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HISTORIA
DE LOS
GOBERNANTES
DEL
PARAGUAY
1535-1887
POR
A-JSTTOiíTio zxisnsrYr
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BUENOS AIRES
Imprenta y Librería de Mato, Calle Perú, 11^.
1887
•• • . • , • •
• ♦ • • • '•
:.:!;:::i:-::OBBii^:DEL MISMO AUTOR
ha, Colegiada, pieza en un acto, 1885.
Apuntes para la biograña del general Pueyrredon, 1867.
Basgos biognifícos del ciudadano D. F. Sarmiento, 1867.
Apuntes biográñcos de don Felipe Senillosa, 1867.
Heroínas y patriotas americanas, 1868.
Monobiblografía del deán Funes, 1868.
Bosquejo biográfico del general I. Alvarez y Thomás, 1868.
Efemeridogi*afia Argireparquiótica, 1868.
Id. Argirometropolitana, 1869.
Proceso instruido contra Whiteloke (traducción), 1870.
Censo de la x)oblacion de Buenos Aires en 1869, 1872.
Gaceta de Buenos Aires, 1875.
Bibliografía Histórica, 1780 á 1821, 1875.
Gaceta mercantil, (inconclusa) 1875.
Juan Maria Gutiérrez, su vida y sus escritos, 1878.
Historia de los gobernadores, 1879-82.
Historia de la prensa periódica do la Bepública Oriental del Uru-
guay, 1883.
Cronología de k)s obispos del Paraguay, 1887.
etc., etc., etc.
I-Ú
»•
PREFACIO
Don Juan Diaz de Solis, gran piloto de Casti-
lla, reconoció en 1508, la embocadura del Rio de
la Plata, que tomó primero por un golfo, y el 8 de
octubre de 1515 hizo una nueva esploracion y dio á
aquel inmenso curso de agua el nombre de Mar Dul-
ce^ á que los indígenas llamaban Paraná Ouazú^ que
significa rio grande. Pero habiendo cometido la im-
prudencia de echar pié en tierra cerca del lugar en
donde actualmente se halla situada la ciudad de Mal-
donado, fué sorprendido y asesinado por los indios
charrúas.
Al infortunado Solis siguió el famoso Sebastian
Gaboto, quien partió de España en abril de 1525, y
penetró el rio mas adentro poniéndole el nombre de
Rio de la Plata^ deslumhrado con la vista de algunos
adornos de oro y plata que llevaban los naturales y
que cambiaban con gusto por baratijas de Europa.
Remontó el Paraná y fué el primer descubridor
del rio Paraguay, cuyas aguUs navegó (1528) has-
*
P * » f'v..' ^
II PREFACIO
ta mas arriba de la embocadura del rio Bermejo-, y
como no tenia por principal objeto la conquista sino
simplemente el encuentro de riquezas, de cuya exis-
tencia se le habia dado falsa noticia, su empresa fra-
casó con la muerte de algunos españoles por losin-
dios. En consecuencia, quedaron por entonces, sus-
pendidos los descubrimientos por aquella parte-, á
lo cual contribuyó su retirada (1530) á España y la
destrucción (1532) del fuerte Sancti Spíritu ó de
Gaboto^ que en 1527 habia construido en la embo-
cadura del Carcarañá ó rio Tercero.
Era la época en que simples particulares, ó ape-
nas autorizados por gobiernos ambiciosos de gloria,
se alejaban de su patria abandonando todo, para
realizar los prodigios de la caballería andante^ des-
cubrir mundos y derroca^ imperios con la punta de
su espada. A ese arrojo de la audacia privada, á
esa necesidad imperiosa de espansion que en cier-
tas épocas anima á los pueblos, debió la España
su reinado de América, de que no supo sacar pro-
vecho para sí, ni para la humanidad.
No era permitido á nadie embarcarse para la
América española, sin obtener permiso del rey, el
cual nunca se concedía sino para fines comercia-
les, verificados en debida forma y por un plazo
comunmente limitado á dos años. Era muy difí-
cil obtener permiso para un establecimiento per-
PREFACIO III
manente. Los clérigos y frailes estaban sujetos
igualmente á la misma formalidad. Los criollos,
que residian temporariamente en España, no po-
dían regresar á sus propiedades sin espreso permiso
del rey. Esta prohibición se estendia al sexo fe-
menino. Las mujeres debian solicitar real permi-
so, y las casadas no podian obtenerlo si no iban
acompañadas de sus esposos. Este sistema, como
se ve, era enterartiente opuesto al de otros países,
que dejaban sus colonias abiertas tan sin reserva
para todos los que quisieran ir á ellas, que estos
establecimientos han sido considerados mas bien
como los inmundos receptáculos «de todas las im-
purezas de la madre patria, que objetos de deli-
berada predilección. En Francia se conmutaba la
pena corporal por el de deportación á las colo-
nias-, y aun a principios del presente siglo> miem-
bros del cuerpo legislativo y del directorio, vícti-
mas de la facción dominante á la sazón, eran tras-
portados á Cayena, castigo equivalente á la pena de
muerte.
La España, mas justa ó mas indulgente para con
sus colonias, aunque sin pretender superior felici-
dad en sus intereses domésticos, dirigió siempre
toda su atención á conservar la pureza de sumo-
ral, impidiéndolas de recibir la mácula de la cor-
rupción europea. Desde el 7 de agosto de 1584,
no se permitía á ninguna persona ir á las Indias
sin haber presentado primero informe auténtico con
respecto á su moral y buena conducta.
IV PREFACIO
No se permitía ir á América á ninguna perso-
na que hubiera tenido la desgracia de haber sido
acusada ante el tribunal de la inquisición, cual,
quiera que hubiese sido la decisión pronunciada
en su caso.
Los herejes, los hijos y nietos de las víctimas
del auto de /e, ó los que hubiesen llevado el sam
benito^ eran igualmente escluidos.
Las dificultades que los estranjeros esperimen-
taban eran mayores. El primer requisito para ob-
tener pasaporte, era probar origen español. Algu-
nos estranjeros han eludido la ley, empleando la
astucia, ó por la^ idulgencia de los gobernadores ó
comandantes de los lugares á que recurrían. Si
eran totalmente inactivos, si llevaban una vida de
indigencia, intemperancia, ó lo que mas les reco-
mendaría, de abyecta mendicidad, podian estar se-
guros de no ser molestados, bajo la humillante
protección del desprecio de los españoles. Pero si
ejercían algún oficio ó profesión, estaban espues-
tos á ser denunciados, perseguidos y tratados co-
mo enemigos por todos los españoles del mismo
oficio ó profesión: tenian que prestar su dinero á
cualquiera que se le antojara pedirlo, y tan luego
como cesaba su generosidad, principiaba la perse-
cución. Si tenian relaciones que saliesen de lo
común, se consideraban siempre sospechosos; por-
que era opinión general de los españoles que todo
estranjero de saber debia ser enemigo de las leyes
del país.
No se averiguaba la religión que profesaba, á
PREFACIO
no ser que la impiedad del individuo fuese noto-
ria ó cuando se quería ejercer alguna venganza,
en cuyo caso nada era mas fácil que la irreligión
de un estranjero, que siempre habia sido antes
buen cristiano. Entonces se presentaban testigos
que juraban haber hablado aquél con irreverencia
de los santos misterios^ que solo iba á misa para
cometer indecencias; que trataba de las ceremonias
de la religión con mofa, etc., etc.
Nadie duda que la constitución política y civil
de las posesiones españolas, en el Nuevo Mundo,
no ha podido ser sino obra del *tiempo-, era supe-
rior al poder humano formar, al instante del des-
cubrimiento, un código completo para regiones
hasta entonces ignoradas, para establecimientos
de una especie tan nueva, que los tiempos anti-
guos y modernos no presentaban ejemplo.
La idea de hacer de estos vastos países, domi-
nios de la porona española, hizo, naturalmente,
nacer la de establecer en ellos las mismas auto-
ridades constituidas que en la metrópoli. El cui-
dado d^ mantener en ellos la soberanía española
y el mando de la fuerza armada, fué confiado á
gefes bajo el título de vireyes ó capitanes gene-
rales.
La policía fué, como en El^pafía, confiada á la
vigilancia de los cabildos. Instalóse primero en los
Pueblitos que se fundaron.
La población primitiva de la nueva ciudad no
VI PREFACIO
llegaba á veces á treinta personas, comenzando
por construir una iglesia y establecer un cabildo;
pero con la esperanza de que el lugar llegase á
adquirir cierta consistencia para darles alcaldes y
regidores. •
*
Creáronse audiencias para la administración de
la justicia, y para la religión, obispos, capítulos y
conventos.
Los poderes de esas diferentes autoridades reci-
bieron estension ó restricciones, según pareció pres-
cribirlo la esperiencia. Los gobernadores genera-
les, depositarios fhmgdiatos de la autoridad real,
tenian medios, demasiado grandes, para abusar de
esa eminente prerogativa. Fué necesario, pues,
precaver á la España contra su ambición personal,
y á los ciudadanos contra la posibilidad de las ve-
jaciones.
Los cabildos, necesariamente compuestos de crio-
llos ó de españoles destinados á pasar subida en Amé-
rica, no debian conservar de la metrópoli sino un
recuerdo confuso, que estaba muy lejos de hacerles
preferir sus intereses á los del nuevo suelo . en que
se fijaron-, los cabildos, para los cuales los dere-
chos de la metrópoli eran mas incómodos que res-
petables, no podian hacer sino un uso peligroso,
para la soberanía española, de la autoridad que
las leyes generales les daban; ha debido, pues, res-
tringirse sus poderes y apresurarse menos en es-
tablecerlos en las nuevas poblaciones.
PREFACIO Vn
No sucedía lo mismo con las audiencias-, sus
miembros, todos á sueldo del rey, no tenían gra-
cias y empleos superiores que esperar sino del
trono, y la ley no dejaba a su disposición ninguna
fuerza efectiva que pudiese hacer nacer algún pro-
yecto funesto a la metrópoli. No eran, pues, peli-
grosos; por el contrario, no podía dejar de ser útil
investir a estos tribunales superiores, de mucha
autoridad y grande consideración-, puesto que era
en ellos en quienes residían los medios de dete-
ner los efectos de la ambición del gefe, y de las
injusticias que pudiera cometer, sin ese saludable
contrapeso. Todas estas ventajas sin embargo, es-
taban subordinadas á la impasibilidad, al desinte-
rés, á las luces y á la integridad de los miembros
de las audiencias; sin eso, no servían sino para au-
mentar la desgracia publica.
*
La religión, por la moral que es su base, podía
también contribuir á cimentar la real autoridad en
las Indias Occidentales; es un resorte que la política
supo hábilmente hacer obrar. En una infinidad de
ocasiones, se sirvieron con ventaja en los negocios
civiles del ministerio de los obispos y de los sacerdo-
tes. Muchas veces, también, se puso en manos de los
prelados las riendas del gobierno, y esos intervalo^
nunca fueron los menos pacíficos, ni los mas prós-
peros.
Es claro que si, con la conformidad de institucio-
nes metropolitanas en las Indias occidentales, la Es-
VIII PREFACIO
paña las hubiese regido por las mismas leyes que se
regia ella misma, habria perdido su dominación mu-
cho antes, ó se habrían despedazado por facciones que
las habrían hecho inhabitables. Fué la sabiduría; la
prudencia de las leyes particulares que se les diera,
que hicieron de ellas lo que fueron hasta la declara-
ción de su independencia. La materia era demasia-
do nueva para que todas las que les fueron destinadas
hubiesen encontrado fácil ejecución y producido ven-
tajosos resultados.
* *
Bajo el nombre de Recopilación de Ids Leyes de In-
dias se formó un código de todas las relativas á las
posesiones españolas en América. Seguíanse pun-
tualmente en los casos en que no hubiesen sido dero-
gadas por cédulas posteriores, y en los casos de si-
lencio se seguían las del reino, llamadas Leyes de
Partidas.
El respetable tribunal, conocido por Consejo de
Indias^ al que el trono español debió todo su esplen-
dor, data de 1511, establecido por Fernando y perfec-
cionado por Carlos V en 1524. Para ser miembro
de él se requerid poseer grandes cualidades, como las
de imparcialidad, sabiduría y esperiencia.
Su competencia se estendia, sin escepcion, á todo
lo que se referia á América.
Por medio de la apelación llamada remrso, conocía
de las causas falladas en las audiencias. Todas sus
deliberaciones eran tomadas á pluralidad de votos,
escepto para hacer ó revocar leyes, exigiéndose en-
tonces dos tercios de votos.
PREFACIO IX
Era del resorte del Consejo de Indias la pre-
sentación para todos los grandes empleos civiles y
eclesiásticos, las recompensas de los empleados cu-
yo mérito sobresalia, la policia de los tribunales,
lo militar, las finanzas, el comercio. Su poder, de
que jamás abusara, estuvo siempre en aumento,
hasta tener en jaque á toda la América española.
Su integridad repudiaba de tal modo la intriga, que
todo español, acreditado y rico, que, en su causa
ó en sus pretensiones tenia mas que esperar del
favor que de la justicia, empleaba todos sus es-
fuerzos para sustraerse de la jurisdicción del Con-
sejo de Indias. Ninguna esperanza de éxito tenia
sino cuando conseguía solo" necesitar de la deci-
sión de los ministros, que era incomparablemente
mas fácil de engañar. Algunos célebres escritores se
han avanzado á declarar que habia abusos en to-
dos los consejos de España, y en el de las In-
dias mas que en cualquier otro-, que en lugar
de castigar las malversaciones, se sostenía en él á
los culpables en proporción de los regalos quede
ellos recibían. Sin embargo, esto no cíebia ser
cierto cuando se sabe que, en general, los espa-
ñoles de América veneraban á ese augusto tri-
bunal.
*
Los gobernadores estaban obligados á dar cuenta
severa del uso que hicieron del poder. La forma
en qué se daba cumplimiento á esta real disposi-
ción es bastante curios^ para referirse y bastante
PREFACIO
buena para ser imitada. Este acto se denominaba
dar residencia.
Un gefe absoluto que no conoce, á dos, tres ó
cuatro mil leguas de distancia, ninguna autoridad
superior á la suya, y á quien la ley concede un
poder ilimitado^ tiene terribles medios de oprimir
y de vejar impunemente á los ciudadanos, si no
tuvieran, contra los actos de su opresión, otro re-
curso que las vias ordinarias de la justicia: el cré-
dito y las riquezas que los mismos abusos de su
poderle hubiesen hecho adquirir, le harían fácilmente
arrostrar esas presecuciones lentas y costosas, que
no se atrevería á emprender ni podría sostener el
pobre, sobre quien hubiera caido la injusticia. Por
otra parte, someter á un gobernador á quejas par-
ciales, durante su ejercicio, era esponerle, sobre
todo en un pueblo tan amigo de los pleitos, á ser el
blanco de los inquietos celos de los que le debian
obediencia. Era prepararle un manantial de chis-
mes y sinsabores que hubieran hecho perder á su
autoridad todo el respeto de que la soberania espa-
ñola tenia interés en investirla. Ha sido, pues, ne-
cesario buscar un medio que dejase al gefe de todos
los poderes la facultad de hacer todo durante el ejer-
cicio de su empleo, conteniéndolo en loa límites de
la justicia. Era imposible encontrar uno que desem-
peñase mejor ese gran objeto, que la imponente pers-
pectiva de un tribunal constituido espresamente para
recoger sus desvies y castigarlos. Esta institución,
la mejor salvaguardia de los ciudadanos contra toda
PREFACIO XI
clase, de actos afrbitrarios, honra la sagacidad del que
conéibió su idea, el cuidado para con sus subditos
del rey que la adoptara y la sabiduría del monarca
que la conservase.
Cuando debia ser reemplazado un virey ó goberna-
dor, el Consejo de Indias, inmediatamente después
del nombramiento del nuevo titular, presentaba tres
individuos, á uno de los cuales el rey daba comisión
de recibir la residencia del virey ó gobernador sa-
liente. Esta elección generalmente caia en un hom-
bre de ley residente en América.
El comisario de }a residencia se trasportaba á la
capital del gobierno-, anunciaba, por medio de bandos
y carteles, que el tribunal de la residencia de tal
virey ó gobernador reemplazado, se habia de formar
tal dia, teniendo lugar en ia casa tal, á la que podrían
presentarse á prestar sus declaraciones y estar á de-
recho los ciudadanos de todas las órdenes, clases y
condiciones que tuvieran que quejarse de los abusos
de poder de dicho virey ó gobernador. Esta publica-
ción debia hacerse de modo que ninguna persona lo
ignorase. Una cédula del 9 de octubre de 1556 orde-
naba que ella fuese principalmente conocida de los
indios, para que pudieran pedir la reparación de las
injusticias que pudieran habérseles hecho.
La residencia de los gobernadores duraba se-
senta dias, debiendo fallarse las quejas dentro de
otros sesenta dias, á contar desde aquel en que se
habian presentado. La de los vireyes era de seis
meses. Vencidos estos plazos, no se admitían mas
quejas. El procedimiento de la residencia de los
XII PREFACIO
vireyes, gobernadores, etc., se enviaba al Consejo
de Indias, quien daba ei fallo definitivo.
* *
Durante mucho tiempo, todos los funcionarios
públicos estaban sujetos á pasar por esa prueba-,
pero la cédula del 4 de agosto de 1799, dispensó
de ella á los alcaldes, regidores, alguaciles, procura-
dores, etc., y solo quedó subsistente para los vireyes,
presidentes, gobernadores políticos y militares, inten-
dentes de ejército é intendentes corregidores.
Esta obligación era de tal rigor, que ninguno de
ellos podia ocupar un nuevo empleo, sin presentar á
la autoridad que debia ponerle en posesión, un certifi-
cado por el que se hiciera constar no haber resultado
en su contra ningún cargo en su anterior empleo.
No debe inferirse de lo que antecede que los tales
tribunales fuesen de una eficacia absoluta, sino direc-
ta y únicamente la sabiduría de la ley. Abandona-
mos la crítica de sus efectos á los que conocen los mi-
ramientos que incesantemente obtiene el seductor
Pluto sobre la débil Témis.
Por la bula de Alejandío VI, los reyes de Es-
paña adquirieron sobre las Indias occidentales el
dominio eclesiástico, con cargo de operar la con-
quista, haciendo germinar en ellas las semillas de
la fé. En virtud de esta concesión, Fernando é Isa-
bel establecieron, por cédula del 5 de octubre de
1501, los diezmos en todas sus posesiones de Améri-
ca. Su producto se destinó primeramente en la cons-
PREFACIO XUI
•
tracción de iglesias^ en su conservación y en pagar
los curas*, en una palabra, en todo lo que se re^
f^ria al culto católico. Carlos V ordenó, el 5 de
febrero de 1541, que los productos de los diez-
mos se dividieran en cuatro partes, de las que una
pertenecía de derecho al obispo-, la otra al capítu-
lo, divisible según las dignidades-, y que de las dos
restantes se hablan de estraer dos novenos para el
rey, tres para la fundación de iglesias y hospita-
les y los cuatro novenos restantes para pagar á
los curas y otros eclesiásticos que sirviesen los
curatos. Con el tiempo se ha operado en esta
disposición un cambio que únicamente consistía en
reunir á los cuatro novenos de la mitad de los diez-
mos, los tres novenos reservados para la construcción
de iglesias y hospitales, porque como los templos
eran ya bastante numerosos, rara vez habría que
construir otros nuevos.
El obispo y el capítulo tenian la administración
de los diezmos, cuando bastaban para su sueldo,
no estando obligado el rey á proporcionar suple-
mento alguno de su caja-, pero no podían arren-
darse sino en presencia de los oficiales reales y de un
oidor en los puntos donde residía una audiencia real;
y la adjudicación no se hacia sino con cargo de
pagar el adjudicatario, directa y personalmente, á los
oficiales reales los dos novenos que tocaban al rey.
El diezmo Se pagaba por toda clase de perso-
nas, sobre todas las producpiones del país. Solo era
de cinco por ciento sobre los artículos que exigían, al
salir de la tierra, una preparación costosa para
IV PREFACIO
tomar la forma de artículos comerciales, como el azú-
car, el añil y el café; pero era rigurosamente de diez
por ciento sobre el algodón, el cacao, los granos, los
guisantes, las legumbres, las semillas, el casabe, los
corderos, los cabritos, los lechones, los pollos, los an-
sarones, la leche, la manteca, el queso, la lana, las
terneras, los potros, los mulos, los asnos, toda clase
' de frutas, escepto el ananá, las uvas, las aceitunas^
la hortaliza, la miel, la cera, los enjambres, etc.
•M- *
Las principales disposiciones de la madre patria,
para asegurar su soberania en la América, eran
prohibir á los indios cargar ninguna clase de ar-
mas ofensivas ni defensivas; privarles del uso del
caballo; impedir á cualquier indio de aprender. el
oficio de armero, ó vivir en casa de cualquiera
persona donde pudiese adquirir alguna noción de
la fabricación, reparación ó manejo de armas; obli-
gar á los indios conquistados á vivir juntos en villas,
en vez de estar diseminados por el país; prohibir
á todo indio pasar de un pueblo á otro, mucho
menos trasladar su residencia, so pena de veinte
azotes al delincuente y 4000 pesos de multa al cacique
que lo permitiera; privar á los españoles, mulatos y
los de casta mixta de habitar en pueblos indios, de
temor de difundir ideas perjudiciales á la pública
tranquilidad. La esperiencia ha demostrado la utili-
dad de esta separación, porque esta medida, dis-
puesta por la ley, redundaba en ventaja de la domina-
ción del misionero, que era tan atento en prevenir
PREFACIO
X^
mezclas funestas al prestigio de su poder, que los
españoles que tienen ocasión de pasar por esos
pueblos ó reducciones, solo pueden pernoctar una no-
che, si llega por la tarde, ó el tiempo necesario
para comer algo, si es por la mañana. El misionero
los recibía en su casa impidiendo toda comunicación
durante su permanencia, que jamás sé prolongaba ba-
jo ningún motivo ni pretesto. Por este medio, era
imposible enterarse de la vida que llevaban los misio-
neros; pero, si se ha de juzgar por el cuidado que po-
nian en ocultar los defectos de su administración, por
Ja nulidad de la reducción ó conversión de nuevos sal-
vages, por la lentitud de la civilización de los indios,
que, de padre á hijo, estaban confiados á su ministe-
rio, tanto curial como apostólico, ningunas ventajas
sacaron de sus trabajos ni la religión, ni la soberanía
nacional.
Erales prohibido á los misioneros exigir nada de
los indios por la administración de los sacramentos,
ni por ninguna otra función eclesiástica. Esta dispo-
sición no era violada directamente, es verdad, pero
se eludia enteramente su espíritu por la venta que les
hacian, en mil por ciento de beneficio, en rosarios,
escapularios y pequeñas imágenes de vírgenes y san-
tos. El pobre indio era siempre amenazado de la có-
lera de Dios, hasta que hubiese comprado todo lo que
el misionero tenia que vender.'
* »
Con el fin de dar lo mas completa posible la lista
de los gobernadores del Paraguay, que eran los
^Ví PREFACIO
mismos del Rio de la Plata, trascribimos de nues-
tra Historia de los Gobernantes de las Provincias
Argentinas lo pertinente á la presente Historia^
amplrándola cuanto fuese necesario.
La ciudad de la Asunción fué fundada en 1536,
por Juan de Salazar y Espinosa y usa del título de
Bustre^ desde su fundación, por los importantes
servicios que hizo en muchas poblaciones que esta-
bleciera, y por haber sido capital de ocho ciudades,
como se refiere en Real Cédula de 7 de junio de
1618. Tiene por armas un escudo sobre campo
azul: en el primer cuartel está colocada Nuestra
Señora de la Asunción: en el segundo el Patrón San
Blas: en el tercero un castillo, y en el cuarto una pal-
ma, un árbol frondoso y un león, que le concedió
el rey Carlos V. Así debe inferirse, supuesto que la
mayor parte de los papeles antiguos «e perdieron en
el incendio que padeció esta ciudad el aflo de 1545,
cuya desgracia es regular alcanzase también á la
Real Cédula en que el rey le concedió el privilegio de
tener 24 regidores.
ADVERTENCIA
Debemos declarar *que han servido para nuestra obra de los Gobern an-
tes DEL Paraguay los autores siguientes: Azara, Lozano, Funes, Charle-
voix, Angelis, Trelles (Registro Estadístico, Revistas del Archivo y de la
Biblioteca) Archivo Municipal de Córdoba yHe Buenos Aires, ¿obert-
son, Bengger y Longchamp, César Famin, Molas, etc.
HISTORIA
DE LOS
GOBERNANTES DEL PARAGUAY
1535-1539—1. DON PEDRO DE MENDOZA, caballe-
ro andaluz, natural de Guadix en en el reino de Granada,
quien obtuvo de la corte de España, para él, sus herederos
6 sucesores inmediatos, designados por él, el gobierno del
Rio de la Plata, con 200 leguas de jurisdicción hacia el
Sur, y el título de Adelantado (1) de estas comarcas,
con el cargo de hacer todos los gastos de la espedi-
cion.
» *
Sale del puerto de San Lucar (agosto de 1534) para el
Rio de la Plata, trayendo consigo 2500 españoles, de
todo sexo y edad, y 150 alemanes, sajones y flamencos,
(1) Según la loy de Partida^ el adelantado es un funcionario con autori-
dad del rey, como quien dice gobernador de provincia: **Adelantado tanto
quiere decir como home metido adelante, en algún fecho señalado^ por
mandado del rey, y por esta razón, el que antiguamente era asi puesto
sobre tierra gande, llamábanlo, en latin proejes provineiae,**^ (Segunda
partida, tit. IX, ley XXII). 2
•■ • •
2 DEL PARAGUAY
en cuatro embarcaciones, y funda (2 de febrero de
1535) la ciudad de Buenos Aires.
: {.!• 'Jf^lyi ?sja fundación, mandó construir 8 bergantines y
. . • .. ... Jil^Uilos'botQs.y dejando (1539)una guarnicionde 160 hora.
• \; :•': Vi ijife^ paé^M;^ guardia de los navios grandes al mando . del
capitán* Juan Romero, con ración sufi'^iente para un año, se
embarcó con 400 hombres navegando el rio Parapá arriba.
A los dos meses llegó á los Timbües, donde permaneció
cuatro*años, siempre contrariado por sus malos consejeros
que le iban precipitando. Por envidia de algunos, man-
dó matar á su maestre ds campo Juan de Osorio, y tra(§
á sus soldados con castigos afrentosos y crueles, debido
tal vez á los padecimientos que le habían esperimentar
sus. seis heridas, cuatro en la cabeza, una en la pierna
y otra en la mano, privándole de escribir y aun firmar.
Ese mal estado de salud, le determinó á retirarse á Es-
paña y antes de efectuar su viage* hizo en Buenos Aires
su testamento cerrado, que dejó en poder del escribano.
En seguida (21 de abril de 1539) escribió á su lugartenien-
te Ayolas, anunciándole aquella circustancia,"y autorizán-
dole á enterarse del contenido de su testamento, si llega-
ra á tener noticias de que hubiese fallecido. Dejó á Ayo-
las por escrito, las instrucciones de como habia de ma-
nejarse, aconsejándole tratase de conservarse en el go-
bierno toda su vida y teniéndole siempre presente, su pena
de enviar otro en su lugar si no cuniplia sus instruccio-
nes.
Dejando así todo dispuesto, se embarcó en el puerto de
Buenos Aires, á mediados del año (1539) y siguió viage
con destino á Castilla, adonde no pudo llegar por haber
fallecido en la mitad del camino, teniendo la mar por
sepultura.
Apenas fundada la ciudad de Buenos Aires, habian
comisionado con el nombramiento de teniente de goberna-
dor y capitán general de las tierras que descubriera á —
GOBERNANTES 3
11. DONJUÁN DEAYOLAS lugar teniente— uno de
los tres — Domingo Martinez de Irala y Nuflo de Chaves
— que entrara en el Paraguay, comisionado para fundar
otra colonia. Subió el rio Paraná, estableció el pequeño
fuerte de Corpus Christi ó de Buena esperanza, en la
costa occidental del Paraná, cinco leguas mas abajo de
Coronda, y regresó á dar cuenta de su cometido. Bajo
tan felices auspicios, Mendoza se apresuró á comisio-
narle de nuevo para aumentarlos descubrimientos.
Ayolas, siguiendo los pasos que habia trazado Gaboio,
éhtró en el rio Paraguay por el puerto llamado la An-
gostier^a, (25"* 28' 3" latitud) donde fué atacado por los indios
agaces, á quienes consiguió wencer. Continuó su nave-
gación cinco leguas mas arriba, donde fundó e! pueblo
conocido por la Vilteta, (á5 legs. de lo que hoy es
Asunción) después de una reñida y sangrienta batalla
con los indios, quedando I05 españoles dueños absolu-
tos del punto. •
Un poco más arriba, construyó la primera casa en
aquel parage á que dio por nombre nuestra Señora de
la Asunción, (1) en conmemoración del dia (15 de agosto
de 1536) en que tuvo lugar la batalla de Lambaré (2 le-
guas de la Asunción).
Permaneció seis meses en esta ciudad, tomando algún
descanso después de sus sangrientas campañas contra
los agaces, á quienes casi anonadó, tomándoles 500 ca-
noas, quemándoles sus pueblos y haciéndoles muchos
otros daños.
Contando con el auxilio de los cario«, preparó un^ es-
pedicion contra los payaguáes, indios que estaban pobla-
dos como á 100 leguas de la Asunción, y contra los
■
(1) La virgen de la Asunción fué tra^a en 1537 por el capitán Juan
Salazar y Espinosa y colocada en la igleisa diez años después. Se le llamó
conquistadora por ser contemporánea de los primeros conquistadores del
Paraguay y habiendo operado un milagro á doña Lorenza Delgadiüo
esposa del geeneral Zavala, quien le regalo preciosas alhajas, ñié objeto
de devoción de los habitantes de la ciudad por muchos años.
4 DEL PARAGUAY
caracaráes! Hechos los preparativos necesarios, car-
gando cinco navios de maiz y surtiendo á los ma-
rineros de cuanto habia menester para un viage de dos
meses, como proyectaba, dejó en la Asunción 100 hom-
bres y con 300 de los mas escogidos, navegó siempre
rio arriba hasta llegar al último pueblo de los carios,
llamado Itatin, á 80 leguas de aquella ciudad, cuyos in-
dios le proveyeron de toda clase de víveres. En el mon-
te de San Fernando (hoy Pan de Azúcar) á 12 leguas
de Itatin, encontraron los españoles á los payaguáes,
con quienes estuvieron 9 dias, bien tratados y obsequiaí^
dos y con I03 cuales Ayolas concertó una espedicion á
los indios jarayes (1).
Ayolas llevaba 5 buques, de los qué deshizo 2, dejan-
do en los restantes 50 españoles al cargo del capitán
Domingo Martínez de Irala en el puerto de la Candelaria,
donde acababan de desembarcar (2 de febrero de 1537),
con orden de esperarle allí 4 meses, al fin de los cuales
si él no volvia, retirarse á la Asunción. En seguida se
internó en el territorio del Chaco, penetrando por Chiqui-
tos hasta el Perú, y venciendo no pocas dificultades,
volvió al puerto de Candelaria como á los seis meses de
su partida, mas como no encontrara su flota, que acababa de
salir con Iralapara la Asunción, de conformidad á sus ins-
trucciones, fué á establecerse momentáneamente en el
territorio de los payaguáes, acompañado de 300 indios de
esta nación y de sus 300 españoles. Fueron los espa-
ñoles tan obsequiosamente recibidos de losindios, que
Ayolas no desconfió de ellos en lo mas mínimo, cuando
BU objeto en tratarlos de. ese modo era llevar adelante
(1) En la época del descubrimiento, toda la América se hallaba pobla-
da por tribus de indios; cada una de éstas se denominaba nación^ como
los negros de África, aunque el número de que se componia Tina nación
ó tribu apenas llegaba á mil y rara vez pasaba de diez mil.
GOBERNANTES 5
«
una premeditada traición. Egecutaron su perfidia espian-
do el momento que no tardó en presentarse. En una noche
tenebrosa, cuando todos estaban profundamente dormidos
á una señal dada, los indios se lanzaron sobre los cristia-
nos y consumaron su felonía sacrificando á todos menos
Ayolas, que logró postergar su muerte yendo á ocultarse
en un matorral. A la mañana siguiente diefon con él y con
un indio chañes que le acompañaba, y llevándole á la pla-
za le hicieron blanco de sus flechas hasta dejarle cadáver
y al chañes le conservaron prisionero, el cual consiguió
evadirse y fué por quien sesupo el trágico fin de Ayolas y
sus compañeros.
Con la certidumbre de la muerte de Ayolas, como al
año del suceso (1539) Inala mandó quemar vivos á los
payaguáes egecutores de la traición y en seguida volvió
& la Asunción, donde se encontró con el veedor Alonso
de Cabrera, que acababa de llegar y Francisco Ruiz.
Este habia sido despachado de Valladolid, en virtud de
cédula de 12 de setiembre de 1537, provisto gobernador
en caso hubiese muerto el que Mendoza habia dejado
ó no hubiesen elegido otro los conquistadores ó pobla-
dores.
Convocados todos los capitanes, y oficiales reales, se
procedió ala elección de gobernador interino y resultó
electo por unanimidad.
1538-1542— III. DON DOMINGO MARTÍNEZ DE IRA-
LA , apenas se recibió del cargo, en agostó de 1538, decla-
ró asiento del gobierno» lo que entonces era ciudad de la
Asunción; nombró los funcionarios públicos, que habian
de compartir con él las tareas de la gobernación; mandó
parcticar la elección de alcades ordinarios, habiendo ésta
recaído en los caballeros Juan Salazar de Espinosa y
6 DEL PARAGÍIAY
Gonzalo de Mendoza, los regidores y . denlas ministros
mferiores, todos los que prestaron juramento al entrar en
ejercicio de sus oficios. Establecióse una policía en la
ciudad y se formó varias poblaciones de guaraníes á
quienes se obligó á prestar juramento de fidelidad y va-
sallageal rey. Los guaicurúes (1) y otros indios del
Chaco no quisieron prestarse á la sumisión.
Como la población de Buenos Aires sufría privaciones
y toda clase de miserias y se hallara continuamente hos-
tilizada por los indios querandis (2) se resolvió en consejo
mandarla sacar á fin de que se incorporase á los poblado-
res de la Asunción, y reservando para ocasión mas pro-
picia la repoblación de aquel puerto, cuya gloria cupo á
Gara y 40 años más tarde. Para el efecto, Irala despacha
con toda prontitud al capitán Diego de Abreu con el sufi-
ciente número de embarcaciones capaces de conducir toda
aquella población, que recibió con jubilóla noticia de su
traslación* (3). Efectuóse esta en 1540, quedando en con-
secuencia despoblado Buenos Aires, desde entonces hasta
1580 juntamente con los [pobladores cuyo número habia
quedado reducido á 600, se incorporaron tres italianos, á
(1) una de las más famosas naciones ó tribus, una de las mas nume-
rosas, la más valiente, la más fuerte y la más guerrera que habitaba el
Chaco, casi en frente de la Asunción. Los tobas eran sus compañe-
ros y aliados. '
(2) Nombre del cacique que los mandaba y son los actuales pampas y
puelches j etc . disputaron el terreno á los fundadores de Buenos Aires con
un valor, una constancia admirable, al estremo de verse obligados,
después de pérdidas considerables, á abandonar el puerto. A la segun-
da vez que se fundara esa ciudad, no pudieron aquellos indios resistir
á la fuerte caballería de que ya disponía y tuvieron que retirarse al Sur
donde permanecieron durante muchos años hostilizando á toda la cam-
paña.
(3) Sobre la despoblación de Buenos Airef* no están contentes los his- .
toriadores entre si, pues unos dicen que Irala pasó á Buenos Aires con
el objeto de llevar á la Asunción cuanto existia en aquella ciudad, dejan-
do en su lugar á Garcia Yenegas para el mando del Paraguay; otros que
despachó á Diego de Abreu con algunas embarcaciones para efectuar
esa operación. Aun en las fechas hay divergencia de opiniones. Asi es
que sentimos no poder garantir la veracidad délas mismas.
GOBERNANTES 7
quienes un naufrajio llevó á ese puerto, llamados Pedro
Antonio de Aquino, Tomas Risso - y Bautista Troche,
cuyas familias se estendieron después por toda la pro-
vincia del Paraguay.
De los 3000 y más hombres que hablan venido de Es-
paña, cuando se pasó revista, solo se encontró dicho nú-
mero de 600, á cada uno de ellos se repartió un terreno
para edificar casa y tierras para cultivar, circuvalando
todo el recinto con una estacada para resguardarse de
los bárbaros. Empezóse á construir el templo, y como
era humilde su arquitectura á la par que la de las casas,
se les dióeima con bastante brevedad.
Apenas habia conseguido Irala la reducción y pacifi-
cación de los pueblos de Ibitiruzú, Tebicuarí, Monday.y
otros del rio Paraguay arriba, se conjuraron los guara-
níes (1) para deshacerse de los españoles, á quienes odia-
ban, concluyendo con todos, por su conducta violenta y
aun tiránica. Para ejecutar su plan infernal, fijaron la
noche del jueves santo de 1540, á la hora de la procesión.
Una india que vivia con el capitán Salazar previno á este
del peligro que corrían los españoles é inmediatamente se
comunicó la noticia a Irala, quien, con el pretesto de com-
binar algún plan para oponerse ala invasión del común
enemigo, llamó ásu presencia á los caciques y otrqs in-
dios de suposición. Todos concurrieron presurosos,
tnuy ágenos de lo que les esperaba, y á medida que iban
(1) La nación gnarani estaba por todas partes dividida en muy peque-
ñas sociedades ú hordas, independientes unas de otras, y cada una con
diferente nombre, tomado del cacique ó del parage donde habitaba. Los
conquistadores dieron el nombre de guarani ¿ todas las tribus que
▼ivian sobre la costa de un rio, ó en algún distrito, como mbayaes, csr
racaráes, timbúes, tucaquées, calchaquies, quiloazas, carios, mangólas,
tatines, tarcis, bomboyes, curupaities, curumayes/ guaicurúes, tapes, chiri-
guanos, los mismos guaranies y otros. La lengua guarani se estendió
admirablemente por un territorio inmenso poseido por portugueses, fran-
ceses y espafioles.
y
8 DEL PARAGUAY
llegando se les echaban en prisiones quedando incomu-
nicados. Luego que los tuvo presos á todos, los sometió á
un breve interrogatorio, aplicando el tormento á algunos,
hasta conseguir la confesión del plan que meditaban, con
lo cual, los cabezas fueron sentenciados á muerte y ahor-
cados, y sus cadáveres espuestos en seguida á la pública
espectacion, para escarmiento de los demás, á quienes
Irala perdonó mandándolos poner en libertad.
Este acto de severa justicia hizo que Irala fuese temido
de indios y españoles, pero no faltaron algunos que, desa-
probando su conducta y calificándola de despótica, salie-
ron huidos de la Asunción con la intención de^epresen-
tar sus quejas ante el rey. No les faltó buque en que
hacer su viage, el que emprendieron hasta llegar á la
isla de Santa Catalina, donde se encontraron (1541) casual-
mente con —
1542.1544— IV. "ALVAR NUÑEZ CABEZA DE VACA,
adelantado, provisto para el gobierno del Rio de la Plata
en virtud de capitulación hecha con el rey en 18 de náarzo
de 1540, y cuyas cláusulas principales eran: no permitir
letrados ni procuradores, porque la esperiencia»habia de-
mostrado que esas profesiones ocasionaban diferencias y
pleito^, originándose discordias mortales y odios impla-
cables: repartimiento de tierras á perpetuidad á los que
las hubiesen poseido cinco años cumplidos: facultad á los
españoles para tratar y contratar libremente con- los in-
dios: libertad á los vecinos de las provincias del Rio de la
Plata para volver á España, sin necesidad de permiso del
rey: elección de alcaldes ordinarios que pudieran conocer
en los casos de hermandad: apelación de los tenientes al
gobernador de la provincia y remisión de las resoluciones
de este al consejo: apelación en las causas criminales an -
te el consejo,observándose el derecho y las leyes de Cas-
tilla; pero en las civiles de 2000 pesos 6 mayor cantidad.
GOBERNANTES 9 *
otorgándose las apelaciones: recusados los jueces en cual- .
quiera causa, deberse acompañar conforme á la ley: seña-
lamiento de ejidos á todos los vecinos siendo comunes los
usos de los rios: no ejecutarse á nadie, por el espacio
de cuatro años, por deudas reales, no debiendo los veci-
nos pagar por Qiez años el derecho de almojarifazgo, ni
otro derecho en cinco años, etc.
Bajo esas condiciones, el adelantado emprendió su
viage con 400 hombres, 46 caballos y 5 embarcacio-
nes, saliendo de San Lúcar de Barrameda el 2 de
•
noviembre^de 1540 y llegó, al territorio de la Cananea,
cerca de la costa del Brasil, á 37 leguas de San Vicente,
del cual ^omó posesión en nombre del rey de España.
Pasó en seguida ala isla de Santa Catalina, en la misma
•costa, de la que también tomó posesión, el 29 de marzo
del año siguiente; habiendo permanecido en ella siete
meses.
Con el fin de llegar á su destino cuanto antes y hallar-
se más desembarazado, despachó desde la referida isla,
por agua, á los inválidos y á las mugeres á cargo de Fe-
lipe deCácerescon 150 hombres al Rio de la Plata, dejan-
do las dos naves gruesas que llevaba en* San Grabiel y
pasando con las otras tres al Paraguay, y el adelantado
emprendió (8 de octubre de 1541) el viage á la Asunción
por tierra con los hombres de armas llevar y 26 caballos,
únicos que sobrevivieron de los 46 que se trageron de
España. Pasó por los territorios guaraníticos, de cuyas
tribus recibió toda clase de obsequios y tomando po-
SjBsion del país lo denominó provincia de Vera. En di-
ciembre llegó al rio Curitiva ó Iguazü, encaminándose en
seguida al rio Tibajiba, Ubay y Piquiri, desde donde des-
pidió á los indios que de Santa Catalina traia en clase de
guias. Al fin, el 11 de marzo de 1542, entró en la ciudad
de la Asunción, acompañado de sus principales vecinosy
del gobernador Irala, que habia salido á su encuentro.
10 DEL PARAGUAY
Exhibidos su^ títulos y hallados en regla, Irala le entre-
gó el bastón el mismo dia manifestándose todo el pueblo
dispuesto á obedecerle y acatarle, quedando el mismo
Irala reconocido como segundo del adelantado.
Lo primero que hizo Alvar Nuñez al fallarse en po-
sesión del poder fué despachar al capitán Diego de Abreu
con víveres de toda clase parajos que de Santa Catalina
venian por agua, habiendo sido socorridos con toda
oportunidad cerca de Corrientes, y al siguiente mes (abril)
llegaron con felicidad á la Asunción, no sin haber antes
esperimentadó numerosos sinsabores.
El adelantado desde el principio de su gobierno, empe-
zó á tener reyertas con sus subalternos y compañeros de
' viage. Cáceros, á quien el rey habia acordado empleo de
regidor, tuvo una acalorada disputa que escandalizó ala
población, por haberse negado á darle posesión del car-,
go. Esta desinteligencia tuvo sns cpnsecuencias, según se
verá mas adelante.
* »
El ejemplo que daban los conquistadores no era el más
edificante; así fué que los indios pusieron en juego sus
hábitos salvajes*, matando los guaicurúes á algunos espa-
ñoles y guaraníes que se hallaban trabajando en las cer-
canías de la Asunción. Este acto bárbaro no quQdó impu-
ne, pues fueron sorprendidos y castigados, haciéndose un
gran numero de prisioneros y consiguiéndose otras ven-
tajas.
En cumplimiento de la orden que traia Nuñez de bus-
car camino para comunicar con el Perú, confió esta conw-
sion aírala, quien partió en tres bergantines con 90 espa-
ñoles y 800 guaraníes que tomó de los pueblos delpané,
Guarambaré y Atira. Desde el punto denominado Pí^dro^
Partidas á los 22o 34', hizo marchar á los indios hacia el
oeste, bajo las órdenes del cacique Aracaré, con tres espa-
ñoles, y él continuó su navegación rio arriba. Al cabo de
GOBERNANTES 11
algunos dias Aracaré se retiró por temor de los indios del *
Chaco, circunstancia que hizo fracasar la ^empresa por
aquel lado.
Sin embargo, Irala llegó (6 de enero de 1543) á los 17©
57' de latitud, anclando en la Laguna Yaibá, á que nom-
bró Puerto de los Reyes, á causa del dia de su arribo;
desembarcó internándose- en el país y después de recibir
informes, á los cuatro dias volyió á aquel puerto, donde
encontró una canoa que le llevaba orden superior para
ahorcar al cacique Aracaré, por su falta de haberse reti-
rado. Ejecutada dicha orden, Iralá regresó felizmente á
la Asunción, donde ée encontró con la triste nueva de ha-
ber, c(5mo á las dos de la mañana del 4 de febrero (1543)
esperimentado tan feroz incendio, que redujo á ceni-
zas la mayor parte de la ciudad, cuya circunstancia
aterrorizó tanto al adelantado que lo atribuyó á artificios
de los indios é hizo .tocar alarma. Presto se supo que
era casual; y sin embargo los españoles se hallaban ame-
nazados de gran peligro del que se apercibieran por las
llamas del incendio, habiéndose conjurado mediante las
oportunas y acertadas medidas que se pusieron en prác-
tica.
Otro de los puntos importantes á que el adelantado
consideró deber prestar su atención preferente, fué la pa-
cificación de los indios, y lo consiguió celebrando capitu-
laciones satisfactorias con tres caciques principales; pero
hubo que emplear las arnjas para someter á la provincia
de Ipané, cuyo cacique Taberé se había amotinado para
vengar la muerte de su hermano el cacique Aracaré.
En consecuencia, el adelantado preparó un ejército 4
cuya cabeza puso á Irala y bajo sus órdenes otros fa-
mosos capitanes como Alonso deRiquelme, Rui Diaz
Melgarejo y Juan Camargo. El general Irala propuso la
paz á Taberé, quien, furioso por la muerte de su hermano,
12 DEL PARAGUAY
• no quiso oir condiciones y se preparó á la guerra con
encarnizamiento. En una sangrienta batalla que tuvo
lugar el !<>. d6 mayo, (1543) Irala quedó victorioso, aun-
que á costa de inmenso sacrificio de vidas, consiguiéndose
empero la sumisión de Taberé con todos sus indios.
En vista de los informes de Irala, el adelantado resol-
vió ir en persona á buscar un camino para el Perú, á la
cabeza de una espedicion. Después de algunos cambios
en los empleados de la administración de hacienda, anu-
lando los nombramientos hechos por el rey, la espedicion,
compuesta de 400 españoles, arcabuceros y ballesteros,
12 caballos y 200 indios auxiliares de Taberé, con 10 ber-
gantines y 120 canoas, el 8 de setiembre (1543) partió de
la Asunción en dos divisiones, por agua una y por tierra
la otra, hasta el monte de San Fernando, á los 21<> 22' de
latitud, donde se embarcó toda la gente reunida.
Durante la navegación, algunos indios guasarapas
sorprendieron al último bergantín matando seis hombres
pero al fin arribaron al puerto de los Reyes. En este
punto se presentaron con disposiciones pacíficas los indios
orejones, cacocis, chanaes y guaraníes, cuyos servicios
ofrecidos fueron aceptados. Irala, en el acto, despachó
'dos españoles or>n algunos orejones, quienes volvieron al
cabo de ocho dias con la notícia de haber llegado al país
de los jarayes, que era un terreno enteramente inundado.
El comandante, con 300 españoles y víveres para 20 dias
emprendió su marcha (26 de noviembre) tomando la di-
rección del oeste por entre los bosques.
*
Después de sus campañas con los jarayes, por quienes
los españoles fueron bien tratados y obsequiados, tuvo
que regresar á causa de haberse enfermado la mitad de
la gente por el hambre y por el agua corrompida que be-
bieron durante los 30 dias que dur^ el viage. Sin embar-
go durante esta espedicion, tomó posesión del alto Para-
guay á nombre del rey de España.
* GOBERNANTES 13
El adelantado habda impuesto pena de la vida & cual-
quier individuo que desembarcase y ordenado la prisión
del general Hernando de Rivera, que los mandaba, y aun
dispuso su ejecución en una horca. La tropa, que
habia sido despojada de todo el botin adquirido en la guer-
ra con los indios, en vista de la prisión de sugefeydel
trágico fin á que se le quería destinar, se sublevó y exigió
la inmediata soltura y libertad de Rivera y la restitución de
lo que se les habia quitado. La actitud de las tropas era
tan imponente y tan decisiva que Alvar Nuñez no pudo
menos que acceder á su exigencia, llegando á contempo-
rizar con los soldados y su comandante, quien le satisfizo
sobretodos los detalles de la campaña.
Algo enfermo y desazonado por la anarquía é insubor-
dinación que iba tomando cuerpo, Alvar Nuñez regresó
á la Asunción (8 de abril de 1544), encerrándose en su
casa^ sin querer oir quejas ni dejarse ver de nadie, por
haberse agravado su enfermedad. Al fin, estalló una cons-
piración, movida por el mismo írala y encabezada por el
contador Felipe deCáceres, el veedor Alonso de Cabrera,
Francisco de Mendoza y Garcia Venegas. En la noche
del 25 del mismo mes, entraron los conjurados, en número
de 200 hombres, en su casa, y á la voz d^ Libertad^ viva
el rey^ se apoderaron por sorpresa de su persona y lo
conservaron preso durante diez meses con dos pares de
grillos en un cuarto sin luz. El principal motor de tan
injusta prisión y vejaciones fué el contador Cáceres.
Los conquistadores no eran aun dueños absolutos, ni
seguros, de la tierra que pisaban, y ya se habia introdu-
cido entre ellos el germen «de la discordia, aunque en ver-
dad, nunca se habia separado de ellos desde el principio
de la conquista. Desde entonces el Paraguay empezó á
recoger «1 fruto de aquel árbol corrompido, como el lector
tendrá ocasión de vertnas adelante.
Alvar Nuñez sufrió un juicio que duró ocho años y fué
14 DEL PARAGUAY
desterrado á África: mas tarde se le absolvió é indemni-
zó con una pensión y un empleo.
Apenas instalaron en su prisión á Alvar Nuñez, se
procedió á la elección de nuevo gobernador y recayó en
la persona de Iralá.
V. CAPITÁN JUAN DE SALAZAR ESPINOSA, '
interino, durante la campaña del adelantado Cabeza de
Vaca, de setiembre de 1543 á abril de 1544.
Estando en la prisión el adelantado, ideó nombrar por su
teniente á Juan de Salazar, figurándose que si este queria
con sus partidarios podría sacarle de la cárcel; pero Sala-
zar no quiso darle libertad hasta después que él se hubie-
se embarcado. Entonces Alvar Nuñez dijo en voz alta
que dejaba por su lugarteniente en nombre del rey al ca-
pitán Salazar.
Embarcado el adelantado y ya en marcha la caravela
qi;e lo conduela, Salazar convocó secretamente á sus ami-
gos para apoderarse del mando en propiedad, y apesar de
toda su resistencia para conservarse en el poder, Irala
consiguió apoderarse de su persona, haciéndole rema-
char un par de grillos, en su propia casa. Formósele
proceso por perturbador del orden público y se le despa-
chó con otro, para ante el Consejo de Indias, á cargo de
Nuflo de Chaves. Entre los presos igualmente remitidos
á España iba Rui Diaz . Melgarejo, cuya separación del
Paraguay era un bien, por ser hombre cruel, revoltoso y
amigo de cometer todo linage de herejías sin respetar
condición, edad ni sexo. Con los indios fué inhumano
hasta el esceso, pues se complacía en sacarles los ojos
cortarles la cabeza, manos, brazos y narices, haciéndoles
la guerra á sangre y fuego .
VI. DON FRACISCO DE MENDOZA, interino du-
rante, la campaña de Irala contra los guaicurúes en 1543.
^ GOBERNANTES 15
La ausencia dé Irala dio brios á los agaces para ten-
tar una entrada en la ciudad de la Asunción por fuerza
y destruirla. Lo intentaron, en efecto, pero fueron
sentidos y rechazados, contentándose con cautivar mu-
geres y ahuyentar á los labradores de la comarca.
Como hacia mas de un ano que habia salido Irala de la
Asunción siguiendo las pisadas de Juan de Ayolas, sin
saberse nada de él, comenzaron algunos á dudar si le
habría sucedido lo que á dicho Ayolas; esto es que le hu-
biesen muerto, en cuyo caso era necesario elegjr otro gefe.
Estas voces cobraron cuerpo, hasta hubo quien aconseja-
ra á Mendoza, que ya se estaba en el caso de^ elección,
y que reuniese á los españoles para hacerla no pudiéndose
dudar que saldría á su favor, sin que sus parientes en
España consiguieran la real conformación. Mendoza acep-
tó la indicación sometiéndola al Cabildo secular, el cual
contestó no debía pasarse á la elección que proponia hasta
constar debidamente que Irala habia muerto, renunciado,
6 que se hallaba imposibilitado de volver. No hizo caso
Mendoza de este acuerdo, y mandó por un bando que con-
curriesen los españoles á hacerla elección de gobernador,
señalando el parage, el dia y la hora. Viendo esto Diego
de Abreu, intrigó con sus amigos, que eran numerosos;
y llegado el caso, salió electo con mas votos que Mendoza.
No bien entregó el bastón á su sucesor, cuando mal
aconsejado volvió sobre sus pasos y declarando por nula
la elección sosteniendo el dictamen que le habia dado el
Cabildo secular antes de votar, se resistió á reconocer á
Abreu por gobernador. Su resistencia tuvo corta dura-
ción, pues al ñn fué vencido, procesado por perturbador
público y sentenciado á ser decapitado. Apeló al rey de
esa .sentencia, pero fué confirmada.
Estando en el cadalso para ser ejecutado, confesó que
el castigo que iba á recibir era bien merecido, no por la
falta que motivaba su sentencia, sino porque en tal dia
como aquel en que se ajusticiaba, quitó la vida, en Espa-
16 DEL PARAGUAY
ña á SU legítima esposa y á un capellán compadre suyo
con todos sus criados, por leves indicios y falsas sospe-
chas deque los dos mancillaban su honor con ilícita comu-
nicación.
1544-1557— VIL DON DOMINGO MARTÍNEZ DE
IRALA. Al dia siguiente (26 de abril de 1544) de la pri-
sión del adelantado Cabeza de Vaca, los conjurados se
presentaron á la puerta de la casa de Irala repitiendo los
gritos de ¡Libertad! ¡Libertad! y, procediendo en segui-
da á la elección de gobernador, recayó, como era de es-
perarse, puesto que todo estaba preparado para que diera
ese resultado, en el mismo Irala, quien en el acto se reci-
bió del cargo, á pesar de haberse fingido enfermo para no
aparecer complicado en la conjuración que derrocó á
Alvar Nuñez.^ El autor de \s,Argentinay con el fin de jus-
tificar á su abuelo materno de tan fea falta, le hace apa-
recer enfermo.
No pasó mucho tiempo sin que la vida del gobernador
Irala se viera en peligro, á ?ausa de una conjuración,
que felizmente fué descubierta en oportunidad y los ca-
bezas de ella ejecutados á garrote. Con tan justo como
eficaz castigo, consigió restablecer el orden y tranquilidad
amenazados y pudo continuar su gobierno con aparente
sosiego y á satisfacción de uno de los dos partidos en
que se dividía la Asunción. Pues enviado el adelantado
á España, dividióse la población en iralistas y alvaristas.
Esta anarquía agradó mucho á los indios porque veían
en ella el momento propicio para el aniquilamiento de los
españoles, que era cuanto deseaban, y la esperanza de
recuperar su libertad é independencia.
Apercibidos los conquistadores de la ruina que se esta-
ban labrando, buscaron la fusión de los partidos, aunque
fuese aparente, y la unión y alianza délos mismos indios
que se hablan sublevado, imitando el ejemplo que les
daban sus dominadores.
GOBERNANTES 17
A fin de tener la tropa adicta á su persona y poder
continuaren el gobierno, Irala les permítia toda clase de
escesos, hasta que condolido el capitán Juan Camargo de
la pobre condición de los indios propuso el repartimiento
de tierras en encomiendas, con lo que los españoles que- *
darian premiados y defendidos los indios. El ambicioso
Irala, tomando este requirimiento por un ultrage á su
autoridad, le mandó dar garrote con otro amigo suyo.
Este acto despótico hizo sublevar contra sí á sus mismos
parciales, á quienes Irala ofreció lo que poco antes con-
sideraba un ultrage de parte del desgraciado Camargo,
pero que tampoco pensaba cumplir.
Con el objeto de tener á la gente distraída de alguna
tentativa contra su gobierno, Irala desarmó á los sospe-
chosos y emprendió una campaña como á 30 leguas de la
Asunción, dejando en el mando de la ciudad, contra la
opinión de todos, al contador Felipe de Cáceres, en 1546.
En febrero de dicho año, Irala trató de emprender de
nuevo el descubrimiento, interrumpido en junio del año
anterior en la tierra de los Jarayes,»que es lo que hoy
se conoce por Mato Groso, pero no pudo llevarlo á cabo
por la grande oposición que le hicieron sus gefes subal-
ternos. Desistió de hacer la campaña personalmente, des-
pachando al capitán Nuflo de Chaves, quien, en octubre
del mismo año, partió con 50 españoles y 3000 indios
amigos, y desde el puerto de San Femando se internó en
la tierra de los mbayáes, (1) á los que sometió sin oposi-
ción alguna y sin perder un solo hombre, regresando en
(1) Los mbayáes habitaban entonce^el Chaco, entre los 20 y 22 grados
de latitud, y conocidos por los indios machicuys y los enimagos por la
nación tajacmich y guaiguillet. En 1761 atacaron, matando á muchos
guaraníes, el puelo jesuítico Santa María de la F¿¡ situado á los 22® 5' de
latitud, cerca del rio Paraguay, fundado en 1592 y abandonado en dicho
año. Destruyeron en seguida la ciudad de Jerez y se enseñorearon más
tarde de toda la provincia de Itati, desde los 24*> 27' de latitud, sobre el
3
18 DEL PARAGUAY
diciembre á la Asunción. Por este tiempo, .llegó una
carabela con disposiciones del rey prohibiendo empren-
der otros descubrimientos hasta nueva orden. A pe-
sar de dar publicidad á este real mandato á voz de pre-
gonero, como entonces se acostumbraba, lejos de darle
cumplimiento, continuó sus entradas á los indios bajo
varios pretestos y aun suprimió toda correspondencia
epistolar, á fin de poder obrar con toda libertad. No habia
ya seguridad para las personas, ni para sus bienes; todo
era escandalosamente tolerado porlrala, siempre que sus
amigos fueran los perpetradores del desorden.
Al año siguiente (julio de 1547), Irala emprendió nueva
campaña, con el objeto de abrir comunicación con el
Perú. Para el efecto^ convocó á todos los que voluntaria-
mente quisieran acompañarle, y entresacando 250 espa-
ñoles, entre ellos 27 ginetes, con los únicos caballos que
ala sazón existian, á los que se agregaron 2000 indios
guaraníes, en estado de servir, se puso a la cabeza de
ellos, llevando consigo á los capitanes Gonzalo de Men-
doza, Miguel de Rutia, Nuflo de Chaves, Agustin de
Campos, Felipe de Cáceres, y partió de la Asunción en
noviembre. Antes «de salir, dejó eii esa ciudad una
fuerte guarnición y de gobernador interino á Francisco
de Mendoza. En el monte de San Fernando, distante,
como 92 leguas de la Asunción, dividió su gente, de-
jando una pequeña parte en dicho monte, para ase-
gurar el puerto, haciendo regresar otra parte á la capital,
y con el resto atravesó el Chaco y el territorio de Chi-
quitos (agosto de 1548), después de haber esperimen-
rio Jejai, prolongándose toda e^a por el norte hasta la laguna de los
Jarayes. Por esta estension de territorio de que quedaron dueños abso-
lutos, cambiaron todos los nombres, causando y mayor confusión
en la geografía y demarcación de limites, llamando, por ejemplo, Apa y
Aquidaban á los ríos antiguamente conocidos con los nombres de OorrienUs
y Piray; Agaguigo^ al distrito antes conocido por Ptíim, Piray é Itaü;
Itapueú'Ouagú^ ¿ lo que antiguamente se llamaba Monte de San í^emandoi
Ouadti¿, al río antes Ouasarapo, etc.
Sí»
GOBERNANTES 19
tado increíbles fatigas y terribles batallas con los yaperúes
y mbayáes con abundante derramamiento de sangre por
su manifiesta perfidia, repartiéndose los prisioneros he-
chos, que eran numerosos, entre todos los españoles.
*
Allí se confirmóla noticia, que ya se tenia, de la existen-
cia de muchas minas de plata en las sierras de los Car-
caxas (Potosí) que es lo que después se conoció por
Charcas. En seguida, pasó el rio Guapay ó Madera, y
á las cuatro leguas encontró la ranchería de los machea-
sis, indios reducidos que pertenecían al capitán Pedro
Anzures ó Peranzures Enriquez de Campo Redondo, uno
de los conquistadores del Perú y fundador de la Plata ó
Chuquisaca en 1538. Por estos indios, Irala vino en cono-
cimiento de que el Perú se hallaba en revolución, cir-
cunstancia que le obligó ¿detener allí su marcha. No bien
hizo alto, cuando el licenciado Pedro de la Gasea, que á
la sazón gobernaba en calidad de virey del Perú, á quien
por cartas que tenia del mismo obispo y de otros vecinos
respestables de la Asunción, sabia se dirijiaáLima un
ejército bien armado y sin intención de volver al punto de
su partida, y aun formulando quejas d^ su mal proceder
en el Paraguay, al tener noticias de la llegada de un ejér-
cito del mismo punto, cuyas, intenciones eran desconoci-
das, escribió á Irala prohibiéndole, so pena de la vida, dar
un paso adelante sin nueva orden suya. Irala por medio de
los cuatro enviados Nuflo de Chaves, Miguel de Rutia,
Pedro de Oñate y Rui Garcia de Mosquera — estos últimos
dos se quedaron en Chuquisaca— contestó que, lejos de
ser hostiles sus intenciones, ofrecía el ejército de su man-
do áLa Gasea para el servicio del rey. Este agradeció el
ofrecimiento, pero repitió su primera intimación, y aun se-
cretamente confirió el gobierno del Rio de la Plata y del
Paraguay al capitán Diego Centeno, famoso por sus haza-
ñas en el Perú, durante la guerra con Gonzalo Pizarro.
El virey La Gasea informó de todo al rey, quien, como
20 DEL PARAGUAY
diez y ocho años mas tarde, aprobó lo practicado por
aquel, autorizándole á obrar como mejor considerase con-
venir, según se verá por la carta del rey en respuesta, que
damos á continuación: —
"Cuanto á lo que decis, que habiendo tenido por nueva
cierta que venian 300 hombres del rio del Paraguay del
Plata, sin saber cosa cierta si venian á proseguir la con-
quista de los moros que tenia á su cargo Nuflo de Cha-
ves, ó á esa tierra que pretendian ser en derecha conquis-
ta bien armados y sin esperanzas de volver donde salian,
. procurasteis que cesase su venida, y que así por ahora ha
cesado, y el obispo y otros vecinos del Paraguay os han
escrito pidiéndoos justicia porque la tienen, y que á causa
de se os haber acortado el distrito, que no llega allá con
200 leguas, no habéis pro vei do nada hasta que pomos se
os mandólo debéis hacer; y porque habréis visto por la
provisión que se os ha enviado á aquellas provincias las
habemos mandado poner debajo del distrito de esa au-
diencia, vosotros de aqui adelante podréis proveer lo que
os pareciere y viereis que mas convenga á nuestro servi-
cio y bien de aquella tierra. Del Bosque de Segovia á
primeros de octubre de 1566. Yo el Rey — Por mandado
de Su Magestad: Francisco de Herasso — Corregido con su
original — Juan Babtista de la Gasea."
Sin embargo, Gonzalo Pizarro no logró el gobierno de
* la provincia del Paraguay por haber muerto envenenado
en el mismo año 1548. El propio fin cupo al conductor de
la noticia del nombramiento del sucesor de Irala.
Este, que habia dispuesto esperar el regreso de los
enviados, resolvió levantar su campamento y regresar al
Paraguay; pero oponiéndose los gefes á tal determinación,
le depusieron (10 de noviembre de 1548) sustituyén-
dole por el capitán Gonzalo de Mendoza, quien, á pesar de
su fuerte resistencia, fué compelido á admitir el mando.
Los indios aprovechando la desunión de los españoles, los
atacaron, habiendo conseguido, por lo menos, la ventaja
GOBERNANTES 21
%
de disminuir su número matando muchos de ellos.
A principios de marzo de 1549, dio el ejército su vuelta
al puerto de San Fernando, donde se tuvo noticias de la
anarquía que reinaba en la Asunción entre Abreu y Fran-
cisco de Mendoza, á quien Irala habia dejado de goberna-
dor interino, á la muerte de éste. Se supo igualmente
que Abreu se preparaba á resistir la entrada del ejército,
por lo que, reaccionando éste, volvió á dar el mando á
Irala, depues de haber esperimentado numerosas y varia-
das peripecias.
De San Fernando partió el ejército á la Asunción, don
de entró sin ninguna oposición, con escepcion de Abreu
que se negó á hacer entrega del bastón de m|indo á Irala.
Este procedió en seguida contra Abreu y los que le
sostenían, según se verá en su lugar correspondiente.
Nuflo de Chaves, que, como ya se dijo, habia sido comi-
sionado por Irala cerca del licenciado La Gasea, regresó
al Paraguay, con cuatro capitanes y cuarenta soldados,
conduciendo el primer ganado ovejuno y de cabrio que se
introdujo en el Paraguay, en 1550. En cuanto al vacuno,
los hidalgos portugueses Escipion y Vicente de Goes, her-
manos, hijos de don Luis Goes, fueron los primeros que
lo introdujeron en el Paraguay, trayendo siete vacas y un
toro que vinieron á procrear la multitud de ganado que
actualmente puebla las campañas del Rio de la Plata.
Dueño * absoluto del Paraguay y vencidos todos sus
enemigos, Irala descubrió una conjuración contra su vida
encabezada por el capitán Miguel de Rutia y el sargento
Juan Delgado, los cuales fueron públicamente ejecutados
y sus cómplices perdonados.
Habiendo llegado á la Asunción (agosto de 1551) Cris-
tóbal de Saavedra, con cinco ildividuos mas, que venían
de la isla de Santa Catalina, trayendo la noticia del nom-
22 DEL PARAGUAY
bramiento de Diego de Sanabrla para gobernador, (1)
Irala envió á N. de Chaves, con alguna gente, para reci-
birle V conducirle, mas no se hallaba allí. Más tarde
(febrero de 1552), volvió á mandar y tampoco se supo
nada de él; pero el !<> de mayo llegó á la Asunción Her-
nando de Salazar con treinta compañeros,, habiendo pasa-
. do por el rio Itabucá hast^ el Hubay, dejaquí rio abajo,*
hasta llegar al Paraná, de donde siguió por tierra
hasta la capital, con la noticia de haberse perdido los na-
vios que entraron en el puerto de Santa Catalina. Cansa-
do de esperar pronto socorro, Irala determinó (18 de enero
de 1553) salir, como en efecto salió de la Asunción con 130
ginetes y 2000 indios, dejando de gobernador interino á
Felipe de C^ceres; y habiendo andado treinta leguas rio
arriba, tuvo aviso de que Abreu, con gente armada, se
lanzó sobre la ciudad.
Inmediatamente volvió con veinte hombres y después de
imponer severos castigos y prisiones, emprendió de nue-
vo su camino hasta llegar al' pueblo de los mbayáes,
que encontró despoblado, por el terror que á sus mora-
dores inspiraban los conquistadores. Desde aquel pun-
to, despachó una vanguardia de veinte ginetes, al mando
de Chaves, á cuatro jornadas adelante, hasta el pueblo
de los ayeteneos, que también encontró despoblado,
y destruido por los naperúes. Consumida» la provisión
que llevaba, Irala regresó, separándose con 30 hooi-
^1) Apenas había llegado en calidad de preso, Alvar Nuñez, se confir-
mó el mando del Bio de la Plata á Jaime Besquin, uno de los principales
autores de su prisión y que lo habia llevado á España. En efecto, se em-
barcó, mas se vio obligado á anúbar al mismo puerto; lo que proporcio-
nó al doctor Juan de Sanabria tiempo suficiente para intrigar, á fin de
obtener aquel gobierno, habiéndolo conseguido por ofrecer mayores
ventajas. En consecuencia, inició sus preparativos que la muerte le
impidió concluir, continuándolos su hijo don Diego. Este reunió algu-
na gente y municiones, confiando todo ¿ Salazar, quien Uegó ala Asun-
ción con sus treinta agentes, á principios de 1553, es decir, como ocho
años después de haber Nuñez dejado de ser gobernador.
GOBERNANTES 23
bres, y llegando á la provincia de Itatin, de la que tomó
posesión, sin ninguna resistencia.
Después de haber alcanzado señaladas victorias sobre
los indios, como la que habia obtenido el 1°. de noviem-
are de 1552; ayudado al cacique Guaira contra los in-
^dios tupies, Irala volvió prendado de la buena calidad que
observara en las tierras de la provincia de Guaira, en-
trando en setiembre de 1553 en la Asunción, donde fué
bien recibido.
La circunstancia de haberse enamorado de las tierras
de Guaira, animó á Irala, fundar en ellas un pueblo»
comisionando al efecto al capitán Garcia Rodríguez de
Vergara con sesenta soldados y todo lo necesario. Partió
éste en 1554 y fundó la villa de Ontiveros, trasladada
más tarde á Ciudad Real, la cual quedó, como toda la
provincia arruinada por los mamelucos del Brasil.
Habiendo preparado una nueva espedicion, despachó(17
de* octubre de 1554) de vanguardia á Chaves con treinta
ginetes y con la intención de marchar Irala después; mas
al partir recibió aviso (2 de junio de 1555), por via de Sah
Vicente, de Bartolomé Justiniano, de haber sido nombra-
do gobernador en jiropiedad; y al año siguiente llegó al
puerto de la Asunción una escuadrilla al mando del gene-
ral Martin de Orúe, conduciendo al obispo La Torre y los
despachos de gobernador para el general Irala.
* *
Los conquistadores hicieron con Irala lo que éste ha-
bia practicado con su antecesor. No obstante, su go-
bierno, á pesar de haber tenido que luchar con las faccio-
nes, para afirmar su autoridad, fué el más próspero y la
provincia le debe mucho. Entre otros beneficios, le debe
el edificio de la primera iglesia, que es hoy la catedral del
obispado, de cuyo primer obispo recibió la confirmación
de su nombramiento la víspera del domingo de Ramos del
año de 1556. Espidió, para el gobierno de la provincia,
unos reglamentos estableciendo el sistema de encomien -
24 DEL PARAGUAY
das, (2) que, á pesar de todas la órdenes del rey en sentido
contrario, prevalecieron por muchos años. Irala era na-
tural de Vergara, en Guipúzcoa y murió llorado de todos,
en abril de 1557, á la edad como de 52 años, de resultas
de una enfermedad que contrajo en Itá, — puerto mas
antiguo de los indios carios ó guaraníes, vencidos por
Ayolas en 1536, durante el corte de la madera destinada á
la terminación de una capilla en la catedral. Irala, como
diez meses antes de su muerte, tenia la intención de hacer-
se clérigo.
» *
Al momento de la muerte de Irala, Nuflo de Chaves,
acompañado de trescientos soldado se hallaba navegando,
por orden del mismo gobernador, hacia el origen del rio
Paraguay. Reconoció laisla Cumprida, ala quedió el nom-
bre de los Orejones y en seguida subió hasta la emboca-
dura del rio Jaurú, que llamó Puerto de Perahanxanesj
donde dejó sus buques, penetrando por el .país conocido
hoy por provincia de Chiquitos y Mato Groso. En este
punto tuvo noticias de la muerte de Irala, por lo que en
el acto resolvió fundar una nueva provincia independien-
te del Paraguay. Este proyectó fué desaprobado por casi
todos sus soldados que le abandonaron volviéndose á la
Asunción y quedándole á Chaves solo sesenta hombres,
con cuyo número llegó al rio Guapay. Luego penetró por
las llanuras de Guelgorigota, dondl encontró á Andrés
(2) Las conoesiones hechas á los aventareros españoles bajo laantori-
dad de los adelantados eran todas para la segunda vida, y comprendían
tierras é indios. Llamábanse Encomiendas, distinguiéndose en encomien
das de Yamuamas^ 6 de Mitayos, según eran ocupadas por Yanaconas, indios
convertidos y sometidos ¿ ciertos deberes análogos á los de vasallos en
Europa, ó por Mitayos, indios salvajes obligados solamente al tributo lla-
mado Mita^ que consistía en dos meses de servicio personal por año pa-
ra cada Mitayo. Las encomiendas de Yanaconas eran mas productivas
y por lo tanto mas solicitadas que las de los Mitayos. A juzgar por los
resultados, este sistema de colonización era muy superior al empleado
por los jesuítas, quienes, en ciento cincuenta años, solo fandaron veinte
establecimientos nuevos.
GOBERNANTES
25
Manso, que venía del Perú con una compañía, para el
mismo objeto que lo llevaba á Chaves. Esta coincidencia
de pensamiento enjendró entre ambos una disputa sobre
el derecho de conquista, que fué resuelto por el virey del
Perú, pronunciándose en favor de Chaves y declarando
•dicho país independiente, para el cual nombró gobernador
á su hijo don García Hurtado de Mendoza. Este perma-
neció con su padre, enviando á Chaves bajo el título de lu-
garteniente con tropas y recursos. Chaves volvió de Li-
ma en 1560 y fundó una ciudad á que puso por nombre
Santa Cruz de la Sierra, al lado del pueblo de San José, en
la provincia de Chiquitos, á los 18" 4* de latitud y á los 62°
24' de longitud, trasferido en 1575 á los 17^ 49' 44" de lati-
tud y 67o43'.30" de longitud, que es el parage donde actual-
mentQ se halla situada dicha ciudad. Como no había uni-
formidad de acción y en todo había anarquía, los habitan tes
que no estuvieron conformes con esta traslación se divi-
dieron en dos «fracciones, una de ellas fundó el pueblo de
San Francisco de Alfaro, y la otra en una barca que cons-,
tfuyeron, andaban navegando por el Mamoré primero,
en seguida por el Marañoi^, concluyendo por arribar á Cá-
diz. Chaves, con su cuñado don Diego de Mendoza, pa-
saron á buscar sus familias á la Asunción, para llevárse-
las definitivamente consigo á Santa Cruz.
García Venegas, fué teniente de tesorero, teniente
^ gobernador ó delegadl^de Irala, desde marzo de 1541, du-
rante la ausencia de éste al puerto de Buenos Aires para
despoblarlo.
VIII. DON FELIPE DE CÁCERES, interino en 1546.
Quedó casi solo en el gobierno, pues los particRrios de
Abreu abandonaron la ciudad yendo á reunirse á éste en
los bosques de Ibítiruzú.
En su gobierno, se robaba, mataba y difamaba con
toda impunidad, y cuando se llegaba á prender á alguno
por sus demasías, por una puerta entraba en la cárcel y por
26 DEL PARAGUAY
otra se le daba libertad, con tal que fuese uno de los pa-
niaguados del contador Cáceres, sin tener que contar
sino lo ageno.
En enero de 1553, quedó nuevamente de interino, du-
rante la ausencia de Irala á los Itatines:
IX. DON DIEGO DE ABREÜ, gobernador y capitán
general electo popularmente en 1550.
Dueño del campo y triunfante de su rival en el gobierno,
don Francisco de Mendoza,- despachó una carabela con
una comisión, compuesta del capitán Alonso de Riquel-
me, Francisco de Vergara y otros, cerca de la corte, para
negociar la confirmación de su nombramiento, la cual
fracasó por contratiempos que esperimentara durante la
navegación.
A pesar de considerársele intruso, Abreu se hizo fuerte
y se negó á entregar á Irala el bastón de gobernador.
Viéndose éste rechazado, sitiada por Irala l»ciudad, la que
en el acto se rindió, dejando abandonado á Abreu con muy
poca gente, y huyendo éste á refugiarse en los bosques. '
En seguida proclamaron de nuevo á Irala por goberna-
dor, hostilizado durante dos años por Abreu que se mante-
nia habitualmente en las tierras de Ibitiruzú, donde hoy
se halla Villa Rica del Espíritu Santo, cuyos moradores
no solo le trataban bien sino que le ayudaban contra Irala.
Trató éste de someterle por la fuer^*ó atraerlepor la amis-
tad, sin poder conseguir, ni lo uno ni lo otro.
Sin embargo, perseguido con tenacidad, Abreu fué al
fin sorprendido mientras dormiay mull'to de un saetazo.
Sus secuaces se sometieron y fueron indultados. Su
,cadáveffué llevado ala Asunción, cuyo espectáculo de-
sagradó sobre manera.
X. DON GONZALO DE MENDOZA, teniente general, re-
cibido interinamente por el Cabildo, en 1557, á consecuen-
cia de la muerte de Irala, su suegro.
GOBERNANTES 27
Consiguió someter á los indios agaces que tanto mo-
lestaban á los conquistadores con sus continuos asaltos,
saqueos y matanzas, terminando sus dias el 19 de julio
de 1558.
Estaba dispuesto por el rey desde el principio de la con-
quista, que cuando ocurriera un caso análogo, se proce-
diera auna elección popular. Asi convocados por el obis-
po los principales habitantes de la Asunción, obtuvo ma-
yoría de votos, otro yerno de Irala, el capitán —
1558-1564— XI. DON FRANCISCO ORTIZ DE VERGARA,
natural de Sevilla, electo el 22 de julio de 1558. Gobernó
mas de siete aíios sin hacer saber la vacante al rey, ni al
virey de Lima, quien tan luego como tuvo noticia de su
gobierno, lo proveyó en Zarate consultando razones de
conveniencia más que el bien común.
Nuflo de Chaves, que habia fundado la ciudad de Santa
Cruz de la Sierra, de que era lugarteniente nombrado por
el virey de Lima, desconoció la autoridad de Vergara so-
bre aquella fundación, declarada indebidamente indepen-
diente del Paraguay y contribuyendo así á dar origen al
desorden v confusión mas tarde.
Sin embargo, Vergara no se amilanó, por el contrario,
sometió á los indios que en número de 16000, se habian
sublevado con el objeto de recobrar su libertad. A la ca-
beza de 500 españoles, 4000 guaraéííes y 400 guaicurúes,
atacó á los revoltosos -habiendo alcanzado sobre ellos una
completa victoria el 3 de mayo de 1560.
Sometió también á los indios del Guaira que se habian
sublevado, llegando hasta sitiar la ciudad; y consiguió
apaciguar un levaiTtamiento general de losguar«íes, pro-
ducido á consecuencia de la crueldad con que sus seño-
res feudales los trataban.
Después de estar seis años en posesión del gobierno,
trató de ir personalmente (1564), por consejo del obispo
La Torre, ádar cuenta á la Audiencia de Charcas del es-
38 DEL PARAGUAY
tado del país y solicitar al mismo tiempo la confirmación
de su nombramiento.
Con el proyecto de este viage, coincidió la llegada de
Nuflo de Chaves, quien de Santa Cruz venia en busca de
su. familia, para que el obispo, cuyas ideas segma cie-
gamente el gobernador, persuadiese á éste á partir jun-
tos.
El pensamiento de ir personalmente Vergara, á Santa
Cruz y de allí á Chuquisaca con el objeto de que aquella
real audiencia confirmase al gobernador en el gobierno,
fué adoptado principalmente por éste y por el obispo,
quienes en poco tiempo alistaron mas de 300 españoles,
entre ellos el gobernador y el obispo, siqte clérigos y frai-
les, Felipe de Cáceres, Pedre Dorante, Pedro Segura,
con su muger y su hijo Cristóbal Saavedra, Rui Diaz
Maldonado y otros, y ademas muchos indios de las en-
comiendas de los referidos españoles y de los de
Chaves y de su gente. Nunca se habia vjsto hasta en-
tonces una espedicion tan numerosa, que, aunque sin
. objeto de guerra, parecia como si se llevase la idea de
abandonar el Paraguay. Se dejó mandando en la Asun-
ción á Juan de Ortega, y en el Guaira á Alonso Riquel-
me y salió la espedicion, parte embarcada y el resto por
tierra dirigida toda por Chaves. Este, que deseaba au-
mentar la gente de su provincia, tuvo la habilidad de ha-
cer que le siguieran ^I paso muchos indios do Atirá,
Ipané y Guarambaré y otros de los que aun no estaban
reducidos, por los 22 grados de latitud. Llegaron ¿jun-
tarse todos en frente de la laguna de los Guatos. Allí pa-
saron el rio Paraguay y entraron en la jurisdicción de
Chaves ^e incluia las provincias de "Chiquitos, Mojos y
Mato Groso. Después de un contratiempo insignificante,
todos llegaron á Santa Cruz. Desde aquí el gobernador
despachó un pliego á la audiencia de Charcas, manifes-
tando su situación y pidiéndole permiso para presentarse
en ella. Acordado este, partió con solo 60 españoles,
GOBERNANTES 29
dirigiéndose por los llanos de Manso, y torciendo por la
fontera de Tomina, siguió el camino de Cuzco Toro.
Llegó con el obispo y su gente á Chuquisaca el año de
1565, después de algunos encuentros con los chiriguanos,
que le mataron alguna gente y un mercenario.
Antes de llegar el gobernador á Chuquisaca, hubo al-
gunas intrigas para quitarle el gobierno. Así fué que
cuando el gobernador entabló su solicitud para que la
audiencia le confirmase en su mando, se presentó Mal-
donado, como procurador de la provincia del Rio de la
Plata, haciendo multitud de cargos al gobernador, siendo
el mayor haber abandonado su provincia. A lo cual con-
testó éste que habia sido con el fin de solicitar socorros,
pero le replicó Maldonado que, siendo su único objeto so-
solicitar la confirmación de su mando, podia haberlo he-
cho por una representación. Viendo Cáceres con los
pretendiente al gobierno que la audiencia nada resolvia,
pasaron á Lima donde reprodugeron los cargos contra
Ortiz de Vergara ante el gobernador general del Perú, el
cual quitó el gobierno á dicho Ortiz de Vergara mandán-
dole fuese á justificarse á la corte.
XII. • DON JUAN DE ORTEGA, delegado de Vergara,
durante la ausencia de éste en el Perú, en 1564.
No era hombre bien quisto por los habitantes de la
Asunción, así fué que hizo un trisü gobierno, que entregó
á Cáceres.
1564-1575— XIIL DON JUAN ORTIZ DE ZARATE,
opulento caballero, nombrado adelantado, en 1564, por el
virey del Perú, con la obligación de que habia <Je emplear
en la conquista y población del -Rio de la Plata 80,000
ducados, introducir 200 familias de España y 300 áolda-
dos para la fundación de dos nuevas ciudades en la pro-
vincia de su mando, y llevar de la de Charcas 4000 vacas,
ovejas, yeguas y cabras. '
30 DEL PARAGUAY
El gobernador del Perú aceptó esta propuesta de Zarate
y le dio el título de adelantado con la condición de ir á
España por la confirmación. En efecto, el año de 1567,
salió de Lima partiendo para España por via de Panamá,
nombrando antes por su teniente general en el gobierno á
Felipe de Cáceres, proveyéndole de los fondos necesarios
para conducir al Paraguay los ganados estipulados.
Cáceres pasó á Chuquisaca, incorporándose con el obis-
po y los que quisieron acompañarle, y fueron todos á
Santa Cruz de la Sierra, donde Chaves los agasajó con
tanta atención y buen modo que se quedaron allí muchos
de los que hablan ido con Ortiz de Vergara y el obispo
del Paraguay, entre ellos el soldado Muñoz, que entendía
de minas, siendo muy útil á Chaves que se estaba apron-
tando para ir á beneficiar las que habia en Chiquitos y
Mato Groso. Salieron todos escoltados con una' compa-
ñía de doce hombres al mando de Chaves, llegando al
pueblo de Itatl, fundado por éste, y encontrándolo sin
gente, se, vio obligado á^ separarse de la comitiva, para
reunir hombres y tranquilizar á los itatines. Pero desgra-
ciadamente en el camino fué muerto Chaves por un indio,
y los demás de laescolta lo fueron también todos menos el
trompa. Si no hubiese sucedido esta desgracia, es de
creer que no solo habrían descubierto y poseerían los es-
pañoles los minerales de oro, diamantes y otras piedras
preciosas que disfrutanjos portugueses en Mato Groso y
Cuyabá, Sino también se habria conservado abierta por el
rioParaguay la comunicación del Rio de la Plata con Es-
paña de las provincias de Chiquitos, Mojos, Santa Cruz
y otras que por falta de esta proporción han sido y serán
siempre ppbres.
El rey confinó (11 de diciembre de 1571) el nombra-
miento de Zarate como se verá por la providencia siguiente:
"El Rey. — Presidente y oidores de la nuestra audien-
cia real que reside en la ciudad de la Plata de la provin-
cia de los Charcas: sabed que- nos tenemos proveído por
GOBERNANTES 31
adelantado nuestro gobernador y capitán general de las
provincias del Rio de la Plata á Juan Ortiz de Zarate,
caballero de la orden de Santiago, conforme á cierto asien-
to que con él mandamos tomar, por el cual, entre otras
cosas está obligado á poblar dos pueblos entre la ciudad
de la Asunción, que es en las dichas provincias y esaciudad,
para que ambas provincias se puedan comunicar; y asi
mismo está obligado á meter en ellas cierta cantidad de
ganados como se contiene en los artículos del dicho
asiento que con estaos mando enviar, firmado Joan de
Ledesma, nuestro secretario de Cámara y de gobernación
en el nuestro Consejo de las Indias, para que las veáis y
deis orden como el dicho adelantado los cumpla; y así os
lo encargo] y mando, y que á él ó á la persona que él
enviare para ello le deis todo el favor y ayuda despachan-
do en nuestro nombre las provisiones que fuesen
menester, y.porveyendo que las personas que fueren
á poblar tengan el caudal, suficiencia y bondad que
conviene; advirtiendo que los dichos pueblos se ha-
gan en las partes mas conveifientes al efecto que se
pretende; y de todo lo que en ello se hiciere nos iréis
dando aviso en el nuestro Consejo Real de las Indias,
y caso que el dicho adelantado no lo haga y cumpla, to-
mareis de su hacienda hasta en cantidad de veinte mil
ducados y el ganado que está obligado á meter en las di-
chas provincias, conforme á los dichos capítulos; y en-
cargareis á una persona, cual conviene para el efecto,
vaya á hacer la población de los dichos dos pueblos á
costa délos veinte mil ducados dichos. Fecha en Ma-
drid áonce de diciembre de 1571 años. — Yo el Rey. — Por
mandado de Su Magestad, Antonio de Herasso.— Corr,e-
gido con su original.— Juan Baptistade la Gasea.*'
Con esta confirmación Zarate partió de San Lúcar de
Barrameda el 17 de octubre de 1572, con una espedi-
cion compuesta de tres navios y dos buques meno-
res. SíC embarcó también el comisario Fray Juan VL
32 DEL PARAGUAY
llalta con otros veinte y un religiosos franciscanos, entro
ellos Fray Alonso de San Buenaventura y el célebre anda-
luz Fray Luis Bolaños, ordenados de evangelio, el cual,
después de haber trabajado mas que nadie en la predi-
cación de los indios, compuso el catecismo en lengua
guaraní, y escribió el arte y diccionario de este idioma,
que imprimieron después los padres jesuitas. Uno de
los que hallaron en esta espedicion fué el licenciado estre-
meño don Martin del Barco Centenera, autor de la Ar-
gentina, en verso.
Después de haber esperimentado muchos contratiem-
pos, primero en el mar con las muchas tempestades, mu-
riendo en la travesía desde el Cabo Verde hasta Santa
Catalina 300 personas de ambos sexos, como consta por
la carta de un soldado de esta espedicion que, según
Azara, se halla inserta en el testamento de Gil y Garcia
archivada en el Paraguay; y vivamente hostilizado en se-
guida por los charrúas hasta que entró en el Rio de la Pla-
ta, fondeando en San Gabriel. De aquí pasó á la isla de
Martiri Garcia, donde desembarcó toda su gente, con el
objeto de fundar en ella una población. Lo primero que
mandó el adelantado fué que á toda la estension de su ju-
risdicción se diese el nombre de Nueva Vizcaya, porque
era vizcaíno y que aquella principiada población tuviese
el de ciudad de San Salvador, de la cual nombró alcaldes,
rejidores, etc. Nombró también por su segundo ó tenien-
te general de todas aquellas provincias á Juan de Garay,
despachándolo á la Asunción con varias órdenes, una de
ellas la mas urgente, que le enviase víveres y auxilios.
Todo cuanto disponía el adelantado era muy criticado,
y aun se meditaba aprisionarle y enviarle á España for-
mándole proceso que justificase sus malos modos con las
gentes, su impericia y sus latrocinios. En estas circuns-
tancias, llegó del Paraguay el socorro de víveres y de
' GOBERNANTES 33
indios que le enviara Garay, y entonces resolvió el ade-
lantado ir á la Asunción, donde llegó felizmente, en octu-
bre de 1575, siendo muy bien recibido.
La primera medida al recibirse del gobierno fué desa-
probar por bando (22 de octubre de 1575) todo lo practi-
cado contra Cáceres, el haberse apoderado del mandó
Martin Suarezde Toledo y todos los empleos y mercedes
que este habia conferido.
Destituido de las cualidades necesarias para el mando,
su política le acarreaba la antipatía de todos los colonos,
hasta que viéndose aislado, odiado y aun despreciado de
todos, un ataque de hipocondría dio fin á sus dias el mis-
mo año de 1575.
Nombró su heredera universal á su única hija doña
Juana, que se hallaba en Chuquisaca y por su sucesor en
el adelantazgo al que se casase con ella, pero, para mandar
entretanto, nombró á su sobrino Diego Ortiz de Zarate y
Mendieta, dándole por coadjuntor á Martin Duré.
Xiv. GENERAL FELIPE DE CÁCERES, lugar-
teniente de Juan Ortiz de Zarate, nombrado por éste en
Chuquisaca, el cual llegó á la Asunción en 1570 juntamen-
te con el obispo La Torre.
Al pasar por Santa Cruz de la Sierra fueron ambos
bien obsequiados por Ñuño de Chaves, cuya ruta prepa-
rada en su primera espedicion y frecuentada posterior-
mente por todos, habían seguido el obispo y el teniente
de gobernador. Aqnella ruta quedó abandonada tan lue-
go pomo fueron avasallados los territorios del Tucuman.
Antes de entrar en la Asunción, se tuvo la noticia del
asesinato alevoso de Chaves por los itatines (1568). En el
mismo año (12 de noviembre) consiguió Cáceres una
insigne victoria sobre un ejército de 10000 indios que fue-
ron completamente aniquilados. Desde entonces no hubo
que vencer obstáculo alguno, hasta su entrada en la Asun-
4
34 DEL paraguay'
»
cion, donde fueron recibidos el obispo yCáceres con gran-
des demostraciones de alegría.
Apenas entró en la capital, se hizo entregar el bastón de
gobernador que empuñaba Ortega y en seguida convocó
al ayuntamiento, de quien se hizo reconocer en su empleo,
haciéndose obedecer por fuerza y aun con amenazas, y
luego procedió al nombramiento de los funcionarios con
quienes habia de gobernar. Estos eran hombres senci-
llos y tímidos, á quienes podia Cáceres manejará su an-
tojo, y muchos de ellos no sabian ni firmar, haciéndolo
por ellos los escribientes y el mismo gobernador. Es-
tos cargos eran desempeñados, desde época remota,
por siete ú ocho que eran los primeros que se acer-
caban á los hombres del poder, mientras habia vecinos
casados, honrados, respetables y de edad provecta, pero
que no eran los sicofantas de todas las épocas.
Durante los tres años que duró el gobierno de Cá-
ceres, tuvo que luchar continuamente con los partida-
rios de Vergara que no le querian, sino que fuese el obis-
po quien habia de ejercer el maudo político. De aquí
nació una falta de armomía entre la autoridad civil v la
eclesiástica, agriándose los ánimos hasta el escándalo,
sin tener en cuenta para nada la dignidad que represen-
taban.
Cáceres deseaba la llegada del adelantado para que pu-
siera término á este malestar. Así, hizo dos viages
hasta Buenos Aires para verse con el adelantado, cuya
tardanza aumentaba la discordia, y como volviese solo
después de su segundo viage, sus enemigos cobraron
valor y se pronunciaron abiertamente contra él. En vano
empleó medidas de rigor para contener el desborde de
las pasiones, á que el obispo, abusando de su posición
y del oscurantismo de la época, aumentaba cada vez
más.
Al fin, Cáceres se vio obligado á mandar prender al
GOBERNANTES 35
provisor Alonso de Segovia, á quien hizo remachar una
barra de grillos y meter en un calabozo. Aquí fué Troya;
el obispo inmediatamente declara á Cáceres privado de las
temporalidades como perturbador del orden público, lo
que era muy cuestionable.
Verdad es que Cáceres era hombre audaz, cobarde,
soberbio* y vengativo, que trataba con crueldades á los
naturales, siu respeto para con nadie, ni para con q1 mis-
mo obispo.
^ *
Como el mal iba en progresión ascendente, se exaspera-
ron los parciales del obispo y suscitaron una conspiración
con la maligna intención de prender ó matar al goberna-
dor; más luego que éste tuvo conocimiento de ella, man-
dó, cual medida preventiva, prender y ejecutar á un
caballero en quien tuvo alguna sospecha y en seguida
encarcelar á todos los cabezas de la conjuración. Acto
continuo espidió un bando prohibiendo toda comunica-
ción con el obispo, hablar con él,, ni tener reunión de
gente en su casa, bajo penas graves.
Sin embago, el obispo, apoyado por el sexo débil, muy
fácil de impresionarse, consiguió ganarle de mano valién-
dose de un fraile, fray Francisco de Ocampo, hombre
audaz, revoltoso, inquieto é inmoral, quien, encabezando
el populacho, se lanzó sobre el gobernador, en momentos
que este se hallaba hincado en la iglesia oyendo misa.
Le desarman con violencia, remáehanle dos barras de
grillos, con una fuerte y pesada cadena que atrabesaba
una pared por medio de un grueso cepo cerrado con un
gran candado, 'cuya llave entregaron al prelado.
Ei mismo obispo lo condujo mas tarde á España, re-
mitiéndole a^l Santo Ofiio.
En ese estado fué humillado, escarnecido é insultado
hasta por un negro esclavo suyo. Embargáronle sus
bienes disponiendo de ellos.
^ I
36 DEL PARAGUAY
Cuando los soldados le sacaban de la iglesia para con-
ducirle á la prisisn, en la que permaneció por mas de un
año, se presentó en la plaza, seguido de una multitud
de gente, el teniente de gobernador Suarez'de Toledo que
habia sido depuesto.
En San Vicente, en la costa del Brasil, Cáceres, que iba
en la misma caravela en que salió Garaj de la Asunción
el 14 de abril de 1573, según una declaración de éste que
existe en el archivo de Santa Fe, fué desembarcado y
puesto en una estrecha prisión; pero los portugueses le
libraron de ella secretamente y ocultándole, mas des-
pués lo entregaron y lo volvieron á la prisión. Abando-
nado Cáceres, continúo libre hasta España: presentóse al
supremo consejo, logrando que se aprobase su cqnducta
y que repróbasela de sus contrarios.
XV. MARTIN JUÁREZ DE TOLEDO, lugartenien-
te de Cáceres dos veces, la primera en 1570, duranter el
viage de este al Rio de la Plata para recibir al gobernador
propietario Juan Ortiz de Zarate, habiendo sido depuesto;
y la segunda, intruso, desde el momento.de la prisión del
mismo Cáceres (1572), y confirmado, por el Cabildo, en
su puesto de gobernador y justicia mayor, con todas las
facultades anexas al cargo, de quo no se pudo prescindir,
hasta el 22 de octubre de 1575 flue el adelantado Ortiz de
Zarate protestó contra la usurpación, declarando ser nulo
cuanto él habia practicado.
Poco tiempo después mandó Suarez de Toledo al viz-
caíno Juan de Garay á reclutar gente para fundar un pue-
blo hacia Santisplrtus* Salió, según se ha dicha, el 14 de
abril de 1573, en compañía de la caravela un bergantín
con algunas canoas, al mando de Juan de Garay, que iba
á su destino con 80 españoles, según Azara que le da ma-
yor número que los demás historiadores, que lo fijan en
GOBERNANTES 37
60, parte embarcados y los restaníes conduciendo vacas,
yeguas y caballos por tierra. Se introdujo con sus buques
y gentes por el brazo del Paraná llamado de los ^utloaspov
los guaraníes que lo habitaban, pareciendo bien un sitio de
la orilla occidental en los 31° 9' 20" de latitud observada;
sentó su real por junio o julio de 1573, según se infiere del
tiempo que pudo tardar en su viage, y el que necesitó ha-
cer para encontrarse con Cabrera el 19 de setiembre. Ya
íiabia construido (15 de setiembre de 1573) con tapias un
pequeño fuerte de 150 varas en cuadro, que repartió en
sitios para casas, llamándole ciudad de Santa Fé de la
Vera Cruz, nombrando alcaldesy regidores y dándole por
patrono á San Gerónimo; pero se trasladó esta ciudad en
donde hoy se halla el 20 de abril de 1651. Mientras se
hacian esas obras, salió Garay con el bergantín y cuaren-
ta españoles aguas abajo, á tomar conocimienio de los
indios de que podria disponer para repartirlos en enco-
miendas y siguió el brazo del Paraná que pasa por la
actual Santa Fé y por Coronda, donde se detuvo algunos
días con los timbúes. Estando allí una madrugada se le
presentaron algunos españoles que le dijeron ser soldados
del citado Cabrera, el cual, después de fundar á Córdoba,
se habia adelantado hasta el Paraná, y tomado posesión de
Santispíritus, poniéndole el nombre de San Luis de Cór-
doba, para que le sirviese de puerto de comunicacin con
España, y que le habia señalado por distrito las costas é
islas á distancia de 20 leguas arriba y abajo, según cons-
ta del libro capitular de Córdoba. ' Este asunto fué muy
debatido enterGarayy Cabrera sosteniendo cada uno su
derecho, hasta que con la presencia de aquél cerca de la
real audiencia de Charcas, ante la cuál sostuvo el suyo,
se resolvió el asunto en su favor, declarando que la
ciudad de Santa Fé y su territorio pertenecian legitima-
mente á los gobernadores del Rio de la Plata.
XVI. DON DIEGO ORTIZ DE ZARATE Y MENDIE-
38 DEL PARAGÍIAY
TA, gobernador interino por su tio el intendente Ortiz de
Zarate. Lo primero que hizo, el 8 de febrero de 1576, fué
confirmar á Garay en el empleo de teniente general de
aquellas provincias. Era Mendieta joven como de 20
«
años de edad, quien, desde el momento que se vio con el
poder absoluto, tiranizó á los vecinos de la Asunción sin
ningún género de consideraciones á la edad, sexo, ni dig-
nidad. Fué el primer 'Francia del Paraguay, pudiéndo-
sele aplicar todas las crueldades de aquél. Parece que
aquel tirano hubiese estudiado á este personage en todos
sus detalles, á quien también imitara hasta poderlo con-
fundir.
Costó mucho trabajo deshacerse de semejante monstruo
que solo se consiguió con su trágica muerte á manos de
los indios albiazá, yendo á parar su cuerpo aun Ca-
tiente en los vientres de esos antropófagos. Fué uno de
los pocos tíranos que hubiese recibido su condigno cas-
tigo.
XVII. DON JUAN DE GARAY, teniente gobernador,
nonnbrado por el adelantado Torres de Vera y Aragón,
quien tomó el mando en 1576, dedicándose con preferen-
cia á la ocupación permanente del territorio. Hizo prodi-
gios de valor dejando bien asentado el nomber español en-
tre los indios guaraníes y totalmente abatido el orgullo de
estos.
La Asunción fué testigo, en 1579, de las suntuosas
fiestas que se celebraron para conmemorar las insignes
victorias de Garav. A esie se debe la fundación de Villa
Rica del Espíritu Santo, en el Guaira, y la ciudad de San-
tiago de Jerez, en 1580, llevada á cabo por Rui Diaz Mel-
garejo, en el territorio de los nuaráes, á la que Garay
mandó se le pusiese por nombre Nueva Vizcaya. Poste-
riormente (1791) los portugueses se apoderaron definitiva-
mente de la comarca que riega el rio Mbotétei, y sobre las
GOBERNANTES 39
ruinas de Santiago de Jerez levantaron otra ciudad con el
nombre de Miranda.
Fundó los pueblos fronterizos de Perico-Guazü y Tala-
vera (despoblada en 1650, á causa de un ataque de los
payaguáes): esploró los ríos Igurey y Mbotetei.
Después de un corto descanso, Garay dirijió su aten-
ción al aumento de sü gobierno haciendo nuevas pobla-
ciones. Para el efecto, señaló 60 soldados escojidos,
(Azara dice 80) entre los muchos que se ofrecieron y, á la
cabeza de ellos, partió de la Asunción en 1580.
Sus nombres (1), en el orden en que están puestos en la
lista de reparticiones de tierras y solares y en que ee alis-
taron en la Asunción, son los siguientes:
Luis Gaitan, Pedro Avalos, Domingo de Irala, Miguel
López Madera, Miguel Gómez, Jerónimo Pérez, Juan Ba-
sualdo,Diegode Barrieta, Victor Cano, Pedro Luis, Pedro
Fernandez, Pedro Franco, Alonso Gómez, Estévan Alegre,
Pedro de Izarra, Pedro Fernandez de Zarate, Baltasar de
Carbajal, Antonio Bermudez, Jusepe de Zayas, Francisco
Bernal, Miguel del Corro, Bernabé Veneciano, Cristóba
de Altamirano, (2) Pedro de Jerez, Sebastian Bello, Juan
Domínguez, Pedro de Isbran, Pedro Rodriguez, Pedro de
Quiróz, Alonso de Escobar, Antonio de Higueras, el ade-
lantado don Gonzalo Martel, Juan Ruiz, Juan Fernandez
de Eneiso, Hernanco de Mendoza, Pedro Moran, Rodrigo
delbarola, Andrés Vallejos, Pedro de Zayas, Lázaro Gui-
rineo, Juan de Carbajal, Pantajeon, Pedro de Medina,
Juan Martin, Estevan Ruiz, Andrés Méndez, Miguel Na-
varro, Seb<istian Fernandez, Juan de España, Ambrosio
deAcosta, Rodrigo Gómez, Pablo Cimbrón, Antonio Ro-
berto, Jerónimo Nuñez, Pedro de la Torre, Domingo de
(1) Los tomamos de la Historio de la congusita dd Paraguay^Rio de la Plata
y Tucuman por el P. Pedro Lozano, publicada por don Andrés Lamas en 1874.
(2) Ko vino de la Asunción, sino que se agregó después á los pobla.
dores.
40 DEL PARAGUAY
Arramendia, Antón de Porras, Ochoa Márquez, Juan
Rodríguez, Alonso Pareja, Pedro Hernández y Juan de
Garay.
También vino de la Asunción Ana Diaz, viuda, que tenia
una hija casada con uno de los pobladores.
Desde la fundación de Buenos Aires por Garay, la cro-
nología de los gobernadores del Paraguay, hasta su sepa-
, ración de la provincia del Río de la Plata, no presenta
mucho interés, porque habiendo sido esta ciudad su resi-
dencia habitual, su acción en el resto de la gobernación
era poco ó nada sensible: se vegetaba más bien.
Según consta en su archivo, fundó Garay la ciudad de
Buenos Aires en el dia de la Trinidad de 1580, en el
propio sitio que tuvo antes la que fundó don Pedro de
Mendoza. Se llamó ciudañ de la Trinidádad y puerto de
Santa Maria de Buenos Aires, para conservar la memo-
ria del dia de la fundación y del nombre que le dio Mendo-
za. Le dio por patrono á San Martin, y por armas una
fragata á la vela con dos anclas. Repartió sitios para ca-
sas, y antes dé principiar la suya, registró las cercanías
y el puerto ó riachuelo, donde encontró á diez querandíes,
mató á tres tomando á dos. Díoles luego libertad, supo-
niendo que así ganarla la amistad de los demás; j lo que
consiguió fué que los querandíes se internasen hacia el
mediodia espantados de los caballos. Continuó Garay su
reconocimiento, y sin dificultad redujo á los querandíes
del Monte Grande, hoy San Isidro, del Valle de Santiago,
hpy las Conchas, y de las islas inferiores del Paraná.
Terminó Garay su fundación sin dificultad. Ninguna po-
blación española tuvo tan pocos indios de encomiendas
como Buenos Aires, como que fué obligado ir en 1618, á
buscar los quilmes y calíanos á Santiago del Estero.
Viéndose Garay bien establecido, lo aviso por un espreso
á su adelantado v al rey.
El año 1584 Garay se introlujo por el brazo del Para-
ná mas inmdiato. Siguió su navegación sin tropiezo
GOBERNANTES 41
hasta que se amarró en la orilla y puso mucha gente en tier-
ra para pasar la noche. Estaban ya todos dormidos
cuando 130 indios minuanes bajaron, de una altura con
tanto sigilo que sorprendieron y mataron á Garay y á
cuarenta mas.
XVIIL DON ALONSO DE VERA Y ARAGÓN,
conocido, por su mal gesto y color muy moreno, con el
sobre nombre de cara dn perro, para distinguirlo de su
primo (Alonso de Vera, el Tupi), teniente gobernador
nombrado por su tio el adelantado Torres de Vera, en
1585.
Eecargado por Garay para reconocer las orillas del rio
Ipitá ó Bermejo, salió déla Asunción el 23 de febrero de
1583 con 200 soldodos contra los guaicurúes y sus aliados
los nocaguaques que lo hostilizaban, y lo halló á propo-
sito para fundar un pueblo, Con estas noticias, luego* que
Vera y Aragón fué nombrado teniente gobernador, alistó
una espedicion ' compuesta dé 135 españoles y algunos
auxiliares con bastantes caballos, 50 yuntas de bueyes y
unas 300 vaca< y salió de la Asunción el 15 de marzo del
mismo año (1585). Una vez vencidos y allanado el camino,
esploró las ribera del rio Bermejo y antes de elegir el sitio
para su población, el 13 Je abril nombró los alcaldes y
regidores obligándoles á fundar iglesia y observando las
ceremonias acostumbradas en tales actos: repartió los
indios en encomiendas y dio el nombre á la ciudad que
iba á fundar llamándola Concepción de Bnena Esperan-
za. Al dia siguiente salió Vera y Aragón á reconoceré el
país, llevando armas, municiones, ganado vacuno y caba-
llar y toda clase de víveres, fundándola (el dia 14 del mis-
mo mes) á la derecha del rio Bermejo y á la altura de 30
leguas antes de juntarse con el rio Paraguay , que era jus-
tamente lo mas poblado de indios mocobies.
42 DEL PARAGUAY
He aquí el—
ACTA DE FUNDACIÓN (i)
DE LA CIUDAD DE NUESTRA SeÑOBA DE LA CONCEPCIÓN DE
Buena Esperanza del Rio Bermejo
(15S5)
En el nombre de la Santísima Trinidad, padre ehijo y
espíritu santo tres personas y un solo Dios verdadero y de
la Santísima y gloriosísima viagen Santa Mari a Madre de
Dios que vive y reina por todos los siglos de los siglos para
siempre jamas amen. Alonso de Veray Aragón, Capitán
y justicia mayor déla población del sitio partes y conquis-
ta y población del.Rio Bermejo y sus confines por el muy
ilustre señor Juan de Torres Navarrete teniente de goberna-
dor y capitán general y Justicia Mayor en estas provincias
del Rio de la Plata, por el muy ilustre Señor el licenciado
Juan de Torres de Vera y Aragón Adelantado y Goberna-
dor y Capitán General y Justicia'Mayor y Alguacil Mayor
de estas dichas Provincia del Rio de la Plata por su Mages-
tad el Rey Don Felipe nuestro señor y del dicho señor ade-
lantado y por virtud de las capitulaciones que el muy ilus-
tre seúor Juan Ortizde Zarate Adelantado ó gobernador
que fué de estas provincias y suegro del dicho señor ade-
la.itado referido hijo y capituló con su Magestad y de los
de su muy alto y real Consejo de indias sobre la orden, y
manera como se oviera de poblar las ciudades de estas
provincias y conforme á la dicha instrucción y capitulación
dijo que con el dicho nombre de Dios y de Su Magestad
y del dicho Seúor Adelantado Juan de Torres de Vera y
por virtud del poder y comisión á mi dado del dicho Se-
ñor General arriba referido: Dijo que para el dicho cum-
plimiento y en el dicho nombre fundó y asentó pueblo en
(1) Copiada por el doctor Ángel J. Carranza de la Biblioteca Pública
de Buenos Aires, con la respectiva legalización, para la memoria relati-
va & la cuestión de limites con el Paraguay y publicada en la de Rela-
ciones Esteriores de 1877, tomo I.
GOBERNANTES 43
•
el sitió del dicho Rio Bermejo la cual ciudad se intitula y
llama la Concepción de Nuestra Señora la cual dicha ciu-
dad y asiento confina con todos los confines que son su
comarca están de todo el Rio Bermejo y por confines y
términos por la una parte los términos los de la ciudad de
la Asunción y Santa Fé y Santiago del estero y ciudades
de Talavera que en estero y con términos de la ciudad de
Lerma llamada Salta y ciudad de la Plata y de todos los
demás términos que están y estuvieron en su Comarca y
redondez para agora y siempre jamas y en el entretanto
que Su Mgestad otra cosa mandare; la cual parte parece
ser mejor y buen sitio donde la gente puede estar poblada
y hay mucha leña y pesquéria y caza y agua y patos para
sustentación de los pobladores y de lo's ganados y para su
perpetuación de la dicha ciudad con muchas tierras y es-
tancias á ello anejo lo cual es para repartir y dar á los
pobladores y vecinos della como Su Magestad por sus
Reales Cédulas lo manda: la cual dicha ciudad se nom-
bró fundó y asiento en nombre de Dios y de Su Magestad
y del ditího Señor Adelantado como dicho es con las con-
diciones y en la forma siguiente, lo primero que ante to-
das cosas digo y protesto que cada y cuando que pareciere
y se hace A responder mejorar al dicho pueblo y ciudad en
otra parte y sitio que mas conviniera sea servicio de Dios
y deSuMagestad y bien y utilidad de los pobladores y
será en nombre de Dios y de Su Magestad y del dicho señor
Adelantado protesto délo mudar y asentar y mejorar por la
perpetuidad del dicho pueblo para que sea mas convenien-
te y provechoso lo cual liaré con acuerdo y parecer del Ca-
bildo déla dicha ciudad y de las justicias que en la dicha
ciudad ubiere y ni mas ni menos se nombraran, Alcaldes
y Regidores y procuradores que tengan y mantengan la
dicha ciudad en guarda y conservación de la justicia rreal
mandando y administrando y teniendo á todos en jus-
ticia como Su Magestad asi lo manda y se hace en las
provincias del Perú y ansi para que la dicha ciudad
44 DEL PARAGUAY
esté en justicia yo, en nombre de Su Magestad y del
dicho Señor Adelantado y gobernador atrás referido se-
ñalo por Alcaldes ordinarios y de la hermandad á Her-
nán Darías Saavedra y á Bernabé de Lujan y por Regi-
dores á Pedro Franco y á Diego de la Torre y á Antonio
González y á Pedro de Quiros Jacome Antonio y á Ga-
briel Fernandez 7 por procurador general del pro y
común de la dicha ciudad á Juan Cabrera y asy yo
por virtud de la Comisión dada y en nombre de Dios y
de Su Magestad y del dicho Señor Adelatado y gobernador
en tal caso puedo devo de derecho se requiere para que
en su nombre le doy poder y facultad cumplida aquella
que de derecho en tal caso puedo y debo de derecho se re-
quiere para que en nombre de Dios y de Su Magestad y del
dicho señor Adelantado y gobernador en su nombre le doy
poder y facultad cumplida aquella que de derecho se re-
quierepara que en nombre de Su Magestad y del dicho Se-
ñor governador puedan usar y ejercer los dichos oficios de
alcaldes y regidores y procurador general, comot va referi-
do y declarado y en todas las causas civiles ó criminales
anexas, y conexas y pertenecientes a los dichos sus
oficios conforme ¿i las ordenanzas que Su Magjestad tiene
hechas á todas las ciudades de lasv Indias para que usen
y ejerzan en los dichos oficios de alcaldes ordinarios Y
de la hermandad y no obtante que su magestad por sns
reales provisiones manda que los tales alcaldes 6 Regidores
procurador general sean caballeros y sirvan de los dichos
oficios de año á 8ño yo en dicho nombre de Su Magestad
y del dicho señor gobernador conformándome, como por
la presente me conformo con las dichas provisiones
reales los nombro en los dichos oficios de alcaldes y
regidores y procurador general y pareciendo me que
la dicha elección es justa y conveniente que se haga en
un dia señalado del año por la presente en nombre de
su magestad y del dicho señor adelantado y gobernador
GOBERNANTES - 45
nombro y señalo que sea la dicha elección de los dichos
oficios cada un año por el dia de año nuevo, y asi mando
que* la dicha ordenanza quede hecha y confirmada para
que se haga cada un año como dicho es para el dia
señalado y doy poder y facultad para que de hoy en
adelante lo hagan así como va referido los alcaldes y
Regidores que salieren á los que han de venir juntamente
con la cabeza de la dicha ciudad ó su lugarteniente ó no
los citando ellos propios en su cablido y regimiento la
cual elección se comenzará á hazer desde hoy catorce de
Ablril del año del señor de mil é quinientos y ochenta y
cinco y ansi. desde en adelante lo cual harán como Dios
mejor les diere á entender y en sus conciencias á aquellas
personas que con mas rectitud y celo entendieren que
conviene al servicio de Dios y desumagestad para el
govierno de la dicha ciudad como se hace en los reynos
del PeiTí y en todas las Indias. — Alonso de Vera y
Aragón,
Eluego el dicho señor capitán en presencia é por ante
mi Juan Komano de Montiel escribano publico é del cabildo
de la dicha ciudad tomó é recibió juramento de los dichos
señores alcaldes é regidores é procurador general é de
cada uno dellos en forma devida de 'derecho por Dios
nuestro señor é por Santa Maria sn vendita madreé por
las palabras de los Santos cuatro evangelios é por una
señal de la cruz tal como ésta f que usaran bien y dili-
gentemente los dichos oficios de alcaldes é Regidores
é procurador general é guardaran justicia á las partes
é no llevaran derechos demasiados y en todo harai^
aquello que mas conviniere al servicio de Dios nuestro
Señor é de su Magestad é bien de la República. E á la
conclusión del dicho juramento dijeron cada uno por si
ó por los que les toca si juro é amen é prometieron de lo
ansi hacer testigos Nicolás de Villanueva y Gaspar
Fernandez y Antonio de la Madrid soldados estantes én
uta ciudad.
46 DEL PARAGUAY
Eluego el dicho señor capitán en cumplimiento de todo lo
susodicho fuó con los dichos señores Alcaldes a rriba
referidos y procurador general é los demás Regidores é
todos de un acuerdo y conformidad nombraron é situaron
el sitio de Nuestra Señora del Rosario por iglesia mayor
de la dicha ciudad lo cual yo el dicho escribano doy fée
la aviaron adá é dezir mi sa la cuaí nombraron epusieron
la advocación de Nuestra Señora del Rosario é le pidie-
ron por testimonio testigos los dichos.
Eluego en el dicho dia mes é año el dicho señor ca-
pitán con los dichos señores alcaMes y regidores é pro-
curador general fueron en mitad de la plaza é mandaron
hincar aUí un palo para el Rollo donde se ejecutase jus-
ticia de los delicuentes que delinquesen é mandó el señor
capitán que ninguna persona la quitase de la parte é
ugar donde queda fijado sopeña de la vida sin licencia
de su Magestad ó de su merced é de otro juez competente
que en nombre de dicho señor Adelantado mandare e lo
pidieron por testimonio, lo cual todo lo susodicho yo el di-
cho escribano doy fe que delante de mi pasó e queda
fijado e puesto todo lo referido, testigos los dichos.
Eluego él dicho dia mes e año susodicho por ante mi el
dicho escribano el dicho señor capitán y estando juntos los
dichos señores Alcaldes é rcjidores e procurador genera
andando por el campo de la dicha ciudad nombraron y
eligieron por exido publico déla dicha ciudad para todos
los vecinos que poblaren en ellaé vinieren á poblar des-
de las cuadras que señaló hasta un cuarto de legua qne
toma todo el contorno de la dicha ciudad con todo lo
cual se acabó y feneció é fundó la dicha población é ciu-
dad é iglesia é horca exido protestando como el dicho se-
ñor capitán protestado tiene de mejorar la dicha ciudad
é iglesia é todo lo demás cada y cuando que hallare mejor
portunidad en nombre de Dios y de su Magestad é del
dicho señor Adelantado é pidió ami el dicho escribano lo
dé por testimonio de lo cual todo lo que dicho es doy fée
GOBERNANTES 47
el presente escribano pasó' ante mi é vi queami se hizoé
cumplió é protestó en la forma que vá dicho y especificado
é declarada elo firmó el dicho señor capitán é alcaldes é
regidores é procurador general. — Alonso de Vera y Ara-
gón, Hernand Arias de Saavedra, Bernavó de Lujan, Pe-
dro Franco, Diego de la Torre, Antonio González, Pedro
de Quiroz, Jacome Antonio, Gabriel Fernandez.
Eyo Juan Romano de Montiel escibano publico y de
cabildo presente fui en uno con los dichos testigos por en-
de fize aqui mi firma que es atal é este testimonio, Juan
Romano de Montiel,- escribano publico y de cabildo.
E yo Pero Martin de Irala escribano publico y de ca-
bildo y gobernación desta ciudad de la Concepción de
Buena Esparanza fize sacar y trasladar esta dicha fun-
dación y testimonio de lo original el cual vá cierto y ver
dadero corregido y concertado con el dicho original por
ende fize aqui mi firma acostumbrada que es atal. En tes-
timonio de verdad Diego Martinez — escribano publico y
del cabildo y gobernación.
Yo Pedro de Telles de Soto Mayor escribano de su Ma-
gestad doy íée y verdadero testimonio á todos los seño-
res que la presente vieren como esta firma que está aqui
arriba del trestado y debajo de ciento doce renglones todos
escritos eceto seis que están á medio y á mas que medio
es buena legal y verdadera y el dicho Diego Martinez es-
cribano publico y del cabildo desta ciudad y a todos los
escritos que ante él pasan s,e dá entera fée y crédito
por la cual di esta fée en testimonio de verdad, fe-
cho en esta ciudad de nuestra Señora de la Concepción de
buena esperanza del Rio Vérmelo provincia del Rio de líf
Plata en fée de* lo cual hize aqui mi sino que es atal,
en testimonio de verdad. — Juan Telles de Sotomayor — es-
cribano de su Magestad.
Es copia — Conforme con el original que obra en este
Archivo.
Francisco de Patda Jiiarez,
48 DEL PARAGUAY
Como la idea que se llevaba era que sirviese este pueblo
de escala para comunincarcon el Perú, 7 para traer de Ta-
rija y Chuquisaca los ganados del adelantado, no tardó
Vera y Aragón en destacar 80 españoles que llegaron á
las faldas de las cerranias del Perú; yendo él mismo con
60 hasta los términos de Salta y Jnjni. Sirvióla nueva
ciudad algunos años para facilitar el tránsito del Para-
guay á Salta; pero nada se adelantó porque los indios de
su distrito eran indomables,incapaces de reducirse á servi-
dumbre é incomparablemente superiores en fuerza, sober-
bia y valor á los guaraníes. Once años antes del aban-
dono definitivo de la ciudai de la Concepción del Rio
Bermejo tuvo lugar un hecho de los bárbaros indómitos
del Chaco. El cacique don Alonso Pasi, que lo era de
una de aquellas tribus, dio muerte alevosa á mas de cin-
cuenta, indios cristianos; por lo que el gobernador don
Diego de Góngora espedicionó, desde Buenos Aires, el
castigo de ese crimen haciendo justicia en dicho cacique
en la ciudad déla Concepción.
En el año de 1592, acaeció un hecho bárbaro en la misma
colonia. Pronciáronse entonces los mogosnas y fretones
dando principio al alzamiento con la muerte de algunos
españoles uno de ellos don Francisco de Vera y Aragón,
hermano de don Alonso de Vera y fundador de la Con-
cepción; y queriendo este castigar á los natijas, calcha-
quíes, y abipones, entraron aquellos en ruda guerra con
ellos, la cual duró muchos años, hasta .que un incendio
la devoró en 1632, trasladándose sus moradores fugitivos
á las ciudades de Asunción y Corrientes.
• Comisionado por su tio el adelantado á la fundación
de una ciudad en el sitio que le indicara, fué con 80 es-
pañoles y ausilios, y bajando por el rio Paraguay hasta
legua y media mas abajo de donde se junta con el Pa-
raná, sobre la barranca oriental que es elevada, edificó
un pequeño fuerte con las chozas necesarias. A este es-
tablecimiento llamó San Juan de Vera, en honor de su
GOBERNANTES 49
tio, y le di6 sus mismas armas y que son una águila
que apoya sus garras sobre dos torres. Pero como el
parage era ya conocido por las Siete Corrientes, prevale-
ció su nombre de Corrientes dado ala ciudad. Fundó el
pueblo de los guacaras con los indios que llevaron los
pobladores, repartiendo en encomiendas los guaraníes
del distrito y formando con ellos los pueblos de Itatí, Santa
Lucia, etc!
1587-1591— XIX. DON JUAN TORRES DE VERA Y ARA-
GON, oidor de la audiencia de Charcas, adelantado. 1587-
Ejerció el mando por medio de sus tenientes y per-
sonalmente desde dicho año hasta el de 1591.
No es exacto que en su tiempo entraran los jesuitas
en el Paraguay, como cree Lozano, pues la licencia que
se les dio para entrar lleva la fecha del 28 de octubre de
1594, y hasta el año de 1609 aun no habían entrado.
Hay una coincidencia muy notable sobre la cual con-
viene llamar la atención del lector. El mariscal López,
aprovechando el momento en que los fieles de toda la
cristiandad acostumbran dedicar su atención á los ejerci-
cios de piedad y penitencia y en lo que menos piensan es
en el manejo de las armas para su defensa, invadió por
sorpresa la provincia de Corrientes el dia jueves santo del
año de 1865. Los indios practicaron igual cosa en la no-
che del jueves santo de 1589 atacando la ciudad de la
Asunción por sorpresa, pero pudo conjurarse el peligro
sin efusión de sangre, atribuido á milagro de San Francisco
Solano. No astenia guerra provocada por su homónimo
López.
En el curso de esta historia, el lector no podrá menos
que encontrar mucha analogía en los hechos practicados
por los primeros hombres que gobernaron el» Paraguay
con losié sus tres últimos tiranos, que parece hubiesen
hecho un estudio especial en imitarlos.
Habiendo el vecino de la Asunción, procurador general
5
50 DEL PARAaUAY
de las provincias del Paraguay y Rio de la Plata, mani-
festado en la audiencia y chancelería de la ciudad de la
Plata en el Perú, que hasta esta fecha (26 de abril de
1589) habia sido teniente de gobernador de estas provin-
cias Juan de Torres Navarrete, primo del adelantado, y
otros parientes de éste, los cuales hablan ocasionado mu-
chos agravios á los vecinos del país, sin tener á quien
recurrir para elevar su queja, la real audiencia proveyó
cesasen dentro de seis dias, todos aquellos que se en-
contraran en aquel caso, hasta dentro del cuarto grado,
sin escusa, réplica ni dilación alguna, so pena de dos mil
pesos de buen oro, sino se diera cumpümiento á ésta pro-
visión.
Volviendo á nuestro adelantado diremos que con el
deseo de restituirse al nativo suelo, Andalucía, renunció
el adelantazgo el año de 1591, habiéndole sucedido
1591-1618-XX. DON HERNANDO ARIAS DESAAVEDRA,
natural de la Asunción, hijo del ex-gobernador Martin
Suarez de Toledo, electo popularmente^en 1591, en virtud
de cédula del emperador Carlos V.
Hernandarias fué uno de los héroes mas ilustres que
produjera la América y por lo esclarecido que era en la
paz como en la guerra, los ministros de la casa de con-
tratación de Sevilla mandaron colocar su retrato en lugar
distinguido entre otros varones notables del Nuevo Mundo,
que adornaban una de las salas de dicha casa.
Entre los muchos servicios que su patria le debe, se
cuentan las varias mercedes de tierras en que fundar estan-
cias, que hizo paira el mantenimiento del colegio déla Asun-
ción, y las misiones de los guaraníes.
En su gobier*no, la compañía de españoles al mando
del capitán Juan Caballero Bazan formó en 1592 los pue-
blos de Tarej, Bombay, y Caaguazú, en la ¿provincia
del Itati hacia los 22° de latitud al este del rio Paraguay,
encargando su dirección al eclesiástico Hrnando Cueva.
GOBERNANTES 51
Esos dos pueblos fueron reunidos más tarde (1632)
por temor de lo? portugueses, en uno con el nombre de
San Benito, entregándose su cuidado á los jusui tas, por no
haber eclesiásticos. Los padres de la Compañia cambia-
ron inmediatamente los nombres de San Benito en Santa
María de Fé y San Ignacio á Caraguazú. Por último,
después de esperimentar nuevos cambios y ataques de los
portugueses é indios mbayáes, los jesuitas los trasfirie-
ron, en 1772, á las márgenes del Paraná, donde actual-
mente existen.
Más adelante, tendremos ocasión de dar noticias de otros
actos de Saavedra.
XXI. DON FERNANDO DE ZARATE, caballero del
hábito de Santiago, goberndor del Tucuman, Paraguay y
Rio de la Plata, en 1593.
En el mismo año, mandó al capitán Rui Diaz de Guz-
man, con los vecinos de la Ciudad Real y Villa Rica del Es-
píritu Santo, en la costa del rio Yaguary, para poblar la
ciudad de Santiago de Jerez.
