez y fray
Luis de Escobar; á los zamoranos Francisco López de Villalobos,
Alfonso de Zamora y Florián Docampo; á los extremeños Luis de
Avila y Zúñiga y Francisco Sánchez de las Brozas ; á los salmanti-
nos Juan López Palacios Rubios y Feliciano de Silva.
Los aragoneses no ceden en ingenio ; antes algunos sobrepu-
jan á todos los citados : Juan Fernández de Heredia, mosén Ugo
de Urríes, Martín Martínez de Ampies, micer Gonzalo García de
Santa María, Juan Sobrarius, Pedro Sánchez Ciruelo, antes del
Emperador ; después : Miguel Servet, Alonso López de Corella,
Martín Alpizcueta, Antonio Agustín, mosén Pedro Valles, Jeró-
nimo Jiménez de Urrea, Juan Lorenzo Palmireno, Juan Crisós-
tomo Calvete de Estrella, fray Diego de Estella.
Tratándose de escritores, más distinguidos por su saber que
por su estilo, no es fácil deslindar el carácter artístico. Por de con-
tado, son más hermosos y castizos prosistas los de Castilla la Nue-
va; tienen estilo más personal y, por consiguiente, son maestros
de estilo y lengua ; en algunos, los más, el gusto clásico, propio de
la corte, armonizado con el espíritu castizo, dieron los mejores de-
chados de prosa castellana. Los castellanos viejos diríase que no
han acabado de incorporarse el pulimento renacentista. Cristóbal
de Villalón, por demasiado aventurero y cosmopolita, con ser de
estilo más literario, parece que, cuanto á la práctica artística, no
298 ESBOZO DE UN ENSAYO CRÍTICOHISTÓRICO
ha digerido del todo el clasicismo. Martin Laso de Oropesa es el
magnífico, y parecería más bien cordobés que no burgalés : sin duda
débelo á Lucano, á quien tradujo. Los de la banda occidental ya
no son de la meseta ; en espíritu poético sobrepujan los costeños.
Fray Antonio de Guevara, el asturiano, es, sin duda, el de más sa-
liente originalidad. El zamorano Villalobos no le va casi en zaga.
Pero entrambos fueron cortesanos y muy impuestos en el arte re-
nacentista, que añadió el esmero del estilo al espíritu castizo, soca-
rrón y chistoso.
Tan impuestos ó más en el arte clásico están los aragoneses;
pero en ellos el fondo sobrepuja á la forma, carr-cter muy de la re'
gión. Sobrarías, Sánchez Ciruelo, Servet, Corella, Alpizcueta, An-
tonio Agustín, Palmireno, Calvete de Estrella fueron los varones
más sabios de su tiempo y grandes renacentistas ; pero no sobre-
salen por el estilo. El de fray Diego de Estella, el más literario,
es sentencioso en demasía, teniendo en esto de Gracián, de Marcial
y de Quintiliano, que destellan sentencias por doquier.
Viniendo ya á Andalucía, Gonzalo Ayora, Hernán Pérez de
Oliva y Juan Ginés de Sepúlveda, son cordobeses por nacimiento
y magnificencia de estilo. Cordobeses fueron también Fernando de
Córdoba, que escribió en latín, pero cuyas valentonadas por Europa
y cuyos triunfos en las lides intelectuales muestran su arrogancia
cordobesa; Ambrosio de Morales, que era más historiador que ar-
tista, y Pedro de Soto, que era más teólogo que otra cosa.
Granada no tenía tradición literaria. Renacentista ciceroniano
fué fray Luis.
Otros andaluces no sevillanos : Francisco Delicado, que se for-
mó y escribió en Italia, nació en Martos ; Alonso García Matamoros,
que escribió en latín ciceroniano, fué del Condado de Niebla ; Fran-
cisco Thamara fué humanista gaditano.
De Sevilla fueron maestros humanistas : Rodrigo Fernández de
Santaella, Nebrija y Juan de Mal-Lara. Grandes místicos, Juan
de Padilla el Cartujano y fray Francisco de Osuna. Científ eos,
Fox Morcillo, Monardes, Pedro de Medina y Pedro Mexía.
Como literatos distinguiéronse los dos escritores de viajes Pe-
ro Tafur y Gutierre Díaz de Gamez, por el pincel colorista y no
menos por él y por las que llamaremos trufas y exageraciones an-
daluzas, Francisco López de Gomara y fray Bartolomé de las
Casas. La pasión exagerada y el color son, según esto, dos notas
regionales sevillanas. Alfonso de Proaza, añadidor de la Celestina
y trufador en ella, y autor probable de la Serafina y la Tebaida,
mostróse fino sevillano.
DE LA LITERATURA CASTELLANA. CAP. II 299
De Valencia hay que recordar tres grandes humanistas : Luis
Vives, Pedro Juan Núñez y Juan Martín Cordero. El humanismo
integral, la ciencia universal y como enciclopédica es nota de los
escritores sabios valencianos. Y es que por naturaleza de la tierra,
son armónicos y helénicos en gusto y en arte y saber. Lo abarcan
todo, todo lo funden, los conocimientos como las dotes literarias.
En el siglo xviii fué dechado de esta clase Vicente Mariner, y en
el XVIII, otros muchos.
En la época de Felipe II siguieron haciéndose autos populares,
de los que se hallan 96 en un manuscrito de la Biblioteca Nacional
(M. 273); pero autores nuevos conocidos sólo se pueden citar:
Juan Timoneda, de Valencia, y los dos extremeños Pedro Hur-
tado de la Vera, de Plasencia, y Joaquin Romero de Cepeda, de
Badajoz. Venció el conato de teatro clásico desde 1560 á 1590, so-
bre todo en los colegios de los Jesuítas. Sobresalieron en él Juan de
la Cueva, fray Jerónimo Bermúdez, Lupercio Leonardo de Argen-
sola, Cristóbal de Virués, Laso de la Vega y Cervantes. Miguel
Sánchez es nacional y ya del teatro de Lope.
Mucho se ha hablado de la escuela poética sevillana, cuyos co-
mienzos habría que poner en esta época con Hernando de Herrera,
que es una mezcla del tono bíblico y del tono pindárico en sus can-
ciones, y petrarquesco en las demás poesías amorosas. Pero lo bí-
blico y pindárico no parece en los demás poetas sevillanos ; Bar-
tolomé del Alcázar tiene algo más que ver con Marcial y aun mu-
cho más con Horacio. Su espíritu epicúreo es de Horacio y de la
muelle Andalucía, no de Marcial, el aragonés, satírico de cos-
tumbres, severo y muy ético en el fondo. Juan Luis de Rivera
es de espíritu místico, con pompa y boato y tan sólo por eso
muestra ser andaluz, tan sevillano como cordobés. Juan de la
Cueva, también inclinado á lo nacional, en el romance como en
el teatro, mediano poeta en ambas cosas, no tiene nada que ver
con Herrera ni con Alcázar ni con ningún sevillano. Juan de
Castellanos, de Alanís, que hizo una crónica rimada de cosas de
América al tono antiguo, y Pedro de Espinosa, natural de Ante-
quera, conceptista y luego culterano, clásico, en suma, de segundo
orden, son muy desemejantes de los poetas sevillanos que hemos
recordado. Rodrigo Caro, con su oda á las Ruinas de Itálica, de
entonación clásica, no lo es menos. Y esta es la escuela sevillana,
traída y llevada por los clasificadores del siglo xviii, perpetuos
afrancesados en esto como en lo demás. Ni hay tal escuela con
maestro y discípulos, ni siquiera unidad de tendencias fuera de
300 ESBOZO DE UN ENSAYO CRÍTICOHISTÓRICO
toda escuela. Sevilla era la Babilonia de España, el puerto común
para las Indias, donde había de todo en mercancías, en habitantes
y en poetas.
La nota sevillana suele ser cierta gracia donairosa, añadida i
la nota común andaluza, que es la brillantez superficial de expresión.
En el siglo xvi no sobresale en los escritores sevillanos ni aun
esa nota donairosa; hay gran variedad de tonos y tendencias. L-o
más común es el arte clásico, que pone mesura al despilfarrado arte
andaluz, como en la pintura sevillana domina la mesura académica.
Lo de escuela sevillana debe desterrarse de la historia literaria:
es un falso concepto, neciamente patriotero, de algunos tratadistas,
lo mismo que lo de escuela salmantina.
Efectivamente fray Luis de León, á quien se pone como maes-
tro de ella, nació en Belmonte de Cuenca y no se parece en nada á
los verdaderos poetas salmantinos, á Juan del Enzina, el primero
de todos, el gran egloguista castellano. No hay en fray Luis nada
de pastoril ni siquiera de impresión verdadera y sentida del campo.
El recuerdo del huerto, lo mismo lo hubiera tenido sin salir de la
ciudad, como el recuerdo del mar y de otras cien cosas más, vistas
por entre las poesías de Horacio. Y con fray Luis, nada salman-
tino, sino conquense, horaciano, platónico y bíblico en cuanto es-
cribió, sea en prosa, sea en verso, se acaba la fantástica escuela sal-
mantina. Salamanca era demasiado teóloga y escolástica para en-
gendrar poetas en este tiempo ; ni siquiera prosadores artísticos en-
gendró. Sólo puede citarse á fray Juan de Tolosa, prosista rico en
habla popular, pero de segundo orden y más desconocido de lo
que merece. ¡i
Volviendo á Andalucía, Córdoba mostróse siempre ella misma,
con la más señalada originalidad acaso de las ciudades españolas.
La originalidad cordobesa es tan manifiesta en Luis de Góngora
y Lucano que todo el mundo la ha visto. Luis Barahona de Soto,
el segundo poeta cordobés de este tiempo, tuvo, como Góngora, dos
épocas, la castiza y la italianizante, y en entrambas la gallardía y
estro poético no desdice del estro poético cordobés tradicional. Juan
Rufo, aunque más pedestre, hincha sus monótonas octavas reales
de un tufo harto cordobés.
Quedan por recordar de Andalucía Pedro de Padilla, natural
de Linares, romancerista nacional, y Vicente Martínez Espinel, na-
tural de Ronda, tan nacional en poesía con su espinela como en mú-
sica con su guitarra y en prosa con su novela picaresca.
De Castilla la Nueva, fuera de fray Luis de León, conquense.
DE LA LITERATURA CASTELLANA. CAP. II ¿01
de estro semítico y clásico puro helénicolatino, el mejor es Fran-
cisco de la Torre, de Torrelaguna (Madrid), discípulo de Garcilaso
é italianizante. Madrileños son Eugenio de Salazar, Alonso de
Ercilla y Gabriel Lobo Laso de la Vega; los dos segundos épicos
á la italiana, con bastante de espíritu nacional ; el primero y último
no menos poetas líricos según la tradicional manera castellana.
Los demás son poetas menores, más ó menos italianizados : de Al-
calá, Pedro Lainez y Cervantes; de Guadalajara, Luis Gálvez de
Montalvo; de Toledo, Gabriel López Maldonado y Juan López de
Ubeda, poeta más bien popular.
En Castilla la Vieja sobresalen San Juan de la Cruz, de Hon-
tiveros (Avila), místico hebraico ; Jerónimo Lomas Cantoral, valli-
soletano y clasicote ; fray Antonio de Maluenda, burgalés, limpia-
mente clásico; Miguel Sánchez, el divino, de Piedrahita (Avila),
con dos poesías magistrales y de inspiración castiza; y el vallisole--
tano Diego Alfonso Velázquez de Velasco, en metro y estilo de
fray Luis.
De los extremeños, Cristóbal de Mesa, de Zafra, y Luis Zapata,,
de Llerena, entrambos clásicos ; Joaquín Romero de Cepeda, de
Badajoz, poeta lírico y dramático de pura cepa castellana ; Alon-
so de Azevedo, de Plasencia, autor del esmerado poema Creación
del Mundo.
Los poetas aragoneses tampoco forman escuela, pero tienen más.
de espíritu regional. Los Argensolas ocupan el primer puesto,
no sólo en Aragón, sino en toda España, como satíricos horacianos.
Tanto en lo éticocrítico como en el aticismo de la forma y el e»
. quisito gusto, parécense á Marcial é hicieron en verso lo que des-
pués Gracián en prosa. La seriedad y gravedad, el ingenio sesudo,
discreto y hondo, propio de los aragoneses, incapaces de escribir
ligerezas, échase bien de ver en estos autores. Un Bartolomé del
Alcázar cabe en Sevilla ; pero no cabe en Aragón : se despegaría-
de los demás escritores. Los Argensolas, tan clásicos y tan hora-
cíanos, dejan de serlo en lo que Horacio tiene de ligero cuanto al
pensar, en ese superficial epicureismo, alma de Baltasar del Al-
cázar y de Horacio. Hay en esta época otros dos poetas : Jerónimo
de Arbolanches, tudelano, y Liñán de Riaza, que se duda si fué
toledano ó aragonés. Entrambos tiran á lo popular, con todo el
gusto de los clásicos.
Viniendo ya á la prosa, los andaluces se distinguieron por lo
pomposos, huecos y estufados cual pavos reales y por el fuerte
colorido ; pero á todos llevan en ello la palma los cordobeses.
Efectivamente, baste recordar al cordobés padre Martín de Roa..
302 ESBOZO DE UN ENSAYO CRÍTICOHIStÓRICO
el más hueco y pomposo de los prosistas españoles. Fray Alonso
de Cabrera y Barahona de Soto son propios, bien coloridos, nu-
merosos prosistas cordobeses. El padre Francisco de Toledo escri-
bió en latín. Entre los sevillanos hay más variedad. Numeroso y
rítmico es Francisco de Medina, dechado de discurseador acadé-
mico. Elocuente, fray Hernando de Santiago. Las dotes de entram-
bos junta fray Luis de Rebolledo. Completemos la lista de sevilla-
nos con el verboso y llano padre Francisco Arias, el clásico Pedro
de Espinosa y los más bien eruditos Francisco Pacheco, Argote de
Molina y Rodrigo Caro. De los demás andaluces. Espinel, el ronde-
ño y el sabio filósofo y teólogo granadino padre Francisco Suárez.
Los prosistas de Castilla la Nueva siguen en esta época distinguién-
dose por su hermosura y acabada armonía en juntar las elegantes
cualidades de la prosa clásica antigua con la propiedad, reciura y
modismos populares castellanos. Lo popular es en esta región cosa
de abolengo ; lo clásico débese, sin duda, á la corte y mayor tra-
to con Italia y el Renacimiento. Aquí vienen los grandes maes-
tros. De Madrid, Eugenio de Salazar, el más perfecto dechado
-en el género epistolar, donde la elegancia clásica y la riqueza
castiza se hermanan maravillosamente ; fray Juan de los Angeles,
apacible y blando ; el sabio exégeta latino padre Alfonso Salme-
rón. De Toledo, el sapientísimo Pedro Chacón, el suave y llano
padre Pedro de Ribadeneira, el castizo y muy erudito Pedro
Sánchez, el elocuente y riquísimo en vocabulario fray Lorenzo
de Zamora, natural de Ocaña ; el galano Jerónimo Huerta, de
Escalona ; el grave y castizo padre Juan de Mariana, de Talavera ;
Juan de Horozco, fray Cristóbal de Fonseca y fray Diego de
Vega, castos, ricos y elocuentes escritores. De Cuenca, el sabio
padre Gabriel Vázquez, y de Belmonte, fray Luis de León, el
más completo y armónico de los escritores españoles, sabio, poe-
ta y prosista, semítico, clásico y nacional á la vez, bíblico y pla-
tónico en una pieza. De Guadalajara, Juan Páez de Castro, ei
humanista, Luis Calvez de Montalvo, Bemardino de Mendoza.
De Sigüenza, el elocuente y numeroso fray José de Sigüenza.
De Alcalá, Cervantes, el príncipe de los ingenios españoles, el
más armónica y elegantemente clásico y nacional á la vez. De
Alcaraz, Pedro Simón Abril, gran maestro de humanidades y
de habla castiza, y doña Oliva Sabuco.
Grandes escritores y algunos muy castizos, se dieron en Castilla
la Vieja; pero no les llegan, generalmente, á los que acabamos de
ver; suelen ser menos esmerados en el decir, ni suelen armonizar
^tan concertadamente lo popular con lo clássico. Los dos más sobre-
DE LA LITERATURA CASTELLANA. CAP. II 3o3
salientes, Santa Teresa, de Avila, y San Juan de la Cruz, de Onti-
veros, en la misma provincia, los más sublimes de nuestros místi-
cos, hondos conocedores de los abismos del alma, del altísimo pen-
sar, señálanse: la Santa, por el habla popular y no aprendida; el
Santo, por el lenguaje elegantísimo y culto. De Valladolid, el semi-
tizante León de Castro, el apostólico segundador de Santa Teresa,
fray Jerónimo Gracián, Alonso López Pinciano, el que expuso las
doctrinas clásicas. De Medina del Campo, padre Gregorio de Va-
lencia, padre José Acosta, historiador de América ; el teólogo fray
Domingo Báñez, el padre Juan de Torres y el más acaudalado en
palabras de los escritores castellanos fray Juan de Pineda. De Se-
govia, Juan de Vergara y el historiador Antonio Herrera, ratu-
ral de Cuéllar. De Burgos, fray Pedro de Oña. De Dueñas, Gon-
zalo de Illescas y Melchor de Santa Cruz. De Soria, Antonio de
Fuenmayor.
Los aragoneses también quedan debajo de los castellanos
nuevos, aunque haya algunos ingenios especialistas y escritores
sentenciosos y densos, cualidades entrambas de aquella tierra. Así
Jerónimo Zurita es el mejor historiador español; pero literaria-
mente le gana el talaverano padre Mariana. Juan Huarte de San
Juan, navarro, es único en sus observaciones. Jerónimo Blan-
cas, investigador ; Pedro de Navarra, Antonio Pérez, consumado
escritor político, denso y sentencioso; Jerónimo de Mora, fray
Diego Murillo, y fray Pedro Malón de Chaide, de Cascante,
el más artista y poeta de todos.
Tan grandes ó mayores ingenios descuellan en Extremadura :
Benito Arias Montano, de Fregenal, el primer semitizante, gran
poeta y polígrafo, y Pedro de Valencia, de Zafra, gran econo-
mista y filósofo. Añadamos de la región occidental al todavía
mayor filósofo y escéptico Francisco Sánchez, natural de Túy ;
y á Fray Antonio Alvarez, de Benavente (Zamora), uno de los
más castizos escritores castellanos.
Cotejemos ahora brevemente los mayores poetas de aquel
reinado. Góngora es el tipo artístico cordobés, el Lucano del si-
glo XVI. Los Argensolas son típicamente aragoneses, sucesores de
Marcial en el mismo siglo cuanto al exquisito aticismo de la forma
y al espíritu práctico y moral, éticosatírico del fondo. Tienen del
moral Horacio de los Sermones; pero dejan el liviano y epicúreo
Horacio de algunas odas para que sea representado en España
por el sevillano Baltasar del Alcázar. Herrera es andaluz por la
pompa y magnificencia ; pero sevillano por la gracia y mesura clá-
sica que la refrena. San Juan de la Cruz, como viejo castellano, es
3o4 Esrsozo de un ensayo críticohistórico
de más asentado juicio práctico, míslicoascético, el más grave y fir-
me moralista, hasta llegar á la cima de la santidad. Pero el más ar-
mónico de todos, el que mejor supo aunar lo nacional con lo clá-
sico y con lo bíblico fué el conquense fray Luis de León, dechado
del arte de Castilla la Nueva, como había armonizado entram-
bas tendencias castiza y renaciente Fernando de Rojas, de la
Puebla de Montalván, y los conquenses hermanos Valdés.
Extrañará que saque yo de Salamanca á fray Luis y le vuel-
va adonde por espíritu y nacimiento le corresponde ; pero en Sa-
lamanca no halló fray Luis más que contrariedades. No era su es-
píritu el de aquella Universidad. Fray Luis de León hubiera asen-
tado como en su propio centro en la Universidad de Alcalá, donde
florecieron los estudios exegéticos, semíticos y humanísticos, que
fueron los suyos propios.
Entre los prosistas reina el primero Cervantes, alcalaíno, más-
armónico en la prosa que fray Luis de León, el cual muéstrase
en ella más poeta. El padre Martín de Roa es enteramente cor-
dobés por la magnificencia y color; Francisco de Medina, tipo-
de prosa sevillana, esmerada y no menos magnífica. De Cas-
tilla la Vieja, lo más típico como popular es Santa Teresa. De
Aragón, Antonio Pérez, político, sentencioso, denso y recio en
lenguaje.
En la época de Felipe III la mayor centralización cortesana
acrecienta en Madrid los autores, que son los más renombrados :
Lope, Ouevedo, Villamediana, Agustín de Rojas, fray Juan
Márquez, Matías de los Reyes, Francisco de Avila, Tirso, Salas
Barbadillo, Fernando de Ludeña, Sebastián Francisco de Me-
drano, Rodrigo Herrera, Gonzalo de Céspedes, Hortensio Félix
Paravicino, Tomás Tamayo de Vargas, Juan Pérez de Mon-
talván, Anastasio Pantaleón de Ribera : todos madrileños. Toledo-
no decae todavía: allí nacieron José de Valdivielso, Francisco
López de Ubeda, Medinilla, Quiñones de Benavente. De Tala-
vera son Francisco Verdugo y Tejada de los Reyes. De Valde-
peñas, Bernardo de Balbuena. De Almedina, Jiménez Patón. De
Sigüenza, Villaviciosa. De Cuenca, fray Alonso Remón. De Gua-
dalajara, fray Hernando de Camargo. Todos estos escrirores
son de Castilla la Nueva y entre ellos están los más castizos y
elegantes, nacionales y clásicos á la vez. No les llegan en nú-
mero ni en valer los castellanos viejos. De Segovia, el conceptis-
ta Alonso de Ledesma y el popular y galano Jerónimo de Alcalá.
De Valladolid, los historiadores fray Prudencio Sandoval y fray
DE LJi LITERATURA CASTELLANA. CAP. II 3o3
Antonio de Yepes, el llanísimo padre Alonso Rodríguez,, el pe-
sado moralista, satírico y algo pedante Cristóbal Suárez de Fi-
gueroa. De la Rioja, el anacreóntico y vanidosillo Esteban Manuel
Villegas y Francisco López de Zarate. De Silos, el muy castizo
y grave íray Antonio Pérez. De Burgos, fray Ángel Alanrique,
De Ahnazán (Soria), Agustín Salazar,
El emporio sevillano sigue siendo cuna cada vez de más nu-
merosos ingenios, pero de tendencias variadas. Muy sevillano
por su verbosidad y amenidad en el contar, pero no por su se-
riedad moralizadora, es Mateo Alemán. Alegre y manirroto
gastador, aristocrático, exquisito renaciente y esmerado sonetista
fué Juan de Arguijo. En Sevilla nacieron el orador fray Pedro
de Valderrama, amigo de imágenes y escenas bíblicas bien colo-
ridas; Francisco Pacheco, Diego Jiménez de Enciso, excelente
dramaturgo histórico; Luis Belmonte Bermúdez, fecundo y do-
nairoso dramático; Juan de Jáuregui, renacentista, de fino gusto,
pero de variable criterio respecto del culteranismo; Diego de
Hojeda, de coloreada imaginación; Felipe Godínez, Pedro Ve-
negas, Francisco de Rioja, pintor de las flores. Todos ellos amigos
de imágenes y del color como andaluces y esmerados como clásicos.
Los cordobeses sobresalen en lo de siempre : Pablo de Céspedes pin-
tor y gran colorista; Antonio de Paredes, Luis Carrillo, que de-
fendió el primero teóricamente d culteranismo. Otros andaluces :
Mira de Amezcua, de Guadix; Luis Vélez de Guevara, de Ecija;
Alderete, de Málaga ; Bonilla, de Baeza ; fray Antonio de Cáceres,
de Granada.
Es notable el teatro valenciano, el mejor después del de Ma-
drid: Gaspar de Aguilar, Carlos Boyl, Guillen de Castro, Agustín
Tárrega. También son de Valencia Pedro Juan de Réjanle, Luxán
de Sayavedra y Sebastián Mey. Murcianos: Gaspar de Avila y
Andrés de Claramonte.
En Extramadura disminuyen los escritores : Gonzalo Correas
y Luisa Carvajal son de Jaraicejo; Diego López, de Valencia de
Alcántara; Juan Antonio de Vera, de Mérida. En cambio son bas-
tantes los portugueses que escriben en castellano: fray Pedro de
Vega, de Coímbra; Violante do Ceo, de Lisboa; Manuel de Faria.
