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Full text of "Historia de los gobernantes del Paraguay, 1535-1887"

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HISTORIA 


DE   LOS 


GOBERNANTES 


DEL 


PARAGUAY 


1535-1887 


POR 


A-JSTTOiíTio  zxisnsrYr 


» 


BUENOS  AIRES 

Imprenta  y  Librería  de  Mato,  Calle  Perú,  11^. 


1887 


••  •  .        •  ,  •  • 

•  ♦         •  •  •  '• 


:.:!;:::i:-::OBBii^:DEL  MISMO  AUTOR 


ha,  Colegiada,  pieza  en  un  acto,  1885. 

Apuntes  para  la  biograña  del  general  Pueyrredon,  1867. 

Basgos  biognifícos  del  ciudadano  D.  F.  Sarmiento,  1867. 

Apuntes  biográñcos  de  don  Felipe  Senillosa,  1867. 

Heroínas  y  patriotas  americanas,  1868. 

Monobiblografía  del  deán  Funes,  1868. 

Bosquejo  biográfico  del  general  I.  Alvarez  y  Thomás,  1868. 

Efemeridogi*afia  Argireparquiótica,  1868. 
Id.  Argirometropolitana,  1869. 

Proceso  instruido  contra   Whiteloke  (traducción),  1870. 

Censo  de  la  x)oblacion  de  Buenos  Aires  en  1869,  1872. 

Gaceta  de  Buenos  Aires,  1875. 

Bibliografía  Histórica,  1780  á  1821,  1875. 

Gaceta  mercantil,  (inconclusa)  1875. 

Juan  Maria  Gutiérrez,  su  vida  y  sus  escritos,  1878. 

Historia  de  los  gobernadores,  1879-82. 

Historia  de    la  prensa  periódica    do  la  Bepública  Oriental    del    Uru- 
guay, 1883. 

Cronología  de  k)s  obispos  del  Paraguay,  1887. 

etc.,  etc.,  etc. 


I-Ú 


»• 


PREFACIO 


Don  Juan  Diaz  de  Solis,  gran  piloto  de  Casti- 
lla, reconoció  en  1508,  la  embocadura  del  Rio  de 
la  Plata,  que  tomó  primero  por  un  golfo,  y  el  8  de 
octubre  de  1515  hizo  una  nueva  esploracion  y  dio  á 
aquel  inmenso  curso  de  agua  el  nombre  de  Mar  Dul- 
ce^ á  que  los  indígenas  llamaban  Paraná  Ouazú^  que 
significa  rio  grande.  Pero  habiendo  cometido  la  im- 
prudencia de  echar  pié  en  tierra  cerca  del  lugar  en 
donde  actualmente  se  halla  situada  la  ciudad  de  Mal- 
donado,  fué  sorprendido  y  asesinado  por  los  indios 
charrúas. 

Al  infortunado  Solis  siguió  el  famoso  Sebastian 
Gaboto,  quien  partió  de  España  en  abril  de  1525,  y 
penetró  el  rio  mas  adentro  poniéndole  el  nombre  de 
Rio  de  la  Plata^  deslumhrado  con  la  vista  de  algunos 
adornos  de  oro  y  plata  que  llevaban  los  naturales  y 
que  cambiaban  con  gusto  por  baratijas  de  Europa. 

Remontó  el  Paraná  y  fué  el  primer  descubridor 
del  rio  Paraguay,  cuyas  aguUs  navegó  (1528)  has- 


* 


P  *      »       f'v..'      ^ 


II  PREFACIO 


ta  mas  arriba  de  la  embocadura  del  rio  Bermejo-,  y 
como  no  tenia  por  principal  objeto  la  conquista  sino 
simplemente  el  encuentro  de  riquezas,  de  cuya  exis- 
tencia se  le  habia  dado  falsa  noticia,  su  empresa  fra- 
casó con  la  muerte  de  algunos  españoles  por  losin- 
dios.  En  consecuencia,  quedaron  por  entonces, sus- 
pendidos los  descubrimientos  por  aquella  parte-,  á 
lo  cual  contribuyó  su  retirada  (1530)  á  España  y  la 
destrucción  (1532)  del  fuerte  Sancti  Spíritu  ó  de 
Gaboto^  que  en  1527  habia  construido  en  la  embo- 
cadura del  Carcarañá  ó  rio  Tercero. 

Era  la  época  en  que  simples  particulares,  ó  ape- 
nas autorizados  por  gobiernos  ambiciosos  de  gloria, 
se  alejaban  de  su  patria  abandonando  todo,  para 
realizar  los  prodigios  de  la  caballería  andante^  des- 
cubrir mundos  y  derroca^  imperios  con  la  punta  de 
su  espada.  A  ese  arrojo  de  la  audacia  privada,  á 
esa  necesidad  imperiosa  de  espansion  que  en  cier- 
tas épocas  anima  á  los  pueblos,  debió  la  España 
su  reinado  de  América,  de  que  no  supo  sacar  pro- 
vecho para  sí,  ni  para  la  humanidad. 

No  era  permitido  á  nadie  embarcarse  para  la 
América  española,  sin  obtener  permiso  del  rey,  el 
cual  nunca  se  concedía  sino  para  fines  comercia- 
les, verificados  en  debida  forma  y  por  un  plazo 
comunmente  limitado  á  dos  años.  Era  muy  difí- 
cil obtener  permiso  para   un    establecimiento  per- 


PREFACIO  III 

manente.    Los    clérigos  y  frailes   estaban  sujetos 
igualmente  á  la  misma   formalidad.    Los  criollos, 
que  residian    temporariamente  en  España,  no  po- 
dían regresar  á  sus  propiedades  sin  espreso  permiso 
del  rey.     Esta  prohibición  se  estendia  al  sexo  fe- 
menino.   Las  mujeres  debian  solicitar  real  permi- 
so, y  las  casadas  no  podian    obtenerlo  si  no  iban 
acompañadas  de  sus  esposos.    Este  sistema,  como 
se  ve,  era  enterartiente  opuesto  al  de  otros  países, 
que  dejaban  sus  colonias  abiertas  tan  sin  reserva 
para  todos  los  que  quisieran  ir  á  ellas,  que  estos 
establecimientos   han    sido   considerados  mas  bien 
como  los  inmundos  receptáculos  «de  todas  las   im- 
purezas de    la    madre  patria,  que  objetos  de  deli- 
berada predilección.     En  Francia  se  conmutaba  la 
pena  corporal  por   el   de    deportación  á  las    colo- 
nias-, y  aun  a  principios  del  presente  siglo>   miem- 
bros del   cuerpo  legislativo  y  del  directorio,  vícti- 
mas de  la  facción  dominante  á  la  sazón,  eran  tras- 
portados á  Cayena,  castigo  equivalente  á  la  pena  de 
muerte. 

La  España,  mas  justa  ó  mas  indulgente  para  con 
sus  colonias,  aunque  sin  pretender  superior  felici- 
dad en  sus  intereses  domésticos,  dirigió  siempre 
toda  su  atención  á  conservar  la  pureza  de  sumo- 
ral,  impidiéndolas  de  recibir  la  mácula  de  la  cor- 
rupción europea.  Desde  el  7  de  agosto  de  1584, 
no  se  permitía  á  ninguna  persona  ir  á  las  Indias 
sin  haber  presentado  primero  informe  auténtico  con 
respecto  á  su  moral  y  buena  conducta. 


IV  PREFACIO 


No  se  permitía  ir  á  América  á  ninguna  perso- 
na que  hubiera  tenido  la  desgracia  de  haber  sido 
acusada  ante  el  tribunal  de  la  inquisición,  cual, 
quiera   que   hubiese    sido  la  decisión  pronunciada 

en  su  caso. 
Los  herejes,  los  hijos  y  nietos   de  las   víctimas 

del  auto  de  /e,  ó  los  que  hubiesen  llevado  el  sam 

benito^  eran  igualmente  escluidos. 

Las  dificultades  que  los  estranjeros  esperimen- 
taban  eran  mayores.  El  primer  requisito  para  ob- 
tener pasaporte,  era  probar  origen  español.  Algu- 
nos estranjeros  han  eludido  la  ley,  empleando  la 
astucia,  ó  por  la^  idulgencia  de  los  gobernadores  ó 
comandantes  de  los  lugares  á  que  recurrían.  Si 
eran  totalmente  inactivos,  si  llevaban  una  vida  de 
indigencia,  intemperancia,  ó  lo  que  mas  les  reco- 
mendaría, de  abyecta  mendicidad,  podian  estar  se- 
guros de  no  ser  molestados,  bajo  la  humillante 
protección  del  desprecio  de  los  españoles.  Pero  si 
ejercían  algún  oficio  ó  profesión,  estaban  espues- 
tos á  ser  denunciados,  perseguidos  y  tratados  co- 
mo enemigos  por  todos  los  españoles  del  mismo 
oficio  ó  profesión:  tenian  que  prestar  su  dinero  á 
cualquiera  que  se  le  antojara  pedirlo,  y  tan  luego 
como  cesaba  su  generosidad,  principiaba  la  perse- 
cución. Si  tenian  relaciones  que  saliesen  de  lo 
común,  se  consideraban  siempre  sospechosos;  por- 
que era  opinión  general  de  los  españoles  que  todo 
estranjero  de  saber  debia  ser  enemigo  de  las  leyes 
del  país. 

No  se  averiguaba  la  religión   que   profesaba,  á 


PREFACIO 


no  ser  que  la  impiedad  del  individuo  fuese  noto- 
ria ó  cuando  se  quería  ejercer  alguna  venganza, 
en  cuyo  caso  nada  era  mas  fácil  que  la  irreligión 
de  un  estranjero,  que  siempre  habia  sido  antes 
buen  cristiano.  Entonces  se  presentaban  testigos 
que  juraban  haber  hablado  aquél  con  irreverencia 
de  los  santos  misterios^  que  solo  iba  á  misa  para 
cometer  indecencias;  que  trataba  de  las  ceremonias 
de  la  religión  con  mofa,  etc.,  etc. 

Nadie  duda  que  la  constitución  política  y  civil 
de  las  posesiones  españolas,  en  el  Nuevo  Mundo, 
no  ha  podido  ser  sino  obra  del  *tiempo-,  era  supe- 
rior al  poder  humano  formar,  al  instante  del  des- 
cubrimiento, un  código  completo  para  regiones 
hasta  entonces  ignoradas,  para  establecimientos 
de  una  especie  tan  nueva,  que  los  tiempos  anti- 
guos y  modernos  no  presentaban  ejemplo. 

La  idea  de  hacer  de  estos  vastos  países,  domi- 
nios de  la  porona  española,  hizo,  naturalmente, 
nacer  la  de  establecer  en  ellos  las  mismas  auto- 
ridades constituidas  que  en  la  metrópoli.  El  cui- 
dado d^  mantener  en  ellos  la  soberanía  española 
y  el  mando  de  la  fuerza  armada,  fué  confiado  á 
gefes  bajo  el  título  de  vireyes  ó  capitanes  gene- 
rales. 

La  policía  fué,  como  en  El^pafía,  confiada  á  la 
vigilancia  de  los  cabildos.  Instalóse  primero  en  los 
Pueblitos  que  se  fundaron. 

La  población  primitiva  de  la   nueva    ciudad  no 


VI  PREFACIO 


llegaba  á  veces  á  treinta  personas,  comenzando 
por  construir  una  iglesia  y  establecer  un  cabildo; 
pero  con  la  esperanza  de  que  el  lugar  llegase  á 
adquirir  cierta  consistencia  para  darles  alcaldes  y 
regidores.  • 


* 


Creáronse  audiencias  para  la  administración  de 
la  justicia,  y  para  la  religión,  obispos,  capítulos  y 
conventos. 

Los  poderes  de  esas  diferentes  autoridades  reci- 
bieron estension  ó  restricciones,  según  pareció  pres- 
cribirlo la  esperiencia.  Los  gobernadores  genera- 
les, depositarios  fhmgdiatos  de  la  autoridad  real, 
tenian  medios,  demasiado  grandes,  para  abusar  de 
esa  eminente  prerogativa.  Fué  necesario,  pues, 
precaver  á  la  España  contra  su  ambición  personal, 
y  á  los  ciudadanos  contra  la  posibilidad  de  las  ve- 
jaciones. 

Los  cabildos,  necesariamente  compuestos  de  crio- 
llos ó  de  españoles  destinados  á  pasar  subida  en  Amé- 
rica, no  debian  conservar  de  la  metrópoli  sino  un 
recuerdo  confuso,  que  estaba  muy  lejos  de  hacerles 
preferir  sus  intereses  á  los  del  nuevo  suelo .  en  que 
se  fijaron-,  los  cabildos,  para  los  cuales  los  dere- 
chos de  la  metrópoli  eran  mas  incómodos  que  res- 
petables, no  podian  hacer  sino  un  uso  peligroso, 
para  la  soberanía  española,  de  la  autoridad  que 
las  leyes  generales  les  daban;  ha  debido,  pues,  res- 
tringirse sus  poderes  y  apresurarse  menos  en  es- 
tablecerlos en  las  nuevas  poblaciones. 


PREFACIO  Vn 

No  sucedía  lo  mismo  con  las  audiencias-,  sus 
miembros,  todos  á  sueldo  del  rey,  no  tenían  gra- 
cias y  empleos  superiores  que  esperar  sino  del 
trono,  y  la  ley  no  dejaba  a  su  disposición  ninguna 
fuerza  efectiva  que  pudiese  hacer  nacer  algún  pro- 
yecto funesto  a  la  metrópoli.  No  eran,  pues,  peli- 
grosos; por  el  contrario,  no  podía  dejar  de  ser  útil 
investir  a  estos  tribunales  superiores,  de  mucha 
autoridad  y  grande  consideración-,  puesto  que  era 
en  ellos  en  quienes  residían  los  medios  de  dete- 
ner los  efectos  de  la  ambición  del  gefe,  y  de  las 
injusticias  que  pudiera  cometer,  sin  ese  saludable 
contrapeso.  Todas  estas  ventajas  sin  embargo,  es- 
taban subordinadas  á  la  impasibilidad,  al  desinte- 
rés, á  las  luces  y  á  la  integridad  de  los  miembros 
de  las  audiencias;  sin  eso,  no  servían  sino  para  au- 
mentar la  desgracia  publica. 

* 

La  religión,  por  la  moral  que  es  su  base,  podía 
también  contribuir  á  cimentar  la  real  autoridad  en 
las  Indias  Occidentales;  es  un  resorte  que  la  política 
supo  hábilmente  hacer  obrar.  En  una  infinidad  de 
ocasiones,  se  sirvieron  con  ventaja  en  los  negocios 
civiles  del  ministerio  de  los  obispos  y  de  los  sacerdo- 
tes. Muchas  veces,  también,  se  puso  en  manos  de  los 
prelados  las  riendas  del  gobierno,  y  esos  intervalo^ 
nunca  fueron  los  menos  pacíficos,  ni  los  mas  prós- 
peros. 

Es  claro  que  si,  con  la  conformidad  de  institucio- 
nes metropolitanas  en  las  Indias  occidentales,  la  Es- 


VIII  PREFACIO 

paña  las  hubiese  regido  por  las  mismas  leyes  que  se 
regia  ella  misma,  habria  perdido  su  dominación  mu- 
cho antes,  ó  se  habrían  despedazado  por  facciones  que 
las  habrían  hecho  inhabitables.  Fué  la  sabiduría;  la 
prudencia  de  las  leyes  particulares  que  se  les  diera, 
que  hicieron  de  ellas  lo  que  fueron  hasta  la  declara- 
ción de  su  independencia.  La  materia  era  demasia- 
do nueva  para  que  todas  las  que  les  fueron  destinadas 
hubiesen  encontrado  fácil  ejecución  y  producido  ven- 
tajosos resultados. 

*  * 
Bajo  el  nombre  de  Recopilación  de  Ids  Leyes  de  In- 
dias se  formó  un  código  de  todas  las  relativas  á  las 
posesiones  españolas  en  América.  Seguíanse  pun- 
tualmente en  los  casos  en  que  no  hubiesen  sido  dero- 
gadas por  cédulas  posteriores,  y  en  los  casos  de  si- 
lencio se  seguían  las  del  reino,  llamadas  Leyes  de 

Partidas. 

El  respetable  tribunal,  conocido  por  Consejo  de 
Indias^  al  que  el  trono  español  debió  todo  su  esplen- 
dor, data  de  1511,  establecido  por  Fernando  y  perfec- 
cionado por  Carlos  V  en  1524.  Para  ser  miembro 
de  él  se  requerid  poseer  grandes  cualidades,  como  las 
de  imparcialidad,  sabiduría  y  esperiencia. 

Su  competencia  se  estendia,  sin  escepcion,  á  todo 
lo  que  se  referia  á  América. 

Por  medio  de  la  apelación  llamada  remrso,  conocía 
de  las  causas  falladas  en  las  audiencias.  Todas  sus 
deliberaciones  eran  tomadas  á  pluralidad  de  votos, 
escepto  para  hacer  ó  revocar  leyes,  exigiéndose  en- 
tonces dos  tercios  de  votos. 


PREFACIO  IX 

Era  del  resorte  del  Consejo  de  Indias  la  pre- 
sentación para  todos  los  grandes  empleos  civiles  y 
eclesiásticos,  las  recompensas  de  los  empleados  cu- 
yo mérito  sobresalia,  la  policia  de  los  tribunales, 
lo  militar,  las  finanzas,  el  comercio.  Su  poder,  de 
que  jamás  abusara,  estuvo  siempre  en  aumento, 
hasta  tener  en  jaque  á  toda  la  América  española. 
Su  integridad  repudiaba  de  tal  modo  la  intriga,  que 
todo  español,  acreditado  y  rico,  que,  en  su  causa 
ó  en  sus  pretensiones  tenia  mas  que  esperar  del 
favor  que  de  la  justicia,  empleaba  todos  sus  es- 
fuerzos para  sustraerse  de  la  jurisdicción  del  Con- 
sejo de  Indias.  Ninguna  esperanza  de  éxito  tenia 
sino  cuando  conseguía  solo"  necesitar  de  la  deci- 
sión de  los  ministros,  que  era  incomparablemente 
mas  fácil  de  engañar.  Algunos  célebres  escritores  se 
han  avanzado  á  declarar  que  habia  abusos  en  to- 
dos los  consejos  de  España,  y  en  el  de  las  In- 
dias mas  que  en  cualquier  otro-,  que  en  lugar 
de  castigar  las  malversaciones,  se  sostenía  en  él  á 
los  culpables  en  proporción  de  los  regalos  quede 
ellos  recibían.  Sin  embargo,  esto  no  cíebia  ser 
cierto  cuando  se  sabe  que,  en  general,  los  espa- 
ñoles de  América  veneraban  á  ese  augusto  tri- 
bunal. 

* 

Los  gobernadores  estaban  obligados  á  dar  cuenta 
severa  del  uso  que  hicieron  del  poder.  La  forma 
en  qué  se  daba  cumplimiento  á  esta  real  disposi- 
ción es  bastante  curios^  para  referirse  y  bastante 


PREFACIO 


buena  para  ser  imitada.    Este  acto  se  denominaba 
dar  residencia. 

Un  gefe  absoluto  que  no  conoce,  á  dos,  tres  ó 
cuatro  mil  leguas  de  distancia,  ninguna  autoridad 
superior  á  la  suya,  y  á  quien  la  ley  concede  un 
poder  ilimitado^  tiene  terribles  medios  de  oprimir 
y  de  vejar  impunemente  á  los  ciudadanos,  si  no 
tuvieran,  contra  los  actos  de  su  opresión,  otro  re- 
curso que  las  vias  ordinarias  de  la  justicia:  el  cré- 
dito y  las  riquezas  que  los  mismos  abusos  de  su 
poderle  hubiesen  hecho  adquirir, le  harían  fácilmente 
arrostrar  esas  presecuciones  lentas  y  costosas,  que 
no  se  atrevería  á  emprender  ni  podría  sostener  el 
pobre,  sobre  quien  hubiera  caido  la  injusticia.  Por 
otra  parte,  someter  á  un  gobernador  á  quejas  par- 
ciales, durante  su  ejercicio,  era  esponerle,  sobre 
todo  en  un  pueblo  tan  amigo  de  los  pleitos,  á  ser  el 
blanco  de  los  inquietos  celos  de  los  que  le  debian 
obediencia.  Era  prepararle  un  manantial  de  chis- 
mes y  sinsabores  que  hubieran  hecho  perder  á  su 
autoridad  todo  el  respeto  de  que  la  soberania  espa- 
ñola tenia  interés  en  investirla.  Ha  sido,  pues,  ne- 
cesario buscar  un  medio  que  dejase  al  gefe  de  todos 
los  poderes  la  facultad  de  hacer  todo  durante  el  ejer- 
cicio de  su  empleo,  conteniéndolo  en  loa  límites  de 
la  justicia.  Era  imposible  encontrar  uno  que  desem- 
peñase mejor  ese  gran  objeto,  que  la  imponente  pers- 
pectiva de  un  tribunal  constituido  espresamente  para 
recoger  sus  desvies  y  castigarlos.  Esta  institución, 
la  mejor  salvaguardia  de  los  ciudadanos  contra  toda 


PREFACIO  XI 

clase, de  actos  afrbitrarios,  honra  la  sagacidad  del  que 
conéibió  su  idea,  el  cuidado  para  con  sus  subditos 
del  rey  que  la  adoptara  y  la  sabiduría  del  monarca 
que  la  conservase. 

Cuando  debia  ser  reemplazado  un  virey  ó  goberna- 
dor, el  Consejo  de  Indias,  inmediatamente  después 
del  nombramiento  del  nuevo  titular,  presentaba  tres 
individuos,  á  uno  de  los  cuales  el  rey  daba  comisión 
de  recibir  la  residencia  del  virey  ó  gobernador  sa- 
liente. Esta  elección  generalmente  caia  en  un  hom- 
bre de  ley  residente  en  América. 

El  comisario  de  }a  residencia  se  trasportaba  á  la 
capital  del  gobierno-,  anunciaba,  por  medio  de  bandos 
y  carteles,  que  el  tribunal  de  la  residencia  de  tal 
virey  ó  gobernador  reemplazado,  se  habia  de  formar 
tal  dia,  teniendo  lugar  en  ia  casa  tal,  á  la  que  podrían 
presentarse  á  prestar  sus  declaraciones  y  estar  á  de- 
recho los  ciudadanos  de  todas  las  órdenes,  clases  y 
condiciones  que  tuvieran  que  quejarse  de  los  abusos 
de  poder  de  dicho  virey  ó  gobernador.  Esta  publica- 
ción debia  hacerse  de  modo  que  ninguna  persona  lo 
ignorase.  Una  cédula  del  9  de  octubre  de  1556  orde- 
naba que  ella  fuese  principalmente  conocida  de  los 
indios,  para  que  pudieran  pedir  la  reparación  de  las 
injusticias  que  pudieran  habérseles  hecho. 

La  residencia  de  los  gobernadores  duraba  se- 
senta dias,  debiendo  fallarse  las  quejas  dentro  de 
otros  sesenta  dias,  á  contar  desde  aquel  en  que  se 
habian  presentado.  La  de  los  vireyes  era  de  seis 
meses.  Vencidos  estos  plazos,  no  se  admitían  mas 
quejas.    El  procedimiento  de  la  residencia   de  los 


XII  PREFACIO 

vireyes,  gobernadores,  etc.,  se  enviaba  al  Consejo 
de  Indias,  quien  daba  ei  fallo  definitivo. 


*  * 


Durante  mucho  tiempo,  todos  los  funcionarios 
públicos  estaban  sujetos  á  pasar  por  esa  prueba-, 
pero  la  cédula  del  4  de  agosto  de  1799,  dispensó 
de  ella  á  los  alcaldes,  regidores,  alguaciles,  procura- 
dores, etc.,  y  solo  quedó  subsistente  para  los  vireyes, 
presidentes,  gobernadores  políticos  y  militares,  inten- 
dentes de  ejército  é  intendentes  corregidores. 

Esta  obligación  era  de  tal  rigor,  que  ninguno  de 
ellos  podia  ocupar  un  nuevo  empleo,  sin  presentar  á 
la  autoridad  que  debia  ponerle  en  posesión,  un  certifi- 
cado por  el  que  se  hiciera  constar  no  haber  resultado 
en  su  contra  ningún  cargo  en  su  anterior  empleo. 

No  debe  inferirse  de  lo  que  antecede  que  los  tales 
tribunales  fuesen  de  una  eficacia  absoluta,  sino  direc- 
ta y  únicamente  la  sabiduría  de  la  ley.  Abandona- 
mos la  crítica  de  sus  efectos  á  los  que  conocen  los  mi- 
ramientos que  incesantemente  obtiene  el  seductor 
Pluto  sobre  la  débil  Témis. 

Por  la  bula  de  Alejandío  VI,  los  reyes  de  Es- 
paña adquirieron  sobre  las  Indias  occidentales  el 
dominio  eclesiástico,  con  cargo  de  operar  la  con- 
quista, haciendo  germinar  en  ellas  las  semillas  de 
la  fé.  En  virtud  de  esta  concesión,  Fernando  é  Isa- 
bel establecieron,  por  cédula  del  5  de  octubre  de 
1501,  los  diezmos  en  todas  sus  posesiones  de  Améri- 
ca. Su  producto  se  destinó  primeramente  en  la  cons- 


PREFACIO  XUI 

• 

tracción  de  iglesias^  en  su  conservación  y  en  pagar 
los  curas*,  en  una  palabra,  en  todo  lo  que  se  re^ 
f^ria  al  culto  católico.  Carlos  V  ordenó,  el  5  de 
febrero  de  1541,  que  los  productos  de  los  diez- 
mos se  dividieran  en  cuatro  partes,  de  las  que  una 
pertenecía  de  derecho  al  obispo-,  la  otra  al  capítu- 
lo, divisible  según  las  dignidades-,  y  que  de  las  dos 
restantes  se  hablan  de  estraer  dos  novenos  para  el 
rey,  tres  para  la  fundación  de  iglesias  y  hospita- 
les y  los  cuatro  novenos  restantes  para  pagar  á 
los  curas  y  otros  eclesiásticos  que  sirviesen  los 
curatos.  Con  el  tiempo  se  ha  operado  en  esta 
disposición  un  cambio  que  únicamente  consistía  en 
reunir  á  los  cuatro  novenos  de  la  mitad  de  los  diez- 
mos, los  tres  novenos  reservados  para  la  construcción 
de  iglesias  y  hospitales,  porque  como  los  templos 
eran  ya  bastante  numerosos,  rara  vez  habría  que 
construir  otros  nuevos. 

El  obispo  y  el  capítulo  tenian  la  administración 
de  los  diezmos,  cuando  bastaban  para  su  sueldo, 
no  estando  obligado  el  rey  á  proporcionar  suple- 
mento alguno  de  su  caja-,  pero  no  podían  arren- 
darse sino  en  presencia  de  los  oficiales  reales  y  de  un 
oidor  en  los  puntos  donde  residía  una  audiencia  real; 
y  la  adjudicación  no  se  hacia  sino  con  cargo  de 
pagar  el  adjudicatario,  directa  y  personalmente,  á  los 
oficiales  reales  los  dos  novenos  que  tocaban  al  rey. 

El  diezmo  Se  pagaba  por  toda  clase  de  perso- 
nas, sobre  todas  las  producpiones  del  país.  Solo  era 
de  cinco  por  ciento  sobre  los  artículos  que  exigían,  al 
salir  de  la  tierra,    una   preparación  costosa   para 


IV  PREFACIO 

tomar  la  forma  de  artículos  comerciales,  como  el  azú- 
car, el  añil  y  el  café;  pero  era  rigurosamente  de  diez 
por  ciento  sobre  el  algodón,  el  cacao,  los  granos,  los 
guisantes,  las  legumbres,  las  semillas,  el  casabe,  los 
corderos,  los  cabritos,  los  lechones,  los  pollos,  los  an- 
sarones, la  leche,  la  manteca,  el  queso,  la  lana,  las 
terneras,  los  potros,  los  mulos,  los  asnos,  toda  clase 
'  de  frutas,  escepto  el  ananá,  las  uvas,  las  aceitunas^ 
la  hortaliza,  la  miel,  la  cera,  los  enjambres,  etc. 


•M-    * 


Las  principales  disposiciones  de  la  madre  patria, 
para  asegurar  su  soberania  en  la  América,  eran 
prohibir  á  los  indios  cargar  ninguna  clase  de  ar- 
mas ofensivas  ni  defensivas;  privarles  del  uso  del 
caballo;  impedir  á  cualquier  indio  de  aprender. el 
oficio  de  armero,  ó  vivir  en  casa  de  cualquiera 
persona  donde  pudiese  adquirir  alguna  noción  de 
la  fabricación,  reparación  ó  manejo  de  armas;  obli- 
gar á  los  indios  conquistados  á  vivir  juntos  en  villas, 
en  vez  de  estar  diseminados  por  el  país;  prohibir 
á  todo  indio  pasar  de  un  pueblo  á  otro,  mucho 
menos  trasladar  su  residencia,  so  pena  de  veinte 
azotes  al  delincuente  y  4000  pesos  de  multa  al  cacique 
que  lo  permitiera;  privar  á  los  españoles,  mulatos  y 
los  de  casta  mixta  de  habitar  en  pueblos  indios,  de 
temor  de  difundir  ideas  perjudiciales  á  la  pública 
tranquilidad.  La  esperiencia  ha  demostrado  la  utili- 
dad de  esta  separación,  porque  esta  medida,  dis- 
puesta por  la  ley,  redundaba  en  ventaja  de  la  domina- 
ción del  misionero,  que  era  tan  atento  en  prevenir 


PREFACIO 


X^ 


mezclas  funestas  al  prestigio  de  su  poder,  que  los 
españoles  que  tienen  ocasión  de  pasar  por  esos 
pueblos  ó  reducciones,  solo  pueden  pernoctar  una  no- 
che, si  llega  por  la  tarde,  ó  el  tiempo  necesario 
para  comer  algo,  si  es  por  la  mañana.  El  misionero 
los  recibía  en  su  casa  impidiendo  toda  comunicación 
durante  su  permanencia,  que  jamás  sé  prolongaba  ba- 
jo ningún  motivo  ni  pretesto.  Por  este  medio,  era 
imposible  enterarse  de  la  vida  que  llevaban  los  misio- 
neros;  pero,  si  se  ha  de  juzgar  por  el  cuidado  que  po- 
nian  en  ocultar  los  defectos  de  su  administración,  por 
Ja  nulidad  de  la  reducción  ó  conversión  de  nuevos  sal- 
vages,  por  la  lentitud  de  la  civilización  de  los  indios, 
que,  de  padre  á  hijo,  estaban  confiados  á  su  ministe- 
rio, tanto  curial  como  apostólico,  ningunas  ventajas 
sacaron  de  sus  trabajos  ni  la  religión,  ni  la  soberanía 
nacional. 

Erales  prohibido  á  los  misioneros  exigir  nada  de 
los  indios  por  la  administración  de  los  sacramentos, 
ni  por  ninguna  otra  función  eclesiástica.  Esta  dispo- 
sición no  era  violada  directamente,  es  verdad,  pero 
se  eludia  enteramente  su  espíritu  por  la  venta  que  les 
hacian,  en  mil  por  ciento  de  beneficio,  en  rosarios, 
escapularios  y  pequeñas  imágenes  de  vírgenes  y  san- 
tos. El  pobre  indio  era  siempre  amenazado  de  la  có- 
lera de  Dios,  hasta  que  hubiese  comprado  todo  lo  que 
el  misionero  tenia  que  vender.' 


*  » 


Con  el  fin  de  dar  lo  mas  completa   posible  la  lista 
de  los  gobernadores  del  Paraguay,    que    eran  los 


^Ví  PREFACIO 

mismos  del  Rio  de  la  Plata,  trascribimos  de  nues- 
tra Historia  de  los  Gobernantes  de  las  Provincias 
Argentinas  lo  pertinente  á  la  presente  Historia^ 
amplrándola  cuanto  fuese  necesario. 


La  ciudad  de  la  Asunción  fué  fundada  en  1536, 
por  Juan  de  Salazar  y  Espinosa  y  usa  del  título  de 
Bustre^  desde  su  fundación,  por  los  importantes 
servicios  que  hizo  en  muchas  poblaciones  que  esta- 
bleciera, y  por  haber  sido  capital  de  ocho  ciudades, 
como  se  refiere  en  Real  Cédula  de  7  de  junio  de 
1618.  Tiene  por  armas  un  escudo  sobre  campo 
azul:  en  el  primer  cuartel  está  colocada  Nuestra 
Señora  de  la  Asunción:  en  el  segundo  el  Patrón  San 
Blas:  en  el  tercero  un  castillo,  y  en  el  cuarto  una  pal- 
ma, un  árbol  frondoso  y  un  león,  que  le  concedió 
el  rey  Carlos  V.  Así  debe  inferirse,  supuesto  que  la 
mayor  parte  de  los  papeles  antiguos  «e  perdieron  en 
el  incendio  que  padeció  esta  ciudad  el  aflo  de  1545, 
cuya  desgracia  es  regular  alcanzase  también  á  la 
Real  Cédula  en  que  el  rey  le  concedió  el  privilegio  de 
tener  24  regidores. 


ADVERTENCIA 


Debemos  declarar  *que  han  servido  para  nuestra  obra  de  los  Gobern an- 
tes DEL  Paraguay  los  autores  siguientes:  Azara,  Lozano,  Funes,  Charle- 
voix,  Angelis,  Trelles  (Registro  Estadístico,  Revistas  del  Archivo  y  de  la 
Biblioteca)  Archivo  Municipal  de  Córdoba  yHe  Buenos  Aires,  ¿obert- 
son,  Bengger  y  Longchamp,  César  Famin,  Molas,  etc. 


HISTORIA 


DE  LOS 


GOBERNANTES    DEL    PARAGUAY 


1535-1539—1.  DON  PEDRO  DE  MENDOZA,  caballe- 
ro andaluz,  natural  de  Guadix  en  en  el  reino  de  Granada, 
quien  obtuvo  de  la  corte  de  España,  para  él,  sus  herederos 
6  sucesores  inmediatos,  designados  por  él,  el  gobierno  del 
Rio  de  la  Plata,  con  200  leguas  de  jurisdicción  hacia  el 
Sur,  y  el  título  de  Adelantado  (1)  de  estas  comarcas, 
con  el  cargo  de  hacer  todos  los  gastos  de  la  espedi- 
cion. 


»  * 


Sale  del  puerto  de  San  Lucar  (agosto  de  1534)  para  el 
Rio  de  la  Plata,  trayendo  consigo  2500  españoles,  de 
todo  sexo  y  edad,  y  150  alemanes,   sajones    y  flamencos, 

(1)  Según  la  loy  de  Partida^  el  adelantado  es  un  funcionario  con  autori- 
dad del  rey,  como  quien  dice  gobernador  de  provincia:  **Adelantado  tanto 
quiere  decir  como  home  metido  adelante,  en  algún  fecho  señalado^  por 
mandado  del  rey,  y  por  esta  razón,  el  que  antiguamente  era  asi  puesto 
sobre  tierra  gande,  llamábanlo,  en  latin  proejes  provineiae,**^  (Segunda 
partida,  tit.  IX,  ley  XXII).  2 


•■  •  • 


2  DEL  PARAGUAY 

en   cuatro   embarcaciones,    y    funda  (2    de  febrero  de 
1535)  la  ciudad  de  Buenos  Aires. 

:  {.!•  'Jf^lyi  ?sja  fundación,  mandó  construir  8  bergantines  y 
.  .  • .. ...  Jil^Uilos'botQs.y  dejando  (1539)una  guarnicionde  160  hora. 
•  \;  :•':  Vi  ijife^  paé^M;^  guardia  de  los  navios  grandes  al  mando  .  del 
capitán*  Juan  Romero,  con  ración  sufi'^iente  para  un  año,  se 
embarcó  con  400  hombres  navegando  el  rio  Parapá  arriba. 
A  los  dos  meses  llegó  á  los  Timbües,  donde  permaneció 
cuatro*años,  siempre  contrariado  por  sus  malos  consejeros 
que  le  iban  precipitando.  Por  envidia  de  algunos,  man- 
dó matar  á  su  maestre  ds  campo  Juan  de  Osorio,  y  tra(§ 
á  sus  soldados  con  castigos  afrentosos  y  crueles,  debido 
tal  vez  á  los  padecimientos  que  le  habían  esperimentar 
sus.  seis  heridas,  cuatro  en  la  cabeza,  una  en  la  pierna 
y  otra  en  la  mano,  privándole  de  escribir  y  aun  firmar. 

Ese  mal  estado  de  salud,  le  determinó  á  retirarse  á  Es- 
paña y  antes  de  efectuar  su  viage*  hizo  en  Buenos  Aires 
su  testamento  cerrado,  que  dejó  en  poder  del  escribano. 
En  seguida  (21  de  abril  de  1539)  escribió  á  su  lugartenien- 
te Ayolas,  anunciándole  aquella  circustancia,"y  autorizán- 
dole á  enterarse  del  contenido  de  su  testamento,  si  llega- 
ra á  tener  noticias  de  que  hubiese  fallecido.  Dejó  á  Ayo- 
las  por  escrito,  las  instrucciones  de  como  habia  de  ma- 
nejarse, aconsejándole  tratase  de  conservarse  en  el  go- 
bierno toda  su  vida  y  teniéndole  siempre  presente,  su  pena 
de  enviar  otro  en  su  lugar  si  no  cuniplia  sus  instruccio- 
nes. 

Dejando  así  todo  dispuesto,  se  embarcó  en  el  puerto  de 
Buenos  Aires,  á  mediados  del  año  (1539)  y  siguió  viage 

con  destino  á  Castilla,  adonde  no  pudo  llegar  por  haber 
fallecido  en  la  mitad  del  camino,  teniendo  la  mar  por 
sepultura. 

Apenas  fundada  la  ciudad  de  Buenos  Aires,  habian 
comisionado  con  el  nombramiento  de  teniente  de  goberna- 
dor y  capitán  general  de  las  tierras  que  descubriera  á — 


GOBERNANTES  3 

11.  DONJUÁN  DEAYOLAS  lugar  teniente— uno  de 
los  tres — Domingo  Martinez  de  Irala  y  Nuflo  de  Chaves 
— que  entrara  en  el  Paraguay,  comisionado  para  fundar 
otra  colonia.  Subió  el  rio  Paraná,  estableció  el  pequeño 
fuerte  de  Corpus  Christi  ó  de  Buena  esperanza,  en  la 
costa  occidental  del  Paraná,  cinco  leguas  mas  abajo  de 
Coronda,  y  regresó  á  dar  cuenta  de  su  cometido.  Bajo 
tan  felices  auspicios,  Mendoza  se  apresuró  á  comisio- 
narle de  nuevo  para  aumentarlos  descubrimientos. 

Ayolas,  siguiendo  los  pasos  que  habia  trazado  Gaboio, 
éhtró  en  el  rio  Paraguay  por  el  puerto  llamado  la  An- 
gostier^a,  (25"*  28'  3"  latitud)  donde  fué  atacado  por  los  indios 
agaces,  á  quienes  consiguió  wencer.  Continuó  su  nave- 
gación cinco  leguas  mas  arriba,  donde  fundó  e!  pueblo 
conocido  por  la  Vilteta,  (á5  legs.  de  lo  que  hoy  es 
Asunción)  después  de  una  reñida  y  sangrienta  batalla 
con  los  indios,  quedando  I05  españoles  dueños  absolu- 
tos del  punto.  • 

Un  poco  más  arriba,  construyó  la  primera  casa  en 
aquel  parage  á  que  dio  por  nombre  nuestra  Señora  de 
la  Asunción,  (1)  en  conmemoración  del  dia  (15  de  agosto 
de  1536)  en  que  tuvo  lugar  la  batalla  de  Lambaré  (2  le- 
guas de  la  Asunción). 

Permaneció  seis  meses  en  esta  ciudad,  tomando  algún 
descanso  después  de  sus  sangrientas  campañas  contra 
los  agaces,  á  quienes  casi  anonadó,  tomándoles  500  ca- 
noas, quemándoles  sus  pueblos  y  haciéndoles  muchos 
otros  daños. 

Contando  con  el  auxilio  de  los  cario«,  preparó  un^  es- 
pedicion  contra  los  payaguáes,  indios  que  estaban  pobla- 
dos como   á  100  leguas  de  la  Asunción,  y    contra  los 

■ 

(1)  La  virgen  de  la  Asunción  fué  tra^a  en  1537  por  el  capitán  Juan 
Salazar  y  Espinosa  y  colocada  en  la  igleisa  diez  años  después.  Se  le  llamó 
conquistadora  por  ser  contemporánea  de  los  primeros  conquistadores  del 
Paraguay  y  habiendo  operado  un  milagro  á  doña  Lorenza  Delgadiüo 
esposa  del  geeneral  Zavala,  quien  le  regalo  preciosas  alhajas,  ñié  objeto 
de  devoción  de  los  habitantes  de  la  ciudad  por  muchos  años. 


4  DEL  PARAGUAY 

caracaráes!  Hechos  los  preparativos  necesarios,  car- 
gando cinco  navios  de  maiz  y  surtiendo  á  los  ma- 
rineros de  cuanto  habia  menester  para  un  viage  de  dos 
meses,  como  proyectaba,  dejó  en  la  Asunción  100  hom- 
bres y  con  300  de  los  mas  escogidos,  navegó  siempre 
rio  arriba  hasta  llegar  al  último  pueblo  de  los  carios, 
llamado  Itatin,  á  80  leguas  de  aquella  ciudad,  cuyos  in- 
dios le  proveyeron  de  toda  clase  de  víveres.  En  el  mon- 
te de  San  Fernando  (hoy  Pan  de  Azúcar)  á  12  leguas 
de  Itatin,  encontraron  los  españoles  á  los  payaguáes, 
con  quienes  estuvieron  9  dias,  bien  tratados  y  obsequiaí^ 
dos  y  con  I03  cuales  Ayolas  concertó  una  espedicion  á 
los  indios  jarayes  (1). 

Ayolas  llevaba  5  buques,  de  los  qué  deshizo  2,  dejan- 
do en  los  restantes  50  españoles  al  cargo  del  capitán 
Domingo  Martínez  de  Irala  en  el  puerto  de  la  Candelaria, 
donde  acababan  de  desembarcar  (2  de  febrero  de  1537), 
con  orden  de  esperarle  allí  4  meses,  al  fin  de  los  cuales 
si  él  no  volvia,  retirarse  á  la  Asunción.  En  seguida  se 
internó  en  el  territorio  del  Chaco,  penetrando  por  Chiqui- 
tos hasta  el  Perú,  y  venciendo  no  pocas  dificultades, 
volvió  al  puerto  de  Candelaria  como  á  los  seis  meses  de 
su  partida,  mas  como  no  encontrara  su  flota,  que  acababa  de 
salir  con  Iralapara  la  Asunción,  de  conformidad  á  sus  ins- 
trucciones, fué  á  establecerse  momentáneamente  en  el 
territorio  de  los  payaguáes,  acompañado  de  300  indios  de 
esta  nación  y  de  sus  300  españoles.  Fueron  los  espa- 
ñoles tan  obsequiosamente  recibidos  de  losindios,  que 
Ayolas  no  desconfió  de  ellos  en  lo  mas  mínimo,  cuando 
BU  objeto  en  tratarlos  de.  ese  modo  era  llevar  adelante 

(1)  En  la  época  del  descubrimiento,  toda  la  América  se  hallaba  pobla- 
da por  tribus  de  indios;  cada  una  de  éstas  se  denominaba  nación^  como 
los  negros  de  África,  aunque  el  número  de  que  se  componia  Tina  nación 
ó  tribu    apenas  llegaba  á  mil  y  rara  vez  pasaba  de  diez  mil. 


GOBERNANTES  5 

« 

una  premeditada  traición.  Egecutaron  su  perfidia  espian- 
do el  momento  que  no  tardó  en  presentarse.  En  una  noche 
tenebrosa,  cuando  todos  estaban  profundamente  dormidos 
á  una  señal  dada,  los  indios  se  lanzaron  sobre  los  cristia- 
nos  y  consumaron  su  felonía  sacrificando  á  todos  menos 
Ayolas,  que  logró  postergar  su  muerte  yendo  á  ocultarse 
en  un  matorral.  A  la  mañana  siguiente  diefon  con  él  y  con 
un  indio  chañes  que  le  acompañaba,  y  llevándole  á  la  pla- 
za le  hicieron  blanco  de  sus  flechas  hasta  dejarle  cadáver 
y  al  chañes  le  conservaron  prisionero,  el  cual  consiguió 
evadirse  y  fué  por  quien  sesupo  el  trágico  fin  de  Ayolas  y 
sus  compañeros. 


Con  la  certidumbre  de  la  muerte  de  Ayolas,  como  al 
año  del  suceso  (1539)  Inala  mandó  quemar  vivos  á  los 
payaguáes  egecutores  de  la  traición  y  en  seguida  volvió 
&  la  Asunción,  donde  se  encontró  con  el  veedor  Alonso 
de  Cabrera,  que  acababa  de  llegar  y  Francisco  Ruiz. 
Este  habia  sido  despachado  de  Valladolid,  en  virtud  de 
cédula  de  12  de  setiembre  de  1537,  provisto  gobernador 
en  caso  hubiese  muerto  el  que  Mendoza  habia  dejado 
ó  no  hubiesen  elegido  otro  los  conquistadores  ó  pobla- 
dores. 

Convocados  todos  los  capitanes,  y  oficiales  reales,  se 
procedió  ala  elección  de  gobernador  interino  y  resultó 
electo  por  unanimidad. 


1538-1542— III.  DON  DOMINGO  MARTÍNEZ  DE  IRA- 
LA  ,  apenas  se  recibió  del  cargo,  en  agostó  de  1538,  decla- 
ró asiento  del  gobierno»  lo  que  entonces  era  ciudad  de  la 
Asunción;  nombró  los  funcionarios  públicos,  que  habian 
de  compartir  con  él  las  tareas  de  la  gobernación;  mandó 
parcticar  la  elección  de  alcades  ordinarios,  habiendo  ésta 
recaído  en  los  caballeros   Juan  Salazar  de   Espinosa  y 


6  DEL  PARAGÍIAY 

Gonzalo  de  Mendoza,  los  regidores  y .  denlas  ministros 
mferiores,  todos  los  que  prestaron  juramento  al  entrar  en 
ejercicio  de  sus  oficios.  Establecióse  una  policía  en  la 
ciudad  y  se  formó  varias  poblaciones  de  guaraníes  á 
quienes  se  obligó  á  prestar  juramento  de  fidelidad  y  va- 
sallageal  rey.  Los  guaicurúes  (1)  y  otros  indios  del 
Chaco  no   quisieron  prestarse  á  la  sumisión. 

Como  la  población  de  Buenos  Aires  sufría  privaciones 
y  toda  clase  de  miserias  y  se  hallara  continuamente  hos- 
tilizada por  los  indios  querandis  (2)  se  resolvió  en  consejo 
mandarla  sacar  á  fin  de  que  se  incorporase  á  los  poblado- 
res de  la  Asunción,  y  reservando  para  ocasión  mas  pro- 
picia la  repoblación  de  aquel  puerto,  cuya  gloria  cupo  á 
Gara  y  40  años  más  tarde.  Para  el  efecto,  Irala  despacha 
con  toda  prontitud  al  capitán  Diego  de  Abreu  con  el  sufi- 
ciente número  de  embarcaciones  capaces  de  conducir  toda 
aquella  población,  que  recibió  con  jubilóla  noticia  de  su 
traslación* (3).  Efectuóse  esta  en  1540,  quedando  en  con- 
secuencia despoblado  Buenos  Aires,  desde  entonces  hasta 
1580  juntamente  con  los  [pobladores  cuyo  número  habia 
quedado  reducido  á  600,  se  incorporaron  tres  italianos,  á 

(1)  una  de  las  más  famosas  naciones  ó  tribus,  una  de  las  mas  nume- 
rosas, la  más  valiente,  la  más  fuerte  y  la  más  guerrera  que  habitaba  el 
Chaco,  casi  en  frente  de  la  Asunción.  Los  tobas  eran  sus  compañe- 
ros y  aliados.  ' 

(2)  Nombre  del  cacique  que  los  mandaba  y  son  los  actuales  pampas  y 
puelches j  etc .  disputaron  el  terreno  á  los  fundadores  de  Buenos  Aires  con 
un  valor,  una  constancia  admirable,  al  estremo  de  verse  obligados, 
después  de  pérdidas  considerables,  á  abandonar  el  puerto.  A  la  segun- 
da vez  que  se  fundara  esa  ciudad,  no  pudieron  aquellos  indios  resistir 
á  la  fuerte  caballería  de  que  ya  disponía  y  tuvieron  que  retirarse  al  Sur 
donde  permanecieron  durante  muchos  años  hostilizando  á  toda  la  cam- 
paña. 

(3)  Sobre  la  despoblación  de  Buenos  Airef*  no  están  contentes  los  his-  . 
toriadores  entre  si,  pues  unos  dicen  que  Irala  pasó  á  Buenos  Aires  con 
el  objeto  de  llevar  á  la  Asunción  cuanto  existia  en  aquella  ciudad,  dejan- 
do en  su  lugar  á  Garcia  Yenegas  para  el  mando  del  Paraguay;  otros  que 
despachó  á  Diego  de  Abreu  con  algunas  embarcaciones  para  efectuar 
esa  operación.  Aun  en  las  fechas  hay  divergencia  de  opiniones.  Asi  es 
que  sentimos  no  poder  garantir  la  veracidad    délas  mismas. 


GOBERNANTES  7 

quienes  un  naufrajio  llevó  á  ese  puerto,  llamados  Pedro 
Antonio  de  Aquino,  Tomas  Risso  -  y  Bautista  Troche, 
cuyas  familias  se  estendieron  después  por  toda  la  pro- 
vincia del  Paraguay. 

De  los  3000  y  más  hombres  que  hablan  venido  de  Es- 
paña, cuando  se  pasó  revista,  solo  se  encontró  dicho  nú- 
mero de  600,  á  cada  uno  de  ellos  se  repartió  un  terreno 
para  edificar  casa  y  tierras  para  cultivar,  circuvalando 
todo  el  recinto  con  una  estacada  para  resguardarse  de 
los  bárbaros.  Empezóse  á  construir  el  templo,  y  como 
era  humilde  su  arquitectura  á  la  par  que  la  de  las  casas, 
se  les  dióeima  con  bastante  brevedad. 

Apenas  habia  conseguido  Irala  la  reducción  y  pacifi- 
cación de  los  pueblos  de  Ibitiruzú,  Tebicuarí,  Monday.y 
otros  del  rio  Paraguay  arriba,  se  conjuraron  los  guara- 
níes (1)  para  deshacerse  de  los  españoles,  á  quienes  odia- 
ban, concluyendo  con  todos,  por  su  conducta  violenta  y 
aun  tiránica.  Para  ejecutar  su  plan  infernal,  fijaron  la 
noche  del  jueves  santo  de  1540,  á  la  hora  de  la  procesión. 
Una  india  que  vivia  con  el  capitán  Salazar  previno  á  este 
del  peligro  que  corrían  los  españoles  é  inmediatamente  se 
comunicó  la  noticia  a  Irala,  quien,  con  el  pretesto  de  com- 
binar algún  plan  para  oponerse  ala  invasión  del  común 
enemigo,  llamó  ásu  presencia  á  los  caciques  y  otrqs  in- 
dios de  suposición.  Todos  concurrieron  presurosos, 
tnuy  ágenos  de  lo  que  les  esperaba,  y  á  medida  que  iban 

(1)  La  nación  gnarani  estaba  por  todas  partes  dividida  en  muy  peque- 
ñas sociedades  ú  hordas,  independientes  unas  de  otras,  y  cada  una  con 
diferente  nombre,  tomado  del  cacique  ó  del  parage  donde  habitaba.  Los 
conquistadores  dieron  el  nombre  de  guarani  ¿  todas  las  tribus  que 
▼ivian  sobre  la  costa  de  un  rio,  ó  en  algún  distrito,  como  mbayaes,  csr 
racaráes,  timbúes,  tucaquées,  calchaquies,  quiloazas,  carios,  mangólas, 
tatines,  tarcis,  bomboyes,  curupaities,  curumayes/  guaicurúes,  tapes,  chiri- 
guanos, los  mismos  guaranies  y  otros.  La  lengua  guarani  se  estendió 
admirablemente  por  un  territorio  inmenso  poseido  por  portugueses,  fran- 
ceses y  espafioles. 


y 


8  DEL  PARAGUAY 

llegando  se  les  echaban  en  prisiones  quedando  incomu- 
nicados. Luego  que  los  tuvo  presos  á  todos,  los  sometió  á 
un  breve  interrogatorio,  aplicando  el  tormento  á  algunos, 
hasta  conseguir  la  confesión  del  plan  que  meditaban,  con 
lo  cual,  los  cabezas  fueron  sentenciados  á  muerte  y  ahor- 
cados, y  sus  cadáveres  espuestos  en  seguida  á  la  pública 
espectacion,  para  escarmiento  de  los  demás,  á  quienes 
Irala  perdonó  mandándolos  poner  en  libertad. 

Este  acto  de  severa  justicia  hizo  que  Irala  fuese  temido 
de  indios  y  españoles,  pero  no  faltaron  algunos  que,  desa- 
probando su  conducta  y  calificándola  de  despótica,  salie- 
ron huidos  de  la  Asunción  con  la  intención  de^epresen- 
tar  sus  quejas  ante  el  rey.  No  les  faltó  buque  en  que 
hacer  su  viage,  el  que  emprendieron  hasta  llegar  á  la 
isla  de  Santa  Catalina,  donde  se  encontraron  (1541)  casual- 
mente con — 


1542.1544— IV.  "ALVAR  NUÑEZ  CABEZA  DE  VACA, 

adelantado,  provisto  para  el  gobierno  del  Rio  de  la  Plata 
en  virtud  de  capitulación  hecha  con  el  rey  en  18  de  náarzo 
de  1540,  y  cuyas  cláusulas  principales  eran:  no  permitir 
letrados  ni  procuradores,  porque  la  esperiencia»habia  de- 
mostrado que  esas  profesiones  ocasionaban  diferencias  y 
pleito^,  originándose  discordias  mortales  y  odios  impla- 
cables: repartimiento  de  tierras  á  perpetuidad  á  los  que 
las  hubiesen  poseido  cinco  años  cumplidos:  facultad  á  los 
españoles  para  tratar  y  contratar  libremente  con-  los  in- 
dios: libertad  á  los  vecinos  de  las  provincias  del  Rio  de  la 
Plata  para  volver  á  España,  sin  necesidad  de  permiso  del 
rey:  elección  de  alcaldes  ordinarios  que  pudieran  conocer 
en  los  casos  de  hermandad:  apelación  de  los  tenientes  al 
gobernador  de  la  provincia  y  remisión  de  las  resoluciones 
de  este  al  consejo:  apelación  en  las  causas  criminales  an  - 
te  el  consejo,observándose  el  derecho  y  las  leyes  de  Cas- 
tilla; pero  en  las  civiles  de  2000  pesos  6  mayor  cantidad. 


GOBERNANTES  9   * 

otorgándose  las  apelaciones:  recusados  los  jueces  en  cual-  . 
quiera  causa,  deberse  acompañar  conforme  á  la  ley:  seña- 
lamiento de  ejidos  á  todos  los  vecinos  siendo  comunes  los 
usos  de  los  rios:  no  ejecutarse  á  nadie,  por  el  espacio 
de  cuatro  años,  por  deudas  reales,  no  debiendo  los  veci- 
nos pagar  por  Qiez  años  el  derecho  de  almojarifazgo,  ni 

otro  derecho  en  cinco  años,  etc. 

Bajo  esas  condiciones,  el  adelantado  emprendió  su 
viage  con  400  hombres,  46  caballos  y  5  embarcacio- 
nes,   saliendo    de    San    Lúcar  de  Barrameda   el   2  de 

• 

noviembre^de  1540  y  llegó,  al  territorio  de  la  Cananea, 
cerca  de  la  costa  del  Brasil,  á  37  leguas  de  San  Vicente, 
del  cual  ^omó  posesión  en  nombre  del  rey  de  España. 
Pasó  en  seguida  ala  isla  de  Santa  Catalina,  en  la  misma 
•costa,  de  la  que  también  tomó  posesión,  el  29  de  marzo 
del  año  siguiente;  habiendo  permanecido  en  ella  siete 
meses. 

Con  el  fin  de  llegar  á  su  destino  cuanto  antes  y  hallar- 
se más  desembarazado,  despachó  desde  la  referida  isla, 
por  agua,  á  los  inválidos  y  á  las  mugeres  á  cargo  de  Fe- 
lipe deCácerescon  150  hombres  al  Rio  de  la  Plata,  dejan- 
do las  dos  naves  gruesas  que  llevaba  en*  San  Grabiel  y 
pasando  con  las  otras  tres  al  Paraguay,  y  el  adelantado 
emprendió  (8  de  octubre  de  1541)  el  viage  á  la  Asunción 
por  tierra  con  los  hombres  de  armas  llevar  y  26  caballos, 
únicos  que  sobrevivieron  de  los  46  que  se  trageron  de 
España.  Pasó  por  los  territorios  guaraníticos,  de  cuyas 
tribus  recibió  toda  clase  de  obsequios  y  tomando  po- 
SjBsion  del  país  lo  denominó  provincia  de  Vera.  En  di- 
ciembre llegó  al  rio  Curitiva  ó  Iguazü,  encaminándose  en 
seguida  al  rio  Tibajiba,  Ubay  y  Piquiri,  desde  donde  des- 
pidió á  los  indios  que  de  Santa  Catalina  traia  en  clase  de 
guias.  Al  fin,  el  11  de  marzo  de  1542,  entró  en  la  ciudad 
de  la  Asunción,  acompañado  de  sus  principales  vecinosy 
del  gobernador  Irala,  que  habia  salido  á  su  encuentro. 


10  DEL   PARAGUAY 

Exhibidos  su^  títulos  y  hallados  en  regla,  Irala  le  entre- 
gó el  bastón  el  mismo  dia  manifestándose  todo  el  pueblo 
dispuesto  á  obedecerle  y  acatarle,  quedando  el  mismo 
Irala  reconocido  como  segundo  del  adelantado. 

Lo  primero  que  hizo  Alvar  Nuñez  al  fallarse  en  po- 
sesión del  poder  fué  despachar  al  capitán  Diego  de  Abreu 
con  víveres  de  toda  clase  parajos  que  de  Santa  Catalina 
venian  por  agua,  habiendo  sido  socorridos  con  toda 
oportunidad  cerca  de  Corrientes,  y  al  siguiente  mes  (abril) 
llegaron  con  felicidad  á  la  Asunción,  no  sin  haber  antes 
esperimentadó  numerosos  sinsabores. 

El  adelantado  desde  el  principio  de  su  gobierno,  empe- 
zó á  tener  reyertas  con  sus  subalternos  y  compañeros  de 
'  viage.  Cáceros,  á  quien  el  rey  habia  acordado  empleo  de 
regidor,  tuvo  una  acalorada  disputa  que  escandalizó  ala 
población,  por  haberse  negado  á  darle  posesión  del  car-, 
go.  Esta  desinteligencia  tuvo  sns  cpnsecuencias,  según  se 
verá  mas  adelante. 


*  » 


El  ejemplo  que  daban  los  conquistadores  no  era  el  más 
edificante;  así  fué  que  los  indios  pusieron  en  juego  sus 
hábitos  salvajes*,  matando  los  guaicurúes  á  algunos  espa- 
ñoles y  guaraníes  que  se  hallaban  trabajando  en  las  cer- 
canías de  la  Asunción.  Este  acto  bárbaro  no  quQdó  impu- 
ne, pues  fueron  sorprendidos  y  castigados,  haciéndose  un 
gran  numero  de  prisioneros  y  consiguiéndose  otras  ven- 
tajas. 

En  cumplimiento  de  la  orden  que  traia  Nuñez  de  bus- 
car camino  para  comunicar  con  el  Perú,  confió  esta  conw- 
sion  aírala,  quien  partió  en  tres  bergantines  con  90  espa- 
ñoles y  800  guaraníes  que  tomó  de  los  pueblos  delpané, 
Guarambaré  y  Atira.  Desde  el  punto  denominado  Pí^dro^ 
Partidas  á  los  22o  34',  hizo  marchar  á  los  indios  hacia  el 
oeste,  bajo  las  órdenes  del  cacique  Aracaré,  con  tres  espa- 
ñoles, y  él  continuó  su  navegación  rio  arriba.    Al  cabo  de 


GOBERNANTES  11 

algunos  dias  Aracaré  se  retiró  por  temor  de  los  indios  del  * 
Chaco,  circunstancia   que  hizo  fracasar  la  ^empresa  por 
aquel  lado. 

Sin  embargo,  Irala  llegó  (6  de  enero  de  1543)  á  los  17© 
57'  de  latitud,  anclando  en  la  Laguna  Yaibá,  á  que  nom- 
bró Puerto  de  los  Reyes,  á  causa  del  dia  de  su  arribo; 
desembarcó  internándose-  en  el  país  y  después  de  recibir 
informes,  á  los  cuatro  dias  volyió  á  aquel  puerto,  donde 
encontró  una  canoa  que  le  llevaba  orden  superior  para 
ahorcar  al  cacique  Aracaré,  por  su  falta  de  haberse  reti- 
rado. Ejecutada  dicha  orden,  Iralá  regresó  felizmente  á 
la  Asunción,  donde  ée  encontró  con  la  triste  nueva  de  ha- 
ber, c(5mo  á  las  dos  de  la  mañana  del  4  de  febrero  (1543) 
esperimentado  tan  feroz  incendio,  que  redujo  á  ceni- 
zas la  mayor  parte  de  la  ciudad,  cuya  circunstancia 
aterrorizó  tanto  al  adelantado  que  lo  atribuyó  á  artificios 
de  los  indios  é  hizo  .tocar  alarma.  Presto  se  supo  que 
era  casual;  y  sin  embargo  los  españoles  se  hallaban  ame- 
nazados de  gran  peligro  del  que  se  apercibieran  por  las 
llamas  del  incendio,  habiéndose  conjurado  mediante  las 
oportunas  y  acertadas  medidas  que  se  pusieron  en  prác- 
tica. 


Otro  de  los  puntos  importantes  á  que  el  adelantado 
consideró  deber  prestar  su  atención  preferente,  fué  la  pa- 
cificación de  los  indios,  y  lo  consiguió  celebrando  capitu- 
laciones satisfactorias  con  tres  caciques  principales;  pero 
hubo  que  emplear  las  arnjas  para  someter  á  la  provincia 
de  Ipané,  cuyo  cacique  Taberé  se  había  amotinado  para 
vengar  la  muerte  de  su  hermano  el  cacique  Aracaré. 

En  consecuencia,  el  adelantado  preparó  un  ejército  4 
cuya  cabeza  puso  á  Irala  y  bajo  sus  órdenes  otros  fa- 
mosos capitanes  como  Alonso  deRiquelme,  Rui  Diaz 
Melgarejo  y  Juan  Camargo.  El  general  Irala  propuso  la 
paz  á  Taberé,  quien,  furioso  por  la  muerte  de  su  hermano, 


12  DEL  PARAGUAY 

•  no  quiso  oir  condiciones  y  se  preparó  á  la  guerra  con 
encarnizamiento.  En  una  sangrienta  batalla  que  tuvo 
lugar  el  !<>.  d6  mayo,  (1543)  Irala  quedó  victorioso,  aun- 
que á  costa  de  inmenso  sacrificio  de  vidas,  consiguiéndose 
empero  la  sumisión  de  Taberé  con  todos  sus  indios. 

En  vista  de  los  informes  de  Irala,  el  adelantado  resol- 
vió ir  en  persona  á  buscar  un  camino  para  el  Perú,  á  la 
cabeza  de  una  espedicion.  Después  de  algunos  cambios 
en  los  empleados  de  la  administración  de  hacienda,  anu- 
lando los  nombramientos  hechos  por  el  rey,  la  espedicion, 
compuesta  de  400  españoles,  arcabuceros  y  ballesteros, 
12  caballos  y  200  indios  auxiliares  de  Taberé,  con  10  ber- 
gantines y  120  canoas,  el  8  de  setiembre  (1543)  partió  de 
la  Asunción  en  dos  divisiones,  por  agua  una  y  por  tierra 
la  otra,  hasta  el  monte  de  San  Fernando,  á  los  21<>  22'  de 
latitud,  donde  se  embarcó  toda  la  gente  reunida. 

Durante  la  navegación,  algunos  indios  guasarapas 
sorprendieron  al  último  bergantín  matando  seis  hombres 
pero  al  fin  arribaron  al  puerto  de  los  Reyes.  En  este 
punto  se  presentaron  con  disposiciones  pacíficas  los  indios 
orejones,  cacocis,  chanaes  y  guaraníes,  cuyos  servicios 
ofrecidos  fueron  aceptados.  Irala,  en  el  acto,  despachó 
'dos  españoles  or>n  algunos  orejones,  quienes  volvieron  al 
cabo  de  ocho  dias  con  la  notícia  de  haber  llegado  al  país 
de  los  jarayes,  que  era  un  terreno  enteramente  inundado. 
El  comandante,  con  300  españoles  y  víveres  para  20  dias 
emprendió  su  marcha  (26  de  noviembre)  tomando  la  di- 
rección del  oeste  por  entre  los  bosques. 

* 

Después  de  sus  campañas  con  los  jarayes,  por  quienes 
los  españoles  fueron  bien  tratados  y  obsequiados,  tuvo 
que  regresar  á  causa  de  haberse  enfermado  la  mitad  de 
la  gente  por  el  hambre  y  por  el  agua  corrompida  que  be- 
bieron durante  los  30  dias  que  dur^  el  viage.  Sin  embar- 
go durante  esta  espedicion,  tomó  posesión  del  alto  Para- 
guay á  nombre  del  rey  de  España. 


*  GOBERNANTES  13 

El  adelantado  habda  impuesto  pena  de  la  vida  &  cual- 
quier individuo  que  desembarcase  y  ordenado  la  prisión 
del  general  Hernando  de  Rivera,  que  los  mandaba,  y  aun 
dispuso  su  ejecución  en  una  horca.  La  tropa,  que 
habia  sido  despojada  de  todo  el  botin  adquirido  en  la  guer- 
ra con  los  indios,  en  vista  de  la  prisión  de  sugefeydel 
trágico  fin  á  que  se  le  quería  destinar,  se  sublevó  y  exigió 
la  inmediata  soltura  y  libertad  de  Rivera  y  la  restitución  de 
lo  que  se  les  habia  quitado.  La  actitud  de  las  tropas  era 
tan  imponente  y  tan  decisiva  que  Alvar  Nuñez  no  pudo 
menos  que  acceder  á  su  exigencia,  llegando  á  contempo- 
rizar con  los  soldados  y  su  comandante,  quien  le  satisfizo 
sobretodos  los  detalles  de  la  campaña. 

Algo  enfermo  y  desazonado  por  la  anarquía  é  insubor- 
dinación que  iba  tomando  cuerpo,  Alvar  Nuñez  regresó 
á  la  Asunción  (8  de  abril  de  1544),  encerrándose  en  su 
casa^  sin  querer  oir  quejas  ni  dejarse  ver  de  nadie,  por 
haberse  agravado  su  enfermedad.  Al  fin,  estalló  una  cons- 
piración, movida  por  el  mismo  írala  y  encabezada  por  el 
contador  Felipe  deCáceres,  el  veedor  Alonso  de  Cabrera, 
Francisco  de  Mendoza  y  Garcia  Venegas.  En  la  noche 
del  25  del  mismo  mes,  entraron  los  conjurados,  en  número 
de  200  hombres,  en  su  casa,  y  á  la  voz  d^  Libertad^  viva 
el  rey^  se  apoderaron  por  sorpresa  de  su  persona  y  lo 
conservaron  preso  durante  diez  meses  con  dos  pares  de 
grillos  en  un  cuarto  sin  luz.  El  principal  motor  de  tan 
injusta  prisión  y  vejaciones  fué  el  contador  Cáceres. 

Los  conquistadores  no  eran  aun  dueños  absolutos,  ni 
seguros,  de  la  tierra  que  pisaban,  y  ya  se  habia  introdu- 
cido entre  ellos  el  germen  «de  la  discordia,  aunque  en  ver- 
dad, nunca  se  habia  separado  de  ellos  desde  el  principio 
de  la  conquista.  Desde  entonces  el  Paraguay  empezó  á 
recoger «1  fruto  de  aquel  árbol  corrompido,  como  el  lector 
tendrá  ocasión  de  vertnas  adelante. 

Alvar  Nuñez  sufrió  un  juicio  que  duró  ocho  años  y  fué 


14  DEL  PARAGUAY 

desterrado  á  África:  mas  tarde  se  le  absolvió  é  indemni- 
zó con  una  pensión  y  un  empleo. 

Apenas  instalaron  en  su  prisión  á  Alvar  Nuñez,  se 
procedió  á  la  elección  de  nuevo  gobernador  y  recayó  en 
la  persona  de  Iralá. 


V.  CAPITÁN    JUAN  DE    SALAZAR   ESPINOSA,  ' 
interino,  durante  la  campaña  del  adelantado  Cabeza  de 
Vaca,  de  setiembre  de  1543  á  abril  de  1544. 

Estando  en  la  prisión  el  adelantado,  ideó  nombrar  por  su 
teniente  á  Juan  de  Salazar,  figurándose  que  si  este  queria 
con  sus  partidarios  podría  sacarle  de  la  cárcel;  pero  Sala- 
zar  no  quiso  darle  libertad  hasta  después  que  él  se  hubie- 
se embarcado.  Entonces  Alvar  Nuñez  dijo  en  voz  alta 
que  dejaba  por  su  lugarteniente  en  nombre  del  rey  al  ca- 
pitán Salazar. 

Embarcado  el  adelantado  y  ya  en  marcha  la  caravela 
qi;e  lo  conduela,  Salazar  convocó  secretamente  á  sus  ami- 
gos para  apoderarse  del  mando  en  propiedad,  y  apesar  de 
toda  su  resistencia  para  conservarse  en  el  poder,  Irala 
consiguió  apoderarse  de  su  persona,  haciéndole  rema- 
char un  par  de  grillos,  en  su  propia  casa.  Formósele 
proceso  por  perturbador  del  orden  público  y  se  le  despa- 
chó con  otro,  para  ante  el  Consejo  de  Indias,  á  cargo  de 
Nuflo  de  Chaves.  Entre  los  presos  igualmente  remitidos 
á  España  iba  Rui  Diaz .  Melgarejo,  cuya  separación  del 
Paraguay  era  un  bien,  por  ser  hombre  cruel,  revoltoso  y 
amigo  de  cometer  todo  linage  de  herejías  sin  respetar 
condición,  edad  ni  sexo.  Con  los  indios  fué  inhumano 
hasta  el  esceso,  pues  se  complacía  en  sacarles  los  ojos 
cortarles  la  cabeza,  manos,  brazos  y  narices,  haciéndoles 
la  guerra  á  sangre  y  fuego . 

VI.  DON  FRACISCO  DE  MENDOZA,  interino  du- 
rante, la  campaña  de  Irala  contra  los  guaicurúes  en  1543. 


^  GOBERNANTES  15 

La  ausencia  dé  Irala  dio  brios  á  los  agaces  para  ten- 
tar una  entrada  en  la  ciudad  de  la  Asunción  por  fuerza 
y  destruirla.  Lo  intentaron,  en  efecto,  pero  fueron 
sentidos  y  rechazados,  contentándose  con  cautivar  mu- 
geres  y  ahuyentar  á  los  labradores  de  la  comarca. 

Como  hacia  mas  de  un  ano  que  habia  salido  Irala  de  la 
Asunción  siguiendo  las  pisadas  de  Juan  de  Ayolas,  sin 
saberse  nada  de  él,  comenzaron  algunos  á  dudar  si  le 
habría  sucedido  lo  que  á  dicho  Ayolas;  esto  es  que  le  hu- 
biesen muerto,  en  cuyo  caso  era  necesario  elegjr  otro  gefe. 
Estas  voces  cobraron  cuerpo,  hasta  hubo  quien  aconseja- 
ra á  Mendoza,  que  ya  se  estaba  en  el  caso  de^  elección, 
y  que  reuniese  á  los  españoles  para  hacerla  no  pudiéndose 
dudar  que  saldría  á  su  favor,  sin  que  sus  parientes  en 
España  consiguieran  la  real  conformación.  Mendoza  acep- 
tó la  indicación  sometiéndola  al  Cabildo  secular,  el  cual 
contestó  no  debía  pasarse  á  la  elección  que  proponia  hasta 
constar  debidamente  que  Irala  habia  muerto,  renunciado, 
6  que  se  hallaba  imposibilitado  de  volver.  No  hizo  caso 
Mendoza  de  este  acuerdo,  y  mandó  por  un  bando  que  con- 
curriesen los  españoles  á  hacerla  elección  de  gobernador, 
señalando  el  parage,  el  dia  y  la  hora.  Viendo  esto  Diego 
de  Abreu,  intrigó  con  sus  amigos,  que  eran  numerosos; 
y  llegado  el  caso,  salió  electo  con  mas  votos  que  Mendoza. 

No  bien  entregó  el  bastón  á  su  sucesor,  cuando  mal 
aconsejado  volvió  sobre  sus  pasos  y  declarando  por  nula 
la  elección  sosteniendo  el  dictamen  que  le  habia  dado  el 
Cabildo  secular  antes  de  votar,  se  resistió  á  reconocer  á 
Abreu  por  gobernador.  Su  resistencia  tuvo  corta  dura- 
ción, pues  al  ñn  fué  vencido,  procesado  por  perturbador 
público  y  sentenciado  á  ser  decapitado.  Apeló  al  rey  de 
esa  .sentencia,  pero  fué  confirmada. 

Estando  en  el  cadalso  para  ser  ejecutado,  confesó  que 
el  castigo  que  iba  á  recibir  era  bien  merecido,  no  por  la 
falta  que  motivaba  su  sentencia,  sino  porque  en  tal  dia 
como  aquel  en  que  se  ajusticiaba,  quitó  la  vida,  en  Espa- 


16  DEL   PARAGUAY 

ña  á  SU  legítima  esposa  y  á  un  capellán  compadre  suyo 
con  todos  sus  criados,  por  leves  indicios  y  falsas  sospe- 
chas deque  los  dos  mancillaban  su  honor  con  ilícita  comu- 
nicación. 


1544-1557— VIL  DON  DOMINGO  MARTÍNEZ  DE 
IRALA.  Al  dia  siguiente  (26  de  abril  de  1544)  de  la  pri- 
sión del  adelantado  Cabeza  de  Vaca,  los  conjurados  se 
presentaron  á  la  puerta  de  la  casa  de  Irala  repitiendo  los 
gritos  de  ¡Libertad!  ¡Libertad!  y,  procediendo  en  segui- 
da á  la  elección  de  gobernador,  recayó,  como  era  de  es- 
perarse, puesto  que  todo  estaba  preparado  para  que  diera 
ese  resultado,  en  el  mismo  Irala,  quien  en  el  acto  se  reci- 
bió del  cargo,  á  pesar  de  haberse  fingido  enfermo  para  no 
aparecer  complicado  en  la  conjuración  que  derrocó  á 
Alvar  Nuñez.^  El  autor  de  \s,Argentinay  con  el  fin  de  jus- 
tificar á  su  abuelo  materno  de  tan  fea  falta,  le  hace  apa- 
recer enfermo. 

No  pasó  mucho  tiempo  sin  que  la  vida  del  gobernador 
Irala  se  viera  en  peligro,  á  ?ausa  de  una  conjuración, 
que  felizmente  fué  descubierta  en  oportunidad  y  los  ca- 
bezas de  ella  ejecutados  á  garrote.  Con  tan  justo  como 
eficaz  castigo,  consigió  restablecer  el  orden  y  tranquilidad 
amenazados  y  pudo  continuar  su  gobierno  con  aparente 
sosiego  y  á  satisfacción  de  uno  de  los  dos  partidos  en 
que  se  dividía  la  Asunción.  Pues  enviado  el  adelantado 
á  España,  dividióse  la  población  en  iralistas  y  alvaristas. 
Esta  anarquía  agradó  mucho  á  los  indios  porque  veían 
en  ella  el  momento  propicio  para  el  aniquilamiento  de  los 
españoles,  que  era  cuanto  deseaban,  y  la  esperanza  de 
recuperar  su  libertad  é  independencia. 

Apercibidos  los  conquistadores  de  la  ruina  que  se  esta- 
ban labrando,  buscaron  la  fusión  de  los  partidos,  aunque 
fuese  aparente,  y  la  unión  y  alianza  délos  mismos  indios 
que  se  hablan  sublevado,  imitando  el  ejemplo  que  les 
daban  sus  dominadores. 


GOBERNANTES  17 

A  fin  de  tener  la  tropa  adicta  á  su  persona  y  poder 
continuaren  el  gobierno,  Irala  les  permítia  toda  clase  de 
escesos,  hasta  que  condolido  el  capitán  Juan  Camargo  de 
la  pobre  condición  de  los  indios  propuso  el  repartimiento 
de  tierras  en  encomiendas,  con  lo  que  los  españoles  que-  * 
darian  premiados  y  defendidos  los  indios.  El  ambicioso 
Irala,  tomando  este  requirimiento  por  un  ultrage  á  su 
autoridad,  le  mandó  dar  garrote  con  otro  amigo  suyo. 
Este  acto  despótico  hizo  sublevar  contra  sí  á  sus  mismos 
parciales,  á  quienes  Irala  ofreció  lo  que  poco  antes  con- 
sideraba un  ultrage  de  parte  del  desgraciado  Camargo, 
pero  que  tampoco  pensaba  cumplir. 

Con  el  objeto  de  tener  á  la  gente  distraída  de  alguna 
tentativa  contra  su  gobierno,  Irala  desarmó  á  los  sospe- 
chosos y  emprendió  una  campaña  como  á  30  leguas  de  la 
Asunción,  dejando  en  el  mando  de  la  ciudad,  contra  la 
opinión  de  todos,  al  contador  Felipe  de  Cáceres,  en  1546. 


En  febrero  de  dicho  año,  Irala  trató  de  emprender  de 
nuevo  el  descubrimiento,  interrumpido  en  junio  del  año 
anterior  en  la  tierra  de  los  Jarayes,»que  es  lo  que  hoy 
se  conoce  por  Mato  Groso,  pero  no  pudo  llevarlo  á  cabo 
por  la  grande  oposición  que  le  hicieron  sus  gefes  subal- 
ternos. Desistió  de  hacer  la  campaña  personalmente,  des- 
pachando al  capitán  Nuflo  de  Chaves,  quien,  en  octubre 
del  mismo  año,  partió  con  50  españoles  y  3000  indios 
amigos,  y  desde  el  puerto  de  San  Femando  se  internó  en 
la  tierra  de  los  mbayáes,  (1)  á  los  que  sometió  sin  oposi- 
ción alguna  y  sin  perder  un  solo  hombre,  regresando  en 

(1)    Los  mbayáes  habitaban  entonce^el  Chaco,  entre  los  20  y  22  grados 

de  latitud,  y  conocidos  por  los  indios  machicuys  y  los  enimagos  por  la 

nación  tajacmich  y    guaiguillet.    En  1761  atacaron,  matando  á  muchos 

guaraníes,  el  puelo  jesuítico  Santa  María  de  la  F¿¡  situado  á  los  22®  5'  de 

latitud,  cerca  del  rio  Paraguay,  fundado  en  1592  y  abandonado  en  dicho 

año.    Destruyeron   en  seguida  la  ciudad  de  Jerez  y  se  enseñorearon  más 

tarde  de  toda  la  provincia  de  Itati,  desde   los  24*>  27'  de  latitud,  sobre  el 

3 


18  DEL  PARAGUAY 

diciembre  á  la  Asunción.  Por  este  tiempo,  .llegó  una 
carabela  con  disposiciones  del  rey  prohibiendo  empren- 
der otros  descubrimientos  hasta  nueva  orden.  A  pe- 
sar de  dar  publicidad  á  este  real  mandato  á  voz  de  pre- 
gonero, como  entonces  se  acostumbraba,  lejos  de  darle 
cumplimiento,  continuó  sus  entradas  á  los  indios  bajo 
varios  pretestos  y  aun  suprimió  toda  correspondencia 
epistolar,  á  fin  de  poder  obrar  con  toda  libertad.  No  habia 
ya  seguridad  para  las  personas,  ni  para  sus  bienes;  todo 
era  escandalosamente  tolerado  porlrala,  siempre  que  sus 
amigos  fueran  los  perpetradores  del  desorden. 

Al  año  siguiente  (julio  de  1547),  Irala  emprendió  nueva 
campaña,  con  el  objeto  de   abrir  comunicación  con   el 
Perú.    Para  el  efecto^  convocó  á  todos  los  que  voluntaria- 
mente quisieran  acompañarle,  y  entresacando   250  espa- 
ñoles, entre  ellos  27  ginetes,  con  los  únicos  caballos  que 
ala  sazón  existian,  á  los  que  se  agregaron  2000  indios 
guaraníes,  en  estado   de  servir,  se  puso  a  la  cabeza  de 
ellos,  llevando  consigo  á  los    capitanes  Gonzalo  de  Men- 
doza,   Miguel   de    Rutia,  Nuflo  de    Chaves,  Agustin  de 
Campos,  Felipe  de  Cáceres,  y  partió    de  la  Asunción  en 
noviembre.    Antes  «de  salir,    dejó    eii  esa  ciudad    una 
fuerte  guarnición  y  de  gobernador  interino  á  Francisco 
de    Mendoza.    En  el  monte  de  San   Fernando,  distante, 
como  92  leguas  de  la  Asunción,    dividió  su  gente,  de- 
jando   una  pequeña  parte  en    dicho  monte,  para  ase- 
gurar el  puerto,  haciendo  regresar  otra  parte  á  la  capital, 
y  con  el  resto  atravesó  el  Chaco  y  el  territorio  de   Chi- 
quitos (agosto  de  1548),   después  de  haber  esperimen- 

rio  Jejai,  prolongándose  toda  e^a  por  el  norte  hasta  la  laguna  de  los 
Jarayes.  Por  esta  estension  de  territorio  de  que  quedaron  dueños  abso- 
lutos, cambiaron  todos  los  nombres,  causando  y  mayor  confusión 
en  la  geografía  y  demarcación  de  limites,  llamando,  por  ejemplo,  Apa  y 
Aquidaban  á  los  ríos  antiguamente  conocidos  con  los  nombres  de  OorrienUs 
y  Piray;  Agaguigo^  al  distrito  antes  conocido  por  Ptíim,  Piray  é  Itaü; 
Itapueú'Ouagú^  ¿  lo  que  antiguamente  se  llamaba  Monte  de  San  í^emandoi 
Ouadti¿,  al  río  antes  Ouasarapo,  etc. 


Sí» 


GOBERNANTES  19 

tado  increíbles  fatigas  y  terribles  batallas  con  los  yaperúes 
y  mbayáes  con  abundante  derramamiento  de  sangre  por 
su  manifiesta  perfidia,  repartiéndose  los  prisioneros  he- 
chos, que  eran  numerosos,  entre  todos  los  españoles. 

* 

Allí  se  confirmóla  noticia,  que  ya  se  tenia,  de  la  existen- 
cia de  muchas  minas  de  plata  en  las  sierras  de  los  Car- 
caxas  (Potosí)  que  es  lo  que  después    se  conoció   por 
Charcas.    En  seguida,  pasó  el  rio  Guapay  ó  Madera,    y 
á  las  cuatro  leguas  encontró  la  ranchería  de  los  machea- 
sis,  indios  reducidos  que  pertenecían  al  capitán    Pedro 
Anzures  ó  Peranzures  Enriquez  de  Campo  Redondo,  uno 
de  los  conquistadores  del  Perú  y  fundador  de  la  Plata  ó 
Chuquisaca  en  1538.   Por  estos  indios,  Irala  vino  en  cono- 
cimiento  de  que    el  Perú  se  hallaba  en  revolución,  cir- 
cunstancia que  le  obligó  ¿detener  allí  su  marcha.  No  bien 
hizo  alto,  cuando  el  licenciado  Pedro  de  la  Gasea,  que  á 
la  sazón  gobernaba  en  calidad  de  virey  del  Perú,  á  quien 
por  cartas  que  tenia  del  mismo  obispo  y  de  otros  vecinos 
respestables  de  la  Asunción,  sabia    se  dirijiaáLima  un 
ejército  bien  armado  y  sin  intención  de  volver  al  punto  de 
su  partida,  y  aun  formulando  quejas  d^  su  mal  proceder 
en  el  Paraguay,  al  tener  noticias  de  la  llegada  de  un  ejér- 
cito del  mismo  punto,  cuyas,  intenciones  eran  desconoci- 
das, escribió  á  Irala  prohibiéndole,  so  pena  de  la  vida,  dar 
un  paso  adelante  sin  nueva  orden  suya.  Irala  por  medio  de 
los  cuatro  enviados   Nuflo  de  Chaves,  Miguel  de  Rutia, 
Pedro  de  Oñate  y  Rui  Garcia  de  Mosquera — estos  últimos 
dos  se  quedaron  en  Chuquisaca— contestó  que,  lejos  de 
ser  hostiles  sus  intenciones,  ofrecía  el  ejército  de  su  man- 
do áLa  Gasea  para  el  servicio  del  rey.    Este  agradeció  el 
ofrecimiento,  pero  repitió  su  primera  intimación,  y  aun  se- 
cretamente confirió  el  gobierno  del  Rio  de  la  Plata  y  del 
Paraguay  al  capitán  Diego  Centeno,  famoso  por  sus  haza- 
ñas en  el  Perú,  durante  la  guerra  con  Gonzalo  Pizarro. 
El  virey  La  Gasea  informó  de  todo  al  rey,  quien,  como 


20  DEL  PARAGUAY 

diez  y  ocho  años  mas  tarde,  aprobó  lo  practicado  por 
aquel,  autorizándole  á  obrar  como  mejor  considerase  con- 
venir, según  se  verá  por  la  carta  del  rey  en  respuesta,  que 
damos  á  continuación: — 

"Cuanto  á  lo  que  decis,  que  habiendo  tenido  por  nueva 
cierta  que  venian  300  hombres  del  rio  del  Paraguay  del 
Plata,  sin  saber  cosa  cierta  si  venian  á  proseguir  la  con- 
quista de  los  moros  que  tenia  á  su  cargo  Nuflo  de  Cha- 
ves, ó  á  esa  tierra  que  pretendian  ser  en  derecha  conquis- 
ta bien  armados  y  sin  esperanzas  de  volver  donde  salian, 

.  procurasteis  que  cesase  su  venida,  y  que  así  por  ahora  ha 
cesado,  y  el  obispo  y  otros  vecinos  del  Paraguay  os  han 
escrito  pidiéndoos  justicia  porque  la  tienen,  y  que  á  causa 
de  se  os  haber  acortado  el  distrito,  que  no  llega  allá  con 
200  leguas,  no  habéis  pro vei do  nada  hasta  que  pomos  se 
os  mandólo  debéis  hacer;  y  porque  habréis  visto  por  la 
provisión  que  se  os  ha  enviado  á  aquellas  provincias  las 
habemos  mandado  poner  debajo  del  distrito  de  esa  au- 
diencia, vosotros  de  aqui  adelante  podréis  proveer  lo  que 
os  pareciere  y  viereis  que  mas  convenga  á  nuestro  servi- 
cio y  bien  de  aquella  tierra.  Del  Bosque  de  Segovia  á 
primeros  de  octubre  de  1566.  Yo  el  Rey — Por  mandado 
de  Su  Magestad:  Francisco  de  Herasso — Corregido  con  su 
original — Juan  Babtista  de  la  Gasea." 
Sin  embargo,  Gonzalo  Pizarro  no  logró  el  gobierno  de 

*  la  provincia  del  Paraguay  por  haber  muerto  envenenado 
en  el  mismo  año  1548.  El  propio  fin  cupo  al  conductor  de 
la  noticia  del    nombramiento  del  sucesor  de  Irala. 

Este,  que  habia  dispuesto  esperar  el  regreso  de  los 
enviados,  resolvió  levantar  su  campamento  y  regresar  al 
Paraguay;  pero  oponiéndose  los  gefes  á  tal  determinación, 
le  depusieron  (10  de  noviembre  de  1548)  sustituyén- 
dole por  el  capitán  Gonzalo  de  Mendoza,  quien,  á  pesar  de 
su  fuerte  resistencia,  fué  compelido  á  admitir  el  mando. 
Los  indios  aprovechando  la  desunión  de  los  españoles,  los 
atacaron,  habiendo  conseguido,  por  lo  menos,  la  ventaja 


GOBERNANTES  21 

% 

de  disminuir  su  número  matando  muchos  de  ellos. 
A  principios  de  marzo  de  1549,  dio  el  ejército  su  vuelta 
al  puerto  de  San  Fernando,  donde  se  tuvo  noticias  de  la 
anarquía  que  reinaba  en  la  Asunción  entre  Abreu  y  Fran- 
cisco de  Mendoza,  á  quien  Irala  habia  dejado  de  goberna- 
dor interino,  á  la  muerte  de  éste.  Se  supo  igualmente 
que  Abreu  se  preparaba  á  resistir  la  entrada  del  ejército, 
por  lo  que,  reaccionando  éste,  volvió  á  dar  el  mando  á 
Irala,  depues  de  haber  esperimentado  numerosas  y  varia- 
das peripecias. 

De  San  Fernando  partió  el  ejército  á  la  Asunción,  don 
de  entró  sin  ninguna  oposición,  con  escepcion   de  Abreu 
que  se  negó  á  hacer  entrega  del  bastón  de  m|indo  á  Irala. 

Este  procedió  en  seguida  contra  Abreu  y  los  que  le 
sostenían,  según  se  verá  en  su  lugar  correspondiente. 

Nuflo  de  Chaves,  que,  como  ya  se  dijo,  habia  sido  comi- 
sionado por  Irala  cerca  del  licenciado  La  Gasea,  regresó 
al  Paraguay,  con  cuatro  capitanes  y  cuarenta  soldados, 
conduciendo  el  primer  ganado  ovejuno  y  de  cabrio  que  se 
introdujo  en  el  Paraguay,  en  1550.  En  cuanto  al  vacuno, 
los  hidalgos  portugueses  Escipion  y  Vicente  de  Goes,  her- 
manos, hijos  de  don  Luis  Goes,  fueron  los  primeros  que 
lo  introdujeron  en  el  Paraguay,  trayendo  siete  vacas  y  un 
toro  que  vinieron  á  procrear  la  multitud  de  ganado  que 
actualmente  puebla  las  campañas  del  Rio  de  la  Plata. 

Dueño  *  absoluto  del  Paraguay  y  vencidos  todos  sus 
enemigos,  Irala  descubrió  una  conjuración  contra  su  vida 
encabezada  por  el  capitán  Miguel  de  Rutia  y  el  sargento 
Juan  Delgado,  los  cuales  fueron  públicamente  ejecutados 
y  sus  cómplices  perdonados. 


Habiendo  llegado  á  la  Asunción  (agosto  de  1551)  Cris- 
tóbal de  Saavedra,  con  cinco  ildividuos  mas,  que  venían 
de  la  isla  de  Santa  Catalina,  trayendo  la  noticia  del  nom- 


22  DEL    PARAGUAY 

bramiento  de  Diego  de  Sanabrla  para  gobernador,  (1) 
Irala  envió  á  N.  de  Chaves,  con  alguna  gente,  para  reci- 
birle V  conducirle,  mas  no  se  hallaba  allí.  Más  tarde 
(febrero  de  1552),  volvió  á  mandar  y  tampoco  se  supo 
nada  de  él;  pero  el  !<>  de  mayo  llegó  á  la  Asunción  Her- 
nando de  Salazar  con  treinta  compañeros,,  habiendo  pasa- 
.  do  por  el  rio  Itabucá  hast^  el  Hubay,  dejaquí  rio  abajo,* 
hasta  llegar  al  Paraná,  de  donde  siguió  por  tierra 
hasta  la  capital,  con  la  noticia  de  haberse  perdido  los  na- 
vios que  entraron  en  el  puerto  de  Santa  Catalina.  Cansa- 
do de  esperar  pronto  socorro,  Irala  determinó  (18  de  enero 
de  1553)  salir,  como  en  efecto  salió  de  la  Asunción  con  130 
ginetes  y  2000  indios,  dejando  de  gobernador  interino  á 
Felipe  de  C^ceres;  y  habiendo  andado  treinta  leguas  rio 
arriba,  tuvo  aviso  de  que  Abreu,  con  gente  armada,  se 
lanzó  sobre  la  ciudad. 

Inmediatamente  volvió  con  veinte  hombres  y  después  de 
imponer  severos  castigos  y  prisiones,  emprendió  de  nue- 
vo su  camino  hasta  llegar  al' pueblo  de  los  mbayáes, 
que  encontró  despoblado,  por  el  terror  que  á  sus  mora- 
dores inspiraban  los  conquistadores.  Desde  aquel  pun- 
to, despachó  una  vanguardia  de  veinte  ginetes,  al  mando 
de  Chaves,  á  cuatro  jornadas  adelante,  hasta  el  pueblo 
de  los  ayeteneos,  que  también  encontró  despoblado, 
y  destruido  por  los  naperúes.  Consumida»  la  provisión 
que    llevaba,    Irala    regresó,  separándose  con  30  hooi- 

^1)  Apenas  había  llegado  en  calidad  de  preso,  Alvar  Nuñez,  se  confir- 
mó el  mando  del  Bio  de  la  Plata  á  Jaime  Besquin,  uno  de  los  principales 
autores  de  su  prisión  y  que  lo  habia  llevado  á  España.  En  efecto,  se  em- 
barcó, mas  se  vio  obligado  á  anúbar  al  mismo  puerto;  lo  que  proporcio- 
nó al  doctor  Juan  de  Sanabria  tiempo  suficiente  para  intrigar,  á  fin  de 
obtener  aquel  gobierno,  habiéndolo  conseguido  por  ofrecer  mayores 
ventajas.  En  consecuencia,  inició  sus  preparativos  que  la  muerte  le 
impidió  concluir,  continuándolos  su  hijo  don  Diego.  Este  reunió  algu- 
na gente  y  municiones,  confiando  todo  ¿  Salazar,  quien  Uegó  ala  Asun- 
ción con  sus  treinta  agentes,  á  principios  de  1553,  es  decir,  como  ocho 
años  después  de  haber  Nuñez  dejado  de  ser  gobernador. 


GOBERNANTES  23 

bres,  y  llegando  á  la  provincia  de  Itatin,  de  la  que  tomó 
posesión,  sin  ninguna  resistencia. 

Después  de  haber  alcanzado  señaladas  victorias  sobre 
los  indios,  como  la  que  habia  obtenido  el  1°.  de  noviem- 
are  de  1552;  ayudado  al  cacique  Guaira  contra  los  in- 
^dios  tupies,  Irala  volvió  prendado  de  la  buena  calidad  que 
observara  en  las  tierras  de  la  provincia  de  Guaira,  en- 
trando en  setiembre  de  1553  en  la  Asunción,  donde  fué 
bien  recibido. 

La  circunstancia  de  haberse  enamorado  de  las  tierras 
de  Guaira,  animó  á  Irala,  fundar  en  ellas  un  pueblo» 
comisionando  al  efecto  al  capitán  Garcia  Rodríguez  de 
Vergara  con  sesenta  soldados  y  todo  lo  necesario.  Partió 
éste  en  1554  y  fundó  la  villa  de  Ontiveros,  trasladada 
más  tarde  á  Ciudad  Real,  la  cual  quedó,  como  toda  la 
provincia  arruinada   por  los  mamelucos  del  Brasil. 

Habiendo  preparado  una  nueva  espedicion,  despachó(17 
de*  octubre  de  1554)  de  vanguardia  á  Chaves  con  treinta 
ginetes  y  con  la  intención  de  marchar  Irala  después;  mas 
al  partir  recibió  aviso  (2  de  junio  de  1555),  por  via  de  Sah 
Vicente,  de  Bartolomé  Justiniano,  de  haber  sido  nombra- 
do gobernador  en  jiropiedad;  y  al  año  siguiente  llegó  al 
puerto  de  la  Asunción  una  escuadrilla  al  mando  del  gene- 
ral Martin  de  Orúe,  conduciendo  al  obispo  La  Torre  y  los 
despachos  de  gobernador  para  el  general  Irala. 

*  * 
Los  conquistadores  hicieron  con  Irala  lo  que  éste  ha- 
bia practicado  con  su  antecesor.  No  obstante,  su  go- 
bierno, á  pesar  de  haber  tenido  que  luchar  con  las  faccio- 
nes, para  afirmar  su  autoridad,  fué  el  más  próspero  y  la 
provincia  le  debe  mucho.  Entre  otros  beneficios,  le  debe 
el  edificio  de  la  primera  iglesia,  que  es  hoy  la  catedral  del 
obispado,  de  cuyo  primer  obispo  recibió  la  confirmación 
de  su  nombramiento  la  víspera  del  domingo  de  Ramos  del 
año  de  1556.  Espidió,  para  el  gobierno  de  la  provincia, 
unos  reglamentos  estableciendo  el  sistema  de  encomien  - 


24  DEL   PARAGUAY 

das,  (2)  que,  á  pesar  de  todas  la  órdenes  del  rey  en  sentido 
contrario,  prevalecieron  por  muchos  años.  Irala  era  na- 
tural de  Vergara,  en  Guipúzcoa  y  murió  llorado  de  todos, 
en  abril  de  1557,  á  la  edad  como  de  52  años,  de  resultas 
de  una  enfermedad  que  contrajo  en  Itá, — puerto  mas 
antiguo  de  los  indios  carios  ó  guaraníes,  vencidos  por 
Ayolas  en  1536,  durante  el  corte  de  la  madera  destinada  á 
la  terminación  de  una  capilla  en  la  catedral.  Irala,  como 
diez  meses  antes  de  su  muerte,  tenia  la  intención  de  hacer- 
se clérigo. 

»  * 
Al  momento  de  la  muerte  de  Irala,  Nuflo  de  Chaves, 
acompañado  de  trescientos  soldado  se  hallaba  navegando, 
por  orden  del  mismo  gobernador,  hacia  el  origen  del  rio 
Paraguay.  Reconoció laisla  Cumprida,  ala  quedió  el  nom- 
bre de  los  Orejones  y  en  seguida  subió  hasta  la  emboca- 
dura del  rio  Jaurú,  que  llamó  Puerto  de  Perahanxanesj 
donde  dejó  sus  buques,  penetrando  por  el  .país  conocido 
hoy  por  provincia  de  Chiquitos  y  Mato  Groso.  En  este 
punto  tuvo  noticias  de  la  muerte  de  Irala,  por  lo  que  en 
el  acto  resolvió  fundar  una  nueva  provincia  independien- 
te del  Paraguay.  Este  proyectó  fué  desaprobado  por  casi 
todos  sus  soldados  que  le  abandonaron  volviéndose  á  la 
Asunción  y  quedándole  á  Chaves  solo  sesenta  hombres, 
con  cuyo  número  llegó  al  rio  Guapay.  Luego  penetró  por 
las  llanuras  de  Guelgorigota,  dondl  encontró  á  Andrés 

(2)  Las  conoesiones  hechas  á  los  aventareros  españoles  bajo  laantori- 
dad  de  los  adelantados  eran  todas  para  la  segunda  vida,  y  comprendían 
tierras  é indios.  Llamábanse  Encomiendas,  distinguiéndose  en  encomien 
das  de  Yamuamas^  6  de  Mitayos,  según  eran  ocupadas  por  Yanaconas,  indios 
convertidos  y  sometidos  ¿  ciertos  deberes  análogos  á  los  de  vasallos  en 
Europa,  ó  por  Mitayos,  indios  salvajes  obligados  solamente  al  tributo  lla- 
mado Mita^  que  consistía  en  dos  meses  de  servicio  personal  por  año  pa- 
ra cada  Mitayo.  Las  encomiendas  de  Yanaconas  eran  mas  productivas 
y  por  lo  tanto  mas  solicitadas  que  las  de  los  Mitayos.  A  juzgar  por  los 
resultados,  este  sistema  de  colonización  era  muy  superior  al  empleado 
por  los  jesuítas,  quienes,  en  ciento  cincuenta  años,  solo  fandaron  veinte 
establecimientos  nuevos. 


GOBERNANTES 


25 


Manso,  que  venía  del  Perú  con  una  compañía,  para  el 
mismo  objeto  que  lo  llevaba  á  Chaves.  Esta  coincidencia 
de  pensamiento  enjendró  entre  ambos  una  disputa  sobre 
el  derecho  de  conquista,  que  fué  resuelto  por  el  virey  del 
Perú,  pronunciándose  en  favor  de  Chaves  y  declarando 
•dicho  país  independiente,  para  el  cual  nombró  gobernador 
á  su  hijo  don  García  Hurtado  de  Mendoza.  Este  perma- 
neció con  su  padre,  enviando  á  Chaves  bajo  el  título  de  lu- 
garteniente con  tropas  y  recursos.  Chaves  volvió  de  Li- 
ma en  1560  y  fundó  una  ciudad  á  que  puso  por  nombre 
Santa  Cruz  de  la  Sierra,  al  lado  del  pueblo  de  San  José,  en 
la  provincia  de  Chiquitos,  á  los  18"  4*  de  latitud  y  á  los  62° 
24'  de  longitud,  trasferido  en  1575  á  los  17^  49'  44"  de  lati- 
tud y  67o43'.30"  de  longitud,  que  es  el  parage  donde  actual- 
mentQ  se  halla  situada  dicha  ciudad.  Como  no  había  uni- 
formidad de  acción  y  en  todo  había  anarquía,  los  habitan  tes 
que  no  estuvieron  conformes  con  esta  traslación  se  divi- 
dieron en  dos  «fracciones,  una  de  ellas  fundó  el  pueblo  de 
San  Francisco  de  Alfaro,  y  la  otra  en  una  barca  que  cons-, 
tfuyeron,  andaban  navegando  por  el  Mamoré  primero, 
en  seguida  por  el  Marañoi^,  concluyendo  por  arribar  á  Cá- 
diz. Chaves,  con  su  cuñado  don  Diego  de  Mendoza,  pa- 
saron á  buscar  sus  familias  á  la  Asunción,  para  llevárse- 
las definitivamente  consigo  á  Santa  Cruz. 

García   Venegas,    fué   teniente   de  tesorero,   teniente 
^  gobernador  ó  delegadl^de  Irala,  desde  marzo  de  1541,  du- 
rante la  ausencia  de  éste  al  puerto  de  Buenos  Aires  para 
despoblarlo. 

VIII.  DON  FELIPE  DE  CÁCERES,  interino  en  1546. 
Quedó  casi  solo  en  el  gobierno,  pues  los  particRrios  de 
Abreu  abandonaron  la  ciudad  yendo  á  reunirse  á  éste  en 
los  bosques  de  Ibítiruzú. 

En  su  gobierno,  se  robaba,  mataba  y  difamaba  con 
toda  impunidad,  y  cuando  se  llegaba  á  prender  á  alguno 
por  sus  demasías,  por  una  puerta  entraba  en  la  cárcel  y  por 


26  DEL   PARAGUAY 

otra  se  le  daba  libertad,  con  tal  que  fuese  uno  de  los  pa- 
niaguados del  contador  Cáceres,  sin  tener  que  contar 
sino  lo  ageno. 

En  enero  de  1553,  quedó  nuevamente  de  interino,  du- 
rante la  ausencia  de  Irala  á  los  Itatines: 

IX.  DON  DIEGO  DE  ABREÜ,  gobernador  y  capitán 
general  electo  popularmente  en  1550. 

Dueño  del  campo  y  triunfante  de  su  rival  en  el  gobierno, 
don  Francisco  de  Mendoza,-  despachó  una  carabela  con 
una  comisión,  compuesta  del  capitán  Alonso  de  Riquel- 
me,  Francisco  de  Vergara  y  otros,  cerca  de  la  corte,  para 
negociar  la  confirmación  de  su  nombramiento,  la  cual 
fracasó  por  contratiempos  que  esperimentara  durante  la 
navegación. 

A  pesar  de  considerársele  intruso,  Abreu  se  hizo  fuerte 
y  se  negó  á  entregar  á  Irala  el  bastón  de  gobernador. 
Viéndose  éste  rechazado,  sitiada  por  Irala  l»ciudad,  la  que 
en  el  acto  se  rindió, dejando  abandonado  á  Abreu  con  muy 
poca  gente,  y  huyendo  éste  á  refugiarse  en  los  bosques. ' 

En  seguida  proclamaron  de  nuevo  á  Irala  por  goberna- 
dor, hostilizado  durante  dos  años  por  Abreu  que  se  mante- 
nia  habitualmente  en  las  tierras  de  Ibitiruzú,  donde  hoy 
se  halla  Villa  Rica  del  Espíritu  Santo,  cuyos  moradores 
no  solo  le  trataban  bien  sino  que  le  ayudaban  contra  Irala. 
Trató  éste  de  someterle  por  la  fuer^*ó  atraerlepor  la  amis- 
tad, sin  poder  conseguir,  ni  lo  uno  ni  lo  otro. 

Sin  embargo,  perseguido  con  tenacidad,  Abreu  fué  al 
fin  sorprendido  mientras  dormiay  mull'to  de  un  saetazo. 

Sus  secuaces  se  sometieron  y  fueron  indultados.  Su 
,cadáveffué  llevado  ala  Asunción,  cuyo  espectáculo  de- 
sagradó sobre  manera. 

X.  DON  GONZALO  DE  MENDOZA,  teniente  general,  re- 
cibido interinamente  por  el  Cabildo,  en  1557,  á  consecuen- 
cia de  la  muerte  de  Irala,  su  suegro. 


GOBERNANTES  27 

Consiguió  someter  á  los  indios  agaces  que  tanto  mo- 
lestaban á  los  conquistadores  con  sus  continuos  asaltos, 
saqueos  y  matanzas,  terminando  sus  dias  el  19  de  julio 
de  1558. 

Estaba  dispuesto  por  el  rey  desde  el  principio  de  la  con- 
quista, que  cuando  ocurriera  un  caso  análogo,  se  proce- 
diera auna  elección  popular.  Asi  convocados  por  el  obis- 
po los  principales  habitantes  de  la  Asunción,  obtuvo  ma- 
yoría de  votos,  otro  yerno  de  Irala,  el  capitán — 

1558-1564— XI.  DON  FRANCISCO  ORTIZ  DE  VERGARA, 
natural  de  Sevilla,  electo  el  22  de  julio  de  1558.  Gobernó 
mas  de  siete  aíios  sin  hacer  saber  la  vacante  al  rey,  ni  al 
virey  de  Lima,  quien  tan  luego  como  tuvo  noticia  de  su 
gobierno,  lo  proveyó  en  Zarate  consultando  razones  de 
conveniencia  más  que  el  bien  común. 

Nuflo  de  Chaves,  que  habia  fundado  la  ciudad  de  Santa 
Cruz  de  la  Sierra,  de  que  era  lugarteniente  nombrado  por 
el  virey  de  Lima,  desconoció  la  autoridad  de  Vergara  so- 
bre aquella  fundación,  declarada  indebidamente  indepen- 
diente del  Paraguay  y  contribuyendo  así  á  dar  origen  al 
desorden  v  confusión  mas  tarde. 

Sin  embargo,  Vergara  no  se  amilanó,  por  el  contrario, 
sometió  á  los  indios  que  en  número  de  16000,  se  habian 
sublevado  con  el  objeto  de  recobrar  su  libertad.  A  la  ca- 
beza de  500  españoles,  4000  guaraéííes  y  400  guaicurúes, 
atacó  á  los  revoltosos -habiendo  alcanzado  sobre  ellos  una 
completa  victoria  el  3  de  mayo  de  1560. 

Sometió  también  á  los  indios  del  Guaira  que  se  habian 
sublevado,  llegando  hasta  sitiar  la  ciudad;  y  consiguió 
apaciguar  un  levaiTtamiento  general  de  losguar«íes,  pro- 
ducido á  consecuencia  de  la  crueldad  con  que  sus  seño- 
res feudales  los  trataban. 

Después  de  estar  seis  años  en  posesión  del  gobierno, 
trató  de  ir  personalmente  (1564),  por  consejo  del  obispo 
La  Torre,  ádar  cuenta  á  la  Audiencia  de  Charcas  del  es- 


38  DEL  PARAGUAY 

tado  del  país  y  solicitar  al  mismo  tiempo  la  confirmación 
de  su  nombramiento. 

Con  el  proyecto  de  este  viage,  coincidió  la  llegada  de 
Nuflo  de  Chaves,  quien  de  Santa  Cruz  venia  en  busca  de 
su.  familia,  para  que  el  obispo,  cuyas  ideas  segma  cie- 
gamente el  gobernador,  persuadiese  á  éste  á  partir  jun- 
tos. 

El  pensamiento  de  ir  personalmente  Vergara,  á  Santa 
Cruz  y  de  allí  á  Chuquisaca  con  el  objeto  de  que  aquella 
real  audiencia  confirmase  al  gobernador  en  el  gobierno, 
fué  adoptado  principalmente  por  éste  y  por  el  obispo, 
quienes  en  poco  tiempo  alistaron  mas  de  300  españoles, 
entre  ellos  el  gobernador  y  el  obispo,  siqte  clérigos  y  frai- 
les, Felipe  de  Cáceres,  Pedre  Dorante,  Pedro  Segura, 
con  su  muger  y  su  hijo  Cristóbal  Saavedra,  Rui  Diaz 
Maldonado  y  otros,  y  ademas  muchos  indios  de  las  en- 
comiendas de  los  referidos  españoles  y  de  los  de 
Chaves  y  de  su  gente.  Nunca  se  habia  vjsto  hasta  en- 
tonces una  espedicion  tan  numerosa,  que,  aunque  sin 
.  objeto  de  guerra,  parecia  como  si  se  llevase  la  idea  de 
abandonar  el  Paraguay.  Se  dejó  mandando  en  la  Asun- 
ción á  Juan  de  Ortega,  y  en  el  Guaira  á  Alonso  Riquel- 
me  y  salió  la  espedicion,  parte  embarcada  y  el  resto  por 
tierra  dirigida  toda  por  Chaves.  Este,  que  deseaba  au- 
mentar la  gente  de  su  provincia,  tuvo  la  habilidad  de  ha- 
cer que  le  siguieran  ^I  paso  muchos  indios  do  Atirá, 
Ipané  y  Guarambaré  y  otros  de  los  que  aun  no  estaban 
reducidos,  por  los  22  grados  de  latitud.  Llegaron  ¿jun- 
tarse todos  en  frente  de  la  laguna  de  los  Guatos.  Allí  pa- 
saron el  rio  Paraguay  y  entraron  en  la  jurisdicción  de 
Chaves  ^e  incluia  las  provincias  de  "Chiquitos,  Mojos  y 
Mato  Groso.  Después  de  un  contratiempo  insignificante, 
todos  llegaron  á  Santa  Cruz.  Desde  aquí  el  gobernador 
despachó  un  pliego  á  la  audiencia  de  Charcas,  manifes- 
tando su  situación  y  pidiéndole  permiso  para  presentarse 
en  ella.    Acordado  este,   partió  con   solo  60  españoles, 


GOBERNANTES  29 

dirigiéndose  por  los  llanos  de  Manso,  y  torciendo  por  la 
fontera  de  Tomina,  siguió  el  camino  de  Cuzco  Toro. 
Llegó  con  el  obispo  y  su  gente  á  Chuquisaca  el  año  de 
1565,  después  de  algunos  encuentros  con  los  chiriguanos, 
que  le  mataron  alguna  gente  y  un  mercenario. 

Antes  de  llegar  el  gobernador  á  Chuquisaca,  hubo  al- 
gunas intrigas  para  quitarle  el  gobierno.  Así  fué  que 
cuando  el  gobernador  entabló  su  solicitud  para  que  la 
audiencia  le  confirmase  en  su  mando,  se  presentó  Mal- 
donado,  como  procurador  de  la  provincia  del  Rio  de  la 
Plata,  haciendo  multitud  de  cargos  al  gobernador,  siendo 
el  mayor  haber  abandonado  su  provincia.  A  lo  cual  con- 
testó éste  que  habia  sido  con  el  fin  de  solicitar  socorros, 
pero  le  replicó  Maldonado  que,  siendo  su  único  objeto  so- 
solicitar  la  confirmación  de  su  mando,  podia  haberlo  he- 
cho por  una  representación.  Viendo  Cáceres  con  los 
pretendiente  al  gobierno  que  la  audiencia  nada  resolvia, 
pasaron  á  Lima  donde  reprodugeron  los  cargos  contra 
Ortiz  de  Vergara  ante  el  gobernador  general  del  Perú,  el 
cual  quitó  el  gobierno  á  dicho  Ortiz  de  Vergara  mandán- 
dole  fuese  á  justificarse  á  la  corte. 

XII.  •  DON  JUAN  DE  ORTEGA,  delegado  de  Vergara, 
durante  la  ausencia  de  éste  en  el  Perú,  en  1564. 

No  era  hombre  bien  quisto  por  los  habitantes  de  la 
Asunción,  así  fué  que  hizo  un  trisü  gobierno,  que  entregó 
á  Cáceres. 

1564-1575— XIIL  DON  JUAN  ORTIZ  DE  ZARATE, 
opulento  caballero,  nombrado  adelantado,  en  1564,  por  el 
virey  del  Perú,  con  la  obligación  de  que  habia  <Je  emplear 
en  la  conquista  y  población  del  -Rio  de  la  Plata  80,000 
ducados,  introducir  200  familias  de  España  y  300  áolda- 
dos  para  la  fundación  de  dos  nuevas  ciudades  en  la  pro- 
vincia de  su  mando,  y  llevar  de  la  de  Charcas  4000  vacas, 
ovejas,  yeguas  y  cabras.  ' 


30  DEL  PARAGUAY 

El  gobernador  del  Perú  aceptó  esta  propuesta  de  Zarate 
y  le  dio  el  título  de  adelantado  con  la  condición  de  ir  á 
España  por  la  confirmación.    En  efecto,  el  año  de  1567, 
salió  de  Lima  partiendo  para  España  por  via  de  Panamá, 
nombrando  antes  por  su  teniente  general  en  el  gobierno  á 
Felipe  de  Cáceres,  proveyéndole  de  los  fondos  necesarios 
para  conducir   al   Paraguay    los   ganados    estipulados. 
Cáceres  pasó  á  Chuquisaca,  incorporándose  con  el  obis- 
po y  los    que  quisieron    acompañarle,  y  fueron  todos  á 
Santa  Cruz  de  la  Sierra,  donde  Chaves  los  agasajó  con 
tanta  atención  y  buen  modo  que  se  quedaron  allí  muchos 
de  los  que  hablan  ido  con  Ortiz  de  Vergara  y  el  obispo 
del  Paraguay,  entre  ellos  el  soldado  Muñoz,  que  entendía 
de  minas,  siendo  muy  útil  á  Chaves  que  se  estaba  apron- 
tando para  ir  á  beneficiar  las  que    habia  en  Chiquitos  y 
Mato  Groso.     Salieron  todos  escoltados  con  una'  compa- 
ñía de  doce    hombres    al  mando  de  Chaves,  llegando  al 
pueblo  de  Itatl,    fundado  por  éste,   y  encontrándolo  sin 
gente,  se,  vio  obligado  á^  separarse  de   la  comitiva,  para 
reunir  hombres  y  tranquilizar  á  los  itatines.    Pero  desgra- 
ciadamente en  el  camino  fué  muerto  Chaves  por  un  indio, 
y  los  demás  de  laescolta  lo  fueron  también  todos  menos  el 
trompa.     Si  no    hubiese  sucedido  esta  desgracia,  es  de 
creer  que  no  solo  habrían  descubierto  y  poseerían  los  es- 
pañoles los  minerales  de  oro,  diamantes  y  otras  piedras 
preciosas  que  disfrutanjos  portugueses  en  Mato  Groso  y 
Cuyabá,  Sino  también  se  habria  conservado  abierta  por  el 
rioParaguay  la  comunicación  del  Rio  de  la  Plata  con  Es- 
paña de  las  provincias  de  Chiquitos,  Mojos,  Santa  Cruz 
y  otras  que  por  falta  de  esta  proporción  han  sido  y  serán 
siempre  ppbres. 

El  rey  confinó  (11  de  diciembre  de  1571)  el  nombra- 
miento de  Zarate  como  se  verá  por  la  providencia  siguiente: 

"El  Rey. — Presidente  y  oidores  de  la  nuestra  audien- 
cia real  que  reside  en  la  ciudad  de  la  Plata  de  la  provin- 
cia de  los  Charcas:  sabed  que-  nos  tenemos  proveído  por 


GOBERNANTES  31 

adelantado  nuestro  gobernador  y  capitán  general  de  las 
provincias  del  Rio  de  la  Plata  á  Juan  Ortiz  de  Zarate, 
caballero  de  la  orden  de  Santiago,  conforme  á  cierto  asien- 
to que  con  él  mandamos  tomar,  por  el  cual,  entre  otras 
cosas  está  obligado  á  poblar  dos  pueblos  entre  la  ciudad 
de  la  Asunción,  que  es  en  las  dichas  provincias  y  esaciudad, 
para  que  ambas  provincias  se  puedan  comunicar;  y  asi 
mismo  está  obligado  á  meter  en  ellas  cierta  cantidad  de 
ganados  como  se  contiene  en  los  artículos  del  dicho 
asiento  que  con  estaos  mando  enviar,  firmado  Joan  de 
Ledesma,  nuestro  secretario  de  Cámara  y  de  gobernación 
en  el  nuestro  Consejo  de  las  Indias,  para  que  las  veáis  y 
deis  orden  como  el  dicho  adelantado  los  cumpla;  y  así  os 
lo  encargo]  y  mando,  y  que  á  él  ó  á  la  persona  que  él 
enviare  para  ello  le  deis  todo  el  favor  y  ayuda  despachan- 
do en  nuestro  nombre  las  provisiones  que  fuesen 
menester,  y.porveyendo  que  las  personas  que  fueren 
á  poblar  tengan  el  caudal,  suficiencia  y  bondad  que 
conviene;  advirtiendo  que  los  dichos  pueblos  se  ha- 
gan en  las  partes  mas  conveifientes  al  efecto  que  se 
pretende;  y  de  todo  lo  que  en  ello  se  hiciere  nos  iréis 
dando  aviso  en  el  nuestro  Consejo  Real  de  las  Indias, 
y  caso  que  el  dicho  adelantado  no  lo  haga  y  cumpla,  to- 
mareis de  su  hacienda  hasta  en  cantidad  de  veinte  mil 
ducados  y  el  ganado  que  está  obligado  á  meter  en  las  di- 
chas provincias,  conforme  á  los  dichos  capítulos;  y  en- 
cargareis á  una  persona,  cual  conviene  para  el  efecto, 
vaya  á  hacer  la  población  de  los  dichos  dos  pueblos  á 
costa  délos  veinte  mil  ducados  dichos.  Fecha  en  Ma- 
drid áonce  de  diciembre  de  1571  años. — Yo  el  Rey. — Por 
mandado  de  Su  Magestad,  Antonio  de  Herasso.— Corr,e- 
gido  con  su  original.— Juan  Baptistade  la  Gasea.*' 

Con  esta  confirmación  Zarate  partió  de  San  Lúcar  de 
Barrameda  el  17  de  octubre  de  1572,  con  una  espedi- 
cion  compuesta  de  tres  navios  y  dos  buques  meno- 
res.    SíC  embarcó  también    el  comisario  Fray  Juan   VL 


32  DEL  PARAGUAY 

llalta  con  otros  veinte  y  un  religiosos  franciscanos,  entro 
ellos  Fray  Alonso  de  San  Buenaventura  y  el  célebre  anda- 
luz Fray  Luis  Bolaños,  ordenados  de  evangelio,  el  cual, 
después  de  haber  trabajado  mas  que  nadie  en  la  predi- 
cación de  los  indios,  compuso  el  catecismo  en  lengua 
guaraní,  y  escribió  el  arte  y  diccionario  de  este  idioma, 
que  imprimieron  después  los  padres  jesuitas.  Uno  de 
los  que  hallaron  en  esta  espedicion  fué  el  licenciado  estre- 
meño  don  Martin  del  Barco  Centenera,  autor  de  la  Ar- 
gentina, en  verso. 

Después  de  haber  esperimentado  muchos  contratiem- 
pos, primero  en  el  mar  con  las  muchas  tempestades,  mu- 
riendo en  la  travesía  desde  el  Cabo  Verde  hasta  Santa 
Catalina  300  personas  de  ambos  sexos,  como  consta  por 
la  carta  de  un  soldado  de  esta  espedicion  que,  según 
Azara,  se  halla  inserta  en  el  testamento  de  Gil  y  Garcia 
archivada  en  el  Paraguay;  y  vivamente  hostilizado  en  se- 
guida por  los  charrúas  hasta  que  entró  en  el  Rio  de  la  Pla- 
ta, fondeando  en  San  Gabriel.  De  aquí  pasó  á  la  isla  de 
Martiri  Garcia,  donde  desembarcó  toda  su  gente,  con  el 
objeto  de  fundar  en  ella  una  población.  Lo  primero  que 
mandó  el  adelantado  fué  que  á  toda  la  estension  de  su  ju- 
risdicción se  diese  el  nombre  de  Nueva  Vizcaya,  porque 
era  vizcaíno  y  que  aquella  principiada  población  tuviese 
el  de  ciudad  de  San  Salvador,  de  la  cual  nombró  alcaldes, 
rejidores,  etc.  Nombró  también  por  su  segundo  ó  tenien- 
te general  de  todas  aquellas  provincias  á  Juan  de  Garay, 
despachándolo  á  la  Asunción  con  varias  órdenes,  una  de 
ellas  la  mas  urgente,  que  le  enviase  víveres  y  auxilios. 

Todo  cuanto  disponía  el  adelantado  era  muy  criticado, 
y  aun  se  meditaba  aprisionarle  y  enviarle  á  España  for- 
mándole proceso  que  justificase  sus  malos  modos  con  las 
gentes,  su  impericia  y  sus  latrocinios.  En  estas  circuns- 
tancias,  llegó  del  Paraguay  el  socorro  de  víveres  y  de 


'  GOBERNANTES  33 

indios  que  le  enviara  Garay,  y  entonces  resolvió  el  ade- 
lantado ir  á  la  Asunción,  donde  llegó  felizmente,  en  octu- 
bre de  1575,  siendo  muy  bien  recibido. 

La  primera  medida  al  recibirse  del  gobierno  fué  desa- 
probar por  bando  (22  de  octubre  de  1575)  todo  lo  practi- 
cado contra  Cáceres,  el  haberse  apoderado  del  mandó 
Martin  Suarezde  Toledo  y  todos  los  empleos  y  mercedes 
que  este  habia  conferido. 

Destituido  de  las  cualidades  necesarias  para  el  mando, 
su  política  le  acarreaba  la  antipatía  de  todos  los  colonos, 
hasta  que  viéndose  aislado,  odiado  y  aun  despreciado  de 
todos,  un  ataque  de  hipocondría  dio  fin  á  sus  dias  el  mis- 
mo año  de  1575. 

Nombró  su  heredera  universal  á  su  única  hija  doña 
Juana,  que  se  hallaba  en  Chuquisaca  y  por  su  sucesor  en 
el  adelantazgo  al  que  se  casase  con  ella,  pero,  para  mandar 
entretanto,  nombró  á  su  sobrino  Diego  Ortiz  de  Zarate  y 
Mendieta,  dándole  por  coadjuntor  á  Martin  Duré. 

Xiv.  GENERAL  FELIPE  DE  CÁCERES,  lugar- 
teniente de  Juan  Ortiz  de    Zarate,  nombrado  por  éste  en 

Chuquisaca,  el  cual  llegó  á  la  Asunción  en  1570  juntamen- 
te con  el  obispo  La  Torre. 

Al  pasar  por  Santa  Cruz  de  la  Sierra  fueron  ambos 
bien  obsequiados  por  Ñuño  de  Chaves,  cuya  ruta  prepa- 
rada en  su  primera  espedicion  y  frecuentada  posterior- 
mente por  todos,  habían  seguido  el  obispo  y  el  teniente 
de  gobernador.  Aqnella  ruta  quedó  abandonada  tan  lue- 
go pomo  fueron  avasallados  los  territorios  del  Tucuman. 

Antes  de  entrar  en  la  Asunción,  se  tuvo  la  noticia  del 
asesinato  alevoso  de  Chaves  por  los  itatines  (1568).  En  el 
mismo  año  (12  de  noviembre)  consiguió  Cáceres  una 
insigne  victoria  sobre  un  ejército  de  10000  indios  que  fue- 
ron completamente  aniquilados.  Desde  entonces  no  hubo 
que  vencer  obstáculo  alguno,  hasta  su  entrada  en  la  Asun- 

4 


34  DEL  paraguay' 

» 

cion,  donde  fueron  recibidos  el  obispo  yCáceres  con  gran- 
des demostraciones  de  alegría. 

Apenas  entró  en  la  capital,  se  hizo  entregar  el  bastón  de 
gobernador  que  empuñaba  Ortega  y  en  seguida  convocó 
al  ayuntamiento,  de  quien  se  hizo  reconocer  en  su  empleo, 

haciéndose  obedecer  por  fuerza  y  aun  con  amenazas,  y 
luego  procedió  al  nombramiento  de  los  funcionarios  con 
quienes  habia  de  gobernar.  Estos  eran  hombres  senci- 
llos y  tímidos,  á  quienes  podia  Cáceres  manejará  su  an- 
tojo, y  muchos  de  ellos  no  sabian  ni  firmar,  haciéndolo 
por  ellos  los  escribientes  y  el  mismo  gobernador.  Es- 
tos cargos  eran  desempeñados,  desde  época  remota, 
por  siete  ú  ocho  que  eran  los  primeros  que  se  acer- 
caban á  los  hombres  del  poder,  mientras  habia  vecinos 
casados,  honrados,  respetables  y  de  edad  provecta,  pero 
que    no  eran  los    sicofantas  de  todas  las  épocas. 

Durante  los  tres  años  que  duró  el  gobierno  de  Cá- 
ceres, tuvo  que  luchar  continuamente  con  los  partida- 
rios de  Vergara  que  no  le  querian,  sino  que  fuese  el  obis- 
po quien  habia  de  ejercer  el  maudo  político.  De  aquí 
nació  una  falta  de  armomía  entre  la  autoridad  civil  v  la 
eclesiástica,  agriándose  los  ánimos  hasta  el  escándalo, 
sin  tener  en  cuenta  para  nada  la  dignidad  que  represen- 
taban. 

Cáceres  deseaba  la  llegada  del  adelantado  para  que  pu- 
siera término  á  este  malestar.  Así,  hizo  dos  viages 
hasta  Buenos  Aires  para  verse  con  el  adelantado,  cuya 
tardanza  aumentaba  la  discordia,  y  como  volviese  solo 
después  de  su  segundo  viage,  sus  enemigos  cobraron 
valor  y  se  pronunciaron  abiertamente  contra  él.  En  vano 
empleó  medidas  de  rigor  para  contener  el  desborde  de 
las  pasiones,  á  que  el  obispo,  abusando  de  su  posición 
y  del  oscurantismo  de  la  época,  aumentaba  cada  vez 
más. 

Al  fin,  Cáceres  se  vio   obligado  á  mandar  prender  al 


GOBERNANTES  35 

provisor  Alonso  de  Segovia,  á  quien  hizo  remachar  una 
barra  de  grillos  y  meter  en  un  calabozo.  Aquí  fué  Troya; 
el  obispo  inmediatamente  declara  á  Cáceres  privado  de  las 
temporalidades  como  perturbador  del  orden  público,  lo 
que  era  muy  cuestionable. 

Verdad  es  que  Cáceres  era  hombre  audaz,  cobarde, 
soberbio* y  vengativo,  que  trataba  con  crueldades  á  los 
naturales,  siu  respeto  para  con  nadie,  ni  para  con  q1  mis- 
mo obispo. 


^    * 


Como  el  mal  iba  en  progresión  ascendente,  se  exaspera- 
ron los  parciales  del  obispo  y  suscitaron  una  conspiración 
con  la  maligna  intención  de  prender  ó  matar  al  goberna- 
dor; más  luego  que  éste  tuvo  conocimiento  de  ella,  man- 
dó, cual  medida  preventiva,  prender  y  ejecutar  á  un 
caballero  en  quien  tuvo  alguna  sospecha  y  en  seguida 
encarcelar  á  todos  los  cabezas  de  la  conjuración.  Acto 
continuo  espidió  un  bando  prohibiendo  toda  comunica- 
ción con  el  obispo,  hablar  con  él,,  ni  tener  reunión  de 
gente  en  su  casa,  bajo  penas  graves. 

Sin  embago,  el  obispo,  apoyado  por  el  sexo  débil,  muy 
fácil  de  impresionarse,  consiguió  ganarle  de  mano  valién- 
dose de  un  fraile,  fray  Francisco  de  Ocampo,  hombre 
audaz,  revoltoso,  inquieto  é  inmoral,  quien,  encabezando 
el  populacho,  se  lanzó  sobre  el  gobernador,  en  momentos 
que  este  se  hallaba  hincado  en  la  iglesia  oyendo  misa. 
Le  desarman  con  violencia,  remáehanle  dos  barras  de 
grillos,  con  una  fuerte  y  pesada  cadena  que  atrabesaba 
una  pared  por  medio  de  un  grueso  cepo  cerrado  con  un 
gran  candado, 'cuya  llave  entregaron  al  prelado. 

Ei  mismo  obispo  lo  condujo  mas  tarde  á  España,  re- 
mitiéndole a^l  Santo  Ofiio. 

En  ese  estado  fué  humillado,  escarnecido  é  insultado 
hasta  por  un  negro  esclavo  suyo.  Embargáronle  sus 
bienes  disponiendo  de  ellos. 


^  I 


36  DEL  PARAGUAY 

Cuando  los  soldados  le  sacaban  de  la  iglesia  para  con- 
ducirle á  la  prisisn,  en  la  que  permaneció  por  mas  de  un 
año,  se  presentó  en    la  plaza,    seguido  de  una  multitud 

de  gente,  el  teniente  de  gobernador  Suarez'de  Toledo  que 
habia  sido  depuesto. 

En  San  Vicente,  en  la  costa  del  Brasil,  Cáceres,  que  iba 
en  la  misma  caravela  en  que  salió  Garaj  de  la  Asunción 
el  14  de  abril  de  1573,  según  una  declaración  de  éste  que 
existe  en  el  archivo  de  Santa  Fe,  fué  desembarcado  y 
puesto  en  una  estrecha  prisión;  pero  los  portugueses  le 
libraron  de  ella  secretamente  y  ocultándole,  mas  des- 
pués lo  entregaron  y  lo  volvieron  á  la  prisión.  Abando- 
nado Cáceres,  continúo  libre  hasta  España:  presentóse  al 
supremo  consejo,  logrando  que  se  aprobase  su  cqnducta 
y  que  repróbasela  de  sus  contrarios. 

XV.  MARTIN  JUÁREZ  DE  TOLEDO,  lugartenien- 
te de  Cáceres  dos  veces,  la  primera  en  1570,  duranter  el 
viage  de  este  al  Rio  de  la  Plata  para  recibir  al  gobernador 
propietario  Juan  Ortiz  de  Zarate,  habiendo  sido  depuesto; 
y  la  segunda,  intruso,  desde  el  momento.de  la  prisión  del 
mismo  Cáceres  (1572),  y  confirmado,  por  el  Cabildo,  en 
su  puesto  de  gobernador  y  justicia  mayor,  con  todas  las 
facultades  anexas  al  cargo,  de  quo  no  se  pudo  prescindir, 
hasta  el  22  de  octubre  de  1575  flue  el  adelantado  Ortiz  de 
Zarate  protestó  contra  la  usurpación,  declarando  ser  nulo 
cuanto  él  habia  practicado. 

Poco  tiempo  después  mandó  Suarez  de  Toledo  al  viz- 
caíno Juan  de  Garay  á  reclutar  gente  para  fundar  un  pue- 
blo hacia  Santisplrtus*  Salió,  según  se  ha  dicha,  el  14  de 
abril  de  1573,  en  compañía  de  la  caravela  un  bergantín 
con  algunas  canoas,  al  mando  de  Juan  de  Garay,  que  iba 
á  su  destino  con  80  españoles,  según  Azara  que  le  da  ma- 
yor número  que  los  demás  historiadores,  que  lo  fijan  en 


GOBERNANTES  37 

60,  parte  embarcados  y  los  restaníes  conduciendo  vacas, 
yeguas  y  caballos  por  tierra.  Se  introdujo  con  sus  buques 
y  gentes  por  el  brazo  del  Paraná  llamado  de  los  ^utloaspov 
los  guaraníes  que  lo  habitaban,  pareciendo  bien  un  sitio  de 
la  orilla  occidental  en  los  31°  9'  20"  de  latitud  observada; 
sentó  su  real  por  junio  o  julio  de  1573,  según  se  infiere  del 
tiempo  que  pudo  tardar  en  su  viage,  y  el  que  necesitó  ha- 
cer para  encontrarse  con  Cabrera  el  19  de  setiembre.  Ya 
íiabia  construido  (15  de  setiembre  de  1573)  con  tapias  un 
pequeño  fuerte  de  150  varas  en  cuadro,  que  repartió  en 
sitios  para  casas,  llamándole  ciudad  de  Santa  Fé  de  la 
Vera  Cruz,  nombrando  alcaldesy  regidores  y  dándole  por 
patrono  á  San  Gerónimo;  pero  se  trasladó  esta  ciudad  en 
donde  hoy  se  halla  el  20  de  abril  de  1651.  Mientras  se 
hacian  esas  obras,  salió  Garay  con  el  bergantín  y  cuaren- 
ta españoles  aguas  abajo,  á  tomar  conocimienio  de  los 
indios  de  que  podria  disponer  para  repartirlos  en  enco- 
miendas y  siguió  el  brazo  del  Paraná  que  pasa  por  la 
actual  Santa  Fé  y  por  Coronda,  donde  se  detuvo  algunos 
días  con  los  timbúes.  Estando  allí  una  madrugada  se  le 
presentaron  algunos  españoles  que  le  dijeron  ser  soldados 
del  citado  Cabrera,  el  cual,  después  de  fundar  á  Córdoba, 
se  habia  adelantado  hasta  el  Paraná,  y  tomado  posesión  de 
Santispíritus,  poniéndole  el  nombre  de  San  Luis  de  Cór- 
doba, para  que  le  sirviese  de  puerto  de  comunicacin  con 
España,  y  que  le  habia  señalado  por  distrito  las  costas  é 
islas  á  distancia  de  20  leguas  arriba  y  abajo,  según  cons- 
ta del  libro  capitular  de  Córdoba. '  Este  asunto  fué  muy 
debatido  enterGarayy  Cabrera  sosteniendo  cada  uno  su 
derecho,  hasta  que  con  la  presencia  de  aquél  cerca  de  la 
real  audiencia  de  Charcas,  ante  la  cuál  sostuvo  el  suyo, 
se  resolvió  el  asunto  en  su  favor,  declarando  que  la 
ciudad  de  Santa  Fé  y  su  territorio  pertenecian  legitima- 
mente  á  los  gobernadores  del  Rio  de  la  Plata. 

XVI.     DON  DIEGO  ORTIZ  DE  ZARATE  Y  MENDIE- 


38  DEL  PARAGÍIAY 

TA,  gobernador  interino  por  su  tio  el  intendente  Ortiz  de 
Zarate.  Lo  primero  que  hizo,  el  8  de  febrero  de  1576,  fué 
confirmar  á  Garay  en  el  empleo  de  teniente  general  de 
aquellas   provincias.     Era    Mendieta  joven  como  de  20 

« 

años  de  edad,  quien,  desde  el  momento  que  se  vio  con  el 
poder  absoluto,  tiranizó  á  los  vecinos  de  la  Asunción  sin 
ningún  género  de  consideraciones  á  la  edad,  sexo,  ni  dig- 
nidad. Fué  el  primer 'Francia  del  Paraguay,  pudiéndo- 
sele aplicar  todas  las  crueldades  de  aquél.  Parece  que 
aquel  tirano  hubiese  estudiado  á  este  personage  en  todos 
sus  detalles,  á  quien  también  imitara  hasta  poderlo  con- 
fundir. 

Costó  mucho  trabajo  deshacerse  de  semejante  monstruo 
que  solo  se  consiguió  con  su  trágica  muerte  á  manos  de 
los  indios  albiazá,  yendo  á  parar  su  cuerpo  aun  Ca- 
tiente  en  los  vientres  de  esos  antropófagos.  Fué  uno  de 
los  pocos  tíranos  que  hubiese  recibido  su  condigno  cas- 
tigo. 

XVII.  DON  JUAN  DE  GARAY,  teniente  gobernador, 
nonnbrado  por  el  adelantado  Torres  de  Vera  y  Aragón, 
quien  tomó  el  mando  en  1576,  dedicándose  con  preferen- 
cia á  la  ocupación  permanente  del  territorio.  Hizo  prodi- 
gios de  valor  dejando  bien  asentado  el  nomber  español  en- 
tre los  indios  guaraníes  y  totalmente  abatido  el  orgullo  de 
estos. 

La  Asunción  fué  testigo,  en  1579,  de  las  suntuosas 
fiestas  que  se  celebraron  para  conmemorar  las  insignes 
victorias  de  Garav.  A  esie  se  debe  la  fundación  de  Villa 
Rica  del  Espíritu  Santo,  en  el  Guaira,  y  la  ciudad  de  San- 
tiago de  Jerez,  en  1580,  llevada  á  cabo  por  Rui  Diaz  Mel- 
garejo, en  el  territorio  de  los  nuaráes,  á  la  que  Garay 
mandó  se  le  pusiese  por  nombre  Nueva  Vizcaya.  Poste- 
riormente (1791)  los  portugueses  se  apoderaron  definitiva- 
mente de  la  comarca  que  riega  el  rio  Mbotétei,  y  sobre  las 


GOBERNANTES  39 

ruinas  de  Santiago  de  Jerez  levantaron  otra  ciudad  con  el 
nombre  de  Miranda. 

Fundó  los  pueblos  fronterizos  de  Perico-Guazü  y  Tala- 
vera  (despoblada  en  1650,  á  causa  de  un  ataque  de  los 
payaguáes):  esploró  los  ríos  Igurey  y  Mbotetei. 

Después  de  un  corto  descanso,  Garay  dirijió  su  aten- 
ción al  aumento  de  sü  gobierno  haciendo  nuevas  pobla- 
ciones. Para  el  efecto,  señaló  60  soldados  escojidos, 
(Azara  dice  80)  entre  los  muchos  que  se  ofrecieron  y,  á  la 
cabeza  de  ellos,  partió  de  la  Asunción  en  1580. 

Sus  nombres  (1),  en  el  orden  en  que  están  puestos  en  la 
lista  de  reparticiones  de  tierras  y  solares  y  en  que  ee  alis- 
taron en  la  Asunción,  son  los  siguientes: 

Luis  Gaitan,  Pedro  Avalos,  Domingo  de  Irala,  Miguel 
López  Madera,  Miguel  Gómez,  Jerónimo  Pérez,  Juan  Ba- 
sualdo,Diegode  Barrieta,  Victor  Cano,  Pedro  Luis,  Pedro 
Fernandez,  Pedro  Franco,  Alonso  Gómez,  Estévan  Alegre, 
Pedro  de  Izarra,  Pedro  Fernandez  de  Zarate,  Baltasar  de 
Carbajal,  Antonio  Bermudez,  Jusepe  de  Zayas,  Francisco 
Bernal,  Miguel  del  Corro,  Bernabé  Veneciano,  Cristóba 
de  Altamirano,  (2)  Pedro  de  Jerez,  Sebastian  Bello,  Juan 
Domínguez,  Pedro  de  Isbran,  Pedro  Rodriguez,  Pedro  de 
Quiróz,  Alonso  de  Escobar,  Antonio  de  Higueras,  el  ade- 
lantado don  Gonzalo  Martel,  Juan  Ruiz,  Juan   Fernandez 

de  Eneiso,  Hernanco  de  Mendoza,  Pedro  Moran,  Rodrigo 
delbarola,  Andrés  Vallejos,  Pedro  de  Zayas,  Lázaro  Gui- 
rineo,  Juan  de  Carbajal,  Pantajeon,  Pedro  de  Medina, 
Juan  Martin,  Estevan  Ruiz,  Andrés  Méndez,  Miguel  Na- 
varro, Seb<istian  Fernandez,  Juan  de  España,  Ambrosio 
deAcosta,  Rodrigo  Gómez,  Pablo  Cimbrón,  Antonio  Ro- 
berto, Jerónimo  Nuñez,  Pedro  de  la  Torre,  Domingo  de 

(1)  Los  tomamos  de  la  Historio  de  la  congusita  dd  Paraguay^Rio  de  la  Plata 
y  Tucuman  por  el  P.  Pedro  Lozano,  publicada  por  don  Andrés  Lamas  en  1874. 

(2)  Ko  vino  de  la  Asunción,  sino  que  se    agregó  después  á  los  pobla. 
dores. 


40  DEL  PARAGUAY 

Arramendia,  Antón  de  Porras,   Ochoa    Márquez,   Juan 

Rodríguez,  Alonso  Pareja,  Pedro  Hernández  y  Juan  de 
Garay. 

También  vino  de  la  Asunción  Ana  Diaz,  viuda,  que  tenia 
una  hija  casada  con  uno  de  los  pobladores. 

Desde  la  fundación  de  Buenos  Aires  por  Garay,  la  cro- 
nología de  los  gobernadores  del  Paraguay,  hasta  su  sepa- 
,  ración  de  la  provincia  del  Río  de  la  Plata,  no  presenta 
mucho  interés,  porque  habiendo  sido  esta  ciudad  su  resi- 
dencia habitual,  su  acción  en  el  resto  de  la  gobernación 
era  poco  ó  nada  sensible:  se  vegetaba  más  bien. 

Según  consta  en  su  archivo,  fundó  Garay  la  ciudad  de 
Buenos  Aires  en  el  dia  de  la  Trinidad  de  1580,  en  el 
propio  sitio  que  tuvo  antes  la  que  fundó  don  Pedro  de 
Mendoza.  Se  llamó  ciudañ  de  la  Trinidádad  y  puerto  de 
Santa  Maria  de  Buenos  Aires,  para  conservar  la  memo- 
ria del  dia  de  la  fundación  y  del  nombre  que  le  dio  Mendo- 
za. Le  dio  por  patrono  á  San  Martin,  y  por  armas  una 
fragata  á  la  vela  con  dos  anclas.  Repartió  sitios  para  ca- 
sas, y  antes  dé  principiar  la  suya,  registró  las  cercanías 
y  el  puerto  ó  riachuelo,  donde  encontró  á  diez  querandíes, 
mató  á  tres  tomando  á  dos.  Díoles  luego  libertad,  supo- 
niendo que  así  ganarla  la  amistad  de  los  demás;  j  lo  que 
consiguió  fué  que  los  querandíes  se  internasen  hacia  el 
mediodia  espantados  de  los  caballos.  Continuó  Garay  su 
reconocimiento,  y  sin  dificultad  redujo  á  los  querandíes 
del  Monte  Grande,  hoy  San  Isidro,  del  Valle  de  Santiago, 
hpy  las  Conchas,  y  de  las  islas  inferiores  del  Paraná. 
Terminó  Garay  su  fundación  sin  dificultad.  Ninguna  po- 
blación española  tuvo  tan  pocos  indios  de  encomiendas 
como  Buenos  Aires,  como  que  fué  obligado  ir  en  1618,  á 
buscar  los  quilmes  y  calíanos  á  Santiago  del  Estero. 
Viéndose  Garay  bien  establecido,  lo  aviso  por  un  espreso 
á  su  adelantado  v  al  rey. 

El  año  1584  Garay  se   introlujo    por  el  brazo  del  Para- 
ná   mas    inmdiato.     Siguió  su  navegación   sin   tropiezo 


GOBERNANTES  41 

hasta  que  se  amarró  en  la  orilla  y  puso  mucha  gente  en  tier- 
ra para  pasar  la  noche.  Estaban  ya  todos  dormidos 
cuando  130  indios  minuanes  bajaron,  de  una  altura  con 
tanto  sigilo  que  sorprendieron  y  mataron  á  Garay  y  á 
cuarenta  mas. 


XVIIL  DON  ALONSO  DE  VERA  Y  ARAGÓN, 
conocido,  por  su  mal  gesto  y  color  muy  moreno,  con  el 
sobre  nombre  de  cara  dn  perro,  para  distinguirlo  de  su 
primo  (Alonso  de  Vera,  el  Tupi),  teniente  gobernador 
nombrado  por  su  tio  el  adelantado  Torres  de  Vera,  en 
1585. 

Eecargado  por  Garay  para  reconocer  las  orillas  del  rio 
Ipitá  ó  Bermejo,  salió  déla  Asunción  el  23  de  febrero  de 
1583  con  200  soldodos  contra  los  guaicurúes  y  sus  aliados 
los  nocaguaques  que  lo  hostilizaban,  y  lo  halló  á  propo- 
sito para  fundar  un  pueblo,  Con  estas  noticias,  luego*  que 
Vera  y  Aragón  fué  nombrado  teniente  gobernador,  alistó 
una  espedicion '  compuesta  dé  135  españoles  y  algunos 
auxiliares  con  bastantes  caballos,  50  yuntas  de  bueyes  y 
unas  300  vaca<  y  salió  de  la  Asunción  el  15  de  marzo  del 
mismo  año  (1585).  Una  vez  vencidos  y  allanado  el  camino, 
esploró  las  ribera  del  rio  Bermejo  y  antes  de  elegir  el  sitio 
para  su  población,  el  13  Je  abril  nombró  los  alcaldes  y 
regidores  obligándoles  á  fundar  iglesia  y  observando  las 
ceremonias  acostumbradas  en  tales  actos:  repartió  los 
indios  en  encomiendas  y  dio  el  nombre  á  la  ciudad  que 
iba  á  fundar  llamándola  Concepción  de  Bnena  Esperan- 
za. Al  dia  siguiente  salió  Vera  y  Aragón  á  reconoceré  el 
país,  llevando  armas,  municiones,  ganado  vacuno  y  caba- 
llar y  toda  clase  de  víveres,  fundándola  (el  dia  14  del  mis- 
mo mes)  á  la  derecha  del  rio  Bermejo  y  á  la  altura  de  30 
leguas  antes  de  juntarse  con  el  rio  Paraguay , que  era  jus- 
tamente lo  mas  poblado  de  indios  mocobies. 


42  DEL   PARAGUAY 

He  aquí  el— 

ACTA  DE  FUNDACIÓN  (i) 

DE  LA    CIUDAD    DE  NUESTRA   SeÑOBA  DE    LA  CONCEPCIÓN  DE 

Buena  Esperanza  del  Rio  Bermejo 

(15S5) 

En  el  nombre  de  la  Santísima  Trinidad,  padre  ehijo  y 
espíritu  santo  tres  personas  y  un  solo  Dios  verdadero  y  de 
la  Santísima  y  gloriosísima  viagen  Santa  Mari  a  Madre  de 
Dios  que  vive  y  reina  por  todos  los  siglos  de  los  siglos  para 
siempre  jamas  amen.  Alonso  de  Veray  Aragón,  Capitán 
y  justicia  mayor  déla  población  del  sitio  partes  y  conquis- 
ta y  población  del.Rio  Bermejo  y  sus  confines  por  el  muy 
ilustre  señor  Juan  de  Torres  Navarrete  teniente  de  goberna- 
dor y  capitán  general  y  Justicia  Mayor  en  estas  provincias 
del  Rio  de  la  Plata,  por  el  muy  ilustre  Señor  el  licenciado 
Juan  de  Torres  de  Vera  y  Aragón  Adelantado  y  Goberna- 
dor y  Capitán  General  y  Justicia'Mayor  y  Alguacil  Mayor 
de  estas  dichas  Provincia  del  Rio  de  la  Plata  por  su  Mages- 
tad  el  Rey  Don  Felipe  nuestro  señor  y  del  dicho  señor  ade- 
lantado y  por  virtud  de  las  capitulaciones  que  el  muy  ilus- 
tre seúor  Juan  Ortizde  Zarate  Adelantado  ó  gobernador 
que  fué  de  estas  provincias  y  suegro  del  dicho  señor  ade- 
la.itado  referido  hijo  y  capituló  con  su  Magestad  y  de  los 
de  su  muy  alto  y  real  Consejo  de  indias  sobre  la  orden,  y 
manera  como  se  oviera  de  poblar  las  ciudades  de  estas 
provincias  y  conforme  á  la  dicha  instrucción  y  capitulación 
dijo  que  con  el  dicho  nombre  de  Dios  y  de  Su  Magestad 
y  del  dicho  Seúor  Adelantado  Juan  de  Torres  de  Vera  y 
por  virtud  del  poder  y  comisión  á  mi  dado  del  dicho  Se- 
ñor General  arriba  referido:  Dijo  que  para  el  dicho  cum- 
plimiento y  en  el  dicho  nombre  fundó  y  asentó  pueblo  en 

(1)  Copiada  por  el  doctor  Ángel  J.  Carranza  de  la  Biblioteca  Pública 
de  Buenos  Aires,  con  la  respectiva  legalización,  para  la  memoria  relati- 
va &  la  cuestión  de  limites  con  el  Paraguay  y  publicada  en  la  de  Rela- 
ciones Esteriores  de  1877,  tomo  I. 


GOBERNANTES  43 

• 

el  sitió  del  dicho  Rio  Bermejo  la  cual  ciudad  se  intitula  y 
llama  la  Concepción  de  Nuestra  Señora  la  cual  dicha  ciu- 
dad y  asiento  confina  con  todos  los  confines  que  son  su 
comarca  están  de  todo  el  Rio  Bermejo  y  por  confines  y 
términos  por  la  una  parte  los  términos  los  de  la  ciudad  de 
la  Asunción  y  Santa  Fé  y  Santiago  del  estero  y  ciudades 
de  Talavera  que  en  estero  y  con  términos  de  la  ciudad  de 
Lerma  llamada  Salta  y  ciudad  de  la  Plata  y  de  todos  los 
demás  términos  que  están  y  estuvieron  en  su  Comarca  y 
redondez  para  agora  y  siempre  jamas  y  en  el  entretanto 
que  Su  Mgestad  otra  cosa  mandare;  la  cual  parte  parece 
ser  mejor  y  buen  sitio  donde  la  gente  puede  estar  poblada 
y  hay  mucha  leña  y  pesquéria  y  caza  y  agua  y  patos  para 
sustentación  de  los  pobladores  y  de  lo's  ganados  y  para  su 
perpetuación  de  la  dicha  ciudad  con  muchas  tierras  y  es- 
tancias á  ello  anejo  lo  cual  es  para  repartir  y  dar  á  los 
pobladores  y  vecinos  della  como  Su  Magestad  por  sus 
Reales  Cédulas  lo  manda:  la  cual  dicha  ciudad  se  nom- 
bró fundó  y  asiento  en  nombre  de  Dios  y  de  Su  Magestad 
y  del  ditího  Señor  Adelantado  como  dicho  es  con  las  con- 
diciones y  en  la  forma  siguiente,  lo  primero  que  ante  to- 
das cosas  digo  y  protesto  que  cada  y  cuando  que  pareciere 
y  se  hace  A  responder  mejorar  al  dicho  pueblo  y  ciudad  en 
otra  parte  y  sitio  que  mas  conviniera  sea  servicio  de  Dios 
y  deSuMagestad  y  bien  y  utilidad  de  los  pobladores  y 
será  en  nombre  de  Dios  y  de  Su  Magestad  y  del  dicho  señor 
Adelantado  protesto  délo  mudar  y  asentar  y  mejorar  por  la 
perpetuidad  del  dicho  pueblo  para  que  sea  mas  convenien- 
te y  provechoso  lo  cual  liaré  con  acuerdo  y  parecer  del  Ca- 
bildo déla  dicha  ciudad  y  de  las  justicias  que  en  la  dicha 
ciudad  ubiere  y  ni  mas  ni  menos  se  nombraran,  Alcaldes 
y  Regidores  y  procuradores  que  tengan  y  mantengan  la 
dicha  ciudad  en  guarda  y  conservación  de  la  justicia  rreal 
mandando  y  administrando  y  teniendo  á  todos  en  jus- 
ticia como  Su  Magestad  asi  lo  manda  y  se  hace  en  las 
provincias  del  Perú   y  ansi  para  que   la  dicha  ciudad 


44  DEL  PARAGUAY 

esté  en  justicia  yo,  en  nombre  de  Su  Magestad  y  del 
dicho  Señor  Adelantado  y  gobernador  atrás  referido  se- 
ñalo por  Alcaldes  ordinarios  y  de  la  hermandad  á  Her- 
nán Darías  Saavedra  y  á  Bernabé  de  Lujan  y  por  Regi- 
dores á  Pedro  Franco  y  á  Diego  de  la  Torre  y  á  Antonio 

González  y  á  Pedro  de  Quiros  Jacome  Antonio  y  á  Ga- 
briel Fernandez    7  por  procurador  general  del   pro  y 

común  de  la  dicha  ciudad  á  Juan  Cabrera  y  asy  yo 
por  virtud  de  la  Comisión  dada  y  en  nombre  de  Dios  y 

de  Su  Magestad  y  del  dicho  Señor  Adelatado  y  gobernador 
en  tal  caso  puedo  devo  de  derecho  se  requiere  para  que 
en  su  nombre  le  doy  poder  y  facultad  cumplida  aquella 
que  de  derecho  en  tal  caso  puedo  y  debo  de  derecho  se  re- 
quiere para  que  en  nombre  de  Dios  y  de  Su  Magestad  y  del 
dicho  señor  Adelantado  y  gobernador  en  su  nombre  le  doy 
poder  y  facultad  cumplida  aquella  que  de  derecho  se  re- 
quierepara  que  en  nombre  de  Su  Magestad  y  del  dicho  Se- 
ñor governador  puedan  usar  y  ejercer  los  dichos  oficios  de 
alcaldes  y  regidores  y  procurador  general,  comot  va  referi- 
do y  declarado  y  en  todas  las  causas  civiles  ó  criminales 
anexas,  y  conexas  y  pertenecientes  a  los  dichos  sus 
oficios  conforme  ¿i  las  ordenanzas  que  Su  Magjestad  tiene 
hechas  á  todas  las  ciudades  de  lasv  Indias  para  que  usen 
y  ejerzan  en  los  dichos  oficios  de  alcaldes  ordinarios  Y 
de  la  hermandad  y  no  obtante  que  su  magestad  por  sns 
reales  provisiones  manda  que  los  tales  alcaldes  6  Regidores 
procurador  general  sean  caballeros  y  sirvan  de  los  dichos 
oficios  de  año  á  8ño  yo  en  dicho  nombre  de  Su  Magestad 
y  del  dicho  señor  gobernador  conformándome,  como  por 
la  presente  me  conformo  con  las  dichas  provisiones 
reales  los  nombro  en  los  dichos  oficios  de  alcaldes  y 
regidores  y  procurador  general  y  pareciendo  me  que 
la  dicha  elección  es  justa  y  conveniente  que  se  haga  en 
un  dia  señalado  del  año  por  la  presente  en  nombre  de 
su  magestad  y  del  dicho  señor  adelantado  y  gobernador 


GOBERNANTES  -  45 

nombro  y  señalo  que  sea  la  dicha  elección  de  los  dichos 
oficios  cada  un  año  por  el  dia  de  año  nuevo,  y  asi  mando 
que*  la  dicha  ordenanza  quede  hecha  y  confirmada  para 
que  se  haga  cada  un  año  como  dicho  es  para  el  dia 
señalado  y  doy  poder  y  facultad  para  que  de  hoy  en 
adelante  lo  hagan  así  como  va  referido  los  alcaldes  y 
Regidores  que  salieren  á  los  que  han  de  venir  juntamente 
con  la  cabeza  de  la  dicha  ciudad  ó  su  lugarteniente  ó  no 
los  citando  ellos  propios  en  su  cablido  y  regimiento  la 
cual  elección  se  comenzará  á  hazer  desde  hoy  catorce  de 
Ablril  del  año  del  señor  de  mil  é  quinientos  y  ochenta  y 
cinco  y  ansi.  desde  en  adelante  lo  cual  harán  como  Dios 
mejor  les  diere  á  entender  y  en  sus  conciencias  á aquellas 
personas  que  con  mas  rectitud  y  celo  entendieren  que 
conviene  al  servicio  de  Dios  y  desumagestad  para  el 
govierno  de  la  dicha  ciudad  como  se  hace  en  los  reynos 
del  PeiTí  y  en  todas  las  Indias. — Alonso  de  Vera  y 
Aragón, 

Eluego  el  dicho  señor  capitán  en  presencia  é  por  ante 
mi  Juan  Komano  de  Montiel  escribano  publico  é  del  cabildo 
de  la  dicha  ciudad  tomó  é  recibió  juramento  de  los  dichos 
señores  alcaldes  é  regidores  é  procurador  general  é  de 
cada  uno  dellos  en  forma  devida  de  'derecho  por  Dios 
nuestro  señor é por  Santa  Maria  sn  vendita  madreé  por 
las  palabras  de  los  Santos  cuatro  evangelios  é  por  una 
señal  de  la  cruz  tal  como  ésta  f  que  usaran  bien  y  dili- 
gentemente los  dichos  oficios  de  alcaldes  é  Regidores 
é  procurador  general  é  guardaran  justicia  á  las  partes 
é  no  llevaran  derechos  demasiados  y  en  todo  harai^ 
aquello  que  mas  conviniere  al  servicio  de  Dios  nuestro 
Señor  é  de  su  Magestad  é  bien  de  la  República.  E  á  la 
conclusión  del  dicho  juramento  dijeron  cada  uno  por  si 
ó  por  los  que  les  toca  si  juro  é  amen  é  prometieron  de  lo 
ansi  hacer  testigos  Nicolás  de  Villanueva  y  Gaspar 
Fernandez  y  Antonio  de  la  Madrid  soldados  estantes  én 
uta  ciudad. 


46  DEL   PARAGUAY 

Eluego  el  dicho  señor  capitán  en  cumplimiento  de  todo  lo 
susodicho  fuó  con  los  dichos  señores  Alcaldes  a  rriba 
referidos  y  procurador  general  é  los  demás  Regidores  é 
todos  de  un  acuerdo  y  conformidad  nombraron  é  situaron 
el  sitio  de  Nuestra  Señora  del  Rosario  por  iglesia  mayor 

de  la  dicha  ciudad  lo  cual  yo  el  dicho  escribano  doy  fée 
la  aviaron  adá  é  dezir  mi  sa  la  cuaí  nombraron  epusieron 
la  advocación  de  Nuestra  Señora  del  Rosario  é  le  pidie- 
ron por  testimonio   testigos  los  dichos. 

Eluego  en  el  dicho  dia  mes  é  año  el  dicho  señor  ca- 
pitán con  los  dichos  señores  alcaMes  y  regidores  é  pro- 
curador general  fueron  en  mitad  de  la  plaza  é  mandaron 
hincar  aUí  un  palo  para  el  Rollo  donde  se  ejecutase  jus- 
ticia de  los  delicuentes  que  delinquesen  é  mandó  el  señor 
capitán  que  ninguna  persona  la  quitase  de  la  parte  é 
ugar  donde  queda  fijado  sopeña  de  la  vida  sin  licencia 
de  su  Magestad  ó  de  su  merced  é  de  otro  juez  competente 
que  en  nombre  de  dicho  señor  Adelantado  mandare  e  lo 
pidieron  por  testimonio,  lo  cual  todo  lo  susodicho  yo  el  di- 
cho escribano  doy  fe  que  delante  de  mi  pasó  e  queda 
fijado  e  puesto  todo  lo  referido,  testigos  los  dichos. 

Eluego  él  dicho  dia  mes  e  año  susodicho  por  ante  mi  el 
dicho  escribano  el  dicho  señor  capitán  y  estando  juntos  los 
dichos  señores  Alcaldes  é  rcjidores  e  procurador  genera 
andando  por  el  campo  de  la  dicha  ciudad  nombraron  y 
eligieron  por  exido  publico  déla  dicha  ciudad  para  todos 

los  vecinos  que  poblaren  en  ellaé  vinieren  á  poblar  des- 
de las  cuadras  que  señaló  hasta  un  cuarto  de  legua  qne 
toma  todo  el  contorno  de  la  dicha  ciudad  con  todo  lo 
cual  se  acabó  y  feneció  é  fundó  la  dicha  población  é  ciu- 
dad é  iglesia  é  horca  exido  protestando  como  el  dicho  se- 
ñor capitán  protestado  tiene  de  mejorar  la  dicha  ciudad 
é  iglesia  é  todo  lo  demás  cada  y  cuando  que  hallare  mejor 
portunidad  en  nombre  de  Dios  y  de  su  Magestad  é  del 
dicho  señor  Adelantado  é  pidió  ami  el  dicho  escribano  lo 
dé  por  testimonio  de  lo    cual  todo  lo  que  dicho  es  doy  fée 


GOBERNANTES  47 

el  presente  escribano  pasó'  ante  mi  é  vi  queami  se  hizoé 
cumplió  é  protestó  en  la  forma  que  vá  dicho  y  especificado 
é  declarada  elo  firmó  el  dicho  señor  capitán  é  alcaldes  é 
regidores  é  procurador  general. — Alonso  de  Vera  y  Ara- 
gón, Hernand  Arias  de  Saavedra,  Bernavó  de  Lujan,  Pe- 
dro Franco,  Diego  de  la  Torre,  Antonio  González,  Pedro 
de  Quiroz,  Jacome  Antonio,  Gabriel  Fernandez. 

Eyo  Juan  Romano  de  Montiel  escibano  publico  y  de 
cabildo  presente  fui  en  uno  con  los  dichos  testigos  por  en- 
de fize  aqui  mi  firma  que  es  atal  é  este  testimonio,  Juan 
Romano  de  Montiel,-  escribano  publico  y  de  cabildo. 

E  yo  Pero  Martin  de  Irala  escribano  publico  y  de  ca- 
bildo y  gobernación  desta  ciudad  de  la  Concepción  de 
Buena  Esparanza  fize  sacar  y  trasladar  esta  dicha  fun- 
dación y  testimonio  de  lo  original  el  cual  vá  cierto  y  ver 
dadero  corregido  y  concertado  con  el  dicho  original  por 
ende  fize  aqui  mi  firma  acostumbrada  que  es  atal.  En  tes- 
timonio de  verdad  Diego  Martinez — escribano  publico  y 
del  cabildo  y  gobernación. 

Yo  Pedro  de  Telles  de  Soto  Mayor  escribano  de  su  Ma- 
gestad  doy  íée  y  verdadero  testimonio  á  todos  los  seño- 
res que  la  presente  vieren  como  esta  firma  que  está  aqui 
arriba  del  trestado  y  debajo  de  ciento  doce  renglones  todos 
escritos  eceto  seis  que  están  á  medio  y  á  mas  que  medio 
es  buena  legal  y  verdadera  y  el  dicho  Diego  Martinez  es- 
cribano publico  y  del  cabildo  desta  ciudad  y  a  todos  los 
escritos  que  ante  él  pasan  s,e  dá  entera  fée  y  crédito 
por  la  cual  di  esta  fée  en  testimonio  de  verdad,  fe- 
cho en  esta  ciudad  de  nuestra  Señora  de  la  Concepción  de 
buena  esperanza  del  Rio  Vérmelo  provincia  del  Rio  de  líf 
Plata  en  fée  de*  lo  cual  hize  aqui  mi  sino  que  es  atal, 
en  testimonio  de  verdad. — Juan  Telles  de  Sotomayor — es- 
cribano de  su  Magestad. 

Es  copia — Conforme  con  el  original  que  obra  en  este 
Archivo. 

Francisco  de  Patda  Jiiarez, 


48  DEL   PARAGUAY 

Como  la  idea  que  se  llevaba  era  que  sirviese  este  pueblo 
de  escala  para  comunincarcon  el  Perú,  7  para  traer  de  Ta- 
rija  y  Chuquisaca  los  ganados  del  adelantado,  no  tardó 
Vera  y  Aragón  en  destacar  80  españoles  que  llegaron  á 
las  faldas  de  las  cerranias  del  Perú;  yendo  él  mismo  con 
60  hasta  los  términos  de  Salta  y  Jnjni.    Sirvióla  nueva 
ciudad  algunos  años  para  facilitar  el  tránsito  del  Para- 
guay á  Salta;  pero  nada  se  adelantó  porque  los  indios  de 
su  distrito  eran  indomables,incapaces  de  reducirse  á  servi- 
dumbre é  incomparablemente  superiores  en  fuerza,  sober- 
bia y  valor  á  los  guaraníes.     Once  años  antes  del  aban- 
dono definitivo  de  la  ciudai  de  la  Concepción  del  Rio 
Bermejo  tuvo  lugar  un  hecho  de   los  bárbaros  indómitos 
del  Chaco.    El  cacique  don  Alonso  Pasi,  que   lo  era  de 
una  de  aquellas  tribus,  dio  muerte  alevosa  á  mas  de  cin- 
cuenta, indios  cristianos;  por  lo  que  el  gobernador  don 
Diego  de  Góngora  espedicionó,  desde  Buenos   Aires,  el 
castigo  de  ese  crimen  haciendo  justicia  en  dicho  cacique 
en  la  ciudad  déla  Concepción. 

En  el  año  de  1592,  acaeció  un  hecho  bárbaro  en  la  misma 
colonia.     Pronciáronse  entonces  los  mogosnas  y  fretones 
dando  principio  al  alzamiento  con  la  muerte  de  algunos 
españoles  uno  de  ellos  don  Francisco  de  Vera  y  Aragón, 
hermano  de  don  Alonso  de  Vera  y  fundador  de  la  Con- 
cepción; y  queriendo  este  castigar  á  los  natijas,  calcha- 
quíes,  y  abipones,  entraron  aquellos  en  ruda  guerra  con 
ellos,  la  cual  duró  muchos  años,  hasta  .que  un  incendio 
la  devoró  en  1632,  trasladándose  sus  moradores  fugitivos 
á  las  ciudades  de  Asunción  y  Corrientes. 
•  Comisionado  por  su  tio  el  adelantado  á  la  fundación 
de  una  ciudad  en  el  sitio  que  le  indicara,  fué  con  80  es- 
pañoles y  ausilios,  y  bajando  por  el  rio  Paraguay  hasta 
legua  y  media  mas  abajo  de  donde  se  junta  con  el  Pa- 
raná, sobre  la  barranca  oriental  que  es  elevada,  edificó 
un  pequeño  fuerte  con  las  chozas  necesarias.     A  este  es- 
tablecimiento llamó   San  Juan  de  Vera,  en  honor  de  su 


GOBERNANTES  49 

tio,  y  le  di6  sus  mismas  armas  y  que  son  una  águila 
que  apoya  sus  garras  sobre  dos  torres.  Pero  como  el 
parage  era  ya  conocido  por  las  Siete  Corrientes,  prevale- 
ció su  nombre  de  Corrientes  dado  ala  ciudad.  Fundó  el 
pueblo  de  los  guacaras  con  los  indios  que  llevaron  los 
pobladores,  repartiendo  en  encomiendas  los  guaraníes 
del  distrito  y  formando  con  ellos  los  pueblos  de  Itatí,  Santa 
Lucia,  etc! 

1587-1591— XIX.  DON  JUAN  TORRES  DE  VERA  Y  ARA- 
GON,  oidor  de  la  audiencia  de  Charcas,  adelantado.  1587- 

Ejerció  el  mando  por  medio  de  sus  tenientes  y  per- 
sonalmente desde  dicho  año  hasta  el  de  1591. 

No  es  exacto  que  en  su  tiempo  entraran  los  jesuitas 
en  el  Paraguay,  como  cree  Lozano,  pues  la  licencia  que 
se  les  dio  para  entrar  lleva  la  fecha  del  28  de  octubre  de 
1594,  y  hasta  el  año  de  1609  aun  no  habían  entrado. 

Hay  una  coincidencia  muy  notable  sobre  la  cual  con- 
viene llamar  la  atención  del  lector.  El  mariscal  López, 
aprovechando  el  momento  en  que  los  fieles  de  toda  la 
cristiandad  acostumbran  dedicar  su  atención  á  los  ejerci- 
cios de  piedad  y  penitencia  y  en  lo  que  menos  piensan  es 
en  el  manejo  de  las  armas  para  su  defensa,  invadió  por 
sorpresa  la  provincia  de  Corrientes  el  dia  jueves  santo  del 
año  de  1865.  Los  indios  practicaron  igual  cosa  en  la  no- 
che del  jueves  santo  de  1589  atacando  la  ciudad  de  la 
Asunción  por  sorpresa,  pero  pudo  conjurarse  el  peligro 
sin  efusión  de  sangre,  atribuido  á  milagro  de  San  Francisco 
Solano.  No  astenia  guerra  provocada  por  su  homónimo 
López. 

En  el  curso  de  esta  historia,  el  lector  no  podrá  menos 
que  encontrar  mucha  analogía  en  los  hechos  practicados 
por  los  primeros  hombres  que  gobernaron  el»  Paraguay 
con  losié  sus  tres  últimos  tiranos,  que  parece  hubiesen 
hecho  un  estudio  especial  en  imitarlos. 

Habiendo  el  vecino  de  la  Asunción,  procurador  general 

5 


50  DEL  PARAaUAY 

de  las  provincias  del  Paraguay  y  Rio  de  la  Plata,  mani- 
festado en  la  audiencia  y  chancelería  de  la  ciudad  de  la 
Plata  en  el  Perú,  que  hasta  esta  fecha  (26  de  abril  de 
1589)  habia  sido  teniente  de  gobernador  de  estas  provin- 
cias Juan  de  Torres  Navarrete,  primo  del  adelantado,  y 
otros  parientes  de  éste,  los  cuales  hablan  ocasionado  mu- 
chos agravios  á  los  vecinos  del  país,  sin  tener  á  quien 
recurrir  para  elevar  su  queja,  la  real  audiencia  proveyó 
cesasen  dentro  de  seis  dias,  todos  aquellos  que  se  en- 
contraran en  aquel  caso,  hasta  dentro  del  cuarto  grado, 
sin  escusa,  réplica  ni  dilación  alguna,  so  pena  de  dos  mil 

pesos  de  buen  oro,  sino  se  diera  cumpümiento  á  ésta  pro- 
visión. 

Volviendo  á  nuestro  adelantado  diremos  que  con  el 
deseo  de  restituirse  al  nativo  suelo,  Andalucía,  renunció 
el  adelantazgo  el  año  de  1591,  habiéndole   sucedido 

1591-1618-XX.  DON  HERNANDO  ARIAS  DESAAVEDRA, 
natural  de  la  Asunción,  hijo  del  ex-gobernador  Martin 
Suarez  de  Toledo,  electo  popularmente^en  1591,  en  virtud 
de  cédula  del  emperador  Carlos  V. 

Hernandarias  fué  uno  de  los  héroes  mas  ilustres  que 
produjera  la  América  y  por  lo  esclarecido  que  era  en  la 
paz  como  en  la  guerra,  los  ministros  de  la  casa  de  con- 
tratación de  Sevilla  mandaron  colocar  su  retrato  en  lugar 
distinguido  entre  otros  varones  notables  del  Nuevo  Mundo, 
que  adornaban  una  de  las  salas  de  dicha  casa. 

Entre  los  muchos  servicios  que  su  patria  le  debe,  se 
cuentan  las  varias  mercedes  de  tierras  en  que  fundar  estan- 
cias, que  hizo  paira  el  mantenimiento  del  colegio  déla  Asun- 
ción, y  las  misiones  de  los  guaraníes. 

En  su  gobier*no,  la  compañía  de  españoles  al  mando 
del  capitán  Juan  Caballero  Bazan  formó  en  1592  los  pue- 
blos de  Tarej,  Bombay,  y  Caaguazú,  en  la  ¿provincia 
del  Itati  hacia  los  22°  de  latitud  al  este  del  rio  Paraguay, 
encargando  su  dirección  al  eclesiástico  Hrnando  Cueva. 


GOBERNANTES  51 

Esos  dos  pueblos  fueron  reunidos  más  tarde  (1632) 
por  temor  de  lo?  portugueses,  en  uno  con  el  nombre  de 
San  Benito,  entregándose  su  cuidado  á  los  jusui tas,  por  no 
haber  eclesiásticos.  Los  padres  de  la  Compañia  cambia- 
ron inmediatamente  los  nombres  de  San  Benito  en  Santa 
María  de  Fé  y  San  Ignacio  á  Caraguazú.  Por  último, 
después  de  esperimentar  nuevos  cambios  y  ataques  de  los 
portugueses  é  indios  mbayáes,  los  jesuitas  los  trasfirie- 
ron,  en  1772,  á  las  márgenes  del  Paraná,  donde  actual- 
mente existen. 

Más  adelante,  tendremos  ocasión  de  dar  noticias  de  otros 
actos  de  Saavedra. 

XXI.  DON  FERNANDO  DE  ZARATE,  caballero  del 
hábito  de  Santiago,  goberndor  del  Tucuman,  Paraguay  y 
Rio  de  la  Plata,  en  1593. 

En  el  mismo  año,  mandó  al  capitán  Rui  Diaz  de  Guz- 
man,  con  los  vecinos  de  la  Ciudad  Real  y  Villa  Rica  del  Es- 
píritu Santo,  en  la  costa  del  rio  Yaguary,  para  poblar  la 
ciudad  de  Santiago  de  Jerez. 

Falleció  antes  de  cumplir  los  dos  años  de  su  gobierno 
en  1595,  hallándose  en  las  provincias  del  Perú. 

XXII.  CAPITÁN  DON  BARTOLOMÉ  SANDOVAL  OCAM- 
PO,  teniente  general  de  gobernador  y  justicia  mayor  del 
Paraguay  y  toda  su  gobernación,  en  ejercicio  del  P.  E.,  en 
1595. 