Falleció antes de cumplir los dos años de su gobierno
en 1595, hallándose en las provincias del Perú.
XXII. CAPITÁN DON BARTOLOMÉ SANDOVAL OCAM-
PO, teniente general de gobernador y justicia mayor del
Paraguay y toda su gobernación, en ejercicio del P. E., en
1595.
Informado de algunas necesidades en que se encontra-
ban los pueblos de su dependencia, limítrofes con las
provincias de la corona de Portugal, pasó, en setiembre del
referido año, á practicar una visita á las provincias de
Guaira, Villa Rica y Santiago de Jerez, que acababa de
fundarse, donde hizo todo aquello que juzgó convenir
al aumento y conservación de dichos pueblos y de sus
vecinos, y con el fin de sofocarlas invasiones de los in-
dios guaicurües del Chaco que hostilizaban las comarcas
52 DEL PARAGUAY
inmediatas á la Asunción. Pasó en seguida á la Concep-
ción de Buena Esperanza del Bermejo, á sacar indios
amigos, allí reducidos, para auxiliar á las espediciones
que proyectaba al Chaco. Esto no tuvo el éxito que de-
seaba, á causa del espíritu, exaltado en que encontró á los
indios de esas reducciones.
La ciudad de la Concepción fué completamente asola-
da, en 1632, por los frecuentes asaltos de los salvages
del Chaco, hasta destruirla por completo, juntamente con
las demás reducciones.
XXIII. DON JUAN CABALLERO BAZAN, interino, du-
rante la ausencia temporal de Ocampo, en 1595, hasta que
llegó—
XXIV. DON JUAN RAMÍREZ DE VELAZCO, en 1595.
Terminado su gobierno, se retiró á la provincia del Tu-
cuman, donde estaba casado y falleció allí en 1606, dejan-
do una numerosa y noble descendencia.
XXV. DON HERNANDO ARIAS DE SAAVEDRA, inte-
rino, 1598.
XXVI DON DIEGO RODRÍGUEZ VALDÉS Y DE LA
BANDA, caballero de Salamanca, interino.. Se recibió el
8 de julio de 1599. Falleció en 1602, en la ciudad de
Santa Fé, en la misma casa en que había muerto el obis-
po Vázquez de Liaño. (Véase éste en la Cronología de
los obispos.)
XXVII. DON GARCÍA DE MENDOZA, interino, en
1602.
Habia sido nombrado gobernador de la provincia del
Paraguay y Rio de la Plata, por el virey del Perú, el ca-
pitán Francisco de Barraza y Cárdenas, pero no ha-
biendo podido concurrir á recibirse del cargo, se nom-
bró en su lugar al —
GOBERNANTES 53
XXVIII. GENERAL HERNANDO ARIAS Ó HERNÁN-
darías de SAAVEDRA, 1602, nombrado por real cédula
de 18 de diciembre del año anterior.
En este mismo año, el rey permitió por seis años provi-
sión de las cosas que se podían sacar por el puerto de
Buenos Aires^ según se verá por los documentos que
damos á continuación, trascritos del tomo XVIIIde la "Co-
lección de documentos inéditos relativos al descubrimien-
to, conquista y organización de las antiguas posesiones
españolas de América y Oceania, sacados de los archi-
vos del reino y muy especialmente del de Indias."
' Por cuanto por parte de la ciudad de la Trinidad del
puerto do Buenos Aires de las provincias del Rio de la
Plata y por Fray Martin Ignacio de Loyola, obispo de
ellas, se me ha representado la pobreza de aquella tierra,
y cuan poco se aumenta su población por faltarle todo lo
que es menester para vivir, y por ro tener salida los ve-
cinos de aquella gobernación de sus frutos, ni de donde
proveerse de las cosas necesarias para el servicio de sus
personas y casas, por estar prohibida la entrada y salida
por aquel puerto de todo género de ropa y mercaduría,
y que la seguridad de la dicha ciudad y los demás puer-
to de aquellas costas, consistía en estar bien poblada la
tierra; y que para esto el principal medio seria darles li-
cencia y permisión, como me suplicaban se la mandase
dar, para que pudiese sacar algunos frutos de la tierra y
llevarlos al Brasil y á Guinea y á otras islas y tierras co-
marcanas, y trocarlos por ropa, fierro y otras cosas de
que tienen precisa necesidad, y para labrar la tierra y las
minas que por falta de ello no se labran; y habiéndose visto
en mi Consejo de las Indias los pareceres é informaciones,
cartas y papeles que en razón de lo susodicho y de la se-
guridad y defensa de aquellos puertos se han enviado, y
consultándoseme; comoquiera que por aquellos inconve-
nientes que para ello se representan no co aviene que por
54 DEL PARAGUAY
las dichas provincias del Rio de la Plata se abra puer-
to á la contratación de estos reinos ni con otra ninguna
otra parte, sino que la prohibición que está hecha se
guarde inviolablemente, y queporalli no salgan ni entren
ningunas personas de cualquier calidad que sean, sin es-
presa licencia mia, aunque sean mis vasallos y ministros,
y contra los qae lo hicieren se proceda y sean castigado^
conforme á justicia, ni se metan mercadurias algunas,
saque oro, plata ni otra cosa, so las penas que están
puestas á los que contravinieren á ello; mas por hacer
merced á los vecinos y moradores de la dicha ciudad
de la Trinidad y Puerto de Buenos Aires, teniendo
consideración á lo susodicho, para que se animen y
acudan á su población y conservacio n y á la seguridad
.de dicho Puerto, y se hallen" pro veidos de las cosas forzo-
■ sas y necesarias, he tenido y tengo por bien de darles licen-
cia y permisión, como por la presente se la doy, para que
por tiempo de seis años que corran y se cuenten desde el
dia que ésta mi. cédula se pregonase en la dicha ciudad,
de los frutos de su cosecha y en navios suyos y por su
cuenta pueden sacar cada año de las dichas provincias del
Rio de la Plata, hasta dos mil fanegas de harina y qui-
nientos quintales de cecina y otras quinientas arrobas de
sebo, y llevarlo al Brasil, Guinea y otras islas circunveci-
ñas de vasallos mios; y para que en retorno de ello puedan
llevar las cosas de que tuvieren necesidad para sus casas,
como es ropa, lienzo, calzado y otras cosas semejantes,
y fierro y acero, y todo ello se haya de consumir y con-
sume en las dichas Provincias del Rio de la Plata, sin que
de ellas se saque ni pueda sacar cosa alguna ni parte de
ello para otra ninguna parte de las Indias por mar ni por
tierra, so pena de tenerlo perdido; y asimismo lo que se
sacare de los frutos de la tierra de mas de las dichas dos
mil fanegas de harina y quinientos quintales de cecina y
quinientas arrobas de sebo, aplicado por tercias partes
mi Cámara, Juez y denunciador; y mando á mi goberna-
GOBERNANTES 55
(Jorque es ó fuere de las dichas Provincias del Rio de la
Plata, quecon intervención del obispo y oficiales de mi Real
Hacienda de ellos, hagan la repartición de la cantidad
que cada vecino ha de sacar y enviar á las partes susodi-
chas de las dichas dos mil fanegas de harina y quinientos
quintales de cecina y quinientas arrobas de sebo, con mu-
cha justificación y sin que reciba agravio, y todos partici-
pen de este beneficio y comodidad, para que de ello resulte
el efecto que se pretende; a los cuales encargo y mando
que muy particular cuidado procuren que se use bien
de esta permisión y licencia, y que no haya ninguna des-
orden ni esceso, de que me tendré por deservido, y en-,
tendiéndose cualquiera cosa, lo hagan remediar con
efecto y demostración; y que los dichos mis oficiales
visiten con particular cuidado los navios en que se sa-
caren los dichos frutos, é inquieran y vean y entiendan
si lleva mas de lo de la permisión ú otras cosas
de otros géneros, y lo tomen todo como está dicho por
perdido; y que de la misma manera visiten y vean lo
que se trajere en retorno de los dichos frutos, y de qué
partes, y cobren los derechos que de todo me debieren
de entrada y salida, y que no permitan ni den lugar á
que por ninguna cosa entren ni salgan ningunos pasa-
geros, de ninguna nación que sean, ni esclavos en los
navios en que se sacaren .'los frutos dichos y tragere
el retorno de ellos, y que me avisen cada año de lo que
de esta permisión fuere resultando en beneficfo de la
tierra y población de ella; y mando que para que venga
á noticia de todos esta mi cédufa, se pregone en la
dicha ciudad de la Ti'inidad por orden del dicho mi Go-
bernador y oficiales, y que de ello se tome testimonio y
le envien al mi Consejo de las Indias. Fecha en Valla-
dolid á 20 de agosto de 1602 años. — Yo el Rey.— Por
mandado del Rey nuestro señor; Joan de Ibarra. — Cor-
regido con su original. — Joan Baptista déla Gasea.
56 DBL PARAOUAT
El rey dispone que la audiencia tenga cuidado de como
se dé permiso en Buenos Aires.
El Rey. — Presidente y oidores de mi Audiencia Real de
la ciudad de la Plata de la Provincia de los Charcas,
habiéndoseme representado por parte de la ciudad de la
Trinidad y Puerto de Buenos Aires de la Provincia del
Rio de la Plata la pobreza y necesidad de aquella tierra,
por no tener salida de sus frutos ni de donde proveerse
de las cosas que son menester para el servicio de sus
persoilas y casas y deseando que aquella Provincia se
pueble, conserve y aumente para su mayor seguridad y
defensa, he tenido por bien de dar licencia y permisión á
los vecinos de la dicha ciudad para que^por tiempo de seis
años en cada uno de ellos pmeden sacar de los frutos de
la tierra dos mil fanegas de harina, y quinientos quinta-
les de cecina y quinientas arobas de sebo, y llevarlo al
Brasil y Guinea y otras islas circunvecinas de vasallos
mios, y que en retorno de ello puedan llevar las cosas de
que tuviesen necesidad, como es ropa, Hetizo, hierro y
acero y otras cosas semejantes, con que se haya de con-
sumir en la misma tierra, sin sacarlo para otra parte, como
lo veréis por la cédula cuya copia se os envia; y por
que conviene que esto se cumpla así, sin que haya esce-
so ni desorden, ni se dé lugar á que por allí entren pasage-
ros ni otras mercaderías, fuera de las de la permisión, ni se
saque oro ni plata ni reales por ningún caso, como está
prohibido, os encargo y mando que con muy particular
cuidado y vigilancia procuréis informaros y entender de
la manera que use de la dicha permisión, y que de ello
no resulte ningún inconveniente, ni permitáis ni deis lu-
gar á que se meta en esa provincia ninguna cosa que
entrase por el dicho Puerto de Buenos Aires, previnien-
do todo lo que es para ello conveniente; y para que la dicha
permsiion resulte en beneficio de la población, aumento y
conservación de aquellas Provincias del Rio de la Plata,
GOBERNANTES 57
que es lo que se pretende. De Valladolid á 20 de agos-
to de 1602 años.— Yo el Rey.— Por mandado del Rey
nuestro señor. — Joan de Ibarra. — Corregido con su ori-
ginal.—Joan Baptista de la Gasea.
A indicación de este gobernador, el rey Felipe III resol-
,vi6, por real cédula de 1608, la conversión de los indios
al cristianismo, eligiendo para tan importante misión á los
jesuitas. Los primeros padres que llegaron al Paraguay
en 1609, fueron los jesuitas italianos Tomás Filds y
Manuel Ortega, quienes, al año siguiente, fundaron en el
Guaira el pueblo de Loreto. Por el mismo tiempo los
padres Francisco de San Martin y Lorenzana, encargados
de la conversión de los indios del Paraná, fundaron el
pu eblo de San Joaquin Guazü, y el francisccano fray Luis
Bolaños las villas de Yutí y de Caazapá al norte del
•Tebicuarí. Estas poblaciones fundadas por los jesuitas
se denominaron reducciones.
He ahi el principio del establecimiento de las misiones
Jesuiticas del Paraguay, y si bien redujeron los indios al
cristianismo, se sirvieron de ellos como cosa propia, ci-
mentando su dominio con esclusion de toda otra auto-
ridad.
Lr provincia de Misiones se formó posteriormente de
las reducciones de Corpus, San Ignacio Miní, Loreto,
etc., sóbrelas riberas de los rios Paraná y Uruguay,
según se verá más adelante.
Saavedra emprendió el descubrimiento de todo el ter-
ritorio del Gran Chaco poi* la parte del Paraguay; se
empeñó en la ronvei'sion de los bárbaros guaícu-
rúes en la reducción de los infieles del Guaira, desti-
nando para ello seis padres jesuitas. Anonadó los indios
del Yacuy, distante del rio Paraná, dejando franco el
. paso hasta el rio Aguapey, ocho leguas mas adelante.
Desde Buenos Aires emprendió una nueva rampa-
ña internándose en la Patagonia y dirigiéndose al Estre-
58 DEL PARAGUAY
cho de Magallanes. Como á las doscientas leguas de mar-
cha, tuvo la desgracia de caer, con los que le acompaña-
ban, en poder de los indios, habiendo logrado evadirse
por medio de la fuga hasta Buenos Aires, donde, con
nuevas fuerzas, vuelve sobre los indios, á quienes ataca
y derrota, consiguiendo así librar á sus compañeros del
cautiverio y aumentar el dominio de la conquista con dos- <
cientas leguas de territorio. Su gobierno, esta vez, duró
hasta el 2 de mavo de 1609, sucediéndole —
1610— XXIX, DON DIEGO MARÍN NEGRON, el 25 de
marzo del mismo año di6 un bando imponiendo pena de
muerte á los que oculten ó' favorezcan de cualquiera ma-
nera á pasageros introducidos sin licencia. Este bando
fué pregonado por el indio Hernández en Buenos Aires,
en la esquina de Santo Domingo, y en presencia de muchos
vecinos y soldados: y el 28 de diciembre del año siguien-
te, se dio otro de buen gobierno, sobre que no se aloje á
ninguna persona que viniese á Buenos Aires, sin que
presente licencia del gobernador; y este fué pregonado por
voz de Diego Rivero, pregonero de la ciudad de Buenos
Aires, en la esquina de la plaza pública en presencia de
muchos vecinos y soldados.
Falleció en esta ciudad el 26 de julio de 1613, y según
Lozano en febrero de 1615, lo que es un error..
»
XXX. DOCTOR FRANCISCO DE ALFARO, oidor de la
audiencia de Chuquisaca, visitador de las provincias del
Rio dé la Plata, Paraguay y Tucuman, en 1608, para que,
informado del estado de ellas, arreglarse el tributo (1)
que debia exijirse de los indios en reconocimiento-de
vasallage. Por el elevado carácter que investía, el gober-
(1) El tributo es una especie de capitación sobre los indios reducidos
desde la edad de diez y ocho años hasta la de cincuenta. Este impuesto
era mal percibido y peor pagado y se aplicaba al salario de !os doctrineros
El real tesoro hacia la percepción de él, pagaba á los doctrineros y guar-
daba el sobrante, ó suplía el déficit
GOBERNANTES 59
nador le debia respeto y obediencia. Dio principio y
término á su misión en 1611. Dictó unas ordenanzas que
se mandaron observar inviolablemente en los tribunales
de Indias.
1613— XXXI. GENERAL FRANCISCO GONZÁLEZ DE
SANTA GRUZ En poco tiempo de su gobierno consiguió
introducir el evangelio en las provincias del }*araná; por
medio de su hermano fray Roque González de Santa-
Cruz, á quien dio amplias facultades para conferir em-
pleos, fundar poblaciones y propagar el dominio espa-
ñol, como lo consiguiera.
1615-1618— XXXIL GENERAL HERNANDO ARIAS DE
SAAVEDRA, con el renombre de padre de la patria, á que
se habia hecho acreedor por sus naéritos y bellos actos.
En vista de la escesiva estension de la provincia, el
gobernador Negron y el cabildo de Buenos Aires hablan
comisionado en clase de procurador, cerca de la corje de
España, en 1612, á don Manuel de Fnias, para solicitar
la división en dos provincias, la del Rio déla Plata y la
del Paraguay
Por real cédula de 16 de noviembre de 1617, la primera
habia de comprender las ciudades de Buenos Aires, Santa
Fé, Corrientes y Concepción del Bermejo, señalando por
término este oeste, desde la boca y costas del Rio de la
Plata hasta las barras de la del Tucuman y déla presidencia *
de Chile, y de sur á norte, desde donde se pued^ estender
en las tierras magallánicas y sierras del Tandil, hasta dar
en el Paraná y dicha ciudad de Corrientes y su jurisdic-
ción inclusive; y la de Guaira, teniendo por capital la ciu-
dad de la Asunción, y comprendiendo á Guaira ó Ciudad
Real, Villa Rica y Santiago de Jerez. Á pesar del nombre
de Guairá,nunca se le dio otro, desde 1618, que el primi-
tivo de Paraguay.
Saavedra murió en Santa Fé en 1634.
Gobernantes del Paraguay dfsde 1620 que se
CONSTITUYO en PROVINCIA INDJiPENDIENTB
DE LA DEL RlO DE LA PlATA
1618-1630—1. DON MANUEL DE FRÍAS, ex teniente
de gobernador del Rio de la Plata y primer gobernador
del Paraguay, nombrado por el rey, (22 de abril de 1618)
durante su misión cerca de la corte, para solicitar la se-
paración del Paraguay de la jurisdicion del Rio de la
Plata, á causa de la dificultad de su gobernación á tan
larga distancia una ciudad de la otra y por el estado de
desasosiego en que se hallábala del Paraguay por sus
continuas desavenencias con los jesuítas y con el poder
episcopal
Requería, en consecuencia, una autoridad caracterizada
é inmediata al propio teatro de los sucesos, presentando
para el efecto el siguiente —
MEMORIAL^
El capitán Manuel de Frías procurador de las ciudades de las
Provincias del Rio de la Plata solicita la división de estas de
LA del Paraguay; y que se nombre para la del Rio de la Plata
COMO gobernador y capitán general á Hernandarias de Saavedra
(1) Trascrito de la memoria del ministerio de relaciones esteriore
de la Bepablica Argentina, presentada al congreso nacional en el año de
1877.
GOBERNANTES 61
El cíipitan Manuel de Frías vecino del Rio déla Plata,
dice que él viene por Procurador General de ocho ciuda-
des que hay en aquellas. Provincias en cuyo nombre
tiene qué pedir muchas cosas de consideración de aque-
lla tierra españoles y naturales de ella de que dará me-
moriales y presentará papeles. Y porque la cosa mas
importante y que pide mas breve remedio es el proveerles
Vuestra Magestad de Gobernador tal cual conviene para
el estado presente en que la dicha gobernación está á
riesgo de perderse por los alzamientos de naturales que
en ella hay.
Pide y suplica á Vuestra Magestad sea servido mandar
que antes que se consulte y provea Governador para las
dichas provincias se vean los papeles que presento que
de ellas se le han enviado por donde constará á V. M. el
gran riesgo y peligro en que quedaron las ciudades de la
Asunción cabeza de las dichas Provincias, y la de la
Concepción de ser acometida, quemadas ó tomadas délos
indios Guaióurúes y Payaguáes que son dos naciones de
las mas soberbias y dañosas de las dichas Provincias
que estaban á una dos y confinados contra las dichas
ciudades y que poco antes habian dado las dichas dos na-.
clones en dos pueblos de Indios de los domésticos que
servían á las dichas dos ciudades cada nación en el suyo
y los habian pasado á cuchillo y quemado la Iglesia del
uno de ellos y andaban espiando otras reducciones de
indios de los que sirven y están en doctrina y en la dicha
ciudad de la Asunción y sus chácaras entraban los dichos
Indios usando de muchas libertades y desvergüenzas
con los españoles de donde claramente se colegia que-
rer acometer á destruirla y acabarla. Lo cual obligó
al deán y cabildo y demás clero y superiores de las órde-
nes y relijiones ó hacer un requerimento y protestación al
Teniente de Gobernador y al Cabildo de la dicha ciudad
laguardasen y estuviesen con grandísima vigilancia para
que los dichos Indios no ejecutasen su mal propósito y el
62 DEL PARAGUAY
•
dicho Teniente y Cabildo considerando el gran riesgo en
que estaba en perderse la dicha ciudad enviaron un pro-
curador al puerto de Buenos Aires donde estaba el Go-
bernador Diego Marin que es doscientas treinta leguas de
la dicha ciudad á pedirle socorro y que fuese con gente
armas y municiones á amparar la dicha ciudad, el cual no
lo pudo hacer porque de alii á pocos dias de como recibió
el dicho aviso murió, con que la dicha ciudad quedó'en
gran riesgo y sin orden de poder ser socorrida porque ei
Teniente general quehabiaeh dicha governacion que era
el dicho Capitán Manuel de Frias, era ya partido para esta
Corte con poderes de aquellas provincias y así no quedó
en ellas cabeza superior que pudiese acudir en falta de di-
cho Gobernador al dicho socorro y á ordenar y mandar lo
quemas convifiiere.
Y así por lo dicho como porque después, que Don
Francisco de Alfaro visitó aquella governacion y dio á
entender á los dichos indios que eran libres habiendo cor-
rido en toda la tierra la dicha voz de libertad entre los
naturales como el de los dichos indios en tan bárbaro y
ellos de tan poco entendimiento y tan mal inclinado
.solo aprecibieron aquel nombre de libertad y quisieron
usar de ella sin entender que hablan de guardar obedien-
cia y muchos de ellos se alborotaron y fueron de las re-
ducciones y doctrinas á sus ladroneras.
Y porque demás deesto de ordinario en la dicha Gober-
nación hay alzamientos y rebeliones de naturales y gran
suma de ellos que no han dado la^obediencia por la po--
ca fuerza de gente española, armas y muciones que hay en
la dicha Governacion.
Conviene al servicio de Dios y de V. M. por y quietud
de la tierra que el gobierno de ella se encargue á persona
de muy grande esperiencia de aquellas provincias y de los
naturales y pobreza de ellas para que no se acaben de
perder que están en muy evidente riesgo, y con ninguna
se puede reparar lo presente y lo de adelante como con
GOBERNANTES 63
Hernando Arias de Saavedra que otras veces ha tenido á
cargo el dicho Gobierno y ha sido el que lo ha pacificado
allanado reducido y puesto en doctrina los naturales y
que tiene ganada tan grande opinión entre ellos y le tie-
nen tan gran temor y amor que vastava hoir los dichos
naturales que el dicho Hernando Arias es Governador
para que se repriman y abstengan de executar sus malos
intentos y para que vengan á obediencia el cual de mas
de ser tan apropósito para lo tocante á los naturales lo es
mucho para todo lo demás tocante á Servicio de V. M. y
conservación de aquella tierra porque la esperiencia ha
mostrado en tres veces que ha sido Governador que no ha
tenido V. M. jamas en aquellas provincias tan grande
ejecutor de las cédulas reales y de la gran voluntad de
V. M. y siendo como en la tierra muy pobre la procura
conservar sin daño de los subditos y vasallos de V. M.
y al fin es bastante prueba de cuan impíamente y cuan
sino intereses propio ha Governado haver quedado cuando
dejó Iqs dichos goviernos ó se le acabó el tiempo de ellos
mas pobre y con, menos hacienda que cuando comenzó ó
governar.
Y no embargante que la persona del dicho Hernando
Arias de Saavedra es la mas apropósito que se puede
hallar para aTjuel Govierno y que yo en nombre de aque-
llas provincias atento á la necesidad que al presente tie-
nen de su persona; pido y suplico á V. M. se prevea en el
advierto que conviene al servicio de Dios nuestro Señor y
de V. M. — que aquél Govierno se divida err dos porque no
se puede descargar la real conciencia en las cosas en que
está muy encargado Governando lo uno ni conseguir la
conversión de» los naturales que es muy gran suma de
alma ni hacer en esos efectos la Real Voluntad por estas
causas.
La primera porque el dicho Govierno tiene de distr'ito
quinientas y mas leguas y en ellas pobladas ocho ciu-
dades.
64 DEL PABAGUAT
La primera la ciudad de la Trinidad puerto de Buenos
Aires.
Cien leguas de esta la de Santa Fé.
Setenta leguas de ella la de San Juan de Vera.
Setenta leguas de ella la de la Asunción.
Cien leguas la ciudad de Jerez y otras ciento la Ciudad
Real y sesenta leguas della la Villa Rica del espíritu San-
to, y treinta leguas de la dicha ciudad de la Concepción
aun lado hacia Tucuman que las demás todas van Rio ar-
riba hasta la provincia de Guaira.
La segunda y con estar tan distante las dichas ciudades
unas de otras que en ninguna manera se pueden socor-
rer con brevedad en la necesidad que seles ofrecia son los
caminos que hay los mas por agua y Rios de muy peli-
grosa navegación asi de agua como de naturales, de
Guerra y lo que es por tierra es anegadizos, Bosques y
Montañas.
4
La tercera que el governador de aquella Governacion
. de ordinario asiste en el puerto de Buenos Aires porque
V. M. manda por sus Reales cédulas, gutirden aquel puer-
to y asi es forzoso que de las demás ciudades que están
en la provincia de Guaira que son tres vengan los españo-
les y naturales á pedir su justicia en lo que se le ofrece
quinientas leguas donde está el dicho Governador, y
vuelvan otras quinientas 'hasta sus casas gastando sus
haziendas, y un año ó dos de tiempo y las incomodidades
y peligros de tan largo camino y cuando llegan hallan
acabada de perder la poca hacienda que dejaron que toda
es poca por ser aquellas ciudades muy pobres y es nece-
sario tornar á trabajar de nuevo.
La cuarta que en todo el tiempo que aquellas provincias
se poblaron se poblara que haya llegado governador ni
obispo á visitar siquiera un dia á dicha ciudad de la pro-
vincia de Guaira ni el don Hernando Arias ha llegado
jamas á ellas en tiempo que sido Governador ni llegará
GOBEKNANTES 65
ninguno mientras V. M. no les'diere Govierno de por si
de que se ha seguido que los naturales que es una pro-
vincia donde hay mas de doscientas mil almas no den
obediencia ni se conviertan á nuestra santa fée católica ni
se consiga en esto el santo celd de V. M. y que los que ya
están convertidos y han dado la obediencia carezcan de
ordinario de quien los doctrine y predique el s&nto evan-
gelio y no solo ellos sino también los españoles que los
mas años están sin cura que les administre los santos sa-
cramentos y ni indios ni españoles se les ha administrado
el de la confirmación jamas.
Y así hay españoles de á ciucuenta años por corfirmar,
de mas que los españoles pasan grandísima pobreza y
miseria y no se acrecienta cosa en lo temporal por su Go-
bernador por tenientes y sacristanes que solo van á pelear-
los y hazerles injusticias como están tan lejos de Obispo
y governador.
Y todos los daños dichos se remedian dividiéndose
aquel Gobierno y Obispado en dos que aunque el Obispado
ni Obispado sean de pi elados pobres V. M. tiene en aque-
llas provincias y en las de Tucuman Religiosos tan santos
y ejemplares del orden del Señor San Francisco que sin
mirar á otros intereses mas que el del servicio de Dios y
de V. M. se ocuparán en el Ministerio de la conversión de
las almas.
Y no dividiéndose el dicho govierno y obispado como lo
tienen advertido y dado cuenta á V. M. el dicho Hernando
Arias coando fué gobernador de aquellas provincias y
Diego Marin Negron que le sucedió en el dicho cargo de
quien presento parecer sobre ellos.
No descargará la Real conciencia ni dejará de haber los
dichos agravios ni se conseguirá la paz y conversión délos
naturales que no están convertidos ni cesará un notable
maleficio y agravio que se hace por los portugueses del
Brasil á los naturales de aquellas provincias de Guaira
adonde entran los dichos portugueses á robar y captivar
6
66 DEL PARAGUAY
los dichos yndios y los traen perceptiblemente al Brasil
donde los venden por esclavos asi para los ingenios de
azúcar como para las minas de oro y otros efectos llaman-
dolos por el dicho nombre de esclavos y vendiéndolos pu-
blicamente y todo eso cesará haviendo governador que
mire por aquella tierra y la ocupase y difienda de los na-
turales. • ^
Que ahora se haya de proveer ó no al gobierno de dichas
Provincias el dicho Hernando Arias de Saavedra supuesto
que cuando hubiese de ir de esa Governador que no con-
viene sino de los que tienen esperiencia de aquelia tierra y
ya no puede ir de acá por este año se sirva V. M. atento
al contigente peligro en que estaba la dicha ciudad de la
Asunción y la de la Concepción, respecto de estar auna-
da las dichas dos naciones y conjurados contra las dichas
ciudades y por las demás causas dichas se despacha lue-
go cédula ó provisión Real para que el dicho Hernando
Arias Govierne aquellas provincias y acuda á la defensa
pacificación de ellas en el inter y en tanto que V. M. pro-
vee la persona que los haya de governar y se sirve prover
lo que convenga en cnanto á la dicha división y se man-
de al dicho Hernando Arias lo acepte y se sirva V. M. por
que esta provisión se despache luego porque pueda alcan-
zar allí en los navios que salen de Lisboa para la costa del
Brasil atiempo que alcance, allí, algunos de los navios de
permisión que vuelven á la dicha costa del Rio de la Plata
que con esto se provee del mayor y mas eficaz remedio
que por ahora se le puede dar á aquellas provincias á
quien será necesario proveer después de alguna gente y
armas municiones y pertrechos de guerra por su pobreza
no lo alcanzan y carecen dq ellos en las dichas ciudades
. siendo muy necesario para su defensa.
Otrosi suplica á V. M. mande se vea el parecer dado
por los padres de la Compañía de Jesús asisten en la
dicha ciudad de la Asunción y por el deán y Cabildo y
dQmas clero y Prelados de las órdenes. acerca de que jus-
* • rf
GOBERNANTES 67
tamente se debe hacer guerra á fuego y sangre á las di-
chas dos naciones Guaicurúes y Payaguás por los gran-
des delitos y daños* que han cometido de muertes y robos
de españolearé indios domésticos de muchos años á esta
parteyporlas traiciones que han intentado para alzarse
contra dicha ciudad y visto se sirva V. M. mandar decla-
rar podérseles hacer la dicha guerra á las dichas dos na-
ciones declarando la forma ae ella y mandando al Gover-
nador de aquellas provincias la ponga luego en efecto
para que los españoles y naturales que sirven en ellas
debajo del amparo Reral de V. M. lo puedan hacer con
seguridad y quietud y sin estaren evidente peligro y ries-
go de sus vidas y haziend€ts que de ordinario están con
las dichas dos naciones.
Manuel de Frías.
En cuanto toca á la guerra de los Indios informe el pre-
sidente y Audiencia de las Charcas Obispo del Paraguay
Gobernador del Rio de la Plata y Don Francisco de Alfa-
ro oidor de Lima y dése cédula para que puedan entrar
en estos Indios de guerra en seguimiento y alcance de los
que hizieron los daños que se representan y matarlos si
pudiesen y de los que tomasen y prendiesen se pueden
servir manifestándolos ante la justicia y previniéndoles
señas y dando seguridad de qué los tendrán de manifies-
to sin poderlos enagenar ni vender, en Madrid á 17 de
Octubre de 1615 años.
El doctor Salvador de Vieira.
Copia — Conforme con el original que se conserva en
este Archivo. ^
Fraftcisco de Paula Juarea,
*
Aunque el arreglo definitivo de los límites de ainbas
provincias— Paraguay y Rio de la Plata — tuvo lugar pn
•
N
68 DEL PARAGUAY
1620, Frías no tomó posesión del mando gubernativo sino
el 21 de octubre del siguienle año.
Noexistiaentónces, como rara vezexistiqra, una perfec-
ta armonía entre el prelado y el gobernador; al principio
era por asuntos puramente domésticos, más después, tenia
por origen la cuestión del patronato que ambas autorida-
des se disputaban, hasta que al fin el obispo recurrió al
arma favorita y terrible en aquella época de ignorancia
y de estúpido fanatismo — la escomunion. El gobernador
fué escomulgado y la administración de los pueblos de las
Misiones arrancada á los regulares déla Compañía. Sin
embargo, el Consejo de Indias desaprobó tales medidas,
cuando ya habian producido el efecto deseado por el obis-
po, cual era la efervescencia popular en el primer momen-
to. La profunda désinteligencia quedaba subsistente entre
ambas autoridades y ella dio origen á terribles escándalos,
hasta que al fin los llevaron ante los tribunales en va-
rias ocasiones. Una vez recurrió el gobernador perso-
nalmente á interponersu queja ante la audiencia de Chu-
quisa ca, y otra fué llevado á ella preso, en agosto de
1626 hasta mediados de 1627, que se le restituyó al ejei'ci-
cio de su empleo. Gobernó hasta el año de 1630 y falle-
ció en la ciudad de Salta.
II. . DON DIEGO DE REGÓ Y MENDOZA, teniente de
gobernador, en ejercicio del P. E. durante la ausencia de
Frias en Chuquisaca — 1626-1627-t-y mientras llegaba de
España el nuevo gobernadar nombrado.
1631-1636— III DON LUIS DE CÉSPEDES GARCÍA
XARIA, (distinto del que fu^ gobernador de Buenos Aires
y Rio de la Plata) quien tomó posesión del gobierno del
Paraguay en 25 de junio de 1631. Al año siguiente fué
acusado de estar en connivencia con los indios del Brasil,*
conocidos con el nombre demamelvíeos (l)que arrebataban
XI) La ciudad de San Pablo empezó, en 1564, por una reducción de
GOBERNANTES 69
álos guaraníes y los vendían como esclavón en la provin-
cia de Rio Janeiro. El número de aquellos desgraciados
así esclavizados, según información del gobernador Es-
tévan Dávila, dirigida al rey en 1637, pasaba de 60,000. ^
Las colonias de Villa Rica del Espíritu Santo y Ciudad
Real fueron desolados por las incursiones de los mame-
lucos, hasta quedar completamente abandonadas por sus
moradores, yendo, muchos de estos á establecerse en la
nueva ciudad de Villa Rica, fundada en 1635, en el centro
del Paraguay, por el sucesor de Céspedes.
Durante se ventilaba el juicio de éste y se daba senten-
cia á su causa, ejerció el gobierno su teniente general has-
ta que la real audiencia nombró al —
1633-1636— IV. GENERAL MARTIN DE LEDESMA
VALDERRAMA, caballero andaluz, natural . de Alcalá de
Guadaira.
Fué nombrado (1628) gobernador de la provincia del
Tucuman por el virey del Perú, marqués de Guadalcazar,
con la condición que se obligase á la conquista del Chaco
y fundase allí dos ciudíides en sitio conveniente, para
refrenar el furor de los muchos bárbaros que poblaban
dichas provincias. Era muy celoso Ledesma de propa-
gar la santa fé, y se persuadió le destinaba Dios para
adelantar sus progres os en el Chaco.
Sobre el gobierno de Ledesma en el Paraguay, el lec-
tor encontrará en La Revista del Archivo General de
gaaranies que los jesuítas hicieroa ea el Brasil, y azcqzíó coasLiarable
mente con los malhechores de Portugal que se relegaban al presidio de
San Vicente, con los piratas holax^deses que conquistaron las tierras
nmediatas y con ios bandidos de otras naciones que conseguian alli una
completa impunidad de sus delitos. De este modo se formó una comuni.
' dad de facinerosos y delincuentes que robaban mugeres indias para pro-
veerse de esposas, y destruían los pueblos fronterizos. Denominábanse
BUS empresas malocas^ de donde viene el nombre de mamelucos.
I
70 DEL PARAGUAY
Buenos Aires, publicado por don Manuel R. Trelles,
tomo III, un espediente íntegro relativo á una reclamación
de dicho gobernador contra el Cabildo de la Asunción.
Al gobernador Ledesma debe el Paraguay muchos ser-
vicios.
Movió las armas españolas contraías payagúaes, nación
ferocísima, crueles enemigos de los españoles, en quie-
nes ejecutaron atroces muertes, cautivando hasta sacer-
dotes, habiendo sido el terror del país, pero sin conseguir
el objeto de castigar sus frecuentes insultos. Visitó, por
orden de la audiencia, las Misiones jesuíticas en las már-
genes del Paraná, reduciéndolas á encomiendas y sujetán-
dolas alas armas españolas, aunque esta disposición no
legó á merecer la aprobación de la referida audiencia,
por sugestiones de los jesuitas que hacian todo lo posible
para no perder su dominio. El hecho es que Ledesma
patrocinó á los encomenderos con toda su energía, hasta
llegar á sostener un largo pleito ante su sucesor Lugo y
Navarra.
Los jesuitas pretestaron defenderse de los paulistas
(mamelucos) del Brasil, poniendo las armas en manos de
los indios por el año de 1638, con cuya operación vinieron
á conseguir una especie de soberanía.
A pesar de la independencia del gobierno del Paraguay
del de Buenos Aires, como provincia, el virey Gerónimo
Fernandez de Cabrera Bobadilla y Mendoza, conde de
Chichón, mandó se socorriese á la provincia del Paraguay,
en el penúltimo año del gobierno de Ledesma con 200 ar-
cabuces, 100 espadas, 20 quintales de hierro y 10 arro-
bas de acero, pregonándose en esta ciudad (Buenos Aires)
que todas las personas que tuviesen los referidos artículos
ocurran en casa del tesorero don Juan de Vallejo, para que
con intervención del capitán Bartolomé Sánchez de Vera,
procurador de la Provincia del Paraguay, figen los precios
y lo que asi se comprase, se pagarla de la Real Hacien-
da. Habiéndose hecho las diligencias para dar cumplí-
GOBERNANTES 71
miento á esa disposición, no se halló ningún arcabuz,
sino tan solamente 30 aderezos de espadas, y en lugar de
los arcabuces, se le mandó dar mosquetes, el hierro y el
acero que se pudo hallar.
En su gobierno se puso en práctica la cédula de fuerza-
Falleció en Santiago del Estero, dejando varios hijos,
cuyos descendientes ennoblecen ambas provincias del
Paraguay y Tucuman.
1636-1641— IV. DON PEDRO DE LUGO Y NAVARRA,
caballero del orden de Santiago: Habia tenido á principios
del año 1636 mandato del rey para visitar los Pueblos de
las Misiones de los regulares de la Compañia y darles
oportunos auxilios contra los insultos que hacian los
indios mamelucos, y para asegurar las reducciones de
su provincia. Reunió pues, cuatrocientos indios y mar-
chó á la cabeza de ellos hacia el cantón de Caarupa-Crua--
m y los derrotó completamente, haciéndolos prisioneros
á casi todos, después de haber aquellos dado muerte alP.
Alfaro, misionero jesuita, que acompañaba al goberna-
dor. Los mamelucos fueron conducidos á la Asunción,
que distaba ochenta leguas del campo de batalla y de alli
los mandó á Buenos Aires, cuyo gobernador, don Esté-
van Dávila, á i^olicitud de algunos particulares, les per-
mitió regresar á sus hogares. Gobernó hasta marzo
de 1641 y falleció al año siguiente, en su viage á Es-
paña, adonde habia sido llamado.
Fué su teniente de gobernador, y le sustituyó en sus
ausencias, el alférez general don Juan de Vallejos Villa-
santl.
El gobernador Lugo habia acusado á los jesuitas, 19
Que tenían oculto un gran tesoro deque se aprovechaban.
2? Que ponian mal á los españoles con los indios. 3? Que
no querian que los obispos visitasen sus doctrinas. 49
Que no querian que los gobernadores las visitasen. 59 Que
trataban y contrataban. 69 Que no querian que los indios
72 DEL PARAGUAY
vistiesen á los- españoles. 7? Que los indios convertidos
por los jesuitas habia sido por las armas. 8? Que daban
armas de fuego á los indios. 99 Que despoblaban las re-
ducciones de indios sin licencia del rey y los escondían
de los gobernadores y españoles.
El padre Antonio Ruiz de Montoya, de la Compañia de
Jesús, procurador de la provincia del Paraguay, y Rio
.de Plata trató de justificar á sus hermanos de esos car-
gos clasificándolos de calumniosos.
1641-1647— V. DON GREGORIO DE HINESTROSA,
natural de Chile, cuyo padre y antepasados prestaron
buenos servicios en España y en Chile, habiendo hereda-
do de ellos el mismo celo por el servicio del rey y su incli-
nación á la guerra, la que hizo desde la infancia con
honor, ascendiendo todos los grados de la milicia hasta
llegar al de maestre de campo. Después de haber sufrido
un rudo cautiverio entre los indios de Chile, se le nombró
corregidor de Atacama, pasando en seguida á España
donde se distinguió en el sitio de Fuenterrabla. En pre-
mio de sus dilatados servicios, el rey le recompensó nom-
brándole goberuador del Paraguay de cuyo cargo se re-
cibió el 27 de junio de 1641.
Hinestrosa era muy querido y poseia un gran fondo
de honor y probidad, pero carecia de las luces y resolu-
ción necesaria, para poder hacer frente á un hombre de las
condiciones del obispo Cárdenas. Al principio el gober-
nador le complacia en todo, á lo que era mal correspondi-
do. Habiendo negado al prelado la cesión de un crecido
número de indios que se hallaban al servicio de la cofra-
día del Santo Sacramento tanto se encolerizó que esco-
mulgó al gobernador, y como algunos dias después de-
bia tener lugar una procesión, y, según constumbre, á
éste correspondia llevar el estandarte real, por aquella cir-
cunstancia quedaba inhibido de presentarse en aquel acto.
Don Gregorio no quiso comprometerse por una cere-
GOBERNANTES 73
«
monia religiosa y observó una perfecta moderación que
indispuso á muchas personas contra el obispo. Un dia
el sobrino de éste, el padre Francisco de Cárdenas, le
paró en lacaüedirigiéndole insultos groseros, en momen-
tos en quesalia el obispo de la iglesia acompañado de una
multitud de gente. El gobernador, con toda moderación
siguió su camino. No paró en eso;,á cada momento era
insultado por el obispo y su sobrino, hasta con escomu-
niones que relajaban la autoridad del primer magistrado
de la provincia, haciéndola despreciable á los ojos de todos
sus subditos.
Por fin recibió una carta del virey del Perú, don Pedro
de Toledo y Leiva, marqués de Mancera, en que le reco-
mendaba no permitiese por mas tiempo la opresión en que
estaban los habitantes de su provincia, ni el aniquila-
miento de su autoridad; que restableciese todo, según las
leyes y ordenanzas, y obligase al obispo del Paraguay á
circunscribirse á los límites de su jurisdicción, puramen-
te espiritual; que los informes que se le hablan remitido
contenían cosas inauditas, difíciles de imaginarse, pero
que todo parecía tan bien probando, que no era posible du-
dar.
Ala lectura de estacarta, el gobernador sintió renacer to-
do su vigor, prometiéndose hacer valer todos sus derechos
en lo futuro. Empezó por mandar una revista general de
las tropas, luego ordenó, como se Je habia prescrit . por
el virey, á todos los portugueses establecidos en la Asun-
ción que se marcharan á Santa Fé; en seguida hizo avisar
á todos los indios de las inmediaciones de la capital que él
se disponía visitarlos y que se estuviesen listos para ege-
cutar lo que iba á prescribirles de parte del rey.
Informado el obispo de todos estos movimientos, inme-
diatamente mandó á la Asunción orden, declarando a! go-
bernador como escomulgado y prohibiendo á todos los
74 . ' DEL PARAGUAY
habitantes de la campaña, tanto españoles como indios,
presentársele, so pena de incurrir en escomunion mayor.
Sin embargo, se reconciliaron por el momento, el gober-
nador de buena fé, no así el obispo que la emprendió con-
tra los jesuitas, á quienes perseguia á muerte.
El dia (4 de octubre de 1644) designado por el obispo
para trastornar el orden déla Asunción, á la cabeza de
400 indios bien armados, el prelado debia proceder contra
aquellos religiosos, qne se negaban á reconocerle porque
su nombramiento carecia de ciertos requisitos legales.
Apenas tuvo noticia de la tentativa que se proyectaba, el
teniente general don Francisco Florez, di6 oportuno aviso
de ella al gobernador, quien inmediatamente lo participó á
los jesuitafey se preparó para guardar el orden. .Aper-
cibido el obispo de que su plan había fracasado, lo poster-
gó hasta mejor ocasión.
Entretanco, el capitán don Pedro Diez del Valle llega de
la Plata conduciendo un pliego de la audiencia de Char-
cas, en que se recomendaba á ambos altos funcionarios
viviesen en armonia cada uno en su categoría respectiva.
Esto no se pudo conseguir por parte del prelado, hasta
que al fin el gobernador se vé en la necesidad de intimar
al obispo, dentro de la misma iglesia, donde aquél queria
llevar el escándalo, salga desterrado de la provincia por
haber usurpado la jurisdicción que tenia del rey. El prela-
do contesíó que estaba pronto á obedecer, tomando al
pueblo, allí reunido, por testigo de la palabra que acaba-
ba de dar. Con esta promesa, el gobernador sale de la
iglesia, dejando al obispo decir misa, pero éste, antes de
dar principio á ella, y estando ya revestido de sus orna-
mentos, dirige al pueblo una sangrienta invectiva contra
el gobernador, declarándole escomulgado á él, al maestre
de campo general y á todos los que consideraba haber vio-
lado la dignidad episcopal. Salió pues, de la Asunción,
GOBERNANTES 75
pero al poco tiempo volvió con la esperanza de que seria
bien recibido, en vista de la agitación manifestada por
toda la ciudad al efectuar su salida. En efecto, su llegada
fué anunciada con repique de campanas, y entró en la
capital precedido de varios eclesiásticos que cargaban
armas debajo del manteo, y algunos religiosos llevando
sobre el pecho una hostia sagrada.
F.l prelado habia dado orden que, los que llevaban la
delantera, se dirigiesen al Colegio, pero con la noticia,
aunque falsa, de que habia allí 400 hombres bien arma-
dos, se encaminó al convento de San Francisco, donde se
acantonó como en una plaza fuerte. Mandó venir luego
un alcalde y algunos regidores, á quienes leyó una carta
que dijo acababa de recibir, anunciándole que los, indios
de los jesuítas habian saqueado á Yaguaron y todas las
poblaciones circunvecinas, los cuales seguian su marcha
para la capital con la intención de practicar igual cosa, y
"porque quiero, agregó defender vuestros privilegios y
vuestra libertad, se me quiere echar de la provincia como
un sedicioso (y no era otra cosa). Pero en calidad de con-
sejero del rey, exhorto á todos los que están encargados
de defender esta ciudad oprimida, nombren un goberna-
dor que guarde la provincia del peligro de que se hall-a
amenazada. En un caso tan urgente, la necesidad pue-
de llenar el lugar de una real Cédula."
Sorprendido el alcalde de lo que acababa de oir, corrió
á casa del gobernader para conjurarle á que no dejare
entrar á los indios en la ciudad y hasta se insolentó porque
el gobernador le contestó que él sabia lo que tenia que ha-
cer. La insubordinación del alcalde fué castigada con su
prisión, cuya noticia, esparcida por la ciudad, puso al
pueblo en alarma. Entró éste en calma cuando supo que
no era cierto el saqueo de Yaguaron, pero si que s? aproxi-
maban los neófitos á la ciudad por orden del gobernador,
guardando en su marcha mucha disciplina, sin causar da-
ño alguno en ninguna parte. El obispo puso en juego
76 DEL PARAGUAY
toda su influencia para comprometer á los habitantes á
tomar las armas en su defensa, y no habiéndolo podido
conseguir, descargó toda su cólera sobre el maestre de
campo general, sobre sus hermanos y amigos, declarán-
dolos á todos cismáticos, escomulgados y enemigos de la
patria.
Viendo el gobernador que el tumulto aumentaba y que
los principales vecinos abandonaban la ciudad retirándose
al campo, mandó al escribano del rey, don Rui Gómez de
Gayoso, intimase al obispo partiese sin demora, hacién-
dole saber al mismo tiempo que le tenia lista una barca
bien provista de víveres para él y todo su séquito. El
escribano se presentó á la puerta del convento y pidió
hablar al obispo. Un religioso que estaba de guardia
trató de herirle con su azagaya, hasta que con el alboroto
que se armó, acudió el obispo, y, enterado de la comisión
que llevaba Gómez, contestó que nadie tenia derecho á
mandarle salir de su diócesis; que en todo caso al mismo
gobernador correspondía acercársele. En seguida prorum-
pió en invectivas contra él, declarando escomulgado al es-
cribano del rey, con amenaza, si no se tenia por tal, de una
multa de quinientos escudos, y de ser entregado al santo
oficio como rebelde y contumaz. Aun ha corrido que se
le ha escapado decir que no se cometería un pecado venial
dando muerte al gobernador, habiéndose ofre::ido cuatro
eclesiásticos para ejecutar este crimen.
Avisado el gobernador Hinestrosa, inmediatamente
hizo entrar en la ciudad cien indios del Paraná, colocan-
do cincuenta en la puerta del Colegio y los demás al re-
dedor de su domicilio, porque decían que, al mismo tiem-
po que fueran á su casa para asesinarle, se habia resuelto
en el consejo del obispo ir á prender fuego al Colegio.
GOBERNANTES 77
ActocontlQUO se publicó un edicto declarando á don Ber-
nardino de Cárdenas intruso en el obispado del Para-
guay y sin jurisdicción alguna. Los padres Trujillo y Ver-
dugo habian proporcionado al gobernador dos documen-
tos que probaban la suspensión de este prelado desde su
consagración.
En seguida el gobernador mandó tocar*generaIa publi-
cando una orden, so pena de la vida, á todo el que no se
presentase con su arma en la plaza mayor, en donde
flameaba el real estandarte, para estar listo á hacer todo
lo que se ordenase de parte del rey. Nadie se atrevió á
faltar.
En vista de todo este aparato bélico, el obispo mandó
decir al gobernador que no podia seguir viviendo en una
provincia poblada toda entera de escomulgados, y el 19 de
noviembre (1644), después de haber dicho sus dos niisas,
se despidió de todos y salió llevando suspendido al pecho
el cuerpo de nuestro Señor dentro de una caja, y seguido
de sus sacerdotes y clérigos, cada uno con un cirio en-
cendido en la mano. Luego que quedó instalado en la
barca, el prelado renovó sus anatemas contra los persegui-
dores de la Iglesia que echaban de su diócesis "aZ wta^
santo obispo que hubiese aparecido en el Nuevo Mundo
desde su descubyHmiento" lanzando de nuevo el entredi-
cho sobre la ciudad, al son de una campanilla que acos-
tumbraba llevar consigo en sus viages. Las campanas
de la iglesia de los padres franciscanos y las de la parro-
quia del obispado se pusieron desde luego á repicar, se-
gún la orden que él hab'ia dado, y solo se pudo conseguir
apaciguar el tumulto mandando que tocasen todas las
iglesias.
El ruidoso gobierno de Hinestrosa, tan preñado de
desórdenes y alborotos que tanto afligió á la provincia
del Paraguay, duró desde 1642 hasta 1647 que le su-
cedió—
78 DEL PARAGUAY
1647-1649— VI— DON DIEGO DE ESCOBAR OSORIO,
natural de Chile, maestre de campo, oidor de la real
audiencia de Charcas, cuyo gobierno en las críticas cir-
cunstancias en que lo recibiera, fué de* corta duración.
Según sus instrucciones, debia oponerse á cuanto el
obispo Cárdenas y sus partidarios trataran de emprender
contra ios jesuitas. Sin embargo, ignoraba el goberna-
dor con quien tenia que habérselas, nada menos que con
un prelado que contaba con las simpatías de la mayor
parte de los habitantes de la Asunción; donde el espíritu
de sedición se habia apoderado de la multitud. Allí
guardó para con don Bernardino todos los miramientos
debidos á su carácter*, sin darle el menor motivo de sos-
pecha de sus prevenciones para con los jesuitas.
Ni el gobernador dio paso alguno para hacer cumplir
lo ordenado por la real audiencia respecto del obispo, ni
Qste manifestó la intención de querer presentarse á La
Plata; por el contrario, antes de terminar un mes de ha-
llarse en la Asunción, alejado en el convento de San
Francisco, se trasladó ^al palacio episcopal, en seguida
renovó su toma de posesión del obispado del Paraguay
con toda ceremonia: é inició sus intrigas contra los jesui-
tas que fueron insultados y maltratados, á todo lo cual el
gobernador m'anifestaba una especie de indiferencia.
Este fallece casi súbitamente después de haber tomado un
remedio que se le habia mandado, asegurándole que era
escelente para la incomodidad que le habia sobrevenido,
el 26 de febrero de 1649.
Fué su teniente de gobernador.el capitán don Diego de
Yegros.
Apenas cerró los ojos Osorio, el 26 de febrero de dicho
año, se reunieron tumultuariamente en el cabildo para
darle un sucesor, mientras el rey nombraba un goberna-
dor, alegando una pretendida cédula de Carlos V, que no
GOBERNANTES 79
daba ya tal derecho al cabildo de la Asunción, y contra
el dercho del virey del Perú, ó en su ausencia, de la real
audiencia de Charcas. Pero ya no se conocía, en la A-
suncion, ley, ni autoridad superior. El populacho, amo-
tinado por los parciales del obispo, proclamó gobernador
y capitán general á —
Vil. DON BERNARDINO DE CÁRDENAS, obispo de
la diócesis, quien tomó posesión del gobierno el 19 de oc-
tubre de 1645, sin que nadie se oposusiese, los unos, por-
que pensaban como el populacho reunido en la plaza, y
los otros, por no querer compremeterse.
El obispo gobernar dor inició su administración, des-
tituyendo á todos los que sabia no le eran afectos y aun
obligando á muchos á retirarse á sus establecimientos de
campo. En seguida mandó á sus emisarios recorrer to-
dos los barrios de la ciudad, para animar al pueblq y
comprometerle á pedir la espulsion délos jesuítas de la
provincia, y para imprimirle mayor entusiasmo, un dia
que pontificaba en la catedral, se dirigió al pueblo después
• de la consagración, y, mostrándoles la santa hostia, dijo:
"Cy^eeis, hermanos mios, que Jesu-Cristo esté aqui bajo
estas especiesT' Todos esclamaron que estaban prontos
á derramar su sangre por defender esa verdad. "" Creéis
también firrñemente, agregó, que tengo orden del rey
T^ara echar á lo^ jesuítas de esta ciudad^'*
Tal declaración por parte del obispo gobernador acabó
de persuadir á la multitud, que los jesuítas eran verdade-
ramente culpables de todos los crímenes de que este prela-
do los acusaba. Para llevar á cabo esta determinación
apareció un edicto del prelado que obligaba, so pena
de escomunion y de la vida, á todos los que pudiesen
cargar armas, á que se enrolasen bajo la bandera de
Juan de Vallejo Villasanti, teniente de rey, y ejecutasen
cuanto les ordenara este gafe. Todos obedecieron; y el
6 de marzo (1649) Villasanti se presentó, á la cabeza de su
80 DEL PaBAQÜaY
ejército, á la puerta del colegio. Habiéndola encontrado
cerrada y, después de llamar varias veces, mandó echar
la puerta abajo á hachazos y entró en seguida á notificar
al rector la orden de salir de la ciudad inmediatamente,
con todos sus religiosos y evacuar con toda la prontitud
posible las reducciones del Paraná y todos los demás
establecimientos que la Compañia tenia en el Paraguay.
Apesar de las esplicaciones dadas por el rector, Villasanti
no las atendió, sino que hizo seña á su gente que ejecu-
tase lo que les habia prescrito. En el momento se lanza-
ron todos sobre los jesuitas, sanos y enfermos, y los ar-
rastraron hasta la plaza donde los hicieron ambarcar.
La barca en que fueron puestos baró por Corrientes, cuyo
maestre de campo don Manuel Cabral los alojó en su casa
y los trató con toda consideración.
Luego que los jesuitas abandonaron su colegio de la
Asunción, se apoderaron de éste como de una plaza to-
mada por asalto. Se destruyó y quemó la mayor parte
de las inmensas riquezas que encerraba la casa é iglesia.
Después de algunas representaciones de una y otra
parte, la real audiencia resolvió al fin comisionar, para
que la provincia no continuase sin un gefe que pudiese
restablecer en ella el orden y la subordinación, nombrando
un visitador del Paraguay, con el título de gobernador y
capitán general interino, en la persona de don Andrés Ga-
ravito de León, enviando al mismo tiempo al obispo
Cárdenas una intimación en que se le ordenaba compare-
ciese personalmente sin demora, á fin de dar cuenta de
las razones que tuviera en haberse hecho proclamar go-
bernador de la provincia y en haber espulsado á todos los
jesuitas de su colegio de la Asunción.
DOCUMENTOS JUSTIFICATIVOS
Declaración satisfactoria de don Bernardido de Cárdenas, obis-
po del Paraguay, para el descargo de los que tomaron las armas
contra el gobernador don Sebastian de León y Zarate, (Copiada
y traducida sobre una copia legalizada.)
Nos don fray Bernardino de Cárdenas, obispo del Pa-
raguay, hago saber al rey nuestro señor, en ?u Real
Consejo de Indias, señor virey deestos reinos. Real Audien-
cia de la Plata y demás tribunales inferiores, en como tu-
vimos noticia que venia á entrar á esta ciudad el maestre
de campo Sebastian de León y Zarate y otros vecinos que
le acompañaban, en lo cual venian algunos padres de
la Compañia de Jesús, y que traían cantidad de indios del
Pai;aná y Uruguay,, mandamos prevenir, como goberna-
dor y capitán general, justicia mayordesta ciudad y Pro-
vincia, el Cabildo, justicia, regimiento y todos los vecinos
y moradores, estantes y habitantes en ella, y muchos in-
dias del pueblo de Yaguaron, Tobatl, Itá y los Altos: y
que asimismo los dichos vecinos trajesen los indios oriji-
narios que tuviesen en sus chácaras y casas; y que todos,
unos y otros se aprestasen con caballos y armas ofensi-
vas y defensivas, con municiones y demás pertechos de
guerra; y á mayor fuerza sacamos el real Estandarte,
que ha estado en nuestro poder seis meses poco mas ó
menos, al cual enarbolado en nuestra mano mandamos
á los susodichos, que pena de traidores al rey nues-
tro señor, y perdimiento de todos sus bienes, nos asís-
82 DEL PARAGUAY
tiesen y acudiesen con dichas armas, y guardasen nues-
tras órdenes v mandatos, en cuya conformidad lo hicie-
ron así la mayor parte de los dichos vecinos y todo el
dicho Cabildo pleno. Y estando en este estado, man-
damos poner espías por los caminos reales, para saber si
entraban ó que camino tomaban: hasta que el viernes
próximo pasado, que se contaba primero de este corriente,
comp á la una de la tarde tuvimos aviso cierto, como los
dichos maestre de campo Sebastian de León y las demás
personas referidas, cosa de dos cuartos de legua, mas ó
menos, de esta ciudad, venian marchando para ella, y así
sacaron de dentro de esta iglesia sagrada al corredor de
ella el dicho estandarte; y de nuevo, sin embargo de un
bando'que mandamos publicar antes, volvimos á mandar,
reforzando mas lo antecedente, en orden á que debajo de
las dichas penas saliesen a revestir la dicha entrada con
las dichas armas; y mandámosquedasen algunas perso-
nas á hacernos asistencia, y altflicho real Estandarte, que
tuvimos en nuestra mano, con que mandamos á nuestro
lugarteniente general á guerra Juan de Vallejo Villasan-
ti, y á los capitanes que nombramos en la ocasión, que
salieron á hacer dicha resistencia, no se pusiesen á oir
papeles, ni ponerse en plática, dares ni tomares, sino que
de hecho acometiesen con sus armas de á pié y de á caba-
llo, y no consintiesen la dicha entrada por ningún caso;
mediante lo cual, obedeciendo, salieron así españoles como
indios, á hacer dicha resistencia, en que sucedió el daño
de que tengo noticia, aunque no estamos ciertos de él.
Y la tuvimos así mismo como el dicho maestre de campo
Sebastian de León, por carta que escribió dedos leguas
de esta ciudad al dicho Cabildo de ella, como venia por
gobernador, espitan general y justicia mayor deestas Pro-
vincias, despachado por el señor presidente de la Real
Audiencia de la Plata y visitador general de ella, y casa
de la moneda de la villa de Potosí: dudamos fuese así;
por lo cual mandamos hacer la dicha resistencia, como
GOBERNANTES 83
va referido y porque tenemos noticias como dicho
Cabildo y personas de- él están presos por el hecho
de la resistencia y otras personas; y habiendo tenido
noticia que el dicho maestre de campo Sebastian de León
y Zarate habia mandado publicar en voz de pregonero
en las casas reales y de Cabildo, el título y auto de reci-
bimiento de gobernador, capitán general y justicia mayor
de estas Provincias, en que habiéndolo oído el dicho Ca-
bildo y demás vecinos que se hallaron presentes, fué re-
cibido de todos, nos recogimos luego.
Y asi ^certificamos, y siendo necesario, juramos in verbd
sacerdotiSy poniendo la mano en el pecho y corona, que
procedió el hecho, según dicho es, emanado de nuestras
órdenes y mandatos, que ellos entonces obedecieron,
como de su gobernador, capitán genenal, que usábamos
y egercíamos, y de temor de incurrir en las penas que
teníamos impuestas;* y según nuestro parecer, los su-
sodichos padecen con inocencia, pues solamente acudie-
ron como humildes á obedecernos, demás de que asi-
mismo se lo mandábamos con penas de excomunión
ipso factOj al que no acudiese á nuestras órdenes; y en
esta consideración deben ser absueltos, como personas
que ño cometieron delito por sí. Y para que coilste,
por nuestro motivo, por la noticia dicha, y por el descar-
go de nuestra conciencia, y no por otra causa alguna, lo
certificamos asi por ser verdad infalible, pública y noto-
ria en esta ciudad, y lo firmamos de nuestra mano ante
dos testigos, por no haber escribano público ni real, ni no-
tario, ni secretario, para que io refrende, que es fe-
cho en esta santa iglesia de la ciudad de la Asunción en
siete dias del mes de octubre de 1649, en este papel co-
mún por falta de sellado. Y porque doy dos de un te-
nor, se entienda ser el uno del otro duplicado, y una mis-
ma causa, con las misma razones el uno que están escritas
en el otro, para que el dicho Cabildo se valga de ambos,
6 de cada uno de ellos en su defensa. Fecho utsupra.
I
84 DEL PARAGUAY
Jesús— Fray Berriardino, obispo del Paraguay— Testigo,
Manuel Enriquez de Alarcon, Rodrigo de Rojas Aranda,
Antonio de Ortega.
En la ciudad de Córdoba en diez dias del mes de mar-
zo de 1650 años, yo el capitán Juan Albarracin Pereira,
escribano público y de Cabildo, bienes de difuntos y de la
Real Aduana de puerto seco de esta ciudad y su jurisdic-
ción por el rey nuestro señor, hice sacar este traslado de
su original, que está en la causa, cuyo título dice: .Causa
y ramo ó parte contra los alcaldes y capitulares de este
año de 1649, de esta ciudad de la Asunción, en la causa
de conservaturia contra el señor muy reverendo obispo
don Fray Bernardino de Cárdenas, por haber cooperado á
Iqs agravios é injurias hechas á la Compañía de Jesús y
sus religiosos; con que se corrigió y concertó, de pedi-
mento del padre Laureano Sobrino, de la CompaRia de
Jusus, y rector del Colegio de U Asunción del Paraguay
que para el efecto exhibió y volvió á llevar á su poder.
Doy fé. Y para que conste, lo signo y firmo en este pa-
pel común, áfalt£t del sellado, y haberse quitado el rubri-
cado, siendo testigos el corregidor Christóbal Rodríguez
y Antonio Sarmiento de Sotomayor. Testimonio de ver-
dad.—Juan Albarracin Pereira, escribano real y de Ca-
bildo.
•
COMPROBACIÓN
El Cabildo, Justicia y Regimiento de esta ciudad de la
Trinidad, Puerto de Buenos Aires; conviene á saber, don
Eugenio de Castro, teniente general de gobernador^ y el
Capitán don Pedro Isarra de Gaete, y el Capitán Luis
Gutiérrez, alcaldes ordinarios, y los demás capitulares
que aquí firmamos, certificamos y damos fe y verdadero
testimonio, por no haber escribano público, ni real en esta
dicha ciudad, como Juan Albarracin Pereira, de quien
parece firmado y autorizado el instrumento de suso es
GOBERNANTES 85
tal escribano real y de Cabildo de la ciudad de Córdoba
de Tucuman y á los autos y demás intrumenlos que
ante el han pasado y pasan, se les da y dado siempre
entera fé y crédito como á tal escribano real. Y para que
conste damos la presente firmada de nuestros nombres en
esta dicha ciudad de la Trinidad y puerto de Buenos
Aires, en este papel común por falta del sellado, en 8 de
febrero de 1659 años. Don Eugenio de Castro. Don
Pedro Isarra de Gaete. Luis Gutiérrez de Molina. Don
Juan Pacheco. Antonio Bernal de Linares.
y
1649-1653— VIII. DON SEBASTIAN DE LEÓN Y ZARA-
TE, natuaral del Paraguay, maestre de campo general,
con atribuciones de gobernador y capitán general del
Paraguay, 1649, hasta la llegada de don Andrés Garavito
de León á esta provincia, con orden de reunir fuerzas
suficientes para restablecerá los jesuítas en su colegio y
hacer entrar en su deber á los habitantes de la Asun-
ción.
El ex-obispo-gobernador Cárdenas se negó á reconocer
en su carácter al comisionado y armó á los indios en su
defensa. En vista de esto, don Sebastian se retiró al
campo, recorriendo las poblaciones mas distantes déla
ciudad y notificando sus disposiciones. Tan luego como
su séquito se aumentara, despachó un correo á Corrien-
tes llamando á los jesuitas á su lado; en seguida notificó
de su comisión al cabildo de la Asunción y á los emplea-
dos que habian permanecido en la capital, asegurándoles
que no desempeñaría ninguna función de su cargo sin
comunicarles las órdenes é instrucciones que habia reci-
bido de la real audiencia.
Casi al mismo tiempo, tuvo aviso de que no se descui-
dase, puesto que se hacia tomar las armas á los españo-
les é indios y se hacia circular por todas partes que nin-
86 DEL PARAGUAY
gun poder tenia derecho á quitar á don Bernardino de
Cárdenas el gobierno del Paraguay.
Don Sebastian dejó á éste el tiempo suficiente para que
reñexionase bien en las consecuencias del paso que iba á
dar; pero cuando supo que la capital se preparaba para
un asedio, hizo adelantar las milicias españolas de la
provincia y 3000 indios del Paraná. La aproximación de
ésta fuerza, lejos de intimidar á las tropas del obispo, les
causó mucho alegría. Se les habia hecho comprender que
unos ángeles habian prometido al prelado que combatirían
' en su defensa; y con esta seguridad sus soldados se ha-
bian provisto dé cuerdas para atará los indios. León no
perdia la esperanza de que todo terminaría sin efusión de
sangre.
* ■
Cuando el obispo tuvo aviso de la aproximacioade la
fuerza enemiga, quiso ahorrarle la mitad del camino ha-
ciendo salir sus tropas á las órdenes del teniente de rey,
luego se retiró á su catedral, seguido de una multitud de
mugeres, niños y ancianos. Allí, prosternado al pié del
altar, donde habia hecho esponer el Santo Sacramento,
conjuró al Señor librase á su Iglesia y á la provincia de
los herejes é impíos. Tan luego como ambos ejércitos se
pusieron uno al frente del otro, el gobernador mandó publi-
car á son de trompa sus despachos, las órdenes del virey
y las de la real audiencia, protestando que venia animado
de un espíritu de paz para restablecer las justicia y la tran-
quilidad en su patria y agregando que le seria muy sensi-
ble desenvainar contra sus compatriotas una espada que
hasta entonces solo habia servido para su defensa; que
sólo lo haria en el duro lance de una necesidad.
Ningún caso se hizo de estas palabras. El ejército epis-
copal marchaba á esta guerra como á una cruzada, no du-
dando de la victoria, desde que habia hecho comprender
á cada soldado que cometería un gran crimen someterse
OOBBRNANTES 87
al gobernador y ademas le habría sido prohibido so pena
de escomunion y de castigo corporal.
Tuvo el gobernado por contestación una descarga cerra-
da de mosquetería luego que estuvo á tiro, pero solo le
pasó raspando una de las balas, matando á uno de sus
gefes que se hallaba á su lado. En el acto mandó tocar á la
carga que no resistieron los espiscopales, rindiéndose mu-
chos^ buscando su salvación en la fuga otros, sin perse-
guírseles, por prohibirlo el gobernador, quien entró en la
ciudad sin ninguna resistencia.
Después de hacer un pequeño descanso en la plaza
principal^ el gobernador mandó llevar todos los heridos
al hospital, y alojando en su casa álos que allí no cupie-
sen. En seguida pasó á la catedral para rendir gracias á
Dios por haberle librado del peligro que habia corrido
al principio del combate. Halló allí al obispo, cuya mano
besó respetuosamente, y le suplicó tuviese á bien entre-
garle el bastón de mando, asegurándole que se haria siem-
pre un deber de manifestarle el respeto debido á su carác-
ter y á su persona y prestarle cualesquier servicios que
de él dependieran.
El prelado estaba sentado en su trono, revestido de sus
ornamentos pontificales, con su cruz en la mano derecha y
en la otra el bastón de mando, que entregó al gobernador,
sin decirle una sola palabra, retirándose á su casa seguido
de todo su séquito.
No tardó el goljernador en significar al obispo la orden
de que se presentase personalmente á la real audiencia,
haciéndolo en presencia de testigos. Don Bernadino pro-
metió obedecer, y el gobernador por su parte le aseguró
que miraría como uno de sus esenciales deberes propor-
88 DEL PARAGUAY
donarle cuanto fuera necesario para hacer el viaje con co-
modidad y de un modo conveniente á su dignidad.
Tan pronto como don Sebastian de León consideró ase-
gurada su autoridad en el gobierno, mandó practicar las
obras necesarias en el colegio de la Asunción, alojándose
en él muy pronto los jesuítas, que habia hecho volver de
Corrientes, y espidió en seguida un edi^cto, bajo penas se-
veras, ordenando se restituyese á estos religiosos los ne-
gros y cuanto se hubiese sacado de su colegio.
A pesar de haber don Sebastian de León hecho todo el
bien posible á su patria y de haber desempeñado su comi-
sión con estricta sujeción á sus instrucciones, se vio pron-
to obligado á salir de la capital, sin haber podi9o encon-
trar en la provincia un retiro donde poder estar con segu-
ridad. Se cometió con él la iniquidad de tenerle durante
veinte años en prisiones, hasta que al cabo murió en la
cárcel el año de 1672. La real audiencia, que residia en
Buenos Aires, le dio por libre casi al mismo tiempo, ha-
biendo llegado la sentencia al Paraguay poco depues de
celebrarse sus funerales.
Fué su teniente de gobernador el capitán Pedro de Ga-
marra.
IX. LICENCIADO DON ANDRÉS GARAVITO DE LEÓN,
natural de la ciudad de Lima, caballero del orden de
Santiago, oidor de la real audiencia de Charcas, visitador
y gobernador interino del Paraguay.
Apenas tomara posesión de su cargo, el 10 de octubre de
1650, el visitador, llamó á prestar declaración á todas las
persona que quisieran prestarse á ello; Ijizo carear y con-
frontar los testigos que se le presentaron, y convencido
de que todas las pruebas se reducian á los discursos del
obispo Cárdenas, sus patidarios y hechuras, instruyó el
proceso criminal de todos los individuos que habian de-
GOBERNANTES 89
sempeñado algún cargo durante los años de 1648 y
1649. Terminado éste, pronunció (24 de julio de 1651) la
sentencia definitiva contra los que tuvieron parte en la vio-
lenta espulsion de los jesuítas del colegio de la Asunción,
cuyo estracto es como sigue:
"Mando que todos los cabildos, pode^es, instrucciones
é informes se quiten de los libros, y en mi presencia y con
intervención de los alcaldes y regidor de primer voto, se
rompan y echen al fuogo, poniendo un tanto de esta sen-
tencia y fée de el presente escrivano de averse hecho la
'diligencia en su lugar condeno á los dichos Diego de
Yegros, teniente Melchor Casco de Mendoza y Juan de
Vallejo, alcaldes que fueron el año de 48, y á Juan de
Vallejo de Villasanti el viejo, y á Cristóbal Ramírez
Fuenleal del de 49, en privación perpetua de oficio de justi-
cia y otros públicos, y en trescientos pesos de plata acu-
ñada á cada uno. Mas condeno á los dichos Juan de Va-
llejo Villasanti el mo^o, y Cristóbal Ramírez, por la culpa
que en particular resultó en no haver impedido la espulsion
y daños que re«:¡bieron los dichos religiosos, en cien pesos
de plata acuñada á cada uno, y á don Luis Céspedes Geria,
Joseph Encinas, Andrés Benitez, Garcia Hanegas de Guz-
man, Pedro Antonio de Aquino, Melchior de Pucheta,
regidores de el dicho año de 48; y á Diego Hernández,
Diego Gim'enez, Juan Riquelme, Francisco de Aquino,
Tomás de Ayala, Juan de Cáceres, Juan de Paderez, que
lo fueron el año de 49, en cuatro años de suspensión de
todos oficios públicos".
Terminó así su lYiision regresando á La Plata volviendo
al ejercicio de su plaza, de oidor de la referida audien-
cia y allí tuvo noticiado haberse presentado poco des-
pués un nuevo denunciador de las minas de la provincia
del Uruguay. La rea! audiencia juzgó conveniente enviar
un nuevo visitador al Paraguay.
1653-1656— X. DON CRISTÓBAL DE CARAY Y SAA-
90 DEL PARAGUAY '
VEDRA, natural . de Santa Fé de la Vera Cruz, nieto del
general Juan de la Cruz Garay y nieto político de don
Jerónimo Luis de Cabrera, fundador de la ciudad de
Córdoba del Tucunnan. Entró de gobernador del Para-
guay el 26 de julio de 1653.
Desde sus primeros años sirvió al rey en varios cargos
políticos y militares, mandando algunas espediciones con-
tra los indios con feliz éxito. En el tiempo de su gobier-
no, que administró á satisfacción de sus superiores y de
sus subditos, se coligaron los bárbaros mbayáes con los
feroces necugáes y otros indios fronterizos y se lanzaron
contra el territorio de la Asunción- causando algunos per-
juicios.
El Paraguay esperimentó una terrible epidemia de vi
ruela en los años de 1654 y 55, que hizo muchos estragos.
Fué bajo este triste estado que el país tuvo que sufrir la
insolencia de los indios, hasta que el gobernador Garay
trató de refrenar su orgullo juntando el mayor número
posible de españoles y de guaramíes, de cuyo valor y espe-
riencia hablan éstos dado pruebas. Así pudo formar un
cuerpo considerable, bien armados y al mando del tenien-
te general de la Provincia, pasó al territorio enemigo y
castigó tan severamente á los indios, que, en mucho tiem-
po no se atrevieron volver á invadir. Los guaraníes deja-
ron bien sentada su reputac^ion de fieles y valierttes y el go-
bernador fué felicitado por su acierto en haberse valido
de ellos para esa empresa.
Garay falleció en la pro^^nciadel Tucuman siendo juez
real. |
1656-1659— XL DOCTOR JUAN BLASQUEZ DE VAL-
VERDE, oidor de la real audiencia d# la Plata, goberna •
dor y capitán general del Paraguay y visitador de las pro-
vincias del Uruguay y del Paraná, desde el 21 de setiemjbre
de 1656.
Partió de la Plata con los mismos títulos que Garavito,
GOBERNANTES 91
pero con poderes mucho» más estensos, pues traia al mis-
mo tiempo, como visitador, encago de examinar con de-
tención el estado en que se hallaban las rentas del rey en \
las tres provincias del Tucuman, Paraguay y Rio de la \
Plata, (llamadas con alguna frecuencia provincias del ¡
Paraguay) la real caja de Buenos Aires, las Misiones de !
los jesuítas, el número de las reducciones, el de los relí- /
giosos empleados en ellas, el de los indios que en ellas
habia y debian pagar tributo, examinar el catecismo de
los jesuitas, y sobre todo, asegurarse por sí misnao de
si existian minas de oro en la provincia del Uruguay.
El visitador, en virtud de su comisión, convocó en su
domicilio, á las dos de la tarde del jueves 31 de octubre
de 1656, una^ junta compuesta de. diez teólogos mas
universalmente reconocidos como perfectamente versados
en la lengua guaraní, á saber: el padre Francisco Vas-
quez de la Mora, provincial de los jesuitas, quien, escu-
sándose de hallarse presente en ella, se contentó con
enviar una memoria, que fué leida y aprobada unánime-
mente. Los otros eran, don Adrián Cornejo, provisor,
gobernador y juez eclesiástico de la diócesis, el cual
debia presidir la asamblea, en caso que el visitador no
pudiera hallarse presente; don Gabriel de Peralta, deán
de la catedral; el licenciado don Pedro de Mendoza, cura
de Yaguaron, que habia sido gobernador eclesiástico y
visitador de la diócesis; don Pedro de la Cabex, que habia
sido igualmente gobernador eclesiástico de la diócesis,
ambos nombrados por el obispo Cárdenas; el padre Pedro
de Villasanti, antiguo definidor y guardián actual del con-
vento de San Francisco de la Asunción; don Francisco de
Caballei'.o Bazán, cura de la Encarnación de la misma
ciudad y que habia sido provisor y juez eclesiástico; don
Estévan de Ibarrola, 'cura de la catedral y los maestres de
campo don Garcia Moreno y don Francisco de Espíndola
de la Vera-Cruz.
93 DEL PARAGUAY
Diose, pues, la lectura de la ny^moria del provincial de
los jesuítas, en la que se hacia observar que don Bernar-
dino de Cárdenas jamás había tenido el mas mínimo
conocimiento de aquella lengua. Decia que la traduc-
ción del catecismo al guaraní no era obra de los jesuítas;
que habia sido compuesto en lengua peruana, por el pa-
dre Gregorio de Osuna y traducido al guaraní por el vene-
rable padre Luis de Bolaños, muerto en olor de santidad,
ambos del orden de San Francisco; que el original habia
sido aprobado por dos Concilios de Lima, y la traducción
por dos obispos del Paraguay á la cabeza de sus sínodos
y por otra asamblea sinodal, durante la sede vacante;
que en consecuencia, se habla mandado, so pena de deso-
bediencia y escomunion, á todos los curas ó misioneros
de los indios que hablasen guaraní de hacer uso de él y de
ningún otro; que en efecto asi se ha practicado en todas
partes y aun en el Brasil, en donde esta lengua es común.
Que los indios quedaron muy desconsolados cuando el
obispo Cárdenas condenó el catecismo, porque contenía
los términos de Tuhá y de Tupa, que eran nombres de
demonios^ se daban en el catecismo para significar Dlos^
Tuba y Dios Pady^o Tupa.
La asamblea juzgó, pues, unánimemente que el cate-
cismo sb hallaba exento de todo error, desapareciéndolos
monstruosos errores de los jesuítas, conque el obispo del
Paraguay aturdió á toda la América, y su procurador á
toda la España.
El visitador hizo en seguida sus informaciones sobre lo
ocurrido en la Asunción resj)ecto de los jesuítas durante
los años de 1648 y 1649, pronunciando (27 de setiembre de
1657) su primer fallo sóbrelas tales minas de oro que no
existían y condenando al indio denunciador Domingo, que
se decia tupí de nación, aunque era.naturalde Yaguaron,
á ser ahorcado, pero habiendo representado el rector del
colegio que este desgraciado esclavo habia sido forzado
por su amo, el capitán Cristóbal Ramírez de Fuenleal, el
GOBERNANTES 93
>
mas decidido partidario. fiel obispo de Cárdenas, le hizo
gracia de la vida conmutándole la pena en 200 azotes por
las calles de la ciudad, montado á caballo sobre un basto
y seguido de un pregonero que publicaba su crimen en
alta voz.
El 2 de octubre del mismo año, dio su segundo fallo con-
denando á los reos á un perpetuo silencio sobre lo que se
imputaba á los jesuítas y á pagar todas las costas del
proceso.
1659-1662— Xn. DON ALONSO SARMIENTO DE SOTO-
MAYOR Y FIGUEROA, caballero gallego, natural de Vi-
go, primo segundo del virey del Perú d^n Garcia Sar-
miento de Sotomayor, conde de Salvatierra, quien le hizo
venir á estos países, dándole el corregimiento de Canta,
el que desempeñó con mucho desinterés, sin dejar des-
cansar á los contrabandistas á quienes perseguia con
tesón. El virey, conde de Alba de Aliste, le ascendió
confiriéndole el gobierno de la provincia de Chucuito y lo
desempeñó tan á satisfacción de aquel mandatario que le
promovió al gobierno de la provincia del Paraguay, del
que se recibió el 24 de diciembre de 1659.
Al año siguiente, habiendo ido á visitar el pueblo de
nuestra Señora de la Concepción de Arecayá, fundado
en^ 1632, los indios arecayáes se levantaron en armas
contra el gobernador Sarmiento matándole cuatro espa-
ñoles é hiriendo veintidós de los que le acompañaban, en-
cerrándolos á todos en la iglesia donde los sitiaran cinco
dias, pegándole fuego y flechando una imagen. Todos
^ hubieran perecido á no haberles llegado oportuno socor-
ro de gentes. Por cuyo motivo, el gobernador ahorcó á
los caciques y cabezas del motin, condenando al resto, que
eran ciento setenta familias que componian setecientas
treinta almas, á ser espatriados y encomendados á los
españoles en calidad dp yanaconas, como se ejecutó en
efecto.
94 DEL PARAGUAY
Sarmiento dio cuenta de lo obrado, en 30 de diciembre
de 1660, al rey Felipe VI, quien espidió cédula en 25 de
agosto de 1662 no sólo desaprobando altamente su proce-
dimiento, sino que también fué destituido, preso y someti-
do ajuicio, y mandando que los arecayáes volviesen á su
pueblo. Su sucesor Diez de Andino mandó publicar dicha
cédula en la Asunción, por cuyo motivo, se presentó el
procurador general, don Juan Vallejo Villasanti, pidiendo
se suspendiese la ejecución, fundándose en que dichos
arecayáes no eran originarios de su pueblo, que eran
malvados y coligados con los monteses y del Chaco, con
quienes hablan cometido muertes y alzamientos.
A los dos años (7 de octubre del 1664) se le absolvió,
dándole por libre de la querella y saliendo entonces del
Paraguay con dirección al Perú. Al llegar á Santiago del
Estero, contrajo matrimonio (1667) con doña Maria Gara-
yary Figueroa, señora noble y muy rica, como que era
hija del general Martin de Garayar, uno de los quemas
• disfrutaron la opulencia maravillosa de las minas del
Perú.
En atención, pues, á su calidad y méritos, el virey del
Perú, marqués de Castelfuerte, le nombró, en 1678, cor-
regidor de Lipes, donde al fin falleció el 14 de mayo de
1687, sin tener apenas con que coste^ir su entierro. Dejó
dos hijos y una hija.
1663-1671— XIII. DON JUAN DIEZ DE ANDINO, an-
daluz, sargento mayor. Tomó posesión del gobierno en
1663 y se ocupó durante mucho tiempo en la defensa de
la provincia, continuamente amenazada por los aracayáes,
indios fronterizos. Concurrió personalmente con una
fuerza considerable de tropas, en auxilio del puerto de
Buenos Aires, que se hallaba amagado de una invasión
de los mamelucos, trasladó las reducciones délos itatines
á otro territorio, donde fué tan considerable sa aumento
que se formó una nueva colonia muy numerosa, conoci-
GOBERNANTES
95
da por Santa Rosa. Mereció por tan señalado servicio el
agradecimiento de la audiencia de Buenos Aires en tér-
minos muy honoríficos. Terminó su gobierno con uni-
versal aplauso de todos sus subditos, á quienes dejó
prendados de su amabilidad, rectitud y valor, á ñnes de
febrero de 1671.
1671-1681— XIV DON FELIPE REGE CORVALAN,
sargento mayor, desde el año de 1671.
Acusado el gobernador de omisión y negligencia en el
cumplimiento de su cargo, el cabildo dispuso su depo-
sición y remisión preso á la real audiencia de Charcas.
Para llevar á cabo esta resolución, se le invita á una
conferencia en las casas del ayuntamiento. El goberna-
dor concurre á ella muy ageno de lo que contra él se ha-
bla premeditado. Una vez reunidos en el lugar señalado,
levántase de pronto uno de los rejidores y manda se le
remachen un par de grillos, declarando qjie estaba priva-
do del gobierno.
No encontrándose mérito en la mayor parte de los car-
gos que se le hicieron, don Felipe fué repuesto. en el go-
bierno y tuvo la gloria de desbaratar una gran conspira-
ción de los indios contra la población española el 20 de
enero de 1678, quedando la ciudad devotísima del glorio-
so mártir San Sebastian, á quien desde entonces venera
por su segundo patrón, en la iglesia parroquial de la En-
carnación, donde se le dedicara capilla.
Á mediados del año siguiente (1679) Rege tuvo avisó de
que en el Janeiro se armaban catorce buques, embarcán-
dose tropas, armas, municiones y todo lo necesario para
un grande establecimiento. No tardó mucho en saber
el objeto de ese grande armamento, al mando del maestre
de campo don Manuel de Lobo, gobernador del Janeiro,
que no era otro que para las islas de San Gabriel, ó el
continente vecino.
Coincidia ese hecho con el rumor que entonces corría
96 DfiL PARAGUAY
en la Asunción de que un cuerpo de tropas portuguesas se
dirigía por tierra para atacar las reduciones del Paraná,
lo que hizo que Rege despachara dos correos, uno á los
indios del Paraná, recomendándoles estuviesen en guar-
dia, y el otro á don José de Garro, gobernador del Rio
de la Plata, comunicándole lo que ocurría. El primero
de esos correos volvió con la contestación de que las
reducciones podrían no ser sorprendidas, pero que el
gobernador no debia ignorar que ellas no se Hallaban en
estado de resistir á tropas arregladas, con un escelente
gefe á su cabeza, desde que se les habia quitado las ar-
mas, en virtud de real decreto, espedido en 1661, ^n el
que se ordenaba á los indios del Paraná depositar las ar-
mas de fuego en los almacenes de la Asunción, y no sq
las diesen sino para emplearlas en servicio del rey y para
defenderse contra los mamelucos.
Todo lo que pudo hacer Rege entonces fué mandar que
saliesen partidas del lado del Brasil, para observarlos
movimientos de los portugueses. Ejecutado eso con
tanta inteligencia comoprontitud, marcharon hacia el Bra-
sil tres destacamentos de unos cuatrocientos hombres cada
uno. Los portugueses fueron derrotados en un en-
cuentro, tomándoseles veinticinco prisioneros, con quie-
nes se guardó la mayor consideración.
El gobierno de Rege duró hasta 1618, y durante su
ausencia, usurpando el mando á su teniente el general
JoséAvalosde Mendoza.
XV. EL CABILDO, con el gobierno político y militar,
durante se instruía causa á Rege, á quienes trataron del
modo mas cruel é inhumano. En vez de remediar los
males, en que fundaban la deposición del gobernador Re-
ge, los aumentaron, al punto de ocasionar la total pérdida
de Villa Rica, que la atacaron llevándose cautivos cua-
tromil indios cristianos, y acosada de nuevo por los guai-
curúes^mbayáes, y payaguaés hubo que recurrir, para la
GOBERNANTES ' 97
común defensa, al armamento de los eclesiásticos,
religiosos, estudiantes y aun los esclavos negros y mu-
latos.
XVI. LICENCIADO DON DIEGO IBAÑEZ DE FARÍA,
fiscal de la real audiencia de Guatemala, juez delegado
de la de Charcas y gobernador conjunlauíente con el Ca-
bildo, durante la prisión de Rege, por el año de 1676,
1681-1684— XVn. DON JUAN DIEZ DE ANDINO, se-
gunda vez, desde el 7 de octubre de 1681 y después de
haber servido satisfactoriamente el gobierno del Tucumah
así como el del Paraguay, le sorprendió la muerte en
agosto de 1684.
1684-1691— XVin. MAESTRE DE CAMPO DON ANTO-
NIO DE VERA MUGICA, natural de la ciudad de Santa
Fé de la Vera Cruz, nombrado interinamente por el virey
del Perú, don Melchor de Navarra Rocafull, duque de la
Palata, el 18 de octubre de 1684, á consecuencia de la
muerte de Andino.
Vera Mujica habia antes (1665) prestado importantes
servicios á la ciudad de su nacimiento, seriamente ame-
nazada por los indios calchaquíes, los que fueron tan bien
batidos que aquella quedó libre por mucho tiempo de los
malones qne estos bárbaros le daban desde muchos años.
Vera no se cansaba, durante su gobierno del Tucuman y
del Paraguay sucesivamente, de elojiar á esos valientes
indios. Se halló en el sitio de la Colonia, habiéndole
cabido, como maestre de campo que era, la principal par-
te en la derrota de los portugueses, que, con escepcion de
unos doscientos hombres muertos, todos los demás que-
daron prisioneros.
Antes de ocupar su destino de gobernador del Paraguay,
habia recibido orden de trasladarse al Tucuman, donde
debia tomar el mando de las tropas é ir á castigar la per-
fidia con que fueron muertos don Pedro Ortiz de Zá-
8
98 DEL PARAGUAY
rate (1) y el padre Salinas. Tan luego como recibió
esta orden, partió para el Tucuman con cuatrocientos es-
pañoles y quinientos indios y en Santiago del Estero
(Esteco) acabó de organizar su ejército, con el que se pu-
so, en marcha, el 5 de julio de 1685. Esta espedicionno
fué tan feliz, pues, si bien los españoles hicieron cien
prisioneros, en recompensa los bárbaros consiguieron
llevarse trescientos caballos á la vista de tresciento hom-
bres bien atrincherados, y tuvieron que volver por falta de
víveres con pérdida de muchos hombres atacados del
enemigo mas terrible — el hambre.
El gobernador VeraMugica murió en la Asunción el
2 de agosto de 1691.
XIX. DON ALONSO FERNANDEZ MARCIAL, teniente
general, durante la ausencia de Vera Mugica.
1691— XX. DON FRANCISCO DE MONFORTE, caba-
llero de la orden de Santiago, en 1691.
Atendía con desinterés tanto en lo político como en lo
militar. Su desvelo era el alivio de los pobres. Hizo dos
entradas alas tierras de losguaicurúes.
(1) El licenciado don Pedro Ortiz de Zarate era de una nobilísima &-
milia de Vizcaya, y cuyo origen hace remontar el doctor Xarque hasta
el infante Bela, hijo de Santiago, rey ds Aragón y sobrino de Alfonso, rey
de Castilla. Er^hijoy viznieto délos que hablan conquistado el VaUe
de Jujui, habiendo sido su padre fundador de la ciudad de este nombre.
A los 17 afios de edad contrajo matrimonio con Petronila de Ibarra, he-
redera de las casas da Salatiegas de Ibarra y de Murgia, de la provincia
de Guipúzcoa, de la que tuvo dos hijos, pero habiéndola perdido ¿ los
dos afios de casado, tomó la resolución de consagrar el resto de sus dias al
servicio del altar, y ¿ los 26 afios de edad empezó sus estudios en la uni-
versidad de Córdoba. Tan luego como recibió las órdenes sagradas, volvió
¿ Jujui, de cuya ciudad fué cura. Poco después fué nombrado juez
eclesiástico de diezmos y comisario del Santo Oficio y de la Cruzada*
Por fin, don Francisco de Borgia, sucesor de don Melchor Maldonado al
obispado del Tueuman, le nombró visitador de su diócesis, empleo que
desempeñó con tanto celo como desinterés, que el Consejo de ¿idias se
proponía presentarle para un obispado considerable cuando llegó ¿ Es-
pafia la noticia de su muerte.
GOBERNANTES 99
Desalojó también á los mamelucos y portugueses del
Brasil que se habian poblado en la antigua Jerez. Gober-
nó con tanta rectitud, que se le aclamó por gobernador
santo.
Murió en la Asunción el 2 de agosto del mismo año
(1691).
1691-96— XXI. DON SEBASTIAN FÉLIX DE MENDIO-
LA, noble vascongado, gobernador, desde el 22 de octu-
bre de 1691. Se le cobró tal aversión, debido á la im-
punidad con que se contaba, no se tuvo embarazo en
cargarle de prisiones y remitirle con grillos al fuerte
de Buenos Aires, donde se mantuvo hasta que, en conoci-
miento la real audiencia de tan enorme esceso, mandó se
le repusiese en el gobierno, en que vivió con moderación
hasta fines del año 1696.
1696-1702— XXn. DON JUAN RODRIGUZ COTA, na-
tural de Galicia, desde el 4 de diciembre de 1696.
Administro el gobierno con equidad, y refrenó á los
guaicurües que se habian sublevado.
1702-1705— XXm. DON ANTONIO DE ESCOBAR Y
GUTIÉRREZ, natural de Santa Fé de la Vera Cruz, nom-
brado el 27 de junio de 1702 (1) hasta 1705, que fué de-
puesto por el virey del Perú, conde de la Monclova, por
haberse portado mal atribuyéndosele fatuidad y licencia
en su gobierno.
1705-6— XXIV. DON SEBASTIAN FELK DE MENDIO-
LA, segunda vez, en 86 de setiembre de 1705 y por muer-
te de él—
1706-1707— XXV. DON BALTASAR GARCÍA ROS, na-
tural de Valtierra, en Navarra, sargento mayor de la pla-
(1) En este año (1702) los jesuitas introdageronen su provincia de Mi-
siones la invención de la imprenta, habiendo sido la primera que se cono-
ció en el Bio de la Plata, sin incluir el interior, y que publicara algunos
volúmenes de esmerada tipgrafía.
100 DEL PARAGUAY
zade Buenos Aires, á quien el rey hizo la gracia de nom-
brar gobernador del Paraguay, en recompensa del mérito
que habia contraído en la conquista de la Colonia del Sa-
cramento, establecida por los portugueses. Tomó pose-
sión del gobierno el 9 de febrero de 1706, habiéndosele
encargado particularmente de practicar una visita de ins-
pección á los pueblos de Misiones de los regulares de la
compañía, como lo ejecutara, pasando al rey un informe
muy circunstanciado, en el que aseguraba haberlos halla-
do en un estado que no parecia verosímil para quien no
los hubiera visto con sus propios ojos; que no era posi-
ble agregar nada á la policía y al orden que en ellos se
notaba; que no era fácil de espresar la inocencia de las
costumbres, la piedad y la unión que allí reinaba y el
tierno cariño y el respeto que estos nuevos cristianos
manifestaban para con sus pastores; que no habia uno
solo que dejara de hallarse en disposición de sacrificar
con alegría su vida y cuanto poseía en el mundo por el
servicio de Dios y por el del rey.
Después de haber gobernado el Paraguay pasó, algunos
años después, al gobierno de Buenos Aires.
1707-1712— XXV. DON MANUEL DE ROBLES LOREN-
ZANA, natural de las montañas de Burgos, gobernador,
desde el 10 de octubre de 1707.
Una de las primeras operaciones de su gobierno fué
tratar de hacer desalojar á los portugueses poblados, en la
antigua Jerez, y para llevarlo á cabo, envió una espedicion
á fin de reconocer sus tierras; pero llamó su atención otra
cosa mas urgente, cual era la guerra del Chaco. Para el
efecto púsose de acuerdo con el gobernador del Tucuman,
don Estévan de Urizar y Arispacochaga, que ya se hallaba
en campaña contra los bárbaros, quienes infestaban los
caminos, cometiendo atroces crueldades con los viageros.
Organizada la espedicion, el gobernador Robles empezó
(1709) por la frontera del Paraguay, internándose por las
GOBERNANTES 101
tierras de los guaicurúes hasta el centro de ellas, siendo
victoriosas las armas españolas; pero la campaña no fué
muy fructuosa á causa de las inundaciones del país.
Conociendo Robles que existia una fuerte oposición con-
tra su gobierno, y para librarse de las vejaciones que al-
gunos pretendian hacerle en la residencia, abandonó
astutamente la Provincia, viniendo así á terminar su go-
bierno á fines de 1712. : - v ; ^
Murió repentinamente, en Santa Fé, el miércoles 19 de
abril de 1724. Caliente aun el cadáver le .^obaro^i . u¿¿
cadena de oro, que llevaba de relicario pendiente al cuello.
1713-17— XXVI. DON JUAN GREGORIO BAZAN DE
PEDRAZA, maestre de campo, natural de la ciudad de To-
dos Santos de la Rioja en la Provincia del Tucuman.
Fué alcalde ordinario, en cuyo empleo, llevó á cabo, á su
costa, la cárcel pública y casas de Cabildo, administrando
justicia con pundonorosa rectitud y celo. En lo militar,
desde teniente de caballería, hasta maestre de campo de
infantería española, sirvió muchos años en el Chaco, en el
puerto de Buenos Aires y en el santo tribunal de Lima.
Se recibió del gobierno del [Paraguay^ el 5 de junio de
1713. En su gobierno, dispuso la fundación (1714) de dos
nuevas colonias de españoles, en el vallede Guamipitan la
primera, á ocho leguas al sud de la Asunción, y la segun-
da, en el sitio deCuruguatí, á mas de cien leguws de la
misma ciudad, la que sirvió de frontera á los mamelu-
cos del Brasil. Murió, antes de concluir su gobierno, el
2 de febrero de 1717, á los 53 años de edad.
DON ANTONIO VICTORIA, nombrado por el rey, gober-
nador del Paraguay, pero temeroso de que le cupiese la
misma suerte que cupiera á otros gobernadores, cedió su
derecho, mediante cierta cantidad, en —
1717-1721— XXVn. DON DIEGO DE LOS REYES BAL-
MACEDA, maestre de campo, natural del puerto de Santa
» • • • <• •
102 DEL PARAGUAY
Maria, siendo alcalde provincial de la Asunción, cuando
fué nombrado gobernador, de cuyo cargo se recibió el 5
de febrero de 1717; pero las repetidas quejas que de él hu-
bo, y las acusaciones de parcialidad de los regulares de la
compañia, obligaron á la audiencia de Charcas á nom-
brar juez visitador, eligiendo el vireydel Perú, marqués
de Castelfuerte, al que á continuación se indica, con el
*. título: Sefgobernador interino, en 1721.
El 'antecesor de éstehabia dado permiso á los paya-
{ /^liáesylp^sásen á situarse en Tacumbú, dos leguas mas
abajo de la Asunción, donde fué inútil atraerlos á la obe-
diencia por medio de los sermones que se les predicaba,
mas ellos, siempre alevosos, destruian y asolabaa la Pro-
vincia del Paraguay. Coligados con los mbayáes, len-
guas y guaicurúes, cometieron toda clase de violencias,
hasta que quejándose los vecinos de sus demasías, el
gobernador, de acuerdo con el Cabildo, resolvió prevenir
los males trasportando todos los payaguaés á las reduc-
ciones del Uruguay, que estaban á cargo de la Compañía.
Llevábanlos en unas chalupas bien' equipadas y apesar
de todos los esfuerzos del gobernador y de su gente no
pudo evitarse en venir á las manos, dando por resultado
muchos indios muertos y prisioneros. Estos confesaron
de plano la conjuración, que fué atribuida falsamente al
pobre gobernador.
El juez de pesquisa Ántequera arrogándose el gobier-
no, prendió á Reyes y siguió la causa con el mayor ar-
dor. Este, temeroso de alguna violencia del pesquisidor,
se fugó de la prisión dirigiéndose á Buenos Airs, donde
se encontró con nuevos despachos del virey, por los que
quedaba en supuesto de gobernador por mas tiempo.
Volvió, pues, al Paraguay á tomar posesión del gobierno,
pero el intruso gobernador Antequera le hizo resistencia
con un ejército formado. Reyes no tuvo mas recurso que
retirarse á la ciudad de Corrientes, y aun allí mismo. An-
tequera le hizo sacar con engaño una noche del mes de
GOBERNANTES 103
agosto de 1723. Llegado al Paraguay, fué puesto en la
cárcel cargado de prisiones, y al salir Antequera á resistir
áGarciaRos, dejó orden que diese garrote á Reyes, y en
el momento de- sacarlo al suplicio \o impidió el sargento
mayor de plaza don Sebastian Arellano. Antequera,
triunfante de Garcia Ros, retuvo preso á Reyes hasta que
Zavala, encargado de pacificar el Paraguay, le hizo aliviar
las prisiones, poniéndole en libertad por abril de 1725 y
mandándole salir de aquella Provincia. Mas tarde el
virey marqués de Castelfuerte lo mandó comparecer
personalmente ert Lima, donde se le mantuvo con la ciu-
dad por cárcel, basta el año de 1733 en que fuéabsuelto
y libre de los cargos que se le imputaban.
1721-1725— XXVm. DON JOSÉ DE ANTEQUERA EN-
RIQUEZ Y CASTRO, caballero de la orden de Alcántara,
natural de Lima. Su padre le dio, en su temprana edad,
la mas bella educación que u j joven pudiera recibir. Con
mucho talento, una memoria feliz y una imaginación
muy viva, no podia dejar de hacer grandes progresos en
todas las ciencias á que se le dedicaba. Sus bellas dotes
le hicieron pronto conseguir el empleo de procurador fiscal,
protector de los indios en la real audiencia de Charcas,
habiéndole el rey honrado con el collar de la orden de
Alcántara.
Desde el momento que vio que la real audiencia estaba
resuelta á enviar al Paraguay un juez pesquisidor, soli-
citó esta comisión, aun que no debió ignorar la costumbre
de no dejar á los gobernadores mas de cinco años en estas
provincias.
No obstante la consiguió, á pesar de que la ley prohibía
espresamente enviar, para informar contra un goberna-
dor, al mismo que debia sucederle. Apenas recibió su
comisión, con fecha 15 de enero de 1721, Antequera par-
tió de la Plata dirigiéndose sin pérdida de tiempo á la
Asunción. En Santiago y Santa Fé, se proporcionó lo
necesario para completar su equipage arreglado á la alta
104 DEL PABÁOUÁT
dignidad que iba á investir, mediantes ciertos arreglos
que algunos comerciantes hicieron con él para espender
sus mercancías en el Paraguay. El 81 de julio (1721) llegó
al Tebicuarí, donde fué recibido por el regidor don José
de Avalos, con algunos de sus amigos, quienes le anun-
ciaron que el gobernador Reyes se hallaba visitando las
reducciones del Paraná.
A su llegada á la Asunción, (15 de setiembre) tuvo un
contratiempo que presagiaba algo funesto. Hizo su en-
trada en la ciudad al ruido de varias descargas de artille-
ría; pero en medió de una calle se encontró con el acom-
pañamiento fúnebre de una distinguida señora, viniendo á
confundirse los aplausos .del pueblo con el lúgubre tañi-
do de las campanas. Fué en seguida conducido á la ca-
tedral, en la que entró con el sombrero puesto, cosa que
escandalizó al pueblo, no acostumbrado á esa falta de
respeto en un lugar sagrado.
» »
Pocos dias después, los guaicurúes asesinaron á nue-
ve españoles de un modo alevoso, en una emboscada
preparada para atraerlos. Este trágico suceso, de que fué
testigo toda la ciudad y el mismo Antequera, conmovió á
la población llamando sobre él la atención del juez infor-
mador, quien, arrojando su sombrero al suelo con des-
pecho^ dijo con energía que no habia venido para hacer
la guerra á los indios, que para eso estaban los magis-
trados á quienes correspondía vigilar por la seguridad de
la ciuda I y de la provincia.
Los enemigos de Reyes, queriendo aprovechar déla oca-
sión y de la ausencia del gobernador, le ofrecieron recono-
cer por su general, aceptando él desde luego. La procla-
mación se hizo, pues, la única oposición fué la del alcalde
de primer voto, don Miguel de Torres, quien quiso hacer
GOBEaNANTES
105
valer la ley, que prohibía que un juez informador suce-
diese al gobernador contra quien debia informar. E'
concejo entonces dijo en voz alta que "cualquiera que no
reconociese al señor don José de Antequera y Castro por
gobernador lejítimo de la provincia, seria considerado
como traidor al rey y á la patria." Antequera inmedia-
tamente mandó pedir á Reyes su bastón de gefe. Este
contestó que no lo entregaría sino después de exhibirle '
una orden del virey. El oficial conductor de la orden
repuso que solo tenia que ejecutar lo que el nuevo gober-
nador le mandaba, y arrancándole el bastón por fuerza,
colocó guardias á la casa en que Reyes se hallaba. Este
preparó su, fuga, que llevó á cabo de noche, disfrazado
de esclavo, sin detenerse hasta la primera reducción del
Paraná, donde siguió viage embarcado para Buenos
Aires,
En esta ciudad. Reyes recibió nuevos despachos que le
persuadieron que Aniequera no se atrevería á contrariar
las órdenes del virey, poniéndose, sin deliberar, en cami-
no para la Asunción (1722). En Tabati, á veinticinco
leguas de la capital del Paraguay, supo hallarse cerca
gente armada que lo buscaban para prenderle. Con esta
noticia, se puso a salvo llegando casi solo á la reducción
mas próxima del Paraná.
Aiitequera se desesperó cuando tuvo noticias de la eva-
sión de Rey('s, tanto mas cuanto que pasó mucho tiem-
po sin saber nada de él, á pesar de todas las diligencias
empleadas en su busca, ya en la iglesia de la Merced, en
la Asunción mandándose cercar la casa de soldados, ya
en el colegio de los jesuitas, ora en las reducciones del
Paraná, ora en otras partes, con orden de que se le
prendiese donde quiera que estuviese. Para disipar su
ira, mandó vender en púbüca subasta todos los bienes del
106 DEL PARAGUAY
gobernador, comprando él mismo bajo nombres falsos lo
mejor que habia al precio que quí^o.
En seguida confiscó todos los de las personas que sabia
eran simpáticas á don Diego, sin el menor miramiento
por los privilegios que aseguraban á sus mugeres, las viu-
dedades y dotes de ellas, y convocó á su consejo secreto,
para comunicarle las pretensiones de Reyes, protestando
que sólo habia aceptado el gobierno para librarla provin-
cia del estado violento á que le habia reducido su gober-
nador. Luego declaró que no podía dejar de retirarse
obedeciendo las órdenes del virey; pero que no se creia
menos obligado á tener aquella consideración por tantas
personas decentes y fieles servidores del rey, que le ha-
bian honrado con elegirle para su gobernador, en no
abandonarles sin su consentimiento, entregándolas á un
hombre, que resentido, les haría pagar bien caro lo que
habian hecho en su contra. El alférez real don Dioni-
sio de Otazú y el regidor don Juan Caballero de Añasco
fueron de opinión que no podían dispensarse, bajo pre-
testo alguno, de obedecer al virey; pero la mayoría,
después de haber exagerado bastante los males que la
provincia tendría que sufrir, si se restablecía á Reyes en
su gobierno, resolvió dirigir fuertes representaciones al
virey y obligar (á lo Rosas) al señor don José de Ante-
quera y Castro á continuaren el gobierno, entretanto lle-
gaba la respuesta de Su Excelencia. Antequera tuvo que
someterse á esta decisión, pero persiguiendo á los dos
que habían votado en contra.
Entretanto, habiendo la real audiencia de Charcas
comunicando al virey la conveniencia ds mandar salir á
Antequera del Paraguay, desde que ya habia terminado e
asunto que formaba el objeto de su comisión, el virey
dictó las órdenes siguientes:
19 Que don Diego de los Reyes y los demás individuos
que habian sido destituidos de sus cargos, fuesen res-
GOBERNANTES 107
tablecidos en ellos, pero con la prohibición al gobernador
de conocer en las causas que habian contribuido á su des-
titución.
29 Que los bienes confiscados por Antequera se res-
tituyesen á los propietarios.
39 Que él mismo saliese inmediatamente de la pro-
vincia del Paraguay y compareciese en persona ante su
tribunal, sin pasar por la Plata; que llevase consigo las
minutas de todos los edictos que habia mandado publicar,
declarándolos desde luego como nulos y abusivos, todo
so pena de diez mil escudos de multa.
Antequera se puso furioso, protestando que estaba re-
suelto á mantenerse en el gobierno á pesar de todos los
despachos que llegasen de Lima; lo cual favorecía la
creencia general de que su única aspiración fuese hacer-
se soberano del Paraguay.
Para asegurar la ejecución de esas órdenes, el virey
las dirigió al ex-gobernadór del Paraguay, teniente de
rey don Baltasar García Res, dándole todos los poderes
necesarios para que les diese cumplimiento.
»
* ^
Luego que éste llegó á Corrientes, haciendo conocer los
despachos del virey que lo establecía gobernador de la
provincia, Antequera convocó una reunión general en las
casas consistoriales para deliberar sobre si se le debía 6
no recibir, insistiendo él mismo cerca del provisor, que
asistía á ella en calidad de juez eclsiástico, para obli-
garle á conformarse á su opinión en nombre de todo el
clero, y, negándose éste á tal pretensión, dijo, en presencia
de varias personas, que cualquiera que opinara por la
obediencia, la pagarla. Una vez cerca de la ciudad, le
prohibió su entrada en ella.
108 DEL PARAGUAY
Vencido este obstáculo con la retirada de García Ros,
la pasión que más donninaba á Antequera entonces era
tener en su poder á Reyes para deshacerse de él y apode-
rarse de todos sus bienes.
Hallábase éste detenido on una de las reducciones de
los guaraníes, y luego que Antequera tuvo noticias de su
paradero, mandó dos barcas llenas de soldados confiando
su dirección á don Ramón de las Llanas, con orden de
llevar á Reyes. En la noche del 28 de agosto de 1723,
se presentó don Ramón, seguido de unos treinta hombres
bien armados, quienes, á favor de las tinieblas, penetraron
hasta el cuarto en donde se hallaba Reyes, lo tomaron sin
resistencia, se apoderaron de todos sus papeles, le
embarcaron como estaba vestido, y á fuerza de remos
llegaron en corto tiempo á la Asunción.
Inmediatamente, Antequera le mandó atar con una
gruesa cadena que le oprimia elj pecho y meter en un
calabozo cerrado con una reja de hierro, encargando su
custodia al comandante don Ramón.
Tal atentado llenó de indignación tanto á las autorida-
des de Buenos Aires como al teniente gobernador de Cor-
rientes,* quien, sin esperar órdenes del gobernador de la
provincia, envió á la Asunción á uno de sus miembros
para intimar á Antequera pusiese á Reyes en libertad y
para entablar queja sobre el atrevimiento de tomarle en
una ciudad que no dependía de la provincia del Paraguay.
Pero, por desgracia, el diputado era partidario secreto
délos enemigos de Reyes y desempeñó su comisión como
debia esperarse.
Entretanto, llega Garcia Ros (enero de ld24) al Tebi-
cuarl, y antes de pasarlo se le presenta el alcalde de la
Hermandad, capitán Gonzalo Ferreira, á la cabeza de cien
hombres bien armados, intimándole, á nombre de Ante-
quera, que saliese inmediatamente de la provincia, lo que
don Baltasar, que llevaba muy poca gente, tuvo la pru-
GOBERNANTES 109
dencia de efectuar. En agosto del mismo año volvió con
mas gente y'pasó el Tebicuarl.
Antequera, que consideraba segura la capital sin los
jesuitas que acababa de espulsar, marchó (7 de agosto)
á la cabeza de un ejército de unos tres mil hombres, com-
puesto de españoles, indios, mulatos, mestizos y negros,
después de haber dado orden al sargento mayor don Se-
bastian Ruiz de Ardíanos, que quedaba al mando de la
ciudad, durante su ausencia, demandar ahorcar pública-
mente en un cadalso á don Diego de los Reyes, si él era
derrotado por el ejércilo de Garcia Ros, y de no dejar
con vida á ninguno de sus parientes. El mismo Garcia
Ros estuvo en peligro de ser asesinado por un individuo
enviado por Antequera.
Diose la batalla el 24 de agosto de 1724. entre los pa-
raguayos, dirigidos por Antequera y los indios de Misio-
nes, conducidos por el padre Policarpo Duffo, y decidida
por aquél, el referido padre se ocultó en la isleta que se
halla junto á dicha paso, la cual es conocida desde enton-
ces porZrZa del padre Poli ó Policarpo^ y él fué hallado
el mismo dia en ella haciendo oración.
Garcia Ros consiguió salvarse por medie de la fuerza,
sin tener tiempo de llevar consigo ni sus papeles, los
que cayeron en poder del enemigo. Primero ganó la
reducción de San Ignacio, y de allí pasó á Corrientes, don-
de se embarcó para Buenos Aires.
La jornada del P aso de Tebicuarl dio tales briosa Ante-
quera que se consideró completamente dueño de la situa-
ción. Volvió á la Asunción y encontró todo preparado
lio DEL PARAGUAY
para hacerle un recibimiento digno de un vencedor. En
todas las calles por donde debía pasar se habian levan-
tado arcos triunfales, adornados de trofeos y sobre los
cuales se veian las banderas tomadas en aquella jornada.
La capital del Paraguay jamás habia esperimentado una
alegría mas universal, unos animados de un sentimiento
y otros en sentido contrario. El siguiente dia, todo el
aparato de triunfo se cambió en una pompa fúnebre. El
vencedor recibió un servicio solemne por el descauso de
los que habian muerto combatiendo por él.
» *
Mientras todo esto pasaba en el Paraguay, se recibie-
ron noticias del nuevo virey del Perú en que se ordenaba
á don Bruno Mauricio de Zavala se trasladase en persona
á la Asunción con fuerzas suficientes para someter á
los rebeldes, remitir bajo una escolta á Antequera y es-
tablecer provisoriamente un gooernador, tal como lo exi-
gieran las circunstancias en que se hallase la provincia.
Zavala, con un destacamento de cincuenta soldados,
se puso en marcha, en enero de 1725, y al pasar por
Santa Fé comprometió á un oficial llamado don Martin
de Barúa para nombrarle gobernador del Paraguay, de
acuerdo con sus instrucciones. Antequera, después de
haber empleado en vano cuanta intriga y superchería le
fué posible para perpetuarse en el poder, al fin se embarcó
(5 de marzo de 1725) acompañado del alguacil mayor don
Juan de Mena, habiendo antes dejado el bastón de mando
al alcalde don Ramón de las Llanas.
Don Bruno hizo su entrada en la Asunción el 29 de
abril, y el 2 de mayo mandó notificar sus órdenes al cabil-
do secular, que las recibió con respeto, prometiendo to-
dos conformarse á ellas, y en prueba de la sincerídad de
su promesa le enviaban el último edicto de Antequera
que les prohibía recibirle en la ciudad. Zavala declaró
GOBERNANTES 111
entonces la elección que había hecho de Barua para go-
bernador de la provincia, entretanto el rey disponía lo
que considerase conveniente, y mandó sacar á don Diego
délos Reyes de la cárcel, cuya salud estaba muy que-
brantada después de veinte meses de prisión.
Terminada su comisión y después de haber hecho re-
cibirá Barúa en calidad de gobernador, Zavala se retiró
á Buenos Aires.
Reasumiendo la relación del viage y aventuras de An-
tequera, que se hizo tan célebre en el mundo, diremos
que siguió su viage rio abajo, sin detenerse en ninguna
parte, y fué á desembarcar á diez leguas mas arriba de la
altura de Santa Fe, habiendo llegado casi solo por cami-
nos desusados á Córdoba, donde recibió las visitas de los
principales de la ciudad. Concurría á las iglesias ya en
trage de procurador fiscal protector de los indios de la
real audiencia de los Charcas, ó ya en trage de guerra
con un bastón de mando en la mano y siempre haciéndose
rendir los honores debidos á estas dignidades; pero esto
duró poco. Pronto se vio obligado á encerrarse en el
convento de San Francisco, porque tuvo noticias de que
habia orden del virey declarándole proscrito, prometien-
do cuatro mil escudos á cualquiera que le entregara vivo
ó muerto y dos mil para el que descubriera su para-
dero y facilitase medios de prenderle. El dinero se halla-
baya depositado en poder de un rico comerciante llama-
do don Francisco de Villamonte.
Cuando uno empieza á caer en desgracia, le persigue
ésta por todas partes. Para mal de sus pecados, fué á
dará manos de las autoridades de Córdoba la parte del
botin, en objetos de plata y muebles, y cuyo valor aseen-
112 DEL PARAGUAY
día á tres mil escudos, que Antequera habia hecho en la
carpa del general Garcia Ros en la jornada del Paso de
Tebicuarl.
Viéndose perdido, Antequera operó su fuga por cami-
nos estraviados y llegó sin encontrar tropiezo á la Plata.
En esta ciudad recibió orden de comparecer ante la audien-
cia, presentándose con tal aire de canfianza que chocó
mucho al tribunal. El presidente le preguntó qué es lo
que tenia que decir en justificación de todas las estrava-
gancias que habia practicado en el Paraguay; á lo que
Antequera contestó que sólo habia obrado de acuerdo con
las instrucciones recibidas de la corte. "¡Qué!, repuso el
presidente, ¿la corte os ordenó espulsar á los padres de
lacompañiade su colegio, marchar con un ejército con-
tra las tropas de su majestad y pasar al filo de la espada
á tan gran número de indios y aun de españoles que
servían en esas tropas?" Quiso replicar pero el presi-
dente le impuso silencio, consignándole al corrigidor con
orden de conducirle con una barra de grillos á Potosí,
donde se hallaba ya e¡ alguacil mayor del Paragaay don
Juan de Mena y algunos otros de sus pai^tidarios que ha-
bian ido á esperarle en la Plata, tan persuadidos como él
que n^da tenían que temer y que solo habian sido arres-
tados allí y conducidos áPotosi. Cuando llególa orden de
hacerle conducir á Lima, Antequera pidió al corregidor
una escolta para la seguridad de su persona, porque, decia,
sin esa precaución los jesuitas podrian hacerle asesinar
en el camino. "Tendréis escolta, le dijo el corregidor,
no para garantirlos de los asesinos, sino porque yo debo
asegurarme de vos."
Llegó á Lima en abril de 1726 y allí llamo la curiosi-
dad de una multitud de pueblo que deseaba ver al que ha-
bia pretendido hacerse rey del Paraguay. No era cierto
que hubiese tomado el título de rey del Paraguay bajo el
nombre de don José /, como se habia hecho creei*.
GOBERNANTES 113
El virey delPerú, marqués de Castelfuerte le hizo con-
ducir al principio á la cárcel de corte, donde tuvo durante
cerca de cinco años la misma libertad que si se le hubiera
alojado en un hotel, yendo donde quería, no solo dentro
de la ciudad, sino también al campo.
La llegada de don Ignacio Soroeta á Lima sorprendió
al virey, cuando se le creia en posesión del gobierno del
Paraguay, preguntado por el virey sobre la causa de
su vuelta al Perú, Soroeta hizo una breve relación de todos
los riesgos que habia corrido por parte de los rebeldes de
aquella provincia y agregando que* Antequera y Mena
parecían influir mucho en cuanto pasaba en el Paraguay.
Inmediatamente mandó llamar el virey al presidente de la
audiencia, marqués de Casa Sánchez, y le suplicó se tras-
ladase á la cárcel de corte apoderándose de todos los
papeles de Antequera. El presidente fué y volvió con
algunos escritos que no teniaii importancia alguna. Pre-
guntóle entonces el virey si habia registrado los bolsillos
del preso y contestando el presidente negativamente;
"volved al instante, repuso el virey, y registrad por todas
partes." Esta vez, registrando los bolsillos, encontró
algunas cartas que justificaban las sospechas de So-
roeta.
Desde ese momento se mandó encerrar á Antequera
en un calabozo y se procedió á activar el proceso de los
dos reos, y pocos dias después se pronuncióla sentencia
siguiente: —
"Que don José de Antequera, convicto de sedición y
rebelión, y por consiguiente, del crimen de Lesa Majes- .
tad, sea sacado de la prisión con muceta y capucha,
montado en un caballo enjaezado de negro, — precedido de
un pregonero para instruir en alta voz al pueblo de sus
crímenes, que motivaban su castigo,— y conducido á la
plaza pública para ser decapitado sobre un cadalso; que
114 DEL PARAGUAY
todos SUS bienes sean confiscados con aplicación á la real
Cámara, después de cubiertas las costas del proceso; y
que el alguacil mayor don Juan de Mena, cómplice de sus
crímenes, sea conducido al mismo sitio y reciba muerte
de garrote en un cadalso mas bajo."
El pueblo recibió la noticia de esta sentencia con visi-
bles muestras do reprobación, tanto mas cuanto que no
quedaba lugar á apelación, y el virey estaba decidido á
no conceder gracia ni á hacer demorar su ejecución. Pro-
yectábase un levantamiento en el momento en que esta
debia tener lugar y dar libertad á los reos. Avisado del
plan que se intentaba, el virey dispuso sigilosamente pasa-
sen algunas tropas de las que guarnecian regularmente
la plaza del Callao, ordenando al mismo tiempo al piquete
que debia custodiar á los reos, les diesen muerte al
sentirse el mas leve movimiento y procurar apaciguar el
alboroto en seguida.
Llegó el dia señalado para la ejecución, (el 5 de julio de
1731), sacaron al rep de la cárcel, en el trage antes des-
crito, y rodeado de religiosos, prejedido del pregonero
pronunciando en voz alta la fórmula siguiente: —
"De orden del rey nuestro soberano señor, que 'Dios
"guarde, y á su real nombre, en virtud de fa sentencia
"pronunciada por el escelentísimo señor virey de estas
"provincias, por consejo de la real audiencia, don José de
"Antequera y Castro es condenado á morir en un cadalso,
"por haber manHado tomar «las armas en la provincia
"del Paraguy, haberla comprometido varias veces á la
"revuelta y á negar la debida obediencia á los tribunales
"superiores; por no haber querido recibir al gobernador
GOBERNANTES 115
"enviado por el virey; por haber reunido un ejército con
"artillería contra el que iba de Buenos Aires de orden del
"supremo gobierno; por haber atacado ese ejército y
"haberle muerto mas de seiscientos hombres. Por todas
"estas causas y otras que quedan espresadas en el
"proceso, se le condena á ser decapitado en un cadalso.
"Que todos sys semejantes perezcan del mismo modo."
Apenas llegó el reo á la plaza, que se hallaba muy lle-
na de gente, cu^indo un religioso franciscano se trepó con
intrepidez sobre el cadalso y dio el grito de ¡F'ERdon!, el
que fué repetido por la multitud, entre la cual se hallaban
al gunos franciscanos que fueron muertos.
Entretanto, Antequera seguía acercándose al cadalso
sin prestar la menor atención á lo que pasaba al rededor
de él. El tumulto iba creciendo cada vez mas. Los que
custodiaban al reo, cumpliendo la orden que tenian, hicie-
ron fuego sobre él, mas quiso la casualidad quedos fran-
ciscanos que le auxiliaban qyedasen muertos juntamente
con Antequera.
El virey mandó inmediamente que llevasen el cadáver
al cadalso, para que el verdugo le cortase la cabeza y la
mostrase al pueblo; y en seguida hizo §acar de la cár-
cel al alguacil Mena, en quien se ejecutó la sentencia sin
perturbación alguna, pero no se le dio muerte de garro-
te, porque no se encontraba el verdugo, sino que fué de-
capitado mostrándose la cabeza de igual modo al pueblo*.
Así desapareció aparentemente la causa de las con-
mociones del Paraguay, pero quedaron sus efectos, como
se va á ver.
En la colección de documentos He den Francisco Ja-
vier Brabo, según lo asegur§ este señoreen su obra rela-
tiva á la EspuLsion de los Jesuitas, figura un espediente
sobre concesión y traslación de las pensiones otorgadas á
varios parientes de don José de Ai^.tequera y Castro. A
consulta del Consejo de Indias, en 14 de diciembre de
116 DEL PARaGüAT
1776 declaró el rey á dicho sujeto "por bueno y fiel mi- -
nistro, y del todo injusta la persecución y maquinación
con que los regulares de la estinguida compañía consi-
guieron diese su vida en un público suplicio, en la ciu-
dad de Lima; y para aci'isolar mas su inocencia, prome-
tió S. M. agraciar á los que probasen ser sus parientes."
•
XXIX. DON. RAMÓN DE LAS LLANAS, alcalde de
primer voto de la Asunción, nombrado por Antequera
gobernador interino ó delegado, para resistir al ejército
del general Zavala, pero desistió de tal designio entregan-
do pacíficamente el bastón al interventor, para que lo
trasmitiese á quien fuera de su agrado.
Sin embargo, á fines de' setiembre de 1727, fué comi-
sionado don Matías Anglés, que mandaba en Córdoba y
que más tarde (1735) llegó á ser gobernador de Tucuman,
con autorización para confiscar todos los bienes de los
rebeldes, recomendándole con especialidad instruir el
proceso de don Ramón de las Llanas y de don Sebastian
Fernandez de Montiel: previa su prisión, y sobre los
hechos esenciales, oir por lo menos á treinta testigos. A
los dos dias de llegar Anglés á la Asunción, con el objeto
de impedirla instrucción del proceso, las Llanas y el al-
caide don Joaquín Ortiz de Zarate trataron de sublevar al
pueblo contra él. Sin embargo con la prisión del prime-
ro, la desaparición del segundo y la ocultación de Mon-
tíel, el comisionado, no sólo consiguió contener el desor-
den, sino también llevar á cabo su cometido con toda tran-
quilidad y con la plena aprobación de toda la ciudad,
marchándose en seguida y dejando á las Llanas en una
prisión mal guardada Pocos dias después se hicieron
visibles por la ciudad éste y Montiel y mas tarde, á la
llegada de Soroeta, recorrían las cercanías de ella levan-
tando gente, todo lo que no era ignorado por Barúa,
haciéndose el que nada sabia.
DOCUMENTOS JUSTIFICATIVOS
Gorrespondeoela. de Aatequera y el obispe Palés
CARTA DE ANTBQUBRA AL OBISPO COADJUTOR DBL PARAGUAY, DON JOSÉ
PALOS, QUEJÁNDOSE DE LA CONDUCTA DE ÉSTE PARA CON AQUÉL.