De Llanes, en Asturias, es Diego Duque de Estrada. De Aragóo
suena tan sólo fray Tomás Ramón, de Alcañiz.
En los reinados de Felipe IV y Carlos II son todavía más
los portugueses: Manuel de Gallegos, Francisco Manuel de Me-
llo, Isaac Cardoso, Juan Matos Fragoso. De Extremadura quedan
Gabriel Azedo de la Berrueza, de Jarandilla, y Diego y José de
TOMO XII. — 20
3o6 ESBOZO DE UN ENSAYO CRITICOHISTORICO
Figueroa. Coruñés fué Francisco de Trillo y Figueroa, que por
cierto mostróse fino gallego en la ternura y sentimientos dulces.
De León, Bernardino Rebolledo. De Sabugo, en Asturias, Dances
Candamo, que tiene del humorismo asturiano.
Desquitase Aragón de la estirilidad anterior con excelentes
escritores y eruditos: José Pellicer, fray Jerónimo de San José,
Ana Francisca Abarca, Andrés de Ustarroz, Juan Moncayo, Juaa
de Palafox, Vicente Sánchez, todos zaragozanos; Jerónimo de
Cáncer, de Barbastro ; Jacinto Francisco de Funes, de Belilla ; Mi-
guel de Molinos, y el famoso P. Baltasar Gracián, de Calatayud,
gloria de Aragón y personificación regional, con el dominio de
la inteligencia sobre las demás facultades y con la reciura y con-
cisión sentenciosa en el decir.
Sigue pujante la cultura literaria en Valencia, como en el
reinado anterior : Francisco de Moneada, Alejandro Arboreda, Ja-
cinto Alonso Maluenda; de Tortosa es Francisco de la Torre y
Sevil ; de Alicante, Carlos Coloma ; de Hellín, en Albacete, Cris-
tóbal Lozano. En Murcia : Pedro de Castro y Anaya, Salvador
Jacinto Polo y Diego Saavedra Fajardo.
Decae, en cambio, Seaálla, de donde fueron el padre Pedro de
Quirós, Nicolás Antonio y Gabriel Alvarez de Toledo. De Gra-
nada, Alvaro Cubillo y Jerónimo de Barrionuevo. De Montilia,
Manuel de Barrios. De Baena, Miguel de Colodrero. De Alcalá
de Guadayra, Cristóbal de Monroy.
Vienen á menos los castellanos viejos y en cambio la cen-
tralización cortesana aumenta los escritores madrileños. En Cas-
tilla la Vieja: Antonio Hurtado de Mendoza, de Castro Urdíales;
Alonso de Castillo Solórzano, de Tordesillas ; Gabriel de Corral,
de Valladolid ; fray Diego Niseno, de Alcázar ; María de Je-
sús de Agreda, de aquella población soriana ; Luis de Ulloa, Je
Toro; José Sáenz de Aguirre, de Logroño; Francisco Benegasi,
de Arenas de San Pedro.
En Castilla la Nueva, de Madrid: Francisco de Lugo y Dá-
vila, Diego de Vera y Ordóñez, padre Juan Ensebio Nieremberg,
Gabriel Bocángel, Calderón de la Barca, José González de Salas,
Jerónimo de Villaizán, Antonio Coello, Juan Caramuel, María
ce Zayas, Agustín Moreto, Juan Cr. Vélez de Guevara, Francis-
co de Castro, Juan de Zabaleta, Jerónimo de Cuéllar, Juan B.
Diamante, León Mercliante, Francisco Santos, Lanini, Vázquez
de Zamora, J. Claudio de la Hoz. Toledanos : padre Luis de la
Palma, Francisco de Rojas Zorrilla. De Oropesa, Manuel Martí.
DE LA LITERATURA CASTELLANA. CAP. II 3o7
Pe Cuenca, Antonio Enríquez Gómez, Juan Izquierdo de Pina.
De Alcalá, Antonio de Solís. Manchego fué Luis Tribaldos.
De tanto nombre del siglo xvii vamos á recoger los más re-
nombrados. De Castilla la Nueva: Lope, Quevedo, Villamediana,
Tirso, Quiñones de Benavente, Balbuena, Nieremberg, Calderón,
Salas Barbadillo, Moreto, Zabaleta, Rojas Zorrilla, Solís, Son,
sin duda, los maestros, como lo fueron los toledanos y demás cas-
tellanos nuevos en el siglo xvi, sino que con la Corte pasa á
Madrid la cuna de los más. Toledo, sin embargo, sigue dando
grandes escritores.
Compárense ahora los mejores castellanos viejos: Villegas,
Pray Antonio Pérez y Solórzano solamente pueden ponerse junto
á ellos y en segunda fila, mientras que los de Castilla la Nueva son
casi todos de primera.
Sevillanos principales : Mateo Alemán, Jiménez de Enciso,
Ilojeda. Cordobés, Pablo de Céspedes. Ecijano, Vélez de Gue-
vara. 1 os demás son de segunda fila y aun lo son éstos compara-
dos con los de Castilla la Nueva, fuera de Mateo Alemán.
En Valencia : Aguilar, Guillen de Castro ; mas Carlos Co-
loma, de Alicante, y Saavedra Fajardo, de Murcia, compiten con
los mejores escritores de segunda fila. En Aragón: fray Tomás
Ramón y fray Jerónimo de San José, lo son de la misma; de
primera, el padre Baltasar Gracián. En Extremadura: Luisa de
Carvajal, excelente y briosa poetisa. En Portugal nacen en el si-
glo XVII los mejores autores portugueses que escribieron en cas-
tellano ; los principales : fray Pedro de Vega, Mello y Matos Fra-
goso.
La nota regional apenas se trasluce en el siglo xvii, hasta en
los grandes maestros, cabalmente por ser estos ingenios cortesa-
nos y todos urbanos, cultos, cosmopolitas en arte, clásicos y na-
cionales en diversos grados, pero sin diferencias regionales. Lope,
Quevedo, Calderón y Tirso son claros ejemplos de esta fusión.
Nacieron en Madrid, y lo más regional en ellos es el sabor popular,
tan propio por tradición de lo'S escritores de Castilla la Nueva, des-
de los dos Arciprestes y Femando de Rojas hasta Sebastián de
Horozco y Cervantes.
Ingenios muy nacionales y típicos y maestros no menos del
arte clásico, admirablemente unidas entrambas condiciones. Fué
Lope tipo del español en el derroche de sus facultades y menos-
precio del cuidadoso estudio, dejándose llevar más bien del na-
tural instinto que de los preceptos; independiente y cerril, que no
reconocía autaridad ni reglas ; apegado á la tradicional epopeya que
308 ESBOZO DE UN ENSAYO CRITICOHISTÓRICO
llevó al teatro y ganoso de sobrepujar a todos. Quevedo es otro
Séneca en la entereza del obrar, en la alteza del pensar, en la
reciura sentenciosa del decir y un satírico formidable. Tirso es no
menos independiente y genial en el tratar á la mujer en sus co-
medias y gran observador del habla y maneras populares. No
predomina en ellos la cabeza, ni la fantasía, ni el corazón; antes
armonizan las tres facultades, como Cervantes y los demás es-
critores de Castilla la Nueva. En Aragón Gracián remansa toda
la robustez de su tierra ; sobresale, cual fino aragonés, por el en-
tendimiento tan pujante y por la gravedad y alteza de pensar tan
filosófica, que sintetiza lo que Séneca y Quevedo desparraman á
puñados y les gana en lo sentencioso y en la grandeza de su obra
filosóficosatirica.
Los seudoclásicos del siglo xviii. Mejor haríamos desterrán-
dolos á París con sus maestros. El seudoclasicismo es un barniz
tan artificioso que apenas deja clarear nada regional en los poe-
tas. Los más populares fueron Gerardo Lobo, toledano; Arriaza,
madrileño, ambos de Castilla la Nueva, seguidores de la tradi-
ción. El salmantino Torres Villarroel, imitador de Quevedo en
lo urbano, remedó á veces el sayagué? como los antiguos dramá-
ticos salmantinos y ofrece toda la valentía y desenfado de los
escritores de la banda occidental de la Península. Vengamos ya
á las escuelas sevillana y salmantina.
La tan traída y llevada Escuela Sevillana fué ocurrencia de
Manuel María de Arjona en el Correo de Sevilla (23 julio 1806),
que creyó debía clasificarse por escuelas la poesía española, como
se clasificaba la pintura, distinguiendo seis escuelas. Siguióle Félix
José Reinoso (ibid., 16 agosto 1806), distinguiendo tan sólo cua.-
tro escuelas : la primera, italohispana, de Garcilaso ; la segunda o
sevillana, de Herrera; la escuela hucna española, de Lope de Vega,
y la escuela Española corrompida o decadente, de Góngora.
En 1839 Manuel María del Mármol, antiguo consocio de Ar-
jona y Reinoso en la Academia Sevillana de Letras Humanas
y director de ella á la sazón, abrió un concurso sobre el particu-
lar, que no tuvo buen resultado. Volvió á abrir concurso aquella Aca-
demia en 1867 y fué premiada la obra de Ángel Laso de la Vega
Historia y juicio crítico de la Escuela poética sevillana en los si-
glos XVI y XVII, Madrid, 1871, con introducción de Amador de los
Ríos. Ni el autor del libro ni el de la introducción prueban que
hubiese tal escuela sevillana en nuestra edad de oro. De los poe-
tas sevillanos de fines del siglo xviii González Carvajal fué ene-
migo de la Academia Sevillana. Quedan Arjona, de Osuna; Mar-
DE LA LITERATURA CASTELLANA. CAP. II 309
chena, de Utrera; Blanco White, Alberto Lista y Reinoso, de
Sevilla. ¿Qué tienen de común estos poetas? ¿En qué se diferen-
cian de la escuela salmantina? Todos son más ó menos seudo-
clásicos, casi todos hacen églogas; no se asemejan los sevilla-
nos á Herrera ni á fray Luis los salmantinos. ¿En qué se pa-
recen el candoroso fray Diego González, el sarcástico Forner, el
delicado Meléndez y el epigramático Iglesias? Lo único de co-
mún que tienen los salmantinos es la preferencia que dan á la églo-
ga. Aunque seudoclásica é imitada de toda Europa, es notable esta
preferencia, que fué nota de los salmantinos de los siglos xv y xvi.
Meléndez Valdés, extremeño de nacimiento, fué salmantino de es-
tro en esta parte, como lo fué el salmantino Iglesias, egloguista más
sincero, ó digamos mejor observador del campo. No lo es menos
Gregorio de Salas, aunque inficionado del prosaísmo de la época,
y que nació en Jaraicejo, de Extremadura. Fray Diego Tadeo
González nació en Ciudad Rodrigo y fué, con Iglesias, menos
seudoclásico. En suma, la llamada escuela salmatina del siglo xviir
fué egloguista y campestre, más ó menos virgiliana, como Juan del
Encina, y nada tiene que ver con aquella soñada escuela salman-
tina del siglo XVI, capitaneada por fray Luis de León. Forner, de
Mérida, mostró en sus continuas polémicas el brío extremeño.
Salmatino fué Sánchez Barbero; extremeño, Cristóbal de Beña
y zamorano, Nicasio Gallego.
Armónicos y universales en ideas, como Vives, fueron los
valencianos Eximeno, Juan Andrés y Mayans. Señaláronse como
buenos aragoneses por su puro saber intelectual Piquer, Luzán,
Nasarre, Nipho, Jordán Asso, los Azaras y el rio j ano Fernán-
dez de Navarrete. Punto y aparte merecen Bretón, riojano y, por
consiguiente, aragonés de espíritu, fiel retratista de costumbres,
satírico de necedades sociales, y Ramón de la Cruz, madrileño,
continuador de Quiñones de Benavente y de los demás drama-
turgos populares.
Llegados á la época romántica, lo primero que advertimos es
que los escritores andaluces sobrepujan en número á los de cual-
quiera otra región española, aun á los de Madrid, donde sin em-
bargo asienta el centro literario de España y adonde acuden de
todas partes. Andaluz, de Granada, fué el primero que se mos-
tró romántico, Alberto de Lista; andaluz, cordobés, el primero
que triunfó definitivamente, el Duque de Rivas ; andaluz, de Chi-
clana, el primer dramaturgo romántico que fué sacado á las ta-
blas para vitorearle y uno de los más famosos y, sin duda, el
más romántico de los dramaturgos, García Gutiérrez. Andaluces
3 10 ESBOZO DE UN ENSAYO CRÍTICOHISTÓRICO
fueron los románticos más de tumba y hachero, los más desafora-
dos, los Bermúdez de Castro, de Jerez ; García Tassara, de Sevilla.
Andaluz el que más se señaló ipor lo pintoresco regional, el ma-
lagueño Estébanez Calderón, y andaluces los dramaturgos y des-
cripcionistas que trajeron el género andaluz con sus no menos
pintorescas costumbres, el malagueño Rodríguez Rubí con sus
Poesías andaluzas, el sevillano Marqués de Santa Ana, que
fué el primero que lo llevó al teatro; el gaditano José Sanz Pé-
rez, que le siguió con el andaluz Sánchez Albarrán y algunos
otros. Andaluz fué el mejor orador parlamentario, el rondeño
Ríos Rosas, como después el malagueño Castelar, rey de la ora-
toria florida, pormposa, asiática, que equivale á decir andaluza.
Andaluz el zarzuelero por excelencia, el malagueño Luis Olona.
Andaluz el padre del periodismo diario, el sevillano Manuel M. de
Santa Ana, Andaluz el mayor novelista por entregas, el padre
en España de la novela folletinesca, extremada de color, pasión
é interés, que bien podemos dar por andaluza cuanto á la exage-
ración en todo, el sevillano Manuel Fernández y González. Ese
gran movimiento literario en Andalucía llegó á dar cuatro de los
más eruditos literatos : Aureliano Fernández Guerra, de Granada ;
Amador de los Ríos, de Baena; Manuel Cañete, de Sevilla, y
Adolfo de Castro, de Cádiz. Creería cualquiera que el romanticis-
mo había nacido en Andalucía, y lo que hay, según á mí me parece^
es que el romanticismo, por lo que tenía de exagerado en todo, era
naturalmente andaluz. La andaluzada ó exageración andaluza en
el decir, sobre todo en el color, en lo musical, en lo pomposo y
enfático, parece explicar este hecho histórico.
Confirmaráse yendo al polo opuesto de Andalucía, que es
Aragón, Navarra y las provincias vascas, que son una misma
cosa en espíritu, tan opuesto á la exageración. Los dos únicos
poetas son allí Alejandro Rivero, de Bilbao, que vivió en Méjico,
y Agustín Príncipe, de Caspe, escritor sesudo que sobresalió por
sus Fábulas. Navarro Villoslada, de Viana, es el novelador his-
tórico más serio y macizo. Trueba, de Vizcaya, el cuentista más
sano y sencillo. Eugenio de Oohoa, guipuzcoano, y Borao, zara-
gozano, eruditos.
Después de Andalucía, sobresalió en la época romántica la
región levantina, que de hecho es la segunda en la afición pictó-
rica; pero sus escritores nada tienen de exagerado, antes aman
lo armónico y clásico. Qásico es de hecho Cabanyes, de Villa-
nueva y Geltrú, el único clásico de la época romántica, como
después lo será Querol. Sensibles al arte, nada románticos cuan-
DE LA LITERATURA CASTELLANA. CAP. II 3ll
to á exageraciones, pero muy pictóricos, fueron el Marqués de
Molins, de Albacete; Tomás Aguiló, de Mallorca, el Marqués de
Valmar, de ^Cartagena; Juan Vila y Blanco, de Alicante; Rubio
y Ors, de Barcelona; Antonio Flores, de Elche; Piferrer, de
Barcelona; Julián Romea, de Murcia, y Quadrado, de Menorca.
Como polígrafos atentos á todo saber y armónicos de pensamien-
to, tenemos á Víctor Balaguer, de Barcelona; Balmes, de Vich, y
Milá, de Villafranca del Panadés. Pictórico y sentimental fué
Arólas, de Barcelona. Grandes oradores, pero nada asiáticos, Pi
y Margall, de Barcelona, y Aparisi, de Valencia.
Los escritores madrileños siguen la tradición inclinándose á
pintar el habla y manera de hablar del pueblo; son realistas y
sinceros : Larra, Mesonero Romanos, Larrañaga, Hartzenbusch,
Segovia, Ramón de Navarrete, Francisco Zea, Mariano Pina,
Serra. Patricio de la Escosura fué muy variado y versátil. Eru-
ditos fueron el Marqués de Miraflores, Gayangos, Cayetano Ro-
sell, Antonio Pirala.
Más descuidados que los mejores escritores madrileños son
los mejores de Castilla la Vieja, aun cuando viviesen los más en
Madrid : el mismo Zorrilla, de Valladolid ; Modesto Lafuente, de
Falencia ; Santos Alvarez, de Valladolid ; Martínez Villergas, de
Valladolid ; Forentino Sanz, de Arévalo ; Ibo Alfaro, de Logroño ;
José Somoza, de Piedrahita.
Pocos, pero excelentes escritores hubo de la banda occiden-
tal. De Asturias: el Conde de Toreno, Campoamor, Suárez Bravo
y Pedro José Pidal. Gallego, de Lugo, fué Pastor Díaz, extremada-
lücnte sensible y lóbregamente triste, hasta rayar en lo enfermizo
por lo supersticioso. Es el alma gallega toda entera que se ex-
presa románticamente. Gallega, del Ferrol, fué la insigne Con-
cepción Arenal, que llevó su ternura á cárceles y otros lugares
de desgracia. Enrique Gil, de Villafranca del Bierzo, poeta y pro-
sista de tonos delicados, tiernos, melancólicos : diríase lo feme-
nino gallego, mientras que Pastor Díaz era lo masculino.
Los extremeños distínguense por el brío y empuje. Nadie !e
ganó en esta parte á Esipronceda, entre los poetas, ni más tarde
á Carolina Coronado, ambos de Almendralejo. Ni entre los ora-
dores á Donoso Cortés, nacido en Villanueva de la Serena. An-
tonio Hurtado, de Cáceres, dramaturgo de brío y color y de her-
mosos tipos morales, narrador amante de lo tradicional español,
romancerista y cantor popular. Ardiente polemista fué Gabino
Tejado, de Badajoz.
3l2 ESBOZO DE UN ENSAYO CRÍTICOHISTÓRICO
El salmantino Ruiz Aguilera distinguióse por el tono popular
en cantares y cuentos.
Cabe ahora con un solo rasguño, comparar á los mejores
poetas románticos que con la común tonalidad romántica re-
flejan cada uno su región. El Duque de Rivas, por el color y
magnificencia, es cordobés; Espronceda, extremeño por el brío
de la pasión y de la frase; Cabanyes, levantino por lo clásico y
y armónico ; Campoamor, asturiano por el humorismo y la pi-
cardía filosófica; Zorrilla, vallisoletano, de la meseta castellana,
aunque el más descuidado y á la pata la llana, como castellano
viejo, es el más allegado al pueblo y á la raza.
Con la época realista comienza á señalarse lo regional. Fué la
primera en la novela Fernán Caballero; pero en la manera de ex-
presarse no tiene nada de andaluza, y de hecho era extranjera.
Menos todavía tiene de Sevilla, con haber allí nacido, el gran poeta
Bécquer. Los demás sevillanos tienden á lo clásico, sin prescindir
de la exageración andaluza, que no encajaba bien en aquella época
de mesura y reflexión. Pero siempre el arte sevillano parece se
distinguió dentro del andaluz por su tendencia clásica, con la nota
particular de la gracia. Narciso Campillo, ya romántico, ya clásico,
es bastante salado en epigramas y cuentos. Clásicos fueron La-
marque y su esposa Antonia Díaz, natural de Marchena. Clásicos
y finamente chistosos, Felipe Pérez y González, Rodríguez Marín,
natural de Osuna, y el jerezano padre Luis Coloma, discípulo de
Fernán Caballero. Clásicos, castizos y más serios, Blanca de los
Ríos y Luis Montoto. Díaz Martín, de Montellano, es más popu-
lar. Clásicos, en fin, Adelardo López de Ayala, de Guadalcanal,
padre de la alta comedia, y Eguilaz, de Sanlúcar.
Cordobés, por nacimiento y por lo exagerado é hinchado, fué
Carlos Rubio; Manuel Reina, de Puente Genil. no lo fué menos
por el colorido, sin hinchazón alguna, según pedían los tiempos,
y aun acaso á ellos se deba la cortedad en todo del cordobés Grilo.
Juan Valera, de Cabra, se llevó toda la gracia andaluza, siendo,
además, el más clásico de los prositas de su siglo en España.
De Cádiz fué Castelar, el tipo oratorio andaluz, y otros de segun-
do orden; el castizo y ameno Sbarbi, Jackson Veyan, del género
chico ; el dramaturgo Novo y Colson, Fernández Shaw, poeta bien
colorido ; y de la provincia, el doctor Thebusem, de Medina Si-
donia ; Manuel Osorio y Bernard, de Algeciras ; Javier de Burgos,
del Puerto; José de Navarrete, de Rota; José P. Velarde, de Co-
nil. En Málaga naceti los escritores de segundo orden: Cánovas,
Simonet, Flores García, Limendoux, el Conde de las Navas ; pero
DE LA LITERATURA CASTELLANA. CAP. II 3l3
puede gallear aquella provincia con el gran poeta colorista Salva-
dor Rueda. De Granada fueron José de Castro y Serrano, Afán
¿€ Rivera, Mariano Pina Domínguez, Eugenio Selles, y de Guadix,
Antonio de Alarcón, el único de valer en todas sus obras, buen
colorista, ameno y castizo.
El novelista regional valenciano es Blasco Ibáñez, y el gran
poeta, Teodoro Llórente: ambos reflejan el arte regional, de fon-
do clásico y armónico, pero con mayor brío y color. Clásico puro
fué el poeta Querol. Los demás, secundarios, Pérez Escrich,
Liern, Pelayo del Castillo, Navarro Gonzalvo, Matoses; Pons
Samper, de Villena.
En Murcia notóse mayor delicadeza en Selgas, Arnao, Balart,
de Priego ; y Ricardo Gil. De Mahón fué Patxot, de Mallorca Pa-
lou y Coll y el padre Miguel Mir. Catalanes : Camprodón, de
Vich; Manuel del Palacio, de Lérida; Melchor de Palau, de Ma-
taró ; Bartrina, de Reus ; de Barcelona, Pompeyo Gener, el gran
crítico Ixart y el gran autor de zarzuelas José Feliu y Codina.
El novelista regional de Madrid fué Galdós, aunque nació en
Canarias. Al teatro llevaron la sociedad madrileña, no la baja, sino
la menos diferenciada, Tamayo, Enrique Gaspar y José Echega-
ray. Más populares, del género chico, fueron Luis Mariano de
Larra, José Picón, Pedro Escamilla, Granes, Luceño, Miguel
Echegaray, Bustillo de Lustonó, Ortega Morejón, Ceferino Fa-
lencia, Pérez Zúñiga, López Silva. Novelistas de segundo orden
fueron Moreno Godino, Frontaura, Nombela, Liniers, Manuel
Cano, Jacinto Octavio Picón, José Ortega Munilla, Pérez Nieva.
Otros escritores madrileños : Barbieri, Severo Catalina, Gómez
de Arteche, La Barrera, Manuel de la Revilla, Silverio Lanza,
Fernanflor, Francos Rodríguez. Conquense, de Cañete, fué el
novelista regional Polo y Pe3Tolón.
Si comparamos los dramaturgos, López de Ayala, el andaluz,
es más clásico y esmerado de forma ; Tamayo, Gaspar y Echega-
ray, madrileños, tienen más fibra y vigor, ni les va en zaga el ca-
talán Felíu y Codina. Cuanto á los novelistas, Coloma, Valera y
Antonio de Alarcón, andaluces, son más ó menos clásicos ; Blasco
Ibáñez, valenciano, es más colorista y brioso ; Galdós, más rea-
lista y humano, el más cumplido de todos. Los líricos andaluces
Rueda y Reina brillan por las luces y color ; los murcianos Selgas,
Arnao, Balart y Ricardo Gil, por la delicadeza y sentimientos
suaves ; en Mb.drid no hubo líricos notables, supliendo el vallisole-
tano Núñez de Arce, el más acabado en la técnica y el más opor-
tunamente humano y casi cantor cívico. El lírico santanderino
3 14 ESBOZO DE UN ENSAYO CRÍTICOHISTÓRICO
Amos de Escalante pinta la naturaleza con cierta melancolía; e!
novelista montañés Pereda gana á todos en apego al terruño, pro-
pio de todo habitante de montañas. Enrique Menéndez y Pelayo,
tanto en los versos como en la novela, ofrece el mismo tono oto-
ñal y suavemente melancólico de los santanderinos. Pero los ga-
llegos son más hondamente sentidos, más tristones y embrujados.