Informado  de  algunas  necesidades  en  que  se  encontra- 
ban los  pueblos  de  su  dependencia,  limítrofes  con  las 
provincias  de  la  corona  de  Portugal,  pasó,  en  setiembre  del 
referido  año,  á  practicar  una  visita  á  las  provincias  de 
Guaira,  Villa  Rica  y  Santiago  de  Jerez,  que  acababa  de 
fundarse,  donde  hizo  todo  aquello  que  juzgó  convenir 
al  aumento  y  conservación  de  dichos  pueblos  y  de  sus 
vecinos,  y  con  el  fin  de  sofocarlas  invasiones  de  los  in- 
dios  guaicurües  del  Chaco  que  hostilizaban  las  comarcas 


52  DEL  PARAGUAY 

inmediatas  á  la  Asunción.  Pasó  en  seguida  á  la  Concep- 
ción de  Buena  Esperanza  del  Bermejo,  á  sacar  indios 
amigos,  allí  reducidos,  para  auxiliar  á  las  espediciones 
que  proyectaba  al  Chaco.  Esto  no  tuvo  el  éxito  que  de- 
seaba, á  causa  del  espíritu,  exaltado  en  que  encontró  á  los 
indios  de  esas  reducciones. 

La  ciudad  de  la  Concepción  fué  completamente  asola- 
da, en  1632,  por  los  frecuentes  asaltos  de  los  salvages 
del  Chaco,  hasta  destruirla  por  completo,  juntamente  con 
las  demás  reducciones. 

XXIII.  DON  JUAN  CABALLERO  BAZAN,  interino,  du- 
rante la  ausencia  temporal  de  Ocampo,  en  1595,  hasta  que 
llegó— 

XXIV.  DON  JUAN  RAMÍREZ  DE  VELAZCO,  en  1595. 
Terminado  su  gobierno,  se  retiró  á  la  provincia  del  Tu- 
cuman,  donde  estaba  casado  y  falleció  allí  en  1606,  dejan- 
do una  numerosa  y  noble  descendencia. 

XXV.  DON  HERNANDO  ARIAS  DE  SAAVEDRA,  inte- 
rino, 1598. 

XXVI  DON  DIEGO  RODRÍGUEZ  VALDÉS  Y  DE  LA 
BANDA,  caballero  de  Salamanca,  interino..  Se  recibió  el 
8  de  julio  de  1599.  Falleció  en  1602,  en  la  ciudad  de 
Santa  Fé,  en  la  misma  casa  en  que  había  muerto  el  obis- 
po Vázquez  de  Liaño.  (Véase  éste  en  la  Cronología  de 
los  obispos.) 

XXVII.    DON    GARCÍA  DE  MENDOZA,    interino,  en 

1602. 
Habia  sido  nombrado  gobernador  de  la  provincia  del 

Paraguay  y  Rio  de  la  Plata,  por  el  virey  del  Perú,  el  ca- 
pitán Francisco  de  Barraza  y  Cárdenas,  pero  no  ha- 
biendo podido  concurrir  á  recibirse  del  cargo,  se  nom- 
bró en  su  lugar  al — 


GOBERNANTES  53 

XXVIII.  GENERAL  HERNANDO  ARIAS  Ó  HERNÁN- 
darías  de  SAAVEDRA,  1602,  nombrado  por  real  cédula 
de  18  de  diciembre  del  año  anterior. 

En  este  mismo  año,  el  rey  permitió  por  seis  años  provi- 
sión de  las  cosas  que  se  podían  sacar  por  el  puerto  de 
Buenos  Aires^  según  se  verá  por  los  documentos  que 
damos  á  continuación,  trascritos  del  tomo  XVIIIde  la  "Co- 
lección de  documentos  inéditos  relativos  al  descubrimien- 
to,  conquista  y  organización  de  las  antiguas  posesiones 
españolas  de  América  y  Oceania,  sacados  de  los  archi- 
vos del  reino  y  muy  especialmente  del  de  Indias." 

'  Por  cuanto  por  parte  de  la  ciudad  de  la  Trinidad  del 
puerto  do  Buenos  Aires  de  las  provincias  del  Rio  de  la 
Plata  y  por  Fray  Martin  Ignacio  de  Loyola,  obispo  de 
ellas,  se  me  ha  representado  la  pobreza  de  aquella  tierra, 
y  cuan  poco  se  aumenta  su  población  por  faltarle  todo  lo 
que  es  menester  para  vivir,  y  por  ro  tener  salida  los  ve- 
cinos de  aquella  gobernación  de  sus  frutos,  ni  de  donde 
proveerse  de  las  cosas  necesarias  para  el  servicio  de  sus 
personas  y  casas,  por  estar  prohibida  la  entrada  y  salida 
por  aquel  puerto  de  todo  género  de  ropa  y  mercaduría, 
y  que  la  seguridad  de  la  dicha  ciudad  y  los  demás  puer- 
to de  aquellas  costas,  consistía  en  estar  bien  poblada  la 
tierra;  y  que  para  esto  el  principal  medio  seria  darles  li- 
cencia y  permisión,  como  me  suplicaban  se  la  mandase 
dar,  para  que  pudiese  sacar  algunos  frutos  de  la  tierra  y 
llevarlos  al  Brasil  y  á  Guinea  y  á  otras  islas  y  tierras  co- 
marcanas, y  trocarlos  por  ropa,  fierro  y  otras  cosas  de 
que  tienen  precisa  necesidad,  y  para  labrar  la  tierra  y  las 
minas  que  por  falta  de  ello  no  se  labran;  y  habiéndose  visto 
en  mi  Consejo  de  las  Indias  los  pareceres  é  informaciones, 
cartas  y  papeles  que  en  razón  de  lo  susodicho  y  de  la  se- 
guridad y  defensa  de  aquellos  puertos  se  han  enviado,  y 
consultándoseme;  comoquiera  que  por  aquellos  inconve- 
nientes que  para  ello  se  representan  no  co aviene  que  por 


54  DEL  PARAGUAY 

las  dichas  provincias   del  Rio  de  la  Plata  se  abra  puer- 
to á  la  contratación  de  estos  reinos  ni  con  otra  ninguna 
otra  parte,   sino  que  la  prohibición  que  está   hecha  se 
guarde  inviolablemente,  y  queporalli  no  salgan  ni  entren 
ningunas  personas  de  cualquier  calidad  que  sean,  sin  es- 
presa licencia  mia,  aunque  sean  mis  vasallos  y   ministros, 
y  contra  los  qae  lo  hicieren  se  proceda  y  sean  castigado^ 
conforme   á  justicia,  ni  se  metan  mercadurias  algunas, 
saque  oro,  plata  ni  otra  cosa,  so  las  penas  que  están 
puestas  á  los  que   contravinieren  á  ello;  mas  por  hacer 
merced  á  los  vecinos  y    moradores  de  la  dicha  ciudad 
de    la  Trinidad  y   Puerto   de   Buenos  Aires,   teniendo 
consideración   á    lo  susodicho,    para  que  se  animen  y 
acudan  á  su  población  y  conservacio  n  y  á  la  seguridad 
.de  dicho  Puerto,  y  se  hallen" pro veidos  de  las  cosas  forzo- 
■  sas  y  necesarias,  he  tenido  y  tengo  por  bien  de  darles  licen- 
cia y  permisión,  como  por  la  presente  se  la  doy,  para  que 
por  tiempo  de  seis  años  que  corran  y  se  cuenten  desde  el 
dia  que  ésta  mi. cédula  se  pregonase  en  la  dicha  ciudad, 
de  los  frutos  de  su  cosecha  y  en  navios  suyos  y  por  su 
cuenta  pueden  sacar  cada  año  de  las  dichas  provincias  del 
Rio  de  la  Plata,  hasta  dos    mil  fanegas  de  harina  y  qui- 
nientos quintales  de  cecina  y  otras  quinientas  arrobas  de 
sebo,  y  llevarlo  al  Brasil,  Guinea  y  otras  islas  circunveci- 
ñas  de  vasallos  mios;  y  para  que  en  retorno  de  ello  puedan 
llevar  las  cosas  de  que  tuvieren  necesidad  para  sus  casas, 
como  es  ropa,  lienzo,  calzado  y  otras  cosas  semejantes, 
y  fierro  y  acero,  y  todo  ello  se  haya  de  consumir  y  con- 
sume en  las  dichas  Provincias  del  Rio  de  la  Plata,  sin  que 
de  ellas  se  saque  ni  pueda  sacar  cosa  alguna  ni  parte  de 
ello  para  otra  ninguna  parte  de  las  Indias  por  mar  ni  por 
tierra,  so  pena  de  tenerlo  perdido;  y  asimismo  lo  que  se 
sacare  de  los  frutos  de  la  tierra  de  mas  de  las  dichas  dos 
mil  fanegas  de  harina  y  quinientos  quintales  de  cecina  y 
quinientas  arrobas  de  sebo,  aplicado  por  tercias  partes 
mi  Cámara,  Juez  y  denunciador;  y  mando  á  mi  goberna- 


GOBERNANTES  55 

(Jorque  es  ó  fuere  de  las  dichas  Provincias  del  Rio  de  la 
Plata,  quecon  intervención  del  obispo  y  oficiales  de  mi  Real 
Hacienda  de  ellos,  hagan  la  repartición  de  la  cantidad 
que  cada  vecino  ha  de  sacar  y  enviar  á  las  partes  susodi- 
chas de  las  dichas  dos  mil  fanegas  de  harina  y  quinientos 
quintales  de  cecina  y  quinientas  arrobas  de  sebo,  con  mu- 
cha justificación  y  sin  que  reciba  agravio,  y  todos  partici- 
pen de  este  beneficio  y  comodidad,  para  que  de  ello  resulte 
el  efecto  que  se  pretende;  a  los  cuales  encargo  y  mando 
que  muy  particular  cuidado  procuren  que  se  use  bien 
de  esta  permisión  y  licencia,  y  que  no  haya  ninguna  des- 
orden ni  esceso,  de  que  me  tendré  por  deservido,  y  en-, 
tendiéndose  cualquiera  cosa,  lo  hagan  remediar  con 
efecto  y  demostración;  y  que  los  dichos  mis  oficiales 
visiten  con  particular  cuidado  los  navios  en  que  se  sa- 
caren los  dichos  frutos,  é  inquieran  y  vean  y  entiendan 
si  lleva  mas  de  lo  de  la  permisión  ú  otras  cosas 
de  otros  géneros,  y  lo  tomen  todo  como  está  dicho  por 
perdido;  y  que  de  la  misma  manera  visiten  y  vean  lo 
que  se  trajere  en  retorno  de  los  dichos  frutos,  y  de  qué 
partes,  y  cobren  los  derechos  que  de  todo  me  debieren 
de  entrada  y  salida,  y  que  no  permitan  ni  den  lugar  á 
que  por  ninguna  cosa  entren  ni  salgan  ningunos  pasa- 
geros,  de  ninguna  nación  que  sean,  ni  esclavos  en  los 
navios  en  que  se  sacaren  .'los  frutos  dichos  y  tragere 
el  retorno  de  ellos,  y  que  me  avisen  cada  año  de  lo  que 
de  esta  permisión  fuere  resultando  en  beneficfo  de  la 
tierra  y  población  de  ella;  y  mando  que  para  que  venga 
á  noticia  de  todos  esta  mi  cédufa,  se  pregone  en  la 
dicha  ciudad  de  la  Ti'inidad  por  orden  del  dicho  mi  Go- 
bernador y  oficiales,  y  que  de  ello  se  tome  testimonio  y 
le  envien  al  mi  Consejo  de  las  Indias.  Fecha  en  Valla- 
dolid  á  20  de  agosto  de  1602  años. — Yo  el  Rey.— Por 
mandado  del  Rey  nuestro  señor;  Joan  de  Ibarra. — Cor- 
regido con  su  original. — Joan  Baptista  déla  Gasea. 


56  DBL  PARAOUAT 

El  rey  dispone  que  la  audiencia  tenga  cuidado  de  como 
se  dé  permiso  en  Buenos  Aires. 

El  Rey. — Presidente  y  oidores  de  mi  Audiencia  Real  de 
la  ciudad  de  la  Plata  de  la  Provincia  de  los  Charcas, 
habiéndoseme  representado  por  parte  de  la  ciudad  de  la 
Trinidad  y  Puerto  de  Buenos  Aires  de  la  Provincia  del 
Rio  de  la  Plata  la  pobreza  y  necesidad  de  aquella  tierra, 
por  no  tener  salida  de  sus  frutos  ni  de  donde  proveerse 
de  las  cosas  que  son  menester  para  el  servicio  de  sus 
persoilas  y  casas  y  deseando  que  aquella  Provincia  se 
pueble,  conserve  y  aumente  para  su  mayor  seguridad  y 
defensa,  he  tenido  por  bien  de  dar  licencia  y  permisión  á 
los  vecinos  de  la  dicha  ciudad  para  que^por  tiempo  de  seis 
años  en  cada  uno  de  ellos  pmeden  sacar  de  los  frutos  de 
la  tierra  dos  mil  fanegas  de  harina,  y  quinientos  quinta- 
les de  cecina  y  quinientas  arobas  de  sebo,  y  llevarlo  al 
Brasil  y  Guinea  y  otras  islas  circunvecinas  de  vasallos 
mios,  y  que  en  retorno  de  ello  puedan  llevar  las  cosas  de 
que  tuviesen  necesidad,  como  es  ropa,  Hetizo,  hierro  y 
acero  y  otras  cosas  semejantes,  con  que  se  haya  de  con- 
sumir en  la  misma  tierra,  sin  sacarlo  para  otra  parte,  como 
lo  veréis  por  la  cédula  cuya  copia  se  os  envia;  y  por 
que  conviene  que  esto  se  cumpla  así,  sin  que  haya  esce- 
so ni  desorden,  ni  se  dé  lugar  á  que  por  allí  entren  pasage- 
ros  ni  otras  mercaderías,  fuera  de  las  de  la  permisión,  ni  se 
saque  oro  ni  plata  ni  reales  por  ningún  caso,  como  está 
prohibido,  os  encargo  y  mando  que  con  muy  particular 
cuidado  y  vigilancia  procuréis  informaros  y  entender  de 
la  manera  que  use  de  la  dicha  permisión,  y  que  de  ello 
no  resulte  ningún  inconveniente,  ni  permitáis  ni  deis  lu- 
gar á  que  se  meta  en  esa  provincia  ninguna  cosa  que 
entrase  por  el  dicho  Puerto  de  Buenos  Aires,  previnien- 
do todo  lo  que  es  para  ello  conveniente;  y  para  que  la  dicha 
permsiion  resulte  en  beneficio  de  la  población,  aumento  y 
conservación  de  aquellas  Provincias  del  Rio  de  la  Plata, 


GOBERNANTES  57 

que  es  lo  que  se  pretende.  De  Valladolid  á  20  de  agos- 
to de  1602  años.— Yo  el  Rey.— Por  mandado  del  Rey 
nuestro  señor. — Joan  de  Ibarra. — Corregido  con  su  ori- 
ginal.—Joan    Baptista  de  la  Gasea. 

A  indicación  de  este  gobernador,  el  rey  Felipe  III  resol- 

,vi6,  por  real  cédula  de  1608,  la  conversión  de  los  indios 

al  cristianismo,  eligiendo  para  tan  importante  misión  á  los 

jesuitas.     Los  primeros  padres  que  llegaron  al  Paraguay 

en  1609,  fueron    los  jesuitas    italianos    Tomás    Filds  y 

Manuel  Ortega,  quienes,  al  año  siguiente,  fundaron  en  el 

Guaira  el  pueblo  de  Loreto.    Por  el  mismo  tiempo  los 

padres  Francisco  de  San  Martin  y  Lorenzana,  encargados 

de  la  conversión  de  los   indios  del  Paraná,  fundaron  el 

pu  eblo  de  San  Joaquin  Guazü,  y  el  francisccano  fray  Luis 

Bolaños  las  villas  de  Yutí    y  de  Caazapá  al    norte    del 

•Tebicuarí.    Estas  poblaciones  fundadas  por  los  jesuitas 

se  denominaron  reducciones. 

He  ahi  el  principio  del  establecimiento  de  las  misiones 
Jesuiticas  del  Paraguay,  y  si  bien  redujeron  los  indios  al 
cristianismo,  se  sirvieron  de  ellos  como  cosa  propia,  ci- 
mentando su  dominio  con  esclusion  de  toda  otra  auto- 
ridad. 

Lr  provincia  de  Misiones  se  formó  posteriormente  de 
las  reducciones  de  Corpus,  San  Ignacio  Miní,  Loreto, 
etc.,  sóbrelas  riberas  de  los  rios  Paraná  y  Uruguay, 
según  se   verá  más  adelante. 

Saavedra  emprendió  el  descubrimiento  de  todo  el  ter- 
ritorio del  Gran  Chaco  poi*  la  parte  del  Paraguay;  se 
empeñó  en  la  ronvei'sion  de  los  bárbaros  guaícu- 
rúes  en  la  reducción  de  los  infieles  del  Guaira,  desti- 
nando para  ello  seis  padres  jesuitas.  Anonadó  los  indios 
del  Yacuy,  distante  del  rio  Paraná,  dejando  franco  el 
.  paso  hasta  el  rio  Aguapey,  ocho  leguas  mas  adelante. 

Desde  Buenos  Aires  emprendió  una  nueva  rampa- 
ña  internándose  en  la  Patagonia  y  dirigiéndose  al  Estre- 


58  DEL  PARAGUAY 

cho  de  Magallanes.  Como  á  las  doscientas  leguas  de  mar- 
cha, tuvo  la  desgracia  de  caer,  con  los  que  le  acompaña- 
ban, en  poder  de  los  indios,  habiendo  logrado  evadirse 
por  medio  de  la  fuga  hasta  Buenos  Aires,  donde,  con 
nuevas  fuerzas,  vuelve  sobre  los  indios,  á  quienes  ataca 
y  derrota,  consiguiendo  así  librar  á  sus  compañeros  del 
cautiverio  y  aumentar  el  dominio  de  la  conquista  con  dos-  < 
cientas  leguas  de  territorio.  Su  gobierno,  esta  vez,  duró 
hasta  el  2  de  mavo  de  1609,  sucediéndole  — 

1610— XXIX,  DON  DIEGO  MARÍN  NEGRON,  el  25  de 
marzo  del  mismo  año  di6  un  bando  imponiendo  pena  de 
muerte  á  los  que  oculten  ó' favorezcan  de  cualquiera  ma- 
nera á  pasageros  introducidos  sin  licencia.  Este  bando 
fué  pregonado  por  el  indio  Hernández  en  Buenos  Aires, 
en  la  esquina  de  Santo  Domingo, y  en  presencia  de  muchos 
vecinos  y  soldados:  y  el  28  de  diciembre  del  año  siguien- 
te, se  dio  otro  de  buen  gobierno,  sobre  que  no  se  aloje  á 
ninguna  persona  que  viniese  á  Buenos  Aires,  sin  que 
presente  licencia  del  gobernador;  y  este  fué  pregonado  por 
voz  de  Diego  Rivero,  pregonero  de  la  ciudad  de  Buenos 
Aires,  en  la  esquina  de  la  plaza  pública  en  presencia  de 
muchos  vecinos  y  soldados. 

Falleció  en  esta  ciudad  el  26  de  julio  de  1613,  y  según 
Lozano  en  febrero  de  1615,  lo  que  es  un  error.. 
» 

XXX.  DOCTOR  FRANCISCO  DE  ALFARO,  oidor  de  la 
audiencia  de  Chuquisaca,  visitador  de  las  provincias  del 
Rio  dé  la  Plata,  Paraguay  y  Tucuman,  en  1608,  para  que, 
informado  del  estado  de  ellas,  arreglarse  el  tributo  (1) 
que  debia  exijirse  de  los  indios  en  reconocimiento-de 
vasallage.    Por  el  elevado  carácter  que  investía,  el  gober- 

(1)  El  tributo  es  una  especie  de  capitación  sobre  los  indios  reducidos 
desde  la  edad  de  diez  y  ocho  años  hasta  la  de  cincuenta.  Este  impuesto 
era  mal  percibido  y  peor  pagado  y  se  aplicaba  al  salario  de  !os  doctrineros 
El  real  tesoro  hacia  la  percepción  de  él,  pagaba  á  los  doctrineros  y  guar- 
daba el  sobrante,  ó  suplía  el  déficit 


GOBERNANTES  59 

nador  le  debia  respeto  y  obediencia.  Dio  principio  y 
término  á  su  misión  en  1611.  Dictó  unas  ordenanzas  que 
se  mandaron  observar  inviolablemente  en  los  tribunales 
de  Indias. 

1613— XXXI.  GENERAL  FRANCISCO  GONZÁLEZ  DE 
SANTA  GRUZ  En  poco  tiempo  de  su  gobierno  consiguió 
introducir  el  evangelio  en  las  provincias  del  }*araná;  por 
medio  de  su  hermano  fray  Roque  González  de  Santa- 
Cruz,  á  quien  dio  amplias  facultades  para  conferir  em- 
pleos, fundar  poblaciones  y  propagar  el  dominio  espa- 
ñol, como  lo  consiguiera. 

1615-1618— XXXIL  GENERAL  HERNANDO  ARIAS  DE 
SAAVEDRA,  con  el  renombre  de  padre  de  la  patria,  á  que 
se  habia  hecho  acreedor  por  sus  naéritos  y  bellos  actos. 

En  vista  de  la  escesiva  estension  de  la  provincia,  el 
gobernador  Negron  y  el  cabildo  de  Buenos  Aires  hablan 
comisionado  en  clase  de  procurador,  cerca  de  la  corje  de 
España,  en  1612,  á  don  Manuel  de  Fnias,  para  solicitar 
la  división  en  dos  provincias,  la  del  Rio  déla  Plata  y  la 
del  Paraguay 

Por  real  cédula  de  16  de  noviembre  de  1617,  la  primera 
habia  de  comprender  las  ciudades  de  Buenos  Aires,  Santa 
Fé,  Corrientes  y  Concepción  del  Bermejo,  señalando  por 
término  este  oeste,  desde  la  boca  y  costas  del  Rio  de  la 
Plata  hasta  las  barras  de  la  del  Tucuman  y  déla  presidencia  * 
de  Chile,  y  de  sur  á  norte,  desde  donde  se  pued^  estender 
en  las  tierras  magallánicas  y  sierras  del  Tandil,  hasta  dar 
en  el  Paraná  y  dicha  ciudad  de  Corrientes  y  su  jurisdic- 
ción inclusive;  y  la  de  Guaira,  teniendo  por  capital  la  ciu- 
dad de  la  Asunción,  y  comprendiendo  á  Guaira  ó  Ciudad 
Real,  Villa  Rica  y  Santiago  de  Jerez.  Á  pesar  del  nombre 
de  Guairá,nunca  se  le  dio  otro,  desde  1618,  que  el  primi- 
tivo de  Paraguay. 

Saavedra  murió  en  Santa  Fé  en  1634. 


Gobernantes  del  Paraguay  dfsde  1620  que  se 

CONSTITUYO   en    PROVINCIA   INDJiPENDIENTB 
DE   LA    DEL  RlO    DE    LA  PlATA 


1618-1630—1.  DON  MANUEL  DE  FRÍAS,  ex  teniente 
de  gobernador  del  Rio  de  la  Plata  y  primer  gobernador 
del  Paraguay,  nombrado  por  el  rey,  (22  de  abril  de  1618) 
durante  su  misión  cerca  de  la  corte,  para  solicitar  la  se- 
paración del  Paraguay  de  la  jurisdicion  del  Rio  de  la 
Plata,  á  causa  de  la  dificultad  de  su  gobernación  á  tan 
larga  distancia  una  ciudad  de  la  otra  y  por  el  estado  de 
desasosiego  en  que  se  hallábala  del  Paraguay  por  sus 
continuas  desavenencias  con  los  jesuítas  y  con  el  poder 
episcopal 

Requería,  en  consecuencia,  una  autoridad  caracterizada 
é  inmediata  al  propio  teatro  de  los  sucesos,  presentando 
para  el  efecto  el  siguiente — 

MEMORIAL^ 

El  capitán  Manuel  de  Frías  procurador  de  las  ciudades  de  las 
Provincias  del  Rio  de  la  Plata  solicita  la  división  de  estas  de 
LA  del  Paraguay;  y  que  se  nombre  para  la  del  Rio  de  la  Plata 
COMO  gobernador  y  capitán  general  á  Hernandarias  de  Saavedra 

(1)    Trascrito   de   la  memoria  del  ministerio  de  relaciones   esteriore 
de  la  Bepablica  Argentina,  presentada  al  congreso  nacional  en  el  año  de 

1877. 


GOBERNANTES  61 

El  cíipitan  Manuel  de  Frías  vecino  del  Rio  déla  Plata, 
dice  que  él  viene  por  Procurador  General  de  ocho  ciuda- 
des que  hay  en  aquellas.  Provincias  en  cuyo  nombre 
tiene  qué  pedir  muchas  cosas  de  consideración  de  aque- 
lla tierra  españoles  y  naturales  de  ella  de  que  dará  me- 
moriales y  presentará  papeles.  Y  porque  la  cosa  mas 
importante  y  que  pide  mas  breve  remedio  es  el  proveerles 
Vuestra  Magestad  de  Gobernador  tal  cual  conviene  para 
el  estado  presente  en  que  la  dicha  gobernación  está  á 
riesgo  de  perderse  por  los  alzamientos  de  naturales  que 
en  ella  hay. 

Pide  y  suplica  á  Vuestra  Magestad  sea  servido  mandar 
que  antes  que  se  consulte  y  provea  Governador  para  las 
dichas  provincias  se  vean  los  papeles  que  presento  que 
de  ellas  se  le  han  enviado  por  donde  constará  á  V.  M.  el 
gran  riesgo  y  peligro  en  que  quedaron  las  ciudades  de  la 
Asunción  cabeza  de  las  dichas  Provincias,  y  la  de  la 
Concepción  de  ser  acometida,  quemadas  ó  tomadas  délos 

indios  Guaióurúes  y  Payaguáes  que  son  dos  naciones  de 
las  mas  soberbias  y  dañosas  de  las  dichas  Provincias 

que  estaban  á  una  dos  y  confinados  contra  las  dichas 
ciudades  y  que  poco  antes  habian  dado  las  dichas  dos  na-. 

clones  en  dos  pueblos  de  Indios  de  los  domésticos  que 
servían  á  las  dichas  dos  ciudades  cada  nación  en  el  suyo 
y  los  habian  pasado  á  cuchillo  y  quemado  la  Iglesia  del 
uno  de  ellos  y  andaban  espiando  otras  reducciones  de 
indios  de  los  que  sirven  y  están  en  doctrina  y  en  la  dicha 
ciudad  de  la  Asunción  y  sus  chácaras  entraban  los  dichos 
Indios  usando  de  muchas  libertades  y  desvergüenzas 
con  los  españoles  de  donde  claramente  se  colegia  que- 
rer acometer  á  destruirla  y  acabarla.  Lo  cual  obligó 
al  deán  y  cabildo  y  demás  clero  y  superiores  de  las  órde- 
nes y  relijiones  ó  hacer  un  requerimento  y  protestación  al 
Teniente  de  Gobernador  y  al  Cabildo  de  la  dicha  ciudad 
laguardasen  y  estuviesen  con  grandísima  vigilancia  para 
que  los  dichos  Indios  no  ejecutasen  su  mal  propósito  y  el 


62  DEL  PARAGUAY 

• 

dicho  Teniente  y  Cabildo  considerando  el  gran  riesgo  en 
que  estaba  en  perderse  la  dicha  ciudad  enviaron  un  pro- 
curador al  puerto  de  Buenos  Aires  donde  estaba  el  Go- 
bernador Diego  Marin  que  es  doscientas  treinta  leguas  de 
la  dicha  ciudad  á  pedirle  socorro  y  que  fuese  con  gente 
armas  y  municiones  á  amparar  la  dicha  ciudad,  el  cual  no 
lo  pudo  hacer  porque  de  alii  á  pocos  dias  de  como  recibió 
el  dicho  aviso  murió,  con  que  la  dicha  ciudad  quedó'en 
gran  riesgo  y  sin  orden  de  poder  ser  socorrida  porque  ei 
Teniente  general  quehabiaeh  dicha  governacion  que  era 
el  dicho  Capitán  Manuel  de  Frias,  era  ya  partido  para  esta 
Corte  con  poderes  de  aquellas  provincias  y  así  no  quedó 
en  ellas  cabeza  superior  que  pudiese  acudir  en  falta  de  di- 
cho Gobernador  al  dicho  socorro  y  á  ordenar  y  mandar  lo 
quemas  convifiiere. 

Y  así  por  lo  dicho  como  porque  después,  que  Don 
Francisco  de  Alfaro  visitó  aquella  governacion  y  dio  á 
entender  á  los  dichos  indios  que  eran  libres  habiendo  cor- 
rido en  toda  la  tierra  la  dicha  voz  de  libertad  entre  los 
naturales  como  el  de  los  dichos  indios  en  tan  bárbaro  y 
ellos  de  tan  poco  entendimiento  y  tan  mal  inclinado 
.solo  aprecibieron  aquel  nombre  de  libertad  y  quisieron 
usar  de  ella  sin  entender  que  hablan  de  guardar  obedien- 
cia y  muchos  de  ellos  se  alborotaron  y  fueron  de  las  re- 
ducciones y  doctrinas  á  sus  ladroneras. 

Y  porque  demás  deesto  de  ordinario  en  la  dicha  Gober- 
nación hay  alzamientos  y  rebeliones  de  naturales  y  gran 
suma  de  ellos  que  no  han  dado  la^obediencia  por  la  po-- 
ca  fuerza  de  gente  española,  armas  y  muciones  que  hay  en 
la  dicha  Governacion. 

Conviene  al  servicio  de  Dios  y  de  V.  M.  por  y  quietud 
de  la  tierra  que  el  gobierno  de  ella  se  encargue  á  persona 
de  muy  grande  esperiencia  de  aquellas  provincias  y  de  los 
naturales  y  pobreza  de  ellas  para  que  no  se  acaben  de 
perder  que  están  en  muy  evidente  riesgo,  y  con  ninguna 
se  puede  reparar  lo  presente  y  lo  de  adelante  como  con 


GOBERNANTES  63 

Hernando  Arias  de  Saavedra  que  otras  veces  ha  tenido  á 
cargo  el  dicho  Gobierno  y  ha  sido  el  que  lo  ha  pacificado 
allanado  reducido  y  puesto  en  doctrina  los  naturales  y 
que  tiene  ganada  tan  grande  opinión  entre  ellos  y  le  tie- 
nen tan  gran  temor  y  amor  que  vastava  hoir  los  dichos 
naturales  que  el  dicho  Hernando  Arias  es  Governador 
para  que  se  repriman  y  abstengan  de  executar  sus  malos 
intentos  y  para  que  vengan  á  obediencia  el  cual  de  mas 
de  ser  tan  apropósito  para  lo  tocante  á  los  naturales  lo  es 
mucho  para  todo  lo  demás  tocante  á  Servicio  de  V.  M.  y 
conservación  de  aquella  tierra  porque  la  esperiencia  ha 
mostrado  en  tres  veces  que  ha  sido  Governador  que  no  ha 
tenido  V.  M.  jamas  en  aquellas  provincias  tan  grande 
ejecutor  de  las  cédulas  reales  y  de  la  gran  voluntad  de 
V.  M.  y  siendo  como  en  la  tierra  muy  pobre  la  procura 
conservar  sin  daño  de  los  subditos  y  vasallos  de  V.  M. 
y  al  fin  es  bastante  prueba  de  cuan  impíamente  y  cuan 
sino  intereses  propio  ha  Governado  haver  quedado  cuando 
dejó  Iqs  dichos  goviernos  ó  se  le  acabó  el  tiempo  de  ellos 
mas  pobre  y  con, menos  hacienda  que  cuando  comenzó  ó 
governar. 

Y  no  embargante  que  la  persona  del  dicho  Hernando 
Arias  de  Saavedra  es  la  mas  apropósito  que  se  puede 
hallar  para  aTjuel  Govierno  y  que  yo  en  nombre  de  aque- 
llas provincias  atento  á  la  necesidad  que  al  presente  tie- 
nen de  su  persona;  pido  y  suplico  á  V.  M.  se  prevea  en  el 
advierto  que  conviene  al  servicio  de  Dios  nuestro  Señor  y 
de  V.  M. — que  aquél  Govierno  se  divida  err  dos  porque  no 
se  puede  descargar  la  real  conciencia  en  las  cosas  en  que 
está  muy  encargado  Governando  lo  uno  ni  conseguir  la 
conversión  de»  los  naturales  que  es  muy  gran  suma  de 
alma  ni  hacer  en  esos  efectos  la  Real  Voluntad  por  estas 
causas. 

La  primera  porque  el  dicho  Govierno  tiene  de  distr'ito 
quinientas  y  mas  leguas  y  en  ellas  pobladas  ocho  ciu- 
dades. 


64  DEL  PABAGUAT 

La  primera  la  ciudad  de  la  Trinidad  puerto  de  Buenos 
Aires. 

Cien  leguas  de  esta  la  de  Santa  Fé. 

Setenta  leguas  de  ella  la  de  San  Juan  de  Vera. 

Setenta  leguas  de  ella  la  de  la  Asunción. 

Cien  leguas  la  ciudad  de  Jerez  y  otras  ciento  la  Ciudad 
Real  y  sesenta  leguas  della  la  Villa  Rica  del  espíritu  San- 
to, y  treinta  leguas  de  la  dicha  ciudad  de  la  Concepción 
aun  lado  hacia  Tucuman  que  las  demás  todas  van  Rio  ar- 
riba hasta  la  provincia  de  Guaira. 

La  segunda  y  con  estar  tan  distante  las  dichas  ciudades 
unas  de  otras  que  en  ninguna  manera  se  pueden  socor- 
rer con  brevedad  en  la  necesidad  que  seles  ofrecia  son  los 
caminos  que  hay  los  mas  por  agua  y  Rios  de  muy  peli- 
grosa navegación  asi  de  agua  como  de  naturales,  de 
Guerra  y  lo  que  es  por  tierra  es  anegadizos,  Bosques  y 
Montañas. 

4 

La  tercera  que  el  governador  de  aquella  Governacion 
.  de  ordinario  asiste  en  el  puerto  de  Buenos  Aires  porque 
V.  M.  manda  por  sus  Reales  cédulas,  gutirden  aquel  puer- 
to y  asi  es  forzoso  que  de  las  demás  ciudades  que  están 
en  la  provincia  de  Guaira  que  son  tres  vengan  los  españo- 
les y  naturales  á  pedir  su  justicia  en  lo  que  se  le  ofrece 
quinientas  leguas  donde  está  el  dicho  Governador,  y 
vuelvan  otras  quinientas 'hasta  sus  casas  gastando  sus 
haziendas,  y  un  año  ó  dos  de  tiempo  y  las  incomodidades 
y  peligros  de  tan  largo  camino  y  cuando  llegan  hallan 
acabada  de  perder  la  poca  hacienda  que  dejaron  que  toda 
es  poca  por  ser  aquellas  ciudades  muy  pobres  y  es  nece- 
sario tornar  á  trabajar  de  nuevo. 

La  cuarta  que  en  todo  el  tiempo  que  aquellas  provincias 
se  poblaron  se  poblara  que  haya  llegado  governador  ni 
obispo  á  visitar  siquiera  un  dia  á  dicha  ciudad  de  la  pro- 
vincia de  Guaira  ni  el  don  Hernando  Arias  ha  llegado 
jamas  á  ellas  en  tiempo  que  sido  Governador  ni  llegará 


GOBEKNANTES  65 

ninguno  mientras  V.  M.  no  les'diere  Govierno  de  por  si 
de  que  se  ha  seguido  que  los  naturales  que  es  una  pro- 
vincia donde  hay  mas  de  doscientas  mil  almas  no  den 
obediencia  ni  se  conviertan  á  nuestra  santa  fée  católica  ni 
se  consiga  en  esto  el  santo  celd  de  V.  M.  y  que  los  que  ya 
están  convertidos  y  han  dado  la  obediencia  carezcan  de 
ordinario  de  quien  los  doctrine  y  predique  el  s&nto  evan- 
gelio y  no  solo  ellos  sino  también  los  españoles  que  los 
mas  años  están  sin  cura  que  les  administre  los  santos  sa- 
cramentos y  ni  indios  ni  españoles  se  les  ha  administrado 
el  de  la  confirmación  jamas. 

Y  así  hay  españoles  de  á  ciucuenta  años  por  corfirmar, 
de  mas  que  los  españoles  pasan  grandísima  pobreza  y 
miseria  y  no  se  acrecienta  cosa  en  lo  temporal  por  su  Go- 
bernador por  tenientes  y  sacristanes  que  solo  van  á  pelear- 
los y  hazerles  injusticias  como  están  tan  lejos  de  Obispo 
y  governador. 

Y  todos  los  daños  dichos  se  remedian  dividiéndose 
aquel  Gobierno  y  Obispado  en  dos  que  aunque  el  Obispado 
ni  Obispado  sean  de  pi  elados  pobres  V.  M.  tiene  en  aque- 
llas provincias  y  en  las  de  Tucuman  Religiosos  tan  santos 

y  ejemplares  del  orden  del  Señor  San  Francisco  que  sin 
mirar  á  otros  intereses  mas  que  el  del  servicio  de  Dios  y 
de  V.  M.  se  ocuparán  en  el  Ministerio  de  la  conversión  de 
las  almas. 

Y  no  dividiéndose  el  dicho  govierno  y  obispado  como  lo 
tienen  advertido  y  dado  cuenta  á  V.  M.  el  dicho  Hernando 
Arias  coando  fué  gobernador  de  aquellas  provincias  y 
Diego  Marin  Negron  que  le  sucedió  en  el  dicho  cargo  de 
quien  presento  parecer  sobre  ellos. 

No  descargará  la  Real  conciencia  ni  dejará  de  haber  los 

dichos  agravios  ni  se  conseguirá  la  paz  y  conversión  délos 

naturales  que  no  están  convertidos  ni  cesará  un  notable 

maleficio  y  agravio  que  se  hace  por  los  portugueses  del 

Brasil  á  los  naturales  de  aquellas  provincias  de  Guaira 

adonde  entran  los  dichos  portugueses  á  robar  y  captivar 

6 


66  DEL  PARAGUAY 

los  dichos  yndios  y  los  traen  perceptiblemente  al  Brasil 
donde  los  venden  por  esclavos  asi  para  los  ingenios  de 
azúcar  como  para  las  minas  de  oro  y  otros  efectos  llaman- 
dolos  por  el  dicho  nombre  de  esclavos  y  vendiéndolos  pu- 
blicamente y  todo  eso  cesará  haviendo  governador  que 
mire  por  aquella  tierra  y  la  ocupase  y  difienda  de  los  na- 
turales.   •         ^ 

Que  ahora  se  haya  de  proveer  ó  no  al  gobierno  de  dichas 
Provincias  el  dicho  Hernando  Arias  de  Saavedra  supuesto 
que  cuando  hubiese  de  ir  de  esa  Governador  que  no  con- 
viene sino  de  los  que  tienen  esperiencia  de  aquelia  tierra  y 
ya  no  puede  ir  de  acá  por  este  año  se  sirva  V.  M.  atento 
al  contigente  peligro  en  que  estaba  la  dicha  ciudad  de  la 
Asunción  y  la  de  la  Concepción,  respecto  de  estar  auna- 
da las  dichas  dos  naciones  y  conjurados  contra  las  dichas 
ciudades  y  por  las  demás  causas  dichas  se  despacha  lue- 
go cédula  ó  provisión  Real  para  que  el  dicho  Hernando 
Arias  Govierne  aquellas  provincias  y  acuda  á  la  defensa 
pacificación  de  ellas  en  el  inter  y  en  tanto  que  V.  M.  pro- 
vee la  persona  que  los  haya  de  governar  y  se  sirve  prover 
lo  que  convenga  en  cnanto  á  la  dicha  división  y  se  man- 
de al  dicho  Hernando  Arias  lo  acepte  y  se  sirva  V.  M.  por 
que  esta  provisión  se  despache  luego  porque  pueda  alcan- 
zar allí  en  los  navios  que  salen  de  Lisboa  para  la  costa  del 
Brasil  atiempo  que  alcance,  allí,  algunos  de  los  navios  de 
permisión  que  vuelven  á  la  dicha  costa  del  Rio  de  la  Plata 
que  con  esto  se  provee  del  mayor  y  mas  eficaz  remedio 
que  por  ahora  se  le  puede  dar  á  aquellas  provincias  á 
quien  será  necesario  proveer  después  de  alguna  gente  y 
armas  municiones  y  pertrechos  de  guerra  por  su  pobreza 
no  lo  alcanzan  y  carecen  dq  ellos  en  las  dichas  ciudades 
.  siendo  muy  necesario  para  su  defensa. 

Otrosi  suplica  á  V.  M.  mande  se  vea  el  parecer  dado 
por  los  padres  de  la  Compañía  de  Jesús  asisten  en  la 
dicha  ciudad  de  la  Asunción  y  por  el  deán  y  Cabildo  y 
dQmas  clero  y  Prelados  de  las  órdenes. acerca  de  que  jus- 


*  •  rf 


GOBERNANTES  67 

tamente  se  debe  hacer  guerra  á  fuego  y  sangre  á  las  di- 
chas dos  naciones  Guaicurúes  y  Payaguás  por  los  gran- 
des delitos  y  daños* que  han  cometido  de  muertes  y  robos 
de  españolearé  indios  domésticos  de  muchos  años  á  esta 
parteyporlas  traiciones  que  han  intentado  para  alzarse 
contra  dicha  ciudad  y  visto  se  sirva  V.  M.  mandar  decla- 
rar podérseles  hacer  la  dicha  guerra  á  las  dichas  dos  na- 
ciones declarando  la  forma  ae  ella  y  mandando  al  Gover- 
nador  de  aquellas  provincias  la  ponga  luego  en  efecto 
para  que  los  españoles  y  naturales  que  sirven  en  ellas 
debajo  del  amparo  Reral  de  V.  M.  lo  puedan  hacer  con 
seguridad  y  quietud  y  sin  estaren  evidente  peligro  y  ries- 
go de  sus  vidas  y  haziend€ts  que  de  ordinario  están  con 
las  dichas  dos  naciones. 

Manuel  de  Frías. 

En  cuanto  toca  á  la  guerra  de  los  Indios  informe  el  pre- 
sidente y  Audiencia  de  las  Charcas  Obispo  del  Paraguay 
Gobernador  del  Rio  de  la  Plata  y  Don  Francisco  de  Alfa- 
ro  oidor  de  Lima  y  dése  cédula  para  que  puedan  entrar 
en  estos  Indios  de  guerra  en  seguimiento  y  alcance  de  los 
que  hizieron  los  daños  que  se  representan  y  matarlos  si 
pudiesen  y  de  los  que  tomasen  y  prendiesen  se  pueden 
servir  manifestándolos  ante  la  justicia  y  previniéndoles 
señas  y  dando  seguridad  de  qué  los  tendrán  de  manifies- 
to sin  poderlos  enagenar  ni   vender,   en  Madrid  á  17  de 

Octubre  de  1615  años. 

El  doctor  Salvador  de  Vieira. 

Copia — Conforme  con  el  original  que  se  conserva  en 
este  Archivo.  ^ 

Fraftcisco  de  Paula  Juarea, 


* 


Aunque  el   arreglo  definitivo  de  los  límites  de  ainbas 
provincias— Paraguay  y  Rio  de  la  Plata — tuvo  lugar  pn 


• 


N 


68  DEL  PARAGUAY 

1620,  Frías  no  tomó  posesión  del  mando  gubernativo  sino 
el  21  de  octubre  del  siguienle  año. 

Noexistiaentónces,  como  rara  vezexistiqra,  una  perfec- 
ta armonía  entre  el  prelado  y  el  gobernador;  al  principio 
era  por  asuntos  puramente  domésticos,  más  después,  tenia 
por  origen  la  cuestión  del  patronato  que  ambas  autorida- 
des se  disputaban,  hasta  que  al  fin  el  obispo  recurrió  al 
arma  favorita  y  terrible  en  aquella  época  de  ignorancia 
y  de  estúpido  fanatismo — la  escomunion.  El  gobernador 
fué  escomulgado  y  la  administración  de  los  pueblos  de  las 
Misiones  arrancada  á  los  regulares  déla  Compañía.  Sin 
embargo,  el  Consejo  de  Indias  desaprobó  tales  medidas, 
cuando  ya  habian  producido  el  efecto  deseado  por  el  obis- 
po, cual  era  la  efervescencia  popular  en  el  primer  momen- 
to. La  profunda  désinteligencia  quedaba  subsistente  entre 
ambas  autoridades  y  ella  dio  origen  á  terribles  escándalos, 
hasta  que  al  fin  los  llevaron  ante  los  tribunales  en  va- 
rias ocasiones.  Una  vez  recurrió  el  gobernador  perso- 
nalmente á  interponersu  queja  ante  la  audiencia  de  Chu- 
quisa ca,  y  otra  fué  llevado  á  ella  preso,  en  agosto  de 
1626  hasta  mediados  de  1627,  que  se  le  restituyó  al  ejei'ci- 
cio  de  su  empleo.  Gobernó  hasta  el  año  de  1630  y  falle- 
ció en  la  ciudad  de  Salta. 

II. .  DON  DIEGO  DE  REGÓ  Y  MENDOZA,  teniente  de 
gobernador,  en  ejercicio  del  P.  E.  durante  la  ausencia  de 
Frias  en  Chuquisaca — 1626-1627-t-y  mientras  llegaba  de 
España  el  nuevo  gobernadar  nombrado. 

1631-1636— III  DON  LUIS  DE  CÉSPEDES  GARCÍA 
XARIA,  (distinto  del  que  fu^  gobernador  de  Buenos  Aires 
y  Rio  de  la  Plata)  quien  tomó  posesión  del  gobierno  del 
Paraguay  en  25  de  junio  de  1631.  Al  año  siguiente  fué 
acusado  de  estar  en  connivencia  con  los  indios  del  Brasil,* 
conocidos  con  el  nombre  demamelvíeos  (l)que  arrebataban 

XI)    La  ciudad  de  San  Pablo  empezó,  en  1564,  por  una  reducción  de 


GOBERNANTES  69 

álos  guaraníes  y  los  vendían  como  esclavón  en  la  provin- 
cia de  Rio  Janeiro.  El  número  de  aquellos  desgraciados 
así  esclavizados,  según  información  del  gobernador  Es- 
tévan  Dávila,  dirigida  al  rey  en  1637,  pasaba  de  60,000.  ^ 
Las  colonias  de  Villa  Rica  del  Espíritu  Santo  y  Ciudad 
Real  fueron  desolados  por  las  incursiones  de  los  mame- 
lucos, hasta  quedar  completamente  abandonadas  por  sus 
moradores,  yendo,  muchos  de  estos  á  establecerse  en  la 
nueva  ciudad  de  Villa  Rica,  fundada  en  1635,  en  el  centro 
del  Paraguay,  por  el  sucesor  de  Céspedes. 


Durante  se  ventilaba  el  juicio  de  éste  y  se  daba  senten- 
cia á  su  causa,  ejerció  el  gobierno  su  teniente  general  has- 
ta que  la  real  audiencia  nombró  al — 

1633-1636— IV.  GENERAL  MARTIN  DE  LEDESMA 
VALDERRAMA,  caballero  andaluz,  natural  .  de  Alcalá  de 
Guadaira. 

Fué  nombrado  (1628)  gobernador  de  la  provincia  del 
Tucuman  por  el  virey  del  Perú,  marqués  de  Guadalcazar, 
con  la  condición  que  se  obligase  á  la  conquista  del  Chaco 
y  fundase  allí  dos  ciudíides  en  sitio  conveniente,  para 
refrenar  el  furor  de  los  muchos  bárbaros  que  poblaban 
dichas  provincias.  Era  muy  celoso  Ledesma  de  propa- 
gar la  santa  fé,  y  se  persuadió  le  destinaba  Dios  para 
adelantar  sus  progres  os  en  el  Chaco. 

Sobre  el  gobierno  de  Ledesma  en  el  Paraguay,  el  lec- 
tor encontrará  en   La  Revista  del   Archivo  General  de 

gaaranies  que  los  jesuítas  hicieroa  ea  el    Brasil,  y  azcqzíó  coasLiarable 
mente  con  los  malhechores  de  Portugal  que  se   relegaban   al  presidio  de 
San    Vicente,   con  los  piratas   holax^deses  que   conquistaron  las  tierras 
nmediatas  y  con  ios  bandidos  de  otras  naciones  que  conseguian  alli  una 
completa  impunidad  de  sus  delitos.    De  este  modo  se  formó  una  comuni. 
'  dad  de  facinerosos  y  delincuentes  que    robaban  mugeres  indias  para  pro- 
veerse de  esposas,  y   destruían  los  pueblos  fronterizos.    Denominábanse 
BUS  empresas  malocas^  de  donde  viene  el  nombre  de  mamelucos. 


I 


70  DEL  PARAGUAY 

Buenos  Aires,  publicado  por  don  Manuel  R.  Trelles, 
tomo  III,  un  espediente  íntegro  relativo  á  una  reclamación 
de  dicho  gobernador  contra  el  Cabildo  de  la  Asunción. 

Al  gobernador  Ledesma  debe  el  Paraguay  muchos  ser- 
vicios. 

Movió  las  armas  españolas  contraías  payagúaes,  nación 
ferocísima,  crueles  enemigos  de  los  españoles,  en  quie- 
nes ejecutaron  atroces  muertes,  cautivando  hasta  sacer- 
dotes, habiendo  sido  el  terror  del  país,  pero  sin  conseguir 
el  objeto  de  castigar  sus  frecuentes  insultos.  Visitó,  por 
orden  de  la  audiencia,  las  Misiones  jesuíticas  en  las  már- 
genes del  Paraná,  reduciéndolas  á  encomiendas  y  sujetán- 
dolas alas  armas  españolas,  aunque  esta  disposición  no 
legó  á  merecer  la  aprobación  de  la  referida  audiencia, 
por  sugestiones  de  los  jesuitas  que  hacian  todo  lo  posible 
para  no  perder  su  dominio.  El  hecho  es  que  Ledesma 
patrocinó  á  los  encomenderos  con  toda  su  energía,  hasta 
llegar  á  sostener  un  largo  pleito  ante  su  sucesor  Lugo  y 
Navarra. 

Los  jesuitas  pretestaron  defenderse  de  los  paulistas 
(mamelucos)  del  Brasil,  poniendo  las  armas  en  manos  de 
los  indios  por  el  año  de  1638,  con  cuya  operación  vinieron 
á  conseguir  una  especie  de  soberanía. 

A  pesar  de  la  independencia  del  gobierno  del  Paraguay 
del  de  Buenos  Aires,  como  provincia,  el  virey  Gerónimo 
Fernandez  de  Cabrera  Bobadilla  y  Mendoza,  conde  de 
Chichón,  mandó  se  socorriese  á  la  provincia  del  Paraguay, 
en  el  penúltimo  año  del  gobierno  de  Ledesma  con  200  ar- 
cabuces, 100  espadas,  20  quintales  de  hierro  y  10  arro- 
bas de  acero,  pregonándose  en  esta  ciudad  (Buenos  Aires) 
que  todas  las  personas  que  tuviesen  los  referidos  artículos 
ocurran  en  casa  del  tesorero  don  Juan  de  Vallejo,  para  que 
con  intervención  del  capitán  Bartolomé  Sánchez  de  Vera, 
procurador  de  la  Provincia  del  Paraguay,  figen  los  precios 
y  lo  que  asi  se  comprase,  se  pagarla  de  la  Real  Hacien- 
da.    Habiéndose  hecho  las  diligencias  para  dar  cumplí- 


GOBERNANTES  71 

miento  á  esa  disposición,  no  se  halló  ningún  arcabuz, 
sino  tan  solamente  30  aderezos  de  espadas,  y  en  lugar  de 
los  arcabuces,  se  le  mandó  dar  mosquetes,  el  hierro  y  el 
acero  que  se  pudo  hallar. 
En  su  gobierno  se  puso  en  práctica  la  cédula  de  fuerza- 
Falleció  en  Santiago  del  Estero,  dejando  varios  hijos, 
cuyos  descendientes  ennoblecen  ambas  provincias  del 
Paraguay  y  Tucuman. 

1636-1641— IV.  DON  PEDRO  DE  LUGO  Y  NAVARRA, 
caballero  del  orden  de  Santiago:  Habia  tenido  á  principios 
del  año  1636  mandato  del  rey  para  visitar  los  Pueblos  de 
las  Misiones  de  los  regulares  de  la  Compañia  y  darles 
oportunos  auxilios  contra  los  insultos  que  hacian  los 
indios  mamelucos,  y  para  asegurar  las  reducciones  de 
su  provincia.  Reunió  pues,  cuatrocientos  indios  y  mar- 
chó á  la  cabeza  de  ellos  hacia  el  cantón  de  Caarupa-Crua-- 
m  y  los  derrotó  completamente,  haciéndolos  prisioneros 
á  casi  todos,  después  de  haber  aquellos  dado  muerte  alP. 
Alfaro,  misionero  jesuita,  que  acompañaba  al  goberna- 
dor. Los  mamelucos  fueron  conducidos  á  la  Asunción, 
que  distaba  ochenta  leguas  del  campo  de  batalla  y  de  alli 
los  mandó  á  Buenos  Aires,  cuyo  gobernador,  don  Esté- 
van  Dávila,  á  i^olicitud  de  algunos  particulares,  les  per- 
mitió regresar  á  sus  hogares.  Gobernó  hasta  marzo 
de  1641  y  falleció  al  año  siguiente,  en  su  viage  á  Es- 
paña, adonde  habia  sido  llamado. 

Fué  su  teniente  de  gobernador,  y  le  sustituyó  en  sus 
ausencias,  el  alférez  general  don  Juan  de  Vallejos  Villa- 
santl. 

El  gobernador  Lugo  habia  acusado  á  los  jesuitas,  19 
Que  tenían  oculto  un  gran  tesoro  deque  se  aprovechaban. 
2?  Que  ponian  mal  á  los  españoles  con  los  indios.  3?  Que 
no  querian  que  los  obispos  visitasen  sus  doctrinas.  49 
Que  no  querian  que  los  gobernadores  las  visitasen.  59  Que 
trataban  y  contrataban.    69  Que  no  querian  que  los  indios 


72  DEL   PARAGUAY 

vistiesen  á  los-  españoles.  7?  Que  los  indios  convertidos 
por  los  jesuitas  habia  sido  por  las  armas.  8?  Que  daban 
armas  de  fuego  á  los  indios.  99  Que  despoblaban  las  re- 
ducciones de  indios  sin  licencia  del  rey  y  los  escondían 
de  los  gobernadores  y  españoles. 

El  padre  Antonio  Ruiz  de  Montoya,  de  la  Compañia  de 
Jesús,  procurador  de  la  provincia   del  Paraguay,  y    Rio 
.de  Plata  trató  de  justificar  á  sus  hermanos  de  esos  car- 
gos  clasificándolos  de  calumniosos. 

1641-1647— V.  DON  GREGORIO  DE  HINESTROSA, 
natural  de  Chile,  cuyo  padre  y  antepasados  prestaron 
buenos  servicios  en  España  y  en  Chile,  habiendo  hereda- 
do de  ellos  el  mismo  celo  por  el  servicio  del  rey  y  su  incli- 
nación á  la  guerra,  la  que  hizo  desde  la  infancia  con 
honor,  ascendiendo  todos  los  grados  de  la  milicia  hasta 
llegar  al  de  maestre  de  campo.  Después  de  haber  sufrido 
un  rudo  cautiverio  entre  los  indios  de  Chile,  se  le  nombró 
corregidor  de  Atacama,  pasando  en  seguida  á  España 
donde  se  distinguió  en  el  sitio  de  Fuenterrabla.  En  pre- 
mio de  sus  dilatados  servicios,  el  rey  le  recompensó  nom- 
brándole goberuador  del  Paraguay  de  cuyo  cargo  se  re- 
cibió el  27  de  junio  de  1641. 

Hinestrosa  era  muy  querido  y  poseia  un  gran  fondo 
de  honor  y  probidad,  pero  carecia  de  las  luces  y  resolu- 
ción necesaria,  para  poder  hacer  frente  á  un  hombre  de  las 
condiciones  del  obispo  Cárdenas.  Al  principio  el  gober- 
nador le  complacia  en  todo,  á  lo  que  era  mal  correspondi- 
do. Habiendo  negado  al  prelado  la  cesión  de  un  crecido 
número  de  indios  que  se  hallaban  al  servicio  de  la  cofra- 
día del  Santo  Sacramento  tanto  se  encolerizó  que  esco- 
mulgó al  gobernador,  y  como  algunos  dias  después  de- 
bia  tener  lugar  una  procesión,  y,  según  constumbre,  á 
éste  correspondia  llevar  el  estandarte  real,  por  aquella  cir- 
cunstancia quedaba  inhibido  de  presentarse  en  aquel  acto. 

Don  Gregorio  no  quiso  comprometerse  por  una  cere- 


GOBERNANTES  73 

« 

monia  religiosa  y  observó  una  perfecta  moderación  que 
indispuso  á  muchas  personas  contra  el  obispo.  Un  dia 
el  sobrino  de  éste,  el  padre  Francisco  de  Cárdenas,  le 
paró  en  lacaüedirigiéndole  insultos  groseros,  en  momen- 
tos en  quesalia  el  obispo  de  la  iglesia  acompañado  de  una 
multitud  de  gente.  El  gobernador,  con  toda  moderación 
siguió  su  camino.  No  paró  en  eso;,á  cada  momento  era 
insultado  por  el  obispo  y  su  sobrino,  hasta  con  escomu- 
niones  que  relajaban  la  autoridad  del  primer  magistrado 
de  la  provincia,  haciéndola  despreciable  á  los  ojos  de  todos 
sus  subditos. 

Por  fin  recibió  una  carta  del  virey  del  Perú,  don  Pedro 
de  Toledo  y  Leiva,  marqués  de  Mancera,  en  que  le  reco- 
mendaba no  permitiese  por  mas  tiempo  la  opresión  en  que 
estaban  los  habitantes  de  su  provincia,  ni  el  aniquila- 
miento de  su  autoridad;  que  restableciese  todo,  según  las 
leyes  y  ordenanzas,  y  obligase  al  obispo  del  Paraguay  á 
circunscribirse  á  los  límites  de  su  jurisdicción,  puramen- 
te espiritual;  que  los  informes  que  se  le  hablan  remitido 
contenían  cosas  inauditas,  difíciles  de  imaginarse,  pero 
que  todo  parecía  tan  bien  probando,  que  no  era  posible  du- 
dar. 

Ala  lectura  de  estacarta,  el  gobernador  sintió  renacer  to- 
do su  vigor,  prometiéndose  hacer  valer  todos  sus  derechos 
en  lo  futuro.  Empezó  por  mandar  una  revista  general  de 
las  tropas,  luego  ordenó,  como  se  Je  habia  prescrit .  por 
el  virey,  á  todos  los  portugueses  establecidos  en  la  Asun- 
ción que  se  marcharan  á  Santa  Fé;  en  seguida  hizo  avisar 
á  todos  los  indios  de  las  inmediaciones  de  la  capital  que  él 
se  disponía  visitarlos  y  que  se  estuviesen  listos  para  ege- 
cutar  lo  que  iba  á  prescribirles  de  parte  del  rey. 

Informado  el  obispo  de  todos  estos  movimientos,  inme- 
diatamente mandó  á  la  Asunción  orden,  declarando  a!  go- 
bernador como  escomulgado   y  prohibiendo  á  todos  los 


74  .  '  DEL   PARAGUAY 

habitantes  de  la  campaña,  tanto  españoles  como  indios, 
presentársele,  so  pena  de  incurrir  en  escomunion  mayor. 
Sin  embargo,  se  reconciliaron  por  el  momento,  el  gober- 
nador de  buena  fé,  no  así  el  obispo  que  la  emprendió  con- 
tra los  jesuitas,  á  quienes    perseguia  á  muerte. 

El  dia  (4  de  octubre  de  1644)  designado  por  el  obispo 
para  trastornar  el  orden  déla  Asunción,  á  la  cabeza  de 
400  indios  bien  armados,  el  prelado  debia  proceder  contra 
aquellos  religiosos,  qne  se  negaban  á  reconocerle  porque 
su  nombramiento  carecia  de  ciertos  requisitos  legales. 
Apenas  tuvo  noticia  de  la  tentativa  que  se  proyectaba,  el 
teniente  general  don  Francisco  Florez,  di6  oportuno  aviso 
de  ella  al  gobernador,  quien  inmediatamente  lo  participó  á 
los  jesuitafey  se  preparó  para  guardar  el  orden.  .Aper- 
cibido el  obispo  de  que  su  plan  había  fracasado,  lo  poster- 
gó hasta  mejor  ocasión. 


Entretanco,  el  capitán  don  Pedro  Diez  del  Valle  llega  de 
la  Plata  conduciendo  un  pliego  de  la  audiencia  de  Char- 
cas, en  que  se  recomendaba  á  ambos  altos  funcionarios 
viviesen  en  armonia  cada  uno  en  su  categoría  respectiva. 
Esto  no  se  pudo  conseguir  por  parte  del  prelado,  hasta 
que  al  fin  el  gobernador  se  vé  en  la  necesidad  de  intimar 
al  obispo,  dentro  de  la  misma  iglesia,  donde  aquél  queria 
llevar  el  escándalo,  salga  desterrado  de  la  provincia  por 
haber  usurpado  la  jurisdicción  que  tenia  del  rey.  El  prela- 
do contesíó  que  estaba  pronto  á  obedecer,  tomando  al 
pueblo,  allí  reunido,  por  testigo  de  la  palabra  que  acaba- 
ba de  dar.  Con  esta  promesa,  el  gobernador  sale  de  la 
iglesia,  dejando  al  obispo  decir  misa,  pero  éste,  antes  de 
dar  principio  á  ella,  y  estando  ya  revestido  de  sus  orna- 
mentos, dirige  al  pueblo  una  sangrienta  invectiva  contra 
el  gobernador,  declarándole  escomulgado  á  él,  al  maestre 
de  campo  general  y  á  todos  los  que  consideraba  haber  vio- 
lado la  dignidad  episcopal.     Salió  pues,  de  la  Asunción, 


GOBERNANTES  75 

pero  al  poco  tiempo  volvió  con  la  esperanza  de  que  seria 

bien  recibido,  en  vista  de  la  agitación  manifestada  por 

toda  la  ciudad  al  efectuar  su  salida.    En  efecto,  su  llegada 

fué  anunciada  con  repique  de  campanas,  y    entró  en  la 

capital  precedido  de  varios    eclesiásticos  que  cargaban 

armas  debajo  del  manteo,  y  algunos  religiosos  llevando 

sobre  el  pecho  una  hostia  sagrada. 
F.l  prelado  habia  dado  orden  que,  los  que    llevaban  la 

delantera,  se  dirigiesen  al  Colegio,  pero  con  la  noticia, 
aunque  falsa,  de  que  habia  allí  400  hombres  bien  arma- 
dos, se  encaminó  al  convento  de  San  Francisco,  donde  se 
acantonó  como  en  una  plaza  fuerte.  Mandó  venir  luego 
un  alcalde  y  algunos  regidores,  á  quienes  leyó  una  carta 
que  dijo  acababa  de  recibir,  anunciándole  que  los,  indios 
de  los  jesuítas  habian  saqueado  á  Yaguaron  y  todas  las 
poblaciones  circunvecinas,  los  cuales  seguian  su  marcha 
para  la  capital  con  la  intención  de  practicar  igual  cosa,  y 
"porque  quiero,  agregó  defender  vuestros  privilegios  y 
vuestra  libertad,  se  me  quiere  echar  de  la  provincia  como 
un  sedicioso  (y  no  era  otra  cosa).  Pero  en  calidad  de  con- 
sejero del  rey,  exhorto  á  todos  los  que  están  encargados 
de  defender  esta  ciudad  oprimida,  nombren  un  goberna- 
dor que  guarde  la  provincia  del  peligro  de  que  se  hall-a 
amenazada.  En  un  caso  tan  urgente,  la  necesidad  pue- 
de llenar  el  lugar  de  una  real  Cédula." 

Sorprendido  el  alcalde  de  lo  que  acababa  de  oir,  corrió 
á  casa  del  gobernader  para  conjurarle  á  que  no  dejare 
entrar  á  los  indios  en  la  ciudad  y  hasta  se  insolentó  porque 
el  gobernador  le  contestó  que  él  sabia  lo  que  tenia  que  ha- 
cer. La  insubordinación  del  alcalde  fué  castigada  con  su 
prisión,  cuya  noticia,  esparcida  por  la  ciudad,  puso  al 
pueblo  en  alarma.  Entró  éste  en  calma  cuando  supo  que 
no  era  cierto  el  saqueo  de  Yaguaron,  pero  si  que  s?  aproxi- 
maban los  neófitos  á  la  ciudad  por  orden  del  gobernador, 
guardando  en  su  marcha  mucha  disciplina,  sin  causar  da- 
ño alguno  en  ninguna  parte.    El  obispo  puso  en  juego 


76  DEL  PARAGUAY 

toda  su  influencia  para  comprometer  á  los  habitantes  á 
tomar  las  armas  en  su  defensa,  y  no  habiéndolo  podido 
conseguir,  descargó  toda  su  cólera  sobre  el  maestre  de 
campo  general,  sobre  sus  hermanos  y  amigos,  declarán- 
dolos á  todos  cismáticos,  escomulgados  y  enemigos  de  la 
patria. 


Viendo  el  gobernador  que  el  tumulto  aumentaba  y  que 
los  principales  vecinos  abandonaban  la  ciudad  retirándose 
al  campo,  mandó  al  escribano  del  rey,  don  Rui  Gómez  de 
Gayoso,  intimase  al  obispo  partiese  sin  demora,  hacién- 
dole saber  al  mismo  tiempo  que  le  tenia  lista  una  barca 
bien  provista  de  víveres  para  él  y  todo  su  séquito.  El 
escribano  se  presentó  á  la  puerta  del  convento  y  pidió 
hablar  al  obispo.  Un  religioso  que  estaba  de  guardia 
trató  de  herirle  con  su  azagaya,  hasta  que  con  el  alboroto 
que  se  armó,  acudió  el  obispo,  y,  enterado  de  la  comisión 
que  llevaba  Gómez,  contestó  que  nadie  tenia  derecho  á 
mandarle  salir  de  su  diócesis;  que  en  todo  caso  al  mismo 
gobernador  correspondía  acercársele.  En  seguida  prorum- 
pió  en  invectivas  contra  él,  declarando  escomulgado  al  es- 
cribano del  rey,  con  amenaza,  si  no  se  tenia  por  tal,  de  una 
multa  de  quinientos  escudos,  y  de  ser  entregado  al  santo 
oficio  como  rebelde  y  contumaz.  Aun  ha  corrido  que  se 
le  ha  escapado  decir  que  no  se  cometería  un  pecado  venial 
dando  muerte  al  gobernador,  habiéndose  ofre::ido  cuatro 
eclesiásticos  para  ejecutar  este  crimen. 


Avisado  el  gobernador  Hinestrosa,  inmediatamente 
hizo  entrar  en  la  ciudad  cien  indios  del  Paraná,  colocan- 
do cincuenta  en  la  puerta  del  Colegio  y  los  demás  al  re- 
dedor de  su  domicilio,  porque  decían  que,  al  mismo  tiem- 
po que  fueran  á  su  casa  para  asesinarle,  se  habia  resuelto 
en  el   consejo  del  obispo  ir  á  prender    fuego  al  Colegio. 


GOBERNANTES  77 

ActocontlQUO  se  publicó  un  edicto  declarando  á  don  Ber- 
nardino  de  Cárdenas  intruso  en  el  obispado  del  Para- 
guay y  sin  jurisdicción  alguna.  Los  padres  Trujillo  y  Ver- 
dugo habian  proporcionado  al  gobernador  dos  documen- 
tos que  probaban  la  suspensión  de  este  prelado  desde  su 
consagración. 

En  seguida  el  gobernador  mandó  tocar*generaIa  publi- 
cando una  orden,  so  pena  de  la  vida,  á  todo  el  que  no  se 
presentase  con  su  arma  en  la  plaza  mayor,  en  donde 
flameaba  el  real  estandarte,  para  estar  listo  á  hacer  todo 
lo  que  se  ordenase  de  parte  del  rey.  Nadie  se  atrevió  á 
faltar. 

En  vista  de  todo  este  aparato  bélico,  el  obispo  mandó 
decir  al  gobernador  que  no  podia  seguir  viviendo  en  una 
provincia  poblada  toda  entera  de  escomulgados,  y  el  19  de 
noviembre  (1644),  después  de  haber  dicho  sus  dos  niisas, 
se  despidió  de  todos  y  salió  llevando  suspendido  al  pecho 
el  cuerpo  de  nuestro  Señor  dentro  de  una  caja,  y  seguido 
de  sus  sacerdotes  y  clérigos,  cada  uno  con  un  cirio  en- 
cendido en  la  mano.  Luego  que  quedó  instalado  en  la 
barca,  el  prelado  renovó  sus  anatemas  contra  los  persegui- 
dores de  la  Iglesia  que  echaban  de  su  diócesis  "aZ  wta^ 
santo  obispo  que  hubiese  aparecido  en  el  Nuevo  Mundo 
desde  su  descubyHmiento"  lanzando  de  nuevo  el  entredi- 
cho sobre  la  ciudad,  al  son  de  una  campanilla  que  acos- 
tumbraba llevar  consigo  en  sus  viages.  Las  campanas 
de  la  iglesia  de  los  padres  franciscanos  y  las  de  la  parro- 
quia del  obispado  se  pusieron  desde  luego  á  repicar,  se- 
gún la  orden  que  él  hab'ia  dado,  y  solo  se  pudo  conseguir 
apaciguar  el  tumulto  mandando  que  tocasen  todas  las 
iglesias. 

El  ruidoso  gobierno  de  Hinestrosa,  tan  preñado  de 
desórdenes  y  alborotos  que  tanto  afligió  á  la  provincia 
del  Paraguay,  duró  desde  1642  hasta  1647  que  le  su- 
cedió— 


78  DEL  PARAGUAY 

1647-1649— VI— DON  DIEGO  DE  ESCOBAR  OSORIO, 
natural  de  Chile,  maestre  de  campo,  oidor  de  la  real 
audiencia  de  Charcas,  cuyo  gobierno  en  las  críticas  cir- 
cunstancias en  que  lo  recibiera,  fué  de* corta  duración. 
Según  sus  instrucciones,  debia  oponerse  á  cuanto  el 
obispo  Cárdenas  y  sus  partidarios  trataran  de  emprender 
contra  ios  jesuitas.  Sin  embargo,  ignoraba  el  goberna- 
dor con  quien  tenia  que  habérselas,  nada  menos  que  con 
un  prelado  que  contaba  con  las  simpatías  de  la  mayor 
parte  de  los  habitantes  de  la  Asunción;  donde  el  espíritu 
de  sedición  se  habia  apoderado  de  la  multitud.  Allí 
guardó  para  con  don  Bernardino  todos  los  miramientos 
debidos  á  su  carácter*,  sin  darle  el  menor  motivo  de  sos- 
pecha de  sus  prevenciones  para  con  los  jesuitas. 

Ni  el  gobernador  dio  paso  alguno  para  hacer  cumplir 
lo  ordenado  por  la  real  audiencia  respecto  del  obispo,  ni 
Qste  manifestó  la  intención  de  querer  presentarse  á  La 
Plata;  por  el  contrario,  antes  de  terminar  un  mes  de  ha- 
llarse en  la  Asunción,  alejado  en  el  convento  de  San 
Francisco,  se  trasladó ^al  palacio  episcopal,  en  seguida 
renovó  su  toma  de  posesión  del  obispado  del  Paraguay 
con  toda  ceremonia:  é  inició  sus  intrigas  contra  los  jesui- 
tas que  fueron  insultados  y  maltratados,  á  todo  lo  cual  el 
gobernador  m'anifestaba  una  especie  de  indiferencia. 
Este  fallece  casi  súbitamente  después  de  haber  tomado  un 
remedio  que  se  le  habia  mandado,  asegurándole  que  era 
escelente  para  la  incomodidad  que  le  habia  sobrevenido, 
el  26  de  febrero  de  1649. 

Fué  su  teniente  de  gobernador.el  capitán  don  Diego  de 
Yegros. 


Apenas  cerró  los  ojos  Osorio,  el  26  de  febrero  de  dicho 
año,  se  reunieron  tumultuariamente  en  el  cabildo  para 
darle  un  sucesor,  mientras  el  rey  nombraba  un  goberna- 
dor, alegando  una  pretendida  cédula  de  Carlos  V,  que  no 


GOBERNANTES  79 

daba  ya  tal  derecho  al  cabildo  de  la  Asunción,  y  contra 
el  dercho  del  virey  del  Perú,  ó  en  su  ausencia,  de  la  real 
audiencia  de  Charcas.  Pero  ya  no  se  conocía,  en  la  A- 
suncion,  ley,  ni  autoridad  superior.  El  populacho,  amo- 
tinado por  los  parciales  del  obispo,  proclamó  gobernador 
y  capitán  general  á — 

Vil.  DON  BERNARDINO  DE  CÁRDENAS,  obispo  de 
la  diócesis,  quien  tomó  posesión  del  gobierno  el  19 de  oc- 
tubre de  1645,  sin  que  nadie  se  oposusiese,  los  unos,  por- 
que pensaban  como  el  populacho  reunido  en  la  plaza,  y 
los  otros,  por  no  querer  compremeterse. 

El  obispo  gobernar dor  inició  su  administración,  des- 
tituyendo á  todos  los  que  sabia  no  le  eran  afectos  y  aun 
obligando  á  muchos  á  retirarse  á  sus  establecimientos  de 
campo.  En  seguida  mandó  á  sus  emisarios  recorrer  to- 
dos los  barrios  de  la  ciudad,  para  animar  al  pueblq  y 
comprometerle  á  pedir  la  espulsion  délos  jesuítas  de  la 
provincia,  y  para  imprimirle  mayor  entusiasmo,  un  dia 
que  pontificaba  en  la  catedral,  se  dirigió  al  pueblo  después 
•  de  la  consagración,  y,  mostrándoles  la  santa  hostia,  dijo: 
"Cy^eeis,  hermanos  mios,  que  Jesu-Cristo  esté  aqui  bajo 
estas  especiesT'  Todos  esclamaron  que  estaban  prontos 
á  derramar  su  sangre  por  defender  esa  verdad.  "" Creéis 
también  firrñemente,  agregó,  que  tengo  orden  del  rey 
T^ara  echar  á  lo^  jesuítas  de  esta  ciudad^'* 

Tal  declaración  por  parte  del  obispo  gobernador  acabó 
de  persuadir  á  la  multitud,  que  los  jesuítas  eran  verdade- 
ramente culpables  de  todos  los  crímenes  de  que  este  prela- 
do los  acusaba.  Para  llevar  á  cabo  esta  determinación 
apareció  un  edicto  del  prelado  que  obligaba,  so  pena 
de  escomunion  y  de  la  vida,  á  todos  los  que  pudiesen 
cargar  armas,  á  que  se  enrolasen  bajo  la  bandera  de 
Juan  de  Vallejo  Villasanti,  teniente  de  rey,  y  ejecutasen 
cuanto  les  ordenara  este  gafe.  Todos  obedecieron;  y  el 
6  de  marzo  (1649)  Villasanti  se  presentó,  á  la  cabeza  de  su 


80  DEL  PaBAQÜaY 

ejército,  á  la  puerta  del  colegio.  Habiéndola  encontrado 
cerrada  y,  después  de  llamar  varias  veces,  mandó  echar 
la  puerta  abajo  á  hachazos  y  entró  en  seguida  á  notificar 
al  rector  la  orden  de  salir  de  la  ciudad  inmediatamente, 
con  todos  sus  religiosos  y  evacuar  con  toda  la  prontitud 
posible  las  reducciones  del  Paraná  y  todos  los  demás 
establecimientos  que  la  Compañia  tenia  en  el  Paraguay. 
Apesar  de  las  esplicaciones  dadas  por  el  rector,  Villasanti 
no  las  atendió,  sino  que  hizo  seña  á  su  gente  que  ejecu- 
tase lo  que  les  habia  prescrito.  En  el  momento  se  lanza- 
ron todos  sobre  los  jesuitas,  sanos  y  enfermos,  y  los  ar- 
rastraron hasta  la  plaza  donde  los  hicieron  ambarcar. 
La  barca  en  que  fueron  puestos  baró  por  Corrientes,  cuyo 
maestre  de  campo  don  Manuel  Cabral  los  alojó  en  su  casa 
y  los  trató  con  toda  consideración. 


Luego  que  los  jesuitas  abandonaron  su  colegio  de  la 
Asunción,  se  apoderaron  de  éste  como  de  una  plaza  to- 
mada por  asalto.  Se  destruyó  y  quemó  la  mayor  parte 
de  las  inmensas  riquezas  que  encerraba  la  casa  é  iglesia. 

Después  de  algunas  representaciones  de  una  y  otra 
parte,  la  real  audiencia  resolvió  al  fin  comisionar,  para 
que  la  provincia  no  continuase  sin  un  gefe  que  pudiese 
restablecer  en  ella  el  orden  y  la  subordinación,  nombrando 
un  visitador  del  Paraguay,  con  el  título  de  gobernador  y 
capitán  general  interino,  en  la  persona  de  don  Andrés  Ga- 
ravito  de  León,  enviando  al  mismo  tiempo  al  obispo 
Cárdenas  una  intimación  en  que  se  le  ordenaba  compare- 
ciese personalmente  sin  demora,  á  fin  de  dar  cuenta  de 
las  razones  que  tuviera  en  haberse  hecho  proclamar  go- 
bernador de  la  provincia  y  en  haber  espulsado  á  todos  los 
jesuitas  de  su  colegio  de  la  Asunción. 


DOCUMENTOS    JUSTIFICATIVOS 


Declaración  satisfactoria  de  don  Bernardido  de  Cárdenas,  obis- 
po del  Paraguay,  para  el  descargo  de  los  que  tomaron  las  armas 
contra  el  gobernador  don  Sebastian  de  León  y  Zarate,  (Copiada 
y  traducida  sobre  una  copia  legalizada.) 

Nos  don  fray  Bernardino  de  Cárdenas,  obispo  del  Pa- 
raguay, hago  saber  al  rey  nuestro  señor,  en  ?u  Real 
Consejo  de  Indias,  señor  virey  deestos  reinos.  Real  Audien- 
cia de  la  Plata  y  demás  tribunales  inferiores,  en  como  tu- 
vimos noticia  que  venia  á  entrar  á  esta  ciudad  el  maestre 
de  campo  Sebastian  de  León  y  Zarate  y  otros  vecinos  que 
le  acompañaban,  en  lo  cual  venian  algunos  padres  de 
la  Compañia  de  Jesús,  y  que  traían  cantidad  de  indios  del 
Pai;aná  y  Uruguay,,  mandamos  prevenir,  como  goberna- 
dor y  capitán  general,  justicia  mayordesta  ciudad  y  Pro- 
vincia, el  Cabildo,  justicia,  regimiento  y  todos  los  vecinos 
y  moradores,  estantes  y  habitantes  en  ella,  y  muchos  in- 
dias del  pueblo  de  Yaguaron,  Tobatl,  Itá  y  los  Altos:  y 
que  asimismo  los  dichos  vecinos  trajesen  los  indios  oriji- 
narios  que  tuviesen  en  sus  chácaras  y  casas;  y  que  todos, 
unos  y  otros  se  aprestasen  con  caballos  y  armas  ofensi- 
vas y  defensivas,  con  municiones  y  demás  pertechos  de 
guerra;  y  á  mayor  fuerza  sacamos  el  real  Estandarte, 
que  ha  estado  en  nuestro  poder  seis  meses  poco  mas  ó 
menos,  al  cual  enarbolado  en  nuestra  mano  mandamos 
á  los  susodichos,  que  pena  de  traidores  al  rey  nues- 
tro  señor,  y  perdimiento  de  todos  sus  bienes,  nos  asís- 


82  DEL   PARAGUAY 

tiesen  y  acudiesen  con  dichas  armas,  y  guardasen  nues- 
tras órdenes  v  mandatos,  en  cuya  conformidad  lo  hicie- 
ron  así  la  mayor  parte  de  los  dichos  vecinos  y  todo  el 
dicho  Cabildo  pleno.  Y  estando  en  este  estado,  man- 
damos poner  espías  por  los  caminos  reales,  para  saber  si 
entraban  ó  que  camino  tomaban:  hasta  que  el  viernes 
próximo  pasado,  que  se  contaba  primero  de  este  corriente, 
comp  á  la  una  de  la  tarde  tuvimos  aviso  cierto,  como  los 
dichos  maestre  de  campo  Sebastian  de  León  y  las  demás 
personas  referidas,  cosa  de  dos  cuartos  de  legua,  mas  ó 
menos,  de  esta  ciudad,  venian  marchando  para  ella,  y  así 
sacaron  de  dentro  de  esta  iglesia  sagrada  al  corredor  de 
ella  el  dicho  estandarte;  y  de  nuevo,  sin  embargo  de  un 
bando'que  mandamos  publicar  antes,  volvimos  á  mandar, 
reforzando  mas  lo  antecedente,  en  orden  á  que  debajo  de 
las  dichas  penas  saliesen  a  revestir  la  dicha  entrada  con 
las  dichas  armas;  y  mandámosquedasen  algunas  perso- 
nas á  hacernos  asistencia,  y  altflicho  real  Estandarte,  que 
tuvimos  en  nuestra  mano,  con  que  mandamos  á  nuestro 
lugarteniente  general  á  guerra  Juan  de  Vallejo  Villasan- 
ti,  y  á  los  capitanes  que  nombramos  en  la  ocasión,  que 
salieron  á  hacer  dicha  resistencia,  no  se  pusiesen  á  oir 
papeles,  ni  ponerse  en  plática,  dares  ni  tomares,  sino  que 
de  hecho  acometiesen  con  sus  armas  de  á  pié  y  de  á  caba- 
llo, y  no  consintiesen  la  dicha  entrada  por  ningún  caso; 
mediante  lo  cual,  obedeciendo, salieron  así  españoles  como 
indios,  á  hacer  dicha  resistencia,  en  que  sucedió  el  daño 
de  que  tengo  noticia,  aunque  no  estamos  ciertos  de  él. 
Y  la  tuvimos  así  mismo  como  el  dicho  maestre  de  campo 
Sebastian  de  León,  por  carta  que  escribió  dedos  leguas 
de  esta  ciudad  al  dicho  Cabildo  de  ella,  como  venia  por 
gobernador,  espitan  general  y  justicia  mayor  deestas  Pro- 
vincias, despachado  por  el  señor  presidente  de  la  Real 
Audiencia  de  la  Plata  y  visitador  general  de  ella,  y  casa 
de  la  moneda  de  la  villa  de  Potosí:  dudamos  fuese  así; 
por  lo  cual  mandamos  hacer  la  dicha  resistencia,  como 


GOBERNANTES  83 

va  referido  y  porque  tenemos  noticias  como  dicho 
Cabildo  y  personas  de- él  están  presos  por  el  hecho 
de  la  resistencia  y  otras  personas;  y  habiendo  tenido 
noticia  que  el  dicho  maestre  de  campo  Sebastian  de  León 
y  Zarate  habia  mandado  publicar  en  voz  de  pregonero 
en  las  casas  reales  y  de  Cabildo,  el  título  y  auto  de  reci- 
bimiento de  gobernador,  capitán  general  y  justicia  mayor 
de  estas  Provincias,  en  que  habiéndolo  oído  el  dicho  Ca- 
bildo y  demás  vecinos  que  se  hallaron  presentes,  fué  re- 
cibido de  todos,  nos  recogimos  luego. 

Y  asi  ^certificamos,  y  siendo  necesario,  juramos  in  verbd 
sacerdotiSy  poniendo  la  mano  en  el  pecho  y  corona,  que 
procedió  el  hecho,  según  dicho  es,  emanado  de  nuestras 
órdenes  y  mandatos,  que  ellos  entonces  obedecieron, 
como  de  su  gobernador,  capitán  genenal,  que  usábamos 
y  egercíamos,  y  de  temor  de  incurrir  en  las  penas  que 
teníamos  impuestas;*  y  según  nuestro  parecer,  los  su- 
sodichos padecen  con  inocencia,  pues  solamente  acudie- 
ron como  humildes  á  obedecernos,  demás  de  que  asi- 
mismo se  lo  mandábamos  con  penas  de  excomunión 
ipso  factOj  al  que  no  acudiese  á  nuestras  órdenes;  y  en 
esta  consideración  deben  ser  absueltos,  como  personas 
que  ño  cometieron  delito  por  sí.  Y  para  que  coilste, 
por  nuestro  motivo,  por  la  noticia  dicha,  y  por  el  descar- 
go de  nuestra  conciencia,  y  no  por  otra  causa  alguna,  lo 
certificamos  asi  por  ser  verdad  infalible,  pública  y  noto- 
ria en  esta  ciudad,  y  lo  firmamos  de  nuestra  mano  ante 
dos  testigos,  por  no  haber  escribano  público  ni  real,  ni  no- 
tario, ni  secretario,  para  que  io  refrende,  que  es  fe- 
cho en  esta  santa  iglesia  de  la  ciudad  de  la  Asunción  en 
siete  dias  del  mes  de  octubre  de  1649,  en  este  papel  co- 
mún por  falta  de  sellado.  Y  porque  doy  dos  de  un  te- 
nor, se  entienda  ser  el  uno  del  otro  duplicado,  y  una  mis- 
ma causa,  con  las  misma  razones  el  uno  que  están  escritas 
en  el  otro,  para  que  el  dicho  Cabildo  se  valga  de  ambos, 
6  de  cada  uno  de  ellos  en  su  defensa.     Fecho  utsupra. 


I 


84  DEL  PARAGUAY 

Jesús— Fray  Berriardino,  obispo  del  Paraguay— Testigo, 
Manuel  Enriquez  de  Alarcon,  Rodrigo  de  Rojas  Aranda, 
Antonio  de  Ortega. 

En  la  ciudad  de  Córdoba  en  diez  dias  del  mes  de  mar- 
zo de  1650  años,  yo  el  capitán  Juan  Albarracin  Pereira, 
escribano  público  y  de  Cabildo,  bienes  de  difuntos  y  de  la 
Real  Aduana  de  puerto  seco  de  esta  ciudad  y  su  jurisdic- 
ción por  el  rey  nuestro  señor,  hice  sacar  este  traslado  de 
su  original,  que  está  en  la  causa,  cuyo  título  dice:  .Causa 
y  ramo  ó  parte  contra  los  alcaldes  y  capitulares  de  este 
año  de  1649,  de  esta  ciudad  de  la  Asunción,  en  la  causa 
de  conservaturia  contra  el  señor  muy  reverendo  obispo 
don  Fray  Bernardino  de  Cárdenas,  por  haber  cooperado  á 
Iqs  agravios  é  injurias  hechas  á  la  Compañía  de  Jesús  y 
sus  religiosos;  con  que  se  corrigió  y  concertó,  de  pedi- 
mento del  padre  Laureano  Sobrino,  de  la  CompaRia  de 
Jusus,  y  rector  del  Colegio  de  U  Asunción  del  Paraguay 
que  para  el  efecto  exhibió  y  volvió  á  llevar  á  su  poder. 
Doy  fé.  Y  para  que  conste,  lo  signo  y  firmo  en  este  pa- 
pel común,  áfalt£t  del  sellado,  y  haberse  quitado  el  rubri- 
cado, siendo  testigos  el  corregidor  Christóbal  Rodríguez 
y  Antonio  Sarmiento  de  Sotomayor.  Testimonio  de  ver- 
dad.—Juan  Albarracin  Pereira,  escribano  real  y  de  Ca- 
bildo. 

• 

COMPROBACIÓN 

El  Cabildo,  Justicia  y  Regimiento  de  esta  ciudad  de  la 
Trinidad,  Puerto  de  Buenos  Aires;  conviene  á  saber,  don 
Eugenio  de  Castro,  teniente  general  de  gobernador^  y  el 
Capitán  don  Pedro  Isarra  de  Gaete,  y  el  Capitán  Luis 
Gutiérrez,  alcaldes  ordinarios,  y  los  demás  capitulares 
que  aquí  firmamos,  certificamos  y  damos  fe  y  verdadero 
testimonio,  por  no  haber  escribano  público,  ni  real  en  esta 
dicha  ciudad,  como  Juan  Albarracin  Pereira,  de  quien 
parece  firmado  y  autorizado  el  instrumento  de  suso  es 


GOBERNANTES  85 

tal  escribano  real  y  de  Cabildo  de  la  ciudad  de  Córdoba 
de  Tucuman  y  á  los  autos  y  demás  intrumenlos  que 
ante  el  han  pasado  y  pasan,  se  les  da  y  dado  siempre 
entera  fé  y  crédito  como  á  tal  escribano  real.  Y  para  que 
conste  damos  la  presente  firmada  de  nuestros  nombres  en 
esta  dicha  ciudad  de  la  Trinidad  y  puerto  de  Buenos 
Aires,  en  este  papel  común  por  falta  del  sellado,  en  8  de 
febrero  de  1659  años.  Don  Eugenio  de  Castro.  Don 
Pedro  Isarra  de  Gaete.  Luis  Gutiérrez  de  Molina.  Don 
Juan  Pacheco.    Antonio  Bernal  de  Linares. 


y 


1649-1653— VIII.  DON  SEBASTIAN  DE  LEÓN  Y  ZARA- 
TE, natuaral  del  Paraguay,  maestre  de  campo  general, 
con  atribuciones  de  gobernador  y  capitán  general  del 
Paraguay,  1649,  hasta  la  llegada  de  don  Andrés  Garavito 
de  León  á  esta  provincia,  con  orden  de  reunir  fuerzas 
suficientes  para  restablecerá  los  jesuítas  en  su  colegio  y 
hacer  entrar  en  su  deber  á  los  habitantes  de  la  Asun- 
ción. 

El  ex-obispo-gobernador  Cárdenas  se  negó  á  reconocer 
en  su  carácter  al  comisionado  y  armó  á  los  indios  en  su 
defensa.  En  vista  de  esto,  don  Sebastian  se  retiró  al 
campo,  recorriendo  las  poblaciones  mas  distantes  déla 
ciudad  y  notificando  sus  disposiciones.  Tan  luego  como 
su  séquito  se  aumentara,  despachó  un  correo  á  Corrien- 
tes llamando  á  los  jesuitas  á  su  lado;  en  seguida  notificó 
de  su  comisión  al  cabildo  de  la  Asunción  y  á  los  emplea- 
dos que  habian  permanecido  en  la  capital,  asegurándoles 
que  no  desempeñaría  ninguna  función  de  su  cargo  sin 
comunicarles  las  órdenes  é  instrucciones  que  habia  reci- 
bido de  la  real  audiencia. 

Casi  al  mismo  tiempo,  tuvo  aviso  de  que  no  se  descui- 
dase, puesto  que  se  hacia  tomar  las  armas  á  los  españo- 
les é  indios  y  se  hacia  circular  por  todas  partes  que  nin- 


86  DEL   PARAGUAY 

gun  poder  tenia  derecho  á  quitar  á  don  Bernardino  de 
Cárdenas  el  gobierno  del  Paraguay. 

Don  Sebastian  dejó  á  éste  el  tiempo  suficiente  para  que 
reñexionase  bien  en  las  consecuencias  del  paso  que  iba  á 
dar;  pero  cuando  supo  que  la  capital  se  preparaba  para 
un  asedio,  hizo  adelantar  las  milicias  españolas  de  la 
provincia  y  3000  indios  del  Paraná.  La  aproximación  de 
ésta  fuerza,  lejos  de  intimidar  á  las  tropas  del  obispo,  les 
causó  mucho  alegría.  Se  les  habia  hecho  comprender  que 
unos  ángeles  habian  prometido  al  prelado  que  combatirían 
'  en  su  defensa;  y  con  esta  seguridad  sus  soldados  se  ha- 
bian provisto  dé  cuerdas  para  atará  los  indios.  León  no 
perdia  la  esperanza  de  que  todo  terminaría  sin  efusión  de 
sangre. 


*  ■ 


Cuando  el  obispo  tuvo  aviso  de  la  aproximacioade  la 
fuerza  enemiga,  quiso  ahorrarle  la  mitad  del  camino  ha- 
ciendo salir  sus  tropas  á  las  órdenes  del  teniente  de  rey, 
luego  se  retiró  á  su  catedral,  seguido  de  una  multitud  de 
mugeres,  niños  y  ancianos.  Allí,  prosternado  al  pié  del 
altar,  donde  habia  hecho  esponer  el  Santo  Sacramento, 
conjuró  al  Señor  librase  á  su  Iglesia  y  á  la  provincia  de 
los  herejes  é  impíos.  Tan  luego  como  ambos  ejércitos  se 
pusieron  uno  al  frente  del  otro,  el  gobernador  mandó  publi- 
car á  son  de  trompa  sus  despachos,  las  órdenes  del  virey 
y  las  de  la  real  audiencia,  protestando  que  venia  animado 
de  un  espíritu  de  paz  para  restablecer  las  justicia  y  la  tran- 
quilidad en  su  patria  y  agregando  que  le  seria  muy  sensi- 
ble desenvainar  contra  sus  compatriotas  una  espada  que 
hasta  entonces  solo  habia  servido  para  su  defensa;  que 
sólo  lo  haria  en  el  duro  lance  de  una  necesidad. 

Ningún  caso  se  hizo  de  estas  palabras.  El  ejército  epis- 
copal marchaba  á  esta  guerra  como  á  una  cruzada,  no  du- 
dando de  la  victoria,  desde  que  habia  hecho  comprender 
á  cada  soldado  que  cometería  un  gran  crimen  someterse 


OOBBRNANTES  87 

al  gobernador  y  ademas  le  habría  sido  prohibido  so  pena 
de  escomunion  y  de  castigo  corporal. 

Tuvo  el  gobernado  por  contestación  una  descarga  cerra- 
da de  mosquetería  luego  que  estuvo  á  tiro,  pero  solo  le 
pasó  raspando  una  de  las  balas,  matando  á  uno  de  sus 
gefes  que  se  hallaba  á  su  lado.  En  el  acto  mandó  tocar  á  la 
carga  que  no  resistieron  los  espiscopales,  rindiéndose  mu- 
chos^ buscando  su  salvación  en  la  fuga  otros,  sin  perse- 
guírseles, por  prohibirlo  el  gobernador,  quien  entró  en  la 
ciudad  sin  ninguna  resistencia. 


Después  de  hacer  un  pequeño  descanso  en  la  plaza 
principal^  el  gobernador  mandó  llevar  todos  los  heridos 
al  hospital,  y  alojando  en  su  casa  álos  que  allí  no  cupie- 
sen. En  seguida  pasó  á  la  catedral  para  rendir  gracias  á 
Dios  por  haberle  librado  del  peligro  que  habia  corrido 
al  principio  del  combate.  Halló  allí  al  obispo,  cuya  mano 
besó  respetuosamente,  y  le  suplicó  tuviese  á  bien  entre- 
garle el  bastón  de  mando,  asegurándole  que  se  haria  siem- 
pre un  deber  de  manifestarle  el  respeto  debido  á  su  carác- 
ter y  á  su  persona  y  prestarle  cualesquier  servicios  que 
de  él  dependieran. 

El  prelado  estaba  sentado  en  su  trono,  revestido  de  sus 
ornamentos  pontificales,  con  su  cruz  en  la  mano  derecha  y 
en  la  otra  el  bastón  de  mando,  que  entregó  al  gobernador, 
sin  decirle  una  sola  palabra,  retirándose  á  su  casa  seguido 
de  todo  su  séquito. 


No  tardó  el  goljernador  en  significar  al  obispo  la  orden 
de  que  se  presentase  personalmente  á  la  real  audiencia, 
haciéndolo  en  presencia  de  testigos.  Don  Bernadino  pro- 
metió obedecer,  y  el  gobernador  por  su  parte  le  aseguró 
que  miraría  como  uno  de  sus  esenciales  deberes  propor- 


88  DEL  PARAGUAY 

donarle  cuanto  fuera  necesario  para  hacer  el  viaje  con  co- 
modidad y  de  un  modo  conveniente  á  su  dignidad. 

Tan  pronto  como  don  Sebastian  de  León  consideró  ase- 
gurada su  autoridad  en  el  gobierno,  mandó  practicar  las 
obras  necesarias  en  el  colegio  de  la  Asunción,  alojándose 
en  él  muy  pronto  los  jesuítas,  que  habia  hecho  volver  de 
Corrientes,  y  espidió  en  seguida  un  edi^cto,  bajo  penas  se- 
veras, ordenando  se  restituyese  á  estos  religiosos  los  ne- 
gros y  cuanto  se  hubiese  sacado  de  su  colegio. 

A  pesar  de  haber  don  Sebastian  de  León  hecho  todo  el 
bien  posible  á  su  patria  y  de  haber  desempeñado  su  comi- 
sión con  estricta  sujeción  á  sus  instrucciones,  se  vio  pron- 
to obligado  á  salir  de  la  capital,  sin  haber  podi9o  encon- 
trar en  la  provincia  un  retiro  donde  poder  estar  con  segu- 
ridad. Se  cometió  con  él  la  iniquidad  de  tenerle  durante 
veinte  años  en  prisiones,  hasta  que  al  cabo  murió  en  la 
cárcel  el  año  de  1672.  La  real  audiencia,  que  residia  en 
Buenos  Aires,  le  dio  por  libre  casi  al  mismo  tiempo,  ha- 
biendo llegado  la  sentencia  al  Paraguay  poco  depues  de 
celebrarse  sus  funerales. 

Fué  su  teniente  de  gobernador  el  capitán  Pedro  de  Ga- 
marra. 

IX.  LICENCIADO  DON  ANDRÉS  GARAVITO  DE  LEÓN, 
natural  de  la  ciudad  de  Lima,  caballero  del  orden  de 
Santiago,  oidor  de  la  real  audiencia  de  Charcas,  visitador 
y  gobernador  interino  del  Paraguay. 

Apenas  tomara  posesión  de  su  cargo,  el  10  de  octubre  de 
1650,  el  visitador,  llamó  á  prestar  declaración  á  todas  las 
persona  que  quisieran  prestarse  á  ello;  Ijizo  carear  y  con- 
frontar los  testigos  que  se  le  presentaron,  y  convencido 
de  que  todas  las  pruebas  se  reducian  á  los  discursos  del 
obispo  Cárdenas,  sus  patidarios  y  hechuras,  instruyó  el 
proceso  criminal  de  todos  los  individuos  que  habian  de- 


GOBERNANTES  89 

sempeñado  algún  cargo  durante  los  años  de  1648  y 
1649.  Terminado  éste,  pronunció  (24  de  julio  de  1651)  la 
sentencia  definitiva  contra  los  que  tuvieron  parte  en  la  vio- 
lenta espulsion  de  los  jesuítas  del  colegio  de  la  Asunción, 
cuyo  estracto  es  como  sigue: 

"Mando  que  todos  los  cabildos,  pode^es,  instrucciones 
é  informes  se  quiten  de  los  libros,  y  en  mi  presencia  y  con 
intervención  de  los  alcaldes  y  regidor  de  primer  voto,  se 
rompan  y  echen  al  fuogo,  poniendo  un  tanto  de  esta  sen- 
tencia y  fée  de  el  presente  escrivano  de  averse  hecho  la 
'diligencia  en  su  lugar  condeno  á  los  dichos  Diego  de 
Yegros,  teniente  Melchor  Casco  de  Mendoza  y  Juan  de 
Vallejo,  alcaldes  que  fueron  el  año  de  48,  y  á  Juan  de 
Vallejo  de  Villasanti  el  viejo,  y  á  Cristóbal  Ramírez 
Fuenleal  del  de  49,  en  privación  perpetua  de  oficio  de  justi- 
cia y  otros  públicos,  y  en  trescientos  pesos  de  plata  acu- 
ñada á  cada  uno.  Mas  condeno  á  los  dichos  Juan  de  Va- 
llejo Villasanti  el  mo^o,  y  Cristóbal  Ramírez,  por  la  culpa 
que  en  particular  resultó  en  no  haver  impedido  la  espulsion 
y  daños  que  re«:¡bieron  los  dichos  religiosos,  en  cien  pesos 
de  plata  acuñada  á  cada  uno,  y  á  don  Luis  Céspedes  Geria, 
Joseph  Encinas,  Andrés  Benitez,  Garcia  Hanegas  de  Guz- 
man,  Pedro  Antonio  de  Aquino,  Melchior  de  Pucheta, 
regidores  de  el  dicho  año  de  48;  y  á  Diego  Hernández, 
Diego  Gim'enez,  Juan  Riquelme,  Francisco  de  Aquino, 
Tomás  de  Ayala,  Juan  de  Cáceres,  Juan  de  Paderez,  que 
lo  fueron  el  año  de  49,  en  cuatro  años  de  suspensión  de 
todos  oficios  públicos". 

Terminó  así  su  lYiision  regresando  á  La  Plata  volviendo 
al  ejercicio  de  su  plaza,  de  oidor  de  la  referida  audien- 
cia y  allí  tuvo  noticiado  haberse  presentado  poco  des- 
pués un  nuevo  denunciador  de  las  minas  de  la  provincia 
del  Uruguay.  La  rea!  audiencia  juzgó  conveniente  enviar 
un  nuevo  visitador  al  Paraguay. 

1653-1656— X.     DON  CRISTÓBAL  DE  CARAY  Y   SAA- 


90  DEL  PARAGUAY  ' 

VEDRA,  natural .  de  Santa  Fé  de  la  Vera  Cruz,  nieto  del 
general  Juan  de  la  Cruz  Garay  y  nieto  político  de  don 
Jerónimo  Luis  de  Cabrera,  fundador  de  la  ciudad  de 
Córdoba  del  Tucunnan.  Entró  de  gobernador  del  Para- 
guay el  26  de  julio  de  1653. 

Desde  sus  primeros  años  sirvió  al  rey  en  varios  cargos 
políticos  y  militares,  mandando  algunas  espediciones  con- 
tra los  indios  con  feliz  éxito.  En  el  tiempo  de  su  gobier- 
no, que  administró  á  satisfacción  de  sus  superiores  y  de 

sus  subditos,  se  coligaron  los  bárbaros  mbayáes  con  los 
feroces  necugáes  y  otros  indios  fronterizos  y  se  lanzaron 
contra  el  territorio  de  la  Asunción-  causando  algunos  per- 
juicios. 

El  Paraguay  esperimentó  una  terrible  epidemia  de  vi 
ruela  en  los  años  de  1654  y  55,  que  hizo  muchos  estragos. 
Fué  bajo  este  triste  estado  que  el  país  tuvo  que  sufrir  la 
insolencia  de  los  indios,  hasta  que  el  gobernador  Garay 
trató  de  refrenar  su  orgullo  juntando  el  mayor  número 
posible  de  españoles  y  de  guaramíes,  de  cuyo  valor  y  espe- 
riencia  hablan  éstos  dado  pruebas.  Así  pudo  formar  un 
cuerpo  considerable,  bien  armados  y  al  mando  del  tenien- 
te general  de  la  Provincia,  pasó  al  territorio  enemigo  y 
castigó  tan  severamente  á  los  indios,  que,  en  mucho  tiem- 
po no  se  atrevieron  volver  á  invadir.  Los  guaraníes  deja- 
ron bien  sentada  su  reputac^ion  de  fieles  y  valierttes  y  el  go- 
bernador fué  felicitado  por  su  acierto  en  haberse  valido 
de  ellos  para  esa  empresa. 

Garay  falleció  en  la  pro^^nciadel  Tucuman  siendo  juez 
real.  | 

1656-1659— XL  DOCTOR  JUAN  BLASQUEZ  DE  VAL- 
VERDE,  oidor  de  la  real  audiencia  d#  la  Plata,  goberna  • 
dor  y  capitán  general  del  Paraguay  y  visitador  de  las  pro- 
vincias del  Uruguay  y  del  Paraná,  desde  el  21  de  setiemjbre 
de  1656. 

Partió  de  la  Plata  con  los  mismos  títulos  que  Garavito, 


GOBERNANTES  91 

pero  con  poderes  mucho»  más  estensos,  pues  traia  al  mis- 
mo tiempo,  como  visitador,  encago  de  examinar  con  de- 
tención el  estado  en  que  se  hallaban  las  rentas  del  rey  en  \ 
las  tres  provincias  del  Tucuman,  Paraguay  y  Rio  de  la  \ 
Plata,  (llamadas  con    alguna  frecuencia  provincias  del   ¡ 
Paraguay)  la  real  caja  de  Buenos  Aires,  las  Misiones  de   ! 
los  jesuítas,  el  número  de  las  reducciones,  el  de  los  relí-  / 
giosos  empleados  en  ellas,  el  de  los  indios  que  en  ellas 
habia  y  debian  pagar  tributo,  examinar  el  catecismo  de 
los  jesuitas,  y  sobre  todo,  asegurarse  por  sí  misnao  de 
si  existian  minas  de  oro  en  la  provincia  del  Uruguay. 

El  visitador,  en  virtud  de  su  comisión,  convocó  en  su 
domicilio,  á  las  dos  de  la  tarde  del  jueves  31  de  octubre 
de  1656,  una^  junta  compuesta  de.  diez  teólogos  mas 
universalmente  reconocidos  como  perfectamente  versados 
en  la  lengua  guaraní,  á  saber:  el  padre  Francisco  Vas- 
quez  de  la  Mora,  provincial  de  los  jesuitas,  quien,  escu- 
sándose  de  hallarse  presente  en  ella,  se  contentó  con 
enviar  una  memoria,  que  fué  leida  y  aprobada  unánime- 
mente. Los  otros  eran,  don  Adrián  Cornejo,  provisor, 
gobernador  y  juez  eclesiástico  de  la  diócesis,  el  cual 
debia  presidir  la  asamblea,  en  caso  que  el  visitador  no 
pudiera  hallarse  presente;  don  Gabriel  de  Peralta,  deán 
de  la  catedral;  el  licenciado  don  Pedro  de  Mendoza,  cura 
de  Yaguaron,  que  habia  sido  gobernador  eclesiástico  y 
visitador  de  la  diócesis;  don  Pedro  de  la  Cabex,  que  habia 
sido  igualmente  gobernador  eclesiástico  de  la  diócesis, 
ambos  nombrados  por  el  obispo  Cárdenas;  el  padre  Pedro 
de  Villasanti,  antiguo  definidor  y  guardián  actual  del  con- 
vento de  San  Francisco  de  la  Asunción;  don  Francisco  de 
Caballei'.o  Bazán,  cura  de  la  Encarnación  de  la  misma 
ciudad  y  que  habia  sido  provisor  y  juez  eclesiástico;  don 
Estévan  de  Ibarrola,  'cura  de  la  catedral  y  los  maestres  de 
campo  don  Garcia  Moreno  y  don  Francisco  de  Espíndola 
de  la  Vera-Cruz. 


93  DEL  PARAGUAY 

Diose,  pues,  la  lectura  de  la  ny^moria  del  provincial  de 
los  jesuítas,  en  la  que  se  hacia  observar  que  don  Bernar- 
dino  de  Cárdenas  jamás  había  tenido  el  mas  mínimo 
conocimiento  de  aquella  lengua.  Decia  que  la  traduc- 
ción del  catecismo  al  guaraní  no  era  obra  de  los  jesuítas; 
que  habia  sido  compuesto  en  lengua  peruana,  por  el  pa- 
dre Gregorio  de  Osuna  y  traducido  al  guaraní  por  el  vene- 
rable padre  Luis  de  Bolaños,  muerto  en  olor  de  santidad, 
ambos  del  orden  de  San  Francisco;  que  el  original  habia 
sido  aprobado  por  dos  Concilios  de  Lima,  y  la  traducción 
por  dos  obispos  del  Paraguay  á  la  cabeza  de  sus  sínodos 
y  por  otra  asamblea  sinodal,  durante  la  sede  vacante; 
que  en  consecuencia,  se  habla  mandado,  so  pena  de  deso- 
bediencia y  escomunion,  á  todos  los  curas  ó  misioneros 
de  los  indios  que  hablasen  guaraní  de  hacer  uso  de  él  y  de 
ningún  otro;  que  en  efecto  asi  se  ha  practicado  en  todas 
partes  y  aun  en  el  Brasil,  en  donde  esta  lengua  es  común. 
Que  los  indios  quedaron  muy  desconsolados  cuando  el 
obispo  Cárdenas  condenó  el  catecismo,  porque  contenía 
los  términos  de  Tuhá  y  de  Tupa,  que  eran  nombres  de 
demonios^  se  daban  en  el  catecismo  para  significar  Dlos^ 
Tuba  y  Dios  Pady^o  Tupa. 

La  asamblea  juzgó,  pues,  unánimemente  que  el  cate- 
cismo sb  hallaba  exento  de  todo  error,  desapareciéndolos 
monstruosos  errores  de  los  jesuítas,  conque  el  obispo  del 
Paraguay  aturdió  á  toda  la  América,  y  su  procurador  á 
toda  la  España. 

El  visitador  hizo  en  seguida  sus  informaciones  sobre  lo 
ocurrido  en  la  Asunción  resj)ecto  de  los  jesuítas  durante 
los  años  de  1648  y  1649,  pronunciando  (27  de  setiembre  de 
1657)  su  primer  fallo  sóbrelas  tales  minas  de  oro  que  no 
existían  y  condenando  al  indio  denunciador  Domingo,  que 
se  decia  tupí  de  nación,  aunque  era.naturalde  Yaguaron, 
á  ser  ahorcado,  pero  habiendo  representado  el  rector  del 
colegio  que  este  desgraciado  esclavo  habia  sido  forzado 
por  su  amo,  el  capitán  Cristóbal  Ramírez  de  Fuenleal,  el 


GOBERNANTES  93 

> 

mas  decidido  partidario. fiel  obispo  de  Cárdenas,  le  hizo 
gracia  de  la  vida  conmutándole  la  pena  en  200  azotes  por 
las  calles  de  la  ciudad,  montado  á  caballo  sobre  un  basto 
y  seguido  de  un  pregonero  que  publicaba  su  crimen  en 
alta  voz. 

El  2 de  octubre  del  mismo  año,  dio  su  segundo  fallo  con- 
denando á  los  reos  á  un  perpetuo  silencio  sobre  lo  que  se 
imputaba  á  los  jesuítas  y  á  pagar  todas  las  costas  del 
proceso. 

1659-1662— Xn.  DON  ALONSO  SARMIENTO  DE  SOTO- 
MAYOR  Y  FIGUEROA,  caballero  gallego,  natural  de  Vi- 
go,  primo  segundo  del  virey  del  Perú  d^n  Garcia  Sar- 
miento de  Sotomayor,  conde  de  Salvatierra,  quien  le  hizo 
venir  á  estos  países,  dándole  el  corregimiento  de  Canta, 
el  que  desempeñó  con  mucho  desinterés,  sin  dejar  des- 
cansar á  los  contrabandistas  á  quienes  perseguia  con 
tesón.  El  virey,  conde  de  Alba  de  Aliste,  le  ascendió 
confiriéndole  el  gobierno  de  la  provincia  de  Chucuito  y  lo 
desempeñó  tan  á  satisfacción  de  aquel  mandatario  que  le 
promovió  al  gobierno  de  la  provincia  del  Paraguay,  del 
que  se  recibió  el  24  de  diciembre  de  1659. 

Al  año  siguiente,  habiendo  ido  á  visitar  el  pueblo  de 
nuestra  Señora  de  la  Concepción  de  Arecayá,  fundado 
en^  1632,  los  indios  arecayáes  se  levantaron  en  armas 
contra  el  gobernador  Sarmiento  matándole  cuatro  espa- 
ñoles é  hiriendo  veintidós  de  los  que  le  acompañaban,  en- 
cerrándolos á  todos  en  la  iglesia  donde  los  sitiaran  cinco 
dias,  pegándole  fuego  y  flechando  una  imagen.  Todos 
^  hubieran  perecido  á  no  haberles  llegado  oportuno  socor- 
ro de  gentes.  Por  cuyo  motivo,  el  gobernador  ahorcó  á 
los  caciques  y  cabezas  del  motin,  condenando  al  resto,  que 
eran  ciento  setenta  familias  que  componian  setecientas 
treinta  almas,  á  ser  espatriados  y  encomendados  á  los 
españoles  en  calidad  dp  yanaconas,  como  se  ejecutó  en 
efecto. 


94  DEL  PARAGUAY 

Sarmiento  dio  cuenta  de  lo  obrado,  en  30  de  diciembre 
de  1660,  al  rey  Felipe  VI,  quien  espidió  cédula  en  25  de 
agosto  de  1662  no  sólo  desaprobando  altamente  su  proce- 
dimiento, sino  que  también  fué  destituido,  preso  y  someti- 
do ajuicio,  y  mandando  que  los  arecayáes  volviesen  á  su 
pueblo.  Su  sucesor  Diez  de  Andino  mandó  publicar  dicha 
cédula  en  la  Asunción,  por  cuyo  motivo,  se  presentó  el 
procurador  general,  don  Juan  Vallejo  Villasanti,  pidiendo 
se  suspendiese  la  ejecución,  fundándose  en  que  dichos 
arecayáes  no  eran  originarios  de  su  pueblo,  que  eran 
malvados  y  coligados  con  los  monteses  y  del  Chaco,  con 
quienes  hablan  cometido  muertes  y  alzamientos. 

A  los  dos  años  (7  de  octubre  del  1664)  se  le  absolvió, 
dándole  por  libre  de  la  querella  y  saliendo  entonces  del 
Paraguay  con  dirección  al  Perú.  Al  llegar  á  Santiago  del 
Estero,  contrajo  matrimonio  (1667)  con  doña  Maria  Gara- 
yary  Figueroa,  señora  noble  y  muy  rica,  como  que  era 
hija  del  general  Martin  de  Garayar,  uno  de  los  quemas 
•  disfrutaron  la  opulencia  maravillosa  de  las  minas  del 
Perú. 

En  atención,  pues,  á  su  calidad  y  méritos,  el  virey  del 
Perú,  marqués  de  Castelfuerte,  le  nombró,  en  1678,  cor- 
regidor de  Lipes,  donde  al  fin  falleció  el  14  de  mayo  de 
1687,  sin  tener  apenas  con  que  coste^ir  su  entierro.  Dejó 
dos  hijos  y  una  hija. 

1663-1671— XIII.  DON  JUAN  DIEZ  DE  ANDINO,  an- 
daluz, sargento  mayor.  Tomó  posesión  del  gobierno  en 
1663  y  se  ocupó  durante  mucho  tiempo  en  la  defensa  de 
la  provincia,  continuamente  amenazada  por  los  aracayáes, 
indios  fronterizos.  Concurrió  personalmente  con  una 
fuerza  considerable  de  tropas,  en  auxilio  del  puerto  de 
Buenos  Aires,  que  se  hallaba  amagado  de  una  invasión 
de  los  mamelucos,  trasladó  las  reducciones  délos  itatines 
á  otro  territorio,  donde  fué  tan  considerable  sa  aumento 
que  se  formó  una  nueva  colonia  muy  numerosa,  conoci- 


GOBERNANTES 


95 


da  por  Santa  Rosa.  Mereció  por  tan  señalado  servicio  el 
agradecimiento  de  la  audiencia  de  Buenos  Aires  en  tér- 
minos muy  honoríficos.  Terminó  su  gobierno  con  uni- 
versal aplauso  de  todos  sus  subditos,  á  quienes  dejó 
prendados  de  su  amabilidad,  rectitud  y  valor,  á  ñnes  de 
febrero  de  1671. 

1671-1681— XIV  DON  FELIPE  REGE  CORVALAN, 
sargento  mayor,  desde  el  año  de  1671. 

Acusado  el  gobernador  de  omisión  y  negligencia  en  el 
cumplimiento  de  su  cargo,  el  cabildo  dispuso  su  depo- 
sición y  remisión  preso  á  la  real  audiencia  de  Charcas. 
Para  llevar  á  cabo  esta  resolución,  se  le  invita  á  una 
conferencia  en  las  casas  del  ayuntamiento.  El  goberna- 
dor concurre  á  ella  muy  ageno  de  lo  que  contra  él  se  ha- 
bla premeditado.  Una  vez  reunidos  en  el  lugar  señalado, 
levántase  de  pronto  uno  de  los  rejidores  y  manda  se  le 
remachen  un  par  de  grillos,  declarando  qjie  estaba  priva- 
do del  gobierno. 

No  encontrándose  mérito  en  la  mayor  parte  de  los  car- 
gos que  se  le  hicieron,  don  Felipe  fué  repuesto. en  el  go- 
bierno y  tuvo  la  gloria  de  desbaratar  una  gran  conspira- 
ción de  los  indios  contra  la  población  española  el  20  de 
enero  de  1678,  quedando  la  ciudad  devotísima  del  glorio- 
so mártir  San  Sebastian,  á  quien  desde  entonces  venera 
por  su  segundo  patrón,  en  la  iglesia  parroquial  de  la  En- 
carnación, donde  se  le  dedicara  capilla. 

Á  mediados  del  año  siguiente  (1679)  Rege  tuvo  avisó  de 
que  en  el  Janeiro  se  armaban  catorce  buques,  embarcán- 
dose tropas,  armas,  municiones  y  todo  lo  necesario  para 
un  grande  establecimiento.  No  tardó  mucho  en  saber 
el  objeto  de  ese  grande  armamento,  al  mando  del  maestre 
de  campo  don  Manuel  de  Lobo,  gobernador  del  Janeiro, 
que  no  era  otro  que  para  las  islas  de  San  Gabriel,  ó  el 
continente  vecino. 

Coincidia  ese  hecho  con  el  rumor  que  entonces  corría 


96  DfiL  PARAGUAY 

en  la  Asunción  de  que  un  cuerpo  de  tropas  portuguesas  se 
dirigía  por  tierra  para  atacar  las  reduciones  del  Paraná, 
lo  que  hizo  que  Rege  despachara  dos  correos,  uno  á  los 
indios  del  Paraná,  recomendándoles  estuviesen  en  guar- 
dia, y  el  otro  á  don  José  de  Garro,  gobernador  del  Rio 
de  la  Plata,  comunicándole  lo  que  ocurría.  El  primero 
de  esos  correos  volvió  con  la  contestación  de  que  las 
reducciones  podrían  no  ser  sorprendidas,  pero  que  el 
gobernador  no  debia  ignorar  que  ellas  no  se  Hallaban  en 
estado  de  resistir  á  tropas  arregladas,  con  un  escelente 
gefe  á  su  cabeza,  desde  que  se  les  habia  quitado  las  ar- 
mas, en  virtud  de  real  decreto,  espedido  en  1661,  ^n  el 
que  se  ordenaba  á  los  indios  del  Paraná  depositar  las  ar- 
mas de  fuego  en  los  almacenes  de  la  Asunción,  y  no  sq 
las  diesen  sino  para  emplearlas  en  servicio  del  rey  y  para 
defenderse  contra  los  mamelucos. 

Todo  lo  que  pudo  hacer  Rege  entonces  fué  mandar  que 
saliesen  partidas  del  lado  del  Brasil,  para  observarlos 
movimientos  de  los  portugueses.  Ejecutado  eso  con 
tanta  inteligencia  comoprontitud,  marcharon  hacia  el  Bra- 
sil tres  destacamentos  de  unos  cuatrocientos  hombres  cada 
uno.  Los  portugueses  fueron  derrotados  en  un  en- 
cuentro, tomándoseles  veinticinco  prisioneros,  con  quie- 
nes se  guardó  la  mayor  consideración. 

El  gobierno  de  Rege  duró  hasta  1618,  y  durante  su 
ausencia,  usurpando  el  mando  á  su  teniente  el  general 
JoséAvalosde  Mendoza. 

XV.  EL  CABILDO,  con  el  gobierno  político  y  militar, 
durante  se  instruía  causa  á  Rege,  á  quienes  trataron  del 
modo  mas  cruel  é  inhumano.  En  vez  de  remediar  los 
males,  en  que  fundaban  la  deposición  del  gobernador  Re- 
ge, los  aumentaron,  al  punto  de  ocasionar  la  total  pérdida 
de  Villa  Rica,  que  la  atacaron  llevándose  cautivos  cua- 
tromil  indios  cristianos,  y  acosada  de  nuevo  por  los  guai- 
curúes^mbayáes,  y  payaguaés  hubo  que  recurrir,  para  la 


GOBERNANTES  '  97 

común  defensa,  al  armamento  de  los  eclesiásticos, 
religiosos,  estudiantes  y  aun  los  esclavos  negros  y  mu- 
latos. 

XVI.  LICENCIADO  DON  DIEGO  IBAÑEZ  DE  FARÍA, 
fiscal  de  la  real  audiencia  de  Guatemala,  juez  delegado 
de  la  de  Charcas  y  gobernador  conjunlauíente  con  el  Ca- 
bildo, durante  la  prisión  de  Rege,  por  el  año  de  1676, 

1681-1684— XVn.  DON  JUAN  DIEZ  DE  ANDINO,  se- 
gunda vez,  desde  el  7  de  octubre  de  1681  y  después  de 
haber  servido  satisfactoriamente  el  gobierno  del  Tucumah 
así  como  el  del  Paraguay,  le  sorprendió  la  muerte  en 
agosto  de    1684. 

1684-1691— XVin.  MAESTRE  DE  CAMPO  DON  ANTO- 
NIO DE  VERA  MUGICA,  natural  de  la  ciudad  de  Santa 
Fé  de  la  Vera  Cruz,  nombrado  interinamente  por  el  virey 
del  Perú,  don  Melchor  de  Navarra  Rocafull,  duque  de  la 
Palata,  el  18  de  octubre  de  1684,  á  consecuencia  de  la 
muerte  de  Andino. 

Vera  Mujica  habia  antes  (1665)  prestado  importantes 
servicios  á  la  ciudad  de  su  nacimiento,  seriamente  ame- 
nazada  por  los  indios  calchaquíes,  los  que  fueron  tan  bien 
batidos  que  aquella  quedó  libre  por  mucho  tiempo  de  los 
malones  qne  estos  bárbaros  le  daban  desde  muchos  años. 
Vera  no  se  cansaba,  durante  su  gobierno  del  Tucuman  y 
del  Paraguay  sucesivamente,  de  elojiar  á  esos  valientes 
indios.  Se  halló  en  el  sitio  de  la  Colonia,  habiéndole 
cabido,  como  maestre  de  campo  que  era,  la  principal  par- 
te en  la  derrota  de  los  portugueses,  que,  con  escepcion  de 
unos  doscientos  hombres  muertos,  todos  los  demás  que- 
daron prisioneros. 

Antes  de  ocupar  su  destino  de  gobernador  del  Paraguay, 
habia  recibido  orden  de  trasladarse  al  Tucuman,  donde 
debia  tomar  el  mando  de  las  tropas  é  ir  á  castigar  la  per- 
fidia con  que   fueron  muertos    don  Pedro  Ortiz  de    Zá- 

8 


98  DEL  PARAGUAY 

rate  (1)  y  el  padre  Salinas.  Tan  luego  como  recibió 
esta  orden,  partió  para  el  Tucuman  con  cuatrocientos  es- 
pañoles y  quinientos  indios  y  en  Santiago  del  Estero 
(Esteco)  acabó  de  organizar  su  ejército,  con  el  que  se  pu- 
so, en  marcha,  el  5  de  julio  de  1685.  Esta  espedicionno 
fué  tan  feliz,  pues,  si  bien  los  españoles  hicieron  cien 
prisioneros,  en  recompensa  los  bárbaros  consiguieron 
llevarse  trescientos  caballos  á  la  vista  de  tresciento  hom- 
bres bien  atrincherados,  y  tuvieron  que  volver  por  falta  de 
víveres  con  pérdida  de  muchos  hombres  atacados  del 
enemigo  mas  terrible — el  hambre. 

El  gobernador  VeraMugica  murió  en  la  Asunción  el 
2  de  agosto  de  1691. 

XIX.  DON  ALONSO  FERNANDEZ  MARCIAL,  teniente 
general,  durante  la  ausencia  de  Vera  Mugica. 

1691— XX.  DON  FRANCISCO  DE  MONFORTE,  caba- 
llero de  la  orden  de  Santiago,  en  1691. 

Atendía  con  desinterés  tanto  en  lo  político  como  en  lo 
militar.  Su  desvelo  era  el  alivio  de  los  pobres.  Hizo  dos 
entradas  alas  tierras  de  losguaicurúes. 

(1)  El  licenciado  don  Pedro  Ortiz  de  Zarate  era  de  una  nobilísima  &- 
milia  de  Vizcaya,  y  cuyo  origen  hace  remontar  el  doctor  Xarque  hasta 
el  infante  Bela,  hijo  de  Santiago,  rey  ds  Aragón  y  sobrino  de  Alfonso,  rey 
de  Castilla.  Er^hijoy  viznieto  délos  que  hablan  conquistado  el  VaUe 
de  Jujui,  habiendo  sido  su  padre  fundador  de  la  ciudad  de  este  nombre. 
A  los  17  afios  de  edad  contrajo  matrimonio  con  Petronila  de  Ibarra,  he- 
redera de  las  casas  da  Salatiegas  de  Ibarra  y  de  Murgia,  de  la  provincia 
de  Guipúzcoa,  de  la  que  tuvo  dos  hijos,  pero  habiéndola  perdido  ¿  los 
dos  afios  de  casado,  tomó  la  resolución  de  consagrar  el  resto  de  sus  dias  al 
servicio  del  altar,  y  ¿  los  26  afios  de  edad  empezó  sus  estudios  en  la  uni- 
versidad de  Córdoba.  Tan  luego  como  recibió  las  órdenes  sagradas,  volvió 
¿  Jujui,  de  cuya  ciudad  fué  cura.  Poco  después  fué  nombrado  juez 
eclesiástico  de  diezmos  y  comisario  del  Santo  Oficio  y  de  la  Cruzada* 
Por  fin,  don  Francisco  de  Borgia,  sucesor  de  don  Melchor  Maldonado  al 
obispado  del  Tueuman,  le  nombró  visitador  de  su  diócesis,  empleo  que 
desempeñó  con  tanto  celo  como  desinterés,  que  el  Consejo  de  ¿idias  se 
proponía  presentarle  para  un  obispado  considerable  cuando  llegó  ¿  Es- 
pafia  la  noticia  de  su  muerte. 


GOBERNANTES  99 

Desalojó  también  á  los  mamelucos  y  portugueses  del 
Brasil  que  se  habian  poblado  en  la  antigua  Jerez.  Gober- 
nó con  tanta  rectitud,  que  se  le  aclamó  por  gobernador 
santo. 

Murió  en  la  Asunción  el  2  de  agosto  del  mismo  año 
(1691). 

1691-96— XXI.  DON  SEBASTIAN  FÉLIX  DE  MENDIO- 
LA,  noble  vascongado,  gobernador,  desde  el  22  de  octu- 
bre de  1691.  Se  le  cobró  tal  aversión,  debido  á  la  im- 
punidad con  que  se  contaba,  no  se  tuvo  embarazo  en 
cargarle  de  prisiones  y  remitirle  con  grillos  al  fuerte 
de  Buenos  Aires,  donde  se  mantuvo  hasta  que,  en  conoci- 
miento la  real  audiencia  de  tan  enorme  esceso,  mandó  se 
le  repusiese  en  el  gobierno,  en  que  vivió  con  moderación 
hasta  fines  del  año  1696. 

1696-1702— XXn.  DON  JUAN  RODRIGUZ  COTA,  na- 
tural de  Galicia,  desde  el  4  de  diciembre  de  1696. 

Administro  el  gobierno  con  equidad,  y  refrenó  á  los 
guaicurües  que  se  habian  sublevado. 

1702-1705— XXm.  DON  ANTONIO  DE  ESCOBAR  Y 
GUTIÉRREZ,  natural  de  Santa  Fé  de  la  Vera  Cruz,  nom- 
brado el  27  de  junio  de  1702  (1)  hasta  1705,  que  fué  de- 
puesto por  el  virey  del  Perú,  conde  de  la  Monclova,  por 
haberse  portado  mal  atribuyéndosele  fatuidad  y  licencia 
en  su  gobierno. 

1705-6— XXIV.  DON  SEBASTIAN  FELK  DE  MENDIO- 
LA,  segunda  vez,  en  86  de  setiembre  de  1705  y  por  muer- 
te de  él— 

1706-1707— XXV.  DON  BALTASAR  GARCÍA  ROS,  na- 
tural de  Valtierra,  en  Navarra,  sargento  mayor  de  la  pla- 

(1)  En  este  año  (1702)  los  jesuitas  introdageronen  su  provincia  de  Mi- 
siones la  invención  de  la  imprenta,  habiendo  sido  la  primera  que  se  cono- 
ció en  el  Bio  de  la  Plata,  sin  incluir  el  interior,  y  que  publicara  algunos 
volúmenes  de  esmerada  tipgrafía. 


100  DEL  PARAGUAY 

zade  Buenos  Aires,  á  quien  el  rey  hizo  la  gracia  de  nom- 
brar gobernador  del  Paraguay,  en  recompensa  del  mérito 
que  habia  contraído  en  la  conquista  de  la  Colonia  del  Sa- 
cramento, establecida  por  los  portugueses.  Tomó  pose- 
sión del  gobierno  el  9  de  febrero  de  1706,  habiéndosele 
encargado  particularmente  de  practicar  una  visita  de  ins- 
pección á  los  pueblos  de  Misiones  de  los  regulares  de  la 
compañía,  como  lo  ejecutara,  pasando  al  rey  un  informe 
muy  circunstanciado,  en  el  que  aseguraba  haberlos  halla- 
do en  un  estado  que  no  parecia  verosímil  para  quien  no 
los  hubiera  visto  con  sus  propios  ojos;  que  no  era  posi- 
ble agregar  nada  á  la  policía  y  al  orden  que  en  ellos  se 
notaba;  que  no  era  fácil  de  espresar  la  inocencia  de  las 
costumbres,  la  piedad  y  la  unión  que  allí  reinaba  y  el 
tierno  cariño  y  el  respeto  que  estos  nuevos  cristianos 
manifestaban  para  con  sus  pastores;  que  no  habia  uno 
solo  que  dejara  de  hallarse  en  disposición  de  sacrificar 
con  alegría  su  vida  y  cuanto  poseía  en  el  mundo  por  el 
servicio  de  Dios  y  por  el  del  rey. 

Después  de  haber  gobernado  el  Paraguay  pasó,  algunos 
años  después,  al  gobierno  de  Buenos  Aires. 

1707-1712— XXV.  DON  MANUEL  DE  ROBLES  LOREN- 
ZANA,  natural  de  las  montañas  de  Burgos,  gobernador, 
desde  el  10  de  octubre  de  1707. 

Una  de  las  primeras  operaciones  de  su  gobierno  fué 
tratar  de  hacer  desalojar  á  los  portugueses  poblados,  en  la 
antigua  Jerez,  y  para  llevarlo  á  cabo,  envió  una  espedicion 
á  fin  de  reconocer  sus  tierras;  pero  llamó  su  atención  otra 
cosa  mas  urgente,  cual  era  la  guerra  del  Chaco.  Para  el 
efecto  púsose  de  acuerdo  con  el  gobernador  del  Tucuman, 
don  Estévan  de  Urizar  y  Arispacochaga,  que  ya  se  hallaba 
en  campaña  contra  los  bárbaros,  quienes  infestaban  los 
caminos,  cometiendo  atroces  crueldades  con  los  viageros. 
Organizada  la  espedicion,  el  gobernador  Robles  empezó 
(1709)  por  la  frontera  del  Paraguay,  internándose  por  las 


GOBERNANTES  101 

tierras  de  los  guaicurúes  hasta  el  centro  de  ellas,  siendo 
victoriosas  las  armas  españolas;  pero  la  campaña  no  fué 
muy  fructuosa  á  causa  de  las  inundaciones  del  país. 

Conociendo  Robles  que  existia  una  fuerte  oposición  con- 
tra su  gobierno,  y  para  librarse  de  las  vejaciones  que  al- 
gunos pretendian  hacerle  en  la  residencia,  abandonó 
astutamente  la  Provincia,  viniendo  así  á  terminar  su  go- 
bierno á  fines  de  1712.  :  -  v  ;    ^ 

Murió  repentinamente,  en  Santa  Fé,  el  miércoles  19  de 
abril  de  1724.  Caliente  aun  el  cadáver  le  .^obaro^i .  u¿¿ 
cadena  de  oro,  que  llevaba  de  relicario  pendiente  al  cuello. 

1713-17— XXVI.  DON  JUAN  GREGORIO  BAZAN  DE 
PEDRAZA,  maestre  de  campo,  natural  de  la  ciudad  de  To- 
dos Santos  de  la  Rioja  en  la  Provincia  del  Tucuman. 
Fué  alcalde  ordinario,  en  cuyo  empleo,  llevó  á  cabo,  á  su 
costa,  la  cárcel  pública  y  casas  de  Cabildo,  administrando 
justicia  con  pundonorosa  rectitud  y  celo.  En  lo  militar, 
desde  teniente  de  caballería,  hasta  maestre  de  campo  de 
infantería  española,  sirvió  muchos  años  en  el  Chaco,  en  el 
puerto  de  Buenos  Aires  y  en  el  santo  tribunal  de  Lima. 
Se  recibió  del  gobierno  del  [Paraguay^  el  5  de  junio  de 
1713.  En  su  gobierno,  dispuso  la  fundación  (1714)  de  dos 
nuevas  colonias  de  españoles,  en  el  vallede  Guamipitan  la 
primera,  á  ocho  leguas  al  sud  de  la  Asunción,  y  la  segun- 
da, en  el  sitio  deCuruguatí,  á  mas  de  cien  leguws  de  la 
misma  ciudad,  la  que  sirvió  de  frontera  á  los  mamelu- 
cos del  Brasil.  Murió,  antes  de  concluir  su  gobierno,  el 
2  de  febrero  de  1717,  á  los  53  años  de  edad. 

DON  ANTONIO  VICTORIA,  nombrado  por  el  rey,  gober- 
nador del  Paraguay,  pero  temeroso  de  que  le  cupiese  la 
misma  suerte  que  cupiera  á  otros  gobernadores,  cedió  su 
derecho,  mediante  cierta  cantidad,  en — 

1717-1721— XXVn.  DON  DIEGO  DE  LOS  REYES  BAL- 
MACEDA,  maestre  de  campo,  natural  del  puerto  de  Santa 


»    •  •  •    <•  • 


102  DEL  PARAGUAY 

Maria,  siendo  alcalde  provincial  de  la  Asunción,  cuando 
fué  nombrado  gobernador,  de  cuyo  cargo  se  recibió  el  5 
de  febrero  de  1717;  pero  las  repetidas  quejas  que  de  él  hu- 
bo, y  las  acusaciones  de  parcialidad  de  los  regulares  de  la 
compañia,  obligaron  á  la  audiencia  de  Charcas  á  nom- 
brar juez  visitador,  eligiendo  el  vireydel  Perú,  marqués 
de  Castelfuerte,  al  que  á  continuación  se  indica,  con  el 
*.  título:  Sefgobernador  interino,  en  1721. 

El 'antecesor  de  éstehabia  dado  permiso  á  los  paya- 
{ /^liáesylp^sásen  á  situarse  en  Tacumbú,  dos  leguas  mas 
abajo  de  la  Asunción,  donde  fué  inútil  atraerlos  á  la  obe- 
diencia por  medio  de  los  sermones  que  se  les  predicaba, 
mas  ellos,  siempre  alevosos,  destruian  y  asolabaa  la  Pro- 
vincia del  Paraguay.  Coligados  con  los  mbayáes,  len- 
guas y  guaicurúes,  cometieron  toda  clase  de  violencias, 
hasta  que  quejándose  los  vecinos  de  sus  demasías,  el 
gobernador,  de  acuerdo  con  el  Cabildo,  resolvió  prevenir 
los  males  trasportando  todos  los  payaguaés  á  las  reduc- 
ciones del  Uruguay,  que  estaban  á  cargo  de  la  Compañía. 
Llevábanlos  en  unas  chalupas  bien'  equipadas  y  apesar 
de  todos  los  esfuerzos  del  gobernador  y  de  su  gente  no 
pudo  evitarse  en  venir  á  las  manos,  dando  por  resultado 
muchos  indios  muertos  y  prisioneros.  Estos  confesaron 
de  plano  la  conjuración,  que  fué  atribuida  falsamente  al 
pobre  gobernador. 

El  juez  de  pesquisa  Ántequera  arrogándose  el  gobier- 
no, prendió  á  Reyes  y  siguió  la  causa  con  el  mayor  ar- 
dor. Este,  temeroso  de  alguna  violencia  del  pesquisidor, 
se  fugó  de  la  prisión  dirigiéndose  á  Buenos  Airs,  donde 
se  encontró  con  nuevos  despachos  del  virey,  por  los  que 
quedaba  en  supuesto  de  gobernador  por  mas  tiempo. 
Volvió,  pues,  al  Paraguay  á  tomar  posesión  del  gobierno, 
pero  el  intruso  gobernador  Antequera  le  hizo  resistencia 
con  un  ejército  formado.  Reyes  no  tuvo  mas  recurso  que 
retirarse  á  la  ciudad  de  Corrientes,  y  aun  allí  mismo.  An- 
tequera le  hizo  sacar  con  engaño  una  noche  del  mes  de 


GOBERNANTES  103 

agosto  de  1723.  Llegado  al  Paraguay,  fué  puesto  en  la 
cárcel  cargado  de  prisiones,  y  al  salir  Antequera  á  resistir 
áGarciaRos,  dejó  orden  que  diese  garrote  á  Reyes,  y  en 
el  momento  de-  sacarlo  al  suplicio  \o  impidió  el  sargento 
mayor  de  plaza  don  Sebastian  Arellano.  Antequera, 
triunfante  de  Garcia  Ros,  retuvo  preso  á  Reyes  hasta  que 
Zavala,  encargado  de  pacificar  el  Paraguay,  le  hizo  aliviar 
las  prisiones,  poniéndole  en  libertad  por  abril  de  1725  y 
mandándole  salir  de  aquella  Provincia.  Mas  tarde  el 
virey  marqués  de  Castelfuerte  lo  mandó  comparecer 
personalmente  ert  Lima,  donde  se  le  mantuvo  con  la  ciu- 
dad por  cárcel,  basta  el  año  de  1733  en  que  fuéabsuelto 
y  libre  de  los  cargos  que  se  le  imputaban. 

1721-1725— XXVm.  DON  JOSÉ  DE  ANTEQUERA  EN- 
RIQUEZ  Y  CASTRO,  caballero  de  la  orden  de  Alcántara, 
natural  de  Lima.  Su  padre  le  dio,  en  su  temprana  edad, 
la  mas  bella  educación  que  u  j  joven  pudiera  recibir.  Con 
mucho  talento,  una  memoria  feliz  y  una  imaginación 
muy  viva,  no  podia  dejar  de  hacer  grandes  progresos  en 
todas  las  ciencias  á que  se  le  dedicaba.  Sus  bellas  dotes 
le  hicieron  pronto  conseguir  el  empleo  de  procurador  fiscal, 
protector  de  los  indios  en  la  real  audiencia  de  Charcas, 
habiéndole  el  rey  honrado  con  el  collar  de  la  orden  de 
Alcántara. 

Desde  el  momento  que  vio  que  la  real  audiencia  estaba 
resuelta  á  enviar  al  Paraguay  un  juez  pesquisidor,  soli- 
citó esta  comisión,  aun  que  no  debió  ignorar  la  costumbre 
de  no  dejar  á  los  gobernadores  mas  de  cinco  años  en  estas 
provincias. 

No  obstante  la  consiguió,  á  pesar  de  que  la  ley  prohibía 
espresamente  enviar,  para  informar  contra  un  goberna- 
dor, al  mismo  que  debia  sucederle.  Apenas  recibió  su 
comisión,  con  fecha  15  de  enero  de  1721,  Antequera  par- 
tió de  la  Plata  dirigiéndose  sin  pérdida  de  tiempo  á  la 
Asunción.  En  Santiago  y  Santa  Fé,  se  proporcionó  lo 
necesario  para  completar  su  equipage  arreglado  á  la  alta 


104  DEL  PABÁOUÁT 

dignidad  que  iba  á  investir,  mediantes  ciertos  arreglos 
que  algunos  comerciantes  hicieron  con  él  para  espender 
sus  mercancías  en  el  Paraguay.  El  81  de  julio  (1721)  llegó 
al  Tebicuarí,  donde  fué  recibido  por  el  regidor  don  José 
de  Avalos,  con  algunos  de  sus  amigos,  quienes  le  anun- 
ciaron que  el  gobernador  Reyes  se  hallaba  visitando  las 
reducciones  del  Paraná. 

A  su  llegada  á  la  Asunción,  (15  de  setiembre)  tuvo  un 
contratiempo  que  presagiaba  algo  funesto.  Hizo  su  en- 
trada en  la  ciudad  al  ruido  de  varias  descargas  de  artille- 
ría; pero  en  medió  de  una  calle  se  encontró  con  el  acom- 
pañamiento fúnebre  de  una  distinguida  señora,  viniendo  á 
confundirse  los  aplausos  .del  pueblo  con  el  lúgubre  tañi- 
do de  las  campanas.  Fué  en  seguida  conducido  á  la  ca- 
tedral, en  la  que  entró  con  el  sombrero  puesto,  cosa  que 
escandalizó  al  pueblo,  no  acostumbrado  á  esa  falta  de 
respeto  en  un    lugar  sagrado. 


»  » 


Pocos  dias  después,  los  guaicurúes  asesinaron  á  nue- 
ve españoles  de  un  modo  alevoso,  en  una  emboscada 
preparada  para  atraerlos.  Este  trágico  suceso,  de  que  fué 
testigo  toda  la  ciudad  y  el  mismo  Antequera,  conmovió  á 
la  población  llamando  sobre  él  la  atención  del  juez  infor- 
mador, quien,  arrojando  su  sombrero  al  suelo  con  des- 
pecho^ dijo  con  energía  que  no  habia  venido  para  hacer 
la  guerra  á  los  indios,  que  para  eso  estaban  los  magis- 
trados á  quienes  correspondía  vigilar  por  la  seguridad  de 
la  ciuda  I  y  de  la  provincia. 

Los  enemigos  de  Reyes,  queriendo  aprovechar  déla  oca- 
sión y  de  la  ausencia  del  gobernador,  le  ofrecieron  recono- 
cer por  su  general,  aceptando  él  desde  luego.  La  procla- 
mación se  hizo,  pues,  la  única  oposición  fué  la  del  alcalde 
de  primer  voto,  don  Miguel  de  Torres,  quien  quiso  hacer 


GOBEaNANTES 


105 


valer  la  ley,  que  prohibía  que  un  juez  informador  suce- 
diese al  gobernador  contra  quien  debia  informar.  E' 
concejo  entonces  dijo  en  voz  alta  que  "cualquiera  que  no 
reconociese  al  señor  don  José  de  Antequera  y  Castro  por 
gobernador  lejítimo  de  la  provincia,  seria  considerado 
como  traidor  al  rey  y  á  la  patria."  Antequera  inmedia- 
tamente mandó  pedir  á  Reyes  su  bastón  de  gefe.  Este 
contestó  que  no  lo  entregaría  sino  después  de  exhibirle  ' 
una  orden  del  virey.  El  oficial  conductor  de  la  orden 
repuso  que  solo  tenia  que  ejecutar  lo  que  el  nuevo  gober- 
nador le  mandaba,  y  arrancándole  el  bastón  por  fuerza, 
colocó  guardias  á  la  casa  en  que  Reyes  se  hallaba.  Este 
preparó  su, fuga,  que  llevó  á  cabo  de  noche,  disfrazado 
de  esclavo,  sin  detenerse  hasta  la  primera  reducción  del 
Paraná,  donde  siguió  viage  embarcado  para  Buenos 
Aires, 

En  esta  ciudad.  Reyes  recibió  nuevos  despachos  que  le 
persuadieron  que  Aniequera  no  se  atrevería  á  contrariar 
las  órdenes  del  virey,  poniéndose,  sin  deliberar,  en  cami- 
no para  la  Asunción  (1722).  En  Tabati,  á  veinticinco 
leguas  de  la  capital  del  Paraguay,  supo  hallarse  cerca 
gente  armada  que  lo  buscaban  para  prenderle.  Con  esta 
noticia,  se  puso  a  salvo  llegando  casi  solo  á  la  reducción 
mas  próxima  del  Paraná. 


Aiitequera  se  desesperó  cuando  tuvo  noticias  de  la  eva- 
sión de  Rey('s,  tanto  mas  cuanto  que  pasó  mucho  tiem- 
po sin  saber  nada  de  él,  á  pesar  de  todas  las  diligencias 
empleadas  en  su  busca,  ya  en  la  iglesia  de  la  Merced,  en 
la  Asunción  mandándose  cercar  la  casa  de  soldados,  ya 
en  el  colegio  de  los  jesuitas,  ora  en  las  reducciones  del 
Paraná,  ora  en  otras  partes,  con  orden  de  que  se  le 
prendiese  donde  quiera  que  estuviese.  Para  disipar  su 
ira,  mandó  vender  en  púbüca  subasta  todos  los  bienes  del 


106  DEL  PARAGUAY 

gobernador,  comprando  él  mismo  bajo  nombres  falsos  lo 
mejor  que  habia  al  precio  que  quí^o. 

En  seguida  confiscó  todos  los  de  las  personas  que  sabia 
eran  simpáticas  á  don  Diego,  sin  el  menor  miramiento 
por  los  privilegios  que  aseguraban  á  sus  mugeres,  las  viu- 
dedades y  dotes  de  ellas,  y  convocó  á  su  consejo  secreto, 
para  comunicarle  las  pretensiones  de  Reyes,  protestando 
que  sólo  habia  aceptado  el  gobierno  para  librarla  provin- 
cia del  estado  violento  á  que  le  habia  reducido  su  gober- 
nador. Luego  declaró  que  no  podía  dejar  de  retirarse 
obedeciendo  las  órdenes  del  virey;  pero  que  no  se  creia 
menos  obligado  á  tener  aquella  consideración  por  tantas 
personas  decentes  y  fieles  servidores  del  rey,  que  le  ha- 
bian  honrado  con  elegirle  para  su  gobernador,  en  no 
abandonarles  sin  su  consentimiento,  entregándolas  á  un 
hombre,  que  resentido,  les  haría  pagar  bien  caro  lo  que 
habian  hecho  en  su  contra.  El  alférez  real  don  Dioni- 
sio de  Otazú  y  el  regidor  don  Juan  Caballero  de  Añasco 
fueron  de  opinión  que  no  podían  dispensarse,  bajo  pre- 
testo  alguno,  de  obedecer  al  virey;  pero  la  mayoría, 
después  de  haber  exagerado  bastante  los  males  que  la 
provincia  tendría  que  sufrir,  si  se  restablecía  á  Reyes  en 
su  gobierno,  resolvió  dirigir  fuertes  representaciones  al 
virey  y  obligar  (á  lo  Rosas)  al  señor  don  José  de  Ante- 
quera y  Castro  á  continuaren  el  gobierno,  entretanto  lle- 
gaba la  respuesta  de  Su  Excelencia.  Antequera  tuvo  que 
someterse  á  esta  decisión,  pero  persiguiendo  á  los  dos 
que  habían  votado  en  contra. 

Entretanto,    habiendo    la   real  audiencia    de  Charcas 

comunicando  al  virey  la  conveniencia  ds  mandar  salir  á 
Antequera  del  Paraguay,  desde  que  ya  habia  terminado  e 
asunto  que  formaba  el  objeto  de  su  comisión,  el  virey 
dictó  las  órdenes  siguientes: 

19  Que  don  Diego  de  los  Reyes  y  los  demás  individuos 
que  habian  sido  destituidos  de  sus  cargos,  fuesen  res- 


GOBERNANTES  107 

tablecidos  en  ellos,  pero  con  la  prohibición  al  gobernador 
de  conocer  en  las  causas  que  habian  contribuido  á  su  des- 
titución. 

29  Que  los  bienes  confiscados  por  Antequera  se  res- 
tituyesen á  los  propietarios. 

39  Que  él  mismo  saliese  inmediatamente  de  la  pro- 
vincia del  Paraguay  y  compareciese  en  persona  ante  su 
tribunal,  sin  pasar  por  la  Plata;  que  llevase  consigo  las 
minutas  de  todos  los  edictos  que  habia  mandado  publicar, 
declarándolos  desde  luego  como  nulos  y  abusivos,  todo 
so  pena  de  diez  mil  escudos  de  multa. 

Antequera  se  puso  furioso,  protestando  que  estaba  re- 
suelto á  mantenerse  en  el  gobierno  á  pesar  de  todos  los 
despachos  que  llegasen  de  Lima;  lo  cual  favorecía  la 
creencia  general  de  que  su  única  aspiración  fuese  hacer- 
se soberano  del  Paraguay. 


Para  asegurar  la  ejecución    de  esas  órdenes,  el  virey 

las  dirigió    al  ex-gobernadór   del  Paraguay,  teniente  de 
rey  don  Baltasar  García  Res,  dándole  todos  los  poderes 

necesarios  para  que  les  diese  cumplimiento. 


» 
*    ^ 


Luego  que  éste  llegó  á  Corrientes,  haciendo  conocer  los 
despachos  del  virey  que  lo  establecía  gobernador  de  la 
provincia,  Antequera  convocó  una  reunión  general  en  las 
casas  consistoriales  para  deliberar  sobre  si  se  le  debía  6 
no  recibir,  insistiendo  él  mismo  cerca  del  provisor,  que 
asistía  á  ella  en  calidad  de  juez  eclsiástico,  para  obli- 
garle á  conformarse  á  su  opinión  en  nombre  de  todo  el 
clero,  y,  negándose  éste  á  tal  pretensión,  dijo,  en  presencia 
de  varias  personas,  que  cualquiera  que  opinara  por  la 
obediencia,  la  pagarla.  Una  vez  cerca  de  la  ciudad,  le 
prohibió  su  entrada  en  ella. 


108  DEL  PARAGUAY 

Vencido  este  obstáculo  con  la  retirada  de  García  Ros, 
la  pasión  que  más  donninaba  á  Antequera  entonces  era 
tener  en  su  poder  á  Reyes  para  deshacerse  de  él  y  apode- 
rarse de  todos  sus   bienes. 

Hallábase  éste  detenido  on  una  de  las  reducciones  de 
los  guaraníes,  y  luego  que  Antequera  tuvo  noticias  de  su 
paradero,  mandó  dos  barcas  llenas  de  soldados  confiando 
su  dirección  á  don  Ramón  de  las  Llanas,  con  orden  de 
llevar  á  Reyes.  En  la  noche  del  28  de  agosto  de  1723, 
se  presentó  don  Ramón,  seguido  de  unos  treinta  hombres 
bien  armados,  quienes,  á  favor  de  las  tinieblas,  penetraron 
hasta  el  cuarto  en  donde  se  hallaba  Reyes,  lo  tomaron  sin 
resistencia,  se  apoderaron  de  todos  sus  papeles,  le 
embarcaron  como  estaba  vestido,  y  á  fuerza  de  remos 
llegaron  en  corto  tiempo  á  la  Asunción. 

Inmediatamente,  Antequera  le  mandó  atar  con  una 
gruesa  cadena  que  le  oprimia  elj  pecho  y  meter  en  un 
calabozo  cerrado  con  una  reja  de  hierro,  encargando  su 
custodia  al  comandante  don  Ramón. 

Tal  atentado  llenó  de  indignación  tanto  á  las  autorida- 
des de  Buenos  Aires  como  al  teniente  gobernador  de  Cor- 
rientes,* quien,  sin  esperar  órdenes  del  gobernador  de  la 
provincia,  envió  á  la  Asunción  á  uno  de  sus  miembros 
para  intimar  á  Antequera  pusiese  á  Reyes  en  libertad  y 
para  entablar  queja  sobre  el  atrevimiento  de  tomarle  en 
una  ciudad  que  no  dependía  de  la  provincia  del  Paraguay. 
Pero,  por  desgracia,  el  diputado  era  partidario  secreto 
délos  enemigos  de  Reyes  y  desempeñó  su  comisión  como 
debia  esperarse. 

Entretanto,  llega  Garcia  Ros  (enero  de  ld24)  al  Tebi- 
cuarl,  y  antes  de  pasarlo  se  le  presenta  el  alcalde  de  la 
Hermandad,  capitán  Gonzalo  Ferreira,  á  la  cabeza  de  cien 
hombres  bien  armados,  intimándole,  á  nombre  de  Ante- 
quera, que  saliese  inmediatamente  de  la  provincia,  lo  que 
don  Baltasar,  que  llevaba  muy  poca  gente,  tuvo  la  pru- 


GOBERNANTES  109 

dencia  de  efectuar.    En  agosto  del  mismo  año  volvió  con 
mas  gente  y'pasó  el  Tebicuarl. 


Antequera,  que  consideraba  segura  la  capital  sin  los 
jesuitas  que  acababa  de  espulsar,  marchó  (7  de  agosto) 
á  la  cabeza  de  un  ejército  de  unos  tres  mil  hombres,  com- 
puesto de  españoles,  indios,  mulatos,  mestizos  y  negros, 
después  de  haber  dado  orden  al  sargento  mayor  don  Se- 
bastian Ruiz  de  Ardíanos,  que  quedaba  al  mando  de  la 
ciudad,  durante  su  ausencia,  demandar  ahorcar  pública- 
mente en  un  cadalso  á  don  Diego  de  los  Reyes,  si  él  era 
derrotado  por  el  ejércilo  de  Garcia  Ros,  y  de  no  dejar 
con  vida  á  ninguno  de  sus  parientes.  El  mismo  Garcia 
Ros  estuvo  en  peligro  de  ser  asesinado  por  un  individuo 
enviado  por  Antequera. 


Diose  la  batalla  el  24  de  agosto  de  1724.  entre  los  pa- 
raguayos, dirigidos  por  Antequera  y  los  indios  de  Misio- 
nes, conducidos  por  el  padre  Policarpo  Duffo,  y  decidida 
por  aquél,  el  referido  padre  se  ocultó  en  la  isleta  que  se 
halla  junto  á  dicha  paso,  la  cual  es  conocida  desde  enton- 
ces porZrZa  del  padre  Poli  ó  Policarpo^  y  él  fué  hallado 
el  mismo  dia  en  ella  haciendo  oración. 

Garcia  Ros  consiguió  salvarse  por  medie  de  la  fuerza, 

sin  tener  tiempo  de  llevar  consigo  ni  sus  papeles,  los 
que  cayeron  en  poder  del  enemigo.  Primero  ganó  la 
reducción  de  San  Ignacio,  y  de  allí  pasó  á  Corrientes,  don- 
de se  embarcó  para  Buenos  Aires. 


La  jornada  del  P  aso  de  Tebicuarl  dio  tales  briosa  Ante- 
quera  que  se  consideró  completamente  dueño  de  la  situa- 
ción.   Volvió  á  la  Asunción  y  encontró  todo  preparado 


lio  DEL  PARAGUAY 

para  hacerle  un  recibimiento  digno  de  un  vencedor.  En 
todas  las  calles  por  donde  debía  pasar  se  habian  levan- 
tado arcos  triunfales,  adornados  de  trofeos  y  sobre  los 
cuales  se  veian  las  banderas  tomadas  en  aquella  jornada. 
La  capital  del  Paraguay  jamás  habia  esperimentado  una 
alegría  mas  universal,  unos  animados  de  un  sentimiento 
y  otros  en  sentido  contrario.  El  siguiente  dia,  todo  el 
aparato  de  triunfo  se  cambió  en  una  pompa  fúnebre.  El 
vencedor  recibió  un  servicio  solemne  por  el  descauso  de 
los  que  habian  muerto  combatiendo  por  él. 

»    * 

Mientras  todo  esto  pasaba  en  el  Paraguay,  se  recibie- 
ron noticias  del  nuevo  virey  del  Perú  en  que  se  ordenaba 
á  don  Bruno  Mauricio  de  Zavala  se  trasladase  en  persona 
á  la  Asunción  con  fuerzas  suficientes  para  someter  á 
los  rebeldes,  remitir  bajo  una  escolta  á  Antequera  y  es- 
tablecer provisoriamente  un  gooernador,  tal  como  lo  exi- 
gieran las  circunstancias  en  que  se  hallase  la  provincia. 

Zavala,  con  un  destacamento  de  cincuenta  soldados, 
se  puso  en  marcha,  en  enero  de  1725,  y  al  pasar  por 
Santa  Fé  comprometió  á  un  oficial  llamado  don  Martin 
de  Barúa  para  nombrarle  gobernador  del  Paraguay,  de 
acuerdo  con  sus  instrucciones.  Antequera,  después  de 
haber  empleado  en  vano  cuanta  intriga  y  superchería  le 
fué  posible  para  perpetuarse  en  el  poder,  al  fin  se  embarcó 
(5  de  marzo  de  1725)  acompañado  del  alguacil  mayor  don 
Juan  de  Mena,  habiendo  antes  dejado  el  bastón  de  mando 
al  alcalde  don  Ramón  de  las  Llanas. 

Don  Bruno  hizo  su  entrada  en  la  Asunción  el  29  de 
abril,  y  el  2  de  mayo  mandó  notificar  sus  órdenes  al  cabil- 
do secular,  que  las  recibió  con  respeto,  prometiendo  to- 
dos conformarse  á  ellas,  y  en  prueba  de  la  sincerídad  de 
su  promesa  le  enviaban  el  último  edicto  de  Antequera 
que  les  prohibía  recibirle  en  la  ciudad.    Zavala  declaró 


GOBERNANTES  111 

entonces  la  elección  que  había  hecho  de  Barua  para  go- 
bernador de  la  provincia,  entretanto  el  rey  disponía  lo 
que  considerase  conveniente,  y  mandó  sacar  á  don  Diego 
délos  Reyes  de  la  cárcel,  cuya  salud  estaba  muy  que- 
brantada después  de  veinte  meses  de  prisión. 

Terminada  su  comisión  y  después  de  haber  hecho  re- 
cibirá Barúa  en  calidad  de  gobernador,  Zavala  se  retiró 
á  Buenos  Aires. 


Reasumiendo  la  relación  del  viage  y  aventuras  de  An- 
tequera, que  se  hizo  tan  célebre  en  el  mundo,  diremos 
que  siguió  su  viage  rio  abajo,  sin  detenerse  en  ninguna 
parte,  y  fué  á  desembarcar  á  diez  leguas  mas  arriba  de  la 
altura  de  Santa  Fe,  habiendo  llegado  casi  solo  por  cami- 
nos desusados  á  Córdoba,  donde  recibió  las  visitas  de  los 
principales  de  la  ciudad.  Concurría  á  las  iglesias  ya  en 
trage  de  procurador  fiscal  protector  de  los  indios  de  la 
real  audiencia  de  los  Charcas,  ó  ya  en  trage  de  guerra 
con  un  bastón  de  mando  en  la  mano  y  siempre  haciéndose 
rendir  los  honores  debidos  á  estas  dignidades;  pero  esto 
duró  poco.  Pronto  se  vio  obligado  á  encerrarse  en  el 
convento  de  San  Francisco,  porque  tuvo  noticias  de  que 
habia  orden  del  virey  declarándole  proscrito,  prometien- 
do cuatro  mil  escudos  á  cualquiera  que  le  entregara  vivo 
ó  muerto  y  dos  mil  para  el  que  descubriera  su  para- 
dero y  facilitase  medios  de  prenderle.  El  dinero  se  halla- 
baya  depositado  en  poder  de  un  rico  comerciante  llama- 
do don  Francisco  de  Villamonte. 


Cuando  uno  empieza  á  caer  en  desgracia,  le  persigue 
ésta  por  todas  partes.  Para  mal  de  sus  pecados,  fué  á 
dará  manos  de  las  autoridades  de  Córdoba   la  parte  del 

botin,  en  objetos  de  plata  y  muebles,  y  cuyo  valor  aseen- 


112  DEL  PARAGUAY 

día  á  tres  mil  escudos,  que  Antequera  habia  hecho  en  la 
carpa  del  general  Garcia  Ros  en  la  jornada  del  Paso  de 
Tebicuarl. 

Viéndose  perdido,  Antequera  operó  su  fuga  por  cami- 
nos estraviados  y  llegó  sin  encontrar  tropiezo  á  la  Plata. 
En  esta  ciudad  recibió  orden  de  comparecer  ante  la  audien- 
cia, presentándose  con  tal  aire  de  canfianza  que  chocó 
mucho  al  tribunal.  El  presidente  le  preguntó  qué  es  lo 
que  tenia  que  decir  en  justificación  de  todas  las  estrava- 
gancias  que  habia  practicado  en  el  Paraguay;  á  lo  que 
Antequera  contestó  que  sólo  habia  obrado  de  acuerdo  con 
las  instrucciones  recibidas  de  la  corte.  "¡Qué!,  repuso  el 
presidente,  ¿la  corte  os  ordenó  espulsar  á  los  padres  de 
lacompañiade  su  colegio,  marchar  con  un  ejército  con- 
tra las  tropas  de  su  majestad  y  pasar  al  filo  de  la  espada 
á  tan  gran  número  de  indios  y  aun  de  españoles  que 
servían  en  esas  tropas?"  Quiso  replicar  pero  el  presi- 
dente le  impuso  silencio,  consignándole  al  corrigidor  con 
orden  de  conducirle  con  una  barra  de  grillos  á  Potosí, 
donde  se  hallaba  ya  e¡  alguacil  mayor  del  Paragaay  don 
Juan  de  Mena  y  algunos  otros  de  sus  pai^tidarios  que  ha- 
bian  ido  á  esperarle  en  la  Plata,  tan  persuadidos  como  él 
que  n^da  tenían  que  temer  y  que  solo  habian  sido  arres- 
tados allí  y  conducidos áPotosi.  Cuando  llególa  orden  de 
hacerle  conducir  á  Lima,  Antequera  pidió  al  corregidor 
una  escolta  para  la  seguridad  de  su  persona,  porque,  decia, 
sin  esa  precaución  los  jesuitas  podrian  hacerle  asesinar 
en  el  camino.  "Tendréis  escolta,  le  dijo  el  corregidor, 
no  para  garantirlos  de  los  asesinos,  sino  porque  yo  debo 
asegurarme  de  vos." 

Llegó  á  Lima  en  abril  de  1726  y  allí  llamo  la  curiosi- 
dad de  una  multitud  de  pueblo  que  deseaba  ver  al  que  ha- 
bia pretendido  hacerse  rey  del  Paraguay.  No  era  cierto 
que  hubiese  tomado  el  título  de  rey  del  Paraguay  bajo  el 
nombre  de  don  José  /,  como  se  habia  hecho  creei*. 


GOBERNANTES  113 

El  virey  delPerú,  marqués  de  Castelfuerte  le  hizo  con- 
ducir al  principio  á  la  cárcel  de  corte,  donde  tuvo  durante 
cerca  de  cinco  años  la  misma  libertad  que  si  se  le  hubiera 
alojado  en  un  hotel,  yendo  donde  quería,  no  solo  dentro 
de  la  ciudad,  sino  también  al  campo. 

La  llegada  de  don  Ignacio  Soroeta  á  Lima  sorprendió 
al  virey,  cuando  se  le  creia  en  posesión  del  gobierno  del 
Paraguay,  preguntado  por  el  virey  sobre  la  causa  de 
su  vuelta  al  Perú,  Soroeta  hizo  una  breve  relación  de  todos 
los  riesgos  que  habia  corrido  por  parte  de  los  rebeldes  de 
aquella  provincia  y  agregando  que* Antequera  y  Mena 
parecían  influir  mucho  en  cuanto  pasaba  en  el  Paraguay. 
Inmediatamente  mandó  llamar  el  virey  al  presidente  de  la 
audiencia,  marqués  de  Casa  Sánchez,  y  le  suplicó  se  tras- 
ladase á  la  cárcel  de  corte  apoderándose  de  todos  los 
papeles  de  Antequera.  El  presidente  fué  y  volvió  con 
algunos  escritos  que  no  teniaii  importancia  alguna.  Pre- 
guntóle entonces  el  virey  si  habia  registrado  los  bolsillos 
del  preso  y  contestando  el  presidente  negativamente; 
"volved  al  instante,  repuso  el  virey,  y  registrad  por  todas 
partes."  Esta  vez,  registrando  los  bolsillos,  encontró 
algunas  cartas  que  justificaban  las  sospechas  de  So- 
roeta. 

Desde  ese  momento  se  mandó  encerrar  á  Antequera 
en  un  calabozo  y  se  procedió  á  activar  el  proceso  de  los 
dos  reos,  y  pocos  dias  después  se  pronuncióla  sentencia 
siguiente: — 

"Que  don  José  de  Antequera,  convicto  de  sedición  y 
rebelión,  y  por  consiguiente,  del  crimen  de  Lesa  Majes-  . 
tad,  sea  sacado  de  la  prisión  con  muceta  y  capucha, 
montado  en  un  caballo  enjaezado  de  negro, — precedido  de 
un  pregonero  para  instruir  en  alta  voz  al  pueblo  de  sus 
crímenes,  que  motivaban  su  castigo,— y  conducido  á  la 
plaza  pública  para  ser  decapitado  sobre  un  cadalso;  que 


114  DEL  PARAGUAY 

todos  SUS  bienes  sean  confiscados  con  aplicación  á  la  real 
Cámara,  después  de  cubiertas  las  costas  del  proceso;  y 
que  el  alguacil  mayor  don  Juan  de  Mena,  cómplice  de  sus 
crímenes,  sea  conducido  al  mismo  sitio  y  reciba  muerte 
de  garrote  en  un  cadalso  mas  bajo." 


El  pueblo  recibió  la  noticia  de  esta  sentencia  con  visi- 
bles muestras  do  reprobación,  tanto  mas  cuanto  que  no 
quedaba  lugar  á  apelación,  y  el  virey  estaba  decidido  á 
no  conceder  gracia  ni  á  hacer  demorar  su  ejecución.  Pro- 
yectábase un  levantamiento  en  el  momento  en  que  esta 
debia  tener  lugar  y  dar  libertad  á  los  reos.  Avisado  del 
plan  que  se  intentaba,  el  virey  dispuso  sigilosamente  pasa- 
sen algunas  tropas  de  las  que  guarnecian  regularmente 
la  plaza  del  Callao,  ordenando  al  mismo  tiempo  al  piquete 
que  debia  custodiar  á  los  reos,  les  diesen  muerte  al 
sentirse  el  mas  leve  movimiento  y  procurar  apaciguar  el 
alboroto  en  seguida. 


Llegó  el  dia  señalado  para  la  ejecución,  (el  5  de  julio  de 
1731),  sacaron  al  rep  de  la  cárcel,  en  el  trage  antes  des- 
crito, y  rodeado  de  religiosos,  prejedido  del  pregonero 
pronunciando  en  voz  alta  la  fórmula  siguiente: — 

"De  orden  del  rey  nuestro  soberano  señor,  que 'Dios 
"guarde,  y  á  su  real  nombre,  en  virtud  de  fa  sentencia 
"pronunciada  por  el  escelentísimo  señor  virey  de  estas 
"provincias,  por  consejo  de  la  real  audiencia,  don  José  de 
"Antequera  y  Castro  es  condenado  á  morir  en  un  cadalso, 
"por  haber  manHado  tomar  «las  armas  en  la  provincia 
"del  Paraguy,  haberla  comprometido  varias  veces  á  la 
"revuelta  y  á  negar  la  debida  obediencia  á  los  tribunales 
"superiores;  por  no  haber  querido  recibir  al  gobernador 


GOBERNANTES  115 

"enviado  por  el  virey;  por  haber  reunido  un  ejército  con 
"artillería  contra  el  que  iba  de  Buenos  Aires  de  orden  del 
"supremo  gobierno;  por  haber  atacado  ese  ejército  y 
"haberle  muerto  mas  de  seiscientos  hombres.  Por  todas 
"estas  causas  y  otras  que  quedan  espresadas  en  el 
"proceso,  se  le  condena  á  ser  decapitado  en  un  cadalso. 
"Que  todos  sys  semejantes  perezcan  del  mismo  modo." 

Apenas  llegó  el  reo  á  la  plaza,  que  se  hallaba  muy  lle- 
na de  gente,  cu^indo  un  religioso  franciscano  se  trepó  con 
intrepidez  sobre  el  cadalso  y  dio  el  grito  de  ¡F'ERdon!,  el 
que  fué  repetido  por  la  multitud,  entre  la  cual  se  hallaban 
al  gunos  franciscanos  que  fueron  muertos. 

Entretanto,  Antequera  seguía  acercándose  al  cadalso 
sin  prestar  la  menor  atención  á  lo  que  pasaba  al  rededor 
de  él.  El  tumulto  iba  creciendo  cada  vez  mas.  Los  que 
custodiaban  al  reo,  cumpliendo  la  orden  que  tenian,  hicie- 
ron fuego  sobre  él,  mas  quiso  la  casualidad  quedos  fran- 
ciscanos que  le  auxiliaban  qyedasen  muertos  juntamente 
con  Antequera. 

El  virey  mandó  inmediamente  que  llevasen  el  cadáver 
al  cadalso,  para  que  el  verdugo  le  cortase  la  cabeza  y  la 
mostrase  al  pueblo;  y  en  seguida  hizo  §acar  de  la  cár- 
cel al  alguacil  Mena,  en  quien  se  ejecutó  la  sentencia  sin 
perturbación  alguna,  pero  no  se  le  dio  muerte  de  garro- 
te, porque  no  se  encontraba  el  verdugo,  sino  que  fué  de- 
capitado mostrándose  la  cabeza  de  igual  modo  al  pueblo*. 

Así  desapareció  aparentemente  la  causa  de  las  con- 
mociones del  Paraguay,  pero  quedaron  sus  efectos,  como 
se  va  á  ver. 

En  la  colección  de  documentos  He  den  Francisco  Ja- 
vier Brabo,  según  lo  asegur§  este  señoreen  su  obra  rela- 
tiva á  la  EspuLsion  de  los  Jesuitas,  figura  un  espediente 
sobre  concesión  y  traslación  de  las  pensiones  otorgadas  á 
varios  parientes  de  don  José  de  Ai^.tequera  y  Castro.  A 
consulta  del  Consejo  de  Indias,   en  14  de  diciembre  de 


116  DEL  PARaGüAT 

1776  declaró  el  rey  á  dicho  sujeto  "por  bueno  y  fiel  mi-  - 
nistro,  y  del  todo  injusta  la  persecución  y  maquinación 
con  que  los  regulares  de  la  estinguida  compañía  consi- 
guieron diese  su  vida  en  un  público  suplicio,  en  la  ciu- 
dad de  Lima;  y  para  aci'isolar  mas  su  inocencia,  prome- 
tió S.  M.  agraciar  á  los  que  probasen  ser  sus  parientes." 

• 

XXIX.  DON.  RAMÓN  DE  LAS  LLANAS,  alcalde  de 
primer  voto  de  la  Asunción,  nombrado  por  Antequera 
gobernador  interino  ó  delegado,  para  resistir  al  ejército 
del  general  Zavala,  pero  desistió  de  tal  designio  entregan- 
do pacíficamente  el  bastón  al  interventor,  para  que  lo 
trasmitiese  á  quien  fuera  de  su  agrado. 

Sin  embargo,  á  fines  de'  setiembre  de  1727,  fué  comi- 
sionado don  Matías  Anglés,  que  mandaba  en  Córdoba  y 
que  más  tarde  (1735)  llegó  á  ser  gobernador  de  Tucuman, 
con  autorización  para  confiscar  todos  los  bienes  de  los 
rebeldes,  recomendándole  con  especialidad  instruir  el 
proceso  de  don  Ramón  de  las  Llanas  y  de  don  Sebastian 
Fernandez  de  Montiel:  previa  su  prisión,  y  sobre  los 
hechos  esenciales,  oir  por  lo  menos  á  treinta  testigos.  A 
los  dos  dias  de  llegar  Anglés  á  la  Asunción,  con  el  objeto 
de  impedirla  instrucción  del  proceso,  las  Llanas  y  el  al- 
caide don  Joaquín  Ortiz  de  Zarate  trataron  de  sublevar  al 
pueblo  contra  él.  Sin  embargo  con  la  prisión  del  prime- 
ro, la  desaparición  del  segundo  y  la  ocultación  de  Mon- 
tíel,  el  comisionado,  no  sólo  consiguió  contener  el  desor- 
den, sino  también  llevar  á  cabo  su  cometido  con  toda  tran- 
quilidad y  con  la  plena  aprobación  de  toda  la  ciudad, 
marchándose  en  seguida  y  dejando  á  las  Llanas  en  una 
prisión  mal  guardada  Pocos  dias  después  se  hicieron 
visibles  por  la  ciudad  éste  y  Montiel  y  mas  tarde,  á  la 
llegada  de  Soroeta,  recorrían  las  cercanías  de  ella  levan- 
tando gente,  todo  lo  que  no  era  ignorado  por  Barúa, 
haciéndose  el  que  nada  sabia. 


DOCUMENTOS     JUSTIFICATIVOS 


Gorrespondeoela.  de  Aatequera  y   el  obispe  Palés 

CARTA  DE  ANTBQUBRA  AL  OBISPO  COADJUTOR  DBL  PARAGUAY,  DON  JOSÉ 
PALOS,  QUEJÁNDOSE  DE  LA  CONDUCTA  DE  ÉSTE  PARA  CON  AQUÉL. 