Imprenta de Lima,
Ilustrlsimo señor:
Es justo y permitido por todas las leyes, aun á la mas
humilde obediencia, representar á lo*s superiores lo que
se sufre, cuando uno está seguro de no haberlo me-
recido, ó de haber tenido buenas razones para ha-
cer lo que les ha parecido mas fuera de razón; y como
yo me hallo hoy tan adicto ÍV. S. I., como yo lo era en
la provincia del Paraguay, y que puedo decir que yo
no cedería mi gloria á otro sobre io que atsñe á estos
sentimientos, es evidente que no se puede negar, apesar
de todo lo malo que de mi se piense, lo que se concede
á todos. Y porque,^ en^^, lo que traigo al recuerdo de
V. S. I., no busco la suavidad que yo podría esperar de
su parte, puesto que únicamente lo espero de Ja bondad
de Dios, á quien ofrezco en espiacion de mis grandes pe-*
cadop las injurias é ignominias que he sufrido en mi pri-
sión, y del modo como he sido conducido atravesando
todo el reino y que hasta ahora rio ha tenido ejemplo,
y lo que ahora sufro con pérdida de mi honor y el de una
familia noble y bien conocida, no solo'^en estos reinos,
sino también en los demás de Europa; y porque lo que
menos me inquieta es mi vida, que me es imposible con-
118 DEL PARAGUAY
servar en medio de tantos golpes redoblados que no
cesan de dirigirnDe, sino la sostiene el Señor, de que ella
depende, no hablo de la estrema pobreza á que me hallo
reducido, no teniendo ni con que cubrirme decentemente,
y eso por la crueldad de los que indignamente me des-
pojaron de todo; y lo mas sensible que me es y me será
siempre es ver esta persecución y mis sufrimientos justi-
ficados por la autoridad de V. S. I., la cual, se dice en
alta voz, se refiere á los crímenes que se me imputan co-
mo ciertos y probados; le haré ver en pocas palabras, pa-
ra que las tenga presentes cuando nos veamos citados
ante el tribunal de Dios, en donde no hay aceptación de
nadie, y en donde el soberano Señor hará rendir una
cuenta rigurosa á los príncipes y á V. S. L, si (lo que
conjuro no permitir) en sus juicios y en sus informa-
ciones, á los ques^da tanta fé, se ha separado de loque
está prescripto por estas palabras del Deuteronomio, cap.
1, vers. 16. Escuchadlos y jtizgad equitativamente; escuchad cd
ciudadano^ como al estrangero; escuchareis cd pequeño y al grande;
no tendréis escepcion alguna deguidie; pues es el juicio de Dios,
Hallándome en la ciudad de la Plata, me cayó en las ma-
nos una carta de V. S. I., por la que informaba ala Real
Audiencia contra mi sobre varios puntos. Como hombre
sentí muy vivamente que se hubiera apresurado tanto al
llegar á la Asunción de levantar una información sobre
hechos cuyo detalle no habia podido saber fácilmente, aun-
que su alojamiento se hallase tan cerca de la Casa Muni-
# cipal; perocrei deber guardar silencio esperando muchas
reflexiones que V. S. I. hiciera sobre sus informacio-
nes. Sin embargo, habiendo venido á esta ciudad
de Lima, supe que persistia en lo que habia escrito y
que habia comunicado las mismas cosas al superior go-
bierno: en seguida me vi significar una Real Cédula de
fecha 12 de diciembre de 1724, en la que se hacia mención
de una carta de V. S. I., la cual no habiendo llegado al
GOBEBNJUVTBS 119
Paraguay sino á mediados de octubre de este mismo año
(1726), es evidente que no había escrito lo que había visto,
sino lo que le habían dicho ciertas personas, que le son sin
duda mas conocidas que yo.
Entre las diferentes operaciones de mi mal gobierno,
como V. S. I. se complace en llamarlas, me acusa de
haber levantado el proceso á eclesiásticos y de haberlos
puesto presos, citando loque pasara respecto á un religio-
so dominico: sobre esto debo decir que no hay nada de
verdad; que no sé en qué cárcel fué puesto este religioso,
ni por quién fué arrestado: puedo jurar ante Dios y por es-
ta Cruz t, que en mi vida le he hablado, que solo le he
visto en su celda y en su convento, cuando venia ala ciu-
dad; y no creo que haya nadie en el Paraguay, si no
Quiere mentir, que asegure lo contrario.
He aquí otro hecho que V. S. I. avanza, y es el de don
José Caballero, antiguo cura deYaguarcn; sobre lo cual
ignoro qué crimen se me puede imputar. Pues si V. S. I.
hubiera visto los documentos, habría encontrado que he
seguido lo ordenado por las leyes, siendo ese cura uno de
los principales autores de fos escándalos de la Provincia,
y amigo intimo de Reyes, cuya fuga habia protegido, lo
que, habiendo sido probado por las declaraciones de los
testigos que se encuentran entre los documentos» después
de haberlos exanñinado la Real Audiencia, dio un fallo
de ruego y encargo, dirigido al juez eclesiástico, á quien
ordenaba darle cuenta de lo que hubiese hecho. Habien-
do instruido el juez el proceso del cura, lo privó, según
la ley de la Concordia, de su curato, cuyo temporal había
no solo disipado con el esceso que era conocido, sino,
lo que es aun peor, hasta los ornamentos sagrados,
no recuerdo para qué uso; y como este crimen agi^egado
á los demás, tales como el de haber enseñado la doc-
trina cristiana á sus parroquianos y no haberles sumi-
nistrado los sacramentos, bastaba para quitarle su curato
por respeto á la dignidad sacerdotal, no permití que
120 DEL PARAGUAY
se le declarase en las Actas incapaz de poseer tal benefi-
cio, porque no solo le inhabilitaba á poseer un curato,
sino también á celebrar losdivjnos misterios, no habiendo
hombre ni niño que dejase de conocer su conducta, y
que pudiese evitar encontrarse por las calles con sus hijos.
No digo eso por acusarle de sus vicios, estando yo mis-
mo asi acusado; solo tengo en vista hacer conocer á
V.S. I. las razones fuertes y bien probadas que se ha te-
nido para proceder, como se hizo, contra ese cura. No
debe hacerse un crimen á un seglar haber observado es-
tas cosas, pero lo es en los eclesiásticos haber dado lugar
á los seglares el reprochárselos. ^ Es así como se espli-
caba San Jerónimo hablando de los emperadores Arca-
dio y Honorio: "No me quejo de la ley, pero siento
mucho haberla merecido." •
En este mismo artículo, V. S. I. alega en prueba, res-
pecto de la espulsion de los religiosos de la compañia, cier-
tas circunstancias muy distantes de la verdad, afirmán-
dolas como si las hubiera visto; sin embargo, sobre este
hecho, como sobre el de la guerra, puedo decir que V.
S. I. tiene en ello, á lómenos ante Dios, mas parte
que yo; pues me hallaba sin fuerza en medio de una pro-
vincia perturbada y sublevada, amenazado por sus habi-
tantes, que temian volver á ver lo que es todavia causa
de sus lágrimas, es decir, lo que sucedió en tiempo del
señor Cárdenas, uno de los predecesores de V. S. I., á
saber hallarse reducidos á defender su vida, la de sus
mugeres y de sus h'jos, porque se habia publicado un
bando, que autorizaba á los indios tapes llevárselas. Fué
el 24 de julio que, á fuerza de ruegos conseguí contener-
los, y para impedirles que fuesen á estrellarse contra el
Colegio, me empeñé con los superiores de las casas reli-
giosas hicieran que V. S. I. viniese, por el respeto que
su carácter inspira. No pude conseguirlo de vuestra pie-
dad, y habiendo hecho de mi parte cuanto de mi dependia
para desviar la tempestad, descansé en el testimonio de
121 GOBEBNANTES
mi conciencia, cuya rectitud bien conoce Dios, aun que
en juicio de los hombres haya faltado, pero yo sé que
V. S. I. solicitó, durante mi ausencia, de los regidores
que me echasen á rif>i toda la culpa.
Cuando Dios eligió á V. S. I. para ser nuestro prelado,
era para ser la luz del mundo, como está dicho en San
Mateo, diciéndole, así como á Isaías: "/í? ahi que os he
dado á las naciones para ilustrarlas^ y para llevar palabras
de salvación ha^ta los esiremos de la tierra!' Destinado,
pues, á velar sobre nosotros, no es posible que permita
nos.cubran las tinieblas de la pasión oscureciendo la ver-
dad de la inocencia, sobre hechos en que esta miserable
Provincia, como yo tampoco, nada tenemos que repro-
charnos, sin haber hecho lo que es permitido á todos para
defender nuestra vida.
Creo ciertamente, señor, que cuando esta carta llegue á
mangs de V. S. I. habrá hecho reflexión al triste estado,
en que sus informaciones han reducido á esta desgracia-
da Provincia, y como padre y protector de ella, V. S. I.
tendrá á bien interesarse por ella tomando su defensa.
Pues espero que entonces la mirará como una pobre
huérfana, á quien cada uno tratará según las vistas de
su interés particular, 7 de ningún modo como convenia
al servicio de Dios y al del rey; desde que ella tenga la
ventaja de ver á V. S. I., espero que í¡ga: ""Se os ha decla-
rado protector nuestro^ tened cuidado de nosotros ,^^
Es raro, señor, que la precipitación no sea la madras-
tra de la justicia, cuya madre es una prudente lentitud,
como nos lo enséñala esperiencia todos los dias. V. S. I.
recuerda todo lo que sucedió de lamentable en esta Pro-
vincia, y sobre todo las cinco espulsiones de tres obispos
vuestros predecesores, de las cuales la última hizo der-
ramar mucha sangre, y lo que su Magestad y el sobe-
rano pontífice Alejandro VII decidieron en favor de esta
Provincia y del señor Cárdenas, en un caso muy seme-
jante al de hoy, y juzgará que se condujeron en la Pro-
122 DEL PARAGUAY
vincia con mucha prudencia. Pero independientemente
de estas consideraciones, solo quisiera que V. S. I. tu-
viere á bien reflexionar con aquella superioridad de luces
que todos le conocen, que cuando hubiera algo de repren-
sible en mi conducta, yo no habia tenido en vista empero
mas que la utilidad pública, que, según las doce tablas,
es la suprema ky. Cuando me he visto obligado á hacer
aquello de que se me acusa, forzado por los clamores y las
representaciones de esta Provincia, y por las órdenes de
un tribunal de justicia, no veo que se tenga razón de im-
putárseme delitos que no he conocido.
Cuando don Bruno de Zavala escribió que venia á esta
Provincia, agregando á su carta la orden que tenia de
S. E., en vista de que las representaciones de V. S. I. d§
que empeñé á la Municipalidad se apoyase, no hablan
podido comprometer áes?te gobierno á licenciar sus tropas
salió de la provincia, ala que veia yo dispuesta á sublevar-
se de nuevo, temiendo de que se me imputase todo el
irial que en ella se hiciera. V. S. I, quiso detenerme,
pero si yo me hubiese hallado en ella cuando don Bruno
se vio obligado después de mi partida demorarse en el
pueblito de San Ignacio, se mehabria echado á mi la cul-
pa, puesto que, ausente c«)mo me hallaba, la malicia de
mis enemigos no dejó de atribuírmelo.
Recuerde V. S. I\ lo que Felipe Ca vanas y vuestro
criado don Roque Parodi declararon en vuestra presencia,
como también todos los testigos que se han oido sobre
toda mi conducta, que si yo hubiera tenido la felicidad de
haceros ver todos los actos, habria conseguido talvez da-
ros una idea mas favorable de mis acciones; pero mi padre
San Gregorio nos enseña que "el espíritu debe servirse
de los conocimientos que tiene, para elevarse al de las
cosas que le están ocultas, y por el ejemplo de lo que está
invisible." Todo eso y mudios otros hechos que callo,
porque es mas apropósito sepultarlos en el silencio que
GOBERNANTES
123
traerlos & la memoria, me obligaron á hacer estas repre-
sentaciones, y no es tanto que yo sufra lo que á ello me
obliga, sino porque, como ya lo he dicho, el nombre de
V. S. I. es su principal causa; este nombre, por el
que siempre he tenido gran veneración j y que jamás de-
jaré de repetir, como debo. Reservo mis legítimas de-
fensas sobre todo, para el justo tribunal de Dios, de
quien espero el desagravio de mis penas. Muchos otros
sufren sin saber por qué: compadeced, señor, sus males;
es el medio que todas las obras de V. S. I. sean para
ella un manantial de prosperidad, y que su gobierno se
conserve de todo infortunio. Esto es loque le deseo con
una larga vida y una perfecta salud, y las altas dignida-
des que con tanta justicia le son debida^. De la Cárcel
Real de Lima, á 14 de agosto de 1726.
Ilustrisimo señor:
Beso las manos de V. S. I. como el mas humilde de
sus servidores —
D. J. DE Antequera y Castrq
RbSPUESTA DEL OBISPO COADJUTOR DEL PARAGUAY
á la precedente carta confirmando los asertos de Anteque-
ra y justificándose en que su deber como pastor de sus
ovejas no le permitía obrar de otro modo.
limo, señor:
Don Ramón de las Llans acaba de entregar la carta
de V. S., de fecha 14 de agosto del año anterior (1726), en
la cual, después de haberme recordado con un celo ver-
daderamente cristiano la obligación que me impone el
carácter pastoral, de que apesar de mi indignidad me
hallo revestido, de arreglar las informaciones que diriji
á los tribunales superiores sobre la regla prescriptaal
versículo 16 del primer capitula del Deuteronomio, cu-
yos términos propios me pone á la vista, insinuáis en
seguida haber leido en la ciudad de la Plata lo que,
124 DEL PARAGUAY
pocos dias después de mi llegada á esta ciudad de la
Asunción, escribí á la Real Audiencia en una de mis car-
tas, que contenian varios artículos contra las operaciones
de vuestro gobierno; y agregáis que por mas sensible que
hayáis estado, disimulasteis prudentemente, lisongeán-
doos que después que hubiera hecho mis reflexiones so-
bre lo que habia pasado me rectractaría; pero que ha-
biendo llegado á Lima supisteis que yo habia enviado las
mismas informaciones al superior gobierno. Para no
confundir nada y espücarme con mas claridad, voy á
reasumir separadamente cada artículo de mi carta y dis-
cutirlos todos en particular.
He marcado en primer lugar que V. S. habia inmedia-
tamente por sí misrpo hecho una información sumaria
contra el doctor don José Caballero Bazan, cura propio de
San Buenaventura de Yaguai'on, sobre sus funciones y
la administración délos sacramentos, que una vez ter-
minada la' habéis enviado al licenciado don Alfonso Del-
gadillo y Antienza, electo provisor y vicario general, des-
pués que el doctor don Jqan González Melgarejo hubo
dimitido sus empleos, porque no podía ya defenderla in-
munidad eclesiástica, y que de acuerdo con el nuevo
provisor, habia sido destituido de su curato. Si, sobre
este primer nrtículoel obispo se hubiera arreglado en su
información sobre el susodicho capítulo del Deuterono-
mio, V. S. no quiere convenir, podrá convencerse por la
respuesta del señor fiscal, que solo lo hizo después de ha-
ber visto mi carta y las actas espedidas por V. S. y por
dicho provisor, que estaban en el archivo de la Real Au-
diencia, y de donde dedujo, como tan buen católico cual
hábil ministro, que no puede hallar á bien, ni su Alteza
aprobar, que vos hubierais por vos mismo hecho la in-
formación sumaria, aunque después que ella hubiere sido
perfecta, la hayáis enviado al juez eclesiástico, y que este
juez habiéndole recibido en presencia de un segundo tes-
tigo, hubiera en seguida hecho definitiva la sentencia; tam-
GOBERNANTES l25
bien declara como nulas todas estas actas, porque el cura
no hubiese sido oido, ni haber producido sus defensas
como lo prescriben el Derecho, como porque los testigos
no fuesen confrontados: agrega que la renuncia recibida
por el acta de acomodo no podría tener lugar, dándolas
razones; y la Real Audiencia me ordena á recomenzar
los procedimientos juzgando según justicia; lo que hice
al cabo de un año, no habiendo podido hacerlo antes, por-
que estaba obligado á terminar la visita de esta diócesis
para conformarme á lo prescripto por el Concilio de Tren-
to. El corazón me está desangrando todaviíi cuando
pienso en el triste estado en que lo hallé, y en el despre-
cio que tenia de las armas de la sant^ iglesia, nuestra ma-
dre. Terminado este asunto, mandé, los documentos al
Real y supremo Consejo de las Indias y á la Real Audien-
cia. Pero lo que me ha sorprendido estremamente es
el veros asegurar que por respeto por la orden sacerdo-
tal no habian permitido que se prodigasen otras deposi-
ciones de crímenes contra dicho cura, mientras que por la
misma acta de acomodo es evidente con que seguía todos
los procedimientos. Esto podriaser el efecto de un gran
celo, pero no parece así: se juzgará por los documentos
que habéis mandado á la Plata, en donde deseo que se
levanten las faltas en donde yo podría haber caido por
ignorancia.
El segundo artículo de mi carta corresponde álos bie-
nes patrimoniales, que habian servido de título á don
Agustín de los Reyes para ordenarse de diácono, según
consta por sus letras testimoniales espedidas por el Ilus-
trísimo señor don Alfonso del Pozo y Silva, obispo de
Tucuman y que he dicho haber sido confiscado: si V S^
no recuerda lo que decidió sobre este artículo en su res-
puesta exhortatoria, á la advertencia del canónigo doctor
don Juan González Melgarejo, provisor y vicario gene-
ral, voy á trascribir aquí los propios términos, palabra
por palabra: **A lo que es necesario agregar qtte dicha señora
186 DEL PARAGUAY
Francisca Benitez debia requerir ante mi tribunal el desembargo
de lo que habia sido embargado^y justificar que su demanda era
legitima^ para que la determinación y la decisión de la Real Au-
diencia fuesen fundadas sobre sus pruebas ó que aun cuando su
susodicho hijo no hubiera tenido otro titulo para ordenarse mas
que su patrimonio, y que este título hubiese sido válido y legitimo^
á mi tribunal correspondia pedir la restitución^ porque este patri-
monio no viene á ser un bien eclesiástico y y no goza de los privilegios
anexos á los bienes de la iglesia, puesto que ha servido de titulo
para la orden€u:ion; pues permitir á un eclesiástico hacerse orde-
nar bajo el título de su patrimonio, no es otra cosa que observar Iq
que está precripto por *los secados cánones, que ordenan que
nadie sea profnovido á las órdenes sagradas, si no tiene can que
sostenerse decentemente sin verse obligado á mendigar su pan; y
de allí no se sigue que esos bienes vengan á ser bienes eclesiásticos,
ni que gocen de los privilegios de los bienes de la iglesia, á los
que estos no van anexos, que porque no deben emplearse sino
para el culto divino y para socorrer á los pobres en sus ne-
cesidades, mientras que los bienes patrimoniales pueden ser-
lo para todo lo que agrade á aquellos mismos para quienes hubie-
sen servido de título para su ordenación.^'' V. S. reconocerá
bien que esos son sus propios términos; y dejo á su
religión el examinar si un obispo puede sin cargar grave-
mente su conciencia, pasarlos en un acta tan reflexiva:
sobre esto he recordado lo que un gran prelado, el ilus-
trísimo señor don Antonio de León, de inmortal memoria,
obispo de Arequipa, respondió á un decreto del Exmo. se-
ñor duque de la Palata, fechado en el mes de febrero, á
saber que un ministro del Partemento de Inglaterra no ha-
bría obrado de otro modo.
El segundo artículo de mi carta hace también mención
de lo que aconteció á un religioso dominico, á quien don
Ramón de las Llanas arrestó públicamente, preso en la
GOBERNANTES 127
quinta de Fabapí, lo hizo conducir por soldados basta cin-
co leguas de esta ciudad, y á quien dio de palos con vio-
lencia, diciendo que tenia orden del que todo lo podía,
arrastrar eclesiásticos y algo peor, que no he espresado
en mi información por no cargarla demasiado. Si en eso.
el obispo se ha regido por el capitulo del Deuteronomio,
ademas dQ la notoriedad, consta por las actas que se
levantaron á instancia y pedido del padre prior del con-
vento de mi padre Santo Domingo, ante el juez eclesiás-
tico, para delarar que don Ramón habia incurrido en las
censuras contenidas en el canon. Si quis^ suadente Dia-
bolo] las cuales actas fueron principiadas por el doctor
don Antonio González de Guzman, cura rector de esta
iglesia catedral, como vicario delegado del canónigo pro-
visor á la sazón ausente, y ocupado de la visita de la
. diócesis, y á quien el canónigo don Alfonso Delgadillo
privó del conocimiento de este asunto, so pretesto de
que era juez diputado por el venerable deán y por el
capitulo para conocer de lo que concernía á los eclesiás-
ticos partidarios de don Diego de los Reyes; y estando
de regreso á esta ciudad el canónigo provisor, se hizo
entregar las actas apesar de la viva resistencia de dicho
canónigo don Alfonso Delgadillo; instruyó el proceso,
poniéndolo en estado de ser juzgado, sin juzgar empero,
porque se le hicieron tantas instancias capciosas, que se
vio obligado á abdicar su cargo de provisor; y es muy
estrañoque en un caso tan escandaloso, después que
don Ramón produjo tantas defensas y presentado tantas
requisiones, mientras comíais tan amenudo en la misma
mesa y estando todos los dias juntos, como también
vuestro íntimo amigo el canónigo don Alfonso Delgadillo.
V. S. asegure con juramento, y formando una gran
cruz, que no tiene ningún conocimiento de este negocio
y preguntándome donde fué arrestado este religioso y en
que cárcel estuvo encerrado. Si hubiera examinado bien
mi carta, lo habría sabido; pero yo contestaré a estas
138 DEL PARAGÜÁT
preguntas á su tiempo y en su lugar. El obispo no dijo
que V. S. haya arrestado por sí mismo á este religioso,
sino que lo ha sido por don Ramón de las Llana, cuando
marchaba con un destacamento de tropas para ajipde-
rarse de la persona de Diego de los Reyes (lo que está
probado por las actas) que venia con una orden del
Exmo. señor don Diego Morcillo, virey de estos reinos
para volver á su gobierno. El obispo guardó silencio
sobre esta circunstancia; tampoco habló de las confisca-
ciones de bienes hechas por V. S. sobre los que seguian
á este gobernador, ni de la venta de esos bienes, lo que
redujo á una estrema necesidad á sus mugeres, cuya
dote también fué embargada: no siendo mi objeto levan-
tar todas las acciones de V. S., sino únicamente los dere-
chos de la iglesia.
El tercer artículo es el de la espulsionde los padres de
la sagrada Compañia de Jesús, en virtud de un edicto es-
pedido con precipitación, ordenándoles que saliesen de su
colegio en el término de tres horas, habiendo sido seguido
de otros dos reiterativos de obedecer sin demora, y, cuya
acta no se les quiso dar, aunque dos de estos religiosos
hubiesen estado de parte de su rector en la casa en que
estabais con la municipalidad reunido, para demandarla.
Constan estos hechos, habiendo yo visto sus pruebas an-
tes de informar á la Real Audiencia, y están firmadas y se-
lladas en la mejor forma en cuanto lo permite la circuns-
tancia del tiempo, por testigos que vieron todo declarando
bajo juramento, siendo estos testigos el canónigo doctor
don Juan González Melgarejo y el doctor don Antonio
González de Guzman, cura y provisor de la diócesis, am-
blen conocidos en esta Provincia por su virtud y su eru-
dición. He tenido en las manos otros certificados, de
• donde he sacado varias circunstancias espresadas en mi
información; pero no he creido que me conviniese hacer
mención de un hecho muy indigno del primer alcalde y
un regidor gritando en voz alta en la plaza al mostrar la
GOBERNANTES 129
iglesia y el colegio de la Compañía, que era necesario sa-
car el canon contra este palomar, lo que aun habrían eje-
cutado, si don Sebastian de Arellanos no se hubiera
opuesto, lo que él mismo publicara. El obispo no dijo
tampoco que después del segundo edicto, se ^dió orden
de sacar el santo sacramento de la iglesia del colegio lle-
gándolo á la catedral, lo que hizo el cura provipor acom-
pañado del canónigo don Juan González, seguido de to-
dos los padres que llevaban todos, llorando un cirio en la
mano. Luego, ademas de que ello consta por las actas,
es un hecho tan notorio que hasta hoy no hay nadie que
no se halle penetrado de dolor al solo recuerdo de haber
visto á esos hombres eclesiásticos, cargados de años y
achaques, que eran el ejemplo y consuelo de esta ciudad
y de toda la Provincia, atravesar la ciudad en medio de
una multitud, á quien este espectáculo sacaba lágrimas
délos ojos, marchar lentamente y con trabajo, al entrar
la noche, no teniendo mas que sus manteos y sus bre-
viarios, insultados y tratados de perturbadores de la paz,
de traidores al reyyá la República. Si el obispo no se
espresó con rectitud, es únicamente cuando dijo que los
padres habian ido á hacer sus representaciones á la mu-
nicipalidad, siendo la verdad que fué en el alojamiento de
V. S., en donde habíais reunido todo el cuerpo munici-
pal para tratar allí de este negocio. Examine con sangre
fría, y no con el resentimiento de un hombre que sufre,
si sobre este punto el obispo no se condujo bastante
bien sobre el Capítulo del Deuteronomio; pero examine
con tanta madurez si no estaba obligado en conciencia
dar aviso á los tribunales superiores de un hecho que
hiere tan directamente la inmunidad eclesiástica, de que
no podia prescindir en la circunstancia del estado en que
se hallaba la Provincia, sin atraerse la maledicencia y sin
verse acusado de obrar por pasión; como le sucedió al
Exmo. señor don Bruno, para impedirle que entrase en la
Provincia. Si el obispo, por haber tomado la defensa de los
10
130 DEL PARAGUAY
padres de la Compañia, como lo habría hecho por cual-
quiera otra orden religiosa, y aun en el caso en que se
hubiera desterrado un solo clérigo, es tachado de pasión
y de parcialidad para con esa santa Compañia lo mismo
habría podido decirse de los soberanos pontífices Pablo
V y Clemente VIII, cuando el primero no quiso levantar
el entredicho que se habia lanzado sobre la República de *
Venecia,niel segundo reconciliar á la iglesia con el cris-
tianísimo rey de Francia, sino á condición que los jesuí-
tas fueran restablecidos en sus colegios con mas honor,
que lo que hablan sido espulsados con ignominia.
•En el último artículo de mi carta, se trataba del encar-
celamiento de los padres Policarpo Dufo y Antonio de
Ribera, á quiénes habíais ordenado que se presentasen
á mi provisor, al que, por medio de un billete, hablan man-
dado verificar si eran sacerdotes, y, en la suposición de
que lo fuesen, remitirlos al que habíais dejado en el
mando durante vuestra ausencia, para que los encerrasen
en la cárcel pública.
Ademas de la notoriedad del hecho, consta también por
los actos y por el original de vuestro billete que se guar-
da con cuidado, para hacer conocer, en caso de necesidad,
que la poca reflexión con que lo habéis escrito, os quita
todo medio de eludirlo. Pues finalmente, si el padre Po-
licarpo fué vuestro amigo, si V. S. le encargó confesase
á los de Villa Rica sobre el Tebicuarí, á quienes habíais
condenado á muerte ¿cómo poJia ser cierto según decíais
en vuestro billete, que habia sido tomado con el sStble en la
mano y en fuga á caballo al pueblito de Santa María? Así,
señor don José, todos estos artículos de mi carta siendo
ciertos ¿en qué he podido contravenir á lo que está prescrito
en el primer capítulo del Deuteronomio? ¿Cómo podéis
persuadiros que he atacado vuestro honor por mi carta, y
después de haber hecho mis refiexiones sobre lo que ella
contiene yo me habia de retractar? Si hubo en estas accio-
nes algún descrédito que no puede entre ver el obispo, que
GOBERNANTES 13Í
V. S. se queja de haberlas cometido, y no que siendo tan
ciertas y notorias como lo son, las haya hecho conocer el
obispo para defender la iglesia, ni que haya buscado su
remedio en la piedad del rey, nuestro Señor (que Dios-
guarde) y en la justicia de los tribunales, que lo represen-
tan inmediatamente, para que unas medidas tan irregula-
res y tan inauditas de un ministro tan prudente y tan hábil
en las ciencias del Derecho, no puedan servir de modelo y
dé motivos á otros gobiernos menos ilustrados, para hacer
las mismas cosas. Ninguna reflexión cristiana puede per-
suadirme lo que V. S. me hace presente, que vuestros per-
seguidores pueden servirse contra vos de mis informacio-
nes, ni que puedan dar ocasión á producir ningún otro mo-
tivo, que los que resultan de las actas jurídicas.
V. S. me dice que se le ha significado un real despacho,
de fecha 12 de diciembre de 1724, en el que se menciona
una de mis cartas, y que no habiendo llegado áesa ciu-
dad sino en el mes de octubre del mismo año, no he podi-
do informar á su Magestad sobre lo que habia visto, sino
sobre lo que me habian sugerido personas que yo debia
conocer. ¡Oh, cuanto siento que un hombre de tanto ta-
lento escriba con tanta ligereza! Y para convenceros de
que os equivocáis, digo que en el mes de abril de 1724,.
escribí desde Buenos Aires al rey (que Dios guarde) para
darle cuenta de mi llegada áesa ciudad, y para solicitar
cerca de su Magestad una parte de las rentas de mi dió-
cesis, devengadas durante la vacante, para poder reme-
diar la estrema pobreza é indecencia, en que me habian
avisado hallarse reducida mi iglesia: en efecto, lo he con-
seguido; vos habéis sido testigo y la voz pública atestigua
que mi catedral es hoy una de las mas decentes y una
de los mejor provistas de ornamentos de este reino. Por
la misma via, mandé buenos certificados de lo que el de-
ber de mi cualidad de pastor me habia hecho tentar para
impedir que el teniente de rey don Baltasar García Ros
hiciese un segundo viaje al Paraguay para ejecutar las
132 DEL PARAGUAY
Órdenes del Exmo. señor virey, y lo que me interesaba era
un temor bien fundado de las tristes consecuencias que
este paiso ocasionaría en esta provincia mal dispuesta, y
de la que yo no podiadar mas conocimiento que el que da-
ba la carta que el Exmo. señor virey daba á la Real Au-
diencia por su carta del mes de marzo, de que yo había
visto una copia, que he mandado bien confrontada, sin
agregarle ningún hecho particular, porque nada sabia.
Persuadios bien, señor don José, que el obispo nada re-
fiere al rey, su señor, que deje de ser muy cierto, y que la
haya, por decirlo así, palpado, porque una larga esperien-
cia ha debido enseñarle que bajo la mas bella apariencia
de verdad se ocultan á menudo muchas mentiras y false-
dades, principalmente en el Paraguay, en donde ni las
mismas actas judiciarias están exentas de este defecto, y
en caso necesario, el obispo dará de ello pruebas jurídi-
cas. Ojalá, señor, no hubieseis jamás escrito nada sobre
falsas relaciones, no habríais atacado el honor de esos
hombres apostólicos, los cuales con tanto celo, y tan
grandes trabajos, fundaron en sus Reducciones tan nu-
merosa cristiandad, que he visto con mis propios ojos vi-
sitándolas todas y poblándolas de fieles subditos del rey,
nuestro señor, al que en toda ocasión prestan la mas
exacta obediencia, asi como á sus ministros, puesto que
al primer signo de un gobernador de Buenos Aires, se les
ve venir en número de mil doscientos á trabajar á sus
espensasen las fortificaciones y en la edificación de la
nueva ciudad de Montevideo. Y seria muy estraño que
mientras los de las Reducciones del gobierno de Buenos
Aires son vasallos tan fieles y tan útiles, los que depen-
den del Paraguay sean de un carácter muy opuesto. El
obispo bien podria esplicar *el enigma, pero ésta no es la
oportunidad.
V. S, me dice también, con respecto á la espulsion de
los padres y de la guerra del Tebicuarí, que por lo me-
nos ante Dios tengo mas parte; respeto los impenetra-
'.^ V
GOBERNANTES 133
bles juicios de Dios, que permite se hable con tanta se-
guridad. Agregáis que os hallabais sin fuerza para resis-
tir en una Provincia inquieta y en sublevación, y amena-
zada por sas habitantes, que temian volver á ver lo que
hablan esperi mentado sus padres, y lo que era aun ob-
jeto desús lágrimas desde el tiempo de mi glorioso pre-
decesor el señor Cárdenas; es decir, hallarse reducidos á
defender su vida, la de sus hijos y el honor de sus muge-
res, puesto que se habla publicado un bando autorizando
á los indios tapes á llevárselas; que vos habiais tentado la
via de los superiores de los regulares para acelerar mi
llegada, que podría apaciguar esa borrasca escitada con-
tra mis ovejas, pero que habiais tenido la desgracia de no
poder conseguir esa gracia de mi piedad; que para mayor
abundamiento de desgracia, habiendo hecho todo lo que
de vos dependía para prevenir las consecuencias de esas
peilurbaciones y de ese modo asegurar vuestra concien-
cia ante Dios, aunque ante los hombres hayáis parecido
culpable, he solicitado en vuestra ausencia que los regido-
res echasen sobre vos toda la culpa; que sin embargo ha-
biéndome elegido el Señor para ser obispo de esta Pro-
vincia, me constituyó, como dice^en el capítulo 5 de San
Mateo, la luz del mundo, que no es posible permita yo
que las tinieblas de una pasión ofusquen la verdad de la
inocencia, sobre hechos en los cuales, ni vos, ni esta mi-
serable Provincia cometiera otra falta que la de defender
nuestra vida, como es permitido á todos.
Yo podría responder á este articulo de vuestra carta
suplicándoos contestaseis vos mismo á estas cuatro pre-
guntas:
"¿Quién os obligó, cuando el teniente* de rey don Bal-
tasar Garcia Ros escribió desde Corrientes para notificar*
los despachos del Exmo. señor virey de estos reinos,
que lo constituían gobernador de esta Provincia, convo-
case una asamblea general en la del ayuntamiento para
deliberar si se le debia recibir ó no; insistiendo vos mis-
• 134 DEL PARAGUAY
rao cerca de mi provisor, que asistia en calidad de juez
eclesiástico, para obligarle á conformarse á vuestra .
opinión á nombre de todo el clero, y con su denegación
decir en presencia de varias personas, que- cualquiera que
opinase por la obediencia, la pagaria? ¿Quién os forzó á
impedir á ese mismo Baltasar entrase en la ciudad para
presentar los despachos de su escelencia, el cual solo,
como os lo sostuve en una conversación bastante acalo-
rada, tiene el derecho de cambiar los gobernadores,
cuando lo juzgase á propósito? ¿Quién os incitó á no
. querer que los nuevos despachos del mismo don Balta-
sar, fuesen recibidos cuado volvió la segunda vez? ¿Quién
desterró á los que hablan opinado que se le recibiese des-
de la primera vez? lo que impidió el conocer si la mayoría
era de opinión que se prestase á S. E. la obediencia que
se le debía. ¿Quién decidió que las órdenes ';de la Real
Audiencia debian prevalecer sobre las del Exmo. señor vi-
rey, pues los autos de la primera dan principio con estas
palabras: Don Felipe^ por la gracia áeDioSj etc, y los del
virey por estas: Francisco Diego del Marqués? ¿Quién
enseñó á esta ignorante Provincia que se podía suspender
la ejecución de las órdenes del mismo rey,' nuestro se-
ñor, y que apesar de la distancia se podía hacera su^Ma-
gestad hasta tres advertencias, antes de someterse á ellas,
sin hacerse reo de desobediencia? ¿Quién declaró que los
despachos de S. E. debian tener la aprobación de la I^^eal
Audiencia? Sobre este punto V. S. puede recordar lo
que le dijo el obispo. Paso en silencio muchas espresio-
nes de V. S., porque no conviene á mi dignidad, y mi mi-
nisterio no es profesar el Derecho, ni esplícar las leyes.
Ahora voy á contestar á los reproches que me ha-
'ceis.
El primero es que con respecto al destierro de los pa-
dres de la Compañia y de la matanza de sus indios, soy
ante Dios mas culpable que vos. Bien] quisiera^ hallarme
al alcance de abocarme con V. S., para que, por un efecto
GOBERNANTES 135
de su gran celo, pudiese instruirme de lo que yo ignoro,
y, que si yo me hallara culpable, pudiese yo con verdadero
arrepentimiento llorar y repasar por una penitencia pro-
porcionada, crímenes tan enormes cometidos contra el
servicio de Dios y el de su Magestad: pero en cuanto á
loque insinuáis que yo me he negado á contribuir ai ali-
vio de mis ovejas, como me lo habíais hecho solicitar por
medio de los superiores de los regulares, ya he contestado
de un modo satisfactorio en mi Respuesta 4 la carta que
me habia escrito el Rmo. padre prior de mi padre Santo
Domingo, asegurándome habérosla comunicado. Dos
copias jurídicas de esa respuesta acompañaron á la infor-
mación, que dirigió á la Real uAdiencia, la cual ordenó
que se insertase en el auto que espidió y mandó á esta Pro-
vincia. Diciéndome el susodicho padre prior en su carta,
que V. S. y toda la Provincia estaban resueltos á no
retractar la deliberación tomada de no recibirá ningún
gobernador sino por conducto de la Real Audiencia de
Charcas, quien asi lo habia ordenado por su Real Provi-
sión, so pena de diez mil escudos de multa; habiendo te-
nido ademas avisos ciertos que, apesar de las diligencias
que el deber de mi cargo me habia obligado á hacer cerca
del Exmo. señor don Bruno de Zavala, y del teniente de
rey don Baltasar, estaba éste resuelto á ejecutar las órde-
nes de S. E. el señor virey, diciendo que un subalterno
no era dueño de dispensarse de obedecerá su superior
que representa inmediatamente la persona del soberano, y
todo lo demás que yo espresaba en mi carta, de la que
os envió copia, aunque V. S. haya podido ver el original
en el paquete que el obispo mandaba á su provisor, el
cual fué abierto en presencia de mi capítulo, de los supe-
riores regulares, de un oficial real y del escribano, que lo
llevaron á la junta, cuando por orden del Exmo. señor
don Bruno, se hizo el inventario de los bienes de V. S.;
pues este paquete se encontró en vuestra secretaría: se
leyeron todas las cartas que contenía, teniendo en la mano
136 DEL PARAGUAY
el original del Rnao. padre prior, y el escribano la copia,
que estaba insertada en el auto de la Real audiencia. . Fué
un grande efecto de la divina Providencia en mi favor, para
hacer caer los rumores que empezaban á correr, que yo
habia impuesto á la Real Audiencia suponiendo una carta
que este religioso me habia escrito, y para satisfacción de
los superiores regulares que con razón se quejaban no
haberse juzgado dignos de que se les diese una contes-
tación, sin hablar de las fuertes razones, espresadas en la
carta, que justifican al obispo de no haber venido adonde
habian amenazas de guerra.
Yo quisiera saber como habría apaciguado todo la pre-
sencia del obispo, cuando V. S. y todo el cuerpo municipal
estaban determinados á no obedecer las órdenes de S. E.;
odo lo^que me figuro que habría sucedido es que estando
aniquilada la dignidad del Trono, despreciada la suprema
orden á retirarse don Baltasar Garcia Ros, V. S. quedaría
triunfante en su gobierno, y el obispo que con tantos títulos
debe hallarse animado del mayor celo parala mas puntual
deferencia á las órdenes del rey, habría pasado por el
cómplice ó el fautor, diré, de la traición ó de la desobe-
diencia.?
Señor don José, el obispo ha reflexionado bien en todo
eso, y aunque se halle muy distante de la perfección de su
estado, derramó muchas lágrimas en la amargura de su
corazón en presencia del Señor, suplicándole con humildad
la ilustre sobre el partido que habia de seguir. Dio cuenta
del que habia elegido al supremo Consejo y á los tribu-
nales, mandándoles todas las cartas. Si se le juzga culpa-
ble de lo que V. S. le imputa en este articulo, el celo de S.
M. C. no lo dejará impune recibiendo el castigo con la ma-
yor sumisión, suplicando al Señor por la intercesión de
su santísima Madre le ayude con su gracia á hacer una
saludable penitencia.
En el segundo punto de este artículo, V. S. me dice que
la Provincia recuerda aun la deshonra y desgracias que
GOBERNANTES 137
había esperimentado en tiempo del señor Cárdenas de feliz
memoria, habiéndose publicado un bando para entregar á
los indios tapes las mugeres é hijas de los habitantes de es-
ta ciudad y de toda la Provincia. En cuanto al primer
punto, debo respetar en silencio con la mayor veneración
las decisiones de un senado tan prudente como el supremo
y Real Consejo de Indias, cuya sentencia pronunciada en
un juicio contradictoriamente dado y purgado, y por
decirlo así esclarecido como el oro en crisol, el honor de
los que V. S. quiere representarnos como culpaWes. Si en
nuestra primera entrevista y en la larga conversación que
tuvimos juntos con el cuerpo municipal, en la que me hicis-
teis tantas cortesías, y en la que aproveché la ocasión de
hablaros del modo como se habia esprésado en la Plata
el señor fiscal, don Pedro Vázquez, diciéndoos que yo me
haria honor de la prudente conducta que habíais observado
en vuestra comisión de juez informador y que yo solo me
admiraba que vos hubieseis recordado las antiguas ani-
mosidades contra una santa Compañia exenta de toda
sospecha, se habrían tomado las cosas con mas modera-
ción y menos calor (pues yo creí suavizar los términos)
tal vez mi celo y la rectitud de mis intenciones habrían re-
mediado lo que no era aun incurable, pero en que yo hallé
que había habido esceso, y los negocios habrían seguido
mejor giro. Pero como ellas están en manos del Exmo.
señor virey, cuya integridad es conocida, estoy seguro, y
V. S. no debe dudar mas que yo, que si S. E. os halla
tan inocente como lo insinuáis en vuestra carta, saldréis
con un aciecentamiento de honor y crédito, y que vuestros
sufrimientos de que me hacéis una pintura tan viva y que
me atraviesan el corazón, os servirán ante Dios de satis-
facción y suplemento para lo que aun no hubieseis purga-
do vuestras antiguas deudas.
En cuanto al bando, que se habja publicado, decís, para
entregar á los indios tapes las mujeres é hijos de los espa-
ñoles de esta Provincia, quisiera que reflexionaseis en lo
138 DEL PARAGUAY
que preguntáis respecto del notorio y escandaloso encar-
celanniento del religioso de mi padre Santo. Domingo,
ejecutado, como ya lo he dicho por don Ramón de las
Llanas en la habitación de Tabapí, por orden, .decía
él, del que tenia todo poder, este hecho consta por las acta»
jurídicas, y que este religioso fué llevado preso hasta cin-
co leguas de esta ciudad, vos queréis os diga yo en qué
cárcel se le ha metido; y yo os pregunto, ese bando de que
habláis ¿por orden de quién fué publicado? ¿Quién es su
autor? ¿por quién fué oido? Y si me aseguráis que se tiene
sobre eso declaraciones de testigos, diré con tanta segu-
ridad que esos testigos no son de recibirse, que los que
declaraban haber visto en un cuarto de la Reducción de San-
ta Maria el arreo del caballo del ginete que me habia traido
un envoltorio de cartas de losjesuitas y diciendo que los
indios tapes habian asesinado, agregando que su cuerpo,
aunque desfigurado, habia sido reconocido. Para dar cur-
so á esta fábula, algunos españoles hicieron comparecer
ante mí á mi llegada ala ciudad, su pretendida viuda,
quien llena de llanto y en traje de luto venia á rogarme
obligase á los padres de la Compañia á indemnizarme de
la pérdida de su esposo, puesto que ellos eran los auto-
res de su muerte; pero al cabo de un mes el ginete llegó á
esta ciudad con el religioso que me servia de compañero
y con mi equipage, muy bien vestido y en muy buen es-
tado, gracias á la caridad de los padres que lo habian re-
sucitado. Os diré que sucede con este bando como de
lo que se habia publicado que el padre Francisco de Ro-
bles, que mandaba una tropa de indios tapes á los que se
habian agregado unos charcas, infieles, estaba en el Te-
bicuarí, frente á Carazapá, pronto á lanzarse sobre la
Provincia: eso sedecia con el objeto de causar un levan-
tamiento; y si el obispo no lo hubiera remediado con
prontitud, mandando al parageá personas seguras, que
afirmaron que no habría el menor movimiento sobre la
frontera y que el padre Robles se veia reducido á no po-
GOBERNANTES 139
der moverse de su celda á la iglesia para decir la misa ,
se habría creído como artículo de fé lo que acababa de cir-
cular en la ciudad, se habría apoyado en documentos jus-
tificativos y declaraciones de testigos, que hubiesen dicho
que habiendo los padVes hecho ya declarar la guerra á
esta Provincia, volvían á la cabeza de un ejército para sub-
yugarla. Lo mismo sucede con las cartas que el cura de
Itaaporte, que se decía venír'de Cosqueta, cerca de Santa
Fé, aunque ellas hubiesen sido fabricadas en Itá mismo,
en donde se aseguraba que el Exmo. señor don Bruno
venia á esta ciudad bien resuelto á hacer cortar la cabeza
al pobre maestre de campo Sebastian de Montiel y de los
que decían que Matallanas había partido de Córdoba para
Santa Fé, con nuevos despachos del Exmo. señor virey,
muy favorables á V. S., y que ordenaban al señor don
Bruno de volver sobre sus pasos, lo que él habría hecho.
El alcalde y el general don Ramón de las Llanas aun
llevó la audacia hasta el punto de recibir la declaración
jurídica del correo que el señor don Bruno había man-
dado de Corrientes, para hacerle decir sí sabia que el se-
ñor virey hubiese revocado sus primeros despachos espi-
diendo otros en favor de esta Provincia; á lo que el cor-
reo contestó que solo había oído hablar dé eso en las
cercanías de esta ciudad: yo podría citar muchos otros
hechos de esta naturaleza, de que aun conservo el cora-
zón penetrado de dolor. Sí V. S. quería decir, lo qué hace
en su conciencia ser cierto, que todo eso corría en esta
ciudad para agriar los espíritus contra los padres de este
colegio, y para comprometer á todos los habitantes á to-
mar las armas para la justa defensa de la Provincia, de
su propia vida y de su honor; que hasta hicisteis vos
publicar un bando, para obligarlos so pena de la vida y
de ser declarados traidores al rey, y las exhortaciones pa-
téticas que V. S. les hizo en cierto lugar que vos sabéis
bien, no hay nadie que no haya sido testigo de todo eso
y pido todos los días al Señor en el santo sacrificio de la
140 DEL PARAGUAY
misa no permita que se produzcan las pruebasí que vos
habríais podido evitar todos esos pesares recibiendo á don
Baltasar y entregándole el gobierno como os lo ordenaba
el Exmo. señor virey, en vez de declarar traidores á la pa-
tria á los que querian obedecer órdenes tan superiores,
declaración en virtud de la cual don Ramón hizo morir al
maestre de campo de Villa Rica, Teodosio de Villalba,
llevando la crueldad hasta tenerlo una noche entera atado
á un árbol, negándole un confesor, que pedia, y en hacerle
arcabucear diciéndole se confesase á Dios; seria entonces
que V. S. podría decir que apaciguó todo; y no se habria
vistoá tantos pobres indips muertos al querer pasar el
Tebicuarí á nado para salvar la vida, ni lo que horroriza,
á españoles lavar su ropa sobre los cuerpos muertos de
esos desgraciados. Señor don José, esas no son fábulas
inventadas por la pasión, son hechos reales, que la piedad
no cesa de llorar; asi como haber visto arrastrar desde
Villa Rica, y aun desde Curupaití, que es todavía mas le-
jos, hasta una guarnición, tanto de -mugerés pobres,
cuyos maridos tenian algunas consigo, y tanto de niñi-
tos inocentes, por haber querido pasar al cuartel de don
Baltasar en ejecución de las órdenes del superior gobier-
no. Todos habrían perecido aUí de miseria, si el dia de la
fiesta del rey, nuestro señor, no hubiera ido el obispo con
todo su clero al alojamiento de V. S. para rogarle les per-
mitiese regresar á sus casas, en donde se hallaron redu-
cidos ala mas estrema pobreza, porque habian hecho eje-
cutar sobre ellos la pena de la multa de diez mil escudos,
en virtud del auto de la Real Audiencia, de que pronto me
veré obligado á hablaros.
Perdonadme este detalle, señor. Dios me es testigo que
solo os lo traigo á la memoria, porque cuento mucho so-
bre vuesta religión, y de ningún modo por haceros mal.
Pero para obedecer el precepto del apóstol, debo vengar
el honor de mi dignidad, refiriendo hechos, cuya verdad
es notoria. Después de haberme advertido V. S. que
GOBERNANTES 141
debo ser la luz del mundo, me reprocha haber solicitado
que los regidores os echasen á vos la culpa de todo.
Habríais debido decirme sobre qué, pero yo os lo diré.
Hablando la Real Audiencia en su auto de ciertos hechos,
que le parecen inauditos é increíbles, mirándolos como
escesos enormes, aunque sean los mismos que creéis
perfectamente justificados, declara no haber prohibido
sopeña de diez mil escudos de multa, como el padre prior
me.lo habia insinuado en su carta, de no cambiar nada en
el gobierno actual de esta provincia sin su participación;
^u Alteza protesta no haber ordenado, ni podido ordenar
semejante cosa, y que se ha comprendido mal su pensa-
mieVito; sobre lo cual he creído que era deber de mi car-
go obligar á los regidores purgarse de los excesos, que
esta mala interpretación había hecho cometer, y lo hicie-
ron diciendo que un ministro de la Real Audiencia les
habia dicho que ese era el sentido de la Real Provisión de
su Alteza, que él mismo habia obrado como gobierno
sobre este principio, para confiscar los bienes de un gran
número de personas, espulsar los padres de la Compañía
de su colegio, que siendo su gobernador, ministro de lá
Real Audiencia y muy hábil jurisconsulto, les había per-
suadido que estos religiosos habían caído en uno de los
casos por los que su Magestad (que Dios guarde) habia
ordenado que espulsasen á los religiosos. Les exhortó
entonces á no obstinarse en hacer las representaciones á
su Alteza ordenando que los padres fuesen restablecidos á
su colegio y diciéndoles que como subditos fieles debían
obedecer sin réplicas semejantes mandatos, y que si tenían
algo que observar, no debían hacerlo sino después de ha-
ber obedecido. Les agregué que habían incurrido en la
. escomunion lanzada por la Bula In Ccena Dominio decla-
rando su Alteza que en los mismos casos mas urgentes,
el gobierno y los oficiales del Cuerpo Municipal no tenían
el poder de espulsar religiosos sin orden espresa de la
Real Audiencia, que no habia pues duda alguna de que les
142 DEL PARAGUAY
alcanzase las censuras; que para no turbar la paz y ia
tranquilidad, que tanto me había costado restablecer, no
los denunciaría como escomulgados, pero no por eso esta-
ban menos sometidos á las penas que impone dicha bula.
En qué, pues, señor don José, os ha'ofendido el obispo en
vuestro honor por haber instado á las ovejas declarasen la
verdad y se purgasen de sus faltas, si las tenían? ¿No he
satisfecho la obligación en que estoy de ser la luz del
mundo, queriendo ilustrar á ignorantes, cuando ni quie-
ran abrir los ojos ala luz? Si le parece á V. S. que la
verdadera intención de su Alteza había sido no se hicie-
se ningún cambio en el gobierno de la provincia so pena
de diez mil escudos de multa, no obstante loque decla-
rara en contra; si insistís en creer que la gloriosa acción
de vuestra vida, y la mas ventajosa al servicio de Dios y
al del rey nuestro señ..r (que Dios guarde) es haberecha-
do á los padres de su colegio; y en efecto, se sabe que
habéis declarado ante testigos que la divina Providencia
os había destinado para ser el destructor de esta Com-
pañía; ¿por qué os quejáis, si es una verdad que el obispo
ds haya atribuido la gloria de ello?
V. S. quiere que yo traiga á la memoria todo lo que
aconteció de lamentable á esta Provincia, y sobre todo
las cinco espulsiones de tres obispos mis predecesores,
y que reconoceré que nada habéis hecho que no fuese
apropósito: agrega habiéndose negado por la ley supre-
ma, que es la utilidad pública: Utilitas publica suprema
Lex est; y habiendo sobre este principio dirigido toda su
conducta, no parece se pueda razonablemente imputarle
delitos, de que no es culpable. Permitidme, señor, don
José de Antequera, gobernador del Paraguay, para justi-
ficar cerca del obispo su conducta y la de la provincia,
respecto del destierro de los padres de la Compañía, y
sobre tantos otros escesos, alegue cinco espulsiones de
tres obispos mis predecesores, y que el limo, y Rmo. Se-
ñor don Pedro Fajardo, dignísimo obispo de Buenos Ai-
GOBERNANTES 143
res, syaimado de un santo ceb, habiéndoos hecho adver-
tencia sobre eso con toda la mayor prudencia, como tam-
bién al cuerpo Municipal, á fin de escitaros á moderar
vuestras empresas escesivas contra los eclesiásticos, ha-
yáis respondido con la acritud que hacéis aparecer en la
larga carta que le escribisteis? Dios sea alabado para
siempre, señor don José, á los jueces supremos, que
debian pronunciar sobre este negocio es á quienes debíais
dirigir vuestras reprsentaciones; ellas les habrían dado una
gra'n idea de la religión de la Provincia, y de la profunda
veneración que ella tiene para sus obispos y pastores. Pe-
ro en fin ¿de qué crímenes he acusado yo á V. S. en mi in-
formación? ¿he pasado los límites de una simple esposicion
de los hechos que aniquilaban la inmunidad de mi iglesia?
pero para no verme reducido, cuando comparezca ante el
justo tribunal de Dios, á decir en la amargura de mi cora-
zón: Desgraciado de mi, porque he guardado silencio.
¿Creéis pues, señor, que si yo me hubierahallado presente,
habria permitido que se hubiese hecho una información
sumaria contra un cura; que se hubiese tomado preso aun
religioso sacerdote, dándole de golpes con violencia y se
hubiese desterrado á los padres déla Compañia, aunque
os parezca que estas empresas han sido arregladas sobre
la ley suprema contenida en las doce Tablas, y conforme
álasórder.anzasdel superior tribunal de justicia? ¿Po-
déis, digo, persuadiros, que yo hubiese sufrido todo eso,
sin sacar el cuchillo que Dios ha puesto en mi mano? Se-
guramente no, aunque debiera yo ser el cuarto obispo
echado de su iglesia. Estarian muy equivocados. Dios
ni el rey, mi soberano señor, no me elevaron ala dignidad
episcopal para pisotear los sagrados cánones y la Bula
In C(£na Domini; como se hace en las ocasiones de que
hablo. Tan ignorante como soy, creo que eso es así. Lo
repito, los que me han de juzgar, examinarán estas razones
que vos creéis tan fuertes, cuando las produzcáis ante su
tribunal con la ventaja que da vuestra erudición, y aten-
144 DEL PARAGUAY
derán á las advertencias que mi poca capacidad me ingie-
ra. Admiro lo que agregáis al terminar este artículo, que
habiais querido emplear mi mediación por medio del
Cuerpo Municipal. V. S. debia decirque me hizo exhortar
por estos oficiales, como consejero del rey, á insinuar al
Exmo. señor don Bruno de Zavala entrase sin armas en
la Provincia, no permitiéndole su comisión que viniese
con un ejército, según lo que el procurador de la ciudad
Miguel de Garay hizo presente al Cuerpo Municipal; que
yo me negué á hacerlo y que fué lo que determinó á ^
V. $. á «alir de la Provincia, por mas que yo os instase
para que permanecieseis, por que temíais que se os hiciera
reponsable de las perturbaMones de que ella estaba
amenazada, como también la detención del Exmo. señor
don Bruno en la Reducción de San Ignacio, puesto que
la malignidad de vuestros enemigos no dej6 de haceros de
eso un crimen á pesar de vuestro retiro.
He contestado, señor, á todos los artículos de vuestra
carta; y el Señor, en cuya presencia estoy, sabe cuanto
siento que nos hallemos tan alejados uno de otro, y que
yo me vea reducido á insinuaros por escrito una parte
de las cosas, de que podria convenceros, si nos viéramos
frente á frente. Os pregunto aun, señor don José, des-
pués que se hubo obedecido las ordenes del Exmo. señor
virey, cuando fuisteis ácasa de don José de Urranaga, en
donde se hallaba reunido el Cuerpo Municipal, esperando
el resultado de la larga conferencia que habíamos tenido
juntos, en la que hubo contestaciones que no podéis ha-
ber olvidado, en que os hice ver claramente el poder ab-
soluto de S. E. y muchas otras cosas, que la modestia
no me permite recordar aquí, V. S. dijo á toda la asam-
blea que el obispo nada aconsejaba, que no fuese apro-
pósito para el servicio de Dios, para el del rey y para la
tranquilidad de la Provincia; que á consecuencia de eso
se resolvió inmediatamente que se obedecerla á S. E., y
queescril3iria al Exmo. señor don Bruno, que podia venir
DEL PABAOUAT 145
y asegurarse que se le prestaría la obediencia que le era
debida; eso se ejecutó suplicando al mismo obispo de dar
testimonio de la paz que habia reinado en la Provincia
desde que él entrara, y que en las representaciones que
se le habían hecho de boca, no se habia tenido la intención
de desobedecer las órdenes supremas del Exmo. señor
virey, á quien sólo pertenece disponer de los gobiernos,
cuando se recurriera á él para ello; el obispo no puso difi-
cultad alguna porque sabia que de eso dependia la tran-
quilidad de toda la Provincia; pero entonces ¿quién pidió
que se convocase una asamblea pública para ver si toda
la Provincia consentía, puesto que ella estaba interesada
en ello toda entera? hallándose eso ser impracticable
¿quién dijo en presencia del Cuerpo Municipal que era
por lo menos necesario llamar á los comandantes de las
tropas para tener su consentimiento? habiendo sido eso
desechado ¿quién dijo en la misma asamblea, que en los
despachos dados á don Bruno, se observaban las mismas
nulidades que en las de don Baltasar García Ros, y que
el obispo, celoso partidario de los padres de la Compafíia
los habia engañado á todos? ¿quién contestó en el pú-
blico que el Exmo. señor don Bruno daba á su comisión
una estension que no tenia, queriendo entrar en la Pro-
vincia con tropas? lo que obligó al obispo de hacer pú-
blica una copia que él tenia de los despachos del Exmo.
señor virey, declarando en aha voz á la puerta de su
catedral, en presencia de todo su capítulo, que si se dis-
ponía á no cambiar nada de lo que se habia resuelto, en-
caso que el señor don Bruno quisiera entrar en la Pro-
vincia por la fuerza interpondría el nombre del rey su se
ñor, y ordenó al canónigo don Alfonso Delgadillo, que
se halló presente, dejevantar la bandera, escomulgando
el obispo á todos los que no la siguieran, como violadores
de su juramento de fidelidad ¿quién nombró comandante
de las tropas al primer alcalde don Ramón de las Llanas
haciéndole tomar un trage militar y un bastón de mando,
11
146 GOBERNANTES
con orden de visitar los fuertes, Pueblitos y guarniciones,
y prohibir á todos ios que encontrara negociar la yerba
del Paraguay; y eso en el tiempo que se esperaba la úl-
tima resolución del Exmo. señor don Bruno sobre lo que
se le habia representado para obligarle á no pasar Cor-
rientes, en donde él se hallaba con sus armas y sus bar-
cas? ¿qué enemigo amenazaba, para hacer tanto prepa-
rativo de guerra? V. S. lo sabe mejor que el obispo, que
solo lo sabe para sepultarlo en un profundo silencio,
aunque nadie lo ignora.
La respuesta del Exmo. señor don Bruno fué que
vendría con tan poca gente que la malignidad mas suspi-
caz no podría imaginar nada que inspirase la menor des-
confianza que hasta dejaría sus barcas en Corrientes, para
servirse de ellas á su regreso á su gobierno después que
hubiera arreglado los negocios de la Provincia. Este
proceder tan generoso fué lo que acabó de resolverá
V. S. á retirarse, y aunque, cuando S. E. estuvo para lle-
gar á esta ciudad, hubo algunos movimientos de instiga-
ción de una persona, la que en razón de su profesión, se le
debía menos esperar, y que era lo mas estrechamente
ligada conV. S.,el obispo los apaciguó, conteniendo á
todos en el deber, por una gran atención en hacer ver en
él la mayor imparcialidad entre las partes opuestas, no
teniendo en vista mas que el servicio de Dios y el del rey
su señor, la unión y la tranquilidad de la Provincia, é im-
pidiendo á todoí=; á correr á su pérdida como hasta enton-
ces se habia hecho: la piedad del Exmo. señor don Bru-
no, y su gran prudencia cprtaron todas las dificultades,
olvidándose todo lo pasado: y no comprendo que se haya
tenido la menor razón de sugerir á V. S. que se le atribu-
yese haber hecho retener tanto tiempo aS. E. en San Ig-
nacio, puesto que él solóse detuvo por la representación
del obispo, el cuál se alegraba mucho de ir á cierta reduc-
ción para cumplimentarle y asegurarle la sumisión de la
Provincia, lo que no podia hacer sino después de haber
DEL PARAGUAY 147
desempeñado todas las funciones de su ministerio duran-
te-la semana santa; mucho me sorprende que- no se os
haya informado de la seria exhortación que hice el año
pasado de 1726 al pueblo el jueves santo después de ha-
ber publicado la Bula In Coena Domini; pues yo sé que
algunos se ofendieron, y atribuyeron á mi indignación y
á mi prevención para con los padres de la Compañía, lo
que yo no hacia sino por el deber de mi cargo; pero es
ese el gracioso nombre que V. S. estableció en toda la
Provincia para dar un giro odioso á las acciones mas re-
gulares. Verdad es que mi corazón vierte lágrimas de
sangre, cuando veo el vacio que la partida de esos hom-
bres apostólicos dejaron en esta Provincia, caida en tan
gran relajación y. que considero la abundante cosecha
que su larga ausencia hace recoger en el infierno, siendo
esos padres los únicos que en las plazas públicas y en las
campañas desplegaban el estandarte de la religión hacien-
do una guerra continua á los vicios. No sé, cuando
comparezcamos, vos y yo, ante el justo tribunal de Dios, á
cuál délos dos, vos ó el obispo, atribuirá las faltas el sobe-
rano juez.
V. S. termina recordándomela declaración de Cabanas
y don Roque Parodi; á lo que agrega que vale mas guar-
dar silencio que hablar. Señor don José, el obispo no
olvida la ligereza con que escribió Cabanas, 'que fué ya
juzgado (ruego á Dios quiera recibirle en su gloria), ni la
facilidad con que don Roque hizo su declaración, ni laque
se ha tenido en esta Provincia en hacer falsos juramentos
en justicia; existen muchas pruebas en el archivo. Na-
da digo de lo que sucedió en la asamblea que celebró
V. S. con mi capítulo en la sacristía en donde se disputó
con tanto calor sobre la autoridad suprema delExmo.se-
ñor virey, que uno de mis canónigos defendió con fuerza,
refiriendo las reales cédulas citadas por el señor Solórza-
no contra alguno que no hallaba con el respeto y venera-
ción que debia. Nada digo tampoco del escándalo suce-
148 GOBERNANTES
didoen la iglesia parroquial de nuestra señora déla En-
carnación, en donde se habia reunido un concurso de
todas las partes de la Provincia, y en donde las mismas
mugeres mas cualificadas venian á besar con mucha re-
verencia unos ojos de cristal, que el cura, sentado en un
sillón, y V. S. al lado de él,,haciais pasar por serlos ojos
de Santa Lucia: habiendo entrado el obispo prohibió este
culto supersticioso, ordenando al cura que cerrase la igle-
sia á las cinco de la tarde. Este hecho y varios otros, de
que nada digo, no merecen olvidarse. Por lo demás, no
os sorprendáis, ni toméis á mal que yo os hable tan clara-
mente, sois vos mismo quien voluntariamente me habéis
obligado á ello; si lo habéis hecho por cualquier motivo
que yo no me imkgino, concluyo con estas palabras de
cierta gran luz de la iglesia, mi padre San Agustin en su
respuesta al muy grande doctor San Gerónimo: "Si es una
falta haber contestado, lo es mayor haber provocado."
Así, echaos la culpa, si en esta larga carta y tan desagra-
dable para vos, se encuentran cosas que no os den placer.
Ruego al señor en mis tibios sacrificios conceda á
V. S. mucha salud, luces, y gracias, para que por su so-
corro polais purgar y manifestar vuestra inocencia,
asegurándoos que nada tenéis que temer de parte, del
obispo.
En la A ¿unción del Paraguay á 18 de Marzo de 7727.
Señor doctor don José
Vuestro muy humilde servidor y capellán —
Fray José
Obispo del Paraguay
Que vuestras manos besa»
1725-1730— XXX. DON MARTIN DE BARÚA, maestre
de campo, natural déla Villa de Bilbao, en Vizcaya, ex-
teniente gobernador de Santa Fé, entró en ejercicio de
DEL FARAGUAT 149
SU empleo el 4 de mayo de 1725, nombrado interinamente
por el mariscal de campo Zavala, con especial comisión
del virey, marqués de Castelfuerte, para pacificar la pro-
vincia, que alteró mas con el informe que pasó al rey de los
escesos y usurpaciones de los jesuítas.
Llegado el quinquenio, que era el término prefijado de
los gobernadores nombrados por el rey, y anunciado por
el virey el individuo que habia de sucederle, recibió Ba-
rúa la noticia con toda indiferencia. En enero de 1731,
hizo el papel de renunciar públicamente el gobierno, y aun-
que la Comuna, que estaba en el secreto, le rogó reasu-
miese el bastón, se mantuvo firme en su resolución, diri-
giendo empero todas sus operaciones por algún tiempo.
En vista de que se prolongaba la resistencia en restituir
á los jesuítas á su colegio, el virey del Perú, habia (3 de
setiembre de 1727) ordenado á Barúa dispusiese la ejecu-
ción de su restitución con la pública solemnidad y pompa
que pedia el caso; pues asi como el despojo se habia
practicado de modo que se hizo notorio por la crueldad
de los actores, convenia que el regreso tuviera, para ple-
na satisfacción de la compañía, el aprecio y veneración
que se le debia. Y al que se opusiera al diferir el cumpli-
miento de esa orden, suspendérsele de su empleo y remi-
tirlo preso á Lima, embargándole sus bienes.
Los sucesos del Paraguay eran, por su gravedad, de
tal naturaleza que el rey Felipe V se vio en la necesidad
de comisionará don Juan Vázquez de Agüero, su alcal-
de de Corte y Casa, para que, trasladándose allt le infor-
mase de todo. Este, desde Buenos Aires, escribió al rey,
en febrero de 1736, dicidiéndole que después de haber
conferenciado con don Mar^n de Barúa y visto los censos
150 GOBERNANTES
de los cristianos del Uruguay y del Paraná; después de
haber examinado todas las informaciones dadas por los
obispos de la Asunción y de Buenos Aires; después de
haber oi Jo las declaraciones de diez personas eclesiásti-
cas y laicas, mejor instruidas en los asuntos en cuestión,
reconocia:
1? Que las reducciones eran en numeró de treinta, en
las que habia como treinta mil indios que debian pagar
tributo.
29 Que no habia encontrado ningún registro mas an-
tiguo que el de 1715, que le habia sido prestado por don
Martin de Barua, y que no contaba en las trece reduccio-
nes del Paraná, las cuales habian entrado bajo -la juris
dicción del gobernador del Paraguay, que sieta mil ocho-
cientos cincuenta y un indios sometidos al tributo, con
la copia de otro levantado en 1676, por don Diego Iba-
ñez, fisca! déla real Audiencia de Guatemala, pero que
entonces las reducciones sólo eran en número de veinte
y dos, y que no podia averiguar con exactitud la fecha
déla fundación de las otras ocho; que en 1714, don Pe-
dro Fajardo, obispo de Bueno Aires, habiéndolas yisitado
eran desde entonces en número de treinta: que se contaba
en ellas veinte y ocho mil seiscientas familias, y que este
prelado habia dado allí la confirmación á trece mil seiscien-
tas y siete personas.
39 Que en 1733, los jesuitas habian remitido á don
José Palos, coadjutor del Paraguay, un censo de sus
reducíMones, el cual ascendía á veinte y siete mil sesenta
familias; que, según él padrón que le habia sido remitido
por el procurador de las Misiones, el P. AntonioMachoni,
el número de familias solo era de veinte v cuatromil dos-
cientas diez y siete, en fin, que en una conversación que
tuvo con el Padre Diego de Aguilar, provincial de los
jesuitas, según la orden que el rey le habia dado, esje pa-
dre le aseguraba que habia entonces treinta reducciones,
en las que se contaban veintQ y cuatromil indios que de-
DEL PARAGUAY 151
bian pagar el tributo; pero que habiendo después llegado
los padrones de los curas, solo se habia encontrado diez-
y nueve mil ciento diez y seis, y que estas variaciones
provenian de las enfermedades epidémicas, que de tiem-
po en tiempo hacían grandes estragos en los pueblitos y
del número de los que perecian en las espediciones mili-
tares y en los trabajos en que se empleaba á estos indios
para el servicio del rey.
Agregaba que los jesuitas le hacian las mayores ins-.
tancias para que se trasladase en perssna alas reducciones
que no habian sido visitadas de un modo perfecto hasta
entonces por ningún gobernador, comisario ni visitador,
pero que él les habia contestado que esa visita no entraba
en sus intrucciones y que no la juzgaba necesaria.
Damos á continuación elestracto de un Bosquejo sobre
el sistema filosófico y régimen que observaron los jesuitas
en sus Misiones del Paraguay, omitiendo muchos detalles
por su larga estension. Así se formará una idea de lo
que eran aquelas célebres Reducciones (1) y como se
gobernaban.
(1) Se daba en el Perú este nombre á todos los pueblos cristianos for-
mados entre los infieles y dirigidos por religiosos y es el primer nombre
' que dieron á Loreto, capital de la provincia de G-uairá, que fué la primera
reducción del Paraguay formada por los padres Ortega y Filds.
El obispo de Tucuman habia solicitado el auxilio de los jesuitas para
su diócesis y para las misiones, porque el clero secular y los frailes
firanciscanos eran demasiado pocos para llevar á efecto ese deseo; y
aunque ya habian sido enviados ¿ Lima algún tiempo antes (1586), fueron
recibidos en la ciudad de Santiago del Estero con casi honores regios. E^
mismo gobernador Bamirez de Valasco, con todos sus empleados y prin-
cipal gente de la ciudad, salió á su encuentro. Fueron conaucidos por
las C€bUes adornadas con arcos triunfales y sembradas de flores, un gentio
inmenso, para aquella época, se acercaba á saludarlos al pasar, y llorando
de alegría el obispo (Trejo y Sanabria) los abrazó y bendijo, conducién-
dolos en seguida á la catedral, donde se entonó un Te-Deum en acción de
gracias por |u llegada.
En la Asunción, fueron recibidos (1609) con tanta alegría como los ha
bian saludado en Santiago del Estero, y aU¿ el padre Salonio comenzó
au misión, mientras que los padres Tomás Filds y Manuel Ortegj, se em
baroaron en el Bio de la Plata para el Paraguay. Estos penetraron en
152 GOBERNANTES
En el trascurso de poco mas de un siglo, los pueblos
de Misiones, bajo los jesuítas contenían, según el infor-
me del gobernador Barüa al rey, en 1730, cuarenta mil
indios tributarios de diez y ocho 4 cincuenta años, y con-
tando las mugeres, niño«i, ancianos y otros esceptuados
en aquella lista á razón de siete personas por cada tribu-
tario, componían una población de doscientas ochenta mil
almas.
Los indios del Paraguay miraban á sus predicadores
como á raza superior á los demás españoles, y asi los
escuchaban. No teniendo prevención contra ellos, eran
movidos por inclinación. A fuerza de hacerles gustar la
dulzura de la vida social v sacrificarse á sus intereses,
llegaron los misioneros á conseguir este ascendiente &
que no alcanza el imperio mas absoluto de la fuerza.
* *
El plan de conquista que se propusieron los jesuítas en
sus Misiones no se había practicado antes: era un sistema
desconocido en el que prácticamente se unian y soporta-
ban con mutuo enlace la obediencia y la libertad, el res-
peto y el amor. Para conot^er mejor el estado de esta
como República, aislada entre el género humano, he
aquí los elementos de su gobierno.
sus mas recónditas profundidades, retrocediendo en seguida ¿ la Asun-
ción ¿ decir ¿ su superior que habian visto á doscientos mil seres, que,
con poco cuidado y molestia, podrían ser reducidos al cristianismo. A
su yuelta, la peste hacia estragos en la oapital; per<> esta circunstancia no
los acobardó, al contrario, sino que los hizo ser mas intrépidos entre los ,
indios, ya que no estaban contentos con el trabajo que les daban los con-
quistadores.
En vists de ese resultado, tanto el gobernador Hemandarias como el
obispo del Paraguay LÍ2¿rraga resolvieron poner toda tentativa en la
conversión de los indios. Délos cuatro padres de la comp^^a, José Ga-
taldino, Simón Mazzatta, Antonio Buiz de Montoya y Martin Javier
Urtasun, primeros fundadores de las Misiones y únicos que emprendie-
ron esas Beducciones, los dos primeros fueron los nombrados para esa
operación.
DEL PARAGUAY 153
En cada reducción 6 pueblo habia dosjesuitas, el cura
y el vicario; que comunmente era un joven destinado á
aprender la lengua y aquel género de gobierno. Ambos
estaban sujetos al superior de las Misiones y todos al
Provincial.
Para el gobierno interno de la reducción habia un cor-
regidor, un teniente, dos alcaldes y varios regidores,, todos
indios elegidos por el puebfo á presencia del cura, y
sujetos á él, así en lo temporal como en lo espiritual. Es-
tas elecciones eran anuales, y se confirmaban por el go-
bernador de la provincia. Amas de estos funcionarios
municipales, residia un caoique, que venia á ser comer
gefe, pero cuyas principales funciones se dirigían á la de-
fensa del país contrajas invasiones de los enemigos.
El gobierno de esta como República tenia mas de una
teocracia que de otra forma, pues la conciencia hacia ve-
ces de legislador. No habia en ella leyes penales, sino
unos meros preceptos, cuyo quebrantamiento se castigaba
conayunos, penitencia, cárcel y algunas veces flagelación.
Algunos indios de los mas irreprensibles eran constitui-
dos por guardianes del orden público. Cuando estos
sorprendian algún indio en alguna falta de consecuencia,
vestían al culpable con el trage de penitente, lo conduelan
al templo, donde confesaba humildemente su crimen, y
después era azotado en la plaza pública.
Ninguno habia que pretendiese minorar su delito, ni elu-
dir el castigo, todos lo recibían con acciones de gracias,
y aun habia algunos que sin mas testigos que su con-
ciencia, confesaban su culpa y pedian la espiacion para
calmar esos remordimientos que era para ellos el mas
duro de los suplicios.
Tampoco habia leyes civiles, porque entre estos indios
era casi imperceptible el derecho de propiedad. Es verdad
que á cada padre de familia se le adjudicaba una suerte
de tierra, cuyo producto le correspondía en propiedad;
pero no podia disponer de él á su alvedrio, porque vivien-
1 54 GOBERNANTES
do siempre camo el pupilo bajo la férula del tutor, todo
lo dispouia el doctrinero ó padre espiritual.
Otra parte de las tierras se cultivaba en común; pero
sus productos tenian una destinación limitada, esta era el
sustento de las viudas, huérfanos, enfermos, viejos, ca-
ciques, otros empleados en la administración y los artesa-
nos ocupados en beneficio del común.
Lo restante de las tierras y sus frutos, asi como los pro-
ductos de la industria pertenecian á la comunidad. Con
este fondo se socorrían las necesidades imprevistas, el
culto de las iglesias, el sustento de los indios y todas las
demás necesidades públicas y privadas.
Los primeros tres diasde la semana se empleaban en
los trabajos de la comunidad, y los otros tres en el cul-
tivo de sus propias heredades. Para suavizar el peso
de las tareas con el embelesamiento de los sentidos, se
procuraba que ellos tuviesen cierto aire de festividad;
para ello marchaban procesionalmente al campo, llevan-
do una estrella entre las dulces cláusulas de la mú-
sica.
No se permitía queden esta República hubiese mendi-
gos ni ociosos. Estos eran destinados al cultívo de los
campos reservados, que se llamaban la posesión de Dios.
A las indias se les daban tareas de hilado, menos á
aquellas ocupadas en el cultivo de los algodones. De esta
fatíga estaban exentas las embarazadas, las que criaban y
otras legUimamente impedidas de salir al campo, pero no
de la ocupación del hilado.
En cada reducción habia talleres para lasarles; princi-
palmente aquellas que eran más útiles y necesarias, como
herrería, platería, dorado, carpintería, tejidos, fundición:
asi también otras artes de agrados como la pintura, es-
cultura y música.
Desde que los niños eran capaces de trabajar, eran lle-
vados á esos talleres, donde el genio decidia de su profe-
sión.
DEL PARAGUAY 155
En esta República era desconocido el uso de la mone-
da y todo signo que la representara. Los frutos de la
tierra y los sobrantes de su industria eran permutados
con las producciones que los indios no tenian, y los arte-
factos que necesitaban. Los efectos comerciales, asi en
rama como fabricados, entraban en el giro de la negocia-
ción. Los mas considerables de estos artículos eran la
yerba del Paraguay, la cera, la miel y los lienzos de algo-
don. Los artículos de comercio salian fuera de la Provin-
cia y la mayor parte se consumía en Buenos Aires. Con
su producto se pagaban al rey sus tributos, ocho pesos
por cada hombre de diez y ocho á cincuenta años de edad;
se pagaban los diezmos á la iglesia, y el sobrante se re-
tornaba en efectos para el consumo de los pueblos, ador-
nos de los templos y galas costosas, de qué usaban los
indios empleados en los oficios en los dias de festivi-
dades.
La habitación, el traje, el alimento, los trabajos, el de-
recho á los empleos, todo era igual entre estos ciudadanos
El corregidor, los alcaldes y demás magistrados, asi
como sus mugeres, eran los primeros que se presentaban
en el lugar de la fatiga. Todos iban descalzos, y sin
mas distinción que las varas y bastones, signos de sus
oficios civiles; los vestidos de gala que el común tenia des-
tinados para decorarlos, sólo servían en las festivida-
des.
Las habitaciones de estos pueblos, al principio eran re-
ducidas; no conocían muebles casi ningunos; sus camas
eran hamaca?, se sentaban v comían en el suelo, costum-
ores muy naturales en ellos. Al paso que se iban civili-
zando, sus habitaciones tenian mas regularidad y conve-
niencia.
En cada pueblo habia una casa llamada de refugio,
donde se mantenían en reclusión las mugeres que no
tenian hijos que criar, durante la ausencia larga del ma-
rido, las viudas, los enfermos habituales, los viejos y
156 OOBEBNANTES
estropeados. Allí se les sustentaba y vestía, aplicándo-
los á aquel género de trabajo que sufría su capacidad
para mantenerlos en acción.
Un templo magnifico ocupaba el lugar mas prominen-
te de cada pueblo, y estos edificios eran comparables á
los más bellos.de Europa.
Los oficios divinos se hacian con grande solemnidad;
los ceremonias se practicaban con un aparato magestuo-
so. Una música sagrada mantenia absortas las almas de
los oyentes, mientras que sus corazones estaban penetra-
dos con los cánticos de alabanzas: las pinturas que ha-
blaná los ojos, les recordaban los virtudes de los perso-
nages que representaban, la nube del incienso que lo
cubría, el ruido de las campanas, todo concurría á man-
tener á los indios con sus sentidos llenos de placer, sus
corazones llenos de piedad.
En estas reducciones habia escuelas públicas de prime-
ra enseñanza, donde los niños aprendían á leer, escribir y
contar solamente en guaraní, á pesar de haberlo prohibido
el rey desde el 3 de julio de 1596. Escuelas de música
donde se les enseñaba toda clase de instrumentos, cons-
truidos por los mismos indios sobre el modelo que se les
daba. El canto por las notas se cultivaba con igual
esmero, por los aires mas dificiles del arte de la música
tan suelto, elegante y natural, que parecía cantabanpor
instinto como los pájaros.
Los jesusitas realizaron en estas reducciones el proyec-
to de los cementerios, que en muchos años la Penín-
sula, después de muchos edictos, consultas y medidas
no lo habia podido lograr. Estos eran cuadros espa-
ciosos de terreno, cercados de pared, adornados con
DEL PABaGUAT 157
varias hileras de cipreses, laureles, naranjos, limones y
otros árboles que crecían vistosamente bajo el clima exu-
berante de aquel fértil país.
Las calles de los pueblos eran tiradas á cordel; la plaza
ocupaba el centro, donde hacian frente la iglesia y los ar-
senales. Al lado de aquélla estaba el colegio de los mi-
sioneros, y después seguia una línea de edificios públi-
cos como almacenes, graneros y talleres.
Para el mejor mantenimiento del orden público, la cam-
pana anunciaba á una hora determinada en la noche, el
tiempo en que todos debían ir á recogerse. Una patrulla
celadora, que se remudaba de tres en tres horas, velaba
sobre la observancia de esta ordenanza.
De cuando en cuando se permitían regocijos públicos
que venían á ser unas gimnásticas donde la salud adqui-
ría fuerzas y aumentos la virtud; pero en estas danzas los
jesuítas no permitían la promiscuación de sexos, para evi-
tar toda ofensa posible contra el pudor.
Los portugueses, mas crueles que los conquistadores
españoles, salían de las fronteras del Brasil para hacer
irrupciones, unas veces con el fin de estender mas su ter-
ritorio, y otras para hacer esclavos suyos á los indios que
podían agarrar, llegando algunas veces hasta los pue-
blos reducidos: los jesuítas, para defender su pueblo, esta-
blecieron un sistema militar. En cada Reducción había dos
tompañías de milicias bien disciplinadas, provistas de
armas blancas y de fuego con oficiales esperimentados
y jiuestosal mando del cacique, su gefe natural; de mo-
do que sí la República era amenazada por indios salvajes
158 GOBEBNANTES
6 por portugueses, reunidas prontamente ¡las compañías
délas varias Reducciones bajo sus cabos, presentaban
una fuerza tan respetable que nunca llegó caso que los
enemigos le hicieran frente.
De todos los acontecimientos que hacen época en los
anales de la América, ninguno hay que la Europa haya
conocido menos ó que haya sido peor apreciado que la
dominación de los jesuítas del Paraguay. La verdad es
que, duraíite mucho tiempo, los únicos historiadores que
escribieron sobre esta materia, fueron los misnios jesuí-
tas, jueces y partes en su propia causa, alumnos de esos
religiosos, ó sus admiradores inconscientes. Otros exa-
geraron hasta el ridículo, el poder, los recursos, la pros-
peridad de las Misiones, que han decorado con el nom-
bre de imperio ó reino,
¿Cómo se puede supofier que naciones salvajes y estú-
pidas se hayan sometido por convicción á algunos misio-
neros, que las mas de las veces no podían conversar
con ellos sino por signos ó co i el auxilio de un in-
térprete, y que sólo tenían para eíitretenerlos uíia reli-
gión toda* ella erizada de dogmas? Afirmar que el salva-
je americano haya renunciado á su existencia indepen-
diente y nómade, a las dulzuras de su característica
ociosidad, á sus selvas, á sus fetiches y á su alimento de
carne humana, para adorar la santidad de los dogmas
del cristianismo, el perdón de las injurias, el amor del
prójimo, el respeto de la propiedad agena; que haya po-
dido pasar de pronto, y sin ninguna transición, de las ti-
nieblas mas espesas á la luz mas brillante; que haya reci-
bido con convicción y respetólos misterios de la Trinidad,
de la eucaristía, de la inmaculada Concepción, etc.; es
una impostura histórica.
Hé aquí la verdad de lo que se ha querido llamar im-
perio ó reinojesuítico.
DEL PARAGUAY 159
Entre las naciones indígenas, la de los guaraníes (1)
se hacia notar por una posición social menos degradada.
Por naturaleza dóciles y tímidos, los hombres de esta fa-
milia fueron, sin embargo, los que mas resistencia opu-
sieron á las usurpaciones de los conquistadores; y esta
aparente contradicción se esplica por la costumbre que
tenian de cultivar la tierra; cultivo grosero é incompleto,
sin duda, pero al fin lo suficiente para tener apego al sue-
lo. Resistiéndose con mas terquedad, los guaraníes atra-
geron sobre sí toda la animosidad de los europeos. (2)
(1) Sobre lamas antigua, y tal vez lamas probable tradición que corría en.
tre los indios guaraníes sobre su descendencia ó linage, se reñere, que
allá en los primitivoé tiempos, cuando la planta humana no había holla-
do las Américas, y solo eran habitadas de tigres, leones y otras fierap,
aportaron en una embarcación á Cabo Frío dos hermanos con sus fami-
lias, de la otra parte del mar Océano; internáronse por toda la costa del
Brasil, que encontraron desierta; y persuadidos de ser ellos los únicos y
primeros habitantes, trataron de poblar y cultivar la tierra, establecién-
dose con la posible comodidad.
Vivieron mucho tiempo en estrecht unión y buena sociedad, subsis-
tiendo cada uno del trabajo de sus manos y sudor de su rostro; hasta
que prodigiosamente multiplicados con las benignas influencias del cli-
ma, y no cabiendo ya en el corto recinto de aquel establecimiento, tuvo
en ellos entrada la dis cordia, y ésta abrió camino á la división. Kesen-
tidos los hermanos Tupi y Ottaraní de la disputa suscitada entre sus mu-
geres sobre la pertenencia de cierto papagallo muy hablador y vocinglero,
Tupí que era el mayor, quedó en las tierras que ocupaba, y Guaraní
con toda su parentela se trasladó hacia el Bio de la Plata; y fuixdando
cada cual sn residencia en el parage de su elección, se fijaron y esten-
dieron por todo el resto del país, viniendo á ser de este modo los
patriarcas de las dos considerables naciones que hasta el día conservan
BU nombre, y quizá los prhneros pobladores de América. (Belacion
histórica y geográfica de la Provincia de Misiones, del brigadier don
Diego de Alvear.)
(2) ^Los conquistadores y los misioneros no han pensado jamás en
hacer una descripción verdadera de las diferentes naciones indianas, sino
solamente en realzar sus proezas y exagerar sus trabajos. Es con esta
mira que ellos han aumentado infinitamente el número de los indios y de
las naciones, y que han hecho antropófagos á algunas; ellos lo hacían sin
razón, porque hoy día ninguna de estas naciones come carne humana, y
no recuerdan haberla comido, aunque ellas son tan libres como ala prime-
ra llegada de los españoles. Se ha escrito también, que ellas se servían de
flechas envenenadas, lo que es otra falsedad positiva. Los eclesiásticos
160 GOBERNANTES
Los españoles y portugueses principalmente cometieron
para, con ellos atrocidades inauditas; después de haber-
los apaleado y diezmado, seles cercaba en los bosques,
comoá venados, seles picaba á fuerza de golpes, se les
condenaba á perpetuos trabajos en las minas, y, por la
mas leve falta, se les hacia perecer en los tormentos.
Son estos hombres, ya subyugados, pacientes, desgra-
ciados, á los que los jesuítas llamaron así para formar
las ReducdoneSy y es evidente que los guaraníes debian
responder á este llamamiento sin^ tardanza. Ert efecto, ha-
llaban en los padres una protección segura contra la per-
secución de sus verdugos, un trabajo menos peqpso, y
al que, ademas, estaban ya acostumbrados hasta cierto
punto, y por último, un tratamiento que para quien sale
de la esclavitud se asemejaba mucho á la libertad. Solos
pues entre los pueblos indios, se entregaron á los cuida-
dos de los misioneros, sometiéndose, sin murmurar, á
todas las inocentes práctic^ que sus nuevos amos exi-
gían dé ellos. Recibiérofi el agua del bautismo y la con-
firmación, asistieron á la celebración de la misa, llevaron
en la procesión las imágenes dorados de la Virgen y de
los santos, se dejaron imponer los nombres del martirolo-
gio católico y permitieron sin enojo que se les llamase
neófitos' y catecúmenos. Independientemente de esas cir-
cunstancias tafl favorables á sus proyectos, los jesuitas,
mas de una vez, emplearon la astucia y la fuerza para re-
ducir los indiosá la obediencia. Cuando una nueva tribu
de guaraníes se dejaba ver en la proximidad de las Re-
ducciones, inmediatamento partia un misionero para coñ-
quistarla^á la comunidad. Hacíase seguir de un ejército de
han agregado otra mas, diciendo que estos pueblos tenían una religión.
Persuadidos d^ que era imposible á los hombres yiyir sin tener una bue-
na ó mala, y viendo algunas figuras diseñadas ó grabadas sobre las pipas,
arcos, garrotes y vasijas de los indios, ellos se figuraban al intante que éstos
eran sus Ídolos y los rompían. Estos pueblos emplean hoy día Jas mis-
mas figuras; pero no lo hacen sino por divertimiento, porque no tienen
religión alguna.**~AzÁaA .
DEL PARAGUAT 161
neófitos y de cierto número de animales vacunos. Los
salvajes, al ver acercárseles este estranjero, al principio
seponianen alarma, pero muy luego se tranquilizaban
Alendóle solo en medio desús hermanos. Entraban en co-
municación sin desconfianza, y el hábil jesuit^ les hacia
distribuir víveres y ganado, diciéndoles que habia venido
á su encuentro en el desierto para hacerles participar de
los- bienes que, con poco trabajo, proporcionaba la reli-
gión á que se honraba pertenecer; y que, si querían seguir-
le y adaptarse á las costumbres de sus hermanos, podian
estar seguros (Je que tendrían ellos también, todos los dias
igual alimento al que acababan de recibir. Sencillos y
crédulos, los indios se dejaban embaucar por el astuto je-
suitay seponian en camino para el país de las Misiones.
Una vez allí, el primer cuidado del padre provincial era
separar á los recien llegados distribuyéndolos en las di-
versas Reducciones, para quitarles toda posibilidad de su-
blevarse. Muchas veces se ha vjsto á varios de esos sal-
vajes, desesperados de haber perdido su independencia,
sucumbir de languidez, ó aun quitarse la vida, después
de haber en vano tentado el evadirse.
El gobierno teocrático de las Misiones duró 158 años,
desde la fundación de la primera Reducción en 1609, has-
ta laespulsion de los jesuítas en 1767. En efete trascurso
de tiempo, esperimetón varias alternativas de prosperidad
y *de decadencia. No tuvieron las Misiones enemigos mas
temibles que la asociación de los mestizos, producto del
comercio de los europeos con las mugeres indias, cono-
cidos bajo el nombre de mamelucos. Estos hombres ha-
biéníiose reunido para hacer el comercio de los indios es-
clavos arrebataban á los neófitos en las mismas Misiones.
Destruyeron así sucesivamente catorce pueblos, obligando
á los misioneros á trasladar su industria á otras partes.
No contentos con atacar los pueblos cristianos, los ma-
12
162 GOBERNANTES
melucos arruinaron algunas ciudades españolas, tales co-
mo Jerez, Guaii'á, Villa-Rica y varias otras. Los mamelu-
cos redujeron á la esclavitud dos millones de individuos de
toda edad y sexo. En este número, había ciento cincuenta
mil bautizados; trescientos mil esclavos hablan sido su-
cesivamente sacados del Paraguay. Dobrizhoffer asegu-
ra que en los años dé 1628 y 1629 se vendieron en Rio
Janeiro seiscientos mil cautivos.
Cuando se descubrió el Brasil en abril de 1550, por el
navegante portugués Pedro Alvarez Cabral, desembar-
cando en Babia, la tribu de indios que alli dominaba era
la guaraní. Muchos de los indios fueron muertos, y los
sobrevivientes iViternados por los primeros descubri-
dores portugueses y aun por los holandeses, que se en-
señorearon, desde 1624 hí^sta 1654, de las provincias de
la ijosta del mar, desde el Marañon hasta San Francisco.
Entonces vinieron los mamelucos brasileros de cuyos
hechos en el Paraguay tenemos la espresiva narración
que vaA continuación, hecha por Martin Dobrizhoffer: —
"Los mamelucos son una clase de gente que nacieron del
comercio de portugueses, holandeses,* franceses, italianos
y alemanes con mujeres brasileras, célebres por su des ^
treza en cazar y robar, listos para cualquier empresa atre-
vida, y por eso se distinguen con el nombre estranjero
de mamelucos. (En efecto, eran los beduinos del desierto,
ó los salteadores i'omanos.) Su costumbre constante, era
llevarse los indios, guiados por los padres á la libertad de
JOS hijos de Dios al mas duro cautiverio. En el espacio de
ciento treinta años, diez millones de indios fueron muertos
ó llevados al cautiverio por los mamelucos del Brasil, y
mas de mil leguas de territorio, hasta el rio Amazonas, que
fueron despojados de sus habitantes. Aparece, por una
carta del rey de España en 1639, que en cinco años, tres-
DEL PARAGUAY 163
cientos mil indios paraguayos fueron llevados al Brasil y
vendidos como esclavos."
Independientemente de esta causa de despoblación, las
Misiones tuvieron que luchar cantra los celos y la perse-
cución de los gobernadores del Rio de la Plata y del Pa-
raguay, contra los impetuosos ataques de los indios sal-
vajes, la deserción de los neófitos y las pérdidas ocasio-
nadas por la nostalgia en estos infelices, á quien tenian
encorralados como ovejas en campos rodeados de zan-
jas. Los padres tenian un interés directo en ocultar á.
las autoridades que venian de la metrópoli el censo exac-
to de sus neófitos, tanto por alejar todo sentimiento de ce-
los cuanto por ahorrar la renta que era de un peso por
cabeza. A pesar de eso, no hay duda que en 1702,
época que puede tomarse por término medio, las Reduc-
ciones se componían de veinte y nueve pueblos, quince
sobre el Uruguay y catorce sobre el Paraná, formando
juntos un efectivo de noventa mil neófitos; pero en la
época de la espulsion, se contaban cerca de ciento cin-
cuenta mil. Existían, además, varias otras Misiones so-
bre las márgenes del Paraguay y en el Rio de la Plata.
La compañía de Jesús contaba en sus filas hombres
distinguidos por las luces, el coragey la habilidad;' este es
, un hecho averiguado, y sola el espíritu de partido podria
obstinarse á negarlo. Los padres establecieron el centro
de su administración en el colegio de la Asunción, cuyo
edificio hicieron construir y sucesivamente embellecer por
los mismos neófitos indios.
Los guaraníes aprendian también á leer y escribir; pe-
ro el interés de los misioneros, que no era, como querían
hacer creer, la salvación de las almae deiestos pobres in-
164 GOBERNANTES
dios, sino puramente terrestre, se opuso siempre á que
aprendiesen á hablar la lengua española. Por mucho
tiempo no se hizo uso deotro idioma en el Paraguay, si-
no del guaraní, pues la introducción del español solo data
de la espulsion delosjesuitas. En vano Felipe V ordenó
en 1743 que se enseñase á los guaraníes el idioma espa-
ñol, los jesuitas no juzgaron conveniente obedecer este
decreto.
En el principio délas Misiones, los jesuitas hallaron los
dialectos de la América del Sur tan numerosos como sus
tribus (1); pero resolvieron se emplease un solo idioma
cómo medio de comunicación entre las Reducciones, y
habiendo fijado el guaraní al efecto, se enseñaba en las
escuelas á todos; de esta suerte llegó á ser la lengua del
país, dónde se habla casi universalmente hasta el día.
Una política puramente jesuítica se opuso constante-
mente áque la Europa tuviese conocimiento de lo que pa-
saba en el interior de las Reducciones. No 3olamente
era prohibida la salida á los neófitos, sino también á los
estrañosel introducirse en sus dominios sin el beneplácito
de los padres; y éstos velaban con tanto celo á que ningún
profano pusiese -el pié en el recinto de este santuario,
que aun á los obispos y gobernadores se les negó la en-
trada. Era, sin duda alguna, estraña insolencia; pero los
jesuitas hacian obrar á sus amigos de Europa para con-
trarestar el mal efecto de las denuncias que partían de.
América. El confesor del rey de España, el de la reina,
su capellán, eran el apoyo con que contaban, en caso
de necesidad, los misioneros del Paraguay.
(1) **La8 naciones indianas y sos divisiones cambian de nombre con el
tiempo; y cuando se quiere tomar in%rmaciones ¿ este respecto, se les
encuentra siempre nuevos, sin saberse que los antiguos hayan desapareci-
do; de suerte que en las cartas del Chaco, redactadas por los jesuitas ape-
nas hay bastante lugar para escribir los nombres de un número tan
considerable de naciones. Estos son otros tantos errores que hay que
reformar, porque yo no dudo^ qxie dd Rio de la Plataháeia al norte^ no hay otras
naciones quelas que yo describiré. — Azara."
DEL PARAGUAY 165
En cuanto á la educación que ellos pretendían dar á sus
neófitos, se limitaba á ponerlos en estado de trabajar en
provecho déla orden. Después de mas de ciento cin-
cuenta años de cultura, la familia de los guaraníes se
halló poco mas ó menos en el mismo estado de barbarie
que antes.
En el momento de suespulsion, los jesuítas dejaron
treinta Reducciones, á saber:
Quince entre el Uruguay y el Paraná, siete sóbrela mar-
gen izquierdadel Uruguay, y ocho en el Paraguay propia-
mente dicho.
XXXI. DON BARTOLOMÉ DE ALDUNATE, capitán de
infantería de la guarnición de Buenos Aires. Tuvo algu-
nas dificultades en sugubierno, puesto que habiendo sido
nombrado en 1725, no se le dio el título de gobernador
del Paraguay hasta algún tiempo después. Luego que
entrara en egercicio de su cargo, presentó al Consejo de
Indias el proyecto que sigue:
19 Establecer corregidores y regidores españoles en
todas las Reducciones de los jesuítas, en donde, según
decia, habia ciento cincuenta mil indios que nada paga-
ban al rey.
29 Permitir á todos los españoles hacer el comercio
en todas las Reducciones, con cuyas rentas habría como
sostener la guarnición de Buenos Aires y todas las tropas
de Chile.
39 Establecer en la Asunción una oficina en donde se
diera entrada á todo lo que los indios de las Reducciones
estuvieran obligados á pagar en géneros por su tributo,
enviándoseen seguida á Santa Fé para cambiarse en oro ó
plata; y— •
49 Dar orden á los corregidores para examinar las
deudas atrasadas, las cuales, según él, ascendian á gran-
des sumas.
Hombre de grandes proyectos, Alduaate se habia infa-
166 GOBERNANTES
fuado con las grandes riquezas de los jesuítas del Para-
guay y con su imperio soberano sobre los indios de las
Reducciones, y consiguió que el Consejo de Indias, coala
presencia del rey, se ocupase de su proyecto en sesión
que se celebró el 27 de marzo de 1726 y se resolvió espe-
dir, como se efectuara, el 21 de mayo, reales cédulas di-
rigidas á los gobernadores del Paraguay y Rio de la
Plata, en que se les ordenaba que, sujetándose á las leyes
que regian en todos los dominios del rey en el Perú,
cuidasen de cobrar los impuestos y tributos pagados por
indios, averiguasen la causa porque no se habia practica-
do antes é informasen de ello al virey.
Cuando estas cédulas llegaron á Buenos Aires, Alduna-
te ya no era gobernador del Paraguay. Disponíase á ve-
rifit^ar su viage á la Asunción, cuando un asunto grave
ocurrido en aquella ciudad, le obligó primero á suspen-
derlo, revocándosele sus despachos en seguida, y que-
dando por consiguiente en posesesion del gobierno don
Martin de Barúa.
1730— XXXn. DON IGNACIO DE SOROETA, noble
vascongado, ex-corregidor del Cuzco, nombrado gober-
nador, por el virey del Perú, don José de Armendariz,
marqués de Castelfuerte, en 1730, en reemplazo del capi-
tán Aldunate. Sin embargo, al querer presentar los des-
pachos que le acreditaban en su carácter oficial, se le hizo
toda clase de oposición, teniéndole cinco dias en su casa
con guardias, sin permitirle comunicar con persona al-
guna sino con testigos, ni aun las personas que iban á
visitarle podian entrar sino con guardias.
En vista de tal recibimiento, Sproeta tuvo que abando-
nar el Paraguay regresando á Lima.
Habiéndose negado Barúa con insistencia á continuar
en el gobierjio que el pueblo no quería confiar á nadie
mas queáél, quec^ en posesión de la autoridad el gefe
DEL PARAGUAY 167
de la revolución don Matías de Saldivar, hecho maestre
de campo general por la misma.
1730-1733— XXXin. EL COMÚN, durante el interregno
que medió entre Barúa y el nuevo gobernador Ruiloba,
que fué desde 1730 Ifasta 1733, presentando las más in-
creíbles escenas al estremo de no haber ya seguridad para
la vida* como se va á ver.
Los dueños de la situación se dieron el nombre de
Comuneros y denominaron á sus contrarios Contrabando
6 Contrabandistas.
La revolución de los comuneros fera obra de Antequera,
incitada por este desde Lima. Un tal Fernando Mompo,
abogado, escapado de las cárceles de aquella ciudad, se
presentó en la Asunción con cartas de recomendación de
su compañero de prisión, Antequera, para sus partidarios
secretos, por quienes fue no solo muy bien recibido, sino
que le hicieron obtener una plaza en el Ayuntamiento.
Desde ese momento nadarse hacia que no fuera aconseja-
do por él, como autor y oráculo del Común y arbitro so-
berano de todas las deliberaciones, asentando como máxi-
ma constante que la autoridad de éste era superior á la
del rey mismo, máxima que halagó á cierto número de
personas y le dio mucho crédito.
Fué á nombre del Común que se negó el reconoci-
miento deSoroeta como gobernador del Paraguay, contra
la opinión del mismo Baiiia, y á nombre del mismo,
Mompo consiguió sublevar las guarniciones de toflas las
plazas vecinas contra el gobernador nombrado por el vi-
rey. A nombre de él (el Común) se destituyó á los regido-
res Otazú, Juan González Freiré y otros, y se nombró á
don Matías de Saldivar maestVe de campo general y á
Francisco de Roa sargento mayor. Hizo la elección de
alcaldes, para el año de 1731, ádon José Luis Barreiro^y
á don Pedro Bogarin. *
Nadie estaba seguro en su propia casa; todo era entre-
168 OOBSBNANTES
gado al saqueo, sin esceptuarse los individuos de la mis-
ma facción.
Llegado Soroeta al Tébicuarí, recibió un salvo-conduc-
to, y aunque no iba firmado por los gefes del Común,
siguió camino para la Asunción (17 de enero de 1731).
Apenas hubo pasado el Tébicuarí, se vio repentinamente
rodeado de ochenta soldados que, «on el pretesto de ser-
virle de escolta, se aseguraron de su persona de orden del
Común. Era ya demasiado tarde para poder' retroce-
der. Cuando entró en la Asunción, su escolta habia
aumentado tanto que llegó á subir á cuatro mil hombres.
Al dia siguiente de su llegada (25 de enero) se presentó en
el Cabildo y exhibió sus títulos, retirándose en seguida á
su alojamiento. A penas saliera de la casa del ayunta-
miento, fué arrestado por el cuerpo de guardia que le
intimó de orden del Común salir de la provincia. En
los cuatro dias y medio que solo permaneció en la Asun-
ción vio lo suficiente para poder instruir, como lo hizo, al
virey, del estado del país. •
Con la salida de Soroela de la provincia y la negativa
de Barda á aceptar el bastón de gobierno quedó definitiva-
mente resuelto el sistema de gobierno comunal. Pero se
consideró necesario dar una forma regular á la adminis-
tración creándose una —
XXXIV. JUNTA GUBERNATIVA, persidida por idon
José Luis Barreiro, con el título de Presidente de la
Provincia del Pay^aguay (1731).
, El primer paso dado por Barreiro, que sorprendió y
desconcertó al Común, fué la prisión de Mompo y su re-
misión á Buenos Airos, cuyo gobernador Zavala le hizo
meter en un calabozo y ordenó que se le instruyese su
proceso, remitiéndolo en seguida á Lima. Pero en Men-
doza consiguió salvarse yendo á dar al Brasil.
Perseguido hasta con peligro de su vida, Barreiro tuvo
que huir auna de las Reducciones del Paraná, circunstan-
• . DEL PARAGUAT 169
cia que dejó libre al Común para nombrar en su lugar á —
XXXV. DON MIGUEL DE GARAY, capitán, presidente
déla Junta Gubernativa, (agosto de 1731), quien desde lue-
go, creó dos nuevos regidores, completamente adictos á
su persona, y dirigió^su atención álos jesuitas haciéndolos
odiosos, áfin de proceder á su espalsion, cosa que por
entonces no se pudo conseguir, porque no se contaba con
el apoyo suficiente para llevarlo á cabo.
Entretanto, el Común iba adquiriendo popularidad hasta
entre los individuos del mismo clero dentro y fuera del
Paraguay. Hubo religioso que en la catedral de la Asun-
ción predicase haciendo la apolqjía del Común y en Buer
nos Aires no faltó otro que hizo oir su voz en el pulpito
asegurando que el Común del Paraguay en nada se habia
desviado de la obediencia debida á las leyes del reino.
En diciembre se pensó en el nombramiento de nuevo
alcalde para el año de 1732 y recayó la elección en don
Francisco de Roxas Aranda y en —
•
XXXVI. DON ANTONIO RUI2 DE ARELLANO, presi-
dente de la Junta, quien, á penas recibido de su puesto, y
con el objeto de hacer autorizar por la audiencia de Char-
cas la legalidad del Común, se ocupó en dirigir una me-
moria de cuanto habia ocurrido en la Provincia desde la
partida de Zavala, comisionando á don Bartolomé Galvan,
don Antonio Baez, en unión con el padre don José Cana-
les, que se habia declarado por el Común, para informar
alvirey. Sin embargo, estos diputados no pasaron de
Córdoba por los nuevos sucesos de Lima que produjeron
eltrájico fin de Antequera.
Apesar de la oposición de Arellano á la espulsion de los
jesuitas, se llevó á cabo (febrero do 1732) por los comune-
ros, á pesar de haber el obispo Palos conminado con la
escomunion, publicada contra todos los causantes, coo-
. perantes, consejeros y fautores por incursos en ella y
haber puesto entre dicho general, personal á toda la pro-
170 GOBERNANTES . •
vincia, hecho leer la Paulina y tocado á entredicho. Lue-
go que el prelado tuvo noticias, aunque cercaron los solda-
dos la torre de la catedral, para que, so pena de la vida á
quien tocase las campanas, de que con inaudito arrojo
rompieron con hachas las puertas del colegio, previno al
padre rector estuviese cerrado y no saliese á menos que á
emjDUJones los echasen fuera, como lo hicieron; teniendo
la pena de ver ultrajada su dignidad y persona con guar-
da de soldados portodas partes, sin permitirle que saliese
á la puerta.
Antes de entrar el común, estando como una legua de
distancia de la ciudad, le despachó cuatro diputados, dos
de los cuales forzados con pena de la vida y confiscación
de bienes, previniéndole que venian á espulsará los pa-
dres sin remedio y que el obispólos mandase salir; á lo
que respondió éste que no tenia facultad para eso sino para
declararlos, como los declaraba á todos los comuneros
por públicos escomulgados y poner entredicho á toda la
Provincia. Lo mismo respondió el Cabildo secular, que le
amenazaba con que pelig^aba la Provincia y las vidas de
muchos.
Cuando llegó á la Asunción la falsa noticia de hallarse
el gobernador Ruiloba en camino para la Asunción, Are-
llano que, sólo por interés y temor presidia el Común,
declaró que estaba resuelto á ir hasta Santa Fe para re-
cibir al gobernadoc. Temiendo el Común que el objeto de
este viage fuese el de hacer la paz, dio orden para impe-
dirle la salida de la ciudad, pero él habia tomado sus me-
didas tan bien, que logró embarcarse sin la menor difi-
cultad, llevando consigo lo mejor de sus efectos. En Santa
Fé supo con sorpresa que ni se hallaba alli ni en Buenos
Aires, pero que 3e le esperaba de un momento á otro,
con cuya noticia adoptó el partido devenir á esta ciudad.
Después de haber sido uno de los principales autores de
DEL PARAGUAY
171
las perturbaciones del Paraguay y uno de los mas decidi-
dos partidarios de Antequera, perdió todos sus bienes y
aun se vio obligado, para salvar la vida, á disfrazarse de
negro, fugando de la Asunción, por haberse opuesto ala
espulsiondelos jesuitas del colegio de esa capital y por
haber tratado de salvar la vida de don Manuel Agustin de
Ruiloba, á quien acompañó desde Buenos Aires hasta su
desgraciada campaña y trágico fin. Se refugió en esta
ciudad (Buenos Aires,) con la firme resolución de reparar
todo el mal que habia hecho á consecuencia del compro-
miso que contrajo con Antequera, declarándose á favor
del Común.
Este procedió en seguida á nombrar otro en lugar de
Arellano, haciéndolo en la personade
XXXVn. DON CRISTÓBAL DOMÍNGUEZ DE OBpLAR,
maestre de campa general, presidente de la Junta y alcal-
de de primer voto para 1733, pues que merecia toda su
confianza.
El Común escribió en seguida al gobernador manifes-
tándole su disposición en recibirle, y al mismo tiempo to-
maba sus medidas para oponerse á su recepción, desti-
tuyendo á todos los empleados sospechosos. A la adopción
de esta medida contribuyó no poco el haber recibido de
Arellano una carta en que le anunciaba al Común la llega-
da del nuevo gobernador, trayendo del virey los mas am-
plios poderes y las órdenes mas terminantes para infor-
mar contra todos los que habian contribuido á las pertur-
baciones de la Provincia. El Común no hi¿o caso de este
aviso porque desconfiaba de la persona que lo remitía. El
hecho es que desde enero (1733) ella se di vidió en dos
facciones, una que quería deponer al nuevo presidente y
la otra que lo sostenía; y á no haber intciAenido los dos
obispos, Palos y Arregui, la capital se habría vuelto un
campo de Agramante, en abril del mismo año.
172 GOBEBNAJfTES
XXXVm. DON ISIDORO MIRONES Y BENAVENTE,
oidor de la audiencia de Charcas, cuya prudencia y talen-
to, acreditados en la pacificación de la provincia de Co-
chabamba, hizo que el virey del Perú, marqués de Castel-
fuerte, le eligiese para pasar con el mismo objeto al Para-
guay; pero su nombramiento no llegó á tener efecto, por
cuanto estando ya en Tucuman, recibió aviso de la llega-
da del gobernador propietario designado por el rey. En
consecuencia, volvió al ejercicio de su empleo.
XXXIX. DON MANUEL AGUSTÍN DE RUILOBA Y
CALDERÓN, natural de las montañas de Burgos, que se
hallaba de capitán general del Callao y cabo principal de
armas del Perú, recibido en el Paraguay en julio de 1733,
después de haber, desde Buenos Aires, notificado su nom-
bramientQ al cabildo secular y obtenido la correspondiente
aceptación.
Tomó con ahinco la dirección del gobierno, prohibien-
do bajo penas severas hacer la menor mención de los co-
muneros; nombró jueces militares; señaló nuevos lenien-
tes para las tres villas de la gobernación y parala capital
haciéndolo en personas que le inspiraban confianza; re-
formó los jefes de ía milicia. Esto último fué lo bastante
para que los comuneros se sublevaran dirigiéndose ar-
mados sobre la ciudad.
•Con el oportuno aviso de este nuevo trastorno, el go-
gernador mandó poner sobre las armas todas las guarni-
ciones de las plazas vecinas, señalándoles la chacra de
Alonso Pérez como punto de reunión, y, dejando con el
gobierno político de la ciudad al regidor don Juan Caba-
llero, salió (14 de setiembre,) con las pocas milicias que pu-
do reunir para ponerse al frente de aquéllas.
Pero cuál no seria su sorpresa cuando sólo encontró
trescientos hombres, no habiendo podido los gefes juntar
mas por haberse todos enrolado bajo el estandarte del
Común? Quiso esperar para aumentar su ejército y en vez
DEL PABÁQÜAY 173
de eso á la mañana siguiente se encontró con que no le
quedaban mas que ochenta hombrea. En vano se le pro-
metieron socorros de gente, pero no aparecían. Aun se
trató de entrar en arreglo con los comuneros, por medio
del obispo, quien aconsejaba al gobernador acordase á los
descontentos cuanto le pidieran. A tan estravagante exi-
gencia no quedó al gobernador mas recurso que el defen-
der su autoridad y la del rey con las armas.
El 15 de setiembre, en Guayaibití, ambos ejércitos esta-
ban uno al frente' del otro y antes de chocarse, el indivi-
duo. Roque Pereira, de^acándose del del Común y ade-
lantándose como para poder ser oido, gritó con toda su
fuerza: ^Caballerosa todos los que reconozcan la autoridad del
Ilustre Común vengan á sus banderas'. En este momento se
pasaron todos, con escepcion de unos cuantos oficiales.
Viéndose tan vilmente traicionado, el gobernador, diri-
giéndose á los pocos gefes que estaban ásu lado, dijo:
*^Mis amigos, el mal no tiene remedio, es menester ceder á la fuer-
za;^' y cuando se acercaron los rebeldes, esclaraó / ííz;¿3: el
reyly la contestación fué ¡Viva el rey y muera el mal gobier-
no! En -seguida le dieron de sablazos hasta que espiró
pronunciando estas palabras: ¡Nuestra Señora del Rosario,
sedme propicia!
En este encuentro quedó muerto el regidor don Juan
Baez y heridos muchos otros. En memoria de su muer-
te, se colocaron junto al lamino tres cruces que existían
hasta 1786, según Azara que las habia visto.
XL. DON JUAN CABALLERO DE AÑASCO, regidor,
encargado del gobierno político de la ciudad durante la
ausencia de Ruiloba en su desgraciada campaña.
Victoriosos los comuneros, entraron en la ciudad y tra-
taron de matar al regidor, tirándole un balazo, pero solo
consiguieron d^'arle muy mal herido, ocupando en se-
174 GOBEBNAJTTES
guidala casa, apoderándose de los bienes y papeles del
gobernador y obligando á los regidores á renunciar sus
oficios. Después de conneter todos los robos y saqueos
que les fué posible, los amotinados aclannaron por go-
bernador á fray Juan de Arregui, que se hallaba en la
Asunción, adonde habiaidocon el objeto de hacerse con-
sagrar, como obispo de Buenos Aires.
1733-1734— XLI. DOCTOR FRAY JUAN DE ARREGUI,
del orden de San Francisco, obispo de Buenos Aires,
obligado por los comuneros á aceptar, en setiembre de
1733, el bastón de gobernador, para que sirviese de som-
bra á sus escesos, los cuales continuaron con mas furor
que antes, destruyendo la Provincia y cometiendo todo
género de desórdenes, sin poder contarcon seguridad ellos
mismos unos de otros.
Sin embargo, con pretesto de visitar la diócesis, el obis-
po-gobernador salió fugitivo, encaminándose á Buenos
Aires, desde donde dio cuenta, de lo acaecido , al virey
del Perú, de quien recibió una citación para comparecer
personalmente á dar cuenta de su conducta ante el virey
y audiencia de Lima, y mas tarde otra del Consejo de
Indias, para que se presentase en persona; pero á uno y
otro respondió que su avanzada edad — 82 años, cuando
recibió la primera — no le permitia emprender tan lar-
gos viages.' En efecto, murió pronto después de ha-
ber recibido la segunda citación, de pesar por el triste
papel que habia hecho en la Provincia del Paraguay, mas
que de vejez. Lo cierto es que desde su regreso á Buenos
Aires, tuvo, hasta su muerte, una conducta en toda regla.
Murió por los años 1736 ó 1737.
Al saHr de la Aguncion para su fingida visita, dejó en
su lugar á su padrino de consagración —
XLÜ. DON CRISTÓBAL DOMÍNGUEZ DE OBELAR,
delegado de Arregui. Continuando el Paraguay en pro-
vocante rebelión no hubo mas remedio que recurrir de
DEL PARAGUAY ' 175
nuevo algoberrador de Buenos Aires, Zavala, que había
conseguido estiiiguir la rebelión de Antequera y que
acababa de ser nombrado, presidente de la Audiencia de
Charcas, cuando ocurrieron esos violentos trastornos.
XLm. DON BRUNO MAURICIO DE ZAVALA, mariscal
de campo, gobernador y capitán general de Buenos
Aires, (1735) comisionado por el virey del Perú, marqués
de Castelfuerte, para que, posesionándose del mando de
la provincia del Paraguay, sacase de las Misiones de los
jesuítas las milicias necesarias.
Con lasóla noticia de su próxima llegada al Paraguay,
entró el desconcierto entre los comuneros, sin atinar
como debia obrar.
El defensor de la Junta, don José Ortiz de Vergara,
cayó enfermo (diciembre de 1734) quedando muy pronto
red]ucido á la estrefnidad. Asustado de verse próximo á
comparecer ante el soberano Juez de los vivos y de los
muertos, empezó por llenar su testamento délas disculpas
á que se creia obligado por sus injusticias, sus crimina-
les empresas contra su rey, su obispo, los religiosos y
sobre todo los jesuitas; y en seguida pidió públicamente
perdón con las lágrimas en los ojos. Dispuso que esta
parte de su testamento se leyera en voz alta antes que
su cuerpo fuese enterrado, y que se mandasen copias de
él á todos aquellos á quienes habia ofendido. Lo más
particular era que su lectura la hiciera el escribano
Matías Encina, muy partidario de la Junta, quien leyen-
do su propia condenación, la pronunció con aire embara-
zado y con voz trémula.
Vergara habia incurrido en cinco escomuniones, de las
cuales, cuatro quedaban reservadas á la Santa Sede, y
asimismo, el provisor del obispo pronunció lu absolu-
ción sobre el cuerpo, que estaba espuesto en la iglesia,
176 GOBERNANTES
después de haber hecho una patética exhortación á los
concurrentes, de los que habia no pocos envueltos en las
mismas censuras.
Entretanto, el maris<:al Zavala, á la cabeza de seis mil
guaraníes, acampó en las cercanías del Tebicuarí. Des-
de este punto dirigió (marzo de 1735) sus despachos álos
capitulares de Villa Rica, por hallarse el cabildo de la
Asunción deshecho por los .comuneros, como igualmente
á la capital de la Provincia, donde éstos se manifestaron
siempre rebeldes y resueltos á oponerle resistencia.
En efecto, enviaron contra Zavala un cuerpo como de
doscientos hombres, pero en vista del er.emigo que era
muy superior en número retrocedieron. Zavala atacó
entonces (26 de marzo) la retaguardia de los comuneros,
la cual fué completamente derrotada, tomándoles muchos
prisioneros, municiones y artillería, loque equivalia á la
ruina del ejército entero.
Perseguidos sin descanso, fueron al fin alcanzados y
hechos prisioneros muchos de los rebeldes, unos en el
camino, otros en la Asunción y otros en Corrientes, en-
tre estos la mayor parte de los gefes de la Junta, no que-
dando sino seis que hubiesen aun dejado decaer en. po-
der del vencedor. Publicóse .un edicto ofreciendo cinco
mil escudos á quien los prendiera y entregase y le pre-
sentaron cuatro de ellos. Los dos restantes, Juan de
Gadea y José de la Peña consiguieron internarse entre
los indios enemigos de los españoles y fugar en seguida
al Brasil.
Sometidos á un consejo de guerra los prisioneros Ga-
briel Delgado, que habia dado el primer hachazo á Rui-
loba, Tomas Lobara, Miguel Ximenez y Mateo de Arce
fueron condenados á ser ahorcados, pero, á falta d^e ver-
dugo, se les mandó pasar por las armas, habiendo firma-
DEL PARAGUAY 177
do la sentencia de algunos da los nuevos alcaldes y pre
senciado la ejecución. Estas ejecuciones tuvieron lugar el
;15 de abril (1735). Otros dos, Ramón de Saavedra y José
Duarte fueron ejecutados de igual modo el 12 de ms\,yo y
varios otros desterrados á Chile.
Terminados estos merecidos castigos, Zavala hizo su
entrada triunfal en la capital de la Provincia, en junio,
recibiéndose de gobernador.
*
Considerando ya consumada la pacificación del país y
que ella seria duradera, restituyó el legítimo cabildo, pro-
cediendo éste luego á la elección de las justicias ordi-
narias. Publicó diversos bandos; nombró oficiales de
guerra; restituyó los jesuitas a su colegio, solicitando de
éstos emprendieran de nuevo la reducción de los tobati-
nes que se hablan retirado á sus antiguos bosques, por
temor de las revueltas. Dio *otras providencias con-
venientes al estado de la Provincia.
Pacificada ésta así, nombró nuevo gobernador, para lo
cual estaba autorizado, y en seguida se embarcó (enero
de 1736) para Buenos Aires, pero antes de llegar á San-
ta Fé dejó de existir (febrero) y se le sepultó en aquellos
desiertos.
La muerte de este caballero fué universalmente sen-
tida.
1735-1741— XLffl. DON MARTIN JOSÉ DE ECHAURI,
natural del reino de Navarra, capitán de dragones, nom-
brado gobernador por el general Zavala: se recibió en
diciembre de 1735.
Su primer cuidado fué visitar la Provincia para ponerla
en estado de defensa contra los bárbaros fronterizos y
principalmente contra los pérfidos payaguáes que la in-
festaban.
1741-1747— XLIV. DON RAFAEL DE LA MONEDA, en
13
178 GOBERNANTtES
1741. Gobernó con integridad y tino para realizar la com-
pleta pacificación de la Provincia, y apesar de toda su
prudencia los perturbadores del orden publico no desean- .
saban en sus tentativas.
Luego que tomó posesión del gobierno, practicó una
visita á toda la Provincia y como no estaba acostumbrado
á los ardientes soles del país, quedó ciego, y así mismo
no descuidaba su vigilancia. Por los años de 1741 á 17^
sacó de las casas españolas, donde estaban amparados,
una porción de negros y mulatos libres, con los que for-
mó el pueblo de la Emboscada, arriba déla Cordillera,
sobre el rio Paraguay, para que sirviese de antemural
contra las invasiones de los mbáyáes. Desde entonces
cesaron éstos de invadir esta Provincia. Confiando en su
ceguera, algunos de los antiguos comuneros, incitados
por eclesiásticos afiliados en el mismo partido, creyeron
poder, á mansalva, tramar, como tramaban una conspi-
ración contra la vida del gobernador; mas él dio con el
hilo de la conjuración, y, con toda sagacidad y arte, ,
hizo prender á los principales cabezas, señalados por sus
notorios y públicos escándalos. En breve tiempo fueron
juzgados, sentenciados y ejecutados, habiendo sido éstos
los únicos suplicios que en todo su gobierno se llevaran á
cabo, porque era querido y obedecido de todos, hasía de
los mismos indios payaguáes y Hemas que continuamente
hostilizaban la Provincia.
Después de estos severos castigos, siguió su gobierno
con toda tranquilidad, hasta el año de 1747, que por or-
den del rey entregó el bastón al —
1747-1750— XLV. CORONEL MARCOS JOSÉ DE LAR-
RAZABAL, natural de Buenos Aires, de cuya ciudad fué-
poco tiempo después nombrado por la corte teniente de
rey; así es que solo *gobernó hasta el año de 1750.
En el gobierno del virey Vertiz formó parte de una co-
misión compuesta del teniente dé rey, del brigadier don
DEL PARAQÜAY • 179
Jaime Sanjust, del (íoronel don Marcos de Larrazabal, dei
sargento mayor don Fernando Fabro y del comandante
de milicias de caballería don José Antonio de Otálora, quie-
nes, enterados de que el rey no consentía á que se remi-
tiesen á España á los arsenales los indios que se tenían
cautivos, por la dífícultad de custodiarlos, y por los gra-
vísimos perjuicios que causaba el que lograba escaparse,
no halló dicha comisión mas medio que el internarlos á
los pueblos de indios guaraníes los mas setent.nonales,
para que así les fuese mas dificultosa la fuga.
Le sucedió en el gobierno el —
1750-1761— XLV. BRIGADIER DON JAIME SANJUST,
desde el añode 1750 en que entró en el gobierno á satisfac-
ción de todo el país, introduciendo en él algunas medidas
de progreso, como se va á ver.
Autorizado por el ministerio de Madrid, Sanjust con-
trató é hizo trasportar ala Asunción, en 1752, los brasi-
leros elaboradores del tabaco negro torcido. Establecié-
ronse las fabricas bajo la dirección de Juan Chaves de
Oliveira y de Antonio Moreira. Entre aquellos elabora-
dores se hallaba García Rodríguez Fran9a, padre del
futuro dictador, también brasilero.
Hasta esa época, apesar del incremento que había to-
mado el comercio de la yerba mate y otras industrias no
menos productivas, como el tabaco, las salinas, el
aguardiente, la esplotacion de los bosques, etc. las rentas
públicas sólo servían para enriquecer á los que ejercían
la autoridad superior, tales como los gobernantes y teso-
reros.
Remitidas á España las muestras del tabaco torcido, se
aprobó la empresa por cédula de 1753, mandándose con-
*tínuar en los trabajos y recomendando se fomentara el
cultivo de la planta. El distrito de Yaguaron fue desti-
nado para las plantaciones, nombrándose mayordomo de
élá García Rodríguez Fran9a, conocido en la Asunción
por el CaHoca.
180 • GOBERNANTES
Antes no se conocia en el Paraguay el oro y plata amo-
nedados, pues el comercio se hacia con permutas, y cuan-
do se estableció la renta de tabacos empezó á circular el
PRIMER numerario.
Sanjus continuó su gobierno hasta el año de 1761 que
el rey le promovió al de Potosí.
1761-64— XLVI. DONJOSÉ MARTÍNEZ FONTES, natural
de Buenos Aires y capitán de dragones de su presidio, nom-
brado en 1761, gobernador y capitán general por el se-
ñor Zevallos, que estaba facultado para ello por la Corte.
Los indios, á instigación, según se decía, délos padres
jesuitas, considerados déspotas en sus comarcas, se ha-
bian rebelado, negando á someterse á los arreglos hechos
por las cortes de España y Portugal, para fijar los lími-
tes de sus respectivas posesiones. Don José Joaquin de
Viana, caballero de Calatrava, brigadier de los ejércitos
de S. M. C. y gobernador de Montevideo fué encargado
por el rey de España del mando de las tropas enviadas
al Paraguay contra los indios. A pesar de los obstácu-
los de todo género que le opusieron los jesuitas, todas las
operaciones, puestas en juego por Viana tuvieron un
feliz éxito.
El gobernador favorecía á la sociedad en todo y no te-
nia el menor escrúpulo en hacerse esclavo de ellos, para
servir de instrumento á su venganza. Informado de la
mala inteligencia, que ellos tal vez suscitaran entre ambos
gobernadores, estos padres no dejaron de participar al de
Buenos Aires de los pasos reprensibles del coronel Viana,
si es que fuera capaz de darlos. Hombre estimable en
todo sentido, hombre de talento, lleno de conocimientos
en el arte militar, y de probidad, sin tener nada de la al- *
tañería que algunas veces se reprochaba á los españoles,
consiguió conquistarse la estima y consideración de todos
los que le conocían; y los mismo jesuitas se veían com-
pelídos á darle su sufragio, al menos en público.