Díganlo Rosalía de Castro, de Santiago, y Sofía Casanova, de
Coruña, y hasta Pardo Bazán, también coruñesa, escritora á me-
nudo cosmopolita, pero también noveladora del alma de su tierra.
De La Coruña fué el historiador Antonio Cavanilles ; de Vigo, el
bufoneí^co y caricaturesco Tabeada. Eruditos, Menéndez y Pe-
layo, de Santander ; Antonio Machado y Alvarez, de Santiago ;
Emilio Cotarelo, de Galicia.
El humorismo asturiano brilló en Palacio Valdés, de Entral-
go, y Clarín, aunque nacido en Zamora. No difiere mucho el fino
cómico del dramático asturiano Vital Aza y del zamorano Ramos
Carrión.
Los leoneses suelen ser más duros, y aun ceñudos, en todo :
pueden compararse las feroces sátiras de Antonio de V^albuena,
de Pedrosa del Rey, con las de Clarín, más humorísticas, y con
las demasiado fofas y bastas de Taboada. Clarín tiene el humo-
rismo húmedo de Asturias y la hosca dureza zamorana. Otros
castellanos viejos no citados son de segundo orden: Perillán Bu-
xó, Leopoldo Cano y Ferrari, de Valladolid ; Macías Picavea, de
Santoña ; Zahonero, de Avila ; Sinesio Delgado, de Támara ; José
Rodao, de Segovia. De Badajoz fué el erudito Vicente Barrantes.
Falta Aragón, Navarra y Vascongadas. Típico aragonés en el
sentido práctico, en la inteligencia, en la sinceridad, en la reciura
de alma, fué Joaquín Costa, cuya oratoria, verdaderamente
ática (no académica) hay que comparar con la asiática del andaluz
Castelar, con la durísima del catalán Pompeyo Gener y con la algo
seca de Macías Picavea, de Santoña. No menos aragonés novelista
es José María Matheu, zaragozano, fiel observador del vivir co-
tidiano. También pintó las costumbres de Aragón Castro Les, de
Ayerbe. Cavia, zaragozano, ha sido gran periodista; Marcos Za-
pata, de Ainzón; Eusebio Blasco y Pedro Marquina, zaragoza-
nos, cultivaron el teatro en Madrid y la lírica ; Ram de Viu fué
en Zaragoza extraño cantor de los muertos.
En Navarra se distinguieron Arturo Campión, novelador de
los guipuzcoanos ; Fiacro Irayzoz, pamplonés, lírico y dramático,
y Federico Lafuente, de Lodosa, que cantó el vivir de los leone-
ses. La época siguiente, desde 1888, fué regional por excelencia.
DE LA LITERATURA CASTELLANA. CAP. III 3l^
además de modernista ; pero conviene no tocarla ya, por lo dema-
siado cercana á nosotros.
CAPITULO III
LOS GÉNEROS LITERARIOS
De tradición clásica, venida con el Renacimiento y alimen-
tada en las escuelas con el estudio de la Retórica, es la famosa
clasificación de las obras literarias por géneros: lírico, épico, dra-
mático, satírico, epigramático, didáctico, cuanto á la poesía; ora-
torio, novelesco, didáctico, histórico, epistolar, etc., cuanto á la
prosa. Todavía hay quien cree que la historia literaria debe es-
cribirse agrupando autores y obras por géneros, sacrificando la
cronología y la científica visión de la evolución literaria, que de
la cronología depende, á este encasillado pueril, y partiendo la
personaHdad literaria de los escritores en cien pedazos, según Ios-
varios géneros que los más de ellos cultivaron. Conviene, sin em-
bargo, tenerlos en cuenta, y aun echar una ojeada de conjunto
sobre cada uno de los principales en particular, porque son diver-
sas manifestaciones estéticas que responden á diferentes tempe-
ramentos literarios, ó, por lo menos, á diversos estados anímicos
del escritor, y tiene un cierto fundamento histórico y psicológico.
En Grecia, donde nace el arte europeo, distínguense primero dos
géneros poéticos, antes de amanecer la prosa: la lírica sagrada de
los himnos y la épica que canta á los semidioses. La Ilíada en la
guerra, la Odisea y las obras de Hesiodo en la paz. Estos dos gé-
neros responden á la expresión de lo subjetivo del cantor, de sus
propios sentimientos religiosos y á la expresión de lo objetivo, de
los acaecimientos que llegan á su noticia de lo que está fuera de
él. Anónimas unas y otras obras, como populares, son producto
de muchos autores, aunque los poemas homéricos suponen bas-
tante cultura técnica en la forma en que después fueron copila-
dos y escritos. De la lírica consagrada á Baco, esto es, del diti-
rambo, nace después la dramática, poniéndose en acción por los
varios personajes los sucesos antes narrados del dios, conserván-
dose las exclamaciones líricas en el coro. La lírica profana va bro-
tando á poco, la individual en Lesbos, la coral en el Peloponeso,
la guerrera con Tirteo, la satírica con Arquíloco, la triunfal con
Pindaro, la sentenciosodoctrinal con Teognis, la amorosa y do-
3l6 ESBOZO DE UN ENSAYO CRÍTICOHISTÓRICO
iiente con Mimnermo, la alegre y frivola con Anacreonte. Teócrito
inventa el idilio y la bucólica, géneros dramáticos de suyo que no
se representan, cuadritos dialogados y de acción breve. La prosa
nace con los logógrafos ó prosificadores de la épica, con Hero-
doto, verdadero épico en prosa, y con la oratoria siciliana, que
cae en manos de los sofistas y de los demagogos y oradores polí-
ticos y forenses de Atenas. Los muelles cuentos milesios son el
primer atisbo de la novela. Esopo trae de Oriente el apólogo,
Platón inventa el diálogo filosófico. Los géneros se entrecruzan y
mezclan ya y á veces es difícil encasillar en uno ú otro los partos
del ingenio. En Grecia estaban más especializados, en uno ú otro
género literario, los escritores: eran épicos ó Úricos casi exclusi-
vamente, oradores ó dramaturgos. Otro tanto sucede en Roma,
aunque ya abundan más los escritores polígrafos. En España es-
cribieron prosa y verso, ó por lo menos cultivaron varios géneros
á la vez, la mayoría de los escritores. No hay manera de clasifi-
carlos por géneros sin llevar la confusión á la historia literaria.
En España hay que distinguir, ante todo, el arte popular, que
nada debe á la literatura tradicional grecorromana, y el arte eru-
dito, que es, en parte continuador de ella en castellano, en parte
nacido de la popular, apropiados otros elementos de Francia é
Italia.
El popular manifiéstase primero en verso, después en prosa,
xomo en Grecia, y ofrece los dos mismos géneros primordiales,
lírico y épico, según se expresen los propios y subjetivos senti-
mientos ó los objetivos acontecimientos del mundo exterior. La
«pica popular castellana, tan anónima como la griega, y mucho
menos técnica por largamente trabajada, nace en medio de una
sociedad muy diferente de aquélla, aristocrática y pagana : es cris-
tiana, democrática y enteramente guerrera. No encierra influen-
cia alguna de reminiscencias romanas, ni godas, ni francesas.
La lírica no es menos nacional, como se ve claro por la popular
gallega, de la cual no debió de distinguirse la castellana popular
más que en el lenguaje. Hallámosla en Juan Ruiz, con sus versos
cortos y sin nada del espíritu provenzal. Sus serranillas parécense
■á las gallegas, como sus cantares sagrados á los gallegos de las
Cantigas de Alfonso X, y es casi seguro que ni unas ni otros vi-
-nieron á Castilla desde Galicia, sino que brotaron en ambas re-
giones muy parecidos en espíritu, tono y metros, y en todo ello se
diferencian de la lírica trovadoresca provenzal y de los cantos de
Bretaña y pastorelas del Norte de Francia. Diferenciase la lírica
gallega en que á menudo son las mujeres las que lloran por los
DE LA LITEIL\TURA CASTELLANA, CAP. IIT Siy
hombres, cosa muy natural, conocido el espíritu de la mujer ga-
llega, tan diferente de la castellana. Las Cantigas mismas del Rey-
Sabio, con narrar milagros comunes á la literatura francesa, son
más realistas y al mismo tiempo más castas, y con estar en ga-
llego, tienen menos melancolía y afeminamiento que los cantares
gallegos; encierran espíritu más castellano.
El género satírico es una rama del lírico, pues expresa el pro-
pio sentir, no menos que la lírica amorosa y la sagrada, aunque,
va contra otros : la lírica abraza el amor y el odio. La sátira popular
castellana y cantares cazurros no son tan soeces como los provenza-
les, ni tan crueles ni amargos, con ser tan realistas y personales. .
Aunque en los Cancioneros del siglo xv hay mucho fermento pro-
venzal, revuelto con otros, gallego, italiano y puramente caste-
llano, pueden muy bien deslindarse todos ellos y merecía este des-
linde libro aparte. En tiempo de los Reyes Católicos se lleva la.,
lírica popular á los escritos y aparecen el villancico, las pastore-
las, las coplas y glosas, de origen antiguo popular, no menos que.
las populares sátiras de Mingo Revulgo, etc.
El género dramático popular dióse en Castilla como en todas
partes, aunque no haya quedado obra alguna. Es la unión de lo
épico puesto en acción y de lo lírico y su originalidad y ningún
recuerdo del teatro clásico antiguo se ve manifiestamente en Juan .
del Encina y demás primei;os dramáticos del siglo xv, en los cua-
les presto se echa de ver el elemento italiano, pegado al nacional.
Es realista hasta hablar los personajes, pastores sayagueses, su-
propio dialecto. Conserva trazas de su origen religioso y de su na-
cimiento en las representaciones de Navidad y Pasión de Cristo;.,
con el elemento profano que fué tomando ensanches, hasta sacarlo
enteramente de la iglesia, dividiéndose desde entonces en dos : el.
profano, ó farsas, y el religioso, ó autos.
Viniendo ya á la literatura erudita, nació en España de la po-
pular, á estímulo de los franceses, y así Mió Cid y Roncesvalles
tienen espíritu y manera castellanos y metro en parte francés, conr.
algunas otras reminiscencias, bien pocas, por cierto, del Roland.
Erudito y extraño es el género caballeresco, que pertenece á la
épica, céltico de origen, ó carolingio, y contaminó cada vez más la -
épica castellana erudita y hasta la popular, en las Crónicas rima-
das y en los romances del siglo xv; pero aun en los carolingios
y demás caballerescos el espíritu de la épica popular castellana,
dejó impreso su sello, nacionalizándolos cuanto pudo.
La lírica erudita aparece con Berceo y demás autores del mes-
ter de clerezia, bastante francesa en el metro y eclesiástica en
3l8 ESBOZO DE UN ENSAYO CRÍTICOHISTÓRICO
asuntos, y á veces profana, como en el Alixandre, Apolonio, etc.,
derivaciones no menos francesas, pero que en espíritu encierran.
«1 mismo tinte nacional, ajeno á las milagrerías, al puro natura-
lismo y descoco lascivo y blasfemo de mezclar lo sagrado
con lo profano, cualidades que distinguen á la lírica francesa. Es
la nuestra religiosa y seria, sentenciosa y ética, nada chocarrera
ni liviana. De parecido temple es la sátira social en Juan Ruiz,
Sem Tob, López de Ayala, etc. En el siglo xv la lírica erudita
toma los colores todos de la provenzal y de la italiana, aunque
conservando su seriedad ética y espíritu cristiano en Santillana
y los principales autores. Después señorea la lírica italiana entre
eruditos, luchando con la nacional hasta quedar ésta vencedora,
incorporada la extraña cuanto á los metros y elegancias clásicas.
La prosa siempre es erudita y así es continuación en Espa-
ña de la prosa latina, mejorándose conforme se va mejor cono-
ciendo la literatura clásica. Es narradora de suyo, objetiva y épi-
ca, digamos, ó científica y docente. En las traducciones de apó-
logos orientales toma una tonalidad sentenciosa y grave, semítica
y aun indiana, que cuadraba al ingenio castellano. En las obras
de Alfonso el Sabio el dechado es ya la prosa clásica de la anti-
güedad. No faltan, con todo, autores que se inspiran en el habla
popular : el Arcipreste de Talavera es el primero ; luego, Fernando
de Rojas.
Los varios géneros prosaicos, todos objetivos, se deslindan en
el reinado de los Reyes Católicos, siguiendo la norma iialiana y
renacentista. El sello clásico jamás dejará ya de verse en la pro-
sa castellana y á él se debe el período, que algunos tienen como
cosa propia de nuestro idioma, no siendo sino de origen clásico,
latino y en último término griego. El castellano se presta á todo,
y habiendo nacido y criádose la prosa erudita en brazos del cla-
sicismo, se apropió el estilo amplio y periódico ; mas no es tan del
genio de nuestro idioma como el estilo cortado, sentencioso, el'p-
tico. Puede verse en el arcipreste de Talavera, en la Celestina,
en Lazarillo, en Cervantes, en Mateo Alemán, en Quevedo, cuan-
do remedan el habla popular, y no menos en los escritores espiñ-
tuales de fines del siglo xvi y comienzos del xvii, que son los
que más tomaron del pueblo cuanto á lenguaje y es'ilo. No se
atienda en todos estos autores y escritos á la puntuación, que jun-
ta en largos períodos los que no lo son. Puntúese como pide la
frase y se hallará ser ésta breve, cortada, concisa. Tal hice yo en
mis ediciones del Lazarillo, de Quevedo, y, sobre todo, del Guz-
jnán de Alfarache, que puede ponerse como ejemplo muy particu-
DE LA LITERATURA CASTELLANA. CAP. III 3I9
lar de este estilo, propio del castellano, así como fray Luis de Gra-
nada lo es del estilo periódico á lo Cicerón.
El estilo es el hombre, se ha dicho; pero, por lo mismo, es no
menos la nación y raza y está sellado en el idioma, que es lo más
propio de cada pueblo. Ahora bien, la norma del estilo propio
del castellano está en la región central de Castilla, y es la del na-
tural de sus habitantes. Hay que tratar con ellos, con los viejos,
sobre todo, y con los viejos menos urbanizados, para echar al
punto de ver su cortedad y concisión de frase. Hablan poco, hay
que sacarles las palabras del cuerpo, y entonces se expresan sen-
tenciosa y lacónicamente, con mucha elipsis y reciura de lenguaje.
Una sola conjunción suple á veces grandes rodeos. No emplean
más que palabras precisas, como insinuando, más bien que no des-
arrollando, el asunto. Sentencias, sin verbo muchas veces, omisión
de artículos, poco epíteto. Las descripciones á pinceladas cortas,
pero de un brío extraordinario. Comparaciones gráficas y justas.
El brío, el decir sentencioso y cortado, brusco y de evocación tan
infinita como los largos surcos sin fin que tienen delante de los
ojos: responde todo ello á la sequedad de la tierra, á la altura del
cielo y á lo interminable de la llanura. De ahí la preñez de pen-
samiento y lo escueto del expresarse. Añádase la doctrina espi-
ritual de nuestra religión, en que se educaron, con un infinito en
el concepto de Dios y de la vida eterna, tan ajustado al infinito
de la llanura donde espacian su vista y de la altura y serenidad
del cielo que tienen sobre sí, y se advertirá la diferencia en su
pensar, sentir y expresar, en su estilo y lenguaje, de lo que tenía
que suceder á los griegos, limitados en sus creencias y en sus tie-
rras, para quienes la mesura, la armonía y la sencillez de líneas,
de visión, de dioses, de la vida, habían de espejarse en su pensar,
sentir y creer, y en su idioma y estilo. Lo limitado junto á lo infi-
nito, el antropomorfismo pagano junto al infinito del Dios cris-
tiano y de la cristiana eternidad; las islas pequeñas, los pequeños
valles, las lindas costas, los altozanos asequibles, junto á la in-
mensa llanura castellana, sólo cortada por sierras cuya altura pa-
rece, por lo mismo, más exagerada. Si la mesura es la caracterís-
tica del arte griego, y la serenidad olímpica lo es de sus dioses y
de su artística expresión, tanto escultórica como literaria, lo infi-
nito, los grandes contrastes, el hondo pensar y el recio decir, te-
nían que ser la norma del arte pictórico y literario de Castilla.
La poesía cultivóse antes que la prosa en España, como en to-
das partes, y tardó más en llegar á su acabada perfección. Lo que
pasa á los individuos pasa á las sociedades. La poesía suele estar
320 ESBOZO DE UN ENSAYO CRÍTICOHISTÓRICO
en manos de la juventud, y sólo los poetas de cuerpo entero si-
gnen cantando toda su vida; los demás dejan los versos por me-
nesteres que se juzgan de más tomo é importancia. Los acabados
prosistas necesitan, por el contrario, años y años de aprendizaje.
Pocas poesías hay perfectas, pero hay menos perfecta prosa en
el mundo. El metro ata y lleva á la gimnasia del lenguaje y de las
ideas ; la prosa, del dominio cotidiano de todos, sin trabas ni leyes-
fijas, no constriñe á sus cultivadores ni les lleva á gimnasia algu-
na en que se sientan obligados á domeñarse y disciplinarse. Es-
más sutil y más dificultosa de entender la hermosura de la prosa,
por no poderse reducir á preceptos como la del verso. Dechado de-
prosa, como de verso, es el arte inconsciente popular. A él miró
desde el principio nuestra épica en el Cantar de Mió Cid y demás,
trozos conservados en las Crónicas; la prosa no se allegó al habla-
popular hasta que vino el Arcipreste de Talavera. La prosa cas-
tellana oficial, copia de los documentos públicos latinos, comenzóse-
á escribir cuando éstos se redactaron en castellano, en la primera
mitad del siglo xiii, en tiempo de San Fernando en Castilla (1230-
1252) y de don Jaime el Conquistador en Aragón (1213-1276);
pero ya antes, á mediados del siglo xii, se escribió acaso por prime-
ra vez la epopeya castellana con el Cantar de Mió Cid. La prosa
erudita ó escrita la hallamos empleada por primera vez en el Liher
Regum y en los Diez Mandamientos, á principios del siglo xiii.
Entre 1219 y 1250 se escribieron en castellano los Anales toledanos;
hacia 1222 se romanceó el Fuero Viejo de Castilla, y después de
1241 el Fuero Juzgo.
En la misma primera mitad del siglo xiii, reinando don Fer-
nando, tradujéronse, créese que á instancias de su hijo don Alfon-
so, las obras didácticas tituladas Flores de Filosofía, El Libro de
los buenos Proverbios y El Libro de los doce sabios, como algo des-
pués, por consejo del Rey Sabio, se vertieron la Poridad de Pari-
dades y Bocados de Oro. El Kolila et Digna ordenólo traducir
en 1 25 1, y el Sendebar en 1253. Pero su reinado (1252-12S4) fué
brillante por las obras en prosa que por él mismo, ó por otros, se
compusieron.
Siguióle muy de cerca el príncipe don Juan Manuel (1282-
1348), en sus cuentos y obras instructivas, y Pero López de Ayala
(1332-1407) en sus Crónicas. A pesar de haber imitado el estilo la-
tino, no llegaron estos autores á condensarlo, redondearlo, pulirlo
y robustecerlo, como más tarde los renacentistas. Escriben al des-
gaire y con cierto candor de niños. Llegado el siglo xv, los pri-
meros clásicos, don Enrique de Villena y el Marqués de Santilla-
DE LA LITERATURA CASTELLANA. CAP. III 321
na, por menospreciar el genio de la prosa vulgar castellana y em-
peñarse en remedar el de la latina, encrespan su decir con voces
de aquel idioma, lo enrevesan, oscurecen y hasta lo sacan de qui-
cio con el hipérbaton y trasposiciones inaguantables á los oídos
españoles. Casi otro tanto puede decirse del habla del Arcipreste
de Talavera; pero en algunos capítulos prestó atención al diálogo
familiar, y cuando menos era de esperar, sacó de la fuente del
pueblo el verdadero estilo castizo, tan inimitable y tan hermoso,
que poquísimos supieron remedar, fuera de Rojas en La Celestina
y Cervantes cuando hace hablar á las gentes del pueblo. Los más
celebrados prosistas desde el tiempo de los Reyes Católicos toma-
ron por norma la serenidad y el rodado y numeroso decir del es-
tilo sabio de griegos y romanos. Alguna que otra vez, sin em-
bargo, sobre todo los predicadores y exégetas en los siglos xvi
y xvii^ por dirigirse al pueblo, trasladan su dialogado y cortadas
expresiones á sus libros, mayormente Santa Teresa, dejando ma-
ravillosos trozos de prosa popular y castiza. Los largos períodos
que comúnmente se creen ser propios de nuestro idioma, son crea-
ción erudita, á imitación del decir latino, porque el castellano da
de sí para todo ; pero el genio del idioma va más bien por el cauce
del decir conciso y sentencioso, cortado y á pinceladas sobrias y
elípticas. Mateo Alemán lo comprendió bien, á pesar de la ele-
gancia y tono clásico que le añadió de su parte ; Cervantes y Santa
Teresa lo prueban manifiestamente, dejándolo en su popular des-
nudez. El conceptismo y el culteranismo acicalaron la prosa tanto,
que, aun dejada aparte la afectación en metáforas y términos la-
tinos, difiere grandemente toda la del siglo xvii de la natural y
llana del siglo xvi. En el xviii se aplebeya, y aunque se carga de
galicismos, es harto más rica y casta que la del siglo xix^ que
gana en corrección académica lo que pierde en soltura, fuerza, ri-
queza y propiedad castiza. Por alejarnos del habla popular he-
mos perdido el secreto de aquella gallardía en el cortar el caste-
llano, aquel tesoro de palabras, aquella soltura de construcción
que encantan en cualquier autor del siglo xvi.
Cuanto al origen de los géneros en España y su evolución pos-
terior, queda dicho lo necesario, y no hay más que resumir. No-
tabilísima es la epopeya popular castellana, por ser enteramente
indígena. Ni romanos ni germanos ni árabes tuvieron parte en
ella. Nació en una época de guerra con los últimos y cuando ya
nadie se acordaba de los otros dos pueblos para que sus obras pu-
diesen en ella influir. Los romanos no tuvieron epopeya popular;
TOMO XI!. — 21
322 ESBOZO DE UN ENSAYO CRITICOHISTORICO
de los germanos, si la tuvieron, ni por las ideas ni por el idioma,
perdidos tiempo había, puede sospecharse que influyeran en lo más
mínimo. La epopeya castellana ó mcsler de juglaría es única en la
literatura universal. Es la única epopeya enteramente popular, hu-
mana y realista que ha habido. La epopeya homérica de Grecia
tuvo no poco de aristocrática, de sobrehumana é ideal. Nació en
la época de los viejos reyes, reyezuelos y señores, cuyas linajerías
y hazañas sobrehumanas se propuso cantar y ensalzar, elevándo-
los á la categoría de héroes ó semidioses ; hizo intervenir á los dio-
ses y echó mano de toda la milagrería mitológica y de todo el ele-
mento sobrehumano religioso. La epopeya castellana nació en la
época guerrera de un pueblo en formación, con todas las cualida-
des de independencia é igualdad democrática, ensalzando á los
adalides populares, que lo mismo luchan contra los moros enemi-
gos de la patria, que contra los reyes y señores que se desmandan
y abusan de su poder. Nada de sobrenatural, milagrero ni mara-
villoso hay en ella; todo es profundamente humano y tomado de
la realidad. Por ser tan popular y ajena de todo propósito litera-
rio, nunca se escribió, y sólo la conocemos por tres fuentes, de las
cualefe ha podido, en cuanto cabe, rastrearse: i.°, por la Cró-
nica general de Alfonso el Sabio, que prosificó largos trozos, y por
sus refundiciones en varias épocas, en las que hallamos Igual-
mente prosificadas sus trasformaciones sucesivas; 2.°, por lo que
de ella tomó el autor semierudito del único cantar conocido de su
primera época en el siglo xii, esto es, el Cantar de Mió Cid, y por
lo que de ella tomaron en sus posteriores trasformaciones las de-
más obras épicas escritas, todas semieruditas ; 3.°, por su última
trasformación y desenvolvimiento durante los siglos xiv y xv,
en los llamados romances viejos, publicados durante el siglo xvi.