Imprenta  de  Lima, 

Ilustrlsimo  señor: 
Es  justo  y  permitido  por  todas  las  leyes,  aun  á  la  mas 
humilde  obediencia,  representar  á  lo*s  superiores  lo  que 
se  sufre,  cuando  uno  está  seguro  de  no  haberlo  me- 
recido, ó  de  haber  tenido  buenas  razones  para  ha- 
cer lo  que  les  ha  parecido  mas  fuera  de  razón;  y  como 
yo  me  hallo  hoy  tan  adicto  ÍV.  S.  I.,  como  yo  lo  era  en 
la  provincia  del  Paraguay,  y  que  puedo  decir  que  yo 
no  cedería  mi  gloria  á  otro  sobre  io  que  atsñe  á  estos 
sentimientos,  es  evidente  que  no  se  puede  negar,  apesar 
de  todo  lo  malo  que  de  mi  se  piense,  lo  que  se  concede 
á  todos.  Y  porque,^  en^^,  lo  que  traigo  al  recuerdo  de 
V.  S.  I.,  no  busco  la  suavidad  que  yo  podría  esperar  de 
su  parte,  puesto  que  únicamente  lo  espero  de  Ja  bondad 
de  Dios,  á  quien  ofrezco  en  espiacion  de  mis  grandes  pe-* 
cadop  las  injurias  é  ignominias  que  he  sufrido  en  mi  pri- 
sión, y  del  modo  como  he  sido  conducido  atravesando 
todo  el  reino  y  que  hasta  ahora  rio  ha  tenido  ejemplo, 
y  lo  que  ahora  sufro  con  pérdida  de  mi  honor  y  el  de  una 
familia  noble  y  bien  conocida,  no  solo'^en  estos  reinos, 
sino  también  en  los  demás  de  Europa;  y  porque  lo  que 
menos  me  inquieta  es  mi  vida,  que  me  es  imposible  con- 


118  DEL   PARAGUAY 

servar  en  medio  de  tantos  golpes  redoblados  que  no 
cesan  de  dirigirnDe,  sino  la  sostiene  el  Señor,  de  que  ella 
depende,  no  hablo  de  la  estrema  pobreza  á  que  me  hallo 
reducido,  no  teniendo  ni  con  que  cubrirme  decentemente, 
y  eso  por  la  crueldad  de  los  que  indignamente  me  des- 
pojaron de  todo;  y  lo  mas  sensible  que  me  es  y  me  será 
siempre  es  ver  esta  persecución  y  mis  sufrimientos  justi- 
ficados por  la  autoridad  de  V.  S.  I.,  la  cual,  se  dice  en 
alta  voz,  se  refiere  á  los  crímenes  que  se  me  imputan  co- 
mo ciertos  y  probados;  le  haré  ver  en  pocas  palabras,  pa- 
ra que  las  tenga  presentes  cuando  nos  veamos  citados 
ante  el  tribunal  de  Dios,  en  donde  no  hay  aceptación  de 
nadie,  y  en  donde  el  soberano  Señor  hará  rendir  una 
cuenta  rigurosa  á  los  príncipes  y  á  V.  S.  L,  si  (lo  que 
conjuro  no  permitir)  en  sus  juicios  y  en  sus  informa- 
ciones,  á  los  ques^da  tanta  fé,  se  ha  separado  de  loque 
está  prescripto  por  estas  palabras  del  Deuteronomio,  cap. 
1,  vers.  16.  Escuchadlos  y  jtizgad  equitativamente;  escuchad  cd 
ciudadano^  como  al  estrangero;  escuchareis  cd  pequeño  y  al  grande; 
no  tendréis   escepcion  alguna  deguidie;  pues  es  el  juicio  de  Dios, 

Hallándome  en  la  ciudad  de  la  Plata,  me  cayó  en  las  ma- 
nos una  carta  de  V.  S.  I.,  por  la  que  informaba  ala  Real 
Audiencia  contra  mi  sobre  varios  puntos.  Como  hombre 
sentí  muy  vivamente  que  se  hubiera  apresurado  tanto  al 
llegar  á  la  Asunción  de  levantar  una  información  sobre 
hechos  cuyo  detalle  no  habia  podido  saber  fácilmente,  aun- 
que su  alojamiento  se  hallase  tan  cerca  de  la  Casa  Muni- 
#  cipal;  perocrei  deber  guardar  silencio  esperando  muchas 
reflexiones  que  V.  S.  I.  hiciera  sobre  sus  informacio- 
nes. Sin  embargo,  habiendo  venido  á  esta  ciudad 
de  Lima,  supe  que  persistia  en  lo  que  habia  escrito  y 
que  habia  comunicado  las  mismas  cosas  al  superior  go- 
bierno: en  seguida  me  vi  significar  una  Real  Cédula  de 
fecha  12  de  diciembre  de  1724,  en  la  que  se  hacia  mención 
de  una  carta  de  V.  S.  I.,  la  cual  no  habiendo  llegado  al 


GOBEBNJUVTBS  119 

Paraguay  sino  á  mediados  de  octubre  de  este  mismo  año 
(1726),  es  evidente  que  no  había  escrito  lo  que  había  visto, 
sino  lo  que  le  habían  dicho  ciertas  personas,  que  le  son  sin 
duda  mas  conocidas  que  yo. 

Entre  las  diferentes  operaciones  de  mi  mal  gobierno, 
como  V.  S.  I.  se  complace  en  llamarlas,  me  acusa  de 
haber  levantado  el  proceso  á  eclesiásticos  y  de  haberlos 
puesto  presos,  citando  loque  pasara  respecto  á  un  religio- 
so dominico:  sobre  esto  debo  decir  que  no  hay  nada  de 
verdad;  que  no  sé  en  qué  cárcel  fué  puesto  este  religioso, 
ni  por  quién  fué  arrestado:  puedo  jurar  ante  Dios  y  por  es- 
ta Cruz  t,  que  en  mi  vida  le  he  hablado,  que  solo  le  he 
visto  en  su  celda  y  en  su  convento,  cuando  venia  ala  ciu- 
dad; y  no  creo  que  haya  nadie  en  el  Paraguay,  si  no 
Quiere  mentir,  que  asegure  lo  contrario. 

He  aquí  otro  hecho  que  V.  S.  I.  avanza,  y  es  el  de  don 
José  Caballero,  antiguo  cura  deYaguarcn;  sobre  lo  cual 
ignoro  qué  crimen  se  me  puede  imputar.  Pues  si  V.  S.  I. 
hubiera  visto  los  documentos,  habría  encontrado  que  he 
seguido  lo  ordenado  por  las  leyes,  siendo  ese  cura  uno  de 
los  principales  autores  de  fos  escándalos  de  la  Provincia, 
y  amigo  intimo  de  Reyes,  cuya  fuga  habia  protegido,  lo 
que,  habiendo  sido  probado  por  las  declaraciones  de  los 
testigos  que  se  encuentran  entre  los  documentos»  después 
de  haberlos  exanñinado  la  Real  Audiencia,  dio  un  fallo 
de  ruego  y  encargo,  dirigido  al  juez  eclesiástico,  á  quien 
ordenaba  darle  cuenta  de  lo  que  hubiese  hecho.  Habien- 
do instruido  el  juez  el  proceso  del  cura,  lo  privó,  según 
la  ley  de  la  Concordia,  de  su  curato,  cuyo  temporal  había 
no  solo  disipado  con  el  esceso  que  era  conocido,  sino, 
lo  que  es  aun  peor,  hasta  los  ornamentos  sagrados, 
no  recuerdo  para  qué  uso;  y  como  este  crimen  agi^egado 
á  los  demás,  tales  como  el  de  haber  enseñado  la  doc- 
trina cristiana  á  sus  parroquianos  y  no  haberles  sumi- 
nistrado los  sacramentos,  bastaba  para  quitarle  su  curato 
por  respeto    á   la  dignidad  sacerdotal,    no  permití  que 


120  DEL   PARAGUAY 

se  le  declarase  en  las  Actas  incapaz  de  poseer  tal  benefi- 
cio, porque  no  solo  le  inhabilitaba  á  poseer  un  curato, 
sino  también  á  celebrar  losdivjnos  misterios,  no  habiendo 
hombre  ni  niño  que  dejase  de  conocer  su  conducta,  y 
que  pudiese  evitar  encontrarse  por  las  calles  con  sus  hijos. 
No  digo  eso  por  acusarle  de  sus  vicios,  estando  yo  mis- 
mo asi  acusado;  solo  tengo  en  vista  hacer  conocer  á 
V.S.  I.  las  razones  fuertes  y  bien  probadas  que  se  ha  te- 
nido para  proceder,  como  se  hizo,  contra  ese  cura.  No 
debe  hacerse  un  crimen  á  un  seglar  haber  observado  es- 
tas cosas,  pero  lo  es  en  los  eclesiásticos  haber  dado  lugar 
á  los  seglares  el  reprochárselos.  ^  Es  así  como  se  espli- 
caba  San  Jerónimo  hablando  de  los  emperadores  Arca- 
dio  y  Honorio:  "No  me  quejo  de  la  ley,  pero  siento 
mucho  haberla  merecido."  • 

En  este  mismo  artículo,  V.  S.  I.  alega  en  prueba,  res- 
pecto de  la  espulsion  de  los  religiosos  de  la  compañia,  cier- 
tas circunstancias  muy  distantes  de  la  verdad,  afirmán- 
dolas como  si  las  hubiera  visto;  sin  embargo,  sobre  este 
hecho,  como  sobre  el  de  la  guerra,  puedo  decir  que  V. 
S.  I.  tiene  en  ello,  á  lómenos  ante  Dios,  mas  parte 
que  yo;  pues  me  hallaba  sin  fuerza  en  medio  de  una  pro- 
vincia perturbada  y  sublevada,  amenazado  por  sus  habi- 
tantes, que  temian  volver  á  ver  lo  que  es  todavia  causa 
de  sus  lágrimas,  es  decir,  lo  que  sucedió  en  tiempo  del 
señor  Cárdenas,  uno  de  los  predecesores  de  V.  S.  I.,  á 
saber  hallarse  reducidos  á  defender  su  vida,  la  de  sus 
mugeres  y  de  sus  h'jos,  porque  se  habia  publicado  un 
bando,  que  autorizaba  á  los  indios  tapes  llevárselas.  Fué 
el  24  de  julio  que,  á  fuerza  de  ruegos  conseguí  contener- 
los, y  para  impedirles  que  fuesen  á  estrellarse  contra  el 
Colegio,  me  empeñé  con  los  superiores  de  las  casas  reli- 
giosas hicieran  que  V.  S.  I.  viniese,  por  el  respeto  que 
su  carácter  inspira.  No  pude  conseguirlo  de  vuestra  pie- 
dad, y  habiendo  hecho  de  mi  parte  cuanto  de  mi  dependia 
para  desviar  la  tempestad,  descansé  en  el  testimonio  de 


121  GOBEBNANTES 

mi  conciencia,  cuya  rectitud  bien  conoce  Dios,  aun  que 
en  juicio  de  los  hombres  haya  faltado,  pero  yo  sé  que 
V.  S.  I.  solicitó,  durante  mi  ausencia,  de  los  regidores 
que  me  echasen  á  rif>i  toda  la  culpa. 

Cuando  Dios  eligió  á  V.  S.  I.  para  ser  nuestro  prelado, 
era  para  ser  la  luz  del  mundo,  como  está  dicho  en  San 
Mateo,  diciéndole,  así  como  á  Isaías:  "/í?  ahi  que  os  he 
dado  á  las  naciones  para  ilustrarlas^  y  para  llevar  palabras 
de  salvación  ha^ta  los  esiremos  de  la  tierra!'  Destinado, 
pues,  á  velar  sobre  nosotros,  no  es  posible  que  permita 
nos.cubran  las  tinieblas  de  la  pasión  oscureciendo  la  ver- 
dad de  la  inocencia,  sobre  hechos  en  que  esta  miserable 
Provincia,  como  yo  tampoco,  nada  tenemos  que  repro- 
charnos, sin  haber  hecho  lo  que  es  permitido  á  todos  para 
defender  nuestra  vida. 

Creo  ciertamente,  señor,  que  cuando  esta  carta  llegue  á 
mangs  de  V.  S.  I.  habrá  hecho  reflexión  al  triste  estado, 
en  que  sus  informaciones  han  reducido  á  esta  desgracia- 
da Provincia,  y  como  padre  y  protector  de  ella,  V.  S.  I. 
tendrá  á  bien  interesarse  por  ella  tomando  su  defensa. 
Pues  espero  que  entonces  la  mirará  como  una  pobre 
huérfana,  á  quien  cada  uno  tratará  según  las  vistas  de 
su  interés  particular,  7  de  ningún  modo  como  convenia 
al  servicio  de  Dios  y  al  del  rey;  desde  que  ella  tenga  la 
ventaja  de  ver  á  V.  S.  I.,  espero  que  í¡ga:  ""Se  os  ha  decla- 
rado protector  nuestro^  tened  cuidado  de  nosotros ,^^ 

Es  raro,  señor,  que  la  precipitación  no  sea  la  madras- 
tra de  la  justicia,  cuya  madre  es  una  prudente  lentitud, 
como  nos  lo  enséñala  esperiencia  todos  los  dias.  V.  S.  I. 
recuerda  todo  lo  que  sucedió  de  lamentable  en  esta  Pro- 
vincia, y  sobre  todo  las  cinco  espulsiones  de  tres  obispos 
vuestros  predecesores,  de  las  cuales  la  última  hizo  der- 
ramar mucha  sangre,  y  lo  que  su  Magestad  y  el  sobe- 
rano pontífice  Alejandro  VII  decidieron  en  favor  de  esta 
Provincia  y  del  señor  Cárdenas,  en  un  caso  muy  seme- 
jante al  de  hoy,  y  juzgará  que  se  condujeron  en  la  Pro- 


122  DEL   PARAGUAY 

vincia  con  mucha  prudencia.  Pero  independientemente 
de  estas  consideraciones,  solo  quisiera  que  V.  S.  I.  tu- 
viere á  bien  reflexionar  con  aquella  superioridad  de  luces 
que  todos  le  conocen,  que  cuando  hubiera  algo  de  repren- 
sible en  mi  conducta,  yo  no  habia  tenido  en  vista  empero 
mas  que  la  utilidad  pública,  que,  según  las  doce  tablas, 
es  la  suprema  ky.  Cuando  me  he  visto  obligado  á  hacer 
aquello  de  que  se  me  acusa,  forzado  por  los  clamores  y  las 
representaciones  de  esta  Provincia,  y  por  las  órdenes  de 
un  tribunal  de  justicia,  no  veo  que  se  tenga  razón  de  im- 
putárseme delitos  que  no  he  conocido. 

Cuando  don  Bruno  de  Zavala  escribió  que  venia  á  esta 
Provincia,  agregando  á  su  carta  la  orden  que  tenia  de 
S.  E.,  en  vista  de  que  las  representaciones  de  V.  S.  I.  d§ 
que  empeñé  á  la  Municipalidad  se  apoyase,  no  hablan 
podido  comprometer  áes?te  gobierno  á  licenciar  sus  tropas 
salió  de  la  provincia,  ala  que  veia  yo  dispuesta  á  sublevar- 
se de  nuevo,  temiendo  de  que  se  me  imputase  todo  el 
irial  que  en  ella  se  hiciera.  V.  S.  I,  quiso  detenerme, 
pero  si  yo  me  hubiese  hallado  en  ella  cuando  don  Bruno 
se  vio  obligado  después  de  mi  partida  demorarse  en  el 
pueblito  de  San  Ignacio,  se  mehabria  echado  á  mi  la  cul- 
pa, puesto  que,  ausente  c«)mo  me  hallaba,  la  malicia  de 
mis  enemigos  no  dejó  de  atribuírmelo. 

Recuerde  V.  S.  I\  lo  que  Felipe  Ca vanas  y  vuestro 
criado  don  Roque  Parodi  declararon  en  vuestra  presencia, 
como  también  todos  los  testigos  que  se  han  oido  sobre 
toda  mi  conducta,  que  si  yo  hubiera  tenido  la  felicidad  de 
haceros  ver  todos  los  actos,  habria  conseguido  talvez  da- 
ros una  idea  mas  favorable  de  mis  acciones;  pero  mi  padre 
San  Gregorio  nos  enseña  que  "el  espíritu  debe  servirse 
de  los  conocimientos  que  tiene,  para  elevarse  al  de  las 
cosas  que  le  están  ocultas,  y  por  el  ejemplo  de  lo  que  está 
invisible."  Todo  eso  y  mudios  otros  hechos  que  callo, 
porque  es  mas  apropósito  sepultarlos  en  el  silencio  que 


GOBERNANTES 


123 


traerlos  &  la  memoria,  me  obligaron  á  hacer  estas  repre- 
sentaciones, y  no  es  tanto  que  yo  sufra  lo  que  á  ello  me 
obliga,  sino  porque,  como  ya  lo  he  dicho,  el  nombre  de 
V.  S.  I.  es  su  principal  causa;  este  nombre,  por  el 
que  siempre  he  tenido  gran  veneración  j  y  que  jamás  de- 
jaré de  repetir,  como  debo.  Reservo  mis  legítimas  de- 
fensas sobre  todo,  para  el  justo  tribunal  de  Dios,  de 
quien  espero  el  desagravio  de  mis  penas.  Muchos  otros 
sufren  sin  saber  por  qué:  compadeced,  señor,  sus  males; 
es  el  medio  que  todas  las  obras  de  V.  S.  I.  sean  para 
ella  un  manantial  de  prosperidad,  y  que  su  gobierno  se 
conserve  de  todo  infortunio.  Esto  es  loque  le  deseo  con 
una  larga  vida  y  una  perfecta  salud,  y  las  altas  dignida- 
des que  con  tanta  justicia  le  son  debida^.  De  la  Cárcel 
Real  de  Lima,  á  14  de  agosto  de  1726. 
Ilustrisimo  señor: 
Beso  las  manos  de  V.  S.  I.  como  el  mas  humilde  de 
sus  servidores — 

D.  J.  DE  Antequera  y  Castrq 

RbSPUESTA     DEL    OBISPO  COADJUTOR    DEL    PARAGUAY 

á  la  precedente  carta  confirmando  los  asertos  de  Anteque- 
ra y  justificándose  en  que  su  deber  como  pastor  de  sus 
ovejas  no  le  permitía  obrar  de  otro  modo. 

limo,    señor: 

Don  Ramón  de  las  Llans  acaba  de  entregar  la  carta 
de  V.  S.,  de  fecha  14  de  agosto  del  año  anterior  (1726),  en 
la  cual,  después  de  haberme  recordado  con  un  celo  ver- 
daderamente cristiano  la  obligación  que  me  impone  el 
carácter  pastoral,  de  que  apesar  de  mi  indignidad  me 
hallo  revestido,  de  arreglar  las  informaciones  que  diriji 
á  los  tribunales  superiores  sobre  la  regla  prescriptaal 
versículo  16  del  primer  capitula  del  Deuteronomio,  cu- 
yos términos  propios  me  pone  á  la  vista,  insinuáis  en 
seguida  haber  leido  en  la  ciudad    de  la  Plata   lo  que, 


124  DEL  PARAGUAY 

pocos  dias  después  de  mi  llegada  á  esta  ciudad  de  la 
Asunción,  escribí  á  la  Real  Audiencia  en  una  de  mis  car- 
tas, que  contenian  varios  artículos  contra  las  operaciones 
de  vuestro  gobierno;  y  agregáis  que  por  mas  sensible  que 
hayáis  estado,  disimulasteis  prudentemente,  lisongeán- 
doos  que  después  que  hubiera  hecho  mis  reflexiones  so- 
bre lo  que  habia  pasado  me  rectractaría;  pero  que  ha- 
biendo llegado  á  Lima  supisteis  que  yo  habia  enviado  las 
mismas  informaciones  al  superior  gobierno.  Para  no 
confundir  nada  y  espücarme  con  mas  claridad,  voy  á 
reasumir  separadamente  cada  artículo  de  mi  carta  y  dis- 
cutirlos todos  en  particular. 

He  marcado  en  primer  lugar  que  V.  S.  habia  inmedia- 
tamente por  sí  misrpo  hecho  una  información  sumaria 
contra  el  doctor  don  José  Caballero  Bazan,  cura  propio  de 
San  Buenaventura  de  Yaguai'on,  sobre  sus  funciones  y 
la  administración  délos  sacramentos,  que  una  vez  ter- 
minada la'  habéis  enviado  al  licenciado  don  Alfonso  Del- 
gadillo  y  Antienza,  electo  provisor  y  vicario  general,  des- 
pués que  el  doctor  don  Jqan  González  Melgarejo  hubo 
dimitido  sus  empleos,  porque  no  podía  ya  defenderla  in- 
munidad eclesiástica,  y  que  de  acuerdo  con  el  nuevo 
provisor,  habia  sido  destituido  de  su  curato.  Si,  sobre 
este  primer  nrtículoel  obispo  se  hubiera  arreglado  en  su 
información  sobre  el  susodicho  capítulo  del  Deuterono- 
mio,  V.  S.  no  quiere  convenir,  podrá  convencerse  por  la 
respuesta  del  señor  fiscal,  que  solo  lo  hizo  después  de  ha- 
ber visto  mi  carta  y  las  actas  espedidas  por  V.  S.  y  por 
dicho  provisor,  que  estaban  en  el  archivo  de  la  Real  Au- 
diencia, y  de  donde  dedujo,  como  tan  buen  católico  cual 
hábil  ministro,  que  no  puede  hallar  á  bien,  ni  su  Alteza 
aprobar,  que  vos  hubierais  por  vos  mismo  hecho  la  in- 
formación sumaria,  aunque  después  que  ella  hubiere  sido 
perfecta,  la  hayáis  enviado  al  juez  eclesiástico,  y  que  este 
juez  habiéndole  recibido  en  presencia  de  un  segundo  tes- 
tigo, hubiera  en  seguida  hecho  definitiva  la  sentencia;  tam- 


GOBERNANTES  l25 

bien  declara  como  nulas  todas  estas  actas,  porque  el  cura 
no  hubiese  sido  oido,  ni  haber  producido  sus  defensas 
como  lo  prescriben  el  Derecho,  como  porque  los  testigos 
no  fuesen  confrontados:  agrega  que  la  renuncia  recibida 
por  el  acta  de  acomodo  no  podría  tener  lugar,  dándolas 
razones;  y  la  Real  Audiencia  me  ordena  á  recomenzar 
los  procedimientos  juzgando  según  justicia;  lo  que  hice 
al  cabo  de  un  año,  no  habiendo  podido  hacerlo  antes,  por- 
que estaba  obligado  á  terminar  la  visita  de  esta  diócesis 
para  conformarme  á  lo  prescripto  por  el  Concilio  de  Tren- 
to.  El  corazón  me  está  desangrando  todaviíi  cuando 
pienso  en  el  triste  estado  en  que  lo  hallé,  y  en  el  despre- 
cio que  tenia  de  las  armas  de  la  sant^  iglesia,  nuestra  ma- 
dre. Terminado  este  asunto,  mandé,  los  documentos  al 
Real  y  supremo  Consejo  de  las  Indias  y  á  la  Real  Audien- 
cia. Pero  lo  que  me  ha  sorprendido  estremamente  es 
el  veros  asegurar  que  por  respeto  por  la  orden  sacerdo- 
tal no  habian  permitido  que  se  prodigasen  otras  deposi- 
ciones de  crímenes  contra  dicho  cura,  mientras  que  por  la 
misma  acta  de  acomodo  es  evidente  con  que  seguía  todos 
los  procedimientos.  Esto  podriaser  el  efecto  de  un  gran 
celo,  pero  no  parece  así:  se  juzgará  por  los  documentos 
que  habéis  mandado  á  la  Plata,  en  donde  deseo  que  se 
levanten  las  faltas  en  donde  yo  podría  haber  caido  por 
ignorancia. 

El  segundo  artículo  de  mi  carta  corresponde  álos  bie- 
nes patrimoniales,  que  habian  servido  de  título  á  don 
Agustín  de  los  Reyes  para  ordenarse  de  diácono,  según 
consta  por  sus  letras  testimoniales  espedidas  por  el  Ilus- 
trísimo  señor  don  Alfonso  del  Pozo  y  Silva,  obispo  de 
Tucuman  y  que  he  dicho  haber  sido  confiscado:  si  V  S^ 
no  recuerda  lo  que  decidió  sobre  este  artículo  en  su  res- 
puesta exhortatoria,  á  la  advertencia  del  canónigo  doctor 
don  Juan  González  Melgarejo,  provisor  y  vicario  gene- 
ral, voy  á  trascribir  aquí  los  propios  términos,  palabra 
por  palabra:     **A  lo  que  es  necesario  agregar  qtte  dicha  señora 


186  DEL  PARAGUAY 

Francisca  Benitez  debia   requerir  ante  mi  tribunal  el  desembargo 
de  lo  que  habia  sido  embargado^y  justificar  que  su  demanda  era 
legitima^  para  que  la  determinación  y  la  decisión  de  la  Real  Au- 
diencia fuesen  fundadas  sobre  sus  pruebas  ó  que  aun  cuando  su 
susodicho  hijo  no  hubiera  tenido  otro  titulo  para  ordenarse  mas 
que  su  patrimonio,  y  que  este  título  hubiese  sido  válido  y  legitimo^ 
á  mi  tribunal  correspondia  pedir  la  restitución^  porque  este  patri- 
monio no  viene  á  ser  un  bien  eclesiástico  y  y  no  goza  de  los  privilegios 
anexos  á  los  bienes  de  la  iglesia,  puesto  que  ha  servido  de  titulo 
para  la  orden€u:ion;  pues  permitir  á  un  eclesiástico  hacerse  orde- 
nar bajo  el  título  de  su  patrimonio,  no  es  otra  cosa  que  observar  Iq 
que  está  precripto    por  *los  secados   cánones,  que  ordenan  que 
nadie  sea  profnovido   á  las  órdenes  sagradas,  si  no  tiene  can  que 
sostenerse  decentemente  sin  verse  obligado  á  mendigar  su  pan;  y 
de  allí  no  se  sigue  que  esos  bienes  vengan  á  ser  bienes  eclesiásticos, 
ni  que  gocen  de  los  privilegios  de  los  bienes  de  la  iglesia,  á  los 
que  estos  no  van    anexos,   que  porque  no   deben  emplearse    sino 
para  el   culto   divino  y  para  socorrer    á  los  pobres  en  sus  ne- 
cesidades,   mientras    que  los  bienes   patrimoniales  pueden  ser- 
lo para  todo  lo  que  agrade  á  aquellos  mismos  para  quienes  hubie- 
sen servido  de  título  para   su  ordenación.^''     V.  S.  reconocerá 
bien   que   esos    son  sus    propios  términos;  y  dejo  á  su 
religión  el  examinar  si  un  obispo  puede  sin  cargar  grave- 
mente su  conciencia,  pasarlos  en  un  acta  tan  reflexiva: 
sobre  esto  he  recordado  lo  que  un  gran  prelado,  el  ilus- 
trísimo  señor  don  Antonio  de  León,  de  inmortal  memoria, 
obispo  de  Arequipa,  respondió  á  un  decreto  del  Exmo.  se- 
ñor duque  de  la  Palata,  fechado  en  el  mes  de  febrero,  á 
saber  que  un  ministro  del  Partemento  de  Inglaterra  no  ha- 
bría obrado  de  otro  modo. 

El  segundo  artículo  de  mi  carta  hace  también  mención 
de  lo  que  aconteció  á  un  religioso  dominico,  á  quien  don 
Ramón  de  las  Llanas  arrestó  públicamente,  preso  en  la 


GOBERNANTES  127 

quinta  de  Fabapí,  lo  hizo  conducir  por  soldados  basta  cin- 
co leguas  de  esta  ciudad,  y  á  quien  dio  de  palos  con  vio- 
lencia, diciendo  que  tenia  orden  del  que  todo  lo  podía, 
arrastrar  eclesiásticos  y  algo  peor,  que  no  he  espresado 
en  mi  información  por  no  cargarla  demasiado.  Si  en  eso. 
el  obispo  se  ha  regido  por  el  capitulo  del  Deuteronomio, 
ademas  dQ  la  notoriedad,  consta  por  las  actas  que  se 
levantaron  á  instancia  y  pedido  del  padre  prior  del  con- 
vento de  mi  padre  Santo  Domingo,  ante  el  juez  eclesiás- 
tico, para  delarar  que  don  Ramón  habia  incurrido  en  las 
censuras  contenidas  en  el  canon.  Si  quis^  suadente  Dia- 
bolo]  las  cuales  actas  fueron  principiadas  por  el  doctor 
don  Antonio  González  de  Guzman,  cura  rector  de  esta 
iglesia  catedral,  como  vicario  delegado  del  canónigo  pro- 
visor á  la  sazón  ausente,  y  ocupado  de  la  visita  de  la 
.  diócesis,  y  á  quien  el  canónigo  don  Alfonso  Delgadillo 
privó  del  conocimiento  de  este  asunto,  so  pretesto  de 
que  era  juez  diputado  por  el  venerable  deán  y  por  el 
capitulo  para  conocer  de  lo  que  concernía  á  los  eclesiás- 
ticos partidarios  de  don  Diego  de  los  Reyes;  y  estando 
de  regreso  á  esta  ciudad  el  canónigo  provisor,  se  hizo 
entregar  las  actas  apesar  de  la  viva  resistencia  de  dicho 
canónigo  don  Alfonso  Delgadillo;  instruyó  el  proceso, 
poniéndolo  en  estado  de  ser  juzgado,  sin  juzgar  empero, 
porque  se  le  hicieron  tantas  instancias  capciosas,  que  se 
vio  obligado  á  abdicar  su  cargo  de  provisor;  y  es  muy 
estrañoque  en  un  caso  tan  escandaloso,  después  que 
don  Ramón  produjo  tantas  defensas  y  presentado  tantas 
requisiones,  mientras  comíais  tan  amenudo  en  la  misma 
mesa  y  estando  todos  los  dias  juntos,  como  también 
vuestro  íntimo  amigo  el  canónigo  don  Alfonso  Delgadillo. 
V.  S.  asegure  con  juramento,  y  formando  una  gran 
cruz,  que  no  tiene  ningún  conocimiento  de  este  negocio 
y  preguntándome  donde  fué  arrestado  este  religioso  y  en 
que  cárcel  estuvo  encerrado.  Si  hubiera  examinado  bien 
mi  carta,  lo  habría  sabido;  pero  yo  contestaré    a  estas 


138  DEL  PARAGÜÁT 

preguntas  á  su  tiempo  y  en  su  lugar.  El  obispo  no  dijo 
que  V.  S.  haya  arrestado  por  sí  mismo  á  este  religioso, 
sino  que  lo  ha  sido  por  don  Ramón  de  las  Llana,  cuando 
marchaba  con  un  destacamento  de  tropas  para  ajipde- 
rarse  de  la  persona  de  Diego  de  los  Reyes  (lo  que  está 
probado  por  las  actas)  que  venia  con  una  orden  del 
Exmo.  señor  don  Diego  Morcillo,  virey  de  estos  reinos 
para  volver  á  su  gobierno.  El  obispo  guardó  silencio 
sobre  esta  circunstancia;  tampoco  habló  de  las  confisca- 
ciones de  bienes  hechas  por  V.  S.  sobre  los  que  seguian 
á  este  gobernador,  ni  de  la  venta  de  esos  bienes,  lo  que 
redujo  á  una  estrema  necesidad  á  sus  mugeres,  cuya 
dote  también  fué  embargada:  no  siendo  mi  objeto  levan- 
tar todas  las  acciones  de  V.  S.,  sino  únicamente  los  dere- 
chos de  la  iglesia. 

El  tercer  artículo  es  el  de  la  espulsionde  los  padres  de 
la  sagrada  Compañia  de  Jesús,  en  virtud  de  un  edicto  es- 
pedido con  precipitación,  ordenándoles  que  saliesen  de  su 
colegio  en  el  término  de  tres  horas,  habiendo  sido  seguido 
de  otros  dos  reiterativos  de  obedecer  sin  demora,  y,  cuya 
acta  no  se  les  quiso  dar,  aunque  dos  de  estos  religiosos 
hubiesen  estado  de  parte  de  su  rector  en  la  casa  en  que 
estabais  con  la  municipalidad  reunido,  para  demandarla. 
Constan  estos  hechos,  habiendo  yo  visto  sus  pruebas  an- 
tes de  informar  á  la  Real  Audiencia,  y  están  firmadas  y  se- 
lladas en  la  mejor  forma  en  cuanto  lo  permite  la  circuns- 
tancia del  tiempo,  por  testigos  que  vieron  todo  declarando 
bajo  juramento,  siendo  estos  testigos  el  canónigo  doctor 
don  Juan  González  Melgarejo  y  el  doctor  don  Antonio 
González  de  Guzman,  cura  y  provisor  de  la  diócesis,  am- 
blen conocidos  en  esta  Provincia  por  su  virtud  y  su  eru- 
dición. He  tenido  en  las  manos  otros  certificados,  de 
•  donde  he  sacado  varias  circunstancias  espresadas  en  mi 
información;  pero  no  he  creido  que  me  conviniese  hacer 
mención  de  un  hecho  muy  indigno  del  primer  alcalde  y 
un  regidor  gritando  en  voz  alta  en  la  plaza  al  mostrar  la 


GOBERNANTES  129 

iglesia  y  el  colegio  de  la  Compañía,  que  era  necesario  sa- 
car el  canon  contra  este  palomar,  lo  que  aun  habrían  eje- 
cutado, si  don  Sebastian  de  Arellanos  no  se  hubiera 
opuesto,  lo  que  él  mismo  publicara.  El  obispo  no  dijo 
tampoco  que  después  del  segundo  edicto,  se  ^dió  orden 
de  sacar  el  santo  sacramento  de  la  iglesia  del  colegio  lle- 
gándolo á  la  catedral,  lo  que  hizo  el  cura  provipor  acom- 
pañado del  canónigo  don  Juan  González,  seguido  de  to- 
dos los  padres  que  llevaban  todos,  llorando  un  cirio  en  la 
mano.  Luego,  ademas  de  que  ello  consta  por  las  actas, 
es  un  hecho  tan  notorio  que  hasta  hoy  no  hay  nadie  que 
no  se  halle  penetrado  de  dolor  al  solo  recuerdo  de  haber 
visto  á  esos  hombres  eclesiásticos,  cargados  de  años  y 
achaques,  que  eran  el  ejemplo  y  consuelo  de  esta  ciudad 
y  de  toda  la  Provincia,  atravesar  la  ciudad  en  medio  de 
una  multitud,  á  quien  este  espectáculo  sacaba  lágrimas 
délos  ojos,  marchar  lentamente  y  con  trabajo,  al  entrar 
la  noche,  no  teniendo  mas  que  sus  manteos  y  sus  bre- 
viarios, insultados  y  tratados  de  perturbadores  de  la  paz, 
de  traidores  al  reyyá  la  República.  Si  el  obispo  no  se 
espresó  con  rectitud,  es  únicamente  cuando  dijo  que  los 
padres  habian  ido  á  hacer  sus  representaciones  á  la  mu- 
nicipalidad, siendo  la  verdad  que  fué  en  el  alojamiento  de 
V.  S.,  en  donde  habíais  reunido  todo  el  cuerpo  munici- 
pal para  tratar  allí  de  este  negocio.  Examine  con  sangre 
fría,  y  no  con  el  resentimiento  de  un  hombre  que  sufre, 
si  sobre  este  punto  el  obispo  no  se  condujo  bastante 
bien  sobre  el  Capítulo  del  Deuteronomio;  pero  examine 
con  tanta  madurez  si  no  estaba  obligado  en  conciencia 
dar  aviso  á  los  tribunales  superiores  de  un  hecho  que 
hiere  tan  directamente  la  inmunidad  eclesiástica,  de  que 
no  podia  prescindir  en  la  circunstancia  del  estado  en  que 
se  hallaba  la  Provincia,  sin  atraerse  la  maledicencia  y  sin 
verse  acusado  de  obrar  por  pasión;  como  le  sucedió  al 
Exmo.  señor  don  Bruno,  para  impedirle  que  entrase  en  la 
Provincia.  Si  el  obispo,  por  haber  tomado  la  defensa  de  los 

10 


130  DEL    PARAGUAY 

padres  de  la  Compañia,  como  lo  habría  hecho  por  cual- 
quiera otra  orden  religiosa,  y  aun  en  el  caso  en  que  se 
hubiera  desterrado  un  solo  clérigo,  es  tachado  de  pasión 
y  de  parcialidad  para  con  esa  santa  Compañia  lo  mismo 
habría  podido  decirse  de  los  soberanos  pontífices  Pablo 
V  y  Clemente  VIII,  cuando  el  primero  no  quiso  levantar 
el  entredicho  que  se  habia  lanzado  sobre  la  República  de  * 
Venecia,niel  segundo  reconciliar  á  la  iglesia  con  el  cris- 
tianísimo rey  de  Francia,  sino  á  condición  que  los  jesuí- 
tas fueran  restablecidos  en  sus  colegios  con  mas  honor, 
que  lo  que  hablan  sido  espulsados  con  ignominia. 

•En  el  último  artículo  de  mi  carta,  se  trataba  del  encar- 
celamiento de  los  padres  Policarpo  Dufo  y  Antonio  de 
Ribera,  á  quiénes  habíais  ordenado  que  se  presentasen 
á  mi  provisor,  al  que,  por  medio  de  un  billete,  hablan  man- 
dado verificar  si  eran  sacerdotes,  y,  en  la  suposición  de 
que  lo  fuesen,  remitirlos  al  que  habíais  dejado  en  el 
mando  durante  vuestra  ausencia,  para  que  los  encerrasen 
en  la  cárcel  pública. 

Ademas  de  la  notoriedad  del  hecho,  consta  también  por 
los  actos  y  por  el  original  de  vuestro  billete  que  se  guar- 
da con  cuidado,  para  hacer  conocer,  en  caso  de  necesidad, 
que  la  poca  reflexión  con  que  lo  habéis  escrito,  os  quita 
todo  medio  de  eludirlo.  Pues  finalmente,  si  el  padre  Po- 
licarpo fué  vuestro  amigo,  si  V.  S.  le  encargó  confesase 
á  los  de  Villa  Rica  sobre  el  Tebicuarí,  á  quienes  habíais 
condenado  á  muerte  ¿cómo  poJia  ser  cierto  según  decíais 
en  vuestro  billete,  que  habia  sido  tomado  con  el  sStble  en  la 
mano  y  en  fuga  á  caballo  al  pueblito  de  Santa  María?  Así, 
señor  don  José,  todos  estos  artículos  de  mi  carta  siendo 
ciertos  ¿en  qué  he  podido  contravenir  á  lo  que  está  prescrito 
en  el  primer  capítulo  del  Deuteronomio?  ¿Cómo  podéis 
persuadiros  que  he  atacado  vuestro  honor  por  mi  carta,  y 
después  de  haber  hecho  mis  refiexiones  sobre  lo  que  ella 
contiene  yo  me  habia  de  retractar?  Si  hubo  en  estas  accio- 
nes algún  descrédito  que  no  puede  entre  ver  el  obispo,  que 


GOBERNANTES  13Í 

V.  S.  se  queja  de  haberlas  cometido,  y  no  que  siendo  tan 
ciertas  y  notorias  como  lo  son,  las  haya  hecho  conocer  el 
obispo  para  defender  la  iglesia,  ni  que  haya  buscado  su 
remedio  en  la  piedad  del  rey,  nuestro  Señor  (que  Dios- 
guarde)  y  en  la  justicia  de  los  tribunales,  que  lo  represen- 
tan inmediatamente,  para  que  unas  medidas  tan  irregula- 
res y  tan  inauditas  de  un  ministro  tan  prudente  y  tan  hábil 
en  las  ciencias  del  Derecho,  no  puedan  servir  de  modelo  y 
dé  motivos  á  otros  gobiernos  menos  ilustrados,  para  hacer 
las  mismas  cosas.  Ninguna  reflexión  cristiana  puede  per- 
suadirme lo  que  V.  S.  me  hace  presente,  que  vuestros  per- 
seguidores pueden  servirse  contra  vos  de  mis  informacio- 
nes, ni  que  puedan  dar  ocasión  á  producir  ningún  otro  mo- 
tivo, que  los  que  resultan  de  las  actas  jurídicas. 

V.  S.  me  dice  que  se  le  ha  significado  un  real  despacho, 
de  fecha  12  de  diciembre  de  1724,  en  el  que  se  menciona 
una  de  mis  cartas,  y  que  no  habiendo  llegado  áesa  ciu- 
dad sino  en  el  mes  de  octubre  del  mismo  año,  no  he  podi- 
do informar  á  su  Magestad  sobre  lo  que  habia  visto,  sino 
sobre  lo  que  me  habian  sugerido  personas  que  yo  debia 
conocer.  ¡Oh,  cuanto  siento  que  un  hombre  de  tanto  ta- 
lento escriba  con  tanta  ligereza!  Y  para  convenceros  de 
que  os  equivocáis,  digo  que  en  el  mes  de  abril  de  1724,. 
escribí  desde  Buenos  Aires  al  rey  (que  Dios  guarde)  para 
darle  cuenta  de  mi  llegada  áesa  ciudad,  y  para  solicitar 
cerca  de  su  Magestad  una  parte  de  las  rentas  de  mi  dió- 
cesis, devengadas  durante  la  vacante,  para  poder  reme- 
diar la  estrema  pobreza  é  indecencia,  en  que  me  habian 
avisado  hallarse  reducida  mi  iglesia:  en  efecto,  lo  he  con- 
seguido; vos  habéis  sido  testigo  y  la  voz  pública  atestigua 
que  mi  catedral  es  hoy  una  de  las  mas  decentes  y  una 
de  los  mejor  provistas  de  ornamentos  de  este  reino.  Por 
la  misma  via,  mandé  buenos  certificados  de  lo  que  el  de- 
ber de  mi  cualidad  de  pastor  me  habia  hecho  tentar  para 
impedir  que  el  teniente  de  rey  don  Baltasar  García  Ros 
hiciese  un  segundo  viaje  al  Paraguay  para  ejecutar  las 


132  DEL   PARAGUAY 

Órdenes  del  Exmo.  señor  virey,  y  lo  que  me  interesaba  era 
un  temor  bien  fundado  de  las  tristes  consecuencias  que 
este  paiso  ocasionaría  en  esta  provincia  mal  dispuesta,  y 
de  la  que  yo  no  podiadar  mas  conocimiento  que  el  que  da- 
ba la  carta  que  el  Exmo.  señor  virey  daba  á  la  Real  Au- 
diencia por  su  carta  del  mes  de  marzo,  de  que  yo  había 
visto  una  copia,  que  he  mandado  bien  confrontada,  sin 
agregarle  ningún  hecho  particular,  porque  nada  sabia. 
Persuadios  bien,  señor  don  José,  que  el  obispo  nada  re- 
fiere al  rey,  su  señor,  que  deje  de  ser  muy  cierto,  y  que  la 
haya,  por  decirlo  así,  palpado,  porque  una  larga  esperien- 
cia  ha  debido  enseñarle  que  bajo  la  mas  bella  apariencia 
de  verdad  se  ocultan  á  menudo  muchas  mentiras  y  false- 
dades, principalmente  en  el  Paraguay,  en  donde  ni  las 
mismas  actas  judiciarias  están  exentas  de  este  defecto,  y 
en  caso  necesario,  el  obispo  dará  de  ello  pruebas  jurídi- 
cas. Ojalá,  señor,  no  hubieseis  jamás  escrito  nada  sobre 
falsas  relaciones,  no  habríais  atacado  el  honor  de  esos 
hombres  apostólicos,  los  cuales  con  tanto  celo,  y  tan 
grandes  trabajos,  fundaron  en  sus  Reducciones  tan  nu- 
merosa cristiandad,  que  he  visto  con  mis  propios  ojos  vi- 
sitándolas todas  y  poblándolas  de  fieles  subditos  del  rey, 
nuestro  señor,  al  que  en  toda  ocasión  prestan  la  mas 
exacta  obediencia,  asi  como  á  sus  ministros,  puesto  que 
al  primer  signo  de  un  gobernador  de  Buenos  Aires,  se  les 
ve  venir  en  número  de  mil  doscientos  á  trabajar  á  sus 
espensasen  las  fortificaciones  y  en  la  edificación  de  la 
nueva  ciudad  de  Montevideo.  Y  seria  muy  estraño  que 
mientras  los  de  las  Reducciones  del  gobierno  de  Buenos 
Aires  son  vasallos  tan  fieles  y  tan  útiles,  los  que  depen- 
den del  Paraguay  sean  de  un  carácter  muy  opuesto.  El 
obispo  bien  podria  esplicar  *el  enigma,  pero  ésta  no  es  la 
oportunidad. 

V.  S,  me  dice  también,  con  respecto  á  la  espulsion  de 
los  padres  y  de  la  guerra  del  Tebicuarí,  que  por  lo  me- 
nos ante  Dios  tengo  mas  parte;    respeto    los  impenetra- 


'.^     V 


GOBERNANTES  133 

bles  juicios  de  Dios,  que  permite  se  hable  con  tanta  se- 
guridad. Agregáis  que  os  hallabais  sin  fuerza  para  resis- 
tir en  una  Provincia  inquieta  y  en  sublevación,  y  amena- 
zada por  sas  habitantes,  que  temian  volver  á  ver  lo  que 
hablan  esperi mentado  sus  padres,  y  lo  que  era  aun  ob- 
jeto desús  lágrimas  desde  el  tiempo  de  mi  glorioso  pre- 
decesor el  señor  Cárdenas;  es  decir,  hallarse  reducidos  á 
defender  su  vida,  la  de  sus  hijos  y  el  honor  de  sus  muge- 
res,  puesto  que  se  habla  publicado  un  bando  autorizando 
á  los  indios  tapes  á  llevárselas;  que  vos  habiais  tentado  la 
via  de  los  superiores  de  los  regulares  para  acelerar  mi 
llegada,  que  podría  apaciguar  esa  borrasca  escitada  con- 
tra mis  ovejas,  pero  que  habiais  tenido  la  desgracia  de  no 
poder  conseguir  esa  gracia  de  mi  piedad;  que  para  mayor 
abundamiento  de  desgracia,  habiendo  hecho  todo  lo  que 
de  vos  dependía  para  prevenir  las  consecuencias  de  esas 
peilurbaciones  y  de  ese  modo  asegurar  vuestra  concien- 
cia ante  Dios,  aunque  ante  los  hombres  hayáis  parecido 
culpable,  he  solicitado  en  vuestra  ausencia  que  los  regido- 
res echasen  sobre  vos  toda  la  culpa;  que  sin  embargo  ha- 
biéndome elegido  el  Señor  para  ser  obispo  de  esta  Pro- 
vincia, me  constituyó,  como  dice^en  el  capítulo  5  de  San 
Mateo,  la  luz  del  mundo,  que  no  es  posible  permita  yo 
que  las  tinieblas  de  una  pasión  ofusquen  la  verdad  de  la 
inocencia,  sobre  hechos  en  los  cuales,  ni  vos,  ni  esta  mi- 
serable Provincia  cometiera  otra  falta  que  la  de  defender 
nuestra  vida,  como  es  permitido  á  todos. 

Yo  podría  responder  á  este  articulo  de  vuestra  carta 
suplicándoos  contestaseis  vos  mismo  á  estas  cuatro  pre- 
guntas: 

"¿Quién  os  obligó,  cuando  el  teniente*  de  rey  don  Bal- 
tasar Garcia  Ros  escribió  desde  Corrientes  para  notificar* 
los  despachos  del  Exmo.  señor  virey  de  estos  reinos, 
que  lo  constituían  gobernador  de  esta  Provincia,  convo- 
case una  asamblea  general  en  la  del  ayuntamiento  para 
deliberar  si  se  le  debia  recibir  ó  no;  insistiendo  vos  mis- 


•  134  DEL  PARAGUAY 

rao  cerca  de  mi  provisor,  que  asistia  en  calidad  de  juez 
eclesiástico,  para  obligarle  á  conformarse  á  vuestra . 
opinión  á  nombre  de  todo  el  clero,  y  con  su  denegación 
decir  en  presencia  de  varias  personas,  que- cualquiera  que 
opinase  por  la  obediencia,  la  pagaria?  ¿Quién  os  forzó  á 
impedir  á  ese  mismo  Baltasar  entrase  en  la  ciudad  para 
presentar  los  despachos  de  su  escelencia,  el  cual  solo, 
como  os  lo  sostuve  en  una  conversación  bastante  acalo- 
rada, tiene  el  derecho  de  cambiar  los  gobernadores, 
cuando  lo  juzgase  á  propósito?  ¿Quién  os  incitó  á  no 
.  querer  que  los  nuevos  despachos  del  mismo  don  Balta- 
sar, fuesen  recibidos  cuado  volvió  la  segunda  vez?  ¿Quién 
desterró  á  los  que  hablan  opinado  que  se  le  recibiese  des- 
de la  primera  vez?  lo  que  impidió  el  conocer  si  la  mayoría 
era  de  opinión  que  se  prestase  á  S.  E.  la  obediencia  que 
se  le  debía.  ¿Quién  decidió  que  las  órdenes ';de  la  Real 
Audiencia  debian  prevalecer  sobre  las  del  Exmo.  señor  vi- 
rey,  pues  los  autos  de  la  primera  dan  principio  con  estas 
palabras:  Don  Felipe^  por  la  gracia  áeDioSj  etc,  y  los  del 
virey  por  estas:  Francisco  Diego  del  Marqués?  ¿Quién 
enseñó  á  esta  ignorante  Provincia  que  se  podía  suspender 
la  ejecución  de  las  órdenes  del  mismo  rey,'  nuestro  se- 
ñor, y  que  apesar  de  la  distancia  se  podía  hacera  su^Ma- 
gestad  hasta  tres  advertencias,  antes  de  someterse  á  ellas, 
sin  hacerse  reo  de  desobediencia?  ¿Quién  declaró  que  los 
despachos  de  S.  E.  debian  tener  la  aprobación  de  la  I^^eal 
Audiencia?  Sobre  este  punto  V.  S.  puede  recordar  lo 
que  le  dijo  el  obispo.  Paso  en  silencio  muchas  espresio- 
nes de  V.  S.,  porque  no  conviene  á  mi  dignidad,  y  mi  mi- 
nisterio no  es  profesar  el  Derecho,  ni  esplícar  las  leyes. 
Ahora  voy  á  contestar  á  los  reproches  que  me  ha- 
'ceis. 

El  primero  es  que  con  respecto  al  destierro  de  los  pa- 
dres de  la  Compañia  y  de  la  matanza  de  sus  indios,  soy 
ante  Dios  mas  culpable  que  vos.  Bien]  quisiera^  hallarme 
al  alcance  de  abocarme  con  V.  S.,  para  que,  por  un  efecto 


GOBERNANTES  135 

de  su  gran  celo,  pudiese  instruirme  de  lo  que  yo  ignoro, 
y,  que  si  yo  me  hallara  culpable,  pudiese  yo  con  verdadero 
arrepentimiento  llorar  y  repasar  por  una  penitencia  pro- 
porcionada, crímenes  tan  enormes  cometidos  contra  el 
servicio  de  Dios  y  el  de  su  Magestad:  pero  en  cuanto  á 
loque  insinuáis  que  yo  me  he  negado  á  contribuir  ai  ali- 
vio de  mis  ovejas,  como  me  lo  habíais  hecho  solicitar  por 
medio  de  los  superiores  de  los  regulares,  ya  he  contestado 
de  un  modo  satisfactorio  en  mi  Respuesta  4  la  carta  que 
me  habia  escrito  el  Rmo.  padre  prior  de  mi  padre  Santo 
Domingo,  asegurándome  habérosla  comunicado.  Dos 
copias  jurídicas  de  esa  respuesta  acompañaron  á  la  infor- 
mación, que  dirigió  á  la  Real  uAdiencia,  la  cual  ordenó 
que  se  insertase  en  el  auto  que  espidió  y  mandó  á  esta  Pro- 
vincia. Diciéndome  el  susodicho  padre  prior  en  su  carta, 
que  V.  S.  y  toda  la  Provincia  estaban  resueltos  á  no 
retractar  la  deliberación  tomada  de  no  recibirá  ningún 
gobernador  sino  por  conducto  de  la  Real  Audiencia  de 
Charcas,  quien  asi  lo  habia  ordenado  por  su  Real  Provi- 
sión, so  pena  de  diez  mil  escudos  de  multa;  habiendo  te- 
nido ademas  avisos  ciertos  que,  apesar  de  las  diligencias 
que  el  deber  de  mi  cargo  me  habia  obligado  á  hacer  cerca 
del  Exmo.  señor  don  Bruno  de  Zavala,  y  del  teniente  de 
rey  don  Baltasar,  estaba  éste  resuelto  á  ejecutar  las  órde- 
nes de  S.  E.  el  señor  virey,  diciendo  que  un  subalterno 
no  era  dueño  de  dispensarse  de  obedecerá  su  superior 
que  representa  inmediatamente  la  persona  del  soberano,  y 
todo  lo  demás  que  yo  espresaba  en  mi  carta,  de  la  que 
os  envió  copia,  aunque  V.  S.  haya  podido  ver  el  original 
en  el  paquete  que  el  obispo  mandaba  á  su  provisor,  el 
cual  fué  abierto  en  presencia  de  mi  capítulo,  de  los  supe- 
riores regulares,  de  un  oficial  real  y  del  escribano,  que  lo 
llevaron  á  la  junta,  cuando  por  orden  del  Exmo.  señor 
don  Bruno,  se  hizo  el  inventario  de  los  bienes  de  V.  S.; 
pues  este  paquete  se  encontró  en  vuestra  secretaría:  se 
leyeron  todas  las  cartas  que  contenía,  teniendo  en  la  mano 


136  DEL  PARAGUAY 

el  original  del  Rnao.  padre  prior,  y  el  escribano  la  copia, 
que  estaba  insertada  en  el  auto  de  la  Real  audiencia. .  Fué 
un  grande  efecto  de  la  divina  Providencia  en  mi  favor,  para 
hacer  caer  los  rumores  que  empezaban  á  correr,  que  yo 
habia  impuesto  á  la  Real  Audiencia  suponiendo  una  carta 
que  este  religioso  me  habia  escrito,  y  para  satisfacción  de 
los  superiores  regulares  que  con  razón  se  quejaban  no 
haberse  juzgado  dignos  de  que  se  les  diese  una  contes- 
tación, sin  hablar  de  las  fuertes  razones,  espresadas  en  la 
carta,  que  justifican  al  obispo  de  no  haber  venido  adonde 
habian  amenazas  de  guerra. 

Yo  quisiera  saber  como  habría  apaciguado  todo  la  pre- 
sencia del  obispo,  cuando  V.  S.  y  todo  el  cuerpo  municipal 
estaban  determinados  á  no  obedecer  las  órdenes  de  S.  E.; 
odo  lo^que  me  figuro  que  habría  sucedido  es  que  estando 
aniquilada  la  dignidad  del  Trono,  despreciada  la  suprema 
orden  á  retirarse  don  Baltasar  Garcia  Ros,  V.  S.  quedaría 
triunfante  en  su  gobierno,  y  el  obispo  que  con  tantos  títulos 
debe  hallarse  animado  del  mayor  celo  parala  mas  puntual 
deferencia  á  las  órdenes  del  rey,  habría  pasado  por  el 
cómplice  ó  el  fautor,  diré,  de  la  traición  ó  de  la  desobe- 
diencia.? 

Señor  don  José,  el  obispo  ha  reflexionado  bien  en  todo 
eso,  y  aunque  se  halle  muy  distante  de  la  perfección  de  su 
estado,  derramó  muchas  lágrimas  en  la  amargura  de  su 
corazón  en  presencia  del  Señor,  suplicándole  con  humildad 
la  ilustre  sobre  el  partido  que  habia  de  seguir.  Dio  cuenta 
del  que  habia  elegido  al  supremo  Consejo  y  á  los  tribu- 
nales, mandándoles  todas  las  cartas.  Si  se  le  juzga  culpa- 
ble de  lo  que  V.  S.  le  imputa  en  este  articulo,  el  celo  de  S. 
M.  C.  no  lo  dejará  impune  recibiendo  el  castigo  con  la  ma- 
yor sumisión,  suplicando  al  Señor  por  la  intercesión  de 
su  santísima  Madre  le  ayude  con  su  gracia  á  hacer  una 
saludable  penitencia. 

En  el  segundo  punto  de  este  artículo,  V.  S.  me  dice  que 
la  Provincia  recuerda  aun  la  deshonra  y  desgracias  que 


GOBERNANTES  137 

había  esperimentado  en  tiempo  del  señor  Cárdenas  de  feliz 
memoria,  habiéndose  publicado  un  bando  para  entregar  á 
los  indios  tapes  las  mugeres  é  hijas  de  los  habitantes  de  es- 
ta ciudad  y  de  toda  la  Provincia.  En  cuanto  al  primer 
punto,  debo  respetar  en  silencio  con  la  mayor  veneración 
las  decisiones  de  un  senado  tan  prudente  como  el  supremo 
y  Real  Consejo  de  Indias,  cuya  sentencia  pronunciada  en 
un  juicio  contradictoriamente  dado  y  purgado,  y  por 
decirlo  así  esclarecido  como  el  oro  en  crisol,  el  honor  de 
los  que  V.  S.  quiere  representarnos  como  culpaWes.  Si  en 
nuestra  primera  entrevista  y  en  la  larga  conversación  que 
tuvimos  juntos  con  el  cuerpo  municipal,  en  la  que  me  hicis- 
teis tantas  cortesías,  y  en  la  que  aproveché  la  ocasión  de 
hablaros  del  modo  como  se  habia  esprésado  en  la  Plata 
el  señor  fiscal,  don  Pedro  Vázquez,  diciéndoos  que  yo  me 
haria  honor  de  la  prudente  conducta  que  habíais  observado 
en  vuestra  comisión  de  juez  informador  y  que  yo  solo  me 
admiraba  que  vos  hubieseis  recordado  las  antiguas  ani- 
mosidades contra  una  santa  Compañia  exenta  de  toda 
sospecha,  se  habrían  tomado  las  cosas  con  mas  modera- 
ción y  menos  calor  (pues  yo  creí  suavizar  los  términos) 
tal  vez  mi  celo  y  la  rectitud  de  mis  intenciones  habrían  re- 
mediado lo  que  no  era  aun  incurable,  pero  en  que  yo  hallé 
que  había  habido  esceso,  y  los  negocios  habrían  seguido 
mejor  giro.  Pero  como  ellas  están  en  manos  del  Exmo. 
señor  virey,  cuya  integridad  es  conocida,  estoy  seguro,  y 
V.  S.  no  debe  dudar  mas  que  yo,  que  si  S.  E.  os  halla 
tan  inocente  como  lo  insinuáis  en  vuestra  carta,  saldréis 
con  un  aciecentamiento  de  honor  y  crédito,  y  que  vuestros 
sufrimientos  de  que  me  hacéis  una  pintura  tan  viva  y  que 
me  atraviesan  el  corazón,  os  servirán  ante  Dios  de  satis- 
facción y  suplemento  para  lo  que  aun  no  hubieseis  purga- 
do vuestras  antiguas  deudas. 

En  cuanto  al  bando,  que  se  habja  publicado,  decís,  para 
entregar  á  los  indios  tapes  las  mujeres  é  hijos  de  los  espa- 
ñoles de  esta  Provincia,  quisiera  que  reflexionaseis  en  lo 


138  DEL  PARAGUAY 

que  preguntáis  respecto  del  notorio  y  escandaloso  encar- 
celanniento  del  religioso  de  mi  padre  Santo.  Domingo, 
ejecutado,  como  ya  lo  he  dicho  por  don  Ramón  de  las 
Llanas  en  la  habitación  de  Tabapí,  por  orden,  .decía 
él,  del  que  tenia  todo  poder,  este  hecho  consta  por  las  acta» 
jurídicas,  y  que  este  religioso  fué  llevado  preso  hasta  cin- 
co leguas  de  esta  ciudad,  vos  queréis  os  diga  yo  en  qué 
cárcel  se  le  ha  metido;  y  yo  os  pregunto,  ese  bando  de  que 
habláis  ¿por  orden  de  quién  fué  publicado?  ¿Quién  es  su 
autor?  ¿por  quién  fué  oido?  Y  si  me  aseguráis  que  se  tiene 
sobre  eso  declaraciones  de  testigos,  diré  con  tanta  segu- 
ridad que  esos  testigos  no  son  de  recibirse,  que  los  que 
declaraban  haber  visto  en  un  cuarto  de  la  Reducción  de  San- 
ta  Maria  el  arreo  del  caballo  del  ginete  que  me  habia  traido 
un  envoltorio  de  cartas  de  losjesuitas  y  diciendo  que  los 
indios  tapes  habian  asesinado,  agregando  que  su  cuerpo, 
aunque  desfigurado,  habia  sido  reconocido.  Para  dar  cur- 
so á  esta  fábula,  algunos  españoles  hicieron  comparecer 
ante  mí  á  mi  llegada  ala  ciudad,  su  pretendida  viuda, 
quien  llena  de  llanto  y  en  traje  de  luto  venia  á  rogarme 
obligase  á  los  padres  de  la  Compañia  á  indemnizarme  de 
la  pérdida  de  su  esposo,  puesto  que  ellos  eran  los  auto- 
res de  su  muerte;  pero  al  cabo  de  un  mes  el  ginete  llegó  á 
esta  ciudad  con  el  religioso  que  me  servia  de  compañero 
y  con  mi  equipage,  muy  bien  vestido  y  en  muy  buen  es- 
tado, gracias  á  la  caridad  de  los  padres  que  lo  habian  re- 
sucitado. Os  diré  que  sucede  con  este  bando  como  de 
lo  que  se  habia  publicado  que  el  padre  Francisco  de  Ro- 
bles, que  mandaba  una  tropa  de  indios  tapes  á  los  que  se 
habian  agregado  unos  charcas,  infieles,  estaba  en  el  Te- 
bicuarí,  frente  á  Carazapá,  pronto  á  lanzarse  sobre  la 
Provincia:  eso  sedecia  con  el  objeto  de  causar  un  levan- 
tamiento; y  si  el  obispo  no  lo  hubiera  remediado  con 
prontitud,  mandando  al parageá  personas  seguras,  que 
afirmaron  que  no  habría  el  menor  movimiento  sobre  la 
frontera  y  que  el  padre  Robles  se  veia  reducido  á  no  po- 


GOBERNANTES  139 

der  moverse  de  su  celda  á  la  iglesia  para  decir  la  misa , 
se  habría  creído  como  artículo  de  fé  lo  que  acababa  de  cir- 
cular en  la  ciudad,  se  habría  apoyado  en  documentos  jus- 
tificativos y  declaraciones  de  testigos,  que  hubiesen  dicho 
que  habiendo  los  padVes  hecho  ya  declarar  la  guerra  á 
esta  Provincia,  volvían  á  la  cabeza  de  un  ejército  para  sub- 
yugarla. Lo  mismo  sucede  con  las  cartas  que  el  cura  de 
Itaaporte,  que  se  decía  venír'de  Cosqueta,  cerca  de  Santa 
Fé,  aunque  ellas  hubiesen  sido  fabricadas  en  Itá  mismo, 
en  donde  se  aseguraba  que  el  Exmo.  señor  don  Bruno 
venia  á  esta  ciudad  bien  resuelto  á  hacer  cortar  la  cabeza 
al  pobre  maestre  de  campo  Sebastian  de  Montiel  y  de  los 
que  decían  que  Matallanas  había  partido  de  Córdoba  para 
Santa  Fé,  con  nuevos  despachos  del  Exmo.  señor  virey, 
muy  favorables  á  V.  S.,  y  que  ordenaban  al  señor  don 
Bruno  de  volver  sobre  sus  pasos,  lo  que  él  habría  hecho. 
El  alcalde  y  el  general  don  Ramón  de  las  Llanas  aun 
llevó  la  audacia  hasta  el  punto  de  recibir  la  declaración 
jurídica  del  correo  que  el  señor  don  Bruno  había  man- 
dado de  Corrientes,  para  hacerle  decir  sí  sabia  que  el  se- 
ñor virey  hubiese  revocado  sus  primeros  despachos  espi- 
diendo otros  en  favor  de  esta  Provincia;  á  lo  que  el  cor- 
reo contestó  que  solo  había  oído  hablar  dé  eso  en  las 
cercanías  de  esta  ciudad:  yo  podría  citar  muchos  otros 
hechos  de  esta  naturaleza,  de  que  aun  conservo  el  cora- 
zón penetrado  de  dolor.  Sí  V.  S.  quería  decir,  lo  qué  hace 
en  su  conciencia  ser  cierto,  que  todo  eso  corría  en  esta 
ciudad  para  agriar  los  espíritus  contra  los  padres  de  este 
colegio,  y  para  comprometer  á  todos  los  habitantes  á  to- 
mar las  armas  para  la  justa  defensa  de  la  Provincia,  de 
su  propia  vida  y  de  su  honor;  que  hasta  hicisteis  vos 
publicar  un  bando,  para  obligarlos  so  pena  de  la  vida  y 
de  ser  declarados  traidores  al  rey,  y  las  exhortaciones  pa- 
téticas que  V.  S.  les  hizo  en  cierto  lugar  que  vos  sabéis 
bien,  no  hay  nadie  que  no  haya  sido  testigo  de  todo  eso 
y  pido  todos  los  días  al  Señor  en  el  santo  sacrificio  de  la 


140  DEL  PARAGUAY 

misa  no  permita  que  se  produzcan  las  pruebasí  que  vos 
habríais  podido  evitar  todos  esos  pesares  recibiendo  á  don 
Baltasar  y  entregándole  el  gobierno  como  os  lo  ordenaba 
el  Exmo.  señor  virey,  en  vez  de  declarar  traidores  á  la  pa- 
tria á  los  que  querian  obedecer  órdenes  tan  superiores, 
declaración  en  virtud  de  la  cual  don  Ramón  hizo  morir  al 
maestre  de  campo  de  Villa  Rica,  Teodosio  de  Villalba, 
llevando  la  crueldad  hasta  tenerlo  una  noche  entera  atado 
á  un  árbol,  negándole  un  confesor,  que  pedia,  y  en  hacerle 
arcabucear  diciéndole  se  confesase  á  Dios;  seria  entonces 
que  V.  S.  podría  decir  que  apaciguó  todo;  y  no  se  habria 
vistoá  tantos  pobres  indips  muertos  al  querer  pasar  el 
Tebicuarí  á  nado  para  salvar  la  vida,  ni  lo  que  horroriza, 
á  españoles  lavar  su  ropa  sobre  los  cuerpos  muertos  de 
esos  desgraciados.  Señor  don  José,  esas  no  son  fábulas 
inventadas  por  la  pasión,  son  hechos  reales,  que  la  piedad 
no  cesa  de  llorar;  asi  como  haber  visto  arrastrar  desde 
Villa  Rica,  y  aun  desde  Curupaití,  que  es  todavía  mas  le- 
jos, hasta  una  guarnición,  tanto  de  -mugerés  pobres, 
cuyos  maridos  tenian  algunas  consigo,  y  tanto  de  niñi- 
tos  inocentes,  por  haber  querido  pasar  al  cuartel  de  don 
Baltasar  en  ejecución  de  las  órdenes  del  superior  gobier- 
no. Todos  habrían  perecido  aUí  de  miseria,  si  el  dia  de  la 
fiesta  del  rey,  nuestro  señor,  no  hubiera  ido  el  obispo  con 
todo  su  clero  al  alojamiento  de  V.  S.  para  rogarle  les  per- 
mitiese regresar  á  sus  casas,  en  donde  se  hallaron  redu- 
cidos ala  mas  estrema  pobreza,  porque  habian  hecho  eje- 
cutar sobre  ellos  la  pena  de  la  multa  de  diez  mil  escudos, 
en  virtud  del  auto  de  la  Real  Audiencia,  de  que  pronto  me 
veré  obligado  á  hablaros. 

Perdonadme  este  detalle,  señor.  Dios  me  es  testigo  que 
solo  os  lo  traigo  á  la  memoria,  porque  cuento  mucho  so- 
bre vuesta  religión,  y  de  ningún  modo  por  haceros  mal. 
Pero  para  obedecer  el  precepto  del  apóstol,  debo  vengar 
el  honor  de  mi  dignidad,  refiriendo  hechos,  cuya  verdad 
es  notoria.    Después  de   haberme  advertido   V.  S.  que 


GOBERNANTES  141 

debo  ser  la  luz  del  mundo,  me  reprocha  haber  solicitado 
que  los  regidores  os  echasen  á  vos  la  culpa  de  todo. 
Habríais  debido  decirme  sobre  qué,  pero  yo  os  lo  diré. 
Hablando  la  Real  Audiencia  en  su  auto  de  ciertos  hechos, 
que  le  parecen  inauditos  é  increíbles,  mirándolos  como 
escesos  enormes,  aunque  sean  los  mismos  que  creéis 
perfectamente  justificados,  declara  no  haber  prohibido 
sopeña  de  diez  mil  escudos  de  multa,  como  el  padre  prior 
me.lo  habia  insinuado  en  su  carta,  de  no  cambiar  nada  en 
el  gobierno  actual  de  esta  provincia  sin  su  participación; 
^u  Alteza  protesta  no  haber  ordenado,  ni  podido  ordenar 
semejante  cosa,  y  que  se  ha  comprendido  mal  su  pensa- 
mieVito;  sobre  lo  cual  he  creído  que  era  deber  de  mi  car- 
go obligar  á  los  regidores  purgarse  de  los  excesos,  que 
esta  mala  interpretación  había  hecho  cometer,  y  lo  hicie- 
ron diciendo  que  un  ministro  de  la  Real  Audiencia  les 
habia  dicho  que  ese  era  el  sentido  de  la  Real  Provisión  de 
su  Alteza,  que  él  mismo  habia  obrado  como  gobierno 
sobre  este  principio,  para  confiscar  los  bienes  de  un  gran 
número  de  personas,  espulsar  los  padres  de  la  Compañía 
de  su  colegio,  que  siendo  su  gobernador,  ministro  de  lá 
Real  Audiencia  y  muy  hábil  jurisconsulto,  les  había  per- 
suadido que  estos  religiosos  habían  caído  en  uno  de  los 
casos  por  los  que  su  Magestad  (que  Dios  guarde)  habia 
ordenado  que  espulsasen  á  los  religiosos.  Les  exhortó 
entonces  á  no  obstinarse  en  hacer  las  representaciones  á 
su  Alteza  ordenando  que  los  padres  fuesen  restablecidos  á 
su  colegio  y  diciéndoles  que  como  subditos  fieles  debían 
obedecer  sin  réplicas  semejantes  mandatos,  y  que  si  tenían 
algo  que  observar,  no  debían  hacerlo  sino  después  de  ha- 
ber obedecido.  Les  agregué  que  habían  incurrido  en  la 
.  escomunion  lanzada  por  la  Bula  In  Ccena  Dominio  decla- 
rando su  Alteza  que  en  los  mismos  casos  mas  urgentes, 
el  gobierno  y  los  oficiales  del  Cuerpo  Municipal  no  tenían 
el  poder  de  espulsar  religiosos  sin  orden  espresa  de  la 
Real  Audiencia,  que  no  habia  pues  duda  alguna  de  que  les 


142  DEL   PARAGUAY 

alcanzase  las  censuras;  que  para  no  turbar  la  paz  y  ia 
tranquilidad,  que  tanto  me  había  costado  restablecer,  no 
los  denunciaría  como  escomulgados,  pero  no  por  eso  esta- 
ban menos  sometidos  á  las  penas  que  impone  dicha  bula. 
En  qué,  pues,  señor  don  José,  os  ha'ofendido  el  obispo  en 
vuestro  honor  por  haber  instado  á  las  ovejas  declarasen  la 
verdad  y  se  purgasen  de  sus  faltas,  si  las  tenían?  ¿No  he 
satisfecho  la  obligación  en  que  estoy  de  ser  la  luz  del 
mundo,  queriendo  ilustrar  á  ignorantes,  cuando  ni  quie- 
ran abrir  los  ojos  ala  luz?  Si  le  parece  á  V.  S.  que  la 
verdadera  intención  de  su  Alteza  había  sido  no  se  hicie- 
se ningún  cambio  en  el  gobierno  de  la  provincia  so  pena 
de  diez  mil  escudos  de  multa,  no  obstante  loque  decla- 
rara en  contra;  si  insistís  en  creer  que  la  gloriosa  acción 
de  vuestra  vida,  y  la  mas  ventajosa  al  servicio  de  Dios  y 
al  del  rey  nuestro  señ..r  (que  Dios  guarde)  es  haberecha- 
do  á  los  padres  de  su  colegio;  y  en  efecto,  se  sabe  que 
habéis  declarado  ante  testigos  que  la  divina  Providencia 
os  había  destinado  para  ser  el  destructor  de  esta  Com- 
pañía; ¿por  qué  os  quejáis,  si  es  una  verdad  que  el  obispo 
ds  haya  atribuido  la  gloria  de  ello? 

V.  S.  quiere  que  yo  traiga  á  la  memoria  todo  lo  que 
aconteció  de  lamentable  á  esta  Provincia,  y  sobre  todo 
las  cinco  espulsiones  de  tres  obispos  mis  predecesores, 
y  que  reconoceré  que  nada  habéis  hecho  que  no  fuese 
apropósito:  agrega  habiéndose  negado  por  la  ley  supre- 
ma, que  es  la  utilidad  pública:  Utilitas  publica  suprema 
Lex  est;  y  habiendo  sobre  este  principio  dirigido  toda  su 
conducta,  no  parece  se  pueda  razonablemente  imputarle 
delitos,  de  que  no  es  culpable.  Permitidme,  señor,  don 
José  de  Antequera,  gobernador  del  Paraguay,  para  justi- 
ficar cerca  del  obispo  su  conducta  y  la  de  la  provincia, 
respecto  del  destierro  de  los  padres  de  la  Compañía,  y 
sobre  tantos  otros  escesos,  alegue  cinco  espulsiones  de 
tres  obispos  mis  predecesores,  y  que  el  limo,  y  Rmo.  Se- 
ñor don  Pedro  Fajardo,  dignísimo  obispo  de  Buenos  Ai- 


GOBERNANTES  143 

res,  syaimado  de  un  santo  ceb,  habiéndoos  hecho  adver- 
tencia sobre  eso  con  toda  la  mayor  prudencia,  como  tam- 
bién al  cuerpo  Municipal,  á  fin  de  escitaros  á  moderar 
vuestras  empresas  escesivas  contra  los  eclesiásticos,  ha- 
yáis respondido  con  la  acritud  que  hacéis  aparecer  en  la 
larga  carta  que  le  escribisteis?  Dios  sea  alabado  para 
siempre,  señor  don  José,  á  los  jueces  supremos,  que 
debian  pronunciar  sobre  este  negocio  es  á  quienes  debíais 
dirigir  vuestras  reprsentaciones;  ellas  les  habrían  dado  una 
gra'n  idea  de  la  religión  de  la  Provincia,  y  de  la  profunda 
veneración  que  ella  tiene  para  sus  obispos  y  pastores.  Pe- 
ro en  fin  ¿de  qué  crímenes  he  acusado  yo  á V.  S.  en  mi  in- 
formación? ¿he  pasado  los  límites  de  una  simple  esposicion 
de  los  hechos  que  aniquilaban  la  inmunidad  de  mi  iglesia? 
pero  para  no  verme  reducido,  cuando  comparezca  ante  el 
justo  tribunal  de  Dios,  á  decir  en  la  amargura  de  mi  cora- 
zón: Desgraciado  de  mi,  porque  he  guardado  silencio. 
¿Creéis  pues,  señor,  que  si  yo  me  hubierahallado  presente, 
habria  permitido  que  se  hubiese  hecho  una  información 
sumaria  contra  un  cura;  que  se  hubiese  tomado  preso  aun 
religioso  sacerdote,  dándole  de  golpes  con  violencia  y  se 
hubiese  desterrado  á  los  padres  déla  Compañia,  aunque 
os  parezca  que  estas  empresas  han  sido  arregladas  sobre 
la  ley  suprema  contenida  en  las  doce  Tablas,  y  conforme 
álasórder.anzasdel  superior  tribunal  de  justicia?  ¿Po- 
déis, digo,  persuadiros,  que  yo  hubiese  sufrido  todo  eso, 
sin  sacar  el  cuchillo  que  Dios  ha  puesto  en  mi  mano?  Se- 
guramente no,  aunque  debiera  yo  ser  el  cuarto  obispo 
echado  de  su  iglesia.  Estarian  muy  equivocados.  Dios 
ni  el  rey,  mi  soberano  señor,  no  me  elevaron  ala  dignidad 
episcopal  para  pisotear  los  sagrados  cánones  y  la  Bula 
In  C(£na  Domini;  como  se  hace  en  las  ocasiones  de  que 
hablo.  Tan  ignorante  como  soy,  creo  que  eso  es  así.  Lo 
repito,  los  que  me  han  de  juzgar,  examinarán  estas  razones 
que  vos  creéis  tan  fuertes,  cuando  las  produzcáis  ante  su 
tribunal  con  la  ventaja   que  da  vuestra  erudición,  y  aten- 


144  DEL  PARAGUAY 

derán  á  las  advertencias  que  mi  poca  capacidad  me  ingie- 
ra. Admiro  lo  que  agregáis  al  terminar  este  artículo,  que 
habiais  querido  emplear  mi  mediación  por  medio  del 
Cuerpo  Municipal.  V.  S.  debia  decirque  me  hizo  exhortar 
por  estos  oficiales,  como  consejero  del  rey,  á  insinuar  al 
Exmo.  señor  don  Bruno  de  Zavala  entrase  sin  armas  en 
la  Provincia,  no  permitiéndole  su  comisión  que  viniese 
con  un  ejército,  según  lo  que  el  procurador  de  la  ciudad 
Miguel  de  Garay  hizo  presente  al  Cuerpo  Municipal;  que 
yo  me  negué  á  hacerlo  y  que  fué  lo  que  determinó  á  ^ 
V.  $.  á  «alir  de  la  Provincia,  por  mas  que  yo  os  instase 
para  que  permanecieseis,  por  que  temíais  que  se  os  hiciera 
reponsable  de  las  perturbaMones  de  que  ella  estaba 
amenazada,  como  también  la  detención  del  Exmo.  señor 
don  Bruno  en  la  Reducción  de  San  Ignacio,  puesto  que 
la  malignidad  de  vuestros  enemigos  no  dej6  de  haceros  de 
eso  un  crimen  á  pesar  de  vuestro  retiro. 

He  contestado,  señor,  á  todos  los  artículos  de  vuestra 
carta;  y  el  Señor,  en  cuya  presencia  estoy,  sabe  cuanto 
siento  que  nos  hallemos  tan  alejados  uno  de  otro,  y  que 
yo  me  vea  reducido  á  insinuaros  por  escrito  una  parte 
de  las  cosas,  de  que  podria  convenceros,  si  nos  viéramos 
frente  á  frente.  Os  pregunto  aun,  señor  don  José,  des- 
pués que  se  hubo  obedecido  las  ordenes  del  Exmo.  señor 
virey,  cuando  fuisteis  ácasa  de  don  José  de  Urranaga,  en 
donde  se  hallaba  reunido  el  Cuerpo  Municipal,  esperando 
el  resultado  de  la  larga  conferencia  que  habíamos  tenido 
juntos,  en  la  que  hubo  contestaciones  que  no  podéis  ha- 
ber olvidado,  en  que  os  hice  ver  claramente  el  poder  ab- 
soluto de  S.  E.  y  muchas  otras  cosas,  que  la  modestia 
no  me  permite  recordar  aquí,  V.  S.  dijo  á  toda  la  asam- 
blea que  el  obispo  nada  aconsejaba,  que  no  fuese  apro- 
pósito  para  el  servicio  de  Dios,  para  el  del  rey  y  para  la 
tranquilidad  de  la  Provincia;  que  á  consecuencia  de  eso 
se  resolvió  inmediatamente  que  se  obedecerla  á  S.  E.,  y 
queescril3iria  al  Exmo.  señor  don  Bruno,  que  podia  venir 


DEL  PABAOUAT  145 

y  asegurarse  que  se  le  prestaría  la  obediencia  que  le  era 
debida;  eso  se  ejecutó  suplicando  al  mismo  obispo  de  dar 
testimonio  de  la  paz  que  habia  reinado  en  la  Provincia 
desde  que  él  entrara,  y  que  en  las  representaciones  que 
se  le  habían  hecho  de  boca,  no  se  habia  tenido  la  intención 
de  desobedecer  las  órdenes  supremas  del  Exmo.  señor 
virey,  á  quien  sólo  pertenece  disponer  de  los  gobiernos, 
cuando  se  recurriera  á  él  para  ello;  el  obispo  no  puso  difi- 
cultad alguna  porque  sabia  que  de  eso  dependia  la  tran- 
quilidad de  toda  la  Provincia;  pero  entonces  ¿quién  pidió 
que  se  convocase  una  asamblea  pública  para  ver  si  toda 
la  Provincia  consentía,  puesto  que  ella  estaba  interesada 
en  ello  toda  entera?  hallándose  eso  ser  impracticable 
¿quién  dijo  en  presencia  del  Cuerpo  Municipal  que  era 
por  lo  menos  necesario  llamar  á  los  comandantes  de  las 
tropas  para  tener  su  consentimiento?  habiendo  sido  eso 
desechado  ¿quién  dijo  en  la  misma  asamblea,  que  en  los 
despachos  dados  á  don  Bruno,  se  observaban  las  mismas 
nulidades  que  en  las  de  don  Baltasar  García  Ros,  y  que 
el  obispo,  celoso  partidario  de  los  padres  de  la  Compafíia 
los  habia  engañado  á  todos?  ¿quién  contestó  en  el  pú- 
blico que  el  Exmo.  señor  don  Bruno  daba  á  su  comisión 
una  estension  que  no  tenia,  queriendo  entrar  en  la  Pro- 
vincia con  tropas?  lo  que  obligó  al  obispo  de  hacer  pú- 
blica una  copia  que  él  tenia  de  los  despachos  del  Exmo. 
señor  virey,  declarando  en  aha  voz  á  la  puerta  de  su 
catedral,  en  presencia  de  todo  su  capítulo,  que  si  se  dis- 
ponía á  no  cambiar  nada  de  lo  que  se  habia  resuelto,  en- 
caso que  el  señor  don  Bruno  quisiera  entrar  en  la  Pro- 
vincia por  la  fuerza  interpondría  el  nombre  del  rey  su  se 
ñor,  y  ordenó  al  canónigo  don  Alfonso  Delgadillo,  que 
se  halló  presente,  dejevantar  la  bandera,  escomulgando 
el  obispo  á  todos  los  que  no  la  siguieran,  como  violadores 
de  su  juramento  de  fidelidad  ¿quién  nombró  comandante 
de  las  tropas  al  primer  alcalde  don  Ramón  de  las  Llanas 
haciéndole  tomar  un  trage  militar  y  un  bastón  de  mando, 

11 


146  GOBERNANTES 

con  orden  de  visitar  los  fuertes,  Pueblitos  y  guarniciones, 
y  prohibir  á  todos  ios  que  encontrara  negociar  la  yerba 
del  Paraguay;  y  eso  en  el  tiempo  que  se  esperaba  la  úl- 
tima resolución  del  Exmo.  señor  don  Bruno  sobre  lo  que 
se  le  habia  representado  para  obligarle  á  no  pasar  Cor- 
rientes, en  donde  él  se  hallaba  con  sus  armas  y  sus  bar- 
cas? ¿qué  enemigo  amenazaba,  para  hacer  tanto  prepa- 
rativo de  guerra?  V.  S.  lo  sabe  mejor  que  el  obispo,  que 
solo  lo  sabe  para  sepultarlo  en  un  profundo  silencio, 
aunque  nadie  lo  ignora. 

La  respuesta    del  Exmo.    señor   don    Bruno  fué  que 
vendría  con  tan  poca  gente  que  la  malignidad  mas  suspi- 
caz no  podría  imaginar  nada  que  inspirase  la  menor  des- 
confianza que  hasta  dejaría  sus  barcas  en  Corrientes,  para 
servirse  de  ellas  á  su  regreso  á  su  gobierno  después  que 
hubiera  arreglado  los  negocios  de  la  Provincia.     Este 
proceder  tan  generoso  fué  lo  que  acabó  de  resolverá 
V.  S.  á  retirarse,  y  aunque,  cuando  S.  E.  estuvo  para  lle- 
gar á  esta  ciudad,  hubo  algunos  movimientos  de  instiga- 
ción de  una  persona,  la  que  en  razón  de  su  profesión,  se  le 
debía  menos   esperar,  y  que  era  lo  mas  estrechamente 
ligada  conV.  S.,el  obispo  los   apaciguó,  conteniendo  á 
todos  en  el  deber,  por  una  gran  atención  en  hacer  ver  en 
él  la  mayor  imparcialidad  entre  las  partes  opuestas,  no 
teniendo  en  vista  mas  que  el  servicio  de  Dios  y  el  del  rey 
su  señor,  la  unión  y  la  tranquilidad  de  la  Provincia,  é  im- 
pidiendo á  todoí=;  á  correr  á  su  pérdida  como  hasta  enton- 
ces se  habia  hecho:  la  piedad  del  Exmo.  señor  don  Bru- 
no, y  su  gran  prudencia  cprtaron  todas  las  dificultades, 
olvidándose  todo  lo  pasado:  y  no  comprendo  que  se  haya 
tenido  la  menor  razón  de  sugerir  á  V.  S.  que  se  le  atribu- 
yese haber  hecho  retener  tanto  tiempo  aS.  E.  en  San  Ig- 
nacio, puesto  que  él  solóse  detuvo  por  la  representación 
del  obispo,  el  cuál  se  alegraba  mucho  de  ir  á  cierta  reduc- 
ción para  cumplimentarle  y  asegurarle  la  sumisión  de  la 
Provincia,  lo  que  no  podia  hacer  sino  después   de  haber 


DEL  PARAGUAY  147 

desempeñado  todas  las  funciones  de  su  ministerio  duran- 
te-la semana  santa;  mucho  me  sorprende  que-  no  se  os 
haya  informado  de  la  seria  exhortación  que  hice  el  año 
pasado  de  1726  al  pueblo  el  jueves  santo  después  de  ha- 
ber publicado  la  Bula  In  Coena  Domini;  pues  yo  sé  que 
algunos  se  ofendieron,  y  atribuyeron  á  mi  indignación  y 
á  mi  prevención  para  con  los  padres  de  la  Compañía,  lo 
que  yo  no  hacia  sino  por  el  deber  de  mi  cargo;  pero  es 
ese  el  gracioso  nombre  que  V.  S.  estableció  en  toda  la 
Provincia  para  dar  un  giro  odioso  á  las  acciones  mas  re- 
gulares. Verdad  es  que  mi  corazón  vierte  lágrimas  de 
sangre,  cuando  veo  el  vacio  que  la  partida  de  esos  hom- 
bres apostólicos  dejaron  en  esta  Provincia,  caida  en  tan 
gran  relajación  y.  que  considero  la  abundante  cosecha 
que  su  larga  ausencia  hace  recoger  en  el  infierno,  siendo 
esos  padres  los  únicos  que  en  las  plazas  públicas  y  en  las 
campañas  desplegaban  el  estandarte  de  la  religión  hacien- 
do una  guerra  continua  á  los  vicios.  No  sé,  cuando 
comparezcamos,  vos  y  yo,  ante  el  justo  tribunal  de  Dios,  á 
cuál  délos  dos,  vos  ó  el  obispo,  atribuirá  las  faltas  el  sobe- 
rano juez. 

V.  S.  termina  recordándomela  declaración  de  Cabanas 
y  don  Roque  Parodi;  á  lo  que  agrega  que  vale  mas  guar- 
dar silencio  que  hablar.  Señor  don  José,  el  obispo  no 
olvida  la  ligereza  con  que  escribió  Cabanas, 'que  fué  ya 
juzgado  (ruego  á  Dios  quiera  recibirle  en  su  gloria),  ni  la 
facilidad  con  que  don  Roque  hizo  su  declaración,  ni  laque 
se  ha  tenido  en  esta  Provincia  en  hacer  falsos  juramentos 
en  justicia;  existen  muchas  pruebas  en  el  archivo.  Na- 
da digo  de  lo  que  sucedió  en  la  asamblea  que  celebró 
V.  S.  con  mi  capítulo  en  la  sacristía  en  donde  se  disputó 
con  tanto  calor  sobre  la  autoridad  suprema  delExmo.se- 
ñor  virey,  que  uno  de  mis  canónigos  defendió  con  fuerza, 
refiriendo  las  reales  cédulas  citadas  por  el  señor  Solórza- 
no  contra  alguno  que  no  hallaba  con  el  respeto  y  venera- 
ción que  debia.    Nada  digo  tampoco  del  escándalo  suce- 


148  GOBERNANTES 

didoen  la  iglesia  parroquial  de  nuestra  señora  déla  En- 
carnación, en  donde  se  habia  reunido  un  concurso  de 
todas  las  partes  de  la  Provincia,  y  en  donde  las  mismas 
mugeres  mas  cualificadas  venian  á  besar  con  mucha  re- 
verencia unos  ojos  de  cristal,  que  el  cura,  sentado  en  un 
sillón,  y  V.  S.  al  lado  de  él,,haciais  pasar  por  serlos  ojos 
de  Santa  Lucia:  habiendo  entrado  el  obispo  prohibió  este 
culto  supersticioso,  ordenando  al  cura  que  cerrase  la  igle- 
sia á  las  cinco  de  la  tarde.  Este  hecho  y  varios  otros,  de 
que  nada  digo,  no  merecen  olvidarse.  Por  lo  demás,  no 
os  sorprendáis,  ni  toméis  á  mal  que  yo  os  hable  tan  clara- 
mente, sois  vos  mismo  quien  voluntariamente  me  habéis 
obligado  á  ello;  si  lo  habéis  hecho  por  cualquier  motivo 
que  yo  no  me  imkgino,  concluyo  con  estas  palabras  de 
cierta  gran  luz  de  la  iglesia,  mi  padre  San  Agustin  en  su 
respuesta  al  muy  grande  doctor  San  Gerónimo:  "Si  es  una 
falta  haber  contestado,  lo  es  mayor  haber  provocado." 
Así,  echaos  la  culpa,  si  en  esta  larga  carta  y  tan  desagra- 
dable para  vos,  se  encuentran  cosas  que  no  os  den  placer. 
Ruego  al  señor  en  mis  tibios  sacrificios  conceda  á 
V.  S.  mucha  salud,  luces,  y  gracias,  para  que  por  su  so- 
corro polais  purgar  y  manifestar  vuestra  inocencia, 
asegurándoos  que  nada  tenéis  que  temer  de  parte,  del 
obispo. 

En  la  A  ¿unción  del  Paraguay  á  18  de  Marzo  de  7727. 

Señor  doctor  don  José 
Vuestro  muy  humilde  servidor  y  capellán — 

Fray  José 

Obispo  del  Paraguay 

Que  vuestras  manos  besa» 


1725-1730— XXX.  DON  MARTIN  DE  BARÚA,  maestre 
de  campo,  natural  déla  Villa  de  Bilbao,  en  Vizcaya, ex- 
teniente gobernador  de  Santa  Fé,  entró  en  ejercicio  de 


DEL  FARAGUAT  149 

SU  empleo  el  4  de  mayo  de  1725,  nombrado  interinamente 
por  el  mariscal  de  campo  Zavala,  con  especial  comisión 
del  virey,  marqués  de  Castelfuerte,  para  pacificar  la  pro- 
vincia, que  alteró  mas  con  el  informe  que  pasó  al  rey  de  los 
escesos  y  usurpaciones  de  los  jesuítas. 

Llegado  el  quinquenio,  que  era  el  término  prefijado  de 
los  gobernadores  nombrados  por  el  rey,  y  anunciado  por 
el  virey  el  individuo  que  habia  de  sucederle,  recibió  Ba- 
rúa  la  noticia  con  toda  indiferencia.  En  enero  de  1731, 
hizo  el  papel  de  renunciar  públicamente  el  gobierno,  y  aun- 
que la  Comuna,  que  estaba  en  el  secreto,  le  rogó  reasu- 
miese el  bastón,  se  mantuvo  firme  en  su  resolución,  diri- 
giendo empero  todas  sus  operaciones  por  algún  tiempo. 

En  vista  de  que  se  prolongaba  la  resistencia  en  restituir 
á  los  jesuítas  á  su  colegio,  el  virey  del  Perú,  habia  (3  de 
setiembre  de  1727)  ordenado  á  Barúa  dispusiese  la  ejecu- 
ción de  su  restitución  con  la  pública  solemnidad  y  pompa 
que  pedia  el  caso;  pues  asi  como  el  despojo  se  habia 
practicado  de  modo  que  se  hizo  notorio  por  la  crueldad 
de  los  actores,  convenia  que  el  regreso  tuviera,  para  ple- 
na satisfacción  de  la  compañía,  el  aprecio  y  veneración 
que  se  le  debia.  Y  al  que  se  opusiera  al  diferir  el  cumpli- 
miento de  esa  orden,  suspendérsele  de  su  empleo  y  remi- 
tirlo preso  á  Lima,  embargándole  sus  bienes. 


Los  sucesos  del  Paraguay  eran,  por  su  gravedad,  de 
tal  naturaleza  que  el  rey  Felipe  V  se  vio  en  la  necesidad 
de  comisionará  don  Juan  Vázquez  de  Agüero,  su  alcal- 
de de  Corte  y  Casa,  para  que,  trasladándose  allt  le  infor- 
mase de  todo.  Este,  desde  Buenos  Aires,  escribió  al  rey, 
en  febrero  de  1736,  dicidiéndole  que  después  de  haber 
conferenciado  con  don  Mar^n  de  Barúa  y  visto  los  censos 


150  GOBERNANTES 

de  los  cristianos  del  Uruguay  y  del  Paraná;  después  de 
haber  examinado  todas  las  informaciones  dadas  por  los 
obispos  de  la  Asunción  y  de  Buenos  Aires;  después  de 
haber  oi  Jo  las  declaraciones  de  diez  personas  eclesiásti- 
cas y  laicas,  mejor  instruidas  en  los  asuntos  en  cuestión, 
reconocia: 

1?  Que  las  reducciones  eran  en  numeró  de  treinta,  en 
las  que  habia  como  treinta  mil  indios  que  debian  pagar 
tributo. 

29  Que  no  habia  encontrado  ningún  registro  mas  an- 
tiguo que  el  de  1715,  que  le  habia  sido  prestado  por  don 
Martin  de  Barua,  y  que  no  contaba  en  las  trece  reduccio- 
nes del  Paraná,  las  cuales  habian  entrado  bajo  -la  juris 
dicción  del  gobernador  del  Paraguay,  que  sieta  mil  ocho- 
cientos cincuenta  y  un  indios  sometidos  al  tributo,  con 
la  copia  de  otro  levantado  en  1676,  por  don  Diego  Iba- 
ñez,  fisca!  déla  real  Audiencia  de  Guatemala,  pero  que 
entonces  las  reducciones  sólo  eran  en  número  de  veinte 
y  dos,  y  que  no  podia  averiguar  con  exactitud  la  fecha 
déla  fundación  de  las  otras  ocho;  que  en  1714,  don  Pe- 
dro Fajardo,  obispo  de  Bueno  Aires,  habiéndolas  yisitado 
eran  desde  entonces  en  número  de  treinta:  que  se  contaba 
en  ellas  veinte  y  ocho  mil  seiscientas  familias,  y  que  este 
prelado  habia  dado  allí  la  confirmación  á  trece  mil  seiscien- 
tas y  siete  personas. 

39  Que  en  1733,  los  jesuitas  habian  remitido  á  don 
José  Palos,  coadjutor  del  Paraguay,  un  censo  de  sus 
reducíMones,  el  cual  ascendía  á  veinte  y  siete  mil  sesenta 
familias;  que,  según  él  padrón  que  le  habia  sido  remitido 
por  el  procurador  de  las  Misiones,  el  P.  AntonioMachoni, 
el  número  de  familias  solo  era  de  veinte  v  cuatromil  dos- 
cientas  diez  y  siete,  en  fin,  que  en  una  conversación  que 
tuvo  con  el  Padre  Diego  de  Aguilar,  provincial  de  los 
jesuitas,  según  la  orden  que  el  rey  le  habia  dado,  esje  pa- 
dre le  aseguraba  que  habia  entonces  treinta  reducciones, 
en  las  que  se  contaban  veintQ  y  cuatromil  indios  que  de- 


DEL   PARAGUAY  151 

bian  pagar  el  tributo;  pero  que  habiendo  después  llegado 
los  padrones  de  los  curas,  solo  se  habia  encontrado  diez- 
y  nueve  mil  ciento  diez  y  seis,  y  que  estas  variaciones 
provenian  de  las  enfermedades  epidémicas,  que  de  tiem- 
po en  tiempo  hacían  grandes  estragos  en  los  pueblitos  y 
del  número  de  los  que  perecian  en  las  espediciones  mili- 
tares y  en  los  trabajos  en  que  se  empleaba  á  estos  indios 
para  el  servicio  del  rey. 

Agregaba  que  los  jesuitas  le  hacian  las  mayores  ins-. 
tancias  para  que  se  trasladase  en  perssna  alas  reducciones 
que  no  habian  sido  visitadas  de  un  modo  perfecto  hasta 
entonces  por  ningún  gobernador,  comisario  ni  visitador, 
pero  que  él  les  habia  contestado  que  esa  visita  no  entraba 
en  sus  intrucciones  y  que  no  la  juzgaba  necesaria. 

Damos  á  continuación  elestracto  de  un  Bosquejo  sobre 
el  sistema  filosófico  y  régimen  que  observaron  los  jesuitas 
en  sus  Misiones  del  Paraguay,  omitiendo  muchos  detalles 
por  su  larga  estension.  Así  se  formará  una  idea  de  lo 
que  eran  aquelas  célebres  Reducciones  (1)  y  como  se 
gobernaban. 

(1)    Se  daba  en  el  Perú  este  nombre  á  todos  los  pueblos  cristianos  for- 
mados entre  los  infieles  y  dirigidos  por  religiosos  y  es  el  primer  nombre 
'  que  dieron  á  Loreto,  capital  de  la  provincia  de  G-uairá,  que  fué  la  primera 
reducción  del  Paraguay  formada  por  los  padres  Ortega  y  Filds. 

El  obispo  de  Tucuman  habia  solicitado  el  auxilio  de  los  jesuitas  para 
su  diócesis  y  para  las  misiones,  porque  el  clero  secular  y  los  frailes 
firanciscanos  eran  demasiado  pocos  para  llevar  á  efecto  ese  deseo;  y 
aunque  ya  habian  sido  enviados  ¿  Lima  algún  tiempo  antes  (1586),  fueron 
recibidos  en  la  ciudad  de  Santiago  del  Estero  con  casi  honores  regios.  E^ 
mismo  gobernador  Bamirez  de  Valasco,  con  todos  sus  empleados  y  prin- 
cipal gente  de  la  ciudad,  salió  á  su  encuentro.  Fueron  conaucidos  por 
las  C€bUes  adornadas  con  arcos  triunfales  y  sembradas  de  flores,  un  gentio 
inmenso,  para  aquella  época,  se  acercaba  á  saludarlos  al  pasar,  y  llorando 
de  alegría  el  obispo  (Trejo  y  Sanabria)  los  abrazó  y  bendijo,  conducién- 
dolos en  seguida  á  la  catedral,  donde  se  entonó  un  Te-Deum  en  acción  de 
gracias  por  |u  llegada. 

En  la  Asunción,  fueron  recibidos  (1609)  con  tanta  alegría  como  los  ha 
bian  saludado  en  Santiago  del  Estero,  y  aU¿  el  padre  Salonio  comenzó 
au  misión,  mientras  que  los  padres  Tomás  Filds  y  Manuel  Ortegj,  se  em 
baroaron  en  el  Bio  de  la  Plata  para  el  Paraguay.    Estos  penetraron  en 


152  GOBERNANTES 

En  el  trascurso  de  poco  mas  de  un  siglo,  los  pueblos 
de  Misiones,  bajo  los  jesuítas  contenían,  según  el  infor- 
me del  gobernador  Barüa  al  rey,  en  1730,  cuarenta  mil 
indios  tributarios  de  diez  y  ocho  4  cincuenta  años,  y  con- 
tando las  mugeres,  niño«i,  ancianos  y  otros  esceptuados 
en  aquella  lista  á  razón  de  siete  personas  por  cada  tribu- 
tario, componían  una  población  de  doscientas  ochenta  mil 
almas. 

Los  indios  del  Paraguay  miraban  á  sus  predicadores 
como  á  raza  superior  á  los  demás  españoles,  y  asi  los 
escuchaban.  No  teniendo  prevención  contra  ellos,  eran 
movidos  por  inclinación.  A  fuerza  de  hacerles  gustar  la 
dulzura  de  la  vida  social  v  sacrificarse  á  sus  intereses, 
llegaron  los  misioneros  á  conseguir  este  ascendiente  & 
que  no  alcanza  el  imperio  mas  absoluto  de  la  fuerza. 

*    * 

El  plan  de  conquista  que  se  propusieron  los  jesuítas  en 
sus  Misiones  no  se  había  practicado  antes:  era  un  sistema 
desconocido  en  el  que  prácticamente  se  unian  y  soporta- 
ban con  mutuo  enlace  la  obediencia  y  la  libertad,  el  res- 
peto y  el  amor.  Para  conot^er  mejor  el  estado  de  esta 
como  República,  aislada  entre  el  género  humano,  he 
aquí  los  elementos  de  su  gobierno. 

sus  mas  recónditas  profundidades,  retrocediendo  en  seguida  ¿  la  Asun- 
ción ¿  decir  ¿  su  superior  que  habian  visto  á  doscientos  mil  seres,  que, 
con  poco  cuidado  y  molestia,  podrían  ser  reducidos  al  cristianismo.  A 
su  yuelta,  la  peste  hacia  estragos  en  la  oapital;  per<>  esta  circunstancia  no 
los  acobardó,  al  contrario,  sino  que  los  hizo  ser  mas  intrépidos  entre  los  , 
indios,  ya  que  no  estaban  contentos  con  el  trabajo  que  les  daban  los  con- 
quistadores. 

En  vists  de  ese  resultado,  tanto  el  gobernador  Hemandarias  como  el 
obispo  del  Paraguay  LÍ2¿rraga  resolvieron  poner  toda  tentativa  en  la 
conversión  de  los  indios.  Délos  cuatro  padres  de  la  comp^^a,  José  Ga- 
taldino,  Simón  Mazzatta,  Antonio  Buiz  de  Montoya  y  Martin  Javier 
Urtasun,  primeros  fundadores  de  las  Misiones  y  únicos  que  emprendie- 
ron esas  Beducciones,  los  dos  primeros  fueron  los  nombrados  para  esa 
operación. 


DEL  PARAGUAY  153 

En  cada  reducción  6  pueblo  habia  dosjesuitas,  el  cura 
y  el  vicario;  que  comunmente  era  un  joven  destinado  á 
aprender  la  lengua  y  aquel  género  de  gobierno.  Ambos 
estaban  sujetos  al  superior  de  las  Misiones  y  todos  al 
Provincial. 

Para  el  gobierno  interno  de  la  reducción  habia  un  cor- 
regidor, un  teniente,  dos  alcaldes  y  varios  regidores,,  todos 
indios  elegidos  por  el  puebfo  á  presencia  del  cura,  y 
sujetos  á  él,  así  en  lo  temporal  como  en  lo  espiritual.  Es- 
tas elecciones  eran  anuales,  y  se  confirmaban  por  el  go- 
bernador de  la  provincia.  Amas  de  estos  funcionarios 
municipales,  residia  un  caoique,  que  venia  á  ser  comer 
gefe,  pero  cuyas  principales  funciones  se  dirigían  á  la  de- 
fensa del  país  contrajas  invasiones  de  los  enemigos. 

El  gobierno  de  esta  como  República  tenia  mas  de  una 
teocracia  que  de  otra  forma,  pues  la  conciencia  hacia  ve- 
ces de  legislador.  No  habia  en  ella  leyes  penales,  sino 
unos  meros  preceptos,  cuyo  quebrantamiento  se  castigaba 
conayunos,  penitencia,  cárcel  y  algunas  veces  flagelación. 

Algunos  indios  de  los  mas  irreprensibles  eran  constitui- 
dos por  guardianes  del  orden  público.  Cuando  estos 
sorprendian  algún  indio  en  alguna  falta  de  consecuencia, 
vestían  al  culpable  con  el  trage  de  penitente,  lo  conduelan 
al  templo,  donde  confesaba  humildemente  su  crimen,  y 
después  era  azotado  en  la  plaza  pública. 

Ninguno  habia  que  pretendiese  minorar  su  delito,  ni  elu- 
dir el  castigo,  todos  lo  recibían  con  acciones  de  gracias, 
y  aun  habia  algunos  que  sin  mas  testigos  que  su  con- 
ciencia, confesaban  su  culpa  y  pedian  la  espiacion  para 
calmar  esos  remordimientos  que  era  para  ellos  el  mas 
duro  de  los  suplicios. 

Tampoco  habia  leyes  civiles,  porque  entre  estos  indios 
era  casi  imperceptible  el  derecho  de  propiedad.  Es  verdad 
que  á  cada  padre  de  familia  se  le  adjudicaba  una  suerte 
de  tierra,  cuyo  producto  le  correspondía  en  propiedad; 
pero  no  podia  disponer  de  él  á  su  alvedrio,  porque  vivien- 


1 54  GOBERNANTES 

do  siempre  camo  el  pupilo  bajo  la  férula  del  tutor,  todo 
lo  dispouia  el  doctrinero  ó  padre  espiritual. 

Otra  parte  de  las  tierras  se  cultivaba  en  común;  pero 
sus  productos  tenian  una  destinación  limitada,  esta  era  el 
sustento  de  las  viudas,  huérfanos,  enfermos,  viejos,  ca- 
ciques, otros  empleados  en  la  administración  y  los  artesa- 
nos ocupados  en  beneficio  del  común. 

Lo  restante  de  las  tierras  y  sus  frutos,  asi  como  los  pro- 
ductos de  la  industria  pertenecian  á  la  comunidad.  Con 
este  fondo  se  socorrían  las  necesidades  imprevistas,  el 
culto  de  las  iglesias,  el  sustento  de  los  indios  y  todas  las 
demás  necesidades  públicas  y  privadas. 

Los  primeros  tres  diasde  la  semana  se  empleaban  en 
los  trabajos  de  la  comunidad,  y  los  otros  tres  en  el  cul- 
tivo de  sus  propias  heredades.  Para  suavizar  el  peso 
de  las  tareas  con  el  embelesamiento  de  los  sentidos,  se 
procuraba  que  ellos  tuviesen  cierto  aire  de  festividad; 
para  ello  marchaban  procesionalmente  al  campo,  llevan- 
do una  estrella  entre  las  dulces  cláusulas  de  la  mú- 
sica. 

No  se  permitía  queden  esta  República  hubiese  mendi- 
gos ni  ociosos.  Estos  eran  destinados  al  cultívo  de  los 
campos  reservados,  que  se  llamaban  la  posesión  de  Dios. 
A  las  indias  se  les  daban  tareas  de  hilado,  menos  á 
aquellas  ocupadas  en  el  cultivo  de  los  algodones.  De  esta 
fatíga  estaban  exentas  las  embarazadas,  las  que  criaban  y 
otras  legUimamente  impedidas  de  salir  al  campo,  pero  no 
de  la  ocupación  del  hilado. 

En  cada  reducción  habia  talleres  para  lasarles;  princi- 
palmente aquellas  que  eran  más  útiles  y  necesarias,  como 
herrería,  platería,  dorado,  carpintería,  tejidos,  fundición: 
asi  también  otras  artes  de  agrados  como  la  pintura,  es- 
cultura y  música. 

Desde  que  los  niños  eran  capaces  de  trabajar,  eran  lle- 
vados á  esos  talleres,  donde  el  genio  decidia  de  su  profe- 
sión. 


DEL   PARAGUAY  155 

En  esta  República  era  desconocido  el  uso  de  la  mone- 
da y  todo  signo  que  la  representara.  Los  frutos  de  la 
tierra  y  los  sobrantes  de  su  industria  eran  permutados 
con  las  producciones  que  los  indios  no  tenian,  y  los  arte- 
factos que  necesitaban.  Los  efectos  comerciales,  asi  en 
rama  como  fabricados,  entraban  en  el  giro  de  la  negocia- 
ción. Los  mas  considerables  de  estos  artículos  eran  la 
yerba  del  Paraguay,  la  cera,  la  miel  y  los  lienzos  de  algo- 
don.  Los  artículos  de  comercio  salian  fuera  de  la  Provin- 
cia y  la  mayor  parte  se  consumía  en  Buenos  Aires.  Con 
su  producto  se  pagaban  al  rey  sus  tributos,  ocho  pesos 
por  cada  hombre  de  diez  y  ocho  á  cincuenta  años  de  edad; 
se  pagaban  los  diezmos  á  la  iglesia,  y  el  sobrante  se  re- 
tornaba en  efectos  para  el  consumo  de  los  pueblos,  ador- 
nos de  los  templos  y  galas  costosas,  de  qué  usaban  los 
indios  empleados  en  los  oficios  en  los  dias  de  festivi- 
dades. 

La  habitación,  el  traje,  el  alimento,  los  trabajos,  el  de- 
recho á  los  empleos,  todo  era  igual  entre  estos  ciudadanos 
El  corregidor,  los  alcaldes  y  demás  magistrados,  asi 
como  sus  mugeres,  eran  los  primeros  que  se  presentaban 
en  el  lugar  de  la  fatiga.  Todos  iban  descalzos,  y  sin 
mas  distinción  que  las  varas  y  bastones,  signos  de  sus 
oficios  civiles;  los  vestidos  de  gala  que  el  común  tenia  des- 
tinados para  decorarlos,  sólo  servían  en  las  festivida- 
des. 

Las  habitaciones  de  estos  pueblos,  al  principio  eran  re- 
ducidas; no  conocían  muebles  casi  ningunos;  sus  camas 
eran  hamaca?,  se  sentaban  v  comían  en  el  suelo,  costum- 
ores  muy  naturales  en  ellos.  Al  paso  que  se  iban  civili- 
zando, sus  habitaciones  tenian  mas  regularidad  y  conve- 
niencia. 

En  cada  pueblo  habia  una  casa  llamada  de  refugio, 
donde  se  mantenían  en  reclusión  las  mugeres  que  no 
tenian  hijos  que  criar,  durante  la  ausencia  larga  del  ma- 
rido,  las  viudas,  los  enfermos  habituales,  los  viejos  y 


156  OOBEBNANTES 

estropeados.  Allí  se  les  sustentaba  y  vestía,  aplicándo- 
los á  aquel  género  de  trabajo  que  sufría  su  capacidad 
para  mantenerlos  en  acción. 

Un  templo  magnifico  ocupaba  el  lugar  mas  prominen- 
te de  cada  pueblo,  y  estos  edificios  eran  comparables  á 
los  más  bellos.de  Europa. 

Los  oficios  divinos  se  hacian  con  grande  solemnidad; 
los  ceremonias  se  practicaban  con  un  aparato  magestuo- 
so.  Una  música  sagrada  mantenia  absortas  las  almas  de 
los  oyentes,  mientras  que  sus  corazones  estaban  penetra- 
dos con  los  cánticos  de  alabanzas:  las  pinturas  que  ha- 
blaná  los  ojos,  les  recordaban  los  virtudes  de  los  perso- 
nages  que  representaban,  la  nube  del  incienso  que  lo 
cubría,  el  ruido  de  las  campanas,  todo  concurría  á  man- 
tener á  los  indios  con  sus  sentidos  llenos  de  placer,  sus 
corazones  llenos  de  piedad. 


En  estas  reducciones  habia  escuelas  públicas  de  prime- 
ra enseñanza,  donde  los  niños  aprendían  á  leer,  escribir  y 
contar  solamente  en  guaraní,  á  pesar  de  haberlo  prohibido 
el  rey  desde  el  3  de  julio  de  1596.  Escuelas  de  música 
donde  se  les  enseñaba  toda  clase  de  instrumentos,  cons- 
truidos por  los  mismos  indios  sobre  el  modelo  que  se  les 
daba.  El  canto  por  las  notas  se  cultivaba  con  igual 
esmero,  por  los  aires  mas  dificiles  del  arte  de  la  música 
tan  suelto,  elegante  y  natural,  que  parecía  cantabanpor 
instinto  como  los  pájaros. 


Los  jesusitas  realizaron  en  estas  reducciones  el  proyec- 
to de  los  cementerios,  que  en  muchos  años  la  Penín- 
sula, después  de  muchos  edictos,  consultas  y  medidas 
no  lo  habia  podido  lograr.  Estos  eran  cuadros  espa- 
ciosos de  terreno,    cercados  de  pared,  adornados   con 


DEL  PABaGUAT  157 

varias  hileras  de  cipreses,  laureles,  naranjos,  limones  y 
otros  árboles  que  crecían  vistosamente  bajo  el  clima  exu- 
berante de  aquel  fértil  país. 


Las  calles  de  los  pueblos  eran  tiradas  á  cordel;  la  plaza 
ocupaba  el  centro,  donde  hacian  frente  la  iglesia  y  los  ar- 
senales. Al  lado  de  aquélla  estaba  el  colegio  de  los  mi- 
sioneros, y  después  seguia  una  línea  de  edificios  públi- 
cos como  almacenes,  graneros  y  talleres. 

Para  el  mejor  mantenimiento  del  orden  público,  la  cam- 
pana anunciaba  á  una  hora  determinada  en  la  noche,  el 
tiempo  en  que  todos  debían  ir  á  recogerse.  Una  patrulla 
celadora,  que  se  remudaba  de  tres  en  tres  horas,  velaba 
sobre  la  observancia  de  esta  ordenanza. 


De  cuando  en  cuando  se  permitían  regocijos  públicos 
que  venían  á  ser  unas  gimnásticas  donde  la  salud  adqui- 
ría fuerzas  y  aumentos  la  virtud;  pero  en  estas  danzas  los 
jesuítas  no  permitían  la  promiscuación  de  sexos,  para  evi- 
tar toda  ofensa  posible  contra  el  pudor. 


Los  portugueses,  mas  crueles  que  los  conquistadores 
españoles,  salían  de  las  fronteras  del  Brasil  para  hacer 
irrupciones,  unas  veces  con  el  fin  de  estender  mas  su  ter- 
ritorio, y  otras  para  hacer  esclavos  suyos  á  los  indios  que 
podían  agarrar,  llegando  algunas  veces  hasta  los  pue- 
blos reducidos:  los  jesuítas,  para  defender  su  pueblo,  esta- 
blecieron un  sistema  militar.  En  cada  Reducción  había  dos 
tompañías  de  milicias  bien  disciplinadas,  provistas  de 
armas  blancas  y  de  fuego  con  oficiales  esperimentados 
y  jiuestosal  mando  del  cacique,  su  gefe  natural;  de  mo- 
do que  sí  la  República  era  amenazada  por  indios  salvajes 


158  GOBEBNANTES 

6  por  portugueses,  reunidas  prontamente  ¡las  compañías 
délas  varias  Reducciones  bajo  sus  cabos,  presentaban 
una  fuerza  tan  respetable  que  nunca  llegó  caso  que  los 
enemigos  le  hicieran  frente. 


De  todos  los  acontecimientos  que  hacen  época  en  los 
anales  de  la  América,  ninguno  hay  que  la  Europa  haya 
conocido  menos  ó  que  haya  sido  peor  apreciado  que  la 
dominación  de  los  jesuítas  del  Paraguay.  La  verdad  es 
que,  duraíite  mucho  tiempo,  los  únicos  historiadores  que 
escribieron  sobre  esta  materia,  fueron  los  misnios  jesuí- 
tas, jueces  y  partes  en  su  propia  causa,  alumnos  de  esos 
religiosos,  ó  sus  admiradores  inconscientes.  Otros  exa- 
geraron hasta  el  ridículo,  el  poder,  los  recursos,  la  pros- 
peridad de  las  Misiones,  que  han  decorado  con  el  nom- 
bre de  imperio  ó  reino, 

¿Cómo  se  puede  supofier  que  naciones  salvajes  y  estú- 
pidas se  hayan  sometido  por  convicción  á  algunos  misio- 
neros, que  las  mas  de  las  veces  no  podían  conversar 
con  ellos  sino  por  signos  ó  co  i  el  auxilio  de  un  in- 
térprete, y  que  sólo  tenían  para  eíitretenerlos  uíia  reli- 
gión toda* ella  erizada  de  dogmas?  Afirmar  que  el  salva- 
je americano  haya  renunciado  á  su  existencia  indepen- 
diente y  nómade,  a  las  dulzuras  de  su  característica 
ociosidad,  á  sus  selvas,  á  sus  fetiches  y  á  su  alimento  de 
carne  humana,  para  adorar  la  santidad  de  los  dogmas 
del  cristianismo,  el  perdón  de  las  injurias,  el  amor  del 
prójimo,  el  respeto  de  la  propiedad  agena;  que  haya  po- 
dido pasar  de  pronto,  y  sin  ninguna  transición,  de  las  ti- 
nieblas mas  espesas  á  la  luz  mas  brillante;  que  haya  reci- 
bido con  convicción  y  respetólos  misterios  de  la  Trinidad, 
de  la  eucaristía,  de  la  inmaculada  Concepción,  etc.;  es 
una  impostura  histórica. 

Hé  aquí  la  verdad  de  lo  que  se  ha  querido  llamar  im- 
perio ó  reinojesuítico. 


DEL  PARAGUAY  159 

Entre  las  naciones  indígenas,  la  de  los  guaraníes  (1) 
se  hacia  notar  por  una  posición  social  menos  degradada. 
Por  naturaleza  dóciles  y  tímidos,  los  hombres  de  esta  fa- 
milia fueron,  sin  embargo,  los  que  mas  resistencia  opu- 
sieron á  las  usurpaciones  de  los  conquistadores;  y  esta 
aparente  contradicción  se  esplica  por  la  costumbre  que 
tenian  de  cultivar  la  tierra;  cultivo  grosero  é  incompleto, 
sin  duda,  pero  al  fin  lo  suficiente  para  tener  apego  al  sue- 
lo. Resistiéndose  con  mas  terquedad,  los  guaraníes  atra- 
geron  sobre  sí    toda  la  animosidad  de  los  europeos.  (2) 

(1)  Sobre  lamas  antigua,  y  tal  vez  lamas  probable  tradición  que  corría  en. 
tre  los  indios  guaraníes  sobre  su  descendencia  ó  linage,  se  reñere,  que 
allá  en  los  primitivoé  tiempos,  cuando  la  planta  humana  no  había  holla- 
do las  Américas,  y  solo  eran  habitadas  de  tigres,  leones  y  otras  fierap, 
aportaron  en  una  embarcación  á  Cabo  Frío  dos  hermanos  con  sus  fami- 
lias, de  la  otra  parte  del  mar  Océano;  internáronse  por  toda  la  costa  del 
Brasil,  que  encontraron  desierta;  y  persuadidos  de  ser  ellos  los  únicos  y 
primeros  habitantes,  trataron  de  poblar  y  cultivar  la  tierra,  establecién- 
dose con  la  posible  comodidad. 

Vivieron  mucho  tiempo  en  estrecht  unión  y  buena  sociedad,  subsis- 
tiendo cada  uno  del  trabajo  de  sus  manos  y  sudor  de  su  rostro;  hasta 
que  prodigiosamente  multiplicados  con  las  benignas  influencias  del  cli- 
ma, y  no  cabiendo  ya  en  el  corto  recinto  de  aquel  establecimiento,  tuvo 
en  ellos  entrada  la  dis  cordia,  y  ésta  abrió  camino  á  la  división.  Kesen- 
tidos  los  hermanos  Tupi  y  Ottaraní  de  la  disputa  suscitada  entre  sus  mu- 
geres  sobre  la  pertenencia  de  cierto  papagallo  muy  hablador  y  vocinglero, 
Tupí  que  era  el  mayor,  quedó  en  las  tierras  que  ocupaba,  y  Guaraní 
con  toda  su  parentela  se  trasladó  hacia  el  Bio  de  la  Plata;  y  fuixdando 
cada  cual  sn  residencia  en  el  parage  de  su  elección,  se  fijaron  y  esten- 
dieron por  todo  el  resto  del  país,  viniendo  á  ser  de  este  modo  los 
patriarcas  de  las  dos  considerables  naciones  que  hasta  el  día  conservan 
BU  nombre,  y  quizá  los  prhneros  pobladores  de  América.  (Belacion 
histórica  y  geográfica  de  la  Provincia  de  Misiones,  del  brigadier  don 
Diego  de  Alvear.) 

(2)  ^Los  conquistadores  y  los  misioneros  no  han  pensado  jamás  en 
hacer  una  descripción  verdadera  de  las  diferentes  naciones  indianas,  sino 
solamente  en  realzar  sus  proezas  y  exagerar  sus  trabajos.  Es  con  esta 
mira  que  ellos  han  aumentado  infinitamente  el  número  de  los  indios  y  de 
las  naciones,  y  que  han  hecho  antropófagos  á  algunas;  ellos  lo  hacían  sin 
razón,  porque  hoy  día  ninguna  de  estas  naciones  come  carne  humana,  y 
no  recuerdan  haberla  comido,  aunque  ellas  son  tan  libres  como  ala  prime- 
ra llegada  de  los  españoles.  Se  ha  escrito  también,  que  ellas  se  servían  de 
flechas  envenenadas,  lo  que  es  otra  falsedad  positiva.    Los  eclesiásticos 


160  GOBERNANTES 

Los  españoles  y  portugueses  principalmente  cometieron 
para,  con  ellos  atrocidades  inauditas;  después  de  haber- 
los apaleado  y  diezmado,  seles  cercaba  en  los  bosques, 
comoá  venados,  seles  picaba  á  fuerza  de  golpes,  se  les 
condenaba  á  perpetuos  trabajos  en  las  minas,  y,  por  la 
mas  leve  falta,  se  les  hacia  perecer  en  los  tormentos. 
Son  estos  hombres,  ya  subyugados,  pacientes,  desgra- 
ciados, á  los  que  los  jesuítas  llamaron  así  para  formar 
las  ReducdoneSy  y  es  evidente  que  los  guaraníes  debian 
responder  á  este  llamamiento  sin^  tardanza.  Ert  efecto,  ha- 
llaban en  los  padres  una  protección  segura  contra  la  per- 
secución de  sus  verdugos,  un  trabajo  menos  peqpso,  y 
al  que,  ademas,  estaban  ya  acostumbrados  hasta  cierto 
punto,  y  por  último,  un  tratamiento  que  para  quien  sale 
de  la  esclavitud  se  asemejaba  mucho  á  la  libertad.  Solos 
pues  entre  los  pueblos  indios,  se  entregaron  á  los  cuida- 
dos de  los  misioneros,  sometiéndose,  sin  murmurar,  á 
todas  las  inocentes  práctic^  que  sus  nuevos  amos  exi- 
gían dé  ellos.  Recibiérofi  el  agua  del  bautismo  y  la  con- 
firmación, asistieron  á  la  celebración  de  la  misa,  llevaron 
en  la  procesión  las  imágenes  dorados  de  la  Virgen  y  de 
los  santos,  se  dejaron  imponer  los  nombres  del  martirolo- 
gio católico  y  permitieron  sin  enojo  que  se  les  llamase 
neófitos'  y  catecúmenos.  Independientemente  de  esas  cir- 
cunstancias tafl  favorables  á  sus  proyectos,  los  jesuitas, 
mas  de  una  vez,  emplearon  la  astucia  y  la  fuerza  para  re- 
ducir los  indiosá  la  obediencia.  Cuando  una  nueva  tribu 
de  guaraníes  se  dejaba  ver  en  la  proximidad  de  las  Re- 
ducciones, inmediatamento  partia  un  misionero  para  coñ- 
quistarla^á  la  comunidad.  Hacíase  seguir  de  un  ejército  de 

han  agregado  otra  mas,  diciendo  que  estos  pueblos  tenían  una  religión. 
Persuadidos  d^  que  era  imposible  á  los  hombres  yiyir  sin  tener  una  bue- 
na ó  mala,  y  viendo  algunas  figuras  diseñadas  ó  grabadas  sobre  las  pipas, 
arcos,  garrotes  y  vasijas  de  los  indios,  ellos  se  figuraban  al  intante  que  éstos 
eran  sus  Ídolos  y  los  rompían.  Estos  pueblos  emplean  hoy  día  Jas  mis- 
mas figuras;  pero  no  lo  hacen  sino  por  divertimiento,  porque  no  tienen 
religión  alguna.**~AzÁaA . 


DEL  PARAGUAT  161 

neófitos  y  de  cierto  número  de  animales  vacunos.  Los 
salvajes,  al  ver  acercárseles  este  estranjero,  al  principio 
seponianen  alarma,  pero  muy  luego  se  tranquilizaban 
Alendóle  solo  en  medio  desús  hermanos.  Entraban  en  co- 
municación sin  desconfianza,  y  el  hábil  jesuit^  les  hacia 
distribuir  víveres  y  ganado,  diciéndoles  que  habia  venido 
á  su  encuentro  en  el  desierto  para  hacerles  participar  de 
los- bienes  que,  con  poco  trabajo,  proporcionaba  la  reli- 
gión á  que  se  honraba  pertenecer;  y  que,  si  querían  seguir- 
le y  adaptarse  á  las  costumbres  de  sus  hermanos,  podian 
estar  seguros  (Je  que  tendrían  ellos  también,  todos  los  dias 
igual  alimento  al  que  acababan  de  recibir.  Sencillos  y 
crédulos,  los  indios  se  dejaban  embaucar  por  el  astuto  je- 
suitay  seponian  en  camino  para  el  país  de  las  Misiones. 
Una  vez  allí,  el  primer  cuidado  del  padre  provincial  era 
separar  á  los  recien  llegados  distribuyéndolos  en  las  di- 
versas Reducciones,  para  quitarles  toda  posibilidad  de  su- 
blevarse. Muchas  veces  se  ha  vjsto  á  varios  de  esos  sal- 
vajes, desesperados  de  haber  perdido  su  independencia, 
sucumbir  de  languidez,  ó  aun  quitarse  la  vida,  después 
de  haber  en  vano  tentado  el  evadirse. 


El  gobierno  teocrático  de  las  Misiones  duró  158  años, 
desde  la  fundación  de  la  primera  Reducción  en  1609,  has- 
ta laespulsion  de  los  jesuítas  en  1767.  En  efete  trascurso 
de  tiempo,  esperimetón  varias  alternativas  de  prosperidad 
y  *de  decadencia.  No  tuvieron  las  Misiones  enemigos  mas 
temibles  que  la  asociación  de  los  mestizos,  producto  del 
comercio  de  los  europeos  con  las  mugeres  indias,  cono- 
cidos bajo  el  nombre  de  mamelucos.  Estos  hombres  ha- 
biéníiose  reunido  para  hacer  el  comercio  de  los  indios  es- 
clavos arrebataban  á  los  neófitos  en  las  mismas  Misiones. 
Destruyeron  así  sucesivamente  catorce  pueblos,  obligando 
á  los  misioneros  á  trasladar  su  industria  á  otras  partes. 
No  contentos  con  atacar  los  pueblos  cristianos,  los  ma- 

12 


162  GOBERNANTES 

melucos  arruinaron  algunas  ciudades  españolas,  tales  co- 
mo Jerez,  Guaii'á,  Villa-Rica  y  varias  otras.  Los  mamelu- 
cos redujeron  á  la  esclavitud  dos  millones  de  individuos  de 
toda  edad  y  sexo.  En  este  número,  había  ciento  cincuenta 
mil  bautizados;  trescientos  mil  esclavos  hablan  sido  su- 
cesivamente sacados  del  Paraguay.  Dobrizhoffer  asegu- 
ra que  en  los  años  dé  1628  y  1629  se  vendieron  en  Rio 
Janeiro  seiscientos  mil  cautivos. 


Cuando  se  descubrió  el  Brasil  en  abril  de  1550,  por  el 
navegante  portugués  Pedro  Alvarez  Cabral,  desembar- 
cando en  Babia,  la  tribu  de  indios  que  alli  dominaba  era 
la  guaraní.  Muchos  de  los  indios  fueron  muertos,  y  los 
sobrevivientes  iViternados  por  los  primeros  descubri- 
dores portugueses  y  aun  por  los  holandeses,  que  se  en- 
señorearon, desde  1624  hí^sta  1654,  de  las  provincias  de 
la  ijosta  del  mar,  desde  el  Marañon  hasta  San  Francisco. 
Entonces  vinieron  los  mamelucos  brasileros  de  cuyos 
hechos  en  el  Paraguay  tenemos  la  espresiva  narración 
que  vaA  continuación,  hecha  por  Martin  Dobrizhoffer: — 
"Los  mamelucos  son  una  clase  de  gente  que  nacieron  del 
comercio  de  portugueses,  holandeses,*  franceses,  italianos 
y  alemanes  con  mujeres  brasileras,  célebres  por  su  des  ^ 
treza  en  cazar  y  robar,  listos  para  cualquier  empresa  atre- 
vida, y  por  eso  se  distinguen  con  el  nombre  estranjero 
de  mamelucos.  (En  efecto,  eran  los  beduinos  del  desierto, 
ó  los  salteadores  i'omanos.)  Su  costumbre  constante,  era 
llevarse  los  indios,  guiados  por  los  padres  á  la  libertad  de 
JOS  hijos  de  Dios  al  mas  duro  cautiverio.  En  el  espacio  de 
ciento  treinta  años,  diez  millones  de  indios  fueron  muertos 
ó  llevados  al  cautiverio  por  los  mamelucos  del  Brasil,  y 
mas  de  mil  leguas  de  territorio,  hasta  el  rio  Amazonas,  que 
fueron  despojados  de  sus  habitantes.  Aparece,  por  una 
carta  del  rey  de  España  en  1639,  que  en  cinco  años,  tres- 


DEL  PARAGUAY  163 

cientos  mil  indios  paraguayos  fueron  llevados  al  Brasil  y 
vendidos  como  esclavos." 

Independientemente  de  esta  causa  de  despoblación,  las 
Misiones  tuvieron  que  luchar  cantra  los  celos  y  la  perse- 
cución de  los  gobernadores  del  Rio  de  la  Plata  y  del  Pa- 
raguay, contra  los  impetuosos  ataques  de  los  indios  sal- 
vajes, la  deserción  de  los  neófitos  y  las  pérdidas  ocasio- 
nadas por  la  nostalgia  en  estos  infelices,  á  quien  tenian 
encorralados  como  ovejas  en  campos  rodeados  de  zan- 
jas. Los  padres  tenian  un  interés  directo  en  ocultar  á. 
las  autoridades  que  venian  de  la  metrópoli  el  censo  exac- 
to de  sus  neófitos,  tanto  por  alejar  todo  sentimiento  de  ce- 
los cuanto  por  ahorrar  la  renta  que  era  de  un  peso  por 
cabeza.  A  pesar  de  eso,  no  hay  duda  que  en  1702, 
época  que  puede  tomarse  por  término  medio,  las  Reduc- 
ciones se  componían  de  veinte  y  nueve  pueblos,  quince 
sobre  el  Uruguay  y  catorce  sobre  el  Paraná,  formando 
juntos  un  efectivo  de  noventa  mil  neófitos;  pero  en  la 
época  de  la  espulsion,  se  contaban  cerca  de  ciento  cin- 
cuenta mil.  Existían,  además,  varias  otras  Misiones  so- 
bre las  márgenes  del  Paraguay  y  en  el  Rio  de  la  Plata. 


La  compañía  de  Jesús  contaba  en  sus  filas  hombres 
distinguidos  por  las  luces,  el  coragey  la  habilidad;' este  es 
,  un  hecho  averiguado,  y  sola  el  espíritu  de  partido  podria 
obstinarse  á  negarlo.  Los  padres  establecieron  el  centro 
de  su  administración  en  el  colegio  de  la  Asunción,  cuyo 
edificio  hicieron  construir  y  sucesivamente  embellecer  por 
los  mismos  neófitos  indios. 


Los  guaraníes  aprendian  también  á  leer  y  escribir;  pe- 
ro el  interés  de  los  misioneros,  que  no  era,  como  querían 
hacer  creer,  la  salvación  de  las  almae  deiestos  pobres  in- 


164  GOBERNANTES 

dios,  sino  puramente  terrestre,  se  opuso  siempre  á  que 
aprendiesen  á  hablar  la  lengua  española.  Por  mucho 
tiempo  no  se  hizo  uso  deotro  idioma  en  el  Paraguay,  si- 
no del  guaraní,  pues  la  introducción  del  español  solo  data 
de  la  espulsion  delosjesuitas.  En  vano  Felipe  V  ordenó 
en  1743  que  se  enseñase  á  los  guaraníes  el  idioma  espa- 
ñol, los  jesuitas  no  juzgaron  conveniente  obedecer  este 
decreto. 

En  el  principio  délas  Misiones,  los  jesuitas  hallaron  los 
dialectos  de  la  América  del  Sur  tan  numerosos  como  sus 
tribus  (1);  pero  resolvieron  se  emplease  un  solo  idioma 
cómo  medio  de  comunicación  entre  las  Reducciones,  y 
habiendo  fijado  el  guaraní  al  efecto,  se  enseñaba  en  las 
escuelas  á  todos;  de  esta  suerte  llegó  á  ser  la  lengua  del 
país,  dónde  se  habla  casi  universalmente  hasta  el  día. 

Una  política  puramente  jesuítica  se  opuso  constante- 
mente áque  la  Europa  tuviese  conocimiento  de  lo  que  pa- 
saba en  el  interior  de  las  Reducciones.  No  3olamente 
era  prohibida  la  salida  á  los  neófitos,  sino  también  á  los 
estrañosel  introducirse  en  sus  dominios  sin  el  beneplácito 
de  los  padres;  y  éstos  velaban  con  tanto  celo  á  que  ningún 
profano  pusiese -el  pié  en  el  recinto  de  este  santuario, 
que  aun  á  los  obispos  y  gobernadores  se  les  negó  la  en- 
trada. Era,  sin  duda  alguna,  estraña  insolencia;  pero  los 
jesuitas  hacian  obrar  á  sus  amigos  de  Europa  para  con- 
trarestar  el  mal  efecto  de  las  denuncias  que  partían  de. 
América.  El  confesor  del  rey  de  España,  el  de  la  reina, 
su  capellán,  eran  el  apoyo  con  que  contaban,  en  caso 
de  necesidad,  los  misioneros  del  Paraguay. 

(1)  **La8  naciones  indianas  y  sos  divisiones  cambian  de  nombre  con  el 
tiempo;  y  cuando  se  quiere  tomar  in%rmaciones  ¿  este  respecto,  se  les 
encuentra  siempre  nuevos,  sin  saberse  que  los  antiguos  hayan  desapareci- 
do; de  suerte  que  en  las  cartas  del  Chaco,  redactadas  por  los  jesuitas  ape- 
nas hay  bastante  lugar  para  escribir  los  nombres  de  un  número  tan 
considerable  de  naciones.  Estos  son  otros  tantos  errores  que  hay  que 
reformar,  porque  yo  no  dudo^  qxie dd  Rio  de  la  Plataháeia  al norte^  no  hay  otras 
naciones  quelas  que  yo  describiré. — Azara." 


DEL  PARAGUAY  165 

En  cuanto  á  la  educación  que  ellos  pretendían  dar  á  sus 
neófitos,  se  limitaba  á  ponerlos  en  estado  de  trabajar  en 
provecho  déla  orden.  Después  de  mas  de  ciento  cin- 
cuenta años  de  cultura,  la  familia  de  los  guaraníes  se 
halló  poco  mas  ó  menos  en  el  mismo  estado  de  barbarie 
que  antes. 

En  el  momento  de  suespulsion,  los  jesuítas  dejaron 
treinta  Reducciones,  á  saber: 

Quince  entre  el  Uruguay  y  el  Paraná,  siete  sóbrela  mar- 
gen izquierdadel  Uruguay,  y  ocho  en  el  Paraguay  propia- 
mente dicho. 

XXXI.  DON  BARTOLOMÉ  DE  ALDUNATE,  capitán  de 
infantería  de  la  guarnición  de  Buenos  Aires.  Tuvo  algu- 
nas dificultades  en  sugubierno,  puesto  que  habiendo  sido 
nombrado  en  1725,  no  se  le  dio  el  título  de  gobernador 
del  Paraguay  hasta  algún  tiempo  después.  Luego  que 
entrara  en  egercicio  de  su  cargo,  presentó  al  Consejo  de 
Indias  el  proyecto  que  sigue: 

19  Establecer  corregidores  y  regidores  españoles  en 
todas  las  Reducciones  de  los  jesuítas,  en  donde,  según 
decia,  habia  ciento  cincuenta  mil  indios  que  nada  paga- 
ban al  rey. 

29  Permitir  á  todos  los  españoles  hacer  el  comercio 
en  todas  las  Reducciones,  con  cuyas  rentas  habría  como 
sostener  la  guarnición  de  Buenos  Aires  y  todas  las  tropas 
de  Chile. 

39  Establecer  en  la  Asunción  una  oficina  en  donde  se 
diera  entrada  á  todo  lo  que  los  indios  de  las  Reducciones 
estuvieran  obligados  á  pagar  en  géneros  por  su  tributo, 
enviándoseen  seguida  á  Santa Fé  para  cambiarse  en  oro  ó 
plata;  y—  • 

49  Dar  orden  á  los  corregidores  para  examinar  las 
deudas  atrasadas,  las  cuales,  según  él,  ascendian  á  gran- 
des sumas. 

Hombre  de  grandes  proyectos,  Alduaate  se  habia  infa- 


166  GOBERNANTES 

fuado  con  las  grandes  riquezas  de  los  jesuítas  del  Para- 
guay y  con  su  imperio  soberano  sobre  los  indios  de  las 
Reducciones,  y  consiguió  que  el  Consejo  de  Indias,  coala 
presencia  del  rey,  se  ocupase  de  su  proyecto  en  sesión 
que  se  celebró  el  27  de  marzo  de  1726  y  se  resolvió  espe- 
dir, como  se  efectuara,  el  21  de  mayo,  reales  cédulas  di- 
rigidas á  los  gobernadores  del  Paraguay  y  Rio  de  la 
Plata,  en  que  se  les  ordenaba  que,  sujetándose  á  las  leyes 
que  regian  en  todos  los  dominios  del  rey  en  el  Perú, 
cuidasen  de  cobrar  los  impuestos  y  tributos  pagados  por 
indios,  averiguasen  la  causa  porque  no  se  habia  practica- 
do antes  é  informasen  de  ello  al  virey. 

Cuando  estas  cédulas  llegaron  á  Buenos  Aires,  Alduna- 
te  ya  no  era  gobernador  del  Paraguay.  Disponíase  á  ve- 
rifit^ar  su  viage  á  la  Asunción,  cuando  un  asunto  grave 
ocurrido  en  aquella  ciudad,  le  obligó  primero  á  suspen- 
derlo, revocándosele  sus  despachos  en  seguida,  y  que- 
dando por  consiguiente  en  posesesion  del  gobierno  don 
Martin  de  Barúa. 

1730— XXXn.  DON  IGNACIO  DE  SOROETA,  noble 
vascongado,  ex-corregidor  del  Cuzco,  nombrado  gober- 
nador, por  el  virey  del  Perú,  don  José  de  Armendariz, 
marqués  de  Castelfuerte,  en  1730,  en  reemplazo  del  capi- 
tán Aldunate.  Sin  embargo,  al  querer  presentar  los  des- 
pachos que  le  acreditaban  en  su  carácter  oficial,  se  le  hizo 
toda  clase  de  oposición,  teniéndole  cinco  dias  en  su  casa 
con  guardias,  sin  permitirle  comunicar  con  persona  al- 
guna sino  con  testigos,  ni  aun  las  personas  que  iban  á 
visitarle  podian  entrar  sino  con  guardias. 

En  vista  de  tal  recibimiento,  Sproeta  tuvo  que  abando- 
nar el  Paraguay  regresando  á  Lima. 

Habiéndose  negado  Barúa  con  insistencia  á  continuar 
en  el  gobierjio  que  el  pueblo  no  quería  confiar  á  nadie 
mas  queáél,  quec^  en  posesión  de  la  autoridad   el  gefe 


DEL   PARAGUAY  167 

de  la  revolución  don  Matías  de  Saldivar,  hecho  maestre 
de  campo  general  por  la  misma. 

1730-1733— XXXin.  EL  COMÚN,  durante  el  interregno 
que  medió  entre  Barúa  y  el  nuevo  gobernador  Ruiloba, 
que  fué  desde  1730  Ifasta  1733,  presentando  las  más  in- 
creíbles escenas  al  estremo  de  no  haber  ya  seguridad  para 
la  vida*  como  se  va  á  ver. 

Los  dueños  de  la  situación  se  dieron  el  nombre  de 
Comuneros  y  denominaron  á  sus  contrarios  Contrabando 

6  Contrabandistas. 

La  revolución  de  los  comuneros  fera  obra  de  Antequera, 
incitada  por  este  desde  Lima.  Un  tal  Fernando  Mompo, 
abogado,  escapado  de  las  cárceles  de  aquella  ciudad,  se 
presentó  en  la  Asunción  con  cartas  de  recomendación  de 
su  compañero  de  prisión,  Antequera,  para  sus  partidarios 
secretos,  por  quienes  fue  no  solo  muy  bien  recibido,  sino 
que  le  hicieron  obtener  una  plaza  en  el  Ayuntamiento. 
Desde  ese  momento  nadarse  hacia  que  no  fuera  aconseja- 
do por  él,  como  autor  y  oráculo  del  Común  y  arbitro  so- 
berano de  todas  las  deliberaciones,  asentando  como  máxi- 
ma constante  que  la  autoridad  de  éste  era  superior  á  la 
del  rey  mismo,  máxima  que  halagó  á  cierto  número  de 
personas  y  le  dio  mucho  crédito. 

Fué  á  nombre  del  Común  que  se  negó  el  reconoci- 
miento deSoroeta  como  gobernador  del  Paraguay,  contra 
la  opinión  del  mismo  Baiiia,  y  á  nombre  del  mismo, 
Mompo  consiguió  sublevar  las  guarniciones  de  toflas  las 
plazas  vecinas  contra  el  gobernador  nombrado  por  el  vi- 
rey.  A  nombre  de  él  (el  Común)  se  destituyó  á  los  regido- 
res Otazú,  Juan  González  Freiré  y  otros,  y  se  nombró  á 
don  Matías  de  Saldivar  maestVe  de  campo  general  y  á 
Francisco  de  Roa  sargento  mayor.  Hizo  la  elección  de 
alcaldes,  para  el  año  de  1731,  ádon  José  Luis  Barreiro^y 
á  don  Pedro  Bogarin.  * 

Nadie  estaba  seguro  en  su  propia  casa;  todo  era  entre- 


168  OOBSBNANTES 

gado  al  saqueo,  sin  esceptuarse  los  individuos  de  la  mis- 
ma facción. 

Llegado  Soroeta  al  Tébicuarí,  recibió  un  salvo-conduc- 
to, y  aunque  no  iba  firmado  por  los  gefes  del  Común, 
siguió  camino  para  la  Asunción  (17  de  enero  de  1731). 
Apenas  hubo  pasado  el  Tébicuarí,  se  vio  repentinamente 
rodeado  de  ochenta  soldados  que,  «on  el  pretesto  de  ser- 
virle de  escolta,  se  aseguraron  de  su  persona  de  orden  del 
Común.  Era  ya  demasiado  tarde  para  poder'  retroce- 
der. Cuando  entró  en  la  Asunción,  su  escolta  habia 
aumentado  tanto  que  llegó  á  subir  á  cuatro  mil  hombres. 
Al  dia  siguiente  de  su  llegada  (25  de  enero)  se  presentó  en 
el  Cabildo  y  exhibió  sus  títulos,  retirándose  en  seguida  á 
su  alojamiento.  A  penas  saliera  de  la  casa  del  ayunta- 
miento, fué  arrestado  por  el  cuerpo  de  guardia  que  le 
intimó  de  orden  del  Común  salir  de  la  provincia.  En 
los  cuatro  dias  y  medio  que  solo  permaneció  en  la  Asun- 
ción vio  lo  suficiente  para  poder  instruir,  como  lo  hizo,  al 
virey,  del  estado  del  país.  • 

Con  la  salida  de  Soroela  de  la  provincia  y  la  negativa 
de  Barda  á  aceptar  el  bastón  de  gobierno  quedó  definitiva- 
mente resuelto  el  sistema  de  gobierno  comunal.  Pero  se 
consideró  necesario  dar  una  forma  regular  á  la  adminis- 
tración creándose  una  — 

XXXIV.  JUNTA  GUBERNATIVA,  persidida  por  idon 
José  Luis  Barreiro,  con  el  título  de  Presidente  de  la 
Provincia  del  Pay^aguay  (1731). 
,  El  primer  paso  dado  por  Barreiro,  que  sorprendió  y 
desconcertó  al  Común,  fué  la  prisión  de  Mompo  y  su  re- 
misión á  Buenos  Airos,  cuyo  gobernador  Zavala  le  hizo 
meter  en  un  calabozo  y  ordenó  que  se  le  instruyese  su 
proceso,  remitiéndolo  en  seguida  á  Lima.  Pero  en  Men- 
doza consiguió  salvarse  yendo  á  dar  al  Brasil. 

Perseguido  hasta  con  peligro  de  su  vida,  Barreiro  tuvo 
que  huir  auna  de  las  Reducciones  del  Paraná,  circunstan- 


•      .    DEL  PARAGUAT  169 

cia  que  dejó  libre  al  Común  para  nombrar  en  su  lugar  á — 

XXXV.  DON  MIGUEL  DE  GARAY,  capitán,  presidente 
déla  Junta  Gubernativa,  (agosto  de  1731),  quien  desde  lue- 
go, creó  dos  nuevos  regidores,  completamente  adictos  á 
su  persona,  y  dirigió^su  atención  álos  jesuitas  haciéndolos 
odiosos,  áfin  de  proceder  á  su  espalsion,  cosa  que  por 
entonces  no  se  pudo  conseguir,  porque  no  se  contaba  con 
el  apoyo  suficiente  para  llevarlo  á  cabo. 

Entretanto,  el  Común  iba  adquiriendo  popularidad  hasta 
entre  los  individuos  del  mismo  clero  dentro  y  fuera  del 
Paraguay.  Hubo  religioso  que  en  la  catedral  de  la  Asun- 
ción predicase  haciendo  la  apolqjía  del  Común  y  en  Buer 
nos  Aires  no  faltó  otro  que  hizo  oir  su  voz  en  el  pulpito 
asegurando  que  el  Común  del  Paraguay  en  nada  se  habia 
desviado  de  la  obediencia  debida  á  las  leyes  del  reino. 

En  diciembre  se  pensó  en  el  nombramiento  de  nuevo 
alcalde  para  el  año  de  1732  y  recayó  la  elección  en  don 
Francisco  de  Roxas  Aranda  y  en — 

• 

XXXVI.  DON  ANTONIO  RUI2  DE  ARELLANO,  presi- 
dente de  la  Junta,  quien,  á  penas  recibido  de  su  puesto,  y 
con  el  objeto  de  hacer  autorizar  por  la  audiencia  de  Char- 
cas la  legalidad  del  Común,  se  ocupó  en  dirigir  una  me- 
moria de  cuanto  habia  ocurrido  en  la  Provincia  desde  la 
partida  de  Zavala,  comisionando  á  don  Bartolomé  Galvan, 
don  Antonio  Baez,  en  unión  con  el  padre  don  José  Cana- 
les, que  se  habia  declarado  por  el  Común,  para  informar 
alvirey.  Sin  embargo,  estos  diputados  no  pasaron  de 
Córdoba  por  los  nuevos  sucesos  de  Lima  que  produjeron 
eltrájico  fin  de  Antequera. 

Apesar  de  la  oposición  de  Arellano  á  la  espulsion  de  los 
jesuitas,  se  llevó  á  cabo  (febrero  do  1732)  por  los  comune- 
ros, á  pesar  de  haber  el  obispo  Palos  conminado  con  la 
escomunion,  publicada  contra  todos  los  causantes,  coo- 
.  perantes,  consejeros  y  fautores  por  incursos  en  ella  y 
haber  puesto  entre  dicho  general,  personal  á  toda  la  pro- 


170  GOBERNANTES     .      • 

vincia,  hecho  leer  la  Paulina  y  tocado  á  entredicho.  Lue- 
go que  el  prelado  tuvo  noticias,  aunque  cercaron  los  solda- 
dos la  torre  de  la  catedral,  para  que,  so  pena  de  la  vida  á 
quien  tocase  las  campanas,  de  que  con  inaudito  arrojo 
rompieron  con  hachas  las  puertas  del  colegio,  previno  al 
padre  rector  estuviese  cerrado  y  no  saliese  á  menos  que  á 
emjDUJones  los  echasen  fuera,  como  lo  hicieron;  teniendo 
la  pena  de  ver  ultrajada  su  dignidad  y  persona  con  guar- 
da de  soldados  portodas  partes,  sin  permitirle  que  saliese 
á  la  puerta. 

Antes  de  entrar  el  común,  estando  como  una  legua  de 
distancia  de  la  ciudad,  le  despachó  cuatro  diputados,  dos 
de  los  cuales  forzados  con  pena  de  la  vida  y  confiscación 
de  bienes,  previniéndole  que  venian  á  espulsará  los  pa- 
dres sin  remedio  y  que  el  obispólos  mandase  salir;  á  lo 
que  respondió  éste  que  no  tenia  facultad  para  eso  sino  para 
declararlos,  como  los  declaraba  á  todos  los  comuneros 
por  públicos  escomulgados  y  poner  entredicho  á  toda  la 
Provincia.  Lo  mismo  respondió  el  Cabildo  secular,  que  le 
amenazaba  con  que  pelig^aba  la  Provincia  y  las  vidas  de 
muchos. 

Cuando  llegó  á  la  Asunción  la  falsa  noticia  de  hallarse 
el  gobernador  Ruiloba  en  camino  para  la  Asunción,  Are- 
llano  que,  sólo  por  interés  y  temor  presidia  el  Común, 
declaró  que  estaba  resuelto  á  ir  hasta  Santa  Fe  para  re- 
cibir al  gobernadoc.  Temiendo  el  Común  que  el  objeto  de 
este  viage  fuese  el  de  hacer  la  paz,  dio  orden  para  impe- 
dirle la  salida  de  la  ciudad,  pero  él  habia  tomado  sus  me- 
didas tan  bien,  que  logró  embarcarse  sin  la  menor  difi- 
cultad, llevando  consigo  lo  mejor  de  sus  efectos.  En  Santa 
Fé  supo  con  sorpresa  que  ni  se  hallaba  alli  ni  en  Buenos 
Aires,  pero  que  3e  le  esperaba  de  un  momento  á  otro, 
con  cuya  noticia  adoptó  el  partido  devenir  á  esta  ciudad. 

Después  de  haber  sido  uno  de  los  principales  autores  de 


DEL   PARAGUAY 


171 


las  perturbaciones  del  Paraguay  y  uno  de  los  mas  decidi- 
dos partidarios  de  Antequera,  perdió  todos  sus  bienes  y 
aun  se  vio  obligado,  para  salvar  la  vida,  á  disfrazarse  de 
negro,  fugando  de  la  Asunción,  por  haberse  opuesto  ala 
espulsiondelos  jesuitas  del  colegio  de  esa  capital  y  por 
haber  tratado  de  salvar  la  vida  de  don  Manuel  Agustin  de 
Ruiloba,  á  quien  acompañó  desde  Buenos  Aires  hasta  su 
desgraciada  campaña  y  trágico  fin.  Se  refugió  en  esta 
ciudad  (Buenos  Aires,)  con  la  firme  resolución  de  reparar 
todo  el  mal  que  habia  hecho  á  consecuencia  del  compro- 
miso que  contrajo  con  Antequera,  declarándose  á  favor 

del  Común. 

Este  procedió  en  seguida  á  nombrar  otro  en  lugar  de 
Arellano,  haciéndolo  en  la  personade 

XXXVn.  DON  CRISTÓBAL  DOMÍNGUEZ  DE  OBpLAR, 
maestre  de  campa  general,  presidente  de  la  Junta  y  alcal- 
de de  primer  voto  para  1733,  pues  que  merecia  toda  su 
confianza. 

El  Común  escribió  en    seguida  al  gobernador  manifes- 
tándole su  disposición  en  recibirle,  y  al  mismo  tiempo  to- 
maba sus  medidas  para  oponerse    á  su  recepción,  desti- 
tuyendo á  todos  los  empleados  sospechosos.  A  la  adopción 
de  esta  medida  contribuyó  no  poco  el  haber  recibido  de 
Arellano  una  carta  en  que  le  anunciaba  al  Común  la  llega- 
da del  nuevo  gobernador,  trayendo  del  virey  los  mas  am- 
plios poderes  y  las  órdenes  mas  terminantes  para  infor- 
mar contra  todos  los  que  habian  contribuido  á  las  pertur- 
baciones de  la  Provincia.  El  Común  no  hi¿o  caso  de  este 
aviso  porque  desconfiaba  de  la  persona  que  lo  remitía.  El 
hecho  es  que  desde  enero  (1733)  ella  se  di  vidió  en  dos 
facciones,  una  que  quería  deponer  al  nuevo  presidente  y 
la  otra  que  lo  sostenía;  y  á  no  haber  intciAenido  los  dos 
obispos,  Palos  y  Arregui,  la  capital   se  habría  vuelto  un 
campo  de  Agramante,  en   abril  del  mismo  año. 


172  GOBEBNAJfTES 

XXXVm.  DON  ISIDORO  MIRONES  Y  BENAVENTE, 
oidor  de  la  audiencia  de  Charcas,  cuya  prudencia  y  talen- 
to, acreditados  en  la  pacificación  de  la  provincia  de  Co- 
chabamba,  hizo  que  el  virey  del  Perú,  marqués  de  Castel- 
fuerte,  le  eligiese  para  pasar  con  el  mismo  objeto  al  Para- 
guay; pero  su  nombramiento  no  llegó  á  tener  efecto,  por 
cuanto  estando  ya  en  Tucuman,  recibió  aviso  de  la  llega- 
da del  gobernador  propietario  designado  por  el  rey.  En 
consecuencia,  volvió  al  ejercicio  de  su  empleo. 

XXXIX.  DON  MANUEL  AGUSTÍN  DE  RUILOBA  Y 
CALDERÓN,  natural  de  las  montañas  de  Burgos,  que  se 
hallaba  de  capitán  general  del  Callao  y  cabo  principal  de 
armas  del  Perú,  recibido  en  el  Paraguay  en  julio  de  1733, 
después  de  haber,  desde  Buenos  Aires,  notificado  su  nom- 
bramientQ  al  cabildo  secular  y  obtenido  la  correspondiente 
aceptación. 

Tomó  con  ahinco  la  dirección  del  gobierno,  prohibien- 
do bajo  penas  severas  hacer  la  menor  mención  de  los  co- 
muneros; nombró  jueces  militares;  señaló  nuevos  lenien- 
tes  para  las  tres  villas  de  la  gobernación  y  parala  capital 
haciéndolo  en  personas  que  le  inspiraban  confianza;  re- 
formó los  jefes  de  ía  milicia.  Esto  último  fué  lo  bastante 
para  que  los  comuneros  se  sublevaran  dirigiéndose  ar- 
mados sobre  la  ciudad. 

•Con  el  oportuno  aviso  de  este  nuevo  trastorno,  el  go- 
gernador  mandó  poner  sobre  las  armas  todas  las  guarni- 
ciones de  las  plazas  vecinas,  señalándoles  la  chacra  de 
Alonso  Pérez  como  punto  de  reunión,  y,  dejando  con  el 
gobierno  político  de  la  ciudad  al  regidor  don  Juan  Caba- 
llero, salió  (14  de  setiembre,)  con  las  pocas  milicias  que  pu- 
do reunir  para  ponerse  al  frente  de  aquéllas. 

Pero  cuál  no  seria  su  sorpresa  cuando  sólo  encontró 
trescientos  hombres,  no  habiendo  podido  los  gefes  juntar 
mas  por  haberse  todos  enrolado  bajo  el  estandarte  del 
Común?  Quiso  esperar  para  aumentar  su  ejército  y  en  vez 


DEL    PABÁQÜAY  173 

de  eso  á  la  mañana  siguiente  se  encontró  con  que  no  le 
quedaban  mas  que  ochenta  hombrea.  En  vano  se  le  pro- 
metieron socorros  de  gente,  pero  no  aparecían.  Aun  se 
trató  de  entrar  en  arreglo  con  los  comuneros,  por  medio 
del  obispo,  quien  aconsejaba  al  gobernador  acordase  á  los 
descontentos  cuanto  le  pidieran.  A  tan  estravagante  exi- 
gencia no  quedó  al  gobernador  mas  recurso  que  el  defen- 
der su  autoridad  y  la  del  rey  con  las  armas. 

El  15  de  setiembre,  en  Guayaibití,  ambos  ejércitos  esta- 
ban uno  al  frente'  del  otro  y  antes  de  chocarse,  el  indivi- 
duo. Roque  Pereira,  de^acándose  del  del  Común  y  ade- 
lantándose como  para  poder  ser  oido,  gritó  con  toda  su 
fuerza:  ^Caballerosa  todos  los  que  reconozcan  la  autoridad  del 
Ilustre  Común  vengan  á  sus  banderas'.  En  este  momento  se 
pasaron  todos,  con  escepcion  de  unos  cuantos  oficiales. 
Viéndose  tan  vilmente  traicionado,  el  gobernador,  diri- 
giéndose á  los  pocos  gefes  que  estaban  ásu  lado,  dijo: 
*^Mis  amigos,  el  mal  no  tiene  remedio,  es  menester  ceder  á  la  fuer- 
za;^' y  cuando  se  acercaron  los  rebeldes,  esclaraó  /  ííz;¿3:  el 
reyly  la  contestación  fué  ¡Viva  el  rey  y  muera  el  mal  gobier- 
no!  En  -seguida  le  dieron  de  sablazos  hasta  que  espiró 
pronunciando  estas  palabras:  ¡Nuestra  Señora  del  Rosario, 
sedme  propicia! 

En  este  encuentro  quedó  muerto  el  regidor  don  Juan 
Baez  y  heridos  muchos  otros.  En  memoria  de  su  muer- 
te, se  colocaron  junto  al  lamino  tres  cruces  que  existían 
hasta  1786,  según  Azara  que  las  habia  visto. 

XL.  DON  JUAN  CABALLERO  DE  AÑASCO,  regidor, 
encargado  del  gobierno  político  de  la  ciudad  durante  la 
ausencia  de  Ruiloba  en   su  desgraciada  campaña. 

Victoriosos  los  comuneros,  entraron  en  la  ciudad  y  tra- 
taron de  matar  al  regidor,  tirándole  un  balazo,  pero  solo 
consiguieron  d^'arle  muy   mal  herido,  ocupando  en  se- 


174  GOBEBNAJTTES 

guidala  casa,  apoderándose  de  los  bienes  y  papeles  del 
gobernador  y  obligando  á  los  regidores  á  renunciar  sus 
oficios.  Después  de  conneter  todos  los  robos  y  saqueos 
que  les  fué  posible,  los  amotinados  aclannaron  por  go- 
bernador á  fray  Juan  de  Arregui,  que  se  hallaba  en  la 
Asunción,  adonde  habiaidocon  el  objeto  de  hacerse  con- 
sagrar, como  obispo  de  Buenos  Aires. 

1733-1734— XLI.  DOCTOR  FRAY  JUAN  DE  ARREGUI, 
del  orden  de  San  Francisco,  obispo  de  Buenos  Aires, 
obligado  por  los  comuneros  á  aceptar,  en  setiembre  de 
1733,  el  bastón  de  gobernador,  para  que  sirviese  de  som- 
bra á  sus  escesos,  los  cuales  continuaron  con  mas  furor 
que  antes,  destruyendo  la  Provincia  y  cometiendo  todo 
género  de  desórdenes,  sin  poder  contarcon  seguridad  ellos 
mismos  unos  de  otros. 

Sin  embargo,  con  pretesto  de  visitar  la  diócesis,  el  obis- 
po-gobernador salió  fugitivo,  encaminándose  á  Buenos 
Aires,  desde  donde  dio  cuenta,  de  lo  acaecido ,  al  virey 
del  Perú,  de  quien  recibió  una  citación  para  comparecer 

personalmente  á  dar  cuenta  de  su  conducta  ante  el  virey 
y  audiencia  de  Lima,  y  mas  tarde  otra  del  Consejo  de 
Indias,  para  que  se  presentase  en  persona;  pero  á  uno  y 
otro  respondió  que  su  avanzada  edad — 82  años,  cuando 
recibió  la  primera — no  le  permitia  emprender  tan  lar- 
gos viages.'  En  efecto,  murió  pronto  después  de  ha- 
ber recibido  la  segunda  citación,  de  pesar  por  el  triste 
papel  que  habia  hecho  en  la  Provincia  del  Paraguay,  mas 
que  de  vejez.  Lo  cierto  es  que  desde  su  regreso  á  Buenos 
Aires,  tuvo,  hasta  su  muerte,  una  conducta  en  toda  regla. 

Murió  por  los  años  1736  ó  1737. 

Al  saHr  de  la  Aguncion  para  su  fingida  visita,  dejó  en 
su  lugar  á  su  padrino  de  consagración — 

XLÜ.  DON  CRISTÓBAL  DOMÍNGUEZ  DE  OBELAR, 
delegado  de  Arregui.  Continuando  el  Paraguay  en  pro- 
vocante rebelión  no   hubo  mas  remedio  que  recurrir  de 


DEL  PARAGUAY  '  175 

nuevo  algoberrador  de  Buenos  Aires,  Zavala,  que  había 
conseguido  estiiiguir  la  rebelión  de  Antequera  y  que 
acababa  de  ser  nombrado,  presidente  de  la  Audiencia  de 
Charcas,  cuando  ocurrieron  esos  violentos  trastornos. 

XLm.  DON  BRUNO  MAURICIO  DE  ZAVALA,  mariscal 
de  campo,  gobernador  y  capitán  general  de  Buenos 
Aires,  (1735)  comisionado  por  el  virey  del  Perú,  marqués 
de  Castelfuerte,  para  que,  posesionándose  del  mando  de 
la  provincia  del  Paraguay,  sacase  de  las  Misiones  de  los 

jesuítas  las  milicias  necesarias. 

Con  lasóla  noticia  de  su  próxima  llegada  al  Paraguay, 
entró  el  desconcierto  entre  los  comuneros,  sin  atinar 
como  debia  obrar. 


El  defensor  de  la  Junta,  don  José  Ortiz  de  Vergara, 
cayó  enfermo  (diciembre  de  1734)  quedando  muy  pronto 
red]ucido  á  la  estrefnidad.  Asustado  de  verse  próximo  á 
comparecer  ante  el  soberano  Juez  de  los  vivos  y  de  los 
muertos,  empezó  por  llenar  su  testamento  délas  disculpas 
á  que  se  creia  obligado  por  sus  injusticias,  sus  crimina- 
les empresas  contra  su  rey,  su  obispo,  los  religiosos  y 
sobre  todo  los  jesuitas;  y  en  seguida  pidió  públicamente 
perdón  con  las  lágrimas  en  los  ojos.  Dispuso  que  esta 
parte  de  su  testamento  se  leyera  en  voz  alta  antes  que 
su  cuerpo  fuese  enterrado,  y  que  se  mandasen  copias  de 
él  á  todos  aquellos  á  quienes  habia  ofendido.  Lo  más 
particular  era  que  su  lectura  la  hiciera  el  escribano 
Matías  Encina,  muy  partidario  de  la  Junta,  quien  leyen- 
do su  propia  condenación,  la  pronunció  con  aire  embara- 
zado y  con  voz  trémula. 

Vergara  habia  incurrido  en  cinco  escomuniones,  de  las 
cuales,  cuatro  quedaban  reservadas  á  la  Santa  Sede,  y 
asimismo,  el  provisor  del  obispo  pronunció  lu  absolu- 
ción sobre  el  cuerpo,  que  estaba  espuesto  en  la  iglesia, 


176  GOBERNANTES 

después  de  haber  hecho  una  patética  exhortación  á  los 
concurrentes,  de  los  que  habia  no  pocos  envueltos  en  las 
mismas  censuras. 

Entretanto,  el  maris<:al  Zavala,  á  la  cabeza  de  seis  mil 
guaraníes,  acampó  en  las  cercanías  del  Tebicuarí.  Des- 
de este  punto  dirigió  (marzo  de  1735)  sus  despachos  álos 
capitulares  de  Villa  Rica,  por  hallarse  el  cabildo  de  la 
Asunción  deshecho  por  los  .comuneros,  como  igualmente 
á  la  capital  de  la  Provincia,  donde  éstos  se  manifestaron 
siempre  rebeldes  y  resueltos  á  oponerle  resistencia. 

En  efecto,  enviaron  contra  Zavala  un  cuerpo  como  de 
doscientos  hombres,  pero  en  vista  del  er.emigo  que  era 
muy  superior  en  número  retrocedieron.  Zavala  atacó 
entonces  (26  de  marzo)  la  retaguardia  de  los  comuneros, 
la  cual  fué  completamente  derrotada,  tomándoles  muchos 
prisioneros,  municiones  y  artillería,  loque  equivalia  á  la 
ruina  del  ejército  entero. 

Perseguidos  sin  descanso,  fueron  al  fin  alcanzados  y 
hechos  prisioneros  muchos  de  los  rebeldes,  unos  en  el 
camino,  otros  en  la  Asunción  y  otros  en  Corrientes,  en- 
tre estos  la  mayor  parte  de  los  gefes  de  la  Junta,  no  que- 
dando sino  seis  que  hubiesen  aun  dejado  decaer  en.  po- 
der del  vencedor.  Publicóse  .un  edicto  ofreciendo  cinco 
mil  escudos  á  quien  los  prendiera  y  entregase  y  le  pre- 
sentaron cuatro  de  ellos.  Los  dos  restantes,  Juan  de 
Gadea  y  José  de  la  Peña  consiguieron  internarse  entre 
los  indios  enemigos  de  los  españoles  y  fugar  en  seguida 
al  Brasil. 

Sometidos  á  un  consejo  de  guerra  los  prisioneros  Ga- 
briel Delgado,  que  habia  dado  el  primer  hachazo  á  Rui- 
loba,  Tomas  Lobara,  Miguel  Ximenez  y  Mateo  de  Arce 
fueron  condenados  á  ser  ahorcados,  pero,  á  falta  d^e  ver- 
dugo, se  les  mandó  pasar  por  las  armas,  habiendo  firma- 


DEL  PARAGUAY  177 

do  la  sentencia  de  algunos  da  los  nuevos  alcaldes  y  pre 
senciado  la  ejecución.  Estas  ejecuciones  tuvieron  lugar  el 
;15  de  abril  (1735).  Otros  dos,  Ramón  de  Saavedra  y  José 
Duarte  fueron  ejecutados  de  igual  modo  el  12  de  ms\,yo  y 
varios  otros  desterrados  á  Chile. 

Terminados  estos  merecidos  castigos,  Zavala  hizo  su 
entrada  triunfal  en  la  capital  de  la  Provincia,  en  junio, 
recibiéndose  de  gobernador. 


* 


Considerando  ya  consumada  la  pacificación  del  país  y 
que  ella  seria  duradera,  restituyó  el  legítimo  cabildo,  pro- 
cediendo éste  luego  á  la  elección  de  las  justicias  ordi- 
narias. Publicó  diversos  bandos;  nombró  oficiales  de 
guerra;  restituyó  los  jesuitas  a  su  colegio,  solicitando  de 
éstos  emprendieran  de  nuevo  la  reducción  de  los  tobati- 
nes  que  se  hablan  retirado  á  sus  antiguos  bosques,  por 
temor  de  las  revueltas.  Dio  *otras  providencias  con- 
venientes al  estado  de  la  Provincia. 

Pacificada  ésta  así,  nombró  nuevo  gobernador,  para  lo 
cual  estaba  autorizado,  y  en  seguida  se  embarcó  (enero 
de  1736)  para  Buenos  Aires,  pero  antes  de  llegar  á  San- 
ta Fé  dejó  de  existir  (febrero)  y  se  le  sepultó  en  aquellos 
desiertos. 

La  muerte  de  este  caballero  fué  universalmente  sen- 
tida. 

1735-1741— XLffl.  DON  MARTIN  JOSÉ  DE  ECHAURI, 
natural  del  reino  de  Navarra,  capitán  de  dragones,  nom- 
brado gobernador  por  el  general  Zavala:  se  recibió  en 
diciembre  de  1735. 

Su  primer  cuidado  fué  visitar  la  Provincia  para  ponerla 
en  estado  de  defensa  contra  los  bárbaros  fronterizos  y 
principalmente  contra  los  pérfidos  payaguáes  que  la  in- 
festaban. 

1741-1747— XLIV.    DON  RAFAEL  DE  LA  MONEDA,  en 

13 


178  GOBERNANTtES 

1741.  Gobernó  con  integridad  y  tino  para  realizar  la  com- 
pleta pacificación  de  la   Provincia,  y  apesar  de  toda  su 
prudencia  los  perturbadores  del  orden  publico  no  desean- . 
saban  en  sus  tentativas. 

Luego  que  tomó  posesión  del  gobierno,  practicó  una 
visita  á  toda  la  Provincia  y  como  no  estaba  acostumbrado 
á  los  ardientes  soles  del  país,  quedó  ciego,  y  así  mismo 
no  descuidaba  su  vigilancia.    Por  los  años  de  1741  á  17^ 
sacó  de  las  casas  españolas,  donde  estaban  amparados, 
una  porción  de  negros  y  mulatos  libres,  con  los  que  for- 
mó el  pueblo  de  la  Emboscada,  arriba  déla    Cordillera, 
sobre  el  rio  Paraguay,  para  que  sirviese  de   antemural 
contra  las  invasiones  de  los  mbáyáes.    Desde  entonces 
cesaron  éstos  de  invadir  esta  Provincia.    Confiando  en  su 
ceguera,  algunos  de  los    antiguos  comuneros,  incitados 
por  eclesiásticos  afiliados  en  el  mismo  partido,  creyeron 
poder,  á  mansalva,  tramar,  como  tramaban  una  conspi- 
ración contra  la  vida  del  gobernador;  mas  él  dio  con  el 
hilo  de   la  conjuración,  y,  con  toda   sagacidad   y  arte,    , 
hizo  prender  á  los  principales  cabezas,  señalados  por  sus 
notorios  y  públicos  escándalos.  En  breve  tiempo  fueron 
juzgados,  sentenciados  y  ejecutados,  habiendo  sido  éstos 
los  únicos  suplicios  que  en  todo  su  gobierno  se  llevaran  á 
cabo,  porque  era  querido  y  obedecido  de  todos,  hasía  de 
los  mismos  indios  payaguáes  y  Hemas  que  continuamente 
hostilizaban  la  Provincia. 

Después  de  estos  severos  castigos,  siguió  su  gobierno 
con  toda  tranquilidad,  hasta  el  año  de  1747,  que  por  or- 
den del  rey  entregó  el  bastón  al — 

1747-1750— XLV.  CORONEL  MARCOS  JOSÉ  DE  LAR- 
RAZABAL,  natural  de  Buenos  Aires,  de  cuya  ciudad  fué- 
poco  tiempo  después  nombrado  por  la  corte  teniente  de 
rey;  así  es  que  solo  *gobernó  hasta  el  año  de  1750. 

En  el  gobierno  del  virey  Vertiz  formó  parte  de  una  co- 
misión compuesta  del  teniente  dé  rey,  del   brigadier  don 


DEL  PARAQÜAY  •         179 

Jaime  Sanjust,  del  (íoronel  don  Marcos  de  Larrazabal,  dei 
sargento  mayor  don  Fernando  Fabro  y  del  comandante 
de  milicias  de  caballería  don  José  Antonio  de  Otálora,  quie- 
nes, enterados  de  que  el  rey  no  consentía  á  que  se  remi- 
tiesen á  España  á  los  arsenales  los  indios  que  se  tenían 
cautivos,  por  la  dífícultad  de  custodiarlos,  y  por  los  gra- 
vísimos perjuicios  que  causaba  el  que  lograba  escaparse, 
no  halló  dicha  comisión  mas  medio  que  el  internarlos  á 
los  pueblos  de  indios  guaraníes  los  mas  setent.nonales, 
para  que  así  les  fuese  mas  dificultosa  la  fuga. 
Le  sucedió  en  el  gobierno  el — 

1750-1761— XLV.  BRIGADIER  DON  JAIME  SANJUST, 
desde  el  añode  1750  en  que  entró  en  el  gobierno  á  satisfac- 
ción de  todo  el  país,  introduciendo  en  él  algunas  medidas 
de  progreso,  como  se  va  á  ver. 

Autorizado  por  el  ministerio  de  Madrid,  Sanjust  con- 
trató é  hizo  trasportar  ala  Asunción,  en  1752,  los  brasi- 
leros elaboradores  del  tabaco  negro  torcido.  Establecié- 
ronse las  fabricas  bajo  la  dirección  de  Juan  Chaves  de 
Oliveira  y  de  Antonio  Moreira.  Entre  aquellos  elabora- 
dores se  hallaba  García  Rodríguez  Fran9a,  padre  del 
futuro  dictador,  también  brasilero. 

Hasta  esa  época,  apesar  del  incremento  que  había  to- 
mado el  comercio  de  la  yerba  mate  y  otras  industrias  no 
menos  productivas,  como  el  tabaco,  las  salinas,  el 
aguardiente,  la  esplotacion  de  los  bosques,  etc.  las  rentas 
públicas  sólo  servían  para  enriquecer  á  los  que  ejercían 
la  autoridad  superior,  tales  como  los  gobernantes  y  teso- 
reros. 

Remitidas  á  España  las  muestras  del  tabaco  torcido,  se 

aprobó  la  empresa  por  cédula  de  1753,  mandándose  con- 
*tínuar  en  los  trabajos  y  recomendando  se  fomentara  el 
cultivo  de  la  planta.  El  distrito  de  Yaguaron  fue  desti- 
nado para  las  plantaciones,  nombrándose  mayordomo  de 
élá  García  Rodríguez  Fran9a,  conocido  en  la  Asunción 
por  el  CaHoca. 