DEL PARAGUAY 181
•
Como una prueba de lo escrupuloso que era el coronel
Viana en el cumplimiento de su deber, sin dejar por eso de
llenar el de urbanidad que le imponía su carácter de hom-
bre culto, se nos permitirá una como digresión para ocu-
parnos de este caballero, que tiene tanta relación con los
hechos que ent6nces tenian lugar.
*
Al recalar en el puerto de Montevideo la espedicion de
Bougainville, fué el capitán de un buque español, de parte
del gobernador Viana, á ofrecer sus servicios de piloto.
Así pudo entrar sin peligro, saludando la plaza en seguida
con doce cañonazos, los que fueron contestados.
Los primeros días se emplearon en hacer nuevos arre-
glos con el gobernador de Montevideo, para conciliarse
con él durante permanecía la espedicion en el puerto.
Al principio encontraron muchas dificultades, tanto en
permitirles la pesca por la costa, cuanto á dejar que abor-
dase la lancha y canoa. El gobernador exigiaquese le
diese aviso previo todas las veces que se quisiera mandar
algunos hombres á tierra, á fin de poner guardia en el
parage en que abordasen, ¡mra impedirles hacer co-
mercio.
No imaginando hallar esas dificultades,* álosdosdias
de tocar puerto, se despachó de á bordo la pequeña canoa
para pescar en el bajo del Cerro. Avisado el gobernador,
dio orden, á dos dragones de la guarnición que se tras-
ladasen alh para apoderarse de hombres, canoay mer-
caderfas, si llegaban á desembarcar. Un instante des-
pués de dada esta orden, de que se dio parte á Bougain-
ville, se presentó éste con otros de la fragata El Águila
en casa del gobernador, para manifestarle su sorpresa
por tal orden. Este que no conocia bien el idioma fran-
cés, hizo comprender á aquél, por medio de un intérprete,
que no se hallaba dispuesto á prestarle todos los servicios
que habia ofrecido y que los de la espedicion tenian lugar
182 GOBERNANTES
de esperar; lo que, con sentimiento, les hacia saber en
cumplimiento de su deber. Entóneos Bougainville se
espresó como sigue: "Señor, es muy duro para france-
ses encontrar entre loS españoles, sus amigos, dificulta-
des que no han hallado entre los portugueses con quienes
estaban en guerra hace dos dias; voy á hacerme á la vela
y daré de ello aviso al rey mi amo/' El gobernador con-
testó que no era su intención dejar de atenderlos; pero
que las leyes y órdenes de la Corte eran no dejar hacer
comercio alguno á buques que no fueran españoles, ó au-
torizados por la Corte para.su efecto, ni aun á los de
sus compatriotas que fuesen ajentes de otras naciones;
que habiendo una fragata de la compañia de las Indias
tocado tres años antes en el mismo*puerto, no había
manifestado ninguna dificultad en someterse 4 lo que él
acababa de proponer. "Hay una gran diferencia,— replicó
el señor de de Bougainville, — entre una fragata mercante y
una de guerra. Nosotros no tenemos ningunas mercade-
rías, y sólo hemos venido para tomar refrescos y esperar
la fragata El Esfinge, de laque nos hemos separado, y á
laque hemos dado cita en el Rio de la Plata." — "Desde que
usted me responde que no se han de desembarcar mer-
caderías, usted es dueño de venir á tierra. Pero siendo
el uso estal^cído enviar un soldado por donde quiera
que las canoas toquen en tierra, no tome usted á mal, le
ruego, que yo me conforme; es por la tranquilidad de
usted y la mia; porque no quiero que mi Corte tenga nada
que reprocharme. Por otra parte, puede usted contar con
la rectitud de mis intenciones; pues, independientemente
de las órdenes que tengo para tratar á los franceses con
los mismos miramientos que á los españoles, les tengo
mucha inclinación."
En seguida, el gobernador pidió ¿.Bougainville permiso
para sacar copia de las órdenes que el rey de Francia le
habia dado para el mando de las dos fragatas; porque
tenia obligación de enviarla á la Corte de España con el
DEL PARAGUAY 183
informe de su recalamiento. Bougainville no tuvo incon-
veniente en acceder á aquella exigencia, separándose en
la mayor amistad.
Lo que se acaba de referir es exatamente lo que se ha*
practicado siempre en todo el Rio de la Plata y principal-
mente en el Paraguay, hasta la caida del mariscal
Lope2.
Él gobernador Viana tenia mucha razón al obrar así,
y dio sus razones á Bougainville que callamos por pru-
dencia.
Al regreso de la espedicion de éste á Paris, el mar-
qués de Grimaldi, embajador de España en Francia
hizo á aquel muchas preguntas sobre la conducta del
coronel Viana pata con él y sus compañeros de viage;
á las cualiiB contestó haciendo la debida justicia ó la pro-
bidad del gobernador y á su adhesión á su príncipe. El
embajador entonces confesó que los jesuítas y sus amigos
habian enviado á Madrid memorias acusando á Viana
para hacerle deponer, pero no lo consiguieron en vista
de sa conducta acrisolada.
En 1762, el gobernador Martinez Fontes celebró trata-
dos de paz con los indios abipones, acordando con el ca-
cique Deguachy el establecimiento de una reduc-
ción en la costa del Rio Paraguay hacia la parte del
Chaco en el parage denominado Timbó; y á fuerza de
inmensos sacrificios y donativos de los vecinos los llevó
á cabo, proporcionándoles los comestibles y herramientas
necesarias para trabajar, peones para el cultivo de la
tierra, casas para vivir y una iglesia bajo la advocación
dé nuestra Señora del Rosario y San Caries de Timbó.
Esta reducción, después de algunos años, volvió á quedar
sin efecto, á causa de haberse retirado les indios de nue-
vo á sus guaridas.
Posteriormente, en 1764, informó al rey del estado de
las nuevas reducciones de indios mbayáes y abipones,
que se hallaban al cuidado de los jesuítas, pidiende se
184 GOBERNANTES
difíriera á las pretensiones del provincial de la misma
religión en cuanto á las subsistencias de ambas reduccio-
nes, mantención de los doctrineros ocupados en ellas y re*
levacioq de mita y encomiendas á los indios. El rey, en
vista de tal informe, contestó que para la formación de
pueblos, mantención de doctrineros y demás gastos pre-
cisos para ^stas reducciones, y otras que se hicieran de
los indios que habitan el Chaco, se observase puntual-
mente lo proveído por la real cédula de 12 de febrero del
mismo año (1764); y en cuanto á la exención de encomien-
das y mitas que se solicitaban, mandó que observándose
con estos indios el contenido de la Ley 3, Tit. 5, Libro
6? de la Recopilación de Leyes de Indias, fuesen exentos
de ellas y- de los reales tributos por él término de diez
años que en las mismas se dispone. ' •
A pesar de todos los sacrificios hechos, los indios abi-
pones no se avenian á la obediencia y sumisión bajo . los
jesuitas y, aunque después de la espulsion de éstos, se
puso en su lugar á don Lorenzo de la Torre, sujeto der to-
da competencia, resguardado por un destacamento de
tropas de españoles, huyeron los mas de ellos matando,
y cometiendo toda clase de violencias y estorsiones.
Martinez Fontes no llegó á terminar el período de su
gobierno por haber fallecido, de aire perlático, el 29 de
noviembre del mismo año (1764.)
XLVn. DON FULGENCIO YEGROS Y LEDESMA
«
maestre de campo general, justicia mayor y capitán á
guerra de la Provincia del Paraguay, en egercicio del
gobierno en la Asunción durante la visita del gobernador
Martinez Fontes, en 1762, á los pueblos de su cargo, y
por fallecimiento de éste volvió á ejercer el mando guber-
nativo á fines de 1764. Era hijo del Paraguay, hombre
noble y adornado de bellísimas prendas naturales, suma-
DEL PARAGUAY 185
mente benéfico, de gran valor y espíritu militar, como lo
probara en varias campañas que hizo contra los indios
que hostilizaban la provincia. Sin embargo, no tuvo un
gobierno tranquilo, por la grande oposición que se le ha-
cia, habiendo sido la piedra de escándalo el nombramiento
de don Bartolomé Larios Galvan para teniente de Curu-
guatí.
Su falta de tino para el manejo de los negocios públicos
le* acarreó tantos disgustos y contratiempos, que solo
empuñó el. bastón poco menos de dos años, habiendo teni-
do que entregarlo, e! 29 de setiembre de 1766, á—
1 766- 1 772— XLVm. CARLOS MORPHI, teniente coronel,
gobernador y capitán general nombrado por el rey, por
recomendación de Zevallos, de quien era patrocinado y
por influencia de los jesuítas, á quienes favoreciera cuan-
to le fué posible, dificultando las órdenes superiones al
tratarse de su espulsion .
En medio de todo, hay un hecho evidente, innegable y
es que, después de la espulsion de los jesuítas del Para-
guay, la propiedad material ha disminuido; muchas
tierras cultivadas en otro tiempo, ya no lo estaba.n;
numerosas localidades antes pobladas, no presentaban
sino ruinas. Es necesario confesar, pues, q^ue á pesar
de todos sus defectos, ellos supieron grabar en el ánimo de
los pueblos el respeto á la autoridad, con tal poder que
de todos los pueblos de esta parte de América, el del Pa-
raguay ha sido el mas pacífico y el mas sometido al im-
perio del deber. De esta circunstancia, los audaces tira-
nos sacaron gran partido, contando con si^ docilidad, los
lanzaron al sacrificio seguro y aun criminal, causando su
arrojo espianto á la humanidad y atribuyendo al valor, de
que no carecían, lo que no era sino una ciega obediencia,
con violencia de la misma naturaleza, á sus insensibles
mandones, obediencia á que los habian acostumbrado los
jesuitas. Todos los pueblos han tenido y esperimentado
186 QOBBRNANTES
los escesos de un tirano, mas ó menos cruel, pero la
existencia de uno que haya tolerado tres seguidos, solo
puede citarse, como ejemplo, el Paraguay.
En este aletargamiento de un pueblo consiste princi-
palmente la conducta vituperable de los padres de la Com-
pañia de Jesús, que, por sentimientos de puro egoismo
abusaron de su omnipotencia, basada en las diarias
prácticas y ceremonias religiosas en que cimentaron su
imperio. Lo consiguieron, y se holgaban de ello, pero
también hicieron desgraciado á un pueblo destituyéndole
de su virilidad y condenándole á no poder protestar, en
oportunidad, de la flagrante violación de las leyes divinas
y humanas. Tras una mampara dereligon, abroquelában-
se los jesuitas para cor.seguirde los pobres guaraníes lo
que, estaban seguros, no habrían obtenido empleando la
razón y el convencimiento, que les habian hecho compren- ,
der sus derechos de hombre.
No hay, quizá, en el mundo, un ser mas inepto en los
principios del cristianismo, que el indio. Sin capacidad
de comprender verdades divinas, sin sensibilidad para
elevar sus pensamientos al Cielo, sin madurez de re-
flexión pafa creer con sinceridad en la existencia de un
solo Dios, piensa tan poco en el estado futuro como en el
presente.
Los ejercicios religiosos de ostentación le sirven de di-
versión; el repique de campanas, el canto de los salmos y
el sonido de los instrumentos musicales, que frecuente-
mente los acorppañan, la vista de iluminaciones y decora-
ciones, todo parece cautivar al indio, pero, los catecismos,
los sermones, las misas y las abstinencias, son para él
objetos de tanto disgusto como intolerables. Su compor-
tacion en la iglesia no prueba de ningún modo su asis-
tencia allí por espíritu de devoción.
Si en vez de fomentar su ociosidad, ó negarse á pagar
DBL PARAGUAY 187
salario á los que quisieran trabajar, los hubieran obligado
? todo, sin escepcion, á la labor, á condición de procurarles
comodidades como compensación; si hubieran estudiado
á crear entre ellos necesidades artificiales, como para
hacerles apreciar aquellas comodidades, se habría conse-
guido indudablemente su civilización. Los trataron
como animales feroces á quienes querían amansar; los
guiaron como á niños, de quienes querían formar hom-
bres. El sistema de escesiva indulgencia, que conve-
nía- á la religión, no era igualmente conforme para el
gobierno político. Siendo educados para una vida labo-
riosa, los hombres se educan al mismo tiempo para ser
buenos esposos, buenos padres y buenos cristianos;
puesto que todas las virtudes sociales son compañeras
naturales del amor ala industria.
Las tiranías son una consecuencia natural y lógica del
aletargamiento de un pueblo, completamente sometido á
su tutelage. Todos convienen en que Francia, López, pa-
dre é hijo, Rosas, Oribe, etc., etc. fueron tiranos, más 6
menos crueles é inhumanos, y sin embargo no faltan
hombres ilustrados que los endiosan y conceptúan su
conducta arreglada á derecho y cuando menos á la época,
como si una época dada pudiera jamas justificar una tira-
nía. En efecto, son páginas negras de la historia de los
pueblos á quienes cupiera la desgracia de tolerar su im-
perio: son la consecuencia de los trastornos políticos ó
.del talento de adormecer el espíritu público,, hasta conse-
guir el completo dominio del pueblo. Como no hay cau-
sa sin efecto, la del Paraguay está en el sistema de go-
bierno jesuítico, continuado por Francia y los dos López,
aunque algo]modificado por estos dos últimos; y como ese
sentimiento se halla infundido desde la cuna, se requiere
la desaparición de tres ó cuatro generaciones sucesivas»
188 GOBERNANTES
para que se borren sus huellas y se dé á cada cosa y per-
sona su verdadero nombre.
Cuando el teniente gueneral Bucareli y Ursua remitió á
España los papeles embargados á todos los indios de ^la^
Compañia de Jesús, no iban incluidos los del Paraguay,
porque el gobernador Morphi arbitró con los espulsos la
confusión de los papeles, á pesar de habérsele recomenda-
do su colección y remisión á Buenos Aires; contrariando
asi la instrucción á que debia arreglar sus operaciones.
Su falta de subordinación y haber consentido el estable-
cimiento de una colonia de portugueses en las riberas del
Gatimi, cuando pudo haberlos desalojado en tiempo muy
fácilmente, según le previno Bucareli, ofreciendo practi-
carlo sin haber dado cumplimiento, hicieron se le instru-
yese un proceso por su mal proceder. Aun tuvo alterca-
dos con el obispo de Buenes Airus, don Manuel de la Torre
acusándose uno á otro, como que era, éste enemigo y
aquél amigo de los jesuitas. Bucareli tenia orden del rey^
de formar causa á Morphi, si encontrase motivos justos,
arrestarle y enviarle en partida de registro, subrogando
quien llenara su puesto.
Apesar de todo, no se puede negar que el gobernador
Morphi supo hacer respetar el principio de autoridad
que estaba harto relajada, porque todos querían poseer
mando y nadie obedecerá.
1772-1778— XLIX. CORONEL AGUSTÍN FERNANDO
DE PINEDO, entró á gobernar en 1772, hasta principios
de 1778 que fué promo\«<lo á presidente de la audiencia de
Charcas.
Los paraguayos le aborrecian por su fatuidad y satírico
modo de tratar, como también por la violencia en ejecutar
sus determinaciones. Parece que no tenia muchos estu-
dios, pero era de aquellos talentos claros, despejados y
DEL PABÁGÜaT Í89
felices que penetran en lo futuro y ven mas allá de lo que
alcanzan los hombres comunes. En efecto, desdQ Irala á
él, no ha habido otro gobernador de luces tan claras, ni
que estuviese tan bien impuesto en los intereses verdade-
ros de la Provincia, reuniendo átodo esto el valor y atrevi-
miento para poner en práctica las ideas mas sabias y pru-
dentes contra la opinión general que las juzgaba temerarias
en estremo. Concibió que su provincia no podia jamás
florecer, si no tomaba mayor estension y dominaba las
costas del Rio Paraguay, para conducir por él la yerba
con pocos fletes y evitando los costos enormes de conduc-
ción que tiene la que se beneflciaba en Curuguatí y Care-
mú 6 vertientes del Paraná.
Para poner en práctica sus altas ideas, fundó en las
costas de abajo de Remolinos, de cuyas resultas no solo
echó de ellas á los bárbaros que las poseian haciéndolos
pasar al Chaco, (1) sino que se estendieron los españo-
les desde la Villeta á Corrientes y se fundó entonces la vi-
lla Ñeembucú. Pero como sus principales pensamientos
se dírigian costa arriba, juntó gentes y familias con violen-
cia, y embarcándose con ellas, subió rio arriba con ánimo
de fundar una villa en la costa del Rio Paraguay, en la
latitud de 22^ 4' que es donde emboca en él por la orilla
oriental el Rio Corrientes, llamado por los mbayáes Appa^
y no lejos de la reducción que el padre J. Francisco Men-
(1) Para tener ¿ los indios contentos y sosegados, el cabildo de la
Asunción, en acuerdo de 1*^ de jtinio de 1776, prometia que del tesoro de la
provincia se contribuiría al cacique principal don Atazurin Nasac, gene,
ral de varías naciones de indios que habitaban el Gran Chaco, en demos
tracion del aprecio y estimación que de él y los suyos hacia la provincia
con lo siguiento: Chupa jfcU<meada^ calzón respectivo^ sombrero galoneado^ ca-
misa y ealMonciüo bUmeo^ poncho balandrán y un bastón con puño deplata cor-
respondiente ¿ su persona. Y ¿ otro cacique de su parcialidad Peley-
sogur y ¿ los demás que le acompañaban, se regalaría de igual modo.
Si los que firman el acuerdo no fueran personas serías, creeriamos que
se trataba de regalar un trage de disfraz para cdguna comparsa de másca-
ras, para lo que no tenia precio el del cacique principal tanto por su
originalidad como por su invención.
190 GOBERNANTES
dez, franciscano, habia fundado á los mbayáes en 1760, con
el nombre de Nuestra Señora del Refugio de Egu¡lahig(^
Así estaba la cosa determinada por el gobernador y dicho
padre Alendez; pero cuando llegó la espedicioo al trópico
deCapriconio, se amotinó la gente apoyada en un regidor
que iba en calidad de diputado del cabildo, j después <io ,
muchas controversias tuvo que ceder el gobernador y con-
venir en que se fundase en la costa oriental del Rio Para-
guay, distante un décimo de milla del rio y seis de la embo-
cadura del rio Ipané con 23^* 23' 8" de latitud observada y
O* 28' 20" de longitud. Entonces llamó el gobernador á
todos, y habiéndoles esplicado sus bellas intenciones, les
pronosticó que antes de muchos años llorarla sm frutóla
provincia por haberse opuesto á 1») que él quería (1). To-
dos comprendieron que el gobernadoi Pinedo tenia razón
porque conocieron que los mejores que hay de allí á Bue-
nos Aires son los que se hallan entre el rio Ipané y ei*
Appa ó Corrientes y que los minerales de yerba mas
cómodos eran los de Concepción é Iguamandiyú. Si se
hubieran llevado á cabo las sanas intenciones de Pinedo, ó
no áe hubiese abandonado la reducciou del Refugio, di-
chas tierras quedarían por el Paraguay y muy modificada
la cuestión de límites con los portugueses ó sus suce-
sores.
El gobernador Pinedo en 31 de mayo de 1773 , con gente
forzada, fundó la Villa Real de la Concepción, y ocurrida
la independencia de la Asunción de la dominación españo-
la, se denominó solamente Villa de la Concepción. Dista
ochenta leguas de la Asunción y está situada sobre el rio
Paraguay aguas arriba á los 23** y 38'. Su territorio se es-
tendiaal Norte hasta el rio Appa; al Sur hsLSia. Ipané y al
Este hasta las Cordilleras, que dividen las tierras desiertas
del Paraná. Al poco tiempo se aumentó su población de
tal manera, que llegó á ser el emporio del Paragaay.
Fundó también la Villa Franca de Remolinos sobre el
(1) Viag^a inO/Uos de Azaira^ por el general Mitre.
DBL PARAGUAY 191
río Paraguay á distancia de treinta y cuatro leguas de la
Asunción, en la costa abajo; la cual de resultas de haberse
anegado en una inundación que en los campos de costa
abajo hubo en 1835, á causa de las exorbitantes crecientes
de las lagunas de Igpoa, Carñabe^ Suubü y Tebicuari,
se trasladó al parage denominado Los Yesos, dos y media
leguas mas abajo de su primitiva población: desde enton-
ces se le llamó Villa Franca.
CURIOSA DESCRIPCIÓN DEL CHACO
HECHA POR UN FRAILE MISIONERO
En el Convento de San Francisco de Catamarca hemos
encontrado entre los manuscritos que habia dejado un
fraile» la curiosa descripción del Chaco que damos á
contin nación.
Los lectores del "Progreso" (diario de Córdoba) encon-
traran sencillas pero interesantes descripciones de lo que
es el estenso é inesplorado territorio del Chaco, en qué
tiempo se descubrió y las ^níradoí ó espediciones que se
hicieron alli, en 1710, con fuerza de Santa Fé* Catamar-
ca, Santiago, Salta y Jujuy.
Habiendo'obtenido una copia de esa descripción hecha
por un fraile misionero, la publicamos tal cual está en el
original que queda en el convento de Catamarca,
CHACO — Provincia del Reino del Perú, llamada el
gran Chaco, es un dilatado territorio, que por su parte
oriental tiene por limite el rio Paraguay, confinando por
el N.E. con la de Santa Cruz de la Sierra, por el O. to-
ca otras muchas provincias, que están situadas N-S.,
como son las de Misque, Fomiiia, Pomabamba, Pilaya,
Paspaya, Tarijay Tucuman; porel S. se dilata hasta la
jurisdicción del gobierno de Buenos Aires, que es por
192 OOBEBNANTES
donde mas se estrecha; hacia el N. tiene mas de ciento cin
cuenta leguas de Oriente y Poniente, y doscientas cincuen-"
ta de largo de Norte á Sud, aunque para andar estas dis-
tancias es necesario muchos meses por la fragosidad y
aspereza del terreno.
Llamase Chaco, 6 con mas propiedadad Ohacú, que en
lengua Quichua, significa Junta ó compañía, porque allí
se juntaban los indios de machos países, huyendo de las
conqui^s délos Incas, y después, délos españoles.
Tiene unas serranías hacia el Poniente, que son ram^s
de la cordillera, en que por su grande altura se esperi-
menta mucho frió, pero en lo bajo, que por lo general la
tierra es llana, el temperamento es calido.
Está lleno de espesos bosques, y en muchas partes es
pantanoso y húmedo, particularmente hacia la parte orien-
tal al dirijirse al Paraguay.
En tiempos de agua que son, muy abundantes desde
noviembre hasta abril, salen los ríos de madre, y forman
muchas lagunas, que unas se secan, jotras permanecen;
tiene esta provincia algunos rios de consideración como
el Salado y el Bermejo, y es uno de los territorios mas
fértiles de la America, que si estuviese cultivado lograra
con abundancia las utilidades, que hoy son desperdicios
de infinitas naciones bárbaras, que lo habitan, y aun asi
abunda de muchas cosas, come multitud de maderas, y
árboles frutales, que son nogales, cuyas nueces, aunque
diferentes de la de Europa, son muy sabrosas, hermosos
cedros, quebrachos, asi llamados por su dnreza, guaya-
canes, algorrobos, marius, palmas que algunas tienen
mas de treinta varas de alto, almendros, cacaos, ceibos,
que son muy grandes, y crian en su capullo una lana muy
suave, que usan para colchones, porque no puede
hilarse.
También hay algodonales, mistóles, de cuyos corazones
hacen los indios dardos y macanas, aromas, zarzafra-
1>EL PAttAGüAY 193
ees, quina, y otros árboles, que llenen la corteza interior
tan delicada y blanca, que alguna vez ha servido de papel
para escribir, otros, que á una ó dos varas de alto forman
una barriga como una pipa, es de muy fuerte corteza, y
cortan aquella parte, que hueca, luego sirve de vasijas,
en que guardan la chicha, y llaman á este árbol palo bor-
racho. También se crian en este país cañas para basto-
nes, tan finas como las de Asia.
En los troncos de los árboles, y huecos de las peñas y
debajo de la tierra, hay miel y cera de muchas abejas de
que cuenta doce clases diferentes; la miel, ademas de ser
trasparente, tiene mucha fragancia y delicada dulzura;
otra hay tan agria como zumo de limón cocido.
Una de estas especies de abejas fabrican con grande
artificio admirables colmenas de barro en las ramas de
los árboles de la figura de un cántaro, y tan duras, que
aunque caigan al suelo, no se rompen, y allí hacen sus
panales deesquisita cera y sabrosa miel; (se llaman lechi-
guanas, valas, caimanes.)
Los árboles frutales, que producen son naranjos, cidras,
limones, manzanas, chirimoyas, granadillas, melocotones,
higos, nueces, ciruelas y aceitunas, que se han propagado
de la ciudad de Santiago de Guadalcazar, palmas, que
dan unos cocos, que tienen dentro veinte y cinco almendras
cada uno, cuyo sabor solo difiere de las de Europa, en
que saben algo acoco, y son mayores.
Hay una planta, que llaman Chaur con pencas como la
sábila^ de la cual hacen hebras semejantes al cáñamo, para
fabricar redes, bolsas y algunos tejidos toscos: su raiz sir-
ve de alimento á los indios, y lo mismo las yucas, camotes
ó batatas ú otras.
Hay innumerables aves, palomas silvestres, patos, gar-
zas, pavos monteses,* faisanes, calandrias, cuervos, cón-
dores, perdices, halcones, cisnes, piriguanas, avestruces,
papagallos, loros, y una que ¡mita perfectamente el ór-
gano, y otra la trompeta.
14
194 GOBE&KANTES
También hay muchos animales cuadrúpedos, muías y
caballos montaraces, álgun ganado mayor y menor, antas,
que llaman gran bestia, guanacos, vicuñas, llamas
6 carneros de la tierra, ciervos, osos, javalles, nutrias,
tigres, gatos monteses, zorras, zorrinos, tortugas igua-
nas, y otros muchos, que todos son pasto de la vora-
cidad de aquello^ indios.
Se crian también en esta provincia muchos insectos
como son alacranes, víboras, culebras de muchas espe-
cies y de dos cabezas, y de cascabel, ardillas, mocamu-
cas, ampalaguas, que en otras partes llaman boas, son
diformes, y con su aliento atraen á los animales pequeños,
hay quirquinchos de varias especies, cucuyos 6 lucernas,
mucha variedad de mosquitos, arañas pequeñas y gran-
des sumamente venenosas, que tejen hilo muy fuerte, y,
beneficiadas, dieran mucha seda, langostas, que los indios
las comen secas y frescas, hormigas, cuyos hormigueros
son peligrosos á los hombres y caballerías por sus pro-
fundas cuevas, se mantienen de hojas de árboles y de in-
sectos, y acometen muchas juntas á una langosta, víbora
6 sapo, y en algunos pueblos entran á las casas como un
ejército asaco, y la limpian de todo insecto y sabandija,
no dejando rincón que ng registren, para consumir
cuanta carne encuentran, y apenas ha concluido una ban-
dada viene otra, y es arriesgado inquietarlas, porque aco-
meten y muerden con grande osadía, dando mucho
dolor.
No tiene minerales algunos, aunque dicen, que antigua-
mente los trabajaron los indios, y solo se descubrió poco
ha uno de hierro, que al principio se creyó fuese de oro.
Este dilatado y ameno país, está habitado de multitud de
naciones de indios infieles y de bárbaras costumbres.
Descubriólo casualmente Juan de Baños, natural de Chu"
quisaca el año 1586, encomendero del pueblo de Yala, (Ju-
juy) que advirtiendo, que á temporadas se huia de él un in-
dio y volvia, preguntando á donde iba, respondía que á
DEL PARAGUAY 195
Chacú, y de éste se adquirieron las primeras noticias con^
las cuales se intentaron las primeras conquistas ó entradas,
primero Martin de Ledesma, luego Juan Manso, don Pedro
Lazarte y el último don Cristóvalde Sanabria en diferentes
tiempos, pero todo sin efecto.
San Francisco Solano entró á predicar á estos infieles,
y redujo á algunos, que luego volvieron á la idolatría, y
los regulares de la Compañia se encargaron desde el
año de 1587 de su reducción, siendo el primero, que entró
á predicarles el P. Alonso Barzana, llamado apóstol del
Perú, y lo continuaron después muchísimos, que funda-
ron siete pueblos.
Los habitantes de toda la provincia se reputan por mas
de cien mil.
Ríos DEL CHACO
RIO SALADO— Nace éste en el valle de Calchaqul, ju-
risdicción de Salta; rodea todo el Chaco y se llama tam-
bién de Choromoros; porque pasa por la sierra de este
nombre; después el del Pasage, porque está en el camino
que vadeTucumaná Salta, y es muy temido por su ra-
pidez, poco después se llama de Balbuena porque pasa
por donde está vedado el presidio de este nombre, des-
pués pasa por Esteco, aquí cerca se le junta el de las
Piedras, y nueve leguas mas abajo se le juntan el Marmo-
lejo y el Yatasto: pasa por Santiago del Estero, en donde
otra vez se le junta el del Salado, y sigue con él hasta que
entra en el Paraná por Santa Fe.
BERMEJO— Nace en el Perú (Alto ó Bolivia) pasa por
la jurisdicción deTarijay su valle de Salinas, pasa por
Guadalcazar; de aquí abajo se le van juntando muchos
ríos, y al entrar el Quintiguigui ya le llaman Rio Grande, y
noventa leguas del Guadalcazar entra en el del Pa-
raguay y bañando treinta leguas antes la ciudad que fué de
196 GOBERNANTES
'la Concepción: entra en frente de la ciudad de las Cor*
rientes.
Desde Guadalcazar, que dista setenta leguas del Potosí
es navegable hasta su entrada en el del Paraguay, y según
esta cuenta no dista Potosí de Corrientes sino ciento se-
^ senta leguas.
' PILCOMAYO — Nace en la provincia de las Charcas,
pasa por los valles de Manso; pasados éstos se divide en
dos brazos como ochenta leguas antes de entrar en el del
Paraguay; el uno entra junto á la Asunción nueve leguas,
y el otro seis leguas mas abajo, frente de la nueva villa
de San Fernando quince leguas de la Asunción.
AÑO DE 1710
Siendo capitán general del Tucuman el señor don Es-
teban- de Urizar y Arespocachaga, caballero de Santiago
y maestre de campo de infantería española, hizo una
entrada general al Chaco, convocando las fuerzas de su
jurisdicción á nombre del virey de Lima, conde de Le-
musy llamando á todos los gobiernos, que circundan el
Chaco y contribuyó cada ciudad con lo siguiente:
El tercio de Catamarca al mando de su teniente go-
bernador don Esteban de Nieva y Castilla ciento treinta
y siete españolesy sesenta y cinco indios. — El de Santia-
go del Estero al de don José López Velazco de ciento
sesenta y nueve españoles y ciento tres indios. — El de
Tucuman comandado por su maestre de campo y castella-
no del presidio deEsteco don Antonio Alurralde se com-
ponía de ciento sesenta y tres españoles y ochenta y un
indios. — El de Salta al mando del maestre de campo don
Fernando Leisperguer y Aguirre ciento cincuenta y cinco
españoles y ciento cincuenta y tres indios. — El de Jujui
al mando del maestre de campo don Antonio de la Ti-
jera con ciento sesenta y un españoles y ciento ocho
indios.
La Rioja una compañía, que se agregó á Catamarca,
DEL PAEAGÜAY 197
—Tarifa entró con su gente: no dice el número. — Santa
Fé con trescientos españoles por el Valle de ' CalchaquL
Corrientes con doscientos por el Rio Bermejo— Asunción
por la frontera dp su jurisdicción.
Llegaron hasta el Rio Grande por varios puntos: en
todos derrotaron al enemigo; hicieron muchos prisione-
ros, que se destinaron á Córdoba, Buenos Aires y otros
puntos, tierra adentro. Se redujeron las do s naciones de
Isistiné y Lules: se hizo un presidio en el Rio de Bal-
buena, y á la sombra de éste se establecieron las dos
naciones. La Málvala también se rindió y estableció en
dicho rio, pero á poco tiempo fué preciso por su incons-
tancia retirarlos hacia Buenos Aires. La nación Ojotae
serindió al tercio de Jujuí; y se estableció cerca del pre-
sidio de Ledesma.
(Es copia del original.)
("El Progreso" de Córdoba del 5 de octubre de 1877.)
1778-1785— LL. DON PEDRO MELÓ DE PORTUG.\L
Y VTLLENA, teniente de dragones del regimiento de Sa-
gunto, recibido del gobierno el 1? de febrero de 1778, pero
no obtuvo nombramiento del rey sino el 22 de agosto de
1783.
A Meló se debe la fundación de algunos pueblos como
San Pedro de Icuamandiyú (pozo de algodón) y Rosario
de Cuarepotl, con la idea de defender la costa y fomentar
y protegerlos yerbales, camo resultado de haber fundado
su antecesor Pinedo, el 31 de mayo de 1773, la Villa Real
de la Concepción.
Fundó igualmente por el año de 1780 á 1781, con gente
voluntaria, á distancia de 50 leguas de la Asunción, la
Villa del Pilar de . Ñeembucú, que * está á los 27? 32' 2"
sobre el rio Paraguay y Ñeembucú, el cual nace de los
grandes esteros de Ñeembucú y Yacarl y desagua en el
Paraguay, en cuya confluencia está situada dicha villa.
198
GOBERNANTES
Confina con Corrientes, y la divide de aquella comarca el
gran rio Paraná que dista del Pilar veinte leguas poco
mas 6 menos. Sus límites son al Norte, el rio Tebicuariy
al Nordeste el rio AguarcU y al Este confina con los ter-
renos del pueblo de San Ignacio Gruazú.
Regularizó los verdaderos límites de los antiguos po-
seedores de tierras mejorando las poblaciones existentes.
El 16 de febrero de 1779 habia espedido un bando ha-
ciendo saber á todos los vecinos que los que quisieran
poblar los pasos de Curupaitl y Humaitá, que eran los
puntos que mas frecuentaban los indios infieles, para
hacer sus irrupciones contra la provincia, se presentasen
al gobierno pidiendo licencia, y que á su tiempo se daría
la plata de la población y se repartirían los terrenos por
merced.
Mediante sus acertadas providencias, con el estable-
cimiento de Ñeembucú, consiguió sujetar los guaicurúes
que tanto molestaban los pueblos mas inmediatos al Para-
guay, no quedando el menor recelo de invasión en dichos
puntos. En 1782, fundó, á pedido de los indios que
querían ser instruidos en la religión cristiana, una nueva
reducción de tobas, en el partido de San Antonio costa
abajo, ala parte del Chaco, proveyéndolo de lo necesa-
rio, hasta el establecimiento de una estancia para su sus-
tento, casas, iglesia y un doctrinero catequista que ío
fué el padre fray Antonio Bogarín. Este mismo sacer-
dote sirvió de cura catequista en otra reducción, fundada
más tarde en el lugar denominado * * Naranjales" en el mis-
mo Chaco.
En vista de que habia oficiales superiores en la provin-
cia, propuso al virey y éste elevó la propuesta al rey, la
conveniencia de la supresión de los maestres de campo
reemplazándolos por coroneles, lo que el rey aprobó por
real orden de diciembre de 1779.
DEL PARAGUAY 199
Debido á sus escelentes servicios, Meló fué ascendido
á teniente general, y mas tarde (1795) promovido á virey
del Rio de la Plata, habiendo sido el quinto, hasta que
habiendo pasado á la Banda Oriental, en este último ca-
rácter, contrajo una grave enfermedad de la que dejó de
existir en el pueblo de Pando el viernes santo (15 de abril)
de 1797.
1785-1796— LI. DON JOAQUÍN DE ALÓS Y BRÚ,
espitan que habia sido del regimiento de infantería de
Aragón, caballero del hábito de Santiago y corregidor de
la provincia de Chayanta ó Charcas, corregimiento del
Perú, nombrado gobernador en 1785.
Con motivo de la sublevación acaecida en la provin-
cia de Chayanta se declamó contra la conducta y versa-
ción de su corregidor don Joaquin de Alós, lo que dio
mérito para separarle de ella y formarle un proceso, y
atentos los descargos y satisfacciones que éste diera á
todo, exhibiendo documentos en su corroboración, y de
lo que constaba de la pesquisa é informe practicados en
el asunto por el presidente de la Plata, don Ignacio de
Fiorez, el virey Vertíz espidió, en Montevideo á 12 de ma-
yo de 1783, una sentencia declarando á Alós por libre de
los enunciados cargos y á las representaciones que con-
tenian contra su honor y buen nombre, y como tales indig-
nos de toda fé y crédito. En consecuencia, se le alzó el
arresto qué sufriera y declarándole por buen servidor al
rey, acreedor áque se colocase en mayores empleos, para
que, por este medio, pudiesen redimírsele los crecidos
daños, atrasos y perjuicios que se le habian ocasionado.
No solo se le restituyó ala provincia de que era corregidor
sino también, informado el rey de sus méritos y servicios
le promovió á gobernador del Paraguay, en cuyo puesto
continuó con su habitual exactitud y celo.
*
En 1792, estableció, fuera de otros fuertes, una forta-
200 GOBEBNAirrES
lezaen la frontera del norte, para vigilar y contener cual-
quier avance ó usurpación del territorio paraguayo; y con-
secuente con el fin de demarcar el verdadero límite de la
provincia, despachó, con gente y todo lo necesario, al
comandante don José Antonio Zavala y Delgadillo, quien
planteó el fuerte denominado Borbon, hoy Olimpo, en la
banda occidental del Paraguay, á la altura de 21 grados,
en el lugar de los Cerros "Tres Hermanos," poco mas
abajo de la embocadura del Rio Blanco, sobre la frontera
de Matto-Grosso; y en el mismo año quedó concluido y
ocupado por una guarnición paraguaya. Apenas vie-
ron los portugueses fundado este fuerte, cuando el gober-
nador de Matto-Grosso reclamó contra este estableci-
miento, como una- infracción del tratado, que lo prohibía.
Durante la administración de Alós se dio principio á la
incorporación, á la provincia de su mando, de las reduc-
ciones de San Ignacio Guazú, Santa Maria de Fé, Santa
Rosa, Santiago, San Cosme, Itapuá, Jesús y Santísima
Trinidad, pertenecientes á las estinguidas Misiones, las de
Candelaria, Loreto, San Ignacio Miní y Corpus.
Las parroquias de San Juan Bautista, Guazú-cuá y Ya-
bebiri fueron agregadas á la Villa del Pilar, bajo cuya ju-
risdicción quedó el partido de Laureles, fundado por el
mismo Alós en 1790.
Fundó igualmente el fuerte de Tacuara en la costa
baja oriental del rio, así como otras fortificaciones para
resguardar el territorio de toda clase de peligros de los
indios del Chaco que invadían y cometían depredaciones
en los pueblos de San Ignacio, Santa María, Quiquió y
Quiindí.
Para hacer cesar las incursiones de los indios, se
hizo entonces merced real de tierras á nuevos pobladores,
dotándose las fortalezas de Curupaití, Humaitá, Tacuara
y Villeta en la parte de abajo de la costa oriental y las de
Peñón, Manduvirá, Cuarepotí y otras en la parte de ar-
riba.
DEL PABAGÜAY 201
Entre los servicios del gobernador AI6s figura al de
haber ordenado un reconocioiiento por tierra para esta-
blecer definitivamente un camino el mas recto y cómodo
que fuera posible entre Corrientes y las capitales del Tu-
cuman. Diose este encargo al teniente coronel don José
Espinóla (1794), trasportándose éste de la Asunción á
Corrientes, y desde allí emprendió su viage hacia Salta,
acompañado del sargento mayordon Cristóbal Insaurralde,
el comandante don Manuel Piris y un destacamento de
milicianos correntinos. Espinóla cruzó el Chaco, cos-
teando el rio Bermejo y empleando veinte y cinco dias des-
de el Paraguay hasta el presidio principal de San Fernan-
do del Rio del Valle. De allí pasó á la hacienda de la Viña
(inmediaciones de Salta^, donde conferenció con el coronel
Cornejo sobre los objetos de su comisión, dirijiéndose á
Salta y Jujui. Inmediatamente regresó de este último
punto á Corrientes, con el objeto de rumbear otro camino
mas recto que el anterior.
1 796- 1 808— LH. DON LÁZARO DE RIVERA Y ESPINOSA
DE LOS MONTEROS, ex-gobernadordeMojos, nombrado
en abril de 1796, y el primer acto de su gobierno fué man-
dar levantar el censo de la población del Paraguay que
hizo elevar el número de habitantes á noventa y siete mil
cuatrocientos ochenta, cincuenta y tres parroquias de blan-
cos y mestizos, catorce reducciones de indios y tres
pueblos de mulatos libres.
Miró con sumo interés la suerte déla provincia de su
mando persiguiendo y castigando á los indios mbayáes y
á los guaicurúes. Estableció escuelas primarias, las
cuales eran dirigidas por preceptores legos que enseñaban
á leer, escribir y contar, bajo la vigilancia de los curas.
Los padres de los niños estaban obligados á enviar sus
hijos varones á la escuela, desde la edad de seis años,
y cuando la distancia era de consideración, lo que sucedía
con frecuencia, iban á caballo. El catecismo era el único
S02 GOBEBNANTES
libro que se usaba. Seguíase en la escuela el método
lancasteriano; los niños mayores enseñaban á los meno-
res, y todos aprendían á escribir en tablillas de un polvo
resinoso, sobre el cual se señalaban las letras con un pun-
zón de madera. Cada niño tenia obligación de llevar á
la escuela un saquito con ésos polvos, para cuando fuese
necesario borrar las letras.
*
Invadida la Villa de Concepción por los indios mba-
yáes, Eivera envió una espedicion al mando del coronel
del regimiento de milicias de costa abajo, comandante
político y militar de Villa Real, don José Espinóla y
Peña, quien consiguió escarmentarlos de un modo san-
griento y como para que no repitiesen sus invasiones.
Este triunfo, agregado áotro, que el mismo Espinóla habia
obtenido poco después sobre los guaicurúes que se habian
sublevado, dló tal prestigio al gobierno de Rivera que los
charabanaés, hostilizados por los portugueses, quienes,
abandonando sus hogares, se adhirieron al Paraguay.
La nación guaicurú es una de las más famosas en las
historias y en las relaciones de esas comarcas. Ella era
también una de las mas numerosaSj y, quizá, la mas fie-
ra, la más fuerte, la mas guerrera, y cuyo talle era de
los más grandes. Habitaba el Chaco, casi en 'frente de
la Asunción: su lenguaje era muy gutural, y diferente de
todos los otros: ella no cultivaba la tierra, y vivia de la
caza. De esta nación, tan arrogante y tan poderosa, no
existía á fines del siglo pasado mas que un solo hombre,
el mejor proporcionado del mundo, alto de seis pies siete
pulgadas: tenia tres mugeres, y por no hallarse en una
gran soledad, se reunió á los tobas, cuyo vestido y modo
de pintarse habia adoptado. El esterminio deplorable de
esta valiente y soberbia nación no proviene solamente de
la continua guerra, que ella no cesó de hacer á los espa-
DEL PABAGÜAT 203
ñoles y á los indios de toda especie, sino también de la?
costumbres bárbaras adoptadas por sus mugeres, que se
hacian abortar, no conservando mas que su último hijo.
Las mugeres 'de los guaicurúes, como las de los mba-
yáes, se prostituyen fácilmente; pero lo que habia de
mas singular es que ellas hubiesen adoptado la costumbre
bárbara y casi increíble de no criar cada una mas que un
hijo 6 una hija, y de matar todos los otros. Ellas con-
servaban ordinariamente el último de que hayan sido em-
barazadas, cuando ya presumian no tener mas en ade-
lante, atendida la edad y el estado dé sus fuerzas. Si ellas
se engañaban en su cálculo, y concebian un nuevo fruto
después del que habiañ conservado, mataban al último.
Algunas se hallaron sin hijos, porque creyeron fuera de
tiempo, que hablan de tener 'algún otro. ,
Se debe asi mismo presumir, qne es entre los guaicu-
rúes que este uso inaudito tomara origen antes que alguna
otra nación lo conociera, esto es á lo menos loque inclina
á creer su destrucción total.
Sinembargo, según el doctor don Pedro Somellera, fué
Espinóla el principal instrumento de las violencias del
gobernador Rivera, porque en cuanto él podia, no escu-
saba practicarlas.
En 1798, Rivera, con las mismas tribus emigradas á-
cuyo encuentro saliera, fundó la población de San Juan
Nepomuceno.
No obstante, habia en la provincia del Paraguay un
abuso inveterado que se pretendia hacer subsistir como
ley inviolable, y era el siguiente. Con el aparente pre-
testo de ser provincia fronteriza del Brasil y del Chaco se
reputaron por soldados á todos los hombres establecidos
en el Paraguay, y cuando los gobernadores quisieron
por una razón 6 por otra invadir el territorio indio, ó fingir
espedicion contra ellos, convocaban el número de hom^bres
204 GOBERNANTES
que les sugería el fin que se proponían con el irregular
procedimiento de obligar al que no podia, que pusiese per-
sonero ó diese cierta cantidad en dinero. Esto lo hacian
los gobernadores sin estar autorizados para ello, sin espre-
so permiso de la capitanía general, residente en Buenos
Aires; sin contar con otros perjuicios como el de hacerse
por lo menos sospechoso de la mala inversión que se hi-
ciera en percibir contribuciones indebidas.
El gobernador Rivera se empeñaba en aparentar la
necesidad que tenia la provincia de una incesante defen-
sa y la presión de que ningún hombre podia distraerse del
servicio militar, haciendo decir á sus comandantes lo que
él quería para fundar sus informes. Los cultivadores
del tabaco se oponian al servicio militar por considerarse
exonerados, en virtud de la visita practicada por el ins-
pector respectivo. El número de éstos llegaba á unos
quince mil hombres, cuando la provincia del Paraguay
contaba como ochenta mil almas, cuyo guarismo pre-
tendía sofísticamente reducir á nada.
Desde mucho tiempo atrás, se estuvo exigiendo, en
esta provincia, un derecho denominado de guerra, deque
no tenian conocimiento los tribunales de hacienda ni el
gobierno general. Han tenido buen cuidado los intenden-
tes de provincia de llevar adelante este abuso con tanto
secreto que no pudieron cortarlo las autoridades supe-
riores.
Para justificar la inversión de tal derecho, se llevaban
incursiones al Chaco, tan inútiles como perjudiciales,
obligando á los indios á ser enemigos; cuando si se pro-
curase atraerlos con agrado, disimulándoles algo y pro-
porcionándoles reducciones que tantas veces pidieron, se
habría conseguido su total sometimiento. Pero esto no
convenia á los intereses de aquellos intendentes, sino en
incomodar á esos habitantes, ó exijirles una contribu-
ción general.
El Cabildo de la Asunción del Paraguay habia elevado
í
DEL PARAGUAY 605
SU queja al rey en 29 de mayo de 1776, durante el gobier-
no de Pinedo, y aunque el rey espidió su real cédula de 18
de setiembrede 1778, pidiendo informe al vi rey de estas
provincias, éste, por una causa ú otra, jamas dio cum-
plimiento á esa orden. El hecho es que la provincia del
Paraguay se hallaba, por el abuso de estas exacciones, en
un estado de esclavitud.
Los ramos de real hacienda en eí Paraguay no se ha-
llaban en el orden regular de cuenta y razón hasta el
punto de que un dependiente de la tesorería general, Fé-
lix Gallardo, falsificase libranzas de los ministros de ha-
cienda, muchas y repetidas veces en varios años, as
cendiendo á la suma de mas de noventa mil pesos.
*
El virey del Pino, que prestaba una decidida protección
al periódico Semanario de Agricultura^ Industria y Co-
mercio^ dirijió circulares á todos los intendentes de pro-
vincia, acompañando ejemplares del prospecto de dicho
periódico y recomendándoles hiciesen propagar sus útiles
conocimientos á los pobladores de sus provincias. El
del Paraguay, Rivera, aceptó tan de lleno el noble senti-
miento que guiaba al virey, que se dirigió á su vez al
cabildo de la Asunción recomendándole su propaganda
en los términos signientes:
"Como la agricaltura es el fundamento de la opulencia
pública, y la que da movimiento á la industria y al comer-
cio, ha sido en tiempos protegida y fomentada por los
gobiernos ilustrados.
" Los sabios le han consagrado sus tareas; y el amor á
la humanidad que es la divisa de la verdadera filosofía le
ha instituido sociedades que no tienen otro principio, ni
otro vínculo que cimentar el imperio de los conocimientos
mas útiles al hombre. Las investigaciones del entendí;
miento humano sobre el cultivo, han llegado á la mayor
206 GOBERNANTES
•
perfección. La práctica se ha unido felizmente con la
teoría para fundar los medios de aumentar la fertilidad de
la tierra, haciendo esperimentos y observaciones sobre sus
diferentes calidades, y señalando cuáles son mas propios
para esta ó las otras producciones, el método mas venta-
joso de sembrar, y el mejor modo de hacer y conservar
las cosechas.
"El espíritu público que se ha difundido por todos los
puertos de nuestro globo es el que ha dado energía á es-
tos últimos establecimientos, y ese mismo espíritu es el
que anima al Exmo. Señor virey, como V. S. lo verá en
la siguiente carta que se sirvió dirigirme el 25 de julio úl-
timo:
"^ Deseando ver mejoradas en lo posible la agricultura
¿industria de estas provincias y que á la inacción y
ociosidad siccede el laborioso afan^ y creyendo qu£ en
mucha parte podría proporcionar este justo objeto la edi"
cion de un papel publico qtce instruya y estimule al tra-
bojOy he concedido permiso á don Juan Hipólito Vieytes
para que pueda imprimir en esta capital un periódico
con el titulo de Semanario de Agricultura, Industria
Y Comercio, bajo la inmediata revisión y censura del
señor asesor general don Juan de Almagro^ y para que
la utilidad que puede acarrear este periódico sea estensi-
va á todas las provincias de este vireinato^ recomiendo al
acreditado celo de V. S. cuide de que se difunda por
todos los partidos de su mando para que se logre conse-
guir el fin que tiene por objeto de unir en general los
conocimientos de las m£Jores producciones y contraerse
al fom£nto, aplicaciony destino de los ram^s que pueden
constituir la común prosperidad.
"Estos son los sentimientos patrióticos del primer gefe
del reino, con cuyas benéficas intenciones, y con nuestra
aplicación veremos bien pronto desaparecer los obstácu-
los que han retardado los progresos de nuestra agricul-
tura. La mano industriosa del labrador se pondrá en mo-
DEL PARAGUAY 207
vimiento para perfeccionarla, mediante la adquisición de
nuevos conocimientos: aprovechará las ventajas que le
ofrece este feliz pais: poblarásus llanuras de plantíos; sus
ricas producciones territoriales prepararán ausilio mas
sólido á las manufacturas y al comercio: la educación
pública se mejorará: las costumbres tomarán un nuevo
aspecto y los estudios superficiales se abandonarán para
seguir los útiles y exactos.
"El Semana!>Ho de AgricuUuray Industria y Comercio^
de cuyo prospecto acompaño á V. S. cuatro ejemplares,
auxiliaráfnuestras observaciones rectificando lasideaá, y
corrigiendo los defectos por medip de una comunicación
de luces que tendrá por objeto la felicidad pública; y el
resultado de sus trabajos y especulaciones será para esta
provincia un manantial inagotable de riquezas. El Para-
guay posee en abundancia cuanto necesita, y hace agra-
dable la vida; y su suerte no está subordinada á los capri-
chos, á las modas, ni á ninguno de aquellos acontecimientos
que debilitan ó trastornan la prosperidad de un pueblo,
cuando su existencia política no está fundada en el cultivo '
de la tierra.
**Un establecimiento tan útil y ventajoso debe ser pro-
tegido por^odos los amigos de la humanidad, y por los
que desean sinceramente ver este país en un estado ñore-
ciente. Voy, pues, á tener la honra de suscribir, y de
hacer cuanto pueda en obsequio de sus progresos; y si yo
no hiablase con V. S. que tiene dadas tantas pruebas de su
celo y amor á estos vasallos, pediria fijase su vista sobre
unos objetos que siempre ha llamado su atención; pero
su patriotismo y sanas intenciones, solo me permiten
rogar áV. S. se sirva destinar dos individuos de ese
ilustre ayuntamiento, para que comuniquen el prospecto á
los vecinos mas acomodados, en tanto comisiono yo para
el mismo fin á los señores doctor don Joseph Garcia de Oli-
veros, don Martin Joseph de Aramburú, don Bernardo
Jovellanos y don Agustín Trigo, esperando me dará V. S^
208 GOBERNANTES
aviso de todos los que suscriban para dar cuenta á su
Escelencia y al autor, asi como lo haré con lo que resulte
de las demás publicaciones, á consecuencia de las circula-
res que voy á despachar. Dios guarde a V. S. muchos
años. — Asunción del Paraguay 27 de setiembre de 1802.
Lázaro de Rivera
Al Ilustre Cabildo Justicia y Regimiento de esta ciudad.
En los últimos años del gobierno de Rivera (1804), cele-
bráronse suntuosas fiestas en la Asunción, con motivo de
la aceptación del oficio de rejidor perpetuo por el principe
de la Paz. En los dias 26, 27, 28 y 29 de junio hubo
corridas de toros; en las noches de estos dias y en las
subsiguientes continuaron las luminarias en la ciudad;
hubo máscaras de gala á caballo. Los gremios de pla-
teros, sastres y zapateros ejecutaron varias representa-
ciones joco-serias. Diose vestido á todos los presos, y
el gobernador mandó poner en libertad á algunos. En
los dias 30 del referido mes, 19 y 2 de julio corrieron sorti-
ja delante del retrato del generalísimo, treinta caballeros
vestidos de turcos y guaicurúes. La provincia del Para-
guay jamás habia conocido una época mas brillante que
la de este gobernador. Según algunos fué la de un bárba-
ro despotismo, calificándolo asi cuando no era mas que
la continuación de los tiránicos abusos'ya existentes en el
Paraguay, desde el principio de la conquista.
Su gobierno duró hasta el 5 de mayo de 1806, que el rey
lo confirió al que era gobernador délas Misiones.
1806-1811— Ln. GENERAL BERNARDO DE VELAZCO
Y HUIDOBRO, brigadier de los reales ejércitos, con el
titulo de gobernador pohtico y militar é intendente de la
provincia del Paraguay y capitán general del ejército
nuevamente creado para la defensa de los treinta pueblos
DEU I»ARAGüAY 209
de Misiones de indios guaraníes y tropas del Paraná y
Uruguay. Tenia un teniente letrado, que lo era el doctor
Pedro Somellera, el cual mandaba, como gobernador ó
corregidor, los pueblos deMisiones guaraníes y como sub-
delegado del intendente de Buenos Aires, encargado del
despacho de lo concerniente á Misiones.
Velazcose recibió ante el cabildo de la Asunción el 5 de
mayo de 1806, entregándole el bastón y mando su ante-
cesor Rivera, según se verá por el documento que
sigue: —
"En la ciudad de la Asunción del Paraguay á cinco dias
del mes de mayo de 1806. Habiéndose congregado en
esta casa consistorial el señor don Lázaro de Rivera, go-
bernador intendente de esta provincia, actual gobernador
de la de Misiones, y los señores don Bernardo de Árgana,
alférez real y alcalde dfe primer voto, Juan Antonio Caba-
llero, de segundo voto, los ministros principales don
Pedro de Ozcariz y don José de Elizalde, don José Es-
teban de Arza, regidor alguacil mayor, regidores don
Francisco Vicente González, don José Ibañez Pacheco,
don Francisco de Haedo, don NicolásGonzalez, don Fer-
nando de la Mora, don Juan Antonio Fernandez, y
síndico procurader • don Lázaro de Rivera dijo, que el
rey, nuestro señor, se habla dignado conferir este go-
bierno intendencia con agregación del de Misiones al
dicho señor don Bernardo de Velazco, y que para que
desde luego tuviese todo su efecto lo dispuesto por
S. M., y que el citado señor entre al uso y ejercicio
del mencionado empleo, lo reconocia, y daba á recono-
cer por tal gobernador intendente á los nominados seño-
res, que componen este ilustre ayuntamiento, y á toda la
provincia, entregándole S. S. el bastón y mando, como á
su legítimo y verdadero sucesor, lo que ejecutó en el acto
para que todos obedezcan sus órdenes y disposiciones; y
que sacándose copia legalizada de es'ta diligencia, se cir.
cuten en todo el distrito de la provincia, remitiéndose una
15
2l0 GOBERNANtES
á las reales cajas para la debida constancia, y otra al
Exmo. señor virey para su superior inteligencia, con lo
que se concluyó este acto de posesión, firmando los dichos
señores, de que doy fé. Siguen las firmas y autorización
de Manuel Benitez, escribano y notario público de S. M.,
gobierno y cabildo.
*'Y habiendo exhibido el señor gobernador intendente
don Bernardo Velazco la ¡real orden cop la cual S. M. se
ha dignado conferirle este gobierno intendencia «on reu-
nión de los treinta pueblos guaraníes de Misiones, y leida
que fué por mi el presente escribano, el señor regidor que
hace decano, don Francisco Vicente González, á nombre
de este ilustre cuerpo, le di6 el obedecimiento, ordenando
se tome razón á continuación, y en su vista el mismo
señor regidor decano le recibió juramento según derecho
bajo de cuyo gravamen prometió üsar bien y fielmente el
empleo de gobernador intendente, en que S. M. se ha
servido nombrarle, cumpliendo con las leyes, reales cé-
dulas, pragmáticas sanciones espedidas, y que de nuevo
se librasen, de mirar por el bien y conservación de estas
provincias y sus vasallos, etc. etc. Siguen las firmas y
autorización del escribano y notario público de S. M., go-
bierno y cabildo, — Manuel Benitez."*
En vista, pues, del deplorable estado de los treinta
pueblos de Misiones guaraníes y tapes y oido el fiscal
proctector de los naturales, el rey considera muy conve-
niente su reunión bajo un solo gobierpo; para el efecto,
se notificó al virey don- Joaqjiin del Pino (8 de enero de
1804), ordenando la incorporación inmediata á la real co-
rona de cuantas encomiendas subsistieran en el Paraguay
sin escluir los antiguos mitayos.
El documento que damos á continuación se refiere al
mismo asunto:—
BEL PAHÁQUA7 I^U
«
VISTA DEL FISCAL PROTECTOR
DE NATUBALES
' Exmo. Señor:— El Fiscal de S. M., protector general
de naturales, vista la Real Cédula de 17 de mayo de 1803
en que S. M. se ha servido mandar, que los treinta pue-
blos de Misiones del Uruguay y Paraná se reduzcan al
nuevo sistema de libertad de sus naturales, aboliéndose
el de comunidad en que hasta ahora han vivido, dice:
Que el establecimiento de un mismo gobierno, y la muta-
ción del sistema antiguo de comunidad con que se han
dirigido hasta aquí los pueblos de Misiones son los dos
objetos á que se dirige la espresada real determinación.
Por lo que hace al primero, habiendo de conceptuarse el
nuevo gobierno con total independencia del virey de Bue-
nos Aires, y el del Paraguay es indespensable que no
carezcan de los auxilios necesarios para el ejercicio de las
funciones que le conceden las leyes, tanto en la adminis-
tración de justicia como en las providencias de policia
económica, mando militar y jurisdicción de hacienda
que pueda competirle, según las nuevas facultades, que
en orden á esta causa se sirva confiarle la Ordenanza de
Intentantes que actualmente se espera Hasta ahora las
de demandas ordinarias, tanto civiles como criminales que
han ocurrido á los pueblos de Misiones, instruidas en
aquel gobierno, han venido á la determinación de V. E.
confiándose las segundas á los juzgados ordinarios de
esta capital para la sustanciacion y determinación consi-
guiente; pero en el diaen que unas y otras corresponden
al nuevo gobierno de Misiones, parece necesario se le
nombre un asesor interino hasta la aprobación de S. M.
con sueldo de quinientos pesos, sobre los bienes de
aquellas comunidades que son los afectos á este pago,
sin perjuicio del que pueda corresponderle en los nego-
cios de hacienda, de que ahora no puede tratarse, hasta
2l2 GOBElEtNANTES
•
tener segura noticia de las atenciones que por esta causa
le correspondan: actuar con testigos en todas las opera-
ciones judiciales que le ocurriesen, mediante que los es-
* casos 6 ningunos derechos que puede ofrecer la actua-
ción entre personas miserables, como son los indios de
aquellos pueblos, no pueden facilitar la subsistencia de
un escribano que se encargue de llevar el curso de las
causas, bastando que cuide de su custodia en el archivo,
y de los demás documentos que puedan interesar á las
comunidades de indios, un secretario dotado también
con quinientos pesos sobre el mismo fondo, encargado
de los asuntos gubernativos y económicos y demás atea-
ciones de aquel gobierno. Los cabildos y justicias debe-
rán continuar como hasta aquí, eüjiéndose anualmente
para éstos empleos en la forma ordinaria, indios con la
aptitud necesaria para ejercerlos con precedente aproba-
ción del gobierno de la provincia, sin que la jurisdicción
al corregidor y alcaldes se estienda á otra cosa que al
corto castigo que les permiten las leyes, en los delitos y
faltas leves de los indios, dando cuenta de los que me-
rezcan formal proceso para que, sustanciados por el go-
bernador y subdelegados, se pasen todos al gobierno
en estado de sentencia, para que la pronucie con dicta-
men de asesor consultándola á la real audiencia, ú otor-
gando los recursos que se interpusieren: debiendo ademas
el cabildo juntarse en un dia de cada semana para confe-
rir sobre los bienes de comunidad, su adelantamiento y
progreso y necesidades ordinarias en que hayan de inver-
tirse, sin que puedan sus acuerdos ponerse en ejecución
hasta la aprobación del gobernador y subdelegado respec-
tivo, cuidando también aquellos jueces en que los indios
consérvenlos bienes que se le repartieren, trabajen en su
beneficio para la|manutencion de sus familias, y se les
estimule por todos medios á que abandonando su, natural
pereza, se dediquen con utilidad á los objetos que puedan
serles mas convenientes y» provechosos. Los tenientes
DEL PABAGUAT 213
9
gobernadores de los respectivos departamentos podrían
continuar como hasta ahora con el nombre y represen-
tación dfe subdelegados y facultades que como á tales
les competen, y con la dotación de sueMos que V. E. ten-
ga por más conforme á su ocupación, que podia ser la
misma que actualmente disfruta sobre el ramo de tributos,
respecto á que el tanto por ciento con que los dota la or-
denanza de intendentes en la cobranza de aquellos, sien-
do lo que pagan los indios de Misiones de tan corta con-
sideración no pueden ser bastante para sostener el deco-
ro de su empleo.
La subrogación del sistemado libertad de aquellos na-
turales, en lugar del antiguo de comunidad con que se.
han gobernado, desde el establecimiento de sus reduc-
ciones, es de la mayor delicadeza y pulso, si ha de com-
binarse la seguridad de la subsistencia particular de las
familias con la administración que á cada uno ha de
confiarse en sus propios bienes, á que no acostumbrados
los indios, quedaron espurios á muchos perjuicios y ve-
jaciones, si la inmediata vijilancia de aquel gobierno no
estuviese pronta con sus disposiciones á precaver todo
engañoen sus contratos, y promover entre ellos la acti-
vidad y emulación en los medios de adquirir propiedades
útiles, de cuyo goce han carecido toda su vida; pero de-
jando al celo del señor gobernador estas providencias
económicas que la esperiencia de su manejo el tiempo y
las circunstancias, de los casos han de ir sucesivamente
produciendo, por ahora se contrae el fiscal Protector á
las que con generalidad puede espedir S. B. para cimentar
el nuevo sistema, en el modo y forma que las cualidades
locales y gobierno actual de aquella provincia los haga
compatibles con lo dispuesto por las leyes y ordenanzas
municipales del }*erú en cuanto puedan adoptarse.
La primera de todas es que se espidan circulares á las
ciudades de Montevideo y su jurisdicción, Maldonado, la
"Concepción del Uruguay, Corrientes, Santa Fé, Guale-
214 GOBERNANTES
guay y otros pueblos de la banda opuesta donde existian
muchos indios de Misiones, restituyéndose á los pueblos
de su naturaleza, serán inclusos en la libertad concedida
por S. M. y con 13I -repartimiento de terrenos, ganados y
demás necesario para su manutención: que lo mismo se
publique en esta capital, ó que se las haga entender según
ocurran circunstancias justificativas de su existencia en
ella: que se prevenga al señor gobernador que luego que
se verifique su llegada á la cabecera del gobierno, haga
formar en todos los pueblos un exacto padrón del número
de indios que hay en ellos capaces de constituir familia,
cuales deberán entenderse todos los que hayan cumplido
diez y ocho años, á los cuales deberá distribuir terreno
suficiente para chácara ó estancia según sean á propósito
para el pastoreo ó agricultura: sin que obste á algunos el
que sean artesanos, que con su oficio puedan atender á
la manutención de su familia, dándoles asi mismo las her-
ramientas necesarias, remitiendo efectos los pueblos, que
no los tengan, ala administración para su compra y re-
mesa, y el ganado suficiente para el cultivo de dichos ter-
renos y sucesivos procreos, verificándose las contratas
correspondientes para su adquisición en los pueblos que
no tengan el suficiente . para el reparto, bien sea en
cambio de los frutos, 6 bien á pagar posteriormente de
los productos de bienes de comunidad, y que, repartido
por suertes estos terrenos proponiendo la debida igualdad
entre todos, se amojonen las suertes respectivas, quedan-
do en el archivo de Candelaria un libro donde se asienten
los repartimientos con espresion de su término y linderos
del cual se sacará y dará á cada indio una copia certifi-
cada de la partida que le corresponda para su resguardo
con espresion á todos de que no han de poder enagenar-
los, debiendo conservarse entre sus hijos y descendientes
hasta que por falta de estos se incorporen de nuevo en
la comunidad, para que puedan en adelante repartirse á
los que no los tengan, á diferencia de los ganados y demás
DEL PARAQUÁT 215
bienes de que, á falta de heredero forzoso, podrán dis-
poner libremente.
También deberán repartirse terrenos para el estable-
cimiento de habitaciones ó ranchoe á los indios que ca-
rezcan de ellos: y en orden á los colegios y sus edificios,
después de destinar habitaciones suficientes para los curas
y empleados, podrá repartirse el resto de habitaciones
entre los indios más beneméritos, ó destinarse á los em-
pleados en el cabildo por el año que lo estuviesen.
Habiendo de quedar los pueblos reatados á varias car-
gas en beneficio común de los indios, como son el sueldo
de algunos empleados, el establecimiento de hospital y ^
escuela, el socorro de viejos é inhábiles y el auxilio que
pueden necesitar los indios en los primeros años del
nuevo sistema; es indispensable también que se establezca
bienes de comunidad capaces con su producto de sufrir
este gravamen, a cuyo objeto pueden destinarse las prin-
cipales estancias de los pueblos que no admiten cómoda
división, las caleras y hornos de ladrillo, algunos algodo-,
nales, los yerbales y montes de madera inmediatos, y
otras fincas comunes acomodadas según las circunstan-
cias locales de los pueblos, á cuya conservación y trabajo
deberán destinarse todos los indios de cada comunidad
en alguna parte del año, repartiéndose esta carga con la
posible igualdad, según sea más á propósito para la opor-
tuna labor, faena, corte y cosecha en los términos que lo
hacen los demás indios del Perú, y los vecinos de los lu-
gares de España, con respecto á sus propios bienes comu-
nes, sin perjuicio del tiempo que necesitan para em-
plearlo en sus peculiares labores, y adoptando el gobierno
los medios prudentes para que no queden abandonadas
las haciendas de su propiedad.
Sáría inútil el beneficio dai la libertad y adquisición de
bienes, si los indios, por medio del comercio de sus frutos
no pudiesen vender los que les sobre para adquirir lo que
les falta: por lo mismo deberá permitirse en Misiones
216 GOBERNANTES
la introducción de todo negociante español, para que faci-
litando la esporlacion de sus efectos puedan comprarlos
que les sean necesarios para su vestuario y demás atencio-
nes de su familia; estando el gobierno á la mira de que no
se introduzcan caldos y licores prohibidos por la ley, de
que los indios no sean defraudados en sus contratos, y de
que los españoles no se establezcan con fija permanencia
en los pueblos, como también los ya establecidos, á no
estar casados con naturales de ellos salgan inmediata-
mente,, sin que les sirva de pretesto el tener tierras com-
pradas dentro de su término; pero así mismo deberá
. cuidar el gobierno de que no falte en los Pueblos el nece-
sario abasto al menos de carne (puesto que cada familia
no podrá matar uñares diaria para su manutencioij), bien
sea por cuenta de las mismas comunidades, ó bien por la
de otros que lo faciliten^. Como los indios en el nuevo
sistemaban de quedar exentos de los trabajos de comu-
nidad, y capaces de adquirir para su privativo dominio,
. con sola la car^a de cultivar los bienes que se destinen á
las atenciones comunes por el tiempo preciso para esta
faena, según parezca mas oportuno al gobernador 6 sub-
delegados, son inútiles ya los empleos de administrador
general de esta capital, y administradores particulares de
los pueblos, cesando éstos en su ejercicio, en el dia en
que se publique la libertad general (en esta capital) y aquel
luego que se hayan vendido las fincas de esta capital, y
entregado los documentos respectivos á su administra-
ción, pero atendiendo á que, acostumbrados los indios á
trabajar bajo la dirección de aquéllos no estarán esper-
tos en los primeros años para la conservación de los bie-
nes comunes, recaudación de sus productos y oportunas
ventas é inversiones, convendría que el señor gobernador
elijiese entre dichos administradores los que sean mas
á propósito para desempeñar el cargo de mayordomo de
bienes de comunidad, qudando uno de ellos en cada sub-
delegacion ó departamento, con el cargo de recorrer las
DEL PARAGUAY 217
estancias y demás fincas que sq destinen á las atenciones
comunes, nombrar capataces indios asalariados que los
cuiden bajo su inspección, dirigir en estación oportuna los
trabajos, vender sus productos y enterar su importe en la
caja de comunidad, para que puedan invertirse en los
necesarios establecimientos, salario de empleados, socor-
ro do viejos é inhábiles y demás gastos útiles que pue-
den ocurrir en beneficio de dichos pueblos: siendo nece-
sario que dichos mayordomos no disfruten salario fijo,
sino que se les gratifique con un tanto por ciento sobre el
producto líquido de dichos bienes, con el fin de que, esti-
mulados por este medio, propendan con el mayor esmero
al aumento progresivo de aquellos sobre cuyo producto
ha de librarse su subsistencia.
Con el fin de conservar en segura custodia los intereses
comunes y los documentos de escrituras y recuerdos por
donde conste el caudal y efectos de cada pueblo, se esta-
blecerá en todos una caja de tres llaves nombrada de
comunidad, confiándose la primera al corregidor, la se-
gunde al alcalde de primer voto y la tercera al mayordo-
mo del departamento respectivo, llevándose en cada una
dos libros: el uno en donde se asienten las fincas, bienes y
derechos de la comunidad, y el otro donde contengan
por menor las entradas y salidas con numeración de los
dias en que se verifican y división de años á que pertene-
cen, al cabo de los cuales deberá tomarse por el goberna-
dor ó subdelegados á dichos llaveros, y el mayordomo
darla por separado de los demás puntos y efectos que ha-
yan entrado en su poder para su espendio, reservándose
en dichas cajas los sobrantes, que, deducidas cargas y
gastos comunes, resultasen, hasta que con conocimiento
délos que hay, pueda establecerse en el distrito de esta
audiencia, caja de censos, en los términos que la hay es-
tablecida en la dfe Charcas, y para los fines que las leyes
tienen señaladas.
El principal objeto, á que debe destinarse el caudal
218 GOBERNANTES
de los bienes de comunidad, será el estableciniiento de
hospital en la cabecera de cada departamento con las
camas proporcionadas al número de enfermos que se
regule pueden concurrir, y las medicinas necesarias á su
curación: á dicho hospital podrán destinarse dos enferme-
ros de los indios encargados hasta ahora en este ejerci-
cio, á quienes se auxilie con salario mensual correspon-
diente á su ocupación, bajo la inmediata dirección de un
médico cirujano, qne tenga ademas obligación de asistir
al pueblo á que sea llamado en los casos urgentes y en
enfermedades que no permitan la traslación de los en-
fermos al hospital, y lo misino un practicante sangrador
que deberán uno y otro disfrutar el sueldo que han goza-
do hasta ahora con un corto aumento, en razón* de que ya
los pueblos no asistirán con alimentos á ningún empleado
y para que tenga efecto esta disposición será conveniente
que V. E. pase nuevo oficio al Real Proto-Medicato para
que, tomando conocimiento délos facultativos, á quienes
enterados de sus sueldos, puedan acomodar este destino,
proponga los que considere mas proporcionados para las
cuatro subdelegacione's que se conservan actualmente en
el mando de V. E. v en el dominio de S. M.
El establecimiento de escuelas, ademas de estar preve-
nido en la real Cédula, es muy necesario no menos para
desterrar el idioma guaraní en aquellos naturales, tan per-
judicial ásu educación, que para promover su instrucción
y enseñanza en los principios de doctrina y enlos rudimen-
tos de leer y escribir, necesarios para su manejo y civili-
zación. Si estas se establecen en todos los pueblss, y los
maestros han de dotarse completamente, en razón de que
no hay comunidad que les subministre, será demasiado
gravosa á los pueblos, cuyos bienes no podrán satisfacer
por entero esta carga, ademas de las que, á prorata, sufran
con los otros del respectivo departamento. Por lo mismo
seria conveniente ó que los tenientes de cura se hiciesen
cargo de esta ocupación, añadiéndose á su sínodo cien
DEL PABAGUÁY 319
pesos anuales del fondo de comunidad en razón de ella, 6
que se adoptase el establecimiento de seminarios en las
cabeceras de las subdelegaciones, en los términos que
propuso el fiscal Protector en 28 de enero de 1801, co-
mo resulta de! espediente que acompaña, entre cuyos me-
dios podra elejir V. E. el que considere mas acertado y
conveniente.
Las muchas deudas con que en el di a se ven gravados
los pueblos y el modo de su satisfacción es el mayor 6
único inconveniente que ofi^ecela libertad de los indios de
Misiones, y qu€^para salvarlo es necesario contarcon los
fondos precisos para su estincion. Sin embargo, como
los pueblos tienen en esta capital fincas de mucho valor,
y en M¡sio*nes no carecen de otros bienes muebles inapli-
cables á los particulares, podrán destinarse unos y otros
al pago de dichas deudas y cuando su valor no alcanzase
á cubrirlas, llevarán con mas gusto los indios una mode-
rada anual contribución, suficiente para ir redimiendo esta
carga, que el que se demore por mas tiempo su apetecida
libertad, á cuyo fin podrá mandar V. E. que la adminis-
tración general, con la brevedad posible, forme un estado
de las fincas que en esta capital tengan los pueblos de Mi-
siones, con espresion de sus valores, precedida tasación y
existencias que haya en dicha administración, con divi-
sión de los pueblos á que pertenezcan y asi mismo otro de
las deudas activas y pasivas y demás derecho de que pue-
da contarle, y que se espida circular á todos los pueblos
por medio del señor gobernador, para que cada uno for-
me el suyo relativo á dichos objetos, suspendiéndose en-
tre tanto todo pago que no sea alimentario 6 de sueldo de-
vengado, con cuya vista propondrá el Fiscal á V. E. lo
que considere más oportuno para la pronta satisfacción
de dichos.
Como los bienes que se destinen á las necesarias aten-
ciones de las comunidades no podrán, en los primeros
tiempos, contar con un producto suficiente para cubrirlas
220 GOBERNANTES
todas, se hace preciso que ademas del peso del tributo con
que deben contribuir los tributarios, contribuyan todos
desde la edad de diez y ocho años hasta la de sesenta,
con la carga de dos pesos anuales. El primero para la
subsistencia del hospital, medicinas, facultativos y demás
que han de asistir á la curación de los enfermos, y el otro
para pagar los cien pesos de mayor servicio que
satisface anualmente cada pueblo por via de compensa-
ción del diezmo á consecuencia de la Real Cédula de 26
de agosto de 1748, invirtiéndóse el sobrante en las demás
atenciones comunes, «quedando sugetos }á esta contribu-
ción aun los que dentro de dicha edad están reservados
al real tributo, cuya carga, si se coteja con la que su-
fren hoy los indios, libertados por el Excmo/ señor mar-
qués de Aviles, á prorata de las que les corresponde
entre los indios de comunidad para las atenciones u;iiver-
sales, es demasiado benigna y suave y no pueden los
indios negarse á sufrirla, si se les hace conocer que se
invierten en su beneficio, y que los releva de otros mayo-
res gastos y urgencia?.
Por lo que hace al nombramiento de curas de dichos
pueblos con la carga de mantener los tenientes necesarios
para la administraccion espiritual de aquellos fieles, y
asignación de sínodo competente, la ordenanza de Mi-
siones aprobó el propuesto por el señor obispo de esta
diócesis de trescientos pesos para el cura y doscientos
cincuenta para el compañero, después de contribuir á
uno y otro el alimento necesario; pero habiendo parecido
posteriormente escesiva se limitó á doscientos pesos á
cada uno atendiendo á que no tenian qué destinar parte
alguna del sínodo para su sustento diario. En el dia en
que abolido el sistema de comunidad no puede ésta con-
tribuir con el alimento de sus curas, hay necesidad de la
nueva asignación que prescribe la Real Cédula, á cuyo
efecto podrá V. E. con copia de ella pasar el correspon-
diente oficio á los ilustrísimos señores obispos de esta dio-
I
i! del paraguay 221
cesis y del Paraguay para que informen tanto sobre dicha
asignación como sobro el nuevo sistema que haya de es.
tablecerse en esta parte con conocimiento de las circuns-
tancias Ideales de aquel gobierno: comunicando también
dicha real Cédula al señor gobernador del Paraguay, para
que, enterado de su contesto, pueda espedir las disposi-
ciones necesarias á su cumplimiento, principalmente sobre
la inmediata incorporación de las encomiendas que exis-
ten en aquella provincia á la real Corona dando cuenta á
esta superioridad de las resultas.
Estas son las providencias que en el actual estado de las
cosas podrá librar V. E. en cumplimiento de la citada real
cédula, comunicándolas al señor gobernador de Misiones,
para que, con arreglo á ellas, establezca el nuevo sistema
de libertad de aquellos pueblos: sin perjuicio de que en el
progresivo estado, según los conocimientos que pueda
adquirir por las circunstancias locales del distrito, costum-
bres, inclinación y manejó con que los naturales desem-
peñen sus peculiares obligaciones, proponga á V. E. todas
las demás que influyan á su utilidad y beneficio hasta
que con las nuevas luces qué facilite la ordenanza de In-
tendentes que se espera, y los informes citados pueda
formarse una completa instrucción para el gobierno y
manejo de aquellos pueblos, y darse cuenta de todo á
S; M. para su real aprobación Buenos Aires 22 de febre-
ro de 1804.
ViLLOTA
Durante la ausencia de Velazco^en Buenos Aires, coi>
motivo de la invasión inglesa y en otra ocasión, quedaron
de interinos don Manuel Gutiérrez, en 1807, y don Eusta-
quio Gianini, en 1809.
Desde fines de junio de 1810, era el cabildo el que mas
propiamente gobernaba, pues el pre^stigio de Velazco habia
perdido de un modo considerable, principalmente des-
é
222 GOBERNANTES
pues de la catástrofe de Liniers y demás compañeros de
infortunio, con quien el gobernador estaba combinado
para unirse en Santa Fé.
La vida colonial, pues, termina con el gobernador Ve-
lazco, dejando tra3 si el cuadro de la mas grande mono-
tonía en el hogar doméstico, del mas supersticioso fana-
tismo en las creencias hasta la estupidez y del mayor
desenfreno en las costumbres. Con las fiestas de iglesia
casi diarias, las devociones domésticas, la lectura de libros
místicos y los ejercicios espirituales que robaban todo el
tiempo que se requería para atender á las primeras nece-
sidades de la vida, alternaban las corridas de toros, las
riñas de gallos, el juego de envite, las partidas de caza,
las serenatas con guitarra, los bailes al aire libre y la in-
temperancia én los devaneos. En la época de Francia,
nada de esto existia. Los tiranos que se sucedieron á
aquella época no encontraron obstáculo alguno para do-
minar el país, harto esclavizado ya, tanto en lo temporal
como en lo religioso.
«
Instalada la junta gubernativa de Buenos Aires el 25 de
mayo de 1810, ésta comunicó el hecho á todas las provin-
cias que componian el vireinato, exigiéndoles sumisión
y obediencia. Con tal motivo, envió á la Asunción al
coronel paraguayo José Espinóla y Peña, para que,
prescindiendo del gobernador, se entendiese directamente
con el cabildo. El comisionado llegó á la Villa del Pilar,
cuyo vecindario convocó é hizo reconocer la junta de
"Buenos Aires. En la Asunción practicó igual operación,
pero habiendo sabido Velazco la secreta instrucción que
llevaba de suplantarle en el gobierno, le mandó prender y
desterrar á Villa Concepción, de donde se fugó á esta
capital é informó á la junta gubernativa asegurando que
los paraguayos deseaban sacudir el yugo colonial j
J
DEL PARAGUAY . 2^3
formar causa común con Buenos Aires. Espinóla falleció
pocos días después.
Para no someterse á la junta de este capital y de acuer-
do con el cabildo, Velazco convocó á congreso á los veci-
nos de la capital y á los mas notables de la campaña y
villas para tratar sobre lo que convenia hacer en esas cir-
cunstancias. La asamblea se reunió el24 de julio (1810)
presidida por el gobernador y á nombre del cabildo re-
solvió romper los vínculos de farlernidad, amistad y co-
mercio que unia ala provincia del Paraguay con la de
Buenos Aires, y reconoció y juró el supremo consejo de
Regencia, representante de Fernando VII, suspendiendo
todo reconocimiento de superioridad en la junta de Buenos
Aires hasta la resolución de aquella autoridad que se
decia haber consultado. Resolvió de igual modo la for
macion ^e una junta de guerra para prepararse á la de-
fensa, con lo cual se disolvió la asamblea, después de
dar al público un manifiesto.
Lajunta de guerra determinó que el mismo gobernador
pasase á los pueblos de Misiones, para estraer de ellos
las armas que en ellos habia y armar hasta seis mil hom-
bres que se intentaba levantar y acuartelar para resistir
á los designios de la junta de Buenos Aires y evitar la
unión de ambas provincias. El gobernador maridó en
seguida desocupar el colegio seminario para cuartel gene-
ral; cerró el puerto cortando toda correspondencia y
relaciones con Buenos Aires; paralizó el tráfico del co-
mercio; equipó y pertrechó algunos buques que destinó á
guardar la boca delrio Paraguay, cubrir todos los pasos
del Paraná, con milicias que tenian orden de no permitir
la entrada y salida á nadie. Dispuesto todo así para la
defensa, marchó escoltado de cien hombres al Paraná,
hasta el punto de Candelaria, dejando en sü lugar en
la Asunción al coronel de milicia don Pedro Garcia,
comandante político y militar de la villa de San Pedró^
¡^4 • DEL PARAGÜA7
para que en su ausencia activase la preparación y acuar-
telamiento.
La jiínta de Buenos Aires dispuso entonces (agosto) el
envió de su vocal Belgrano con un cuerpo de tropas com-
puesto de setecientos hombres y con el grado de general
en gefe y el paraguayo don José Ildefonso Machain con
el de mayor general de ese diminuto ejército. En el
Cerrito, campmnento de los porteños á dos leguas del
Paraguary, distante quince leguas de la Asunción, tuvo
lugar (el viernes 18 de enero de 1811) el primer ataque que,
como debia suponerse, fué adverso para Belgrano (1)
y el segundo en el paso del rio Tacuarí (d de marzo) que
obtuvo .igual resultado, viéndose obligados Machain y
su división á rendirse á discreción con las dos piezas de
artillería y un carro de municiones. Belgrano entonces
consideró prudente pedir capitulación y retirarse con el
resto de su ejército (10 de marzo) á Candelaria, desde
donde se^puso en correspondencia con Cabanas.
*
. El gobernador Velazco despachó una espedicion militar
al mando del capitán don Jaime Ferrer, compuesta de
catorce buques, diez de ellos armados en guerra y todos
suficientemente tripulados. Este, desde abordo de su
capitana, dirigió, al teniente gobernador de Corrientes,
don Elias Galvan, y al cabildo, una intimación, para
que, en el término de dos horas, contestasen si se aliaban
y unían al Paraguay, reconociendo al virey Elio y desli-
gándose de Buenos Aires, desconociendo la junta surgida
de la revolución del 25 de mayo de 1810. En la referida
(1) Se acaba de descubrir el original de un ''sermón en acción de gra-
cia por la victoria del ejército peuraguayo el dia 11 de enero de 1811 en
los campos de Paraguari/ escrito de pufio y letra del renombrado sacer-
dote paraguayo don Amancio González, que tomó parte en las contiendas
déla independencia paraguaya en el año 11.
La Nadon de la Asunción promete darlo ¿ conocer de sus lectores.
DEL PARAGUAY SS5
m
intimación, Ferrer decía:— "En el concepto que, si dan
V. S.S. lugar con su obstinación á que use de mis fuer-
zas para reducirlos á su deber, y si no se aprovechan de
este último requirimiento que hago, conducido de los
principios de humanidad y deseoso de que se restablezca
el antiguo orden y sosiego, esperimentarán el mas seve-
ro castigo y serán tratados como rebeldes ..."
El cabildo de la ciudad de Corrientes manifestó que,
ante la fuerza, no se oponia á que la espedicion ocupase
la plaza.
En efecto, el 17 de abril (1811) las fuerzas paragua-
yas desembarcaron por el puerto de La Rosada y ocupa-
ron la ciudad sin la menor demostración de resisten-
cia; puesto que no habia en esos momentos una sola ar-
ma, ni un solo soldado útil para la defensa de la ciudad,
habiéndose remitido al general Belgrano todos los ele-
mentos de ese género.
Galvan huyó precipitadamente dejando tomar dos úni-
cas pequeñas piezas de canon que habia en el puerto de
Isabel Durante.
No obstante, consiguió reunir tropas en el Riachuelo,
á las cuales disciplinó y con las que en seguida puso si-
tio á la ciudad.
Por masque el doctor Somellera haya pretendido jus-
tificar á los paraguayos haber resistido al ejército de
Buenos Aires, nadie ignora que mientras esta ciudad
operaba su revolución, los paraguayos no mostraban nin-
guna simpatía por la causa de la independencia. La ad-
ministración del gobernador Velazco era benigna y aun
paternal, habiéndQ?econciliado el amor y la veneración
del pueblo. Así, se vio manifestar por todas partes una
súbita indignación, cuando se supo que la junta de Bue-
nos Aires enviaba un cuerpo de ejército, bajo las órdenes
16
236 GOBERNANTES
del general Belgrano, para reducir la provincia del Para-
guay á la obediencia, considerando la empresa de muy
fácil realización. El hecho es que los paraguayos pelea-
ron con denuedo, en defensa del gobierno.
No se da uno cuenta por qué abandonara Velazco pre-
cipitadamente el campo de batalla, él que en otras ocasio-
nes habia dado pruebas de valor. Es de suponerse que
cediera al deseo de prevenir la efusión de sangre, per-
suadido, como estaba, de que los independientes no po-
drían conservarse en el campo por mucho tiempo. De
cualquier modo que sea, este acontecimiento tuvo las mas
graves consecuencias; no previno el deplorable resultado
de la batalla y desacreditó al gobernador en el ánimo
de sus administrados.
El hecho es que los paraguayos obtuvieron una seña-
lada victoria, en cuya consecuencia, á Belgrano se conce-
dió una capitulación y salió de la provincia. Lo único
que se consiguió mas tarde fué el tratado de 12 de octubre
(1811).
Al retirarse, tuvo éste la habilidad de sembrar éntrelos
paraguayos algunas ideas de independencia y libertad,
que no tardaron en germinar. La victoria de Paraguarí
habia inflado el orgullo de los criollos que se creyeron
todos héroes dignos de mandar. El recuerdo de algunas
vejaciones atribuidas al gobernador, y sobre todo, el
ejemplo contagioso de las provincias vecinas, produjo un
cambio tan rápido .como completo en su espíritu. Asi
como fueron los últimos á operar su revolución, fueron los
primeros á llevar la rebellón, con toda franqueza, hasta
repudiarla autoridad de la dinastía española, cosa que
Buenos Aires no hizo, sino que invocaba el nombre de
Fernando VII y obraba en un sentido difícil de merecer
la aprobación de este mismo rey, en caso de solicitarla.
Los prisioneros tomados en Paraguarí fueron tratados
con arreglo al derecho de gentes, y los que recibieron
mal trato fué contra la voluntad de Velazco, de cuya bon-
227 Del paraguay
dad se abusó al estremo de perder toda su influencia en
el gobierno; sobreponiéndose en todo el cabildo, compues-
to en su mayor parte de españoles. Al fin se le hizo
caer en la red, obligándole á encabezar la revolución
tendente á su propio derrocamiento, del mismo modo
que en Buenos Aires se habia practicado con el virey
Císneros. A uno y otro se les hizo jugar un papel bien
ridículo y ambos labraron su ruina: era la revolución que
hacia su camino.
Esta, fué encabezada por el capitán Vicente Iturbe, los te-
nientes Montiel y Sarco, don Fulgencio Yegros, rico ha-
cendado y antiguo militar, que habia de concurrir con
doscientos hombres que tenia á sus órdenes, y don Pe-
dro Somellera, teniente gobernadorde la provincia desde
1807. Pero como Yegros se hallaba ausente de la Asun-
ción y temiendo que la revolución fracasase, Somellera
contestó, álos que le habían consultado sobre lo que con-
venia hacer, en vista de aquella emergencia: "Sinos han
de ahorcar mañana^ muramos hoy: dígales usted que esta
noche despices de la queda hemos de tomar el cuartel"
En efecto, la noche del 14 al 15 de mayo (1811) estalló la
revolución apoderándose los conspiradores del cuartel y
compeliendo á Velazco á deponer las riendas del go-
bierno.
El gobernador Velazco se habia grangeado la simpatía
de todos los habitantes del Paraguay, nacionales y estran-
geros. Su administración, que sucediera auna de las peo-
res del régimen colonial, se habia hecho notar por su justi-
cia y liberalidad. Era un hombre de escelente presencia,
de linda apariencia y de maneras corteses, afables y
atractivo. Era una queja general de que todos sus antece-
sores abusando del poder, se enriquecieron, pero nunca se
dijo igual cosa de Velazco. Ademas, era un hombre de
tan altas dotes clásicas como científicas á los ojos de la
228 GOBERNANTES
gente de mejor educación, lo que le hacían un reproche al
charlatanismo y pretensiones de Francia.
Elntre las víctimas que fueron presa de la estúpida tira-
nía de éstO; se halló el desgraciado y venerable general
Velazco, quien estuvo al frente del gobierno, desde mayo
de 1806 hasta mayo de 1811.
Suplantada su autoridad por la junta, aun sus mismos
enemigos le respetaron hasta permitirle, sin ser molesta-
do, vivir donde se le antojara. Su modo de vida era sen-
cillo, frugal, retirado y sm ostentación. Todo su atavio .
era escrupulosamente aseado. Cuanto constituía su hu-
milde morada tenia un aire de limpieza y de arreglo que
manifestaba mas bien escasez que no hábito de elegancia
y de gusto. La poca vagílla que poseía, desparramada
sobre su mesa, no permitiendo mas que un huésped, se
mantenía siempre brillante. Su fiel criado Benito, que le
había traído consigo de España, le servia con reverente
atención, quien, mas que sirviente, era su ángel guardián.
Era sostenido con las voluntarias y honorables donacio-
nes de sus compatriotas los españoles, llenando sus nece-
sidades de un modo delicado.
Apesar de todo el respeto que por él tenia el pueblo
paraguayo, sus antiguos servicios, sus venerables canas,
su vida tranquila, ni su carácter amable, pudieron sal-
varle de la venganza de Francia. Tanto él como su cria-
do fueron presos y metidos en la cárcel, donde se le dejó
abandonado, achacoso y sin alimento. Se le puso en
libertad cuando estaba próximo á separarse del mundo,
llevándole ala tumba sus anteriores padecimientos. Su
fiel criado sólo le sobrevivió un día.
Lin. DON MANUEL GUTIÉRREZ, interino ó delegado,
enl807, durante la ausencia de Velazco en Buenos Aires,
cuando la invasión inglesa.
LIV. DON EUSTAQUIO GIANINI, interino en 1809.
LV. CORONEL PEDRO GARCÍA, comandante político-
DEL PARAGUAY 229
y militar dé la Villa de San Pedro, interino, en 1810, du-
rante la ausencia de Velazco á Jos pueblos de Misiones
sobre el Paraná, para traer gente, con motivó de la in-
vasión del ejército del general Belgrano.
REVOLUCIÓN DEL PARAGUAY w
Varios oficiales que habian servido en la acción de Ta-
cuarl y prestádose gustosos á cooperar en la revolución,
se hallaban á la sazón en la Asunción. El capitán don
Juan Pedro Caballero les habia prevenido que la señal de
alarma, para reunirse en el cuartel general de la plaza,
seria un repentino é intempestivo repique de campanas
en la catedral. A las diez, más ó menos, de la noche
del 14 de mayo de 1811, hizo dar la señal prevenida y
se avanzó el primero con algunos pocos individuos de con-
fianza á tomar el cuartel y apoderarse de las armas como
se verificó sin violencia y sin oposición alguna de la guar-
nición, ni del oficial don Mauricio José Troche que la man-
daba. Posesionado Caballero del cuartel, y habiéndosele
reunido ya mucha parte del pueblo que se habia ad-
herido á la revolución y ofrecldole sus servicios, se le
sometió toda la guarnición, y fué reconocido comandante
del cuartel.
En este estado requirió é intimó al gobernador Velazco
la cesación en el mando de la provincia, ó que entre-
tanto se celebrase un congreso nacional que determinase
y deliberase la forma de gobierno que le pareciera mas
conveniente y adaptable á las circunstancias en que se
hallaba la España. El gobernador Velazco convocó á
sus adictos, y se negó á acceder á la propuesta de Caba-
llero; repitió éste su requerimiento proponiendo se le
nombrarian dos consocios, con quienes actuase el despa-
(1) Sobre la Beyolucion del Paraguay tomamos los principales datos
de la obra de Molas.
830 GOBERNANTES
cho de las causas y asuntos de gobierno hasta la celebra-
ción del congreso. Siguió el gobernador con su oposi-
ción, pernnaneciendo inflexible toda esa noche á cuanto se:
le proponía por el cuartel. Vanos fueron todos sus es-
fuerzos hasta que amaneció el día 15, sin que el gober-
nador desistiese de su oposición, ni las tropas de su
empresa de usar de la fuerza; y ñrmes éstas en salir con
su intento, se presentaron en la plaza con dos piezas de
artillería, determinadas y resueltas á batir y derribar las
casas de gobierno.
Ed vista, pues, de esta disposición y firmeza de los
revolucionarios, accedió el gobernador á cuanto se le ha-
bla propuesto y exigido la noche anterior. En su conse-
cuencia, se nombraron los dos consocios.
LVI. JUNTA DE GOBIERNO PROVISORIO, compuesta
del general Velazco, presidente, doctor José Gaspar Ro-
dríguez de Francia y don Juan Valerio de Zevallos, vo-
cales, á nombre de Fernando Vil, entrando en función el
16 de mayo de 1811, y debiendo durar hasta la reunión de
una asamblea general ó congreso que determinase el ré-
gimen y la forma de la nueva administración.
Al dia siguiente (17 de mayo) publicó el general Velazco
el notable bando siguiente: "Habiendo convenido en pro-
ceder en el despacho asociado con el doctor José Gaspar
Francia y don Juan Valeriano Zevallos hasta tanto que se
establezca el régimen y forma de gobierno que deba per-
manecer y observarse en lo sucesivo, se da á saber al pú-
blico para su inteligencia en consocio con dichos adjun-
tos. Que sus miras é intenciones benéficas y pacíficas
son dirigidas solamente á promover la mayor felicidad
de la provincia, y no ha tenido por causa y por objeto
entregar ó dejar esta provincia al mando, autoridad 6
disposición de la de Buenos Aires ni de otra alguna, y
mucho menos el sujetarla á ninguna potencia estraña; y
DEL PABAGÜAY 231
que todos los nominados muy distantes de semejantes
ideas no han tenido ni tienen otra que la de continuar con
todo esfuei'zo haciendo los sacrificios que sean posibles
á fin de sostener y conservar los fueros, libertad y digni-
dad de esta provincia . . . Que conformándose con
Buenos Aires no se tendría otra mira sino la defensa co-
mún bajo un sistema de mutua unión, amistad y confor-
midad; cuya base sea la igualdad de derechos!!."
Lo primero que hizo este nuevo gobierno fué ordenar
se recogiesen las armas de fuego y blancas que existian
en poder del partido realista que se componia de los es-
pañoles europeos y de algunos paraguayos, á fin de pre-
caber una contra-revoIucioñ para reponer á Velazco.
Apesarde esta providencia, hicieron también que de la
campaña bajase alguna tropa para resguardo y seguri-
dad de la ciudad, como se verificara. Mandaron evacuar
la ciudad de Corrientes, que de orden del gobernador
Velazco, la habia ocupado el comandante del Pilar Jaime
Ferrer, que era también gefe de la fuerza fluvial, y se le
separó á éste de todo mando en aquella frontera.
A los veinte y cinco dias de la revolución, habiéndose
tomado todas las providencias convenientes á la seguri-
dad y tranquilidad interior y esterior de la provincia, se le
suspendió del mando y puestos eniin lugar de seguridad
(9 de junio) á don Bernardo de Velazco y á los capitu-
lares de aquel año, que eran españoles los mas, y fueron
encerrados en el cuartel, quedando solos los dos conso-
cios.
LVn. DOCTOR JOSÉ G. R. DE FRANCIA y don Juan
Valeriano de Zevallos, desde el 9 de junio (1811) por la se-
paración y prisión de Velazco, con la jurisdicción interina
hasta la resolución del congreso que debia reunirse.
A fin de satisfacer al público de todo lo obrado hasta
entonces, se espidió un bando firmado por el comandante
y oficiales del cuartel general de la Union, diciendo á los
232 GOBERNANTES
habitantes del Paraguay: que los depositarios de la autori-
dad en el detestable proyecto de someterla provincia á una
dominación estrangera, ó valerse de sus fuerzas para sor-
prenderla con el simulado aparato de auxilio. Que la
aprximacion de tropas portugueses hacia los límites de la
provincia, á saber, al norte, en los establecimientos de
Coimbra, y al este en el pueblo de San Borja, al mando
del capitán general de San Pedro. Que la venida del te-
niente de dragones don José de Abreu, enviado por dicho
general á esta ciudad (Asunción); la misteriosa reserva
con que se disfrazaba el verdadero objeto de su comisión.
Que después de la revolución se fueron notando y des-
cubriendo otros hechos tan circunstanciados que no ha-
cia dudable aquel concepto. Queapesar de estar ya cer-
rado el pliego de contestación á dicho general, Velazco
sólo manifestó á sus consocios del gobierno un brevísimo
y frivolo borrón que no condecia con los planes y demás "
que contenia el oficio del general de San Pedro. Que la
fuga del coronel Pedro Garcia, abandonando el mando
de la población que estaba á su cargo, después de haber
noticiado del suceso de la revolución, llevando su ruta á
dichos establecimientos portugueses del norte, era otro ac-
cidente que inducía mas que vehemente presunción. Pero
que lo que removía toda duda en el particular era la car-
ta interceptada por el gefe de las tropas paraguayas don
Blas José Rojas, escrita en la Bajada al propio Velazco,
por don Carlos Genovés, enviado por él á Montevideo,
como era notorio. Que en esta carta encargó Genovés á
Velazco, que redoblase sus comunicaciones con los por-
tugueses: qne estos cubriesen inmediatamente la costa
oriental del Paraná; que los del norte cayesen también
sobre el Paraguay; que las fuerzas de mar paraguayas
cubriesen igualmente aquel punto; y que de este modo
teniendo la costa occidental, concluye diciendo Genovés á
Velazco somos los reyes de la America del Sur. etc., etc.
En el cuartel general déla Asunción del Paraguay, á9 de
DEL PARAGUAY 233
junio de 1811. — Finado Pedro Juan Caballero, Fulgencio
Yegros, Aíitonio Tomás Yegros, Mauricio José Troche,
Juan Bautista Rivarola, Manuel Iturbe, Fraciscq Antonio
González, José Joaquín León, Mariano del Pilar Mallada,
Blas Domingo Franco, Agustín Yegros, Pedro Alcántara
Estigarribia,
Instruida la provincia de los graves motivos que prece-
dieron é impulsaron á los oficiales, tropas y vecinos de la
capital á la separación y remoción total del gobernador
Velazco del mando absoluto de la provincia, fué convoca-
do un congreso general por medio de esquelas, para el 18
del mismo mes de junio.
LVm. JUNTA GUBERNATIVA, nombrada el 22 de ju-
nio y compuesta de los cinco siguientes; general Fulgen-
cio Yegros, presidente, el comandante don Juan Pedro
Caballero, el doctor José Gaspar Rodríguez de Francia, el
presbítero doctor Francisco Javier Bogarin y el doctor
Fernando de la Mora vocales, y sus funciones debian du-
rar cinco años.
Se nombró asesor al doctor Gregorio de la Cerda, se-
cretario á don Mariano Larios Galvan y escribano público
a don Jacinto Ruiz.
Apenas intalada la junta, se agitó la cuestión por un
número de ciudadanos, convocado al efecto en el palacio
de gobierno sobre si éste habia de seguir rigiendo los des-
tinos del país á nombre de Fernando VIL El doctor
Francia, cuya opinión decidida era en sentido contrario,
entró en el salón de acuerdos en lo más acalorado del
debate. Dirigiéndose á la mesa y tomando asiento al la-
do de varios funcionarios de gobierno, sacó un par de
pistolas cargadas y las colocó delante de él, diciendo:
"Estos son los argumentos que traigo contra la suprema-
cía de Fernando VIL'*
A tan audaz como práctico argumento, sus compatrio-
tas se pronunciaron abiertamente por la independencia
234 GOBERNANTES
absoluta de la madre patria, siendo la primera declaración
categórica que se hiciera en la América del Sur, en con-
tra posición de lo que se habia practicado en Buenos Aires,
en donde, á nombre á^ nuestro querido Fernando VII, se
derramaba la sangre de los que combatían en defensa del
mismo monarca.
En seguida decretó:
1? Que el Paraguay se gobernarla por sí mismo sin la
intervención de Buenos Aires, proclamando por ese he-
cho la independencia paraguaya.
29 Que, sin embargo, conservarla buenas relaciones
con esa provincia, y que enviaría diputados al congreso
general.
3? Que los derechos de aduana se establecerían regular-
mente y que el monopolio del tabaco quedarla suprimido.
49 Que, en ningún caso, las leyes y resoluciones del
congreso argentíno obligarían al Paraguay, sino después
de haber sido aprobadas por la asamblea general.
*
El 20 de julio (1811); la junta gubernativa del Paraguay
pasó un oficio á la de Buenos Aires justificando su re-
sistencia á las tropas de Belgrano, no habienco tenido otro
objeto que su natural defensa; y declarando que mientras
no se formase el congreso general, la provincia del Pa-
raguay se gobernarla por si misma, sin que la junta de
Buenos Aires pudiese disponer y ejercer jurisdicción
sobre su forma de gobierno, régimen, administración, ni
otra causa alguna correspondiente á ella.
La junta de Buenos Ai^es envió sus representantes
plenipotenciarios cerca de la del Paraguay, con el objeto
de acordar las providencias convenientes á la unión de
ambas provincias y demás confederadas que formaban
antes el estinguido vireinato delRio de la Plata, como en
efecto envió á don Manuel Belgrane y á don Vicente
DEL PARAGUAY 235
Anastasio Echevarria. Llegados éstos á la ciudad de
Coprientes, avisaron de su arribo, pidiendo permiso para
su entrada en el Paragay, á cumplir y llenar la misión
que llevaban.
La junta gubernativa contestó (9 de setiembre) no
haber recibido contestación á un oficio de 20 de julio, ya
citado, y ademas que mientras el gobierno de Buenos
Aires no reconociese espresa y formalmente la indepen-
dencia del Paraguay en los términos propuestos y acor-
dados por dicha provincia, no era llegado el caso de
entrar oportunamente en tratado alguno relativo á la pro-
vincia del Paraguay, siendo su independencia la que de-
bía asentarse por preliminar de toda ulterior determi-
nación.
Francia intrigaba contra el gobierno de que él, si bien
ausente, seguía formando parte; recibia visitas secretas
de la mayor parte de los principales labradores y estan-
cieros: fomentaba las aspiraciones de hombres que jamás
habian soñado ni pretendían alcanzar el poder, mostrán-
dose manso y condescendiente con la clase mas baja de
la sociedad, y altanero con la mas elevada. Su plan era
inspirar á la gente del campo el sentimiento que los que
gobernaban eran unos ignorantes sin mérito alguno, é
insinuándoles que si él subía, ¡cuan diferente seria! Les
hacia ver que el objeto de la revolución había sido derrocar
las pretensiones aristocráticas de la España, y entretanto
esas pretensiones eran mas odiosas y sólo habia un cam-
bio de personas iguales ó inferiores.
¿Quién es Yegros? — presidente de la junta, decia Fran-
cia— Un ^ucho ignorante.
¿Quién es Caballero? — agregaba, — nada,y sin embargo,
los dos son generales investidos de la suprema autoridad
*.
236 OBERNÁNTES
insultándoles á ustedes con ostentaciones tan ridiculas co-
mo despreciables.
De este modo derramaba Francia el veneno de su de-
safección y descontento en el oido de sus compatriotas,
quienes sin escitacion admiraron su patriotismo, respeta-
ron su integridad y veneraron su sabiduría.
Francia que veia que los miembros de la junta se entrete-
nían en diversiones, paseos ó caza, y á veces, erigiéndose
en jueces supremos ó tiranos caprichosos, infligían casti-
gos, distribuían los empleos y favores á los que ofrecían
mas, y se dejaban guiar, en su conducta política, por mu-
geres depravadas é intrigantes, concibió, desde ese mo-
mento la idea de apoderarse de la autoridad suprema que
nadie se hallaba en estado de disputarle.
La* junta, el 16 de setiembre, mandó prender á los indi-
viduos siguientes:
Capitán José Teodoro Fernandez, paraguayo.
Fiscal de real hacienda, Juan Bautista Achard, para-
guayo.
Alcalde de 29 voto, Antonio Recalde, español.
Capitán urbano, Cayetano Iturbui'u, español. Este sa-
lió de la prisión el 13 de marzo de 1812.
Alférez de miñones urbanos, Juan de Acosta, paragua-
yo. Salió el mismo dia que el anterior.
Capitán de miñones urbanos, Juan José de Machain,
paraguayo. Salió de la prisión el mismo dia.
Camandante de artillería Martin Rey, paraguayo.
Capitán de id. Luis Saá, español.
Id. id. Pedro Juan Celpa, español.
Id. id. Rafael Zavala y Peña.
Teniente de granaderos urbano y regidor Pedro Vicen-
te Capdevilla, ^paraguayo.
Don Francisco Riera, regidor, español.
Don José Antonio de Zavala y Delgadillo, coronel, ar-
restado en su casa. Este salió del arresto el 9 de marzo
de 1812.
DEL PARAGUAY 237
Los siguientes, presos y escapados de parte de noche.
Regidor don José Carísimo, español.
Id. Id José del Barrio id.
Alguacil mayor don José de Arza, id .
Capitán de artillería don Antonio Zavala, id.
Alférez de id. don F. Guerrero, id.
Teniente de id. don Pascual de Urdapilleta, con prisio-
nes, español.
Don Manuel Fernandez y Goyri, paraguayo.
Id. Juan Antonio Marín, id.
Alférez urbano don José Lino de León y Zavala, id.
Salió el 13 de marzo de 1813.
Don Pedro Pablo de Zavala y Peña, id.
■
Cabo veterano N. Rodríguez.
Don Francisco Menchaca.
A los pocos dias de estas prisiones, el dia de San Mi-
guel, 29 de setiembre (1811) á las doce a. m. salió del cuar-
tel la compañía de granaderos á la plaza, tocando cajas y
dando gritos de "¡Viva el rey! ¡Viva nuestro gobernador!
¡Mueran los traidores!" Cercan la casa de gobierno, con
bayoneta calada en ademan de acometer, con cañones en
la puerta del cuartel, aparentando sublevarse éste, requie-
ren á los presos encepados para que se reunieran á ellos.
Dominada esta insensata revolución, salen partidas á
prenderá los siguientes: —
Cabo veterano de dragones Martin Correa, criado de
Velazco, el pulpero catalán Martin, el mayorquino. Es-
tos dos con solo el término de una hora, fueron dispuestos
y ajusticiados y pendientes sus cuerpos de una horca.
El receptor de alcabalas don José Cristóbal de Santi-
bañez, preso en la cárcel.
Fueron pasados por bajo de la horca, los sigientes ciu-.
dadanos paraguayos: •
Factor oficial don Severo de Oscaris.
Lector dominico fray N. Taboada y Piedad.
Regidor don N. Enteerria.
238 GOBEBKANT£S
Don Plácido Carísimo.
Id. Juan Bautista Carísimo.
Id. Bernardo de Haedo^ alcalde de 1^^. voto.
Id. Antonio Diaz y su dependiente.
Id. Emeterio Martinez, español.
Don Antonio Martinez Várela se libró de la misma pe-
na por no haberse dado con él hasta las tres de la tarde;
y concluida esta operación fueron embarcados en el ber-
gantín de don Juan José Machain, fondeado en medio rio.
A mas de los anteriores fueron pasados por bajo de la
horca, un sobrino del ajusticiado mayorquino, un catalán
y un gallego, los cuales, conducidos como los demás al
bergantín, al dia siguiente (30 de setiembre) fueron pues-
tos en libertad.
El predicador fray José Martinez, español, que predicó,
el sermón del Patrocinio en la catedral, entró igualmente
preso en el bergantín el 18 de noviembre, .saliendo de la
prisión al mes cabal.
A ninguno de los cometidos se le formó causa, y con
motivo que el bergantín no pudo salir por tener que ha-
cerlo reparar el dueño, se dispuso saliesen de él los presos
guardando arresto en sus casas (31 de diciembre), ios que
después fueron sucesivamente puestos en libertad.
Con escepcion de Saá, todos tuvieron que dar un dona-
tivo para salir libres del destierro á Borbon, conmutándo-
seles con los siguientes destinos:
A Machain 2000 pesos, y desterrado á Villa Rica.
Iturburu 2500 pesos, y desterrado á Iguamandiyú.
Capdevilla 3000 pesos, y á Curuguati.
Acosta 4000 pesos, y á Villa Rica.
León 1500 pesos, y al partido de Cumbaritl, doce leguas
de la ciudad.
Achard 1000* pesos, y á su estancia de Ibitiminí.
Fernandez 1000 pesos y á su estancia en Villa Real.
La revolución del 29 no pasó de ser una asonada sin
DEL PARAGUAY 239
consecuencia alguna, y la ejecución de los mencionados
individuos, fué un acto bárbaro. Francia que fingia ig-
norar todo, corre presuroso, pues, como se dijo, se hallaba
separado de la junta, y consigue se sobresea en la eje-
cución de los demás presos, cuya causa se seguia, con-
mutándoseles la pena, la que, con el tiempo quedó reduci-
da á simple detención limitada.
Damos á conlinuacion una breve y sucinta relación de
los sucesos memorables que tuvieron lugaren la Asunción
desde el dia 14 de mayo de 1813.
A las nueve 'de la mañana del 14 de mayo (1812), se
anunció al público un bando solemne, con música mi-
litar, que se estrenó en este acto, siendo la función del
dia siguiente en memoria de la revolución del año 1811;
ordenando asistiese todo el vecindario, á la misa, Te-Deum
y besamanos, con iluminación de las calles, sopeña de
cuatro pesos de multa. El mismo dia por la mañana, la
junta intimó orden de confinación fuera de la provincia,
dentro de tercero dia, al cura vicario de Villa Real y su
teniente por haberse manifestado adictos, según se decia,
á la causa del partido porteño.
Después de oraciones hubo salva de artillería, habién-
dose enarbolado el pabellón tricolor, con música en la
plaza, iluminación en las calles, disparo de un cañonazo
cada media hora toda la noche hasta salir el sol del
dia 15.
En este á la hora acostumbrada pontificó el obispo con
toda solemnidad, predicando el doctor Viana, siendo el
asunto que "San Isidro (á quien juraron los militares Pa-
trón de su cuartel general) por su presencia en España,
las atrocidades de los franceses, efecto de la divina Provi-
dencia, eligiendo al Paraguay para prestarle su protec-
ción en cambio de Madrid."
SíO Gobernantes
El presidente de la junta prestó por los oficiales, el ju-
ramentoy voto del patronato, dicho ante el obispo.
La concurrencia del vecindario fué numerosísima en el
templo y besamanos. Se cantó el Te-Deum, y en obse-
quio de esta celebridad la junta mandó poner en libertad
del arresto á Celpa y algunos delincuentes de la cárcel
pública.
En conmemoración del dia, el comandante del cuartel y
los oficiales pidieron al gobierno la restitución del vocal
Francia, suponiéndolo preso, y se les contestó que resol-
vería, en virtud de no haber sido espulso.
Al salir el cabildo para la función, el escribano de go-
bierno notificó al regidor Aresti orden de destierro al fuer-
te Apa, por haberse manifestado contra el proceder de la
junta, y por súplica de los alcaldes se le conmutó su confi-
nación á su estancia .
A prima noche hubo baile en la casa de gobierno con
asistencia de muchos españoles europeos.
Gomóla situación del rey Fernando afligia mucho á la
junta de gobierno del Paraguay, promulgó ésta á las
nueve de la mañana del dia 21 del mismo mes (mayo de
1811) bando muy solemne con música en que se man -
daba que para los dias 19, 20 y 30 del siguiente mes (junio)
se preparase todo vecino estante y habitante de la capital
con caballos y ijaeces á proporción de sus facultades, so
pena de ser tenido por infidente y sospechoso j para acom-
pañar al Real Estandarte del señor desdichado Fernando
vn, convocando para lo mismo á los correos de todos los
pueblos de Misiones y provincia, á un justicia ó regidor de
cada villa. Y al salir el sol del dia 30 (mayo), se enarboló
el pabellón tricolor, con salva menor de artillería, que se
repitió á la tarde en su descenso, en obsequio del referido
rey Fernando habiendo obtenido del gobierno el capellán de
cuartel general licencia, para que los presos de estado se
comunicasen en celebración de dicho Fernando vn, hasta
el momento en que el comandante prohibiera su continua-
DEL PARAGCJAY 241
cion. La concurrencia de visitantes fué tan numerosa, co-
mo era natural, desde que los presos lo eran de igual mo-
do, que el cuartel se volvió un templo donde se gana ju-
bileo de toties quoties^ con general regocijo de la ciudíad.
El 19 de junio (1812) por la mañana, se publicó nuevo
bando ordenando que los descontentos con el gobierno de
Id junta saliesen de la provincia en el término de quince
dias, con la condición de que serian auxiliados por el mis-
mo gobierno hasta fuera de su jurisdicción, y si pasado
este término alguno atentase contra él habia de ser casti-
gado. Al medio dia se enarboló el Real Estandarte con
cintas tricolor, haciéndose el paseo á la tarde con mucha
solemnidad, con sesenta indios montados y acompañados
délos corregidores de los pueblos y corporaciones y algu-
nos vecinos, hasta un punto que se adornó preventiva-
mente con geroglf fieos de árbol de la libertad y demostra-
ciones de regocijo que en contorno hicieron los vocales
de la junta. Por la noche hubo baile en el cabildo, orga-
nistas de música por los calles, iluminaciones en todas
las casas de los gremios de artesanos. Esto no impidió
que esa misma noche, mandara la junta prender, como
se hizo, á don F. Recaído, por aporteñado. Al dia si-
guiente (20), se repitió el paseo por Santo Domingo* con
igual solemnidad, concurriendo mucha gente á la catedral
en la que pontificó el obispo, predicando el doctor Riveros
sobre los dos puntos siguientes: 1° de las obligaciones del
gobierno para con Dios, la religión y la patpia. 2o de las
del pueblo para con el gobierno, diciendo al concluir un
discurso importante contra los votos de algunos indivi-
duos de las cortes sobre los artículos de igualdad entre
europeos y americanos. A la noche se representó por
primara t?^i?, á nuestro conocimiento, la comedia "Mas
vale tarde que nunca."
Aprovechando la solemnidad del acto, el coronel con
algunos oficiales pidieron la libertad de los presos y de
Iturbe, mas la junta mandó en contestación que se les
17
242 GOBERNANTES
pusiese prisiones de nuevo. En los dos dias siguientes
hubo juego de sortija y por la noche baile y repetición de
la comedia.
•Al salir el sol del dia 15 de agosto (1812) se hizo salva
de artillería enarbolándose el pabellón tricolor, pero al
comenzar la misa mayor la junta mandóarriar éste, sus-
tituyéndolo otro también tricolor aunque con listón ancbo
blanco en medio, colorado, angosto arriba y azul abajo,
con las armas de la ciudad por un lado, y las del rey en
el blanco. Al alzar y terminarla misa, se hizo fuego de
artillería.
Por auto que la junta proveyera (26 de setiembre) pro-
nunció ésta sentencia revocatoria por contrario imperio,
para que los presos hiciesen su defensa en treinta dias
con todos cargos y ser condenados por trance del asunto
relevándoles de la pena capital y perdimiento de bienes en
n)ulta de 30;000 pesos para una muralla á prorata, como
sigue; Acosta 8,000 pesos, Capdevilla 6,000, Iturburu
5,000, Machain4,000,Leon 3,000, Achard 2,000, Fernan-
dez 2,000, y mientras durase la obra, destierro áBorbon,
y Saá por ocho años, y, después de conclusa, espatri ación
con sus familias todos. A Centurión tres años de alcaidía
sin sueldo,^con cargo de pedir limosna con los presos dia-
riamente: dándoseles seis dias de plazo para que deliberen
sobre su conformidad, y en caso contrario se seguirla la
causa. Los antecedentes que espresa la sentencia son
vehementes conjeturas, unas, cortas sospechas, y otras,
pruebas de menor congruencia, por denuncia del capitán
de artillería don Francisco Laguardia, teniente don Pedro
Alcántara Estigarribia y el soldado Luis Cabrera, quie-
nes presentaron á la junta cuatro mil y tantos pesos, ha -
bióndoles dado los presos, según autos á que se refieren
ja denuncia 11,000 pesos, para que solicitasen de la junta
la apertura del puerto entonces precluso (desde 26 de se-
tiembre), á que se refiérela confesión llana délos presos:
se les declara proditores por haber querido atentar, sQgua
DEL PARAGUAY. 243
la sentencia, contra las inviolables y sacrosantas perso-
nas dergobierno,. cuya deposición, dice la misma senten-
cia, pretendían tratando de reponer al gobernador Ve-
lazcocon dos socios, don José Antonio deZavalaydon
Juan Benito Achard. Esta sentencia comprendía ocho
fojas.
Los presos á su vez, no pudiendo hacer otra cosa
presentaron un memorial, llevado por el mismo obispo á la
•junta (1° de octubre) todos sujetándose completamente á lo
dispuesto en la sentencia, suplicando la permuta del destier-
ro á Borbon en otros destinos, á saber, Fernandez, á su es-
tancia, Achard, á la suya en Ibitimi, Iturburu, álguaman-
diyú, Machain, á Villa Real, Acosta á Villa Rica, Capde-
villa, á Curuguati, León, dentro de la capital. Sáa se ofre-
cía de sobrestante de la obra de la muralla, asignando
todos los poderosos motivos de su súplica.
En obsequio de la verdad, es necesario confesar que
Francia se halló ausente del cuerpo durante la mayor parte
del tiempo á que se refieren los sucesos njemorables que
se acaban de relatar, hasta el 16de noviembre (1812) que se
incorporara á la junta, á fuerza de ruegos y súplicas de
sus compañeros, habiendo sido felicitado (el 18) 'por todo
el cabildo en cuerpo. .
A los pocos dias de la reincorporación de Francia se pre-
sentó (20 de noviembre de 1812) la muger del alférez don
F. Guerrero, que fué preso el 23 de setiembre de 1811, pa-
ra que se aliviase las prisiones á su esposo, mandan-
do aquél ponerle en libertad plena. La señora doña
Clara de Machain y doña petrona de Zavala se presenta-
ron (21 de noviembre) solicitando el despacho de un es-
erito suplicatorio de los presos, las cuales fueron despedi-
das con mucho consuelo de Francia, quien, tres dias des-
pués, mandó poner en libertad á los compañeros de Guer-
rero, don José Cristóbal de Santibañez y don José Gómez.
En contraposición de esto, la junta mandó (3 de diciembre)
embargar cuatro buques para armarlos en guerra.
244 GOBERNÁHTBS
La noche del 26 de diciembre hubo una farsa digna de
referirse por ser tan original como graciosa; él caso
fué como sigue. Se anunció el casamiento del coman?
dante don Antonio Tomás Yegro?, con una hija de Sperati^
hermana de la muger del presidente de la junta. Propá-
gase esta noticia con motivo de que dicho Yegr os hizo
disponer para aquella noche un gran aparato como para
baile, haciendo convidar á las señoras de la ciudad, en ce-^
lebracion de un casamiento enigmático. Al anochecer se
iluminó toda la casa de los Yegros, disponiéndose un
grato refresco: habia dos orquestas: concurrió mucho
pueblo. Llegan las señoras, oficialidad y todos en es-
pectacion, al ver todo un hombre ocupado en mil tonteras
y ridiculeces, hacer la irrisión de los concurrentes sin pro-
cederse á ningún acto formal. Todos se preguntaban
¿Quién es la novia? ¿Cuándo se baila? En efecto, la asis-
tencia del presidente de la junta y cura párroco doctor
Quintana hacia creer aquella voz; pero nada hubo; fueron
retirándose poco á poco los concurrentes burlados y sa-
tisfechos de la locura del comandante. La música ama-
neció y continuó todo el dia siguiente y subsiguiente hasta
el 29 en que se repitió la misma pantomima.
Las violentas é inicuas medidas que carecterizaban la
primera elevación de Francia al poder no deben atribuirse
á él solo; sino á la debilidad, timidez é ignorancia de la
junta, que cometiera el crimen de permitir que un espiritu
tan sombrío y malvado como el de aquél llegara * á con-
seguir la autoridad absoluta. Cuando él entró á formar
parte de ella, sus consejos, aunque él lo pretendiera no
eran decisivos, habiendo tenido fuertes reyertas con 'Sus
compañeros porque no le dejaban seguir sus caprichos.
Si no se deshizo de ellos entonces fué por no considerarse
aún bastante fuerte para llevarlo á cabo. Ellos á su vez
DEL PABÁGUAT 245
eran impotentes para librarse á si mismos y al pais de se-
mejante monstruo.
Disgustado de verse asi contrariado por sus colegas,
prefirió dejarlos solos, retirándose él á su quinta enlbirai.
En su lugar, entró don Gregorio de la Cerda, como se-
cretario, ó como se titulaba, asesor de la junta, para com-
pletar el número de la corporación que había organizado
Somellera. Fijóse la atención en este personage por su
importancia en muchos sentidos. Era amabley muy ser-
vicial y, afectando sabiduría, se hacia accesible para to-
dos. Tenia una palabra suave para todo el que. pedia y
era cumplimentero para toda cara bonita, y con tan poca
malicia, que á la vez que conservaba buena relación con
todos los padres de las familias mas respetables, las ma-
dres le hacian padrino de sus hijos. De modo que venia á
ser padrino general, y como eran numerosas las madri-
nas, llegó á tener una clase de parentezco con casi todas
las mejores familias de la capital.
Ademas, su influencia entre el pueblo era grande, como
grande era la cólera de Francia al ver que otro habia sido
llamado para ocupar el lugar que él dejaba vacante, en la
casi seguridad de que la junta no encontrarla reem-
plazante.
Otro de los primeros actos de Francia al reincorporarse 4
la junta fué mandar prender á La Cerda, decretando su
destierro fuera del país en el plazo de ocho dias, porque,
como ói mismo dijo á Robertson á quien entonces trataba
con familiaridad y confianza: "Me parece conveniente ale-
jarle, porque tuvo el descaro, al salir yo del gobierno, de
tomar la asesoría sabiendo que yo le aborrecía y despre-
ciaba." Sus colegas no se atrevían á hacerle oposición,
porque sabian bien que los militares estaban cprrompi-
dos-y que los gefes se hallaban listos para ej^cutar x^ual-
quiera orden del asesor.
En efecto Francia era ya absoluto, aunque no se sen-
246 OOBEBNANTBS
tía aún seguro en su posición temiendo que algunas me-
didas suyas demasiado arbitrarías produjeran una reac-
ción contra él. Ya estaban forjadas las cadenas para el
pueblo, sólo faltaba fijárselas para que no pudieran mo-
verse.
Para efectuar esto, adoptó el medio de convocar un con-
greso, que por medio de la intriga y de las amenazas san-
cionase el suicidio de la libertad individual. Francia dio
sus instrucciones para que los ciudadaaos de los diferen-
tes departamentos enviasen diputados al congreso, á fin
de que decidiesen sobre el importante punto del envío de
diputados á la asamblea general constituyente en Buenos
Aires.
Habia llegado (20 de mayo de 1813) á la Asunción don
Nicolás Herrera, enviado de ésta cerca de aquel gobierno,
habiendo sido recibido en la Recoleta por el capitán don
Martín Fleitas y el alférez don M. Molas. La junta ó sea
Francia, acordó el envío délos di putadosá dicha asamblea,
según comunicaba Herrera á la junta de Buenos Aires, en
junio del mismo año. Lo cierto es que éste, muy luego
se apercibió que era tenido por huésped de mal agüero,
vigilado y siguiéndosele los pasos. Hasta circulaban
rumores de peligro sobre su persona, no pudiendo conse-
guir una entrevista con ningún miembro de la junta, en
(ñas de una semana. El acuerdo de la junta, á que se
refiere Herrera debe haber sido una estratagema de Fran-
cia para salir del paso.