Estos romances nos presentan la última forma de la epopeya cas-
tellana; sus formas anteriores, desde sus orígenes hasta el si-
glo XIV, tan sólo pueden rastrearse por las prosificaciones de
la Crónica general y de sus varias refundiciones y por las obras
épicas escritas, todas semieruditas. No fué la epopeya castellana
obra exclusiva del pequeño rincón del primitivo condado de Cas-
tilla, según se viene afirmando comúnmente, teniendo los ojos
puestos en el Cantar de Mió Cid, como si á él se redujera la epo-
peya castellana y no fuera él más bien un retal de la popular epo-
peya, artizado por mano erudita. Sus héroes son de toda España :
el rey don Rodrigo, á pesar de sus trascendentales errores y de
haber sido el causante de la pérdida de la patria, en cuanto era
símbolo trágico de ella, héroe propiamente toledano, esto es, del
DE LA LITERATURA CASTELLANA. CAP. III 323
corazón de España; don Bernardo, héroe leonés, aragonés y ca-
talán á un mismo tiempo en los injertos épicos legendarios ; héroe,
en suma, de todo el Norte de la Península; Fernán González, hé-
roe húrgales ; el rey Fernando, cantado por leoneses ; don San-
cho Segundo, cantado por castellanos, y los adalides del cerco
<ie Zamora; los Infantes de Lara, héroes trágicos, como lo son
la mayor parte de los héroes de la epopeya; el Cid, castellano, y
cuyas hazañas brillaron en Aragón y Valencia.
Como de la epopeya homérica en la griega literatura, corrie-
ron las aguas de la epopeya castellana por la literatura castellana
de todos tiempos, fecundándola, renovándola, siendo como su
fuente manantial, dándole á toda ella unidad de espíritu en fondo
y forma, no menos que asunto y materiales, conservando y man-
teniendo sus características cualidades de popularidad, religiosi-
dad, realismo, altos pensamientos éticos de hidalguía, valor, jus-
ticia, independencia é igualdad, siendo la fuente de la crónica é
historia, de la lírica, de la novela, del teatro, de la leyenda román-
tica, de todos los géneros literarios verdaderamente nacionales.
Ella luchó con el extraño clasicismo en los siglos xv, xvi, xvii
y xviii^ y con el idealismo germánico del siglo xix, venciéndolos
al cabo y señoreando siempre en las letras hispanas. Ella, con su
espíritu popular, fecundó toda obra erudita, dándole lo que de
más humano y nacional encierra. Como su metro en Grecia, el
epos ó hexámetro, fué en España el romance ú octosílabo, el metro
popular y nacional, que ha señoreado siempre á los demás metros.
Sobrepújala en cantidad ó extensión la épica francesa, más eru-
dita que popular y que no llega á ser verdadera epopeya, si no es
acaso en el Roland, de asunto tan español como francés. Pero
queda muy por bajo de la nuestra aquella abigarrada, farragosa
y enorme cantidad de cantares épicos, eruditos, fraguados en tor-
no de los monasterios para atraerles peregrinos y limosnas, con
toda la milagrería vulgar de la literatura eclesiástica y la fantasía
soñadora y descabellada, ajena á la realidad, que ni asoma si-
quiera en nuestra popular, desinteresada, realista y puramente
humana epopeya. Hay tanta distancia de nuestra epopeya á la de
Francia, como del Quijote, su verdadero sucesor en espíritu, á
los libros de caballerías, sucesores de la épica francesa. La épica
y la caballería son hijas en Francia del mismo espíritu feudal,
aristocrático, fantástico y milagrero, como en España la epopeya
y el Quijote lo son del espíritu democrático y Ubre, popular y rea-
lista. Los restos de nuestra epopeya, sacados de las Crónicas y
algo modernizados en los romances viejos, son las preseas más ri-
324 ESBOZO DE UN ENSAYO CRÍTICOHISTÓRICO
cas de la literatura castellana, fuente de toda ella en todos tiem-
pos y la más clara manifestación del alma de la raza. Hijuelas de
la popular epopeya castellana y obras ya propiamente eruditas ó
del mester de cleresia, fueron el Cantar de Mió Cid, el Cantar de
Roncesvalles, los demás Libros ó Poemas y Crónicas rimadas.
El autor de Mió Cid conoció el Roland, que suele ponerse en
1080, y pretendió hacer epopeya á la francesa, imitando el verso
alejandrino; pero el espíritu es tan diferente y hasta opuesto, que
la influencia francesa no pasó de la superficie. Ninguna se ve en
los antiquísimos romances en que se cantaron los héroes castella-
nos y que pasaron prosificados á las Crónicas, ni en los romances
que conocemos del siglo xv con el nombre de romances viejos. En
el siglo XVI se hicieron otros, á su imitación, por romanceristas
semipopulares ; pero les falta ya el sello popular anónimo y les
sobra la huella de imitación y el prosaísmo de copleros que es-
criben en época ya nada épica. Imitaron los romances viejos veo
menos á fines del siglo xvi y comienzos del xvii los grandes poe-
tas eruditos é inventaron los romances moriscos. En unos y otros
sobra pulimento y falta inspiración verdaderamente épica y po-
pular. El poema épico clásico, á imitación de Tasso y Ariosto,
viene cultivándose desde el siglo xvi como obra de pura erudi-
ción, ilusionados siempre sus autores con el sueño de hacer una
verdadera epopeya, cuando ya no se dan las circunstancias épi-
cas indispensables ni propiamente hay pueblo, que es la primera
de todas para que la inspiración sea popular. El formulario re-
medo clásico de los renacentistas desjarretó á los dos poetas épi-
cos más sobresalientes de España, que pudieran haber sido poe-
tas nacionales de cuerpo entero, cuando sólo lo fueron á medias
por no querer dejar de ser discípulos de los clásicos : Ercilla y
Camoens. Camoens, sobre todo, hombre nacido para cantar las
proezas de la raza española en los momentos de su mayor pujan-
za, fué triste víctima de la imitación clásica. Al Renacimiento de-
bemos grandes cosas, pero también le debemos el desmedro de la
lírica y el agostamiento en flor del que hubiera sido nuestro gran
poeta épico nacional. La antigua epopeya castellana desvióse por
dos cauces más propios de la Edad Moderna, el teatro y la no-
vela. Son teatro y novela en España de tan gran valor y origina-
lidad como la epopeya, de la cual se derivaron. En el siglo xix
brotó otra hijuela, la leyenda, en romances, cultivada por el Du-
que de Rivas, Zorrilla y otros muchos escritores románticos.
La Crónica toma á manos llenas de la epopeya, pero no nació
DE LA LITERATURA CASTELLANA. CAP. III 325
de ella en España, como cree Brunetiére que nació en Francia. La
Crónica escribióse acá en latín y primero en forma de escuetos
Cronicones. Alfonso X la pone por vez primera en castellano, y
para ello tiene ante los ojos y aprovecha las historias romanas, la
Biblia, las crónicas latinas y la epopeya popular. Admitió cada vez
más elementos caballerescos, confundiéndose á veces con la no-
vela; pero en las obras principales del reinado de Alfonso XT
conservó la gravedad histórica y tomó vuelos de verdadera his-
toria al alborear el Renacimiento. En el siglo xvi Morales, Zu-
rita y Páez de Castro la fundamentan en documentos, epigrafía
y medallas, y el último de estos eruditos planea la historia que hoy
llaman interna, del pueblo, de las costumbres, de la cultura y ci-
vilización. En el siglo xvii el padre Román de la Higuera y sus
seguidores, llevados de un celo indiscreto, no sin protesta de otros,
introducen la piadosa superchería de los falsos cronicones, que en
el siglo xviii quedan desechados. En este mismo siglo comien-
zan la impresión de fuentes y documentos y la crítica histórica
eruditos meritísimos, que á duras penas han sido igualados raras
veces durante el siglo xix. La historia interna ha dado sus pri-
meros atisbos en las obras de Altamira y Antonio Ballesteros;
pero todavía no ha vuelto á renacer la historia artística, que re-
vive épocas y personajes, con la cual acabó Voltaire y la escuela
francesa del siglo xviii, sustituyéndola por la seca y farragosa
historia documentada, que no llega á historia y sólo es almacén,
más ó menos ordenado, de materiales para labrarla.
La novela ó relación ingeniosa de una acción fingida, pero
verisímil, entre personas particulares, preparóse desde el siglo xiv
con el apólogo oriental, traído en latín por Pero Alonso y vertido
del árabe al castellano en hermosa prosa en buen golpe de libros.
Los fabliaux franceses, de los cuales el más antiguo, Richeut, es
de II 59, y los más de principios del siglo xiii, no entraron en Es-
paña. Ni hubo aquí, como en Francia, l'émancipation intellectiielle
du vilain, que dice Brunetiére, ni venía bien el género con nues-
tras costumbres. Sólo el Arcipreste de Hita, con su socarrón tem-
peramento, los aprovechó. El cuento medioeval español fué ético
y grave, como su fuente oriental. En cambio no halló jamás po-
pularidad el cuento verde á lo Boccaccio, ni los amoríos lascivo?,
ni aun en la novela picaresca. La novela parece en nuestra lite-
ratura en el siglo xiv con los 49 cuentos que, con título de Conde
Lucanor, escribió el infante don Juan Manuel algunos años antes
de que Juan Boccaccio escribiese en Italia los cien cuentos ó no-
3*6 ESBOZO DE UN ENSAYO CRÍTICOHISTÓRICO
velas de su Decameron. El Arcipreste de Hita cuenta, aunque en
verso, sus supuestos amores con doña Endrina. Las novelas Ca-
ballerescas extranjeras corren desde el siglo xiii y toman vuelo
extraordinario en el reinado de los Reyes Católicos con la refun-
dición del Amadís por Montalvo, muriendo á manos de Don Qui-
jote á comienzos del siglo xvii. A pesar de su espíritu, tan ajeno al
español, fueron extraordinariamente leídas en España entre la
gente común, sirviendo de pasto al hambre de aventuras que los
descubrimientos ultramarinos y las hazañas de los nuestros en
Europa y África habían despertado. De España pasó su voga á
todas partes, traduciéndose en varias lenguas europeas. Diríase
que la novela caballeresca habla nacido en España. Este espíritu
novelesco, venido de fuera, coloreó, antes de publicarse el Amadís,
toda nuestra literatura de la segunda Edad Media, haciendo bas-
tardear la vieja epopeya castellana, como se ve en las varias re-
fundiciones de la Crónica general y en los poemas eruditos, de la
popular epopeya más ó menos nacidos. En la Gran Conquista de
Ultramar, de fines del siglo xiii, hállanse las leyendas del Caba-
llero del Cisne, de Berta y de Mainete. De la misma época es la
Historia del Cavallero Cifar, inspirada en fuentes bretonas y fran-
cesas.
Visiones cuasi novelescas ofrecen los libros de viajes, tan gus-
tados en el siglo xv^ como la Historia del gran Tamorlán é Itine-
rario y enarración del viaje y relación de la emhaxada (1407),
la Crónica de don Pero Niño (1447), las Andangas é viajes de
Pero Tafur (1455). La literatura caballeresca encarna en la rea-
lidad del Paso honroso, redactado por el notario Pero Rodríguez
de Lena (1434). A este género pertenecen otras relaciones de via-
jes que siguieron después escribiéndose, y aun las muchas cartas-
y relaciones de Indias, que ya tienen valor geográfico é histórico.
De la caballeresca y de la de Boccaccio nació, en el reinado de
los Reyes Católicos, la novela psicológicosentimental, unida en sus
orígenes al sentimentalismo gallego de Juan Rodríguez de la Cá-
mara, que escribió El Siervo libre de amor, verdadera novela ro-
mánticocaballeresca, ó caballerescosentimental, escrita antes de
1439. La primera parte autobiográfica está inspirada en la Ftam-
mefta de Boccaccio ; la segunda, ó Estoria de los dos amadores
Ardaulie é Liesa, en las ficciones del ciclo bretón y en los viajes
aventureros. Pero el dechado de este género es la Cárcel de Amor
(1492), de Diego de San Pedro, novela preparada por El Trac-
tado de amores de Arnalte y Lucenda, publicado por el mismo
autor el año antes (149 1). Tienen espíritu caballeresco, psicológi-
DE LA LITERATURA CASTELLANA. CAP. III 827
co y sentimental. En 1495 se publicó el Breve tractado de Gri-
malte y Gradissa, y á poco el Tractado del triste fin de. los amo-
res de Grisel y Mirahella, obras ambas de Juan de Flores, conti-
nuación la primera de Fíammetta é imitación la segunda del Filo-
colo. En 1496 se tradujo la Historia de dos amantes de Silvio
Piccolomini. La Cárcel de amor influyó no poco en La Celestina.
En 1 5 13 imprimióse la anónima Question de amor de dos enamo-
rados, y en 15 14 La Penitencia de Amor de Pedro Manuel de
Urrea, inspirada en la Cárcel del Amor y en La Celestina, cuyo
primer acto puso, además, en verso. Dante y Petrarca eran por
entonces los maestros de la lírica; Boccaccio lo fué de la novela.
Tal era el poder del arte italiano en los primeros tiempos del Re-
nacimiento. No lo tuvo menor en el siglo xvi, sobre la novela,
cuando Montemayor trajo de Italia la pastoril de Sannazaro, que
vivió medio siglo y engolosinó al mismo Cervantes, que escribió
La Calatea. Pero entrambos géneros novelescos, el sentimental y
el pastoril, como extraños al espíritu realista español, duraron lo
que las rosas. También trajo Cervantes de Italia la novela corta,
pero como, españolizada, entraba en el molde realista castizo, dio
en sus manos la gran novela moderna, resucitada más tarde por
Fernán Caballero en la época realista del siglo xix, tras los medio
fracasados intentos, durante la romántica, de la románticohistórica
á 10 Walter Scott. La novela folletinesca, venida de Francia en el
mismo siglo y que se publicó por entregas y en folletines de pe-
riódicos, fué, como la novela caballeresca de nuestros tiempos, de
un mismo espíritu extraño al arte español y que sólo sirvió para
repastar la gente menuda su sed de curiosidad en narraciones ex-
traordinarias de aventuras.
La novela picaresca, género enteramente español, sátira so-
cial autobiográfica del picaro aventurero, apunta en el Ribaldo
de la Historia del caballero Cifar y aun en el mozo del Arci-
preste de Hita y en el libro de Les Dones de Jaume Roig, médico
de doña María, esposa de Alfonso V de Aragón; redondéase,
cuanto á la rufianesca y lo germanesco, en las coplas de Rodrigo de
Reinosa, en La Celestina y en sus continuaciones, y tiene su pri-
mer dechado en el Lazarillo, al que sigue fecunda y variada prole
después del reinado de Felipe II, dilatándose casi hasta nuestros
días. Satíricoerasmiana se presenta y con toda su frescura na-
tural y flamante en el Lazarillo; satíricomoral y harto grave, sen-
tenciosa, doctrinaria y con mayores ensanchas en Gusmán de
Alf aradle ; frondosa en fraseología y voces populares, bien que
algo desmañada cuanto á trama y caracteres, en la Picara fus-
328 ESBOZO DE UN ENSAYO CRÍTICOHISTÓRICO
tina; hampesca, germanesca y con toda su humana realidad y su-
prema elegancia en Cervantes ; ingeniosa y entretenida en Marcos
de Obregóti, en la Ingeniosa Elena, en la Segunda parte del La-
sarillo de Luna y en El Diablo Cojuelo; caricaturesca y como he-
rrada con el fuego satírico en El Buscón. Después los tópicos se
repiten, aunque siempre con bastante originalidad personal en los
autores posteriores del siglo xvii. Cuanto á la vida bohemia y
al ingenio y desenfado, Villarroel hereda el espíritu de la pica-
resca en el siglo xviii; y no menos, cuanto á lo satíricoliterario en
Fray Gerundio de Campasas el padre Isla.
Pero la sátira, tanto en prosa como en verso, cruel ó serena,
social y privada, humorística ó moralmente instructiva, ofrece en
la literatura castellana dechados admirables y nunca interrum-
pidos. Casi toda nuestra literatura hasta la época romántica es
una sátira grave ó ligera y una pintura con intento moral de la
gente española. Las dos maneras extremas, la grave moraliza-
dora y la humorística ligera las hallamos ya en los escritores his-
panolatinos, en Séneca y Marcial y tienen en nuestra historia
literaria dos tan originales manifestaciones como son la mística
y la picaresca. Hablo de la mística en su sentido lato, aludiendo
á los escritores espirituales, en cuyas obras abundan cuadros de
costumbres con intento de corregirlas. Nuestra mística, que siem-
pre va cargada de ascética ó enseñanza práctica de la vida espi-
ritual activa, hasta en el cogollo más místico, de San Juan de la
Cruz y de Santa Teresa, trata de llevar al buen vivir práctico,
es moralizadora y encierra una á modo de sátira, grave y como
divina. La picaresca tiene un fondo satíricosocial, desenvuelto con
humorismo muy sutil por manera autobiográfica.
Otra gran manifestación satírica es el teatro, que desde sus
comienzos pone en solfa las costumbres para ridiculizarlas ; sobre
todo puede verse en el bachiller Diego Sánchez de Badajoz,
en Torres Naharro y en todas las Celestinas. El elemento docen-
te en nuestros grandes dramaturgos, Lope, Tirso, Calderón, en-
cubierto entre las flores del arte el propósito moral en todos ellos,
y más transparente en Alarcón, sin llegar jamás á convertir el
teatro en lo que llaman obras de tesis, es tan patente, que nues-
tra dramaturgia distingüese por lo moralizadora.
Moralizadores e instructivos son todos nuestros primeros mo-
numentos literarios, apólogos y cuentos, moralidades y sentencias,
todo ello traído por los árabes desde la India. No otra cosa son las
obras devotas de Berceo, los cuentos del conde Lucanor y demás
DE LA LITERATURA CASTELLANA, CAP. III 329
libros del príncipe don Juan Manuel, la poesía sentenciosa y mo-
ral del rabí Sem Tob.
La pura sátira en castellano puede decirse, sin embargo, que
comienza con el Arcipreste de Hita, que dio vida en su Libro de
Buen Amor á todos los géneros literarios, pero que es, ante todo,
una obra satírica, la más grande que se escribió en España, si
en España no se hubiera escrito el Quijote.
Sátira en verso de la vida clerical del siglo xiv, que tiene su
continuación en el libro del otro Arcipreste, el de Talavera, en
prosa, del siglo xv. Sátira poética es no menos El Rimado de Pa-
lacio de Pero López de Ayala. En el reinado de Enrique IV la sá-
tira política popular brota del desbarajuste de la corte y rotura
consiguiente de costumbres, sobresaliendo las Coplas de Mingo
Revulgo y las del Provincial. Repitióse la decadencia política y
rebrotó la popular y política sátira en los reinados de Felipe IV,
Carlos II y Felipe V, y merced á la invasión francesa á princi-
pios del siglo XIX.
Pero ¿en qué época no se escribieron sátiras políticas y de to-
das clases en España? En la época de los Reyes Católicos siguió
cultivándose por nuestros dramaturgos la sátira clerical comen-
zada por los dos Arciprestes, y toma desusados vuelos en la del
Emperador, con el tono erasmiano por un lado, y con el lucianesco
por otro. Erasmianos y lucianescos son todos los grandes escritores
satíricos de aquella época: Cristóbal de Castillejo, los dos Valdés,
Cristóbal de Villalón, Enzinas, Sebastián de Horozco. Satiricohu-
morísticos fueron el doctor Villalobos y, sobre todo, fray Antonio
de Guevara. En el reinado de Felipe II la gravedad de los tiem-
pos dejó el humorismo y revistióse de moralidad, mayormente en
los escritores ascéticos. Pero apenas subió al trono Felipe III re-
aparece la picaresca, nace el teatro nacional con Lope y la novela
con Cervantes. En los reinados de los dos Felipes, III y IV, la sá-
tira política, personal y social brota con grande empuje. Cervan-
tes es el gran satírico, no solamente literario, al burlarse de la
novela caballeresca, sino social, en el Quijote. Villamediana dis-
tinguióse en la sátira personal. En la social y política fué insupe-
rable maestro Quevedo, y en la filosófica, Gracián. Todavía en la
universal postración artística del siglo xviii sobresalió la sátira
en las coplas populares, en el agudo Villarroel y en el ingenioso
padre Isla. Los periodistas festivos del siglo xix recogieron tan
rica herencia satírica.
El arte dramático presenta en España una galería de obras
33o ESBOZO DE UN ENSAYO CRÍTICOHISTÓRICO
que en variedad, número y grandeza no puede presentar literatura
alguna. El teatro religioso es muy antiguo; pero sólo conocemos
el Auto de los Reyes Magos, de origen francés, del tiempo de los
cluniacenses. Desconocido, como los demás géneros verdadera-
mente nacionales, aparece en la literatura erudita, como los demás,
en tiempo de los Reyes Católicos con Gómez Manrique, Juan del
Encina y Fernando de Rojas. Hay imitación italoclásica en las
obras de empeño de los dramaturgos de aquella época y durante
el siglo XVI ; pero el público fué rechazando cuanto no era nacio-
nal. Autos, églogas y entremeses, sagrados y profanos, tienen su
mayor valer estético en la fiel pintura de las costumbres, tipos y
caracteres, sobre todo las piezas escritas en dialecto sayagués ó
salmantino sobre las costumbres pastoriles. Juan del Encina, Lu-
cas Fernández, Gil Vicente, Sánchez de Badajoz, Torres Naharro^
Lope de Rueda, Timoneda y Cervantes, por una parte; La Celes-
tina y sus continuadores, por otra, forman un teatro originalísimo^
de realidad y humanidad, de color y viveza, de naturalidad y sen-
cillez inimitables, y no superadas después por los grandes dramá-
ticos del siglo XVII. Hay, además, un sinfín de piezas cortas anó-
nimas, que hacen coro á las de los citados autores y de otros de
segundo orden, más ó menos conocidos. Por su mayor parte, todos
estos dramaturgos de los siglos xv y xvi son estudiantes ó clérigos
populares, que se entretienen en abastecer el pedido teatral para
fiestas en ciudades y pueblos chicos. Alardean de la erudición re-
nacentista que acaban de aprender y la mezclan con lo nacional,
pero lo nacional sobrepuja y da el tono. Los eruditos tuvieron em-
peño en traer la tragedia clásica y en apoyar la comedia italiana;
pero ni una ni otra llegaron á cuajar. Entre Lope de Rueda y Lope
de Vega, esto es, de 1560 á 1590, hubo un relativo triunfo del arte
clásico en la dramática, que retrasó el teatro nacional. En los cole-
gios de Jesuítas se representaron muchas piezas clásicas hechas
por los Padres. No menudo esfuerzo y novedad fué la de Lope
al romper con esta moda para volver á lo popular y nacional. En
la época de Felipe H es muy de notar que se calló la picaresca^
comenzada con El Lazarillo, y se calló el teatro popular de pas-
tores y gente baja. En cambio, el teatro se hizo clásico y lo popular
brilló en los escriturarios y oradores. Es el reinado de la gravedad.
Lope se asió á la vieja epopeya castellana ; abarcó, además, la his-
toria, la mitología, la hagiografía y la vida presente, fundando el
gran teatro nacional sobre las anchas y firmes bases de expresar
la vida en toda su amplitud, juntando lo trágico y lo cómico como
en ella se halla. Deslumhrados los seudoclásicos del siglo xviií
DE LA LITERATURA CASTELLANA. CAP. III 33 I
con la tragedia francesa y la reglamentación de las tres unidades, .
no tuvieron ojos para ver el teatro nacional, tuviéronlo por gro.
sero batiburrillo. Ramón de la Cruz volvió al saínete, y Bretón
á la comedia de costumbres. El romanticismo trajo el drama ro-
mántico de Rivas y Zorrilla; el realismo, la alta comedia de Ta-
mayo y Ayala y el drama de Enrique Gaspar. Populares fueron
en el siglo xix la zarzuela y el género chico. Para los de la gene-
ración del 98, sucesores de los seudoclásicos del siglo xviii, toda
esta inmensa galería teatral, de tan variados matices, pero de un
fondo idéntico, nacional y realista, no vale dos cornados.
Los mismos señores iconoclastas, modernistas y europeizan-
tes, han proclamado que no hubo lírica en España hasta que ellos,
con el modernismo, vinieron; y la razón, la falta de sensibilidad
de los españoles. En la lírica, como en los demás géneros, hay que
distinguir la popular y la erudita. La popular, aunque algo se
trasluce en los escritores medioevales y los cronistas nos la re-
cuerdan, no se puso por escrito hasta los Reyes Católicos ; desde
entonces la estudian los tratadistas de música, la glosan los gran'
des poetas y la imitan los dramaturgos en coplas, letrillas, villan-
cicos, y la mezclan con la lírica erudita en el teatro. Por la auto-
ridad de Menéndez y Pelayo sigúese creyendo que la más antigua
lírica en España fué la galaicoportuguesa, desde San Fernando y
Alfonso X ; pero esa lírica fué erudita y cortesana. La lírica po-
pular castellana es tan antigua, sin duda, como nuestro idioma.