180  •  GOBERNANTES 

Antes  no  se  conocia  en  el  Paraguay  el  oro  y  plata  amo- 
nedados, pues  el  comercio  se  hacia  con  permutas,  y  cuan- 
do se  estableció  la  renta  de  tabacos  empezó  á  circular  el 
PRIMER  numerario. 

Sanjus  continuó  su  gobierno  hasta  el  año  de  1761  que 
el  rey  le  promovió  al  de  Potosí. 

1761-64— XLVI.  DONJOSÉ  MARTÍNEZ  FONTES,  natural 
de  Buenos  Aires  y  capitán  de  dragones  de  su  presidio,  nom- 
brado en  1761,  gobernador  y  capitán  general  por  el  se- 
ñor Zevallos,  que  estaba  facultado  para  ello  por  la  Corte. 

Los  indios,  á  instigación,  según  se  decía,  délos  padres 
jesuitas,  considerados  déspotas  en  sus  comarcas,  se  ha- 
bian  rebelado,  negando  á  someterse  á  los  arreglos  hechos 
por  las  cortes  de  España  y  Portugal,  para  fijar  los  lími- 
tes de  sus  respectivas  posesiones.  Don  José  Joaquin  de 
Viana,  caballero  de  Calatrava,  brigadier  de  los  ejércitos 
de  S.  M.  C.  y  gobernador  de  Montevideo  fué  encargado 
por  el  rey  de  España  del  mando  de  las  tropas  enviadas 
al  Paraguay  contra  los  indios.  A  pesar  de  los  obstácu- 
los de  todo  género  que  le  opusieron  los  jesuitas,  todas  las 
operaciones,  puestas  en  juego  por  Viana  tuvieron  un 
feliz  éxito. 

El  gobernador  favorecía  á  la  sociedad  en  todo  y  no  te- 
nia el  menor  escrúpulo  en  hacerse  esclavo  de  ellos,  para 
servir  de  instrumento  á  su  venganza.    Informado  de  la 
mala  inteligencia,  que  ellos  tal  vez  suscitaran  entre  ambos 
gobernadores,  estos  padres  no  dejaron  de  participar  al  de 
Buenos  Aires  de  los  pasos  reprensibles  del  coronel  Viana, 
si  es  que  fuera   capaz  de  darlos.    Hombre  estimable  en 
todo  sentido,  hombre  de  talento,  lleno  de  conocimientos 
en  el  arte  militar,  y  de  probidad,  sin  tener  nada  de  la  al-  * 
tañería  que  algunas  veces  se  reprochaba  á  los  españoles, 
consiguió  conquistarse  la  estima  y  consideración  de  todos 
los  que  le  conocían;  y  los  mismo  jesuitas  se  veían  com- 
pelídos  á  darle  su  sufragio,  al  menos  en  público. 


DEL  PARAGUAY  181 

• 

Como  una  prueba  de  lo  escrupuloso  que  era  el  coronel 
Viana  en  el  cumplimiento  de  su  deber,  sin  dejar  por  eso  de 
llenar  el  de  urbanidad  que  le  imponía  su  carácter  de  hom- 
bre culto,  se  nos  permitirá  una  como  digresión  para  ocu- 
parnos de  este  caballero,  que  tiene  tanta  relación  con  los 
hechos  que  ent6nces  tenian  lugar. 


* 


Al  recalar  en  el  puerto  de  Montevideo  la  espedicion  de 
Bougainville,  fué  el  capitán  de  un  buque  español,  de  parte 
del  gobernador  Viana,  á  ofrecer  sus  servicios  de  piloto. 
Así  pudo  entrar  sin  peligro,  saludando  la  plaza  en  seguida 
con  doce  cañonazos,  los   que  fueron  contestados. 

Los  primeros  días  se  emplearon  en  hacer  nuevos  arre- 
glos con  el  gobernador  de  Montevideo,  para  conciliarse 
con  él  durante  permanecía  la  espedicion  en  el  puerto. 
Al  principio  encontraron  muchas  dificultades,  tanto  en 
permitirles  la  pesca  por  la  costa,  cuanto  á  dejar  que  abor- 
dase la  lancha  y  canoa.  El  gobernador  exigiaquese  le 
diese  aviso  previo  todas  las  veces  que  se  quisiera  mandar 
algunos  hombres  á  tierra,  á  fin  de  poner  guardia  en  el 
parage  en  que  abordasen,  ¡mra  impedirles  hacer  co- 
mercio. 

No  imaginando  hallar  esas  dificultades,*  álosdosdias 
de  tocar  puerto,  se  despachó  de  á  bordo  la  pequeña  canoa 
para  pescar  en  el  bajo  del  Cerro.  Avisado  el  gobernador, 
dio  orden,  á  dos  dragones  de  la  guarnición  que  se  tras- 
ladasen alh  para  apoderarse  de  hombres,  canoay  mer- 
caderfas,  si  llegaban  á  desembarcar.  Un  instante  des- 
pués de  dada  esta  orden,  de  que  se  dio  parte  á  Bougain- 
ville, se  presentó  éste  con  otros  de  la  fragata  El  Águila 
en  casa  del  gobernador,  para  manifestarle  su  sorpresa 
por  tal  orden.  Este  que  no  conocia  bien  el  idioma  fran- 
cés, hizo  comprender  á  aquél,  por  medio  de  un  intérprete, 
que  no  se  hallaba  dispuesto  á  prestarle  todos  los  servicios 
que  habia  ofrecido  y  que  los  de  la  espedicion  tenian  lugar 


182  GOBERNANTES 

de  esperar;  lo  que,  con  sentimiento,  les  hacia  saber  en 
cumplimiento  de  su  deber.  Entóneos  Bougainville  se 
espresó  como  sigue:  "Señor,  es  muy  duro  para  france- 
ses encontrar  entre  loS  españoles,  sus  amigos,  dificulta- 
des que  no  han  hallado  entre  los  portugueses  con  quienes 
estaban  en  guerra  hace  dos  dias;  voy  á  hacerme  á  la  vela 
y  daré  de  ello  aviso  al  rey  mi  amo/'  El  gobernador  con- 
testó que  no  era  su  intención  dejar  de  atenderlos;  pero 
que  las  leyes  y  órdenes  de  la  Corte  eran  no  dejar  hacer 
comercio  alguno  á  buques  que  no  fueran  españoles,  ó  au- 
torizados por  la  Corte  para.su  efecto,  ni  aun  á  los  de 
sus  compatriotas  que  fuesen  ajentes  de  otras  naciones; 
que  habiendo  una  fragata  de  la  compañia  de  las  Indias 
tocado  tres  años  antes  en  el  mismo*puerto,  no  había 
manifestado  ninguna  dificultad  en  someterse  4  lo  que  él 
acababa  de  proponer.  "Hay  una  gran  diferencia,— replicó 
el  señor  de  de  Bougainville, — entre  una  fragata  mercante  y 
una  de  guerra.  Nosotros  no  tenemos  ningunas  mercade- 
rías, y  sólo  hemos  venido  para  tomar  refrescos  y  esperar 
la  fragata  El  Esfinge,  de  laque  nos  hemos  separado,  y  á 
laque  hemos  dado  cita  en  el  Rio  de  la  Plata." — "Desde  que 
usted  me  responde  que  no  se  han  de  desembarcar  mer- 
caderías, usted  es  dueño  de  venir  á  tierra.  Pero  siendo 
el  uso  estal^cído  enviar  un  soldado  por  donde  quiera 
que  las  canoas  toquen  en  tierra,  no  tome  usted  á  mal,  le 
ruego,  que  yo  me  conforme;  es  por  la  tranquilidad  de 
usted  y  la  mia;  porque  no  quiero  que  mi  Corte  tenga  nada 
que  reprocharme.  Por  otra  parte,  puede  usted  contar  con 
la  rectitud  de  mis  intenciones;  pues,  independientemente 
de  las  órdenes  que  tengo  para  tratar  á  los  franceses  con 
los  mismos  miramientos  que  á  los  españoles,  les  tengo 
mucha  inclinación." 

En  seguida,  el  gobernador  pidió  ¿.Bougainville  permiso 
para  sacar  copia  de  las  órdenes  que  el  rey  de  Francia  le 
habia  dado  para  el  mando  de  las  dos  fragatas;  porque 
tenia  obligación  de  enviarla  á  la  Corte  de  España  con  el 


DEL  PARAGUAY  183 

informe  de  su  recalamiento.  Bougainville  no  tuvo  incon- 
veniente en  acceder  á  aquella  exigencia,  separándose  en 
la  mayor  amistad. 

Lo  que  se  acaba  de  referir  es  exatamente  lo  que  se  ha* 
practicado  siempre  en  todo  el  Rio  de  la  Plata  y  principal- 
mente   en  el    Paraguay,  hasta    la    caida  del  mariscal 

Lope2. 
Él  gobernador  Viana  tenia  mucha  razón  al  obrar  así, 

y  dio  sus  razones  á  Bougainville  que  callamos  por  pru- 
dencia. 

Al  regreso  de  la  espedicion  de  éste  á  Paris,  el  mar- 
qués de  Grimaldi,  embajador  de  España  en  Francia 
hizo  á  aquel  muchas  preguntas  sobre  la  conducta  del 
coronel  Viana  pata  con  él  y  sus  compañeros  de  viage; 
á  las  cualiiB  contestó  haciendo  la  debida  justicia  ó  la  pro- 
bidad del  gobernador  y  á  su  adhesión  á  su  príncipe.  El 
embajador  entonces  confesó  que  los  jesuítas  y  sus  amigos 
habian  enviado  á  Madrid  memorias  acusando  á  Viana 
para  hacerle  deponer,  pero  no  lo  consiguieron  en  vista 
de  sa   conducta  acrisolada. 

En  1762,  el  gobernador  Martinez  Fontes  celebró  trata- 
dos de  paz  con  los  indios  abipones,  acordando  con  el  ca- 
cique Deguachy  el  establecimiento  de  una  reduc- 
ción en  la  costa  del  Rio  Paraguay  hacia  la  parte  del 
Chaco  en  el  parage  denominado  Timbó;  y  á  fuerza  de 
inmensos  sacrificios  y  donativos  de  los  vecinos  los  llevó 
á  cabo,  proporcionándoles  los  comestibles  y  herramientas 
necesarias  para  trabajar,  peones  para  el  cultivo  de  la 
tierra,  casas  para  vivir  y  una  iglesia  bajo  la  advocación 
dé  nuestra  Señora  del  Rosario  y  San  Caries  de  Timbó. 
Esta  reducción,  después  de  algunos  años,  volvió  á  quedar 
sin  efecto,  á  causa  de  haberse  retirado  les  indios  de  nue- 
vo á    sus  guaridas. 

Posteriormente,  en  1764,  informó  al  rey  del  estado  de 
las  nuevas  reducciones  de  indios  mbayáes  y  abipones, 
que  se  hallaban  al  cuidado  de  los  jesuítas,  pidiende  se 


184  GOBERNANTES 

difíriera  á  las  pretensiones  del  provincial  de  la  misma 
religión  en  cuanto  á  las  subsistencias  de  ambas  reduccio- 
nes, mantención  de  los  doctrineros  ocupados  en  ellas  y  re* 
levacioq  de  mita  y  encomiendas  á  los  indios.  El  rey,  en 
vista  de  tal  informe,  contestó  que  para  la  formación  de 
pueblos,  mantención  de  doctrineros  y  demás  gastos  pre- 
cisos para  ^stas  reducciones,  y  otras  que  se  hicieran  de 
los  indios  que  habitan  el  Chaco,  se  observase  puntual- 
mente lo  proveído  por  la  real  cédula  de  12  de  febrero  del 
mismo  año  (1764);  y  en  cuanto  á  la  exención  de  encomien- 
das y  mitas  que  se  solicitaban,  mandó  que  observándose 
con  estos  indios  el  contenido  de  la  Ley  3,  Tit.  5,  Libro 
6?  de  la  Recopilación  de  Leyes  de  Indias,  fuesen  exentos 
de  ellas  y- de  los  reales  tributos  por  él  término  de  diez 
años  que  en  las  mismas  se  dispone.  '  • 


A  pesar  de  todos  los  sacrificios  hechos,  los  indios  abi- 
pones no  se  avenian  á  la  obediencia  y  sumisión  bajo .  los 
jesuitas  y,  aunque  después  de  la  espulsion  de  éstos,  se 
puso  en  su  lugar  á  don  Lorenzo  de  la  Torre,  sujeto  der  to- 
da competencia,  resguardado  por  un  destacamento  de 
tropas  de  españoles,  huyeron  los  mas  de  ellos  matando, 
y  cometiendo  toda  clase  de  violencias  y  estorsiones. 

Martinez  Fontes  no  llegó  á  terminar  el  período  de  su 
gobierno  por  haber  fallecido,  de  aire  perlático,  el  29  de 
noviembre  del  mismo  año  (1764.) 

XLVn.    DON     FULGENCIO     YEGROS     Y     LEDESMA 

« 

maestre  de  campo  general,  justicia  mayor  y  capitán  á 
guerra  de  la  Provincia  del  Paraguay,  en  egercicio  del 
gobierno  en  la  Asunción  durante  la  visita  del  gobernador 
Martinez  Fontes,  en  1762,  á  los  pueblos  de  su  cargo,  y 
por  fallecimiento  de  éste  volvió  á  ejercer  el  mando  guber- 
nativo á  fines  de  1764.  Era  hijo  del  Paraguay,  hombre 
noble  y  adornado  de  bellísimas  prendas  naturales,  suma- 


DEL  PARAGUAY  185 

mente  benéfico,  de  gran  valor  y  espíritu  militar,  como  lo 
probara  en  varias  campañas  que  hizo  contra  los  indios 
que  hostilizaban  la  provincia.  Sin  embargo,  no  tuvo  un 
gobierno  tranquilo,  por  la  grande  oposición  que  se  le  ha- 
cia, habiendo  sido  la  piedra  de  escándalo  el  nombramiento 
de  don  Bartolomé  Larios  Galvan  para  teniente  de  Curu- 
guatí. 

Su  falta  de  tino  para  el  manejo  de  los  negocios  públicos 
le*  acarreó  tantos  disgustos  y  contratiempos,  que  solo 
empuñó  el.  bastón  poco  menos  de  dos  años,  habiendo  teni- 
do que  entregarlo,  e!  29  de  setiembre  de  1766,  á— 

1 766- 1 772— XLVm.  CARLOS  MORPHI,  teniente  coronel, 
gobernador  y  capitán  general  nombrado  por  el  rey,  por 
recomendación  de  Zevallos,  de  quien  era  patrocinado  y 
por  influencia  de  los  jesuítas,  á  quienes  favoreciera  cuan- 
to le  fué  posible,  dificultando  las  órdenes  superiones  al 
tratarse  de  su  espulsion . 

En  medio  de  todo,  hay  un  hecho  evidente,  innegable  y 
es  que,  después  de  la  espulsion  de  los  jesuítas  del  Para- 
guay, la  propiedad  material  ha  disminuido;  muchas 
tierras  cultivadas  en  otro  tiempo,  ya  no  lo  estaba.n; 
numerosas  localidades  antes  pobladas,  no  presentaban 
sino  ruinas.  Es  necesario  confesar,  pues,  q^ue  á  pesar 
de  todos  sus  defectos,  ellos  supieron  grabar  en  el  ánimo  de 
los  pueblos  el  respeto  á  la  autoridad,  con  tal  poder  que 
de  todos  los  pueblos  de  esta  parte  de  América,  el  del  Pa- 
raguay ha  sido  el  mas  pacífico  y  el  mas  sometido  al  im- 
perio del  deber.  De  esta  circunstancia,  los  audaces  tira- 
nos sacaron  gran  partido,  contando  con  si^  docilidad,  los 
lanzaron  al  sacrificio  seguro  y  aun  criminal,  causando  su 
arrojo  espianto  á  la  humanidad  y  atribuyendo  al  valor,  de 
que  no  carecían,  lo  que  no  era  sino  una  ciega  obediencia, 
con  violencia  de  la  misma  naturaleza,  á  sus  insensibles 
mandones,  obediencia  á  que  los  habian  acostumbrado  los 
jesuitas.    Todos  los  pueblos  han  tenido  y  esperimentado 


186  QOBBRNANTES 

los  escesos  de  un  tirano,  mas  ó  menos  cruel,  pero  la 
existencia  de  uno  que  haya  tolerado  tres  seguidos,  solo 
puede  citarse,  como  ejemplo,  el  Paraguay. 

En  este  aletargamiento  de  un  pueblo  consiste  princi- 
palmente la  conducta  vituperable  de  los  padres  de  la  Com- 
pañia  de  Jesús,  que,  por  sentimientos  de  puro  egoismo 
abusaron  de  su  omnipotencia,  basada  en  las  diarias 
prácticas  y  ceremonias  religiosas  en  que  cimentaron  su 
imperio.  Lo  consiguieron,  y  se  holgaban  de  ello,  pero 
también  hicieron  desgraciado  á  un  pueblo  destituyéndole 
de  su  virilidad  y  condenándole  á  no  poder  protestar,  en 
oportunidad,  de  la  flagrante  violación  de  las  leyes  divinas 
y  humanas.  Tras  una  mampara  dereligon,  abroquelában- 
se los  jesuitas  para  cor.seguirde  los  pobres  guaraníes  lo 
que,  estaban  seguros,  no  habrían  obtenido  empleando  la 
razón  y  el  convencimiento,  que  les  habian  hecho  compren- , 
der  sus  derechos  de  hombre. 


No  hay,  quizá,  en  el  mundo,  un  ser  mas  inepto  en  los 
principios  del  cristianismo,  que  el  indio.  Sin  capacidad 
de  comprender  verdades  divinas,  sin  sensibilidad  para 
elevar  sus  pensamientos  al  Cielo,  sin  madurez  de  re- 
flexión pafa  creer  con  sinceridad  en  la  existencia  de  un 
solo  Dios,  piensa  tan  poco  en  el  estado  futuro  como  en  el 
presente. 

Los  ejercicios  religiosos  de  ostentación  le  sirven  de  di- 
versión; el  repique  de  campanas,  el  canto  de  los  salmos  y 
el  sonido  de  los  instrumentos  musicales,  que  frecuente- 
mente los  acorppañan,  la  vista  de  iluminaciones  y  decora- 
ciones, todo  parece  cautivar  al  indio,  pero,  los  catecismos, 
los  sermones,  las  misas  y  las  abstinencias,  son  para  él 
objetos  de  tanto  disgusto  como  intolerables.  Su  compor- 
tacion  en  la  iglesia  no  prueba  de  ningún  modo  su  asis- 
tencia allí  por  espíritu  de  devoción. 

Si  en  vez  de  fomentar  su  ociosidad,  ó  negarse  á  pagar 


DBL  PARAGUAY  187 

salario  á  los  que  quisieran  trabajar,  los  hubieran  obligado 
?  todo,  sin  escepcion,  á  la  labor,  á  condición  de  procurarles 
comodidades  como  compensación;  si  hubieran  estudiado 
á  crear  entre  ellos  necesidades  artificiales,  como  para 
hacerles  apreciar  aquellas  comodidades,  se  habría  conse- 
guido indudablemente  su  civilización.  Los  trataron 
como  animales  feroces  á  quienes  querían  amansar;  los 
guiaron  como  á  niños,  de  quienes  querían  formar  hom- 
bres. El  sistema  de  escesiva  indulgencia,  que  conve- 
nía- á  la  religión,  no  era  igualmente  conforme  para  el 
gobierno  político.  Siendo  educados  para  una  vida  labo- 
riosa, los  hombres  se  educan  al  mismo  tiempo  para  ser 
buenos  esposos,  buenos  padres  y  buenos  cristianos; 
puesto  que  todas  las  virtudes  sociales  son  compañeras 
naturales  del  amor  ala  industria. 

Las  tiranías  son  una  consecuencia  natural  y  lógica  del 
aletargamiento  de  un  pueblo,  completamente  sometido  á 
su  tutelage.  Todos  convienen  en  que  Francia,  López,  pa- 
dre é  hijo,  Rosas,  Oribe,  etc.,  etc.  fueron  tiranos,  más  6 
menos  crueles  é  inhumanos,  y  sin  embargo  no  faltan 
hombres  ilustrados  que  los  endiosan  y  conceptúan  su 
conducta  arreglada  á  derecho  y  cuando  menos  á  la  época, 
como  si  una  época  dada  pudiera  jamas  justificar  una  tira- 
nía. En  efecto,  son  páginas  negras  de  la  historia  de  los 
pueblos  á  quienes  cupiera  la  desgracia  de  tolerar  su  im- 
perio: son  la  consecuencia  de  los  trastornos  políticos  ó 
.del  talento  de  adormecer  el  espíritu  público,,  hasta  conse- 
guir el  completo  dominio  del  pueblo.  Como  no  hay  cau- 
sa sin  efecto,  la  del  Paraguay  está  en  el  sistema  de  go- 
bierno jesuítico,  continuado  por  Francia  y  los  dos  López, 
aunque  algo]modificado  por  estos  dos  últimos;  y  como  ese 
sentimiento  se  halla  infundido  desde  la  cuna,  se  requiere 
la  desaparición  de  tres  ó  cuatro  generaciones  sucesivas» 


188  GOBERNANTES 

para  que  se  borren  sus  huellas  y  se  dé  á  cada  cosa  y  per- 
sona su  verdadero  nombre. 

Cuando  el  teniente  gueneral  Bucareli  y  Ursua  remitió  á 
España  los  papeles  embargados  á  todos  los  indios  de  ^la^ 
Compañia  de  Jesús,  no  iban  incluidos  los  del  Paraguay, 
porque  el  gobernador  Morphi  arbitró  con  los  espulsos  la 
confusión  de  los  papeles,  á  pesar  de  habérsele  recomenda- 
do su  colección  y  remisión  á  Buenos  Aires;  contrariando 
asi  la  instrucción  á  que  debia  arreglar  sus  operaciones. 

Su  falta  de  subordinación  y  haber  consentido  el  estable- 
cimiento de  una  colonia  de  portugueses  en  las  riberas  del 
Gatimi,  cuando  pudo  haberlos  desalojado  en  tiempo  muy 
fácilmente,  según  le  previno  Bucareli,  ofreciendo  practi- 
carlo sin  haber  dado  cumplimiento,  hicieron  se  le  instru- 
yese un  proceso  por  su  mal  proceder.  Aun  tuvo  alterca- 
dos con  el  obispo  de  Buenes  Airus,  don  Manuel  de  la  Torre 
acusándose  uno  á  otro,  como  que  era,  éste  enemigo  y 
aquél  amigo  de  los  jesuitas.  Bucareli  tenia  orden  del  rey^ 
de  formar  causa  á  Morphi,  si  encontrase  motivos  justos, 
arrestarle  y  enviarle  en  partida  de  registro,  subrogando 
quien  llenara  su  puesto. 

Apesar  de  todo,  no  se  puede  negar  que  el  gobernador 
Morphi  supo  hacer  respetar  el  principio  de  autoridad 
que  estaba  harto  relajada,  porque  todos  querían  poseer 
mando  y  nadie  obedecerá. 

1772-1778— XLIX.  CORONEL  AGUSTÍN  FERNANDO 
DE  PINEDO,  entró  á  gobernar  en  1772,  hasta  principios 
de  1778  que  fué  promo\«<lo  á  presidente  de  la  audiencia  de 
Charcas. 

Los  paraguayos  le  aborrecian  por  su  fatuidad  y  satírico 

modo  de  tratar,  como  también  por  la  violencia  en  ejecutar 
sus  determinaciones.  Parece  que  no  tenia  muchos  estu- 
dios, pero  era  de  aquellos  talentos  claros,  despejados  y 


DEL  PABÁGÜaT  Í89 

felices  que  penetran  en  lo  futuro  y  ven  mas  allá  de  lo  que 
alcanzan  los  hombres  comunes.  En  efecto,  desdQ  Irala  á 
él,  no  ha  habido  otro  gobernador  de  luces  tan  claras,  ni 
que  estuviese  tan  bien  impuesto  en  los  intereses  verdade- 
ros de  la  Provincia,  reuniendo  átodo  esto  el  valor  y  atrevi- 
miento para  poner  en  práctica  las  ideas  mas  sabias  y  pru- 
dentes contra  la  opinión  general  que  las  juzgaba  temerarias 
en  estremo.  Concibió  que  su  provincia  no  podia  jamás 
florecer,  si  no  tomaba  mayor  estension  y  dominaba  las 
costas  del  Rio  Paraguay,  para  conducir  por  él  la  yerba 
con  pocos  fletes  y  evitando  los  costos  enormes  de  conduc- 
ción que  tiene  la  que  se  beneflciaba  en  Curuguatí  y  Care- 
mú  6  vertientes  del  Paraná. 

Para  poner  en  práctica  sus  altas  ideas,  fundó  en  las 
costas  de  abajo  de  Remolinos,  de  cuyas  resultas  no  solo 
echó  de  ellas  á  los  bárbaros  que  las  poseian  haciéndolos 
pasar  al  Chaco,  (1)  sino  que  se  estendieron  los  españo- 
les desde  la  Villeta  á  Corrientes  y  se  fundó  entonces  la  vi- 
lla Ñeembucú.  Pero  como  sus  principales  pensamientos 
se  dírigian  costa  arriba,  juntó  gentes  y  familias  con  violen- 
cia, y  embarcándose  con  ellas,  subió  rio  arriba  con  ánimo 
de  fundar  una  villa  en  la  costa  del  Rio  Paraguay,  en  la 
latitud  de  22^  4'  que  es  donde  emboca  en  él  por  la  orilla 
oriental  el  Rio  Corrientes,  llamado  por  los  mbayáes  Appa^ 
y  no  lejos  de  la  reducción  que  el  padre  J.  Francisco  Men- 

(1)  Para  tener  ¿  los  indios  contentos  y  sosegados,  el  cabildo  de  la 
Asunción,  en  acuerdo  de  1*^  de  jtinio  de  1776,  prometia  que  del  tesoro  de  la 
provincia  se  contribuiría  al  cacique  principal  don  Atazurin  Nasac,  gene, 
ral  de  varías  naciones  de  indios  que  habitaban  el  Gran  Chaco,  en  demos 
tracion  del  aprecio  y  estimación  que  de  él  y  los  suyos  hacia  la  provincia 
con  lo  siguiento:  Chupa  jfcU<meada^  calzón  respectivo^  sombrero  galoneado^  ca- 
misa y  ealMonciüo  bUmeo^  poncho  balandrán  y  un  bastón  con  puño  deplata  cor- 
respondiente ¿  su  persona.  Y  ¿  otro  cacique  de  su  parcialidad  Peley- 
sogur  y  ¿  los  demás  que  le  acompañaban,  se   regalaría  de  igual  modo. 

Si  los  que  firman  el  acuerdo  no  fueran  personas  serías,  creeriamos  que 
se  trataba  de  regalar  un  trage  de  disfraz  para  cdguna  comparsa  de  másca- 
ras, para  lo  que  no  tenia  precio  el  del  cacique  principal  tanto  por  su 
originalidad  como  por  su  invención. 


190  GOBERNANTES 

dez,  franciscano,  habia  fundado  á  los mbayáes  en  1760,  con 
el  nombre  de  Nuestra  Señora  del  Refugio  de Egu¡lahig(^ 
Así  estaba  la  cosa  determinada  por  el  gobernador  y  dicho 
padre  Alendez;  pero  cuando  llegó  la  espedicioo  al  trópico 
deCapriconio,  se  amotinó  la  gente  apoyada  en  un  regidor 
que  iba  en  calidad  de  diputado  del  cabildo,  j  después  <io  , 
muchas  controversias  tuvo  que  ceder  el  gobernador  y  con- 
venir en  que  se  fundase  en  la  costa  oriental  del  Rio  Para- 
guay, distante  un  décimo  de  milla  del  rio  y  seis  de  la  embo- 
cadura del  rio  Ipané  con  23^*  23'  8"  de  latitud  observada  y 
O*  28'  20"  de  longitud.  Entonces  llamó  el  gobernador  á 
todos,  y  habiéndoles  esplicado  sus  bellas  intenciones,  les 
pronosticó  que  antes  de  muchos  años  llorarla  sm  frutóla 
provincia  por  haberse  opuesto  á  1»)  que  él  quería  (1).  To- 
dos comprendieron  que  el  gobernadoi  Pinedo  tenia  razón 
porque  conocieron  que  los  mejores  que  hay  de  allí  á  Bue- 
nos Aires  son  los  que  se  hallan  entre  el  rio  Ipané  y  ei* 
Appa  ó  Corrientes  y  que  los  minerales  de  yerba  mas 
cómodos  eran  los  de  Concepción  é  Iguamandiyú.  Si  se 
hubieran  llevado á  cabo  las  sanas  intenciones  de  Pinedo,  ó 
no  áe  hubiese  abandonado  la  reducciou  del  Refugio,  di- 
chas tierras  quedarían  por  el  Paraguay  y  muy  modificada 
la  cuestión  de  límites  con  los  portugueses  ó  sus  suce- 
sores. 

El  gobernador  Pinedo  en  31  de  mayo  de  1773 ,  con  gente 
forzada,  fundó  la  Villa  Real  de  la  Concepción,  y  ocurrida 
la  independencia  de  la  Asunción  de  la  dominación  españo- 
la, se  denominó  solamente  Villa  de  la  Concepción.  Dista 
ochenta  leguas  de  la  Asunción  y  está  situada  sobre  el  rio 
Paraguay  aguas  arriba  á  los  23**  y  38'.  Su  territorio  se  es- 
tendiaal  Norte  hasta  el  rio  Appa;  al  Sur  hsLSia.  Ipané  y  al 
Este  hasta  las  Cordilleras,  que  dividen  las  tierras  desiertas 
del  Paraná.  Al  poco  tiempo  se  aumentó  su  población  de 
tal  manera,  que  llegó  á  ser  el  emporio  del  Paragaay. 

Fundó  también  la  Villa  Franca  de  Remolinos  sobre  el 

(1)     Viag^a  inO/Uos  de  Azaira^  por  el  general  Mitre. 


DBL  PARAGUAY  191 

río  Paraguay  á  distancia  de  treinta  y  cuatro  leguas  de  la 
Asunción,  en  la  costa  abajo;  la  cual  de  resultas  de  haberse 
anegado  en  una  inundación  que  en  los  campos  de  costa 
abajo  hubo  en  1835,  á  causa  de  las  exorbitantes  crecientes 
de  las  lagunas  de  Igpoa,  Carñabe^  Suubü  y  Tebicuari, 
se  trasladó  al  parage  denominado  Los  Yesos,  dos  y  media 
leguas  mas  abajo  de  su  primitiva  población:  desde  enton- 
ces se  le  llamó  Villa  Franca. 


CURIOSA  DESCRIPCIÓN   DEL  CHACO 

HECHA   POR    UN    FRAILE   MISIONERO 

En  el  Convento  de  San  Francisco  de  Catamarca  hemos 
encontrado  entre  los  manuscritos  que  habia  dejado  un 
fraile»  la  curiosa  descripción  del  Chaco  que  damos  á 
contin  nación. 

Los  lectores  del  "Progreso"  (diario  de  Córdoba)  encon- 
traran sencillas  pero  interesantes  descripciones  de  lo  que 
es  el  estenso  é  inesplorado  territorio  del  Chaco,  en  qué 
tiempo  se  descubrió  y  las  ^níradoí  ó  espediciones  que  se 
hicieron  alli,  en  1710,  con  fuerza  de  Santa  Fé*  Catamar- 
ca, Santiago,  Salta  y  Jujuy. 

Habiendo'obtenido  una  copia  de  esa  descripción  hecha 
por  un  fraile  misionero,  la  publicamos  tal  cual  está  en  el 
original  que  queda  en  el  convento  de  Catamarca, 

CHACO — Provincia  del  Reino  del  Perú,  llamada  el 
gran  Chaco,  es  un  dilatado  territorio,  que  por  su  parte 
oriental  tiene  por  limite  el  rio  Paraguay,  confinando  por 
el  N.E.  con  la  de  Santa  Cruz  de  la  Sierra,  por  el  O.  to- 
ca otras  muchas  provincias,  que  están  situadas  N-S., 
como  son  las  de  Misque,  Fomiiia,  Pomabamba,  Pilaya, 
Paspaya,  Tarijay  Tucuman;  porel  S.  se  dilata  hasta  la 
jurisdicción  del  gobierno  de  Buenos  Aires,  que  es    por 


192  OOBEBNANTES 

donde  mas  se  estrecha;  hacia  el  N.  tiene  mas  de  ciento  cin 
cuenta  leguas  de  Oriente  y  Poniente,  y  doscientas  cincuen-" 
ta  de  largo  de  Norte  á  Sud,  aunque  para  andar  estas  dis- 
tancias es  necesario  muchos  meses  por  la  fragosidad  y 
aspereza  del  terreno. 

Llamase  Chaco,  6 con  mas  propiedadad  Ohacú,  que  en 
lengua  Quichua,  significa  Junta  ó  compañía,  porque  allí 
se  juntaban  los  indios  de  machos  países,  huyendo  de  las 
conqui^s  délos  Incas,  y  después,  délos  españoles. 

Tiene  unas  serranías  hacia  el  Poniente,  que  son  ram^s 
de  la  cordillera,  en  que  por  su  grande  altura  se  esperi- 
menta  mucho  frió,  pero  en  lo  bajo,  que  por  lo  general  la 
tierra  es  llana,  el  temperamento  es  calido. 

Está  lleno  de  espesos  bosques,  y  en  muchas  partes  es 
pantanoso  y  húmedo,  particularmente  hacia  la  parte  orien- 
tal al  dirijirse  al  Paraguay. 

En  tiempos  de  agua  que  son,  muy  abundantes  desde 
noviembre  hasta  abril,  salen  los  ríos  de  madre,  y  forman 
muchas  lagunas,  que  unas  se  secan,  jotras  permanecen; 
tiene  esta  provincia  algunos  rios  de  consideración  como 
el  Salado  y  el  Bermejo,  y  es  uno  de  los  territorios  mas 
fértiles  de  la  America,  que  si  estuviese  cultivado  lograra 
con  abundancia  las  utilidades,  que  hoy  son  desperdicios 
de  infinitas  naciones  bárbaras,  que  lo  habitan,  y  aun  asi 
abunda  de  muchas  cosas,  come  multitud  de  maderas,  y 
árboles  frutales,  que  son  nogales,  cuyas  nueces,  aunque 
diferentes  de  la  de  Europa,  son  muy  sabrosas,  hermosos 
cedros,  quebrachos,  asi  llamados  por  su  dnreza,  guaya- 
canes,  algorrobos,  marius,  palmas  que  algunas  tienen 
mas  de  treinta  varas  de  alto,  almendros,  cacaos,  ceibos, 
que  son  muy  grandes,  y  crian  en  su  capullo  una  lana  muy 
suave,  que  usan  para  colchones,  porque  no  puede 
hilarse. 

También  hay  algodonales,  mistóles,  de  cuyos  corazones 
hacen  los  indios  dardos  y  macanas,  aromas,    zarzafra- 


1>EL  PAttAGüAY  193 

ees,  quina,  y  otros  árboles,  que  llenen  la  corteza  interior 
tan  delicada  y  blanca,  que  alguna  vez  ha  servido  de  papel 
para  escribir,  otros,  que  á  una  ó  dos  varas  de  alto  forman 
una  barriga  como  una  pipa,  es  de  muy  fuerte  corteza,  y 
cortan  aquella  parte,  que  hueca,  luego  sirve  de  vasijas, 
en  que  guardan  la  chicha,  y  llaman  á  este  árbol  palo  bor- 
racho. También  se  crian  en  este  país  cañas  para  basto- 
nes, tan  finas  como  las  de  Asia. 

En  los  troncos  de  los  árboles,  y  huecos  de  las  peñas  y 
debajo  de  la  tierra,  hay  miel  y  cera  de  muchas  abejas  de 
que  cuenta  doce  clases  diferentes;  la  miel,  ademas  de  ser 
trasparente,  tiene  mucha  fragancia  y  delicada  dulzura; 
otra  hay  tan  agria  como  zumo  de  limón  cocido. 

Una  de  estas  especies  de  abejas  fabrican  con  grande 
artificio  admirables  colmenas  de  barro  en  las  ramas  de 
los  árboles  de  la  figura  de  un  cántaro,  y  tan  duras,  que 
aunque  caigan  al  suelo,  no  se  rompen,  y  allí  hacen  sus 
panales  deesquisita  cera  y  sabrosa  miel;  (se  llaman  lechi- 
guanas,  valas,  caimanes.) 

Los  árboles  frutales,  que  producen  son  naranjos,  cidras, 
limones,  manzanas,  chirimoyas, granadillas,  melocotones, 
higos,  nueces,  ciruelas  y  aceitunas,  que  se  han  propagado 
de  la  ciudad  de  Santiago  de  Guadalcazar,  palmas,  que 
dan  unos  cocos,  que  tienen  dentro  veinte  y  cinco  almendras 
cada  uno,  cuyo  sabor  solo  difiere  de  las  de  Europa,  en 
que  saben  algo  acoco,   y  son  mayores. 

Hay  una  planta,  que  llaman  Chaur  con  pencas  como  la 
sábila^  de  la  cual  hacen  hebras  semejantes  al  cáñamo,  para 
fabricar  redes,  bolsas  y  algunos  tejidos  toscos:  su  raiz  sir- 
ve de  alimento  á  los  indios,  y  lo  mismo  las  yucas,  camotes 
ó  batatas  ú  otras. 

Hay  innumerables  aves,  palomas  silvestres,  patos,  gar- 
zas, pavos  monteses,*  faisanes,  calandrias,  cuervos,  cón- 
dores, perdices,  halcones,  cisnes,  piriguanas,  avestruces, 
papagallos,  loros,  y  una  que  ¡mita  perfectamente  el  ór- 
gano, y  otra  la  trompeta. 

14 


194  GOBE&KANTES 

También  hay  muchos  animales  cuadrúpedos,  muías  y 
caballos  montaraces,  álgun  ganado  mayor  y  menor,  antas, 
que  llaman  gran  bestia,  guanacos,  vicuñas,  llamas 
6  carneros  de  la  tierra,  ciervos,  osos,  javalles,  nutrias, 
tigres,  gatos  monteses,  zorras,  zorrinos,  tortugas  igua- 
nas, y  otros  muchos,  que  todos  son  pasto  de  la  vora- 
cidad de  aquello^  indios. 

Se  crian  también  en  esta  provincia  muchos  insectos 
como  son  alacranes,  víboras,  culebras  de  muchas  espe- 
cies y  de  dos  cabezas,  y  de  cascabel,  ardillas,  mocamu- 
cas,  ampalaguas,  que  en  otras  partes  llaman  boas,  son 
diformes,  y  con  su  aliento  atraen  á  los  animales  pequeños, 
hay  quirquinchos  de  varias  especies,  cucuyos  6  lucernas, 
mucha  variedad  de  mosquitos,  arañas  pequeñas  y  gran- 
des sumamente  venenosas,  que  tejen  hilo  muy  fuerte,  y, 
beneficiadas,  dieran  mucha  seda,  langostas,  que  los  indios 
las  comen  secas  y  frescas,  hormigas,  cuyos  hormigueros 
son  peligrosos  á  los  hombres  y  caballerías  por  sus  pro- 
fundas cuevas,  se  mantienen  de  hojas  de  árboles  y  de  in- 
sectos, y  acometen  muchas  juntas  á  una  langosta,  víbora 
6  sapo,  y  en  algunos  pueblos  entran  á  las  casas  como  un 
ejército  asaco,  y  la  limpian  de  todo  insecto  y  sabandija, 
no  dejando  rincón  que  ng  registren,  para  consumir 
cuanta  carne  encuentran,  y  apenas  ha  concluido  una  ban- 
dada viene  otra,  y  es  arriesgado  inquietarlas,  porque  aco- 
meten y  muerden  con  grande  osadía,  dando  mucho 
dolor. 

No  tiene  minerales  algunos,  aunque  dicen,  que  antigua- 
mente los  trabajaron  los  indios,  y  solo  se  descubrió  poco 
ha  uno  de  hierro,  que  al  principio  se  creyó  fuese  de  oro. 
Este  dilatado  y  ameno  país,  está  habitado  de  multitud  de 
naciones  de  indios  infieles  y  de  bárbaras  costumbres. 

Descubriólo  casualmente  Juan  de  Baños,  natural  de  Chu" 
quisaca  el  año  1586,  encomendero  del  pueblo  de  Yala,  (Ju- 
juy)  que  advirtiendo,  que  á  temporadas  se  huia  de  él  un  in- 
dio y  volvia,  preguntando  á  donde  iba,  respondía  que  á 


DEL  PARAGUAY  195 

Chacú,  y  de  éste  se  adquirieron  las  primeras  noticias  con^ 
las  cuales  se  intentaron  las  primeras  conquistas  ó  entradas, 
primero  Martin  de  Ledesma,  luego  Juan  Manso,  don  Pedro 
Lazarte  y  el  último  don  Cristóvalde  Sanabria  en  diferentes 
tiempos,  pero  todo  sin  efecto. 

San  Francisco  Solano  entró  á  predicar  á  estos  infieles, 
y  redujo  á  algunos,  que  luego  volvieron  á  la  idolatría,  y 
los  regulares  de  la  Compañia  se  encargaron  desde  el 
año  de  1587  de  su  reducción,  siendo  el  primero,  que  entró 
á  predicarles  el  P.  Alonso  Barzana,  llamado  apóstol  del 
Perú,  y  lo  continuaron  después  muchísimos,  que  funda- 
ron siete  pueblos. 

Los  habitantes  de  toda  la  provincia  se  reputan  por  mas 
de  cien  mil. 


Ríos  DEL  CHACO 

RIO  SALADO— Nace  éste  en  el  valle  de  Calchaqul,  ju- 
risdicción de  Salta;  rodea  todo  el  Chaco  y  se  llama  tam- 
bién de  Choromoros;  porque  pasa  por  la  sierra  de  este 
nombre;  después  el  del  Pasage,  porque  está  en  el  camino 
que  vadeTucumaná  Salta,  y  es  muy  temido  por  su  ra- 
pidez, poco  después  se  llama  de  Balbuena  porque  pasa 
por  donde  está  vedado  el  presidio  de  este  nombre,  des- 
pués pasa  por  Esteco,  aquí  cerca  se  le  junta  el  de  las 
Piedras,  y  nueve  leguas  mas  abajo  se  le  juntan  el  Marmo- 
lejo  y  el  Yatasto:  pasa  por  Santiago  del  Estero,  en  donde 
otra  vez  se  le  junta  el  del  Salado,  y  sigue  con  él  hasta  que 
entra  en  el  Paraná  por  Santa  Fe. 

BERMEJO— Nace  en  el  Perú  (Alto  ó  Bolivia)  pasa  por 
la  jurisdicción  deTarijay  su  valle  de  Salinas,  pasa  por 
Guadalcazar;  de  aquí  abajo  se  le  van  juntando  muchos 
ríos,  y  al  entrar  el  Quintiguigui  ya  le  llaman  Rio  Grande,  y 
noventa  leguas  del  Guadalcazar  entra  en  el  del  Pa- 
raguay y  bañando  treinta  leguas  antes  la  ciudad  que  fué  de 


196  GOBERNANTES 

'la    Concepción:  entra  en  frente  de  la  ciudad  de  las  Cor* 
rientes. 

Desde  Guadalcazar,  que  dista  setenta  leguas  del  Potosí 
es  navegable  hasta  su  entrada  en  el  del  Paraguay,  y  según 
esta  cuenta  no  dista  Potosí  de  Corrientes  sino  ciento  se- 
^  senta  leguas. 

'  PILCOMAYO — Nace  en  la  provincia  de  las  Charcas, 
pasa  por  los  valles  de  Manso;  pasados  éstos  se  divide  en 
dos  brazos  como  ochenta  leguas  antes  de  entrar  en  el  del 
Paraguay;  el  uno  entra  junto  á  la  Asunción  nueve  leguas, 
y  el  otro  seis  leguas  mas  abajo,  frente  de  la  nueva  villa 
de  San  Fernando  quince  leguas  de  la  Asunción. 

AÑO  DE  1710 
Siendo  capitán  general  del  Tucuman  el  señor  don  Es- 
teban- de  Urizar  y  Arespocachaga,  caballero  de  Santiago 
y  maestre  de  campo  de  infantería  española,  hizo  una 
entrada  general  al  Chaco,  convocando  las  fuerzas  de  su 
jurisdicción  á  nombre  del  virey  de  Lima,  conde  de  Le- 
musy  llamando  á  todos  los  gobiernos,  que  circundan  el 
Chaco  y  contribuyó  cada  ciudad  con  lo  siguiente: 

El  tercio  de  Catamarca  al  mando  de  su  teniente  go- 
bernador don  Esteban  de  Nieva  y  Castilla  ciento  treinta 
y  siete  españolesy  sesenta  y  cinco  indios. — El  de  Santia- 
go del  Estero  al  de  don  José  López  Velazco  de  ciento 
sesenta  y  nueve  españoles  y  ciento  tres  indios. — El  de 
Tucuman  comandado  por  su  maestre  de  campo  y  castella- 
no del  presidio  deEsteco  don  Antonio  Alurralde  se  com- 
ponía de  ciento  sesenta  y  tres  españoles  y  ochenta  y  un 
indios. — El  de  Salta  al  mando  del  maestre  de  campo  don 
Fernando  Leisperguer  y  Aguirre  ciento  cincuenta  y  cinco 
españoles  y  ciento  cincuenta  y  tres  indios. — El  de  Jujui 
al  mando  del  maestre  de  campo  don    Antonio  de  la  Ti- 
jera con  ciento    sesenta  y  un    españoles  y  ciento  ocho 
indios. 
La  Rioja  una  compañía,  que  se  agregó  á  Catamarca, 


DEL  PAEAGÜAY  197 

—Tarifa  entró  con  su  gente:  no  dice  el  número. — Santa 
Fé  con  trescientos  españoles  por  el  Valle  de '  CalchaquL 
Corrientes  con  doscientos  por  el  Rio  Bermejo— Asunción 
por  la  frontera  dp  su  jurisdicción. 

Llegaron  hasta  el  Rio  Grande  por  varios  puntos:  en 
todos  derrotaron  al  enemigo;  hicieron  muchos  prisione- 
ros, que  se  destinaron  á  Córdoba,  Buenos  Aires  y  otros 
puntos,  tierra  adentro.  Se  redujeron  las  do  s  naciones  de 
Isistiné  y  Lules:  se  hizo  un  presidio  en  el  Rio  de  Bal- 
buena,  y  á  la  sombra  de  éste  se  establecieron  las  dos 
naciones.  La  Málvala  también  se  rindió  y  estableció  en 
dicho  rio,  pero  á  poco  tiempo  fué  preciso  por  su  incons- 
tancia retirarlos  hacia  Buenos  Aires.  La  nación  Ojotae 
serindió  al  tercio  de  Jujuí;  y  se  estableció  cerca  del  pre- 
sidio de  Ledesma. 

(Es  copia  del  original.) 

("El  Progreso"  de  Córdoba  del  5  de  octubre  de  1877.) 


1778-1785— LL.  DON  PEDRO  MELÓ  DE  PORTUG.\L 
Y  VTLLENA,  teniente  de  dragones  del  regimiento  de  Sa- 
gunto,  recibido  del  gobierno  el  1?  de  febrero  de  1778,  pero 
no  obtuvo  nombramiento  del  rey  sino  el  22  de  agosto  de 
1783. 

A  Meló  se  debe  la  fundación  de  algunos  pueblos  como 
San  Pedro  de  Icuamandiyú  (pozo  de  algodón)  y  Rosario 
de  Cuarepotl,  con  la  idea  de  defender  la  costa  y  fomentar 
y  protegerlos  yerbales,  camo  resultado  de  haber  fundado 
su  antecesor  Pinedo,  el  31  de  mayo  de  1773,  la  Villa  Real 
de  la  Concepción. 

Fundó  igualmente  por  el  año  de  1780  á  1781,  con  gente 
voluntaria,  á  distancia  de  50  leguas  de  la  Asunción,  la 
Villa  del  Pilar  de  .  Ñeembucú,  que  *  está  á  los  27?  32'  2" 
sobre  el  rio  Paraguay  y  Ñeembucú,  el  cual  nace  de  los 
grandes  esteros  de  Ñeembucú  y  Yacarl  y  desagua  en  el 
Paraguay,  en  cuya  confluencia  está  situada  dicha  villa. 


198 


GOBERNANTES 


Confina  con  Corrientes,  y  la  divide  de  aquella  comarca  el 
gran  rio  Paraná  que  dista  del  Pilar  veinte  leguas  poco 
mas  6  menos.  Sus  límites  son  al  Norte,  el  rio  Tebicuariy 
al  Nordeste  el  rio  AguarcU  y  al  Este  confina  con  los  ter- 
renos del  pueblo  de  San  Ignacio  Gruazú. 

Regularizó  los  verdaderos  límites  de  los  antiguos  po- 
seedores de  tierras  mejorando  las  poblaciones  existentes. 
El  16  de  febrero  de  1779  habia  espedido  un  bando  ha- 
ciendo saber  á  todos  los  vecinos  que  los  que  quisieran 
poblar  los  pasos  de  Curupaitl  y  Humaitá,  que  eran  los 
puntos  que  mas  frecuentaban  los  indios  infieles,  para 
hacer  sus  irrupciones  contra  la  provincia,  se  presentasen 
al  gobierno  pidiendo  licencia,  y  que  á  su  tiempo  se  daría 
la  plata  de  la  población  y  se  repartirían  los  terrenos  por 
merced. 

Mediante  sus  acertadas  providencias,  con  el  estable- 
cimiento de  Ñeembucú,  consiguió  sujetar  los  guaicurúes 
que  tanto  molestaban  los  pueblos  mas  inmediatos  al  Para- 
guay, no  quedando  el  menor  recelo  de  invasión  en  dichos 
puntos.  En  1782,  fundó,  á  pedido  de  los  indios  que 
querían  ser  instruidos  en  la  religión  cristiana,  una  nueva 
reducción  de  tobas,  en  el  partido  de  San  Antonio  costa 
abajo, ala  parte  del  Chaco,  proveyéndolo  de  lo  necesa- 
rio, hasta  el  establecimiento  de  una  estancia  para  su  sus- 
tento, casas,  iglesia  y  un  doctrinero  catequista  que  ío 
fué  el  padre  fray  Antonio  Bogarín.  Este  mismo  sacer- 
dote sirvió  de  cura  catequista  en  otra  reducción,  fundada 
más  tarde  en  el  lugar  denominado  *  *  Naranjales"  en  el  mis- 
mo Chaco. 


En  vista  de  que  habia  oficiales  superiores  en  la  provin- 
cia, propuso  al  virey  y  éste  elevó  la  propuesta  al  rey,  la 
conveniencia  de  la  supresión  de  los  maestres  de  campo 
reemplazándolos  por  coroneles,  lo  que  el  rey  aprobó  por 
real  orden  de  diciembre  de  1779. 


DEL  PARAGUAY  199 

Debido  á  sus  escelentes  servicios,  Meló  fué  ascendido 
á  teniente  general,  y  mas  tarde  (1795)  promovido  á  virey 
del  Rio  de  la  Plata,  habiendo  sido  el  quinto,  hasta  que 
habiendo  pasado  á  la  Banda  Oriental,  en  este  último  ca- 
rácter, contrajo  una  grave  enfermedad  de  la  que  dejó  de 
existir  en  el  pueblo  de  Pando  el  viernes  santo  (15  de  abril) 
de  1797. 

1785-1796— LI.  DON  JOAQUÍN  DE  ALÓS  Y  BRÚ, 
espitan  que  habia  sido  del  regimiento  de  infantería  de 
Aragón,  caballero  del  hábito  de  Santiago  y  corregidor  de 
la  provincia  de  Chayanta  ó  Charcas,  corregimiento  del 
Perú,  nombrado  gobernador  en  1785. 

Con  motivo  de  la  sublevación  acaecida  en  la  provin- 
cia de  Chayanta  se  declamó  contra  la  conducta  y  versa- 
ción de  su  corregidor  don  Joaquin  de  Alós,  lo  que  dio 
mérito  para  separarle  de  ella  y  formarle  un  proceso,  y 
atentos  los  descargos  y  satisfacciones  que  éste  diera  á 
todo,  exhibiendo  documentos  en  su  corroboración,  y  de 
lo  que  constaba  de  la  pesquisa  é  informe  practicados  en 
el  asunto  por  el  presidente  de  la  Plata,  don  Ignacio  de 
Fiorez,  el  virey  Vertíz  espidió,  en  Montevideo  á  12  de  ma- 
yo de  1783,  una  sentencia  declarando  á  Alós  por  libre  de 
los  enunciados  cargos  y  á  las  representaciones  que  con- 
tenian  contra  su  honor  y  buen  nombre,  y  como  tales  indig- 
nos de  toda  fé  y  crédito.  En  consecuencia,  se  le  alzó  el 
arresto  qué  sufriera  y  declarándole  por  buen  servidor  al 
rey,  acreedor  áque  se  colocase  en  mayores  empleos,  para 
que,  por  este  medio,  pudiesen  redimírsele  los  crecidos 
daños,  atrasos  y  perjuicios  que  se  le  habian  ocasionado. 
No  solo  se  le  restituyó  ala  provincia  de  que  era  corregidor 
sino  también,  informado  el  rey  de  sus  méritos  y  servicios 
le  promovió  á  gobernador  del  Paraguay,  en  cuyo  puesto 
continuó  con  su  habitual  exactitud  y  celo. 


* 


En  1792,  estableció,  fuera  de  otros  fuertes,  una  forta- 


200  GOBEBNAirrES 

lezaen  la  frontera  del  norte,  para  vigilar  y  contener  cual- 
quier avance  ó  usurpación  del  territorio  paraguayo;  y  con- 
secuente con  el  fin  de  demarcar  el  verdadero  límite  de  la 
provincia,  despachó,  con  gente  y  todo  lo  necesario,  al 
comandante  don  José  Antonio  Zavala  y  Delgadillo,  quien 
planteó  el  fuerte  denominado  Borbon,  hoy  Olimpo,  en  la 
banda  occidental  del  Paraguay,  á  la  altura  de  21  grados, 
en  el  lugar  de  los  Cerros  "Tres  Hermanos,"  poco  mas 
abajo  de  la  embocadura  del  Rio  Blanco,  sobre  la  frontera 
de  Matto-Grosso;  y  en  el  mismo  año  quedó  concluido  y 
ocupado  por  una  guarnición  paraguaya.  Apenas  vie- 
ron los  portugueses  fundado  este  fuerte,  cuando  el  gober- 
nador de  Matto-Grosso  reclamó  contra  este  estableci- 
miento, como  una- infracción  del  tratado,  que  lo  prohibía. 

Durante  la  administración  de  Alós  se  dio  principio  á  la 
incorporación,  á  la  provincia  de  su  mando,  de  las  reduc- 
ciones de  San  Ignacio  Guazú,  Santa  Maria  de  Fé,  Santa 
Rosa,  Santiago,  San  Cosme,  Itapuá,  Jesús  y  Santísima 
Trinidad,  pertenecientes  á  las  estinguidas  Misiones,  las  de 
Candelaria,  Loreto,  San  Ignacio  Miní  y   Corpus. 

Las  parroquias  de  San  Juan  Bautista,  Guazú-cuá  y  Ya- 
bebiri  fueron  agregadas  á  la  Villa  del  Pilar,  bajo  cuya  ju- 
risdicción quedó  el  partido  de  Laureles,  fundado  por  el 
mismo  Alós  en  1790. 

Fundó  igualmente  el  fuerte  de  Tacuara  en  la  costa 
baja  oriental  del  rio,  así  como  otras  fortificaciones  para 
resguardar  el  territorio  de  toda  clase  de  peligros  de  los 
indios  del  Chaco  que  invadían  y  cometían  depredaciones 
en  los  pueblos  de  San  Ignacio,  Santa  María,  Quiquió  y 
Quiindí. 

Para  hacer  cesar  las  incursiones  de  los  indios,  se 
hizo  entonces  merced  real  de  tierras  á  nuevos  pobladores, 
dotándose  las  fortalezas  de  Curupaití,  Humaitá,  Tacuara 
y  Villeta  en  la  parte  de  abajo  de  la  costa  oriental  y  las  de 
Peñón,  Manduvirá,  Cuarepotí  y  otras  en  la  parte  de  ar- 
riba. 


DEL  PABAGÜAY  201 

Entre  los  servicios  del  gobernador  AI6s  figura  al  de 
haber  ordenado  un  reconocioiiento  por  tierra  para  esta- 
blecer definitivamente  un  camino  el  mas  recto  y  cómodo 
que  fuera  posible  entre  Corrientes  y  las  capitales  del  Tu- 
cuman.  Diose  este  encargo  al  teniente  coronel  don  José 
Espinóla  (1794),  trasportándose  éste  de  la  Asunción  á 
Corrientes,  y  desde  allí  emprendió  su  viage  hacia  Salta, 
acompañado  del  sargento  mayordon  Cristóbal  Insaurralde, 
el  comandante  don  Manuel  Piris  y  un  destacamento  de 
milicianos  correntinos.  Espinóla  cruzó  el  Chaco,  cos- 
teando el  rio  Bermejo  y  empleando  veinte  y  cinco  dias  des- 
de el  Paraguay  hasta  el  presidio  principal  de  San  Fernan- 
do del  Rio  del  Valle.  De  allí  pasó  á  la  hacienda  de  la  Viña 
(inmediaciones  de  Salta^,  donde  conferenció  con  el  coronel 
Cornejo  sobre  los  objetos  de  su  comisión,  dirijiéndose  á 
Salta  y  Jujui.  Inmediatamente  regresó  de  este  último 
punto  á  Corrientes,  con  el  objeto  de  rumbear  otro  camino 
mas  recto  que  el  anterior. 

1 796- 1 808— LH.  DON  LÁZARO  DE  RIVERA  Y  ESPINOSA 
DE  LOS  MONTEROS,  ex-gobernadordeMojos,  nombrado 
en  abril  de  1796,  y  el  primer  acto  de  su  gobierno  fué  man- 
dar levantar  el  censo  de  la  población  del  Paraguay  que 
hizo  elevar  el  número  de  habitantes  á  noventa  y  siete  mil 
cuatrocientos  ochenta,  cincuenta  y  tres  parroquias  de  blan- 
cos y  mestizos,  catorce  reducciones  de  indios  y  tres 
pueblos  de  mulatos  libres. 

Miró  con  sumo  interés  la  suerte  déla  provincia  de  su 
mando  persiguiendo  y  castigando  á  los  indios  mbayáes  y 
á  los  guaicurúes.  Estableció  escuelas  primarias,  las 
cuales  eran  dirigidas  por  preceptores  legos  que  enseñaban 
á  leer,  escribir  y  contar,  bajo  la  vigilancia  de  los  curas. 
Los  padres  de  los  niños  estaban  obligados  á  enviar  sus 
hijos  varones  á  la  escuela,  desde  la  edad  de  seis  años, 
y  cuando  la  distancia  era  de  consideración,  lo  que  sucedía 
con  frecuencia,  iban  á  caballo.    El  catecismo  era  el  único 


S02  GOBEBNANTES 

libro  que  se  usaba.  Seguíase  en  la  escuela  el  método 
lancasteriano;  los  niños  mayores  enseñaban  á  los  meno- 
res, y  todos  aprendían  á  escribir  en  tablillas  de  un  polvo 
resinoso,  sobre  el  cual  se  señalaban  las  letras  con  un  pun- 
zón de  madera.  Cada  niño  tenia  obligación  de  llevar  á 
la  escuela  un  saquito  con  ésos  polvos,  para  cuando  fuese 
necesario  borrar  las  letras. 


* 


Invadida  la  Villa  de  Concepción  por  los  indios  mba- 
yáes,  Eivera  envió  una  espedicion  al  mando  del  coronel 
del  regimiento  de  milicias  de  costa  abajo,  comandante 
político  y  militar  de  Villa  Real,  don  José  Espinóla  y 
Peña,  quien  consiguió  escarmentarlos  de  un  modo  san- 
griento y  como  para  que  no  repitiesen  sus  invasiones. 
Este  triunfo,  agregado  áotro,  que  el  mismo  Espinóla  habia 
obtenido  poco  después  sobre  los  guaicurúes  que  se  habian 
sublevado,  dló  tal  prestigio  al  gobierno  de  Rivera  que  los 

charabanaés,  hostilizados  por  los  portugueses,  quienes, 
abandonando  sus  hogares,  se  adhirieron  al  Paraguay. 

La  nación  guaicurú  es  una  de  las  más  famosas  en  las 
historias  y  en  las  relaciones  de  esas  comarcas.  Ella  era 
también  una  de  las  mas  numerosaSj  y,  quizá,  la  mas  fie- 
ra, la  más  fuerte,  la  mas  guerrera,  y  cuyo  talle  era  de 
los  más  grandes.  Habitaba  el  Chaco,  casi  en 'frente  de 
la  Asunción:  su  lenguaje  era  muy  gutural,  y  diferente  de 
todos  los  otros:  ella  no  cultivaba  la  tierra,  y  vivia  de  la 
caza.  De  esta  nación,  tan  arrogante  y  tan  poderosa,  no 
existía  á  fines  del  siglo  pasado  mas  que  un  solo  hombre, 
el  mejor  proporcionado  del  mundo,  alto  de  seis  pies  siete 
pulgadas:  tenia  tres  mugeres,  y  por  no  hallarse  en  una 
gran  soledad,  se  reunió  á  los  tobas,  cuyo  vestido  y  modo 
de  pintarse  habia  adoptado.  El  esterminio  deplorable  de 
esta  valiente  y  soberbia  nación  no  proviene  solamente  de 
la  continua  guerra,  que  ella  no  cesó  de  hacer  á  los  espa- 


DEL  PABAGÜAT  203 

ñoles  y  á  los  indios  de  toda  especie,  sino  también  de  la? 
costumbres  bárbaras  adoptadas  por  sus  mugeres,  que  se 
hacian  abortar,  no  conservando  mas  que  su  último  hijo. 
Las  mugeres 'de  los  guaicurúes,  como  las  de  los  mba- 
yáes,  se  prostituyen  fácilmente;  pero  lo  que  habia  de 
mas  singular  es  que  ellas  hubiesen  adoptado  la  costumbre 
bárbara  y  casi  increíble  de  no  criar  cada  una  mas  que  un 
hijo  6  una  hija,  y  de  matar  todos  los  otros.  Ellas  con- 
servaban ordinariamente  el  último  de  que  hayan  sido  em- 
barazadas, cuando  ya  presumian  no  tener  mas  en  ade- 
lante, atendida  la  edad  y  el  estado  dé  sus  fuerzas.  Si  ellas 
se  engañaban  en  su  cálculo,  y  concebian  un  nuevo  fruto 
después  del  que  habiañ  conservado,  mataban  al  último. 
Algunas  se  hallaron  sin  hijos,  porque  creyeron  fuera  de 
tiempo,  que  hablan  de  tener  'algún  otro.  , 

Se  debe  asi  mismo  presumir,  qne  es  entre  los  guaicu- 
rúes que  este  uso  inaudito  tomara  origen  antes  que  alguna 

otra  nación  lo  conociera,  esto  es  á  lo  menos  loque  inclina 
á  creer  su  destrucción  total. 

Sinembargo,  según  el  doctor  don  Pedro  Somellera,  fué 
Espinóla  el  principal  instrumento  de  las  violencias  del 
gobernador  Rivera,  porque  en  cuanto  él  podia,  no  escu- 
saba  practicarlas. 

En  1798,  Rivera,  con  las  mismas  tribus  emigradas  á- 
cuyo  encuentro  saliera,  fundó  la  población  de  San  Juan 
Nepomuceno. 

No  obstante,  habia  en  la  provincia  del  Paraguay  un 
abuso  inveterado  que  se  pretendia  hacer  subsistir  como 
ley  inviolable,  y  era  el  siguiente.  Con  el  aparente  pre- 
testo  de  ser  provincia  fronteriza  del  Brasil  y  del  Chaco  se 
reputaron  por  soldados  á  todos  los  hombres  establecidos 
en  el  Paraguay,  y  cuando  los  gobernadores  quisieron 
por  una  razón  6  por  otra  invadir  el  territorio  indio,  ó  fingir 
espedicion  contra  ellos,  convocaban  el  número  de  hom^bres 


204  GOBERNANTES 

que  les  sugería  el  fin  que  se  proponían  con  el  irregular 
procedimiento  de  obligar  al  que  no  podia,  que  pusiese  per- 
sonero  ó  diese  cierta  cantidad  en  dinero.  Esto  lo  hacian 
los  gobernadores  sin  estar  autorizados  para  ello,  sin  espre- 
so permiso  de  la  capitanía  general,  residente  en  Buenos 
Aires;  sin  contar  con  otros  perjuicios  como  el  de  hacerse 
por  lo  menos  sospechoso  de  la  mala  inversión  que  se  hi- 
ciera en  percibir  contribuciones  indebidas. 

El  gobernador  Rivera  se  empeñaba  en  aparentar  la 
necesidad  que  tenia  la  provincia  de  una  incesante  defen- 
sa y  la  presión  de  que  ningún  hombre  podia  distraerse  del 
servicio  militar,  haciendo  decir  á  sus  comandantes  lo  que 
él  quería  para  fundar  sus  informes.  Los  cultivadores 
del  tabaco  se  oponian  al  servicio  militar  por  considerarse 
exonerados,  en  virtud  de  la  visita  practicada  por  el  ins- 
pector respectivo.  El  número  de  éstos  llegaba  á  unos 
quince  mil  hombres,  cuando  la  provincia  del  Paraguay 
contaba  como  ochenta  mil  almas,  cuyo  guarismo  pre- 
tendía sofísticamente  reducir  á  nada. 

Desde  mucho  tiempo  atrás,  se  estuvo  exigiendo,  en 
esta  provincia,  un  derecho  denominado  de  guerra,  deque 
no  tenian  conocimiento  los  tribunales  de  hacienda  ni  el 
gobierno  general.  Han  tenido  buen  cuidado  los  intenden- 
tes de  provincia  de  llevar  adelante  este  abuso  con  tanto 
secreto  que  no  pudieron  cortarlo  las  autoridades  supe- 
riores. 

Para  justificar  la  inversión  de  tal  derecho,  se  llevaban 
incursiones  al  Chaco,  tan  inútiles  como  perjudiciales, 
obligando  á  los  indios  á  ser  enemigos;  cuando  si  se  pro- 
curase atraerlos  con  agrado,  disimulándoles  algo  y  pro- 
porcionándoles reducciones  que  tantas  veces  pidieron,  se 
habría  conseguido  su  total  sometimiento.  Pero  esto  no 
convenia  á  los  intereses  de  aquellos  intendentes,  sino  en 
incomodar  á  esos  habitantes,  ó  exijirles  una  contribu- 
ción general. 

El  Cabildo  de  la  Asunción  del  Paraguay  habia  elevado 


í 


DEL  PARAGUAY  605 

SU  queja  al  rey  en  29  de  mayo  de  1776,  durante  el  gobier- 
no de  Pinedo,  y  aunque  el  rey  espidió  su  real  cédula  de  18 
de  setiembrede  1778,  pidiendo  informe  al  vi  rey  de  estas 
provincias,  éste,  por  una  causa  ú  otra,  jamas  dio  cum- 
plimiento á  esa  orden.  El  hecho  es  que  la  provincia  del 
Paraguay  se  hallaba,  por  el  abuso  de  estas  exacciones,  en 
un  estado  de  esclavitud. 

Los  ramos  de  real  hacienda  en  eí  Paraguay  no  se  ha- 
llaban en  el  orden  regular  de  cuenta  y  razón  hasta  el 
punto  de  que  un  dependiente  de  la  tesorería  general,  Fé- 
lix Gallardo,  falsificase  libranzas  de  los  ministros  de  ha- 
cienda, muchas  y  repetidas  veces  en  varios  años,  as 
cendiendo  á  la  suma  de  mas  de  noventa  mil  pesos. 


* 


El  virey  del  Pino,  que  prestaba  una  decidida  protección 
al  periódico  Semanario  de  Agricultura^  Industria  y  Co- 
mercio^ dirijió  circulares  á  todos  los  intendentes  de  pro- 
vincia, acompañando  ejemplares  del  prospecto  de  dicho 
periódico  y  recomendándoles  hiciesen  propagar  sus  útiles 
conocimientos  á  los  pobladores  de  sus  provincias.  El 
del  Paraguay,  Rivera,  aceptó  tan  de  lleno  el  noble  senti- 
miento que  guiaba  al  virey,  que  se  dirigió  á  su  vez  al 
cabildo  de  la  Asunción  recomendándole  su  propaganda 
en  los  términos  signientes: 

"Como  la  agricaltura  es  el  fundamento  de  la  opulencia 
pública,  y  la  que  da  movimiento  á  la  industria  y  al  comer- 
cio, ha  sido  en  tiempos  protegida  y  fomentada  por  los 
gobiernos  ilustrados. 

"  Los  sabios  le  han  consagrado  sus  tareas;  y  el  amor  á 
la  humanidad  que  es  la  divisa  de  la  verdadera  filosofía  le 
ha  instituido  sociedades  que  no  tienen  otro  principio,  ni 
otro  vínculo  que  cimentar  el  imperio  de  los  conocimientos 
mas  útiles  al  hombre.  Las  investigaciones  del  entendí; 
miento  humano  sobre  el  cultivo,  han  llegado  á  la  mayor 


206  GOBERNANTES 

• 

perfección.  La  práctica  se  ha  unido  felizmente  con  la 
teoría  para  fundar  los  medios  de  aumentar  la  fertilidad  de 
la  tierra,  haciendo  esperimentos  y  observaciones  sobre  sus 
diferentes  calidades,  y  señalando  cuáles  son  mas  propios 
para  esta  ó  las  otras  producciones,  el  método  mas  venta- 
joso de  sembrar,  y  el  mejor  modo  de  hacer  y  conservar 
las  cosechas. 

"El  espíritu  público  que  se  ha  difundido  por  todos  los 
puertos  de  nuestro  globo  es  el  que  ha  dado  energía  á  es- 
tos últimos  establecimientos,  y  ese  mismo  espíritu  es  el 
que  anima  al  Exmo.  Señor  virey,  como  V.  S.  lo  verá  en 
la  siguiente  carta  que  se  sirvió  dirigirme  el  25  de  julio  úl- 
timo: 

"^ Deseando  ver  mejoradas  en  lo  posible  la  agricultura 
¿industria  de  estas  provincias  y  que  á  la  inacción  y 
ociosidad  siccede  el  laborioso  afan^  y  creyendo  qu£  en 
mucha  parte  podría  proporcionar  este  justo  objeto  la  edi" 
cion  de  un  papel  publico  qtce  instruya  y  estimule  al  tra- 
bojOy  he  concedido  permiso  á  don  Juan  Hipólito  Vieytes 
para  que  pueda  imprimir  en  esta  capital  un  periódico 
con  el  titulo  de  Semanario  de  Agricultura,  Industria 
Y  Comercio,  bajo  la  inmediata  revisión  y  censura  del 
señor  asesor  general  don  Juan  de  Almagro^  y  para  que 
la  utilidad  que  puede  acarrear  este  periódico  sea  estensi- 
va  á  todas  las  provincias  de  este  vireinato^  recomiendo  al 
acreditado  celo  de  V.  S.  cuide  de  que  se  difunda  por 
todos  los  partidos  de  su  mando  para  que  se  logre  conse- 
guir  el  fin  que  tiene  por  objeto  de  unir  en  general  los 
conocimientos  de  las  m£Jores  producciones  y  contraerse 
al  fom£nto,  aplicaciony  destino  de  los  ram^s  que  pueden 
constituir  la  común  prosperidad. 

"Estos  son  los  sentimientos  patrióticos  del  primer  gefe 
del  reino,  con  cuyas  benéficas  intenciones,  y  con  nuestra 
aplicación  veremos  bien  pronto  desaparecer  los  obstácu- 
los que  han  retardado  los  progresos  de  nuestra  agricul- 
tura. La  mano  industriosa  del  labrador  se  pondrá  en  mo- 


DEL  PARAGUAY  207 

vimiento  para  perfeccionarla,  mediante  la  adquisición  de 
nuevos  conocimientos:  aprovechará  las  ventajas  que  le 
ofrece  este  feliz  pais:  poblarásus  llanuras  de  plantíos;  sus 
ricas  producciones  territoriales  prepararán  ausilio  mas 
sólido  á  las  manufacturas  y  al  comercio:  la  educación 
pública  se  mejorará:  las  costumbres  tomarán  un  nuevo 
aspecto  y  los  estudios  superficiales  se  abandonarán  para 
seguir  los  útiles  y  exactos. 

"El  Semana!>Ho  de  AgricuUuray  Industria  y  Comercio^ 
de  cuyo  prospecto  acompaño  á  V.  S.  cuatro  ejemplares, 
auxiliaráfnuestras  observaciones  rectificando  lasideaá,  y 
corrigiendo  los  defectos  por  medip  de  una  comunicación 
de  luces  que  tendrá  por  objeto  la  felicidad  pública;  y  el 
resultado  de  sus  trabajos  y  especulaciones  será  para  esta 
provincia  un  manantial  inagotable  de  riquezas.  El  Para- 
guay posee  en  abundancia  cuanto  necesita,  y  hace  agra- 
dable la  vida;  y  su  suerte  no  está  subordinada  á  los  capri- 
chos, á  las  modas,  ni  á  ninguno  de  aquellos  acontecimientos 
que  debilitan  ó  trastornan  la  prosperidad  de  un  pueblo, 
cuando  su  existencia  política  no  está  fundada  en  el  cultivo ' 
de  la  tierra. 

**Un  establecimiento  tan  útil  y  ventajoso  debe  ser  pro- 
tegido por^odos  los  amigos  de  la  humanidad,  y  por  los 
que  desean  sinceramente  ver  este  país  en  un  estado  ñore- 
ciente.  Voy,  pues,  á  tener  la  honra  de  suscribir,  y  de 
hacer  cuanto  pueda  en  obsequio  de  sus  progresos;  y  si  yo 
no  hiablase  con  V.  S.  que  tiene  dadas  tantas  pruebas  de  su 
celo  y  amor  á  estos  vasallos,  pediria  fijase  su  vista  sobre 
unos  objetos  que  siempre  ha  llamado  su  atención;  pero 
su  patriotismo  y  sanas  intenciones,  solo  me  permiten 
rogar  áV.  S.  se  sirva  destinar  dos  individuos  de  ese 
ilustre  ayuntamiento,  para  que  comuniquen  el  prospecto  á 
los  vecinos  mas  acomodados,  en  tanto  comisiono  yo  para 
el  mismo  fin  á  los  señores  doctor  don  Joseph  Garcia  de  Oli- 
veros, don  Martin  Joseph  de  Aramburú,  don  Bernardo 
Jovellanos  y  don  Agustín  Trigo,  esperando  me  dará  V.  S^ 


208  GOBERNANTES 

aviso  de  todos  los  que  suscriban  para  dar  cuenta  á  su 
Escelencia  y  al  autor,  asi  como  lo  haré  con  lo  que  resulte 
de  las  demás  publicaciones,  á  consecuencia  de  las  circula- 
res que  voy  á  despachar.  Dios  guarde  a  V.  S.  muchos 
años. — Asunción  del  Paraguay  27  de  setiembre  de  1802. 

Lázaro  de  Rivera 
Al  Ilustre  Cabildo  Justicia  y  Regimiento  de  esta  ciudad. 

En  los  últimos  años  del  gobierno  de  Rivera  (1804),  cele- 
bráronse suntuosas  fiestas  en  la  Asunción,  con  motivo  de 
la  aceptación  del  oficio  de  rejidor  perpetuo  por  el  principe 
de  la  Paz.  En  los  dias  26, 27,  28  y  29  de  junio  hubo 
corridas  de  toros;  en  las  noches  de  estos  dias  y  en  las 
subsiguientes  continuaron  las  luminarias  en  la  ciudad; 
hubo  máscaras  de  gala  á  caballo.  Los  gremios  de  pla- 
teros, sastres  y  zapateros  ejecutaron  varias  representa- 
ciones joco-serias.  Diose  vestido  á  todos  los  presos,  y 
el  gobernador  mandó  poner  en  libertad  á  algunos.  En 
los  dias  30  del  referido  mes,  19  y  2  de  julio  corrieron  sorti- 
ja delante  del  retrato  del  generalísimo,  treinta  caballeros 
vestidos  de  turcos  y  guaicurúes.  La  provincia  del  Para- 
guay jamás  habia  conocido  una  época  mas  brillante  que 
la  de  este  gobernador.  Según  algunos  fué  la  de  un  bárba- 
ro despotismo,  calificándolo  asi  cuando  no  era  mas  que 
la  continuación  de  los  tiránicos  abusos'ya  existentes  en  el 
Paraguay,  desde  el  principio  de  la  conquista. 

Su  gobierno  duró  hasta  el  5  de  mayo  de  1806,  que  el  rey 
lo  confirió  al  que  era  gobernador  délas  Misiones. 

1806-1811— Ln.  GENERAL  BERNARDO  DE  VELAZCO 
Y  HUIDOBRO,  brigadier  de  los  reales  ejércitos,  con  el 
titulo  de  gobernador  pohtico  y  militar  é  intendente  de  la 
provincia  del  Paraguay  y  capitán  general  del  ejército 
nuevamente  creado  para  la  defensa  de  los  treinta  pueblos 


DEU  I»ARAGüAY  209 

de  Misiones  de  indios  guaraníes  y  tropas  del  Paraná  y 
Uruguay.  Tenia  un  teniente  letrado,  que  lo  era  el  doctor 
Pedro  Somellera,  el  cual  mandaba,  como  gobernador  ó 
corregidor,  los  pueblos  deMisiones  guaraníes  y  como  sub- 
delegado del  intendente  de  Buenos  Aires,  encargado  del 
despacho  de  lo  concerniente  á  Misiones. 

Velazcose  recibió  ante  el  cabildo  de  la  Asunción  el  5  de 
mayo  de  1806,  entregándole  el  bastón  y  mando  su  ante- 
cesor Rivera,  según  se  verá  por  el  documento  que 
sigue: — 

"En  la  ciudad  de  la  Asunción  del  Paraguay  á  cinco  dias 
del  mes  de  mayo  de  1806.  Habiéndose  congregado  en 
esta  casa  consistorial  el  señor  don  Lázaro  de  Rivera,  go- 
bernador intendente  de  esta  provincia,  actual  gobernador 
de  la  de  Misiones,  y  los  señores  don  Bernardo  de  Árgana, 
alférez  real  y  alcalde  dfe  primer  voto,  Juan  Antonio  Caba- 
llero, de  segundo  voto,  los  ministros  principales  don 
Pedro  de  Ozcariz  y  don  José  de  Elizalde,  don  José  Es- 
teban de  Arza,  regidor  alguacil  mayor,  regidores  don 
Francisco  Vicente  González,  don  José  Ibañez  Pacheco, 
don  Francisco  de  Haedo,  don  NicolásGonzalez,  don  Fer- 
nando de  la  Mora,  don  Juan  Antonio  Fernandez,  y 
síndico  procurader  •  don  Lázaro  de  Rivera  dijo,  que  el 
rey,  nuestro  señor,  se  habla  dignado  conferir  este  go- 
bierno intendencia  con  agregación  del  de  Misiones  al 
dicho  señor  don  Bernardo  de  Velazco,  y  que  para  que 
desde  luego  tuviese  todo  su  efecto  lo  dispuesto  por 
S.  M.,  y  que  el  citado  señor  entre  al  uso  y  ejercicio 
del  mencionado  empleo,  lo  reconocia,  y  daba  á  recono- 
cer por  tal  gobernador  intendente  á  los  nominados  seño- 
res, que  componen  este  ilustre  ayuntamiento,  y  á  toda  la 
provincia,  entregándole  S.  S.  el  bastón  y  mando,  como  á 
su  legítimo  y  verdadero  sucesor,  lo  que  ejecutó  en  el  acto 
para  que  todos  obedezcan  sus  órdenes  y  disposiciones;  y 
que  sacándose  copia  legalizada  de  es'ta  diligencia,  se  cir. 
cuten  en  todo  el  distrito  de  la  provincia,  remitiéndose  una 

15 


2l0  GOBERNANtES 

á  las  reales  cajas  para  la  debida  constancia,  y  otra  al 
Exmo.  señor  virey  para  su  superior  inteligencia,  con  lo 
que  se  concluyó  este  acto  de  posesión,  firmando  los  dichos 
señores,  de  que  doy  fé.  Siguen  las  firmas  y  autorización 
de  Manuel  Benitez,  escribano  y  notario  público  de  S.  M., 
gobierno  y  cabildo. 

*'Y  habiendo  exhibido  el  señor  gobernador  intendente 
don  Bernardo  Velazco  la  ¡real  orden  cop  la  cual  S.  M.  se 
ha  dignado  conferirle  este  gobierno  intendencia  «on  reu- 
nión de  los  treinta  pueblos  guaraníes  de  Misiones,  y  leida 
que  fué  por  mi  el  presente  escribano,  el  señor  regidor  que 
hace  decano,  don  Francisco  Vicente  González,  á  nombre 
de  este  ilustre  cuerpo,  le  di6  el  obedecimiento,  ordenando 
se  tome  razón  á  continuación,  y  en  su  vista  el  mismo 
señor  regidor  decano  le  recibió  juramento  según  derecho 
bajo  de  cuyo  gravamen  prometió  üsar  bien  y  fielmente  el 
empleo  de  gobernador  intendente,  en  que  S.  M.  se  ha 
servido  nombrarle,  cumpliendo  con  las  leyes,  reales  cé- 
dulas, pragmáticas  sanciones  espedidas,  y  que  de  nuevo 

se  librasen,  de  mirar  por  el  bien  y  conservación  de  estas 
provincias  y  sus  vasallos,  etc.  etc.  Siguen  las  firmas  y 
autorización  del  escribano  y  notario  público  de  S.  M.,  go- 
bierno y  cabildo, — Manuel  Benitez."* 

En  vista,  pues,  del  deplorable  estado  de  los  treinta 
pueblos  de  Misiones  guaraníes  y  tapes  y  oido  el  fiscal 
proctector  de  los  naturales,  el  rey  considera  muy  conve- 
niente su  reunión  bajo  un  solo  gobierpo;  para  el  efecto, 
se  notificó  al  virey  don-  Joaqjiin  del  Pino  (8  de  enero  de 
1804),  ordenando  la  incorporación  inmediata  á  la  real  co- 
rona de  cuantas  encomiendas  subsistieran  en  el  Paraguay 
sin  escluir  los  antiguos  mitayos. 

El  documento  que  damos  á  continuación  se  refiere  al 
mismo  asunto:— 


BEL  PAHÁQUA7  I^U 

« 

VISTA  DEL  FISCAL  PROTECTOR 

DE   NATUBALES 

'  Exmo.  Señor:— El  Fiscal  de    S.  M.,  protector  general 
de  naturales,  vista  la  Real  Cédula  de  17  de  mayo  de  1803 
en  que  S.  M.  se  ha  servido  mandar,  que  los  treinta  pue- 
blos de  Misiones  del  Uruguay  y  Paraná  se   reduzcan  al 
nuevo  sistema  de  libertad  de  sus   naturales,  aboliéndose 
el  de  comunidad  en  que  hasta  ahora  han  vivido,    dice: 
Que  el  establecimiento  de  un  mismo  gobierno,  y  la  muta- 
ción del  sistema  antiguo  de  comunidad    con  que  se  han 
dirigido  hasta  aquí  los  pueblos  de  Misiones  son  los  dos 
objetos  á  que  se  dirige  la  espresada   real  determinación. 
Por  lo  que  hace  al  primero,  habiendo  de  conceptuarse   el 
nuevo  gobierno  con  total  independencia  del  virey  de  Bue- 
nos Aires,  y  el  del    Paraguay  es  indespensable  que  no 
carezcan  de  los  auxilios  necesarios  para  el  ejercicio  de  las 
funciones  que  le  conceden  las  leyes,  tanto  en  la  adminis- 
tración de  justicia  como  en  las  providencias  de  policia 
económica,  mando   militar  y  jurisdicción    de  hacienda 
que  pueda  competirle,  según  las  nuevas  facultades,  que 
en  orden  á  esta  causa  se  sirva  confiarle  la  Ordenanza  de 
Intentantes  que  actualmente  se  espera     Hasta  ahora  las 
de  demandas  ordinarias,  tanto  civiles  como  criminales  que 
han  ocurrido  á  los  pueblos  de  Misiones,  instruidas  en 
aquel  gobierno,  han  venido  á  la  determinación  de  V.  E. 
confiándose  las  segundas  á  los  juzgados  ordinarios  de 
esta  capital  para  la  sustanciacion  y  determinación  consi- 
guiente; pero  en  el  diaen  que  unas  y  otras  corresponden 
al  nuevo  gobierno  de  Misiones,   parece  necesario  se  le 
nombre  un  asesor  interino  hasta  la  aprobación  de  S.  M. 
con  sueldo  de  quinientos    pesos,    sobre   los   bienes  de 
aquellas  comunidades  que  son  los  afectos  á  este  pago, 
sin  perjuicio  del  que    pueda  corresponderle  en  los  nego- 
cios de  hacienda,  de  que  ahora  no  puede  tratarse,  hasta 


2l2  GOBElEtNANTES 

• 

tener  segura  noticia  de  las  atenciones  que  por  esta  causa 
le  correspondan:  actuar  con  testigos  en  todas  las  opera- 
ciones judiciales  que  le  ocurriesen,  mediante  que  los  es- 
*  casos  6  ningunos  derechos  que  puede  ofrecer  la  actua- 
ción entre  personas  miserables,  como  son  los  indios  de 
aquellos  pueblos,  no  pueden  facilitar  la  subsistencia  de 
un  escribano  que  se  encargue  de  llevar  el  curso  de  las 
causas,  bastando  que  cuide  de  su  custodia  en  el  archivo, 

y  de  los  demás  documentos  que  puedan  interesar  á  las 
comunidades  de  indios,  un  secretario  dotado  también 
con  quinientos  pesos  sobre  el  mismo  fondo,  encargado 
de  los  asuntos  gubernativos  y  económicos  y  demás  atea- 
ciones  de  aquel  gobierno.  Los  cabildos  y  justicias  debe- 
rán continuar  como  hasta  aquí,  eüjiéndose  anualmente 
para  éstos  empleos  en  la  forma  ordinaria,  indios  con  la 
aptitud  necesaria  para  ejercerlos  con  precedente  aproba- 
ción del  gobierno  de  la  provincia,  sin  que  la  jurisdicción 
al  corregidor  y  alcaldes  se  estienda  á  otra  cosa  que  al 
corto  castigo  que  les  permiten  las  leyes,  en  los  delitos  y 
faltas  leves  de  los  indios,  dando  cuenta  de  los  que  me- 
rezcan formal  proceso  para  que,  sustanciados  por  el  go- 
bernador y  subdelegados,  se  pasen  todos  al  gobierno 
en  estado  de  sentencia,  para  que  la  pronucie  con  dicta- 
men de  asesor  consultándola  á  la  real  audiencia,  ú  otor- 
gando los  recursos  que  se  interpusieren:  debiendo  ademas 
el  cabildo  juntarse  en  un  dia  de  cada  semana  para  confe- 
rir sobre  los  bienes  de  comunidad,  su  adelantamiento  y 
progreso  y  necesidades  ordinarias  en  que  hayan  de  inver- 
tirse, sin  que  puedan  sus  acuerdos  ponerse  en  ejecución 
hasta  la  aprobación  del  gobernador  y  subdelegado  respec- 
tivo, cuidando  también  aquellos  jueces  en  que  los  indios 
consérvenlos  bienes  que  se  le  repartieren,  trabajen  en  su 
beneficio  para  la|manutencion  de  sus  familias,  y  se  les 
estimule  por  todos  medios  á  que  abandonando  su,  natural 
pereza,  se  dediquen  con  utilidad  á  los  objetos  que  puedan 
serles  mas  convenientes  y»  provechosos.    Los  tenientes 


DEL  PABAGUAT  213 

9 

gobernadores  de  los  respectivos  departamentos  podrían 
continuar  como  hasta  ahora  con  el  nombre  y  represen- 
tación dfe  subdelegados  y  facultades  que  como  á  tales 
les  competen,  y  con  la  dotación  de  sueMos  que  V.  E.  ten- 
ga por  más  conforme  á  su  ocupación,  que  podia  ser  la 
misma  que  actualmente  disfruta  sobre  el  ramo  de  tributos, 
respecto  á  que  el  tanto  por  ciento  con  que  los  dota  la  or- 
denanza de  intendentes  en  la  cobranza  de  aquellos,  sien- 
do lo  que  pagan  los  indios  de  Misiones  de  tan  corta  con- 
sideración no  pueden  ser  bastante  para  sostener  el  deco- 
ro de  su  empleo. 

La  subrogación  del  sistemado  libertad  de  aquellos  na- 
turales, en  lugar  del  antiguo  de  comunidad  con  que  se. 
han  gobernado,  desde  el  establecimiento  de  sus  reduc- 
ciones, es  de  la  mayor  delicadeza  y  pulso,  si  ha  de  com- 
binarse la  seguridad  de  la  subsistencia  particular  de  las 
familias  con  la  administración  que  á  cada  uno  ha  de 
confiarse  en  sus  propios  bienes,  á  que  no  acostumbrados 
los  indios,  quedaron  espurios  á  muchos  perjuicios  y  ve- 
jaciones, si  la  inmediata  vijilancia  de  aquel  gobierno  no 
estuviese  pronta  con  sus  disposiciones  á  precaver  todo 
engañoen  sus  contratos,  y  promover  entre  ellos  la  acti- 
vidad y  emulación  en  los  medios  de  adquirir  propiedades 
útiles,  de  cuyo  goce  han  carecido  toda  su  vida;  pero  de- 
jando al  celo  del  señor  gobernador  estas  providencias 
económicas  que  la  esperiencia  de  su  manejo  el  tiempo  y 
las  circunstancias,  de  los  casos  han  de  ir  sucesivamente 
produciendo,  por  ahora  se  contrae  el  fiscal  Protector  á 
las  que  con  generalidad  puede  espedir  S.  B.  para  cimentar 
el  nuevo  sistema,  en  el  modo  y  forma  que  las  cualidades 
locales  y  gobierno  actual  de  aquella  provincia  los  haga 
compatibles  con  lo  dispuesto  por  las  leyes  y  ordenanzas 
municipales  del  }*erú  en  cuanto  puedan  adoptarse. 

La  primera  de  todas  es  que  se  espidan  circulares  á  las 

ciudades  de  Montevideo  y  su  jurisdicción,  Maldonado,  la 

"Concepción  del  Uruguay,  Corrientes,  Santa  Fé,  Guale- 


214  GOBERNANTES 

guay  y  otros  pueblos  de  la  banda  opuesta  donde  existian 
muchos  indios  de  Misiones,  restituyéndose  á  los  pueblos 
de  su  naturaleza,  serán  inclusos  en  la  libertad  concedida 
por  S.  M.  y  con  13I -repartimiento  de  terrenos,  ganados  y 
demás  necesario  para  su  manutención:  que  lo  mismo  se 
publique  en  esta  capital,  ó  que  se  las  haga  entender  según 
ocurran  circunstancias  justificativas  de  su  existencia  en 
ella:  que  se  prevenga  al  señor  gobernador  que  luego  que 
se  verifique  su  llegada  á  la  cabecera  del  gobierno,  haga 
formar  en  todos  los  pueblos  un  exacto  padrón  del  número 
de  indios  que  hay  en  ellos  capaces  de  constituir  familia, 
cuales  deberán  entenderse  todos  los  que  hayan  cumplido 
diez  y  ocho  años,  á  los  cuales  deberá  distribuir  terreno 
suficiente  para  chácara  ó  estancia  según  sean  á  propósito 
para  el  pastoreo  ó  agricultura:  sin  que  obste  á  algunos  el 
que  sean  artesanos,  que  con  su  oficio  puedan  atender  á 
la  manutención  de  su  familia,  dándoles  asi  mismo  las  her- 
ramientas necesarias,  remitiendo  efectos  los  pueblos,  que 
no  los  tengan,  ala  administración  para  su  compra  y  re- 
mesa, y  el  ganado  suficiente  para  el  cultivo  de  dichos  ter- 
renos y  sucesivos  procreos,  verificándose  las  contratas 
correspondientes  para  su  adquisición  en  los  pueblos  que 
no  tengan  el  suficiente  .  para  el  reparto,  bien  sea  en 
cambio  de  los  frutos,  6  bien  á  pagar  posteriormente  de 
los  productos  de  bienes  de  comunidad,  y  que,  repartido 
por  suertes  estos  terrenos  proponiendo  la  debida  igualdad 
entre  todos,  se  amojonen  las  suertes  respectivas,  quedan- 
do en  el  archivo  de  Candelaria  un  libro  donde  se  asienten 
los  repartimientos  con  espresion  de  su  término  y  linderos 
del  cual  se  sacará  y  dará  á  cada  indio  una  copia  certifi- 
cada de  la  partida  que  le  corresponda  para  su  resguardo 
con  espresion  á  todos  de  que  no  han  de  poder  enagenar- 
los,  debiendo  conservarse  entre  sus  hijos  y  descendientes 
hasta  que  por  falta  de  estos  se  incorporen  de  nuevo  en 
la  comunidad,  para  que  puedan  en  adelante  repartirse  á 
los  que  no  los  tengan,  á  diferencia  de  los  ganados  y  demás 


DEL  PARAQUÁT  215 

bienes  de  que,  á  falta  de  heredero  forzoso,  podrán  dis- 
poner libremente. 

También  deberán  repartirse  terrenos  para  el  estable- 
cimiento de  habitaciones  ó  ranchoe  á  los  indios  que  ca- 
rezcan de  ellos:  y  en  orden  á  los  colegios  y  sus  edificios, 
después  de  destinar  habitaciones  suficientes  para  los  curas 
y  empleados,  podrá  repartirse  el  resto  de  habitaciones 
entre  los  indios  más  beneméritos,  ó  destinarse  á  los  em- 
pleados en  el  cabildo  por  el  año  que  lo  estuviesen. 

Habiendo  de  quedar  los  pueblos  reatados  á  varias  car- 
gas en  beneficio  común  de  los  indios,  como  son  el  sueldo 
de  algunos  empleados,  el  establecimiento  de  hospital  y  ^ 
escuela,  el  socorro  de  viejos  é  inhábiles  y  el  auxilio  que 
pueden  necesitar  los  indios  en  los  primeros  años  del 
nuevo  sistema;  es  indispensable  también  que  se  establezca 
bienes  de  comunidad  capaces  con  su  producto  de  sufrir 
este  gravamen,  a  cuyo  objeto  pueden  destinarse  las  prin- 
cipales estancias  de  los  pueblos  que  no  admiten  cómoda 
división,  las  caleras  y  hornos  de  ladrillo,  algunos  algodo-, 
nales,  los  yerbales  y  montes  de  madera  inmediatos,  y 

otras  fincas  comunes  acomodadas  según  las  circunstan- 
cias locales  de  los  pueblos,  á  cuya  conservación  y  trabajo 
deberán  destinarse  todos  los  indios  de  cada  comunidad 
en  alguna  parte  del  año,  repartiéndose  esta  carga  con  la 
posible  igualdad,  según  sea  más  á  propósito  para  la  opor- 
tuna labor,  faena,  corte  y  cosecha  en  los  términos  que  lo 
hacen  los  demás  indios  del  Perú,  y  los  vecinos  de  los  lu- 
gares de  España, con  respecto  á  sus  propios  bienes  comu- 
nes, sin  perjuicio  del  tiempo  que  necesitan  para  em- 
plearlo en  sus  peculiares  labores,  y  adoptando  el  gobierno 
los  medios  prudentes  para  que  no  queden  abandonadas 
las  haciendas  de  su  propiedad. 

Sáría  inútil  el  beneficio  dai la  libertad  y  adquisición  de 
bienes,  si  los  indios,  por  medio  del  comercio  de  sus  frutos 
no  pudiesen  vender  los  que  les  sobre  para  adquirir  lo  que 
les  falta:    por  lo   mismo  deberá  permitirse  en  Misiones 


216  GOBERNANTES 

la  introducción  de  todo  negociante  español,  para  que  faci- 
litando la  esporlacion  de  sus  efectos  puedan  comprarlos 
que  les  sean  necesarios  para  su  vestuario  y  demás  atencio- 
nes de  su  familia;  estando  el  gobierno  á  la  mira  de  que  no 
se  introduzcan  caldos  y  licores  prohibidos  por  la  ley,  de 
que  los  indios  no  sean  defraudados  en  sus  contratos,  y  de 
que  los  españoles  no  se  establezcan  con  fija  permanencia 
en  los  pueblos,  como  también  los  ya  establecidos,  á  no 
estar  casados  con  naturales  de  ellos  salgan  inmediata- 
mente,, sin  que  les  sirva  de  pretesto  el  tener  tierras  com- 
pradas   dentro  de  su  término;  pero   así  mismo  deberá 

.  cuidar  el  gobierno  de  que  no  falte  en  los  Pueblos  el  nece- 
sario abasto  al  menos  de  carne  (puesto  que  cada  familia 
no  podrá  matar  uñares  diaria  para  su  manutencioij),  bien 
sea  por  cuenta  de  las  mismas  comunidades,  ó  bien  por  la 
de  otros  que  lo  faciliten^.  Como  los  indios  en  el  nuevo 
sistemaban  de  quedar  exentos  de  los  trabajos  de  comu- 
nidad, y  capaces  de  adquirir  para  su    privativo  dominio, 

.  con  sola  la car^a  de  cultivar  los  bienes  que  se  destinen  á 
las  atenciones  comunes  por  el  tiempo  preciso  para  esta 
faena,  según  parezca  mas  oportuno  al  gobernador  6  sub- 
delegados, son  inútiles  ya  los  empleos  de  administrador 

general  de  esta  capital,  y  administradores  particulares  de 
los  pueblos,  cesando  éstos  en  su  ejercicio,  en  el  dia  en 
que  se  publique  la  libertad  general  (en  esta  capital)  y  aquel 
luego  que  se  hayan  vendido  las  fincas  de  esta  capital,  y 
entregado  los  documentos  respectivos  á  su  administra- 
ción, pero  atendiendo  á  que,  acostumbrados  los  indios  á 
trabajar  bajo  la  dirección  de  aquéllos  no  estarán  esper- 
tos  en  los  primeros  años  para  la  conservación  de  los  bie- 
nes comunes,  recaudación  de  sus  productos  y  oportunas 
ventas  é  inversiones,  convendría  que  el  señor  gobernador 
elijiese  entre  dichos  administradores  los  que  sean  mas 
á  propósito  para  desempeñar  el  cargo  de  mayordomo  de 
bienes  de  comunidad,  qudando  uno  de  ellos  en  cada  sub- 
delegacion  ó  departamento,  con  el  cargo   de  recorrer  las 


DEL   PARAGUAY  217 

estancias  y  demás  fincas  que  sq  destinen  á  las  atenciones 
comunes,  nombrar  capataces  indios  asalariados  que  los 
cuiden  bajo  su  inspección,  dirigir  en  estación  oportuna  los 
trabajos,  vender  sus  productos  y  enterar  su  importe  en  la 
caja  de  comunidad,  para  que  puedan  invertirse  en  los 
necesarios  establecimientos,  salario  de  empleados,  socor- 
ro do  viejos  é  inhábiles  y  demás  gastos  útiles  que  pue- 
den ocurrir  en  beneficio  de  dichos  pueblos:  siendo  nece- 
sario que  dichos  mayordomos  no  disfruten  salario  fijo, 
sino  que  se  les  gratifique  con  un  tanto  por  ciento  sobre  el 
producto  líquido  de  dichos  bienes,  con  el  fin  de  que,  esti- 
mulados por  este  medio,  propendan  con  el  mayor  esmero 
al  aumento  progresivo  de  aquellos  sobre  cuyo  producto 
ha  de  librarse    su  subsistencia. 

Con  el  fin  de  conservar  en  segura  custodia  los  intereses 
comunes  y  los  documentos  de  escrituras  y  recuerdos  por 
donde  conste  el  caudal  y  efectos  de  cada  pueblo,  se  esta- 
blecerá en  todos  una  caja  de  tres  llaves  nombrada  de 
comunidad,  confiándose  la  primera  al  corregidor,  la  se- 
gunde al  alcalde  de  primer  voto  y  la  tercera  al  mayordo- 
mo del  departamento  respectivo,  llevándose  en  cada  una 
dos  libros:  el  uno  en  donde  se  asienten  las  fincas,  bienes  y 
derechos  de  la  comunidad,  y  el  otro  donde  contengan 
por  menor  las  entradas  y  salidas  con  numeración  de  los 
dias  en  que  se  verifican  y  división  de  años  á  que  pertene- 
cen, al  cabo  de  los  cuales  deberá  tomarse  por  el  goberna- 
dor ó  subdelegados  á  dichos  llaveros,  y  el  mayordomo 
darla  por  separado  de  los  demás  puntos  y  efectos  que  ha- 
yan entrado  en  su  poder  para  su  espendio,  reservándose 
en  dichas  cajas  los  sobrantes,  que,  deducidas  cargas  y 
gastos  comunes,  resultasen,  hasta  que  con  conocimiento 
délos  que  hay,  pueda  establecerse  en  el  distrito  de  esta 
audiencia,  caja  de  censos,  en  los  términos  que  la  hay  es- 
tablecida en  la  dfe  Charcas,  y  para  los  fines  que  las  leyes 
tienen  señaladas. 

El  principal   objeto,  á   que  debe  destinarse  el  caudal 


218  GOBERNANTES 

de  los  bienes  de  comunidad,  será  el  estableciniiento  de 
hospital  en  la  cabecera  de  cada  departamento  con  las 
camas  proporcionadas  al  número  de  enfermos  que  se 
regule  pueden  concurrir,  y  las  medicinas  necesarias  á  su 
curación:  á  dicho  hospital  podrán  destinarse  dos  enferme- 
ros de  los  indios  encargados  hasta  ahora  en  este  ejerci- 
cio, á  quienes  se  auxilie  con  salario  mensual  correspon- 
diente á  su  ocupación,  bajo  la  inmediata  dirección  de  un 
médico  cirujano,  qne  tenga  ademas  obligación  de  asistir 
al  pueblo  á  que  sea  llamado  en  los  casos  urgentes  y  en 
enfermedades  que  no  permitan  la  traslación  de  los  en- 
fermos al  hospital,  y  lo  misino  un  practicante  sangrador 
que  deberán  uno  y  otro  disfrutar  el  sueldo  que  han  goza- 
do hasta  ahora  con  un  corto  aumento,  en  razón*  de  que  ya 
los  pueblos  no  asistirán  con  alimentos  á  ningún  empleado 
y  para  que  tenga  efecto  esta  disposición  será  conveniente 
que  V.  E.  pase  nuevo  oficio  al  Real  Proto-Medicato  para 
que,  tomando  conocimiento  délos  facultativos,  á  quienes 
enterados  de  sus  sueldos,  puedan  acomodar  este  destino, 
proponga  los  que  considere  mas  proporcionados  para  las 
cuatro  subdelegacione's  que  se  conservan  actualmente  en 
el  mando  de  V.  E.  v  en  el  dominio  de  S.  M. 

El  establecimiento  de  escuelas,  ademas  de  estar  preve- 
nido en  la  real  Cédula,  es  muy  necesario  no  menos  para 
desterrar  el  idioma  guaraní  en  aquellos  naturales,  tan  per- 
judicial ásu  educación,  que  para  promover  su  instrucción 
y  enseñanza  en  los  principios  de  doctrina  y  enlos  rudimen- 
tos de  leer  y  escribir,  necesarios  para  su  manejo  y  civili- 
zación. Si  estas  se  establecen  en  todos  los  pueblss,  y  los 
maestros  han  de  dotarse  completamente,  en  razón  de  que 
no  hay  comunidad  que  les  subministre,  será  demasiado 
gravosa  á  los  pueblos,  cuyos  bienes  no  podrán  satisfacer 
por  entero  esta  carga,  ademas  de  las  que,  á  prorata,  sufran 
con  los  otros  del  respectivo  departamento.  Por  lo  mismo 
seria  conveniente  ó  que  los  tenientes  de  cura  se  hiciesen 
cargo  de  esta  ocupación,  añadiéndose  á  su  sínodo  cien 


DEL   PABAGUÁY  319 

pesos  anuales  del  fondo  de  comunidad  en  razón  de  ella,  6 
que  se  adoptase  el  establecimiento  de  seminarios  en  las 
cabeceras  de  las  subdelegaciones,  en  los  términos  que 
propuso  el  fiscal  Protector  en  28  de  enero  de  1801,  co- 
mo resulta  de!  espediente  que  acompaña,  entre  cuyos  me- 
dios podra  elejir  V.  E.  el  que  considere  mas  acertado  y 
conveniente. 

Las  muchas  deudas  con  que  en  el  di  a  se  ven  gravados 
los  pueblos  y  el  modo  de  su  satisfacción  es  el  mayor  6 
único  inconveniente  que  ofi^ecela  libertad  de  los  indios  de 
Misiones,  y  qu€^para  salvarlo  es  necesario  contarcon  los 
fondos  precisos  para  su  estincion.  Sin  embargo,  como 
los  pueblos  tienen  en  esta  capital  fincas  de  mucho  valor, 
y  en  M¡sio*nes  no  carecen  de  otros  bienes  muebles  inapli- 
cables á  los  particulares,  podrán  destinarse  unos  y  otros 
al  pago  de  dichas  deudas  y  cuando  su  valor  no  alcanzase 
á  cubrirlas,  llevarán  con  mas  gusto  los  indios  una  mode- 
rada anual  contribución,  suficiente  para  ir  redimiendo  esta 
carga,  que  el  que  se  demore  por  mas  tiempo  su  apetecida 
libertad,  á  cuyo  fin  podrá  mandar  V.  E.  que  la  adminis- 
tración general,  con  la  brevedad  posible,  forme  un  estado 
de  las  fincas  que  en  esta  capital  tengan  los  pueblos  de  Mi- 
siones, con  espresion  de  sus  valores,  precedida  tasación  y 
existencias  que  haya  en  dicha  administración,  con  divi- 
sión de  los  pueblos  á  que  pertenezcan  y  asi  mismo  otro  de 
las  deudas  activas  y  pasivas  y  demás  derecho  de  que  pue- 
da contarle,  y  que  se  espida  circular  á  todos  los  pueblos 
por  medio  del  señor  gobernador,  para  que  cada  uno  for- 
me el  suyo  relativo  á  dichos  objetos,  suspendiéndose  en- 
tre tanto  todo  pago  que  no  sea  alimentario  6  de  sueldo  de- 
vengado, con  cuya  vista  propondrá  el  Fiscal  á  V.  E.  lo 

que  considere  más  oportuno  para  la  pronta  satisfacción 
de  dichos. 

Como  los  bienes  que  se  destinen  á  las  necesarias  aten- 
ciones de  las  comunidades  no  podrán,  en  los  primeros 
tiempos,  contar  con  un  producto  suficiente  para  cubrirlas 


220  GOBERNANTES 

todas,  se  hace  preciso  que  ademas  del  peso  del  tributo  con 
que  deben  contribuir  los  tributarios,  contribuyan  todos 
desde  la  edad  de  diez  y  ocho  años  hasta  la  de  sesenta, 
con  la  carga  de  dos  pesos  anuales.  El  primero  para  la 
subsistencia  del  hospital,  medicinas,  facultativos  y  demás 
que  han  de  asistir  á  la  curación  de  los  enfermos,  y  el  otro 
para  pagar  los  cien  pesos  de  mayor  servicio  que 
satisface  anualmente  cada  pueblo  por  via  de  compensa- 
ción del  diezmo  á  consecuencia  de  la  Real  Cédula  de  26 
de  agosto  de  1748,  invirtiéndóse  el  sobrante  en  las  demás 
atenciones  comunes,  «quedando  sugetos  }á  esta  contribu- 
ción aun  los  que  dentro  de  dicha  edad  están  reservados 
al  real  tributo,  cuya  carga,  si  se  coteja  con  la  que  su- 
fren hoy  los  indios,  libertados  por  el  Excmo/  señor  mar- 
qués de  Aviles,  á  prorata  de  las  que  les  corresponde 
entre  los  indios  de  comunidad  para  las  atenciones  u;iiver- 
sales,  es  demasiado  benigna  y  suave  y  no  pueden  los 
indios  negarse  á  sufrirla,  si  se  les  hace  conocer  que  se 
invierten  en  su  beneficio,  y  que  los  releva  de  otros  mayo- 
res gastos  y  urgencia?. 

Por  lo  que  hace  al  nombramiento  de  curas  de  dichos 
pueblos  con  la  carga  de  mantener  los  tenientes  necesarios 
para  la  administraccion  espiritual  de  aquellos  fieles,  y 
asignación  de  sínodo  competente,  la  ordenanza  de  Mi- 
siones aprobó  el  propuesto  por  el  señor  obispo  de  esta 
diócesis  de  trescientos  pesos  para  el  cura  y  doscientos 
cincuenta  para  el  compañero,  después  de  contribuir  á 
uno  y  otro  el  alimento  necesario;  pero  habiendo  parecido 
posteriormente  escesiva  se  limitó  á  doscientos  pesos  á 
cada  uno  atendiendo  á  que  no  tenian  qué  destinar  parte 
alguna  del  sínodo  para  su  sustento  diario.  En  el  dia  en 
que  abolido  el  sistema  de  comunidad  no  puede  ésta  con- 
tribuir con  el  alimento  de  sus  curas,  hay  necesidad  de  la 
nueva  asignación  que  prescribe  la  Real  Cédula,  á  cuyo 
efecto  podrá  V.  E.  con  copia  de  ella  pasar  el  correspon- 
diente oficio  á  los  ilustrísimos  señores  obispos  de  esta  dio- 


I 

i!  del  paraguay  221 

cesis  y  del  Paraguay  para  que  informen  tanto  sobre  dicha 
asignación  como  sobro  el  nuevo  sistema  que  haya  de  es. 
tablecerse en  esta  parte  con  conocimiento  de  las  circuns- 
tancias Ideales  de  aquel  gobierno:  comunicando  también 
dicha  real  Cédula  al  señor  gobernador  del  Paraguay,  para 
que,  enterado  de  su  contesto,  pueda  espedir  las  disposi- 
ciones necesarias  á  su  cumplimiento,  principalmente  sobre 
la  inmediata  incorporación  de  las  encomiendas  que  exis- 
ten en  aquella  provincia  á  la  real  Corona  dando  cuenta  á 
esta  superioridad  de  las  resultas. 

Estas  son  las  providencias  que  en  el  actual  estado  de  las 
cosas  podrá  librar  V.  E.  en  cumplimiento  de  la  citada  real 
cédula,  comunicándolas  al  señor  gobernador  de  Misiones, 
para  que,  con  arreglo  á  ellas,  establezca  el  nuevo  sistema 
de  libertad  de  aquellos  pueblos:  sin  perjuicio  de  que  en  el 
progresivo  estado,  según  los  conocimientos  que  pueda 
adquirir  por  las  circunstancias  locales  del  distrito,  costum- 
bres, inclinación  y  manejó  con  que  los  naturales  desem- 
peñen sus  peculiares  obligaciones,  proponga  á  V.  E.  todas 
las  demás  que  influyan  á  su  utilidad  y  beneficio  hasta 
que  con  las  nuevas  luces  qué  facilite  la  ordenanza  de  In- 
tendentes que  se  espera,  y  los  informes  citados  pueda 
formarse  una  completa  instrucción  para  el  gobierno  y 
manejo  de    aquellos  pueblos,  y  darse  cuenta  de  todo  á 

S;  M.  para  su  real  aprobación  Buenos  Aires  22  de  febre- 
ro de  1804. 

ViLLOTA 


Durante  la  ausencia  de  Velazco^en  Buenos  Aires,  coi> 
motivo  de  la  invasión  inglesa  y  en  otra  ocasión,  quedaron 
de  interinos  don  Manuel  Gutiérrez,  en  1807,  y  don  Eusta- 
quio Gianini,  en  1809. 

Desde  fines  de  junio  de  1810,  era  el  cabildo  el  que  mas 
propiamente  gobernaba,  pues  el  pre^stigio  de  Velazco  habia 
perdido  de  un   modo   considerable,  principalmente  des- 


é 


222  GOBERNANTES 

pues  de  la  catástrofe  de  Liniers  y  demás  compañeros  de 
infortunio,  con  quien  el  gobernador  estaba  combinado 
para  unirse  en  Santa  Fé. 

La  vida  colonial,  pues,  termina  con  el  gobernador  Ve- 
lazco,  dejando  tra3  si  el  cuadro  de  la  mas  grande  mono- 
tonía en  el  hogar  doméstico,  del  mas  supersticioso  fana- 
tismo en  las  creencias  hasta  la  estupidez  y  del  mayor 
desenfreno  en  las  costumbres.  Con  las  fiestas  de  iglesia 
casi  diarias,  las  devociones  domésticas,  la  lectura  de  libros 
místicos  y  los  ejercicios  espirituales  que  robaban  todo  el 
tiempo  que  se  requería  para  atender  á  las  primeras  nece- 
sidades de  la  vida,  alternaban  las  corridas  de  toros,  las 
riñas  de  gallos,  el  juego  de  envite,  las  partidas  de  caza, 
las  serenatas  con  guitarra,  los  bailes  al  aire  libre  y  la  in- 
temperancia én  los  devaneos.  En  la  época  de  Francia, 
nada  de  esto  existia.  Los  tiranos  que  se  sucedieron  á 
aquella  época  no  encontraron  obstáculo  alguno  para  do- 
minar el  país,  harto  esclavizado  ya,  tanto  en  lo  temporal 
como  en  lo  religioso. 

« 

Instalada  la  junta  gubernativa  de  Buenos  Aires  el  25  de 
mayo  de  1810,  ésta  comunicó  el  hecho  á  todas  las  provin- 
cias que  componian  el  vireinato,  exigiéndoles  sumisión 
y  obediencia.  Con  tal  motivo,  envió  á  la  Asunción  al 
coronel  paraguayo  José  Espinóla  y  Peña,  para  que, 
prescindiendo  del  gobernador,  se  entendiese  directamente 
con  el  cabildo.  El  comisionado  llegó  á  la  Villa  del  Pilar, 
cuyo  vecindario  convocó  é  hizo  reconocer  la  junta  de 
"Buenos  Aires.  En  la  Asunción  practicó  igual  operación, 
pero  habiendo  sabido  Velazco  la  secreta  instrucción  que 
llevaba  de  suplantarle  en  el  gobierno,  le  mandó  prender  y 
desterrar  á  Villa  Concepción,  de  donde  se  fugó  á  esta 
capital  é  informó  á  la  junta  gubernativa  asegurando  que 
los  paraguayos  deseaban   sacudir  el  yugo  colonial  j 


J 


DEL  PARAGUAY  .  2^3 

formar  causa  común  con  Buenos  Aires.    Espinóla  falleció 
pocos  días  después. 

Para  no  someterse  á  la  junta  de  este  capital  y  de  acuer- 
do con  el  cabildo,  Velazco  convocó  á  congreso  á  los  veci- 
nos de  la  capital  y  á  los  mas  notables  de  la  campaña  y 
villas  para  tratar  sobre  lo  que  convenia  hacer  en  esas  cir- 
cunstancias. La  asamblea  se  reunió  el24  de  julio  (1810) 
presidida  por  el  gobernador  y  á  nombre  del  cabildo  re- 
solvió romper  los  vínculos  de  farlernidad,  amistad  y  co- 
mercio que  unia  ala  provincia  del  Paraguay  con  la  de 
Buenos  Aires,  y  reconoció  y  juró  el  supremo  consejo  de 
Regencia,  representante  de  Fernando  VII,  suspendiendo 
todo  reconocimiento  de  superioridad  en  la  junta  de  Buenos 
Aires  hasta  la  resolución  de  aquella  autoridad  que  se 
decia  haber  consultado.  Resolvió  de  igual  modo  la  for 
macion  ^e  una  junta  de  guerra  para  prepararse  á  la  de- 
fensa, con  lo  cual  se  disolvió  la  asamblea,  después  de 
dar  al  público  un  manifiesto. 

Lajunta  de  guerra  determinó  que  el  mismo  gobernador 
pasase  á  los  pueblos  de  Misiones,  para  estraer  de  ellos 
las  armas  que  en  ellos  habia  y  armar  hasta  seis  mil  hom- 
bres que  se  intentaba  levantar  y  acuartelar  para  resistir 
á  los  designios  de  la  junta  de  Buenos  Aires  y  evitar  la 
unión  de  ambas  provincias.  El  gobernador  maridó  en 
seguida  desocupar  el  colegio  seminario  para  cuartel  gene- 
ral; cerró  el  puerto  cortando  toda  correspondencia  y 
relaciones  con  Buenos  Aires;  paralizó  el  tráfico  del  co- 
mercio;  equipó  y  pertrechó  algunos  buques  que  destinó  á 
guardar  la  boca  delrio  Paraguay,  cubrir  todos  los  pasos 
del  Paraná,  con  milicias  que  tenian  orden  de  no  permitir 
la  entrada  y  salida  á  nadie.  Dispuesto  todo  así  para  la 
defensa,  marchó  escoltado  de  cien  hombres  al  Paraná, 
hasta  el  punto  de  Candelaria,  dejando  en  sü  lugar  en 
la  Asunción  al  coronel  de  milicia  don  Pedro  Garcia, 
comandante  político  y  militar  de  la  villa  de  San  Pedró^ 


¡^4  •     DEL  PARAGÜA7 

para  que  en  su  ausencia  activase  la  preparación  y  acuar- 
telamiento. 

La  jiínta  de  Buenos  Aires  dispuso  entonces  (agosto)  el 
envió  de  su  vocal  Belgrano  con  un  cuerpo  de  tropas  com- 
puesto de  setecientos  hombres  y  con  el  grado  de  general 
en  gefe  y  el  paraguayo  don  José  Ildefonso  Machain  con 
el  de  mayor  general  de  ese  diminuto  ejército.  En  el 
Cerrito,  campmnento  de  los  porteños  á  dos  leguas  del 
Paraguary,  distante  quince  leguas  de  la  Asunción,  tuvo 
lugar  (el  viernes  18  de  enero  de  1811)  el  primer  ataque  que, 
como  debia  suponerse,  fué  adverso  para  Belgrano  (1) 
y  el  segundo  en  el  paso  del  rio  Tacuarí  (d  de  marzo)  que 
obtuvo  .igual  resultado,  viéndose  obligados  Machain  y 
su  división  á  rendirse  á  discreción  con  las  dos  piezas  de 
artillería  y  un  carro  de  municiones.  Belgrano  entonces 
consideró  prudente  pedir  capitulación  y  retirarse  con  el 
resto  de  su  ejército  (10  de  marzo)  á  Candelaria,  desde 
donde  se^puso  en  correspondencia  con  Cabanas. 


* 


.  El  gobernador  Velazco  despachó  una  espedicion  militar 
al  mando  del  capitán  don  Jaime  Ferrer,  compuesta  de 
catorce  buques,  diez  de  ellos  armados  en  guerra  y  todos 
suficientemente  tripulados.  Este,  desde  abordo  de  su 
capitana,  dirigió,  al  teniente  gobernador  de  Corrientes, 
don  Elias  Galvan,  y  al  cabildo,  una  intimación,  para 
que,  en  el  término  de  dos  horas,  contestasen  si  se  aliaban 
y  unían  al  Paraguay,  reconociendo  al  virey  Elio  y  desli- 
gándose de  Buenos  Aires,  desconociendo  la  junta  surgida 
de  la  revolución  del  25  de  mayo  de  1810.  En  la  referida 

(1)  Se  acaba  de  descubrir  el  original  de  un  ''sermón  en  acción  de  gra- 
cia por  la  victoria  del  ejército  peuraguayo  el  dia  11  de  enero  de  1811  en 
los  campos  de  Paraguari/  escrito  de  pufio  y  letra  del  renombrado  sacer- 
dote paraguayo  don  Amancio  González,  que  tomó  parte  en  las  contiendas 
déla  independencia  paraguaya  en  el  año  11. 

La  Nadon  de  la  Asunción  promete  darlo  ¿  conocer  de  sus  lectores. 


DEL  PARAGUAY  SS5 

m 

intimación,  Ferrer  decía:— "En  el  concepto  que,  si  dan 
V.  S.S.  lugar  con  su  obstinación  á  que  use  de  mis  fuer- 
zas para  reducirlos  á  su  deber,  y  si  no  se  aprovechan  de 
este  último  requirimiento  que  hago,  conducido  de  los 
principios  de  humanidad  y  deseoso  de  que  se  restablezca 
el  antiguo  orden  y  sosiego,  esperimentarán  el  mas  seve- 
ro castigo  y  serán  tratados  como  rebeldes  ..." 

El  cabildo  de  la  ciudad  de  Corrientes  manifestó  que, 
ante  la  fuerza,  no  se  oponia  á  que  la  espedicion  ocupase 
la  plaza. 

En  efecto,  el  17  de  abril  (1811)  las  fuerzas  paragua- 
yas desembarcaron  por  el  puerto  de  La  Rosada  y  ocupa- 
ron la  ciudad  sin  la  menor  demostración  de  resisten- 
cia; puesto  que  no  habia  en  esos  momentos  una  sola  ar- 
ma, ni  un  solo  soldado  útil  para  la  defensa  de  la  ciudad, 
habiéndose  remitido  al  general  Belgrano  todos  los  ele- 
mentos de  ese  género. 

Galvan  huyó  precipitadamente  dejando  tomar  dos  úni- 
cas pequeñas  piezas  de  canon  que  habia  en  el  puerto  de 
Isabel  Durante. 

No  obstante,  consiguió  reunir  tropas  en  el  Riachuelo, 
á  las  cuales  disciplinó  y  con  las  que  en  seguida  puso  si- 
tio á  la  ciudad. 


Por  masque  el  doctor  Somellera  haya  pretendido  jus- 
tificar á  los  paraguayos  haber  resistido  al  ejército  de 
Buenos  Aires,  nadie  ignora  que  mientras  esta  ciudad 
operaba  su  revolución,  los  paraguayos  no  mostraban  nin- 
guna simpatía  por  la  causa  de  la  independencia.  La  ad- 
ministración del  gobernador  Velazco  era  benigna  y  aun 
paternal,  habiéndQ?econciliado  el  amor  y  la  veneración 
del  pueblo.  Así,  se  vio  manifestar  por  todas  partes  una 
súbita  indignación,  cuando  se  supo  que  la  junta  de  Bue- 
nos Aires  enviaba  un  cuerpo  de  ejército,  bajo  las  órdenes 

16 


236  GOBERNANTES 

del  general  Belgrano,  para  reducir  la  provincia  del  Para- 
guay á  la  obediencia,  considerando  la  empresa  de  muy 
fácil  realización.  El  hecho  es  que  los  paraguayos  pelea- 
ron con  denuedo,  en  defensa  del  gobierno. 

No  se  da  uno  cuenta  por  qué  abandonara  Velazco  pre- 
cipitadamente el  campo  de  batalla,  él  que  en  otras  ocasio- 
nes habia  dado  pruebas  de  valor.  Es  de  suponerse  que 
cediera  al  deseo  de  prevenir  la  efusión  de  sangre,  per- 
suadido, como  estaba,  de  que  los  independientes  no  po- 
drían conservarse  en  el  campo  por  mucho  tiempo.  De 
cualquier  modo  que  sea,  este  acontecimiento  tuvo  las  mas 
graves  consecuencias;  no  previno  el  deplorable  resultado 
de  la  batalla  y  desacreditó  al  gobernador  en  el  ánimo 
de  sus  administrados. 

El  hecho  es  que  los  paraguayos  obtuvieron  una  seña- 
lada victoria,  en  cuya  consecuencia,  á  Belgrano  se  conce- 
dió una  capitulación  y  salió  de  la  provincia.  Lo  único 
que  se  consiguió  mas  tarde  fué  el  tratado  de  12  de  octubre 
(1811). 

Al  retirarse,  tuvo  éste  la  habilidad  de  sembrar  éntrelos 
paraguayos  algunas  ideas  de  independencia  y  libertad, 
que  no  tardaron  en  germinar.  La  victoria  de  Paraguarí 
habia  inflado  el  orgullo  de  los  criollos  que  se  creyeron 
todos  héroes  dignos  de  mandar.  El  recuerdo  de  algunas 
vejaciones  atribuidas  al  gobernador,  y  sobre  todo,  el 
ejemplo  contagioso  de  las  provincias  vecinas,  produjo  un 
cambio  tan  rápido  .como  completo  en  su  espíritu.  Asi 
como  fueron  los  últimos  á  operar  su  revolución,  fueron  los 
primeros  á  llevar  la  rebellón,  con  toda  franqueza,  hasta 
repudiarla  autoridad  de  la  dinastía  española,  cosa  que 
Buenos  Aires  no  hizo,  sino  que  invocaba  el  nombre  de 
Fernando  VII  y  obraba  en  un  sentido  difícil  de  merecer 
la  aprobación  de  este  mismo  rey,  en  caso  de  solicitarla. 

Los  prisioneros  tomados  en  Paraguarí  fueron  tratados 
con  arreglo  al  derecho  de  gentes,  y  los  que  recibieron 
mal  trato  fué  contra  la  voluntad  de  Velazco,  de  cuya  bon- 


227  Del  paraguay 

dad  se  abusó  al  estremo  de  perder  toda  su  influencia  en 
el  gobierno;  sobreponiéndose  en  todo  el  cabildo,  compues- 
to en  su  mayor  parte  de  españoles.  Al  fin  se  le  hizo 
caer  en  la  red,  obligándole  á  encabezar  la  revolución 
tendente  á  su  propio  derrocamiento,  del  mismo  modo 
que  en  Buenos  Aires  se  habia  practicado  con  el  virey 
Císneros.  A  uno  y  otro  se  les  hizo  jugar  un  papel  bien 
ridículo  y  ambos  labraron  su  ruina:  era  la  revolución  que 
hacia  su  camino. 


Esta,  fué  encabezada  por  el  capitán  Vicente Iturbe,  los  te- 
nientes Montiel  y  Sarco,  don  Fulgencio  Yegros,  rico  ha- 
cendado y  antiguo  militar,  que  habia  de  concurrir  con 
doscientos  hombres  que  tenia  á  sus  órdenes,  y  don  Pe- 
dro Somellera,  teniente  gobernadorde  la  provincia  desde 
1807.  Pero  como  Yegros  se  hallaba  ausente  de  la  Asun- 
ción y  temiendo  que  la  revolución  fracasase,  Somellera 
contestó,  álos  que  le  habían  consultado  sobre  lo  que  con- 
venia hacer,  en  vista  de  aquella  emergencia:  "Sinos  han 
de  ahorcar  mañana^  muramos  hoy:  dígales  usted  que  esta 
noche  despices  de  la  queda  hemos  de  tomar  el  cuartel" 
En  efecto,  la  noche  del  14  al  15  de  mayo  (1811)  estalló  la 
revolución  apoderándose  los  conspiradores  del  cuartel  y 
compeliendo  á  Velazco  á  deponer  las  riendas  del  go- 
bierno. 

El  gobernador  Velazco  se  habia  grangeado  la  simpatía 
de  todos  los  habitantes  del  Paraguay,  nacionales  y  estran- 
geros.  Su  administración,  que  sucediera  auna  de  las  peo- 
res del  régimen  colonial,  se  habia  hecho  notar  por  su  justi- 
cia y  liberalidad.  Era  un  hombre  de  escelente  presencia, 
de  linda  apariencia  y  de  maneras  corteses,  afables  y 
atractivo.  Era  una  queja  general  de  que  todos  sus  antece- 
sores abusando  del  poder,  se  enriquecieron,  pero  nunca  se 
dijo  igual  cosa  de  Velazco.  Ademas,  era  un  hombre  de 
tan  altas  dotes  clásicas  como  científicas  á  los  ojos  de  la 


228  GOBERNANTES 

gente  de  mejor  educación,  lo  que  le  hacían  un  reproche  al 
charlatanismo  y  pretensiones  de  Francia. 

Elntre  las  víctimas  que  fueron  presa  de  la  estúpida  tira- 
nía de  éstO;  se  halló  el  desgraciado  y  venerable  general 
Velazco,  quien  estuvo  al  frente  del  gobierno,  desde  mayo 
de  1806  hasta  mayo  de  1811. 

Suplantada  su  autoridad  por  la  junta,  aun  sus  mismos 
enemigos  le  respetaron  hasta  permitirle,  sin  ser  molesta- 
do, vivir  donde  se  le  antojara.  Su  modo  de  vida  era  sen- 
cillo, frugal,  retirado  y  sm  ostentación.  Todo  su  atavio  . 
era  escrupulosamente  aseado.  Cuanto  constituía  su  hu- 
milde morada  tenia  un  aire  de  limpieza  y  de  arreglo  que 
manifestaba  mas  bien  escasez  que  no  hábito  de  elegancia 
y  de  gusto.  La  poca  vagílla  que  poseía,  desparramada 
sobre  su  mesa,  no  permitiendo  mas  que  un  huésped,  se 
mantenía  siempre  brillante.  Su  fiel  criado  Benito,  que  le 
había  traído  consigo  de  España,  le  servia  con  reverente 
atención,  quien,  mas  que  sirviente,  era  su  ángel  guardián. 
Era  sostenido  con  las  voluntarias  y  honorables  donacio- 
nes de  sus  compatriotas  los  españoles,  llenando  sus  nece- 
sidades de  un  modo  delicado. 

Apesar  de  todo  el  respeto  que  por  él  tenia  el  pueblo 
paraguayo,  sus  antiguos  servicios,  sus  venerables  canas, 
su  vida  tranquila,  ni  su  carácter  amable,  pudieron  sal- 
varle de  la  venganza  de  Francia.  Tanto  él  como  su  cria- 
do fueron  presos  y  metidos  en  la  cárcel,  donde  se  le  dejó 
abandonado,  achacoso  y  sin  alimento.  Se  le  puso  en 
libertad  cuando  estaba  próximo  á  separarse  del  mundo, 
llevándole  ala  tumba  sus  anteriores  padecimientos.  Su 
fiel  criado  sólo  le  sobrevivió  un  día. 

Lin.  DON  MANUEL  GUTIÉRREZ,  interino  ó  delegado, 
enl807,  durante  la  ausencia  de  Velazco  en  Buenos  Aires, 
cuando  la  invasión  inglesa. 

LIV.    DON  EUSTAQUIO  GIANINI,  interino    en  1809. 

LV.  CORONEL  PEDRO    GARCÍA,   comandante  político- 


DEL  PARAGUAY  229 

y  militar  dé  la  Villa  de  San  Pedro,  interino,  en  1810,  du- 
rante la  ausencia  de  Velazco  á  Jos  pueblos  de  Misiones 
sobre  el  Paraná,  para  traer  gente,  con  motivó  de  la  in- 
vasión del  ejército  del  general  Belgrano. 


REVOLUCIÓN  DEL  PARAGUAY  w 

Varios  oficiales  que  habian  servido  en  la  acción  de  Ta- 
cuarl  y  prestádose  gustosos  á  cooperar  en  la  revolución, 
se  hallaban  á  la  sazón  en  la  Asunción.  El  capitán  don 
Juan  Pedro  Caballero  les  habia  prevenido  que  la  señal  de 
alarma,  para  reunirse  en  el  cuartel  general  de  la  plaza, 
seria  un  repentino  é  intempestivo  repique  de  campanas 
en  la  catedral.  A  las  diez,  más  ó  menos,  de  la  noche 
del  14  de  mayo  de  1811,  hizo  dar  la  señal  prevenida  y 
se  avanzó  el  primero  con  algunos  pocos  individuos  de  con- 
fianza á  tomar  el  cuartel  y  apoderarse  de  las  armas  como 
se  verificó  sin  violencia  y  sin  oposición  alguna  de  la  guar- 
nición, ni  del  oficial  don  Mauricio  José  Troche  que  la  man- 
daba. Posesionado  Caballero  del  cuartel,  y  habiéndosele 
reunido  ya  mucha  parte  del  pueblo  que  se  habia  ad- 
herido á  la  revolución  y  ofrecldole  sus  servicios,  se  le 
sometió  toda  la  guarnición,  y  fué  reconocido  comandante 
del  cuartel. 

En  este  estado  requirió  é  intimó  al  gobernador  Velazco 
la  cesación  en  el  mando  de  la  provincia,  ó  que  entre- 
tanto se  celebrase  un  congreso  nacional  que  determinase 
y  deliberase  la  forma  de  gobierno  que  le  pareciera  mas 
conveniente  y  adaptable  á  las  circunstancias  en  que  se 
hallaba  la  España.  El  gobernador  Velazco  convocó  á 
sus  adictos,  y  se  negó  á  acceder  á  la  propuesta  de  Caba- 
llero; repitió  éste  su  requerimiento  proponiendo  se  le 
nombrarian  dos  consocios,  con  quienes  actuase  el  despa- 

(1)    Sobre  la  Beyolucion  del  Paraguay  tomamos  los  principales  datos 
de  la  obra  de  Molas. 


830  GOBERNANTES 

cho  de  las  causas  y  asuntos  de  gobierno  hasta  la  celebra- 
ción del  congreso.  Siguió  el  gobernador  con  su  oposi- 
ción, pernnaneciendo  inflexible  toda  esa  noche  á  cuanto  se: 
le  proponía  por  el  cuartel.  Vanos  fueron  todos  sus  es- 
fuerzos hasta  que  amaneció  el  día  15,  sin  que  el  gober- 
nador desistiese  de  su  oposición,  ni  las  tropas  de  su 
empresa  de  usar  de  la  fuerza;  y  ñrmes  éstas  en  salir  con 
su  intento,  se  presentaron  en  la  plaza  con  dos  piezas  de 
artillería,  determinadas  y  resueltas  á  batir  y  derribar  las 
casas  de  gobierno. 

Ed  vista,  pues,  de  esta  disposición  y  firmeza  de  los 
revolucionarios,  accedió  el  gobernador  á  cuanto  se  le  ha- 
bla propuesto  y  exigido  la  noche  anterior.  En  su  conse- 
cuencia, se  nombraron  los  dos  consocios. 


LVI.  JUNTA  DE  GOBIERNO  PROVISORIO,  compuesta 
del  general  Velazco,  presidente,  doctor  José  Gaspar  Ro- 
dríguez de  Francia  y  don  Juan  Valerio  de  Zevallos,  vo- 
cales, á  nombre  de  Fernando  Vil,  entrando  en  función  el 
16  de  mayo  de  1811,  y  debiendo  durar  hasta  la  reunión  de 
una  asamblea  general  ó  congreso  que  determinase  el  ré- 
gimen y  la  forma  de  la  nueva  administración. 

Al  dia  siguiente  (17  de  mayo)  publicó  el  general  Velazco 
el  notable  bando  siguiente:  "Habiendo  convenido  en  pro- 
ceder en  el  despacho  asociado  con  el  doctor  José  Gaspar 
Francia  y  don  Juan  Valeriano  Zevallos  hasta  tanto  que  se 
establezca  el  régimen  y  forma  de  gobierno  que  deba  per- 
manecer y  observarse  en  lo  sucesivo,  se  da  á  saber  al  pú- 
blico para  su  inteligencia  en  consocio  con  dichos  adjun- 
tos. Que  sus  miras  é  intenciones  benéficas  y  pacíficas 
son  dirigidas  solamente  á  promover  la  mayor  felicidad 
de  la  provincia,  y  no  ha  tenido  por  causa  y  por  objeto 
entregar  ó  dejar  esta  provincia  al  mando,  autoridad  6 
disposición  de  la  de  Buenos  Aires  ni  de  otra  alguna,  y 
mucho  menos  el  sujetarla  á  ninguna  potencia  estraña;  y 


DEL  PABAGÜAY  231 

que  todos  los  nominados  muy  distantes  de  semejantes 
ideas  no  han  tenido  ni  tienen  otra  que  la  de  continuar  con 
todo  esfuei'zo  haciendo  los  sacrificios  que  sean  posibles 
á  fin  de  sostener  y  conservar  los  fueros,  libertad  y  digni- 
dad de  esta  provincia .  .  .  Que  conformándose  con 
Buenos  Aires  no  se  tendría  otra  mira  sino  la  defensa  co- 
mún bajo  un  sistema  de  mutua  unión,  amistad  y  confor- 
midad; cuya  base  sea  la  igualdad  de  derechos!!." 

Lo  primero  que  hizo  este  nuevo  gobierno  fué  ordenar 
se  recogiesen  las  armas  de  fuego  y  blancas  que  existian 
en  poder  del  partido  realista  que  se  componia  de  los  es- 
pañoles europeos  y  de  algunos  paraguayos,  á  fin  de  pre- 
caber  una  contra-revoIucioñ  para  reponer  á  Velazco. 
Apesarde  esta  providencia,  hicieron  también  que  de  la 
campaña  bajase  alguna  tropa  para  resguardo  y  seguri- 
dad de  la  ciudad,  como  se  verificara.  Mandaron  evacuar 
la  ciudad  de  Corrientes,  que  de  orden  del  gobernador 

Velazco,  la  habia  ocupado  el  comandante  del  Pilar  Jaime 
Ferrer,  que  era  también  gefe  de  la  fuerza  fluvial,  y  se  le 
separó  á  éste  de  todo  mando  en  aquella  frontera. 

A  los  veinte  y  cinco  dias  de  la  revolución,  habiéndose 
tomado  todas  las  providencias  convenientes  á  la  seguri- 
dad y  tranquilidad  interior  y  esterior  de  la  provincia,  se  le 
suspendió  del  mando  y  puestos  eniin  lugar  de  seguridad 
(9  de  junio)  á  don  Bernardo  de  Velazco  y  á  los  capitu- 
lares de  aquel  año,  que  eran  españoles  los  mas,  y  fueron 
encerrados  en  el  cuartel,  quedando  solos  los  dos  conso- 
cios. 

LVn.  DOCTOR  JOSÉ  G.  R.  DE  FRANCIA  y  don  Juan 
Valeriano  de  Zevallos,  desde  el  9  de  junio  (1811)  por  la  se- 
paración y  prisión  de  Velazco,  con  la  jurisdicción  interina 
hasta  la  resolución  del  congreso  que  debia  reunirse. 

A  fin  de  satisfacer  al  público  de  todo  lo  obrado  hasta 
entonces,  se  espidió  un  bando  firmado  por  el  comandante 
y  oficiales  del  cuartel  general  de  la  Union,  diciendo  á  los 


232  GOBERNANTES 

habitantes  del  Paraguay:  que  los  depositarios  de  la  autori- 
dad en  el  detestable  proyecto  de  someterla  provincia á  una 
dominación  estrangera,  ó  valerse  de  sus  fuerzas  para  sor- 
prenderla con  el  simulado  aparato  de  auxilio.  Que  la 
aprximacion  de  tropas  portugueses  hacia  los  límites  de  la 
provincia,  á  saber,  al  norte,  en  los  establecimientos  de 
Coimbra,  y  al  este  en  el  pueblo  de  San  Borja,  al  mando 
del  capitán  general  de  San  Pedro.  Que  la  venida  del  te- 
niente de  dragones  don  José  de  Abreu,  enviado  por  dicho 
general  á  esta  ciudad  (Asunción);  la  misteriosa  reserva 
con  que  se  disfrazaba  el  verdadero  objeto  de  su  comisión. 
Que  después  de  la  revolución  se  fueron  notando  y  des- 
cubriendo otros  hechos  tan  circunstanciados  que  no  ha- 
cia dudable  aquel  concepto.  Queapesar  de  estar  ya  cer- 
rado el  pliego  de  contestación  á  dicho  general,  Velazco 
sólo  manifestó  á  sus  consocios  del  gobierno  un  brevísimo 
y  frivolo  borrón  que  no  condecia  con  los  planes  y  demás  " 
que  contenia  el  oficio  del  general  de  San  Pedro.  Que  la 
fuga  del  coronel  Pedro  Garcia,  abandonando  el  mando 
de  la  población  que  estaba  á  su  cargo,  después  de  haber 
noticiado  del  suceso  de  la  revolución,  llevando  su  ruta  á 
dichos  establecimientos  portugueses  del  norte,  era  otro  ac- 
cidente que  inducía  mas  que  vehemente  presunción.  Pero 
que  lo  que  removía  toda  duda  en  el  particular  era  la  car- 
ta interceptada  por  el  gefe  de  las  tropas  paraguayas  don 
Blas  José  Rojas,  escrita  en  la  Bajada  al  propio  Velazco, 
por  don  Carlos  Genovés,  enviado  por  él  á  Montevideo, 
como  era  notorio.  Que  en  esta  carta  encargó  Genovés  á 
Velazco,  que  redoblase  sus  comunicaciones  con  los  por- 
tugueses: qne  estos  cubriesen  inmediatamente  la  costa 
oriental  del  Paraná;  que  los  del  norte  cayesen  también 
sobre  el  Paraguay;  que  las  fuerzas  de  mar  paraguayas 
cubriesen  igualmente  aquel  punto;  y  que  de  este  modo 
teniendo  la  costa  occidental,  concluye  diciendo  Genovés  á 
Velazco  somos  los  reyes  de  la  America  del  Sur.  etc.,  etc. 
En  el  cuartel  general  déla  Asunción  del  Paraguay,  á9  de 


DEL   PARAGUAY  233 

junio  de  1811. —  Finado  Pedro  Juan  Caballero,  Fulgencio 
Yegros,  Aíitonio  Tomás  Yegros,  Mauricio  José  Troche, 
Juan  Bautista  Rivarola,  Manuel  Iturbe,  Fraciscq  Antonio 
González,  José  Joaquín  León,  Mariano  del  Pilar  Mallada, 
Blas  Domingo  Franco,  Agustín  Yegros,  Pedro  Alcántara 
Estigarribia, 

Instruida  la  provincia  de  los  graves  motivos  que  prece- 
dieron é  impulsaron  á  los  oficiales,  tropas  y  vecinos  de  la 
capital  á  la  separación  y  remoción  total  del  gobernador 
Velazco  del  mando  absoluto  de  la  provincia,  fué  convoca- 
do un  congreso  general  por  medio  de  esquelas,  para  el  18 
del  mismo  mes  de  junio. 

LVm.  JUNTA  GUBERNATIVA,  nombrada  el  22  de  ju- 
nio y  compuesta  de  los  cinco  siguientes;  general  Fulgen- 
cio Yegros,  presidente,  el  comandante  don  Juan  Pedro 
Caballero,  el  doctor  José  Gaspar  Rodríguez  de  Francia,  el 
presbítero  doctor  Francisco  Javier  Bogarin  y  el  doctor 

Fernando  de  la  Mora  vocales,  y  sus  funciones  debian  du- 
rar cinco  años. 

Se  nombró  asesor  al  doctor  Gregorio  de  la  Cerda,  se- 
cretario á  don  Mariano  Larios  Galvan  y  escribano  público 
a  don  Jacinto  Ruiz. 

Apenas  intalada  la  junta,  se  agitó  la  cuestión  por  un 
número  de  ciudadanos,  convocado  al  efecto  en  el  palacio 
de  gobierno  sobre  si  éste  habia  de  seguir  rigiendo  los  des- 
tinos del  país  á  nombre  de  Fernando  VIL  El  doctor 
Francia,  cuya  opinión  decidida  era  en  sentido  contrario, 
entró  en  el  salón  de  acuerdos  en  lo  más  acalorado  del 
debate.  Dirigiéndose  á  la  mesa  y  tomando  asiento  al  la- 
do de  varios  funcionarios  de  gobierno,  sacó  un  par  de 
pistolas  cargadas  y  las  colocó  delante  de  él,  diciendo: 
"Estos  son  los  argumentos  que  traigo  contra  la  suprema- 
cía de   Fernando  VIL'* 

A  tan  audaz  como  práctico  argumento,  sus  compatrio- 
tas se  pronunciaron  abiertamente  por  la  independencia 


234  GOBERNANTES 

absoluta  de  la  madre  patria,  siendo  la  primera  declaración 
categórica  que  se  hiciera  en  la  América  del  Sur,  en  con- 
tra posición  de  lo  que  se  habia  practicado  en  Buenos  Aires, 
en  donde,  á  nombre  á^  nuestro  querido  Fernando  VII,  se 
derramaba  la  sangre  de  los  que  combatían  en  defensa  del 
mismo  monarca. 
En  seguida  decretó: 

1?  Que  el  Paraguay  se  gobernarla  por  sí  mismo  sin  la 
intervención  de  Buenos  Aires,  proclamando  por  ese  he- 
cho la   independencia  paraguaya. 

29  Que,  sin  embargo,  conservarla  buenas  relaciones 
con  esa  provincia,  y  que  enviaría  diputados  al  congreso 
general. 

3?  Que  los  derechos  de  aduana  se  establecerían  regular- 
mente y  que  el  monopolio  del  tabaco  quedarla  suprimido. 

49  Que,  en  ningún  caso,  las  leyes  y  resoluciones  del 
congreso  argentíno  obligarían  al  Paraguay,  sino  después 
de  haber  sido  aprobadas  por  la  asamblea  general. 


* 


El  20  de  julio  (1811);  la  junta  gubernativa  del  Paraguay 
pasó  un  oficio  á  la  de  Buenos  Aires  justificando  su  re- 
sistencia á  las  tropas  de  Belgrano,  no  habienco  tenido  otro 
objeto  que  su  natural  defensa;  y  declarando  que  mientras 
no  se  formase  el  congreso  general,  la  provincia  del  Pa- 
raguay se  gobernarla  por  si  misma,  sin  que  la  junta  de 
Buenos   Aires  pudiese  disponer  y  ejercer   jurisdicción 

sobre  su  forma  de  gobierno,  régimen,  administración,  ni 
otra  causa  alguna  correspondiente  á  ella. 

La  junta  de  Buenos  Ai^es  envió  sus  representantes 
plenipotenciarios  cerca  de  la  del  Paraguay,  con  el  objeto 
de  acordar  las  providencias  convenientes  á  la  unión  de 
ambas  provincias  y  demás  confederadas  que  formaban 
antes  el  estinguido  vireinato  delRio  de  la  Plata,  como  en 
efecto  envió   á  don  Manuel  Belgrane  y  á   don  Vicente 


DEL  PARAGUAY  235 

Anastasio  Echevarria.  Llegados  éstos  á  la  ciudad  de 
Coprientes,  avisaron  de  su  arribo,  pidiendo  permiso  para 
su  entrada  en  el  Paragay,  á  cumplir  y  llenar  la  misión 
que  llevaban. 

La  junta  gubernativa  contestó  (9  de  setiembre)  no 
haber  recibido  contestación  á  un  oficio  de  20  de  julio,  ya 
citado,  y  ademas  que  mientras  el  gobierno  de  Buenos 
Aires  no  reconociese  espresa  y  formalmente  la  indepen- 
dencia del  Paraguay  en  los  términos  propuestos  y  acor- 
dados por  dicha  provincia,  no  era  llegado  el  caso  de 
entrar  oportunamente  en  tratado  alguno  relativo  á  la  pro- 
vincia del  Paraguay,  siendo  su  independencia  la  que  de- 
bía asentarse  por  preliminar  de  toda  ulterior  determi- 
nación. 


Francia  intrigaba  contra  el  gobierno  de  que  él,  si  bien 
ausente,  seguía  formando  parte;  recibia  visitas  secretas 
de  la  mayor  parte  de  los  principales  labradores  y  estan- 
cieros: fomentaba  las  aspiraciones  de  hombres  que  jamás 
habian  soñado  ni  pretendían  alcanzar  el  poder,  mostrán- 
dose manso  y  condescendiente  con  la  clase  mas  baja  de 
la  sociedad,  y  altanero  con  la  mas  elevada.  Su  plan  era 
inspirar  á  la  gente  del  campo  el  sentimiento  que  los  que 
gobernaban  eran  unos  ignorantes  sin  mérito  alguno,  é 
insinuándoles  que  si  él  subía,  ¡cuan  diferente  seria!  Les 
hacia  ver  que  el  objeto  de  la  revolución  había  sido  derrocar 
las  pretensiones  aristocráticas  de  la  España,  y  entretanto 
esas  pretensiones  eran  mas  odiosas  y  sólo  habia  un  cam- 
bio de  personas  iguales  ó  inferiores. 

¿Quién  es  Yegros? — presidente  de  la  junta,  decia  Fran- 
cia— Un  ^ucho  ignorante. 

¿Quién  es  Caballero? — agregaba, — nada,y  sin  embargo, 
los  dos  son  generales  investidos  de  la  suprema  autoridad 


*. 


236  OBERNÁNTES 

insultándoles  á  ustedes  con  ostentaciones  tan  ridiculas  co- 
mo despreciables. 

De  este  modo  derramaba  Francia  el  veneno  de  su  de- 
safección y  descontento  en  el  oido  de  sus  compatriotas, 
quienes  sin  escitacion  admiraron  su  patriotismo,  respeta- 
ron su  integridad  y  veneraron  su  sabiduría. 

Francia  que  veia  que  los  miembros  de  la  junta  se  entrete- 
nían en  diversiones,  paseos  ó  caza,  y  á  veces,  erigiéndose 
en  jueces  supremos  ó  tiranos  caprichosos,  infligían  casti- 
gos, distribuían  los  empleos  y  favores  á  los  que  ofrecían 
mas,  y  se  dejaban  guiar,  en  su  conducta  política,  por  mu- 
geres  depravadas  é  intrigantes,  concibió,  desde  ese  mo- 
mento la  idea  de  apoderarse  de  la  autoridad  suprema  que 
nadie  se  hallaba  en  estado  de  disputarle. 

La*  junta,  el  16  de  setiembre,  mandó  prender  á  los  indi- 
viduos siguientes: 

Capitán  José  Teodoro  Fernandez,  paraguayo. 

Fiscal  de  real  hacienda,  Juan  Bautista  Achard,  para- 
guayo. 

Alcalde  de  29  voto,  Antonio  Recalde,  español. 

Capitán  urbano,  Cayetano  Iturbui'u,  español.  Este  sa- 
lió de  la  prisión  el  13  de  marzo  de  1812. 

Alférez  de  miñones  urbanos,  Juan  de  Acosta,  paragua- 
yo.   Salió  el  mismo  dia  que  el  anterior. 

Capitán  de  miñones  urbanos,  Juan  José  de  Machain, 
paraguayo.    Salió  de  la  prisión  el  mismo  dia. 

Camandante  de  artillería  Martin  Rey,  paraguayo. 

Capitán  de  id.  Luis  Saá,  español. 

Id.    id.     Pedro  Juan  Celpa,  español. 

Id.    id.    Rafael  Zavala  y  Peña. 

Teniente  de  granaderos  urbano  y  regidor  Pedro  Vicen- 
te Capdevilla,  ^paraguayo. 

Don  Francisco  Riera,  regidor,  español. 

Don  José  Antonio  de  Zavala  y  Delgadillo,  coronel,  ar- 
restado en  su  casa.  Este  salió  del  arresto  el  9  de  marzo 
de  1812. 


DEL  PARAGUAY  237 

Los  siguientes,  presos  y  escapados  de  parte  de  noche. 

Regidor  don  José  Carísimo,  español. 

Id.    Id    José  del  Barrio  id. 

Alguacil  mayor  don  José  de  Arza,  id . 

Capitán  de   artillería  don  Antonio  Zavala,  id. 

Alférez  de  id.  don  F.  Guerrero,  id. 

Teniente  de  id.  don  Pascual  de  Urdapilleta,  con  prisio- 
nes, español. 

Don  Manuel  Fernandez  y  Goyri,  paraguayo. 

Id.  Juan  Antonio  Marín,  id. 

Alférez  urbano  don  José  Lino  de  León  y  Zavala,  id. 
Salió  el  13  de  marzo  de   1813. 

Don  Pedro    Pablo  de  Zavala  y  Peña,  id. 

■ 

Cabo  veterano  N.  Rodríguez. 

Don  Francisco  Menchaca. 

A  los  pocos  dias  de  estas  prisiones,  el  dia  de  San  Mi- 
guel, 29  de  setiembre  (1811)  á  las  doce  a.  m.  salió  del  cuar- 
tel la  compañía  de  granaderos  á  la  plaza,  tocando  cajas  y 
dando  gritos  de  "¡Viva  el  rey!  ¡Viva  nuestro  gobernador! 
¡Mueran  los  traidores!"  Cercan  la  casa  de  gobierno,  con 
bayoneta  calada  en  ademan  de  acometer,  con  cañones  en 
la  puerta  del  cuartel,  aparentando  sublevarse  éste,  requie- 
ren á  los  presos  encepados  para  que  se  reunieran  á  ellos. 
Dominada  esta  insensata  revolución,  salen  partidas  á 
prenderá  los  siguientes: — 

Cabo  veterano  de  dragones  Martin  Correa,  criado  de 
Velazco,  el  pulpero  catalán  Martin,  el  mayorquino.  Es- 
tos dos  con  solo  el  término  de  una  hora,  fueron  dispuestos 
y  ajusticiados  y  pendientes  sus  cuerpos  de  una  horca. 

El  receptor  de  alcabalas  don  José  Cristóbal  de  Santi- 
bañez,  preso  en  la  cárcel. 

Fueron  pasados  por  bajo  de  la  horca,  los  sigientes  ciu-. 
dadanos  paraguayos:  • 

Factor  oficial  don  Severo  de  Oscaris. 

Lector  dominico  fray  N.  Taboada  y  Piedad. 

Regidor  don  N.  Enteerria. 


238  GOBEBKANT£S 

Don  Plácido  Carísimo. 

Id.    Juan  Bautista  Carísimo. 

Id.    Bernardo  de  Haedo^  alcalde  de  1^^.  voto. 

Id.    Antonio  Diaz  y  su  dependiente. 

Id.    Emeterio  Martinez,  español. 

Don  Antonio  Martinez  Várela  se  libró  de  la  misma  pe- 
na por  no  haberse  dado  con  él  hasta  las  tres  de  la  tarde; 
y  concluida  esta  operación  fueron  embarcados  en  el  ber- 
gantín de  don  Juan  José  Machain,  fondeado  en  medio  rio. 

A  mas  de  los  anteriores  fueron  pasados  por  bajo  de  la 
horca,  un  sobrino  del  ajusticiado  mayorquino,  un  catalán 
y  un  gallego,  los  cuales,  conducidos  como  los  demás  al 
bergantín,  al  dia  siguiente  (30  de  setiembre)  fueron  pues- 
tos en  libertad. 

El  predicador  fray  José  Martinez,  español,  que  predicó, 
el  sermón  del  Patrocinio  en  la  catedral,  entró  igualmente 
preso  en  el  bergantín  el  18  de  noviembre,  .saliendo  de  la 
prisión  al  mes  cabal. 

A  ninguno  de  los  cometidos  se  le  formó  causa,  y  con 
motivo  que  el  bergantín  no  pudo  salir  por  tener  que  ha- 
cerlo reparar  el  dueño,  se  dispuso  saliesen  de  él  los  presos 
guardando  arresto  en  sus  casas  (31  de  diciembre),  ios  que 
después  fueron  sucesivamente  puestos  en  libertad. 

Con  escepcion  de  Saá,  todos  tuvieron  que  dar  un  dona- 
tivo para  salir  libres  del  destierro  á  Borbon,  conmutándo- 
seles con  los  siguientes  destinos: 

A  Machain  2000  pesos,  y  desterrado  á  Villa  Rica. 

Iturburu  2500  pesos,  y  desterrado  á  Iguamandiyú. 

Capdevilla  3000  pesos,  y  á  Curuguati. 

Acosta  4000  pesos,  y  á  Villa  Rica. 

León  1500  pesos,  y  al  partido  de  Cumbaritl,  doce  leguas 
de  la  ciudad. 

Achard  1000*  pesos,  y  á  su  estancia  de  Ibitiminí. 

Fernandez  1000  pesos  y  á  su  estancia  en  Villa  Real. 

La  revolución  del  29  no  pasó  de  ser  una  asonada  sin 


DEL  PARAGUAY  239 

consecuencia  alguna,  y  la  ejecución  de  los  mencionados 
individuos,  fué  un  acto  bárbaro.  Francia  que  fingia  ig- 
norar todo,  corre  presuroso,  pues,  como  se  dijo,  se  hallaba 
separado  de  la  junta,  y  consigue  se  sobresea  en  la  eje- 
cución de  los  demás  presos,  cuya  causa  se  seguia,  con- 
mutándoseles la  pena,  la  que,  con  el  tiempo  quedó  reduci- 
da á  simple  detención  limitada. 

Damos  á  conlinuacion  una  breve  y  sucinta  relación  de 
los  sucesos  memorables  que  tuvieron  lugaren  la  Asunción 
desde  el  dia  14  de  mayo  de  1813. 

A  las  nueve 'de  la  mañana  del  14  de  mayo  (1812),  se 
anunció  al  público  un  bando  solemne,  con  música  mi- 
litar, que  se  estrenó  en  este  acto,  siendo  la  función  del 
dia  siguiente  en  memoria  de  la  revolución  del  año  1811; 
ordenando  asistiese  todo  el  vecindario,  á  la  misa,  Te-Deum 
y  besamanos,  con  iluminación  de  las  calles,  sopeña  de 
cuatro  pesos  de  multa.  El  mismo  dia  por  la  mañana,  la 
junta  intimó  orden  de  confinación  fuera  de  la  provincia, 
dentro  de  tercero  dia,  al  cura  vicario  de  Villa  Real  y  su 
teniente  por  haberse  manifestado  adictos,  según  se  decia, 
á  la  causa  del  partido  porteño. 

Después  de  oraciones  hubo  salva  de  artillería,  habién- 
dose enarbolado  el  pabellón  tricolor,  con  música  en  la 
plaza,  iluminación  en  las  calles,  disparo  de  un  cañonazo 
cada  media  hora  toda  la  noche  hasta  salir  el  sol  del 
dia  15. 

En  este  á  la  hora  acostumbrada  pontificó  el  obispo  con 
toda  solemnidad,  predicando  el  doctor  Viana,  siendo  el 
asunto  que  "San  Isidro  (á  quien  juraron  los  militares  Pa- 
trón de  su  cuartel  general)  por  su  presencia  en  España, 
las  atrocidades  de  los  franceses,  efecto  de  la  divina  Provi- 
dencia, eligiendo  al  Paraguay  para  prestarle  su  protec- 
ción en  cambio  de  Madrid." 


SíO  Gobernantes 

El  presidente  de  la  junta  prestó  por  los  oficiales,  el  ju- 
ramentoy  voto  del  patronato,  dicho  ante  el  obispo. 

La  concurrencia  del  vecindario  fué  numerosísima  en  el 
templo  y  besamanos.  Se  cantó  el  Te-Deum,  y  en  obse- 
quio de  esta  celebridad  la  junta  mandó  poner  en  libertad 
del  arresto  á  Celpa  y  algunos  delincuentes  de  la  cárcel 
pública. 

En  conmemoración  del  dia,  el  comandante  del  cuartel  y 
los  oficiales  pidieron  al  gobierno  la  restitución  del  vocal 
Francia,  suponiéndolo  preso,  y  se  les  contestó  que  resol- 
vería, en  virtud  de  no  haber  sido  espulso. 

Al  salir  el  cabildo  para  la  función,  el  escribano  de  go- 
bierno notificó  al  regidor  Aresti  orden  de  destierro  al  fuer- 
te Apa,  por  haberse  manifestado  contra  el  proceder  de  la 
junta,  y  por  súplica  de  los  alcaldes  se  le  conmutó  su  confi- 
nación á  su  estancia . 

A  prima  noche  hubo  baile  en  la  casa  de  gobierno  con 
asistencia  de  muchos  españoles  europeos. 

Gomóla  situación  del  rey  Fernando  afligia  mucho  á  la 
junta  de  gobierno  del  Paraguay,  promulgó  ésta  á  las 
nueve  de  la  mañana  del  dia  21  del  mismo  mes  (mayo  de 
1811)  bando  muy  solemne  con  música  en  que  se  man  - 
daba  que  para  los  dias  19,  20  y  30  del  siguiente  mes  (junio) 
se  preparase  todo  vecino  estante  y  habitante  de  la  capital 
con  caballos  y  ijaeces  á  proporción  de  sus  facultades,  so 
pena  de  ser  tenido  por  infidente  y  sospechoso j  para  acom- 
pañar al  Real  Estandarte  del  señor  desdichado  Fernando 
vn,  convocando  para  lo  mismo  á  los  correos  de  todos  los 
pueblos  de  Misiones  y  provincia,  á  un  justicia  ó  regidor  de 
cada  villa.  Y  al  salir  el  sol  del  dia  30  (mayo),  se  enarboló 
el  pabellón  tricolor,  con  salva  menor  de  artillería,  que  se 
repitió  á  la  tarde  en  su  descenso,  en  obsequio  del  referido 
rey  Fernando  habiendo  obtenido  del  gobierno  el  capellán  de 
cuartel  general  licencia,  para  que  los  presos  de  estado  se 
comunicasen  en  celebración  de  dicho  Fernando  vn,  hasta 
el  momento  en  que  el  comandante  prohibiera  su  continua- 


DEL  PARAGCJAY  241 

cion.  La  concurrencia  de  visitantes  fué  tan  numerosa,  co- 
mo era  natural,  desde  que  los  presos  lo  eran  de  igual  mo- 
do, que  el  cuartel  se  volvió  un  templo  donde  se  gana  ju- 
bileo de  toties  quoties^  con  general  regocijo  de  la  ciudíad. 

El  19  de  junio  (1812)  por  la  mañana,  se  publicó  nuevo 
bando  ordenando  que  los  descontentos  con  el  gobierno  de 
Id  junta  saliesen  de  la  provincia  en  el  término  de  quince 
dias,  con  la  condición  de  que  serian  auxiliados  por  el  mis- 
mo gobierno  hasta  fuera  de  su  jurisdicción,  y  si  pasado 
este  término  alguno  atentase  contra  él  habia  de  ser  casti- 
gado. Al  medio  dia  se  enarboló  el  Real  Estandarte  con 
cintas  tricolor,  haciéndose  el  paseo  á  la  tarde  con  mucha 
solemnidad,  con  sesenta  indios  montados  y  acompañados 
délos  corregidores  de  los  pueblos  y  corporaciones  y  algu- 
nos vecinos,  hasta  un  punto  que  se  adornó  preventiva- 
mente con  geroglf  fieos  de  árbol  de  la  libertad  y  demostra- 
ciones de  regocijo  que  en  contorno  hicieron  los  vocales 
de  la  junta.  Por  la  noche  hubo  baile  en  el  cabildo,  orga- 
nistas de  música  por  los  calles,  iluminaciones  en  todas 
las  casas  de  los  gremios  de  artesanos.  Esto  no  impidió 
que  esa  misma  noche,  mandara  la  junta  prender,  como 
se  hizo,  á  don  F.  Recaído,  por  aporteñado.  Al  dia  si- 
guiente (20),  se  repitió  el  paseo  por  Santo  Domingo*  con 
igual  solemnidad,  concurriendo  mucha  gente  á  la  catedral 
en  la  que  pontificó  el  obispo,  predicando  el  doctor  Riveros 
sobre  los  dos  puntos  siguientes:  1°  de  las  obligaciones  del 
gobierno  para  con  Dios,  la  religión  y  la  patpia.  2o  de  las 
del  pueblo  para  con  el  gobierno,  diciendo  al  concluir  un 
discurso  importante  contra  los  votos  de  algunos  indivi- 
duos de  las  cortes  sobre  los  artículos  de  igualdad  entre 
europeos  y  americanos.  A  la  noche  se  representó  por 
primara  t?^i?,  á  nuestro  conocimiento,  la  comedia  "Mas 
vale  tarde  que  nunca." 

Aprovechando  la  solemnidad  del  acto,  el  coronel  con 

algunos  oficiales  pidieron  la  libertad  de  los  presos  y  de 

Iturbe,  mas  la  junta  mandó  en  contestación  que  se  les 

17 


242  GOBERNANTES 

pusiese  prisiones  de  nuevo.  En  los  dos  dias  siguientes 
hubo  juego  de  sortija  y  por  la  noche  baile  y  repetición  de 
la  comedia. 

•Al  salir  el  sol  del  dia  15  de  agosto  (1812)  se  hizo  salva 
de  artillería  enarbolándose  el  pabellón  tricolor,  pero  al 
comenzar  la  misa  mayor  la  junta  mandóarriar  éste,  sus- 
tituyéndolo otro  también  tricolor  aunque  con  listón  ancbo 
blanco  en  medio,  colorado,  angosto  arriba  y  azul  abajo, 
con  las  armas  de  la  ciudad  por  un  lado,  y  las  del  rey  en 
el  blanco.  Al  alzar  y  terminarla  misa,  se  hizo  fuego  de 
artillería. 

Por  auto  que  la  junta  proveyera  (26  de  setiembre)  pro- 
nunció ésta  sentencia  revocatoria  por  contrario  imperio, 
para  que  los  presos  hiciesen  su  defensa  en  treinta  dias 
con  todos  cargos  y  ser  condenados  por  trance  del  asunto 
relevándoles  de  la  pena  capital  y  perdimiento  de  bienes  en 
n)ulta  de  30;000  pesos  para  una  muralla  á  prorata,  como 
sigue;  Acosta  8,000  pesos,  Capdevilla  6,000,  Iturburu 
5,000,  Machain4,000,Leon  3,000,  Achard  2,000,  Fernan- 
dez 2,000,  y  mientras  durase  la  obra,  destierro  áBorbon, 
y  Saá  por  ocho  años,  y,  después  de  conclusa,  espatri  ación 
con  sus  familias  todos.  A  Centurión  tres  años  de  alcaidía 
sin  sueldo,^con  cargo  de  pedir  limosna  con  los  presos  dia- 
riamente: dándoseles  seis  dias  de  plazo  para  que  deliberen 
sobre  su  conformidad,  y  en  caso  contrario  se  seguirla  la 
causa.  Los  antecedentes  que  espresa  la  sentencia  son 
vehementes  conjeturas,  unas,  cortas  sospechas,  y  otras, 
pruebas  de  menor  congruencia,  por  denuncia  del  capitán 
de  artillería  don  Francisco  Laguardia,  teniente  don  Pedro 
Alcántara  Estigarribia  y  el  soldado  Luis  Cabrera,  quie- 
nes presentaron  á  la  junta  cuatro  mil  y  tantos  pesos,  ha  - 
bióndoles  dado  los  presos,  según  autos  á  que  se  refieren 
ja  denuncia  11,000  pesos,  para  que  solicitasen  de  la  junta 
la  apertura  del  puerto  entonces  precluso  (desde  26  de  se- 
tiembre), á  que  se  refiérela  confesión  llana  délos  presos: 
se  les  declara  proditores  por  haber  querido  atentar,  sQgua 


DEL  PARAGUAY.  243 

la  sentencia,  contra  las  inviolables  y  sacrosantas  perso- 
nas dergobierno,.  cuya  deposición,  dice  la  misma  senten- 
cia, pretendían  tratando  de  reponer  al  gobernador  Ve- 
lazcocon  dos  socios,  don  José  Antonio  deZavalaydon 
Juan  Benito  Achard.  Esta  sentencia  comprendía  ocho 
fojas. 

Los  presos  á  su  vez,  no  pudiendo  hacer  otra  cosa 
presentaron  un  memorial,  llevado  por  el  mismo  obispo  á  la 
•junta  (1°  de  octubre)  todos  sujetándose  completamente  á  lo 
dispuesto  en  la  sentencia,  suplicando  la  permuta  del  destier- 
ro á  Borbon  en  otros  destinos,  á  saber,  Fernandez,  á  su  es- 
tancia, Achard,  á  la  suya  en  Ibitimi,  Iturburu,  álguaman- 
diyú,  Machain,  á  Villa  Real,  Acosta  á  Villa  Rica,  Capde- 
villa,  á  Curuguati,  León,  dentro  de  la  capital.  Sáa  se  ofre- 
cía de  sobrestante  de  la  obra  de  la  muralla,  asignando 
todos  los  poderosos  motivos  de  su  súplica. 

En  obsequio  de  la  verdad,  es  necesario  confesar  que 
Francia  se  halló  ausente  del  cuerpo  durante  la  mayor  parte 
del  tiempo  á  que  se  refieren  los  sucesos  njemorables  que 
se  acaban  de  relatar, hasta  el  16de  noviembre  (1812)  que  se 
incorporara  á  la  junta,  á  fuerza  de  ruegos  y  súplicas  de 
sus  compañeros,  habiendo  sido  felicitado  (el  18)  'por  todo 
el  cabildo  en  cuerpo.  . 

A  los  pocos  dias  de  la  reincorporación  de  Francia  se  pre- 
sentó (20  de  noviembre  de  1812)  la  muger  del  alférez  don 
F.  Guerrero,  que  fué  preso  el  23  de  setiembre  de  1811,  pa- 
ra que  se  aliviase  las  prisiones  á  su  esposo,  mandan- 
do aquél  ponerle  en  libertad  plena.  La  señora  doña 
Clara  de  Machain  y  doña  petrona  de  Zavala  se  presenta- 
ron (21  de  noviembre)  solicitando  el  despacho  de  un  es- 
erito  suplicatorio  de  los  presos,  las  cuales  fueron  despedi- 
das con  mucho  consuelo  de  Francia,  quien,  tres  dias  des- 
pués, mandó  poner  en  libertad  á  los  compañeros  de  Guer- 
rero, don  José  Cristóbal  de  Santibañez  y  don  José  Gómez. 
En  contraposición  de  esto,  la  junta  mandó  (3  de  diciembre) 
embargar  cuatro  buques  para  armarlos  en  guerra. 


244  GOBERNÁHTBS 

La  noche  del  26  de  diciembre  hubo  una  farsa  digna  de 
referirse  por  ser  tan  original  como  graciosa;  él  caso 
fué  como  sigue.  Se  anunció  el  casamiento  del  coman? 
dante  don  Antonio  Tomás  Yegro?,  con  una  hija  de  Sperati^ 

hermana  de  la  muger  del  presidente  de  la  junta.  Propá- 
gase esta  noticia  con  motivo  de  que  dicho  Yegr os  hizo 
disponer  para  aquella  noche  un  gran  aparato  como  para 
baile,  haciendo  convidar  á  las  señoras  de  la  ciudad,  en  ce-^ 
lebracion  de  un  casamiento  enigmático.  Al  anochecer  se 
iluminó  toda  la  casa  de  los  Yegros,  disponiéndose  un 
grato  refresco:  habia  dos  orquestas:  concurrió  mucho 
pueblo.  Llegan  las  señoras,  oficialidad  y  todos  en  es- 
pectacion,  al  ver  todo  un  hombre  ocupado  en  mil  tonteras 
y  ridiculeces,  hacer  la  irrisión  de  los  concurrentes  sin  pro- 
cederse  á  ningún  acto  formal.  Todos  se  preguntaban 
¿Quién  es  la  novia?  ¿Cuándo  se  baila?  En  efecto,  la  asis- 
tencia del  presidente  de  la  junta  y  cura  párroco  doctor 
Quintana  hacia  creer  aquella  voz;  pero  nada  hubo;  fueron 
retirándose  poco  á  poco  los  concurrentes  burlados  y  sa- 
tisfechos de  la  locura  del  comandante.  La  música  ama- 
neció y  continuó  todo  el  dia  siguiente  y  subsiguiente  hasta 
el  29  en  que  se  repitió  la  misma  pantomima. 

Las  violentas  é  inicuas  medidas  que  carecterizaban  la 
primera  elevación  de  Francia  al  poder  no  deben  atribuirse 
á  él  solo;  sino  á  la  debilidad,  timidez  é  ignorancia  de  la 
junta,  que  cometiera  el  crimen  de  permitir  que  un  espiritu 
tan  sombrío  y  malvado  como  el  de  aquél  llegara  *  á  con- 
seguir la  autoridad  absoluta.  Cuando  él  entró  á  formar 
parte  de  ella,  sus  consejos,  aunque  él  lo  pretendiera  no 
eran  decisivos,  habiendo  tenido  fuertes  reyertas  con  'Sus 
compañeros  porque  no  le  dejaban  seguir  sus  caprichos. 
Si  no  se  deshizo  de  ellos  entonces  fué  por  no  considerarse 
aún  bastante  fuerte  para  llevarlo  á  cabo.    Ellos  á  su   vez 


DEL  PABÁGUAT  245 

eran  impotentes  para  librarse  á  si  mismos  y  al  pais  de  se- 
mejante monstruo. 

Disgustado  de  verse  asi  contrariado  por  sus  colegas, 
prefirió  dejarlos  solos,  retirándose  él  á  su  quinta  enlbirai. 
En  su  lugar,  entró  don  Gregorio  de  la  Cerda,  como  se- 
cretario, ó  como  se  titulaba,  asesor  de  la  junta,  para  com- 
pletar el  número  de  la  corporación  que  había  organizado 
Somellera.    Fijóse  la  atención  en  este  personage  por  su 

importancia  en  muchos  sentidos.  Era  amabley  muy  ser- 
vicial y,  afectando  sabiduría,  se  hacia  accesible  para  to- 
dos. Tenia  una  palabra  suave  para  todo  el  que.  pedia  y 
era  cumplimentero  para  toda  cara  bonita,  y  con  tan  poca 
malicia,  que  á  la  vez  que  conservaba  buena  relación  con 
todos  los  padres  de  las  familias  mas  respetables,  las  ma- 
dres le  hacian  padrino  de  sus  hijos.  De  modo  que  venia  á 
ser  padrino  general,  y  como  eran  numerosas  las  madri- 
nas, llegó  á  tener  una  clase  de  parentezco  con  casi  todas 
las  mejores  familias  de  la  capital. 

Ademas,  su  influencia  entre  el  pueblo  era  grande,  como 
grande  era  la  cólera  de  Francia  al  ver  que  otro  habia  sido 
llamado  para  ocupar  el  lugar  que  él  dejaba  vacante,  en  la 
casi  seguridad  de  que  la  junta  no  encontrarla  reem- 
plazante. 