El hecho es que los tales diputados jamás saliferon del
Paraguay, en cumplimiento del referido acuerdo, si bien
el gobierno de Buenos Aires abrigaba la esperanzado
que aquella junta obraba de buena fé, cuando en vista de la
simpatía que mostraba por la causa de Buenos Aires, que
era la de las Provincias Unidas del Rio de la Plata,
anunciando •(15 de marzo) al pueblo de la Asunción, con
repiques generales y salva de artillería, la notícia de la
vÍ2toriade Salta por el general Belgrano, con iluminacip-
DEL PARAGUAY 247
*
nes en algunas casas de la ciudad y música x^osteada por
los patriotas.
• Poco después de la brusca despedida del enviado de
Buenos Aires, Herrera, por el gobierno del Paraguay, como
un acto de retribución por su mala acogida y rechazo de
sus propuestas de alianza, el gobierno argentino impuso
fuertes derechos á todos los productos paraguayos. En
, vano se hizo presente cuan impolítica era esa medida,
Buenos ^ires siguió prestando oidos sordos; y habiendo
escrito don Guillermo Roberson á ese repecto una carta á
su amigo Herrera, recibió de éste la contestación siguiente:
"Los nuevos derechos, concedo, son fuertes; pero,
créame usted, las circunstancias lo exigen de un modo
imperioso* Si el congreso del Paraguay del 1° de octu-
bre hubiera comprendido mejor sus intereses habría evi-
tado la imposición de tan fuertes derechos. Pero cada
uno comprende mejor sus propios negocios.
"Habia una vez en Buenos Aires (permítame contar á
usted una breve anécdota), un capitán Banfl, célebre por
su chispa y jocosidad. Ocupaba el primer piso deuna casa
cuyos cuartos bajos alquilaba un rico zapatero, que tenia
una tienda magnifica.
Banfi observó que los oficiales, con el fin de vejarle y
perturbarle álahora de la siesta, cantaban á gritos hacien-
do con sus martillos un ruido infernal. Cansado de esta
molestia, un día bajó á la misma hora de la siesta, y con ,
la mayor política suplicó al patrón y peones le hiciesen el
servicio de no mostrarse tan celosos en la prosecución de
su trabajo y diversión en un momento en que todos desea-»
ban descansar. Perolos zapateros cont3staron: Que cada
uno tenialibertad de hacer en su casa lo que se les anto-
jara.''
Banfi no dijo una palabra; pero al dia siguiente, mandó
prepararun gran tacho de agua hirviendo, y¿Bn elmomen-
to de la siesta se puso á regar el piso de su pieza. El agua
penetró, como era consiguiente, por entre las junturas
2J^ GOBESNANTES
de las tablas y cayendo eñ la cabeza de los bulliciosos zapa-
teros, á unos los escaldó, empapando á otros; de modo
que, saliendo á la calle, se pusieron á dar fuertes gritos,
contra el ultraje, amenazando al capitán con hacerle com-
parecer ante el gobernador. •
"Banfi, que desde su balcón, esperaba el resultado, les
contestó con provocante compostura:" Bien, amigos mios,
háganlo; y yo^ contestaré al gobernador ''qtce cada uno ,
tenia libertad de hacer en su casa lo que se ^ le ento-
jara.''
Nicolás de Herrera.
Las credenciales del gobierno de Buenos Aires son de
fecha 4 de marzo. Herrera llegó & la Asunción el 20 de ma-
yó, y sin embargo hasta el 19 de octubre no pudo tener
contestación de la resolución del congreso sobre el no
envío délos diputados al congreso, según se verá por los
documentos que siguen:
El gobierno de Buenos Aires al del Paraguay.
Con el objeto de estrecharlos vínculos. de amistad y de
alianza entre esta provincia y la del Paraguay, y tam-
bién para manifestar la buena fé j la liberalidad de este
gobierno y colocar sobre bases seguras la felicidad pública
así como el interés mutuo de ambos territorios, estego-
bibrno ha acreditado á don Nicolás Herrera cerca del
gobierno del Paraguay, mediante las amplias facultades
que se le dan y esperamos que á su llegada á la Asunción,
.será considerado por V. S. como tal y tratado con las dis-
tinciones, la confianza y los miramientos que reclama el ti-
tulo de que va investido.
Dios guarde á V. S. muchos años.
Buenos Aires, á 6 de marzo de 1813.
Fkmsido— Nicolás Rodrigues Peña— José Jun
UanTerez — Antonio A . de Font— Juan Manuel
de Luca^ secretario interino de gobierno.
DEL PA&AOUAT 249
NOTA DE DON NICOLÁS DE HERRERA Á LOS CÓNSULES DEL
PARAGUAY
Escelentisimos señores.
No teniendo ningún documento oficial que me haga co-
nocer la determinación de esta provincia respecto del envío
de diputados á la asamblea general constituyente, lo que
era el objeto principal de mi venida al Paraguay, espero de
la bondad de VV. EE. se dignen remitirme copia en
forma, 6 instruirme oficialmente de las resoluciones to-
madas por el gobierno de VV. EE. á fin de que pueda
hacer constar de un modo auténtico el resultado de mi
comisión áese respecto.
Espero también que V.V. E.E. me concedan una audien-
cia, á fin de tratar del estado de los territorios (Buenos
Aires y el Paraguay) en sus relaciones políticas y comer-
ciales, y también para hacer la estipulación de una alian-
za establecida sobre bases seguras, y finalmente para ha-'
cer á VV. EE. las demás comunicaciones de que estoy
encargado, etc.; etc.
Nicolás de Herrera.
Asunción del Paraguay, á 15 de octubre de 1813.*
Respuesta de los cónsules á don Nicolás de Herrera
Con respecto á la comuíiicacion que habéis tenido á
bien hacer conocer & este gobierno, desde vuestra llegada,
la voluntad del supremo congreso de la provincia es no
enviar, por el momento, diputados á la asamblea que se
ha formado en Buenos Aires. En cuanto á los demás
puntos que indica nuestra nota del 15 del corriente, podéis
esta mañana, á las once, si'lo juzgáis conveniente, presen-
taros 4 la audiencia de este gobierno, para tratar dd to4o
250 GOBERNANTES
lo que juzguéis relativo á la comisión de que estáis en-
cargado.
Asunción 19 de octubre de 1813.
Doctor José Gaspar de Francia — Fulgencio
Yegros, cónsules de la República— S¿6íwí/an
Antonio Martines Saenz, secretario.
Los CÓNSULES Á Nicolás de Herrera
k
quesehabia considerado atentamente todo loque
él habia espuesto verbalmente con respecto á la presta-
ción de socorros contra los enemigos de la causa general
de la América; que el gobierno desearía concertar una
cooperación {ictiva y eficaz; pero que en el estado actual
de cosas, no juzgaba conveniente tomar medidas estraor-
dinaria§, asi como seria necesario hacer para que el Para-
guay se presentase con la dignidad que le corresponde.
Que seria injusto, sin embargo, creer en una indeferencia
por la grande obra que el Paraguay se ha propuesto tenien-
do *]a vista fija en su emancipación; puesto que ama la li-
bertad y se hisfo idólatra de su independencia. Que en el
(fongreso de mil diputados elegidos populnrmente en todas
las ciudades, departamentos y distritos de su vasta osten-
sión, se habia comprendido cuan animado está el pueblo
del amor de la gloria y del espíritu republicano; pero que
las buenas intenciones no bastaban, y*queera necesario
conciliar todas las cosas con las circunstancias. Que llega-
rla el tiempo' que, sin la menor perturbación, el Paraguay
podria manifestar su energía y hacer, en caso de necesidad,
sorprendentes sacrificios. Que el gobierno, á quien estaba
confiado sobre todo la conservación de la República y su
seguridad, haria, no obstante, lo que fuera compatible con
las circunstancias^ á fin de rel^tablecer mas fácilmente la
concordia y desechar toda idea de temor. Que, pai:a es-
DEL PARAGUAY 251
te fín sería muy conveniente que el gobierno de Buenos
Aires retirarse los derechos nuevamente impuestos á la in-
troducción de los productos del Paraguay. De este mo-
do se conservaria maS seguramente la buena armonía
de una y otra provincia, y asi se podría consolidar nue$H
tra alianza anterior.
Asunción, 25 de octubre de 1813.
Franda^TegroSj Cónsules;— 5a^n^, secretarío. •
Entre tanto, mientras llegaba el momento de la reunión
del congreso, iban acercándose los diputados de todas
partes. Francia, caballero el mas cortés y el amigo mas
atento, se hizo ahora el príncipe de los huéspedas. Les dijo
que los negocios debian administrarse de diferente modo
que hasta entonces; que el comerciante habia de tener mas
desahogo y libertad en obtener sus mercancías del esteríor
y en esportar el producto del país; al estanciero mas rico se
le dijo que era hombre de grande importancia, y, por con-
siguiente, debiá tener voz en el gobierno; al alcalde indíge-
na se le proYnetió cuanto pudiera necesitar. De este modo,
Francia concillaba á los di putados de la campaña conAo
para que quedasen preparados para hacer lo que de ellos
esperaba y que era remachar los grillos que él les*prepa-
raba para ellos mismos, al propio tiempo que les lison-
geaba con la creencia que eran en realidad el poder gober-
nante.
El modo de convocar los congresos en el Paraguay, des-
de aquella época hasta la de los López, padre é hijo, ha
sido diferente de lo que sucede en otras partes. Los fun-
i^üoacios- locales en los diferentes partidos, ejercen su
autoridad directamente del gobierno de la Asunción, y se
les ordena que envíen á lá capital jos hombres que se les
indican , para asistir al congreso . En la época de Francia,
)
2S2 DEL PÁBAGÜAT
las personas que se quería hacer venir al congreso, eran
llamadas directamente, sin atreverse'hadie á desobedecer.
Esta vez el congreso convocado por Francia se componía de
unos mil miembros, siendo del caíípo los mas de ellos, y
por el modo como se presentaban no parecían hombres
elegidos por su superior habilidad en los debates. Los
mas eran ignorantes hasta del idioma castell§ino y
sumamente incapaces de resolver por si solos la mas sim«
pie cuestión política.
Antes de salir de su casa, se les habia hecho comprender
que el gran potentado ante quien debían comparecer era
el earai Francia. Al llegar á la capital, cada uno debia
rendirle homenage por medio de un saludo tan grotesco
como absurdo, él cual se repetía todos los dias por sema-
nas enteras. Pero como el día de la apertura del congre-
so se postergarse por dos meses después de la llegada de
los diputados, se cansaron éstos de tanta labor y de los
honores de la vida pública, deseando terminar de una vez
sus funciones oficiales y regresar; el indio á su pueblo de
ranchos, el labrador á cuidar su cosecha, el pastor á sus
ganados y el almacenero á su boliche.
No gozaban sueldo alguno por sus servicios y la demora
en la apertura del congreso se prolongaba espresamente
por Francia, á fin de que el dinero que habían traído consi-
go se agotara y los miembros de la campaña se fastidiasen
tanto de la ciudad y con tantos deseos de regresar á sus
casas, que cuando al fin se reuniera, no habían de hacer
preguntas, sino votar cuanto se sometiese' á su resolución
sin hesitación alguna.
Durante el tiempo que los miembros esperaban, en la ca-
pital, el beneplácito de Francia, para abrir el congreso, ha-
bían sido bien doctrinados sobre el gran peligro que existia
de unirse á Buenos Aires; y cuando al fin llegó el día 1^ (de
octubre) y fueron citados á asistir á la augusta reunión
muy embarazados del papel que iban á desempeñar; lo
primero que se sometió á su consideración fué la cuestión
DEL PABAGUAT 253
sobre lai misión Herrera, la que fué desechada, como se
ha visto mas arriba. El motivo ostensible de la convo-
cación del congreso fií^ considerar ese asunto, pero Fran-
cia, encontrándolo tan elástico en sus manos, propuso una
medida de reforma en el gobierno tañando completa-
mente su carácter. Consistía ella en abolir la antigua
junta de cinco, sustituyéndola por dos cónsules con igua-
les poderes, Yegros y él mismo. Inmediatamente fué
sancionado el cambio y aceptadas las per sonas. La selec-
ción de Yegros fué hecha por dos razones: la primera e^
ser popular y especialmente con loSsSoldados; y la segun-
da, el ser 4gnorante y vano, y Francia sabia bien que,
proponiéndole por colega, conciliaria al mismo tiempo con
el pueblo, á la vez que su poder no seria dividido en nin-
gún sentido.
Resueltos estos dos puntos, se disolvió el congreso in-
mediatamente, regresando los miembros á sus casas,
muy alegres de salir de la ciudad cuanto antes.
Impaciente de verse solo en el poder, Francia obtuvo
del congreso que la institución consular se limitase á doc e
meses, en cuya duración ambos cónsules debían admi-
nistrar alternativamente cuatro meses, empezando por él,
de modo que, de los doce meses, Yegros vendría atener/
por su parte solo cuatro. , '
1813.1814r-LVIII GKNERAL FULGENCIO YEGROS
Y DOCTOR JOSÉ GASPAR RODRÍGUEZ DE FRANCIA,
cónsules de la República, con el tratamiento de Escelencia,
confiriéndoseles la graduación y los honores de brigadieres
de ejército y usando por divisa déla dignidad el sombre-
ro orlado con una franja azul con la escarapela tricolor de
la República, desde el 12 de octubre de 1813, en que pres-
taron juramento.
El trono destinado para loscónsules se componía de dos
sillones con ^.siento y respaldo de cuero curtido de novi-
1^ GOBERNANTES
lio, con dibujos alegórico calados, representando la Repú-
blica.
El primer sillón tenia el nombrt de César^ escrito con
letras caladas, y el segundo, el de Pompeyo. Francia se
apoderó'del primero, dejando el otro á Yegros, cuya auto-
ridad al lado de aquél era casi nula, y concluyendo al fin
por desembarazarse de él.
Sustituida la junta admin istrativa por el gobierno de
dos cónsules, aquel memorable congreso, entre otras de-
liberaciones, mudó el titulo de Provincia (aunque usándo-
lo de cuando en cuando) por el de República del Paraguay,
adoptando sus armas y colores nacionales. Y sometió
el siguiente:
Plan db góbibrno prbsbntado al segundo Congrbso reunido bn la
Mbrcbd dbl Paraguay, por bl doctor Francia t aprobado pOR
aclamación bn la SBSION del 12 DK OCTUBRE DB 1813.
Señor-Cumpliendo con lo ordenado por V. M. y te-
niendo en consideración las precisas circunstancias con el
justo fin de consolidar la unión y precaver cualquiera des-
avenencia en lo ulterior; hemos formado de común acuer-
do el siguiente:
Reglamento de Gobierno
Art. lo Continuarán en el gobierno superior de la pro-
vincia solamente los dos ciudadanos don Fulgencio Yegros
y don José Gaspar Francia, con denominación de Cónsu-
les dé la República del Paraguay^ y se les confiere la gra-
duación y honores de brigadieres de ejército^ de que se les
librará despacho firmado del presidente actual del con-
greso, secretario y sufragantes de actuación con el sello
del gobierno.
Art. 2^ Usarán por divisa de la dignidad consular el
sombrero orlado con una franja azul con la escarapela
tricolor de la República, y tendrán jurisdicción y autori-
DEL PABAGUÁY ^5
dad en todo igual, la que ejercerán unidamente y en con-
formidad. Por consecuencia, to das las providencias de
gobierno se espedirán fífmadas por los dos.
Art. 3® Su primer cuidado será la conservación, segu-
ridad 7 defensa de la República, con toda la vigilancia, es-
mero y actividad que exigen las circunstancias.
Art 4o. La presidencia quedará en adelante reducida
solamente á lo interior del tribunal que han de componer
unidamente los dos cónsules. De consiguiente, será li-
mitada ala economía y régimen interior del tribunal, cuyo
tratamiento será el de Escelencia; pero los cónsules ten-
drán el correspondiente al grado militar que les queda'
conferido.
Art. &> La comandancia general de arifaas de la pro-
vincia se ejercerá por la jurisdicción unida de los dos
cónsules.
Art 69 No obstante esta disposición, la fuerza viva, esto
es, la tropa veterana de cualquiera clase que sea, asi como
el armamento mayor y menor, pólvora y municiones de
toda especie, se distribuirán por mitad al mando y cargo
particular década uno délos dos cónsules, y éste tendrá
su respectivo parque ó almacén en el lugar ó alojamiento
de sus cuerpos respectivos para su debida autoridad.
Art 7** Habrá dos batallones de artillería de tres 6 cua-
tro compañías cada uno por ahora, ó de mas ó menos,
según las circunstancias, de suerte que cada cónsul ten-
drá su batallón, y será su gefe y comandante particular
y esclusivo. Será también gefe y comandante particular de
una de las dos actuales compañías de artillería, aplicán-
dose á este respecto la primera de ellas al cónsul Yegros,
y la segunda al cónsul Francia.
Este creará el batallón de que le corresponde ser gefe y
comandante, y para una de sus compañías podrá tomar,
si quiere, la quinta del actual batallón del que quedará de
gefe y comandante el cónsul Yegros.
Art. 8^ Lor oñciales y demás individuos de estos cuer-
256 GOBERNANTES
pos serán á satisfacción de sus respectivos comandantes
los sobredichos cónsulesr, pero los despachos de oficiales
de cualquiera de ellos se librarán en unión por los cónsu-
les á propuesta y elección de aquel á quien corresponda;
y del mismo modo las causas particulares de cualesquier
individuos de los espresados cuerpos de una y otra coman-
dancia deberán ventilarse y juzgarse por la jurisdicción
unida de los cónsules.
Art. 90 La providencia interior del tribunal en los térmi-
nos espresados rolará de aquí en adelante alternando los
dos cónsules por cuatro meses cada uno. El que la ejerza
solo se titulará cónsul en turno, y de ningún modo'cónsul
presidente, para evitar las equivocaciones de que ha sido
origen esta última donominacion. En esta conformidad
entrará ahora de turno el cónsul Francia.
La traslación de esta presidencia cumplido el tiempo
respectivamente al turno de cada cónsul, se estenderá
por diligencia firmada por los dos en el Libro de ^4 cuerdo,
y de ello se pasará noticia al cabildo de esta ciudad para
su inteligencia.
10. Se destinará en las casas de gobierno una pieza para
tribunal común y público de ambos cónsules. Estará
abierta á las horas de audiencia y despacho, y de su régi-
men y formalidad se encargará á su vez el cónsul que es-
té de turno.
11. En los casos de discordia, en cuanto r.o se oponga
alo determinado en el presente Reglamento,, la dirimirá el
secretario, y si hubiera dos lo ejecutará aquel á quien cor-
' responda aiHuar en los negocios de la clase, en que ocur-
ra la discordia
12. Se deja al arbitrio y prudencia de los dos cónsules
el arreglar de común acuerdo y conformidad todo lo con-
cerniente al mejor despacho y espediente de todos los
negocios de gobierno en todos sus ramos; asi como la
conservación de uno ó dos secretarios, y del mismo mo-
do la creación de un tribunal superior de recursos que de-
DBL PARAGUAY 257
berá conocer y juzgar en última instancia conforme á las
leyes, según la naturaleza de los casos y juicios que se
dejase á su conocimiento.
13. Los cónsules con audiencia y consulta del mismo
cabildo de esta ciudad arreglarán también el sueldo que
deban tener asi ellos como los secretarios, y miembros
del nuevo tribunal, 6 cámaras de recursoss, si se creasen.
14 Si alguno de los dos cónsules faltase absolutamente
del gobierno por muerte 6 por retiro, procederá el que
quedase á convocar dentro de un mes á congreso general
de la provincia en la forma, método y número de mil su-
fragantes elegidos popularmente en todo la comprensión
de la provincia como al presente, y sin perjuicio de esta
deliberación, se establece también como ley fundamental,
y disposición general, perpetua, é invariable que en lo ve-
nidero se celebrará anualmente un congreso general de la
provincia al propio modo, con la misma formalidad, nú-
mero y circunstancias, y señalándose á este efecto el dia
15 de cada mes de octubre, en cuya conformidad se espe-
dirán puntualmente las coiTespondientes convocatorias á
mediados de setiembre, con el justo fin de que la provin-
cia oportunamente, ó al menos una vez al año pueda con-
gregarse á tratar, como pueblo libre y soberano, lo mas
conducente á la felicidad general, á mejorar su gobierno,
si fuese necesario, y á ocurrir ácualesquier abusos que
puedan introducirse, tomando las disposiciones, y hacien-
do los establecimientos mas bien meditados con el cono-
cimiento que dá la esperiencia.
15. Se observará el presente Reglamento hasta la deter-
minación del futuro congreso, y se copiará en el libro de
acuerdos de gobierno.
16. Los cónsules comparecerán inmediatamente á jurar
ante el presente congreso soberano el observar fiel y cum-
plidamente el presente Reglamento .
Lo mismo ejecutarán por su orden todos los oficiales de
las tropas acuarteladas, los cuales tomarán igual jura-
18
258 GOBERNANTES
mentó en el cuartel á los individuos de sus respectivas
compañías dando cuenta con la diligencia para su agre-
gación á las actuaciones del congreso; con prevención
que el que rehusase este reconocimiento y juramento será
despedido del cuei^po, asi como castigado con la misma
pena y otras mas severas el que después de reconocido
y jurado el presente Beglamentode cualquiera manera lo
quebrantase.
Art. 17. Queda adoptado por la provincia el método y
número de sufragantes del presente congreso, y por lo
mismo se prohibe al gobierno, el que sin deliberación de
otro semejante congreso pued^ variar ó mudar esta for-
ma y número de sufragantes. — Asunción, octubre 12 de
1813.
Fulgencio Yegros—José Gaspar R. de Francia.
Esta ley fundamental fué publicada en la forma acos-
tumbrada en la Asunción por los cónsules de la República
en 21 de octubre (1813.)
La corte de Rio Janeiro puso el sentimiento patriótico
del doctor Francia á la prueba, consiguiendo de éste lo
que aquella pretendía, sólo que el éxito no fué feliz. Se
envió una misión al Paraguay (1813) encomendada al
doctor Cloiria, para negociar con el doctor Francia la
anexión á Portugal de la provincia de su mando, como
eónsul, proponiéndole erigirla en ducado, gobernado por
él. Con el fin de llevar adelante la negociación, Francia
nombró á don José Zamborain, hijo de Buenos Aires,
quien partió para Borbon á entenderse con Cloiria. En cam-
bio de su separación de la causa de América, el futuro [dic-
tadorsolo exigia, á mas de los fueros y exenciones que se
propusieron, se otorgase á su provincia una constitución
particular. La negociación se hallaba muy avanzada, cuan-
do el señor Zamborain, escitado de su patriotismo, retiró
DEL PARAGUAY 259
SU participación en tan grave asunto, negándose á autori-
zar ningún arreglo de esta naturaleza. Francia, que no
era hombre con quien se pudiera jugar impunemente,
tomando el espontáneo retiro de Zamborain por una grave
falta, le hizo embarcar en una canoa que bajó el Paraná,
custodiado por un oficial, qtiien én el Paso de la Patria,
le comunicó la orden que llevaba de fusilarle en ese punto.
Zamborain consiguió mover el noble corazón de su guar-
da y ambos fugaron á Santa-Fe, pasando en seguida á
Buenos Aires, en donde dieron inmediatamente aviso de
lo sucedido, al triunvirato que gobernaba entonces. Alar-
mado el gobierno de Buenos Aires con las maquiavélicas
maquinaciones en que habia entrado el cónsul Francia,
que ponia en peligro la independencia de estas provincias,
ofició al general Artigas y á otros gefes, dando las ins-
trucciones acerca de la conducta que habian de observar
en caso necesario. (1)
El gobierno consular, ó mejor dicho, el doctor Francia
que era el todo, siéndole incómoda la existencia de los es-
pañoles en la Asunción, se dirigió, en 3 de enero de 1814,
al teniente gobernador de Corrientes, coronel don José A.
León Dominguez, proponiéndole si admitiriaen su territo-
rio una |)artida de cien ó doscientos de ellos.
El coronel Dominguez contestó que no tenia facultad
para resolver el asunto por sí solo, pero que sometería el
asunto al gobierno de las Provincias Unidas, cuyo resul-
tado comunicaría al gobierno consular del Paraguay.
El gobierno argentino en contestación á la nota de Do-
minguez, fecha 6 del mismo mes, se apresuró á contestar
á éste (15 de enero), para que sin pérdida de instantes,
lo trasmitiera al gobierno paraguayo, previniéndole que
serian admitidos en el territorio argentino cuantos españo-
(1) Qnido. SI QoHemo y la Alianxa consideraciones políticas^ 1866«
S60 GOBERNANTES
los europeos quisiera estrañar de aquella provincia, cu-
yos confinados serian destinados al interior para que no
pudieran causar recelos al gobierno paraguayo.
Este, antes de obtener contestación á su nota de 3 de
enero al teniente gobernador de Corrientes, acerca de la
admisión de aquellos individuos sobre cuya remoción
disponía el doctor Francia, como si se tratara de una ma-
jada de ovejas, dictó, casi simultáneamente con la gene-
rosa resolución del gobierno argentino, la tiránica resolu-
ción siguiente:
Los CÓNS ULES Á TODOS LOS CIUDADANOS Y DEMÁS HABITAN-
TES DE ESTA CAPITAL
La multitud de españoles europeos residentes y los que
de otras provincias han refluido, y diariamente recalan á
esta ciudad, no ha podido dejar de escitar la vigilancia y
atención del gobierno no solo por su número ya conside-
rable, sino por la señalada conducta con que ahora se
distinguen. Sus descomedimientos y desatenciones, el
airQ insultante, con que se manifiestan, sus pronósticos
de restablecer con nuestro esterminio la esclavitud de la
provincia; y finalmente el desafuero de sus amenazas en
sus sediciosos coloquios y atrevidas combinaciones, son
unas notas nada equívocas de la provocación de sus áni-
mos y del odio feroz, que nutren contra todo americano.
Tan rebeldes y obstinados en no reconocer los derechos
' de los pueblos libres, emanados déla misma divina ins-
trucción como ingratos é insensibles al favor y buen aco-
gimiento, con que han sido protegidos por un pueblo hu-
mano, benéfico y generoso empiezan á turbar el reposo
público, induciendo á nuevos temores, sin perdonare!
arte de la seducción. Por esto, muchos celosos patrio-
tas han reclamado ya una providencia ejecutiva, que con-
DEL PARAGUAY 261
m
teniendo á tan turbulentos huéspedes, afiance la tranqui-
lidad, y preserve al pueblo y al gobierno del cuidado de
una conmoción europea, que ya se está presintiendo.
En esta virtud, se ordena irrevocablemeute que todos los
españoles europeos, que no hayan tenido el avecinamien-
to legal en esta provincia, y se hallen morando actual-
mente en esta ciudad y sus arrabales, se presenten en
^sta.plaza pública á la hora después de haberse publicado
este bando, á ñn de formarse un padrón de todos ellos, y
darles el destino mas conveniente en las circunstancias,
con el objeto de asegurar la quietud general. Pena al
que no lo cumpliera, de que será inmediatamente pasado
por las armas: Y para que llegue á noticia de todos, y
nadie pueda alegar ignorancia, publíquese en la forma
acostumbrada por todas las calles principales, fijándose
en los lugares de estilo los ejemplares correspondientes.
Dado en la Asunción, capital de la República del Para-
guay, á cinco de enero de mil ochocientos catorce.
Db. José G. de Francia. Fulgencio Yegros.
CónsiU de la República Cónsul de la República
Por mandato de S. E.
J. Ruiz.
Escribano Público y de gobierno*
En la Asunción del Paraguay en el espresado dia, mes
y año, yo, el escribano de gobierno salí del cuartel general
de esta plaza acompañado de un piquete de soldados, sar-
gento, pífanos y tambores, haciendo cabeza el teniente de
la quinta compañía don José Antonio Maréeos, y en las
calles públicas y demás parages acostumbrados hice pu-
blicar el bando antecedente por voz del mulato Miguel Maiz
que hizo de pregonero; lo que pongo por diligencia para
que conste y de ello doy fé.
Ruiz.
Existia un secretario de estado que lo era un tal Mar-
tínez, hombre de algún bienestar y muy pretensioso. Era
^
868 GOBERNANTES
éste un funcionario de rutina y metódico hasta la nimiedad
en cuanto hacia, y de un espíritu tan elástico, que no po-
dia distinguir entre ios negocios maa importantes y los
mas triviales.
Prestaba á todos el mismo grado de atención, dándose
siempre ínfulas de gran talento. Como secretario, se
consideraba ser la segunda persona del doctor Francia;
y mientras ante su amo se mostraba servil y abyecto, era
pomposo, repugnante é inflado en sumo grado cuando se
hallaba lejos de aquel.
Dio, pues, orden á Martínez que hiciera comparecer á
su presencia álos españoles, para prevenirles en cuanto &
su futura conducta y en cuanto á su supuesta inclinación
en mezclarse en los asuntos de estado. El dia prefijado,
(3 de enero de 1814), con un sol ardiente, reunió; en la pla^
za como majada de ovejas, á todos los españoles de dife-
rente grado y profesión, marineros, artesanos, almace-
neros, tenderos y comerciantes. Martínez mismo, afec-
tando el aire y maneras de un hinchado cortesano, senta-
do frente á su casa, en un gran sillón anticuadcj, di6 prin-
cipio á la operación. Estaba vestído con una levita de
seda azul á lo Mazzarin, pantalones y chaleco de raso ne-
gro, medias de seda del mismo color, y chinelas bordadas.
Tenia los cabellos muy empolvados, con un pañuelo de
cambray perfumado, metído en el seno.
De uno y otro lado de su sillón estaba parada una joven
esclava, para cebar su mate de plata y otra con un
bracerito de plata cincelada, conteniendo carbón perfuma-
da con pastilla, colocado en una bandeja y en la que había
algunos muy buenos cigarros. Fumaba alternativamen-
te uno de estos y chupaba su mate.
Los pobres españoles, muchos de ellos que le eran supe-
riores, se presentaban ante el bajá de á dos y tres á la vez
y les dirigía sucesivamente el discurso siguiente: "Uste-
des son una pandilla de brutos— ¿me entienden ustedes?
de bestias,— ¿me comprenden ustedes? animales, — ani-
DEL PARAGUAY 263
matos — ¿eh? Son ustedes bárbaros y godos — ¿saben us-
tedes lo que quiero decir? Sí, brutos! Todos ustedes me-
recen ser ahorcados, 6 azotados como perros, — ¿ven uste-
des? porque son ustedes una raza perversa y los anti-
guos y naturales enemigos de la América del Sur, — eh?
de los patriotas, — ¿conciben ustedes? de los hijos naturales
del suelo,— ¿entienden ustedes?
"¿Y cuál, oh bárbaros, ha sido la conducta de ustedes en
el Paraguay? ustedes han conspirado, — ¿eh? rebelado, —
¿entienden ustedes? hecho la guerra á S. E.? Los com-
plots, las sediciones, las conspiraciones de ustedes, — ¿eh?
—¿vén ustedes? las intrigas y traiciones de ustedes, — ¿sa-
ben ustedes lo que quiero decir?— no han tenido término;
y pueden ustedes agradecer á Dios, — ¿me entienden us-
tedes? pueden ustedes estar gratos á la Providencia, asi
como al supremo gobierno — ^¿saben ustedes? — á S. E. don
José Gaspar de Francia; — ¿escuchan ustedes? den gracias
que no se les ha arrancado á ustedes de raiz — ¿eh? — estir-
pado de la tierra, — ¿comprenden ustedes?"
Continuó con la misma fuerza de elocuencia previnién-
doles en cuanto á su futura conducta; permaneciendo pa-
rados al sol aquellos desgraciados hombres; deecubiertos,
todo el tiempo que durara aquella insulsa peroración del
bajá Martínez, siempre tomando mate y echando humara-
das con su cigarro.
En mayo (1814), el gobierno consular espidió un decre-
to que heria á los españoles de muerte civil, prohibién-
doles casarse con mugeres blancas, como se verá por la
feiguiente:
Resolución Consular
"Como medida necesaria, exigida por las circunstancias
para facilitar.el progreso de la sagrada causa de la liber-
tad de la República contra las maquinaciones de que pa^
264 G0BEBNAHTE8
ra aniquilarla y destruirla se sirve la tenacidad de nues-
tros feroces é irreconciliables enemigos; tomó este supre-
mo gobierno en el 19 de marzo del corriente año la reso-
lución comprendida en el acuerdo del tenor siguiente:
•Asunción, 19 de marzo de 1814. En cuanto no se ten-
ga y publica una deliberación mas circunstanciada, para
cortar y precaver la perniciosa influencia que tiene contra
la causa común de la libertad, la conexión y relaciones que
han contraido y contraen incesantemente los españoles
europeos con los ciudadanos de la República, por cuyo
medio se enseñorean y someten á las familias á sus per-
versas miras y obstinada oposición, induciéndolas contra
los defensores que esponen su bienestar, sus fortunas, sus
mismas ideas por la libertad de la patria; Acordamos los
infrascritos Cónsules de la República, que se observen y
se comuTiiquen por el secretario de la cámara á los vica-
rios eclesiásticos y párrocos de toda la provincia, los ar-
tículos siguientes:
En primer lugar, que no se autorice matrimonio alguno
de varón europeo con muger americana conocida y repu-
tada por española en el público desde la primera hasta la
última clase del estado, por Infíma y baja que sea, so
pena de estrañamiento de su persona y confiscación de
bienes á favor del erario público, á los párrocos y cual-
quier eclesiástico que autorice 6 mande autorizar tal ma-
trimonio; y al euDpeo contrayente se aplicará la pena
de confinación de su persona en prisión segura en el
fuerte de Borbon (distante 800 leguas de la Asunción, rio
arriba) por espacio de diez años é igualmente confiscación
de todos sus bienes con igual aplicación á los fondos
públicos; y con la reserva de disponer el gobierno de su
persona cumplido dicho plazo.
"En segundo. lugar, que en el caso de intentar los euro-
peos contraer matrimonio con muger americana de la es-
presada calidad y clase española, por ínfima que sea,
-eludiendo el párroco ó quien tenga facultad para autorizar
BEL PASAGUAY 365
matrimonios, sean castigados con la misma pena arriba
éspresada de destierro y confiscación de bienes, siéndole
aplicada inmediatamente esta pena, sin esperar determi-
nación 6 dQcision sobre el valor 6 nulidad del matrimonio;
pues siendo por las mismas determinaciones de la iglesia,
tan detestables como perjudiciales los matrimonios con-
traidos por asalto ó sorpresa del párroco: el gobierno de
la República no los admite ni los admitirá para ninguna de
las Consecuencias civilies, de vida común, herencia 6 su-
cesión, y ni aún para trasmisión deápellidos»
• En tercer lugar, que en ningún juicio secular 6 ecle-
siástico se admita peticiones 6 esponsales de europeos
aun prometidos por escritura pública, á mugeres ameri-
canas de la referida clase y cualidad, por ínfima que sea,
ni sobre estupro alegado con el fin de obligará contraerse
el matrimonio entre tales personas: so pena á cual-
quiera de dichos jueces de igual estrañamiento de sus
personas y confiscación de bienes.
*En cuarto lugar, que los párrocos, sus tenientes y otros
sacerdotes que con su licencia administren el sacramento
del bautismo, no permitan que sirvan los europeos de pa-
drinos de pilaini aún en el suplemento déla sagrada ce-
remonia, ni en la recepción del sacramento de la confir-
mación á los hijos de americano y americana y solamen-
te podrán serlo, siendo también europeo el padre del bau-
tizado; y que también no consientan que los europeos sean
testigos 6 padrinos en ningún matrimonio: e'ntendiéndose
esta disposición bajo la misma pena de estrañamiento de
su persona y confiscación de bienes á los párrocos y sa-
cerdoteá que bautizaren 6 autorizaran el matrimonio; co-
mo igualmente á los padrinos europeos la pena de prisión
y destierro con confiscación de todos sus bienes, previ-
niéndose en conclusión que únicamente se permite á los
europeos el casa^'se con indias de los pueblos, mulatas
conocidas y reputadas públicamente como tales y
negras.
N
'!S66 QOBEBNANTES
"Todos los antecedentes artículos se observarán y
cumplirán sin límites ni escepcion alguna. No habiendo
aún circulado esta providencia, porque en la ocasión en
que fué espedidase juzgó suficiente hacerla notoria en
esta capital: se dirige ahora á usted para que, inteligencia-
do de todos sus artículos cuide de su inviolable observan-
cia; y para este ñn se debe comunicar á los párrocos de
su depedencia, avisando oportunamente su recibo.
• Dios guarde á usted muchos años.
Asunción, 19 de julio de 1814.
* Doctor y osé Gaspar de Francia^ Cónsul de la
República — Fulgencio Yegrosj Cónsul de laRe-
• pública — Sebastian Antonio Martínez Saenz^ se-
cretario i «
Con la simple lectura del precedente documento, el
lector podía fácilmente juzgar del sistema de gobierno
que el doctor Francia pensaba implantar en el Paraguay
y cual habia de ser Su por-venir durante el tiempo que él
dirigiera sus destinos.
Sin embargo, como existe en nuestra .naturaleza de-
sear siempre, sobi'e todas las co??as, los bienes que
no están á nuestro alcance, sucedió que los casamien-
tos clandestinos entre los españoles y las mugeres blancas
jamás fueron mas frecuentes.
'Estas últimas sobre todo se mostraron tanto mas vehe-
mentes y con valor cuanto mayor era el peligro. La ri-
queza, la belleza, el rango j la nobleza de nada servían
cuando se trataba de un criollo: pero al presentarse un
español, todas las dificultades se allanaban; todos los pe-
ligros desaparecian: la interdicción imponía el misterio
7 este alimentaba el amor.
A pesar de ser el gobierno biconsular, de hecho, el poder
era ejercido esclusivamente por Francia; pero la ambi-
DEL PARAGUÁT 267
cion de éste no se limitaba á ese goce estéril. Aspiraba
al mismo tiempo á poseerlo de derecho.
Durante los últimos cuatro meses del consulado de Fian-
cia y Yegpos, no tenia éste absolutamente parte alguna en
el gobierno; mientras que aquél, no sólo monopolizaba todo
el poder ejecutivo, sino que se ocupaba con ahinco aunque
secretamente, en sus maniobras para llevar á cabo, con
toda apariencia de legalidad, loque él había ya determinado
debía tener lugar de cualquier modo— su nombramiento
de dictador de la República.
Durante el tiempo que los dos hermanos Parish Robert-
son estuvieron en el Paraguay, nadie mas que ellos tuvie-
ron intimidad con Francia. Uno deellos, donjuán, hacia
mucho meditaba hacer un viaje á Inglaterra; pero como el
puerto déla Asunción se habia vuelto á cerrar, tuvo nece-
sidad de recurrir á una gracia especial del cónsul Fran-
cia. Se le presentó esplicándole la intención que tenia, sí
fuera posible, y en su entrevista, no sólo le acordó la
licencia que, solicitaba, sino también le manifestó su
mas vehemente deseo de que realizase el proyectado viaje.
Uno ó dos dias después, se presentó un joven oficial de
parte del cónsul diciendo á Robertson que deseaba ha-
blarle muy luego.
Púsose en camino con el edecán y al llegar á palacio,
Robertson fué recibido por Francia con mas amabilidad
que la de costumbre. El semblante de éste espresaba con-
tento y alegría, y como esperaba tan importante visita, te-
nia esa noche dos de las mejores velasde molde encendi-
das. Estrechóle la mano con mucha cordialidad invitán-
dole en seguida á tomar asiento. Acercando luego una
silla se sentó al lado de Robertson, á quien manifestó su
deseo de que prestase atención á lo que tenia que decirle
Y desplegando una completa ignorancia alas formas y
S68 OOBEBNANTES
ceremonias diplomáticas, con toda sencillez abri6 Fran-
cia su corazón, poco más ó menos, en los términos si-
guientes:
"Usted no ignora cuál ha sido mi política con respecto
al Paraguay; habiéndolo mantenido sobre un sistema de
no intervención con las demás provincias de Sud-Améri-
ca y alejado de contaminarse con aquel detestable é in-
quieto espíritu de anarquía y de revolución que las ha
desolado y deshonrado á todas ellas más ó menos. El
Paraguay se encuentra ahora en un estado más pingüe
que cualquiera de los países que lo rodean; y mientras
todo aquí es orden, subordinación y tranquilidad, el mo-
mento que salga de sus hmites, el estruendo del canon y
el ruido de la civil discordia han de herir sus oidos.
"Como es natural, estas perturbaciones internas parali-
zan la industria y ahuyentan de la tierra la prospe-
ridad.
"¿De donde nace todo esto, sino déla circunstancia de
que no hay un hombre en la América del Sur mas que yo,
que comprenda el carácter del pueblo ó que pueda gober-
narlo? Se proclaman libres instituciones, pero lo único
que se busca es el engrandecimiento personal y el público
despojo. Los hijos de Buenos Aires son los mas veleido-
sos, presuntuosos, lijeros y licenciosos de todos los anti-
guos dominios de España en este hemisferio; y estoy por
consiguiente resuelto ano querer nada con los porteños.
Mi deseo es promover una comunicación directa con In-
glaterra, de modo que cualesquiera que sean lasdisencio-
nes que distraigan á los demás estados y cualesquiera
que sean los impedimentos con que quieran interrampir
el comercio y la navegación, sean esos estados los úni-
cos que sufran las consecuencias. Los buques de la Gran
Bretaña, haciéndose paso triunfantemente por el Atlántico,
penatrarán en el Paraguay; y, unidos con nuestras flotillas
se opondrán á toda interrupción del comercio, desde la
embocadura del Plata hasta el lago Jarayes. El gobierno
DEL PARAGUAY S69
de SU pais tendrá su ministro aquí, y yo tendré el mió en
la corte de San James. Los compatriotas de usted tran-
carán en manufacturas y municiones de guerra y recibi-
rán en cambio los nobles productos de este país.*'
A esta altura de su discurso, Francia se para de repen-
te con grande emoción, y haciendo venir al sargento de
guardia, le dijo con énfasis: Traiga usted eso. El sar-
gento se retiró, y en menos de tres minutos volvió con
cuatro granaderos conduciendo un gran fardo de tabaco
de dos quintales, un tercio de yerba de iguales dimensio-
nes y peso, una damajuana de aguardiente del Paraguay,
un gran pilonde azúcar y varios paquetes de cigarros, ata-
dos y adornados con fajas veteadas; y detrás de ellos,
una negra vieja con algunas lindte muestras de paño bor-
dado, hecho de algodón del Paraguay, del que la gente
de lujo usa allí como toallas de mano y paños de afeitar.
Después de despedir á sus soldados y á la negra, con-
tinuó:
"Señor don Juan, éstos no son más que unas cuantas
muestras de las ricas producciones de este suelo, y de la
industria é ingeniosidad de sus habitantes. Me ha costa-
do algún trabajo proporcionar á usted algunas de las me-
jores muestras de los diferentes artlcutos en sus clases
respectivas, que el pais ofrece; ypor esta razón, ahora
que usted se va á Inglaterra, ya conoce qué país es éste
y qué clase de hombre soy yo. Yasabe usted hasta qué
estension ilimitada pueden estas producciones llegar en
este paraíso, puedo llamarlo así, del mundo. Ahora
pues, sin entrar en discusión sobre si este continente se
halla en estado de poseer instituciones populares, no se
negará que, en un pais civilizado como la Gran Bretaña,
donde estas instituciones han borrado gradual y práctica-
mente formas de gobierno originariamente feudales hasta
abrirse paso á la observación legislativa, en una razón
proporcionada á la creciente educación déla mayoría*
siendo las mejor adoptadas para asegurar la 'grandeza y
I».
GOBERNANTES
estabilidad de una nación. Es cosa que no se puede ne-
gar que la Inglaterra es una gran nación y que su pue-
blo está enlazado como un solo hombre sobre todas las
cuestiones de trascendental interés nacional.
''Ahora pues, deseo que tan luego como usted llegue
á Londres, se presente á la cámara deloscomunes, lle~
vando consigo estas muestras de las producciones del
Paraguay: solicite una audiencia en la barra y haga saber
á la asamblea que usted es enviado por don Gaspar Ro-
dríguez de Francia, cónsul de la República del Paraguay,
para presentar estas muestras de las ricas producciones
de aquel país. Dígales que yo le he autorizado á decir que
invito á la Inglaterra á una comunicación política y co-
mercial conmigo; y que yo estoy pronto y con deseo de
recibir en mi capital^ y con toda la deferencia debida á la
correspondencia di(»lomática entre estados cívilizado>, á
un ministra de la corte de San James; yo también nom-
braré un enviado mió en esacorte.
"Entonces se concluirá un tratado de comercio y de
alianza política que convenga á la dignidad é intereses del
grande imperio de la Inglaterra y á los del naciente estado
X\ue ahora gobierno. El Paraguay será la primera Re-
pública de la América del Sur, como !a Gran Bretaña es
ya la primera de las naciones de Europa. La alianza
parece, pues, natural; y usted, señor don Juan, puede
ilustrar y esplicar plenamente lo benéfico que es para el
estado europeo,'*
De manera que el señor Robertson venia asi á ser nom-
brado ministro plenipotenciario, no cerca déla corte de
San James, sino cerca de la cámara de los comunes,
con el especial encargo, no de celebrar una entrevista
privada conelgefedel ejecutivo, "porque decia Francia,
bien sé lo propenso que son los grandes hombres en In-
DEL PARAGUAT 271
glaterrapara tratar cuestiones aun de la importancia de
ésta, con poco interés ó miramiento, á no ser por el temor
de responsabilidad ante la cámara de los comunes.
"Preséntese usted, continuó, en la barra déla cámara y
una vez alli entregue mi mensage, como antiguamente los
embajadores de los estados independientes entregaban
los suyos al senado de Roma. Según el acogimiento
que hagan de usted, como compatriota suyo y arriba de
toda sospecha, por consiguiente, de abogar en mi favor,
asi será el acogimiento que yo haré á su embajador en
esta República."
En la siguiente entrevista, Francia presentó áRobert-
son una larga lista de encargos, que consistia en galón
de oro, un sombrero elástico, un espadin, un par de pis-
tolas de canon doble, bandas, sables, morriones para sol-
dados, instrumentos de música y de matemáticas, con
una larga hilera de etcéteras. • •
Mientras estaban en esta conferencia, el centinela.anun-
ció hallarse en la galería el ministro tesorero de hacienda,
cuyo deber era presentarse á cierta hora para dar cuenta
délos asuntos del diay recibir instrucciones para el si--
guiente: Que aguar de^ contestó el cónsul. El ministro*
siguió paseándose por el corredor hasta que vio salir *á
Robertson acompañado de Francia. Al verlo el ministro
tesorero se le acercó y sacándose el sombrero con
todo .respeto, preguntó á Francia si esa noche estaría
para darle cuenta.
**LlévenIo al cuerpo de guardia", dijo el arrogante dés-
pota,—no le dije al bribón que aguarde! El hecho es que e^
ministro pasó la noche sobre un cuero de vaca, en compa-
ñía de los soldados.
Como el período consular de doce meses espiraba en
octubre (1814), Francia tomó sus medidas para la convo-
cación deun nuevo congreso, compuesto de mil diputados*
Los partidarios de Yegros y de Caballero estaban ya
anulados, y la inces ante energía que Francia y sus esbir-t
272 GOBERNANTES
ros habian desplegado para dar el golpe de gracia á la
libertad del Paraguay, no les dejaba casi duda de su
triunfo.
Francia propuso, — y asi se resolvió — que el nuevo con-
greso se habia de componer de>niil dipntados; esto era
diezmar el pais de sus gefes de familia para conseguir la
reunión de un número tan crecido de miembros de la legis-
latura en la capital: pero la voluntad de Francia era esa
y debia llevarse acabo.
El singular tragede muchos de los congresales citados
por Francia para el augusto propósito de crear una dicta-
dura era como sigue:
Una chaqueta de fustán, muy corta y escesivamenle
ajustada; uu chaleco abigarrado mas corto aún que la
chaqueta, pantalones^ hasta las rodillas, de pana carmesí ,
con calzoncillos ricamente cribados colgando hasta el to-
billo; una faja de seda azul, igual á las que usan los vo-
latines viandantes; botas de potro dejando ver dedos los de
los pies; grandes espuelas de plata en los talones, un som-
brerita medio cubriéndola cabeza; y una inmensa cola de
pelo negro colgando sobre lo s hombros.
En setiembre, las calles de la Asunción empezaron á
llenarse de los diputados de la campaña, la mayor parte
de ellos no sítbjan leerni escribir, y descalzos. No habia
uno de ellosque supiera el significado de la voz dictador que
era el título que Francia quería darse. Para ellos, presi-
dentes, cónsul, director, protector y dictador eran sinóni-
mos de gobernador, á que estaban acostumbrados en la
época colonial. No hubo elección popular sino simple-
mente listas hechas por el gobierno, como asi casi siem-
pre se practicara entonce y después allí como aquí, las
cuales fueron, sin discrepancia, adoptadas por las auto-
ridades municipales como locales.
No habiendo ningún edificio capaz de contener tan nu-
merosa como augusta reunión, fué necesario convocar
el congreso en la iglesia de San Francisco, algunos dicen
DEL PARAGUAY * * 273
enlaMerced, y después de dos sesiones preparatorias, la
asamblea inició sus trabajos parlamentarios á las nueve
de la mañana del 3 de octubre. El presidente pronunció
un breve discurso" ensalzando los servicios y talento de
Francia en términos tan estravagantes como hiperbólicos.
La sesión empezó á hacerse muy acalorada cuando se trató
sobre sí la dictadura conduciria tanto á la gloria de Fran-
cia como un poder mas limitado con el auxilio de un con-
greso nacional.
Como á las dos de la larde, siguiendo el debate en el
mismo acaloramiento, Francia se impacientó y con toda
cortesía hizo ostentación de una numerosa guardia de
honor, que puso á las órdenes de los miembros del con-
greso.
La tropa, bien armada, circunvaló completamente la
iglesia, lo que era una insinuación muy significativa y fá-
cil de comprender. En tal circunstancia, uno de los mas
enérgicos partidarios» de Francia, se puso de pié, y con
estentórea voz é imponiendo silencio dijo: "Señores, ¿por
qué estamos aquí perdiendo tanto tiempo? El carai Francia
quiere ser absoluto. Debe, pues, ser absoluto; y yo digo
(dando un golpe con toda su fuerza sobre la mesa) se?'á
absolutol
Pasóse en seguida á la votación y unánimemente fué
Francia proclamado dictador por tres años, disolviéndose
el congreso al instante y marchando la tropa al palacio
de gobierno con banderas desplegadas. El insensato po-
pulacho celebró la decisión del congreso, que era la sen-
tencia de muerte del pueblo paraguayo, con manifestacio-
nes de alegría y música y baile á la noche.
1814-1840— LIX. DOCTOR JOSÉ GASPAR RODRI-
GUEZDE FRANCIA, electo dictador el 3 de octubre de
1814.
Esta elección hubo de causar en la tropa, que estaba ba-
•jo las órdenes del general Yegros, una sublevación que el
19
274 ^ . GOBERNANTES
comandante Caballero, aunque enemigo personal del dic-
tador, consiguió desbaratar con su sola presencia en el
cuartel.
Los dos dias que siguieron ála ¿lección de dictador en
la persona de Francia fueron destinados por éste á dias de
besamanos^ á lo rey ó emperador. Con este motivo se de-
senterraron los antiguos casacones déla época colonial,
que deben haber pasado de padre á hijo, desde los dias de
los primeros conquistadores del Paraguay.
Iban asi vestidos los tenderos, comerciantes y algunos
délos mas ricos hacendados déla antigua escuela. Lg.
moda que mas prevalecía era cass^ca de grandes dimen-
siones, de paño de San Fernando, que es el mejor y mas
costoso de España, con monstruosos botones chatos y
con faldones que llegaban á la pantorrilla.
El resto del trage iba en perfecta consonancia con éste,
heredado y bien conservado. En seguida venian los doc-
tores vestidos de negro á la moda antigua; unos cuantos
(entre estos, los generales Yegros y Caballero) en unifor-
me militar caprichoso; y otros, de los jóvenes que hablan
estado en Buenos Aires y adoptado la moda europea
moderna. Pero el mas grotesco de todos los visitantes
del dictador en su besamanos era el de los hijos de estos
cortesanos vestidos de colores.
Muchachos que no pasaban de ocho á diez años de
edad, llevados de la mano de sus padres, vestidos exac-
tamente á la moda de sus antepasados, con bastoncitos de
puño de oro en la mano conversando con toda la grave-
dad y ensimismamiento de homrbres de sesenta años. Ha-
dan su reverencia con toda propiedad al dictador, quien»
los recibía no sólo con cortesía sino también con toda
formalidad. Machos que pertenecían á las clases infe-
riores eran admitidos á este besamanos, el cual tuvo lugar
por primera y última vez, durante la dictadura.
Francia se presentó, en esos dias, risueño y amable;
pero el terror interior que germinaba en el corazón de la.
DEL PARAGUAY 275
mayor parte de sus visitantes, en vano trató de ocultarlo
en su primera entrevista, apesar de la apariencia de cor-
dial respeto. El estaba decentemente vestido de frac^azui- •
ligeramente adornado con trencilla de oro, pantalón y
chaleco de casimic-hlanco, con un bonito espadín al cinto,
medias de seda blancas y zapatos delgados con pequeñas
hebillas de oro. Recibia parado en medio de la sala,
conversando tin corto rato con cada visitante, y adaptando
su conversación con mucho tacto á las varias capacidades
de los que le rodeaban.
Robertson, único estrangero, para quien la persona de
Francia era accesible, al entrar á felicitarle, le trató de
escelencia. "Déjese, amigo, de escelen cia, le dijo, y háble-
me como hasta aquí hemos acostumbrado." Pero así mis-
mo,Robertson siguió tratándole del propio modo, sin que
por eso mostrara desagrado. Pues jamás admitía que se le
dirigiera carta alguna que no llevase este sobrescrito:
*A1 Exmo. señor don José Gaspar Rodríguez de Francia,
supremo dictador perpetuo de la República del Paraguay."
Los actos de la vida privada del doctor Francia pare-
cerán ridículos, los de su vida pública, abominables. Sólo
faltaba á este hombre estraordinario lá superstición reli-
* giosa para hacer de él el Luis" XI de la América; sencillo,
probo, económico en su interior; astuto, cruel, suspicaz
en el esterior; orgulloso é implacable para con los ricos y
los grandes; suave y familiar para con su criado y su
barbero; hábil administrador, hombre de estado inflexi-
ble amigo de su país, tirano de sus subditos, Francia sa-
crificó el presente para asegurar el porvenir. No lo con-
•siguió: fué necesario, , para que su país se pusiera en
camino de la realización de su pensamiento, treinta y tan-
tos años después de su muerte. Como llamara la aten-
ción del mundo entero, merece se le dedique algunas pá-
ginas.
Hijo de un mameluco paulista, capitán Garcia Rodrí-
guez Fran9a (a) Colla ó Carioca (aunque Francia sostenía
276 GOBERNANTES
■
ser descendiente de francés), nació en la Asunción del Pa-
^raguay el 6 de octubre de 1764. Dedicáronle sus padres
á la carrera eclesiástica, habiendo principiado sus estu-
dios en la capital del Paraguay y terminádolos en la
universidad de Córdoba. Viéndose libre de seguir su
voluntad, con la muerte de su padre, abandonó su carrera
religiosa . y se puso á estudiar la jurisprudencia» con la
intención de entrar en el foro. Ei nacimiento del doctor
Francia precedió tres años á la espulsion de los jesuítas.
Habia oido hablar con amargura de su despotismo, su
ambición, sus astucias ocultas y maquiavélicas. Alum-
no de los frailes franciscanos, no habia tenido que jac-
tarse de sus relaciones con ellos. Destinado por fin á una
carrera por la cual no tenia vocación, concibió temprano
un desprecio intolerante por las prácticas esteriores del
culto. Después de su elevación, creyó deber sacrificar á
la política su cbnviccion Intima asistiendo regularmente á
misa todos los dias; pero, cuando juzgó que su autoridad
estaba suficientemente consolidada, arrojó la mál^cara,
dejando de hacerse presente en la iglesia, y despidiendo
luego á su capellán. Desde entonces se le vio, en todas
las ocasiones, prodigar los sarcasmos, aún el insulto á
los objetos del culto, á Iqs santos, á las imágenes, á las •
procesiones y alas ceremonias de la iglesia, jactándose de
adorar á Dios, pero ser indiferente sobre las formas de las
creencias cristianas, musulmanas ó judias. "Si el santo
Padre viniera al Paraguay, — dijoundia al viagero Rengger
-^lo baria mi capellán." (1)
■
A su regreso de Córdoba, ejerció con éxito la profesión
de abogado, sin serlo, y desde entonces, se pudo obser-
(1) Desde el año de 1318 no se le vio al dictador un solo acto de reli-
gión: huiade los templos y privó al sacramento de los honores que loren*
dian las tropas el dia de Corpus.
DEL PARAGUAY 277
var dos personajes distintos, al hombre privado val
hombre público. Jamás manchó su ministerio ninguna
causa injusta; no se le vio titubear en defender al débil
contra el fuerte, al pobre contra el rico.
Como un ejemplo á la reputación de Francia, cual
abogado incoiruptible, referiremos la ané.cdota siguiente:
Tenia en la Asunción un amigo de nombre Rodriguez.
Éste hombre echó su codiciosa vista sobre una propiedad»
de don Estanislao Machain, enemigo declarado de Fran-
cia. No dudando que el joven doctor, como otros abo-
gados, defendería suínjusfa causa, Rodriguez le refirió su
caso, contando tenerlo de su parte. Francia comprendió
que las- pretensiones de su amigo se fundaban en el fraude
y en la injusticia; y se negó no sólo á obrar como su con-
sejero, sino que le (JÜ^ terminantemente, que tanto como
odiaba á su antagonista Machain, le prevenía que si insistía
en su inicuo pleito, pondría todo su ahinco en apoyo de ese
mismo antagonista. Apesar de la prevención de Francia,
insistió Rodriguez en sus pretensiones. Como éste era
poderoso en materia de fortuna, todo iba -en contra de
Machain.
Viendo esto Francia, una noche se encapotó y fué
á casa de su inveterado enemigo. El esclavo que abrió
la puerta, conociendo la grande enemistad que los tenia
divididos á su amo y al abogado, no le permitió la entrada
sin antes prevenir á sü patrón déla estra ña como ines-
perada visita. Machain, tan sorprendido como su esclavo,
vaciló, algún tanto, pero al fin se determinó á recibir á
Francia.
Este, al entrar, dijo: "Machain, usted sabe que soy
su enemigo. Pero sabiendo que mi amigo Rodriguez, si
yo no intervengo, medita contra usted una' grosera é injus-
taagresion, vengo ¿ofrecer á usted mis servicios en su
' defensa."
Machain, apenas dando crédito á lo que le pasaba, acep-
278
GOBERNANTES
tó en el acto tan generoso ofrecimiento con grandes
muestras de gratitud.
El primer escrito, presentado por Francia al juez de
alzada, confundió al abogado contrario, haciendo titu-
bear al juez, que estaba en favor de ellos. "Mi amigo,
dijo el juez al abogado contrario, yo no puedo seguir en
este asunto, á menos que usted coheche al doctor Frau-
cia para hacerle callar/' "Veremos" repuso el abogado,
y fué á ofrecer cien onzas de oro á la otra parte como
cohecho para permitir que la causa siguiese su inicuo cur-
so, haciendo ver que se contaba c^n la concurrencia del juez.
"Salga usted, dijo Francia, con sus viles pensamientos
y. vilísimo oro, de mi casa*'*
En un momento el abogado ofendido se encapotó y se
presentó en el despacho del juez de alzada, á quien refirió
brevemente lo que acababa de pasar entre él y el rufián.
"Señor, continuó Francia, usted es una deshonra á la ley
y un borrón para la justicia. Usted se halla, además
completamente en mis manos; y si no obtengo mañana
mismo una resolución en favor de mi cliente, haré que el
asiento que usted ocupa le queme y que las insignias de
su empleo judicial sean los emblemas de su ver-
güenza."
En la níañana siguiente se produjo una resolución en
favor del cliente de Francia, perdiendo asf el juez su repu-
tación, y estendiéndose muy lejos la fama del joven doctor.
No bien Francia vindicó la ley y la justicia en el caso
de su enemigo, cuando se reanimó la antigua antipatía; y
mas tarde,. una de las muchas víctimasdel desagrado del
dictador fué el mismo Machain, á quien tan noblemente
habia servido.
*
Algún tiempo después, fué nombrado (1803) alcalde de
1" voto. La integridad y aun se podría decir la inflexi-
DEL PARAGUAY 279
bilidad, que introdujo en el ejercicio de sus nuevas fun-
ciones, le concilio la estimación general.
Su gusto por el libertinage y el juego, le impidió ca-
sarse, sin arrastrarle á una disipación ruinosa. Su for-
tuna era módica, pero le parecía suficiente y no trató de
aumentarla. Vamos á anticiparnos á la marcha^ déla
historia, para acabar de hacer conocer al dictador por
los rasgos mas sobresalientes que caracterizan su persona
y su administración.
Lejos de justificar á Francia, parece que en la larga
Hsta de víctimas sacrificadas por él ha habido exagera-
ción, producto de la imaginación aterrorizada del pueblo.
Además, es imposible fijarla con precisión, desde que to-
das las órdenes escritas, emanadas del dictador, debian-
serle devueltas con la constancia al margen de habérseles
* dado cumpliniiento, teniendo buen cuidado de destruirlas
en seguida él mismo, ó poco antes de morir. Asi se jia
perdido todo vestigio auténtico de casi la totalidad de los
actos de su administración, siendo una rareza encontrar
un documento, de algunaimportancia, que lleve su firma,
á pesar del celo casi supeisticioso que los paraguayos
han manifestado y siguen manifestando en recoger cuan-
to le ha pertenecido, ó lleve su recuerdo.
La singularidad, muchas veces afectada, de sus deci-
siones, el esceso de sus vivas emociones contribuyeron
también no poco á hacerle temer de los suyos. Por do
quiera que él se presentara, rodeábale la soledad, y sus
menores órdenes, sus voluntades mas inesperadas eran
ejecutadas sin réplica y sin demora.
• Jamás tuvo ni ministros, propiamente dicho, ni conse-
jeros, ni confidentes. Su único secretario de estado bajo
el nombre de Fiel de Fechos, no era mas que una pluma
destinada á registrar sus voluntades. Sólo su barbero,
protegido por una intimidad cotidiana desempeñaba cer-
, \
280 GOBERNANTES
ca de él el papel de una especie de favorito. En todos
los actos dé su administración, él tenia la vigilancia, la
rapidez y aun la originalidad de su carácter. Enemigo
de toda libertad, de todo poder independiente, se atribuyó
el nombramiento, producto hasta entonces déla elección
popular, de los alcaldes, y de ía municipalidad cuyas fun-
ciones eran completamente nulas.
*
Era Francia vengativo, cruel é inexorable. Jamás ol-
vidaba una injuria, verdadera ó supuesta, — señaló gra-
dualmente á todos los que él creia serles contrarios á su •
tirania, como víctimas suyas. * ' .
Habia tres puntos notables y sobr esalientes en la carre-
ra despótica de la historia del doctor Francia; el primero,
la ^y¡l astucia con que la comenzó con mucha cautela y
paso á paso; el segundo, los pasos graduales y cautelo- •
sos como procedió, y el último, la inflexible crueldad con
con*que la consumara.
El hecho siguiente es una prueba de su carácter ven-
gativo é inexorable.
Muchos años antes de ser hombre público, Francia
riñó con su padre, auque parece que éste tenia razón. No
se hablaban ni se veian. Al ñn, enfermándose df^ muerte,
el padre procuró antes de exhalar el último suspiro, ha-
cer la paz con su hijo José Gaspar. Este desechó redon-
damente la ofrecida reconciliación. La enfermedad del
anciano se agravó con la obcecación del hijo, y en verdad
tenia horror separarse del mundo sin que precediese un
perdón mutuo, conceptuando hallarse su alma en peligro
de no ir al cielo si continuaba en enemistad con su primo-r
génito. Horas antes de espirar, se valió de algunos alle-
gados de Francia para implorarle recibiese la bendición
de su moribundo padre. La naturaleza humana se estre-
mece al oir la contestación que dio el hijo: *" Digan íAstC"
DEL FARAGUAt 381
des á mi padre que no me importa que su alma baje al
infierno." El anciano murió delirando con el nombre de
su hijo José Gaspar.
Algunos años después su mismo hermano, don Pedro
Francia, administrador de una de las reducciones, per-
sona totalmente diferente del dictador, no se libró tampoco
déoste, mandándole meter en una de sus prisiones. AUi
terminó sus dias de una efermedad de la que habría podido .
sanar, pero se agravó de tal modo que llegó á ser incu- ,
rabie.
Robertson dice (en sus citadas car ía^) que cuando tenia
que ver á Francia por algún negocio lo hacia en las prime-
ras horas del dia, y cuando le veia de noche siempre era á
su llamado. Antes de la dictadura, el recado que Fran-
cia le mandaba por un oficial ó uno de su guardia de
corps, era concebido invariablemente asi: "Suplica el spñor
cónsul que se vaya V. á casa del gobierno" Y después
que se le nombró dictador, de este otro modo: "Mardael
supremo que paseV. á verlo." .
Le recibía siempre con grande urbanidad, en su pe-
queño cuarto oscuro y de triste aspecto, situado en el es-
tremo de un corredor bajo y sombrío. Generalmente
habia una vela de sebo sobre una mesita redonda de un
solo pié, en la que no cabian sentadas mas que tres per-
sonas. Esta era la mesa de comer del señor absoluto de
aquella parte del mundo. Un mate y un cigarro, que le
alcanzaba una negra vieja y mal vestida, ó por un negro,
únicos sirvientes que tenia, eran ios refrescos conque él
le invitaba. Una vez, Robertson le mandó de regalo una
docena de botellas deesquisito oporto, á que daba mucha
importancia, y al hacer á S. E. una visita tres dias des-
pués, hizo traer una botella medio llena y sin corcho obse-
quiándole con una copita enteramente agrio. Díjoleen-
282 GOBERNANTES
tónces á Francia que los ingleses acostumbraban beber
cerveza en vaso, y que una vez abierta una botella se
bebia hasta el fin. El dictador se sonrió, diciendo "bien
me pareció algo agrio en la comida; pero vaya, tomare-
mos una botella á la inglesa/'
Su comida consistía por lo general de dos platos comu-
nes; ó de uno solo, con un poco de caldo, siendo su bebi-
da agua pura. Una tarde antes de despedirse Robertson,
se puso en la mesa su frugal comida; y al tomar el som-
brero, dijo él dictador: "No le ruego que haga peniten-
cia, porque sé que para un ingleses cosa indispensable
una buena y sustancial comida y mucho vino todos los
dias."
La conversación de Francia era principalmente sobre
política, insinuándose él mismo como centro de perfección
á que tendían todas sus observaciones. Si se tocaban
puntos científicos ó literarios, se jactaba siempre de algu-
na invención suya. Su vanidad sobresalía á cada pala-
bra que pronunciaba, manifestándose indiferente á la fama
6 al aplauso. Su gobierno, — su sagacidad política, — sus
dotes, — constantemente hacian contraste cojn los de otros
y siempre en su ventaja.. El Paraguay era una utopia
realizada, y Francia^ era el Solón de la época mo-
derna.
. Hablaba de toda la Europa, con escepcion de Id In-
glaterra. El Paraguay y la Inglaterra — la Inglí^terra y
el Paraguay eran los ilustrados. paises que él deseaba ver
unidos, como los mellizos siameses, firme é irrevocable-
mente en uno.
No podia oir hablar de la celebridad, gloria ó fama de
cualquiera de la América del Sur que no fuese él. Odia-
ba de muerte álos generales San Martin yAlvear. Em
pezaba siempre su conversación sobre estos personages
con afectado y amargo desprecio, terminando invariable-
mente con violenta y apasionada declamación.
Cuando se trataba de la América del Sur, las maneras de
I •
DEL PARAGUAY S83
Francia eran agradables y muchas vecesjocosas. Sin du-
da sentia algún consuelo en encontrar alguno igual á él—*
que no te tuviera miedo. Todo .el mundo le temia. Al-
gunas veces estando en conversación con Robertson, su
guardia anunciaba visitas, á quienes se admitian 6 no.
En el primer caso, Francia se ponia tieso, frió y adusto,
y de un modo abrupto y áspero decia al pobre suplican-
te que estaba parado á la puerta: "¿Qué quiere usted?"
Hecho el pedido con temblor ó con profunda reverencia:
"Bien, retírese," contestaba el tirano, continuando ense-
guida su conversación con Robertson.
Rara vez conservaba Francia su asiento mientras con-
versaba; con su cigarro en la boca andaba arriba y abajo
ó se paraba en frente de su interlocutor permaneciendo .
este sentado. Asi presentaba sus proposiciones ó soste-
nía sus argumentos.
Poco antes de ejercer la dictadura, Francia contrajola
costumbre, que siempre conservó, de dar su paseo á ca-
ballo desde l^v casa de gobierno hasta el cuartel que se ha-
llaba cerca de la ciudad. Como no queriendo ser una es-
cepcion en cuanto al carácter (1) que atribula á sus com-
patriotas de tener algún defecto en el pescuezo, andaba
siempre con la cabeza agachada, acompañado de una pe^
quena escolta, y siempre en un mohino silencio, rara vez
devolviendo el saludo. Regresaba al ponerse el sol siem-
pre taciturno.
En sus paseos, al pasar por delante de la puerta de
un viejo español, llamado don José Carísimo, el caballo
(1) Francia se fastidiaba mucho de ver el abyecto temor que soscom
patriotas manifes^ban cuando estaban delante de él, lo que él mismo ha-
bia producido. Solia decir de buena 6 de mala fé: ''que á los paraguayos
les faltaba un hueso en el esp inazo, puesto que no vio uno solo que lleva-
ra tiesa la cabeza." Sengger confirma esto refiriendo que un dia en que
iba ¿ hacer la anatomía del c adáver de un paraguayo, le encargó Fran-
cia observase bien si sus compatriotas tenian en «1 pescuezo un hueso de
mas, que les impidiesen levantar la cabeza, y hablar en voz alta, aparen*
tando ignorar fuese efecto del teiror.
284 GOBERNANTES
i'
tuvo un ligero resbalón al atravesar un albañal que
estaba en mal estado. El dictador mandó decir á Carísi-
mo que lo hiciese componer, pero .quiso la casualidad
que la siguiente tarde, al pasar Francia, lo encontrase en
el mismo estado. En el momento en que llegó al cuartel,
mandó que llevasen á Carísimo á la cárcel y le remacha-
sen una barra de grillos, á no pagar una multa de diez mil
pesos fuertes. Carísimo, como no era rico, no pudo pa-
gar la multa, y su familia, que aún no conocía la clase de
hombre que era Francia, abrigó la esperanza que este ce-
dería. Como Carísinio era corpulento, los grillos le lasti-
maban introduciéndose en la carne. Al informar á Fran-
cia de esta circunstancia, dijo: "Pues entonces, qué se
compre él otros mas grandes." La infeliz esposa tuvo el
cruel deber de mandar hacer prisiones para su propio ma-
rido. Al fin los amigos de Carísimo juntaron los diez mil
fuertes con que rescataron al preso.
* *
Una mañana se encontró, contra el dictador, un pasquín
pegado á la pared de la casa en que vivia don Pascual
Echagüe, santafecino, casado con una señora paraguaya
de buena familia y establecido en la Asunción. Era un
absurdo suponer que este hombre cometiera la torpeza de
haberlo fijado allí. El hecho es que el mismo dia se le man-
dó poner preso y con grillos. Su infeliz esposa, después
de algunos meses de prisión, buscó la ocasión de ver al
dictador. Se arrojó á sus pies deshecha en llanto. "Mu-
ger — dijo el cruel é inconmovible tirano,— ¿qué quiere usted
aquí?" — "¡Oh! mi esposo! ¡mi esposo!" fué todo loque pu-
do articular la cuitada esposa. Entonces Francia, diri-
giéndose á la guardia, replicó: "Mande poner á Echagüe
otra barra de grillos y otra mas cada vez que esta loca se
atreva á acercárseme." El infeliz murió en la cárcel, siem-
pre con sus grillos.
DEL PARAGUAY 285
La palabra de Francia era una ley mas irrevocable que
las leyes de los^ antiguos medos y persas.
Era de estatura mediana; de facciones regulares, sus
ojos negros y hermosos, espresaban la penetración y la
desconfianza. Hasta la edad de setenta años montaba á ca-
ballo como un joven de veinte, mandaba el ejercicio, traba-
jaba y estudiaba como antes y parecía gozar de una perfec.
ta salud, con escepcion de los accesos de hipocondría á que
estaba sujeto cada vez que se hacia sentir el viento húme-
do y caliente del nordeste. Esta acción de la temperatura
sóbrelos órganos del dictador inñuia dolorosamente so-
bre su carácter, y los paraguayos pudieron convencerse
que el tiempo de los accesos era el de las proscripciones y
actos mas crueles.
Apenas subiera al poder, ocupó el antiguo palacio délos
gobernadores coloniales, que hizo embellecer y aislar,
ordenando la demolición de las casas circunvecinas.
Retirado en él *con cuatrp_criados, dos hombres y dos
naujeres, dio comienzo auna nueva existencia, por la re-
forma de sus malas inclinaciones.. Por una poderosa
voluntad, comprimió de un modo súbito la pasión del jue-
go y la dQ las mugeres. Arregló el empleo de sus tareas
eotidianas, destinando invariablemente una hora á cada
una de ellas. Imprimió á sus maneras el sello de laQri- '
ginalidad, que puede esplicarse por la imposibilidad en
que se encontrara en adoptar los usos de la buena socie-
dad en unpais tan atrasado como el suyo. Al prin-
cipio afectaba un aire altanero y duro, tratando de intimi-
dar ásu interlocutor; pero cuando éste se le mantenia
firme, aunque sin impertinencia, se suavizaba, aun conver-
saba con familiaridad y manifestaba tener una instruc-
ción tan variada como sólida. Antes de la revolución,
los únicos libros que el despotismo religioso permitiera
penetrar en el Paraguay como en toda en la América es-
pañola, eran obras místicas, la mayor parte de una de-
286 GOBERNANTES
sesperante sencillez. El dictador tenia quizá la única
verdadera biblioteca que á la sazón existiera en el país:
componíase de una rica colección de autores españoles,
un diccionario francés de artes y oficios, á que daba mu-
cha importancia, y consultaba á menudo para ciertos de-
cretos concernientes ala industria agrícola y manufactu-
rera; se veian también algunas obras de medicina escri-
tas en francés, las obras de Voltaire, Rouseau, Montes-
quieu, Rollin, Raynal, Laplace,etc.
Hablaba el francés bastante bien y leia algo el in-
glés. L^ historia, las matemáticas y la geografia formaban
el objetó desús estudioá favoritos. Suspaisanos, al ver-
le estudiar en los mapas y globos con instrumentos de
matemáticas, después consultar, en el cielo los planetas
y las constelaciones, se figuraban que había magia en
esas prácticas, y no consta que el dictador hubiese jamás
tratado de desvanecer esa creencia en el ánimo de sus
compatriotas. El sentimiento de su superioridad, tanto
como el de su dignidad, le inspiró un orgullo pueril, muy
dificil de conciliar con la sencillez patriarcal de su interior.
¡Desgraciado el imprudente que, por escrito ó verbalmen-
te, omitiera el calificarle de Exelentisimo señor y el de
dictador perpetual ¡Desgraciado el que no observara
rigurosamente, en su presencia, la etiqueta de costumbre,
es decir, que avanzase demasiado cerca ó no tuviese las
manos en evidencia para hacer ver que no trataba de ser-
virse de un arma oculta! por la mas leve infracción se in-
curría en la desgracia del dictador, y la cosa era bastante
seria para merecer la mayor atención. Desde el descu-
brimiento de un complot, de que se hablará mas adelante
no veia por todas partes sino traición, puñal y asesinato.
Cuando salia, se hacia acompañar de húsares y dé agentes
de policía que estaban siempre listos para descargar el
golpe sobre los curiosos mas inofensivos que se atre-
vieran á esperarle al pasar.
DEL PARAGUAY 287
No se diga quo los amigos del doctor Francia estuvie-
sen exentos de la etiqueta impuesta á los estrangeros;
puesto que este hombre estraordinario no tuvo jamás
amigos, pero puede aplicarse esta observación á sus pa-
rientes y protegidos. Mas severo aun para con éstos que
para con aquellas personas que manifestaran nuevos de-
rechos á su benevolencia, muchas veces los trató con una
dureza inaudita, Unas leves faltas han valido á sus pro-
pios sobrinos varios años de prisión; aún su misma her-
! mana, señora respetable, para quien, hasta entonces, ha-
bla manifestado cariño, fué inexorablemente despedida
de su casa por una acción tan fútil que no vale la pena
mencionar.
El doctor Francia con una singular reunión de buenas
y malas cualidades, llevó al poder el mismo desinterés
' que manifestaba en su precedente carrera. Largo y ge-
neroso por todo lo que leconvenía personalmente, sólo
era avaro de los dineros públicos. El congreso al nom-
brarle dictador, le habia asignado un sueldo de 9000
pesos, y él no quiso aceptar mas que la tercera parte por-
que consideraba el estado con mas necesidades que él,
desinterés que todo tirano manifestara siempre, con el
fin de captarse la simpatía del pueblo para poderlo sub-
yugar mejor. Igual conducta observó Rosas, renuncian-
do su sueldo de gobernador en beneficio del estado. Se
hizo una regla invariable de no recibir regalo alguno;
pagaba todo lo que se le daba ó lo desechaba, y se puede
decirde él, sin impostura, que entró pobre en el podery
^ salitf pobre dteél (1).
(1) Todo lo que Francia dejó al morir, según el inventario, levantado
en los dias 4 y 5 de noviembre de 1840 en presencia del cuerpo municipal
y del ministro tesorero de hacienda alcanzaría ¿ la suma de 8á,617 pes&s
fuertes poco m¿s ó monos; sin contar el valor de las alhajas de oro y pla-
ta que poseía y cuyo valor no podemos apreciar. No figura en ese inven-
tarío la biblioteca ni ninguno de los demás objetos de sala y esorítorío.
«
288 . GOBERNANTES ,
La intolerancia recelosa deque diera pruebas tan repe-
tidas y tan deplorables, sólo se e3tend¡a empero á las per-
sonas á quienes suponía la intención de mezclarse en los
negocios de gobierno; pero en cuanto alas demás, les de-
jaba entera libertad de culto, de acción y de lenguage.
En sus discursos, el dictador se complacia en nombrar
el país sometido á su despotismo, la República del Para-
' guay) no hablaba de España, de los frailes yde los jesuítas
sino con un profundo desprecio, (1) afectando un vivo en-
tusiasmo por la independencia de la América española.
Sus ideas sobre el mt)do de gobernar los pueblos recien ^
emancipados, dan la esplicacion de su conducta política.
; "La libertad, decia á veces, es un precioso bien para
hombres prudentes; pero si las naciones mas civilizadas
del antiguo mundo no pudieron ensayarla sino con detri-
(1) £iiana de las entrevistas del doctor Bengger con Francia, se divir-
tió éste mucho ¿ costa del comandante y del cora de Gnmgnati, que le
habian enviado una pobre muger encadenada y que traía un rosario muy
I grande, acompañando el proceso de que resultaba ser bruja. De aquí pa-
/ 8Ó Francia ¿ hablar de todos 'los sortilegios¡de que usa el pueblo, de las
enfermedades y curas que atribuye ¿ semejantes maleficios, y concluyó
dici^do ¿ Bengger; ^^Vea usted para lo que sirven estas gentes, los sa-
cerdotes y la religión, para hacerles creer en el diablo mas bien que en
Dios."
En los primeros años de su elevación al poder, Francia se hacia decir
misa todos los domingos en la capilla de uno de loi^ cuarteles, y asistía en
las grandes festividades ¿ los oficios de la catedral, pero bien pronto no
apareció por aquella iglesia, despidiendo ¿ su capellán en 1S20. Desde
entonces se desligó del culto no dejando de pronunciarse contra la religión
del país. Asi fué que habiéndole pedido un comandante la imagen de un
santo, para colocarlo como patrono de un fuerte que se^cabab&.d#cofts-
truir, le respondió el dictador; ''jAh, paraguayos! ¿Hasta cuándo seréis
idiotas? Cuando yo era católico, todavia pensaba como tú; pero ahora
conozco que las balas son los mejores santos, para guardar las fronteras."
En la primera entrevista que diera ¿ los señores BenggeryLongchanp,
después de haberles preguntado cuál era su religión, ''profesen ustedes la
que gnsten, les dijo Francia, sean cristianos, judies ó musulmanes, pero
no sean ateos."
DEL PARAGUAY 589
mentó de su prosperidad, de su reposo y aun de su ho-
nor ¿como quiere usted que los americanos, ignorantes y
pobres, hagan de ella buen uso?" Este razonamiento
especioso no justificaba el despotismo vejatorio que el
dictador hizo pesar sobre sus compatriotas, con la inten-
ción de hacerlos un dia dignos de la libertad.
A los ojos del dictador, Napoleón era el grande hom-
bre por escelencia; le tomaba por modelo, le citaba á
cada paso, le veneraba aún en sus debilidades, y preten-
día asemejársele por el trage. Desgraciadamente [para
él, los recursos de su país eran tan limitados, ó las nocio-
nes que se ha podido proporcionar sobre las costumbres
privadas de su héroe eran tan inexactas, que Francia se
dejó tapujarse con un traje de los mas grotescos, que se
creia de veras ser el vencedor de Austerlitz: casaca ^ul
con galón de oro, charreteras de brigadier español, chale-
co y pantalón bl>ncos, medias de seda, zapatos con gran-
des hebillas de oro y un inmenso sombrero elástico. Jamás
salia además sin andar bien armado de un gran sable y
de un par de pistolas de dos tiros. En su casa, cuidaba
tener constantemente armas á su alcance; tenia las pare-
des de su dormitorio tapizadas con ellas. Cada noche,
hacia venir al gefe que estaba de guardia, le daba la or-
den del dia, cerraba él mismo las puertas de su palacio
y se llevaba las llaves que metia bajo su almohada»
Cuando daba sus audiencias ordinarias, su traje habitual
consistia en un ancho baton de zaraza, bajo el cual oculta-
ba una pistola de doble tiro.
Los primeros cuidados de Francia se dirigían á la orga-
nización militar, y, fiel al recuerdo de su hóroe de predi-
lección, quiso vivir en medio del ejército. Se le veia cada
20
S90 GOBERNANTES
diaocupado en pasar revista, visitar los cuarteles, pro-
bar los víveres y tratar directamente con los proveedores.
Previendo que tendría necesidad de sostener por la fuerza
la independencia deT su país, y que si de un lado, nada
habia que temer de la España, del otro habia todo que te-
mer de la proximidad de la Confederación Argentina y del
Brasil. Trató de proporcionarse las armas y las municio-
nes de que aún carecía. Para este efecto, decretó el mo-
nopolio de la esportacion de las maderas, artículo de alta
importancia para el Paraguay, y"^¡camente la acordó á
los especuladores que le llevasen en cambio los objetos
de guerra que necesitaba. Habiendo conseguido con esta
medida lo que se proponía, la aplicó á los demás ramos
del comercio de su pais, proporcionándose los artículos
que le faltaban. La esperanza de obtener esas licencias
comerciales llevó á la Asunción una multitud de negocian-
tes estrangeros establecidos en Montevideo ó en Buenos
Aires. Mas adelántese verá la suerte que les estaba re-
servada.
El elército quedó organizado sobre nuevas bases; desti-
nando el dictador para su persona una guardia de grana-
deros elejidos. Estos hombres, con cuya adhesión contaba,
se hicieron mas tarde, verdaderos gendarmes, encargados
de la ejecución de las órdenes de policía; más aún, formó
de ellos un cuerpo de espías que consideró necesa-
rio para su política. Despidió á los oficiales, que por sus
relaciones de familia ó de sociedad podian gozar de una
influencia peligrosas; á fin de no tener cerca de sí sino per-
sonas que le fuesen completamente adictas, los reemplazó
por hombres sin capacidad, pero de una fidelidad esperi-
mentada.
Fué entonces que puso en ejecución el gran proyecto
que, desde el origen de su poder, germinaba en su
DEL PARAQUAT 291
mente. Reconocia que el Paraguay, apurado de up
lado/ por los nuevos estados independientes déla Amé-
rica española, y del otro, por el vasto imperio del Brasil,
no podria por mucho tiempo conservar su independencia
nacional. Los pueblos vecinos estaban mas adelantados
que sus compatriotas en las artes agrícolas y manufac-
tureras, como en las ciencias y las ideas liberales, pero su
frecuentación no podia llevar á las masas ignorantes del
Paraguay sino elementos de discordia y de perturbacio-
nes. Todos los recurso s territoriales les iban á ser esplo-
tados por la industria de los estrangeros en detrimento de
los naturales, la cual, cansada de guerra, acabaría por
abandonar el pais. Por otra parte, no dejaba de ser cierto
que la presencia de otros estrangeros, pertenecientes, en
su mayor parte, á naciones europeas colocadas en pri-
mera línea en la civilización, presentaría graves obstáculos
¿ la realización de los proyectos que habia concebido. Su
censura, las observaciones que se habían de permitir, to-
do, hasta sus ideas progresivas de bienestar y de libertad
habia de «inspirar álos paraguayos el espíritu de insubor-
dinación, la manía de la crítica y la inclinación á la rebe-
lión. Era, pues, necesario aislar el país, atrincherarlo atrás
de sus rios y de sus selvas; rechazar las invasiones pacífi-
cas de los especuladores estrangeros como las agresiones
hostiles de los mismos españoles; impedir la emigración
délos naturales, para conservar su brazo al cultivo de las
tierras; multiplicar así las riquezas territoriales y limitar,
por* fin, el comercio de cambio á una ó dos plazas sola-
mente, para algunos artículos superabundantes contra los
objetos de primera necesidad.
* *
Incomunicado con el Paraná, con cuyos pueblos
no quería Francia tener contacto alguno, y con el deseo de
buscar salida á los productos del pais por- otro lado trató
292 aOBEBNÁNTES
de conciliarse la amistad del Brasil, por cuy os subditos
siempre manifestara alguna predilección, recordando tal
vez su origeujy con quien conservó perfecta armonia. Por
otra parte, el Brasil fué uno Je los primeros estados que
reconociera la independencia del Paraguay, y del cual
tenia éste mas que temer y esparar que no de las provin-
cias argentinas; en consecuencia, el dictador permitió á
los brasileros, y sólo á éstos, á traficar libremente con
los paraguayos.
* *
Desde esa época, el Brasil fué siempre amigodel Para-
guay, sirviéndole con sus armas, con sus hombres de
saber y hasta con sus consejos en cuanto era conciliable
con la prudencia, sin comprometer en nada su neutrali-
dad, ni su independencia. Sirvió de igual modo á López,
padre, hasta en la redacción del Semanario^ único perió-
dico existente en la época de éste en la Asunción. Igual
cosa hizo con López, hijo, y no obstante, para satisfacer
éste su ambición desmediday absurda, buscó pretestos ri-
diculos, declarando la guerra á la nación que tantos servi-
cios habia prestado al Paraguay, cuya independencia no
se hallaba amenazada en lo mas mínimo.
Habiendo fijado su plan sobre bases definitivas, Fran-
cia echó manos á la obra con ardor, perseverando en ella
con corage. • Los estrangeros sospechosos fueron echa-
dos de la frontera, ó retenidos presos; se embargaron las
embarcaciones que estaban fondeadas en la Asunción,
enviándose lanchas cañoneras á la embocadura del rio,
con orden de detener á cualquiera que tentase franquear
sin autorización, el primer límite de la dominación dicta-
torial, ya sea para entrar, ó ya para salir. Establecióse
una serie de fuertes destacados sobre toda la lineado
DEL PARAGUAY ¡393
las fronteras del Paraguay. Los soldados regimenta-
dos ocuparon los puntos mas importantes, mientras que
los demás quedaron confiados *á una guardia cívica, cu-
yos puestos podían comunicarse entre sí con celeridad,
•Los indios del Gran Chaco, fueron asi contenidos distan-
tes de los límites del país, y arrancó á los mbayáes de sus
antiguas soledades, distribuyéndolos en los alrededores
de la Asunción y obligándolos al cultivo de la tierra, para
preparar la fusión de las razas; y prohibió á todo habi-
tante, natural ó estrangero, salir del Paraguay, sin espe-
cial permiso, bajo pena d9 muerte.
La agricultura, reclamaba la atención del reformador.
Arrogóse el derecho de prescribir álos propietarios el siste-
ma de cultivo que ellos debian adoptar, año por año.
Sus previsiones á este respecto fueron coronadas de un
éxito completo. Abundantes cosechas vinieron á ense-
ñar álos colonos que, hasta entonces habian tomado por
los resultados de una antigua esperiencia, no era sino vi-
cios y preocupaciones. El suelo dio con largueza varias
producciones nuevas que los consumidores compraban
antes en Buenos Aires. Los cultivadores que; cada año,
iban á ofrecer sus servicios á vecinos, frecuentemente
muy distantes, retenidos en sus casas desde entonces, se
pusieron é desmontar la tierra, desarrollando así los recur.
.sos de la localidad. La economía rural tomó en pocos
años un aspecto nuevo.
Los paraguayos que habian hecho abundante cosecha
de algodón, artículo que antes introducían de Corrientes,
trataron de utilizarlo, desde que ya no podian esportarlo.
He ahí el origen de las fábricas de telas de algodón que
suministraban todo lo que exigían las necesidades del pais.
El arte de criar los animales hizo igualmente rápidos pro-
gresos y pronto cubrieron numerosos ganados unos cam-
pos antes desiertos.
894 GOBERNANTES
El dictador por medio de su diccionario de artes y ofi-
cios, montó fábricas, hizo confeccionai* oficios, prodigan-
do alternativamente el dinA'oyla amenaza para conducir
á los obreros á la perfección que deseaba obtener.
Este grande impulso dado á la industria nacional reveló*
á los paraguayos el secreto del poder humano que habían
desdeñado aprender. Aborrecian la mano pesada que
los guiaba en esta carrera, pero, subyugados por el ascen-
diente del genio, lo admiraban y obedecían.
El embellecimiento de la capital atrajo igualmente los
cuidados del dictador. Emprendió regularizar las calles
y se puso en consecuencia, á trazar él mismo planos que
hacia ejecutar, á su vista, por un maestro albañil, conde-
corado con el titulo de ingeniero engefe. Pero'de todos sus
proyectos de mejora, éste fué el único tal vez que diera
completo fiasco. Su inesperiencia sobre esta materia y la
ignorancia de su ingeniero eran tales, que los trabajos
no podian ejecutarse sino á tientas. Asi, cuando recono-
ció que una casa incomodaba el alineamiento de una calle,
el propietario recibía orden de hacerla demoler en un cortí-
simo espacio de tiempo; pero aparecía luego un nuevo
obstáculo, oculto por el precedente y hacia indispensable
uña nueva demolición. Modificaban entonces el primer '
plan con nuevos sacrificios por parte délos propietarios.
De este estado de cosas resultó que, al cabo de algu-
nos años, la ciudad quedaba, no ya regularizada, sino
enteramente descompuesta.
* *
Más feliz fué el dictador en la empresa de los caminos
públicos, que hizo pasar en los bosques y las lagunas
que antes obstruían las comunicaciones con las principales
ciudades, como Ñoembucü ó Villa Rica. Con igual éxito
empleó á los hombres condenados á trabajos forzados en
construirfuertes en los pueblos fronterizos y en la Asun-
DEL PABAGUAY 295
cion. Para contener los indios belicosos del norte, fundó la
nueva villa^de Etebegó, ahora San Salvador, en la parte
setentrional, sobre lasnoárgenes del Paraguay y á ciento
veinte leguas de la capital, poblándola al principio de mu-
latos y mugeres de nnala vida, y mas tarde destinada ¿lu-
gar de destierro 'por su gran distancia de la capital.
¡Feliz el autor de tan prodigioso desarrollo de los recur-
sos locales, si no hubiera creído indispensable para la
conservación de su autoridad, asi como para la realiza-
ción de sus planes, obtener por el terror, por las proscrip-
ciones, por la violencia y la sangre, esa obediencia pasiva
de que tenia necesidad.
Hacia mucho tiempo que los frailes estaban espuestos al
odio y á las persecuciones del dictador. Es necesario con-
venir que sus desbordes, su ignorancia y su pereza los.
hacia aparecer como seres poco dignos de interés. Vi-
vian públicamente en concubinato y mancillaban diaria-
mente el santuario de los templos con noil abominaciones.
Francia mandó suprimir los cuatro conventos que exis-
tían en el país sometido á su dominación; dio orden álos
religiosos que se presentasen al vicario general para ser
secularizados, bajo la pena de considerárseles como va-
gabundos y espulsos. Sus bienes quedaron confis^tados
en beneficio del estado y los edificios que ocupaban con-
vertidos en cuarteles ó en depósitos de artillería.
Los cabildos no quedaron exentos de la proscripción
general. Es verdad que ya no poseían sino lá sombra
déla autoridad; pero esa misma sombra incomodaba al
déspota.
^Para reunir en sus manos el poder espiritual al tempo-
ral y constituirse en gefe de la iglesia, el dictador apro-
vechó la circunstancia de hallarse el obispo como atacado
de enagenacion mental, al menos así hizo creer, dejando
296 GOBERNANTES
el cuidado de los detalles del culto aun vicario general, he-
chura suya.
Por lo mismo que habia Eiucho que reprocharle, Fran-
cia no dejaba de tener sus temores. Algunas caricaturas
que se atrevieron á dirigir contra su persona, la revela-
ción de un complot y otras circunstancias despertaron en
él sentimientos de crueldad que su elevación habia ador-
mecido por ur. instante. Los españoles fueron sus pri-
meras víctimas; medida tanto mas injusta cuanto que los
hombres de esa nación que habitaban el Paraguay, haciai
mucho tiempo quehabian venido pobres y sin influencia,
se habian casado en el mismo pais, habian adquirido un
derecho de nacionalidad consagrado por el tiempo, y, so-
bre todas cosas, habian permanecido ágenos á los actos
por los que la dominación española provocara ía rebelión
de sus colonias.
* •
Comprendiendo que para gobernar el pais dictorialmen-
te en toda su ostensión, sin que hubiese autoridad que
de cualquier modo se le sobrepusiera, y viendo que el,
clero, en general, ejercia una influencia en cierto sentido
sin control, el doctor Francia, para preparar el camino,
dictó (2 de julio de 1.815) la siguiente:
RESOLUCIÓN SUPERIOR
"Exigiendo las actuales circunstancias y aún el estado
> de la República que las comunidades religiosas existentes
en su territorio, sean exentas de toda intervención ó ejer-
cicio de jurisdicción de los prelados ó autoridades estra-
ñas de otros países: prohibo, y, en caso necesario, es^
tingo y anulo todo el uso de autoridad ó supremacía
de las mencionadas autoridades, jueces ó prelados,
residentes en otras provincias ó gobiernos, sobre los
conventos de regulares de esta República, sus comu-
nidades, individuos, bienes de cualesquiera hermandades
. I
DEL PARAGUAY ' 297
Ó cofradías anexas 6 dependientes de ellas. En virtud de
esto, las espresadas comunidades religiosas quedan li-
bres y desligadas de toda obediencia, y enteramente in-
dependientes de las provincias, cabildos y visitadores ge-
nerales de otros estados, provincias 6 gobiernos, prohi-
biéndoseles que de ellos reciban títulos, nombramientos
de empleos, cartas facultativas, dimisorias, ó cartas pa-
tentes de graduación, habilitación, gobierno, disciplina ó
de cualquier otro ramo de policía religiosa. Por conse-
cuencia, se gobernarán de aqui en adelante con esta inde-
pendencia, observando sus respectivas reglas 6 institutos,
bajo la dirección ó autoridad del limo, obispo de esta
diócesis, tanto en lo espiritual como en todo lo temporal
y económico, con las prevenciones siguientes:
"Las comunidades de cada orden se congregarán en
sus respectivos conventos de esta ciudad de tres en cuatro
años para la elección de sus prelados locales y proveer
todos los demás empleos ú oficios de cada casa ó convento
precediendo los acostumbrados exán^enes ó pruebas de
suficiencia ó idoneidad, y tendrán voto todos los religio-
sos de sagrada orden habilitados para oir confesiones,
cuya asistencia sea posible y compatible con las atencio-
nes de dichas casas, pero los electos ó nombrados para
los referidos cargos no podrán ejercerlos en cuanto no
obtengan aprobación de este gobierno.
"Será presidente de estos capítulos el religioso demé-
rito é idoneidad que fuere nombrado por el limo, señor
obispo; y cuando tengan que convocarse, se obtendrá
previamente permiso de este gobierno, para que, juzgán-
dolo conveniente, se determine el magistrado ü otra per-
sona caracterizada que deba asistir en calidad de comisa-
rio de la autoridad suprema para mantener el buen
orden.
•En estos capítulos podrán también hacerse las declara-
ciones ó concesiones de graduación ó jubilación, y de los
privilegios acostumbrados en cada orden; y tendrán efec-
298 * ' OBERNANTES
tocón la confirmación del limo, obispo. Cuando fuere
preciso proveer oficios en el tiempo intermedio de los ca-
pítulos trienales, que se establecen, podrá, con conoci-
miento del limo, obispo, y con las formalidades correspon-
dientes, determinarse y verificarse por el discretorio ó
padres del consejo del convento mayor que lo haya pre-
cedido del respectivo prelado local; y con condición, en
la misma calidad, de obtener la aprobación del gobierno.
Podrán también, en la misma conformidad, conceder y
declarar las graduaciones y jubilaciones que convengan,
bastando para su complimiento y efecto del limo, obispo.
Será generalmente admitida la asociación ó incorporación
de los religiosos que vengan de otras provincias ó go-
biernos de las conventualidades de las órdenes existen-
tes en el territorio de la República, igualmente precedida
de la licencia de este gobierno. La toma de hábitos y
profesión siguientes podrán ser provistas, tanto por los
capítulos trienios, como también por los prelados de los
conventos principales, de acuerdo con los mismos padres
discretos ó consejo; pero, para la recepción de órdenes
menores y mayores, se dirigirán los religiosos preten-
dientes al limo, obispo que, juzgándolos idóneos y en es-
tado, precedidas las informaciones que juzgare conve-
nientes, les conferirá dichas órdenes, sin exigir otro re-
quisito.
*E1 presente decreto tendrá vigor en cuanto toma una
deliberación sobre la creación y subrogación de un comi-
sario ó prepósito general de regulares en la República.
Si en su ejecución ocurriese cualquiera duda ó dificultad,
me reservo esplicarlas ó resolverlas con declaraciones
ulteriores, y para su inteligencia y observancia comuni-
qúese al limo, obispo y á todos los prelados y comunida-
des de los conventos de la República."
Con motivo de la estincion de las instituciones ó* comu-
nidades religiosas, se secuestraron todos los bienes de ellas
y se aplicaron al estado secularizándose sus. individuos.
DEL PARAGUAY 299
Algo bueno hizo al mismo tiempo, como la abolicon de
la inquisición y los oneresos diezmos, y mas tarde convir-
tió de hecho los ociosos monasterios en cuarteles: secula-
rizó la vagilla de oro y plata, y las onzas que tanta falta
hacian al estado y que ningún servicio prestaban á las ca-
sas religiosas y en las misiones.
Poco tiempo después espidió el siguiente:
AUTO SUPREMO
"Desde que la provincia recobró el uso y ejercicio de
su libertad imprescriptible, ha sido generalmente mani-
festada la voluntad de que los oficios y empleos, de cual-
quiera clase, sean ocupados y ejercidos por los patricios,
hasta entonces siempre abatidos, vilipendiados y poster-
gados. Toda la razón, todos los derechos y la misma
naturaleza reclaman la preferencia de los hijos del país
para la ocupación de los cargos onerosos ó lucrativos
que los ofrece y proporciona el suelo natal. Penetrada
de esta verdad, la asamblea general de 18Í1 dejó estable-
cida en particular una disposición muy conveniente.
Pero no es sólo la justicia que conduce y obliga á esta
determinación, la seguridad general, el público bienestar,
la consolidación de la libertad é independencia de la Re-
püblita, constituyen un doble motivo que hace tan urgen-
te como importante esta medida en la presente crisis.
Bien sabida es la influencia que en todas las partes tienen
los empleados. sobre la opinión pública. Si por oposición
ó indeferencia délos mismos llega ésta á debilitarse ó &
contrariar el sistema adoptado y el nuevo orden estable-
cido, fácil es calcularlos males que entonces resultarán á
la sociedad. Es, pues, preciso que los funcionarios pú-
blicos forasteros que son admitidos, sean también notoria-
mente adictos á la %agrada causa de nuestra regenera-
300
GOBERNANTES
cion política: y ningún gobierno, por poco ilustrado que
fuese, podría dispensarse de velar en este punto que tanto
influye eri el bien y conservación general del estado. De
lo contrario, se espone á abrigar y alimentar en su propio
seno á los enemigos de su felicidad, tal vez ocultos 6 dis-
frazados, con mengua déla justa consideración debida á
los patricios y con daño y menoscabo de sus derechos.
En virtud de esto, el escribano de gobierno notificará á
don Antonio Miguel de Arcos y á don José Baltasar Ca-
safús, que desde luego, dejen de ejercer los empleos y
oficios eclesiásticos en que sirven, los cuales se decla-
ran vacantes, á menos que obtengan de este supremo
gobierno carta de incorporación y de ciudadano, mos- ,
trando para este fin de un modo inequívoco y con prue-
bas incontestables que han tenido una adhesión constan-
te y decidida á la actual constitución, libertad é indepen-
dencia absoluta de esta República, reconociendo manifies-
tamente que es justa la defensa que hacen los americanos
de su patria y libertad contra toda dominación esterior.
Dada en la capital de la Asunción á 21 de diciembre de
1815. — José Gaspar de Francia — Antonio Jacinto Ruiz^
escribano público y de gobierno.
Hasta aqui la dictadura de Francia, conocida súmala
índole, no presenta acto alguno de estraordinaria singu-
laridad que merezca llamar sobre él la atención del lector;
y como no era característico en él gobernar con restric-
ciones ni con sujeción á ley alguna, hizo de modo que el
mismo congreso quele eligiera la primera. vez fuese con-
vocado antes de la época señalada (octubre de 1817), co-
mo se hizo el 6 de junio de 1816, y resolvió lo que sigue:
1? En atención á la plena confianza que justamente ha
merecido del pueblo el ciudadano José Gaspar de Francia,
se le declara y esXhb\e^ceJ)ictador perpetuo de la Repúbli-
ca durante su vida con calidad de ser sin ejenjplar:
DEL PARAGUAY 301
2? Tendrá el sueldo de siete mil pesos anuales en aten-
ción á que en el acto no ha aceptado el dictador el sueldo de
doce ^mil pesos por ano que ha acordado el congreso.
3? Congreso general tendrá la república cada vez y
cuando que el dictador haya por necesario.
49 Se ordena á nuestro gobierno requiera de orden de
ese soberano congreso al limo, obispo de esta República
dirija órdenes á los prelados seculares y claustrales de esta
capital, vicarios y curas de la campaña, para que en las
misas capitulares, parroquiales, conventuales y rogativas,
en lugar de Begem etc, que se mandó proscribir por nues-
tro gobierno, se establezca y se nombre lo siguiente: **et
Dictatorem nostrum^ populo sibi comisoet exercitu subo: y
que prebenda el estado eclesiástico pública y privadamente
á beneficio de la libertad civil y sagrados de.rechos de la
patria, exhortando también á la paz, concordación de jus-
tos sentimientos en esta República, amor y respeto á las
órdenes de nuestro gobierno supremo, debiendo ser esta
voluntad de esta soberanía, cuyos medios influirán á la es-
tabilidad de los derechos de la patria. Últimamente acor-
daron disolver el presente congreso, no habiendo ocurrido
otro punto que resolver ni otras materias sobre que deli-
berar,disponiendo que por la feliz conclusión de la presen-
te asamblea se celebre el dia de mañana una misa solemne
en acción de gracias al Todopoderoso, en fe de todo lo cual
y para que conste asi lo firman — Siguen las firmas." (1)
Era Cuanto queria y necesitaba Francia para iniciar su
verdadero reinado del terror. Con el precedente docu-
mente que se acaba de leer, el pueblo paraguayo ligó su
suerte futura ala voluntad y capricho de un hombre. Es
posible que haya rufrido un error al entregarse al dicta-
dor, sin limitación fitlguna y también lo habrá hecho en la
creencia de que iba á labi^ar su felicidad. Se equivocó y
(1) Tomado de la Biografía del doctor Francia publicada por el sefior
don Adolfo P. Carranz en la Revista Paraguaya»
#
302 GOBEBNANTES
sufrió las consecuencias, como sucediera en Buenos Aires
con Rosas. Jacta est alea. ,
Un señor don Miguel Ibañez, vecino de Concepción, á
quien el dictador en otro tiempo llamó su padre, antes de
la reunión del congreso, le prometió Francia hacerle co-
mandante perpetuo de aquella villa, si ponia en juego su
influencia á ñn de colocarle en la suprema dignidad de
dictador perpetuo. Creyendo Ibañez en la promesa, buscó
votos, influyó y sugirió á los demás diputados, que le
proclamasen como él deseaba. Posesionado de la dicta-
dura perpetua, confirió á Ibañez la comandancia de la
Villa de Concepción, como le habia prometido; peroá los
dos ó tres años, lo depuso, le hizo traer preso á la Asun-
ción y murió en la cárcel pública. Ibañez declaró en su
calabozo que no tendría perdón de Dios por haber sido
quien elevara á Francia falsificando registros en complot
con Mign^l Noceda (premiado por el dictador fion doscien-
tos azotes^, con el objeto de combatir la candidatura, que
aparecia como rival. No solo fué victima el padre, sino
también un hijo de Ibañez, á quien ala muerte de aquél,
mandó encerrar, ignorándose la causa, en un sótano,
del que después de veinte y cuatro años de prisión, salió
trémulo en 1840.
Para que la clausura del Paraguay hubiera tenido
por fundamento, entre otros, principalmente, an decreto
del gobierno argentino de 8 de enero de 1817 prohibiendo
la introducción del tabaco manufacturado, ó cigarros de la
provincia del Paraguay , hasta la incorporación de ésta
alas restantes de la nación; y como en lo que menos
pensaba Francia era someterse, ni reconocer una autori-
dad, no sólo superior, ni aún igual á la suya, prefirió se-
gregarse del resto del mundo.
Durante el gobierno del dictador, subió la yerba en Bue-
nos Aires, á veinte y cinco pesos por arroba, ^ en Chile á
• DEL PARAGUAY 303
cincuenta, por cuya razón se prohibió la introducción eii
aquel reino, y en el Perú dejó enteramente de usarse. En
vista, pues, de haber cerrado el dictador la navegación
del rio y de consiguiente la estraccion de los frutos del
pais para las provincias argentinas, dieron los brasileros
en trabajar la yerba en los montes del Brasil, en donde
abunda, é introducirla en Buenos Aires. De este modo,
creyendo el dictador perjudicar á los habitantes de los
pueblos de abajo, causó el mayor daño á los del Para-
guay y al erario nacional; pudiendo haber enriquecido á
aquéllos y llenado éste con solo el permiso del comercio
franco con dichos pueblos, sin perjuicio de la indepen-
dencia y neutralidad de esta provincia. Pero como sus
miras no se dirigian sino á embrutecer y empobrecer pa-
ra gobernar esclavos, prefirió mas bien á los brasileros.
Para el efecto, ajustó (5 de abril de 1823^ un tratado de
comercio, prometiendo mutuamente ambos gobiernos ob-
servar mejor orden. Desde entonces abrió y entabló comu-
. nicacion mercantil con los brasileros, aunque solamente
sobre dos puntos: al sur por la via de Itapuá, fundada en
1614 y situada en lo alto de una colina, ala margen de-
recha del Paraná, distante poco mas de ochenta leguas de
la Asunción: y al norte, sobre el Paraguay enfrente de
Kueva Coimbra. Es verdad que este comercio no se ha-
cia sino mediante licencias especiales del dictador, muy
difíciles de obtenerse, porque la autorización era ala vez
un gran favor y un medio de influencia irresitible.
No sólo§no iban á aquel mercado hombres de alguna
pintura ó de conocimientos mercantiles, sino que ni los
ignorantes y del estado común, que á fuerza de tiempo y
paciencia alcanzaban licencia, podian conducir á Itapuá yer-
ba 6 tabaco, qae hubiesen comprado, no en calidad dp ha-
bilitado, sino que habian de llevar yerba ó tabaco, que
ellos mismos hubieran personalmente trabajado. Tam-
poco concedia licencia á todos los que la pedian, sinoá
los que él qijerla, no con la cantidad de frutos que tenian,
304 GOBERNANTES *
sino con las queél les asignaba: por ejemplo, el que soli-
citaba licencia para doscientas arrobas de yerba ó .tabaco,
ñola conseguia masque de cien arrobas; el que intenta-
ba conducir á dicho mercado sus frutos habia de presentar
ó acompañar su memoria con dos certificados del juez de
paz de su partido, en que constara que era buen servidor
á la patria y adicto á la sagrada caitsa de la libertad^
(que era Francia) absolutamente parecido á loque se prac-
ticaba en Buenos Aires, en donde el solicitante de cual-
quiera gracia tenia que probar, por medio de un certifica-
do igualmente, ser federal y adicto á la sagrada causa de
la federación y á la persona de S. E. (Rosas), y el de
ser el interesado blanco de linage; y el otro certificado,
que la hacienda manifestada, era de su propia cosecha.
También habia de esplicar la calidad de los peones: si
eran adictos á la independencia de la República y afectos
¿ su persona. Estaban igualmente escluidos ¡os que no
eran de linage blanco; en suma, no iban á Itapuá los pa-
rientes, ó de un mismo apellido de los que él tenia aherroja- ..
dos 6 encerrados en los calabozos; tampoco aquéllos á
quienes odiaba sin causa, ó sospechaba que podian no ser
adictos á su despotismo y tiranía.
La forma en que se hacia este comercio, que causó no
pocos pesares, trabajos, pérdidas y prisiones á los que lo*
practicaban, era la siguiente:
Llegado el brasilero á Itapuá se le registraba los zapa-
tos, botas, sombrero y todo el vestido que llevaba puesto,
para ver si ocultaba cartas, gacetas ü otros papeles que
contuviesen los sucesos y estado de Buenos Aires, de
donde procedian aquellos mercaderes. Luego se desar-
rollaban y desdoblaban los géneros, pieza por pieza, y se
le entregaban vareados. Después de esta operación se re-
mitia'al dictador la nota de ellos, con la Ucencia y guia, y
de cada género ó efecto un retacito por muestra. Entre
tanto no podia el mercader abrir tienda ni vender una agu-
ja, hasta que regresase el chasque, y escogiera el dictador
DEL PARAGUAY 305
los renglones que quería, que siempre oran de los mejores
los que entregados al receptor, faera de los que se le re-
galaban, pedia el mercader proceder á la venta del resto.
. El dictador tomaba los géneros á los precios que él quería
imponerles, y se conduelan á la capital con los auxilios
de los vecinos, que contribuian con bueyes, caballos,
carretas, reses para el gasto del camino, y con sus per-
sonas escoltando las carretas.
A este respecto dice Don Manuel P. de Peña:
"Esta tienda era servida por el que hacia entonces de
alguacil mayor: miembro municipal, que en las funciones
clásicas asistia de calzón corto, sombrero elástico, espa-
dín y vara larga de ballena, llamado don Juan José Me-
dina. Fuera de los asuntos de carcelería, que eran raros,
su contracción era la venta al menudeo de los efectos
mercantiles que le entregaba personalmente el dictador:
las veces que éste le llamaba, tenia que cerrar la tienda; y
cuando se le entregaban los géneros cotí quehabia de surtir-
la, luego se veiaque iban soldados de casa de gobierno,
con efectos al hombro que conducían á su casa, y entraban
por la puerta del zaguán, no por la de la tienda.
"Sabedor el pueblo de esta provisión, se llenaba de
gente toda la calle, á esperar que se abriera la esquina;
pero el alguacil mayor que sabia de la manera atropella-
da en que entraba el concurso en la tienda,' mandaba ve-
nir unos soldados con largos y secos nervios de toro, y
eran apostados á la puerta. Asi que ésta se abría, se lle-
naba de gente la tienda: todo era atropellamiento, compe-
tencia, demandas, empujones y murmullos, que los sol-
dados reprimían con golpes que daban á discreción.
"De esta manera se proveía el pueblo de las mercaderías
precisas y sobre todo de liencillo que se espendia de á cinco
varas hasta que se agotaba la factura de .aquel dia, que-
dando muchos sin conseguir nada, y conformadas a es-
perar otra ocasión, en que el dictador tuviese la gana de
hacer nuevo surtido, para lo que trascurrían dias.
21
306 GOBERNANTES
"El tendero alguacil mayor no dejaba de hacer sus sisas
reservadas de algunos renglones que por partidas peque-
ñas ó lotes vendía al mismo precio secretamente á sus
favoritos amigos, que los mas eran revendedores boliche-
ros, máxime si eran recomendados de una negra que ha-
bia sido esclava de don Agustin Trigo y era su servidora
antigua.
"El señor Medina no recibia sueldo alguno, la casa en
que vivía era del estado, y sólo cuando el dictador quería
le entregaba alguna pequeña cantidad de dinero para sus
gastos: tenia cara de muy pocos amigos, vestia con mu-
cha parcidad, pues preferia usar pantalones de pichó,
tela de algodón del pais á modo de piel, j mostrar de es-
ta suerto que no compraba 6 no echaba mano en lo po-
sible de los efectos que se le daban á vender. Tanto
hizo por conservar su pureza, que jamás se le vio con
fortuna.
"El cuadernillo de papel blanco se vendia en la tienda
del estado á dos reales de plata, que no duraba la venta
un dia, y se revendía el pliego al mismo precio en otras
partes. En las escuelas de primeras letras se hacia uso
de tablillas polvoreadas con brea para aprender á escribir,
según se dijo en otra parte."
Arrojando lá* máscara Francia entró con paso firme en la
viadelas reformas llamando en en su auxilióla violencia,
el tormento, las proscripciones y la muerte. Pero, para con-
seguir su objeto necesitaba contar conlafranca cooperación
del ejército; asi fué que el dictador inició su nueva carrera
porla reforma militar. Creó una guardia compuesta de gra-
naderos elegidos, según se dijo ya, aumentó y regularizó
JOS diversos cuerpos del ejercito, confirió grados militares
aunque de capitán para abajo, sin discernir edad ni condi-
ción, á los hombres que le manifestaban adhesión, ale-
jando sin escrúpulo á los que hacian 6 podian hacerle,
sombra.
DEL PARAGUAY 307
Llamó igualmente su atención la institución de las mili-
cias, creando la fuQrza armada del Paraguay, para guar-
dar los fuertes de que habia rodeado el país, aunque con
detrimento déla moral pública, á causa de la licencia que
acordó á los soldados fuera del servicio. Exactamente
lo mismo hicieron lo§ dos López.
Formó en el Chaco los fuertes (hoy no existen) denomi-
nado Formoso, Oranges, Monte Claro y Santa Elena, con
fuerzas militares y sus respectivos comandantes, que por
lo general no pasaban de sargentos .
Con estos fuertes ó guardias se contuvieron los indios
del Chaco de invadir áesta provincia, y este beneficióse
debe al dictador, que ordenó á los gefes de los dichos
fuertes no diesen cuartel á ningún indio que pretendiera
acercarse. En efecto, muchos de los que llegaban, mo-
rían en el acto.
La organización dada al Paraguay por Francia era
como sigue: veinte departamentos dividían todo el pais,
subdivididos eiipartidos. Cada departamento era admi-
nistrado por un comandante encargado de la egecucion de
las órdenes del gobierno. Este funcionario juzgaba los
delitos en materia correccional, y tenia bajó" sus órdenes
celadores ó agentes inferiores de policía, que estaban co-
locados en los partidos. Cada departamento tenia un
receptor de contribuciones. En las antiguas Misiones,
sólo los blancos dependían de la administración de los
comandantes; los indios encargados déla esplotacion de
las tierras del estado, obedecían á regidores que depen-
dían de un subdelegado. Además, los indios eran igual-
mente administrados por regidores que recibían sus ór-
denes de los comandantes de departamentos.
Las leyes eran las mismas, en el fondo, queenlaépo-
308 GOBERNANTES
ca colonial, aunque la voluntad suprema del dictador las
modificaba incesantemente según las necesidades de su
política. Los jueces podían serlo de todas las clases
de la sociedad; pero tenían asesores que, habiendo cur-
sado algunos estudios en jurisprudencia, eran los verda-
deros dispensadores de la justicia. El cabildo de la
Asunción fué reemplazado por dos alcaldes, que también
administraban justicia y desempeñaban las funciones de
jueces de primera instancia para todo el Paraguay. La
legislación penal quedaba al libre arbitrio del dictador,
que juzgaba en última instancia todos los delitos y todas
las posiciones. Los crímenes de estado, entre los cua-
les se contaban las palabras políticas, ofensivas al dicta-
dor y á sus agentes, sin esceptuar á los simples soldados,
el atentado contra la propiedad pública, el contrabando,
los robos de caminos reales ó á mano armada, los asesi-
natos y las tentativas de evasión eran castigados de
muerte ó el condenado era fusilado. Los demás crímenes
6 delitos tenian trabajos forzados, de detención perpetua
6 limitada y los azotes públicos, á que estaban sonáetidos
tanto los blancos como los indígenas.
El 'gobierno, propiamente dicho, se componía del dicta-
dor, del ministro de hacienda, del ñel ejecutor, que era un
verdadero prefecto de policía, del fiel de fechos, especie de
secrerario de estado, para los negocios de justicia, y
de defensor de menores, que estaba encargado de la tute-
ja, aun para los esclavos, asimilados á los menores.
Después del dictador, su barbero era el personage mas-
importante del Paraguay, al cual se dirigían primero to-
dos los que solicitaban algo. A él era necesario adular,
colmar de agasajos y regalos, por que este favorito tenia
en sus manos la vida y muerte de millares de hombres.
Era, puede decirse, espia del dictador, pero al mismo
tiempo su primer director de policía, su confidente, su
DEL PARAGUAY 309
•
conáejero. El miedo no era ageno á esta intimidad
del amo y del criado: el primero, tirano detestado, se veia
obligado á poner su vida á disposición del segundo, y* \
el medio mas seguro para él de prevenir la infedelidad de
este hombre, era colmarle de tantos favores para no tener
que perder sino operar un cambio. Nada tenia Francia
oculto para su barbero, á quien consultaba sobre las me-
didas más importantes.
Hé ahí los rasgos mas característicos del gobierno del
doctor Francia. Vamos á entrar ahora en cuantos de-
talles nos sea posible.
Es indudable, como el mismo Francia lo manifestara
desde que tuvo ingerencia en la cosa pública, que abriga-
ba un odio inveterado á los españoles, á quien no toleraba
la mas mínima falta, y si hábia algún individuo de esa
nacionalidad, á quien por su elevada gerarquía, se dis-
pensase honores y distinciones espontáneas á que él no
podia pretender por mas que quisiera, constituía un
grande estorbo para su sistema de gobierno que era nece-
sario hacer desaparecer. En este caso se hallaba el obis-
po Panes; y cómo todos los actos despóticos de Francia
se basaban en algún fundamento, justo ó injusto, quiso
encontrar uno en que basar su resolución ¿n contra del
prelado. Hizo que un predicador dirigiese en la catedral
una plegaria á Dios para que concediese al obispo la salud
mental de que carecia. Fué lo bastante para espedir el
siguiente:
• DECRETO SUPREMO
"Siendo notorio el estado de demencia en que se ma-
nifiesta el reverendo obispo de esta diócesis, de tal modo
que un religioso de su mtsma orden, predicando este año
el sermón de los Dolores en lá catedral, terminó su dis-
curso con una súplica á la virgen para que concediese al
310 GOBEBKANTES
obispo la salud mental que tanto necesita, según suéspre-
sion, para el desempeño de su ministerio: por consecuen-
cia, se hace ya inevitable subrogar otra persona que ejer-
za las facultades superiores que por mi reglamento de 2
de julio de 1815 se le señalaron para el régimen y direc-
ción de las comunidades de los regulares existentes en el
territorio de la República. En virtud de esto, nombró pa-
ra este efecto en. su lugar al deán de esta iglesia don Ro-
que Antonio Céspedes (ignorante, codicioso y adulón)
provisor y vicario general, al cual se referirán de aquí en
adelante todos los mencionados regulares para toda la di-
rección y jurisdicción que por el citado reglamento corres-
pondia^al reverendo obispo: declarando al mismo tiempo
que para las profesiones religiosas que se intentaren de
aquí en adelante, ha de preceder anuencia y aprobación de
éste supremo gobierno, cuyo requisito, sin el cual no se
juzgarán autorizadas ni tendrán efecto, es indispensable, y
necesario, á fin de que por medio de informaciones conve-
nientes y de un serio examen se reconozca si algún ciu-
dadano de la República no procede indiscretamente y sin
-suficiente deliberación aligarse con semejante empeño y
con unos votos de tanta gravedad, consecuencia y difi-
cultades tal vez hallándose en una edad en que faltan la
reñexion y esperiencia; para inteligencia y observancia
de esta determinación se pasarán copias autorizadas de
este decreto al mismo deán, provisor y vicario general y
al prelado y comunidades insinuadas. — Asunción, 16 de
octubre de 1819/'
Francia.
Los doctores Rengger y Longchamp, llegados, (30 de
julio de 1819) á la Asunción, alucinados con las relacio-
nes fabulosas que del Paraguay hacian circular algunos
impostores, y aunque bien recibidos por Francia, tuvieron
que permanecer en aquella capital seis años, al fin de los
DEL PARAQÜAT 311
cuales se les permitió la salida. La gran dificultad que
habia para salir del Paraguay consistía en que Francia no
quería, con mucha razón, se conociese en el esterior su
sistema original de gobierno.
Asi pues, habiéndose visto el dictador retratado tan á
lo vivo en el Ensayo Histórico que esos señores hicieron
conocer con su publicación, mandó publicar por bando en
la Asunción, en 1830, una impugnación, bajo el epígrafe
siguiente:
"Apuntamientos hechos á la obra de los señores Reng-
ger y Longchamp, titulada: Ensayo histórico sobre la
revolución del Paraguay , y el gobierno dictatorial del
Dr. Francia.
"El suizo Juan Rengyer del Villorrio de Arau vino, con
su asociado Marcelino Ijongchamp, se introdujo en el Pa-
raguay en clase de médico, y complotándose íntima y
estrechamente con los europeos españoles, y con el fran-
cés Saguier^ espia realista descubierto, (quien se me-
tió aquí de boticario) y con el cual se sospechaba haber
sido destinado desde Europa, se ocupó en envenenar á
los patriotas que se le ofrecían. Entre otros el tesorero
Decoud, luego que tomó su brevaje, cayó en agonías
mortales, retirándose desde el mismo instante aquel mal-
hechor, sin querer volver á verlo, ni aun con repetidos
llamamientos. En dos meses que asistió al cuartel de
pardos, despachó á mas de veinte de ellos por lo que fué
echado de allí, y entonces cesó la mortandad. El bribón
no hizo mención en su folleto de aquella matanza bárbara
que hizo, por no convenirle que se sepa. A su imitacio'n
el europeo español Brugués envenenaba igualmente,
por lo que fué privado del oficio de curandero, á que
* también se habia metido: Rengger, acérrimo contra la
causa de América, procuraba al mismo tiempo seducirá
312 GOBERNANTES
otros. A Gustavo Leman (1) que tenia relación con los
patriotas, le dijo que se retirase de ellos, que mejor vida
se pasaba con los europeos. Además debió ser un buen
pillo, porque el viejo médico Narvaez que asistia con
bastante acierto á diferentes cuarteles, burlándose del mó-
dico suizo, contaba haberse interesado con él para que lo
acreditase en el pueblo y le diese á conocer las yerbas y
plantas medicinales usuales del pais.
"El dictador por no verse al fin en la precisión de hacer
justicia con este malvado, como asesino envenenador y
seductor complotado con enemigos y facciosos, se negó y
no quiso acceder á la solicitud, que el propio Rengger hizo
en gobierno de quedarse aún en el Paraguay en clase de
médico, á fin de casarse como quería, con la hija del euro-
peo español, Antonio Recalde ^ vecino acaudalado, de la
que el pobre andaba perdidamente enamorado.
"El calla y oculta también esta negativa, y la consi-
guiente frustración de su intentado casamiento, para que
no se sospeche la nueva maldad que ha cometido, con
pretender figurar como una historia un tropel de false-
dades, con qué no ha hecho mas que acreditarse de fal-
sario desaforado que es lo que le faltaba.
"Tan odioso se habia hecho en el Paraguay este bárba-
ro ateista, y tenia tan bien asentada la reputación de un
perverso, que los paraguayos por mofa y por despre-
cio no le llamaban sino Juan Rengo. (2) Algunas gentes
que hablan ocurrido á la ribera á la salida de un buque,
viéndolo embarcarse, le gritaban también: adiós pildora;
adiós purga; adiós veneno; áe suerte que chafado y sonro-
jado por no poder efectuar su deseado casamiento, á causa
de la prohibición y negativa del gobierno; y detestado y
mofado por los patriotas,— el malévolo salió del Para-
guay como perro con cencerro.
(1) Viéndose perseguido por Francia, so ahorcó en la cárcel.
(2) Eqniyoco de mal gusto con que Francia nombraba siempre &
Bengger.
DEL PARAGUAY 313
"Este es el que, metido en docena, y encubriendo su
oculta misión, ha dado el pretendido Ensayo Histórico;
cuyo objeto está visto que ha sido formar disimuladamen-
te un libelo dirigido á minar la reputación del dictador, pe-
ro este disparatado y despreciable folleto debería mas bien
llamarse Ensayo de mentiras; por que sin exagera-
ción puede asegurarse que tocante al Paraguay y su
gobierno, casi no contiene cosa verdadera. Aun aque-
llo en que hay algún fondo de realidad, todo se desfigu-
ra, se transforma, se disfraza y se reviste con ficciones; de
modo que conduzca al intento de desconceptuar al dicta-
dor callando y ocultando con conocida malicia y mala
fe las cosas y hechos mas sustanciales é importantes, y
todo lo que no puede cuadrar con este plan.