Hasta llegó a influir en la lírica arábiga de España en el siglo xi
y claramente se ve tal influencia en las canciones del cordobés
Aben Cuzmán. Las crónicas nos hablan de canciones de victoria,
de endechas y de otros cantares líricos populares de los siglos xi
y XI i. Don Lucas de Túy nos recuerda un estribillo popular de
cuando murió Almanzor:
"En Cañatañazor
perdió Almanzor
ell atamor."
La Crónica general de 1344 trae prosificada y como convertido
en romance épico una composición lírica de las que el pueblo can-
taba en primavera :
"Por el mes era de mayo, cuando ihace la calor,
cuando canta la calandria y responde el ruiseñor..."
De principios del siglo xiii tenemos el cantar con su estribillo
que trae Berceo, ¡eya velar!
332 ESBOZO DE UN ENSAYO CRÍTICOHISTÓRICO
En la primera mitad del siglo xiv el Arcipreste de Hita, que
dio principio á todos los géneros literarios desenvueltos después,
llevó por primera vez á la literatura escrita la lírica popular de
todas clases : la religiosa, la amorosa, la estudiantil, la pordiosera y
de ciegos, la cazurra, la serrana. Esta última merece particular
mención, por cuanto apenas ofrece parecido con la pastorela del
Norte de Francia, con la provenzal, que es más cortesana, ni con
la gallega, más vaga y menos descriptiva. La serranilla de Juan
Ruiz es de origen popular castellano, se distingue por su metro,
por su recio realismo y por la pintura nueva de serranas forzudas
y guerreras que guían al caminante ó defienden los puertos de la
sierra. Santillana las afinó con su gusto aristocrático y con ele-
mentos de la pastorela provenzal. En la época de los Reyes Cató-
licos toman los eruditos del pueblo, al par de los romances, los
villancicos, coplas y letrillas, sobre todo los dramaturgos, y com-
ponen otras á su imitación. Del Cancionero de Sbarbi, del de
Uppsala, etc., y de los tratadistas de música pueden sacarse un
sinfín de todo linaje de canciones líricas, más ó menos populares,
muchas de ellas glosadas por los escritores eruditos. Diferenciase
la lírica popular de la popular epopeya: i.°, en que no feneció ni
se agotó jamás, y hoy mismo se recoge en colecciones líricas y
folklóricas; 2°, en los metros cortos; 3.°, en que siempre se cantó,
generalmente, con acompañamiento de música.
La lírica erudita escribióse primeramente en gallego desde los
tiempos de San Fernando y de Alfonso el Sabio, por influjo de
la corte portuguesa de don Diniz, hasta los Reyes Católicos, épo-
ca en que la literatura castellana sobrepónese á la portuguesa y
catalana. Entre los poetas líricos eruditos, cuyas obras se conser-
van en Cancioneros desde el más antiguo, de Baena, de la segunda
mitad del siglo xiv y de todo el xv, hay que distinguir varias co-
rrientes artísticas. De ellas, las únicas que dan valor poético
á la poesía son la popular gallega, sentimental y melancólica, y la
popular castellana, sobre todo satírica; las demás, la provenzal
cortesana, venida de Portugal; la petrarquista y la dantesca, die-
ron una poesía cortesana conceptista, abstracta, llena de tópicos
amorosos comunes, de simbolismos fríos y eruditos; en suma, de
artificiosas imitaciones, repetidas en cien variantes de poca sin-
ceridad y menor originalidad. El símbolo dantesco y el latinismo
de lenguaje malearon las obras de los mejores poetas, sobre todo
del famoso Juan de Mena. Algo más vale la alta poesía moral de
Gómez Manrique, y sobre todo las célebres coplas de Jorge
Manrique y la demás lírica religiosa del reinado de los Reyes
DE LA LITERATURA CASTELLANA. CAP. III 333
Católicos. En el de Carlos V lucha la lírica italiana, traída por
Boscán y Garcilaso, con la nacional, y aunque parece vencerla,
queda de hecho vencida, bien que incorporado el endecasílabo y
estrofas italianas á nuestra métrica. Herrera funde en sus Odas
el tono pindárico con el bíblico, fray Luis de León se atiene más
á los Carmina de Horacio, los Argensolas á sus sermones satí-
ricos y San Juan de la Cruz se inspira en el Cantar de los Can-
tares. De este modo, en el reinado de Felipe II se armonizan las
corrientes clásica, bíblica y nacional en los más grandes poetas,
Góngora, en su primera época, es dechado del romance, villancico
y letrilla populares. El clasicismo afina la forma, con mengua del
sentimiento personal, y en Herrera y otros no menos lo amengua
el petrarquismo. Lope es admirable en la lírica popular, religiosa
y profana, y la lleva al teatro juntamente con la italiana, aprove--
chando todos los tonos, nacionales y extranjeros. La lírica clásica,
siempre algún tanto fría, objetiva y marmórea, no sólo por el
ideal clásico, sereno y abstracto, sino por ser imitación de los an-
tiguos y de los italianos, bastardea, como toda imitación,» en el
gongorismo ó cultismo y en el conceptismo, á principios del si-
glo XVII. Renace la sátira popular en el reinado de Carlos II y en
el de Felipe V, como en tiempo de Enrique IV, á manera de des-
ahogo popular contra los desafueros políticos. La égloga seudo-
clásica, venida de Italia, cunde en el siglo xviii por toda Europa,
siendo en España Meléndez el principal corifeo, hasta que las
ideas sociológicopolíticas suenan con retumbo algo herreriano en
la lira de Quintana. Sucédenle Espronceda, Campoamor, Bécquer,
Núñez de Arce, Rueda, Rubén Darío y Gabriel y Galán, cada cual
con su nueva tonalidad, pero todos más íntimamente líricos, más
individuales y más sinceros que los clásicos, que habían sido imi-
tadores y algún tanto objetivos por naturaleza.
La mística halló siempre campo abonado en España, por el
natural extremoso de nuestra casta, que ó se abraza estrecha-
mente con el vivir ó se deshace de él, con arranque estoico igual--
mente desaforado y rudo en ambos casos ; mira á la tierra y á
ella se apega como alapa aunque haya de pasar por todas las
penalidades de los picaros, ó mira al cielo y vuela osadamente
hacia la inmaculada divinidad. De estos dos extremos nacieron
la novela picaresca y la mística, géneros exclusivamente nues-
tros. Famosa es la mística arábiga y judía de los judíos y moros
españoles, razas que no han solido darse á la mística fuera de
España, por ser las más apegadas á la carne la una, al oro la.
334 ESBOZO DE UN ENSAYO CRITICOHISTORICO
*otra. Aben Masarra, español, convierte en mística española cuan-
tas corrientes místicas extrañas halla en Oriente. Raimundo Lull,
convertido repentinamente y á la española de galanteador mun-
■ dano en místico y apóstol, torna á españolizar ya cristianamente
todo ese misticismo difuso que de Alejandría y del neoplato-
nismo corría entre musulmanes.
Por Aben Masarra pasa á Dante y á la Europa meridional;
por Raimundo Lull pasa á la Europa septentrional, á los mís-
ticos alemanes y á Tomás de Kempis ; sufriendo en el Norte y
Mediodía las transformaciones debidas al carácter de aquellos
pueblos, dejando ya de ser así misticismo español. De Dante pasó
á Petrarca, ya más cerebralizado y hecho conceptismo poético y
amor conceptuoso y platónico. El misticismo de Platón, formu-
lado como nadie por el español León Hebreo, fué otra corriente
que desaguó en la mística española erudita, sobre todo median-
te fray Luis de León y demás renacentistas. Pero la mística
nacional fué sustancialmente otra y nació de otras fuentes. El
influjo de Lull (siglo xiii) en nuestra mística del siglo xvi sólo
es como el de una corriente de tantas que se añaden al gran río ;
el de Dante y Petrarca fué tan sólo poético en la alegoría y con-
ceptismo de los poetas de los siglos xv y xvi.
La defensa de la fe, en la que Lull fué ciertamente de los
más esclarecidos adalides, pero que fué obra de toda España
peleando contra la morisma y por Santo Domingo y sus hijos
contra las herejías medioevales, dando entre ellos como fruto
principal la inquisición, señalándose tanto nuestras órdenes mi-
litares de caballería en el campo de batalla como nuestros escla-
recidos Prelados en los concilios generales, fué la que dispuso
el terreno para que el florecimiento de la mística llegase á apun-
tar cuando los Reyes Católicos, juntando en sus manos todas
las instituciones nacionales dispersas, acabaron de echar de Es-
paña á moros y judíos y sistematizaron el Tribunal de la Fe,
y cuando Cisneros comenzó la reforma eclesiástica del clero re-
; guiar.
Los orígenes de esta mística española nacional no han sido
estudiados. Libros de edificación son los de Berceo en verso,
.las hagiografías y narraciones milagrosas medioevales en prosa,
que lo mismo se escribieron en España que en Francia. Satírico-
rreligiosa es la obra del Arcipreste de Talavera. La poesía devo-
ta y aun mística tuvo gran boga en el reinado de los Reyes Ca-
tólicos, mayormente entre franciscanos, y no menos entre los
ícartujanos la prosa. Estas dos órdenes religiosas fueron las que
DE LA LITERATURA CASTELLANA. CAP. III 335
pusieron los fundamentos de nuestra mística: los primeros tra-
jeron la mística franciscana del siglo xiii; los segundos, la mís-
tica alemana.
De entrambos y del carácter realista, práctico y nada soña-
dor de nuestra raza, salió la mística española, merced á la
reforma que Cisneros emprendió de las órdenes religiosas, si-
guiéndole San Pedro de Alcántara, Santa Teresa, San Juan de la
Cruz y San Ignacio de Loyola, enfervorizándose la devoción en
España para contrastar la rotura de costumbres de la corte roma-
na y como respuesta la más adecuada á los protestantes alemanes.
Contribuyeron á ella no menos los estudios bíblicos y patrísticos
preconizados por Erasmo. Tales son las causas y circunstancias
que dieron nacimiento y adelanto á la mística.
En tiempo de los Reyes Católicos se echaron los fundamen-
tos. Fray Iñigo de Mendoza, franciscano, publicó su Vita Christi
(1582) y otras obras poético devotas, en las que se encierra el
'espíritu de la mística franciscana. No menos, sino más, se rezuma
este espíritu, particularmente el de los Cantos espirituales del beato
Jacopone de Todi, en el Cancionero del franciscano fray Am-
brosio Montesino; pero su obra principal fué el Vita Cristi car-
tuxano roniangado, traducción en elegante prosa, hecha á pe-
tición de la reina, del Vita Christi del cartujano de Strasburgo
Landulfo de Sajonia, llamado comúnmente El Cartujano. Im-
primiéronse sus cuatro hermosos tomos á costa de Cisneros en
Alcalá (1502-03).
Este libro, contínuam.ente leído por el padre Avila y Santa
Teresa y muy aprovechado por los místicos y predicadores del
siglo XVI, jtmtó el espíritu cartujo alemán y el franciscano ita-
liano y es, sin duda, la principal fuente de la mística española.
Juan de Padilla, monje de la Cartuja de Santa María de las Cue-
vas, llamado El Cartujano, publicó poesías devotas, Retablo de la
vida de Cristo (1516) tomado del cartujano Landolfo, y Los Doce
triunfos de las doce Apóstoles (1521). Micer Gonzalo García
de Santa María tradujo del latín, de Dionisio Cartujano, El Libro
de las cuatro cosas postrimeras (novísimos, 1491) ; las Vitas pa-
irurn de los monjes de Egipto y Tebaida, obra de San Jerónimo
(1491), y el Tratado de las diez cuerdas de la Vanidad del Mundo
(1494) de San Agustín. Fray Bernardo Boíl, ermitaño de Monse-
rrate, publicó traducido el Libro llamado Abbat ysach (1489), ó sea
el /.Tflíir de Rcligionc. El contcmptus mundi se imprimió tra-
ducido por anónimo, en 1490. Las obras más devotas de San
ISuenaventura, San Bernardo, vSan Agustín y San Jerónimo se
336 ESBOZO DE UN ENSAYO CRÍTICOHISTÓRICO
vertieron y tradujeron en la misma época. La versión de las Fio-
retti, Floreto de Sant Francisco, es de 1492. El bachiller Juan
Alonso de Logroño, canónigo de Sevilla, tradujo las Contem-
placiones (1495) del cartujo italiano Gaspar Gozrio. Fray Her-
nando de Talavera hizo poesías devotas y tratados espirituales.
La célebre poesía Ven, muerte, tan escondida, es del embajador
de los Reyes Católicos cerca de la Santa Sede desde 1497, poeta
castellano y valenciano, Juan Escrivá. El siglo xvi se abre con
la obra del presbítero toledano Gómez García Carro de dos vi-
das... vida activa é vida contemplativa (1500), á la que siguió
su Lamedor espiritual (151 6); y con la de fray Francisco García
de Cisneros, abad de Monserrate, Ejercitatorio de la vida espi-
ritual (1500). Del año 1504 es la traducción de dos obras muy
leídas y citadas por los místicos: Sant Juan Climaco que trata
de las tablas et escalera spiritual, y Meditaciones de San Anselmo.
La Subida de Monte Sión por la vía contemplativa salió en 1509
como del dominico fray Jerónimo de Alcozer, y en 1535 como
anónima, después como del franciscano fray Bernardino de La-
redo. De 151 1 es la versión de las obras de Santa Catalina de
Sena. Otras varias obras espirituales se publicaron, sobre todo
las del franciscano fray Alonso de Madrid ; pero hay que poner
punto y aparte con fray Francisco de Osuna, franciscano, que pu-
blicó su primer Abecedario spiritual en 1528, y con el padre Avi-
la, que publicó el año 1538 el Audi filia, escrito en Ecija el año
1530. Entrambos pueden considerarse como padres de nuestra
mística.
Sus obras fueron cotidiana lectura de Santa Teresa y de toda
España y fuente de donde sacaron ideas y hasta párrafos enteros
todos nuestros escritores espirituales. El maestro Sánchez Cirue-
lo publicó también obras de devoción y Contemplaciones muy de-
votas... con un tratado de teología mística (1547). Hijuelas de
nuestra mística y ascética, que son acá una misma cosa, puede
decirse, fueron los tratados exegéticos en romance y los sermo-
narios, en forma de homilía, á la manera de los Santos Padres,,
verdadera oratoria cristiana en que se declaran al pueblo la Bi-
blia y los Padres y se corrigen y reprenden las costumbres. Fue-
ron todas estas obras espirituales manifestación del espíritu cató-
lico, sincero y ferviente, que animó á España en aquel dorado si-
glo, contrarreforma ó reforma verdaderamente cristiana y moral,
ante la herética y cismática de los protestantes. Por ellas llegó
á la literatura toda la riqueza del habla popular. El espíritu de
los tiempos que corren no es muy favorable al estudio de esta
DE LA LITERATURA CASTELLANA. CAP. III 33/
parte principalísima de la literatura castellana; pero la historia
de la mística española, el día que se escriba, mostrará su extra-
ordinario valor literario, filológico, psicológico y religioso. Es
un tesoro riquísimo en todos conceptos. ¡ De cuan alto caímos y
cuan por lo bajo nos arrastramos hoy en día ! Olvidado todo aquel
tesoro, las personas devotas mantienen el espíritu con lecturas
de libros espirituales extranjeros, y cuando alguno de aquellos
admirables libros nuestros se reimprime suele caer en manos de
impresores catalanes que osan corregir aquel decir divino, mo-
dernizándolo ¡ mal pecado ! con galicismos y frases plebeyas.
En el género epistolar puede ofrecer la literatura castellana
hermosísimos dechados. Un sinfín de cartas confidenciales de
muchos autores y de hombres célebres por varios conceptos ya-
cen todavía en archivos y docvunentos sueltos, aguardando á ser
publicados ó recogidos. Poco se ha hecho todavía en esta materia
tan importante, sobre todo si se compara con las que se han publi-
cado en Francia. No tenemos, sin embargo, que envidiar á nación
alguna la primacía en este género, si se exceptúan, acaso, las
que escribió Cicerón. En el mismo latín tenemos ya las Cartas ó
LuciHo, de nuestro Séneca, de las más celebradas en el mundo.
En la época de los Reyes Católicos son modelo de doctrina po^
lítica y cortesana y no menos de estilo y lenguaje las de mosén
Diego de Valera. las de Hernando del Pulgar, las de Villalobos,
las de Gonzalo de Ayora, y por su asimto del descubrimiento de
América, las importantísimas de Cristóbal Colón, En el reinado
de Carlos V fueron célebres en toda Europa las Epístolas fami-
liares de don fray Antonio de Guevara. La del Bachiller de Ar-
cadia y la respuesta del Capitán Saladar no les van en zaga en
humorismo. El Epistolario del beato Juan de Avila y las de Cor-
tés al Emperador sobre la conquista de Méjico no hay para qué
ponderarlas. Pero quedan sobre toda ponderación las de la época
de Felipe II : las de Santa Teresa, las elegantes, ingeniosas y hu-
morísticas de Eugenio de Salazar y las del secretario Antonio Pé-
rez. En el siglo xviii merecen citarse las Cartas eruditas del padre
Feijóo, las Cartas familiares del padre Isla y las Cartas Marrue-
cas, de Cadahalso.
La historia literaria y mayormente la crítica, por ser obras
de reflexión ya adelantada, no se revelan en la historia sino
muy tardíamente. Son la última manifestación, puede decirse, del
;»rte literario. A modo de noticias y con crítica más ó menos
338 ESBOZO DE UN ENSAYO CRÍTICOHISTÓRICO
discreta hállase por primera vez algo de esto en los dos más
cumplidos literatos del siglo xv, humanistas en cierne, grandes
conocedores el uno del arte provenzal, don Enrique de Villcna;
del arte italiano el otro, el Marqués de Santillana. El Arte de
trovar del de Villena ó Arte de la Gaya Sciencia, y el Prohemio
ó carta que envió al Condestable de Portugal con las obras suyas
de Santillana, son los más antiguos documentos de historia y
crítica literaria en España. En el prólogo de su Cancionero dijo
algunas ideas estéticas harto vagas y sutilizadas Juan Alfonso
de Baena, Nebrija se atuvo al lenguaje castellano y mirándolo
con ojos de humanista latinizante. El Comendador griego, Hernán
Núñez de Toledo, fué acabado humanista que anota obras anti-
guas, glosa el Laberinto y funda la paremiología. esbozada tan
sólo en los Refranes, que corren como del ^Marqués de Santillana.
Hay que llegar hasta el Diálogo de la lengua (poco antes de 1536)
de Juan de \'aldés, para hallar algo macizo en punto á crítica de
autores, cuanto al lenguaje y al estilo, hasta fray Miguel Salinas
para tener la primera Rhetorica en lengua castellana, Alcalá, 1541 ;
y hasta Alonso García Matamoros para dar con algo que ataña á
historia literaria en su obra De adserenda Hispanorum eruditione
(1553). El Brócense (1574) y Herrera (1580) en sus Anotaciones á
Garcilaso, vertieron algunas ligeras ideas estéticas y Simón Abril
expuso otras muy originales pedagógicas y críticas sobre los clási-
cos antiguos y el modo de aprovecharse de ellos. Juan Huarte de
San Juan filosofó sobre el Examen de Ingenios (1575). Francisco
de Medina escribió su admirable Discurso sobre la lengua castella-
na (1580). La Retórica clásica, tomada de Aristóteles, Cicerón y
Quintiliano, fué expuesta por los Jesuítas, sobre todo desde el pa-
dre Cipriano Suárez (1565). El padre Diego García Rengifo es-
cribió el Arte poética española, publicada (1592) por su hermano
Juan Díaz Rengifo.
Alonso López Pinciano discurrió y declaró como nadie entre
los nuestros y con bástanle originalidad en su Filosofía antigua
poética (1596) las doctrinas de la Poética de Aristóteles. No me-
nos en sus Tablas poéticas (161 7) y Cartas filológicas (1634) tocó
varios 'puntos del arte clásico el licenciado Francisco de Cáscales.
Lope escribió el Arte nuevo de hacer comedias y el maestro Bar-
tolomé Jiménez Patón la Eloquencia española en Arte (1604), Mer^
curius Trimegistus, sive de Triplice eloquentia. Sacra, Española,
Romana (1621) y otras obras de didáctica clásica. Pero estos y
otros muchos libros sólo versan sobre la retórica y la poética al
DE LA LITERATURA CASTELLANA. CAP. III 339
estilo clásico y apenas tratan de historia literaria ni de crítica de
autores.
Hay que recordar los principales bibliófilos que precedieron a
Nicolás Antonio. El de Villena y Santillana se distinguieron en el
siglo XV en allegar y copiar códices, y la biblioteca del segundo es
uno de los preciosos fondos de la Nacional y del Escorial. Fernan-
do Colón, hijo del descubridor de América, fué el más famoso alle-
gador de libros, que todavía se guardan, con algunas mermas, en la
llamada Biblioteca Colombina. Puede verse ipor ello alabado en la
Silva de Pero Mejía (3.' parte, c. 3). Siguiéronle Antonio Agustín,
Diego Hurtado de Mendoza, Juan Páez de Castro, Morales, Zu-
rita y otros muchos. Felipe H trabajó lo indecible para fundar y
enriquecer la biblioteca del Escorial. De entre los bibliógrafos del
siglo XVII hay que recordar a tres principales. Andrés Schott, na-
cido en Amberes, maestro de retórica y griego en Lovaina, París,
Alcalá, Salamanca, Toledo y Valencia, escribió dos obras impor-
tantísimas, Hispaniae illustratae... Scriptores varii (1603-08) é
Hispaniae Bibliotheca (1608). Recopiló en estas obras las históricas
que tratan de España y catalogó con notas bibliográficas los auto-
res españoles, de modo que puso el fundamento de la historia lite-
raria. Tomás Tamayo de Vargas dejó manuscrita (Biblioteca Na-
cional) la Junta de libros la mayor que España ha visto en su
lengua hasta el año 1624. Antonio de León Pinelo dio una mues-
tra de los trabajos que preparaba, en su Epítome de la Biblioteca
Oriental y Occidental, Náutica y Geográfica (1629). Finalmente,
Nicolás Antonio, padre de la bibliografía española y aun de nues-
tra historia literaria, trabajó desde 1649 en su m.onumental obra
Bibliotheca Hispana: la Nova, que abarca hasta 1670, se imprimió
en 1672; la Vetus, hasta 1500 desde Augusto, en 1696. Pero dio
más lugar á la teología, filosofía y ciencias que no á la literatura
ú obras de entretenimiento. La República literaria (1670) de Saa-
vedra Fajardo es ficción ingeniosa, con critica de muchos autores.
El conocimiento de nuestra literatura, propiamente dicha,
hasta mediado el siglo xix fué como tesoro oculto de pocos y
raros eruditos españoles. Señaláronse entre todos Mayans, Asso
del Río, los dos Iriartes, Tomás Antonio Sánchez y el mayor y
más juicioso de los bibliófilos españoles, Gallardo. Pero la His-
toria de la literatura castellana fueron todos extranjeros los que la
escribieron, ó porque la conocían mejor en su conjunto ó porque
no se arredraron como algunos españoles que, probablemente
conociéndola mejor, veían más claramente las dificultades de la
empresa. Tales fueron Boulerweck, Bohl de Faber, Fernando
340 ESBOZO DE UN ENSAYO CRÍTICOHISTÓRICO
Wolf, Clarus, Sismondi, ambos Schlegel, Tieck, Damas Hinard,
Ticknor y otros muchos. El romanticismo nos volvió hacia lo
nuestro, pero esta vuelta fué primero de poetas y dramaturgos;
hasta que aquella ebullición juvenil fué calmándose no brillaron
los grandes eruditos.
Duran fué el que formuló en España el arte, no solamente ro-
mántico, sino nacional ; Gallardo conocía mejor que nadie toda la
antigua producción española y se había apropiado el lenguaje y es-
tilo de los antiguos escritores; Gayangos tuvo propósitos de escri-
bir la historia de nuestra literatura y era vasto bibliógrafo. Manuel
Rivadeneyra fué de los primeros que, emprendiendo la publicación
de su célebre Biblioteca de Autores castellanos, despertó á los que
podían desenterrar el tesoro, imprimiendo antiguas obras con estu-
dios más ó menos puntuales y críticos. El primer Marqués de Pi-
dal publicó el Cancionero de Baena; Amador de los Ríos, las obras
de Santillana y de Oviedo y redactó la Historia de nuestra lite-
ratura durante la Edad Media. Imprimiéronse á expensas del Mi-
nisterio de Fomento las Cartas de Indias, la Historia de Felipe H,
de Cabrera, Documentos inéditos para España y para las anti-
guas colonias. La Academia Española dio á luz Cantigas, ilus-
tradas por el Marqués de Valmar, el cual historió nuestra lite-
ratura del siglo XVIII. Pero M. Pelayo fué el que dio im tan no-
table empuje á estos estudios, que la época contemporánea se
distingue cabalmente por ellos.