Otro  de  los  primeros  actos  de  Francia  al  reincorporarse  4 
la  junta  fué  mandar  prender  á  La  Cerda,  decretando  su 
destierro  fuera  del  país  en  el  plazo  de  ocho  dias,  porque, 
como  ói  mismo  dijo  á  Robertson  á  quien  entonces  trataba 
con  familiaridad  y  confianza: "Me  parece  conveniente  ale- 
jarle, porque  tuvo  el  descaro,  al  salir  yo  del  gobierno,  de 
tomar  la  asesoría  sabiendo  que  yo  le  aborrecía  y  despre- 
ciaba." Sus  colegas  no  se  atrevían  á  hacerle  oposición, 
porque  sabian  bien  que  los  militares  estaban  cprrompi- 
dos-y  que  los  gefes  se  hallaban  listos  para  ej^cutar  x^ual- 
quiera  orden  del  asesor. 

En  efecto  Francia  era  ya  absoluto,  aunque  no  se  sen- 


246  OOBEBNANTBS 

tía  aún  seguro  en  su  posición  temiendo  que  algunas  me- 
didas suyas  demasiado  arbitrarías  produjeran  una  reac- 
ción contra  él.  Ya  estaban  forjadas  las  cadenas  para  el 
pueblo,  sólo  faltaba  fijárselas  para  que  no  pudieran  mo- 
verse. 

Para  efectuar  esto,  adoptó  el  medio  de  convocar  un  con- 
greso, que  por  medio  de  la  intriga  y  de  las  amenazas  san- 
cionase el  suicidio  de  la  libertad  individual.  Francia  dio 
sus  instrucciones  para  que  los  ciudadaaos  de  los  diferen- 
tes departamentos  enviasen  diputados  al  congreso,  á  fin 
de  que  decidiesen  sobre  el  importante  punto  del  envío  de 
diputados  á  la  asamblea  general  constituyente  en  Buenos 
Aires. 

Habia  llegado  (20  de  mayo  de  1813)  á  la  Asunción  don 
Nicolás  Herrera,  enviado  de  ésta  cerca  de  aquel  gobierno, 
habiendo  sido  recibido  en  la  Recoleta  por  el  capitán  don 
Martín  Fleitas  y  el  alférez  don  M.  Molas.  La  junta  ó  sea 
Francia,  acordó  el  envío  délos  di putadosá dicha  asamblea, 
según  comunicaba  Herrera  á  la  junta  de  Buenos  Aires,  en 
junio  del  mismo  año.  Lo  cierto  es  que  éste,  muy  luego 
se  apercibió  que  era  tenido  por  huésped  de  mal  agüero, 
vigilado  y  siguiéndosele  los  pasos.  Hasta  circulaban 
rumores  de  peligro  sobre  su  persona,  no  pudiendo  conse- 
guir una  entrevista  con  ningún  miembro  de  la  junta,  en 
(ñas  de  una  semana.    El  acuerdo  de  la  junta,  á  que  se 

refiere  Herrera  debe  haber  sido  una  estratagema  de  Fran- 
cia para  salir  del  paso. 

El  hecho  es  que  los  tales  diputados  jamás  saliferon  del 

Paraguay,  en  cumplimiento  del  referido  acuerdo,  si  bien 

el  gobierno  de  Buenos   Aires  abrigaba  la   esperanzado 

que  aquella  junta  obraba  de  buena  fé,  cuando  en  vista  de  la 

simpatía  que  mostraba  por  la  causa  de  Buenos  Aires,  que 

era   la  de  las   Provincias  Unidas  del  Rio  de  la  Plata, 

anunciando  •(15  de  marzo)  al  pueblo  de  la  Asunción,  con 

repiques  generales  y  salva  de  artillería,  la  notícia  de  la 

vÍ2toriade  Salta  por  el  general  Belgrano,  con  iluminacip- 


DEL  PARAGUAY  247 

* 

nes  en  algunas  casas  de  la  ciudad  y  música  x^osteada  por 
los  patriotas. 

•  Poco  después  de  la  brusca  despedida  del  enviado  de 
Buenos  Aires,  Herrera,  por  el  gobierno  del  Paraguay,  como 
un  acto  de  retribución  por  su  mala  acogida  y  rechazo  de 
sus  propuestas  de  alianza,  el  gobierno  argentino  impuso 
fuertes  derechos  á  todos  los  productos  paraguayos.  En 
,  vano  se  hizo  presente  cuan  impolítica  era  esa  medida, 
Buenos  ^ires  siguió  prestando  oidos  sordos;  y  habiendo 
escrito  don  Guillermo  Roberson  á  ese  repecto  una  carta  á 
su  amigo  Herrera,  recibió  de  éste  la  contestación  siguiente: 

"Los  nuevos  derechos,  concedo,  son  fuertes;  pero, 
créame  usted,  las  circunstancias  lo  exigen  de  un  modo 
imperioso*  Si  el  congreso  del  Paraguay  del  1°  de  octu- 
bre hubiera  comprendido  mejor  sus  intereses  habría  evi- 
tado la  imposición  de  tan  fuertes  derechos.  Pero  cada 
uno  comprende  mejor  sus  propios  negocios. 

"Habia  una  vez  en  Buenos  Aires  (permítame  contar  á 
usted  una  breve  anécdota),  un  capitán  Banfl,  célebre  por 
su  chispa  y  jocosidad.  Ocupaba  el  primer  piso  deuna  casa 
cuyos  cuartos  bajos  alquilaba  un  rico  zapatero,  que  tenia 
una  tienda  magnifica. 

Banfi  observó  que  los  oficiales,  con  el  fin  de  vejarle  y 
perturbarle  álahora  de  la  siesta,  cantaban  á  gritos  hacien- 
do con  sus  martillos  un  ruido  infernal.  Cansado  de  esta 
molestia,  un  día  bajó  á  la  misma  hora  de  la  siesta,  y  con  , 
la  mayor  política  suplicó  al  patrón  y  peones  le  hiciesen  el 
servicio  de  no  mostrarse  tan  celosos  en  la  prosecución  de 
su  trabajo  y  diversión  en  un  momento  en  que  todos  desea-» 
ban  descansar.  Perolos  zapateros  cont3staron:  Que  cada 
uno  tenialibertad  de  hacer  en  su  casa  lo  que  se  les  anto- 
jara.'' 

Banfi  no  dijo  una  palabra;  pero  al  dia  siguiente,  mandó 
prepararun  gran  tacho  de  agua  hirviendo,  y¿Bn  elmomen- 
to  de  la  siesta  se  puso  á  regar  el  piso  de  su  pieza.  El  agua 
penetró,  como  era  consiguiente,  por  entre  las  junturas 


2J^  GOBESNANTES 

de  las  tablas  y  cayendo  eñ  la  cabeza  de  los  bulliciosos  zapa- 
teros, á  unos  los  escaldó,  empapando  á  otros;  de  modo 
que,  saliendo  á  la  calle,  se  pusieron  á  dar  fuertes  gritos, 
contra  el  ultraje,  amenazando  al  capitán  con  hacerle  com- 
parecer ante  el  gobernador.  • 

"Banfi,  que  desde  su  balcón,  esperaba  el  resultado,  les 
contestó  con  provocante  compostura:"  Bien,  amigos  mios, 
háganlo;  y  yo^  contestaré  al   gobernador  ''qtce  cada  uno  , 
tenia  libertad  de  hacer  en  su  casa  lo  que  se  ^  le  ento- 
jara.'' 

Nicolás  de  Herrera. 

Las  credenciales  del  gobierno  de  Buenos  Aires  son  de 
fecha  4  de  marzo.  Herrera  llegó  &  la  Asunción  el  20  de  ma- 
yó, y  sin  embargo  hasta  el  19  de  octubre  no  pudo  tener 
contestación  de  la  resolución  del  congreso  sobre  el  no 
envío  délos  diputados  al  congreso,  según  se  verá  por  los 
documentos  que  siguen: 

El  gobierno  de  Buenos  Aires  al  del  Paraguay. 

Con  el  objeto  de  estrecharlos  vínculos. de  amistad  y  de 
alianza  entre  esta  provincia  y  la  del  Paraguay,  y  tam- 
bién para  manifestar  la  buena  fé  j  la  liberalidad  de  este 
gobierno  y  colocar  sobre  bases  seguras  la  felicidad  pública 
así  como  el  interés  mutuo  de  ambos  territorios,  estego- 
bibrno  ha  acreditado  á  don  Nicolás  Herrera  cerca  del 
gobierno  del  Paraguay,  mediante  las  amplias  facultades 
que  se  le  dan  y  esperamos  que  á  su  llegada  á  la  Asunción, 
.será  considerado  por  V.  S.  como  tal  y  tratado  con  las  dis- 
tinciones, la  confianza  y  los  miramientos  que  reclama  el  ti- 
tulo de  que  va  investido. 
Dios  guarde  á  V.  S.  muchos  años. 

Buenos  Aires,  á  6  de  marzo  de  1813. 
Fkmsido— Nicolás  Rodrigues  Peña— José  Jun 
UanTerez — Antonio  A .  de  Font— Juan  Manuel 
de  Luca^  secretario  interino  de  gobierno. 


DEL  PA&AOUAT  249 

NOTA   DE   DON  NICOLÁS  DE  HERRERA  Á  LOS  CÓNSULES  DEL 

PARAGUAY 

Escelentisimos  señores. 

No  teniendo  ningún  documento  oficial  que  me  haga  co- 
nocer la  determinación  de  esta  provincia  respecto  del  envío 
de  diputados  á  la  asamblea  general  constituyente,  lo  que 
era  el  objeto  principal  de  mi  venida  al  Paraguay,  espero  de 
la  bondad  de  VV.  EE.  se  dignen  remitirme  copia  en 
forma,  6  instruirme  oficialmente  de  las  resoluciones  to- 
madas por  el  gobierno  de  VV.  EE.  á  fin  de  que  pueda 
hacer  constar  de  un  modo  auténtico  el  resultado  de  mi 
comisión  áese  respecto. 

Espero  también  que  V.V.  E.E.  me  concedan  una  audien- 
cia, á  fin  de  tratar  del  estado  de  los  territorios  (Buenos 
Aires  y  el  Paraguay)  en  sus  relaciones  políticas  y  comer- 
ciales, y  también  para  hacer  la  estipulación  de  una  alian- 
za establecida  sobre  bases  seguras,  y  finalmente  para  ha-' 
cer  á  VV.  EE.  las  demás  comunicaciones  de  que  estoy 
encargado,  etc.;  etc. 

Nicolás  de  Herrera. 
Asunción  del  Paraguay,  á  15  de  octubre  de  1813.* 


Respuesta  de  los  cónsules  á  don  Nicolás  de  Herrera 

Con  respecto  á  la  comuíiicacion  que  habéis  tenido  á 
bien  hacer  conocer  &  este  gobierno,  desde  vuestra  llegada, 
la  voluntad  del  supremo  congreso  de  la  provincia  es  no 
enviar,  por  el  momento,  diputados  á  la  asamblea  que  se 
ha  formado  en  Buenos  Aires.  En  cuanto  á  los  demás 
puntos  que  indica  nuestra  nota  del  15  del  corriente,  podéis 
esta  mañana,  á  las  once,  si'lo  juzgáis  conveniente,  presen- 
taros 4  la  audiencia  de  este  gobierno,  para  tratar  dd  to4o 


250  GOBERNANTES 

lo  que  juzguéis  relativo  á  la  comisión  de  que  estáis  en- 
cargado. 

Asunción  19  de  octubre  de  1813. 
Doctor  José  Gaspar  de  Francia — Fulgencio 
Yegros,   cónsules  de  la  República— S¿6íwí/an 
Antonio  Martines  Saenz,  secretario. 


Los  CÓNSULES  Á  Nicolás  de  Herrera 

k 

quesehabia  considerado  atentamente  todo  loque 

él  habia  espuesto  verbalmente  con  respecto  á  la  presta- 
ción de  socorros  contra  los  enemigos  de  la  causa  general 
de  la  América;  que  el  gobierno  desearía  concertar  una 
cooperación  {ictiva  y  eficaz;  pero  que  en  el  estado  actual 
de  cosas,  no  juzgaba  conveniente  tomar  medidas  estraor- 
dinaria§,  asi  como  seria  necesario  hacer  para  que  el  Para- 
guay se  presentase  con  la  dignidad  que  le  corresponde. 
Que  seria  injusto,  sin  embargo,  creer  en  una  indeferencia 
por  la  grande  obra  que  el  Paraguay  se  ha  propuesto  tenien- 
do *]a vista  fija  en  su  emancipación;  puesto  que  ama  la  li- 
bertad y  se  hisfo  idólatra  de  su  independencia.  Que  en  el 
(fongreso  de  mil  diputados  elegidos  populnrmente  en  todas 
las  ciudades,  departamentos  y  distritos  de  su  vasta  osten- 
sión, se  habia  comprendido  cuan  animado  está  el  pueblo 
del  amor  de  la  gloria  y  del  espíritu  republicano;  pero  que 
las  buenas  intenciones  no  bastaban,  y*queera  necesario 
conciliar  todas  las  cosas  con  las  circunstancias.  Que  llega- 
rla el  tiempo' que,  sin  la  menor  perturbación,  el  Paraguay 
podria  manifestar  su  energía  y  hacer,  en  caso  de  necesidad, 
sorprendentes  sacrificios.  Que  el  gobierno,  á  quien  estaba 
confiado  sobre  todo  la  conservación  de  la  República  y  su 
seguridad,  haria,  no  obstante,  lo  que  fuera  compatible  con 
las  circunstancias^  á  fin  de  rel^tablecer  mas  fácilmente  la 
concordia  y  desechar  toda  idea  de  temor.    Que,  pai:a  es- 


DEL  PARAGUAY  251 

te  fín  sería  muy  conveniente  que  el  gobierno  de  Buenos 
Aires  retirarse  los  derechos  nuevamente  impuestos  á  la  in- 
troducción de  los  productos  del  Paraguay.  De  este  mo- 
do se  conservaria  maS  seguramente  la  buena  armonía 
de  una  y  otra  provincia,  y  asi  se  podría  consolidar  nue$H 
tra  alianza  anterior. 

Asunción,  25  de  octubre  de  1813. 

Franda^TegroSj    Cónsules;— 5a^n^,   secretarío.    • 


Entre  tanto,  mientras  llegaba  el  momento  de  la  reunión 
del  congreso,  iban  acercándose  los  diputados  de  todas 
partes.  Francia,  caballero  el  mas  cortés  y  el  amigo  mas 
atento,  se  hizo  ahora  el  príncipe  de  los  huéspedas.  Les  dijo 
que  los  negocios  debian  administrarse  de  diferente  modo 
que  hasta  entonces;  que  el  comerciante  habia  de  tener  mas 
desahogo  y  libertad  en  obtener  sus  mercancías  del  esteríor 
y  en  esportar  el  producto  del  país;  al  estanciero  mas  rico  se 
le  dijo  que  era  hombre  de  grande  importancia,  y,  por  con- 
siguiente, debiá  tener  voz  en  el  gobierno;  al  alcalde  indíge- 
na se  le  proYnetió  cuanto  pudiera  necesitar.  De  este  modo, 
Francia  concillaba  á  los  di  putados  de  la  campaña  conAo 
para  que  quedasen  preparados  para  hacer  lo  que  de  ellos 
esperaba  y  que  era  remachar  los  grillos  que  él  les*prepa- 
raba  para  ellos  mismos,  al  propio  tiempo  que  les  lison- 
geaba  con  la  creencia  que  eran  en  realidad  el  poder  gober- 
nante. 

El  modo  de  convocar  los  congresos  en  el  Paraguay,  des- 
de aquella  época  hasta  la  de  los  López,  padre  é  hijo,  ha 
sido  diferente  de  lo  que  sucede  en  otras  partes.  Los  fun- 
i^üoacios- locales  en  los  diferentes  partidos,  ejercen  su 
autoridad  directamente  del  gobierno  de  la  Asunción,  y  se 
les  ordena  que  envíen  á  lá  capital  jos  hombres  que  se  les 
indican ,  para  asistir  al  congreso .    En  la  época  de  Francia, 


) 


2S2  DEL  PÁBAGÜAT 

las  personas  que  se  quería  hacer  venir  al  congreso,  eran 
llamadas  directamente,  sin  atreverse'hadie  á  desobedecer. 
Esta  vez  el  congreso  convocado  por  Francia  se  componía  de 
unos  mil  miembros,  siendo  del  caíípo  los  mas  de  ellos,  y 
por  el  modo  como  se  presentaban  no  parecían  hombres 
elegidos  por  su  superior  habilidad  en  los  debates.  Los 
mas  eran  ignorantes  hasta  del  idioma  castell§ino  y 
sumamente  incapaces  de  resolver  por  si  solos  la  mas  sim« 
pie  cuestión  política. 

Antes  de  salir  de  su  casa,  se  les  habia  hecho  comprender 
que  el  gran  potentado  ante  quien  debían  comparecer  era 
el  earai  Francia.  Al  llegar  á  la  capital,  cada  uno  debia 
rendirle  homenage  por  medio  de  un  saludo  tan  grotesco 
como  absurdo,  él  cual  se  repetía  todos  los  dias  por  sema- 
nas enteras.  Pero  como  el  día  de  la  apertura  del  congre- 
so se  postergarse  por  dos  meses  después  de  la  llegada  de 
los  diputados,  se  cansaron  éstos  de  tanta  labor  y  de  los 
honores  de  la  vida  pública,  deseando  terminar  de  una  vez 
sus  funciones  oficiales  y  regresar;  el  indio  á  su  pueblo  de 
ranchos,  el  labrador  á  cuidar  su  cosecha,  el  pastor  á  sus 
ganados  y  el  almacenero  á  su  boliche. 

No  gozaban  sueldo  alguno  por  sus  servicios  y  la  demora 
en  la  apertura  del  congreso  se  prolongaba  espresamente 
por  Francia,  á  fin  de  que  el  dinero  que  habían  traído  consi- 
go se  agotara  y  los  miembros  de  la  campaña  se  fastidiasen 
tanto  de  la  ciudad  y  con  tantos  deseos  de  regresar  á  sus 
casas,  que  cuando  al  fin  se  reuniera,  no  habían  de  hacer 
preguntas,  sino  votar  cuanto  se  sometiese' á  su  resolución 
sin  hesitación  alguna. 

Durante  el  tiempo  que  los  miembros  esperaban,  en  la  ca- 
pital, el  beneplácito  de  Francia,  para  abrir  el  congreso,  ha- 
bían sido  bien  doctrinados  sobre  el  gran  peligro  que  existia 
de  unirse  á  Buenos  Aires;  y  cuando  al  fin  llegó  el  día  1^  (de 
octubre)  y  fueron  citados  á  asistir  á  la  augusta  reunión 
muy  embarazados  del  papel  que  iban  á  desempeñar;  lo 
primero  que  se  sometió  á  su  consideración  fué  la  cuestión 


DEL  PABAGUAT  253 

sobre  lai  misión  Herrera,  la  que  fué  desechada,  como  se 
ha  visto  mas  arriba.  El  motivo  ostensible  de  la  convo- 
cación del  congreso  fií^  considerar  ese  asunto,  pero  Fran- 
cia, encontrándolo  tan  elástico  en  sus  manos,  propuso  una 
medida  de  reforma  en  el  gobierno  tañando  completa- 
mente su  carácter.  Consistía  ella  en  abolir  la  antigua 
junta  de  cinco,  sustituyéndola  por  dos  cónsules  con  igua- 
les poderes,  Yegros  y  él  mismo.  Inmediatamente  fué 
sancionado  el  cambio  y  aceptadas  las  per  sonas.  La  selec- 
ción de  Yegros  fué  hecha  por  dos  razones:  la  primera  e^ 
ser  popular  y  especialmente  con  loSsSoldados;  y  la  segun- 
da, el  ser  4gnorante  y  vano,  y  Francia  sabia  bien  que, 
proponiéndole  por  colega,  conciliaria  al  mismo  tiempo  con 
el  pueblo,  á  la  vez  que  su  poder  no  seria  dividido  en  nin- 
gún sentido. 

Resueltos  estos  dos  puntos,  se  disolvió  el  congreso  in- 
mediatamente, regresando  los  miembros  á  sus  casas, 
muy  alegres  de  salir  de  la  ciudad  cuanto  antes. 

Impaciente  de  verse  solo  en  el  poder,  Francia  obtuvo 
del  congreso  que  la  institución  consular  se  limitase  á  doc  e 
meses,  en  cuya  duración  ambos  cónsules  debían  admi- 
nistrar alternativamente  cuatro  meses,  empezando  por  él, 
de  modo  que,  de  los  doce  meses,  Yegros  vendría  atener/ 
por  su  parte  solo  cuatro.  ,  ' 

1813.1814r-LVIII  GKNERAL  FULGENCIO  YEGROS 
Y  DOCTOR  JOSÉ  GASPAR  RODRÍGUEZ  DE  FRANCIA, 
cónsules  de  la  República,  con  el  tratamiento  de  Escelencia, 
confiriéndoseles  la  graduación  y  los  honores  de  brigadieres 
de  ejército  y  usando  por  divisa  déla  dignidad  el  sombre- 
ro orlado  con  una  franja  azul  con  la  escarapela  tricolor  de 
la  República,  desde  el  12  de  octubre  de  1813,  en  que  pres- 
taron juramento. 

El  trono  destinado  para  loscónsules  se  componía  de  dos 
sillones  con  ^.siento  y  respaldo  de  cuero  curtido  de  novi- 


1^  GOBERNANTES 

lio,  con  dibujos  alegórico  calados,  representando  la  Repú- 
blica. 

El  primer  sillón  tenia  el  nombrt  de  César^  escrito  con 
letras  caladas,  y  el  segundo,  el  de  Pompeyo.  Francia  se 
apoderó'del  primero,  dejando  el  otro  á  Yegros,  cuya  auto- 
ridad al  lado  de  aquél  era  casi  nula,  y  concluyendo  al  fin 
por  desembarazarse  de  él. 


Sustituida  la  junta  admin  istrativa  por  el  gobierno  de 
dos  cónsules,  aquel  memorable  congreso,  entre  otras  de- 
liberaciones, mudó  el  titulo  de  Provincia  (aunque  usándo- 
lo de  cuando  en  cuando)  por  el  de  República  del  Paraguay, 
adoptando  sus  armas  y  colores  nacionales.  Y  sometió 
el  siguiente: 

Plan  db  góbibrno  prbsbntado  al  segundo  Congrbso  reunido  bn  la 
Mbrcbd  dbl  Paraguay,  por  bl  doctor  Francia  t  aprobado  pOR 

aclamación  bn  la  SBSION  del  12  DK   OCTUBRE  DB  1813. 

Señor-Cumpliendo  con  lo  ordenado  por  V.  M.  y  te- 
niendo en  consideración  las  precisas  circunstancias  con  el 
justo  fin  de  consolidar  la  unión  y  precaver  cualquiera  des- 
avenencia en  lo  ulterior;  hemos  formado  de  común  acuer- 
do el  siguiente: 

Reglamento  de  Gobierno 
Art.  lo  Continuarán  en  el  gobierno  superior  de  la  pro- 
vincia solamente  los  dos  ciudadanos  don  Fulgencio  Yegros 
y  don  José  Gaspar  Francia,  con  denominación  de  Cónsu- 
les dé  la  República  del  Paraguay^  y  se  les  confiere  la  gra- 
duación y  honores  de  brigadieres  de  ejército^  de  que  se  les 
librará  despacho  firmado  del  presidente  actual  del  con- 
greso, secretario  y  sufragantes  de  actuación  con  el  sello 
del  gobierno. 

Art.  2^  Usarán  por  divisa  de  la  dignidad  consular  el 
sombrero  orlado  con  una  franja  azul  con  la  escarapela 
tricolor  de  la  República,  y  tendrán  jurisdicción  y  autori- 


DEL  PABAGUÁY  ^5 

dad  en  todo  igual,  la  que  ejercerán  unidamente  y  en  con- 
formidad. Por  consecuencia,  to  das  las  providencias  de 
gobierno  se  espedirán  fífmadas  por  los  dos. 

Art.  3®  Su  primer  cuidado  será  la  conservación,  segu- 
ridad 7  defensa  de  la  República,  con  toda  la  vigilancia,  es- 
mero y  actividad  que  exigen  las  circunstancias. 

Art  4o.  La  presidencia  quedará  en  adelante  reducida 
solamente  á  lo  interior  del  tribunal  que  han  de  componer 
unidamente  los  dos  cónsules.  De  consiguiente,  será  li- 
mitada ala  economía  y  régimen  interior  del  tribunal,  cuyo 
tratamiento  será  el  de  Escelencia;  pero  los  cónsules  ten- 
drán el  correspondiente  al  grado  militar  que  les  queda' 
conferido. 

Art.  &>  La  comandancia  general  de  arifaas  de  la  pro- 
vincia se  ejercerá  por  la  jurisdicción  unida  de  los  dos 
cónsules. 

Art  69  No  obstante  esta  disposición,  la  fuerza  viva,  esto 
es,  la  tropa  veterana  de  cualquiera  clase  que  sea,  asi  como 
el  armamento  mayor  y  menor,  pólvora  y  municiones  de 
toda  especie,  se  distribuirán  por  mitad  al  mando  y  cargo 
particular  década  uno  délos  dos  cónsules,  y  éste  tendrá 
su  respectivo  parque  ó  almacén  en  el  lugar  ó  alojamiento 
de  sus  cuerpos  respectivos  para  su  debida  autoridad. 

Art  7**  Habrá  dos  batallones  de  artillería  de  tres  6  cua- 
tro compañías  cada  uno  por  ahora,  ó  de  mas  ó  menos, 
según  las  circunstancias,  de  suerte  que  cada  cónsul  ten- 
drá su  batallón,  y  será  su  gefe  y  comandante  particular 
y  esclusivo.  Será  también  gefe  y  comandante  particular  de 
una  de  las  dos  actuales  compañías  de  artillería,  aplicán- 
dose á  este  respecto  la  primera  de  ellas  al  cónsul  Yegros, 
y  la  segunda  al  cónsul  Francia. 

Este  creará  el  batallón  de  que  le  corresponde  ser  gefe  y 
comandante,  y  para  una  de  sus  compañías  podrá  tomar, 
si  quiere,  la  quinta  del  actual  batallón  del  que  quedará  de 
gefe  y  comandante  el  cónsul  Yegros. 

Art.  8^  Lor  oñciales  y  demás  individuos  de  estos  cuer- 


256  GOBERNANTES 

pos  serán  á  satisfacción  de  sus  respectivos  comandantes 
los  sobredichos  cónsulesr,  pero  los  despachos  de  oficiales 
de  cualquiera  de  ellos  se  librarán  en  unión  por  los  cónsu- 
les á  propuesta  y  elección  de  aquel  á  quien  corresponda; 
y  del  mismo  modo  las  causas  particulares  de  cualesquier 
individuos  de  los  espresados  cuerpos  de  una  y  otra  coman- 
dancia deberán  ventilarse  y  juzgarse  por  la  jurisdicción 
unida  de  los  cónsules. 

Art.  90  La  providencia  interior  del  tribunal  en  los  térmi- 
nos espresados  rolará  de  aquí  en  adelante  alternando  los 
dos  cónsules  por  cuatro  meses  cada  uno.  El  que  la  ejerza 
solo  se  titulará  cónsul  en  turno,  y  de  ningún  modo'cónsul 
presidente,  para  evitar  las  equivocaciones  de  que  ha  sido 
origen  esta  última  donominacion.  En  esta  conformidad 
entrará  ahora  de  turno  el  cónsul  Francia. 

La  traslación  de  esta  presidencia  cumplido  el  tiempo 
respectivamente  al  turno  de  cada  cónsul,  se  estenderá 
por  diligencia  firmada  por  los  dos  en  el  Libro  de  ^4 cuerdo, 
y  de  ello  se  pasará  noticia  al  cabildo  de  esta  ciudad  para 
su  inteligencia. 

10.  Se  destinará  en  las  casas  de  gobierno  una  pieza  para 
tribunal  común  y  público  de  ambos  cónsules.  Estará 
abierta  á  las  horas  de  audiencia  y  despacho,  y  de  su  régi- 
men y  formalidad  se  encargará  á  su  vez  el  cónsul  que  es- 
té de  turno. 

11.  En  los  casos  de  discordia,  en  cuanto  r.o  se  oponga 
alo  determinado  en  el  presente  Reglamento,,  la  dirimirá  el 
secretario,  y  si  hubiera  dos  lo  ejecutará  aquel  á  quien  cor- 

'  responda  aiHuar  en  los  negocios  de  la  clase,  en  que  ocur- 
ra la  discordia 

12.  Se  deja  al  arbitrio  y  prudencia  de  los  dos  cónsules 
el  arreglar  de  común  acuerdo  y  conformidad  todo  lo  con- 
cerniente al  mejor  despacho  y  espediente  de  todos  los 
negocios  de  gobierno  en  todos  sus  ramos;  asi  como  la 
conservación  de  uno  ó  dos  secretarios,  y  del  mismo  mo- 
do la  creación  de  un  tribunal  superior  de  recursos  que  de- 


DBL  PARAGUAY  257 

berá  conocer  y  juzgar  en  última  instancia  conforme  á  las 
leyes,  según  la  naturaleza  de  los  casos  y  juicios  que  se 
dejase á  su  conocimiento. 

13.  Los  cónsules  con  audiencia  y  consulta  del  mismo 
cabildo  de  esta  ciudad  arreglarán  también  el  sueldo  que 
deban  tener  asi  ellos  como  los  secretarios,  y  miembros 
del  nuevo  tribunal,  6  cámaras  de  recursoss,  si  se  creasen. 

14  Si  alguno  de  los  dos  cónsules  faltase  absolutamente 
del  gobierno  por  muerte  6  por  retiro,  procederá  el  que 
quedase  á  convocar  dentro  de  un  mes  á  congreso  general 
de  la  provincia  en  la  forma,  método  y  número  de  mil  su- 
fragantes elegidos  popularmente  en  todo  la  comprensión 
de  la  provincia  como  al  presente,  y  sin  perjuicio  de  esta 
deliberación,  se  establece  también  como  ley  fundamental, 
y  disposición  general,  perpetua,  é  invariable  que  en  lo  ve- 
nidero se  celebrará  anualmente  un  congreso  general  de  la 
provincia  al  propio  modo,  con  la  misma  formalidad,  nú- 
mero y  circunstancias,  y  señalándose  á  este  efecto  el  dia 
15  de  cada  mes  de  octubre,  en  cuya  conformidad  se  espe- 
dirán puntualmente  las  coiTespondientes  convocatorias  á 
mediados  de  setiembre,  con  el  justo  fin  de  que  la  provin- 
cia oportunamente,  ó  al  menos  una  vez  al  año  pueda  con- 
gregarse á  tratar,  como  pueblo  libre  y  soberano,  lo  mas 
conducente  á  la  felicidad  general,  á  mejorar  su  gobierno, 
si  fuese  necesario,  y  á  ocurrir  ácualesquier  abusos  que 
puedan  introducirse,  tomando  las  disposiciones,  y  hacien- 
do los  establecimientos  mas  bien  meditados  con  el  cono- 
cimiento que  dá  la  esperiencia. 

15.  Se  observará  el  presente  Reglamento  hasta  la  deter- 
minación del  futuro  congreso,  y  se  copiará  en  el  libro  de 
acuerdos  de  gobierno. 

16.  Los  cónsules  comparecerán  inmediatamente  á  jurar 
ante  el  presente  congreso  soberano  el  observar  fiel  y  cum- 
plidamente el  presente  Reglamento . 

Lo  mismo  ejecutarán  por  su  orden  todos  los  oficiales  de 

las  tropas  acuarteladas,  los  cuales  tomarán  igual  jura- 

18 


258  GOBERNANTES 

mentó  en  el  cuartel  á  los  individuos  de  sus  respectivas 
compañías  dando  cuenta  con  la  diligencia  para  su  agre- 
gación á  las  actuaciones  del  congreso;  con  prevención 
que  el  que  rehusase  este  reconocimiento  y  juramento  será 
despedido  del  cuei^po,  asi  como  castigado  con  la  misma 
pena  y  otras  mas  severas  el  que  después  de  reconocido 
y  jurado  el  presente  Beglamentode  cualquiera  manera  lo 
quebrantase. 

Art.  17.  Queda  adoptado  por  la  provincia  el  método  y 
número  de  sufragantes  del  presente  congreso,  y  por  lo 
mismo  se  prohibe  al  gobierno,  el  que  sin  deliberación  de 
otro  semejante  congreso  pued^  variar  ó  mudar  esta  for- 
ma y  número  de  sufragantes. — Asunción,  octubre  12  de 

1813. 

Fulgencio  Yegros—José  Gaspar  R.  de  Francia. 

Esta  ley  fundamental  fué  publicada  en  la  forma  acos- 
tumbrada en  la  Asunción  por  los  cónsules  de  la  República 
en  21  de  octubre  (1813.) 

La  corte  de  Rio  Janeiro  puso  el  sentimiento  patriótico 
del  doctor  Francia  á  la  prueba,  consiguiendo  de  éste  lo 
que  aquella  pretendía,  sólo  que  el  éxito  no  fué  feliz.  Se 
envió  una  misión  al  Paraguay  (1813)  encomendada  al 
doctor  Cloiria,  para  negociar  con  el  doctor  Francia  la 
anexión  á  Portugal  de  la  provincia  de  su  mando,  como 
eónsul,  proponiéndole  erigirla  en  ducado,  gobernado  por 
él.  Con  el  fin  de  llevar  adelante  la  negociación,  Francia 
nombró  á  don  José  Zamborain,  hijo  de  Buenos  Aires, 
quien  partió  para  Borbon  á  entenderse  con  Cloiria.  En  cam- 
bio de  su  separación  de  la  causa  de  América,  el  futuro  [dic- 
tadorsolo  exigia,  á  mas  de  los  fueros  y  exenciones  que  se 
propusieron,  se  otorgase  á  su  provincia  una  constitución 
particular.  La  negociación  se  hallaba  muy  avanzada,  cuan- 
do el  señor  Zamborain,  escitado  de  su  patriotismo,  retiró 


DEL  PARAGUAY  259 

SU  participación  en  tan  grave  asunto,  negándose  á  autori- 
zar ningún  arreglo  de  esta  naturaleza.  Francia,  que  no 
era  hombre  con  quien  se  pudiera  jugar  impunemente, 
tomando  el  espontáneo  retiro  de  Zamborain  por  una  grave 
falta,  le  hizo  embarcar  en  una  canoa  que  bajó  el  Paraná, 
custodiado  por  un  oficial,  qtiien  én  el  Paso  de  la  Patria, 
le  comunicó  la  orden  que  llevaba  de  fusilarle  en  ese  punto. 
Zamborain  consiguió  mover  el  noble  corazón  de  su  guar- 
da y  ambos  fugaron  á  Santa-Fe,  pasando  en  seguida  á 
Buenos  Aires,  en  donde  dieron  inmediatamente  aviso  de 
lo  sucedido,  al  triunvirato  que  gobernaba  entonces.  Alar- 
mado el  gobierno  de  Buenos  Aires  con  las  maquiavélicas 
maquinaciones  en  que  habia  entrado  el  cónsul  Francia, 
que  ponia  en  peligro  la  independencia  de  estas  provincias, 
ofició  al  general  Artigas  y  á  otros  gefes,  dando  las  ins- 
trucciones acerca  de  la  conducta  que  habian  de  observar 
en  caso  necesario.  (1) 

El  gobierno  consular,  ó  mejor  dicho,  el  doctor  Francia 
que  era  el  todo,  siéndole  incómoda  la  existencia  de  los  es- 
pañoles en  la  Asunción,  se  dirigió,  en  3  de  enero  de  1814, 
al  teniente  gobernador  de  Corrientes,  coronel  don  José  A. 
León  Dominguez,  proponiéndole  si  admitiriaen  su  territo- 
rio una  |)artida  de  cien  ó  doscientos  de  ellos. 

El  coronel  Dominguez  contestó  que  no  tenia  facultad 
para  resolver  el  asunto  por  sí  solo,  pero  que  sometería  el 
asunto  al  gobierno  de  las  Provincias  Unidas,  cuyo  resul- 
tado comunicaría  al  gobierno  consular  del  Paraguay. 
El  gobierno  argentino  en  contestación  á  la  nota  de  Do- 
minguez, fecha  6  del  mismo  mes,  se  apresuró  á  contestar 
á  éste  (15  de  enero),  para  que  sin  pérdida  de  instantes, 
lo  trasmitiera  al  gobierno  paraguayo,  previniéndole  que 
serian  admitidos  en  el  territorio  argentino  cuantos  españo- 

(1)    Qnido.    SI  QoHemo  y  la  Alianxa  consideraciones  políticas^  1866« 


S60  GOBERNANTES 

los  europeos  quisiera  estrañar  de  aquella  provincia,  cu- 
yos confinados  serian  destinados  al  interior  para  que  no 
pudieran  causar  recelos  al  gobierno  paraguayo. 

Este,  antes  de  obtener  contestación  á  su  nota  de  3  de 
enero  al  teniente  gobernador  de  Corrientes,  acerca  de  la 
admisión  de  aquellos  individuos  sobre  cuya  remoción 
disponía  el  doctor  Francia,  como  si  se  tratara  de  una  ma- 
jada de  ovejas,  dictó,  casi  simultáneamente  con  la  gene- 
rosa resolución  del  gobierno  argentino,  la  tiránica  resolu- 
ción siguiente: 


Los  CÓNS  ULES  Á  TODOS  LOS  CIUDADANOS  Y  DEMÁS  HABITAN- 
TES DE  ESTA  CAPITAL 

La  multitud  de  españoles  europeos  residentes  y  los  que 
de  otras  provincias  han  refluido,  y  diariamente  recalan  á 
esta  ciudad,  no  ha  podido  dejar  de  escitar  la  vigilancia  y 
atención  del  gobierno  no  solo  por  su  número  ya  conside- 
rable, sino  por  la  señalada  conducta  con  que  ahora  se 
distinguen.  Sus  descomedimientos  y  desatenciones,  el 
airQ  insultante,  con  que  se  manifiestan,  sus  pronósticos 
de  restablecer  con  nuestro  esterminio  la  esclavitud  de  la 
provincia;  y  finalmente  el  desafuero  de  sus  amenazas  en 
sus  sediciosos  coloquios  y  atrevidas  combinaciones,  son 
unas  notas  nada  equívocas  de  la  provocación  de  sus  áni- 
mos y  del  odio  feroz,  que  nutren  contra  todo  americano. 
Tan  rebeldes  y  obstinados  en  no  reconocer  los  derechos 
'  de  los  pueblos  libres,  emanados  déla  misma  divina  ins- 
trucción como  ingratos  é  insensibles  al  favor  y  buen  aco- 
gimiento, con  que  han  sido  protegidos  por  un  pueblo  hu- 
mano, benéfico  y  generoso  empiezan  á  turbar  el  reposo 
público,  induciendo  á  nuevos  temores,  sin  perdonare! 
arte  de  la  seducción.  Por  esto,  muchos  celosos  patrio- 
tas han  reclamado  ya  una  providencia  ejecutiva,  que  con- 


DEL  PARAGUAY  261 

m 

teniendo  á  tan  turbulentos  huéspedes,  afiance  la  tranqui- 
lidad, y  preserve  al  pueblo  y  al  gobierno  del  cuidado  de 
una  conmoción  europea,  que  ya  se  está  presintiendo. 
En  esta  virtud,  se  ordena  irrevocablemeute  que  todos  los 
españoles  europeos,  que  no  hayan  tenido  el  avecinamien- 
to  legal  en  esta  provincia,  y  se  hallen  morando  actual- 
mente en  esta  ciudad  y  sus  arrabales,  se  presenten  en 
^sta.plaza  pública  á  la  hora  después  de  haberse  publicado 
este  bando,  á  ñn  de  formarse  un  padrón  de  todos  ellos,  y 
darles  el  destino  mas  conveniente  en  las  circunstancias, 
con  el  objeto  de  asegurar  la  quietud  general.  Pena  al 
que  no  lo  cumpliera,  de  que  será  inmediatamente  pasado 
por  las  armas:  Y  para  que  llegue  á  noticia  de  todos,  y 
nadie  pueda  alegar  ignorancia,  publíquese  en  la  forma 
acostumbrada  por  todas  las  calles  principales,  fijándose 
en  los  lugares  de  estilo  los  ejemplares  correspondientes. 
Dado  en  la  Asunción,  capital  de  la  República  del  Para- 
guay, á  cinco  de  enero  de  mil  ochocientos  catorce. 

Db.  José  G.  de  Francia.  Fulgencio  Yegros. 

CónsiU  de  la  República  Cónsul  de  la  República 

Por  mandato  de  S.  E. 

J.  Ruiz. 

Escribano  Público  y  de  gobierno* 

En  la  Asunción  del  Paraguay  en  el  espresado  dia,  mes 
y  año,  yo,  el  escribano  de  gobierno  salí  del  cuartel  general 
de  esta  plaza  acompañado  de  un  piquete  de  soldados,  sar- 
gento, pífanos  y  tambores,  haciendo  cabeza  el  teniente  de 
la  quinta  compañía  don  José  Antonio  Maréeos,  y  en  las 
calles  públicas  y  demás  parages  acostumbrados  hice  pu- 
blicar el  bando  antecedente  por  voz  del  mulato  Miguel  Maiz 
que  hizo  de  pregonero;  lo  que  pongo  por  diligencia  para 
que  conste  y  de  ello  doy  fé. 

Ruiz. 

Existia  un  secretario  de  estado  que  lo  era  un  tal  Mar- 
tínez, hombre  de  algún  bienestar  y  muy  pretensioso.    Era 


^ 


868  GOBERNANTES 

éste  un  funcionario  de  rutina  y  metódico  hasta  la  nimiedad 
en  cuanto  hacia,  y  de  un  espíritu  tan  elástico,  que  no  po- 
dia  distinguir  entre  ios  negocios  maa  importantes  y  los 
mas  triviales. 

Prestaba  á  todos  el  mismo  grado  de  atención,  dándose 
siempre  ínfulas  de  gran  talento.  Como  secretario,  se 
consideraba  ser  la  segunda  persona  del  doctor  Francia; 
y  mientras  ante  su  amo  se  mostraba  servil  y  abyecto,  era 
pomposo,  repugnante  é  inflado  en  sumo  grado  cuando  se 
hallaba  lejos  de  aquel. 

Dio,  pues,  orden  á  Martínez  que  hiciera  comparecer  á 
su  presencia  álos  españoles,  para  prevenirles  en  cuanto  & 
su  futura  conducta  y  en  cuanto  á  su  supuesta  inclinación 
en  mezclarse  en  los  asuntos  de  estado.  El  dia  prefijado, 
(3  de  enero  de  1814),  con  un  sol  ardiente,  reunió;  en  la  pla^ 
za  como  majada  de  ovejas,  á  todos  los  españoles  de  dife- 
rente grado  y  profesión,  marineros,  artesanos,  almace- 
neros, tenderos  y  comerciantes.  Martínez  mismo,  afec- 
tando el  aire  y  maneras  de  un  hinchado  cortesano,  senta- 
do frente  á  su  casa,  en  un  gran  sillón  anticuadcj,  di6  prin- 
cipio á  la  operación.  Estaba  vestído  con  una  levita  de 
seda  azul  á  lo  Mazzarin,  pantalones  y  chaleco  de  raso  ne- 
gro, medias  de  seda  del  mismo  color,  y  chinelas  bordadas. 
Tenia  los  cabellos  muy  empolvados,  con  un  pañuelo  de 
cambray  perfumado,  metído  en  el  seno. 

De  uno  y  otro  lado  de  su  sillón  estaba  parada  una  joven 
esclava,  para  cebar  su  mate  de  plata  y  otra  con  un 
bracerito  de  plata  cincelada,  conteniendo  carbón  perfuma- 
da con  pastilla,  colocado  en  una  bandeja  y  en  la  que  había 
algunos  muy  buenos  cigarros.  Fumaba  alternativamen- 
te uno  de  estos  y  chupaba  su  mate. 

Los  pobres  españoles,  muchos  de  ellos  que  le  eran  supe- 
riores, se  presentaban  ante  el  bajá  de  á  dos  y  tres  á  la  vez 
y  les  dirigía  sucesivamente  el  discurso  siguiente:  "Uste- 
des son  una  pandilla  de  brutos— ¿me  entienden  ustedes? 
de  bestias,— ¿me   comprenden   ustedes?  animales, — ani- 


DEL  PARAGUAY  263 

matos — ¿eh?  Son  ustedes  bárbaros  y  godos — ¿saben  us- 
tedes lo  que  quiero  decir?  Sí,  brutos!  Todos  ustedes  me- 
recen ser  ahorcados,  6  azotados  como  perros, — ¿ven  uste- 
des? porque  son  ustedes  una  raza  perversa  y  los  anti- 
guos y  naturales  enemigos  de  la  América  del  Sur, — eh? 
de  los  patriotas, — ¿conciben  ustedes?  de  los  hijos  naturales 
del  suelo,— ¿entienden  ustedes? 

"¿Y  cuál,  oh  bárbaros,  ha  sido  la  conducta  de  ustedes  en 
el  Paraguay?  ustedes  han  conspirado, — ¿eh?  rebelado, — 
¿entienden  ustedes?  hecho  la  guerra  á  S.  E.?  Los  com- 
plots, las  sediciones,  las  conspiraciones  de  ustedes, — ¿eh? 
—¿vén  ustedes?  las  intrigas  y  traiciones  de  ustedes, — ¿sa- 
ben ustedes  lo  que  quiero  decir?— no  han  tenido  término; 
y  pueden  ustedes  agradecer  á  Dios, — ¿me  entienden  us- 
tedes? pueden  ustedes  estar  gratos  á  la  Providencia,  asi 
como  al  supremo  gobierno — ^¿saben  ustedes? — á  S.  E.  don 
José  Gaspar  de  Francia; — ¿escuchan  ustedes?  den  gracias 
que  no  se  les  ha  arrancado  á  ustedes  de  raiz — ¿eh? — estir- 
pado  de  la  tierra, — ¿comprenden  ustedes?" 

Continuó  con  la  misma  fuerza  de  elocuencia  previnién- 
doles en  cuanto  á  su  futura  conducta;  permaneciendo  pa- 
rados al  sol  aquellos  desgraciados  hombres;  deecubiertos, 
todo  el  tiempo  que  durara  aquella  insulsa  peroración  del 
bajá  Martínez,  siempre  tomando  mate  y  echando  humara- 
das con  su  cigarro. 

En  mayo  (1814),  el  gobierno  consular  espidió  un  decre- 
to que  heria  á  los  españoles  de  muerte  civil,  prohibién- 
doles casarse  con  mugeres  blancas,  como  se  verá  por  la 
feiguiente: 


Resolución  Consular 

"Como  medida  necesaria,  exigida  por  las  circunstancias 
para  facilitar.el  progreso  de  la  sagrada  causa  de  la  liber- 
tad de  la  República  contra  las  maquinaciones  de  que  pa^ 


264  G0BEBNAHTE8 

ra  aniquilarla  y  destruirla  se  sirve  la  tenacidad  de  nues- 
tros feroces  é  irreconciliables  enemigos;  tomó  este  supre- 
mo gobierno  en  el  19  de  marzo  del  corriente  año  la  reso- 
lución comprendida  en  el  acuerdo  del  tenor  siguiente: 

•Asunción,  19  de  marzo  de  1814.  En  cuanto  no  se  ten- 
ga y  publica  una  deliberación  mas  circunstanciada,  para 
cortar  y  precaver  la  perniciosa  influencia  que  tiene  contra 
la  causa  común  de  la  libertad,  la  conexión  y  relaciones  que 
han  contraido  y  contraen  incesantemente  los  españoles 
europeos  con  los  ciudadanos  de  la  República,  por  cuyo 
medio  se  enseñorean  y  someten  á  las  familias  á  sus  per- 
versas miras  y  obstinada  oposición,  induciéndolas  contra 

los  defensores  que  esponen  su  bienestar,  sus  fortunas,  sus 
mismas  ideas  por  la  libertad  de  la  patria;  Acordamos  los 

infrascritos  Cónsules  de  la  República,  que  se  observen  y 
se  comuTiiquen  por  el  secretario  de  la  cámara  á  los  vica- 
rios eclesiásticos  y  párrocos  de  toda  la  provincia,  los  ar- 
tículos siguientes: 

En  primer  lugar,  que  no  se  autorice  matrimonio  alguno 
de  varón  europeo  con  muger  americana  conocida  y  repu- 
tada por  española  en  el  público  desde  la  primera  hasta  la 
última  clase  del  estado,  por  Infíma  y  baja  que  sea,  so 
pena  de  estrañamiento  de  su  persona  y  confiscación  de 
bienes  á  favor  del  erario  público,  á  los  párrocos  y  cual- 
quier eclesiástico  que  autorice  6  mande  autorizar  tal  ma- 
trimonio; y  al  euDpeo  contrayente  se  aplicará  la  pena 
de  confinación  de  su  persona  en  prisión  segura  en  el 
fuerte  de  Borbon  (distante  800  leguas  de  la  Asunción,  rio 
arriba)  por  espacio  de  diez  años  é  igualmente  confiscación 
de  todos  sus  bienes  con  igual  aplicación  á  los  fondos 
públicos;  y  con  la  reserva  de  disponer  el  gobierno  de  su 
persona  cumplido  dicho  plazo. 

"En  segundo. lugar,  que  en  el  caso  de  intentar  los  euro- 
peos contraer  matrimonio  con  muger  americana  de  la  es- 
presada calidad  y  clase  española,  por  ínfima  que  sea, 
-eludiendo  el  párroco  ó  quien  tenga  facultad  para  autorizar 


BEL  PASAGUAY  365 

matrimonios,  sean  castigados  con  la  misma  pena  arriba 
éspresada  de  destierro  y  confiscación  de  bienes,  siéndole 
aplicada  inmediatamente  esta  pena,  sin  esperar  determi- 
nación 6  dQcision  sobre  el  valor  6  nulidad  del  matrimonio; 
pues  siendo  por  las  mismas  determinaciones  de  la  iglesia, 
tan  detestables  como  perjudiciales  los  matrimonios  con- 
traidos por  asalto  ó  sorpresa  del  párroco:  el  gobierno  de 
la  República  no  los  admite  ni  los  admitirá  para  ninguna  de 
las  Consecuencias  civilies,  de  vida  común,  herencia  6  su- 
cesión, y  ni  aún  para  trasmisión  deápellidos» 

•  En  tercer  lugar,  que  en  ningún  juicio  secular  6  ecle- 
siástico se  admita  peticiones  6  esponsales  de  europeos 
aun  prometidos  por  escritura  pública,  á  mugeres  ameri- 
canas de  la  referida  clase  y  cualidad,  por  ínfima  que  sea, 
ni  sobre  estupro  alegado  con  el  fin  de  obligará  contraerse 
el  matrimonio  entre  tales  personas:  so  pena  á  cual- 
quiera de  dichos  jueces  de  igual  estrañamiento  de  sus 
personas  y  confiscación  de  bienes. 

*En  cuarto  lugar,  que  los  párrocos,  sus  tenientes  y  otros 
sacerdotes  que  con  su  licencia  administren  el  sacramento 
del  bautismo,  no  permitan  que  sirvan  los  europeos  de  pa- 
drinos de  pilaini  aún  en  el  suplemento  déla  sagrada  ce- 
remonia, ni  en  la  recepción  del  sacramento  de  la  confir- 
mación á  los  hijos  de  americano  y  americana  y  solamen- 
te podrán  serlo,  siendo  también  europeo  el  padre  del  bau- 
tizado; y  que  también  no  consientan  que  los  europeos  sean 
testigos  6  padrinos  en  ningún  matrimonio:  e'ntendiéndose 
esta  disposición  bajo  la  misma  pena  de  estrañamiento  de 
su  persona  y  confiscación  de  bienes  á  los  párrocos  y  sa- 
cerdoteá  que  bautizaren  6  autorizaran  el  matrimonio;  co- 
mo igualmente  á  los  padrinos  europeos  la  pena  de  prisión 
y  destierro  con  confiscación  de  todos  sus  bienes,  previ- 
niéndose  en  conclusión  que  únicamente  se  permite  á  los 
europeos  el  casa^'se  con  indias  de  los  pueblos,  mulatas 
conocidas  y  reputadas  públicamente  como  tales  y 
negras. 


N 


'!S66  QOBEBNANTES 

"Todos  los  antecedentes  artículos  se  observarán  y 
cumplirán  sin  límites  ni  escepcion  alguna.  No  habiendo 
aún  circulado  esta  providencia,  porque  en  la  ocasión  en 
que  fué  espedidase  juzgó  suficiente  hacerla  notoria  en 
esta  capital:  se  dirige  ahora  á  usted  para  que,  inteligencia- 
do de  todos  sus  artículos  cuide  de  su  inviolable  observan- 
cia; y  para  este  ñn  se  debe  comunicar  á  los  párrocos  de 
su  depedencia,  avisando  oportunamente  su  recibo. 
•  Dios  guarde  á  usted  muchos  años. 

Asunción,  19  de  julio  de  1814. 
*       Doctor  y  osé   Gaspar  de  Francia^    Cónsul  de  la 
República — Fulgencio  Yegrosj  Cónsul  de  laRe- 
•    pública — Sebastian  Antonio  Martínez  Saenz^  se- 
cretario i  « 

Con  la  simple   lectura  del  precedente  documento,    el 
lector  podía  fácilmente  juzgar  del  sistema  de  gobierno 
que  el  doctor  Francia  pensaba  implantar  en  el  Paraguay 
y  cual  habia  de  ser  Su  por-venir  durante  el  tiempo  que  él 
dirigiera  sus  destinos. 

Sin  embargo,  como  existe  en  nuestra  .naturaleza  de- 
sear siempre,  sobi'e  todas  las  co??as,  los  bienes  que 
no  están  á  nuestro  alcance,  sucedió  que  los  casamien- 
tos clandestinos  entre  los  españoles  y  las  mugeres  blancas 
jamás  fueron  mas  frecuentes. 

'Estas  últimas  sobre  todo  se  mostraron  tanto  mas  vehe- 
mentes y  con  valor  cuanto  mayor  era  el  peligro.  La  ri- 
queza, la  belleza,  el  rango  j  la  nobleza  de  nada  servían 
cuando  se  trataba  de  un  criollo:  pero  al  presentarse  un 
español,  todas  las  dificultades  se  allanaban;  todos  los  pe- 
ligros desaparecian:  la  interdicción  imponía  el  misterio 
7  este  alimentaba  el  amor. 

A  pesar  de  ser  el  gobierno  biconsular,  de  hecho,  el  poder 
era  ejercido  esclusivamente  por  Francia;  pero  la  ambi- 


DEL  PARAGUÁT  267 

cion  de  éste  no  se  limitaba  á  ese  goce  estéril.    Aspiraba 
al  mismo  tiempo  á  poseerlo  de  derecho. 

Durante  los  últimos  cuatro  meses  del  consulado  de  Fian- 
cia  y  Yegpos,  no  tenia  éste  absolutamente  parte  alguna  en 
el  gobierno;  mientras  que  aquél,  no  sólo  monopolizaba  todo 
el  poder  ejecutivo,  sino  que  se  ocupaba  con  ahinco  aunque 
secretamente,  en  sus  maniobras  para  llevar  á  cabo,  con 
toda  apariencia  de  legalidad,  loque  él  había  ya  determinado 
debía  tener  lugar  de  cualquier  modo— su  nombramiento 
de  dictador  de  la  República. 

Durante  el  tiempo  que  los  dos  hermanos  Parish  Robert- 
son  estuvieron  en  el  Paraguay,  nadie  mas  que  ellos  tuvie- 
ron intimidad  con  Francia.  Uno  deellos,  donjuán,  hacia 
mucho  meditaba  hacer  un  viaje  á  Inglaterra;  pero  como  el 
puerto  déla  Asunción  se  habia  vuelto  á  cerrar,  tuvo  nece- 
sidad de  recurrir  á  una  gracia  especial  del  cónsul  Fran- 
cia. Se  le  presentó  esplicándole  la  intención  que  tenia,  sí 
fuera  posible,  y  en  su  entrevista,  no  sólo  le  acordó  la 
licencia  que,  solicitaba,  sino  también  le  manifestó  su 
mas  vehemente  deseo  de  que  realizase  el  proyectado  viaje. 
Uno  ó  dos  dias  después,  se  presentó  un  joven  oficial  de 
parte  del  cónsul  diciendo  á  Robertson  que  deseaba  ha- 
blarle muy  luego. 

Púsose  en  camino  con  el  edecán  y  al  llegar  á  palacio, 
Robertson  fué  recibido  por  Francia  con  mas  amabilidad 
que  la  de  costumbre.  El  semblante  de  éste  espresaba  con- 
tento y  alegría,  y  como  esperaba  tan  importante  visita,  te- 
nia esa  noche  dos  de  las  mejores  velasde  molde  encendi- 
das. Estrechóle  la  mano  con  mucha  cordialidad  invitán- 
dole en  seguida  á  tomar  asiento.  Acercando  luego  una 
silla  se  sentó  al  lado  de  Robertson,  á  quien  manifestó  su 
deseo  de  que  prestase  atención  á  lo  que  tenia  que  decirle 
Y  desplegando  una  completa  ignorancia  alas  formas  y 


S68  OOBEBNANTES 

ceremonias  diplomáticas,  con  toda  sencillez  abri6  Fran- 
cia su  corazón,  poco  más  ó  menos,  en  los  términos  si- 
guientes: 

"Usted  no  ignora  cuál  ha  sido  mi  política  con  respecto 
al  Paraguay;  habiéndolo  mantenido  sobre  un  sistema  de 
no  intervención  con  las  demás  provincias  de  Sud-Améri- 
ca  y  alejado  de  contaminarse  con  aquel  detestable  é  in- 
quieto espíritu  de  anarquía  y  de  revolución  que  las  ha 
desolado  y  deshonrado  á  todas  ellas  más  ó  menos.  El 
Paraguay  se  encuentra  ahora  en  un  estado  más  pingüe 
que  cualquiera  de  los  países  que  lo  rodean;  y  mientras 
todo  aquí  es  orden,  subordinación  y  tranquilidad,  el  mo- 
mento que  salga  de  sus  hmites,  el  estruendo  del  canon  y 
el  ruido  de  la  civil   discordia  han  de  herir  sus  oidos. 

"Como  es  natural,  estas  perturbaciones  internas  parali- 
zan la  industria  y  ahuyentan  de  la  tierra  la  prospe- 
ridad. 

"¿De  donde  nace  todo  esto,  sino  déla  circunstancia  de 
que  no  hay  un  hombre  en  la  América  del  Sur  mas  que  yo, 
que  comprenda  el  carácter  del  pueblo  ó  que  pueda  gober- 
narlo? Se  proclaman  libres  instituciones,  pero  lo  único 
que  se  busca  es  el  engrandecimiento  personal  y  el  público 
despojo.  Los  hijos  de  Buenos  Aires  son  los  mas  veleido- 
sos, presuntuosos,  lijeros  y  licenciosos  de  todos  los  anti- 
guos dominios  de  España  en  este  hemisferio;  y  estoy  por 
consiguiente  resuelto  ano  querer  nada  con  los  porteños. 
Mi  deseo  es  promover  una  comunicación  directa  con  In- 
glaterra, de  modo  que  cualesquiera  que  sean  lasdisencio- 
nes  que  distraigan  á  los  demás  estados  y  cualesquiera 
que  sean  los  impedimentos  con  que  quieran  interrampir 
el  comercio  y  la  navegación,  sean  esos  estados  los  úni- 
cos que  sufran  las  consecuencias.  Los  buques  de  la  Gran 
Bretaña,  haciéndose  paso  triunfantemente  por  el  Atlántico, 
penatrarán  en  el  Paraguay;  y,  unidos  con  nuestras  flotillas 
se  opondrán  á  toda  interrupción  del  comercio,  desde  la 
embocadura  del  Plata  hasta  el  lago  Jarayes.    El  gobierno 


DEL  PARAGUAY  S69 

de  SU  pais  tendrá  su  ministro  aquí,  y  yo  tendré  el  mió  en 
la  corte  de  San  James.  Los  compatriotas  de  usted  tran- 
carán en  manufacturas  y  municiones  de  guerra  y  recibi- 
rán en  cambio  los  nobles  productos  de  este  país.*' 

A  esta  altura  de  su  discurso,  Francia  se  para  de  repen- 
te con  grande  emoción,  y  haciendo  venir  al  sargento  de 
guardia,  le  dijo  con  énfasis:  Traiga  usted  eso.  El  sar- 
gento se  retiró,  y  en  menos  de  tres  minutos  volvió  con 
cuatro  granaderos  conduciendo  un  gran  fardo  de  tabaco 
de  dos  quintales,  un  tercio  de  yerba  de  iguales  dimensio- 
nes y  peso,  una  damajuana  de  aguardiente  del  Paraguay, 
un  gran  pilonde  azúcar  y  varios  paquetes  de  cigarros,  ata- 
dos y  adornados  con  fajas  veteadas;  y  detrás  de  ellos, 
una  negra  vieja  con  algunas  lindte  muestras  de  paño  bor- 
dado, hecho  de  algodón  del  Paraguay,  del  que  la  gente 
de  lujo  usa  allí  como  toallas  de  mano  y  paños  de  afeitar. 

Después  de  despedir  á  sus  soldados  y  á  la  negra,  con- 
tinuó: 

"Señor  don  Juan,  éstos  no  son  más  que  unas  cuantas 
muestras  de  las  ricas  producciones  de  este  suelo,  y  de  la 
industria  é  ingeniosidad  de  sus  habitantes.  Me  ha  costa- 
do algún  trabajo  proporcionar  á  usted  algunas  de  las  me- 
jores muestras  de  los  diferentes  artlcutos  en  sus  clases 
respectivas,  que  el  pais  ofrece;  ypor  esta  razón,  ahora 
que  usted  se  va  á  Inglaterra,  ya  conoce  qué  país  es  éste 
y  qué  clase  de  hombre  soy  yo.  Yasabe  usted  hasta  qué 
estension  ilimitada  pueden  estas  producciones  llegar  en 
este  paraíso,  puedo  llamarlo  así,  del  mundo.  Ahora 
pues,  sin  entrar  en  discusión  sobre  si  este  continente  se 
halla  en  estado  de  poseer  instituciones  populares,  no  se 
negará  que,  en  un  pais  civilizado  como  la  Gran  Bretaña, 
donde  estas  instituciones  han  borrado  gradual  y  práctica- 
mente formas  de  gobierno  originariamente  feudales  hasta 
abrirse  paso  á  la  observación  legislativa,  en  una  razón 
proporcionada  á  la  creciente  educación  déla  mayoría* 
siendo  las  mejor  adoptadas  para  asegurar  la  'grandeza  y 


I». 


GOBERNANTES 

estabilidad  de  una  nación.  Es  cosa  que  no  se  puede  ne- 
gar que  la  Inglaterra  es  una  gran  nación  y  que  su  pue- 
blo está  enlazado  como  un  solo  hombre  sobre  todas  las 
cuestiones  de  trascendental  interés  nacional. 

''Ahora  pues,  deseo  que  tan  luego  como  usted  llegue 
á  Londres,  se  presente  á  la  cámara  deloscomunes,  lle~ 
vando  consigo  estas  muestras  de  las  producciones  del 
Paraguay:  solicite  una  audiencia  en  la  barra  y  haga  saber 
á  la  asamblea  que  usted  es  enviado  por  don  Gaspar  Ro- 
dríguez de  Francia,  cónsul  de  la  República  del  Paraguay, 
para  presentar  estas  muestras  de  las  ricas  producciones 
de  aquel  país.  Dígales  que  yo  le  he  autorizado  á  decir  que 
invito  á  la  Inglaterra  á  una  comunicación  política  y  co- 
mercial conmigo;  y  que  yo  estoy  pronto  y  con  deseo  de 
recibir  en  mi  capital^  y  con  toda  la  deferencia  debida  á  la 
correspondencia  di(»lomática  entre  estados  cívilizado>,  á 
un  ministra  de  la  corte  de  San  James;  yo  también  nom- 
braré un  enviado  mió  en  esacorte. 

"Entonces  se  concluirá  un  tratado  de  comercio  y  de 
alianza  política  que  convenga  á  la  dignidad  é  intereses  del 
grande  imperio  de  la  Inglaterra  y  á  los  del  naciente  estado 
X\ue  ahora  gobierno.  El  Paraguay  será  la  primera  Re- 
pública de  la  América  del  Sur,  como  !a  Gran  Bretaña  es 
ya  la  primera  de  las  naciones  de  Europa.  La  alianza 
parece,  pues,  natural;  y  usted,  señor  don  Juan,  puede 
ilustrar  y  esplicar  plenamente  lo  benéfico  que  es  para  el 
estado  europeo,'* 


De  manera  que  el  señor  Robertson  venia  asi  á  ser  nom- 
brado ministro  plenipotenciario,  no  cerca  déla  corte  de 
San  James,  sino  cerca  de  la  cámara  de  los  comunes, 
con  el  especial  encargo,  no  de  celebrar  una  entrevista 
privada  conelgefedel  ejecutivo,  "porque  decia  Francia, 
bien  sé  lo  propenso  que  son  los  grandes  hombres  en  In- 


DEL  PARAGUAT  271 

glaterrapara  tratar  cuestiones  aun  de  la  importancia  de 
ésta,  con  poco  interés  ó  miramiento,  á  no  ser  por  el  temor 
de  responsabilidad  ante  la  cámara  de  los  comunes. 

"Preséntese  usted,  continuó,  en  la  barra  déla  cámara  y 
una  vez  alli  entregue  mi  mensage,  como  antiguamente  los 
embajadores  de  los  estados  independientes  entregaban 
los  suyos  al  senado  de  Roma.  Según  el  acogimiento 
que  hagan  de  usted,  como  compatriota  suyo  y  arriba  de 
toda  sospecha,  por  consiguiente,  de  abogar  en  mi  favor, 
asi  será  el  acogimiento  que  yo  haré  á  su  embajador  en 
esta  República." 

En  la  siguiente  entrevista,  Francia  presentó  áRobert- 
son  una  larga  lista  de  encargos,  que  consistia  en  galón 
de  oro,  un  sombrero  elástico,  un  espadin,  un  par  de  pis- 
tolas de  canon  doble,  bandas,  sables,  morriones  para  sol- 
dados, instrumentos  de  música  y  de  matemáticas,  con 
una  larga  hilera  de  etcéteras.  •   • 

Mientras  estaban  en  esta  conferencia,  el  centinela.anun- 
ció  hallarse  en  la  galería  el  ministro  tesorero  de  hacienda, 
cuyo  deber  era  presentarse  á  cierta  hora  para  dar  cuenta 
délos  asuntos  del  diay  recibir  instrucciones  para  el  si-- 
guiente:  Que  aguar de^  contestó  el  cónsul.  El  ministro* 
siguió  paseándose  por  el  corredor  hasta  que  vio  salir  *á 
Robertson  acompañado  de  Francia.  Al  verlo  el  ministro 
tesorero  se  le  acercó  y  sacándose  el  sombrero  con 
todo  .respeto,  preguntó  á  Francia  si  esa  noche  estaría 
para  darle  cuenta. 

**LlévenIo  al  cuerpo  de  guardia",  dijo  el  arrogante  dés- 
pota,—no  le  dije  al  bribón  que  aguarde!  El  hecho  es  que  e^ 
ministro  pasó  la  noche  sobre  un  cuero  de  vaca,  en  compa- 
ñía de  los  soldados. 

Como  el  período  consular  de  doce  meses  espiraba  en 
octubre  (1814),  Francia  tomó  sus  medidas  para  la  convo- 
cación deun  nuevo  congreso,  compuesto  de  mil  diputados* 
Los  partidarios  de  Yegros  y  de  Caballero  estaban  ya 
anulados,  y  la  inces  ante  energía  que  Francia  y  sus  esbir-t 


272  GOBERNANTES 

ros  habian  desplegado  para  dar  el  golpe  de  gracia  á  la 
libertad  del  Paraguay,  no  les  dejaba  casi  duda  de  su 
triunfo. 

Francia  propuso, — y  asi  se  resolvió — que  el  nuevo  con- 
greso se  habia  de  componer  de>niil  dipntados;  esto  era 
diezmar  el  pais  de  sus  gefes  de  familia  para  conseguir  la 
reunión  de  un  número  tan  crecido  de  miembros  de  la  legis- 
latura en  la  capital:  pero  la  voluntad  de  Francia  era  esa 
y debia llevarse  acabo. 

El  singular  tragede  muchos  de  los  congresales  citados 
por  Francia  para  el  augusto  propósito  de  crear  una  dicta- 
dura era  como  sigue: 

Una  chaqueta  de  fustán,  muy  corta  y  escesivamenle 
ajustada;  uu  chaleco  abigarrado  mas  corto  aún  que  la 
chaqueta,  pantalones^  hasta  las  rodillas,  de  pana  carmesí , 
con  calzoncillos  ricamente  cribados  colgando  hasta  el  to- 
billo; una  faja  de  seda  azul,  igual  á  las  que  usan  los  vo- 
latines viandantes;  botas  de  potro  dejando  ver  dedos  los  de 
los  pies;  grandes  espuelas  de  plata  en  los  talones,  un  som- 
brerita medio  cubriéndola  cabeza;  y  una  inmensa  cola  de 
pelo  negro  colgando  sobre  lo  s  hombros. 

En  setiembre,  las  calles  de  la  Asunción  empezaron  á 
llenarse  de  los  diputados  de  la  campaña,  la  mayor  parte 
de  ellos  no  sítbjan  leerni  escribir,  y  descalzos.  No  habia 
uno  de  ellosque  supiera  el  significado  de  la  voz  dictador  que 
era  el  título  que  Francia  quería  darse.  Para  ellos,  presi- 
dentes, cónsul,  director,  protector  y  dictador  eran  sinóni- 
mos de  gobernador,  á  que  estaban  acostumbrados  en  la 
época  colonial.  No  hubo  elección  popular  sino  simple- 
mente listas  hechas  por  el  gobierno,  como  asi  casi  siem- 
pre se  practicara  entonce  y  después  allí  como  aquí,  las 
cuales  fueron,  sin  discrepancia,  adoptadas  por  las  auto- 
ridades municipales  como  locales. 

No  habiendo  ningún  edificio  capaz  de  contener  tan  nu- 
merosa como  augusta  reunión,  fué  necesario  convocar 
el  congreso  en  la  iglesia  de  San  Francisco,  algunos  dicen 


DEL  PARAGUAY   *  *  273 

enlaMerced,  y  después  de  dos  sesiones  preparatorias,  la 
asamblea  inició  sus  trabajos  parlamentarios  á  las  nueve 
de  la  mañana  del  3  de  octubre.  El  presidente  pronunció 
un  breve  discurso"  ensalzando  los  servicios  y  talento  de 
Francia  en  términos  tan  estravagantes  como  hiperbólicos. 
La  sesión  empezó  á  hacerse  muy  acalorada  cuando  se  trató 
sobre  sí  la  dictadura  conduciria  tanto  á  la  gloria  de  Fran- 
cia como  un  poder  mas  limitado  con  el  auxilio  de  un  con- 
greso nacional. 

Como  á  las  dos  de  la  larde,  siguiendo  el  debate  en  el 
mismo  acaloramiento,  Francia  se  impacientó  y  con  toda 
cortesía  hizo  ostentación  de  una  numerosa  guardia  de 
honor,  que  puso  á  las  órdenes  de  los  miembros  del  con- 
greso. 

La  tropa,  bien  armada,  circunvaló  completamente  la 
iglesia,  lo  que  era  una  insinuación  muy  significativa  y  fá- 
cil de  comprender.  En  tal  circunstancia,  uno  de  los  mas 
enérgicos  partidarios»  de  Francia,  se  puso  de  pié,  y  con 
estentórea  voz  é  imponiendo  silencio  dijo:  "Señores,  ¿por 
qué  estamos  aquí  perdiendo  tanto  tiempo?  El  carai  Francia 
quiere  ser  absoluto.  Debe,  pues,  ser  absoluto;  y  yo  digo 
(dando  un  golpe  con  toda  su  fuerza  sobre  la  mesa)  se?'á 
absolutol 

Pasóse  en  seguida  á  la  votación  y  unánimemente  fué 
Francia  proclamado  dictador  por  tres  años,  disolviéndose 
el  congreso  al  instante  y  marchando  la  tropa  al  palacio 
de  gobierno  con  banderas  desplegadas.  El  insensato  po- 
pulacho celebró  la  decisión  del  congreso,  que  era  la  sen- 
tencia de  muerte  del  pueblo  paraguayo,  con  manifestacio- 
nes de  alegría  y  música  y  baile  á  la  noche. 

1814-1840— LIX.  DOCTOR  JOSÉ  GASPAR  RODRI- 
GUEZDE  FRANCIA,  electo  dictador  el  3  de  octubre  de 
1814. 

Esta  elección  hubo  de  causar  en  la  tropa,  que  estaba  ba- 

•jo  las  órdenes  del  general  Yegros,  una  sublevación  que  el 

19 


274  ^  .        GOBERNANTES 

comandante  Caballero,  aunque  enemigo  personal  del  dic- 
tador, consiguió  desbaratar  con  su  sola  presencia  en  el 
cuartel. 
Los  dos  dias  que  siguieron  ála  ¿lección  de  dictador  en 

la  persona  de  Francia  fueron  destinados  por  éste  á  dias  de 
besamanos^  á  lo  rey  ó  emperador.  Con  este  motivo  se  de- 
senterraron los  antiguos  casacones  déla  época  colonial, 
que  deben  haber  pasado  de  padre  á  hijo,  desde  los  dias  de 
los  primeros  conquistadores  del  Paraguay. 

Iban  asi  vestidos  los  tenderos,  comerciantes  y  algunos 
délos  mas  ricos  hacendados  déla  antigua  escuela.  Lg. 
moda  que  mas  prevalecía  era  cass^ca  de  grandes  dimen- 
siones, de  paño  de  San  Fernando,  que  es  el  mejor  y  mas 
costoso  de  España,  con  monstruosos  botones  chatos  y 
con  faldones  que  llegaban  á  la  pantorrilla. 

El  resto  del  trage  iba  en  perfecta  consonancia  con  éste, 
heredado  y  bien  conservado.  En  seguida  venian  los  doc- 
tores vestidos  de  negro  á  la  moda  antigua;  unos  cuantos 
(entre  estos,  los  generales  Yegros  y  Caballero)  en  unifor- 
me militar  caprichoso;  y  otros,  de  los  jóvenes  que  hablan 
estado  en  Buenos  Aires  y  adoptado  la  moda  europea 
moderna.  Pero  el  mas  grotesco  de  todos  los  visitantes 
del  dictador  en  su  besamanos  era  el  de  los  hijos  de  estos 
cortesanos  vestidos  de  colores. 

Muchachos  que  no  pasaban  de  ocho  á  diez  años  de 
edad,  llevados  de  la  mano  de  sus  padres,  vestidos  exac- 
tamente á  la  moda  de  sus  antepasados,  con  bastoncitos  de 
puño  de  oro  en  la  mano  conversando  con  toda  la  grave- 
dad y  ensimismamiento  de  homrbres  de  sesenta  años.  Ha- 
dan su  reverencia  con  toda  propiedad  al  dictador,  quien» 
los  recibía  no  sólo  con  cortesía  sino  también  con  toda 
formalidad.  Machos  que  pertenecían  á  las  clases  infe- 
riores eran  admitidos  á  este  besamanos,  el  cual  tuvo  lugar 
por  primera  y  última  vez,  durante  la  dictadura. 

Francia  se  presentó,  en  esos  dias,  risueño  y  amable; 
pero  el  terror  interior  que  germinaba  en  el  corazón  de  la. 


DEL  PARAGUAY  275 

mayor  parte  de  sus  visitantes,  en  vano  trató  de  ocultarlo 
en  su  primera  entrevista,  apesar  de  la  apariencia  de  cor- 
dial respeto.  El  estaba  decentemente  vestido  de  frac^azui- • 
ligeramente  adornado  con  trencilla  de  oro,  pantalón  y 
chaleco  de  casimic-hlanco,  con  un  bonito  espadín  al  cinto, 
medias  de  seda  blancas  y  zapatos  delgados  con  pequeñas 
hebillas  de  oro.  Recibia  parado  en  medio  de  la  sala, 
conversando  tin  corto  rato  con  cada  visitante,  y  adaptando 
su  conversación  con  mucho  tacto  á  las  varias  capacidades 
de  los  que  le  rodeaban. 

Robertson,  único  estrangero,  para  quien  la  persona  de 
Francia  era  accesible,  al  entrar  á  felicitarle,  le  trató  de 
escelencia.  "Déjese,  amigo,  de  escelen cia,  le  dijo,  y  háble- 
me  como  hasta  aquí  hemos  acostumbrado."  Pero  así  mis- 
mo,Robertson  siguió  tratándole  del  propio  modo,  sin  que 
por  eso  mostrara  desagrado.  Pues  jamás  admitía  que  se  le 
dirigiera  carta  alguna  que  no  llevase  este  sobrescrito: 
*A1  Exmo.  señor  don  José  Gaspar  Rodríguez  de  Francia, 
supremo  dictador  perpetuo  de  la  República  del  Paraguay." 

Los  actos  de  la  vida  privada  del  doctor  Francia  pare- 
cerán ridículos,  los  de  su  vida  pública,  abominables.  Sólo 
faltaba  á  este  hombre  estraordinario  lá  superstición  reli- 
*  giosa  para  hacer  de  él  el  Luis"  XI  de  la  América;  sencillo, 
probo,  económico  en  su  interior;  astuto,  cruel,  suspicaz 
en  el  esterior;  orgulloso  é  implacable  para  con  los  ricos  y 
los  grandes;  suave  y  familiar  para  con  su  criado  y  su 
barbero;  hábil  administrador,  hombre  de  estado  inflexi- 
ble amigo  de  su  país,  tirano  de  sus  subditos,  Francia  sa- 
crificó el  presente  para  asegurar  el  porvenir.  No  lo  con- 
•siguió:  fué  necesario, ,  para  que  su  país  se  pusiera  en 
camino  de  la  realización  de  su  pensamiento,  treinta  y  tan- 
tos años  después  de  su  muerte.  Como  llamara  la  aten- 
ción del  mundo  entero,  merece  se  le  dedique  algunas  pá- 
ginas. 

Hijo  de  un  mameluco  paulista,  capitán  Garcia  Rodrí- 
guez Fran9a  (a)  Colla  ó  Carioca  (aunque  Francia  sostenía 


276  GOBERNANTES 

■ 

ser  descendiente  de  francés),  nació  en  la  Asunción  del  Pa- 
^raguay  el  6  de  octubre  de  1764.    Dedicáronle  sus  padres 
á  la  carrera  eclesiástica,  habiendo  principiado  sus  estu- 
dios en  la  capital   del    Paraguay  y  terminádolos  en  la 
universidad    de  Córdoba.     Viéndose   libre  de  seguir  su 
voluntad,  con  la  muerte  de  su  padre,  abandonó  su  carrera 
religiosa .  y  se  puso   á  estudiar  la  jurisprudencia»  con  la 
intención  de  entrar  en  el  foro.    Ei  nacimiento  del  doctor 
Francia  precedió  tres  años  á  la  espulsion  de  los  jesuítas. 
Habia  oido  hablar  con  amargura  de  su  despotismo,  su 
ambición,  sus  astucias  ocultas  y  maquiavélicas.    Alum- 
no de  los  frailes  franciscanos,  no  habia  tenido  que  jac- 
tarse de  sus  relaciones  con  ellos.    Destinado  por  fin  á  una 
carrera  por  la  cual  no  tenia  vocación,  concibió  temprano 
un  desprecio  intolerante  por  las  prácticas  esteriores  del 
culto.     Después  de  su  elevación,  creyó  deber  sacrificar  á 
la  política  su  cbnviccion  Intima  asistiendo  regularmente  á 
misa  todos  los  dias;  pero,  cuando  juzgó  que   su  autoridad 
estaba  suficientemente  consolidada,    arrojó  la  mál^cara, 
dejando  de  hacerse  presente  en  la  iglesia,  y  despidiendo 
luego  á  su  capellán.     Desde  entonces  se  le  vio,  en  todas 
las  ocasiones,  prodigar  los  sarcasmos,    aún  el  insulto  á 
los  objetos  del  culto,  á  Iqs  santos,  á  las  imágenes,  á  las  • 
procesiones  y  alas  ceremonias  de  la  iglesia,  jactándose  de 
adorar  á  Dios,  pero  ser  indiferente  sobre  las  formas  de  las 
creencias  cristianas,  musulmanas  ó  judias.    "Si  el  santo 
Padre  viniera  al  Paraguay, — dijoundia  al  viagero  Rengger 
-^lo  baria  mi  capellán."  (1) 

■ 

A  su  regreso  de  Córdoba,  ejerció  con  éxito  la  profesión 
de  abogado,  sin  serlo,  y  desde  entonces,  se  pudo  obser- 

(1)  Desde  el  año  de  1318  no  se  le  vio  al  dictador  un  solo  acto  de  reli- 
gión: huiade  los  templos  y  privó  al  sacramento  de  los  honores  que  loren* 
dian  las  tropas  el  dia  de  Corpus. 


DEL  PARAGUAY  277 

var  dos  personajes  distintos,  al  hombre  privado  val 
hombre  público.  Jamás  manchó  su  ministerio  ninguna 
causa  injusta;  no  se  le  vio  titubear  en  defender  al  débil 
contra  el  fuerte,  al  pobre  contra  el  rico. 

Como  un  ejemplo  á  la  reputación  de  Francia,  cual 
abogado  incoiruptible,  referiremos  la  ané.cdota  siguiente: 
Tenia  en  la  Asunción  un  amigo  de  nombre  Rodriguez. 
Éste  hombre  echó  su  codiciosa  vista  sobre  una  propiedad» 
de  don  Estanislao  Machain,  enemigo  declarado  de  Fran- 
cia. No  dudando  que  el  joven  doctor,  como  otros  abo- 
gados, defendería  suínjusfa  causa,  Rodriguez  le  refirió  su 
caso,  contando  tenerlo  de  su  parte.  Francia  comprendió 
que  las-  pretensiones  de  su  amigo  se  fundaban  en  el  fraude 
y  en  la  injusticia;  y  se  negó  no  sólo  á  obrar  como  su  con- 
sejero, sino  que  le  (JÜ^  terminantemente,  que  tanto  como 
odiaba  á  su  antagonista  Machain,  le  prevenía  que  si  insistía 
en  su  inicuo  pleito,  pondría  todo  su  ahinco  en  apoyo  de  ese 
mismo  antagonista.    Apesar  de  la  prevención  de  Francia, 

insistió  Rodriguez  en  sus  pretensiones.  Como  éste  era 
poderoso  en  materia  de  fortuna,  todo  iba -en  contra  de 
Machain. 

Viendo  esto  Francia,  una  noche  se  encapotó  y  fué 
á  casa  de  su  inveterado  enemigo.  El  esclavo  que  abrió 
la  puerta,  conociendo  la  grande  enemistad  que  los  tenia 
divididos  á  su  amo  y  al  abogado,  no  le  permitió  la  entrada 
sin  antes  prevenir  á  sü  patrón  déla  estra ña  como  ines- 
perada visita.  Machain,  tan  sorprendido  como  su  esclavo, 
vaciló,  algún  tanto,  pero  al  fin  se  determinó  á  recibir  á 
Francia. 

Este,  al  entrar,  dijo:     "Machain,  usted  sabe  que  soy 

su  enemigo.    Pero  sabiendo  que  mi  amigo  Rodriguez,  si 

yo  no  intervengo,  medita  contra  usted  una' grosera  é  injus- 

taagresion,  vengo   ¿ofrecer  á  usted  mis  servicios  en  su 

'  defensa." 

Machain,  apenas  dando  crédito  á  lo  que  le  pasaba,  acep- 


278 


GOBERNANTES 


tó  en  el  acto  tan  generoso  ofrecimiento  con  grandes 
muestras  de  gratitud. 

El  primer  escrito,  presentado  por  Francia  al  juez  de 
alzada,  confundió  al  abogado  contrario,  haciendo  titu- 
bear al  juez,  que  estaba  en  favor  de  ellos.  "Mi  amigo, 
dijo  el  juez  al  abogado  contrario,  yo  no  puedo  seguir  en 
este  asunto,  á  menos  que  usted  coheche  al  doctor  Frau- 
cia  para  hacerle  callar/'    "Veremos"  repuso  el  abogado, 

y  fué  á  ofrecer  cien  onzas  de  oro  á  la  otra  parte  como 
cohecho  para  permitir  que  la  causa  siguiese  su  inicuo  cur- 
so, haciendo  ver  que  se  contaba  c^n  la  concurrencia  del  juez. 

"Salga  usted,  dijo  Francia,  con  sus  viles  pensamientos 
y.  vilísimo  oro,  de  mi  casa*'* 

En  un  momento  el  abogado  ofendido  se  encapotó  y  se 
presentó  en  el  despacho  del  juez  de  alzada,  á  quien  refirió 
brevemente  lo  que  acababa  de  pasar  entre  él  y  el  rufián. 
"Señor,  continuó  Francia,  usted  es  una  deshonra  á  la  ley 
y  un  borrón  para  la  justicia.  Usted  se  halla,  además 
completamente  en  mis  manos;  y  si  no  obtengo  mañana 
mismo  una  resolución  en  favor  de  mi  cliente,  haré  que  el 
asiento  que  usted  ocupa  le  queme  y  que  las  insignias  de 
su  empleo  judicial  sean  los  emblemas  de  su  ver- 
güenza." 

En  la  níañana  siguiente  se  produjo  una  resolución  en 
favor  del  cliente  de  Francia,  perdiendo  asf  el  juez  su  repu- 
tación, y  estendiéndose  muy  lejos  la  fama  del  joven  doctor. 

No  bien  Francia  vindicó  la  ley  y  la  justicia  en  el  caso 
de  su  enemigo,  cuando  se  reanimó  la  antigua  antipatía;  y 
mas  tarde,. una  de  las  muchas  víctimasdel  desagrado  del 
dictador  fué  el  mismo  Machain,  á  quien  tan  noblemente 
habia  servido. 


* 


Algún  tiempo  después,  fué  nombrado  (1803)  alcalde  de 
1"  voto.    La  integridad  y  aun  se  podría  decir  la  inflexi- 


DEL  PARAGUAY  279 

bilidad,  que  introdujo  en  el  ejercicio  de  sus  nuevas  fun- 
ciones, le  concilio  la  estimación  general. 

Su  gusto  por  el  libertinage  y  el  juego,  le  impidió  ca- 
sarse, sin  arrastrarle  á  una  disipación  ruinosa.  Su  for- 
tuna era  módica,  pero  le  parecía  suficiente  y  no  trató  de 
aumentarla.  Vamos  á  anticiparnos  á  la  marcha^  déla 
historia,  para  acabar  de  hacer  conocer  al  dictador  por 
los  rasgos  mas  sobresalientes  que  caracterizan  su  persona 
y  su  administración. 


Lejos  de  justificar  á  Francia,  parece  que  en  la  larga 
Hsta  de  víctimas  sacrificadas  por  él  ha  habido  exagera- 
ción, producto  de  la  imaginación  aterrorizada  del  pueblo. 
Además,  es  imposible  fijarla  con  precisión,  desde  que  to- 
das las  órdenes  escritas,  emanadas  del  dictador,  debian- 
serle  devueltas  con  la  constancia  al  margen  de  habérseles 
*  dado  cumpliniiento,  teniendo  buen  cuidado  de  destruirlas 
en  seguida  él  mismo,  ó  poco  antes  de  morir.  Asi  se  jia 
perdido  todo  vestigio  auténtico  de  casi  la  totalidad  de  los 
actos  de  su  administración,  siendo  una  rareza  encontrar 
un  documento,  de  algunaimportancia,  que  lleve  su  firma, 
á  pesar  del  celo  casi  supeisticioso  que  los  paraguayos 
han  manifestado  y  siguen  manifestando  en  recoger  cuan- 
to le  ha  pertenecido,  ó  lleve  su  recuerdo. 

La  singularidad,  muchas  veces  afectada,  de  sus  deci- 
siones, el  esceso  de  sus  vivas  emociones  contribuyeron 
también  no  poco  á  hacerle  temer  de  los  suyos.  Por  do 
quiera  que  él  se  presentara,  rodeábale  la  soledad,  y  sus 
menores  órdenes,  sus  voluntades  mas  inesperadas  eran 
ejecutadas  sin  réplica  y  sin  demora. 

•  Jamás  tuvo  ni  ministros,  propiamente  dicho,  ni  conse- 
jeros, ni  confidentes.  Su  único  secretario  de  estado  bajo 
el  nombre  de  Fiel  de  Fechos,  no  era  mas  que  una  pluma 
destinada  á  registrar  sus  voluntades.  Sólo  su  barbero, 
protegido  por  una  intimidad  cotidiana  desempeñaba  cer- 


,  \ 


280  GOBERNANTES 

ca  de  él  el  papel  de  una  especie  de  favorito.  En  todos 
los  actos  dé  su  administración,  él  tenia  la  vigilancia,  la 
rapidez  y  aun  la  originalidad  de  su  carácter.  Enemigo 
de  toda  libertad,  de  todo  poder  independiente,  se  atribuyó 
el  nombramiento,  producto  hasta  entonces  déla  elección 
popular,  de  los  alcaldes,  y  de  ía  municipalidad  cuyas  fun- 
ciones eran  completamente  nulas. 


* 


Era   Francia  vengativo,  cruel  é  inexorable.    Jamás  ol- 
vidaba una  injuria,  verdadera  ó  supuesta, — señaló  gra- 
dualmente á  todos  los  que  él  creia  serles  contrarios  á  su  • 
tirania,  como  víctimas  suyas.  *  '      . 

Habia  tres  puntos  notables  y  sobr  esalientes  en  la  carre- 
ra despótica  de  la  historia  del  doctor  Francia;  el  primero, 
la  ^y¡l  astucia  con  que  la  comenzó  con  mucha  cautela  y 
paso  á  paso;  el  segundo,  los  pasos  graduales  y  cautelo-  • 
sos  como  procedió,  y  el  último,  la  inflexible  crueldad  con 
con*que  la  consumara. 

El  hecho  siguiente  es  una  prueba  de  su  carácter  ven- 
gativo é  inexorable. 

Muchos  años  antes  de  ser  hombre  público,  Francia 
riñó  con  su  padre,  auque  parece  que  éste  tenia  razón.  No 
se  hablaban  ni  se  veian.  Al  ñn,  enfermándose  df^ muerte, 
el  padre  procuró  antes  de  exhalar  el  último  suspiro,  ha- 
cer la  paz  con  su  hijo  José  Gaspar.  Este  desechó  redon- 
damente la  ofrecida  reconciliación.  La  enfermedad  del 
anciano  se  agravó  con  la  obcecación  del  hijo,  y  en  verdad 
tenia  horror  separarse  del  mundo  sin  que  precediese  un 
perdón  mutuo,  conceptuando  hallarse  su  alma  en  peligro 
de  no  ir  al  cielo  si  continuaba  en  enemistad  con  su  primo-r 
génito.  Horas  antes  de  espirar,  se  valió  de  algunos  alle- 
gados de  Francia  para  implorarle  recibiese  la  bendición 
de  su  moribundo  padre.  La  naturaleza  humana  se  estre- 
mece al  oir  la  contestación  que  dio  el  hijo:    *" Digan  íAstC" 


DEL  FARAGUAt  381 

des  á  mi  padre  que  no  me  importa  que  su  alma  baje  al 
infierno."  El  anciano  murió  delirando  con  el  nombre  de 
su  hijo  José  Gaspar. 

Algunos  años  después  su  mismo  hermano,  don  Pedro 
Francia,  administrador  de  una  de  las  reducciones,  per- 
sona totalmente  diferente  del  dictador,  no  se  libró  tampoco 
déoste,  mandándole  meter  en  una  de  sus  prisiones.  AUi 
terminó  sus  dias  de  una  efermedad  de  la  que  habría  podido  . 
sanar,  pero  se  agravó  de  tal  modo  que  llegó  á  ser  incu-  , 
rabie. 

Robertson  dice  (en  sus  citadas  car ía^)  que  cuando  tenia 
que  ver  á  Francia  por  algún  negocio  lo  hacia  en  las  prime- 
ras horas  del  dia,  y  cuando  le  veia  de  noche  siempre  era  á 
su  llamado.  Antes  de  la  dictadura,  el  recado  que  Fran- 
cia le  mandaba  por  un  oficial  ó  uno  de  su  guardia  de 
corps,  era  concebido  invariablemente  asi:  "Suplica  el  spñor 
cónsul  que  se  vaya  V.  á  casa  del  gobierno"  Y  después 
que  se  le  nombró  dictador,  de  este  otro  modo:  "Mardael 
supremo  que  paseV.  á  verlo."  . 

Le  recibía  siempre  con  grande  urbanidad,  en  su  pe- 
queño cuarto  oscuro  y  de  triste  aspecto,  situado  en  el  es- 
tremo de  un  corredor  bajo  y  sombrío.  Generalmente 
habia  una  vela  de  sebo  sobre  una  mesita  redonda  de  un 
solo  pié,  en  la  que  no  cabian  sentadas  mas  que  tres  per- 
sonas. Esta  era  la  mesa  de  comer  del  señor  absoluto  de 
aquella  parte  del  mundo.  Un  mate  y  un  cigarro,  que  le 
alcanzaba  una  negra  vieja  y  mal  vestida,  ó  por  un  negro, 
únicos  sirvientes  que  tenia,  eran  ios  refrescos  conque  él 
le  invitaba.  Una  vez,  Robertson  le  mandó  de  regalo  una 
docena  de  botellas  deesquisito  oporto,  á  que  daba  mucha 
importancia,  y  al  hacer  á  S.  E.  una  visita  tres  dias  des- 
pués, hizo  traer  una  botella  medio  llena  y  sin  corcho  obse- 
quiándole con  una  copita  enteramente  agrio.    Díjoleen- 


282  GOBERNANTES 

tónces  á  Francia  que  los  ingleses  acostumbraban  beber 
cerveza  en  vaso,  y  que  una  vez  abierta  una  botella  se 
bebia  hasta  el  fin.  El  dictador  se  sonrió,  diciendo  "bien 
me  pareció  algo  agrio  en  la  comida;  pero  vaya,  tomare- 
mos una  botella  á  la  inglesa/' 

Su  comida  consistía  por  lo  general  de  dos  platos  comu- 
nes; ó  de  uno  solo,  con  un  poco  de  caldo,  siendo  su  bebi- 
da agua  pura.  Una  tarde  antes  de  despedirse  Robertson, 
se  puso  en  la  mesa  su  frugal  comida;  y  al  tomar  el  som- 
brero, dijo  él  dictador:  "No  le  ruego  que  haga  peniten- 
cia, porque  sé  que  para  un  ingleses  cosa  indispensable 
una  buena  y  sustancial  comida  y  mucho  vino  todos  los 
dias." 

La  conversación  de  Francia  era  principalmente  sobre 
política,  insinuándose  él  mismo  como  centro  de  perfección 
á  que  tendían  todas  sus  observaciones.  Si  se  tocaban 
puntos  científicos  ó  literarios,  se  jactaba  siempre  de  algu- 
na invención  suya.  Su  vanidad  sobresalía  á  cada  pala- 
bra que  pronunciaba,  manifestándose  indiferente  á  la  fama 
6  al  aplauso.  Su  gobierno, — su  sagacidad  política, — sus 
dotes, — constantemente  hacian  contraste  cojn  los  de  otros 
y  siempre  en  su  ventaja..  El  Paraguay  era  una  utopia 
realizada,  y  Francia^  era  el  Solón  de  la  época  mo- 
derna. 

.  Hablaba  de  toda  la  Europa,  con  escepcion  de  Id  In- 
glaterra. El  Paraguay  y  la  Inglaterra — la  Inglí^terra  y 
el  Paraguay  eran  los  ilustrados. paises  que  él  deseaba  ver 
unidos,  como  los  mellizos  siameses,  firme  é  irrevocable- 
mente en  uno. 

No  podia  oir  hablar  de  la  celebridad,  gloria  ó  fama  de 
cualquiera  de  la  América  del  Sur  que  no  fuese  él.  Odia- 
ba de  muerte  álos  generales  San  Martin  yAlvear.  Em 
pezaba  siempre  su  conversación  sobre  estos  personages 
con  afectado  y  amargo  desprecio,  terminando  invariable- 
mente con  violenta  y  apasionada  declamación. 

Cuando  se  trataba  de  la  América  del  Sur,  las  maneras  de 


I     • 


DEL    PARAGUAY  S83 

Francia  eran  agradables  y  muchas  vecesjocosas.  Sin  du- 
da sentia  algún  consuelo  en  encontrar  alguno  igual  á  él—* 
que  no  te  tuviera  miedo.  Todo  .el  mundo  le  temia.  Al- 
gunas veces  estando  en  conversación  con  Robertson,  su 
guardia  anunciaba  visitas,  á  quienes  se  admitian  6  no. 
En  el  primer  caso,  Francia  se  ponia  tieso,  frió  y  adusto, 
y  de  un  modo  abrupto  y  áspero  decia  al  pobre  suplican- 
te que  estaba  parado  á  la  puerta:  "¿Qué  quiere  usted?" 
Hecho  el  pedido  con  temblor  ó  con  profunda  reverencia: 
"Bien,  retírese,"  contestaba  el  tirano,  continuando  ense- 
guida su  conversación  con  Robertson. 

Rara  vez  conservaba  Francia  su  asiento  mientras  con- 
versaba; con  su  cigarro  en  la  boca  andaba  arriba  y  abajo 
ó  se  paraba  en  frente  de  su  interlocutor  permaneciendo  . 
este  sentado.    Asi  presentaba  sus  proposiciones  ó  soste- 
nía sus  argumentos. 

Poco  antes  de  ejercer  la  dictadura,  Francia  contrajola 
costumbre,  que  siempre  conservó,  de  dar  su  paseo  á  ca- 
ballo desde  l^v  casa  de  gobierno  hasta  el  cuartel  que  se  ha- 
llaba cerca  de  la  ciudad.  Como  no  queriendo  ser  una  es- 
cepcion  en  cuanto  al  carácter  (1)  que  atribula  á  sus  com- 
patriotas de  tener  algún  defecto  en  el  pescuezo,  andaba 
siempre  con  la  cabeza  agachada,  acompañado  de  una  pe^ 
quena  escolta,  y  siempre  en  un  mohino  silencio,  rara  vez 
devolviendo  el  saludo.  Regresaba  al  ponerse  el  sol  siem- 
pre taciturno. 

En  sus  paseos,  al  pasar  por  delante  de  la  puerta  de 
un  viejo   español,  llamado  don  José  Carísimo,  el  caballo 

(1)  Francia  se  fastidiaba  mucho  de  ver  el  abyecto  temor  que  soscom 
patriotas  manifes^ban  cuando  estaban  delante  de  él,  lo  que  él  mismo  ha- 
bia  producido.  Solia  decir  de  buena  6  de  mala  fé:  ''que  á  los  paraguayos 
les  faltaba  un  hueso  en  el  esp  inazo,  puesto  que  no  vio  uno  solo  que  lleva- 
ra tiesa  la  cabeza."  Sengger  confirma  esto  refiriendo  que  un  dia  en  que 
iba  ¿  hacer  la  anatomía  del  c  adáver  de  un  paraguayo,  le  encargó  Fran- 
cia observase  bien  si  sus  compatriotas  tenian  en  «1  pescuezo  un  hueso  de 
mas,  que  les  impidiesen  levantar  la  cabeza,  y  hablar  en  voz  alta,  aparen* 
tando  ignorar  fuese  efecto  del  teiror. 


284  GOBERNANTES 

i' 

tuvo  un  ligero  resbalón  al  atravesar  un  albañal  que 
estaba  en  mal  estado.  El  dictador  mandó  decir  á  Carísi- 
mo que  lo  hiciese  componer,  pero  .quiso  la  casualidad 
que  la  siguiente  tarde,  al  pasar  Francia,  lo  encontrase  en 
el  mismo  estado.  En  el  momento  en  que  llegó  al  cuartel, 
mandó  que  llevasen  á  Carísimo  á  la  cárcel  y  le  remacha- 
sen una  barra  de  grillos,  á  no  pagar  una  multa  de  diez  mil 
pesos  fuertes.  Carísimo,  como  no  era  rico,  no  pudo  pa- 
gar la  multa,  y  su  familia,  que  aún  no  conocía  la  clase  de 
hombre  que  era  Francia,  abrigó  la  esperanza  que  este  ce- 
dería. Como  Carísinio  era  corpulento,  los  grillos  le  lasti- 
maban introduciéndose  en  la  carne.  Al  informar  á  Fran- 
cia de  esta  circunstancia,  dijo:  "Pues  entonces,  qué  se 
compre  él  otros  mas  grandes."  La  infeliz  esposa  tuvo  el 
cruel  deber  de  mandar  hacer  prisiones  para  su  propio  ma- 
rido. Al  fin  los  amigos  de  Carísimo  juntaron  los  diez  mil 
fuertes  con  que  rescataron  al  preso. 

*    * 

Una  mañana  se  encontró,  contra  el  dictador,  un  pasquín 
pegado  á  la  pared  de  la  casa  en  que  vivia  don  Pascual 
Echagüe,  santafecino,  casado  con  una  señora  paraguaya 
de  buena  familia  y  establecido  en  la  Asunción.  Era  un 
absurdo  suponer  que  este  hombre  cometiera  la  torpeza  de 
haberlo  fijado  allí.  El  hecho  es  que  el  mismo  dia  se  le  man- 
dó poner  preso  y  con  grillos.  Su  infeliz  esposa,  después 
de  algunos  meses  de  prisión,  buscó  la  ocasión  de  ver  al 
dictador.  Se  arrojó  á  sus  pies  deshecha  en  llanto.  "Mu- 
ger — dijo  el  cruel  é  inconmovible  tirano,— ¿qué  quiere  usted 
aquí?" — "¡Oh!  mi  esposo!  ¡mi  esposo!"  fué  todo  loque  pu- 
do articular  la  cuitada  esposa.  Entonces  Francia,  diri- 
giéndose á  la  guardia,  replicó:  "Mande  poner  á  Echagüe 
otra  barra  de  grillos  y  otra  mas  cada  vez  que  esta  loca  se 
atreva  á  acercárseme."  El  infeliz  murió  en  la  cárcel,  siem- 
pre con  sus  grillos. 


DEL  PARAGUAY  285 

La  palabra  de  Francia  era  una  ley  mas  irrevocable  que 
las  leyes  de  los^  antiguos  medos  y  persas. 

Era  de  estatura  mediana;  de  facciones  regulares,  sus 
ojos  negros  y  hermosos,  espresaban  la  penetración  y  la 
desconfianza.  Hasta  la  edad  de  setenta  años  montaba  á  ca- 
ballo como  un  joven  de  veinte,  mandaba  el  ejercicio,  traba- 
jaba y  estudiaba  como  antes  y  parecía  gozar  de  una  perfec. 
ta  salud,  con  escepcion  de  los  accesos  de  hipocondría  á  que 
estaba  sujeto  cada  vez  que  se  hacia  sentir  el  viento  húme- 
do y  caliente  del  nordeste.  Esta  acción  de  la  temperatura 
sóbrelos  órganos  del  dictador  inñuia  dolorosamente  so- 
bre su  carácter,  y  los  paraguayos  pudieron  convencerse 
que  el  tiempo  de  los  accesos  era  el  de  las  proscripciones  y 
actos  mas  crueles. 

Apenas  subiera  al  poder,  ocupó  el  antiguo  palacio  délos 
gobernadores  coloniales,  que  hizo  embellecer  y  aislar, 
ordenando  la  demolición  de  las  casas  circunvecinas. 
Retirado  en  él  *con  cuatrp_criados,  dos  hombres  y  dos 
naujeres,  dio  comienzo  auna  nueva  existencia,  por  la  re- 
forma de  sus  malas  inclinaciones..  Por  una  poderosa 
voluntad,  comprimió  de  un  modo  súbito  la  pasión  del  jue- 
go y  la  dQ  las  mugeres.  Arregló  el  empleo  de  sus  tareas 
eotidianas,  destinando  invariablemente  una  hora  á  cada 
una  de  ellas.  Imprimió  á  sus  maneras  el  sello  de  laQri-  ' 
ginalidad,  que  puede  esplicarse  por  la  imposibilidad  en 
que  se  encontrara  en  adoptar  los  usos  de  la  buena  socie- 
dad en  unpais  tan  atrasado  como  el  suyo.  Al  prin- 
cipio afectaba  un  aire  altanero  y  duro,  tratando  de  intimi- 
dar ásu  interlocutor;  pero  cuando  éste  se  le  mantenia 
firme,  aunque  sin  impertinencia,  se  suavizaba,  aun  conver- 
saba con  familiaridad  y  manifestaba  tener  una  instruc- 
ción tan  variada  como  sólida.  Antes  de  la  revolución, 
los  únicos  libros  que  el  despotismo  religioso  permitiera 
penetrar  en  el  Paraguay  como  en  toda  en  la  América  es- 
pañola, eran  obras  místicas,  la  mayor  parte  de  una  de- 


286  GOBERNANTES 

sesperante  sencillez.  El  dictador  tenia  quizá  la  única 
verdadera  biblioteca  que  á  la  sazón  existiera  en  el  país: 
componíase  de  una  rica  colección  de  autores  españoles, 
un  diccionario  francés  de  artes  y  oficios,  á  que  daba  mu- 
cha importancia,  y  consultaba  á  menudo  para  ciertos  de- 
cretos concernientes  ala  industria  agrícola  y  manufactu- 
rera; se  veian  también  algunas  obras  de  medicina  escri- 
tas en  francés,  las  obras  de  Voltaire,  Rouseau,  Montes- 
quieu,  Rollin,  Raynal,  Laplace,etc. 

Hablaba  el  francés  bastante  bien  y  leia  algo  el  in- 
glés. L^  historia,  las  matemáticas  y  la  geografia  formaban 
el  objetó  desús  estudioá favoritos.  Suspaisanos, al  ver- 
le estudiar  en  los  mapas  y  globos  con  instrumentos  de 
matemáticas,  después  consultar,  en  el  cielo  los  planetas 
y  las  constelaciones,  se  figuraban  que  había  magia  en 
esas  prácticas,  y  no  consta  que  el  dictador  hubiese  jamás 
tratado  de  desvanecer  esa  creencia  en  el  ánimo  de  sus 
compatriotas.  El  sentimiento  de  su  superioridad,  tanto 
como  el  de  su  dignidad,  le  inspiró  un  orgullo  pueril,  muy 
dificil  de  conciliar  con  la  sencillez  patriarcal  de  su  interior. 
¡Desgraciado  el  imprudente  que,  por  escrito  ó  verbalmen- 
te,  omitiera  el  calificarle  de  Exelentisimo  señor  y  el  de 
dictador  perpetual  ¡Desgraciado  el  que  no  observara 
rigurosamente,  en  su  presencia,  la  etiqueta  de  costumbre, 
es  decir,  que  avanzase  demasiado  cerca  ó  no  tuviese  las 
manos  en  evidencia  para  hacer  ver  que  no  trataba  de  ser- 
virse de  un  arma  oculta!  por  la  mas  leve  infracción  se  in- 
curría en  la  desgracia  del  dictador,  y  la  cosa  era  bastante 
seria  para  merecer  la  mayor  atención.  Desde  el  descu- 
brimiento de  un  complot,  de  que  se  hablará  mas  adelante 
no  veia  por  todas  partes  sino  traición,  puñal  y  asesinato. 
Cuando  salia,  se  hacia  acompañar  de  húsares  y  dé  agentes 
de  policía  que  estaban  siempre  listos  para  descargar  el 
golpe  sobre  los  curiosos  mas  inofensivos  que  se  atre- 
vieran á  esperarle  al  pasar. 


DEL  PARAGUAY  287 

No  se  diga  quo  los  amigos  del  doctor  Francia  estuvie- 
sen exentos  de  la  etiqueta  impuesta  á  los  estrangeros; 
puesto  que  este  hombre  estraordinario  no  tuvo  jamás 
amigos,  pero  puede  aplicarse  esta  observación  á  sus  pa- 
rientes y  protegidos.  Mas  severo  aun  para  con  éstos  que 
para  con  aquellas  personas  que  manifestaran  nuevos  de- 
rechos á  su  benevolencia,  muchas  veces  los  trató  con  una 
dureza  inaudita,  Unas  leves  faltas  han  valido  á  sus  pro- 
pios sobrinos  varios  años  de  prisión;  aún  su  misma  her- 
!  mana,  señora  respetable,  para  quien,  hasta  entonces,  ha- 

bla manifestado  cariño,  fué  inexorablemente  despedida 
de  su  casa  por  una  acción  tan  fútil  que  no  vale  la  pena 
mencionar. 

El  doctor  Francia  con  una  singular  reunión  de  buenas 
y  malas  cualidades,    llevó  al  poder  el  mismo  desinterés 

'  que  manifestaba  en  su  precedente  carrera.    Largo  y  ge- 

neroso por  todo  lo  que  leconvenía  personalmente,  sólo 
era  avaro  de  los  dineros  públicos.  El  congreso  al  nom- 
brarle dictador,  le  habia  asignado  un  sueldo  de  9000 
pesos,  y  él  no  quiso  aceptar  mas  que  la  tercera  parte  por- 
que consideraba  el  estado  con  mas  necesidades  que  él, 
desinterés  que  todo  tirano  manifestara  siempre,  con  el 
fin  de  captarse  la  simpatía  del  pueblo  para  poderlo  sub- 
yugar mejor.  Igual  conducta  observó  Rosas,  renuncian- 
do su  sueldo  de  gobernador  en  beneficio  del  estado.  Se 
hizo  una  regla  invariable  de  no  recibir  regalo  alguno; 
pagaba  todo  lo  que  se  le  daba  ó  lo  desechaba,  y  se  puede 
decirde  él,  sin  impostura,  que  entró  pobre  en  el  podery 

^  salitf  pobre  dteél  (1). 

(1)  Todo  lo  que  Francia  dejó  al  morir,  según  el  inventario,  levantado 
en  los  dias  4  y  5  de  noviembre  de  1840  en  presencia  del  cuerpo  municipal 
y  del  ministro  tesorero  de  hacienda  alcanzaría  ¿  la  suma  de  8á,617  pes&s 
fuertes  poco  m¿s  ó  monos;  sin  contar  el  valor  de  las  alhajas  de  oro  y  pla- 
ta que  poseía  y  cuyo  valor  no  podemos  apreciar.  No  figura  en  ese  inven- 
tarío la  biblioteca  ni  ninguno  de  los  demás  objetos  de  sala  y  esorítorío. 


« 


288  .  GOBERNANTES         , 

La  intolerancia  recelosa  deque  diera  pruebas  tan  repe- 
tidas y  tan  deplorables,  sólo  se  e3tend¡a  empero  á  las  per- 
sonas á  quienes  suponía  la  intención  de  mezclarse  en  los 
negocios  de  gobierno;  pero  en  cuanto  alas  demás,  les  de- 
jaba entera  libertad  de  culto,  de  acción  y  de  lenguage. 


En  sus  discursos,  el  dictador  se  complacia  en  nombrar 
el  país  sometido  á  su  despotismo,  la  República  del  Para- 
'  guay)  no  hablaba  de  España,  de  los  frailes  yde  los  jesuítas 
sino  con  un  profundo  desprecio,  (1)  afectando  un  vivo  en- 
tusiasmo por  la  independencia  de  la  América  española. 
Sus  ideas  sobre  el  mt)do  de  gobernar  los  pueblos  recien  ^ 
emancipados,  dan  la  esplicacion  de  su  conducta  política. 
;  "La  libertad,  decia  á  veces,  es  un  precioso  bien  para 
hombres  prudentes;  pero  si  las  naciones  mas  civilizadas 
del  antiguo  mundo  no  pudieron  ensayarla  sino  con  detri- 

(1)  £iiana  de  las  entrevistas  del  doctor  Bengger  con  Francia,  se  divir- 
tió éste  mucho  ¿  costa  del  comandante  y  del  cora  de  Gnmgnati,  que  le 
habian  enviado  una  pobre  muger  encadenada  y  que  traía  un  rosario  muy 
I  grande,  acompañando  el  proceso  de  que  resultaba  ser  bruja.  De  aquí  pa- 
/  8Ó  Francia  ¿  hablar  de  todos  'los  sortilegios¡de  que  usa  el  pueblo,  de  las 
enfermedades  y  curas  que  atribuye  ¿  semejantes  maleficios,  y  concluyó 
dici^do  ¿  Bengger;  ^^Vea  usted  para  lo  que  sirven  estas  gentes,  los  sa- 
cerdotes y  la  religión,  para  hacerles  creer  en  el  diablo  mas  bien  que  en 
Dios." 

En  los  primeros  años  de  su  elevación  al  poder,  Francia  se  hacia  decir 
misa  todos  los  domingos  en  la  capilla  de  uno  de  loi^  cuarteles,  y  asistía  en 
las  grandes  festividades  ¿  los  oficios  de  la  catedral,  pero  bien  pronto  no 
apareció  por  aquella  iglesia,  despidiendo  ¿  su  capellán  en  1S20.  Desde 
entonces  se  desligó  del  culto  no  dejando  de  pronunciarse  contra  la  religión 
del  país.  Asi  fué  que  habiéndole  pedido  un  comandante  la  imagen  de  un 
santo,  para  colocarlo  como  patrono  de  un  fuerte  que  se^cabab&.d#cofts- 
truir,  le  respondió  el  dictador;  ''jAh,  paraguayos!  ¿Hasta  cuándo  seréis 
idiotas?  Cuando  yo  era  católico,  todavia  pensaba  como  tú;  pero  ahora 
conozco  que  las  balas  son  los  mejores  santos,  para  guardar  las  fronteras." 
En  la  primera  entrevista  que  diera  ¿  los  señores  BenggeryLongchanp, 
después  de  haberles  preguntado  cuál  era  su  religión,  ''profesen  ustedes  la 
que  gnsten,  les  dijo  Francia,  sean  cristianos,  judies  ó  musulmanes,  pero 
no  sean  ateos." 


DEL  PARAGUAY  589 

mentó  de  su  prosperidad,  de  su  reposo  y  aun  de  su  ho- 
nor ¿como  quiere  usted  que  los  americanos,  ignorantes  y 
pobres,  hagan  de  ella  buen  uso?"  Este  razonamiento 
especioso  no  justificaba  el  despotismo  vejatorio  que  el 
dictador  hizo  pesar  sobre  sus  compatriotas,  con  la  inten- 
ción de  hacerlos  un  dia  dignos  de  la  libertad. 


A  los  ojos  del  dictador,  Napoleón  era  el  grande  hom- 
bre por  escelencia;  le  tomaba  por  modelo,  le  citaba  á 
cada  paso,  le  veneraba  aún  en  sus  debilidades,  y  preten- 
día asemejársele  por  el  trage.  Desgraciadamente  [para 
él,  los  recursos  de  su  país  eran  tan  limitados,  ó  las  nocio- 
nes que  se  ha  podido  proporcionar  sobre  las  costumbres 
privadas  de  su  héroe  eran  tan  inexactas,  que  Francia  se 
dejó  tapujarse  con  un  traje  de  los  mas  grotescos,  que  se 
creia  de  veras  ser  el  vencedor  de  Austerlitz:  casaca  ^ul 
con  galón  de  oro,  charreteras  de  brigadier  español,  chale- 
co y  pantalón  bl>ncos,  medias  de  seda,  zapatos  con  gran- 
des hebillas  de  oro  y  un  inmenso  sombrero  elástico.  Jamás 
salia  además  sin  andar  bien  armado  de  un  gran  sable  y 
de  un  par  de  pistolas  de  dos  tiros.  En  su  casa,  cuidaba 
tener  constantemente  armas  á  su  alcance;  tenia  las  pare- 
des de  su  dormitorio  tapizadas  con  ellas.  Cada  noche, 
hacia  venir  al  gefe  que  estaba  de  guardia,  le  daba  la  or- 
den del  dia,  cerraba  él  mismo  las  puertas  de  su  palacio 
y  se  llevaba  las  llaves  que  metia  bajo  su  almohada» 
Cuando  daba  sus  audiencias  ordinarias,  su  traje  habitual 
consistia  en  un  ancho  baton  de  zaraza,  bajo  el  cual  oculta- 
ba una  pistola  de  doble  tiro. 


Los  primeros  cuidados  de  Francia  se  dirigían  á  la  orga- 
nización militar,  y,  fiel  al  recuerdo  de  su  hóroe  de  predi- 
lección, quiso  vivir  en  medio  del  ejército.    Se  le  veia  cada 

20 


S90  GOBERNANTES 

diaocupado  en  pasar  revista,  visitar  los  cuarteles,  pro- 
bar los  víveres  y  tratar  directamente  con  los  proveedores. 
Previendo  que  tendría  necesidad  de  sostener  por  la  fuerza 
la  independencia  deT  su  país,  y  que  si  de  un  lado,  nada 
habia  que  temer  de  la  España,  del  otro  habia  todo  que  te- 
mer de  la  proximidad  de  la  Confederación  Argentina  y  del 
Brasil.  Trató  de  proporcionarse  las  armas  y  las  municio- 
nes de  que  aún  carecía.  Para  este  efecto,  decretó  el  mo- 
nopolio de  la  esportacion  de  las  maderas,  artículo  de  alta 
importancia  para  el  Paraguay,  y"^¡camente  la  acordó  á 
los  especuladores  que  le  llevasen  en  cambio  los  objetos 
de  guerra  que  necesitaba.  Habiendo  conseguido  con  esta 
medida  lo  que  se  proponía,  la  aplicó  á  los  demás  ramos 
del  comercio  de  su  pais,  proporcionándose  los  artículos 
que  le  faltaban.  La  esperanza  de  obtener  esas  licencias 
comerciales  llevó  á  la  Asunción  una  multitud  de  negocian- 
tes estrangeros  establecidos  en  Montevideo  ó  en  Buenos 
Aires.  Mas  adelántese  verá  la  suerte  que  les  estaba  re- 
servada. 

El  elército  quedó  organizado  sobre  nuevas  bases;  desti- 
nando el  dictador  para  su  persona  una  guardia  de  grana- 
deros elejidos.  Estos  hombres,  con  cuya  adhesión  contaba, 
se  hicieron  mas  tarde,  verdaderos  gendarmes,  encargados 
de  la  ejecución  de  las  órdenes  de  policía;  más  aún,  formó 
de  ellos  un  cuerpo  de  espías  que  consideró  necesa- 
rio para  su  política.  Despidió  á  los  oficiales,  que  por  sus 
relaciones  de  familia  ó  de  sociedad  podian  gozar  de  una 
influencia  peligrosas;  á  fin  de  no  tener  cerca  de  sí  sino  per- 
sonas que  le  fuesen  completamente  adictas,  los  reemplazó 
por  hombres  sin  capacidad,  pero  de  una  fidelidad  esperi- 
mentada. 

Fué  entonces  que  puso  en  ejecución  el  gran  proyecto 
que,  desde   el  origen  de  su  poder,  germinaba    en    su 


DEL  PARAQUAT  291 

mente.  Reconocia  que  el  Paraguay,  apurado  de  up 
lado/  por  los  nuevos  estados  independientes  déla  Amé- 
rica española,  y  del  otro,  por  el  vasto  imperio  del  Brasil, 
no  podria  por  mucho  tiempo  conservar  su  independencia 
nacional.  Los  pueblos  vecinos  estaban  mas  adelantados 
que  sus  compatriotas  en  las  artes  agrícolas  y  manufac- 
tureras, como  en  las  ciencias  y  las  ideas  liberales,  pero  su 
frecuentación  no  podia  llevar  á  las  masas  ignorantes  del 
Paraguay  sino  elementos  de  discordia  y  de  perturbacio- 
nes. Todos  los  recurso  s  territoriales  les  iban  á  ser  esplo- 
tados  por  la  industria  de  los  estrangeros  en  detrimento  de 
los  naturales,  la  cual,  cansada  de  guerra,  acabaría  por 
abandonar  el  pais.  Por  otra  parte,  no  dejaba  de  ser  cierto 
que  la  presencia  de  otros  estrangeros,  pertenecientes,  en 
su  mayor  parte,  á  naciones  europeas  colocadas  en  pri- 
mera línea  en  la  civilización,  presentaría  graves  obstáculos 
¿  la  realización  de  los  proyectos  que  habia  concebido.  Su 
censura,  las  observaciones  que  se  habían  de  permitir,  to- 
do, hasta  sus  ideas  progresivas  de  bienestar  y  de  libertad 
habia  de  «inspirar  álos  paraguayos  el  espíritu  de  insubor- 
dinación, la  manía  de  la  crítica  y  la  inclinación  á  la  rebe- 
lión. Era,  pues,  necesario  aislar  el  país,  atrincherarlo  atrás 
de  sus  rios  y  de  sus  selvas;  rechazar  las  invasiones  pacífi- 
cas de  los  especuladores  estrangeros  como  las  agresiones 
hostiles  de  los  mismos  españoles;  impedir  la  emigración 
délos  naturales,  para  conservar  su  brazo  al  cultivo  de  las 
tierras;  multiplicar  así  las  riquezas  territoriales  y  limitar, 
por* fin,  el  comercio  de  cambio  á  una  ó  dos  plazas  sola- 
mente, para  algunos  artículos  superabundantes  contra  los 
objetos  de  primera  necesidad. 


*  * 

Incomunicado  con  el  Paraná,  con  cuyos  pueblos 
no  quería  Francia  tener  contacto  alguno,  y  con  el  deseo  de 
buscar  salida  á  los  productos  del  pais  por- otro  lado  trató 


292  aOBEBNÁNTES 

de  conciliarse  la  amistad  del  Brasil,  por  cuy  os  subditos 
siempre  manifestara  alguna  predilección,  recordando  tal 
vez  su  origeujy  con  quien  conservó  perfecta  armonia.  Por 
otra  parte,  el  Brasil  fué  uno  Je  los  primeros  estados  que 
reconociera  la  independencia  del  Paraguay,  y  del  cual 
tenia  éste  mas  que  temer  y  esparar  que  no  de  las  provin- 
cias argentinas;  en  consecuencia,  el  dictador  permitió  á 
los  brasileros,  y  sólo  á  éstos,  á  traficar  libremente  con 
los  paraguayos. 

*    * 

Desde  esa  época,  el  Brasil  fué  siempre  amigodel  Para- 
guay, sirviéndole  con  sus  armas,  con  sus  hombres  de 
saber  y  hasta  con  sus  consejos  en  cuanto  era  conciliable 
con  la  prudencia,  sin  comprometer  en  nada  su  neutrali- 
dad, ni  su  independencia.  Sirvió  de  igual  modo  á  López, 
padre,  hasta  en  la  redacción  del  Semanario^  único  perió- 
dico existente  en  la  época  de  éste  en  la  Asunción.  Igual 
cosa  hizo  con  López,  hijo,  y  no  obstante,  para  satisfacer 
éste  su  ambición  desmediday  absurda,  buscó  pretestos  ri- 
diculos, declarando  la  guerra  á  la  nación  que  tantos  servi- 
cios habia  prestado  al  Paraguay,  cuya  independencia  no 
se  hallaba  amenazada  en  lo  mas  mínimo. 


Habiendo  fijado  su  plan  sobre  bases  definitivas,  Fran- 
cia echó  manos  á  la  obra  con  ardor,  perseverando  en  ella 
con  corage.  •  Los  estrangeros  sospechosos  fueron  echa- 
dos de  la  frontera,  ó  retenidos  presos;  se  embargaron  las 
embarcaciones  que  estaban  fondeadas  en  la  Asunción, 
enviándose  lanchas  cañoneras  á  la  embocadura  del  rio, 
con  orden  de  detener  á  cualquiera  que  tentase  franquear 
sin  autorización,  el  primer  límite  de  la  dominación  dicta- 
torial, ya  sea  para  entrar,  ó  ya  para  salir.  Establecióse 
una  serie  de  fuertes  destacados  sobre  toda  la  lineado 


DEL  PARAGUAY  ¡393 

las  fronteras  del  Paraguay.  Los  soldados  regimenta- 
dos ocuparon  los  puntos  mas  importantes,  mientras  que 
los  demás  quedaron  confiados *á  una  guardia  cívica,  cu- 
yos puestos  podían  comunicarse  entre  sí  con  celeridad, 
•Los  indios  del  Gran  Chaco,  fueron  asi  contenidos  distan- 
tes de  los  límites  del  país,  y  arrancó  á  los  mbayáes  de  sus 
antiguas  soledades,  distribuyéndolos  en  los  alrededores 
de  la  Asunción  y  obligándolos  al  cultivo  de  la  tierra,  para 
preparar  la  fusión  de  las  razas;  y  prohibió  á  todo  habi- 
tante, natural  ó  estrangero,  salir  del  Paraguay,  sin  espe- 
cial permiso,  bajo  pena  d9  muerte. 

La  agricultura,  reclamaba  la  atención  del  reformador. 
Arrogóse  el  derecho  de  prescribir  álos  propietarios  el  siste- 
ma de  cultivo  que  ellos  debian  adoptar,  año  por  año. 
Sus  previsiones  á  este  respecto  fueron  coronadas  de  un 
éxito  completo.  Abundantes  cosechas  vinieron  á  ense- 
ñar álos  colonos  que,  hasta  entonces  habian  tomado  por 
los  resultados  de  una  antigua  esperiencia,  no  era  sino  vi- 
cios y  preocupaciones.  El  suelo  dio  con  largueza  varias 
producciones  nuevas  que   los  consumidores   compraban 

antes  en  Buenos  Aires.  Los  cultivadores  que;  cada  año, 
iban  á  ofrecer  sus  servicios  á  vecinos,  frecuentemente 
muy  distantes,  retenidos  en  sus  casas  desde  entonces,  se 
pusieron  é  desmontar  la  tierra,  desarrollando  así  los  recur. 
.sos  de  la  localidad.  La  economía  rural  tomó  en  pocos 
años  un  aspecto  nuevo. 

Los  paraguayos  que  habian  hecho  abundante  cosecha 
de  algodón,  artículo  que  antes  introducían  de  Corrientes, 
trataron  de  utilizarlo,  desde  que  ya  no  podian  esportarlo. 
He  ahí  el  origen  de  las  fábricas  de  telas  de  algodón  que 
suministraban  todo  lo  que  exigían  las  necesidades  del  pais. 
El  arte  de  criar  los  animales  hizo  igualmente  rápidos  pro- 
gresos y  pronto  cubrieron  numerosos  ganados  unos  cam- 
pos antes  desiertos. 


894  GOBERNANTES 

El  dictador  por  medio  de  su  diccionario  de  artes  y  ofi- 
cios, montó  fábricas,  hizo  confeccionai*  oficios,  prodigan- 
do alternativamente  el  dinA'oyla  amenaza  para  conducir 
á  los  obreros  á  la  perfección  que  deseaba  obtener. 

Este  grande  impulso  dado  á  la  industria  nacional  reveló* 
á  los  paraguayos  el  secreto  del  poder  humano  que  habían 
desdeñado  aprender.  Aborrecian  la  mano  pesada  que 
los  guiaba  en  esta  carrera,  pero,  subyugados  por  el  ascen- 
diente del  genio,  lo  admiraban  y  obedecían. 

El  embellecimiento  de  la  capital  atrajo  igualmente  los 
cuidados  del  dictador.  Emprendió  regularizar  las  calles 
y  se  puso  en  consecuencia,  á  trazar  él  mismo  planos  que 
hacia  ejecutar,  á  su  vista,  por  un  maestro  albañil,  conde- 
corado con  el  titulo  de  ingeniero  engefe.  Pero'de  todos  sus 
proyectos  de  mejora,  éste  fué  el  único  tal  vez  que  diera 
completo  fiasco.    Su  inesperiencia  sobre  esta  materia  y  la 

ignorancia  de  su  ingeniero  eran  tales,  que  los  trabajos 
no  podian  ejecutarse  sino  á  tientas.    Asi,  cuando  recono- 

ció  que  una  casa  incomodaba  el  alineamiento  de  una  calle, 
el  propietario  recibía  orden  de  hacerla  demoler  en  un  cortí- 
simo espacio  de  tiempo;  pero  aparecía  luego  un  nuevo 
obstáculo,  oculto  por  el  precedente  y  hacia  indispensable 
uña  nueva  demolición.  Modificaban  entonces  el  primer  ' 
plan  con  nuevos  sacrificios  por  parte  délos  propietarios. 
De  este  estado  de  cosas  resultó  que,  al  cabo  de  algu- 
nos años,  la  ciudad  quedaba,  no  ya  regularizada,  sino 
enteramente  descompuesta. 


*   * 


Más  feliz  fué  el  dictador  en  la  empresa  de  los  caminos 
públicos,  que  hizo  pasar  en  los  bosques  y  las  lagunas 
que  antes  obstruían  las  comunicaciones  con  las  principales 
ciudades,  como  Ñoembucü  ó  Villa  Rica.  Con  igual  éxito 
empleó  á  los  hombres  condenados  á  trabajos  forzados  en 
construirfuertes  en  los  pueblos  fronterizos  y  en  la  Asun- 


DEL  PABAGUAY  295 

cion.  Para  contener  los  indios  belicosos  del  norte,  fundó  la 
nueva  villa^de  Etebegó,  ahora  San  Salvador,  en  la  parte 
setentrional,  sobre  lasnoárgenes  del  Paraguay  y  á  ciento 
veinte  leguas  de  la  capital,  poblándola  al  principio  de  mu- 
latos y  mugeres  de  nnala  vida,  y  mas  tarde  destinada  ¿lu- 
gar de  destierro 'por  su  gran  distancia  de  la  capital. 

¡Feliz  el  autor  de  tan  prodigioso  desarrollo  de  los  recur- 
sos locales,  si  no  hubiera  creído  indispensable  para  la 
conservación  de  su  autoridad,  asi  como  para  la  realiza- 
ción de  sus  planes,  obtener  por  el  terror,  por  las  proscrip- 
ciones, por  la  violencia  y  la  sangre,  esa  obediencia  pasiva 
de  que  tenia  necesidad. 

Hacia  mucho  tiempo  que  los  frailes  estaban  espuestos  al 
odio  y  á  las  persecuciones  del  dictador.  Es  necesario  con- 
venir que  sus  desbordes,  su  ignorancia  y  su  pereza  los. 
hacia  aparecer  como  seres  poco  dignos  de  interés.  Vi- 
vian  públicamente  en  concubinato  y  mancillaban  diaria- 
mente el  santuario  de  los  templos  con  noil  abominaciones. 
Francia  mandó  suprimir  los  cuatro  conventos  que  exis- 
tían en  el  país  sometido  á  su  dominación;  dio  orden  álos 
religiosos  que  se  presentasen  al  vicario  general  para  ser 
secularizados,  bajo  la  pena  de  considerárseles  como  va- 
gabundos y  espulsos.  Sus  bienes  quedaron  confis^tados 
en  beneficio  del  estado  y  los  edificios  que  ocupaban  con- 
vertidos en  cuarteles  ó  en  depósitos  de  artillería. 

Los  cabildos  no  quedaron  exentos  de  la  proscripción 
general.  Es  verdad  que  ya  no  poseían  sino  lá  sombra 
déla  autoridad;  pero  esa  misma  sombra  incomodaba  al 
déspota. 
^Para  reunir  en  sus  manos  el  poder  espiritual  al  tempo- 
ral y  constituirse  en  gefe  de  la  iglesia,  el  dictador  apro- 
vechó la  circunstancia  de  hallarse  el  obispo  como  atacado 
de  enagenacion  mental,  al  menos  así  hizo  creer,  dejando 


296  GOBERNANTES 

el  cuidado  de  los  detalles  del  culto  aun  vicario  general,  he- 
chura suya. 

Por  lo  mismo  que  habia  Eiucho  que  reprocharle,  Fran- 
cia no  dejaba  de  tener  sus  temores.  Algunas  caricaturas 
que  se  atrevieron  á  dirigir  contra  su  persona,  la  revela- 
ción de  un  complot  y  otras  circunstancias  despertaron  en 
él  sentimientos  de  crueldad  que  su  elevación  habia  ador- 
mecido por  ur.  instante.  Los  españoles  fueron  sus  pri- 
meras víctimas;  medida  tanto  mas  injusta  cuanto  que  los 
hombres  de  esa  nación  que  habitaban  el  Paraguay,  haciai 
mucho  tiempo  quehabian  venido  pobres  y  sin  influencia, 
se  habian  casado  en  el  mismo  pais,  habian  adquirido  un 
derecho  de  nacionalidad  consagrado  por  el  tiempo,  y,  so- 
bre todas  cosas,  habian  permanecido  ágenos  á  los  actos 
por  los  que  la  dominación  española  provocara  ía  rebelión 
de  sus  colonias. 

*  • 

Comprendiendo  que  para  gobernar  el  pais  dictorialmen- 
te  en  toda  su  ostensión,  sin  que  hubiese  autoridad  que 
de  cualquier  modo  se  le  sobrepusiera,  y  viendo  que  el, 
clero,  en  general,  ejercia  una  influencia  en  cierto  sentido 
sin  control,  el  doctor  Francia,  para  preparar  el  camino, 
dictó  (2  de  julio  de  1.815)  la  siguiente: 

RESOLUCIÓN  SUPERIOR 

"Exigiendo  las  actuales  circunstancias  y  aún  el  estado 
>  de  la  República  que  las  comunidades  religiosas  existentes 
en  su  territorio,  sean  exentas  de  toda  intervención  ó  ejer- 
cicio de  jurisdicción  de  los  prelados  ó  autoridades  estra- 
ñas  de  otros  países:  prohibo,  y,  en  caso  necesario,  es^ 
tingo  y  anulo  todo  el  uso  de  autoridad  ó  supremacía 
de  las  mencionadas  autoridades,  jueces  ó  prelados, 
residentes  en  otras  provincias  ó  gobiernos,  sobre  los 
conventos  de  regulares  de  esta  República,  sus  comu- 
nidades, individuos,  bienes  de  cualesquiera  hermandades 


.  I 


DEL  PARAGUAY  '  297 

Ó  cofradías  anexas  6  dependientes  de  ellas.  En  virtud  de 
esto,  las  espresadas  comunidades  religiosas  quedan  li- 
bres y  desligadas  de  toda  obediencia,  y  enteramente  in- 
dependientes de  las  provincias,  cabildos  y  visitadores  ge- 
nerales de  otros  estados,  provincias  6  gobiernos,  prohi- 
biéndoseles que  de  ellos  reciban  títulos,  nombramientos 
de  empleos,  cartas  facultativas,  dimisorias,  ó  cartas  pa- 
tentes de  graduación,  habilitación,  gobierno,  disciplina  ó 
de  cualquier  otro  ramo  de  policía  religiosa.  Por  conse- 
cuencia, se  gobernarán  de  aqui  en  adelante  con  esta  inde- 
pendencia, observando  sus  respectivas  reglas  6  institutos, 
bajo  la  dirección  ó  autoridad  del  limo,  obispo  de  esta 
diócesis,  tanto  en  lo  espiritual  como  en  todo  lo  temporal 
y  económico,  con  las  prevenciones  siguientes: 

"Las  comunidades  de  cada  orden  se  congregarán  en 
sus  respectivos  conventos  de  esta  ciudad  de  tres  en  cuatro 
años  para  la  elección  de  sus  prelados  locales  y  proveer 
todos  los  demás  empleos  ú  oficios  de  cada  casa  ó  convento 
precediendo  los  acostumbrados  exán^enes  ó  pruebas  de 
suficiencia  ó  idoneidad,  y  tendrán  voto  todos  los  religio- 
sos de  sagrada  orden  habilitados  para  oir  confesiones, 
cuya  asistencia  sea  posible  y  compatible  con  las  atencio- 
nes de  dichas  casas,  pero  los  electos  ó  nombrados  para 
los  referidos  cargos  no  podrán  ejercerlos  en  cuanto  no 
obtengan  aprobación  de  este  gobierno. 

"Será  presidente  de  estos  capítulos  el  religioso  demé- 
rito é  idoneidad  que  fuere  nombrado  por  el  limo,  señor 
obispo;  y  cuando  tengan  que  convocarse,  se  obtendrá 
previamente  permiso  de  este  gobierno,  para  que,  juzgán- 
dolo conveniente,  se  determine  el  magistrado  ü  otra  per- 
sona caracterizada  que  deba  asistir  en  calidad  de  comisa- 
rio de  la  autoridad  suprema  para  mantener  el  buen 
orden. 

•En  estos  capítulos  podrán  también  hacerse  las  declara- 
ciones ó  concesiones  de  graduación  ó  jubilación,  y  de  los 
privilegios  acostumbrados  en  cada  orden;  y  tendrán  efec- 


298  *      '   OBERNANTES 

tocón  la  confirmación  del  limo,  obispo.  Cuando  fuere 
preciso  proveer  oficios  en  el  tiempo  intermedio  de  los  ca- 
pítulos trienales,  que  se  establecen,  podrá,  con  conoci- 
miento del  limo,  obispo,  y  con  las  formalidades  correspon- 
dientes, determinarse  y  verificarse  por  el  discretorio  ó 
padres  del  consejo  del  convento  mayor  que  lo  haya  pre- 
cedido del  respectivo  prelado  local;  y  con  condición,  en 
la  misma  calidad,  de  obtener  la  aprobación  del  gobierno. 
Podrán  también,  en  la  misma  conformidad,  conceder  y 
declarar  las  graduaciones  y  jubilaciones  que  convengan, 
bastando  para  su  complimiento  y  efecto  del  limo,  obispo. 
Será  generalmente  admitida  la  asociación  ó  incorporación 
de  los  religiosos  que  vengan  de  otras  provincias  ó  go- 
biernos de  las  conventualidades  de  las  órdenes  existen- 
tes en  el  territorio  de  la  República,  igualmente  precedida 
de  la  licencia  de  este  gobierno.  La  toma  de  hábitos  y 
profesión  siguientes  podrán  ser  provistas,  tanto  por  los 
capítulos  trienios,  como  también  por  los  prelados  de  los 
conventos  principales,  de  acuerdo  con  los  mismos  padres 
discretos  ó  consejo;  pero,  para  la  recepción  de  órdenes 
menores  y  mayores,  se  dirigirán  los  religiosos  preten- 
dientes al  limo,  obispo  que,  juzgándolos  idóneos  y  en  es- 
tado, precedidas  las  informaciones  que  juzgare  conve- 
nientes, les  conferirá  dichas  órdenes,  sin  exigir  otro  re- 
quisito. 

*E1  presente  decreto  tendrá  vigor  en  cuanto  toma  una 
deliberación  sobre  la  creación  y  subrogación  de  un  comi- 
sario ó  prepósito  general  de  regulares  en  la  República. 
Si  en  su  ejecución  ocurriese  cualquiera  duda  ó  dificultad, 
me  reservo  esplicarlas  ó  resolverlas  con  declaraciones 
ulteriores,  y  para  su  inteligencia  y  observancia  comuni- 
qúese al  limo,  obispo  y  á  todos  los  prelados  y  comunida- 
des de  los  conventos  de  la  República." 

Con  motivo  de  la  estincion  de  las  instituciones  ó*  comu- 
nidades religiosas,  se  secuestraron  todos  los  bienes  de  ellas 
y  se  aplicaron  al  estado  secularizándose  sus.  individuos. 


DEL   PARAGUAY  299 

Algo  bueno  hizo  al  mismo  tiempo,  como  la  abolicon  de 
la  inquisición  y  los  oneresos  diezmos,  y  mas  tarde  convir- 
tió de  hecho  los  ociosos  monasterios  en  cuarteles:  secula- 
rizó la  vagilla  de  oro  y  plata,  y  las  onzas  que  tanta  falta 
hacian  al  estado  y  que  ningún  servicio  prestaban  á  las  ca- 
sas religiosas  y  en  las  misiones. 


Poco  tiempo  después  espidió  el  siguiente: 

AUTO    SUPREMO 

"Desde  que  la  provincia  recobró  el  uso  y  ejercicio  de 
su  libertad  imprescriptible,  ha  sido  generalmente  mani- 
festada la  voluntad  de  que  los  oficios  y  empleos,  de  cual- 
quiera clase,  sean  ocupados  y  ejercidos  por  los  patricios, 
hasta  entonces   siempre  abatidos,  vilipendiados  y  poster- 
gados.   Toda  la  razón,  todos  los  derechos  y  la  misma 
naturaleza  reclaman  la  preferencia  de  los  hijos  del  país 
para  la  ocupación   de  los  cargos   onerosos  ó  lucrativos 
que  los  ofrece  y  proporciona  el  suelo  natal.    Penetrada 
de  esta  verdad,  la  asamblea  general  de  18Í1  dejó  estable- 
cida en  particular  una    disposición    muy   conveniente. 
Pero  no  es  sólo  la  justicia  que  conduce  y  obliga  á  esta 
determinación,  la  seguridad  general,  el  público  bienestar, 
la  consolidación  de  la  libertad  é  independencia  de  la  Re- 
püblita,  constituyen  un  doble  motivo  que  hace  tan  urgen- 
te como  importante  esta  medida  en  la  presente  crisis. 
Bien  sabida  es  la  influencia  que  en  todas  las  partes  tienen 
los  empleados. sobre  la  opinión  pública.    Si  por  oposición 
ó  indeferencia  délos    mismos  llega  ésta  á  debilitarse  ó  & 
contrariar  el  sistema  adoptado  y  el  nuevo  orden  estable- 
cido, fácil  es  calcularlos  males  que  entonces  resultarán  á 
la  sociedad.    Es,  pues,  preciso  que  los  funcionarios  pú- 
blicos forasteros  que  son  admitidos,  sean  también  notoria- 
mente adictos  á  la  %agrada  causa  de  nuestra  regenera- 


300 


GOBERNANTES 


cion  política:  y  ningún  gobierno,  por  poco  ilustrado  que 
fuese,  podría  dispensarse  de  velar  en  este  punto  que  tanto 
influye  eri  el  bien  y  conservación  general  del  estado.    De 
lo  contrario,  se  espone  á  abrigar  y  alimentar  en  su  propio 
seno  á  los  enemigos  de  su  felicidad,  tal  vez  ocultos  6  dis- 
frazados, con  mengua  déla  justa  consideración  debida á 
los  patricios  y  con  daño  y    menoscabo  de  sus  derechos. 
En  virtud  de  esto,  el  escribano  de  gobierno  notificará  á 
don  Antonio  Miguel  de  Arcos  y  á  don  José  Baltasar  Ca- 
safús,  que  desde  luego,    dejen  de  ejercer  los  empleos  y 
oficios  eclesiásticos  en  que  sirven,  los  cuales  se  decla- 
ran vacantes,  á  menos    que  obtengan  de  este  supremo 
gobierno  carta  de  incorporación  y  de  ciudadano,  mos-  , 
trando  para  este  fin  de  un  modo   inequívoco  y  con  prue- 
bas incontestables  que  han  tenido  una  adhesión  constan- 
te y  decidida  á  la  actual  constitución,  libertad  é  indepen- 
dencia absoluta  de  esta  República,  reconociendo  manifies- 
tamente que  es  justa  la  defensa  que  hacen  los  americanos 
de  su  patria  y  libertad  contra  toda  dominación  esterior. 
Dada  en  la  capital   de  la  Asunción  á  21  de  diciembre  de 
1815. — José  Gaspar  de  Francia — Antonio  Jacinto  Ruiz^ 
escribano  público  y  de  gobierno. 


Hasta  aqui  la  dictadura  de  Francia,  conocida  súmala 
índole,  no  presenta  acto  alguno  de  estraordinaria  singu- 
laridad que  merezca  llamar  sobre  él  la  atención  del  lector; 
y  como  no  era  característico  en  él  gobernar  con  restric- 
ciones ni  con  sujeción  á  ley  alguna,  hizo  de  modo  que  el 
mismo  congreso  quele  eligiera  la  primera. vez  fuese  con- 
vocado antes  de  la  época  señalada  (octubre  de  1817),  co- 
mo se  hizo  el  6  de  junio  de  1816,  y  resolvió  lo  que  sigue: 

1?  En  atención  á  la  plena  confianza  que  justamente  ha 
merecido  del  pueblo  el  ciudadano  José  Gaspar  de  Francia, 
se  le  declara  y  esXhb\e^ceJ)ictador  perpetuo  de  la  Repúbli- 
ca durante  su  vida  con  calidad  de  ser  sin  ejenjplar: 


DEL  PARAGUAY  301 

2?  Tendrá  el  sueldo  de  siete  mil  pesos  anuales  en  aten- 
ción á  que  en  el  acto  no  ha  aceptado  el  dictador  el  sueldo  de 
doce ^mil  pesos  por  ano  que  ha  acordado  el  congreso. 

3?  Congreso  general  tendrá  la  república  cada  vez  y 
cuando  que  el  dictador  haya  por  necesario. 

49  Se  ordena  á  nuestro  gobierno  requiera  de  orden  de 
ese  soberano  congreso  al  limo,  obispo  de  esta  República 
dirija  órdenes  á  los  prelados  seculares  y  claustrales  de  esta 
capital,  vicarios  y  curas  de  la  campaña,  para  que  en  las 
misas  capitulares,  parroquiales,  conventuales  y  rogativas, 
en  lugar  de  Begem  etc,  que  se  mandó  proscribir  por  nues- 
tro gobierno,  se  establezca  y  se  nombre  lo  siguiente:  **et 
Dictatorem  nostrum^  populo  sibi  comisoet  exercitu  subo:  y 
que  prebenda  el  estado  eclesiástico  pública  y  privadamente 
á  beneficio  de  la  libertad  civil  y  sagrados  de.rechos  de  la 
patria,  exhortando  también  á  la  paz,  concordación  de  jus- 
tos sentimientos  en  esta  República,  amor  y  respeto  á  las 
órdenes  de  nuestro  gobierno  supremo,  debiendo  ser  esta 
voluntad  de  esta  soberanía,  cuyos  medios  influirán  á  la  es- 
tabilidad de  los  derechos  de  la  patria.  Últimamente  acor- 
daron disolver  el  presente  congreso,  no  habiendo  ocurrido 
otro  punto  que  resolver  ni  otras  materias  sobre  que  deli- 
berar,disponiendo  que  por  la  feliz  conclusión  de  la  presen- 
te asamblea  se  celebre  el  dia  de  mañana  una  misa  solemne 
en  acción  de  gracias  al  Todopoderoso,  en  fe  de  todo  lo  cual 
y  para  que  conste  asi  lo  firman — Siguen  las  firmas."  (1) 

Era  Cuanto  queria  y  necesitaba  Francia  para  iniciar  su 
verdadero  reinado  del  terror.  Con  el  precedente  docu- 
mente que  se  acaba  de  leer,  el  pueblo  paraguayo  ligó  su 
suerte  futura  ala  voluntad  y  capricho  de  un  hombre.  Es 
posible  que  haya  rufrido  un  error  al  entregarse  al  dicta- 
dor, sin  limitación  fitlguna  y  también  lo  habrá  hecho  en  la 
creencia  de  que  iba  á  labi^ar  su  felicidad.    Se  equivocó  y 

(1)  Tomado  de  la  Biografía  del  doctor  Francia  publicada  por  el  sefior 
don  Adolfo  P.  Carranz  en  la  Revista  Paraguaya» 

# 


302  GOBEBNANTES 

sufrió  las  consecuencias,  como  sucediera  en  Buenos  Aires 
con  Rosas.  Jacta  est  alea.     , 

Un  señor  don  Miguel  Ibañez,  vecino  de  Concepción,  á 
quien  el  dictador  en  otro  tiempo  llamó  su  padre,  antes  de 
la  reunión  del  congreso,  le  prometió  Francia  hacerle  co- 
mandante perpetuo  de  aquella  villa,  si  ponia  en  juego  su 
influencia  á  ñn  de  colocarle  en  la  suprema  dignidad  de 
dictador  perpetuo.  Creyendo  Ibañez  en  la  promesa,  buscó 
votos,  influyó  y  sugirió  á  los  demás  diputados,  que  le 
proclamasen  como  él  deseaba.  Posesionado  de  la  dicta- 
dura perpetua,  confirió  á  Ibañez  la  comandancia  de  la 
Villa  de  Concepción,  como  le  habia  prometido;  peroá  los 
dos  ó  tres  años,  lo  depuso,  le  hizo  traer  preso  á  la  Asun- 
ción y  murió  en  la  cárcel  pública.  Ibañez  declaró  en  su 
calabozo  que  no  tendría  perdón  de  Dios  por  haber  sido 
quien  elevara  á  Francia  falsificando  registros  en  complot 
con  Mign^l  Noceda  (premiado  por  el  dictador  fion  doscien- 
tos azotes^,  con  el  objeto  de  combatir  la  candidatura,  que 
aparecia  como  rival.  No  solo  fué  victima  el  padre,  sino 
también  un  hijo  de  Ibañez,  á  quien  ala  muerte  de  aquél, 
mandó  encerrar,  ignorándose  la  causa,  en  un  sótano, 
del  que  después  de  veinte  y  cuatro  años  de  prisión,  salió 
trémulo  en  1840. 

Para  que  la  clausura  del  Paraguay  hubiera  tenido 
por  fundamento,  entre  otros,  principalmente,  an  decreto 
del  gobierno  argentino  de  8  de  enero  de  1817  prohibiendo 
la  introducción  del  tabaco  manufacturado,  ó  cigarros  de  la 
provincia  del  Paraguay ,  hasta  la  incorporación  de  ésta 
alas  restantes  de  la  nación;  y  como  en  lo  que  menos 
pensaba  Francia  era  someterse,  ni  reconocer  una  autori- 
dad, no  sólo  superior,  ni  aún  igual  á  la  suya,  prefirió  se- 
gregarse  del  resto  del  mundo. 

Durante  el  gobierno  del  dictador,  subió  la  yerba  en  Bue- 
nos Aires,  á  veinte  y  cinco  pesos  por  arroba,  ^  en  Chile  á 


•  DEL  PARAGUAY  303 

cincuenta,  por  cuya  razón  se  prohibió  la  introducción  eii 
aquel  reino,  y  en  el  Perú  dejó  enteramente  de  usarse.  En 
vista,  pues,  de  haber  cerrado  el  dictador  la  navegación 
del  rio  y  de  consiguiente  la  estraccion  de  los  frutos  del 
pais  para  las  provincias  argentinas,  dieron  los  brasileros 
en  trabajar  la  yerba  en  los  montes  del  Brasil,  en  donde 
abunda,  é  introducirla  en  Buenos  Aires.  De  este  modo, 
creyendo  el  dictador  perjudicar  á  los  habitantes  de  los 
pueblos  de  abajo,  causó  el  mayor  daño  á  los  del  Para- 
guay y  al  erario  nacional;  pudiendo  haber  enriquecido  á 
aquéllos  y  llenado  éste  con  solo  el  permiso  del  comercio 
franco  con  dichos  pueblos,  sin  perjuicio  de  la  indepen- 
dencia y  neutralidad  de  esta  provincia.  Pero  como  sus 
miras  no  se  dirigian  sino  á  embrutecer  y  empobrecer  pa- 
ra gobernar  esclavos,  prefirió  mas  bien  á  los  brasileros. 
Para  el  efecto,  ajustó  (5  de  abril  de  1823^  un  tratado  de 
comercio,  prometiendo  mutuamente  ambos  gobiernos  ob- 
servar mejor  orden.  Desde  entonces  abrió  y  entabló  comu- 
.  nicacion  mercantil  con  los  brasileros,  aunque  solamente 
sobre  dos  puntos:  al  sur  por  la  via  de  Itapuá,  fundada  en 
1614  y  situada  en  lo  alto  de  una  colina,  ala  margen  de- 
recha del  Paraná,  distante  poco  mas  de  ochenta  leguas  de 
la  Asunción:  y  al  norte,  sobre  el  Paraguay  enfrente  de 
Kueva  Coimbra.  Es  verdad  que  este  comercio  no  se  ha- 
cia sino  mediante  licencias  especiales  del  dictador,  muy 
difíciles  de  obtenerse,  porque  la  autorización  era  ala  vez 
un  gran  favor  y  un  medio  de  influencia  irresitible. 

No  sólo§no  iban  á  aquel  mercado  hombres  de  alguna 
pintura  ó  de  conocimientos  mercantiles,  sino  que  ni  los 
ignorantes  y  del  estado  común,  que  á  fuerza  de  tiempo  y 
paciencia  alcanzaban  licencia,  podian  conducir  á  Itapuá  yer- 
ba 6  tabaco,  qae  hubiesen  comprado,  no  en  calidad  dp  ha- 
bilitado, sino  que  habian  de  llevar  yerba  ó  tabaco,  que 
ellos  mismos  hubieran  personalmente  trabajado.  Tam- 
poco concedia  licencia  á  todos  los  que  la  pedian,  sinoá 
los  que  él  qijerla,  no  con  la  cantidad  de  frutos  que  tenian, 


304  GOBERNANTES  * 

sino  con  las  queél  les  asignaba:  por  ejemplo,  el  que  soli- 
citaba licencia  para  doscientas  arrobas  de  yerba  ó  .tabaco, 
ñola  conseguia  masque  de  cien  arrobas;  el  que  intenta- 
ba conducir  á  dicho  mercado  sus  frutos  habia  de  presentar 
ó  acompañar  su  memoria  con  dos  certificados  del  juez  de 
paz  de  su  partido,  en  que  constara  que  era  buen  servidor 
á  la  patria  y  adicto  á  la  sagrada  caitsa  de  la  libertad^ 
(que  era  Francia)  absolutamente  parecido  á  loque  se  prac- 
ticaba en  Buenos  Aires,  en  donde  el  solicitante  de  cual- 
quiera gracia  tenia  que  probar,  por  medio  de  un  certifica- 
do igualmente,  ser  federal  y  adicto  á  la  sagrada  causa  de 
la  federación  y  á  la  persona  de  S.  E.  (Rosas),  y  el  de 
ser  el  interesado  blanco  de  linage;  y  el  otro  certificado, 
que  la  hacienda  manifestada,  era  de  su  propia  cosecha. 
También  habia  de  esplicar  la  calidad  de  los  peones:  si 
eran  adictos  á  la  independencia  de  la  República  y  afectos 
¿  su  persona.  Estaban  igualmente  escluidos  ¡os  que  no 
eran  de  linage  blanco;  en  suma,  no  iban  á  Itapuá  los  pa- 
rientes, ó  de  un  mismo  apellido  de  los  que  él  tenia  aherroja- .. 
dos  6  encerrados  en  los  calabozos;  tampoco  aquéllos  á 
quienes  odiaba  sin  causa,  ó  sospechaba  que  podian  no  ser 
adictos  á  su  despotismo  y  tiranía. 

La  forma  en  que  se  hacia  este  comercio,  que  causó  no 
pocos  pesares,  trabajos,  pérdidas  y  prisiones  á  los  que  lo* 
practicaban,  era  la  siguiente: 

Llegado  el  brasilero  á  Itapuá  se  le  registraba  los  zapa- 
tos, botas,  sombrero  y  todo  el  vestido  que  llevaba  puesto, 
para  ver  si  ocultaba  cartas,  gacetas  ü  otros  papeles  que 
contuviesen  los  sucesos  y  estado  de  Buenos  Aires,  de 
donde  procedian  aquellos  mercaderes.  Luego  se  desar- 
rollaban y  desdoblaban  los  géneros,  pieza  por  pieza,  y  se 
le  entregaban  vareados.  Después  de  esta  operación  se  re- 
mitia'al  dictador  la  nota  de  ellos,  con  la  Ucencia  y  guia,  y 
de  cada  género  ó  efecto  un  retacito  por  muestra.  Entre 
tanto  no  podia  el  mercader  abrir  tienda  ni  vender  una  agu- 
ja, hasta  que  regresase  el  chasque,  y  escogiera  el  dictador 


DEL  PARAGUAY  305 

los  renglones  que  quería,  que  siempre  oran  de  los  mejores 
los  que  entregados  al  receptor,  faera  de  los  que  se  le  re- 
galaban, pedia  el  mercader  proceder  á  la  venta  del  resto. 
.  El  dictador  tomaba  los  géneros  á  los  precios  que  él  quería 
imponerles,  y  se  conduelan  á  la  capital  con  los  auxilios 
de  los  vecinos,  que  contribuian  con  bueyes,  caballos, 
carretas, reses  para  el  gasto  del  camino,  y  con  sus  per- 
sonas escoltando  las  carretas. 

A  este  respecto  dice  Don  Manuel  P.  de  Peña: 

"Esta  tienda  era  servida  por  el  que  hacia  entonces  de 
alguacil  mayor:  miembro  municipal,  que  en  las  funciones 
clásicas  asistia  de  calzón  corto,  sombrero  elástico,  espa- 
dín y  vara  larga  de  ballena,  llamado  don  Juan  José  Me- 
dina. Fuera  de  los  asuntos  de  carcelería,  que  eran  raros, 
su  contracción  era  la  venta  al  menudeo  de  los  efectos 
mercantiles  que  le  entregaba  personalmente  el  dictador: 
las  veces  que  éste  le  llamaba,  tenia  que  cerrar  la  tienda;  y 
cuando  se  le  entregaban  los  géneros  cotí  quehabia  de  surtir- 
la, luego  se  veiaque  iban  soldados  de  casa  de  gobierno, 
con  efectos  al  hombro  que  conducían  á  su  casa,  y  entraban 
por  la  puerta  del  zaguán,  no  por  la  de  la  tienda. 

"Sabedor  el  pueblo  de  esta  provisión,  se  llenaba  de 
gente  toda  la  calle,  á  esperar  que  se  abriera  la  esquina; 
pero  el  alguacil  mayor  que  sabia  de  la  manera  atropella- 
da en  que  entraba  el  concurso  en  la  tienda,'  mandaba  ve- 
nir unos  soldados  con  largos  y  secos  nervios  de  toro,  y 
eran  apostados  á  la  puerta.  Asi  que  ésta  se  abría,  se  lle- 
naba de  gente  la  tienda:  todo  era  atropellamiento,  compe- 
tencia, demandas,  empujones  y  murmullos,  que  los  sol- 
dados reprimían  con  golpes  que  daban  á  discreción. 

"De  esta  manera  se  proveía  el  pueblo  de  las  mercaderías 
precisas  y  sobre  todo  de  liencillo  que  se  espendia  de  á  cinco 
varas  hasta  que  se  agotaba  la  factura  de  .aquel  dia,  que- 
dando muchos  sin  conseguir  nada,  y  conformadas  a  es- 
perar otra  ocasión,  en  que  el  dictador  tuviese  la  gana  de 
hacer  nuevo  surtido,  para  lo  que  trascurrían  dias. 

21 


306  GOBERNANTES 

"El  tendero  alguacil  mayor  no  dejaba  de  hacer  sus  sisas 
reservadas  de  algunos  renglones  que  por  partidas  peque- 
ñas ó  lotes  vendía  al  mismo  precio  secretamente  á  sus 
favoritos  amigos,  que  los  mas  eran  revendedores  boliche- 
ros, máxime  si  eran  recomendados  de  una  negra  que  ha- 
bia  sido  esclava  de  don  Agustin  Trigo  y  era  su  servidora 
antigua. 

"El  señor  Medina  no  recibia  sueldo  alguno,  la  casa  en 
que  vivía  era  del  estado,  y  sólo  cuando  el  dictador  quería 
le  entregaba  alguna  pequeña  cantidad  de  dinero  para  sus 
gastos:  tenia  cara  de  muy  pocos  amigos,  vestia  con  mu- 
cha parcidad,  pues  preferia  usar  pantalones  de  pichó, 
tela  de  algodón  del  pais  á  modo  de  piel,  j  mostrar  de  es- 
ta suerto  que  no  compraba  6  no  echaba  mano  en  lo  po- 
sible de  los  efectos  que  se  le  daban  á  vender.  Tanto 
hizo  por  conservar  su  pureza,  que  jamás  se  le  vio  con 
fortuna. 

"El  cuadernillo  de  papel  blanco  se  vendia  en  la  tienda 
del  estado  á  dos  reales  de  plata,  que  no  duraba  la  venta 
un  dia,  y  se  revendía  el  pliego  al  mismo  precio  en  otras 
partes.  En  las  escuelas  de  primeras  letras  se  hacia  uso 
de  tablillas  polvoreadas  con  brea  para  aprender  á  escribir, 
según  se  dijo  en  otra  parte." 

Arrojando  lá*  máscara  Francia  entró  con  paso  firme  en  la 
viadelas  reformas  llamando  en  en  su  auxilióla  violencia, 
el  tormento,  las  proscripciones  y  la  muerte.  Pero,  para  con- 
seguir su  objeto  necesitaba  contar  conlafranca  cooperación 
del  ejército;  asi  fué  que  el  dictador  inició  su  nueva  carrera 
porla  reforma  militar.  Creó  una  guardia  compuesta  de  gra- 
naderos elegidos,  según  se  dijo  ya,  aumentó  y  regularizó 
JOS  diversos  cuerpos  del  ejercito,  confirió  grados  militares 
aunque  de  capitán  para  abajo,  sin  discernir  edad  ni  condi- 
ción, á  los  hombres  que  le  manifestaban  adhesión,  ale- 
jando sin  escrúpulo  á  los  que  hacian  6  podian  hacerle, 
sombra. 


DEL  PARAGUAY  307 

Llamó  igualmente  su  atención  la  institución  de  las  mili- 
cias, creando  la  fuQrza  armada  del  Paraguay,  para  guar- 
dar los  fuertes  de  que  habia  rodeado  el  país,  aunque  con 
detrimento  déla  moral  pública,  á causa  de  la  licencia  que 
acordó  á  los  soldados  fuera  del  servicio.  Exactamente 
lo  mismo  hicieron  lo§  dos  López. 

Formó  en  el  Chaco  los  fuertes  (hoy  no  existen)  denomi- 
nado Formoso,  Oranges,  Monte  Claro  y  Santa  Elena,  con 
fuerzas  militares  y  sus  respectivos  comandantes,  que  por 
lo  general  no  pasaban  de  sargentos . 

Con  estos  fuertes  ó  guardias  se  contuvieron  los  indios 
del  Chaco  de  invadir  áesta  provincia,  y  este  beneficióse 
debe  al  dictador,  que  ordenó  á  los  gefes  de  los  dichos 
fuertes  no  diesen  cuartel  á  ningún  indio  que  pretendiera 
acercarse.  En  efecto,  muchos  de  los  que  llegaban,  mo- 
rían en  el  acto. 

La  organización  dada  al  Paraguay  por  Francia  era 
como  sigue:  veinte  departamentos  dividían  todo  el  pais, 
subdivididos  eiipartidos.  Cada  departamento  era  admi- 
nistrado por  un  comandante  encargado  de  la  egecucion  de 
las  órdenes  del  gobierno.  Este  funcionario  juzgaba  los 
delitos  en  materia  correccional,  y  tenia  bajó"  sus  órdenes 
celadores  ó  agentes  inferiores  de  policía,  que  estaban  co- 
locados en  los  partidos.  Cada  departamento  tenia  un 
receptor  de  contribuciones.  En  las  antiguas  Misiones, 
sólo  los  blancos  dependían  de  la  administración  de  los 
comandantes;  los  indios  encargados  déla  esplotacion  de 
las  tierras  del  estado,  obedecían  á  regidores  que  depen- 
dían de  un  subdelegado.  Además,  los  indios  eran  igual- 
mente administrados  por  regidores  que  recibían  sus  ór- 
denes de  los  comandantes  de  departamentos. 


Las  leyes  eran  las  mismas,  en  el  fondo,  queenlaépo- 


308  GOBERNANTES 

ca  colonial,  aunque  la  voluntad  suprema  del  dictador  las 
modificaba  incesantemente  según  las  necesidades  de  su 
política.  Los  jueces  podían  serlo  de  todas  las  clases 
de  la  sociedad;  pero  tenían  asesores  que,  habiendo  cur- 
sado algunos  estudios  en  jurisprudencia,  eran  los  verda- 
deros dispensadores  de  la  justicia.  El  cabildo  de  la 
Asunción  fué  reemplazado  por  dos  alcaldes,  que  también 
administraban  justicia  y  desempeñaban  las  funciones  de 
jueces  de  primera  instancia  para  todo  el  Paraguay.  La 
legislación  penal  quedaba  al  libre  arbitrio  del  dictador, 
que  juzgaba  en  última  instancia  todos  los  delitos  y  todas 
las  posiciones.  Los  crímenes  de  estado,  entre  los  cua- 
les se  contaban  las  palabras  políticas,  ofensivas  al  dicta- 
dor y  á  sus  agentes,  sin  esceptuar  á  los  simples  soldados, 
el  atentado  contra  la  propiedad  pública,  el  contrabando, 
los  robos  de  caminos  reales  ó  á  mano  armada,  los  asesi- 
natos y  las  tentativas  de  evasión  eran  castigados  de 
muerte  ó  el  condenado  era  fusilado.  Los  demás  crímenes 
6  delitos  tenian  trabajos  forzados,  de  detención  perpetua 
6  limitada  y  los  azotes  públicos,  á  que  estaban  sonáetidos 
tanto  los  blancos  como  los  indígenas. 

El 'gobierno,  propiamente  dicho,  se  componía  del  dicta- 
dor, del  ministro  de  hacienda,  del  ñel  ejecutor,  que  era  un 
verdadero  prefecto  de  policía,  del  fiel  de  fechos,  especie  de 
secrerario  de  estado,  para  los  negocios  de  justicia,  y 
de  defensor  de  menores,  que  estaba  encargado  de  la  tute- 
ja,  aun  para  los  esclavos,  asimilados  á  los  menores. 

Después  del  dictador,  su  barbero  era  el  personage  mas- 
importante  del  Paraguay,  al  cual  se  dirigían  primero  to- 
dos los  que  solicitaban  algo.  A  él  era  necesario  adular, 
colmar  de  agasajos  y  regalos,  por  que  este  favorito  tenia 
en  sus  manos  la  vida  y  muerte  de  millares  de  hombres. 
Era,  puede  decirse,  espia  del  dictador,  pero  al  mismo 
tiempo  su  primer  director  de  policía,  su  confidente,  su 


DEL  PARAGUAY  309 

• 

conáejero.  El  miedo  no  era  ageno  á  esta  intimidad 
del  amo  y  del  criado:  el  primero,  tirano  detestado,  se  veia 
obligado  á  poner  su  vida  á  disposición  del  segundo,  y*  \ 
el  medio  mas  seguro  para  él  de  prevenir  la  infedelidad  de 
este  hombre,  era  colmarle  de  tantos  favores  para  no  tener 
que  perder  sino  operar  un  cambio.  Nada  tenia  Francia 
oculto  para  su  barbero,  á  quien  consultaba  sobre  las  me- 
didas más  importantes. 

Hé  ahí  los  rasgos  mas  característicos  del  gobierno  del 
doctor  Francia.  Vamos  á  entrar  ahora  en  cuantos  de- 
talles nos  sea  posible. 

Es  indudable,  como  el  mismo  Francia  lo  manifestara 
desde  que  tuvo  ingerencia  en  la  cosa  pública,  que  abriga- 
ba un  odio  inveterado  á  los  españoles,  á  quien  no  toleraba 
la  mas  mínima  falta,  y  si  hábia  algún  individuo  de  esa 
nacionalidad,  á  quien  por  su  elevada  gerarquía,  se  dis- 
pensase honores  y  distinciones  espontáneas  á  que  él  no 
podia  pretender  por  mas  que  quisiera,  constituía  un 
grande  estorbo  para  su  sistema  de  gobierno  que  era  nece- 
sario hacer  desaparecer.  En  este  caso  se  hallaba  el  obis- 
po Panes;  y  cómo  todos  los  actos  despóticos  de  Francia 
se  basaban  en  algún  fundamento,  justo  ó  injusto,  quiso 
encontrar  uno  en  que  basar  su  resolución  ¿n  contra  del 
prelado.  Hizo  que  un  predicador  dirigiese  en  la  catedral 
una  plegaria  á  Dios  para  que  concediese  al  obispo  la  salud 
mental  de  que  carecia.  Fué  lo  bastante  para  espedir  el 
siguiente: 

•       DECRETO    SUPREMO 

"Siendo  notorio  el  estado  de  demencia  en  que  se  ma- 
nifiesta el  reverendo  obispo  de  esta  diócesis,  de  tal  modo 
que  un  religioso  de  su  mtsma  orden,  predicando  este  año 
el  sermón  de  los  Dolores  en  lá  catedral,  terminó  su  dis- 
curso con  una  súplica  á  la  virgen  para  que  concediese  al 


310  GOBEBKANTES 

obispo  la  salud  mental  que  tanto  necesita,  según  suéspre- 
sion,  para  el  desempeño  de  su  ministerio:  por  consecuen- 
cia, se  hace  ya  inevitable  subrogar  otra  persona  que  ejer- 
za las  facultades  superiores  que  por  mi  reglamento  de  2 
de  julio  de  1815  se  le  señalaron  para  el  régimen  y  direc- 
ción de  las  comunidades  de  los  regulares  existentes  en  el 
territorio  de  la  República.  En  virtud  de  esto,  nombró  pa- 
ra este  efecto  en.  su  lugar  al  deán  de  esta  iglesia  don  Ro- 
que Antonio  Céspedes  (ignorante,  codicioso  y  adulón) 
provisor  y  vicario  general,  al  cual  se  referirán  de  aquí  en 
adelante  todos  los  mencionados  regulares  para  toda  la  di- 
rección y  jurisdicción  que  por  el  citado  reglamento  corres- 
pondia^al  reverendo  obispo:  declarando  al  mismo  tiempo 
que  para  las  profesiones  religiosas  que  se  intentaren  de 
aquí  en  adelante,  ha  de  preceder  anuencia  y  aprobación  de 
éste  supremo  gobierno,  cuyo  requisito,  sin  el  cual  no  se 
juzgarán  autorizadas  ni  tendrán  efecto,  es  indispensable,  y 
necesario,  á  fin  de  que  por  medio  de  informaciones  conve- 
nientes y  de  un  serio  examen  se  reconozca  si  algún  ciu- 
dadano de  la  República  no  procede  indiscretamente  y  sin 
-suficiente  deliberación  aligarse  con  semejante  empeño  y 
con  unos  votos  de  tanta  gravedad,  consecuencia  y  difi- 
cultades tal  vez  hallándose  en  una  edad  en  que  faltan  la 
reñexion  y  esperiencia;  para  inteligencia  y  observancia 
de  esta  determinación  se  pasarán  copias  autorizadas  de 
este  decreto  al  mismo  deán,  provisor  y  vicario  general  y 
al  prelado  y  comunidades  insinuadas. — Asunción,  16  de 
octubre  de  1819/' 

Francia. 


Los  doctores  Rengger  y  Longchamp,  llegados,  (30  de 
julio  de  1819)  á  la  Asunción,  alucinados  con  las  relacio- 
nes fabulosas  que  del  Paraguay  hacian  circular  algunos 
impostores,  y  aunque  bien  recibidos  por  Francia,  tuvieron 
que  permanecer  en  aquella  capital  seis  años,  al  fin  de  los 


DEL  PARAQÜAT  311 

cuales  se  les  permitió  la  salida.  La  gran  dificultad  que 
habia  para  salir  del  Paraguay  consistía  en  que  Francia  no 
quería,  con  mucha  razón,  se  conociese  en  el  esterior  su 
sistema  original  de  gobierno. 

Asi  pues,  habiéndose  visto  el  dictador  retratado  tan  á 
lo  vivo  en  el  Ensayo  Histórico  que  esos  señores  hicieron 
conocer  con  su  publicación,  mandó  publicar  por  bando  en 
la  Asunción,  en  1830,  una  impugnación,  bajo  el  epígrafe 
siguiente: 

"Apuntamientos  hechos  á  la  obra  de  los  señores  Reng- 
ger  y  Longchamp,  titulada:  Ensayo  histórico  sobre  la 
revolución  del  Paraguay ,  y  el  gobierno  dictatorial  del 
Dr.  Francia. 


"El  suizo  Juan  Rengyer  del  Villorrio  de  Arau  vino,  con 
su  asociado  Marcelino  Ijongchamp,  se  introdujo  en  el  Pa- 
raguay en  clase  de  médico,  y  complotándose  íntima  y 
estrechamente  con  los  europeos  españoles,  y  con  el  fran- 
cés Saguier^  espia  realista  descubierto,  (quien  se  me- 
tió aquí  de  boticario)  y  con  el  cual  se  sospechaba  haber 
sido  destinado  desde  Europa,  se  ocupó  en  envenenar  á 
los  patriotas  que  se  le  ofrecían.  Entre  otros  el  tesorero 
Decoud,  luego  que  tomó  su  brevaje,  cayó  en  agonías 
mortales,  retirándose  desde  el  mismo  instante  aquel  mal- 
hechor, sin  querer  volver  á  verlo,  ni  aun  con  repetidos 
llamamientos.  En  dos  meses  que  asistió  al  cuartel  de 
pardos,  despachó  á  mas  de  veinte  de  ellos  por  lo  que  fué 
echado  de  allí,  y  entonces  cesó  la  mortandad.  El  bribón 
no  hizo  mención  en  su  folleto  de  aquella  matanza  bárbara 
que  hizo,  por  no  convenirle  que  se  sepa.  A  su  imitacio'n 
el  europeo  español  Brugués  envenenaba  igualmente, 
por  lo  que  fué  privado  del  oficio  de  curandero,  á  que 
*  también  se  habia  metido:  Rengger,  acérrimo  contra  la 
causa  de  América,  procuraba  al  mismo  tiempo  seducirá 


312  GOBERNANTES 

otros.  A  Gustavo  Leman  (1)  que  tenia  relación  con  los 
patriotas,  le  dijo  que  se  retirase  de  ellos,  que  mejor  vida 
se  pasaba  con  los  europeos.  Además  debió  ser  un  buen 
pillo,  porque  el  viejo  médico  Narvaez  que  asistia  con 
bastante  acierto  á  diferentes  cuarteles,  burlándose  del  mó- 
dico suizo,  contaba  haberse  interesado  con  él  para  que  lo 
acreditase  en  el  pueblo  y  le  diese  á  conocer  las  yerbas  y 
plantas  medicinales  usuales  del  pais. 