"Desde luego se conoce que su contenido se reduce á las
especies desfiguradas, hablillas, embustes, y cuentos
forjados al paladar de Europa, y que ellos le han suge-
rido, no habiendo tenido suceso sus repetidas conspira-
ciones, instigaciones y tramas, ni la descomunal, ó mas
bien ridiculo trama del Marques de Guaraní, enviado á
España, ni otras sordas maniobras con que pensaron ha-
cer caer al dictador, con quien tienen su especial encono
como un patriota (1) decidido y firme que condujo la revo-
luciona quien consideran y como un escollo insuperable pa-
ra sus ideas y fines particulares. Rengger como abo-
nado para todo género de iniquidades, lo que ha hecho
es aumentar el catálogo de aquellas especies con sus
nuevas mentiras, ficciones, falsedades y puras combina-
ciones de su fantasía, abandonándose sin vergüenza á la
infamia de hacerse un impostor maldiciente y calumnioso
por sus compromisos con los europeos, ppr su declarada
aversión á los patriotas, y por despicarse de la repulsa de
su pretensión en gobierno, y del sonrojo ó alguna burla
(1) La palabra patriota^ no poco prostituida en los tiempos modernos,
en boca de un hombre como 'Francia es una singular audacia y desver-
gonzada impertinencia.
314 GOBERNANTES
que debió sufrir por no haber logrado el enlace queanhela-
ba;llegando su impudencia hasta inventar y fingir conver-
saciones y dichos del dictador que jamás han habido. Bien
se entiende sus fines y alta mahcia, y así -tiran á engañar
al mundo los bribones desalmados, por desahogar viles
pasiones y por consecuencia, de tramas y manejos insi-
diosos.
"En vano es, y aún risible que este v agabundo desa-
gradecido, y ruin calumniador, que se mete á hablar de
lo que no entiende, previendo la acusación de falsario, se
anticipe en el t\iu\a,do prólogo de su Ensayo de mentiras
¿producir en abono de sus imposturas al mencionado
Longchamp, que es su mismo paisano, y no ha sido sino
su compañero de gancho y rancho^ cómplice y asociado
de sus maldades.
"La malignidad de este calumnioso se ha ejercitado
aún contra los americanos patriotas y otros estados. Des-
pués que se fué, se le interceptaron dos cartas, que es-
cribió en Buenos Aires en 20 de setiembre de 1825, la una
álamugerdel citado Recalde, y la otra á su hija -ángreZa.
Se ven en ellas algunas cosas curiosas. A la madre le es-
cribe estas formales palabras:
"jKn Buenos Aires yo no me hallo; los porteños han to-
mado los vicios de todas las naciones europeas^ sin tener
una de sus virtudes: este pueblo parece una casa arrui'^
nada, que han pintado por afuera de nuevo) con lapri-
mer tormenta está todo en el suelo.''
¿Quién sabe si en Buenos Aires no halagaría ó compla-
cería á algunos baldonando á los paraguayos y á su go-
bieno, al mismo tiempo que escribía al Paraguay, vitu-
perando á los porteños y al pueblo de Buenos Aires.
"Estos breves apuntamientos bastan para dar idea del
carácter y depravación de este infame impostor y fasine-
roso, que salido de las montañas y breñales de la Suiza,
por su perversidad y queriendo figurar y darse importan-
DEL PARAGUAY 315
clá, se entremete brutalmente con el gobierno del Para-
guay.
"Si fuera preciso, fácil seria hacer ver en detalle sus im-
posturas, y las falsedades de su folleto, que solo ha podido
abultar con inepcias, 7 disparatadas frivolidades todo par-
to propio de su falacia; aunque la mejor contestación ala
maledicencia de malvados, bribones y facciosos es el
desprecio.'*
José Gaspar Rodríguez de Francia.
El señor don César Hipólito Bacle, suizo, salió publi-
cando, en el número del mismo diarlo correspondiente al
27 del i*eferido mes, una defensa de sus compatriotas, en
los términos siguientes:
."He leido en el número 273 (de 21 de agosto de 1830) de
su apreciable periódico El Lucero de Buenos Aires, los
apun tamientos hechos á la obra de los SS, Rengger y
Longchamp titulada Ensayo Histórico sobre la 7*evolucion
del Paraguay y el gobierno dictatorial del Dr. Francia.
"Usted con anticipación habiadado á conocer el nombre •
del autor de la impugnación, y á no ser asi, jamás me
hubiera persuadido, que tal artículo hubiese salido de la
pluma de un hombre en cuyas manos están confiados
los destinos de un estado entero: pero, ya que no cabe
duda, de que el dictador mismo se haya dignado hacer
.los apuntes, séame permitido ofrecer por medio de su
periódico, algunas observaciones en favor de unos ami-
gos y compatriotas, quienes por descrito citado se ha-
llan cruelmente ofendidos, en su honor y reputación.
"Pasando en silencio el largo catálago de dicterios in-
juriosos que se registran en los apuntamientos voy al ca-
so y analizando el articulo dictatorial encuentro formal-
mente que jRengrgr^r y Longchamp, durante los cinco años
de su residencia en el Paraguay, pasaron el tiempo en
mcctar la gente envenenar á los patriotas, complotarse con
los enemigos y facciosos, conspirar con el fin de hacer caer
316 GOBERNANTES
al dictador, y en otras frioleras de esta clase. El mismo
dictador lo afirma asi, y lo creo; estrañando solamente que
por tales hazañas, que en cualquier país merecen castigo,
el supremo arbitro del Paraguay desde el principio no se
haya visto precisado hacerle justicia^ lo que por otra parte
como todos saben, allá no presenta mayores dificultades.
Sin embargo, por los- apuntamientos llegó á saber, que á
pesar de tanta maldad, estos hombres no han sido inco-
modados en manera alguna, sino al contrario, al cabo de
mucho tiempo lograraron el permiso deseado de salir
del país; favor y ' gracia especial del dictador, que jio se
concede sino á quien lo ha merecido por su buena com-
portacion.
"Devuelta en su país natal, según informa el autor de
la impugnación, Renggery Longchamp, en despecho de
no haber podido, casarse en el Paraguay y de pura ven-
ganza, se pusieron á escribir el Ensayo, obrita que' el
dictador clasifica de tropel de falsedades ^ cuentos for-
jados.
"Nunca he visitado el Parguay; pero sí he leido el En-
sayo^ puede ser muy bien, que sus autores, por falta de
datos positivos hayan dejado errores notables en las no-
tas históricas y estadísticas, que hacen parte de la citada
obra; Convengo también, que nadie mejor que el mismo
dictador debe saber lo sucedido en los últimos años y el
modo como se gobierna en aquel país, pero ya que el
quiso tomarse el trabajo de refutar lo que dice el Ensayo
Histórico, debia haber procurado contestar con argumen-
tos, en lugar de vomitar denuestos é insultos contra las
personas de sus autores. Y en verdad este modo de pro-
ceder no inspira mayor confianza; mas bien da á entender
que no son precisamente las pretendidas maldades délos
señores Rengger y Longchamp las que han causado el
encono de S. E.
"Sé positivamente que á su salida del Paraguay, el dic-
tado/ no tenia queja ninguna contra ellos, y me consta
DEL PARAGUAY 317
igualmente que los dos compañeros suizos, agradecidos de
su procedimiento para con ellos, le mandaron desde Bue-
nos Aires en obsequio un cuadro con el retrato dé Napo-
león, acompañado de una carta que he leido, y concebida
en los términos mas respetuosos.
"De todos estos hechos infiero, que el ánimo de S. E.
se haya irritado tanto contra los autores del Ensayo sola-
mente desde el momento, en que tuvo noticia de la publi-
cación de esta obrita; en efecto, se entiende muy bien,
que no debia agradar al dictador, el ver espuesto á los
ojos del mundo el secreto del Paraguay, y corrido de un
golpe el velo que cubria hasta entonces la misteriosa ad-
ministración de aquel país.
**Elra pues preciso destruir á toda costa la impresión que
podia haber hecho el Ensayo en el ánimo de cuantos se
interesaban en la suerte de aquella parte del continente
americano; y á falta de razones y argumentos sólidos se
ha empleado la mezquina táctica de personalidades é in-
sultos. Asi lo prueba claramente el lenguaje de los
apuntamientos; porque á la verdad no se descubre la rela-
ción que puede tener lo que se dice en el Ensayo con el
mencionado casamiento, de que se ocupa tanto el dicta-
dor; tampoco se sabe á que viene eso de los chistes de
algunos paraguayos al embarcarse Rengger y^ Long-
champ.
"Estoy bien persuadido de esas hablillas, á mas.de que
nada prueban contra lo que se refiere en el Ensayo, son
enteramente falsas; aun mas ridículo y del todo absurdo
es lo que cuenta el autor de los apuntes acerca de una mi-
sión oculta, de que hayan venido encargados los dos ami-
gos en calidad de espías.
Si nadie que tenga el juicio sano puede dar fé á tales
cuentitos, menos ciertamente se puede creer al dictador,
cuando asegura haber descubierto unís espresiones ca-
lumniosas en unacárta escrita desde Buenos Aires por uno
de los compañeros. Los SS. Rengger y Longehamp
318 GOBERNANTES
mientras permanecían en Buenos Aires han tratado á
muchos vecinos de esta capital, y han sido acogidos amis-
tosamente en varias casas respetables; esto basta á con-
vencerse de que no han podido concebir ideas tan desfa-
vorables de este país, como las que se vierten en el trozo
de cartas mencionado en los apuntes dictatoriales.
"Finalmente debo decir que conozco á Eengger y Long-
champ; el primero es amigo mió desde muchos años y á
ambos he visto y hablado diariamente aquí á su vuelta
del Paraguay; son de buena familia y han recibido una
educación distinguida; no pueden de ningún modo mere-
cer los conceptos con que trata presentarlos ante el públi-
co SE. el dictador.
Ellos se hallan á gran distancia, imposibilitados* por
ahora á responder á los cargos que le hace el autor de los
apuntamientos; y como cada uno debe mirar por su ho-
nor y procurar de dejar sin mancha su buen nombre he
creido en mi deber escribir en su defensa esos pocos
renglones, suplicando al señor editor del Liccero publicar-
los en su acreditado periódico, y admitir las consideracio-
nes de su muy obediente servidor Q. B. S. M."
Un Suizo.-
Francia no tenia consideración con nadie, ni aun con in-
dividuos que en algo se le asemejaban. El célebre general
Artigas, que si bien no estaba con él en buenas relacio-
nes, viéndose aniquilado y perseguido, solicitó (setiembre
de 1820) un asilo de su enemigo, en la esperanza de que
seria por lo menos tratado como lo son generalmente por
los ingleses los que han ejercido algún poder, á la par
' de Rosas y otros. Pero no acostumbraba Francia em-
plear esa clase de^generosidad con los amigos y mucho
menos con un enemigo de la categoría de Artigas, de
quien, en verdad, era necesario desconfiar. El dictador,
DEL PABAGUAT . 319
en su conducta para con el caudillo oriental prestó in-
dudablemente un gran servicio á la humanidad y sobre
todo á los pueblos del Plata. El hecho es que Artigas y
sus compañeros recibieron el asilo que solicitaban, y,
sin acordarle una audiencia que pedia, le hizo alojar por
algunos diasen el ronvento de la Merced y en seguida le
relegó á Curuguati, á ochenta y cinco leguas al nordeste
de la Asunción, asignándole un sueldo de 32 pesos men^
vsualjas£ara poder vivir. Los demás asilados fueron en
su mayor parte esterminados por su mala conducta.
Cuando Francia supo que Artigas criaba aves y otras
cosas necesarias que le habilitaban para distribuir á los
pobres del distrito aquella dádiva, le retiró la mensua-
lidad.
A la muerte del dictador, el actuario Policarpo Patino,
que se arrogó el mando por un mes, la primera medida
que tomó, fué mandarle remachar una barra de grillos.
Artigas fué encontrado arando, y sorprendido esclamó —
"el dictador ha muerto," adivinando así un acontecimien-
to que se ocultó por algún tiempo particularmente en
la frontera. Llamado por López en 1845, fué acomodado
en la chacra de Iberai, á una legua de la Asunción,
donde finalizó sus dias el 23 de setiembre de 1850 á los
92 años de edad y 30 de residencia en el Paraguay.
Seis años después fueron trasladados feus restos á Mon-
tevideo, decretándose honras fúnebres.
La inofensiva y útil tribu de los payaguáes, sintió en
común con las demás clases de gente del Paraguay, los
efectos de la caprichosa crueldad de Francia. Por el año
de 1820, los indios del Chaco empezaron á dar al dicta-
dor mucho trabajo con sus repetidas incursiones en el
territorio, lo que al fin le obligó á declararles cruda guer-
ra. Defendió los puntos accesibles del rio y en seguida
se introdujo en su propio territorio, tratando á todos in-
/
/
»
320 GOBERNANTES
diferentemente á sangre y fuego. Dábase muerte á todo
indio que se encontrara— hombre, mujer y criaiura; y la
tribu payaguá, que nada tenia que ver con los indios del
Chaco, fué dester.'ada ¿Etévegó, — establecimiento malsa-
no y miserable que Francia fundó, según queda dicho mas
arriba, á la vez que como lugar de destierro, para sus víc-
timas proscritas, y cómo jaque contra los indios por
aquella parte.
Al considerar que Francia gobernaba sobre principios
enteramente caprichosos, un país lleno de sus enemigos,
— con hombres cuyo orgullo habia abatido, de cuyas
funciones los habia privado, y cuyo honor habia piso-
teado, para hacer lugar á los instrumentos bajos y des-
preciados, por cuyo medio insultaba y oprimía á todos
los hombres de familias decentes, de educación y bienestar
del Paraguay; y esto por un período de mas de seis años,
— no debe, pues, estrañarse que tal estado de cosas hubie-
se engendrado conspiraciones.
Así, un número de los mas respetables ciudadanos del
Paraguay formaron una solemne liga para derrocar el
gobierno de Francia, 6 tomar venganza en su persona.
La mayor parte de esos ciudadanos eran los empleados
del tiempo de la junta y del consulado, acérrimos ene-
migos del dictador, unos porque se veían sin destino y
separados de los negocios públicos, y otros porque ge-
mían en las cárceles. En tales circunstancias coincidió
la llegada (1817) de un coronel de. Buenos Aires (Balta
Vargas), comisario secreto del director Pueyrredon, para
que se pusiese de acuerdo con los descontentos, con el fin
dé hacer una revolución en contra de Francia. Pero la
imprudencia del comisario produjo su arresto, aunque no,
felizmente, el descubrimiento de los conspiradores. No
se acobardaron éstos y siguieron trabajando secretamen-
DEL PARAGUAY 321
te durante dos años, sin que nada pudiese descubrir el
dictador, sino simplemente sospechar de que algo
existia.
Al fin concertaron hacer el movimiento el viernes san-
to . del año 1820, atacando á Francia en su propio
palacio, haciendo repTegar lastropas, apelar á los ciuda-
danos y arriesgando todo para emancipar al pueblo de la
horrible tirania. Pero quiso la desgracia que todo se des-
cubriera, en los últimos dias de cuaresma, por medio del
confesonario. El confesor, que era un franciscano, orde-
nó al penitente que fuese á revelar el secreto, dando los
nombres de todos los conspiradores al mismo dictador.
Asi lo hizo el traidor, y esa misma noche los gemidos de
la prisión de estado fueron aumentados con los llantos de
mas de cincuenta de los mas distinguidos habitantes
déla Asunción. Fueron arrestados todos los miem-
. bros de la antigua junta y los amigos y relaciones que te-
nia. Sus propiedades fueron confiscadas y arrasada la
casa en que los conspiradores tenian sus reuniones. El
herrero no daba abasto á forjar tantos grillos; se aumen-
• tó el rigor y privaciones de un sistema de prisión, bastan-
tante'duro ya; recurrieron á cuanto el ingenio endemo-
niado podia imaginar é inventar; se estendió el terror y la
consternación entre los que habían salvado de los calabo-
zos por el momento. El dictador se sintió fuerte con el
descubrimiento de la conspiración, á la vez que éste le pre-
sentaba al mismo tiempo un plausible pretesto para multi-
plicar cuanta precaución podia sugerirle el miedo y cuan-
ta crueldad podia imaginar la venganza.
Francia vio ahora en los que se le acercaban sólo trai-
dores y asesinos; y todos los habitantes de la Asunción,
tanto los acusados como los que no lo eran, fueron puestos
bajo todo el rigor de la ley.
Sólo un motivo impidió á Francia el proceder á la eje-
cución inmediata de los conspiradores; pues todavia tenia
miedo. Ligados como estaban con todas las familias dis-
22
322 GOBERNANTES
tinguidas del Paraguay, temió atraer sobre sí el odio, 6
levantar la rebelión que probablemente tendría consecuen-
cia sobre la matanza de todos sus enemigos de una sola
vez. Los dejó, pues, consumirse en las prisiones de esta-
do, sin afeitarse, cortarse el pelo, sin lavarse, mal ali-
mentados, miserablemente vestido^ sin comunicación con
ningún ser humano, hasta la muerte. Sin asistencia mé-
dica, sin la presencia de amigos, sin el consuelo de la re-
ligión y sin siquiera la decencia del entierro, exhalaban
el último suspiro.
El dictador iba á caballo, conociendo la enemistad y
desconfianza de todo hombre bueno, y con el corazón bu-
llendo de odio para con los pocos hombres respetables
que habia dejado en libertad. El verse un hombre por
las calles á cien varas de distancia de su persona era una
ofensa imperdonable; generalmente era arrestado 6 des-
terrado. Un dia se le asustó el caballo de un barril que se .
hallaba al frente de una casa; a}, instante fué arrestado el
dueño.
Al fin, en 1821, ocurrió algo que, apresurando la ejecu-
ción de muchos de los presos de estado de Francia, puso •
fin á sus sufrimientos y á algunos de sus temores. El ge-
neral Francisco Ramirez, caudillo de Entre-Rios, inició
una correspondencia con los conspiradores confinados en
los calabozos de la Asunción y con otros descontentos mal
dispuestos contra Francia* Cayó en manos de éste, por
torpeza del portador, una carta de Ramirez que iba dirigi-
da á don Fulgencio Yegros, presidente de la primera jun-
ta del Paraguay, en que se hacia proposiciones relativas
ala revolución.
Hasta entonces, el gobierno de Francia era dictatorial,
mas ó menos despótico, con un simulacro de ministerio,
ejercido sucesivamente por los ciudadanos José Galvan,
Sebastian Antonio Saenz y Bernardino Villamayor; pero
desde que tuvo en sus manos el hilo de la conspiración,
se limitó á tener un actuario ó fiel de fechos^ que era una
DEL PARAGUAY 383
especie de escribano y de verdugo, cargo con que fué hon-
rado el individuo Policarpo Patino. Por medio de éste,
mandó (7 de julio de 1821) prender á todos los sindicados,
y entre éstos, hizo bajar á la capital á su compañero, el
presidente de la primera junta gubernativa del Paraguay,
general Yegros, desús haciendas de campo. Con un
lenguaje fementido, pero suave, Francia se le insinuó,
diciéndole: "Compañero: aquí me abruman la cabeza con
asuntos contra usted, acusándole que hace muchas reu-
niones: y para evitar todo esto, permanezca en la ciudad
hasta que yo le avise." Lo que él quería en realidad era
tener á la vista un hacendado rico, que por su ascendiente
en lá campaña, se hacia temible.
En seguida mandó redoblar las guardias de la capital
haciendo personalmente patrullas mutíhas noches conse-
cutivas y dando orden á los comandantes de campaña,
que tuvieran la mas activa vigilancia.
Esta fué la señal del derramamiento de sangre á rauda-
les, inocente mucha de ella, ó con pretestos frivolos.
Donjuán Pedro Caballero, segunto miembro de la pri-
mitiva junta, compañero de Francia y el mas querido de
la tropa entre todos los gefes del Paraguay, fué igualmen-
te preso.
El conductor de la malhadada carta á Yegros* fué en el
acto fusilado sin mas trámites, y los presos fueron some-
tidos uno tras otro, á la terrible ordaliade la "" Cámara de
la Verdad'\ para averiguar su inocencia, ó probar su
culpabilidad.
¿aprueba produjo tan numerosas confesiones déla
existencia de otros reos y cómplices, que cada dia se veia
los calabozos de estado llenarse de nuevas víctimas.
Sólo tres demonios tenian acceso alas investigaciones
inquisitoriales de la Cámara de Tormento. — El mismo
Francia, un funcionario legal ó escribano y un archivero.
Estos únicamente sabian el resultado délas averiguacio-
nes. Ese resultada sólo se revelaba al público por losca*
324 GOBERNANTES
dáveres de los presos que dia tras dia, perecían en el
banquillo. ♦
El primero á quien tocó la suerte desgraciada de ser fusi-
lado fué el general Yegros (17 de julio de 1821); dia acia-
go en los anales de la tiranía de Francia! Como los tira-
dores no eran diestros fué necesario concluir á bayone-
tazos, tanto & Yegros como á algunos otros. Don Fer-
nando de la Mora siguió la propia suerte; luego tuvieron
el propio fin Larios Galvan, cuñado del dictador, Iturbi-
de, Machain y otros hasta el número de catorce. Toca el
turno al general Caballero, quien, temiendo, con mucha
razón, correr la misma suerte que Yegros, líiandó pedir á
. su esposa una navaja de barba y se degolló con ella. Al
entrar la guardia por la mañana, para arrastrarle al ban-
quillo, lo encontró cadáver, y escrito con carbón en la
puerta de su calabozo el epitafio siguiente: ""Biensé que
el suicidio es contrario á las leyes de Dios y de los hom-
bres.— pero la sed de sangre del tirano de mi patria no
se ha de aplacar con la mia!" *
El mismo dictadar presenciaba esas ejecuciones desde
• la puerta de su casa con un libro en la mano; al terming,rt
por ese dia el sangriento acto, dijo en voz alta: — "/Fí-
va la patria! ¡Miceran los traidores! ¡Hoy acaba mi ele-
mencia y desde hoy reina la Justiciar
Los cadáveres estuvieron tirados en la plaza todo el dia.
Ala noche mandó el comandante Bejarano, que avisa-
sen á sus casas pasasen á recogerlos. El de Yegros
fué levantado por cuatro soldados, y de tropel fueron &
casa de su esposa (doña Facunda Esperati), se ló arro-
jaron de golpe sin decir una palabra.
El 18 del mismo mes se continuó la misma trágica repre-
sentación. Los primeros que salieron en este dia al su-
plicio fueron el anciano canónigo doctor Baldovinos, pro-
puesto obispo en la época colonial; engrillado en la casa
de la tesorería, conducido de allí al cuartel del colegio por
la plaza pública y en medio de cuatro soldados y un cabo,
DEL FABAGUAT 325
armados de fútiles, juntamente condón Francisco Diaz
de Bedoya, ministro tesorero de hacienda, los cuales fue-
ron puestos en capilla, hasta exigirles la entrega de la su-
ma áe diez y ocho mil patacones, lo que hicieron sacrifi-
cando todos sus intereses para conseguir su salvación.
Fueron fusilados los dos hermanos del canónigo, el
doctor Marcos y don Joaquin Baldovinos, como también
don José, hijo del segundo, joven como de veinte años y
preso en la cárcel, su primo don Mariano, hijo del mismo
don Marcos, y en seguida confiscación de todos sus bie-
nes. Consecutivamente fueron saliendo en los dias poste-
riores los demás reos, llenando siempre el número de siete,
por dia á escepcion del noveno dia, en que fusiló cuatro,
dos correntinos, un paraguayo y un porteño.
El 14 de agosto fuerctfi fusilados otros siete, repitiéndo-
se esta operación casi dia tras dia, con la mayor parte de
los presos, cuyos cadáveres quedaban espuestos hasta la
noche, que eran conducidos por sus desconsolados deu-
dos, para darles una oscura y silenciosa sepultura.
Estas sangrientas escenas fueron repitiéndose hasta fi-
nes de diciembre de 1824.
El doctor don Buenaventura Diaz de Bedoya murió en
la prisión, después de muchos años, con dos barras de
grillos.
Entre las víctimas del doctor Francia cayó envuelto el
célebre naturalista Bonpland, establecido en Santa Ana,
por el solo hecho de haber asegurado que el ramo de la
yerba de Corrientes llegaría á progresar tanto y su cali-
dad seria tan buena y con tanta abundancia, como la del
Paraguay. El comandante de la Tranquera de San Miguel,
parage situado en esta banda del Paraná, avisó al dic-
tador que en esas misiones se habia plantificado un gran
beneficio de yerba, y qué lo dirigía un francés. Inme-
\
H I
326 GOBERNANTES
diatamente (diciembre de 1821) di6 órdenes jjara que aquel,
comandante destruyese el establecimiento, lo incendiase,
y á todos los hombres que trabajaban en los yerbales los
mandase presos á la capital. En efecto, á las sombras
de la noche, cayó sobre ellos una partida paraguaya de
cuatrocientos hombres haciendo fuego. Este caso ines-
perado los hizo fugar, y dispararse por los montes; & 4
escepcion de doce infelices; que con Mr. Bonpland, fue-
ron tomados por la partida. Amarrados y bien asegura-
dos fueron conducidos á la Asunción con todos los ani-
males de que leshabia sido posible apoderarse, dejando
una fuerte guarnición, para impedir la estraccion de la
yerba que estaba hecha y quemaban todos los dias. Deja-
ron á Bonpland bien recomendado en el pueblo de Santa
María. ,
Al dia siguiente de su llegada^ diez de aquellos ino-
centes jornaleros fueron sacados al suplicio. Los mandón
fusilar apesar del llanto y lamentos; y al segundo dia hizo
ejecutar álos dos restantes, que eran hermanos, y á gran-
des gritos decian que no habian ido & trabajar como si esto
fuera un crimen, sino comprar un poco de yerba que nece-
sitaban. Nada escuchaba ese corazón de hiena, quien con
la mayor serenidad presenció lajbárbara ejecución. Luego
que Bonpland estuvo en presencia del dictador, le mandó
sacar los grillos, devolver todo lo que no habia sido roba-
do por sus emisarios y le fijó por residencia el pueblo de
Santa María de Fé, á veinte y cinco leguas de Itapuá, hoy
Encarnación.
En vano trataron ilustres protectores de Bonpland obte-
tener su libertad; los residentes ingleses de Buenos Aires
y de Rio Janeiro, el embajador de Francia en el Brasil,
conde de Cabriac, el ministro de relaciones esteriores de
Francia, barón de Damas, el mismo emperador del Brasil,
nada consiguieron en sus nobles tentativas á ese respecto.
Cuantos mas empeños se ponian an juego tanto peor era
para el célebre naturalista, á quien con eso se le hacia
DEL PARAQUAT 327
aparecer como una persona de grande importancia, aún-
emelo era. Ni su esposa que se presentó al dictador con
una carta particular de recomendación del ministro Da-
mas, pudo conseguir su soltura, hasta muchos años des-
pués.
Al fin una noche fué visitado por el comandante de Santa
Maria, ó uno de sus oficiales, con unos cuantos hombres,
diciéndole que acababa de llegar orden de la Asunción pa-
ra hacerle salir del Paraguay, esa misma noche. Se le
permitió llevar consigo un poco de ropa, tanto dinero
cuanto bastase para sufragar sus gastos hasta Corrientes,
y nada mas. Todo el resto de su propiedad quedó aban-
donado; y sin haber nunca recibido an solo peso.
Fué conducido, en la oscuridad y soledad á las márge-
nes del Paraná, donde habia lista una canoa para recibirle;
se le hizo atravesar Al costado de Entre-Rios, bajo una
escolta de soldados; allí le desembarcaron, dejándolo solo.
Tal fué el desenlace de los nueve años de detención de
Mr. Bonplandenel Paraguay.
Lo mas estrago qs que lejos de haber abandonado el
Paraguay con . aquel sentimiento ^e odio hacia Francia,
inspirado naturalmente por su conducta para con él,
Bonpland hablaba del dictador con serenidad filosófica, y
sólo sentia que éste no le permitiese volver al pais que
acababa de dejar.
Eñ 1822,.á causa de que á un infeliz albañil español de
nombre Bustinza, se le antojara decir, con toda candidez
y con el fin de salvarse del furor de Francia, que algunos
paisanos suyos le hablan dado consejos sobre el modo
de fabricar un acueducto y con el pretesto de que los in-
dividuos de su nación trababan la marcha del gobierno,
espidió un decreto que se mandó publicar en las cuatro
esquinas de la plaza (9 de junio de 1821) ordenando que
todos los españoles que se encontraban en la capital, en
un radio demedia legua, se presentasen en ella en el tér-
mino de dos horas.
338 GOBERNANTES
En ei plazo prefijado, se hallaban reunidos en la plaza
como á las diez de la mañana mas de 300 españoles, con-
tándose entre ellos el mismo obispo don Pedro Garcia dfe
Panes, el general Velazco, ex-gobernador del Paraguay,
y don José Demaria, cuñado del doctor Escalada, primer
arzobispo de Buenos Aires.
Todos fueron llevados á la cárcel, menos el obispo Pa-
nes que salió en libertad, 4 1^ oración del mismo dia, y á
los demás se les formó en el patio del cuartel de la Ribera
y seles leyó un decreto del dictador, que les imponía una
multa de ciento cincuenta mil pesos fuertes, que cada uno de
ellos debia integrar según la fortuna que se les calculaba.
Fueron saliendo á medida que iban entregando la multa
impuesta. Los mas pobres salieron con orden de retirar-
se, unos á cuatro y otros á diez, leguas de la capital. Al-
gunos obtuvieron su libertad mercedla la generosidad de
algunos negociantes paraguayos que, compadecidos de
su desgracia, no trepidaron en sacarlos de apuros espo-
niéndose á incurrir en las iras del tirano.
Para no cansar al lector, diremos que el dictador se
ocupó en azotar y seguir causas criminales desde fines
de sentiembre de 1821 hasta fines de diciembre de 1824.
Marchaba con lentitud tomando estas cosas como por
entrtenimiento, ó como decia Otflrguez, á su segundo:
*" degollará tisted, todas las semanas, dos españoles, á falta
de éstosdos porteños y á falta de éstos dos aporteñados,
para conservar la moral.
En enero del año siguiente introdujoun nuevo impuesto,
con el objeto de tener que hacer una carnpaña militar, pre-
fijando el término de diez dias para su cumplimiento, se-
gún se verá'por el siguiente
• DECRETO
El gobierno ha resuelto hacer pasar á la otra banda un
cuerpo de tres mil hombres 6 más, si fuese preciso, á fin
dé franquear la navegación y librar el tráfico mercantil
DEL PARAGUAY 329
de las trabas, piraterías y bárbaras vejaciones con quo
impiden su curso los pueblos de las costas, pretendiendo
arbitrariamente llamar á sí el dominio y aprovecharse de
sus atroces depredaciones para conservar esta República
en la mas infamante y servil dependencia, y preparar de
este modo su atraso, menoscabo y ruina; y exigiendo se-
mejante espedicion considerables gastos para la que no
pueden bastar las rentas actuales de la tesorería, se hace
por eso necesario recurrir á arbitrios estraordinarios.
Aún sin entrar en otras consideraciones políticas, los lla-
mados europeos establecidos en el país, ademas de no ser
incomodados para la milicia por su ejercicio y aptitudes
proporcionadas por sus facultades, participarán también
de las ventajas y utilidades provenientes de la seguridad
del tránsito y navegación, aún sin ser ciudadanos de la
República y sin tener que sufrir los penosos trabajos,
molestias, incomodidades y riesgos de vida que sufren
los patriotas, y á que se esponen abandonando á sus fa-
milias y el reposo de sus casas. Por esta§ fuertes razo-
nes, se impone á los mencionados europeos una contribu-
ción de ciento, cincuenta mil pesos fuertes, cuya suma
espera el gobierno tratarán de enterar liberalmente tenien-
do en vista que es para el bien y facilidad de ellos mismos,
quedando ademas de eso exentos de ahora en adelante de
toda contribución para obras públicas.
El ministro de hacienda queda encargado de hacer sa-
ber esta resolución y de recaudar de los contribuyentes
en el plazo de diez dias, contados desde esta fecha la
cuota respectivamente designada á cada uno en la nota
que acompaña este decreto, firmado por este gobierno;
y I de su ejecución dará parte. Asunción, 22 de enero
de 1823.
En efecto, en las Misiones orientales estableció el dic-
tador un campamento en el que habia una división de mil
330 GOBERNANTES
quinientos hombres al mando de su general Norberto Or-
tellado; é hizo salir para Candelaria embarcados cien
artilleros con algunas piezas volantes. En la Asunción
habia mil hombres en cada uní) de los tres cuarteles, y
cuando salía alguna fuerza se reponía con gente de la
campaña. Los comandantes eran Rolon, de San Francis-
co, Alvarenga del Colegio y Fernandez del Hospital, que
era de caballería. Esta fuerza tenia por objeto invadirá
Corrientes. Para trabajar en la maestranza y alistar los
buques que se preparaban, el dictador hizo venir á la ca-
pital los europeos qué estaban desterrados, todos bajo la
dirección del maestro mayor Soloaga, señalando un plazo
fijo dentro del cual debia estar todo listo.
En el mismo año y en el anterior, suprimió el cole-
gio de teología, tratando de justificar esta supresión por
estas pomposas palabras: "Minerva debe dormir cuan-
do Marte vela." No quería, según lo refiriera él mismo
mas tarde, que los alumnos en aquella ciencia, no pudien-
do entrar en las órdenes á causa de la incapacidad dal
obispo para ordenarlos, viniesen á llenar el pais de una
multitud de semi-sabios que, orgullosos para trabajar con
sus propias manos, Ulegarian á ser malos escritores ó
abogados sin causa.
En contraposición favoreció la instrucción primaria ha-
ciéndola obligatoria, tanto que era al principio casi varo
encontraren el Paraguay un hombre que no supiese leer
y escribir un poco. Favoreció igualmente, ó por lo menos,
toleró los establecimientos de instrucción privada.
En enero de 1823 el dictador fijó el pago de un real por
cada cabeza de ganado que entrase para el consumo de
la capital, de cuatro leguas en rededor, y también sobre
DEL PARAGUAY 331
cada una de las que se vendieran en camino para consu-
mo en los limites, esceptuándose las que tr^esen los estan-
cieros para gasto de sus casas. Estableció también que to-
carreta 6 carretilla con géneros de abastecimiento que
daviniese para los mercados de la capital, sus arrabales
ó para casas particulares, habia de pagar, siendo carreta,
dos reales, y siendo carretilla un real, estendiéndose el
mismo impuesto á las carretas de carne, leña ó carbón*
En mayo del mismo año se descubrió una conspiración
por un medio estraño. El propio dia en que debió esta-
llar, el ci iado de uno de los motores, estando en una pul-
perla, tuvo una reyerta con un soldado y al momento fué
preso. Dióronle to rmento y confesó todo sin omitir cir-
cunstancia alguna, pues era justamente uno de los que.
ayudaron á trabajar la pólvora. En el trascurso de pocos
dias fueron presos diez y ocho de los principales, los cua-
les luego sufrieron la última pena y sus familias el des-
tierro á la villa de Etebegó, erigida posteriormente en villa
con la denominación del Salvador, (por decreto consular de
5 d6 abril de 1843) situada en la margen oriental del rio
Paraguay, que era entonces una especie de desierto. Los
conspiradores ejecutados fueron seis porteños, cinco es-
pañoles, cuatro correntinos, un chileno, un inglés y un
oriental natural deMaldoñado.
Con motivo de' haber el gobernador de Santa-Fé, don
Estanislao López, dispuesto el embargo de doscientas
tercerolas destinadas al Paraguay, el dictador dio orden
al fiel ejecutor Patino (26 de setiembre de 1823), para
prender á todos los santafecinos que se encontrasen en la
capital, ignorando éstos la causa de tal medida hasta pa-
sados once años.
332 GOBERNANtBS
Prohibió igualmente la salida alas embarcaciones, que
en número de doscientas noventay tres existían en el puer-
to á la sazón, de todo tamaño y de lodas las naciones, prin-
cipalmente argentinas.
Cuando setrnt6,en 1824 en Buenos Aires, de la reunión
del congreso general constituyente, el doctor Juan Gar-
cía de Cosío, camarista-, fué comisionado de conducir las
cartas de convocación de los diputados cerca de los go-
biernos de Corrientes y Paraguay, para promover su
congregación, el congreso se dirigió al dictador Francia in-
vitándole para ese objeto; pero el doctor Cossio no se atre-
vió á penetrar hasta la Asunción, limitándose áhacer pasar,
desde Corrientes, al doctor Francia aquella invitación. Sin
embargo éste lo suprimió, es decir, guardó profundo si-
lencio. No habiendo tenido el doctor Cossio respuesta á
su primera invitación, le hizo una segunda; y habiendo
tenido ésta iguat resultado que la primera se dirigió por
tercera vez al dictador detallándole los importantes obje-
tos que se tenían en vista para la reunión de aquel congre-
so: tampoco obtuvo contestación, regresando en seguida
á Buenos Aires. Francia obraba asi tan descortesmente,
• no respetando la gerarquía de QÍnguna clase, en virtud
del aislamiento á que había condenado á su país, por cu-
yo medio fundó, á su mpdo, el orden público, conservó al
Paraguay de ser* diezmada su población por la guerra y
salvaguardó su independencia nacional con detrimento del
comercio. No obró así López, hijo, que viendo que nadie
le llevaba la guerra, salió él á buscarla.
El influjo de la civilización, la tendencia y el espíritu
del siglo al fin se hicieron camino en lo qup era entonces
la región de los muertos. Al fin entra el Paraguay en la
DEL PARAGUAY 333
ilustración del siglo, reformando los regulares y para ello
adopta el mismo lenguage y los mismos principios que un
gobierno libre, ilustrado y fundado en la opinión pública.
Aunque parezca una anomalia, como lo es en verdad,
no deja de ser un hecho, según se verá por la lectura del
decreto siguiente:
EL DICTADOR DE LA BEPÚBUCA
Considerando que ^las casas de regulares se han redu-
cido á tan escaso número de individuos, que sólo forman,*
6 conservan una apariencia de comunidad, al mismo
tiempo, que aún asi las más de ellas, si no todas, carecen
de lo preciso para proveer constantemente á sus religiosos
una regular asistencia y congrua sustentación; reflexio-
nando también que los regulares ya no pueden reputarse
necesarios ni inútiles en las presentes circunstancias, y
en el estado abyecto^ en que se hallan y que pudieran
servir Tmw Míí/m^ní^ siendo secularizados; he venido en
resolver y decretar lo que contienen los artículos si-
guientes:
"1^ Se suprimen las conventualidades, 6 casas de
regulares existentes en los territorios de la República.
"2o. El vicario general eclesiástico, usando de las facul-
tades, á que ejecutan las presentes estraordinarias cir-
cunstancias, admitirá y determinará las solicitudes 6 ins-
tancias de secularización, que promuevan los espresados
regulares, entendiéndose salvas en todo caso de jurisdic-
ción y autoridad del supremo gobierno de la República.
"3*^. Los que se hayan secularizado serán destinados á
curatos, sea en la capital, ó en las villas y distritos de
campaña, 6 en las doctrinas de los pueblos de naturales,
6 también en capellanias castrenses, según su idoneidad y
demás circunstancias, á fin de que sean útiles en la Re-
pública, y con la dotación y emolumento de su oficio ten*
gan una congrua y cómoda subsistencia: lo que tendr&
334 GOBERNANTES
presente el mismo vicario para hacer las propuestas con-
venientes, quedando á más de esto habilitados y en apti-
tud para obtener y ejercer otros cualesquier empleos 6 mi-
nisterios del clero secular.
"4o. Mientras no fuesen empleados, se les señalará pa-
ra su mantenimiento una pensión, según permitan los
bienes de las casas suprimidas.
"5°. Por consecuencia de esta determinación, todas
las propiedades. 6 pertenencias, de cualquiera clase, de
los conventos suprimidos son y se reputan en adelante
* propiedades del estado, y en esta inteligencia paralas
disposiciones que convenga tomarse, los actuales prela-
dos locales pasarán á este gobierno dentro de veinte dias
un inventario exacto y jurado, formado con asistencia de
los demás religiosos existentes en la casa respectiva, en
que se espresarán distinta y circunstanciadamente todos
los bienes raices y muebles, de cualquier especie ó clase
que sean, pertenecientes á sus conventos ó iglesias, como
también las acciones, créditos, censos, memorias pias,
capellanías, ú otras fundaciones y derechos que tengan,
6 de cualquier modo correspondan á sus conventos 6 igle-
sias; entendiéndose lo mismo con los libros, documen-
tos ó papeles, sean los que 'fuesen.
"69 Para la puntual observancia de esta resolupion, el
secretario pasará copias autorizadas, .que serán rubrica-
das por este gobierno, al vicario general eclesiástico y á
los prelados de los conventos sobre dichos.
"Asunción del Paraguay y setiembre 20 de 18.24. — El 14
de la independencia.
José Gaspar Rodríguez de Francia.
Por mandato de S. E. — Bennardino Villamayor, — se-
cretario de gobierno.
Conociendo, por otra parte, la influencia que en el Para-
guay ejercíanlos Railes, y principalmente los de la nación
DEL PABAGTJinr 335
española, Francia d¡6 á los franciscanos y recoletos de
aquella nación su propio convento por cárcel, privándo-
les de confesar y prohibiendo á sus compatriotas mante-
nercon ellos la menor relación.
Este régimen de terror, no obstante, produjo algunos
buenos efectos que no debemos dejar de señalar para disi
traer la atención del disgusto que inspiran tantas atroci-
dades. Los caminos públicos se hicieron mas seguros
que en cualquier país de Europa; viajábase sin armas y
podíase llevar á la vista oro y pedrerías sin temor de
ningún encuentro siniestro. En las ciudades, los robos,
los delitos de cualquiera naturaleza se hacian cadadia
más raros. Los cantones eran responsables, mediante
indemnizaciones, de los robos que se cometieran en su
territorio; los particulares lo eran igualmente de los que
tenian lugar en sus casas. La mendicidad estaba aboli-
da, no habiendo nadie que dejase de trabajar; la ociosidad
origen de tantos vicios, era severamente castigada. Exis-
tían escuelas pública s en casi todos los pueblos y villas, .
y ios habitantes del Paraguay, tanto indios como criollos
- sabían casitodosleer^escribir y contar. En la capital existía
una especie de escuela militar para los jóvenes que el mis-
mo Francia destinaba á la carrera délas armas, y una
casa de educación para las muchachas pobres. La tierra
se habia cubierto de nuevas producciones, y los medios
de trasporte se hablan hecho con mas prontitud, seguridad
y economía.
Como los paraguayos no podian ya salir del pais sino *
mediante una licencia que, tarde ó nunca se aoordaba á los
que se atrevían á solicitarla, dedicáronse al cultivo del
•tabaco, en mayor escala que antes, caña dulce, maiz,
336 GOBERNANTES
arroz y mandioca. El cultivo del algodón llegó á tomar
mayor incremento, pues la interrupción del comercio de-
bia producir, como en efecto produjo, la ventaja de acre-
centar la industria fabril, aunque sin máquinas de ningu-
na clase, haciéndose todo género de tegidos para vestir-
se, como ponchos, jergas, etCx etc.
Por una medida, digna de elogio que el dictador llega-
ba á poner en práctica, ejercía noventa y nueve actos des-
póticos que las neutralizaban haciéndole cada vez mas
odioso; y no sólo los ejercía en la desgraciada provin-
cia de su mando, sino que intentaba estender su bárbara
tiranía aún para con individuos que existían en otras
provincias libres é independientes de su opresivo gobierno.
Algunos comerciantes de Corrientes remitieron intereses
al Paraguay en la creencia de tener sus retornos, pero se
engañaron; pues, después de una dilatada retención de
sus buques y cargamentos, sólo se les permitió entrar tre-
cientas arrobas de yerba (1) por via de renumeracion de
• gastos respectivos ó sus cargadores y propietarios, hasta
tanto que el gobierno de Corrientes le remitiese á un indi-
viduo comerciante de la misma plaza, que gozaba de la
(1) La yerba mate del Paraguay se encontró en Salta. En 1770, don
Antonio Benitez, natural del Paraguay y vecino de Salta, la descubrió
en un lugar llamado el BarUuj ¿ inmediaciones del cerro Bayo^ en las
faldas orientales de la cordiUera de Zenta, entre los paralelos de Tanja y
Oran. Aunque en años anteriores ya los tarijefios hablan hecho este des-
cubrimiento en el mismo lugar, erraron el beneficio de la yerba por falta
de conocimiento, y se les prohibió en Chuquisaca que vendieran la que
llevaron álli, por haber salido pésima y muy amarga. Pero en el citado
año de 1770, ¿ instancias del marqués de Tojo, pasó Benitez al (mismo
• lugar con veinte y cinco peonas y benefició mas de mil arrobas durante
cinco ó seis meses de residencia. Hecho el examen de día por personas
inteligentes en llk ciudad de la JE^lata, la hallaron idéntica ¿ la del Para-
guay, oonla sola diferencia de cUgun fortiny por ser tan fresca, pues debia
pasar algún tiempo mas enzurronada.
DEL PARAGUAY 337
mayor consideración, para ejercer con él todos los actos
de la filantropía que acostumbraba.
Sabiendo por esperiencia que los paraguayos traían
ordinariamente, de sus viages de países estrangeros,
ideas liberales que el dictador juzgaba incompatibles con
la estabilidad de su gobierno, de pronto tomó la determi-
nación de no dejar ya salir anadie. Ademas, tenia que
temer que los naturales, y en particular los habitantes del
campo que conocían perfectamente las localidades, diesen
& las potencias vecinas informes de que podrían servirse
en caso de guerra. Aun temía que estos viageros llegasen
á servir de guia á los enemigos si la invasión se efectua-
ba. Y en cuanto á los estrangeros, su política consistía
en hacerlos servir de rehenes, en caso necesario, para su
seguridad personal. Tales son los motivos de las prohi-
biciones que sumergieron á tantas familias» en el luto.
En 1825, el dictador mandó reconcentrar las fuerzas
que tenia en Misiones en el departamento de la Cande-
laria, y estableció en la izquierda del Paraná el campa-
mento del Salto y de la Tranquera de Loreto, manteniendo
en ellos fuertes destacamentos de ti-opas militares. Sin
embargo, mas tarde (1832), consultando la conveniencia,
mandó trasladar aquel campamento á la trinchera de San
José y construir fuertes atrincheramientos, estableciendo
guardias en Santo Tomás y en el mismo pueblo de Cande-
laria.
Previendo el libertador Bolívar que el sistema tiránico
que encaminaba y reduela al Paraguay, á ser el inmenso
cadáver galvanizado, á'espcrimentar el temor perpetuo, la
esclavitud incesante, la abdicación deja propiedad, espio-
23
. ^
338 GOBBRNANTBS
nage etc., se adelantó á invitar por medio de una nota al
dictador Francia á que pusiese término al sistema de
aislamiento y neutralidad que habia observado hacia mas
de doce años, confiando en que la esperiencia de ellos de-
bía haberle producido desengaños evidentes; proponién-
dole al mismo tiempo enviar y recibir agentes cercade
uno y otro gobierno, á cuya invitación dio Francia la res-
puesta siguiente:
"Patricio: los portugueses, porteños, ingleses, chilenos,
brasileros y peruanos han manifestado á este gobierno
iguales deseos á los de Colombia, sin otro •resultado que
la confirmación del principio sobre que gira el feliz régi-
men que ha libertado de la rapiña, y de otros males á es-
ta provincia, y que seguirá constante, hasta que restituya
al nuevo mundo la tranquilidad que disfrutaba antes que
en él apareciesen apóstoles revolucionarios, cubriendo
con el ramo de oliva el pérfido puñal para regar con san-
gre la libertad (Jue los ambiciosos pregonan; pero el Pa-
raguay los conoce, y en cuanto pueda no abandonará su
sistema, al menos en cuanto yo me halle al frente de su
gobierno, aunque sea preciso empuñar laespadadela
' justicia para hacer respetar tan santos fines; y sí Colom-
bia me ayudase, ella me daria un dia de placer, y repar-
tirla con mayor agrado mis esfuerzos ante sus buenos
hijos, cuya vida deseo que Dios nuestro señor guarde
muchos años.— Asunción, 23 de agosto de 1825.
José Gaspar de Francia."
Para que se vea hasta donde puede llegar un hombre
enceguecido, falseando la historia conocida por todos y
pintando aun feroz tirano con los colores mas brillantes,
con que se podria pintar al mas benemérito, damos á
continuación, tomada de la obra titulada "Descripción
Histórica de la antigua provincia del Paraguay, por don
DEL PARAGUAY 339
Mariano Antonio Molas, corregida, aumentada y ano-
tada por el doctor Ángel J. Carranza etc.," publicada en
Buenos Aires, en 1868, la
ARENGA PRONUNCIADA POR EL DOCTOIl DON JOSÉ ISASA, EL
6 DE F.NERO DE 1826, CON MOTIVO DEL CUMPLEAÑOS
DEL DICTADOR FarNCIA
La naturaleza tiene sus épocas fíjas en que manifiesta
SU fuerza y su poder; forma seres que hermosea con sus
dones: produce sabios militar es que bajo una benéfica com-
binación trae, el consuelo á sus pueblos: políticos profun-
dos que bajo una sabia administración enriquecen sus co-
marcas^ y la llenan de abundancia y felicidad: por fin
ella presenta en el teatro del universo, héroes que elevados
con el tiempo al último grado de sublimidad hacen feliz á
una nación entera.
En este círculo delicioso de sus ricas producciones di6
este mismo dia á luz á V. E. para que elevado con el tiem-
po ala suprema dictadura que tan dignamente ejerce
diese el ser y abundancia que ha dado ásu país.
En V. E. reunió todas las cualidades que repartió entre
otros hombres célebres y á V. E. destinó para engran-
decer la República del Paraguay y elevarla al nivel de
las demás naciones del orbe político.
Los hombres de su tierna edady Exmo. señor, no pe-
netran los arcanos de la providencia, pero ella sabiamente
los conduce á su destino; les prepara acontecimientos
felices para hacerse la espectaclon del* universo y atraer-
se el voto general de su^ conciudadanos.
El gobierno sabio de V. E. se ha- hecho admirar y res-
petar de las demás provincias de Sud-América; dichosos
y felices los que vivimos bajo los auspicios de V. E.
Este día grande que renueva el natalicio de V. E. es cé-
lebre en el sentir de un filósofo por que el cielo preside el
nacimiento de un hombre que no es nada para sí, por
ser todo para los demás: y por que dio el ser á un mortal
340 GOBERNANTES
digno de poner en sus manos el destino de los demos hom/^
bres. Marchemos rápidamente á presentarle el ramo de
oliva.
Este es el lenguaje con que se esplica el sabio Chars de
Ni mes; y yo mducido en los mismos principios de este
gran nieditador, me tomo la reverente confianza de ofre-
cer á V. E. estos conceptos en demostración del respetuo-
so afecto con que yo y losdemas hijos de Córdoba admi-
ramos y respetamos la sabia administración de V. E,
Quiera el cielo prolongar felices años el gobierno de V.
E. y que cerrado para siempre el templo de Juno sea la
paz de esta República mas duradera que la de Octavio
Augusto en Roma. He flicho .
No hay, en esta arenga, una sola palabra de verdad; es
un hacinamiento de mentiras que subleva el espíritu hasta
de un muerto, como si con uno 6 de uno en este estado
se hablara, borrando de las historias cuanto de Francia se
dijera. La sangre de las numerosas víctimas que se sa-
crificaron á la arbitrariedad y despotismo; los sollozos y
lágrimas que derramaron sus madres, sus hijos, sus espo-
sas y sus hermanos, contestarán sobre la verdad del len-
guage del autor de la arenga. Este llama libertad á la es-
clavitud mas abyecta, la ignorancia confesada por el mis-
mo Francia, confundida con la ilustración.
La República dol Paraguay, desde Francia hasta So-
lano López, no conoció otro gobierno que la tiranía más
sangrienta y degradante y sus hijos otro hogar que la
humedad de un oscuro calabozo ó la humilde choza del
proscripto.
El mayor delito que un ciudadano paraguayo ó español
podia cometer era propender á ser ¡lustrado. Francia no
podia consentir que en la República existiese un hombre
que rivalizara con su inteligencia, y cuando notaba que
DEL PARAGUAY 341
alguno podia ser su competidor ó apio para suministrar
luces á otros, 6 para ser elegido presidente, buscaba
frivolos protestos para encerrarle y para mandarle fusilar
pasados algunos dias. Pero, si estaba destemplado 6
furioso con sus terribles accesos de hipocondría, no
aguardaba á encontrar pretestos, sino que francamente j
sin preámbulos dictaba sus medidas con arrogancia man-
dando sacar del encarcelamiento á la víctima para que le
fusilasen frente á su morada, cuya ejecución presenciaba
desde ana ventana baja de su palacio.
Solia decir á cada paso, cuando le daban una noticia
que podría ignorar: Yo lo sé, pues nada hay que yo no lo
sepa. Para manifestar que todo lo sabia , se le ha vis^o
hacer toda clase de papel, como ^ de abogado, legislador,
secretario de estado, labrador, empedrador, filó3Qfo, lin-
güista, algebrista, astrónomo, intrigante, recluso, talabar-
tero, armero, director de aduana, ministro de hacienda,
habilitado general de las tropas, inspector de cuarteles,
director de caballería, artillería . y de ingenieros, sargento
instructor, sastre y hasta carcelero y verdugo. S^^ petu-
lancia era tal que aun pretendió hacer el papel de agrimen-
sor, y. con su teodolito medir tprpemente ángulos, agudos
y obtusos, iiasta que, para completar sus líneas, veia
que era necesario de nidiaiUres cuai'tas partes de las casas
de la Asunción. Por último, tratando de repai'ar sus
errores de agrimensura,^ se presentaba cual arqui-
tecto.
Para Francia, los gefes y oficiales eran cero y los des-
pedia y encarcelaba con tan poca ceremonia del mismo
modp- como echaría de su presencia aun esclavo que le
ofendiera. (1) .. , '
(1) Un dia, el comandante 'de un cuerpo favorito ^d»' granaderos se
prei^entd en la parada, coq una ^nauo^tn^p.:- el> diolad^r lo vio desde su
ventana y, no gastándole la moda, le mandó llam«k ^£sa gorra es lin-
342 GOBERNANTES
Era muy curioso verle en su atavío de dragón, cambian-
do su habitual frac negro y espadín de diplomático por la
casaca y espada de general español; su sombrero de copa
alta por uno de dos picos. Al costado izquierdo del pe-
cho llevaba de un modo conspicuo lo que algunos llama-
rían estrella y otros, lazo, puesto que participaba de
ambos, por su rico bordado y por la mezcla de éste con
cintas tricolor— colorada, azul y blanca. Agregúese á
eso, un sable de caballería con vaina de acero no muy
bruñido y un par de pistolas de doble cañón, con
pistoleras cubiertas de terciopelo carmesí. Llevaba
también una faja de raso azul, con una borla en cada uno
de sus estremos. Asi ataviado, con todo sus honores mi-
litares, no se desprendía de sus medias de seda, hebillas
de oro y zapatos delgados, y mucho menos de su bastón
amarillo con puño de oro y con borla negra, emblema de
la autoridad civil. Tenia un odio inveterado á las botas y
se jactaba de no haberlas jamás usado desde que se re-
cibió de abogado. Sobre las medias de seda llevaba ata-
das sus espuelas militares, y asi medio soldado y medio
diplomático, Francia salía á ejercicios doctrinales, inspec-
ciones y revistas. Con su bastón cívico embutido dentro
de un receptáculo hecho espresamente en las'pistoleras, y
empuñando con la mano derecha su sable á la cabeza de
dos escuadrones de caballería, marchaba en ademan de
conducirlos á la carga. Pero dejando á un lado las ridi-
culas estravagancias del dictador, pasemos al verdadero
reinado del terror de este sanguinario tirano, cuyo nom-
bre se hizo tan célebre en todo el mundo.
disima— le dijo— pero como no es de tmiforme, tenga usted la bondad dd
quitársela; — saqúese la casaca — el pantalón; ya está usted, sefior, en el
estado en que ^o le elevé — ^mándese mudar ," y asi le despidió.
Poco después, un centinela del mismo cuerpo habia permitido á una
persona entrar sin ser anunciada, en el acto el dictador despide toda la
guardia y coloca en la puerta un negrito que hizo las veces de guardia,
portero y maestro de ceremonia por algún tiempo. No pasó mucho tiem.
po en que disolvió este cuerpo que se componia de jóvenes decentes, por
no tener confianza «n él.
DEL PARAGUAY 343
La relación de los hechos bárbaros de Francia, la encon-
trará el lector recorriendo las obras de Robertson, Reng- ^
ger y Lonchamp y tantos autores, cuyos nombres se re-
gistran en nuestra Bibliografía Histórica del Paraguay,
aun inédita. Esas obras, aunque exactas en el conjun-
to, hay exageración y aun inexactitud en sus detalles, sin
que por eso disminuya lo horrible déla tiranía de Francia.
Nosotros nos limitamos á unos cuantas hechos de los
practicados con distinguidos personages del Para-
guay.
El doctor Francia quedó completamente desconcertado,
asi que leyó su reinado del terror caracterizado con tanta
verdad aunque con bastante parsimonia, por los señores
Renggery Longchamp. En su defensa contra estos es-
critores, en los Apuntamientos que damos mas ar-
riba, Francia ha clasificado aquel documento de Ensayo
de mentiras^ sin destruir uno solo de los específicos car-
gos de que se le acusaba y de cuyos hechos son tes-
tigos todos los que lo presenciaron, y que no eran po-
cos. Los caballeros suizos, á quienes él considera sus
enemigos, no hicieron mas que decirle la verdad con-
signando el catálogo de horrores compilado por ellos.
No negó la ejecución del general Yegros, del español
conocido con el sobrenombre de El Pelado^ del pobre al-
bañil, ni de los cuarenta y mas individuos respetables de
la Asunción, inmolados sólo por sospechas y celos. No
negó la cruel muerte que él ocasionara al anciano é ino-
cente general Velazco y su fiel escudero, ni la de los igual-
mente inocentes Andrés Gómez, después dfe una prolon-
gada prisión, incomunicado y con pesados grillos, el 13
de mayo de 1835, y la de Zavala. Negó la existencia de
cárcel y calabozos de Estado, pero no negó la de Ete-
begó, punto de destierro, en donde estaban alojados co-
V-»
344 GOBERNAN TES
/ mo 300 de los mas respetables vecinos, sumergidos en la
miseria y la inmundicia. No negó su "conducta obser-
vada con Bompland.
La Asunción y todo el Paraguay parecía, durante el
reinado de Francia, la mansión de los muertos. No se
sentia una risa, un festejo en el Paraguay; muda la gui-
tarra, todos los ojos empapados en lágrimas, todos los
corazones sollozando de pesar; la risa do la hiena con-
templando la destrucción y la muerte. Recórrase todo
el muado y búsquese un hombre que en el presente siglo
sea un borrón parala humanidad, y no se encontrará
sino en el rincón mas remoto de el (Paraguay): ese
hombre fué el doctor Francial
Después de haber concedido licencia á los señores
Rengger y Longchamp para salir del Paraguay, Fran-
cia, despechado de haber visto circular por todo el mun-
do su fiel retrato gráfico, dictó una providencia el 13 de
julio de 1830, ensañándose con dichos señores y tratando
á Rengger de albeitar, pérfido, falsario, inicuo, envene-
nador, seductor, etc., etc.
El joven comerciante vizcaino, don Juan Francisco
Garmendia habia sido multado en 12D00 patacones por el
dictador, y los entregó, mas al poco tiempo se le exigie-^
ron otros 12000, y como no los tuviera, fué fusilado eL5^
de setiembre de 1830, domingo, dia en que se solem-^
niza la función del Corpus Cristi en la parroquia de San *
Roque. Su- hija, la virtuosa señorita Panchita Gar-*
mendia, conocida por la diosa del Paraguay, por su "
hermosura tuvo el mismo desgraciado fin, en la época
del último tirano, López, por quien habia sido persegui-
da para satisfacer sus brutales deseos, á que continua-
DBL PABAGUAT 345
mente se había negade, hasta que, á su nombre, fué
bárbaramente lanceada por orden de su émula.
El odio inveterado del dict^idor por los españoles 6 á
lo que con ellos tuviera alguna,atingenc¡a no tenía lími-
tes, y lo manifestaba ácada paso, como puede verse por
el documento disparatado que sigue:
El artificioso procedimiento que han observado los eu-
ropeos españoles Juan Pérez y Alejandro García, para
que la parte de caudal perteneciente al primero de resul-
tas de Ja compañía, y comunidad de bienes en que han
vivido por el dilatado tiempo de treinta ó cuarenta años, no
recayese en el citado por falta* de herederos, y se con-
fundiesen en beneficio de su consocio y su familia, se
convence claramente, en primer lugar, con el hecho de
que luego después de la revolución fraguó al citado Pé-
rez un testamento cerrado, haciendo á un hijo menor de
edad de su compañero Garcia, llamado José Galo, la do-
nación de dos mil pesos, laque aun debe reputarse cap-
ciosa por no haberse querido dar á saber esas calidades
de futura sucesión, con que se hizo, y que solo se dan
por insertas en la escritura posterior deMa misma do-
nación sin especificarlas, y sin querer tampoco el. citado
consocio manifestar aquel testamento, evadiéndose con
decir, que no habiéndolo encontrado entre los papeles
del finado, no sabia si lo habia roto ó quemado, lo que
no podía ignorar, atendida la íntima familiaridad y co-
municación con que vivían juntos en una misma casa,
presumiéndose por todo esto fundadamente, que esta es
una ocultación maliciosa, para que no se descubran co-
icas importantes, especialmente no habiendo hecho Pérez
otfo testamento en tantos años corridos después hasta su
muerte. Lo. segundo porque con el mismo, objeto fra-
guaron después costear y establecer en compañía una
ca«a de curtiduría en Guayaibití destinada únicamente
\
346
GOBEBNUrrES
para que el citado Galo con losados mil pesos donados
y su tia Francisca Machain coa otros dos mil pesos,
según espone el propio Garcia, curtiesen cueros de su
cuenta, y para su beneficio, sin que el finado Pérez re-
portase utilidad alguna, hal^iéndosele franqueado la cur-
tiduría con cargo solamente de hacerlas mejoras, que sin
señalarlas se pretestan, ose fingen^ las cuales aun cuan-
do fueran ciertas, eran inútiles para Pérez respecto á
que no han servido, ni babian de servir sino para pro-
vecho de los agraciados con el usufructo, en cuya confor-
midad es creíble hubiesen curtido algunos miles de sue-
las pues que solo en la casa del mismo Garcia se han en-
contrado muy cerca de tres mil, concluyéndose de aquí
que el establecimiento dé la curtiduría no fué sino un be-
llo arbitrio para beneficiar á dicho José Galo. Lo terce-
ro porque consiguientemente á estos hechos la estancia,
que con multitud de ganados ha tenido el otro hijo lla-
mado Manuel Antonio en la costa abajo y que según la
voz común ha corrido como suya propia, debe pruden-
temente, y con sobrado fundamento juzgarse, que no te-
niendo de donde adquirirlas, igualmente fué por vida
con auxilio y dinero dados por Pérez; porque habiendo
sido preso como reo de estado el referido Manuel An-
tonio, su padre Alejandro Garcia intentó venderla como
propia haciéndola ofrecer á Pedro Trigo por conducto
de su hijo mayor el mencionado José Galo, en seis mil
doscientos pesos: es mas bien de juzgarse que el pre-
tender apropiarse dicha estancia solo fué otra medida
fraudulenta para precaver, que como pertenencia de su
hijo fuese embargada de resultas de su prisión, y de lo
contrario seria forzoso concluir que ocultó esta finca en
su manifestación de bienes, en cuyo inventario no apa-
rece, sino que valga por lo mismo decir que la cony)ra
de tierras para la estancia se hizo por Antonio Recalde,
lo uno porque siendo este también europeo español y
además concuñado del propio Garcia, no puede ser con-
DEL PARAGUAY 347
siderado sino como instrumento idóneo para cooperar á
encubrir el oculto manejo, bien fuese figurando la com-
pra de la tierra en nombre propio, ó traspasándola pri"
vadamente al hijo de Garcia, de quien siempre ha sido
reputada, y lo otro porque el engaño ha quedado ya des-
cubierto con el hecho de haber el mismo Garcia intenta-
do vender las tierras y los ganados una vez que se les
abonase el principal gastado, ofreciendo darlo no solo
al fiado, sino al plazo que quisiese Trigo, como este ha
declarado bajo juramento, manifestándose en esto el
empeño que tenia en verificar á su nombre la enagena-
cion de cualquier modo que fuese, lo quenoTle corres-
pondia hacer con una finca agena que no fuese suya,
ni de su familia. Lo cuarto por ser una prueba evidente
de fraude y ocultación el que habiendo Pérez girado en
compañia y vivido en comunidad de bienes con el citado
Garcia tantísimos años con la circunstancia de que como
soltero á quien no se le conocian gastos estraouplinarios,
no podia haber hecho mayor dispendio en la sociedad, y
que ademas tenia dinero aún para emplear railes en be-
neficiar á los hijos de su compañero, se figure ahora
haber muerto sin dejar un medio real para enterrarse, y
que el consocio con la larga familia, que por ello debe
haber hecho crecidos gastos, se alce con todo el caudal
habido durante la compañia, á mas de ser también increí-
ble, que el mismo Garcia no hubiese mías dinero que dos-
cientos treinta y cinco pesos manifestados como propio,
habiendo sido ambos reputados entre los mas acaudala-
dos comerciantes, no debiendo tampoco menor crédito á
cualquier cuenta ó declaración .que hubiesen maniobra-
do entre los dos y que deben suponerse figuradas, 6 for-
jadas para ocultar y sustraer la parte del caudal de Pérez
de su pertenenc ia al estado; así por todo lo que se ha
dicho, como por ser ya muy conocida la desaforada fala-
cia, malas artes y diabólicas maquinaciones, que usan los
europeos y españoles, para engañar, encubrir sus frau-
348 GOBERNANTES
■
des, y sus intentos de engañar, así es que se les ha visto
en América violar atrozmente y con imprudenciasus tra-
todos y convenios y es también público y bien sabido en
Europa y en América que un español europeo se fué á
España titulándose marqués de Guaraní, (1) y fingiendo
torpemente que iba con tomision de este gobierno (doc-
tor Francia) enviado al rey de España, cuya ficción y bru-
tal mentira habiéndose descubierto, se le hubo de imponer
*en el tribunal de alcaldes de corte como á falsario insolen-
te la pena del último suplicio, que al fin se reservó para
el caso de quebrantar el destierro á que fué confinado;
pero aún *sin salir de los del círculo ó parentela del propio
G^vcisL, aquí mismo se ha^visto que el europeo español Mi-
guel Guanes, casado con prima de su muger, no solo ne-
gó con juramento la remisión clandestina que hizo á
Corrientes de unapartidade onzas de oro, sino que también
para encubrirla, hizo fingir como fingió, y le remitió por
su especial encargo el otro europeo español Isidoro Mar-
tínez de aquella vecindad, una cuenta falsa é imaginaria;
pero después convencido el mismo Guanes por las cuen-
tas anteriores de dicho Martinez, que ^demostraban no
quedar en su poder alguno perteneciente á Guanes, así
como por la contrariedad é implicancia de dicha cuenta
fingida, con lo que éste habia declarado de ser los efectos
remitidos por aquel procedente de un libramiento dirigido
contra Pedro Quesney, no tuvo mas arbitrio, que confe-
sar, que efectivamente habia remitido las onzas recono-
ciendo haber jurado falso, y no solo él juró falso, sino
que además hizo jurar falsamente al conductor europeo
portugués Manuel Hodriguez, que habiendo también ne-
gado primeramente la llevada de las onzas, después lo
confesó igualmente bajo del juramento espresado, flue
solo habia jurado falso, por inducción y sugecion de Gua-
t (1) Véase al final de esta parte sobre Francia lo ocurrido al titctlááo .
marquü de Guaraní, ...
DEL PARAGUAY 349
ñas, de suerte que es bien' manifiesta la propensión y fa-
cilidad de los europeos españoles á fingir, y forjar
papeles- y cuentas falsas, fraguar mentiras, y hasta
jurar falso siempre que conduzca á sus intereses, ó á sus
depravados fines y planes de iniquidad; loque tampoco
ha pasado en esto, cuando á mas de las repetidas conju-.
raciones que han maquinado y la descomunal ó mas bien
ridicula patraña del fingido marqués de Guaraní enviado
á España ha llegado al estremo dé envenenar á los patrio-*
tas, lo que se observó en el europeo español Burguez á
quien parece se le privó hacer el oficio de curandero á
que se habia metido, y se observó igualmente en el mal-
vado europeo suizo albeitar Juan Renger, nativo del villo-
rio de Arau, que vino á introducirse en el Paraguay en
clase de médico, complotándose íntima y estrechamente
con los europeos españoles y con el francés Saguier espía
realista descubierto, que se metió á boticario, sospechán-
dose que al modo que este habia sido destinado desde
Europa, envenenaba también álqs patriotas, como lo hizo
con muchos individuos de tropa muertos con su asisten-
cia, y con el tesorero de guerra, á mas del espíritu de
seducción que bien manifestó el pérfido falsario y desa-
gradecido Renger, reprobando al sajón Guitaro Leman el .
tener relaciones, ó correspondencia con los patriotas, di-
ciéndole que se retirase de ellos, y que mejor vida se pasa-
ba con los europeos; por todo lo cual el gobierno, para
no tener que acusar á este inicuo suizo Y mandarlo
ahorcar como asesino envenenador y seductor, nun-
ca quiso acceder á la pretensión que hizo de quedarse aún
aquí sin duda para continuar el malvado, atosigando y
aún ver, si algún dia se le proproionaba la ocasión de ato-
sigar al propio dictador según lo habia hecho con tantos
individuos de tropa, y con el mencionado tesorero que se
redujo á agonias mortales luego de la bebida ó brevage
que le hizo tomar, retirándose aquel malhechor desde el
mismo intante sin querer volver jamás á su casa con re-
350 GOBEBNANTES
petidos llamamientos, y como lo hizo igualmente el re-
ferido 3urguez con el clérigo Orué, que del mismo
modo estuve á morir desde el momento en que le aámi-
nistró su droga, aunque nada de lo dicho debe parecer
estraño, hallándose comprobado que el fa^cineroso Ren-
ger era un maldiciente y calumnioso enemigo aún de los
americanos patriotas de otros Estados; pues que la carta
que dirigió de Buenos Aires á la muger del citado Recaído
en 20 de setiembre de 1824, interceptada, juntamente con
la escrita á su hija Angela, le decia entre otras cosas es-
tas formales palabras: "En Buenos Aires no me hallo, •
los porteños han tomado todos los vicios de todas las na-
ciones europeas, sin tener una de sus virtudes. Este pue-
blo parece una casa arruinada, que han pintado por fuera
de nuevo. Con la primera tormenta está todo en el sue-
lo"; y áeste modo el mismo Juan Renger cometió también
la infamia propia de bribones desalmados de ir fingiendo
en otros paises una caterva de embustes y mentiras, des-
figurando hechos, ocultando su conducta, maldades y fe-
chorías en el Paraguay, y procurando desconceptuar al
dictador, á sus oficiales y tropas todo por su depravada
inclinación, y coligación con los europeos, y por despi-
carse enconado de no habérsele consentido quedar para
casarse como quería con la hija de dicho Recalde, estan-
do ya conocida su perversidad, á fin de que no continuase
haciendo á los patriotas la guerra sorda de envenena-
miento, por lo que fué también echado y despedido de la
asistencia al cuartel de pardos, y donde casi todos los que
' se enfermaban morían infaliblemente, luego que los admi-
nistraba su brevage, habiendo de este modo despachado á
más de veinte de ellos en solo dos meses de asistencia,
cesando esta mortandad con su espulsion de dicho cuar-
tel, de todo lo cual bien se deduce, que el intento de los
enropeos españoles complotados con el maldito suizo,
acérrimo contra la independencia de América, ya que no
tuvieron buen suceso sus conspiraciones y tramas, ha sido
DEL PARAGUAY 351
ver si podían ir despachando callada y disimuladamente
á los patriotas y especialmente á los mas decididos, que
cayeron en sus manos, y tuviesen la imprudencia y sim-
plicidad de tomar sus bebistrajos preparados y confeccio-
nados secretamente entre ellos, y todo esto á mas de sus
otros insidiosos manejos, instigaciones,' maledicencia,
seducción y sordas maniobras bien sabidas y conocidas,
lo que no es solamente en el Paraguay, pues que última-
mente han sido espulsados y desterrados de toda la Repú-
blica de Méjico todos los europeos españoles por sus ma-
quinaciones y malignidad» En consideradion de todo y
que durante la espresada sociedad se construyeron dos
casas grandes, á saber, la una de la habitación de Garcia
y la otra al frente de ella, no obstante su deterioro y la
ruina que la amenaza de la zanja que se le acerca del rio;
se adjudica esta última á la tesorería del estado por fini-
quito y chancelación total de la negociación de la compa-
ñía entre él y el finado Pérez, declarándose por con se-
cuencia al primero libre de todo otro cargo ó responsabili-
dad por razón déla sobredicha negociación, y quedándo-
le asi aplicados todos y cualesquier otros bienes y acciones
que hayan restado, pertenecientes al mismo Peroz, incluso
los pocos manifestados en el inventario y la curtiduría,
con la deuda de José Luis Pereira, y el producto y exis-
tencias déla compañía quetuvieroncon el difunto euro-
peo español llamado también Manuel Rodríguez, cuyos
papeles, documentos y cuentas se le devolverán para que
use de ellos como le convenga. Asunción, julio 17 de
1830.
Francia.
Terminada la guerra de la República Argentina con el
imperio del Brasil, una parte déla prensa porteña predicó
la conveniencia y oportunidad de enviar una espedicion
para librar al Paraguay de su tirano; aprovechando el
ejército aguerrido y victorioso que se hallaba disponible.
352 GOBEBNAKTES
Desde luego podria entrar en operaciones acercándose á
las Misiones ocupadas á la sazón por el general Fructuo-
so Rivera, cuyo cuartel general en Itaquí se hallaba situa-
do como á veinte leguas de Itapuá, .pueblo fronterizo del
Paraguay, á cien leguas de la Asunción. Considerábase
empresa fácil, bajo el punto de vista militar, puesto que
los paraguayos, si bien numerosos, no sabiendo pelear,
presentarían poca resistencia, al frente de un ejército disci- "
plinado. A eso se agregaba la absoluta carencia de gefes
de esperiencia, y mas que todo la falta de confianza
que el dictador tendría en entregar el mando de un cuerpo
de hombres separado, y siendo atacado por diferentes
puntos, ninguna defensa eficazpodria hacer en ninguno de
ellos. El sistema de Francia de centralizar y hacer con-
verger todo hacia su persona, sin tener el menor grado de
confianza en las partes subordinadas era tan absurdo
que al primer choque habia de venir al suelo. Estos
principios eran escelentes en teoría, pero ya se ha visto en
la práctica cuan errado se estaba entonces sobre el resul-
tado. El ejemplo de esto lo tenemos en la campaña del ge-
neral Belgrano primero y en la última guerra que duró
cinco años y que terminó con la muerte de López.
En 1829, la provincia de Santa Cruz de la Sierra preten-
dí ób rir y entablar relaciones mercantiles con la del Para-
guay, enviando al efecto, dos emisarios con pliegos hasta
Olimpo, con el fin de pasar á la Asunción á celebrar y
ajustar tratados que arreglasen el pretendido comercio.
Detenidos estos en dicho fuerte, despachó, el comandante
de él, los pliegos al dictador Francia, pero éste con su
nativa impolítica y grosería les cerró la puerta y los oidos,
y sin leer aún los pliegos de aquel gobierno, se los devol-
vió cerrados con los mismos emisarios, ordenando al co-
mandante del fuerte que los despidiera cuanto antes dealli.
BEL PARAGUAY 353
Igual desatención usó con el internuncio de la silla apos-
tólica, residente en el Janeiro.
Para conservar á los paraguayos en la ignorancia so-
bre libertad y consiguiente progreso de que gozaban
las demás secciones de América, Francia determinó cor-
tar toda comunicación con sus vecinos y al mismo tiem-
po privar á estos últimos de los productos del Para-
guay, que por la larga costumbre que de ellos se tenia,
se habia hecho para ellos de primera necesidad.
Empezó por prohibir la esportacion de maderas á
Buenos Aires, de cuyo gobierno habia tenido sospechas
de que intrigaba contra él, y aunque concedia por un mo-
mento licencias parciales para la esportacion de* la yerba
y tabaco, al fin la ¿prohibió del todo, complaciéndose con
la idea del clamor que levantaría en las provincias interio-
res á consecuencia de las privaciones á que él las su-
jetaba.
Nadie ignora que el comercio del Paraguay, cuando
aún se hacia en una escala limitada, enriquecía á los
pueblos del tránsito hasta Buenos Aires, donde también
producía una considerable renta. Sus maderas, tabaco,
caña dulce, arroz, naranjas, algodón, goma, en suma,
innumerables artículos de comercio, que no se prodacian
en las demás provincias argentinas, ofrecían un vasto
campo para el empleo del capital.
Pero el golpe dado por el dictador refluía con ruinosos
efectos sobre el mismo Paraguay. La escasez que de esos
artículos se sentía en Buenos Aires despertó el genio déla
especulación, que trató de suplirlos de puntos de donde
menos se pensaba, á no mediar tales ocurrencias. El ta-
baco de hoja se traía de la ludía, Chile, Norte- América,
etc; las maderas, el tabaco y la yerba, del Brasil; también
disminuyó considerablemente el consumo de la yerba
tanto en Chile y el Perú como en Buenos Aires. Muchos,
24
3^ GOBERNANTES
inducidos por su escasez 6 por la inferior calidad de ese
artículo del Brasil, lo sustituyeron por el té ó el café. Los
brasileros ' se enriquecieron sin oposición alguna con la
venta de sus artículos de muy inferior calidad. ¡Que bella
oportunidad perdió el Paraguay de enriquecerse durante la
guerra entre la República Argentina y el imperio vecino.
El rom, azúcar, arroz, tabaco, en suma, todos los artículos
con que el Brasil surtia á Buenos Aires, habría podido
igualmente suplirlos el Paraguay. Sus maderas se habriau
comprado á cualquier precio, y sus artesanos empleados
en construir buques para el Rio de la Plata.
En vez de tantas ventajas que habrían fluido sobre el
Paraguay, cuan miserable era el cuadro que el país pre-
sentaba! el comercio de toda clase aniquilado; individuos
de todos rangos reducidos á la mas abyecta pobreza y á
tal estado de esclavitud que era despreciable aun páralos
indios (1).
Es curioso lo que el hijo del señor don Manuel Luis de
Oliden, don José León, refiere cuando hizo su viageal Rio
Paraguay para reconocer la embocadura del Rio Otuquis
y de las costas occidentales del primero hasta-el fuerte de
Borbon, hoy Olimpo, á fines de 1836. Esta era una buena
fortificación con doce piezas de hierro de calobre y c.on
una guarnición de cien hombres entre artilleros y fusile-
ros, pero desnudos y muertos de hambre, porque rara
vez les llegaban víveres de Villa Real, sin poderse alejar
de la fortaleza cien pasos, so pena de ser perseguido por
los indios guaicurúes. El capitán comandante, que era
un anciano de cien años de edad, y que rara vez se movía
(1} Habiéndosele preguntado á nn indio paraguayo, por qué no se hacia
cristiano apuntó con el dedo á la cárcel, en donde habia entonces mas de
800 presos, diciendo. **No me gusta esa muestra de cristianismo; Dios me
hizo paraguayo y no me he de someter al encarcelamiento y á las prisio-
nes por ser cristiano.
DEL PARAGUAY 355
de su cama, tenia tanta confianza en sus soldados
que no había mas fusil fuera del almacén que aquel con
que se hacia centinela en la puerta del fuerte. Algunos
sargentos y gente de la tropa fueron á la casa de José
León de Oliden, para conversar con él, pero no se atre^
vian á hablar» mucho ni de su gobierno, ni del estado de su
pais, á pesar de que Oliden les incitaba. Haciéndole ver
que habia allí dos hombres viejos que habia mandado el co-
mandante, para observar y espiar lo que se decia,: notán-
dose entre otras cogas una muy estraña, y fué que cuando
se pronunciaba el nombre del dictador, todos se descu-
brían, dandoasl una idea harto convincente del estado de
abatimiento y servilidad en que se hallaban.^ No habia
una sola muger en Borbon: hacia quince años que esa
gente estaba de guarnición debiendo el destacamento per-
manecer allí 25 años.
' * * «
La renta con que Fran cia contaba al principio Je su dic-
tadura en 1813, para su ejército, que no pasaba de qui-
nientos hombres, (sin marina, que no existia) y para
pagar á sus pocos empleados, estaba presupuestada como
sigue:
Derechos de esportacion sobre 40,000
tercios de yerba $ 40,000
sobre 40,000 arrobas. . . "
de tabaco " 40,000
cigarros, etc ** 25,000
tt tt
u «
Derechos de esportacion $ 105,000
Derechos de importación, 4 por ciento
sobre mercaderias importadas de va-
rios puntos, hasta la suma de 2,000,000 « 80,000
Derecho de alcabala, pagadero por el
comprador, sobre el producto, merca-
dería, tierra; sobre todo, en suma, lo
356 GOBERNANTES
que pasaba de un propietario á otro,
4 por ciento. Estas operaciones se
presupuestaban en 4,000,000 de pesos " 160,000
Sellos, estampillas de correos y bienes
de los que morían intestados " 30,000
Total $ 359,000
Losgrandes gastos de Francia consis-
tían en mantener y vestir á sus instru-
mentos de opresión, las tropas.
De estas tenia, en todo el pais, como
4,000, y calculando el gasto de cada
soldado por alimento, vestido y sueldo
auna razón moderada de 120 pesos,
su ejército costaba al año $ 480,000
El sueldo de varios funcionarios públi-
cos en toda la República, incluyendo
el mismo Francia. « 25,000
Gastos permanentes con conservarlas
fronteras y hacer incursiones sobre
los indios " 50,000
Compras ocasionales de armas, muni-
ción, cañones, etc " 30,000
Total gastos anuales de Francia $ 585,000
Se ve que para proveer á todas estas varias salidas,
Francia debe haber levantado sobre el pueblo del Para-
guay (después de haberlo empobrecido con su polítíca
esterior esclavizado con la interior,) 585,000 pesos al año.
Las fuentes, pues, permanentes y contigentes, de donde
Francia sacaba sus rentas son las siguentes:
19 Mientras abolla el comercio del todo, solia conce-
der, de cuando en cuando, licencia para la importación, y
aveces para la esportacion. De toda propiedad que tenia
este privilegio imponía el derecho del 4 hasta el 30 por
ciento.
DEL PABAGÜAY 357
29 Confiscabap los diezmos, haciendo que se le pagasen V
para si, como gefe de la iglesia.
3°. Cobraba uíi impuesto anual sobre todo almacén y J
tienda de la Asunción.
49 Se apoderaba de todas las rentas municipales. ^
5? Del sobrecargo de cada buque que permitía entrar -
en el Rio Paraguay, el dictador exigia una copia de la
factura eligiendo, según su necesidad 6 capricho, cualquier
articulo que le gustaba el cual 6 nunca lo pagaba, ó lo
hacia algunos años después; 6 á precios ínfimamente ba-
jos y fijados por él mismo sobre principios arbitrarios é
injustos.
69 Imponía un derecho de nueVe por ciento sobre lo po- j
co que permitía esportar.
79 Establecía leyes para multas y confiscaciones que á
las personas mas escrupulosas, inocentes y correctas las
hacia muchas veces implacables.
8^ Convertía en estancias para ganado las numerosas
propiedades que confiscara á supuestos enemigos, des- .
contentos 6 sospechosos, nombrando él sus propios capa-
tacos. El ganado de tales estancias lo vendía en el merca-
do, al menudeo, sin permitir á ningún carnicero que
vendiese mas barato que él, regularizando así él mismo el
precio de la carne.
99 El derecho de confiscación era levantado con un mi-
nucioso é inquisitorial rigor no conocido hasta entonces.
Todo el que moría en el Paraguay, no siendo natural del
país, dejaba para el estado todos sus bienes hasta la últi-
ma camisa que llevaba puesta y último peso que tenía en
el bolsillo.
Nada importaba el parentesco en cualquier grado que
pudiera tener el pobre estrangero: aunque tuviera una es-
posa y diez hijos del Paraguay; aunque hubiera vivido en el
país desde su infancia; aunque hubiera estendido sus co-
nexiones hasta lo infinito; aunque hubiera beneficiado al es-
tado, pagando miles de pesos anualmente todo eso de nada
358 GOBERNANTES
le valia, si no había nacido en el suelo del Para-
guay.
10. Acrecentaban las rentas de Francia los empréstitos
forzosos y las contribuciones inicuas.
Pasamos por alto las agresiones inferidas á la provin-
cia de Corrientes, hasta el punto de llamar el gobernador
Ferré alas armas á todos los ciudadanos de la ciudad y
departamentos de campaña; aún fué necesario mandar
construir dos baterías, una de nueve piezas en la punta
de San Sebastian y otra de seis piezasen la Rosada. Fe-
lizmente, todo quedó en la nada porque el gobierno argen-
tino no consideró llegado el caso de reclamar por las ar-
mas lo que se tenia esperanza de conseguir de un modo
pacífico, pero no mientras viviera el doctor Francia, con
quien no habia posibilidad de entenderle.
El doctor Francia era incansable en el ejercicisdesu
tiranía; inñigia siempre castigos hasta por presunciones,
juzgando los hechos como cometidos, principalmente tra-
tándose de españoles y porteños.
El lector podrá formarse una idea de la índole de su
despotismo por el documento siguiente:
Asunción, agosto 16 de 1836.
Agregúese el espediente que Hilario Recalde de la
descendencia de la parda santafecina Clara Aguiar dio
hacen ya meses, pretendiendo casarse con la porteña ad-
venediza Juliana Martínez (1), el que no tuvo á bien pro-
veer, por lo que visto, que no habiendo conseguido por
este medio alterar la prohibición anterior impuesta por
justa causa á esa descendencia, han urdido el cartel de
(1) Era hija del señor don Pedro Martmes Femandes, del comercio de
Buenos Aires.
i
í
DEL PARAGUAY 359
los tres posteriores hermanos (1) la consabida Juliana^y
el dicho Hilario, censurando el procedimiento del gO"
bierno, avanzándose á darles reglas, y diciendo que los
de esa descendencia son tan patriotas como él, después de
. lo que finge inconsecuentemente ser uno el autor bajóla,
máscara de un verdadero y fiel patriota al estilo de Buenos
Aires, en donde todos los que quieren insultar, calum-
niar, zaherir, y ofender reputaciones, toman el infame y
ruin arbitrio indigno de gente honrada, de fraguar, y hacer
insertar en una gaceta los mas inicuos papeles, encubrién-
dose bajo de nombres apelativos generales, siendo este
desenfreno una de las perradas, maldades y bribonadas,
que desahogando ridiculamente viles pasiones, acostum-
bran en Buenos Aires los malvados y bárbaros porteños,
y un adheridor tan malvado y bárbaro como ellos,sin aver-
gonzarse unos ni otros de tales infamias como gente pérfi-
da la mas vil, y lamas indigna del mundo.
En virtud de todo, póngase en arresto á los sobredichos,
respecto á que aquellos á quienes aprovechan y pueden
aprovechar el crimen, y en él tienen interés, debe presu-
mir, y juzgarse haberlo cometido, y publíquese el cartel.
Francia.
Después de la salida de los estrangeros del Paraguay,
no hubo medios de obtener informes detallados de los últi-
mos años del gobierno de Francia, y en caso de que los
hubieran; no tendrían interés alguno. Con s.us egecuciones
ycrueldades desde 1820 á 1822, alejó toda sombra de oposi-
ción á su autoridad; y en efecto no quedaron elementos
en que satisfacer su venganza. Completó, pues su siste-
ma, y desde entonces una monótona oscuridad cubría la
tierra del Paraguay,
Francia seguía supliéndose de los artículos que nece-
(1) Los fiefiores don Mariano, don Pedro y don Mateo,
360 GOBERNANTES
sitaba de Buenos Aires ó Montevideo. Se enviaban en
primer lugar á Corrientes, y de allí se trasbordaban en pe-
queños buques & Neembucú ó Villa del Pilar, que era el
Cantón de la República. No solo ningún estrangero pasa-
ba de ese punto, pero, como puede fácilmente suponerse, á
nadie se le ocurriría hacerlo; puesto que el aislamiento y
desolación del Paraguay eran completos.
Es un hecho curioso de que cuando iba antes algún
inglés al Paraguay con pasaporte de su idioma, Francia
no permitía descargar el buque, hasta poder él dominar
la lengua como para* poder leer y comprender el docu-
mento. •
Tal fué el aislamiento del Paraguay que repetidas ve-
ces se dio la noticia de la muerte de Francia, como cosa
cierta.
Finalmente una de sus últimas victimas fué un antiguo
oficial de artillería llamado Urdapilleta, á quien el dictador
comisionó para que examinara dos cañones que acababa
de comprar en la frontera del Brasil y presentase su infor-
me. El oficial desempeñó su cometido de un modo científi-
coacreditando su idoneidad en la materia. El dictador pu-
do notar, en vista del informe que el artillero español tenia
mas conocimientos de los que él se imaginaba, y, en vez
de recompensar ese servicio prestado de tan buena fó,
dispuso que al* momento fuese encerrado en un calabozo.
El infeliz fué, pues, sacado de su domicilio y Conducido á
la cárcel, donde permaneció dos años y cuatro meses,
dejando abandonados á su virtuosa esposa y dos hijos me-
nores y confiscándole además los escasos bienes que po-
seía. Su pobre esposa tuvo que dedicarse al oficio de
dulcera paru poder mantener á sus tiernos hijos.
Urdapilleta veia salir cada tres ó cuatro dias un compa-
DEL PARAQÜÁT 361
ñero de prisión para su sacrificio, hasta que al fin le llegó
á él su turno. A las seis de la mañana del 19 de setiem-
bre de 1840, se le notificó queá las nueve del mismo dia
sufriría la pena impuesta por el dictador. La ejecución,
sin embargo, tuvo que suspenderse á causa de una fuer-
te tormenta que sobrevino un cuarto dehora antes, hasta
el dia siguiente (1), en que, tanto él como otros, consiguió
su salvación debido á la muerte del dictador. Este, aún
en sus últimos dias se mostró inhumano y ageno átodo
sentimiento de ternura, ya mandando retirar de su apo-
sento á su propia hermana, que á pesar de sus' antiguas
quejas, iba á prestarle los últimos servicios, ya amenazan-
do de muerte á su médico que le anunciabael trance fatal,
invitándole á hacer su testamento. ''No tengo que hacer
disposiciones — le gritó el moribundo, — mis herederos son
mis soldados S' Murió ala una de la tarde del 20 setiem-
bre (1840) á la edad de setenta y seis años y diez y seis
dias. El dia de su muerte se suspendieron las
campanas de la catedral en una horca, para que sus
tañidos y dobles contribuyeran á la plegaria fúnebre y
exequias del finado. (Asi permanecieron |jasta que se
construyó la nueva catedral). El cuerpo estuvo espuesto
en su sala á' donde acudió el pueblo para cerciorarse de
la noticia'. Tres dias duróla salva fúnebre hecho á su "ho-
nor. Hiciéronle un pomposo entierro, depositando su ca-
dáver á la derecha del altar mayor en la iglesia de la En-
carnación, y eleváronle un tümnlo, que fué después miste-
riosamente arrasado, efecto de la justa execración en que
era tenida su memoria. A su entierro le siguieron treinta
dias de funerales.
Sin embargo, sucedió en el Paraguay con el dictador
(1) Sobre las numerosas ejecuciones del dictador Francia, el lector
carioso puede consultar las obras Veinte añoaen los calabozos dd Pcaa-
guay^ por don Bamon Gil Navarro y Descripción Histórica de la antigua Pro '
vincia dd Paragt*ay por don Mariano Antonio Molas, corregida, aumenta-
da y anotada por el doctor Ángel J. Carrans^ etc., ya citada,
362 GOBERNANTES
•
Francia lo que en todas partes donde han imperado los
tiranos, y si no hubiera tenido quien diera puntual cumpli-
miento á sus actos bárbaros, no se habría afirmado en su
poder, que se aumentaba cada vezqueveia triunfar sus
ideas. Para conseguir que el pueblo se pusiera de su par-
te, el dictador hizo circular que los conspiradores preten-
dían no solo hacer perecer, con él, á todos los empleados-
y cuantos le eran adictos, sino tambiien apoderarse de las
propiedades de sus víctimas y distribuírselas entre sí, en-
tregando en seguida el país á su enemigo común, que era
Buenos Aires, como se consideraba entonces. Tan ab-
surda idea produjo el efecto esperado. Los empleados
de todas las gerarqulasse dedicaron desde luego al ser-
vicio delque los habia libertado del inminente peligro á
que se consideraban espuestos. El espíritu de unión
entre los paraguayos dejó de existir, aún en la familia,
acusándose el hermano al hermano y el padrea sus hijos,
si bien á fuerza de tormentos. Todos los habitantes
vivían aislados, y cuando, para pedir ó preguntar algo, te-
nían que dirigirse la palabra, solo lo hacían empleando lo
mas indispensable, y esto mismo en voz baja. Era el
Paraguay á* la sazón la morada de los muertos en
vida.
•
Terminada la existencia de este siniestro personage,
tan tristemente célebre en los anales de la tiranía, se pro-
hibió hablar ni escribir nada acerca de él, porque los dos
que sucesivamente le siguieron, fueron sus imitadores en
el despotismo y degradación del pueblo paraguayo, con
mas ó menos disimulo, pero se le hizo su funeral sin que
se hubiese levantado una sola voz de protesta.
Al mes justo de la muerte del dictador (domingo 20 de
\
DEL PARAGUAY * 36%
octubre de 1840) la junta mandó poner en libertad á ciento
veinte y tres individuos que Francia conservaba sepultados
en los tenebrosos calabozos de la Asuncioa, después de
veinte y dos afíos de su horrible prisión; ordenando al mis-
mo tiempo exequias fúnebres en señal de dolor por la pér-
dida de tan eminente ciudadano que se hdbia sacrificado
por la patria y en cuyo servicio contrajo la enfermedad
que lo llevó al sepulcro. Sus honras fúnebres se celebra-
ron en la iglesia de la Encarnación habiendo pronunciado
la oración el presbítero Manuel Antonio Pérez, En ella, el
orador se compara á Plinio, elogiando á Trajano, que
equipara á Francia, cuyo carácter describe como "un en-
tendimiento comprehensivo y sublime, meditación reflexi-
va, resolución firme, secreto inviolable, entereza incor-
ruptible y política consumada." Siguiendo en su apolo-
gía del personage que nos ocupa, el orador encuentra
muy acertado el eficaz remedio para curar á los pueblos
de la epidemia de los malhechores, mandándolos pa-
sar por las armas, una vez terminado el sumario, to-
do lo que se ejecutaba en pocas horas. Aprueba la san-
gre derramada de los conspiradores, pgrque obran-
do así, Francia se había portado como los sabios ciru-
janos, aplicando el cauterio á los miembros que am^na-
ítaban gangrena, ó cortando la parte infecta; y no temía
aprobar las máximas de sangre en aquel reQÍnto sagrado,
porque el mismo Dios aprobó la conducta* de Salomón
en las muertes de Adonías y de Joab. En una palabra,
según el presbítero Pérez, Julio César y Octavio Augusto
no fueron mas dignos de la memoria de los romanos que
el dictador perpétuí) de los paraguayos: si aquéllos, para
perpetuar la memoria de esos dos personages, colo-
caron su nombre en el calendario romano, debia supri-
mirse el nombre de Setiembre y colocar en su lugar
Francia diciendo, agosto, Francia, octubre, etc.
Como sola defensa que existe del doctor Francia da-
364 * GOBERNANTES
mos á continuación el único documento á ese res-
pecto.
ORACIÓN FÚNEBRE, DEDICADA AL ESCELENTÍSIMO SEÑOR DICTADOR PER-
PETUO DE LA REPÓBLIC/r DEL PARAGUAY EL CIUDADANO DOCTOR DON
JOSÉ GASPAR DE FRANCIA.
LA DIJO EL PRESBÍTERO CIUDADANO MANUEL ANTONIO PÉREZ EN LA IGLE-
SIA DE LA ENCARNACIÓN EL DÍA 20 DE OCTUBRE DE 1840.
Olamavemnt ad dominnm qm sosoitavit
eis salvatorem, et libeíayit eos. Judicum
cap. 8. ▼. 9.
Llamaron y el Señor suscitó en Salvador,
f que los paso en libertad de sus enemigos.
Tomada del libro de los jaeces cap. 8. ▼. 9.
Exmo. señor.
No podia haber acontecido un suceso mas triste, que el
que con el mayor dolor nos reúne en este templo á cele-
lebrar las exequias del Exmo. señor dictador perpetuo de
esta República el ciudadano José Gaspar de Francia.
Desde los primeros dias de sz enfermedad entró el pue-
blo en grandes temores, viéndose amenazado de la pérdi-
da de tan gran bien, y este era el asunto de las conversa-
ciones. Su edad adelantada y la malignidad de su enfer-
medad hacian temer á unos el golpe que hemos esperi-
mentado, y quetanto nos aflige: la buena complexión de
su temperamento, y sobriedad de vida lisongeaban las
esperanzas de otros, que no tendrian tan fatal resultado.
¡Discursos sujeridos por el deseo de su conservación!
Inútiles, y vanas esperanzas! Triste desengaño! Eldia
veinte de setiembre á la una de la tarde el clamor de la
campana comunica la fatal noticia, que S.E. luchaba con
las agonías de la muerte. Este aviso, aunque confuso en
sí, pareció una voz articulada, pues al momento desde los
confines de la ciudad corrrian tumultuariamente las gen-
tes, y todos se dirigian á la casa de gobierno; y un llanto
universal asegura que el supremo dictador ha pagado el
tributo impuesta á la descendencia de Adán.
DEL PARAGUAY • 365
Señores, ese sepulcro erigido en su memoria es deposi-
tado de su cadáver: allegaos 4 él, y comunicad, si es po-
sible, movimiento, espíritu, y vida á esas frías cenizas; 6
á lo menos humedecedlas con las lágrimas, que produce
vuestro dolor: dad desahogo á ese pesar, que os aflige, y
después haced una pausa^ y escuchadme, para que conoz-
cáis mas á fondo la grandeza del bien que ¡hemos perdido
con la muerte de nuestro dictador.
¡Trajano! Tú tuviste un Plinio, que compusiera una
oración en tu elogio, y que debia recitarse en tu presencia; .
es de temer que aquella pluma seria ciertamente dirigida
en parte de la lisonja, y esperanza de la recompensa.
Y tú, Plinio, el esceso ventajoso, que hay de tí áml, en
ingenio, y facundia, se compensa con que yo elogio aun
muerto, de quien nada tertgo que esperar y en la presen-
cia de un pueblo testigo de los hechos, y de su sucesor
en la magistratura suprema, digno de mi mas alto res-
peto.
En medio de las convulsiones de una revolución, mi-
rando el Señor con benignidad al Paraguay, suscitó al
señor José Gaspar de Francia para que como Salvador le
libertara de sus enemigos "Clamaverunt ad Dominum,
qui suscitavit eis salvatorem, et liberta vit eos." Esta
será, Exmo. señor, laproposion que probaré en elogio del
Exmo. señor dictador, cuya muerte lloramos. No espe-
réis, señor, una copia perfecta de su original: esta es em-
presa de orador mas hábil. Pero os presentaré un bos-
quejo imperfecto, para que mano mas diestra le perfeccio-
ne. Este sólo debe contentaros, y yo habré dado la prueba
de mi obediencia, aceptando hablar en una oración públi-
ca del hombre mas grande, que en el orden político ha
dado á luz nuestro siglo.
INTRODUCCIÓN
La América habia llegado á la mayor edad en el orden
civil, y clamaba exigiendo su emancipación para en-
366 . GOBERNANTES
trar en el rango de las naciones.* ¿Pero cuántos
escollos inutilizaban sus pretensiones? Inmensas disfán-
tancias, variedad de intereses entre los pueblos y provin-
cias; y lo que es mas la política del gabinete español la ha-
cia vivir en quietud, y sin acción para quejarse de su
esclavitud injusta. Los ensayos de Oruro á fines del
siglo pasado nos instruyeron prácticamente que era inútil
todo esfuerzo, y que siendo la América prisionera, los
americanos mismos éramos sus esclavos; por consiguien-
te cuanto mas se aumentaba su población, tanto mas se
imposibilitaba su independencia.
En este estado un conquistador poderoso y teirible
acomete á la Península: ésta por atender á su defensa, se
desatiende de todo cuidado esterior. Este acontecimien-
to es el lance favorable y único que le proporciona recla-
mar los derechos de su libertad. Pero la somnolencia en
quehabia estado desde la conquista, la costumbre de ser
mandada y siempre obedecer, le impedian obrar con in-
dependencia. La América, en este estado, era semejante
aun hombre^ que, después de haber estado mucho tiempo
con grillos, se le quitan las prisiones, y le obligan á ca-
minar con presteza; todo le embaraza, todo son tropiezos,
y todo caidas.
Dejemos al resto de América, y hablemos del Pfiraguay
desde que se gobierna por sí. Levanta la voz, depone al
antiguo gobierno, y erige una junta, que, aunque en par-
te la componian sujetos demérito los unos menos habian
nacido para gobernar, que para santificarse en un claus-
tro; los otros ineptos en aquellas circunstancias; sólo el
doctor Francia reunia las cualidades necesarias para go-
bernar con independencia. Este hecho prefija la época, que
preparaba la formación de una República indepen-
diente. •
Señores, la relación prolija de los hechos intermedios
desde este acontecimiento hasta que el señor doctor Fran-
cia fué nombrado dictador, la juzgo tan inútil, como im--
DEL PABAGÜAY 367
pertinente: ella me retarda tratar de mi asunto, y cuantos
me escuchan están perfectamente instruidos de todo.
Consideremos á este hombre prodigioso, nombrado dic-
tador perpetuo, y en estado de obrar sin dependencia
temporal. Un entendimiento comprehensivo y sublime
meditación reflexiva, resolución firme, secreto inviolable,
integridad incorruptible y político consumado formaban
el carácter del hombre que el Paraguay habia nombrado,
para que estuviera á su cabeza en calidad de dictador,
depositando en él toda su confianza.
Cuando yo lo considero en su retiro, se me presentan
aquellos astrónomos sabios en el observatorio, que, to-
mando el telescopio político; miraba las revoluciones civiles
para dirigir con acierto sus operaciones: observaba toda
la circunferencia y puntos intermedios del estado que tenia
que gobernar, para ocurrir á sus necesidades. Tenia que
formar un estado del todo nuevo; y asiera necesario que
todo fuera original.
¿Qué era el Paraguay, cuando nuestro dictador se hizo
cargo de su gobierno? El esqueleto de un gigante, que
necesitaba de una mano maestra, que le vistiera de carne,
piel, color y le comunicara el impulso de vida que le cor-
respondia á su dignidad. ¿Y quién otro mas á propósito
que nuestro dictador en los tiempos críticos y difíciles en
que tenia que mandar preservando á su pueblo de las ca-
lamidades X{\xe siguen á las revoluciones civiles?
Roma, en tiempos antiguos, y Francia, en nuestros dias
nos instruye perfectamente en la catástrofe que presentan
los pueblos, cortados los vínculos sociales, y quitados los
diques que contienen las pasiones en desorden; el clamor de
nuestros vecinos llega á nuestros oídos y nosotros hubié-
ramos esperimentado los males que les afligen, si la Divina
Providencia no hubiera suscitado en la persona de nuestro
dictador un salvador que nos libertara deestos males.
¿Cuántas providencias tomó S. E. para mantener en paz
la República, y ponerla en un estado respetable respectoi
368 GOBERNANTES
de las estrañas? Provisión de armas y formación de sol-
dados ocupaba su primera atención: promete á los intro-
ductores del primer ramo que la introducción será libre
de todo derecho, y en su pago esportacion á elección los
frutos que les presentan mas utilidad. Esta sabia provi-
dencia le proporciona la proporción de un armamento res-
petable, con que consigue los dos fines que se babia pro-
puesto.
Da^o este paso, necesitaba brazos diestros que mane-
jaran estas armas. ¡Me asombro, cuando contemplo á
este hombre grande, dando espediente á tanta ocupación!
Se dedica al estudio de la milicia^ y en breve tiempo man-
da el ejercicio y evoluciones militares como el mas prácti-
co veterano. ¿Cuántas veces he visto á S. E. estrecharse
aun recluta enseñándole el modo de ponerla puntería pa-
ra dirigir con acierto el tiro al blanco! ¿Qué paraguayo se
habia de desdeñar de llevar el fusil cuando su dictador le
señalaba el modo de gobernarle?
Los ejercicios de caballería exigían un hombre robusto,
y maestro en el manejo del caballo para ejercitar practica-
mente las evoluciones peligrosas que se ofrecen en este
ramo de milicia. Para formar soldados de esta naturale-
za, parece hubiera hecho elección de algún joven de su
confianza, que lo desempeñara á su satisfacción. No,
señores: se personaba á la cabeza de los escL^adiiojies de
xsaballería, y los mandaba con tal energía y destreza que
trasmitía su espíritu vivo á los quele seguían: era mas
poderosa su voz que la del clarín, que hacia la seña
paralas marchas.
Señores, ¿tantas y tantas graves atenciones, que nece-
sitaban muchos hombres para su desempeño, le distrae-
rían para atender á las demás necesidades del estado?
Su grandeza y actividad se estendian á todo, y proveían á
todo, como si todas y cada una de ellas le ocuparan
todo.
DEL PARAGUAY 369
La quietud y seguridad de la República eran su prime-
ra atención y cuidado; y asi era necesario tomar provi-
dencias eficaces para conseguirig. ¿Cuántos perjuicios
no reciben los pueblos de los salteadores de caminos?
Violencia, estupros, robos y asesinatos son delitos fami^ -
liares á estas malas gentes: montañas inaccesibles, y
campañas de que abunda la República, les proporcionaba
su impunidad. Nuestro dic tador descubrió el secreto de
aterrarlos de tal modo que desaparecieron, buscando su
seguridad en la mudanza de vida: discurrió S. E. que el
modo de aplicar la pena era mas eficaz que la misma pe-
na, y en esto puso BU estudio. Luego que llegaba algu-
no de estos malhechores, vista la sumaria, era conducido
al piquete, y con pocas horas para confesarse, era pasado
por las armas. ¡Oh! ¡Y qué remedio tan eficaz para cu-
rar á los pueblos de esta epidemia! En breve tiempo que-
dó la República en estjdo que un muchacho pudiese
transitar con seguridad, desde las costas del Rio Para-
guay hasta las del Paraná, sin mas seguridad que el
temor que habia inspirado el supremo dictador: **Sitscita-
vit Domirvus Salvatorem"
Libre la República de estos enemigos, escucha él su
clamor por el temor que le inspira el mayor de los males
que pueden padecer los pueblos; este es la anarquía. No
respeta este monstruo feroz edad ni virtud: todo lo des-
truye, todo lo asóla: cada individuo que juzga puede ha-
cer partido, se tiene por digno de la suprema magistratura,
y con capacidad para desempeñar sus funciones: los pre-
tendientes, son tantos cuantos hay capaces de fabricarse
un mérito imaginario: chocan los pretendientes, y ved
ahí los pueblos divididos en bandos y partidos destructo-
res. ¡Ah! ¡Que no me sea dado el talento suficiente para
delinear el cuadro que representa con exactitud la catás-
trofe fatal de un pueblo en anarquía!
¿Y no estuvo nuestra República en estado de sufrir los
estragos que causa su malignidad? Si, señores: en va-
25
370 GOBERNANTES
rías partes se hacian ciertas reuniones peligrosas, que
aunque ignoro el pormenor de lo que en ellas se trataba,
sabemos se preparaba una mina, que, reventando, haría
los fatales estragos de la anarquía.
Avisos repetidos cercioraron á S. E. del estado peligro-
so en que se hallaba la República. ¿Cuántas providen-
cias fué necesario tomar para oprimir á este enemigo en
su cuna? Asegura á los cabezas de partido, y hechos los
procesos, resultan reos de lesa patria. ¡Qué contraste
esperimentaria su corazón! Estoy en la inteligencia que
si, manteniendo las personas en arresto hubiera bastado
para la seguridad del estado, no habria tomado el pa)'tido
de pasarlos por las armas. Se portó en estas circunstan-
cias como los sabios cirujanos, que á los miembros que
a,menazan cáncer, les aplican el cauterio, ó cortan la par-
te infecta. La República del Paraguay, en este estado^
me acuerda la de Roma: cuando póv una contra-revolución
trataba la nobleza de restablecer el gobierno de los Tarqui-
nos: sesenta y dos nobles fueron en un dia pasados por la
cuchilla; siendo necesario que Bruto, primer cónsul, con-
sultando á la salud de la patria, sacrificara dos hijos,
sentenciando la causa y presenciando la ejecución: "Sití-
citavit Dominum Salvatorem.''
Pero, señores ¿no temeré el lugar santo que ocupo,
aprobando máximas de sangre contra la lenidad del Evan-
gelio? No, señores: el mismo Dios aprobó la conducta.de
Salomón en las muertes de Adonias y Joab. Feliz habria
sido el gobierno de nuestro dictador si la salud pública no
le hubiera obligado á la ejecución de los perturbadores del
orden.
Quieta la República con esta ejecución aterrante, se
entregó S. E. á espurgar el estado de otra clase de ene-
migos: ¿Cuántos perjuicios no reciben lospueblos de los
jnalos administradores de intereses públicos? Imponen
los magistrados algunas contribuciones para sufragar
DEL PARAGUAY 371
los gastos que son necesarios á beneficio del mismo públi-
co: nombran colectores y depositarios de los caudales que
se recaudan, y deben entrar en el erario común. Des-
cubre S. E. (igsfalcos y malversación en estos administra-
dores subalternos, les obliga á cubrir el capKal en que
fueron alcanzados y toma nuevas providencias para evi-
tar en lo sucesivo tan grande mal: mandó que todos los
años rindan cuentas del cargo y data, quitando todo re-
curso á la mala versación.
Éste origen tuvo la conducta que observó S. E. cuando
entregaban los efectos, con que abastecia al público: aque-
lla prolija y menuda cuenta de cosas al parecer poco dig-
nas de atención. Yo juzgo que menos lo baria por temor
de sujetos nuevamente destinados para esto, que por ins-
truirlos en la delicadeza con que debían conducirse. De
esto provenia aquella ocupación de examinar escrupulo-
samente todas y cada una de las obras de los arte-
factos.
El conjunto de las tantas atenciones no le ocupaba de
tal modo que le embarazara tratar de todas según su im-
poriancia. La hermosura y buen gusto de las poblacio-
nes dan idea ventajosa de la dignidad de sus habitantes.
* Asi lo sentia Cataracto, rey de los anglos, cuando veia
la suntuosidad y magnificencia de los edificios romanos.
Contemplaba S. E. el estado de la eapital de la República,
y miraba una población desordenada y sin policía: calles
si escuadra; casas edificadas al capricho de sus dueños;
aunque habia algunos edificios de buen gusto y comodi-
dad, su conjunto formaba un todo desagradable; rauda-
les permanentes que cortaban' la población y formaban
precipicios peligrosos: solares de depósitos de basuras é
inmundicias, abrigo de sabandijas perjudiciales. Conci-
be S. E. el proyecto de su mejora y la pone en ejecu-
ción. Ordena la apertura de calles, procurando evitar
cuanto se pueda perjuicios en sus habitantes: pone lin-
deros que formen cuadra: levanta algunos edificios que
372 GOBERNANTES
pertenecen al público para que sigan los particulares:
ordena la erección de murallas que unan la población y
deja con esta diligencia una ciudad del todo nueva y pues-
tos los cimientos para que la posteridad edifique con regu-
; laridad y 'belleza. Esas dos plazas formadas al Sud y
' Este de la capital son obras dignas de S. E. tanto mas cuan-
to su formación ha sido sobre las ruinas de bosques peli-
grosos, abrigo de gente mal intencionada. Esa escava-
cion al sud ¿cuánto ha minorado los perjuicios que causa-
ban las lluvias con el esceso del pendiente por aquella par-
te? El nuevo estado y mejora de la población sólo pudo
ser concebido y ejecutado por nuestro dictador.
¡República del Paraguay! ¿Cuánto debes á los cuidados
y desvelos de nuestro dictador difunto! Parece que este
hombre singular se multiplicaba para atender á todas sus
necesidades: estaba en su gabinete j corria tus fronteras
para ponerte en estado de seguridad. ¿Cuántos daños y
perjuicios no recibian de los baba ros del Chaco los pobla-
dores de costa abajo? De cuando en cuando llegaban á
la capital las noticias del terror y espanto que habia causa-
do algunas de sus incursiones: muertes, robos, multitud
de ganados mayor y cautivos, que podían llevar, era el
resultado de sus invasiones. ¿Quién pensó que tan gran-
des males y estragos podian remediarse? Nuestro dicta-
dor discurrió el modo de asegurar aquella parte de la Re-
pública. Cuatro fortalezas respetables y competente
guarnición ha sido la barrera que ha contenido las irrup-
ciones de aquellos feroces salvages. ¡O habitantes de
costa abajo, reposad con tranquilidad en vuestros ho-
gares: vosotros sois parte del pueblo, que el señor confió
al cuidado de nuestro dictador, "él será viiestro salvador
suscitavit Dominum Salvatoremí'
Las providencias sabias y prudentes, que tomó para
rebatir la fuerza y contener los bárbaros situados al jiorle
de la República. Las fortalezas de Olimpo y San Car-
DEL PARAGUAY 373
I
los del Apa, puestos en mejor estado de defensa, órdenes
é instrucciones á la Villa de Concepción han puesto en
seguridad por aquella parte.
Esa gran muralla, foso y fortaleza construidos en la
costa opuesta del Rio Paraná: cuerpo de ejército y pique-
tes en lo interior al sud de la República han hecho mirar
con respeto á los enemigos situados en aquella parte
"Susciíavit Bomirvus Salvatores.''
Baste, señores, para probar que el Exmo. señor dictador
cuya memoria lloramos, fue el salvador que suscitó el
Señor para libertar al pueblo paraguayo de sus enemigos.
El índice solo de cuanto obró á favor de nuestra República,
no puede reunirse en los estrechos límites de una oración
dedicada á su memoria "" Clamaverunt ad Doniinus qui
snscitavit Salvatorem et líber avit eos.''
Tú, historia, que haces justicia al verdadero mérito, re-
coge con exactitud las obras que nuestro dictador ejecutó
á favor del pueblo que el Señor confió á su cuidado: man-
da á la-posteridad con sencilla narración, que es el ca-
rácter de la verdad. Las generaciones futuras admira-
rán sus hechos y le caracterizarán . con el título de
Grande.
Exmo. señor: reconociendo el mérito gigante de nues-
tro dictador difunto, habéis erigido en su memoria un se-
pulcro, para que siendo undepósito de sus cenizas, perpe-
túe su nombre; mas sabiendo que el tiempo destruye los
mármoles mas firmes, nombrasteis orador que haciendo
justicia á su mérito, compusiese una oración en su enco-
mio. Yo, señor, sin ejercitar mi humildad, me juzgo poco
digno de nuestro Héroe; por tanto os propondré un medio
de conseguir vuestros fines. Julio César y Octavio Au-
gusto no fueron mas dignos de la memoria de los romanos
que nuestro dictador de la de los paraguayos. Si aquellos
para perpetuar la memoria de estos dos personages colo-
caron sus nombres en el calendario romano; mandad que
374 GOBB BMANTES
en el Paraguay se coloque entre ellos el de nuestro dicta-
dor y suprimiendo el nono mes le llamen del tenor siguien-
te. Julio, Agosto, JFrancia, Octubre, etc.
Señor, reconociendo la capital las sabias disposiciones
que habéis tomado para mantener la tranquilidad pública,
y que puede llamarse el primer crepúsculo de vuestro
mando, le da la lisongera esperanza que haréis nuestra
felicidad. El Dios de las misericordias os ilustre para
que nuestras esperanzas tengan su perfecto cumpli-
miento.
Sacerdotes del Altísimo, tened presente que sois la por-
ción escogida que ofrece al Señor todos los dias el sacrifi-
cio incruento: que sois los medianeros entre Dios y el
pueblo: cuidad que vuestras ofrendas sean aceptas ante
el divino acatamiento como las de Abel, el sacrificio de
Abrahan y lo que ofreció Melquisedec.
Ciudadanos, los que vestis el uniforme del honor, sois
la columna que sostiene el estado: tened entendido que
ese trage que os distingue de las demás clases del pueblo,
os hace saber que el honor es vuestro mejor distintivo.
La patria tendrá sus necesidades, estas las sabréis por
conducto del supremo gobierno: esta unión está simboliza-
da enunacuerda delgada, que doblada tres veces se corta
con dificultad.
Y vos, pueblo paraguayo, que habéis hecho un duelo
tanespresivo de vuestro dolor por la muerte de nuestro
dictador, sea este el último dia que llevéis esas vestiduras
de luto. El Señor ha suscitado en su lugar un gobierno
que satisfará vuestras esperanzas.
Dios de las misericordias, te rendimos acciones de gra-
cia por habernos concedido por el espacio de veinte y seis
años un defensor que ha mantenido la tranquilidad pública:
este reconocimiento nos estimula á recibir con resignación
la pérdida de tanto bien. Tunos le diste, tú nos le quitas-
DEL PARAGUAY 375
te: sea bendito tu santo nombre, suplicárnoste, señor,
el descanso eterno por los méritos de N. S. J. C.
Requiescat In pace
Amen
Con tales doctrinas, el dictador perpetuo aparece vil-
mente calumniado por todos los que le pintaron de otro
modo; que es el mundo entero.
No sabemos que admirar mas, si la deificación del
dictador Francia hecha por el padre Pérez, á los pocos días
de muerto aquél, 61a calma y sangre fría del pueblo para-
guayo en oir la justificación del tirano, reconocido uni-
versalmente como tal y cuyos actos bárbaros no fueron
desmentidos por nadie. No se atrevieron á tanto ni los
mismos sostenedores de Rosas, aun después de veinte y
cinco años desucaida, y eso que, en ferocidad, aquél so-
brepujó á éste por mucho.
Este sacerdote, Manuet Antonio Pérez, tal vez participa-
ra de los temores del bajo pueblo que el poderoso dicta-
dor resucitase reclamando su autoridad. No aludia, ni
podia aludir al carácter piadoso y cristiano de Francia, co- '
mo que se sabia que éste no sólo hacia chafa de la religión \
sino que habia hecho todo lo posible para inspirar despre- '
ciapüp la iglesia y los clérigos. A haberse atrevido á tan
audaz elogio habría temido que el dictador se levantase de
su tumba y lo mandase fusilar. Pero él se limitó á hablar
del dictador como un gran gobernante, que habia salvado
al pais de la .anarquía en el interior repeliendo la inva-
sión delfisterior, que habia rectificado las calles de la ciu-
dad y librado el pais de innumerables males. Puede ale-
garse en defensa de este profano, si no blasfemo, elogio
del dictador, que era dirigido á un pueblo de que muchas
personas habian concurrido esperando oir hablar de un
dios, y que, si se hubiera atrevido á hablar de él tal como
era, se habría levantado de la multitud un grito de horror.
376 GOBERNANTES
Pero si el clérigo Pérez no alabó la piedad y carácter
religioso de Francia, ni le asignó un lugar en la morada
de los bienaventurados, ciertamente esto abona en su
favor.
Todas las tradiciones, que se conservaron de las acusa-
ciones contra los hombres principales que vivian en el
Paraguay en la época del advenimiento de Francia al po-
der absoluto, son necesariamente de dudosa autenticidad,
por la circunstancia de que todo se hacia en secreto, sin
atreverse nadie á averiguar la verdad; pero como aque-
llos de quienes mas podia temer Francia eran por lo ge-
neral hombres de bien estar, de respetabilidad y de influ-
yentes familias, muy natural seria que ejecutados ellos y
sus bienes confiscados, sus arruinadas familias habían
de recoger todos los incidentes que pudieran suministrar
los soldados, policía y otros que se vieron obligados á eje-
cutar sus órdenes. Masapesar de cuanto hiciera el dicta-
dor, se habían de saber muchos incidentes que él habría
preferido que jamas se divulgasen; pero en los primeros
años de su poder era mucho mas difícil conservar oculto
cualquier hecho desagradable que lo que fué mas tarde.
Aun no había aprendido el pueblo la necesidad de un ab-
soluto silencio sobre cuanto veía, como sucedió después.
La escusa de insania que no dejaba de atribuírsele por
alguien para esplicar su cruel conducta no puede admitir-
se, puesto que todos los actos de su vida fueron consis-
tentes uno con otro y con el mismo carácter genefal. En
toda su carrera jamás hubo una manifestación de ternu-
ra, de cariño, de simpatía con la especie humana. Sus
crueldades, su cinismo, la aparente falta de motivo para
muchos hechos crueles é inhumanos, todo indica un espí-
ritu consistente consigo mismo, y s olo se diferenciaba de
otros mas o menos similares en que no tenía simpatía al-
DEL PARAGCJAY 377
guna con la naturaleza humana. Sus actos manifiestan
que fué inhumano no insano.
AI regresar á su patria, después de salir de la universi-
dad de Córdoba, jamás pudo avenirse con el que se pu-
siera en contacto con él por su genio fantástico é insu-
frible, de modo que desde entonces siempre vivió como
un jpgisántropo y recluso. No sentia amor alguno por
ningún ser viviente, ni siquiera por ningún animal do-
méstico. Su amor y admiración estaban concretados en
en si mismo, y se hallaba tan completamente perdido en
la conciencia de su propia grandeza que no podia con-
templar un ser superior á él. Su vanidad y egoismo le
hicieron fementido, y al ordenar á sus desgraciados sub-
ditos que le llamasen El Supremo, la obediencia y desam-
paro de estos le sostuvieron de plano. Lo mismo que con
sus afecciones y simpatías, sucedía con los deseos y ape-
titos de otros, con lo que no tenia nada de común. Su
cara imberbe era indicio de su carácter que nunca fué
conmovido por el amor ó la pasión hacia individuo alguno
del otro sexo, y su indiferencia álos placeres mas grose-
ros de comer y beber cerraban el camino por el que todos
los demás tiranos, conocidos en la historia, realizaran un
sentimiento en común con sus subditos. Con sus parien-
tes mas inmediatos fué tan cruel como con el peor crimi-
nal, enviando su maldición á su padre moribundo y so-
metiendo á su inofensivo hermano al tormento y á la eje-
cución. Miraba á sus hijos naturales con la misma indi-
ferencia que á un perro.
Tal fué su carácter como ciudadano particular; cuando
llegó á gobernar á un pueblo ignorante, amable y sin ambi-
ción se mantuvo en consonancia. Su espíritu mezquino
jamás se embriagó al verse elevado al poder, manifestán-
dolos mismos sentimientosy la misma indiferencia á la
felicidad y á la miseria de otros después como ante.
Constitucionalmente tímido y desconfiado, al verse arri-
ba, dirigió la vista hacia aquellos* á quienes consideraba
378 GOBERNANTES
aprovechasen mas de su caida, á los que miraba como
sus naturales enemigos, y con el pretesto de deshacerse
de ellos inventó el sistema de conspiración de que desde
entonces se sirvieron sus sucesores. La conciencia que
tenia de haber hecho dar muerte á tantos piillones de ino-
centes iba acompañada de la convicción de que era uni-
versalmente temido y aborrecido^ De esto infirió que ca-
si todos deseaban su muerte, y veia en cada persona un
enemigo que de muy buena gana le quitarla la vida, si en-
contrara una oportunidad. Era tal el temor de asesinato
que le siguió perpetuamente durante muchos años, y la
mitad del tiempo lo pasó en forjar planes para deshacer á
los imaginarios conspiradores. Conservó siempre varios
puntos de residencia, como para mudarse de uno á otro
rara vez pasando dos noches sucesivas bajo el mismo te-
cho, sin volver nunca por el mismo camino por el que habia
ido, creyendo poder deshacer así á cualquier bando de
conspiradores que le acechara. Para desviarlos, constan-
temente estudiaba el modo de hallarse en lugares en don-
de no se hubiera previsto su venida, y en donde ningu-
na corporación de asesinos s^e pudiera hallar acechándole
para hacerle caer en la red.
Pero lo mas notable en el carácter de este hombre es
haber podido llevar una vida semejante por tanto tiempo.
Que un hombre pudiera existir por tantos años, encerra-
do en una prisión que él mismo eligiera, en la que ningún
rayo de simpatía humano pudiera penetrar en el helado co-
razón que la entrañaba, y al asomarse desde su escondite
sólo ver cuitados á quienes hiciera miserables, mirándolo
todos con odio mezclado de temor, es un fenómeno sico-
lógico que el mundo tal vez jamás viera antes ni después.
Tampoco es nada estraño que los sencillos, supersticio-
sos y benévolos paraguayos mirasen áunapersona cons-
tituida de tan diferente modo que ellos, como un ser de
distinto orden, y que sólo la muerte los hariaverque
fuese un ser humano.
I
DEL PABAGUÁT 379
El mal que hacen lo/ hombres vive en pos de
ellos. El terrible sistema de Francia continuó cuando él
ya no existia. Una generación entera se mantuvo el
pueblo en tan abyecto terror, que á su muerte se halló
encantado y desamparado, tan completamente destitui-
do de todo sentido ó sentimiento de propia seguridad, que
vinoá ser víctima pasiva é irresistible de uno mas débil y
peor que Francia. A este cupo el destruir á todo aquel
que hubiera dado prueba de inteligencia, patriotismo ó
capacidad; el sembrar la semilla de entera sumisión y
obediencia sin réplica; pero el cosechar el fruto, sacrifir
car, por decir así, todo un pueblo sin respetar sexo, edad
ni rango, reducir al pais en un desierto, erigiendo una
tumba para sí sobre los huesos de toda la nación para-
guaya, quedó para su discípulo é imitador, Francisco So-
lano López.