La Biblioteca Nacional abre certámenes para Catálogos bi-
bliográficos, de los cuales se han impreso ya muchos y quedan
otros tantos más premiados y por imprimir. Sociedades de biblió-
filos reproducen antiguos libros ilustrados con estudios de pun-
tual crítica y erudición : así la de Bibliófilos españoles, Bibliófilos
andaluces, Bibliófilos madrileños, Bibliófilos valencianos, las Co-
lecciones de libros raros y curiosos, de libros de antaño, la nueva
Biblioteca de autores españoles de Bailly-Balliére la Colección
de Escritores castellanos del Renacimiento, la Biblioteca clásica,
la Biblioteca universal, la de La Lectura, la Colección de libros
raros y curiosos que tratan de América. Dos revistas francesas,
á más de otras varias extranjeras, se dedican á nuestra literatura
con trabajos de maravillosa erudición: la Revue Hispanique y el
Bulletin Hispanique. Obras de erudición sobre autores y libros
particulares y colecciones de documentos salen a manta. Un ver-
dadero ejército de literatos rastrea nuestras antigüedades litera-
rias. Todo ello puede decirse que se debe a Menéndez y Pelayo
]f á la escuela que mantienen sus discípulos.
DE LA LITERATURA CASTELLAXA. CAP. III 34 1
La ciencia positivista y analítica del siglo xix trajo á la litera-
tura la crítica y la historia literaria, conforme á la metodología sa-
bia aplicada á las demás disciplinas, así como la filosofía del si-
glo xviii había traído el estudio filosófico del arte y de la belleza,
llamado Estética. La historia literaria y la crítica científica, á la
manera moderna de Sainte-Beuve y Taine, que es luz serena y cla-
ra para la literatura, tiene su falso remedo bufonesco en cierta cri-
tica que hace sombra y daña al arte literario, por ser apasionada é
impresionista. Expresar la impresión de una obra literaria como
la de cualquier otra cosa puede ser obra de arte ; pero hecha por
escritores que, si bien manejan sueltamente la pluma, están tan
ayunos de los vastos conocimientos históricos necesarios al crítico
como henchidos de particular interés y apasionamiento parcial,
es obra nociva en la República de las letras, falsa é injusta. Los
tales críticos tienen hoy acaparadas las tribunas de revistas y pe-
riódicos, ejerciendo desde ellas el magisterio literario. Las gen-
tes que no tienen tiempo para abrir un libro y se educan en re-
vistas y periódicos, se forman una idea falsa del valer de seme-
jantes críticos. A fuerza de leer tal y cual firma se persuaden de
que deben de ser verdaderos maestros, puesto que otros maestros
no se dejan leer en los periódicos. Cuando por casualidad un
lector provinciano se topa en la Corte con uno de esos críticos
que en su imaginación veíalos como gigantes, avergüénzase de
hallar tan sólo un botarate que parla sin ton ni son, que no pudo
pasar del primer año de carrera y anda dando sablazos de casa
en casa y corriéndola de tasca en tasca en asquerosa bohemia,
disertando toda la noche en una mesa, entre contertulios de la
misma estofa, sobre temas que ni tiempo le queda para estudiar.
Pero no todo lector provinciano se topa en la Corte con uno de
ellos ni se tiene que avergonzar de su candida admiración pro-
vinciana. En provincias y en la Corte la mayoría de los lectores
de periódicos viven años y años admirando como maestros en
la crítica y literatura á una cáfila harto numerosa de mequetrefes.
¿ Por qué no escriben en las hojas periódicas los verdaderos
maestros? Porque ni tienen tiempo ni humor para frecuentar
las redacciones, que se ven, por el contrario, asediadas de un
escuadrón de mozalbetes que hipan por lo que llaman llegar, ó
lo que más de ordinario ocurre, por comer. Golfería hambrienta,
enemiga del trabajo, que se pasa los días intrigando hasta lo-
grar meter el pie en una redacción. Y al que entró mendigando
veréisle á los pocos meses tender el paño de su sabiduría de tasca
y café, dándose aires de crítico finisecular. Para mantenerse
343 ESBOZO DE UN ENSAYO CRITICOHISTORICO
mutuamente sin peligro de caer en tan peligrosas alturas forman
entre si sociedades de bombos mutuos ; el incensario i)asa de mano
en mano como en misa de tres, y todos quedan atufados y
muy creídos de merecer las alabanzas que le propina el colega.
Así salen las criticas en revistas y periódicos. Las cuales des-
pués suele juntarlas el autor en un libro de Crítica literaria.
Ensayos, de Esbozos, de Puntos de vista, de Impresiones, de El
Teatro en el año..., de Novelistas y novelas, etc., etc. A esto ha
venido á iparar en nuestros días la crítica literaria tan magistral-
mente ejercida por Cañete, Ixart, Clarín y otros.
índice, por ais, de autores y obras anónimas
Abad (Camilo M.»), 1905.
A B C, periódico, 1905.
Abella (El Dr.), 1906.
Abella (Manuel R.), 1903.
Abeli„^n Martínez (Pascual),
1902.
Aerantes (Max d'), 1902.
Abril (Manuel), 1906.
Abril (Mariano), 1903.
Abul-Bagi, 1904.
Acacio Duarte (Pedro Joaquín),
1902.
Academia hist. de Bogotá, 1901.
Acebal (Francisco), 1901.
Acebal González (José), 1904.
Acedo ^Fernando y Manuel), 1902.
Acevedo (Eduardo), 1903.
Acevedo G. (R.). 1902.
Acosta (Juan), 1902.
Agramonte (La Condesa de), 1903.
Aguado (Francisco), 1907.
Aguilar y Mora (A.), 1902.
Aguilar (Isidoro), 1901.
Aguilera Camacho (Daniel),
1902.
Aguinar (Adriano), 1903.
Aguirre (Aurelio), 1901.
Aguirre Acha (José), 190J.
Aguirre (R.), 1904.
AiCARDO (P. José Manuel), 1903.
AiTZGORRi, 1907.
Alais (Octavio P.), 1903.
Alano (El), 1902.
Alarcón (Abel), 1904.
Alarcón (Ángel), 190Ó,
Alarcón (Mariano), 1907.
Alarcón Lobos (Roberto), 1901.
Albert (Catalina), 1907.
.^ilboraya (Fr. Domingo de Cuz-
ma n M.^), 1906.
Albornoz (R.), i 90 i.
Álbum cervantino, 1905.
Álbum de Javier, 190 1.
i^LBUM de los Sitios de Zaragoza,
1905.
Álbum nacional, 1907.
Alburquerque (La vida de), 1901.
Alcalde del Río (Hermilio),
1906.
Alcalde (Juan), 1902.
Alcántara Vicente (Tomás),
1907.
Alcover y Beltrán (Antonio
Miguel), 1901.
Alda (Lino Alonso), 1904.
Aldao (Carlos A.), 1907.
Aldao (Martín), 1902.
Alegret (Adolfo), 1904.
Alfaro (Alfonso Benito), 1905.
Alfonso (José B.), 1906.
Aliaga (Germán), 1903,
Alicia (María), 1903.
Alma latina, 1907.
Almagro y Díaz (Melchor), 1903.
Almansa y Laynez (Fernando),
1903.
344
AUTORES Y OBRAS ANÓNIMAS
Almayor Beinat (Luis), 1907.
Alomía (Antonio), 1905.
Alonso García (Antonio), 1902.
Alonso Terrón (Antonio), 1907.
Alonso (Fernando), 1905.
Alonso Llamazares (Lisandro),
1907.
Altamirano (Alfredo C), 1903.
Altamirano y Salcedo (Enrique),
1902.
Altolaguirre y Duvale (Angel\
1903.
Altozanos (Augusto de), 1906.
Alvarado Quirós (Alejandro),
1903.
Alvarez (Basilio); 1907.
Alvarez Henao (Enrique), 1904.
Alvarez Rodrígl^z-Villamil
(Francisco), 1905.
Alvarez Arazuri (Julio), 1906.
Alvarez Naya (Manuel), 1903.
Alvarez García (Rafael), 1904.
Alvarez (Sabino F.), 1904.
Alvaro de Morales (Antonio),
1902.
Allende Ríos (Enrique), 190 1.
Allué (Ricardo), 1904.
Amantes de Teruel {Los), 1907.
Amblard (Arturo), 1904.
Ametller y Viñas (José), 1903.
Amor Calzas (Juan Julio), 1904.
Anales univers. Oviedo, 1905.
Andrade Coello (Alejandro),
1903.
Andké (Eloy Luis), 1906.
Andrés (Federico), 1901.
Andreu y Pont (Jaime), 1902.
Antich (José), 1904.
Antófiló, 1904.
Antón del Olmet (Casilda), 190 1.
Antón y Casaseca (Francisco),
1904.
Antón y Gómez (Fr. José). 1907.
Apuntes hist. Peni, 1902.
Aramburu (Jesús), 1901.
Araujo (Orestes), 1901.
Arbeloa (P. Cándido), 1906.
Arce (Francisco), 1904.
Arce (Julio César), 1905.
Arcia (Juan E.), 1901.
Arcos (Gonzalo de), 1906.
Archivo general de le Nación
(Argentina), 1907.
Archivo y Museo hist. Montevi-
deo, 1907.
Arellano R. (Abel Antonio), 1905.
Arenal y Garen (César del), 1905.
Arenas Alonso (Juan), 1906.
Areta Larrea (Aniceto), 1906.
Areu (Manuel), 1901.
Arévalo (Antonio), 1902.
Arias (Manuel), 1907.
Ariño (Francisco), 1903.
Arizmendi Brito (Pedro), 1906.
Armando (Luis), 1905.
Armengol (Mariano), 1904.
Armiñán (Alfonso de), 1903.
Arnedo (Joaquín), 1905.
Arpas Cubanas, 1904.
Arroyo y Laaíarca (Enrique),
1903.
Arroyo (Jaime), 1907.
I Arroyo y Fernández (Serafín),
1901.
Arvelo Larri va (Alfredo), 1904.
Asensio Mas (Ramón), 1902.
Asensio Navarro (Santos L.),
1902,
Ateneo de Madrid en el III Cent.
del Quijote (El), 1905.
Ateneo, revista, 1906.
Aventuras del Cabo Lopes, igoC.
Ayerbe (La Marquesa de), 1904.
Ayguavives y Moy' (Ramón),
1905.
Aymerich (Juan), 1907.
Aynat (Francisco de). 1903.
Azklt: (Resurrección M.^ de),
1905.
Aznar Navarro (Francisco), 1905.
AzNAR (Severino), 1906.
AUTORES Y OBRAS ANÓNIMAS
345
Bacteria (Doctor), 1905.
BÁEZ (Cecilio), 1903.
BÁGUENA y Lacárcel (Joaquín),
1901.
Ballestee y Pons (Pedro), 1905.
Banchs (Enrique J.), 1907.
Bañares y Magán (José), 1904.
Baños y Fernández (Pedro),
1903.
Barbagelata (Hugo D.), 1906.
Bardos Cubanos, 1901.
Barra (Erna de la), 1905.
Barreda (Ernesto Mario), 1903.
Barrera (Diógenes F.), 1902.
Barriobero y Armas (Juan), 1902.
Barrionuevo (Joaquín), 1906.
Barrios de los Ríos (Enrique),
1906.
Barrios (J. Eduardo), 1907.
Barros Argüeyes (Manuel), 1907.
Barthe y Zelayeta (Luis), 1903.
Bartolomé Mingo (Eugenio),
1905.
Basa (Leopoldo), 1904.
Basterra (Félix B.), 1904.
Basurto, i 90 i.
Bazil (Osvaldo), 1907.
Bedoya (Manuel A.), 1907.
Bellido 'Carbayo (Juan Manuel),
1902.
Bello (Luis), 1907.
Bendaña (El Marqués de), 1905.
Benedicto (Valentín), 1905.
Benito (Enrique de), 1905.
Berasategue (Antonino), 1906.
Bergalli (Alejandro), 1907.
Bergés (Rodolfo), 1905.
Berjano Escobar (Daniel), 190 1.
Bernabeu (Juan B.), 1902.
Bernal (Evelio), 1905,
Bernaldo de Quirós (Constancio),
1905.
Beso de San Silvestre (El), 1904.
Betancort y Cabrera (José),
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Blanco Rojas (Enrique), 1907.
Blanco Sánchez (Francisco),
1906.
Blanco Alvarez (P'r. Gilberto),
1903.
Blanco García (Fr. Martin),
1906.
Blanco (Saturnino), 1902.
Blas y Ubide (Juan), 1904.
Blasco (Domingo), 1903.
Blasio (José Luis), 1905.
Blázquez de Pedro (José María),
1904.
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1903.
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1902.
Boletín del Instituto Bibliográf.
Mexicano^ 1902.
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1907.
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B0RONAT (Pascual), 1901.
Borras y Antolí (Vicente), 1902.
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BouTELOu (Claudio), 1906.
Boza (Luis Roberto), 1904.
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Bravo y González (Marcelino),
1903.
Brete (Juan de la), 1901.
Briceño Valero (A.), 1905.
Briga (Augusto), 1906.
346
AUTORES Y OBRAS ANÓNIMAS
Brochaho (Nicanor F.), 1903.
Bruna (José Carlos), 1901.
BucHANAM (Milton A.), 1905.
BuE.VAXAR (Ricardo). 1907.
Bueno García (Alejandro). 1907.
Bueno (Juan Antonio), 1907.
Buitrago y Hernández (Joaquín),
1901.
BuLNES (Francisco), 1904.
Bunge (Carlos Octavio), 1901.
Burgos (Javier de), 1905.
Buscón (Fr.), 1907,
Bustamante (P.), 1905.
Bustamante (R. de), 1907.
BuTTi (Enrique A.), 1906.
Caba (Manuel), 1903.
Cabal (Constantino), 1907.
Caballero de Puga (Eduardo),
1904.
Caballero (José Antonio), 1905.
Cabello Sánchez (Cándido),
1907.
Cabezas (P. Dionisio), 1907.
Cabré y Estany (Domingo), 1905.
Cabrera (Arturo). 1904.
Cabrera (Juan B.), 1907.
Caicedo (Juan Esteban), 1901,
Caireles y León Fogoso, 1905.
Cal (Jerónimo de la), 1901.
Calasanz Rabaza (P.), 1907.
Calero Ortiz (Antonio), 1907.
Calón (José C), 1903.
Calonge (Enrique), 1907.
Calvache (M.), 1907.
Calvo (Ricardo), 1902.
Calle (Manuel ].), 1905.
Calleja (Rafael), 1901.
Callejas (Félix), 1903.
Callorda (Pedro Erasmo), 1903.
Camacho (J. M.), 1906.
Camacho (Tomás Felipe), 1906.
Camarillo (María Enriqueta),
1902.
Camba (Francisco de), 1905.
Campa (Miguel Ángel), 1906.
Campo y García (José María),
1901.
Campo (Marqués de), 1903.
Campos (José de), 1901.
Campos (Rubén M.), 1902.
Campo Y (José María), 1907.
Can.ílLEs Carazo (Juan), 1906.
Cancionero de la Acad. NocUir^
nos, 1905.
Cancionero de los Amantes de
Teruel, 1907.
Canciones patrióticas, 1904.
Cannobio G. (Agustín), 1901.
Cansino (Joaquín), 1902.
Cantos de la Montaña, 1901.
Cañas (Antonio), 1905.
Cañas (Tomás M.), 1907.
Cañellas (Francisco), 1907.
Capella (Jacinto). 1905.
Caras v Caretas, 1903.
Carcajadas, 1906.
Cardenal (Andrés P.), 190 1.
Cardenal (Ignacio), 1907,
Carmona (Alfredo), 1902,
Carnevali Monreal (Ángel), 1901.
Carpenter (José M.), 1902.
Carranza (Ignacio), 1905.
Carranza (Neptali), 1905.
Carrascal (Manuel Martín), 1905,
Carrasco (Julio), 1906.
Carré Aldao (Eugenio), 1903.
Carré Alvarelles (José), 1902,
Carré (José María), 1901.
Carreño (Alberto María), 1904.
Carrera Justiz (Francisco), 1905,
Carreras (Ricardo), 1904.
Carreras y Artau (Tomás), 1905.
Carrere (Emilio), 1902.
Carretero (Mariana A. B.), 1907"
Carricarte (Arturo R.), 1903.
Carrillo (Enrique A.), 1905.
Carrió (Eduardo), 1905.
Carrión (Miguel), 1903.
Casanova y Patrón (Santiago M.
del C), 1903.
AUTORES Y OBRAS ANÓNIMAS
374.
Casas Fernández (Manuel), 1907.
Cases (Pablo), 1901.
Castaño (Fr. Raimundo), 1902.
Castellanos y Villagelici (Je-
sús), 1902.
'Castellanos Abreu (Manuel),
1903.
Castilla (F. Norberto), 1902.
Castillo López (Ángel del), 1906.
Castillo (Aureliano del), 1903.
Castillo (Manuel del), 1904.
Castro (Cristóbal de), 1902.
Castro (Juan de), 1902.
Castro Alonso (Manuel), 1904.
Castro Legua (Vicente), 1906.
Castrobello (Augusto), 1907.
Cátala (Víctor), 1907 (en Cata-
lina, Alberto).
Catalanes ilustres, 1905.
Catálogo Archiv. Indias, 1901.
Catálogo de la Expos. Bibl. Nac,
1905.
Cavada y Contreras (Francisco
Javier), 1906.
Celorrio y Guillen (Sixto), 1901.
Centenario del Quijote, 1905.
Cepeda y TAnoRcÍAS (Francisco),
1907.
Cerrillo y Peres (Enrique Ma-
ría), 1906.
Cervera (Manuel 'M.), 1907.
Cervós (Federico) y Sola (Juan
María) (Los padres), 1904.
Cidrón (Manuel), 1902.
CiGES Aparicio (M.), 1903.
CiROT (Jorge), 1904.
Ciurana y Maijó (José), 1903.
Coca (Godofredo D.), 1905.
CoESTER (Al f red), 1906.
CoLECc. canc. la Habana, 1904.
CoLECc. docum. Histor. Aragón,
1904.
CoLECc. de libr y doc. Hist. Amé-
rica, 1904.
C0LONNA Quevedo (Isidoro), 1904.
CoLL y Altabas (Benito), 1902.
Collantes (José María), 1901.-
CoMES (Francisco), 1905.
Conangla (J.), 1904.
Contreras (José), 1903.
Contreras (María del Pilar),
1903.
Cordero (Juan Luis), 1901.
Cornella (Luis), 1905.
Corral y Maestre (León de),
1905-
Corrales (José María de los),
1907.
Correa Fernández (Antonio),
1902.
Corte de los poetas (La), 1906.
Cortés y Cortés (V.), 1903.
CoRTiNES Y MiuRUBE ( Felipe ),
1907.
Corzo y Príncipe (Isidoro), 1901,
Cossío (Francisco de), 1906.
Cossío (Manuel B.), 1907.
Costa Rica, 1902.
CosTi (Luis G.), 1904.
Costumbres y rebuznos alcarre-
ños, 1907.
Cravioto (Alfonso), 1906.
Criado (Deusdedit), 1905.
Crónica de los Cervantistas, 1905
Crónica del Cent. Quijote, 1905.
Cros (F. R.), 1906.
Cruz Busto (Juan), 1903.
Cruz de Fuentes (Lorenzo), 1905=
Cruzado (Manuel), 1905.
Cuadra Silva (Abel de la), 1907,
Cuento Semanal (El), 1907.
Cuervo Márquez (Emilio), 1905».
Cuervo Márquez (Rufino), 1907,
Cuesta y Díaz (Juan), 1904.
Cueva (Jorge y José de la),
1907.
Cultura Española, 1906.
Curiosidades histór., 1906.
Curros Vázquez (Adelardo), 1907,
Chamorro de Luis (Bonifacio),
1903.
34S
AUTORES Y OBRAS ANÓNIMAS
'Chascarrillos andaluces, 1906. |
Chavarri (Eduardo L.), 1904.
"Chavarría (Lisimaco), 1904.
Chiapa (V. M.), 1905.
Chiappori (Atilio M.), 1907.
Chiquiznaque, 1904.
Chirveches (Armando), 1901.
Chumaceiro (David M.), 1902.
Churchman (Philip H.). 1907.
D'Almonte (Enrique), 1902.
DÁVALOS Y LissoN (Pedro), 1904.
Dávila (Virgilio), 1903.
Dawton (Jorge), 1905.
Decoud (Diógenes), 1901,
Deleito y Piñuela (José), 1901.
Delgado Castilla (Alfonso), 1904.
Delgado (Jacinto María). 1905.
Del Mokte (Laureano), 1902.
Desastre Nacional (El), 190 x.
Detell (Ramón), 1904.
Deulofeu (Alfredo), 1906.
Díaz Meza (Aurelio), 1907.
DÍAZ Romero (Belisario), 1906.
Díaz (Diego), 1902.
DÍAZ Jiménez y Molleda (Eloy),
1906.
Díaz Silveira (Francisco), 1901.
DÍAZ Caro (Manuel), 1905.
DÍAZ Valdizán (Pedro), 1907.
Diccionario aragonés. (Véase B.
Coll.), 1902.
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Domingo de Ibarra (Ramón),
1904.
Domínguez Fernández (Antonio),
1904.
Domínguez Rold.\n (Guillermo) ,
1905.
Domínguez Manresa (José), 1903,
Domínguez (Manuel), 1901.
Domínguez Berrueta (Mariano),
1901.
Domínguez García (Raimundo),
1904.
DoNGO (F. del), 1907.
Dorado (Facundo), 1906.
DoRESTE (Luis), 1901.
Droz (G.), 1906.
D'SoLA (Juan), 1906.
Dují (Emilio), 1902.
Duran (Alfonso), 1903.
EcHAGÜE (Juan Pablo). 1902 y en
1905.
EcHARRi (María de), 1906.
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Eguino (Fenelón), 1901.
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Escalada (Miguel), 1902.
Escobar (Federico), 1902.
Escoto (José Augusto), 1902.
Escude Bartoli (Manuel), 1907.
EscuDER (Manuel), 1904,
Espejo Morales (Alfonso), 1905.
Espí Luengo (Ricardo), 1906.
EspÍN Rael (Joaquín), 1903.
Espina (Concha), 1903.
Espinosa (Aurelio M.), 1903. '
Espinosa (Januario), 1907.
Esquerro (Salustiano), 1906.
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AUTORES Y OBRAS ANÓNIMAS
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Esteva y González (José), 1904.
EsTRucH (Francisco Tomás), 1905.
Fabo (Fr. Pedro), 1904.
Fabreguas SiNTER (Juaii), 1902.
Fació (Luis), 1905.
Falcato (Luis), 1903.
Palco (Ángel), 1906.
Falcón y Cercos (Francisco),
1905.
Faralüo (José), 1906.
Farfán de los Godos (Gerardo),
1904.
Farnés (Josefa M^ría), 1903.
Farrés (Abelardo), 1901.
Feijoo y Cazañas (Alfonso), 1906.
Fernán Cisneros (Luis), 1903.
Fernández Brochado, 1907.
Fernández García (Alejandro),
1904.
Fernández de Miranda (Alvaro),
1907.
Fernández de Heredia (Antonio),
1904.
Fernández Lepina (Antonio),
1903.
Fernández Alvarez (Fr, Benig-
no), 1902.
Fernández Ortuño (Carlos),
1902.
Fernández Torres (Eleuterio),
1905.
Fernández Gutiérrez (Enrique"),
1901.
Fernández y González (Esteban) ,
J906.
Fernández de Córdoba (Fernan-
do), 1903.
Fernández Ruiz (Fernando), 1903.
Fernández y González (Guiller-
mo), 1902.
Fernández GonzIález (Jesús);
1901.
Fernández Martínez (Jesús).
1902.
Fernández y García (José), 1903, -
Fernández (José Luis), 1902.
Fernández (Juan dfe Dios), 1904.
Fernández y González (Justo);
1905.
Fernández Palomero (Manuel),,^
1904.
Fernández V a l d é s (Manuel).
1906.
Fernández Villamarzo (Manuel),
1905.
Fernández de Echevarría (Ma-
riano), 1907.