"El  dictador  por  no  verse  al  fin  en  la  precisión  de  hacer 
justicia  con  este  malvado,  como  asesino  envenenador  y 
seductor  complotado  con  enemigos  y  facciosos,  se  negó  y 
no  quiso  acceder  á  la  solicitud,  que  el  propio  Rengger  hizo 
en  gobierno  de  quedarse  aún  en  el  Paraguay  en  clase  de 
médico,  á  fin  de  casarse  como  quería,  con  la  hija  del  euro- 
peo español,  Antonio  Recalde ^  vecino  acaudalado,  de  la 
que  el  pobre  andaba  perdidamente  enamorado. 

"El  calla  y  oculta  también  esta  negativa,  y  la  consi- 
guiente frustración  de  su  intentado  casamiento,  para  que 
no  se  sospeche  la  nueva  maldad  que  ha  cometido,  con 
pretender  figurar  como  una  historia  un  tropel  de  false- 
dades, con  qué  no  ha  hecho  mas  que  acreditarse  de  fal- 
sario desaforado  que  es  lo  que  le  faltaba. 

"Tan  odioso  se  habia  hecho  en  el  Paraguay  este  bárba- 
ro ateista,  y  tenia  tan  bien  asentada  la  reputación  de  un 
perverso,  que  los  paraguayos  por  mofa  y  por  despre- 
cio no  le  llamaban  sino  Juan  Rengo.  (2)  Algunas  gentes 
que  hablan  ocurrido  á  la  ribera  á  la  salida  de  un  buque, 
viéndolo  embarcarse,  le  gritaban  también:  adiós  pildora; 
adiós  purga;  adiós  veneno;  áe  suerte  que  chafado  y  sonro- 
jado por  no  poder  efectuar  su  deseado  casamiento,  á  causa 
de  la  prohibición  y  negativa  del  gobierno;  y  detestado  y 
mofado  por  los  patriotas,— el  malévolo  salió  del  Para- 
guay como  perro  con  cencerro. 

(1)  Viéndose  perseguido  por  Francia,  so  ahorcó  en  la  cárcel. 

(2)  Eqniyoco  de  mal  gusto   con  que  Francia  nombraba  siempre  & 
Bengger. 


DEL  PARAGUAY  313 

"Este  es  el  que,  metido  en  docena,  y  encubriendo  su 
oculta  misión,  ha  dado  el  pretendido  Ensayo  Histórico; 
cuyo  objeto  está  visto  que  ha  sido  formar  disimuladamen- 
te un  libelo  dirigido  á  minar  la  reputación  del  dictador,  pe- 
ro este  disparatado  y  despreciable  folleto  debería  mas  bien 
llamarse  Ensayo  de  mentiras;  por  que  sin  exagera- 
ción puede  asegurarse  que  tocante  al  Paraguay  y  su 
gobierno,  casi  no  contiene  cosa  verdadera.  Aun  aque- 
llo en  que  hay  algún  fondo  de  realidad,  todo  se  desfigu- 
ra, se  transforma,  se  disfraza  y  se  reviste  con  ficciones;  de 
modo  que  conduzca  al  intento  de  desconceptuar  al  dicta- 
dor callando  y  ocultando  con  conocida  malicia  y  mala 
fe  las  cosas  y  hechos  mas  sustanciales  é  importantes,  y 
todo  lo  que  no  puede  cuadrar  con  este  plan. 

"Desde  luego  se  conoce  que  su  contenido  se  reduce  á  las 
especies  desfiguradas,  hablillas,  embustes,  y  cuentos 
forjados  al  paladar  de  Europa,  y  que  ellos  le  han  suge- 
rido, no  habiendo  tenido  suceso  sus  repetidas  conspira- 
ciones, instigaciones  y  tramas,  ni  la  descomunal,  ó  mas 
bien  ridiculo  trama  del  Marques  de  Guaraní,  enviado  á 
España,  ni  otras  sordas  maniobras  con  que  pensaron  ha- 
cer caer  al  dictador,  con  quien  tienen  su  especial  encono 
como  un  patriota  (1)  decidido  y  firme  que  condujo  la  revo- 
luciona quien  consideran  y  como  un  escollo  insuperable  pa- 
ra sus  ideas  y  fines  particulares.  Rengger  como  abo- 
nado para  todo  género  de  iniquidades,  lo  que  ha  hecho 
es  aumentar  el  catálogo  de  aquellas  especies  con  sus 
nuevas  mentiras,  ficciones,  falsedades  y  puras  combina- 
ciones de  su  fantasía,  abandonándose  sin  vergüenza  á  la 
infamia  de  hacerse  un  impostor  maldiciente  y  calumnioso 
por  sus  compromisos  con  los  europeos,  ppr  su  declarada 
aversión  á  los  patriotas,  y  por  despicarse  de  la  repulsa  de 
su  pretensión  en  gobierno,  y  del  sonrojo  ó  alguna  burla 

(1)  La  palabra  patriota^  no  poco  prostituida  en  los  tiempos  modernos, 
en  boca  de  un  hombre  como  'Francia  es  una  singular  audacia  y  desver- 
gonzada impertinencia. 


314  GOBERNANTES 

que  debió  sufrir  por  no  haber  logrado  el  enlace  queanhela- 
ba;llegando  su  impudencia  hasta  inventar  y  fingir  conver- 
saciones y  dichos  del  dictador  que  jamás  han  habido.  Bien 
se  entiende  sus  fines  y  alta  mahcia,  y  así -tiran  á  engañar 
al  mundo  los  bribones  desalmados,  por  desahogar  viles 
pasiones  y  por  consecuencia,  de  tramas  y  manejos  insi- 
diosos. 

"En  vano  es,  y  aún  risible  que  este  v  agabundo  desa- 
gradecido, y  ruin  calumniador,  que  se  mete  á  hablar  de 
lo  que  no  entiende,  previendo  la  acusación  de  falsario,  se 
anticipe  en  el  t\iu\a,do  prólogo  de  su  Ensayo  de  mentiras 
¿producir  en  abono  de  sus  imposturas  al  mencionado 
Longchamp,  que  es  su  mismo  paisano,  y  no  ha  sido  sino 
su  compañero  de  gancho  y  rancho^  cómplice  y  asociado 
de  sus  maldades. 

"La  malignidad  de  este  calumnioso  se  ha  ejercitado 
aún  contra  los  americanos  patriotas  y  otros  estados.  Des- 
pués que  se  fué,  se  le  interceptaron  dos  cartas,  que  es- 
cribió en  Buenos  Aires  en  20  de  setiembre  de  1825,  la  una 
álamugerdel  citado  Recalde,  y  la  otra  á  su  hija -ángreZa. 
Se  ven  en  ellas  algunas  cosas  curiosas.  A  la  madre  le  es- 
cribe estas  formales  palabras: 

"jKn  Buenos  Aires  yo  no  me  hallo;  los  porteños  han  to- 
mado los  vicios  de  todas  las  naciones  europeas^  sin  tener 
una  de  sus  virtudes:  este  pueblo  parece  una  casa  arrui'^ 
nada,  que  han  pintado  por  afuera  de  nuevo)  con  lapri- 
mer  tormenta  está  todo  en  el  suelo.'' 

¿Quién  sabe  si  en  Buenos  Aires  no  halagaría  ó  compla- 
cería á  algunos  baldonando  á  los  paraguayos  y  á  su  go- 
bieno,  al  mismo  tiempo  que  escribía  al  Paraguay,  vitu- 
perando á  los  porteños  y  al  pueblo  de  Buenos  Aires. 

"Estos  breves  apuntamientos  bastan  para  dar  idea  del 
carácter  y  depravación  de  este  infame  impostor  y  fasine- 
roso,  que  salido  de  las  montañas  y  breñales  de  la  Suiza, 
por  su  perversidad  y  queriendo  figurar  y  darse  importan- 


DEL  PARAGUAY  315 

clá,  se  entremete    brutalmente  con  el  gobierno  del  Para- 
guay. 

"Si  fuera  preciso,  fácil  seria  hacer  ver  en  detalle  sus  im- 
posturas, y  las  falsedades  de  su  folleto,  que  solo  ha  podido 
abultar  con  inepcias,  7  disparatadas  frivolidades  todo  par- 
to propio  de  su  falacia;  aunque  la  mejor  contestación  ala 
maledicencia  de  malvados,  bribones  y  facciosos  es  el 
desprecio.'* 

José  Gaspar  Rodríguez  de  Francia. 

El  señor  don  César  Hipólito  Bacle,  suizo,  salió  publi- 
cando, en  el  número  del  mismo  diarlo  correspondiente  al 
27  del  i*eferido  mes,  una  defensa  de  sus  compatriotas,  en 
los  términos  siguientes: 

."He  leido  en  el  número  273  (de  21  de  agosto  de  1830)  de 
su  apreciable  periódico  El  Lucero  de  Buenos  Aires,  los 
apun  tamientos  hechos  á  la  obra  de  los  SS,  Rengger  y 
Longchamp  titulada  Ensayo  Histórico  sobre  la  7*evolucion 
del  Paraguay  y  el  gobierno  dictatorial  del  Dr.  Francia. 

"Usted  con  anticipación  habiadado  á  conocer  el  nombre  • 
del  autor  de  la  impugnación,  y  á  no  ser  asi,  jamás  me 
hubiera  persuadido,  que  tal  artículo  hubiese  salido  de  la 
pluma  de  un  hombre  en  cuyas  manos  están  confiados 
los  destinos  de  un  estado  entero:  pero,  ya  que  no  cabe 
duda,  de  que  el  dictador  mismo  se  haya  dignado  hacer 
.los  apuntes,  séame  permitido  ofrecer  por  medio  de  su 
periódico,  algunas  observaciones  en  favor  de  unos  ami- 
gos y  compatriotas,  quienes  por  descrito  citado  se  ha- 
llan cruelmente  ofendidos,  en  su  honor  y  reputación. 

"Pasando  en  silencio  el  largo  catálago  de  dicterios  in- 
juriosos que  se  registran  en  los  apuntamientos  voy  al  ca- 
so y  analizando  el  articulo  dictatorial  encuentro  formal- 
mente que  jRengrgr^r  y  Longchamp,  durante  los  cinco  años 
de  su  residencia  en  el  Paraguay,  pasaron  el  tiempo  en 
mcctar  la  gente  envenenar  á  los  patriotas,  complotarse  con 
los  enemigos  y  facciosos,  conspirar  con  el  fin  de  hacer  caer 


316  GOBERNANTES 

al  dictador,  y  en  otras  frioleras  de  esta  clase.  El  mismo 
dictador  lo  afirma  asi,  y  lo  creo;  estrañando  solamente  que 
por  tales  hazañas,  que  en  cualquier  país  merecen  castigo, 
el  supremo  arbitro  del  Paraguay  desde  el  principio  no  se 

haya  visto  precisado  hacerle  justicia^  lo  que  por  otra  parte 
como  todos  saben,  allá  no  presenta  mayores  dificultades. 
Sin  embargo,  por  los-  apuntamientos  llegó  á  saber,  que  á 
pesar  de  tanta  maldad,  estos  hombres  no  han  sido  inco- 
modados en  manera  alguna,  sino  al  contrario,  al  cabo  de 
mucho  tiempo  lograraron  el  permiso  deseado  de  salir 
del  país;  favor  y '  gracia  especial  del  dictador,  que  jio  se 
concede  sino  á  quien  lo  ha  merecido  por  su  buena  com- 
portacion. 

"Devuelta  en  su  país  natal,  según  informa  el  autor  de 
la  impugnación,  Renggery  Longchamp,  en  despecho  de 
no  haber  podido,  casarse  en  el  Paraguay  y  de  pura  ven- 
ganza, se  pusieron  á  escribir  el  Ensayo,  obrita  que'  el 
dictador  clasifica  de  tropel  de  falsedades  ^  cuentos  for- 
jados. 

"Nunca  he  visitado  el  Parguay;  pero  sí  he  leido  el  En- 
sayo^ puede  ser  muy  bien,  que  sus  autores,  por  falta  de 
datos  positivos  hayan  dejado  errores  notables  en  las  no- 
tas históricas  y  estadísticas,  que  hacen  parte  de  la  citada 
obra;  Convengo  también,  que  nadie  mejor  que  el  mismo 
dictador  debe  saber  lo  sucedido  en  los  últimos  años  y  el 
modo  como  se  gobierna  en  aquel  país,  pero  ya  que  el 
quiso  tomarse  el  trabajo  de  refutar  lo  que  dice  el  Ensayo 
Histórico,  debia  haber  procurado  contestar  con  argumen- 
tos, en  lugar  de  vomitar  denuestos  é  insultos  contra  las 
personas  de  sus  autores.  Y  en  verdad  este  modo  de  pro- 
ceder no  inspira  mayor  confianza;  mas  bien  da  á  entender 
que  no  son  precisamente  las  pretendidas  maldades  délos 
señores  Rengger  y  Longchamp  las  que  han  causado  el 
encono  de  S.  E. 

"Sé  positivamente  que  á  su  salida  del  Paraguay,  el  dic- 
tado/ no  tenia  queja  ninguna  contra  ellos,  y  me  consta 


DEL  PARAGUAY  317 

igualmente  que  los  dos  compañeros  suizos,  agradecidos  de 
su  procedimiento  para  con  ellos,  le  mandaron  desde  Bue- 
nos Aires  en  obsequio  un  cuadro  con  el  retrato  dé  Napo- 
león, acompañado  de  una  carta  que  he  leido,  y  concebida 
en  los  términos  mas  respetuosos. 

"De  todos  estos  hechos  infiero,  que  el  ánimo  de  S.  E. 
se  haya  irritado  tanto  contra  los  autores  del  Ensayo  sola- 
mente desde  el  momento,  en  que  tuvo  noticia  de  la  publi- 
cación de  esta  obrita;  en  efecto,  se  entiende  muy  bien, 
que  no  debia  agradar  al  dictador,  el  ver  espuesto  á  los 
ojos  del  mundo  el  secreto  del  Paraguay,  y  corrido  de  un 
golpe  el  velo  que  cubria  hasta  entonces  la  misteriosa  ad- 
ministración de  aquel  país. 

**Elra  pues  preciso  destruir  á  toda  costa  la  impresión  que 
podia  haber  hecho  el  Ensayo  en  el  ánimo  de  cuantos  se 
interesaban  en  la  suerte  de  aquella  parte  del  continente 
americano;  y  á  falta  de  razones  y  argumentos  sólidos  se 
ha  empleado  la  mezquina  táctica  de  personalidades  é  in- 
sultos. Asi  lo  prueba  claramente  el  lenguaje  de  los 
apuntamientos;  porque  á  la  verdad  no  se  descubre  la  rela- 
ción que  puede  tener  lo  que  se  dice  en  el  Ensayo  con  el 
mencionado  casamiento,  de  que  se  ocupa  tanto  el  dicta- 
dor; tampoco  se  sabe  á  que  viene  eso  de  los  chistes  de 
algunos  paraguayos  al  embarcarse  Rengger  y^  Long- 
champ. 

"Estoy  bien  persuadido  de  esas  hablillas,  á  mas.de  que 
nada  prueban  contra  lo  que  se  refiere  en  el  Ensayo,  son 
enteramente  falsas;  aun  mas  ridículo  y  del  todo  absurdo 
es  lo  que  cuenta  el  autor  de  los  apuntes  acerca  de  una  mi- 
sión oculta,  de  que  hayan  venido  encargados  los  dos  ami- 
gos en  calidad  de  espías. 

Si  nadie  que  tenga  el  juicio  sano  puede  dar  fé  á  tales 
cuentitos,  menos  ciertamente  se  puede  creer  al  dictador, 
cuando  asegura  haber  descubierto  unís  espresiones  ca- 
lumniosas en  unacárta  escrita  desde  Buenos  Aires  por  uno 
de  los  compañeros.    Los    SS.  Rengger  y  Longehamp 


318  GOBERNANTES 

mientras  permanecían  en  Buenos  Aires  han  tratado  á 
muchos  vecinos  de  esta  capital,  y  han  sido  acogidos  amis- 
tosamente en  varias  casas  respetables;  esto  basta  á  con- 
vencerse de  que  no  han  podido  concebir  ideas  tan  desfa- 
vorables de  este  país,  como  las  que  se  vierten  en  el  trozo 
de  cartas  mencionado  en  los  apuntes  dictatoriales. 

"Finalmente  debo  decir  que  conozco  á  Eengger  y  Long- 
champ;  el  primero  es  amigo  mió  desde  muchos  años  y  á 
ambos  he  visto  y  hablado  diariamente  aquí  á  su  vuelta 
del  Paraguay;  son  de  buena  familia  y  han  recibido  una 
educación  distinguida;  no  pueden  de  ningún  modo  mere- 
cer los  conceptos  con  que  trata  presentarlos  ante  el  públi- 
co SE.  el  dictador. 

Ellos  se  hallan  á  gran  distancia,  imposibilitados*  por 
ahora  á  responder  á los  cargos  que  le  hace  el  autor  de  los 
apuntamientos;  y  como  cada  uno  debe  mirar  por  su  ho- 
nor y  procurar  de  dejar  sin  mancha  su  buen  nombre  he 
creido  en  mi  deber  escribir  en  su  defensa  esos  pocos 
renglones,  suplicando  al  señor  editor  del  Liccero  publicar- 
los en  su  acreditado  periódico,  y  admitir  las  consideracio- 
nes de  su  muy  obediente  servidor  Q.  B.  S.  M." 

Un  Suizo.- 


Francia  no  tenia  consideración  con  nadie,  ni  aun  con  in- 
dividuos que  en  algo  se  le  asemejaban.  El  célebre  general 
Artigas,  que  si  bien  no  estaba  con  él  en  buenas  relacio- 
nes, viéndose  aniquilado  y  perseguido,  solicitó  (setiembre 
de  1820)  un  asilo  de  su  enemigo,  en  la  esperanza  de  que 
seria  por  lo  menos  tratado  como  lo  son  generalmente  por 
los  ingleses  los  que  han  ejercido  algún  poder,  á  la  par 
'  de  Rosas  y  otros.  Pero  no  acostumbraba  Francia  em- 
plear esa  clase  de^generosidad  con  los  amigos  y  mucho 
menos  con  un  enemigo  de  la  categoría  de  Artigas,  de 
quien,  en  verdad,  era  necesario  desconfiar.    El  dictador, 


DEL  PABAGUAT     .  319 

en  su  conducta  para  con  el  caudillo  oriental  prestó  in- 
dudablemente un  gran  servicio  á  la  humanidad  y  sobre 
todo  á  los  pueblos  del  Plata.  El  hecho  es  que  Artigas  y 
sus  compañeros  recibieron  el  asilo  que  solicitaban,  y, 
sin  acordarle  una  audiencia  que  pedia,  le  hizo  alojar  por 
algunos  diasen  el  ronvento  de  la  Merced  y  en  seguida  le 
relegó  á  Curuguati,  á  ochenta  y  cinco  leguas  al  nordeste 
de  la  Asunción,  asignándole  un  sueldo  de  32  pesos  men^ 
vsualjas£ara  poder  vivir.    Los  demás  asilados  fueron  en 

su  mayor  parte  esterminados  por  su  mala  conducta. 
Cuando  Francia  supo  que  Artigas  criaba  aves  y  otras 

cosas  necesarias  que  le  habilitaban  para  distribuir  á  los 
pobres    del  distrito  aquella  dádiva,  le  retiró  la  mensua- 
lidad. 
A  la  muerte  del  dictador,  el  actuario  Policarpo  Patino, 

que  se  arrogó  el  mando  por  un  mes,  la  primera  medida 
que  tomó,  fué  mandarle  remachar  una  barra  de  grillos. 
Artigas  fué  encontrado  arando,  y  sorprendido  esclamó — 
"el  dictador  ha  muerto,"  adivinando  así  un  acontecimien- 
to que  se  ocultó  por  algún  tiempo  particularmente  en 
la  frontera.  Llamado  por  López  en  1845,  fué  acomodado 
en  la  chacra  de  Iberai,  á  una  legua  de  la  Asunción, 
donde  finalizó  sus  dias  el  23  de  setiembre  de  1850  á  los 
92  años  de  edad  y  30  de  residencia  en  el  Paraguay. 
Seis  años  después  fueron  trasladados  feus  restos  á  Mon- 
tevideo, decretándose  honras  fúnebres. 

La  inofensiva  y  útil  tribu  de  los  payaguáes,  sintió  en 
común  con  las  demás  clases  de  gente  del  Paraguay,  los 
efectos  de  la  caprichosa  crueldad  de  Francia.  Por  el  año 
de  1820,  los  indios  del  Chaco  empezaron  á  dar  al  dicta- 
dor mucho  trabajo  con  sus  repetidas  incursiones  en  el 
territorio,  lo  que  al  fin  le  obligó  á  declararles  cruda  guer- 
ra. Defendió  los  puntos  accesibles  del  rio  y  en  seguida 
se  introdujo  en  su  propio  territorio,  tratando  á  todos  in- 


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» 


320  GOBERNANTES 

diferentemente  á  sangre  y  fuego.  Dábase  muerte  á  todo 
indio  que  se  encontrara— hombre,  mujer  y  criaiura;  y  la 

tribu  payaguá,  que  nada  tenia  que  ver  con  los  indios  del 
Chaco,  fué  dester.'ada  ¿Etévegó, — establecimiento  malsa- 
no y  miserable  que  Francia  fundó,  según  queda  dicho  mas 
arriba,  á  la  vez  que  como  lugar  de  destierro,  para  sus  víc- 
timas proscritas,  y  cómo  jaque  contra  los  indios  por 
aquella  parte. 

Al  considerar  que  Francia  gobernaba  sobre  principios 
enteramente  caprichosos,  un  país  lleno  de  sus  enemigos, 
— con  hombres  cuyo  orgullo  habia  abatido,  de  cuyas 
funciones  los  habia  privado,  y  cuyo  honor  habia  piso- 
teado, para  hacer  lugar  á  los  instrumentos  bajos  y  des- 
preciados, por  cuyo  medio  insultaba  y  oprimía  á  todos 
los  hombres  de  familias  decentes,  de  educación  y  bienestar 
del  Paraguay;  y  esto  por  un  período  de  mas  de  seis  años, 
— no  debe,  pues,  estrañarse  que  tal  estado  de  cosas  hubie- 
se engendrado  conspiraciones. 

Así,  un  número  de  los  mas  respetables  ciudadanos  del 
Paraguay  formaron  una  solemne  liga  para  derrocar  el 
gobierno  de  Francia,  6  tomar  venganza  en  su  persona. 
La  mayor  parte  de  esos  ciudadanos  eran  los  empleados 
del  tiempo  de  la  junta  y  del  consulado,  acérrimos  ene- 
migos del  dictador,  unos  porque  se  veían  sin  destino  y 
separados  de  los  negocios  públicos,  y  otros  porque  ge- 
mían en  las  cárceles.  En  tales  circunstancias  coincidió 
la  llegada  (1817)  de  un  coronel  de. Buenos  Aires  (Balta 
Vargas),  comisario  secreto  del  director  Pueyrredon,  para 
que  se  pusiese  de  acuerdo  con  los  descontentos,  con  el  fin 
dé  hacer  una  revolución  en  contra  de  Francia.  Pero  la 
imprudencia  del  comisario  produjo  su  arresto,  aunque  no, 
felizmente,  el  descubrimiento  de  los  conspiradores.  No 
se  acobardaron  éstos  y  siguieron  trabajando  secretamen- 


DEL  PARAGUAY  321 

te  durante  dos  años,  sin  que  nada  pudiese  descubrir  el 
dictador,  sino  simplemente  sospechar  de  que  algo 
existia. 

Al  fin  concertaron  hacer  el  movimiento  el  viernes  san- 
to .  del  año  1820,  atacando  á  Francia  en  su  propio 
palacio,  haciendo  repTegar  lastropas,  apelar  á los  ciuda- 
danos y  arriesgando  todo  para  emancipar  al  pueblo  de  la 
horrible  tirania.  Pero  quiso  la  desgracia  que  todo  se  des- 
cubriera, en  los  últimos  dias  de  cuaresma,  por  medio  del 
confesonario.  El  confesor,  que  era  un  franciscano,  orde- 
nó al  penitente  que  fuese  á  revelar  el  secreto,  dando  los 
nombres  de  todos  los  conspiradores  al  mismo  dictador. 
Asi  lo  hizo  el  traidor,  y  esa  misma  noche  los  gemidos  de 
la  prisión  de  estado  fueron  aumentados  con  los  llantos  de 
mas  de  cincuenta  de  los  mas  distinguidos  habitantes 
déla  Asunción.    Fueron    arrestados    todos   los    miem- 

.  bros  de  la  antigua  junta  y  los  amigos  y  relaciones  que  te- 
nia. Sus  propiedades  fueron  confiscadas  y  arrasada  la 
casa  en  que  los  conspiradores  tenian  sus  reuniones.  El 
herrero  no  daba  abasto  á  forjar  tantos  grillos;  se  aumen- 

•  tó  el  rigor  y  privaciones  de  un  sistema  de  prisión,  bastan- 
tante'duro  ya;  recurrieron  á  cuanto  el  ingenio  endemo- 
niado podia  imaginar  é  inventar;  se  estendió  el  terror  y  la 
consternación  entre  los  que  habían  salvado  de  los  calabo- 
zos por  el  momento.  El  dictador  se  sintió  fuerte  con  el 
descubrimiento  de  la  conspiración,  á  la  vez  que  éste  le  pre- 
sentaba al  mismo  tiempo  un  plausible  pretesto  para  multi- 
plicar cuanta  precaución  podia  sugerirle  el  miedo  y  cuan- 
ta crueldad  podia  imaginar  la  venganza. 

Francia  vio  ahora  en  los  que  se  le  acercaban  sólo  trai- 
dores y  asesinos;  y  todos  los  habitantes  de  la  Asunción, 
tanto  los  acusados  como  los  que  no  lo  eran,  fueron  puestos 
bajo  todo  el  rigor  de  la  ley. 

Sólo  un  motivo  impidió  á  Francia  el  proceder  á  la  eje- 
cución inmediata  de  los  conspiradores;  pues  todavia  tenia 
miedo.    Ligados  como  estaban  con  todas  las  familias  dis- 

22 


322  GOBERNANTES 

tinguidas  del  Paraguay,  temió  atraer  sobre  sí  el  odio,  6 
levantar  la  rebelión  que  probablemente  tendría  consecuen- 
cia sobre  la  matanza  de  todos  sus  enemigos  de  una  sola 
vez.  Los  dejó,  pues,  consumirse  en  las  prisiones  de  esta- 
do, sin  afeitarse,  cortarse  el  pelo,  sin  lavarse,  mal  ali- 
mentados, miserablemente  vestido^  sin  comunicación  con 
ningún  ser  humano,  hasta  la  muerte.  Sin  asistencia  mé- 
dica, sin  la  presencia  de  amigos,  sin  el  consuelo  de  la  re- 
ligión y  sin  siquiera  la  decencia  del  entierro,  exhalaban 
el  último  suspiro. 

El  dictador  iba  á  caballo,  conociendo  la  enemistad  y 
desconfianza  de  todo  hombre  bueno,  y  con  el  corazón  bu- 
llendo de  odio  para  con  los  pocos  hombres  respetables 
que  habia  dejado  en  libertad.  El  verse  un  hombre  por 
las  calles  á  cien  varas  de  distancia  de  su  persona  era  una 
ofensa  imperdonable;  generalmente  era  arrestado  6  des- 
terrado. Un  dia  se  le  asustó  el  caballo  de  un  barril  que  se . 
hallaba  al  frente  de  una  casa;  a},  instante  fué  arrestado  el 
dueño. 

Al  fin,  en  1821,  ocurrió  algo  que,  apresurando  la  ejecu- 
ción de  muchos  de  los  presos  de  estado  de  Francia,  puso  • 
fin  á  sus  sufrimientos  y  á  algunos  de  sus  temores.  El  ge- 
neral Francisco  Ramirez,  caudillo  de  Entre-Rios,  inició 
una  correspondencia  con  los  conspiradores  confinados  en 
los  calabozos  de  la  Asunción  y  con  otros  descontentos  mal 
dispuestos  contra  Francia*  Cayó  en  manos  de  éste,  por 
torpeza  del  portador,  una  carta  de  Ramirez  que  iba  dirigi- 
da á  don  Fulgencio  Yegros,  presidente  de  la  primera  jun- 
ta del  Paraguay,  en  que  se  hacia  proposiciones  relativas 
ala  revolución. 

Hasta  entonces,  el  gobierno  de  Francia  era  dictatorial, 
mas  ó  menos  despótico,  con  un  simulacro  de  ministerio, 
ejercido  sucesivamente  por  los  ciudadanos  José  Galvan, 
Sebastian  Antonio  Saenz  y  Bernardino  Villamayor;  pero 
desde  que  tuvo  en  sus  manos  el  hilo  de  la  conspiración, 
se  limitó  á  tener  un  actuario  ó  fiel  de  fechos^  que  era  una 


DEL  PARAGUAY  383 

especie  de  escribano  y  de  verdugo,  cargo  con  que  fué  hon- 
rado el  individuo  Policarpo  Patino.  Por  medio  de  éste, 
mandó  (7  de  julio  de  1821)  prender  á  todos  los  sindicados, 
y  entre  éstos,  hizo  bajar  á  la  capital  á  su  compañero,  el 
presidente  de  la  primera  junta  gubernativa  del  Paraguay, 
general  Yegros,  desús  haciendas  de  campo.  Con  un 
lenguaje  fementido,  pero  suave,  Francia  se  le  insinuó, 
diciéndole:  "Compañero:  aquí  me  abruman  la  cabeza  con 
asuntos  contra  usted,  acusándole  que  hace  muchas  reu- 
niones: y  para  evitar  todo  esto,  permanezca  en  la  ciudad 
hasta  que  yo  le  avise."  Lo  que  él  quería  en  realidad  era 
tener  á  la  vista  un  hacendado  rico,  que  por  su  ascendiente 
en  lá  campaña,  se  hacia  temible. 

En  seguida  mandó  redoblar  las  guardias  de  la  capital 
haciendo  personalmente  patrullas  mutíhas  noches  conse- 
cutivas y  dando  orden  á  los  comandantes  de  campaña, 
que  tuvieran  la  mas  activa  vigilancia. 

Esta  fué  la  señal  del  derramamiento  de  sangre  á  rauda- 
les, inocente  mucha  de  ella,  ó  con  pretestos  frivolos. 

Donjuán  Pedro  Caballero,  segunto  miembro  de  la  pri- 
mitiva junta,  compañero  de  Francia  y  el  mas  querido  de 
la  tropa  entre  todos  los  gefes  del  Paraguay,  fué  igualmen- 
te preso. 

El  conductor  de  la  malhadada  carta  á  Yegros* fué  en  el 
acto  fusilado  sin  mas  trámites,  y  los  presos  fueron  some- 
tidos uno  tras  otro,  á  la  terrible  ordaliade  la  ""  Cámara  de 
la  Verdad'\  para  averiguar  su  inocencia,  ó  probar  su 
culpabilidad. 

¿aprueba  produjo  tan  numerosas  confesiones  déla 
existencia  de  otros  reos  y  cómplices,  que  cada  dia  se  veia 
los  calabozos  de  estado  llenarse  de  nuevas  víctimas. 

Sólo  tres  demonios  tenian  acceso  alas  investigaciones 
inquisitoriales  de  la  Cámara  de  Tormento. — El  mismo 
Francia,  un  funcionario  legal  ó  escribano  y  un  archivero. 
Estos  únicamente  sabian  el  resultado  délas  averiguacio- 
nes.   Ese  resultada  sólo  se  revelaba  al  público  por  losca* 


324  GOBERNANTES 

dáveres  de  los  presos  que    dia  tras  dia,  perecían  en  el 
banquillo.  ♦ 

El  primero  á  quien  tocó  la  suerte  desgraciada  de  ser  fusi- 
lado fué  el  general  Yegros  (17  de  julio  de  1821);  dia  acia- 
go en  los  anales  de  la  tiranía  de  Francia!  Como  los  tira- 
dores no  eran  diestros  fué  necesario  concluir  á  bayone- 
tazos, tanto  &  Yegros  como  á  algunos  otros.  Don  Fer- 
nando de  la  Mora  siguió  la  propia  suerte;  luego  tuvieron 
el  propio  fin  Larios  Galvan,  cuñado  del  dictador,  Iturbi- 
de,  Machain  y  otros  hasta  el  número  de  catorce.  Toca  el 
turno  al  general  Caballero,  quien,  temiendo,  con  mucha 
razón,  correr  la  misma  suerte  que  Yegros,  líiandó  pedir  á 

.  su  esposa  una  navaja  de  barba  y  se  degolló  con  ella.  Al 
entrar  la  guardia  por  la  mañana,  para  arrastrarle  al  ban- 
quillo, lo  encontró  cadáver,  y  escrito  con  carbón  en  la 
puerta  de  su  calabozo  el  epitafio  siguiente:  ""Biensé  que 
el  suicidio  es  contrario  á  las  leyes  de  Dios  y  de  los  hom- 
bres.— pero  la  sed  de  sangre  del  tirano  de  mi  patria  no 
se  ha  de  aplacar  con  la  mia!"  * 
El  mismo  dictadar  presenciaba  esas  ejecuciones  desde 

•  la  puerta  de  su  casa  con  un  libro  en  la  mano;  al  terming,rt 
por  ese  dia  el  sangriento  acto,  dijo  en  voz  alta: — "/Fí- 
va  la  patria! ¡Miceran  los  traidores!   ¡Hoy  acaba  mi  ele- 
mencia  y  desde  hoy  reina  la  Justiciar 

Los  cadáveres  estuvieron  tirados  en  la  plaza  todo  el  dia. 
Ala  noche  mandó  el  comandante  Bejarano,  que  avisa- 
sen á  sus  casas  pasasen  á  recogerlos.  El  de  Yegros 
fué  levantado  por  cuatro  soldados,  y  de  tropel  fueron  & 
casa  de  su  esposa  (doña  Facunda  Esperati),  se  ló  arro- 
jaron de  golpe  sin  decir  una  palabra. 

El  18  del  mismo  mes  se  continuó  la  misma  trágica  repre- 
sentación. Los  primeros  que  salieron  en  este  dia  al  su- 
plicio fueron  el  anciano  canónigo  doctor  Baldovinos,  pro- 
puesto obispo  en  la  época  colonial;  engrillado  en  la  casa 
de  la  tesorería,  conducido  de  allí  al  cuartel  del  colegio  por 
la  plaza  pública  y  en  medio  de  cuatro  soldados  y  un  cabo, 


DEL  FABAGUAT  325 

armados  de  fútiles,  juntamente  condón  Francisco  Diaz 
de  Bedoya,  ministro  tesorero  de  hacienda,  los  cuales  fue- 
ron puestos  en  capilla,  hasta  exigirles  la  entrega  de  la  su- 
ma áe  diez  y  ocho  mil  patacones,  lo  que  hicieron  sacrifi- 
cando todos  sus  intereses  para  conseguir  su  salvación. 

Fueron  fusilados  los  dos  hermanos  del  canónigo,  el 
doctor  Marcos  y  don  Joaquin  Baldovinos,  como  también 
don  José,  hijo  del  segundo,  joven  como  de  veinte  años  y 
preso  en  la  cárcel,  su  primo  don  Mariano,  hijo  del  mismo 
don  Marcos,  y  en  seguida  confiscación  de  todos  sus  bie- 
nes. Consecutivamente  fueron  saliendo  en  los  dias  poste- 
riores los  demás  reos,  llenando  siempre  el  número  de  siete, 
por  dia  á  escepcion  del  noveno  dia,  en  que  fusiló  cuatro, 
dos  correntinos,  un  paraguayo  y  un  porteño. 

El  14  de  agosto  fuerctfi  fusilados  otros  siete,  repitiéndo- 
se esta  operación  casi  dia  tras  dia,  con  la  mayor  parte  de 
los  presos,  cuyos  cadáveres  quedaban  espuestos  hasta  la 
noche,  que  eran  conducidos  por  sus  desconsolados  deu- 
dos, para  darles  una  oscura  y  silenciosa  sepultura. 

Estas  sangrientas  escenas  fueron  repitiéndose  hasta  fi- 
nes de  diciembre  de  1824. 

El  doctor  don  Buenaventura  Diaz  de  Bedoya  murió  en 
la  prisión,  después  de  muchos  años,  con  dos  barras  de 
grillos. 

Entre  las  víctimas  del  doctor  Francia  cayó  envuelto  el 
célebre  naturalista  Bonpland,  establecido  en  Santa  Ana, 
por  el  solo  hecho  de  haber  asegurado  que  el  ramo  de  la 
yerba  de  Corrientes  llegaría  á  progresar  tanto  y  su  cali- 
dad seria  tan  buena  y  con  tanta  abundancia,  como  la  del 
Paraguay.  El  comandante  de  la  Tranquera  de  San  Miguel, 
parage  situado  en  esta  banda  del  Paraná,  avisó  al  dic- 
tador que  en  esas  misiones  se  habia  plantificado  un  gran 
beneficio  de  yerba,  y  qué  lo  dirigía  un  francés.    Inme- 


\ 


H  I 


326  GOBERNANTES 

diatamente  (diciembre  de  1821)  di6  órdenes jjara  que  aquel, 
comandante  destruyese  el  establecimiento,  lo  incendiase, 
y  á  todos  los  hombres  que  trabajaban  en  los  yerbales  los 
mandase  presos  á  la  capital.  En  efecto,  á  las  sombras 
de  la  noche,  cayó  sobre  ellos  una  partida  paraguaya  de 
cuatrocientos  hombres  haciendo  fuego.  Este  caso  ines- 
perado los  hizo  fugar,  y  dispararse  por  los  montes;  &  4 
escepcion  de  doce  infelices;  que  con  Mr.  Bonpland,  fue- 
ron tomados  por  la  partida.  Amarrados  y  bien  asegura- 
dos  fueron  conducidos  á  la  Asunción  con  todos  los  ani- 
males de  que  leshabia  sido  posible  apoderarse,  dejando 
una  fuerte  guarnición,  para  impedir  la  estraccion  de  la 
yerba  que  estaba  hecha  y  quemaban  todos  los  dias.  Deja- 
ron á  Bonpland  bien   recomendado  en  el  pueblo  de  Santa 

María.  , 

Al  dia  siguiente  de  su  llegada^  diez  de  aquellos  ino- 
centes jornaleros  fueron  sacados  al  suplicio.  Los  mandón 
fusilar  apesar  del  llanto  y  lamentos;  y  al  segundo  dia  hizo 
ejecutar  álos  dos  restantes,  que  eran  hermanos,  y  á  gran- 
des gritos  decian  que  no  habian  ido  &  trabajar  como  si  esto 
fuera  un  crimen,  sino  comprar  un  poco  de  yerba  que  nece- 
sitaban. Nada  escuchaba  ese  corazón  de  hiena,  quien  con 
la  mayor  serenidad  presenció  lajbárbara  ejecución.  Luego 
que  Bonpland  estuvo  en  presencia  del  dictador,  le  mandó 
sacar  los  grillos,  devolver  todo  lo  que  no  habia  sido  roba- 
do por  sus  emisarios  y  le  fijó  por  residencia  el  pueblo  de 
Santa  María  de  Fé,  á  veinte  y  cinco  leguas  de  Itapuá,  hoy 
Encarnación. 

En  vano  trataron  ilustres  protectores  de  Bonpland  obte- 
tener  su  libertad;  los  residentes  ingleses  de  Buenos  Aires 
y  de  Rio  Janeiro,  el  embajador  de  Francia  en  el  Brasil, 
conde  de  Cabriac,  el  ministro  de  relaciones  esteriores  de 
Francia,  barón  de  Damas,  el  mismo  emperador  del  Brasil, 
nada  consiguieron  en  sus  nobles  tentativas  á  ese  respecto. 
Cuantos  mas  empeños  se  ponian  an  juego  tanto  peor  era 
para  el  célebre  naturalista,  á  quien  con  eso  se  le  hacia 


DEL  PARAQUAT  327 

aparecer  como  una  persona  de  grande  importancia,  aún- 
emelo era.  Ni  su  esposa  que  se  presentó  al  dictador  con 
una  carta  particular  de  recomendación  del  ministro  Da- 
mas, pudo  conseguir  su  soltura,  hasta  muchos  años  des- 
pués. 

Al  fin  una  noche  fué  visitado  por  el  comandante  de  Santa 
Maria,  ó  uno  de  sus  oficiales,  con  unos  cuantos  hombres, 
diciéndole  que  acababa  de  llegar  orden  de  la  Asunción  pa- 
ra hacerle  salir  del  Paraguay,  esa  misma  noche.  Se  le 
permitió  llevar  consigo  un  poco  de  ropa,  tanto  dinero 
cuanto  bastase  para  sufragar  sus  gastos  hasta  Corrientes, 
y  nada  mas.  Todo  el  resto  de  su  propiedad  quedó  aban- 
donado; y  sin  haber  nunca  recibido  an  solo  peso. 

Fué  conducido,  en  la  oscuridad  y  soledad  á  las  márge- 
nes del  Paraná,  donde  habia  lista  una  canoa  para  recibirle; 
se  le  hizo  atravesar  Al  costado  de  Entre-Rios,  bajo  una 
escolta  de  soldados;  allí  le  desembarcaron,  dejándolo  solo. 

Tal  fué  el  desenlace  de  los  nueve  años  de  detención  de 

Mr.  Bonplandenel  Paraguay. 

Lo  mas  estrago  qs  que  lejos  de  haber  abandonado  el 
Paraguay  con  .  aquel  sentimiento  ^e  odio  hacia  Francia, 
inspirado  naturalmente  por  su  conducta  para  con  él, 
Bonpland  hablaba  del  dictador  con  serenidad  filosófica,  y 
sólo  sentia  que  éste  no  le  permitiese  volver  al  pais  que 
acababa  de  dejar. 

Eñ  1822,.á  causa  de  que  á  un  infeliz  albañil  español  de 
nombre  Bustinza,  se  le  antojara  decir,  con  toda  candidez 
y  con  el  fin  de  salvarse  del  furor  de  Francia,  que  algunos 
paisanos  suyos  le  hablan  dado  consejos  sobre  el  modo 
de  fabricar  un  acueducto  y  con  el  pretesto  de  que  los  in- 
dividuos de  su  nación  trababan  la  marcha  del  gobierno, 
espidió  un  decreto  que  se  mandó  publicar  en  las  cuatro 
esquinas  de  la  plaza  (9  de  junio  de  1821)  ordenando  que 
todos  los  españoles  que  se  encontraban  en  la  capital,  en 
un  radio  demedia  legua,  se  presentasen  en  ella  en  el  tér- 
mino de  dos  horas. 


338  GOBERNANTES 

En  ei  plazo  prefijado,  se  hallaban  reunidos  en  la  plaza 
como  á  las  diez  de  la  mañana  mas  de  300  españoles,  con- 
tándose entre  ellos  el  mismo  obispo  don  Pedro  Garcia  dfe 
Panes,  el  general  Velazco,  ex-gobernador  del  Paraguay, 
y  don  José  Demaria,  cuñado  del  doctor  Escalada,  primer 
arzobispo  de  Buenos  Aires. 

Todos  fueron  llevados  á  la  cárcel,  menos  el  obispo  Pa- 
nes que  salió  en  libertad,  4  1^  oración  del  mismo  dia,  y  á 
los  demás  se  les  formó  en  el  patio  del  cuartel  de  la  Ribera 
y  seles  leyó  un  decreto  del  dictador,  que  les  imponía  una 
multa  de  ciento  cincuenta  mil  pesos  fuertes,  que  cada  uno  de 
ellos  debia  integrar  según  la  fortuna  que  se  les  calculaba. 
Fueron  saliendo  á  medida  que  iban  entregando  la  multa 
impuesta.  Los  mas  pobres  salieron  con  orden  de  retirar- 
se, unos  á  cuatro  y  otros  á  diez,  leguas  de  la  capital.  Al- 
gunos obtuvieron  su  libertad  mercedla  la  generosidad  de 
algunos  negociantes  paraguayos  que,  compadecidos  de 
su  desgracia,  no  trepidaron  en  sacarlos  de  apuros  espo- 
niéndose á  incurrir  en  las  iras  del  tirano. 

Para  no  cansar  al  lector,  diremos  que  el  dictador  se 
ocupó  en  azotar  y  seguir  causas  criminales  desde  fines 
de  sentiembre  de  1821  hasta  fines  de  diciembre  de  1824. 
Marchaba  con  lentitud  tomando  estas  cosas  como  por 
entrtenimiento,  ó  como  decia  Otflrguez,  á  su  segundo: 
*"  degollará  tisted,  todas  las  semanas,  dos  españoles,  á  falta 
de  éstosdos  porteños  y  á  falta  de  éstos  dos  aporteñados, 
para  conservar  la  moral. 

En  enero  del  año  siguiente  introdujoun  nuevo  impuesto, 
con  el  objeto  de  tener  que  hacer  una  carnpaña  militar,  pre- 
fijando el  término  de  diez  dias  para  su  cumplimiento,  se- 
gún se  verá'por  el  siguiente 

•  DECRETO 

El  gobierno  ha  resuelto  hacer  pasar  á  la  otra  banda  un 
cuerpo  de  tres  mil  hombres  6  más,  si  fuese  preciso,  á  fin 
dé  franquear  la  navegación  y  librar  el  tráfico  mercantil 


DEL  PARAGUAY  329 

de  las  trabas,  piraterías  y  bárbaras  vejaciones  con  quo 
impiden  su  curso  los  pueblos  de  las  costas,  pretendiendo 
arbitrariamente  llamar  á  sí  el  dominio  y  aprovecharse  de 
sus  atroces  depredaciones  para  conservar  esta  República 
en  la  mas  infamante  y  servil  dependencia,  y  preparar  de 
este  modo  su  atraso,  menoscabo  y  ruina;  y  exigiendo  se- 
mejante espedicion  considerables  gastos  para  la  que  no 
pueden  bastar  las  rentas  actuales  de  la  tesorería,  se  hace 
por  eso  necesario  recurrir  á  arbitrios  estraordinarios. 
Aún  sin  entrar  en  otras  consideraciones  políticas,  los  lla- 
mados europeos  establecidos  en  el  país,  ademas  de  no  ser 
incomodados  para  la  milicia  por  su  ejercicio  y  aptitudes 
proporcionadas  por  sus  facultades,  participarán  también 
de  las  ventajas  y  utilidades  provenientes  de  la  seguridad 
del  tránsito  y  navegación,  aún  sin  ser  ciudadanos  de  la 
República  y  sin  tener  que  sufrir  los  penosos  trabajos, 
molestias,  incomodidades  y  riesgos  de  vida  que  sufren 
los  patriotas,  y  á  que  se  esponen  abandonando  á  sus  fa- 
milias y  el  reposo  de  sus  casas.  Por  esta§  fuertes  razo- 
nes, se  impone  á  los  mencionados  europeos  una  contribu- 
ción de  ciento,  cincuenta  mil  pesos  fuertes,  cuya  suma 
espera  el  gobierno  tratarán  de  enterar  liberalmente  tenien- 
do en  vista  que  es  para  el  bien  y  facilidad  de  ellos  mismos, 
quedando  ademas  de  eso  exentos  de  ahora  en  adelante  de 
toda  contribución  para  obras  públicas. 

El  ministro  de  hacienda  queda  encargado  de  hacer  sa- 
ber esta  resolución  y  de  recaudar  de  los  contribuyentes 
en  el  plazo  de  diez  dias,  contados  desde  esta  fecha  la 
cuota  respectivamente  designada  á  cada  uno  en  la  nota 
que  acompaña  este  decreto,  firmado  por  este  gobierno; 
y  I  de  su  ejecución  dará  parte.  Asunción,  22  de  enero 
de  1823. 


En  efecto,  en  las  Misiones  orientales  estableció  el  dic- 
tador un  campamento  en  el  que  habia  una  división  de  mil 


330  GOBERNANTES 

quinientos  hombres  al  mando  de  su  general  Norberto  Or- 
tellado;  é  hizo  salir  para  Candelaria  embarcados  cien 
artilleros  con  algunas  piezas  volantes.  En  la  Asunción 
habia  mil  hombres  en  cada  uní)  de  los  tres  cuarteles,  y 
cuando  salía  alguna  fuerza  se  reponía  con  gente  de  la 
campaña.  Los  comandantes  eran  Rolon,  de  San  Francis- 
co, Alvarenga  del  Colegio  y  Fernandez  del  Hospital,  que 
era  de  caballería.  Esta  fuerza  tenia  por  objeto  invadirá 
Corrientes.  Para  trabajar  en  la  maestranza  y  alistar  los 
buques  que  se  preparaban,  el  dictador  hizo  venir  á  la  ca- 
pital los  europeos  qué  estaban  desterrados,  todos  bajo  la 
dirección  del  maestro  mayor  Soloaga,  señalando  un  plazo 
fijo  dentro  del  cual  debia  estar  todo  listo. 

En  el  mismo  año  y  en  el  anterior,  suprimió  el  cole- 
gio de  teología,  tratando  de  justificar  esta  supresión  por 
estas  pomposas  palabras:  "Minerva  debe  dormir  cuan- 
do Marte  vela."  No  quería,  según  lo  refiriera  él  mismo 
mas  tarde,  que  los  alumnos  en  aquella  ciencia,  no  pudien- 
do  entrar  en  las  órdenes  á  causa  de  la  incapacidad  dal 
obispo  para  ordenarlos,  viniesen  á  llenar  el  pais  de  una 
multitud  de  semi-sabios  que,  orgullosos  para  trabajar  con 
sus  propias  manos,  Ulegarian  á  ser  malos  escritores  ó 
abogados  sin  causa. 

En  contraposición  favoreció  la  instrucción  primaria  ha- 
ciéndola obligatoria,  tanto  que  era  al  principio  casi  varo 
encontraren  el  Paraguay  un  hombre  que  no  supiese  leer 
y  escribir  un  poco.  Favoreció  igualmente,  ó  por  lo  menos, 
toleró  los  establecimientos  de  instrucción  privada. 


En  enero  de  1823  el  dictador  fijó  el  pago  de  un  real  por 
cada  cabeza  de  ganado  que  entrase  para  el  consumo  de 
la  capital,   de  cuatro  leguas  en  rededor,  y  también  sobre 


DEL  PARAGUAY  331 

cada  una  de  las  que  se  vendieran  en  camino  para  consu- 
mo en  los  limites,  esceptuándose  las  que  tr^esen  los  estan- 
cieros para  gasto  de  sus  casas.  Estableció  también  que  to- 
carreta  6  carretilla  con  géneros  de  abastecimiento  que 
daviniese  para  los  mercados  de  la  capital,  sus  arrabales 
ó  para  casas  particulares,  habia  de  pagar,  siendo  carreta, 
dos  reales,  y  siendo  carretilla  un  real,  estendiéndose  el 
mismo  impuesto  á  las  carretas  de  carne,  leña  ó  carbón* 

En  mayo  del  mismo  año  se  descubrió  una  conspiración 
por  un  medio  estraño.  El  propio  dia  en  que  debió  esta- 
llar, el  ci  iado  de  uno  de  los  motores,  estando  en  una  pul- 
perla,  tuvo  una  reyerta  con  un  soldado  y  al  momento  fué 
preso.  Dióronle  to  rmento  y  confesó  todo  sin  omitir  cir- 
cunstancia alguna,  pues  era  justamente  uno  de  los  que. 
ayudaron  á  trabajar  la  pólvora.  En  el  trascurso  de  pocos 
dias  fueron  presos  diez  y  ocho  de  los  principales,  los  cua- 
les luego  sufrieron  la  última  pena  y  sus  familias  el  des- 
tierro á  la  villa  de  Etebegó,  erigida  posteriormente  en  villa 
con  la  denominación  del  Salvador,  (por  decreto  consular  de 
5  d6  abril  de  1843)  situada  en  la  margen  oriental  del  rio 
Paraguay,  que  era  entonces  una  especie  de  desierto.  Los 
conspiradores  ejecutados  fueron  seis  porteños,  cinco  es- 
pañoles, cuatro  correntinos,  un  chileno,  un  inglés  y  un 
oriental  natural  deMaldoñado. 


Con  motivo  de'  haber  el  gobernador  de  Santa-Fé,  don 
Estanislao  López,  dispuesto  el  embargo  de  doscientas 
tercerolas  destinadas  al  Paraguay,  el  dictador  dio  orden 
al  fiel  ejecutor  Patino  (26  de  setiembre  de  1823),  para 
prender  á  todos  los  santafecinos  que  se  encontrasen  en  la 
capital,  ignorando  éstos  la  causa  de  tal  medida  hasta  pa- 
sados once  años. 


332  GOBERNANtBS 

Prohibió  igualmente  la  salida  alas  embarcaciones,  que 
en  número  de  doscientas  noventay  tres  existían  en  el  puer- 
to á  la  sazón,  de  todo  tamaño  y  de  lodas  las  naciones,  prin- 
cipalmente argentinas. 


Cuando  setrnt6,en  1824  en  Buenos  Aires,  de  la  reunión 
del  congreso  general   constituyente,  el  doctor  Juan  Gar- 
cía de  Cosío,  camarista-,  fué  comisionado  de  conducir  las 
cartas  de  convocación  de  los  diputados  cerca  de  los  go- 
biernos de  Corrientes  y  Paraguay,  para    promover   su 
congregación,  el  congreso  se  dirigió  al  dictador  Francia  in- 
vitándole para  ese  objeto;  pero  el  doctor  Cossio  no  se  atre- 
vió á  penetrar  hasta  la  Asunción,  limitándose áhacer  pasar, 
desde  Corrientes,  al  doctor  Francia  aquella  invitación.  Sin 
embargo  éste  lo  suprimió,  es  decir,  guardó  profundo  si- 
lencio.   No  habiendo  tenido  el  doctor  Cossio  respuesta  á 
su  primera  invitación,  le  hizo  una  segunda;  y  habiendo 
tenido  ésta  iguat   resultado  que   la  primera  se  dirigió  por 
tercera  vez  al  dictador  detallándole  los  importantes  obje- 
tos que  se  tenían  en  vista  para  la  reunión  de  aquel  congre- 
so: tampoco  obtuvo  contestación,  regresando  en  seguida 
á  Buenos  Aires.    Francia  obraba  asi  tan  descortesmente, 
•  no  respetando  la  gerarquía  de  QÍnguna   clase,  en  virtud 
del  aislamiento  á  que  había  condenado  á  su  país,  por  cu- 
yo medio  fundó,  á  su  mpdo,  el  orden  público,  conservó  al 
Paraguay   de  ser*  diezmada  su  población  por  la  guerra  y 
salvaguardó  su  independencia  nacional  con  detrimento  del 
comercio.    No  obró  así  López,  hijo,  que  viendo  que  nadie 
le  llevaba  la  guerra,  salió  él  á  buscarla. 


El  influjo  de  la  civilización,  la  tendencia  y  el  espíritu 
del  siglo  al  fin  se  hicieron  camino  en  lo  qup  era  entonces 
la  región  de  los  muertos.    Al  fin  entra  el  Paraguay  en  la 


DEL  PARAGUAY  333 

ilustración  del  siglo,  reformando  los  regulares  y  para  ello 
adopta  el  mismo  lenguage  y  los  mismos  principios  que  un 
gobierno  libre,  ilustrado  y  fundado  en  la  opinión  pública. 
Aunque  parezca  una  anomalia,  como  lo  es  en  verdad, 
no  deja  de  ser  un  hecho,  según  se  verá  por  la  lectura  del 
decreto  siguiente: 

EL  DICTADOR    DE    LA    BEPÚBUCA 

Considerando  que  ^las  casas  de  regulares  se  han  redu- 
cido á  tan  escaso  número  de  individuos,  que  sólo  forman,* 
6  conservan  una  apariencia  de  comunidad,  al  mismo 
tiempo,  que  aún  asi  las  más  de  ellas,  si  no  todas,  carecen 
de  lo  preciso  para  proveer  constantemente  á  sus  religiosos 
una  regular  asistencia  y  congrua  sustentación;  reflexio- 
nando también  que  los  regulares  ya  no  pueden  reputarse 
necesarios  ni  inútiles  en  las  presentes  circunstancias,  y 
en  el  estado  abyecto^  en  que  se  hallan  y  que  pudieran 
servir  Tmw  Míí/m^ní^  siendo  secularizados;  he  venido  en 
resolver  y  decretar  lo  que  contienen  los  artículos  si- 
guientes: 

"1^  Se  suprimen  las  conventualidades,  6  casas  de 
regulares  existentes  en  los  territorios  de  la  República. 

"2o.  El  vicario  general  eclesiástico,  usando  de  las  facul- 
tades, á  que  ejecutan  las  presentes  estraordinarias  cir- 
cunstancias, admitirá  y  determinará  las  solicitudes  6  ins- 
tancias de  secularización,  que  promuevan  los  espresados 
regulares,  entendiéndose  salvas  en  todo  caso  de  jurisdic- 
ción y  autoridad  del  supremo  gobierno  de  la  República. 

"3*^.  Los  que  se  hayan  secularizado  serán  destinados  á 
curatos,  sea  en  la  capital,  ó  en  las  villas  y  distritos  de 
campaña,  6  en  las  doctrinas  de  los  pueblos  de  naturales, 
6  también  en  capellanias  castrenses,  según  su  idoneidad  y 
demás  circunstancias,  á  fin  de  que  sean  útiles  en  la  Re- 
pública, y  con  la  dotación  y  emolumento  de  su  oficio  ten* 
gan  una  congrua  y  cómoda  subsistencia:  lo  que  tendr& 


334  GOBERNANTES 

presente  el  mismo  vicario  para  hacer  las  propuestas  con- 
venientes, quedando  á  más  de  esto  habilitados  y  en  apti- 
tud para  obtener  y  ejercer  otros  cualesquier  empleos  6  mi- 
nisterios del  clero  secular. 

"4o.  Mientras  no  fuesen  empleados,  se  les  señalará  pa- 
ra su  mantenimiento  una  pensión,  según  permitan  los 
bienes  de  las  casas  suprimidas. 

"5°.  Por  consecuencia  de  esta  determinación,  todas 
las  propiedades.  6  pertenencias,  de  cualquiera  clase,  de 
los  conventos  suprimidos  son  y  se  reputan  en  adelante 
*  propiedades  del  estado,  y  en  esta  inteligencia  paralas 
disposiciones  que  convenga  tomarse,  los  actuales  prela- 
dos locales  pasarán  á  este  gobierno  dentro  de  veinte  dias 
un  inventario  exacto  y  jurado,  formado  con  asistencia  de 

los  demás  religiosos  existentes  en  la  casa  respectiva,  en 
que  se  espresarán  distinta  y  circunstanciadamente  todos 
los  bienes  raices  y  muebles,  de  cualquier  especie  ó  clase 
que  sean,  pertenecientes  á  sus  conventos  ó  iglesias,  como 
también  las  acciones,  créditos,  censos,  memorias  pias, 
capellanías,  ú  otras  fundaciones  y  derechos  que  tengan, 
6  de  cualquier  modo  correspondan  á  sus  conventos  6  igle- 
sias; entendiéndose  lo  mismo  con  los  libros,  documen- 
tos ó  papeles,  sean  los  que  'fuesen. 

"69  Para  la  puntual  observancia  de  esta  resolupion,  el 
secretario  pasará  copias  autorizadas,  .que  serán  rubrica- 
das por  este  gobierno,  al  vicario  general  eclesiástico  y  á 
los  prelados  de  los  conventos  sobre  dichos. 

"Asunción  del  Paraguay  y  setiembre  20  de  18.24. — El  14 
de  la  independencia. 

José  Gaspar  Rodríguez  de  Francia. 

Por  mandato  de  S.  E. — Bennardino  Villamayor, — se- 
cretario de  gobierno. 

Conociendo,  por  otra  parte,  la  influencia  que  en  el  Para- 
guay ejercíanlos  Railes,  y  principalmente  los  de  la  nación 


DEL  PABAGTJinr  335 

española,  Francia  d¡6  á  los  franciscanos  y  recoletos  de 
aquella  nación  su  propio  convento  por  cárcel,  privándo- 
les de  confesar  y  prohibiendo  á  sus  compatriotas  mante- 
nercon  ellos  la  menor  relación. 

Este  régimen  de  terror,  no  obstante,  produjo  algunos 
buenos  efectos  que  no  debemos  dejar  de  señalar  para  disi 
traer  la  atención  del  disgusto  que  inspiran  tantas  atroci- 
dades.   Los  caminos  públicos  se  hicieron  mas  seguros 

que  en  cualquier  país  de  Europa;  viajábase  sin  armas  y 
podíase  llevar  á  la  vista  oro  y  pedrerías  sin  temor  de 
ningún  encuentro  siniestro.  En  las  ciudades,  los  robos, 
los  delitos  de  cualquiera  naturaleza  se  hacian  cadadia 
más  raros.  Los  cantones  eran  responsables,  mediante 
indemnizaciones,  de  los  robos  que  se  cometieran  en  su 
territorio;  los  particulares  lo  eran  igualmente  de  los  que 
tenian  lugar  en  sus  casas.  La  mendicidad  estaba  aboli- 
da, no  habiendo  nadie  que  dejase  de  trabajar;  la  ociosidad 
origen  de  tantos  vicios,  era  severamente  castigada.  Exis- 
tían escuelas  pública  s  en  casi  todos  los  pueblos  y  villas,  . 
y  ios  habitantes  del  Paraguay,  tanto  indios  como  criollos 
-  sabían  casitodosleer^escribir  y  contar.  En  la  capital  existía 
una  especie  de  escuela  militar  para  los  jóvenes  que  el  mis- 
mo Francia  destinaba  á  la  carrera  délas  armas, y  una 
casa  de  educación  para  las  muchachas  pobres.  La  tierra 
se  habia  cubierto  de  nuevas  producciones,  y  los  medios 
de  trasporte  se  hablan  hecho  con  mas  prontitud,  seguridad 
y  economía. 

Como  los  paraguayos  no  podian  ya  salir  del  pais  sino  * 
mediante  una  licencia  que,  tarde  ó  nunca  se  aoordaba  á  los 
que  se  atrevían  á  solicitarla,  dedicáronse  al   cultivo  del 
•tabaco,  en  mayor  escala  que  antes,  caña   dulce,  maiz, 


336  GOBERNANTES 

arroz  y  mandioca.  El  cultivo  del  algodón  llegó  á  tomar 
mayor  incremento,  pues  la  interrupción  del  comercio  de- 
bia  producir,  como  en  efecto  produjo,  la  ventaja  de  acre- 
centar la  industria  fabril,  aunque  sin  máquinas  de  ningu- 
na clase,  haciéndose  todo  género  de  tegidos  para  vestir- 
se, como  ponchos,  jergas,  etCx  etc. 


Por  una  medida,  digna  de  elogio  que  el  dictador  llega- 
ba á  poner  en  práctica,  ejercía  noventa  y  nueve  actos  des- 
póticos que  las  neutralizaban  haciéndole  cada  vez  mas 
odioso;  y  no  sólo  los  ejercía  en  la  desgraciada  provin- 
cia de  su  mando,  sino  que  intentaba  estender  su  bárbara 
tiranía  aún  para  con  individuos  que  existían  en  otras 
provincias  libres  é  independientes  de  su  opresivo  gobierno. 
Algunos  comerciantes  de  Corrientes  remitieron  intereses 
al  Paraguay  en  la  creencia  de  tener  sus  retornos,  pero  se 
engañaron;  pues,  después  de  una  dilatada  retención  de 
sus  buques  y  cargamentos,  sólo  se  les  permitió  entrar  tre- 
cientas arrobas  de  yerba  (1)  por  via  de  renumeracion  de 
•  gastos  respectivos  ó  sus  cargadores  y  propietarios,  hasta 
tanto  que  el  gobierno  de  Corrientes  le  remitiese  á  un  indi- 
viduo comerciante  de  la  misma  plaza,    que  gozaba  de  la 

(1)  La  yerba  mate  del  Paraguay  se  encontró  en  Salta.  En  1770,  don 
Antonio  Benitez,  natural  del  Paraguay  y  vecino  de  Salta,  la  descubrió 
en  un  lugar  llamado  el  BarUuj  ¿  inmediaciones  del  cerro  Bayo^  en  las 
faldas  orientales  de  la  cordiUera  de  Zenta,  entre  los  paralelos  de  Tanja  y 
Oran.  Aunque  en  años  anteriores  ya  los  tarijefios hablan  hecho  este  des- 
cubrimiento en  el  mismo  lugar,  erraron  el  beneficio  de  la  yerba  por  falta 
de  conocimiento,  y  se  les  prohibió  en  Chuquisaca  que  vendieran  la  que 
llevaron  álli,  por  haber  salido  pésima  y  muy  amarga.  Pero  en  el  citado 
año  de  1770,  ¿  instancias  del  marqués  de  Tojo,  pasó  Benitez  al  (mismo 
•  lugar  con  veinte  y  cinco  peonas  y  benefició  mas  de  mil  arrobas  durante 
cinco  ó  seis  meses  de  residencia.  Hecho  el  examen  de  día  por  personas 
inteligentes  en  llk  ciudad  de  la  JE^lata,  la  hallaron  idéntica  ¿  la  del  Para- 
guay, oonla  sola  diferencia  de  cUgun  fortiny  por  ser  tan  fresca,  pues  debia 
pasar  algún  tiempo  mas  enzurronada. 


DEL  PARAGUAY  337 

mayor  consideración,  para  ejercer  con  él  todos  los  actos 
de  la  filantropía  que  acostumbraba. 


Sabiendo  por  esperiencia  que  los  paraguayos  traían 
ordinariamente,  de  sus  viages  de  países  estrangeros, 
ideas  liberales  que  el  dictador  juzgaba  incompatibles  con 
la  estabilidad  de  su  gobierno,  de  pronto  tomó  la  determi- 
nación de  no  dejar  ya  salir  anadie.  Ademas, tenia  que 
temer  que  los  naturales,  y  en  particular  los  habitantes  del 
campo  que  conocían  perfectamente  las  localidades,  diesen 
&  las  potencias  vecinas  informes  de  que  podrían  servirse 
en  caso  de  guerra.  Aun  temía  que  estos  viageros  llegasen 
á  servir  de  guia  á  los  enemigos  si  la  invasión  se  efectua- 
ba. Y  en  cuanto  á  los  estrangeros,  su  política  consistía 
en  hacerlos  servir  de  rehenes,  en  caso  necesario,  para  su 
seguridad  personal.  Tales  son  los  motivos  de  las  prohi- 
biciones que  sumergieron  á  tantas  familias»  en  el  luto. 


En  1825,  el  dictador  mandó  reconcentrar  las  fuerzas 
que  tenia  en  Misiones  en  el  departamento  de  la  Cande- 
laria, y  estableció  en  la  izquierda  del  Paraná  el  campa- 
mento del  Salto  y  de  la  Tranquera  de  Loreto,  manteniendo 
en  ellos  fuertes  destacamentos  de  ti-opas  militares.  Sin 
embargo,  mas  tarde  (1832),  consultando  la  conveniencia, 
mandó  trasladar  aquel  campamento  á  la  trinchera  de  San 
José  y  construir  fuertes  atrincheramientos,  estableciendo 
guardias  en  Santo  Tomás  y  en  el  mismo  pueblo  de  Cande- 
laria. 


Previendo  el  libertador  Bolívar  que  el  sistema  tiránico 
que  encaminaba  y  reduela  al  Paraguay,  á  ser  el  inmenso 
cadáver  galvanizado,  á'espcrimentar  el  temor  perpetuo,  la 
esclavitud  incesante,  la  abdicación  deja  propiedad,  espio- 

23 


.  ^ 


338  GOBBRNANTBS 

nage  etc.,  se  adelantó  á  invitar  por  medio  de  una  nota  al 
dictador  Francia  á  que  pusiese  término  al  sistema  de 
aislamiento  y  neutralidad  que  habia  observado  hacia  mas 
de  doce  años,  confiando  en  que  la  esperiencia  de  ellos  de- 
bía haberle  producido  desengaños  evidentes;  proponién- 
dole al  mismo  tiempo  enviar  y  recibir  agentes  cercade 
uno  y  otro  gobierno,  á  cuya  invitación  dio  Francia  la  res- 
puesta siguiente: 

"Patricio:  los  portugueses,  porteños,  ingleses,  chilenos, 
brasileros  y  peruanos  han  manifestado  á  este  gobierno 
iguales  deseos  á  los  de  Colombia,  sin  otro  •resultado  que 
la  confirmación  del  principio  sobre  que  gira  el  feliz  régi- 
men que  ha  libertado  de  la  rapiña,  y  de  otros  males  á  es- 
ta provincia,  y  que  seguirá  constante,  hasta  que  restituya 
al  nuevo  mundo  la  tranquilidad  que  disfrutaba  antes  que 
en  él  apareciesen  apóstoles  revolucionarios,  cubriendo 
con  el  ramo  de  oliva  el  pérfido  puñal  para  regar  con  san- 
gre la  libertad  (Jue  los  ambiciosos  pregonan;  pero  el  Pa- 
raguay los  conoce,  y  en  cuanto  pueda  no  abandonará  su 
sistema,  al  menos  en  cuanto  yo  me  halle  al  frente  de  su 
gobierno,  aunque  sea  preciso  empuñar  laespadadela 
'  justicia  para  hacer  respetar  tan  santos  fines;  y  sí  Colom- 
bia me  ayudase,  ella  me  daria  un  dia  de  placer,  y  repar- 
tirla con  mayor  agrado  mis  esfuerzos  ante  sus  buenos 
hijos,  cuya  vida  deseo  que  Dios  nuestro  señor  guarde 
muchos  años.— Asunción,  23  de  agosto  de  1825. 

José  Gaspar  de  Francia." 


Para  que  se  vea  hasta  donde  puede  llegar  un  hombre 
enceguecido,  falseando  la  historia  conocida  por  todos  y 
pintando  aun  feroz  tirano  con  los  colores  mas  brillantes, 
con  que  se  podria  pintar  al  mas  benemérito,  damos  á 
continuación,  tomada  de  la  obra  titulada  "Descripción 
Histórica  de  la  antigua  provincia  del  Paraguay,  por  don 


DEL  PARAGUAY  339 

Mariano  Antonio  Molas,  corregida,  aumentada  y  ano- 
tada por  el  doctor  Ángel  J.  Carranza  etc.,"  publicada  en 
Buenos  Aires,  en  1868,  la 

ARENGA  PRONUNCIADA  POR  EL   DOCTOIl   DON    JOSÉ  ISASA,  EL 
6  DE  F.NERO  DE   1826,  CON  MOTIVO  DEL  CUMPLEAÑOS 

DEL  DICTADOR  FarNCIA 

La  naturaleza  tiene  sus  épocas  fíjas  en  que  manifiesta 
SU  fuerza  y  su  poder;  forma  seres  que  hermosea  con  sus 
dones:  produce  sabios  militar  es  que  bajo  una  benéfica  com- 
binación trae,  el  consuelo  á  sus  pueblos:  políticos  profun- 
dos que  bajo  una  sabia  administración  enriquecen  sus  co- 
marcas^ y  la  llenan  de  abundancia  y  felicidad:  por  fin 
ella  presenta  en  el  teatro  del  universo,  héroes  que  elevados 
con  el  tiempo  al  último  grado  de  sublimidad  hacen  feliz  á 
una  nación  entera. 

En  este  círculo  delicioso  de  sus  ricas  producciones  di6 
este  mismo  dia  á  luz  á  V.  E.  para  que  elevado  con  el  tiem- 
po ala  suprema  dictadura  que  tan  dignamente  ejerce 
diese  el  ser  y  abundancia  que  ha  dado  ásu  país. 

En  V.  E.  reunió  todas  las  cualidades  que  repartió  entre 
otros  hombres  célebres  y  á  V.  E.  destinó  para  engran- 
decer la  República  del  Paraguay  y  elevarla  al  nivel  de 
las  demás  naciones  del  orbe  político. 

Los  hombres  de  su  tierna  edady  Exmo.  señor,  no  pe- 
netran los  arcanos  de  la  providencia,  pero  ella  sabiamente 
los  conduce  á  su  destino;  les  prepara  acontecimientos 
felices  para  hacerse  la  espectaclon  del*  universo  y  atraer- 
se el  voto  general  de  su^  conciudadanos. 

El  gobierno  sabio  de  V.  E.  se  ha-  hecho  admirar  y  res- 
petar de  las  demás  provincias  de  Sud-América;  dichosos 
y  felices  los  que  vivimos  bajo  los  auspicios  de  V.  E. 

Este  día  grande  que  renueva  el  natalicio  de  V.  E.  es  cé- 
lebre en  el  sentir  de  un  filósofo  por  que  el  cielo  preside  el 
nacimiento  de  un  hombre  que  no  es  nada  para  sí,  por 
ser  todo  para  los  demás:  y  por  que  dio  el  ser  á  un  mortal 


340  GOBERNANTES 

digno  de  poner  en  sus  manos  el  destino  de  los  demos  hom/^ 
bres.  Marchemos  rápidamente  á  presentarle  el  ramo  de 
oliva. 

Este  es  el  lenguaje  con  que  se  esplica  el  sabio  Chars  de 
Ni  mes;  y  yo  mducido  en  los  mismos  principios  de  este 
gran  nieditador,  me  tomo  la  reverente  confianza  de  ofre- 
cer á  V.  E.  estos  conceptos  en  demostración  del  respetuo- 
so afecto  con  que  yo  y  losdemas  hijos  de  Córdoba  admi- 
ramos y  respetamos  la  sabia  administración  de  V.  E, 
Quiera  el  cielo  prolongar  felices  años  el  gobierno  de  V. 
E.  y  que  cerrado  para  siempre  el  templo  de  Juno  sea  la 
paz  de  esta  República  mas  duradera  que  la  de  Octavio 
Augusto  en  Roma.    He  flicho . 

No  hay,  en  esta  arenga,  una  sola  palabra  de  verdad;  es 
un  hacinamiento  de  mentiras  que  subleva  el  espíritu  hasta 
de  un  muerto,  como  si  con  uno  6  de  uno  en  este  estado 
se  hablara,  borrando  de  las  historias  cuanto  de  Francia  se 
dijera.  La  sangre  de  las  numerosas  víctimas  que  se  sa- 
crificaron á  la  arbitrariedad  y  despotismo;  los  sollozos  y 
lágrimas  que  derramaron  sus  madres,  sus  hijos,  sus  espo- 
sas y  sus  hermanos,  contestarán  sobre  la  verdad  del  len- 
guage  del  autor  de  la  arenga.  Este  llama  libertad  á  la  es- 
clavitud mas  abyecta,  la  ignorancia  confesada  por  el  mis- 
mo Francia,  confundida  con  la  ilustración. 


La  República  dol  Paraguay,  desde  Francia  hasta  So- 
lano López,  no  conoció  otro  gobierno  que  la  tiranía  más 
sangrienta  y  degradante  y  sus  hijos  otro  hogar  que  la 
humedad  de  un  oscuro  calabozo  ó  la  humilde  choza  del 
proscripto. 

El  mayor  delito  que  un  ciudadano  paraguayo  ó  español 
podia  cometer  era  propender  á  ser  ¡lustrado.  Francia  no 
podia  consentir  que  en  la  República  existiese  un  hombre 
que  rivalizara  con  su  inteligencia,  y  cuando  notaba  que 


DEL  PARAGUAY  341 

alguno  podia  ser  su  competidor  ó  apio  para  suministrar 
luces  á  otros,  6  para  ser  elegido  presidente,  buscaba 
frivolos  protestos  para  encerrarle  y  para  mandarle  fusilar 
pasados  algunos  dias.  Pero,  si  estaba  destemplado  6 
furioso  con  sus  terribles  accesos  de  hipocondría,  no 
aguardaba  á  encontrar  pretestos,  sino  que  francamente  j 
sin  preámbulos  dictaba  sus  medidas  con  arrogancia  man- 
dando sacar  del  encarcelamiento  á  la  víctima  para  que  le 
fusilasen  frente  á  su  morada,  cuya  ejecución  presenciaba 
desde  ana  ventana  baja  de  su  palacio. 

Solia  decir  á  cada  paso,  cuando  le  daban  una  noticia 
que  podría  ignorar:  Yo  lo  sé,  pues  nada  hay  que  yo  no  lo 
sepa.  Para  manifestar  que  todo  lo  sabia ,  se  le  ha  vis^o 
hacer  toda  clase  de  papel,  como  ^  de  abogado,  legislador, 
secretario  de  estado,  labrador,  empedrador,  filó3Qfo,  lin- 
güista, algebrista,  astrónomo,  intrigante,  recluso,  talabar- 
tero, armero,  director  de  aduana,  ministro  de  hacienda, 
habilitado  general  de  las  tropas,  inspector  de  cuarteles, 
director  de  caballería,  artillería .  y  de  ingenieros,  sargento 
instructor,  sastre  y  hasta  carcelero  y  verdugo.  S^^  petu- 
lancia era  tal  que  aun  pretendió  hacer  el  papel  de  agrimen- 
sor,  y. con  su  teodolito  medir  tprpemente  ángulos,  agudos 
y  obtusos,  iiasta  que,  para  completar  sus  líneas,  veia 
que  era  necesario  de  nidiaiUres  cuai'tas  partes  de  las  casas 
de  la  Asunción.  Por  último,  tratando  de  repai'ar  sus 
errores  de  agrimensura,^  se  presentaba  cual  arqui- 
tecto. 

Para  Francia,  los  gefes  y  oficiales  eran  cero  y  los  des- 
pedia  y  encarcelaba  con  tan  poca  ceremonia  del  mismo 
modp- como  echaría  de  su  presencia  aun  esclavo  que  le 
ofendiera.  (1)  ..  ,  ' 

(1)  Un  dia,  el  comandante 'de  un  cuerpo  favorito  ^d»' granaderos  se 
prei^entd  en  la  parada,  coq  una  ^nauo^tn^p.:-  el>  diolad^r  lo  vio  desde  su 
ventana  y,  no  gastándole  la  moda,  le  mandó  llam«k    ^£sa  gorra  es  lin- 


342  GOBERNANTES 

Era  muy  curioso  verle  en  su  atavío  de  dragón,  cambian- 
do su  habitual  frac  negro  y  espadín  de  diplomático  por  la 
casaca  y  espada  de  general  español;  su  sombrero  de  copa 
alta  por  uno  de  dos  picos.  Al  costado  izquierdo  del  pe- 
cho llevaba  de  un  modo  conspicuo  lo  que  algunos  llama- 
rían estrella  y  otros,  lazo,  puesto  que  participaba  de 
ambos,  por  su  rico  bordado  y  por  la  mezcla  de  éste  con 
cintas  tricolor— colorada,  azul  y  blanca.  Agregúese  á 
eso,  un  sable  de  caballería  con  vaina  de  acero  no  muy 
bruñido  y  un  par  de  pistolas  de  doble  cañón,  con 
pistoleras  cubiertas  de  terciopelo  carmesí.  Llevaba 
también  una  faja  de  raso  azul,  con  una  borla  en  cada  uno 
de  sus  estremos.  Asi  ataviado,  con  todo  sus  honores  mi- 
litares, no  se  desprendía  de  sus  medias  de  seda,  hebillas 
de  oro  y  zapatos  delgados,  y  mucho  menos  de  su  bastón 
amarillo  con  puño  de  oro  y  con  borla  negra,  emblema  de 
la  autoridad  civil.  Tenia  un  odio  inveterado  á  las  botas  y 
se  jactaba  de  no  haberlas  jamás  usado  desde  que  se  re- 
cibió de  abogado.  Sobre  las  medias  de  seda  llevaba  ata- 
das sus  espuelas  militares,  y  asi  medio  soldado  y  medio 
diplomático,  Francia  salía  á  ejercicios  doctrinales,  inspec- 
ciones y  revistas.  Con  su  bastón  cívico  embutido  dentro 
de  un  receptáculo  hecho  espresamente  en  las'pistoleras,  y 
empuñando  con  la  mano  derecha  su  sable  á  la  cabeza  de 
dos  escuadrones  de  caballería,  marchaba  en  ademan  de 
conducirlos  á  la  carga.  Pero  dejando  á  un  lado  las  ridi- 
culas estravagancias  del  dictador,  pasemos  al  verdadero 
reinado  del  terror  de  este  sanguinario  tirano,  cuyo  nom- 
bre se  hizo  tan  célebre  en  todo  el  mundo. 

disima— le  dijo— pero  como  no  es  de  tmiforme,  tenga  usted  la  bondad  dd 
quitársela; — saqúese  la  casaca — el  pantalón;  ya  está  usted,  sefior,  en  el 
estado  en  que  ^o  le  elevé — ^mándese  mudar ,"  y  asi  le  despidió. 

Poco  después,  un  centinela  del  mismo  cuerpo  habia  permitido  á  una 
persona  entrar  sin  ser  anunciada,  en  el  acto  el  dictador  despide  toda  la 
guardia  y  coloca  en  la  puerta  un  negrito  que  hizo  las  veces  de  guardia, 
portero  y  maestro  de  ceremonia  por  algún  tiempo.  No  pasó  mucho  tiem. 
po  en  que  disolvió  este  cuerpo  que  se  componia  de  jóvenes  decentes,  por 
no  tener  confianza  «n  él. 


DEL  PARAGUAY  343 

La  relación  de  los  hechos  bárbaros  de  Francia,  la  encon- 
trará el  lector  recorriendo  las  obras  de  Robertson,  Reng-  ^ 
ger  y  Lonchamp  y  tantos  autores,  cuyos  nombres  se  re- 
gistran en  nuestra  Bibliografía  Histórica  del  Paraguay, 
aun  inédita.  Esas  obras,  aunque  exactas  en  el  conjun- 
to, hay  exageración  y  aun  inexactitud  en  sus  detalles,  sin 
que  por  eso  disminuya  lo  horrible  déla  tiranía  de  Francia. 
Nosotros   nos   limitamos   á   unos  cuantas  hechos  de  los 

practicados    con    distinguidos    personages    del     Para- 
guay. 

El  doctor  Francia  quedó  completamente  desconcertado, 
asi  que  leyó  su  reinado  del  terror  caracterizado  con  tanta 
verdad  aunque  con  bastante  parsimonia,  por  los  señores 
Renggery  Longchamp.  En  su  defensa  contra  estos  es- 
critores, en  los  Apuntamientos  que  damos  mas  ar- 
riba, Francia  ha  clasificado  aquel  documento  de  Ensayo 
de  mentiras^  sin  destruir  uno  solo  de  los  específicos  car- 
gos de  que  se  le  acusaba  y  de  cuyos  hechos  son  tes- 
tigos todos  los  que  lo  presenciaron,  y  que  no  eran  po- 
cos. Los  caballeros  suizos,  á  quienes  él  considera  sus 
enemigos,  no  hicieron  mas  que  decirle  la  verdad  con- 
signando el  catálogo  de  horrores  compilado  por  ellos. 

No  negó  la  ejecución  del  general  Yegros,  del  español 
conocido  con  el  sobrenombre  de  El  Pelado^  del  pobre  al- 
bañil,  ni  de  los  cuarenta  y  mas  individuos  respetables  de 
la  Asunción,  inmolados  sólo  por  sospechas  y  celos.  No 
negó  la  cruel  muerte  que  él  ocasionara  al  anciano  é  ino- 
cente general  Velazco  y  su  fiel  escudero,  ni  la  de  los  igual- 
mente inocentes  Andrés  Gómez,  después  dfe  una  prolon- 
gada prisión,  incomunicado  y  con  pesados  grillos,  el  13 
de  mayo  de  1835,  y  la  de  Zavala.  Negó  la  existencia  de 
cárcel  y  calabozos  de  Estado,  pero  no  negó  la  de  Ete- 
begó,  punto  de  destierro,  en  donde  estaban  alojados  co- 


V-» 


344  GOBERNAN  TES 

/  mo  300  de  los  mas  respetables  vecinos,  sumergidos  en  la 
miseria  y  la  inmundicia.  No  negó  su  "conducta  obser- 
vada con  Bompland. 

La  Asunción  y  todo  el  Paraguay  parecía,  durante  el 
reinado  de  Francia,  la  mansión  de  los  muertos.  No  se 
sentia  una  risa,  un  festejo  en  el  Paraguay;  muda  la  gui- 
tarra, todos  los  ojos  empapados  en  lágrimas,  todos  los 
corazones  sollozando  de  pesar;  la  risa  do  la  hiena  con- 
templando la  destrucción  y  la  muerte.  Recórrase  todo 
el  muado  y  búsquese  un  hombre  que  en  el  presente  siglo 
sea  un  borrón  parala  humanidad,  y  no  se  encontrará 
sino  en  el  rincón  mas  remoto  de  el  (Paraguay):  ese 
hombre  fué  el  doctor  Francial 


Después  de  haber  concedido  licencia  á  los  señores 
Rengger  y  Longchamp  para  salir  del  Paraguay,  Fran- 
cia, despechado  de  haber  visto  circular  por  todo  el  mun- 
do su  fiel  retrato  gráfico,  dictó  una  providencia  el  13  de 
julio  de  1830,  ensañándose  con  dichos  señores  y  tratando 
á  Rengger  de  albeitar,  pérfido,  falsario,  inicuo,  envene- 
nador, seductor,  etc.,  etc. 


El  joven  comerciante  vizcaino,  don    Juan    Francisco 
Garmendia  habia  sido  multado  en  12D00  patacones  por  el 
dictador,  y  los  entregó,  mas  al  poco  tiempo  se  le  exigie-^ 
ron  otros  12000,  y  como  no  los  tuviera,  fué  fusilado  eL5^ 
de  setiembre  de  1830,    domingo,  dia  en  que  se  solem-^ 
niza  la  función  del  Corpus  Cristi  en  la  parroquia  de  San  * 
Roque.    Su- hija,    la   virtuosa    señorita   Panchita    Gar-* 
mendia,  conocida  por  la  diosa   del  Paraguay,   por  su " 
hermosura  tuvo  el  mismo  desgraciado  fin,  en  la  época 
del  último  tirano,  López,  por  quien  habia  sido  persegui- 
da para  satisfacer  sus  brutales  deseos,  á  que  continua- 


DBL  PABAGUAT  345 

mente  se  había  negade,  hasta   que,  á  su  nombre,  fué 
bárbaramente  lanceada  por  orden  de  su  émula. 


El  odio  inveterado  del  dict^idor  por  los  españoles  6  á 
lo  que  con  ellos  tuviera  alguna,atingenc¡a  no  tenía  lími- 
tes, y  lo  manifestaba  ácada  paso,  como  puede  verse  por 
el  documento  disparatado  que  sigue: 

El  artificioso  procedimiento  que  han  observado  los  eu- 
ropeos españoles  Juan  Pérez  y  Alejandro  García,  para 
que  la  parte  de  caudal  perteneciente  al  primero  de  resul- 
tas de  Ja  compañía,  y  comunidad  de  bienes  en  que  han 
vivido  por  el  dilatado  tiempo  de  treinta  ó  cuarenta  años,  no 
recayese  en  el  citado  por  falta*  de  herederos,  y  se  con- 
fundiesen en  beneficio  de  su  consocio  y  su  familia,  se 
convence  claramente,  en  primer  lugar,  con  el  hecho  de 
que  luego  después  de  la  revolución  fraguó  al  citado  Pé- 
rez un  testamento  cerrado,  haciendo  á  un  hijo  menor  de 
edad  de  su  compañero  Garcia,  llamado  José  Galo,  la  do- 
nación de  dos  mil  pesos,  laque  aun  debe  reputarse  cap- 
ciosa por  no  haberse  querido  dar  á  saber  esas  calidades 
de  futura  sucesión,  con  que  se  hizo,  y  que  solo  se  dan 
por  insertas  en  la  escritura  posterior  deMa  misma  do- 
nación sin  especificarlas,  y  sin  querer  tampoco  el. citado 
consocio  manifestar  aquel  testamento,  evadiéndose  con 
decir,  que  no  habiéndolo  encontrado  entre  los  papeles 
del  finado,  no  sabia  si  lo  habia  roto  ó  quemado,  lo  que 
no  podía  ignorar,  atendida  la  íntima  familiaridad  y  co- 
municación con  que  vivían  juntos  en  una  misma  casa, 
presumiéndose  por  todo  esto  fundadamente,  que  esta  es 
una  ocultación  maliciosa,  para  que  no  se  descubran  co- 
icas importantes,  especialmente  no  habiendo  hecho  Pérez 
otfo  testamento  en  tantos  años  corridos  después  hasta  su 
muerte.  Lo.  segundo  porque  con  el  mismo,  objeto  fra- 
guaron después  costear  y  establecer  en  compañía  una 
ca«a  de  curtiduría   en  Guayaibití  destinada  únicamente 


\ 


346 


GOBEBNUrrES 


para  que  el  citado  Galo  con  losados  mil  pesos  donados 
y  su  tia  Francisca  Machain  coa  otros  dos  mil  pesos, 
según  espone  el  propio  Garcia,  curtiesen  cueros  de  su 
cuenta,  y  para  su  beneficio,  sin  que  el  finado  Pérez  re- 
portase utilidad  alguna,  hal^iéndosele  franqueado  la  cur- 
tiduría con  cargo  solamente  de  hacerlas  mejoras,  que  sin 
señalarlas  se  pretestan,  ose  fingen^  las  cuales  aun  cuan- 
do fueran  ciertas,  eran  inútiles  para  Pérez  respecto  á 
que  no  han  servido,  ni  babian  de  servir  sino  para  pro- 
vecho de  los  agraciados  con  el  usufructo,  en  cuya  confor- 
midad es  creíble  hubiesen  curtido  algunos  miles  de  sue- 
las pues  que  solo  en  la  casa  del  mismo  Garcia  se  han  en- 
contrado muy  cerca  de  tres  mil,  concluyéndose  de  aquí 
que  el  establecimiento  dé  la  curtiduría  no  fué  sino  un  be- 
llo arbitrio  para  beneficiar  á  dicho  José  Galo.  Lo  terce- 
ro porque  consiguientemente  á  estos  hechos  la  estancia, 
que  con  multitud  de  ganados  ha  tenido  el  otro  hijo  lla- 
mado Manuel  Antonio  en  la  costa  abajo  y  que  según  la 
voz  común  ha  corrido  como  suya  propia,  debe  pruden- 
temente, y  con  sobrado  fundamento  juzgarse,  que  no  te- 
niendo de  donde  adquirirlas,  igualmente  fué  por  vida 
con  auxilio  y  dinero  dados  por  Pérez;  porque  habiendo 
sido  preso  como  reo  de  estado  el  referido  Manuel  An- 
tonio, su  padre  Alejandro  Garcia  intentó  venderla  como 
propia  haciéndola  ofrecer  á  Pedro  Trigo  por  conducto 
de  su  hijo  mayor  el  mencionado  José  Galo,  en  seis  mil 
doscientos  pesos:  es  mas  bien  de  juzgarse  que  el  pre- 
tender apropiarse  dicha  estancia  solo  fué  otra  medida 
fraudulenta  para  precaver,  que  como  pertenencia  de  su 
hijo  fuese  embargada  de  resultas  de  su  prisión,  y  de  lo 
contrario  seria  forzoso  concluir  que  ocultó  esta  finca  en 
su  manifestación  de  bienes,  en  cuyo  inventario  no  apa- 
rece, sino  que  valga  por  lo  mismo  decir  que  la  cony)ra 
de  tierras  para  la  estancia  se  hizo  por  Antonio  Recalde, 
lo  uno  porque  siendo  este  también  europeo  español  y 
además  concuñado  del  propio  Garcia,  no  puede  ser  con- 


DEL  PARAGUAY  347 

siderado  sino  como  instrumento  idóneo  para  cooperar  á 
encubrir  el  oculto  manejo,  bien  fuese  figurando  la  com- 
pra de  la  tierra  en  nombre  propio,  ó  traspasándola  pri" 
vadamente  al  hijo  de  Garcia,  de  quien  siempre  ha  sido 
reputada,  y  lo  otro  porque  el  engaño  ha  quedado  ya  des- 
cubierto con  el  hecho  de  haber  el  mismo  Garcia  intenta- 
do vender  las  tierras  y  los  ganados  una  vez  que  se  les 
abonase  el  principal  gastado,  ofreciendo  darlo  no  solo 
al  fiado,  sino  al  plazo  que  quisiese  Trigo,  como  este  ha 
declarado  bajo  juramento,  manifestándose  en  esto  el 
empeño  que  tenia  en  verificar  á  su  nombre  la  enagena- 
cion  de  cualquier  modo  que  fuese,  lo  quenoTle  corres- 
pondia  hacer  con  una  finca  agena  que  no  fuese  suya, 
ni  de  su  familia.  Lo  cuarto  por  ser  una  prueba  evidente 
de  fraude  y  ocultación  el  que  habiendo  Pérez  girado  en 
compañia  y  vivido  en  comunidad  de  bienes  con  el  citado 
Garcia  tantísimos  años  con  la  circunstancia  de  que  como 
soltero  á  quien  no  se  le  conocian  gastos  estraouplinarios, 
no  podia  haber  hecho  mayor  dispendio  en  la  sociedad,  y 
que  ademas  tenia  dinero  aún  para  emplear  railes  en  be- 
neficiar á  los  hijos  de  su  compañero,  se  figure  ahora 
haber  muerto  sin  dejar  un  medio  real  para  enterrarse,  y 
que  el  consocio  con  la  larga  familia,  que  por  ello  debe 
haber  hecho  crecidos  gastos,  se  alce  con  todo  el  caudal 
habido  durante  la  compañia,  á  mas  de  ser  también  increí- 
ble, que  el  mismo  Garcia  no  hubiese  mías  dinero  que  dos- 
cientos treinta  y  cinco  pesos  manifestados  como  propio, 
habiendo  sido  ambos  reputados  entre  los  mas  acaudala- 
dos comerciantes,  no  debiendo  tampoco  menor  crédito  á 
cualquier  cuenta  ó  declaración  .que  hubiesen  maniobra- 
do entre  los  dos  y  que  deben  suponerse  figuradas,  6  for- 
jadas para  ocultar  y  sustraer  la  parte  del  caudal  de  Pérez 
de  su  pertenenc  ia  al  estado;  así  por  todo  lo  que  se  ha 

dicho,  como  por  ser  ya  muy  conocida  la  desaforada  fala- 
cia, malas  artes  y  diabólicas  maquinaciones,  que  usan  los 
europeos  y  españoles,  para   engañar,  encubrir  sus  frau- 


348  GOBERNANTES 

■ 

des,  y  sus  intentos  de  engañar,  así  es  que  se  les  ha  visto 
en  América  violar  atrozmente  y  con  imprudenciasus  tra- 
todos  y  convenios  y  es  también  público  y  bien  sabido  en 
Europa  y  en  América  que  un  español  europeo  se  fué  á 
España  titulándose  marqués  de  Guaraní,  (1)  y  fingiendo 
torpemente  que  iba  con  tomision  de  este  gobierno  (doc- 
tor Francia)  enviado  al  rey  de  España,  cuya  ficción  y  bru- 
tal mentira  habiéndose  descubierto,  se  le  hubo  de  imponer 
*en  el  tribunal  de  alcaldes  de  corte  como  á  falsario  insolen- 
te la  pena  del  último  suplicio,  que  al  fin  se  reservó  para 
el  caso  de  quebrantar  el  destierro  á  que  fué  confinado; 
pero  aún  *sin  salir  de  los  del  círculo  ó  parentela  del  propio 
G^vcisL,  aquí  mismo  se  ha^visto  que  el  europeo  español  Mi- 
guel Guanes,  casado  con  prima  de  su  muger,  no  solo  ne- 
gó con  juramento  la  remisión  clandestina  que  hizo  á 
Corrientes  de  unapartidade  onzas  de  oro,  sino  que  también 
para  encubrirla,  hizo  fingir  como  fingió,  y  le  remitió  por 
su  especial  encargo  el  otro  europeo  español  Isidoro  Mar- 
tínez de  aquella  vecindad,  una  cuenta  falsa  é  imaginaria; 
pero  después  convencido  el  mismo  Guanes  por  las  cuen- 
tas anteriores  de  dicho  Martinez,  que  ^demostraban  no 
quedar  en  su  poder  alguno  perteneciente  á  Guanes,  así 
como  por  la  contrariedad  é  implicancia  de  dicha  cuenta 
fingida,  con  lo  que  éste  habia  declarado  de  ser  los  efectos 

remitidos  por  aquel  procedente  de  un  libramiento  dirigido 
contra  Pedro  Quesney,  no  tuvo  mas  arbitrio,  que  confe- 
sar, que  efectivamente  habia  remitido  las  onzas  recono- 
ciendo haber  jurado  falso,  y  no  solo  él  juró  falso,  sino 
que  además  hizo  jurar  falsamente  al  conductor  europeo 
portugués  Manuel  Hodriguez,  que  habiendo  también  ne- 
gado primeramente  la  llevada  de  las  onzas,  después  lo 
confesó  igualmente  bajo  del  juramento  espresado,  flue 
solo  habia  jurado  falso,  por  inducción  y  sugecion  de  Gua- 

t  (1)    Véase  al  final  de  esta  parte  sobre  Francia  lo  ocurrido  al  titctlááo  . 
marquü  de  Guaraní,  ... 


DEL  PARAGUAY  349 

ñas,  de  suerte  que  es  bien'  manifiesta  la  propensión  y  fa- 
cilidad de  los  europeos  españoles  á  fingir,  y  forjar 
papeles-  y  cuentas  falsas,  fraguar  mentiras,  y  hasta 
jurar  falso  siempre  que  conduzca  á  sus  intereses,  ó  á  sus 
depravados  fines  y  planes  de  iniquidad;  loque  tampoco 
ha  pasado  en  esto,  cuando  á  mas  de  las  repetidas  conju-. 
raciones  que  han  maquinado  y  la  descomunal  ó  mas  bien 
ridicula  patraña  del  fingido  marqués  de  Guaraní  enviado 
á  España  ha  llegado  al  estremo  dé  envenenar  á  los  patrio-* 
tas,  lo  que  se  observó  en  el  europeo  español  Burguez  á 
quien  parece  se  le  privó  hacer  el  oficio  de  curandero  á 
que  se  habia  metido,  y  se  observó  igualmente  en  el  mal- 
vado europeo  suizo  albeitar  Juan  Renger,  nativo  del  villo- 
rio  de  Arau,  que  vino  á  introducirse  en  el  Paraguay  en 
clase  de  médico,  complotándose  íntima  y  estrechamente 
con  los  europeos  españoles  y  con  el  francés  Saguier  espía 
realista  descubierto,  que  se  metió  á  boticario,  sospechán- 
dose que  al  modo  que  este  habia  sido  destinado  desde 
Europa,  envenenaba  también  álqs  patriotas,  como  lo  hizo 
con  muchos  individuos  de  tropa  muertos  con  su  asisten- 
cia, y  con  el  tesorero  de  guerra,  á  mas  del  espíritu  de 
seducción  que  bien  manifestó  el  pérfido  falsario  y  desa- 
gradecido Renger,  reprobando  al  sajón  Guitaro  Leman  el  . 
tener  relaciones,  ó  correspondencia  con  los  patriotas,  di- 
ciéndole  que  se  retirase  de  ellos,  y  que  mejor  vida  se  pasa- 
ba con  los  europeos;  por  todo  lo  cual  el  gobierno,  para 
no  tener  que  acusar  á  este  inicuo  suizo  Y  mandarlo 
ahorcar  como  asesino  envenenador  y  seductor,  nun- 
ca quiso  acceder  á  la  pretensión  que  hizo  de  quedarse  aún 
aquí  sin  duda  para  continuar  el  malvado,  atosigando  y 
aún  ver,  si  algún  dia  se  le  proproionaba  la  ocasión  de  ato- 
sigar al  propio  dictador  según  lo  habia  hecho  con  tantos 
individuos  de  tropa,  y  con  el  mencionado  tesorero  que  se 
redujo  á  agonias  mortales  luego  de  la  bebida  ó  brevage 
que  le  hizo  tomar,  retirándose  aquel  malhechor  desde  el 
mismo  intante  sin  querer  volver  jamás  á  su  casa  con  re- 


350  GOBEBNANTES 

petidos  llamamientos,  y  como  lo  hizo  igualmente  el  re- 
ferido 3urguez  con  el  clérigo  Orué,  que  del  mismo 
modo  estuve  á  morir  desde  el  momento  en  que  le  aámi- 
nistró  su  droga,  aunque  nada  de  lo  dicho  debe  parecer 
estraño,  hallándose  comprobado  que  el  fa^cineroso  Ren- 
ger  era  un  maldiciente  y  calumnioso  enemigo  aún  de  los 
americanos  patriotas  de  otros  Estados;  pues  que  la  carta 
que  dirigió  de  Buenos  Aires  á  la  muger  del  citado  Recaído 
en  20  de  setiembre  de  1824,  interceptada,  juntamente  con 
la  escrita  á  su  hija  Angela,  le  decia  entre  otras  cosas  es- 
tas formales  palabras:  "En  Buenos  Aires  no  me  hallo,  • 
los  porteños  han  tomado  todos  los  vicios  de  todas  las  na- 
ciones europeas,  sin  tener  una  de  sus  virtudes.  Este  pue- 
blo parece  una  casa  arruinada,  que  han  pintado  por  fuera 
de  nuevo.  Con  la  primera  tormenta  está  todo  en  el  sue- 
lo"; y  áeste  modo  el  mismo  Juan  Renger  cometió  también 
la  infamia  propia  de  bribones  desalmados  de  ir  fingiendo 
en  otros  paises  una  caterva  de  embustes  y  mentiras,  des- 
figurando hechos,  ocultando  su  conducta,  maldades  y  fe- 
chorías en  el  Paraguay,  y  procurando  desconceptuar  al 
dictador,  á  sus  oficiales  y  tropas  todo  por  su  depravada 
inclinación,  y  coligación  con  los  europeos,  y  por  despi- 
carse enconado  de  no  habérsele  consentido  quedar  para 
casarse  como  quería  con  la  hija  de  dicho  Recalde,  estan- 
do ya  conocida  su  perversidad,  á  fin  de  que  no  continuase 
haciendo  á  los  patriotas  la  guerra  sorda  de  envenena- 
miento, por  lo  que  fué  también  echado  y  despedido  de  la 
asistencia  al  cuartel  de  pardos,  y  donde  casi  todos  los  que 
'  se  enfermaban  morían  infaliblemente, luego  que  los  admi- 
nistraba su  brevage,  habiendo  de  este  modo  despachado  á 
más  de  veinte  de  ellos  en  solo  dos  meses  de  asistencia, 
cesando  esta  mortandad  con  su  espulsion  de  dicho  cuar- 
tel, de  todo  lo  cual  bien  se  deduce,  que  el  intento  de  los 
enropeos  españoles  complotados  con  el  maldito  suizo, 
acérrimo  contra  la  independencia  de  América,  ya  que  no 
tuvieron  buen  suceso  sus  conspiraciones  y  tramas,  ha  sido 


DEL  PARAGUAY  351 

ver  si  podían  ir  despachando  callada  y  disimuladamente 
á  los  patriotas  y  especialmente  á  los  mas  decididos,  que 
cayeron  en  sus  manos,  y  tuviesen  la  imprudencia  y  sim- 
plicidad de  tomar  sus  bebistrajos  preparados  y  confeccio- 
nados secretamente  entre  ellos,  y  todo  esto  á  mas  de  sus 
otros  insidiosos  manejos,  instigaciones,'  maledicencia, 
seducción  y  sordas  maniobras  bien  sabidas  y  conocidas, 
lo  que  no  es  solamente  en  el  Paraguay,  pues  que  última- 
mente han  sido  espulsados  y  desterrados  de  toda  la  Repú- 
blica de  Méjico  todos  los  europeos  españoles  por  sus  ma- 
quinaciones y  malignidad»  En  consideradion  de  todo  y 
que  durante  la  espresada  sociedad  se  construyeron  dos 
casas  grandes,  á  saber,  la  una  de  la  habitación  de  Garcia 
y  la  otra  al  frente  de  ella,  no  obstante  su  deterioro  y  la 
ruina  que  la  amenaza  de  la  zanja  que  se  le  acerca  del  rio; 
se  adjudica  esta  última  á  la  tesorería  del  estado  por  fini- 
quito y  chancelación  total  de  la  negociación  de  la  compa- 
ñía entre  él  y  el  finado  Pérez,  declarándose  por  con  se- 
cuencia al  primero  libre  de  todo  otro  cargo  ó  responsabili- 
dad por  razón  déla  sobredicha  negociación,  y  quedándo- 
le asi  aplicados  todos  y  cualesquier  otros  bienes  y  acciones 
que  hayan  restado,  pertenecientes  al  mismo  Peroz,  incluso 
los  pocos  manifestados  en  el  inventario  y  la  curtiduría, 
con  la  deuda  de  José  Luis  Pereira,  y  el  producto  y  exis- 
tencias déla  compañía  quetuvieroncon  el  difunto  euro- 
peo español  llamado  también  Manuel  Rodríguez,  cuyos 
papeles,  documentos  y  cuentas  se  le  devolverán  para  que 
use  de  ellos  como  le  convenga.  Asunción,  julio  17  de 
1830. 

Francia. 

Terminada  la  guerra  de  la  República  Argentina  con  el 
imperio  del  Brasil,  una  parte  déla  prensa  porteña  predicó 
la  conveniencia  y  oportunidad  de  enviar  una  espedicion 
para  librar  al  Paraguay  de  su  tirano;  aprovechando  el 
ejército  aguerrido  y  victorioso  que  se  hallaba  disponible. 


352  GOBEBNAKTES 

Desde  luego  podria  entrar  en  operaciones  acercándose  á 
las  Misiones  ocupadas  á  la  sazón  por  el  general  Fructuo- 
so Rivera,  cuyo  cuartel  general  en  Itaquí  se  hallaba  situa- 
do como  á  veinte  leguas  de  Itapuá,  .pueblo  fronterizo  del 
Paraguay,  á cien  leguas  de  la  Asunción.  Considerábase 
empresa  fácil,  bajo  el  punto  de  vista  militar,  puesto  que 
los  paraguayos,  si  bien  numerosos,  no  sabiendo  pelear, 
presentarían  poca  resistencia,  al  frente  de  un  ejército  disci-  " 
plinado.  A  eso  se  agregaba  la  absoluta  carencia  de  gefes 
de  esperiencia,  y  mas  que  todo  la  falta  de  confianza 
que  el  dictador  tendría  en  entregar  el  mando  de  un  cuerpo 
de  hombres  separado,  y  siendo  atacado  por  diferentes 
puntos,  ninguna  defensa  eficazpodria  hacer  en  ninguno  de 
ellos.  El  sistema  de  Francia  de  centralizar  y  hacer  con- 
verger todo  hacia  su  persona,  sin  tener  el  menor  grado  de 
confianza  en  las  partes  subordinadas  era  tan  absurdo 
que  al  primer  choque  habia  de  venir  al  suelo.  Estos 
principios  eran  escelentes  en  teoría,  pero  ya  se  ha  visto  en 
la  práctica  cuan  errado  se  estaba  entonces  sobre  el  resul- 
tado. El  ejemplo  de  esto  lo  tenemos  en  la  campaña  del  ge- 
neral Belgrano  primero  y  en  la  última  guerra  que  duró 
cinco  años  y  que  terminó  con  la  muerte  de  López. 


En  1829,  la  provincia  de  Santa  Cruz  de  la  Sierra  preten- 
dí ób  rir  y  entablar  relaciones  mercantiles  con  la  del  Para- 
guay, enviando  al  efecto,  dos  emisarios  con  pliegos  hasta 
Olimpo,  con  el  fin  de  pasar  á  la  Asunción  á  celebrar  y 
ajustar  tratados  que  arreglasen  el  pretendido  comercio. 
Detenidos  estos  en  dicho  fuerte,  despachó,  el  comandante 
de  él,  los  pliegos  al  dictador  Francia,  pero  éste  con  su 
nativa  impolítica  y  grosería  les  cerró  la  puerta  y  los  oidos, 
y  sin  leer  aún  los  pliegos  de  aquel  gobierno,  se  los  devol- 
vió cerrados  con  los  mismos  emisarios,  ordenando  al  co- 
mandante del  fuerte  que  los  despidiera  cuanto  antes  dealli. 


BEL  PARAGUAY  353 

Igual  desatención  usó  con  el  internuncio  de  la  silla  apos- 
tólica, residente  en  el  Janeiro. 

Para  conservar  á  los  paraguayos  en  la  ignorancia  so- 
bre libertad  y  consiguiente  progreso  de  que  gozaban 
las  demás  secciones  de  América,  Francia  determinó  cor- 
tar toda  comunicación  con  sus  vecinos  y  al  mismo  tiem- 
po  privar  á  estos  últimos  de  los  productos  del  Para- 
guay, que  por  la  larga  costumbre  que  de  ellos  se  tenia, 
se  habia  hecho  para  ellos  de  primera  necesidad. 
Empezó  por  prohibir  la  esportacion  de  maderas  á 
Buenos  Aires,  de  cuyo  gobierno  habia  tenido  sospechas 
de  que  intrigaba  contra  él,  y  aunque  concedia  por  un  mo- 
mento licencias  parciales  para  la  esportacion  de*  la  yerba 
y  tabaco,  al  fin  la  ¿prohibió  del  todo,  complaciéndose  con 
la  idea  del  clamor  que  levantaría  en  las  provincias  interio- 
res á  consecuencia  de  las  privaciones  á  que  él  las  su- 
jetaba. 

Nadie  ignora  que  el    comercio  del   Paraguay,  cuando 

aún  se  hacia  en  una  escala    limitada,  enriquecía    á  los 

pueblos  del  tránsito  hasta  Buenos  Aires,  donde  también 

producía  una  considerable  renta.    Sus    maderas,  tabaco, 

caña  dulce,  arroz,  naranjas,  algodón,  goma,  en  suma, 
innumerables  artículos  de  comercio,  que  no  se  prodacian 

en  las   demás  provincias  argentinas,  ofrecían  un   vasto 
campo  para  el  empleo  del  capital. 

Pero  el  golpe  dado  por  el  dictador  refluía  con  ruinosos 
efectos  sobre  el  mismo  Paraguay.  La  escasez  que  de  esos 
artículos  se  sentía  en  Buenos  Aires  despertó  el  genio  déla 
especulación,  que  trató  de  suplirlos  de  puntos  de  donde 
menos  se  pensaba,  á  no  mediar  tales  ocurrencias.  El  ta- 
baco de  hoja  se  traía  de  la  ludía,  Chile,  Norte- América, 
etc;  las  maderas,  el  tabaco  y  la  yerba,  del  Brasil;  también 
disminuyó  considerablemente  el  consumo  de  la  yerba 
tanto  en  Chile  y  el  Perú  como  en  Buenos  Aires.  Muchos, 

24 


3^  GOBERNANTES 

inducidos  por  su  escasez  6  por  la  inferior  calidad  de  ese 
artículo  del  Brasil,  lo  sustituyeron  por  el  té  ó  el  café.  Los 
brasileros '  se  enriquecieron  sin  oposición  alguna  con  la 
venta  de  sus  artículos  de  muy  inferior  calidad.  ¡Que  bella 
oportunidad  perdió  el  Paraguay  de  enriquecerse  durante  la 
guerra  entre  la  República  Argentina  y  el  imperio  vecino. 
El  rom,  azúcar,  arroz,  tabaco,  en  suma,  todos  los  artículos 
con  que  el  Brasil  surtia  á  Buenos  Aires,  habría  podido 
igualmente  suplirlos  el  Paraguay.  Sus  maderas  se  habriau 
comprado  á  cualquier  precio, y  sus  artesanos  empleados 
en  construir  buques  para  el  Rio  de  la  Plata. 

En  vez  de  tantas  ventajas  que  habrían  fluido  sobre  el 
Paraguay,  cuan  miserable  era  el  cuadro  que  el  país  pre- 
sentaba! el  comercio  de  toda  clase  aniquilado;  individuos 
de  todos  rangos  reducidos  á  la  mas  abyecta  pobreza  y  á 
tal  estado  de  esclavitud  que  era  despreciable  aun  páralos 
indios  (1). 


Es  curioso  lo  que  el  hijo  del  señor  don  Manuel  Luis  de 
Oliden,  don  José  León,  refiere  cuando  hizo  su  viageal  Rio 
Paraguay  para  reconocer  la  embocadura  del  Rio  Otuquis 
y  de  las  costas  occidentales  del  primero  hasta-el  fuerte  de 
Borbon,  hoy  Olimpo,  á  fines  de  1836.  Esta  era  una  buena 
fortificación  con  doce  piezas  de  hierro  de  calobre  y  c.on 
una  guarnición  de  cien  hombres  entre  artilleros  y  fusile- 
ros, pero  desnudos  y  muertos  de  hambre,  porque  rara 
vez  les  llegaban  víveres  de  Villa  Real,  sin  poderse  alejar 
de  la  fortaleza  cien  pasos,  so  pena  de  ser  perseguido  por 
los  indios  guaicurúes.  El  capitán  comandante,  que  era 
un  anciano  de  cien  años  de  edad,  y  que  rara  vez  se  movía 

(1}  Habiéndosele  preguntado  á  nn  indio  paraguayo,  por  qué  no  se  hacia 
cristiano  apuntó  con  el  dedo  á  la  cárcel,  en  donde  habia  entonces  mas  de 
800  presos,  diciendo.  **No  me  gusta  esa  muestra  de  cristianismo;  Dios  me 
hizo  paraguayo  y  no  me  he  de  someter  al  encarcelamiento  y  á  las  prisio- 
nes por  ser  cristiano. 


DEL  PARAGUAY  355 

de  su  cama,  tenia  tanta  confianza  en  sus  soldados 
que  no  había  mas  fusil  fuera  del  almacén  que  aquel  con 
que  se  hacia  centinela  en  la  puerta  del  fuerte.  Algunos 
sargentos  y  gente  de  la  tropa  fueron  á  la  casa  de  José 
León  de  Oliden,  para  conversar  con  él,  pero  no  se  atre^ 
vian  á  hablar»  mucho  ni  de  su  gobierno,  ni  del  estado  de  su 
pais,  á  pesar  de  que  Oliden  les  incitaba.  Haciéndole  ver 
que  habia  allí  dos  hombres  viejos  que  habia  mandado  el  co- 
mandante, para  observar  y  espiar  lo  que  se  decia,:  notán- 
dose entre  otras  cogas  una  muy  estraña,  y  fué  que  cuando 
se  pronunciaba  el  nombre  del  dictador,  todos  se  descu- 
brían, dandoasl  una  idea  harto  convincente  del  estado  de 
abatimiento  y  servilidad  en  que  se  hallaban.^  No  habia 
una  sola  muger  en  Borbon:  hacia  quince  años  que  esa 
gente  estaba  de  guarnición  debiendo  el  destacamento  per- 
manecer allí  25  años. 


'  *  *   « 


La  renta  con  que  Fran  cia  contaba  al  principio  Je  su  dic- 
tadura en  1813,  para  su  ejército,  que  no  pasaba  de  qui- 
nientos hombres,  (sin  marina,  que  no  existia)  y  para 
pagar  á  sus  pocos  empleados,  estaba  presupuestada  como 
sigue: 
Derechos  de  esportacion  sobre  40,000 

tercios  de  yerba $    40,000 

sobre  40,000  arrobas. . .        " 

de   tabaco "    40,000 

cigarros,   etc **    25,000 


tt        tt 


u  « 


Derechos  de  esportacion $  105,000 

Derechos  de  importación,  4  por  ciento 
sobre  mercaderias  importadas  de  va- 
rios puntos,  hasta  la  suma  de  2,000,000        «    80,000 

Derecho  de  alcabala,  pagadero  por  el 
comprador,  sobre  el  producto,  merca- 
dería, tierra;  sobre  todo,  en  suma,  lo 


356  GOBERNANTES 

que  pasaba  de  un  propietario  á  otro, 

4  por  ciento.    Estas    operaciones   se 
presupuestaban  en  4,000,000  de  pesos        "  160,000 
Sellos,  estampillas  de  correos  y  bienes 
de  los  que  morían  intestados "     30,000 

Total $  359,000 

Losgrandes  gastos  de  Francia  consis- 
tían en  mantener  y  vestir  á  sus  instru- 
mentos de  opresión,  las  tropas. 

De  estas  tenia,  en  todo  el  pais,  como 
4,000,  y  calculando  el  gasto  de  cada 
soldado  por  alimento,  vestido  y  sueldo 
auna  razón  moderada  de  120  pesos, 
su  ejército  costaba  al  año $  480,000 

El  sueldo  de  varios  funcionarios  públi- 
cos en  toda  la  República,  incluyendo 
el  mismo  Francia. «    25,000 

Gastos  permanentes  con  conservarlas 
fronteras  y  hacer  incursiones  sobre 
los    indios "     50,000 

Compras  ocasionales  de  armas,  muni- 
ción, cañones,  etc "    30,000 

Total  gastos  anuales  de  Francia $  585,000 

Se  ve  que  para  proveer  á  todas  estas  varias  salidas, 
Francia  debe  haber  levantado  sobre  el  pueblo  del  Para- 
guay (después  de  haberlo  empobrecido  con  su  polítíca 
esterior  esclavizado  con  la  interior,)  585,000  pesos  al  año. 
Las  fuentes,  pues,  permanentes  y  contigentes,  de  donde 
Francia  sacaba  sus  rentas  son  las  siguentes: 

19  Mientras  abolla  el  comercio  del  todo,  solia  conce- 
der, de  cuando  en  cuando,  licencia  para  la  importación,  y 
aveces  para  la  esportacion.  De  toda  propiedad  que  tenia 
este  privilegio  imponía  el  derecho  del  4  hasta  el  30  por 
ciento. 


DEL  PABAGÜAY  357 

29  Confiscabap  los  diezmos,  haciendo  que  se  le  pagasen  V 
para  si,  como  gefe  de  la  iglesia. 

3°.  Cobraba   uíi  impuesto  anual  sobre  todo  almacén  y  J 
tienda  de  la  Asunción. 

49  Se  apoderaba  de  todas  las  rentas  municipales.  ^ 

5?  Del  sobrecargo  de  cada  buque  que  permitía  entrar  - 
en  el  Rio  Paraguay,  el  dictador  exigia  una  copia  de  la 
factura  eligiendo,  según  su  necesidad  6  capricho,  cualquier 
articulo  que  le  gustaba  el  cual  6  nunca  lo  pagaba,  ó  lo 
hacia  algunos  años  después;  6  á  precios  ínfimamente  ba- 
jos y  fijados  por  él  mismo  sobre  principios  arbitrarios  é 
injustos. 

69  Imponía  un  derecho  de  nueVe  por  ciento  sobre  lo  po-  j 
co  que  permitía  esportar. 

79  Establecía  leyes  para  multas  y  confiscaciones  que  á 
las  personas  mas  escrupulosas,  inocentes  y  correctas  las 
hacia  muchas  veces  implacables. 

8^  Convertía  en  estancias  para  ganado  las  numerosas 
propiedades  que  confiscara  á  supuestos  enemigos,  des-  . 
contentos  6  sospechosos,  nombrando  él  sus  propios  capa- 
tacos.  El  ganado  de  tales  estancias  lo  vendía  en  el  merca- 
do, al  menudeo,  sin  permitir  á  ningún  carnicero  que 
vendiese  mas  barato  que  él,  regularizando  así  él  mismo  el 
precio  de  la  carne. 

99  El  derecho  de  confiscación  era  levantado  con  un  mi- 
nucioso é  inquisitorial  rigor  no  conocido  hasta  entonces. 
Todo  el  que  moría  en  el  Paraguay,  no  siendo  natural  del 
país,  dejaba  para  el  estado  todos  sus  bienes  hasta  la  últi- 
ma camisa  que  llevaba  puesta  y  último  peso  que  tenía  en 
el  bolsillo. 

Nada  importaba  el  parentesco  en  cualquier  grado  que 
pudiera  tener  el  pobre  estrangero:  aunque  tuviera  una  es- 
posa y  diez  hijos  del  Paraguay;  aunque  hubiera  vivido  en  el 
país  desde  su  infancia;  aunque  hubiera  estendido  sus  co- 
nexiones hasta  lo  infinito;  aunque  hubiera  beneficiado  al  es- 
tado, pagando  miles  de  pesos  anualmente  todo  eso  de  nada 


358  GOBERNANTES 

le  valia,   si   no  había    nacido    en    el   suelo  del  Para- 
guay. 

10.  Acrecentaban  las  rentas  de  Francia  los  empréstitos 
forzosos  y  las  contribuciones  inicuas. 

Pasamos  por  alto  las  agresiones  inferidas  á  la  provin- 
cia de  Corrientes,  hasta  el  punto  de  llamar  el  gobernador 
Ferré  alas  armas  á  todos  los  ciudadanos  de  la  ciudad  y 
departamentos  de  campaña;  aún  fué  necesario  mandar 
construir  dos  baterías,  una  de  nueve  piezas  en  la  punta 
de  San  Sebastian  y  otra  de  seis  piezasen  la  Rosada.  Fe- 
lizmente, todo  quedó  en  la  nada  porque  el  gobierno  argen- 
tino no  consideró  llegado  el  caso  de  reclamar  por  las  ar- 
mas lo  que  se  tenia  esperanza  de  conseguir  de  un  modo 
pacífico,  pero  no  mientras  viviera  el  doctor  Francia,  con 
quien  no  habia  posibilidad  de  entenderle. 


El  doctor  Francia  era  incansable  en  el  ejercicisdesu 
tiranía;  inñigia  siempre  castigos  hasta  por  presunciones, 
juzgando  los  hechos  como  cometidos,  principalmente  tra- 
tándose de  españoles  y  porteños. 

El  lector  podrá  formarse  una  idea  de  la  índole  de  su 
despotismo  por  el  documento  siguiente: 

Asunción,  agosto  16  de  1836. 

Agregúese  el  espediente  que  Hilario  Recalde  de  la 
descendencia  de  la  parda  santafecina  Clara  Aguiar  dio 
hacen  ya  meses,  pretendiendo  casarse  con  la  porteña  ad- 
venediza Juliana  Martínez  (1),  el  que  no  tuvo  á  bien  pro- 
veer, por  lo  que  visto,  que  no  habiendo  conseguido  por 
este  medio  alterar  la  prohibición  anterior  impuesta  por 
justa  causa  á  esa  descendencia,  han  urdido  el  cartel  de 

(1)    Era  hija  del  señor  don  Pedro  Martmes  Femandes,  del  comercio  de 
Buenos  Aires. 


i 

í 


DEL  PARAGUAY  359 

los  tres  posteriores  hermanos  (1)  la  consabida  Juliana^y 
el  dicho  Hilario,  censurando  el  procedimiento  del  gO" 
bierno,  avanzándose  á  darles  reglas,  y  diciendo  que  los 
de  esa  descendencia  son  tan  patriotas  como  él,  después  de 
.  lo  que  finge  inconsecuentemente  ser  uno  el  autor  bajóla, 
máscara  de  un  verdadero  y  fiel  patriota  al  estilo  de  Buenos 
Aires,  en  donde  todos  los  que  quieren  insultar,  calum- 
niar, zaherir,  y  ofender  reputaciones,  toman  el  infame  y 
ruin  arbitrio  indigno  de  gente  honrada,  de  fraguar,  y  hacer 
insertar  en  una  gaceta  los  mas  inicuos  papeles,  encubrién- 
dose bajo  de  nombres  apelativos  generales,  siendo  este 
desenfreno  una  de  las  perradas,  maldades  y  bribonadas, 
que  desahogando  ridiculamente  viles  pasiones,  acostum- 
bran en  Buenos  Aires  los  malvados  y  bárbaros  porteños, 
y  un  adheridor  tan  malvado  y  bárbaro  como  ellos,sin  aver- 
gonzarse unos  ni  otros  de  tales  infamias  como  gente  pérfi- 
da la  mas  vil,  y  lamas  indigna  del  mundo. 

En  virtud  de  todo,  póngase  en  arresto  á  los  sobredichos, 
respecto  á  que  aquellos  á  quienes  aprovechan  y  pueden 
aprovechar  el  crimen,  y  en  él  tienen  interés,  debe  presu- 
mir, y  juzgarse  haberlo   cometido,  y  publíquese  el  cartel. 

Francia. 


Después  de  la  salida  de  los  estrangeros  del  Paraguay, 
no  hubo  medios  de  obtener  informes  detallados  de  los  últi- 
mos años  del  gobierno  de  Francia,  y  en  caso  de  que  los 
hubieran;  no  tendrían  interés  alguno.  Con  s.us  egecuciones 
ycrueldades  desde  1820  á  1822,  alejó  toda  sombra  de  oposi- 
ción á  su  autoridad;  y  en  efecto  no  quedaron  elementos 
en  que  satisfacer  su  venganza.  Completó,  pues  su  siste- 
ma, y  desde  entonces  una  monótona  oscuridad  cubría  la 
tierra  del  Paraguay, 

Francia  seguía  supliéndose  de  los   artículos  que  nece- 

(1)    Los  fiefiores  don  Mariano,  don  Pedro  y  don  Mateo, 


360  GOBERNANTES 

sitaba  de  Buenos  Aires  ó  Montevideo.  Se  enviaban  en 
primer  lugar  á  Corrientes,  y  de  allí  se  trasbordaban  en  pe- 
queños buques  &  Neembucú  ó  Villa  del  Pilar,  que  era  el 
Cantón  de  la  República.  No  solo  ningún  estrangero  pasa- 
ba de  ese  punto,  pero,  como  puede  fácilmente  suponerse,  á 
nadie  se  le  ocurriría  hacerlo;  puesto  que  el  aislamiento  y 
desolación  del  Paraguay  eran  completos. 

Es  un  hecho  curioso  de  que  cuando  iba  antes  algún 
inglés  al  Paraguay  con  pasaporte  de  su  idioma,  Francia 
no  permitía  descargar  el  buque,  hasta  poder  él  dominar 
la  lengua  como  para*  poder  leer  y  comprender  el  docu- 
mento.   • 

Tal  fué  el  aislamiento  del  Paraguay  que  repetidas  ve- 
ces se  dio  la  noticia  de  la  muerte  de  Francia,  como  cosa 
cierta. 


Finalmente  una  de  sus  últimas  victimas  fué  un  antiguo 
oficial  de  artillería  llamado  Urdapilleta,  á  quien  el  dictador 
comisionó  para  que  examinara  dos  cañones  que  acababa 
de  comprar  en  la  frontera  del  Brasil  y  presentase  su  infor- 
me. El  oficial  desempeñó  su  cometido  de  un  modo  científi- 
coacreditando  su  idoneidad  en  la  materia.  El  dictador  pu- 
do notar,  en  vista  del  informe  que  el  artillero  español  tenia 
mas  conocimientos  de  los  que  él  se  imaginaba,  y,  en  vez 
de  recompensar  ese  servicio  prestado  de  tan  buena  fó, 
dispuso  que  al*  momento  fuese  encerrado  en  un  calabozo. 
El  infeliz  fué,  pues,  sacado  de  su  domicilio  y  Conducido  á 
la  cárcel,  donde  permaneció  dos  años  y  cuatro  meses, 
dejando  abandonados  á  su  virtuosa  esposa  y  dos  hijos  me- 
nores y  confiscándole  además  los  escasos  bienes  que  po- 
seía. Su  pobre  esposa  tuvo  que  dedicarse  al  oficio  de 
dulcera  paru  poder  mantener  á  sus  tiernos  hijos. 

Urdapilleta  veia  salir  cada  tres  ó  cuatro  dias  un  compa- 


DEL  PARAQÜÁT  361 

ñero  de  prisión  para  su  sacrificio,  hasta  que  al  fin  le  llegó 
á  él  su  turno.  A  las  seis  de  la  mañana  del  19  de  setiem- 
bre de  1840,  se  le  notificó  queá  las  nueve  del  mismo  dia 
sufriría  la  pena  impuesta  por  el  dictador.  La  ejecución, 
sin  embargo,  tuvo  que  suspenderse  á  causa  de  una  fuer- 
te tormenta  que  sobrevino  un  cuarto  dehora  antes,  hasta 
el  dia  siguiente  (1),  en  que,  tanto  él  como  otros,  consiguió 
su  salvación  debido  á  la  muerte  del  dictador.  Este,  aún 
en  sus  últimos  dias  se  mostró  inhumano  y  ageno  átodo 
sentimiento  de  ternura,  ya  mandando  retirar  de  su  apo- 
sento á  su  propia  hermana,  que  á  pesar  de  sus' antiguas 
quejas,  iba  á  prestarle  los  últimos  servicios,  ya  amenazan- 
do de  muerte  á  su  médico  que  le  anunciabael  trance  fatal, 
invitándole  á  hacer  su  testamento.  ''No  tengo  que  hacer 
disposiciones — le  gritó  el  moribundo, — mis  herederos  son 
mis  soldados S'  Murió  ala  una  de  la  tarde  del  20  setiem- 
bre (1840)  á  la  edad  de  setenta  y  seis  años  y  diez  y  seis 
dias.  El  dia  de  su  muerte  se  suspendieron  las 
campanas  de  la  catedral  en  una  horca,  para  que  sus 
tañidos  y  dobles  contribuyeran  á  la  plegaria  fúnebre  y 
exequias  del  finado.  (Asi  permanecieron  |jasta  que  se 
construyó  la  nueva  catedral).  El  cuerpo  estuvo  espuesto 
en  su  sala  á'  donde  acudió  el  pueblo  para  cerciorarse  de 
la  noticia'.  Tres  dias  duróla  salva  fúnebre  hecho  á  su  "ho- 
nor. Hiciéronle  un  pomposo  entierro,  depositando  su  ca- 
dáver á  la  derecha  del  altar  mayor  en  la  iglesia  de  la  En- 
carnación, y  eleváronle  un  tümnlo,  que  fué  después  miste- 
riosamente arrasado,  efecto  de  la  justa  execración  en  que 
era  tenida  su  memoria.  A  su  entierro  le  siguieron  treinta 
dias  de  funerales. 
Sin  embargo,  sucedió  en  el  Paraguay  con  el  dictador 

(1)  Sobre  las  numerosas  ejecuciones  del  dictador  Francia,  el  lector 
carioso  puede  consultar  las  obras  Veinte  añoaen  los  calabozos  dd  Pcaa- 
guay^  por  don  Bamon  Gil  Navarro  y  Descripción  Histórica  de  la  antigua  Pro ' 
vincia  dd  Paragt*ay  por  don  Mariano  Antonio  Molas,  corregida,  aumenta- 
da y  anotada  por  el  doctor  Ángel  J.  Carrans^  etc.,  ya  citada, 


362  GOBERNANTES 

• 

Francia  lo   que  en  todas  partes  donde  han  imperado  los 
tiranos,  y  si  no  hubiera  tenido  quien  diera  puntual  cumpli- 
miento á  sus  actos  bárbaros,  no  se  habría  afirmado  en  su 
poder,  que  se  aumentaba  cada  vezqueveia  triunfar  sus 
ideas.    Para  conseguir  que  el  pueblo  se  pusiera  de  su  par- 
te, el  dictador  hizo  circular  que  los  conspiradores  preten- 
dían no  solo  hacer  perecer,  con  él,  á  todos  los  empleados- 
y  cuantos  le  eran  adictos,  sino  tambiien  apoderarse  de  las 
propiedades  de  sus  víctimas  y  distribuírselas  entre  sí,  en- 
tregando en  seguida  el  país  á  su  enemigo  común,  que  era 
Buenos  Aires,  como  se  consideraba  entonces.    Tan  ab- 
surda  idea  produjo  el  efecto  esperado.     Los  empleados 
de  todas  las  gerarqulasse  dedicaron  desde  luego  al  ser- 
vicio delque    los  habia  libertado  del  inminente  peligro  á 
que  se  consideraban  espuestos.     El  espíritu    de   unión 
entre  los  paraguayos  dejó  de  existir,  aún  en  la  familia, 
acusándose  el  hermano  al  hermano  y  el  padrea  sus  hijos, 
si  bien  á  fuerza  de  tormentos.       Todos  los    habitantes 
vivían  aislados,  y  cuando,  para  pedir  ó  preguntar  algo,  te- 
nían que  dirigirse  la  palabra,  solo  lo  hacían  empleando  lo 
mas  indispensable,  y  esto  mismo  en    voz  baja.     Era  el 
Paraguay  á*  la  sazón  la    morada  de   los  muertos  en 
vida. 
• 

Terminada  la  existencia  de  este  siniestro  personage, 
tan  tristemente  célebre  en  los  anales  de  la  tiranía,  se  pro- 
hibió hablar  ni  escribir  nada  acerca  de  él,  porque  los  dos 
que  sucesivamente  le  siguieron,  fueron  sus  imitadores  en 
el  despotismo  y  degradación  del  pueblo  paraguayo,  con 
mas  ó  menos  disimulo,  pero  se  le  hizo  su  funeral  sin  que 
se  hubiese  levantado  una  sola  voz  de  protesta. 


Al  mes  justo   de  la  muerte  del  dictador  (domingo  20  de 


\ 


DEL  PARAGUAY  *  36% 


octubre  de  1840)  la  junta  mandó  poner  en  libertad  á  ciento 
veinte  y  tres  individuos  que  Francia  conservaba  sepultados 
en  los  tenebrosos  calabozos  de  la  Asuncioa,  después  de 
veinte  y  dos  afíos  de  su  horrible  prisión;  ordenando  al  mis- 
mo tiempo  exequias  fúnebres  en  señal  de  dolor  por  la  pér- 
dida de  tan  eminente  ciudadano  que  se  hdbia  sacrificado 
por  la  patria  y  en  cuyo  servicio  contrajo  la  enfermedad 
que  lo  llevó  al  sepulcro.  Sus  honras  fúnebres  se  celebra- 
ron en  la  iglesia  de  la  Encarnación  habiendo  pronunciado 
la  oración  el  presbítero  Manuel  Antonio  Pérez,  En  ella,  el 
orador  se  compara  á  Plinio,  elogiando  á  Trajano,  que 
equipara  á  Francia,  cuyo  carácter  describe  como  "un  en- 
tendimiento comprehensivo  y  sublime,  meditación  reflexi- 
va, resolución  firme,  secreto  inviolable,  entereza  incor- 
ruptible y  política  consumada."  Siguiendo  en  su  apolo- 
gía del  personage  que  nos  ocupa,  el  orador  encuentra 
muy  acertado  el  eficaz  remedio  para  curar  á  los  pueblos 
de  la  epidemia  de  los  malhechores,  mandándolos  pa- 
sar por  las  armas,  una  vez  terminado  el  sumario,  to- 
do lo  que  se  ejecutaba  en  pocas  horas.  Aprueba  la  san- 
gre derramada  de  los  conspiradores,  pgrque  obran- 
do así,  Francia  se  había  portado  como  los  sabios  ciru- 
janos, aplicando  el  cauterio  á  los  miembros  que  am^na- 
ítaban  gangrena,  ó  cortando  la  parte  infecta;  y  no  temía 
aprobar  las  máximas  de  sangre  en  aquel  reQÍnto  sagrado, 
porque  el  mismo  Dios  aprobó  la  conducta*  de  Salomón 
en  las  muertes  de  Adonías  y  de  Joab.  En  una  palabra, 
según  el  presbítero  Pérez,  Julio  César  y  Octavio  Augusto 
no  fueron  mas  dignos  de  la  memoria  de  los  romanos  que 
el  dictador  perpétuí)  de  los  paraguayos:  si  aquéllos,  para 
perpetuar  la  memoria  de  esos  dos  personages,  colo- 
caron su  nombre  en  el  calendario  romano,  debia  supri- 
mirse el  nombre  de  Setiembre  y  colocar  en  su  lugar 
Francia  diciendo,  agosto,  Francia,  octubre,  etc. 
Como  sola  defensa  que  existe  del  doctor  Francia  da- 


364  *       GOBERNANTES 

mos    á  continuación    el    único   documento    á  ese    res- 
pecto. 

ORACIÓN  FÚNEBRE,  DEDICADA  AL  ESCELENTÍSIMO  SEÑOR  DICTADOR  PER- 
PETUO DE  LA  REPÓBLIC/r  DEL  PARAGUAY  EL  CIUDADANO  DOCTOR  DON 
JOSÉ  GASPAR   DE  FRANCIA. 

LA  DIJO  EL  PRESBÍTERO  CIUDADANO  MANUEL  ANTONIO  PÉREZ  EN  LA  IGLE- 
SIA  DE   LA  ENCARNACIÓN  EL  DÍA  20  DE  OCTUBRE  DE    1840. 


Olamavemnt  ad  dominnm  qm  sosoitavit 
eis  salvatorem,  et  libeíayit  eos.  Judicum 
cap.  8.  ▼.  9. 

Llamaron  y  el  Señor  suscitó  en  Salvador, 
f  que  los  paso  en  libertad  de  sus  enemigos. 

Tomada  del  libro  de  los  jaeces  cap.  8.  ▼.  9. 

Exmo.  señor. 
No  podia  haber  acontecido  un  suceso  mas  triste,  que  el 
que  con  el  mayor  dolor  nos  reúne  en  este  templo  á  cele- 
lebrar  las  exequias  del  Exmo.  señor  dictador  perpetuo  de 
esta  República  el  ciudadano  José  Gaspar  de  Francia. 
Desde  los  primeros  dias  de  sz  enfermedad  entró  el  pue- 
blo en  grandes  temores,  viéndose  amenazado  de  la  pérdi- 
da de  tan  gran  bien,  y  este  era  el  asunto  de  las  conversa- 
ciones. Su  edad  adelantada  y  la  malignidad  de  su  enfer- 
medad hacian  temer  á  unos  el  golpe  que  hemos  esperi- 
mentado,  y  quetanto  nos  aflige:  la  buena  complexión  de 
su  temperamento,  y  sobriedad  de  vida  lisongeaban  las 
esperanzas  de  otros,  que  no  tendrian  tan  fatal  resultado. 
¡Discursos  sujeridos  por  el  deseo  de  su  conservación! 
Inútiles,  y  vanas  esperanzas!  Triste  desengaño!  Eldia 
veinte  de  setiembre  á  la  una  de  la  tarde  el  clamor  de  la 
campana  comunica  la  fatal  noticia,  que  S.E.  luchaba  con 
las  agonías  de  la  muerte.  Este  aviso,  aunque  confuso  en 
sí,  pareció  una  voz  articulada,  pues  al  momento  desde  los 
confines  de  la  ciudad  corrrian  tumultuariamente  las  gen- 
tes, y  todos  se  dirigian  á  la  casa  de  gobierno;  y  un  llanto 
universal  asegura  que  el  supremo  dictador  ha  pagado  el 
tributo  impuesta  á  la  descendencia  de  Adán. 


DEL   PARAGUAY  •  365 

Señores,  ese  sepulcro  erigido  en  su  memoria  es  deposi- 
tado de  su  cadáver:  allegaos  4  él,  y  comunicad,  si  es  po- 
sible, movimiento,  espíritu,  y  vida  á  esas  frías  cenizas;  6 
á  lo  menos  humedecedlas  con  las  lágrimas,  que  produce 
vuestro  dolor:  dad  desahogo  á  ese  pesar,  que  os  aflige,  y 
después  haced  una  pausa^  y  escuchadme,  para  que  conoz- 
cáis mas  á  fondo  la  grandeza  del  bien  que  ¡hemos  perdido 
con  la  muerte  de  nuestro  dictador. 

¡Trajano!  Tú  tuviste  un  Plinio,  que  compusiera  una 
oración  en  tu  elogio,  y  que  debia  recitarse  en  tu  presencia; . 
es  de  temer  que  aquella  pluma  seria  ciertamente  dirigida 
en  parte  de  la  lisonja,  y  esperanza  de  la  recompensa. 
Y  tú,  Plinio,  el  esceso  ventajoso,  que  hay  de  tí  áml,  en 
ingenio,  y  facundia,  se  compensa  con  que  yo  elogio  aun 
muerto,  de  quien  nada  tertgo  que  esperar  y  en  la  presen- 
cia de  un  pueblo  testigo  de  los  hechos,  y  de  su  sucesor 
en  la  magistratura  suprema,  digno  de  mi  mas  alto  res- 
peto. 

En  medio  de  las  convulsiones  de  una  revolución,  mi- 
rando  el  Señor  con  benignidad  al  Paraguay,  suscitó  al 
señor  José  Gaspar  de  Francia  para  que  como  Salvador  le 
libertara  de  sus  enemigos  "Clamaverunt  ad  Dominum, 
qui  suscitavit  eis  salvatorem,  et  liberta vit  eos."  Esta 
será,  Exmo.  señor,  laproposion  que  probaré  en  elogio  del 
Exmo.  señor  dictador,  cuya  muerte  lloramos.  No  espe- 
réis, señor,  una  copia  perfecta  de  su  original:  esta  es  em- 
presa de  orador  mas  hábil.  Pero  os  presentaré  un  bos- 
quejo imperfecto,  para  que  mano  mas  diestra  le  perfeccio- 
ne. Este  sólo  debe  contentaros,  y  yo  habré  dado  la  prueba 
de  mi  obediencia,  aceptando  hablar  en  una  oración  públi- 
ca del  hombre  mas  grande,  que  en  el  orden  político  ha 
dado  á  luz  nuestro  siglo. 

INTRODUCCIÓN 

La  América  habia  llegado  á  la  mayor  edad  en  el  orden 
civil,  y  clamaba  exigiendo  su  emancipación    para   en- 


366  .  GOBERNANTES 

trar  en  el  rango  de  las  naciones.*  ¿Pero  cuántos 
escollos  inutilizaban  sus  pretensiones?  Inmensas  disfán- 
tancias,  variedad  de  intereses  entre  los  pueblos  y  provin- 
cias; y  lo  que  es  mas  la  política  del  gabinete  español  la  ha- 
cia vivir  en  quietud,  y  sin  acción  para  quejarse  de  su 
esclavitud  injusta.  Los  ensayos  de  Oruro  á  fines  del 
siglo  pasado  nos  instruyeron  prácticamente  que  era  inútil 
todo  esfuerzo,  y  que  siendo  la  América  prisionera,  los 
americanos  mismos  éramos  sus  esclavos;  por  consiguien- 
te cuanto  mas  se  aumentaba  su  población,  tanto  mas  se 
imposibilitaba  su  independencia. 

En  este  estado  un  conquistador  poderoso  y  teirible 
acomete  á  la  Península:  ésta  por  atender  á  su  defensa,  se 
desatiende  de  todo  cuidado  esterior.  Este  acontecimien- 
to es  el  lance  favorable  y  único  que  le  proporciona  recla- 
mar los  derechos  de  su  libertad.  Pero  la  somnolencia  en 
quehabia  estado  desde  la  conquista,  la  costumbre  de  ser 
mandada  y  siempre  obedecer,  le  impedian  obrar  con  in- 
dependencia. La  América,  en  este  estado,  era  semejante 
aun  hombre^  que,  después  de  haber  estado  mucho  tiempo 
con  grillos,  se  le  quitan  las  prisiones,  y  le  obligan  á  ca- 
minar con  presteza;  todo  le  embaraza,  todo  son  tropiezos, 
y  todo  caidas. 

Dejemos  al  resto  de  América,  y  hablemos  del  Pfiraguay 
desde  que  se  gobierna  por  sí.  Levanta  la  voz,  depone  al 
antiguo  gobierno,  y  erige  una  junta,  que,  aunque  en  par- 
te la  componian  sujetos  demérito  los  unos  menos  habian 
nacido  para  gobernar,  que  para  santificarse  en  un  claus- 
tro; los  otros  ineptos  en  aquellas  circunstancias;  sólo  el 
doctor  Francia  reunia  las  cualidades  necesarias  para  go- 
bernar con  independencia.  Este  hecho  prefija  la  época,  que 
preparaba  la  formación  de  una  República  indepen- 
diente.    • 

Señores,  la  relación  prolija  de  los  hechos  intermedios 
desde  este  acontecimiento  hasta  que  el  señor  doctor  Fran- 
cia fué  nombrado  dictador,  la  juzgo  tan  inútil,  como  im-- 


DEL  PABAGÜAY  367 

pertinente:  ella  me  retarda  tratar  de  mi  asunto,  y  cuantos 
me  escuchan  están  perfectamente  instruidos  de  todo. 

Consideremos  á  este  hombre  prodigioso,  nombrado  dic- 
tador perpetuo,  y  en  estado  de  obrar  sin  dependencia 
temporal.  Un  entendimiento  comprehensivo  y  sublime 
meditación  reflexiva,  resolución  firme,  secreto  inviolable, 
integridad  incorruptible  y  político  consumado  formaban 
el  carácter  del  hombre  que  el  Paraguay  habia  nombrado, 
para  que  estuviera  á  su  cabeza  en  calidad  de  dictador, 
depositando  en  él  toda  su  confianza. 

Cuando  yo  lo  considero  en  su  retiro,  se  me  presentan 
aquellos  astrónomos  sabios  en  el  observatorio,  que,  to- 
mando el  telescopio  político;  miraba  las  revoluciones  civiles 
para  dirigir  con  acierto  sus  operaciones:  observaba  toda 
la  circunferencia  y  puntos  intermedios  del  estado  que  tenia 
que  gobernar,  para  ocurrir  á  sus  necesidades.  Tenia  que 
formar  un  estado  del  todo  nuevo;  y  asiera  necesario  que 
todo  fuera  original. 

¿Qué  era  el  Paraguay,  cuando  nuestro  dictador  se  hizo 
cargo  de  su  gobierno?  El  esqueleto  de  un  gigante,  que 
necesitaba  de  una  mano  maestra,  que  le  vistiera  de  carne, 
piel,  color  y  le  comunicara  el  impulso  de  vida  que  le  cor- 
respondia  á  su  dignidad.  ¿Y  quién  otro  mas  á  propósito 
que  nuestro  dictador  en  los  tiempos  críticos  y  difíciles  en 
que  tenia  que  mandar  preservando  á  su  pueblo  de  las  ca- 
lamidades X{\xe  siguen  á  las  revoluciones  civiles? 

Roma,  en  tiempos  antiguos,  y  Francia,  en  nuestros  dias 
nos  instruye  perfectamente  en  la  catástrofe  que  presentan 
los  pueblos,  cortados  los  vínculos  sociales,  y  quitados  los 
diques  que  contienen  las  pasiones  en  desorden;  el  clamor  de 
nuestros  vecinos  llega  á  nuestros  oídos  y  nosotros  hubié- 
ramos esperimentado  los  males  que  les  afligen,  si  la  Divina 
Providencia  no  hubiera  suscitado  en  la  persona  de  nuestro 
dictador  un  salvador  que  nos  libertara  deestos  males. 

¿Cuántas  providencias  tomó  S.  E.  para  mantener  en  paz 
la  República,  y  ponerla  en  un  estado  respetable  respectoi 


368  GOBERNANTES 

de  las  estrañas?  Provisión  de  armas  y  formación  de  sol- 
dados ocupaba  su  primera  atención:  promete  á  los  intro- 
ductores del  primer  ramo  que  la  introducción  será  libre 
de  todo  derecho,  y  en  su  pago  esportacion  á  elección  los 
frutos  que  les  presentan  mas  utilidad.  Esta  sabia  provi- 
dencia le  proporciona  la  proporción  de  un  armamento  res- 
petable, con  que  consigue  los  dos  fines  que  se  babia  pro- 
puesto. 

Da^o  este  paso,  necesitaba  brazos  diestros  que  mane- 
jaran estas  armas.  ¡Me  asombro,  cuando  contemplo  á 
este  hombre  grande,  dando  espediente  á  tanta  ocupación! 
Se  dedica  al  estudio  de  la  milicia^  y  en  breve  tiempo  man- 
da el  ejercicio  y  evoluciones  militares  como  el  mas  prácti- 
co veterano.  ¿Cuántas  veces  he  visto  á  S.  E.  estrecharse 
aun  recluta  enseñándole  el  modo  de  ponerla  puntería  pa- 
ra dirigir  con  acierto  el  tiro  al  blanco!  ¿Qué  paraguayo  se 
habia  de  desdeñar  de  llevar  el  fusil  cuando  su  dictador  le 
señalaba  el  modo  de  gobernarle? 

Los  ejercicios  de  caballería  exigían  un  hombre  robusto, 
y  maestro  en  el  manejo  del  caballo  para  ejercitar  practica- 
mente  las  evoluciones  peligrosas  que  se  ofrecen  en  este 
ramo  de  milicia.  Para  formar  soldados  de  esta  naturale- 
za, parece  hubiera  hecho  elección  de  algún  joven  de  su 
confianza,  que  lo  desempeñara  á  su  satisfacción.  No, 
señores:  se  personaba  á  la  cabeza  de  los  escL^adiiojies  de 
xsaballería,  y  los  mandaba  con  tal  energía  y  destreza  que 
trasmitía  su  espíritu  vivo  á  los  quele  seguían:  era  mas 
poderosa  su  voz  que  la  del  clarín,  que  hacia  la  seña 
paralas  marchas. 

Señores,  ¿tantas  y  tantas  graves  atenciones,  que  nece- 
sitaban muchos  hombres  para  su  desempeño,  le  distrae- 
rían para  atender  á  las  demás  necesidades  del  estado? 
Su  grandeza  y  actividad  se  estendian  á  todo,  y  proveían  á 
todo,  como  si  todas  y  cada  una  de  ellas  le  ocuparan 
todo. 


DEL  PARAGUAY  369 

La  quietud  y  seguridad  de  la  República  eran  su  prime- 
ra atención  y  cuidado;  y  asi  era  necesario  tomar  provi- 
dencias eficaces  para  conseguirig.  ¿Cuántos  perjuicios 
no  reciben  los  pueblos  de  los  salteadores  de  caminos? 
Violencia,  estupros,  robos  y  asesinatos  son  delitos  fami^  - 
liares  á  estas  malas  gentes:  montañas  inaccesibles,  y 
campañas  de  que  abunda  la  República,  les  proporcionaba 
su  impunidad.  Nuestro  dic  tador  descubrió  el  secreto  de 
aterrarlos  de  tal  modo  que  desaparecieron,  buscando  su 
seguridad  en  la  mudanza  de  vida:  discurrió  S.  E.  que  el 
modo  de  aplicar  la  pena  era  mas  eficaz  que  la  misma  pe- 
na, y  en  esto  puso  BU  estudio.  Luego  que  llegaba  algu- 
no de  estos  malhechores,  vista  la  sumaria,  era  conducido 
al  piquete,  y  con  pocas  horas  para  confesarse,  era  pasado 
por  las  armas.  ¡Oh!  ¡Y  qué  remedio  tan  eficaz  para  cu- 
rar á  los  pueblos  de  esta  epidemia!  En  breve  tiempo  que- 
dó la  República  en  estjdo  que  un  muchacho  pudiese 
transitar  con  seguridad,  desde  las  costas  del  Rio  Para- 
guay hasta  las  del  Paraná,  sin  mas  seguridad  que  el 
temor  que  habia  inspirado  el  supremo  dictador:  **Sitscita- 
vit  Domirvus  Salvatorem" 

Libre  la  República  de  estos  enemigos,  escucha  él  su 
clamor  por  el  temor  que  le  inspira  el  mayor  de  los  males 
que  pueden  padecer  los  pueblos;  este  es  la  anarquía.  No 
respeta  este  monstruo  feroz  edad  ni  virtud:  todo  lo  des- 
truye, todo  lo  asóla:  cada  individuo  que  juzga  puede  ha- 
cer partido,  se  tiene  por  digno  de  la  suprema  magistratura, 
y  con  capacidad  para  desempeñar  sus  funciones:  los  pre- 
tendientes, son  tantos  cuantos  hay  capaces  de  fabricarse 
un  mérito  imaginario:  chocan  los  pretendientes,  y  ved 
ahí  los  pueblos  divididos  en  bandos  y  partidos  destructo- 
res. ¡Ah!  ¡Que  no  me  sea  dado  el  talento  suficiente  para 
delinear  el  cuadro  que  representa  con  exactitud  la  catás- 
trofe fatal  de  un  pueblo  en  anarquía! 

¿Y  no  estuvo  nuestra  República  en  estado  de  sufrir  los 
estragos  que  causa  su  malignidad?    Si,  señores:  en  va- 

25 


370  GOBERNANTES 

rías  partes  se  hacian  ciertas  reuniones  peligrosas,  que 
aunque  ignoro  el  pormenor  de  lo  que  en  ellas  se  trataba, 
sabemos  se  preparaba  una  mina,  que,  reventando,  haría 
los  fatales  estragos  de  la  anarquía. 

Avisos  repetidos  cercioraron  á  S.  E.  del  estado  peligro- 
so en  que  se  hallaba  la  República.  ¿Cuántas  providen- 
cias fué  necesario  tomar  para  oprimir  á  este  enemigo  en 
su  cuna?  Asegura  á  los  cabezas  de  partido,  y  hechos  los 
procesos,  resultan  reos  de  lesa  patria.  ¡Qué  contraste 
esperimentaria  su  corazón!  Estoy  en  la  inteligencia  que 
si,  manteniendo  las  personas  en  arresto  hubiera  bastado 
para  la  seguridad  del  estado,  no  habria  tomado  el  pa)'tido 
de  pasarlos  por  las  armas.  Se  portó  en  estas  circunstan- 
cias como  los  sabios  cirujanos,  que  á  los  miembros  que 
a,menazan  cáncer,  les  aplican  el  cauterio,  ó  cortan  la  par- 
te infecta.  La  República  del  Paraguay,  en  este  estado^ 
me  acuerda  la  de  Roma:  cuando  póv  una  contra-revolución 
trataba  la  nobleza  de  restablecer  el  gobierno  de  los  Tarqui- 
nos:  sesenta  y  dos  nobles  fueron  en  un  dia  pasados  por  la 
cuchilla;  siendo  necesario  que  Bruto,  primer  cónsul,  con- 
sultando á  la  salud  de  la  patria,  sacrificara  dos  hijos, 
sentenciando  la  causa  y  presenciando  la  ejecución:  "Sití- 
citavit  Dominum  Salvatorem.'' 

Pero,   señores   ¿no   temeré    el  lugar  santo  que  ocupo, 

aprobando  máximas  de  sangre  contra  la  lenidad  del  Evan- 
gelio? No,  señores:  el  mismo  Dios  aprobó  la  conducta.de 
Salomón  en  las  muertes  de  Adonias  y  Joab.  Feliz  habria 
sido  el  gobierno  de  nuestro  dictador  si  la  salud  pública  no 
le  hubiera  obligado  á  la  ejecución  de  los  perturbadores  del 
orden. 

Quieta  la  República  con  esta  ejecución  aterrante,  se 
entregó  S.  E.  á  espurgar  el  estado  de  otra  clase  de  ene- 
migos: ¿Cuántos  perjuicios  no  reciben  lospueblos  de  los 
jnalos  administradores  de  intereses  públicos?  Imponen 
los  magistrados  algunas  contribuciones  para   sufragar 


DEL  PARAGUAY  371 

los  gastos  que  son  necesarios  á  beneficio  del  mismo  públi- 
co: nombran  colectores  y  depositarios  de  los  caudales  que 
se  recaudan,  y  deben  entrar  en  el  erario  común.  Des- 
cubre S.  E.  (igsfalcos  y  malversación  en  estos  administra- 
dores subalternos,  les  obliga  á  cubrir  el  capKal  en  que 
fueron  alcanzados  y  toma  nuevas  providencias  para  evi- 
tar en  lo  sucesivo  tan  grande  mal:  mandó  que  todos  los 
años  rindan  cuentas  del  cargo  y  data,  quitando  todo  re- 
curso á  la  mala  versación. 

Éste  origen  tuvo  la  conducta  que  observó  S.  E.  cuando 
entregaban  los  efectos,  con  que  abastecia  al  público:  aque- 
lla prolija  y  menuda  cuenta  de  cosas  al  parecer  poco  dig- 
nas de  atención.  Yo  juzgo  que  menos  lo  baria  por  temor 
de  sujetos  nuevamente  destinados  para  esto,  que  por  ins- 
truirlos en  la  delicadeza  con  que  debían  conducirse.  De 
esto  provenia  aquella  ocupación  de  examinar  escrupulo- 
samente todas  y  cada  una  de  las  obras  de  los  arte- 
factos. 

El  conjunto  de  las  tantas  atenciones  no  le  ocupaba  de 
tal  modo  que  le  embarazara  tratar  de  todas  según  su  im- 
poriancia.  La  hermosura  y  buen  gusto  de  las  poblacio- 
nes dan  idea  ventajosa  de  la  dignidad  de  sus  habitantes. 
*  Asi  lo  sentia  Cataracto,  rey  de  los  anglos,  cuando  veia 
la  suntuosidad  y  magnificencia  de  los  edificios  romanos. 
Contemplaba  S.  E.  el  estado  de  la  eapital  de  la  República, 
y  miraba  una  población  desordenada  y  sin  policía:  calles 
si  escuadra;  casas  edificadas  al  capricho  de  sus  dueños; 
aunque  habia  algunos  edificios  de  buen  gusto  y  comodi- 
dad, su  conjunto  formaba  un  todo  desagradable;  rauda- 
les permanentes  que  cortaban'  la  población  y  formaban 
precipicios  peligrosos:  solares  de  depósitos  de  basuras  é 
inmundicias,  abrigo  de  sabandijas  perjudiciales.  Conci- 
be S.  E.  el  proyecto  de  su  mejora  y  la  pone  en  ejecu- 
ción. Ordena  la  apertura  de  calles,  procurando  evitar 
cuanto  se  pueda  perjuicios  en  sus  habitantes:  pone  lin- 
deros que  formen  cuadra:  levanta  algunos  edificios  que 


372  GOBERNANTES 

pertenecen  al  público  para  que  sigan  los  particulares: 
ordena  la  erección  de  murallas  que  unan  la  población  y 
deja  con  esta  diligencia  una  ciudad  del  todo  nueva  y  pues- 
tos los  cimientos  para  que  la  posteridad  edifique  con  regu- 
;  laridad  y  'belleza.     Esas    dos  plazas  formadas  al  Sud  y 

'  Este  de  la  capital  son  obras  dignas  de  S.  E.  tanto  mas  cuan- 
to su  formación  ha  sido  sobre  las  ruinas  de  bosques  peli- 
grosos, abrigo  de  gente  mal  intencionada.  Esa  escava- 
cion  al  sud  ¿cuánto  ha  minorado  los  perjuicios  que  causa- 
ban las  lluvias  con  el  esceso  del  pendiente  por  aquella  par- 
te? El  nuevo  estado  y  mejora  de  la  población  sólo  pudo 
ser  concebido  y  ejecutado  por  nuestro  dictador. 

¡República  del  Paraguay!  ¿Cuánto  debes  á  los  cuidados 
y  desvelos  de  nuestro  dictador  difunto!  Parece  que  este 
hombre  singular  se  multiplicaba  para  atender  á  todas  sus 
necesidades:  estaba  en  su  gabinete  j  corria  tus  fronteras 
para  ponerte  en  estado  de  seguridad.  ¿Cuántos  daños  y 
perjuicios  no  recibian  de  los  baba  ros  del  Chaco  los  pobla- 
dores de  costa  abajo?  De  cuando  en  cuando  llegaban  á 
la  capital  las  noticias  del  terror  y  espanto  que  habia  causa- 
do algunas  de  sus  incursiones:  muertes,  robos,  multitud 
de  ganados  mayor  y  cautivos,  que  podían  llevar,  era  el 
resultado  de  sus  invasiones.  ¿Quién  pensó  que  tan  gran- 
des males  y  estragos  podian  remediarse?  Nuestro  dicta- 
dor discurrió  el  modo  de  asegurar  aquella  parte  de  la  Re- 
pública. Cuatro  fortalezas  respetables  y  competente 
guarnición  ha  sido  la  barrera  que  ha  contenido  las  irrup- 
ciones de  aquellos  feroces  salvages.  ¡O  habitantes  de 
costa  abajo,  reposad  con  tranquilidad  en  vuestros  ho- 
gares: vosotros  sois  parte  del  pueblo,  que  el  señor  confió 
al  cuidado  de  nuestro  dictador,  "él  será  viiestro  salvador 
suscitavit  Dominum  Salvatoremí' 

Las  providencias  sabias  y  prudentes,  que  tomó  para 
rebatir  la  fuerza  y  contener  los  bárbaros  situados  al  jiorle 
de  la  República.    Las   fortalezas  de  Olimpo  y  San  Car- 


DEL  PARAGUAY  373 

I 

los  del  Apa,  puestos  en  mejor  estado  de  defensa,  órdenes 
é  instrucciones  á  la  Villa  de  Concepción  han  puesto  en 
seguridad  por  aquella  parte. 

Esa  gran  muralla,  foso  y  fortaleza  construidos  en  la 
costa  opuesta  del  Rio  Paraná:  cuerpo  de  ejército  y  pique- 
tes en  lo  interior  al  sud  de  la  República  han  hecho  mirar 
con  respeto  á  los  enemigos  situados  en  aquella  parte 
"Susciíavit  Bomirvus  Salvatores.'' 

Baste,  señores,  para  probar  que  el  Exmo.  señor  dictador 
cuya  memoria  lloramos,  fue  el  salvador  que  suscitó  el 
Señor  para  libertar  al  pueblo  paraguayo  de  sus  enemigos. 
El  índice  solo  de  cuanto  obró  á  favor  de  nuestra  República, 
no  puede  reunirse  en  los  estrechos  límites  de  una  oración 
dedicada  á  su  memoria  ""  Clamaverunt  ad  Doniinus  qui 
snscitavit  Salvatorem  et  líber avit eos.'' 

Tú,  historia,  que  haces  justicia  al  verdadero  mérito,  re- 
coge con  exactitud  las  obras  que  nuestro  dictador  ejecutó 

á  favor  del  pueblo  que  el  Señor  confió  á  su  cuidado:  man- 
da á  la-posteridad  con  sencilla  narración,  que  es  el  ca- 
rácter de  la  verdad.  Las  generaciones  futuras  admira- 
rán sus  hechos  y  le  caracterizarán  .  con  el  título  de 
Grande. 

Exmo.  señor:  reconociendo  el  mérito  gigante  de  nues- 
tro dictador  difunto,  habéis  erigido  en  su  memoria  un  se- 
pulcro, para  que  siendo  undepósito  de  sus  cenizas,  perpe- 
túe su  nombre;  mas  sabiendo  que  el  tiempo  destruye  los 
mármoles  mas  firmes,  nombrasteis  orador  que  haciendo 
justicia  á  su  mérito,  compusiese  una  oración  en  su  enco- 
mio. Yo,  señor,  sin  ejercitar  mi  humildad,  me  juzgo  poco 
digno  de  nuestro  Héroe;  por  tanto  os  propondré  un  medio 
de  conseguir  vuestros  fines.  Julio  César  y  Octavio  Au- 
gusto no  fueron  mas  dignos  de  la  memoria  de  los  romanos 
que  nuestro  dictador  de  la  de  los  paraguayos.  Si  aquellos 
para  perpetuar  la  memoria  de  estos  dos  personages  colo- 
caron sus  nombres  en  el  calendario  romano;  mandad  que 


374  GOBB  BMANTES 

en  el  Paraguay  se  coloque  entre  ellos  el  de  nuestro  dicta- 
dor y  suprimiendo  el  nono  mes  le  llamen  del  tenor  siguien- 
te. Julio,  Agosto,  JFrancia,  Octubre,  etc. 

Señor,  reconociendo  la  capital  las  sabias  disposiciones 
que  habéis  tomado  para  mantener  la  tranquilidad  pública, 
y  que  puede  llamarse  el  primer  crepúsculo  de  vuestro 
mando,  le  da  la  lisongera  esperanza  que  haréis  nuestra 
felicidad.  El  Dios  de  las  misericordias  os  ilustre  para 
que  nuestras  esperanzas  tengan  su  perfecto  cumpli- 
miento. 

Sacerdotes  del  Altísimo,  tened  presente  que  sois  la  por- 
ción escogida  que  ofrece  al  Señor  todos  los  dias  el  sacrifi- 
cio incruento:  que  sois  los  medianeros  entre  Dios  y  el 
pueblo:  cuidad  que  vuestras  ofrendas  sean  aceptas  ante 
el  divino  acatamiento  como  las  de  Abel,  el  sacrificio  de 
Abrahan  y  lo  que  ofreció  Melquisedec. 

Ciudadanos,  los  que  vestis  el  uniforme  del  honor,  sois 
la  columna  que  sostiene  el  estado:  tened  entendido  que 
ese  trage  que  os  distingue  de  las  demás  clases  del  pueblo, 
os  hace  saber  que  el  honor  es  vuestro  mejor  distintivo. 
La  patria  tendrá  sus  necesidades,  estas  las  sabréis  por 
conducto  del  supremo  gobierno:  esta  unión  está  simboliza- 
da enunacuerda  delgada,  que  doblada  tres  veces  se  corta 
con  dificultad. 

Y  vos,  pueblo  paraguayo,  que  habéis  hecho  un  duelo 
tanespresivo  de  vuestro  dolor  por  la  muerte  de  nuestro 
dictador,  sea  este  el  último  dia  que  llevéis  esas  vestiduras 
de  luto.  El  Señor  ha  suscitado  en  su  lugar  un  gobierno 
que  satisfará  vuestras  esperanzas. 

Dios  de  las  misericordias,  te  rendimos  acciones  de  gra- 
cia por  habernos  concedido  por  el  espacio  de  veinte  y  seis 
años  un  defensor  que  ha  mantenido  la  tranquilidad  pública: 
este  reconocimiento  nos  estimula  á  recibir  con  resignación 
la  pérdida  de  tanto  bien.  Tunos  le  diste,  tú  nos  le  quitas- 


DEL  PARAGUAY  375 

te:  sea  bendito  tu   santo    nombre,    suplicárnoste,   señor, 
el  descanso  eterno  por  los  méritos  de  N.  S.  J.  C. 

Requiescat  In  pace 
Amen 


Con  tales  doctrinas,  el  dictador  perpetuo  aparece  vil- 
mente calumniado  por  todos  los  que  le  pintaron  de  otro 
modo;  que  es  el  mundo  entero. 

No  sabemos  que  admirar  mas,  si  la  deificación  del 
dictador  Francia  hecha  por  el  padre  Pérez,  á  los  pocos  días 
de  muerto  aquél,  61a  calma  y  sangre  fría  del  pueblo  para- 
guayo en  oir  la  justificación  del  tirano,  reconocido  uni- 
versalmente  como  tal  y  cuyos  actos  bárbaros  no  fueron 
desmentidos  por  nadie.  No  se  atrevieron  á  tanto  ni  los 
mismos  sostenedores  de  Rosas,  aun  después  de  veinte  y 
cinco  años  desucaida,  y  eso  que,  en  ferocidad,  aquél  so- 
brepujó á  éste  por  mucho. 

Este  sacerdote,  Manuet  Antonio  Pérez,  tal  vez  participa- 
ra de  los  temores  del  bajo  pueblo  que  el  poderoso  dicta- 
dor resucitase  reclamando  su  autoridad.  No  aludia,  ni 
podia  aludir  al  carácter  piadoso  y  cristiano  de  Francia,  co-  ' 
mo  que  se  sabia  que  éste  no  sólo  hacia  chafa  de  la  religión  \ 
sino  que  habia  hecho  todo  lo  posible  para  inspirar  despre- ' 
ciapüp  la  iglesia  y  los  clérigos.  A  haberse  atrevido  á  tan 
audaz  elogio  habría  temido  que  el  dictador  se  levantase  de 
su  tumba  y  lo  mandase  fusilar.  Pero  él  se  limitó  á  hablar 
del  dictador  como  un  gran  gobernante,  que  habia  salvado 
al  pais  de  la  .anarquía  en  el  interior  repeliendo  la  inva- 
sión delfisterior,  que  habia  rectificado  las  calles  de  la  ciu- 
dad y  librado  el  pais  de  innumerables  males.  Puede  ale- 
garse en  defensa  de  este  profano,  si  no  blasfemo,  elogio 
del  dictador,  que  era  dirigido  á  un  pueblo  de  que  muchas 
personas  habian  concurrido  esperando  oir  hablar  de  un 
dios,  y  que,  si  se  hubiera  atrevido  á  hablar  de  él  tal  como 
era,  se  habría  levantado  de  la  multitud  un  grito  de  horror. 


376  GOBERNANTES 

Pero  si  el  clérigo  Pérez  no  alabó  la  piedad  y  carácter 
religioso  de  Francia,  ni  le  asignó  un  lugar  en  la  morada 
de  los  bienaventurados,  ciertamente  esto  abona  en  su 
favor. 

Todas  las  tradiciones,  que  se  conservaron  de  las  acusa- 
ciones contra  los  hombres  principales  que  vivian  en  el 
Paraguay  en  la  época  del  advenimiento  de  Francia  al  po- 
der absoluto,  son  necesariamente  de  dudosa  autenticidad, 
por  la  circunstancia  de  que  todo  se  hacia  en  secreto,  sin 
atreverse  nadie  á  averiguar  la  verdad;  pero  como  aque- 
llos de  quienes  mas  podia  temer  Francia  eran  por  lo  ge- 
neral hombres  de  bien  estar,  de  respetabilidad  y  de  influ- 
yentes familias,  muy  natural  seria  que  ejecutados  ellos  y 
sus  bienes  confiscados,  sus  arruinadas  familias  habían 
de  recoger  todos  los  incidentes  que  pudieran  suministrar 
los  soldados,  policía  y  otros  que  se  vieron  obligados  á  eje- 
cutar sus  órdenes.  Masapesar  de  cuanto  hiciera  el  dicta- 
dor, se  habían  de  saber  muchos  incidentes  que  él  habría 
preferido  que  jamas  se  divulgasen;  pero  en  los  primeros 
años  de  su  poder  era  mucho  mas  difícil  conservar  oculto 
cualquier  hecho  desagradable  que  lo  que  fué  mas  tarde. 
Aun  no  había  aprendido  el  pueblo  la  necesidad  de  un  ab- 
soluto silencio  sobre  cuanto  veía,  como  sucedió  después. 

La  escusa  de  insania  que  no  dejaba  de  atribuírsele  por 
alguien  para  esplicar  su  cruel  conducta  no  puede  admitir- 
se, puesto  que  todos  los  actos  de  su  vida  fueron  consis- 
tentes uno  con  otro  y  con  el  mismo  carácter  genefal.  En 
toda  su  carrera  jamás  hubo  una  manifestación  de  ternu- 
ra, de  cariño,  de  simpatía  con  la  especie  humana.  Sus 
crueldades,  su  cinismo,  la  aparente  falta  de  motivo  para 
muchos  hechos  crueles  é  inhumanos,  todo  indica  un  espí- 
ritu consistente  consigo  mismo,  y  s  olo  se  diferenciaba  de 
otros  mas  o  menos  similares  en  que  no  tenía  simpatía  al- 


DEL  PARAGCJAY  377 

guna  con  la  naturaleza  humana.    Sus  actos  manifiestan 
que  fué  inhumano  no  insano. 

AI  regresar  á  su  patria,  después  de  salir  de  la  universi- 
dad de  Córdoba,  jamás  pudo  avenirse  con  el  que  se  pu- 
siera en  contacto  con  él  por  su  genio  fantástico  é  insu- 
frible, de  modo  que  desde  entonces  siempre  vivió  como 
un  jpgisántropo  y  recluso.  No  sentia  amor  alguno  por 
ningún  ser  viviente,  ni  siquiera  por  ningún  animal  do- 
méstico. Su  amor  y  admiración  estaban  concretados  en 
en  si  mismo,  y  se  hallaba  tan  completamente  perdido  en 
la  conciencia  de  su  propia  grandeza  que  no  podia  con- 
templar un  ser  superior  á  él.  Su  vanidad  y  egoismo  le 
hicieron  fementido,  y  al  ordenar  á  sus  desgraciados  sub- 
ditos que  le  llamasen  El  Supremo,  la  obediencia  y  desam- 
paro de  estos  le  sostuvieron  de  plano.  Lo  mismo  que  con 
sus  afecciones  y  simpatías,  sucedía  con  los  deseos  y  ape- 
titos de  otros,  con  lo  que  no  tenia  nada  de  común.  Su 
cara  imberbe  era  indicio  de  su  carácter  que  nunca  fué 
conmovido  por  el  amor  ó  la  pasión  hacia  individuo  alguno 
del  otro  sexo,  y  su  indiferencia  álos  placeres  mas  grose- 
ros de  comer  y  beber  cerraban  el  camino  por  el  que  todos 
los  demás  tiranos,  conocidos  en  la  historia,  realizaran  un 
sentimiento  en  común  con  sus  subditos.  Con  sus  parien- 
tes mas  inmediatos  fué  tan  cruel  como  con  el  peor  crimi- 
nal, enviando  su  maldición  á  su  padre  moribundo  y  so- 
metiendo á  su  inofensivo  hermano  al  tormento  y  á  la  eje- 
cución. Miraba  á  sus  hijos  naturales  con  la  misma  indi- 
ferencia que  á  un  perro. 

Tal  fué  su  carácter  como  ciudadano  particular;  cuando 
llegó  á  gobernar  á  un  pueblo  ignorante,  amable  y  sin  ambi- 
ción se  mantuvo  en  consonancia.  Su  espíritu  mezquino 
jamás  se  embriagó  al  verse  elevado  al  poder,  manifestán- 
dolos mismos  sentimientosy  la  misma  indiferencia  á  la 
felicidad  y  á  la  miseria  de  otros  después  como  ante. 
Constitucionalmente  tímido  y  desconfiado,  al  verse  arri- 
ba, dirigió  la  vista  hacia  aquellos*  á  quienes  consideraba 


378  GOBERNANTES 

aprovechasen  mas  de  su  caida,  á  los  que  miraba  como 
sus  naturales  enemigos,  y  con  el  pretesto  de  deshacerse 
de  ellos  inventó  el  sistema  de  conspiración  de  que  desde 
entonces  se  sirvieron  sus  sucesores.  La  conciencia  que 
tenia  de  haber  hecho  dar  muerte  á  tantos  piillones  de  ino- 
centes iba  acompañada  de  la  convicción  de  que  era  uni- 
versalmente  temido  y  aborrecido^  De  esto  infirió  que  ca- 
si todos  deseaban  su  muerte,  y  veia  en  cada  persona  un 
enemigo  que  de  muy  buena  gana  le  quitarla  la  vida,  si  en- 
contrara una  oportunidad.  Era  tal  el  temor  de  asesinato 
que  le  siguió  perpetuamente  durante  muchos  años,  y  la 
mitad  del  tiempo  lo  pasó  en  forjar  planes  para  deshacer  á 
los  imaginarios  conspiradores.  Conservó  siempre  varios 
puntos  de  residencia,  como  para  mudarse  de  uno  á  otro 
rara  vez  pasando  dos  noches  sucesivas  bajo  el  mismo  te- 
cho, sin  volver  nunca  por  el  mismo  camino  por  el  que  habia 
ido,  creyendo  poder  deshacer  así  á  cualquier  bando  de 
conspiradores  que  le  acechara.  Para  desviarlos,  constan- 
temente estudiaba  el  modo  de  hallarse  en  lugares  en  don- 
de no  se  hubiera  previsto  su  venida,  y  en  donde  ningu- 
na corporación  de  asesinos  s^e  pudiera  hallar  acechándole 
para  hacerle  caer  en  la  red. 