El gobierno que sucedió al dictador conservó como un
tesoro sagrado todo lo dejado por éste, hasta el 24 de
octubre en que ordenara el inventario de ellos, el cual se
llevó á cabo en los dias 4 y 5 del siguiente mes.
Por el detalle original del cuerpo de bienes, se vé clara-
mente cual puede haber sido su procedencia— origen de
las confiscaciones de sus víctimas.
El lector podrá juzgar por sí mismo ala vista del do-
cumento que sigue:
INVENTARIO DE LOS BIENES DEJADOS POR FRANCIA
Asunción, y octubre 24 de 1840.
No obstante las urgentes é incesantes ocupaciones con
que se halla aún el gobierno, consiguiente á las primeras
medidas acordadas en beneficio de la seguridad y conser-
vación del reposo y tranquilidad del público, á fin de que
en' todo tiempo aparezca de modo bastante la cantidad y
calidad de los bienes que el finado Exmo. señor dicta-
dor de la República dejó con su muerte intestada, como
380 GOBERNANTES
de su pertenencia, los cuales se hallan en los cuartos in-
teriores de estas casas del supremo gobierno y la llave
recogida incontinenti al fallecimiento por el señor coman-
dante Cañete^ y de consiguiente reservada hasta el pre-
sente en la secretarla con acuerdo de los demás individuos
de la junta, practlquese un inventario y descripción for-
mal de todos ellos, con asistencia del cuerpo municipal—
Manuel Antonio Ortiz — Agustín Cañete — Pahlo Pereira
— Miguel Maldonado—Gavino Arroyo — José Gabriel Be^
niteZf secretario de gobierno.
El cuatro de noviembre del mismo año pasé el corres-
pondiente SLViso al cuerpo municipal parala asistencia
acordada en el auto antecedente, de que doy fé — Be-
nitez.
En cuatro dias del mismo mes y año, habiéndose reu-
nido en estas casas públicas de gobierno los señores del
cuerpo municipal y el ministro tesorero de hacienda, para
los efectos del auto antecedente, la Exma. junta mandó
abrir con el secretario la puerta del aposento donde exis-
ten los bienes pertenecientes al finado señor dictador José
Gaspar de Francia y en su consecuencia se di6 principio
al inventario por el orden y la forma siguiente:
Primeramente se hizo á vista de todos los señores
existentes un prolijo escrutinio de todas las arcas y baúles
que estaban en el anunciado aposento del finado S. E. y
se hallaron en distintas bolsas dos mil ciento ti'einta y
cuatro onzas de oro selladas, que se contaron prolija-
mente y se entregaron al ministro tesorero de hacienda
para su guarda en depósito.
ítem. — Noventa y siete pesos fuertes.
ítem.— Ciento ochenta y dos pesos en plata sencilla en
moneda de dos reales, de á real, y seis pesos, cinco rea-
les inclusive en medios, cuyas cantidades se entregaron al
ministro de hacienda.
DEL PARAGUAY 381
En este estado, siendo ya hora competente, se sus-
pendió la presente diligencia y la firmaron los señores de
la Exma. junta gubernativa y los de la municipalidad, el
ministro tesorero de hacienda en prueba de darse por reci-
bido de las cantidades espresadas y el secretario de go-
'bierno por ante nai, de que doyfé.
Manuel Antonio Ortiz — Agusthi Cañete — Pablo Pereira
—Miguel Maído nado — Gavino Arroyo— Juan José Medi-
na— Francisco Javier Filardiga — Dionisio Acosta — Juan
Manuel Alvarez — José Gabriel Benitez, secretario, José
Dofningo Campos, fiel de fechos.
En cinco del mismo mes y año volvieron á congregar-
se en estas casas de gobierno los señores del cuerpo mu-
nicipal y el ministro tesorero de hacienda y en su virtud
y de orden de la Exma. junta abrió el secretario la puerta
del aposento sobredicho y se continuó el inventario en la
manera siguiente:
Primeramente se encontraron en una caja doce onzas
mas de oro sellado.
ítem. — Nueve reales y medio inclusive dos cuar-
tillos.
ALHAJAS DE ORO Y PLATA
Ítem.— Una caja de oro para polvos de peso de tres
onzas trece y medio adarmes, que reconoció un pla-
tero.
ítem.— Un par de hebillas de oro de empeine, conhebi-
jones (hebillones) de plata y acero y sus correspondientes
charreteras también de oro con hebijones (hebillones) de
acero y peso todo ello de siete onzas seis adarmes.
ítem. — Un bastón de caña de la India con puño y anillo
de oro y cantonera de metal amarillo.
ítem. — Veinte y nueve piezas de cabezadas de plata
de moderna hechura, con peso de seis y media onzas.
ítem. — Cuatro libras de chafalonía de plata en diferentes
rieles y algunas piececitas sueltas.
382 GOBERNANTES
ítem.— Nueve cucharas nuevas de plata con peso de
una libra, seis onzas, catorce adarmes.
ítem. — Una cigarrera de plata con muelle de acero y
peso de cuatro onzas, catorce adarmes.
ítem. — Un par de estribos de hechura inglesa con dos
pares de corredores de plata, con peso de una libra, ocho
onzas y diez adarmes.
ítem. — Un par de espuelas de plata con rodajas de hier-
ro, pasadores y hebillas de plata con hebijones (hebillo-
nes) de hierro y peso de ocho onzas, doce adarmes.
ítem.— Un tachito de plata con peso de cinco libras,
' nueve onzas, doce adarmes.
ítem. — Una escupidera de plata con peso de tres libras
trece y media onzas.
ítem. — Una tembladera de plata con peso de doce onzas,
catorce adarmes.
' Item.-^Una caldera de plata con tapa y peso de tres li-
bras, tres y medias onzas.
ítem. — Otra de id. id mediana, con id. y peso de dos
libras catorce onzas.
ítem. — Un jarro de plata con peso de una libra, doce
onzas y seis adarmes.
ítem. — Una tembladerita de plata con peso de cinco
onzas, doce adarmes.
ítem. — Un mate con pié de plata con su correspondien-
te bombilla, con peso de una libra, siete onzas.
ítem. — Un pié de mate de plata, con peso de once onzas,
doce adarmes.
ítem. — Una geringa de plata, con mango de madera, que
contiene en la tapa del cilindro y en la estremidad dos pie-
zas de estaño, todo ello con peso de una libra, una y me-
dia onzas.
ítem. — Un cuchillo hechizo con cabo de aspa -chapeado
y la vaina con dos canteras de plata.
ítem. — Una fuente pequeña de plata, con peso de una
libra once onzas.
DEL PARAGUAY 383
ítem. — Otra id. id. id. con peso de tres libras, seis
onzas.
ítem. — Un platillo de id. id. id una y media libra.
ítem.— Un platillo de plata con peso de una libra, siete
onzas, catorce adarmes.
ítem. — Otro id. id. id. de id. id id.
ítem. — Otro id. id. de id con peso de dos libras, tres
onzas, doce adarmes.
ítem. — Otro de id. id. de id. con peso de dos libras y
seis onzas.
ítem. — Otro id. id. de id. con peso de una libra, siete
onzas, catorce adarmes.
ítem. — Otro id. id. de id. con peso de una libra, ocho
onzas, cuatro adarmes.
ítem.— Otro id. id. de id. con peso de una libra, tres
onzas y catorce adarmes.
ítem. — Otro id. id. de id. con peso de id. id.
ítem. — Otro id. id. de id. con peso de una libra, deson-
zas, doce adarmes.
ítem. — Otro id. id. de id. con peso de una libra, tres
onzas, once adarmes.
ítem. — Otro id. id. de id. con peso de una libra, dos y
media onzas.
ítem. — Un cuchillo con cabo de plata.
ítem. — Dos tenedores con abrazaderitas de plata, dos
en uno de ellos.
ítem. — Un espadín con puño, cantoneras y argollitas
de plata, dorado á fuego.
ítem. — Tres chicotes con casquillosde plata.
ítem. — Un freno con copas de plata y cabezadas viejas,
con doce piezas y una cadenilla de plata, con sus cor-
respondientes riendas con dos hebillas de plata.
ítem. — Un par de cabezadas de suela forradas con
tafilete colorado, con veinte y cuatro piezas de plata, y su
correspondiente rienda también forrada de tafilete con dos
hebillas y dos pasadores de plata.
384 GOBERNANTES
ítem.— Un pretal de suela con tres piezas de plata.
ítem. — Una silla de montar en buen uso con almohada
de terciopelo carmesí, alas de tafilete colorado y dos pis-
toleras de id. engarzadas en plata, con cuatro hebillas de
plata, y la correspondiente cincha con hebillas de
hierro.
ítem. — Otra id. de id. con id. id. y cuatro piecitas de
plata y de mas uso que la antecedente.
ítem. — Catorce chapitas de oro que se sararon de siete
casacas, con peso de cinco onzas menos un adarme.
ítem.— Dos palmatorias de plata, cada una con su des-
paviladera de id. con peso de dos libras, trece y media
onzas.
ítem.— Un par de hebillas de plata de empeine, con
hebillones de id. y acero y peso de cinco onzas, seis
adarmes.
ítem. — Una hebilla de oro con chapa y botones de lo
mismo y peso de dos onzas, dos adarmes.
ítem. — Otro id. con veinte y seis crisólitos montadas en
plata y guarnecidas de granos de trigo de tumbaga.
ítem. — Un reloj nuevo de segundos, horizontal, con lla-
ve de metal.
ítem.— Otro id, inglés, corriente con llave de metal y
acero.
ítem.— Seis navajas de barba cabo blanco, usadas, en
un estuche de cuero de becerrillo.
ítem. — Un par de estribos de plata con correderas y par
de espuelas de id., con rodajas de hierro, pasadores, can-
teras y hebillas de id., hebillones de hierro, ambas alha-
jas pesaron, una libra, quince onzas.
HOSPITAL
Veinte y ocho pesos medio real, inclusive ocho pesos
fuertes,
ítem. — Tres cucharas de plata con peso de siete onzas,
ítem. — Una bombilla de id. con peso de una onza.
9
.A
DEL PARAGUAY 385
ítem. — Seis piezas de cabezadas, dos hebillas, una ar-
gollita y un pasador de plata con peso dé tres y media
onzas.
ítem. — Un tintero y una salvadera, una obleera, un vaso
de plata para agua y una campanilla con su asiento cor-
respondiente, todo de plata con peso de seis libras diez
onzas.
ítem. — Una silla de montar de terciopelo carmesí
con cuatro hebillas de plata.
ítem. — Un riel y una piecita de plata con dos libras y
una onza.
El periódico oficial de López, sucesor de Francia se es-
presa así: "La administración del dictador perpetuo se
generalmente conocida, por lo que no consideramos de
necesidad revelarla. El mantuvo constante y celoso* con
pulso firme los derechos déla República del Paraguay al
respecto del Rio de la Plata durante todo su largo gobier-
no. La verdad histórica nos obliga á observar que al-
gunos de sus actos no podrán ser avalorados con exactitud
sino después de conocidos los motivos, que les dieron
origen y dirección. Celoso siempro contra las manio-
bras, no solo del partido europeo, sino también de las in-
trigas argentinas, impuso algunas penas, que otro habría
economizado. Conociendo aue el contacto de ideas faci-
litado por la mutua y frecuente correspondencia sugiere
pensamientos hasta los mas peligrosos, y temiendo la
irrupción de las innovaciones y especulaciones políticas
de toda especie, que alimentaba el Rio de la Plata, fué
contrayendo, y por último adoptó su sistema de aislamien-
to. Hasta en eso el Rio de la Plata ejerció una influencia
perjudicial y maligna. Y es tan exacto lo que esponemos,
que ese sistema tuvo una escepcion constante y protegida
por el lado que no tenia ésos recelos. Los estrangeros,
mayormente los brasileros, recibieron siempre entera
protección en su comercio de Itapuá.
"La República sintió su muerte (de Francia) por óuanto
V
386 GOBERNANTES
/cualesquiera quesean las censuras que le dirijan, él fundó
la independencia del Paraguay, y si su política hubiese
sido desasombrada de los peligros que referimos cierta-
mente hubiera sido masfranca y creadora/'
Cuando murió Francia, nadie dijo una palabra, solo
alguno repitió los versos de una sátira postuma de(}i-
cada al sacrilego tirano y fue arrestado y severamente
amonestado.
El pueblo calló y los tiranos se sucedieron.
El pueblo vivió acostumbrado *á aceptar sumisamente
todo cuanto emanaba de sus gobernantes hasta el sacri-
ficio.
Así se espresó el órgano oficial de López, padre, á quien
'' interesaba guardar y hacer guardar un sepulcral silencio
sobre los actos sangrientos de Francia, cuyo sistema
pensaba seguir y siguió algo modificado. A no haberse
ordenado ese silencio, es de creer que algunos de sus
compatriotas inteligentes que abundaban á la sazón en el
Paraguay, muchos de ellos testigos oculares de los he-
chos del tirano nos habrian dado los motivos que les die-
ron origen y dirección.
No solo es falso sino aún ridículo asentar que las ma-
niobras del partido europeo y las intrigas argentinas hu-
biesen dado motivo á imponer algunas penas.
Para que se pueda formar la idea que de Francia se te-
nia fuera del Paraguay, véase á continuación la curiosa
noticia dada cinco años antes de su muerte, por los dia-
rios europeos y americanos:
** La joven reina del Paraguay.-^^l muy conocido doc-
tor Francia, el singular anciano que haya despóticamente
reinado en el Paraguay, desde la emancipación de la
América, .acaba de casarse, á la edad de 65 (tenia entón-
ces71) con una joven francesa de San Salvador, hija do
DEL PARAGUAY 387
•
monsieur Durand, comerciante de Bayona. — Por el con-
trato de matrimonio se estipula que la joven esposa habia
de suceder á la autoridad política de su marido, en caso
de muerte, sin dejar heredero directo ó legítimo. Es,
pues, muy probable que una francesa vendrá á ser un
dia llamada á gobernar una de las provincias mas bellas
y ricas déla América del Sud."
.Si esa noticia se hubiera dado algunos años después,
se habría creido que se trataba de madama Lynch, que,
aunque irlandesa de nacimiento, era francesa por su casa-
miento con un individuo de esa nacionalidad.
*
Otro hecho no menos original tuvo lugar algunos años
antes. El caso escomo sigue: un catalán que habia resi-
dido algún tiempo en el Paraguay tuvo la peregrina ¡dea
de forjar unas credenciales qué atribuia espedidas por el
doctor Francia, y con ella se presentó á la corte de Ma-
drid con el título de marqués del Guaraní y encargado
de una misión importante cerca de S. M. C. La primera
visita la hizo vestido como un simple ciudadano y fué re-
cibido con todas las señales del mas distinguido aprecio r
pero la segunda la verificó con uniforme de coronel de la
primera Legión voluntaria de Francia. Luego que fue
descubierto se le acusó ante el tribunal de alcaldes de la
corte, cuyo presidente era de opinión que se debia hacer-
le pasear por las calles de Madrid montado en un asno y
se le diesen 200 azotes por mano del verdugo y enseguida
condenado á diez años de presidio. Otro miembro opinó
porque se le setenciara á muerte, y al fin se resolvió á
JOS diez años de presidio, después de los cuales incurri-
ría la pena, de muerte si volvía á pisar el territorio
español.
Al mismo tiempo, se espidió al corregidor de León orden
de arresto contra un cura y consejero de estado, que se
388 GOBERNANTES
había asociado al marqués del Guaraní y que pretendia
también haber recibido del Paraguay varias cartas que
confirmaban el carácter público de aquel impostor.
Los periódicos franceses IJEcho du Midi y el Memo-
rial Bordelais de esa época se ocuparon mucho de este
asunto y parece que fueron víctimas del engaño publi-
cando falsos decretos y proclamas con referencia al mismo
asunto
LXI. DON POLIC ARPO PATINO, secretario ó actuario
de gobierno de f'rancia, el mas práctico en los* inicuos
procedimientos, declaraciones y tormentos ejecutados
contra las numerosas víctimas inocentes, sacrificadas
por aquel tirano. Aprovechándose de las últimas pala-
bras de éste, Patino intentó perpetuar en el Paraguay el
régimen dictatorial, que el temor hiciera de tan fácil ejecu-
ción en las manos de un astuto maestro. Sin embargo,
debido á los consejos y buena intención del médico del
dictador, doctor Vicente Estigarribia, convocó á una con-
ferencia al alcalde ordinario, doctor Manuel Antonio Ortiz,
yá los comandantes, que solo tenian el grado de alférez,
délos cuatro cuarteles — del Hospital, San Francisco, de
la Plaza y de la Ribera — don Agustin Cañete, don Pablo
Ferreira, don Miguel Maldonadoy don Gavino Arroyo, á
quienes con todo sigilo, comunicó la desaparición de
Francia y la conveniencia de formar una
1840-1841 -LXIL JUNTA GUBERNATIVA, presidida
por el juez ordinario doctor Manuel Antonio Ortiz.
El mismo dia déla Xnuerte del dictador y antes que el
pueblo tuviera conociriiiento de ella se impartieron órde-
nes á nombre de esta junta, disponiendo la prisión y con-
ducción á la cárcel pública de los pocos franceses que re-
sidían en la capital, so pretesto del bloqueo de Buenos
Aires, y despachóse un chasque áCaraguatj, con encargo
i
DEL PABÁOUAT 389
de no comunicar á nadie la muerte del dictador, y con
orden de que se le remachase una barra de grillos al ge-
neral Artigas, quien, al ver lo que con él se practicaba, ^
dijo:*"esto me pronostica que ha muerto el supremo."
Otros encarcelamientos con grillos se practicaron el
mismo dia con los enemigo» declarados de Patino.
Pocos dias después se anunció al pueblo,. por medio de
un bando, la formación del gobierno nacional, compuesto
del referido Patino, ministro primer secretario, José Ga-
briel Benitez, segundo secretario y los cuatros cemandan-
tes antes citados, vocales, quienes desde luego abando-
naron sus casas 7 se instalaron en palacio. Sin embargo,
esta intrusa é impopular administración duró pocos me-
ses, pronto se introdujo la anarquía enlre sus miembros,
disputándomela supremacía entre Ortiz, que se consideraba
superior, y Patino, que pretendía imponer su voluntad
dictatorialmente, acostumbrado como estaba ano oir mas
que una voz de mando. Continuó así este orden de cosas
hasta que, entrando don Manuel Zalduondo á formar par-
te déla junta, en calidad de asesor, consiguió éste domi-
nar á todos ordenando desde luego que el vocal Ferreira,
acompañado de cuatro granaderos, sorprendiese á Pati-
no, en su oficina y le condujese al cuartel del Colegio, don-
de se le remachó una barra de grillos
Pretendíase juzgar á Patino por sus crímenes y frau-
dulentos manejos en la época de "El Difunto", como en-
tonces se denominaba á Francia, y sólo se trataba de sa-
ber qué tribunal debia entender en su causa. Llegó esto
á conocimiento del Fiel de Fechos, quien no juzgó pru-
dente dejar que llegase el caso de comparecer ante un
tribunal, del que seguramente no habria salido absuelto.
Una mañana, cuando el carcelero abrió su celda para
darle mate, le encontró ahorcado con las cuerdas que le
servian para sujetar su hamaca, según unos, y, según
390 G OBERNANTES
otros, con una cincha de caballo que por casualidad ha-
bía en su calabozo.
Muchas desgracias se debian á Patino; mas de un
infeliz pereció por su causa. Tomaba las declaraciones
á los reos, y cuando éstos, en su inocencia, se obstina-
ban en negar lo que se les pretendía hacer declarar, él les
aconsejaba que declarasen algo, aunque no fuese cierto,
asegurándoles que asi saldrían bien del paso. Los infe-
lices seguían el perverso consejo de Patino, quien inme-
díatamer^e presentaba al tirano la declaración de faltas y
crímenes no cometidos, y el castigo seguía á la declara-
ción. Apropiábase siempre todos los objetos y pren-
das de algún interés, que veía en los presos, insinuándose
por ellas sin embozo alguno. Neggciaba las providen-
cias que obtenía del dictador, y pedia un precio, si ella
era favorable, y otro sí desfavorable, pero jamás intro-
ducía ninguna sin establecer antes los términos del ne-
gocio.
La noticia de su trágica muerte fue recibida con las
mayores demostraciones de júbilo, primeramente por los
presos que contemplaban aquel cadáver, recordando sus
desgracias y las de muchos otros, y en seguida por todo
el pueblo, que se apoderó de él arrojándolo á un zanjón
cerca de la catedral. En la misma noche, su esposa lo
recogió y lo sepultó en uno de los aposentos de su casa.
Desde este momento, el pueblo empezó á considei'arse
ya libre y lo manifestaba modulando algunas frases con-
tra las arbitrariedades del finado dictador, cosa que no se
habrían atrevido á hacer antes, y aún no faltó alguien que
tratara de dar al país una constitución, cuya idea era
fuertemente apoyada por los individuos déla junta y otros
ciudadanos de respeto. *
Entre tanto, el tiempo corría y no se producía la refor-
ma que el pueblo anhelaba, hasta que impacientándose
DEL PABAOÜAY 391
éste, acusó á la junta de usurpadora, derrocándola por
medio de una revolución niilitar encabezada por
184a-LXIII— RAMÓN DURÉ y JOSÉ DOMINGO CAM-
POS, sargentos del cuartel del colegio y de San Francisco,
quienes se sublevaron (23 de enero de 1841) contra el
gobierno provisorio aprisionando á todos los nniembros
déla junta. Estos fueron conducidos al cuartel, donde
los colocaron en calabozos separados, con ' una barra de
grillos cada uno y en completa incomunicación.
Duré, por indicación de Alonzo, ordenó las elecciones
por el libre sufragio, y, como no tema ambición alguna,
sino simplemente redimir al pueblo de la anarquía, colo-
có al
LXIV. CORONEL MARIANO ROQUE ALONZO, ge-
fe político y militar de la República con el antiguo secre-
cretario Benitez, el alcalde Juan José Medina y el
hermano del sargento re volucionario Campos, fiel de fe-
chos, con la única atribución de convocar, como convocó
(9 de febrero de 1841) un congreso nacional estraordina-
rio,el cual se reunió el lá de marzo, en número de cua-
trocientos miembros de la campaña los mas. Apenas
habia un miembro que tuviera una idea definida de lo que
se habia de hacer, pues sólo podían votar en pro ó en
contra de los proyectos que se les sometiera. El plan de
^una ley fundamental presentado por ef diputado López fué
sometido y aprobado en la primera sesión. En la segunda,
se eligieron dos cónsules porel término de tres años que ha-
bian de ejercer conjuntamente el poder ejecutivo. Fueron
unánimemente proclamados—
1841-1844— LXV. MARIANO ROQUE ALONZO y
CARLOS ANTONIO LÓPEZ, (14de marzo), cónsules de
la República, firmando ambos, al principio, en la misma
línea, como para denotar igualdad de categoría; pero poco
después, López firmaba pritoero y bajo su firma colocaba
392 GOBERNANTES
Alonzo la suya, indicando inferioridad de éste sobre
aquél.
Pa/a cohonestar la tiranía naciente, no se permitía ha-
cer niencion alf?una de las crueldades de Eldifunto^ como
se denominaba á Francia. No se le recordaba sino como
El Difunto ó simplemente el doctor Francia, aún se pro-
hibió hacer malos recuerdos de él, preparando el camino
para poco después. López tuvo bastante astucia para no
provocar los <^o» del dictador sino exhibiendo levemente
alguna insignificante capacidad. No por eso dejó de caer
en su ii^i, pues dos años antes de morir le desterró al
Rosario por haber manifestado demasiada astucia en un
escrito suyo que llegó á ver Francia. Pero López aceptó
el destierro sin murmurar, manteniéndose muy tranquilo
hasta la muerte del dictador, cuando volvió á su casa
cerca de la ciudad. Desde allí presenció las tentativas
del pueblo de la capital para formar un gobierno, y vio que
á cualquiera mas fuerte le era fácil apoderarse del cetro de
Francia. ^
Uno de los primeros actos del gobierno consular fué
hacer poner en libertad á todos los presos que hablan
probado no ser criminales. Hallábanse en la cárcel de
, cinco á seis por cieota de toda la población y casi todos
de la3 mejores familias; y el abrírseles las puer-
tas y arrancárseles los grillos fué un espectáculo uunca
presenciado antes, al ver á las familias y amigos de los
presos, tanto tiempo encerrados, correr á abrazarlos cuan-
do ya hablan perdido la esperanza de volverlos á salu-
dar en este mundo. El hombre de regular edad que se
hallaba encerrado en un calabozo, se presentaba decrépito
y viejo, quizá para encontrar muertos á todos sus parien-
tes, y todos sus bienes tomados, habiendo dispuesto de
ellos el dictador.
DEL PARAGUAY ' 393
Sin embargo, los cónsules obraron sabia, justa y cau-
telosamente; las tierras y casas confiscadas fueron de-
vueltas á las familias de los ejecutados; y á los que habian
sido arruinados con multas y cárcel se les dio algo con
arreglo ftl-es^ado delacarLo. Era la política de los cónsu-
les hacer gradual la tcansicion, para que el puebla sintiese
su mejorada condición antes de empezar á saborear un
canabio radical. En la época de Francia las ciudades
se llenaban de soldados y de espías que le contaban todo,
yá cualquier criminal que se pillaba infraganti en el acto
era condenado á muerte, á prisión ó á nada, según el
capricho del momento. Los cónsules, empero, pronto
arreglaron un sistema de policía, y aunque mjuy imper-
fecto, era* un gran adelanto. Establecióse igualmente un
sistema judicial-, nombrándose jueces de diferentes gra-
dos y difiniendo sus respectivas jurisdicciones. Como
no existían en el país tribunales, leyes, ni abogados, estos
primeros tribunales, como debe suponerse, tenian un mo-
do original de procedimiento; y como los jueces eran ele-
gidos de entre los ciudadanos mas respetados que sobre-
vivieron á Francia, administraban justicia en los casos
sencillos en que tenian que entender, aún improvisando
una ley para la ocasión.
Durante los últimos años del reinado de Francia, debido
al terror, la educación sufrió una gran decadencia, tor-
nándose casi nula. Algunas mugeres en la capital, entre
ellas, la hermana del mismo dictador instruía álos niños
los ramos elementales; pero como no habia colegios ni
seminarios para aquella enseñanza, el idioma castellano
iba dando lugar todo el tiempo al guaraní,' de modo que
los niños, cuyos padres habian recibido una educación
liberal en España crecían, pudiendo hablar apenas, mu-
cho menos leer ni ^escribir, en cualquier día lecto. El
pueblo, conocía bier. su ignorancia, y el primer acto del
congreso, aún antes de elegir á los cónsules, fué sancio-
nar una ley para la fundación de un colegio de estado.
9
394 GOBERNANTES
Los cónsules trataron de establecer estnielas primarias,
no solo en la capital, sino tarabien en todo el ^aís.
Este duunvirato convocó un congreso estraordinario,
cuerpo aparentemente deliberativo que desde entonces,
celebraba generalmente sus sesiones cinco dias cada cin-
co años — para considerar el medio de establecer las rela-
ciones de la República con el esterior.
Al convocar el nuevo congreso general estraordinario
de 1842, López se vio en serios apuros sobre la cuestión
independencia del Paraguay, que Rosas no reconocia, á
pesar del tratado de 12 de octubre de 1811, con el gobier-
no de las Provincias Unidas del Rio de la Plata, cuya
existencia parecía ignorar López. Llamados por éste,
no elegidos popularmente, los congresales de la campaña,
y nombrados los de la capital por el gobierno mediante un
oficio dirigido á ellos por el secretario del consulado, se
reunieron en la capital, en noviembre de 1843. Pero,
^ antes de inaugurarse, circuló la voz de que los congresa-
les trataban de deponer á López por tiránico y por hallar-
se influenciado por el porteño presbítero José Joaquín Pa-
lacio, que era su confidente y consejero. Temeroso,
' pues, López, de que el pueblo, tratando al fin de sacudir el
yugo que le oprimía, recurrió á su pariente y amigo don
Manuel Pedro de Peña, para que le ayudase á salir del
atolladero en que se hallaba, diciéndole: "Estos bárbaros
no saben lo que se va á hacer, y piensan introducir un ba-
rullo que puede costar caro á la patria: nó hay uno que
entiéndalo que deba practicarse, ni como debe espedirse:
todo va á ser un trastorno yes urgente poner remedio á
este mal. Son varios los puntos que se tratarán, y nadie
tiene conocimiento de ellos sino ust^ y Palacios: muchas
de sus formas son nuevas acá; pero de algún modo se ha
de principiar.
"Mañana se inaugurará el congreso, y dicen que nada
DEL PARAGUAY 395
esperarán sino reunirse los diputados, nombrar su presi-
dente, y aguardar al gobierno para oir lo que ocurre y de-
terminar lo conveniente. Va á darse un escándalo: es
preciso qiie usted se apersone temprano al templo de la
Encarnación, y esté á la mira con disimulo para contener
todo desorden, hasta que el gobierno vaya á hacer la aper"
tura del congreso. Persuada y convenza á esos hombres,
que no se desea otra cosa que el bien de la patria, y el ma-
yor acierto en las operaciones." (1)
Peña cumplió al pié de la letra lo consignado en la
lección dada, como que.no era ía única vez que prestara
igual servicio. Reunidos los diputados, estaban impacien-
tes por la llegada del gobierno. Al fin apareció éste, y
entonces Peña se paró y en voz alta y clara, dijo: "Señores,
debiendo procederse á la elección de presidente del con-
greso,' prapongo para este cargo al benemérito ciudadano
Carlos Antonio López." Todos los diputados manifesta-
ron su conformidad, repitiéndose la misma operación en
los demás congresos que tuvo el Paraguay, hasta la caida
deláltímo López — contestando, los unos: apoyado, y otros
iporaitó mátele catü : toicobé catü ñanderublchá guazú;
cuya traducción es: "es estraordi?iariamente conveniente
que continúe nuestro supremo ge fe (y , al final de este ar-
tículo, sobre el duunvirato, la constitución sancionada.)
«
En seguida, ratificó, en la misma forma, la independencia
del Paraguay (25 de noviembre, 1842), y determinó la ban-
dera nacional, adoptando el azul como color de la patria,
declarando que el pabellón de la República fuese el mismo
que hasta entonces habia tenido la nación, con las varia-
ciones convenientes, esto es, una bandera compuesta de
tres fajas horizontales, colorada, blanca y azul. De un
•
(1) Cartón del ciudadano paraguayo Mantid Pedro de Peña, etc. Buenos
Aires, 1865.
I
396 GOBERNANTES
lado el escudo nacional con una fialoma y una oliva en-
trelazadas en el vértice y abiertas en la superficie, re-
saltando, en el medio de ellas, una estrella. En la orU
una inscripción distribuida que dice República del Para-
guay. En el lado opuesto, un círculo con la inscripción
Paz y Justicia^ y en el centro un león en la boca del sím-
bolo dé la libertad. Que el sello nacional fuese el mismo
usado hasta entonces, esto es, bajo el geroglíficode una'
palma y oliva en el centro y la inscripción orlada de
liepüblica del Paraguay, y para sollo de la hacienda, el
de que se designa en otra círculo jjue contiene el símbolo
de la libertad y los lemas Paz y Justicia.
El pabellón que se enarboló por primera vez (17 de
junio de 1811) era as^ul, encarnado y amarillo^ con el
escudo de las ayuntas del rey. Según el señor don Manuel
Pedro de Peña, la bandera primitiva del Paraguay fué toda
a^ul y una estrella blanca en el ángulo superior próximo á
la driza, y se componia de lienzo crudo ó loneta, añil y
albayalde, según algunas que se encontraron de-
positadas en la tesorería de la Asunción á. la muerte del
dictador.
•
Este y otros congresos dictaron leyes de las que pue-
den tomarse por m'odelo los fragmentos siguientes:
a
ESTATUTOS DE LA ADMINISTRACIÓN DE JUSTICIA
Art. 71. Quedan abolidas la pena de tormentos y la
confiscación de bienes. Noviembre 24 de 1842. Esta
disposición fué infringida de un modo tan horrible como
escandaloso por F. S." López.
• DECRETO SOBRE LA LIBERTAD DE VIENTRES
Noviembre 24 de 1842.
El supremo gobierno de la Repúfilica del Paraguay
acuerda y decreta:
DEL PARAGUAY 397
Art. 1.0 Desde el 1° de enero del entrante año de 1843,
serán libres los vientres de las esclavas, y sus hijos que
naciesen en adelante serán llamados "Libertos de la Re-
pública del Paraguay.
Art. 2.® Quedan en la obligación los libertos deservir
á sus señores, como patrones de los libertos bástala edad
de veinte y cinco años los varones, y las mugeres hasta
los veinte y cuatro años.
• APROBACIÓN DEL MENSAJE AL CONGRESO
Art. 29. Desde el 1° del mes entrante la dieta del primer ' /
señor Cónsul será de cuatro mil fuertes por año y la del *
señor segundo cónsul la de tres mil pesos fuertes.
ACTA DE LA INDEPENDENCIA DEL PARAGUAY
Art. 2.^ La República del Paraguay nunca jamás será
patrimonio de una persona ó de una familia. (Esta dis-
posición se refiere á| cualquier otro que no fuera López.)
INSTRUCCIONES A LA POLICÍA
Junio 15 de 1843.
Art. 37. Es absolutamente prohibido hablar de partidos
y de la guerra civil que dolorosamente hace pedazosá
las provincias vecinas, y no se permitirá insukos ni ame-
nazas con los emigrados de uno ú otro partido; siendo de
prevención al que quiera vivir en esta República, que ha
de guardar un profundo silencio sobre los sucesos y par-
tidos del otro lado de Corrientes, y esto ha de advertir el
comisario á todos los estrangerosy emigrados, que aquí
nada queremos saber de sus odios y funestos rencores, y
el que no se conforqpe, que se retire del pais inmediata-
mente.
398 GOBERNANTES
LEY QUE ESTABLECE LA ADMINISTRACIÓN POLÍTICA DE LA
REPÚBLICA DEL PARAGUAY
TITULO I.
DE LA ADMINISTRACIÓN GENERAL
Art. 19 La administración general de la República se
espedirá en adelante por un congreso ó legislatura nacio-
nal de diputados representantes de la República, por un
presidente en quien resida el supremo poder ejecutivo y
por los tribunales y jueces establecidos por la ley del
soberano congreso estraordinario djB 25 de noviembre de
1842.
2? La facultad de hacer las leyes, interpretarlas ó dero-
garlas, reside en el congreso nacional.'
3? La facultad de hacer ejecutar las leyes y reglamen-
tarlas para su ejecución, reside en el supremo poder eje-
cutivo de la República»
49 La facultad de aplicar las leyes reside en los jueces
y tribunales establecidos por la ley.
TITULO IL
DEL CONGRKSO Ó LEGISLATURA NACIONAL
Art. 1.0 El congreso nacional se compondrá por ahora
de doscientos diputados elegidos en la forma hasfa aquí
acostumbrada, debiendo ser ciudadanos propietarios de
las mejores capacidades y patriotismo.
29 El congreso nacional será convocado de cinco en
cinco años en los casos ordinarios, contándose aquellos
desde el 15 de mayo de 1844. La convocación será trein-
ta dias antes cuando menos, y durará en síis sesiones el
tiempo que el mismo congreso acuerde.
39 El congreso se reunirá y abrirá sus sesiones en la
capital de la República, y tendrá el tratamiento de "Muy
honorables señores representantes de la nación", nombra-
brará un presidente, un secretario,- y los demás oficiales
que requiera el despacho de los negocios.
DEL PARAGUAY 399
49 Para el mejor espediente de sus deliberaciones nom-
brará las comisiones que crea necesarias, y cada comi-
sión nombrará un presidente y secretario durante la co-
misión.
59 Las comisiones darán por escrito sus dictámenes
firmados, sin perjuicio de lo que pueda informar invoce
alguno de sus miembros.
69 El congreso nacional dará oportunamente un regla-
mento para el régimen interno de sus actos.
79 Tendrá un archivo en que se reserven los registros
de sus actas y demás documentos oficiales, y, todo ello
correrá á cargo del secretario.
89 Es atribución del presidente del congreso el nombra-
miento de las comisiones, y fijar el número de ellas hasta
que se reglamente en esta parte lo conveniente. Esobli-
gacion de las co'misiones dar aviso verbal al presidente del
congreso cuando haya concluido sus tareas remitiéndo-
las bajo de carpeta cerrada al presidente del congreso.
99 El presidente del congreso pondrá á la deliberación
del congreso los asuntos despachados por las comisiones
según el orden que fuere mas conveniente.
10. Es también atribución del presidente del congreso
velar sobre la policia de la casa de los señores represen-
tantes, y cuidar que se observe toda circunspección y dig-
nidad en todas sus deliberaciones.
TITULO IIL
DE LAS ATRIBUCIONES DEL CONGRESO NACIONAL
Art. 19 Al congreso nacional corresponde formar las
leyes y ordenanzas de cualquiera naturaleza para regir
la administración interior de la República, bien como el
modificarlas, suspenderlas, ó abolirías. •
. 29 Elegir al presidente déla República, recibirle el ju-
ramento de ley, y mandarle poner en posesión del
mando.
400 GOBERNANTES
39 Corresponde al congreso nacional declarar la guer-
ra, oidos los motivos que esponga el presidente de la
República.
4? Recomendar af presidente de la nación cuando lo
halle por conveniente la negociación de la paz.
5? Fijar los gastos generales con presencia de los pre-
supuesto3 que presentare el presidente de la República.
69 Recibir las cuentas de inversión de los fondos públi-
cos, examinarlas y aprobarlas.
79 Fijar la ley, valor, peso y tipo de la moneda.
89 Establecer tribunales de justicia y reglar la forma
de los juicios.
99 Crear y suprimir empleos de toda clase.
10. Reglare! comercio interior y esterior.
11. Demarcar el territorio de la República y fijar sus
límites.
12. Ratificarlos tratados que hiciese el presidente de la
República en los casos que le permite la ley del soberano
congreso de 26 de noviembre de 1842 en el artí-
culo 20.
TITULO IV.
DEL PODER EJECUTIVO PERMANENTE
Art. 19 El gobierno nacional permginente ha de ser
desempeñado por un solo ciudadano con la denomina-
ción de Exmo. señor Presidente de la República del Pa-
raguay.
29 Ninguno podrá ser electo Presidente de la Repúbli-
ca que no sea ciudadano del fuero común natural de la
República del Paraguay, y que además tenga cuarenta y
cinco año3 de edad, capacidad, honradez y patriotismo
conocidos; buena conducta moral y un capital propio de
ocho mil pesos.
39 Para entrar al ejercicio de presidente hará en pre-»
sencia del congreso nacional: el Juramento siguiente:
"Yo, fulano de tal, solemnemente juro por Dios nuestro
DE^i PARAGUAY 40 1
Señor y estos santos evangelios, que ejerceré fielmente el
cargo de presidente de la República: que protegeré la reli-
gión católica» apostóliea, romana, única de estado: que
conservaré y defeiKleré la integridad é independencia de la
nación, y cuanto mejor pueda propender á la felicidad de
la República.
49 El presidente de la República durará en el cargo de
la presidencia nacional por el tiempo de diez años desde
el dia de su elección. ^ "
59 En caso de enfermedad, ausencia del presidente, ó
mientras* se procede á nueva elección por su muerte,
renuncia 6 por otra causa, el juez superior de apelaciones
entrará á ocupar con calidad de vice-presidente de la Re-
pública, prestando el juramento de ley, ó en manos ^el
mismo presidente déla República, ó por falta de éste en
manos del prelado diocesano, con asistencia de todas las
corporaciones civiles, militares y eclesiásticas de la' capi-
tal, sin cuyo requisito no tomará el mando de la República.
Para este acto se constituirán las autoridades en el pala-
cio de gobierno.
69 El presidente de la República recibirá por sus servi-
cios la dotación qiie la ley establezca por separado, y en
ella también se acordará la dotación que deba recibir el
vice-presidente en los casos que espresa et art. 5 de este
título.
79 El juez superior de apelaciones encargado de la pre-
sidencia interina nombrará un ciudadano capazy de cono-
cida probidad que le sustituya entretanto el encargo del
Tribunal superior, recibiéndoles • el juramento de ley, y
percibiré por su servicio el mismo sueldo del áüstitu-
yente.
89 En los casos de enfermedad ó ausencia del presidente
propietario, éste nombrará el secretario que haya de
actuar con el vice-presidente interino.
99 Por fallecimiento del presidente de la República, el
vice-presidente interino convocará inmediatamente el con-
27
402 GOBERNANTES
greso nacional para la elección de presidente propie-
tario.
TITULO V.
DE LA ELECCIÓN DEL PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA
Art. 19 El presidente de la República del Paraguay será
elegido en sesión permanente por el congreso nacional
por votación nominal dada in voce porcada diputado á
pluralidad de sufragios formándose á continuación el acta
conveniente.
29 El acto de las firmas del acta no embarazará la re-
cepción del presidente legalmente electo, ni la toma de po-
sesión del mando.
39 Cuatro votos sobre la mitad harán la mayoria.
49 En el caso de ser empatada la elección del presiden-
te se repetirá por segunda vez, *y si en ésta ninguno obtu-
viese la mayoria, los ciudadanos entre quienes estén divi-
didos los votos, seránsorteadosá presencia del congreso
nacional, insaculando sus nombres en dos cédulas, y será
presidente el que decida la suerte.
59 Luego de efectuada la elección el presidente será
proclamado en alta voz por el secretario del congreso.
TITTULO VI.
DISTINTIVOS DEL PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA
Art. 19 El presidente de la República usará uniforme
decapitan general, y de una banda tricolor debajo del
uniforme, de derecha á izquierda, y en aquella traerá pen-
diente al pecho un signo nacional ó presea de honor, am-
bas costeadas por él tesoro de la República.
29 La presea de honor será una estrella de oro orlada
de brillantes, en cuyo centro se lea por un lado: "Poder
Ejecutivo," y del otro *" República del Paraguay.''
39 El presidente de la República tendrá las atribuciones
!
DEL PARAGUAY 403
y prerogativas de capitán general y podrá formarse una
escolta de honor para custodia de su persona. La escolta
no "escederá de setenta y cinco plazas.
49 Tendrá además dos ó tres edecanes de órdenes en
el palacio que alternen en el servicioi Un conserge y los
sirvientes interiores que precisare con sueldos abonables
del tesoro nacional.
TITULO VIL
DE LAS ATRIBUCIONES DEL PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA
19 La autoridad del presidente de la República es estraor-
dinaria en los casos de invasión, de conmoción interior
y cuantas veces fuere precisa para conservar el orden y
la tranquilidad pública déla República.
29E1 presidente de la nación es el gefe de la adminis-
tración de la República.
39 Publica y hace ejecutar las leyes y decretos del con-
greso, reglando su ejecución por reglamentos espe-
ciales.
49 Convoca al congreso nacional á la época fijada por
esta ley, ó estraordinariamente cuando las circunstancias
lo demanden.
5? Hace la apertura del congreso, y pasará informes
por parte oficial del estado político de la República, y de
las mejoras y reformas que considere dignas de su aten-
ción; finalmente cierra sus sesiones.
69 .Espide las órdenes convenientes, y en tiempo opor-
tuno para la elección de diputados.
79 Es el gefe supremo de las fuerzas navales y de
tierra, esclusivamente encargado de su dirección en paz
y en guerra: puede mandar en persona el ejército ó en su
lugar nombrar un gefe general que lo mande.
89 Provee á la seguridad interior y esterior de la Re-
pública.
99 Publica la guerra y la paz y toma por sí mismo
404 GOBERNANTES
cuantas medidas puedan contribuir á prepararlas.
10. Hace los tratados de paz j alianza con concepto á
JO que ordena el artículo 20 de la ley del soberano con-
greso estraordinario de 26 de noviembre de 1842.
11. Fíjala fuqfzadelíneay las milicias en todos sus ra-
mos.
12. Manda construir vasos de guerra, equiparlos y fijar
su número.
13. Nombra y destituye á los empleados civiles, milita-
res y políticos.
14. Igualmente nómbralos enviados, agentes denegó
cios, y demás enviados diplomáticos.
15. Puede recibir, según las fórmulas de etiqueta, los
ministros y agentes de las naciones estrangeras, oyendo
sus propuestas sin estipular cosa alguna en oposición á lo
dispuesto en el precitado artículo vigésimo de la ley in-
dicada.
Iff. Ejerce el patronato general respecto de las iglesias,
beneficios y personas eclesiásticas con arreglo alas le-
yes: nombra los obispos y los miembros del senado ecle-
siástico.
17. Puede celebrar concordatos con la santa sede apos-
tólica; conceder ó negar su beneplácito á los decretos de
los concilios y cualesquiera otras constituciones eclesiás-
ticas; dar ó negar el exequátur á las bulas y breves ponti-
ficios, sin cuyo requisito nadie los pondrá en cumpli-
miento.
18. Es el juez privativo de las causas reservadas en el
estatuto de la administración de justicia.
19. Promueve y fomenta los establecimientos de la edu-
cación primaria y los de ciencias mayores.
20. Puede indultar ó conmutar la pena capital en con-
formidad de lo dispuesto en el artículo quincuagésimo
octavo del estatuto de justicia.
21. Puede aumentar ó disminuir los sueldos de los em-
pleados públicos.
í
DEL PARAGUAY 405
22. Aplica esclusivamente los ramos del diezmo en be-
neficio de las iglesias, dé los ministros del culto, y demás
de este ramo en conformidad de la ley especial que se ha
dado á este respecto.
23. Puede conceder retiros y jubilaciones, premios re-
muneratorios, ó cualesquiera , otra gracia á los que hicie-
sen distinguidos servicios á la República.
24. Puede visitar personalmente en todo 6 en parte el
territorio de la República una ó mas veces durante el pe-
ríodo de la presidencia.
25. Puede dispensar de todo impedimento, y habilitar
á los hijos de la República para obtener donaciones, lega-
dos ó herencias, quedando revocadas todas las leyes en
contrario.
26. Abrir puertos de comercio y elevar las poblaciones
al rango de villas y ciudades, dando cuenta oportunamen-
te al congreso nacional.
27. Formar planes generales ó particulares de educa-
ción pública, sometiéndolos después á la aprobación de la
representación nacional.
28. Acordar, á los autores ó inventores de estableci-
mientos útiles, privilegios por tiempo determinado, dando
cuenta al congreso nacional.
29. Puedexonceder amnistías dando cuenta al congre-
so nacional.
30. Todos los ramos de obras públicas, caminos, pos-
tas, correos, establecimientos de educación primaria y
científicos, costeados por los fondos déla nación, todos
los objeto^ y ramos de hacienda y policía, son de la su-
prema inspección y resorte del presidente de la Re-
pública.
TITULO VIII.
DE LOS MINISTROS SECRETARIOS
Art. 19 Cuando el presidente de la República lo creye-
406 GOBERNANTES
re conveniente podrá nombrar uno 6 mas ministros secre-
tarios de estado, ó reunir accidentalmente en un solo mi-
nisterio los departamentos de gobierno y de relaciones
estertores .
29 El ministro secretario será removido de su empleo
ala voluntad del presidente de la República.
39 El ministro 6 ministres de estado no tendrán otro
tratamiento que el de usted, y no podrán dar orden alguna
sin acuerdo y aprobación del presidente de la Repú-
.blica.
49 Gozarán de una compensación que les asigne el pre-
sidente de la República.
TITULO IX.
DEL CONSEJO DE ESTADO
I
Art. 19 El consejo de estado en la República del Para-
guay se compondrá eventual ó temporalmente del prela-
do diocesano, de dos jueces de la magistratura elegidos
por el poder ejecutivo, y de tres ciudadanos de capacidad
también nombrados por el supremo gobierno de la Repú-
blica.
29 El consejo de estado nombrará un presidente interi-
no de su seno, y un secretario que podrá ser de afuera del
consejo teniendo la suficiencia necesaria para tal cargo.
39 El presidente de la República destinará el local don-
de ha de reunirse el consejo de estado.
49 El consejo de estado será oido y convocado por el
superior gobierno en los negocios graves y medidas ge-
nerales de pública administración, principalmente cuando
ocurra una guerra esterior ó tratados con envia'dos de los
estados vecinos ó potencias estrangeras; cuando fuere
necesario conceder amnistía, poner, veto á las leyes y de-
cretos del congreso nacional, y convocar es traordi nana-
mente al congreso.
DEL PARAGUAY 407
59 El consejo de estado dará sus dictámenes por escrito
y firmados.
6? Es obligado á guardar reserva en los asuntos que el
supremo gobierno le sometiese con esta calidad.
79 El consejo de estado prestará el juramento de ley en
manos del presidente de la República para poder entrar en
sus funciones.
t 89 A invitación del presidente de la República se reunirá
el consejo de estado.
99 Las vacantes de los miembros del consejo serán
reemplazadas con los nombramientos que hiciese el pre-
sidente déla República.
10. El presidente de la nación después de impuesto de
los dictámenes del consejo de estado, puede separarse de
ellos, no hallándolos convenientes y adoptar las resolucio-
nes que tuviese á bien.
11. Los presidentes de la República á la conclusión de
sumando son miembros natos del consejo de estado y
deben concurrir áél además de Ips asignados en el art. 19.
12. El consejo de estado no tendrá mas tratamiento qne
el de señores de consejo.
TITULO X.
ORDENANZAS GENERALES
Art. 19 Los ciudadanos de la República prestarán su
reconociipiento y obediencia al presidente nacional luego
de estar en posesión del mando, yon la forma que lo de-
termine el presidente de la República.
2S Los hombres son de tal manera iguales ante la ley,
que ésta, bien sea penal, preceptiva ó tuitiva, debe ser una
misma paVa todos y favorecer igualmente al poderoso que
al miserable.
39 Todos los habitantes déla República tienen derecho
á ser oídos de sus quejas por el supremo gobierno de la
nación.
408 GOBERNANTES
49 Se permite libremente la salida del territorio de la
República llevando en frutos el valor ó precio de sus pro-
piedades adquiridas, observando además las leyes policia-
les y salvo perjuicio de tercero.
59 Para entrar en el territorio de la República se obser-
varán las órdenes anteriormente establecidas, quedando al
arbitrio del supremo gobierno ampliarlas ó restringirlas
según lo exigiesen las circunstancias. •
69 Todos los empleos militares dados hasta aquí, y que
en adelante se dieren, son empleos de pura comisión.
79 Los establecimientos particulares de educación pri-
maria, y los de otras ciencias que en adelante se establezcan
en la República, sacarán primero licencia del supremo go-
bierno, siendo .obligados los preceptores ó maestros á pre-
sentar el plan de enseñanza, y las materias que tratan de
enseñar, los autores que se propongan seguir, sujetándose
en todo á los reglamentos que les diere el supremo gobierno
nacional.
89 Para establecer imprenta 3e particulares en la Re-
pública se tomará primeramente el permiso del supremo
gobierno, dando el dueño ó el administrador una fianza
de dos mil pesos bajo la cual se comprometa cumplir con
los reglamentos que les diere el gobierno de la República.
99 Los babitantes de la República, sea cual fuese su
oriundez, no reconocerán otros tribunales para todo géne-
ro de causas que los establecidos por nuestras leyes
patrias; de consiguiente, queda prohibido el estableci-
miento de tribunales estrangeros bajo de cualquiera
forma.
10. Queda prohibido el tráfico de esclavos ó de negros
aún con el título ó pretesto de colonos.
11. Se ratifican las leyes y decretos sancionados por el
soberano congreso de 25 de noviembre de 1842.
12. La presente ley puede ser reformada ó adicionada
según lo exigiese la esperiencia, y para esto se necesita:''
DEL PARAGUAY 409
19 El consentimiento y aprobación de la mayor parte del
congreso nacional.
29 Qye los artículos dignos de reforma estén plena-
mente demostrados en la necesidad de ser reformados.
39 Que el poder ejecutivo esponga además su opinión
fundada para resolverse sobre la conveniencia y necesi-
dad delareformaó de alguna adición sustancial.
• 49 Sancionada la necesidad de la reforma se convocará
un congreso general con poderes especiales para verifi-
car la reforma con las formalidades debidas.
59 Verificada la reforma pasará al poder ejecutivo para
su publicación, ópara que esponga los reparos que encon-
trare. En caso de devolverla con reparos, la votación de
la mayor parte del congreso hará su última sanción.
13. Todo el que atentare ó prestare medios de atentar
contra la indepedencia de la República ó contraía presen-
te ley fundamental será castigado hasta con la pena de
muerte, según la gravedad de su atentado.
Dada en la sala de sesiones del congreso nacional de la
República del Paraguay á 13 de marzo de 1844.
E^tá conforme.
Firmado — Juan Manuel Alvarez^ vice-presidente
del congreso nacional — Fernando Patino^ secretario
del congreso nacional.
Asunción, marzo 16 de 1844.
Publíquese en la forma de estilo.
López.
Benito Martínez Várela.
Secretario interino del gobierno
La precedente constitución no es otra cosa que la dic-
tadura del doctor Francia erigida en ley fundamental;
hace del Paraguay el patrimonio de su gobierno; hace del
presidente de la República el dictador constitucional: pasa
410 GOBERNANTES
en silencio todas las libertades, y solo sirve al poder.
Prescindimos del estilo y redacción que se recomiendan
á su simple lectura.
REFORMAS DE ALGUNOS USOS Y COSTUMBRES DE LOS
REVERENDOS OBISPOS
»
Noviembre 30 de 1845.
El presidente de la República del Paraguay, conside-
rando que á la par del celo que tiene acreditado por el
culto religioso, debe cuidar que ningún empleado de la
iglesia aparezca en ella ni en las calles, sobreponiéndose
al supremo gobierno nacional, decreta:
y. Art. 19 Queda prohibido todo y cualquier repique al en-
trar el obispo á la iglesia y al salir de ella.
Art. 29 Asimismo queda prohibido arrodillarse en las
calles 6 en cualquier otro lugar por donde pasare el
obispo.
Art. 39 No usará dosel, ni capa magna en la iglesia, ni
fuera de ella.
Art. 49 No se hará novedad en la orden de gobierno que
permite decir misa desde el último toque de diana.
Con la trascripción de los precedentes fragmentos, el
lector podrá formar cabal juicio de la clase de gobierno
que era el de López. La familia de éste era pobre, cuan-
do él se posesionó, del poder, empezó su reinado favo-
reciendo la fortuna de sus hijos de una manera escanda-
losa. Nombró á su hijo mayor (F. S.) general engefe del
ejército y ministro de la guerra, y teniendo una gran par-
te del poder ejecutivo. Su segundo hijo, Venancio, fué
nombrado coronel y gefe de la guarnición de la Asunción.
El menor de los tres, Benigno, fué nombrado sargento
mayor en el ejército, pero no habiendo quedado satisfe-
cho, se le convirtió en almirante de la escuadra.
Esta autoridad ilimitada de López, que ejercían también
DEL PARAGUAY 411
SUS hijos bajo sns auspicios, hacia á los ciudadanos su-
mamente cautelosos, para decir ó hacer la mas mínima
cosa que pudiera desagradarles. Todos ellos se enrique-
cieron con sorprendente rapidez; y no debia ser de otro
modo, desde que ofrecían por los ganados un precio iafi-
lytamente inferior al del mercado, y los vendedores temiau
rehusarlo. Compraban de este modo para revender en
seguida al precio que querian, puesto que á nadie le era
permitido vender ganados en el mercado, mientras hubie-
ra alguno perteneciente á la familia del presidente. Com-
praban también propiedades á precios bajos siempre á los
particulares y al gobierno. Las señoras de la familia es-
tabFecieron una bolsa en donde se compraba con ocho
por ciento de descuento el papel moneda inutilizado y
que.eUas, .por sus relaciones con el gobierno, que como
se sabe era López, cambiaban en la tesorería por papel que
representaba su valor íntegro. Prestaban también dinero
sobre priendas con interés usurario, quedándose con todo
cuanto querian, sin ningún miramiento.
Finalmente, diremos en pocas palabras en lo queconsis-
tia lo que se llamaba gobierno de López, según un distin-
guido paraguayo (don Luciano Recalde): "ElExmo. con-
cedia: tener miedo-rdelatar — ser pobre— tener antipatía
al estrangero: manda, ordena, exige y conviene amar á la
independencia sobre todas las cosas, porqué ella dá la
felicidad que se gozaba en el Paraguay. El supremo go-
bierno á estrangeros y nacionales, prohibe: ir de brazo
con su propia esposa — traginar sin linterna — reunirse en
sociedad tres personas — sondar los rios — hacer retratos —
pasar un día en el campo — casarse con estrangeros — ha-
cer figuritas de cristal — sacar dientes 6 muelas — aprender
ó estudiar escepto el latin — estraer yerba, maderas, taba-
co, dulce etc., etc. — hablar de constitución — navegar los
rios — saliral estrangero, si no es venciendo mil trabas —
hacer versos contra el dictador Francia—decir al supremo
usted— tener amistad con estrangeros— comprar casas
412 GOBERNANTES
los estrangeros — á dos sacerdotes estrangeros vivir en una
nnisma casa." Aunque en menor escala, López continua-
ba siempre el sistema de espionage establecido por Fran-
cia, asi como el encarcelar á todo individuo sospechoso.
No obstante todo el egoísmo de López, su gobiernoera
comparativamente bueno entonces para el Paraguay.
Restableció los diezqios que Francia habia suprimido y
que producían una pingüe renta al Estado. Aprobó todo
lo obi:ado por los cónsules y ofreció abrir relaciones co-
merciales con Buenos Aires, dirigiendo al gobernador
Rosas una nota en este sentido. Sin embargo, éste se
negó á aceptar esas relaciones, mientras la provincia de
Corrientes permaneciese en rebelión con la Confedera-
ción Argentina, mandando, en consecuencia cerrar el Rio
de la Plata.
El gobierno consular debia concluir el 13 de marzo de
1844, y en setiembre del año anterior, López, que quería
ser presidente de la República, determinó enviar á Buenos
Aires al mismo Peña, acompañado de su hijo don Fran-
cisco Solano, y pocos dias antes de embarcarse para esta
ciudad, le llamó y le dijo: "Este cónsul mi compañero
(refiriéndose á Alonso) tiene la prevención contra usted de
ser porteñista, pues asegura que conserva usted amistad
estrecha con unos porteños Martínez y Villarino; por lo
que es preciso que se conduzca con cautela. Tal vez á su
vuelta ya nos veamos libres de esta pesadilla. Acá mu-
chos piensan nombrar un dictador después de este período
consular; pers yo no estoy conforme con este título, no
es de la época, tiene mucho' de odioso y repugnante. El
que adopto, es el de presidente con el que se han acomo-
dado las nuevas Repúblicas de América, para lo que
trabajo una ley orgánica, que servirá de constitución
provisoria, arreglada á nuestras circunstancias. Esto
debe reservarse hasta su tiempo; pero usted va encargado
desde luego, de mandarme trabajar una presea de honor,
á todo costo, por el modelo que le doy, y una casaca de
DEL PARAGUAY 413
capitán general, y un sombrero elástico con plumage á lo
Napoleón." (1)
En efecto, esos objetos se trabajaron en Buenos Aires y
los condujo Peña al Paraguay, donde llegó cuando ya
era López presidente constitucional. El tercer congreso
nacional, que se reunió el 13 de marzo de 1844, puso fin al
duunvirato, sancionando por una constitución la ley fun-
damental de la República y confiando el P. E. á un pre-
sidente por diez años, con un sueldo de oi;¡huJ0B0Í,::'fi6&G^
fuertes anuales, y con la única obligación de conservar y
defenderla independencia é integridad del estado.
En verdad, el alma de la administración del gobierno
consular, tanto de lo bueno como de lómalo, fué López.
ACTA DE INDEPENDENCIA DE LA REPÚBLICA DEL PARAGUAY
En esta ciudad de la Asunción, de la República del
Paraguay, á veinte y cinco de noviembre de mil ochocien-
tos cuarenta y dos, reunidos en congreso general estraor-
dinario cuatrocientos diputados por convocatoria especial
de los señores cónsules, que forman legalmente el su-
premo gobierno, ciudadanos Carlos Antonio López y
MarianoRoqueAlonzo, usando de las facultades que nos
competen, cumpliendo con nuestro deber, y con. los cons-
tantes y decididos deseos de nuestros conciudadanos, y
con los que nos animan en éste; considerando que nues-
■ tra emancipación é independencia es un hecho solemne é
incontestable en el espacio de mas de treinta años; que
durante este largo tiempo, y desde que la Repúhlica del
Paraguay se «segregó con sus esfuerzos do la metrópoli
española para siempre, también y del mismo modo se
separó de hecho de todo poder estrangero, que siendo des-
de entonces con voto uniforme pertenecer á sí misma, y
formar, como ha formado, una nación libre é indepen-
diente bajo el sistema republicano, sin que aparezca dato
alguno que contradiga esta esplícita declaración; que este
(1) Cartas de Peña, ya citadas.
r
1-'
414 GOBERNANTES
derecho propio de todo estado libre se ha reconocido á otras
provincias de Sud América por la República Argentina, y
no parece justo pensar que aquél se le desconozca á la Re-
pública del Paraguay; y que además de los justos títulos en
que lo funda la naturaleza le ha prodigado sus dones para
quesea una nación fuerte, populosa, fecunda en recursos
y en todos los ramos de industria y comercio; que tantos
sufrimientos y privaciones anteriores consagrados con re-
signación á la independencia de nuestra República por
salvarnos á la vez del abismo de la guerra civil, son tam-
bién fuertes comprobantes de la indudable voluntad gene-
ral de los pueblos de la República por su emancipación é
independencia de todo dominio y poder estraño; que con-
' secuente á estos principios y al voto general de la Repú-
blica, para que nada falte á la base fundamental de nues-
tra existencia política confiados en la divina Providencia,
■ declaramos solemnemente:
(O Primero— La República del Paraguay en el Rio de la
Plata es para siempre de hecho y de derecho una nación
hbre é independiente de todo poder estraño.
Segundo — Nunca jamás será el patrimonio de una per-
sona ó de una familia.
Tercero — En lo sucesivo el gobierno que fuese nom-
brado para presidir los destinos de la nación, será jura-
mentado en presencia del congreso de defender y conser-
var la integridad é independencia del territorio de la Re-
pública, sin cuyo requisito no tomará posesión del mando.
Esceptúase el actual gobierno por haberio ya prestado en
la acta misma de su inauguración.
Cuarto— Los empleados militares, civiles y eclesiásticos
serán juramentados al tenor de esta acta luego de su
publicación.
Quinto— Ningún ciudadano podrá en adelante obtener
empleo alguno sin prestar primero el juramentó preveni-
do en el articulo anterior. «
Sesto— El supremo gobierno comunicará oficialmente
DEL PARAGUAY 415
esta solemne declaración álos gobiernos circunvecinos, y
al de la Confederación Argentina, dando cuenta al sobe-
rano «congreso de su resultado.
Sétimo — Comuniqúese al Poder Ejecutivo de la Repú-
blica, para que la mande publicar en el territorio de la
nación con la solemnidad posible, y la cumpla y la haga
cumplir como corresponde.
Dada en la sala del congreso, firmada de nuestra ma-
no, sellada con el sello de la República, y refrendada por
nuestro secretario. •
(Siguen cuatrocientas firmas y la del presidente.)
Concuerda con el original de su referencia; en ffe de lo
cual autorizo y firmo, en la Asunción, capital de la Repú-
blica del Paraguay, á 27 de noviembre de 1842.
•
Carlos Antonio López.
Presidente del Soberano Congreso general.
Domingo Francisco Sánchez.
Secretario del Soberano Congreso general.
Está conforme:
Asunción, diciembre 15 de 1844.
Andrés Gill.
Secretario de gobierno y encargado provisoriamente
de Relaciones Esteriorcs.
Damos á continuación el
himno nacional paraguayo
Viva nuestra independencia,
Nuestra patria gloriosa;
Siempre sea soberana^
Sieinpy^e sea mag estuosa.
Nuestros brazos, nuestras vidas,
Ala patria son debidas:
No serán impunemente.
416 GOBERNANTES
Sus derechos ofendidos.
Viva maestra independencia j
etc., etc., etc.
El león del Paraguay,
* Rugirá fiero y sangriento;
Contra cualquier enemigo,
Sea pórfido 6 cruento.
Viva nuestra independencia,
etc., etc., etc*
• A nuestros hijos daremos,
, Alta patria preciosa.
Esclavos nunca seremos.
De prepotencia orgullosa.
Viva nuestra independencia^
etc., etc., etc.
Primero se ha de acabar,*
La paraguaya nación:
Antes que sufi'ir aviltada
La estrangera opresión.
Viva nuestra independencia,
etc., etc., etc.
Paraguayos valerosos!
¿Queréis insultos sufrir?
Perder el nombre y la gloria?
O antes mil veces morir.
Viva nuestra independoicia,
etc., etc., etc.
Morir, morir, morir!
Ya retumba grandioso:
El eco del pueblo fuerte,
Magnánimo y brioso!
Viva nuestra independencia,
etc., etc., etc.
Los estandartes tremolan
En los pulsos belicosos:
Los cañones ya vomitan
DBL PARAGUAY 417
#
Marciales golpes rabiosos.
Viva nuestra independenciay
etc., etc., etc.
Y la patria independencia.
Ya no es mas contestada;
La victoria declaróla
Justa, ovante, respetada.
Viva nuestra independencia,
e^Cj eic. , 6vC.
r 1844-1862— LXV. DON CARLOS ANTONIO LÓPEZ,
primer presidente de la República, recibido del cargo el 14
de marzo de 1844. Era á la vez autócrata legislativo, ju-
dicial y ejecutivo, acumulando en su persona una varie-
dad de importantes funciones: juez supremo y director de
finanzas, comandante en gefe del ejército y almirante de
la armada, presidente del congreso. El vice-presidente
nombrado por él, sólo servia para convocar, por su orden,
las juntas tituladas electorales, siendo un mero instru-'
.mentó que ni siquiera podia ocupar el lugar de presidente
•de la República, cuando éste se hallara ausente 6 tuviera
cualquierotro impedimento.
La prolongada dominación de los jesuítas en una parte
del Paraguay y la inflexible dictadura de Francia arraiga-
ron profundamente el principio de autoridad. Así no fué
difícil á López gobernar á un pueblo dócil y acostumbra-
do á la-ciega obediencia.
Por la constitución del 13 de marzo de 1844, correspon-
de al congreso de conformidad al título I, intepretar y
aplicar las leyes; al presidente, hacerlas ejecutar; álos
tribunales, aplicarlas.
Según los términos del título II, doscientos ciudadanos
propietarios de las mejores capacidades y patriotismo, for-
man el congreso 6 la legislatura nacional, que es convoca-
28
418 GOBERNANTES
da de cinco en cinco años, contándose desde el 15 de marzo
(1844) y que fija ella misma la duración de sus sesiones.
Según el mismo titulo y el siguiente, el modo de elección
de los miembros del congreso y sus atribuciones quedan
determinados por las leyes anteriores.
El poder ejecutivo permanente reposaba en la persona
de un presidente, que debia ser (título 49) ciudadano del
fuero común, natural del pais, de 45 años de edad, de una
capacidad, probidad y patriotismo reconocidos; buena
conducta moral y un capital propio de 8000 pesos.
Et presidente era elegido por diez años, y en su defecto,
el juez superior de apelaciones le reemplazaba. Era de-
signado por voto nominal del congreso, á pluralidad de
votos. Se requería la mitad mas cuatro votos para formar
mayoría (título 59.)
El título VI determinaba el uniforme del presidente de
la República, que era el de capitán general, y los honores
que le eran debidos; el título VII arreglaba sus atribucio-
nes, que eran las más estensas que pudieran darse, bajo
un gobierno constitucional, al gefe del poder ejecutivo, y
le daba ademas, de pleno derecho, al presidente del Para-
guay, una autoridad que revindicarian muchos soberanos
pretendidos absolutos. Dicha atribución espresa lo que
sigue:
"La autoridad del presidente de la República es estraor-
dinaria en loscasosde invasión, de conmoción interior y
cuantas veces fuere precisa para conservar el orden y la
tranquilidad pública de la República/' Lo que equivalía
clara y terminantemente á/i2cw/ía(¿^5 estraordinarias.
El título VIII trata de los ministros y el IX del consejo
de estado, etc.
En fin, en materia de prensa dispone que í<para esta-
blecer imprenta de particulares en la República, se to-
j
DBL PAHAGUAY 419
mará primeramente el permiso del supremo gobierno,
dando el dueño 6 el administrador una fianza de 2000
pesos bajo la cual se comprometa cumplir con los regla-
mentos que les diere el gobierno de la República."
Este congreso fué presidido, al principio, por el mismo
López y después por don Juan Manuel Alvarez, teniendo
por secretario á don Fernando Patino, y sancionó aque-
lla dictadura constitucional, á la que solo uno — don Juan
Bautista Rivarola — le negó con energía su voto, manifes-
tando no poder aceptar como constitución una ley funda-
mental que sancionaba eL despotismo. Esta moción de
Rivarola mereció laespulsion de su autor del seno de aquel
farsáico congreso.
Libre así de toda oposición, López inició su gobierno
nombrando secretario general interino á don Benito Mar-
tínez Várela y ministro á don Andrés Gilí.
El reconocimiento déla independencia del Paraguay se
efectuó, por Bolivia, en virtud de acta del 17 de junio de
1843; por el Brasil, por declaración del agente imperial,
doctor José Antonio Pimenta Bueno, hecha en la Asun-
ción el 14 de setiembre de 1844; por el estado oriental del
Uruguay, en virtud de una ley del 15 de mayo de 1845.
También la reconocieron las Repúblicas de Chile y Vene-
zuela. De los estados europeos, el Austria é Inglaterra
reconocieron el gobierno de la Asunción, como asi mismo
la corte de Roma, espidiéndolos breves álos obispos pre-
sentados por el gobierno nacional. Portugal y Holanda hi-
cieron igual reconocimiento de la nacionalidad paragua-
ya, y aún se le confirió al presidente López los títulos de
socio fundador de la real Sociedad de Anticuarios del
Norte, de miembro honorario de la Sociedad de Geografía
de Berlin, y del Instituto Histórico del BrasiL
Todo esto produjo una violenta reclamación de parte del
gobierno argentino, protestando contra todos los estados
420 GOBERNANTES "
que siguieron la misma línea de conducta, y principal-
mente contra el Brasil, en cuya corte elevó su protesta el
general Guido, plenipotenciario argentino en ella, el 21 de
febrero de 1845.
A pesar de la disposición constitucional de 1844 que
fijaba la época de la reunión del congreso de cinco en
cinco años, éste fué convocado el año siguiente (1845) y
dio al presidente la suma del poder público, 6 sea las fa-
cultades estraordinarias, en cuyo ejercicio estaba sin que
-se las diesen. Redujo los ministros secretarios de estado
á simples jefes de oficina, y, poco después, espidió un
¡ edicto (30 de noviembre) colocando á la iglesia completa-
' mente sujeta al supremo gobierno nacional por cuyo teso-
^ ro debian costearse la fábrica y los gastos del culto.
^ Como que la esencia cíe esta nueva constitución era un
puro despotismo.
Sin embargo, no deja de ser un paso audaz el que dio
López en lo que se va á referir. El pueblo paraguayo
estaba acostumbrado, hacia más de dos siglos y medio,
no sólo á venerar, sino también á humillarse, hasta la
estupidez y relación de la dignidad humana, ante cualquier
individuo que cargase sotana, y si éste era el obispo el
fanatismo iba hasta el delirio. Todo el mundo, como
antes en Buenos Aires, se hincaba de rodillas en medio de
la calle, aunque estuviese llena de barro, y todos corrían
en tropel á besarle, no ya la mano, sino cualquiera parte
del vestido, porque todo en el eclesiástico era bendito.
Después de tanta mortificación, y cuando el obispo consi-
deraba haber satisfecho yalaaparente beatitud de todo ese
enjambre de seres humanos, le seguían en procesión
hasta el último rincón de su palacio ó de la iglesia.
En este sentido, el presidente López pra'^ticó un acto en
cierto modo loable, pero elevando su persona. Prohibió,
DEL PARAGUAY 421
por el referido edicto, que ningún empleado de la iglesia
apareciese en ella, ni en las calles sobrepornéndose al su-
premo gobierno nacional (que era él), y en consecuencia
cualquier repique (1) al entrar el obispo en la iglesia.
Prohibió enteramente el iu£ga4«l carnaval-, abolió todos
los derechos parroquiales en la capital y en la campaña,
acordando en el ramo de diezmos una asignación anual
á todos los curas y tenientes curas. Estableció ciento
cinco cementerios públicos, quedando prohibida en toda
la República la inhumación de cadáveres en las iglesias.
Redujo los dias de fiestas eclesiásticas.
A las naturales dificultades que antes de entrar á ejer-
cer el poder existían, su agregaba la hostilidad de Rosas
que, á no hallarse empeñado en la guerra que entonces
sostenía, habría seguramente invadido el Paraguay. Es-
te justo temor le puso en la necesidad de crear y mante-
ner un ejército. Empezó por uno de tres mil soldados,
enrolados sólo por tres años, y siguió con oti'o de ocho mil
con una fuerza efectiva de treinta mil milicianos, sin contar
las levas en masa que se levantaron mas tarde.
En vista de la obstinada resistencia de Rosas en no
querer reconocer al Paraguay sino como provincia ar-
gentina y no como República, cerrándole de hecho toda
comunicación con el resto del mundo, mientras no se rein-
corporase á la Confederación, el presidente López, sin-
tiéndose ofendido, hizo á Rosas (4 de diciembre de 1845)
(1) En Méjico, desde la época de Juárez, está prohibido todo repique
de campanas, sin previo permiso de la Municipalidad, y una vez conce-
dido éste, no puede durar el repique más de cinco minutos, bajo la pena
de una multa. Las procesiones públicas son igualmente prohibidas por
las calles . Ni los clérigos, ni el obispo pueden llevar ninguna clase de
vestido que los distinga de cualquier otro ciudadano al salir de la igle-
sia. Asi mismo privó arrodillarse en las calles ó cualquier otro lugar por
donde pasase el obispo. Este no habia de usar dosel,' ni capa magna en
la iglesia ni fuera de ella.
423 GOBERNANTES
una formal declaración de guerra, y aún amenazó con
invadir, encabezando desde entonces todas sus notas con
la aspiración de "¡Viva la República del Pay^aguay! ¡In-
dependencia ó muerte!.'' Sin embargo el resultado de la
batalla de Vences, en Corrientes (27 de diciembre de 1847),
hizo comprenderá López la necesidad de fijar su atención
en el ejército, creando campamentos de instrucción. Para
el efecto, ordenó á los jueces de paz levantasen un censo
de todos los varones de 18 á 30 años de edad y remitir al
cuartel general taníos por distrito ó departamento.
Asi pudo anunciar al congreso nacional de 1849 la
creación de un ejército y de una fuerza naval, el estableci-
miento de guardias y fuertes para la defensa contra los
indios del Gran Chaco; fundación de un arsenal, de una
fábrica de armas y de pólvora y de la fundición del Ibicuí
(definitivamente terminada en 1853); como pudo anunciar
también la organización del clero; construcción de iglesias;
cementerios y escuelas de instrucción primaria en todo el
país; la publicación de un periódico oficial {El Paraguayo
independiente) la apertura de caminos la construcción de
muelles y otras obras públicas; y canalización derios; el
fomento déla agricultura é industria de artículos de espor-
tacion, especialmente de la yerba y tabaco; en una palabra,
lagarantía de patentes, la protección, libre admisiony na-
cionalización de estrangeros. Sin embargo, á éstos les
era prohibido viajar, gozar de derechos internacionales,
poseer propiedad raiz en la República, casarse con muger
paraguaya sin especial permiso; además, ninguna para-
guaya, ni estrangero naturalizado podia salir de la Repú-
blica sino conórden espresa, absolutamente igual á la
época del dictador Francia, cuyo imitador era; por eso
prohibió se hiciera mención de su odiosa dictadura.
Con tantas medidas de progreso, como López anuncia-
ba haber iniciado, ó en via de realización, el congreso no
tuvo inconveniente en reelegirle formalmente, y él en acep-
tar, por otros cinco años.
r
DEL PARAGUAY 423
López, mas por imitación de lo que había oido decir se
practicaba en otras Repúblicas, tenia, en el nombre, sus se-
cretarios del supremo gobierno^ tales como Benito Martí-
nez Várela, primero, Andrés Gilí, segundo, José Falcon,
tercero, etc.
/^ Con la caída de Roshs, quedó libre la navegación del
Paraná (febrero de 1852), abiertos los ríos y puertos y re-
conocida Ja independencia del Paraguí^y por el general
Urquiza, en su carácter de director provisorio de la Con-
federación Argentina. Y á fines del mismo año llegó á
la Asunción el primer enviado británico, Sir Carlos
Hotham; muy luego, ef representante de la Francia, Mr. de
Saint-Georges, y en marzo del siguiente año, los pleni-
potenciarios de Inglaterra, Estados Unidos, Francia y
Cerdeña firmaban, en la capital, tratados de amistad, co-
mercio y navegación, abriendo el rio á las banderas de
todas las naciones. Formalizáronse, desde esta época, las
relaciones diplomáticas con las potencias europeas, reco-
nociéndose ministros y cónsules: y aunque hubo que
vencer dificultades, más ó menos graves, que posterior-
mente surgieron, todas quedaron aparentemente allana-
das, en cuanto era posible, con un gobierno como el de
López.
El congreso de 1854 reeligió a éste nuevamente por el
términode diez años, que el nombrado, á imitación de
Rosas, se negó á aceptar, alegando que su salué harto
quebrantada^ no le permitía seguir prestando servicio al
país, sino por tres años apesar de haberse elevado su
sueldo á doce mil pesos anuales, ^ov moción espontánea
deldiputado don Manuel P. de Peña. Sin embargo, como
\
•
t
•
I
224 GOBERNANTES
todo no pasaba de ser farsa, al espirar su período, en
1857, López manifestó su consentimiento á terminarlo.
*
La ley sancionada por el congreso de 1848, fué amol-
dada, en 1854 para don Francisco Solano López, que solo
tenia 16 años de edad, siempre por moción espontánea de
Peña, consultando las circunstancias de su edad v fuero
y dejándole heredero del gobierno por testamento, ape-
sar del acta de la independencia nacional que consignaba
esta cláusula: "Que nunca jamás seria la República el
patrimonio de una persona ó familia." Así juegan los
tiranos con la suerte de los pueblos, una vez que se enca-
raman en el poder, haciendo farsas de congresos, leyes y
todo un ejército de altos dignatarios, que solo son unos
muñecos que, aunque se mueven automáiicameute, no hay
más que una voluntad en acción, y esa es la del tirano,
llámese Francia 6 llámese López.
Son tan cínicos los tiranos que, persiguiendo la emisión
del pensamiento por la prensa 6 epistolarmente, creen ó
pretenden creer que sus bárbaros actos serán ignorados
por el resto del mundo. Son como el ladrón ó el asesino
que roba 6 mata en la persuasión que nadie los ve y que
pueden perpetrar sus crímenes con impunidad, sin com-
prender que, si no son tomados infragrantij cuando me-
nos piensan caen en manos de la justicia. Los tiranos
hacen farsas de elecciones que les favorecen, congresos
que dictan leyes, pour jeter de la pondré aux yeux del
estrangero que las cree de buena fé y contribuye á pro-
longal- su existencia en el poder encomiando su gobierno
hasta que se aperciben del engaño, ó llega un dia en que el
déspota, cansado de llevar su careta, la arroja y se pre-
senta al pueblo con toda desfachatez, ostantando sin em-
/'^-";
/
r/^
DEL PARAGUAY 435
bozo su marcha tiránica, y entónces,*como el ladrón y
asesino de todo un pueblo, recibe su condigno castigo.
Es raro el tirano que haya quedado impune, pues tarde ó v
temprano paga sus demasías. • '
El presidente López, imitando al doctor Francia, con-
tinuó la formación de fuertes con tropas en varios puntos
del Chaco y mandó al mismo tiempo la de establecimientos
frurales y obrages de materiales. Uno de éstos se formó
rente á la Asunción y llegó á tener una numerosa pobla-
ción é iglesia bajo la advocación de San Venancio, en
honor de su hijo, '^ //<-^V
f^ En 1854, estableció la colonia "Nueva Burdeos", después
Villa Occidental, en el gran potrero del Chaco, sobre la
derecha del rio Paraguay, á seis leguas arriba de lacápi"
tal, cuya iglesia se erigió bajo la advocación de San Fran-
cisco Solano, en honor de su otro hijo, último tirano del
Paraguay. La primera población de esta colonia se com-
ponía de franceses, y abandonada por éstos continuó con
pobladores hijos del país. Después fué ocupada por los ar-
gentinos hasta 1879 que la volvieron á poseer los para-
guayos, en virtud del fallo del presidente Hayes, de los
Estados Unidos.
El pensamiento secreto de López siempre fué que , ape-
sar de los tratados firmados por forma con los estados
vecinos, era necesario quedar señor absoluto de su país
y también dueño de la navegación del Paraguay, del Ber-
mejo y del Pilcomayo, Para ese efecto, decidióla cons-
rucciou de dos fuertes: al norte, el de Olimpia, al sur, el
dp Humaitá. Era una guerra de anexión lo que meditaba
debiendo ser su presa, de un lado la provincia brasilera
de Mato Grosso, y del otro las Misiones de Corrientes. En
elsur, era necesario establecer, cerca de la embocadura
del Rio Paraguay una especie de cuadrilátero para impo-
J^. f
v
426 GOBERNANTES
ner á los gobiernos de Europa y de América, con los que
el dictador habia firmado tratados de comercio y de nave-
gación. Por este medio, esperaba poder introducir en su
país sólo lo que conviniera á sus intereses como gobernan-
te y como negociante. En cuanto á la elección del lugar,
era eminentemente propicio como punto de defensa, del
lado de tierra y del rio. En este parage, el Rio Paraguay
forma un codo, y así todo buque que sigue el canal está
espuesto á los fuegos de sumersión y de conversión de las
baterías de tierra. Las márgenes del rio, hasta varias le-
guas en el interior no son mas que una estension no inter-
rumpida de pantanos. Si se consiguiera establecer
un fuerte en este parage se hallaría defendilo de tal modo
por la naturaleza que seria hasta cierto punto inespugnable.
La dificultad era preparar un asiento atrincherado y cons-
trucciones. En medio de esos pantanos, la vida de los
hombres quedarla muy espuesta. Esto era lo que impor-
taba menos para López. Fueron mandados pues, varios
batallones de soldados para dar principio á los trabajos;
los hombres morían á centenares. Un médico recibió orden
de trasladarse á éste parage y consignó en un informe que
las verdaderas causas de esa mortalidad eran las exhala-
ciones pestilenciales de los pantanos y el alimento malsano
que se distribuia á las tropas. No faltaba masque eso.
El médico, demasiado sincero, fué preso apenas llegado á
la Asunción y se le mete en la cárcel, permaneciendo en
ella hasta el diade su retractación y obligándosele á firmar
una declaración en la que reconocía que se habia grosera-
mente equivocado en sus observaciones. Así, antes de ha-
berse levantado los muros de este lugar habia sido ya la
tumba demuchos miles de paraguayos. Como estas tumbas
no tienen nada de común con las pirámides, se debe su-
poner que es por cualquier otro motivo que López diera á
este lugar el nombre de Humaitá, en guaraní, montón de
piedras. Los trabajos emprendidos se llevaron con vigor
y á fines del primer año (1856), el lugar quedó suficiente-
DEL PARAGUAY 427
mente higienizado para que la mortalidad disminuyese de
un modo sensible.
Por el lado esterior de tierra, el recinto esterior abraza-
ba primitivamente quince kilómetros, pero los trabajos
ejecutados bajo López, hijo, las baterías y fuertes destaca-
dos, desde Cur^paití hasta el norte de Humaitá, formaban
una línea de veinte y siete kilómetros y ocupaban los ter-
renos antes higienizados.
Los vapores navegaban de la Asunción á los puertos
de la Gran Bretaña prestando servicios gratuitos á la casa
López y C^ Los cargamentos de retorno comprendían
principalmente cañones, fusiles, toda especie de municio-
nes y máquinas de guerra.
Antes determinar el gobierno de López, padre, la canti-
dad de armas importada & Humaitá y á la Asunción era
tan considerable, que fué necesario construir varios in-
mensos almacenes para servir de depósito. ^
* *
P Cuando el generalLopez estaba en Europa (1854-1855),
mandó éste á su padre 120 familias francesas para formar
una colonia agrícola en el Paraguay, bajo un contrato
solemne. López la estableció, no como lo creianlos
colonos, en el mismo Paraguay, sino en el interior del
Chaco, es decir, en un territorio en litigio entre Bolivia y el
Paraguay, ocupado por los indios. Los tratamientos que
López hiciera esperi mentar á los franceses fueron tales
que' antes determinar un año muchos de ellos aWndonar
ron la colonia por la fuga quedando éáta disuelta. Valia
mas para ellos esponer su vida en medio de los indios sal-
vages y de las bestias feroces que esperimentar el régi-
men opresivo de López.
^ '
Queriendo éste recompensará su hijo Francisco Solano
428 GOBERNANTES
los servicios que decia haber prestado ai pais en su mi-
sión diplomática á Europa, gracias á su mentor el doctor
Juan Andrés Gelly, un dia, en conversación con el ciu-
dadano Peña, le dijo á éste: «El finado dictador Francia
debia tener el despacho de Brigadier; pero yo no lo en-
cuentro entre sus papeles, y quisiera tenerle para darle ese
grado áPancho, que le merece''. — Peña le contestó: "Exmo
señor, el gobernador Velazco fué también Brigadier^ y
he visto sus papeles en un baúl en la tesorería general:
si V. E. me permite, iré á buscar el despacho.*' En efecto,
encontrado el referido despacho, al dia siguiente fué Ló-
pez, hijo, condecorado con el grado de Brigadier genera^
de los ejércitos delaBepüblica, de los que ya era gene-
ral en gefe. Los frutos de la misión de éste en Europa
no han sido otros que darse una vida regalada, pasando
por príncipe paraguayo, como hijo ¿el gefe de un estado
soberano é independiente, conquistando toda clase de con-
sideraciones en todas las clases de la sociedad que fre-
cuentaba y dando á su pais una prole anglo-para-
guaya.
Dos años antes de la terminación del gobierno y de '3.
vida de don Carlos Antonio, entabló éste negociaciones
con la santa sede para la provisión episcopal del Parguay,
dando por resultado la elección del anciano monseñor J.
Urbieta, obispo de Corycium inpartibus.
López, como Francia y como todos los déspotas, abri-
gaba la idea de que la nación le pertenecía, al estremo de
creerse con derecho de disponer de ella, hasta después
de su muerte. Así, sintiéndose gravemente enfermo, juz-
gó conveniente proponer un sucesor de sú perfecta elección,
en la seguridad de que no dejaría de ser aceptado por el
pueblo soberano, acostumbrado como ya estaba á la vo-
luntad de sus mandones.
DEL PARAGUAY 429
Los emigrados políticos del Paraguay, residentes en
Buenos Aires, con su prédica revolucionaria incomoda-
ban mucho á los López, porque hacian público todo lo que
á éstos convenia se ignorase. El único medio de obtener
su silencio era ó tenerlos encerrados en los calabozos del
Paraguay óhacíerlos desaparecer del mundo. El briga-
dier López, obrando en el sentido de favorecer á la familia
y principalmente en interés propio, puesto que era el que
habia de suceder en el gobierno á su padre, se entendió con
un individuo para la realización de su diabólico cuanto cri-
minal proyecto. Dicho individuo, francés de nación y de
nombre Antonio Pyat, llegó del Paraguay á Buenos Aires
el 8 de diciembre (1860) con la misión de capturar y llevar
á la Asunción ó asesinar en esta capital á los ciudadanos
paraguayos Manuel P. de 'Peña, Serapio Machain y Fer-
nando Iturburu, en primera línea y Luciano Recalde, Car-
los Loyzaga, Segundo Máchain y Gregorio Machain, en
segunda categoría, cuya nómina traia en una lista. Fe-
lizmente, el francés fué descubierto, preso y puesto (22 de
febrero de 1861) en la cárcel, donde le visitó Peña, á quien
refirió todo lo convenido en la Asunción con López y el
gefe de policía Hilario Marcó, habiéndosele entregado mil
patacones á cuenta. El hecho es que, el 13 de julio del
mismo año, se enfermó Pyat súbitamente y de la cárcel
fué llevado al hospital donde falleció á los dos dias, cuya
muerte hizo sospechar hubiese sido envenenado. Otro
individuo español, Pablo Vinales, espia y delator, tuvo un
fin poco masó menos igual al de Pyat. Solólos tira-
nos suelen practicar actos semejantes á los que se acaban
de referir, cuando no pueden tener las víctimas á las ma-
nos, con absoluto desprecio de todas las conveniencias in-
ternacionales.
Vamos á referir este hecho con todos sus detalles:
430 GOBERNANTES
Hacia días que don Manuel P. de Peña habia notado
que cierto sugeto atisbaba su habitación cada noche de
las diez alas once. Entró en cuidado, dando también en
observarle y manifestar á algunos amigos la alarma en
que se veía. Al fin llegó á averiguar que el 8 de diciem-
bre de 1860 habia llegado del Paraguay un francés, que
andaba curioso de saber su domicilio.
Luego después supo que este mismo individuo trataba
de relacionarse con don Carlos Loyzaga, don Fernando
Iturburu y don Luciano Recalde, habiéndoles hecho cier-
tas invitaciones engañosas y al mismo tiempo sospecho-
sas, tendentes á obrar contra el gobierno de López.
Sabedor de todo esto. Peña inmediatamente puso el caso
en conocimiento del juez del crimen doctor Sisto Villegas,
el 21 de febrero de 1861. Este al instante formó un auto
cabeza de proceso, y llamó á declaraciones á Loyzaga y
á Iturburu. Aldia siguiente, en mérito de estas deposi-
ciones, se apersonó temprano con su actuario, un comisa-
rio de policia y dos vigilantes á casa del francés Anto-
nio Pyat.
Aún se hallaba este en cama, allí fué aprendido y condu-
cido ala cárcel. Se apoderó el juez de todos sus papeles
y comunicaciones que se glosaron al pi'oceso, entre ellos
se encontró una lista que contenia los nombres de Manuel
P. de Peña, SerapioMachain, Fernando Iturburu, Lucia-
no Recalde, Carlos Loyzaga, Segundo Machain y Gregorio
Machain.
La lista estaba escrita de letra redonda y clara de uso
general en las oficinas de la Asunción, y en papel bue-
no catalán, del que se destina para el sellado: tenia en el
margen de la misma letra una nota que decía: Los tres
primeros son los mas interesantes.
En uno y otro margen de la lista se leia el domicilio
de cada uno de los nombrados mas arriba.
Por este cuerpo del delito se vino á saber que este reo
DEL PARAGUAY 431
venia del Paraguay enviado por López, para capturarlos
y llevarlos allí, 6 asesinarlos en Buenos Aires.
Se siguieron en el juzgado las averiguaciones del conato,
sin poder traslucirse nada mas. Entonces se resolvió
Peña verse con el mismo Pyat. Se acercó á él, é infun-
diéndole confianza, eíitróen materia.
Refirió que desde el año 1856 se halló en el Paraguay:
que á fines de octubre y principios [de noviembre de 1860
trataba á López con frecuencia: que de repente un dia le
preguntó éste, si se hallaba dispuesto á venir á Buenos
Aires á capturarlos por medios artificiales y engañosos
ó de lo contrario asesinarlos. Que él le contestó á López
afirmativamente, y que ambos quedaron en convenir
después mejor sobre la empresa. Que como pasaban dias
sin volverse ¿tratar del asunto, pretestó ir ala policía á
pedir su pasaporte, el cual no se le daria, sin que prime-
ro se diese parte á López, á su hijo Francisco Solano,
como en efecto sucediera. Entonces el gefe de policía,
Hilario Marcóle recibió con mucha afectuosidad, le dio un
encaja-manos, le hizo sentaren la misma sala de la poli-
cía; y entrando en conversación, le habló de la empresa
proyectada.
Que Pyat le contestó que estaba decididamente deter-
minado á ha'íer efectivo el plan propuesto, y que podia
asegurarle que no desistia del empeño. Que el gefe de
policia le aseguró que estaba admitido el convenio, que el
proyecto se debia poner cuanto antes en ejecución, que se
labraría su fortuna, siendo cumplida su obra, que para
mayor seguridad podia verse condón Benigno, hermano
de López, que lo ratificarla, porque el asunto era favora-
ble á toda la fanailia del presidente. Que de propósito
buscó á don Benigno, le habló sobre el particular, y que-
daron conformes, apoyando lo convenido.
Que volviendo á hablar con el gefe de policia, ledijo
éste que tuviese cuidado de avisarle en el momento opor-
tuno, para facitarle los medios precisos; ya sea buque en
432 GOBERNANTES
Buenos Aires, ya sea en el Paraguay, que todo se le pro-
porcionaría para el efecto.
Que Pyat le contestó que • estaba conforme, y que el di-
nero que precisaba, era como cuatro cientos pesos plata.
Que Marcó no le aprobó, diciéndole que aquella cantidad
era poca, y abriendo un baúl, sacó y contó mil patacones,
que en una^talega se los remitió á su casa con un sirviente
y un policiano vestido de particular, exigiéndole un recibo
en que se decia que aquel dinero se le entregaba para her-
ramientas y para gastos personales.
Que seguidamente á la entrega del dinero, le presentó
y entregó la lista, previniéndole encarecidamente, que si
no podia atrapar á todos lo hiciera empeñosamante con
los tres primeros, es decir: Peña, Serapio Machain y
Fernando Iturburu: que precisamente los asesinase, sino
podia capturarlos.
Que sin pérdida de tiempo se embarcó en el vapor Mar-
qués de Olinda, y llegó á Buenos Aires el 8 de diciembre
de 1860: luego se dirigió á la casa de don Félix Eguzqui-
za, alh encontró al catalán espia de López, Pablo Vinales,
á quien habló y preguntó por las proyectadas víctimas,
y quien se dio por entendido que estaba al cabo de todo;
que tomó la lista, fué adentro, y volvió con laanotaMon
hecha de los domicilios de cada uno de ellos.
Que el catalán le hizo ver lo difícil de la empresa; pero
que no obstante le aconsejó que no perdiera tiempo, ni es-
cusara paso alguno para lograrlo.
Que á poco andar tropezó con grandes dificultades, y
en estas andanzas vino á ser descubierto. Pyat se enfer-
mó gravemente en la cárcel, fué llevado al hospital general
de hombres el 13 de julio de 1861, muriendo á los dos dias.
Se susurró entonces que se le habia hecho envenenar, para
que se concluyera la causa con la muerte del reo, y se
encarpertarael proceso.
El mismo Pablo Vinales tuvo un fin trájico.
DEL PARAGUAY 433
Hallándose gravemente enfermo y próximo su fin, Ló-
pez determinó (15 de agosto de 1862) hacer su testamento,
designando en él, para reemplazarle en el P. E. de la Re-
pública, á su hijo Benigno, general en gefe del ejército ásu
otro hijo Francisco Solano, gefe de la escolta al coronel
Felipe Toledo, escribano de gobierno etcásu favorito Sil-
vestre Aveiro, hasta concluir el período por el que sehabia
él hecho nombrar; y terminado éste se procediese al nom-
bramiento de un nuevo presidente en un señor Lascano,
sujeto de su predilección y digno bajo todos respectos para
ocupar tan elevado puesto.
Cuando don Francisco Solano tuvc) conocimiento del
contenido de aquel testamento se puso furioso haciendo
pedazos aquel documento y mandando decir al moribun-
do que lo rehiciera, siqueria que su última voluntad fuese
respetada. En tales circunstancias, don Carlos Antonio
dejó de existir (10 de setiembre) y por obra y gracia del
vice-presidente Sánchez, in pariíbus^ en unión con él
mismo Solano López, apareció éste nombrado en pliego
de reserva. Hé ahí como los vivos y los moribundos
disponian de los destinos del país como de cosa propia.
Queda, pues, diseñada á grandes rasgos la vida pú-
blica del primer presidente y segundo supreyno del Pa-
raguay, que durante diez y siete años dispusiera á su
antojo de aquel bello cuanto desgraciado país.
. Apenas exhalara López el último suspiro, empezaron
las demostraciones de fino amor y respeto por el emi-
nenie ciudadano^ cuya pérdida, manifestaba el pueblo no
poder sufrir sin dolor y cuyos funerales eran mandados
celebrar por los militares de cada departamento. Todo
el pueblo asistía á ellos para demostrar su sentimiento.
Hacíase en el Paraguay absolutamente lo mismo que lo
que en Buenos Aires se practicaba en la época de la
29
434 GOBEBNANTES
dictadura, por aquello de que lodos los tiranos tienen
niucha analogía entre sí. El claro que en la perpetra -
, cion de iniquidades que uno dejaba, las llenaba el otro
.hasta con usura. Es indudable que de los tres titanos del
Paraguay, el primero y último se llevan la palma en
materia de inhumanidades.
Al año de haber bajado al sepulcro don Carlos Anto-
nio, se inició, lo que equivalía á ordenarse, una suscri-
cion popular, so pena de ser considerado traidor á la
patria, de ciii.co pesns fuertes por persona, nacional ó
estrangero, con el objeto de erigir una estatua ecuestre
en honor y recueiMo de los relevantes méritos del primer
pre^^idente, muerto en el poder. Para el efecto, se nombró
I en el aniversario de su fallecimiento (10 de setiembre de
" 1863) una comisión compuesta de veinte y cinco ciudada-
nos distinguí los y ])i'esidída por don Nicolás Vázquez.
La relación funeraria de don ('arlos Antonio López, pu-
blicada por el entonces redactor de ^? 56'//ia/zar¿o, Ilde-
fonso A. Bermejo, en el número 43i^, correspondiente al
13 de setiembre (18(32), es como sigue:
"En la iglesia de la Santísima Trinicrad yace un tronco
yesto y deshojado, á la sombra de cuyas ramas se cobi-
jó un día el pueblo paraguayo. Se consumió la lozanía
de aquel árbol, pero quedó su fruto en el sentimiento y
en el alma de los que le vieron florecer. No creemos que
las aguas del olvido puedan enturbiarla corriente diáfana
y trasparente que de su nombre lleva la memoria por el
florido campcj de la inmortalidad.
"López creció como la noble palma, y elevada, se espu-
so al huracán de las pasiones, fué ansioso del combatey
desdeñó la tranquilidad á lo cual le pravocaban sus ému-
los y antagonistas: buscólas emociones. Todo lo probó
en la azarosa existencia que soportó durante su adminis-
tración; probó la miel y la hirviente ponzoña que destila-
ron el jugo de su esencia sobre aquel corazón noble^ gene--
DEL PABAGÜAY 435
roso y ardiente que pocos supieron comprender y muchos
calumniar.
"Vanamente se esforzó en vestir ante el mundo su altiva
frente con la fingida independencia. La lucha existia en
su alma y jamás pudo dar la victoria al egoísmo.
"Jamás cayó en el cieno; nunca llegó al torpe vicio.
"Llevó silencioso y con amor su ofrenda á los altares;
consoló al desgraciado en sus últimos dolores, y siempre
que tomaba la pluma para dictaminar se esforzaba en
ayudar al desvalido en sus contiendas.
"El celo fervoroso de su amistad fué lo mismo durante
el dolor, que durante la alegría; alguna vez fué enemigo,
\oi\ieleal\ generoso, pues jamás pudo concebir su espí-
ritu la ^ípocr^^ía. Cuando su semblante, ora audaz, ora
desdeñoso hacia ostentación ya de desprecio, ya de ironia,
era suficiente una mirada cariñosa^ una dulce palabra pa-
ra destruir aquella mala impresión, y para confundir su se- '
vera mirada con la del incauto y candoroso.
"Tal fué el preclaro magistrado á quien la. envidia ha
retratado en ocasiones con los coloy^es mas sombrios\ tal
fué el hombre á quien algunos insensatos han querido com-
parar con el doctor Francia.
"Pero jamás conseguirá el impuro aliento del odio sb-
ca.^ \a. savia generosa que vemos impregnada en todos
los actos de su vida publica y privada. Jamás borrarán
las páginas brillantes que le reserva la historia america-
na. Tampoco el frió aliento del desden entibiará el
fecundo calor que vigorizó su pensamiento, rayos de luz,
emanación del sol, que enciende el Altísimo; rayos de
luz que deslumhran al mismo que procura ofenderla."
1862-1870— LXVI. DON FRANCISCO SOLANO LÓ-
PEZ, BRIGADIER GENERAL, DESPUÉS MARISCAL
vice-presidenteen ejercicio del P. E. de la República, des-
436 GOBERNANTES
de el 10 de setiembre de 1862, el mismo dia del fallecimien-
to de su padre.
Inmediatamente después de este acontecimiento, López
tomó las precauciones que consideró necesarias, empe-
zando por apoderarse de todos los papeles del finado. Re-
dobló las guardias; llenó de patrullas las calles, y en se-
guida convocó al ministerio ó consejo de estado, á quien
leyó el testamento en que se le nombraba vice-presiden-
te y por consiguiente en ejercicio del P. E. ordenando al
mismo tiempo la convocación de un titulado congreso na-
cional y electoral, y espidiendo el siguiente
BANDO
¡Viva la República del Paraguay!
El vice-presidente de la República.
Habiendo fallecido en la mañana, de este dia el Exmo.
señor don Carlos Antonio López, presidente de la Repú-
pública, y resultando nombrado vice — presidente de ella
en el pliego de reserva, firmado por el finado Exmo. se-
ñor, cuyo tenor es como sigue: — **Nos, Carlos Antonio
López, Presidente de la República del Paraguay — Usan-
do déla jurisdicción suprema que el Hon. Congreso Na-
cional me ha conferido en el artículo b^ de la Lev de 3
de noviembre de 1856, para los casos prevenidos en el
artículo 5"* del título IV de la ley de 13 de marzo de 1844,
nombramos para vice presidente de la República al briga-
dier general ciudadano Francisco Solano López, general
en gefe del ejército nacional, ministro de guerra y mari-
na, con el tratamiento de — Exmo. señor Vice-Presidente
de la República; y mandamos,!? que los ministros de
gobierno y de relaciones esteriores ciudadano Francisco
Sánchez, y de hacienda ciudadano Mariano González,
de la Administración cesante, continúen en la del Vice-
presidente de la República.
29 Que el presente decreto se conserve en el despacho
del ministro de gobierno, con el título de — "Pliego de
Reserva de nombramiento de Vice-presidente de la Repú-
DEL PÁBAGUAT 437
blicaporel Exmo. señor Presidente de la República ciu-
dadano Carlos Antonio López, para el caso prvenido en
el articulo 5? del título IV de la ley orgánica de la Repú-
blica" firmado y sellado como corresponde; — y que para
llevarse á efecto el presente nombramiento de vice-presi-
dentedela República, el ministro secretario de gobierno,
convoque á los ministros de hacienda, de guerra y mari-
na y á las corporaciones civiles, militares y eclesiásticas,
y estando presentes en la sala de gobierno abra el plie-
go que contiene este decreto, lo publique, y el reverendo
obispo diocesano tome el juramento nacional al nombra-
do vice-presidente, y le ponga en posesión del gobierno
provisorio, con la solemnidad y formalidades que orde-
na el artículo 5? del citado título IV de la ley orgánica del
pais,
39 Que el mismo dia se publique en la capital, por ban-
do, el presente decreto con la acta ordenada •en el an-
terior artículo 2?, se circule en todas las villas, departa-
memtos y partidos de la República.
49 Que el vice-presidente de la República, con el mi-
nistro secretario de gobierno, convoque inmediatamente
el congreso nacional, para la elección de presidente pro-
pietario, conforme está mandado en el artículo 99 del refe-
rido título IV de administración política de la República.
59 Que reunido el congreso nacional en su sala de se-
siones, se presente el vice-presidente de la República á
hacer la apertura del congreso, en la forma que ordena
la ley nacional, y le dé cuenta por un mensage del perío-
do de su administración.
69 Que si por cualquier causa legítima, el nombrado
vice-presidente de la República no pudiese aceptar el
cargo, los dichos ministros de gobierno y de relaciones
esteriores, y de hacienda, con el teniente coronel coman-
dante de la escolta de gobierno, ciudadano Felipe Toledo
entren en la administración provisoria del gobierno de
438 GOBERNANTES
la República con el título de Exrao. gobierno provisorio
y con calidadde que lo presidirá el ministro de gobierno.
Dado en la Asunción, capital de la República, á los
quince dias del mes de agosto de mil ocho cientos sesen
ta y dos, el cuadragésimo nono de la Independencia na-
cional.
(L*. S.) Carlos Antonio López
Francisco Sánchez.
Y estando llenadas todas las formalidades arriba preve-
nidas, y las que se requiere por la ley: publíquese — Asun-
ción, setiembre 10 de 1862.
"Francisco Solano López.
"" Francisco Sánchez''
A las nueve de la mañana del 16 de octubre se reunió
el congreso» nacional y electoral, y dada lectura del men-
sage de orden, el general López declaró haber llegado el
momento en que el cuerpo colegislador procediese á dar
cumplimiento al objeto parael cual habia sido convocado,
esto e^s, para dar un presidente á la República.
López habia tomado sus medidas tan bien que no habia
peligro de que otro fuese el nombrado. Pero era necesa-
rio un poco de comedia, y la hubo.
Antes de dar principio al acto de la elección y saberse
sobre quien habia de recaer la presidencia, el diputado
Várela manifestó ciertos escrúpulos de conciencia respec-
to de la elección de presidente de la República y agregó
ser el primero en reconocer las grandes cualidades que
revestia el general López para- presidente de la República
y hasta dijo que no encontraba otro en la nación que pu-
diera ser elevado al poder; pero que el acta de la inde-
pendencia nacional declaraba en su segundo artículo que
\a República det Paraguay minea ja7nás será elpatrimo-
DEL PARAGUAY 439
niode una persona ó de una familia^ y que habiendo él
jurado esta ley estaba impedido de dar su voto para
presidente de la República al general López, por ser hijo
del presidente anterior, y pedia á la representación na -
cioubX ({MQ interpretar a esta ley \iB.vQ. su aclaración. El
mismo hermano del general López, don Benigno, cuando
vio que el Paraguay se despedazaba é iba desapareciendo
ora por la guerra, ora por las bárbaras ejecuciones orde-
nadas por aquél, dijo al dictador "que no encontraba pru-
dente llevar adelante una guerra nacida de su propia vo-
luntad y no de la voluntad del pueblo, aconsejándole di-
mitir el mando, y observándole que las repúblicas no ey^an
muebles que se trasmitia7i de padre á hijo por vi a de he-
redad/' Esta franqueza costó- cara á don Benigno.
Con las declaraciones dadas por vnrios diputados que-
daron oompletamente desvanecidos los escrúpulos de
Várela dando en consecuencia su voto por López, quien
fué electo presidente, por unanimidad, por el término de
diez años, y recibido el mismo dia (16). Al siguiente dia
volvió á reunirse para la lectura del mensage de !a corta
administración del general López, y resolvió (21) aprobar
todos los actos administrativos del finado presidente; te-
nerse por documento auténtico el cuaderno de trabajos
preparatorios que el finado habia dispuesto para su men-
sage; aprobar la mediación de la República del Paraguay
en la disidencia armada de la Confederación Argentina y
la provincia de Buenos Aires en el año de 1859; aprobar
los tratados celebrados con los Estados Unidos y con el
rey de Prusia, el 4 de febrero de 1859 y 10 de agosto de
1860 respectivamente y la conducta del vice-presidente de
la República, López, durante los treinta y seis dias que
ejerció el P. E. déla nación.
El general López cumplió la última voluntad de su pa-
dre respecto desús ministros Sánchez y González, inte-
grando el gabinete (29 de octubre) con don José Berges,
para relaciones esteriores y su hermano don Venancio,
k
440 GOBERNANTES
•
para guerra y marina; pero también se vengó del pobre
Lascano, que no había tenido arte ni parte en la última dis-
posición de don Garios Antonio, haciéndole pagar con
crueldad el recuerdo que hiciera de su buen nombre.
Mandóle poner preso, con una barra de grillos, sin per-
mitirle recibir auxilio alguno de su familia, ni comunicar-
se con su virtuosa esposa doña Isabel Guanes, — descen-
diente de una de las víctimas del tirano Francia — ni con
sus hijos, haciéndole morir en aquella prisión, espresa-
mente inventada par^ ese infeliz.
*
Créese con bastante generalidad que la señora Elisa
Lynch, en unión con el entonces deán de la catedral y des-
pués obispo don Manuel Antonio Palacios y el coronel
Wisner de Morgenstern, emigrado húngaro, persuadiese
al presidente López haciéndole creer que nada le seria
mas fácil que constituirse en emperador del Rio de la Pla-
ta. Aún antes, en 1854, hubo un diputado obsequioso
que hiciera en el congreso una moción para crear empe-
rador á López padre, habiéndolo sido de hecho y heredi-
taria la corona en su familia.
Es indupable que el hijo la codició, no perdiendo la es-
peranza de que fuera una realidad, lo que hasta entonces
sólo era un sueño. Durante su permanencia en Paris,
por inspiración de la referida señora concibió la idea que
realizó mas tarde mandando hacer un modelo de corona,
semejante á la de Napoleón I, la cual fué embargada por
el gobierno argentino juntamente con los ricos muebles
destinados para adornar el salón imperial. El mismo Ló-
pez confesó al ministro Washburn que el Brasil le habia
animado á declararse emperador del Paraguay, que era
cosa facilísima, como en efecto lo era, si se hubiera con-
tentado con serlo sólo del Paraguay; pero su estúpida
ambición iba mas lejos; pretendía ser emperador del Rio
DEL PARAGUAY 441
déla Plata, y allí fracasó su insensato plan. Solo le falta-
ba el titulo, pues es sabido que el gobierno del Paraguay,
desde 1811 hasta López, fué mas absoluto y mas despó-
tico que cualquier rey ó emperador.
López llevó su ¡dea adelante, siempre abrigando la espe-
ranza de ver realizado su encumbraílo proyecto: instituyó
una orden del mérito, Á semejanza de Isl legión de honor ^
cuyo alto grado sólo habia de ser conferido al presidente
de la República y al mariscal de sus ejércitos, que era él
mismo, y al gefe de la iglesia en el Paraguay y á losgefes
vitalicios de estados soberanos, en el estrangero.
*
A este respecto dice Mr. Washburn lo que sigue:
"Al comenzar la guerra, López pretendia proclamarse
emperador del Paraguay, si ella resultaba favorable
á sus planes y si conseguia incorporar á su país bastan-
te territorio para dar á aquel dimensiones respetables.
Una vez López le dijo que el Brasil le habia animado á
declararse emperador del Paraguay, y aseguróle que le
era cosa facilísima.
"Llegó hasta instituir una orden deíl mérito, á guisa
de LEGIÓN DE HONOR, cuvo alto grado solo serla conferido
á las testas coronadas ó á príncipes hereditarios de las co-
ronas.
"Además de eso, se sabe que "el modelo de una corona
imperial fué últimamente hallada entre algunos objetos
de real magnificencia que López recomendó á Paris, y
que naturalmente eran destinados para su uso durante y
después de la coronación."
"Como S. M. don Pedro lo trató una vez de grande y
buen amigo y hermano, nutria la esperanza de que el em-
perador podría venir á ser su suegro, dándole en matri-
442 GOBERNANTES
monio, para repartirse su trono, á su hija mas joven. Ló-
pez hizo proposiciones en este sentido, y cuando sus es-
peranzas estaban mas exaltadas, premeditaba hacer guer-
ra de conquista á la Confederación Argentina y aumentar
sus dominios á costa de este país. Pero el emperador,
ya bien enterado de sus instintos feroces, pretirió confiar
su hija á algún yacaré del rio antes de eatregarla á las
tiernas caricias de López. Fué, pues, grande su marti-
rio y sorpresa cuando, en el verano de 1864, le constó
por los diarios que las hijas del emperador iban á casar-
se con los nietos de Luis Felipe. Desde entonces mada-
ma Lynch comenzó á kistarle para poner en ejecución sus
designios imperiales."
^ Así, desde que López subió al poder amamantó el pen-
samiento de llevar á cabo aquella idea, ó por lo menos do-
minar las regiones del Plata. Pero, como el hombre pro-
pone y Dios dispone, le sucedió á López lo que al perro
con su sombra, que se quedó sin el bocado que poseia
y sin el otro á que aspiraba. Preparóse, pues, á la guer-
ra, y para justificar su pretensión, buscó un pretesto
cualquiera, que no le fué difícil encontrar en la cuestión
oriental, completamente agena á los intereses paragua-
yos. Llevó su audacia hasta declarar la guerra á tres
naciones, lanzándose á ella sóbrela marcha sin dar tiem-
po á preparación alguna por parte de sus contrarios,
con bastante arrojo, en la ofensiva, y quedando después
absolutamente reducido ala defensiva, aunque ^hacia
creer lo contrario.
Para despertar entusiasmo en el pueblo y hacer sim-
pática la gigantesca guerra en que hacia lanzar á los ilu-
sos aunque valientes paraguayos, recurrió á lo que se
practicaba en Buenos Aires en la éj>oca de Rosas. A su
imitación, aparecian, casi diariamente, manifestaciones de
fino amor y respeto hacia el mariscal y de frenético en-
tusiasmo por la guerra, hechas por el clero primero y
en seguida por todos los empleados civiles y militares.
DEL PARAGUAY 343
No faltó padre que maldijera á su hijo, esposa que se
declarara viuda viviendo el marido, hermana que se con-
siderara sin hermanos, teniéndolos, etc.; de igual modo
que en Buenos Aires dos hijas renegaban públicamente
de la paternidad del que les dio el ser, declarándose
huérfanos y sin mas padre que Rosas.
Desde la época del primer López existia la costumbre,
para hacer olvidar al pueblo su esclavitud y degradación de
fomentar en él el gusto por las diversiones públicas. Du-
rante el reinado deFran 'ia, estaban prohibidas las reunio-
nes populares de toda clase, y cuando su sucesor hizo de-
saparecer esta restricción, el pueblo se consideraba muy
feliz que se le permitiera reunirse, aún bajóla mas estre-
cha vigilancia de la policia, para bailar, correr carreras^
juego de la sortija, festejos públicos y las corridas de to-
ros. Todos los años, pues, se daban varios bailes por
orden del gobierno, á los cuales era invitada la mejor cla-
se se la sociedad. * Se daban otros de carácter mas demo-
crático al aire libre, del que todos podian participar. Es-
to sucedia generalmente en los aniversarios del cumple-
años del presidente, el diadel patronode la capital, Asun-
ción, de la independencia del estado, y de algún otro acon-
tecimiento importaute de la historia nacional.
La clase de las mu2:eros llamadas peinetas de oro^ á
causa de las muchas alhajas que llevaban puestas, daban
tertulias con frec.uencia, en sus casas; pero en los festejos
nacionales, tenian lugar al aire libre. En la época de Ló-
pez los bailes para todas las clases se daban frecuente-
mente en la plaza frente á la (tasa de gobierno. En estas
ocasiones se preparaban tres distintos salones como otras
tantas categorías de pueblo. En el primero, bien alfom-
brado, se colocaban asientos todo al rededor. A este
asistian el vice-presidente, los ministros de estado, el ma-
yor de plaza y el gefe de policía, y, por supuesto, la clase
mas distinguida de ciudadanos con sus esposas é hijas.
Además de éstos se hallaban las queridas de López y sus
4i4
^^ GOBEfiNANTES
^}!^Tl' •^!'"*° * este salón había otro igual, pero sin
sZ. V ^ ' 'r"" '''^P"'°" -^^ ««^'«í^dos rasos, arte-
V m?. J f "°f ^"^° ^^ ^^ ^'*«« <^« peones- Hombres
ymugeres ,ban descalzos. La última división era para
peones vT.^ '"' T'^'^'P^ndo del baile los soldados,
todas In 1 °'- ^^' *'*"' categorías empero bailaban
las mvitaciones, las cuales equivalían á una orden Tanto el
coíeal'' n" 'f""' ^^' ''' en Corrientes, el. cual se d"o ser
triuí? P^'" '^"'"■'•°' ^' ^"^' «"t'-e ™»«hos otros, asis-
fran oos¿«V°'"^'"' f '°' ''^"'^'«^ "^«í ejercito y armada,
D^nonoH 'P"" "' ^°^^''"°- Como el supremo Lol
peznopodiaas,st.r á todos los grandes bailes, se coloca-
*/ QUe deb?« . '"'^ f '^^ *''°"°' hechoespresamente,al
/ m^smo^n"""' "' P'-opio homenage, cual si fuera él
1; mismo en persona.
soñr/r i""'''" 'osP^¡""eros pasos hacia el imf,erio en que
sonaba López, sugerido por su hábil dama.
• .n^^r" ^'"''' ^f ^ *^' -'""^ <1«^*)' di« «le Sa» Francis-
co Solano, cumple-años del presidente, en el que se iba á
naugurar.el nuevo trono, fué anunciado como dado por '
los ciudadanos de la Asunción. Se dijo que' iba á ser lo
mas grandioso como que era una cosa nunca vista antes
en el Paraguay; pero dio fiasco el plan del supremo Ló-
pez, poniéndose furioso al verse sentado en el trono de
gran etiqueta y notar á todo el cuerpo diplomático vestido
en trage de soirée.
En el aniversario de su cumple-años que siguió á su
elevación al poder, los bailes, corridas de toros y carre-
ras duraron un mes entero.
^ Igual cosa se repitió en todos los pueblos de la campa-
na en celebración del nriismo hecho. Lo del retrato y
las demostraciones de alegria era exactamente análogo
DEL PARAGUAY 445
á lo que se. practicaba en Buenos Aires en tiempo de Ro-
sas.
López habia protestado (30 de agosto de 1864) contra
la invasión de la República Oriental del Uruguay por el
ejército brasilero, considerándola un casus helli^ y en esa
virtud precipita los sucesos sin arte ni cordura.
Esta misma protesta tiene su significado político en la
via de su ridicula pretensión de hacerse coronar empe-
rador del Rio de la Plata.
Para eso queria llamar la atención del mundo figuran-
do como un gran diplomático y guerrero. Y haciendo
hincapié en tan ridicula creencia, se dejó arrastar, de
error en error, hasta su final trágica caida.
*
El Paraguay empezó á prepararse activamente para la
guerra á principios de 1864, y en marzo del mismo año
López estableció en Cerro León un campamento militar,
en que adiestraba para la guerra un ejército de treinta mil
hombres, de diez y seis á cincuenta años de edad.
En la Encarnación se disciplinaban diez y siete mil
reclutas, diez mil en Humaitá, cuatro mil en la Asunción
y tres mil en la Concepción. El total de hombres que se
disciplinaron en los seis meses que trascurrieron de mar- ^
zo á agosto de 1864, se eleva á sesenta y cuatro mil,
sin contar unos diez mil que murieron en este período.
Con motivo de la protesta contra ISi invasión brasilera en
el Estado Oriental, hubo en el Paraguay grandes demos-
traciones (por orden del gobierno) " en favor de ella.
Todo el mundo, sin escepcion alguna, hasta señoras
y niños, so pena de pasar por traidores á la patria, tu.
vieron que firmar, á lo federal de Rosas, manifiestos
ofreciendo al gobierno, que no era otro que López,
446 QOBEBNANTES
SUS vidas y sus bienes para defender su causa. Igual
cosa sucedió en todos los pueblos y aldeas del Para-
guay.
La declaración' de guerra por López se inició por el
apresamiento del vapor "Marqués de Olinda" (4 de di-
ciembre) con sus pasageros y tripulación, los que fueron
desembarcados y encerrados en un galpón como prisio-
neros de guerra, incomunicados y muy mal tratados. A
algunos seles concedió mas tarde permiso para bajar á
Buenos Aires, el resto de los prisioneros fué interna-
do, sufriendo horribles privaciones y muriendo de ham-
bre la mayor parte. "El Marqués de Olinda" armado en
guerra, entró luego á formar parte en la escuadra para-
guaya.
A este acto inicuo siguió la espedicion á Matto Grosso,
la toma de Coimbra, la destrucción de ciento cincuenta
hombres entre muertos, heridos, enfermos, etc., fusila-
dos, lanceados, muertos de hambre, de cansancio en sus
largas jornadas por los cerros á pié. Todo su plan dis-
paratado de campaña, si así puede llamarse el mandar
un pequeño número de hombres bisónos que fueran á es-
trellarse contra otro mucho mayor; prometiendo á sus
gefes superiores el envió de los elementos necesarios é
indispensables, no solo para triunfar, ni aun. para la de-
fensa, y dejándolos colgados, y encontrando en conse-
cuencia una muerte segura. Todo esto, mientras él ha-
cia una vida de rey, comiendo, bebiendo buenos vinos,
fumando ricos cigarros, jugando con sus hijos, etc. y
todo por una ambición desmedida y un egoismo sin una
pizca de patriotismo. ¡Dios le perdone los numerosos
males que ocasionó á su patria, digna de mejor suerte!
No deja de ser curioso que del seno del Paraguay, y
en la época de López, saliera una protesta sobre lo que
E asaba fuera de su territorio, justo ó injusto, y que no hu-
iese una sola voz dentro del mismo territorio que se atre-
viera á protestar contra lo que allí pasaba. El Paraguay ha
DEL PARAGUAY 447
estado preparado ' para la guerra desde mucho antes que
la política brasilera hubiera dado pretesto para que López
formulase su decantada protesta en favor del equilibrio
del Rio de la Plata. ¿Por qué no habia protestado antes
sobre el equilibrio de los poderes públicos y de los de-
rechos de los ciudadanos del Paraguay , su propio pais?
Cuando hubiera realizado esto, como sucede en todo pais
verdaderamente libre, entonces habría sido la oportunidad
de pretender el equilibrio de los poderes vecinos.
Es muy probable que la manifiesta filantropía de López
deque más adelante diera tan sangrienta prueba, le ha-
bría llevado fatalmente hasta buscar el equilibrio de los
estados del Pacífico, terminando por el de las primeras
potencias de Europa.
Su generosa mediación, en 1859, en el Rio de la Plata,
si bien naciera del servicio prestado por el general Urqui-
za en el conflicto del Paraguay con los Estados Unidos,
su principal tendencia parecia ostentar su grande inte-
rés por la paz y armonia de sus vecinos; pero con la espe-
ranza de que la oportunidad se le presentase para formu-
lar su protesta, por fas 6 por nefas, á fin de realizar la
declaración de guerra que tanto anhelaba para sus fines
personales, y de nitigun modo patriótico, como el lector
tendrá ocasión de conocer mas adelante.
Acto continuo, Lo[)ez se apoderó (13 de abril, jueves
santo de 1865) de dos buques de guerra argentinos, de-
sarmados, en el puerto de Corrientes, y ocupó el dia si-
guiente (viernes santo) la ciudad por sorpresa, después
de haber dado seguridades al gobernador Lagraña de lo
contrario, según nos lo ha referido él mismo, pocos dias
antes déla invasión paraguaya á aquella ciudad. In-
vade con un cuerpo de ejército la provincia de Rio Gran-
de (mayo), el cual se ve obligado á rendirse (18 de se-
tiembre) en laUruguyana.
Pretende igualmente sorprender con su escuadra á la
448 GOBERNANTES
brasilera y es completamente derrotada (lí de junio) en
el Riachuelo, en Corrientes. Con este natural contraste
y el de la Uruguayana, el ejército de ocupación evacúa
la provincia invadida. Los aliados al fin (Tuzan el Para-
ná y tienen lugar las batallas del Estero Bellaco (2 de
mayo de 1866) y la de Tuyutí (24 de mayo). Al ataque
deCuruzú(3 de setiembre) sigue la conferencia de Ya-
taití-Corá, en la que habiendo podido López terminarla
cuestión con honor para el Paraguay, su fatuidad le ce-
gó, y viéndose humillado, prefirió llevar la guerra ade-
lante.
El carácter doble del mariscal López puede pintarse por
el rasgo siguiente:
Mr. Gould, secretario de la legación británica en el
Rio de la Plata, deseoso de hacer cesar una guerra tan
desastrosa, redacta unas proposiciones de paz que fue-
ron formalmente aceptadas por López, las cítales han sido
favorablemente recibidas por los aliados. El art. 89 decia:
"S. E. el mariscal presidente, apenas concluido el tra-
tado de paz ó sus preliminares, se retirará á Europa,
dejando el gobierno en manos de S. E. el vice-presidente,
quien, según las prescripciones Je la. constitución de la
República, queda con el mando en casos análogos." Mr.
Gould, cuya conducta era digna de los mayores elogios
por el arreglo de aquellas condiciones de paz tan alta-
mente favorables al Paraguay, y que. habian sido acep-
tadas por ambas partes, recibió una nota del ministro
don Luis Caminos que se publicó en todos los diarios de
Buenos Aires, desmintiendo el asentimiento de López á
aquel articulo y declarando no ser él sino los aliados los
que hubiesen hecho esas proposiciones, y agrega que "él
habia previ ame7ite declarado que el art. 89 no podía ser
ni discutido por él; y siendo este párrafo dictado por el
mismo López.
"Por lo demás, puedo asegurar á usted que la Repúbli-
ca del Paraguay nunca manchará su honor y su gloria
DEL PARAGUAY 449
consintiendo que su presidente y defensor que le ha da-
do tanta gloria militar, peleando por su existencia, baje
de su puesto, y menos aun que sea espatriado del teatro
de su heroismo y sacrificios, porque estas son las mejo-
res garantías para mi patria, de que el mariscal López
correrá la suerte que Dios tiene reservada á la nación
paraguaya."
Podrá juzgarse de la veracidad de López por la carta
de Mr. Gould dirigida al ministro de relaciones esteriores
del Brasil, en consecuencia de las esplicaciones pedidas
por este miembro del gabinete de Rio Janeiro.
Es como sigue:
Buenos Aires, 6 de octubre de 1867.
Señor ministro —
En respuesta á una carta que me entregara el señor
Malhews, y en la que vd. llama su atención sobre una
nota del señor Caminos, secretario del presidente López,
tengo el honor de declarar á vd. que la aserción hecha
por este señor, con el evidente objeto de echar sobre las
potencias aliadas' la iniciativa de las proposiciones de que,
con el asentimiento del presidente López, he sido yo el
intermediario oficioso, es enteramente falsa.