Fernández Ríos (Ovidio), 1905..-
Ferreiro (Pascual), 1902.
Ferrer (Pedro Lautaro), 1904.
Fiestas en Honduras, 1905.
FiNOT (Emilio), 1905.
F1TZMAURICE Kelly (Jaime), 190I0-
Fletes Bolaños (Anselmo), 1903..
Flores a la Virgen María, 1902,.
Floresta cómica, 1905.
Florida (Marqués de la), 1907.
Floro (Lázaro), 1901.
FoLCH y Torres (José María),
1905.
FoNCUEVA (Esteban), 1901.
FoNT Y Jiménez (Ramón), 1906.
I FoRMOso Llamas (Manuel), 1905,
j FoRS (Luis Ricardo), 1904.
FoRTÚN (Fernando), 1907.
Fraga (Ventura), 1903.
Francés (José), 1903.
Frugoni (Emilio), 1902.
Gabriel y Galán (José María);,
1901.
Gabriela (Maria), 1901.
Gaceta médica en el cent. Quijo-
te, 1905.
Gaffarot (Eduardo), 1906.
Gago Rabanal (Elias), 1902.
Galán (Antonio), 1907.
Galdambs (Luis), 1906.
Galdo López (A.), 1905.
35o
AUTORES Y OBRAS ANÓNIMAS
-Galindo Torres (Francisco), 1903.
Galván y Candela (Rafael), 1901.
Gal VEZ (Manuel), 1907.
Gálvez (Pedro Luis de), 1907.
Gallego García (Alberto), 1903.
Gallegos del Campo (Emilio",,
1902,
Gandarillas (Manuel José). 1905.
Gárate (Claudio), 1907.
Carcía Sánxhez (Alfredo), 1902.
García Machado (Clemente),
1902.
García (Eduardo), 1901.
García Velloso (Enrique), 190?.
García Barbarín (Eugenio), 1903.
García Godoy (Federico), 1907.
García Sanchiz (Federico), 1906.
García de las Bayonas (Francis-
co), 1906.
García Calderón ( Francisco ),
1904.
García Valenzuela (G.). 1907.
García Flores (Isidoro), 1903.
García (Jenaro), 1901.
García Cruz (Joaquín), 1907.
García Castrillón (José), 1906.
García Mercadal (José), 1906.
García del Moral (José), 1906.
García (José Benigno), 1906.
García (P. Juan), 1905.
García y Pérez (Juan Pío), 1901.
García Soriano (Justo), 1901.
García de Giner (Laura), 1902.
García Guijarro (Luis), 1902.
García (Man^uel José), 1904.
García y Teijeiro (Miguel), 1901.
García (Pedro de Alcántara), 1905
García Rodríguez (Rafael), 1906.
García Dacarreto (Salvador),
1906.
García Torres (Salvador), 1907.
García Olalla (Víctor), 1905.
García Martí (Victoriano), 1905.
Garnier (José Fabio), 1904.
Garrido (Antonio), 1906.
Garrido (Benjamín), 1903.
Garrido (Manuel), 1905.
Garriga (Francisco J.), 1907.
Gaulot (Pablo), 1905.
Gay (Vicente), 1905.
Gayé (Alberto), 1903.
Gazquez (Manolito), 1901.
Gener (Gener), 1905.
Geografía de Bolivia, 1905.
Gestal Rueda (Salvador), 1905.
Giacometti (Pablo), 1907.
Gil Basagoitia (Antonio), 1905.
Gil Gavilondo (Isidro), 1905.
GiLMAN (Manuel), 1907.
Giral O'RDOñez (Mario), 1907.
GiRALT (Pedro), 1905.
Girón (Ramón B.), 1906.
GiSBERT Y Ballesteros (Ernesto),
1 901.
GiSBERT (Luciano), 1902.
Gisbert (Salvador), 1901.
GiSTAU Ferrando (M.), 1907.
GivANEL Y Más (Juan), 1907.
Godoy de Martínez (Concep-
ción), 1902.
Godoy y Sala (Ramón de), 190T.
GÓMEZ E Izquierdo (Alberto),
1903.
GÓMEZ Jaime (Alfredo), 1907.
GÓMEZ Gereda (Eduardo), 1902.
GÓMEZ PoMBO (Félix), 1902.
GÓMEZ Hidalgo (Francisco),
1905.
Gómez López (J.), 1903.
GÓMEZ Renovales (Juan), 1905.
GÓMEZ Bardají (Julio jv Joaquín),
1907.
GÓAfEZ Solano (L.), igoi.
GÓMEZ DE LA Seiíxa (Ramón),
1904.
GÓMEZ Villafraxca ( Román ).
1901.
GÓMEZ Bravo (Padre Vicente),
1901.
González Blanco (Andrés), 1907.
González Rojas (Antonio), 1902.
AUTORES Y OBRAS ANÓNIMAS
351
González Villaamil (Antonio),
1904,
González Rexdón (Aurelio), 1903.
González Peña (Carlos), 1904.
González Trigueros (Carmen),
1906.
González Rucavado (Claudio),
1 901.
González Hurtebise (Eduardo).
1903.
González (Elov Guillermo), 1906.
González Martínez (Enrique^,
1903.
González ¡Rebollar (Hipólito),
1907.
González (Jenaro Lucas), 1904.
González Llana (José), 1906.
González y Sánchez (Juan), 1905.
González y Gómez (Juan José),
1906.
González Garrido (Justo). 1906.
González (Lidio), 1903.
González Ansótegüi (Lino). 1904.
González Téllez (Luisa), 1901.
González Lafuente (Matías),
1 90 1.
González (Nicolás Augusto), 1903.
GoN'zÁLEz Merchant (RafacH,
1905.
González de \'illazón (Santos),
1903.
González de Castro (Vicente),
1906.
GoNZALVo (Luis), 1905.
GoRBEUCHEz (Oipalo), 1905.
GoROSTiDi (Ángel de), 1905.
Graells (Mario), 1901.
Grandes (Fortunato), 1905.
Gras (Francisco), 1904.
Grave (Fernando G. y), 1901.
Gruntz (Enrique), 1907.
Guardia (Isidoro R. de la), 190X
Guardiola Valero (E.), 1907.
GÜEMEs (Fr. Cecilio), 1904.
Guerra (Ángel), 1904 (en Colo-
ma).
i Guerra (Ángel D.). 1901.
Guerra Xúñez (Juan), 1905.
Guerra (Ubaldo Ramón), 1907.
Guerrero (Clodoaldo), 1905.
Guerrero (Emilio Constantino),
1902.
Guiard y Larrauri (Teófilo), 1905,
GuicHOT Y Barrera (Joaquín),
1907.
Guillen (Emiliano), 1904.
Guisado Sánchez (Manuel), 1905.
Gutiérrez (Federico A.), 1902.
Gutiérrez (León Felipe), 1904.
Gutiérrez de la Higuera (Si-
món), 1902.
Gutiérrez Perrín (Tomás),
1902.
Gutiérrez (Valeriano G.), 1906.
Guzmán (Ernesto Arnaldo), 1906.
GUZMÁN GU.\LLART (José), I903.
H;.\LCÓN S. DE Tejada (Fernan-
do), 1902.
Héctor Picabia (Juan), 1901.
Hederra Concha (Francisco),
1006 (véase Herrera por erra-
ta de impresicn).
Helios,, 1903.
Henríouez Ureña (Max), 1906.
Hexríquez Ureña (Pedro), 1905.
Heraldo del Istmo, 1904.
Herboso (Francisco José). 1905.
Hergueta y Martín (Domingo),
1906.
Hernández Cata (Alfonso).
1907.
Herrera y Robles (Luis), 1905.
Herrero de Vidal (Melchora),
1907.
Herrero y Herrero (Tomás),
1903.
Hispano (Cornelio), 1905,
Hojas selectas. 1902.
HoLGUERA (Alvaro de), 1906.
352
AUTORES Y OBRAS ANÓNIMAS
Hombres de ¡a Restauración
(Los), 1906.
Homenaje o Cervantes {de Ma-
drid y de Yucatán), 1905.
HoMPANERA (Fr. Bonifacio), 1902.
Hoyos y Vínent (Antonio de),
1903.
Hoyos (Julio), 1907.
Hoyos Julia (Miguel), 1902.
Huerto (Juan del), 1904.
Ibáñez Villaescusa (Luis), 1906.
LbARitA (Ramón Domingo de), 1905.
Ibarrola (Benjamín), 1907.
IcHASo (León), 190 1.
Iglesias Calderón (Fernando),
1906 (véase 1902).
Iglesias (Ignacio), 1905.
Illa Moreno (Juan José), 1902.
Ingenieros (José), 1903.
Iniesta Díaz (Jesús Alfredo),
1902.
LvsÚA (Alberto), 1907.
iKiARTE Reinoso (Teodoro de),
1903.
Jago de Salvador (César), 1906.
Tara (Alfonso), 1902.
Jara López (Josié A.), 1903.
JARA Carrillo (Pedro), 1901.
Jardiel (Francisco), 1905.
Jiménez Soler (Andrés), 1905.
Jiménez Ruiz (F.), 1906.
JoDAR PÉREZ (Sebastián), 1906.
Jordán (Luis M.^), 1906.
TovER (Gonzalo), 1907.
Juderías (Julián), 1903.
Kataclá (Bach.), 1905.
1 abarca Hubertson (Guillermo),
1905.
Labios González (Joaquín), 1905.
Labra y Vilar, 1907.
Lafuente Vanrell (Lorenzo),.
1907.
Laga Lanchares (Ángel), 1907.
Lagomasino (Luis), 1903.
Lagunilla (Isidoro), 1903.
Lama (Tomás), 1901.
Lamarca Bello (Carlos), 1904.
Lapalma (P. Lucio), 1904.
Lapuente Sáez (Isidoro), 1905.
Lara (Justo de), 1905.
Larios (Tristán), 1901.
. Í.ARR.\ (Fernández de la Puente y
Torregrosa), 1907.
Larra y Cerezo (Ángel de), 1905.
Larra y Larra (Fernando José-
de), 1901.
l.ARRABURE Y CORREA (Carlos),.
1907.
Lastra (Manuel), 1903.
Latino (Publio), 1902.
La VALLE Cobo (Jorge), 1907.
Lectura {La), 1901.
I.EDESMA (Dámaso), 1907.
León (Celestino), 1904.
León y Ortiz {"Eduardo), 1905.
León Pagano (José), 1904.
Lerena y Juanicó (Julio), 1905.
Letelier (Valentín), 1906.
Letras, 1905.
Leumann (Carlos Alberto), 1903.
Leyda (Rafael), 1903.
Leyva (Nicolás de), 1903.
Libro de los chistes, 1907.
Lillo (Baldomcro), 1904.
Lima, 1907.
LiMK (O.), 1906.
Linares Ferníández (Jacinto),.
1907.
Linares Becerra (Luis), 1905.
Linares (Manuel), 1906.
Linares Rivas (Manuel), 1903.
LiÑÁN Y Heredia (Narciso José-
de), 1902.
Lira (Pedro), 1902.
IiVACicn (S.), 1904.
AUTORES Y OBRAS ANÓNIMAS
353
Liso y Estrada (Serapio), 1901
Logroño 'mtimo, 1906.
López Orballeira (Antonio)
1903.
López Rocha (Carlos), 1905.
LÓPEZ Alarcón (Enrique), 1905.
López (Ernestina A.), 1901.
LÓPEZ Aydillo (Eugenio), 1907.
López Alen (F.), 1905.
López (Feliciano), 1907.
LÓPEZ Bernal (Hipólito), 1907.
LÓPEZ (Lsmael), 1905 (en Corn
Hispano).
López (J. D.), 1903.
López Barbadillo (Joaquín), 1901,
LÓPEZ PiNiLLOs (José), 1907.
López Prudencio (José), 1902.
López Serrano (Juan José), 1901.
LÓPEZ Pineda (Julián), 1904.
López Roberts (Mauricio), 1902
López Campaña (Perfecto), 1903
LÓPEZ DE Haro (Rafael), 1907.
López Montenegro (Ramón), 1906
LÓPEZ Bardón (Fray Tirso), 1903
Lorenzana (Sarah), 1905.
Losada Rodríguez (Ramón), 1902
I.OYARTE (Adrián de), 1905.
Lozano Gutiérrez (Federico)
1905-
Lozano Casado (Manuel), 1904.
LucEÑo (Federico), 1902.
Luengo Gonjzález (Feliciano),
1905.
LuERA Fernández (Andrés), 1903.
LuQUE (Carlos de), 1901.
LuQUE Y Fernández (Ricardo),
1901.
Llera (Zacarías), 1906.
Llórente y Llórente (José Ma-
riano), 1905.
Macau (Miguel A.), 1906.
Machado y Rüiz (Antonio), 1903.
Machado y Ruiz (Manuel), 1902.
Machuca Dííz (Anastasio).. 1903.
Maestre (Estanislao), 1905.
Maffiote (Luis), 1905.
Magallanes y Moure (Manuel),
1902,
Mainar (Rafael), 1907.
Malditos sean ¡os hombres, 1903.
Maluquer y Viladot (Juan), 1906.
Maleada y Pueyo (Lucas), 1905.
IMallo Herrera (A.), 1904.
Mansilla (Fr. Luis), 1904.
Manzanilla (José Matías), 1907.
Manzano Mancebo (Luis), 1907,
Mañas (Manuel), 1904.
Marco e Hidalgo (José), 1901.
Marcos (Fernando L.), 1901.
Marfil García (Mariano), 1907.
María (Bernabé de), 190Ó.
María del Pilar (Fr. Plácido),
1901.
Marín (Vicente), 1906.
Mariscal y Luis (José M."), 1905.
Mariscal (Nicolás), 1904.
Maristany (Alejandro P.), 1907.
Marot (Rafael), 1901.
Martell (Jerónimo), 1904.
Martí Orberá (Rafael), 1903.
Martín de Salazar (Julián), 1907,
Martín Ruiz (Leocadio), 1907.
Martín Granizo (León), 1906.
Martín Sánchez (León), 1903.
Martín C.^rr.ascal (Manuel), 1905.
Martín Mateos (N.), 1905.
Martín (Pedro Pablo), 1901.
Martín Cerezo (Saturnino), 1904.
Martínez Abellán, 1902.
Martínez Alonso (Evaristo). 1906,
IvÍARTÍNEZ Gomar (F.), 1905.
Martínez Marín (Francisco M.*),
1902,
Martínez Alomía (Gustavo), 1906.
Martínez Zuviría (Gustavo A.),
1902.
Martínez Reverte (José), 1907.
Martínez (José Luciano), 1901.
TOMO XII.— 23
354
AUTORES Y OBRAS ANÓNIMAS
Martínez Liso (Juan), 1901.
Martínez de Castro (Juan Bautis-
ta), 1907.
Martínez de Tovar (L.), 1907.
Martínez Kleiser (Luis), 1904.
Martínez Pineda (Luis), 1907.
Martínez Domínguez (Manuel),
1905.
Martínez Medina (R. J.), 1906.
Martínez (Salvador), 1905.
Martínez Núñez (Fr, Zacarías),
1907.
Martini Ponzoa (Emilio), 1906.
Mas y Guindal (Joaquín), 1901.
Mas y Pí (Juan), 1905.
Mas (P. Manuel), 1907.
Mata y Domínguez (Pedro), 1904.
Maturana (José de), 1901.
Maturano (Fr. Victor), 1904.
Maura Gamazo (Gabriel), 1905.
Mauret Caamaño (Alberto), 1903.
Maurtua (Víctor M.), 1906.
Maza (José), 1907.
Mazas (Mariano de), 1902.
Mediano y Ruiz (Baldoníero),
1907.
Medina y García (José M.*), 1903.
Medina (Sergio), 1904.
Mediz Eolio (Antonio), 1902.
Melantuche (Atanasio), 1905.
Meló (Carlos F.), 1906.
Mena (Juan Cancio de), 1901.
Mena y Aristeguieta (Santiago
de), 1904.
Méndez Alvarez, 1901.
Méndez (Laura), 1902.
Méndez y Bejarano (Mario), 1904
Mendoza (Luis G.), 1901.
Menéndez Agusty (José), 1901.
Menéndez (Ramón M.*), 1904.
Mera (José Trajano), 1907.
Merchán (Benjamín), 1904.
Merino (Ramiro Manuel), 1904.
Mesa (Enrique de), 1905.
Mil y una curiosidades, 1905.
MiLEGO (José Mariano), 1906.
Milego (Julio), 1906.
Minelli González (Pablo), 1903.
MiNGUENS Parrado (A.), 1905.
MiQUEL Y Planas (Ramón), 1903.
Mirabet (Juan J.), 1907.
MiRALLES Meseguer (Femaudo),
1901.
Miranda (Carlos), 1906.
Miranda (César), 1904.
Miranda y Marrón (Manuel),
1901.
Miró (Gabriel), 1901.
Miró (Ricardo), 1903.
Molina (Gonzalo), 1907.
M0LINARE (Nicanor), 1903.
Molla (Francisco), 1906.
MoNCAYO (Pedro), 1906.
]\'ÍONEVA Y PUYOL (Juau), 1905.
MoNSERRAT (Francisco B.), 1903.
MoNTAGÚ (Guillermo de), 1902.
MoNTANER Castaños (Joaquín),
1907.
Montéelo y Rizot (Eugenio),
1903.
J\I0NTE^L\R (Luis), 1902.
Montero Brovvn (Ramón), 190.^.
Monterrey (Manuel), 1904.
Montes (Fr. Jerónimo), 1901.
MONTESCHI (Julio), 1903.
Montesino (Francisco), 1906.
Mora y Gando (Manuel), 1905.
Tvü orales Ruiz (Enrique), 1907.
Morales García Goyena (Luis),
1906.
Morales y Morales (Vidal), 190T.
MOrató (José), 1907.
Morato (Juan José), 1905.
M0RATORI0 (Orosman), 1907.
Moré (José R.), 1907.
Moreno (Carlos), 1902.
Moreno (Fulgencio R.), 1904.
Moreno (Miguel), 1907.
Moreno (Silvestre), X901.
MoRET PÉREZ (Francisco), 1905.
MoREU (P. Esteban), 1904.
Morcado (Pedro A.), 1907.
AUTORES Y OBRAS ANÓNIMAS
355
MoRLA Vicuña (Carlos), 1903.
Hoscoso (Mercedes G. de), 1907.
MUDARRA Y PÁRRAGA (P.), I903.
Muñoz de Diego (Alfonso), 1907.
Muñoz del Portillo (Antonio),
1902.
Muñoz y Marrero (Armando),
1904.
Muñoz (Diego José), 1904.
Muñoz (Isaac), 1904.
Muñoz Escámez (José), 1902.
Muñoz Bustamante (Mario), 1905,
Muñoz Seca (Pedro), 1904.
Nadie, 1906.
Naón (Pedro J.), 1901.
Navarrete (Adolfo), 1901.
Navarro Tarazona (Eloy), 1901.
Navarro (Julián), 1902.
Navarro (Marcelino), 1904.
Navarro Badals (Pedro), 1906.
Nevado (Carmen), 1904.
Nevé García (Luis), 1902.
Nicolás (Antonio de), 1907.
Nieto (José), 1905.
Nieto (Miguel), 1903.
NiN (Gastón A.), 1904.
Niño (José M.'), 1906.
NoBOA (Aurelio), 1902.
N0RIEGA (Félix F.), 1904.
Novelas Cortas {Méjico), 1901.
Nuestro Tiempo, 1901.
Nueva Histor... de las prov. de
España, 1905.
Nueva Vira criolla (La), 1903.
Obanos (Federico), 1905.
OcAMPO (Bernardo), 1902.
OcAÑA (Pedro S.), 1903.
Octavio de Toledo (José M."'),
1903.
Ochoa (Rafael), 1901.
Oliva Bridgman (Juan), 1906.
Olivan (Joaquín A.), 1902.
Olive (Luis de), 1904.
Olivos y Carrasco (Horacio),
1903.
Clmedo (Carlos Luis), 1901.
Olmo (Vicente del), 1904.
Olóriz (Federico), 1905.
Omaña (Sinforiano), 1904.
Omega, 1905.
Orbea (Ramón), 1905.
Ordás Sabau (Pablo), 1906.
Ordenanzas Consulado Burgos,
1905.
Ortega Martínez (A.), 1903.
Ortega (Fr. Ángel), 1906.
Ortega (Hermenegildo), 1903.
Ortega (Simón), 1906.
Ortiz (Daniel), 1901.
Ortiz Fernández (Fernando),
1905.
Ortiz (G.), 1903.
Ortiz de Burgos (José), 1907 (véa-
se Gómez Bardají).
Ortiz de Pinedo (José), 1901.
Ortiz del Barco (Juan), 1903.
¡ Orts-Ramos (Ramón), 1904.
Orts-Ramos (Tomás), 1901.
C)ry (Eduardo de), 1902.
OsETE (Antonio), 1901.
OsMA (Guillermo), 1906.
Otero (Antonio), 1904.
Otero (José), 1901.
Oteyza (Luis de), 1903.
Pacheco Muñoz (Pedro), 1902.
Padilla (Rafael), 1907.
Padilla (Salvador), 1905.
Paesa (Vicente G.). 1905.
Pájaro azul (El), 1906.
Pa[, AGIOS Olmedo (Manuel de),
1902.
Palacios (Nicolás), 1904.
Palau (Lisimaco), 1906.
Palomera (Federico de), 1904.
Pallares (Matías), 1905.
356
AUTORES Y OBRAS ANÓNIMAS
Pamplona (Rafael), 1904.
Parada y Santín (José), 1903.
Pardo (Leopoldo), 1905.
París (Luis), 1905.
París (Pedro), 1903.
Parráguez (Ismael), 1903.
Parreño (Federico), 1902.
Partes ofic. Indep. Argentina,
1902.
Pasquino^ 1907-
Pastor (Federico), 1901.
Pastor Rubira (J.) 1907.
Pavie (T.), 1907.
Pedrajas y Núñez-Romero (Eloy),
1902.
Pedrero (Emilio), 1902.
Pedromingo (Vicente), 1902.
Pedrosa (Ricardo), 1907.
Peligro y Valle (Onofre). 1905.
Pellés (Erasmo), 1906.
Penna (Leonardo), 1907.
Peña (David), 1903.
Peña (M.), 1905.
Peñaranda (Claudio), 1904.
Pera y Peralta (Rafael), 1902.
Pereda (Ramón M."), 1906.
Pereira y M'edina (Manuel), 1902.
Pereyra (Carlos), 1906.
Pérez (Fr. Ángel), 1902.
Pérez de Arce (Antonio), 1907.
Pérez (Dionisio), 1903.
PÉREZ (Fr. Elviro J.), 1901.
Pérez Egea (Emilio), 1905.
PÉREZ MÍNGUEZ (Fidel), 1905.
PÉREZ Fuentes (Francisco), 1901.
PÉREZ (Francisco de Sales), 1902.
PÉREZ Arroyo (G.), 1902.
Pérez Kallens (Ignacio), 1906.
PÉREZ Giralde (Ismael), 1902.
PÉREZ Y Pando (J.), 1905.
PÉREZ Y PÉREZ (José), I906.
PÉREZ Sarmiento (José Manuel),
1904.
PÉREZ (José Ramón), 1902.
PÉREZ Rubín (Luis), 1904.
PÉREZ (Luis Mariano), 1907.
PÉREZ DE LA MaNGA (M.), I902.
PÉREZ Y CuRis (Manuel), 1904.
Pérez Cordero (Marcial), 1905.
PÉREZ Fernández (Pedro), 1905.
Pérez del Bosque (Rafael), 1907.
Pérez de Ayala (Ramón), 1904.
Pérez Olivares (Rogelio), 1902.
Pérez (Udón), 1905.
Perier (Valeriano), 1902.
Periquet (Fernando), 1906.
Peris (Ramón), 1906.
Pérnas (Jesús). 1904.
Perotti (ítalo Eduardo). 1903.
Perrín (Julio), 1907.
Pico (Paco), 1904.
PiCHARDo B. (Eliodoro), 1906.
Pichardo y Arredondo (Próspe-
ro), 1904.
Piedra (Francisco S.), 1904.
PiETSCH (Carlos). 1904.
Pilar (Fr. Plácido María del)^
1901.
Piles Ibars (Andrés), 190T.
Pino (Francisco), 1907.
Pinos (Manuel), 1905.
Pina (Juan de), 1907.
Piñeiro y Aguilar (Tomás), 1905.
(en Bendaña).
Piquer (Constantino), 1907.
Pita (Federico), 1906.
Pizarro (Martín), 1907.
Plancarte (Franci'sco), 1907.