Pero  lo  mas  notable  en  el  carácter  de  este  hombre  es 
haber  podido  llevar  una  vida  semejante  por  tanto  tiempo. 
Que  un  hombre  pudiera  existir  por  tantos  años,  encerra- 
do en  una  prisión  que  él  mismo  eligiera,  en  la  que  ningún 
rayo  de  simpatía  humano  pudiera  penetrar  en  el  helado  co- 
razón que  la  entrañaba,  y  al  asomarse  desde  su  escondite 
sólo  ver  cuitados  á  quienes  hiciera  miserables,  mirándolo 
todos  con  odio  mezclado  de  temor,  es  un  fenómeno  sico- 
lógico que  el  mundo  tal  vez  jamás  viera  antes  ni  después. 
Tampoco  es  nada  estraño  que  los  sencillos,  supersticio- 
sos y  benévolos  paraguayos  mirasen  áunapersona  cons- 
tituida de  tan  diferente  modo  que  ellos,  como  un  ser  de 
distinto  orden,  y  que  sólo  la  muerte  los  hariaverque 
fuese  un  ser  humano. 


I 


DEL    PABAGUÁT  379 

El  mal  que  hacen  lo/  hombres  vive  en  pos  de 
ellos.  El  terrible  sistema  de  Francia  continuó  cuando  él 
ya  no  existia.  Una  generación  entera  se  mantuvo  el 
pueblo  en  tan  abyecto  terror,  que  á  su  muerte  se  halló 
encantado  y  desamparado,  tan  completamente  destitui- 
do de  todo  sentido  ó  sentimiento  de  propia  seguridad,  que 
vinoá  ser  víctima  pasiva  é  irresistible  de  uno  mas  débil  y 
peor  que  Francia.  A  este  cupo  el  destruir  á  todo  aquel 
que  hubiera  dado  prueba  de  inteligencia,  patriotismo  ó 
capacidad;  el  sembrar  la  semilla  de  entera  sumisión  y 
obediencia  sin  réplica;  pero  el  cosechar  el  fruto,  sacrifir 
car,  por  decir  así,  todo  un  pueblo  sin  respetar  sexo,  edad 
ni  rango,  reducir  al  pais  en  un  desierto,  erigiendo  una 
tumba  para  sí  sobre  los  huesos  de  toda  la  nación  para- 
guaya, quedó  para  su  discípulo  é  imitador,  Francisco  So- 
lano López. 

El  gobierno  que  sucedió  al  dictador  conservó  como  un 
tesoro  sagrado  todo  lo  dejado  por  éste,  hasta  el  24  de 
octubre  en  que  ordenara  el  inventario  de  ellos,  el  cual  se 
llevó  á  cabo  en  los  dias  4  y  5  del  siguiente  mes. 
Por  el  detalle  original  del  cuerpo  de  bienes,  se  vé  clara- 
mente cual  puede  haber  sido  su  procedencia— origen  de 
las  confiscaciones  de  sus  víctimas. 

El  lector  podrá  juzgar  por  sí  mismo  ala  vista  del  do- 
cumento que  sigue: 

INVENTARIO  DE   LOS  BIENES  DEJADOS    POR   FRANCIA 

Asunción,  y  octubre  24  de  1840. 

No  obstante  las  urgentes  é  incesantes  ocupaciones  con 
que  se  halla  aún  el  gobierno,  consiguiente  á  las  primeras 
medidas  acordadas  en  beneficio  de  la  seguridad  y  conser- 
vación del  reposo  y  tranquilidad  del  público,  á  fin  de  que 
en' todo  tiempo  aparezca  de  modo  bastante  la  cantidad  y 

calidad  de  los  bienes  que  el  finado  Exmo.  señor  dicta- 
dor de  la  República  dejó  con  su  muerte  intestada,  como 


380  GOBERNANTES 

de  su  pertenencia,  los  cuales  se  hallan  en  los  cuartos  in- 
teriores de  estas  casas  del  supremo  gobierno  y  la  llave 
recogida  incontinenti  al  fallecimiento  por  el  señor  coman- 
dante Cañete^  y  de  consiguiente  reservada  hasta  el  pre- 
sente en  la  secretarla  con  acuerdo  de  los  demás  individuos 
de  la  junta,  practlquese  un  inventario  y  descripción  for- 
mal de  todos  ellos,  con  asistencia  del  cuerpo  municipal— 
Manuel  Antonio  Ortiz — Agustín  Cañete — Pahlo  Pereira 
— Miguel  Maldonado—Gavino  Arroyo — José  Gabriel  Be^ 
niteZf  secretario  de  gobierno. 


El  cuatro  de  noviembre  del  mismo  año  pasé  el  corres- 
pondiente SLViso  al  cuerpo  municipal  parala  asistencia 
acordada  en  el  auto  antecedente,  de  que  doy  fé — Be- 
nitez. 

En  cuatro  dias  del  mismo  mes  y  año,  habiéndose  reu- 
nido en  estas  casas  públicas  de  gobierno  los  señores  del 
cuerpo  municipal  y  el  ministro  tesorero  de  hacienda,  para 
los  efectos  del  auto  antecedente,  la  Exma.  junta  mandó 
abrir  con  el  secretario  la  puerta  del  aposento  donde  exis- 
ten los  bienes  pertenecientes  al  finado  señor  dictador  José 
Gaspar  de  Francia  y  en  su  consecuencia  se  di6  principio 
al  inventario  por  el  orden  y  la  forma  siguiente: 

Primeramente  se  hizo  á  vista  de  todos  los  señores 
existentes  un  prolijo  escrutinio  de  todas  las  arcas  y  baúles 
que  estaban  en  el  anunciado  aposento  del  finado  S.  E.  y 
se  hallaron  en  distintas  bolsas  dos  mil  ciento  ti'einta  y 
cuatro  onzas  de  oro  selladas,  que  se  contaron  prolija- 
mente y  se  entregaron  al  ministro  tesorero  de  hacienda 
para  su  guarda  en  depósito. 

ítem. — Noventa  y  siete  pesos  fuertes. 

ítem.— Ciento  ochenta  y  dos  pesos  en  plata  sencilla  en 
moneda  de  dos  reales,  de  á  real,  y  seis  pesos,  cinco  rea- 
les inclusive  en  medios,  cuyas  cantidades  se  entregaron  al 
ministro  de  hacienda. 


DEL  PARAGUAY  381 

En  este  estado,  siendo  ya  hora  competente,  se  sus- 
pendió la  presente  diligencia  y  la  firmaron  los  señores  de 
la  Exma.  junta  gubernativa  y  los  de  la  municipalidad,  el 
ministro  tesorero  de  hacienda  en  prueba  de  darse  por  reci- 
bido de  las  cantidades  espresadas  y  el  secretario  de  go- 
'bierno  por  ante  nai,  de  que  doyfé. 

Manuel  Antonio  Ortiz — Agusthi  Cañete — Pablo  Pereira 
—Miguel  Maído  nado — Gavino  Arroyo— Juan  José  Medi- 
na— Francisco  Javier  Filardiga — Dionisio  Acosta — Juan 
Manuel  Alvarez — José  Gabriel  Benitez,  secretario,  José 
Dofningo  Campos,  fiel  de  fechos. 

En  cinco  del  mismo  mes  y  año  volvieron  á  congregar- 
se en  estas  casas  de  gobierno  los  señores  del  cuerpo  mu- 
nicipal y  el  ministro  tesorero  de  hacienda  y  en  su  virtud 
y  de  orden  de  la  Exma.  junta  abrió  el  secretario  la  puerta 
del  aposento  sobredicho  y  se  continuó  el  inventario  en  la 
manera  siguiente: 

Primeramente  se  encontraron  en  una  caja  doce  onzas 
mas  de  oro  sellado. 

ítem. — Nueve  reales  y  medio  inclusive  dos  cuar- 
tillos. 

ALHAJAS   DE  ORO    Y  PLATA 

Ítem.— Una  caja  de  oro  para  polvos  de  peso  de  tres 
onzas  trece  y  medio  adarmes,  que  reconoció  un  pla- 
tero. 

ítem.— Un  par  de  hebillas  de  oro  de  empeine,  conhebi- 
jones  (hebillones)  de  plata  y  acero  y  sus  correspondientes 
charreteras  también  de  oro  con  hebijones  (hebillones)  de 
acero  y  peso  todo  ello  de  siete  onzas  seis  adarmes. 

ítem. — Un  bastón  de  caña  de  la  India  con  puño  y  anillo 
de  oro  y  cantonera  de  metal  amarillo. 

ítem. — Veinte  y  nueve  piezas  de  cabezadas  de  plata 
de  moderna  hechura,  con  peso  de  seis  y  media  onzas. 

ítem. — Cuatro  libras  de  chafalonía  de  plata  en  diferentes 
rieles  y  algunas  piececitas  sueltas. 


382  GOBERNANTES 

ítem.— Nueve  cucharas  nuevas  de  plata  con  peso  de 
una  libra,  seis  onzas,  catorce  adarmes. 

ítem. — Una  cigarrera  de  plata  con  muelle  de  acero  y 
peso  de  cuatro  onzas,  catorce  adarmes. 

ítem. — Un  par  de  estribos  de  hechura  inglesa  con  dos 
pares  de  corredores  de  plata,  con  peso  de  una  libra,  ocho 
onzas  y  diez  adarmes. 

ítem. — Un  par  de  espuelas  de  plata  con  rodajas  de  hier- 
ro, pasadores  y  hebillas  de  plata  con  hebijones  (hebillo- 
nes)  de  hierro  y  peso  de  ocho  onzas,  doce  adarmes. 

ítem.— Un  tachito   de  plata   con  peso  de  cinco  libras, 
'  nueve  onzas,  doce  adarmes. 

ítem. — Una  escupidera  de  plata  con  peso  de  tres  libras 
trece  y  media  onzas. 

ítem. — Una  tembladera  de  plata  con  peso  de  doce  onzas, 
catorce  adarmes. 

'   Item.-^Una  caldera  de  plata  con  tapa  y  peso  de  tres  li- 
bras,  tres  y  medias  onzas. 

ítem. — Otra  de  id.  id  mediana,  con  id.  y  peso  de  dos 
libras  catorce  onzas. 

ítem. — Un  jarro  de  plata  con  peso  de  una  libra,  doce 
onzas  y  seis  adarmes. 

ítem. — Una  tembladerita  de  plata  con  peso  de  cinco 
onzas,  doce  adarmes. 

ítem. — Un  mate  con  pié  de  plata  con  su  correspondien- 
te bombilla,  con  peso  de  una  libra,  siete  onzas. 

ítem. — Un  pié  de  mate  de  plata,  con  peso  de  once  onzas, 
doce  adarmes. 

ítem. — Una  geringa  de  plata,  con  mango  de  madera,  que 
contiene  en  la  tapa  del  cilindro  y  en  la  estremidad  dos  pie- 
zas de  estaño,  todo  ello  con  peso  de  una  libra,  una  y  me- 
dia onzas. 

ítem. — Un  cuchillo  hechizo  con  cabo  de  aspa  -chapeado 
y  la  vaina  con  dos  canteras  de  plata. 

ítem. — Una  fuente  pequeña  de  plata,  con  peso  de  una 
libra  once  onzas. 


DEL  PARAGUAY  383 

ítem. — Otra  id.   id.  id.  con  peso  de  tres   libras,    seis 
onzas. 

ítem. — Un  platillo  de  id.  id.  id  una  y  media  libra. 

ítem.— Un    platillo  de  plata  con  peso  de  una  libra,  siete 
onzas,  catorce  adarmes. 

ítem. — Otro  id.  id.  id.  de  id.  id  id. 

ítem. — Otro  id.  id.  de  id    con  peso  de  dos  libras,  tres 
onzas,  doce  adarmes. 

ítem. — Otro  de  id.  id.  de  id.  con  peso  de  dos  libras  y 
seis  onzas. 

ítem. — Otro  id.  id.  de  id.  con  peso  de  una  libra,  siete 
onzas,  catorce  adarmes. 

ítem. — Otro    id.  id.  de  id.  con  peso  de  una  libra,  ocho 
onzas,  cuatro  adarmes. 

ítem.— Otro  id.  id.  de  id.   con  peso  de  una  libra,  tres 
onzas  y  catorce  adarmes. 

ítem. — Otro  id.  id.  de  id.  con  peso  de  id.  id. 

ítem. — Otro  id.  id.  de  id.  con  peso  de  una  libra,  deson- 
zas, doce  adarmes. 

ítem. — Otro  id.  id.  de  id.  con  peso  de  una  libra,  tres 
onzas,  once  adarmes. 

ítem. — Otro  id.  id.  de  id.  con  peso  de  una  libra,  dos  y 
media  onzas. 

ítem. — Un  cuchillo  con  cabo  de  plata. 

ítem. — Dos  tenedores  con  abrazaderitas  de  plata,  dos 
en  uno  de  ellos. 

ítem. — Un  espadín  con  puño,  cantoneras  y  argollitas 
de  plata, dorado  á  fuego. 

ítem. — Tres  chicotes  con  casquillosde  plata. 

ítem. — Un  freno  con  copas  de  plata  y  cabezadas  viejas, 
con  doce  piezas  y  una  cadenilla  de  plata,  con  sus  cor- 
respondientes riendas  con  dos  hebillas   de  plata. 

ítem. — Un  par  de  cabezadas  de  suela  forradas  con 
tafilete  colorado,  con  veinte  y  cuatro  piezas  de  plata,  y  su 
correspondiente  rienda  también  forrada  de  tafilete  con  dos 
hebillas  y  dos  pasadores  de  plata. 


384  GOBERNANTES 

ítem.— Un  pretal  de  suela  con  tres  piezas  de  plata. 

ítem. — Una  silla  de  montar  en  buen  uso  con  almohada 
de  terciopelo  carmesí,  alas  de  tafilete  colorado  y  dos  pis- 
toleras de  id.  engarzadas  en  plata,  con  cuatro  hebillas  de 
plata,  y  la  correspondiente  cincha  con  hebillas  de 
hierro. 

ítem. — Otra  id.  de  id.  con  id.  id.  y  cuatro  piecitas  de 
plata  y  de  mas  uso  que  la  antecedente. 

ítem. — Catorce  chapitas  de  oro  que  se  sararon  de  siete 
casacas,  con  peso  de  cinco  onzas  menos  un  adarme. 

ítem.— Dos  palmatorias  de  plata,  cada  una  con  su  des- 
paviladera  de  id.  con  peso  de  dos  libras,  trece  y  media 
onzas. 

ítem.— Un  par  de  hebillas  de  plata  de  empeine,  con 
hebillones  de  id.  y  acero  y  peso  de  cinco  onzas,  seis 
adarmes. 

ítem. — Una  hebilla  de  oro  con  chapa  y  botones  de  lo 
mismo  y  peso  de  dos  onzas,  dos  adarmes. 

ítem. — Otro  id.  con  veinte  y  seis  crisólitos  montadas  en 
plata  y  guarnecidas  de  granos  de  trigo  de  tumbaga. 

ítem. — Un  reloj  nuevo  de  segundos,  horizontal,  con  lla- 
ve de  metal. 

ítem.— Otro  id,  inglés,  corriente  con  llave  de  metal  y 
acero. 

ítem.— Seis  navajas  de  barba  cabo  blanco,  usadas,  en 
un  estuche  de  cuero  de  becerrillo. 

ítem. — Un  par  de  estribos  de  plata  con  correderas  y  par 
de  espuelas  de  id.,  con  rodajas  de  hierro,  pasadores,  can- 
teras y  hebillas  de  id.,  hebillones  de  hierro,  ambas  alha- 
jas pesaron, una  libra,  quince  onzas. 

HOSPITAL 

Veinte  y  ocho  pesos  medio  real,  inclusive  ocho  pesos 
fuertes, 
ítem. — Tres  cucharas  de  plata  con  peso  de  siete  onzas, 
ítem. — Una  bombilla  de  id.  con  peso  de  una  onza. 


9 
.A 


DEL   PARAGUAY  385 

ítem. — Seis  piezas  de  cabezadas,  dos  hebillas,  una  ar- 
gollita  y  un  pasador  de  plata  con  peso  dé  tres  y  media 
onzas. 

ítem. — Un  tintero  y  una  salvadera,  una  obleera,  un  vaso 
de  plata  para  agua  y  una  campanilla  con  su  asiento  cor- 
respondiente, todo  de  plata  con  peso  de  seis  libras  diez 
onzas. 

ítem. — Una  silla  de  montar  de  terciopelo  carmesí 
con  cuatro  hebillas  de  plata. 

ítem. — Un  riel  y  una  piecita  de  plata  con  dos  libras  y 
una  onza. 

El  periódico  oficial  de  López,  sucesor  de  Francia  se  es- 
presa  así:  "La  administración  del  dictador  perpetuo  se 
generalmente  conocida,  por  lo  que  no  consideramos  de 
necesidad  revelarla.  El  mantuvo  constante  y  celoso*  con 
pulso  firme  los  derechos  déla  República  del  Paraguay  al 
respecto  del  Rio  de  la  Plata  durante  todo  su  largo  gobier- 
no. La  verdad  histórica  nos  obliga  á  observar  que  al- 
gunos de  sus  actos  no  podrán  ser  avalorados  con  exactitud 
sino  después  de  conocidos  los  motivos,  que  les  dieron 
origen  y  dirección.  Celoso  siempro  contra  las  manio- 
bras, no  solo  del  partido  europeo,  sino  también  de  las  in- 
trigas argentinas,  impuso  algunas  penas,  que  otro  habría 
economizado.  Conociendo  aue  el  contacto  de  ideas  faci- 
litado  por  la  mutua  y  frecuente  correspondencia  sugiere 
pensamientos  hasta  los  mas  peligrosos,  y  temiendo  la 
irrupción  de  las  innovaciones  y  especulaciones  políticas 
de  toda  especie,  que  alimentaba  el  Rio  de  la  Plata,  fué 
contrayendo,  y  por  último  adoptó  su  sistema  de  aislamien- 
to. Hasta  en  eso  el  Rio  de  la  Plata  ejerció  una  influencia 
perjudicial  y  maligna.  Y  es  tan  exacto  lo  que  esponemos, 
que  ese  sistema  tuvo  una  escepcion  constante  y  protegida 
por  el  lado  que  no  tenia  ésos  recelos.  Los  estrangeros, 
mayormente  los  brasileros,  recibieron  siempre  entera 
protección  en  su  comercio  de  Itapuá. 

"La República  sintió  su  muerte  (de  Francia)  por  óuanto 


V 


386  GOBERNANTES 

/cualesquiera  quesean  las  censuras  que  le  dirijan,  él  fundó 
la  independencia   del  Paraguay,  y  si  su  política  hubiese 

sido  desasombrada   de  los  peligros  que  referimos  cierta- 
mente hubiera  sido  masfranca  y  creadora/' 

Cuando  murió  Francia,  nadie  dijo  una  palabra,  solo 
alguno  repitió  los  versos  de  una  sátira  postuma  de(}i- 
cada  al  sacrilego  tirano  y  fue  arrestado  y  severamente 
amonestado. 

El  pueblo  calló  y  los  tiranos  se  sucedieron. 

El  pueblo  vivió  acostumbrado  *á  aceptar  sumisamente 
todo  cuanto  emanaba  de  sus  gobernantes  hasta  el  sacri- 
ficio. 

Así  se  espresó  el  órgano  oficial  de  López,  padre,  á  quien 
''  interesaba  guardar  y  hacer  guardar  un  sepulcral  silencio 
sobre  los  actos  sangrientos  de  Francia,  cuyo  sistema 
pensaba  seguir  y  siguió  algo  modificado.  A  no  haberse 
ordenado  ese  silencio,  es  de  creer  que  algunos  de  sus 
compatriotas  inteligentes  que  abundaban  á  la  sazón  en  el 
Paraguay,  muchos  de  ellos  testigos  oculares  de  los  he- 
chos del  tirano  nos  habrian  dado  los  motivos  que  les  die- 
ron origen  y  dirección. 

No  solo  es  falso  sino  aún  ridículo  asentar  que  las  ma- 
niobras del  partido  europeo  y  las  intrigas  argentinas  hu- 
biesen dado  motivo  á  imponer  algunas  penas. 


Para  que  se  pueda  formar  la  idea  que  de  Francia  se  te- 
nia fuera  del  Paraguay,  véase  á  continuación  la  curiosa 
noticia  dada  cinco  años  antes  de  su  muerte,  por  los  dia- 
rios europeos  y  americanos: 

** La  joven  reina  del  Paraguay.-^^l  muy  conocido  doc- 
tor Francia,  el  singular  anciano  que  haya  despóticamente 
reinado  en  el  Paraguay,  desde  la  emancipación  de  la 
América,  .acaba  de  casarse,  á  la  edad  de  65  (tenia  entón- 
ces71)  con  una  joven  francesa  de  San  Salvador,  hija  do 


DEL  PARAGUAY  387 

• 

monsieur  Durand,  comerciante  de  Bayona. — Por  el  con- 
trato de  matrimonio  se  estipula  que  la  joven  esposa  habia 
de  suceder  á  la  autoridad  política  de  su  marido,  en  caso 
de  muerte,  sin  dejar  heredero  directo  ó  legítimo.  Es, 
pues,  muy  probable  que  una  francesa  vendrá  á  ser  un 
dia  llamada  á  gobernar  una  de  las  provincias  mas  bellas 
y  ricas  déla  América  del  Sud." 

.Si  esa  noticia  se  hubiera  dado  algunos  años  después, 
se  habría  creido  que  se  trataba  de  madama  Lynch,  que, 
aunque  irlandesa  de  nacimiento,  era  francesa  por  su  casa- 
miento con  un  individuo  de  esa  nacionalidad. 


* 


Otro  hecho  no  menos  original  tuvo  lugar  algunos  años 
antes.  El  caso  escomo  sigue:  un  catalán  que  habia  resi- 
dido algún  tiempo  en  el  Paraguay  tuvo  la  peregrina  ¡dea 
de  forjar  unas  credenciales  qué  atribuia  espedidas  por  el 
doctor  Francia,  y  con  ella  se  presentó  á  la  corte  de  Ma- 
drid con  el  título  de  marqués  del  Guaraní  y  encargado 
de  una  misión  importante  cerca  de  S.  M.  C.  La  primera 
visita  la  hizo  vestido  como  un  simple  ciudadano  y  fué  re- 
cibido con  todas  las  señales  del  mas  distinguido  aprecio r 
pero  la  segunda  la  verificó  con  uniforme  de  coronel  de  la 
primera  Legión  voluntaria  de  Francia.     Luego  que  fue 

descubierto  se  le  acusó  ante  el  tribunal  de  alcaldes  de  la 
corte,  cuyo  presidente  era  de  opinión  que  se  debia  hacer- 
le pasear  por  las  calles  de  Madrid  montado  en  un  asno  y 
se  le  diesen  200  azotes  por  mano  del  verdugo  y  enseguida 
condenado  á  diez  años  de  presidio.  Otro  miembro  opinó 
porque  se  le  setenciara  á  muerte,  y  al  fin  se  resolvió  á 
JOS  diez  años  de  presidio,  después  de  los  cuales  incurri- 
ría la  pena,  de  muerte  si  volvía  á  pisar  el  territorio 
español. 

Al  mismo  tiempo,  se  espidió  al  corregidor  de  León  orden 
de  arresto  contra  un  cura  y  consejero  de  estado,  que  se 


388  GOBERNANTES 

había  asociado  al  marqués  del  Guaraní  y  que  pretendia 
también  haber  recibido  del  Paraguay  varias  cartas  que 
confirmaban  el  carácter  público  de  aquel  impostor. 

Los  periódicos  franceses  IJEcho  du  Midi  y  el  Memo- 
rial Bordelais  de  esa  época  se  ocuparon  mucho  de  este 
asunto  y  parece  que  fueron  víctimas  del  engaño  publi- 
cando falsos  decretos  y  proclamas  con  referencia  al  mismo 
asunto 

LXI.  DON  POLIC ARPO  PATINO,  secretario  ó  actuario 
de  gobierno  de  f'rancia,  el  mas  práctico  en  los*  inicuos 
procedimientos,  declaraciones  y  tormentos  ejecutados 
contra  las  numerosas  víctimas  inocentes,  sacrificadas 
por  aquel  tirano.  Aprovechándose  de  las  últimas  pala- 
bras de  éste,  Patino  intentó  perpetuar  en  el  Paraguay  el 
régimen  dictatorial,  que  el  temor  hiciera  de  tan  fácil  ejecu- 
ción en  las  manos  de  un  astuto  maestro.  Sin  embargo, 
debido  á  los  consejos  y  buena  intención  del  médico  del 
dictador,  doctor  Vicente  Estigarribia,  convocó  á  una  con- 
ferencia al  alcalde  ordinario,  doctor  Manuel  Antonio  Ortiz, 
yá  los  comandantes,  que  solo  tenian  el  grado  de  alférez, 
délos  cuatro  cuarteles — del  Hospital,  San  Francisco,  de 
la  Plaza  y  de  la  Ribera — don  Agustin  Cañete,  don  Pablo 
Ferreira,  don  Miguel  Maldonadoy  don  Gavino  Arroyo,  á 
quienes  con  todo  sigilo,  comunicó  la  desaparición  de 
Francia  y  la  conveniencia  de  formar  una 

1840-1841 -LXIL  JUNTA  GUBERNATIVA,  presidida 
por  el  juez  ordinario  doctor  Manuel  Antonio  Ortiz. 

El  mismo  dia  déla  Xnuerte  del  dictador  y  antes  que  el 
pueblo  tuviera  conociriiiento  de  ella  se  impartieron  órde- 
nes á  nombre  de  esta  junta,  disponiendo  la  prisión  y  con- 
ducción á  la  cárcel  pública  de  los  pocos  franceses  que  re- 
sidían en  la  capital,  so  pretesto  del  bloqueo  de  Buenos 
Aires,  y  despachóse  un  chasque  áCaraguatj,  con  encargo 


i 


DEL  PABÁOUAT  389 

de  no  comunicar  á  nadie  la   muerte  del  dictador,  y  con 
orden  de  que  se  le  remachase  una  barra  de  grillos  al  ge- 
neral Artigas,  quien,  al  ver  lo  que  con  él  se  practicaba,  ^ 
dijo:*"esto  me  pronostica  que  ha  muerto  el  supremo." 

Otros  encarcelamientos  con    grillos  se  practicaron  el 
mismo  dia  con  los  enemigo»  declarados  de  Patino. 

Pocos  dias  después  se  anunció  al  pueblo,. por  medio  de 
un  bando,  la  formación  del  gobierno  nacional,  compuesto 
del  referido  Patino,  ministro  primer  secretario,  José  Ga- 
briel Benitez,  segundo  secretario  y  los  cuatros  cemandan- 
tes  antes  citados,  vocales,  quienes  desde  luego  abando- 
naron sus  casas 7  se  instalaron  en  palacio.  Sin  embargo, 
esta  intrusa  é  impopular  administración  duró  pocos  me- 
ses, pronto  se  introdujo  la  anarquía  enlre  sus  miembros, 
disputándomela  supremacía  entre  Ortiz,  que  se  consideraba 
superior,  y  Patino,  que  pretendía  imponer  su  voluntad 
dictatorialmente,  acostumbrado  como  estaba  ano  oir  mas 
que  una  voz  de  mando.  Continuó  así  este  orden  de  cosas 
hasta  que,  entrando  don  Manuel  Zalduondo  á  formar  par- 
te déla  junta,  en  calidad  de  asesor,  consiguió  éste  domi- 
nar á  todos  ordenando  desde  luego  que  el  vocal  Ferreira, 
acompañado  de  cuatro  granaderos,  sorprendiese  á  Pati- 
no, en  su  oficina  y  le  condujese  al  cuartel  del  Colegio,  don- 
de se  le  remachó  una  barra  de  grillos 

Pretendíase  juzgar  á  Patino  por  sus  crímenes  y  frau- 
dulentos manejos  en  la  época  de  "El  Difunto",  como  en- 
tonces se  denominaba  á  Francia,  y  sólo  se  trataba  de  sa- 
ber qué  tribunal  debia  entender  en  su  causa.  Llegó  esto 
á  conocimiento  del  Fiel  de  Fechos,  quien  no  juzgó  pru- 
dente dejar  que  llegase  el  caso  de  comparecer  ante  un 
tribunal,  del  que  seguramente  no  habria  salido  absuelto. 

Una  mañana,  cuando  el  carcelero  abrió  su  celda  para 
darle  mate,  le  encontró  ahorcado  con  las  cuerdas  que  le 
servian  para  sujetar  su  hamaca,   según  unos,  y,  según 


390  G  OBERNANTES 

otros,  con  una  cincha  de  caballo  que  por  casualidad  ha- 
bía en  su  calabozo. 

Muchas  desgracias  se  debian  á  Patino;  mas  de  un 
infeliz  pereció  por  su  causa.  Tomaba  las  declaraciones 
á  los  reos,  y  cuando  éstos,  en  su  inocencia,  se  obstina- 
ban en  negar  lo  que  se  les  pretendía  hacer  declarar,  él  les 
aconsejaba  que  declarasen  algo,  aunque  no  fuese  cierto, 
asegurándoles  que  asi  saldrían  bien  del  paso.  Los  infe- 
lices seguían  el  perverso  consejo  de  Patino,  quien  inme- 
díatamer^e  presentaba  al  tirano  la  declaración  de  faltas  y 
crímenes  no  cometidos,  y  el  castigo  seguía  á  la  declara- 
ción. Apropiábase  siempre  todos  los  objetos  y  pren- 
das de  algún  interés,  que  veía  en  los  presos,  insinuándose 
por  ellas  sin  embozo  alguno.  Neggciaba  las  providen- 
cias que  obtenía  del  dictador,  y  pedia  un  precio,  si  ella 
era  favorable,  y  otro  sí  desfavorable,  pero  jamás  intro- 
ducía ninguna  sin  establecer  antes  los  términos  del  ne- 
gocio. 

La  noticia  de  su  trágica  muerte  fue  recibida  con  las 
mayores  demostraciones  de  júbilo,  primeramente  por  los 
presos  que  contemplaban  aquel  cadáver,  recordando  sus 
desgracias  y  las  de  muchos  otros,  y  en  seguida  por  todo 
el  pueblo,  que  se  apoderó  de  él  arrojándolo  á  un  zanjón 
cerca  de  la  catedral.  En  la  misma  noche,  su  esposa  lo 
recogió  y  lo  sepultó  en  uno  de  los  aposentos  de  su  casa. 


Desde  este  momento,  el  pueblo  empezó  á  considei'arse 
ya  libre  y  lo  manifestaba  modulando  algunas  frases  con- 
tra las  arbitrariedades  del  finado  dictador,  cosa  que  no  se 
habrían  atrevido  á  hacer  antes,  y  aún  no  faltó  alguien  que 
tratara  de  dar  al  país  una  constitución,  cuya  idea  era 
fuertemente  apoyada  por  los  individuos  déla  junta  y  otros 
ciudadanos  de  respeto.    * 

Entre  tanto,  el  tiempo  corría  y  no  se  producía  la  refor- 
ma que  el   pueblo  anhelaba,  hasta  que  impacientándose 


DEL   PABAOÜAY  391 

éste,  acusó  á  la  junta  de  usurpadora,    derrocándola  por 
medio  de  una  revolución  niilitar  encabezada  por 

184a-LXIII— RAMÓN  DURÉ  y  JOSÉ  DOMINGO  CAM- 
POS,  sargentos  del  cuartel  del  colegio  y  de  San  Francisco, 
quienes  se  sublevaron  (23  de  enero  de  1841)  contra  el 
gobierno  provisorio  aprisionando  á  todos  los  nniembros 
déla  junta.  Estos  fueron  conducidos  al  cuartel,  donde 
los  colocaron  en  calabozos  separados,  con '  una  barra  de 
grillos  cada  uno  y  en  completa  incomunicación. 

Duré,  por  indicación  de  Alonzo,  ordenó  las  elecciones 

por  el  libre  sufragio,  y,  como  no  tema  ambición  alguna, 

sino  simplemente  redimir  al  pueblo  de  la  anarquía,  colo- 
có al 

LXIV.  CORONEL  MARIANO  ROQUE  ALONZO,  ge- 
fe  político  y  militar  de  la  República  con  el  antiguo  secre- 
cretario  Benitez,  el  alcalde  Juan  José  Medina  y  el 
hermano  del  sargento  re  volucionario  Campos,  fiel  de  fe- 
chos, con  la  única  atribución  de  convocar,  como  convocó 
(9  de  febrero  de  1841)  un  congreso  nacional  estraordina- 
rio,el  cual  se  reunió  el  lá  de  marzo,  en  número  de  cua- 
trocientos miembros  de  la  campaña  los  mas.  Apenas 
habia  un  miembro  que  tuviera  una  idea  definida  de  lo  que 
se  habia  de  hacer,  pues  sólo  podían  votar  en  pro  ó  en 
contra  de  los  proyectos  que  se  les  sometiera.  El  plan  de 
^una  ley  fundamental  presentado  por  ef  diputado  López  fué 
sometido  y  aprobado  en  la  primera  sesión.  En  la  segunda, 
se  eligieron  dos  cónsules  porel  término  de  tres  años  que  ha- 
bian  de  ejercer  conjuntamente  el  poder  ejecutivo.  Fueron 
unánimemente  proclamados— 

1841-1844— LXV.  MARIANO  ROQUE  ALONZO  y 
CARLOS  ANTONIO  LÓPEZ,  (14de  marzo),  cónsules  de 
la  República,  firmando  ambos,  al  principio,  en  la  misma 
línea,  como  para  denotar  igualdad  de  categoría;  pero  poco 
después,  López  firmaba  pritoero  y  bajo  su  firma  colocaba 


392  GOBERNANTES 

Alonzo  la  suya,    indicando   inferioridad  de  éste  sobre 
aquél. 

Pa/a  cohonestar  la  tiranía  naciente,  no  se  permitía  ha- 
cer niencion  alf?una  de  las  crueldades  de  Eldifunto^  como 
se  denominaba  á  Francia.  No  se  le  recordaba  sino  como 
El  Difunto  ó  simplemente  el  doctor  Francia,  aún  se  pro- 
hibió hacer  malos  recuerdos  de  él,  preparando  el  camino 
para  poco  después.  López  tuvo  bastante  astucia  para  no 
provocar  los  <^o»  del  dictador  sino  exhibiendo  levemente 
alguna  insignificante  capacidad.  No  por  eso  dejó  de  caer 
en  su  ii^i,  pues  dos  años  antes  de  morir  le  desterró  al 
Rosario  por  haber  manifestado  demasiada  astucia  en  un 
escrito  suyo  que  llegó  á  ver  Francia.  Pero  López  aceptó 
el  destierro  sin  murmurar,  manteniéndose  muy  tranquilo 
hasta  la  muerte  del  dictador,  cuando  volvió  á  su  casa 
cerca  de  la  ciudad.  Desde  allí  presenció  las  tentativas 
del  pueblo  de  la  capital  para  formar  un  gobierno,  y  vio  que 
á  cualquiera  mas  fuerte  le  era  fácil  apoderarse  del  cetro  de 
Francia.  ^ 

Uno  de  los  primeros  actos  del  gobierno  consular  fué 
hacer  poner  en  libertad  á  todos  los  presos  que  hablan 
probado  no  ser  criminales.  Hallábanse  en  la  cárcel  de 
,  cinco  á  seis  por  cieota  de  toda  la  población  y  casi  todos 
de  la3  mejores  familias;  y  el  abrírseles  las  puer- 
tas y  arrancárseles  los  grillos  fué  un  espectáculo  uunca 
presenciado  antes,  al  ver  á  las  familias  y  amigos  de  los 
presos,  tanto  tiempo  encerrados,  correr  á  abrazarlos  cuan- 
do  ya  hablan  perdido  la  esperanza  de  volverlos  á  salu- 
dar en  este  mundo.  El  hombre  de  regular  edad  que  se 
hallaba  encerrado  en  un  calabozo,  se  presentaba  decrépito 
y  viejo,  quizá  para  encontrar  muertos  á  todos  sus  parien- 
tes, y  todos  sus  bienes  tomados,  habiendo  dispuesto  de 
ellos  el  dictador. 


DEL  PARAGUAY  '  393 

Sin  embargo,  los  cónsules  obraron  sabia,  justa  y  cau- 
telosamente; las  tierras  y  casas  confiscadas  fueron  de- 
vueltas á  las  familias  de  los  ejecutados;  y  á  los  que  habian 
sido  arruinados  con  multas  y  cárcel  se  les  dio  algo  con 
arreglo  ftl-es^ado  delacarLo.  Era  la  política  de  los  cónsu- 
les hacer  gradual  la  tcansicion,  para  que  el  puebla  sintiese 
su  mejorada  condición  antes  de  empezar  á  saborear  un 
canabio  radical.  En  la  época  de  Francia  las  ciudades 
se  llenaban  de  soldados  y  de  espías  que  le  contaban  todo, 
yá  cualquier  criminal  que  se  pillaba  infraganti  en  el  acto 
era  condenado  á  muerte,  á  prisión  ó  á  nada,  según  el 
capricho  del  momento.  Los  cónsules,  empero,  pronto 
arreglaron  un  sistema  de  policía,  y  aunque mjuy  imper- 
fecto, era*  un  gran  adelanto.  Establecióse  igualmente  un 
sistema  judicial-,  nombrándose  jueces  de  diferentes  gra- 
dos y  difiniendo  sus  respectivas  jurisdicciones.  Como 
no  existían  en  el  país  tribunales,  leyes,  ni  abogados,  estos 
primeros  tribunales,  como  debe  suponerse,  tenian  un  mo- 
do original  de  procedimiento;  y  como  los  jueces  eran  ele- 
gidos de  entre  los  ciudadanos  mas  respetados  que  sobre- 
vivieron á  Francia,  administraban  justicia  en  los  casos 
sencillos  en  que  tenian  que  entender,  aún  improvisando 
una  ley  para  la  ocasión. 

Durante  los  últimos  años  del  reinado  de  Francia,  debido 
al  terror,  la  educación  sufrió  una  gran  decadencia,  tor- 
nándose casi  nula.  Algunas  mugeres  en  la  capital,  entre 
ellas,  la  hermana  del  mismo  dictador  instruía  álos  niños 
los  ramos  elementales;  pero  como  no  habia  colegios  ni 
seminarios  para  aquella  enseñanza,  el  idioma  castellano 
iba  dando  lugar  todo  el  tiempo  al  guaraní,' de  modo  que 
los  niños,  cuyos  padres  habian  recibido  una  educación 
liberal  en  España  crecían,  pudiendo  hablar  apenas,  mu- 
cho menos  leer  ni  ^escribir,  en  cualquier  día  lecto.  El 
pueblo,  conocía  bier.  su  ignorancia,  y  el  primer  acto  del 
congreso,  aún  antes  de  elegir  á  los  cónsules,  fué  sancio- 
nar una  ley  para  la  fundación   de  un  colegio  de  estado. 


9 

394  GOBERNANTES 

Los  cónsules  trataron  de  establecer  estnielas  primarias, 
no  solo  en  la  capital,  sino  tarabien  en  todo  el  ^aís. 


Este  duunvirato  convocó  un  congreso  estraordinario, 
cuerpo  aparentemente  deliberativo  que  desde  entonces, 
celebraba  generalmente  sus  sesiones  cinco  dias  cada  cin- 
co años — para  considerar  el  medio  de  establecer  las  rela- 
ciones de  la  República  con  el  esterior. 

Al  convocar  el  nuevo  congreso  general  estraordinario 
de  1842,  López  se  vio  en  serios  apuros  sobre  la  cuestión 
independencia  del  Paraguay,  que  Rosas  no  reconocia,  á 
pesar  del  tratado  de  12  de  octubre  de  1811,  con  el  gobier- 
no de  las  Provincias  Unidas  del  Rio  de  la  Plata,  cuya 
existencia  parecía  ignorar  López.  Llamados  por  éste, 
no  elegidos  popularmente,  los  congresales  de  la  campaña, 
y  nombrados  los  de  la  capital  por  el  gobierno  mediante  un 
oficio  dirigido  á  ellos  por  el  secretario  del  consulado,  se 
reunieron  en  la  capital,  en  noviembre  de  1843.  Pero, 
^  antes  de  inaugurarse,  circuló  la  voz  de  que  los  congresa- 
les trataban  de  deponer  á  López  por  tiránico  y  por  hallar- 
se influenciado  por  el  porteño  presbítero  José  Joaquín  Pa- 
lacio, que  era  su  confidente  y  consejero.  Temeroso, 
'  pues,  López,  de  que  el  pueblo,  tratando  al  fin  de  sacudir  el 
yugo  que  le  oprimía,  recurrió  á  su  pariente  y  amigo  don 
Manuel  Pedro  de  Peña,  para  que  le  ayudase  á  salir  del 
atolladero  en  que  se  hallaba,  diciéndole:  "Estos  bárbaros 
no  saben  lo  que  se  va  á  hacer,  y  piensan  introducir  un  ba- 
rullo que  puede  costar  caro  á  la  patria:  nó  hay  uno  que 
entiéndalo  que  deba  practicarse,  ni  como  debe  espedirse: 
todo  va  á  ser  un  trastorno  yes  urgente  poner  remedio  á 
este  mal.  Son  varios  los  puntos  que  se  tratarán,  y  nadie 
tiene  conocimiento  de  ellos  sino  ust^  y  Palacios:  muchas 
de  sus  formas  son  nuevas  acá;  pero  de  algún  modo  se  ha 
de  principiar. 

"Mañana  se  inaugurará  el  congreso,  y  dicen  que  nada 


DEL  PARAGUAY  395 

esperarán  sino  reunirse  los  diputados,  nombrar  su  presi- 
dente, y  aguardar  al  gobierno  para  oir  lo  que  ocurre  y  de- 
terminar lo  conveniente.  Va  á  darse  un  escándalo:  es 
preciso  qiie  usted  se  apersone  temprano  al  templo  de  la 
Encarnación,  y  esté  á  la  mira  con  disimulo  para  contener 
todo  desorden,  hasta  que  el  gobierno  vaya  á  hacer  la  aper" 
tura  del  congreso.  Persuada  y  convenza  á  esos  hombres, 
que  no  se  desea  otra  cosa  que  el  bien  de  la  patria,  y  el  ma- 
yor acierto  en  las  operaciones."  (1) 

Peña  cumplió  al  pié  de  la  letra  lo  consignado  en  la 
lección  dada,  como  que.no  era  ía única  vez  que  prestara 
igual  servicio.  Reunidos  los  diputados,  estaban  impacien- 
tes por  la  llegada  del  gobierno.  Al  fin  apareció  éste,  y 
entonces  Peña  se  paró  y  en  voz  alta  y  clara,  dijo:  "Señores, 

debiendo  procederse  á  la  elección  de  presidente  del  con- 
greso,' prapongo  para  este  cargo  al  benemérito  ciudadano 
Carlos  Antonio  López."  Todos  los  diputados  manifesta- 
ron su  conformidad,  repitiéndose  la  misma  operación  en 
los  demás  congresos  que  tuvo  el  Paraguay,  hasta  la  caida 
deláltímo  López — contestando,  los  unos:  apoyado,  y  otros 
iporaitó  mátele  catü :  toicobé  catü  ñanderublchá  guazú; 
cuya  traducción  es:  "es  estraordi?iariamente  conveniente 
que  continúe  nuestro  supremo  ge  fe  (y ,  al  final  de  este  ar- 
tículo, sobre  el  duunvirato,  la  constitución  sancionada.) 

« 

En  seguida,  ratificó,  en  la  misma  forma,  la  independencia 
del  Paraguay  (25  de  noviembre,  1842),  y  determinó  la  ban- 
dera nacional,  adoptando  el  azul  como  color  de  la  patria, 
declarando  que  el  pabellón  de  la  República  fuese  el  mismo 
que  hasta  entonces  habia  tenido  la  nación,  con  las  varia- 
ciones convenientes,  esto  es,  una  bandera  compuesta  de 
tres  fajas  horizontales,  colorada,  blanca  y  azul.    De  un 

• 

(1)    Cartón  del  ciudadano  paraguayo  Mantid  Pedro  de  Peña,  etc.  Buenos 
Aires,  1865. 


I 


396  GOBERNANTES 

lado  el  escudo  nacional  con  una  fialoma  y  una  oliva  en- 
trelazadas en  el  vértice  y  abiertas  en  la  superficie,  re- 
saltando, en  el  medio  de  ellas,  una  estrella.  En  la  orU 
una  inscripción  distribuida  que  dice  República  del  Para- 
guay. En  el  lado  opuesto,  un  círculo  con  la  inscripción 
Paz  y  Justicia^  y  en  el  centro  un  león  en  la  boca  del  sím- 
bolo dé  la  libertad.  Que  el  sello  nacional  fuese  el  mismo 
usado  hasta  entonces,  esto  es,  bajo  el  geroglíficode  una' 
palma  y  oliva  en  el  centro  y  la  inscripción  orlada  de 
liepüblica  del  Paraguay,  y  para  sollo  de  la  hacienda,  el 
de  que  se  designa  en  otra  círculo  jjue  contiene  el  símbolo 
de  la  libertad  y  los  lemas  Paz  y   Justicia. 

El  pabellón  que  se  enarboló  por  primera  vez  (17  de 
junio  de  1811)  era  as^ul,  encarnado  y  amarillo^  con  el 
escudo  de  las  ayuntas  del  rey.  Según  el  señor  don  Manuel 
Pedro  de  Peña,  la  bandera  primitiva  del  Paraguay  fué  toda 
a^ul  y  una  estrella  blanca  en  el  ángulo  superior  próximo  á 
la  driza,  y  se  componia  de  lienzo  crudo  ó  loneta,  añil  y 
albayalde,  según  algunas  que  se  encontraron  de- 
positadas en  la  tesorería  de  la  Asunción  á.  la  muerte  del 
dictador. 

• 
Este  y  otros  congresos  dictaron  leyes  de  las  que  pue- 
den tomarse  por  m'odelo  los  fragmentos  siguientes: 

a 

ESTATUTOS    DE    LA   ADMINISTRACIÓN   DE  JUSTICIA 

Art.  71.  Quedan  abolidas  la  pena  de  tormentos  y  la 
confiscación  de  bienes.  Noviembre  24  de  1842.  Esta 
disposición  fué  infringida  de  un  modo  tan  horrible  como 
escandaloso  por  F.  S."  López. 

•        DECRETO  SOBRE  LA  LIBERTAD  DE  VIENTRES 

Noviembre  24  de  1842. 
El  supremo  gobierno  de  la  Repúfilica  del  Paraguay 
acuerda  y  decreta: 


DEL   PARAGUAY  397 

Art.  1.0  Desde  el  1°  de  enero  del  entrante  año  de  1843, 
serán  libres  los  vientres  de  las  esclavas,  y  sus  hijos  que 
naciesen  en  adelante  serán  llamados  "Libertos  de  la  Re- 
pública  del  Paraguay. 

Art.  2.®  Quedan  en  la  obligación  los  libertos  deservir 
á  sus  señores,  como  patrones  de  los  libertos  bástala  edad 
de  veinte  y  cinco  años  los  varones,  y  las  mugeres  hasta 
los  veinte  y  cuatro  años. 

•      APROBACIÓN   DEL   MENSAJE    AL  CONGRESO 

Art.  29.  Desde  el  1°  del  mes  entrante  la  dieta  del  primer    '       / 
señor  Cónsul  será   de  cuatro  mil  fuertes  por  año  y  la  del  * 

señor  segundo  cónsul  la  de  tres  mil  pesos  fuertes. 

ACTA    DE   LA    INDEPENDENCIA   DEL    PARAGUAY 

Art.  2.^  La  República  del  Paraguay  nunca  jamás  será 
patrimonio  de  una  persona  ó  de  una  familia.  (Esta  dis- 
posición se  refiere  á|  cualquier  otro  que  no  fuera  López.) 

INSTRUCCIONES     A  LA  POLICÍA 

Junio  15  de  1843. 

Art.  37.  Es  absolutamente  prohibido  hablar  de  partidos 
y  de  la  guerra  civil  que  dolorosamente  hace  pedazosá 

las  provincias  vecinas,  y  no  se  permitirá  insukos  ni  ame- 
nazas con  los  emigrados  de  uno  ú  otro  partido;  siendo  de 
prevención  al  que  quiera  vivir  en  esta  República,  que  ha 
de  guardar  un  profundo  silencio  sobre  los  sucesos  y  par- 
tidos del  otro  lado  de  Corrientes,  y  esto  ha  de  advertir  el 
comisario  á  todos  los  estrangerosy  emigrados,  que  aquí 
nada  queremos  saber  de  sus  odios  y  funestos  rencores,  y 
el  que  no  se  conforqpe,  que  se  retire  del  pais  inmediata- 
mente. 


398  GOBERNANTES 

LEY   QUE  ESTABLECE    LA   ADMINISTRACIÓN   POLÍTICA     DE  LA 

REPÚBLICA    DEL     PARAGUAY 

TITULO  I. 

DE     LA    ADMINISTRACIÓN     GENERAL 

Art.  19  La  administración  general  de  la  República  se 
espedirá  en  adelante  por  un  congreso  ó  legislatura  nacio- 
nal de  diputados  representantes  de  la  República,  por  un 
presidente  en  quien  resida  el  supremo  poder  ejecutivo  y 
por  los  tribunales  y  jueces  establecidos  por  la  ley  del 
soberano  congreso  estraordinario  djB  25  de  noviembre  de 
1842. 

2?  La  facultad  de  hacer  las  leyes,  interpretarlas  ó  dero- 
garlas, reside  en  el  congreso  nacional.' 

3?  La  facultad  de  hacer  ejecutar  las  leyes  y  reglamen- 
tarlas para  su  ejecución,  reside  en  el  supremo  poder  eje- 
cutivo de  la  República» 

49  La  facultad  de  aplicar  las  leyes  reside  en  los  jueces 
y  tribunales  establecidos  por  la  ley. 

TITULO  IL 

DEL   CONGRKSO  Ó     LEGISLATURA  NACIONAL 

Art.  1.0  El  congreso  nacional  se  compondrá  por  ahora 
de  doscientos  diputados  elegidos  en  la  forma  hasfa  aquí 
acostumbrada,  debiendo  ser  ciudadanos  propietarios  de 
las  mejores  capacidades  y  patriotismo. 

29  El  congreso  nacional  será  convocado  de  cinco  en 
cinco  años  en  los  casos  ordinarios,  contándose  aquellos 
desde  el  15  de  mayo  de  1844.  La  convocación  será  trein- 
ta dias  antes  cuando  menos,  y  durará  en  síis  sesiones  el 
tiempo  que  el  mismo  congreso  acuerde. 

39  El  congreso  se  reunirá  y  abrirá  sus  sesiones  en  la 
capital  de  la  República,  y  tendrá  el  tratamiento  de  "Muy 
honorables  señores  representantes  de  la  nación",  nombra- 
brará  un  presidente,  un  secretario,- y  los  demás  oficiales 
que  requiera  el  despacho  de  los  negocios. 


DEL  PARAGUAY  399 

49  Para  el  mejor  espediente  de  sus  deliberaciones  nom- 
brará las  comisiones  que  crea  necesarias,  y  cada  comi- 
sión nombrará  un  presidente  y  secretario  durante  la  co- 
misión. 

59  Las  comisiones  darán  por  escrito  sus  dictámenes 
firmados,  sin  perjuicio  de  lo  que  pueda  informar  invoce 
alguno  de  sus  miembros. 

69  El  congreso  nacional  dará  oportunamente  un  regla- 
mento para  el  régimen  interno  de  sus  actos. 

79  Tendrá  un  archivo  en  que  se  reserven  los  registros 
de  sus  actas  y  demás  documentos  oficiales,  y,  todo  ello 
correrá  á  cargo  del  secretario. 

89  Es  atribución  del  presidente  del  congreso  el  nombra- 
miento de  las  comisiones,  y  fijar  el  número  de  ellas  hasta 
que  se  reglamente  en  esta  parte  lo  conveniente.  Esobli- 
gacion  de  las  co'misiones  dar  aviso  verbal  al  presidente  del 
congreso  cuando  haya  concluido  sus  tareas  remitiéndo- 
las bajo  de  carpeta  cerrada  al  presidente  del  congreso. 

99  El  presidente  del  congreso  pondrá  á  la  deliberación 
del  congreso  los  asuntos  despachados  por  las  comisiones 
según  el  orden  que  fuere  mas  conveniente. 

10.  Es  también  atribución  del  presidente  del  congreso 
velar  sobre  la  policia  de  la  casa  de  los  señores  represen- 
tantes, y  cuidar  que  se  observe  toda  circunspección  y  dig- 
nidad en  todas  sus  deliberaciones. 

TITULO  IIL 

DE  LAS  ATRIBUCIONES     DEL   CONGRESO  NACIONAL 

Art.  19  Al  congreso  nacional  corresponde  formar  las 
leyes  y  ordenanzas  de  cualquiera  naturaleza  para  regir 
la  administración  interior  de  la  República,  bien  como  el 
modificarlas,  suspenderlas,  ó  abolirías.  • 
.  29  Elegir  al  presidente  déla  República,  recibirle  el  ju- 
ramento de  ley,  y  mandarle  poner  en  posesión  del 
mando. 


400  GOBERNANTES 

39  Corresponde  al  congreso  nacional  declarar  la  guer- 
ra, oidos  los  motivos  que  esponga  el  presidente  de  la 
República. 

4?  Recomendar  af  presidente  de  la  nación  cuando  lo 
halle  por  conveniente  la  negociación  de  la  paz. 

5?  Fijar  los  gastos  generales  con  presencia  de  los  pre- 
supuesto3  que  presentare  el  presidente  de  la  República. 

69  Recibir  las  cuentas  de  inversión  de  los  fondos  públi- 
cos, examinarlas  y  aprobarlas. 

79  Fijar  la  ley,  valor,  peso  y  tipo  de  la  moneda. 

89  Establecer  tribunales  de  justicia  y  reglar  la  forma 
de  los  juicios. 

99  Crear  y  suprimir  empleos  de  toda  clase. 

10.  Reglare!  comercio  interior  y  esterior. 

11.  Demarcar  el  territorio  de  la  República  y  fijar  sus 
límites. 

12.  Ratificarlos  tratados  que  hiciese  el  presidente  de  la 
República  en  los  casos  que  le  permite  la  ley  del  soberano 
congreso  de  26  de  noviembre  de  1842  en  el  artí- 
culo 20. 

TITULO  IV. 

DEL  PODER  EJECUTIVO    PERMANENTE 

Art.  19  El  gobierno  nacional  permginente  ha  de  ser 
desempeñado  por  un  solo  ciudadano  con  la  denomina- 
ción de  Exmo.  señor  Presidente  de  la  República  del  Pa- 
raguay. 

29  Ninguno  podrá  ser  electo  Presidente  de  la  Repúbli- 
ca que  no  sea  ciudadano  del  fuero  común  natural  de  la 
República  del  Paraguay,  y  que  además  tenga  cuarenta  y 
cinco  año3  de  edad,  capacidad,  honradez  y  patriotismo 
conocidos;  buena  conducta  moral  y  un  capital  propio  de 
ocho  mil  pesos. 

39  Para  entrar  al  ejercicio  de  presidente  hará  en  pre-» 
sencia  del  congreso  nacional:  el  Juramento  siguiente: 
"Yo,  fulano  de  tal,  solemnemente  juro  por  Dios  nuestro 


DE^i  PARAGUAY  40 1 

Señor  y  estos  santos  evangelios,  que  ejerceré  fielmente  el 
cargo  de  presidente  de  la  República:  que  protegeré  la  reli- 
gión católica»  apostóliea,  romana,  única  de  estado:  que 
conservaré  y  defeiKleré  la  integridad  é  independencia  de  la 
nación,  y  cuanto  mejor  pueda  propender  á  la  felicidad  de 
la  República. 

49  El  presidente  de  la  República  durará  en  el  cargo  de 
la  presidencia  nacional  por  el  tiempo  de  diez  años  desde 
el  dia  de  su  elección.  ^  " 

59  En  caso  de  enfermedad,  ausencia  del  presidente,  ó 
mientras*  se  procede  á  nueva  elección  por  su  muerte, 
renuncia  6  por  otra  causa,  el  juez  superior  de  apelaciones 
entrará  á  ocupar  con  calidad  de  vice-presidente  de  la  Re- 
pública, prestando  el  juramento  de  ley,  ó  en  manos  ^el 
mismo  presidente  déla  República,  ó  por  falta  de  éste  en 
manos  del  prelado  diocesano,  con  asistencia  de  todas  las 
corporaciones  civiles,  militares  y  eclesiásticas  de  la' capi- 
tal, sin  cuyo  requisito  no  tomará  el  mando  de  la  República. 
Para  este  acto  se  constituirán  las  autoridades  en  el  pala- 
cio de  gobierno. 

69  El  presidente  de  la  República  recibirá  por  sus  servi- 
cios la  dotación  qiie  la  ley  establezca  por  separado,  y  en 
ella  también  se  acordará  la  dotación  que  deba  recibir  el 
vice-presidente  en  los  casos  que  espresa  et  art.  5  de  este 
título. 

79  El  juez  superior  de  apelaciones  encargado  de  la  pre- 
sidencia interina  nombrará  un  ciudadano  capazy  de  cono- 
cida probidad  que  le  sustituya  entretanto  el  encargo  del 
Tribunal  superior,  recibiéndoles  •  el  juramento  de  ley,  y 
percibiré  por  su  servicio  el  mismo  sueldo  del  áüstitu- 
yente. 

89  En  los  casos  de  enfermedad  ó  ausencia  del  presidente 
propietario,  éste  nombrará  el  secretario  que  haya  de 
actuar  con  el  vice-presidente  interino. 

99  Por  fallecimiento  del  presidente  de  la  República,  el 
vice-presidente  interino  convocará  inmediatamente  el  con- 

27 


402  GOBERNANTES 

greso  nacional    para  la    elección  de  presidente   propie- 
tario. 

TITULO  V. 

DE  LA  ELECCIÓN  DEL  PRESIDENTE  DE  LA  REPÚBLICA 

Art.  19  El  presidente  de  la  República  del  Paraguay  será 
elegido  en  sesión  permanente  por  el  congreso  nacional 
por  votación  nominal  dada  in  voce  porcada  diputado  á 
pluralidad  de  sufragios  formándose  á  continuación  el  acta 
conveniente. 

29  El  acto  de  las  firmas  del  acta  no  embarazará  la  re- 
cepción del  presidente  legalmente  electo,  ni  la  toma  de  po- 
sesión del  mando. 

39  Cuatro  votos  sobre  la  mitad  harán  la  mayoria. 

49  En  el  caso  de  ser  empatada  la  elección  del  presiden- 
te se  repetirá  por  segunda  vez, *y  si  en  ésta  ninguno  obtu- 
viese la  mayoria,  los  ciudadanos  entre  quienes  estén  divi- 
didos los  votos,  seránsorteadosá  presencia  del  congreso 
nacional,  insaculando  sus  nombres  en  dos  cédulas,  y  será 
presidente  el  que  decida  la  suerte. 

59  Luego  de  efectuada  la  elección  el  presidente  será 
proclamado  en  alta  voz  por  el  secretario  del  congreso. 

TITTULO    VI. 

DISTINTIVOS   DEL  PRESIDENTE    DE  LA   REPÚBLICA 

Art.  19  El  presidente  de  la  República  usará  uniforme 
decapitan  general,  y  de  una  banda  tricolor  debajo  del 
uniforme,  de  derecha  á  izquierda,  y  en  aquella  traerá  pen- 
diente al  pecho  un  signo  nacional  ó  presea  de  honor,  am- 
bas costeadas  por  él  tesoro  de  la  República. 

29  La  presea  de  honor  será  una  estrella  de  oro  orlada 
de  brillantes,  en  cuyo  centro  se  lea  por  un  lado:  "Poder 
Ejecutivo,"  y  del  otro  *" República  del  Paraguay.'' 

39  El  presidente  de  la  República  tendrá  las  atribuciones 


! 


DEL   PARAGUAY  403 

y  prerogativas  de  capitán  general  y  podrá  formarse  una 
escolta  de  honor  para  custodia  de  su  persona.  La  escolta 
no  "escederá  de  setenta  y  cinco  plazas. 

49  Tendrá  además  dos  ó  tres  edecanes  de  órdenes  en 
el  palacio  que  alternen  en  el  servicioi  Un  conserge  y  los 
sirvientes  interiores  que  precisare  con  sueldos  abonables 
del  tesoro  nacional. 

TITULO  VIL 

DE   LAS  ATRIBUCIONES  DEL  PRESIDENTE   DE  LA   REPÚBLICA 

19  La  autoridad  del  presidente  de  la  República  es  estraor- 
dinaria  en  los  casos  de  invasión,  de  conmoción  interior 
y  cuantas  veces  fuere  precisa  para  conservar  el  orden  y 
la  tranquilidad  pública  déla  República. 

29E1  presidente  de  la  nación  es  el  gefe  de  la  adminis- 
tración de  la  República. 

39  Publica  y  hace  ejecutar  las  leyes  y  decretos  del  con- 
greso, reglando  su  ejecución  por  reglamentos  espe- 
ciales. 

49  Convoca  al  congreso  nacional  á  la  época  fijada  por 
esta  ley,  ó  estraordinariamente  cuando  las  circunstancias 
lo  demanden. 

5?  Hace  la  apertura  del  congreso,  y  pasará  informes 
por  parte  oficial  del  estado  político  de  la  República,  y  de 
las  mejoras  y  reformas  que  considere  dignas  de  su  aten- 
ción; finalmente  cierra  sus  sesiones. 

69  .Espide  las  órdenes  convenientes,  y  en  tiempo  opor- 
tuno para  la  elección  de  diputados. 

79  Es  el  gefe  supremo  de  las  fuerzas  navales  y  de 
tierra,  esclusivamente  encargado  de  su  dirección  en  paz 
y  en  guerra:  puede  mandar  en  persona  el  ejército  ó  en  su 
lugar  nombrar  un  gefe  general  que  lo  mande. 

89  Provee  á  la  seguridad  interior  y  esterior  de  la  Re- 
pública. 

99  Publica  la  guerra  y  la  paz  y  toma   por  sí  mismo 


404  GOBERNANTES 

cuantas     medidas    puedan    contribuir   á    prepararlas. 

10.  Hace  los  tratados  de  paz  j  alianza  con  concepto  á 
JO  que  ordena  el  artículo  20  de  la  ley  del  soberano  con- 
greso estraordinario  de  26  de  noviembre  de  1842. 

11.  Fíjala  fuqfzadelíneay  las  milicias  en  todos  sus  ra- 
mos. 

12.  Manda  construir  vasos  de  guerra,  equiparlos  y  fijar 
su  número. 

13.  Nombra  y  destituye  á  los  empleados  civiles,  milita- 
res y  políticos. 

14.  Igualmente  nómbralos  enviados,  agentes  denegó 
cios,  y  demás  enviados  diplomáticos. 

15.  Puede  recibir,  según  las  fórmulas  de  etiqueta,  los 
ministros  y  agentes  de  las  naciones  estrangeras,  oyendo 
sus  propuestas  sin  estipular  cosa  alguna  en  oposición  á  lo 
dispuesto  en  el  precitado  artículo  vigésimo  de  la  ley  in- 
dicada. 

Iff.  Ejerce  el  patronato  general  respecto  de  las  iglesias, 
beneficios  y  personas  eclesiásticas  con  arreglo  alas  le- 
yes: nombra  los  obispos  y  los  miembros  del  senado  ecle- 
siástico. 

17.  Puede  celebrar  concordatos  con  la  santa  sede  apos- 
tólica; conceder  ó  negar  su  beneplácito  á  los  decretos  de 
los  concilios  y  cualesquiera  otras  constituciones  eclesiás- 
ticas; dar  ó  negar  el  exequátur  á  las  bulas  y  breves  ponti- 
ficios, sin  cuyo  requisito  nadie  los  pondrá  en  cumpli- 
miento. 

18.  Es  el  juez  privativo  de  las  causas  reservadas  en  el 
estatuto  de  la  administración  de  justicia. 

19.  Promueve  y  fomenta  los  establecimientos  de  la  edu- 
cación primaria  y  los  de  ciencias  mayores. 

20.  Puede  indultar  ó  conmutar  la  pena  capital  en  con- 
formidad de  lo  dispuesto  en  el  artículo  quincuagésimo 
octavo  del  estatuto  de  justicia. 

21.  Puede  aumentar  ó  disminuir  los  sueldos  de  los  em- 
pleados públicos. 


í 


DEL  PARAGUAY  405 

22.  Aplica  esclusivamente  los  ramos  del  diezmo  en  be- 
neficio de  las  iglesias,  dé  los  ministros  del  culto,  y  demás 
de  este  ramo  en  conformidad  de  la  ley  especial  que  se  ha 
dado  á  este  respecto. 

23.  Puede  conceder  retiros  y  jubilaciones,  premios  re- 
muneratorios, ó  cualesquiera ,  otra  gracia  á  los  que  hicie- 
sen distinguidos  servicios  á  la  República. 

24.  Puede  visitar  personalmente  en  todo  6  en  parte  el 
territorio  de  la  República  una  ó  mas  veces  durante  el  pe- 
ríodo de  la  presidencia. 

25.  Puede  dispensar  de  todo  impedimento,  y  habilitar 
á  los  hijos  de  la  República  para  obtener  donaciones,  lega- 
dos ó  herencias,  quedando  revocadas  todas  las  leyes  en 
contrario. 

26.  Abrir  puertos  de  comercio  y  elevar  las  poblaciones 
al  rango  de  villas  y  ciudades,  dando  cuenta  oportunamen- 
te al  congreso  nacional. 

27.  Formar  planes  generales  ó  particulares  de  educa- 
ción pública,  sometiéndolos  después  á  la  aprobación  de  la 
representación  nacional. 

28.  Acordar,  á  los  autores  ó  inventores  de  estableci- 
mientos útiles,  privilegios  por  tiempo  determinado,  dando 
cuenta  al  congreso  nacional. 

29.  Puedexonceder  amnistías  dando  cuenta  al  congre- 
so nacional. 

30.  Todos  los  ramos  de  obras  públicas,  caminos,  pos- 
tas, correos,  establecimientos  de  educación  primaria  y 
científicos,  costeados  por  los  fondos  déla  nación,  todos 
los  objeto^  y  ramos  de  hacienda  y  policía,  son  de  la  su- 
prema inspección  y  resorte  del  presidente  de  la  Re- 
pública. 

TITULO  VIII. 

DE    LOS   MINISTROS   SECRETARIOS 

Art.  19  Cuando  el  presidente    de  la  República  lo  creye- 


406  GOBERNANTES 

re  conveniente  podrá  nombrar  uno  6  mas  ministros  secre- 
tarios de  estado,  ó  reunir  accidentalmente  en  un  solo  mi- 
nisterio los  departamentos  de  gobierno  y  de  relaciones 
estertores . 

29  El  ministro  secretario  será  removido  de  su  empleo 
ala  voluntad  del  presidente  de  la  República. 

39  El  ministro  6  ministres  de  estado  no  tendrán  otro 
tratamiento  que  el  de  usted,  y  no  podrán  dar  orden  alguna 
sin  acuerdo  y  aprobación  del  presidente  de  la  Repú- 
.blica. 

49  Gozarán  de  una  compensación  que  les  asigne  el  pre- 
sidente de  la  República. 

TITULO  IX. 

DEL     CONSEJO     DE   ESTADO 

I 

Art.  19  El  consejo  de  estado  en  la  República  del  Para- 
guay se  compondrá  eventual  ó  temporalmente  del  prela- 
do diocesano,  de  dos  jueces  de  la  magistratura  elegidos 
por  el  poder  ejecutivo,  y  de  tres  ciudadanos  de  capacidad 
también  nombrados  por  el  supremo  gobierno  de  la  Repú- 
blica. 

29  El  consejo  de  estado  nombrará  un  presidente  interi- 
no de  su  seno,  y  un  secretario  que  podrá  ser  de  afuera  del 
consejo  teniendo  la  suficiencia  necesaria  para  tal  cargo. 

39  El  presidente  de  la  República  destinará  el  local  don- 
de ha  de  reunirse  el  consejo  de  estado. 

49  El  consejo  de  estado  será  oido  y  convocado  por  el 
superior  gobierno  en  los  negocios  graves  y  medidas  ge- 
nerales de  pública  administración,  principalmente  cuando 
ocurra  una  guerra  esterior  ó  tratados  con  envia'dos  de  los 
estados  vecinos  ó  potencias  estrangeras;  cuando  fuere 
necesario  conceder  amnistía,  poner,  veto  á  las  leyes  y  de- 
cretos del  congreso  nacional,  y  convocar  es traordi nana- 
mente al  congreso. 


DEL  PARAGUAY  407 

59  El  consejo  de  estado  dará  sus  dictámenes  por  escrito 
y  firmados. 

6?  Es  obligado  á  guardar  reserva  en  los  asuntos  que  el 
supremo  gobierno  le  sometiese  con  esta  calidad. 

79  El  consejo  de  estado  prestará  el  juramento  de  ley  en 
manos  del  presidente  de  la  República  para  poder  entrar  en 
sus  funciones. 

t    89  A  invitación  del  presidente  de  la  República  se  reunirá 
el  consejo  de  estado. 

99  Las  vacantes  de  los  miembros  del  consejo  serán 
reemplazadas  con  los  nombramientos  que  hiciese  el  pre- 
sidente déla  República. 

10.  El  presidente  de  la  nación  después  de  impuesto  de 
los  dictámenes  del  consejo  de  estado,  puede  separarse  de 
ellos,  no  hallándolos  convenientes  y  adoptar  las  resolucio- 
nes que  tuviese  á  bien. 

11.  Los  presidentes  de  la  República  á  la  conclusión  de 
sumando  son  miembros  natos  del  consejo  de  estado  y 
deben  concurrir  áél  además  de  Ips  asignados  en  el  art.  19. 

12.  El  consejo  de  estado  no  tendrá  mas  tratamiento  qne 
el  de  señores  de  consejo. 

TITULO  X. 

ORDENANZAS  GENERALES 

Art.  19  Los  ciudadanos  de  la  República  prestarán  su 
reconociipiento  y  obediencia  al  presidente  nacional  luego 
de  estar  en  posesión  del  mando,  yon  la  forma  que  lo  de- 
termine el  presidente  de  la  República. 

2S  Los  hombres  son  de  tal  manera  iguales  ante  la  ley, 
que  ésta,  bien  sea  penal,  preceptiva  ó  tuitiva,  debe  ser  una 
misma  paVa  todos  y  favorecer  igualmente  al  poderoso  que 
al  miserable. 

39  Todos  los  habitantes  déla  República  tienen  derecho 
á  ser  oídos  de  sus  quejas  por  el  supremo  gobierno  de  la 
nación. 


408  GOBERNANTES 

49  Se  permite  libremente  la  salida  del  territorio  de  la 
República  llevando  en  frutos  el  valor  ó  precio  de  sus  pro- 
piedades adquiridas,  observando  además  las  leyes  policia- 
les y  salvo  perjuicio  de  tercero. 

59  Para  entrar  en  el  territorio  de  la  República  se  obser- 
varán las  órdenes  anteriormente  establecidas,  quedando  al 
arbitrio  del  supremo  gobierno  ampliarlas  ó  restringirlas 
según  lo  exigiesen  las  circunstancias.  • 

69  Todos  los  empleos  militares  dados  hasta  aquí,  y  que 
en  adelante  se  dieren,  son  empleos  de  pura  comisión. 

79  Los  establecimientos  particulares  de  educación  pri- 
maria, y  los  de  otras  ciencias  que  en  adelante  se  establezcan 
en  la  República,  sacarán  primero  licencia  del  supremo  go- 
bierno, siendo  .obligados los  preceptores  ó  maestros  á  pre- 
sentar el  plan  de  enseñanza,  y  las  materias  que  tratan  de 
enseñar,  los  autores  que  se  propongan  seguir,  sujetándose 
en  todo  á  los  reglamentos  que  les  diere  el  supremo  gobierno 
nacional. 

89  Para  establecer  imprenta  3e  particulares  en  la  Re- 
pública se  tomará  primeramente  el  permiso  del  supremo 
gobierno,  dando  el  dueño  ó  el  administrador  una  fianza 
de  dos  mil  pesos  bajo  la  cual  se  comprometa  cumplir  con 
los  reglamentos  que  les  diere  el  gobierno  de  la  República. 

99  Los  babitantes  de  la  República,  sea  cual  fuese  su 
oriundez,  no  reconocerán  otros  tribunales  para  todo  géne- 
ro de  causas  que  los  establecidos  por  nuestras  leyes 
patrias;  de  consiguiente,  queda  prohibido  el  estableci- 
miento de  tribunales  estrangeros  bajo  de  cualquiera 
forma. 

10.  Queda  prohibido  el  tráfico  de  esclavos  ó  de  negros 
aún  con  el  título  ó  pretesto  de  colonos. 

11.  Se  ratifican  las  leyes  y  decretos  sancionados  por  el 
soberano  congreso  de  25  de  noviembre  de  1842. 

12.  La  presente  ley  puede  ser  reformada  ó  adicionada 
según  lo  exigiese  la  esperiencia,  y  para  esto  se  necesita:'' 


DEL  PARAGUAY  409 

19  El  consentimiento  y  aprobación  de  la  mayor  parte  del 
congreso  nacional. 

29  Qye  los  artículos  dignos  de  reforma  estén  plena- 
mente demostrados  en  la  necesidad  de  ser  reformados. 

39  Que  el  poder  ejecutivo  esponga  además  su  opinión 
fundada  para  resolverse  sobre  la  conveniencia  y  necesi- 
dad delareformaó  de  alguna  adición  sustancial. 
•  49  Sancionada  la  necesidad  de  la  reforma  se  convocará 
un  congreso  general  con  poderes  especiales  para  verifi- 
car la  reforma  con  las  formalidades  debidas. 

59  Verificada  la  reforma  pasará  al  poder  ejecutivo  para 
su  publicación,  ópara  que  esponga  los  reparos  que  encon- 
trare. En  caso  de  devolverla  con  reparos,  la  votación  de 
la  mayor  parte  del  congreso  hará  su  última  sanción. 

13.  Todo  el  que  atentare  ó  prestare  medios  de  atentar 
contra  la  indepedencia  de  la  República  ó  contraía  presen- 
te ley  fundamental  será  castigado  hasta  con  la  pena  de 
muerte,  según  la  gravedad  de  su  atentado. 

Dada  en  la  sala  de  sesiones  del  congreso  nacional  de  la 
República  del  Paraguay  á  13  de  marzo  de  1844. 
E^tá  conforme. 

Firmado — Juan  Manuel  Alvarez^  vice-presidente 
del  congreso  nacional — Fernando  Patino^  secretario 
del  congreso  nacional. 

Asunción,  marzo  16 de  1844. 
Publíquese  en  la  forma  de  estilo. 

López. 
Benito  Martínez  Várela. 

Secretario  interino  del  gobierno 

La  precedente  constitución  no  es  otra  cosa  que  la  dic- 
tadura del  doctor  Francia  erigida  en  ley  fundamental; 
hace  del  Paraguay  el  patrimonio  de  su  gobierno;  hace  del 
presidente  de  la  República  el  dictador  constitucional:  pasa 


410  GOBERNANTES 

en  silencio  todas  las  libertades,  y  solo  sirve  al  poder. 
Prescindimos  del  estilo  y  redacción  que  se  recomiendan 
á  su  simple  lectura. 


REFORMAS  DE  ALGUNOS  USOS  Y  COSTUMBRES  DE  LOS 

REVERENDOS  OBISPOS 

» 

Noviembre  30  de  1845. 

El  presidente  de  la  República  del  Paraguay,  conside- 
rando que  á  la  par  del  celo  que  tiene  acreditado  por  el 
culto  religioso,  debe  cuidar  que  ningún  empleado  de  la 
iglesia  aparezca  en  ella  ni  en  las  calles,  sobreponiéndose 
al  supremo  gobierno  nacional,  decreta: 
y.  Art.  19  Queda  prohibido  todo  y  cualquier  repique  al  en- 
trar  el  obispo  á  la  iglesia  y  al  salir  de  ella. 

Art.  29  Asimismo  queda  prohibido  arrodillarse  en  las 
calles  6  en  cualquier  otro  lugar  por  donde  pasare  el 
obispo. 

Art.  39  No  usará  dosel,  ni  capa  magna  en  la  iglesia,  ni 
fuera  de  ella. 

Art.  49  No  se  hará  novedad  en  la  orden  de  gobierno  que 
permite  decir  misa  desde  el  último  toque  de  diana. 

Con  la  trascripción  de  los  precedentes  fragmentos,  el 
lector  podrá  formar  cabal  juicio  de  la  clase  de  gobierno 
que  era  el  de  López.  La  familia  de  éste  era  pobre,  cuan- 
do él  se  posesionó,  del  poder,  empezó  su  reinado  favo- 
reciendo la  fortuna  de  sus  hijos  de  una  manera  escanda- 
losa. Nombró  á  su  hijo  mayor  (F.  S.)  general  engefe  del 
ejército  y  ministro  de  la  guerra,  y  teniendo  una  gran  par- 
te del  poder  ejecutivo.  Su  segundo  hijo,  Venancio,  fué 
nombrado  coronel  y  gefe  de  la  guarnición  de  la  Asunción. 
El  menor  de  los  tres,  Benigno,  fué  nombrado  sargento 
mayor  en  el  ejército,  pero  no  habiendo  quedado  satisfe- 
cho, se  le  convirtió  en  almirante  de  la  escuadra. 

Esta  autoridad  ilimitada  de  López,  que  ejercían  también 


DEL  PARAGUAY  411 

SUS  hijos  bajo  sns  auspicios,  hacia  á  los  ciudadanos  su- 
mamente cautelosos,  para  decir  ó  hacer  la  mas  mínima 
cosa  que  pudiera  desagradarles.  Todos  ellos  se  enrique- 
cieron con  sorprendente  rapidez;  y  no  debia  ser  de  otro 
modo,  desde  que  ofrecían  por  los  ganados  un  precio  iafi- 
lytamente  inferior  al  del  mercado,  y  los  vendedores  temiau 
rehusarlo.  Compraban  de  este  modo  para  revender  en 
seguida  al  precio  que  querian,  puesto  que  á  nadie  le  era 
permitido  vender  ganados  en  el  mercado,  mientras  hubie- 
ra alguno  perteneciente  á  la  familia  del  presidente.  Com- 
praban también  propiedades  á  precios  bajos  siempre  á  los 
particulares  y  al  gobierno.  Las  señoras  de  la  familia  es- 
tabFecieron  una  bolsa  en  donde  se  compraba  con  ocho 
por  ciento  de  descuento  el  papel  moneda  inutilizado  y 
que.eUas,  .por  sus  relaciones  con  el  gobierno,  que  como 
se  sabe  era  López,  cambiaban  en  la  tesorería  por  papel  que 
representaba  su  valor  íntegro.  Prestaban  también  dinero 
sobre  priendas  con  interés  usurario,  quedándose  con  todo 
cuanto  querian,  sin  ningún  miramiento. 

Finalmente,  diremos  en  pocas  palabras  en  lo  queconsis- 
tia  lo  que  se  llamaba  gobierno  de  López,  según  un  distin- 
guido paraguayo  (don  Luciano  Recalde):  "ElExmo.  con- 
cedia:  tener  miedo-rdelatar — ser  pobre— tener  antipatía 
al  estrangero:  manda,  ordena,  exige  y  conviene  amar  á  la 
independencia  sobre  todas  las  cosas,  porqué  ella  dá  la 
felicidad  que  se  gozaba  en  el  Paraguay.  El  supremo  go- 
bierno á  estrangeros  y  nacionales,  prohibe:  ir  de  brazo 
con  su  propia  esposa — traginar  sin  linterna — reunirse  en 
sociedad  tres  personas — sondar  los  rios — hacer  retratos — 
pasar  un  día  en  el  campo — casarse  con  estrangeros — ha- 
cer figuritas  de  cristal — sacar  dientes  6  muelas — aprender 
ó  estudiar  escepto  el  latin — estraer  yerba,  maderas,  taba- 
co, dulce  etc.,  etc. — hablar  de  constitución — navegar  los 
rios — saliral  estrangero,  si  no  es  venciendo  mil  trabas — 
hacer  versos  contra  el  dictador  Francia—decir  al  supremo 
usted— tener  amistad   con  estrangeros— comprar  casas 


412  GOBERNANTES 

los  estrangeros — á  dos  sacerdotes  estrangeros  vivir  en  una 
nnisma  casa."  Aunque  en  menor  escala,  López  continua- 
ba siempre  el  sistema  de  espionage  establecido  por  Fran- 
cia, asi  como  el  encarcelar  á  todo  individuo  sospechoso. 

No  obstante  todo  el  egoísmo  de  López,  su  gobiernoera 
comparativamente  bueno  entonces  para  el  Paraguay. 

Restableció  los  diezqios  que  Francia  habia  suprimido  y 
que  producían  una  pingüe  renta  al  Estado.  Aprobó  todo 
lo  obi:ado  por  los  cónsules  y  ofreció  abrir  relaciones  co- 
merciales con  Buenos  Aires,  dirigiendo  al  gobernador 
Rosas  una  nota  en  este  sentido.  Sin  embargo,  éste  se 
negó  á  aceptar  esas  relaciones,  mientras  la  provincia  de 
Corrientes  permaneciese  en  rebelión  con  la  Confedera- 
ción Argentina,  mandando,  en  consecuencia  cerrar  el  Rio 
de  la  Plata. 

El  gobierno  consular  debia  concluir  el  13  de  marzo  de 
1844,  y  en  setiembre  del  año  anterior,  López,  que  quería 
ser  presidente  de  la  República,  determinó  enviar  á  Buenos 
Aires  al  mismo  Peña,  acompañado  de  su  hijo  don  Fran- 
cisco Solano,  y  pocos  dias  antes  de  embarcarse  para  esta 
ciudad,  le  llamó  y  le  dijo:  "Este  cónsul  mi  compañero 
(refiriéndose  á  Alonso)  tiene  la  prevención  contra  usted  de 
ser  porteñista,  pues  asegura  que  conserva  usted  amistad 
estrecha  con  unos  porteños  Martínez  y  Villarino;  por  lo 
que  es  preciso  que  se  conduzca  con  cautela.  Tal  vez  á  su 
vuelta  ya  nos  veamos  libres  de  esta  pesadilla.  Acá  mu- 
chos piensan  nombrar  un  dictador  después  de  este  período 
consular;  pers  yo  no  estoy  conforme  con  este  título,  no 
es  de  la  época,  tiene  mucho'  de  odioso  y  repugnante.  El 
que  adopto,  es  el  de  presidente  con  el  que  se  han  acomo- 
dado las  nuevas  Repúblicas  de  América,  para  lo  que 
trabajo  una  ley  orgánica,  que  servirá  de  constitución 
provisoria,  arreglada  á  nuestras  circunstancias.  Esto 
debe  reservarse  hasta  su  tiempo;  pero  usted  va  encargado 
desde  luego,  de  mandarme  trabajar  una  presea  de  honor, 
á  todo  costo,  por  el  modelo   que  le  doy,  y  una  casaca  de 


DEL    PARAGUAY  413 

capitán  general,  y  un  sombrero  elástico  con  plumage  á  lo 
Napoleón."  (1) 

En  efecto,  esos  objetos  se  trabajaron  en  Buenos  Aires  y 
los  condujo  Peña  al  Paraguay,  donde  llegó  cuando  ya 
era  López  presidente  constitucional.  El  tercer  congreso 
nacional,  que  se  reunió  el  13  de  marzo  de  1844,  puso  fin  al 
duunvirato,  sancionando  por  una  constitución  la  ley  fun- 
damental de  la  República  y  confiando  el  P.  E.  á  un  pre- 
sidente por  diez  años,  con  un  sueldo  de  oi;¡huJ0B0Í,::'fi6&G^ 
fuertes  anuales,  y  con  la  única  obligación  de  conservar  y 
defenderla  independencia  é  integridad  del  estado. 

En  verdad,  el    alma  de  la  administración  del  gobierno 
consular,  tanto  de  lo  bueno  como  de  lómalo,  fué  López. 

ACTA  DE  INDEPENDENCIA  DE  LA  REPÚBLICA  DEL  PARAGUAY 

En  esta  ciudad  de  la  Asunción,  de  la  República  del 
Paraguay,  á  veinte  y  cinco  de  noviembre  de  mil  ochocien- 
tos cuarenta  y  dos,  reunidos  en  congreso  general  estraor- 
dinario  cuatrocientos  diputados  por  convocatoria  especial 
de  los  señores  cónsules,  que  forman  legalmente  el  su- 
premo gobierno,  ciudadanos  Carlos  Antonio  López  y 
MarianoRoqueAlonzo,  usando  de  las  facultades  que  nos 
competen,  cumpliendo  con  nuestro  deber,  y  con.  los  cons- 
tantes y  decididos  deseos  de  nuestros  conciudadanos,  y 
con  los  que  nos  animan  en  éste;  considerando  que  nues- 
■  tra  emancipación  é  independencia  es  un  hecho  solemne  é 
incontestable  en  el  espacio  de  mas  de  treinta  años;  que 
durante  este  largo  tiempo,  y  desde  que  la  Repúhlica  del 
Paraguay  se  «segregó  con  sus  esfuerzos  do  la  metrópoli 
española  para  siempre,  también  y  del  mismo  modo  se 
separó  de  hecho  de  todo  poder  estrangero,  que  siendo  des- 
de entonces  con  voto  uniforme  pertenecer  á  sí  misma,  y 
formar,  como  ha  formado,  una  nación  libre  é indepen- 
diente bajo  el  sistema  republicano,  sin  que  aparezca  dato 
alguno  que  contradiga  esta  esplícita  declaración;  que  este 

(1)    Cartas  de  Peña,  ya  citadas. 


r 

1-' 


414  GOBERNANTES 

derecho  propio  de  todo  estado  libre  se  ha  reconocido  á otras 
provincias  de  Sud  América  por  la  República  Argentina,  y 
no  parece  justo  pensar  que  aquél  se  le  desconozca  á  la  Re- 
pública del  Paraguay;  y  que  además  de  los  justos  títulos  en 
que  lo  funda  la  naturaleza  le  ha  prodigado  sus  dones  para 
quesea  una  nación  fuerte,  populosa,  fecunda  en  recursos 
y  en  todos  los  ramos  de  industria  y  comercio;  que  tantos 
sufrimientos  y  privaciones  anteriores  consagrados  con  re- 
signación á  la  independencia  de  nuestra  República  por 
salvarnos  á  la  vez  del  abismo  de  la  guerra  civil,  son  tam- 
bién fuertes  comprobantes  de  la  indudable  voluntad  gene- 
ral de  los  pueblos  de  la  República  por  su  emancipación  é 
independencia  de  todo  dominio  y  poder  estraño;  que  con- 
'  secuente  á  estos  principios  y  al  voto  general  de  la  Repú- 
blica, para  que  nada  falte  á  la  base  fundamental  de  nues- 
tra existencia  política  confiados  en  la  divina  Providencia, 
■  declaramos  solemnemente: 
(O  Primero— La  República  del  Paraguay  en  el  Rio  de  la 
Plata  es  para  siempre  de  hecho  y  de  derecho  una  nación 
hbre  é  independiente  de  todo  poder  estraño. 

Segundo — Nunca  jamás  será  el  patrimonio  de  una  per- 
sona ó  de  una  familia. 

Tercero — En  lo  sucesivo  el  gobierno  que  fuese  nom- 
brado para  presidir  los  destinos  de  la  nación,  será  jura- 
mentado en  presencia  del  congreso  de  defender  y  conser- 
var la  integridad  é  independencia  del  territorio  de  la  Re- 
pública, sin  cuyo  requisito  no  tomará  posesión  del  mando. 
Esceptúase  el  actual  gobierno  por  haberio  ya  prestado  en 
la  acta  misma  de  su  inauguración. 

Cuarto— Los  empleados  militares,  civiles  y  eclesiásticos 
serán  juramentados  al  tenor  de  esta  acta  luego  de  su 
publicación. 

Quinto— Ningún  ciudadano  podrá  en  adelante  obtener 
empleo  alguno  sin  prestar  primero  el  juramentó  preveni- 
do en  el  articulo  anterior.  « 

Sesto— El  supremo  gobierno  comunicará  oficialmente 


DEL  PARAGUAY  415 

esta  solemne  declaración  álos  gobiernos  circunvecinos,  y 
al  de  la  Confederación  Argentina,  dando  cuenta  al  sobe- 
rano «congreso  de  su  resultado. 

Sétimo — Comuniqúese  al  Poder  Ejecutivo  de  la  Repú- 
blica, para  que  la  mande  publicar  en  el  territorio  de  la 
nación  con  la  solemnidad  posible,  y  la  cumpla  y  la  haga 
cumplir  como  corresponde. 

Dada  en  la  sala  del  congreso,  firmada  de  nuestra  ma- 
no, sellada  con  el  sello  de  la  República,  y  refrendada  por 
nuestro  secretario.  • 

(Siguen  cuatrocientas  firmas  y  la  del  presidente.) 

Concuerda  con  el  original  de  su  referencia;  en  ffe  de  lo 
cual  autorizo  y  firmo,  en  la  Asunción,  capital  de  la  Repú- 
blica del  Paraguay,  á  27  de  noviembre  de  1842. 

• 

Carlos  Antonio  López. 

Presidente  del  Soberano  Congreso  general. 

Domingo  Francisco  Sánchez. 

Secretario  del  Soberano   Congreso    general. 

Está  conforme: 

Asunción,  diciembre  15  de  1844. 

Andrés  Gill. 

Secretario  de  gobierno  y  encargado  provisoriamente 
de  Relaciones  Esteriorcs. 

Damos  á  continuación  el 

himno  nacional  paraguayo 

Viva  nuestra  independencia, 
Nuestra  patria  gloriosa; 
Siempre  sea  soberana^ 
Sieinpy^e  sea  mag estuosa. 

Nuestros  brazos,    nuestras  vidas, 
Ala  patria  son  debidas: 
No  serán  impunemente. 


416  GOBERNANTES 

Sus  derechos  ofendidos. 
Viva  maestra  independencia j 

etc.,  etc.,   etc. 
El  león  del  Paraguay, 
*  Rugirá  fiero  y  sangriento; 
Contra  cualquier  enemigo, 
Sea  pórfido  6  cruento. 
Viva  nuestra  independencia, 
etc.,  etc.,  etc* 
•  A  nuestros  hijos  daremos, 

,      Alta  patria  preciosa. 
Esclavos  nunca  seremos. 
De  prepotencia  orgullosa. 
Viva  nuestra  independencia^ 

etc.,  etc.,  etc. 
Primero  se  ha  de  acabar,* 
La  paraguaya  nación: 
Antes  que  sufi'ir  aviltada 
La  estrangera  opresión. 
Viva  nuestra  independencia, 
etc.,  etc.,  etc. 
Paraguayos  valerosos! 
¿Queréis  insultos  sufrir? 
Perder  el  nombre  y  la  gloria? 
O  antes  mil  veces  morir. 
Viva  nuestra  independoicia, 
etc.,  etc.,  etc. 
Morir,  morir,  morir! 
Ya  retumba  grandioso: 
El  eco  del  pueblo  fuerte, 
Magnánimo  y  brioso! 
Viva  nuestra  independencia, 
etc.,  etc.,  etc. 
Los  estandartes  tremolan 
En  los  pulsos  belicosos: 
Los  cañones  ya  vomitan 


DBL  PARAGUAY  417 

# 

Marciales  golpes  rabiosos. 
Viva  nuestra  independenciay 
etc.,  etc.,  etc. 
Y  la  patria  independencia. 
Ya  no  es  mas  contestada; 
La  victoria  declaróla 
Justa,  ovante,  respetada. 
Viva  nuestra  independencia, 
e^Cj  eic. ,  6vC. 

r  1844-1862— LXV.  DON  CARLOS  ANTONIO  LÓPEZ, 
primer  presidente  de  la  República,  recibido  del  cargo  el  14 
de  marzo  de  1844.  Era  á  la  vez  autócrata  legislativo,  ju- 
dicial y  ejecutivo,  acumulando  en  su  persona  una  varie- 
dad de  importantes  funciones:  juez  supremo  y  director  de 
finanzas,  comandante  en  gefe  del  ejército  y  almirante  de 
la  armada,  presidente  del  congreso.  El  vice-presidente 
nombrado  por  él,  sólo  servia  para  convocar,  por  su  orden, 
las  juntas  tituladas  electorales,  siendo  un  mero  instru-' 
.mentó  que  ni  siquiera  podia  ocupar  el  lugar  de  presidente 
•de  la  República,  cuando  éste  se  hallara  ausente  6  tuviera 
cualquierotro  impedimento. 


La  prolongada  dominación  de  los  jesuítas  en  una  parte 
del  Paraguay  y  la  inflexible  dictadura  de  Francia  arraiga- 
ron profundamente  el  principio  de  autoridad.  Así  no  fué 
difícil  á  López  gobernar  á  un  pueblo  dócil  y  acostumbra- 
do á  la-ciega  obediencia. 

Por  la  constitución  del  13  de  marzo  de  1844,  correspon- 
de al  congreso  de  conformidad  al  título  I,  intepretar  y 
aplicar  las  leyes;  al  presidente,  hacerlas  ejecutar;  álos 
tribunales,  aplicarlas. 

Según  los  términos  del  título  II,  doscientos  ciudadanos 
propietarios  de  las  mejores  capacidades  y  patriotismo,  for- 
man el  congreso  6  la  legislatura  nacional,  que  es  convoca- 

28 


418  GOBERNANTES 

da  de  cinco  en  cinco  años,  contándose  desde  el  15  de  marzo 
(1844)  y  que  fija  ella  misma  la  duración  de  sus  sesiones. 
Según  el  mismo  titulo  y  el  siguiente,  el  modo  de  elección 
de  los  miembros  del  congreso  y  sus  atribuciones  quedan 
determinados  por  las  leyes  anteriores. 

El  poder  ejecutivo  permanente  reposaba  en  la  persona 
de  un  presidente,  que  debia  ser  (título  49)  ciudadano  del 
fuero  común,  natural  del  pais,  de  45 años  de  edad,  de  una 
capacidad,  probidad  y  patriotismo  reconocidos;  buena 
conducta  moral  y  un  capital  propio  de  8000  pesos. 

Et  presidente  era  elegido  por  diez  años,  y  en  su  defecto, 
el  juez  superior  de  apelaciones  le  reemplazaba.  Era  de- 
signado por  voto  nominal  del  congreso,  á  pluralidad  de 
votos.  Se  requería  la  mitad  mas  cuatro  votos  para  formar 
mayoría  (título  59.) 

El  título  VI  determinaba  el  uniforme  del  presidente  de 
la  República,  que  era  el  de  capitán  general,  y  los  honores 
que  le  eran  debidos;  el  título  VII  arreglaba  sus  atribucio- 
nes, que  eran  las  más  estensas  que  pudieran  darse,  bajo 
un  gobierno  constitucional,  al  gefe  del  poder  ejecutivo,  y 
le  daba  ademas,  de  pleno  derecho,  al  presidente  del  Para- 
guay, una  autoridad  que  revindicarian  muchos  soberanos 
pretendidos  absolutos.  Dicha  atribución  espresa  lo  que 
sigue: 

"La  autoridad  del  presidente  de  la  República  es  estraor- 
dinaria  en  loscasosde  invasión,  de  conmoción  interior  y 
cuantas  veces  fuere  precisa  para  conservar  el  orden  y  la 
tranquilidad  pública  de  la  República/'  Lo  que  equivalía 
clara  y  terminantemente  á/i2cw/ía(¿^5  estraordinarias. 

El  título  VIII  trata  de  los  ministros  y  el  IX  del  consejo 
de  estado,  etc. 

En  fin,  en  materia  de  prensa  dispone  que  í<para  esta- 
blecer imprenta  de    particulares  en  la   República,  se  to- 


j 


DBL  PAHAGUAY  419 

mará  primeramente  el  permiso  del  supremo  gobierno, 
dando  el  dueño  6  el  administrador  una  fianza  de  2000 
pesos  bajo  la  cual  se  comprometa  cumplir  con  los  regla- 
mentos que  les  diere  el  gobierno  de  la  República." 


Este  congreso  fué  presidido,  al  principio,  por  el  mismo 
López  y  después  por  don  Juan  Manuel  Alvarez,  teniendo 
por  secretario  á  don  Fernando  Patino,  y  sancionó  aque- 
lla dictadura  constitucional,  á  la  que  solo  uno — don  Juan 
Bautista  Rivarola — le  negó  con  energía  su  voto,  manifes- 
tando no  poder  aceptar  como  constitución  una  ley  funda- 
mental que  sancionaba  eL  despotismo.  Esta  moción  de 
Rivarola  mereció  laespulsion  de  su  autor  del  seno  de  aquel 
farsáico  congreso. 

Libre  así  de  toda  oposición,  López  inició  su  gobierno 
nombrando  secretario  general  interino  á  don  Benito  Mar- 
tínez Várela  y  ministro  á  don  Andrés  Gilí. 

El  reconocimiento  déla  independencia  del  Paraguay  se 
efectuó,  por  Bolivia,  en  virtud  de  acta  del  17  de  junio  de 
1843;  por  el  Brasil,  por  declaración  del  agente  imperial, 
doctor  José  Antonio  Pimenta  Bueno,  hecha  en  la  Asun- 
ción el  14  de  setiembre  de  1844;  por  el  estado  oriental  del 
Uruguay,  en  virtud  de  una  ley  del  15  de  mayo  de  1845. 
También  la  reconocieron  las  Repúblicas  de  Chile  y  Vene- 
zuela. De  los  estados  europeos,  el  Austria  é  Inglaterra 
reconocieron  el  gobierno  de  la  Asunción,  como  asi  mismo 
la  corte  de  Roma,  espidiéndolos  breves  álos  obispos  pre- 
sentados por  el  gobierno  nacional.  Portugal  y  Holanda  hi- 
cieron igual  reconocimiento  de  la  nacionalidad  paragua- 
ya, y  aún  se  le  confirió  al  presidente  López  los  títulos  de 
socio  fundador  de  la  real  Sociedad  de  Anticuarios  del 
Norte,  de  miembro  honorario  de  la  Sociedad  de  Geografía 
de  Berlin,  y  del  Instituto  Histórico  del  BrasiL 

Todo  esto  produjo  una  violenta  reclamación  de  parte  del 
gobierno  argentino,  protestando  contra  todos  los  estados 


420  GOBERNANTES     " 

que  siguieron  la  misma  línea  de  conducta,  y  principal- 
mente contra  el  Brasil,  en  cuya  corte  elevó  su  protesta  el 
general  Guido,  plenipotenciario  argentino  en  ella,  el  21  de 
febrero  de  1845. 

A  pesar  de   la  disposición  constitucional  de  1844  que 
fijaba  la  época  de  la  reunión  del  congreso  de  cinco  en 
cinco  años,  éste  fué  convocado  el  año    siguiente  (1845)  y 
dio  al  presidente  la  suma  del  poder  público,  6  sea  las  fa- 
cultades estraordinarias,  en  cuyo  ejercicio  estaba  sin  que 
-se  las  diesen.     Redujo  los  ministros  secretarios  de  estado 
á  simples  jefes  de  oficina,    y,  poco  después,  espidió  un 
¡   edicto  (30  de  noviembre)  colocando  á  la  iglesia  completa- 
'    mente  sujeta  al  supremo  gobierno  nacional  por  cuyo  teso- 
^    ro  debian  costearse  la   fábrica  y  los   gastos  del  culto. 
^    Como  que   la   esencia  cíe  esta  nueva  constitución  era  un 
puro  despotismo. 

Sin  embargo,  no  deja  de  ser  un  paso  audaz  el  que  dio 
López  en  lo  que  se  va  á  referir.  El  pueblo  paraguayo 
estaba  acostumbrado,  hacia  más  de  dos  siglos  y  medio, 
no  sólo  á  venerar,  sino  también  á  humillarse,  hasta  la 
estupidez  y  relación  de  la  dignidad  humana,  ante  cualquier 
individuo  que  cargase  sotana,  y  si  éste  era  el  obispo  el 
fanatismo  iba  hasta  el  delirio.  Todo  el  mundo,  como 
antes  en  Buenos  Aires,  se  hincaba  de  rodillas  en  medio  de 
la  calle,  aunque  estuviese  llena  de  barro,  y  todos  corrían 
en  tropel  á  besarle,  no  ya  la  mano,  sino  cualquiera  parte 
del  vestido,  porque  todo  en  el  eclesiástico  era  bendito. 
Después  de  tanta  mortificación,  y  cuando  el  obispo  consi- 
deraba haber  satisfecho  yalaaparente  beatitud  de  todo  ese 
enjambre  de  seres  humanos,  le  seguían  en  procesión 
hasta  el  último  rincón  de  su  palacio  ó  de  la  iglesia. 

En  este  sentido,  el  presidente  López  pra'^ticó  un  acto  en 
cierto  modo  loable,  pero  elevando  su  persona.    Prohibió, 


DEL  PARAGUAY  421 

por  el  referido  edicto,  que  ningún  empleado  de  la  iglesia 
apareciese  en  ella,  ni  en  las  calles  sobrepornéndose  al  su- 
premo gobierno  nacional  (que  era  él),  y  en  consecuencia 
cualquier  repique  (1)  al  entrar  el  obispo  en  la  iglesia. 

Prohibió  enteramente  el  iu£ga4«l  carnaval-,  abolió  todos 
los  derechos  parroquiales  en  la  capital  y  en  la  campaña, 
acordando  en  el  ramo  de  diezmos  una  asignación  anual 
á  todos  los  curas  y  tenientes  curas.  Estableció  ciento 
cinco  cementerios  públicos,  quedando  prohibida  en  toda 
la  República  la  inhumación  de  cadáveres  en  las  iglesias. 
Redujo  los  dias  de  fiestas  eclesiásticas. 


A  las  naturales  dificultades  que  antes  de  entrar  á  ejer- 
cer el  poder  existían,  su  agregaba  la  hostilidad  de  Rosas 
que,  á  no  hallarse  empeñado  en  la  guerra  que  entonces 
sostenía,  habría  seguramente  invadido  el  Paraguay.  Es- 
te justo  temor  le  puso  en  la  necesidad  de  crear  y  mante- 
ner un  ejército.  Empezó  por  uno  de  tres  mil  soldados, 
enrolados  sólo  por  tres  años,  y  siguió  con  oti'o  de  ocho  mil 
con  una  fuerza  efectiva  de  treinta  mil  milicianos,  sin  contar 
las  levas  en  masa  que  se  levantaron  mas  tarde. 

En  vista  de  la  obstinada  resistencia  de  Rosas  en  no 
querer  reconocer  al  Paraguay  sino  como  provincia  ar- 
gentina y  no  como  República,  cerrándole  de  hecho  toda 
comunicación  con  el  resto  del  mundo,  mientras  no  se  rein- 
corporase á  la  Confederación,  el  presidente  López,  sin- 
tiéndose ofendido,  hizo  á  Rosas  (4  de  diciembre  de  1845) 

(1)  En  Méjico,  desde  la  época  de  Juárez,  está  prohibido  todo  repique 
de  campanas,  sin  previo  permiso  de  la  Municipalidad,  y  una  vez  conce- 
dido éste,  no  puede  durar  el  repique  más  de  cinco  minutos,  bajo  la  pena 
de  una  multa.  Las  procesiones  públicas  son  igualmente  prohibidas  por 
las  calles .  Ni  los  clérigos,  ni  el  obispo  pueden  llevar  ninguna  clase  de 
vestido  que  los  distinga  de  cualquier  otro  ciudadano  al  salir  de  la  igle- 
sia. Asi  mismo  privó  arrodillarse  en  las  calles  ó  cualquier  otro  lugar  por 
donde  pasase  el  obispo.  Este  no  habia  de  usar  dosel,'  ni  capa  magna  en 
la  iglesia  ni  fuera  de  ella. 


423  GOBERNANTES 

una  formal  declaración  de  guerra,  y  aún  amenazó  con 
invadir,  encabezando  desde  entonces  todas  sus  notas  con 
la  aspiración  de  "¡Viva  la  República  del  Pay^aguay! ¡In- 
dependencia ó  muerte!.''  Sin  embargo  el  resultado  de  la 
batalla  de  Vences,  en  Corrientes  (27  de  diciembre  de  1847), 
hizo  comprenderá  López  la  necesidad  de  fijar  su  atención 
en  el  ejército,  creando  campamentos  de  instrucción.  Para 
el  efecto,  ordenó  á  los  jueces  de  paz  levantasen  un  censo 
de  todos  los  varones  de  18  á  30  años  de  edad  y  remitir  al 
cuartel  general  taníos  por  distrito  ó  departamento. 

Asi   pudo  anunciar  al   congreso  nacional   de  1849  la 
creación  de  un  ejército  y  de  una  fuerza  naval,  el  estableci- 
miento de  guardias  y  fuertes  para  la  defensa  contra  los 
indios  del  Gran  Chaco;  fundación  de   un  arsenal,  de  una 
fábrica  de  armas  y  de  pólvora  y  de  la  fundición  del  Ibicuí 
(definitivamente  terminada  en  1853);  como  pudo  anunciar 
también  la  organización  del  clero;  construcción  de  iglesias; 
cementerios  y  escuelas  de  instrucción  primaria  en  todo  el 
país;  la  publicación  de  un  periódico  oficial  {El  Paraguayo 
independiente)  la  apertura  de  caminos  la  construcción  de 
muelles  y  otras  obras   públicas;  y  canalización  derios;  el 
fomento  déla  agricultura  é  industria  de  artículos  de  espor- 
tacion,  especialmente  de  la  yerba  y  tabaco;  en  una  palabra, 
lagarantía  de  patentes,  la  protección,  libre  admisiony  na- 
cionalización de  estrangeros.     Sin  embargo,  á  éstos  les 
era  prohibido  viajar,  gozar   de  derechos   internacionales, 
poseer  propiedad  raiz  en  la  República,  casarse  con  muger 
paraguaya  sin  especial  permiso;  además,  ninguna  para- 
guaya, ni  estrangero  naturalizado  podia  salir  de  la  Repú- 
blica sino  conórden  espresa,  absolutamente    igual  á  la 
época  del  dictador  Francia,  cuyo    imitador  era;    por  eso 
prohibió  se  hiciera  mención  de  su  odiosa  dictadura. 

Con  tantas  medidas  de  progreso,  como  López  anuncia- 
ba haber  iniciado,  ó  en  via  de  realización,  el  congreso  no 
tuvo  inconveniente  en  reelegirle  formalmente,  y  él  en  acep- 
tar, por  otros  cinco  años. 


r 


DEL  PARAGUAY  423 

López,  mas  por  imitación  de  lo  que  había  oido  decir  se 
practicaba  en  otras  Repúblicas,  tenia,  en  el  nombre,  sus  se- 
cretarios del  supremo  gobierno^  tales  como  Benito  Martí- 
nez Várela,  primero,  Andrés  Gilí,  segundo,  José  Falcon, 
tercero,  etc. 


/^  Con  la  caída  de  Roshs,  quedó  libre  la  navegación  del 
Paraná  (febrero  de  1852),  abiertos  los  ríos  y  puertos  y  re- 
conocida Ja  independencia  del  Paraguí^y  por  el  general 
Urquiza,  en  su  carácter  de  director  provisorio  de  la  Con- 
federación Argentina.  Y  á  fines  del  mismo  año  llegó  á 
la  Asunción  el  primer  enviado  británico,  Sir  Carlos 
Hotham;  muy  luego,  ef  representante  de  la  Francia,  Mr.  de 
Saint-Georges,  y  en  marzo  del  siguiente  año,  los  pleni- 
potenciarios de  Inglaterra,  Estados  Unidos,  Francia  y 
Cerdeña  firmaban,  en  la  capital,  tratados  de  amistad,  co- 
mercio y  navegación,  abriendo  el  rio  á  las  banderas  de 
todas  las  naciones.  Formalizáronse,  desde  esta  época,  las 
relaciones  diplomáticas  con  las  potencias  europeas,  reco- 
nociéndose ministros  y  cónsules:  y  aunque  hubo  que 
vencer  dificultades,  más  ó  menos  graves,  que  posterior- 
mente surgieron,  todas  quedaron  aparentemente  allana- 
das, en  cuanto  era  posible,  con  un  gobierno  como  el  de 
López. 


El  congreso  de  1854  reeligió  a  éste  nuevamente  por  el 
términode  diez  años,  que  el  nombrado,  á  imitación  de 
Rosas,  se  negó  á  aceptar,  alegando  que  su  salué  harto 
quebrantada^  no  le  permitía  seguir  prestando  servicio  al 
país,  sino  por  tres  años  apesar  de  haberse  elevado  su 
sueldo  á  doce  mil  pesos  anuales,  ^ov  moción  espontánea 
deldiputado  don  Manuel  P.  de  Peña.    Sin  embargo,  como 


\ 


• 
t 


• 


I 


224  GOBERNANTES 

todo  no  pasaba  de   ser  farsa,  al    espirar  su  período,  en 
1857,  López  manifestó  su  consentimiento  á  terminarlo. 

* 

La  ley  sancionada  por  el  congreso  de  1848,  fué  amol- 
dada, en  1854  para  don  Francisco  Solano  López,  que  solo 
tenia  16  años  de  edad,  siempre  por  moción  espontánea  de 
Peña,  consultando  las  circunstancias  de  su  edad  v  fuero 
y  dejándole  heredero  del  gobierno  por  testamento,  ape- 
sar  del  acta  de  la  independencia  nacional  que  consignaba 
esta  cláusula:  "Que  nunca  jamás  seria  la  República  el 
patrimonio  de  una  persona  ó  familia."  Así  juegan  los 
tiranos  con  la  suerte  de  los  pueblos,  una  vez  que  se  enca- 
raman en  el  poder,  haciendo  farsas  de  congresos,  leyes  y 
todo  un  ejército  de  altos  dignatarios,  que  solo  son  unos 
muñecos  que,  aunque  se  mueven  automáiicameute,  no  hay 
más  que  una  voluntad  en  acción,  y  esa  es  la  del  tirano, 
llámese  Francia  6  llámese  López. 


Son  tan  cínicos  los  tiranos  que,  persiguiendo  la  emisión 
del  pensamiento  por  la  prensa  6  epistolarmente,  creen  ó 
pretenden  creer  que  sus  bárbaros  actos  serán  ignorados 
por  el  resto  del  mundo.  Son  como  el  ladrón  ó  el  asesino 
que  roba  6  mata  en  la  persuasión  que  nadie  los  ve  y  que 
pueden  perpetrar  sus  crímenes  con  impunidad,  sin  com- 
prender que,  si  no  son  tomados  infragrantij  cuando  me- 
nos piensan  caen  en  manos  de  la  justicia.  Los  tiranos 
hacen  farsas  de  elecciones  que  les  favorecen,  congresos 
que  dictan  leyes,  pour  jeter  de  la  pondré  aux  yeux  del 
estrangero  que  las  cree  de  buena  fé  y  contribuye  á  pro- 
longal-  su  existencia  en  el  poder  encomiando  su  gobierno 
hasta  que  se  aperciben  del  engaño,  ó  llega  un  dia  en  que  el 
déspota,  cansado  de  llevar  su  careta,  la  arroja  y  se  pre- 
senta al  pueblo  con  toda  desfachatez,  ostantando  sin  em- 


/'^-"; 


/ 


r/^ 


DEL  PARAGUAY  435 

bozo  su  marcha  tiránica,  y  entónces,*como  el    ladrón  y 
asesino  de   todo  un  pueblo,  recibe  su  condigno  castigo. 
Es  raro  el  tirano  que  haya  quedado  impune,  pues  tarde  ó   v 
temprano  paga  sus  demasías.  •  ' 

El  presidente  López,  imitando  al  doctor  Francia,  con- 
tinuó la  formación  de  fuertes  con  tropas  en  varios  puntos 
del  Chaco  y  mandó  al  mismo  tiempo  la  de  establecimientos 
frurales  y  obrages  de  materiales.  Uno  de  éstos  se  formó 
rente  á  la  Asunción  y  llegó  á  tener  una  numerosa  pobla- 
ción é  iglesia  bajo  la  advocación  de  San  Venancio,  en 
honor  de  su  hijo,  '^       //<-^V 

f^  En  1854,  estableció  la  colonia  "Nueva  Burdeos",  después 
Villa  Occidental,  en  el  gran  potrero  del  Chaco,  sobre  la 
derecha  del  rio  Paraguay,  á  seis  leguas  arriba  de  lacápi" 
tal,  cuya  iglesia  se  erigió  bajo  la  advocación  de  San  Fran- 
cisco Solano,  en  honor  de  su  otro  hijo,  último  tirano  del 
Paraguay.  La  primera  población  de  esta  colonia  se  com- 
ponía de  franceses,  y  abandonada  por  éstos  continuó  con 
pobladores  hijos  del  país.  Después  fué  ocupada  por  los  ar- 
gentinos hasta  1879  que  la  volvieron  á  poseer  los  para- 
guayos, en  virtud  del  fallo  del  presidente  Hayes,  de  los 
Estados  Unidos. 

El  pensamiento  secreto  de  López  siempre  fué  que  ,  ape- 
sar  de  los  tratados  firmados  por  forma  con  los  estados 
vecinos,  era  necesario  quedar  señor  absoluto  de  su  país 
y  también  dueño  de  la  navegación  del  Paraguay,  del  Ber- 
mejo y  del  Pilcomayo,  Para  ese  efecto,  decidióla  cons- 
rucciou  de  dos  fuertes:  al  norte,  el  de  Olimpia,  al  sur,  el 
dp  Humaitá.  Era  una  guerra  de  anexión  lo  que  meditaba 
debiendo  ser  su  presa,  de  un  lado  la  provincia  brasilera 
de  Mato  Grosso,  y  del  otro  las  Misiones  de  Corrientes.  En 
elsur,  era  necesario  establecer,  cerca  de  la  embocadura 
del  Rio  Paraguay  una  especie   de  cuadrilátero  para  impo- 


J^.  f 


v 


426  GOBERNANTES 

ner  á  los  gobiernos  de  Europa  y  de  América,  con  los  que 
el  dictador  habia  firmado  tratados  de  comercio  y  de  nave- 
gación. Por  este  medio,  esperaba  poder  introducir  en  su 
país  sólo  lo  que  conviniera  á  sus  intereses  como  gobernan- 
te y  como  negociante.  En  cuanto  á  la  elección  del  lugar, 
era  eminentemente  propicio  como  punto  de  defensa,  del 
lado  de  tierra  y  del  rio.  En  este  parage,  el  Rio  Paraguay 
forma  un  codo,  y  así  todo  buque  que  sigue  el  canal  está 
espuesto  á  los  fuegos  de  sumersión  y  de  conversión  de  las 
baterías  de  tierra.  Las  márgenes  del  rio,  hasta  varias  le- 
guas en  el  interior  no  son  mas  que  una  estension  no  inter- 
rumpida de  pantanos.  Si  se  consiguiera  establecer 
un  fuerte  en  este  parage  se  hallaría  defendilo  de  tal  modo 
por  la  naturaleza  que  seria  hasta  cierto  punto  inespugnable. 
La  dificultad  era  preparar  un  asiento  atrincherado  y  cons- 
trucciones. En  medio  de  esos  pantanos,  la  vida  de  los 
hombres  quedarla  muy  espuesta.  Esto  era  lo  que  impor- 
taba menos  para  López.  Fueron  mandados  pues,  varios 
batallones  de  soldados  para  dar  principio  á  los  trabajos; 
los  hombres  morían  á  centenares.  Un  médico  recibió  orden 
de  trasladarse  á  éste  parage  y  consignó  en  un  informe  que 
las  verdaderas  causas  de  esa  mortalidad  eran  las  exhala- 
ciones  pestilenciales  de  los  pantanos  y  el  alimento  malsano 
que  se  distribuia  á  las  tropas.  No  faltaba  masque  eso. 
El  médico,  demasiado  sincero,  fué  preso  apenas  llegado  á 
la  Asunción  y  se  le  mete  en  la  cárcel,  permaneciendo  en 
ella  hasta  el  diade  su  retractación  y  obligándosele  á  firmar 
una  declaración  en  la  que  reconocía  que  se  habia  grosera- 
mente equivocado  en  sus  observaciones.  Así,  antes  de  ha- 
berse levantado  los  muros  de  este  lugar  habia  sido  ya  la 
tumba  demuchos  miles  de  paraguayos.  Como  estas  tumbas 
no  tienen  nada  de  común  con  las  pirámides,  se  debe  su- 
poner que  es  por  cualquier  otro  motivo  que  López  diera  á 
este  lugar  el  nombre  de  Humaitá,  en  guaraní,  montón  de 
piedras.  Los  trabajos  emprendidos  se  llevaron  con  vigor 
y  á  fines  del  primer  año  (1856),  el  lugar  quedó  suficiente- 


DEL  PARAGUAY  427 

mente  higienizado  para  que  la  mortalidad  disminuyese  de 
un  modo  sensible. 

Por  el  lado  esterior  de  tierra,  el  recinto  esterior  abraza- 
ba primitivamente  quince  kilómetros,  pero  los  trabajos 
ejecutados  bajo  López,  hijo,  las  baterías  y  fuertes  destaca- 
dos, desde  Cur^paití  hasta  el  norte  de  Humaitá,  formaban 
una  línea  de  veinte  y  siete  kilómetros  y  ocupaban  los  ter- 
renos antes  higienizados. 

Los  vapores  navegaban  de  la  Asunción  á  los  puertos 
de  la  Gran  Bretaña  prestando  servicios  gratuitos  á  la  casa 
López  y  C^  Los  cargamentos  de  retorno  comprendían 
principalmente  cañones,  fusiles,  toda  especie  de  municio- 
nes y   máquinas  de  guerra. 

Antes  determinar  el  gobierno  de  López,  padre,  la  canti- 
dad de  armas  importada  &  Humaitá  y  á  la  Asunción  era 
tan  considerable,  que  fué  necesario  construir  varios  in- 
mensos almacenes  para  servir  de  depósito.  ^ 

*    * 

P  Cuando  el  generalLopez  estaba  en  Europa  (1854-1855), 
mandó  éste  á  su  padre  120  familias  francesas  para  formar 
una  colonia  agrícola  en  el  Paraguay,  bajo  un  contrato 
solemne.  López  la  estableció,  no  como  lo  creianlos 
colonos,  en  el  mismo  Paraguay,  sino  en  el  interior  del 
Chaco,  es  decir,  en  un  territorio  en  litigio  entre  Bolivia  y  el 
Paraguay,  ocupado  por  los  indios.  Los  tratamientos  que 
López  hiciera  esperi mentar  á  los  franceses  fueron  tales 
que' antes  determinar  un  año  muchos  de  ellos  aWndonar 
ron  la  colonia  por  la  fuga  quedando  éáta  disuelta.  Valia 
mas  para  ellos  esponer  su  vida  en  medio  de  los  indios  sal- 
vages  y  de  las  bestias  feroces  que  esperimentar  el  régi- 
men opresivo  de  López. 


^ ' 


Queriendo  éste  recompensará  su  hijo  Francisco  Solano 


428  GOBERNANTES 

los  servicios  que  decia  haber  prestado  ai  pais  en  su  mi- 
sión diplomática  á  Europa,  gracias  á  su  mentor  el  doctor 
Juan  Andrés  Gelly,  un  dia,  en  conversación  con  el  ciu- 
dadano Peña,  le  dijo  á  éste:  «El  finado  dictador  Francia 
debia  tener  el  despacho  de  Brigadier;  pero  yo  no  lo  en- 
cuentro entre  sus  papeles,  y  quisiera  tenerle  para  darle  ese 
grado  áPancho,  que  le  merece''. — Peña  le  contestó:  "Exmo 
señor,  el  gobernador  Velazco  fué  también  Brigadier^  y 
he  visto  sus  papeles  en  un  baúl  en  la  tesorería  general: 
si  V.  E.  me  permite,  iré  á  buscar  el  despacho.*'  En  efecto, 
encontrado  el  referido  despacho,  al  dia  siguiente  fué  Ló- 
pez, hijo,  condecorado  con  el  grado  de  Brigadier  genera^ 
de  los  ejércitos  delaBepüblica,  de  los  que  ya  era  gene- 
ral en  gefe.  Los  frutos  de  la  misión  de  éste  en  Europa 
no  han  sido  otros  que  darse  una  vida  regalada,  pasando 
por  príncipe  paraguayo,  como  hijo  ¿el  gefe  de  un  estado 
soberano  é  independiente,  conquistando  toda  clase  de  con- 
sideraciones en  todas  las  clases  de  la  sociedad  que  fre- 
cuentaba y  dando  á  su  pais  una  prole  anglo-para- 
guaya. 

Dos  años  antes  de  la  terminación  del  gobierno  y  de  '3. 
vida  de  don  Carlos  Antonio,  entabló  éste  negociaciones 
con  la  santa  sede  para  la  provisión  episcopal  del  Parguay, 
dando  por  resultado  la  elección  del  anciano  monseñor  J. 
Urbieta,  obispo  de  Corycium  inpartibus. 

López,  como  Francia  y  como  todos  los  déspotas,  abri- 
gaba la  idea  de  que  la  nación  le  pertenecía,  al  estremo  de 
creerse  con  derecho  de  disponer  de  ella,  hasta  después 
de  su  muerte.  Así,  sintiéndose  gravemente  enfermo,  juz- 
gó conveniente  proponer  un  sucesor  de  sú  perfecta  elección, 
en  la  seguridad  de  que  no  dejaría  de  ser  aceptado  por  el 
pueblo  soberano,  acostumbrado  como  ya  estaba  á  la  vo- 
luntad de  sus  mandones. 


DEL  PARAGUAY  429 

Los  emigrados  políticos  del  Paraguay,  residentes  en 
Buenos  Aires,  con  su  prédica  revolucionaria  incomoda- 
ban mucho  á  los  López,  porque  hacian  público  todo  lo  que 
á  éstos  convenia  se  ignorase.  El  único  medio  de  obtener 
su  silencio  era  ó  tenerlos  encerrados  en  los  calabozos  del 
Paraguay  óhacíerlos  desaparecer  del  mundo.  El  briga- 
dier López,  obrando  en  el  sentido  de  favorecer  á  la  familia 
y  principalmente  en  interés  propio,  puesto  que  era  el  que 
habia  de  suceder  en  el  gobierno  á  su  padre,  se  entendió  con 
un  individuo  para  la  realización  de  su  diabólico  cuanto  cri- 
minal proyecto.  Dicho  individuo,  francés  de  nación  y  de 
nombre  Antonio  Pyat,  llegó  del  Paraguay  á  Buenos  Aires 
el  8  de  diciembre  (1860)  con  la  misión  de  capturar  y  llevar 
á  la  Asunción  ó  asesinar  en  esta  capital  á  los  ciudadanos 
paraguayos  Manuel  P.  de  'Peña,  Serapio  Machain  y  Fer- 
nando Iturburu,  en  primera  línea  y  Luciano  Recalde,  Car- 
los Loyzaga,  Segundo  Máchain  y  Gregorio  Machain,  en 
segunda  categoría,  cuya  nómina  traia  en  una  lista.  Fe- 
lizmente, el  francés  fué  descubierto,  preso  y  puesto  (22  de 
febrero  de  1861)  en  la  cárcel,  donde  le  visitó  Peña,  á  quien 
refirió  todo  lo  convenido  en  la  Asunción  con  López  y  el 
gefe  de  policía  Hilario  Marcó,  habiéndosele  entregado  mil 
patacones  á  cuenta.  El  hecho  es  que,  el  13  de  julio  del 
mismo  año,  se  enfermó  Pyat  súbitamente  y  de  la  cárcel 
fué  llevado  al  hospital  donde  falleció  á  los  dos  dias,  cuya 
muerte  hizo  sospechar  hubiese  sido  envenenado.  Otro 
individuo  español,  Pablo  Vinales,  espia  y  delator,  tuvo  un 
fin  poco  masó  menos  igual  al  de  Pyat.  Solólos  tira- 
nos  suelen  practicar  actos  semejantes  á  los  que  se  acaban 
de  referir,  cuando  no  pueden  tener  las  víctimas  á  las  ma- 
nos, con  absoluto  desprecio  de  todas  las  conveniencias  in- 
ternacionales. 

Vamos  á  referir  este  hecho  con  todos  sus  detalles: 


430  GOBERNANTES 

Hacia  días  que  don  Manuel  P.  de  Peña  habia  notado 
que  cierto  sugeto  atisbaba  su  habitación  cada  noche  de 
las  diez  alas  once.  Entró  en  cuidado,  dando  también  en 
observarle  y  manifestar  á  algunos  amigos  la  alarma  en 
que  se  veía.  Al  fin  llegó  á  averiguar  que  el  8  de  diciem- 
bre de  1860  habia  llegado  del  Paraguay  un  francés,  que 
andaba  curioso  de  saber  su  domicilio. 

Luego  después  supo  que  este  mismo  individuo  trataba 
de  relacionarse  con  don  Carlos  Loyzaga,  don  Fernando 
Iturburu  y  don  Luciano  Recalde,  habiéndoles  hecho  cier- 
tas invitaciones  engañosas  y  al  mismo  tiempo  sospecho- 
sas, tendentes  á  obrar  contra  el  gobierno  de  López. 

Sabedor  de  todo  esto.  Peña  inmediatamente  puso  el  caso 
en  conocimiento  del  juez  del  crimen  doctor  Sisto  Villegas, 
el  21  de  febrero  de  1861.  Este  al  instante  formó  un  auto 
cabeza  de  proceso,  y  llamó  á  declaraciones  á  Loyzaga  y 
á  Iturburu.  Aldia  siguiente,  en  mérito  de  estas  deposi- 
ciones, se  apersonó  temprano  con  su  actuario,  un  comisa- 
rio de  policia  y  dos  vigilantes  á  casa  del  francés  Anto- 
nio Pyat. 

Aún  se  hallaba  este  en  cama,  allí  fué  aprendido  y  condu- 
cido ala  cárcel.  Se  apoderó  el  juez  de  todos  sus  papeles 
y  comunicaciones  que  se  glosaron  al  pi'oceso,  entre  ellos 
se  encontró  una  lista  que  contenia  los  nombres  de  Manuel 
P.  de  Peña,  SerapioMachain,  Fernando  Iturburu,  Lucia- 
no Recalde,  Carlos  Loyzaga,  Segundo  Machain  y  Gregorio 
Machain. 

La  lista  estaba  escrita  de  letra  redonda  y  clara  de  uso 
general  en  las  oficinas  de  la  Asunción,  y  en  papel  bue- 
no catalán,  del  que  se  destina  para  el  sellado:  tenia  en  el 
margen  de  la  misma  letra  una  nota  que  decía:  Los  tres 
primeros  son  los  mas  interesantes. 

En  uno  y  otro  margen  de  la  lista  se  leia  el  domicilio 
de  cada  uno  de  los  nombrados  mas  arriba. 

Por  este  cuerpo  del   delito  se  vino  á  saber  que  este  reo 


DEL  PARAGUAY  431 

venia  del  Paraguay  enviado  por  López,  para  capturarlos 
y  llevarlos  allí,  6  asesinarlos  en  Buenos  Aires. 

Se  siguieron  en  el  juzgado  las  averiguaciones  del  conato, 
sin  poder  traslucirse  nada  mas.  Entonces  se  resolvió 
Peña  verse  con  el  mismo  Pyat.  Se  acercó  á  él,  é  infun- 
diéndole confianza,  eíitróen  materia. 

Refirió  que  desde  el  año  1856  se  halló  en  el  Paraguay: 
que  á  fines  de  octubre  y  principios  [de  noviembre  de  1860 
trataba  á  López  con  frecuencia:  que  de  repente  un  dia  le 
preguntó  éste,  si  se  hallaba  dispuesto  á  venir  á  Buenos 
Aires  á  capturarlos  por  medios  artificiales  y  engañosos 
ó  de  lo  contrario  asesinarlos.  Que  él  le  contestó  á  López 
afirmativamente,  y  que  ambos  quedaron  en  convenir 
después  mejor  sobre  la  empresa.  Que  como  pasaban  dias 
sin  volverse  ¿tratar  del  asunto,  pretestó  ir  ala  policía  á 
pedir  su  pasaporte,  el  cual  no  se  le  daria,  sin  que  prime- 
ro se  diese  parte  á  López,  á  su  hijo  Francisco  Solano, 
como  en  efecto  sucediera.  Entonces  el  gefe  de  policía, 
Hilario  Marcóle  recibió  con  mucha  afectuosidad,  le  dio  un 
encaja-manos,  le  hizo  sentaren  la  misma  sala  de  la  poli- 
cía; y  entrando  en  conversación,  le  habló  de  la  empresa 
proyectada. 

Que  Pyat  le  contestó  que  estaba  decididamente  deter- 
minado á  ha'íer  efectivo  el  plan  propuesto,  y  que  podia 
asegurarle  que  no  desistia  del  empeño.  Que  el  gefe  de 
policia  le  aseguró  que  estaba  admitido  el  convenio,  que  el 
proyecto  se  debia  poner  cuanto  antes  en  ejecución,  que  se 
labraría  su  fortuna,  siendo  cumplida  su  obra,  que  para 
mayor  seguridad  podia  verse  condón  Benigno,  hermano 
de  López,  que  lo  ratificarla,  porque  el  asunto  era  favora- 
ble á  toda  la  fanailia  del  presidente.  Que  de  propósito 
buscó  á  don  Benigno,  le  habló  sobre  el  particular,  y  que- 
daron conformes,  apoyando  lo  convenido. 

Que  volviendo  á  hablar  con  el  gefe  de  policia,  ledijo 
éste  que  tuviese  cuidado  de  avisarle  en  el  momento  opor- 
tuno, para  facitarle  los    medios  precisos;  ya  sea  buque  en 


432  GOBERNANTES 

Buenos  Aires,  ya  sea  en  el   Paraguay,  que  todo  se  le  pro- 
porcionaría para  el  efecto. 

Que  Pyat  le  contestó  que  •  estaba  conforme,  y  que  el  di- 
nero que  precisaba,  era  como  cuatro  cientos  pesos  plata. 
Que  Marcó  no  le  aprobó,  diciéndole  que  aquella  cantidad 
era  poca,  y  abriendo  un  baúl,  sacó  y  contó  mil  patacones, 
que  en  una^talega  se  los  remitió  á  su  casa  con  un  sirviente 
y  un  policiano  vestido  de  particular,  exigiéndole  un  recibo 
en  que  se  decia  que  aquel  dinero  se  le  entregaba  para  her- 
ramientas y  para  gastos  personales. 

Que  seguidamente  á  la  entrega  del  dinero,  le  presentó 
y  entregó  la  lista,  previniéndole  encarecidamente,  que  si 
no  podia  atrapar  á  todos  lo  hiciera  empeñosamante  con 
los  tres  primeros,  es  decir:  Peña,  Serapio  Machain  y 
Fernando  Iturburu:  que  precisamente  los  asesinase,  sino 
podia  capturarlos. 

Que  sin  pérdida  de  tiempo  se  embarcó  en  el  vapor  Mar- 
qués de  Olinda,  y  llegó  á  Buenos  Aires  el  8  de  diciembre 
de  1860:  luego  se  dirigió  á  la  casa  de  don  Félix  Eguzqui- 
za,  alh  encontró  al  catalán  espia  de  López,  Pablo  Vinales, 
á  quien  habló  y  preguntó  por  las  proyectadas  víctimas, 
y  quien  se  dio  por  entendido  que  estaba  al  cabo  de  todo; 
que  tomó  la  lista,  fué  adentro,  y  volvió  con  laanotaMon 
hecha  de  los  domicilios  de  cada  uno  de  ellos. 

Que  el  catalán  le  hizo  ver  lo  difícil  de  la  empresa;  pero 
que  no  obstante  le  aconsejó  que  no  perdiera  tiempo,  ni  es- 
cusara  paso  alguno  para  lograrlo. 

Que  á  poco  andar  tropezó  con  grandes  dificultades,  y 
en  estas  andanzas  vino  á  ser  descubierto.  Pyat  se  enfer- 
mó gravemente  en  la  cárcel,  fué  llevado  al  hospital  general 
de  hombres  el  13  de  julio  de  1861,  muriendo  á  los  dos  dias. 
Se  susurró  entonces  que  se  le  habia  hecho  envenenar,  para 
que  se  concluyera  la  causa  con  la  muerte  del  reo,  y  se 
encarpertarael  proceso. 

El  mismo  Pablo  Vinales  tuvo  un  fin  trájico. 


DEL  PARAGUAY  433 

Hallándose  gravemente  enfermo  y  próximo  su  fin,  Ló- 
pez determinó  (15  de  agosto  de  1862)  hacer  su  testamento, 
designando  en  él,  para  reemplazarle  en  el  P.  E.  de  la  Re- 
pública, á  su  hijo  Benigno,  general  en  gefe  del  ejército  ásu 
otro  hijo  Francisco  Solano,  gefe  de  la  escolta  al  coronel 
Felipe  Toledo,  escribano  de  gobierno  etcásu  favorito  Sil- 
vestre Aveiro,  hasta  concluir  el  período  por  el  que  sehabia 
él  hecho  nombrar;  y  terminado  éste  se  procediese  al  nom- 
bramiento de  un  nuevo  presidente  en  un  señor  Lascano, 
sujeto  de  su  predilección  y  digno  bajo  todos  respectos  para 
ocupar  tan  elevado  puesto. 

Cuando  don  Francisco  Solano  tuvc)  conocimiento  del 
contenido  de  aquel  testamento  se  puso  furioso  haciendo 
pedazos  aquel  documento  y  mandando  decir  al  moribun- 
do que  lo  rehiciera,  siqueria  que  su  última  voluntad  fuese 
respetada.  En  tales  circunstancias,  don  Carlos  Antonio 
dejó  de  existir  (10  de  setiembre)  y  por  obra  y  gracia  del 
vice-presidente  Sánchez,  in  pariíbus^  en  unión  con  él 
mismo  Solano  López,  apareció  éste  nombrado  en  pliego 
de  reserva.  Hé  ahí  como  los  vivos  y  los  moribundos 
disponian  de  los  destinos  del  país  como  de  cosa  propia. 

Queda,  pues,  diseñada  á  grandes  rasgos  la  vida  pú- 
blica del  primer  presidente  y  segundo  supreyno  del  Pa- 
raguay, que  durante  diez  y  siete  años  dispusiera  á  su 
antojo  de  aquel  bello  cuanto  desgraciado  país. 


.  Apenas  exhalara  López  el  último  suspiro,  empezaron 
las  demostraciones  de  fino  amor  y  respeto  por  el  emi- 
nenie  ciudadano^  cuya  pérdida,  manifestaba  el  pueblo  no 
poder  sufrir  sin  dolor  y  cuyos  funerales  eran  mandados 
celebrar  por  los  militares  de  cada  departamento.  Todo 
el  pueblo  asistía  á  ellos  para  demostrar  su  sentimiento. 
Hacíase  en  el  Paraguay  absolutamente  lo  mismo  que  lo 
que  en  Buenos  Aires  se  practicaba   en  la  época  de  la 

29 


434  GOBEBNANTES 

dictadura,  por  aquello  de  que  lodos  los  tiranos  tienen 

niucha  analogía  entre  sí.     El  claro  que  en  la  perpetra - 

,  cion  de  iniquidades  que  uno  dejaba,   las  llenaba  el  otro 

.hasta  con  usura.  Es  indudable  que  de  los  tres  titanos  del 

Paraguay,  el  primero  y  último   se  llevan  la    palma  en 

materia  de  inhumanidades. 

Al  año  de  haber  bajado  al  sepulcro  don  Carlos  Anto- 
nio, se  inició,  lo  que  equivalía  á  ordenarse,  una  suscri- 
cion  popular,  so  pena  de  ser  considerado  traidor  á  la 
patria,  de  ciii.co  pesns  fuertes  por  persona,  nacional  ó 
estrangero,  con  el  objeto  de  erigir  una  estatua  ecuestre 
en  honor  y  recueiMo  de  los  relevantes  méritos  del  primer 
pre^^idente,  muerto  en  el  poder.  Para  el  efecto,  se  nombró 
I  en  el  aniversario  de  su  fallecimiento  (10  de  setiembre  de 
"  1863)  una  comisión  compuesta  de  veinte  y  cinco  ciudada- 
nos distinguí  los  y  ])i'esidída  por  don  Nicolás  Vázquez. 

La  relación  funeraria  de  don  ('arlos  Antonio  López,  pu- 
blicada por  el  entonces  redactor  de  ^?  56'//ia/zar¿o,  Ilde- 
fonso A.  Bermejo,  en  el  número  43i^,  correspondiente  al 
13  de  setiembre  (18(32),  es  como  sigue: 

"En  la  iglesia  de  la  Santísima  Trinicrad  yace  un  tronco 
yesto  y  deshojado,  á  la  sombra  de  cuyas  ramas  se  cobi- 
jó un  día  el  pueblo  paraguayo.  Se  consumió  la  lozanía 
de  aquel  árbol,  pero  quedó  su  fruto  en  el  sentimiento  y 
en  el  alma  de  los  que  le  vieron  florecer.  No  creemos  que 
las  aguas  del  olvido  puedan  enturbiarla  corriente  diáfana 
y  trasparente  que  de  su  nombre  lleva  la  memoria  por  el 
florido  campcj  de  la  inmortalidad. 

"López  creció  como  la  noble  palma,  y  elevada,  se  espu- 
so al  huracán  de  las  pasiones,  fué  ansioso  del  combatey 
desdeñó  la  tranquilidad  á  lo  cual  le  pravocaban  sus  ému- 
los y  antagonistas:  buscólas  emociones.  Todo  lo  probó 
en  la  azarosa  existencia  que  soportó  durante  su  adminis- 
tración; probó  la  miel  y  la  hirviente  ponzoña  que  destila- 
ron el  jugo  de  su  esencia  sobre  aquel  corazón  noble^  gene-- 


DEL  PABAGÜAY  435 

roso  y  ardiente  que  pocos  supieron  comprender  y  muchos 
calumniar. 

"Vanamente  se  esforzó  en  vestir  ante  el  mundo  su  altiva 
frente  con  la  fingida  independencia.  La  lucha  existia  en 
su  alma  y  jamás  pudo  dar  la  victoria  al  egoísmo. 

"Jamás  cayó  en  el  cieno;  nunca  llegó  al  torpe  vicio. 

"Llevó silencioso  y  con  amor  su  ofrenda  á  los  altares; 
consoló  al  desgraciado  en  sus  últimos  dolores,  y  siempre 
que  tomaba  la  pluma  para  dictaminar  se  esforzaba  en 
ayudar  al  desvalido  en  sus  contiendas. 

"El  celo  fervoroso  de  su  amistad  fué  lo  mismo  durante 
el  dolor,  que  durante  la  alegría;  alguna  vez  fué  enemigo, 
\oi\ieleal\  generoso,  pues  jamás  pudo  concebir  su  espí- 
ritu la  ^ípocr^^ía.  Cuando  su  semblante,  ora  audaz,  ora 
desdeñoso  hacia  ostentación  ya  de  desprecio,  ya  de  ironia, 
era  suficiente  una  mirada  cariñosa^  una  dulce  palabra  pa- 
ra destruir  aquella  mala  impresión,  y  para  confundir  su  se-  ' 
vera  mirada  con  la  del  incauto  y  candoroso. 

"Tal  fué  el  preclaro  magistrado  á  quien  la. envidia  ha 
retratado  en  ocasiones  con  los  coloy^es  mas  sombrios\  tal 
fué  el  hombre  á  quien  algunos  insensatos  han  querido  com- 
parar con  el  doctor  Francia. 

"Pero  jamás  conseguirá  el  impuro  aliento  del  odio  sb- 
ca.^  \a.  savia  generosa  que  vemos  impregnada  en  todos 
los  actos  de  su  vida  publica  y  privada.  Jamás  borrarán 
las  páginas  brillantes  que  le  reserva  la  historia  america- 
na. Tampoco  el  frió  aliento  del  desden  entibiará  el 
fecundo  calor  que  vigorizó  su  pensamiento,  rayos  de  luz, 
emanación  del  sol,  que  enciende  el  Altísimo;  rayos  de 
luz  que  deslumhran  al  mismo  que  procura  ofenderla." 

1862-1870— LXVI.  DON  FRANCISCO  SOLANO  LÓ- 
PEZ, BRIGADIER  GENERAL,  DESPUÉS  MARISCAL 
vice-presidenteen  ejercicio  del  P.  E.  de  la  República,  des- 


436  GOBERNANTES 

de  el  10  de  setiembre  de  1862,  el  mismo  dia  del  fallecimien- 
to de  su  padre. 

Inmediatamente  después  de  este  acontecimiento,  López 
tomó  las  precauciones  que  consideró  necesarias,  empe- 
zando por  apoderarse  de  todos  los  papeles  del  finado.  Re- 
dobló las  guardias;  llenó  de  patrullas  las  calles,  y  en  se- 
guida convocó  al  ministerio  ó  consejo  de  estado,  á  quien 
leyó  el  testamento  en  que  se  le  nombraba  vice-presiden- 
te  y  por  consiguiente  en  ejercicio  del  P.  E.  ordenando  al 
mismo  tiempo  la  convocación  de  un  titulado  congreso  na- 
cional y  electoral,  y  espidiendo  el  siguiente 

BANDO 

¡Viva  la  República  del  Paraguay! 
El  vice-presidente  de  la  República. 
Habiendo  fallecido  en  la    mañana,  de  este  dia  el  Exmo. 
señor   don  Carlos  Antonio  López,  presidente  de  la  Repú- 
pública,  y  resultando  nombrado  vice — presidente  de  ella 
en  el  pliego  de  reserva,  firmado  por  el  finado  Exmo.  se- 
ñor, cuyo  tenor  es  como  sigue: — **Nos,  Carlos  Antonio 
López,  Presidente  de  la  República  del  Paraguay — Usan- 
do déla  jurisdicción  suprema  que  el  Hon.  Congreso   Na- 
cional me  ha  conferido    en  el  artículo  b^  de  la  Lev  de  3 
de  noviembre  de  1856,  para  los  casos   prevenidos  en  el 
artículo  5"*  del  título  IV  de  la  ley  de  13  de  marzo  de  1844, 
nombramos  para  vice  presidente  de  la  República  al  briga- 
dier general  ciudadano  Francisco  Solano  López,  general 
en  gefe  del  ejército  nacional,  ministro  de  guerra  y  mari- 
na, con  el  tratamiento  de — Exmo.   señor  Vice-Presidente 
de   la  República;  y  mandamos,!?  que  los  ministros  de 
gobierno  y  de  relaciones  esteriores  ciudadano   Francisco 
Sánchez,  y  de  hacienda    ciudadano    Mariano  González, 
de  la  Administración  cesante,    continúen  en  la  del  Vice- 
presidente de  la  República. 

29  Que  el  presente  decreto  se  conserve  en  el  despacho 
del  ministro  de  gobierno,  con  el  título  de — "Pliego  de 
Reserva  de  nombramiento  de  Vice-presidente  de  la  Repú- 


DEL  PÁBAGUAT  437 

blicaporel  Exmo.  señor  Presidente  de  la  República  ciu- 
dadano Carlos  Antonio  López,  para  el  caso  prvenido  en 
el  articulo  5?  del  título  IV  de  la  ley  orgánica  de  la  Repú- 
blica" firmado  y  sellado  como  corresponde; — y  que  para 
llevarse  á  efecto  el  presente  nombramiento  de  vice-presi- 
dentedela  República,  el  ministro  secretario  de  gobierno, 
convoque  á  los  ministros  de  hacienda,  de  guerra  y  mari- 
na y  á  las  corporaciones  civiles,  militares  y  eclesiásticas, 
y  estando  presentes  en  la  sala  de  gobierno  abra  el  plie- 
go que  contiene  este  decreto,  lo  publique,  y  el  reverendo 
obispo  diocesano  tome  el  juramento  nacional  al  nombra- 
do vice-presidente,  y  le  ponga  en  posesión  del  gobierno 
provisorio,  con  la  solemnidad  y  formalidades  que  orde- 
na el  artículo  5?  del  citado  título  IV  de  la  ley  orgánica  del 
pais, 

39  Que  el  mismo  dia  se  publique  en  la  capital,  por  ban- 
do, el  presente  decreto  con  la  acta  ordenada  •en  el  an- 
terior artículo  2?,  se  circule  en  todas  las  villas,  departa- 
memtos  y  partidos  de  la  República. 


49  Que  el  vice-presidente  de  la  República,  con  el  mi- 
nistro secretario  de  gobierno,  convoque  inmediatamente 
el  congreso  nacional,  para  la  elección  de  presidente  pro- 
pietario, conforme  está  mandado  en  el  artículo  99  del  refe- 
rido título  IV  de  administración  política  de  la  República. 

59  Que  reunido  el  congreso  nacional  en  su  sala  de  se- 
siones, se  presente  el  vice-presidente  de  la  República  á 
hacer  la  apertura  del  congreso,  en  la  forma  que  ordena 
la  ley  nacional,  y  le  dé  cuenta  por  un  mensage  del  perío- 
do de  su  administración. 

69  Que  si  por  cualquier  causa  legítima,  el  nombrado 
vice-presidente  de  la  República  no  pudiese  aceptar  el 
cargo,  los  dichos  ministros  de  gobierno  y  de  relaciones 
esteriores,  y  de  hacienda,  con  el  teniente  coronel  coman- 
dante de  la  escolta  de  gobierno,  ciudadano  Felipe  Toledo 
entren  en  la   administración  provisoria  del  gobierno  de 


438  GOBERNANTES 

la  República  con  el  título  de  Exrao.  gobierno  provisorio 
y  con  calidadde  que  lo  presidirá  el   ministro  de  gobierno. 

Dado  en  la  Asunción,  capital  de  la  República,  á  los 
quince  dias  del  mes  de  agosto  de  mil  ocho  cientos  sesen 
ta  y  dos,  el  cuadragésimo  nono  de  la  Independencia  na- 
cional. 

(L*.  S.)  Carlos  Antonio  López 

Francisco  Sánchez. 

Y  estando  llenadas  todas  las  formalidades  arriba  preve- 
nidas, y  las  que  se  requiere  por  la  ley:  publíquese — Asun- 
ción, setiembre  10  de  1862. 

"Francisco  Solano  López. 
""  Francisco  Sánchez'' 

A  las  nueve  de  la  mañana  del  16  de  octubre  se  reunió 
el  congreso» nacional  y  electoral,  y  dada  lectura  del  men- 
sage  de  orden,  el  general  López  declaró  haber  llegado  el 
momento  en  que  el  cuerpo  colegislador  procediese  á  dar 
cumplimiento  al  objeto  parael  cual  habia  sido  convocado, 
esto  e^s,  para  dar  un  presidente  á  la  República. 


López  habia  tomado  sus  medidas  tan  bien  que  no  habia 
peligro  de  que  otro  fuese  el  nombrado.  Pero  era  necesa- 
rio un  poco  de  comedia,  y  la  hubo. 

Antes  de  dar  principio  al  acto  de  la  elección  y  saberse 
sobre  quien  habia  de  recaer  la  presidencia,  el  diputado 
Várela  manifestó  ciertos  escrúpulos  de  conciencia  respec- 
to de  la  elección  de  presidente  de  la  República  y  agregó 
ser  el  primero  en  reconocer  las  grandes  cualidades  que 
revestia  el  general  López  para-  presidente  de  la  República 
y  hasta  dijo  que  no  encontraba  otro  en  la  nación  que  pu- 
diera ser  elevado  al  poder;  pero  que  el  acta  de  la  inde- 
pendencia nacional  declaraba  en  su  segundo  artículo  que 
\a  República  det  Paraguay  minea  ja7nás  será  elpatrimo- 


DEL   PARAGUAY  439 

niode  una  persona  ó  de  una  familia^  y  que  habiendo  él 
jurado  esta  ley  estaba  impedido  de  dar  su  voto  para 
presidente  de  la  República  al  general  López,  por  ser  hijo 
del  presidente  anterior,  y  pedia  á  la  representación  na  - 
cioubX  ({MQ  interpretar  a  esta  ley  \iB.vQ.  su  aclaración.  El 
mismo  hermano  del  general  López,  don  Benigno,  cuando 
vio  que  el  Paraguay  se  despedazaba  é  iba  desapareciendo 
ora  por  la  guerra,  ora  por  las  bárbaras  ejecuciones  orde- 
nadas por  aquél,  dijo  al  dictador  "que  no  encontraba  pru- 
dente llevar  adelante  una  guerra  nacida  de  su  propia  vo- 
luntad y  no  de  la  voluntad  del  pueblo,  aconsejándole  di- 
mitir el  mando,  y  observándole  que  las  repúblicas  no  ey^an 
muebles  que  se  trasmitia7i  de  padre  á  hijo  por  vi  a  de  he- 
redad/'    Esta  franqueza  costó- cara  á  don  Benigno. 

Con  las  declaraciones  dadas  por  vnrios  diputados  que- 
daron oompletamente  desvanecidos  los  escrúpulos  de 
Várela  dando  en  consecuencia  su  voto  por  López,  quien 
fué  electo  presidente,  por  unanimidad,  por  el  término  de 
diez  años,  y  recibido  el  mismo  dia  (16).  Al  siguiente  dia 
volvió  á  reunirse  para  la  lectura  del  mensage  de  !a  corta 
administración  del  general  López,  y  resolvió  (21)  aprobar 
todos  los  actos  administrativos  del  finado  presidente;  te- 
nerse por  documento  auténtico  el  cuaderno  de  trabajos 
preparatorios  que  el  finado  habia  dispuesto  para  su  men- 
sage; aprobar  la  mediación  de  la  República  del  Paraguay 
en  la  disidencia  armada  de  la  Confederación  Argentina  y 
la  provincia  de  Buenos  Aires  en  el  año  de  1859;  aprobar 
los  tratados  celebrados  con  los  Estados  Unidos  y  con  el 
rey  de  Prusia,  el  4  de  febrero  de  1859  y  10  de  agosto  de 
1860  respectivamente  y  la  conducta  del  vice-presidente  de 
la  República,  López,  durante  los  treinta  y  seis  dias  que 
ejerció  el  P.  E.  déla  nación. 

El  general  López  cumplió  la  última  voluntad  de  su  pa- 
dre respecto  desús  ministros  Sánchez  y  González,  inte- 
grando el  gabinete  (29  de  octubre)  con  don  José  Berges, 
para  relaciones  esteriores  y  su  hermano  don  Venancio, 


k 


440  GOBERNANTES 

• 

para  guerra  y  marina;  pero  también  se  vengó  del  pobre 
Lascano,  que  no  había  tenido  arte  ni  parte  en  la  última  dis- 
posición de  don  Garios  Antonio,  haciéndole  pagar  con 
crueldad  el  recuerdo  que  hiciera  de  su  buen  nombre. 
Mandóle  poner  preso,  con  una  barra  de  grillos,  sin  per- 
mitirle recibir  auxilio  alguno  de  su  familia,  ni  comunicar- 
se con  su  virtuosa  esposa  doña  Isabel  Guanes, — descen- 
diente de  una  de  las  víctimas  del  tirano  Francia — ni  con 
sus  hijos,  haciéndole  morir  en  aquella  prisión,  espresa- 
mente  inventada  par^  ese  infeliz. 


* 


Créese  con  bastante  generalidad  que  la  señora  Elisa 
Lynch,  en  unión  con  el  entonces  deán  de  la  catedral  y  des- 
pués obispo  don  Manuel  Antonio  Palacios  y  el  coronel 
Wisner  de  Morgenstern,  emigrado  húngaro,  persuadiese 
al  presidente  López  haciéndole  creer  que  nada  le  seria 
mas  fácil  que  constituirse  en  emperador  del  Rio  de  la  Pla- 
ta. Aún  antes,  en  1854,  hubo  un  diputado  obsequioso 
que  hiciera  en  el  congreso  una  moción  para  crear  empe- 
rador á  López  padre,  habiéndolo  sido  de  hecho  y  heredi- 
taria la  corona  en  su  familia. 

Es  indupable  que  el  hijo  la  codició,  no  perdiendo  la  es- 
peranza de  que  fuera  una  realidad,  lo  que  hasta  entonces 
sólo  era  un  sueño.  Durante  su  permanencia  en  Paris, 
por  inspiración  de  la  referida  señora  concibió  la  idea  que 
realizó  mas  tarde  mandando  hacer  un  modelo  de  corona, 
semejante  á  la  de  Napoleón  I,  la  cual  fué  embargada  por 
el  gobierno  argentino  juntamente  con  los  ricos  muebles 
destinados  para  adornar  el  salón  imperial.  El  mismo  Ló- 
pez confesó  al  ministro  Washburn  que  el  Brasil  le  habia 
animado  á  declararse  emperador  del  Paraguay,  que  era 
cosa  facilísima,  como  en  efecto  lo  era,  si  se  hubiera  con- 
tentado con  serlo  sólo  del  Paraguay;  pero  su  estúpida 
ambición  iba  mas  lejos;    pretendía  ser  emperador  del  Rio 


DEL  PARAGUAY  441 

déla  Plata,  y  allí  fracasó  su  insensato  plan.  Solo  le  falta- 
ba el  titulo,  pues  es  sabido  que  el  gobierno  del  Paraguay, 
desde  1811  hasta  López,  fué  mas  absoluto  y  mas  despó- 
tico que  cualquier  rey  ó  emperador. 


López  llevó  su  ¡dea  adelante,  siempre  abrigando  la  espe- 
ranza de  ver  realizado  su  encumbraílo  proyecto:  instituyó 
una  orden  del  mérito,  Á  semejanza  de  Isl  legión  de  honor  ^ 
cuyo  alto  grado  sólo  habia  de  ser  conferido  al  presidente 
de  la  República  y  al  mariscal  de  sus  ejércitos,  que  era  él 
mismo,  y  al  gefe  de  la  iglesia  en  el  Paraguay  y  á  losgefes 
vitalicios  de  estados  soberanos,  en  el  estrangero. 


* 


A  este  respecto  dice  Mr.  Washburn  lo  que  sigue: 

"Al  comenzar  la  guerra,  López  pretendia  proclamarse 
emperador  del  Paraguay,  si  ella  resultaba  favorable 
á  sus  planes  y  si  conseguia  incorporar  á  su  país  bastan- 
te territorio  para  dar  á  aquel  dimensiones  respetables. 
Una  vez  López  le  dijo  que  el  Brasil  le  habia  animado  á 
declararse  emperador  del  Paraguay,  y  aseguróle  que  le 
era  cosa  facilísima. 

"Llegó  hasta  instituir  una  orden  deíl  mérito,  á  guisa 
de  LEGIÓN  DE  HONOR,  cuvo  alto  grado  solo  serla  conferido 
á  las  testas  coronadas  ó  á  príncipes  hereditarios  de  las  co- 
ronas. 

"Además  de  eso,  se  sabe  que  "el  modelo  de  una  corona 
imperial  fué  últimamente  hallada  entre  algunos  objetos 
de  real  magnificencia  que  López  recomendó  á  Paris,  y 
que  naturalmente  eran  destinados  para  su  uso  durante  y 
después  de  la  coronación." 

"Como  S.  M.  don  Pedro  lo  trató  una  vez  de  grande  y 
buen  amigo  y  hermano,  nutria  la  esperanza  de  que  el  em- 
perador podría  venir  á  ser  su  suegro,  dándole  en  matri- 


442  GOBERNANTES 

monio,  para  repartirse  su  trono,  á  su  hija  mas  joven.  Ló- 
pez hizo  proposiciones  en  este  sentido,  y  cuando  sus  es- 
peranzas estaban  mas  exaltadas,  premeditaba  hacer  guer- 
ra de  conquista  á  la  Confederación  Argentina  y  aumentar 
sus  dominios  á  costa  de  este  país.  Pero  el  emperador, 
ya  bien  enterado  de  sus  instintos  feroces,  pretirió  confiar 
su  hija  á  algún  yacaré  del  rio  antes  de  eatregarla  á  las 
tiernas  caricias  de  López.  Fué,  pues,  grande  su  marti- 
rio y  sorpresa  cuando,  en  el  verano  de  1864,  le  constó 
por  los  diarios  que  las  hijas  del  emperador  iban  á  casar- 
se con  los  nietos  de  Luis  Felipe.  Desde  entonces  mada- 
ma Lynch  comenzó  á  kistarle  para  poner  en  ejecución  sus 
designios  imperiales." 

^  Así,  desde  que  López  subió  al  poder  amamantó  el  pen- 
samiento de  llevar  á  cabo  aquella  idea,  ó  por  lo  menos  do- 
minar las  regiones  del  Plata.  Pero,  como  el  hombre  pro- 
pone y  Dios  dispone,  le  sucedió  á  López  lo  que  al  perro 
con  su  sombra,  que  se  quedó  sin  el  bocado  que  poseia 
y  sin  el  otro  á  que  aspiraba.  Preparóse,  pues,  á  la  guer- 
ra, y  para  justificar  su  pretensión,  buscó  un  pretesto 
cualquiera,  que  no  le  fué  difícil  encontrar  en  la  cuestión 
oriental,  completamente  agena  á  los  intereses  paragua- 
yos. Llevó  su  audacia  hasta  declarar  la  guerra  á  tres 
naciones,  lanzándose  á  ella  sóbrela  marcha  sin  dar  tiem- 
po á  preparación  alguna  por  parte  de  sus  contrarios, 
con  bastante  arrojo,  en  la  ofensiva,  y  quedando  después 
absolutamente  reducido  ala  defensiva,  aunque  ^hacia 
creer  lo  contrario. 

Para  despertar  entusiasmo  en  el  pueblo  y  hacer  sim- 
pática la  gigantesca  guerra  en  que  hacia  lanzar  á  los  ilu- 
sos aunque  valientes  paraguayos,  recurrió  á  lo  que  se 
practicaba  en  Buenos  Aires  en  la  éj>oca  de  Rosas.  A  su 
imitación,  aparecian,  casi  diariamente,  manifestaciones  de 
fino  amor  y  respeto  hacia  el  mariscal  y  de  frenético  en- 
tusiasmo por  la  guerra,  hechas  por  el  clero  primero  y 
en  seguida  por  todos  los  empleados  civiles  y  militares. 


DEL   PARAGUAY  343 

No  faltó  padre  que  maldijera  á  su  hijo,  esposa  que  se 
declarara  viuda  viviendo  el  marido,  hermana  que  se  con- 
siderara sin  hermanos,  teniéndolos,  etc.;  de  igual  modo 
que  en  Buenos  Aires  dos  hijas  renegaban  públicamente 
de  la  paternidad  del  que  les  dio  el  ser,  declarándose 
huérfanos  y  sin  mas  padre  que  Rosas. 

Desde  la  época  del  primer  López  existia  la  costumbre, 
para  hacer  olvidar  al  pueblo  su  esclavitud  y  degradación  de 
fomentar  en  él  el  gusto  por  las  diversiones  públicas.  Du- 
rante el  reinado  deFran  'ia,  estaban  prohibidas  las  reunio- 
nes populares  de  toda  clase,  y  cuando  su  sucesor  hizo  de- 
saparecer esta  restricción,  el  pueblo  se  consideraba  muy 
feliz  que  se  le  permitiera  reunirse,  aún  bajóla  mas  estre- 
cha vigilancia  de  la  policia,  para  bailar,  correr  carreras^ 
juego  de  la  sortija,  festejos  públicos  y  las  corridas  de  to- 
ros. Todos  los  años,  pues,  se  daban  varios  bailes  por 
orden  del  gobierno,  á  los  cuales  era  invitada  la  mejor  cla- 
se se  la  sociedad.  *  Se  daban  otros  de  carácter  mas  demo- 
crático al  aire  libre,  del  que  todos  podian  participar.  Es- 
to sucedia  generalmente  en  los  aniversarios  del  cumple- 
años del  presidente,  el  diadel  patronode  la  capital,  Asun- 
ción, de  la  independencia  del  estado,  y  de  algún  otro  acon- 
tecimiento importaute  de  la  historia  nacional. 

La  clase  de  las  mu2:eros  llamadas  peinetas  de  oro^  á 
causa  de  las  muchas  alhajas  que  llevaban  puestas,  daban 
tertulias  con  frec.uencia,  en  sus  casas;  pero  en  los  festejos 
nacionales,  tenian  lugar  al  aire  libre.  En  la  época  de  Ló- 
pez los  bailes  para  todas  las  clases  se  daban  frecuente- 
mente en  la  plaza  frente  á  la  (tasa  de  gobierno.  En  estas 
ocasiones  se  preparaban  tres  distintos  salones  como  otras 
tantas  categorías  de  pueblo.  En  el  primero,  bien  alfom- 
brado, se  colocaban  asientos  todo  al  rededor.  A  este 
asistian  el  vice-presidente,  los  ministros  de  estado,  el  ma- 
yor de  plaza  y  el  gefe  de  policía,  y,  por  supuesto,  la  clase 
mas  distinguida  de  ciudadanos  con  sus  esposas  é  hijas. 
Además  de  éstos  se  hallaban  las  queridas  de  López  y  sus 


4i4 

^^  GOBEfiNANTES 


^}!^Tl'    •^!'"*°  *  este  salón  había  otro  igual,  pero  sin 

sZ.  V       ^        '  'r""  '''^P"'°"  -^^  ««^'«í^dos  rasos,  arte- 

V  m?.  J       f  "°f  ^"^°  ^^  ^^  ^'*««  <^«  peones-    Hombres 
ymugeres  ,ban  descalzos.    La  última  división  era  para 

peones  vT.^  '"'  T'^'^'P^ndo  del  baile  los  soldados, 
todas  In  1         °'-    ^^'  *'*"'  categorías  empero  bailaban 

las  mvitaciones,  las  cuales  equivalían  á  una  orden  Tanto  el 
coíeal''  n"  'f""'  ^^'  '''  en  Corrientes,  el.  cual  se  d"o  ser 
triuí?  P^'"     '^"'"■'•°'  ^'  ^"^'  «"t'-e  ™»«hos  otros,  asis- 

fran  oos¿«V°'"^'"'  f '°'  ''^"'^'«^  "^«í  ejercito  y  armada, 
D^nonoH  'P""  "'  ^°^^''"°-  Como  el  supremo  Lol 
peznopodiaas,st.r  á  todos  los  grandes  bailes, se  coloca- 

*/     QUe  deb?«        .   '"'^  f  '^^  *''°"°'  hechoespresamente,al 

/      m^smo^n"""'    "'   P'-opio  homenage,  cual  si  fuera  él 
1;     mismo  en  persona. 

soñr/r  i""'''"  'osP^¡""eros  pasos  hacia  el  imf,erio  en  que 
sonaba  López,  sugerido  por  su  hábil  dama. 

•    .n^^r"  ^'"'''  ^f  ^  *^'  -'""^  <1«^*)'  di«  «le  Sa»  Francis- 
co Solano,  cumple-años  del  presidente,  en  el  que  se  iba  á 

naugurar.el  nuevo  trono,  fué  anunciado  como  dado  por  ' 
los  ciudadanos  de  la  Asunción.  Se  dijo  que'  iba  á  ser  lo 
mas  grandioso  como  que  era  una  cosa  nunca  vista  antes 
en  el  Paraguay;  pero  dio  fiasco  el  plan  del  supremo  Ló- 
pez, poniéndose  furioso  al  verse  sentado  en  el  trono  de 
gran  etiqueta  y  notar  á  todo  el  cuerpo  diplomático  vestido 
en  trage  de  soirée. 

En  el  aniversario  de  su  cumple-años  que  siguió  á  su 
elevación  al  poder,  los  bailes,  corridas  de  toros  y  carre- 
ras duraron  un  mes  entero. 

^  Igual  cosa  se  repitió  en  todos  los  pueblos  de  la  campa- 
na en  celebración  del  nriismo  hecho.  Lo  del  retrato  y 
las  demostraciones  de  alegria  era  exactamente  análogo 


DEL  PARAGUAY  445 

á  lo  que  se.  practicaba  en  Buenos  Aires  en  tiempo  de  Ro- 
sas. 

López  habia  protestado  (30  de  agosto  de  1864)  contra 
la  invasión  de  la  República  Oriental  del  Uruguay  por  el 
ejército  brasilero,  considerándola  un  casus  helli^  y  en  esa 
virtud  precipita  los  sucesos  sin  arte  ni  cordura. 

Esta  misma  protesta  tiene  su  significado  político  en  la 
via  de  su  ridicula  pretensión  de  hacerse  coronar  empe- 
rador del  Rio  de  la  Plata. 

Para  eso  queria  llamar  la  atención  del  mundo  figuran- 
do como  un  gran  diplomático  y  guerrero.  Y  haciendo 
hincapié  en  tan  ridicula  creencia,  se  dejó  arrastar,  de 
error  en  error,  hasta  su  final  trágica  caida. 


* 


El  Paraguay  empezó  á  prepararse  activamente  para  la 
guerra  á  principios  de  1864,  y  en  marzo  del  mismo  año 
López  estableció  en  Cerro  León  un  campamento  militar, 
en  que  adiestraba  para  la  guerra  un  ejército  de  treinta  mil 
hombres,  de  diez  y  seis  á  cincuenta  años  de  edad. 

En  la  Encarnación  se  disciplinaban  diez  y  siete  mil 
reclutas,  diez  mil  en  Humaitá,  cuatro  mil  en  la  Asunción 
y  tres  mil  en  la  Concepción.  El  total  de  hombres  que  se 
disciplinaron  en  los  seis  meses  que  trascurrieron  de  mar-  ^ 

zo  á  agosto  de  1864,  se  eleva  á   sesenta  y  cuatro  mil, 
sin  contar  unos  diez  mil  que  murieron  en  este  período. 

Con  motivo  de  la  protesta  contra  ISi  invasión  brasilera  en 
el  Estado  Oriental,  hubo  en  el  Paraguay  grandes  demos- 
traciones (por  orden  del  gobierno) "  en  favor  de  ella. 
Todo  el  mundo,  sin  escepcion  alguna,  hasta  señoras 
y  niños,  so  pena  de  pasar  por  traidores  á  la  patria,  tu. 
vieron  que  firmar,  á  lo  federal  de  Rosas,  manifiestos 
ofreciendo   al    gobierno,   que   no   era  otro  que  López, 


446  QOBEBNANTES 

SUS  vidas  y  sus  bienes  para  defender  su  causa.  Igual 
cosa  sucedió  en  todos  los  pueblos  y  aldeas  del  Para- 
guay. 

La  declaración'  de  guerra  por  López  se  inició  por  el 
apresamiento  del  vapor  "Marqués  de  Olinda"  (4  de  di- 
ciembre) con  sus  pasageros  y  tripulación,  los  que  fueron 
desembarcados  y  encerrados  en  un  galpón  como  prisio- 
neros de  guerra,  incomunicados  y  muy  mal  tratados.  A 
algunos  seles  concedió  mas  tarde  permiso  para  bajar  á 
Buenos  Aires,  el  resto  de  los  prisioneros  fué  interna- 
do, sufriendo  horribles  privaciones  y  muriendo  de  ham- 
bre la  mayor  parte.  "El  Marqués  de  Olinda"  armado  en 
guerra,  entró  luego  á  formar  parte  en  la  escuadra  para- 
guaya. 

A  este  acto  inicuo  siguió  la  espedicion  á  Matto  Grosso, 
la  toma  de  Coimbra,  la  destrucción  de  ciento  cincuenta 
hombres  entre  muertos,  heridos,  enfermos,  etc.,  fusila- 
dos, lanceados,  muertos  de  hambre,  de  cansancio  en  sus 
largas  jornadas  por  los  cerros  á  pié.  Todo  su  plan  dis- 
paratado de  campaña,  si  así  puede  llamarse  el  mandar 
un  pequeño  número  de  hombres  bisónos  que  fueran  á  es- 
trellarse contra  otro  mucho  mayor;  prometiendo  á  sus 
gefes  superiores  el  envió  de  los  elementos  necesarios  é 
indispensables,  no  solo  para  triunfar,  ni  aun.  para  la  de- 
fensa, y  dejándolos  colgados,  y  encontrando  en  conse- 
cuencia una  muerte  segura.  Todo  esto,  mientras  él  ha- 
cia una  vida  de  rey,  comiendo,  bebiendo  buenos  vinos, 
fumando  ricos  cigarros,  jugando  con  sus  hijos,  etc.  y 
todo  por  una  ambición  desmedida  y  un  egoismo  sin  una 
pizca  de  patriotismo.  ¡Dios  le  perdone  los  numerosos 
males  que  ocasionó  á  su  patria,  digna  de   mejor  suerte! 

No  deja  de  ser  curioso  que  del  seno  del  Paraguay,  y 
en  la  época  de  López,  saliera  una    protesta  sobre  lo  que 

E asaba  fuera  de  su  territorio,  justo  ó  injusto,  y  que  no  hu- 
iese  una  sola  voz  dentro  del  mismo  territorio  que  se  atre- 
viera á  protestar  contra  lo  que  allí  pasaba.  El  Paraguay  ha 


DEL   PARAGUAY  447 

estado  preparado '  para  la  guerra  desde  mucho  antes  que 
la  política  brasilera  hubiera  dado  pretesto  para  que  López 
formulase  su  decantada  protesta  en  favor  del  equilibrio 
del  Rio  de  la  Plata.  ¿Por  qué  no  habia  protestado  antes 
sobre  el  equilibrio  de  los  poderes  públicos  y  de  los  de- 
rechos de  los  ciudadanos  del  Paraguay ,  su  propio  pais? 
Cuando  hubiera  realizado  esto,  como  sucede  en  todo  pais 
verdaderamente  libre,  entonces  habría  sido  la  oportunidad 
de  pretender  el  equilibrio  de  los  poderes  vecinos. 

Es  muy  probable  que  la  manifiesta  filantropía  de  López 
deque  más  adelante  diera  tan  sangrienta  prueba,  le  ha- 
bría llevado  fatalmente  hasta  buscar  el  equilibrio  de  los 
estados  del  Pacífico,  terminando  por  el  de  las    primeras 

potencias  de  Europa. 
Su  generosa  mediación,  en  1859,  en  el  Rio  de  la  Plata, 

si  bien  naciera  del  servicio  prestado  por  el  general  Urqui- 
za  en  el  conflicto  del  Paraguay  con  los  Estados  Unidos, 
su  principal  tendencia  parecia  ostentar  su  grande  inte- 
rés por  la  paz  y  armonia  de  sus  vecinos;  pero  con  la  espe- 
ranza de  que  la  oportunidad  se  le  presentase  para  formu- 
lar su  protesta,  por  fas  6  por  nefas,  á  fin  de  realizar  la 
declaración  de  guerra  que  tanto    anhelaba    para  sus  fines 

personales,  y  de  nitigun  modo  patriótico,  como  el  lector 
tendrá  ocasión  de  conocer  mas  adelante. 

Acto  continuo,  Lo[)ez  se  apoderó  (13  de  abril,  jueves 
santo  de  1865)  de  dos  buques  de  guerra  argentinos,  de- 
sarmados, en  el  puerto  de  Corrientes,  y  ocupó  el  dia  si- 
guiente (viernes  santo)  la  ciudad  por  sorpresa,  después 
de  haber  dado  seguridades  al  gobernador  Lagraña  de  lo 
contrario,  según  nos  lo  ha  referido  él  mismo,  pocos  dias 
antes  déla  invasión  paraguaya  á  aquella  ciudad.  In- 
vade con  un  cuerpo  de  ejército  la  provincia  de  Rio  Gran- 
de (mayo),  el  cual  se  ve  obligado  á  rendirse  (18  de  se- 
tiembre) en  laUruguyana. 

Pretende  igualmente  sorprender  con  su  escuadra  á  la 


448  GOBERNANTES 

brasilera  y  es  completamente  derrotada  (lí  de  junio)  en 
el  Riachuelo,  en  Corrientes.  Con  este  natural  contraste 
y  el  de  la  Uruguayana,  el  ejército  de  ocupación  evacúa 
la  provincia  invadida.  Los  aliados  al  fin  (Tuzan  el  Para- 
ná y  tienen  lugar  las  batallas  del  Estero  Bellaco  (2  de 
mayo  de  1866)  y  la  de  Tuyutí  (24  de  mayo).  Al  ataque 
deCuruzú(3  de  setiembre)  sigue  la  conferencia  de  Ya- 
taití-Corá,  en  la  que  habiendo  podido  López  terminarla 
cuestión  con  honor  para  el  Paraguay,  su  fatuidad  le  ce- 
gó, y  viéndose  humillado,  prefirió  llevar  la  guerra  ade- 
lante. 