Coma vd. lo sabe, señor ministro, no ha tenido lugar
ninguna inteligencia anterior entre nosotros, ni entre mí
y alguno de los generales aliados en cuanto á un asunto
completamente ageno á mi misión oficial. En las dife-
rentes entrevistas que he tenido con el presidente López
y el señor Caminos, me he limitado simplemente á emi-
tir la opinión, bien fundada, de que, contal que S. E. se
retirase del Paraguay, las potencias aliadas se mostra-
rían todas dispuestas á hacer á su país las concesiones
mas generosas.
Aprovecho esta ocasión para espresar á vd., señor mi-
nistro, la seguridad de mi consideración muy distisguida,
•
G. F. Gould.
30
450 GOBERNAKTES
•
Antes que. fuese conocida esta respuesta de Mr. Gould,
el StandT^rdde Buenos Aires, decia: "López, cuyo va-
lor indómito se elogia, no ha sabido sacrificar su indivi-
dualidad en bien de su país. No conoce ninguno de los
sentimientos que inspiran el sacrificio personal á las al-
mas nobles y elevadas. Los pigmeos serán siempre
pigmeos, aún colocados en la cima de los Alpes. El ge- .
fe paraguayo puede ser gran general y supremo todavía
mas grande; como patriota no es nada. Se bate, Vio por
su país sino por su persona, y en adelante no se lepue-»
de defender ante un público que sabe hacerse respetar.''
El 22 de setiembre de 1866 tiene lugar el ataque de Cu-
rupaití, en el que los aliados son rechazados con mucha
pérdida, principalmente del ejército argentino, pero re-
tirándose en orden, sin salir el ejército del déspota de sus
atrincheramientos. La escuadra brasilera fuerza (15 de
agosto de 1867) el paso de las baterías de Curupaití.
Con m otivo de la muerte del vice-presidente de la Re-
pública Argentina, doctor Marcos Paz, retírase el general
Mitre del teatro de la guerra (enero de 18'68), sucedién-
dole en el mando en gefe del ejército aliado el mariscal
Caxías. La escuadra brasilera fuerza (18 de febrero) e]
paso de las baterías de Tttumaitá y los acorazados son,
de orden estúpida de López, atacados por^ canoas para-
guayas, dando por resultado el que debia esperarse.
Frustrado López en la ridicula pretensión de que las
canoas se apoderasen de un acorazado por lo menos,
emprende la retirada de Paso-Pucú á Timbó y de allí á
la línea del Rio Tebicuarí. Un movimiento general de
los aliados (21 de marzo) colocó á los paraguayos en el
necesario caso de abandonar, como lo efectuaron al dia
siguiente, las baterías de Currupaity.
Como los acontecimientos se iban sucediendo con harta
rapidez de un modo declaradamente adverso para la cau-
sa de López y del Paraguay, muchos ciudadanos encabe-
zados por el ministro Berges, que era hombre muy sensato
DEL PARAGUAY ' 451
habiéndolo probado cuando tuvo lugar el combate del 25
de mayo de . 1865 en Corrientes, concibieron el sano y
patriótico pensamiento de firmar y dirigir al mariscal
una petición, suplicándole, en la imposibilidad de triunfar
del ejército aliado, á nombre de la patria y del pueblo
paraguayo, hiciera el sacrificio de dimitir el mando en
una persona que, por medio de tratados honrosos, salva-
se á la nación de su total esterminio. López clasificó esa
mqjdida de conspiración con intenciones revolucionarias
(junio) é inmediatamente mandó prender á todos los fir-
mantes, y remachándoseles hasta tres barras de grillos,
los declaró traidores á la patria, cuya tumba cavaba;
confiscó sus intereses, deportó á sus familias al interior
del país haciéndolas perecer en las torturas ó er> las pri-
meras filas del ejército, sin salvarse el obispo Palacios que
tanto habia contribuido á esas enormes demasías.
Parece indudabléque en el mes de julio de 1868 habia en
la Asunción un círculo que creia conveniente un cambio del
personal del gobierno del Paraguay, con el objeto de
tratar con los aliados. Se creia con generalidad que el
ministro americano Washburn fuese el centro de ese cír-
culo, el cual comprendió á muchísimos estrangeros re-
sidentes. Las ideas de éste círculo fueron comunicadas
á López que vino á la Asunción á propósito y pareció
recibirlos después y atenderlos. Esta atención de parte
de López indujo á varios paraguayos'áentrar en el mis-
mo modo de pensar.
Vuelto López al ejército dio órdenes de prender á todos
los complicados y remitirlos presos al ejército. Casi to-
dos fueron sacrificados.
La guarnición de Humaitá, sitiada y bloqueada por to-
das partes, opera su pasage, (24 de julio) al otro costado
del rio al Gran Chaco, aunque después (6 de agosto) se
452 GOBEÉNANTES
rinde, y á los pocos dias (22) los paraguayos evacúan las
baterías de Timbó, al norte de Humaitá. A los seis días los
aliados se enseñorean de la línea del Rio Tebicuarí, y Ló-
pez se retira á Villeta. En octubre (8) cuatro acorazados
fuerzan las baterías de Angostura y la vanguardia del
ejército brasilero cruza (5 de diciembre) el Rio Paraguay
y desembarca sin oposición alguna sobre la margen iz-
quierda en San Antonio.
Después de varias acciones (21 á 27 de diciembre), Ló-
pez se ve compelido á abandonar las Lomas Valentinas,
y, acompañado de unos cuantos ginetes, se abre paso
por entre el enemigo y llega á Cerro León.
Las célebres baterías, mandadas por el coronel Carrillo
y el teniente coronel Jorge Thompson, se ven (30 de diciem-
bre) en la necesidad de rendirse, y el mariscal Caxias en-
tra (1 de enero de 1869) en la capital del Paraguay, que
la encuentra sin gente y declara terminada la guerra. Sin
embargo, sólo era el segundo acto de,ella; faltaba el terce-
ro, que termina con la fuga precipitada de López sin sujetar
su caballo hasta Cerro León, y como aún no estaba saciada
su sed de sangre y de destrucción, no dejó casa, cerco ni
huerta que no fuera arrasada; mandó atormentar y ejecu-
tar á muchas mugeres hasta que al fin terminó su existen-
cia (19 de marzo dé 1870) en Aquidaban. .
El vizconde de Pelotas, gefe brasilero, al ver á López
casi exánime, pretendió tomarle la espada desenvainada
que conservaba en la mano, mas él hizo aún ademan de
herirle con ella, respondiendo con voz arrogante y firme
"que moriría con su espada en mano y por su patria."
El vizconde mandó entonces aun soldado que lo desarma-
se y fué en la lucha con éste que dio el último suspiro,
sin recibir ninguna otra herida.
Al terminar debemos declarar que no hemos pretendido
DEL PARAGUAY 453
ni pretendemos escribir una historia detallada de la pro-
longada campaña del Paraguay, bastante bien y estensa-
mente referida, especificando sus variadas y múltiples
peripecias por testigos oculares cuyas obras están al al-
cance de todos, tales como, las de Masterman, Thompson,
Washburnetc, délas que hemos tomado algunos impor-
tantes datos.
Mr. Washburn (1) se espresa respecto de López del mo-
do siguiente:
"La historia no presenta el ejemplo de un tirano tan
despreciable y cruel que á su caida no dejase un amigo
entre su propio pueblo; ningún apologista ni defensor,
ningún secuaz ni participante de sus infamias, que pro-
nunciara una palabra en paliación de sus crímenes; nin-
guno que sintiese su muerte, 6 que mantuviese lamas mt-
nima centella de amor por su persona ó su memoria;
ninguno que rezase una oración por el descanso de su
alma. A este respecto, López sobrepujó á todos los tira-
nos que jamás vivieron. No bien muriera, cuando todos
auna, elgefe, el subalterno que aplicaba el tormento, el
soldado que obedecía pasivamente, la madre-que le en-
gendrara y las hermanas que una vez le amaran, todos
se unieron para denunciarle como un monstruo sin igual;
y de toda la nación paraguaya, quizá no haya uno délos
sobrevivientes que no maldiga su nombre, atribuyendo á
su locura, egoísmo, ambición y crueldad todos los males
que su desgraciado pais hubiese esperimentado. Ni una
familia queda que no le acuse de haber destruido la ma-
yor parte de sus miembros y reducido á los sobrevivientes
á la miseria y á la necesidad.
"Era una deformidad mental como moral, un monstruo;
y por consiguiente seria ocioso tratar de analizar ó esti-
(1) V. The History of Paraguay.
454 GOBERNANTES
mar SU carácter como un ser que raciocina, sujeto á las
pasiones, impulsos y motivos que se suponen inspirar á
todos los miembros de la familia humana. Destituido de
los sentimientos de humanidad, no le guiaban los motivos
que rigen la generalidad del género humano. Fué una
escepcion, sui generis. Fué tan diferente de los demás
hombres como lo habia sido Francia; pero de otro modo.
Este envió una maldición como su último mensage á su
padre, sin acordarse de sus hijos naturales, que anda-
ban vagando abandonados por las calles de la Asunción.
El carácter de López qued^ redimido por el hecho de tener
miramiento porsus hijos naturales; pero ese miramiento
era de una naturaleza tan pervertida que escitaba muchos
de sus mas atroces actos. Fué para enriquecer á sus
hijos que robó á tantos millares de personas, á quienes
después mandara ejecutar para que nunca puedan recla-
mar lo suyo. Pero el ti'atamiento que dio á sus padres
fué infinitamente peor que el de Francia.
"La maldición de Francia solo era la ebullición del mal
humor; pero toda la carrera de López, desde la época de
su predecesor, quien, aunque no era su padre, siempre
era como un padre para él."
Según sedijo, no bien exhalara Carlos A. López el úl-
timo suspiro, cuando .sus mas íntimos amigos, sus conse-
jeros y todos aquellos á quienes habia mostrado algún
apego, ó en quienes hubiese colocado alguna confianza,
fueron inmediatamente arrestados; y los mas de ellos,
después de una larga prisión, durante la cual fueron so-
metidos almas cruel tratamiento y prolongados tormen-
tos, los cuales 6 murieron 6 se les di6 muerte; en toda
la última parte de su carrera, Solano López despreció los
consejos y rehusó las peticiones y ruegos de su madre. A
su hermano menor y á los maridos de sus dos hermanas,
sometió á la mas refinada é intensa miseria, y finalmente
los mandó matar. A su hermano mayor lo arrió adelante
á las cordilleras como una bestia feroz, mandándole azota-
DEL PARAGUAY 455
todos los dias, hasta que estuvo para morir, cuando le hizo
matará lanzazos. Sus hermanas y madre fueron someti-
das al mismo tratamiento, sólo que no fueron ejecutadas
por la muerte del monstruo; pero él habia dado orden
antes qué ninguna de ellas escapase, cualquiera que fue-
se la contingencia de la lucha. Habia instruido á los
carceleros de sus hermanas, qué les diesen á una y otra
cincuenta palos al dia hasta que murieran; y ya habia fir-
mado la orden para la ejecución de su madre, cuando los
brasileros inesperadamente cayeron sobre él poniendo
término á su terrible carrera. A principios de su admi-
nistración, la antipatia y animosidad que parecia abrigar
por todos los viejos amigos de sus padres fueron asunto de
observación entre aquellos estrangeros que podian con-
versar entre sí sin temor deque se refiriera su conversa-
ción á la policia; y mas de una vez se citaron estas pala-
bras como pronosticando su miserable fin: "El hijo que
se burla de su padre, y desprecia obedecer á su madre,
los cuervos del valle lo han de recoger, y las jóvenes águi-
las lo han de comer." López, desde el principio de su
carrera como presidente, atraia esta maldición sobre sí.
Cayó en el barro del Aquidaban, y fue sepultado sobre
sus márgenes tan poco cubierto de tierra que es mas que
probable que la maldición pronunciada por Salomón,
por la falta de respeto y de desobediencia filial, se llevara
literalmente á cabo.
López, como todos los tiranos, tuvo sus propagandis-
tas, tanto en el interior de la República Argentina como en
el esterior, oficiales unos y oficiosos otros, entre los cua-
les se encontraban en primera línea el doctor Alberdi,
monsieur Mannequin, etc. que lo pintaban como un héroe^
un gran patriota, un Napoleón I, defendiendo á su país
que él mismo hundiera, porque cada día veia mas lejano
456 GOBERNANTES
el de la realización de áU desmedida cuanto insensata am-
bición. Era Alberdi el acérrimo defensor y asesor duran-
te la guerra del Paraguay, contra los enemigos de su país;
rprestó un apoyo ruinoso álos comisionados de los pri-
meros empréstitos de aquel país; en una palabra, fué in-
consecuente consigo mismo, defendiendo el país y la
política que antes habia atacado, solo porqué en esta
guerra figuraban hombres para con quienes abrigaba una
inveterada antipatía: El doctor Alberdi no negó el hecho,
solo que lo esplicó á su favor.
* *
Don Manuel Castillo templó su lira publicando en
El Nacional de Lima del 13 de noviembre de 1869, una
bella composición bajo el epígrafe Al Paraguay, Bella,
bajo el punto de vista literario, y su estro es digno del
inspirado cantor deTrafalgar, sobre cuyo molde está va-
ciada la forma y el giro de esta producción. Sin embar-
go, bajo el punto de vista histórico, ella es errónea, si se
atiende al mezquino papel de aislamiento anti-americano
y egoísta, en que el Paraguay se encerrara, mientras que
los héroes que el poeta rememora vertian su sangre en
holocausto del bello ideal que hoy deplora, coartado siem-
pre por los 'Velazco, los Francia y los López.
Dicha composición es como sigue:
«
AL PARAGUAY
¿A dónde están América tus dias
De fraternal unión v de ventura?
¿Tus proezas á dónde?
Cuando á los campos del honor corrías
Con ínclita bravura
A postrar un león? Habla, responde.
DEL PARAGUAY 457
¿Qué de tus hijos, fué, los inspirados
Que dejando su hogar y su fortuna
Tornáronse impertérritos soldados?
¿A dónde está el padrón de tus victorias?
¿Dónde tus Andes, y tendidos llanos
Sellados con tus glorias?
¡En ellos, duermen ya cien mil tiranos!
Los encubre el sudario de tres siglos
Eternos de anatema.
Que del trono Español fueron diadema!
¡Todo ha pasado yai la misma no eres,
Tu indómito valor, ya no es el mismo:
Así, cual mercaderes,
Y frios, como es frió el egoísmo
Tus proceres están. Tu noble espada
Está sobre el escudo * .
En el silencio mudo
Entre el polvo y orin, arrinconada.
América, tu crimen,
Es el crimen nefasto de esa Europa
De inmenso poderlo.
Helada como el cálculo sombrío.
A su presencia gimen
Los hijos de Polonia estrangulada,
Polonia abandonada,
Al furor cruel de su verdugo
Y, ella, siquiera, ni mirarla plugo.
Polonia, en tanto, espera
Y, para qué esperar? ¡Fuerza es que muera!
Así,. . . .debe morir sin valimiento
El noble Paraguay de muerte herido;
Cárdeno el labio congeló su aliento;
Apenas en su pecho hay un latido,
458 GOBERNANTES
La moribunda luz de su pupila
Entre el ser y el no ser, pálida oscila.
Qlacial, indiferente
El mundo de Colon en su camino.
El sacrificio criminal consiente
Y, marcha imperturbable á su destino!
¡Fatal miseria humana!
Sublévase la sangre Americana:
A la cara resalta la vergüenza
Mirando tu baldón, pueblo argentino!
Tu propia mano te causó la ofensa,
Embotaste el puñal del asesino,
En el seno infeliz del tierno hermano
Y, para colmo del ultraje ¡insano!
Al traidor de Uruguay, y al Brasil rudo
Mendigaste alianza
Para que fueran de tu mengua escudo,
Entonce, hiciste alarde
De tu firme poder, que lanza á lanza
No te atrevieras no, turba cobarde;
Cain no fuera como tú. El delito
Consintió el corazón, armó su mano
Y. después, ¡el silencio rasgó el grito!
América indignada
Miró la felonía
Y agolpó á su megilla delicada
Toda la sangre que en su seno hervía.
La cuna de los mártires sagrada.
Patria de Pueyrredon y Necochea,
Bajándose á los pies de los monarcas
Para extinguir la Tea
Déla alma libertad, con mano fuerte.
¡Aberración atroz! y sangre y muerte
Sobre ageno dominio.
DEL PARAGUAY 459
Esparció desleal en sus comarcas,
Cual siniestro cometa de exterminio.
Sombras de San Martin y de Belgrai^o,
De Güemes y Gorriti, esclarecidos,
Que formasteis un pueblo soberano;
Que fuisteis de los déspotas temidos;
Perdonad, perdonad! Mi ardiente Lira
Conserva en sus bordonas,
Para el dolo y doblez eterna ira.
Para la heroica abnegación. Coronas! *
¡Salud, generación afortunada!
Yo tengo para vos, amor profundo.
Generación viril, con vuestra espada
Triunfó la libertad, de medio mundo.
Vos, enclavasteis en la sien nevada
Del altivo Pichincha, vuestra enseña,
Y el Andes se aplanó con vuestra planta,
Que era la causa que abrazasteis, santa.
Mas hoy tantos blasones.
En que estuvieron vuestros ojos fijos,
¿A dónde, á dónde están? Sucios girones,
El lábaro tornaron vuestros hijos
Y no supieron estimar la herencia, *
Imbéciles, trocaron •
En vil esclavitud, su independecia.
La horrenda tiranía.
Por cuatro lustros desgarraba el seno
De esa prole doliente, .
Y el déspota insolente
Apagó su calor, con mano fria.
Helos allí revueltos en el cieno
Representando el drama,
Que eternamente su conciencia infama,
Eternamente sí; cuervos son esos
460 GOBERNANTES
Embotados en sangre, de su presa
Muerden el corazón, roen los huesos.
¡Maldición! maldición, á los tiranos
Que tienen el instinto de la hiena!
Para lo noble y bello, son enanos;
Y crecen al forjar una cadena.
Los pueblos desolados,
Y sometidos al infame yugo,
Nunca se vieron á la gloria alzados,
Sujetos al cordel de su verdugo.
El indefenso pueblo, no es culpable,
Es culpable el que tuerce su camino;
La razón y el derecho, son el sable;
¡Tal es la condición de su destino!
En vano el Uruguay con ardimiento
Su causa defendía:
Una mano traidora le vendía
A precio bajo y vil ¡Treinta dineros!
El Judas recorriendo los senderos
Recónditos del crimen,
A su carrera le faltó el aliento.
Bajo su planta gimen
Las furias. De su planta
Ascienden sus cabezas lentamente
Pegadas á su cuerpo, y de repente
Le aprietan y sofocan la garganta.
¡Manes de Paisandú! sagrados manes!
Que vagáis silenciosos en la noche
Al tibio rayo de menguante Luna:
¡Fantásticas visiones!
¿Qué fué de los ilustres capitanes
Que os llevaron al templo de la gloria:
Cuando al clamor de muerte, una poruña,
Aquellas vuestras ínclitas legiones
DEL PARAGUAY 461
Giraron sobre un punto,
Con bárbara arrogancia
Y eclipsaron las glorias de Sagunto,
Esparta, Zaragoza y de Numancia?
¡Conjunto misterioso!
Porción enaltecida!
La humanidad deplora vuestra suerte.
¿Quién no vio vuestro pecho generoso
Agitarse al impulso de la vida
Para entonar el cántico de muerte?
Reposad en la paz, dolientes sombras;
No turbe vuestro sueño el sacrificio
De la patria de López, ¡quién me diera
Ocultar la maldad, la felonía
De un pueblo que traiciona.su bandera,
De una grey que se llama monarquía!
Empero, ¿quién enfrena
La lira del dolor, si con sus notas
Hónrase la verdad? Ella condena,
Y á las generaciones mas remotas
Lleva su vibración, y allí campea
Y allí estala verdad — ^La verdad, sea.
Quizá mi dulce lira,
Inspirada por noble sentimiento.
Contra los pueblos estallando ira.
Sin prevenirlo, destempló su ace.nto.
Quizá oo pudo mi convulsa mano,
Sugetar el latido
Del corazón herido,
Con la muerte de un pueblo americano.
¡Un lívido cadáver! ....
Sobre un lago de sangre está tendido:
El fuerte acero cnWe la verta mano
Aun conserva el reflejo de la gloria
462 GOBERNANTES
Parece qué el Titán está dormido;
Parece que se alzara el Soberano,
Del solio resplendente
A retar al despótico tirano,
Escándalo y baldón de un continente.
¡En América un rey! es la ironía
Llevada ala demencia, y sin embargo
En América un Rey, en claro dia
Impera en el Brasil cuyo letargo
A la superstición abre la puerta
Y el pueblo no despierta . . .
Ni puede despertar. Los que durmieren
Bajo el peso glacial de esa librea
En su mente infeliz, jamás sintieron
Cruzar como relámpago una idea.
La delicada flor nunca germina
En profundos y ardientes arenales;
Porque el Sol del Brasil, quema y calcina.
Ese pueblo buscaba en su delirio
A su frente un laurel, teñido en sangre.
Y señaló un rincón para el martirio.
¡El noble Paraguay! Rincón oscuro,
Pero grande y sublime, en cuyos brazos,
Tres naciones rodaron en pedazos .
Cien veces y otras cien, contra su muro.
r. ¿Quién no te ha visto, Paraguay, luchando.
Por casi un lustro sugetando ardiente
El bárbaro torrente
Desbordado á tu pié? Tú señoreando.
Palmera solitaria del desierto
En ruda tempestad, ¡ay! no sabias
Que eran contados tus preciosos dias
Del tiempo en el reloj: ¡Estaba abierto
El inmenso sepulcro de lu gloria,
Mas heroica y pujante que la historia!
DEL PARAGUAY 463
En vano retemplabas tus legiones
Al embate marcial del heroismo;
Tres naciones al fin son tres naciones
Ante ellas ¿qué eras tú? ¡frágil guarismo!
Y, por eso tus hombres perecieron,
Y su furente saña,
Cuando la muerte la mirada empaña,
Tus diáfanas mugeres recogieron.
Y endureciendo sus esbeltas manos
Combatieron al pérfido enemigo,
Y arrastraron consigo
A la inerme niñez, y á los ancianos.
Oh! pueblo de titanes
De agreste fortaleza,
¿Quién pudo dominar tus huracanes
Ni ver el pedestal de tu grandeza?
¿Qué espíritu de fuego en tí se anida?
¿Quién te pudo inspirar tanta bravura?
¿Quién era el alma de tu heroica vida
Nación americana, sin ventura?
Era López tu espléndido caudillo
Raudo planeta, corazón de acero.
Cuyo potente brillo
Pudiera iluminar el orbe entero;
Cuya fulmínea espada,
En el templo inmortal está colgada.
¡Salud mil veces, capitán famoso!
No me es dado loarte en mis cantares,
Porque pálidos son, tú eres coloso
Exánime y caido,
A quien no pueden contener los mares
Ni límites poner, nunca el olvido.
464 GOBERNANTES
«
Allá en la noche oscura,
Cuando resbalan sus postreras horas,
Se vé cruzar blanquísima figura
Tan bella, como bellas las auroras
Por el campo doliente
En que reposa la nación valiente....
Y prosternada en la sagrada tumba
Arranca de su alma un alarido
Tan hondo y funeral, que repetido,
En el confín de América retumba.
Manuel Castillo.
Lo que decimos de ambos López queda confirmado p8r
lo sucedido personalmente con el autor de la presente
historia.
Tal era el celo abyecto de los funcionarios de López,
donde quiera que estuviesen, tanto dentro como fuera del
Paraguay, que espontáneamente se prestaban á su ser-
vicio, sin necesidad alguna, como se verá por el hecho
que, aunque insignificante, vamos á referir.
Dirigíamos el Colegio Mayo en esta ciudad, en el que
educábamos entre otros varios jóvenes paraguayos de
familias pudientes, á quienes mostramos la caricatura de
López, padre, que acompaña al folleto titulado **Carta pri-
mera de don Luciano Recalde al Presidente López del Pa-
raguay" 1857. En este folleto López está representado de
gran uniforme con grandes charreteras de brigadier gene-
ral, un gran sombrero paraguayo antiguo, con todas
sus condecoraciones y emblemas de su gobierno mercan-
til de yerba, tabacos, maderas y dulce, y en la mano os-
tenta el decreto parodiado de derechos y garaiitias á los es-
trangeros. Nuestro objeto al motrárselo era el de saber si
tenia alguna semejanza á Carlos A. López y nos contesta-
ron que, esceptuando la parte ridicula, le era muy parecido.
Uno de ellos, que, mas tarde llegó á ser vice-presidente
DEL PARAGUAY 465
de la República del Paraguay, en cuyo puesto dejó de
existir, nos lo pidió, con toda candidez é inocencia, para
llevar á mostrárselo á su apoderado que lo era el cónsul
paraguayo, quien, al verlo, en el acto lo destruyó, agre-
gando que los patriotas paraguayos no debían ver esas
cosas."
Este otro hecho se refiere á la época de López hijo.
Es el siguiente. Todos saben que el vapor Esmeralda ha-
cia la carrera del Paraguay llevando entre otros artículos
en su cargamento, pricipalmente provisión de aceite para
sus vapores y gran cantidad de armamento de que hacia
gran acopio, desde mucho atrás, preparándose para la
guerra, bongré, malgré. En uno de sus viages fuimos
nosotros hasta Humaitá,en el cual, entre muchos otros,
iba el agente paraguayo en Corrientes, don Miguel Rojas,
sólo por qne supoá última hora que eramos uno délos
pasageros, á quien de orden del mariscal, debía espiar
sobre lo que decíamos y hacíamos. En el vapor y fuera
de él Rojas no nos dejaba un mon\ento solo, porque como
corresponsal de los principales diarios de Buenos Aires,
quería ver en nuestra actitud la impresión que nos hiciera
cuanto se presentase á nuestra vista y comunicarlo en el
acto á López, como sucediera. Felizmente, la correspon-
dencia, que fué reproducida en todos los periódicos de la
República Argentina, no era desfavorable para la causa de
López, puesto que ella, aunque ponía de manifiesto el es-
tado de su ejército en Humaitá, no contenía una palabra
que no fuese la verdad narrada- con toda imparcialidad.
Así mismo no fué del agrado de López, como se vaá de-
mostrar mas adelante.
Por la noche de ese mismo día hubo baile para los sol-
dados al aire libre y para los oficiales en un salón pre-
parado al efecto. El coronel Alejandro Hermosa, coman-
dante del punto, nos invitó á que asistiésemos á este úl-
timo, al que concurrimos con todos los compañeros de
31
466 GOBERNANTES
viage. Un capitán nos invitó á bailar, y, quiera que no
quiera tuvimos que ceder.
Después que bailamos la cadena y la botella, bailes pa-
raguayos, nuestra parín^r nos hizo presente que estaba
tan fatigada que de buena gana se retiraría á su casa á
descansar. "Desde que usted está cansada y desea reti-
rarse, le dijimos, no veo la razón porque usted continúe
molestándose contra su gusto."'
"Ah! señor, nos contestó ella, bien se conoce que us-
ted ignora lo que pasa entre nosotras. ¿Cree usted que
nosotras venimos por nuestro gusto? Nada de eso: asis-
timos á los bailes porque se nos ordena y bailamos por-
que se nos manda/' — Y ¿quién les ordena á ustedes á
asistir y bailar contra su gusto? le replicamos. •'¿Quién
ha de ser sino el mariscal? Directamente no lo hace,
pero por medio de sus comandantes recibimos orden del
mariscal para asistir al baile j no nos queda mas reme-
dio que obedecer." Por mas estraña que sea esta ingenua
confesión en el mismo centro del poder del mariscal Ló-
pez, es una relación exacta de lo sucedido.
V^mos á referir otro hecho y último acaecido con nues-
tra persona, el cual no hace mas que corroborar la clase
de sistema que era el de López, nada diferente del de
Francia.
Cuando la pérfida traición de López en el ataque brus-
co y captura de los dos vapores argentinos, fondeados en
el puerto de Corrientes y el subsiguiente desembarco de
tropas paraguayas en esta última ciudad, ácuya cabeza
iba el mismo agente Rojas, á que antes hicimos referen-
cia; álos dos ó tres dias, se presentó éste á la imprenta
de El Progreso, éinvozüindo una brden del gefe de ocu-
pación, general Wenceslao Robles, preguntó al director
de dicha imprenta le dijese que participación teníamos
nosotros en ¡a redacción del periódico; se le contestó que
ninguna, puesto que tenia orden escrita del gobierno, á
quien ella pertenecía, no diese cabida á artículo alguno sin
DEL PARAGUAY 467
que antes pasase vista el redactor, que lo era á la sazón
don Damaceno Fernandez. Pidió dicha orden y se le
exhibió, con lo que se retiró el referido Rojas apa-
rentemente satisfecho, peri> en realidad no lo estaba. En
la esquina de nuestra casa habia apostado un centinela,
que no nos perdia pisada. Varios nos reuníamos en casa
del señor don José Maria Balbastro, juez de primera ins-
tancia, que viviaenla misma esquina, á conversar sobre
asuntos indiferentes, y todo el tiempo que nos hallábamos
asi reunidos, teníamos al centinela parado por fuera ala
ventana escuchando nuestra conversación. Un día nos
hizo llamar el miembro de la junta gubernativa de Cor-
rientes, don Teodoro Gauna, y nos hizo presente que ha-
cíamos muy mal en reunimos en dicha casa á conversar
de política. En vano le aseguramos que en nuestra reu-
nión la política no entraba para nada; nos reconvino di-
diéndonos que las circunstancias eran muy delicadas y
que era conveniente no volvernos á juntar. Con esta ad-
vertencia cesaron nuestras reuniones.
Hé ahí la parte mas pequeña é insignificante del siste-
ma de espionage iniciado por Francia, continuad? y per-
feccionado por López, padre é hijo. Y para que se vea
de qué sirve tanto celo empleado por los coadyuvadores
de una tiranía, cuando debian dedicarlo á su destrucción,
diremos que todas aquellas personas que acabamos de
nombrar que, con tantos otros contribuyeron á afirmar
con su saber y entenderá tan singular tirano fueron sus
propias víctimas, unas en pos de otras. Los generales
Robles, Barrios, Bruguez, etc., los ministros Berges, Be-
nitez, López, su hermano, el obispo, etc., etc., etc., que
tanto habían hecho en sosten de su tiranía, fueron inhu-
manamente sacrificados por él.
Para que el lector tenga una idea cabal de todos los su-
cesos ocurridos durante la prolongada guerra iniciada
por López desde la vandálica invasión ala provincia bra-
silera de Matto-Grosso, hasta la última campaña que ter-
468 GOBEENANTES
minó con su muerte, transcribimos á continuación la de-
claración íntegra prestada por el general Resquin, cono-
cido como general de una división del ejército del Para-
guay, pero en realidad gefe del estado mayor, y mas que
esto, gefe de policía y encargado de ejecutar la mayor
parte de las crueldades de López. Es sin duda uno de los
documentos mas notables que hubiesen visto la luz.
Dice así:
IMPORTANTE DOCUMENTO PARA LA HISTORIA DE LA GUERRA DEL
PARAGUAY
Declaración del general Francisco Isidoro Resquin^ ge--
fe de estado mayor del ejército paraguayo^ prestada
en el cuartel general del ejército brasilero en Hu-
maitá el 20 de marzo de 1870.
A los 20 dias del mes de marzo compareció, ante el
señor coronel don Francisco Pinero Guimaraens, el ge-
neral Francisco Isidoro Resquin, gefe de estado mayor
del ejército paraguayo, y declaró: tener cuarenta y seis
años de edad, ser soltero, aunque vivia en compañia de
una mujer con cinco hijos. Declaró además haber sido
prisionero en Cerro-Corá por las fuerzas brasileras, y que
al principio de esta guerra era coronel y que mandaba
una columna de doce mil quinientos hombres, casi todos
de caballería que invadió por tierra la provincia de Matto-
Grosso, yendo el declarante á órdenes del general Bar-
rios que siguió embarcado para aquella provincia, lle-
vando consigo cuatro mil y tantos hombres.
Estas fuerzas efectuaron su reunión en ía villa de Mi-
randa, después de apoderarse Barrios del fuerte de Coi m-
bra sufriendo grandes pérdidas.
La caballería paraguaya llegó á pié á Miranda, y no
encontrando camino, se estableció allí. Algún tiempo
después so retiró hacia los lados del Niosac; pero antes
de llegar á este punto, (y habiéndosele enviado de Bella
DEL PARAGUAY 469
Vista los caballos necesarios) recibió orden del presidente
López para enviar á Coxira una fucza de trescientos
hombres.
El camino á Coxim era intransitable: habia que atra-
vesar un bañado de veinte y dos leguas.
La espedicion no encontró á nadie en Coxim y perdió
cincuenta hombres, y regresó cargando gran número de
enfermos.
El declarante entregó el mando de la columna al mayor
ürbieta en Niosac, y siguió en una canoa para la Asun-
ción, y de allí á Humaitáen el mismo dia en que llegó á
presentarse al presidente López. Este le hizo algunas li-
geras reconvenciones; pero después se serenó, y al dia si-
guiente 24 de junio de 1865 le hizo brigadier general di-
ciéndole que lo iba á mandar á Corrientes, como segun-
do de Robles, de quien no estaba satisfecho, abrigando
sospechas acerca de sus procederes, por cuanto se le ma-
nifestaba altivo. López no quería romper de pronto con
Robles; pero quería averiguar sus procedimientos por in-
termedio del declarante, que debia en el entretanto organi-
zar las caballerías.
El declarante se dirigió al Empedrado en Corrientes, y
ocho dias después el general Robles fué preso por el mi-
nistro de la guerra, general Barrios.
El entretanto, nada notó en el procedimiento de Ro-
bles que motivase sospechas, y hoy mismo cree que nun-
ca fué su intención traicionar.
El coronel Alen fué quien denunció á Robles ante Ló-
pez, diciéndole que despreciaba una condecoración que
López le habia enviado, y que tenia correspondencia con
losgefes correntinos. Alen era gefe de estado mayor,
y estando desavenido con Robles, formó contra su gene-
ral una especie de partido.
El hecho es que las fuerzas estaban desnudas y que solo
tenian carne para comer, faltándole los medios de raovili-
470 GOBERNANTES
dad, y mientras tanto López apuraba á Robles para que
avanzase.
Preso Robles, 'se^encargó el declarante de las fuerzas en
Pehuajó, quedando siempre como gefe de estado mayor
el coronel Alen. En aquella ocasión ascendia la fuerza á
veinte mil hombres de las tres armas con treinta piezas
de artillería, que era lo que formaba el ejército del Sud.
Además de estas fuerzas habia en Humaitá doce mil
hombres, entre Cerro León, cinco mil, en la capital cuatro
mil y déla Encarnación habia partido Estigarribia con
diez mil hombres dejando algunas fuerzas en aquel punto.
Por todas partes se reunían reclutas, de modo que en un
año López levantó ochenta mil hombres hechos.
Lamortandad, sin embargo, era escesiva. La diarrea,
sobre todo, hacia grandes estragos; Cerro León y Humai-
tá eran verdaderos cementerios.
El estado sanitario del ejército del Sur era, sin embar-
go, mucho mejor; y únicamente al retirarse de Corrientes
fué atacado por la escarlatina que en el Paso de la Patríale
causó gran número de víctimas.
Cuando se encargó del mando del ejército del Sur le
fueron dadas las siguientes instrucciones: reunir los jefes
y proponerles marchar sobre el Uruguay, en caso que
el declarante se decidiese á ello, debiendo reunirse con
Estigarribia para batir al general Flores que marchaba
sobre Estigarribia con una pequeña columna.
Reunidos los jefes, todos aprobaron el plan; pero el de-
clarante hizo presente que habia gra^n escasez de medios
de movilidad, y que los comandantes de división, com-
puestos (éstos) de tres mil á cuatro mil hombres, no sa-
bían hacerles maniobrar, y que, por lo tanto, se esponia
el ejército auna derrota. Esto mismo escribió el declarante
á López, agregando que no se sentía con . fuerzas para
llevar á cabo la empresa, y que solo S. E. el mariscal po-
dria realizarle poniéndose á la cabeza del ejército.
López; le contestó que eq breve iría con veinte y dos m
DEL PARAGUAY 471
hombres á reunirse al ejército del Sur para dirigir las
operaciones. Esta misma promesa le habiaya hecho Lo-
dez al declarante y ella le animó escribirleen aquel sentido,
López agregaba que le mandaría carretas, bueyes, y caba-
llos, pero nada de esto le envió.
Esperaba la venida de López en Santa Lucía, cuando
el 5 de octubre de 1865, le dio la noticia el ministro déla
guerra de que las fuerzas de Estigarribia se hablan rendi-
do, recibiendo en consecuencia orden para retirarse él con
el ejército de su mando para el Paraguay, en vista de que
nada tenian quehacer en Corrientes.
López le habia dicho anteriormente que el general Urqui-
^.a se habia comprometido á unirse con él para hacer la
guerra al Brasil y á la Confederación Argentina; pero
que cuando López hizo la protesta de 30 de agosto de 1864
el general Urquiza se apartó de el, López persistió en
mantener solo aquella protesta.
Sea lo que fuera, elejércto del Sur no recibió el me-
nor auxilio del general Urquiza.
El ejército del Sur llegó con muchas dificultades á la
margen del Paraná, y lo atravesó en balsas, remolcada la
una por un vapor y las otras dos á remos. Cada balsa
llevaba un batallón. Empleó el ejército cinco dias en el
pasage dejando en la margen izquierda del Paraná una
fuerza de tres mil hombres al mando del entonces tenien-
te coronel Diaz, con las carretas, buques, caballos y seis
piezas de artilería. Esta fuerza tenia por objeto recoger
algunos animales, y solo pasó el Paraná al cabo de doce
ó quince dias después.
Al llegar al Paso de la Patria el mariscal López reasu-
mió el mando de todas las fuezas quedando el declarante
como gefe de estado mayor.
La escuadra brasilera no pasó sino una sola vez la con-
fluencia del Paraná con el Paraguay, cuando ya el ejército
paraguayo habia atravesado el rio, encuya ocasión dispa-
ró uno ó dos cañonazos que no podían impedir la opera-
ción.
472 GOBERNANTES
Declaró además que el ataque á la isla frente de Itapirú
fué concebido por López, aceptado con entusiasmo por
Díaz y puesto en práctica, no obstante haberlo impugnado
el declarante, por no alcanzar la ventaja que de ese ata-
que podia reportarse. López le respondió que al menos
los soldados se ejercitarían en atacar trincheras artilladas.
El éxito fué tan desastroso como era de esperarse: los
pocos que escaparon lo consiguieron gracias á ser bue-
nos nadadores, y todos llegaron heridos.
Declaró además que López esperaba que el desembar-
que del ejército aliado en el Paraguay se efectuase mas
abajo y á inmediaciones del puente de Itapirú, y prepara-
ba fuerzas para salir al encuentro de los invasores en ef
momento del desembarque; pero habiendo desembarcado
las fuerzas brasileras muy abajo de ese punto, el plan se
frustró, y recien al siguiente dia, 17 de abril de 1866,
mandó López algunos batallones de infantería y regi-
mientos de caballería, poca fuerza, con dos cañones, á es-
perar la columna brasilera en la estrecha lengua de tier-
ra que va á Itapirú. La caballería é infantería paragua-
ya se dispersaron, su artillería fué tomada. En la misma
noche los paraguayos abandonaron á Itapirú y fueron á
campar en el Paso de la Patria, dejando algunas guardias
avanzadas, en observación del lado de Itapirú.
El Paso de la Patria estaba fortificado; pero apesarde
estar guarnecida la trinchera con veinte y cuatro mil hom-
bres, la juzgaron demasiado estensa, y como ademas de
esto podia ser flanqueada, desembarcando fuerzas en rio
Paraguay mas abajo de la Laguna Piris, operación que
cortaría la retirada del ejécito paraguayo, resolvió López
abandonar esa posición.
Declaró que el ataque del 2 de mayo, asi como el de
Corrales fué motivado por el descoque tenia López de
ejercitar sus fuerzas en pequeños combates, pues le cons-
taba que el general Mitre tenia en vista evitarlos. Quería
también probarlas fuerzas aliad£Cs, y ver si sorprendién-
DEL PARAGUAY 473
do las guardias avanzadas, obtenía algunos prísoneros
que le diesen datos respecto al número de estas fuerzas,
pues carecia de ellos.
Para Corrales mandó cuatro cientos hombres v des-
m
pues mil mas de refuerzo, que solo tenían al fin de la lucha,
al desembarcar. Los paraguayos entre muertos y heridos
tuvieron en el combate trescientas bajas.
El combate del 2 de mayo fué traído por tres mil qui-
nientos hombres; además de esa fuerza había alguna in-
fantería y ocho, piezas de artillería de reserva sobre el
Estero Bellaco para protejer la columna que atacaba. La
infantería que atacó era mandada por el teniente coronel
Díaz, que fué quien aconsejó á López esa operación La
caballería por el comandante Benitez, que murió en la
acción.
La columna paraguaya perdió cuatro piezas que traía
y llevó otras cuatro que estaban en la vanguardia brasi-
lera, mandada por el general Flores, y que fué sorpren-
dida. Ignora la pérdida total, pero afirma, que solo en el
Estero Bellaco, donde tuvo lugar la última baso del com-
bate, dejaron los paraguayos doscientos cincuenta muer-
tos, contados después que los brasileros se retiraron á sus
campamentos.
La causa de ignorar la pérdida total es que el teniente
coronel Diaz, dio parte de ella directamente á López. Que
todo el ejército de López se puso en movimiento, pues se
creyó completamente perdida la situación y juzgó que ni
la reserva se podia retirar. En cuanto á las columnas que
atacaban fueron totalmente desbaratadas, rehaciéndole
en grupos de diez y doce.
Los aliados, por su parte, después de haber hecho pa-
sar algunos batallones al Estero Bellaco, lo repasaron de
nuevo, y dueños delc«impo, volvieron á sus campamentos.
El dia 2 de mayo, el ejército paraguayo que habiendo
salido del Paso de la Patria había acampado en el Estero
Bellaca, donde permaneció cuatro días, que se hallaba
474 GOBERNANTES
mas allá del Estero Rojas, el cual muy luego empezó á
cubrir con trincheras, pues hasta entonces no existia nin-
guna.
Declaró, además, que el dia 83 de mayo, López reunió
á sus principales gefes y les dijo, qne habiendo sabido
que en el dia 25 el ejército aliado debia atacar sus atrin-
cheramientos, (que apenas se hallaban artilladas con al-
gunas piezas de campaña), y no teniendo bastante con-
fianza en ellos, ni en la firmeza é instrucción de sus sol-
dados y gefes, queria atacar por sorpresa á los aliados,
haciendo al efecto una especie de salida.
López tenia entonces veinte y cuatro mil hombres en el
campamento de Rojas, de los cuales dos -mil quinientos
enfermos. Dispuso para el ataque diez y seis á diez y
siete mil hombres divididos entres coliimnas del modo
siguiente: una de la izquierda compuesta de ocho regi-
mientos de caballería y dos batallones de infantería con
dos coheteras á la congréve, ascendiendo el total á cin-
co mil hombres á las órdenes del declarante: esta fué la
fuerza que atacó el ejercitó argentino y parte de la van-
guardia brasilera. Otra columna del centro compuesta de
siete mil hombres, llevando cuatro regimientos de caba-
llería y alguna artillería de campaña, al mando del coro-
nel Diaz. La tercera de la derecha se componia de cuatro
á cinco mil hombres, entre los cuales figuraba apenasun
escuadon de caballería, miandandü esta columna el gene-
ral Barrios.
Estas dos columnas últimas atacaron al ejército brasi-
lero. La columna del centro tenia además por apoyo cua-
tro batallones que formaba la reserva con un total de dos
mil hombres, los cuales únicamente se empeñaron des-
pués que se inició la acción. El resto formó una segun-
da línea que protegia la retirada de las columnas de ata-
que.
Las columnas de ataque sufrieron enormemente. Su
DEL PARAGUAY 475
pérdida ascendió entre muertos y heridos á doce milhom-
bres, mas bien mas que menos.
Su derrota fué completa. En esa misma noche, López
hizo venir cuatro batallones de infantería y un regimiento
de caballería de Humaitá; donde tenia catorce mil hom-
bres inactivos. De allí vinieron doce piezas de artillería
del calibre de 32 y 68. López pasó el dia 25 con mucho
recelo de ser atacado; y entonces decia él que si en
aquella noche ó en el siguiente dia no fuese atacado po-
día contar con larga vida.
Entre tanto, la izquierda de la línea de Rojas, desde el
paso Saty no tenia trincheras, estaba franca y apenas de-
fendida por algunas guardias.
El estero era vadeable en cualquier punto. Los alia-
dos lo suponían naturalmente difícil de atravesar porque
no lo reconocieron.
Durante el periodo inactivo de los aliados, el ejército
paraguayo se ocupó en levantar trincheras por aquella
parte.
El combale del 16 de julio fué determinado por la
construcción de una trinchera en el bosque que quedaba
á la derecha de las posesiones paraguayas, cuya artillería
debia tomar de flanco al ejército aliado. No se terminó
esta trinchera por haber sido tomada por los aliados en
el combate del 16 de julio de 1866, y que fué motivado
por su posición
En el combate del dia 18 una fuerza aliada llegó á apo-
derarse de la trinchera del Sauce, á la dereclia de la pa-
raguaya. Esta trinchera entinces era insignificante y
poco elevada, y su foso tenia apenas una vara de pro-
fundidad.
Sin embargo, después de haber sido tomada por los
aliados, una fuerza paraguaya cargó sobre los asaltantes
y los desalojó, retomando la posision perdida, por care-
cer las fuerzan aliadas de protección ó reserva.
En el dia 16 la pérdida de los paraguayos fué njuy ere-
476 GOBERNANTES
cida, murienda el general Aquino. Los paraguayos per-
dieron la artillería que pretendieron colocar en la nueva
trinchera. Después del 18 de julio los paraguayos se
reforzaron, dando grande desenvolvimiento á las trin-
cheras.
Declaró además que Curuzú estaba guarnecido por tres
batallones de infantería y un escuadrón de caballería. Los
batallones tenian quinientas plazas, y su artillería era de
diversos calibres, teniendo uno ó dos cañones de 68.
En Curupaitíhabia apenas un batallón y cuatro ó seis
piezas de artillería del calibre de á doce.
Las trincheras de Curuzú eran las que defendían á Cu-
rupaití por el lado de tierra. Tomadas estas no habia na-
da mas fácil que el que los aliados se apoderasen de Cu-
rupailí, y tomado Curupaitt quedaba el ejército paragua-
yo completamente cortado. Fué después de la toma de
Curuzú que se hicieron las trincheras de Curupaití, tra-
bajando á gran prisa dia y noche.
En el dia 22 de setiembre de 1866, dia en que los alia-
dos atacaron á Curupaití, este punto estaba perfectamente
atrincherado, y tenia una guarnición de cinco mil hom-
bres y mas 'de sesenta piezas de artillería. La Unea de
Rojas estaba defendida por tres divisiones: una en el Sau-
ce, otra en Rojas propiamente dicho, y otra en el Paso
de Saty, lo que daba por esta parte una fuerza de diez
mil hombres, sin contar mil doscientos hombres de caba-
llería de vanguardia que cubrían el espresado Paso de
Saty. • •
En Paso-Pucú, donde estaba entonces el cuartel gene-
ral paraguayo, habiá ocho batallones de infantería y cua-
tro regimientos de caballería. Estas fuerzas fueron for-
madas del resto de la gente que entró en pelea el 24, de
heridos que sanaron y de ocho mil hombres venidos de la
capital, de Cerro León, de Encarnación y del Paso de Te-
bicuarí, y el reclutamiento continuaba siempre.
El ejército paraguayo perdió en el ataque de Curupai-
DEL PARAGUAY 477
ti apenas doscientos cincuenta hombres entre muertos y
heridos, y nunca salió de detrás de las trincheras.
Declaró que el contento de López por haber rechazado
el ataque de Curupaití era tanto mayor cuanto que poco
antes había propuesto en una conferencia celebrarla paz
con las potencias aliadas á costa de cualquier sacrificio;
pero que habiendo el general Mitre impuesto como con-
dición la retirada de López del poder y del país, diciendo
que podia ir á vivir á Europa con toda su familia y bie-
nes, López rehusó; pero reunido un consejo de.gefes y
personas importantes del ejército, dióles parte de su pro-
posición y de la respuesta del general Mitre, alegando que
esto era un insulto no solo para él, sino también para
la nación paraguaya, á qui^n se quería de este modo
quitar el gobierno por ella elegido; pero que, entre tanto,
diesen su opinión los miembros del consejo.
Ahora bien, siendo evidente que López no aceptaba la
condición impuesta, pues, si quisiese sacrificar su poder
por la salvación de la patria no necesitaba acudir á nin-
gún consejero, y mucho menos, no se espresaria de
aquel modo, ninguno de los miembros osó declarar que
debia ser aceptada la condición de los aliados.
Dice además el declarante que el ejército paraguayo
percibió claramente la marcha de flanco hecha por el ejér-
cito aliado en julio de 1867, pero que López prefirió ser
sitiado á salir al encuentro de las fuerzas aliadas, pues,
habiendo marchado éstas en dirección á Tio Domingo,
se necesitaba para alcanzarlas medios de movilidad que
no poseía.
Declara además que cuando el ejército aliado terminó
su movimiento de flanco y llegó á Tuyú-Cué, las trinche-
ras queunian Humaitá á la línea de Rojas estaban con-
cluidas, á escepcion de algunas esplanadas pira colocar
artillería, y ante-foso que después se terminó.
Esa trinchera fué terminada el 23 de setiembre, después
que Flores en el dia 22, flanqueando la línea de Rojas,
478 GOBERNANTES
amenazó aquel lado del cuadrilátero, punto entonces des-
cubierto, nnandando un regimiento hasta San Solano.
En esa espedicion el grueso de la fuerza de ese general
no atravesó el paso Canoas y permaneció del otro lado
del Estero.
Declaró además que los combates del 3 y 21 de octubre
fueron en estremo fatales á las fuerzas paraguayas, es-
capando de estos apenas unos soldados y oficiales dis-
persos.
En estos dos combates dados por López sin ningún fin
estratégico, perdieron los paraguayos toda su caballería.
López, sin embargo, para reanimar el espíritu abatido de
sus tropas, dijo que habia triunfado y dio condecoracio-
nes.
Declaró además que López intentó dos ó tres veces
atacar los convoyes que se dirigian de Tuyutí á Tuyú-
Cué, mas habiendo salido mal parado de esas operacio-
nes las abandonó.
Declaró además que ocupado por los brasileros el punto
de Tayí, todas las antiguas comunicaciones de Humaitá
con el interior quedaron cortadas.
En cuanto al ataque llevado por los paraguayos á Tuyu-
tí el 3 de noviembre de 1867, declaró que López tuviera
por fin, atacando la base de operaciones de los aliados,
obligar á las fuerzas que habían ejecutado el movimiento
de flanco, á retroceder hasta Tuyutí en caso de que las tro-
pas paraguayas consiguiesen apoderarse de ese punto, y
aun cuando de él no se apoderasen, obligar á los aliados
guardar con mas gente á Tuyutí, debilitando las fuerzas
que guardaban á San Solano, para poder romper por allí
la línea del sitio, dirigiéndose al Arroyo Hondo.
Para el ataque de Tuyulí preparó López cinco mil hom-
bres de lastres armas , mandados por el general Barrios»
que en la madrugada del referido dia 3, cargaron de sor-
presa sobre las líneas, por demás estensas, que guarda-
ban á Tuyutí. Al principio como era natural, esas fuer-
DEL PARAGUAY 479
zas obtuvieron grandes ventajas; pero después fueron re-
chazadas perdiendo dos mil quinientos hombres.
Solo la caballería volvió con algún orden. La poca gen-
te de infantería que regresó venia completamente desban-
dada y en pequeños grupos.
Este mal resultado obtenido por López le obligó á aban-
donar el plan de forzar la línea de sitio, decidiéndose á es-
capar por el Chaco. Mandó abrir allí un camino, que
desde un punto frontero á Humaitá iba hasta frente á San
Fernando.
Ese camino, malo en un principio, compúsose después.
Cuando la escuadra brasilera forzó á Humaitá, (1) López
tenia aun en el cuadrilátero veinte y dos mil hombres, in-
clusos los enfrente y sin contar la guarnicicion de Hu-
maitá.
El sitio del cuadrilátero, que hacia tiempo causaba pri-
vaciones á sus defensores, no permitia ya que tanta gente
se mantuviese en aquel punto. La diarrea y el hambre
hacían gran número de víctimas; ademas sólo una pe-
queña cantidad de ganado podia venir por el Chaco. De
las diez y siete mil cabezas que tenían de reserva, del ga-
nado que fuera traído por diversos puntos, quince mil
murieron de malestar y fueron enterradas.
En cuanto al ganado que estaba en el potrero Ovella
una parte fué tomado por el ejército brasilero. En vista
de esto, López, con una escolta y alguna fuerza, siguió
para el Chaco, en 11 de marzo, para San Fernando,
mandando retirar poco á poco -para Humaitá la artillería
y las fuerzas que guarnecían las trincheras de Rojas y
Paso-Pucú.
Esas fuerzas de Humaitá pasaron el Chaco, de manera
que cuando los brasileros rompieron las líneas de fortifi-
cación en el Sauce, no había en las líneas de Rojas, Paso-
(1) Las baterías de Humait¿ faeron erigidas en 1777, para proteger la
provincia del Paraguay contra las irrupciones de los salvages . Humaitá
fué el Martin (barcia del Paraguay.
480 GOBERNANTES
Pucú y Curupailí mas de diez mil que se reunieron en Hu-
maitá.
En ese dia, el declarante, que con el general Barrios,
habia permanecido en Paso-Pucú, se retiró á Humaitá y
de allí siguió por el Chaco para San Fernando, dejando
en Humaitá dos regimientos, dss batallones y doce pie-
zas de campaña. Esa fuerza se unió á cinco mil y tan-
tos hombres que pertenecían ala guarnición de esa for-
tificación y que en ella permanecían. Dijo que cuando los
brasileros rompieron la línea en el Sauce, los paragua-
yos se prepararon á abandonarlo definitivamete. Habien-
do tenido en un principio la idea de aguardar la segunda
línea que iba de Curupaití á Paso-Pucú, la desecharon
después por ser aun muy estensa esa segunda línea y
reclamar una guarnición que no podia tener alimento
suficienie.
Juzgaron mejor concentrar los defensores sólo en los
muros de Humaitá, dejando allí apenas cinco mil y tantos
hombres, no sólo por la cuestión de alimentos, como tam-
bién por no tener mucha gente aglomerada bajo los fue-
gos de la artillería que los aliados no dejaron de asestar.
De la gente que quedó en Humaitá sólo ocho cientos
hombres poco mas ó menos escaparon y se reunieron al
ejército de López con el coronel Hermosa, esto, según par-
te telegráfico del general Caballero que estaba encargado
por López del pasage de aquella gente al través del
Chaco.
Entre esos ochocientos hombres se contaban, los en-
fermos que pasaban con las mugeres, al principio, cuan-
do aun no habia fuego.
En San Fernando reunió López diez y ocho mil hom-
bres sanos con los cuales marchó á Pikisiry.
López nunca pensó resistir en San Fernando, pues la
posición era insostenible, y se detuvo allí solamente para
organizar sus tropas, darles algún descanso y protejer los
cañones y la retirada de las fuerzas del Timbó. Declaró
DEL PARAGUAY 481
que nada sabia respecto de la conspiración que sefdescu-
brió en San Fernando, sino lo que López le dijera: esto es,
que Benigno López quería hacer una revolución, asesi-
nar á López con un cuchillo que al intento encargara, co-
mo fué revelado por un corneta. Que Benigno, su cuñado
Bedoya y otros habían robado en la tesorería para com-
prar cómplices. Que Benigno mandara al marqués de
Caxias un mapa de las posiciones por donde éste se po-
dia guiar, y dos petacas con oro. Que Barrios, habiéndole
dicho López que él y su muger (hermana de López) se
hallaban complicados en la conspiración, volvió á su casa
y se cortó el cuello con una navaja, loque no obstó para
que fuese fusilado después de curado. Sin embargo, como
ministro de la guerra y marina y general de división,
Barrios, formando el ejército, hubiera acabado con
López.
Que si hubo conspiración, le causa mucho espanto, el
que hombres importantes,despues de descubierta ésta, se
hubiesen dejado tomar y traer como carneros á San Fer-
nando, donde eran sacrificados. Venancio, sobre todo,
como comandante en la Asunción, recibía orden de man-
dar á ser procesados á sus supuestos cómplices, sin igno-
rar el motivo y no se comprende cómo no procuró esca-
parse si era criminal.
Asegura que las declaraciones obtenidas contra los
comprometidos lo eran por medio de torturas, cepo Uru-
guayana y rebenque. Calcula que en San Fernando fue-
ron ejecutados doscientas personas y asegura que desde
entonces las ejecuciones no cesaron. Que los estrangeros
fueron muertos por suponerse cómplices de Benigno y
comprados por él.
Declaró además queel ejército paraguayo marchó de San
Fernando áPikysiry y al llegar allí se puso á levantar trin-
cheras y á fortificar la Angostura, fortificación de que fué
encargado el teniente coronel Thompson. Este Thompson
antes de ser encargado de ese trabajo, no era mas que
32
482 GOBERNANTES
un protegí d') de madama Lynch, con quien viviay cuyo
piano afinaba. Por su timidez, no se le encargaba otro
servicio que el trazado de diseños. No habiendo entrado
nunca en combate, obtuvo sus ascensos por pedido de
madama Lynch: «¡este pobre Thompson se muestra tan in-
teresado! ¡trabaja tanto en sus diseños! es preciso darle un
ascenso." Y Tompson era proínovidoó recibia alguna
condecoración. '
Declaró además que la posición de Pikysiry era esce-
lente: que si el ejército aliado atacase de frente la defensa
tendria una gran ventaja; si. procuraba ñanquearla por la
izquierda tendria que pasar por desfiladeros muy estre-
chos que hacían dificilísima la operación y que la mar-
cha por el Chaco dio un golpe mortal al ejército para-
guayo.
Agregaba que López juzgaba imposible que el ejército
pasase por el Chaco, tanto mas cuanto que,una comisión,
presidida por el mayor Lara, aseguró esto. Quedó, pues,
muy sorprendido • López, no obstante saber que se tra-
bajaba en el Chaco, cuando el ejército brasilero atravesó
esta región de pantanos, yendo á desembarcar en San
Antonio. Entre tanto, apesar de sentirse flanqueado, no
quiso retirarse de Pikysiry, ni de Itahiboté (Lomas Valen-
tinas), diciendo que no quería entregar álos aliados la ca-
pital, ni los distritos inmediatos á ella que estaban
muy poblados. Lo que hizo fué mandar cinco mil hom-
bres á las órdenes de Caballero para esperar á los aliados
en el puente de Itororó. Esta fuerza fué rechazada el 6 de
' diciembre de 1868 con gran pérdida, y se retiró para el pa-
so de Avahy. Allí fué reforzada por un regimiento y un ba-
tallón que estaba en Villeta, pero atacada de nuevo, el 11
de diciembre por las fuerzas aliadas, fué totalmente des-
truida. Apenas volvieron á reunirse al ejército de López
algunos hombres que escaparon por los bosques, y que
llegaron heridos. El general Caballero regresó con solo
dos hombres.
DEL PARAGUAY 483
/López, en vista de esto decidió no retirarse aun. Man-
dó abrir una trinchera protegiendo á Angostura por la
parte de Villeta, y colocó en el camino que de Angostura
va á aquel punto una vanguardia de tres regimientos, que
fueron destrozados el 17 de diciembre. Al mismo tiempo
se levantaron algunas trincheras en Itahiboté (Lomas Va-
lentinas.)
Declaró además que el dia 21 de diciembre López tenia
trece mil y tantos hombres distribuidos del modo siguien-
te: setecientos en Angostura, dos. mil quinientos á tres
mil en la línea de Pikysiry^ y el resto en Itahiboté (Lo-
mas Valentinas.)
Declaró además que los puntos atacados por el ejérci-
to brasilero el dia 21, eran precisamente los mas fuertes;
pues sólo }>oresos puntos habia trincheras y artillería;
pero apesar de esto, á las once de la noche de ese dia,
habiéndose pasado revista de la fuerza paraguaya, alli
existente, sólo se hallaron trescientos hombres en línea.
El dia 22 por la mañana, un cuerpo de caballería que
hubiese entrado por la derecha, donde no existia ningún
obstáculo, habría tomado prisionero á López con todo
su- cuartel general.
En la noche del 21 López pensó en retirarse para las
Cordilleras con la gente de Angostura, á cuyo efecto pen-
saba mandarlo llamar; pero mudó de parecer. En el tras-
curso del dia 22 pudo reunir mas de quinientos hom-
bres, entre asistentes, sirvientes de los hospitales, guar-
da-parques, empleados en la comisarla y otros soldados
que á pretesto de conducir heridos se habian retirado del
cpmbate.
En el dia 24 llegaron de Cerro León ocho batallones
de convalescientes y urbanos; y en el dia 25 tres regi-
mientos y dos batallones mas de la capital.
Que el bombardeo hecho por el ejército brasilero el dia
25 causó muchas pérdidas, porque en todas partes mató
gente. Que en el dia 27 todo fué empezar el ataque y em-
484 GOBERNANTES
pezar la derrota. Las fuerzas que entraron por la dere-
cha no encontraron ni podían encontrar resistencia se-
ria. López con su cuartel general se retiró, cuando las
tropas asaltantes se hallaban á medio tiro de fusil, librán-
dose por acaso de ser envuelto. Con sesenta hombres
huyó por una picada del potrero Mármol.
Al salir del potrero una fuerza de caballería brasilera
que cruzó viniendo de los lados de la Villeta, alcanzó á
cambiar algunos tiros con los soldados paraguayos que
cubrían la retaguardia en la fuga de López.
López pasó el arroyo Yuquerí, y de allí para adelante
ya no avistó mas fuerzas brasileras. A las seis ó siete
leguas de Itahiboté (Lomas Valentinas) López encontró
. una fuerza paraguaya de setecientos que se le iba á in-
corporar, al mando de Caminos. Dejó trescientos hom-
bres en el camino y con el resto se dirigió á Cerro-Leon,
donde existían dos batallones y un regimiento de artille-
ría, y gran cantidad de enfermos y heridos. Los heri-
dos Y enfermos de Lomas Valentinas se habían replega-
do desde el día 21 á aquel punto por orden de López.
De Cerro-Leon pasó López á Azcurra, donde empezó á
reunir gente que le iba llegando de diversos puntos,- y
que además de Cerro-Leon eran las guarniciones de Ca-
rapeguá, Caacupé, Caappcú, San José y otros lugares.
Mandó hacer nuevo reclutamiento de viejos y muchachos
y gran número de heridos que fueron incorporados á las
filas, dé manera que cuando el ejército brasilero llegó á
Pírayú ya López tenía trece mil hombres organizados.
Por el ferro-carril siguieron para Azcurra los materia-
les para el establecimiento de una fundición, cantidad de
yerba y tabaco, y varios otros objetos que en el primer
momento habían quedado abandonados en Itaguá, Ipara-
cahy y otros puntos de la vía férrea, y que anteriormente
habían sido traídos de la Asunción.
Al principio todo era un laberinto: nadie se entendía:
el camino estaba lleno de objetos de toda especie, inclu-
DEL PARAGUAY 485
SO el dinero del tesoro, ademas de una población nume-
rosa, que violentada y en desorden procuraba ganar las
Cordilleras llevando sus haberes, lo que aumentaba la
perturbación. La confusión en los espíritus era tan gran-
de como en las cosas.
*
El ministro Caminos acusaba al ministro González; el
ministro González acusaba al ministro Falcon; todos acu-
saban al vice-presidente, y López á su vez confundía á
todos, sobre todo por no aparecer el dinero. El decla-
rante en tales circunstancias era el burro de carga, arre-
glando los trasportes de toda especie con inmenso es-
fuerzo. Con carretas y poderosamente auxiliado por el
ferro-carril, consiguió al fin trasladar todo á Azcurra,
Caacupé y Peribebuy, habiéndose hallado el dinero.
En Caacupé se estableció la fundición, que fundió diez
y ocho piezas de artillería, 2 de fierro y diez y seis de
bronce. El resto de la artillería que López presentó fué
traida de la Asunción, Cerro-Leon, Caacupé y San José.
López mandó recoger de Lomas Valentinas los fusiles
abandonados en el campo de batalla, y de este modo
consiguió quinientos nueve fusiles.
En Azcurra se levantaron trincheras, y López perma-
neció en la falda de la Cordillera, remontando á la cima
de ella en vísperas de llegar á Pirayü el ejército brasi-
lero.
El ejército de López continuó recibiendo genie. En
esta posición López esperaba ser atacado por Azcurra ó
tal vez por Altos, y cuando el declarante le decia que
el ejército aliado subirla por la derecha en un punto dis-
tante de Azcurra, aunque no tuviera mas objeto que cor-
tarles los recursos, López se reia.
Insistía el declarante en decirle, que si Portinho ocupa-
se Ibitimí, que sí el ejército aliado diese la vuelta por
San José, que si fuese á Caraguatay, ó que si manio-
brase entre Peribebuy y los caminos que de Caacupé y
Pobaté van á aquel pueblo, quedaría el ejército paragua-
486 GOBE RNANTES
yo completamente cortado de todos sus recursos y do
algunas pequeñas fuerzas que tenia en el Norte ocupa-
das en recoger ganado para mandar al Sur.
En cualquiera de estos casos López de no querer acep-
tar un combate desigual, se veria forzado á hacer una re-
tirada precipitada por alguno de los caminos que por
ventura los aliados le dejaron abiertos por falta de.fuer-
zas con qué interceptarlos, y sujetaría á sus fuerzas á
los terribles azares de uno de estos movimientos, hecho
al frente de un! ejército superior en todos respectos.
López le contestaba á esto: Usted está soñando: el ejér-
cito aliado no podrá nunca realizar una marcha de flan-
co semejante, que requiere tantos medios de movilidad.
Entre tanto, cuando vio que la espedicion del general
Juan Maciel llegó hasta Ibitimy, mandó fortificar y. guar-
necer áSapucay, y concentró en San José las fuerzas de
Caacupé, haciéndolo fortificar igualmente.
En cuanto á la emboscada preparada por Caballero al
general Juan Maciel, el declarante supo que las fuerzas
paraguayas sólo hablan conseguido retomar algunas mu-
geres y matar otras, pues se salvó hasta la fuerza brasi-
lera que fué cortada en aquella ocasión.
■Agregó: que cuando López sintió el movimiento del
flanco del ejército brasilero, ya no trató de fortificar á Sa-
pucay. En seguida mandó orden á Romero para que se
reuniere á la división existente en San José, dejando
abierta la picada de Valenzuela por no juzgarla de im-
portancia desde que la de Sapacay estuviese ocupada, ó
también por no conocer bien aquella subida; y si no man-
dó mas^gente á defender Sapucay fué por suponer que
una fuerza brasilera podia dar la vuelta por otro camino
de Sapucay y saliendo á retaguardia de la posición cor-
tar toda la fuerza que en ella estuviese.
Agregó además: que López no habia preparado su reti-
rada, y sólo pensó en realizarla después de la toma dó
Peribebuy, siendo sus movimientos determinados por los
DEL PARAGUAY 487
aliados, los cuales, según el declarante, fueron los que
él había previsto, como ios mas propios para poder él
maniobrar,
A las diez de la mañana del mismo dia, en que fué to-
mado Peribebuy, López supo por medio de las fuerzas
que tenia en los bosques que el ejército brasilero habia
entrado en aquella villa; pero ocultó la noticia, anuncian-
do que tal ejército habia sido rechazado, y para solemni-
zar tan feliz victoria (según él) mandó celebrar un Te
Deum, López, el declarante, todos los ministros y mu-
cha gente del ejército asistieron á esta festividad.
López se mostró muy satisfecho y recibió los cumpli-
mientos de todos. Entretanto, ninguno de los defenso-
res de Peribebuy, que ascendían á dos mil y tantos
hombres apareció por Azcurra.
Al dia siguiente por la mañana, López dijo al decla-
rante y á las personas de mayor graduación del ejército,
que habia sido engañado, que Peribebuy habia sido to-
mado por los brasileros, y que en la tarde el ejército de-
bía moverse, recomendándoles sin embargo el secreto.
La fuerza que estaba en Azcurra subia á once mil y
tantos hombres, sin contar mil ochocientos enfermos.
Estaba dividida en dos cuerpos de ejército.
El segundo cuerpo mandado por el general Caballero
fué encargado de escoltar el parque y los objetos pesa-
dos, así como de cubrir la retaguardia.
En este dia (13 de agosto) á la tarde, el ejército para-
guayo se puso en movimiento, marchando á la cabeza el
primer cuepo de ejército con cinco mil y tantos hombres
á las órdenes inmediatas de López, con quien iba también
el declarante.
A retaguardia seguia el segundo cuerpo arrastrándose
pesadamente.
El primer cuerpo marchó toda la noche del 13, y en el
dia 14 por la mañana al rayar el sol, habia pasado el
camino que de Peribebuy se dirige á Caacupé, punto que
488 GOBERNANTES
se llama la Encrucijada. Marchó todo el dia 14 y en la
noche de ese dia y durante el dia 15 apenas tomó algu-
nas horas de descanso. En la noche del día 15 llegó á
Caraguatahy.
La tropa estaba fatigadísima: no habia comido ni dor-
mido.
El segundo cuerpo que venia muy pesado, fué ataca-
do por el ejército brasilero el dia 16 y completamente
derrotado. Perdió no solamente su artillería sino tam-
bién el parque general del ejército, víveres, archivo, etc.
De la gente derrotada en este combate, ninguna se
reunió al primer cuerpo, á escepcion del general Caba-
llero con cuatro ó cinco hombres, todos á pié, que habian
conseguido escapar por el bosque.
Al seguir para Caraguatahy López destacó del primer
cuerpo una fuerza de novecientos hombres con artillería,
bajo -el mando del coronel Hermosa, la cual guardó la
boca de la picada que conduce á aquel punto, y que fué
completamente derrotada el dia 18 de agosto cuando los
brasileros atacaron y tomaron aquella picada.
El dia 16 á la tarde el primer cuerpo pas6 el Cagay;
el dia 17 comió y descansó, y el dia 18 se pusoen mar-
cha para San Estanislao.
Desde este dia su retaguardia empezó á ser hostilizada
por los aliados, hasta llegar al Rio Hondo, perdiendo
carretas y algunas pequeñas fuerzas de retaguardia. De
allí para adelante ya no fué perseguido mas.
El declarante no está cierto, pero cree que el primer
cuerpo llegó á San Estanislao el dia 25 de Agosto.
Durante esta marcha murieron mujeres y niños, estra-
viándose soldados, pues el camino era pésimo y casi no
se hizo alto para dormir, ni para comer.
El primer cuerpo llegó á San Estanislao con cuatro mi'
hombres, á los cuales se reunieron mil y tantos mas de
diversas guardias y del campamento de Taperaguay.
En el dia 30 López hizo una gran promoción. El de^
DEL PAKAGUAT 489
clarante y el general Caballero fueron ascendidos á gene-
rales de división, Roca y Delgado á brigadieres, etc.
En este tiempo una mujer y un individuo que lo acom-
pañaba fueron presos cerca de Caraguaty por sospecho-
sos, pues el hombre era paraguayo y andaba armado.
Este escapó y la mujer fué conducida al cuartel general
•de López en San Estanislao.
Fué fusilado un sargento de los urbanos por haber de-
jado escapar al hombre, y la mujer fué sujeta á un inter-
ro^torio, en el cual declaró ser espia del ejército aliado,
estar en inteligencia con el alférez Aquino, de la escolta
de López, con quien, según decia, se habia convenido
anteriormente, desde que el ejército paraguayo estaba en
Azcurra, para que con una parte de la escolta del mis-
mo López se sublevase y lo asesinase.
Que desde que el ejército paraguayo se movió, ella re-
cibia las noticias por medio de Aquino, las que se tras-
mitian al ejército brasilero, y que habia sido encontrada
cerca de Curuguaty, porque venia de Villa Rica por Ayos
y San loaquin á reunirse al ejército paraguayo, á fin de
dar parte al general brasilero de todo lo que viese. Ca-
reado el alférez Aquino con ella, negó todo al principio;
pero después,, habiendo sido castigado con azotes y cepo
confesó todo al mismo López, diciéndole que no era á el
á quien quería matar, sino á la patria. López, en tal
ocasión, le mandó dar de comer y beber aguardiente.
Aquino denunció algunos individuos como cómplices su-
yos. Estos denunciaron á otros, y así de un golpe fue-
ron fusilados ochenta y seis individuos de tropa y diez y
seis oficiales, entre los cuales el coronel Mongiló (ó Mon-
gelós), comandante de la escolta, y el mayor Rivero, su
segundo, no porque hubiesen tomado parte en la conspi-
ración, sino por haberse urdido en el cuerpo de su man-
do una trama tal sin haberla ellos descubierto. Los otros
oficiales antes de ser fusilados fueron azotados álavistgt
de López hasta el punto de estar casi espirantes.
490 GOBERANTNES
El 12 de setiembre, poco mas 6 menos, se movió el
ejército paraguayo de San Estanislao con dirección á
Igatimí. El ganado que tenia se habia traido deAzcur-
ra, habiendo sido traido á Ayos y recogido por allí á las
inmediaciones de San Estanislao. En el camino encon-
traron ganado enviado de Concepción. El ejército conti-
nuó siempre marchando, parando aquí y allí dos ó tre&
dias. Aun á la entrada de Pacora, donde López, desde
San Estanislao, habia ordenado que se le construyese una
casa; poco tiempo se detuvo, pues ya las fuerzas brasile-
ras estaban en San Joaquín. En Capinarl fué donda el
ejército paraguayo se estacionó seis dias para proceder á
nuevas pesquisas relativas á la conspiración de Aquino.
Allí fueron fusilados sesenta hombres mas, y. el alférez
Aquino. Mientras tanto, la mujer denunciante continua-
bapresa. El declarante y otros gefes vivian sobresalta-
dos, con temor de ser ejecutados de un momento á otro,
aun sin haber dado para ello motivo; porque López era un
monstruo que despreciaba de tal modo la vida del próji-
mo que por una nada mandaba matar á sus mas fieles
servidores.
En Pandey, á inmediaciones de Curuguaty, acampa-
ron con intención de detenerse algún tiempo, pero la no-
ticia de la llegada de las fuerzas brasileras á San Estanis-
lao de que se iban á mover, fué lo que hizo que López
levantase su campo en la tarde del 16 de octubre y mar-
chase precipitadamente para Igatimí.
En Curuguaty apareció otra nueva historia de conspi-
ración. López dijo que su madre, sus hermanas y su her-
mano Venancio, de acuerdo con el coronel Marcó habían
tramado envenenarlo el dia 16 de octubre por medio de
unas conservas y chipas preparado para comida en aquel
dia. La madre fué inmediatamente puesta en prisión en
el cuartel general y sus hermanas que estaban en libertad
fueron de nuevo presas. El coronel Marcó fué preso en-
tonces por la primera vez. Así marcharon para Igatimy.
i
DEL PARAQÜAY 491
Allí reunió López al declarante, á los ministros y á los
principales gefes y les consultó si debia ó no procesar á
su madre.
El declarante y otros gefes, á escepcion del coronel
Aveiro, por haber dicho que era mejor no procesar formal-
mente á la madre, fueron insultados por López, llamán-
doles adulones y serviles, elogiando mucho al coronel A-
veiro por haber dicho que su madre debia ser tratada co-
mo cualquier criminal. En consecuencia se abrió el pro-
ceso;
Marcó y su muger fueron azotados, hasta que dieron
declaraciones que comprometían á los acusados.
En Igatimy ya comenzó el ejército á sufrir muchas pe-
nurias, porque la ocupación de Concepción por los aliados
no permitia que les llegase el ganado necesario, y tenian
únicamente para su consumo las reses que del Sur habia
traido.
Desde Pandey donde acampó el ejército empleó de doce
á quince dias para llegará Igatimy.
Allí se estacionó cerca de un mes, continuando en se-
guida para Panadero, desde donde se movió en los pri-
meros dias de enero (el 2 ó el 3) en dirección á Cerro-
Corá.
La retirada de Panadero fué motivada, no solamente
por la noticia de la aproximación del general Cámara al
Rio Verde, sino también porque López recelaba de que
una fuerza brasilera que saliese de Curugdaty subiese la
Cordillera y le cortase la retirada por la retaguardia.
Ya en Panadero el hambre era escesiva y se empeza-
ron á comer los bueyes de los carros, hallándose las
palmeras que proporcionaban el coco á mucha distan-
cia.
Entre tanto, López saliódel Panadero con cinco mil hom-
bres y veinte cañones, algunos de grueso calibre.
Tanto en Igatimy como en Panadero hubo fusilamien-
tos ylanceamientos.
493 GOBERNANTAS
Al romper la marcha de Panadero tuvo lugar una eje-
cución en grande escala; entonces fué lanceada también la
denunciante del alférez Aquino.
Los enfermos quedaron abandonados en el Panade-
ro.
Cree el declarante que Pancho "Garmendia murió de
hambre en Igalimy, Marcó y su muger fueron fusilados en
el Panadero.
Durante la marcha á Cerro-Corá atravesó el ejército
paraguayo los rios delgatimy, Amarabahy y Corrientes.
La marcha del ejército del Panadero á Cerro-Corá, con-
tando con las vueltas de camino fué de mucho mas de
sesenta leguas, y tal vez de ochenta leguas.
Toda aquella región era completamente desierta, y la
marcha fué muy penosa.
Mucha gente murió de hambre y los soldados y oficia-
les se desbandaron en grupos de ocho y de diez. Los
que eran encontrados eran lanceados inmediatamente sin
mas forma de proceso.
El camino quedó sembrado de cadáveres; hubo muer-
tos á lanza y otros de hambre.
De los cinco mil y tantos hombres que partieron del
Panadero apenas llegaron tres cientos á Cerro-Corá, in-
cluyendo en este número gefes y oficiales.
De la población que acompañaba al ejército, muy poca
llegó con él.
Delvalle quedó atrás con alguna poca gente y dos pie-
zas de artillería, cuidando las carretas rezagadas.
El general Roo aunconervaba entonces ocho piezas de
artillería.
El general Caballero fué despachado de Cerro-Corá á
Dorados con veinte y tres oficiales *á pié á fin de reunir
ganado.
El desierto, las marchas forzadas, el hambre, las mise-
rias de toda especie, habían devorado cinco mil hombres,
l^ltimo resto de ciento cincuenta ^nil, si no mas, que López
DEL PARAGUAY 493
armó para esta guerra, según los cálculos del declarante.
En medio de tantas miserias y de estas escenas de de-
solación, y de las ejecuciones sin término, López conti-
nuaba haciend la misma vida que antes: se levantaba á
las nueve, á las diez y Á las once de la mañana, y á veces
al medio dia, fumaba y jugaba con los hijos; comia bien
y bebia mucho, quedando muchas veces en un grande y
terrible estado de escitacion.
Madama Lynch siempre se mostraba vestida de seda
y en gran toilette .
Hacia ocho dias que estaban en Cerro-Corá cuando fue-
ron sorprendidos por el general Cámara el dia 19 de
Marzo. En tal ocasión, López ordenó al declarante que
siguiese por la derecha acompañando el carruage de
madama Lynch, y mientras tanto López huyó por la
izquierda. Perseguido por la caballería fué alcanzado y
muerto. El declarante se rindió.
Aprovecha la ocasión que se le presenta para mani-
festar que, desde el momento en que se entregó á las
fuerzas brasileras, como prisionero, tanto él como los
gefes, soldados y familias que cayeron eu poder de estas
fuerzas, fueron siempre perfectamente tratados. Para
ellos fué su captura una salvación, pues de lo contrario
habrían muerto de hambre, si hubiesen permanecido
quince dias mas en Cerro-Corá.
Terminó declarando que López nunca le dijo, ni le ma-
nifestó por acto alguno, intención de retirarse del Para-
guay.
Aseguró además el declarante que López buscó el de-
sierto y siguió el rumbo que llevó forzado por los movi-
mientos del ejército brasilero, que puede decirse lo per-
siguió incesantemente desde que saUó de Azcurra.
En los departamentos de Curuguaty y de Ij^atimy po-
dría haber permanecido un año, merced á las estensas
plantaciones que allí habia. Hasta tenian ganados vacu-
nos y caballos, que, invernados, habrían engordado, y
494 GOBERNANTES
que con las marchas subsiguientes perecieron en gran
cantidad. Perdidos todos estos recursos, se vio obligado
¿replegarse al Panadero, huyendo de la columna brasi-
lera que ocupó aquellos departamentos.
Alcanzado por esa columna, que destacó espediciones,
poruña parte del potrero de Itaramá, y de otra por Es-
padín encima de la Cordillera, por donde se le podia
cortar la retirada; viendo además de esto, que las fuer-
zas de la Concepción ya llegaban al Rio Verde, y no pu-
diendo ya recibir recursos de punto alguno, se retiró pre-
cipitadamente de Panadero, siguiendo el único camino
que le quedaba abierto. Efectuó esta retirada con tanta
mayor precipitación cuanto que temia encontrarse frente
á frente con la columna de Curuguaty antes de alcanzar
el paso de Igatimy.
Nada mas dijo ni le fué preguntado; y habiéndosele
leido esta declaración, se ratificó en ella por hallarla con-
forme y firmó conmigo el presente documento por mí es-
crito.— Antonio Raymu7ido Miranda de Carvalho, tenien-
te de órdenes de la repartición del diputado del ayudante
general cerca del comando en gefe. — Francisco Isidoro
Resquin. — Como testigo el capitán Fernando Melquiades
Ferreira Lobo. — Y yo el teniente Añádelo Ramos de
Abren Carvalho y Conireras que lo copié del original.
—Conforme. — Fraiicisco Xavier de Godoy, mayor.
*
Para el que quiera conocer la historia sangrienta de
los tres tiranos del Paraguay, en todo su horror y en sus
más mínimos detalles, nada podríamos hacer mejor que
recomendar las obras que á ellos y á su época se refie-
ren en la Bibliografía Histórica del Paraguay (inédita
aun).
Basta saber que los tres tiranos del Paraguay, como
DEL PARAGUAY * 495
lo declararon en su bello manifiesto los tres ciudadanos
que componían el gobierno provisorio que sucedió á Ló-
pez, aislaron al Paraguay; cerraron sus puertas hermé-
ticamente á la inmigración; ahuyentaron el comercio
esterior, haciendo perecer en sus calabozos innumera-
bles estrangeros, cuyas fortunas robaron impunemente.
Ávidos del poder, celosos de toda libertad, temblando ál a
idea de la menor garantía individual, desconfiando del
ejercicio del mas insignificante derecho, esos tiranos ele-
varon al rango de legislación inicuos principios y mons-
truosos caprichos, estigmatizados por la moral y por la
civilización. En su afán de dominarlo todo, todo lo cor-
rompieron y relajaron hasta reducir al pueblo á la mas
abyecta condición. Destruyeron la familia, dificultando
el matrimonio por todo género de trabas, diferencia de
razase interminables tramitaciones. Favorecieron la po-
ligamia y el concubinato, corrompiendo la moral y rom-
piendo los vínculos de la familia. Erigieron en sistema
el espionage, la delación, complementándola con el tor-
mento en su mas horrenda variedad y crueldad. Relaja-
ron los resortes de la justicia y de la religión, prostitu-
yendo sus ministros, convvrtidos en agentes natos del po-
der para lá consecución de todos sus depravados fines,
particulares y políticos. Militalizaron todo el país para
reducirlo á la obediencia pasiva, creando seides garan-
tidos en la impunidad de todos los delitos, por una vi-
gilante adhesión á la persona y á los actos del tirano. No
quedó libertad que ño fuese suprimida; derecho que no
fuese atropellado; garantía que no fuese destruida, ni
santuario que no fuese violado.
Aunque todos los tiranos, como Domiciano, Cómodo,
Calígula, Nerón en la antigüedad, Francia, Rosas y los
dos López en la época moderna, tienen mucha analogía
496 • GOBERNANTES
entre sí, creemos que Francisco Solano López sobrepasó
á todos, no dejando éste de tener algunos puntos de con-
tacto con Calígula y Nerón, cuya historia parece haber
aprendido de memoria y pu estola en práctica en el Pa-
raguay.
Los primeros actos de los tres— Calígula, Nerón y Ló-
pez— anunciaron relativamente buen gobierno, mas luego
que el uno de ellos se rodeó de cortesanos y de histriones
desenfrenados, repudió á su muger mandándola asesinar
después; otra muger, á cuyas intrigas debió el trono,
fué igualmente asesinada. Fórmase una conjuración
contra Nerón, y delatada, son ejecutados los que apare-
cen encabezarla, sin averiguar la realidad del hecho, ni
por medio del tormento. Entonces redoblan sus cruel-
dades. El uno recorre la Grecia y la Italia, el otro la
Francia, España, etc. yambos reciben aplausos por re-
compensa. Las crueldades del uno recaen sobre todo
cuanto le rodea y las familias mas nobles son las peor
tratadas: las del otro son exactamente iguales. El uno
deshonra á virtuosos seres y se enriquece con los des-
pojos de los ciudadanos victimados; el otro practica
igual cosa. El uno emprende dos ridiculas espediciones:
el otro no hace menos. El uno huye de Roma y se hace
matar: el otro huye de la Asunción y le cabe el mismo fin.
Era tal estado del Paraguay en el gobierno de don Car-
los A. López, que algunos distinguidos ciudadanos para-
guayos, residentes en Buenos Aires y enemigos declara-
dos de ese gobernante, poco antes del pronunciamiento
del general Urquiza, en mayo de 1851, con ánimo de verse
libre de él, se presentaron á Rosas, haciéndole proposi-
ciones de anexar el Paraguay á la Confederación Argen-
tina. La idea, como era natural, llegó á merecer la ma-
yor aceptación, pero no pudo dársele forma entonces,
porque Rosas se hallaba muy preocupado con la guerra
DEL PARAGUAY 497
que le venia encima , mirándola con toda la seriedad que
el caso requería. Por consecuencia, la cosa quedó en la
nada. Mediábala circunstancia de hallarse á la sazón en
perfecta armonía y muy buena inteligencia los paragua-
yos con los brasileros, con quienes no simpatizaban aqué-
llos, y aun mantenian al norte, por las sierras, comuni-
cación reciproca, aunque tardía y muy trabajosa. Exis-
tia estacionada, á esta banda del Paraná, una fuerza pa-
raguaya como de tres mil hombres, atrincherada entre
las tranqueras de San Miguel y Loreto. Fué, pues, apro-
vechando esa coyuntura y deseosos de librar á su país
de tanta abyección, de la que no llevaban miras de salir
ni con la muerte del doctor Francia, ^ue se presentaron
aquellos ciudadanos contando con otros no menos dis-
tinguidos en el mismo Paraguay.
El doctor Saldías posee el documento que á este hecho
se refiere, y es probable que vea la luz pública en el ter-
cer tomo de su Historia de Rosas.
*
Bajo los auspicios de los aliados y en presencia de sus
ejércitos se establece en la Asunción un gobierno provi-
sorio, cuando el tirano arrojado de sus últimos atrinche-
ramientos, aun se hallaba en el territorio del Paraguay, lu-
chando aun para conservar el mando que se hallaba en'
su última agonía, pero así mism o sacrificando centena-
res de personas que, obcecadas, aun le seguian. No
obstante, millares de paraguayos de ambos sexos se des-
prendían de las sierras y montes, afluyendo en inter-
minables caravanas á los caminos reales que conducen á
la capital, que estaban cubiertos de cadáveres de las víc-
timas del último tirano del Paraguay.
El referido gobierno provisorio se formó de un
1869-1870— TRIUNVIRATO, compuesto de los ciuda-
nanos CIRILO ANTONIO RIVAROL A, CARLOS LOI-
33
498 GOBERNANTES
ZAGA y JOSÉ DÍAZ DE BEDOYA, desde el 15 de agos-
to de 1869.
Al 19 correspondía el ministerio del interior, teniendo á
su cargo lo concerniente á la organización política y ad-
ministrativa déla República: al 29 el de justicia, guerra y
relaciones esteriores y al 39 el de hacienda, agricultura,
caminos y obras públicas.
A la instalación del gobierno provisorio, el mismo dia
que López, abandonando las sierras de Azcurra, se pre-
cipitaba fugitivo en el corazón délos desiertos hasta su
fosa de Cerro-Corá, el triunvirato tiró su primer decreto
nombrando un secretario general de gobierno para la or-
ganización de los' diversos ministerios. El dia 16 uno
nombrando los tres seccetarios de estado y demás fun-
cionarios del tribunal de justicia, y otro organizando el
departamento general de policía de la capital y capitanía
del puerto.
Como la República se hallaba en el estado del mayor
desquicio, se nombró una comi^^ion protectora, compues-
ta de ciudadanos paraguayos de honradez y patriotismo,
los cuales se repartieron por las estaciones de Tacuaral,
Pirayú y otros puntos-, llevando víveres para alimentar y
vestuarios para cubrir la desnudez de tantos desgraciados,
y siguiendo la marcha del ejército aliado, recogiendo y
amparando las familias. Esta comisión partió el 17 para
llenar su cometido.
El triunvirato, por su parte, envió á la campaña á dos
desús miembros, Bedoya y Rívarola, para recibirse, en
Peribebui y otros puntos, délos archivos públicos que el
tirano habia trasportado consigo, y para cerciorarse del
estado de las famijias que regresaban.
A los cuatro dias de la instalación del triunvirato (19
de agosto de 1869), espidió un decreto declarando al ^'des-
naturalizado paraguayo Francisco Solano López fuera
de la ley y para siempre arrojado del suelo paraguayo
como asesino de su patria y-enemigo dellgéaero humano/'
DEL Í>ARAGÜAY 499
Este decreto fué aprobado mas tarde por ley del con-
greso de 15 de julio de 1871. Y al mes y dias (4 de mayo
de 1870) del fallecimiento de López,* espidió este otro:
"El gobierno provisorio de la República —
"Teniendo en vista la misión trascendental, que ante el
país y el mundo, le imponen altas consideraciones de
moralidad y de orden, asi como la naturaleza y magnilud
de los intereses de que está encargado, y—
"Considerando: que esa misión consiste en parte muy
principal, en asegurar y hacer prácticas las responsabili- '
dades que afectan los bienes que aparecían como propie-
dad del tirano Francisco Solano López, emanados de los
actos vandálicos, de asesinatos y usurpaciones, que éste
erigió en sistema con notable infamia, en el último pe-
riodo de su dominación —
"Considerando: que desde que esos asesinatos y usur-
paciones, no sólo han sido blanco las personas y los inte-
rese§ de numerosos particulares, tanto ciudadanos para-
guayos como estrangeros, sino que también la misma
nación ha sido despojada de valiosísimos bienes con pre-
testos falsos, ridículos ó inverosímiles —
"Considerando: que todos esos despojos pasaron, del
poder del fisco, y los ciudadanos y estrangeros, por
actos del mas insanable principio de nulidad, á manos de
Eüsa Lynch, que al lado del tirano, desempeñaba los
robos mas criminales é impuros que la constituían en un
padrón de ¡nifamias y de escándalos públicos, lo cual es
de estensa notoriedad y está en la conciencia de propios
y estraños —
"Considerando: que es de igual fama y notoriedad que
la mencionada Lynch, ejerció en el ápimo del tirano, una
influencia permanente y decisiva, á punto de haber sido,
no solamente su consegera íntima, sino la actora princi-
pal en varios actos públicos, tales como revistar y procla-
mar las tropas, distribuyéndoles condecoraciones y otros
premios— ^
500 GOBERNANTES
"Que es igualmente de la mas alta notoriedad, que esa
perniciosa é inmensa influencia fué criminalmente funes-
ta, al servicio de los intereses egoistas de esa muger, que
en su insaciable sed de riquezas, se hacia escriturar, por
mandato desautorizado del tirano, de valiosísimas zonas
del territorio nacional, como son los valiosos yerbales de
Igatimí y de otros puntos, arrancando de esta capital,
pretendiendo privar asi al fisco de sus mas pingües fuentes
de riqueza —
"Que esos salteamientos á la fortun'a de la nación eran
precedidos y seguidos de otras usurpaciones de bienes,
de muchos ciudadanos y estrangeros, maniobrando ense-
guida de modo, que los despojados pereciesen en los tor-
mentos de los calabozos, ó empresas bélicas, conocida-
mente temerarias, con el propósito atroz se estinguiesen
totalmente los que en la . ulterioridad pudiesen reclamar
de tamaños atentados —
"Que: tales actos constituyen á la precitada Lynch, pro-
tagonista unas veces, y cómplice otras del drama san-
griento, que consumó el tirano, principalmente en el último
período, que él llamó, la defensa .del país —
"Que todosrlos actos de ese período, de triste recorda-
ción, fueron dictados por los mas feroces y sanguinarios
instintos, consumando el casi total aniquilamiento del
pueblo paraguayo, á impulso de los tormentos, ora de
azotes, ora de lanceamíentos en masa, ora de hambr-e,
y despojándolos, en .seguida, de su fortuna privada, para
regalársela á la espresada Lynch--
"Que: á la par de la flagrante nulidad é ¡legalidad que
entrañan esas adjudicaciones, existe un interés de la mas
alta moralidad, y de conveniencia general, en impedir
que, semejantes actos de vandalismo queden subsistentes
en. sí mismos y en todas*sus abominables consecuencias,
sirviendo de botin á Elisa Lynch la fortuna pública y pri-
vada, á la luz del pueblo, que tan eficazmente contribuyó
DEL PABAGUAY
501
á sumergir en el abismo, délos mas tremendos infortu-
nios—
"Que: á la tutela y conservación de esos intereses va-
liosos, está vinculado un palpitante interés nacional, des-
de que con ellos podrá la nación indemnizar en parte, de
los daños y perjuicios y usurpaciones que se le han he-
cho, á pretesto de mantener la guerra —
"Considerando finalrpente, que hallarla el gobierno dis-
culpa y justificación posible, ante el mundo civilizado y
ante la historia, si en presencia de la moral ultrajada por
tantos crímenes y espoliaciones, permaneciese mudo é
impasible, sin dar un paso siquiera para revindicar esos
sagrados derechos, tan infamemente hollados, corpo tan
deslealmente arrebatados, por multiplicados abusos de un
mandón irresponsable y de una muger adúltera —
"Ha acordado y—
decreta:
"Art. 19 Los bienes que aparecían pertenecer al tirano
del Paraguay Francisco Solano López se declaran pro-
piedad de la nación.
"Art. 2? Los bienes que han sido adjudicados, bajo
cualquiera razón, á Elisa Lynch, por el tirano 6 los que és-
ta llama "suyos," de procedencia anterior á esas dona-
ciones ó adjudicaciones, se declaran provisoriamente em-
bargados, para que sobre ellos, puedan en todo tiempo,
hacerse efectivas las responsabilidades civiles ó crimina-
les á que den lugar las acciones públicas ó privadas, que
á su respecto §e deduzcan.
"Art. 3? Se procederá á nombrar un administrador
general, para el cuidado y fomento de todos esos bienes.
"Art. 49 Se procederá al encausamiento criminal de la
llamada Elisa Alicia Lynch, notificándole el presente de-
creto, para que, por sí, ó apoderado, se presente á con-
testar en juicio, comenzando desde luego, á instruir el
sumario correspondiente, á fin de que no se desvanez-
can algunas de las huellas de los delitos, que la conciencia
502 GOBERNANTES
pública hace pesar sobre la personalidad de la Lynch.
"Art. 5? Se nombrará un abogado ad hoc, para que
diríjalas cuestiones del proceso, y para hacer lá defensa
. profesional, contra cualquier gestión, acerca de los preci-
tados bienes.
"Art. 6? Publíquese, pasando copia al Fiscal General
y archívese.
"Dado en la Asunción, á los 4 dias del mes de mayo
de Í870.
"CARLOS ANTONIO RIVAROLA.
CARLOS LOIZAGA.
Bernardo Recalde.
Secretario .
Trascribimos á continuación del número 39 de la "Voz
del Pueblo", del jueves 83 de junio de 1870, el inventa-
rio, precedido de algunas palabras del redactor, que lo
fué á la sazón don Miguel Maclas, (hoy finado)
ASUNCIÓN
Elisa A. Lynch.
"Como prometimos en nuestro número anterior, pu-
blicamos á continuación el inventario tomado por las fuer-
zas brasileras, de los objetos que se «le encontraron ala
concubina del tirano.
"Mientras las paraguayas se mueren de hambre y se
comen las unas á las otras, Elisa A. Lyuch, la querida
de López, se va á Europa á gozar de una fortuna y á lu-
cir las prendas que consiguió violentamente, de las infe-
lices mugeres de este país.
— "¡Cuidado pueblo!— No venga otro tirano y tras él
otra inglesa.
"Protesten también las mugeres, que hoy la patria les
pertenece mas que á los hombres, pues que están en una
¡nmQnsa mayoría.
GOBERNANTES 503
ACTA DE INVENTARIO
"A los veinte y un dia del mes de mayo de 1870, en el
puerto de la ciudad de Asunción, capital déla República
del Paraguay, á bordo del vapor "Princesa'' navio gefe,
la comisión compuesta del gefe de división Victorino Jo-
sé Barbosa da Lomba, comandante de la escuadra brasi-
lera y del coronel Rufino Eneas Gustavo Calváo, gefe de
la comisión de ingenieros, mayor Federico Augusto de
Fontoura Lima, gefe interino de la repartición fiscal del
ejército allí reunido en virtud de la. orden de S. A. Real
el señor conde de Eu, mariscal de ejército y coman-
dante en gefe de todas* las fuerzas brasileras en el Para-
guay, tomó inventario en presencia de Elisa A. Lynch,
aprisionada al ser derrotadas en Cerro-Corá las últimas
fuerzas del ex-dictador López, de todos los objetos y valo-
res en especie ú otras así como de todos los papeles que
se hallaban en poder de la misma aprisionada y obtuvo
el resultado que abajo se demuestra, á saber:
4 aderezos, siendo:
1 de oro macizo.
1 con amatista.
1 de oro y filigrana
1 de id. con esmeraldas.
40 anillos, siendo:
16 de oro con crisolitas.
24 de id. de diversos gustos.
2 álbums, siendo:
1 de tapas de oro con cajas de plata y relieves de oro.
1 de madre perlas, ofrecido al mariscal López por el
pueblo de Buenos Aires.
2 mariposas, siendo:
1 de crisolitas.
1 de piedras entre-finas:
23 botones, siendo:
12 de coral.
504 GOBERNANTES
15 de oro para chaleco.
6 de id. para puños.
5 bombillas, siendo:
3 de plata con virolas de oro.
2 de oro.
6 barras de oro pequeñas.
20 cadenas y cordones, siendo:
15 de oro.
1 de.id. con medalla.
1 de id. con cruz.
6 mates, siendo. ••
3 de plata con bombilla.
3 guarnecidas de oro.
1 crucifijo de oro con tresbrillantes.
1 cigarrera de oro.
2 cajas de rapé, ambas de oro.
1 condecoración de la orden de Cristo con pendiente de
la misma orden.
1 lapicera de oro labrada.
1 collar de corales.
1 chicote con las iniciales F. S. L. grabadas de bri-
llantes.
1 diadema de oro.
1 espada con vaina de oro y puño también de oro, gra-
bada con brillantes ofrecida al mariscal López por el pue-^
blo paraguayo.
1 estuche con útiles de plata y otro para uso de mesa
y toillete.
3 peines de cabeza, siendo:
3 con guarniciones de oro.
1 con diamantes.
19 pares de pendientes, siendo:
• 6 de crisolitas.
12 de oro de diversos gustos.
1 de mosaico.
16 pulseras, siendo.
DEL PARAGUAT
505
1 de mosaico.
10 de oro.
1 de marfil..
1 con cruz y piedras de brillantes.
1 con piedras falsas.
2 de cabello.
10 prendedores, siendo:
2 de marfil.
1 de oro con brillantes.
4 de id. con diferentes gustos.
1 de amatista.
2 de oro con topacio.
1 porta- fósforos de oro.
11 relojes de oro, siendo:
10 de diversos tamaños y gustos, inclusive dos de se-
ñora.
1 de oro con cadena.
6 relicarios de diversos tamaños.
2 rosarios de oro y corales.
8 marcadores de ropa , siendo:
6 de oro.
2 de plata.
1 tubo conteniendo rosarios y cordones de oro.
1 caja perteneciente á Rosita Carreras, hija del maris-
cal López, conteniendo lo siguiente:
12 prendedores con piedras falsas para vestido.
8 pulseras de oro.
2 prendedores de id. . *
5 cordones de id.
3 prendedores con crisolitas.
3 mariposas.
1 par botones con crisolitas.
4 id de id.
3 hebillas de piedras entre finas.
4 collares con topacio, crisolitas y corales.
3 pares brincos con piedras crisolitas.
506 GOBERNANTES
1 cruz pequeña con perlas.
4 pares brincos de oro con topacios.
3 pares rosetas de oro.
1 rosario de oro.
1 clavillo de oro con topacios.
VALORES DE ESPECIES
391 onzas de oro.
27 medias onzas.
15 monedas de 20,000 reis de cuño brasilero*
12 id.de 10,000 reis de id.
24 id. de 4 patacones.
31 id. de 2 patacones.
19 libras esterlinas.
50 monedas de 20 francos.
2 id. de 17,000 reis 14,600 pesos papel de la República
del Paraguay.
Además de este dinero.
138 onzas de oro que fueron presentadas en el acto de
este inventario por el señor coronel Eneas Gustavo Gal-
vao mandadas entregar por S. A. R. ál mismo señor co-
ronel, por el comandante de las fuerzas al Sur de Man-
duvirá por pertenecer ese dinero á Elisa A. Lynch que
antes lo habia dado á trueque de un álbum de su propie-
dad encontrado por ella entre nuestras fuerzas.
PAPELES-^DOGUMENTOS
Una escritura de venta hecha al maHscal F. S. López,
relativa á tierras de Cordilleritas pertenecientes al distri-
to de Ibicuy, en el año de 1869.
Otra escritura de venta de doña Teresa Muñoz de tier-
ras vendidas al mismo mariscal López en 1868.
Otra de la casa y sitio de Barrios de la Encarnación de
esta ciudad de la Asunción, tia de doña Celedonia Castel-
DEL PARAGUAY 507
vi, pasaron á favor del presidente de esta República el
ciudadano Carlos A. López.
Otra de venta también de una chacra en el campo
grande, distrito de la Santísima Trinidad, en el mes de ju-
lio de 1869. •
Otra de venta hecha al mariscal López en 1866 por
Francisco de Sales Doncel.
Documentos relativps á casa y sitio en la capital, dis-
trito de la Encarnación en 1869.
Documentos relativos á tierras del distrito de la Encar-
nación compradas al ciudadano Félix Domingo Barbosa
en 1869, por Elisa A. Lynch.
Otros pasados á Elisa A. Lynch, sobre compras hechas
al estado de la República, de terreno, de campo y bosques
desiertos, comprendidos entre los rios Itanará-gúazú y
Aguaray-guazú, en 1869.
Otros de Juana Bautista de Freitas, de tierras en el
Lambaré que según declara Elisa A. Lynch son de su
propiedad sin que acompañe para aclarar escritura de
venta.
Otros documentos de Fernando Mora én las condicio-
nes del antecedente.
Otros mas de compras de tierras en el departamento de
la Villa del Salvador, pasados á favor de Elisa A. Lynch
• en 1869.
Otros todavia, id. id. id.
Otros mas pasados á favor dé Elisa A. Lynch, de un
depósito hecho por ella en la tesorería del estado en 1870,
déla cantidad de ochenta y un mil trescientos veinte y
siete pesos papel.
Dos cartas de Elisa A. Lynch, dii'igidas: una al gene-
ral Mac Mahon sin fecha, y otra al ministro plenipoten-
ciario de Inglaterra en la República Argentiaa, fechada
en 3 de enero de 1870, siendo escrita á éste para que re-
cibiese en la legación los documentos que pertenecen á
la misma señora, y escrita á aquel para igualmente reci-
508 GOBERNANTES
bir y guardar para el Banco de Inglaterra á la orden de
ella, y la de sus hijos en su falta, diversas 'cantidades en
las siguientes especies:
3700 onzas de oro.
100 libras esterlinas.
32 monedas de cuatro patacones.
55 id de dos id.
16 napoleones y mas quinientas onzas de oro, á fin
de ser entregadas á Emiliano.
Mas una otra carta del cónsul italiano Chaperone fe-
chada en Luque el 18 de octubre de 1868, dirigida á
Elisa A. Lynch, en la cual declara tener recibida la suma
de 5000 patacones en plata y que entregará á su reclamo,
con los intereses correspondientes.
"Y por nada mas encontrarse que inventariar según las
órdenes recibidas, se cerró el presente inventario que va
firmado por la respectiva comisión y la aprisionada Eli-
sa A. Lynch — firmado Victorino Barbosa da Lomba,
presidente de la comisión — Rufino Eneas Gustavo Gal-
vao— Federico Augusto de Fontoura Lima — Elisa A.
Lynch.
No se puede negar que el Paraguay, el país menos co-
nocido de este Continente, hiciera algunos progresos en
los últimos años que precedieron á la última guerra, pro-
vocada de un modo tan insensato por su postrimer tira-
no. Introdujéronse entonces ferro-carriles, telégrafos,
un arsenal y otras obras, en que se emplearon muchos
mecánicos, principalmente ingleses, cuyo idioma y aun
algunas costumbres iban generalizándose en el país.
La República cubre como setenta mil millas cuadradas,
pero reclama mayor territorio de las naciones circunve-
cinas. El censo de 1857, le daba una población de
1.337,449 habitantes, según Du Graty, el que sonsidera-
DEL PARAGUAY' 509
mos escesivamente exagerado, mientras el que se con-
feccionó el 19 de marzo de 1887, por la oficina general de
Estadística sólo da 863,751, délos cuales corresponden á
la Asunción 24,838, divididos en 10,884 varones y 13,954
mugeres. No saben leer ni escribir 199,431 paraguayos
y 4070 estrangeros, y saben leer y escribir 3.2,447 para-
guayos y 3826 estrangeros.
El clima, aunque caliente,' es muy sano; el país monta-
ñoso*y pintoresco y el suelo fértil. Los habitantes son
los mas industriosos de la América del Sur; sus cereales,
algodón y tabaco cubren medio millón .de acres. El
principal producto del país es la yerba mate, la mayor
parte se esporta á Buenos Aires, llegando hasta un mi-
llón de pesos fuertes. El cultivo del algodón, que habia
dado principio en 186'?, quedó interrumpido á causa de
la guerra, la que fué muy ruinosa para el Paraguay, pe-
ro dando, en recompensa, á sus naturales una elevada
reputación de valor.
*
La marcha del nuevo gobierno tendia en un todo al pro-
greso, de conforrpidad á lo distinguido de las personas
que lo componían y al nuevo orden de cosas dia^pe-
tralmente opuesto al que hasta entonces habia existido.
Estableció la libertad, en sumas lata acepción; el voto
del pueblo como evangelio del mandatario; libertad de
conciencia, del pensamiento y^ de la prensa; garantía de
. la propiedad; abolición de la confiscación y del pasaporte;
apertura de los puertos del Paraguay á todos los hom-
bres del mundo, con libre ejercicio de su comercio, in-
pustria, culto y arl^s.
Al periódico Semanario reemplazó La Regeneración, el
19 de octubre de 1869, y fué el primer mensagoro del libre
pensamiento del pueblo paraguayo, mudo y sin voluntad
propia hasta entonces. Publicaba además los documen-
tos oficiales y decretos del gobierno provisorio, conser-
510 ' GOBERNANTES
vando siempre el director del periódico su perfecta inde-
pendencia.
Un movimiento reaccionario que tuvo lugar el 31 de
agosto de 1870, dio fin al gobierno del triunvirato.
El pueblo paraguayo tiene tres fechas memorables para
determinar la era de su nueva existencia política como
nación libre, después de ma§ de cincuenta años de escla-
vitud ignominiosa, bajo el ominoso régimen de los tres
tiranos que lo hundieron— El 15 de agosto de 1869; el 1?
^e setiembre de 1870, el 25 de noviembre del mismo año.
La primera* marca la instalación del primer gobierno li-
beral de la República, el mismo dia que el tirano fuese á
encontrar su fosa de Cerro-Corá.
• La segunda es el 19 de setiembre, fecha no menos glo-
riosa que hará época en los anales del Paraguay, en que-
el movimiento espontáneo del pueblo en masa, reaccio-
nando contra los sucesos del 31 de agosto, añazó la con-
quista de la libertad.
La tercera y la mas importante de estas fechas es la del
25 de noviembre del 70, en que, reunido ese mismo pue-
blo en la plaza juró, juntamente con el primer presidente
de la República, la primera constitución libre que se die-
ra, ^ depositándola por manos de éste en el lugar en
que se colocó la piedra fundamental del monumento, que
ha de legar alas generaciones venideras el recuerdo de la
reconquista de los derechos del pueblo, de su libertad po"
lítica y social.
LXVIL-DON CIRILO ANTONIO RIVAROLA, des-
de 19 de setiembre de 1870, en que la convención cons-
tituyente creó la presidencia provisoria de la República,
nombrando para ejercerla á dicho ciudadano, hasta el 25
de noviembre del mismo año, que so juró la constitución,
instalándose el gobierno constitucional con el propio Ri-
varóla, de primer presidente, y don Cayo Miltos, de vice-
presidente de la República.
DEL I»AltAGÜAY 511
I
Mas tarde organizó su ministerio con los ciudadanos
Salvador Jovellanos, interior, José Segundo Decoud, jus-
ticia, culto é instrucción pública, JuanB. Gilí, hacienda y
agricultura, general Bernardino Caballero, guerra y ma-
rina, y durante su suspensión fué reemplazado por Car-
los Loisaga.
Desde entonces, el Paraguay sigue aunque á paso len-
to pero seguro, en lavia del progreso.
LXVIIL— DON SALVADOR JOVELLANOS, vice-
presidente en ejercicio del P. E. de la República, hasta el
25 d^ noviembre de 1874.
Tuvo por ministros sucesivamente á los ciudadanos
Carlos Loisaga, Benigno Ferreira, Eduardo »Aramburú,
José Falcon, José del Rosario Miranda, Francisco Sote-
ras, Francisco Lino Cabrizas, Jaime Sosa, Cándido Ba-
reiro, Germán Serrano, Bernardina Caballero, Juan Bau-
tista Gilí, Higinio Uriarte y Patricio Escobar.
La administración Jovellanos no mereció las simpatías
del pueblo paraguayo. Según La Reforma de la Asun-
ción, ella fué una larga y no interrumpida serie de escán-
dalos y robos.
La agricultura no recibió impulso alguno, ni la mas in-
significante protección; el ferro-carril permaneció en el mas
completo estado de abandono; no estableció una sola es-
cuela, á pesar de haber destinado el congreso cincuenta
mil pesos para la instrucción pública. La libertad habia
sido proscrita, el derecho violado, la justicia escarneci-
da, la moral ultrajada, la constitución y las leyes piso-
teadas, el honor y la vida despreciadas sangrientamente
por viles mandones, que mantenían vandidos y asesinos
asalariados para imponer mejor al pueblo el reinado del
puñal. Enuna palabra, dicho periódico pinta esa admi-
nistración con muy negros colores.
LXIX.— DOPi JUAN BAUTISTA GILL, presidente
512 GOBERNANTES
de la República, desde el 25 de noviembre de 1874 hasta
el 19 de marzo de 1876, que habiendo salido á campaña
quedó en su lugar el vice-presideríte don Higinio Uriarte.
El 19 de abril del mismo año, aquel reasumió el gobierno,
habiéndolo desempeñado hasta el 12 de abril de 1877, que
fué bárbaramente asesinado en las calles de la Asunción
por una turba de hombres armados, con cuya trágica des-
gracia, el vice-presidente Uriarte volvió á ejercer el P. E.
desde el mismo dia hasta el 25 de noviembre de 1878.
Compuso su ministerio sucesivamente de los ciudada-
danos Germán Serrano, Facunddo Machain, Emilio Gilí,
Bernardino Caballero, Patricio Escobar, Cándido Bareiro,
Adolfo Saguier, José Urdapi lleta, Benjamín Aceval, Juan
A. Jara, A^ustin Cañete y José F. Decoud.
La administración de Gilí, según don Gregorio Beni-
tez engendró el descrédito social, político y económico
del Paraguay. En los últimos seis años, el señor Gilí
formó parte de todos los gobiernos de la República, ya
como ministro, ó ya como representante, ejerciendo en
la administración la misma preponderancia con que sub-
yugara al pueblo paraguayo.
Hasta el dia en que el señor Gilí tomara directamente
las riendas del gobierno, el país producía lo bastante
para sufragar siquiera sus gastos administrativos. Sus
entradas ascendían hasta setenta mil pesos mensuales.
Pero en 1876 las rentas de la nación descendieron hasta
la triste cifra de nueve mil pesos al mes.
El ex -presidente don Cirilo A. Rivarola, en sus escritos
publicados en Buenos Aires en 1875, dfecia: "Juan Bautis-
ta Gilí en el poder, seria la gangrena en el corazón del
pueblo paraguayo. Luego, pretendiendo el ministro bra-
silero señor Araujo Gondin llevar al poder á Gilí, como lo
ha llevado, su intención era únicamente colocar al Para-
guay en el descenso rápido de su perdición
"Gondin tenia conciencia de la imposibilidad de su cím-
DEL PARAGUAY 513
didato, á quien decididamente se proponia hacerle triun-
far, porque una vez Gilí en el poder, la hidra de lerena es-
tablecería su reinado en el país ....
"Estaba en la conciencia de todo el pueblo que su ad-
ministración seria el emporio de cínicos especuladores,
y sobre todo muy capaz de sacrificar la independencia
nacional en aras de sus intereses personales."
El agravamiento de la miseria en que se encontraba la
población del Paraguay, durante la administración Gilí,
era la consecuencia inmediata del estanco del tabaco, la
sal y el jabón.
En la memoria presentada por el ministro de hacienda
de la República al congreso, nada se encuentra en ella que
informase á la nación sobre el resultado de la venta hecha
por el gobierno de los artículos estancados, y de la apli-
cación de su producto.
LXX.— DON HIGINIO CRIARTE, vive-presidente
de la República, en ejercicio del P. E., desde el 12 de
abril de 1877, á consecuencia del asesinato del presidente
Gilí, acaecido en ese dia.
El señor Uriarte adoptó inmediatamente las medidas
necesarias, para sofocar la rebelión, y, después de un re-
ñido combate librado á las puertas de la capital, consi-
guió dominarla com[)letamente, apoderándose las fuerzas
gubernativas de alguno de los asesinos.
Su gobierno duró hasta el 25 de noviembre de 1878.
LXXL— DON CÁNDIDO BAREIRO, presidente de la
República, desde el 25 de noviembre de 1878, hasta se-
tiembre de 1880, en que falleciera.
Acompañáronle en calidad de ministros sucesivamente
los ciudadanos Bernardino Caballero, Pedro Duarte, José
Segundo Decoud, Agustín Cañete y José Antonio Bazarás.
LXXIL-GENERAL BERNARDINO CABALLERO,
presidente provisorio de la República. Por fallecimiento
34
514 GOBERNANTES
del señor Bareiro y por renuncia de don Adolfo Saguier
del cargo de vice-presidente, el congreso le nombró en
aquel carácter y asumió inmediatamente el mando de la
nación el 4 de setiembre de 1880, hasta que fué electo
presidente en propiedad el 25 de noviembre de 1882, y
don Juan A. Jara, vice-presidente.
Fueron sus ministros los ciudadanos José A. Bazarás,
Pedro Duarte, Juan de la C. Giménez, José González, Juan
A. Meza, José S. Decoud.
Bajo los auspicios de la paz, la administración *del ge-
neral Caballero consiguió levantar el país de su postra-
ción, reparar sus desastres pasados imprimiendo nuevo
y vigoroso impulso á la marcha general.
La constitución, desde entonces se cumple al pié de la
letra y lo prueba el aclo solemne que tuvo lugar ejerci-
tando el pueblo el derecho de sufragio, para la elección
de sus representantes, en actitud pacífica, digna é inde-
pendiente, y sin esas odiosas coacciones de la fuerza que
deshonran al mandatario.
La campaña progresaba de un modo satisfactorio, la
población aumentaba, la industria pastoril se desarrollaba,
la agricultura adquiria proporcionalmente su verdadera'
importancia. Las cosechas de los cereales y demás pro-
ductos eran mas que regulares.
El buen éxito que el Paraguay obtuvo en la Esposicion
Continental de Buenos Aires, en 1882, es una honrosa
ppueba de lo que decimos. El Paraguay fué representado
en ese certamen con una variada colección de productos y
riquezas naturales que fueron agraciados debidamente,
discerniéndole los jurados respectivos cinco medallas de
oro, siete de plata, veinte y cuatro de bronce, tres de co-
bre y veinte y una menciones honoríficas.
La administración de justicia marchaba con regularidad:
la armonía reinaba entre el poder civil y el eclesiástico:
el estado de la instrucción pública mejoraba. En una pa-
abra, el país progresaba en general.
DEL PARAGUAY 515
*
Al general Caballero siguió en el. gobierno el general
Patricio Escobar, como presidente de la República, y don
José del Rosario Miranda, como vice-presidente de la
misma, los cuales fueron elevados al poder el 25 de no-
biembre de 1886.
El presidente Escobar compuso su ministerio del mo-
do siguiente: el coronel Juan A. Meza, interior; el doctor
Benjamín Aceval, relaciones esteriores; don Agustín Ca-
ñete, nieto del doctor Francia, hacienda; el comandante
J. Maciel, justicia, culto é instrucción pública y el coro-
nel Pedro Duarte, guerra y marina.
Todos estos funcionarios continúan en ejercicio; lle-
nando satisfactoriamente las aspiraciones del pueblo pa-
raguayo, hasta la fecha (octubre de 1887), con escepcion
del señor Cañete, que, con motivo de haber publicado en
la Asunción el general Sarmiento un artículo, el 20 de se-
tiembre, aniversario de la muerte del doctor Francia, no
habiendo sido del agrado del nieto, presentó su renuncia
del puesto, la que, según creemos, no le fué aceptada.
Por lo demás, el general Sarmiento se circunscribe á
los personages históricos, haciendo, como es natural,
completa prescindencia de las personas de sus descen-
dientes, entre los cuales conocemos algunos caballeros
dignos de toda consideración.
FIN
ÍNDICE
Pág.
Prefacio I
GOBERNANTES
Pedro de Mendoza 1
Juan de Ayolas 3
Donaingo Martínez delrala 5,16
Alvar Nuñez Cabeza de Vaca 8
Juan de Salaznr Espinosa 14
Francisco de Mendoza 14
Felipe de Cáceres 25,33
Diego de Abreu 26
Gonzalo de Mendoza 26
Francisco Ortiz de Vergara 27
Juan de Ortega 29
Juan Ortiz de Zarate 29
Martin Suarez de Toledo 36
Diego Ortiz de Zarate y Mendieta 37
Juan de Garay.. 38
Alonso de Vera y Aragón 41
Juan Torres de Vera y Aragón 49
Hernandarias de Saavedra 50,52,53,59
Fernando de Zarate 51
Bartolomé Sandoval Ocampo 51
Juan Caballero Bazan 52
Juan Ramirez de Velazco 52
Diego Ramirez Valdez y de la Banda 52
Garcia de Mendoza 52
ÍNDICE
Diego Marin Negron 58
Francisco de Alfaro 58
Francisco González de Santa Cruz 59
Manuel de Frías 60
Diego de Regó y Mendoza 68
Luis de Céspedes García Xaría ó Xeria 68
Martin de Ledesma Valderrama 69
Pedro de Lugo y Navarra 71
Gregorio de Hinestrosa 72
Diego de Escobar Osorio 78
Bernardino de Cárdenas 79
Sebastian León y Zarate 85
Cristóbal de Garay y Saavedra 89
Juan Blasquez de Valverde 90
Alonso Sarmiento Sotomayor y Figuéroa... 93
Juan Diez de Andino 94,97
Felipe Rege Corvalan 95
El Cabildo 96
Diego Ibañez de Faria 97
Antonio de Vera Mugica 97
Alonso Fernandez Marcial 98
Francisco de Monforte ^.. 98
Sebastian Félix de Mendiola 99
Juan Rodríguez Cota 99
Antonio de Escobar y Gutiérrez 99
Baltasar Garcia Ros 99
Manuel de Robles Lorenzana 100
Juan Gregorio Bazan de Pedraza 101
Antonio Victoria 101
Diego de los Reyes Balmaceda 101
José de Antequera y Castro 103
Martin de Barúa 148
Bartolomé de Aldunate 165
Ignacio de Soroeta 166
El Común 167
Junta Gubernativa 168
Antonio Ruiz de Arellano J69
Cristóbal Rodríguez de Obelar 171,174
Isidoro Mirones Benavente 172
Manuel Agustín de Ruíloba y Calderón 172
Juan Caballero.de Añasco 173
ÍNDICE
Pág.
Juan de Arregui 174
Bruno Maupício de Zavala 175
Martin José de Echauri 177
Rafael de laMoneda 177
Marcos José de Larrazabal 178
Jaime Sanjust 179
José Martínez Fontes 180
Fulgencio Yegros y Ledesma 184
Carlos Morphi 6 Murphy 185
Agustin Fernando de Pinedo 188
Pedro Meló de Portugal 197
Joaquín de Alós y Brú 199
Lázaro de Rivera 201
Bernardo de Velazco 208
Manuel Gutiérrez 228
Eustaquio Gianini 228
Pedro Garcia 228
Junta de Gobierno provisorio 230
José G. R. de Francia y Juan Valeria-
no de Zevallos 231
Junta Gubernativa 233
Cónsules F. Yegros y J. G. R. de Francia.... 253
Dictador José Gaspar R. de Francia 273
Policarpo Patino.: 388
Junta Gubernativa 388
Ramón Duré y José Domingo Campos, sar-
gentos 391
Coronel Mariano Roque Alonzo 391
Cónsules Alonzo y López 391
Carlos Antonio López, presidende 417
Francisco Solano López, presidente 435
Triunvirato 497
Cirilo Antonio Rivarola, presidente proviso-
rio 510
Salvador Jovellanos, vice-presidente 511
Juan Bautista Gilí, presidente 512
Higinio Uriarte 513
Cándido Bareiro, presidente 513
Bernardino Caballero 513
Patricio Escobar 515
4 ÍNDICE
ÍNDICE DE LOS DOCUMENTOS
Pág.
Acta de fundación de la Ciudad de Buena
Esperanza del Rio Bermejo 42
Provisión de las cosas que se podian sacar
por el Puerto de Buenos Aires 53
Memorial -por el que el capitán Manuel de
Frías, procurador de las Provincias del
Rio de la Plata, solicita la división de és-
tas de la del Paraguay; y que se nom-
bre para la del Rio de la Plata como go-
bernador y capitán general á Hernan-
darias de Saavedra . 60
Documentos justificativos: Declaración sa-
tisfactoria de don Bernardino de Cárdenas,
obispo del Paraguay, para el descargo de
los que tomaron las armas contra el go-
bernador don Sebastian de León y Zarate . . 81
Correspondencia de Antequera y el obispo
Palos 117
Curiosa descripción del Chaco 191
Vista del fiscal protector de naturales 211
Carta de don Nicolás Herrera á Robertson . 247
El gobierno de Buenos Aires al del Para-
guay 248
Nota de Herrera á los cónsules del Paraguay . . 249
Respuesta de los cónsules del Paraguay á
Heri'era 249
Los cónsules del Paraguay al mismo 250
Plan del gobierno del Paraguay presentado
al segundo congreso por el doctor Fran-
cia 254
Los cónsules Francia y Yegros á todos los
ciudadanos y habitantes de la capital Re-
solución 260
Resolución consular sobre los españoles. . . 263
Resolución superior sobre el clero 296
Auto superior sobre los funcionarios públi-
cos 299
Decreto supremo sobre el obispo 309
ÍNDICE 5
Pág.
Apuntamientos del doctor Francia al "Ensa-
yo Histórico" de los señores Rengger y
Longchamp 311
Defensa del señor César Bacle 315
Decreto sobre impuesto para una campaña
militar 328
Decreto sobre reforma de los regulares 333
Respuesta dada á Bolívar por el doctor
Francia ' 338
Arenga pronunciada por el doctor don José
Isasa, con motivo del cumpleaños del dic-
tador Francia 339
Espediente de Juan Pérez y Alejandro Gar-
cía, españoles 345
Decreto en el espediente de Hilario Recalde,
español 358
Oración fúnebre dedicada al doctor Francia . 364
Inventario de los bienes dejados por el doc-
tor Francia 379
Artículo 71 de los estatutos de la adminis-
tración de justicia 396
Artículos del decreto sobre la libertad de vien- "
tres 397
Instruciones á la policía 397
Administración política del Paraguay 398
Himno nacional paraguayo 415
Bando del general F. S. López sobre el plie-
go de reserva de su padre 436
Carta del secretario de la legación británi-
ca en el Rio déla plata, Mr. Gould,al mi-
nistro de relaciones esteriores del Brasil. 449
Composición poética de don Manuel Castillo,
titulada "Al Paraguay'' 456
Declaración del general Resquin 468
Decreto del triunvirato declarando pertene-
cer á la nación los bienes del mariscal
López (4 de mayo de 1870 aprobado por
el congreso el 6 de julio de 1871.) 499
Inventario de los bienes de la señora Elisa
A. Lynch 503
% y
lé<'Mt^..^^^
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THI8 BOOK 18 DUE OK THE LAST DATE
8TAMPED BELOW
AN INITIAL FINE OF 26 0ENT8
WILL BE A88E88ED FOR PAILURE TO RfTURN
THIS BOOK ON THE DATE DUEL THE PENALTY
WILL INCREA8E TO 80 CENTS ON THE POURTH
DAY AND TO 8I.OO ON THE 8BVENTH DAY
OVERDUEL
NOV 27 1946
OCT 21 1947
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