Plañiol (Antonio), 1905.
POBLETE GarÍN (A.), I905.
Poetas guajiros, 1905
Policromías, 1907.
PoNCET (Carolina), 1907.
PoNs Umbert (Adolfo), 1901.
PONTES (José), 1905.
Pontones (Ramón). 1907.
PoNZANO (José), 1907.
PopuLUs, 1902.
Por Esos Mundos, 1905.
Portillo (Pedro), 1901.
Portóles (Miguel), 1901.
Posada (Eduardo). 1901.
AUTORES Y OBRAS ANÓNIMAS
33/
PovEDA (Antonio), 1906.
PovEDANO (Enrique), 1902.
Poza (Faustino), 1907.
Prado (Fr. Norberto del), 1907.
Prensa de B. Aires {La), 1905.
Prov. Agust. de Filipinas, 1905.
PuELLES (José Maria de), 1907.
Puertas (Serafín), 1905.
Puerto Rico {Escritos sobre),
1903.
PuGA Y Sancho (Nicanor), 1905.
PuiG (Juan de la Cruz), 1906.
Puigdollers (José), 1903.
Pujol (Juan), 1907.
Pulido Fernández (Ángel), 1904.
PuLPÓN (P. Silvino), 1907.
PuÑADiTOs de sal, 1904.
PuYOL Y Alonso (Julio), 1902.
Quesada (José), 1902.
QuiLis Pastor (José), 1905.
Quintero (Pelado), 1904.
Quiroga (Jaime), 1905.
QuiRÓs (Teodoro), 1904.
Rahavánez (Rodrigo de), 1907.
Ramasso (Ambrosio L.), 1902.
Ramírez Ángel (Emiliano), 1906.
Ramírez de Arellano (José Ober-
to), 1905.
Ramírez Pérez (Juan), 1907.
Ramón Jiménez (Juan), 1901.
Ramón y Cajal (Santiago), 1905.
Ramos Martín (Antonio), 1905.
Ramos Navarro (Fernando), 1902.
Ramos Hernández (Jenaro), 1903.
Ramos (José Antonio), 1906.
Ramos de la Vega (Lola), 1905.
Razón y Fé, 1901.
Real y Rodríguez (César), 1901.
Rebolledo (Efrén), 1902.
Recio y Agüero (Coalina), 1903.
Redondo (Fernando Martín), [902.
Redondo (Inocencio). 1904.
I Regidor (Diego B.), iqoi.
Relación de... Mechuacan, 1903.
Renacimiento, 1906.
Feparaz (Federico), 1905.
Répide (Pedro de), 1901,
Requejo (José M.), 1907.
Reseña homenaje a Cervantes,
1905.
Revista de Costarrica, 1902.
Rev. Española, 1901.
Rev, Facult. Letras Habana, 1905.
Rev. Histór. Perú, 1906.
Rev. Ibér. de Ex libris, 1903.
Rev. Latina, 1907.
Rev. Univ. B. Aires, 1904.
Rey y Soto (Antonio), 1905.
Reyna (Luis), 1906.
Reyes Prosper (Eduardo), 1904.
Is'eynoso (Francisco de), 1904.
Ribero (Orlando), 1901.
Ricci (C), 1906.
Rico (Martín), 1906.
RiER.\ (Federico), 1906.
Río (Gabriel M." del), 1905.
Río (Manuel E.), 1904.
Ríos (Justo Pastor), 1902.
RiQUER (Camilo), 1906.
Ríu (Francisco Aníbal), 1906.
Riva Agüero (José de la), 1905.
RiVAS y Cherif (Cipriano de),
1907.
R1VER0 (Atanasio), 1903.
RivERO (Juan), 1905.
Kobelo (Cecilio A.), 1904.
Robles Dégano (Felipe), 1905.
Roca (Pedro), 1904.
Roca (Pío), 1905.
PoCHiNA (Manuel), 1906.
RODENAS (Miguel A.), 1905.
Rodríguez López (Amancio), 1907.
Rodríguez Avecilla (Ceferino),
1906.
Rodbíígubz Benavente (Francis-
co), 1903.
Rodríguez del Busto (Francisco^
1905-
358
AUTORES Y OBRAS ANÓNIMAS
Rodríguez (José M.^), 1906.
Rodríguez de Prada (Fr. José),
1901.
Rodríguez Ferra (Julián), 1905.
Rodríguez Embil (L.), 1905.
Rodríguez Cívico (Manuel), 1907.
Rojas (Fermín), 1906.
Rojas (Ricardo), 1907.
Rejo (Fr. Casiano). 1906.
Román (José Ant.), 1903.
Román y Calvet (Juan), 1906.
Romancero español (El), 1907.
Romancero español (El), 1901.
Ro]\o\NO (Luis), 1902.
Romeo y Belloc (Bernabé), 1901.
Rt»MEO (Esteban Clemente), 1907.
Romeo y Sanz (José), 1905.
Romero Landa (Gabriel A.), 1907.
Romero de Terreros (Manuel).
1905.
Romero (Rodolfo), 1905.
Romero (Sofía), 1906.
Ros (Antonio), 1907.
Rosado Vega (Luis), 1902.
Rosales (Águila Antonio), 1901.
Rosales (José Miguel), 1905.
RosELLÓ (Jerónimo), 1901.
RouLiN (Fr. Agustín), 1901.
RoviRA Y Serra (Manuel), 1903.
R0VIRALTA (J.), 1905.
RoxLO Y MiRALLES (Amiando
\^ctor), 1904.
Royo Villano va (Ángel), 1905.
Ruano y Corbo (José María),
1901.
Rubio (Federico), 1902.
Rubio y Cardona (José Victoria-
no), 1905.
RuiLÓPEZ (Ramón), 1907.
Ruiseñor (El), 1905.
Ruiz Pablo (Ángel), 1906.
Ruiz (José Miguel), 1902.
Ruiz Rodríguez (Manuel), 1907.
Ruiz Aldea (Pedro), 1902.
Ruiz López (Rafael), 1902.
Saavedra Molina (Julio), 1907..
Saavedra (M.), 1906.
Sacristán (Fermín), 1906.
SÁENZ Y SÁENZ (Antonio), 1902.
SÁENZ Balmaseda (Cesáreo),.
1902.
Sagastume (José Pío), 1902.
Sáinz Montero (Luis), 1904.
Salado (Luis), 1905.
Salarrullana (José), 1907.
Salas (Julio C), 1905.
Salas Garrido (Salvador), 1905^
Saleta (Honorato), 1905.
Salgado (José), 1904.
Salinas Rodríguez (Galo), 1904^
Salvador (Jaime), 1901.
SÁNCHEZ Arévalo (Adelardo),
1905.
SÁNCHEZ Ruidosam (Alfredo G.),
1904.
SÁNCHEZ Ruiz (Antonio), 1903.
SÁNCHEZ Arévalo (Cristino),
1905.
SÁNCHEZ DE Fuentes (Eugenio),
1901.
SÁNCHEZ Calvo (Felipe), 1902.
SÁNCHEZ (Florencio), 1903.
SÁNCHEZ Muñoz (Gaspar), 1902.
SÁNCHEZ Rojas (José), 1907.
SÁNCHEZ Mármol (Manuel), 1902^
SÁNCHEZ DE Enciso (Mariano),
1902.
SÁNCHEZ SARÁ.CHAGA (Ramón),,
1907.
SÁNCHEZ (Simón), 1905.
Sancho (Fr. Manuel), 1906.
San Emilio (Marqués de), 1904.
San Francisco ( Marqués de ) ,
1905 (en Romero).
Sangrador Mingúela (Federico),
1904.
Sangre de hermanos, 1904.
Sangro (Pedro), 1904.
Sanjuán Y Cazorla (Ramón), 1906
San Román (Miguel de), 1904.
AUTORES Y OBRAS ANÓNIMAS
359
Santa Ana (Fr, Bertoldo Ignacio
de), 1901.
Santacana (Emilio), 1901.
Santacruz (Pascual), 1904,
Santamaría (Javier), 1902.
Santana Espino (Felipe), 1907.
Santander (Federico), 1904.
Santero (Antonio), 1907.
Santiago (José de), 1902.
Santibáñez (Fernando A.), 1905.
Santigosa (Carlos María), 1905.
Santo VAL (E. de), 1906.
Sanz y Arizmendi (Claudio);
1902.
Sanz y 'García (Julián), 1905.
Saralegui y Medina (IManueH,
•1904.
Sarmiento (B.), 1905.
Sawa (Alfonso de), 1904.
Schevill (Rodolfo), 1903.
Sebunde (Raimundo), 1902.
Seco de Lucena (Luis), 1907.
Segarra (José), 1905.
Segundo Brieva (Fernando), 1904.
Sela (G.), 1905.
Selva (Juan B.), 1906.
Sempau (Ramón), 1902.
Seoane (Ramón), 1905.
Seris (Romero), 1906.
Serna (Vicente de la), 1907.
SePvRA (Antonio), 1905.
Serrano Anguita ( Francisco ),
1902.
Serrano (Fr. Luciano Ildefonso),
1905.
Serrano Clavero (V.), 1907.
Serrano Puente (Vicente), 1905.
Servet (Carlos), 1902.
Sesión Colcg. de McdicOs, a Cer-
vantes, 1905.
Sevilla R. (Manuel), 1902.
SiEiRo (Juan), 1901.
Sierra (Eugenio), 1901.
Sigüknza y Góngora (C). 1902.
Siluetas contemp., 1901.
Silva (Francisco E. de), 1904.
Silva Lezaeta (Luis), 1904. .
Silva (Luis Ignacio), 1902.
Silva (Víctor Domingo), 1905. ■
SiLVELA (Eugenio), 1905.
Silvestre (Javier A.), 1904.
SiM.'^NCAS (Manuel G.), 1905.
Socci (Pedro), 1901.
Sociedad de autores, 1901.
Solano Polanco ( Ramón de ),
1904.
Solé Rodríguez (Oriol), 1902.
Solemne sesión Acad. S. Fernan-
do, Quijote, 1905.
Soler y Pérez (Eduardo), 1903.
Soler (Francisco de Asis), 1901.
Soler (Isidro), 1905.-
SoLÍs (Rafael), 1907.
Somoza (Fernando), 1903.
Somoza (Juan Ramón), 1905.
Sorel (Julián), 1907.
S0RIANO (Agustín P.), 190Ó.
S0RIAN0 (Maximiliano G.), 1907.
, SoTiLLO (Antonio), 1905.
Soto (León A.), 1905.
Spanic Society of America, 1904.
Strauss (David Federico), 1905.
SuÁREZ CAPy\LLEJA (VíctOr), I9O3.
Tapia (Luis de), 1903.
Tatay (José M."), 1902.
Tavares (Juan), 1905.
Tavera Agosta (B.), 1901.
Taybo (Antonio C), 1904.
Tejjeiro (Benigno), 1901.
Tejerina (Eduardo), 1901.
Téllez López (Juan). 1907.
Tello López (Nicolás), 1904.
Tena (Alberto), 1905.
Terradillos (Gonzalo), 1907.
Tesoro del Parnaso Americano,
1903.
Tetuán (Duque de), 1901.
Thayer Ojeda (Tomás), 1903.
Thomson (Augusto), 1902.
Thous (Alberto J. de), 1901.
36o
AUTORES Y OBRAS ANÓNIMAS
Thous (Maximiliano de), 1904.
Tirado (Raimundo), 1905.
Tomás Estruch (Francisco), 1905.
ToNCEY (Julio Víctor), 1 90 1.
Tormo (Elias), 1902.
Tornero (Tomás), 1904.
Toro Gómez (Miguel), 1901.
ToRRE-IsuNZA (R, de), 1907.
Torres (Carlos Arturo), 1906.
Torres Fornes (C), 1903.
Torres Frías (Domingo), 1904.
Torres (Francisco de), 1901.
Torres Galeote (Francisco). 1907.
Torres y Oriol (Isidro), 1907.
Torres y Torres (Manuel), 1901.
Torres Cabrera (Marqués de),
1901.
Torres (Mauricio), 1905.
TORROELLA (MigUcl), I905.
Trigo (Felipe), 1901.
Tristán (Francisco), 1902.
Troyo (Rafael Ángel), 1903.
Trujillo (Pedro), 1903.
Trujillo (Tomás), 1907.
TuRiNi (Ernesto), 1907.
TuRMO (Mariano), 1904.
Ubeda (P. Luis), 1902.
Ugarte (Manuel), 1901.
Ulacia (Francisco de), 1907.
Ulloa (Francisco), 1906.
Umpiirey (G. U.), 1907.
Urbach (Federico), 1907.
Urbano Lanaspa (Mariano), 1903,
Urbano González de la Calle
(Pedro), 1903.
Urcey (Fr. Agustin), 1906.
Urdeval (Rafael), 1906.
Ureña (Daniel), 1907.
Urien (Carlos M."). 1905.
Urquidi, 1902.
Urrutia (Alejandro), 1907.
Val (Mariano Miguel de), 1905.
Valbuena (P.), 1905.
Valentí Camp (S.), 1907.
Valera (Luis), 1902.
\'alero de Urría (Marqués de),
1906.
Valero (Ricardo), 1907.
Vales Failde (Javier), 1906.
Valle (Armando de), 1906.
Valle y Pascual (Luis del), 1904.
Valledor (Gustavo), 1903.
Valle JO (Luis), 1907.
Várela (Benigno), 1903.
Várela Zequeira (Eduardo), 1905.
Vargas (Juan Miguel), 1902.
Vargas (M. Nemesio), 1903.
Varney (León), 1906.
Vasseur (Alvaro Armando), 1904.
Vaz Perrera (Carlos), 1902.
Vaz Ferreira (María Eugenia),
1905.
VÁZQUEZ (Adelardo C), 1902.
Vázquez (Gabino de J.), 1903.
VÁZQUEZ (Gabriel), 1901.
Vázquez (Honorato), 1904.
VÁZQUEZ (Pedro Nolasco), 1902.
Vedia (Agustín), 1907.
Vega (Rafael), 1904.
Vela (Pedro), 1905.
Velada Soc. Econ., Quijote, 1905.
Veladas del Ateneo (Chile), 1906.
Velasco Zazo (Antonio), 1904.
Velasco (Leopoldo), 1904.
Velázquez de Olózaga (María
E.), 1905.
\'elázql^z (Primo F.), 1901.
Venenito (Curro), 1907.
Vera y López (Vicente), 1902.
Veral iGarcía (J.), 1901.
Verdugo (Manuel), 1905.
Vergara Royo (Francisco). 190^.
Vergez (José F.), 1902,
Viada (Salvador), 1903.
Vicente García (Angeles), 1907.
Vicente (Juan Antonio), 1901.
V1CIANA (Miguel), 1903.
Vico (Antonio), 1902.
AUTORES Y OBRAS ANÓNIMAS
361
Vicuña Subercaseaux ( Benja-
mín), 1903.
Vidal (Manuel), 1907.
ViERAL (Ramiro), 1907.
ViLARiÑo (P. Remigio), 1901.
ViLCHES (Ernesto), 1902.
ViLLABOBA (Panfilo de), 1903.
ViLLAHERMOSA .( Duqucsa de),
1901.
ViLLALBA (Fr. Luis), 1905.
Villar (Emilio H. del), 1905.
ViLLARREAL (Juan), I907.
ViLLARREAL Y PÉREZ (ManUcl),
1907.
ViLLASALBA (Antonio de), 1904.
Villa VERDE (Manuel María),
1904.
Villa VERDE (Raimundo F.), 1902.
Villegas (Manuel F.), 1906.
ViQUEZ (Pío), 1903.
ViTERi (Heraclio S.)> 1906.
Viu (F. de), 1907.
Vivas Tavero (Manuel), 1901.
i Vizcasra (Eufronio), 1907.
Wagner (Carlos P.), 1903.
Weber (Alfredo), 1903.
Wickersham Crawford (J. P.),
1906.
Williams Rebolledo (J.), 1901.
Williams (L.), 1904.
Yerovi (Leónidas N.), 1901.
Ylla Moreno (J. J.), 1907.
Zabala (Federico de), 1907.
Zamora (Manuel M.), 1907.
ZÁRRAGA (Miguel de), 1903.
Zayas (Femando), 1902.
Zeledón (José María), 1907.
Zubillaga (Juan Antonio), 1907.
Zltm Felde (Alberto), 1907.
Zurdo (Luis), 1906.
ESTE TOMO SE ACABÓ DE IMPRIMIR
EN LA TIPOGRAFÍA DE LA "REVISTA DE
ARCHIVOS, BIBLIOTECAS Y MUSEOS"
EL DÍA XII DE ABRIL
DEL AÑO MCMXX
ÍNDICE DE LÁMINAS
Gabriel y Galán 4
Joan Ramón Jiménez 12
Sixto Celorrio y Alberto Casañal 16
Pedro de Répide 34
Antonio y Manuel Machado 58
Antonio de Hoyos y Elnrique González Martínez 90
Manuel Linares Rivas y Luis de Tapia 96
Florencio Sánchez lOO
Concha Espina 104
José Francés 1 12
Ramón Pérez de Ayala 128
Comelio Hispano y Enrique de Afiesa 160
Emiliano Ramírez Ángel y Luis María Jordán 184
Felipe Trigo y Alberto Insúa 210
Manuel Gálvez y Eduardo Barrios 216
Ricardo Rojas 224
Poetas uruguayos 240
Obras de D. |u!io Cejador y Franca
-Gramática Griega, según el sistema histórico comparado. Pesetas 15. — He-
rederos de Juan Gilí: Cortes, 581. Barcelona, 1900.
La Lengua de Cervantes. — Gramática y Diccionario de la Lengua caste-
llana en el "Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha". — Tomo I:
Gramática. En España, pesetas 10. — Tomo II: Diccionario y Comentarios,
Pesetas 25. — Jubera Hermanos, Campomanes, 10. Madrid, 1905-06.
Cabos sueltos, Literatura y lingüística. Pesetas 5. — Perlado, Páez y C/, Su-
cesores de Hernando, Arenal, 11. Madrid, 1907.
Nuevo método teórico-práctico para aprender la Lengua Latina. — Primer
curso: Tomo I, Libro de clase; tomo II, Libro de casa. Pesetas 12. — Se-
gundo curso: Tomo I, Libro de clase; tomo II, Libro de casa. Pesetas
12. — Victoriano Suárez, Preciados, 48. Palencia, 1907-08
vEl Lenguaje. — Serie de estudios, de los que van ya publicados los tomoi
siguientes :
Tomo I : Introducción á la Ciencia del Lenguaje. — Segunda edición,
enteramente refundida y aumentada. Pesetas 6. — Jubera Hermanos, Cam-
pomanes, 10. Palencia, 191 1.
Tomo II : Los Gérmenes del Lenguaje. — Estudio físico, fisiológico
y psicológico de ¡as voces del lenguaje, como base para la investigación
de sus orígenes. — En España, pesetas 10. — Jubera Hermanos, Campo-
manes. 10. Bilbao, 1902.
Tomo III : Embriogenia del Lenguaje. — Su estructura y formació»
primitivas, sacadas del estudio comparativo de los elementos demostra-
tivos de las lenguas. — En España, pesetas 12. — Jubera Hermanos, Cam-
pomanes. I o. Madrid, 1904.
Tomo IV: Tesoro de la Lengua Castellana, Origen v vida del Lkíí-
guaje, Madrid 1908-1914. — Tomo A, E, I, O; U. — Perlado, Páez j C.*;
Arenal, 11. Pesetas 12.
Tomo V: Tesoro de la Lengua Castellana, etc., etc. Tomo R.
Tomo VI : Tesoro de la Lengua Castellana, etc., etc. Tomo N, Ñ.
Tomo VII : Tesoro de la Lengua Castellana, etc., etc. Tomo L.
Tomo VIH : Tesoro de la Lengua Castellana — Silbantes. Primera
parte.
Tomo IX : Tesoro ce la Lengua Castellana. — Silbantes. Segunda
parte.
Tomo X: Tesoro de la Lengua Castellana. — Silbantes. Tercera
parte.
Tomo XI : Tesoro de la Lengua Castellana. — Silbantes. Cuarta
parte. ■■ íj/
Tomo XII: Tesoro de la Lengua Castellana. — Labiales (B, P). Pri-
mera parte.
Tomo XIII: Tesoro de la Lengua Castellana. — Labiaües (B, P). Se-
.gunda parte (en prensa).
•Oro V OROPEL, novela. Pesetas 3. — Perlado, Páez y C.^, Arenal, 11. Madrid; 1911.
Pasavolantes, colección de artículos. Pesetas 3. — Jubera Hermanos, Campo-
manes, 10. Madrid, 1912.
Mirando á Loyola, novela. Pesetas 3,50. — "Renacimiento", San Marcos, 42.
Madrid, 1913.
Arcipreste de Hita, edición, prólogo y comentario: dos tomos. Pesetas 6.
Paseo de Recoletos, 25, "La Lectura", 1913.
Rojas, "La Celestina", edición, prólogo y comentario: dos tomos. Pese-
tas 6. — Paseo de Recoletos, 25, "La Lectura", 1913.
Mateo Alemán, Gucmáti de Alf orache, edición y prólogo: dos tomos. "Re-
nacimiento", 1913.
Lorenzo Gracián. El Criticón, edición y prólogo: dos tomos. "Renacimiento",
1913-14.
El Lazarillo de Tormes, edición prólogo y comentario : un tomo. Pese-
tas 3. — Paseo de Recoletos, 25, "La Lectura", 1914.
j De la titirra... !, colección de artículos. Pesetas 3. — Jubera Hermanos, Cam-
pomanes, 10. Madrid, 1914.
Trazas del amor, novela. — J. Ratés, plaza de San Javier, 6. Madrid, 1914.
Epítome de Literatura L.^tixa. Pesetas 3. — Victoriano Suárez, Preciados, 48.
Madrid, 1914.
Miguel de Cervantes Saavedra. Biografía, bibliografía y crítica. Madrid,
1916. Pesetas 2. — En las mismas librerías.
■Quevedo. Los Sueños, edición, prólogo y comentario : dos tomos. Pesetas 6.
Paseo de Recoletos, 25, "La Lectura", 1916-17.
Historia de la Lengua y Literatura Castellana {desde sus orígenes kasta
Carlos V), tomo L Madrid, 1915. Pesetas 10. — En las librerías de Sucesores
de Hernando, Victoriano Suárez. Fernando Fe y Jubera Hermanos.
Historia de la Lengua y Literatura Castellana {época de Carlos V), tomo IL
Madrid, 1915. Pesetas 10. — En las mismas librerías.
Historia de la Lengua y Literatura Castellana {época de Felipe 11), tomo IH.
Madrid, 1915. Pesetas 10. — En las mismas librerías.
Historia de la Lengua y Literatura Castellana {época de Felipe III),
tomo IV. Madrid, 1916. Pesetas 10. — En las mismas librerías.
Historia de la Lengua y Literatura Castellana {época de Felipe IV y Car-
los II), tomo V. Madrid, 1916. Pesetas 10. — En las mismas librerías.
Historia de la Lengua y Literatura Castellana {siglo xviii hasta 1829),
tome VL Madrid, 1917. Pesetas 10. — En las mismas librerías.
Historia de la Lengua y Literatura Castellana {época romántica, 1830-
1849), tomo VIL Madrid, 1917. Pesetas 10. — En las mismas librerías.
Historia de la Lengua y Literatura Castellana {época realista, /.' parte,
antes de la Revolución, 1830-1869), tomo VIII. Madrid, 1918. Pesetas lo. En
las mismas librerías.
Historia de la Lengua y Literatura Castellana {¿t>oca realista, ¿." parte,
después de la Revolución, 1870-188 7}, tomo IX. M-idrid, ¿918. Pesetas 10.
En las mismas librerías.
Historia de la Lengua y Literarura Castellana {época regionoil y moder-
nista, 1888-IQ07, j.» parte), tomo X. Madrid, 1919. Pesetas 10. En las
mismas librerías.
Historia de la Lengua y Literatura Castellana {época regional y moder-
nista, 1888-1^07, ^.1 parte), tomo XI. Madrid, 1919. Pesetas 10. — En las
mismas librerías.
Historia de la Lengua y Literatura Castellana {época regional y moder-
nista, 1888- J907, 5.a parte), tomo XII. Madrid, 1920. Pesetas 10. En las mis-
mas librerías.
Prensa : Historia de la Lengua y Literatura Castell.ana {época contempo-
ránea, i^oT-iQío), tomo XIII.
El Cantar dk Mío Cid y la Epopeya castellana (estudio critico).
Oro y oropel, novela, 2.* edición.
032
.12
Cejador y Frauca, Julio
Historia de la lengua y
literatura castellana
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