El  carácter  doble  del  mariscal  López  puede  pintarse  por 
el  rasgo  siguiente: 

Mr.  Gould,  secretario  de  la  legación  británica  en  el 
Rio  de  la  Plata,  deseoso  de  hacer  cesar  una  guerra  tan 
desastrosa,  redacta  unas  proposiciones  de  paz  que  fue- 
ron formalmente  aceptadas  por  López,  las  cítales  han  sido 
favorablemente  recibidas  por  los  aliados.  El  art.  89  decia: 
"S.  E.  el  mariscal  presidente,  apenas  concluido  el  tra- 
tado de  paz  ó  sus  preliminares,  se  retirará  á  Europa, 
dejando  el  gobierno  en  manos  de  S.  E.  el  vice-presidente, 
quien,  según  las  prescripciones  Je  la.  constitución  de  la 
República,  queda  con  el  mando  en  casos  análogos."  Mr. 
Gould,  cuya  conducta  era  digna  de  los  mayores  elogios 
por  el  arreglo  de  aquellas  condiciones  de  paz  tan  alta- 
mente favorables  al  Paraguay,  y  que.  habian  sido  acep- 
tadas por  ambas  partes,  recibió  una  nota  del  ministro 
don  Luis  Caminos  que  se  publicó  en  todos  los  diarios  de 
Buenos  Aires,  desmintiendo  el  asentimiento  de  López  á 
aquel  articulo  y  declarando  no  ser  él  sino  los  aliados  los 
que  hubiesen  hecho  esas  proposiciones,  y  agrega  que  "él 
habia  previ ame7ite  declarado  que  el  art.  89  no  podía  ser 
ni  discutido  por  él;  y  siendo  este  párrafo  dictado  por  el 
mismo  López. 

"Por  lo  demás,  puedo  asegurar  á  usted  que  la  Repúbli- 
ca del  Paraguay  nunca  manchará  su  honor  y  su  gloria 


DEL  PARAGUAY  449 

consintiendo  que  su  presidente  y  defensor  que  le  ha  da- 
do tanta  gloria  militar,  peleando  por  su  existencia,  baje 
de  su  puesto,  y  menos  aun  que  sea  espatriado  del  teatro 
de  su  heroismo  y  sacrificios,  porque  estas  son  las  mejo- 
res garantías  para  mi  patria,  de  que  el  mariscal  López 
correrá  la  suerte  que  Dios  tiene  reservada  á  la  nación 
paraguaya." 

Podrá  juzgarse  de  la  veracidad  de  López  por  la  carta 
de  Mr.  Gould  dirigida  al  ministro  de  relaciones  esteriores 
del  Brasil,  en  consecuencia  de  las  esplicaciones  pedidas 
por  este  miembro  del  gabinete  de  Rio  Janeiro. 

Es  como  sigue: 

Buenos  Aires,  6  de  octubre  de  1867. 
Señor  ministro — 

En  respuesta  á  una  carta  que  me  entregara  el  señor 
Malhews,  y  en  la  que  vd.  llama  su  atención  sobre  una 
nota  del  señor  Caminos,  secretario  del  presidente  López, 
tengo  el  honor  de  declarar  á  vd.  que  la  aserción  hecha 
por  este  señor,  con  el  evidente  objeto  de  echar  sobre  las 
potencias  aliadas' la  iniciativa  de  las  proposiciones  de  que, 
con  el  asentimiento  del  presidente  López,  he  sido  yo  el 
intermediario  oficioso,  es  enteramente  falsa. 

Coma  vd.  lo  sabe,  señor  ministro,  no  ha  tenido  lugar 
ninguna  inteligencia  anterior  entre  nosotros,  ni  entre  mí 
y  alguno  de  los  generales  aliados  en  cuanto  á  un  asunto 
completamente  ageno  á  mi  misión  oficial.  En  las  dife- 
rentes entrevistas  que  he  tenido  con  el  presidente  López 
y  el  señor  Caminos,  me  he  limitado  simplemente  á  emi- 
tir la  opinión,  bien  fundada,  de  que,  contal  que  S.  E.  se 
retirase  del  Paraguay,  las  potencias  aliadas  se  mostra- 
rían todas  dispuestas  á  hacer  á  su  país  las  concesiones 
mas  generosas. 

Aprovecho  esta  ocasión  para  espresar  á  vd.,  señor  mi- 
nistro, la  seguridad  de  mi  consideración  muy  distisguida, 

•  

G.   F.  Gould. 

30 


450  GOBERNAKTES 

• 

Antes  que.  fuese  conocida  esta  respuesta  de  Mr.  Gould, 
el  StandT^rdde  Buenos  Aires,  decia:  "López,  cuyo  va- 
lor indómito  se  elogia,  no  ha  sabido  sacrificar  su  indivi- 
dualidad en  bien  de  su  país.  No  conoce  ninguno  de  los 
sentimientos  que  inspiran  el  sacrificio  personal  á  las  al- 
mas nobles  y  elevadas.  Los  pigmeos  serán  siempre 
pigmeos,  aún  colocados  en  la  cima  de  los  Alpes.  El  ge-  . 
fe  paraguayo  puede  ser  gran  general  y  supremo  todavía 
mas  grande;  como  patriota  no  es  nada.  Se  bate,  Vio  por 
su  país  sino  por  su  persona,  y  en  adelante  no  se  lepue-» 
de  defender  ante  un  público  que  sabe  hacerse  respetar.'' 

El  22  de  setiembre  de  1866  tiene  lugar  el  ataque  de  Cu- 
rupaití,  en  el  que  los  aliados  son  rechazados  con  mucha 
pérdida,  principalmente  del  ejército  argentino,  pero  re- 
tirándose en  orden,  sin  salir  el  ejército  del  déspota  de  sus 
atrincheramientos.  La  escuadra  brasilera  fuerza  (15  de 
agosto  de  1867)  el  paso  de  las  baterías  de  Curupaití. 

Con  m  otivo  de  la  muerte  del  vice-presidente  de  la  Re- 
pública Argentina,  doctor  Marcos  Paz,  retírase  el  general 
Mitre  del  teatro  de  la  guerra  (enero  de  18'68),  sucedién- 
dole  en  el  mando  en  gefe  del  ejército  aliado  el  mariscal 
Caxías.  La  escuadra  brasilera  fuerza  (18  de  febrero)  e] 
paso  de  las  baterías  de  Tttumaitá  y  los  acorazados  son, 
de  orden  estúpida  de  López,  atacados  por^  canoas  para- 
guayas, dando  por  resultado  el  que  debia  esperarse. 

Frustrado  López  en  la  ridicula  pretensión  de  que  las 

canoas  se  apoderasen  de    un  acorazado  por  lo  menos, 

emprende  la  retirada  de  Paso-Pucú  á  Timbó  y  de  allí  á 

la  línea  del  Rio    Tebicuarí.  Un  movimiento  general  de 

los  aliados  (21   de  marzo)  colocó  á  los  paraguayos  en  el 

necesario  caso  de  abandonar,  como  lo  efectuaron  al  dia 
siguiente,  las  baterías  de  Currupaity. 

Como  los  acontecimientos  se  iban  sucediendo  con  harta 
rapidez  de  un  modo  declaradamente  adverso  para  la  cau- 
sa de  López  y  del  Paraguay,  muchos  ciudadanos  encabe- 
zados por  el  ministro  Berges,  que  era  hombre  muy  sensato 


DEL  PARAGUAY  '  451 

habiéndolo  probado  cuando  tuvo  lugar  el  combate  del  25 
de  mayo  de  .  1865  en  Corrientes,  concibieron  el  sano  y 
patriótico  pensamiento  de  firmar  y  dirigir  al  mariscal 
una  petición,  suplicándole,  en  la  imposibilidad  de  triunfar 
del  ejército  aliado,  á  nombre  de  la  patria  y  del  pueblo 
paraguayo,  hiciera  el  sacrificio  de  dimitir  el  mando  en 
una  persona  que,  por  medio  de  tratados  honrosos,  salva- 
se á  la  nación  de  su  total  esterminio.  López  clasificó  esa 
mqjdida  de  conspiración  con  intenciones  revolucionarias 
(junio)  é  inmediatamente  mandó  prender  á  todos  los  fir- 
mantes, y  remachándoseles  hasta  tres  barras  de  grillos, 
los  declaró  traidores  á  la  patria,  cuya  tumba  cavaba; 
confiscó  sus  intereses,  deportó  á  sus  familias  al  interior 
del  país  haciéndolas  perecer  en  las  torturas  ó  er>  las  pri- 
meras filas  del  ejército,  sin  salvarse  el  obispo  Palacios  que 
tanto  habia  contribuido  á  esas  enormes  demasías. 

Parece  indudabléque  en  el  mes  de  julio  de  1868  habia  en 
la  Asunción  un  círculo  que  creia  conveniente  un  cambio  del 
personal  del  gobierno  del  Paraguay,  con  el  objeto  de 
tratar  con  los  aliados.  Se  creia  con  generalidad  que  el 
ministro  americano  Washburn  fuese  el  centro  de  ese  cír- 
culo, el  cual  comprendió  á  muchísimos  estrangeros  re- 
sidentes. Las  ideas  de  éste  círculo  fueron  comunicadas 
á  López  que  vino  á  la  Asunción  á  propósito  y  pareció 
recibirlos  después  y  atenderlos.  Esta  atención  de  parte 
de  López  indujo  á  varios  paraguayos'áentrar  en  el  mis- 
mo modo  de  pensar. 

Vuelto  López  al  ejército  dio  órdenes  de  prender  á  todos 
los  complicados  y  remitirlos  presos  al  ejército.  Casi  to- 
dos fueron  sacrificados. 

La  guarnición  de  Humaitá,  sitiada  y  bloqueada  por  to- 
das partes,  opera  su  pasage,  (24  de  julio)  al  otro  costado 
del  rio  al  Gran  Chaco,   aunque  después  (6  de  agosto)  se 


452  GOBEÉNANTES 

rinde,  y  á  los  pocos  dias  (22)  los  paraguayos  evacúan  las 
baterías  de  Timbó,  al  norte  de  Humaitá.  A  los  seis  días  los 
aliados  se  enseñorean  de  la  línea  del  Rio  Tebicuarí,  y  Ló- 
pez se  retira  á  Villeta.  En  octubre  (8)  cuatro  acorazados 
fuerzan  las  baterías  de  Angostura  y  la  vanguardia  del 
ejército  brasilero  cruza  (5  de  diciembre)  el  Rio  Paraguay 
y  desembarca  sin  oposición  alguna  sobre  la  margen  iz- 
quierda en  San  Antonio. 

Después  de  varias  acciones  (21  á  27  de  diciembre),  Ló- 
pez se  ve  compelido  á  abandonar  las  Lomas  Valentinas, 
y,  acompañado  de  unos  cuantos  ginetes,  se  abre  paso 
por  entre  el  enemigo  y  llega  á  Cerro  León. 

Las  célebres  baterías,  mandadas  por  el  coronel  Carrillo 
y  el  teniente  coronel  Jorge  Thompson,  se  ven  (30  de  diciem- 
bre) en  la  necesidad  de  rendirse,  y  el  mariscal  Caxias  en- 
tra (1  de  enero  de  1869)  en  la  capital  del  Paraguay,  que 
la  encuentra  sin  gente  y  declara  terminada  la  guerra.  Sin 
embargo,  sólo  era  el  segundo  acto  de,ella;  faltaba  el  terce- 
ro, que  termina  con  la  fuga  precipitada  de  López  sin  sujetar 
su  caballo  hasta  Cerro  León,  y  como  aún  no  estaba  saciada 
su  sed  de  sangre  y  de  destrucción,  no  dejó  casa,  cerco  ni 
huerta  que  no  fuera  arrasada;  mandó  atormentar  y  ejecu- 
tar á  muchas  mugeres  hasta  que  al  fin  terminó  su  existen- 
cia (19  de  marzo  dé  1870)  en  Aquidaban.    . 

El  vizconde  de  Pelotas,  gefe  brasilero,  al  ver  á  López 
casi  exánime,  pretendió  tomarle  la  espada  desenvainada 
que  conservaba  en  la  mano,  mas  él  hizo  aún  ademan  de 
herirle  con  ella,  respondiendo  con  voz  arrogante  y  firme 
"que  moriría  con  su  espada  en  mano  y  por  su  patria." 
El  vizconde  mandó  entonces  aun  soldado  que  lo  desarma- 
se y  fué  en  la  lucha  con  éste  que  dio  el  último  suspiro, 
sin  recibir  ninguna  otra  herida. 

Al  terminar  debemos  declarar  que  no  hemos  pretendido 


DEL  PARAGUAY  453 

ni  pretendemos  escribir  una  historia  detallada  de  la  pro- 
longada campaña  del  Paraguay,  bastante  bien  y  estensa- 
mente  referida,  especificando  sus  variadas  y  múltiples 
peripecias  por  testigos  oculares  cuyas  obras  están  al  al- 
cance de  todos,  tales  como,  las  de  Masterman,  Thompson, 
Washburnetc,  délas  que  hemos  tomado  algunos  impor- 
tantes datos. 

Mr.  Washburn  (1)  se  espresa  respecto  de  López  del  mo- 
do siguiente: 

"La  historia  no  presenta  el  ejemplo  de  un  tirano  tan 
despreciable  y  cruel  que  á  su  caida  no  dejase  un  amigo 
entre  su  propio  pueblo;  ningún  apologista  ni  defensor, 
ningún  secuaz  ni  participante  de  sus  infamias,  que  pro- 
nunciara una  palabra  en  paliación  de  sus  crímenes;  nin- 
guno que  sintiese  su  muerte, 6  que  mantuviese  lamas  mt- 
nima  centella  de  amor  por  su  persona  ó  su  memoria; 
ninguno  que  rezase  una  oración  por  el  descanso  de  su 
alma.  A  este  respecto,  López  sobrepujó  á  todos  los  tira- 
nos que  jamás  vivieron.  No  bien  muriera,  cuando  todos 
auna,  elgefe,  el  subalterno  que  aplicaba  el  tormento,  el 
soldado  que  obedecía  pasivamente,  la  madre-que  le  en- 
gendrara y  las  hermanas  que  una  vez  le  amaran,  todos 
se  unieron  para  denunciarle  como  un  monstruo  sin  igual; 
y  de  toda  la  nación  paraguaya,  quizá  no  haya  uno  délos 
sobrevivientes  que  no  maldiga  su  nombre,  atribuyendo  á 
su  locura,  egoísmo,  ambición  y  crueldad  todos  los  males 
que  su  desgraciado  pais  hubiese  esperimentado.  Ni  una 
familia  queda  que  no  le  acuse  de  haber  destruido  la  ma- 
yor parte  de  sus  miembros  y  reducido  á  los  sobrevivientes 
á  la  miseria  y  á  la  necesidad. 

"Era  una  deformidad  mental  como  moral,  un  monstruo; 
y  por  consiguiente  seria   ocioso  tratar  de  analizar  ó  esti- 

(1)    V.  The  History  of  Paraguay. 


454  GOBERNANTES 

mar  SU  carácter  como  un  ser  que  raciocina,  sujeto  á  las 
pasiones,  impulsos  y  motivos  que  se  suponen  inspirar  á 
todos  los  miembros  de  la  familia  humana.  Destituido  de 
los  sentimientos  de  humanidad,  no  le  guiaban  los  motivos 
que  rigen  la  generalidad  del  género  humano.  Fué  una 
escepcion,  sui  generis.  Fué  tan  diferente  de  los  demás 
hombres  como  lo  habia  sido  Francia;  pero  de  otro  modo. 
Este  envió  una  maldición  como  su  último  mensage  á  su 
padre,  sin  acordarse  de  sus  hijos  naturales,  que  anda- 
ban vagando  abandonados  por  las  calles  de  la  Asunción. 
El  carácter  de  López  qued^  redimido  por  el  hecho  de  tener 
miramiento  porsus  hijos  naturales;  pero  ese  miramiento 
era  de  una  naturaleza  tan  pervertida  que  escitaba  muchos 
de  sus  mas  atroces  actos.  Fué  para  enriquecer  á  sus 
hijos  que  robó  á  tantos  millares  de  personas,  á  quienes 
después  mandara  ejecutar  para  que  nunca  puedan  recla- 
mar lo  suyo.  Pero  el  ti'atamiento  que  dio  á  sus  padres 
fué  infinitamente  peor  que  el  de  Francia. 

"La  maldición  de  Francia  solo  era  la  ebullición  del  mal 
humor;  pero  toda  la  carrera  de  López,  desde  la  época  de 
su  predecesor,  quien,  aunque  no  era  su  padre,  siempre 
era  como  un  padre  para  él." 

Según  sedijo,  no  bien  exhalara  Carlos  A.  López  el  úl- 
timo suspiro,  cuando  .sus  mas  íntimos  amigos,  sus  conse- 
jeros y  todos  aquellos  á  quienes  habia  mostrado  algún 
apego,  ó  en  quienes  hubiese  colocado  alguna  confianza, 
fueron  inmediatamente  arrestados;  y  los  mas  de  ellos, 
después  de  una  larga  prisión,  durante  la  cual  fueron  so- 
metidos almas  cruel  tratamiento  y  prolongados  tormen- 
tos, los  cuales  6  murieron  6  se  les  di6  muerte;  en  toda 
la  última  parte  de  su  carrera,  Solano  López  despreció  los 
consejos  y  rehusó  las  peticiones  y  ruegos  de  su  madre.  A 
su  hermano  menor  y  á  los  maridos  de  sus  dos  hermanas, 
sometió  á  la  mas  refinada  é  intensa  miseria,  y  finalmente 
los  mandó  matar.  A  su  hermano  mayor  lo  arrió  adelante 
á  las  cordilleras  como  una  bestia  feroz,  mandándole  azota- 


DEL  PARAGUAY  455 

todos  los  dias,  hasta  que  estuvo  para  morir,  cuando  le  hizo 
matará  lanzazos.  Sus  hermanas  y  madre  fueron  someti- 
das al  mismo  tratamiento,  sólo  que  no  fueron  ejecutadas 
por  la  muerte  del  monstruo;  pero  él  habia  dado  orden 
antes  qué  ninguna  de  ellas  escapase,  cualquiera  que  fue- 
se la  contingencia  de  la  lucha.  Habia  instruido  á  los 
carceleros  de  sus  hermanas,  qué  les  diesen  á  una  y  otra 
cincuenta  palos  al  dia  hasta  que  murieran;  y  ya  habia  fir- 
mado la  orden  para  la  ejecución  de  su  madre,  cuando  los 
brasileros  inesperadamente  cayeron  sobre  él  poniendo 
término  á  su  terrible  carrera.  A  principios  de  su  admi- 
nistración, la  antipatia  y  animosidad  que  parecia  abrigar 
por  todos  los  viejos  amigos  de  sus  padres  fueron  asunto  de 
observación  entre  aquellos  estrangeros  que  podian  con- 
versar entre  sí  sin  temor  deque  se  refiriera  su  conversa- 
ción á  la  policia;  y  mas  de  una  vez  se  citaron  estas  pala- 
bras como  pronosticando  su  miserable  fin:  "El  hijo  que 
se  burla  de  su  padre,  y  desprecia  obedecer  á  su  madre, 
los  cuervos  del  valle  lo  han  de  recoger,  y  las  jóvenes  águi- 
las lo  han  de  comer."  López,  desde  el  principio  de  su 
carrera  como  presidente,  atraia  esta  maldición  sobre  sí. 
Cayó  en  el  barro  del  Aquidaban,  y  fue  sepultado  sobre 
sus  márgenes  tan  poco  cubierto  de  tierra  que  es  mas  que 
probable  que  la  maldición  pronunciada  por  Salomón, 
por  la  falta  de  respeto  y  de  desobediencia  filial,  se  llevara 
literalmente  á  cabo. 

López,  como  todos  los  tiranos,  tuvo  sus  propagandis- 
tas, tanto  en  el  interior  de  la  República  Argentina  como  en 
el  esterior,  oficiales  unos  y  oficiosos  otros,  entre  los  cua- 
les se  encontraban  en  primera  línea  el   doctor  Alberdi, 

monsieur  Mannequin,  etc.  que  lo  pintaban  como  un  héroe^ 
un  gran  patriota,  un  Napoleón  I,  defendiendo  á  su  país 
que  él  mismo  hundiera,  porque  cada  día  veia  mas  lejano 


456  GOBERNANTES 

el  de  la  realización  de  áU  desmedida  cuanto  insensata  am- 
bición. Era  Alberdi  el  acérrimo  defensor  y  asesor  duran- 
te la  guerra  del  Paraguay,  contra  los  enemigos  de  su  país; 
rprestó  un  apoyo  ruinoso  álos  comisionados  de  los  pri- 
meros empréstitos  de  aquel  país;  en  una  palabra,  fué  in- 
consecuente consigo  mismo,  defendiendo  el  país  y  la 
política  que  antes  habia  atacado,  solo  porqué  en  esta 
guerra  figuraban  hombres  para  con  quienes  abrigaba  una 
inveterada  antipatía:  El  doctor  Alberdi  no  negó  el  hecho, 
solo  que  lo  esplicó  á  su  favor. 

*    * 

Don  Manuel  Castillo  templó  su  lira  publicando  en 
El  Nacional  de  Lima  del  13  de  noviembre  de  1869,  una 
bella  composición  bajo  el  epígrafe  Al  Paraguay,  Bella, 
bajo  el  punto  de  vista  literario,  y  su  estro  es  digno  del 
inspirado  cantor  deTrafalgar,  sobre  cuyo  molde  está  va- 
ciada la  forma  y  el  giro  de  esta  producción.  Sin  embar- 
go, bajo  el  punto  de  vista  histórico,  ella  es  errónea,  si  se 
atiende  al  mezquino  papel  de  aislamiento  anti-americano 
y  egoísta,  en  que  el  Paraguay  se  encerrara,  mientras  que 
los  héroes  que  el  poeta  rememora  vertian  su  sangre  en 
holocausto  del  bello  ideal  que  hoy  deplora,  coartado  siem- 
pre por  los  'Velazco,  los  Francia  y  los  López. 

Dicha  composición  es  como  sigue: 

« 

AL   PARAGUAY 


¿A  dónde  están  América  tus  dias 
De  fraternal  unión  v  de  ventura? 

¿Tus  proezas  á  dónde? 

Cuando  á  los  campos  del  honor  corrías 

Con  ínclita  bravura 

A  postrar  un  león? Habla,  responde. 


DEL  PARAGUAY  457 

¿Qué  de  tus  hijos,  fué,  los  inspirados 
Que  dejando  su  hogar  y  su  fortuna 
Tornáronse  impertérritos  soldados? 
¿A  dónde  está  el  padrón  de  tus  victorias? 
¿Dónde  tus  Andes,  y  tendidos  llanos 
Sellados  con  tus  glorias? 

¡En  ellos,  duermen  ya  cien  mil  tiranos! 

Los  encubre  el  sudario  de  tres  siglos 

Eternos  de  anatema. 

Que  del  trono  Español  fueron  diadema! 

¡Todo  ha  pasado  yai  la  misma  no  eres, 
Tu  indómito  valor,  ya  no  es  el  mismo: 
Así,  cual  mercaderes, 
Y  frios,  como  es  frió  el  egoísmo 
Tus  proceres  están.  Tu  noble  espada 
Está  sobre  el  escudo  *  . 

En  el  silencio  mudo 
Entre  el  polvo  y  orin,  arrinconada. 

América,  tu  crimen, 
Es  el  crimen  nefasto  de  esa  Europa 
De  inmenso  poderlo. 
Helada  como  el  cálculo  sombrío. 
A  su  presencia  gimen 
Los  hijos  de  Polonia  estrangulada, 
Polonia  abandonada, 
Al  furor  cruel  de  su  verdugo 
Y,  ella,  siquiera,  ni  mirarla  plugo. 

Polonia,  en  tanto,  espera 

Y,  para  qué  esperar?  ¡Fuerza  es  que  muera! 

Así,. . .  .debe  morir  sin  valimiento 
El  noble  Paraguay  de  muerte  herido; 
Cárdeno  el  labio  congeló  su  aliento; 
Apenas  en  su  pecho  hay  un  latido, 


458  GOBERNANTES 

La  moribunda  luz  de  su  pupila 
Entre  el  ser  y  el  no  ser,  pálida  oscila. 

Qlacial,  indiferente 
El  mundo  de  Colon  en  su  camino. 
El  sacrificio  criminal  consiente 
Y,  marcha  imperturbable  á  su  destino! 

¡Fatal  miseria  humana! 
Sublévase  la  sangre  Americana: 
A  la  cara  resalta  la  vergüenza 
Mirando  tu  baldón,  pueblo  argentino! 
Tu  propia  mano  te  causó  la  ofensa, 
Embotaste  el  puñal  del  asesino, 
En  el  seno  infeliz  del  tierno  hermano 
Y,  para  colmo  del  ultraje  ¡insano! 
Al  traidor  de  Uruguay,  y  al  Brasil  rudo 
Mendigaste  alianza 

Para  que  fueran  de  tu  mengua  escudo, 
Entonce,  hiciste  alarde 
De  tu  firme  poder,  que  lanza  á  lanza 
No  te  atrevieras  no,  turba  cobarde; 
Cain  no  fuera  como  tú.  El  delito 
Consintió  el  corazón,  armó  su  mano 
Y. después, ¡el  silencio  rasgó  el  grito! 


América  indignada 

Miró  la  felonía 

Y  agolpó  á  su  megilla  delicada 

Toda  la  sangre  que  en  su  seno  hervía. 

La  cuna  de  los  mártires  sagrada. 

Patria  de  Pueyrredon  y  Necochea, 

Bajándose  á  los  pies  de  los  monarcas 

Para  extinguir  la  Tea 

Déla  alma  libertad,  con  mano  fuerte. 

¡Aberración  atroz! y  sangre  y  muerte 

Sobre  ageno  dominio. 


DEL   PARAGUAY  459 

Esparció  desleal  en  sus  comarcas, 
Cual  siniestro  cometa  de  exterminio. 

Sombras  de  San  Martin  y  de  Belgrai^o, 
De  Güemes  y  Gorriti,  esclarecidos, 
Que  formasteis  un  pueblo  soberano; 
Que  fuisteis  de  los  déspotas  temidos; 
Perdonad,  perdonad!  Mi  ardiente  Lira 
Conserva  en  sus  bordonas, 
Para  el  dolo  y  doblez  eterna  ira. 
Para  la  heroica  abnegación.  Coronas!  * 
¡Salud,  generación  afortunada! 
Yo  tengo  para  vos,  amor  profundo. 
Generación  viril,  con  vuestra  espada 
Triunfó  la  libertad,  de  medio  mundo. 
Vos,  enclavasteis  en  la  sien  nevada 
Del  altivo  Pichincha,  vuestra  enseña, 

Y  el  Andes  se  aplanó  con  vuestra  planta, 
Que  era  la  causa  que  abrazasteis,  santa. 

Mas  hoy  tantos  blasones. 
En  que  estuvieron  vuestros  ojos  fijos, 
¿A  dónde,  á  dónde  están?  Sucios  girones, 
El  lábaro  tornaron  vuestros  hijos 

Y  no  supieron  estimar  la  herencia,        * 
Imbéciles,  trocaron  • 

En  vil  esclavitud,  su  independecia. 
La  horrenda  tiranía. 
Por  cuatro  lustros  desgarraba  el  seno 
De  esa  prole  doliente,  . 

Y  el  déspota  insolente 
Apagó  su  calor,  con  mano  fria. 

Helos  allí revueltos  en  el  cieno 

Representando  el  drama, 

Que  eternamente  su  conciencia  infama, 
Eternamente  sí;  cuervos  son  esos 


460  GOBERNANTES 

Embotados  en  sangre,  de  su  presa 
Muerden  el  corazón,  roen  los  huesos. 

¡Maldición!  maldición,  á  los  tiranos 
Que  tienen  el  instinto  de  la  hiena! 
Para  lo  noble  y  bello,  son  enanos; 

Y  crecen  al  forjar  una  cadena. 
Los  pueblos  desolados, 

Y  sometidos  al  infame  yugo, 
Nunca  se  vieron  á  la  gloria  alzados, 
Sujetos  al  cordel  de  su  verdugo. 

El  indefenso  pueblo,  no  es  culpable, 
Es  culpable  el  que  tuerce  su  camino; 
La  razón  y  el  derecho,  son  el  sable; 
¡Tal  es  la  condición  de  su  destino! 
En  vano  el  Uruguay  con  ardimiento 
Su  causa  defendía: 
Una  mano  traidora  le  vendía 

A  precio  bajo  y  vil ¡Treinta  dineros! 

El  Judas  recorriendo  los  senderos 
Recónditos  del  crimen, 
A  su  carrera  le  faltó  el  aliento. 
Bajo  su  planta  gimen 
Las  furias.   De  su  planta 
Ascienden  sus  cabezas  lentamente 
Pegadas  á  su  cuerpo,  y  de  repente 
Le  aprietan  y  sofocan  la  garganta. 

¡Manes  de  Paisandú!  sagrados  manes! 
Que  vagáis  silenciosos  en  la  noche 
Al  tibio  rayo  de  menguante  Luna: 
¡Fantásticas  visiones! 
¿Qué  fué  de  los  ilustres  capitanes 
Que  os  llevaron  al  templo  de  la  gloria: 
Cuando  al  clamor  de  muerte,  una  poruña, 
Aquellas  vuestras  ínclitas  legiones 


DEL  PARAGUAY  461 

Giraron  sobre  un  punto, 
Con  bárbara  arrogancia 

Y  eclipsaron  las  glorias  de  Sagunto, 
Esparta,  Zaragoza  y  de  Numancia? 
¡Conjunto  misterioso! 

Porción  enaltecida! 
La  humanidad  deplora  vuestra  suerte. 
¿Quién  no  vio  vuestro  pecho  generoso 
Agitarse  al  impulso  de  la  vida 
Para  entonar  el  cántico  de  muerte? 

Reposad  en  la  paz,  dolientes  sombras; 
No  turbe  vuestro  sueño  el  sacrificio 
De  la  patria  de  López,  ¡quién  me  diera 
Ocultar  la  maldad,  la  felonía 
De  un  pueblo  que  traiciona.su  bandera, 
De  una  grey  que  se  llama  monarquía! 
Empero,  ¿quién  enfrena 
La  lira  del  dolor,  si  con  sus  notas 
Hónrase  la  verdad?  Ella  condena, 

Y  á  las  generaciones  mas  remotas 
Lleva  su  vibración,  y  allí  campea 

Y  allí  estala  verdad — ^La verdad,  sea. 

Quizá  mi  dulce  lira, 
Inspirada  por  noble  sentimiento. 
Contra  los  pueblos  estallando  ira. 
Sin  prevenirlo,  destempló  su  ace.nto. 
Quizá  oo  pudo  mi  convulsa  mano, 
Sugetar  el  latido 
Del  corazón  herido, 
Con  la  muerte  de  un  pueblo  americano. 

¡Un  lívido  cadáver! .... 
Sobre  un  lago  de  sangre  está  tendido: 
El  fuerte  acero  cnWe  la  verta  mano 
Aun  conserva  el  reflejo  de  la  gloria 


462  GOBERNANTES 

Parece  qué  el  Titán  está  dormido; 

Parece  que  se  alzara  el  Soberano, 

Del  solio  resplendente 

A  retar  al  despótico  tirano, 

Escándalo  y  baldón  de  un  continente. 

¡En  América  un  rey!  es  la  ironía 

Llevada  ala  demencia,  y  sin  embargo 

En  América  un  Rey,  en  claro  dia 

Impera  en  el  Brasil  cuyo  letargo 

A  la  superstición  abre  la  puerta 

Y  el  pueblo  no  despierta . . . 

Ni  puede  despertar.  Los  que  durmieren 

Bajo  el  peso  glacial  de  esa  librea 

En  su  mente  infeliz,  jamás  sintieron 

Cruzar  como  relámpago  una  idea. 

La  delicada  flor  nunca  germina 

En  profundos  y  ardientes  arenales; 

Porque  el  Sol  del  Brasil,  quema  y  calcina. 

Ese  pueblo  buscaba  en  su  delirio 
A  su  frente  un  laurel,  teñido  en  sangre. 

Y señaló  un  rincón  para  el  martirio. 

¡El  noble  Paraguay!  Rincón  oscuro, 
Pero  grande  y  sublime,  en  cuyos  brazos, 
Tres  naciones  rodaron  en  pedazos . 
Cien  veces  y  otras  cien,  contra  su  muro. 

r.  ¿Quién  no  te  ha  visto,  Paraguay,  luchando. 

Por  casi   un  lustro  sugetando  ardiente 
El  bárbaro  torrente 

Desbordado  á  tu  pié?  Tú  señoreando. 
Palmera  solitaria  del  desierto 
En  ruda  tempestad,  ¡ay!  no  sabias 
Que  eran  contados  tus  preciosos  dias 
Del  tiempo  en  el  reloj:  ¡Estaba  abierto 
El  inmenso  sepulcro  de  lu  gloria, 
Mas  heroica  y  pujante  que  la  historia! 


DEL  PARAGUAY  463 

En  vano  retemplabas  tus  legiones 
Al  embate  marcial  del  heroismo; 
Tres  naciones  al  fin  son  tres  naciones 
Ante  ellas  ¿qué  eras  tú?  ¡frágil  guarismo! 
Y,  por  eso  tus  hombres  perecieron, 

Y  su  furente  saña, 

Cuando  la  muerte  la  mirada  empaña, 
Tus  diáfanas  mugeres  recogieron. 

Y  endureciendo  sus  esbeltas  manos 
Combatieron  al  pérfido  enemigo, 

Y  arrastraron  consigo 

A  la  inerme  niñez,  y  á  los  ancianos. 

Oh!  pueblo  de  titanes 
De  agreste  fortaleza, 
¿Quién  pudo  dominar  tus  huracanes 
Ni  ver  el  pedestal  de  tu  grandeza? 
¿Qué  espíritu  de  fuego  en  tí  se  anida? 
¿Quién  te  pudo  inspirar  tanta  bravura? 
¿Quién  era  el  alma  de  tu  heroica  vida 
Nación   americana,  sin  ventura? 

Era  López  tu  espléndido  caudillo 
Raudo  planeta,  corazón  de  acero. 
Cuyo  potente  brillo 
Pudiera  iluminar  el  orbe  entero; 
Cuya  fulmínea  espada, 
En  el  templo  inmortal  está  colgada. 

¡Salud  mil  veces,  capitán  famoso! 
No  me  es  dado  loarte  en  mis  cantares, 
Porque  pálidos  son,  tú  eres  coloso 
Exánime  y  caido, 

A  quien  no  pueden  contener  los  mares 
Ni  límites  poner,  nunca  el  olvido. 


464  GOBERNANTES 

« 

Allá en  la  noche  oscura, 

Cuando  resbalan  sus  postreras  horas, 
Se  vé  cruzar  blanquísima  figura 
Tan  bella,  como  bellas  las  auroras 
Por  el  campo  doliente 
En  que  reposa  la  nación  valiente.... 
Y  prosternada  en  la  sagrada  tumba 
Arranca  de  su  alma  un  alarido 
Tan  hondo  y  funeral,  que  repetido, 
En  el  confín  de  América  retumba. 

Manuel  Castillo. 

Lo  que  decimos  de  ambos  López  queda  confirmado  p8r 
lo  sucedido  personalmente  con  el  autor  de  la  presente 
historia. 

Tal  era  el  celo  abyecto  de  los  funcionarios  de  López, 
donde  quiera  que  estuviesen,  tanto  dentro  como  fuera  del 
Paraguay,  que  espontáneamente  se  prestaban  á  su  ser- 
vicio, sin  necesidad  alguna,  como  se  verá  por  el  hecho 
que,  aunque  insignificante,  vamos  á  referir. 

Dirigíamos  el  Colegio  Mayo  en  esta  ciudad,  en  el  que 
educábamos   entre  otros  varios  jóvenes  paraguayos  de 

familias  pudientes,  á  quienes  mostramos  la  caricatura  de 
López,  padre,  que  acompaña  al  folleto  titulado  **Carta  pri- 
mera de  don  Luciano  Recalde  al  Presidente  López  del  Pa- 
raguay" 1857.  En  este  folleto  López  está  representado  de 
gran  uniforme  con  grandes  charreteras  de  brigadier  gene- 
ral, un  gran  sombrero  paraguayo  antiguo,  con  todas 
sus  condecoraciones  y  emblemas  de  su  gobierno  mercan- 
til de  yerba,  tabacos,  maderas  y  dulce,  y  en  la  mano  os- 
tenta el  decreto  parodiado  de  derechos  y  garaiitias  á  los  es- 
trangeros.  Nuestro  objeto  al  motrárselo  era  el  de  saber  si 
tenia  alguna  semejanza  á  Carlos  A.  López  y  nos  contesta- 
ron que,  esceptuando  la  parte  ridicula,  le  era  muy  parecido. 
Uno  de  ellos,  que,  mas   tarde   llegó  á  ser  vice-presidente 


DEL  PARAGUAY  465 

de  la  República  del  Paraguay,  en  cuyo  puesto  dejó  de 
existir,  nos  lo  pidió,  con  toda  candidez  é  inocencia,  para 
llevar  á  mostrárselo  á  su  apoderado  que  lo  era  el  cónsul 
paraguayo,  quien,  al  verlo,  en  el  acto  lo  destruyó,  agre- 
gando que  los  patriotas  paraguayos  no  debían  ver  esas 
cosas." 

Este  otro  hecho  se  refiere  á  la  época  de  López  hijo. 
Es  el  siguiente.  Todos  saben  que  el  vapor  Esmeralda  ha- 
cia la  carrera  del  Paraguay  llevando  entre  otros  artículos 
en  su  cargamento,  pricipalmente  provisión  de  aceite  para 
sus  vapores  y  gran  cantidad  de  armamento  de  que  hacia 
gran  acopio,  desde  mucho  atrás,  preparándose  para  la 
guerra,  bongré,  malgré.  En  uno  de  sus  viages  fuimos 
nosotros  hasta  Humaitá,en  el  cual,  entre  muchos  otros, 
iba  el  agente  paraguayo  en  Corrientes,  don  Miguel  Rojas, 
sólo  por  qne  supoá  última  hora  que  eramos  uno  délos 
pasageros,  á  quien  de  orden  del  mariscal,  debía  espiar 
sobre  lo  que  decíamos  y  hacíamos.  En  el  vapor  y  fuera 
de  él  Rojas  no  nos  dejaba  un  mon\ento  solo,  porque  como 
corresponsal  de  los  principales  diarios  de  Buenos  Aires, 
quería  ver  en  nuestra  actitud  la  impresión  que  nos  hiciera 
cuanto  se  presentase  á  nuestra  vista  y  comunicarlo  en  el 
acto  á  López,  como  sucediera.  Felizmente,  la  correspon- 
dencia, que  fué  reproducida  en  todos  los  periódicos  de  la 
República  Argentina,  no  era  desfavorable  para  la  causa  de 
López,  puesto  que  ella,  aunque  ponía  de  manifiesto  el  es- 
tado de  su  ejército  en  Humaitá,  no  contenía  una  palabra 
que  no  fuese  la  verdad  narrada- con  toda  imparcialidad. 
Así  mismo  no  fué  del  agrado  de  López,  como  se  vaá  de- 
mostrar mas  adelante. 

Por  la  noche  de  ese  mismo  día  hubo  baile  para  los  sol- 
dados al  aire  libre  y  para  los  oficiales  en  un  salón  pre- 
parado al  efecto.  El  coronel  Alejandro  Hermosa,  coman- 
dante del  punto,  nos  invitó  á  que  asistiésemos  á  este  úl- 
timo, al  que  concurrimos  con  todos  los  compañeros  de 

31 


466  GOBERNANTES 

viage.     Un  capitán  nos  invitó  á  bailar,  y,  quiera  que    no 
quiera  tuvimos  que  ceder. 

Después  que  bailamos  la  cadena  y  la  botella,  bailes  pa- 
raguayos, nuestra parín^r  nos  hizo  presente  que  estaba 
tan  fatigada  que  de  buena  gana  se  retiraría  á  su  casa  á 
descansar.  "Desde  que  usted  está  cansada  y  desea  reti- 
rarse, le  dijimos,  no  veo  la  razón  porque  usted  continúe 
molestándose  contra  su  gusto."' 

"Ah!  señor,  nos  contestó  ella,  bien  se  conoce  que  us- 
ted ignora  lo  que  pasa  entre  nosotras.  ¿Cree  usted  que 
nosotras  venimos  por  nuestro  gusto?  Nada  de  eso:  asis- 
timos á  los  bailes  porque  se  nos  ordena  y  bailamos  por- 
que se  nos  manda/' — Y  ¿quién  les  ordena  á  ustedes  á 
asistir  y  bailar  contra  su  gusto?  le  replicamos.  •'¿Quién 
ha  de  ser  sino  el  mariscal?  Directamente  no  lo  hace, 
pero  por  medio  de  sus  comandantes  recibimos  orden  del 
mariscal  para  asistir  al  baile  j  no  nos  queda  mas  reme- 
dio que  obedecer."  Por  mas  estraña  que  sea  esta  ingenua 
confesión  en  el  mismo  centro  del  poder  del  mariscal  Ló- 
pez, es  una  relación  exacta  de  lo  sucedido. 

V^mos  á  referir  otro  hecho  y  último  acaecido  con  nues- 
tra persona,  el  cual  no  hace  mas  que  corroborar  la  clase 
de  sistema  que  era  el  de  López,    nada  diferente  del  de 

Francia. 

Cuando  la  pérfida  traición  de  López  en  el  ataque  brus- 
co y  captura  de  los  dos  vapores  argentinos,  fondeados  en 
el  puerto  de  Corrientes  y  el  subsiguiente  desembarco  de 
tropas  paraguayas  en  esta  última  ciudad,  ácuya  cabeza 
iba  el  mismo  agente  Rojas,  á  que  antes  hicimos  referen- 
cia; álos  dos  ó  tres  dias,  se  presentó  éste  á  la  imprenta 
de  El  Progreso,  éinvozüindo  una  brden  del  gefe  de  ocu- 
pación, general  Wenceslao  Robles,  preguntó  al  director 
de  dicha  imprenta  le  dijese  que  participación  teníamos 
nosotros  en  ¡a  redacción  del  periódico;  se  le  contestó  que 
ninguna,  puesto  que  tenia  orden  escrita  del  gobierno,  á 
quien  ella  pertenecía,  no  diese  cabida  á  artículo  alguno  sin 


DEL  PARAGUAY  467 

que  antes  pasase  vista  el  redactor,  que  lo  era  á  la  sazón 
don  Damaceno  Fernandez.  Pidió  dicha  orden  y  se  le 
exhibió,  con  lo  que  se  retiró  el  referido  Rojas  apa- 
rentemente satisfecho,  peri>  en  realidad  no  lo  estaba.  En 
la  esquina  de  nuestra  casa  habia  apostado  un  centinela, 
que  no  nos  perdia  pisada.  Varios  nos  reuníamos  en  casa 
del  señor  don  José  Maria  Balbastro,  juez  de  primera  ins- 
tancia, que  viviaenla  misma  esquina,  á  conversar  sobre 
asuntos  indiferentes,  y  todo  el  tiempo  que  nos  hallábamos 
asi  reunidos,  teníamos  al  centinela  parado  por  fuera  ala 
ventana  escuchando  nuestra  conversación.  Un  día  nos 
hizo  llamar  el  miembro  de  la  junta  gubernativa  de  Cor- 
rientes, don  Teodoro  Gauna,  y  nos  hizo  presente  que  ha- 
cíamos muy  mal  en  reunimos  en  dicha  casa  á  conversar 
de  política.  En  vano  le  aseguramos  que  en  nuestra  reu- 
nión la  política  no  entraba  para  nada;  nos  reconvino  di- 
diéndonos  que  las  circunstancias  eran  muy  delicadas  y 
que  era  conveniente  no  volvernos  á  juntar.  Con  esta  ad- 
vertencia cesaron  nuestras  reuniones. 

Hé  ahí  la  parte  mas  pequeña  é  insignificante  del  siste- 
ma de  espionage  iniciado  por  Francia,  continuad?  y  per- 
feccionado por  López,  padre  é  hijo.  Y  para  que  se  vea 
de  qué  sirve  tanto  celo  empleado  por  los  coadyuvadores 
de  una  tiranía,  cuando  debian  dedicarlo  á  su  destrucción, 
diremos  que  todas  aquellas  personas  que  acabamos  de 
nombrar  que,  con  tantos  otros  contribuyeron  á  afirmar 
con  su  saber  y  entenderá  tan  singular  tirano  fueron  sus 
propias  víctimas,  unas  en  pos  de  otras.  Los  generales 
Robles,  Barrios,  Bruguez,  etc.,  los  ministros  Berges,  Be- 
nitez,  López,  su  hermano,  el  obispo,  etc.,  etc.,  etc.,  que 
tanto  habían  hecho  en  sosten  de  su  tiranía,  fueron  inhu- 
manamente sacrificados  por  él. 

Para  que  el  lector  tenga  una  idea  cabal  de  todos  los  su- 
cesos ocurridos  durante  la  prolongada  guerra  iniciada 
por  López  desde  la  vandálica  invasión  ala  provincia  bra- 
silera de  Matto-Grosso,  hasta  la  última  campaña  que  ter- 


468  GOBEENANTES 

minó  con  su  muerte,  transcribimos  á  continuación  la  de- 
claración íntegra  prestada  por  el  general  Resquin,  cono- 
cido como  general  de  una  división  del  ejército  del  Para- 
guay, pero  en  realidad  gefe  del  estado  mayor,  y  mas  que 
esto,  gefe  de  policía  y  encargado  de  ejecutar  la  mayor 
parte  de  las  crueldades  de  López.  Es  sin  duda  uno  de  los 
documentos  mas  notables  que  hubiesen  visto  la  luz. 
Dice  así: 

IMPORTANTE   DOCUMENTO    PARA  LA     HISTORIA   DE  LA    GUERRA     DEL 

PARAGUAY 

Declaración  del  general  Francisco  Isidoro  Resquin^  ge-- 
fe  de  estado  mayor  del  ejército  paraguayo^  prestada 
en  el  cuartel  general  del  ejército  brasilero  en  Hu- 
maitá  el  20  de  marzo  de  1870. 

A  los  20  dias  del  mes  de  marzo  compareció,  ante  el 
señor  coronel  don  Francisco  Pinero  Guimaraens,  el  ge- 
neral Francisco  Isidoro  Resquin,  gefe  de  estado  mayor 
del  ejército  paraguayo,  y  declaró:  tener  cuarenta  y  seis 
años  de  edad,  ser  soltero,  aunque  vivia  en  compañia  de 
una  mujer  con  cinco  hijos.  Declaró  además  haber  sido 
prisionero  en  Cerro-Corá  por  las  fuerzas  brasileras,  y  que 
al  principio  de  esta  guerra  era  coronel  y  que  mandaba 
una  columna  de  doce  mil  quinientos  hombres,  casi  todos 
de  caballería  que  invadió  por  tierra  la  provincia  de  Matto- 
Grosso,  yendo  el  declarante  á  órdenes  del  general  Bar- 
rios que  siguió  embarcado  para  aquella  provincia,  lle- 
vando consigo  cuatro  mil  y  tantos  hombres. 

Estas  fuerzas  efectuaron  su  reunión  en  ía  villa  de  Mi- 
randa, después  de  apoderarse  Barrios  del  fuerte  de  Coi  m- 
bra  sufriendo  grandes  pérdidas. 

La  caballería  paraguaya  llegó  á  pié  á  Miranda,  y  no 
encontrando  camino,  se  estableció  allí.  Algún  tiempo 
después  so  retiró  hacia  los  lados  del  Niosac;  pero  antes 
de  llegar  á  este  punto,  (y  habiéndosele  enviado  de  Bella 


DEL  PARAGUAY  469 

Vista  los  caballos  necesarios)  recibió  orden  del  presidente 
López  para  enviar  á  Coxira  una  fucza  de  trescientos 
hombres. 

El  camino  á  Coxim  era  intransitable:  habia  que  atra- 
vesar un  bañado  de  veinte  y  dos  leguas. 

La  espedicion  no  encontró  á  nadie  en  Coxim  y  perdió 
cincuenta  hombres,  y  regresó  cargando  gran  número  de 
enfermos. 

El  declarante  entregó  el  mando  de  la  columna  al  mayor 
ürbieta  en  Niosac,  y  siguió  en  una  canoa  para  la  Asun- 
ción, y  de  allí  á  Humaitáen  el  mismo  dia  en  que  llegó  á 
presentarse  al  presidente  López.  Este  le  hizo  algunas  li- 
geras reconvenciones;  pero  después  se  serenó,  y  al  dia  si- 
guiente 24  de  junio  de  1865  le  hizo  brigadier  general  di- 
ciéndole  que  lo  iba  á  mandar  á  Corrientes,  como  segun- 
do de  Robles,  de  quien  no  estaba  satisfecho,  abrigando 
sospechas  acerca  de  sus  procederes,  por  cuanto  se  le  ma- 
nifestaba altivo.  López  no  quería  romper  de  pronto  con 
Robles;  pero  quería  averiguar  sus  procedimientos  por  in- 
termedio del  declarante,  que  debia  en  el  entretanto  organi- 
zar las  caballerías. 

El  declarante  se  dirigió  al  Empedrado  en  Corrientes,  y 
ocho  dias  después  el  general  Robles  fué  preso  por  el  mi- 
nistro de  la  guerra,  general  Barrios. 

El  entretanto,  nada  notó  en  el  procedimiento  de  Ro- 
bles que  motivase  sospechas,  y  hoy  mismo  cree  que  nun- 
ca fué  su  intención  traicionar. 

El  coronel  Alen  fué  quien  denunció  á  Robles  ante  Ló- 
pez, diciéndole  que  despreciaba  una  condecoración  que 
López  le  habia  enviado,  y  que  tenia  correspondencia  con 
losgefes  correntinos.  Alen  era  gefe  de  estado  mayor, 
y  estando  desavenido  con  Robles,  formó  contra  su  gene- 
ral una  especie  de  partido. 

El  hecho  es  que  las  fuerzas  estaban  desnudas  y  que  solo 
tenian  carne  para  comer,  faltándole  los  medios  de  raovili- 


470  GOBERNANTES 

dad,  y  mientras  tanto  López  apuraba  á  Robles  para    que 
avanzase. 

Preso  Robles,  'se^encargó  el  declarante  de  las  fuerzas  en 
Pehuajó,  quedando  siempre  como  gefe  de  estado  mayor 
el  coronel  Alen.  En  aquella  ocasión  ascendia  la  fuerza  á 
veinte  mil  hombres  de  las  tres  armas  con  treinta  piezas 
de  artillería,  que  era  lo  que  formaba  el  ejército  del  Sud. 

Además  de  estas  fuerzas  habia  en  Humaitá  doce  mil 
hombres,  entre  Cerro  León,  cinco  mil,  en  la  capital  cuatro 
mil  y  déla  Encarnación  habia  partido  Estigarribia  con 
diez  mil  hombres  dejando  algunas  fuerzas  en  aquel  punto. 
Por  todas  partes  se  reunían  reclutas,  de  modo  que  en  un 
año  López  levantó  ochenta  mil  hombres  hechos. 

Lamortandad,  sin  embargo,  era  escesiva.  La  diarrea, 
sobre  todo,  hacia  grandes  estragos;  Cerro  León  y  Humai- 
tá eran  verdaderos  cementerios. 

El  estado  sanitario  del  ejército  del  Sur  era,  sin  embar- 
go, mucho  mejor;  y  únicamente  al  retirarse  de  Corrientes 
fué  atacado  por  la  escarlatina  que  en  el  Paso  de  la  Patríale 
causó  gran  número  de  víctimas. 

Cuando  se  encargó  del  mando  del  ejército  del  Sur  le 
fueron  dadas  las  siguientes  instrucciones:  reunir  los  jefes 
y  proponerles  marchar  sobre  el  Uruguay,  en  caso  que 
el  declarante  se  decidiese  á  ello,  debiendo  reunirse  con 
Estigarribia  para  batir  al  general  Flores  que  marchaba 
sobre  Estigarribia  con  una  pequeña  columna. 

Reunidos  los  jefes,  todos  aprobaron  el  plan;  pero  el  de- 
clarante hizo  presente  que  habia  gra^n  escasez  de  medios 
de  movilidad,  y  que  los  comandantes  de  división,  com- 
puestos (éstos)  de  tres  mil  á  cuatro  mil  hombres,  no  sa- 
bían hacerles  maniobrar,  y  que,  por  lo  tanto,  se  esponia 
el  ejército  auna  derrota.  Esto  mismo  escribió  el  declarante 
á  López,  agregando  que  no  se  sentía  con .  fuerzas  para 
llevar  á  cabo  la  empresa,  y  que  solo  S.  E.  el  mariscal  po- 
dria  realizarle  poniéndose  á  la  cabeza  del  ejército. 

López;  le  contestó  que  eq  breve  iría  con  veinte  y  dos  m 


DEL   PARAGUAY  471 

hombres  á  reunirse  al  ejército  del  Sur  para  dirigir  las 
operaciones.  Esta  misma  promesa  le  habiaya  hecho  Lo- 
dez  al  declarante  y  ella  le  animó  escribirleen  aquel  sentido, 
López  agregaba  que  le  mandaría  carretas,  bueyes,  y  caba- 
llos, pero  nada  de  esto  le  envió. 
Esperaba  la  venida  de  López  en  Santa  Lucía,  cuando 

el  5  de  octubre  de  1865,  le  dio  la  noticia  el  ministro  déla 
guerra  de  que  las  fuerzas  de  Estigarribia  se  hablan  rendi- 
do, recibiendo  en  consecuencia  orden  para  retirarse  él  con 
el  ejército  de  su  mando  para  el  Paraguay,  en  vista  de  que 
nada  tenian  quehacer  en  Corrientes. 

López  le  habia  dicho  anteriormente  que  el  general  Urqui- 
^.a  se  habia  comprometido  á  unirse  con  él  para  hacer  la 
guerra  al  Brasil  y  á  la  Confederación  Argentina;  pero 
que  cuando  López  hizo  la  protesta  de  30  de  agosto  de  1864 
el  general  Urquiza  se  apartó  de  el,  López  persistió  en 
mantener  solo  aquella  protesta. 

Sea  lo  que  fuera,  elejércto  del  Sur  no  recibió  el  me- 
nor auxilio  del  general  Urquiza. 

El  ejército  del  Sur  llegó  con  muchas  dificultades  á  la 
margen  del  Paraná,  y  lo  atravesó  en  balsas,  remolcada  la 
una  por  un  vapor  y  las  otras  dos  á  remos.  Cada  balsa 
llevaba  un  batallón.  Empleó  el  ejército  cinco  dias  en  el 
pasage  dejando  en  la  margen  izquierda  del  Paraná  una 
fuerza  de  tres  mil  hombres  al  mando  del  entonces  tenien- 
te coronel  Diaz,  con  las  carretas,  buques,  caballos  y  seis 
piezas  de  artilería.  Esta  fuerza  tenia  por  objeto  recoger 
algunos  animales,  y  solo  pasó  el  Paraná  al  cabo  de  doce 
ó  quince  dias  después. 

Al  llegar  al  Paso  de  la  Patria  el  mariscal  López  reasu- 
mió el  mando  de  todas  las  fuezas  quedando  el  declarante 
como  gefe  de  estado  mayor. 

La  escuadra  brasilera  no  pasó  sino  una  sola  vez  la  con- 
fluencia del  Paraná  con  el  Paraguay,  cuando  ya  el  ejército 
paraguayo  habia  atravesado  el  rio,  encuya  ocasión  dispa- 
ró uno  ó  dos  cañonazos  que  no  podían  impedir  la  opera- 
ción. 


472  GOBERNANTES 

Declaró  además  que  el  ataque  á  la  isla  frente  de  Itapirú 
fué  concebido  por  López,  aceptado  con  entusiasmo  por 
Díaz  y  puesto  en  práctica,  no  obstante  haberlo  impugnado 
el  declarante,  por  no  alcanzar  la  ventaja  que  de  ese  ata- 
que podia  reportarse.  López  le  respondió  que  al  menos 
los  soldados  se  ejercitarían  en  atacar  trincheras  artilladas. 
El  éxito  fué  tan  desastroso  como  era  de  esperarse:  los 
pocos  que  escaparon  lo  consiguieron  gracias  á  ser  bue- 
nos nadadores,  y  todos  llegaron  heridos. 

Declaró  además  que  López  esperaba  que  el  desembar- 
que del  ejército  aliado  en  el  Paraguay  se  efectuase  mas 
abajo  y  á  inmediaciones  del  puente  de  Itapirú,  y  prepara- 
ba fuerzas  para  salir  al  encuentro  de  los  invasores  en  ef 
momento  del  desembarque;  pero  habiendo  desembarcado 
las  fuerzas  brasileras  muy  abajo  de  ese  punto,  el  plan  se 
frustró,  y  recien  al  siguiente  dia,  17  de  abril  de  1866, 
mandó  López  algunos  batallones  de  infantería  y  regi- 
mientos de  caballería,  poca  fuerza,  con  dos  cañones,  á  es- 
perar la  columna  brasilera  en  la  estrecha  lengua  de  tier- 
ra que  va  á  Itapirú.  La  caballería  é  infantería  paragua- 
ya se  dispersaron,  su  artillería  fué  tomada.  En  la  misma 
noche  los  paraguayos  abandonaron  á  Itapirú  y  fueron  á 
campar  en  el  Paso  de  la  Patria,  dejando  algunas  guardias 
avanzadas,  en  observación  del  lado  de  Itapirú. 

El  Paso  de  la  Patria  estaba  fortificado;  pero  apesarde 
estar  guarnecida  la  trinchera  con  veinte  y  cuatro  mil  hom- 
bres, la  juzgaron  demasiado  estensa,  y  como  ademas  de 
esto  podia  ser  flanqueada,  desembarcando  fuerzas  en  rio 
Paraguay  mas  abajo  de  la  Laguna  Piris,  operación  que 
cortaría  la  retirada  del  ejécito  paraguayo,  resolvió  López 
abandonar  esa  posición. 

Declaró  que  el  ataque  del  2  de  mayo,  asi  como  el  de 
Corrales  fué  motivado  por  el  descoque  tenia  López  de 
ejercitar  sus  fuerzas  en  pequeños  combates,  pues  le  cons- 
taba que  el  general  Mitre  tenia  en  vista  evitarlos.  Quería 
también  probarlas  fuerzas  aliad£Cs,  y  ver  si  sorprendién- 


DEL   PARAGUAY  473 

do  las  guardias  avanzadas,  obtenía  algunos  prísoneros 
que  le  diesen  datos  respecto  al  número  de  estas  fuerzas, 
pues  carecia  de  ellos. 
Para  Corrales  mandó  cuatro  cientos  hombres  v  des- 

m 

pues  mil  mas  de  refuerzo,  que  solo  tenían  al  fin  de  la  lucha, 
al  desembarcar.  Los  paraguayos  entre  muertos  y  heridos 
tuvieron  en  el  combate  trescientas  bajas. 

El  combate  del  2  de  mayo  fué  traído  por  tres  mil  qui- 
nientos hombres;  además  de  esa  fuerza  había  alguna  in- 
fantería y  ocho,  piezas  de  artillería  de  reserva  sobre  el 
Estero  Bellaco  para  protejer  la  columna  que  atacaba.  La 
infantería  que  atacó  era  mandada  por  el  teniente  coronel 
Díaz,  que  fué  quien  aconsejó  á  López  esa  operación  La 
caballería  por  el  comandante  Benitez,  que  murió  en  la 
acción. 

La  columna  paraguaya  perdió  cuatro  piezas  que  traía 
y  llevó  otras  cuatro  que  estaban  en  la  vanguardia  brasi- 
lera, mandada  por  el  general  Flores,  y  que  fué  sorpren- 
dida. Ignora  la  pérdida  total,  pero  afirma,  que  solo  en  el 
Estero  Bellaco,  donde  tuvo  lugar  la  última  baso  del  com- 
bate, dejaron  los  paraguayos  doscientos  cincuenta  muer- 
tos, contados  después  que  los  brasileros  se  retiraron  á  sus 
campamentos. 

La  causa  de  ignorar  la  pérdida  total  es  que  el  teniente 
coronel  Diaz,  dio  parte  de  ella  directamente  á  López.  Que 
todo  el  ejército  de  López  se  puso  en  movimiento,  pues  se 
creyó  completamente  perdida  la  situación  y  juzgó  que  ni 
la  reserva  se  podia  retirar.  En  cuanto  á  las  columnas  que 
atacaban  fueron  totalmente  desbaratadas,  rehaciéndole 
en  grupos  de  diez  y  doce. 

Los  aliados,  por  su  parte,  después  de  haber  hecho  pa- 
sar algunos  batallones  al  Estero  Bellaco,  lo  repasaron  de 
nuevo,  y  dueños  delc«impo,  volvieron  á  sus  campamentos. 

El  dia  2  de  mayo,  el  ejército  paraguayo  que  habiendo 
salido  del  Paso  de  la  Patria  había  acampado  en  el  Estero 
Bellaca,  donde  permaneció  cuatro  días,  que  se  hallaba 


474  GOBERNANTES 

mas  allá  del  Estero  Rojas,  el  cual  muy  luego  empezó  á 
cubrir  con  trincheras,  pues  hasta  entonces  no  existia  nin- 
guna. 

Declaró,  además,  que  el  dia  83  de  mayo,  López  reunió 
á  sus  principales  gefes  y  les  dijo,  qne  habiendo  sabido 
que  en  el  dia  25  el  ejército  aliado  debia  atacar  sus  atrin- 
cheramientos, (que  apenas  se  hallaban  artilladas  con  al- 
gunas piezas  de  campaña),  y  no  teniendo  bastante  con- 
fianza en  ellos,  ni  en  la  firmeza  é  instrucción  de  sus  sol- 
dados y  gefes,  queria  atacar  por  sorpresa  á  los  aliados, 
haciendo  al  efecto  una  especie  de  salida. 

López  tenia  entonces  veinte  y  cuatro  mil  hombres  en  el 
campamento  de  Rojas,  de  los  cuales  dos -mil  quinientos 
enfermos.  Dispuso  para  el  ataque  diez  y  seis  á  diez  y 
siete  mil  hombres  divididos  entres  coliimnas  del  modo 
siguiente:  una  de  la  izquierda  compuesta  de  ocho  regi- 
mientos de  caballería  y  dos  batallones  de  infantería  con 
dos  coheteras  á  la  congréve,  ascendiendo  el  total  á  cin- 
co mil  hombres  á  las  órdenes  del  declarante:  esta  fué  la 
fuerza  que  atacó  el  ejercitó  argentino  y  parte  de  la  van- 
guardia brasilera.  Otra  columna  del  centro  compuesta  de 
siete  mil  hombres,  llevando  cuatro  regimientos  de  caba- 
llería y  alguna  artillería  de  campaña,  al  mando  del  coro- 
nel Diaz.  La  tercera  de  la  derecha  se  componia  de  cuatro 
á  cinco  mil  hombres,  entre  los  cuales  figuraba  apenasun 
escuadon  de  caballería,  miandandü  esta  columna  el  gene- 
ral Barrios. 

Estas  dos  columnas  últimas  atacaron  al  ejército  brasi- 
lero. La  columna  del  centro  tenia  además  por  apoyo  cua- 
tro batallones  que  formaba  la  reserva  con  un  total  de  dos 
mil  hombres,  los  cuales  únicamente  se  empeñaron  des- 
pués que  se  inició  la  acción.  El  resto  formó  una  segun- 
da línea  que  protegia  la  retirada  de  las  columnas  de  ata- 
que. 

Las  columnas  de  ataque  sufrieron  enormemente.    Su 


DEL  PARAGUAY  475 

pérdida  ascendió  entre  muertos  y  heridos  á  doce  milhom- 
bres, mas  bien  mas  que  menos. 

Su  derrota  fué  completa.  En  esa  misma  noche,  López 
hizo  venir  cuatro  batallones  de  infantería  y  un  regimiento 
de  caballería  de  Humaitá;  donde  tenia  catorce  mil  hom- 
bres inactivos.  De  allí  vinieron  doce  piezas  de  artillería 
del  calibre  de  32  y  68.  López  pasó  el  dia  25  con  mucho 
recelo  de  ser  atacado;  y  entonces  decia  él  que  si  en 
aquella  noche  ó  en  el  siguiente  dia  no  fuese  atacado  po- 
día contar  con  larga  vida. 

Entre  tanto,  la  izquierda  de  la  línea  de  Rojas,  desde  el 
paso  Saty  no  tenia  trincheras,  estaba  franca  y  apenas  de- 
fendida por  algunas  guardias. 

El  estero  era  vadeable  en  cualquier  punto.  Los  alia- 
dos lo  suponían  naturalmente  difícil  de  atravesar  porque 
no  lo  reconocieron. 

Durante  el  periodo  inactivo  de  los  aliados,  el  ejército 
paraguayo  se  ocupó  en  levantar  trincheras  por  aquella 
parte. 

El  combale  del  16  de  julio  fué  determinado  por  la 
construcción  de  una  trinchera  en  el  bosque  que  quedaba 
á  la  derecha  de  las  posesiones  paraguayas,  cuya  artillería 
debia  tomar  de  flanco  al  ejército  aliado.  No  se  terminó 
esta  trinchera  por  haber  sido  tomada  por  los  aliados  en 
el  combate  del  16  de  julio  de  1866,  y  que  fué  motivado 
por  su  posición 

En  el  combate  del  dia  18  una  fuerza  aliada  llegó  á  apo- 
derarse de  la  trinchera  del  Sauce,  á  la  dereclia  de  la  pa- 
raguaya. Esta  trinchera  entinces  era  insignificante  y 
poco  elevada,  y  su  foso  tenia  apenas  una  vara  de  pro- 
fundidad. 

Sin  embargo,  después  de  haber  sido  tomada  por  los 
aliados,  una  fuerza  paraguaya  cargó  sobre  los  asaltantes 
y  los  desalojó,  retomando  la  posision  perdida,  por  care- 
cer las  fuerzan  aliadas  de  protección  ó  reserva. 

En  el  dia  16  la  pérdida  de  los  paraguayos  fué  njuy  ere- 


476  GOBERNANTES 

cida,  murienda  el  general  Aquino.  Los  paraguayos  per- 
dieron la  artillería  que  pretendieron  colocar  en  la  nueva 
trinchera.  Después  del  18  de  julio  los  paraguayos  se 
reforzaron,  dando  grande  desenvolvimiento  á  las  trin- 
cheras. 

Declaró  además  que  Curuzú  estaba  guarnecido  por  tres 
batallones  de  infantería  y  un  escuadrón  de  caballería.  Los 
batallones  tenian  quinientas  plazas,  y  su  artillería  era  de 
diversos  calibres,  teniendo  uno  ó  dos  cañones  de  68. 

En  Curupaitíhabia  apenas  un  batallón  y  cuatro  ó  seis 
piezas  de  artillería  del  calibre  de  á  doce. 

Las  trincheras  de  Curuzú  eran  las  que  defendían  á  Cu- 
rupaití  por  el  lado  de  tierra.  Tomadas  estas  no  habia  na- 
da mas  fácil  que  el  que  los  aliados  se  apoderasen  de  Cu- 
rupailí,  y  tomado  Curupaitt  quedaba  el  ejército  paragua- 
yo completamente  cortado.  Fué  después  de  la  toma  de 
Curuzú  que  se  hicieron  las  trincheras  de  Curupaití,  tra- 
bajando á  gran  prisa  dia  y  noche. 

En  el  dia  22  de  setiembre  de  1866,  dia  en  que  los  alia- 
dos atacaron  á  Curupaití,  este  punto  estaba  perfectamente 
atrincherado,  y  tenia  una  guarnición  de  cinco  mil  hom- 
bres y  mas 'de  sesenta  piezas  de  artillería.  La  Unea  de 
Rojas  estaba  defendida  por  tres  divisiones:  una  en  el  Sau- 
ce, otra  en  Rojas  propiamente  dicho,  y  otra  en  el  Paso 
de  Saty,  lo  que  daba  por  esta  parte  una  fuerza  de  diez 
mil  hombres,  sin  contar  mil  doscientos  hombres  de  caba- 
llería de  vanguardia  que  cubrían  el  espresado  Paso  de 
Saty.      •      • 

En  Paso-Pucú,  donde  estaba  entonces  el  cuartel  gene- 
ral paraguayo,  habiá  ocho  batallones  de  infantería  y  cua- 
tro regimientos  de  caballería.  Estas  fuerzas  fueron  for- 
madas del  resto  de  la  gente  que  entró  en  pelea  el  24,  de 
heridos  que  sanaron  y  de  ocho  mil  hombres  venidos  de  la 
capital,  de  Cerro  León,  de  Encarnación  y  del  Paso  de  Te- 
bicuarí,  y  el  reclutamiento  continuaba  siempre. 

El  ejército  paraguayo  perdió  en  el  ataque  de  Curupai- 


DEL  PARAGUAY  477 

ti  apenas  doscientos  cincuenta  hombres  entre  muertos  y 
heridos,  y  nunca  salió  de  detrás  de  las  trincheras. 

Declaró  que  el  contento  de  López  por  haber  rechazado 
el  ataque  de  Curupaití  era  tanto  mayor  cuanto  que  poco 
antes  había  propuesto  en  una  conferencia  celebrarla  paz 
con  las  potencias  aliadas  á  costa  de  cualquier  sacrificio; 
pero  que  habiendo  el  general  Mitre  impuesto  como  con- 
dición la  retirada  de  López  del  poder  y  del  país,  diciendo 
que  podia  ir  á  vivir  á  Europa  con  toda  su  familia  y  bie- 
nes, López  rehusó;  pero  reunido  un  consejo  de.gefes  y 
personas  importantes  del  ejército,  dióles  parte  de  su  pro- 
posición y  de  la  respuesta  del  general  Mitre,  alegando  que 
esto  era  un  insulto  no  solo  para  él,  sino  también  para 
la  nación  paraguaya,  á  qui^n  se  quería  de  este  modo 
quitar  el  gobierno  por  ella  elegido;  pero  que,  entre  tanto, 
diesen  su  opinión  los  miembros  del  consejo. 

Ahora  bien,  siendo  evidente  que  López  no  aceptaba  la 
condición  impuesta,  pues,  si  quisiese  sacrificar  su  poder 
por  la  salvación  de  la  patria  no  necesitaba  acudir  á  nin- 
gún consejero,  y  mucho  menos,  no  se  espresaria  de 
aquel  modo,  ninguno  de  los  miembros  osó  declarar  que 
debia  ser  aceptada  la  condición  de  los  aliados. 

Dice  además  el  declarante  que  el  ejército  paraguayo 
percibió  claramente  la  marcha  de  flanco  hecha  por  el  ejér- 
cito aliado  en  julio  de  1867,  pero  que  López  prefirió  ser 
sitiado  á  salir  al  encuentro  de  las  fuerzas  aliadas,  pues, 
habiendo  marchado  éstas  en  dirección  á  Tio  Domingo, 
se  necesitaba  para  alcanzarlas  medios  de  movilidad  que 
no  poseía. 

Declara  además  que  cuando  el  ejército  aliado  terminó 
su  movimiento  de  flanco  y  llegó  á  Tuyú-Cué,  las  trinche- 
ras queunian  Humaitá  á  la  línea  de  Rojas  estaban  con- 
cluidas, á  escepcion  de  algunas  esplanadas  pira  colocar 
artillería,  y  ante-foso  que  después  se  terminó. 

Esa  trinchera  fué  terminada  el  23  de  setiembre,  después 
que  Flores  en  el  dia  22,  flanqueando  la  línea  de  Rojas, 


478  GOBERNANTES 

amenazó  aquel  lado  del  cuadrilátero,  punto  entonces  des- 
cubierto, nnandando  un  regimiento  hasta  San  Solano. 

En  esa  espedicion  el  grueso  de  la  fuerza  de  ese  general 
no  atravesó  el  paso  Canoas  y  permaneció  del  otro  lado 
del  Estero. 

Declaró  además  que  los  combates  del  3  y  21  de  octubre 
fueron  en  estremo  fatales  á  las  fuerzas  paraguayas,  es- 
capando de  estos  apenas  unos  soldados  y  oficiales  dis- 
persos. 

En  estos  dos  combates  dados  por  López  sin  ningún  fin 
estratégico,  perdieron  los  paraguayos  toda  su  caballería. 
López,  sin  embargo,  para  reanimar  el  espíritu  abatido  de 
sus  tropas,  dijo  que  habia  triunfado  y  dio  condecoracio- 
nes. 

Declaró  además  que  López  intentó  dos  ó  tres  veces 
atacar  los  convoyes  que  se  dirigian  de  Tuyutí  á  Tuyú- 
Cué,  mas  habiendo  salido  mal  parado  de  esas  operacio- 
nes las  abandonó. 

Declaró  además  que  ocupado  por  los  brasileros  el  punto 
de  Tayí,  todas  las  antiguas  comunicaciones  de  Humaitá 
con  el  interior  quedaron  cortadas. 

En  cuanto  al  ataque  llevado  por  los  paraguayos  á  Tuyu- 
tí el  3  de  noviembre  de  1867,  declaró  que  López  tuviera 
por  fin,  atacando  la  base  de  operaciones  de  los  aliados, 
obligar  á  las  fuerzas  que  habían  ejecutado  el  movimiento 
de  flanco,  á  retroceder  hasta  Tuyutí  en  caso  de  que  las  tro- 
pas paraguayas  consiguiesen  apoderarse  de  ese  punto,  y 
aun  cuando  de  él  no  se  apoderasen,  obligar  á  los  aliados 
guardar  con  mas  gente  á  Tuyutí,  debilitando  las  fuerzas 
que  guardaban  á  San  Solano,  para  poder  romper  por  allí 
la  línea  del  sitio,  dirigiéndose  al  Arroyo  Hondo. 

Para  el  ataque  de  Tuyulí  preparó  López  cinco  mil  hom- 
bres de  lastres  armas  ,  mandados  por  el  general  Barrios» 
que  en  la  madrugada  del  referido  dia  3,  cargaron  de  sor- 
presa sobre  las  líneas,  por  demás  estensas,  que  guarda- 
ban á  Tuyutí.     Al  principio  como  era    natural,  esas  fuer- 


DEL  PARAGUAY  479 

zas  obtuvieron  grandes  ventajas;  pero  después  fueron  re- 
chazadas perdiendo  dos  mil  quinientos  hombres. 

Solo  la  caballería  volvió  con  algún  orden.  La  poca  gen- 
te de  infantería  que  regresó  venia  completamente  desban- 
dada y  en  pequeños  grupos. 

Este  mal  resultado  obtenido  por  López  le  obligó  á  aban- 
donar el  plan  de  forzar  la  línea  de  sitio,  decidiéndose  á  es- 
capar por  el  Chaco.  Mandó  abrir  allí  un  camino,  que 
desde  un  punto  frontero  á  Humaitá  iba  hasta  frente  á  San 
Fernando. 

Ese  camino,  malo  en  un  principio,  compúsose  después. 
Cuando  la  escuadra  brasilera  forzó  á  Humaitá,  (1)  López 
tenia  aun  en  el  cuadrilátero  veinte  y  dos  mil  hombres,  in- 
clusos los  enfrente  y  sin  contar  la  guarnicicion  de  Hu- 
maitá. 

El  sitio  del  cuadrilátero,  que  hacia  tiempo  causaba  pri- 
vaciones á  sus  defensores,  no  permitia  ya  que  tanta  gente 
se  mantuviese  en  aquel  punto.  La  diarrea  y  el  hambre 
hacían  gran  número  de  víctimas;  ademas  sólo  una  pe- 
queña cantidad  de  ganado  podia  venir  por  el  Chaco.  De 
las  diez  y  siete  mil  cabezas  que  tenían  de  reserva,  del  ga- 
nado que  fuera  traído  por  diversos  puntos,  quince  mil 
murieron  de  malestar  y  fueron  enterradas. 

En  cuanto  al  ganado  que  estaba  en  el  potrero  Ovella 
una  parte  fué  tomado  por  el  ejército  brasilero.  En  vista 
de  esto,  López,  con  una  escolta  y  alguna  fuerza,  siguió 
para  el  Chaco,  en  11  de  marzo,  para  San  Fernando, 
mandando  retirar  poco  á  poco  -para  Humaitá  la  artillería 
y  las  fuerzas  que  guarnecían  las  trincheras  de  Rojas  y 
Paso-Pucú. 

Esas  fuerzas  de  Humaitá  pasaron  el  Chaco,  de  manera 
que  cuando  los  brasileros  rompieron  las  líneas  de  fortifi- 
cación en  el  Sauce,  no  había  en  las  líneas  de  Rojas,  Paso- 

(1)  Las  baterías  de  Humait¿  faeron  erigidas  en  1777,  para  proteger  la 
provincia  del  Paraguay  contra  las  irrupciones  de  los  salvages .  Humaitá 
fué  el  Martin  (barcia  del  Paraguay. 


480  GOBERNANTES 

Pucú  y  Curupailí  mas  de  diez  mil  que  se  reunieron  en  Hu- 
maitá. 

En  ese  dia,  el  declarante,  que  con  el  general  Barrios, 
habia  permanecido  en  Paso-Pucú,  se  retiró  á  Humaitá  y 
de  allí  siguió  por  el  Chaco  para  San  Fernando,  dejando 
en  Humaitá  dos  regimientos,  dss  batallones  y  doce  pie- 
zas de  campaña.  Esa  fuerza  se  unió  á  cinco  mil  y  tan- 
tos hombres  que  pertenecían  ala  guarnición  de  esa  for- 
tificación y  que  en  ella  permanecían.  Dijo  que  cuando  los 
brasileros  rompieron  la  línea  en  el  Sauce,  los  paragua- 
yos se  prepararon  á  abandonarlo  definitivamete.  Habien- 
do tenido  en  un  principio  la  idea  de  aguardar  la  segunda 
línea  que  iba  de  Curupaití  á  Paso-Pucú,  la  desecharon 
después  por  ser  aun  muy  estensa  esa  segunda  línea  y 
reclamar  una  guarnición  que  no  podia  tener  alimento 
suficienie. 

Juzgaron  mejor  concentrar  los  defensores  sólo  en  los 
muros  de  Humaitá,  dejando  allí  apenas  cinco  mil  y  tantos 
hombres,  no  sólo  por  la  cuestión  de  alimentos,  como  tam- 
bién por  no  tener  mucha  gente  aglomerada  bajo  los  fue- 
gos de  la  artillería  que  los  aliados  no  dejaron  de  asestar. 

De  la  gente  que  quedó  en  Humaitá  sólo  ocho  cientos 
hombres  poco  mas  ó  menos  escaparon  y  se  reunieron  al 
ejército  de  López  con  el  coronel  Hermosa,  esto,  según  par- 
te telegráfico  del  general  Caballero  que  estaba  encargado 
por  López  del  pasage  de  aquella  gente  al  través  del 
Chaco. 

Entre  esos  ochocientos  hombres  se  contaban,  los  en- 
fermos que  pasaban  con  las  mugeres,  al  principio,  cuan- 
do aun  no  habia  fuego. 

En  San  Fernando  reunió  López  diez  y  ocho  mil  hom- 
bres sanos  con  los  cuales  marchó  á  Pikisiry. 

López  nunca  pensó  resistir  en  San  Fernando,  pues  la 
posición  era  insostenible,  y  se  detuvo  allí  solamente  para 
organizar  sus  tropas,  darles  algún  descanso  y  protejer  los 
cañones  y  la  retirada  de  las  fuerzas  del  Timbó.  Declaró 


DEL    PARAGUAY  481 

que  nada  sabia  respecto  de  la  conspiración  que  sefdescu- 
brió  en  San  Fernando,  sino  lo  que  López  le  dijera:  esto  es, 
que  Benigno  López  quería  hacer  una  revolución,  asesi- 
nar á  López  con  un  cuchillo  que  al  intento  encargara,  co- 
mo fué  revelado  por  un  corneta.  Que  Benigno,  su  cuñado 
Bedoya  y  otros  habían  robado  en  la  tesorería  para  com- 
prar cómplices.  Que  Benigno  mandara  al  marqués  de 
Caxias  un  mapa  de  las  posiciones  por  donde  éste  se  po- 
dia  guiar,  y  dos  petacas  con  oro.  Que  Barrios,  habiéndole 
dicho  López  que  él  y  su  muger  (hermana  de  López)  se 
hallaban  complicados  en  la  conspiración,  volvió  á  su  casa 
y  se  cortó  el  cuello  con  una  navaja,  loque  no  obstó  para 
que  fuese  fusilado  después  de  curado.  Sin  embargo,  como 
ministro  de  la  guerra  y  marina  y  general  de  división, 
Barrios,  formando  el  ejército,  hubiera  acabado  con 
López. 

Que  si  hubo  conspiración,  le  causa  mucho  espanto,  el 
que  hombres  importantes,despues  de  descubierta  ésta,  se 
hubiesen  dejado  tomar  y  traer  como  carneros  á  San  Fer- 
nando, donde  eran  sacrificados.  Venancio,  sobre  todo, 
como  comandante  en  la  Asunción,  recibía  orden  de  man- 
dar á  ser  procesados  á  sus  supuestos  cómplices,  sin  igno- 
rar el  motivo  y  no  se  comprende  cómo  no  procuró  esca- 
parse si  era  criminal. 

Asegura  que  las  declaraciones  obtenidas  contra  los 
comprometidos  lo  eran  por  medio  de  torturas,  cepo  Uru- 
guayana  y  rebenque.  Calcula  que  en  San  Fernando  fue- 
ron ejecutados  doscientas  personas  y  asegura  que  desde 
entonces  las  ejecuciones  no  cesaron.  Que  los  estrangeros 
fueron  muertos  por  suponerse  cómplices  de  Benigno  y 
comprados  por  él. 

Declaró  además  queel  ejército  paraguayo  marchó  de  San 
Fernando  áPikysiry  y  al  llegar  allí  se  puso  á  levantar  trin- 
cheras y  á  fortificar  la  Angostura,  fortificación  de  que  fué 
encargado  el  teniente  coronel  Thompson.  Este  Thompson 
antes  de  ser  encargado  de  ese  trabajo,  no  era  mas  que 

32 


482  GOBERNANTES 

un  protegí d')  de  madama  Lynch,  con  quien  viviay  cuyo 

piano  afinaba.  Por  su  timidez,  no  se  le  encargaba  otro 

servicio  que  el  trazado  de  diseños.  No  habiendo  entrado 
nunca  en  combate,  obtuvo  sus  ascensos  por  pedido  de 

madama  Lynch:  «¡este  pobre  Thompson  se  muestra  tan  in- 
teresado! ¡trabaja  tanto  en  sus  diseños!  es  preciso  darle  un 
ascenso."  Y  Tompson  era  proínovidoó  recibia  alguna 
condecoración.  ' 

Declaró  además  que  la  posición  de  Pikysiry  era  esce- 
lente:  que  si  el  ejército  aliado  atacase  de  frente  la  defensa 
tendria  una  gran  ventaja;  si.  procuraba  ñanquearla  por  la 
izquierda  tendria  que  pasar  por  desfiladeros  muy  estre- 
chos que  hacían  dificilísima  la  operación  y  que  la  mar- 
cha por  el  Chaco  dio  un  golpe  mortal  al  ejército  para- 
guayo. 

Agregaba  que  López  juzgaba  imposible  que  el  ejército 

pasase  por  el  Chaco,  tanto  mas  cuanto  que,una  comisión, 
presidida  por  el  mayor  Lara,  aseguró  esto.  Quedó,  pues, 
muy  sorprendido  •  López,  no  obstante  saber  que  se  tra- 
bajaba en  el  Chaco,  cuando  el  ejército  brasilero  atravesó 
esta  región  de  pantanos,  yendo  á  desembarcar  en  San 
Antonio.  Entre  tanto,  apesar  de  sentirse  flanqueado,  no 
quiso  retirarse  de  Pikysiry,  ni  de  Itahiboté  (Lomas  Valen- 
tinas), diciendo  que  no  quería  entregar  álos  aliados  la  ca- 
pital, ni  los  distritos  inmediatos  á  ella  que  estaban 
muy  poblados.  Lo  que  hizo  fué  mandar  cinco  mil  hom- 
bres á  las  órdenes  de  Caballero  para  esperar  á  los  aliados 
en  el  puente  de  Itororó.  Esta  fuerza  fué  rechazada  el  6  de 
'  diciembre  de  1868  con  gran  pérdida,  y  se  retiró  para  el  pa- 
so de  Avahy.  Allí  fué  reforzada  por  un  regimiento  y  un  ba- 
tallón que  estaba  en  Villeta,  pero  atacada  de  nuevo,  el  11 
de  diciembre  por  las  fuerzas  aliadas,  fué  totalmente  des- 
truida. Apenas  volvieron  á  reunirse  al  ejército  de  López 
algunos  hombres  que  escaparon  por  los  bosques,  y  que 
llegaron  heridos.  El  general  Caballero  regresó  con  solo 
dos  hombres. 


DEL  PARAGUAY  483 

/López,  en  vista  de  esto  decidió  no  retirarse  aun.  Man- 
dó abrir  una  trinchera  protegiendo  á  Angostura  por  la 
parte  de  Villeta,  y  colocó  en  el  camino  que  de  Angostura 
va  á  aquel  punto  una  vanguardia  de  tres  regimientos,  que 
fueron  destrozados  el  17  de  diciembre.  Al  mismo  tiempo 
se  levantaron  algunas  trincheras  en  Itahiboté  (Lomas  Va- 
lentinas.) 

Declaró  además  que  el  dia  21  de  diciembre  López  tenia 
trece  mil  y  tantos  hombres  distribuidos  del  modo  siguien- 
te: setecientos  en  Angostura,  dos.  mil  quinientos  á  tres 
mil  en  la  línea  de  Pikysiry^  y  el  resto  en  Itahiboté  (Lo- 
mas Valentinas.) 

Declaró  además  que  los  puntos  atacados  por  el  ejérci- 
to brasilero  el  dia  21,  eran  precisamente  los  mas  fuertes; 
pues  sólo  }>oresos  puntos  habia  trincheras  y  artillería; 
pero  apesar  de  esto,  á  las  once  de  la  noche  de  ese  dia, 
habiéndose  pasado  revista  de  la  fuerza  paraguaya,  alli 
existente,  sólo  se  hallaron  trescientos  hombres  en  línea. 
El  dia  22  por  la  mañana,  un  cuerpo  de  caballería  que 
hubiese  entrado  por  la  derecha,  donde  no  existia  ningún 
obstáculo,  habría  tomado  prisionero  á  López  con  todo 
su-  cuartel  general. 

En  la  noche  del  21  López  pensó  en  retirarse  para  las 
Cordilleras  con  la  gente  de  Angostura,  á  cuyo  efecto  pen- 
saba mandarlo  llamar;  pero  mudó  de  parecer.  En  el  tras- 
curso del  dia  22  pudo  reunir  mas  de  quinientos  hom- 
bres, entre  asistentes,  sirvientes  de  los  hospitales,  guar- 
da-parques, empleados  en  la  comisarla  y  otros  soldados 
que  á  pretesto  de  conducir  heridos  se  habian  retirado  del 
cpmbate. 

En  el  dia  24  llegaron  de  Cerro  León  ocho  batallones 
de  convalescientes  y  urbanos;  y  en  el  dia  25  tres  regi- 
mientos y  dos  batallones  mas  de  la  capital. 

Que  el  bombardeo  hecho  por  el  ejército  brasilero  el  dia 
25  causó  muchas  pérdidas,  porque  en  todas  partes  mató 
gente.    Que  en  el  dia  27  todo  fué  empezar  el  ataque  y  em- 


484  GOBERNANTES 

pezar  la  derrota.  Las  fuerzas  que  entraron  por  la  dere- 
cha no  encontraron  ni  podían  encontrar  resistencia  se- 
ria. López  con  su  cuartel  general  se  retiró,  cuando  las 
tropas  asaltantes  se  hallaban  á  medio  tiro  de  fusil,  librán- 
dose por  acaso  de  ser  envuelto.  Con  sesenta  hombres 
huyó  por  una  picada  del  potrero  Mármol. 

Al  salir  del  potrero  una  fuerza  de  caballería  brasilera 
que  cruzó  viniendo  de  los  lados  de  la  Villeta,  alcanzó  á 
cambiar  algunos  tiros  con  los  soldados  paraguayos  que 
cubrían  la  retaguardia  en  la  fuga  de  López. 

López  pasó  el  arroyo  Yuquerí,  y  de  allí  para  adelante 
ya  no  avistó  mas  fuerzas  brasileras.  A  las  seis  ó  siete 
leguas  de  Itahiboté  (Lomas  Valentinas)  López  encontró 
.  una  fuerza  paraguaya  de  setecientos  que  se  le  iba  á  in- 
corporar, al  mando  de  Caminos.  Dejó  trescientos  hom- 
bres en  el  camino  y  con  el  resto  se  dirigió  á  Cerro-Leon, 
donde  existían  dos  batallones  y  un  regimiento  de  artille- 
ría, y  gran  cantidad  de  enfermos  y  heridos.  Los  heri- 
dos Y  enfermos  de  Lomas  Valentinas  se  habían  replega- 
do desde  el  día  21  á  aquel  punto  por  orden  de  López. 

De  Cerro-Leon  pasó  López  á  Azcurra,  donde  empezó  á 
reunir  gente  que  le  iba  llegando  de  diversos  puntos,-  y 
que  además  de  Cerro-Leon  eran  las  guarniciones  de  Ca- 
rapeguá,  Caacupé,  Caappcú,  San  José  y  otros  lugares. 
Mandó  hacer  nuevo  reclutamiento  de  viejos  y  muchachos 
y  gran  número  de  heridos  que  fueron  incorporados  á  las 
filas,  dé  manera  que  cuando  el  ejército  brasilero  llegó  á 
Pírayú  ya  López  tenía  trece  mil  hombres  organizados. 

Por  el  ferro-carril  siguieron  para  Azcurra  los  materia- 
les para  el  establecimiento  de  una  fundición,  cantidad  de 
yerba  y  tabaco,  y  varios  otros  objetos  que  en  el  primer 
momento  habían  quedado  abandonados  en  Itaguá,  Ipara- 
cahy  y  otros  puntos  de  la  vía  férrea,  y  que  anteriormente 
habían  sido  traídos  de  la  Asunción. 

Al  principio  todo  era  un  laberinto:  nadie  se  entendía: 
el  camino  estaba  lleno  de  objetos  de  toda  especie,  inclu- 


DEL   PARAGUAY  485 

SO  el  dinero  del  tesoro,  ademas  de  una  población  nume- 
rosa, que  violentada  y  en  desorden  procuraba  ganar  las 
Cordilleras  llevando  sus  haberes,  lo  que  aumentaba  la 
perturbación.  La  confusión  en  los  espíritus  era  tan  gran- 
de como  en  las  cosas. 

* 

El  ministro  Caminos  acusaba  al  ministro  González;  el 
ministro  González  acusaba  al  ministro  Falcon;  todos  acu- 
saban al  vice-presidente,  y  López  á  su  vez  confundía  á 
todos,  sobre  todo  por  no  aparecer  el  dinero.  El  decla- 
rante en  tales  circunstancias  era  el  burro  de  carga,  arre- 
glando los  trasportes  de  toda  especie  con  inmenso  es- 
fuerzo. Con  carretas  y  poderosamente  auxiliado  por  el 
ferro-carril,  consiguió  al  fin  trasladar  todo  á  Azcurra, 
Caacupé  y  Peribebuy,  habiéndose  hallado  el  dinero. 

En  Caacupé  se  estableció  la  fundición,  que  fundió  diez 
y  ocho  piezas  de  artillería,  2  de  fierro  y  diez  y  seis  de 
bronce.  El  resto  de  la  artillería  que  López  presentó  fué 
traida  de  la  Asunción,  Cerro-Leon,  Caacupé  y  San  José. 

López  mandó  recoger  de  Lomas  Valentinas  los  fusiles 
abandonados  en  el  campo  de  batalla,  y  de  este  modo 
consiguió  quinientos  nueve  fusiles. 

En  Azcurra  se  levantaron  trincheras,  y  López  perma- 
neció en  la  falda  de  la  Cordillera,  remontando  á  la  cima 
de  ella  en  vísperas  de  llegar  á  Pirayü  el  ejército  brasi- 
lero. 

El  ejército  de  López  continuó  recibiendo  genie.  En 
esta  posición  López  esperaba  ser  atacado  por  Azcurra  ó 
tal  vez  por  Altos,  y  cuando  el  declarante  le  decia  que 
el  ejército  aliado  subirla  por  la  derecha  en  un  punto  dis- 
tante de  Azcurra,  aunque  no  tuviera  mas  objeto  que  cor- 
tarles los  recursos,  López  se  reia. 

Insistía  el  declarante  en  decirle,  que  si  Portinho  ocupa- 
se Ibitimí,  que  sí  el  ejército  aliado  diese  la  vuelta  por 
San  José,  que  si  fuese  á  Caraguatay,  ó  que  si  manio- 
brase entre  Peribebuy  y  los  caminos  que  de  Caacupé  y 
Pobaté  van  á  aquel  pueblo,  quedaría  el  ejército  paragua- 


486  GOBE  RNANTES 

yo  completamente  cortado  de  todos  sus  recursos  y  do 
algunas  pequeñas  fuerzas  que  tenia  en  el  Norte  ocupa- 
das en  recoger  ganado  para  mandar  al  Sur. 

En  cualquiera  de  estos  casos  López  de  no  querer  acep- 
tar un  combate  desigual,  se  veria  forzado  á  hacer  una  re- 
tirada precipitada  por  alguno  de  los  caminos  que  por 
ventura  los  aliados  le  dejaron  abiertos  por  falta  de.fuer- 
zas  con  qué  interceptarlos,  y  sujetaría  á  sus  fuerzas  á 
los  terribles  azares  de  uno  de  estos  movimientos,  hecho 
al  frente  de  un!  ejército  superior  en  todos  respectos. 

López  le  contestaba  á  esto:  Usted  está  soñando:  el  ejér- 
cito aliado  no  podrá  nunca  realizar  una  marcha  de  flan- 
co semejante,  que  requiere  tantos  medios  de  movilidad. 
Entre  tanto,  cuando  vio  que  la  espedicion  del  general 
Juan  Maciel  llegó  hasta  Ibitimy,  mandó  fortificar  y. guar- 
necer áSapucay,  y  concentró  en  San  José  las  fuerzas  de 
Caacupé,  haciéndolo  fortificar  igualmente. 

En  cuanto  á  la  emboscada  preparada  por  Caballero  al 
general  Juan  Maciel,  el  declarante  supo  que  las  fuerzas 
paraguayas  sólo  hablan  conseguido  retomar  algunas  mu- 
geres  y  matar  otras,  pues  se  salvó  hasta  la  fuerza  brasi- 
lera que  fué  cortada  en  aquella  ocasión. 

■Agregó:  que  cuando  López  sintió  el  movimiento  del 
flanco  del  ejército  brasilero,  ya  no  trató  de  fortificar  á  Sa- 
pucay.  En  seguida  mandó  orden  á  Romero  para  que  se 
reuniere  á  la  división  existente  en  San  José,  dejando 
abierta  la  picada  de  Valenzuela  por  no  juzgarla  de  im- 
portancia desde  que  la  de  Sapacay  estuviese  ocupada,  ó 
también  por  no  conocer  bien  aquella  subida;  y  si  no  man- 
dó mas^gente  á  defender  Sapucay  fué  por  suponer  que 
una  fuerza  brasilera  podia  dar  la  vuelta  por  otro  camino 
de  Sapucay  y  saliendo  á  retaguardia  de  la  posición  cor- 
tar toda  la  fuerza  que  en  ella  estuviese. 

Agregó  además:  que  López  no  habia  preparado  su  reti- 
rada, y  sólo  pensó  en  realizarla  después  de  la  toma  dó 
Peribebuy,  siendo  sus  movimientos  determinados  por  los 


DEL     PARAGUAY  487 

aliados,  los  cuales,  según  el  declarante,  fueron  los  que 
él  había  previsto,  como  ios  mas  propios  para  poder  él 
maniobrar, 

A  las  diez  de  la  mañana  del  mismo  dia,  en  que  fué  to- 
mado Peribebuy,  López  supo  por  medio  de  las  fuerzas 
que  tenia  en  los  bosques  que  el  ejército  brasilero  habia 
entrado  en  aquella  villa;  pero  ocultó  la  noticia,  anuncian- 
do que  tal  ejército  habia  sido  rechazado,  y  para  solemni- 
zar tan  feliz  victoria  (según  él)  mandó  celebrar  un  Te 
Deum,  López,  el  declarante,  todos  los  ministros  y  mu- 
cha gente  del  ejército  asistieron  á  esta  festividad. 

López  se  mostró  muy  satisfecho  y  recibió  los  cumpli- 
mientos de  todos.  Entretanto,  ninguno  de  los  defenso- 
res de  Peribebuy,  que  ascendían  á  dos  mil  y  tantos 
hombres  apareció  por  Azcurra. 

Al  dia  siguiente  por  la  mañana,  López  dijo  al  decla- 
rante y  á  las  personas  de  mayor  graduación  del  ejército, 
que  habia  sido  engañado,  que  Peribebuy  habia  sido  to- 
mado por  los  brasileros,  y  que  en  la  tarde  el  ejército  de- 
bía moverse,  recomendándoles   sin  embargo  el  secreto. 

La  fuerza  que  estaba  en  Azcurra  subia  á  once  mil  y 
tantos  hombres,  sin  contar  mil  ochocientos  enfermos. 
Estaba  dividida  en  dos  cuerpos  de  ejército. 

El  segundo  cuerpo  mandado  por  el  general  Caballero 
fué  encargado  de  escoltar  el  parque  y  los  objetos  pesa- 
dos, así  como  de  cubrir  la  retaguardia. 

En  este  dia  (13  de  agosto)  á  la  tarde,  el  ejército  para- 
guayo se  puso  en  movimiento,  marchando  á  la  cabeza  el 
primer  cuepo  de  ejército  con  cinco  mil  y  tantos  hombres 
á  las  órdenes  inmediatas  de  López,  con  quien  iba  también 
el  declarante. 

A  retaguardia  seguia  el  segundo  cuerpo  arrastrándose 
pesadamente. 

El  primer  cuerpo  marchó  toda  la  noche  del  13,  y  en  el 
dia  14  por  la  mañana  al  rayar  el  sol,  habia  pasado  el 
camino  que  de  Peribebuy  se  dirige  á  Caacupé,  punto  que 


488  GOBERNANTES 

se  llama  la  Encrucijada.  Marchó  todo  el  dia  14  y  en  la 
noche  de  ese  dia  y  durante  el  dia  15  apenas  tomó  algu- 
nas horas  de  descanso.  En  la  noche  del  día  15  llegó  á 
Caraguatahy. 

La  tropa  estaba  fatigadísima:  no  habia  comido  ni  dor- 
mido. 

El  segundo  cuerpo  que  venia  muy  pesado,  fué  ataca- 
do por  el  ejército  brasilero  el  dia  16  y  completamente 
derrotado.  Perdió  no  solamente  su  artillería  sino  tam- 
bién el  parque  general  del  ejército,  víveres,  archivo,  etc. 

De  la  gente  derrotada  en  este  combate,  ninguna  se 
reunió  al  primer  cuerpo,  á  escepcion  del  general  Caba- 
llero con  cuatro  ó  cinco  hombres,  todos  á  pié,  que  habian 
conseguido  escapar  por  el  bosque. 

Al  seguir  para  Caraguatahy  López  destacó  del  primer 
cuerpo  una  fuerza  de  novecientos  hombres  con  artillería, 
bajo  -el  mando  del  coronel  Hermosa,  la  cual  guardó  la 
boca  de  la  picada  que  conduce  á  aquel  punto,  y  que  fué 
completamente  derrotada  el  dia  18  de  agosto  cuando  los 
brasileros  atacaron  y  tomaron  aquella  picada. 

El  dia  16  á  la  tarde  el  primer  cuerpo  pas6  el  Cagay; 
el  dia  17  comió  y  descansó,  y  el  dia  18  se pusoen  mar- 
cha para  San  Estanislao. 

Desde  este  dia  su  retaguardia  empezó  á  ser  hostilizada 
por  los  aliados,  hasta  llegar  al  Rio  Hondo,  perdiendo 
carretas  y  algunas  pequeñas  fuerzas  de  retaguardia.  De 
allí  para  adelante  ya  no  fué  perseguido  mas. 

El  declarante  no  está  cierto,  pero  cree  que  el  primer 
cuerpo  llegó  á  San  Estanislao  el  dia  25  de  Agosto. 

Durante  esta  marcha  murieron  mujeres  y  niños,  estra- 
viándose  soldados,  pues  el  camino  era  pésimo  y  casi  no 
se  hizo  alto  para  dormir,  ni  para  comer. 

El  primer  cuerpo  llegó  á  San  Estanislao  con  cuatro  mi' 
hombres,  á  los  cuales  se  reunieron  mil  y  tantos  mas  de 
diversas  guardias  y  del  campamento  de  Taperaguay. 

En  el  dia  30  López  hizo  una  gran  promoción.    El  de^ 


DEL   PAKAGUAT  489 

clarante  y  el  general  Caballero  fueron  ascendidos  á  gene- 
rales de  división,  Roca  y  Delgado  á  brigadieres,  etc. 

En  este  tiempo  una  mujer  y  un  individuo  que  lo  acom- 
pañaba fueron  presos  cerca  de  Caraguaty  por  sospecho- 
sos, pues  el  hombre  era  paraguayo  y  andaba  armado. 
Este  escapó  y  la  mujer  fué  conducida  al  cuartel  general 
•de  López  en  San  Estanislao. 

Fué  fusilado  un  sargento  de  los  urbanos  por  haber  de- 
jado escapar  al  hombre,  y  la  mujer  fué  sujeta  á  un  inter- 
ro^torio,  en  el  cual  declaró  ser  espia  del  ejército  aliado, 
estar  en  inteligencia  con  el  alférez  Aquino,  de  la  escolta 
de  López,  con  quien,  según  decia,  se  habia  convenido 
anteriormente,  desde  que  el  ejército  paraguayo  estaba  en 
Azcurra,  para  que  con  una  parte  de  la  escolta  del  mis- 
mo López  se  sublevase  y  lo  asesinase. 

Que  desde  que  el  ejército  paraguayo  se  movió,  ella  re- 
cibia  las  noticias  por  medio  de  Aquino,  las  que  se  tras- 
mitian  al  ejército  brasilero,  y  que  habia  sido  encontrada 
cerca  de  Curuguaty,  porque  venia  de  Villa  Rica  por  Ayos 
y  San  loaquin  á  reunirse  al  ejército  paraguayo,  á  fin  de 
dar  parte  al  general  brasilero  de  todo  lo  que  viese.  Ca- 
reado el  alférez  Aquino  con  ella,  negó  todo  al  principio; 
pero  después,,  habiendo  sido  castigado  con  azotes  y  cepo 
confesó  todo  al  mismo  López,  diciéndole  que  no  era  á  el 
á  quien  quería  matar,  sino  á  la  patria.  López,  en  tal 
ocasión,  le  mandó  dar  de  comer  y  beber  aguardiente. 
Aquino  denunció  algunos  individuos  como  cómplices  su- 
yos. Estos  denunciaron  á  otros,  y  así  de  un  golpe  fue- 
ron fusilados  ochenta  y  seis  individuos  de  tropa  y  diez  y 
seis  oficiales,  entre  los  cuales  el  coronel  Mongiló  (ó  Mon- 
gelós),  comandante  de  la  escolta,  y  el  mayor  Rivero,  su 
segundo,  no  porque  hubiesen  tomado  parte  en  la  conspi- 
ración, sino  por  haberse  urdido  en  el  cuerpo  de  su  man- 
do una  trama  tal  sin  haberla  ellos  descubierto.  Los  otros 
oficiales  antes  de  ser  fusilados  fueron  azotados  álavistgt 
de  López  hasta  el  punto  de  estar  casi  espirantes. 


490  GOBERANTNES 

El  12  de  setiembre,  poco  mas  6  menos,  se  movió  el 
ejército  paraguayo  de  San  Estanislao  con  dirección  á 
Igatimí.  El  ganado  que  tenia  se  habia  traido  deAzcur- 
ra,  habiendo  sido  traido  á  Ayos  y  recogido  por  allí  á  las 
inmediaciones  de  San  Estanislao.  En  el  camino  encon- 
traron ganado  enviado  de  Concepción.  El  ejército  conti- 
nuó siempre  marchando,  parando  aquí  y  allí  dos  ó  tre& 
dias.  Aun  á  la  entrada  de  Pacora,  donde  López,  desde 
San  Estanislao,  habia  ordenado  que  se  le  construyese  una 
casa;  poco  tiempo  se  detuvo,  pues  ya  las  fuerzas  brasile- 
ras estaban  en  San  Joaquín.  En  Capinarl  fué  donda  el 
ejército  paraguayo  se  estacionó  seis  dias  para  proceder  á 
nuevas  pesquisas  relativas  á  la  conspiración  de  Aquino. 
Allí  fueron  fusilados  sesenta  hombres  mas,  y.  el  alférez 
Aquino.  Mientras  tanto,  la  mujer  denunciante  continua- 
bapresa.  El  declarante  y  otros  gefes  vivian  sobresalta- 
dos, con  temor  de  ser  ejecutados  de  un  momento  á  otro, 
aun  sin  haber  dado  para  ello  motivo;  porque  López  era  un 
monstruo  que  despreciaba  de  tal  modo  la  vida  del  próji- 
mo que  por  una  nada  mandaba  matar  á  sus  mas  fieles 
servidores. 

En  Pandey,  á  inmediaciones  de  Curuguaty,  acampa- 
ron con  intención  de  detenerse  algún  tiempo,  pero  la  no- 
ticia de  la  llegada  de  las  fuerzas  brasileras  á  San  Estanis- 
lao de  que  se  iban  á  mover,  fué  lo  que  hizo  que  López 
levantase  su  campo  en  la  tarde  del  16  de  octubre  y  mar- 
chase precipitadamente  para  Igatimí. 

En  Curuguaty  apareció  otra  nueva  historia  de  conspi- 
ración. López  dijo  que  su  madre,  sus  hermanas  y  su  her- 
mano Venancio,  de  acuerdo  con  el  coronel  Marcó  habían 
tramado  envenenarlo  el  dia  16  de  octubre  por  medio  de 
unas  conservas  y  chipas  preparado  para  comida  en  aquel 
dia.  La  madre  fué  inmediatamente  puesta  en  prisión  en 
el  cuartel  general  y  sus  hermanas  que  estaban  en  libertad 
fueron  de  nuevo  presas.  El  coronel  Marcó  fué  preso  en- 
tonces por  la  primera  vez.  Así   marcharon  para  Igatimy. 


i 


DEL  PARAQÜAY  491 

Allí  reunió  López  al  declarante,  á  los  ministros  y  á  los 
principales  gefes  y  les  consultó  si  debia  ó  no  procesar  á 
su  madre. 

El  declarante  y  otros  gefes,  á  escepcion  del  coronel 
Aveiro,  por  haber  dicho  que  era  mejor  no  procesar  formal- 
mente á  la  madre,  fueron  insultados  por  López,  llamán- 
doles adulones  y  serviles,  elogiando  mucho  al  coronel  A- 
veiro  por  haber  dicho  que  su  madre  debia  ser  tratada  co- 
mo cualquier  criminal.  En  consecuencia  se  abrió  el  pro- 
ceso; 

Marcó  y  su  muger  fueron   azotados,  hasta  que  dieron 

declaraciones  que  comprometían  á  los  acusados. 

En  Igatimy  ya  comenzó  el  ejército  á  sufrir  muchas  pe- 
nurias, porque  la  ocupación  de  Concepción  por  los  aliados 
no  permitia  que  les  llegase  el  ganado  necesario,  y  tenian 
únicamente  para  su  consumo  las  reses  que  del  Sur  habia 
traido. 

Desde  Pandey  donde  acampó  el  ejército  empleó  de  doce 
á  quince  dias  para  llegará  Igatimy. 

Allí  se  estacionó  cerca  de  un  mes,  continuando  en  se- 
guida para  Panadero,  desde  donde  se  movió  en  los  pri- 
meros dias  de  enero  (el  2  ó  el  3)  en  dirección  á  Cerro- 
Corá. 

La  retirada  de  Panadero  fué  motivada,  no  solamente 
por  la  noticia  de  la  aproximación  del  general  Cámara  al 
Rio  Verde,  sino  también  porque  López  recelaba  de  que 
una  fuerza  brasilera  que  saliese  de  Curugdaty  subiese  la 
Cordillera  y  le  cortase  la  retirada  por  la  retaguardia. 

Ya  en  Panadero  el  hambre  era  escesiva  y  se  empeza- 
ron á  comer  los  bueyes  de  los  carros,  hallándose  las 
palmeras  que  proporcionaban  el  coco  á  mucha  distan- 
cia. 

Entre  tanto,  López  saliódel  Panadero  con  cinco  mil  hom- 
bres y  veinte  cañones,  algunos  de  grueso  calibre. 

Tanto  en  Igatimy  como  en  Panadero  hubo  fusilamien- 
tos ylanceamientos. 


493  GOBERNANTAS 

Al  romper  la  marcha  de  Panadero  tuvo  lugar  una  eje- 
cución en  grande  escala;  entonces  fué  lanceada  también  la 
denunciante  del  alférez  Aquino. 

Los  enfermos  quedaron  abandonados  en  el  Panade- 
ro. 

Cree  el  declarante  que  Pancho  "Garmendia  murió  de 
hambre  en  Igalimy,  Marcó  y  su  muger  fueron  fusilados  en 
el  Panadero. 

Durante  la  marcha  á  Cerro-Corá  atravesó  el  ejército 
paraguayo  los  rios  delgatimy,  Amarabahy  y  Corrientes. 

La  marcha  del  ejército  del  Panadero  á  Cerro-Corá,  con- 
tando con  las  vueltas  de  camino  fué  de  mucho  mas  de 
sesenta  leguas,  y  tal  vez  de  ochenta  leguas. 

Toda  aquella  región  era  completamente  desierta, y  la 
marcha  fué  muy  penosa. 

Mucha  gente  murió  de  hambre  y  los  soldados  y  oficia- 
les se  desbandaron  en  grupos  de  ocho  y  de  diez.  Los 
que  eran  encontrados  eran  lanceados  inmediatamente  sin 
mas  forma  de  proceso. 

El  camino  quedó  sembrado  de  cadáveres;  hubo  muer- 
tos á  lanza  y  otros  de  hambre. 

De  los  cinco  mil  y  tantos  hombres  que  partieron  del 
Panadero  apenas  llegaron  tres  cientos  á  Cerro-Corá,  in- 
cluyendo en  este  número  gefes  y  oficiales. 

De  la  población  que  acompañaba  al  ejército,  muy  poca 
llegó  con  él. 

Delvalle  quedó  atrás  con  alguna  poca  gente  y  dos  pie- 
zas de  artillería,  cuidando  las  carretas  rezagadas. 

El  general  Roo  aunconervaba  entonces  ocho  piezas  de 
artillería. 

El  general  Caballero  fué  despachado  de  Cerro-Corá  á 
Dorados  con  veinte  y  tres  oficiales  *á  pié  á  fin  de  reunir 
ganado. 

El  desierto,  las  marchas  forzadas,  el  hambre,  las  mise- 
rias de  toda  especie,  habían  devorado  cinco  mil  hombres, 
l^ltimo  resto  de  ciento  cincuenta  ^nil,  si  no  mas,  que  López 


DEL  PARAGUAY  493 

armó  para  esta  guerra,  según  los  cálculos  del  declarante. 

En  medio  de  tantas  miserias  y  de  estas  escenas  de  de- 
solación, y  de  las  ejecuciones  sin  término,  López  conti- 
nuaba haciend  la  misma  vida  que  antes:  se  levantaba  á 
las  nueve,  á  las  diez  y  Á  las  once  de  la  mañana,  y  á  veces 
al  medio  dia,  fumaba  y  jugaba  con  los  hijos;  comia  bien 
y  bebia  mucho,  quedando  muchas  veces  en  un  grande  y 
terrible  estado  de  escitacion. 

Madama  Lynch  siempre  se  mostraba  vestida  de  seda 
y  en  gran  toilette . 

Hacia  ocho  dias  que  estaban  en  Cerro-Corá  cuando  fue- 
ron sorprendidos  por  el  general  Cámara  el  dia  19  de 
Marzo.  En  tal  ocasión,  López  ordenó  al  declarante  que 
siguiese  por  la  derecha  acompañando  el  carruage  de 
madama  Lynch,  y  mientras  tanto  López  huyó  por  la 
izquierda.  Perseguido  por  la  caballería  fué  alcanzado  y 
muerto.     El  declarante  se  rindió. 

Aprovecha  la  ocasión  que  se  le  presenta  para  mani- 
festar que,  desde  el  momento  en  que  se  entregó  á  las 
fuerzas  brasileras,  como  prisionero,  tanto  él  como  los 
gefes,  soldados  y  familias  que  cayeron  eu  poder  de  estas 
fuerzas,  fueron  siempre  perfectamente  tratados.  Para 
ellos  fué  su  captura  una  salvación,  pues  de  lo  contrario 
habrían  muerto  de  hambre,  si  hubiesen  permanecido 
quince  dias  mas  en  Cerro-Corá. 

Terminó  declarando  que  López  nunca  le  dijo,  ni  le  ma- 
nifestó por  acto  alguno,  intención  de  retirarse  del  Para- 
guay. 

Aseguró  además  el  declarante  que  López  buscó  el  de- 
sierto y  siguió  el  rumbo  que  llevó  forzado  por  los  movi- 
mientos del  ejército  brasilero,  que  puede  decirse  lo  per- 
siguió incesantemente  desde  que  saUó  de  Azcurra. 

En  los  departamentos  de  Curuguaty  y  de  Ij^atimy  po- 
dría haber  permanecido  un  año,  merced  á  las  estensas 
plantaciones  que  allí  habia.  Hasta  tenian  ganados  vacu- 
nos y  caballos,  que,   invernados,  habrían  engordado,  y 


494  GOBERNANTES 

que  con  las  marchas  subsiguientes  perecieron  en  gran 
cantidad.  Perdidos  todos  estos  recursos,  se  vio  obligado 
¿replegarse  al  Panadero,  huyendo  de  la  columna  brasi- 
lera que  ocupó  aquellos  departamentos. 

Alcanzado  por  esa  columna,  que  destacó  espediciones, 
poruña  parte  del  potrero  de  Itaramá,  y  de  otra  por  Es- 
padín encima  de  la  Cordillera,  por  donde  se  le  podia 
cortar  la  retirada;  viendo  además  de  esto,  que  las  fuer- 
zas de  la  Concepción  ya  llegaban  al  Rio  Verde,  y  no  pu- 
diendo  ya  recibir  recursos  de  punto  alguno,  se  retiró  pre- 
cipitadamente de  Panadero,  siguiendo  el  único  camino 
que  le  quedaba  abierto.  Efectuó  esta  retirada  con  tanta 
mayor  precipitación  cuanto  que  temia  encontrarse  frente 
á  frente  con  la  columna  de  Curuguaty  antes  de  alcanzar 
el  paso  de  Igatimy. 

Nada  mas  dijo  ni  le  fué  preguntado;  y  habiéndosele 
leido  esta  declaración,  se  ratificó  en  ella  por  hallarla  con- 
forme y  firmó  conmigo  el  presente  documento  por  mí  es- 
crito.— Antonio  Raymu7ido  Miranda  de  Carvalho,  tenien- 
te de  órdenes  de  la  repartición  del  diputado  del  ayudante 
general  cerca  del  comando  en  gefe. — Francisco  Isidoro 
Resquin. — Como  testigo  el  capitán  Fernando  Melquiades 
Ferreira  Lobo. — Y  yo  el  teniente  Añádelo  Ramos  de 
Abren  Carvalho  y  Conireras  que  lo  copié  del  original. 
—Conforme. — Fraiicisco  Xavier  de  Godoy,  mayor. 


* 


Para  el  que  quiera  conocer  la  historia  sangrienta  de 
los  tres  tiranos  del  Paraguay,  en  todo  su  horror  y  en  sus 
más  mínimos  detalles,  nada  podríamos  hacer  mejor  que 
recomendar  las  obras  que  á  ellos  y  á  su  época  se  refie- 
ren en  la  Bibliografía  Histórica  del  Paraguay  (inédita 
aun). 


Basta  saber  que  los  tres  tiranos  del  Paraguay,  como 


DEL  PARAGUAY  *  495 

lo  declararon  en  su  bello  manifiesto  los  tres  ciudadanos 
que  componían  el  gobierno  provisorio  que  sucedió  á  Ló- 
pez, aislaron  al  Paraguay;  cerraron  sus  puertas  hermé- 
ticamente á  la  inmigración;  ahuyentaron  el  comercio 
esterior,  haciendo  perecer  en  sus  calabozos  innumera- 
bles estrangeros,  cuyas  fortunas  robaron  impunemente. 
Ávidos  del  poder,  celosos  de  toda  libertad,  temblando  ál  a 
idea  de  la  menor  garantía  individual,  desconfiando  del 
ejercicio  del  mas  insignificante  derecho,  esos  tiranos  ele- 
varon al  rango  de  legislación  inicuos  principios  y  mons- 
truosos caprichos,  estigmatizados  por  la  moral  y  por  la 
civilización.  En  su  afán  de  dominarlo  todo,  todo  lo  cor- 
rompieron y  relajaron  hasta  reducir  al  pueblo  á  la  mas 
abyecta  condición.  Destruyeron  la  familia,  dificultando 
el  matrimonio  por  todo  género  de  trabas,  diferencia  de 
razase  interminables  tramitaciones.  Favorecieron  la  po- 
ligamia y  el  concubinato,  corrompiendo  la  moral  y  rom- 
piendo los  vínculos  de  la  familia.  Erigieron  en  sistema 
el  espionage,  la  delación,  complementándola  con  el  tor- 
mento en  su  mas  horrenda  variedad  y  crueldad.  Relaja- 
ron los  resortes  de  la  justicia  y  de  la  religión,  prostitu- 
yendo sus  ministros,  convvrtidos  en  agentes  natos  del  po- 
der para  lá  consecución  de  todos  sus  depravados  fines, 
particulares  y  políticos.  Militalizaron  todo  el  país  para 
reducirlo  á  la  obediencia  pasiva,  creando  seides  garan- 
tidos en  la  impunidad  de  todos  los  delitos,  por  una  vi- 
gilante adhesión  á  la  persona  y  á  los  actos  del  tirano.  No 
quedó  libertad  que  ño  fuese  suprimida;  derecho  que  no 
fuese  atropellado;  garantía  que  no  fuese  destruida,  ni 
santuario  que  no  fuese  violado. 


Aunque  todos  los  tiranos,  como  Domiciano,  Cómodo, 
Calígula,  Nerón  en  la  antigüedad,  Francia,  Rosas  y  los 
dos  López  en  la  época  moderna,  tienen  mucha  analogía 


496  •  GOBERNANTES 

entre  sí,  creemos  que  Francisco  Solano  López  sobrepasó 
á  todos,  no  dejando  éste  de  tener  algunos  puntos  de  con- 
tacto con  Calígula  y  Nerón,  cuya  historia  parece  haber 
aprendido  de  memoria  y  pu estola  en  práctica  en  el  Pa- 
raguay. 

Los  primeros  actos  de  los  tres— Calígula,  Nerón  y  Ló- 
pez— anunciaron  relativamente  buen  gobierno,  mas  luego 
que  el  uno  de  ellos  se  rodeó  de  cortesanos  y  de  histriones 
desenfrenados,  repudió  á  su  muger  mandándola  asesinar 
después;  otra  muger,  á  cuyas  intrigas  debió  el  trono, 
fué  igualmente  asesinada.  Fórmase  una  conjuración 
contra  Nerón,  y  delatada,  son  ejecutados  los  que  apare- 
cen encabezarla,  sin  averiguar  la  realidad  del  hecho,  ni 
por  medio  del  tormento.  Entonces  redoblan  sus  cruel- 
dades. El  uno  recorre  la  Grecia  y  la  Italia,  el  otro  la 
Francia,  España,  etc.  yambos  reciben  aplausos  por  re- 
compensa. Las  crueldades  del  uno  recaen  sobre  todo 
cuanto  le  rodea  y  las  familias  mas  nobles  son  las  peor 
tratadas:  las  del  otro  son  exactamente  iguales.  El  uno 
deshonra  á  virtuosos  seres  y  se  enriquece  con  los  des- 
pojos de  los  ciudadanos  victimados;  el  otro  practica 
igual  cosa.  El  uno  emprende  dos  ridiculas  espediciones: 
el  otro  no  hace  menos.  El  uno  huye  de  Roma  y  se  hace 
matar:  el  otro  huye  de  la  Asunción  y  le  cabe  el  mismo  fin. 

Era  tal  estado  del  Paraguay  en  el  gobierno  de  don  Car- 
los A.  López,  que  algunos  distinguidos  ciudadanos  para- 
guayos, residentes  en  Buenos  Aires  y  enemigos  declara- 
dos de  ese  gobernante,  poco  antes  del  pronunciamiento 
del  general  Urquiza,  en  mayo  de  1851,  con  ánimo  de  verse 
libre  de  él,  se  presentaron  á  Rosas,  haciéndole  proposi- 
ciones de  anexar  el  Paraguay  á  la  Confederación  Argen- 
tina. La  idea,  como  era  natural,  llegó  á  merecer  la  ma- 
yor aceptación,  pero  no  pudo  dársele  forma  entonces, 
porque  Rosas  se  hallaba  muy  preocupado  con  la  guerra 


DEL  PARAGUAY  497 

que  le  venia  encima ,  mirándola  con  toda  la  seriedad  que 
el  caso  requería.  Por  consecuencia,  la  cosa  quedó  en  la 
nada.  Mediábala  circunstancia  de  hallarse  á  la  sazón  en 
perfecta  armonía  y  muy  buena  inteligencia  los  paragua- 
yos con  los  brasileros,  con  quienes  no  simpatizaban  aqué- 
llos, y  aun  mantenian  al  norte,  por  las  sierras,  comuni- 
cación reciproca,  aunque  tardía  y  muy  trabajosa.  Exis- 
tia estacionada,  á  esta  banda  del  Paraná,  una  fuerza  pa- 
raguaya como  de  tres  mil  hombres,  atrincherada  entre 
las  tranqueras  de  San  Miguel  y  Loreto.  Fué,  pues,  apro- 
vechando esa  coyuntura  y  deseosos  de  librar  á  su  país 
de  tanta  abyección,  de  la  que  no  llevaban  miras  de  salir 
ni  con  la  muerte  del  doctor  Francia,  ^ue  se  presentaron 
aquellos  ciudadanos  contando  con  otros  no  menos  dis- 
tinguidos en  el  mismo  Paraguay. 

El  doctor  Saldías  posee  el  documento  que  á  este  hecho 
se  refiere,  y  es  probable  que  vea  la  luz  pública  en  el  ter- 
cer tomo  de  su  Historia  de  Rosas. 

* 

Bajo  los  auspicios  de  los  aliados  y  en  presencia  de  sus 
ejércitos  se  establece  en  la  Asunción  un  gobierno  provi- 
sorio, cuando  el  tirano  arrojado  de  sus  últimos  atrinche- 
ramientos, aun  se  hallaba  en  el  territorio  del  Paraguay,  lu- 
chando aun  para  conservar  el  mando  que  se  hallaba  en' 
su  última  agonía,  pero  así  mism  o  sacrificando  centena- 
res de  personas  que,  obcecadas,  aun  le  seguian.  No 
obstante,  millares  de  paraguayos  de  ambos  sexos  se  des- 
prendían de  las  sierras  y  montes,  afluyendo  en  inter- 
minables caravanas  á  los  caminos  reales  que  conducen  á 
la  capital,  que  estaban  cubiertos  de  cadáveres  de  las  víc- 
timas del  último  tirano  del  Paraguay. 

El  referido  gobierno  provisorio  se  formó  de  un 

1869-1870— TRIUNVIRATO,  compuesto  de  los  ciuda- 

nanos  CIRILO  ANTONIO  RIVAROL A,  CARLOS  LOI- 

33 


498  GOBERNANTES 

ZAGA  y  JOSÉ  DÍAZ  DE  BEDOYA,  desde  el  15  de  agos- 
to de  1869. 

Al  19  correspondía  el  ministerio  del  interior,  teniendo  á 
su  cargo  lo  concerniente  á  la  organización  política  y  ad- 
ministrativa déla  República:  al  29  el  de  justicia,  guerra  y 
relaciones  esteriores  y  al  39  el  de  hacienda,  agricultura, 
caminos  y  obras  públicas. 

A  la  instalación  del  gobierno  provisorio,  el  mismo  dia 
que  López,  abandonando  las  sierras  de  Azcurra,  se  pre- 
cipitaba fugitivo  en  el  corazón  délos  desiertos  hasta  su 
fosa  de  Cerro-Corá,  el  triunvirato  tiró  su  primer  decreto 
nombrando  un  secretario  general  de  gobierno  para  la  or- 
ganización de  los'  diversos  ministerios.  El  dia  16  uno 
nombrando  los  tres  seccetarios  de  estado  y  demás  fun- 
cionarios del  tribunal  de  justicia,  y  otro  organizando  el 
departamento  general  de  policía  de  la  capital  y  capitanía 
del  puerto. 

Como  la  República  se  hallaba  en  el  estado  del  mayor 
desquicio,  se  nombró  una  comi^^ion  protectora,  compues- 
ta de  ciudadanos  paraguayos  de  honradez  y  patriotismo, 
los  cuales  se  repartieron  por  las  estaciones  de  Tacuaral, 
Pirayú  y  otros  puntos-,  llevando  víveres  para  alimentar  y 
vestuarios  para  cubrir  la  desnudez  de  tantos  desgraciados, 
y  siguiendo  la  marcha  del  ejército  aliado,  recogiendo  y 
amparando  las  familias.  Esta  comisión  partió  el  17  para 
llenar  su  cometido. 

El  triunvirato,  por  su  parte,  envió  á  la  campaña  á  dos 
desús  miembros,  Bedoya  y  Rívarola,  para  recibirse,  en 
Peribebui  y  otros  puntos,  délos  archivos  públicos  que  el 
tirano  habia  trasportado  consigo,  y  para  cerciorarse  del 
estado  de  las  famijias  que  regresaban. 

A  los  cuatro  dias  de  la  instalación  del  triunvirato  (19 
de  agosto  de  1869),  espidió  un  decreto  declarando  al  ^'des- 
naturalizado  paraguayo  Francisco  Solano  López  fuera 
de  la  ley  y  para  siempre  arrojado  del  suelo  paraguayo 
como  asesino  de  su  patria  y-enemigo  dellgéaero  humano/' 


DEL  Í>ARAGÜAY  499 

Este  decreto  fué  aprobado  mas  tarde  por  ley  del  con- 
greso de  15  de  julio  de  1871.  Y  al  mes  y  dias  (4  de  mayo 
de  1870)  del  fallecimiento  de  López,*  espidió  este  otro: 

"El  gobierno  provisorio  de  la  República — 

"Teniendo  en  vista  la  misión  trascendental,  que  ante  el 
país  y  el  mundo,  le  imponen  altas  consideraciones  de 
moralidad  y  de  orden,  asi  como  la  naturaleza  y  magnilud 
de  los  intereses  de  que  está  encargado,  y— 

"Considerando:  que  esa  misión  consiste  en  parte  muy 
principal,  en  asegurar  y  hacer  prácticas  las  responsabili- ' 
dades  que  afectan  los  bienes  que  aparecían  como  propie- 
dad del  tirano  Francisco  Solano  López,  emanados  de  los 
actos  vandálicos,  de  asesinatos  y  usurpaciones,  que  éste 
erigió  en  sistema  con  notable  infamia,  en  el  último  pe- 
riodo de  su  dominación — 

"Considerando:  que  desde  que  esos  asesinatos  y  usur- 
paciones, no  sólo  han  sido  blanco  las  personas  y  los  inte- 
rese§  de  numerosos  particulares,  tanto  ciudadanos  para- 
guayos como  estrangeros,  sino  que  también  la  misma 
nación  ha  sido  despojada  de  valiosísimos  bienes  con  pre- 
testos  falsos,  ridículos  ó  inverosímiles — 

"Considerando:  que  todos  esos  despojos  pasaron,  del 
poder  del  fisco,  y  los  ciudadanos  y  estrangeros,  por 
actos  del  mas  insanable  principio  de  nulidad,  á  manos  de 
Eüsa  Lynch,  que  al  lado  del  tirano,  desempeñaba  los 
robos  mas  criminales  é  impuros  que  la  constituían  en  un 
padrón  de  ¡nifamias  y  de  escándalos  públicos,  lo  cual  es 
de  estensa  notoriedad  y  está  en  la  conciencia  de  propios 
y  estraños — 

"Considerando:  que  es  de  igual  fama  y  notoriedad  que 
la  mencionada  Lynch,  ejerció  en  el  ápimo  del  tirano,  una 
influencia  permanente  y  decisiva,  á  punto  de  haber  sido, 
no  solamente  su  consegera  íntima,  sino  la  actora  princi- 
pal en  varios  actos  públicos,  tales  como  revistar  y  procla- 
mar las  tropas,  distribuyéndoles  condecoraciones  y  otros 
premios—  ^ 


500  GOBERNANTES 

"Que  es  igualmente  de  la  mas  alta  notoriedad,  que  esa 
perniciosa  é  inmensa  influencia  fué  criminalmente  funes- 
ta, al  servicio  de  los  intereses  egoistas  de  esa  muger,  que 
en  su  insaciable  sed  de  riquezas,  se  hacia  escriturar,  por 
mandato  desautorizado  del  tirano,  de  valiosísimas  zonas 
del  territorio  nacional,  como  son  los  valiosos  yerbales  de 
Igatimí  y  de  otros  puntos,  arrancando  de  esta  capital, 
pretendiendo  privar  asi  al  fisco  de  sus  mas  pingües  fuentes 
de  riqueza — 

"Que  esos  salteamientos  á  la  fortun'a  de  la  nación  eran 
precedidos  y  seguidos  de  otras  usurpaciones  de  bienes, 
de  muchos  ciudadanos  y  estrangeros,  maniobrando  ense- 
guida de  modo,  que  los  despojados  pereciesen  en  los  tor- 
mentos de  los  calabozos,  ó  empresas  bélicas,  conocida- 
mente temerarias,  con  el  propósito  atroz  se  estinguiesen 
totalmente  los  que  en  la .  ulterioridad  pudiesen  reclamar 
de  tamaños  atentados — 

"Que:  tales  actos  constituyen  á  la  precitada  Lynch,  pro- 
tagonista unas  veces,  y  cómplice  otras  del  drama  san- 
griento, que  consumó  el  tirano,  principalmente  en  el  último 
período,  que  él  llamó,  la  defensa  .del  país — 

"Que  todosrlos  actos  de  ese  período,  de  triste  recorda- 
ción, fueron  dictados  por  los  mas  feroces  y  sanguinarios 
instintos,  consumando  el  casi  total  aniquilamiento  del 
pueblo  paraguayo,  á  impulso  de  los  tormentos,  ora  de 
azotes,  ora  de  lanceamíentos  en  masa,  ora  de  hambr-e, 
y  despojándolos,  en  .seguida,  de  su  fortuna  privada,  para 
regalársela  á  la  espresada  Lynch-- 

"Que:  á  la  par  de  la  flagrante  nulidad  é  ¡legalidad  que 
entrañan  esas  adjudicaciones,  existe  un  interés  de  la  mas 
alta  moralidad,  y  de  conveniencia  general,  en  impedir 
que,  semejantes  actos  de  vandalismo  queden  subsistentes 
en.  sí  mismos  y  en  todas*sus  abominables  consecuencias, 
sirviendo  de  botin  á  Elisa  Lynch  la  fortuna  pública  y  pri- 
vada, á  la  luz  del  pueblo,  que  tan  eficazmente  contribuyó 


DEL  PABAGUAY 


501 


á  sumergir  en  el  abismo,  délos  mas  tremendos  infortu- 
nios— 

"Que:  á  la  tutela  y  conservación  de  esos  intereses  va- 
liosos, está  vinculado  un  palpitante  interés  nacional,  des- 
de que  con  ellos  podrá  la  nación  indemnizar  en  parte,  de 
los  daños  y  perjuicios  y  usurpaciones  que  se  le  han  he- 
cho, á  pretesto  de  mantener  la  guerra — 

"Considerando  finalrpente,  que  hallarla  el  gobierno  dis- 
culpa y  justificación  posible,  ante  el  mundo  civilizado  y 
ante  la  historia,  si  en  presencia  de  la  moral  ultrajada  por 
tantos  crímenes  y  espoliaciones,  permaneciese  mudo  é 
impasible,  sin  dar  un  paso  siquiera  para  revindicar  esos 
sagrados  derechos,  tan  infamemente  hollados,  corpo  tan 
deslealmente  arrebatados,  por  multiplicados  abusos  de  un 
mandón  irresponsable  y  de  una  muger  adúltera — 

"Ha  acordado  y— 

decreta: 

"Art.  19  Los  bienes  que  aparecían  pertenecer  al  tirano 
del  Paraguay  Francisco  Solano  López  se  declaran  pro- 
piedad de  la  nación. 

"Art.  2?    Los  bienes  que  han  sido  adjudicados,   bajo 

cualquiera  razón,  á  Elisa  Lynch,  por  el  tirano  6  los  que  és- 
ta llama  "suyos,"  de  procedencia  anterior  á  esas  dona- 
ciones ó  adjudicaciones,  se  declaran  provisoriamente  em- 
bargados, para  que  sobre  ellos,  puedan  en  todo  tiempo, 
hacerse  efectivas  las  responsabilidades  civiles  ó  crimina- 
les á  que  den  lugar  las  acciones  públicas  ó  privadas,  que 
á  su  respecto  §e  deduzcan. 

"Art.  3?  Se  procederá  á  nombrar  un  administrador 
general,  para  el  cuidado  y  fomento  de  todos  esos  bienes. 

"Art.  49  Se  procederá  al  encausamiento  criminal  de  la 
llamada  Elisa  Alicia  Lynch,  notificándole  el  presente  de- 
creto, para  que,  por  sí,  ó  apoderado,  se  presente á  con- 
testar en  juicio,  comenzando  desde  luego,  á  instruir  el 
sumario  correspondiente,  á  fin  de  que  no  se  desvanez- 
can algunas  de  las  huellas  de  los  delitos,  que  la  conciencia 


502  GOBERNANTES 

pública  hace  pesar  sobre  la  personalidad  de  la  Lynch. 

"Art.  5?  Se  nombrará  un  abogado  ad  hoc,  para  que 
diríjalas  cuestiones  del  proceso,  y  para  hacer  lá  defensa 
.  profesional,  contra  cualquier  gestión,  acerca  de  los  preci- 
tados bienes. 

"Art.  6?  Publíquese,  pasando  copia  al  Fiscal  General 
y  archívese. 

"Dado  en  la  Asunción,  á  los  4  dias  del  mes  de  mayo 
de  Í870. 

"CARLOS  ANTONIO  RIVAROLA. 

CARLOS  LOIZAGA. 
Bernardo    Recalde. 

Secretario . 

Trascribimos  á  continuación  del  número  39  de  la  "Voz 
del  Pueblo",  del  jueves  83  de  junio  de  1870,  el  inventa- 
rio, precedido  de  algunas  palabras  del  redactor,  que  lo 
fué  á  la  sazón  don  Miguel  Maclas,  (hoy  finado) 

ASUNCIÓN 

Elisa  A.  Lynch. 

"Como  prometimos  en  nuestro  número  anterior,  pu- 
blicamos á  continuación  el  inventario  tomado  por  las  fuer- 
zas brasileras,  de  los  objetos  que  se  «le  encontraron  ala 
concubina  del  tirano. 

"Mientras  las  paraguayas  se  mueren  de  hambre  y  se 
comen  las  unas  á  las  otras,  Elisa  A.  Lyuch,  la  querida 
de  López,  se  va  á  Europa  á  gozar  de  una  fortuna  y  á  lu- 
cir las  prendas  que  consiguió  violentamente,  de  las  infe- 
lices mugeres  de  este  país. 

— "¡Cuidado  pueblo!— No  venga  otro  tirano  y  tras  él 
otra  inglesa. 

"Protesten  también  las  mugeres,  que  hoy  la  patria  les 
pertenece  mas  que  á  los  hombres,  pues  que  están  en  una 
¡nmQnsa  mayoría. 


GOBERNANTES  503 

ACTA   DE   INVENTARIO 

"A  los  veinte  y  un  dia  del  mes  de  mayo  de  1870,  en  el 
puerto  de  la  ciudad  de  Asunción,  capital  déla  República 
del  Paraguay,  á  bordo  del  vapor  "Princesa''  navio  gefe, 
la  comisión  compuesta  del  gefe  de  división  Victorino  Jo- 
sé Barbosa  da  Lomba,  comandante  de  la  escuadra  brasi- 
lera y  del  coronel  Rufino  Eneas  Gustavo  Calváo,  gefe  de 
la  comisión  de  ingenieros,  mayor  Federico  Augusto  de 
Fontoura  Lima,  gefe  interino  de  la  repartición  fiscal  del 
ejército  allí  reunido  en  virtud  de  la. orden  de  S.  A.  Real 
el  señor  conde  de  Eu,  mariscal  de  ejército  y  coman- 
dante en  gefe  de  todas*  las  fuerzas  brasileras  en  el  Para- 
guay, tomó  inventario  en  presencia  de  Elisa  A.  Lynch, 
aprisionada  al  ser  derrotadas  en  Cerro-Corá  las  últimas 
fuerzas  del  ex-dictador  López,  de  todos  los  objetos  y  valo- 
res en  especie  ú  otras  así  como  de  todos  los  papeles  que 
se  hallaban  en  poder  de  la  misma  aprisionada  y  obtuvo 
el  resultado  que  abajo  se  demuestra,  á  saber: 

4  aderezos,  siendo: 

1  de  oro  macizo. 

1  con  amatista. 

1  de  oro  y  filigrana 

1  de  id.  con  esmeraldas. 
40  anillos,  siendo: 

16  de  oro  con  crisolitas. 

24  de  id.  de  diversos  gustos. 

2  álbums,  siendo: 

1  de  tapas  de  oro  con  cajas  de  plata  y  relieves  de  oro. 

1  de  madre  perlas,  ofrecido  al  mariscal  López  por  el 
pueblo  de  Buenos  Aires. 

2  mariposas,  siendo: 
1  de  crisolitas. 

1  de  piedras  entre-finas: 
23  botones,  siendo: 
12  de  coral. 


504  GOBERNANTES 

15  de  oro  para  chaleco. 
6  de  id.  para  puños. 

5  bombillas,  siendo: 

3  de  plata  con  virolas  de  oro. 

2  de  oro. 

6  barras  de  oro  pequeñas. 

20  cadenas  y  cordones,  siendo: 

15  de  oro. 

1  de.id.  con  medalla. 
1  de  id.  con  cruz. 
6  mates,  siendo.     •• 

3  de  plata  con  bombilla. 
3  guarnecidas  de  oro. 

1  crucifijo  de  oro  con  tresbrillantes. 

1  cigarrera  de  oro. 

2  cajas  de  rapé,  ambas  de  oro. 

1  condecoración  de  la  orden  de  Cristo  con  pendiente  de 
la  misma  orden. 

1  lapicera  de  oro  labrada. 

1  collar  de  corales. 

1  chicote  con  las  iniciales  F.  S.  L.  grabadas  de  bri- 
llantes. 

1  diadema  de  oro. 

1  espada  con  vaina  de  oro  y  puño  también  de  oro,  gra- 
bada con  brillantes  ofrecida  al  mariscal  López  por  el  pue-^ 
blo  paraguayo. 

1  estuche  con  útiles  de  plata  y  otro  para  uso  de  mesa 
y  toillete. 

3  peines  de  cabeza,  siendo: 
3  con  guarniciones  de  oro. 
1  con  diamantes. 

19  pares  de  pendientes,  siendo: 
•  6  de  crisolitas. 
12  de  oro  de  diversos  gustos. 
1  de  mosaico. 

16  pulseras,  siendo. 


DEL  PARAGUAT 


505 


1  de  mosaico. 

10  de  oro. 

1  de  marfil.. 

1  con  cruz  y  piedras  de  brillantes. 

1  con  piedras  falsas. 

2  de  cabello. 

10  prendedores,  siendo: 
2  de  marfil. 

1  de  oro  con  brillantes. 

4  de  id.  con  diferentes  gustos. 

1  de  amatista. 

2  de  oro  con  topacio. 

1  porta- fósforos  de  oro. 

11  relojes  de  oro,  siendo: 

10  de  diversos  tamaños  y  gustos,  inclusive  dos  de  se- 
ñora. 

1  de  oro  con  cadena. 

6  relicarios  de  diversos  tamaños. 

2  rosarios  de  oro  y  corales. 

8  marcadores  de  ropa ,  siendo: 

6  de  oro. 

2  de  plata. 

1  tubo  conteniendo  rosarios  y  cordones  de  oro. 

1  caja  perteneciente  á  Rosita  Carreras,  hija  del  maris- 
cal López,  conteniendo  lo  siguiente: 

12  prendedores  con  piedras  falsas  para  vestido. 
8  pulseras  de  oro. 

2  prendedores  de  id.     .       * 

5  cordones  de  id. 

3  prendedores  con  crisolitas. 

3  mariposas. 

1  par  botones  con  crisolitas. 

4  id  de  id. 

3  hebillas  de  piedras  entre  finas. 

4  collares  con  topacio,  crisolitas  y  corales. 
3  pares  brincos  con  piedras  crisolitas. 


506  GOBERNANTES 

1  cruz  pequeña  con  perlas. 

4  pares  brincos  de  oro  con  topacios. 

3  pares  rosetas  de  oro. 

1  rosario  de  oro. 

1  clavillo  de  oro  con  topacios. 

VALORES    DE  ESPECIES 

391  onzas  de  oro. 

27  medias  onzas. 

15  monedas  de  20,000  reis  de  cuño  brasilero* 

12  id.de   10,000  reis  de  id. 

24  id.  de  4  patacones. 

31  id.  de  2  patacones. 

19  libras  esterlinas. 

50  monedas  de  20  francos. 

2  id.  de  17,000  reis  14,600  pesos  papel  de  la  República 
del  Paraguay. 

Además  de  este  dinero. 

138  onzas  de  oro  que  fueron  presentadas  en  el  acto  de 
este  inventario  por  el  señor  coronel  Eneas  Gustavo  Gal- 
vao  mandadas  entregar  por  S.  A.  R.  ál  mismo  señor  co- 
ronel, por  el  comandante  de  las  fuerzas  al  Sur  de  Man- 
duvirá  por  pertenecer  ese  dinero  á  Elisa  A.  Lynch  que 
antes  lo  habia  dado  á  trueque  de  un  álbum  de  su  propie- 
dad encontrado  por  ella  entre  nuestras  fuerzas. 

PAPELES-^DOGUMENTOS 

Una  escritura  de  venta  hecha  al  maHscal  F.  S.  López, 
relativa  á  tierras  de  Cordilleritas  pertenecientes  al  distri- 
to de  Ibicuy,  en  el  año   de  1869. 

Otra  escritura  de  venta  de  doña  Teresa  Muñoz  de  tier- 
ras vendidas  al  mismo  mariscal  López  en  1868. 

Otra  de  la  casa  y  sitio  de  Barrios  de  la  Encarnación  de 
esta  ciudad  de  la  Asunción,  tia  de  doña  Celedonia  Castel- 


DEL  PARAGUAY  507 

vi,  pasaron  á  favor  del  presidente  de  esta  República  el 
ciudadano  Carlos  A.  López. 

Otra  de  venta  también  de  una  chacra  en  el  campo 
grande,  distrito  de  la  Santísima  Trinidad,  en  el  mes  de  ju- 
lio de  1869.  • 

Otra  de  venta  hecha  al  mariscal  López  en  1866  por 
Francisco  de  Sales  Doncel. 

Documentos  relativps  á  casa  y  sitio  en  la  capital,  dis- 
trito de  la  Encarnación  en  1869. 

Documentos  relativos  á  tierras  del  distrito  de  la  Encar- 
nación compradas  al  ciudadano  Félix  Domingo  Barbosa 
en  1869,  por  Elisa  A.  Lynch. 

Otros  pasados  á  Elisa  A.  Lynch,  sobre  compras  hechas 
al  estado  de  la  República,  de  terreno,  de  campo  y  bosques 
desiertos,  comprendidos  entre  los  rios  Itanará-gúazú  y 
Aguaray-guazú,  en  1869. 

Otros  de  Juana  Bautista  de  Freitas,  de  tierras  en  el 
Lambaré  que  según  declara  Elisa  A.  Lynch  son  de  su 
propiedad  sin  que  acompañe  para  aclarar  escritura  de 
venta. 

Otros  documentos  de  Fernando  Mora  én  las  condicio- 
nes del  antecedente. 

Otros  mas  de  compras  de  tierras  en  el  departamento  de 
la  Villa  del  Salvador,  pasados  á  favor  de  Elisa  A.  Lynch 
•  en  1869. 

Otros  todavia,  id.  id.  id. 

Otros  mas  pasados  á  favor  dé  Elisa  A.  Lynch,  de  un 
depósito  hecho  por  ella  en  la  tesorería  del  estado  en  1870, 
déla  cantidad  de  ochenta  y  un  mil  trescientos  veinte  y 
siete  pesos  papel. 

Dos  cartas  de  Elisa  A.  Lynch,  dii'igidas:  una  al  gene- 
ral Mac  Mahon  sin  fecha,  y  otra  al  ministro  plenipoten- 
ciario de  Inglaterra  en  la  República  Argentiaa,  fechada 
en  3  de  enero  de  1870,  siendo  escrita  á  éste  para  que  re- 
cibiese en  la  legación  los  documentos  que  pertenecen  á 
la  misma  señora,  y  escrita  á  aquel  para  igualmente  reci- 


508  GOBERNANTES 

bir  y  guardar  para  el  Banco  de  Inglaterra  á  la  orden  de 
ella,  y  la  de  sus  hijos  en  su  falta,  diversas 'cantidades  en 
las  siguientes  especies: 

3700  onzas  de  oro. 

100  libras  esterlinas. 

32  monedas  de  cuatro  patacones. 

55  id  de  dos  id. 

16  napoleones  y  mas  quinientas  onzas  de  oro,  á  fin 
de  ser  entregadas  á  Emiliano. 

Mas  una  otra  carta  del  cónsul  italiano  Chaperone  fe- 
chada en  Luque  el  18  de  octubre  de  1868,  dirigida  á 
Elisa  A.  Lynch,  en  la  cual  declara  tener  recibida  la  suma 
de  5000  patacones  en  plata  y  que  entregará  á  su  reclamo, 
con  los  intereses  correspondientes. 

"Y  por  nada  mas  encontrarse  que  inventariar  según  las 
órdenes  recibidas,  se  cerró  el  presente  inventario  que  va 
firmado  por  la  respectiva  comisión  y  la  aprisionada  Eli- 
sa A.  Lynch — firmado  Victorino  Barbosa  da  Lomba, 
presidente  de  la  comisión — Rufino  Eneas  Gustavo  Gal- 
vao— Federico  Augusto  de  Fontoura  Lima — Elisa  A. 
Lynch. 

No  se  puede  negar  que  el  Paraguay,  el  país  menos  co- 
nocido de  este  Continente,  hiciera  algunos  progresos  en 
los  últimos  años  que  precedieron  á  la  última  guerra,  pro- 
vocada de  un  modo  tan  insensato  por  su  postrimer  tira- 
no. Introdujéronse  entonces  ferro-carriles,  telégrafos, 
un  arsenal  y  otras  obras,  en  que  se  emplearon  muchos 
mecánicos,  principalmente  ingleses,  cuyo  idioma  y  aun 
algunas  costumbres  iban  generalizándose  en  el  país. 

La  República  cubre  como  setenta  mil  millas  cuadradas, 
pero  reclama  mayor  territorio  de  las  naciones  circunve- 
cinas. El  censo  de  1857,  le  daba  una  población  de 
1.337,449  habitantes,  según  Du  Graty,  el  que  sonsidera- 


DEL  PARAGUAY'  509 

mos  escesivamente  exagerado,  mientras  el  que  se  con- 
feccionó el  19  de  marzo  de  1887,  por  la  oficina  general  de 

Estadística  sólo  da  863,751,  délos  cuales  corresponden  á 
la  Asunción  24,838,  divididos  en  10,884  varones  y  13,954 
mugeres.  No  saben  leer  ni  escribir  199,431  paraguayos 
y  4070  estrangeros,  y  saben  leer  y  escribir  3.2,447  para- 
guayos y  3826  estrangeros. 

El  clima,  aunque  caliente,'  es  muy  sano;  el  país  monta- 
ñoso*y  pintoresco  y  el  suelo  fértil.  Los  habitantes  son 
los  mas  industriosos  de  la  América  del  Sur;  sus  cereales, 
algodón  y  tabaco  cubren  medio  millón  .de  acres.  El 
principal  producto  del  país  es  la  yerba  mate,  la  mayor 
parte  se  esporta  á  Buenos  Aires,  llegando  hasta  un  mi- 
llón de  pesos  fuertes.  El  cultivo  del  algodón,  que  habia 
dado  principio  en  186'?,  quedó  interrumpido  á  causa  de 
la  guerra,  la  que  fué  muy  ruinosa  para  el  Paraguay,  pe- 
ro dando,  en  recompensa,  á  sus  naturales  una  elevada 
reputación  de  valor. 


* 


La  marcha  del  nuevo  gobierno  tendia  en  un  todo  al  pro- 
greso, de  conforrpidad  á  lo  distinguido  de  las  personas 
que  lo  componían  y  al  nuevo  orden  de  cosas  dia^pe- 
tralmente  opuesto  al  que  hasta  entonces  habia  existido. 

Estableció  la  libertad,  en  sumas  lata  acepción;  el  voto 
del  pueblo  como  evangelio  del  mandatario;  libertad  de 
conciencia,  del  pensamiento  y^  de  la  prensa;  garantía  de 
.  la  propiedad;  abolición  de  la  confiscación  y  del  pasaporte; 
apertura  de  los  puertos  del  Paraguay  á  todos  los  hom- 
bres del  mundo,  con  libre  ejercicio  de  su  comercio,  in- 
pustria,  culto  y  arl^s. 

Al  periódico  Semanario  reemplazó  La  Regeneración,  el 
19  de  octubre  de  1869,  y  fué  el  primer  mensagoro  del  libre 
pensamiento  del  pueblo  paraguayo,  mudo  y  sin  voluntad 
propia  hasta  entonces.  Publicaba  además  los  documen- 
tos oficiales  y  decretos  del  gobierno  provisorio,  conser- 


510  '     GOBERNANTES 

vando  siempre  el  director  del  periódico  su  perfecta  inde- 
pendencia. 

Un  movimiento  reaccionario  que  tuvo  lugar  el  31  de 
agosto  de  1870,  dio  fin  al  gobierno  del  triunvirato. 

El  pueblo  paraguayo  tiene  tres  fechas  memorables  para 
determinar  la  era  de  su  nueva  existencia  política  como 
nación  libre,  después  de  ma§  de  cincuenta  años  de  escla- 
vitud ignominiosa,  bajo  el  ominoso  régimen  de  los  tres 
tiranos  que  lo  hundieron— El  15  de  agosto  de  1869;  el  1? 
^e  setiembre  de  1870,  el  25  de  noviembre  del  mismo  año. 

La  primera*  marca  la  instalación  del  primer  gobierno  li- 
beral de  la  República,  el  mismo  dia  que  el  tirano  fuese  á 
encontrar  su  fosa  de  Cerro-Corá. 

•   La  segunda  es  el  19  de  setiembre,  fecha  no  menos  glo- 
riosa que  hará  época  en  los  anales  del  Paraguay,  en  que- 
el  movimiento  espontáneo  del  pueblo  en  masa,  reaccio- 
nando contra  los  sucesos  del  31  de  agosto,  añazó  la  con- 
quista de  la  libertad. 

La  tercera  y  la  mas  importante  de  estas  fechas  es  la  del 
25  de  noviembre  del  70,  en  que,  reunido  ese  mismo  pue- 
blo en  la  plaza  juró,  juntamente  con  el  primer  presidente 
de  la  República,  la  primera  constitución  libre  que  se  die- 
ra, ^  depositándola  por  manos  de  éste  en  el  lugar  en 
que  se  colocó  la  piedra  fundamental  del  monumento,  que 
ha  de  legar  alas  generaciones  venideras  el  recuerdo  de  la 
reconquista  de  los  derechos  del  pueblo,  de  su  libertad  po" 
lítica  y  social. 

LXVIL-DON  CIRILO  ANTONIO  RIVAROLA,  des- 
de  19  de  setiembre  de  1870,  en  que  la  convención  cons- 
tituyente creó  la  presidencia  provisoria  de  la  República, 
nombrando  para  ejercerla  á  dicho  ciudadano,  hasta  el  25 
de  noviembre  del  mismo  año,  que  so  juró  la  constitución, 
instalándose  el  gobierno  constitucional  con  el  propio  Ri- 
varóla,  de  primer  presidente,  y  don  Cayo  Miltos,  de  vice- 
presidente de  la  República. 


DEL  I»AltAGÜAY  511 

I 

Mas  tarde  organizó  su  ministerio  con  los  ciudadanos 
Salvador  Jovellanos,  interior,  José  Segundo  Decoud,  jus- 
ticia, culto  é  instrucción  pública,  JuanB.  Gilí,  hacienda  y 
agricultura,  general  Bernardino  Caballero,  guerra  y  ma- 
rina, y  durante  su  suspensión  fué  reemplazado  por  Car- 
los Loisaga. 

Desde  entonces,  el  Paraguay  sigue  aunque  á  paso  len- 
to pero  seguro,  en  lavia  del  progreso. 

LXVIIL— DON  SALVADOR  JOVELLANOS,  vice- 
presidente en  ejercicio  del  P.  E.  de  la  República,  hasta  el 
25  d^  noviembre  de  1874. 

Tuvo  por  ministros  sucesivamente  á  los  ciudadanos 
Carlos  Loisaga,  Benigno  Ferreira,  Eduardo  »Aramburú, 
José  Falcon,  José  del  Rosario  Miranda,  Francisco  Sote- 
ras,  Francisco  Lino  Cabrizas,  Jaime  Sosa,  Cándido  Ba- 
reiro,  Germán  Serrano,  Bernardina  Caballero,  Juan  Bau- 
tista Gilí,  Higinio  Uriarte  y  Patricio  Escobar. 

La  administración  Jovellanos  no  mereció  las  simpatías 
del  pueblo  paraguayo.  Según  La  Reforma  de  la  Asun- 
ción, ella  fué  una  larga  y  no  interrumpida  serie  de  escán- 
dalos y  robos. 

La  agricultura  no  recibió  impulso  alguno,  ni  la  mas  in- 
significante protección;  el  ferro-carril  permaneció  en  el  mas 
completo  estado  de  abandono;  no  estableció  una  sola  es- 
cuela, á  pesar  de  haber  destinado  el  congreso  cincuenta 
mil  pesos  para  la  instrucción  pública.  La  libertad  habia 
sido  proscrita,  el  derecho  violado,  la  justicia  escarneci- 
da, la  moral  ultrajada,  la  constitución  y  las  leyes  piso- 
teadas, el  honor  y  la  vida  despreciadas  sangrientamente 
por  viles  mandones,  que  mantenían  vandidos  y  asesinos 
asalariados  para  imponer  mejor  al  pueblo  el  reinado  del 
puñal.  Enuna  palabra,  dicho  periódico  pinta  esa  admi- 
nistración con  muy  negros  colores. 

LXIX.— DOPi  JUAN  BAUTISTA   GILL,   presidente 


512  GOBERNANTES 

de  la  República,  desde  el  25  de  noviembre  de  1874  hasta 
el  19  de  marzo  de  1876,  que  habiendo  salido  á  campaña 
quedó  en  su  lugar  el  vice-presideríte  don  Higinio  Uriarte. 
El  19  de  abril  del  mismo  año,  aquel  reasumió  el  gobierno, 
habiéndolo  desempeñado  hasta  el  12  de  abril  de  1877,  que 
fué  bárbaramente  asesinado  en  las  calles  de  la  Asunción 
por  una  turba  de  hombres  armados,  con  cuya  trágica  des- 
gracia, el  vice-presidente  Uriarte  volvió  á  ejercer  el  P.  E. 
desde  el  mismo  dia  hasta  el  25  de  noviembre  de  1878. 

Compuso  su  ministerio  sucesivamente  de  los  ciudada- 
danos  Germán  Serrano,  Facunddo  Machain,  Emilio  Gilí, 
Bernardino  Caballero,  Patricio  Escobar,  Cándido  Bareiro, 
Adolfo  Saguier,  José  Urdapi lleta,  Benjamín  Aceval,  Juan 

A.  Jara,  A^ustin  Cañete  y  José  F.  Decoud. 

La  administración  de  Gilí,  según  don  Gregorio  Beni- 
tez  engendró  el  descrédito  social,  político  y  económico 
del  Paraguay.  En  los  últimos  seis  años,  el  señor  Gilí 
formó  parte  de  todos  los  gobiernos  de  la  República,  ya 
como  ministro,  ó  ya  como  representante,  ejerciendo  en 
la  administración  la  misma  preponderancia  con  que  sub- 
yugara al  pueblo  paraguayo. 

Hasta  el  dia  en  que  el  señor  Gilí  tomara  directamente 
las  riendas  del  gobierno,  el  país  producía  lo  bastante 
para  sufragar  siquiera  sus  gastos  administrativos.  Sus 
entradas  ascendían  hasta  setenta  mil  pesos  mensuales. 
Pero  en  1876  las  rentas  de  la  nación  descendieron  hasta 
la  triste  cifra  de  nueve  mil  pesos  al  mes. 

El  ex -presidente  don  Cirilo  A.  Rivarola,  en  sus  escritos 
publicados  en  Buenos  Aires  en  1875,  dfecia:  "Juan  Bautis- 
ta Gilí  en  el  poder,  seria  la  gangrena  en  el  corazón  del 
pueblo  paraguayo.  Luego,  pretendiendo  el  ministro  bra- 
silero señor  Araujo  Gondin  llevar  al  poder  á  Gilí,  como  lo 
ha  llevado,  su  intención  era  únicamente  colocar  al  Para- 
guay en  el  descenso  rápido  de  su  perdición 

"Gondin  tenia  conciencia  de  la  imposibilidad  de  su  cím- 


DEL  PARAGUAY  513 

didato,  á  quien  decididamente  se  proponia  hacerle  triun- 
far, porque  una  vez  Gilí  en  el  poder,  la  hidra  de  lerena  es- 
tablecería su  reinado  en  el  país .... 

"Estaba  en  la  conciencia  de  todo  el  pueblo  que  su  ad- 
ministración seria  el  emporio  de  cínicos  especuladores, 
y  sobre  todo  muy  capaz  de  sacrificar  la  independencia 
nacional  en  aras  de  sus  intereses  personales." 

El  agravamiento  de  la  miseria  en  que  se  encontraba  la 
población  del  Paraguay,  durante  la  administración  Gilí, 
era  la  consecuencia  inmediata  del  estanco  del  tabaco,  la 
sal  y  el  jabón. 

En  la  memoria  presentada  por  el  ministro  de  hacienda 
de  la  República  al  congreso,  nada  se  encuentra  en  ella  que 
informase  á  la  nación  sobre  el  resultado  de  la  venta  hecha 
por  el  gobierno  de  los  artículos  estancados,  y  de  la  apli- 
cación de  su  producto. 

LXX.— DON  HIGINIO  CRIARTE,  vive-presidente 
de  la  República,  en  ejercicio  del  P.  E.,  desde  el  12  de 
abril  de  1877,  á  consecuencia  del  asesinato  del  presidente 
Gilí,  acaecido  en  ese  dia. 

El  señor  Uriarte  adoptó  inmediatamente  las  medidas 
necesarias,  para  sofocar  la  rebelión,  y,  después  de  un  re- 
ñido combate  librado  á  las  puertas  de  la  capital,  consi- 
guió dominarla  com[)letamente,  apoderándose  las  fuerzas 
gubernativas  de  alguno  de  los  asesinos. 

Su  gobierno  duró  hasta  el  25  de  noviembre  de  1878. 

LXXL— DON  CÁNDIDO  BAREIRO,  presidente  de  la 
República,  desde  el  25  de  noviembre  de  1878,  hasta  se- 
tiembre de  1880,  en  que  falleciera. 

Acompañáronle  en  calidad  de  ministros  sucesivamente 
los  ciudadanos  Bernardino  Caballero,  Pedro  Duarte,  José 
Segundo  Decoud,  Agustín  Cañete  y  José  Antonio  Bazarás. 

LXXIL-GENERAL  BERNARDINO  CABALLERO, 
presidente  provisorio  de  la  República.     Por  fallecimiento 

34 


514  GOBERNANTES 

del  señor  Bareiro  y  por  renuncia  de  don  Adolfo  Saguier 
del  cargo  de  vice-presidente,  el  congreso  le  nombró  en 
aquel  carácter  y  asumió  inmediatamente  el  mando  de  la 
nación  el  4  de  setiembre  de  1880,  hasta  que  fué  electo 
presidente  en  propiedad  el  25  de  noviembre  de  1882,  y 
don  Juan  A.  Jara,  vice-presidente. 

Fueron  sus  ministros  los  ciudadanos  José  A.  Bazarás, 
Pedro  Duarte,  Juan  de  la  C.  Giménez,  José  González,  Juan 
A.  Meza,  José  S.  Decoud. 

Bajo  los  auspicios  de  la  paz,  la  administración  *del  ge- 
neral Caballero  consiguió  levantar  el  país  de  su  postra- 
ción, reparar  sus  desastres  pasados  imprimiendo  nuevo 
y  vigoroso  impulso  á  la  marcha  general. 

La  constitución,  desde  entonces  se  cumple  al  pié  de  la 
letra  y  lo  prueba  el  aclo  solemne  que  tuvo  lugar  ejerci- 
tando el  pueblo  el  derecho  de  sufragio,  para  la  elección 
de  sus  representantes,  en  actitud  pacífica,  digna  é  inde- 
pendiente, y  sin  esas  odiosas  coacciones  de  la  fuerza  que 
deshonran  al  mandatario. 

La  campaña  progresaba  de  un  modo  satisfactorio,   la 
población  aumentaba,  la  industria  pastoril  se  desarrollaba, 
la  agricultura  adquiria  proporcionalmente  su   verdadera' 
importancia.    Las  cosechas  de  los  cereales  y  demás  pro- 
ductos eran  mas  que  regulares. 

El  buen  éxito  que  el  Paraguay  obtuvo  en  la  Esposicion 
Continental  de  Buenos  Aires,  en  1882,  es  una  honrosa 
ppueba  de  lo  que  decimos.  El  Paraguay  fué  representado 
en  ese  certamen  con  una  variada  colección  de  productos  y 
riquezas  naturales  que  fueron  agraciados  debidamente, 
discerniéndole  los  jurados  respectivos  cinco  medallas  de 
oro,  siete  de  plata,  veinte  y  cuatro  de  bronce,  tres  de  co- 
bre y  veinte  y  una  menciones  honoríficas. 

La  administración  de  justicia  marchaba  con  regularidad: 
la  armonía  reinaba  entre  el  poder  civil  y  el  eclesiástico: 
el  estado  de  la  instrucción  pública  mejoraba.  En  una  pa- 
abra,  el  país  progresaba  en  general. 


DEL  PARAGUAY  515 


* 


Al  general  Caballero  siguió  en  el.  gobierno  el  general 
Patricio  Escobar,  como  presidente  de  la  República,  y  don 
José  del  Rosario  Miranda,  como  vice-presidente  de  la 
misma,  los  cuales  fueron  elevados  al  poder  el  25  de  no- 
biembre  de  1886. 

El  presidente  Escobar  compuso  su  ministerio  del  mo- 
do siguiente:  el  coronel  Juan  A.  Meza,  interior;  el  doctor 
Benjamín  Aceval,  relaciones  esteriores;  don  Agustín  Ca- 
ñete, nieto  del  doctor  Francia,  hacienda;  el  comandante 
J.  Maciel,  justicia,  culto  é  instrucción  pública  y  el  coro- 
nel Pedro  Duarte,  guerra  y  marina. 

Todos  estos  funcionarios  continúan  en  ejercicio;  lle- 
nando satisfactoriamente  las  aspiraciones  del  pueblo  pa- 
raguayo, hasta  la  fecha  (octubre  de  1887),  con  escepcion 
del  señor  Cañete,  que,  con  motivo  de  haber  publicado  en 
la  Asunción  el  general  Sarmiento  un  artículo,  el  20  de  se- 
tiembre, aniversario  de  la  muerte  del  doctor  Francia,  no 
habiendo  sido  del  agrado  del  nieto,  presentó  su  renuncia 
del  puesto,  la  que,  según  creemos,  no  le  fué  aceptada. 

Por  lo  demás,  el  general  Sarmiento  se  circunscribe  á 
los  personages  históricos,  haciendo,  como  es  natural, 
completa  prescindencia  de  las  personas  de  sus  descen- 
dientes, entre  los  cuales  conocemos  algunos  caballeros 
dignos  de  toda  consideración. 


FIN 


ÍNDICE 


Pág. 

Prefacio I 

GOBERNANTES 

Pedro  de  Mendoza 1 

Juan  de  Ayolas 3 

Donaingo  Martínez  delrala 5,16 

Alvar  Nuñez  Cabeza  de  Vaca 8 

Juan  de  Salaznr  Espinosa 14 

Francisco  de  Mendoza 14 

Felipe  de  Cáceres 25,33 

Diego  de  Abreu 26 

Gonzalo  de   Mendoza 26 

Francisco  Ortiz  de  Vergara 27 

Juan  de  Ortega 29 

Juan  Ortiz  de    Zarate 29 

Martin  Suarez  de  Toledo 36 

Diego  Ortiz  de  Zarate  y  Mendieta 37 

Juan  de  Garay.. 38 

Alonso  de  Vera  y  Aragón 41 

Juan  Torres  de  Vera  y  Aragón 49 

Hernandarias  de  Saavedra 50,52,53,59 

Fernando  de  Zarate 51 

Bartolomé  Sandoval  Ocampo 51 

Juan  Caballero  Bazan 52 

Juan  Ramirez  de  Velazco 52 

Diego  Ramirez  Valdez  y  de  la  Banda 52 

Garcia  de  Mendoza 52 


ÍNDICE 

Diego  Marin  Negron 58 

Francisco  de  Alfaro 58 

Francisco  González  de  Santa  Cruz 59 

Manuel  de  Frías 60 

Diego  de  Regó  y  Mendoza 68 

Luis  de  Céspedes  García  Xaría  ó  Xeria 68 

Martin  de  Ledesma   Valderrama 69 

Pedro  de  Lugo  y    Navarra 71 

Gregorio  de  Hinestrosa 72 

Diego  de  Escobar  Osorio 78 

Bernardino  de  Cárdenas 79 

Sebastian  León  y  Zarate 85 

Cristóbal  de  Garay  y  Saavedra 89 

Juan  Blasquez  de  Valverde 90 

Alonso  Sarmiento  Sotomayor  y  Figuéroa...  93 

Juan  Diez  de  Andino 94,97 

Felipe  Rege  Corvalan 95 

El  Cabildo 96 

Diego  Ibañez  de  Faria 97 

Antonio  de  Vera  Mugica 97 

Alonso  Fernandez  Marcial 98 

Francisco  de  Monforte ^..  98 

Sebastian  Félix  de  Mendiola 99 

Juan   Rodríguez  Cota 99 

Antonio  de  Escobar  y   Gutiérrez 99 

Baltasar  Garcia  Ros 99 

Manuel  de  Robles  Lorenzana 100 

Juan  Gregorio  Bazan  de  Pedraza 101 

Antonio  Victoria 101 

Diego  de  los  Reyes  Balmaceda 101 

José  de  Antequera  y  Castro 103 

Martin  de    Barúa 148 

Bartolomé  de  Aldunate 165 

Ignacio   de  Soroeta 166 

El  Común 167 

Junta  Gubernativa 168 

Antonio  Ruiz  de  Arellano J69 

Cristóbal  Rodríguez  de  Obelar 171,174 

Isidoro  Mirones  Benavente 172 

Manuel  Agustín  de  Ruíloba  y  Calderón 172 

Juan  Caballero.de  Añasco 173 


ÍNDICE 


Pág. 


Juan  de  Arregui 174 

Bruno  Maupício  de   Zavala 175 

Martin  José  de  Echauri 177 

Rafael  de  laMoneda 177 

Marcos  José  de  Larrazabal 178 

Jaime  Sanjust 179 

José  Martínez  Fontes 180 

Fulgencio  Yegros  y  Ledesma 184 

Carlos  Morphi  6  Murphy 185 

Agustin  Fernando   de  Pinedo 188 

Pedro  Meló  de  Portugal 197 

Joaquín    de  Alós  y   Brú 199 

Lázaro  de  Rivera 201 

Bernardo  de  Velazco 208 

Manuel  Gutiérrez 228 

Eustaquio  Gianini 228 

Pedro  Garcia 228 

Junta  de  Gobierno  provisorio 230 

José    G.    R.  de   Francia  y   Juan   Valeria- 
no de  Zevallos 231 

Junta  Gubernativa 233 

Cónsules  F.  Yegros  y  J.  G.  R.  de  Francia....  253 

Dictador  José  Gaspar  R.  de  Francia 273 

Policarpo  Patino.: 388 

Junta  Gubernativa 388 

Ramón  Duré  y  José  Domingo  Campos,  sar- 
gentos   391 

Coronel  Mariano  Roque  Alonzo 391 

Cónsules  Alonzo  y  López 391 

Carlos  Antonio  López,  presidende 417 

Francisco  Solano  López,  presidente 435 

Triunvirato 497 

Cirilo  Antonio  Rivarola,  presidente  proviso- 
rio   510 

Salvador  Jovellanos,  vice-presidente 511 

Juan  Bautista  Gilí,  presidente 512 

Higinio    Uriarte 513 

Cándido  Bareiro,  presidente 513 

Bernardino  Caballero 513 

Patricio  Escobar 515 


4  ÍNDICE 


ÍNDICE   DE   LOS   DOCUMENTOS 


Pág. 


Acta  de  fundación  de  la  Ciudad  de  Buena 

Esperanza  del  Rio  Bermejo 42 

Provisión  de  las  cosas  que  se  podian  sacar 

por  el  Puerto  de  Buenos  Aires 53 

Memorial  -por  el  que  el  capitán  Manuel  de 
Frías,  procurador  de  las  Provincias  del 
Rio  de  la  Plata,  solicita  la  división  de  és- 
tas de  la  del  Paraguay;  y  que  se  nom- 
bre para  la  del  Rio  de  la  Plata  como  go- 
bernador y    capitán    general  á  Hernan- 

darias  de  Saavedra .  60 

Documentos  justificativos:  Declaración  sa- 
tisfactoria de  don  Bernardino  de  Cárdenas, 
obispo  del  Paraguay,  para  el  descargo  de 
los  que  tomaron  las  armas  contra  el  go- 
bernador don  Sebastian  de  León  y  Zarate . .  81 
Correspondencia  de  Antequera  y  el  obispo 

Palos 117 

Curiosa  descripción  del  Chaco 191 

Vista  del  fiscal  protector  de  naturales 211 

Carta  de  don  Nicolás  Herrera  á  Robertson .  247 
El  gobierno  de  Buenos  Aires  al  del  Para- 
guay            248 

Nota  de  Herrera  á  los  cónsules  del  Paraguay . .         249 
Respuesta  de  los  cónsules  del  Paraguay  á 

Heri'era 249 

Los  cónsules  del  Paraguay  al  mismo 250 

Plan  del  gobierno  del  Paraguay  presentado 
al  segundo  congreso  por  el  doctor  Fran- 
cia   254 

Los  cónsules  Francia  y  Yegros  á  todos  los 
ciudadanos  y  habitantes  de  la  capital  Re- 
solución   260 

Resolución  consular  sobre  los  españoles. . .  263 

Resolución  superior  sobre  el  clero 296 

Auto  superior  sobre  los  funcionarios  públi- 
cos   299 

Decreto  supremo  sobre  el  obispo 309 


ÍNDICE  5 

Pág. 

Apuntamientos  del  doctor  Francia  al  "Ensa- 
yo Histórico"  de  los  señores  Rengger  y 

Longchamp 311 

Defensa  del  señor  César  Bacle 315 

Decreto  sobre  impuesto  para  una  campaña 

militar 328 

Decreto  sobre  reforma  de  los  regulares 333 

Respuesta    dada  á   Bolívar  por    el  doctor 

Francia ' 338 

Arenga  pronunciada  por  el  doctor  don  José 
Isasa,  con  motivo  del  cumpleaños  del  dic- 
tador Francia 339 

Espediente  de  Juan  Pérez  y  Alejandro  Gar- 
cía, españoles 345 

Decreto  en  el  espediente  de  Hilario  Recalde, 

español 358 

Oración  fúnebre  dedicada  al  doctor  Francia .  364 
Inventario  de  los  bienes  dejados  por  el  doc- 
tor  Francia 379 

Artículo  71  de  los  estatutos  de  la  adminis- 
tración  de    justicia 396 

Artículos  del  decreto  sobre  la  libertad  de  vien- " 

tres 397 

Instruciones  á   la  policía 397 

Administración  política  del  Paraguay 398 

Himno  nacional    paraguayo 415 

Bando  del  general  F.  S.  López  sobre  el  plie- 
go de  reserva  de  su  padre 436 

Carta  del  secretario  de  la  legación  británi- 
ca en  el  Rio  déla  plata,  Mr. Gould,al  mi- 
nistro de  relaciones  esteriores  del  Brasil.  449 
Composición  poética  de  don  Manuel  Castillo, 

titulada  "Al  Paraguay'' 456 

Declaración   del  general  Resquin 468 

Decreto  del  triunvirato  declarando  pertene- 
cer á  la  nación  los  bienes  del  mariscal 
López  (4  de  mayo  de  1870  aprobado  por 

el  congreso  el  6  de  julio  de  1871.) 499 

Inventario  de  los  bienes  de  la  señora  Elisa 
A.  Lynch 503 


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WILL  BE  A88E88ED  FOR  PAILURE  TO  RfTURN 
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NOV  27  1946 


OCT  21  1947 


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